Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

Page 1

-RE·VISTA del

INS~ITUTO

de

CULTURA ',UERTORR.IQUE - A ANTROPOLOGIA HISTORIA

LITERATURA ARTES PLÁSTICAS TEATRO MOS/CA

ARQUlTBC1VRA

T

EN.ERO - MARZO, 1965

San Juan· de fuerto RiCo


R E

v

1

sT

A

DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA JUNTA DE DIRECTORES Guillermo Silva, Presidente Enrique Laguerre - Aurelio Tió - Teodoro Vidal Arturo Santana - Esteban Padilla - Wilfredo Braschi

Director Ejecutivo - Ricardo E. Alegría Apartado 4184 A1'I:O VIII

SAN JUAN DE PUERTO RICO

1965 ENERO-MARZO

Núm. 26

SUMARIO Testimonio autobiográfico de Luis Palés Matos por Arcadio Díaz Quiñones ... ... ... ... ...

1

Arecibo y la estirpe de heroes por Joaquín Freire ... oo. oo.

8

Comentario y consideraciones en torno al «Proyecto para el Fomento de las Artes Teatrales en Puerto Rico» Por Carlos Miguel Suárez Radillo

14

Exposición de Compostela ...

20

Exposición de doce pintores jóvenes .oo

22

Valor y significación de la novela de Enrique A. Laguerre por Angelina Morfi ... ... oo. oo. oo.

24

El Intendente Ñuñez reta al Gobernador Pezuela por Alberto Cibes Viadé

29

Exposición de Carlos Osorio

36

Noche puertorriqueña por OIga Ramírez de Arellano de Nolla ...

38

Mar por OIga Ramírez de Arellano de Nolla

39


Una talla del Siglo XVI en la Carolina. ¿El Cristo de los Ponces? por Arturo V. Dávila ... Reseñas Bibliográficas de 1964

oo.

oo.

'oo

40 oo.

oo.

56

oo.

SEPARATA DE ARTE:

Eugenio María de Hostos Oleo por Francisco üller (1833 - 1917) Colección de la Universidad de Puerto Rico

PUBLICACION DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA Director: Ricardo E. Alegría Ilustraciones de Carlos Marichal, Lorenzo Homar y M. Rodríguez Fotografías de Conrad Eiger, Jorge Santana Jorge Diana y Archivo

Aparece trimestralmente Suscripción anual.......

$2.50

Precio del ejemplar..

$0.75

[Application for second class mail privilege pending at San Juan, P. R.]

IMPRESO EN LOS TALLERES GRAFICOS DE .EDICIONES RVMBOS. BARCELONA • PRINTED IN SPAIN • IMPRESO EN ESPA1'lA


COLABORADORES


ARCADIO DfAZ QUIÑONES estudió en la Universidad de Puerto Rico, donde recibió los grados de Bachiller y Maestro en Artes, con especialización en estudios hispánicos. En la Universidad de Madrid ha proseguido estudios con vistas a la obtención del doctorado en Filosofía y Letras. Ha colaborado en revistas de cultura, publicando trabajos de apreciación y crítica literaria. Actualmente enseña cursos de Literatura Española en la Universidad de Connecticut.

JOAQufN FRElRE DíAZ, doctor en Pedagogía y licenciado en Derecho Diplomático de la Universidad de La Habana, ha sido cónsul de su país en diferentes ciudades de América, Director General de Asuntos Consulares en el Ministerio de Estado de Cuba, y profesor en varios planteles municipales de La Habana. En la actualidad desempeña el cargo de escritor de libros en el Departamento de Instrucción PÚblica de Puerto Rico, a la vez que colabora en las revistas Escuela y Educación. Es autor del libro Destellos inmortales (1964), Y de una serie de opúsculos sobre figuras puertorriqueñas ilustres.


CARLOS MIGUEL SUÁREZ RADILLO, natural de La Habana, doctor en Pedagogía de la Universidad de su ciudad natal y Maestro en Artes del Hunter College, de Nueva York, se ha distinguido internacionalmente como director, autor y traductor dramático, escritor y conferenciante sobre temas de teatro. Director y creador del grupo teatral Los Juglares, Teatro Hispanoamericano de Ensayo, ha realizado viajes de observación por diversos países de Europa y América y participado como director en diversos festivales internacionales de arte dramático, distinguiéndose también por su labor a través de la radio y la televisión. Es autor de numerosos artículos sobre su especialidad, entre ellos los titulados: Problemática del teatro hispanoamericano actual, El teatro en Alemania, Apuntes incompletos para una historia del teatro en Cuba en el siglo xx.

ANGELINA MORFI nació en Villalba, pero se crió en Coamo. Graduada de Maestra en Artes en la Universidad de Puerto Rico, actualmente desempeña una cátedra en el Departamento de Estudios Hispánicos de dicha institución. Ha participado activamente en el teatro como actriz y es cofundadora de la agrupación teatral Yukayeke. Su tesis para la Maestría, titulada Enrique A. Laguerre y su obra «La resaca», cumbre en su arte de novelar, fue publicada en 1964 por el Instituto de Cultura Puertorriqueña.


ALBERTO CIBES VIADÉ nació en Mayagüez. En la Universidad de Puerto Rico obtuvo los grados de Bachiller en Artes (1939) y de Educación (1941). Cuatro años después se recibió de Maestro en Artes de la Universidad de Fordham, Nueva York, y en 1958 se doctoró en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid. Ha colaborado en la prensa del país con artículos sobre temas filosóficos e históricos. Hace varios años pertenece al claustro de profesores de la Universidad de Puerto Rico.

OLGA RAMÍREZ DE ARELLANO DE NOLLA, natural de San Germán, hizo sus estudios superiores en el Colegio Goucher, de Baltimore, y en la Universidad de Puerto Rico, donde se graduó de Bachiller en Artes, en 1936. Entre sus obras poéticas figuran los libros Cauce hondo (1947), El rosal fecundo, La tierra de la diafanidad, A la luz del flamboyán, Te entrego, amor (todos de 1962) Y Mar de poesía (1963).


V. DÁVILA nació en San Juan. Hizo sus estudios de licenciatura en la Universidad de Madrid, donde se especializó en historia y obtuvo, en 1960, el grado de doctor en filosofía y letras. Es autor de la obra La isla de Vieques en la historia (su tesis doctoral) y de otros trabajos de investigación sobre la historia religiosa y el arte en Puerto Rico, algunos de ellos publicados en números anteriores de esta Revista. Ocupa una cátedra de Historia del Arte y la dirección del Departamento de Bellas Artes en la Universidad de Puerto Rico. ARTURO



Testimonio autobiográfico de Luis Palés Matos Por ARCADIO D1Az QUIÑoNES

EN

LITORAL (RESEÑA DB UNA VIDA INtlUL) PA~S

Matos se convierte en objeto de su propio arte; se torna con gustosa complacencia hacia su pasado, e intenta, mediante el autoanálisis, esclarecer y describir su personalidad. Quiere contar la etapa inicial, pero fundamental de su vida: «me pierdo en esta fútil evocaci6n de episodios pueriles, por ·la influencia decisiva que tienen sobre mi carácter•. No se trata de una novela, aunque emplea procedimientos novelescos en la recreaci6n; es un análisis de su propia infancia y juventud. El poeta narra y describe, sí, pero siempre explica., se explica, buscando sus propias raíces y determinantes. Es significativo que el autor sustituya -en la última publicaci6n- el término memorias por reseña; insiste así en el carácter sumario, sucinto del relato. La narraci6n autobiográfica le sirve para reconstruir la experiencia vivida. Se va precisando la figu. ra del poeta mediante la revelación de unos orígenes que parecen marcar permanentemente su destino personal. Quiere hacerse comprensible en y desde sí mismo. De ahí que Litoral esté vinculado estre· chamente con su obra poética y el peculiar proceso creador del autor. La manera en que nos ha llegado este relato es de por sí reveladora y característica de la forma en que el poeta da a conocer su obra: extrema lentitud en la publicaci6n, cambios de título, alteraciones del texto. El fragmento más antiguo, Sardinas y camaleones, aparece el 27 de marzo de 1926 en El Imparcial, y se añade la siguiente nota: «Fragmento de capítulo de la novela de Luis Palés Matos intitulada Las memorias de un hombre insignificante, próxima a publicarse». La revista Poliedro, de la que fue director interino Palés, publica el 9 de abril de 1927

Luis Patés Matos otro fragmento: Topografía, con idéntica nota. En 1936 aparecen tres fragmentos en la revista Puerto Rico Ilustrado: lA pesca, del 11 de julio; Topogra. fía, del 18 de julio, y Sardinas y camaleones, del 12 de octubre. Todos llevan epígrafe: Estampas del sur. El fragmento Sardinas y camaleones se reproduce sin cambio alguno; Topografía está ligeramen. 1


te alterado. Luego, en 1945, se publica otro fragmen. to en el periódico El Mundo: Baquiné, y se añade «capítulo de una novela en preparación». No es entonces hasta noviembre de 1951 cuando se inicia la publicación de Litoral (reseña de una vida inútil) en el periódico Universidad, y continúa en números sucesivos hasta mayo de 1952. También se publica con este nuevo título en el periódico El Diario de Puerto Rico. Esta vez aparecen diecinueve capítulos, encabezados por una introducción que titula La tie. rra; se ha eliminado el fragmento Sardinas y camaleones y el poeta introduce cambios en los frag. mentas TopografEa y La pesca. Lo que se ha anun· ciado en 1926 como novela próxima a publicarse permanece inédito -como El palacio en sombras y Canciones de la vida media- hasta 1951 y con evi· dencias de que Palés ha estado rehaciendo el texto y reflexionando sobre la obra. El título, Litoral (reseña de una vida inútil) pone de relieve la localidad: Guayama, la costa sur de Puerto Rico, marco escénico de la vida de un niño, un adolescente y un joven durante el primer cuarto de siglo. Caracteriza, además, el relato como reseña y nos anticipa un juicio negativo sobre esa vida. Palés no vacila en señalar su profunda desazón y casi absoluto desengaño. Siente la poesía del recuerdo, pero el enfrentamiento con su yo vivido no hace sino alimentar una aguda melancolla: Será un viaje incómodo y aburrido, - inci. tación al sopor y al bostezo bajo un sol de caní. cula - , por meandros accidentados de tedio, monotonEa y miseria, con un fondo de paisaje fijo, achaparrado, constante. Es el viaje por una vida inútil; el remonte, corriente arriba, por la existencia de un hombre pequeño y frustrado: ¡una de esas existencias sin historia en uno de esos pueblos sin geografía!

(Introducción) ¿No recordamos inmediatamente el poema Topografla, donde Palés exterioriza, en evocación autobiográfica muy circunstanciada, su anécdota perso. nal? En efecto, el rigor de la estilización lírica no impide comprobar que «el alma del poeta se funde con el ambiente de su tierra proyectando sobre él su íntima aridez, su cansancio, su tedio... » I

Esta es la tierra donde vine al mundo. -Mi infancia ha ramoneado como una cabra arisca por el yermo rencoroso y misántropo-. 1. Margot Arce de Vázquez Guayama ~n la poe$la de Luis Palú Matos. Revista del Instituto de Cultura Puertorrlquella, n.o 3, 1959. P'¡ina. 37.

2

Esta es toda mi historia: sal, aridez, cansancio, una vaga tristeza indefinible, una inmóvil fijeza de pantano, y un grito, allá en el fondo, como un hongo terrible y obstinado, cuajándose entre fOfas carnaciones de inútiles deseos apagados. Palés fue hombre escindido, con la querella intestina a cuestas, por el conflicto entre sus aspiraciones y la insatisfacción respecto de la realidad. Tuvo conciencia de ello y la explotó desmenuzándola, reconstruyéndola, volteándola, viviéndola de punta a cabo, hasta imponerla. De ahí la sensación de desgarro, de lucha, de agonía que nos sobrecoge, en ocasiones, al leerle. En algunos pasajes, sin embargo, el poeta ha querido prolongar en la memoria y el recuerdo momentos de felicidad, de libertad y despreocupación. Horas mágicas, muy vivas en la paradoja donde ci. fran la nostalgia y el ensueño su más hondo secreto: ...allá quedan para siempre, enterrados en la ardida planicie del litoral, mis mejores horas de

mozalbete; mis últimas, libres correrlas por el vasto territorio de los arenales; los dlas claros, abiertos, anchurosos de holganeo al buen tuntún...

(Cap. 18) Pa'lés nos irá presentando la realidad natural, social y psicológica que le interesa. La realidad, sí, pero existencial, es decir, lleva a cabo una rigurosa selección de incidentes, personajes y situaciones que signifiquen algo. No hay argumento propiamente; en cambio, emplea otros elementos novelescos. El protagonista, proyección ficticia del poeta, Manuel Pedralves, es el punto de vista narrativo, y nos va dando sus recuerdos e impresiones, siguiendo un orden disperso y fragmentario. Así, imitando el pro· ceso del recuerdo, desfilan ante el lector personajes, incidentes y lugares. La familia pobre, pero digna; el bibliotecario; el loco Bujosa; la compañía española que visita el pueblo; Natalia, la novia; las reunio. nes en casa; las vacaciones en el litoral; Lupe, la cocinera gorda y negra; la pesca, acompañado de Tiburdo; el encuentro con un ahorcado; el baquiné que presencia; relaciones con Natalia; las primeras inquietudes literarias. El tiempo empleado es casi siempre el presente, sin duda para hacer más vivo y palpitante el relato. Cada capítulo -diecinueve en total- constituye una pequeña unidad y con frecuencia una breve escena, actualizada mediante el diálogo.


Quien más nos interesa es, claro está, el protagonista: las noticias que nos va ofreciendo de su niñez y su juventud, así como las consecuencias espirituales de los actos. Nos informa de sus frecuentes viajes a la biblioteca municipal y sus lecturas preferidas. Sobresale la preferencia por asuntos y temas exóticos que dejan huella en su poesía: piratas, ne. gros, ambientes nórdicos, etc.: Otras veces vamos a la biblioteca municipal, siempre vacía. Andrés se pirra por la historia y los libros de mecánica. Yo prefiero los folletos policiales, las novelas de aventuras en islas lejanas y salvajes, los relatos terroríficos de magia negra y vampirismo: Verne, Leblanc, Hoffman, Stevenson... (Cap. 1) Evoca imágenes muy rápidas que conserva de su niñez y va calando en su alma en un continuo autoanálisis. El cuerpo rígido del abuelo muerto y su entierro, por ejemplo, llenan su alma de temor y soledad, dos motivos que reaparecen continuamente en la composición. Soledad que será compañera de toda su vida: Por la tarde, ya oscureciendo, las campanas de la Iglesia doblan tan sobriamente que yo siento una soledad, una especie de pavor amarillo de incontenible pánico y quiero volverme a casa donde mi madre. Esos dobles, esa extraña soledad, habrdn de acompañarme siempre, infundiéndole una tristeza fúnebre y crepuscular a algunas etapas de mi vida.

(Cap. 2) Evoca otro incidente que es significativo por su dramatismo. Se trata del encuentro de una mujer apuñalada en el río y el súbito temor ante la posibilidad de que se le acuse, si se descubre un cuchino que él, por azar, llevaba consigo. Este hecho, unido al pánico que siente ante un fingido ataque de unos vecinos del lugar, provoca una pesadilla, que ya ha resumido en la introducción, y que consiste en una cabortada cacería» que queda trunca justamente cuando va a agarrar su presa, al hundirse en el lodo. El temor a la muerte, y un sentimiento de culpa son, nos dice Palés, consecuencia directa de estas experiencias, que dejan una huella permanente en su espíritu: Como se ve la idea aterradora de la muerte, el sentido caricatura! de lo grotesco y lo ridículo y un borroso e inexplicable sentimiento de culpa y persecución, marcaron desde el comien·

zo, mi vacilante paso por el mundo. Bajo tales auspicios, ¿qué podría esperarse de mí? (Cap. 2) En el capítulo tercero recuerda el autor las horas pasadas en el establo, contemplando los viejos trotones que allí reposan y disfrutando de una atmósfera que considera «de égloga»: Detrás, bajo dos tamarindos añosos, están el pesebre y la herrería, con los viejos trotones de tiro adormilados plácidamente al runrún de las moscas que revuelan sobre los bostas tibias y húmedas. Son unos matalones mustios y aviotinados que engullen su pienso filosóficamente y que de vez en cuando baten el mosquero que les pulula, con sus maslos cortos y descrinados. Huele el establo a orfn, miel y boñiga y a carbón y chifle quemado la herrería. ¡Cudnto me placen esos olores/ Aquel es un mundo aislado de quietud y frescura. La atmósfera de burrajo que lo envuelve infúndele un encanto paso toril y bucólico de égloga, de paraje bíblico. Me paso las horas muertas mirando los caballos en ese fondo de paz, anochecido en suave penumbra. Hay algunos de silla. Descuellan por el lustre de la capa, la pupila inquieta y chispeante, el cuello garboso, los cabos limpios y descarnados y el brío viril que subraya todos sus movimientos. Contemplándolos, evoco los mágicos equinos de Las mil y una noches: el potro del príncipe Firuz. arrebatado por los aires, llevan. do en sus lomos a la primogénita del rey de Ben. gala. Es el ensueño de esas tierras de fantasía y portento que nutren la imaginación infantil: Persia, Arabia, Cachemira... (Cap. 3) Conviene detenerse en este pasaje. En primer lugar, observamos el interés que despierta en el ánimo de Palés la existencia callada de las bestias. Mani. fiesta, además, un placer muy especial al disfrutar de una atmósfera y un ambiente aparentemente sustraídos del tiempo, donde predomina, sin embargo, un tono nostálgico. Esa valoración positiva que advertimos en esos momentos de cencanto pastoril» revela una voluntad de alejarse del medio real que le permite poblar su imaginación con los recuerdos literarios. La realidad del establo se transforma en la fantasía del poeta. Las referencias al sentido del olfato y el motivo de los animales encuentran expresión constante en la poesía palesiana. El autor, en el pasaje citado, nos brinda la vivencia que nutre algunos de sus poemas donde aparecen expresiones 3


muy parecidas. Son obsesiones claves que llegan a convertirse en símbolo: Ese caballo está dentro de mí, ese viejo caballo que la lluvia - mustio violín - alarga. Los animales interiores

Vss.1-2 Entonces, mansamente, sobre el campo armcr [nioso,] caerds en un espeso langor somnolentoso, soíiando a pleno sol, bajo la luz bravía, despertar convertido en asno al otro día Los animales interiores

Vss.33-36 El domingo luce alma color azul celeste, y se mesa la barba de una filosofía apacible, como una vaca sobre la agreste extensión de campos, comiendo... Se diría. Sonetos del campo II

en todas partes. Las lecturas y discusiones con Andrés en la vieja biblioteca municipal, han descubierto ante mis ávidas pupilas la comple. ja tramoya de las pasiones y los intereses hu. manos. De Julio Verne bajo, súbitamente, cual por tenebroso escotillón, a Máximo Gorki. Es como un extraño viaje de luz a las sombras. Ya no son los seres audaces, libres y luminosos, los hombres cuya inagotable inventiva se supera ante la aventura y el peligro; aquí están ahora los vencidos, los derrotados, los tristes y opa. cos seres al margen de la vida... y, sin embargo, el vacio y la tortura de estos exhombres, calan

más hondamente· en mi corazón que la vida ágil y dominadora de los personajes de Verne. Hospédase en ellos la tristeza, la resignación y la apatía y son como los mustios trotones que contemplara años antes, en el pesebre El Sevillano y que en cierto modo, me recordaban

a mi padre. (Cap. 8)

Vss.5-8 La tarde gris revuelca evocaciones de un sabor a crepúsculo doliente. Huele a humo de paja. Emanaciones de pesebre saturan el ambiente. Paisaje

Vss.1-4 Nos entera del paso casi imperceptible de la niñez a la adolescencia y la juventud, época en que va sintiendo ya su individualidad y su despego de los demás. Su contextura espiritual cambia: Porque, ciertamente, en mí ha operado, sin que me percate de ello una transformación espiritual profunda. Al despreocupado devaneo infantil, todo desaprensión y holgazana, ha su. cedido una actitud amusgada de reserva que me va alejando, insensiblemente, de los demás.

(Cap. 8) Esta transformación lenta conlleva también el despertar de su sensibilidad social, que se siente muy pronto irritada por la injusticia entre los hom. bres. Descubre los personajes de Gorki y queda conmovida íntimamente por su condición infrahu· mana que le hace recordar los viejos y nobles tr().. tones del establo, agotados y derrotados: Es época en que bullen ya en mi pecho las primeras inquietudes: en que, sin proponér. mela, me planteo los primeros problemas que

suscitan la desigualdad y el desajuste que veo 4

Justamente sus primeros versos recogen, nos dice Palés, su indignación ante los defectos de la sociedad. A pesar de esta actitud pugnaz y rebelde Palés se presenta como criatura extremadamente tímida. De ah1 su alegría al encontrar a Natalia, la compañera de' clases, personaje que representa el primer amor, a quien el poeta puede comunicar su más remota intimidad. Las inquietudes sociales, los primeros ensayos literarios y el amor surgen simultáneamente. Poco a poco, como quien pulsa tímidamente un delicado instrumento temeroso de quebran. tarle una cuerda, voy confiando a Natalia mis

ideas, mis temores, y mi sorda, concentrada ira contra las deficiencias de la organización huma· na. Todo ello condensado en breves poemas sin metro ni rima y en pésima prosa que escribo de noche en la biblioteca a escondidas, mien. tras Andrés lee a Plutarco o a César Catú y el viejo Lizardi, aún bibliotecario, continúa vagando por los plácidos mares de sus sociedades benéficas.

Desde el primer momento hallo en Natatia estimulante acogida. Lee y comenta mis ingenuidades de adolescente con genuino interés,

infundiéndome esa confianza calurosa de que tanto necesitan las almas tímidas y orgullosas para desnudar sus ocultos sentimientos. (Cap. 8) El amor idealizador, noble -uno de los temas capitales de la lírica palesiana- arranca aquí también trozos muy subjetivos. Palés disfruta nueva·


mente de un mundo propio, lejano y distinto del cotidiano:

La relación con ¡Oh, este hombrecillo! es evi· dente:

En un rellano del camino, cerca de la casa, hay un rústico banco de madera que marca el término de nuestro viaje. AlU Natalia y yo, ais. lados del mundo, hacemos girar la rueda lumi. nasa de nuestros sueños y afanes juveniles. ¡Horas inefables de espiritual deliquio! To. do queda ajeno, remoto, olvidado, sólo nosotros, nosotros dos, únicas sombras transeúntes sobre una tierra habitada por nuestras propias imá· genes, a las que el polvo tibio y dorado del atardecer envuelve en su irreal atmósfera.

íOh, este hombrecillo turbio, denso, bibliote[cario,] que opacamente arrastra sus gruñonas manCas, a través de un oscuro trabajo sedentario de noches infecundas y de estériles dCas!

(Cap. 8)

Hay una verdadera galería de personajes en Li. toral. Algunos tienen toda la simpatía de Palés. Su padre, por ejemplo, así como Antonio Pedralves, maestro de escuela, masón y anticlerical, hombre de inquietudes literarias y recia figura moral, está siempre visto con reverencia, admiración y respeto. Es para él cun santo varón., .humanidad aquiescente y blanda, guarnecida de grises bigotes abultados y grandes ojos oscuros por donde vaga una melancolía resignada y apacible». Andrés, el primo y compañero de aventuras es cun mozalbete ágil y flaco, de clara inteligencia y de carácter inquieto, pronto a la ironía y a la burla•. Tiburcio, el pescador, que también narraba historias de naufragios y lances marinos, es .un tipo seco, como tallado en cobre, de pelo entrecano y ojos enrojecidos y sin pestañas, por la corrosión constante del aire marino, salado y tórrido». La generosa negra Lupe, .presurosa y diligente, sin protestas, sin condiciones, impelida por el simple espíritu de servicio in. herente a su raza y por el afecto maternal que nos tiene•. Palés sabe observar a los demás. Los personajes están casi siempre presentados mediante un retrato y el autor interfiere aquí o allá la ficción para precisar un rasgo o completar la figura. A veces aparece la caricatura y la burla, como en el caso del bibliotecario Lizardi: El bibliotecario Lizardi nos trata con suma complacencia. ¡Como 'que somos sus únicos marchantes I Paliosostén o portalábaro en todas las procesiones de Corpus y Semana Santa, nadie en el pueblo le disputa tan pía función y vésele siempre en grandes solemnidades religiosas, rígido como un huso, encerrado en su negra levita, de la que exhala un olor fenolado de momia, de cosa embalsamada, de coleóptero diseco. (Cap. 2)

(Vss. 1-4) Hay tipos vigorosamente trazados: el Sevillano, el pesebrera de habla andaluza, quien cuida amorosamente los caballos; el notario Zavaleta, quien vive amancebado con su criada, visto también con ironía y humorismo; el loco Bujosa, «loco doctorado en el tedio y la holgazanería»; los compañeros de tertulia del padre, liberales y anticlericales -los corsos Domingo Camprinelli, Lorenzo Damiani, el médico Martín Banderas, el abogado Dámaso Sánchez y Fermín Pastrana, el poeta del grupo. Atención especial merece el ambiente social y económico que describe Palés. Ambiente pueblerino, monótono, pobre, que conduce inevitablemente al tedio, como se ve en los poemas Pueblo y Voz de lo sedentario y lo monótono. Una sociedad inm6vil, donde el ser humano no puede llegar a su plenitud: «la función no varia, los sucesos no cambian. El mismo acontecer cotidiano; idénticas figuras repitiendo el espectáculo de ayer, del mes pasado, del año anterior». En la poesía palesiana hay una denuncia y protesta contra esa realidad; Litoral coincide en esto con la obra poética. La estructura semifeudal, la explotación económica, el coloniaje y la corrupción política, la miseria y la ignorancia producen una estrechez amarga y una vida erizada de tragedia. El paso del tiempo no deja sino un vacío y solamente se comprueba por el envejecimiento y un vivir cotidiano que parece seculannente reiterado: Aun en este pueblo de quietud y modorra, los días transcurren, a pesar de todo y aunque no haya manera de comprobarlo. Nos figur~ mas que es siempre el mismo día fijo, inmu. table: la misma noche insondable, vacfa, eter. na. Toc, toe, toc, toc, rumia el péndulo del reloj haciéndose la ilusión de que masca el bolo de las horas. Pero no. Está inmóvil porque apunta sucesos repetidos, inexorablemente idénticos. Sin embargo, a despecho de todas las apariencias, algo está ocurriendo; algo furtivamente se escurre, y lo comprueba el rostro de hom. bres y cosas que cambian, envejecen o se renuevan, sin que nos demos cuenta del proceso. (Cap. 4)

s


El poeta se plantea la interrogante siguiente: ¿cómo su vocación de escritor y ciertas intuiciones fundamentales de su pensamiento pudieron nacer dentro de esa experiencia? Sombría amargura que no pudo disipar:

¿Pero cómo yo pude vivir aquí? ¿Qué linea sedentaria y monótona pudo tirar mi vida; y cómo en esta aldea chata, feroz y esquiva, pudo nacer la rosa triste de mi poesía? Voz de lo sedentario y lo monótono Vss.52-SS El paisaje natural, exterior es importantísimo. Palés describe continuamente, de una manera impresionista, ese paisaje del litoral, evocado ya desde el título y ia introducción. Este paisaje, tal y como se desprende de la narración, determina el carácter de los hombres. Se va estableciendo así sutilmente, ese apretado lazo entre el paisaje exterior y el paisaje interior que es característico del poeta. Las relaciones estilísticas entre el relato y la obra poética -léxico, imágenes, procedimientos-- así lo confitIDan:

dad Y vulnerabilidad. El espectáculo nocturno lo invade de un sentimiento cósmico y al mismo tiempo una sensación de pequeñez: En tierra tan inhóspita discurren nuestras vacaciones de verano. No todo es, sin embargo, aridez, desolación. Las noches son maravillosas. Cuando no hay luna, el cielo estrellado del páramo es un espectáculo anonadante. Acoda. dos en el balcón, los ojos van recorriendo en lento peregrinaje, el cósmico y grandioso dominio. Confrontada con ese niágara eterno y suspendido de la Vía Láctea: con ese infinito di. luvio de gotas luminosas que parecen a punto de caer y que no caen jamás, o que estdn cayendo siempre en el espacio insondable, con ese bosque fulgurante, enmarañado y dantesco de constelaciones nebulosas, cualquiera de cuyas ramas tentaculares podría envolver la tie. rra en millones de anillos fosforescentes, el alma humana experimenta el pánico de su aterra. dora pequeñez. (Cap. 12)

En este litoral, para julio y agosto, las sequías arrasan las siembras levantan en las calles y caminos breves y sofocantes tolvaneras. Respirase entonces un aliento de hierro y, durante el bochorno del mediodía, mientras los tejados reverberan al sol, penetra en el pueblo el olor seco y tórrido de la yerba requemada que desciende de los montes pelados. Las casas permanecen en silenciosa clausura con las persianas corridas tamizando la brava luz. No tran. sita un alma por las calles. Sólo en la plaza arrellanado el dolce far niente en los verdes bancos de madera y bajo la sombra de los grandes quenepos y laureles de la India, vése algún que otro holgazán leyendo el periódico o descabezando una siesta, con el sombrero echado sobre los ojos... Sí. Aquí todo es ecuador, zona tórrida, tierras ardientes de las que se desprende una va. harada de horno. Todo yace agostado, mustio, ardido de fuego hasta los tuétanos... El habitante de estas tierras es indolente, taimado, de pocas palabras, pero con la pasión del juego y la política pronta al violento esta· llido. Sólo el negro se expande y desenvuelve como en su propia casa. (Cap. 4)

Esta inseguridad no es un tópico literario; asume medidas de problema personal, hondamente vi. vida. El apoyo más seguro, que le impide caer en una angustia sin remedio, es, en Litoral, el amor. No el amor avasallador y destructor de La búsqueda asesina, sino la felicidad amorosa que salva de la soledad. Por eso exclama seguidamente:

No se trata, por consiguiente, de pintoresquismo. La contemplación de la noche estrellada, por ejemplo, le revela el ser del hombre en su fragili.

¿Qué plan diabólico es éste? ¿A dónde, a qué propósito, va dirigido este impulso anchuroso e inagotable de batalla? La naturaleza me

6

-¡Si Natalia estuviera aquí! y un ansia infinita de verla oprime mi pecho, cual si me hallase perdido, abandonado en la soledad de la noche y pudiese ella guiarme a través de la sombra. (Cap. 12) En otra ocasión describe el mar. El misterio que envuelve la profundidad marina ejerce sobre él un gran poder de seducción y le proporciona materia para 'la reflexión. La descripción del mar aquí es similar a la visión poética en Voces del mar. Un trozo querernos destacar, por su vinculación a 10 que hemos expuesto: al ver la lucha de los peces bajo el mar, el poeta experimenta de nuevo el mismo sentimiento de fragilidad de lo humano, frente a las fuerzas que suponen una lucha desigual. Y, una vez más, Natalia -el amor- aparece como único refugio:


da ahora una terrible lección; me muestra su implacable código. En la noche estrellada de los arenales he sentido el abandono del hombre sobre la tierra; su pequeñez y orfandad ante las fuerzas del Universo. Aquí, bajo las aguas, se completa el cuadro... De repente, pienso en Natalia. El trozo titulado Baquiné, pasa sin alteración alguna al relato. Don Federico de Onís 2 lo ha comentado brevemente, subrayando la importancia de los primeros signos biográficos del terna negro: ...el fondo último del tema negro... se encuen· tra ya en su infancia, tal como está descrita en esta novela autobiográfica. El mismo nos dice que desde la infancia los negros le «habían intrigado siempre con extraña sugestión de mis. terio y sigilo». Su primer contacto con el mundo de los negros fue a través de Lupe, la «cocinera gorda y negra que entró a servir al abuelo cuando apenas contaba doce años y se quedó para siempre•. Ella le contaba de niño, cuentos «entreverados de ritos mágicos, palabras

2. Federico de OhIs. Elvt:lorio que oyó Palú de niño en GuaYl1ma. Revista del InstituID de Cultura PuertorriqueAa. núm. S. 1959, p. 15.

incomprensibles e invocaciones misteriosas» y le cantaba cantos con ritmo y palabras africanas, como aquel adombe profundo que todavía suena en mi corazón», cuyo estribillo «adombe, gangá, mondé» usará después en uno de sus poemas negros. Hemos visto cómo Palés Matos va revelándose paulatinamente en este viaje a su alma. Su circunstancia íntima, histórica y social brinda al lector 1m retrato del poeta y su medio. Visto por sí mismo, Palés explica sus preocupaciones vitales, presentes ya en su edad temprana y que son, al mismo tiempo, las preocupaciones cardinales de su poesía: es· tados de ánimo, inquietudes político-sociales, el tedio, el amor -motivos trazados ya desde Azaleas· El valor documental de Litoral es considerable, además. por tratarse del miembro de una generación que ha ejercido una especie de liderazgo es· piritual, literario, político y moral en Puerto Rico durante los últimos lustros, y que aún está lejos de haber perdido toda su influencia. Esta «reseña de una vida inútil», vinculada a la obra poética de Palés tan íntimamente, permite, por último, una lectura enriquecida y ampliada de sus versos. El testimonio que ha querido dejarnos incita a sacar la médula de su creación - nada inútil- en la en· traña soterrada de cada palabra.

7


Arecjbo y la estirpe de héroes Por

A

L ANALIZAR LA HISTORIA DB LOS DISTINTOS PUEBLOS1

observamos como en muchos de los mismos aparecen familias que se han distinguido en la aportación de esfueno y vidas a la causa de la redención de sus respectivas patrias. Algunas de ellas, en sus generosos ofrecimientos, han trascendido los límites del propio suelo y sus miembros se han inmo,lado por la independencia de países hermanos. Desde la época de la Roma antigua, Camelia, la madre de los Gracos1 es ejemplo de abnegación sublime. Sus hijos Cayo y Tiberio pagaron con sus preciosas vidas el precio que en aquel momento exigía la defensa de la dignidad ciudadana. En la historia contemporánea y en nuestro continente americano, los hermanos de Andrada son puntales del movimiento separatista en el Brasil. En Argentina, los Mitres contribuyeron activamente a la consolidación 'de la República del Plata. En Cuba, Mariana Grajales de Maceo, vio perecer a ocho de sus hijos -y otros dos quedar mutiladosen la manigua, luchando por la independencia de su patria. En Puerto Rico hay una familia que ha sido exponente de elevado renunciamiento y acendrado patriotismo. Una prole que, no solamente libró innumerables batallas en defensa de su suelo aherrojado, sino que, con un alto sentido de la justicia universal, derramó su sangre en los campos de un país hermano, también sojuzgado y oprimido. Esa progenie que tan alto puso el nombre de Borinquen en el ámbito antillano fue la familia Marin. Don Ramón Marin, al igual que su hermano Santiago, nacieron en Arecibo. De todos es conocido ,los inicuos atropellos y persecuciones de que fue víctima don Ramón Mann, llegando a ser encarcelado en las celdas del vetusto castillo de El Morro, por el solo hecho de defender los ideales de su pueblo. 8

JOAQUtN

FRBnu¡

Su hija Amalia Marin Castilla de Muñoz Rivera, fue síntesis de excelsas virtudes como hija ejemplar, abnegada esposa y madre amantísima. Con su cónyuge Luis Muñoz Rivera. compartió -al igual que con su padre- todas las vicisitudes y peligros que arrostran siempre los grandes hombres que se imponen como inclaudicable misión la defensa del decoro patrio. Otro de sus hijos, Ramón Mano Castilla -como su hermana Maló. nacido en Ponce- fue un joven intrépido, con un valor que rayaba en la temeridad y quien cayó a la edad de 26 años en la provincia de Las Villas, Cuba, peleando por la independencia de la hermana antilla, ostentando las insignias de capitán del Ejército Libertador Cubano. Un hijo de Santiago Marin -hermano de Ramón Marin Solá- llamado Francisco Gonzalo y más conocido por Pachín, nacido en Arecibo, después de ser perseguido por sus campañas periodísticas y actividades separatistas en Puerto Rico, emigró a Cuba y pereció en la isla de Turiguanó, después de luchar junto al general Máximo GÓmez. Un hermano de Pachín: Wenceslao, con las insignias de subteniente cae como todo un héroe en el batey del ingenio El Triunfo, peleando a las órdenes de José Maceo. Hablemos de los hijos de Arecibo que dieron sus esfuerzos y vidas por la libertad de Cuba, y entre ellos destacaremos a los hermanos Pachín y Wenceslao Marin. Dejaremos para el capítulo correspon· diente a Ponce a Ramoncito Marín Castilla, por haber visto este último la luz en la bella Perla del Sur. FRANCISCO GONZALO MARIN (PACHIN) En Recuerdos de la Guerra de Cuba obra escrita por el dominicano Lorenzo Despradel, nos cuenta la


primera entrevista que tuvo Pachín Marín con José Marti en Nueva York. La misma le fue narrada al autor y a Panchito Gómez Toro -hijo de Máximo Gómez- por el Apóstol Marti, en la ciudad de Montecristi en Santo Domingo. Decía Martí: • Yo estaba en las oficinas cuando se me presentó un joven para pedirme que le inscribiera en el Partido Revolucionario. Le pregunté su nombre y me contestó: Francisco Gonzalo Mann. -¿Es usted cubano? -5í, señor. -¿De qué provincia? -De Puerto Rico. __Fue él, nos decía con ojos encendidos -el que días después debía caer gloriosamente en Dos Ríos- el que más fielmente expresó la idea de la solidaridad existente entre las dos únicas colonias que conservaba España en América•. Desde muy joven Pachín dio muestras de inquietudes espirituales en su terruño de Arecibo. AlU, en la escuela de la Villa, hizo sus primeros estudios. Se dedicó después a la tipografía, la música y la poesía. Sus primeras composiciones poéticas las publicó en su pueblo natal bajo el titulo de Flores Na. cientes. Inquieto y ansioso de escrutar nuevos horizontes, se dirige a Ponce donde reside su tia don Ramón Mann -hermano de su padre Santiago- y publicó su segundo tomo de poesías con el nombre de Mi Obolo, que le dedica al prócer criollo don Román Baldorioty de Castro. De vuelta al pueblo de su na. cimiento, funda el periódico El Postillón, publicando su primer número el 20 de julio de 1887, llamado cEI Año Terrible•• Las autoridades le siguen los pasos al periodista que atacaba al régimen por los desmanes que imperaban en la Isla. Desde Aibonito, el funesto General Palacio la emprende contra los conspiradores, persi. guiendo hasta aquellos que no lo son, solamente por infundadas sospechas. Pachín sabe que la Guardia Civil está localizándolo para detenerlo y se encamina a Mayagiiez, donde toma un barco que lo conduce a Santo Domingo. Allá, en la patria de Duarte, ocupa un puesto en el Departamento de Instrucción Pública en un pueblo algo distante de la capital. Pero enterado de un atropello cometido contra un opositor al Gobierno -él que no aceptaba ultrajes- publicó un artículo contra aquella agresión. Esto le valió que los incondicionales del régimen lo indispusieran con el presidente Herreaux (conocido por Lilis) quien lo hizo traer a la ciudad primada a pie y esposado. El tirano ordenó su expulsión del país y mandó que lo embarcaran en una goleta que debía salir para Cura~ao; ·no sin antes disponer que no le quitaran los grilletes basta que el buque levantara anclas. Apenas llegado a Venezuela publicó su poema Emilia, en cuyo prólogo fustiga al arbitrario Presi.

dente de Santo Domingo. No le fue mejor en Ja patria de Bolívar, donde sus opiniones molestaron al Primer Mandatario de aquel país, quien llevaba el mismo apellido del tristemente célebre Gobernador de Puerto Rico en el .Año Terrible•• Andueza Palacio lo deporta conjuntamente ca:! Félix Matos Bernier, Luis Carballer y Juan Coronel para Fort France, en la isla Martinica. AlU el arecibeño siente nostalgia de patria y añoranzas de bogar. Los fracasos no amilanaron al espíritu soñador y bueno de Pachín y ya de regreso a Ponce publica por segunda vez El Postillón y su pluma welve a fustigar el Gobierno Colonial. La imprenta donde editaba el valiente rotativo es cerrada por orden de las autoridades y tiene que abandonar la patria de nuevo, embarcando para la ciudad de Nueva York el día 27 de agosto de 1891. Al siguiente año publicó su obra poética intitulada Romances. Es entonces cuando tiene lugar su inesperado y fortuito encuentro con su hermano Wenceslao, en una factona de tabaco en Ja Babel de Hierro. Pachín ingresó entonces en la Junta Revolucionaria Cubana de Nueva York, donde militaban otras boricuas. Alma bohemia con ansias de ideales parte inmediatamente para Haití. Allí, con varios puertorriqueños funda un club revolucionario, a la vez que trabaja en el establecimiento de un hotel al que se le llamó .EI Internacional•. Pero las desdichas persiguen al infortunado patriota y un incendio destruye el edificio donde se hallaba el botel que habia levantado con tantos sacrificios y esfuerzos. Regresó a Nueva York donde otra terrible noticia le anonada y conturba su espíritu: la muerte de su bermano Wenceslao en el batey del central .El Triunfo», en Cuba. Esto le hizo alistarse en la primera expedición que salía para Cuba al mando del doctor Rafael Cabrera y al poner pie en la nave, escribe la composición que dedica a su madre e intitula En el Barco. Dice en su tercera estrofa.

Pero allá tengo también y voy a encontrar ilesos,

laureles para mi sien, hombres para Borinquen y de mi hermano los huesos. Esta fue una resolución impremeditada, según reseña el historiador boricua Coll y Toste, pues .Pachín tenía un gran corazón, pero no la constitución física para poder vivir en la manigua de Cuba. Las brisas malignas de esa manigua le fueron dañinas y lo invadió la malaria pérfida•• Era el general Máximo Gómez recto y justiciero, aunque inflexible ante el menor asomo de indiscipli. na y a quien -según palabras de Orestes Ferrara9


los mambises le tenian más miedo que a Weyler. Era un hombre que nunca halagaba a la tropa, sin embargo, Pachin le causó grata impresión al general dominicano que tanto amaba las cosas espirituales. En su tienda se improvisaban a veces veladas en la que el bardo boricua daba prueba de su talento y simpatia. En una ocasión, alguien en el campamento, olvi. dándose de los incalculables beneficios que Máximo Gómez le había prestado a la revolución, se refirió a él como un «extranjero». Al escucharlo Pachin. en pleno monte y bajo la sombra de un árbol, compuso el siguiente soneto:

MAXIMO GOMEZ

Tiene de Hidalgo, el ímpetu divino, del noble Sucre, el idealismo ciego,· la egregia estirpe del Titdn Andinoy la serena intrepidez de Riego. De su vida en el épico destino Belona misma con buril de fuego le enmarcó con la fe de un girondino y la bravura herdldica de un griego. La gloria de un poema de Dolores en la que la ingratitud. genio atrevido, escupe manchas y se lleva flores. Nada importa a quien la gloria ha ungido que siempre a los que fueron detractores les escupió la frente un redimido. Las miserias de la campaña. el paludismo, el hambre y lo rudo de la lucha. obligaron a nuestro héroe a buscar refugio en un rancho que se hallaba escondido en las montañas de Trinidad. Desde ese lugar escribió unas lineas en una hoja de copey. ex. poniendo su dificil situación. Al llegar la misiva a las manos del general Gómez, éste hizo llamar al ofi. cial que la había traido para conocer noticias sobre el paradero del bardo arecibeño. Envió al práctico Venegas con una pareja de la brigada Trinidad. con el encargo de que trajese al Subteniente Marfn al Cuartel General. El regreso del poeta fue celebrado por todos sus compañeros. Pero Pachin venía enfermo, aniquilado por el paludismo. No obstante, su buen humor renació al verse rodeado por los amigos que trataban de hacerle olvidar las miserias y penalidades que habia pasado en las montañas trinitarias. Cierto dia el General llamó a su ayudante Despradel y le hizo saber que tenía el propósito de enviar a Pachín a los Estados Unidos. para que de acuerdo con los delegados de la emigración en Nue..

10

va York. fundara un periódico para la propaganda. toda vez que ya él había visto los triunfos de las huestes mambisas en el campo insurrecto. Además. expresó Gómez «su organismo está muy minado y temo que se nos muera aqui en la manigua... Hay que sacarlo». Nos dice Despradel: Le di la grata noticia aMa· M. callándome los temores que abrigaba el General con respecto a su salud y desde ese día. sintiéndose nuevo y con mayor intensidad quemado por la fiebre, no pensaba sino en su salida para el extranjero para curarse y volver con nuevos bríos a nuestro lado -según nos decía a los que estábamos continuamente junto a él». Pero habia que atravesar la «Trocha» que corría de norte a sur de la provincia de Camagiiey, de Jú· caro a Morón. Solamente quedaba correr un riesgo -en este caso tan peligroso como el anterior- el de atravesar la isla de Turiguanó. Además, había que llevar un hombre cargado en una hamaca. atravesar la ciénaga y los brazos de mar que la separaban de la costa y enterrados hasta la cintura en el lodo. poder liberarse de las entrecruzadas raíces de los mano gles. ¿Cómo llevar aquella carga por esa intrincada ruta que se extendía a través de tantos kilómetros? Después de cruzar los dos brazos de mar con el agua al cuello, la situación era desesperada. Escuchemos lo que sobre este episodio escribió a J. M. Rodríguez el señor Luis Lamarque: «Era imposible; los movimientos a que daba lugar aquel suelo infranqueable, producían tales sacudimientos en el cuerpo extenuado del pobre MaM. que los que querían salvarlo lo estaban matando. Era preciso subir unas ra1ces de un árbol con él cargado; otras era necesario penetrar en el mar cruzando por entre las rafces, arrastrarlo entre las ramas angulosas y punzantes como zarzas. Aquello era un suplicio horrible. Marín suplicó que colgaran su hamaca a dos árboles y que 10 dejaran allí. Nadie quiso acceder a ello; pero insistió. rogó. lloró. -Me están matando -dijo angustiosamente-. 'dejadme ahora y volver por mí'... al fin. dejaron a Marín en su hamaca colgada a dos mangles con el propósito de volver por él. A los compañeros de Marín los reclamó el servicio en otra parte y cuando volvieron a pasar por Turiguanó. en la hamaca en· contraron el esqueleto.» En la obra Mis relaciones con Mdximo Gómez, escrita por el doctor Orestes Ferrara, coronel de la guerra del 9S y prominente hombre público. relata la influencia que tuvo la noticia de la muerte de Pachín en sus planes de atravesar la isla de Turi· guanó para llegar al Cuartel General de Máximo GÓmez. En aquella época, Ferrara no había aún arribado a la mayoría de edad.


Dice el profesor de Derecho Romano: cEn el pequeño Estado Mayor aquel día no se hablaba más que de la terrible muerte de Gonzalo Marín, puertorriqueño; el poeta que había aludido la señora del vecino rancho. Sentí una gran pena por el mártir de la idea, que saliendo de otra tierra había acudido donde se derramaba sangre generosa y en ella dejaba su vida. Aquella muerte influyó decisivamente en mis planes. Abandoné la idea de cruzar la línea divisoria de la isla de Turiguanó y desechando toda duda, salí del cuartel del Brigadier José Gómez, con el firme propósito de acercarme a las alambradas, pasar éstas; evadir los fuertes, cruzar las zanjas, como si pudiera arriesgar todas las dificultades rea. les o imaginarias que nos habían metido en la cabeza, y llegar al otro lado o caer en el empeño». Orestes Ferrara tuvo éxito, pasó la Trocha con un compañero. Fue más tarde Presidente de la Cá. mara de Representantes, Embajador en Washington, Secretario de Estado, etc., y en la actualidad vive en Europa. Nuestro pobre Pachín, quien siempre sospechó que tendría una muerte trágica y temprana, quizás en su postrer instante en la Isla de Turiguan6, con sus rígidos maxilares contraídos por la atormentadora fiebre recitó, apenas musitando su composi. ción a Arecibo que terminaba así:

Tal vez si cuando torne al Arecibo mio y busque en mis hogares la dicha y el amor, la dicha se halle lejos, mi hogar esté vaclo... tan sólo con un huésped fatídico: el dolor.

WENCESLAO MARIN Era hermano menor de Pachín, aunque de carácter y constitución física muy distinta. Desde niño se dedicó al rudo oficio de herrero, profesi6n ésta que le hizo desarrollar una fuerte complexión. Wenceslao sin embargo, como su hermano, era rebelde a toda arbitrarla imposición y por sus manifestaciones cívicas y viriles se le estimaba como un desafecto al régimen colonial imperante en su patria. Se encontraba nuestro héroe trabajando en una central azucarera del término de Arecibo, cuando por cuestiones relativas a su labor, tuvo unas palabras con el encargado del taller. Este último era un vasco de gran fortaleza y algo brusco en el tacto. Wenceslao, responsable en su trabajo, prefirió tran-

sar la discusión y esperar otra oportunidad y lugar para ventilar aquella enojosa situaci6n. y así fue, días después, se encontraron en el pueblo, y tras cambiar entre sí algunas palabras altisonantes, el vasco y él se fueron a las manos. Wen. ceslao le propinó al corpulento capataz varios fuetazas que le dejaron mal parado. Aquello dio lugar a que los enemigos políticos del joven tomaron este incidente como una mani. festación antigubernamental y los comentarlos corrieron por la Villa del Capitán Correa como un reguero de pólvora. Su padre, don Santiago, le comunicó a su esposa Celestina que dicho suceso le acarrearía graves consecuencias al hijo, por lo que acordaron embarcarlo para Santo Domingo. Wenceslao rechazó en principio los consejos paternales, pues hacía poco había contraído matrimonio con una joven arecibeña: Jubilia Serrano. Pero ante las amenazas que ya se manifestaban y para evitar cualquier atentado, embarc6 para Quisqueya dejando a su dulce compañera. Jubilia le dio un hijo a Wenceslao, al que le pusieron por nombre Román -el mismo que llevaba su tío, el patricio que vivía en Ponce- y al que él nunca vio, ya que jamás regres6 a su adorada pa· tria. De Santo Domingo pasó a Nueva York y allí se dedic6 a un oficio que le proporcionaba un decoroso sustento: despalillador de tabaco. En aquel cli. ma frío de la inmensa urbe recordaba a su esposa y al hijo que hubiera querido estrechar entre sus brazos y mojar su carita con lágrimas de ternura que corrían, furtivas, por sus mejillas en la soledad de su apartamiento. Y cuando sus manos estrujaban la hoja olorosa del tabaco, venía a su mente el recuerdo de las cam· piñas de su patria; aquellos verdes cañaverales, que al soplo de la brisa se mecían allá cerca de las costas de su amado Arecibo; de aquel puerto que fuera escenario de las incontables hazañas de Víctor R().o jaso Corría el año de 1895 y en los campos de Cuba, la Antilla hermana, el fragor de la batalla estremecía los montes. En la inmensa ciudad donde él se encontraba, José Martí, con su verbo encendido y su pluma vigorosa, llamaba a los antillanos para lo que él denominaba «la guerra justa». Wenceslao no fue remiso a la voz del Ap6stol y se dirigió a las oficinas del Partido Revolucionarlo. Allí departía con otros boricuas y cubanos sobre la marcha de la guerra en Cuba. Pachín, que no tenía noticias de su hermano desde hacía tiempo, se encontraba en la ciudad de Nueva York en labor periodística, colaborando en la publicación separatista La Gaceta de Puerto Rico que dirigía Véle.z Alvarado. Además había publica. 11


do su colección de versos Romances. Era pues, bastante conocido entre la colonia latina. En varias ocasiones algunos compañeros de Wenceslao le habían preguntado qué parentesco le unía a Pachín. El taciturno despalillador de tabaco siempre respondía: -Ninguno. Un día, se encontraba Pachín recorriendo la ciu. dad en busca de suscripciones para el periódico donde él colaboraba y se encontró a su hermano en la factoría tabacalera. Al reconocerse, se fundieron en un fuerte abrazo. Asombrados los amigos, inquirieron a Wenceslao por qué él decía que no le unía ningún nexo familiar con el periodista. El poeta nos da la respuesta en un artículo necrológico que escribiera cuando la muerte de su hermano. Dice Pachín: cWenceslao bajó los ojos con acento dulce y triste dijo: Tú periodista, yo despalillador. ¿Por qué ser iguales?lI Su modestia y su admiración por el hermano le hacían ocultar los vínculos que le unían a él. Cierta vez, de regreso a su apartamiento, Wenceslao vio en una vitrina un objeto que llamó poderosamente su atención. Desde entonces y diariamente no dejó de detenerse en aquel lugar para quedarse ensimismado en estática contemplación ante lo que para él representaba una joya. ¿Qué era aquello que tanto interés había despertado en el hermano de Pachín y cuya adquisición constituía para él una obsesión? Era un rifle de la marca Winchester, de los llamados Lee. Se le daba a dicho modelo este nombre en honor del famoso general que peleó en la Guerra Civil norteamericana frente a los ejércitos del Sur. Por aquellos días, una expedición que salía para Cuba fue denunciada por la Embajada española en Washington, la que se encontraba en antecedentes de todos los preparativos de la misma. Sus componentes fueron apresados por las autoridades norteamericanas. Este fue un rudo golpe para Wenceslao, quién esperaba ser llamado en el próximo grupo a salir. Queriendo reponerse ante el fracaso de la expedición de «La Femandinall -llamada así por haber sido capturada en el lugar que lleva este nombre en las costas de la Florida- se dirigió al bullicioso Broadway y adquirió aquel fusil que no se apartaba de su mente. Y como el niño que recibe la escopeta de juguete con que sueña, la abrazó por largo rato y lleno de júbilo, partió para su aposento. Esa noche durmió junto al rifle. Al día siguiente, y teniendo la convicción de que ya no se separaría más de su Lee, ordenó que en la parte posterior del mismo, se le fijara una chapa de metal en la que se leía la siguiente inscripción: Wenceslao Marin. Transcurrieron varias semanas y una noche, al negar al Círculo del Partido, fue notificado de que 12

estuviera listo, pues debía salir en la próxima expedición que ya se preparaba para hacerse a la mar. y por fin llegó la hora. En una fría mañana del mes de octubre de 1895 partió aquel cargamento de ilusiones en el vapor cLaurada». El día 27 del propio mes desembarcaron en .La Caleta» al sur de Baracoa, en el extremo oriental de la isla de Cuba. Wenceslao respira a plenitud los aires de la indómita región de los Maceos y aquella vegetación le hace recordar a su idolatrada Borinquen. La tropa inicia su marcha, abriéndose paso a través de la intrincada floresta que circunda la más antigua de las villas fundadas por Diego Velázquez en Cuba -1502- Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa. En la Gloria, junto a la corriente del río Iguanábana, una columna española le salió al paso a las huestes mambisas. Allí recibió Wenceslao su bautismo de fuego, estrenando su Winchester frente al enemigo que se retiraba bajo el mortífero fuego de los revolucionarios. Ya en contacto con las fuerzas insurrectas que pelean bajo las órdenes de José Maceo, el boricua se incorpora a las mismas. Casi a diario hace uso de su inseparable y lustroso fusil adquirido en la populosa ciudad neoyorquina. Gozaba el general José Maceo de justa fama como guerrero impetuoso y de un coraje a toda prueba. Era tal el arrojo de José, que su hermano AntoDio -Mayor GeneraI- le amonestaba con frecuencia por su temeraria osadía. Bajo el mando de ese bravo y temido coloso peleó Wenceslao Marín. En una ocasión, y por una orden injusta de un oficial, le fue quitado el rifle al pundonoroso arecibeño. Este, antes de entregarlo, le sustrajo una pieza y lo inutilizó. Al quejarse el oficial a José Maceo, fue requerida la presencia de Wenceslao ante el general. -¿Es cierto que usted ha hecho inservible ese fusil? -le preguntó el hermano del Titán de Bronce a Marin. -Sí señor, mi general -contestó Wenceslao y continuó- porque es de mi propiedad y ni el jefe que dio la orden, ni usted General, yeso es mucho decir; ni su hermano Antonio, yeso es decir mucho más; ni hombre nacido y por nacer tiene más coraje que yo para usar este armamento. Ante tal respuesta, el general pidió ver el fusil, y al observar el nombre que tenía grabado, ordenó: -Entréguese el arma a ese valiente. Y gagueando -pues José Maceo era tartamudo- agregó: - y que pase a mi es.col-ta. Un fuerte abrazo entre el jefe mambí y el guerrero boricua selló aquel incidente. Días después Wenceslao fue ascendido a subteniente. Una tarde, el general José Maceo dio órdenes de


atacar el ingenio cEl Triunfo•. Allí se encontraba a la sazón un gran contingente de tropas españolas al mando del coronel Recas. A los primeros disparos Mario ocupó posición al frente con varios compañeros. Era una batalla desigual ante el enemigo muy superior en número y armamentos. Nuestro héroe disparaba tendido en tierra a todo lo largo con su inseparable Winchester vomitando fuego, cuando una bala de un fusil Máuser, español, entrándole por el cráneo, le recorrió la espina dorsal. La muerte fue instantánea. El Consejo Territorial de Veteranos de la Independencia de Santiago de Cuba, solicitó y obtuvo del Consistorio de aquella ciudad, poner el nombre de «Hermanos Marín. a una de sus calles en el im· portante barrio «Fomento•. Esta es la historia de aquel valiente soldado que se llamó Wenceslao Marín, quién sucumbió junto a

su fusil, del que no se separó ni aún en el instante de su gloriosa muerte, defendiendo la libertad de un país hermano.

JOSE M. QUERO BOCUGNANI Otro hijo de Arecibo que se distinguió, tanto en el campo de batalla como en la Cuba republicana, fue el coronel José M. Quero Bocugnani. Durante la guerra del 9S se batió en las campiñas cubanas y a la terminación del conflicto bélico ingresó en el Ejército Nacional como oficial. Ascendió por sus méritos y capacidad hasta ostentar la misma jerarquía que alcanzó en la manigua: la de coronel. Después de dejar el Ejército sirvió a la administración pública en la Secretaría de Hacienda, donde ocupó un elevado cargo.

13


Comentario y consideraciones en torno al «Proyecto para el Fomento de las Artes Teatrales en Puerto Rico» Por CARLOS MIGUEL SUÁREZ RADILLO

EN BL ~o

1956 SB REUNIÓ BN SAN JUAN DB PUERTO Rico la «Comisión Asesora de Artes Teatrales» designada por el Instituto de Cultura Puertorriqueña con el objeto de realizar un amplio y cuidadoso estudio de las posibilidades de desarrollo de las artes teatrales en el país. Después de una intensa y prolongada actividad, la Comisión elaboró un «Proyecto para el Fomento de las Artes Teatrales en Puerto Rico» que marcó el inicio de importantes realizaciones en ese terreno. El proyecto consta de cinco partes y dos apéndices:

Parte Primera. - Reseña del teatro en Puerto Rico desde 1940. Parte Segunda. - Necesidades básicas para facilitar la producción teatral. Parte Tercera. - Organización de una Comedia Nacional Puertorriqueña. Parte Cuarta. - Festival Anual de Teatro. Parte Quinta. - Promoción general del teatro. Apéndice Primero. - Estudio sobre ~a actitud del público hacia el teatro. Cuestionario y tabu1a. ción estadística de las contestaciones obtenidas. Apéndice Segundo. - Comentario sobre la construcción de un «escenario tipo» en todas las ciudades y pueblos de la Isla. En la preparación del Proyecto participaron Francisco Arriví, Piri Fernández de Lewis, Nilda González, Rafael Cruz Emeric, Angel F. Rivera y Gilda Navarra, y fue definido por ellos, con indudable modestia, simplemente «como un archivo de información para que el Instituto de Cu1tura Puerto..

14

rriqueña y el pueblo de Puerto Rico puedan ayudarse en su labor de fomento teatral». Añadiendo: «La Comisión de Artes Teatrales del Instituto se enorgullece de habérsele presentado la oportunidad de expresar su opinión sobre la mejor manera de llevar esto a cabo.» El proyecto en sí constituye una muestra admirable de observación, recopilación de información y conjuntación de datos para 'la organización de un vasto plan ejecutivo de fomento de las artes teatrales. En este sentido sería interesante analizar detalladamente cada uno de los apartados reseñados. Sin embargo, teniendo en cuenta que al escribir este comentario me propongo principalmente darlo a co.. nacer a los que en otros países llevan la responsabilidad de la vida teatral, analizaré brevemente aquellos apartados cuya finalidad es, primordialmente, sentar las bases de experiencias futuras sobre experiencias previas realizadas en Puerto Rico, y analizaré con mayor amplitud los que pueden tener carácter ejemplificador o a:l menos sugerente en otros países.

Reseña del teatro en Puerto Rico desde 1940 (hasta 1956)

PARTE PRIMERA. -

Partiendo de un afán renovador «que se acusa en la escena puertorriqueña entre los años 1937 y 1940» la Sociedad Dramática Areyto, plataforma de lanzamiento de nuevos autores, actores y escenógrafos, a pesar de su corta vida «pone en marcha dos fuerzas: la voluntad de montar obras de autores puertorriqueños y el afán de renovación de los métodos escénicos de montaje». El Teatro Universita.


rio, en su doble función dentro del «campus Jl de Río Piedras y en el exterior por medio de su Teatro Rodante, inicia en 1941 una amplia y fructífera labor que continúa actualmente. Una inquietud constructiva cunde y se manifiesta en la actividad de numerosos grupos heroicos, entre los cuales des~ tacan, por cierta estabilidad, el Teatro Experimental del Ateneo, el Tinglado Puertorriqueño, el Teatro de la Sociedad General de Actores... Simultá. neamente a toda esta labor, cada vez más proyectada hacia la divulgación de obras de autores puertorriqueños, el cLittle TheatreJl desarrolla repertorios en inglés, generalmente de obras que han obtenido gran éxito en Broadway. Lo importante en este primer capítulo del Proyecto es, de una parte, el justo reconocimiento de una labor sacrificada y tenaz; de otra la exposición de una trayectoria que ofrece normas ejemplificadoras sobre los resultados de esos esfuerzos.

Necesidades bdsicas paTa facilitar la producción teatral.

PARTE SEGUNDA. -

La realidad puertorriqueña es representativa, en este sentido, de la que ofrece un gran número de países hispanoamericanos. Si en Puerto Rico el Tea. tro Universitario, por ejemplo, cuenta con amplios medios para realizar su labor, un crecido número de grupos teatrales carece de ellos. ¿Cuáles son esos medios indispensables? Digamos antes de enumerarlos que son los que servirán para apoyar a los grupos independientes que carecen de ayuda institucional y, a la vez, para apoyar al Instituto de Cul. tura Puertorriqueña en la organización de un Festival Anual de Teatro y de una Academia permanente de Artes Escénicas. a)

Habilitación de espacio para reunión y ensayos. La importancia de esta proposición es evidente. Aun en medios teatrales de gran actividad las compañías suelen tropezar con dificultades para sus ensayos. En ocasiones, aun disponiendo de un teatro en el que va a debutar unas semanas después para la realización de sus ensayos, una compañía encuentra el escenario ocupado por un decorado fijo que le impide desarrollar adecua. damente el esquema de composición y movimientos escénicos y moverse cómodamente. Si esto ocurre incluso en ciudades como Madrid, con 23 teatros funcionando y abundantes locales de ensayos para alquilar (desgraciadamente con frecuencia ruidosos y poco acogedores), ¿qué no ocurrirá en ciudades donde apenas un verdadero teatro y quizá dos o tres «salones de actos JI cubren a duras .penas el mínimo de necesidades tea-

trales? Pudiendo disponer de las facilidades de un local amplio, adecuado, limpio y silencioso en el que ensayar durante un número suficiente de horas, muchos grupos que hoy no pueden desarrollar sus actividades podrían contribuir a la evolución teatral en su país. b)

Habilitación de espacio para alojar las tes facilidades:

siguien~

1) un taller de escenografía y utilería 2) equipo básico para iluminar adecuadamente una producción 3) taller de costura y guardarropía 4) almacén de utilería S) almacén de escenografía 6) garage para un camión cuya compra se propone. El proyecto, basado en un meticuloso estudio de las necesidades teatrales en Puerto Rico, expone con minuciosidad de detalles 'los equipos y características de los locales para almacenarlos. Yo recomiendo a todo el que se interese en :la creación de facilidades similares en su país que solicite del Ins. tituto de Cultura Puertorriqueña un ejemplar del proyecto, toda vez que yo debo limitarme por necesidades de espacio a comentarlo en general. Encontrará en él una relación completa de las herramientas necesarias para poner a funcionar adecuadamen. te el taller de escenografía y sus costos, los cuales, aunque varíen en otros países, pueden servir sin duda de orientación, descripción de las cortinas (cicloramas o cámaras neutras) que permitirán presentar espectáculos sin otro decorado que, por ejemplo, plataformas y muebles; gasas para realizar efectos de transparencia, etc. Una de las mayores dificultades con que tropiezan los que desean hacer teatro en nuestros países es, sin duda, la carencia de un equipo eléctrico adecuado. En ocasiones los 10cales no sólo no tienen equipo sino que carecen incluso de las facilidades para instalarlo, carencia que puede ir desde la insu. ficiencia de los cables de entrada de la corriente hasta la ausencia de sitios donde colgar los focos. El proyecto detalla un equipo ideal que representa uno de los estudios más completos que he encono trado. Su costo, como detalle curioso que quizá asuste a mis lectores de moneda más baja que el dólar, es de 6,308 dólares incluidos un diez por cien. to para transporte y otro diez por ciento para im· previstos. El apartado correspondiente mtaller de costura y la guardarropía detalla todo el equipo necesario para realizar, arreglar y alistar el vestuario de cada espeotáculo, así COIn.O el espacio necesario y las ca15


racterísticas de los armarios para :1a conservación de la ropa ca prueba de polilla, comején y cucara· chasJl. El apartado correspondiente al almacén de utilería incluye una relación de los elementos que deben adquirirse clasificados por épocas: griega, romana, primera y segunda época medieval, renaci. miento, siglos del barroco, épocas revolucionarias de los siglos XVllI y XIX Y periodo anterior a la pri. mera guerra mundial. Como sección adicional el proyecto recomienda una dedicada a Puerto Rico «atendiendo a su peculiar desarrollo de isla tropical, poblada por indios, sujeta luego a la acción colonizadora de España y a la influencia del negro africano JI. La dotación se adquirirla, de inicio, por un aporte global, enriqueciéndose posteriormente por medio de donaciones y por compras graduaies según los elementos que van haciéndose necesarios. Cuantos hacen teatro en nuestro hemisferio -e incluso fuera de él -saben lo difícil que l'esulta disponer de espacio para almacenar los decorados de las obras ya realizadas. En ocasiones las malas condiciones de estos locales -expuestos a la humedad y a la presencia de roedores- dañan costosos decorados o hacen prácticamente imposible extraer los de una obra sin movilizar una enorme cantidad de material correspondiente a otras. La compra de un camión adecuado para el transporte de los decora. dos y del material en general hace posible una rápida y fácil movilización de los mismos y por personal especializado que sabe «cómo tratarlos JI.

Organización de una Comedia Nacional Puertorriqueña.

A)

Personal de la Comedia Nacional:

Administración. Junta de Comisionados, como puesta de cuatro miembros (ciudadanos promi. nentes de probado amor al teatro) ad honorem y un Director a sueldo fijo. Como ayudantes en la administración actuarán un Empresario-Tesorero, una Secretaria.Bibliotecaria y un Conserje. II) Dirección escénica. Dos directores, responsa: bIes del montaje de las obras y que, a su vez, serán profesores en la Academia. Se contará con Ayudantes de Dirección, Apuntador y Directores de Canto, Baile, Elocución de teatro y Esgrima de teatro. Ilr) Montaje. Escenógrafos, diseñadores de figuri. nes, ayudantes (costureras-planchadoras); lumi. notécnico y electricista.ayudante; Director téenico y ayudantes del mismo: ayudante de escena, carpintero-pintor y uti1er~tramoyista. IV) Actuación. Treinta actores con permanencia, escogidos por la Junta los cuaies, a la vez, recibirán y darán clases en la Academia. Su promedio de horas de trabajo semanales será de cuarenta, distribuidas aproximadamente así: tres representaciones a la semana, ya en San Juan ya en Ponce; tres horas de ensayo cinco veces a la semana y cuatro horas de clases generales y privadas cinco veces a la semana. Los actores se agruparán de acuerdo a su categoría en la Comedia en: actores asociados, actores suplentes, aetares aprendices (sin sueldo) y comparsas de baile, coros y músicos.

r)

PARTE TBRCBRA. -

«La formación de una compañía nacional sub. vencionada por el gobierno y apoyada en una academia que continuara el adiestramiento perenne que necesita todo arte, seria el medio más eficaz para crear un teatro nacional. JI Esta realización «pondría la producción de la obra dramática en ma· nos de un personal competente continuamente adiestrado para esta labor con una dedicación de todas sus energías creativas JI al que se ofrece, ad~ más, una constante oportunidad de superación y cuyo contingente se enriquece constantemente por 'la gradual formación y maduración de nuevos elementos. Por otra parte, la continuidad del esfuerzo teatral crea público, el cual, por ser las producciones subvencionadas por el Estado, podrá tener aeceso a los espectáculos a precios más bajos. Los autores nacionales, ante una actividad constante, gozarán de mayores oportunidades para estrenar sus obras. La organización de ~a .Comedia Nacionallll expuesta en el proyecto constituye un excelente mod~ lo. Su exposición abarca: 16

B)

Local de la Comedia y sus propiedades.

Un teatro con las condiciones modernas de la escena, salones de ensayo y clases, oficinas de administración, taller y almacenes. C)

Programa de trabajo.

Esta sección del proyecto reúne a mi juicio especial interés y creo que puede constituir un modelo para proyectos similares en otros países hispanoamericanos. «Se montarán de seis a ocho obras nuevas al año que se conservarán en el repertorio de la compañía. Se dará preferencia a la obra dramática puertorriqueña, luego al teatro en lengua española y luego al extranjero lll . Es muy interesante que en Puerto Rico se prevea un orden preferencial para el teatro escrito en español, ya españolo hispanoamericano. Ello abre perspectivas y horizontes no sólo al teatro clásico español y a los autores españoles contemporáneos con renombre universal, sino también a los nuevos autores españoles y a la producción hispanoamericana contemporánea, des-


graciadamente aún tan poco conocida entre los distintos países hispanoamericanos entre sí. Esta producción posee especial interes por la comunidad de sus temas, la identificación entre sus problemas, la similitud en la naturaleza de un esfuerzo dirigido hacia idénticos fines: la expresión (yen ocasiones inclusive el encuentro) de una personalidad nacional, la creación de un público teatral estable, la maduración de cuantos hacen posible una actividad teatral permanente. D)

Fondos de la Comedia Nacional.

Aparte del subsidio gubernamental, indispensable, se recaudarán fondos «por concepto de abonos, de venta directa en la taquilla, de anuncios en los programas, de estímulo a la adhesión de socios protectores, de actores accionistas e incluso de particulares que, sosteniendo becas y concediendo premios -adicionales a los otorgados por el gobierno- ayudarían a mantener mayor número de actores en la CA. media. El estudio de los gastos y los posibles ingresos que contiene el Proyecto resulta muy interesante y debe ser realizado por cuantos estén interesados en estimular el auge del teatro en sus países. Los redactores del Proyecto utilizan como ejemplo de las posibilidades de recuperación económica el lICcálcu10 hecho por la "American National Theatre and Academy" (ANTA) en su plan de cuarenta teatros para los Estados Unidos, donde se considera que los egresos sobrepasen a los ingresos en el primer año de operaciones por un 50%». Teniendo en cuenta que dentro de esos egresos se encuentra la instala. ción de todas 'las dependencias y la adquisición de una gran cantidad de materiales que en los años sucesivos será necesariamente mucho menor, las conclusiones son realmente optimistas. El Proyecto cierra estas consideraciones refiriéndose al cálculo del crMalmo Stadsteater» de una pérdida de sofamente una cuarta parte del presupuesto de gastos anuales. Con seguridad la radio y la televisión en todos nuestros países, como en Puerto Rico, repre. sentan para el Estado una inversión no recuperable muy superior a dichas posibles pérdidas.

PARTE CUARTA. -

Festival Anual de Teatro.

Esta parte del proyecto recomienda al Instituto de Cultura Puertorriqueña, como paso previo a la creación de la Comedia Nacional. el patrocinio de un festival anual de teatro que haga confluir la producción dramática alrededor de unas fechas más

o menos fijas anualmente, lo cual concentraría la propaganda, los comentarios y el interés colectivo hacia el teatro. Este Festival fue organizado por primera vez en 1957 habiéndose celebrado anual. mente desde entonces durante cuatro o cinco semanas dentro de los meses de abril, mayo y junio. El Festival, cuyo material dramático (literario y gráfico) es recogido cada año en un tomo publicado por el Instituto, se organiza sobre la base de un concurso convocado entre 'los autores nativos, y ha presentado hasta ahora un total de 31 obras (23 estrenos y 8 reposiciones) correspondientes a 15 autores. El número de obras dramáticas por Festival es de tres o cuatro a las cuales se añade siempre un espectáculo de ballet. Cada obra se representa seis veces, estrenándose el jueves por la noche y repitiéndose el viernes, sábado y domingo. Estos dos últimos días se ofrecen matinés adicionales. Los primeros días de cada semana, a partir del lunes, son utilizados por la compañía de turno para realizar el montaje de los decorados, colocación de luces y ensayos generales. El Instituto de Cultura Puertorriqueña ha logrado realizar ya, pues, de 10 recomendado por el «Proyecto para el Fomento de las Artes Teatrales,. una primera parte que constituye sin duda un ejemplo fecundo: el Festival Anual de Teatro Puertorriqueño. Es necesario detenernos a considerar el hecho de que de los quince autores que han logrado ver representadas sus obras (única vía de maduración para ellos como autores teatrales) apenas una tercera parte hubiera logrado hacerlas representar y seguramente sin los medios que provee y garantiza el Festival: compensación económica en concepto de derechos de autor, subvención que cubre costo de escenografías, sueldos de director, actores y técnicos, alquiler del teatro y propaganda. Este último renglón tiene una extraordinaria dignidad: los carteles mura'les son de gran belleza porque se encargan a pintores y dibujantes de primera categoría. Los programas, de gran elegancia, ofrecen amplia información sobre el Festival en general, los autores y las obras. No creo necesario detenerme en la reseña de las funciones que cumple esta temporada anual porque son evidentes. Sí me parece interesante transcribir el crProcedimiento para el montaje de las obras por el Instituto de Cultura Puertorriqueña en su Festival Anual. por considerarlo extremadamente funcional. 1)

La Junta Asesora del Instituto de Cultura Puer. torriqueña, previamente a invitar a 'los directores, tiene disponible una lista de obras puertorriqueñas escogidas o sugeridas por la Comisión de Artes Teatrales. 17


2) El Director Ejecutivo del Instituto citará a reu. ni6n a los cuatro directores seleccionados y les ofrecerá la lista de obras para que éstos elijan de acuerdo con sus inclinaciones y habilidades artísticas. 3) Los directores someterán al Instituto, luego de escogidas las obras, un plan general de producción que incluirá una maqueta escenográfica y aspectos esbozados del montaje artístico. 4) Los directores someterán un estimado del costo de la producción (incluyendo su sueldo) al cual habrá de someterse aquélla. Se sobrentiende que se especificarán los sueldos del personal envuelto en la producción. 5) Los directores escogerán su personal de pro· ducción y sus actores y serán responsables ano te el Instituto del funcionamiento del proyecto. 6) Se sobrentiende que la remuneración ofrecida a los actores, directores, escritores, escenógrafos, y demás técnicos cubrirá estrictamente un número de funciones, después de las cuales se fijará una remuneración por cada presentación adicionai. 7) Todos los participantes de las producciones del Instituto deben firmar contratos al efecto, tan. to de servicios como de lo relativo a la fecha de presentación. En ocasiones han participado en el Festival es· pectáculos montados por otras instituciones, como el Teatro Universitario, el Teatro Experimental del Ateneo, etc. Y, habitualmente, participan los Ballets de San Juan. La asistencia al Octavo Festival, desarrollado dentro de los meses de abril y mayo de este año, me ha permitido apreciar el funcionalismo de este procedimiento y, a la vez, el interés del ,público por los espectáculos incluidos en él. Si cierto es que de las cuatro obras teatrales presentadas s610 dos tu· vieron verdadero éxito de público, puedo afirmar que éste lo fue realmente grande, al extremo de que una de ellas (Bienvenido, dan Coyita, de Manuel Méndez Ba11ester) ·tuvo que ser representada en un ciclo de siete funciones adicionales -seis previstas y una improvisada ante la afluencia de público el último día. Y la otra, Mariana o el Alba, de René Marqués, fue contratada por la Universidad de Puerto Rico para ser representada en su enorme teatro de más de dos mil asientos, pasando posteriormente a otras ciudades. PARTE QUINTA -

Promoción general del teatro en

Puerto Rico. Esta parte del proyecto incluye la organización de concursos de obras dramáticas y de representaciones (para premiar la dirección, la escenografía y 18

la interpretación), la publicación de obras puerto. rriqueñas, los subsidios a grupos independientes, el teatro en las escuelas, las conferencias y exposicio. nes de teatro y, por último, la concesión de becas para el exterior de estudios y para asistencia a fes· tivales de verdadera importancia artística. Algunos aspectos de este plan son ya, de hecho. desarrollados por el Instituto. El festival cuenta ya con ocho brillantes ediciones. La ayuda a los grupos independientes es constante y efectiva. Desgracia. damente la organización de la Comedia Nacional aun no ha sido posible por falta de medios econó· micos, pero se trabaja activamente para hacerla realidad en un futuro próximo. ·Por 10 pronto, está en vías de construcción un tea'tro y se proyecta la construcción de otro más. Al mismo tiempo se estudia 'la organización de un Festival de Teatro Internacional anual que permita establecer puntos de comparaci6n valiosos no s610 para el público, sino para cuantos participen en él. Dos apéndices de gran interés cierran el Pro· yecto. Ap~NDICB PRIMERO -

Estudio sobre la actitud del pública hacia el teatro.

Fue realizado por el Centro de Investigaciones Sociales de Ja Universidad de Puerto Rico y se basó en las representaciones de dos obras: La Malquerida, del autor español Jacinto Benavente, y El caso del muerto en vida, del autor puertorriqueño Francisco Arríví. Basándose en las edades, los ingresos económicos y la escolaridad de los espectadores, se investigaron la frecuencia de asistencia al teatro, la preferencia hacia las obras extranjeras o nacionales, la opinión sobre la interpretación, sobre el fomento y apoyo financiero al teatro puertorriqueño. Aun teniendo en cuenta que, en mi opinión, a una investigación basada en solamente dos ejemplos no debe adjudicársele una alta confiabilidad, creo que las conclusiones pueden servir de punto de partida a futuras y más amplias investigaciones. Por 10 pronto creo que esta investigación, en sí, constituye un caso único, o casi único quizá, dentro de los esfuerzos Tealizados para estudiar de una manera científica el fenómeno teatral en los países hispanoamericanos.

Comentario sobre la construc. ciqn de un «escenario tipo- en todas las ciudades y pueblos de la Isla.

Apl!NDICE SEGUNDO -

.Se trata de un es.;;enario al aire libre, construi. do en el mayor número posible de pueblos o barrios a un costo de 2,500 a 3,000 dólares cada uno. Siendo en principio físico un escenario de forma y tamaño idénticos en todos los lugares, ofrece la



EUGENIO MARIA DE HOSTOS Oleo: por Francisco Oller (1833-1917). Colecciรณn de la Universidad de Puerto Rico

SEPARATA DE ARTE DEL NUMERO 26 REVISTA DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEI'lA OIfSCl R VMHOS โ ข Prlnlcd In Spaln


facilidad de que los grupos de teatro podrían preparar producciones para llevarlas a estos escenarios sabiendo ya de antemano las facilidades que han de encontrar y que son las mismas en todos ellos.lo El diseño es de Cruz Emeric, dirigente del Teatro Universitario. Y el apéndice hace constar que su autor gustosamente ofrecerá copias plenas de detalles a quienes se interesen en su estudio.

Bol «Proyecto para el Fomento de las Artes Teatrales en Puerto Rico» redactado por la Comisión Asesora de Artes Teatrales del Instituto de Cultura Puertorriqueña es una realidad en pleno desarrollo y realización. Si estos comentarios han servido para interesar a los trabajadores del teatro en otros países a estudiarlo a fondo, me sentiré profunda. mente satisfecho.

. 19


Exposición de Compostela

N

instituto de cultura puertorriqueña

UESTRA SERIE ANUAL DE EXPOSICIONES SB -INAUGURÓ EL

15 de enero con la exhibición de la colección de pingüinos tallados en madera que es obra y propiedad del escultor Francisco Vázquez Díaz (Compostela). No es la primera vez que se exponen en Puerto Rico estas figuras, en las que el artista, .>in repetirse una sola vez. hace asumir al historiado palmípedo gestos y actitudes humanas correspondientes a la esfera de lo convencional y retórico, lo pomposo, vano, falso o ridículo. La exposición incluyó numerosas pieza.; nuevas exponentes del sarcasmo sutil y, en el fondo, dolorido. con que el autor reacciona ante las posturas e imposturas del orondo llomo sapiens. La colección de pingüInos constituye una manifes~ación particular y personalísima dentro del arte del distinguido e3cultor español, residente hace unos vein· ticincu años en Puerto Rico, y a quien se deben impar· tantes obras escultóricas que adornan edificios y luga. res publicas y enriquecen colecciones particulares. Compostela, ha realizado además una efectiva labor cuma director, desde h..ce años, del Taller de Escultuni del Instituto de Cultura Puertorriqueña.



Exposición de doce pintores ., Jovenes E L 5 DE FF.BRERO EL INSTITUTO ABRId AL Pl1BLICO UNA

muestra de la obra prometedora que en la Galería Campeche, de San Juan, y bajo la tutela del pintor Domingo García, realiza un grupo de jóvenes e,;tudian· tes. Un propósito definido impulsa a estos noveles pino tares. Tienen un mismo punto de vista y un lenguaje común: el expresionista. Su tema predominante es el retrato. Los rostros se transforman, se angustian, .;e aplastan. La línea acentuada recorta siluetas aqui y allá, aumenta el tamaño de los ojos o reduce unos labios al punto de 10 absurdo. El color marrón, gris p -en algunos casos- puro. comolementa la linea para el mismo fin: la expre.iión directa, sencilla de la rea· lidad. Una realidad flue quieren abandonar simplificán· dala o transformándola. Los expositores fueron: Luis Trifilio, Diego Conde, Juan López, Edwin Medina, Rafael Rivera Rosa, Eliasim Cruz, Domingo López, José Rosa, Juan Alvarez O'Neill, Ramón Antonio Velazquez, Luis G, Sánchez y Luís F. Abréu.


on Jacinto, por l:dwin Medina

Materia pnma, por Domingo L贸pel.

Autoretrato, por Jos茅 Rosa

I

---..:;;;.-..._~J Figura, por Rafael Rivera Rosa

Ni帽o, por Ram贸n A. Veldzquel.

1.


TI

Valor y significación de la novela de Enrique A. Laguerre Por ANGELINA

EN

LA HISTORIA DE LA LITERATURA PUBRTORRIOUB~A

el nombre de Enrique A. Laguerre tiene posición privilegiada. Ha cultivado todos los géneros litera. rios, pero es en la novela donde sus dotes de crea· dor se desenvuelven con más galanura y señorío. Vinculado al género desde el año 1935 cuando publi. cara La llamarada, ha seguido su vocación con amoroso empeño y tiene publicadas ocho novelas hasta el presente. En el mundo que recrea se puede apredar su convicción de que el escritor debe tener res. ponsabilidad consigo mismo y con su pueblo por ,lo cual ha de trascender posiciones estéticas huecas. Escribir para él no es pergeñar palabras decorati. vas con el propósito vano de solazarse ante el producto impreso; es sobre todo, actitud vigilante que se traduce en vibrante mensaje pleno de contenido ideológico. En Pulso de Puerto Rico hay unas declaraciones suyas que confirman 'nuestro aserto: Dar más importancia a la palabra que a las ideas que ellas tratan de encarnar no me parece bien. Quien sabe es cuestión de gusto personal, pero no aprecio las expresiones en donde se nota un desmedido esfuerzo por ocultar ideas. Ni me gusta eso ni aprecio las boberías inten. cionadas, aunque se hagan a nombre del arte. Con todo el valor artístico que tiene la obra de Góngora, éste no es santo de mi devoción, ni lo es tampoco Rubén Daría, pese a ese tan elogia. do preciosismo suyo. Prefiero, con mucho, a Jorge Manrique, a Becquer o a Machado. Sobre todo, a Machado. No se me diga que son diferentes y que no se puede decir nada. Yo digo y tengo mi razón poderosa. En Machado ,la len. gua no es un juego malabar: es sencillamente un vehículo de alta y profunda expresión. ¿Qué no hay diferencia? Ya lo creo que sí la hay. 24

MORFI

Hay honda sinceridad en las manifestaciones, reveladoras de una conciencia alerta ante la -lengua que concibe como vehículo ideológico, dinámico, vital. ¿A qué obedece esta posición de Laguerre? Más que a nada, creo que se debe a una experiencia ge. neracional angustiosa. Nació Laguerre en la banda acá del 98: el 3 de mayo de 1906 en un campo de la costa occidental de Puerto Rico entre Isabela y Aguadi11a. Vive pues, la época de «tránsito y trauma» como bautizara felizmente Francisco Manrique Cabrera ,los años agónicos que siguen al cambio de soberanía; período que ha conllevado cambios, sor. presas, reajustes, cuestionamientos, resentimientos, acatamientos, en fin, toda la gama de reacciones emocionales y planteamientos intelectuales que na. turalmente surgen cuando se vive un complejo momento histórico. Decisivamente es la circunstancia histórica que cobija o descobija a Laguerre la leva. dura que provoca en su espíritu una serie de inte. rrogaciones que lleva a su mundo de ficción dándo· le carácter agónico a muchos de sus personajes. La cuestión histórica en Laguerre tendría que ser objeto de una monografía si es que se quiere discutir en todo su rigor. Lo sos>layamos para aventurarnos dentro del campo de la elaboración novelesca. Nos preguntamos, ¿cómo crea Laguerre su novela? ¿Cómo logra plasmar en obra de arte todo ese mundo vivido o desvivido? Quizás el mismo novelis. ta pueda orientarnos. En sus clases sobre literatura puertorriqueña, Laguerre ha señalado cinco aspectos que considera capitales en la creación novelesca: la experiencia vital, la caracterización, la atmósfera poética, la ideología y la técnica. Considera la experiencia vital el punto de apoyo de todo creador artístico. Puede ser directa o indi-


recta, puede ser vicaria. El medio donde vive el escritor, las experiencias ajenas de las que también participa por el acto de convivencia, las ideas recibidas a través de la lectura y otros medios, todo contribuye. Un aspecto que Laguerre juzga de capital importancia es la creación de personajes. Afirma que todo personaje literario se crea como reflejo de una persona ya observada por el autor pero éste ha de considerar los aspectos necesarios para darle trascendencia. El novelista tendrá presente que un ser es como es ante Dios; como cree ser; como quisiera ser; como otros creen que es y como otros quisieran que fuese. Tiene, pues, una concepción plural del ser que exige una elaboración cuidadosa y meditada que no permitiría personajes de una sola faz, o de simple tipificación. Está convencido nuestro escritor de que ~a obra de arte no está completa sin un caudal de poesía. y es el lenguaje el vehículo primordial para conseguir la atmósfera poética pero también se puede lograr a través del hábil manejo de las experiencias vitales, los recursos técnicos, la caracterización y la concepción ideológica. Tampoco concibe una obra sin ideas. La actitud que asume el autor frente a los sucesos le da el caráoter ideológico a la novela. No comulga con el arte insolidario pues cree que se escriben novelas para comunicar emociones o ideas. En cuanto a la técnica, rechaza la exhibición, el alarde, el prurito de originalidad. La utilización de recursos técnicos no debe obscurecer la comunicación. Quizás por eso, Laguerre nos brinda un mundo novelesco cuya técnica está fuertemente atada a la tradición; eso sí, remozada, inyectada de individualismo y vitalidad. Vamos a recorrer ahora, aunque sea a grandes pasos, ese mundo novelesco mediante el cual Laguerre nos ha mostrado a nosotros los puertorriqueños nuestra faz individual y colectiva en toda su complejidad anímica y que exhibe desde la actitud positiva luchadora, hasta la débil, condescendiente y apocada. La llamarada es la realización inicial de Laguerre en el relato extenso. A través de Juan Antonio Borrás, agrónomo recién graduado, Laguerre nos sitúa en las haciendas Santa Rosa y Palmares para dramatizamos la lucha entre los obreros de la central y los intereses capitalistas. El cañaveral provoca «lagos de desventura. y la cllamarada del odio•. En su «círculo de fuego se debaten las angustias sin fin del proletariado•. Juan Antonio Borrás alberga un drama íntimo muy humano al debatirse entre sus propios intereses y la llamada de su conciencia, que 10 invita a luchar por las clases humildes. Estas están representadas por don Polo, Manuel Cabañas, Segundo y

Ventura Rondón, éste verdadero símbolo humano del sufrimiento obrero. Incapaz de resolver por sí mismo la situación y sobreponiéndose a los intereses corporacionistas representados por don Flor, don Manuel, y él mismo, busca Borrás refugio en la montaña para adquirir fuerzas con que enfrentarse a los problemas y a la «salvaje civilización•. La novela discurre con naturalidad, saturada de un lirismo contagioso, en un lenguaje poético selecto y a la vez vigoroso, donde lo culto y lo campesino se equilibran. Cinco años después de la publicación de La llamarada, aparece Solar Montoya (1941), la segunda novela de Laguerre. La obra se desarrolla en las alturas del centro de la Isla, entre Lares y Utuado, y su marco temporal abarca más de treinta años. Después de la entrada de los americanos nace Gonzalo Mora bajo el «clamor de las partidas sediciosas •. Su presencia en la novela perdura hasta después del huracán de San Felipe. Desengañado por la falta de comprensión de su padre, huye de la casa y llega a la hacienda Peña Clara, bajo la cobija cariñosa de don Alonso Mon. toya, centro de interés de la narración. A través de Peña Clara y otras haciendas como Atalaya, Palmarejo, Los Naranjos y Miraflores, Laguerre nos retrata en Solar Montoya la agonía del cafetal puertorriqueño y las causas que lo llevaron a su decadencia, y plantea ·la posible y necesaria reivindicación. El tema del cafetal es lo que da unidad a la red de situaciones y personajes que ambulan en un transcurrir lento y parsimonioso entre los sucesos y actividades relacionadas con el coro azul.. Tempo que se contrapone al discurrir dramático y nervioso de La llamarada. Si el cafetal parece ceder ante la presión arancelaria, las tormentas y el abandono, don Alonso Mon. toya es el símbolo de la fe inquebrantable, y su figura se yergue imponente como los cerros. Por eso, cuando muere, la fuerza de su espíritu y su nombre se proyecta en el lugar en que habitaba y queda Solar Montoya grabado en el corazón de los hombres. Ya en Solar Montoya el estilo de Laguerre se va depurando de escorias sentimentales. Se encuentran en justo equilibrio la frase altamente poética, donde el lenguaje regional da la nota de realismo a los personajes campesinos y a la imagen feliz que apresa los sentimientos, el paisaje y los caracteres, y el tono panfletario, periodístico, directo, en que el autor trata de despertar la conciencia colectiva en favor de un interés genuino en el cafetal que se pueda traducir en provecho para el caficultor. El 30 de febrero (1943), es el título de la tercera obra de Laguerre. Como las anteriores, lleva implícita una intención simbólica: en este caso represen. ta el día que nunca llega, en que la realización de 25


los sueños y aspiraciones sustituyen a la desesperanza y la infelicidad. La novela nos sitúa en la zona urbana, en la seeción de Puerta de Tierra y la ciudad de Río Piedras. Por el ambiente universitario y por el espíritu que anima a los estudiantes en muchas ocasiones, nos recuerda La casa de la Troya, de Alejandro Pérez Lugín. Pero pronto nos sustraemos a la sugestión del recuerdo, cuando entramos de lleno en la entraña que anima la obra de Laguerre, muy lejos de las usuales peripecias estudiantiles. Es la vida, pasión y muerte «de un hombre interinolt: Teófilo Sam. pedro. Si en las dos novelas anteriores los personajes estaban en un trasfondo, como víctimas de unas fuerzas sociales y económicas arrolladoramente dominantes, en El 30 de febrero, se adelanta al proscenio un protagonista, con un diario de problemas íntimos y humanos que le dan el derecho a preeminencia en la obra. No quiere esto decir que aquellos problemas estén ausentes. Están ahí y ayudan a in. cubar la sicología del protagonista, que vive tristemente aislado en la conciencia de un origen bastardo y la barrera de un defecto físico que le trae burlas y desprecios. En una trama sencilla, de desarrollo rectilíneo, el autor hace uso del ardid clásico de utilizar unos manuscritos íntimos para vaciarnos la vida del personaje: vida de miseria alIado de su madre, ingreso en un asilo y luego en la Universidad hasta su muerte. Utilizando una serie de personajes que adoptan actitudes falsas, como don Angel, el padre de Te6filo; y doña Paquita, de endeble carácter moral, nos teje la red social donde se pierde la figura triste y desarraigada del protagonista, cuyos únicos centinelas de fe, su madre y el pescador Andrades, no tienen la suficiente fuerza para mantenerlo erguido física y espiritualmente. En esta novela el autor logra nuevos efectos estilísticos. El elemento onírico está utilizado con gran acierto, pues consigue dar a la realidad más espesor y dimensión. Las preocupaciones de Teófilo, sus recuerdos vagos de infancia, su padre desconocido, todo su mundo obscuro, aparece en una variedad de imágenes inconexas y desarticuladas en el mundo del sueño. El lenguaje, muy sobrio, comparado con las novelas anteriores, nos muestra un nuevo filón expresivo, al incorporar la jerga disfemística que usan los niños del asilo y el pintoresco argot estudiantil. La resaca (1949), retrata un momento histórico en que la inestabilidad y el despotismo son la tónica dominante. Los personajes que pueblan este mundo pertenecen a diferentes categorías sociales, políticas y morales. El estrato social a que pertenece una persona 10 determina por un lado, el dinero, y por el otro, su filiación política y religiosa. Además, las que per-

26

I

tenecen a la nación dominadora gozan de más prestigio. El estrato más bajo lo ocupan los mulatos, los negros y los jíbaros en general. Desde el punto de vista político están de un lado los que se aprovechan del estado de corrupción para medrar a costa ajena y comulgan con las ideas conservadoras (Balbino Pasamonte), y del otro, los patriotas que sacrifican el bienestar para luchar por un mundo mejor (don Pedro Quiroga). En esta novela, Laguerre está atado fuertemente a la tradición literaria. Está narrada en tercera persona, con un autor omnisciente relatando los sucesos. La estructura del libro se apoya en una serie de cuadros o episodios, casi todos trabados en se· cuencia lógica y que en conjunto tejen una intriga densa. Dentro de la acción principal hay otras his· torias entrelazadas, pero sin que se rompa la unidad de la obra, pues están convenientemente enlazadas con el protagonista, Dolorito Montojo, y con el medio histórico en que se desenvuelven. Así las narraciones picarescas de Sandalia Cortijo y Lázaro Cuevas, y la patética historia de :Ro Segundo. La resaca está dividida en cinco partes. Cada una pone de relieve la situación política, religiosa, social y económica de la época histórica que le corresponde vivir a Puerto Rico en los años de 1870 a 1898 y el impacto que produce en el héroe Dolori. to Montojo. El ambiente y la época son, pues, la vida puertorriqueña en el último tercio del siglo XIX. La acción está calculada en un sentido lógico y equilibrado. Los episodios impresionan por su acaecer, pero al estar saturados de experiencia humana, impresionan también por su contenido. El desarrollo de la acción alrededor de las salidas y regresos de Dolorito Montojo sumerge al lector en los aza· res de su peregrinación que le hacen sentir esa impresión de vaivén inestable. Se le impulsa a un continuo avance, del cual se le hace retroceder hasta el punto de partida, lo cual produce una sensación de desencanto, de meta inalcanzada o de camino que se desanda. Al escribir La resaca, Laguerre nos ha ayudado a adquirir conciencia de nosotros mismos, porque nos descubre el alma del Puerto Rico colonial. Pero ha hecho más que eso: ha transmutado en experiencia artística el hecho histórico, y aunque es patente el determinismo social que afecta los personajes, percibimos una fuerza misteriosa y obscura, fuera de toda penetración y dominio, gravitando también so· bre las vidas, con 10 cual abre un resquicio a lo inevitable y hace que el elemento de tesis quede atenuado. Los dedos de la mano (1951), continúa la evolución del fondo histórico que se abarcó en La resaca. Es el ambiente de luchas que sostiene el naciente Partido Socialista por sobreponerse a las injusticias y a la presión capitalista, hacia los años de 1910 a


1935. El centro de la narración es Lucrecia Madrigal, una Madame Bovary puertorriqueña. En Los dedos de la mano Laguerre ha logrado un gran avance técnico. Los capítulos tienen una concatenación en ascendente progresión dramática y con una gran economia de recursos utiliza los elementos precisos que deben crear un estado de ánimo, reforzar una situación tensa o provocar una imagen o suceso a través del recuerdo. El elemento onírico usado ya en El 30 de febrero como enlace con el pasado, lo sustituye en Los dedos de la mano por el monólogo interior, dándole más riqueza sicológica e íntima al personaje, a la vez que ensancha y hace más complejo el ámbito novelesco. El hombre frente a su existencia, con sensación de cerco y angustia que lo oprime, aparece como tema importante desde la novela El 30 de febrero, continúa en Los dedos de la mano y predomina en La ceiba en el tiesto (1956). A través de símbolos constantes, vemos al hombre sumido en un caos de indecisiones, atrapado por la red de las circunstancias, o bamboleándose entre fronteras sociales e ideológicas, siempre reducido a un Clpuente estrecho. o asfixiado como Clceiba en un tiesto•. Gustavo Vargas, personaje tan abúlico como José Antonio Borrás, y tan escapista como Gonzalo Mora, .Jogra superar su condición de acorralado porque aunque no tiene fe en sí mismo, no ha perdido el sentido de apreciación y reflexión. Fracasado político de la Conjunción Patriótica no deja de observar y admirar la fuerza del individualismo en Ruan Lorenzi, ni la belleza de la derrota heroica a través de Julio Antonio Cruzado: el primero representa el amor a la libertad en el sentido absoluto, el segundo la traduce en la típica lucha por conseguirla en la tierra en que nace. Gustavo Vargas sabe que la representa en su amor oculto, que no se atreve a manifestarla por temor a las consecuencias. Por eso quiso aturdirse en el distanciamiento, pero en su ambular por el mundo sólo vio un «alarde de civilización». De ahí que busque refugio en Playa Ro. sada, un paraje de idílica belleza, situado en el sur de Puerto Rico, pero que Gustavo ve con utópica significación en su sencillo primitivismo, recipiente de solidaridad humana. Los fracasos y los modelos lo capacitan para enfrentarse a sí mismo y buscar redención en la ·lucha por el beneficio social. La ceiba en el tiesto, la más breve de las novelas de Laguerre, es un logro de síntesis argumental y estilística. Con pocos rasgos logra crear un ambien· te, unos personajes y una trama de gran fuerza. El uso de voces inglesas se emplea con acierto al ayudar en la creación de ambiente y en la caracterización. Las imágenes y los símbolos se repiten y se renuevan constantemente para aclarar la idea fundamental del hombre aprisionado, aunque en un

gesto optimista, Laguerre lo libera para el provecho social. En su séptima novela, El laberinto (1959), Laguerre se aleja del escenario isleño, y sitúa sus personajes en Nueva York y en un país hispano dominado por un tirano. Sin embargo, Porfirio Uribe, el protagonista, es puertorriqueño, de Coamo. De allí sale a labrarse un porvenir a Nueva York y logra convertirse en abogado después de ocho años de estudio y trabajo intenso. Sus sueños y su idea de la felicidad se asocian ahora al regreso a su pueblo; aspira a hacerse líder del partido de la mayoría, casarse y tener hijos. De este modo sepultará en el olvido su pasada vida 1aberíntica de miseria y desvelos. Sueños que se estrellan con la realidad al verse complicado involuntariamente en un crimen político. Aunque 'logra zafarse de la acusación de asesinato, no puede desviarse de las sendas tortuosas que 10 'llevan hasta la esfera del «monstruo», perso. nificado en el dictador de la «República de Santiago», donde ha aceptado una oferta de trabajo, siem. pre pensando en el bienestar económico. Irónicamente, se envuelve en una red de intrigas y pasiones políticas que le impiden conseguir el bienestar que anhela. Si Porfirio Uribe no encuentra el hilo de Ariadna que lo conduzca a la salida de luz y paz espiritual es porque en su conciencia prolifera la verdadera maraña que lo impide. Solamente al comprender que no hay más laberinto que la falta de libertad, el camino se ilumina, y se une a sus como pañeros Alfredo Laza, Sebastián Brache y Purificación López para cazar al monstruo. Todos murieron en el intento, pero en las proféticas palabras que dejaron escritas, afirmaban que el monstruo moriría. En El laberinto predomina la densidad sicológica en una intriga apretada y sinuosa. Creo que su valor primordial consiste en idear al hombre perdido en una existencia laberíntica, de la cual sólo puede encontrar salida a través del ejercicio de la voluntad y la conciencia del valor de la libertad sobre la vida placentera y cómoda. En su concepción humana está garantizado su valor permanente. Cauce sin río (Diario de mi generación) con fecha de 1962, es la última novela de Laguerre hasta hoy. En sus líneas esenciales, la obra trata de un hom· bre, Víctor H. R. Sandeau, que ante el temor de la muerte provocada por una gota de sangre que ob· serva en el espejo mientras se afeita, hace un exa· men de conciencia que lo lleva a discurrir sobre su vida pasada y a descubrir una imagen de sí mismo tan poco edificante que decide cambiar de conducta. En un hábil manejo de escenas retrospectivas, Laguerre nos lleva a presenciar la degradación espi. ritual que se ha verificado en el héroe hasta quedar en el producto presente de una vida vacía y frívola, sometida al éxito político y social de relumbrón. 27


En realidad, el hombre ha probado la vida en la sociedad y ahora se niega a seguir sometido a sus postulados, pues hay un deseo de superar esta generación sin sentido «horroroso cauce sin río», cuyo ejemplo más elocuente se veía en el mismo lugar de su residencia, en Green Plains. El problema de la libertad que la conciencia de lo desagradable de seguir viviendo esa vida provoca, se resuelve refugiándose en el campo. Así, el sen· tido de la novela resulta claro, a la luz de los sím'bolos antitéticos de Green Plains (imagen de vida sin sentido, de hipocresía social y lujos vanos) y la montaña de Sanetién (bienestar y paz espiritual, sencillez, armonía), además de encontrarse aquí Río Loco, símbolo del progreso y de vida interior, de continente y contenido en su nivel ideal. La profunda satisfacción espiritual que embarga a Víctor y el descubrimiento de un verdadero amor en la sencilla Carmen Eugenia, 10 animan a darle definitivamente la espalda a su esposa, a su hija, a Green Plains. ¿Actitud ingenua o infantil? Pudiera ser, mas no derrotista. En última instancia, Víctor H. R. Sandeau es el símbolo de la evasión humana inevitable si se quiere vivir sin trabas y distorsiones del ser íntimo. Contrario a El laberinto, Cauce sin río tiene muy

28

poca acción externa. La acción ocurre en el interior del protagonista, en la transformación que experimenta su espíritu, cuestión que ha determinado la estructura de la novela. La reflexión del protagonista que lo conduce a la fuga definitiva necesitaba de las escenas retrospectivas para poder reforzar los sentimientos que experimenta en el presente. El lenguaje de Cauce sin río, es sencillo y limpio de retórica, a tono con las aspiraciones de sencillez y espiritualidad del protagonista. El uso efectivo de anglicismos como braces, high-balls, buffet, cocktail-party y Green Plains, y vocablos propios de crónicas sociales en oposición al lenguaje natural y sencillo de Sametién refuerzan el sentido irónico con que Laguerre nos muestra la faz descolorida de nuestra generación. Con Cauce sin río terminamos los breves comentarios que hemos hecho sobre la obra novelística de Laguerre. Se cumple a cabalidad en sus novelas una intención social y ética exaltada por una conciencia artística. Se percibe en ellas una clara evolución técnica y artística, que se observa en una depuración del estilo y una preocupación por presentar al hombre en pugna con él mismo, fase que 10 vincula a la novela universal.


El Intendente Núñez reta al Gobernador Pezuela Por ALBERTO

E

1848 NO SÓLO FUE UN AÑO DE GRAVE Y PROFUNDA crisis para la vida económica e institucional de Puerto Rico, sino que también de alteraciones y cambios en las más altas esferas de la administra. ción colonial. De la gran crisis decimonónica: valga subrayar que hemos adelantado un resumen de factores esenciales en otro lugar. 1 Y aunque no ha menester que volvamos a reiterarlos, creemos que el lector deberá tomar en cuenta la subyacente concurrencia histórica de aquella crisis a los fines de una mejor inteligencia de la pugna de autoridades que destacaremos aquí. Respecto a los cambios de equipo administrativa: afirmemos que por entonces el Marqués de la Pezuela sustituía a don Juan Prim en la goberna. ción de la Isla. 2 Al Marqués, que era Capitán General de Madrid, 3 nos lo envió directamente de la Corte el Gabinete Narváez, porque no resultaba incongruente alejar del escenario peninsular a un colaborador que a despecho de contar con las simpatías del elemento moderado, se le iba haciendo odioso a los progresistas de España. 4 Sabemos que en Cádiz Pezuela abordó la fragata Unión y que, tras un viaje de «veinticinco días»,~ arribó a las playas de San Juan. La toma de posesión del gobierno insular se verificó inmediatamente, o sea: el día 5 de septiemL DE

1. Ver _Bctances en Puerto Rico, 1827-1867>, Boricua de abril, 1962. 2. Salvador Bnu, Histol'lÍa de Puerto Rico, Nueva York, D. Appleton y CompaiUa, 1904, p. 254. 3. De la .Hoja de servlclos del General pczuela- que obtuvimos del Archivo Militar de Sf!govia. 4. Marqu~ de Rozalejo, Cheste o todo un siglo, 1809-1906, en Vidas upallolas e hispanoamf!ricanas del siglo X1X, vol. SO, Madrid, Espll5a-Calpe, 1935, p. 157. S. Del primer -afielo> de pezuela al Ministerio de la Gobernación, Archivo Histdrico Nacional: U1tnmar; Sea:ión de Puerto Rico, Le.. gajo 5.068. Citado en adelante como AHN.

CIBES VIADa

bre de 1848. 6 El Mariscal Prlm que aún permanecía en el país no pudo saludar al nuevo mandatario, pero a través del Segundo Cabo don Celestino Ruiz de la Bastida despejó la situación, alegando el encontrarse de cama debido a la fractura de una pierna, sufrida poco antes al caer del caballo que montaba. 7 Cuando el Marqués asume los poderes gubernativos, ya era Intendente de la colonia don Manuel Núñez. Nombrado en virtud de una Real Orden de 2 de mayo de 1848,· Núñez reemplazaba a don Manuel José Cerero que había pertenecido a la burocracia local desde la época de Mirasol. 9 El Intendente Núñez desembarcó el siguiente 31 de julio. Y nada perezoso o corto de interés se dedicó en seguida a los deberes del puesto que la Reina le encomendara. lo Menos diplomático que Cerero y de una testarudez rayana en el irrealismo: don Manuel Núñez debía chocar al nivel de los principios, y de hecho, chocó en el entusiasta desempeño de sus funciones con los celos de la suprema prerrogativa, y las dominantes inclinaciones que caracterizaron al Gobernador pezuela. JI

Los preliminares de la controversia datan del otoño de 1848 y la primavera de 1849. Descansan en un par de circulares que la Intendencia publicaba 6. Udlo Cruz Monclova, Historia de Puerto Rico (siglo XJX), 3 vols., Rfo Piedru. Editorial Universitaria, 1952-62, 1. p. 372. 7. • Expediente 23 de Don Juan Primo, AHN, Legajo 2.035. 8. En AHN, legajo 5.067. 9. Cruz Monclova, Historia de PUf!rto Rico (siglo X1X), 1 p. 422. 10. Más que oficial. en verdad oficioso: Núllcz no desperdlclar,A ocasión de recordar la fuente real de su posición burocnlt1ca.

29


siguiendo las orientaciones departamentales de don Manuel Núñez. Ambas giraban sobre la urgencia de reunir los materiales para el arreglo definitivo del sistema tributario puertorriqueño que no estaba en las mejores condiciones. 11 La primera de las circulares en cuestión apareció el 18 de noviembre del cuarenta y ocho. u En ella se especificaban las reglas que presidían la trasmisión de los datos pertinentes a las oficinas de la Intendencia desde los diversos pueblos y barrios de la Isla. De la empresa quedaban principalmente responsabilizados los señores alcaldes y tenientes a guerra. 13 A los contribuyentes se les rogaba que cumplieran con lo solicitado a la mayor brevedad posible. Y no se olvidaba puntualizar que el «único objeto. que animaba las determinaciones de la Intendencia ,tendía a que los impuestos l1"ecayeran y pesaran de igual modo y justamente 14 sobre cada una de las clases sociales. Pero transcurren las semanas y los meses. Y nada constructivo sucede. O en puridad sucede que son contados los pueblos que responden positiva. mente. IS No parecía lógico ni conveniente dejar que la situación continuara así. Por eso: el Intendente autoriza una segunda circular que pasa al dominio público el 30 de abril del año cuarenta y nueve. 16 Núñez comenzaba perdonando a los delincuentes y remolones en la táctica creencia de que no habían comprendido la intención y el alcance de la circular anterior. Y volvía a requerir de los contribuyentes y las autoridades los informes y las noticias que necesitaba. Añadía, sin embargo, que ahora éstas servirían para plantear los impuestos del año próximo, pues del corriente buena parte había transcurrido. Y terminaba diciendo que persistía la obligación de apresurarse realmente. No obstante redoblar los esfuerzos, a principios de mayo don Manuel descubrió que las cosas no prosperaban bastante. Porque todavía eran muchas las gentes que acudían a la Intendencia para disculparse a causa de los numerosos obstáculos que les entorpecía el cumplimiento de las disposiciones promulgadas. 17 Aparentemente: se les escuchó con pa. ciencia y cortesía. Se les explicó en detalle la filosofía y la práctica del sistema contributivo que a un

tiempo buscaba ser justo y equitativo. Se pensó fi. nalmente que cuantos habían acudido a la Intendencia salían de sus oficinas convencidos de la bondad de sus planes. Calculando que lo visto y escuchado era sugestivo de peores circunstancias a extramuros de la Capital. Que probablemente en los campos y pueblos de la Isla reinaba a tales horas un estado de mayor incomprensión. O peor quizás, de resistencia disimulada que pudiera convertirse en franca y generalizada oposición, si no tomaba una rápida providencia: Núñez se dirigió otra vez a los alcaldes y tenientes a guerra de toda la colonia. 11 Acentuaba seguidamente el punto doctrinal envuelto en las disposiciones de la Intendencia. A saber: que, tratándose de unos impuestos equitativos, debía obtener, en primer lugar, el cuadro exacto de la cantidad de materia disponible que reflejaba la economía isleña. 19 De suerte que en segundo lugar dicho conocimiento le indicaría cómo distribuir aquella materia entre los habitantes de la provincia. Echando mano del tono conciliador, argumentaba después que cualquier person~ vería la razón del acopio de noticias que demandaban las circulares publicadas. Concedfa que se pusiera en duda la legitimidad de los medios empleados por la Intendencia. Y hasta admitía que pudieran concebirse medios diferentes que trajeran los resultados apetecidos. Declaraba incluso su falibilidad, reconociendo «que el labrador en sus campos, el ganadero en su estancia, el comerciante en su escritorio y el menestral en su taller. sabían más que él. 2lI De ah! la conclusión en el sentido de que nunca se cansaría de interrogar. Y que deseaba permanecer abierto a las observaciones y recomendaciones del pueblo. Aparte de esto: el Intendente tenía que decidir. y decidió al fin, luego de conferenciar junto a rcpresentantes de distintas «profesiones y categorías•. 21 Anunciaba por tanto que, en relación a los contribuyentes, se dignaba prorrogar al 31 de mayo la fecha para la entrega de las noticias solicitadas. En cambio a las autoridades locales les extendía la prórroga al 10 de julio, cuando habrían de remitir a San Juan los informes dos veces desoídos. 22

III 11.

cr.

Darlo Onnaechea, .Memoria de la agricultura. el comerelo

y las rentas Inlemas de la Isla de Puerto Rico., Bolctln Hi5rdrico.

11. pp. 226-264. 12. Gaccta dc Puerto Rico. XVII, núm. 140. Subslgulentemente citada como GPR. 13. 1bid., XVII. 140. 14. lbid., XVII, 140. 15. Cartll del 10 de octubre de 1849: del Intendente Núflez 111 Gobernador PC%uela, AHN. Legajo 5.069. 16. GPR. XVIII. núm. 52. 17. Carta del 10 de octubre.

30

Es cierto que a mediados del 1849 Núñez se aliviaba del problema contributivo. Al abrir empero 18. GPR, XVIII, núm. 53. Vio la luz el 3 de mayo de 1849. 19. lbid" XVIII. 53. 20. lbid•• XVIII, 53.

21. lbid., XVIII. 53. 22. lbid., XVIII, 53.


el mes de septiembre recibía de la Metrópoli una Real Orden fechada el 2 de agosto 23 que iba a precipitar las hostilidades con Pezuela. En sí la o~den es relevante para nuestra historia aduanera y comercial. Pues de un lado: no sólo disponía que se colocaran las aduanas insulares bao jo la jurisdicción de administradores especiales, si. no que además mandaba que fueran divididas en tres clases. 24 A la primera se incorporaban: la Ca~ pital, Mayagüez, Ponce, Guayama, AguadilIa y Arecibo. Pertenecían a la segunda: Cabo Rojo, Guayanilla, Salinas, Coamo, Rumacao y Fajardo. Y en la tercera se agrupaban: Manatí, Luquillo, Añasco, Peñuelas, Guánica, Coamo Abajo, Patillas, Jobos e Isabela. 25 De otra parte: la orden real establecía distincio~ nes en el movimiento comercial. Porque las aduanas de primera clase serían habilitadas para realizar todo negocio de importación y exportación, así como para girar productos extranjeros y del país a los varios sectores de Puerto Rico. 26 Mientras que las aduanas de segunda podían exportar en cualquierbandera las producciones nativas, y dar entrada de las principales a las mercancías ultramarinas y de ,la Isla en forma de cabotaje. %1 En tanto que a las aduanas de tercera se les otorgaba la libertad de mover o importar los cargamentos que quisieran conceder las de segunda y primera, capacitándolas igualmente para el giro de productos criollos al res~ to de la provincia.:la En los párrafos que preceden resumimos la sus· tancia de la reforma aduanera que decretaba el go. bierno metropolitano. Y de paso la decretaba con medios eficaces, puesto que a la Real Orden del 2 de agosto se adjuntaban unas Instrucciones Generales 29 relativas a las aduanas de primera clase, y los Reglamentos JO aplicables a las de segunda y tercera. Se soslaya la descripción de los referidos medios. Pero no hay que perder de vista que fueron ellos los factores que de momento obligaron al In. tendente Núñez a dramatizar el asunto en la prensa oficial. A exigir la colaboración leal de los grupos directamente interesados, y el respaldo moral de la opinión puertorriqueña. A movilizar las energías de sus subalternos de la Intendencia en favor de la

23. Ioaquín Rodriguez San Pedro, úllislaci6n ultramarina COIt· y anotada, 14 vols., Madrid, Imprenta de Manuel Minuesa, 1865-1867, VIII, p. 714. 24. 1bid., VIII, p. 714. 25. Rodriguez San Pedro, ü¡¡islaci6n ultramarina concordada , tIIlotada, VIII, p. 725. 26. 1bid., VIII, p. 726. 27. 1bid., VIII, p. 726. 28. 1bid., VIII, p. 72!l. 29. Carta del 10 de octubre.

~ordada

30. 1bid.

reforma. Y a comunicarle al Gobernador las gestiones efectuadas. 3t Recogida en Palacio el 6 de octubre: la comuni· cación del Intendente no obtendrá la respuesta del pezuela moderado, sea cual sea la definición del adjetivo ideológico. 32 Es más correctamente el Mar. qués tradicionalista del «bando isabelinolD 13 quien convoca e instruye la Junta de colaboradores que ha de analizar el comunicado de Núñez, y despachar la apropiada contestación. Responsables físicos, ya que no morales, de la respuesta serán dos funcionarios de gran peso en la administración pezueliana: don Alfonso de Linares, el Auditor de Guerra, y el Asesor de la Capitanía, don Rafael Garcfa Goyena. El documento que producen es una formidable pi~ za de quisquilla y artificio institucional que porta la fecha del día 9 de octubre. La pieza no toca en absoluto los contenidos del oficio que suscribe la Intendencia. Tampoco achaca a Núñez aciertos o desaciertos en el descargo de su misión. Ello obedece a que la contestación es una defensa circunscrita y legalista de la «posición y d~ Techos» del Gobernador. 34 La defensa se basa en las Reales Ordenes que el 28 de noviembre de 1845 pro. clamara el Ministerio de Marina, Comercio y Gobernación de Ultramar.3! En efecto: el argumento de los junteros sostiene que las precipitadas órdenes estatuían que ninguna autoridad de los dominios españoles podía comunicar a sus dependencias man. damiento alguno relacionado con los «negocios g~ nerales de la política o el gobiernolD sin la anuencia del supremo jerarca colonial. 36 Por 10 que, pareciéndoles que la actividad de Núñez era de las comprendidas en el dictamen de 1845, juzgaban que, al no contar con la anuencia gubernamental, debió abstenerse de publicar nada en la Gaceta. 11 Yendo más lejos, le exigían que «depusiera lo dispuesto» sobre la reforma aduanera hasta que la Reina se dignara resolver. 31 Claro que el Intendente dispara. Y al hacerlo pone de relieve una serie de hechos y antecedentes que enriquecen la historia particular de la impor. tante gobernación de Pezuela que de ordinario es reconstruida tan exiguamente en los textos conocidos. 39 31. OficIo de Núllez a Pe:r:ueJa, AHN, Legajo 5.069, 32. Iosl! Múglca. Carlistas, moderados , progresistas: Claudia Anl6n de l.u:uriaga, San Scbastlán, BIblioteca Vascongada de los Amigos del Pars, 1950, p. 89 Y sgts. 33. RoUllejo, Cheste o lodo un siglo, 1809-1906, p. 59. 34. Carta del Auditor y Asesor del 9 de octubre de 1849, AHN, Legajo 5.069. 35. Rodríguez San Pedro, ü¡¡islaci6n ultramarina concordada, 1, p.73. 36. 1bid., 1, p. 73. 37. Carta del Auditor y Asesor del 9 de octubre. 38. 1bid. 39. Brau, por ejemplo: Historia de Puerto Rico, lo hace en las pp. 2S4-SS. y Cruz: Monc:lova. Histori4 de Puerto Rico, solamente dedica del vol. 1, 1115 pp. 372-84,

31


El contraataque ha de ceñirse al punto que inicialmente le impone la argumentación opuesta. Sorprende no obstante ver a Núñez aducir resueltamente que la decisión del 28 de noviembre de 1845 dista mucho de aplicarse a su circular del 1 de octubre de 1845 40 que sin disimulo condenaban los asesores del Marqués. Porque de acuerdo a la considerada opinión del Intendente 41 Aquella Real resolución dice única y exclusivamente que cuando Su Majestad se digne desaprobar alguna disposición de su Capitán General en los dominios de Ultramar, no se le comunique la Real desaprobación por ninguna de las autoridades en los mismos dominios, sino directamente por el Ministerio de la Guerra, o aquel a que pertenezca el Agente que fuera objeto de la contención. y en consecuencia: Núñez estimaba cmal hecha» la respuesta del Gobernador. 42 Ya que no podía negarse el derecho de éste a paralizar la ejecución de una circular que era mero producto de la Intendencia. Pero aquí se trataba obviamente de la Intendencia circulando una orden suya entre los subordinados de la corporación. Y no de la Intendencia haciéndoles saber 10 que por su conducto determinaba la regia voluntad. u Entonces Núñez desborda el tema. Recuerda las dos Juntas de noviembre de 1848 celebradas en Palacio bajo la presidencia del Gobernador. 44 Enfatiza que a ellas habían asistido las Comisiones de los puertos que el cantecesor suyo y mío abrieron•. Y destaca que en las referidas sesiones 4S

Yo pedí en nombre de los intereses del Fisco que se cerraran, aunque aquellos Comisionados después de leídos los cargos escritos que les habían hecho los abogados, no pudieron añadir de su cosecha ni una sola palabra en abono de sus pretensiones. No conforme con lo alegado: el Intendente expande el recuerdo histórico. Para colocar la presión moral sobre los hombros políticos del Capitán General al agregar que en vista de los resultados de tales Juntas. 46 Me dijo Vuestra Excelencia en una conferencia verbal que dejaba a mi responsabilidad 40. Carla del 10 de octubre. ·41. lbid. 42. lbid. 43. lbid. 44. GPR, XVII, núm. 140. 45. Cllrtll del 10 de octubre. 46. lbid.

32

el cerrar o dejar abiertos aquellos puertos, cuando a los pocos días volvió Vuestra Excelencia a hablarme del asunto y me dijo que opinaba porque permanecieran abiertos mientras Su Majestad no se dignase contestar su consulta. Indica que se avino y transó. Que renunciando al amor propio y sacrificando viejas convicciones en obsequio y beneficio de la convivencia administrativa, dispuso la clausura de las aduanas para sao tisfacer a Pezuela que se inclinaba a que cquedaran cerradas». De manera que el Intendente pasaba a contramandar lo que había ordenado antes q Intimamente persuadido que el tiempo revelaría, como 10 ha revelado en efecto, que la Isla no necesitaba la multitud de puertos habilitados que pedían y obtuvieron entonces una docena de comerciantes que no contaban con tres de los votos de los que asistieron a las citadas asambleas. Núñez creía harto probado su deseo de cooperar. Pero advertía que la buena fe institucional conllevaba un límite. Y le parecía encontrar el límite en el cumplimiento de una orden procedente del trono. Argumentaba que en dicho caso nadie podía evadir la obligación de acatar. Menos que nadie: el Gobernador Pezuela que, adeudándole a la naturaleza cun entendimiento claro y a su esmerada educación, un caudal de conocimientos poco comunes», se anticiparía a comprender la magnitud de una oposición al trono. O la inconveniencia de un «desa. cuerdo de autoridades». <ti Por lo demás: el Intendente manifiesta que siem. pre ha sido partidario de una «cuidada economía». Y lamenta el recargo que a las Cajas Reales hace el arreglo y habilitación de las aduanas. Pero ruega que el Capitán General desista de lo que exige últimamente. Porque la exigencia de Pezuela causaría un desgraciado trastorno en organización, empleos y sueldos. oW Frente a la réplica de Núñez, la gobernación reacciona con prontitud. Y produce dos nuevos comunicados durante los días 11 y 12 de octubre. El comunicado del 11 de octubre se endereza al Minis. terio de Ultramar• .lO Y sin mucho preámbulo: el Marqués informa que el 4 de septiembre le visitó el Intendente con el propósito de ofrecer una relación verbal -de la real orden que en torno a la reforma de las aduanas y los aranceles de Ja isla de Puerto Rico, acababa de trasmitírsele desde la Pe47. Carta del 10 de octubre. 48. lbid. 49. I"id. 50. Pexuelll al MInisterio de Ultramar, AHN. Legajo 5.069.


nínsula por el ministerio del ramo. 51 Intima segui. damente que al despedirse, Núñez le confió que la aprobada reforma perjudicaría el desarrollo econó. mico y la riqueza material del país. Que muy pronto así lo diría a la administración metropolitana. y que no deseaba perder la oportunidad de invitar al Capitán General a que hiciera lo mismo. pezuela aprovecha para quejarse de que unada sabía del asunto». Ya que unada le había dicho el Gobierno Nacional». 52 Pero tomando en serio la in. vitación del Intendente: subraya que es imposible no «estar de acuerdo» con ella. Debido a que los aumentos que se establecen en las contribpciones acelerarán la ruina del pueblo y la incapacitarán para sobrellevar los gastos públicos. Por lo que intuye que no bastaba coincidir, sino que le urgía hablar a derechas. Pues se avecinaba ell de noviembre que era la fecha en que comenzaría a regir el arreglo decretado. 53 No oculta empero el haber pedido la suspensión de la reforma. Pero señala que el Intendente provocó la suspensión y el subsiguiente conflicto, al actuar unilateralmente, es decir: sin la indispensable anuencia del Gobernador. Se entenderá que él no ha ocasionado el conflicto. Tan sólo buscaba que el prestigio del gobierno superior quedara ileso. 54 Aunque le mortificaba que Núñez se hubiera desentendido de su autoridad: estaba dispuesto a agotar los métodos conciliatorios. Yana depender de los de pura fuerza que empeorarían las cosas para satisfacción de estos o( disimulados e inquietos» vasallos de la Corona que gozan demasiado con las pugnas de los poderes coloniales. (Obsérvese entre paréntesis: que no es la primera, ni tampoco habrá de ser la última vez que, al juzgar nuestros hábitos e idiosincrasia, Pezuela caiga en el retratismo difamante y superficial SS). Elaborado por la consabida pareja de asesores: el comunicado del 12 de octubre se elevó a la atención del Intendente. 56 Le aseguran de un lado: que es errada la teoría que sustenta la carta del 10 del corriente, por apoyarse en una real orden muy distinta del todo a la que citaba. Y de otro lado: deci. den que no hay que acceder a lo que solicitaba, o sea: que el Gobernador desistiera de pedirle el reti. ro de la circular en juego, y las consecuencias que de ella emanan. 57

=

51. pczuela al Mlnlslerio de Ultramar, AHN. Legajo 5.069. La ferencla es presumiblemente al MlnlUerio de Hacienda. 52. ¡bid. 53. ¡bid. 54. pcz;uelB lIi Ministerio de Ultnuoar. 55. Consultar para muestra: Eduardo Neumaon Gandfa, B nefactores y hombres notabl~s d~ Pu~rto R.ico. 2 vols., Ponce, L1IlJñ Comercial, 1899, 11, p. 47. 56. Oficio del 12 de octubre 111 Intendente, AHN. Legajo 5069. 57. ¡bid.

Los efectos que prevé y describe Núñez no se les antoja de tanta monta a los asesores del Marqués. Y no creen, por ningún concepto, que sean capaces de trastornar el rumbo de la administración. Pero consideran que los días de renunciamiento que se le exigen no es gran pedir. Imaginan que para la 'colonia resultaría peor continuar indefinidamente bajo el nuevo sistema. El comunicado desemboca finalmente en solemne advertencia. Y es que de haber culpabilidad: ésta recaería sobre la persona del Intendente 51 que oro denó la liquidación del antiguo régimen aduanero sin permiso de 1a Capitanía General. Se reitera la suspensión de los trabajos reformistas. Puesto que las razones de Núñez no parecen suficientes. 59

IV ·El Intendente recibe el oficio de los asesores, pero no cede en la labor de reforma. Y el Gobernador tiene que recurrir a la Real Audiencia que es la única institución capaz de sacarle del aprieto en que lo sitúa la beligerancia de Núñez. La Audiencia se reúne en sesión extraordinaria el día 13 de octubre. (10 Concurren naturalmente: los respetables Oidores, el Fiscal de la Corona y el Regente, don José María Vázquez Queipo.61 Tras de hacerles el recuento de su controversia con el Intendente, pezuela abandonó la sala para dejar a los miembros del tribunal en completa libertad deliberativa. La Audiencia llegó a un Real Acuerdo, o parecer jurídico, como pedía el Gobernador: sin mucha tardanza, y por votación unánime. 62 Se consagraba de golpe el derecho de Pezuela a exigir del Intendente el retiro de la circular de octubre primero y la suspensión de la obra de reforma aduanera. E igualmente se nulificaba la respuesta de Núñez, por estar fundada en un falso supuesto que, de seguro, nacía del no haberse tenido a la mano la Real Orden de 1845. De lo que se deducía que el Intendente pecaba administrativamente al desobedecer las peticiones del Capitán General. Que al no obedecer las peticio. nes, rebajó la jerarquía superior. Y que al rebajar 58. Oficio del 12 de octubre al Intendente, AHN. Legajo 5.069. 59. Oficio del 12 de octubre. 60. Además de extraordinaria: diríase que fue una _Ión relám· pago que colmó el formidable ego de Pczuela. 61. El Discurso que el dla 2 de enero de 1850 en la solemnl! apertura de la Real Audiencia de Puerto Rico dijo su Regente el E:ccmo. Sellor Don José Maria Vd¡:quez Queipo, San Juan, Imprenta de Glmbernllt, 1850, menciona lB -ausencia de nuestro dlgnlslmo Presldente_, pero no roza el memorable acto. Sin embar¡o: lB -Relación de lo negocios despachados y pendientes en la Real Audiencia... en el afto de 1849- que se adjunt:l al Discurso, hace la alusión estadlstlca. p. 8. 62. Tecto Integro, AHN, Legajo 5.069.

33


la jerarquía superior, daba-ocasión al escándalo ptl~ bUco. 63 El Real Acuerdo finaliza observando que es into. lerable la falta cometida. Y demanda que en lo suce. sivo el Intendente se atenga a la Real Orden de 1845 que condena la ejecución de disposiciones que no cuentan con la anuencia del Gobernador. El Marqués tuvo conocimiento del fallo de la Real Audiencia antes de concluir el día 13. De suerte que dispuso de tiempo para la redacdón de dos caro tas que exhiben aquella fecha. Una, destinada a Núñez: reclamaba que en adelante se sometiera a su visto bueno «toda disposición -de gobiernoll 64 que afectara los intereses colectivos de la Isla. Escrita en un tono de dignidad ofendida que únicamente curaría la justicia metropolitana: la segunda carta iba al Ministerio de la Gobernación en Ma. drid. 65 Quejábase Pezuela de que el Intendente continuaba recorriendo la provincia en insultante desafío a la doctrina de ·subordinación. Y denunciaba que Núñez no sólo pretendia justificar la resistencia en ul!a confusión de la Real Orden de 28 de noviembre de 1845 con la del 28 de junio de 1848, sino que desfachatadamente le achacaba el error al propio Gobernador. 66 Discute luego el problema de las Juntas. Para asentar que no hubo allí «ni tenderos ni sanguijuelasll, según dijera el Intendente. 67 Porque en verdad: los que asistieron eran representantes de los gran. des intereses del comercio, la industria y la agricultura de Puerto Rico. Que resultaron ser hombres que no pensaban o decidían a gusto del Intendente. Por esto, éste los desacreditaba, echándoles en cara el cal fin se hacell 6& como se empeña que se haga el Capitán General. Pero el Marqués explica que no hubo más salida que la de oponerse a las ideas de Núñez. Y que el Jefe de Hacienda cedió, cuando le advirtió que, habiéndose elevado una consulta: todos se hallaban obligados a aguardar la respuesta de la Metrópoli. Se entiende que el «claro» fIJ Pe. zuela no pierda la oportunidad de recordarle al Mi. nisterio el que a pesar de su anterior solicitud, aún no había recibido la real orden sobre habilitación -de puertos y enmienda arancelaria. También se entiende que el Marqués quiera que el Ministerio aclare de modo indubitable: 1) si en casos no extremos el Gobernador viene facultado para suspender la resolución de un subalterno, y 63. Real Acuerdo. 64. Carta del 13 de octubre de 1849: Pezuela a NúdeJ:, AHN, Legajo S069. 65. Carta del 13 de octubre de 1849: Pe2uela al Ministerio de la GobernaciÓn, AHN, Legajo 5069. Porta el núm 151. 66. Ibid. 67. Ibld. t>lI. Pc:mela al Ministerio de III GobernaciÓn. 69. RozaleJo, Cheste o todo un .lliglo, p. 157.

34

2) si en la pendiente lucha de autoridades el Intendente Núñez faltó a sus deberes de obediencia. 70 Mientras esperaba que los poderes nacionales resol. vieran los puntos en litigio, Pezuela consigna que es cun hecho consumado la aplicación del nuevo sistemall. Que la experiencia militaba contra el bienestar provincial. Y que no estimaba aplazable cel remedio a males tan gravesll como los que comenzaban a padecerse. 71 I'Ilc1uía, por supuesto, la opinión del Asesor del Gobierno, y el Real Acuerdo de la Audiencia Territorial. Al contestar, el Intendente Núñez deplora una novedad. Y es que en la misiva del 13 de octubre el Gobernador emplea un «acalorado lenguaje. 7Z que no encaja bien con la correspondencia de altos funcionarios ultramarinos. Agitado por uhondo pesarll,73 comprende que ha de ser breve y categórico. No rehuye la imputación de haber confundido la Real Orden del 28 de noviembre de 1845 con la de 28 de junio del 1848. Pero acto seguido indica que la orden de 1845 no posee la claridad necesaria para solucionar la materia que se debate. Especialmente difícil de fijar e interpretar cree la frase «negocios generales» de política o gobierno. Y le sorprendería que el Gobernador, «cuyo voto en cuestiones de lenguaje es más atendible que el mío» 14 repudiara dicho criterio. Núñez no escande que le duele el que Pezuela haya categorizado de precipitada su conducta al circular la Real Orden del 2 de agosto pasado. Es confiable sin embargo: la noción de que la Reina lo juzgará eventualmente con menos severidad. Por. que 'Iliega el cargo de menosprecio hacia la suprema jerarquía. Y afirma en cambio que «por deber, convicción y hábitOIl 75 se ha mantenido y mantendrá en el terreno de la legalidad. Concluye, pues: que dentro de estos límites, su autoridad es tan fuerte como cualquiera otra. Y no debe ser objeto de menor respeto. 76 En posesión del comunicado de Núñez: Pezuela apenas puede dar crédito a lo que lee. Respondiendo el 14 de octubre, 77 se trasluce que le molesta la última «falta de respetoll del Intendente, y no logra calmarlo el que éste juzgue y rectifique sus propias acciones. Infiérese que tan poco no basta. Y urgía poner las cosas en su justo contexto. Por eso, el Marqués no declara, grita casi: que él es la cautori· dad que gobierna la islall, y también, el Intendente del «ejército que yo mando•. Le subleva que Núñez 70. Pezuelll al Ministerio. 71. Ibid. 72. Carta de Núñez a Pezuela, AHN, Legajo 5069. Marcada el nÚIn. 7. 73. Carta de Núñe2 a Pezuela. 74. Ibid. 75. Ibld. 76. Ibid. 77. Carta de Pc:zuela al Intendente Núde2, AHN. 5069.

COD


no hubiera tomado por cuanto valía el ClReal Título de mi dignidad». A sabiendas de que, después de tamaña andanada, era inútil proseguir la argumentación, Pezuela devuelve la carta al Intendente, ad. virtiéndole que cerraba la polémica, y que «no recibiría más escritos sobre la materia». 1a Exaltado aún (y para que no quedara suelto nin. guno de los cabos que suscitaba el asunto Núñez) el Marqués volvía a discutirlo con el Ministerio de la Gobernación en largo oficio del 14 de octubre. '79 Acusaba al Intendente de haber provocado el conflicto de autoridades. Exponía que desistió de pro. ceder contra él por consideración al ministerio bajo cuya tutela operaba Núñez. Y ello, a despecho de estar investido con los poderes para castigar faltas de disciplina. 80 Que producen duradero' escándalo en estos países, y que si no son pronta y severamente castigados, se irán sucesivamente aumentando y llegarán a producir la pérdida de estos dominios. El tópico es de los favoritos. Y Pezuela no se detiene al borde del mal que señala. Va derecho, y sin tapujos, a la raíz del mismo. Condena la tesis de la subdivisión del mando en Ultramar. Afirma que es Clinsostenible en la práctica». al A fin de ca· rregir y rebasar la defectuosa situación del momento, trae a colación la Ordenanza de Intendentes que en 1785 prohijara el Marqués de la Sonora. 82 Nota que aquella legislación prescribía un sistema en el que los Gobernadores de provincia eran Intendentes y que de Superintendentes, hacían el Virrey o el Capitán General. Pero le horroriza que el presente esté dominado por la confusión y el desorden que ha promovido la separación de la autoridad civil, «con facultades escasas y fundadas en órdenes sueltas y poco conocidas», y el podeI' administrativo «que pretende todas las facultades» originadas en las ordenanzas.8:J Pezuela exagera adrede. Le urge abultar la contradicción entre el ayer de las postrimerías del si. glo XVllI y la actualidad de mediados del XIX. Porque interesaba sostener que en las circunstancias 78. 79. 80. 81.

Carta de pezuela al Intendente. OfiQO al Ministerio de la Gobernación. AHN. Legajo 5969.

lbid. Ibid. 82. Vwe JoSl! Maria zamora y Coronado. Biblioteca de legisla. ción ultramaritUJ en fonna de diccionario aJfabéliro, 6 vals., Madrid, Imprenta de Alegrla y Cbarlaln, 1844-46. 111. pp. 371-79. 83. Oficio al Ministerio de la (iobernIlQón.

modernas (sic) la «reunión de las atribuciones» del poder colonial no se ajusta sino a la autoridad militar. 84 Y agrega que, por razones que no escaparán a la sabiduría del Ministerio, lo contrario de cuanto sostiene, es decir, la vigente realidad de mando di· vidido, equivale a reducir y asimilar el puesto de los gobernadores ultramarinos al de «simples co-· mandantes de armas». Que para el Marqués la separación de facultades es generadora de considerables daños: lo dramatiza su reciente lucha con el Intendente de Hacienda. Buen español, y por añadidura, imparcial; funcionario que ha depositado en la Reina .la renuncia del cargo»; se abraza a la doctrina del mando único, y sugiere que la Metrópoli destruya Ja causa que proporciona los mayores contratiempos a los gobernadores de Puerto Rico. Con pasmosa sangre fría estampa que cen nadie como él debía recaer» as la autoridad gubernativa. Y sin embargo, no se ha librado del pesado riesgo que conlleva una administración compartida. Riesgo o no, Peluela implora del Ministerio que reitere su queja a doña Isabel n. No duda que se le dispensará la justicia que pide el honor agravia. do. Piensa que lo facilita una «conducta circuns. pecta».

V

El desagravio se materializó en corto plazo. De ello nos enteramos por una comunicación que el 6 de diciembre de 1849 emitió el Ministerio de la Guerra. 86 La mencionada comunicación refiere que se han participado a Su Majestad los detalles de la pugna entre el Gobernador Pezuela y el Intendente Núñez. Dícese también que, sometido el caso al juicio del Consejo de Ministros, la Reina se sirvió aprobar el comportamiento de Pezuela. Y que no hubo otra alternativa que la de relevar de su puesto a Núñez. Con el trasfondo ministerial, annoniza la corres· pondencia de don Miguel López Acevedo. J7 Quien el 11 de marzo de 1850 reportaba al Ministerio de Hacienda que, habiendo arribado a la Isla, tomó posesión de la Intendencia de manos del antecesor: don Manuel Núñez. 84. Oficio al Ministerio de la Gobernaclón. 85. lbid. 86. Comunicación del Ministerio de la Guerra, AHN, legajo S069. 87•• Expedienteo, AHN. Legajo 5072.

3.5


EXPDSil:lON DE PINTURAS

I ,. IT 10

e

Exposición de Carlos Osorio

e

ORRBSPONDId SI. TURNO Dl! MARZO, EN LA SBCUENCIA DI! exposiciones del Instituto de Cultura al ~oven Tlin·

tor Carlos Osario, natural de C~, quien desde hace años trabaja como artista en la sección de Af1es Grá· ficas ele la División de Educación de la Comunidad, organismo del Departamento de Instrucción Pública. Carla O ario tuvo aficione.; artísticas desde temprano en su vida pero fue el impacto que produjo en su sensibilidad el arte japonés en los días en que estuvo destacado como soldado en tierras de Oriente, lo que determínó su dedicación al estudio de las artes plásticas. Su ,preparación formal la hizo en Nueva York, bajo profesores como Hogai:th, Boyle y Cri.;s. Fue Criss el maestro que logró afinar su mente y sus ojos frente al mundo de las sutilezas artísticas. En 1956 regresó Osario a Puerto Rico donde desde entonces se ha dedicado a la creación pictórica y par· ticipado con frecuencia en exposiciones de La Pintadera, la Galena Campeche, el Ateneo Puertorriqueño, la Universidad de Puerto Rico, la Ca..a del Arte y el Ins· tituto de Cultura. También l expuso en la Primera Bie· nal Hispanoamericana celebrada en México en 1958. La exposición abrió sus puertas al público el día 12 de marzo. Cartel, por Rafael Tufiño

f\

or

Q [

A


Betances

Guavate entre las nubes


che puertorriqueña

¡Oh, sombra! ¡B que envuelves 1 que se dunnió ~~ sobre el pecho·~~fIJ.@f.; con los brazt/s ~J~9JWllP~~,~ftJ en cruz sobre a No restalles. . ni hagas te Apaga tus f a en la alta cordil e azur del ancho cos Recoge por tus ,'Oo. el llanto de la Hu o el hilo del roc Acalla por el a ventanal de la el violín de los y deja que rep'l sus andanzas njj unas serenas h '°1 as a I . / sob re rutl Niña isla cund la amada de los Bañada entre gi ntes anemonas turquesas palpada por el sol. Casi glauca peineta de las rizadas olas. Esbelta casi flor.

e de amelcochadas ias voluptuosas. cia de sedeños éricos brazos . e un hondo temblor, sayo de la umbra al que se pasea c n su cola de blandos 'ciopelos rizados .r 'el inmenso espacio. a~a oscura de Dios. bnes de la alberca r: talina del sol. ~ nda de la mirada, 1 ente de los rocíos . olumpio del misterio . avenida del sueño manto del ruiseñor. I

o

0. .A, / ~

"

~

Noche puertorriqueña grávida de luceros intangible de ensueño alta en rutas violeta honda en honda canción. En el terral enhiesto sobre las malvas olas trova casi ternura, fragancia casi amor.


¡Mar mío, mar infante de arenas tornasol.e ~/ que te arrullas al son de tu propia c 19. ~~ _ Mar que meció mi sangre cuando mi sangre~ ardiente y amorosa como el sol y la espiga. Amigo mar, amigo que me brindó su mano en donde palpitaban estrellas infinitas; en donde al resbalar el duende de la noche derramó por mi canto diamelas encendidas. --:*.:=~~

¡Oh mar! Ser de mis 'horas contemplado en--si en profundo silencio de ternuras altivas; detente por mi alma con tu canto ma~iJ'~~~~~~Nra.~ y déjame tu fuerza de agua cristalina. ~ (S~

Háblame con tu voz de flor inmare claro acento del río, del lago, de la voz del agua sencilla bajada de los ci rumores candorosos aunados en to :=-~~__ Mar hondo, mar hermano, hermano de mi eseno..o:l~_-" que contigo es conciencia y contigo gravita. Tu misma hondura trágica la llevo por tu misma transparencia de ola inconte . Hermano de mis voces, hermano de mi para el amor sereno, para la sed perdido. "'''-r_ Mar mío de mi sangre, anciano como el mund% brumoso como ellueñe paisaje del olvido. (Tu mismo palpitar de orbes susurrantes en un eterno ritmo de cósmicas saudades; tu mismo corazón de lírica grandeza rompiendo por la ruta de todas las edades.) ¡Tú mismo, mar inquieto. viviendo y alentando por la sutil esencia y sol de mis adentros! Quizás sólo la muerte me aleje de tu lado. quizás sólo esa noche me llene de silencio.

O.",

'"&

e,.

g ~~0.!J~~


Una talla del siglo XVI en la Carolina ¿El Cristo de los Ponees? Por ARTURO V. DÁVILA

L AS PIEZAS DE ESCULTURA ESPAÑOLA

DEL SIGLO XVI conservadas hasta hoy en América son rela. tivamente bastantes si se consideran los azares que naturalmente conspiran en su contra. En el Caribe y las ciudades costaneras de la Amé. rica Central se duplicaron. Huracanes, seísmos, in· cendios -casuales estos últimos o provocados por piratas y forbantes- se ensañaron con los templos en los siglos XVI y XVII de tal forma que apenas hay relación de desastre, asedio o toma de una pla. za fuerte en que no aparezcan yuxtapuestos el sal· vamento previo de las imágenes más veneradas o las profanaciones y sacrilegios de ingleses y halan· deses -piratas o no- junto al rescate y culto de reparación que posteriormente se les tributa. No parece, sin embargo, que corrieran la misma suerte las imágenes de culto de aquel siglo en Puer. to Rico. Expresamente hizo constar el capellán de la expedición de CumberIand (1597), Layfield, las severas órdenes de Lord Clifford a sus soldados res· pecto a los objetos del culto,1 lo que no impidió que el temor anticipado tomara sus oportunas previsiones, como ocurrió con la imagen de la Concepción del Hospital, que en un barco remontando el río fue conducida hasta Bayamón por el mayordomo, Luis Pérez del Rincón. 2 Algo más accidentada resultó la visita de los ha· landeses en 1625, y de su tiempo debe resultar la ruina de más de una, si bien callan esos atropellos

l. Layficld, John. Dr.: -Relación del viaje a Puerto Rico de la apedic1ón de Sir George Cllfford, tercer Conde de Cumberland., escrlta por el Reverendo................ Capellán de la expedición. FerIlández M6Idez. Eugenio: CrónicQS de Puerto Rico. Volumen I (1493-1797). San Juan, 1957. página 41. 2. Archivo General de Indias, Escribanfa de Cámara, lelajo 134 D; Conresión de Luis Pl!rez del Rincón en 105 aulos contra Luis Ponc:e de León, <:Uy" scnlc:nc:ia se dic:tó en 24 de julio de 1600.

40

el diligente cronista de aquellos sucesos y don Diego de Torres Vargas. Es el caso que cuando escribe el último su Descripción, l a principios de 1647, las desgraciadas ocurrencias de la toma e incendio de la ciudad por el holandés no parecen tener otro va· lar que el del recuerdo honroso de las heridas de la victoria. Los templos de Puerto Rico están alhaja. dos decorosamente y de manera especial el de Santo Domingo, por cuyo interior se pasea con devoto re. godeo la graciosa pluma del canónigo para mencionar las imágenes de Nuestra Señora de Belén y la Candelaria, cuya fama de prodigiosas celebra. Es convento grave y en tal asiento fundado, que mueve a devoción juntamente con las Imágenes que tiene, dice, pero fuera de lo ya referido, sólo menciona el altar de San José y el altar y cuadro de Santo Do. mingo Soriano. Fiel al objeto de su relato, no se extiende en mayores detalles y como buen autor criado en el clima barroco del primer tercio del XVII, sólo se detiene a ponderar lo admirable, con el cri· terio maravillosista de su tiempo. Ni una frase que sugiera la existencia de la talla que motiva este trabajo: el Cristo llamado de los Ponces. A falta de noticias anteriores al siglo XVII, es pre. ciso aguardar a la redacción del manuscrito de Miyares (1778.1779), que entre otras fuentes se sirve hasta el año de 1713, de la crónica o memoria -hoy perdida- de Fray Pablo Calderón de la Barca. 4 Unas líneas -las que echamos de menos en Torres Vargas- dicen así: «Hd11ase también en el mismo Convento un crucifijo milagroso que llaman de los 3. Tapia y Rivera, Alejandro: Biblio/eca His/drica de Puerto Rico, 2.• edición, San Juan, 1945, págln3 464. 4. Miyarcs, Fern3ndo, No/ieias particulares de la Isla y Pla:a de San Juan Bautis/a de Puerto Rico. Universidad de Puerto Rico, 1954, página 39.


Ponces, por haber sido estos los que lo colocaron y sus familias, las primeras y mds distinguidas que se establecieron en esta ciudad». s Conque tenemos que al comenzar el último cuarto del siglo XVIII, se perfilan las bases de la leyenda que Federico Asenjo y Cayetano Coll y Toste van a tejer más de un siglo después en tomo a la imagen. Al cerrar la centuria, su prestigio taumatúrgico ha llegado a su grado más alto. El 19 de septiembre de 1799, se abrió en el curso del cabildo de ese día, un oficio del Capitán General, brigadier don Ramón de Castro, del tenor siguiente: cEs constante y notorio que de la escasez de lluvias en esta ciudad resulta la necesidad del agua que tanto contribuye a su subsistencia. Se experimenta en el dia esta falta, y deben rece· larse de ella las consecuencias tristes que son naturales. No hay arbitrios humanos que la re· medien; debemos, pues, recurrir a los divinos. Al efecto considero conveniente que V. S. disponga una rogativa pública inflamando los corazones de estos vecinos a fin de dirigir con fervor los ruegos al Omnipotente por medio de su Ymagen crusificada conocida con el nombre del Santo Christo de Ponce; de cuya clemencia devemos prometernos si se le pedimos con las veras necesarias que nos ha de socorrer en esta necesidad, y espero que V. S. mandard se execute assi con la posible brevedad = Dios gue. a V. S. ms. as. Puerto Rico 17 de Septiembre de 1799 = Ramón de Castro = M. Y. Cavildo Justicia y Reximiento de esta Ciudad.• En el texto del acuerdo correspondiente, que le sigue de inmediato, se le llama el cDivinlssimo Señor Crucificado bajo la advocación de los Ponces» y se dice «que se halla colocado en una de las Capillas de la Yglesia del Convento de Reverendos Padres Predicadores», con lo que tenemos ubicada en parte la escultura, constándonos desde luego que no se hallaba en la Capilla Mayor, donde por el patronato ejercido por los Ponces era de suponer que se encontrase. Acordó el Cabildo la celebración de la rogativa para el sábado 21 del mismo septiembre, a las nueve de la mañana, con la asistencia del iluso tre cuerpo capitular, ordenando la colocación de carteles y avisos en lugares públicos, que sirvieran de invitación a todo el pueblo; «conviddndose a los demás cuerpos seculares y eclesidsticos por medio de diputación». 6 No fue esta, probablemente, la única salida de rogativas del Cristo de los Ponces. Los vaivenes li· 5. Mlyares, 1. c. 6. Acuerdos del Cabildo secular de SIUl Juan de Puerto Rico, aftas 1798·1803, Colla 102. Archivo del Ayuntamiento: V. A~Ddicc l.

berales del siglo XIX no garantizan la puntual asis. tencia del Cabildo secular en las que se sucedieron. Lo que sí consta como afirmación explícita, si bien en el texto de una leyenda, es que la imagen se sacaba en procesión con ocasión de sequías pertinaces. 7 Los sucesos del año 1808, que de tal forma estremecieron la Península y determinaron los movi. mientas emancipadores de Hispanoamérica, preludiaron con los debates sobre reforma de seculares y las medidas desamortizadoras iniciales del penodo subsecuente de las Cortes gaditanas (1810-1813), 10 que sena con el correr del tiempo la aplicación total de lo que entonces se ensayaba. En efecto, el 9 de agosto de 1838 la Real Hacienda se incauta. ba de todos los bienes del Convento de Dominicos de San Juan así como del hospicio de Porta Coeli en San Germán, quedando a los religiosos estrictamente la cura de la iglesia conventual por encargo de la Mitra y por UD tiempo, la vivienda precisa en el edificio anejo. La Orden Tercera de Penitencia y las Cofradías, junto con los particulares devotos de tal o cual santo, mantuvieron el cuita en el templo dominico, pero la lenta extinción de los exclaustra. dos, que no eran muchos, fue haciendo mella sen· sible en el edificio material del templo, cuya amplitud requena una continua vigilancia conservadora y algo más que los treinta y siete pesos y medio que le pasaba Hacienda mensualmente. a Por muchos años sostuvo el peso de aquella res· ponsabilidad el último dominico puertorriqueño, fray Joaquín Domingo Mana de Aldea Urries y Blanco (1788-1859). El oficio era ingrato pues la sordera proverbial de Hacienda parecía recrudecerse con los memoriales de los exclaustrados. En 1842, el Prior acudió a sus oficinas para la reparación de la bóveda y nada se hizo, repitiéndose nueve años después, en septiembre de 1851, la instancia para reparaciones y la consiguiente postergación de lo solicitado. g Por fin, al iniciarse el pontificado del Obispo Carrión, pasó el templo a manos de los religiosos de la Compañía de Jesús. El 2 de septiembre de 1858, ante el notario mayor eclesiástico, don José Serafín Viñals, entregaba el anciano religioso a los Padres José María Pujol y Pedro Mana Nubiola, la iglesia de Santo Domingo, cargada con tres siglos de historia y tradiciones que no entroncaban preci7. Asenjo, Federico, -El Cristo de los Ponccs_. La A~uctlla, 31 de dlclembre de 11175, nlimero 34, afta JI. Ejemplar de la ColecdÓD Puenorrlquella, signatura 972.95. A. 798 e. 8. Actn de la entrega dc la Iglesia de SllJlto Domingo. hecha por el R. P. Fr. Joaquln de Aldea a los P.P. dc la Compaflla dc Jes~, 1858, Colla 1, Archivo Eclesiástico, catedral de San Juan. caJón: Varios 1861-62. V. A~ndiccs: 11. 9. Expediente sobre reparación del COD\'ento de SlUltO Domingo y IIbano de una cantidad para el monumento del jueves santo. Alias 1842 y ss. Legajo 62. Edificios religiosos. Archivo senera! de Puerto Rico.

41


Cristo de los Ponces, Carolina. Detalle de la cabeza.

samente con las de los nuevos administradores. Más de una inteligencia despierta advirtió lo que significaba este cambio, que si pastoralmente estaba justificado, no garantizaba el aprecio para las reliquias del pasado que luchando con la indiferencia admi· nistrativa, había conservado hasta entonces el Pa· dre Aldea. Detalle del paño de pureza.

Su disgusto ante el cambio ordena~o por el Obispo se ha perpetuado en la leyenda, 10 pero tuvo manifestaciones más concretas que la maldición de , corte gitano o tabernario que le atribuye Coll y Toste. En el acta de entrega se hizo constar que en 'el plazo de cinco días entregaría el sacristán un in. ventario de las alhajas, muebles y ornamentos, pero llegado el mes de diciembre, aún no se había hecho y apremiado el Padre Aldea por los Jesuitas, respondió «que el mal estado de su salud no le pennitia ocuparse de este asunto,.. JI Con su proceder expeditivo, enterado el Obispo por oficio del P. Pujol de lo ocurrido, ordenó en el mismo día -16 de di. ciembre- la formación del inventario ante el Notario de la Curia eclesiástica. Se inventariaron en primer lugar las alhajas de plata, luego los ornamentos -útiles e inútiles- a 10. Coll Y Toste, Cayetano: «La mano dcrccha del Scll.or Obispo•• LeyendlU puertorrlqueilas, Tomo tercero, San luan. 1925. página 164. 11. Oficio del R. P. losl! M._ Pujol. Superior dc los Padres dc la Compallla dc lesús, al Obispo Carrión, con fecha 16 dc diciembre dc 18.5B. Figura en el cxpcdlente sobre Inventarlos de la Iglesia dc Santo Domingo (1858-1860). Archivo Eclcsldstlco, Catedral de San Juan. Cajón: Varios, 1861.Q.


El Cristo de los Ponces, en la IglesIa de San JosĂŠ.


continuación los muebles y por último, los altares con sus imágenes. La ubicación tradicional de los altares permite reconstruir el itinerario de la pequeña comitiva. Evidentemente, comenzaron por la capilla mayor y siguiendo por la navícula del Evangelio, cruzaron ante la puerta principal para acabar junto a la Capilla de Belén. Al llegar al lugar donde actualmente se encuentra el Crucifijo llamado de los Ponce, el texto dice así:

cEl (altar) de Santa Rosa, con su Ymagen y las de Jesús Crucificado, Jesús en la Columna, de Nuestra Señora de los Dolores, de San luan Evangelista y un Cristo pequeño. Es de la Cofradia de Santa Rosa. No parece que se trata, por lo tanto, del Cristo de los Ponces. Junto a este altar y probablemente en la Capilla que hoy ocupa el altar de San Antonio, se menciona cEl de la Soledad, con la Ymagen de Nuestra Señora, del Cristo en su entierro y un Crucifijo pequeño pintado al oleo.» Altar que perteneció, por las señas, a aquella Cofradia del Santo En· tierra de Cristo y Soledad de María que en 1772 se intentaba fundar.•2 En la fecha del inventario, ya no existía dicha Cofradía ni se ocupaba del altar y sus imágenes ningún particular, pues con precisión se dice en la descripción de cada una de sus piezas a qué Cofradía pertenecía o qué familia cuidaba de la decencia y ornato de cada cual. De la lectura del Inventario se desprende, pues, que sólo existía un Crucifijo de gran tamaño, en su cruz, en todo el templo, exceptuando, naturalmente, los pe. queños de los altares. Ese Crucifijo, además, no se menciona expresamente como el de los Ponce y se dice de él que pertenece a una Cofradía, por cierto llena de vida en aquel entonces. En cambio nos consta que existía una imagen del Cristo en su entierro y por lo mismo, de cierto tamaño aproximado al natural. Es la misma que, según Tapia, salía el Viernes Santo del templo dominico (entre 1826 y 1840 Y tantos) precedida la salida del sermón del Descendimiento, 13 y por tanto, debía estar articulada con goznes, como todavía se aprecia en tantas imágenes de la Isla. 14 Ya en 1854 no sale a la calle, pues el Cabildo eclesiástico, que había recibido el sepulcro de concha y plata legado por doña Isabel de Ezquiaga en marzo de ese año, ofrece conducir 12. Campo Lacasa, Marfa Cristina: Notas generales sobre la historia eclui4stica de Puerto Rico en el siglo XVIII. Sevl1ln, 1963, página 86. 13. Tapia y Rivera, Alejandro: Mis Memorias o Puerto Rico como lo encontré y como lo dejo. Segunda edlclóa. San Juan de Puerto Rico, 19-16, p. 55. 14. Guaynabo, Toa baja, Baynmón, La Aguada, Rincón, poseen, entre otras, este tipo de Imagen que en muchos casos debió ser articulada por santeros del lugar como lo demuestra la torpe ejecución de los goznes. el empleo de piel de bóvido v la talla Ingenua de los brazos. cuando los orfgiDales han desaparecido.

44

dicho simulacro a la Iglesia de Santo Domingo después de los oficios del Viernes Santo cen prueba de agradecimiento». 15 El mismo Tapia, que escribía estas memorias hacia 1880, dice claramente al referirse al período de su niñez y adolescencia: «yo alcancé la Semana Santa con todas las procesiones y ceremonias que han desaparecido», t6 señal evidente de que la procesión del Santo Entierro se practicaba ya de otra manera. Los Padres Jesuitas emprendieron en seguida activas diligencias para la restauración y reforma de la Iglesia que les habia sido confiada. Durante cuatro años recogieron el dinero preciso entre el pueblo y con 6,000 pesos que añadió el Gobierno, comenzaron rápidamente los trabajos. En noviem. bre de 1862 se anuncia, entre otros extremos, la renovación de los altares usustituyendo a los mds de ellos de forma antigua otros nuevos de elegante arquitectura», que son los neoclásicos con decora. ción de rocalla en el tambor inferior de las columnas que todavía existen en dicho templo. En el mismo número del Boletín Eclesidstico donde se anun. cian estas obras, (15/XI/1862, n.D 22, p. 264) se in. cluye la siguiente oferta:

«Retablos. - A consecuencia de las reparaciones e innovaciones que han de hacerse en la Iglesia de Santo Domingo, y de que acabamos de hablar, quedaron varios retablos de altar sin objeto ni aplicación en la referida Iglesia, los cuales se enajenardn por precios muy equitativos. Por esta razón el R. P. Rector del Seminario nos ha encargado hacerlo saber a los seJiores Curas de las Parroquias rurales que necesiten algún altar para sus Iglesias, pues se les presenta la ocasión de adquirirlos buenos y a poco costo.» Los altares enajenados son sin duda aquellos de ,los que pueden disponer los Padres Jesuitas por no pertenecer a Cofradías o particulares. Entre ellos se encuentra el del Santo Sepulcro, que es ofrecido por los Padres a la Venerable Orden Tercera de Pe· nitencia de Santo Domingo de Guzmán por los mismos días en que se hace circular el anuncio, constando del acta capitular de los terceros dominicos a que nos referimos, que dicho retablo necesitaba reparaciones. 17 Es de suponer, pues, que la imagen de goznes que se hallaba en el sepulcro así como este último, junto con otros que ya no tendrían uso, pasaron al Seminario Conciliar donde permanecie15. Libro XIX de acuerdos capitulares, 1852.1857. Acta del 28 de ma~ de 1854, follo 72 v. BoletEn de Historia puertorriqueña. Vol. 11, octubre de 1950, núm. 11, p. 3Z1. 16. TapIa. 1bid. 17. Acta del 9 de noviembre de 1862. Cajón: varios. 1861-62. Archivo Eclesiástico. Catedral de San Juan.


ron en depósito hasta el tiempo de su cesión a otros templos. Tal prisa se dieron los Jesuitas en terminar' las obras, que el 30 de julio de 1863 se trasladó el Sacramento procesionalmente desde las Carmelitas hasta la iglesia restaurada y el día de San Ignacio se celebró la fiesta del fundador con toda solemnidad. 18 Si existen graves razones para afirmar que el buen gusto no presidió la ponderada restauración, no es menos cierto que la prisa renovadora infundió serios temores en algunas personas preocupadas .por la conservación de los valores históricos de la Ciudad. Brau se inclina a considerar que la iniciativa tomada por don Julio L. Vizcarrondo al promover la exhumación de los restos de don Juan Ponce de León en abril de 1863, se debió al temor de « ..• que con esa renovación del templo desapareciese todo indicio acerca del enterramiento de Ponce..... 19 No parece sospechara el sesudo historiador que, al igual que los restos presuntos de Ponce de León, había también iniciado el éxodo, desestimado por los nuevos administradores, un Cristo llamado de los Ponces. El 28 de diciembre de 1871, el alcalde de la Carolina, don Juan José Machicote y el cura regente de la parroquia de San Fernando, don José María Valldejuly, firmaban en dicho pueblo una instancia dirigida al Provisor, Vicario capitular y Gobernador eclesiástico de la diócesis de Puerto Rico, sede vacante, Ilmo. Sr. D. Bernardo Molera y Murillo,20 cuya sustancia se contrae a los siguientes párrafos: « ••• Próxima ya la Semana Santa, festividad acostumbrada en toda la Ysla, los vecinos de este pueblo han promovido celebrarla con toda la mttnificencia que sus fuerzas le permitan. Pero se toca un inconveniente que hace acudir a los que suscriben a la bondad innegable de V. S. Y. en bien del vecindario de este partido. Carece la Y glesia para llevar á cabo la proyectada festividad de un Cristo á propósito pa. aquellos días, y noticiosos los exponentes

18. Boletín Eclesidstico de la Didces:ls de Puerto Rico. Año V. agosto 1.0 de 1863. n.O 15 páginas 173-175. 19. Brau, Salvador, La coloniUICÍ6n de PI/erto Rico. San Juan 1930. 2,D edlción. Ap4!ndlce n.O XIII: • Las cenizas del Conqulstador•. Examen critico. Páginas 493-494. 20. Nlltural de Belll1cázar (CÓrdoba) en Espalla. donde nació en 1834. Estudió humanidades y filosorla en Córdoba y pasó 11 SeviUIl donde se glllduó de bachiller en Teologlll en 1859. CursÓ en Madrid el quInto al\o de Teología y las Ilslgnaturas de Escritura y Hebreo y en 1860 comenZÓ la carrero de Derecho. En 5 de noviembre de 1867 se licenciÓ en ambos derechos y el T1 de abril de 1869 fue nombllldo canÓnigo de la Catedral de Puerto Rico, tomando posesión el 30 de octubre del mismo MO. En abril de 1870 se le encomendÓ In subdelegaciÓn de Cruzada en la Isla y el 5 de dlcicmbre de 1871 fue elegido Vicario capitular y Gobernador eclesiástico sede vacante, de la dl6cesls de Puerto Rico. En diciembre de 1873 fue nombrado Examl· nadar general de la archidiócesis de Toledo. Libro biogr4fico del clero. 1854, folio 420. Archivo del Arzobispado de San Juan.

de que en 14 actualidad existe uno en la V. O. T. Franciscana conocido con el nombre de «CRISTO DE LOS PONCES", no han titubeado en acudir A. V. Y. Con el laudable fin de que se digne adjudicarlo como regalo á esta parroquia que sabrá estimar este servicio en lo que vale, toda vez que desde el año 1840, en que introdujo la devoción de las siete palabras el Pbro. D". Salvador Hortigosa - siempre se ha practicado por la V. O. T. sin aquella imagen por la razón de tener otra denominada CRISTO DEL BUEN VIAGE ... » 21 Nos encontramos, en primer lugar, con un hecho concreto, manifestado en el primer párrafo, que puede verse en el apéndice documental bajo el número III y es el de que la bella construcción de la parroquial de la Carolina, el más lindo ejemplo de edificio religioso neoclásico del siglo XIX en Puerto Rico,22 carecía desde su fundación en 1858 de las imágenes precisas del culto. 2J Se pide entonces al Provisor la adjudicación por v[a de regalo, de un Cristo a propósito para los días de la Semana Santa, y ese Cristo es precisamente la imagen llamada de los Ponces, que se encontraba en la Capilla de la Orden Tercera de San Francisco en San Juan. Añaden además los exponentes que la imagen en cuestión no se utilizaba en la Capilla franciscana, pues desde que en 1840 se introdujo la práctica de las Siete palabras empleaban los Terceros la del Señor del Buen Viaje. Un cristo a propósito para los oficios paralitúrgicos de la Semana Santa y en especial para el ejercicio de las Siete Palabras, es una imagen de goznes, que pueda desclavarse de la cruz por clérigos o seglares pasionistas que la colocan en el sepulcro para la procesión del Santo Entierro. En Puerto Rico la vimos practicar todavía en la década del cuarenta por los padres Redentoristas norteamericanos, que la heredaron de su rica tradición napolitana, en la parroquia de San Agustín de Puerta de Tierra. El Cristo de los PODces, para aquellas fechas (1871), estaba, por tanto, articulado. No tardó el Provisor en remitir un oficio resumiendo la instancia anterior al Capítulo de la Orden Tercera por medio del Padre Comisario, fechado 21. Sobre instancia petición de la imagen de un Crucifijo l1anfQdo de los -Ponces. a la V. O. T. Franciscana. 1872. 1 follo. Archivo Eclesiástico. Catedral de San luan. Cajón: Parroqulas San Francisco. J865-1875. Ver Ap4!ndlce: 111. 22. Buschlazzo, Mario: Los monumentos históricos de Puerto Rico. Anales del Instituto de Arte americano e investigaciones es/i. tieas. Buenos Aires, J955, número 8, pág. 106. 23. Ynventario de los Hornamentos, alhajas y demds útiles de la Hermita provisIonal de San Fernando de la Carolina. 1858. Archivo General de Puerto Rico. Cajón: Carolina. Expedientes de los allos 1839 a 1865.

45


dos días después, el 30 de diciembre. Y el 4 de enero la Junta de Discretos acordó por aclamación la cesión de la imagen. Previamente se trajeron los antecedentes, «de los que resulta -dice el texto del acta- que dicha efigie habla sido entregada por el Padre Rector del Seminario Conciliar al disponer él mismo de varios objetos del Convento, cuando los Padres Jesuitas se hicieron cargo de él...»24 Contamos, pues, con la fecha aproximada de la entrega del Cristo de los Ponce a los terceros franciscanos. Suponemos que debió ocurrir entre el 2 de septiembre de 1858 y el comienzo de las obras de restauración y renovación, en noviembre de 1862, cuando, por no pertenecer a ninguna Cofradía, pudieron disponer libremente los jesuitas de la imagen en la «limpieza» general que realizaron. Extraña, desde luego, la rapidez y facilidad con que los Terceros se desprenden de la escultura. Ello se puede atribuir a dos motivos, siendo el primero el deseo de ganar la voluntad del Provisor, que muy pronto intentará mediatizar el régimen interno de la Corporación 25 y el segundo. el ningún interés en una imagen que no estaba vino culada a las tradiciones propias de su instituto. Aunque se dice que se hallaba en la Capilla en el acta citada anteriormente, no se especifica el lugar 24. Junta de discretos de la V.O.T de San Francisco, del 4 de enero de 1872. Ubro 3.D folios 334 v. a 335. Archivo de la V.O.T. Franciscana, San luan de Puerto Rico. 25. Expediente sobre luIber lUumido al SeRor Gobenuulor Ecle· siri.stico Pbro. Dn. BenlllTdo Molera, el derecho de presentación de temas para los cargos de la V.O.T. Franciscalt4 y restablecimiento de la misma en el aRo de lK76 por disposición del Excmo. S. Obispo de esta Diócesis D. hum Antonio Puig y Momerrate. ARo lK74. Colección documental de la Sociedad Económica de AmIgos del Pals. Tomo XLI. Biblioteca Carnegie. San luan.

y por esto podemos suponer que es el mismo Cristo del que, en la Junta de discretos del S de abril de 1870, se dice «que estd en el almacén» y se propone la fabricación de «una cruz fingida» para instalarlo en lo alto del Calvario, en el paso del Viernes Santo, «con objeto de no poner al Sor. del buen viaje por lo peligroso y costoso que es la subida y el tiempo que se echa en colocarlo...», u decisión que no se tomó, por lo visto, de acuerdo a la instancia citada de las autoridades de la Carolina. En el curso del mes de enero el Cristo fue trasla. dado a su nuevo destino y en la Junta del S de febrero se dio lectura a un oficio del Párroco, « ...acusando recibo de la imagen de los Ponces, que se le habla donado y se acordó se uniera a sus antecedentes». 7:1 Al llegar a este punto, podemos al menos escla- . recer una cuestión previa que nos plantea la documentación empleada en este estudio: el· Cristo de los Ponces que en 1872 fue trasladado a la Carolina, ¿es la imagen del Crucificado que se encontraba en 1858 en el altar de su Cofradía:la y sigue hoy -bajo el título de los Ponces- en la antigua Iglesia de los 26. lunta de dlscretos de la V.O.T. Franclscana, del S de abril de 1870. Ubro 3.0 Follo 204. Archivo de la V.O.T. de San Francisco. San luan. ZT. lunta de dlscretos de V.O.T. Franclscana del S de febrero de 1872. Ubro 3.0, follo 342. Archivo de la V.O.T. de San Franclsco. San Juan. 28. La Ilustre CofTadla de Jesús Crucl5Cl1do auuque al parecer es de más antiguo origen aparece fundada con el tllulo de Santa Rosa en 1704 (Campo Lacasa, Maria Cristina: Los Iglesias y conventos de Puerto Rico en el siglo XVIU. Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueila. N.O 13). En el siglo XCI: es una de las mAs importantes de la ciudad y estd constituida en su mayor/a por morenos libres, maestros y oficlll1es de Jos talleres de San Juan: pla~ros, tallistas, C8J1llnteros, ele. Casi extln¡¡ulda en es~ siglo fue reslableclda en 1961.

Cristo de los Ponces, en Carolin Puede aprecíarse la fractura del lorso y las piernas, partes meno afectadas por los arreglos partcriares.


Cristo de los Ponces. Carolina. S~ puede apreciar el corte del dorso para convertir la imagen en yacente. Igualmente la sustitución de axilas .v deltoides por la cavidad delgozne

dominicos? En primer lugar, la imagen que osten* taba dicho título, según se deduce de la documen* tación consultada, era una talla del Crucificado aro ticulada con goznes para el Descendimiento y la precesión del Santo Entierro y el Cristo de la Iglesia de San José no muestra señales de haber estado articulado en ningún momento. Además, los inventarios de la Ilustre Cofradía de Jesús Crucificado y Santa Rosa de Lima (cuyas imágenes han rodeado siempre esta escultura, en especial1a Dolorosa y el San Juan Evangelista, consumidos hacia 1954), in. cluyen dicho Cristo en los años de 1863, 1866, 1869, 1870 Y 1873, fechas en que, de acuerdo a los datos sobre el tiempo en que fue cedida la escultura a los Terceros de San Francisco y posteriormente a La Carolina, no podía encontrarse al mismo tiem* po en Santo Domingo. 29 29. Ubro 1.0 de Inventarlos de las alhajas de la Cofradfa de Santa Rosa de Lima y cuentas de los (Mayordolmos y da principio en el af10 de 18(33]. Archlvo Ecleslástlco. Catedral de San JUIlD.

En tercer lugar, las Constituciones o estatutos de la Cofradía del Crucificado y Santa Rosa, publi. cadas en 1844, demuestran claramente que su ima. gen titular nunca estuvo articulada y que la misma sociedad no patrocinó nunca ni el paso del Descendimiento ni la procesión del Santo Entierro, a:l declarar en el artículo 20, bajo el epígrafe: Festividades de la Cofradia, 10 siguiente con respecto a sus solemnidades de Semana Santa: cEs de obligación de esta Cofradía costear de sus fondos y celebrar las funciones siguientes: 1.0 2.1> 3.° La misa cantada en la capilla el viernes de Dolores, el viernes del Concilio, anticipadas las novenas, y el mismo día a las oraciones se principiarán las tres horas de costumbre. 4.° E'1 tunes santo por la tarde la procesión del Señor a la Columna con el sermón á su entrada. Y S.D el jueves santo por la tarde habrá sermón, y concluido saldrá la procesión del Señor Crucificado... »

47


Un último argumento deducido de este impreso es el que sugiere su mismo título: «Cartilla que contiene las obligaciones, privi. legios y demás exenciones... de la ilustre Cofradía de Jesús Crucificado y Santa Rosa de Lima, cuyas imagenes se veneran en el convento Real del angélico Doctor y Maestro Santo To. más de Aquino... 11 30 ¿Por qué en dicho título y en todo el texto de esta Cartilla no aparece una sola alusión a que el Crucificado a que rinde culto la Cofradía es el milagroso de los Ponces cuando el sentir religioso de la época hubiera inclinado a los cofrades a ufanarse de tal propiedad? Es, pues, evidente que se trata de dos esculturas distintas y que la que corresponde a los documentos que estudiamos no es la de la Cofradía, sino aquella cdel Cristo en su entierroll que figuraba en el inventario de 1858, ya citado. La existencia de dos tallas distintas del Crucificado en la Iglesia de los dominicos hasta el momento de su traspaso a los Jesuitas, queda confirmada por estos datos. Pero tal vez aclare aún más este aspecto de la cuestión cierta manda piadosa del testamento de doña Teodora de Castellón, mujer de BIas de Villasante, fechado en San Juan el 22 de octubre de 1529, donde encarga se den: «cinco pesos

a la Cofradla que ahora se fundó en el Convento de Santo Domingo, que se dice del Crucifijo y que se traiga de Castilla, a su costa, un Crucifijo para la hermandad•. 31 Si esta manda, como es posible suponer, se ejecutó, encontramos que hay motivos para creer que la Cofradía del Crucificado a la que en el siglo XVIII parece que se unió la de Santa Rosa, es desde tiempo inmemorial la dueña del Cru· cifijo que pasa hoy por ser el de los Ponces. La fecha del testamento: 1529, está por cierto más cero ca de esa mitad del siglo en que coloca Angula la talla de la iglesia dominica, si se considera el tiem· po que se tardaba en cumplir las mandas. Pasemos ahora a relatar el hallazgo realizado en la parroquial de la Carolina, que ilustra la documentación de que tratamos.

El Cristo de los Ponces en Carolina A mediados de enero de este año de 1965, recordando la alusión al Cristo de los Ponces que había encontrado en los libros de la V. O. T. Franciscana, 30. Empleamos la fotocopill de un ejemplar e:'istcnte en I~ Bibll~ tccn Bancroft UnIversidad de Bcrkclcy, CalifornIa, bajo la sIgnatura l2812B, obtcnida por la doctora Isabel Gutiérrcz del Arroyo, a quicn dcbemos su cesión. 31. Archivo General de Indias, Sccclón: Justicia. Legajo 10.

48

me dirigí a la Carolina en compañía del profesor José A. Buscaglia, joven escultor puertorriqueño, y mientras diligenciaba mi compañero los asuntos que allí 10 habían llevado, entré a la iglesia parroquial en busca de alguna clave a aquella referencia. Internamente estaba convencido de que la imagen de alguna manera habría regresado a San Juan y la ausencia de altares y esculturas ya me daba la razón, cuando vi al pie de un calvario una urna que encerraba un Cristo yacente. Al acercarme pude apreciar unos rasgos inconfundibles: la espléndida anatomía del siglo XVI y el rizo que desde la sien bajaba hasta el pecho. La cabeza, además, dentro de su bastedad, no parecía producto del siglo XIX, tiempo de fundación de la parroquia. Como las flo. res de plástico y el paño de pureza impedían examinar debidamente la figura, volví otro dIa con el mismo Buscaglia, mediante la correspondiente autorización abrimos el sepulcro y una vez extraída la imagen pudimos apreciar, en primer lugar, que había perdido los brazos originales, sustituidos por dos troncos tallados por algún santero y unidos por goznes al cuerpo y que, probablemente para que encajara con mayor naturalidad en el sepulcro y evitar vaivenes en las marchas procesionales, se le había cercenado bárbaramente el dorso y sustituido por una plancha simple de madera. El paño de pureza, labrado en la misma pieza, se adhiere a las formas del cuerpo y el lazo que debió colgar al costado fue recortado, 10 mismo que el dorso, tal vez con el fin de dar paso más libre, en otro tiempo, al largo faldón de terciopelo con galón de oro o plata que solían llevar en España y América las imágenes del Crucificado. La cabeza, de menos calidades que el resto del cuerpo, está perforada en los lugares que debieron ocupar las potencias. Una corona de espinas de cáñamo la rodea. Quedan todavía algunos clavos pequeños cuyas puntas se pueden apreciar a la vista y que debieron servir para fijar la cabellera natural, que probablemente llevó, como la tenía aun. avanzado el siglo XIX, el Cristo del Buen Viaje en los Terceros Franciscanos de San Juan. 3Z A principios de marzo regresé con Buscaglia, quien procedió a abrir la tapa del dorso: levantando los dos tornillos que la fijaban. ApareCIÓ un hueco rectangular de treinta centímetros y medio de ancho por sesenta y uno de largo, aproximadamente. Llega dicha cavidad desde la región inferior de los glúteos hasta el extremo del cabello en la base del cuello. La fibra de la madera, que corre de cabeza a pies, demuestra que el dorso fue tallado sin ensamblaje, 32. cA Cecilia Navarro por rehacer. forrar, pein~r y ~j:ar tres 6 pesos.• LIbramientos del Sindico de.la V.O.T. de Snn Francisco correspondientes al afta de 1870 (29 de marzo). Archivo de la V.O.T. Fr:lDclscnnB. San JUlIO.

pelliCas del Santo Cristo del Buen Viaje -


como una sola pieza. El hueco se hizo con un formón ordinario, como evidencian los cortes múltiples del interior, donde no se encuentra la huella de una gubia. En los costados, encoló el santero anónimo una serie de cuñas para rellenar los huecos que quedaron, especialmente en la cintura, al levantar el dorso, pues el único medio para remover la madera consistió sin duda en clavar el formón en dichos costados para lograr ,la hendidura en dirección de ·la fibra. Siendo el tronco de una sola pieza, los brazos originales fueron tallados seguramente en otros leños, por no tolerarlo la dirección de la fibra. La remoción de los deltoides y las axilas para hacer los goznes que sostienen los brazos articulados conservados hasta hoy, no permite observar la unión de los primitivos con el tronco pero probablemente se trataba de un ensamblaje simple con machihembrado. 33 Descrita ya la pieza que nos ocupa, es preciso dejar constancia escrita de un testimonio oral, comprobado con documentación de los archivos parroquiales de Carolina y Río Grande, que confirma un hecho fundamental y es que el Cristo que se encuen. tra. actualmente en la Carolina es el mismo al que se refieren los documentos de diciembre de 1871 y enero de 18~2, citados en el curso de este trabajo, como cel Crrsto de los Ponces ... El sábado, 16 de enero de 1965, primera ocasión en que visité el templo de la Carolina en busca de huell~s del célebre Crucifijo, pregunté a la religiosa saleSiana encargada de la sacristía si había alguna ~er~ona que tuviera noticia de dicha imagen. Me mdlcó la hermana que acudiera a doña María del Socorro Rodríguez Quintero, quien se encarga del cuidado del Cristo. Fui a su casa y recibido de inmediato, me entero la señora de la siguiente histotoria: Su padre, don Antonio Alejo Rodríguez del Río, natural de Río Grande, donde nació el 17 de junio de 1869 y fue bautizado el 14 de febrero de 1870, perdió a su madre, Dorotea del Río, cuando apenas contaba dos años, en julio de 1871, por haber caído en pleno día, sin nubes, un rayo que la mató en su propia casa. 34 Antes de cumplirse los seis meses, el 2 de enero de 1872, recibía sepultura el padre del niño, Juan Pedro Rodríguez, natural también de Río Grande, que fue hallado muerto por los vecinos al forzar la puerta de su casa extrañados ante el hecho de que permanecía cerrada, habiendo ya levantado el cUa. Encontraron al niño jugando

33. Relación del profesor

Jos~

Buscaglla Gulllermety. V. Ap,m.

dices: XII. 34. Ubro I de defuncIones de la Parroquia de San Fenumdo de la Carolina. F. 243. V. Apl!ndiccs, IX.

con el cadáver por ignorar todavía lo que era la muerte y 10 llevaron a la Alcaldía para ver lo que se determinaba sobre su suerte, por no tener ningún pariente próximo que se hiciera cargo de la criatura. El aspecto del huérfano, de rubios rizos y ojos claros, conmovió al Marqués de Machicote, que decidió prohijarlo, Uevándolo a su casa, donde su mujer Camila Gómez, natural también de Río Grande, lo recibió como a su hijo, encargando su cuidado a un esclavo llamado Braulio Machicote. Por aquellos cUas, dice doña María del Socorro, llegó el Cristo que el Marqués habla pedido a España y mientras le hacían el sepulcro, 10 colocaron en un catre. El pequeño Antonio Alejo se subía a él «para dormir con Papd Dios.., recuerdo conmovedor del cuerpo rígido del padre. El niño creció y aprendió el oficio de platero, casó con el tiempo y contaba luego a los suyos su propia historia. La devoción a la imagen arraigó por este motivo en la familia y la hija a quien entrevistamos ha cuidado siempre del Cristo. Ella oyó contar cómo 10 colocaban en la Cruz el Viernes Santo y después de las Siete Palabras, lo descendían dos jóvenes para depositarlo en la urna. Ocupaba entonces el Calvario el altar de la nave del crucero en 6l sector del Evangelio y allí se hadan todos los oficios del Viernes. Al parecer, se perdió entre el pueblo de la Carolina el recuerdo del origen de la imagen. Más aún: cabe sospechar que fueron muy pocos los enterados. Un testigo de edad avanzada: don Juan Jiménez Acosta, nos dice que el pueblo lo llama comúnmente el Cristo de la Salud. En el curso del Triduo sacro, el centro de las celebraciones paralitúrgicas de la Carolina es esta imagen, que sigue a través de los siglos su función cultual. Los hombres hacen la promesa en trances apurados, de cargar el Santo Sepulcro en la procesión del Entierro y siempre se ve en esa tarde una piña de cabezas apretadas en torno a la imagen. Hay incluso quien, retirado en España, viene todos los años por estas fechas para cargarla. Tal vez sea éste, al parecer débil, el más fuerte argumento en favor de su autenticidad: el culto continuo durante el año, culminando el Viernes Santo, que rodea a la imagen como en los tiempos en que estuvo en su altar primitivo de San Juan. Desde el siglo en que fue esculpida, la voz de un clásico castellano, conocedor avisado él mismo de la imaginería de su tiempo, pues fue aprendiz en el taller de un maestro del oficio: San Juan de la Cruz, parece explicarnos la corriente de la devoción popular hacia esta talla de tan basta factura en la cabeza, al decir en la Subida del Monte Carmelo: c ... Que aun por experiencia se ve que, si Dios hace algunas mercedes y obra milagros, ordinariamente los hace por medio de algunas 49


imdgenes no muy bien talladas ni curiosamente pintadas o figuradas; porque los fieles no atribuyan algo de esto a la figura o pintura». 3S Curiosa asociación entre la rígida frontalidad y el hieratismo de las imágenes taumatúrgicas y el sentimiento religioso del pueblo. Antes de entrar en el análisis de las versiones de la leyenda sobre el Cristo de los Ponces, queremos tratar un último punto y es el de la credibilidad que merecen los documentos que exhibimos sobre la talla existente en la Carolina. Naturalmente, la verosimilitud de su contenido descansa sobre sus autores. Pero de manera especial en los redactores del primer documento: la instancia del Alcalde y Párroco de la Carolina, don Juan José Machicote y don José María Valldejuly respectivamente. Poco o nada debía conocer el primero sobre la imagen de los Ponces, pero en cambio, el inspirador y probable redactor de esta pieza documental, el presbítero don José María Valldejuly, natural de San Juan, donde nació en octubre de 1812, debió tener motivos de peso para instar con términos tan rotundos. Era hijo del Fiscal de justicia y Real Hacienda don José Ignacio Valldejuly y de doña María del Rosario López. En su biografía se nos dice que «estudió gramdtica Latina, Teología Moral y algunos capitulas del Dogma en el Colegio Seminario y la Filosofla en el convento de los R. R. P. P. Dominicos por los años de 1825 a 1836.» 36 Aunque no podemos deducir de este hecho la absoluta identidad de la imagen de la Carolina con el Cristo original de los Ponces, es preciso reconocer que una persona que frecuentó durante más de un año, seguramente, las aulas de Santo Tomás. sabía de qué trataba cuando hablaba del título de una imagen tenida en la Ciudad por milagrosa y vinculada a personas y hechos notoriamente conocidos. Después de una estancia de dos años en Gurabo, en calidad de Regente de la Parroquia, volvió a San Juan donde fue por quince años (1840.1855) Cura Párroco Castrense del Regimiento de Cataluña. Justamente comienza su gestión en tal calidad en el mismo año en que «introdujo la devoción de las Siete Palabras el Presbítero don Salvador Ortigosa» lo que sugiere, por 10 preciso del recuerdo, que vio en aquel año y en los sucesivos el Descendimiento de la imagen del Crucificado que solicitaba en el pedimento, 37 y a la que llama Cristo de los Ponces. 35 De la Cruz Juan (S): Subida del Monte Cannelo. Libro ter· cero: CapItulo XXXVI. Obras. Edlelón y notas del P. Silverlo de Santa Teresa. 2.• edición. Burgos. 1940. pág. 302. 36. Ubro biográfico del clero. 1854. Folio 171. Archivo del Anoblspa610 de San Juan. 37. Merece tenerse en cuenta la presencia del oratoriano don Salvador García Ortlgosa en San Juan. En efecto en el padrón del barrio de Santa Bl\rbara del afta 1840. lo encontramos domlclllado en los bajos de la casa n.O 65 de la calle de la Luna (Archivo del Ayuntamiento. San Juan). Fue ~I uno de los predicadores de plaza

50

En cuanto al Provisor, Licenciado don Bernardo Molera y Murillo, no es persona tan calificada para opinar sobre la imagen en cuestión pues llegó a Puerto Rico en octubre de 1869. 38 Además, no es otra cosa que mero transmisor de la instancia de Carolina a los Terceros de San Francisco. Indudablemente, es mucho más importante el testimonio de los mismos Terceros. Los miembros de la Junta eran en su mayoría naturales de San Juan y se expresa el Secretario con tal seguridad en el acta del 4 de enero de 1872 sobre el título y procedencia de la imagen, que da mucho que pensar antes de proceder a cuestionar su valor testifical.

Las leyendas sobre el Cristo de los Ponces Queda por examinar el origen de la fabulación que zurció, según se cree, el pueblo, pero que en realidad, según ha llegado a nosotros, nos parece más bien elaboración de Asenjo y sobre todo de don Cayetano Coll y Toste. No hay, que sepamos, una sino dos versiones de la leyenda. La primera, fruto del ingenio de don Federico Asenjo, parece, al menos por el testimonio final que invoca, la más real. Su trama se puede resumir así: en la mañana del 25 de octubre de 1528 -adviértase la fecha, posterior a la muerte de Ponce y más tardía que la de Coll y Toste- doña Leonor Ponce de León, hija de don Juan Ponce y mujer del Licenciado Antonio de la Gama, vio desde la Casa blanca una caja que flotando sobre las aguas, era impulsada hacia la barra. Temerosa de que se tratara de la carga del buque en que navegaba su marido, hizo que cuatro indios salieran en canoa a su rescate y a las dos horas se hallaban ya de vuelta. Conducida a la casa y abierta, hallóse en su interior el Cristo, que fue colocado en un oratorio improvisado en lo que llegaban noticias de su destino o a falta de éstas, se decidía sobre ello. A la tarde llegó una embarcación con noticias del ausente y en acción de gracias, llamaron la señora y su madre al prior de Dominicos y le encomenda. ron la escultura, que recibió gustoso para el nuevo templo. Construido un altar en el oratorio del Con. vento, el 25 de noviembre fue trasladada con acom· pañamiento de los vecinos, que ya la llamaban El Cristo de los Porzces. Al llegar de vuelta a la Casa blanca, encontraron al Licenciado de la Gama, que con ocasión del célebre terremolo del jueves SonIa, 26 de mano de 1812. ocurrido en Caracas. Más tarde Intervendrá como mediador, por su prestigio, entre Bolívar y Monteverde. junto a otros comi· sionados. (Madariaga: BoUvar, l. pp. 336. 420, 422). Naturlll de Sevilla. debió poner en sus sermones de Pasión el acenlo patético que tienen en su tielTll todas las solemnidades de la Semana Mayor. 38. Ubro biográfico del clero. 1854. Follo 420. Archivo del Arzoblsp;¡do de San Juan.


llegaba, como había anunciado, con el cargo de Juez de residencia en la Isla. Diez años después, ya se encontraba colocada la imagen «en la nave lateral norte del templo, frente a la puerta que da a la plaza,.. Ese altar es el de la Cofradía de Jesús Crucificado y Santa Rosa, como evidencian no sólo los datos que para comprobarlo aducimos anteriormente, sino también las pinturas parietales, aparecidas en 1955, sobre todo el escudo del orden de Predicadores que corona la bovedilla y que es el único que adopta dicha Cofradía. Señal de que al escribir Asenjo -publica su leyenda por primera vez en «La Azucenalt del 31 de diciembre de 1875- se atribuía a la imagen titular de esta Cofradía el apelativo de los Ponce, como hasta ahora se ha hecho. Asenjo afirma en un párrafo final que recibió la noticia tradicional de que trata, de algunas «perso~ nas ancianas que tenían conocimiento con los últimos religiosos de la orden dominica que existieron en nuestra ciudad,.. Este es el testimonio a que nos referíamos al principio. Si las líneas citadas no son un mero recurso literario -y sus detalles prolijos inspiran serias dudas- nos hallamos ante los restos de la tradición primitiva. Entre la mezcla nebulosa de elementos que integran toda tradición, se distingue en ésta una fecha, la del traslado del Cristo: el 25 de noviembre, día en que desde los orígenes del Studium Generale de Santo Domingo, debieron celebrar los «filósofos» la fiesta de su patrona Santa Catalina de Alejandría. Otro elemento que añade verosimilitud a la fuen. te primitiva de donde parte Asenjo, es, como ya advertimos, la fecha de llegada del Cristo (1528), que aun parece temprana pero que desvincula la persona de Ponce de León de relación inmediata con la talla. En cambio, relaciona a ésta de manera directa con los descendientes, esto es, con la familia de «los Ponces», dato que comprueba nuestra sospecha de que, al igual que Miyares, debió conocer Asenjo las noticias recogidas por fray Pablo Calderón, mediante la tradición oral. La leyenda de Coll y Toste, posterior y más divulgada, es un calco de la de Asenjo en el que en· tran a relucir más elementos fantásticos y se atribuye al mismo Ponce de León el encargo de la ima. gen y a fray Nicolás de Ovando la adquisici6n directa y remisi6n de la misma. La fecha de llegada (1513) ha sido ya cuestionada por Angula. 39 Si el estilo de la pieza existente en la iglesia de los dominicos indica que fue ejecutada hacia mediados del siglo XVI, ni siquiera concediendo un margen más amplio a su arribo, hasta la muerte de Ponce 39. Angula Idlguez, Diego: Historia del Art4 hispanoamericano. Barcelona, 1950. Tomo II, pllginas 261-262.

de León (1521), puede sostenerse esta cronología. 4lI Al terminar este estudio creo conveniente resumir las conclusiones a que he llegado en el curso de su elaboración. En primer lugar, nos encontramos con un hecho inicial: la existencia muy probable de dos tallas del Crucificado, del siglo XVI, en la iglesia de los dominicos de San Juan. Una de ellas pertenecía a la familia de los Ponces y la otra a una Cofradía que se hallaba recién fundada en 1529. En 1858 vuelven a aparecer dos: una, en el altar de la Cofradía del Crucificado y otra en el sepulcro del altar vecino. Los inventarios de la Cofradía del Crucificado correspondientes a diversos años nunca llaman «Cristo de los Ponces» a su Crucifijo, siendo así que esto hubiera prestigiado a una Hermandad que se ufanaba del brillo de sus fiestas y lucía el título de «Ilustre». Queda, pues, en claro, que los mismos cofrades no tenían a su imagen por la de los Ponces. En 1871, una instancia del Alcalde de la Carolina y el Párroco del mismo pueblo, don Juan José Ma. chicote y don José María Valldejuly respectivamen. te, dice que en la capilla de la V. O. T. Franciscana hay un «Cristo de los Ponces», articulado, según todos los datos, para la ceremonia del Descendimien. to y lo piden para su iglesia. La documentación de la Orden Tercera sobre el asunto dice que la imagen procedía de la iglesia de San José. Consta que la imagen dicha no es la de la Cofradía del Crucificado, tenida desde años después por la de los Ponces, pues la Cofradía no tenía entre sus fiestas de tabla ni las Siete Palabras ni la Procesi6n del Santo Entierro, sino la del Crucificado. Lo comprueba, además del texto de las constituciones ya citado, los inventarios de la misma Cofradía, que corren desde 1834 a 1878 y el hecho igualmente mencionado con anterioridad, de que la imagen actualmente exis. tente en San José no muestra señal alguna de haber sido articulada. Por el momento, sólo parecen oponerse a estos argumentos la noticia de que la imagen de los Ponces salió de la Iglesia de San José en las procesiones de los temblores del 67 41 Y el testimonio de don Federico Asenjo, que en su leyenda (1875), ubica la talla de los Ponces en el lugar donde hoy se encuen. tra la de San José y donde según los datos de la in~ vestigaci6n, se encontr6 en el siglo XIX la de la Cofradía del Crucificado. ¿A qué se debe esta confu. . 40. Aun9,,!e la aparición de la leyenda de Coll y Toste es antenor. I.a edICión rolls accesible ~oy es esta: eoll y Toste, Cayetano: Ediciones Rumbos - Barcelona. 1962 pp. 15.18. 41. La notici:l Impres:l de esle suceso no se encuentra ni en el Boletln Eclesidstico ni en la Gaceta y por h:lllarse incompletas las series de ese afio, tampoco aparece en la Colección puertorriquella. Dependo para esta llfinnación de una nolicia verbal que amablemen· te me ha dado don Rafael W. Ram/rez de Arellano, a quién debo también la cita de la primera publicaclón de la leY4nda de don Federico Asenjo.

SeleCCIón de Leyendas PU4rlorrrque;ttJs -

51


sión, sobre todo, en el segundo caso, a los pocos años del traslado de la imagen de los Ponces a la Carolina pero a bastante distancia del tiempo en que salió definitivamente del templo dominico? Si, como sugiere la lectura del Inventario de 1858, las dos tallas se encontraban en altares veci. nos, no es nada difícil el logro de una confusión gradual. Esta se acentuaría durante el período en que se cerró el templo al culto para las reparaciones citadas y al quedar como único Crucifijo de gran tamaño el de la Cofradía, recayó en él la denominación tradicional. Los Cofrades no debieron ver con malos ojos el nuevo prestigio y como en Carolina no parece se insistiera en el origen de la talla, quedó la de San Juan en posesión del viejo nombre de los Ponees.

Con el estudio razonado de los documentos del Apéndice he creído aportar luces al conocimiento y solución del problema o problemas que planteó su descubrimiento. Otra escultura del siglo XVI ha aparecido en el tesoro artístico de Puerto Rico y es, con un margen apreciable de credibilidad, la imagen primitiva de los Ponces. Nada pierde con ello la talla de la Iglesia de San José, sobre cuyos orígenes aporta este trabajo una hipótesis que creo aceptable. Su calidad artística, tan superior a la del Cristo de los Ponces de la Carolina, bien merece un estudio definitivo 42 como espero poder realizar próxi. mamente con esta última, en cuanto el estado actual de dicha pieza escultórica 10 permita. 42. El Dr. Oslrls Delgado Mercado reúne. hace tiempo, abundBDte material para dicho estudio.

APENDICES 1

Oficio del Brigadier don Ramón de Castro, Capitán General y Gobernador de la isla de Puerto Rico al Cabildo de la ciudad de San Juan. (17 de septiembre de 1799). e ••• Es constante y notorio que de la escasez de llu· vias en esta ciudad resulta la necesidad del agua que tanto contribuye á su subsistencia. Se experimenta en el día esta falta, y deben recelarse de ella las cansequencias tristes que son naturales. No hay arbitrios humanos que la remedien; debemos pues recurrir a los divinos. Al efecto concidero conveniente que V. S. disponga una rogativa publica inflamando los corazones de esto~ vecinos a fin de dirigir con fervor sus· ruegos al Ommpotente por medio de su Ymagen crusificada con e} nombre del Santo Christo de Ponce: de cuya c1e· menCIa devemos prometemos si se lo pedimos con las veras necesarias que nos ha de socorrer en esta necesidad, y espero que V. S. mandará se execute assí con la posible brevedad = Dios gue. a V. S. mi. as. Puerto Rico 17 de Septiembre de 1799 = Ramón de Castro = M. Y. Cavildo Justicia y Reximiento de esta Ciudad•.

11

Fragmento del Inventario general de la Iglesia de Santo Domingo.* (16 de diciembre de 1858) En la ciudad de San Juan Bautista de Puerto Rico á los dies y seis días del mes de Diciembre de mil ochocientos cincuenta y ocho años. Yo el Ynfrascrito Notario mayor de la Curia Eclesiástica con autorización • El inventarlo total consta de tres fallos escritos por ambas caras en papel 4.0 de oflclo, de un cuartillo, pam los alias de 18sa "1 1859. En seco y al relieve, neva el sello de Isabel II.

52

del Exmo. é Yllmo. Señor Obispo de esta Diócesis Don Fray Pablo Benigno Carrion de Málaga, para inventariar las alhajas, ornamentos y muebles que hallaren en la YgI~sia de Santo Domingo los PP. de la Compañía de Jesus, á consecuencia de una comunicación dirijida á S. E. YIlma. por el Superior de aquella Compañía de Jesús Pbro. D. José María Pujo!, en que da cuenta de no haber sido posible obtener dicho Ynventario, a pesar ~ haberse acordad? en el acto de entrega de la y glesla que en el térrnmo de cinco dIas se formara procedí an!e los testigos D. I:uis Ceferino Rengel, D: Juan R. Mlrabal y en presencia del referido Pbro. de la Compañía de Jesús D. José María Pujol á cumplimentar . di~ha superior disposición, dando por resultado la SiguIente relación.

Altares El mayor con cuatro imágenes de Santo Tomas, San Pedro Martir, San Simon, San BIas, un Crucifijo y un cuadro al oleo de la Santísima Trinidad.~---­ El del nombre de Jesús. Pertenece á la Cofradía-El de San Juan Nepomuceno con su Ymagen, una palma de plata, un resplandor y estola. Está á cargo de la Sra. Doña Belen Santiago_---------El de San Vicente Ferrer, con la Ymagen del Santo. Está a cargo de los Señores Agrisones-s- - - - - E:1.de Santa Rosa, con su Ymagen y los de Jesus CruCIficado, Jesus en la columna, de Nuestra Señora de los Dolores, de San Juan Evangelista y un Cristo pequeño. Es de la Cofradía de Santa Rosa.----El de la Soledad, con la Ymagen de Nuestra Señora del Cristo en su entierro y un Crucifijo pequeño pin: tado al o l e o > - - - - - - - - - - - - - - - - Un retablo sin Ymágeness------------El de Nuestra Señora del Rosario con su Ymagen y un Cristo pequeño. Es de la Cofradía-------El de las Animas con su cuadro al oleo_----El de la Candelaria, con la Ymagen de Nuestra Señora y un Cristo pequeño y un juego de sacras. A cargo de los Señores Pisarro.


El de la V.O.T. con un cuadro al oleo de la aparicion de Santo Domingo, un Crucifijo pequeño, y un juego de S a c r a s - s - - - - - - - - - - - - - - - El de la Concepción, con la Ymagen de Nuestra Señora con corona de plata y un Cristo pequeño. A cargo de las Señoras Ginorio. El altar de Nuestra Señora de Belen con su Ymagen. Es de la C o f r a d i a - - - - - - - - - - - - - El de la Santa Cruz con dos Angeles de madera, con rayos, inscripción y tres cabesales de plata, y un Cris. to de m a r f i I - - - - - - - - - - - - - - - En ese estado manifestó el Presbítero D. José Ma· ria Pujol que además de los objetos inventariados segun se le ha informado, existe un caliz de plata en la Capilla del fuerte del Morro y un relicario de oro ó de plata dorada que se halla en poder del R. P. Fr. Joa· quín de Aldea, ambos objetos pertenecientes á ]a Yglesia de Santo Domingo. y para constancia extiendo el presente en el expediente formado para la entrega de ]a Yglesia de Santo Domingo á los PP. de ]a Compañía de Jesús, firmando los testigos arriba espresados y el Superior de dha. Compañía de Jesús á quien entrego testimonio de dicho inventario: de todo 10 que doy fe.

Carece la Yglesia para llevar a cabo la proyectada festividad de un Cristo a propósito pa. aquellos días y noticiosos los exponentes de que en la actualidad exis· te uno en la V.O.T. Franciscana conocido con el nomo bre de -CRISTO DE LOS PONCES», no han titubeado en acudir A.V.Y. con el laudable fin de que se digne adjudicarlo como regalo a esta parroquia que sabrá estimar este servicio en lo que vale, toda vez que desde el año 1840, en que introdujo ]a devoción de las siete palabras el Pbro. Dn. Salvador Ortigosa -siempre se ha practicado por la V.O.T. sin aquella imagen por la razón de tener otra denominada .CRISTO DEL BUEN VIAGE». Los que suscriben en representación de este pueblo, ruegan a V.S.Y. se sirva cooperar en tan beneficioso pedimento en provecho de la Yglesia y de este culto vecindario. Gracia que esperan alcanzar de V.S.Y. en Carolina á 28 de Diciembre de 1871.

Pbro. losé Ma. Valldejuly

José Maria Pujol, Pbro. de ]a Comp.· de J. Juan Regis Mirabal

(rúbrica)

(rúbrica)

José Serafín Viñals Noto. Mayor (rúbrica)

III Instancia del Alcalde de la Carolina don Juan José Machicote y D. José María Valldejuly, cura Regente de dicha Parroquia, dirigida al Provisor de la Diócesis de Puerto Rico, sede vacante, Ledo. D. Bernardo Molera y Murillo, pidiendo la cesión de un Cristo llanuzdo de los Ponces a aquella iglesia.· (La Carolina, 28 de diciembre de 1871). Illmo. Sor Provisor de esta Diócesis. D. Juan José Machicote, Alcalde Municipal de este Pueblo y Pbro. Sr. Cura Regente de esta Parroquia. D. José M. Valdejuly ante V.S.Y. con el debido respeto y consideración exponen: Que el religioso vecindario de esta jurisdicción ha cooperado con sus fuerzas morales y materiales a la construcción de la Yglesia q e. hoy tie· ne, verdadero templo destinado al culto divino, pero que los esfuerzos pecuniarios sólo han proporcionado aquel edificio que carece hoy de todas las imágenes para que fue construido, si bien en ]a actualidad se está practicando el plano para uno de sus altares, regalo ofrecido por D. Juan José Machicote. Próxima ya la Semana Santa, festividad acostum· brada en toda la Isla, los vecinos de este pueblo han promovido celebrarla con toda la munilicencia que sus fuerzas le permitan. Pero se toca un inconveniente que hace acudir a los que suscriben a la bondad innegable de V.S.Y. en bien del vecindario de este partido. • 1 boja. papel del Estado, allo de 1871, sello 3.a.

(rúbrica)

IV

(rúbrica)

Luis C. Rengel

Junn José Machicote

(rúbrica)

Oficio del Provisor D. Bernardo Molera al Comisario de la V.O.T. Franciscana sobre cesión de la imagen de Jesús Crucificado denominada de los Ponces, procedente del Convento de Dominicos, a la Parroquia de la Ca· rolina.* (San Juan de Puerto Rico, 30 de diciembre de 1871). OFICIO: Gobierno eclesiástico del Obispado de Puerto Rico Sede vacante = Habiendo acudido a este Gobierno Eclesiástico el Venerable Cura párroco de ]a Carolina, y Don Juan José Machicote en representa· ción de otros vecinos del mismo pueblo, para que por este Gobierno se coopere a que los Señores Hermanos de la Venerable Orden Tercera Franciscana cedan a la mencionada Parroquia una imagen de Jesús Crucifica· do, denominada de los Ponces, procedente del Convento de Dominicos, habiendo sabido por dicha solicitud, que ]a citada imagen de Jesús Crucificado no es necesaria para el culto en la Capilla de la Venerable Orden Ter· cera me atrevo a indicar al Padre Comisario, y por su conducto a toda la Orden, que teniendo en cuenta que esta solicitud tiene por objeto el mayor aumento del culto, y por ]0 tanto ]a mayor honra de Dios en los solemnes actos que nuestra Sacrosanta Religión consagra a las imágenes del Dios hombre, muerto por nuestro amor, vería con suma complacencia ]a donación de la referida imagen a ]a Parroquia de la Carolina, dando además de este modo la Venerable Orden Tercera Fran· ciscana, una prueba patente de los sentimientos religiosos que tanto ]a distinguen. Lo que tengo el deber de participar a usted, para su conocimiento y resolución que usted y ]a Orden crean conveniente. = Dios guarde a usted ms. as. Puerto Rico treinta de Diciembre de mil ochocientos setenta y uno = Licenciado Bernardo Molera y Murillo = Señor Comisario de la Venerable Orden Tercera de San Francisco.

=

* Colccclón documental de la Sociedad Económica de Amigos del Pafs. Secclón EclesIástica. Afto 1874. Tomo 41. Biblioteca Camegle. San Juan de Puerto RIco.

53


v

VII

Oficio del Ministro de la V.O.T. Franciscana, Trinidad Vergara, al Provisor notificdndole el acuerdo de la Junta en que se accede a la donación de la imagen del Cristo de los Ponce.· (San Juan de Puerto Rico, 6 de enero de 1872)

Borrador del oficio en que el Provisor comunica al Pdrroco y Alcalde de la Carolina la cesión de la imagen de los Ponces·. (San Juan de Puerto Rico, 10 de enero de 1872)

Ministerio de la V. O. T. Franciscana Illmo. Sor. Dada cuenta en junta de Discretos con la atenta comunicación que V.S.Y. se dignara dirigir al Rdo. Padre Comisario solicitando se cediera a la Parroquia de la Carolina la imagen del Cristo de los Ponces, traidos a la vista los antecedentes y bien impuesta la Junta, acordó esta por aclamación acceder a los deseos de V.S.Y. poniendo desde luego a su superior disposición la espresada efíjie del Santo Cristo, a fin de que pueda el Venerable Cura Párroco de la Carolina colocarla en aquella Parroquia, para que se le tribute el debido cuI· to por aquellos fieles vecinos, y se estime en todo tiempo como un recuerdo de esta Corporación, que siempre se halla dispuesta a secundar todas las laudables aspi· raciones del Gobierno Eclesiástico de la Diócesis; rogando a V.S.Y. que al disponer sea recojida la imagen ordene a su vez que por el .expresado Párroco de la Ca· rolina se provea del comperente recibo de ella a esta institución. Dios gue. a V.S.Y. ms. as. Enero 6 de 1872.

Trinidad Vergara (rubrica) Y1lmo. Sr. Provisor Vicario Capitular de la Diócesis. * Expedlente sobre instancia petición de la imagen de un cru· clfijo llamado de los .Pollces> a la V. O. T. Franciscana. Archivo Eclcshistlco. Catedral de San Juan. Cajón: Parroquias San Francisco, sobre: FmnciscaDos (Orden), aAos 1865-1875.

VI

Oficio del Provisor al Comisario de la V.O.T. Fran· ciscana notificdndole el recibo de la comunicación ano terior.· (San Juan de Puerto Rico, 10 de enero de 1872). OFICIO: Gobierno eclesiástico del Obispado de Puerto Rico = sede vacante = Al acusar recibo de la comunicación de ese Ministerio de la Venerable Orden Ter· cera Franciscana, fecha seis del actual, en la cual se comunica a este Gobierno Eclesiástico la resolución de la Junta de Discretos, que por unanimidad acudieron a la solicitud que el Párroco [y] Alcalde de la Carolina, en representación de aquellos vecinos hicieran por este Gobierno para la adquisición de la imagen, nombrada de los Ponce, no puedo prescindir de manifestar a ésa Venerable Orden Tercera mi reconocimiento y gratitud por su digna y generosa conducta. Lo hago presente a usted, para que se sirva hacerlo así a la mencionada Junta = Dios guarde a usted ms. as. = Puerto Rico diez de enero de mil ochocientos setenta y dos - Licenciado Bernardo Molera y Murillo = Señor Comisa. rio de la Venerable Orden Tercera Franciscana. * Colección documental de la Sociedad Económica de Amigos del Pafs. Sección Eclesiástica. Tomo 41. Biblioteca Cameglc, San Juan de Puerto Rico.

54

Al Cura Párroco y Alcalde Municipal de la Carolina. El Ministro de la V. O. T. dice a este Gobrno ecco, con fecha 6 del actual lo que sigue: Dada cuenta (segun el oficio)......... y al ~ner la satisfacción de comunicar a V. V. M. tan plausible, generosa y cristiana resolución de referida V. O. T. debo decirles lo altamente satisfecho que se halla este Gobierno por el feliz éxito de sus gestiones, y que cuando envíen o vengan a recoger la mencionada imagen no olviden cumplir con lo que en la preinserta comunicación se previene. Pta. 10 de enero. * Expediente sobre instancia petición de la Imagen de un cru· cifijo llamado de los .Ponces> a la V. O. T. Franciscana. Archivo EclesiAstico, Catedral de SBD Juan. Cajón: Parroquias San Francisco, sobre: Franciscanos (orden), nlIos 1865·1875.

VIII

Acta de Bautismo de Antonio Alejo Rodriguez del Rio" (14 de febrero de 1870) En esta Santa Parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Río Grande, día catorce de Febre:-o de mil ochocientos setenta, yo, el infrascrito Cura párroco bauticé solemnemente, puse Oleo y Crisma y el nombre Antonio Alejo a un niño que nació el diez y siete de Tunio último, hijo legítimo de don Juan Pedro Rodríguez" Doña D"rotea Ríos, Abuelos paternos Don Félix v DOlla Rosa Maldonado, Maternos, Don Miguel y Doña Gecónima Aquino, fueron sus padrinos Don Alvaro García en representación de su hijo Don Antonio y Doña Severiana de Sotomayor, a quienes advertí el parentesco y obligaciones: de que doy fé.

Pbro. Juan Bonet (rubrica) * Ubro VI de Bautismos de la Parroquia de N. S. del Carmen de Río Grande. Follo 261.

IX Acta de Defunción de Dorotea del Rio" (21 de julio de 1871) En esta Iglesia parroquial de San Fernando de Carolina a los veinte y un días del mes de julio de mil ochocientos setenta y uno. Yo el infrascripto Cura Regente hice los oficios de sepultura al cadáver de Dorotea del Río vecina de este pueblo, hija legítima de Miguel y de Jerónima Aquino, de estado casada con Juan Pedro Rodríguez y de edad de treinta y siete años; no recibió los * Ubro I de defunciones de la Parroquia de S:m Fernando de la Carolina, Follo 243.


Santos Sacramentos por haber muerto instantáneamen· te asficiada por un rayo que cayó en su casa habitación; de que doy fe. Pbro. José Maria Valldejuly (rubrica)

x Acta de Defunción de Juan Pedro Rodriguez· (2 de enero de 1872) En este pueblo de San Fernando de la Carolina a los dos días del mes de enero de mil ochocientos setenta y dos, Yo el infrascripto Cura Regente hice los oficios de sepultura al cadáver de Juan Pedro Rodríguez natural y vecino del partido de Rfo-Grande de cincuenta años de edad, de estado viudo y se ignora el nombre de sus padres: no recibió los Santos Sacramentos por ha· ber muerto repentinamente - de que doy fe. Pbro. José Maria Valldejuly • Folio 2SZ del L.o 1.0 de defunciones de la Partyqula de San Fernando de la Carolina: marzo de 1859 • agosto de 1878.

XI Biografía de Don José Maria Valldejuly· Don José María Valldejuli Natural de esta Ysla= nació en la Capital en el mes de (Diciembre). Octubre de 1812, hijo legítimo del Dr. D. José Ignacio y Da. María del Rosario Lopez. -Estudio gramatica Latina, Teología Moral y algunos capítu' los del Dogma en el Colegio Seminario y la Filosofía en el convento de los R.R.P.P. Dominicos por los años de 1825 al 1836- En los meses de Octubre, Noviembre y Diciembre de 1836 recibió en la Ciudad de Santiago de Cuba los Sagrados Ordenes hasta el Presbiterado Del 7 de marzo de 1837 al 22 de junio de 1839, fue Cura Regente de la Parroquia de Gurabo - Del 17 de Enero de 1840 hasta el 30 de Mayo de 1855, Cura Pá..,TOCO Castrense del Regimiento de Cataluña - Del 5 de julio de 1845 al 19 de Enero de 1847, suplió en la Santa Yglesia Catedral la falta de Prebendados sin dejar de servir su destino de Capellán. - Del 14 de octubre de 1846 al 30 de Setiembre de 1855, Capellán en la forma antedicha de la Yglesia de Sta. Ana habiéndose reedificado con la ayuda de las limosnas de estos vecinos por los años del 47 al 49. - Desde Noviembre de 1849 hasta Junio del 50, estuvo en los pueblos de la Ysla acompa· ñando al Excmo. é YIlmo. Sr. Obispo D. Gil Esteve en su Santa Pastoral Visita. - Del 7 de marzo de 1853 al 7 de Diciembre del propio año, suplió otra vez en la

Catedral la falta de Prebendados. - Del 20 de Octubre de 1855 al 28 de Mayo del 56 Cura Ecónomo de la Pa· rroquia de ascenso de Utuado.-Del 1.0 de Julio del 56 al 10 de noviembre del 58 Cura del Sagrario de esta Catedral. - Del 8 de Mayo del 57, al 26 de Diciembre del 59, sin desatender el Curato se:-vía á la vez la Capellanía Castrense del Regimiento de Valladolid por ausencia del propietario. - Del 7 de Enero de 1859 al 26 de Octubre de 1861 Cura Párroco del pueblo de la Carolina. Del 3 de julio del 63 al 2 de enero del 66, Cura Ecónomo de dicho pueblo de la Carolina permaneciendo en el mismo sin destino desde que en Diciembre del 65 fue provista de Párroco. En 6 de Junio de 1871 volvió a ser nombrado Cura Regente de Carolina.

XII Relación del Profesor José R. Buscaglia (Rio Piedras, Puerto Rico, 10 de agosto de 1965) Al remover la tapa del dorso de la imagen del «Cristo de los Ponce_ encontramos un hueco rectangular aproxi· madamente de 12" de ancho por 24" de largo. Con la tapa abierta el hueco llega de la región inferior de los gluteos hasta el terminar del cabello en la base del cuello. Dicho hueco revela que el torso de la imagen fue tallado de una sola pieza sin ensamblaje. La fibra de la madera corre de cabeza a pies. Aparentemente dicho hueco fue hecho de manera muy rustica al no eviden· ciar golpes de gubias de ninguna clase sino de formón ordinario. A ambos lados del torso se encolaron una serie de cuñas usadas para rellenar huecos que quedaron, especialmente en la cintura, al remover el dorso de la imagen. La imagen sufrió dos cortes transversales con serrucho en la base del cabello y en la parte inferior de los gluteos, siendo aparentemente al tratar de remover la madera entre estos dos cortes que pierde los trazos reemplazados luego por las cuñas, ya que la única manera de remover la madera entre dichos cortes es clavando el formón por los costados de la imagen para provocar la hendidura en dirección de la fibra. Al ser evidente que el tronco fue tallado de una sola pieza se puede deducir que los brazos originales no formaban parte de la misma pieza ya que no hubiese sido posible tallar los brazos con la fibra en la dirección que aparece en el tronco. Debido a que parte de ambos del· toides y las axilas fueron removidos para hacer los presentes goznes que sostienen los brazos movibles que tiene la imagen hoy en día, es imposible observar cómo estaban sostenidos los brazos originales, pero probablemente se trataba de un simple ensamblaje con ma· chiembrado. La alteración plástica que sufrió la imagen es lo que permite que ésta se pueda utilizar como yacente sin el inconveniente de que bambolee dentro de su urna de cristal al llevarla en procesión.

Río Piedras, 10 de Agosto de 1965 • Libro biográfico del Clero. 1854. Folio 171. Archivo del Arzobispado de San Juan.

José R. Buscaglia

55


Reseñas Bibliográficas de 1964

ARJONA, GLORIA Y FIGUEROA, JESUS: Flor de villancicos. Introducción por la autora. Prólogo de Federico de Onís. Ilustraciones de Carlos Maricha!. 66 pp. Editorial del Departamento de Instrucción Pública, Hato Rey, 1964. Selección de villancicos tomados ,de los cancio· neros españoles y puertorriqueños, antiguos y m()demos, hecha con el propósito de facilitar la estructuración de nuevas veladas de Nacimiento en las escuelas de Puerto Rico. Traza los temas y can· ciones principales del Nacimiento, siguiendo la pauta de los relatos bíblicos de San Lucas y San Mateo. AROCHO RIVERA, MINERVA: Sinfonía en negro (poemas). Ilustraciones de Aurelio Juan OrtLz. 79 pp. Imprenta la Milagrosa, San Juan, 1964. Segundo libro de poemas de la autora. Pre· domina el tema amoroso. ARRIVI, FRANCISCO: Entrada por las ralees (Entraliamiento en prosa). 224 pp. Editorial Tingla. do Puertorriqueño, San Juan, 1964. Serie de artículos y trabajos de diversos temas culturales unificados por una común preocupación puertoriqueña que el autor ha publicado en periódicos y revistas del país desde 1940. BAHR VINCENTY, VALY: Alas en la niebla (poemas). Ilustraciones de Rafael Cardona de la Obra. Prólogo de Cesáreo Rosa-Nieves. 164 pp. Ediciones Rumbos, Barcelona, 1964. Impreso en letra cursiva, este tomo de poesías de amor es la primera publicación de la autora. El libro fue premiado por el Ateneo Puertorriqueño en el certamen anual auspiciado por el Club Cívico de Damas.

56

BAUZA, GUILLERMO: Los cuatro ejes (poemas). 164 pp. EditorW Rumbos, Barcelona, 1964. Para el escritor la vida, la muerte, el amor y la patria son los cejes de la humana inclinación.» A estos cuatro temas se ajusta la división del libro. BLANCO, TOMAS: Letras para música. 82 pp. Publicaciones del Ateneo Puertorriqueño. San Juan, 1964. Grupo de textos poéticos de tema amoroso que el autor escribió como base para algunas composiciones musicales de Pablo Casals, Bela Bartok y Jack Delano. Incluye además un «aire suelto» y algunos temas para orquesta. BENITEZ, JAIME: La Universidad del futuro. 90 pp. Editorial de la Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, 1964. Recoge este opúsculo el informe sometido por su autor al Consejo Superior de Enseñanza sobre los propósitos generales de la Universidad, con recomendaciones para una nueva ley universitaria. El informe da especial énfasis a las responsabilidades que tendrá la institución en los próximos diez años. Incluye una serie de tablas ilustrativas. BRENES LA RaCHE, SANTOS: Fragua y fuelle. Ilustraciones del autor. 105 pp. Ediciones Juan Ponce de León, San Juan, 1964. Doce estampas y artículos críticos de la bllr()eracia y el ambiente de las oficinas administrativas presentados a través de situaciones y personajes típicos. BURGOS, JULIA DE: Poeslas. (Número 9 de la colección de Cuadernos de poesía del Instituto de Cultura PueI'torriqueña). Ilustraciones de J. A. Torres Martinó. San Juan, 1964.


Antología que recoge los poemas más represen· tativos de la poetisa, entre ellos los poemas al Río de Loíza. CASAS, MYRNA: Absurdos en soledad y Eugenia Victoria Herrera. Editorial Cordillera, San Juan, 1964.

Seis viñetas teatrales unidas por el tema de la muerte y la soledad. Ubicadas en el teatro del abo surdo, las primeras piezas contrastan con la última, perteneciente al teatro tradicional. CASTRO PEREZ, ELSA: Tapia: señalador de ca· minos. Editorial Coqui, San Juan, 1964. La autora señala a Tapia como el primer individualista de la literatura puertorriqueña, que pre· senta, por primera vez, una irrupción del mundo y del hombre totalmente nuevas en el país. Desde esta perspeotiva relaciona la obra de Tapia con la literatura universal y señala las Tesonancias que tuvieron en ella las grandes figuras del pensamiento, sobre todo los románticos. La obra fue premiada por el Instituto de Literatura Puertorriqueña. CHIESA DE PEREZ, CARMEN: Proyecciones del modernismo. 113 pp. Editorial Afrodisio Agua· do, Madrid, 1964. Vista panorámica del movimiento modernista desde sus orígenes ingleses y de algunas de sus repercusiones en el mundo hispánico, con deten· ción en las proyecciones del fenómeno en Puerto Rico. CIFRE DE LOUBRIEL, ESTELA: La inmigración a Puerto Rico durante el siglo XIX. 438 pp. Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, 1964. Partiendo de un breve estudio sobre la inmi· gración a Puerto Rico en los siglos XVI, XVII Y XVIII la autora analiza este fenómeno históricosocial en el siglo XIX, destacando las causas que generaron el movimiento, la legislación que lo fa· voreció y estimuló así como el elemento humano presente en sus motivaciones. Acompañan el estudio tablas, mapas y otras gráficas, bibliografías y un índice de los documentos consultados. El Catálogo de Inmigrantes, enumerados por orden alfabético, comprende unas 436 páginas con 13,217 fichas. CINTRON CARDONA, WILFREDO: Madrigales de Puerto Rico. Prólogo de Cesáreo Rosa Nieves. 80 pp. Publicación de Arcadia Puertorriqueña. Caguas, Puerto Rico, 1964. Antología del género en la Isla desde sus primeras manifestaciones a mediados del siglo XIX

hasta el presente. Contiene una nota bio-bibliográfica de cada autor. COLL, EDNA: Injerto de temas en las novelistas mexicanas contemporáneas. 283 pp. Ediciones Juan Ponce de León, San Juan, 1964. A través del estudio de diversos tipos de novela la autora analiza cómo la escritora mexicana recrea las diversas tendencias novelísticas europeas. COLORADO, ANTONIO J.: Luis Palés Matos. El hambre y el poeta. 42 PP. Ediciones Rodadero, Volumen IV., San Juan, 1964. Conferencia dictada por el autor en Mayaguez en 1960. Es una breve introducción a la vida del poeta salpicada de detalles anecdóticos reveladores de algunos aspectos de su poesía. DE LIEBAN CORDOBA, OLIVO: De mi hoja de apuntes. 361 pp. Ediciones Rumbos, Barcelona, 1964.

Conjunto de notas breves y anécdotas que recogen los acontecimientos políticos de Puerto Rico de los últimos dieciséis años. El escritor hace una interpretación del progreso de Puerto Rico desde el advenimiell'to del Partido Popular Democrático. Sobre el mismo tema ya habia escrito Siete años con Muñoz Marin (1945). CRUZ MONCLOVA, LIDIO: Historia de Puerto Rico (Siglo XIX). Tomo 111, tercera parte. 547 pp. Editorial Universitaria, (Río Piedras), 1964. Con este tomo finaliza el profesor Cruz Monclova su voluminoso estudio de la historia de Puerto Rico en el siglo pasado, integrado por 6 volúmenes. El presente recoge los últimos años de la soberanía española en esta Antilla, con las pugnas entre el Partido Liberal Fusionista y el Partido Ortodoxo, la ascensión al poder en España de don Práxedes Mateo Sagasta, la inauguración del régimen autonómico, la Guerra Hispanoamericana y la invasión de Puerto Rico por las tropas de los Estados Unidos. CRUZ Y NIEVES, ANTONIO: Versos. 146 pp. Edi· ciones Rumbos, Barcelona, 1964. Conjunto de composiciones lírico-sentimentales en metro clásico. Predominan el soneto y el romance. DAVILA, VIRGILIO: Obras completas. Precedidas de unos Apuntes por Benjamín MaI1tínez López. 614 pp. Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, 1964. 57


de Ricardo E. Alegría. Introducción, notas y re· copilación del doctor Lidio Cruz Moneloa. 278 páginas. Instituto de Culrtura Puertorriqueña, San Juan, 1964. Comprende sesenta artículos sobre temas de la política puertorriqueña y española publicados en su mayor parte en el diario La Democracia. NORIEGA, CARLOS: Presencia en el tiempo. Prólogo de Joaquín Monteagudo. Ilustraciones de José R. Alicea. 130 pp. Editorial Cordillera, San Juan, 1964. Es el primer libro de versos del autor. Compren. de 43 composiciones sobre los temas de la muerte, Dios, el amor, la soledad, la patria y el hombre. ORSINI LUIGGI, SADI: Los integrados. 189 pp. Edi· ciones Rumbos, Barcelona, 1964. Ensayo de novela sobre el problema racial en Puerto Rico. De este núcleo central saca el autor consecuencias morales y sociales. ORSINI LUIGGI, SADI: Lamento negro, Dios-Hombre, Hombre·Miedo. 93 pp. Ediciones Rumbos, Barcelona, 1964. Composiciones poéticas de diversos asuntos, en los que predomina el tema metafísico y teológico. Es el primer libro de versos del autor. PAZ SANCHEZ, AlOA M.: Vida y obra de Vicente Rodríguez Rivera, poeta puertorriqueño. Tomo l. Prólogo de Cesáreo Rosa·Nieves. 190 pp. Editorial Cordillera, San Juan, 1964. Primer tomo de tres que recogen las obras como pletas del poeta Vicente Rodríguez Rivera. Se pre· cisan muchos datos sobre la vida del ·poeta y se en· juicia y analiza estilísticamente su \Jbra, tomando como base sus libros Poemas vesperales y Tierra adentro. Contiene un apéndice con algunos poemas del autor. PEOREIRA, ANTONIO S.: Hostos, ciudadano de América (segunda edición), 222 pp. Biblioteca Popular del Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, 1964. Inicia este libro la Biblioteca Popular del Ins· tituto de Cultura Puertorriqueña. La biografía de Hostos sirve al autor de punto de partida y marco de referencia para el análisis de las ideas sociológicas, pedagógicas, filosóficas, religiosas, morales y literarias contenidas en su obra. Se insertan los apéndices comprendidos en la primera edición (Com plemento biogrdfico, Bibliografla) , añadiéndose referencias a libros, cronologías y bibliografías más completas aparecidas posteriormente. 60

RIBERA CREVREMONT, EVARISTO: El semblante. Prólogo de Concha Meléndez. 125 pp. Editorial de la Universidad de Puerto Rico (Río Piedras), ,1964. Canto al estado de gracia o contemplación en la cual el poeta adora y alaba a Cristo. Consta de 85 sonetos. El libro fue premiado por el Instituto de Uteratura Puertorriqueña.

- - - . . Gula al Archivo General de Puerto Rico. Prólogo de lJuis M. Rodríguez Morales. Ilustra· do. 167 pp. Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, 1964. La obra contiene la serie de leyes relativas a la creación del An::hivo General de Puerto Rico, organismo adscrito al Instituto de Cultura Puertorri· queña, seguida de la descripción de los fondos documentales bajo su custodia, indicándose su procedencia, ordenación y estado de conservación. RODRIGUEZ RIVERA, VICENTE: Poemas vesperales. Tomo 11. Prólogo de Miguel Meléndez Mu· ñoz. 90 pp. Editorial Cordillera, San Juan, 1964. Publicado por primera vez en 1919, es un con· junto de 40 poemas de influencia modernista en tomo al tema del atardecer. El paisaje que describe es subjetivo y genérico. RODRIGUEZ RIVERA, VICEN1E: Tierra adentro. Tomo III. Prologo de Cesáreo Rosa·Nieves y Au· gusto Pietri. 140 pp. E·ditorial Cordillera, San Juan, 1964. Constituye la obra inédita del autor, cuyo tema fundamental es la patria. El poeta describe el paisaje rural y el hombre del campo puertorriqueño, canta en metro clásico a nuestros héroes, a la pa· tria y a los grandes escritores del país. RODRIGUEZ ESCUDERO, NESTOR A.: Estampas de un peregrino (Crónicas de viaje). Prólogo de Concha Meléndez. 204 pp. Editorial Cordillera, San Juan, 1964. Colección de impresiones por Europa, Mé.'Cico y el Caribe, a través de las cuales se observa siempre al escritor de ficciones que rehuye el turismo y busca lo cultural y permanente. ROSA-NIEVES, CESAREO: Calambreña (decimario boricua). Ilustraciones de José R. Alicea. 90 pp. Editorial Cordillera, San Juan, 1964. Colección de décimas criollas originales, constituye este libro el noveno poemario publicado por el autor. ROSA-NIEVES, CESAREO: El plenamar de las gar-

zas de dmbar (caprichos poéticos en tiempo de


I ~\

otoño). 107 pp. Ediciones Rumbos, Barcelona, 1964. Cántico de júbilo a la creación: naturaleza, hom· bre, patria, flora, fauna y paisaje. El libro se destacó como finalista para el Premio Boscán (1963) con· vocado por el Instituto de Estudios Hispánicos de Barcelona. SANFIORENZO, CARMEN DE: Optimismo vs. logro (Autobiografla). 168 pp. Río Piedras, 1964. Partiendo de la narración de los acontecimientos de su vida y de otros recuerdos personales, la autora hace una serie de juicios morales, con mar· cada intención didáctica.

de la Corona española en la América Central. El autor analiza las guerras, destacando la importan. cia estratégica del Caribe para los ingleses y ofrece una síntesis de los conflictos bélicos, relacionándolos con la 'Política europea del momento. La rivalidad entre las dos potencias, prolongada por más de cien años, se cierra con el fracaso de la inten· tada invasión a Puerto Rico por Abercromby en 1797. La obra aporta nuevos datos para la historia de Puerto Rico y numerosas reproducciones de grabados y planos de las fortalezas de San Juan. Incluye 5 apéndices documentales sobre la defensa de San Juan, en 1797.

---'o

El Mundo.

Teatro puertorriqueño (Tomo VI: Sexto Festival de Teatro Puertorriqueño). Ilustrado. Prólogo de Francisco Arriví. 73 pp. Instituto de Cultura Puentorriqueña, San Juan, 1964. Incluye las siguientes obras, estrenadas en el VI Festival de Teatro Puertorriqueño, celebrado en San Juan del 9 de mayo al 2 de junio de 1963: La feria o el mono con la lata en el rabo, comedia en tres actos de Manuel Méndez Ballester; El cielo se rindió al amanecer, drama en dos actos y dos cua· dros de Edmundo Rivera Alvarez; La vida, tragicomedia en tres actos, de Emilio S. Belaval. Se incluye un apéndice ilustrativo de la participación en el Festival de los Ballets de San Juan.

ZAPATERO, JUAN MANUEL: La guerra del Caribe en el siglo XVDI. Prólogo de Ernesto La Orden Miracle. Ilustrado. 622 pp. Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, 1964. Compendioso recuento de las luchas angloespañolas en el siglo XVDI por el dominio de las c'11avesll

ZAVALA, IRIS M.: Barro doliente. 70 pp. La Isla de los Ratones, Santander, 1964. Poesía filosófica de corte somo, en que el poeta comienza dialogando con Jabvé para temllnar exigiéndole voluntad y fuerza a quien considera demasiado blando con la humanidad.

SILVESTRI, REINALDO R.: Poemas amargos. Prólogo de la doctora Enelina Guzmán Ufret. 168 páginas. Universidad Interamericana, San Germán, 1964. Primer libro de versos del autor, de tema predominantemente amoroso. VIENTOS GASTaN, NILITA: [ndice cultural. Tomo 11 (1957-58). Conjunto de 73 articulos sobre diversos temas culturales publicados por la autora en el periódico

6l



.~

-. .

.

.... •

+.

.,

,~


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.