RE-VISTl\ del INSTITUTO de CULTURA PUERTQRR~QUEÑA ,
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ANTROPOLOGIA HISTORIA LITERATURA
ARTES PLÁSTICAS TEATRO
MOsrCA ARQUITECTURA
... numero ABRIL - JUNIO. 1964
San Juan de Puerto Rico
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DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA JUNTA DE DIRECTORES Guillenno Silva, Presidente Enrique Laguerre - Aurelio Tió - Teodoro Vida! Arturo Santana - Esteban Padilla - Wilfredo Braschi
Director Ejecutivo - Ricardo E. Alegría Apartado 4184
SAN JUAN DE PUERTO RICO
AÑO VII
NÚM. 23
1964
ABRIL - JUNIO
SUMARIO
El arco y la flecha de José Gautier Benítez por Luis H ernández Aquino ... ... ...
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Poema por Iris M. Zavala
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Cuatro sonetos por Pedro Bernaola
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La novia de Betances (Leyenda puertorriqueña) por Cayetano Coll y Toste
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El conflicto legislativo de 1909 en Puerto Rico por Ramón Meléndez
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Exposición de Margot Ferra
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Exposición del cuadro «El estudiante», de Oller oo • • • •
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Mayagüez: Cuna del mayor geneml Juan Rius Rivera por Joaquín Freire oo.
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Séptimo Festival de Teatro Puertorriqueño, 1964 por Francisco Arriví
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Exposición de la obra de Angel Botella Barros...
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El pensamiento social de Eugenio María de Hostos por Eugenio Fernández·Méndez ... ...
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La ciudad encantada. San Juan de Puerto Rico por José Santos Chocano ... ... ... ...
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La imagen de San Francisco de la Aguada por Arturo Dávila ... ... ... ...
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Primeras notas del tema jíbaro en ,la literatura puertorriqueña por Eloísa Rivera de Carcía ...
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SEPARATA DE ARTE:
Castillo de San Ctistóbal (Polímero acrílico), por José R. Olíver Propiedad del Sr. M. V. Goddard
PUBLICACION DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA Director: Ricardo E. Alegria llustraciones de Carlos Marichal, Lorenzo Homar y M. Rodríguez Fotografías de Conrad Eiger, Jorge Santana y Jorge Diana
IMPRESO EN LOS TALLERES DE ARTES GRAFICAS "EDICIONES RVMBOS" RAMBLAS. 23· BARCELONA ESPAÑA
COLABORADORES
LUIS HERNANDEZ AQUINO nació en Lares. Maestro en artes de la Universidad de Puerto Rico, en 1952 se recibió en la de Madrid de doctor en filosofía y letras. Director de las revistas Insula, Bayoán y Jaycoa y colaborador en numerosos periódicos, su labor literaria le ha merecido premios de diversas entidades culturales. Ha publicado los poemarias Niebla lírica {1931), Agua de remanso (1933), Poema de la vida breve (1939), Isla para la angustia (1943), Voz en el tiempo (1952) y Memoria de Castilla (1956). Es además autor de varias antologías de poesía puertorriqueña y de la novela La muerte anduvo por el Guasio (1960). Pertenece al claustro de la Universidad de Puerto Rico.
IRIS M. ZAVALA nació en Ponce. Estudió en las Universidades de Puerto Rico, Salamanca (donde se doctoró en filosoña y letras) y Florencia, y en el Colegio de México. Es autora de ensayos publicados en revistas de cultura y de los libros El teatro de conciencia en Unamuno (1963), premiado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, y Barro doliente (poesía), publicado en 1964. Desde hace algunos años es profesora de español en la Universidad de Puerto Rico.
PEDRO BERNAOLA nació en Aibonito y se crió en Ponce. Ha vivido muchos años en -el extranjero, principalmente en los Estados Unidos. Actualmente ocupa un cargo en el Departamento de Estado de Puerto Rico. Ha publicado los tomos de versos Trémolo de angustias (1961) y Brechas (1963).
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CAYETANO COLL y TOSTE, polígrafo puer. torriqueño y una de las personas a quien más debe el desarrollo de las ciencias históricas en nuestro país, nació en Arecibo en 1850 y murió en Madrid en 1930. Doctor en medicina de la Universidad de Barcelona. Ocupó los cargos de Presidente del Ateneo Puertorriqueño, Presidente de la Academia Puertorriqueña de la Historia y Delegado a la Cámara de Representantes. Legó al país la obra inapreciable del Boletín Histórico de Puerto Rico, revista que se publicó de 1914 a 1927 y que integran catorce tomos de documentación his. tórica y artículos del mismo carácter referentes a Puerto Rico. Publicó además los libros: Colón en Puerto Rico: disquisiciones histórico-filológi. cas (1893); Repertorio histórico de Puerto Rico (1896); Reseña del estado social, económico y político de la Isla de Puerto Rico al tomar posesión de ella los Estados Unidos (1892); Proto. historia de Puerto Rico (1907) Y la ins. trucción pública en Puerto Rico hasta el año 1898 (1918). Cultivó también la leyenda histórica. De 1924-25 es su obra Leyenda y tradiciones puertorriqueñas (tres tomos).
RAMÓN MELÉNDEZ LÓPEZ nació en Baya. món en el 1930. En el 1956 se graduó de Bachiller en Artes en la Universidad de Puerto Rico y en el 1958 obtuvo la Maestría en Artes, con especialización en Historia, en la Universidad de Columbia, presentando una tesis sobre el tema: El conflicto legislativo de 1909 en Puerto Rico. Profesor de Historia de Puerto Rico y de Humanidades en la Universidad de Puerto Rico, preside en la actualidad la Asociación Puertorriqueña de Profesores Univer. sitarios.
JOAQUÍN FRElRE DÍAZ, doctor en pedagogía y licenciado en derecho diplomático de la Universidad de La Habana, ha sido cónsul de su país en diferentes ciudades de América, Director General de Asuntos Consulares del Ministerio de Estado de Cuba y profesor en varios planteles municipales de La Habana. En la actualidad desempeña el cargo de escritor de libros en el Departamento de Instrucción Pública de Puerto Rico, a la vez que colabora con las revistas Escuela y Educación. Es autor del libro Destellos inmortales (1964) Y de una serie de opúsculos sobre figuras puertorriqueñas ilustres.
JOSÉ SANTOS CHOCANO. El insigne poeta peruano (1875-1934), autor de Alma América, Poemas del amor doliente y otros clásicos de la literatura hispanoamericana, visitó Puerto Rico en 1913, siendo espléndidamente agasajado por la intelectualidad puertorriqueña. La actividad social y literaria desplegada por Chocano durante su estancia en el país (19 de octubre a 28 de diciembre del mismo año) ha sido descrita por Cesáreo Rosa-Nieves en su artículo José Santos Chocano en Puerto Rico. (Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, núm. 12, julio-septiembre de 1961). Fruto de esa visita fue su libro Puerto Rico lírico y otros poemas (San Juan, 1914), en la que aparece la poesía que reproducimos.
ARTURO V. DÁVILA nació en San Juan. Hizo sus estudios de licenciatura en la Universidad de Madrid, donde se especializó en historia y obtuvo, en 1960, el grado de doctor en filosofía y letras. Es autor de ,la obra La isla de Vieques en la historia (su tesis doctoral) y de otros trabajos de investigación sobre la historia religiosa y el arte en Puerto Rico, algunos de ellos publicados en 'números anteriores de esta Revista. Ocupa una cátedra de Historia del Arte y la dirección del Departamento de Bellas Artes en la Universidad de Puerto Rico.
FRANCISCO ARRIvf. Nació en San Juan. Dramaturgo, poeta, ensayista, director de escena, luminotécnico. Se recibió de Bachiller en artes especializado en Pedagogía de la Universidad de Puerto Rico. Becado por la Fundación Rockefeller estudió radio y teatro en la Universidad de Columbia. Fundador de la sociedad dramática «Tinglado Puertorriqueño» (1944), es autor de las piezas de teatro El diablo se humaniza (1940), Alumbramiento (1945), María Soledad
(1947), Caso del muerto en vida (1951), Club de solteros (1953), Bolero y plena (1956), Vejigantes (1958), Sirena (1959), Coctel de Don Nadie (1964). De poesía ha publicado Isla y nada, Frontera, Ciclo de lo ausente y Escultor de la sombra, y de ensayos el libro titulado Entrada por las raíces. Es Director de los Festivales de Teatro Puertorriqueño.
EUGENIO FERNÁNDEZ MÉNDEZ naclO en Cayey y realizó estudios superiores eR las Universidades de Puerto Rico y Columbia. Durante varios años desempeñó la presidencia de la Junta de Directores del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Es autor de las obras
Filiación y sentido de una isla: Puerto Rico (1956), Tras siglo (poemario), 1958, y (1950), Salvador Brau y su tiempo La identidad y la cultura: críticas y valoraciones en torno a Puerto Rico (1959), Conceptos fundamentales de antropología física (1964) e Historia de la cultura en Puerto Rico (Ed. Rodadero} P. R. (1964).
ELOISA RIVERA DE GARCfA, natural de Mayagüez, recibió en esta ciudad su instrucción primaria y secundaria. En la Universidad de Puerto Rico obtuvo el grado .de Bachiller en artes liberales con especialización en español y francés. Pasó luego a la Universidad de Columbia, Nueva York, donde se especializó en literatura hispanoamericana y le fueron conferidos los grados de Maestra y .de Doctora en filosofía. En la actualidad es profesora de literatura española e hispanoamericana en el Monclair State College, de Nueva Jer. sey. Tiene inéditos varios trabajos sobre la poesía de Rubén Daría. El Instituto de Cultura Puertorriqueña tiene en prensa su libro Historia de la poesía en Puerto Rico antes de 1843.
El arco y la flecha de José Gautier Benítez Por
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N ANTERIORBS OCASIONES HE TRATADO SOBas Josá
Gautier Benítez y su poesía. Me ha interesado siempre aportar algo nuevo a los estudios sobre nuestro gran cantor. He subrayado el tema de Gautier, epígono de Santiago Vidarte. He contras.. tado a José Gualberto Padilla (El Caribe), con Gautier Benítez, estableciendo semejanzas y diferencias. Hoy trataré un nuevo tema, ofreceré una visión distinta a la ya conocida por divulgada, qu~ titulo José Gautier Benítez: poeta -::ombativo y objetivo, bajo el símbolo de la lira convertida en arco y flecha. Es esta nueva visión una contraimagen a la del Gautier Benítez poeta contemplativo y subjetivo, echada a correr por la crítica anterior a Antonio S. Pedreira, por el crítico José A. Balseiro, Pedreira mismo, y otros que siguieron bordeando el mismo tema, en perjuicio de un aspecto importante de la obra del cantor de la patria. . Siguiendo la cronología de algunos biógrafos de José Gautier Benítez, se cumplieron, el 12 de no"iembre corriente, 113 años del nacimiento del poeta. Hoy celebramos aquí un poco menos del centenario de su muerte. De su muerte física, se entiende, porque Gautier Benítez. sigue estando vi· gente a través de las épocas. Y vivirán por siempre su nombre y su poesía, que alcanzarán la permanen· cia de la patria puertorriqueña. En su libro lnsularismo, publicado en 1934, emi· te don Antonio S. Pedreira el siguiente juicio sobre Gautier: .-Descendiente de Becquer, su lirismo se le convertía en nostalgia y miraba a Puerto Rico reflejado en el cristal del agua, al filo de -la Ausencia o del Regreso, 'como el n:cuerdo de un amor profundo', con esa emoción de enamorado que no permite al hombre llegar con agudo sondeo al ri. ñón de las cosas; 10 que vale en Gautier es su ternura, la timidez poética con que cantó la genérica superficie de la naturaleza.»
LUIS
HERN.(NDEZ AQUINO
En la misma obra emite Pedreira 'otros juicios como los siguientes: .Gautier Benítez es un poeta de primeros planos, sentimental, romántico, medroso... Sus ojos recogían los contornos, los planos cordiales de la topografía, y muy raras veces, y con gran trabajo, llegaba a nuestras fibras particulares... Una dolencia invencible le destrozaba el pecho, un apocamiento técnico le reducía la independencia varonil del criterio, y ambas cosas confabu· ladas con la hostilidad del ambiente le royeron la almendra de la originalidad... » Citando a José A. Balseiro, afirma Pedreira 10 que sigue: .Con fina puntería da en el blanco Balseiro cuando dice que Gautier mira la naturaleza y ve el paisaje de manera genérica. No hay en sus des.. cripciones ni sentido de la verdad, ni carácter particular de las cosas por él citadas... no sabía recoger el espíritu del paisaje y reproducirlo objetivamente en sus poesías. No tenía como José Santos Chocano, por ejemplo, los ojos lo suficientemente escrutadores para sorprender el alma de la Naturaleza; si substituyéramos el nombre de Puerto Rico por cualquier otro de tierra caliente, sus descripciones .no tendrían que sufrir alteración algu. na... Este es, de ahora en adelante, el rumbo anodi. no que ha de seguir nuestra poesía patriótica... » La única refutación que conozco a una parte de esta crítica, la hace la profesora Miriam Curet en su tesis La poesÚJ. de José Gautier Benltez, pero ella no produce evidencia suficiente para demostrar que Gautier Benítez fue mucho más 'que el poeta sentimental, delirante de amor patriótico y amor femenino, de quien se pedía objetividad para cantar el paisaje nativo. Comentando dos poemas de Gautier: Regreso y la oda Pue,.to Rico, dice en cuanto a las críticas sobre el primer poema, que .10 importante al registrar la experiencia al transformarla en materia poética no era' recordar los elementos que campo-
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ní~ el paisaje visible, sino impregnar los versos de la emoción que sintió Gautier al contemplar la Isla desde el barco en que regresaba; y esa emoción es frente a San Juan... » En lo que -respecta al segundo poema y a "las enumeraciones que en él hace Gauo tier por "las vías negativa y afirmativa de la fauna y ,la flora de la Isla, para llegar a los rasgos sobre. salientes de la naturaleza puertorriqueña, afirma que si «hubiera dado una enumeración exacta y específica de todos los rasgos y cosas, hubiera hecho una aportación al estudio científico de la flora, de la agricultura y de la fauna de Puerto Rico; pero entonces no hubiese sido poeta y nos hubiera pri. vado de uno de .los fragmentos más hermosos de la poesía puertorriqueña; cuando se estudia a un poe· ta, lo que se busca son sus valores como artista, no como historiador y hombre de ciencias... » Los críticos mayores, entre ellos Pedreira, y los menores, han puesto a José Gualberto Padilla, con su Canto a Puerto Rico, frente al Gautier Benítez de Ausencia, Regreso y Canto a Puerto Rico, para fallar que Padilla es poeta objetivo y Gautier poeta lírico subjetivo. Pedreira habló en Insularismo de que Padilla manejaba los ingredientes patrios mejor que Gautier. Hay que reconocer ciertamente que José Gual. berta Padilla fue poeta objetivo y combativo. llegó a la temperatura épica en su Canto a Puerto Rico, que dejó incompleto a su muerte. Fue también, de otra parte, poeta satírico muy bueno. Baste recordar sus versos contra el periodista Vicente Fontán y su polémica con el poeta Manuel del Palacio. Su cultura y tendencias neoclásicas le ceñían a la objetividad, secando las fuentes del lirismo. Gautier, más romántico que neoclásico, fue poeta sentimen· tal, lírico profundo, pero también fue poeta comba· tivo y satírico. Tuvo acento civil en mucha de su poesía y también cantó a la patria no con la cuerda única de que habla Pedreira. De la patria ofreció más que un paisaje genérico y más que una simple visión de superficie. La razón de toda la crítica adversa a Gautier Benítcz en cuanto a su aspecto de poeta lírico, es que se desconoce su poesía civil y satírica. Estamos seguros que los críticos 00 se detuvieron a ahondar en su poesía, y se limitaron a las ediciones de sus poemas hechas por Elzaburu. El mismo Pedreira pudo hacer las rectificaciones pertinentes en el año 1939 antes de su muerte. Solamente se limitó en su bosquejo histórico de El Periodismo en Puerto Rico, a hacer un frugal elogio del Gautier Benítez periodista, de cuyos Cuadros Sociales, publicados en El Progreso, Cantaclaro y Don Simplicio, dijo que eran admirables y que revolvían la 'bilis de los beatos, de los reaccionarios y los esclavistas, No dice Pedreira que eran poesía combativa, fustigadora, satírica. La publicación por estos años de la obra com-
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pleta de Gautier Benítez, realizada por la diligente escritora doña Socorro Girón de Segura, nos pero mite hacer los debidos enfoques para demostrar el otro Gautier Benítez, el desconocido, el que no vio la crítica anterior, el Gautier Benítez que convirtió la lira apolínea en un arco y flecha certeros. Los poemas más comúnmente citados y estudia. dos de Gautier, los que dieron base a parte de la crítica citada, en 10 que respecta a la patria, son Ausencia, escrito en septiembre de 1870, mientras Gautier se encontraba en España siguiendo la ca· rrera de las armas; Regreso, escrito al volver a Puerto Rico, licenciado ya del Ejército español, en -diciembre de 1870, y la oda a Puerto Rico, premiada por el Ateneo Puertorriqueño en un certamen patrocinado en junio de 1879. Este último poema es el Canto grande de Gautier, el más perfecto de sus poemas, su testamento lírico a la Patria. La crítica nunca ha comentado otro canto de acento patriÓl tieo, civil y político, escrito y publicado por Gau~ tier en 1873. Dicho poema, inspirado en la concesión a los puertorriqueños de los derechos consignados en el título primero de la Constitución de la República española, celebra dicho título: declaración de que los puertorriqueños eran reconocidos como ciudadanos españoles, en paridad con los na· cidos en España. Lidio Cruz Monclova, quien publicó el poema por primera vez en su Historia de Puerto Rico, consigna la anécdota de que el poema fue repartido en el mitin celebrado en la Plaza de Santiago, hoy de Colón, donde se reunieron cerca de cinco mil personas, para celebrar el acontecimiento político aludido. Los conservadores, que eran españoles aotipuertorriqueños, quisieron deslucir los actos con una algarada, interrumpiendo el discurso del gober. nadar Primo de Rivera, quien simpatizaba con los reformistas. Unas estrofas espaciadas del aludido canto, nos iTán mostrando al otro Gautier Benitez:
¡Patria! mi mano vacila al empezar este "canto, mi vista turbada oscila porque cubren mi pupila los raudales de mi llanto.
Ya, mi Patria, en tu e:cistencia brilló de justicia el sol; ya triunfó la inteligencia, ya no existe diferencia entre uno y otro español.
Ya estds con el mundo unido, puedes vivir y pensar, ya no eres, pueblo querido, un bello jardín perdido entre las olas del mar.
Ten siempre los ojos fijos en la pasada ansiedad y tras males tan prolijos Patria, incúlcale a tus hijas amor a la libertad. Enséñales a quererla, que tus desgracias recuerden, y no se olviden al verla que no merecen tenerla los cobardes que la pierden. Así respondía Gautier al amor de la Patria, en su viril actitud política, de poeta de lucha, que había formado filas en el Partido liberal Reformista, en que activamente militaba. Era el mismo Gautier Benftez que había firmado un documento en que se invitaba a los ciudadanos a la manifestación pública en honor del Ministro de Ultramar, y que respaldaba a la República Española. El documento combatía el absolutismo monárquico agonizante y hacía su adhesión ferviente a la democracia que iniciaba la joven República. La firma del documento costaría al poeta su puesto gubernamental, del que fue despedido con motivo del cambio de Gobierno. Hay otros poemas de Gautier en que muestra un acento viril, en que precisa su sentido político, en que fija objetivamente realidades puertorriqueñas. Entre esos poemas figuran dos: el que dedicó . al Excelentísimo Señor Don Simón de la Torre, gobernador efímero de 1872 y el dirigido al general don Rafael Primo de Rivera, gobernador efímero también, quien desempeñó la gobernación desde el 25 de marzo de 1873 hasta el año 1874. En el primero de estos poemas welve Gautier a utilizar la metáfora de la perla, que he discutido ampliamente en mi ensayo Los precursores de Gautier Benítez. Ahora no es da perla que el mar de entre su concha arranca al agitar sus ondas placenteras-. Ahora la Isla aparece como la perla des. prendida del manto divino de la Virgen María:
La perla mds hermosa, la mds pura, del manto de Maria, y rodando en la atmósfera vacia en las olas del mar fue Borinquen.
desprená~da
Gautier describe en el poema no sólo a la patria, sino a la mujer puertorriqueña y a sus hijos,
de los que hace el poeta una caracterización vital y altiva:
Son sus hijos de clara inteligencia conw el Sol de la América ardorosa, de alma grande, entusiasta y generosa, de indomable, de ingénita altivez. El poema, que es en agradecimiento al Gobernador depuesto, celebra por último la actitud de éste, al conducir al pueblo de Puerto Rico por las sendas del progreso: .
Y tú, recibe nuestra dulce ofrenda, que lleva el sello del amor impreso. Tú, que a la paz, la dicha y el progreso, 1uls sabido a este pueblo conducir. No menos civil, patriótico y político en su acento y contenido, es el poema dedicado al general p.rlmo de Rivera, quien estableció la abolición de la esclavitud en Puerto Rico, según ley de 'las Cortes del 22 de marzo de 1873. Primo de Rivera, conocido como el Bueno, era liberal, había sido diputado a las Cortes de la República, y era partidario de las reformas del régimen colonial. Simpatizaba con el Partido Liberal Reformista puertorriqueño, al que pertenecía el poeta. . Gautier se hace llamar intérprete del pueblo en el poema:
Mira ese pueblo, mírale reunido, cómo hasta ti se acerca entusiasmado; ese es el pueblo nunca comprendido, ese es el pueblo nunca bien juzgado. Le engañaron, señor, o le vendieron; se entronizó en su suelo la injusticia, entre su madre y él le interpusieron el interés, el dolo y la codicia. T.ú derribaste la muralla odiosa, y al conocer España sus errores, acude como siempre generosa a ofrecer a Borinquen sus amores. El poeta celebra dos acontecimientos grandes en el poema: la concesión de la ciudadanía española a los puertorriqueños y ~a abolición de la escla· vitud:
Y al hacer del colono un ciudadano, un hombre libre ·del abyecto ilota. se inmortaliza el nombre castellano de Borinquen en ·la región remota. . 3
Es grande la efusión de Gautier, quien celebra que fuera a la República a quien estuviera guar~ dada la misión de hacernos justicia. Combate la _ aristocracia y se alegra de que la corona española se haya fundido en una democracia. Cobra acento combativo, ligeramente épico, al señalar que la República sabrá defenderse con la metralla, en caso de ser agredida:
los políticos veleidosos, los avaros de dinero, a la mujer oportunista en materia de matrimonio, y a los semiliteratos. También comentaba algún suceso político en que habían intervenido los conservadores para perjudicar el orden, como en el caso de la ~strellada, de Camuy. y para completar, no se le escapaban a Gustavo ni sus mismos correligionarios:
No impondrá de los libres el denuedo el vano alarde de la Europa entera... aún conserva su fábrica Toledo y la historia un Bailén y un Talavera.
En esto de escribir, os lo confieso. No soy conservador ni reformista. y a muchos liberales tengo en lista que su efigie verán en El Progreso.
¡Vano, vano será que en la batalla su odiosa voz el despotismo vibre! Entre el ronco tronar de la metralla triunfa o muere con honra un pueblo libre.
Fue tan penetrante la acción de la flecha, que un anonimista utilizó el seudónimo de Tulio Gil para amenazar al poeta con perjudicarle hiriend() a su familia y a sus afecciones. Gautier supo con· testarle con finneza y virilidad: _Por mi parte, repito en prosa lo que he escrito en verso; no ataco las personas; no mancho mi pluma hiriendo reputaciones; no he supuesto nada; he criticado los hechos públicos y que, por tanto, pertenecen al domi- , nio de la sociedad; he caminado como el viajero. por la carretera; no he saltado cercas como el ladrón. Dejo, pues, a la consideración del que firma el remitido de que me ocupo, las consecuencias que pueda traer personificar la cuestión; que allí donde no llega la mano de la justicia, alcanza el honor del caballero•. No me propongo comentar totalmente la poesía de los Cuadros Sociales. Tres de los Cuadros me han llamado la atención por su estructura estrófica. En dos de ellos hay, además de las notas objetivas patrióticas, el sentido de lo popular, la nota irónica que aparecerá en algunos poetas mayores de la Península, posteriormente. En el que se titula Proyecto, volverá a aparecer el poeta de voz guerrera, que no cede ante el baldón y la tiranía:
La Libertad borró las desventuras y el libro del pasado excelso cierra.
¡Gloria, gloria a Jehová en las Alturas! Salud a la República en la tierra. En otros poemas, muy poco conocidos, aparece un Gautier más definidor de la Patria, más objetivo y menos genérico. Así en sus poemas Americana, Romance y El Manzanillo. El poema Americana se inicia con la siguiente redondilla, tan musical, que da la nota:
Vente, niña, a mi bohío, vente, niña a mi conuco, ven, que ya está mi cayuco, junto a la orilla del río. Siguen las estrofas de este poema enumerando específicamente las cosas nuestras: la pitahaya, el batey, el magüey, la yagua, 'la fruta del cijao, el ma· runguey, el yagrumo, el conuco y otras más. Igualmente desfilan por el poema titulado Romance, de asunto indígena, alusiones a la historia de nuestros indios, natas de la flora criolla, menciones toponímicas y otras. He dejado para último comentario la labor poético-periodística de Gautier; al famoso poeta de los controvertibles Cuadros Sociales, escritos en versos de métrica diversa. Los Cuadros Sociales Jevantaron roncha cuando bajo el seudónimo de Gustavo los publicó Gautier en el periódico El Progreso, que dirigía José Julián Acosta, y en otros semanarios de la época. La flecha fue bien disparada por el poeta arquero desde los Cuadros Sociales. Cwnbatió Gautier los males de la sociedad y la polltica de su época con versos satíricos. Sus ataques iban dirigidos al clero, las cofradfas religiosas, los falsos patriotas,
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y ante todo baZd6n o tiranía que manche el suelo de mis patrios lares, resonará mi voz; fuerte y bravía, enérgica y valiente, como zumba rompiendo los palmares el huracán del tr6pico rugiente.
Dos Sombreros, poema escrito en versos decasílabos y seguidillas, combinados, tiene como asunto un diálogo entre dos jóvenes distinguidas. La una, con un novio conservador en pallUca, y la otra con un novio reformista. Comentan ellas -las posi. ciones de cada novio, logrando-la joven del reformista convencer a la del novio conservador para que éste forme filas en el reformismo. El poema es de ritmo fácil, musical, popular y sonoro como una habanera:
Tengo un novio, hija mÚl, guapo, elegante, que sigue la carrera de comerciante. Que ahora está preocupado se me figura, porque los negros pueden hacer diabluras. Mi novio que me quiere más que a su alma,
por mí, por mí tan .sólo, sufre y se afana. y se incomoda cada vez que le hablan de la reforma. ¿Verdad que es guapo, que es elegante, que bien merece que le ame yo? ¿Que bien merece que sin quererlo tras él se vaya mi corazón?
Cuando se viste de rayadillo y al ejercicio de tarde va, con la cintita, la escarapela y el sombrerito de panamá. La muchacha del novio reformista contesta a
las preguntas de su amiga:
Pues me has hablado con la franqueza que siempre tuvo tu corazón. Vaya pintarte, querida amiga, el dulce objeto de mi pasión. La pintura es un excelente muestrario de cuali. des patrióticas: El joven es reformista, a macha martillo, simpatiza con la República, quiere que Puerto Rico, su Patria, tenga los mismos bienes que tiene la Península:
El poema termina con una conquista, la dama del novio conservador se compromete a buscarse un novio reformista, porque ha quedado conven· cida:
La otra al oírla responde lista: «pues ya conozco mi gran error, búscame un novio bien reformista, no quiero a un hombre conservador.» El poema Dos peticiones, escrito en endecasíla· bos combinados con heptasílabos, nos presenta a un Gautier irónico y mordaz, que puede compararse con el Antonio Machado de los poemas El pasado efímero y El mañana efímero. Las dos peti. ciones que hace a la República el poeta, se circunscriben a que oficien solamente dos curas en la iglesia de San Francisco y la Catedral, para economía del presupuesto. Estos curas habrán de ser pagados por los feligreses y deben ser electos mediante el voto, de manera
que cuando ·teman como cosa cierta de su Colegio el respetable enojo, no dejarán . los muertos en la. puerta como el cura Campoy, de Cabo Rojo. La segunda petición es que las hijas de María sean sometidas al claustro, prohibiéndoseles el ma· trimonio. El poeta sabe que no acatarán la orden:
Ya verás, ya verás, si tú lo abonas, como tiran las cintas y medallas, las primeras, las niñas cuarentonas, fingiendo que no pueden (ay, qué monas), renunciar del amor a las batallas. No menos importante para la comparación que se me ocurre hacer entre Gautier y Antonio Machado, es la alocución del poeta a la República española, al iniciar el poema, poniendo fe en que el símbolo de la República, la enseña tricolor, sea respetada:
El dice que me quiere, mas que primero, es el deber de un noble puertorriqueño.
Mi señora República, yo espero que venciendo los viles y traidores, que quieren desgarrar el suelo ibero, por dar a España estúpidos señores, respeto infunda al universo entero la bandera gentil, de tres colores...
Es reformista y entre las leyes lucha constante con gran tesón, y opone al Berdam de su contrario la fe que guarda su corazón.
El resto es una arremetida contra los carlistas revoltosos:
Mi alma, de amores gozando queda, cuando le mira que alegre va, con la cintita blanda de seda y el sombrerito de panamá.
Yo espero que el ejército aguerrido que sigue de Don Carlos las enseñas, ante el pueblo español, jamás vencido, huya cual huye el gamo sorprendido por cazador astuto entre las breñas.
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y luego una pedrea lírica a sacristanes y curas:
Sacristanes y curas, que hoy pueblan las agrestes espesuras, volverán a buscar amas y crías; volverán a sus muelles regalías, y en desquite tal vez de los ayunos verás si los muy tunos se soplan un jamón en cada cena si hacen todos los días Nochebuena, si ardiendo en fe divina se encierran a rezar con la sobrina -el tiempo necesario para pasar diez veces el rosario. Cuarenta años después que Gautier, con versos de la misma métrica, con un acento irónico, -pero teñidos de melancolía, por el desquiciamiento de España, cantará Antonio Machado a la España del pasado y del mañana efímeros. Será el Machado anticlerical, ¿y masón?, dolido de su patria, quien caracteriza al español del modo siguiente:
Este hombre no es de ayer ni de mañana, sino de nunca, de la cepa hispana, no es el fruto maduro ni podrido, es una fruta vana de aquella España que pasó y no ha sido, esa que hoy tiene la cabeza cana.
y en El mañana efímero dirá el poeta:
La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota ,de Frascuelo y de María ... Es la España que temía Gautier para la República, y a la que hace alusión en sus versos, y que como dice Machado:
Esa España inferior que ora y bosteza, vieja y tahur, zaragatera y triste, esa España inferior que ora y embiste cuando se digna usar de la cabeza... y de sagradas formas y "maneras, florecerán las barbas apostólicas, y otras calvas en otras calaveras, brillarán venerables y católicas.
Cerramos estas notas sobre el otro Gautier sin más comentarios que el siguiente: Gautier Benítez no fue el poeta medroso de que habla Pedreira, ni el poeta de las superficies y el paisaje genérico de que habla el crítico José A. Balseiro. Gautier Benítez fue poeta de más de una cueroa. Fue además de poeta cantor de la patria, el patriota viril, que supo convertir la lira apolínea en un arco y flecha para disparar contra los males sociales de su época y contra los que se oponían a los derechos y la libertad de su Patria.
Poema Por
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M.
ZAVALA
Diminuta raíz del universo, raíz enraizada reciamente que un agua azul azulmente alimenta. Tus venas hinchadas del azul, savia son de mi gente. Pozo de culpa sus culpables ojos sienten el azul, que intenso estalla un apagado grito abrasado de coraje, bruñido en corteza y azul. Raíz huracán azul despierta, las manos se extienden, contraen el hueso que brota y retoña hacia afuera, crispados labios sedientos arden, el tiempo quema la encendida llameante sangre, la raíz diminuta se yergue, y crece el árbol a cuya sombra el ángel flamígero aguarda con la primera espada que blandirá el azul.
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Cuatro sonetos Por
PEDRO BERNAOLA
¿Qué fornida semilla legendaria germinó en tus altivas cordilleras? ¿En qué oscura caverna solitaria balbuceaste tus sílabas primeras... ? ¿Y qué extraña cadencia literaria, al comienzo, en tu nueva primavera, inspiró la elegante indumentaria con ql,le asombra a fil~logos tu Euzkera? ¡Oh, tu lengua de arcana resonancia, tan lejana del ritmo y concordancia de otras lenguas modernas y encumbradas... ! ¡Oh, mi Euzkadi acallado y tan señero.. .! En un fúlgido siglo, ya certero, sonarán tus vocales liberadas...
• • • ¿Qué Ül\P9rtan unos años, oh superna, inmarcesible rosa de la muerte? ¿Qué importa un brote menos en tu fuerte inquebrantable rama sempiterna? ¿Qué importa un simple menos en tu esencia; un violín apagado en tu sonata, si en la prueba final, ninguna errata notar~ tu apresaáa concurrencia... ? ¿Qué importa aquel pasado sollozante, cuando en vano soñaba ser tu amante en un viaje de novios perpetuado... ? Alarga tu desdén, ¡oh muerte!, ahora que acá en mi corazón late y aflora el filón de otro sueño humanizado...
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SEPARATA DE ARTE DEL NUMERO 23 REVISTA DEL INSTITUTO DE CULTURA CASTILLO DE SAN CRISTOBAL (Polímero acrílico), por José R. Oliver Propiedad del Sr. M. V. Goddard
PUERTORRIQUE~A
Offset RVMBOS • Prinled in Spain
Hay veces que es tan fácil la caída... Tan fácil no pensar en cielo y nubes. Tan fácil escuchar el «nunca subes» al coro de Jesús, dador de vida... Hay veces que es tan fácil ver el suelo erótico en mil surcos agrietarse, y hundirse en sus entrañas y apagarse el sueño que soñaba brillo y vuelo ... Pero hay veces, hay veces, un instante, que el turbio corazón cuaja un diamante purísimo" en albores encendido... y el sueño ya no es sueño agonizante, ni erótica visión, ni hondo quejido... ¡El sueño es tu recuerdo palpitante!
•
* * * Sirimiri, yo sé que es imposible adaptarte a mis aires tropicales. Tú precisas la clave inconfundible de las nobles montañas ancestrales. Sirimiri, yo sé que es imposible pretender que los rojos vendavales de mi erótico suelo irredimible, acataren tus pálidos cendales. Sin embargo, yo clamo tu presencia; la inefable y discreta opalescencia de tus gotas de llanto a1quitarado. Sirimiri, tu llanto y mis sentidos, a pesar de esta ausencia, confundidos, harán eco en el cielo vascongado...
Del libro en prensa: SIRIMIRI
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Leyenda puertorriqueña
La novia de 8etances Por
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1848 APARECIÓ EN CABO ROJO UN JOVEN como de 22 años de edad, bien plantado, cerrado de barba, cabello rizado, rostro simpático, color broncíneo, nariz perfilada, ojos pardos, lu. minosos, labios finos, vestido elegante y correctos modales. La gente del pueblo le tomó por un árabe comer. ciante rico; era el doctor Ramón Emeterio Betan. ces, que había salido niño de la población natal y regresaba adulto a la tierra quen.da, después de haber cursado en París estudios menores y facultad mayor. El pueblo, tan pronto le reconoció, le acogió en su seno con cariño, y él se hizo querer por su carác. ter bondadoso y sus rasgos caritativos. L AÑO DE
11 Betances, que siempre fue un soñador y de ima. ginación volcánica, al visitar por vez primera a su hermana Clara, se enamoró ardientemente de un oloroso pimpollo de rosa, que su parienta tenía en el jardín. La joven Carmelita, doncella esbelta de dieci. siete primaveras, era una linda trigueña de formas y perfiles seductores, de rostro viril y frente alta, con grandes ojos negros brillantes, luengas pestañas, mirada dulce, labios de fresas, sonrisa chispeante en boca incitante; gruesas trenzas de azaba. che, que resaltaban sobre la albura de la fina muselina, cubridora de sus hombros y de su talle gen. til de núbil doncella. Doña Clara, que adoraba a su hijita había ob· servado con ese instinto de las mujeres perspicaces y más aún d(" las buenas madres cuidadosas de sus
CAYBTANO COLL y TOSTB
hijas castas, que el joven doctor, su hermano, se bebía los vientos por Carmelita. -¿Parece -le dijo un día- que en París nin. guna mujer te ha hecho tiUn en el corazón, hermanito? -Querida hermana, en mi corazón no ha pene. trado ninguna belleza parisién, sino la flecha de oro de los ojos fascinadores de Lita; y quiero ca. sarme. con ella si usted lo consiente. Ya la dulce cantinela del amor había deslizado su onda sonora en los oídos de María del Cannen, despertando su dormida pubescencia y de cándida flor de melancolía la había transformado en opulenta rosa de amor. -Pues, chico, háblate con el Padre Vargas le contestó doña Clara sonriente-, porque como us. tedes son parientes hay que alcanzar del Papa la licencia matrimonial; y pagar no sé cuánto dinero. -Hermana, eso queda de mi cuenta, hablaré hoy mismo con el señor cura y todo se arreglará satisfactoriamente.
111 El joven doctor, espoleado por su frenesí de amor se fue derechito a la sacristía, donde encontró al Padre Vargas y le expuso su deseo. -Amigo doctor, las licencias matrimoniales en. tre parientes requieren un expedienteo engorroso que tiene que ir a Roma y obtener del Pontífice el consentimiento para sus esponsales. -Bien, Padre... iY qué costará ese expediente? -Alrededor de dos mil pesos, doctor. ~acre nom de Dieu, dicen los franceses, Padre «¡Dos mil ojos de bueyl_
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-Amigo doctor, hay muchos trámites que lle· nar; primero sacar las partidas de bautismo de ustedes y de sus padres, hacer un suplicatorio a Su Santidad, designar una persona lista y entendida de la Curia eclesiástica de Roma, para que lleve a efecto los requisitos necesarios ante el Vatio cano para obtener pronto el permiso del Santo Padre. ¡En fin, hijo mío, la mar con sus marullos! ¡Ustedes se figuran que la luna es de queso y se come con melao! ¡Pues no, señor doctor! ¡Hay que aflojar la bolsa; de lo contrario, se queda usted sin su sobrina, la bella María del Carmen! -¡Bien, Padre Vargas! ¡Todo se arreglará satisfactoriamente! Salió el joven caborrojeño de la sacristia con el semblante hosco y los puños apretados y bufando como si le hubieran puesto un par de banderillas de fuego. -¡Ira de Diosl ¡Conque dos mil pesos! ¡Un capital! ¡Qué manera cruel de saquear a los enamorados!... IV
-Hermana Clara, el Padre Vargas pide dos mil pesos por el expediente de permiso matrimonial entre parientes, hay que hacer unas diligencias muy largas y los papeles tienen que ir a Roma. He concebido -otro plan. Yo levanto dinero y me voy prim~ro a París. Luego, Lita y usted embarcan para Francia. Yo iré al Havre a esperarlas: Betances salió del país a fines de 1857 en dirección a Sto Thomas, donde tomó el trasatlántico para Francia. Al mes siguiente se embarcó por igual vía para Europa doña Clara Betances y su hija María del Carmen Henry. Carmelita fue colocada en un colegio de señoritas de Tolosa, para que -aprendiera francés y adquiriese mayor instrucción en labores y literatura.
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Llegadas las vacaciones de Nochebuena de 1858 estando una tarde en el jardfn del colegio, Carme. lita con varias condiscípulas, se acercó muy con· tenta otra de las educandas con un precioso librito en las manos que parecía de misa por el canto dorado y cubierta de nácar. -¿Qué libro es ese? -le interrogó Carmelita. -Me lo acaba de regalar mi hermana mayor, que vino a verme, y díjime era muy divertido. -¿Cómo se titula? -manifestó otra niña. -El libro del Destino•. -¿Yen qué consiste su bondad y entretenimiento? -preguntó otra colegiala. -En que tú haces una pregunta .sobre cual. quier asunto de tu porvenir: se abre el librito y
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en la página derecha está la contestación, y en la izquierda, un consejo, proverbio o sentencia. -Pues, chica -repuso una moza paliducha y bella que estaba saboreando unas uvas moscatel-, pregúntale a tu libro si mi novio me quiere. -El arcano dice que sí, y. añade: .la esperanza es un pájaro azul... de faz rosácea y rubia cabellera-o -Demándale al Destino que cuándo saldré del colegio. -Confía en tu buena estrella. Ten fe y lo sabrás. Acercóse al interesante grupo de educandas una de las profesoras de la Institución, y enterada del entretenido juego rogóle a la dueña del librito le preguntara si ella conseguiría aumento de sueldo aquel año. -¡Desde luego! -contestó el oráculo y en la página decía: «sin el amor la dicha verdadera no puede existir•. -y tú, Carmelita, ¿no preguntas algo? María del Carmen, que tenia sus pensamientos plácidos puestos en París, calculando lo que tardaba en venir la licencia del Papa, al verse interpelada de improviso por la compañera le contestó con vivo interés: -¿Me casaré pronto? -¡Nunca! -respondió el librito de oro y nácar.. y en la otra página decía: e ¡Resignación!. Carmelita se puso intensamente pálida con la fuerte emoción sufrida en aquel instante inesperado. ¡Era una sensitiva! -¡Chica, qué pálida te has puesto, si esto es un juego, un pasatiempo! -¿Quién cree en los siglos que /Vivimos en pr.esagios y agorerías? ¡Esas son supersticiones para los ignorantes! - y agregó riéndose-: ¡Sólo Dios sabe el porvenir! -Vamos, Car:nelita, hay otra pregunta para cortar la bilis que te ha producido la primera. -¿Vendrá a buscarme alguien de casa? -Dios es Dios y Mahoma su profeta.• Las muchachas se echaron a reír con la contestación que no ligaba con la pregunta: -¿Y qué dice la página izquierda? -pregunt6 la maestra. -A la sombra de las espadas está el paraíso.• Volvió a repetirse la explosión de risa argentina de las muchachas y una educanda opinó que probablemente el novio de Carmelita sería militar. La pobre María del Carmen continuaba fuertemente impresionada sin reaccionar su sistema nervioso. Era extremadamente impresionable y aquel incidente la había afectado prefundamente. Por la noche tuvo un cruel insomnio y cuando se durmió se apoderó de ella una fuerte pesadilla: veia a su novio de cuerpo presente atravesado de una espada; se despertó bañada en frío sudor y con. una horrible jaqueca. Se avisó al doctor Be.
tances, y el joven galeno acudió solícito y se llevó a Lita a un pueblecito cercano a París, a Menecy, a la casa de un matrimonio amigo, a fin de distraer a su amada con el encanto inagotable de poesía y belleza de los campos inmediatos. A Cannelita se le desarrolló al día siguiente una fiebre nerviosa intensa. Desesperado su infeliz novio al verla delirar llevó de París facultativos de toda su confianza. A pesar de tantos cuidados y de tanto cariño, el 22 de abril, a la media noche, la pálida traidora la había besado en la frente. Una honda pena, un dolor intenso flotaba en el ambiente de Menecy. Betances tenía una angustia terrible. Su alma estaba en congojas, presa de un tormento infinito. Las siete espadas del infortunio las tenía clavadas en su pecho. Su espíritu quedó sumergido en los abismos de un profundo aniquilamiento moral. Había llegado la licencia de Roma costando solamente cien fran. cos; y fijado él con gran alegría su casamiento para el 5 de mayo, y tres días antes le arrebataban el "ídolo de su corazón. La hizo embalsamar; la vistió su traje de boda, le ciñó su corona de azahares, la adornó con el velo simbólico, finísimo cendal, y le puso en el dedo de la mano derecha el anillo nup. cial. La colocó en un ataúd de plomo forrado interiormente de raso azul dentro de otro de encina con tapa de cristal, encerrado en caja de madera común, y depositó su tesoro en el cementerio de Menecy. Entonces, fue que escribió su sentido poema: e La Virgen de Borinquen_.
A fines de septiembre del mismo año 1859, salió para América en la fragata Georgina, llevando su tesoro consigo, a su inolvidable Lita, con rombo a la patria querida.
VI Al llegar a Puerto Rico, pudo depositar en la Necrópolis de Mayagüez el cuerpo embalsamado de su idolatrada Virgen. Tal parecía dormida bajo un filtro mágico. Todas las tardes iba a visitar su tumba y a llevarle flores a la bien querida. Levan. taba la tapa del ataúd que t.enía goznes y quedaba al descubierto la de cristal. Entonces contemplaba con estática religiosidad la faz de su amada y permanecía allí leyendo alIado de su muerta idolatrada hasta que el sol declinaba y las tinie1?las invadían el cementerio. Cuando el gobernador Marchessi desterró a Betances en 1867, el apasionado amante tuvo que abandonar su tesoro de amor, a su Lita inolvida. ble, imán de sus entrañas. Como el hombre de valía suele tener dos amores: la tierra en que nació y la mujer que su corazón elige, para Betances fueron, Puerto Rico y Carmelita Henry. Hoy el cu~rpo embalsamado de la pobre novia reposa en Cabo Rojo, a donde fue trasladado. En prosa y en verso, el prócer consagró el recuerdo de la Virgen de. Borinquen. Cuantos conocen esta historia, la asocian al recuerdo del gran puertorriqueño, don Ramón Emeterio Betances.
El conflicto legislativo de 1909 en Puerto Rico Por RAMÓN
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N NtlMBROS ANTERIORES DE aSTA REVISTA HE DIS-
cutido algunos aspectos interesantes de la historia de Puerto Rico bajo el régimen norteamericano. Considero que el conflicto legislativo de 1909 es acontecimiento de la mayor importancia e interés en nuestra vida de pueblo. En mis artículos anteriores señalo la oposición puertorriqueña al régimen militar impuesto por el Congreso de Estados Unidos a raíz de la invasión y ocupación de la Isla por las tropas norteamericanas. Como resultado de esa oposición el Congreso le confiere a Puerto Rico un gobierno civil a través de la Ley Foraker de 1900. Bien pronto los líderes puertorriqueños enderezaron sus cañones contra esta Lc::y porque concentraba el poder de gobernar en manos de norteamericanos nombrados por el presidente de los Estados Unidos. El gobernador era nombrado por el presidente y siendo el primer ejecutivo de la Isla poseía grandes poderes. La mayor fuente de initación fue, sin t:mbargo, el Consejo Ejecutivo. La sección 18 de la Ley Foraker estipulaba que el presidente de los Estados Unidos, con el consejo y consentimiento del Senado de ese país, nombrarfa un Secretario, un Procurador General, un Tesorero, un Contador, un Comisionado de lo Interior y un Comisionado de Educación. Estos funcionarios ejecutivos conjuntamente con otras cinco personas, nombradas también por el presidente de los Estados Unidos, constituirían el Consejo Ejecutivo, cuerpo al que se le otorgaban poderes legislativos correspondientes a un senado. . Aunque en la misma sección 18 se estipulaba que por lo menos 5 de los 11 miembros del Consejo Ejecutivo serían puertorriqueños, al nombrarse nunca fueron más de 5 los puertorriqueños qu~ formaron parte de este cuerpo. Es decir, constituyeron siempre una minoría frente a los poderosos funcionarios ejecutivos.
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MEL~NDEZ
Si además de lo ya apuntado tenemos en cuenta que tal disposición de ley violaba el principio democrático de la separación de poderes por cuanto daba poderes ejecutivos y legislativos a las mismas personas, entenderemos el porqué la oposición puertorriqueña se torna gradualmente más hostil al régimen norteamericano desembocando en el conflicto legislativo, que no es otra cosa que la culminación de la protesta de Puerto Rico contra una ley orgánica antidemocrática. La sección 27 de la Ley Foraker disponía la creación de la Cámara de Delegados, cuerpo legislativo de carácter representativo compuesto por 3S miembros. La Cámara de Delegados, en su empeño de cumplir adecuadamente con la responsabilidad contraída con los representados, tuvo que hacerle frente a la actitud conservadora del Consejo Ejecutivo, cuya responsabilidad mayor era con el presidente y el Congreso de los Estados Unidos. Era de espe. rarse el choque entre ambos cuerpos de gobierno. Cinco meses antes de aprobarse la Ley Foraker, don Luis Muñoz Rivera, presidente del Partido Federal, previó los conflictos que iba a crear la anormal estructura de gobierno dispuesta por dicha ley orgánica. Decía Muñoz Rivera: «El bill Foraker, completo en lo económico porque nos trae el libre cambio y el canje de la plata, es deficiente en lo político, porque crea, eso sí, Una legislatura insular electiva; pero pone sobre la legislatura insular, un cuerpo burocrático, en que los puertorriqueños estarán en triste minoría, y un veto del gobernador, que él empleará según le plazca. En el porvenir se entablará la lucha. y no puede dudarse que los burócratas electos por el Presidente, tomarán la parte del
león y reservarán a los insulares la otra parte: la del .cordero.» I El descontento de los puertoriqueños aumenta en los primeros cuatro años del régimen norteame. ricano. Expresión de ese descontento es el triunfo electoral del Partido Unión de Puerto Rico en el 1904. Este Partido fue organizado para sustituir al viejo Partido Federal. Claro es que al frente de la Unión de Puerto Rico estaban los líderes más destacados 'Por su oposición al régimen imperante, entre ellos Luis Muñoz Rivera, Manuel Zeno Gan. día, Rosendo Matienzo Cintrón, José de Diego, Santiago R. Palmer y Luis Lloréns Torres. Matienzo Cintrón y Zeno Gandía pueden considerarse los creadores de la Unión de Puerto Rico. La victoria unionista de 1904 le dio a ese partido el control de la Cámara de Delegados. En esa forma se colocaban frente a frente el cuerpo legislativo de elección popular y el de nombramiento presidencial. Los unionistas, críticos severos del gobierno establecido, tenían ahora poder para combatir más efectivamente el monopolio gubernamental y para favorecer a sus representados. En forma gra·dual y continuada creció la rivalidad entre ambos cuerpos. Los unionistas fUeron calificados de antinorteamerica· nos y de obstruccionistas. Empezó a circular la "idea entre los miembros del Consejo Ejecutivo, idea que luego invade el Congreso de los Estados Unidos, de la incapacidad política de los puertorriqueños. Ya en el 1904 el gobernador Hunt se oponía a mayores concesiones de libertad política alegando que sería un error moverse en tal sentido más rápido de lo que la experiencia garantizaba. El 21 de julio de 1905 una convención no parti. dista representando a 65 de las 66 municipalidades, dema·ooó por unanimidad el cambio del Consejo Ejecutivo por un senado electivo. Igual demanda hizo el Comisionado Residente en Washington, Tu· lio Larrinaga, ante el Congreso en 1907. El Comi. "sionado Residente acusó al Consejo Ejecutivo de ser antipuertorriqueño e incapaz de gobernar la Isla. Lo acusó también de ignorar la voluntad del pueblo puertorriqueño. Urgía que los funcionarios administrativos fueran nombrados por el goberna. dar y el senado. Todas estas demandas y otras ca. yeron en el vacío. Continuaba imperturbable el desinterés del Congreso respecto de los problemas de Puerto Rico. El desinterés estaba alimentado por la casi absoluta ignorancia de Puerto Rico que caracterizaba a los congresistas norteamericanos. Mientras tanto, los líderes unionistas más radio cales maduraban la idea de hacer algo drástico para llamar la atención del Congreso hacia la situación de la Isla. En las elecciones de 1906 y de 1908 el 1. Luis Mu/lo% Rivcra. Campañ/u Pol/ticlJS. (Madrid, 1925). Vol. l. pago 253.
Partido Unión de Puerto Rico copó los siete distritos organizándose así una Cámara de Delegados totalmente unionista. En esta forma el pueblo de Puerto Rico respaldaba la política agresiva del Partido. La noche del 12 de enero de 1909, es decir, pocos días antes de comenzar sus trabajos la Legislatura, se reunieron en asamblea los miembros de la Junta Central del Partido Unionista y los miembros de la Cámara de Delegados. En esta reunión Muñoz Rivera expresó que en lo relativo al status político del país existían pocas esperanzas de una solución digna y justa ya que los elementos influyentes en Washington era," adversarios de una reforma liberal para Puerto Rico. Añadió que «de esa anomalía son sin duda, en grande proporción, responsables el Gobernador, los consejeros del Ejecutivo y los altos servidores del Gobierno Federal por su persis. tencia en afinnar que el pueblo de Puerto Rico no está preparado a las funciones del gobierno propio... Que a la Unión, después de triunfar en los comicios de 1904 y copar en los de 1906 y barrer en los de 1908, se le rehusan los medios de inter. venir con eficacia en el Gobierno, se le niega todo ascendiente y se le reduce a una situación de im. potencia casi absoluta, de lo que se desprende que el Consejo Ejecutivo quiere gobernar y gobierna solo -y esto es deprimente para los ciudadanoslos destinos de la Isla. lO 2 Tales palabras ilustran el profundo descontento de los puertorriqueños y que sin embargo se quedan cortas ante -lo expresado por el delegado Luis Lloréns Torres: Que la Cámara, continuando reunida en ac. titud de protesta, prescinda de legislar ella misma y se niegue a discutir toda legislación del Consejo Ejecutivo, considerando y declara·ndo que dentro del Acta Foraker es inútil la participación legislativa que se concede al pueblo puertorriqueño. J Lo que proponía el señor L10réns Torres equivalía al retraimiento legislativo, medio que atraería forzosamente al Congreso a ocuparse de la Isla y a considerar las demandas de reformas de sus habitantes. No obstante, la Asamblea Unionista derrotó esta proposición por considerarla muy radical. El delegado Santini explicó que la Cámara no tenía autoridad para ir al retraimiento legislativo sin el creferendum» de los electores. En la sesión del 13 de enero la Asamblea aprobó la proposición del delegado Elzaburu que en síntesis expresaba que la Cámara debía votar y sostener leyes de carácter autonómico en beneficio del país y ejercer una 2. lA
D~mocracia.
3. ¡bid. 14 dc
14 de en~ro dc 1909. dc 1909.
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crítica severa de la administración en sus distintas dependencias. Conforme a estos planes, la Cámara empezó a introducir y a aprobar proyectos de ley que establecerían una mayor descentralización del gobierno insular. Uno de estos proyectos dividía la Isla en varios condados siguiendo el sistema norteamericano de administración municipal. Otro disponía que los cargos· de alcaldes, concejales de ayuntamientos y jueces fueran de elección popular en vez de ser de nombramiento gubernamental. Este proyecto estaba animado del espíritu de dar a los puertorriqueños mayor participación en la creación de su gobierno, principio básico de la democracia, y de reducir el vasto poder de la rama ejecutiva. No obstante, cuando el proyecto llegó al Consejo Ejecutivo fue rechazado alegándose que pretendía poner el gobierno municipal en manos de un partido político, es decir, del Partido Unionista. Igualmente fue rechazado el proyecto de ley que dividía la Isla en condados. El sistema español de gobierno municipal convertía los -municipios en entidades totalmente dependientes del Gobierno Central, destruyendo toda iniciativa local. Bajo el r& gimen norteamericano esta subordinación se mano tuvo. La Isla se dividió en 66 municipalidades sin ninguna autonomía. Tampoco se hizo ningún inten. to de separar ·la zona rural de la urbana. La combi· nación de distritos rurales y urbanos bajo la misma autoridad privaba a los primeros de beneficio real en los servicios municipales a pesar de que pagaban contribuciones por tales servicios, que solamente beneficiaban a las zonas urbanas. El Consejo Ejecu. tivo se opuso a la reorganización municipal porque querían mantener la mayor centralización posible, único medio, según sus miembros, de asegurar un alto grado de eficiencia gubernamental. Entre los miembros del Consejo Ejecutivo prevalecía el cri· terio de que los puertorriqueños no estaban preparados para gobernarse a sí mismos. La Cámara de Delegados aprobó otros proyectos par.. beneficiar la agricultura y la educación de Puerto Rico. Un proyecto creaba un banco agrícola para conceder préstamos a los agricultores. La in. tención del legislador y de la Cámara era ayudar a los pequeños agricultores concediéndoles ·préstamos a un interés bajo. Los bancos privados, que eran pocos, y las casas comerciales de la Isla prestaban dinero a un interés muy alto que privaba al agricultor pobre de hacer préstamos para cultivar la tierra. Los que se arriesgaban a coger préstamos a un in. terés que variaba entre 9 y 15 por ciento, en la mayoría de los casos perdían sus fincas que tenían que vender para satisfacer la deuda contraída. Así nació y propagó el absentismo y el monopolio de la tierra. El banco agrícola que evitaría que el mal aumentara, no se estableció debido a la oposición del Consejo Ejecutivo. 16
En marzo de 1909, el Partido Unionista celebro otra asamblea. En ella 'Luis Uoréns Torres volvió a proponer el retraimiento legislativo y aunque en esta ocasión recibió 14 votos a favor, finalmente triunfó la proposición de Muñoz Rivera, que en parte decía: La Unión de Puerto Rico, en sus relaCiones con los poderes locales, mantendrá con energía su actitud de absoluta independencia, respondiendo a la conducta del gobierno con otra conducta igual, a saber: a la benevolencia con la benevolencia, a la hostilidad con la hostilidad, al ataque violento con el ataque violento" y fiel a esta consigna la Cámara de Delegados decidió responder a la hostilidad del Consejo Ejecutivo con la hostilidad. Y para ello se valieron del único poder que les concedía el Acta Foraker. Según lo dispuesto en la 'Ley Foraker, el proyecto de presupuesto podía originarse en cualquiera de las deJ' Cámaras. Sin embargo, este privilegio había correspondido siempre al Consoejo Ejecutivo quizás porque la mayoría de sus miembros eran a su vez los jefes de los departamentos ejecutivos y conocían mejor las necesidades de éstos. Cuando en esta sesión de 1909 la Cámara de Delegados recibió el proyecto de presupuesto del Consejo Ejecutivo, decidió introducirle varias enmiendas que reducían la cantidad de dinero aprobada por el Consejo. En parte, la Cámara actuaba conforme a las recomendaciones del Gobernador Regis Post, quien en su mensaje a la Legislatura pidió que se hicieran todas las economías posibles al prepararse el presupuesto. Y en parte, la Cámara actuaba confonne al acuerdo unionista de re9ponder ca la hostilidad con la hostilidad». La Comisión de Hacienda de la Cámara introdujo una enmienda que rebajaba los sueldos de todos los funcionarios v empleados con arreglo a la siguiente escala: .
Sueldos de $500 a $1.000 5% • de $1.001 a $2.000 10% • de $2.001 en adelante 15%.5 El Consejo Ejecutivo rechazó ·las enmiendas de la Cámara creándose un «impasse•. Ni el Consejo aprobaba las leyes de carácter liberal de la Cámara, ni ésta retiraba sus enmiendas al proyecto de presupuesto. Una tras otra se nombraron tres comisiones buscando un acuerdo y todas fracasaron. Todo esto ocurría a última hora, al cerrarse la se4. lA D~mocrllCÜl, 15 de mano de 1909. 5. Ibid, 4 de Junio de 1909. Esta rebaja no abarcaba los secretarios
ejecutivos, cuyos sueldos estaban fijados por la sección 36 del Acta Fonker, y que por lo tanto la C4mara ni el Cooaejo podf8ll alterar.
slOn ordinaria de la Asamblea Legislativa. En un último y supremo esfuerzo por llegar a un acuerdo, se reunieron los concejales Willoughby y Hoyt' con los delegados Muñoz Rivera y Carlos Soler. Ante la imposibilidad de .negar a un entendido decidieron 'Cerrar la sesión ordinaria de la :Legislatura y pedirle al Gobernador Post que convocara a sesión extraordinaria, en la que tratarían de saldar sus diferencias. La sesión legislativa ordinaria terminó ei 11 de marzo de 1909, quedando sobre la mesa el proyec. to de presupuesto. El Gobierno de Puerto Rico no podía contar todavía con dinero para sus gastos durante el año fiscal de 1909.1910. Sin embargo, que. daba una esperanza: la sesión extraordinaria y el compromiso de ambos cuerpos de atender a las demandas de cada uno. El Gobernador Post temía que ambos cuerpos no llegaran a ningún acuerdo. Antes de convocar la sesión extraordinaria tuvo una entrevista con Muñoz Rivera, líder unionista de la Cámara de Deledos. Intentó convencerlo de la conveniencia de Hegar a un acuerdo con el Consejo Ejecutivo. El propio Gobernador nos cuenta algo de la entrevista: cAt that time I called in the principal leader of the House and had a long interview with him, in which I pointed out the gravity of the step which they were taking and how thoroughly inopportune a time it was try to force the aHention of the Government in Washington in any way, as the extra session of the Congress had been called for the revision of the tariff, and it would have neither the time nor the inc1ination to discuss Puerto Rican affairs.»7 De la cita anterior se desprende que el Goberna. dar tenía la convicción de que la Cámara no aprobaría el proyecto de presupuesto para obligar al Congreso a prestarle atención a los problemas de la Isla. Es significativo que el propio Gobernador Post afirmara que el Congreso no atendería a los asunto insulares por falta de tiempo y de interés. La acti tud del Congreso hacia los problemas de Puerto Rico era de total indiferencia, especialmente en los años que mencionamos. Y los unionistas buscaban el medio de sacudir aquella indiferencia. El Consejo Ejecutivo les brindó la oportunidad. 6. El sellar Willl:lm F. Willc>ughby ocupaba el c:ar¡o de Secrelarlc>. El sellar Henry Hoyt era el Procurador General. Ver: la reciente magnfflca aporlaclón a la hlstoriograffa puertorriquetlll: la obra del doctor Luis M. DrllZ Soler, RO$t:ndo Matienzo Cintrdn. Orien. tador y GUllrdidn de 101M Cultura. (Ediciones del Instituto de U. teratura Puertorrlquefla. 1960). RecomJendo la lectura del capltu· lo 12 para mayor comprensión del tema que nos ocupa.
7. Ninth Annual Report al the Governor o, Porto Rico, War: Depar\7 ment Annual Reports 2·21909, Vol. 9. House Documents 103. 61st. Cona· 2nd. seiS. Vol. 21. p. 5724.
Durante la sesión extraordinaria todo siguió igual. Ni ·la Cámara ni el Consejo hicieron ninguna concesión. El Gobernador amenazó a Asamblea Legislativa con informar a Washington la situación prevaleciente si no se aprobaba el proyecto de presupuesto. El 16 de marzo de 1909 la Asamblea Legis. lativa cerraba sus trabajos sin darle aprobación al proyecto de presupuesto. Esta acción equivalía a dejar al Gobierno de Puerto Rico sin dinero para el próximo año fiscal. Pronto se supo en Washington lo ocurrido en la Isla. Ambos cuerpos legislativos nombraron comisiones para informar al ,Presidente Taft y al Con. greso sus respectivos puntos de vista sobre -lo ocurrido y pedir solución adecuada al problema. Los miembros del Consejo - Willoughby, Ward y Hoyt - pidieron que se enmendara el Acta Foraker para anular el derecho de la Cámara a bregar con el presupuesto. Según ellos, los puertorriqueños de. mostraron estar incapacitados para usar este poder que la ley les concedía. Igual criterio expresó el Presidente Taft al comentar el conflicto legislativo de mayo de 1909. Afirmaba el Presidente:
la
La cuestión que se nos presenta delante es la de si su comportamiento (de la Cámara de Delegados) desde la adopción de la Ley Foraker no demuestra la necesidad de retirarles el poder absoluto otorgándoles por ella a la Asamblea Legislativa para votar créditos, teniendo en cuenta que la Cámara de Delega. dos. como rama coordinada de esa Asamblea, se manifiesta propicia y ansiosa de emplear ese poder absoluto, sino con la tendencia de imposibilitarlo totalmente. Si los puertorriqueños desean un cambio en el Acta Foraker, es este asunto de la incumbencia del Congre. so, subordinado, por supuesto, al efecto que una alteración de ese género haga en el progreso politico de la Isla. Un cambio de esa índole sólo se consigue en forma ordenada, y no se presenta a la atención del Congreso .paralizando el brazo del gobierno existente. y luego pide al Congreso que:
se prive de la autoridad absoluta de la disposición de los créditos a aquellos que se han revelado demasiado irresponsables para su disfrute.' La prensa norteamericana no reaccionó en forma distinta. Decía el periódico Washington Post en su edición del 20 de 'mayo de 1909:
Los efectos del mensaje del Presidente Taft acerca de Puerto Rico no podían menos que 8. lA DemocrllCill, 20 de mayo de 1909.
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ser beneficiosos para ese país, para las islas y para el extranjero. A nadie se pennitirá que amenáce peligrar nuestra política de respeto a la ley y al orden, con revoluciones incipientes, alimentadas por esfuerzos insidiosos, que se enmascaran bajo el antifaz de una demanda de gobierno propio. La Comisión de la Cámara de Delegados, compuesto por Luis Muñoz Rivera, Eugenio Benítez Castaño y Cayetano CoIl y Cuchí, fue a Washington a defender su conducta y a plantear la necesidad de que se introdujeran enmiendas fundamentales al Acta Foraker. Entre otras cosas pedían el establecimento de un senado electivo y que a los altos funcionarios administrativos los nombrara el Gobernador en vez del Presidente. La primera enmienda impondría la necesaria separación de poderes legislativos y ejecutivos. La segunda exigiría de los funcionarios administrativos mayor responsabilidad para el pueblo gobernado. La misión de la Comisión puertorriqueña no era fácil. Tenían de frente la oposición del Presidente Taft, la prensa norteamericana y la mayoría republicana del Congreso. No obstante, estos tres puertorriqueños plantearon clara y valientemente el caso de Puerto Rico. Hicieron una fonnidable exposición de las causas del conflicto legislativo ante los miembros del Congreso en abril de .1909. Comen· zaron diciendo: Señor: Nosotros, representantes de un pueblo en servidumbre, suplicamos a usted, representante de un pueblo libre, que antes de votar en la cuestión de Puerto Rico, lea estas pocas páginas, convenciéndose de que senciilamente demandamos nuestro derecho a su espíritu de justicia. O los grandes principios adoptados por ]a Revolución en Filadelfia y en París - 1777, 1789 - mantenidos por los más ilustres pensadores y estadistas de Europa y América, son mentira, o· es verdad que un millón de almas vive en Puerto Rico en insoportable tiranía, bajo los pliegues de la bandera americana. Luego le pedían al Congreso: Nosotros, en nombre de la Cámara popular de nuestro país, ÚDica que en él tiene la autoridad del voto popular llegamos hasta vosotros y os pedimos que fijéis vuestra atención no sólo en las dificultades de estos últimos días, sí que también en el conjunto del sistema que produjo esas dificultades y que, si le de-
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jáis subsistir, producirá esas mismas y otras más serias en un remoto porvenir.' Este planteamiento serio y bien fundamentado, al igual que la fonnidable intervención del señor Tulio Larrinaga, Comisionado Residente en Washington, se estrellaron contra la detenninación del Congreso de recortar los poderes escasos de la Cámara de Delegados. Así se cumplía la profecía de Muñoz Rivera de que «los burócratas electos por el Presidente, tomarán la parte del león y reservarán a los insulares la otra parte: la del cordero». El Presidente Taft recomendó al Congreso, como solución al conflicto legislativo, que enmendara el Acta Foraker, disponiendo que cuando la Asamblea Legislativa cerrara sus trabajos sin aprobar el presupuesto, que automáticamente rigiera el del año anterior. Así se evitaba que el Gobierno pudiera quedarse sin fondos para cubrir sus necesidades. Claro está, una enmienda de esta naturaleza privaría a la Cámara puertorriqueña de todo poder, la reduciría a mero cuerpo decorativo, obligada a hacer la voluntad del Consejo Ejecutivo. El representante norteamericano Olmsted redactó la enmienda que recogía la recomendación del Presidente: «That if at the tennination of any fiscal year the appropriations necessary for the supo port of Government for the ensuing fiscal year shaIl not been made, an amount equal to the sums appropriated in the last appropriation bill for such purpose sh:all be deemed to be appropriated, and until the Leg¡slature shall act in such behalf the Tré:asurer may with the advice of the Governor, make the payments necessary to the purposes aforesaid.}O Es bueno señalar que antes de que el Congreso aprobara la Enmienda Olmsted, fue sometida a un duro e interesante debate, en el cual la minoría demócrata se colocó al lado de la Cámara de Delegados, y no solamente combatió la Enmienda Olmsted, sino la Ley Foraker, que calificaron de absurda y antidemocrática, indigna de la tradición politica norteamericana. Finalmente la mayoría republicana del Congreso aprobó la enmienda el 17 de junio de 1909. Y la Cámara perdía asi tan vital batalla no sin antes lograr que el Congreso fijara su atención en Puerto Rico. La lucha continuaría hasta tanto no se democratizara el Acta Foraker. El pueblo de Puerto Rico y sus líderes estaban de pie frente al monopolio norteamericano del poder. 9. c.. DDrtOCTIlCÚl, 30 de abril de 1909. lO. Unifctl Stp.fu Stp.,ytu lit lArce, Vol. 36.
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Exposición de Margot Ferl"a
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A EXPOSICIÓN DE OBRAS DE MARGal FERRA, INAUGU-
rada en el Instituto de Cultura Puertorriqueña el 5 de junio pasado, señala la primera exhibición en Puerto Rico dedicada exclusivamente a la modalidad pictórica del collage. Integraron la muestra treintisiete composiciones, todas de temática puertorriqueña, con excepción del autorretrato de la autora. Margot Ferra de Doniger. residente en Puerto Rico desde hace varios años,fue educada en la Academia Teatral de Berlín. Su preparación artística era ya muy completa al comenzar a practicar el oficio de actriz, que la llevó a figurar en obras junto a Elizabeth Bergner y otras grandes figuras del teatro alemán anterior a la era hitleriana. Durante toda su vida ha amado el dibujo y la costura, hecho, que en opinión de Lorenzo Homar, explica en gran parte la pasión que vuelca hoy en el arte del collage. ceLas obras expuestas -afirma Homar- revelan un fino sentido de composición y dibujo, así como un verdadero concepto arquitectónico. Su penetrante poder de observación -que dirige principalmente al arrabal y a otros detalles de nuestra circunstancia- parece no agotarse Dunca. Los carros de piraguas, por ejemplo, son tratados con gran humor y viveza de color. Si observamos sus detalles veremos que la construcción cccollagista- es sorprendente.Ilustran estas páginas algunas reproducciones de las obras expuestas. Cartel de
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Exposición, obra de Lorenzo Ho~ar
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Carritos de piraguas
Negozuelos
Calle de San Sebastiรกn
Mayagüez: Cuna del mayor general Juan Rius Rivera Por JOAQuíN
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Río CAÑAS AB¡\JO EN MAYAGOEZ, VINO al mundo el día 26 de agosto de 1846, Juan Rius Rivera, hijo de don Eusebio Rius y de Ramona Rivera. Gozaba la familia Rius Rivera de una holgada situación económica, pues eran propietarios de una rica hacienda cafetalera en dicha jurisdicción. Gracias a ello y después de cursar estudios primarios en Mayagüez, los padres enviaron al adolescente a Barcelona, España, para que allí hiciera su bachi. llerato. Una vez que terminó dichos estudios el joven Rius Rivera pasó a Madrid, ingresando en la Universidad Central de la capital española, donde se matriculó en la carrera de Derecho. A pesar de hallarse lejos de la ·tierra natal, Rius Rivera no dejaba de pensar en su Borinquen y preocuparle el estado de abandono en que se hallaba su querida Isla. Al respecto. nos dice el distinguido profesor Lidio Cruz Monclova, que nuestro biografiado, conjuntamente con otros boricuas - Rafael del Valle Rodríguez, Emilio Tió, José Marxuach y Agustín Latorre, entre otros - se unió a la petición de don Manuel Corchado Juarbe, sobre la creación de una Universidad para Puerto Rico, cuando este último publicó en el periódico Las Antillas, editado en Barcelona, un extenso artículo formulando dicha solicitud. Es decir, que Rius Rivera, a pesar de estar den. ~tro del reducido grupo de puertorriqueños cuyos padres podían enviar a sus hijos al extranjero, abogaba por la creación de una alta casa de estudios para su patria. Aquel joven mayagüezano estaba imbuido de las ideas liberales que entonces agita. ban a Europa y pronto se abanderó al grupo de los que deseaban un Puerto Rico libre. El día 23 de septiembre de 1868, mientras asistía
FREIRE
N EL BARRIO
Juan Rius Rivera a sus clases en el más alto centro docente de la capital española, allá, en su Isla, tenía lugar un levantamiento en el pueblo de ,Lares. Días después se en· teraba del fracaso de aquel movimiento y aunque 21
conturbado por la noticia, se reafirmó en la idea de luchar por aquel ideal. Pero no había transcurrido un mes cuando supo del llamado «Grito de Yara». ocurrido en el ingenio La Demajagua, en Oriente, Cuba. dado por Carlos Manuel de Céspedes el día 10 de octubre del propio año, quien dándole en aquel momento la libertad a sus esclavos, inició la que debía de llamarse «Guerra del 68» o de los «Diez Años». Una pugna interior tiene lugar en aquel fogoso joven, quien desde entonces - final de 1868 - pone en los platillos de la balanza de su decisión dos alternativas: terminar la carrera de Derecho, de la que ya -tenía aprobado varios cursos, o se incorporaba a las huestes insurrectas cubanas, de cuyo triunfo dependería en un futuro la libertad de su querido Puerto Rico. Fueron meses de cavilaciones aquellos primeros del año de 1869, hasta que a fines del propio año, decidió partir para la ciudad de Nueva York, donde inmediatamente se incorporó a la Junta Revolucionaria. Ya había cumplido 21 años de edad Juan Rius Rivera y estaba ansioso por participar en la contienda que se libraba en la región oriental de la isla de Cuba. Ya en los primeros días del mes de enero de 1870 se incorporó a la expedición que mandaba Melchor Aguero, la que desembarcó el día 19 del propio mes por las costas de Tunas, en la provincia de Oriente. Tan pronto pisó tierras cubanas Rius Rivera se dirigó a Camagüey, donde se unió al gene. ral Inclán, quien vio en aquel aventajado alumno de Derecho de la Universidad de Madrid, un magnífico oficial para su Estado Mayor. Pero Rius Rivera no debía de ocupar este puesto por mucho tiempo. El deseaba ir al frente de batalla; quería pelear y no verse retenido 'por las labores administrativas del Ejército Rebelde. Estimaba que su deber estaba en las sabanas abiertas y no en la tienda de campaña a la <retaguardia, y así lo hizo saber, solicitando su traslado a las fuerzas del general Calixto Garcfa. Junto a este bravo general fue destinado aman. dar el batallón del 'Primer Regimiento cHolguín» número Cinco, operando en la vasta zona de este término municipal de Cuba. Desde entonces lo vemos venciendo al enemigo en múltiples combates, entre ellos los de Yabazón y Guajabaney. Por el año de 1874 el alto mando insurrecto decidió apoyar a la infantería con las armas de caballería, sobre todo en aquellos parajes donde esta última imprimía mayor movilidad. Así fue que se organizó un regio miento de caballería, al que se le puso por nombre el de cGéspedes», frente al cual fue puesto el valien. te mayagüezano. Al ser puesto prisionero el general Calixto Gar. cía fue nombrado jefe del Departamento Oriental el general Vicente Garcfa. Este último trabó combate con una poderosa fuerza enemiga entre Cauto
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y Bayamo, en donde se distinguió por su coraje y condiciones de mando el boricua Juan Rius Rivera, quien ya ostentaba el grado de teniente coronel. En dicho combate le fue arrebatado a -las tropas españolas un preciado convoy de abastecimiento que se dirigía a Jiguaní. Pero el mismo general Vicente Garcia. bajo cuyas órdenes hubo' de pelear Rius Rivera, en pleno desa. cato al alto mando mambí l se negó a obedecer las disposioiones de sus superiores y con un millar de hombres se rebeló en las Lagunas de Varona. Los jefes leales designaron una comisión inte. grada por el coronel Arcadio Leyte Vidal y los tenientes coroneles Juan Rius Rivera y Francisco Estrada Céspedes para que se entrevistaran con los amotinados. Es ésta sin duda una de las páginas más sobresalientes de entereza y valor que haya dado soldado alguno. para hacer prevalecer los prin. cipios de la autoridad y la disciplina. La entrevista tuvo lugar en las mismas Lagunas de Varona, el día 26' de abril .de 1875. Escuchemos lo que nos dice un testigo presencial de aquel memorable e infor. tunado hecho. Fernando Figueredo Socarrás, en su libro La Revolución de Yara, relata lo siguiente: cEl teniente coronel Rius Rivera, nuestro comisionado, hizo uso en seguida de la palabra y con una energía indecible, más con valor y entereza .dignos de la elevación de espío ritu de aquel noble extranjero, empezó de. nunciando los abusos que se habían cometido; continuó por declarar aquello una sedición sin precedente en la historia de la Revolución; evocó el recuerdo sagrado para todos .del Mártir de San Lorenzo,2 cuya memoria se había usado aUí como lema de banderías, tratando, en medio de la improvisación, con la dureza que el caso requería. algunos puntos... "Cuán noble y más grandioso no sería - dijo el jo. ven orador- que en vez de estar-vosotros en este lugar funesto donde quizás va a decre~ tarse la muerte de la Revolución de Cuba, con vuestros machetes así ociosos. pendientes negligentemente de vuestras cinturas. dispuestos a esgrimirlos, sabe Dios por quién y por qué causa, os encontrarais allá - señalando el poniente - .del otro lado de la Trocha) dis. puestos a desenvainarlos contra el único ene1. Mambí; Nombre que se daba alas íllsurrectos cubanos. 2. A Carlos Manuel de Céspedes se le IInma el Mártir de San Lorenro. porque murió en ese lugar, cerca de los picachos del Pico Turquino, asediado por las tropas ~paflolas. Algunos hIstoriadores suponen que se suicidó antes de entregarse. 3. La Trocha, a que se refería Rlus Rlvenl, era la que cruzaba de Júcaro aMaron, cerca de 105 Ifmlles de las provincias de CamallÜC:Y y las Villas. Estaba consútuldn por alambradas, fosos, fortines, elc., y unos cuarenta mil soldados escogidos de las tropas espaftolas, con el fin de evitar que In guerra se extendiera a Occidente. Hubo aira Trocha entre Pinar del lUo y La Hablilla, Uamadn de Marlel aMajana.
migo de los cubanos y su causa, allí donde el honor nos llama a todos, donde la gloria nos espera para conducirnos amistosamente a la más dulce de las victorias. Terminó su discurso, atrevido en demasía, en medio de aquellas gentes sediciosas, dispuestas, según me participó el señor Lucas del Castillo, a asesinarlo - acción a que Castillo se opuso, y yo declaro exagerado el aserto - con un incidente que hizo a Rius Rivera el verdadero héroe de la situación. Mientras Rius hablaba, el coronel Santiesteban hubo de interrumpirlo, con idea de comprometerlo, interrogándolo del siguiente modo: -Es decir, teniente coronel, que a usted no lo veremos por aquí al frente de su cuerpo - a lo que contestó él, casi sin meditar la respuesta-. No, porque yo no soy capaz de manchar mi hoja de servicios. ¡Ah! - exclamó Santieste. ban, comprometiendo al joven puertorriqueño en presencia de aquellos rifles -, es decir que según usted, ¿los generales García Barroto, Céspedes, brigadier Ruz y todos los presentes hemos cometido un acto indigno y manchado nuestras hojas de servicios? - En mi concepto sí - exclamó con entereza el teniente coronel Rius». Después de la sedición de las Lagunas de Varo. na, las diferencias en el campo de la revolución se acentuaron. En el año de 1877 la :ZOna de Holguín se declaró territorio independiente y sus fuerzas no acataban las órdenes del alto mando del Ejército Ubertador. Los coroneles Arcadio Leyte Vidal y Juan Rius Rivera no pudieron controlar aquellas huestes que sólo obedecían las órdenes del coronel "Limbano Sánchez. De estas t·rágicas y deplorables oírcunstancias se aprovechó el general español Arsenio Martínez Campos para ·proponer a los insurrectos la firma de un acuerdo de paz, 'con la promesa de que no habrían persecuciones posteriores y sí un absoluto respeto para todos los mambises. No obstante, un pequeño grupo, al frente del que se encontraban Antonio Maceo y Juan Rius Ri. vera, rechazaron la proposición del hábil general español y acordaron seguir la guerra hasta sus últimas consecuencias. Ese gesto se conoce en la historia con el nombre de la Protesta de Baraguá, en honor al lugar en Oriente donde se produjo la no aceptaoíón del cese de las hostilidades. De aquel mismo sitio habrían de partir en la próxima Guerra del 95 'las tropas insurrectas, para escribir una de las páginas más brillantes de todas las acciones llevadas a cabo en las guerras de Cuba: La Invasión de Oriente a Occidente.
El día 15 de marzo de 1878, al terminar la célebre entrevista entre Arsenio Martínez Campos y Antonio Maceo, este último, impugnó enérgicamente las bases del Pacto del Zanjón· y dio órdenes para reanudar la contienda el 23 del propio mes. Inme. diatamente se constituyó Un gobierno provisional, nombrándose como Presidente de la República en Armas a Manuel Calvar. Se designÓ al general Antonio Maceo como jefe de la región Oriental y las fuerzas se subdividieron en tres grupos: la de Guan. tánamo mandadas por Guillermo Mancada, la Brigada Cuba, bajo las órdenes de Flor Crombet y la de Holguín por Juan Rius Rivera. En su libro La Revolución de Yara, y en el epílogo titulado cLa Protesta de Baraguá», dice Fernando Figueredo Socarrás: cRotas de nuevo las hostilidades, tomó parte Rius Rivera en todas las acciones de guerra libradas por Antonio Maceo con su diminuto ejército, entre otros, Caobal, el día 8 de abril, Río Cauto, ellO y sobre las mismas márgenes del Río Cauto el 11». Pero la prosecución de la lucha llegó a hacerse imposible; aquel puñado de hombres se había reducido sensiblemente por las balas enemigas, el hambre y las enfermedades y el parque se había agotado por completo. Nadie venía a cubrir sus bajas, nadie enviaba un cartucho, estaban solos y olvidados ... Se imponía la deposición 'de las armas.» Y así fue. Después de embarcar rumbo a Europa, Rius Rivera se dirigió a la ¡República de Honduras, donde contrajo -matrimonio y se estableció en el puerto de La Ceiba en el negocio de exportación de frutas. En 11879 - 24 ·de agosto - se inició la llamada «Guerra Chiquita», la que solamente duró 10 meses y de la que fue su jefe el general Calixto Garcia. En 1883. al desembarcar en Manzanillo, fue ejecu. tado con un compañero el coronel Leocadio Bona. chea. En mayo de 1885, también por la costa de Oriente, desembarcó el brigadier Limbano Sánchez con otros dieciséis expedicionarios y todos fueron capturados y fusilados. Durante los años de 1893 y 1894 hubieron otros levantamientos en Holguín, Oriente, en Santa Isabel de Las Lajas, Las Villas y en la provincia de Camagüey - entonces llamada Puel"to 'Príncipe - pero todos fracasaron. Al estallar el día 24 de febrero de 1895 la llamada Guerra de Independencia, o del 95, en el pueblo de Baire, Oriente y en otras poblaciones de la Isla, lUus Rivera se dirigió a -los Estados Unidos. en donde se puso a las órdenes del Delegado de la Revolución Cubana, Tomás Estrada. Palma. Allí, el médico puertorriqueño doctor José Julio Henna, que presidía la Sección de Puerto Rico den. tro del Partido Revolucionario Cubano, le propuso 4. zanjón es un pequeflo poblado enclavado en el T4!rmlno Municipal y Provincia de Camagiiey. AlU se firmó el cese de las bostllldades dándose por terminada la Guerra de los DIez Alios (1868-1878).
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a Rius Rivera la misión de organizar una rebelión armada para libertar a Puerto Rico. La autorización del -Delegado del ,partido le fue otorgada al militar mayagüezano en una reunión sostenida en la casa del propio doctor Henna en Nueva York, el día 22 de marzo de 1896 y Rius partió para Santo Domingo a cumplir su delicada misión, acompañado de otros dos puertorriqueños, miembros también del Partido Revolucionario: Juan M. Terraforte y Gerardo Forrest. Ante la imposibilidad de coordinar un movimiento con viso de éxito, al no encontrar respaldo efectivo a la causa por los elementos subversivos dentro de Borinquen, Rius Rivera regresó a Nueva York. Fue entonces que solicitó se le enviara a la provincia más occidental de Cuba - Pinar del Ríodonde a la sazón estaba peleando Antonio Maceo, su entrañable amigo. Rius Rivera foue satisfecho en su petición y se le preparó una embarcación - el vapor «Three Friends» - con un sustancial cargamento de pertrechos de guerra que incluía: 730 fusiles Reming. ton, 110 fusiles Máuser, 50 fusiles Lee, 20 rifles, 2,000 libras de dinamita, 100 proyectiles de cañón y alrededor de medio millón de cartuchos. El día 8 de sep~iembre --día de la Virgen y Patrona de Cuba, la Caridad del Cobre - del año 1896, Rius Rivera desembarcó por la ensenada de María la Gorda, cerca del Cabo de San Antonio, e inmediatamente tomó parte en los combates de Loma China, Tumbas de Estorino, Montezuelo, Isabel María, La Manaja, Ceja del Negro, Galalón y otros. El día 24 de octubre combatía junto a Antonio Maceo en Soroa y después en El Rosario. Ambos generales contaban con unos doscientos cincuenta soldados y las fuerzas españolas, al mando del Capitán General Valeriana Weyler sumaban varios miles. El general Maceo atravesó la trooha de Mariel a Majana en la noche del 4 al 5 de diciembre y cayó herido de muerte dos días después en los campos de San Pedro. Ríus &ivera se quedó frente al ejér. cito insurgente en Pinar del Río y el 25 del propio mes se enfrentó al enemigo en Punta Muralla, con'tra la columna mandada por el genercll español Segura y después contra otra dirigida por el general Obregón. Era el día 28 de marzo de 1897 cuando el valiente general borincano se encontraba acampado en el lugar conocido por Cabezadas de Río Hondo. De repente tuvo que enfrentarse a una fuerza española diez veces superior en número. Esa tropa era mano dada por el pundonoroso general español Cándido Hernández de Velaseo. Rius Rivera fue herido de gravedad en aquel desigual combate, conjuntamente con su ayudante el coronel Federico Bacallao y el comandante Seeundino Terry, este último murió en la refriega. El general Valeriano Weyler maní24
testó su disgusto al informársele que Rius Rivera había sido hecho prisionero, y reprendió al general Hernández de Velasco por haberlo entregado con vida. Del valor demostrado por el general Rius Rivera en aquella batalla habló elocuentemente el segundo teniente del ejército español José García Valle, quien tomó parte en la misma y cuya narración apa. recida en un periódico de La Habana, decía: «Entre el grupo que nos dirigía certeros disparos se destacaba la figura de un hombre alto, fuerte, de bigote largo, que, machete en mano y de cara hacia nosotros, animaba a los suyos, lanzándolos a la pelea, e imponiéndose con su ademán a morir matando. Peleábamos a unos treinta metros de distancia. En lucha desesperada, lanzaban repetidas descargas hacla nosotros, por lo que, protegidos por nuestra superioridad numérica, nos lanzamos al asalto de aquel grupo... Qué cuadro se presentó a nuestra vista... , no quedaban más que unos pocos... los demás yacían tendi-dos en el suelo, muertos o heri· do!; ... Entre éstos estaba aquel hombre alto, fuerte, que, con singular bravura y muy animoso daba heroico ejemplo a su gente en la desigual pelea... Estaba herido; pero no fue óbice esto para recibirnos machete en mano, dispuesto, quizás, a vender cara su existencia. Ante actitud tan varonil, apúntale, intimidándole la rendición el sargento Ponciano Nieto; mas con la rapidez del rayo y con voz alta. nera y valiente, se interpone entre la boca del Máu. ser español y aquel heroida, un hombre trigueño y fornido y le dice: -'Matadme a mí, si queréis, pero respetad la vida del general Rius Rivera que está herido'. Ese hombre, ese héroe, era el coronel Federico Bacallao, jefe del Estado Mayor del general Rius Rivera». En la prisión de La Cabaña el general Rius Rivera estaba gravísimo y de allí fue trasladado al Hospital San Ambrosio para ser intervenido quirúrgicamente. Una cubana que respondía al nombre de Magdalena Peñaranda publicó una carta en el periódico La Discusión de La Habana, algún tiempo des. pués de ser Cuba independiente, en la que comentaba el ánimo y alta moral que mantuvo Rius Rivera en La Cabaña y en San Ambrosio. Decia la referida dama que al entrevistarse con el General y ofrecerle ayuda de alimento y medicina, éste le respondió que no aceptaría cosa alguna que no viniese de la Junta de Nueva York y que en una de sus pocas visitas al hospital y al hablar con Rius Rivera el mismo tenía «aspecto cadavérico... en sus ojos había una expresión de dolor intensísi. mo y casi no podía -hablar. Pero en las pocas veces que lo vi, despertó en mi alma. profunda admiración y respeto por el estoicismo con que soportaba su inmerecido infortunio a pesar de o]os agudos dolores que lo martirizaban, jamás su voluntad de hierro fue dominada por los sufrimientos».
El día 10 de octubre de 1897 - 29 años después del Grito de Yara, el entonces Capitán de la Isla de Cuba, general Ramón Blanco, lo deportó a Barcelona. ¡Ironías del destino!, a la propia ciudad donde había nacido su padre y a donde éste lo enviara a estudiar su bachillerato en la adolescencia. Allí fue internado en el lóbrego castillo de Montjuich. . Terminada la Guerra Hispano-Americana, el general Rius Rivera quedó en libertad y se dirigió a Nueva York. Allí se reunió con su esposa y ambos partieron para Cuba. Si hasta ahora hemos hablado sobre Rius Rivera como el soldado valiente y militar caballeroso en el campo de batalla, nos toca ahora exponer la íntegra figura de ciudadano ejemplar e insobornable hombre público. Para él los sacrificios padecidos en la guerra exigían un celo superior en el cumplimiento del deber, a fin de lograr la consolidación de las instituciones republicanas en su patria de adopción. En el primer gobierno militar norteamericano en Cuba, y siendo Gobernador de la isla el general John E. Brook, Rius Rivera ocupó el cargo de Gobernador Civil de La Habana. Poco tiempo después, cuando el general Brook - enviado a Puerto Ricofue sustituido por el general Leonardo Wood, este último designó a Rius &ivera Secretario de Agricultura, Industria y Comercio. Era ésta una época en la que el pueblo de Cuba estaba dando sus primeros pasos con el fin de prepararse para hacerse cargo de su propio destino y comenzaban a organizarse los primeros partidos políticos, los que canalizarían el proceso democrático de la naciente República. Pero en el ambiente habían recelos y fundadas suspicacias sobre el alcan· ce del Tratado de París, en relación con las posteriores relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Esta deS1:onfianza - por lo ambiguo del Convenio - aumentó cuando se propuso, y más tarde se insertó en la Constitución, la llamada Enmienda Platt, a virtud de la cual los Estados Unidos se reservaban el derecho de intervenir en Cuba en deter. minadas circunstancias. La posición de Rius Rivera fue diáfana dessle el primer instante, pues según él decía la llamada Resolución Conjunta - tomada por la Cámara y el Senado norteamericano y sancionada por el Presidente Mc Kinley - era clara en cuanto al trato ul. terior entre Cuba y su vecino del Norte. - El coronel Cosme de la Tomente, de venerable recordación para todos los amantes de los derechos civiles, era entonces Magistrado de la Audiencia de Santa Clara e iba a contraer matrimonio. En una carta invitó al general Rius Rivera para que fuera testigo de su boda. El mayagüezano aprovechó la oportunidad para hablarle sobre el candente tema del Tratado de París y la campaña que realizaba el partido Unión Democrática sobre la referida cuestión. Vamos a transcribir parte de la misma, ya que
es un documento de enorme trascendencia política que expone interesantes conceptos y apreciaciones de índole constitucional. La misma fue dictada por Rius Rivera a su secretario particular.5 Decía la célebre carta: .Por el Tratado de París, España abandonó su soberanía sobre Cuba, sin traspasarla a nadie ni estipular en quién debía recaer el ejercicio de esa soberanía. La resolución conjunta de las Cámaras americanas afirman categórica. mente que Cuba es y de derecho debe ser libre e in. dependiente, lo que equivale a reconocer su derecho a ejercer su soberanía. Es pues, un error, o una sospechosa concesión, dejar ignorada esta resolución conjunta... El Tratado de París no concede, no re. conoce - ni para entonces, ni para después':""- la soberanía del pueblo de Cuba; no obliga, por tanto, a los Estados Unidos a reconocer esa soberanía en ningún tiempo. En mi concepto, quien acepte el criterio de la Unión Democrática en este punto, o in. curre en manifiesto error, o se hace sospechoso de no amar resueltamente la independencia y soberanía de- su patria». En la misma carta esbozaba un proyecto de resolución para convocar a una Asamblea Consti. tuyente y deCÍa en uno de sus párrafos: «Considerando que el Gobierno de los Estados Unidos se halla obligado - toda vez que ya está restablecida la paz y asegurado el orden - a constituir un gobierno estable para Cuba, al cual ponga en posesión de su soberanía que aquél transitoriamente mantiene, cumpliendo así la resolución conjunta del Congreso americano, que declara que el pueblo de Cuba es y de derecho debe ser libre e independiente». Dice Rafael Martínez Ortiz en su obra Los Primeros Años de Independencia: «La prensa cubana aplaudió la carta del general Rius Rivera; las felicitaciones llovieron sobre él; no se hablaba de otra cosa; estaba a la orden del día. Pero si al país le cayeron bien .las manifestaciones, no pasó lo mismo con el general Wood, éste traía entre pecho y espalo da muy bien guardado y mejor sabido otro programa, y le sentó como pedrada en ojo de boticario la viva franqueza de Rius Rivera: Pretextó el Gober. nadar (Wood) que ningún miembro del Gabinete podía permitirse, sin consulta previa, desahogos de cierta índole y mostró su disgusto a varios amigoslt. Rius Rivera, ni corto ni perezoso le llevó personalmente su renuncia al gobernador norteamericano, y aunque de momento no quiso aceptarla, al siguiente día le envió una carta - bastante ambigua en su contenido - a Rius Rivera. El periódico La Discusión se refirió a dicha misiva en un articulo titulado A carta clara respuesta oscura. Decía entre otras cosas la comunicación de Wood, en la que le aceptaba la renuncia a Rius Ri.
s.
Enrique Loynu del Castillo. fallccido en La Habana hace poco tiempo, autor del famoso Himno Invasor.
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vera «Respecto a los conceptos emitidos en su carta al coronel Cosme de la Torriente, debo indicarle que la primera noticia que de ello he tenido, ha sido por medio de la prensa. - Sus compañeros de Gabinete vinieron hasta mí para inquirir si el des· acuerdo, que como consecuencia de su carta, existía entre usted y yo, tenía relación con la política actualmente observada por el Gobierno Interventor. - Les informé que no tenía relación ninguna con dicha política, agregándoles que la reorganización del país y el establecimiento de un gobierno esta· ble será rápidamente puesto en práctica... » 'El día 15 de septiembre de 1901 se efectuaron las elecciones para elegir a los miembros de la Asam· blea Constituyente. La misma arrojó el siguiente re· sultado: 31 delegados repartidos de la siguiente ma· nera: Pinar del Río, 3; Habana, 8; Matanzas, 4; Santa Clara (hoy Las Villas) 7; Puerto Principe (hoy Camagüey) 2; y Santiago de Cuba (hoy Oriente) 7. Los tres delegados por Pinar del Río fueron: Joaquin Quilez, Gonzalo de Quesada y Rius Rivera. Dicha Asamblea eligió para Presidente al doctor Domingo Méndez Capote y como vicepresidente al general Juan Rius Rivera y al doctor Pedro Gonzalo Llorente y secretarios a Enrique Villuendas y Alfredo Zayas. La importantísima Comisión para redactar el Proyecto de Bases para la Constitución tenía también como Presidente al general Juan Rius Ri. vera. Como vemos, la intervención del hijo de Maya. güez en la primera Carta Fundamental de Cuba republicana fue singularísima y destacada. ·La inclusión de la Enmienda Platt como apéndi. ce a la Constitución de 1901 fue muy debatida en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, donde se aprobó tras acaloradas discusiones. No fue así en el Senado, del cual mister Platt era miem. bro. Aquí se aprobó rápidamente y con una decisiva mayoría. En Cuba fue motivo de candentes discusiones, mitines y debates en la prensa, llegando a hasta pensarse en el fracaso de aquella Constitución. Al fin, la misma fue reconocida, pero siguió siendo una afrenta a la primera Carta Magna de Cuba re. publicana, hasta que fue derogada treinta y tres años después, siendo Presidente de los Estados Unidos Frank.lin Delano Roosevelt. En la primera sesión que se sometió a debate fue aprobada la inclusión del apéndice por el inínimo margen de 15 contra 14 votos, con 2 absten· ciones. En la segunda el conteo fue de 16 contra 11 con 4 abstenciones. Es muy significativo que mien. tras se celebraron las votaciones sobre el discutido suplemento Juan Rius Rivera no asistió a las mis· mas. y tenía que ser. El estudiante de posición económica desahogada, que abandonó sus estudios y vida cómoda, para regar con su sangre los campos de un país para el que quería su libertad, no podía aceptar que una vez conseguida la misma, ésta se
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viera restringida por la intervención de otra naciÓn en asuntos propios de su soberanía. El día 18 de agosto de 1901 y en los salones del Gobierno Civil de La Habana, se reunieron un grupo de patricios para solicitar de Tomás Estrada Palma - que se encontraba en los Estados Unidos - expusiera ,su programa y puntos de vista sobre los problemas de Cuba, con el fin de que si los mismos eran satisfactorios para ,los cubanos, ,invitarlo a aceptar la nominación para Presidente de la -República. En aquel grupo estaba" presentes: José Miguel Gómez, Emilio Núñez, Domingo Méndez Capote, Martín Morúa Delgado, Enrique Villuendas y otros más. A propuesta de Manuel Sanguily, se acor. dó que fuera Juan Rius Rivera quien cursara la in. vitación a Tomás Estrada Palma. Este último contestó en carta fechada el 7 de s~ptiembre de 1901. En su respuesta Estrada Palma daba a conocer su programa y entraba a considerar aq~ellos puntos de mayor trascendencia del momento, tales como la hacienda pública, la ,deuda contraída con el Ejército, el Tratado Comercial con los Estados Unidos, etcétera, y apuntaba, refiriéndose a las futuras relaciones entre Cuba y los Estados Unidos: «Debe cuidarse el Gobierno Cubano que la Enmienda Platt, origen de este Tratado, se interprete en todos los casos de la manera más favorable a los intereses de Cuba, a su soberanía e independencia». Al siguiente día de haberse discutido aqul::lla carta, el grupo lanzó un manifiesto al pueblo de Cuba recomendando la candidatura de Estrada Pal. ma para Presidente. Dicha proclama estaba suscri· ta por un nutrido grupo de figuras relevantes, encabezadas por el general Máximo Gómez, general Juan Rius Rivera, Alfredo Zayas y Domingo Méndez Capote. Tomás Estrada Palma fue electo Presidente de la nación para el primer cuatrenio de 1902 a 1906. Durante ese período gobernó al país desarrollando un programa de austeridad y reconstrucción. El general Juan Rius Rivera pasó a ocupar la delicada y responsable posición de Administrador de la Aduana de La Habana. .. Pero .Jos primeros signos de inquietud comenza· ron a manifestarse en el panorama de la política cubana cuando Estrada Palma, al final del término para el que fue elegido, decidió reelegirse para un nuevo período presidencial. La noticia produjo ma· lestar en la oposición. Estrada Palma era una per. sona de avanzada edad que tenía que enfrentarse a los arduos problemas propios de una república en sus inicios y cuya instauración había costado medio siglo de cruentas guerras, con su corolario de pugnas y resentimientos. Varios amigos se le acercaron al Presidente para aconsejarle desistiese en su empeño de reelegirse, pero no lograron persuadirle. En aquellas circunstancias en que los ánimos estaban caldeados por pasiones desenfrenadas, Juan
Rius Rivera fue nombrado Secretario de Hacienda y tal era la confianza depositada en él por el Presidente, que éste le designó, ademá9', como Secretario de Gobernación con carácter interino. Pero no habían transcurrido cuatro meses cuando Rius Rivera le presentó su renuncia a Estrada Palma. Aquellas luchas internas conturbaron profundamen. te el ánimo del esclarecido boricua y un hondo sen· timiento de pesar y desilusión hizo presa de él. Primer Mandatario se negó a aceptarle la renuncia y al persistir el general puertorriqueño en Su deci. sión de abandonar el cargo, Estrada Palma le nombró Ministro Plenipotenciario en Centro y Sur América. . Encontrándose en el extranjero - agosto de 1906 - se desató en Cuba una guerra civil y las ·fuerzas norteamericanas intervinieron de nuevo, amparándose en la Enmienda Platt. Rius Rivera, quizás presintiendo la con tinuación de una serie de luchas y agitaciones en su patria de adopción, decidió voluntariamente ir al exilio. Dieciocho años después de haberse ausentado de Cuba -20 de septiembre de 1924- moría en la República de Honduras Juan Rius Rivera. Al ocurrir su deceso se encontraba dedicado a sus labores de comerciante, al igual que lo hiciera 47 años atrás al abandonar la isla de Cuba después del Pacto del Zanjón. Años después de su fallecimiento y tras perseverantes gestiones del Gobierno de Cuba, sus familia. res accedieron al traslado de sus restos mortales a la república que sirvió durante medio siglo. Esas preciosas reliquias se encuentran en el Cementerio de Colón, en La Habana. En Cuba republicana cada una de las seis provincias ¡llevaba el nombre de uno de sus más preclaros paladines de la independencia para nombrar el regimiento correspondiente a cada una de ellas. El distrito militar de Pinar del Río llevaba el del ilustre hijo de Mayagüez: Juan Rius Rivera.
Otros hijos de esta región puertorriqueña tamo bién se destacaron en la historia de la Antilla Mayor, unos en la manigua y otros con sus prédicas o labor intelectual en favor de ella. Entre los primeros se destacaron, el teniente coronel Juan Ortiz Quiñones, quien, al igual que su coterráneo Rius Rivera, era de los oficiales que intervinieron en las dos guerras, esto es, en la del 68 y la del 95. Desde joven Ortiz Quiñones salió de Puerto Rico y se avecindó en el poblado de Cambute, en la provincia más oriental de Cuba. Su familia se habia dedicado en Puerto Rico a la siembra de café y él continuó en los mismos quehaceres en la hennana Antilla. Durante la primera guerra se batió en Oriente, dando muestras de un gran arrojo y bravura. Al terminar la Guerra de los Diez Años volvió a su faena cultivando el aromático grano. Cuando estalló la Guerra de Independencia era propietario de un próspero cafetal y todo lo dejó para incorporarse a las fuerzas insurrectas. Fue uno de los primeros que se unió a los mambises después del Grito de Baire. En el combate de Saratoga cayó peleando como un héroe, atravesado su pecho por dos balas, cuan· do ostentaba las insignias de teniente coronel y a las órdenes del general Máximo GÓmez. Había salido al frente de un grupo de voluntarios que querían llevar la guerra a Occidente. En la provincia de Camagüey halló la muerte. Por el color de su pelo se le conocía con el nombre de cEl Rubio». Fueron también hijos de Mayagüez el teniente Epifanio Rivera y los subtenientes Francisco Monge - quien quedó .inútil en el ataque al fuerte Ventas de Casanova - Cristóbal Blanch y Leopoldo Muñoz. Entre el segundo grupo, es decir, el de las figuras intelectuales qué ofrecieron su apoyo a Cuba, hay una que merece un capítulo aparte por sus su· periores méritos: Eugenio Maria de Hostos.
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Exposición del cuadro "El Estudiante", de Oller
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17 AL 30 DE ABRIL ESTUVO EXPUESTO AL PtlBUca en el Instituto de Cultura Puertorriqueña, junto con otras de 'las más importantes obras de Francisco Oller (1833-1917) el cuadro titulado El Estudiante, pintado en el período 1874-1878, en oca. sión de 'la segunda estancia del artista puertorrique. ño en Francia. Este óleo, que originalmente perteneció a la colección de Paul Gachet, fue adquirido en 1951 por el Museo del Louvre, quien lo ·tiene en exhibición permanente en una de -las salas dedicadas a los grandes maestros de la escuela impresionista, entre eUos Camille Pissarro y Paul Cézanne, de quienes fue Oller íntimo amigo. Algunas personas han conjeturado que el joven representado en el cuadro es el patricio don Ramón Emeterio Betances, quién estudió la carrera de medicina en Francia, pero los datos cronológicos no .parecen sustentar esta tesis. Las gestiones para obtener el préstamo de El Estudiante -que es la primera vez que se ha expuesto en Puerto Rico- fueron realizadas mediante los buenos' oficios del señor Edouard Morot.Sir, consejero cultural de ,la Embajada francesa en Washington y del señor Peter Bloch, de -la entidad cFrlends of Puerto Rico». De Nueva York.
Cartel de la Exposición, obra de A. Martaren
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EXlPOSICION .
FRANCISCO OLLER CUJ\DR.O"EL ESTUDIANTE" CORTESIA
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MUSEO DEL LOllVRE I
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El Estudiante por F. Oller
Aspecto de la Exposici贸n
Sépt~mo
Festival de Teatro Puertorriqueño, 1964 Por FRANCISCO ARRIV!
EN
EL PRIMER FESTIVAL DE TEATRO PUERTORRIqueño (1958) se Jogra, a través de 'la presenta. ción sucesiva de Encruciiada, de Manuel Méndez Ballester, La Hacienda de los Cuatro Vientos, de Emilio S. Belaval, Vejigantes, de Francisco Arríví, y Los Soles Truncos, de René Marqués, al tiempo que una ampliaciór. temática del teatro de los trein. ta, mayor profundidad en el análisis del hombre y la sociedad del Borikén, y una fresca inspiración poética acorde con un avance en la técnica dramá. tica. De este fenómeno, da cumplida noticia José J. Arrom, historiador del teatro al sur del Río Grande, en Interamerican Review of Bibliography' y Esquema de las Letras Hispanoamericanas': revista y libro en los cuales señala la ejemplaridad del teatro puertorriqueño dentro de la gran ola escénica de la América Hispana. Dice en Interamerican Review of Bibliography respecto a la generación de Areyto y la posterior: - En fin, la primera anda a la búsqueda de sus raíces culturales y por eso llama a su grupo Areyto con intuición de raíces que se aferran en la tierra y en el tiempo. La segunda, agradecida por la lección, conociendo sus raíces, sabe rechazar lo que no le es consubstancial, lo que no es auténticamente del Puerto Rico de hoy en función del Puerto Rico de siempre. El entusiasmo en agraz de la primera na llegado a plena madurez en la segunda. Mirma en Esquema de las Letras Hispanoamericanas respecto a las tendencias dramáticas de la América Hispana en la década de los cincuenta:
cAhora bien, esa tendencia no es necesariamente una huida de la realidad. Es situarse fuera de ella; ponerla como si dijéramos, entre paréntesis, para
1. Arrom, Jos~ J., Teatro Puertorriqueño, Vols. I y 11, InteraiDcrican Revlew of Bibllograpby, 1961, pAp. 344, 345, 346. 2. Arrom, ios~ J .• Esquema de lfU Letru HisporloamerlcanfU, 1964, págs. 209. 210. 211, 212, 213.
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Cartel de Lorenzo Homar para el Séptimo Festival de Teatro Puertorriqueño
observarla fenomenológicamente. No hay, pues, eva. sión. Lo que sí hay es superación de un realismo que, por demasiado rígido, era incapaz de sondeos profundos. En realidad se trata de una nueva manera de contemplar la vida. Se ha visto ya en la poesía, en la novela, en el ensayo y se repite, desde luego, en el teatro. Y lo nuevo de esa mirada es que abre, penetra e ilumina inexploradas zonas sicológicas en el individuo y poderosos sentimientos colectivos en la sociedad... Y en cuanto a la expresión de sentimientos colectivos, sirva de ilustración la labor de la joven promoción de dramaturgos puertorri. queños. ¡Pocas veces ha hablado con voz tan clara el espíritu de un pueblol...• Esta segunda fase de un movimiento que cristaliza la primera en 1940 y que ~ partir de 1958 se tiende definitivamente a una tercera, la ha captado con claridad el doctor Frank Dauster, profesor de la Universidad de Rutgers en tres de sus artículos sobre el teatro puer:torriqueño: Francisco Arrivi: The Mask and the Garden, J Drama and Theater in Puerto Rico, 4 The Theater of René Marqués J especialmente en el segundo en el cual no sólo anota el significado del Primer Festival de Teatro Puertorriqueño, sino el nuevo curso que se abre a través de los festivales tercero y cuarto. Concluye el doctor Frank Dauster en Drama and Theater in Puerto Rico: «Las cuatro obras presentadas en el Festival de 1958 rompieron con el estricto realismo convencio. nal del período anterior, eran más variadas en cuanto a la temática...• Estas nuevas obras utilizan la iluminación para expresar estados de ánimo; las ensoñaciones y re. membranzas, las construcciones sicológicas sustituyen los estudios sicológicos, en experimentación con la secuencia temporal. Estas técnicas no se emplean como artimañas o como apoyo para flaquezas dramáticas. Están integradas, con medios legítimos que avivan la experiencia teatral. 6 De esta evolución creadora también ha dado importante noticia en el extranjero el doctor Carlos Solórzano en Teatro Latinoamericano del Siglo xx, 7 Juan Guerrero Zamora en el artículo Teatro de Lengua Española a Caballo sobre Dos Continentes,' 3. Dauster Frant. Francisco ArrivI: The Mask and Ihe Cardel1. His. panla, Vol. XLV, N°. 4-Deccmber, 1962, págs. 637. 638. 639, 640, 641, 642, 643. 4. Dausler, Frant, Drat1l4 lJnd Theater in Puerto Rico, Modern Drama, Sept. 1963, págs. 177, 178. 179, 180. 181. 182, 183, 184, 185, 186. 5. Dauster, Frant, The Theate,. 01 Ren~ Marquú, Symposlum. Sprlng 1964, págs. 35, 36, 37, 38. 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45. 6. Dauster, Frank, Drama lUId Thealer in Puerto Rico, Modern Drama, Sept. 1963. 7. Solórzano. Carlos. Teatro llÚillOllmericarw del Sielo xx, Editorial Nueva Visión, Buenos Aires, 1961. l. Guerrero zamora, Juan, El Teatro de Únllua Española a Caballo sobre dos Continentes, World Tbealer Rcvh:w, Vol. IV, 1963.
publicado en el World Theater Review. En la actua. lidad Carlos Miguel Suárez .Radillo, director de Los Juglares, teatro hispanoamericano de ensayo con sede en Madrid, circula por España con la con. ferencia El Teatro Puertorriqueño Actual: un teatro joven y rebelde. Incluye El Milagro, de Méndez Ballester; El Inciso H, de Andreu Iglesias; La Carreta, de René Marqués; Cielo Caído, de Belaval; La Hiel Nuestra de cada DÚl, de Luis Rafael Sánchez, y Vejigantes, de quien suscribe. Ilustra escenas de las obras, entre otros, con actores como Luisa de Cór. daba y Carlos Lucena. Independientemente de las clasificaciones generacionales y estéticas de Arrom, Dauster, Solórzano y Guerrero Zamora, coinciden los cuatro escritores en que un importante movimiento de teatro ha tenido lugar en Puerto Rico y que la onda persiste a la búsqueda de nuevas realizaciones. Este relampagueo de juicios desde el exterior en continuo aumento basado estrictamente en la lec. tura de las obras a medida que las publica y circula el Instituto de Cultura Puertorriqueña, coincide en sus valoraciones con las exégesis desde el interior debidas a escritores del calibre de Emilio S. Belaval, Enrique A. Laguerre, Robert Lewis y María Teresa Babin, quienes las conocen tanto en lectura como en función escénica. María Teresa Babín presenta un interesante y polémico análisis en su ensayo Veinte Años de Tea. tro Puertorriqueño 1945.1964,' en el cual intenta una visión de conjunto de nuestro acontecer escé. nico. Resume de la siguiente manera el fenómeno teatral que cristaliza en 1958 y aun se prolonga: «La tendencia más novedosa en el quehacer teatral hacia el 1960, se concentra en la construcción de un mundo introspectivo, valiéndose los autores de recursos del surrealismo y del existencialismo, planteando los confusos enredos del ser ensimismado. Los despojos de un ayer envuelto en brumas, encendido de románticas añoranzas, dudas y vacilaciones, en busca de sentido para la esfinge de nuestra identidad, se adueña de la mente de nues. tros dramaturgos mayores, mientras los más jóve. nes, o los que sin ser tan jóvenes, se han empezado a interesar en escribir para el teatro .recientemen. te.• El Primer Seminario de Dramaturgia (1961), pa. trocinado por el Instituto de Cultura Puertorrique. ña, no hay duda, que ejerce gran influencia en sus participantes. Las ideas recogidas en el volumen El Autor Dramdtico operan h\lY en gran parte de los dramaturgos puertorriqueños y encuentran acusada expresión en el Séptimo Festival de Teatro Puertorriqueño, 9. Babln. Maria 1'eresa, Veinte Años de Teatro Puertorriqueño (194519M), Asolnllnle, Núm. 4, 1964. San luan, Puerto Rico, pli¡. 19.
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No es que el Primer Seminario de Dramaturgia haya por sí solo promovido un desarrollo estilístico y técnico allende el Primer Festival de Teatro Puertorriqueño. De hecho. los Festivales Tercero y Cuarto ya declaran las compulsiones de una est~ tica evolucionante, y anterior a ellos, podrían citarse varias obras precursoras de una creación escénica que no sólo comienza a distanciarse del teatro social meliorista de los treinta, sí que también del realismo poético del Primer Festival, y proponen una lírica iluminación, interiorista y simbólica del ser humano, una develación, para mejor conocerlo, de la íntima geografía del espíritu, un connotarlo en el devenir síquico, en ese trasfondo de la sicología que armoniza más con la filosofía que con la ciencia. Lo que se debe al Primer Seminario de Dramaturgia es el examen sistemático, a la luz del suceso como se desarrolla universalmente de la particularidad dramática puertorriqueña. La particularidad dramática puertorriqueña no sale mal parada luego de las ponencias aclaratorias de Carlos Solórzano, Alfredo de -la Guardia y Juan Guerrero Zamora, los tres conocedores del devenir dramatúrgico desde la grandiosidad escénica de la Grecia Clásica hasta el novísimo e iconoclasta teatro neoconvenciona 1, analizado el último con vasta erudición y abismal profundidad en Historia del Teatro Contemporáneo,J° uno de ,los grandes libros inspirados en la escena ·actual. No coincido con María Teresa Babín en que .Ia verdadera innovación de la dramática puertorrique.
ña de los años recientes consiste en el espectáculo en sí, ya que los autores más importantes eran conocidos antes del 1958,- cuando se inician los festivales de teatro._ Il • No se da cuenta María Teresa Babín que luego de una fase de realismo social que se concentra alrededor de Areyto y una de realismo poético que culmina en el Primer Festival de Teatro Puertorriqueño, entre los escritores se ha venido gestando una tercera tendencia que no comienza a tomar perfil vigoroso sino a lo largo de los Festivales Tercero, Cuarto, Quinto y Sexto, lo que -estoy de acuerdo con ella en este punto--- se efectúa en algunos con desvíos fisonómicos, nunca con retroceso estilístico, pero que en el Séptimo Festival -aquí ella no está de acuerdo conmigo--- logra unir la renovación de estilo con el aspecto de lo fisonómico (más en El Apartamiento y Coctel de don Nadie que en Todos los Ruiseñores Cantan, de fuerte apariencia realista, y... O Casi el Alma, dra. ma asomado a la pura metáfora, pero frenado) lo que presenta un nuevo reto a !I.>s directores de escena y a los actores, y en general, al teatro en Puerto Rico, incluidos público y crítica. El Apartamiento y Coctel de don Nadie plantean, casualmente, el desmedro de lo fisonómico como síntoma de la tragedia de lo esencial puerto. rriqueño, preso entre la voluntad de ser nacional.· mente y la necesidad económica. El apartamiento <le lo político de la afirmación nacional y el coctel disolvente de una cultura extranjera que se mueve vertiginosamente a desnaturalizamos, metáforas
10. Guerrero 2amOr:l, Juan, Historia del Teatro Contempordneo, Edl· lorial F1ors. Barcelona, ESpalill, 1961.
n.
Babln. Marfil Teresa, Veinte a"05 de Teatro Puertorriqueno (l94S1964), Asomante, Núm. 4, 1964. San Juan. Puerto Rico, pág. 10.
Conjunto de actores en una escena de Todos los Ruiseñores Cantan
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activas de una y otra obra proyectan nuestra iden· tidad a un futuro hipotético donde se la muestra proféticamente, en el primer caso, disuelta de semblante y en el segundo, en crítica lucha por conservarla. Ambos autores han traducido plásticamente el tema de la identidad nacional a tono con el tea· tro de vanguardia, fuertemente expresionista, que ha venido asomándose a la escena puertorriqueña en los últimos años. Ninguno rinde como fuente de inspiración, aun en la dimensión filosófica de la encerrona y la guiñolada el fenómeno existencial puertorriqueño. En el sentido expuesto, llevan la tercera fase estética y técnica de la dramaturgia puertorriqueña a nueva síntesis. Los intérpretes, tanto los directores como los actores y demás animadores, no han sido los originadares de esta tercera fase; han seguido a los au· tares tal y como ocurriera al aparecer nuestro realismo poético de los cuarenta y los cincuenta. El teatro de la imagen activa ligado a la problemática de la esencialidad puertorriqueña toma por sorpresa en el séptimo Festival de Teatro Puertorriqueño tanto a los directores y autores como a los espectadores y críticos. Aclaremos estas afirmaciones con una referencia histórica. Cuando Emilio S. Belaval, Manuel Méndez Ba. llester, René Marqués y quien suscribe crean sus obras en los treinta, los cuarenta y los cincuenta y con ellas, desvío fisonómico o no, proponen un teatro nacional, ya social, ya realista poético, tienen que organizar y dirigir compañías como «Areyto» (1940), «Sociedad General de Actores» (1943), «Tin. glado Puertorriqueño» (1945) y «Teatro Nuestro» (1950) para poder plasmarlo. El teatro Universita· rio no se ha fundado para la época de «Areyto», y fuera de montar La Resentida en 1944, se cierra a la dramaturgia puertorriqueña, luego de fundado en 1941, hasta 1956 en que monta Bolero y Plena. Aún hoy no se ha abierto a ella con el plan sistemático que debería acogerla. Es sabido que el teatro no cobra verdadera vitalidad hasta que no representa a la cultura que 10 propone, máxime una culo tura tan «dramática» como la nuestra. Esto pensaba George Pierce Baker cuando inició su curso de dramaturgia Yale 47, en el cual, entre otros,. se matricularon Eugene O'Neill, Elmer Rice y Robert SheIWood, y con el cual ayudó a rescatar al teatro estadounidense del parasitismo del guión, esto es, de la inercia expresional en el aspecto dramatúrgico. Tal pensaba también el Ministerio de Bellas Artes de la República Dominicana cuando nos visitó con un repertorio de dos obras en la cual incluía una obra de autor dominicano y .cuando estableció un festival anual del teatro dominicano ins. pirado en el puertorriqueño. , Para comprender cuanto se le debe a los autores de aquí respecto al desarrollo de nuestro teatro hay que considerar además que nuestros directores y
autores se educan en centros académicos donde no se conoce o reconoce el teatro pue~orriqueño. Unos y otros al incorporarse al pulso de nuestra vida tienen que hacerse un planteamiento de conciencia sobre este teatro. Los que se afilían a su lucha lo efectúan a través de los autores los cuales, en verdad, han originado y mantienen la promoción de didla conciencia. Se conoce que algunos directores y actores no llegan a sentir esta fuerza indeclinable del teatro y prefieren asociar sus nombres a la antología europea y estadounidense, con lo que andan como extraños por su tierra y nunca llegan a gozar de un éxito profundo; pero este caso, debo aclarar, no es frecuente, y el teatro puertorriqueño, en su forcejeo por ser, ha contado con un crecido número de buenos directores y actores, algunos excelentes, a los cuales se le debe una inteligente y generosa labor en el desarrollo de la escena nacional. ,La trayectoria ascendente de la dramaturgia puertorriqueña puede trazarse con secuencia histórica a través del Club Dramático del Casino de Puerto Rico inspirado hacia los treinta por Emilio S. Belaval, quien la traslada al Club Dramático del Ateneo y a la sociedad dramática Areyto; luego se refugia en la Escuela del Aire donde moramos Ma. nuel Méndez Ballester y quien suscribe, de ahí a la Sociedad General de Actores y Tinglado Puertorriqueño, Comedia Estudiantil Universitaria y bajo timón de René Marqués a Teatro Nuestro y Teatro Experimental del Ateneo. Desemboca en los Festivales de Teatro Puertorriqueño, donde finalmente se amplía y dignifica artística, profesional y económicamente, hasta el punto que 10 permite el presupuesto, 10 que motiva el Primer Seminario de Dramaturgia. Reconozco que el teatro Universitario ha contri. buido en los últimos años con montajes esporádicos de obras puertorriqueñas y un concurso en el nivel estudiantil que se lleva a efecto por segunda vez, pero no se le puede considerar portador de la llama de Areyto sino en el aspecto técnico a través de la ilustración antológica del cual los autores han sido también proponentes al iniciar la dinámica de estilo que los impulsa del realismo social, al realismo poético, al imaginismo activo, un proceso, que si no se admite, no puede entenderse 10 que ha sucedido de Areyto hasta el Séptimo Festival de Tea· tro Puertorriqueño. Apunto este capítulo para que, mediando inves· tigación, no falte en la historia de nuestro teatro. De paso me permito indicar que todos los autores, con rara excepción, se han desempeñado como di. rectores de escena, lo que explica que hayan conver· tido la mecánica de la repres~ntación en segunda naturaleza, como se descubre de sus guiones, y se hayan lanzado, por vía de la palabra a nuevas proposiciones estilísticas y técnicas, las cuales unas 33
veces han razonado de sus estudios, de la ilustración antológica del Teatro Universit~rio o de sus visitas al teatro extranjero o lo han descubierto en sí mismos (aunque el complejo de inferioooad nacional haga tan duro creerlo). En este sentido, han sido creadores, tanto en el orden dramatúrgico como en el orden de la realización escénica. El doctor Frank Dauster no anda desencaminado en su artículo Drama y Teatro en Puerto Rico cuando les atribuye tal mérito a los autores reconocidos en el Primer Festival de Teatro Puertorriqueño. El Séptimo Festival de Teatro Puertorriqueño, que se extiende del 9 de abril al 10 de mayo, monta la comedia Todos los Ruiseñores (9 al 12 de abril) de Luis Rechani Agrait, con dirección de Leopoldo Santiago Lavandero y escenografía de Carlos Mari.chal, la encerrona El Apartamiento (16 al 19 de abril) de René Marqués con esc~"ografía de Rafael Tasado, el drama... O Casi el Alma (22 al 26 de abril) de Luis Rafael Sánchez, con dirección de Pablo Cabrera y escenografía de Carlos Marichal, Coctel de don Nadie (30 de abril al 3 de mayo) de Fran. cisco Arriví, con dirección de Francis Santiago del Río y escenografía de José Iranzo, y los ballets Apuntes, Juan Bobo y las Fiestas, Sonatina y la Plena (7 al 10 de mayo) inspiradas respectivamente en música de Federico Ramos, Héctor C.ampos Parsi, Jack Delano y música popular de autores inde.
Charlie Gibbs (Brisquet), Gilda Galán (Luisa), José de San Antón (Alejandro), José Luis Marrero (Biondinelli), Frankie Gautier (Empresario), Rosa Blanca Menéndez (Alicia), Luis Irizarry (Señor Gomález), OIga de CarIo (Señora Biondinel1i) en una escena de la obra Todos los Ruiseñores Cantan 34
terminados, con coreografía de Ana García y Juan Anduze y escenografía de José Alicea y Lorenzo Homar. Se ha establecido en el Primer Seminario de Dramaturgia (1961) que la particularidad dramática puertorriqueña, atenta a su época, ha marchado con el mundo sin olvidarse de sí. Ha conseguido definir un dinámico teatro nacional sin caer en el chauvinismo, ha tenido el buen juicio de afirmar una iden. tidad sin negarse a fluir en la corriente de lo universal donde el hombre suma la patria creativa. mente y acabará por encontrarse ciudadano del mundo. No sólo ha realizado lo anterior, sino que dentro de sí se ha movido a evolución paralela con el tea. tro experimental del exterior. Ya obras como María Soledad y Club de Solteros, de quien suscribe, Los CondetlDdos y El Sol y los Mac Donald, de René Marqués; El Milagro, de Méndez Ballester; En el Principio la Noche era Serena, de Gerard Paul Marín; De Tanto Caminar, de Piri Fernández; La Muer. te, Cielo Caído, Circe o el Amor y La Vida, de Emilio S. Belaval; La Espera y Sol 13 Interior, de Juan Rafael Sánchez; Absurdos en Soledad, de Myrna Casas; La Hora Colmada, de María Teresa Babín, han apuntado hacia una nueva estética, han force. jeado, luego de la renovación de forma y fondo iniciada por Areyto y acelerada en el aspecto téc. nico por el teatro Universitario, por concretar un nuevo concepto escénico. En la pugnacidad evolutiva se ha insuflado el realismo con frescos alientos poéticos, luego se ha desechado totalmente la figuración de los espejos planos para representar el fluir de la conciencia, incluido la incoherencia vi. tal, de acuerdo con los más modernos modos expresivos de la escena que culminan en la racha de reducción lógica del teatro del absurdo o en la pa. radia de éste. El acto más inteligente de la vasta generación escénica que en la actualidad lucha por expresarse, ha sido, a mi entender, buscarse en las raíces al tiempo que aspira al mundo por los ramajes. Cuando su evolución de la síntesis de patria y universo logra mayor éxito que con otras proposiciones. La crítica responsable que nos llega del exterior libre de banderías, apasionamientos, personalismos e ig. norancia, confirman la excelente exégesis de Emilio S. Belaval, Piri Fernández, Enrique A. Laguerre, Margot Arce, Robert Lewis y María Teresa Babín. El progresivo montaje de obras en el exterior, Nueva York, Madrid, Salamanca, México, Los Angeles, Chicago, Kingston, Caracas, Buenos Aires, habhi elocuentemente de una dramaturgia creadora. No se ha llegado al exterior por haberse constituido ei teatro nuestro en uno de carácter nacional, sola. mente, lo que ha ocurrido en los últimos veintiséis años, sino por ser, además de nacional, significativo al hombre genérico de la civilización occidental.
En el Séptimo Festival de Teatro Puertorriqueño, se adelanta considerablemente en el camino de elevar sustancias dramáticas del país a categoría artística valorable en y fuera de Puerto Rico. El hecho se da aún en escritores tan netamente de los treinta como Luis Rechani Agrait, autor de la celebrada farsa Mi Señoría (1940). A pesar de que Luis Rechani Agrait dice en el prólogo pirandelliano al tercer acto de su obra: «En verdad la obra que van a ver... se aparta tanto del teatro de vanguardia de hoy día que casi puede decirse que cae en el experimento de averiguar si todavía hay felicidad en entretenerse en la retaguardia mientras los demás se retuercen, torturan y despedazan y mueven a su manera al mundo -en su tanteo de las fronteras más remotas del genio» 10 cierto es que don Luis mueve a su manera al mundo, tan a su manera, que no deja lugar a dudas de que posee un estilo iniciado con Mí Señoría y perfeccionado en Todos Los Ruiseñores Cantan, comedia ésta muy superior a la otra y en la cual los personajes que comienzan moviéndose dentro del ámbito de una comedia de costumbres termi. nan por disparatarse dentro de un absurdo clima de ilusión en «'tanteo de las fronteras más remotas del genio». Casualmente, lo que hace esta comedia superior a Mi Señoría es la voluntad artística de Rechani Agrait, quien detrás de una aparente incul. pabilidad, genera, articula, impulsa -consumada voluntad de manonetista- un mundo de humor y filosofía, muy der país, muy del mundo y muy a tono con el arte teatral contemporáneo.
Estela de la Lastra (Terra) y Miguel Angel Suárez (Lucio) en una escena 'de Ei Apartamiento
Rechani Agrait conserva su sensibilidad de los treinta; de hecho, la obra se desarrolla en un restaurante sanjuanero de esa época, pero el artista se ha acompañado de nuevo arte para expresar esa sensibilidad. Lo oculta de nombre para que no se le identifique con los snobs, pero 10 emplea con
Digna Guzmán (Cuprila), María Judith Franco (Carola), Luis A. Cosme (Landrilla), Rafael Enrique Saldaña (Elpidio) en una escena de El Apartamiento
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maestría y 10 que es más plausible aún, con un entusiasmo que desmiente su edad y pone en apuro a los francotiradores del Festival de Teatro Puertorriqueño que no han podido comprender lo que se gesta frente a sus ojos. No se llame a engaño al público. Detrás de una exposición clara, asequible a los espectadores. Todos los Ruiseñores Cantan tiene por antecedente El Retablo de las Maravillas, de Cervantes, que tanta influencia ha ejercido en el teatro contemporáneo. El juego de la ilusión y la realidad, al cual constantemente nos sujeta la vida y con el ~ual suele burlarnos, es el mismo juego con que gesticulan los muñecos costumbristas, ¡pero cuán de toda la humanidad! de Rechani Agrait. Por debajo de la risa que provocan, sí, risa con carácter del patio, con el sabor de nuestros giros idiomáticos. con un sello inconfundible de puertorriqueñidad. acucia un pensamiento filosófico, no dicho en parlamentos, sino expresado en imágenes dramáticas. que hablan al hombre universal. René Marqués ha proclamado su encerrona en dos actos, El Apartamiento, como una pieza dramá-
Jacobo Morales (El Hombre) y Marta Romero (La Mujer) en una escena de ... 0 Casi el Alma Marta Romero (La Mujer) y ¡acabo Morales (El Hombre) en una escena de ...0 Casi el Alma
1ica policial. En cierto modo lo es, en la superficie, en su mensaje más inmediato al público quien la podrá gozar como obra de suspenso ya que el apartamiento donde se desarrolla la acción está emplazado en pleno misterio, en uno, diría yo, superior al de los viejos caserones de Edgar AlIan Poe de cuyas imágenes terroríficas tanto se ha lucrado la novela detectivesca posterior y Hollywood. 'Lo policial y lo suspensivo, sin embargo, descri. ben muy por encima la verdadera in tención de esta obra y menos la estética que la informa, la cual denota una definitiva evolución del dramaturgo Marqués hacia el teatro neo·convencional. Quien vive en olvido de sus raíces -valga pasado generador-, parece decir el dramaturgo, se encierra en la muerte más trágica; la muerte en vida. Mata una civilización que ahoga con la proliferación industrial; muere el individuo, inerme en la marejada de lo objetivo des'humanizado. Tal idea se expresa con recursos técnicos de carácter expresionista propios del teatro de vanguardia. El tema se ha expuesto antes en los teatros del mundo, se ha expuesto en Puerto Rico, lo ha expuesto Marqués repetidamente en sus dramas. He dicho en ocasión del Primer Seminario de Drama. turgia que es el gran tema de este escritor. Lo exFélix Antelo (Don Nadie) en una escena de Coctel de Don Nadie
Alicia Moreda (Brunilda), Esperancita Martínez (Virginia), Delia Esther Quiñones (Remedios), Félix Antelo (Don Nadie), y Julie Rivera (Rosa) en una escena de Coctel de Don Nadie
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presa en el laudo del premio Eugenio Fernández García (1960) concedido a su obra La Casa sin Re. loj, pero debo significar que en El Apartamiento toma nueva vitalidad escénica al influjo de una reciente técnica dramática e impulsión estética que lo transforman a los ojos del espectador. Quizás en esta obra Marqués le hable más profundamente sobre el tema, tanto a puertorriqueños como a extranjeros, pues el arte escénico de este dramaturgo alcanza aquí, a través de depuraciones, sín. tesis y voluntad de convertir la escena en metáfora poética, un extensivo poder de comunicación. El autor mismo ha dicho que la aDra resuita un gran reto al director, los actores, y es escenógrafo, afirmación que es cierta. Estamos frente a una obra recreadora de la escena, ante un mundo de la imaginación poética que sin hacer caso omiso de
Escena del ballet La Plena
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esencias puertorriqueñas le habla al hombre genérico. Luis Rafael Sánchez, de quien ya se conoce lA Espera, Sol 13, Interior y La Farsa del Amor Compradito, se somete a la línea de fuego con una reinterpretación de las figuras del Cristo y la Magdalena; esto es, trae nuevamente al teatro puertorriqueño la discusión teológica que se iniciara con el drama Alumbramiento (1945), y reapareciera con los dramas El. Milagro, de Méndez Ballester; De Tanto Caminar, de Piri Fernández, y El Cielo Se Rmdió al Amanecer, de Edmundo Rivera Alvarez. Dicha discusión se ha sustentado desde varios puntos de vista. En Alumbramiento el personaje principal, Gilberto, busca a Dios en el desierto de su nada y éste le florece en el nacimiento de s~ hijo, o sea, en el milagro de la perpetuación en la carne; en El Milagro, de Manuel Méndez Ballester, los atorrantes del alma acaban por encontrarlo en la maravilla misma del devenir existencial con lo que contesta al Esperando a Godot de Becket; en De Tanto Caminar, Sor Carmen purifica su fe en un largo peregrinar por su espíritu, acosado por todas las tentaciones en la noche fantasmal; en El Cielo Se Rindió al Amanecer se propone un Dios de amor y misericordia en oposición a un Dios tirano y vengativo adorado por la barbarie; en ..•0 Casi el Alma. La discusión teológica toma otro sesgo: la figura de Cristo y la Magdalena, al con· juro mágico de la representación, renacen en un hombre y una mujer puertorriqueños, en entrañas mismas de un pueblo particular... o ¿se los han representado los personajes de la obra a sí mis. mas? De cualquier modo, Luis Rafael Sánchez, armado de procedimientos escénicos de nuevo cuño, toma por los cuernos un tema que comienza a eme bestir con nuevos bríos la escena contemporánea a pesar de la vocación de nihilismo de la misma. El autor, al igual que Rechani Agrait, ha procla. mado la sencillez de la obra en cuanto a suceso y lenguaje. No hay duda que en la misma se simplifica la composición dramática y que su lenguaje lo es el imaginístico del pueblo de los bajos fondos compelido por Sánchez, pero al igual que en la obra de Rechani y de Marqués, tras esta superficie, subyace en ... 0 Casi el Alma, la voluntad poética de metaforizar en una sola imagen todos los factores que confluyen en la creación de un mundo artístico de la escena. Este mundo termina por constituirse en acto subjetivo del dramaturgo y no pretendido reflejo realista de la existencia. Desde su primera obra, ha sido notable en Luis Rafael Sánchez una consciencia de lenguaje que convierte sus dramas en torrentes nominadores, corno si este joven autor quisiera abarcar el total de la apariencia para exprimir finalmente el sen· tido último del ser. En ... 0 Casi el Alma alcanza esta constante de estilo una mayor efectividad. Lo
que en Ionesco es sonoro espesor, oleaje de la nada, resulta en Luis Rafael Sánchez angustia ante el misterio, aparentemente disparatado, del ser. Con 10 que llegamos a Coctel de don Nadie, guiñolada en cuatro espantos de quien suscribe estos apuntes sobre el Séptimo Festiva! de Teatro Puertorriqueño. Ya había usado el concepto guiñolada para denominar mi pieza cómica Club de Solteros. La misma se deriva de guiñol, especie de teatro de muñecos confonnados por las manos y movidos por éstas. Lo de espantos se refiere a la naturaleza de los actos, hijos de una incontenible movilidad donde se entrelazan la farsa, la sátira, la ironía, la burla la broma, la caricatura y el disparate en una grotesca batahola ClArriví ·-ha dicho el joven- director de la obra, Francis Santiago- se vale de la irrealidad para acusar con más vigor la esencia de la realidad•. En la superficie de Coctel de don Nadie, a! igual que lo detectivesco en la obra de Marqués, aparece una sátira y caricatura .de 10 sexual como se explota
comercialmente, hasta la indigestión aguda, en nuestra época; pero tras este espejo defonnador que solivianta las formas y maneras realistas en busca de la risa, un segundo plano de intención pretende revelar, por el revés, la agonía del cuerpo social, desmoralizado por la falta de ideales redentores y abocado por ello, a la desaparición. En este plano se busca la sonrisa, la que nace de saberse uno posibilidad de convertirse en muñeco y caer en el ridfculo de darle la espalda a la vida, sagrada existencia, porque de dioses tenemos mucho y de marionetas bastante. Piri Fernández ha visto en la obra, que parodia a la parodia de vida que es el teatro del absurdo e incluso se parodia a sí misma, una reaparición en términos fársicos, muñequeriles, de la bacanalia dionisiaca y en don Nadie un cómico -trágico retorno del dios de la perpetuación. La clave está en aprehender la razón de la descoyuntada, resistente y rebelde Remedios, personaje de acento popular puertorriqueño, envuelto en el caos de un coctel
Escena del ballet Apuntes
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sin propósito, sin freno y sin identidad, o, por lo más, con la identidad del diablo, que es decir, del vacío. A Todos los Ruiseñores Cantan, El Apartamiento, ...0 Casi el Alma y Coctel de don Nadie, por debajo de los diversos juegos de apariencias, de sus diferentes temáticas, de sus múltiples interpretaciones de la realidad y los prismáticos recursos de estilo, las une un nuevo concepto teatral, el del poeta transformador de la escena en contra del autor realista -fotógrafo impersonal de un trozo del cuerpo social, el de creador de mundos en contra del alma. cenista de objetos. Si el Primer Festival de Teatro Puertorriqueño revela gran unidad en cuanto a su equilibrio de los ingredientes dramáticos de la generación de los treinta y las formulaciones técnicas y liberaciones poéticas de la generación de los cincuenta, el Sép.
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timo Festival se adjudica el mérito de haber propuesto, como nunca antes, la conversión de la es.. cena en pura metáfora dramática. No es otra la razón por la cual establece, luego de la más grande y excitada publicidad de festival alguno, records de asistencia, taquilla, opiniones criticas, actitudes y catarsis del soberano, reacción pública, polémicas de capillas literarias y libre exprensión energuménica hasta barbar, no ya en artículos a raíz del suceso, sino en foros a cuatro meses de los estrenos. La conmoción ha superado a la del Primer Festival y se dejará sentir en el fu· turo. Quiérase que no se ha manifestado el espíritu puertorriqueño con energfa esperanzadora' cuando se le creía totalmente abatido y el entierro que han venido celebrándole los campeones de nuestro como pIejo de inferioridad se quedó sin cadáver a quien despedirle duelo.
Exposición de la obra de Angel Botello Barros
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torriqueña tuvo lugar en la noche del 6 de marzo la apertura de la exposición del pintor y escultor español Angel Botella Barros, desde hace muchos años domiciliado en Puerto Rico. Botella Barros nació en Cangas de Morrazo, Galicia, en 1913. En Vigo comenzó sus estudios de arte, que continuó en Madrid y ·terminó en el Instituto de Bellas Artes de Burdeos. La guerra civil le arrojó de su patria -a la que nunca ha regresad~ y junto con otros artistas españoles entre quienes figuraban José Gausach y Vela Zanetti se trasladó a la República Dominicana. En 1944 pasó a residir a ,la capital de Haití. Su estancia en este país fue larga y fecunda. El enigma y misterio de las selvas haitianas habría de 'tener una influencia decisiva en su modo de ver y de sentir el arte. En 1951, invitado por la Universidad de Puerto Rico, vino a San Juan. Poco después abría en el Hotel Caribe Hilton una galería de arte que en 1960 ,trasladó a ]a calle del Cristo. En el catálogo de la exposición señala el doctor José R. Oliver que Botella Barros no es en su fondo sino una versión de] románico gallego, «tanto en la forma y el color de sus creaciones como en su personal modo de ser y en el aislamiento en que produce su obra., obra que «no es una simple repetición, sino su propia y personal creación sobre tal principio, con felices entronques del alma haitiana y el color, también, del alma de Puerto Rico •. En la exposición figuraron 26 óleos, 10 linoleos y 7 esculturas. De ella dan algunos aspectos las fotografías que ilustran estas páginas.
Cartel de la Exposición, por Rafael Tufiño
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«Cabeza..
«Niña.. oleo
«Cabeza»
El pensamiento social de Eugenio María de Hostos Por EUGENIO FERNÁNDEZ - MáNDEZ
E L PENSAMIENTO SOCIAL DE EUGENIO MAR1A DE Has· tos, no ha sido visto todavía en su impresionante magnitud y significación por sus biógrafos, porque Hostos no ha tenido aún un exégeta capaz de situarlo en el lugar que le corresponde en el mundo de su lengua y cultura hispánicas. Sobre el alcance del pensamiento hostosiano ha dicho en su Historia de la sociología el tratadista español Francisco Ayala: «Todos los países pertenecientes a nuestra comunidad de cultura -y se refiere Ayala a los pueblos que comprenden el círculo de cultura hispánica"""'7 tienen la misma proba. bilidad de producir obra significativa para el espíritu, en cuanto todos participan por igual de aquella comunidad básica....La producción intelectual dentro de nuestro círculo de cultura no tiene lugar en función de Estados Nacionales, sino en función de la comunidad cultural amplia a que pertenecen tan desiguales países. ¿Cómo, si no -sigue diciendo el profesor Ayala-, se explicaría por ejemplo que uno de nuestros magnos sociólogos, Hostos, fuera un puertorriqueño? «:.. Un círculo de cultura que yace pasivamente al margen de unidades políticas activas, empeñadas en una lucha por la hegemonía, tampoco participa en ellas en el mismo plano por lo que se refiere a la producción intelectual. La conciencia de una comunidad cultural no equivale a la conciencia na· cional, ni maneja las mismas preocupaciones. En
parte disfruta de la ventaja de una mayor amplitud de visión y de holgura para un cierto tipo de experiencia, pero le falta el aguijón del poder; y, sin ese estímu:lo está abandonada a la sugestión del poder ajeno...• cLos pueblos pertenecientes al círculo de culo tura hispánica -dice más adelante el profesor Aya. la-, han tenido en conjunto, durante el siglo XIX y hasta el momento actual, tan ,sólo una participa.
ción indudablemente pasiva por lo que se refiere al juego de factores del poder mundial.. 1 Son estos hechos políticos y sociológicos, como bien apuntaba también Gabriela Mistral, los que han oscurecido -en parte- el brillo de la obra de Hostos.
Recuento biográfico: Eugenio Maria de Hostos nació en Mayagüez, creciente emporio azucarero entonces, el día 11 de enero de 1839, en la casa de campo de sus abuelos. Casa en que vivía también don Agustín Aurteneche, vizcaíno. Dos años después de su nacimiento, se produjo en Mayagüez' el famoso incendio que des. truyó una parte considerable de dicha ciudad. Por fortuna ello no afectó a su familia. Hacia el año 1847, cuando Hostos contaba nueve años, estudió en el liceo de don Jerónimo Gómez de Sotomayor de San Juan. De ahí pasó por dispo. sición de sus padres, y tal vez influido en esto por don Agustín Aurteneche, al Instituto de Segunda Enseñanza de Bilbao, en el país vasco. Bilbao era ya por entonces una poderosa urbe industrial y tenía y explotaba minas de hierro, fábricas de papel, cristal, tejidos y otros productos. Durante esos años (1854.56) de estudios del joven Hostos se suceden en España el gobierno del general Espartero y luego el de O'Donnell. En 1857, encontramos a Hostos cursando su carrera de Derecho en la Universidad Central de Madrid, allí colabora con artículos en la prensa y frecuenta el Ateneo, donde traba amistad con el conocido abolicionista y separatista puertorriqueño Se. 1. F. Ayalll, Tratado d~ soci%gla (1 volumen: Historia de /a sociologIa), Editorial Losada, Buenos Aires. 1947. p. 242.
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gundo RuLz Belvis. Es además, por entonces, redactor de La Voz del Siglo, junto a don Gumersindo de Azcárate (quien fue luego profesor de Derecho Comparado en la Universidad de Madrid) y de don Se. gismundo Moret que llegaría a ocupar el puesto de Ministro de Ultramar y de Hacienda años más tarde. En ese mismo año de 1857, muere su madre, doña Hilaria Bonilla, por 10 que Hostos gira una corta visita a su tierra natal. En 1861 estalla en los Estados Unidos la guerra civil antiesclavista capitaneada desde la presidencia de la nación por Abraham Lincoln. En Puerto Rico se activa poderosamente el abolicionismo por la agitación antiesclavista de 'hombres C0Jl10 Segundo Ruiz Belvis, José Julián Acosta', Julio L. Vizcarrondo, Ramón Emeterio Betances.y desde España, por el mismo Hostos. ·Las ideas políticas reformistas de Eugenio María de Hostos, culminan en el año 1863 con la publicación de su novela La peregrinación de Bayadn. Ep ella aboga Hostos por la libertad de las Antillas y propone el plan de la Unión Antillana. Más tarde Benito' Pérez Galdós retrata a Hostos en su libro Prim, llamándole «talentudo y brioso., en ocasión de «las matanzas de San Daniel. (1865), cuando tropas del gobierno dan muerte a algunos estudiantes de la Universidad de Madrid que protestaban en solidaridad con el Rector de esa Ubio versidad don Juan Manuel Montalbán, por el des. pido que el gobierno había hecho de varios profe. sores: don Julián Sanz del Río, don Emilio Castelar y don Francisco Giner de los Ríos. ·La lucha política por la independencia de Puerto Rico, proseguía entonces con desiguales alternatiVII$. En 1866, don Antonio Cánovas del Castillo a nombre de la Junta de Gobierno de la Monarquía española Uama a la Junta de Refonnas para· las Antillas. Todo ello resulta una triste farsa colonial más para Cuba y Puerto Rico,. y en consecuencia, y entre otros, por gestión de Ramón Emeterio Be· tances, se produce en Puerto Rico el grit.o libertador de Lares (1868), que no tuvo éxito, y, para. 1elamente «promovido por· patriotas cubanos. el grito de Yara en Cuba que iniciaría allí la Guerra de los Diez Años (1868-78), que culmina con la pro. clamación pn;matura y fallida de la República por don Carlos Manuel de Céspedes. En aquellos días España estaba también agitada por la Revolución (1869) Y por la subsiguiente proclamación de la Primera República española (1873), después de la abdicación de Amadeo r. Confirmada la República por las Cortes en 2 de febrero de 1873, no consiguió, sin embargo, crear un gobierno estable y el pronunciamiento del ma· riscal Arsenio Martínez Campos, le puso fin a la situación el 29 de diciembre de 1874; En 1876 el gobierno español depone a los profesores liberales que fundan la Institución Libre de Enseñanza capi. ...
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taneada por. don Francisco Giner de los Ríos y hogar y fermento de la Revolución intelectual española que prepararía el advenimiento de la Segunda República en 1931. Era aquel el tiempo de la convivencia amistosa de Pereda, Galdós, Clarín, y el gran polígrafo Menéndez y Pelayo; tiempo en que surgió y se desplegó además la generación del 98. Hostos ya en América (desde 1869) durante la revolución que crearía la primera República española, aparece aun doctrinalmente como autonomista y reformista antillano, pero es defraudado por los liberales españoles y se decide por la independencia de Cuba y Puerto Rico. Se había trasladado ya primero a París, y de allí a Nueva York, donde forma parte de la Junta Revolucionaria Cubana (1869), pero müy para su pena halla divisiones internas entre los revolucionarios motivados 'por personalismos. Hostos apremiado por circunstancias políticas no llegó a terminar sus estudios en Madrid, y para ganarse la vida traduce obras para la casa Appleton de Nueva York. En 1870 emprende un recorrido por Hispanoamérica a fin de recabar ayu·da para la causa revolucionaria cubana. Recoge sus impresiones en un' libro titulado Mi viaje al Sur. Funda en Lima y luego en Santiago de Chile la Sociedad de Auxilios para Cuba. Visita Perú, Chile, Argentina, Brasil, Venezuela y Colombia. De cada país trae originales observaciones. En Chile escribe, entre otros, los famosos ensa· yos sollre Hamlet; el poeta Plácido (autor del conocido "romance a Jicoténcatl); y Carlos Manuel de Céspedes, el patriota cubano. En Argentina conoció personalmente a Sarmiento, quien le niega ayuda a Cuba, alegando que de hacerlo perjudicaría los intereses de exportadores argentinos .de tasajo o carne' cecina. Es influido allí en cambio por Alberd.\ en sus ideas sobre «economía política•. De este viaje al sur, regresa a Nueva Yor,k y' dirige junto al escritor cubano Enrique Piñeiro, ~¡. vocero La América Ilustrada (1874). En 1877, enferma su padre. Hostos decide ir a Cuba pero azares del destino lo llevan a Venezuela. Allí conoce a Berlinda Ayala y.{i.e casa. En 1879 regresa a Santo , Domingo donde e$J~blece su residencia. Escribe en· tonces, algo ilusióJ)!dO por su amor paterno, sus sencillos Cuentos a mi hijo. Por iniciativa de Hostos se crea en 1880, la primera escuela normal'de Santo Domingo. Desempeña además, en la Universidad ~átedras de derecho, economía política y moral. Publica entonces su Tratado de Derecho Constitucional (1887), y un año más tarde, la primera edición de su Moral social. Llamado a Chile por el presidente José Manuel Balma'Ceda, dirige en aquella República el Liceo Miguel Luis Amunategui y dicta cátedras de Derecho en la Universidad de Santiago (1888).
En el año de 1895 José Martí se lanza a hacer la Independencia de Cuba. Hostos aún en Chile pu· blica en solidaridad con la Revolución cubana sus Cartas públicas acerca de Cuba (1897). Un año más tarde, regresa a Nueva York y atraído por el cambio de soberanía (que había producido la «Guerra Hispanoamericana-, 1898) viene a Puerto Rico, donde en un intento de despertar el espíritu de sus compatriotas para que reclamaran en aquel momento histórico la independencia nacional, fundó la «Liga de Patriotas». Dedi1::6, pues, así su vida al más noble de los ideales: la independencia de su patria i la educación de los pueblos. Para defender el derecho de los puertorriqueños a la libre determinación fue a Washington en 1899 formando parte de una comisión de Puerto Rico, integrada además por J. H. Henna, Rafael del Valle y Manuel Zeno Gandía. Pero, convencido de la inutilidad de su esfuerzo por el designio de los Esta· dos Unidos y la apatía de los puertorriqueños, regresa cansado y desilusionado a Santo Domingo en 1900. Allí dirige el Colegio Central y de sus apuntes de cátedra redacta el esquema de su Tratado de sociología en 1901. A los sesenta y cuatro años mu~re Hostos en Santo Domingo en 1903. En 1938, la Confederación de Estados Americanos reunida en Lima, le procla. ma «ciudadano de América» y, en 1939. el gobierno de Puerto Rico, publica en homenaje a su mema. ria prócer los veinte volúmenes de sus Obras como pletas.
Pensamiento social: Hostos tiene derecho a figurar entre los más grandes precursores de la ciencia política y la sociología hispanoamericana. Discípulo de Augusto Comte (1798-1857), autor de la Filosofla positiva, donde por primera vez se usa para. referirse a la nueva ciencia, el término Sociologla; y de Heriberto Spencer (1820-1903) que en su First Principles (1862), exponía los dogmas básicos de su sistema de filosofía sintética en los principios de la evolución universal. Por ·10 que se ref.iere a la América Latina, Hostos junto con Juan Bautista :Alberdi y Sarmiento en la Argentina, Sylvio 'Romero y los hermanos Andrada en el 'Brasil, es una de las cabezas de pensamiento social más completas de su tiempo. Es comparable a Frank W. 'Small, Franklin Giddings y Lester F. Ward, los precursores de la sociología en Norteamérica, y en pensamiento filosófico superior a ellos. Para entenderlo pues, es necesario entender las ideas predominantes en su época, ideas que satura. ban el ambiente cultural en que se movían estos pensadores y que formaron la atmósfera cultural común en que todos se hallaban inmersos. Por eso
resulta, en relación con esto, tan acertada la frase de J. H. Randall: cA cada idea y costumbre hay que ponerle fecha para comprenderla adecuadamente».2 La época de Comte, Spencer, Bagehot o de Frank W. Small, Lester Ward, Giddings, Sylvio Romero, Hostos, Alberdi, etc., es época de construcción en la sociología. Epoca, pues, de -grandes sistemas deductivos y especulativos. A ésta seguirá una época de empirismo, pragmatismo y método crítico aplicado al estudio de problemas limitados dentro de marcos histórico.geográficos claramente deslindados y ceñidos. Es decir la tendencia ha sido de la sociología sistemática a la exagerada especializa. ción que aún se hace sentir marcadamente en el llamado a abandonar la construcción de sistemas, para cultivar en cambio los campos especiales. En Norteamérica donde el pragmatismo ha sido la filosofía dominante del capitalismo comercial e industrial esta tendencia práctica ha ido más lejos que en otra parte alguna. El .siglo XIX, es un siglo de crisis. Testimonio de ello es el ·hecho de que las tres filosofías más difundidas en el siglo -las de Augusto Comte, Herbert Spencer y Karl Marx - propusieron progra· mas sociales remediales, aunque contradictorios. Comte predicaba el despotismo ilustrado del Ancien Régime; Spencer el individualismo de un capitán de industria, y Marx un socialismo industrial obre. ro. La base común del pensamiento del siglo XIX fueron las ideas de evolucionismo y progreso. Los dogmas fundamentales de la te científica ta. maron en el siglo XIX la forma de grandes generalizaciones: la conservación de la energía, las leyes de la termodinámica, la selección natu~, la evolu. ción de las especies y el origen primate del hombra, y por sobre todo un inexorable determinismo se-· cularista que '11evaba a los grandes pensadores a ofrecer una respuesta negativa o agnóstica al fenómeno religioso. Durkheim, por ejemplo, reduce la experiencia religiosa al sentimiento de comunidad del grupo totémico; sentimiento que se da también aumentado y transformado en la tribu y la nación. La Revolución Industrial, una de l,fls grandes transformaciones de la historia humana: doble transformaci6n de la tecnología y del orden social, propiciada por la explosión pobladonal y el naci. miento de una clase obrera, aceler6 el resquebrajamiento del antiguo orden -social de un modo más completo que la Revolución Comercial que habia destruido el orden del medioevo. Las capas superiores de la sociedad, el clero y la nobleza terrateniente, con la difusión de la Revoluclón Industrial o su símbolo y encarnaci6n material, la fdbrica - de 1815 a 1848- fueron eclipsadas o absorbidas por los nuevos sectores comerciales, profesionales 2. 1. H. Raudall. La fomtlJCidn del pmslU11iento mDderrw. BuCIIOll Aires. 1942, p. 491.
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miento racionalista de la Ilustración era su cerrada e industriales. Para ayudar a resolver los problemas oposición a toda experiencia trascendente, que llesociales así creados, surgió de la confusión reinante garía al extremo de querer reducir la libertad políun mayor desarrollo y diferenciación de las ciencias tica y moral del hombre a ridículas fórmulas masociales especiales, penetrando a todas las cuales había un tipo de pensamiento que acabó por pro. temáticas. ¿'Cuál fue, pues, la posición de Hostos respecto ducir la Sociología. a este nuevo orden industrial y tecnológico, o res. Características dominantes del siglo XIX fueron, pues, el industria~ismo (la máquina y la fábrica) el pecto a la sociedad de su tiempo? ¿Cuál fue su actitud ante la magna cuestión social? racionalismo heredado de la RevC'lución francesa, Si Comte - a quien Bostos admira - condena el nacionalismo de corte burgués, la democracia y la el nuevo orden industrial y sus males, su fórmula soberanía popular, la cODl;:epción individualista de' reformis~a es de interés por su gran idealismo: «Lo la sociedad, el, «contrato social» y la creencia en leyes naturales. . . que se necesita - afirma el filósofo positivistaes una nueva moralidad industrial y social. Median· En el pensamiento de Bostas, influye, .como era de esperarse, toda· esta vasta transfonnación de la 'te el sistema educativo positivista se mculcaría dicha moral, de lo que resultaría la reprobación cultura y la consecuente actividad' intelectual. Los universal infligida por la ética positiva al uso egoísnombres de Augusto Comte (17~9-1857), de Immanuel Kant (l7tl4-1804), dé John Stuart (1806ta de las riquezas poseídas... Una vez que se hubie1873), de Heriberto Spencer (,~'820-1903), 'de Lester ra establ~cido la, educación comÚD bajo la dirección del poder espiritual, no sería de temer la tiranía de F. Ward. de Franklin Giddings y especialmente de Carlos Federico Krause,' (17801-1832), alemán' conla clase capitalista. Los ricos se considerarían guardianes morales del capital público. Quienes poseen temporáneo de Fichte, Schelling y Begel, que bus. tendrán el edeber» de asegurar a todos en primer caba crear «una ciencia de 1:, vida uniyersal genetérmino la educación y después el trabajolt.3 Lo que ra!», y, especialmente, una ciencia de, sociedad como se pide. pues, es la reforma moral y la Utopía. organismo total compuesto dicho or~ismo total por organismos sociales, cama la familia, la comuPara Hostos, la ciencia en cuanto estructura ra· nidad (pueblo, tribu y nación) y por último, coro· cional de pensamiento es un sistema coherente de nándolo todo, la asociación de' pueblos y naciones: generalizaciones, de premisas y consecuencias.. El método de la ciencia, es para él, el método de la Para Krause estas entidades ~ran .personas sociales», pues como entidades orgánicas tenían eperso. razón: observación, inducción, deducción y sistenalidad». De igual 'modo promulgaba Krause que , matización. Pero al descender al estudio de sociela vida plenamente moral del individuo, 'requiere la dades concretas Bastos postula - con buen jui. vida de la comunidad y no puede ser vivid~ aislacio -:- un método histórico: ePara juzgar a un puedamente, fuera del orden de- la vida social. La jus'. blo es neGesario - nos dice - conocer su historia, ticia y el amor, enseñaba Krause, s610 pued~n ser que equivale a conocer la formación, desarrollo y justificados en una comunidad.' La constante tenestado adual de la vida en el pueblo juzgado».~ Con dencia de los seres hacia la unidad suprema -.ada., gran sagacidad al estudiar en su Peregrinación de Bayoán la sociedad de Puerto Rico del siglo XIX, ra - encuentra su punto culminante en la H\lIIlanidad racional, en la pura gravitación hacia el. supretraza el agudo contraste ya imperante entre la civi. mo Bien. Krause, al introducirlo en Esp~a Sanz lización de la urbe y 10i vida campesina con su sim. del Río, encontró allí, por el eticismo que informapIe ecoDl;lmía de subsistencia. ba su moral social y que reina en todo ~u sistema, Ha,blándonos de América Latina, dice Bostas: una particular simpatía. «las ciendas de las sociedades y de la riqueza (s~ También influyeron en el pensamiento social de ciología y economía respectivamente) tienen un Hostos, las obras de Francisco Giner de 'los Ríos 'campo absolutamente inexplorado, horizontes des(1839-1915), Juan Bautista Alberdi (1810~1884), Gu. , conocidos, confirmaciones inesperadas de sus vermersindo de Azcárate (1840-1917), Guillermo Wundt dades en aquella sociedad, una en esencia por su (1832..1900), Sylvio Romero (1851-1914), Sarmien., origen, por sus tradiciones y sus fines, tan varia en to (1811-1888), y José Martí (1853.1895). 'y directa o tendencias. en fenómenos morales y políticos, en indirectamente, se reflejan en su obra las ideas de es~dos sociales y económicos, en grados de cultu· precursores del siglo XVIII corno Giambattista Vico ra, en aplicaciones del progreso político a la vida (1668-1744), primer expositor del métodp histórico.. material y en interpretaciones del ideal amerisocial, quien postulaba ya tres sucesivas etapas de cano».! la evolución de la sociedad: 1) edad divina, 2) edad heroica, 3) edad del hombre y en consecuencia del 3. A. Comte, Polilique, Vol. l. pp. 321-33t. «progreso lt ; y de otra parte, Voltaire, Raynal y los 4. E. Maria de Hosto,. «Perú., en Temas sudamericanos. Obras completas, San Juan. 1939, p. 113. enciclopedistas. 5. Eugenio María ·de Hosto" en Temas sud4merlcanos. en Obras La principal característica de todo este pensa. compldas, San Juan. 1939, p. 9.
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Al hablar de la sociología de su propia tierra al comentar en un cierto tono romántico y rusoniano sobre la vida campesina vs. capitalismo comercial, dice; cIsla querida si los hombres que te pueblan fueran tan sencillos y tan buenos, como estos ql1e habitan en tus campos; que hacen su albergue de tus palmas, su fácil alimento de tus frutos; sus pla. ceres del tiple, de sus trovas y de su amor por ti, serías entonces tan feliz como poblada; pero tú como todas las tierras das nacimiento a reptiles, y en ti los reptiles son el hombre.» cFilósofos de la naturaleza, jíbaros indolentes, vosotros sois los hombres; los reptiles están en las ciudades ».6 «Rostos - como bien apunta Pedreira - no es un repetidor vulgar, ni acomodador hábil de lo ajeno, ni abrillantador de piedras opacas, ni chalán que engorda con arsénico el cuartago que va a vender, no. Rostos es pensador original y auténtico. El conoce los problemas sociales e institucionales de América».7 Tampoco improvisa sus ideas; se ocupa de cuestiones sociológicas y políticas con un carácter sistemático. Igual que Comte, Spencer, Mill y otros de sus contemporáneos en el Viejo o el Nuevo Mundo, ensaya la construcción metódica de un sistema de sociología, que puede con justicia ser caracterizado por su racionalismo idealista y optimista. Para Rostos, da libertad no es más que la práctica de la razón y la razón es un instrumento, y nada más de la verdad».Si de Alberdi puede decir Poviñá en su Historia de la sociología latinoamericana (1941), que «conoce y comenta a Comte y Darwin; antes del 70 ha leído a Spencer; en escritos de 1878 discurre de Taine y Fustel de Coulanges». y añade; «Es dificil que ningún otro americano estuviera, en su época, más al corriente de las nuevas direcciones sociológicas». Si no más, al menos podemos proponer a Rostos como par de Alberdi, sin error, ni exageración; incluso en sus limitaciones. Igual que Juan Bautista Alberdi, en su Sociología Rostos trata de conciliar por la simple razón el antagonismo entre el individuo y el grupo.' Alberdi, además, ~s hombre de su tiempo, en cuanto trata de llegar a cuna interpretación económica de la historia política argentina». También al formular las Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina (1852). «¿Qué es la economía política -enseñaba Alberdi -, y en qué sentido se dice política esta ciencia? Es política porque ella enseña a ser rico como 6. Eugenio Maria de Hostos, en TemIU sudamericanos. en Obras completas, San Junn. 1939, p. 9.
medio de ser libre. Es la ciencia de la libertad por excelencia, pues la libertad no es más que el poder de cada hombre, y el poder de cada hombre no está en el fusil, sino en su capacidad de producir, en el bolsillo, en su fortuna, en 10 que tiene y puede».I0 Durante el siglo XIX la biología se convirtió en la ciencia dominante y por tanto modelo de las cien. cias sociales que se dirigieron a ella en busca de nuevos conceptos y analogías. En el concepto de organismo hallaron los sociólogos, infinitas posibilidades de elaboración. Como dice John H. Randall en su obra sobre la Formación del pensamiento moderno: cdespués de Darwin [padre del organicismo evolutivo] no era posible rehuir el hecho de que el hombre es parte y producto de la naturaleza, que ha ascendido a su estado actual desde humildes orígenes, y que todas las obras han sido conquistadas trabajosamente en lucha con un medio hostib.J1 El hombre no obstante, y ésto frecuentemente se escamoteaba, forma parte de un organismo moral viviente; la sociedad. La utilización de la educación universal como proceso de socialización a través del cual se alcanzaría el perfeccionamiento moral del hombre y el progreso social, recibió en el siglo XIX el mayor estímulo de la filosofía de la historia, el contrato social, las escuelas sicológico-sociales y la escuela biológica, al frente de las cuales se hallaban pensadores como; Comenius, Locke, Stuart Mill, Rousseau, Peztalozzi, Froebel, Regel, Adam Smith, Vico, Comte, Bagehot, Tarde y Spencer». El principal problema de Bagehot, por ejemplo, en su Física y política (1872) giraba en torno al estudio inductivo del proceso social, o evolución del grupo, que él consideraba debía tener un crecimiento continuo valiéndose de la imitación y la discreción como los medios del progreso. Esta idea tenía claras tangencias con las formulaciones de Stuart Mill en su famoso Ensayo sobre la libertad. Spencer, por otra parte, en su extensa Synthetic Philosophy {lS60-93), trató de deducir las cleyes de todos los campos del conocimiento», desde la astronomía, hasta la sociología y la ética, partiendo del principio fundamental de la evolución definida como un proceso de cambio mediante el cual la materia pasa de una homogeneidad indefinida e incoherenté a una heterogeneidad 1efinida y coherente, al mismo tiempo que se produce lá disipaci6n de fuer.zas que tenninard en el reposo absoluto. Según Spencer; «Cada planta y animal avanza de lo sim. pIe a lo complejo, de lo homogéneo a 10 heterogéneo». La misma ley colectiva rige diversos niveles; desde lo astronómico, 10 geológico, 10 biológico y psicológico, hasta lo sociológico o superorgánico. La
7. Antonio S. Pcdrcira, Has/os ciudadano de América, San Juan, 1939. p. 25.
8. Peregrinación de Bayodn, Op. cit., p. 8.
10. Poviñá. Op. cit., p. 24.
9. Poviñá, op. cit., p. 22.
U. Rondall, Op. cit•• p.
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filosofía de Spencer, es pues primordialmente: na· turalista y racionalista. Spencer, fue el principal fonnulador y propagador de ,la idea del organicismo sociológico... Su limitación idealista, evolucionista y optimista fue muy car:acterística de su tiempo. Esas dos doctrinas fundamentales de la sociedad -la evolucionista y la organicista - constituyen las contribuciones teóricas más importantes de Spen. cer a la sociología. Pero no superan plenamente el reduccionismo monista, ni el positivismo. En su Philosophie Positive (1830-42) Augusto Comte sostuvo que la ciencia de la sociedad debe .fundarse explícitamente en la biología. Comte creía percibir un claro desarrollo a través del cual debían pasar todas las ciencias, comenzando en una época teológica, pasando a una época metafísica, para culminar en la cetapa positiva.. Y, según su Diario, Comte Uegó a tener muy avanZ3dos los preparativos para escribir una Matemdtica de la historia inspirada en la Scienza Nuova de ViCO.12 Aquí evidentemen. te tenía la ingenuidad desorbitada y la característica ceguera que heredó el cientificismo de los siglos XIX Y XX. cSin pertenecer a una escuela determinada - como dice Pedreira - Hostos se relaciona con los sistemas más conspicuos de su época - Kant, Comte, Spencer - y rechaza ya algo de lo improcedente teórico que había en ellos, aprovechando 10 que era más útil y aplicable a sus directas observaciones del medio social y a los estudios que hizo sobre la organización viva del Estado. Entronca en Tocqueville, Stuart Mill y Hamilton, en sus ideas políticas; en el criticismo de Kant, en sus ideas filosóficas generales; en el organismo de Spencer y en el método de Comte, en sus ideas sociológicas; en ComeDio, Rousseau, Pestalozzi y Froebel en las pedagógicas. Admira en Bacon su método de investigación; a Montaigne y a Spinoza los explica; a Montesquieu 10 completa. Lejos de la metafísica y del trascendentalismo sus mayores relaciones son con el racionalismo de Kant y con el positivismo de Comte•. u Estas últimas influencias, sin embargo, las recibe asimiladas a través de Federico Krause, filósofo alemán idealista contemporáneo de Hegel, Fichte y Schelling, que halló en España y en su tiempo, como hemos dicho, una acogida especialmente favorable. Con claridad sistemática expuso Hostos la concepción axiológica krausista en su Tratado de moral, que consta de tres partes: I. Moral natural, 11. Moral individual y 111. Moral social. Así como para el conocimiento de la naturaleza física nos servimos de los sentidos y la razón - promulga Hostos-, para el conocimiento de la naturaleza moral posee12. Pcdrclra. Op. cit•• p. 58. 13. Pcdrclra. Op. cit.• p. '1J11.
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mos también otros órganos de conocimiento: el órgano supremo de nuestra constitución moral -la conciencia en el sentido ontológico y personalobliga a las ideas intelectuales a practicar el bien. Por eso, hacer al hombre más consciente y racional es hacerlo al mismo tiempo más dueño de sí mismo, ya que el hombre es más hombre cuanto más hace lo que debe. He aquí entonces la perspectiva moral hostosiana, el esfuerzo por encontrar una base ética exclusivamente positiva y laica. Como las
ideas basadas en realidades trascienden de la razón a la conciencia, no se contentan can servir a la verdad, sino también a la justicia. De estas condiciones que influyen sobre la voluntad mediante la razón se deriva el carden natural» de la moral. La moral es una «ciencia. deductiva, porque hay fenómenos reales y principios necesarios de la naturaleza hu. mana que constituyen un arden natural dependiente de ·las leyes naturaI.es•. Vemos así a Hostos orientado hacia una interesante - aunque todavía limi· tada - combinación de krausismo y positivismo. Obligados por la conciencia a respetar las «leyes. físicas, morales y sociales ..-- enseña Hostos - , chay que poner de nuestra parte un continuo esfuerzo y una continua disposición de no salirnos del orden que contemplamos y acatamos. Ese esfuerzo y esa disposición, que es lo que constituye el deber, se derivan inmediatamente del hecho mismo de estar relacionado el hombre a sí mismo; a los otros y a la Naturaleza». De esta triple relación dimanan tres categorías de deberes: los primeros se refieren al mundo físico y corresponden la Moral natural; los segundos se refieren al mundo moral propio y dan origen a la Moral individual: y los terceros, a nuestras relaciones con la sociedad y quedan comprendidos en la Moral social. La Moral natural se encarga del estudio analí. tico de los deberes del hombre ccomo hecho cosmológico». Siendo suficiente el conjunto de fuerzas físicas para determinar por sí solo toda la serie zoológica, es innegable que el ser humano es el úl. timo término de esa serie de procedimientos naturales. El afecto religioso debe tener por base ese reconocimiento de que formamos parte del mundo físico y el examen científico y moral de nuestras relaciones naturales, así cen vez de fundarse en el miedo. - constituirían el mejor vínculo para ligar nuestra razón limitada a lo trascendental ilimitado. La Moral Individual estudia la correlación de funciones que existe entre el organismo corporal, la afectividad, la voluntad y la razón. La moral individual es la ciencia de nosotros mismos - y a cada una de dichas relaciones corresponde un grupo de deberes - idea ésta en que Hostos se anticipa, a los estudios contemporáneos de filosofía de la persona y axiología. Las relaciones con los demds - relaciones de necesidad, gratitud, utilidad, derecho y deber-,
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que son asimismo parte del desarrollo progresivo de nuestra conciencia, dan la base de la moral social que tiene por objeto hacer amables los deberes im· prescindibles para el bien colectivo. La Moral social tiene por fundamento una «ciencia»: la moral,' y el sujeto de otra ciencia: la saciedo.d. De las relaciones del individuo con la sociedad se derivan los deberes sociales de trabajo, obediencia, cooperación, unión, abnegación, conciliación y derecho. Todos estos deberes quedan sometidos a uno general, el deber de los deberes, máximo imperativo categórico que consiste en el exacto cumplimiento de todos los demás. Para Hostos, como para Krause o Kant, la ley y la costumbre funden al indh'iduo y a la sociedad en una unidad moral sui generis, en una «persona social.. El sociologismo hostosiano queda así anclado en una visión de la sociología como ciencia de la societas y la como munitas que dista, de las posiciones puramente ma· terialistas ya entonces en boga. Ya señaló críticamente Antonio Caso en su estudio sobre la Filosofía moral de Bostas que: .,La voluntad puede ser 'facultad esencialmente perversa' lo mismo 'que fuerza optimista y regeneradora. El determinismo físico o biológico no puede dar la base de un sistema moral cuya norma emana del pensar desaprovechando la colaboración del sentir y el querer. En cuanto al fundamento de las moral en el deber, nos parece posición más acertada y humana que los que buscan su raigambre en especulaciones metafísicas».l4 Moral social y conciencia moral, son para Hostos, dos polos de la tarea peda. gógica indispensable: reformar el plan de conducta inmoral que sigue liasta hoy el hombre civilizado. Resumiendo: en su Tratado de moral se define 10 que es deber para con la naturaleza, para consigo mismo y para con el prójimo. Los límites de la • ciencia» moral están para Hostos dentro de las relaciones que enlazan al hombre con el orden cósmico, moral y social. Estas ideas como es lógico tienen su normal complemento en la exposición de su Tratado de sociología. Curiosamente limitado, sin embargo, en su como prensión del fenómeno poético o religioso, y contraponiendo así moral a estética, Hostos declara; «prefiriendo el combate de la inteligencia al triunfo del corazón [literatura], me sumergí en el estudio de la historia: Raynal, Robertson, de Pradt, Prescott, Irving, Chevalier, me presentaron a América en el momento de la conquista».l5 No es por eso de extrañar - dado su rigorismo y extremo racionalismo - su cerrada intransigencia ante la creación literaria y poética, pues oponía la razón a la emoción, que son ambas, esencialmente, formas de conocer distintas pero igualmente válidas 'Y comple14. AntoDlo Ca5o, en Pedrelra, Op. cil.. p. 222-2. 15. HOItOl, PerClriPl4Ci6n, p. 8.
mentarias. Consideraba por eso la creación literaria como «ocios impropios del hombre llamado a más altos menesteres patrióticos y humanos». Los temas fundamentales de su Tratado de so' ciología, que sólo nos dejó en sus apuntes de clase y que completan su visión de lo social, son los si· guientes: l. Introducción: la sociedad y el conocimiento <le la sociedad: Fines de la sociedad. 11. La persona (sociabilidad y participación en la vida social). HI. Morfología y fisiología social (forma y proceso) los grupos, conflictos, cooperación y como petencia, etc. IV. Estructuras sociológicas: costumbres, modas, instituciones y personas: Asociaciones, clases sociales, castas, comunidades. V. Control social: las sanciones y la conciencia. VI. El cambio social: bases tecnológicas e ideológicas, y por último, VII. Anomalías de la integración social: el suicidio,.el crimen, la pobreza, etc. En conjunto su esquema doctrinal organicista y funcionalista de la sociología, así como su desarrollo particulariza. do, tienen perfecta validez actual. En su Tratado de Moral, del cual la Moral social es una parte que se publicó también en versión separada (1888), Hostos expone una co~cepción panenteísta de la ética, característica de su especial filosofía y heredera en sus limitaciones de la Ilustración Francesa. El principio de la formación natural es el nervio de todo el sistema del pensamiento hostosiano. La ley que gobierna todo fenómeno de la naturaleza se aplica en su Tratado de Moral también a la vida de la sociedad. Según su cmoral social-, todo lo que es leyes e ideas morales, todo lo ~ue gravita hacia la paz objetiva de la sociedad, se formó por un trabajo natural, lento y progresivo. y así como la vida psíquica se desarrolla en relación con las necesidades humanas así también la vida moral corresponde a una necesidad esencial del hombre: la de la vida en sociedad. Este libro clásico por su actitud sincera ante la vida - Moral social-, que ahora presentamos en oportunísima nueva edición, es el fruto de las clases que dictó Bostas durante su permanencia en Santo Domingo, de 1880 a 1888. Como es natural, en muchas de sus concepciones su exposición recuerda la corriente krausista, pero en ella expone el autor además una concepción razonada y valiosa de la ética en las relaciones del hombre con la sociedad, ~ondenando de paso con valor y encendido afán apostólico muchas lacras y mentiras convencionales de nuestra civilización. En su doble menester de sociólogo y moralista Bostas ha realizado una tarea históricamente útil con la afilfIlación 'de la necesidad de una preceptiva moral - racionalmente fundada - en íntimo con. tacto con la vida, sus problemas y sus aspiraciones. Como sociólogo y moralista, Hostos amerita y reclama, por eso, todavía en nue.c;tro tiempo, un detallado estudio crítico y biográfico.
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La ciudad encantada San Juan de Puerto Rico Por
Jos~ SANTOS CHOCANO
Noble ciudad, no en vano sacudida por la emoción de un mar fosforescente, que, así, tendida, al margen de la vida, sueñas, romantizando tu presente; noble ciudad, que, en un ambiente blando c~mo de mansa y celestial locura, pasas días y noches deshojando la flor de una esperanza sin ventura; noble ciudad, que angustias la mirada hacia el ayer febril y aventurero, como atisbando, en tu ilusión, ]a espada y la' cruz de un antiguo Caballero: no vanamente, en el reposo grave de tus noches, las olas me han contado cómo a ti llegan, en la misma nave, un trovador, un monje y un soldado. Espada, cruz y lira, a un tiempo mismo, prometen a tu amor uD. mejor día: así es tu tropical romanticismo mitad ardor, mitad melancolía... ¿Por qué sentir resignación ni encono? Tu signo duerme, pero está seguro, como un florón sobre el dosel de un trono o como una panoplia contra un muro. 50
Noble ciudad, que yaces encantada: firme con el rigor de una promesa, un Castillo ante el mar cuida tu entrada como un dragón guardián de una princesa. Puede seguir Romeo en los balcones de Julieta viviendo poesía... La alondra no ha trinado en mis canciones: ya trinará... ¡No es tiempo todavía! Entre tu encantamiento silencioso que el temblor de la Luna envuelve en chales, ¿no oyes gritos que turban tu reposo? ¿No ves sombras que inquietan tus cristales? ¿Qué te expresa el palmar que urde en sus frondas escuadrones de espectros imponentes? ¿ y qué te dice el llanto de tus ondas cuando llena los ojos de tus puentes? /
Yo sé que volverán las golondrinas de tu lirismo, a repetir sus notas y a anidar en las grietas de las ruinas en que hoy se abruman tus murallas rotas.. y yo sé que en tu mar tiembla un balido que es angustiado afán de un derrotero: cada copo de espuma retorcido es tal vez un vellón de tu cordero...
Cordero de San Juan... Onda en vellones, plata, luna, candor, melancolía... ¡Oh ciudad encantada que te impones entre una musical cristalería! Juego de Sol y Luna en un diamante, yo te quisiese perpetuar en una copa labrada por un Sol vibrante o en un biombo bordado por la Luna. Publicada en .EI poeta de Aml!rica_.
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SI
La imagen de San Francisco de la Aguada Por ARTURO
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DÁVILA
NA !úPIDA VISITA A LA AGUADA, EN UN TIEMPO NO-
via del mar, que traía a sus playas los navíos de la flota de Nueva España, basta para apreciar ]a constancia de sus pobladores, que en todo tiempo prefirieron la amenidad del Jugar, aunque su ubicación Jos expusiera a violencias naturales: seísmos demoledores y huracanes, o bien a ]a no menos destructora de caribes y corsarios. En e] último tercio del siglo XVIII, la describe el Padre Abbad de esta manera: «se halla cercado de cuatro ciénagas, o lagunas en una llanura, que se anega en tiempo de lluvias. Está formado de cuatro hileras .de casas, que dejan una espaciosa plaza, en cuyo centro se ve la iglesia siempre arruinada; pues aunque se ha reedificado muchas veces, el suelo pantanoso no resiste la fábrica por los malos cimientos... »! Tal pa. rece como si el patrocinio del Patriarca de los Po. 'bres, San Francisco de Asís, impusiera su riente austeridad a la vi:JJa de ]a Aguada. Menos mal que el observador benedictino añade en seguida: «A un lado de la plaza hay una capilla decente y capaz, que sirve de parroquia a falta de ésta_o Pero ni a aquel sólido edificio de entonces ha respetado la inquieta superficie de Aguada. Derribado el mismo o el que lo sustituyó por los temblores de 1917, la Iglesia parroquial de nueva planta, conserva en su sacristía algunos objetos que alojó e] viejo templo desaparecido, únicos recuerdos que pueden evocar su borrada fisonomía. En 'Hl302 el Mayordomo de Fábrica tasaba sus alhajas en 1,694 pesos con dos reales. Una cruz procesional, de chapa de plata y alma de madera, obra de finales del siglo XVIII o principios del XIX, con 1. Historia Geográfica, Civil y Na/ural de la J la de Sa.. lua.. de Puerto Rico. México, 19~. P'g1na 134.
2. Córdoba. Pedro TOIl\
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de: MemorilU T.2, p'S. 163.
Imagen de San Francisco de la Aguada.
una curiosa decoración foliada simétrica de aspecto dieciochesco y resabios de la orfebrería del seiscientos como son las perillas filipinas, es lo que queda junto con las piezas que vinculadas a la imagen de San Francisco, mencionaremos en seguida. La placa adherida al dorso reproduce el emotivo escudo de la orden seráfica, compuesto de una cruz y los brazos cruzados y clavados de Cristo y San Francisco. El nudo o manzana recuerda en su deco. ración incisa, sin relieve, las formas vegetales que empleaba el taller del platero Pedro Elías (1824) en San Juan. Un Cristo, ahora yacente, de factura ingenua, obra tal vez de un imaginero del país, muestra todavía las hombreras de piel de bóvido que articu. laban sus brazos y permitían en las solemnidades de la Semana Mayor, reproducir con aire realista barroco la escena del Descendimiento. Pero la talla de mayor interés es la que, guarda. da en un gran escaparate, sale en procesión en el mes de octubre, con ocasión de la fiesta del Patrón San Francisco, a cuya tutela estuvo confiada desde sus principios la villa de Aguada. De conocimiento general es la noticia, transmitida ya por Torres Vargas en su Descripción (1647), de la muerte de cinco frailes franciscanos a manos de caribes en este .Jugar, donde existió al decir del mismo autor
Imagen de San Francisco, Aguada. Detalle de la cabeza
Imagen de San Francisco, Cádiz. Sacristía del Convento de Observantes
un convento, de modestas proporciones seguramen. te. Además, en el lugar del Espinar, que por tradición inmemorial se tiene por el locus Martyrii, se pueden ver aún los restos de la Ermita de la Concepción, otro motivo que comprueba la definitiva vinculación de las formas de piedad franciscanas a la geografía aguadeña. De dimensiones que sugieren inmediatamente su carácter procesional, (1.61 metros) la imagen de San Francisco, de las que llaman de esqueleto o canda. lero, es una fina muestra de imaginería hispáni~ y así la llamamos, pues, ayuna de toda documenta. ción hasta ahora, no sabemos cuál es exactamente su procedencia: española, novohispana u obra de un artífice residente en Puerto Rico. Si las manos han padecido retoques, la esplén. dida cabeza, en cambio, no parece haber sido afectada, a pesar de que la encarnación original está seguramente oculta bajo uno o varios repintes pos. teriores. 'La expresión de éxtasis doloroso en que se
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pierde la mirada se debe probablemente a que el brazo derecho sostuvo un crucifijo de mayores dimensiones y que elevado por los goznes del codo, estuvo fijo a mayor altura que la actual. Pero como el izquierdo, evidentemente, no se ta1l6 para sostener el asta rematada en cruz de la veleta, habrá que pensar que en otro tiempo hundia sus dedos en el pecho en la actitud contrita que nos ha transmitido la iconografía barroca. Concentremos en la cabeza la merecida atención que parece requerir. El cabello ha sido tratado por una gubia ex<:elente que imit6 a perfección el cerquillo monástico y las líneas de la barba revelan una factura cuidada y minuciosa que favorece el aspecto ascético del rostro. El relieve delicado de o}os vasos en las sienes nos confirman en la idea de que el artista fue un imaginario nada vulgar. Pero esta convicci6n adquiere cuerpo al entrar en detalles más particulares, los atributos de la iconografía franciscana propiamente dicha. De ordinario estamos acostumbrados a ver el clásico San Francisco, de rodillas recibiendo los estigmas, abrazado al Crucificado, o contemplando la misma imagen, como parece ocurrir en este caso. Ahora bien: las llagas aparecen generalmente en forma de meras heridas y la frente del santo, exen· ta de rasgos distintos. Pero en esta ocasi6n, el ig. norado imaginero ha recibido unas instrucciones precisas o bien entusiasmado con el tema, ha leído los textos biográficos primitivos cuyas concreciones plásticas singularizan esta talla, pues lleva esculpida en la frente una Thau o cruz dorada de escaso relieve aunque perfectamente trazada y visible y perforando ámbas manos, salen al dorso dos clavos retorcidos, cuyas cabezas se aprecian al interior. Uno y otro detalle no son otra cosa que la exacta representaci6n de 10 que describe el primitivo biógrafo del Santo, Tomás de Celano, en su Tractatus de Miraculis, al referir que e •. . Fray Junípero vio un
día como de la frente de su Santo Padre salla un Thau, una cruz que resplandecía con brillo deslum. brador... ,.3 Y en cuanto a los clavos, lo que el mis. mo autor afirma y es que aquellos pocos afortuna. dos que pudieron ver las señales de la Pasión inscritas en la carne del Patriarca, distinguían eno la
huella de los clavos, sino los mismos clavos, hechos de su propia carne, que conservaba la negrura del hierro.... to su ya 2S 3.
Para completar nuestra descripci6n, lleva el San. una larga asta (1.87 m.) con veleta de plata en color y calado en ella el emblema de su orden, descrito. El resplandor de la cabeza (diámetro: cms.) es también de plata calada y dorada, con Felder, Hllarlno: LDs ldules de San Francisco de AsLs, Desclt!e, Buenos Aires, 1948. El tcltto latino de Celano cuya versl6n castenana reproducimos, aparecece en la página 55, en nota al pie.
4. lbldem. pp. 59-al.
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decoraci6n profusa de formas vegetales, orlada pOI' una línea de rayos flamígeros, relacionada con otras piezas en la orfebrería religiosa puertorriqueña. Emparentada, sino <:on los detalles aludidos a menos con la expresi6n del rostro y las lineas del cuerpo, existe en la Sacristía del antiguo Convento de San Francisco de Cádiz una expresiva talla pro. cesional del mismo Santo, que lleva en la aureola el escudo seráfico y los estigmas -las «chagas. portuguesas- en ówlos circuidos de decoraci6n a cord6n y hojarasca como la anterior. La comparación de ambas cabezas, -más fina, a primera vista, la de la Aguada- ayudará a establecer la relaci6n evidente que sugieren. Si añadimos a esto las dimensiones de la escultura gaditana: 1,75 metros, esto es, apenas catorce centímetros más que la aguadeña, hemos de concluir que si bien en la imposibilidad de determinar el origen y fecha precisa de ambas 5, estamos ante dos piezas notablemente similares, aunque las manos de la imagen gaditana superan con mucho las calidades anat6micas y desmayada expresión de las de la talla aguadeña. ¿-Cómo llegó esta última a Puerto Rico? Si se trata de una escultura dieciochesca, tiene dos orí. genes probables: un taller andaluz u otro de la Nueva España. En los navíos de la flota novohispa. na pudo venir desde Cádiz, o bien ser traída desde México. El capítulo de la Orden Tercera de San Francisco de San Juan, intent6 encargar a Veracruz una imagen, precisamente del mismo santo y de tipo procesional, por febrero de 1748.6 No la creemos anterior, no s610 por su factura, sino además, por su estado de conserva<;i6n, pues siendo la imagen titular de la Parroquia, y habiendo padecido tanto su fábrica material hasta entonces como nos dice el Padre Abbad debió sufrir en parte los efectos de los estragos referidos por el sabio benedictino. Queda una última posibilidad: ¿será acaso esta imagen obra de un escultor residente en San Juan en 1870, de nombre Salvia Brillas, que hizo la imagen de San Francisco en la impresi6n de las llagas para la capilla de la Orden Tercera 17 La repetición de formas dieciochescas en talleres de España y América durante la pasada centuria, no es infrecuente. Pero en este momento nada cierto podemos afirmar sobre este extremo, que estampamos aquí como mera conjetura. S.- El Archivo parroquial de Aguada. muy reducIdo por Incendios y temporales, no guarda ningún docwnento sobre esta escultura y en cuanto a la de Cádlz, el 3 de agosto de 1963. me comunicó verbalmente el M.R.P. Provincial de los Franciscanos que el archivo conventual fue trasladado a 5cvina. 6. Ubro de Actas de la V.O.T. de San Fmncisco. 1745-.1863. Junta del 11 de febrero de 1748. Fallos 3, 4 Y 4v. An:h1vo de la V.OT. F¡;aneiscana. San Juan de Puerto Rico. 7. Ubro 111 de Actas de la V.O.T. JUIlta Genenillsima del 23 de enero de 1870 y ss. Pollos 186 y lB7. Archivo de la V.O.T. Franclsalna. San Juan de Puerto Rico.
Primeras notas del tema jíbaro en la literatura puertorriqueña Por ELOíSA RIVERA DE GARCtA
l. APARICiÓN DEL TEMA JíBARO.
L
NOTA JIBARA YA ASOMA CON CARÁCTERES PRI. vativos al pintar el hombre y su medio y en el uso .de un lenguaje particular, a principios del siglo XIX. El interés por los valores tradicionales del pueblo se había afirmado en la Península durante el siglo anterior, como reacción contra lo extranjero, con Ramón de la Cruz y sus seguidores, especialmente, con el gaditano González del Castillo y el vilipendiado Camella. Los sainetes de ambiente nístico y las zarzuelas de costumbres del madrile. ño se adelantaron, en su expresión del lenguaje hablado por el pueblo, en la pintura de tipos, de los cuadros de costumbres y de las situaciones, al costumbrismo novecentista, que en ,América se ini. ció con los artículos de El Pensador Mexicano,1 el año mismo en que Jouy escribía sus trabajos coleccionados luego en L'Hermite de la Chaussée d'Antin, obra influyente sobremanera en los costuq¡bristas peninsulares y, por rechazo, en los de Hispanoamérica. En Puerto Rico la esencia de la tradición enraiza en lo jíbaro. El origen del vocablo jíbaro es dudoso, según Ana Margarita Silva;2 y de acuerdo con las meticulosas investigaciones de don Augusto Mataret, no se consigue en los documentos pertenecientes a los siglos XV, XVI, XVII Y XVIII.J A
1. Los primeros aparecieron en 1812 publicados en el periódico de este nombre, fundado por Josl! Joaqu{n Fernández de Uzardi, quien usaba dicho tflulo como seudónimo tllmbll!n. 1. El jíbaro en la literatura de PuertD Rico, 2a. ed. MbIco, 1945. pp. 6 Y ss. 3. Vocabulario de Puerto Rico, N. Y., Las Américas, 1955, p. 196.
Cuando el padre Abbad y Lasierra se refiere al campesino puertorriqueño con detalles precisos en cuanto a su vida, su conformación física, su sicología especial, sus costumbres y hasta su indumentaria, 10 llama criollo. Esta denominación, dice el benedictino, se usa indistintamente con «todos los nacidos en la Isla de cualquier casta o mezcla que provengan».· La palabra jíbaro aparece en la literatura puertorriqueña por primera vez en el año 1814; pero sólo usada como seudónimo. En una carta que llegó al Director del Diario Económico (el segundo periódico publicado en Puerto Rico) constaba como firma. «El GLbaro Paciente•.5 Seis años más tarde comenzó a emplearse con la acepción de hoy en las «Coplas del Gíbaro., compuestas por el arecibeño Mi·guel Cabrera, las cuales vi~ron la luz pública, a principio, en hojas manuscritas y sin firma. Cuando más adelante las reprodujo El Investigador, uno de los órganos de la época constitucional en Puerto Rico, se suscitó -explica Pedreira- la primera polémica periodística en el país.' Se acusaba al desconocido improvisador de anticonstitucionalista y de haber vituperado en sus versos al hombre del campo. Pero en una carta recibida por el editor del perió. dico y subscrita por Miguel Cabrera, el firmante confesaba ser suyas las coplas y aclaraba, además, su intención inocente al escribirlas} 4. Historia geogr4(ica, civil y natural de la isla de San Juan de Puerto Rico, M«!xIco, Orión, 1959. p. 181. 5. Anlonio S. Pedn:ira. El Periodismo en Puerto Rico, La Habana. Uar, 1941. p. 47. n. 1.
6. Ibid, pp. 46-41. 7. Idem.
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n.
LAs
«COPLAS DEL G1BAROlt.
1. Lenguaje. Hasta donde hemos podido investigar las personas interesadas en este asunto, con las Coplas de Miguel Cabrera comienza el tema jíbaro, que es la nota más auténtica y trascendental en la primera etapa de la literatura puertorriqueña (15891842), pues a partir de mediados del siglo XIX había de aquilatarse en obras de valor permanente. Las Coplas del Gibara es un documento valioso para el estudio de las transformaciones del español efectuadas por el hombre rural. A su vez, a través de ellas se ·facilita el conocimiento de los arcaísmos conservadores en la Isla como parte de la lengua traída a América por los colonizadores; pues la ortografía de sus versos se acomoda al habla con el propósito e~reso de dar más realidad a las modificaciones fonológicas, de acuerdo con «el criterio ortográfico fonetista implantado por Nebrijalt a que se refiere Amado Alonso en su docta obra sobre el español en América.Desde su primera cuartera, la ortografía de las Coplas obedece a la fonética jíbara:
bamos siudadanos jasta ei pueblo oi poique tia Juan Congo tocard ei tamboi,' Nótase inmediatamente la representación ortográfica de la bilabial b en vez de la v (representativa del sonido labidental, no existente, excepto en al. guna que otra región), en el vocablo bamos y la representación de la s substituyendo a la e (en este caso representativa, ortográficamente, "del sonido interdental), produciendo el seseo, corriente en la pronunciación en América y en algunos lugares de la Península, en la palabra siudadanos. P6nese de manifiesto también la representación de la h aspirada antigua, que se identifica con la j relajada de la región del Caribe. El jibaro dirá jasta, hasta; gipío (aquí aparece en vez de la j, ante i, la fricativa velar sorda g para represe'ntar la h aspirada), hipido. A veces inserta una h donde no la hay: juna, una; jecha, echa. Pero la vacilación del jíbaro al decir, a conducio, por ha conducido, indica que no siempre aspi·ra 1:1 h. Lo propio suce. de al decir oi por hoy que debiera ser joy en el habla jíbara. La substitución de la fricativa labidental f por la fricativa velar, sorda y relajada, representada B. Estudios Lirt,Ulsticos. Temas Hispanoamericanos, 18. ed•• Madrid, Gredos. 1961, p. 16, n. S. ,. Las c:1laS de estas -Coplas» fueron tomadas del texto de Pecln:ira El Periodismo, cte., pp. 41 Y 42. •
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ortográficamente por la j, se descubre frecuente. mente en estas Coplas, como resultado de la ten. dencia natural hacia la laxitud en la lengua hablada de todos los países. Don Tomás Navarro Tomás menciona esta sustitución en su erudita obra El español en Puerto Rico. El sabio filólogo señal~ la blandura habitual de la labidental f en la Isla. don. de -dice él- «la f es más bilabial y menos tensa que la que se pronuncia en el español ordinario•. lo
igale se vaya al pueblo de jilo. que toas los presos se echardn a juera
Sin embargo, en ocasiones, aunque aisladas, pero siste el sonido de la f latina del español traído a la Isla por los conquistadores, en vez de la h ortográ. fica moderna y muda, en formas del verbo hablar. El jíbaro de Cabrera dice fablando. Descúbrese también entre otros arcaísmos el participio débil: traglo, traído; entendía, entendido; y la metátesis por la anticipación de la r: probes, pobres; así como la asimilación de la r a la I en las formas infinitivas del verbo con partículas enclíticas: pegalle, pegar. le; gritalle, gritarle. Mas, esta asimilación no es consistente. A veces, la r no se asimila, sino que se vocaliza, aun cuando esté delante de la 1, apareciendo gri. taile, gritarle. Manuel Alvarez Nazario hizo un magnífico estu. dio sobre este asunto en su obra El arcaismo vulgar en el esp.añol de Puerto Rico.u La vocalización de la r y de la 1 es un rasgo ca· racterístico al cual alude el mismo don Tomás, cuando analiza el lenguaje de los versos escritos por el doctor Manuel Alonso en el libro El Gibara, la obra maestra del género costumbrista, publicada en 1849.12 Este cambio es consistente en los ver. sos de Cabrera (a excepción de la palabra cortarles, escrita correctamente, a no dudar, por olvido del tip6grafo): su jíbaro dirá, jasei, hacer; cuai. quiera, cualquiera. Sólo en algún caso, como en el vocablo aglutinado poaqul, por aquí; se pierde la r final de sílaba. Cuando el jfbaro dice ciscustancia, ha substituido la r por la fricativa sorda s que, de hecho, va a aspirar, diciendo: cijcujtancia. Otro cambio común en estas Coplas es la pérdida de la d, ya sea inicial, intervocálica o final, grao cias a la debitidad de este fonema, que de oclusivo pasa a ser fricativo, cuando ocurre entre vocales y 10. Rlo Piedras, Ed. Univenldad de Puerto RIco, 1!H1, p. 62. 11. México, Ed. Cultura. 1957, pp. 90, 74, Y 59. 12. Op. cit.• p. 114.
desaparece totalmente en la conversación ordinaria si se halla al final de .palabra. En el habla del jíbaro, además, como puede señalarse en. estos.versos, desaparece la sílaba final con d, bIen sea da o de; esta última desaparece sin ser enteramente final en tiempos del verbo, como puen, pueden. 1sen la tragio
1gale se vaya
Ust¿ pue si quiere Una bofetd. En las palabras como madre y padre, la d se voca1iza, así, el jíbaro dirá maire y paire, cambio normal en la lengua portuguesa. (Al sufrir apócope estas palabras, en lenguaje familiar se dice aún hoy, pai y rnai.) En ocasiones, sin embargo, se intercala una d donde no existe: el jíbaro de Cabrera dice creda. tura criatura. Indudablemente, al substituir la va. cal por la e, también intercala una d con el pra. pósito subconsciente de evitar el hiato. Otras veces tidos, tíos. Don Tomás halló este fenómeno vivo aún hoy día en Puerto Rico y lo explica como un empeño de ultra corrección.J3 Descúbrese asimismo en el lenguaje jíbaro empleado por Cabrera el cambio de la combinación ni en nasal palatal (ñ ortográfica), cuando la i funcia. na como semiconsonante: matrimoños, matrima. nios; demoño, demonio. En palabras como sigilo y Cirilo, por asimilación, el jíbaro añade otra i en la sílaba final: sijilio, Cirilio. Como tendencia del español hablado, puede . señalarse en las Coplas de Cabrera la transfonna. ción de la bilabial sonora b en la fricativa velar y sonora g, cuando la b aparece sucedida por una u con valor semiconsonante. En lugar de bueno y abuelo, el vulgo -dice güeno y agüelo. Aparece aquí el intercambio caprichoso en el habla jíbara: sigún, según; lich6n, lechón. Por lo contrario, dirá nengún, ningún. Estos cambios son comunes en el español antiguo y el. pueblo los con. serva, desde Madrid hasta los lugares más rema. tos. Estefanía. La Pintosilla, uno de los personajes de don Ramón de la Cruz en el sainete Las casta. ñeras picadas, también canta:
¡
Donde yo campo nenguna campa.14 13. Op. cit., p. 59. 14. En SlIinetu, Madrid, Cfa. Iberoamericana. -Las cien mejores obras de la literatura espaiiola., vol. 17, s. f., p. liS.
En Miguel Cabrera ya se descubre la reducción del hiato, otro elemento común al español habla· do no sólo en la población rural de Puerto Rico afu,. hoy, sino de igual modo, óyese entre los hispa. noamericanos de educación mediana: rial, real. En la ortografía de las Coplas nótese siempre la representación del sonido de la s delante de t aun cuando en la ortografía culta le pertenezca una x. Mas, a excepción del vocablo desde, transformado .en deje por la pérdida de la d y la aspiración de la s, representada por j,' y de la desaparición de ~a s final en la voz pues para resultar pue, la s al final de sílaba aparece intacta en la ortografía' de las Coplas. Se sorprende don Tomás de la persistencia de este mismo fenómeno en El Gibaro del doctor Alonso, siendo tan obvio en el. ha.bla del campesin~ y aun en la conversación familiar. u No lo concibe como falta de observación por parte del doctor, sino que tal vez, no se le ocurrió representar este sonido ~or medio de la j ortográfica.16 Lo. propio podría pensarse en el caso de Miguel Cabrera. ¿P~r qué no representó la s de final de sílaba por media de la j ortográfica como deje (desde)? Tal vez su interés eran las ideas sobre la Constitución, expresadas por boca del jíbaro, y no el lenguaje particular de éste. Las Coplas de Miguel Cabrera no sólo se prestan para el estudio de las modi:ficaciones ·realizadas por el hombre del campo en el español traído por los colonizadores y para señalar los arcaísmos en ca. mÚD con otras regiones de habla española, conservados en la Isla; sino, préstanse, igualmente, en gran medida, para conocer el medio en que se desenvolvía ese hombre de la tierra; para comprender su sicología colectiva; para enterarse de sus costum. bres sus sentimientos y pensares, así como de la realidad social y' política del Puerto Rico de prin. cipi.os del siglo XIX..
2. El hombre y su medio. En estas Coplas del Gibara se trasluce el desen. fado chancero del campesino puertorriqueño, adivinándose su sicología propia, a la cual alude Fray Iñigo Abbad en el siglo anterior.J1 El jíbaro se afana en tamizar los elementos punzantes de su m~ dio, simulando despreocupación y jovialidad. Destácase en estos versos el esbozo de un cuadro de costumbres isleñas. Se menciona allí la institución del compadrazgo~ tomada tan en serio por el jíbaro, quien es un 'hom1;>re ~trínsecamente religioso.
Si viene poaqui mi compai Cirilio lS. La aspiración de la s es un fenómeno de la lensua espaftola -inscrito ya en vlejfslmas tradlclones latinorroml\nlcas•• V. Amado Alonso, op. cit., p. 288. . 16. Op. cit., p. 74. 17. Op. cit., pp. 183 Y ss.
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19a1e se vaya ai pueblo de filo El fraile setecentista señala, de igual modo, en su obra la hospitalidad del habitante de la Isla para con el forastero. l ' Junto a la manera acogedora del jíbaro, estas Coplas atestiguan su espíritu 'de.convivencia, sus relaciones de buena amistad con parientes y vecinos, sirviéndose mutuamente, sin abandonar, por ello, el trato formal y de cortesanía sencilla y cristiana, aun cuando se dirija a familiares y a amigos in timos.
Mire, prima SiclJ, múdese ei lichón que yo voi a vei la Costitusión. El hombre de la tierra en todos los momentos se halla con ánimo para celebrar una fiesta. Su obsequio típico consiste en «matar un lichón. y en hacer copartícipes de su regocij~ y comilona a familiares, amigos y conocidos.
Mañana en ei día mato mi (ichón para celebrai la Costitusión. Pero la despreocupación de este hombre es sólo aparente. Al expresar su interés por .vei la Costitusión., como si se tratara de un espectáculo, soslaya las auténticas circunstancias de 'la vida de aquel pueblo, a través de la mención de las conveniencias que la Constitución había de traerles. Comunica su alegría cuando se le anuncia con gran «sigiüo. que la .Costitusión. los libraría de impuestos; pero al hacerlo, sólo está afirmando cómo padece agobiado por las múltiples obligaciones que debe cumplir con el gobierno.
Me han asegurao con grande sijilio que no pagaremos ya nengún susilio. Miguel Cabrera rezuma anticlericalismo por boca del jíbaro. Como hombre de su época aprovecha la coyuntura para enfilar, aunque de sesgo, una critica contra la iglesia, anunciando las conveniencias de la Constitución, pues había de exonerarlos de todas las contribuciones exigidas a los parroquianos.
Ni paa la iglesia se a de dai un rial 18. Op. cit., Ir. 182.
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las pitimas toas se van a acabai. La referencia al desencarcelamiento de los presos delata una realidad política existente en el Puer. to Rico de aquella época, cuando las mazmorras eran un hacinamiento de prisioneros políticos. La historia aclara que por aquellos años el gobierno privaba de libertad al individuo por sólo sospecharlo no adicto al absolutismo.
Que toas los presos se echardn a juer~ De paso, estas Coplas tornasolean las garantías constitucionales, dando derechos al hombre para ejercer su libre albedrío y para expresar sus ideas personales sobre cualquiera de las actividades de su vida, implicando, así, las prohibiciones de que eran víctimas los habitantes del país. y que ya ca uno
jard lo que
quier~
Comenta el jíbaro de Cabrera sobre la oportunidad que ha de ofrecérsele a todos por igual para ser «gente.; en otras palabras, para actuar y pensar como persona:
Agora que en cuanto a sei uno gente, esta es juna cosa que anda muy caliente. y reitera en varias formas la llegada de la democracia a través .de la Constitución, garantizadora de la igualdad de los hombres,
Pue jestd escribia con letras de maide que no hay estensión de ricos ni probes. y del derecho a participar en el gobierno de la Isla:
pudiendo cuaiquiera ei sei rugidoi. Su júbilo al averiguar que la Constitución le permitiría defenderse ante las autoridades, es una afirmación de la carencia de justicia.
Si cuaiquiera juez no le jabla bien pué uste si quiere gritalle también.
que no sabe apreciai la Costitusión.
El gobernador mismo será sólo otro ciudadano más, igual a sus gobernados:
Si buen siudadano fueira sin disputa no jablara tanto
Yo poi mi lo igo, si ei gobeinaoi me taita ei repeto de jilo le doi. y poi ma que tenga guaidia en su batei sabrd que yo soi tan güeno como ei. Las ideas democráticas palpitan en cada verso de Miguel Cabrera. Los visos del sentimiento anárquico del jíbaro, según se adivina en estas Coplas, responden al espíritu de la poesía lírica que se estaba escribiendo para aquellos tiempos, tanto en la Península como en los países hispanoamericanos, como reflejo de la vida misma. Esta primera presentación del campesino puertorriqueño comprende su lenguaje, sus costumbres y sentimientos y, a su vez, las instituciones y leyes existentes en la Isla. Subrepticiamente el autor des~ cribe al jíbaro como hombre respetuoso de la autoridad paterna, de los representantes de la ley y de la iglesia. Por lo tanto, se prestan estas Coplas a ser encasilladas dentro de la literatura realista. Por su color local, sin embargo, pertenecen al costumbrismo de la escuela romántica que iba afirmán~ dose en España y en América hacia estas décadas.
IH. Dos
COPLAS ADICIONALES.
En el número subsiguiente del mismo periódico en que se publicaron las Coplas del Gibara, de Miguel Cabrera, salió una carta firmada con el seud6nimo de - Un Desconocido», felicitando al periódico, en tono un tanto socarrón, y explicando que el firmante había leído las susodichas Coplas en eJ manuscrito original. A esto, añade el hecho de que a los versos impresos. en el bisemanario les faltaban dos cuartetas al final y, así, se aprovecha para darlas a conocer. 19 Aunque este -DesconocidolO se expresa en el exacto lenguaje jíbaro, con los cambios fonológicos representados en las Coplas del arecibeño, aparentemente, el autor de este par de estrofas es el -Desconocido» mismo. Su explicación era sólo un subtetfugio para proferir un insulto contra Cabrera en lenguaje de arrabal. Debido a este motivo, posiblemente, El Investigador se abstuvo de darlas a la luz pública.
Estos veisos, Cielo, son de un gran breibón 19. Pedrelra. op. cit., p. 42.
eZ
'1!J
En la investigación de años para realizar el estudio de La Poesia en Puerto Rico' antes de 1843, descubrimos un soneto y unas Glosas, ambos es. critos en lenguaje de las Coplas de Cabrera. Acabamos de percatamos de que Manuel Alvarez Nazario también dio con el soneto y lo menciona en su obra,21 pero que sepamos, las Coplas no se conocen. El autor del soneto oculta su identidad bajo el seudónimo de _Primo Gayo el de UtuaolO. Las Glosas. son anónimas.
IV.
EL SONETO DE -PRIMO GOYO EL DE UTUAO».
El soneto suscrito por el seudónimo, -Primo Gayo el de Utuao lO , fue dado a la estampa en las páginas del Diario Económico, en el año 18-22, según lo reproducimos a continuación:
A ganaye compaire las jaibricias He vinio nomds,' que me han mintlo Que aquei usida que le llaman tido, Ha mandao jacei ya la melisia.
Los dUlblos me arrebaten si Lonisia No brincaba y saitaba de contento y juntitamentito le hise ei cuento Se lo engestó tuito a ma Maubrisio;. En cuantito lo supo, va compaire/
Se jueron de jilitei a la casina A yevaye Zas nuevas a su maiTe. Tuitos los pavos, patos .v gayinas la matao la vieja Catalina y lo sabe en ei pueblo jasta ei paiTe.u Aunque obviamente el autor no se distingue como sonetista, sin embargo, en términos generales, no deja de poseer, cierto concepto de la técnica del soneto, como demuestra el uso de la h muda moderna, en vez de la aspirada, en el vocablo hise (hice) del tercer verso del segundo cuarteto, con el propósito, sin duda, de producir una sinalefa con la a del artículo y la i de hise, logrando, de este modo, las once sHabas del verso. 20. Tomado de Pedrcira, ibid., p. 43. 21. op. cit., p. 60. 22. Supra, abril lS, p. 190.
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Con todo, se revela más atento a la representa. ción de la lengua jíbara que a la exactitud de la rima, pues mentía (mentido) consta como consonante de tida (tío). Mas, la rima misma sirve para comprobar la omisión de la s al final de las palabras cuando intenta consonancia entre jaibrisias, milisia, Lanisia y Maubrisia en los cuartetos; y gayi. nas, casina y Catalina en los tercetos. Destácase en este soneto el empleo frecuente del diminutivo, una de las características salientes en el habla del puertorriqueño, la cual conlleva una intención de blandura y condescendencia, congénitas en la sicología colectiva del pueblo, que, tal vez, responde a la naturaleza benigna y a la topografía curvada y apaciguante de la Isla. Pero ni la fonna inalterable y restrictiva del soneto, elevado por Dante y Petrarca desde su origen popular hasta el sitial culto por excelencia, ni el verso endecasilábico se prestan para la expresión del hombre del campo ni para el tono festivo. -Primo GOY0lt es un poeta culto que sigue la moda del siglo, encubriendo su nombre bajo un seudónimo. Alerta sobre los cambios gubernamentales, pone en boca de un jíbaro la satisfacción general del pueblo ante todo cambio beneficioso al país. Su soneto alude a la ley de las Cortes promulgada el 25 de abril de 1820 y hecha pública por el Coronel don José Navarro, Gobernador interino de Puerto Rico, separando la Capitanía Militar del Gobierno General.21 También este jíbaro celebra las gratas nuevas con comilona e invitación, pero festeja, no con el consabido -lichón., sino con aves de corral. Aunque el soneto sólo reitera el interés creciente de los autores isleños en el lenguaje jíbaro para expresar con más realidad las circunstancias politico-sociales, en tono inocentón; de hecho, 10 más importante resulta ser la contestación en glosas que sus versos provocaron; lo cual es un paso adelante en el desarrollo del tema jíbaro.
V.
GLOSAS ANÓNIMAS CONTESTANDO A _PRIMO GOYO EL
DE
UTUAOlt.
Las Glosas con que contesta un autor a _Primo 'GoY0lt referentes al mismo asunto de la Capitanía Militar, aparecieron también en el Diario Económico el 17 de abril del mismo año, o sea, dos días después de la publicación del soneto de _Primo Gayo •. La décima se presta más al dialecto jíbaro. No en balde es la estrofa más utilizada en la poesía del campesino.. La han manejado con admirable 23. Udio Cruz MoncloVll. Hutoria de Puerto Rico. (siglo XIX), Rlo Piedras. Ed. Universitaria. 1952. T. l. (1B08-1868), p. 168.
60
acierto poetas cultos y populares del Mundo hispánico de todos los tiempos, de Espinel para acá. El glosador conoce bien la técnica de este tipo de composición: los versos de la redondilla inicial van a repetirse en el mismo orden, como el décimo verso de cada una de las cuatro estrofas subsiguientes. Asimismo, guardan regularidad las rimas de sus espinelas, sirviéndose para ello de las transfonna· ciones del español, efectuadas por el jíbaro. y a la guaida peimaente
Majoma se la yevó; Que ei gobesnaoi le dio Un gasnatón bien caliente. Cójame, biejo, ese poyo Que quiero que lo comamos y le juro cambiamos De jilito a PUma Gayo, Poique nos cuente un encoyo Que ha sabío deitamente: Dice que tuita la gente Mucha a usida han alabaa Poique a los diablos le ha dao Ya la guaidia peimaente. Bieja, si sale beidá Ei cuento de pUmo Gayo, No sólo le tlaiga ei poyo, Tuitita la nid, Aunque empeñe la mascd Un fandango jago yo; Y no me regañe, no, Manque sin cota se vea; El burro y quien lo jarrea Majoma se 10 yevó. Estoy como esanderiao Poi sabei la de sitiumbre.24 Bieja, búsqueme la lumbre, Precure café y melao. Dígale a tacho Meicao Que plimo Goyo yegó; Y que nos 'aplametíó Danos gesta noche cuenta lasta de aqueya patenta Que ei Gobesnaai le dió. Avísale a tido Nino Que te tlaiga el cuchinato; Yo dempovisie lo mato Y jaida abajo me empino. Nos fiará. ei aguaidiente, Usté cuime la gente Y si alguno se aquellaire Dele si no fuere ei paire Ur¡ gasnatón bien caliente.1!l ¡4. Se reflcre a la revolución de septiembre. 1821. 25. Supra, año de 1822, p. 117.
1. El lenguaje de las «Glosas».
A los cambios fonológicos representados ortográficamente por Miguel Cabrera y a los de «,Primo Gayo el de Utuao», este autor agrega uno nuevo: la alteración de la r y la 1 en el grupo plosivo que, según don Tomás Navarro Tomás, es muy excepcional hoy día en Puerto Rico.26 El glosador usa pUmo, primo; tlaiga, traiga; aplometió, prometió. Nótase en este último ejemplo la aféresis, viva aún entre los campesinos del país y hasta en estudiantes universitarios procedentes de familias del centro de la Isla. El improvisador cambia la y por la II en sus Glosas, representando el yeísmo antillano: poyo, pollo; yegó, llegó; sin embargo, conserva la 1l en el verbo aqueillare, aquellare. Este vocablo aparece;: más de un cuarto de siglo después, según Alvárez Nazario, en El Gibara, del doctor Alonso.27 En las susodichas décimas se proyecta el campesino con más relieve que en las expresiones precedentes, abundando en ellas palabras netamente puertorriqueñas: mascá, gasnatón, cota, cuchinato, jaida, por tabaco de masticar, bofetón, traje, cochino, falda de montaña.u El empleo de la voz autóctona armoniza con la mención de lo local: el café, el melado, el tabaco. Algunos términos, como por ejemplo, esanderiao, no fueron incluidos ni por don Agusto Malaret ni por Manuel Alvarez en sus respectivos estudios.29 Unido al léxico particular de la Isla, perfílase en estos versos el cuadro de costumbres puertorriqueñas, el cual va a destacarse con todos sus colores un cuarto de siglo después.
2. El cuadro de costumbres. El jíbaro de estas Glosas anónimas no se ciñe a expresarse en el español modificado, sirviéndose de su vocabulario propio, sino que, igualmente, muestra las costumbres del hombre de la tierra con detalles que incluyen los trabajos de asunto jíbaro anteriores a ellas. Adivinase ya una intención de acentuar lo pintoresco, no obstaqte ser el tema comprometido. También este jíbaro celebra un con· vite donde habrá cuchinato o lichón, y no faltarán las aves de corral de «Primo Gayo». Mas, a todo esto, añade los productos de aquella tierra, exponiendo, de este modo los hábitos de comer en el país: el melado, tan esencial en la economía isleña desde los primeros años de la colonización, y el café, tardío en llegar, pero de adaptación rápida, 26. Op. cit.• p. 88. Xl. Op. cit.• p. 128•• 211. Malaret, op. cit., pp. 217. 179. 139. 141. 195.
29. Supra.
constituyendo pronto la fuente de riqueza más im· portante en el siglo XIX. Junto a estos dos, el tabaco. El jíbaro se refiere a la costumbre tan generalizada en aquellos tiempos de masticarlo e insinúa su importancia. En el festejo no faltaría el aguardien. te, que el jíbaro planeaba «coger fiado». Las costumbres en el comer y en el beber no son las únicas presentes en las Glosas, Manifiesta el jíbaro su amor al baile, del cual no puede prescin. dir; por celebrar uno, se dispone a todos los sacri. ficios, aún a «empeñar la mascá» y a perder la «cota•. En el siglo XIX seguía bailándose el fandango,
Un fandango jago yo; Manque sin cota me vea. El padre Abbad menciona en su historia este tipo de fandango en la Isla y los «viajes de dos o tres leguas sin otro objeto que ir al fandango, cuya música, canto y estrépito de patadas deja atolon. drada por mucho tiempo la cabeza más robusta»,JO Refiérese al antiguo fandango andaluz, acogido en Puerto Rico, pues las coplas que lo acompañan ofrecen al jíbaro ocasión para poner en práctica su habilidad de improvisar. Añádase a esto el hecho de que el baile en sí se presta para la agilidad y los «miembros de organización suelta» del puertorriqueño, a las cuales alude el fino observador dieciochista, quien informa sobre la prolongación de estas celebraciones en Puerto Rico por toda una semana}' El autor de las décimas brinda un cuadro de costumbres del jíbaro a través del lenguaje con su fonología especial y sus voces típicas, de sus gustos en el comer y en el beber, de su baile habitual. A todo esto sÚII1ase la insinuación de la topografía puertorriqueña por medio del vocablo jaida (jalda), que produce una imagen tan ligada al espíritu del hombre del campo, porque viene a ser una manera propia de llamar a lo más característico de su tierra y de su propio ser, siempre en la jalda resbala. diza de la vacilación ante sus problemas personales y los colectivos.
VI.
CONCLUSIONES.
El vocablo jíbaro no se descubre en la literatura puertorriqueña hasta 1814, cuando aparece usado como seudónimo. En 1820 surge por vez primera como tema en las Coplas del Gibara escritas por el arecibeño Miguel JO. Op. cit.• pp. 189-190. JI. lbid., p. 182.
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Cabrera, donde el autor representa ortográficamen. te las transformaciones del español efectuadas por el habla del campesino y los arcaísmos traídos a la Isla por los colonizadores. Muchas de las transformaciones del lenguaje, jíbaro coinciden con los cama bias que se realizan en otras regiones de España y de Hispanoamérica, pues de hecho, sólo responden a la evolución natural de la lengua hablada. Descúbrese, de igual modo, en estas Coplas, aunque soterrañamente, la sicología colectiva del jíbaro y el medio en que se mueve, dando, así, luces sobre el Puerto Rico de principios del siglo XIX. Al director del periódico que publicó las Coplas de Cabrera le fueron enviadas dos cuartetas más por. Un Desconocido», las cuales no parecen pertenecer al arecibeño, aunque así lo declare quien las envía, sino más bien, al .Desconocido» mismo. El asunto jíbaro expresado en su propio lengua-
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je sigue interesando a los autores del perlodo constitucional: en 1822 vio la luz en el Diario Económico un soneto escrito en idéntico lenguaje y tono festivo de las C:oplas de Cabrera y firmado con el seudónimo, .'Primo Goyo el de Utuao». Dos días después el propio órgano insertó en sus páginas unas Glosas anónimas, contestando al soneto, en las cuales no sólo se emplea el lenguaje jíbaro, sino también, resaltan vocablos privativos del puertorriqueño. En ellas aflora el esbozo de un cuadro de costumbres, en armonía con el tipo de'literatura que se anunciaba en España y en Hispanoamérica hacia aquellos años. Con estas manifestaciones jíbaras publicadas en la prensa del país durante la primera etapa de la literatura puertorriqueña, se inicia el tema del campesino, que es la nota más original de la expresión literaria en Puerto Rico.
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