Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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ANTROPOLOGIA HISTORIA LITBRATURA

ARTES pumCAS 'PEATRO

MOsrCA ARQUITECTURA

ABRIL-JUNIO, 1968

San uan de Puerto Rico


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DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA JUNTA DE DIRECTORES Guillermo Silva, Presidente Enrique Laguerre - Aurelio Tió - Teodoro Vidal Arturo Santana - Esteban Padilla Milton Rua

Director Ejecutivo: Ricardo E. Alegría Apartado 4184 AÑO XI

SAN JUAN DE PUERTO RICO 1968 ABRIL - JUNIO

Núm. 39

SUMARIO herencia lingüística de Canarias en Puerto Rico por Manuel Alvarez Nazario. . . . . . .

1

Eugenio María de Hostos, Miguel Angel Asturias y el tema de las generaciones en Hispanoamérica por Adelaida Lugo-Guernelli .

s

Décimas por José Emilio González

8

Semblanza de Emilio S. Belaval por Eladio Rodríguez Otero. . . . . . .

9

El inventario de la Catedral de San Juan en 1808 por Arturo V. Dávila

11

Exposición de A. Prats-Ventós

18

Bernardo de Balbuena: Reflejo en Puerto Rico de las letras españolas del Siglo de Oro por Josefina Rivera de Alvarez . . . . .

20

La recién nacida sangre por Luis Rafael Sánchez

23

Dime qué sabes de ti misma por Pedro Campaña. . . . . . . . . .

2S

Angel Luis Morales y las letras hispanoamericanas por José Ferrer Canales . . . . . . . .

27

La iglesia de San José por Manuel Joglar Cacho. . . . . . . .

31

Miguel Pou por Juan A. Gaya Nuño.

34

T.J'\

. . . . . . .


Semblanza de don Miguel Pou por José R. Oliver

35

José Gautier Benítez, periodista por Socorro Girón de Segura

37

Décimo Festival de Teatro Puertorriqueño 1967 por Francisco Arriví. . .

39

Centenario de Antonio R. Barceló

44

Antonio R. Barceló por Ricardo E. Alegría .

48

El problema de Puerto Rico por Antonio R. Barceló .

50

Una noche con Barceló en Caguas por Luis Lloréns Torres .

56

Bibliografía Puertorriqueña 1967 .

57

SEPARATA DE ARTE: LA CASA DE HACIENDA GRANDE, por José R. Oliver (polímeros acrílicos). Colección Familia Alegría Pons.

PUBLICACION DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUERA Director: Ricardo E. Alegría Ilustraciones de Carlos Marichal Fotografías de Jorge Diana Aparece trimestralmente Suscripción anual .................................•••..•.••.•..•..•..................... $2.50 Precio del ejemplar $0.75 [Application tor second dass mall privilege pending at San Juan, P. R.]

DEPOSrro U!GAL: B.

3343· 1959

IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJA BARCELONA - PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA


COLABORADORES


JosÉ EMIUO GONZÁLEZ nació el 17 de febrero de 1918 en Gurabo, Puerto Rico. Cursó la enseñanza primaria en su pueblo natal y la secundaria en Caguas. Siguió estudios superiores especializados en Filosofía y en Ciencias Sociales en las Universidades de Puerto Rico, Chicago, Columbia, California. Se recibió de maestro en Artes en la Universidad de Boston con la disertación Hostos como filósofo. Fue redactor del diario La Prensa, en Nueva York e instructor de ciencias sociales en la Universidad de P.R. donde actualmente profesa en el Colegio de Estudios Generales, sección de Humanidades. Desde joven ha cultivado la poesía en la que se manifiesta su honda preocupación por el destino de su patria. Ha publicado el libro Profecía de Puerto Rico (1954) y ensayos filosóficos literarios entre los que se encuentran: Nuestra Patria: Ideales para la educación de Puerto Rico; Cervantes y la libertad; Criterios de la Universidad; Cántico mortal a Julia de Burgos (1956); Parábola del Canto (1960), Los poetas puertorriqueños en la década del Treinta (l.C.P., 1960); Josefina Romo Arregui en el arte de su palabra (1961).

ELADIO RODRÍGUEZ OTERO, escritor, abogado y hombre de empresa, nació en Río Piedras, Puerto Rico. Bachiller en Artes de la Universidad de George Washington y en Derecho de la de Puerto Rico, en la Universidad de Harvard se recibió de maestro de Derecho (1943) y en Artes (1947), con especialización en Ciencias Políticas. Fue catedrático de esta disciplina en la Universidad de Puerto Rico y ha participado destacadamente en actividades de índole cultural y política, distinguiéndose por sus gestiones públicas en defensa del idioma del país. Miembro de la Junta de Directores del Instituto Puertorriqueño de Cultura Hispánica y del Directorio del Congreso Puertorriqueño Anticolonialista, ocupa desde el año pasado (1967) la presidencia del Ateneo Puertorriqueño.


nació en Aibonito. Maestro en Artes de la Universidad de Puerto Rico, en 1954 se recibió de doctor en Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid. Desde 1949 profesa una cátedra de lengua española en el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas de Mayagüez, de cuyo Departamento de Español fue director. Dedicado a los estudios lingüísticos, ha publicado las obras El arcaísmo vulgar en Puerto Rico (su tesis doctoral) y El elemento afronegroiMANUEL ALVAREZ NAZARIO

de en el español de Puerto Rico (1961),

libro premiado por el Instituto de Literatura Puertorriqueña y publicado por el Instituto de Cultura Puertorriqueña.

JosÉ R. OLIVER nació en Arecibo en 1901. Comenzó estudios formales de pintura en Barcelona, España, con el profesor Félix Mestre, luego sucesivamente, Ferrán, Carlos Vázquez y Mufren, ingresando luego en el grupo de expositores de las Galerías Layetanas de Barcelona, habiendo estudiado además, en los Museos del Prado, Louvre y el de Arte Románico de Barcelona. En la actualidad es profesor de Arte en la Universidad de Puerto Rico y Director de la Escuela de Artes Plásti· cas del Instituto de Cultura Puertorriqueña.


Josti FERRER CANALES nació en San Juan. Obtuvo la maestría en Artes en la Uni· versidad de Puerto Rico y el título de doctor en Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (1952). Fue profesor de las Universidades de Puerto Rico y Dillard (Nueva Orleans), y actualmente desempeña una cátedra de Español en la Universidad de Howard ('Washington, D.C.). Ha dictado conferencias sobre temas puertorriqueños e hispanoamericanos en Cuba, México y Estados Unidos, y colaborado con numerosos trabajos en periódicos y revistas culturales de ambas Américas.

MANUEL JOGLAR CACHO nació en Morovis, Puerto Rico, el 20 de marzo de 1898. Siempre ha vivido en Manatí. Autodidacta. Ha colaborado en diferentes revistas insulares y extranjeras. Ha publicado los siguientes libros: Góndolas de nácar (1925), En voz baja (1944), Faena íntima (1956), Soliloquios de Lázaro (1956), Canto a los ángeles (1957), Ultimo surco (1962), La sed del agua (1965), La canción que va contigo (1967). El Ateneo Puertorriqueño ha publicado sus poemarios Canto a los ángeles y Por los caminos del día (1958), obras premiadas en el Certamen de Navidad de 1957 y 1958, respectivamente.


LUIS RAFAEL SÁNCHEZ nació en Humacao en 1936. Dramaturgo y cuentista, es uno de los valores más serios de la nueva generación literaria puertorriqueña. Desde la puesta en escena de su primera obra, su nombre ha ido ganando prestigio y resonancia respaldado por las representaciones de sus obras en la isla y en el exterior, colaboración crítica en revistas literarias, series para la televisión y la publicación de su primer libro de cuentos En cuerpo de camisa. Ha hecho estudios formales de dramaturgia y cuento en la Universidad de Columbia. Ha estrenado: La espera, La hiel nuestra de cada día, Los ángeles se han fatigado, Farsa del amor compradito, O casi el alma, La pasión según Antígona Pérez.

PADRE PEDRO CAMPAÑA nació en Sos del Rey Católico, Zaragoza (España) en 1934. Es sacerdote escolapio. Se graduó de maestría en Educación en la Universidad de Fordham (Nueva York). Es profesor de la Universidad Católica de Puerto Rico. Ejerce actualmente como Consejero del Departamento de Instrucción Pública de Puerto Rico-Región Sur. Ha publicado ensayos y poemas en diversas revistas y periódicos.


ARTURO V. DÁVIU. nació en San Juan. Hizo sus estudios de Licenciatura en la Universidad de Madrid, donde se especializó en Historia y obtuvo, en 1960, el grado de doctor en Filosofía y Letras. Es autor de la obra La isla de Vieques en la historia (su tesis doctoral) y de otros trabajos de investigación sobre la historia religiosa y el arte en Puerto Rico, algunos de ellos publicados en números anteriores de esta Revista. Ocupa una cátedra de Historia del Arte y la dirección del Departamento de Bellas Artes en la Universidad de Puerto Rico.

nació en Mayagüez y cursó estudios en la Universidad de Puerto Rico. En 1947 obtuvo el grado de maestra en Artes de la Universidad de Columbia y en 1954 se recibió de doctora en Filosofía y Letras de la Universidad Central de Madrid. Desde 1947 está adscrita a la Facultad de la Universidad de Puerto Rico, en cuyo Recinto de Mayagüez desempeña una cátedra de Español. Es miembro de ·número de la Academia Puertorriqueña de la Historia. En 1955 publicó el Diccionario de la Literatura Puertorriqueña, obra Laureada con un primer premio del Instituto de Literatura Puertorriqueña y con el premio "Club Cívico de Damas" del mismo año. JOSEFINA RIVERA DE ALVAREZ


JUAN ANTONIO GAYA NUÑo, doctor en Historia por la Universidad de Madrid, ha realizado una copiosa labor de cursos y conferencias en España, Portugal, Francia, Inglaterra y Estados Unidos, dedicando su principal actividad al libro y al ensayo. Ha publicado treinta y siete volúmenes, que abarcan obras de erudición, de estética y de creación literaria, entre ellos La pintura española fuera de España, Guía de los museos de España, El arte en la intimidad, Entendimiento del arte, El santero de San Saturio y Tratado de Mendicidad. Miembro del Instituto de Coimbra y de la Hispanic Society of America, de Nueva York. Ha sido profesor de Arte en la Universidad de Puerto Rico y es un conocedor del arte contemporáneo puertorriqueño.

ADBLAIDA L. GUBRNBLLI nació en San Juan. Obtuvo el Bachillerato y la Maestria en Artes en la Universidad de Puerto Rico, y en la de Nueva York se recibió de doctora en Literatura comparada, especializándose en estudios de Literatura hispanoamericana. Estudió, además, en la Universidad de Berkeley (California), y en otras universidades de México, España e Italia. Ha sido catedrática en !a Universidad de Puerto Rico, en la de Berkeley y en la Universidad de Nueva York, y actualmente lo es de Español e Italiano en el Manhattan Community College (City University of New York). Es autora de numerosos ensayos y artículos publicados en periódicos y revistas de varios países. El Instituto de Cultura Puertorriqueña publicará próximamente su obra: Eugenio María de Hostos: ensayista y crítico literario.


SOCORRO GIRóN DE SEGURA, natural de Ponce, estudió en la Universidad de Puerto Rico, donde se especializó en Francés y estudios hispánicos, y en la Universidad Católica de Puerto Rico (Ponce), donde cursó la carrera de Derecho. Colaboradora frecuente en la prensa del país, esta labor mereció en 1959 el premio de periodismo del Instituto de Literatura Puer. torriqueña. Entre las obras que ha publicado figuran José Gautier Benítez: obra completa (1960); José Gautier Benítez: Vida y época. Obra inédita (1961); Gregorio Marañón, escritor (1962), y Vida y obra de María Bibiana y Alejandrina Benítez (1967). Tanto este libro como el publicado en 1961, le valieron sendos premios del Instituto de Literatura Puertorriqueña. Es también autora del poemario A la sombra de la ceiba (1959). Socorro Girón de Segura desempeña en la actualidad el cargo de Directora de la Editorial del Departamento de Instrucción Pública de Puerto Rico.

FRANCISCO ARRIví nacIO en San Juan. Dramaturgo, poeta, ensayista, director de escena, luminotécnico. Se recibió de bachiller en artes especializado en Pedagogía de la Universidad de Puerto Rico. Becado por la Fundación Rockefeller, estudió Radio y Teatro en la Universidad de Columbia. Fundador de la Sociedad Dramática "Tinglado Puertorriqueño" (1944) es autor de las piezas de teatro El diablo se humaniza (1940), Alumbramiento (1945), María Soledad (1947), Caso del muerto en vida (1951), Club de Solteros (1953), Bolero y plena (1956), Vejigantes (1958), Sirena (1959), Cóctel de Don Nadie (1964). De poesía ha publicado Isla y nada, Frontera, Ciclo de lo ausente, Es· cultor de la sombra. De ensayos Entrada por las raíces, Conciencia Puertorriqueña del teatro contemporáneo y Areyto Mayor. Es director de los Festivales de Teatro Puertorriqueño e Internacional de San Juan y Ponce.


RICARDO E. ALEGRÍA naclO en San Juan. Estudió Antropología en las Universidades de Chicago y en la de Harvard, como becario de la Fundación Guggenheim. Ha publicado diversos artículos sobre arqueología y folklore en revistas del país y del extranjero, y es autor de los libros Historia de nuestros indios (versión elemental) (1952), La Fiesta de Santiago Apóstol en Loiza Aldea (1955), Los renegados (1965) y Cuentos folklóricos de Puerto Rico (1968). Desde hace varios años es profesor de Prehistoria en la Universidad de Puerto Rico, y dirige, desde su fundación en 1955, el Instituto de Cultura Puertorriqueña.



La herencia lingüística de Canarias en Puerto Rico Rasgos fonéticos de especial interés Por MANUEL ALVAREZ NAZARIO

L A LENGUA ESPAÑOLA QUE TRAEN CONSIGO AL N EVO Mundo los inmigrantes que llegan de Canarias a partir del siglo XVI es una modalidad del castellano que se extiende con la reconquista por el Mediodía de la Peninsula. No empece el hecho de que las siete islas principales de que consta el archipiélago fueron conquistadas y castellanizadas en distintas épocas del siglo xv por gentes de procedencia peninsular diversa, el aparente predominio del elemento colonizador de origen andaluz determinará, por encima de las variantes insulares, un denominador lingüístico común vinculado esen· cialmente al habla del sur de España correspondiente a la época de los Reyes Católicos y al período de los descubrimientos colombinos, participando por lo general este español canario de las evoluciones, en especial de índole fonética, que en el andaluz rebasan ciertos patrones medievales y aun van más allá del uso central de Castilla.' Por otra parte, en el idioma español de las islas arraigarán y se mantendrán en vigor, sobre todo en los estra. tos lingüísticos de menor cultura, infinidad de rasgos arcaicos procedentes del castellano y de la periferia dialectal peninsular. Se perciben también en algunas de las islas (La Palma, Gomera, Hierro, Gran Canaria, Tenerife) cierta cantidad de gallegoportuguesismos o elementos aportuguesados, principalmente léxicos, explicables a la luz de las frecuentes e intensas relaciones en el pasado con la 1. V~D5e J. Alvarez Delsado, "Notas lobre el espallol de Canarias", RelJista de Dialet:tolo¡la 11 TNlc1it:iones Populares, 15147, In, cuad. 2do., p. 207; R. Lapesa, Historia de la ltn,ua española, ed., Nuev3 York (1962), p. 333.

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cercana isla de Madeira, y, a la par, por la alta proporción de pobladores lusitanos continentales que se establecen en el archipiélago en el XVI. Situadas las Canarias en la ruta de los colonos que desde el siglo XVI salen de los puertos de Andalucía para las Antillas y la Tierra Firme americana, y partícipe el mismo archipiélago, desde dicha centuria, en la gesta civilizadora del orbe trasatlántico, su contribución habrá de pesar decisivamente en el afincamiento y desarrollo de las maneras de hablar en el Nuevo Mundo hispánico, y en particular en los territorios que baña el mar Caribe, donde sus emigrantes se asentarán secularmente con mayor persistencia y volumen. Precisamente, a propósito de la intima interrelación y similaridad que existe desde los primeros tiempos de la colonización de América entre el español que se extiende a la par por las recién conquistadas islas de Canarias y por la región del Caribe, deja señalada Diego Catalán la gran importancia que reviste el papel que ju~ga el archipiélago en el nacimiento de lo que él llama "la koiné lingüística del Nuevo Mundo": Las Canarias son, vistas desde España, una pre-América, un mensaje del Nuevo Mundo hacia Euráfrica, y su lenguaje un anticipo del español americano, que nos permite iluminar desde un ángulo inédito la tradicional cuestión de las re· laciones entre los dialectos de América y los de la España Atlántica.! 2.

D. Catal'n. "Gl!nesls del espallol atlántico. Ondas varias a

ttllVl!s del oc~ano", Revista dt HístorUJ Canaria, 1951, XXIV, n\1+ meros 123.124, pp. 233, 239.240.

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En vista de los hechos y relaciones históricas antes expuestas, cabe pensar en la posible influen· cia canaria respecto de los abundantes rasgos fonéticos, gramaticales y léxicos en los cuales coin· ciden las hablas respectivas de las islas y de nuestro país (y asimismo de otras partes de la zona lingüística del Caribe).

*** Entre los rasgos que en su conjunto determinan los perfiles más conocidos del habla normal de Canarias -seseo, yeísmo, h aspirada en lugar de j castellana y asimismo en vez de s en final de sílaba, caída de d terminal de palabra y en posición intervocal-, parejos al uso corriente del sur de España y también, con carácter total o parcial, al de His· panoamérica, figuran otras pronunciaciones de menor repercusión en el cuadro de la dialectología hispánica, pero no por ello de menor interés, y cuya existencia en el canario plantea la posibilidad de su difusión desde allí hasta aquéllos de nuestros países donde se dan igualmente. (a) Así, en primer término, en el caso de la n final absoluta, la cual se velariza en las islas de Canarias, tal vez como herencia directa del Occidente y del Mediodía de la Península (se registra dialectalmente en bable, gallego, andaluz, y hoy se generaliza en España como rasgo vulgar). Esta n velar ya existe aparentemente en Canarias hacia el siglo XVIII, con la misma difusión que hoy tiene, pues que pasa al Nuevo Mundo con los isleños que se establecen en Luisiana en 1778, entre cuyos descendientes de la parroquia de Sto Bernard, todavía hispanohablantes, se conserva al presente. Pa· recido origen pudo haber tenido por igual época o antes en Puerto Rico, donde en posición final de grupo ha ganado el dominio de toda la Isla. Según Canfield, parece corresponder este fenómeno en Hispanoamérica, en términos generales, aunque con algunas excepciones, a los territorios donde también se da la aspiración de s final de sOaba.' (b) A diferencia del andaluz, el sonido de eh conserva en el archipiélago la tensión de su elemento oclusivo inicial, presentando en general una articulación más retrasada que la castellana, y si bien se da como hecho menos abundante una pronunciación africada al modo de Castilla (así en Tenerife, de acuerdo con Alvar), pareja a la que registra Navarro Tomás en el interior occidental de Puerto Rico, también como en Murcia y asimis3. Vbnse M. Alvar, El es¡l4ñol hablado en Tenmle, Madrid, 1959, p. 42: R. Lapesa, op. cit., p. 301; R. R. Mac Curdy, The Spanish DÚllect in Sto Benuzrd Parish, tallistana, Albuquerque. BISO, p. 38; T. Navarro, El elPOñol en Puerto Rico: corunbllcWn a la ,eo'TOlia lin,üistica hispanoammcana, Rlo Piedras. 1948, p. 101: D. L. Canfleld, La pronunciación del español en' Ammca: ens"llo históriclHlescriptiuo, &1014. 11l62, pp. 70-71.

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mo en nuestra isla con creciente tendencia de oeste a este, se recoge una eh adherente, dorsal, de tipo semiafricado, corriente en Canarias en todos los puntos que investiga Alvar y común a las gentes de los varios estratos sociales, al igual que lo es en Puerto Rico en el territorio donde se manifiesta. Dentro de la zona del mar Caribe encuentra' tamo bién Navarro la misma clase de eh adherente de Puerto Rico, Canarias y Murcia, en sujetos de los estados de Miranda y Lara (Venezuela), en Cartagena (Colombia) y en Santo Domingo! Ocurren además en canario otros fenómenos de exclusiva manifestación rústica y vulgar~ en bueña medida usos arcaicos del español que encuentran eco en Puerto Rico y en otras partes del inundo hispánico. Prescindiendo de los más conocidos y difundidos de estos rasgos fonéticos, destacarnos los siguientes por las posibles explicaciones que ofrecen respecto del origen de usos del presente y del pasado en nuestro país: (a) El cierre de e final, que en la Península se oye en el habla de la Ribera salmantina (esti, ma· dri, nochi, sabi), con más vigor y generalidad a principios de siglo que al presente, parece haberse dado en canario desde antiguo según hacen suponer tales pronunciaciones frecuentes entre los "isleños" de Luisiana como nochi, lechi, monti. Modernamen· te recoge Alvar en Tenerife una e más cerrada que la castellana, cuando va trabada por nasal y en posición final y observa que esta e cerrada ha sido notada en dicha isla y en Gran Canaria por los escritores que remedan el habla popular y transo crita simplemente como i (arretirarsi "retirarse", tiendi "entiende", alanti, trditi, antonsih "entonces", etcétera). En Puerto Rico, Navarro Tomás toma nota de este mismo fenómeno, en 1927-1928, por la zona rural de Lares (veinti) y de Quebradil1as, Maricao, San Germán, Mayagüez, Adjuntas, Utuado, layuya, Orocovis, Vega Baja, Comerlo, Caguas, San Lorenzo, Fajardo (lechi), sitios todos, a excepción de Fajardo, significativamente localizados en territorios por donde arraigó y se difundió en forma masiva en el país la inmigración canaria. Hoy día este cierre de e> i sigue teniendo vigencia, en par· ticular, por Lares (di Larih "de Lares", leehi, poti,

cochi).' (b) Las consonantes r y 1 en final de sílaba, por debilitamiento de sus articulaciones respectivas, 4. Vbnse R. Lapesa, op. cit., p. 333: - - , "Amúlca Y la unidad de la lenlua espadola", Reuista d~ Oecident., 1966, IV, 2&. t!P., no. l8, p. 308; M. Alvar, al'. cit., pp. 39-40: T. Navarro, al'. cit.. pp. 9S·98. S. Vt!anse A. L10rente Maldonado de Guevara, Estudio solmr el habla d. la Ribera (Comarca salm"ntina ribereña del Duwo), Salamanca. 1947, p. 79: R. R. MacCurdy, op. cit•• pp. 28.19·: M. Alvar, op. cit., p. 17: M. Santiaao, ''Vocabulario popular aranca· narlo empleado por Pancho Guerra en IUJ obra", en Conrribucidn al l~zico popular d. Gran Canaria, de F. Guerra Navarro. Madrid, 1965, pp. 555, S60, S64. 780, 787: T. Navarro. op. cit., pp. 251. 263.


tienden a intercambiarse desde antiguo en el habla vulgar del Mediodía de España y de algunas partes de Hispanoamérica. En Canarias, según datos que aportan Alvarez Delgado y Alvar, y según se refle· ja además en la literatura costumbrista, mientras en unas zonas se oye decir cardo, cardero por "caldo", "caldero", en otras se oyen sul, dil por "sur", "ir", tal como ilustra la frase que reproduce el primero de los autores citados: luan va dil pal sul. El cambio -1 >-r (en arquiler, argo, arguno, morde, vuerta, etc.) parece darse en particular entre gentes de mar, en consonancia, como el opuesto, con usos registrados en andaluz (gorpe, sordao, mardito, er tiempD), En el español de los "isleños" de Luisiana, MacCurdy anota la igualación en r (arquiler, armojd "almohada", cormena, cormillo, er jardin, er supo "él supo", etc.), pero no así la inversa. Navarro Tomás encontró que en Puerto Rico la uniformación de ambos sonidos consonantes bajo el signo fonético de r tenía mayor extensión terri· torial, en 1927-1928, que el caso opuesto, dándose. dicha igualación en r (en palabras como cardo "cal· do", carvo, durce, esparda, parmillo, purga "pulga''', sordado) en diversos barrios campesinos a 10 largo de las costas norte y oeste y zonas montañosas in· teriores inmediatas a las llanuras del litoral, con particular dominio del fenómeno por el ángulo suroeste de la Isla que comprenden los municipios de Mayagüez, Cabo Rojo y Lajas. La igualación en 1 apareció extendida por el este del país (en balba, calbón, mazolca, "muelte, puelta, talde, veldd "verdad", etc.), mostrando su mayor arraigo en el án· gula nordeste que integran Loíza, Fajardo y Naguabo. Una tercera variante, que al igual que en Tene· rife, según las observaciones de Alvar, reduce la pronunciación de r y 1 a un sonido intermedio de difícil clasificación bajo ninguno de los dos tipos anteriores, tuvo manüestación distribuida a través de varios puntos por toda la Isla.' (e) El paso de r y 1 finales de sílaba a i semi· vocal, registrado en Andalucía {baico, coigao, vai· ga}, en Murcia (poique) y asimismo en Canarias (ei cueipo), "en el habla de gente de mar", parece ha· berse extendido a diversos sectores del español popular del Caribe -en Colombia (F1órez lo sitúa en Barbacoas, departamento de Nariño, y en el Cauca, hacia la costa del Paéífico, y también en Bolívar, costa del Caribe: ei duice, dei negro, dei aijibe, ai palo, a vei, saigo, etc.), Santo Domingo (en el Cibao y el Seibo: Isabei, sueido, coimigo, cormigo, con· migo, etc.), Cuba, Puerto Rico- con la llegada a 6. VÚDSe R. Lapesa, 01'. dt., pp. 32)·314: J. Alva.rez Delpdo, Puesto de C4narítu en 14 in~sti¡4cidn lin¡iJútint, La LaIUDa de Tenerlfe, 1941, p. 37; M. Alvar, 01'. dt., pp. 37.31; M. Sandaao, 01" dt., pp. 526, 541, 562, 602: R. R. MacCIU'~, 01'. dt., p. 36; T. Navlno, 01" dt., pp. 76-81.

nuestras tierras, principalmente a partir del XVII, de fuertes contingentes de pobladores procedentes del archipiélago canario (pronunciaciones por el estilo de ei cueipo, dei pastoi, acueida, bebei, etc. se dan también entre los "isleños" de Luisiana). Hacia 1836, en casos como poique, mejoi. considerai, ei papei, documenta Pichardo el citado cambio fonético en el habla característica de los negros criollos cubanos llamados "curros". Asimismo el escritor Bachiller y Morales lo anota en el lenguaje de las gentes de color nacidas en Cuba durante el XIX. En Puerto Rico, sin embargo, aunque se conoce desde antiguo tal fenómeno, no figura el mismo como exclusivo de la lengua de los negros criollos y sí como rasgo del habla vulgar más propiamente campesina. Aparece ya documentado en este sentido en las Coplas del libara (1920), del arecibeño Miguel Cabrera: peidei, casaise, poi, guaidia, poique, celebrei, moide. Después de mediado el siglo, empero, los mencionados cambios fonéticos debieron de comenzar a decaer por los campos de Puerto Rico (no aparecen recogidos, por ejemplo, en el teatro rural del aguadillano Méndez Quiñones, de 1881-1882), y ya por los inicios de la presente centuria resultan prácticamente desconocidos.1 (ch) La palatalización arcaica del grupo rl en· tre infinitivo y pronombre, todavía vigente en Es· paña por el sur de Ciudad Real, Andalucía y Murcia, se llevó en apariencias, hacia el cuarto final del XVIII, desde Canarias a Luisiana, donde aún se oye al presente entre los "isleños" de Sto Bernard: matallo, sembrallo, llevalle. En Puerto Rico, hasta hace alrededor de unos cincuenta años atrás, dicha palatalización se daba, como y, por campos de San Germán, Mayagüez, Las Marias, Marlcao, Rincón, Aguada. La documentación de su uso más antiguo en el país pertenece al primer cuarto del XIX: en las Coplas del Jibaro (1920), de Cabrera (pegalle, gri. talle, mantenella), y luego, en un soneto, también compuesto en el habla rural de entonces, que se publica con la firma de Primo Gayo el de Utuao, en 1822, en un periódico de la Capital (ganaye, yevaye). Alonso, residente de Caguas, recoge asimismo en El libaro (1849) muestras de igual fenómeno {prometeyo, sabeyo, jugayo, jaseyo}, y más de tres décadas después todavía lo registra Méndez Qui-7. VÚDIe A. AlODIO Y R. Uda, "GeOl1'aUa fon~t1ca ••L y .1\ implosivas en espallol". Rftlút4 de FiloI0¡/4 Húpdntc4, 1945, VIl, nWn. 4, p. 339; J. Púez Vldal, "AportaciÓn de Canarias a la poblaclÓIl de Amúlca. Su Influencia en la leDIU& y en la poesla tradicional", AnuClrlo de Estudios Atldnticos, 1955, Ill\m. 1, p. 179: L. F1órez, lA Pronunci4ctdn del I1spcmol en BOlotJ, BoIOd, 1951, pp. 202-203, 227-228; E. Plchardo, Dlccionllrio pravinCÚJI clUÍ·~o· nodo d. tlozes c:ulxIn4S, 3ra. ed., Habana, 1862, p. VII; R. R. Mae:Cur~, op. dt., pp. 36-37. .

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ñones, de Aguadilla, en uno de sus juguetes cómicos costumbristas (echayes, desiyes, buscaye, daye, arreglayos). En 1927-1928, sin embargo, no aparece ya tal pronunciación en ninguno de los lugares que recorrió Navarro Tomás: el campesino puertorriqueño del presente, de no seguir en este caso la norma de la lengua común, reduce a 1 el citado

grupo rl (lavalo, cogelo, sabela, etc.) o asimila la r a la articulación de la siguiente 1 (dejal-lo).•

8. V&nse R. Lapesl, 01'. cit., p. 324: R. R. Mac:Cureb', op. cit., p. 31: M. Alvarez NazarJo, El QJ'clllsmo uul,QJ' en el esp.mol de Puerto Rico, Mayalllez, Il151. pp. 59-61: T. Navarro, op. cit., pp. 86, 87-88.

"Petroglifos" (grabado), por Rafael López. del Campo


Eugenio María de Hostos, Miguel Angel Asturias y el tema de las generaciones en Hispanoamérica Por

ADBLAIDA LUGO-GUBRNBLU

EN

UN ART1cULO DE SEPTIBMBRB DB 1939, MIGUBL Angel Asturias relacionaba a Hostos con la generaci6n guatemalteca de 1920.1 Aunque breve, ese trabajo revela la profunda inquietud del autor guatemalteco por las cosas de Hispanoamérica, especialmente porque, al tratar el tema de esa determinada generaci6n de su país, lo hace consistir al mismo tiempo en una especie de diálogo que aclara la afinidad ideol6gica entre Hostos y los miembros del grupo. Hoy también urge discutir el tema de las generaciones, no para dar impulso desigual a la historia de la cultura, sino para entenderla en cuanto al espíritu de época e ideas con que se modelan las relaciones entre los hombres. Asturias parece insistir en el concepto de cultura como recreaci6n del espíritu educativo que ha de salvar a Hispanoamérica: sin embargo, no 10 hace con visi6n miope o con falso didactismo porque no desatiende los aspectos estéticos ni literarios, ni promulga la moral de bolsillo. El artículo está vigente por las ideas que propugna e interes~ porque nos indica con palabras sencillas el valor de la vida y la obra de don Eugenio María de Hostos cuando éste aún era figura incomprendida y olvidada. El escritor que hoy saborea el Premio Nobel de Literatura se acerca al ensayista puertorriqueño con simpatía y parece que defiende además el valor semántico del vocablo educaci6n como ce-ducere_.

l. Mlluel AnRel Asturlu, "1n11uenclu de Hostol en la leneraclón de BIZO". en Trdpico (Guatemll1a. 19)9). y reproducido en SUI.nío Maria d. Hostos. Pn.llrino d.l id.aí (Ideario 11 tn/balas acnea d. Hostos. r.copdos " publicados por ¡¡u••nío Carlos d. Hoslos), Parll. Edlcloncs Uterarlu y ArUltlCU. U-VlIJ, 19S4. D6-D8.

¿No es acaso su obra un acto de educar en el sentido de 'que saca a la luz los valores más aut6ctonos de la tierra hispanoamericana? ¿No está por esta misma raz6n haciéndola crecer y alimentándola con genuina savia? Pero, no nos alejemos de la cuesti6n que ha motivado este trabajo y vayamos al grano. ¿Cuáles eran los ejes de la aludida afinidad? Según el 5


autor, los componentes de la generación guatemalteca de 1920 tenían, como Hostos, desconfianza en la oratoria tropical y sentían -como él- aversión por la política lugareña que resta sin duda universalidad él los ciudadanos y a los escritores. Como el educador puertorriqueño, aquéllos pensaban en la necesidad de educar al hombre para la vida y la cultura, y se empeñaban en practicar hostosianamente el «mínimo propósito de querer enseñar al pueblo los conocimientos indispensables para que pudiera pensar por sí mismo».z Ese fue -a toda hora- el mensaje del maestro de maestros yeso fue lo que le llevó a la vasta peregrinación por tantas y tan diversas zonas del saber, del ser y del querer. Lo más curioso era que ese mensaje se revivía en un momento crucial de la historia del referido país y, por consiguiente, el pensamiento de Hostos se volvía acción y expresión de un «gran americano a una juventud que había asistido al fracaso de todos los valores intelectuales y artísticos, minados en su existencia por la falta de moral... »3 Hay hasta este punto, como puede advertir el lector, cierto «arielismo» en el diálogo entre Hastos y sus «discípulos. guatemaltecos. ¿No sería más justo quizá hablar de .hostismo» en el Ariel? No sólo preocupaba a aquellos jóvenes la incapacidad para pensar de los hombres de su tiempo, sino la falta de moral. Esto último había inspirado páginas gloriosas a Hostos quien construyó así la gran constante matemática de su preocupación por el deber moral y social. La necesidad de saber pensar no era en él más que la premisa mayor de un válido silogismo salvador. Poco se ha logrado hasta hoy en términos individuales y, menos todavía, en ténninos colectivos. Hay todavía en toda América «hambre de didáctica- como dijera Gabriela Mistral al referirse a los tiempos de Hostos. Y es que no se educa exclusivamente repasando los datos del libro, sino dando acceso a aquellas actitudes saludables que sirven para encarar la vida o la existencia, como suele decirse ahora según la moda o el «modismo» de la angustia. Cuando se nutren todas las facultades humanas del sentido superior que las guía y cuando no se desperdician los medios para lograr ~sto, entonces hay educación y surgen los pocos Premios Nobel de Literatura, que no nacen de la noche a la mañana, por arte de generación espontánea, sino del nervio mismo de la preocupación de ser un hombre o una mujer de la tierra hispanoamericana. Hostos, la generación guatemalteca de 1920 y Asturias nos hacen pensar en la idea de qué es ser hispanoamericano, sin dejar de ser universal. El arte y la literatura del nuevo mundo que más llaman la atención en el extranjero son los que tienen 2. lb/d., 2)6. 3. Loc. dt.

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rafces en y plena conciencia de la diferenciación dentro de la unidad, no los que repiten las fórmulas del viejo mundo como si fueran copias fotostáticas. Siempre será más hispanoamericano el arte que se apoye en lo hispanoamericano que es autóctono por su índole de mito o de leyenda donde la raza dibuja su misterioso existir, su destino. Sólo los que leen por mal hábito o los infelices reaccionarios que nada piensan, pueden opinar lo contrario. Adviértase que, aunque paradójicamente Hostos se abstuvo de hacer arte (a pesar de que tenía aptitudes de verdadero creador), su meno saje tiene pervivencia y es motivo de pensamiento para artistas como Asturias. Este, llevado por cierto «fatalismo» positivo, ha podido transformar en literatura gran parte de esa noble cuestión hispanoamericana y su arte tiene rafces precisamente en el substrato folklórico de la tierra por razón de etnología e historia. Por eso cuanto él dice de. Hastos tiene y adquiere al releerse un enorme prestigio de cultura. De aquí también el que pueda conferir recuerdo y comprensión al escritor antillano, insistiendo en la dignidad moral del maestro que .tuvo que cavar su sepultura en vida» ya que se negó a participar en los banquetes donde sólo ·se brindaba con copas de inmoralidad social y bajo supuesta camaradería. El mensaje hostosiano, que precedió históricamente al de Rodó, fue estímulo de vida y superación para aquellos jóvenes de Guatemala que esta· ban llenos de ánimo reconstructor y dispuestos «a todo por satisfacer su deseo de ser útiles en la forma ~enos vistosa al país que les había visto nacer...•4 y con estas palabras se formula el otro gran aliento del pensamiento de Hostos: la idea de ser útil. Todos los hombres que como él han hecho meta de los otros trascienden la mezquina circunstancia de la persona en beneficio común...y social, y se transforman en mensaje de salvación. ¿Cómo hicieron efectivo, de hecho, los hombres de la generacion guatemalteca de 1920 el mensaje de Hostos? Las influencias ideológicas de tipo práctico que el puertorriqueño sembró en ellos muy pronto produjeron instituciones educativas que publicaban obras de medicina, derecho, cien· cias naturales y sociales, que recogían un conjunto de actitudes sobre el empeño de salvar el presente para el futuro, con mejores aciertos de cultura, sin ser meros libros muy bien encuadernados y de gran éxito comercial. De este modo el lenguaje de Hostos volvía a vibrar para anunciar a toda aiSpanoamérica que ésta daba ya signos de madurez acompañados de cierto perfil propio. Eso, en 1920. Hoy, cuando la cultura como progreso externo presenta más estructuración, esto nos obliga a otra 4. Loc. dt.


reflexión. Mientras el progreso interno y moral no alcance equilibrio con el externo, y mientras el arte se logre sólo con el lápiz o con el color o con la piedra... , habrá que montar guardia para que el hombre no se vea desprovisto de la ventaja de saber pensar y de saber hacerlo con conciencia de los fines morales que le permiten ser útil y no egoísta. De otra manera se corre el-riesgo de ofrecer sólo bellos ejercicios de emoción que no llegan a cuajar en la obra grande que se puede traducir a todos los idiomas cultos. Dentro de la creación, si no queda todo, al menos debe quedar el recuerdo.del pensar, tanto como del sufrir o del sentir o del intuir "las cosas propias del hombre americano. Junto a las jitanjáfora~, intrascendentes, debe ha· llar reposo cultural el libro serio que hace al hombre sonreír y pensar a un mismo tiempo, y que deleita porque se parece al acontecimiento hUII].ano, como lo hacen El Quijote y tantas obras uni· versales, al hacernos pasear por las zonas también de lo divino. Y, resumiendo, la generación que hemos descrito, rescató del olvido al ilustre «Ciudadano de América», Hostos, porque se impuso su difícil misión pedagógica y social de crear al ciudadano de una patria muy alta que reclama los derechos del hombre, no como una entidad vacía del pensamiento, sino como convivencia, como síntesis de pueblos hermanos y como bienestar de toda la humanidad, según ese hermoso pensamiento del ensa· yista puertorriqueño que dice más o menos: «amamos la patria porque es un punto de partida... un punto de partida hacia el universo». Y después de

todo lo que se ha dicho hasta este punto, ¿habrá que esperar siempre la muerte de los que piensan bien para proclamar luego su mensaje? El pensamiento de Asturias tiene aspiración constructora que debe llenar el alma hispanoamericana de lo autóctono que se salva, ya que esta ciudad con que soñamos todos serd posible si olvidando el molde triste y enano de esta edad ambigua, empleamos en construirla acero y vidrio, la mdquina domada y el espacio regalado de la altura. ¡Araucaria de rascacielos aureosl Todo vivo, todo vivo en esta ciudad nueva que necesita ser edificada.'

Quizá por esta misma preocupación, el autor sacó tiempo para hablar de Hostos en 1939 y termin'ó diciendo: ...el mejor recuerdo que puede hacerse de Eugenio Maria de Hostos es la lectura periódica de sus libros. Sus palabras tonifican con la digni. dad del cerebro que pensó ecuánimemente sobre nuestros problemas y señaló derroteros ciertos para el futuro de nuestra raza. No se engañó porque supo desnudar su juicio en austera disciplina mental de lo que no respondía a la rea· lidad de los medios americanos, y su lección por excelencia es la que se desprende de su fe en el ideal del Bien, en la Moral, en la del Deber.' 5. Mlluel Anlel Asturias, "Meta Vertical". en ""Olllante. Sin Juan, Puerto lUco. lJ152. nWn. 4. 14-15. 6. 011. cit., 238.

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Décimas1 Por Josl1 EMILIO GONZÁLBZ

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LOS POETAS CIALEÑOS

yo les brindo en este día la más bella melodía de mi tiple borinqueño. Ha sido noble el empeño de estos grandes creadores que encordaron sus mejores versos para Borinquén, ¡que Dios los lleve con bien hacia obras superiores! Nimia Vicéns: tu poesía de trébol y luz dormida, yo la conozco. Es tu vida, donde la patria bravía alimentó la hidalguía de un ademán delicado. El silencio contemplado reveló allí su ternura. y un corazón de agua pura le mana por el costado. *Yo puedo hablar de Samuel Lugo, el esbelto poeta, que con mirada secreta lee el alma del clavel. Nadie ha sabido como él sorprender la ingenuidad, la encantadora amistad entre el alma y el paisaje. 1. Estas d~clmas fueron teídas en el Homenaje a tos Poetas de Clales, auspiciado por ta Sociedad de Escritores Puertorrlqueftos, celebrado el domingo JI de mano de lll68, .l:n el Teatro Fmlll:. de elales. Los poetas claIeftos especlflcamente mencionados Ion NImia Vlc~ns, forle LuIs Morales y Juan Antonio Corret/er. o El autor de estas dklmas Incluyó por equivocación a Samuel LUlO, entre los poetas clalellos. LUlO es de Lares, pero el autor ha considerado que debe dejar la composlcl6n tal como ta escribió.

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Por éso, en este homenaje rindo honor a la verdad. Desde este monte profundo que es Ciales, donde se irisa una jornada precisa y una ventana hacia el mundo, Jorge Luis, verbo fecundo, supo labrar sus metales y sus piedras cenitales y el moriviví del llanto. La Patria vuela en su canto como el mar entre corales. Con alma de farallón nació al pueblo, Juan Antonio, luchando con los demonios en la cumbre del frontón. Su guerrillera canción es himno ajusticiador que en la torre del amor desata sus alabanzas. La Libertad es su lanza, Don Quijote del dolor. y a aquellos poetas canto que yo nunca conocí, pero vivieron aquí, fieles al terruño santo. Anónimos en su llanto, comunes en su .alegría. Poetas locos de un día, largos y añosos poetas, que a Ciales dieron -secretasu más prieta melodía. A 31 de marzo de 1968


Semblanza de Emilio S. BelavaI* Por ELADro RODRÍGUEZ OTERO

N0S REUNIMOS AQu1 ESTA TARDE CON EL PROPÓSITO

de rendir justo homenaje de reconocimiento, afecto y simpatía a uno de los puertorriqueños que más ha contribuido. en lo que va del siglo, al enriquecimiento y a la orientación cultural de nuestro pais: don Emilio S. Belaval. Si don Emilio únicamente hubiera escrito sus históricos ensayos Los Problemas de la Cultura Puertorriqueña y Lo que podría ser un teatro puertorriqueño, ambos publicados en 1935, y sus Cuentos para fomentar el turismo, obra que dio a ,la estampa en el 1936, estas tres notables aportaciones a nuestras letras, por sí solas, le hubiesen asegurado un puesto en nuestra historia literaria y el reconocimiento de todos los puertorriqueños. Para aquilatar sus notables dotes de ensayista y su excelente técnica de cuentista conocedor profundo de su idioma, asi como su honda preocupación por el destino de su pueblo, bastaría con sólo los mencionados trabajos. Pero el incontenible impulso crea· dor que hay en don Emilio S. Belaval no le permitió entonces y, como veremos más adelante, no le pennitirfa después detenerse a contemplar la obra creada. Tenia que continuar dando a Puerto Rico lo mejor de su inteligencia y de su espíritu. Se entregaría de. lleno a la ingente labor de-crear un teatro nacional. .. Algún dia de estos -decía don Emilio en 1935- tendremos que unirnos para crear un teatro puertorriqueño, un gran teatro nuestro, donde todo nos pertenezca: el tema, el actor, los motivos decorativos, las ideas, la estética." En este • Palabras leidas por el autor en el homenaje óel Ateneo Puu. torrlquello a don Emilio S. Bclaval, el :1 de febrero de 1968.

alto y noble afán, vuelca toda su energía y entusiasmo. Funda en 1940 la sociedad dramática Areyto, punto de partida de todo el futuro movimiento teatral puertorriqueño. Se desempeña con notable éxito como autor, actor y director. Puede calificársele, sin hipérbole alguna, de padre y gran señor de nuestro teatro. Verdaderamente es admirable el que una persona que ha ocupado durante tantos años, posiciones de tan alta y absorbente responsabilidad -Miembro del Consejo de Enseñanza Superior de Puerto Rico, Juez del Tribunal Superior, y hasta hace unas semanas Juez Asociado del Tribunal Supremo, para sólo mencionar algunas- haya podido darle tanto a su pueblo. No vamos a hacer una enumeración de sus muchas obras literarias que cubren un vasto campo temático desde el género costumbrista hasta los grandes temas universales. Tampoco daremos detalles de sus múltiples y valiosas ejecutorias en el mundo de las bellas artes. No podemos hacerlo dada la brevedad de este ofrecimiento en el cual queremos reservar algún tiempo para destacar el hondo significado de la personalidad del homena· jeado. Y a eso vamos. Don Emilio S. Belaval tiene bien ganado un alto puesto en la historia de nuestro país, no sólo porque supo multiplicar con su trabajo y su esfuerzo los muchos talentos que Dios le dio, sino también porque ha tenido a orgullo el ser puertorriqueño. No el ser boricua, sino el ser puertorriqueño. Ya decfa en 1935: "Por ahora nos hemos conformado con que se nos fome por españoles o por norteamericanos y cuando nos ha dolido esta actitud hemos 9


tratado de ser antillanos. o hispanoamericanos, o panamericanos. Es forzoso crear el ángulo puertorriqueño... " Para Emilio S. Belaval, no se trata de servir a la isla. concepto geográfico que muchos puertorri· queños desgraciadamente no rebasan. Se trata de servir a nuestro país. es decir, a nuestra patria. No para seguir la inaceptable consigna de "mi' patria con razón o sin ella JI, pero mucho menos para rendir incondicional pleitesía a todo lo que no sea puertorriqueño. Para Emilio S. Belaval no se trata de rechazar o de renunciar a los legítimos beneficios que pue· dan derivarse de la inversión extranjera para elevar los niveles de vida de nuestro pueblo; pero tampoco se trata de entregarle el cuerpo a la petroquímica, y mucho menos el alma. Estamos. por lo tanto, frente a un hombre de gran firmeza en la defensa de lo puertorriqueño. Basta con recordar su opinión disidente en el caso R.CA. Communications v. Registrador resuelto por nuestro Tribunal Supremo el 28 de marzo de 1956 y en el cual se decidió que la ley del idioma de 1902 autorizaba la presentación en los Registros de la Propiedad. para su inscripción de documentos o títulos redactados en inglés, sin que los mismos tuviesen que ir acompañados de las correspondientes traducciones al castellano. En dicha opinión disidente de la citada sentencia el Juez Belaval ma· nifestó entre otras cosas: .. Entiendo que el señor Registrador de la Propied¡od de Bayamón tiene razón (al negarse a inscribir una escritura redactada en inglés). El elemento de publicidad que inspira todo el instituto hipotecario. quedaría totalmente defraudado, si partiéramos del supuesto que Puerto Rico es un pueblo bilingüe. Como cuestión de realidad -continúa el Juez Belaval- Puerto Rico no es un pueblo bilingüe. No lo ha sido en el pasado, y después de la reciente rectificación de ciertas normas educativas, en el sentido que la educación básica del puertorriqueño debe ser en su idioma vernáculo, menos probabilidad tiene de serlo en el futuro. Además. en este caso. está envuelto. no sólo el conocimiento vulgar de un idioma que no resulta ser nuestra lengua materna, sino el conocimiento técnico de una terminología jurídica, en su mayor parte, accesible solamente al grupo profesional de los peritos de la ley. Si estamos conformes en que el Registro de la Propiedad es una institución que debe permanecer lo más accesible posible al enten· dimiento popular, como cuestión de realismo judicial. no podemos partir del supuesto bilingilista, como pretende la recurrente en este caso." Es de justicia consignar que la tesis jurídicocultural que fundamenta la opinión disidente del Juez Belaval en el caso de la R.CA. Communications v. Registrador. fue respaldada. aunque sin hacer referencia directa a ella, por nuestro Tribu10

nal Supremo en el célebre caso del idioma, Pueblo v. Tribunal Superior, resuelto el 30 de junio de 1965 yen el cual el alto tribunal, con unánime criterio resolvió que todos los procedimientos en los tribunales de Puerto Rico se seguil'ían conduciendo como hasta esa fecha, en el idioma español. De esa memorable opinión es la siguiente cita: "Es un hecho no sujeto a rectificación histórica que el vehículo de expresión, el idioma del pueblo puertorriqueño -parte integral de nuestro origen y nuestra cultura hispánica- ha sido y sigue siendo el idioma español. Es también de justicia consignar que la labor del Juez Belaval, tanto en el Tribunal Superior como en el Tribunal Supremo fue de singular importancia para la defensa de las instituciones del derecho hispano-puertorriqueño. Con él tiene contraído nue¡;tro pueblo, en esta importantísima fase de la actividad social, una gran deuda de gratitud. Ha cumplido pues en forma espléndida don Emilio S. Belaval con la misión que él mismo se impuso cuando, casi adolescente. salió de Fajardo a desfacer entuertos en los campos y poblados de su patria. Soñaba entonces don Emilio "con un tipo de puertorriqueño que recoja los tres sentimientos vitales de nuestra latinidad, que de su tierra recoja toda la leyenda y se enfrente con toda su realidad; que luche sin misericordia contra toda extranjería discorde. pero que tenga espíritu expansivo para todo el tránsito ideológico; que dondequiera que esté, a dondequiera que vaya lleve el mensaje fraternal de una tierra pequeña que supo hacer de su destino patrimonio de un sentido humano de la convivencia racial, de una medida espiritual de las cosas. de un austero concepto de nacionalidad... JI Soñaba en fin el homenajeado con un nuevo concepto de lo puertorriqueño firmemente adherido a esta tierra, que le sirva de límite, de preocupación y de esperanza..." Esto, y muchas otras cosas bellas y nobles, anhelaba don Emilio para nuestros compatriotas cuando, en plena juventud, ardía su pecho en tan altos ideales. Algunos de sus sueños se han conver~ tido en realidad. Ahora. en plena madurez, estoy seguro que continuará en su faena para seguir con· virtiendo sueños en realidades. Por eso podemos decir que este homenaje tiene un cierto carácter especial, distinto. No es el clásico acto en que se da por supuesto el retiro digno y decoroso del homenajeado. No. Es sencillamente un alto en el camino, en ésta, la Docta Casa que él dirigió con tanta dedicación y acierto, con tanto amor. Es un breve descanso para pedirle al incansable luchador algo que estamos seguros ya tiene decidido en la afirmativa: que a pesar de tantos honores tan bien ganados, continúe su ejemplar tarea por la felicidad y el bienestar de nuestra patria. Que bien la necesita. ti

JI


El inventario de la Catedral de San Juan en 1808 Por

CON RELATIVA FRECUENCIA

oÍMos

ARTURO

V.

DA.VILA

PONDERAR POR ERU-

ditos y curiosos el tesoro de arte, entrevisto o imaginado, que en otro tiempo luciera la Catedral de San Juan, hoy metropolitana de Puerto Rico. Las reformas, inevitables transformaciones que experimentó el templo catedralicio durante el siglo XIX, el comején, mortal enemigo de la madera labrada y la moda que también alcanza a la piedad, barrie~ ron desde mediados de la pasa'da centuria -la fisonomía graciosa y abigarrada que- debió tener nuestra iglesia matriz en los primeros años del siglo XIX. Altares de madera tallada y dorada por carpinteros y adornistas de la ciudad, imágenes de bulto o de candelero, vestidas las últimas con telas ricas y al· hajadas vistosamente en los días de fiesta, lámparas de plata y ornamentos suntuosos desfilan ante nuestros ojos evocados ppr el Inventario del año de 1808, que publicamos hoy por vez primera y con el cual desaparece un vacío que lamentábamos. Salta a la vista, tras un primer examen, la abundancia de alhajas de oro y plata, perdidas ya en el siglo pasado. Su prolija descripción nos ha valido para identificar el relicario de los Mártires de Cero deña, existente hoy en el oratorio del Palacio arzobispal. Confinna también la hechura posterior del pie seisavado de la custodia procesional clasificán· dolo aparte como pieza ajena al conjunto. En efecto, las chapas de la base ostentan una fecha: 1796 y una marca de platero hecha a buril: MX, que corresponde casi seguramente al maestro Manuel Muxica, fiel contraste del Cabildo de San Juan por aquellos años, del que -nos ocuparemos pronto en nuestro estudio de orfebrería.

Iltmo. Sr. Dn. Juan de Zengotita

H


Perdidas hoy las piezas de plata que ostentaba la imagen de San Pedro en el día de su fiesta, re· producimos una fotografía de la tiara e ínfulas de la imagen del Santo que en igual ocasión se expone en la Catedral de Caracas. Puede así tener el lector una idea aproximada y bastante fiel de su aspecto. Con el mismo fin y mejor fortuna, acompaña este trabajo una reproducción del retrato del Ilustrísimo señor don Fray Juan Bautista de Zengotita Bengoa en el que luce todas las joyas descritas'en el inven· tario en los términos siguientes: cItem: un pectoral que era del S. Zengotita con diez y nueve piedras moradas, guarnecido de diamantes con su cadena de oro, rosa enlazada en él

con piedra en el centro igual a las del pectoral, guarnecida también de diamantes, escudo de la Merced y su anillo correspondiente igual a la rosa, que sirve de lazo». El- pincel de Campeche, tan hábil miniaturista, supo representar detalles dignos de un orfebre en el lienzo original, del que se con· serva una copia de Atiles en el Palacio arzobi~paI. Tan ricas alhajas nos inclinan a pensar si no serán regalo del prelado consagrante del Obispo, el Caro denal don Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón, Arzobispo de Toledo que antes lo fuera de Méjico, donde probablemente se conocieron, cuyo nombre ha pasado a la historia junto con la fama de sus larguezas. El frontal de plata del altar mayor, mencionado en esta relación y desaparecido a mediados del si· glo XIX puede reconstruirse en su diseño gracias al

friso repujado que hoy se utiliza para colocar la custodia en el actual manifestador, cuyos fragmentos han sido recortados evidentemente de planchas mayores. Uno de los escasos vestigios de nuestra platería del siglo XVII, la «campanilla grande de plata para quando se lleva el Vidticolt, según reza el inventario, se encuentra hoy en el museo de la Catedral y la reproducimos aquí. Donada por don Fernando de Castilla, de la Cofradía de esclavos del Santísimo Sacramento que tanta alaba Torres Vargas,l se dedicó expresamente, según la inscripción que apare· ce, al culto eucarístico: STA CANPANILLA ALTI· SIMO CAO SIRVE CONFE, dice la ingenua leyen· da, inscrita por mano inexperta. Y en la parte superior, sobre la banda central en que se ve un cáliz coronado por una hostia, se lee: DON FERNANDO DE CASTILLA SU ESCLAVO SANTA FE A:RO. Por lo visto el platero no calculó debida. mente la distancia y quedó fuera la fecha aunque por el nombre del donador debe ser obra de me· diados del siglo.1 Aun más importante que la relación de alhajas, con ser de tanto interés, la enumeración de las imá· l. Tapia y Rivera, Alejandro, Bibliot«d HUI6riCd rI. PUnotD Rico. Sen hum, 1945, p61. 499. 2. D. Fernando de Caslllla (probablemenle hijo de otro homónimo) coma con la tienda del Gobernador don Jerónimo de VcJasco (1664-1670) segUn carta de MartIna de Andino al Rey con fecha de S de l!1ayo de 1961 (A.G.I.• S.D., Lo. 159. Ramo 6. allo. 1690.1691).

Fragmento del frontal de plata de la Catedral de San Juan, despiez.ado a mediados del siglo XIX.

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genes que recibían culto o constituían elemento decorativo en la Catedral es un testimonio precioso para el estudio del arte religioso en Puerto Rico. Las típicas devociones del Barroco representadas en ella: la imagen de San José, aposentada por entonces en casa del Teniente Rey don Tomás Sedeño y la <le San Cayetano, cuyo Niño ulo llevó don Antonio Córdoba y lo prestó al Mariscal de Campo Don Ramón de Castro., según reza el texto, nos dice en primer lugar de la ingenua piedad de aquellos días y en cuanto a la efigie del Patriarca de los clérigos regulares (San Cayetano), que la imagen era similar a las que por entonces recibían culto en España y América, talladas o vestidas, de la siguiente forma: el Santo, de pie con sobrepelliz y estola, contemplando al Niño Jesús en sus brazos. Encontramos también la imagen de San Juan Nepemuceno, el discutido canónigo bohemio, bajo cuyo patronato se encuentran tantos pueblos de la isla, célebre entonces y en pleno centro de su ciclo devociona1. Queda ahora también dilucidado el aspecto del altar mayor de la Catedral por aquellos años. El antipendio de plata cubría la parte delantera y en sus correspondientes peanas u hornacinas se encontraban las imágenes de Nuestra Señora de los Remedios, San Pedro y San Juan Bautista. Habiéndose celebrado en la Catedral tantas solemnidades en los años que cubre el inventario que publicamos y siendo algunas de ellas de tan alta significación política y religiosa, el aspecto del templo matriz podrá reconstruirse sin dificulta4 para resaltar el marco en que ocurrieron.

LIBRO SEGUNDO

Inventarios de los ornamentos, Alhajas de plata y demás cosas pertenecientes a esta [Santa] Iglesia Catbedral y su Sacristía, mandado hacer por el Illmo. Señor Dar. Dn. Juan Alejo de Arizmendi Dignísimo Obispo de esta Diócesis.

Año de 1808 Inventario fonnado para la entrega de las Reli· quias, Imágenes, Alhajas, Ornamentos y demás cosas pertenecientes a la Sacristía de esta Santa Iglesia Cathedral, hecha por el Presbytero Dn. Domingo. Cantero, al Presbytero Dn. Gregario Despiau, Sao cristán Mayor de derecha. Santísima Iglesia Cathedral, con asistencia del (Sr.? o Illmo.?) Canónigo de ella Dar. Dn. Juan de la Encarnación Andino, comisionado al efecto por el Illmo. y muy Venerado Sor. Deau y Ca(bUdo) px. ante el presente secreta· rio, y es en la forma siguiente:

Reliquias Primeramente una parte notable de más de quatro dedos (de la) parte superior del hueso grande de una pierna pro reconocido por los cirujanos Dn. Thomas Prieto, y Dn. Francisco Oller sobre cuyo (origen ¿autenticidad?) se encuentra esta nota firmada del Illmo. Sr. Dr. Dn. Manuel Ximénez Pérez Obispo que se fue de esta Santa Iglesia: Esta Reliquia de San Magno Meirtir me vino de Roma cerrada en una Arquita, y sellada en forma auténtica, y la doné a la Sta. Iglesia Cathedral de Puerto

Fragmento del frontal de plata de la Catedral de San Juan, mencionado en el inventario. 13


Rico y para que conste lo firmo en dicha Sta. Iglesia a veinte y nueve de Septiembre de mil setecientos setenta y nueve = Fray Manuel, Obispo de Pto. Rico mandado de S. S. lllma. el Obispo mi Sor. Licenciado Hipólito Ellas Gon1.dle1. Secretario. Era una de las Reliquias expuestas a la veneración púo blica en el Altar Mayor al lado del Evangelio. Item: Otra Reliquia de S. Plácido Mártir que igualmente fue reconocido por los mismos profesores del tamaño de ocho dedos y dixeron ser la misma del hueso del brazo desde la parte media a la inferior sobre cuya autenticidad se halla en la caxa, en que está la nota siguiente: Esta reliquia principal de S. Pldcido Mdrtir me vino de Roma cerrada y sellada en forma authéntica '1 la doné a la Sta. Iglesia Cathedral de Puerto Rico. Se hace memoria de este glorioso Mdrtir en el Martirologio Romano a 22 de octubre y para que conste 10 firmo en Puerto Rico a 4 de Agosto de mil setecientos setenta y nueve = F.r. Manuel Obispo de Puerto Rico = Lugar del sello = Por mandado de S.S. Illma. el Obispo mi Sor. Licenciado Hipólito Ellas Gonzdlez Secretario. Era también una de las que estaban expuestas a la pública veneración en el Altar Mayor al lado de la Epístola. Otras reliquias que parecen ser de los Santos Mártires de Cerdeña, las que reconocidas por los ,físicos arriba dichos, declararon ser la más grande el hueso de un muslo de quasi toda su longitud de una tercia, y dos pulgadas, y el otro menor, que tiene poco más de una cuarta, el hueso grande de una pierna. Estas existen en un Relicario grande en forma de caxa quadrilonga de plata con su pie y remate de dos Palmas crusadas todo de plata. Este Relicario 10 mandó hacer el lUma. Sr. Dn. Juan Alexo de Arizmendi dignisimo Obispo de esta Diócesis por orden del qua! se desbarataron varias piezas de plata, al que se trasladaron de una Arquita de madera pintada de encarnado. (ltem: Otra reliquia) custodiada en una caxa de plata cuadrilonga con su pie del mismo metal, y reconocida por los mismos profesores resultó ser la parte inferior de un muslo como de tres cuartos de longitud. Parece ser la misma de que habla una Auténtica que empieza: Frater Ambrosius BlanduSius; etcétera. Item: Otro relicario de la misma figura, pero algo mayor también de plata con cuatro remates en forma de cruz, etc. Item: Otro relicario en forma de custodia con viril de plata sobredorada, de tamaño como una tercia, tiene dentro 4. Esta y las antecedentes se hallaban colocadas en el altar de San Antonio. Item: (Dos) corazones con guarnición de madera, se hallan en la Sacristía y contienen parte de Reli· 14

quias de varios Santos y en el centro una (¿placa?) de yeso que representa el uno el Ecce Horno y varios Serafines que le cercan y el otro la Soledad de Ntra. Sra., el qual está enteramente (¿dedicado?) á esta Sta. Iglesia Catbedral. El Illmo. Sr. Ximénez Pérez lo tenía y veneraba en su oratorio. Item: Un Relicario mediano en forma de custodia de plata, en que se guardan limaduras de las cadenas de San Pedro. Item: Un Relicario pequeño también en forma de Custodia como de seis dedos de alto de plata sobre. dorada, en que se halla una reliquia de San Agustín.

Alhajas de plata y oro Primeramente un frontal de plata del Altar Ma· yor. Item: Una custodia aviril en el Sagrario del Altar Mayor de plata sobredorada. Item: Una custodia aviril en donde se coloca su Majestad p. la Procesión del día del Corpus de plata sobredorada, el circulo interior del viril es de oro puro. Item: Una urna de plata con diez y seis campanillas en donde se coloca la custodia o viril en este día, con un pelícano y tres polluelos, un cordero al pie y dos Serafines. Las Campanillas, el pelícano, los polluelos, el Cordero y los Serafines, son dorados. Item: La basa o pie donde se coloca esta urna o Trono. Item: Un copón grande, con basa de plata dorado todo. Item: Otro menor dorado, en el Sagrario de la Parroquia. Item: Un Relicario de oro con cadena de 10 mismo para llevar el Viático a los enfermos, existe en el mismo Sagrario. Item: Una cil.xeta toda dorada p. la renovación. Item: Trece cálices con sus patenas doradas; excepto dos: de estos cálices uno está al presente en la Cárcel y otro que llaman de los muertos, está sin uso, con patenas y cucharas. Item: Catorce palanganas grandes y tres pequeñas todas de plata. Item: Ocho pares de vinageras con sus platitos, y campanillas: dos de (ellas con) sus vinageras son doradas. Item: Dos platillos más de vinageras: el uno es dorado. Item: Cinco jarros: dos de ellos, iguales con sus tapas. Item: Dos chrismeras con tres ampollas y sus ca· xas, de plata. Item: Tres Atriles de plata. Item: Una Caldereta con dos hisopos de plata.


Item: Dos Targetas de plata, una con el Evangelio de S. Juan y otra con el Psalmo del Lavabo y la sacra del medio con su cristal y marco de plata. Item: Quatro incensarios de plata, los dos grandes de filigrana y los otros dos menores, lisos. Item: Dos Navetas lisas, con sus cucharas y cadenillas. Item: Dos Cruces altas. 1tem: Dos Ciriales. Item: Tres cruces de mano de plata: la una es de filigrana, y las otras dos lisas, de las quaIes la una la ha llevado S. S. Illma. Item: Dos Punteros de plata. Item: Seis Blandones grandes del altar mayor. Item: Diez y ocho candeleros grandes, y quatro más pequeños, estos últimos con sus golillas, todo de plata. Item: Un báculo de plata. Item: Un báculo de concha viejo con algunas piezas de plata. Item: Una pértiga de plata. Un baso .del comulgatorio. Dos ostiarios. Quatro portapaces; el uno es dorado. Item: Dos llaves de los dos sagrarios, la una con su cadena de plata, y la otra con su cadena de oro, que era la que tenía la llave del depósito p. el Jueves Santo. Item: Tres llaves grandes del S. S. Pedro que se le ponen en su día. Item: Tiara de plata del mismo santo. Item; Cruz triple ó báculo del mismo santo, de plata. Item: Cruz pequeña de su Estandarte, también de plata. Item: (Dos) ilaves pequeñas de plata y otra dorada .sin uso: dos de estas se le ponen a S. Pedro para todo el año. Item: Una caxa de plata sobredorada, qc. sirve para el depósito el Jueves Santo. Item: Una lámpara grande del altar Mayor desarmada, qo. tiene doce candeleros .........Angeles, un cordero y su vaso todo de plata. Algunas piezas . Item: Una balsamera con su paletilla de plata. Item: Una pileta pequeña, de plata. Item: Una campanilla grande de plata para quando se lleva el Viático. Item: Un pectoral sin cadena con nueve esmeraldas. Item: Un pectoral con doce piedras moradas y doce chispas de diamantes con un junquillo de oro con piedra de espinela y un anillo con piedra grande morada perteneciente a dicho pectoral. Item: Un pectoral que era del S. Zengotita con

Placa de yeso del Ecce Hamo, que perteneció al Obispo don Fray Manuel Pérez, que figura en el Museo de la Catedral.

diez y nueve piedras moradas guarnecido de diamantes con su cadena de oro, rosa enlasada -en él con piedra en el centro igual a las del pectoral guarnecida también de diamantes, escudo de la Merced y su anillo correspondiente igual a la rosa, que sirve de lazo. Item: Un pectoral con el Escudo de armas del Orden de la Merced enlazado en su cadena de oro, y un anillo con piedra de ametisto su correspondiente. Item: Unas arandela:; de perlas. Item: Una Gargant~lla de perlas finas con seis hilos. Item: Una Anforilla, en que se lleva el Santo Oleo a los enfermos. Item: Un vasito de bautizar. Item: Una varillita de plata, que servía para correr el velo interior del sagrario del Altar Mayor. Item: Una pluma pequeña de plata de S. Agustín.

Ornamentos

Un pontifical color -blanco de lama de plata, con capa, casulla y gremial con ...... bordado de oro con galón fino de oro, forrados en tafetán blanco. Item: Un temo de tisú blanco con capa, dos Casu15


llas, quatro dalmáticas, y un gremial que sirve para el pontifical y días de primera clase. Item: Otro de segunda clase compuesto de capa, casulla; dos dalmáticas. Item: Otro que sirve para todos los días compuesto de casulla y capa, dos dalmáticas, y banda de tapicería. Item: Quatro Casullas sueltas de medio tisú o tapicería, que sirven para días festivos. Item: Una casulla de damasco floreado de encaro nado y blanco con galón... amarilla. Item: Una casulla blanca de mué de listas con ga· Ión de relumbrón de oro. Item: Una casulla de raso blanco forrado en tafetán encarnado y relumbrón de oro en su guarnición. Item: Una capa de ramitos con sus broches de plata y galón fino de oro, angosto con una casulla de compañera ya vieja sin dalmáticas, forradas en tafetán blanco. Item: Una capa pluvial de raso con su estola, que sirve en Curate. Item: Otra capa pluvial de damasco con galón de relumbrón y unos gafetes con sus broches. Item: Tres ·bandas blancas sueltas, dos de piqui y una de catín. Item: Otra banda de tisú con franja de oro para el SS. Sacramento. Item: Un paño de coro de piqui con galoncito.

Item: Un frontal blanco de tapicería para el altar mayor floreado de ramitos de la misma tela. Item: Otro menor para formar los altares provisio. nales de los Santos. Item: Dos capitas cortas para llevar el Santísimo Viático, la una de tisú y la otra de tapicería. gala bordada, y sembrada de piedras Item: con una grande en cada ......... de color morado, que parece de ametista. Item: Un velo de cáliz suelto con su bolsa de corporales y un gremial correspondiente que lo es (' la capa, que era del Sor. Zengotita, que queda enu· merada en los términos antecedentes. Item: Una hijuela de raso blanco bordada de hilo de oro y perlas.

Libras

Once misales. Item: Quatro epistolarios. Item: Dos rituales útiles con forro encarnado, el uno con manillas de plata y el otro con las mismas de metal. Item: Otro más inútil, forro negro. Item: Un pontifical con tachones de plata y las ma· nillas rotas. Item: Dos pontificales, el uno grande y el otro pequeño en su estuche de cartón. Item: Dos ceremoniales, el uno quasi inútil. Item: Un pasionario. Item: Un antifonario. Item: Un breviario grande nuevo de coro, perga· mino negro y gafetes de metal. Item: Otro breviario de coro muy maltratado. Item: Dos martirologios. Item: Diez y seis piedras de ara en sus respectivos altares y de repuesto en la Sacristía.

Otras alhajas y utensilios de la Iglesia

Tiara de la imagen de San Pedro. Catedral de Caracas. 16

Un reloj de campana en el coro. Item: La mesa de la sacristía con su Calpeta. Item: Dos aguamaniles verdes, el uno nuevo y el otro muy viejo. Item: Tres sillas de caoba dorada, cojín encamado en el altar mayor para los ministros. Item: Dos sillas episcopales con sus remates de me· tal y forros de sangaleta y lo mismo las de arriba. Item: Otra silla de capa forrada en damasco en· camada en la sacristía. Item: Cinco silletas para los ministros cuando el


Prelado celebra pontifical forradas de damasco en· camado y sus guardapolvos de sangaleta amarilla. I tem: Doce sillas de badana encamada de la sala capitular. Item: Seis bancos para la consagración de óleos. Item: Dos espejos comunes en la sacristía. Item: Dos tarjetitas de madera, que avisan los días que se saca ánima. Item: un crucifijo de la sala de cabildo con su guaro dapolvo de madera. Item: La urna de madera con su mesa del depósito del Jueves Santo, con tres figuras que representan .la Fe, la Esperanza y la Caridad guardada en su escaparate. Item: Un escaparate en la sacristía donde guardan los cálices. Item: Un cajón en que se guarda el cirio pascual con esta pieza. Item: Un escaparatillo en la sacristía. Item: Dos cajones para revestirse: dos más exis· ten, el uno en la Concepción y otro en las Monjas. Item: Doce acheros dorados. Item: Seis acheros pequeños sin dorar. Item: Dos pies para los cirios dorados con sus fun· das de sangaleta amarilla. Item: Tres atriles altos que sirven para cantar la pasión en la Semana Santa. Item: Otro atril para el coro. Item: Un cajón grande nuevo de capá con su cerra· dura para guardar la cera. Item: El tenebrario y la matraca para la Semana Santa. Item: ......... Anforas para los Oleas. Item: Dos formeros de acero para cortar las has· tias, el uno grande y el otro pequeño. Item: Dos hierros de hacer hostias. Item: Un manojo de llaves sueltas de fierro sin uso. Item: Un libro de inventarios y el antecedente ano tiguo.

Se ponen por separado las imdgenes de la Iglesia

Una imagen de Nuestra Señora de los Remedios con su niño en los brazos, una y otra con sus coro· nas de plata en el altar mayor. Item: Otra de San Juan Bautista en el mismo altar. Item: Otra de San Pedro en el mismo altar.

Item: Un cuadro de la Virgen de los Dolores en la sacristía. Item: Dos imágenes pequeñas de San Pedro y San Pablo sobre el cajón de la sacristía. Item: Un cuadro pequeño de Santa Rosa con su vi· driera en el altar de Nuestra Señora de los Dolores. Item: Un cuadro pequeño de San Marcos y San Marcelino, sin vidriera. Item: Una imagen del Ecce Homo con su guarda· polvo dorado sobre el cajón de la sacristía. Item: Un Crucifijo de plomo para ponerlo en el faristol del coro. Item: Crucifijos existentes en los altares. Item: Una imagen de Nuestra Señora de los Dolores en su altar. Item: Imagen del Santísimo Crucificado en el Altar Mayor. Item: La de San José existente en casa del señor Teniente Rey don Thomas Sedeño con su Niño. Item: La de San Cayetano: el Niño que tenía en los brazos lo nevó don Antonio Córdova y lo prestó al mariscal de campo don Ramón de Castro, en donde del;lerá existir. Item: La de San Antonio. Item: La de San Juan Nepomuceno. Item: La de San Sebastián. Item: La de San Cosme y San Damián. Item: La de San Agustín, pequeña. Item: La de Santa Rita, pequeña, existe en casa de S,S. Illma. Item: Las de San Miguel Arcángel y San Rafael. Item: La de Santa Bárbara. Item: Un Niño Jesús en el altar de los Dolores. Item: Otro mayor que existe en casa del señor Uro quisu. Item: La de San Basilio, que está casi desecha. Con lo que se concluyó este inventario, quedado entregado de todo 10 en él contenido, el presbítero don Gregario Despiau a su satisfacción y el señor comisionado, quien lo firmó con dichos presbíteros ante el presente secretario del ilustrísimo y M. V.· Sor. Dean y cabildo en Puerto Rico a 9 de enero de 1808. (Hay cuatro firmas con sus rúbricas).

Doctor Juan de la Encanuzción Andino Domingo Cantero Gregorio Despiau Ante mí Manuel Garcla Casueta Secretario

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Exposición de A. Prats -Ventós DURANTE EL MES DE JUNIO, Y EN LA SALA DE EXPOSI·

ciones del Museo de Bellas Artes de Puerto Rico, el Instituto de Cultura Puertorriqueña presentó al público una muestra de la obra del escul· tor A. Prats-Ventós. Nacido en Barcelona en 1925, Prats-Ventós se trasladó en 1940 a la República Dominicana, fijando allí su residencia. En 1948 realizó su primera exposición individual de escultura en la Galería Nacional de Bellas Artes de Santo Domingo. En 1950 fue designado profesor de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Prats-Ventós ha concurrido a todas las bienales celebradas en la República Dominicana, ganando en tres de ellas el primer premio de escultura. También ha concurrido a las Bienales hispanoamericanas de La Habana, Barcelona y Sao Paulo. Sus obras escultóricas figuran en numerosos edificios y lugares públicos de la República Dominicana, destacándose entre ellas varios monumentos conmemorativos de los próceres y acontecimientos históricos de dicho país. En su exposición del Museo de Bellas Artes -la primera que ha realizado en Puerto Rico- PratsVentós incluyó varias de sus grandes esculturas de forma abstracta talladas en guayacán, caoba, capa, cedro, ébano verde y otras duras maderas ~e los bosques dominicanos. En la misma también figuraron piezas talladas en mármol, ónix y alabastro. Ilustramos estas páginas con algunas de las obras expuestas.

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Bernardo de Balhuena: Reflejo en Puerto Rico de las letras españolas del Siglo de Oro Por

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A PRESENCIA EN NUESTRO PAÍs, HACIA LA TERCERA

década del siglo XVII, del obispo don Bernardo de Balbuena (ca. 1562-1627) ilumina con algunos fugaces destellos de la literatura áurea española el pobre y árido ambiente cultural del Puerto Rico de aquellos tiempos. De formación intelectual desarrollada en la Nueva España, donde llega desde su cuna manchega de Valdepeñas a la edad de dos años, comienza a señalarse en el campo literario desde los días cuando estudia Artes y Teología en la ciudad de México, mereciendo recibir allí por entonces tres premios poéticos en otros t.antos certámenes. Luego de recibir las sagradas órdenes, ejerce como capellán y cura en Guadalajara y otras poblaciones, y finalmente en la propia capital mexi· cana, donde dará a las prensas en 1604 su epístola clásica en tercetos endecasflabos Grandeza mexica· na, descriptiva de la primera ciudad del virreinato. Reside en España desde 1606 a 1610 (allá se doctora en Teología, por la Universidad de Sigüenza, en 1607), dedicado a gestionar una dignidad eclesiásti· ca, la cual consigue al fin en 1608 (año también de su publicación en Madrid de la novela pastoril Si· glo de Oro en las selvas de Erlfile, que dirige, como otros escritos suyos, a su protector, el poderoso conde de Lemos, presidente del Real Consejo de Indias), cuando se le nombra abad mayor de Jamaica, de cuyo cargo toma posesión dos años después, luego de mil vicisitudes en el viaje para llegar a dicho destino. Designado. obispo de Puerto Rico en 1619, pasa primeramente a 'Santo Domingo de la Española para asistir al Concilio Provincial que allí se celeb11l por orden del Papa y del Rey y para 20

JOSEFINA RIVERA DE ALVARBZ


recibir la consagración episcopal. No arriba a la sede de su diócesis hasta fines de la Cuaresma de. 1623, desembarcando por algún puerto del partido de San Germán, en la parte occidental de la Isla. En carta que envía al Rey comunica a éste sus primeras gestiones pastorales y algunas impresiones del país: y así por no perder tiempo, luego que tomé puerto en la isla, entré visitando sus iglesias y lugares y administrarles el sacramento de la con· firmación de que tenía necesidad por haber al· gunos años que carecían de él... Hallé la tierra tan alcanzada así de dineros como de los demás frutos y mantenimientos de eUa, por una gran falta de temporales, que si no fuera por el buen gobierno y cristiandad de don Juan de Vargas Vuestro Gobernador, que con tantas veras se desvela en acudir al real servicio de Vuestra Majestad, y al bien y aumento de esta república, y a ser verdadero padre de pobres, se hubiera padecido mucho con la gran carestía y necesidad que en todo ha habido. Y parece que van volvien. do los temporales que tanto tiempo habían faltado.

Otra epístola dirigida al monarca más adelante en aquel año de 1623 abunda en detalles descriptivos sobre la Isla, su situación varia y sus gentes: alaba la "honestidad y virtud" de los canónigos de la Catedral y la "pompa y solemnidad" de los oficios religiosos. Exalta la corrección y virtud de los vecinos y la buena disciplina de los soldados de la guarnición de la plaza, esmerándose en particular en el elogio del gobernador Vargas y de los señores principales de la Ciudad. También alude a la ya conocida pobreza del país, al cual se refiere como "puerta y entrada de las Indias Occidenta· les". El estilo del escritor, tanto en esta carta como en la anterior, se presenta limpio y directo, reve· lador de una mente discreta y práctica, si bien se echan de menos en tales misivas -como ha hecho notar Van Horne, detenido estudioso de nuestro obispo-, ante el cuadro falto de vida y colorido que ofrece Balbuena sobre Puerto Rico, el vigor y el brío que caracterizan a una anterior descripción de Jamaica y el detallismo pintoresco e informativo que desarrollará años más adelante, en su fa· masa carta-relación, el obispo López de Haro, aun· que, por otra parte, la actitud del prelado manchego hacia Puerto Rico y los puertorriqueños se mues· tra muchísimo más favorable que la del toledano. La presencia de Balbuena en nuestro medio ha· brá de significar, durante el breve tiempo que dura su episcopado, la manifestación acentuada, al menos dentro del ambiente eclesiástico, de un cierto empeño y preocupación por las cuestiones relativas al enriquecimiento cultural. Dispone así el obispo determinadas medidas, como la que obli· gaba a todos los clérigos de la diócesis a pasar

ante un tribunal de examinadores que encabezaba su maestro de ceremonias, el P. Luis Garcfa Chá· vez, de reconocida aptitud y merecedor de su ente. ra confianza, a los fines de dar prueba de competencia, tanto en los aspectos de alcance religioso y moral como en los relacionados con la formación de cada uno en el terreno de las letras: ...que los clérigos de este nuestro obispado no sólo en la vida y costumbres sean agradables y de buen ejemplo al pueblo mas aún también ágiles e idóneos y bien instruidos en el soberano oficio que administran del altar, diciendo misa con toda devoción y gravedad, buena lectura, distinta y clara pronunciación, y con todas las ceremonias que la santa iglesia tiene ordenadas, para que así los oyentes se edifiquen y cobren mayor devoción y tengan en mayor respecto y veneración sus personas, y así mismo los que tienen a su cargo la medicina de leer conciencias de nuestras ovejas, y están aprobados por confesores por los señores obis~os nuestros antecesores, tengan el caudal y suficiencia de letras que tan importante ministerio pide... En carta por la que recomienda a Pedro Moreno Villamayor, provisor y preceptor de gramática en la Ciudad, para ocupar una de las tres dignidades vacantes en la Catedral, destaca ante todo sus méritos intelectuales, diciendo que ha "leído y ense· ñado por todo el discurso... de más de veinte años... latinidad y casos de conciencia, con que casi todo los clérigos de este obispado son sus discípulos". , A su llegada a Puerto Rico trajo consigo Balbuena los manuscritos de varios trabajos literarios inéditos, entre éstos su obra capital, El Bernardo o la victoria de Roncesvalles, poema épico éste ya terminado en su primera versión para 1595, con privilegio de edición desde 1609, pero que no ve la luz hasta 1624, en Madrid, después de haberlo retocado por última vez y de escribir su prólogo en Puerto Rico, "enlazando así en cierto modo la gloria de S\:l nombre con la de la isla, y haciéndola sonar por todos los países donde se habla o entien· de la lengua castellana", según ha dicho Menéndez y Pelayo.' En dicho proemio deja constancia Bal· buena del grande alivio que significó para él su traslado de Jamaica a Puerto Rico, dejando atrás l. V~ase M. Men~ndel: y Pelayo, Historia de lA pOfIsia húPanoAmericanG, ed. de Santander, 1948, 1, p. 328. Dice, además, dicho critico (lbid., pp. 45046) que si "Balbuena pertenece • la Mancha por su nacimiento, pertenece a Múlco por su educación, a las Antillas por su episcopado, y que hasta por las cualidades mlls c:l1'lIcterlstlcas de su estilo, ca en rigor el primer poeta genuinamente amerIcano. el primero en quien le siente la exuberante y desatada fecundidad senlal de aquella prodlalosa naturalcu". Ya antes, el poeta Manuel losl! Quintana (quien estudia a Balbuena en el prólolo y notas de su colección de Poesfru selectru castellanas, Madrid, 1807) babIa expresado que la poesla de este autor, "seme/ante al Nuevo Mundo. donde... vlvla, es un pala llllllenso y dilatado, tan feraz como In~lto, donde las caplnas se hallan confundldu con las nores, los tesoros con la escasez, los p4ramos y pantano, con 101 monla y selvlll mú sublllDes 1I frondosas".

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en el tiempo la especie de destierro que vino a ser para él su residencia en aquella isla por espacio de casi una década. Así, escribe en nuestro país, al enviar a prensas El Bernardo: "Ahora su autor, ...puede decir que ha salido. de nuevo al mundo de las soledades de Jamaica, donde este tiempo estuvo como encantado". Cuando ocurre en 1625 el ataque y cerco de los holandeses a San Juan de Puerto Rico, Balbuena, ya viejo y cansado, no se encierra en el Morro con la alta oficialidad gubernamental y la guarnición de la plaza, sino que se va tierra adentro en la Isla. juntamente con los canónigos de la Catedral. Levantado el sitio, luego del saqueo y quema de la Ciudad, regresa a ésta para encontrarse con que en el incendio del palacio episcopal se ha perdido su biblioteca, y con ella los manuscritos de algunas obras suyas todavía inéditas, entre las cuales, se· gún noticias que trae Antonio de Alcedo (Dicciona. rio geográfico histórico de las Indias Occidentales, Madrid, 1786-1789, 5 vols.; en el artículo correspon· diente a Balbuena), figuraba una descripción en verso de Puerto Rico (" si no es error de Alcedo --comenta P. Henrlquez Ureña- pensando en la Grandeza mexicana"V Cinco años más tarde Lope de Vega se refiere a estos acontecimientos en los conocidos versos de la silva II del Laurel de Apolo:

Generoso prelado, doctisimo Bernardo de Balbuena. Tenías tú el cayado de Puerto Rico, cuando el fiero Enrique, holandés rebelado, robó tu librería; pero tu ingenio no, que no podla, aunque las fuerzas del olvido aplique. 2. En UD sonelO del ~Oelll Dovohlspano licenciado Mlauel zaldlerna de Maryaca, Incluido enlre los poemu laudalorlos de varios aUlores que acompaAan y apadrinan la publicación de la Grandem tnelticana (1604), se encuenlra el lestlmonlo Ilnlco de las abras perdidas de Balbuena:

Esplriru lentil, lu: de la t~. sol del PIJnIGSo. lustre d/l SIl coro, no seas tnCÚ al/ariento d/lf resoro que ese lallardo e71re71ditni/lnro enc{~. Ya Er«l1e fue a Espaila. desencierra de ese tu Porosl de l/enGS de oro el "alienre Bernardo, 11 &on sonoro "IIrSO el l/alor de tu española IUIl1'Nl. No tfl qUfldes en Jola esra Grandeza I d,mos tu un¡"...sal CosmOIl'a1la. dfl antil/ilflddde$ JI primores lIf1na. El di"lno Crlsl1ados, Id dlte:4 de Laun, el ule nuevo de Poesla, JI sepa el mundo 114 qul.n es Balbuma.

¡Qué bien cantaste al español Bernardo! ¡Qué bien al Siglo de Oro! Tú fuiste su prelado y su tesoro, y su tesoro tan rico en Puerto Rico que nunca Puerto Rico fue tan rico. Unos ocho meses antes de morir, suscribe el obispo una carta- al Rey en la cual alude al ataque holandés a San Juan y describe en particular, con estilo pleno de fuerza dramática, reminiscente quizás por su espíritu épico de las heroicas narraciones de El Bernardo, la participación en la defensa de la Ciudad del militar puertorriqueño don Juan de Amézquita Quijano: Juan de Amézquita Quijano, capitán de la infantería de esta ciudad de Puerto Rico, parece por sus papeles haber servido a Vuestra Majestad más de treinta y ocho años y los catorce de ellos cautivo en Argel. Y en la ~erra del año pasado de veinte y cinco en el que el enemigo holandés se apoderó de esta ciudad en diferentes facciones que se le encomendaron se mostró va· leroso capitán; y en particular el primer domino go de octubre salió del castillo con -cincuenta infantes solicitando mucho de su parte esta sao lida, y la hizo con tan buen aliento que si la acudiera algún socorro, aquel día se degollaran todos los enemigos, a quien él con los suyos desalojó y ganó las trincheras, matando muchos y en particular un capitán, y sargento mayor que venía en cuenta del más valiente soldado de la armada, peleando con él cuerpo a cuerpo, y con victoria y mucho despojo de armas sin perder ninguno de los suyos se retiró. Y por este estilo durante aquella guerra se portó en las demás facciones que se le encomendaron que fueron muchas, como constará de las certifica· ciones de su general. El' paso de Balbuena por Puerto Rico viene a representar el primer aleteo. de la poesía en nuestro suelo. Es de lamentarse muy profundamente que el clima de más ricos estímulos culturales, favorable a las letras, que su estancia en el.país suscitaba quedase malogrado con los tristes sucesos de 1625 y luego con su fallecimiento. ' 3. V~nse sobre Balbuena: G. Ganúlez Dávlla, Teatro .eletidstico de 14 pritnitiva i/tlena dfl las Indias Ocdd.ntales; vida de sus ar%obl~pos, obIspos, y cosas memorablu de sus sedes, Madrid, 1649. l. p. 292; M. Fem4ndez Juncos, D. lJerrlIzrdo de Balbuend. obüpD de pUflrto Rico.•.• San Juan, 1884; J. van· Home, Bernardo de Balbuflna; bloaralfa JI critica, Guadalalara, Múlco, 1940; J. Rolas Garclduellas, JSer'lGnIO de baltlue~; la vida 11 la abns, Múlco, 1958; P. Henrlquez Urella. l.4 culruns 11 las letras calanldles en Santo

Dotnin/to. Buenos Aires, 1936. pp. 54-SS, 60-62.


La recién nacida sangre Por LUIS RAFAEL SÁNCHEZ

pUES SEÑOR, QUE ESTABA CANSADO DE TREPARSE EL

muerto al hombro. Lo decía hasta agotar la voz. -Que los muertos largan una sombra. -Que sigue con uno siempre. -Que el vientre de ella era una tumba. -Que yo mismo me quena enterrar para matar mi sangre. Este era el cuento de Pepe Dolores, los ojos alicaídos, el overol acribillado, experiencia en la vaina de Corea. -Que si no hubiese dicho otra vez. -Que si aquella nube negra no se me para en los ojos. -Que si no hubieran cuchillos. - y porque yo era un asco de flores marchitas. -y porque el sepulturero era el mismo siempre. - y porque la tierra era de un triste siempre. - y porque mis hijos eran los mismos siempre. siempre, siempre. Hacía una autopsia a esa palabra..Era la pausa para encender el "Chester", pues con el corazón de ese siempre y las vísceras de ese siempre se que· daba jugando un fatigoso rato. Después ataba al siempre un "¡Marcela tuvo la culpal", y de al1f. en patines, hasta el final. -¡Marcela tuvo la culpa! La acusación volvia los rostros distraídos, la atención se regalaba a la boca que prometía imprecaciones. -Cuando dijo por primera vez que estaba encinta yo me puse colorao. Un cariño redondo me aleteó por los brazos y fui a cobijarle la boca de besos. Los hijos son flor que nace de uno. Ni la dejaba que amagara un esfuerzo, ni que

tosiera fuerte, ni que sacara agua de la tina. Aquieta el paso, duerme de dia, no hagas gran cosa. Me mudé al piso para no darle mal sueño ni a ella, ni a Pepe Loló, que era el nombre que me tenía pensado, porque iba a ser machito. La falda crecía y le levantaba un balconcito, los pechos se maduraban. Hasta la madrugada en que le vino la parición y me espetó la palabra: muerto. Yo meneaba la cabeza. Eso de que un hijo nazca muerto huele a sabotaje. Ella lloró tres días. yo ni uno. Pero cuando me fui al cementerio, la cajita al hombro, la tierra tu-cu·tum, tu-cu-tum, tu-cu-tum, en un caer acompasado que era doble de campana, las tres florecitas en mi mano, la azada del sepulturero, el perro del sepulturero, me agarró una sosera espesa que ya nunca se borró. La segunda vez que el vientre se alzó, me entró una contentura que no era mía. Yo no miraba a Marcela, miraba su fábrica de vida. Llegado el mes no dormíamos. Por eso el grito me sorprendió despierto, grito seco, como si le hubieran clavado en el alma un alfiler de cien yardas. Se lo saqué de entre las piernas, lo mordí largo por la carita, me quedé lelo mientras cantaba: ¡Ay son, ay tururete, ay calentura mfa, desde que tú llegaste no fue la noche frfa, ay son, ay tururete, ay, ay, Virgen Maria!

Pero ni eso regresó la vida de mi Pepé Loló. Dos Pepé Loló que se morían. Peor. Ni se morían,

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sino que venían muertos, como juguete dañado de la "Sears". ¡Al tercero, aquel miedo negro, aquella penitencia en la voz! La calor que uno bota cuando tiene miedo. La camisa suda sola. El reloj suda solo. Cuando ella parió el alarido, hijísimo de la muerte, yo le pregunté a Dios que por qué. La cajita en el hombro pesaba ochenta libras. Tres florecitas tronchadas en mi mano fría. Repetición de tumbas. El sepulturero me dijo un "hasta pronto" que me encerró en la vena el peor aire. Mi mujer y yo nos mirábamos sin confianzas. Marcela y yo poníamos las espaldas a mirarse. Esa y yo, ni un chavo de palabra. Yo entraba a la casa pero me quedaba fuera, me quedaba en las sombras. Yo entraba pero me ponía chiquito para que ella no me viera. Así por dos lunas completas. Después, en una noche mansa en que el calorizo

puso fuego por las sábanas, tropezaron nuestros cuerpos. La lucha no se hizo aguardar. Mis manos la anduvieron toda, dejé pedazos de labio por el cuerpo asesino y con los labios, semilla mía dañada. Allí mismo comenzó la vigilia, preso cada quien del ojo ajeno. Hasta la noche en que su voz me subió por la oreja. Letra que me saco de la gargan· ta, letra que me quito de la mirada, hasta todo sumado decir, estoy encinta. Cuatro cruces escribieron su muerte. Cruces que mi cuchillo obligara. Tesa, tesa, tesa como nuevo Pepé Loló. Hacía una pausa amplia. Era la pausa para apagar la colilla o lanzar el silbido. Algunos se march~­ ban, otros llegaban y encendían el "Chester", porque ya estaba de vuelta el "pues señor, que estaba cansao de treparme el muerto al hombro".


Dinle qué sabes de ti misma Por PEDRO CAMPAÑA

dime el cristal, la brisa, el ángel, toda la dulcedumbre de los ojos negros; la piel de los colores ensamblados en ébano y marfil con beso eterno. Por ti la hidalga lanza quijotesca blandiera algún Quijote con denuedo, o la Tizona inquebrantable muchos Cides; por ti aquel verbo soberano, sangre de Castilla la ruda, con el alma votada a Dios y la guajana-almíbar de tropical tonada languidente; por ti aquel beso de dos mundos, sueño menudo, calmo, lírico, en delirio de juntas amorosas con el aire sutil... Intimamente enamorada, traspasas corazones enriscados, y fieras son que de rodillas lamen sombra de tu huella luminosa. o puedes arrancarte el dardo fuerte e la señera mística abulense. i por tu sed, el caudaloso río 1 fraile Juan, espejo en cuyas aguas el\ . lma clara vibra y se dibuja. Sil ulsas alguna arpa, Patria, escucha 1 1 úsica evocada de sus cuerdas: on notas de fray Luis, rumor de guijas que efluvios seculares ablandaron.

Son fuego de ti misma, el ansia loca de Diego, de Llorens, Gautier... Y lira con deje quejumbroso en aire ardido. Alma leona, que no niegas la luz a mil cachorros, que sin rugido, guardas; y con senos

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lacios pareces ser matrona exótica, perenne terciopelo de caricias. desgarrando tu esencia, de puntillas para atisbar el último suspiro del hijo traspasaqo de metralla. Eres como yolita que no muerde en el vaivén inútil de las aguas, donde los peces diestros te desdoblan y vuelven a doblar como si nada, tragándose la nieve de una estela. Exigua cicatriz, sólo un recuerdo de aquella Madre que engendró con ansias. Así estás, Patria, quieta, reinventando posturas decorosas, no sabiendo qué hacer con tierra sola yagua, muda. esperando diástoles que inunden. ¡Disculpa los desdenes! ¡Arrebata la siesta placentera de los tuyos I ¡Madre de miel y cera, con tus labios besa, aunque el pecho se te quiebre de ira, porque eres fiel y buscan tus cuidados los hijos ganapanes. los tullidos, ahítos de mendrugos infrahumanos, sin hálito de amor en sus entrañas I Patria, ¿por qué tu esencia es contrapunto y danza que deja el corazón ensimismado y sube a las gargantas y allí queda, hidrópica de risas y alborotos que no pueden nacer, y luego brotan en estampía de mortal tristeza? Para cantarte, han dicho que te mueres, Patria, porque a beber acostumbrados tus labios gustan el acíbar tanto como el guarapo que se cuela al alma. Han dicho surtidor y fuente inmensa,

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caudal multiplicado, fuga, ensueño de apenas entretela indefinible... ¡Piropos....Baratijas... Cuatro chavos en el mercado de la voz humana! Esta misma palabra es aire vano y sinrazón que todo lo sublima; creo tener los ojos encendidos o quién sabe si miran apagados... No soy hombre que pueda engalanarte las sendas del futuro; bien quisiera, airosa, vela al viento, apuñalando las ondas más extrañas, verte ufana, lucir con arrogancia ese destino que sólo es esperanza bullanguera. Déjame aquí callar;_ sólo he querido imaginar un poco del semblante que adentro va, imposible de perderse; que no acierta cristal o verbo claro para llegar a ser. No sé, luz. Patria, cómo escribirte sin linderos recios y toda espuma, entrega, y besos largos para ese mar que besa desgarrando. Quiero saber si el hijo de tu entraña pregona de tu amor la inmensa hondura, con la mano en el pecho, con su talla, no con palabras huecas ni con llanto de lástima falaz y pordiosera. Dímelo tú, mi Dios, que sabes tanto de rutas y de estrellas, que lloraste delante de otros muros desolados... Dímelo, don Francisco de Quevedo, con el labio mordaz, con el mugido de toro ibérico, impotente, exangüe... Dímelo, alma leona, soledosa isla flotante al par que a la deriva... ¿ Qué sabes de ti misma?


Angel Luis Morales y las letras hispanoamericanas Por Josl! FERRER CANALES

L APUBLICACIÓN

DE .LITERATURA HISPANOAMERICANA: Epocas y figuras» (San Juan de Puerto Rico, Editorial del Departamento de Instrucción Pública, 1967), es un acontecimiento extraordinario, porque es la primera vez que un escritor puertorriqueño nos da una obra con una visión literaria hispanoamericana, completa, desde el Diario de Colón hasta la -poesía de Pablo Neruda, Le., desde los orígenes hasta la edad contemporánea. Otros críticos nuestros nos habían ofrecido excelentes estudios parciales sobre aspectos, géneros, temas, hombres de esa patria magna, la América del heroico y ano gélico Martí: Concha Meléndez (La novela indianista en Hispanoamérica, Asontante, Signos de Iberoamérica, Figuración de Puerto Rico y otros estudios); José A. Balseiro (Expresión de Hispanoaméri· ca, 2 vals.); Margot Arce de Vázquez (Gabriela Mistral: persona y poesfa); Edna Coll, Félix Franco Oppenheimer, María Teresa Babín, Samuel R. Quiñones, Juan Antonio Corretjer, Nilita Vientós Gastón y otros. Ninguno se había planteado en un libro el problema de una imagen panorámica de todas las épocas, destacando el valor de todos los géneros y sus figuras centrales. ·La primera impresión al terminar la lectura de esta obra, tan bellamente arquitecturada, es la de asombro, admiración. ¿Cómo le dio la juventud para leer y estudiar tanto y tan profundamente? Porque el criterio no es meramente enumerativo y cronológico sino realmente valorativo, analítico y sintético: un calar lo más hondamente en las creaciones, por dentro, y luego revelamos su esencia, su alma, en palabras justas, en una prosa moderna, expresiva de fina sensibilidad. La vida le otorgó aquello que pedía Gabriela Mistral en emotiva pIe-

garla por los maestros: profundidad y sencillez. Comprendemos la paz y acierto de la doctora Concha Meléndez -a quien debe la juventud universi· taria puertorriqueña su iniciación en el estudio de las letras hispanoamericanas, ayudando así a libero tar nuestro espírltu-, al dejar su cátedra, hija de su amor y su sabiduría, en manos del joven, ya eru· dito crítico, magnmco expositor, no frío sino cordial y humano, el joven maestro Angel Luis Morales. Yo sé que esta obra, a pesar de las innecesarias erratas y otros graves descuidos del impresor, tendrá la mejor acogida de parte de críticos, profesores y estudiantes, y que será motivo de honores para el autor y, por resonancia, para nuestra Alma Mater, la Universidad que él honra en la cátedra. Aquí de· claro que la prefiero a cuantas hoy conozco como libro para orientar un curso panorámico de las le. tras al sur del Río Grande. La estoy comparando con varias, aun con la del dilecto catedrático de Harvard, Enrique Anderson Imbert, Historia de la literatura hispanoamericana, 2 vals., ed. del Fondo de Cultura Económica. Algunos valores de la obra de Morales son la cIa· ridad, la precisión, la adecuación del estilo, a veces lírico, al tema. La leemos con el gusto que disfruta· mas al estudiar un ensayo estético, de creación libre, y con el autor meditamos, nos emocionamos, discutimos, protestamos contra alguna actitud y llegamos a algún oasis. Alabamos 10 que podríamos llamar la versatilidad del critico, su capacidad para analizar una página del más crudo naturalismo, sub· rayár la belleza de una novela de Mariano Azuela, destacar la calidad de un drama y hacer la exégesis de un poema, digamos el Nocturno de José Asunción Silva. 27


Ellibro habla como un hombre y no el hombre como un libro, y en ocasiones, se nos figura oír el tono, la entonación del profesor Morales. Así al leer nosotros: «Cuando se cierra la última página de la novela Cecilia Valdés, parece que acabamos de dar un viaje por La Habana de hace más de un siglo.» y frente a una poesía de Herrera Reissig, realmente sentimos el eco de la voz: «No cabe duda de que el poema es... difícil, caótico... ¡pero qué hermoso! ¡Y cómo compensa el goce estético de su lectura cuando se penetra la cáscara dura y oscura y se llega a la pulpa fragante y sabrosa del poema!» Nos ha dado su perspectiva del poema a base de nuevas metáforas. Entre los críticos a quienes sigue el doctor Morales están el «mexicano universal» Alfonso Reyes, el sabio americano Pedro Henríquez Ureña y el polígrafo hispánico -Menéndez y Pelayo, cuya sinfonía tanto l~ atrae. Lo orienta también don Federico de Onís, ese símbolo de la España eterna, él mismo a modo de una Salamanca en América. Se apoya y ca. noce muy bien a Méndez Plancarte, Anderson Imbert, J. J. Arrom, Augusto Tamayo Vargas, Amado Alonso y aprovecha las contribuciones de hispanistas como Jobo E. Englekirk, Ivan A. Schulman, E. K. Maples, Boyd G. Cartero Morales destaca la madurez de la cultura hispanoamericana, el gran valor de nuestros escritores, no menores en talla o significación que los de España y otras figuras del mundo. Consciente de la trascendencia de esas letras, afirma en la página de conclusiones : Este es, a grandes rasgos y con inevitables omisiones... el panorama que nos ofrece el pluri. secular desarrollo de las letras hispanoamericanas. El mismo nos muestra, no nos cabe duda, el espectáculo de una Hispanoamérica llegada a su mayoría de edad en el orbe de las letras hispánicas, y cuyas figuras sobresalientes en lo que va del presente siglo -en poesía: Rubén Darío, Leopoldo Lugones, Julio Herrera y Reissig, Enrique González Martínez, Gabriela Mistral, Luis Palés Matos, César Vallejo, Pablo Neruda, Jorge Carrera Andrade; en novela: Tomás Carrasquilla, Eduardo Barrios, Pedro Prado, José Eustacio Ri· vera, Rómulo Gallegos, Ricardo Güiraldes, Ciro Alegría, Miguel Angel Asturias, Agustín Yáñez, Alejo Carpentier; en el ensayo: José Enrique Rodó, Manuel Díaz Rodríguez, Pedro Emilio Coll, Pedro Henríquez Ureña, José Vasconcelos, Alfonso Reves; en el teatro: Florencio Sánchez, Samuel Eichelbaum, Rodolfo Usigli-, están a la altura de cualquiera de sus congéneres hispánicos peninsulares, y se pueden colocar sin desmedro, a la de cualquiera de sus eongéneres universales de la misma é~oca. (11, 243.) En las líneas finales señalará con orgullo hacia esa América orientada hacia el autoconocimiento, atenta a todas las ondas del universo, elos cuatro puntos de la rosa de los vientos», y en la hora de

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descubrir su verdadero destino. «'Su propio e intransferible derrotero». Cuestión esencial es la cronología que propone el doctor Morales, para mejor interpretar la evolución de las letras hispanoamericanas. Es nada menos que la proporción puertorriqueña para la solución de este problema. Sobre este tema han escri· to preciosas dilucidaciones los eruditos críticos cu- . banos José Antonio Portuondo, catedrático de la Universidad de Oriente, y J. J. Arrom, catedrático de la Universidad de Yale; el primero es autor del valioso estudio Periodos y generaciones en la his'lo. riografia literaria hispanoamericana, publicado en Cuadernos Americanos (1948, núm. 3), recogido y ampliado, con nueva hipótesis de trabajo, en el libro La historia y las generaciones (Santiago de Cuba, Manigua, 1,958), y el segundo dedica a este «viejo problema», la «nueva solución,. que expone en su Esquema de las letras hispanoamericanas (Bogotá, Instituto Caro y Cuervo, 1,963). Otros que han adelantado teorías para establecer la periodología a que nos referimos son Alfred Coester, isaac J. Barrera, Luis Alberto Sánchez, Julio A. Leguizamón, los miembros del Comité de Literatura Iberoamericana que presidió Herman H. Hespelt, Enrique Anderson Imbert, y el autor de Las corrientes literarias en la América Hispdnica, Pedro Henríquez Ureña, a quien volvemos una y otra vez. Nuestro compatriota Morales, atento a la apari. ción de obras significativas, reveladoras de un espíritu, sensibilidad o clima nuevos, hace esta proposición: 1. Literatura de la conquista (1492-1609).

II. III. IV. V.

Literatura colonial (1609-1810). Literatura de la Revolución (1810-1832). Romanticismo (1832-1882). Transición del Romanticismo al Moder· nismo (1882.1888). VI. Modernismo (1888-1911). VII. Postmodernismo y transición al Ultramodernismo (1911-1925). VIII. Ultramodernismo y literatura actual (1918-). Acontecimientos o publicaciones que ha tenido muy presentes han sido el Diario de Colón, los Co. mentarios reales del mestizo, nuestro primer filósofo de la historia, el Inca Garcilaso de la Vega, el comienzo de la Guerra de Independencia, Elvira de Echeverría, el joyel de imágenes Ismaelillo de Marti, Azul de Daría, los comienzos de la Revolución Mexicana y el soneto Tuércele el cuello al cisne, de González Martinez, el final de la Primera Guerra... Porque el Modernismo ha sido objeto de tanta polémica, tenía que interesarnos especialmente lo que sobre ese movimiento tuviera que decir el doctor Morales. Lo define como ansia de renovación, como escuela en que brillan diversas individualidades, _y subraya su carácter heterogéneo, mestizo, y las in-


fluencias Q razones que lo determinan: parnaso, simbolismo, prerrafaelismo, Poe, Whitman, O'An'Ilunzio, Nietzsche, Ibsen. -Aquí es donde alaba a Rubén Darío por su valor artístico, intrínseco e histórico,' aquí es donde reve. la su íntima satisfacción porque -con el Modernismo, por primera vez... se invierte la dirección del influjo artístico, y en vez de ser España quien in·fluye en Hispanoamérica, es ésta quien influye en aquélla, y ahora, en vez de ser un español -Espronceda o Zorrllla- quien influye en Hispanoamérica, es un hispanoamericano -'Rubén Darío- quien influye en España•. (11, 70). Es ésta una de las glorias delliróforo nicaragüense, poliédrico e inmortal. (Estando en prensa el libro de Morales apareció la vaHosa obra de Iván A. Schulman, Génesis del Moder· nismo, México, El Colegio de México, 1966). Teníamos que detenernos también ante el perfil que de José Martí dibuja Morales. Este enaltece la pureza, nobleza y ejemplaridad del antillano universal, su poesía en verso y prosa, y su modernidad. «Hoy no sabemos -juzga- qué admirar más, si al hombee o al escritor.• Sé que leí con especial deleite los comentarios sobre el apasionado y polémico Padre Las Casas, sobre la creación de Sor Juana Inés de la Cruz, la pro. sa profunda, original y tersa del genial Simón Bolí· varo ¡Páginas para releerse, aquéllas dedicadas a la novela poemática Alsino, a la poesía de González Martínez, a Alfonso Reyes, al estilo y tono del ensayista y fino meditador de Ariel y Motivos de Proteo, a la prosa plástica de Los de abajo, y al clásico americano Rómulo Gallegos! Deseo insistir en una virtud del profesor Morales: su juicio independiente, libre. Por eso, insatisfecho con un criterio de Torres.Rioseco, quien habla de dos momentos, Torre de marfil y Mundonovismo, al analizar el Modernismo, escribe Morales: _creemos que deben añadirse otros rasgos ajenos ya al Mundonovismo. Son éstos: la poesía se hace más subjetiva y sentimental que en el primer momento; además de la preocupación civil, americanista e hispanista, se observa una preocupación religiosa y metafísica, en contraste con el alegre paganismo del momento anterior; y ello trae una preocupación ética que no hay en primer momento». (11, 69·70). El mismo Morales llama la atención hacia el hecho que él usa las divisiones y clasificaciones de don Federico de Onís en su Antología, pero no sigue la cronología del crítico salmantino; en esto sigue a Pedro Henriquez Ureña. y al enumerar los rasgos de los movimientos de vanguardia expuestos por Guillermo de Torre en La aventura y el orden, suma otros: humorismo e ironía y el culto a la imagen. No acepta, en fin, la tesis del admirado Manuel Pedro González sobre José María Heredia, primogénito del Romanticismo hispano, y aunque ha aplaudido

a Pablo Neruda por Residencia en la tierra, afirma también que la poesía comprometida, de partido, de éste, tiene -calidad artística muy relativa.. Estoy sencillamente destacando que Morales no es un mero repetidor o divulgador de ideas de otros, sino un crítico con sus personales puntos de vista, con una ·perspectiva de vida, con una cosmovisión. Desde el punto de vista pedagógico, tiene esta obra otra virtud: los pórticos o introducciones a los capítulos -y no olvidamos las notas, vocabulario y lecturas sugeridas. La descripción del clima culo tural y político como base para El postmodernismo y la transición al ultramodernismo -cada capitulo es en si un excelente ensayo-, puede ilustrarnos cómo hace el profesor Morales sus presentaciones. Hablará sobre las repercusiones de la Revolución Mexicana y la novelística que nace con Mariano Azuela; sobre las guerras del 14 y del 39; sobre los ecos de la Guerra Civil Española en la América Hispánica, y poemarios cual España, aparta de mí este cáliz de Vallejo y España en el corazón de Neruda, y lo más importante, la relación entre la América Hispánica y los Estados Unidos. Concretamente dirá a propósito del clima histórico cultural en que florece la literatura hispanoamericana después del año 1911: ...A fines del siglo XIX, los Estados Unidos abandonan su actitud de indiferencia expectante respecto de Hispanoamérica, y comienzan a interesarse en ella como mercado para sus productos y como campo de inversión para su capital. Comenzó por México, a fines del siglo XIX, invirtien· do en empresas mineras y ferroviarias, y a me· dida que la actividad industrial cobraba impulso y el capital, fortalecido, demandaba expansión, se fue extendiendo a todo el continente sudamericano. La apertura del Canal de Panamá puso ambas vertientes del continente al alcance del comercio y la inversión norteamericana. Resultado... fue la clara hegemonía económica norteamericana en el Nuevo Mundo y la dependencia de Hispanoamérica respecto del nuevo imperio económico. Esto, unido a los factores políti. cos y militares de las relaciones entre ambas Américas... , trajo como consecuencia un creciente resentimiento y animadversión hacia «los gringos» o dos yanquis» que vino a sustituir la admiración casi idolátrica que se le profesaba durante el siglo XIX. ...Primero la Guerra Hispanoamericana (1898), con la consiguiente -independencia. de Cuba yel paso a poder de los norteamericanos de Puerto Rico, Guam y las Islas Filipinas; y luego una serie de intervenciones armadas en México, Veracruz... y la frecuente intervención política por medio de funcionarios diplomáticos o del servicio de inteligencia... propiciando regímenes, a veces nada democráticos..., junto al factor económico antes señalado, son la causa del intenso antinorteamericanismo que todavía hoy, a pesar de Franklin D. RooseveIt y John F. Kennedy, sienten los hispanoamericanos, y que se manifiesta en obras co~o ... Los derrotados, de César Amireu Rivas, o Dona Bdrbara, de Rómulo Gallegos. (11, 149-150.)

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Nunca pudimos comprender cómo en un curso de Letras Hispanoamericanas, ¡yen nuestra propia patrial, se omitieran nombres que representan tanto en el orden literario, cívico o estético, como Hostos, Tapia, Lloréns Torres y Luis Palés Matos. Morales, con perfecto sentido de justicia, incorpora a 10 lar~ go de su exposición, esos y otros nombres ilustres de las letras nacionales a la historia de la literatura Hispanoamericana, además de recomendar en la bi. bliografía un grupo de obras puertorriqueñas, que comienza con el Panorama de la cultura puertorri· queña de la doctora María Teresa Babín y finaliza con El teatro en Puerto Rico (Notas para su histo. ria) de la doctora Antonia Sáez. rExplícitamente Morales se refiere a temas puertorriqueños al escribir sobre el Diario de Colón, la gesta civilizadora de Juan Ponce, la Elegía sexta de Juan de Castellanos, y la doctora María Cadilla de Martínez, el Bernardo de Balbuena, los Infortunios de Alonso Ramirez de don Carlos de Sigüenza, y nuestro Francisco de Ayerra Santa María. Analizando un aspecto ,de la creación de Sor Juana, exclama: c¡·Lejano antecesor de la poesía negra de Luis Palés Matos, este negro Pilico... b No podía faltar la evocación de José Martí, maestro de vida y arte, figura nobilísima, patriota de apellido inmarcesible, personalidad tan íntimamente vinculada a la historia de nuestra patria, ya que fundó el Partido Revolucionarlo Cubano para «lograr la independencia absoluta de Cuba y fomentar y auxiliar la de Puerto Ricoll. No olvida a Santos Chocano, cantor de Puerto Rico llrico y otros poemas, ni al visionario de la raza cósmica y ensayista que dedicó ·su Indoldgía a la .Universidad Nacional de Puerto Rico ll , José Vasconcelos, quien en su visita a la Isla Madre, cuando fue presentado por Vi· cente Géigel Polanco, dio un trascendental mensaje a la juventud. Están presentes también don Alejandro Tapia y Rivera, Zeno Gandía, César Andreu Rivas y el extraordinario novelista Enrique A. Laguerre, citado en las páginas en que se honra a escritores de la jerarquía de Güiraldes, Ciro Alegría, José Eustacio Rivera y Rómulo Gallegos. En el estudio sobre el teatro fulge el nombre de René Marqués. Acompaña Hostos, el ensayista, sicólogo de Hamlet, prosista de La peregrinación de Bayodn, apasionado de la libertad y héroe de una gran epopeya moral, al eximio

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patriota y antillano inmortal, doctor Ramón Emeterio Betances, autor de La Vierge de Borinquen. y junto a los nombres de Jorge Mañach y Sanín Cano, entre otros, aparecen los de don Antonio S. Pedreira y el doctor Tomás Blanco, dados a la inda. gación y a la interpretación del ethos nacional, del ser puertorriqueño. ¿Poetas? Joaquín López López, autor de Roman· cero de la luna, ejemplifica la influencia de García Larca en Hispanoamérica. Luis Lloréns Torres ccanta al amor y a la patria en poemas de sonoridad incomparable: La canción de las Antillas, Bollvar•. y Palés Matos es el iniciador de la poesía negra -luego vendrán Nicolás Guillén, Emilio Ballagas y otros cultivadores de lo afro. Deseo ahora citar textualmente el comentario con que el profesor Morales cierra su juicio sobre la poesía lírica de los pueblos hispanoamericanos: Finalmente... José Gautier Benftez (l8S0-1880), poco conocido por la insularidad de su origen, da el más fino y delicado cantor de la patria de que sepamos en Hispanoamérica. Sus poemas Ausen· cia. Regreso y Canto a Puerto Rico son de 10 más tiernamente emocionado y finamente musical que se haya escrito en tierras de América. Otros le superarán en sonoridad. en elocuencia y energía de expresión. en fuego imaginativo; en delicadeza y finura becquerianas, nadie. Por eso no hay puertorriqueño verdadero que no conozca de memoria siquiera los comienzos de esos tres poemas. Can· tó también al amor. con menos originalidad, y a la muerte ha dedicado un hermoso poema alegórico. reminiscente de Jorge Manrique. La Barca. En el romanticismo puertorriqueño, Gautier es la figura lírica cumbre por excelencia. (1, 215). IEl elogio que el doctor Angel Luis Morales hace del humanista y ensayista venezolano Mariano Picón Salas, lo hacemos nosotros del joven profesor puer· torriqueño que ha ganado este nuevo laurel para las letras boricuas: es mente verdaderamente esclarecida e hijo cordial de América. Felicitpmoslo. Expresemos también al Departamento de Instrucción Pública nuestra gratitud por auspiciar la preparación de libros esenciales como los de Morales, para orientar a los jóvenes en el estudio del alma profunda y polifacética de Nuestra América. (Washington, D. C.)


La iglesia de San José Por

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U, dentro del puño hoyr.{bi.erto del Morro, ~~~.Ji~-r~1~ada pudo arrancarla, nadie puede sus oraciones nj la voz de su órgano. Sus raíces se ahondan con /1 riego del cielo. y como si guardara a su fuente soñada, a vigiJ Juan Ponce desde la eternidad. y

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~~:~:~~~;~¿¿~~:~_~_:-Li"'igleSia ~

La iglesia es como un ángel,

como un ángel de piedra.

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es como un ángel, como un ángel de piedra.

Sus campanas recuerdan avisar a los fieles el comienzo del Angelus: Como azorados pájaros se elevan; hacen música el aire; vuelan lejos, retornan... Iy al fin ruedan llenas de noche y sueño sobre el viejo San Juan, como frágiles cuentas de un antiguo rosario que se le cae al cielo!

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MIGUEL POU (1880-1968)

6 DE MAYO FALLECIÓ EN SAN JUAN DON MIGUEL POU y Becerra, decano de los pintores puertorriqueños. Su deceso constituye una dolorosa pérdida para el país, a cuyo desarrollo artístico contribuyó con dedicación y constancia ejemplar. Nacido en Ponce en 1880, inició sus estudios de dibujo y pintura en su ciudad natal. Sus estudios académicos los hizo en el Instituto de Segunda Enseñanza de San Juan, donde obtuvo el grado de bachiller. De 1899 a 1922 ejerció la enseñanza en las escuelas de Ponce, a la vez que cultivaba la pintura. A partir de este último año se dedicó de lleno a su arte. Los temas preferidos de Pou fueron el campe· sino puertorriqueño, los tipos populares y el paisaje de nuestra montaña. Realizó también nume· rosos retratos. Sus obras obtuvieron premios y menciones honoríficas en exposiciones celebradas en Puerto Rico, Estados Unidos y Francia. La concesión a don Miguel Pou, en 1960, de la Medalla de Oro del Instituto de Cultura Puertorriqueña, significó un merecido reconocimiento de su larga y notable tarea como pintor y maestro. Cuatro años antes, a raíz de su fundación, el Instituto había inaugurado su sala de exposiciones púo blicas con una muestra retrospectiva de la obra de Pou. Ilustramos estas mismas páginas con algunas re· producciones de las pinturas más características del distinguido pintor puertorriqueño. EL

"Bodegón»

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Don Miguel en su taller restaurando una de sus primeras obras "Zapatero ..

«Faisaje»

«Julia en la cocina»


lVIiguel POU* Por

MIGUEL POU HA PROCURADO SER FIEL A LA REALIDAD,

pero sin proponérselo, ha resultado ser un realista-impresionista. Cuando se respetan de tal modo los colores primarios, cuando la sombra de lo que proyecta el sol contra el suelo o contra un muro resultan tan sabias, tan policromadas, hay que entender que Miguel Pou ha llegado a algunas de las armonías más sensibles del impresionismo francés, sin darse plena cuenta de ello. Evidentemente, reinventando a su manera procedimientos impresionistas, como se deduce de sus palabras: "Pinto paisajes porque me encanta la brillantez y transparencia del color de mi país. Veo nuestro paisaje como cosa íntima y amable .que se adentra en el alma. Me fascina tratar de interpretar, a pesar de su dificultad, la variedad de los verdes." Y yo agrego: y la variedad de los panoramas: Ponce, en muchísimos de sus aspectos, Barranquitas, Utuado, Guayama, Luquillo, Aibonito, Coamo, Cayey, Ca• Prólogo del libro Mi¡;ucl Pou. su u/da y IU obra, R~<opiJaeión de Ana Valldelull de Pou. Arte Puertorriqueoo, San Juan. 1968.

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JUAN

A.

GAYA

NuÑo

guas... Don Miguel Pou ha sido el más notable cronista de los colores y de los contrastes isleños. Acostumbrado al pincel no dejaría de enamorarse de la espátula, el vehículo preferido de los jóvenes, y de ahí el sorprendente aspecto juvenil de buena parte de su obra, y la frescura de sus paisajes más recientes, 10 realizados aguardando los ochenta y tres años. Sí, exactamente, es año y medio más viejo que Pablo Picasso. No menor su empuje. Hay que pensar cuántas más cosas hubiera hecho de haber llevado sus bríos mozos a Europa. Es igual. No hablemos en condicional, sino en presente. Miguel Pou, con cinco medallas de oro, la última ofrecida por el Instituto de Cultura Puertorriqueña en 1960. con muchísimas justas distinciones más, con elevado número de discípulos, con una obra extensa y hermosa, ha sido un retoño del siglo XIX florecido en el xx; es el gran patriarca de la actual pintura puertorriqueña; y, venturosamente, tan firmes y enteros como siguen sus años, todavía es un futuro totalmente positivo para el arte insular. Viva muchos años el patriarca.


Semblanza de don Miguel Pou* Por JOSÉ R. OLIVER

DON MIGUEL POU, DISTINGUIDO PINTOR PUERTORRI-

queño, ha recibido uno de los cinco premios otorgados este año por el Instituto de Cultura Puertorriqueña al celebrar el Quinto Aniversario de su fundación. El doctor José R. Oliver, presidente de la Comisión de Artes Plásticas del Instituto de Cultura, ha escrito esta semblanza en ocasión del homenaje rendido a don Miguel Pou por el Instituto de Cultura de la que extractamos: Francisco Oller (1833-1917) llena de hecho la breve historia de nuestra pintura en el último tercio del siglo XIX. Ramón Frade (1875-1957) y Miguel Pou (1880), son así los eslabones de enlace entre esos años decimonónicos de Oller y nuestro siglo. Francisco Oller fue sólo pintor, privilegio que no gozaron ni Frade agrimensor, ni Pou dedicado durante 21 años a la enseñanza en el Distrito Escolar de Ponce. Tras de Oller, están Madrid, San Fernando, Federico Madraza y con él, la faceta española de Ingres; luego, París, Couture, Courbet, Cézanne, Pissarro... lo más granado de la revolución pictórica de 1874. Tras de Frade, largos viajes y principalmente Roma, donde sin duda recibe una profunda impresión de la pintura de Mariano Fortuny (1838-1874) que vemos reflejarse a través de su obra primera y aunque pálidamente, en el resto de su vida. Tras de Miguel Pou el dibujante don Pedro Clausells y el pintor Meana, residentes en Ponce. Cuando por vez primera pudo Pou ir a estudiar pintura en 1919 tenía ya 39 años. •

El Mundo, 25 de septiembre de 1960.

Es lógico pensar que a esa edad el pintor está ya formado; su trayectoria definida, y sin embargo, hemos de admitir que a su regreso en 1920, inicia su mejor pintura y se expresa en la plenitud de sus facultades. Volverá luego en 1935, cumplidos ya los 55 años a estudiar de nuevo. Sólo una fe inquebrantable y un tesón sin medidas puede darnos la razón de ser de Miguel Pou como pintor. Esa fe y ese tesón son sin duda uno de los más preciados ejemplos para toda esa juventud que sube y- se impacienta por lograr el triunfo a la vuelta de la esquina. Desde Campeche hasta Oller, nuestra pintura se limitó a la temática del retrato y a la estampa religiosa. Las influencias de Courbet y los impresionistas se reflejan en Oller principalmente en la temática, abriendo así el camino a los paisajistas ante el natural vivo y a la pintura de género. Es cierto que por las razones que sea, no trajo a Puerto Rico a su regreso, las inquietudes de las técnicas impresionistas que conocía bien; pero compensa en parte este vacío llevando al lienzo paisajes y costumbres de nuestra tierra. Los resuelve ciertamente dentro de un naturalismo romántico, fácil de entender a una sociedad aislada de nuevas modalidades y esta· blece así una norma al gusto pictórico que subsistirá hasta hace pocos años, en 1950, cuando se inicia el Centro de Arte Puertorriqueño. En ese medio ambiente, así trillado por Oller, es que se enfrenta a los problemas de expresión Miguel Pou. Ante el paisaje, busca sin embargo más luz y más sol, y en la pintura de género no busca composiciones ambiciosas y de mayor tamaño como hiciera Oller en el Velorio por ejemplo, pero hay algo que hace de esta pintura de Pou un inapreciable legado a la posteridad y que no debemos pasar

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por alto. En la pintura de Oller los personajes son -como en su maestro Courbet- modelos sujetos al tema. Pou. ya lo hemos dicho era maestro y casi siempre pasaba las vacaciones de verano en el campo. donde conoció al jíbaro. Conoció sus problemas y entró en su alma llena de nostalgias. No hallaremos en su obra al luchador que se levanta en Lares, ni al obrero en su agonía por los muelles y fábricas; hallaréis la tragedia silenciosa del artesano humilde, del jíbaro de la montaña. Ellos no eran simples modelos para sus ternas, ni sus actitudes muestran dramática distorsión para su mensaje; eran y son simplemente seres vivos. que aun paseando sus angustias, pasan a nuestro lado inadvertidos... y van ya con el impacto de la industrialización y la aceleración dinámica del modernismo, van ya pasando a la historia. En la obra de Miguel Pou quedarán, sin embargo ocupando el lugar que en la historia les pertenece. Y por ese legado, Puerto Rico siempre estará en deuda con el artista. Finalmente quédanos por decir que nuestro pintor, por natural idiosincrasia, por inercia en su formación artística se ha mantenido fiel a su modo de expresión sin entrar en "ismos" de moda que no siente. Su pintura es en todo momento, hija

legítima de su propia personalidad y de su propia vida. Hay claramente demarcadas tres etapas en su vida de pintor, que se dividen por los puntos en que da dos de sus viajes para estudiar pintura y no cae en un rigor puramente académico; pero en momento alguno ha buscado nombre, fama ni lucro invadiendo campos ajenos de más fácil ejecución. y esta honestidad, esta sinceridad, debe servir de ejemplo a muchos, que más pendientes del éxito momentáneo se lanzan a experiencias para las cuales no les dio medio, naturaleza, y olvidan que el verdadero juicio de la obra de un artista la ha de dar el mañana, no el hoy. Por ser pues, el único eslabón que hoy nos une en pintura al pasado siglo; por el ejemplo que para las Duevas generaciones suponen su fe y su tesón en el arte; por aquellas de sus obras que llevarán a la historia, en cuerpo y alma a los humildes artesanos y campesinos de comienzos de siglo; por la honestidad y sinceridad de su modo de expresión y por condensar así, con todos los honores, sesenta largos años de nuestra cultura en el arte de la pintura, se hace don Miguel Pou acreedor al homenaje que le rinde, el Instituto de Cultura Puertorriqueña.

«Escena popular», óleo de Miguel Pou


José Gautier Benítez, periodista Por

EL

PERIÓDICO

.'EL PROGRESO. SE FUNDÓ EN SAN JUAN,

Puerto Rico, en 1870. El primer número salió el 2 de septiembre de ese año. Se publicaba tres veces en semana: miércoles, viernes y domingo. Su fundador y propietario fue José Julián Acosta, y el propietario .oficial» Pascasio P. Sancérrit, muy conocido por su imprenta en San Juan y quien publicara muchos de los Almanaques que estaban tan de moda en la época. El Progreso y El Boletín Mercantil eran, para esa época, los periódicos de más relieve en Puerto Rico. Mientras El Progreso era liberal, El Boletín era conservador. Bntablan ambos periódicos una batalla de ideas, situándose los redactores y colaboradores en las trincheras de sus columnas. Gautier entró de lleno en las labores periodísticas en El Progreso, a fines de 1870, después de haber renunciado a la carrera militar. Desde El Progreso empieza la batalla de «Gustavo., seudónimo que tomó Gautier para firmar sus «Cuadros Sociales •. 'Los «Cuadros Sociales. eran articulas periodísticos, la mayor parte de ellos en verso, a la manera de erEl Caribe•. Todos tenían intención de sátira política o social. Hemos podido recopilar Cliec!ocho artículos periodísticos de José Gautier Beníte.z. Nuestro autor, como todo periodista que entra en polémica, tuvo enemigos. Uno de ellos publicó en El Boletín una carta bajo el nombre supuesto de «Tulio Gil» a la cual contestó Gautier con una en El Progreso y que firmó como «Gustavo•. Cecilia Benítez, la que luego fue esposa de Gautier, le llamaba «Gustavo, El Bravo., recordando quizá el poema de Daniel de Rivera. erAgueybana, El Bravo•. Gautier fue verda·

SOCORRO GIR6N DE SEGURA

deramente bravo. en la batalla periodística. El que Gautier adoptase el seudónimo de «Gustavo. nos parece un homenaje de admiración a Gustavo Adolfo Bécquer. Otro artículo periodístico de Gautier, A Sor Patrocinio de Biedma, Al César lo que es del César, está en prosa. Los restantes artículos fueron escrito en ... ~rso. Los dieciséis .Cuadros Sociales., en verso, que conocemos son como sigue: 1. Los Patrioteros, critica a los «hipócritas, falaces y embusteros., tribunos que hacen mucho ruido pero que no les importa en verdad el porve· nir de la patria. 2. El Nuevo Culto, según Gautier, es el culto al dinero, tanto, que las Hijas de María entraban en competencia a ver cual de ellas recogía más dinero en la iglesia. 3. Los neo-aristócratas, son los nuevos aristócratas, los de las cofradías religiosas. 4. Los Hombres lanas, son los conservadores y reformistas a la vez, como mejor les convenga. Más tarde, en las luchas políticas en Puerto Rico, a esos hombres se les llamó «el político-girasol» o «el hombre-veleta•. 5. Los Beatos, es una crítica a los seudo-religiosos que van puntualmente a la iglesia a hacer alarde de fervor religioso, y luego visitan sitios in· deseables. 6. A una semi.literata, es la mofa de. las seudoliteratas que han leído novelas alemanas y viven «medio soñando•• 7. El periodi~ta. En este «cuadro social» dice Gautier: (1

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En eso de escribir, os lo confieso, no soy conservador ni reformista, y a muchos liberales tengo en lista que su efigie verán en «El Progreso». ¿Inconsecuente? .. ¡Cd!... no, por mi vida; la verdad, la verdad. esa es mi egida, mi complaciente. inspiradora musa que a tirios o troyanos, y a moros o cristianos en el feroz combate no rehusa. 8. Lo de Camuy, cuadro social en que habla Gautier sobre el incidente ocurrido en Camuy, ca. nacido como eLa Estrellada», donde cperdieron la vida tres 'ciudadanos, hubo dos heridos y fueron hechos dieciséis prisioneros», como apunta Lidio Cruz Monclova en su Historia de Puerto Rico. El incidente se conoce así en nuestra historia porque ocurrió un encuentro entre la guardia civil y un grupo de liberales-reformistas en la hacienda de don Cayetano Estrella, en Camuy, la noche del 15 de febrero de 1875.

9. A mis amigos. En este ccuadro socia},., cGustavo» hace énfasis en su empeño de criticar a quien sea. Dice: Ya sabéis cual pienso y quiero,' como siempre he sido franco, para mi lo bueno es bueno, para mi lo malo es malo, aunque lo hagan mis amigos, aun cuando fuera mi hermano. 10. A Lola, es un ccuadro sociab donde Gautier critica a la mujer que se casa con el pulpero sólo porque éste tiene dinero. Es una crítica al matri· monio por conveniencia. }.l. A mi amiga Elisa, en este artículo dice Gau. tier: A vivir de prisa,

que es la vida corta, Elisa, pero aunque corta. muy buena, 12. Los dos sombrero, es un diálogo entre dos señoritas. Una tiene novio conservador y la otra reformista. La del conservador acaba convenciéndose de la dignidad del reformista y hace el propó. sito de dejar su novio conservador y buscar uno reformista. El artículo se titula eLos dos sombre· ros», porque en la época el partido político a que se pertenecía se manifestaba por el ancho de la dnta en el sombrero. Esta realidad política la des· cribe maravillosamente Manuel Fernández Juncos en el articulo La Política en Imágenes/' 13. En Carta que Gustavo escribe para dársela al Ministro en los primeros momentos de su estan-

• Manuel Fernández Juncos. Galería puerlorriqueña. Tipos 11 ca· raclcrcs. Costumbres 11 tradicioncs. Publh:aclones del InstllulO de Cullurn ~uerlorrlquefta. San luan, P. R.. 1958, p. 263.

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cía en Puerto Rico, Gautier hace crítica de los je. oSUitas en Puerto Rico y pide al Ministro de Ultramar que se los lleve de la isla. 14. Proyecto, es otro ccuadro social», donde Gautier lamenta el que el hombre no es todavía completamente libre.

porque afÍn eXIste el fanatismo odioso, la ruin superstición entronizada, y el que es libre en su pública existencia es tan sólo un esclavo en su conciencia, 15. Dos peticiones, es otro «cuadro socia!», donde Gautier vuelve a la críticá del clero. 16. Los periódicos en escena, es un «cuadro social» donde Gautier hace comentarios sobre los periódicos de la época presentándolos en forma personificada.

Gautier se casó con Cecilia Benítez Nerón Longpré el 5 de enero de 1874. Se retiró de su labor periodística en El Progreso y se mudó de San Juan a Caguas para dedicarse a la agricultura en su finca «La Alejandrina». A pesar de que la agricultura no le atraía, Gautier se dedicó a las faenas agrícolas en busca de un mejor bienestar económico. El ciclón de San Felipe Neri azotó la isla el 13 de septiembre de 1876. Gautier, como los demás agricultores en Puerto Rico, quedó arruinado. A mediados de 1877 se mudó para San Juan y pasó a residir en la Calle de la Luna, 104, hoy 353. A fines de 1877 José Gautier Benítez y su compadre Manuel Elzaburu trabajaban afanosamente en la redacción de un mensuario ede literatura, artes y ciencias» en el estudio tipográfico a cargo de Benítez, Plaza Principal, 33, en San Juan. La Revista Puertorriqueña salió el 15 de enero de 1878. El mensuario era el órgano del Ateneo Puertorriqueño y salió subvencionado por dicha institución. A mediados de 1878 se discutió en la Casa si la Revista era necesaria para la Institución, y se conciuyó que no lo era. El no recibir la subvención del Ateneo, el corto número de suscripciones y la enfermedad de Gautier fueron motivos para que se suspendiera la publicación. En el Ateneo se acordó subvencionar la Revista hasta fines de 1878. El último número salió el 15 de octubre de dicho año. En La Revista Puertorriqueña se publIcaron doce poemas de Gautier. El poeta usó el seudónimo eEstenio Colina» en la revista, y bajo ese nombre publica sus poemas Las Estaciones y Las Lágrimas. Gautier publicó en La Revista Puertorriqueña su trabajo de traducción Introducción a la Historia del Arte, el que firmó con sus iniciales J. G. B. Es éste su último trabajo periodístico. Gautier, quien nació en Caguas el 21 de noviembre de 1851, murió en San Juan el 24 de enero de 1880.


Décimo Festival . de Teatro Puertorriqueño 1967 Por FRANCISCO ARRIvf

ApARECE EL D~CIMO FESTIVAL DE TEATRO PUERTO-

rriqueño dentro de una sucesión de fiestas escénicas patrocinadas por el Instituto de Cultura Puertorriqueña a través de la Oficina de Fomento Teatral, las cuales, examinadas en conjunto, auguran del año 1967 uno superior al de 1966, sin duda, el más productivo y significante del Boriquén en lo que a representación histriónica se refiere. Comienza el año 1967 con la celebración del Primer Festival de Teatro de Ponce (Teatro La Perla - 4 de febrero al 2 de abril) en el cual se montan, bajo empresa de las compañías Teatro El Cerní, Producciones Cisne, Teatro Yukayeke, La Comedia Puertorriqueña y Ballets de San Juan, obras del Noveno Festival de Teatro Puertorriqueño. antológico, y del Primer y Segundo Festival de Teatro Internacional, los tres celebrados el año anterior; prosigue con el Décimo Festival de Teatro Puertorriqueño (Teatro Tapia - 27 de abril al 21 de mayo) durante el cual se escenifica Retablo y Guiñol de Juan Canelo, farsa de Gerard Paul Marín (27 al 30 de abril), Las Ventanas, drama de Roberto Rodrfguez Suárez (4 al 7 de mayo). Las Fiestas de Juan Bobo, presentación de Ballets de San Juan, música de Héctor Campos Parsi, inspirada en argumento de Ana García (11 al 14 de abril) y La Cuarterona, drama de Alejandro Tapia y Rivera, versión en teatro total de Piri Fernández de Lewis (l8 al 21 de mayo); un tercer acontecimiento lo es la Primera Temporada de Teatro Experimental el cual se lleva a efecto des-

IUTITUTI) DI CULTURA PUERTORRIQUEÑA PlUElfTA EN SU lOMo FESTIVAL DE TEATIlO

Cartel de La Cuarterona, por David Goitia. 39


de mediados de mayo y hasta fines de junio en el teatrino del Ateneo Puertorriqueño y en el cual se presentan obras de la vanguardia escénica mundial. El cuarto y último del año a celebrarse del 1 de septiembre al 22 de octubre en el Teatro Tapia, lo es el Tercer Festival de Teatro Internacional, el cual conlleva un aumento del número de compañías participantes. Dentro de uno u otro patrón de festival opera la clase teatral puertorriqueña, ya contratada directamente por el Instituto de Cultura Puertorriqueña, o subvencionada por éste parcialmente a través de una agencia productora. como sucede en el caso del Ateneo Puertorriqueño, o motivada a través de un incentivo a compañías empresarias como es práctica en el Festival de Teatro Internacional y Festival de Teatro de Ponce. todo lo cual debe conducir, a medida que se construyan salas de representación en la zona metropolitana, en las cabeceras de distrito y en los municipios menores, a una profesionalización independizada de las múltiples labores de la escena. Toca al Festival de Teatro Puertorriqueño amparar el desarrollo de una dramaturgia puertorriqueña lo cual ha constituido y constituye, propósito el primero de la Oficina de Fomento Teatral y servicio de gran importancia histórica de la clase escénica que, por otro lado, ha sabido ilustrar, ya sea en su fase de dramaturgia generalizada o de vanguardia, el suceso de los tablados extranjeros. Tal se traduce de las setenta o más producciones del año 1966, número que se espera superar en 1967, a pesar de la estranguladora es-

Norma Candal (Cancanela), Walter Rodriguez (Aleca), Juan Miranda Alfonso (Caliche) y Carlos Rodil (Coucou), en una escena de RETABLO y GUIÑOL DE JUAN CANELO.

trechez de facilidades físicas en la zona metropolitana. Si el Noveno Festival de Teatro Puertorriqueño (1966) fue uno antológico, esto es, de obras sumamente expresivas del ser puertorriqueño y consagradas en el ánimo de éste, el Décimo Festival de Teatro Puertorriqueño, dramatúrgica e interpretativamente, lo es de ventana al futuro, de sorpresas. Abre el festival Retablo y Guiñol de Juan Canelo, pieza de Gerard Paul Marín, puramente del reino de la imaginación que a desnuda fantasía invita al director de escena y al escenógrafo, respectivamente, Andrés F. Quiñones Vizcarrondo y Antonio Martorell. Henos, como en el caso de Hilos, de Anagilda Garrastegui, de Farsa del amor compradito/ de Luis Rafael Sánchez, de Absurdos en soledad, de Myrna Casas, y de Club de solteros y Cóctel de Don Nadie, de quien suscribe, ante un juego de muñecos que al montarse su tercera de tres farsas por el Teatro Experimental del Ateneo vino a fortalecer la aparición del "personaje de serrín y trapo" en la escena puertorriqueña. Se ha llegado a pensar, ante la recurrencia de obras fantochescas en el devenir dramatúrgico del país, que bien podría celebrarse una temporada de ellas. En Retablo y Guiñol de Juan Canelo, como en las demás creaciones muñequeriles del teatro puertorriqueño, se adivina un sentimiento y una filosofía por detrás de los "hilos" o las "manos carecterizadas", según las piezas se proyecten a través de marionetas o de fantoches de guiñol. El juego apa-

Esperancita Martinez (Pitoche), Walter Rodriguez (Ale· col, Norma Candal (Cancanela). Ricardo Palmerola (Juan Canelo) y Carlos Rodil (Coucou), el1 una escena de RETABLO y GUIÑOL DE JUAN CANELO.


rentemente ingenuo y abstracto, encubre una pero turbadora problemática borinquense vivida por el autor y conjugada por él mismo dramáticamente a la luz de conceptos nacidos de su peculiar experien· cia del existir isleño. Me atrevena afirmar que, como sucede en la obra realista de los treinta, y

podremos encontrarnos si somos esencialmente puertorriqueños. Nos llama a ser por fenómeno de identidad. Quizás el drama de Las Ventanas sea ese: el de la adaptación del público al suceder de la escena que, en último análisis, se traduce en la constante de ser o no ser que ya hemos expuesto respecto a Retablo y Guiñol de Juan Canelo. La vida neoyorquina del emigrante puertorri· ño se ha traído a escena varias veces desde Esta noche juega el jóker, de Fernando Sierra Berdeda. Aparece en La Carreta, de René Marqués, en En· crucijada, de Manuel Méndez Ballester, en El Hués· ped, de Pedro Juan Soto, en El Murciélago, de quien suscribe. Como sucede en las obras de muñecos antes señaladas, el mundo del emigrante puertorri· queño a Nueva York cobra interés por la manera particular de matizarlo emocionalmente y resolverlo técnicamente el autor. Roberto Rodríguez Suárez presenta este mundo y su vida de una manera personal, valido de observaciones realistas al tiempo que fraccionamientos y asordinamientos impresionistas, procedimientos a los que se inclina como dramaturgo. Un interesante aspecto del Décimo Festival de Teatro Puertorriqueño lo es el montaje por Ballets de San Juan de la nueva versión del bailable Las Fiestas de Juan Bobo, concepción musical de Héctor Campos Parsi con libreto de Ana García y Héctor Campos Parsi y coreografía de Ana García.

Sharorl Riley (Lalita), Miguel Angel Sudrez (Juanito), [raida Palanca (Tía Marcola), Vicente Vdzquez (Tío Liboria), Tila Méndez (Marciala), Pablo Pizarra (Ci. priano), Orlando Rodríguez (Ambrosio), Mona Marti (Doña Maria) y Victor Arrillaga (Juan), en una escena de LAs VENTANAS.

la poética-realista de los cuarenta, esta obra de la imagen activa -puesto que 19s muñecos metaforizan totalmente una realidad dada- nos plantea por detrás de sus vivos colores y su acción carica· turesca el terrible dilema de ser o no ser que tan profundamente afecta a la dramaturgia de la con· flictiva nación puertorriqueña. Tal preocupación parece existir también por detrás del realismo impresionista de Las Ventanas, drama en dos actos de Roberto Rodríguez Suárez. quien prueba suerte por primera vez en el Festival de Teatro Puertorriqueño al igual que Félix Antelo, en carácter de director, y Julio Biaggi Lugo en el de escenógrafo. Lo único, que la estructura de Retablo y Guiñol de Juan Canelo obedece más en cada una de sus tres farsas -Los cuernos de Caliche, Los gestos de Cantalicio, Pasión y ridlcula muerte de Don Juan Canelo- al esquema estructural de la obra bien compuesta -planteamiento, desarro· rro, clímax, solución- y Las Ventanas, intenta pino tamos, sin propósito de clímax, un trozo de vida de emigrantes boricuas ubicados en Nueva York. Trata el autor en todo momento de evitar la tesis, de incorporarnos a un fluir existencial en el cual

Escena de conjunto de LAs

VENTANAS.

Los conocedores de esta creación inspirada en el folklore puertorriqueño, de esta entrada en el alma de un pueblo ya definido en el siglo xx, podrán gustar ahora del perfeccionamiento y ampliación por parte de Campos Parsi en lo que a música se refiere y a Ana García en lo que a coreografía, de

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Marta Romero (Julia) y Silvia del Villard (Georgina), en una escena de LA CUARTERONA.

un bailable que con la refundición, posible luego de los sucesivos montajes, cobra totalidad de fondo y forma para constituirse en un "clásico" de la escena insular. A Ballets de San Juan se le debe la creación de un repertorio de bailables puertorriqueños, entre los cuales se cuentan, además de Las Fiestas de Juan Bobo, Urayodn (música de Héctor Campos Parsi, libreto de Ricardo E. Alegría, coreografía de Juan Anduze), La encantada (música y libreto de Amaury Veray, coreografía de Ana Garda), Cuando las mujeres (música y libreto de Amaury Veray, coreografía de Ana Garda), La bruja de Loíza (música de Jack Delano, libreto de Ricardo E. Alegría, corea. grafía de Ana Garda). Ha sido este importantísimo factor en el desarrollo de una conciencia nacional tal y como se ha efectuado a través de los Festivales de Teatro Puertorriqueño con los cuales se ha conseguido no solamente constituir un acervo dramatúrgico propio, sino un conjunto de bailables escéni~ cos inspirados en el temario musical del país (seis, danza, bomba, plena, vals criollo, bolero). Se lucha en Puerto Rico por reconstruir el sentido de patria desde las raíces. Ballets de San Juan se ha sumado al devenir de esta voluntad a través de un bello arte el cual ha sabido impulsar con denuedo y eficacia a tenor con el carácter puertorri42

queño. La culminación que es la nueva e intensifi· cada versión de Las Fiestas de Juan Bobo resulta un claro ejemplo. Tanto en Retablo y Guiñol de Juan Canelo, como en Las Ventanas, como en Las Fiestas de Juan Bobo, el proceso de la dirección escénica cuenta considerablemente a los fines del impacto de las obras en el ánimo público. Con la primera, el regidor de escena debe crear un mundo de la pura fantasía plástica y quinética; en la segunda, una "atmosferización" emocional del ambiente (llamada "mood" en inglés); en la tercera, una ubicación en el alma de la leyenda. En ]a cuarta obra a presentarse por el Décimo Festival de Teatro Puertorriqueño, La Cuarterona, de Alejandro Tapia y Rivera, la dirección escénica, a cargo de Piri Fernández acompañada por la escenografía de Carlos Marichal, propone, no solamente una reconstrucción de época -momento de la abolición de la esclavitud-, sino una recreación de obra a través de un procedimiento de teatro total por el cual se amplían los temas expllcitos e implícitos del libreto y se le da marco mayor al mero argumento. Es intento expresado de Piri Femández el de hacer vivir esta pieza del romanticismo puertorriqueño del siglo XIX con todo el margen de creación que empieza a concedérsele al director de escena desde las formulaciones geniales de Gordon Craig y George Appia, liberadores del regidor histriónico a grandes aventuras de la imaginación a través del concierto de composición escénica, escenografía, vestuario y luz. Implica, en el caso que nos ocupa, no sólo un enriquecimiento de la plasticidad y del movimiento, sino de ]a

Victor Santini (Luis), Madeline Willemsen (Condesa) y Elin Ortil. Reyes (Don Críspulo), en una escena de LA

CUARTERONA.


esencia temática con lo cual se hace posible una invasión total del ánimo del espectador quien debe incorporarse a la historia viviente y expansiva que pretende la representación. Basta saber que La Cuarterona, emplazada en La Habana, se desarrolla esta vez en San Juan, que incluye personajes de la época, no incluidos p" Tapia y Rivera, que los entreactos se animan con costumbres y sucesos de época apuntados, pero no utilizados por el autor, que se hace visible la vida de la ciudad en el momento que celebra la abolición de la esclavitud, que el público pasa a formar parte

Escena de LAs

FIESTAS DE JUAN BOBO.

de esa vida de la ciudad y a tenor con el clima social reinante en el momento que se le concede la libertad a los esclavos negros. Es este un nuevo tipo de labor dentro de los Festivales de Teatro Puertorriqueño que posiblemente abra el horizonte a la presentación de obras de nuestro siglo XIX y principios del siglo xx las cuales se descartan por "arqueológicas", pero que tienen en potencia, como las semillas que nos llegan "vivas" de los tiempos faraónicos, la clave histórica del horno borinquensis y la razón de su supervivencia. Escena de LAs

FIESTAS DE JUAN Bono.

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CENTENARIO

de

ANTONIO ,R. BARCELO (1868 -1968)

5 DE ABRIL SE CUMPLIÓ EL CENTENARIO DEL NACImiento de don Antonio R. Barceló, una de las figuras más prominentes de la política puertorriqueña del presente siglo. El ilustre hombre público nació en Fajardo, hijo de padres españoles. En 1898, al ocurrir la invasión norteamericana de la Isla, ocupaba el cargo de juez municipal de su pueblo natal. Tuvo entonces ocasión de hacer, en defensa de los derechos políti os y culturales de Puerto Rico manifestaciones de alta ejemplaridad patriótica que habría de ser norma de su futura actuación política. En 1899 participó en la formación del Partido Federil, antecesor del Partido Unión de Puerto Rico. Miembro de la Cámara de Delegados en 1905, y del Consejo Ejecutivo en 1914, desde 1917 hasta 1930 ocupó el cargo de presidente del Senado. Intimo colaborador y compañero de luchas del prócer Luis Muñoz Rivera, al fallecer éste en 1917 le sucedió como jefe de la Unión de Puerto Rico, que EL

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ya venía presidiendo desde 1912. En 1932 fundó el Partido Liberal, continuador del anterior, y ocupó su presidencia hasta su deceso, acaecido el 15 de octubre de 1938. Es difícil hacer un recuento de la obra de don Antonio R. Barceló en pro de los derechos, de la cultura y del mejoramiento económico y social de su pueblo. Por su incesante gestión patriótica, en la que sacrificó incluso su fortuna privada, y por las prendas personales que le adornaban, süpo con· quistarse el aprecio y la estimación general. Puerto Rico recordará siempre la dignidad con que rechazó las imposiciones de un gobernador colonial que pretendió hacerle renegar de sus principios a cambio de oportunidades políticas para su partido. Las últimas palabras de don Antonio R. Barceló fueron compendio de toda su vida pública: "Puerto Rico primero, por encima de todo." Las fotografías que ilustran estas páginas recogen varios momentos de la vida del prócer.


ANTONIO R. BARCELO

INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRlQUBlitA

Junto a su maestro Luis Muñoz Rivera

En 1913 junto a Luis Muñol. Rivera y otros líderes del Partido Unionista

En 1917 cuando presidió la Comisión de ciudadanos que visitó el Congreso para demandar reformas políticas para Puerto Rico

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Antonio R. Barceló y la Junta Central del Partido Unionista, después de)urar, de n:odo grave y solemne, ante el cadáver de LUls Muñoz RIvera, respetar y hacer cumplir en todas sus partes el testamento político dictado por ~él antes de morir

En el Simado junto a. Rafael Martínez Nadal. Luis Muñoz Marin y otros senadores electos en las elecciones de 1932

Esta estampa recoge un aspecto de un brillante banquete efectuado en agosto de 1913 en el Hotel Inglaterra. ofrecido a los miembros de la Cámara Insular por Antonio R. Barceló. Presidente del Partido Unionista. A la derecha de Barceló aparece el gobernador Colton, y a la izquierda el presi· dente de la Cámara, José de Diego.

En Asamblea del Partido Ltberal en 1936. En la mesa presidencial junto a Luis Muñoz Marín, Benigno Fernández Garcia, José S. Alegria y Felisa Rincón.

Junto al senador Rafael Martínez Nadal En los ljltimos arios de su vida

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Con el senador Alfonso Lastra Cl1arrie Al regreso de Ullo de sus tí/timos viajes a Estados Unidos

el ¡mehlu f/IlC:I lurn(/tl~,io rtlll}¡clldo ~I últlmu :.;diós (/1 prócer ApilO/lío R. BlIrceló. como homenaje a 1., aClmdrado pal riOlisltltl

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Antonio R. Barceló * Por

EN NO~{BRE DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRI-

quena deseo expresarles nuestro agradecimiento por habemos acompañado en esta mañana, a recordar y rendir homenaje a la memoria de uno de nuestros compatriotas más ilustres: el prócer y patriota Antonio R. Barceló. Al sintetizar las muchas y diversas funciones que el Instituto de Cultura Puertorriqueña ha ve· nido recibiendo y generando, desde su fundación, hay una que en sí abarca todas las otras: me re· fiero al fortalecimiento de nuestra conciencia na· cional, a facilitar que nuestro pueblo tenga un mayor conocimiento de su historia y su cultura. Y nada facilita tanto este propósito como el de llevar hasta nuestro pueblo el recuerdo y la obra de aqueo llos hombres ilustres del pasado que dedicaron su vida y su talento al servicio de su Patria. Al rendir homenaje a estos ilustres compatriotas no debe preocuparnos cuáles eran las ideas políticas que ellos sustentaban en esos momentos. Lo importante, lo trascendental es la vida de dedicación que estos hombres vivieron para su Patria y el que ellos pusieran siempre el bienestar de su pueblo a cualquiera otra. El recuerdo que los pueblos guardan de sus hombres ilustres, a veces no se ma· nifiesta inmediatamente a su muerte. A veces algunos hombres tienen ideas más adelantadas que las de su pueblo y tiene que ser otra generación la que los redescubra e inmortalice. Pero siempre el pueblo es generoso y tarde o temprano hace el reconocimiento de la inmortalidad a los que le sirvieron con dedicación, lealtad y patriotismo. El • Palabras pronunciadas por el autor ante la tumba de don Antonio R. B¡uoc:eló. en el CementerIo de San Juan. en abril de 1968.

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RICARDO

E. ALEGR1A

ejemplo lo tenemos en nuestra historia del siglo XIX, de los múltiples hombres que participaron en la vida política de ese siglo, han quedado aqueo llos que sirvieron con lealtad a su pueblo, aquellos que pusieron a Puerto Rico por sobre todas las cosas: Power, Arizmendi. Quiñonez, Corchado, Acosta, Betances. Baldorioty de Castro, Ruiz Belvis, Celis Aguilera, y otros muchos viven en el recuerdo de sus compatriotas, por su vida al servicio de las causas de Puerto Rico. Algunos como Power quedaron olvidados por muchos años, pero al fin, el pueblo devolvió su nombre a las nuevas generaciones que hoy lo pronuncian con veneración y respeto. Y mientras estos compatriotas siguen viviendo en el recuerdo de su pueblo, ¿qué ha ocurrido con aquellos hombres que ocuparon posiciones de gran importancia en nuestra historia política, pero que hicieron uso de la misma para negarle al pueblo puertorriqueño sus derechos y libertades? ¿Cuál de los poderosos líderes incondicionales del siglo XIX vive en el recuerdo de sus compatriotas? Ninguno de nosotros podría meno cionar un solo nombre y es que el olvido es la fonna en que los pueblos castigan a sus hijos que reniegan de su patria y de su pueblo. Hoy estamos ante el recuerdo de un hombre que dedicó su vida a servir a su pueblo, a servirlo con dedicación, lealtad. valentía y patriotismo. Aunque en los últimos años no hemos oído hablar de Antonio R. Barceló con la frecuencia que su obra amerita, esto no quiere decir que su pueblo no lo recuerde. Baste recordar su entierro, una de las más grandes demostraciones de duelo que ha visto nuestro país. Recordemos que este mismo pueblo fue quien le hizo uno de los monumentos más importantes que


se han hecho en Puerto Rico. Las circunstancias políticas que nuestro pueblo ha sufrido no han estimulado la veneración de nuestros hombres ilustres. La enseñanza de nuestra historia no ha tenido la importancia que la misma amerita. Aún hoy día vemos con pena el hecho de que se puede graduar un joven de nuestra Universidad sin haber tomado un curso de historia de Puerto Rico. Mas yo estoy seguro de que en los próximos años habremos de oír muchas veces el nombre del prócer Antonio R. Barceló. Hay un despertar en la conciencia de nuestra juventud y muy pronto estas habrán de redescubrir su vida de dedicación a su patria. Así como sus luchas contra la injusticia y la opresión. Yo estoy seguro de que cuando nuestro país dé mayor importancia al estudio y difusión de nuestra historia, el nombre y recuerdo de Antonio R. Barceló será venerado de todos los puertorriqueños. y es que Antonio R. Barceló fue una de las fi· guras más polifacéticas de la historia política puertorriqueña de la primera mitad del siglo. Su preocu· pación no se limitó a los problemas puramente políticos, sino que también atendió los problemas sociales, culturales, económicos y educativos de nuestro pueblo. Fue Antonio R. Barceló la única voz puertorri. queña que habló con claridad, valentía y patriotismo, ante la invasión de nuestra Patria por las tropas norteamericanas en 1898. Fue Barceló el único que ante el triste e inexplicable silencio que el hecho histórico produce, reconoce y postula el de· recho inalienable de Puerto Rico ante los nuevos dominadores. La historia de Puerto Rico no puede escribirse sin aquellas palabras que nuestro ilustre compatriota, entonces un joven juez en su pue· blo natal, pronuncia al aceptar seguir actuando como juez de Fajardo: "Acepto mientras nuestra misión sea, solamente, la de actuar u obedecer las disposiciones justas de la nación americana; pero nunca como domi· nadares de nuestro país. sino como amparadores de nuestros derechos económicos, derechos que en lo futuro deseamos ver ampliados en el sentido de obten~r la más completa independencia de nuestro régimen interior. Deseamos el absoluto respeto a nuestro idioma, a nuestras costumbres y a todo lo que aquí constituye nuestros carfsimos afectos."

Estas valientes palabras, compatriotas, que le ganaron el respeto de los militares norteamerica· nos, las primeras que la historia consigna en la vida pública de Barceló fueron la síntesis del pene samiento que guió toda su vida política. No tendríamos en esta mañana tiempo para se· ñalar la obra que durante cuarenta fructíferos años, dedicó Antonio R. Barceló al servicio de su pueblo, por su libertad, por su dignidad, por su bienestar social, cultural y económico. No tendría· mas tiempo para hablar de las innumerables bata· lIas que libró contra los enemigos de su pueblo, los de aquí y los de allí. Baste recordar su valiente defensa de la dignidad puertorriqueña cuando aquel gobernador déspota que se llamó Montgomery Rei· By, quien con la colaboración de algunos incon· dicionales nacidos aquí, quiso imponer a nuestro ilustre compatriota la condición de renegar de sus ideales politicos antes de permitirle colaborar en el gobierno de la Isla. Ante un insulto tal. que no sólo se le bacía a él como líder de su pueblo, sino a todo el pueblo de Puerto Rico, Barceló respondió a la altura de su dignidad, con una valiente carta que es hoy valioso documento de nuestra historia política y en la cual. entre otras cosas, el prócer le decía al gobernador colonial: Su carta no es otra cosa que un mal plagio de lo que hicieron todos los déspotas y todos los tiranos del mundo, cuando en igualdad de circunstancias. propusieron a hombres de honor que renegaran de sus principios e ideales, frente a la amenaza y el terror." lO

Seguir hablando de su obra sería hablar de toda la historia de nuestro desarrollo político, de sus batallas junto aquel otro gran puertorriqueño que se llamó Luis Muñoz Rivera, sería hablar de los inicios de nuestro sistema educativo, de la funda· ción de nuestra Universidad, de todo nuestro desarrollo económico y social. Durante este año del Centenario y en el futuro nos proponemos seguir hablando de la vida y obra de ese ilustre puertorriqueño que se llamó Antonio R. Barceló y cuyas últimas palabras poco antes de fallecer el 15 de octubre de 1938, también estuvieron dedicadas a su Patria y también reflejan la síntesis de su pensamiento político: lO

Puerto Rico, primero, por encima de todo"

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El problema de Puerto Rico * Por ANTONIO R.

SEÑOR PRESIDENTE:

Distinguidos Representantes del Congreso de los Estados Unidos: Me doy cuenta de la inmensa responsabilidad mía en estos momentos. Soy el último en hablar en este acto solemne. Hablo en nombre de la Unión de Puerto Rico. Represento al Partido que en las últimas elecciones obtuvo una mayoría de treinta mil votos sobre el partido republicano y de seteno ta mil sobre el partido socialista, no llegando a constituir ambas agrupaciones juntas un numero de votantes i~al al de los votantes unionistas que excedieron de noventa mil. ¿Qué desean los unionistas? ¿Qué quieren los Republicanos puertorriqueños? ¿Qué piden los socia· listas? Este es el problema que de una manera con· fusa, vaga, e indecisa, ha desfilado en estos "hearings" ante vosotros. Yo vaya aclarar los términos de ese problema. Somos los unionistas el centro, por 'decirlo así, de la opinión puertorriqueña. Habéis visto aquí a nuestra juventud representada bajo el nombre de Asociación Independentista, pi. diéndoos a todo trance, inmediatamente, la inde· pendencia de Puerto Rico. Ellos militan en las filas de nuestro partido. Hablan en nombre del sentimiento general de la Isla. Son ellos la voz del por· venir que alienta y fortalece nuestro espíritu. Ha· béis visto, de otro lado, a hombres, ya maduros, produciéndose contra ese sentimiento y rebuscan· do soluciones contrarias a la realidad y a la naturaleza de las cosas; hombres que, en su convenciona· • Discurso del Presidente del Senado y Presidente del Partido "UDlón de Puerto Rlc:o", sellor Antonio R. Barcel6, ante los con. ~eslstas de los Estados Unidos que visitaron Puerto Rico el 2) de .,bril de 1919.

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BARCELÓ

lismo, llegan al extremo de predisponer vuestro ánimo contra nosotros acusándonos de desleales o traidores a vuestra bandera y llevando a nuestras almas la desconfianza y el desaliento. Yo debo deciros que el partido Unión de Puerto Rico se siente tan americano, en el alto concepto de esta palabra, como el que más; que los unionistas hemos bebido en las fuentes de vuestras instituciones y de los grandes principios que forman vuestro credo y que somos, como vosotros, señores representantes. los descendientes de los que emigraron de Europa, libres de prejuicios de raza y de preocupaciones legendarias, con el ansia de establecer en el continente americano, sobre bases firmes, la vida de la libertad y del derecho. Cuando los Estados Unidos entraron en la reciente guerra mundial, el partido Unión de Puerto Rico, constituido en asamblea magna y soberana, levantó su voz hasta vuestro Presidente para ofreceros voluntariamente el concurso de sus hombres, cuando aún no habíais legislado en vuestro Congre. so estableciendo el servicio obligatorio. Y en ese momento supremo. cuando mayores pruebas de lealtad se requería de todo buen americano. los nipublicanos, nuestros adversarios. los que alardean aquí de un americanismo mayor que el nuestro, los que de modo implícito y velado, por boca de sus repre entantes en este "hearing" nos llaman desleales. trataron de ridiculizar nuestro patriótico acuerdo colocándolo en un cuadro y en sitio culminante de su más autorizado periódico. El Tiem· po, a la vez que hicieron uso de aquella actitud nuestra, en el pasado período electoral, para llevar al ánimo de los electores la idea de que los habia· mas comprometido sin su voluntad en una empre·


sa a la cual no estaban obligados ni se sentían dispuestos. He dicho que somos sinceramente americanos y dije la otra noche que el Partido Unionista deseaba que los destinos del pueblo de Puerto Rico estuvieran unidos para siempre a los destinos de vuestra gran nación. Os quise decir con ello, que Puerto Rico desea vivir y desenvolver su vida hasta llegar a la mayor compenetración posible con el pueblo americano al amparo de esa gloriosa bandera de las estrellas y las franjas. Sentado esto, hay ahora una cuestión esencial que divide a unionistas y a republicanos: la incorporación o no de Puerto Rico a los Estados Unidos. El Partido Unionista rechaza la incorporación de Puerto Rico a los Estados Unidos. Nuestro "leader" Muñoz Rivera así lo declaró el año 1916 y toda nuestra política y todas nuestras declaraciones han estado siempre contestes en este punto esencial. No es ésta una cuestión puramente sentimental: es una cuestión económica y es una cuestión étnica que está de acuerdo con los principios generales de la naturaleza humana. Nuestra mentalidad no es la vuestra; nuestra isla está separada de vos· otros por muchas millas de distancia; vuestros intereses son en algunos momentos incompatibles con los nuestros; no habláis nuestro idioma, no podéis encauzar nuestro pueblo en la manera y forma como nosotros podemos encauzarlo, porque no lo conocéis. Veinte años de proceso, durante los cuales habéis pretendido establecer un sistema de americanización que prácticamente tendía a anular la personalidad de nuestro pueblo, han demostrado cuán grande es la equivocación que cometieron los que constituyeron aquí aquella Asamblea Legislativa en la cual estaba de una parte la voluntad del pueblo y de otra parte un Consejo Ejecutivo, nombrado por vuestro Presidente, que actuaba como una alta Cámara, oponiéndose a toda evolución na· tural y lógica de este pueblo hacia los verdaderos principios de libertad y democracia. ¿Qué significó ese proceso de veinte años? ¿Cuá. les fueron prácticamente sus resultados en la educación de nuestro pueblo? La pregunta es fácil de contestar si comparamos los esfuerzos hechos por nuestra Legislatura y el dinero gastado en nuestras escuelas con el resultado de las mismas en el presente bajo la dirección y la influencia de ese poder ejecutivo. Se pretendió enseñar a nuestros niños en el idioma inglés, y se insistió una y otra vez en tan enorme disparate sin atender la voz ni la protesta de nuestro pueblo. Cada uno de vosotros podréis comprender la tortura que se forma en la mente de un niño cuando en vez de recibir, en su propio idio· ma, las explicaciones de la asignatura que se trata de enseñar, las recibe en un idioma extraño. Aparte de otro~ motivos que yo no quiero exponer en estos momentos, ésa y no otra es la causa principal de

que unos cuantos miles de puertorriqueños no sepan leer ni escribir en Puerto Rico. Niños hubo que salieron del tercer grado de las escuelas habiendo aprendido mecánicamente unas cuantas cosas en inglés, pero sin saber leer ni escribir ni explicar el concepto de las cosas que habían aprendido. No sabían de ellos mismos ni de la naturaleza que los rodea una sola palabra. Sus padres, pobres campesinos, no teniendo con qué sostenerlos en la escuela y necesitando en cambio de su ayuda, tuvieron que resolverse al fin a desistir de su instrucción. y no es que ~eamos refractarios a la enseñanza del idioma inglés. Por el contrario, reconocemos y sentimos la gran necesidad de poseerlo como un factor importante a nuestra vida; pero queremos enseñarlo como una asignatura preferente, tal y como lo aprendieron estos hombres que os han acompañado por la isla y que os han hablado en vuestro propio idioma. En lo económico, dependiendo como dependemos de vuestras tarifas, este pueblo está a merced de ellas, sufriendo continuamente de crisis tremendas que agitan y conmueven en lo más íntimo sus elementos naturales de vida, trastornándolos, y ha· ciéndonos perder toda onentación posible en el ca· mino de nuestra seguridad y en nuestros propósitos de progreso y de bienestar. En virtud de la protección que dispensasteis a nuestro azúcar, Puerto Rico extendió sus plantaciones de caña, ocupando hasta las más altas colinas de nuestro país. Y tuvimos un progreso grande y vertiginoso que influyó enormemente en el ánimo de nuestro pueblo hacia un porvenir de mayor felicidad. Hicimos grandes presupuestos para completar nuestras escuelas y nuestra red de carreteras. A más de tres millones de dólares, contando con los presupuestos municipales, ascendieron nuestras asignaciones anuales para escuelas y a más de un millón las que hicimos para carreteras, sin contar con los empréstitos que por más de tres millones hemos votado en nuestra legislatura para esta importante rama de nuestro servicio público. Prácticamente las carreteras de nuestra isla forman una gran telaraña que se extiende de Norte a Sur y de Este a Oeste, no habiendo una sola población a donde no se pueda ir en automóvil. y cuando estábamos en el camino de esta gran prosperidad, decidisteis, como una medida necesa· ria para vuestros fines, rebajar en vuestras tarifas el tipo protector de nuestros azúcares, deteniendo, de un solo golpe, con esta medida fatal, todo el progreso de Puerto Rico y alterando en todos sus órdenes su vida financiera; porque aunque tenemos otros productos, como el café, el tabaco y las frutas, ninguno de ellos emplea tantos brazos, ninguno de ellos llega hasta el fondo de las necesidades de nuestro pueblo como el producto azucarero. Y el conflicto vino a pesar de nuestras protestas y de 51


nuestras demandas. Nuestros clamores se perdieron en el espacio, nuestro pueblo se encontrÓ envuelto en la mayor miseria y nuestro tesoro tuvo que apelar a serias medidas de economía para poder nivelar los gastos con los ingresos de la Isla. Se habló en Washington de la necesidad de imponerle un tributo al café extranjero para proteger el nuestro y yo recuerdo las frases de uno de vuestros representantes que dijo: "No estamos dispuestos a proteger a un millón de habitantes para encarecer la vida de cien millones y gravar así el plato de nuestros pobres." No pensasteis seguramente en ese momento que al propio tiempo favorecíais a unos cuantos productores de arroz en los Estados Unidos sin considerar que ese era el alimento principal del pobre en Puerto Rico. Hicisteis vuestra tarifa de acuerdo con vuestro pensamiento, aesde vuestros puntos de vista, y en consonancia con vuestras propias necesidades, sin tener en cuenta las nuestras. Declaráis, por ejemplo, libre la lana, el vestido dé vuestros pobres, y no hacéis lo mismo con el algodón que es el vestido de los nuestros. Y en este conflicto de intereses, en esta gran cuestión financiera, está tal vez lo más difícil del problema de nuestra Isla en relación con vosotros. Pasadá la guerra, que levantó por un azar de nuestro destino el precio de nuestro azúcar, habremos de encontrarnos otra vez frente a la gran crisis que provocasteis en nuestro suelo y que trajo nuestra ruina, porque las circunstancias no han variado. Volveremos a sentir aquellos terribles efectos que determin~­ ron la quiebra de unas cuantas factorías de azúcar y que obligaron a muchos colonos puertorriqueños a entregar sus tierras hipotecadas a las grandes corporaciones porque no pudieron cumplir sus compromisos. Volverá la crisis, y sin nuestro azúcar y nuestro café protegidos, que son nuestros productos principales, yo os quiero hacer presente la enormidad extraordinaria que resulta del hecho de que nosotros estemos obligados a vivir bajo el margen protector de vuestra tarifa, en virtud de la cual, vuestros productos monopolizan nuestro mercado levantando sus precios dos o tres veces más de lo que podríamos obtener de vosotros mismos si no rigiese aquí el arancel protector de vuestros productos industriales, porque cuando vendéis para el extranjero, lo hacéis en competencia con el precio de otros mercados, mientras que a nosotros nos aplicáis vuestros. precios domésticos, y aún a veces excediéndoos del margen de vuestra tarifa en virtud del monopolio que entraña tal sistema de tributación. De los sesenta y cinco millones que representa nuestra importación, os podemos asegurar enfáticamente que veinte millones, por lo menos, representan el tributo de Puerto Rico a las industrias de vuestro país. Abrid vuestra tarifa, tomad los artículos de pri. 52

mera necesidad, el arroz, por ejempl), que estuvo gravado con dos centavos de derecho hasta el 1914 y desde entonces con un centavo por libra, lo cual representó antes un tributo para nosotros de dos millones ochocientos mil dólares, y representa ahora un tributo de un millón cuatrocientos mil dólares, sobre el millón cuatrocientos mil quintales de dicho cereal que en promedio consume anualmente Puerto Rico. Y si seguís leyendo vuestro arancel, veréis que cada uno de los artículos que producís y que nos imponéis, está protegido por un veinte, un cincuenta y hasta un ciento por ciento sobre el valor y comprenderéis la importancia del gravamen que eso representa para nuestra vida. Comprenderéis entonces 10 que significa la gran dificultad que entraña ese problema de que os habló el senador socialista Santiago Iglesias tomando como punto de partida de sus argumentos los beneficios que obtenemos hoy por virtud de los precios anormales que ha traído la guerra, pero sin tener en cuenta los demás factores que antes actuaron y que después actuarán inevitablemente, una vez estable· cida la normalidad en el mundo. Ciertamente que el salario de nuestros jornaleros no es en muchas regiones de nuestra Isla lo que debe ser, de acuerdo con sus necesidades en el presente y con los beneficios que obtienen determinadas industriasj pero este problema al fin, no puede hablar como ha pretendido el señor Iglesias, en contra de nuestra capacidad, porque este conflicto entre el capital y el trabajo es una cuestión de carácter mundial, no exclusivamente nuestro, pues otros pueblos que disponen de sus destinos y que están en mejores condiciones que nosotros, no han podido resolverlo todavía. Pero es que el "leader" socialista, que representa por primera vez casualmente a Puerto Rico en nuestro Senado, ha tomado este problema para él y para su política en contra de nosotros tomando como un asunto solo previsto por él y estudiado por él, 10 que es precisamente nuestra inmensa pre· ocupación, lo que un día y otro día es objeto entre nosotros de grandes controversias en que tiene que intervenir nuestra Legislatura y nuestro Gobierno. Pero él, que no es puertorriqueño, ha querido declararse aquí como el único apóstol redentor de Puerto Rico. El, maliciosamente, ha omitido deciros que nuestra Legislatura --en donde está en mayoría nuestro partido desde el año 1904 en que se constituyó esta Unión de Puerto Rico, vencedora en todas las elecciones desde entonces y muchas veces dueña absoluta de la legislación, pues las minorías no pudieron traer a nuestras Cámara un solo representante--, él no os ha dicho, repito, una sola pa· labra de las leyes que hemos votado tendentes a re· mediar esos malesj no QS ha dicho que hemos votado una ley de indemnizaciones a obreros, tan liberal como no la hay en muchos de vuestros Es· tados; no os ha dicho que hemos votado la ley


prescribiendo las ocho horas para el trabajo del obrero en Puerto Rico en los servicios públicos, 10 cual ha traído como consecuencia el establ~cimiento de igual medida en todas las obras de carácter privado; no os ha dicho que hemos votado una ley regulando el trabajo de las mujeres y de los niños; que hemos votado otra de hogares segu· ros y que estamos esperando llevarla a cabo cuando estemos en condiciones de hacer el empréstito que prescribe dicha ley; y como éstas, un gran número que podéis conocer leyendo nuestros estatutos. Y por último, no os ha dicho el "leader" socialista que hemos tenido en Puerto Rico el valor de otorgarle el privilegio del voto a los ciudadanos de 21 años de edad, sepan o no leer y escribir, medida a la cual debe el representante socialista su puesto en la Legislatura. Seguramente él no se atreverá fuera de aquí acusar a ese pueblo, que le dio sus sufragios, de no estar preparado para el gobierno de su país. Cuando él fue a pedirle sus votos a nues· tras campesinos explotando la miseria y el dolor de los que no pueden remediarla, y presentando a los demás partidos como culpables de aquella situación, entonces él aparentó creer en la capacidad de ese pueblo, entonces le creyó consciente, le habló de sus derechos y de la necesidad de ejercerlos eligiéndolo su representante, para después venir aquí, ante vosotros, a acusarlo de inepto e inconsciente, 10 cual podría llevaros a la conclusión de que el señor Iglesias es aquí un representante de la inconsciencia puertorriqueña; y es que el señor Iglesias coincide, por inexplicable afinidad, con vuestro representante Cannon, y él así lo ha declarado en el punto aquel de nuestra incapacidad para regir nuestros destinos e imponer por nosotros mismos remedio a nuestros males. No sabemos lo que diría el señor Iglesias si nosotros, coincidiendo ahora con sus propias ideas, restringiéramos el sufragio de nuestra Legislatura. ¡Ah! Seguramente entonces él alegaría que nuestro pueblo está capacitado para elegir, y volvería sobre sus propios argumentos. Todo lo cual demuestra, señores representantes, que esto de la falta de capacidad no es, al fin, otra cosa que el recurso usado por todos los ti· ranos en el mundo y por todos los que aspiran a serlo. No estaban preparados los esclavos americanos para ser libres, al decir de los esclavistas. Y lo fueron gracias a Lincoln y a los esfuerzos del noble pueblo americano. No estaban preparados tampoco nuestros esclavos para ser libres en el año setenta y tres, y lo fueron gracias a nuestra decisión y a nuestra determinación. ¡Ahl ¿Y quiénes son los que están preparados en cada pueblo para regir sus destinos? Hay un grupo de hombres inteligentes que salen de las escuelas y de las universidades en todos los países y que se levantan por su inteligencia y por su cultura sobre el nivel de los demás, y son ellos los llamados en cada pueblo a dirigir y a go-

bernar las multitudes. A éstas sólo les toca prepararse para aceptar de buen grado el privilegio que la naturaleza otorgó a sus directores y para ser gobernadas y cooperar al buen gobierno de acuerdo con el estudio y la observación que aquellos hagan de sus propias necesidades. ¿Es que el argumento debe ser aquel que pretende nivelar al hombre ignorante despojado de facultades, que no quiso darle la naturaleza, con el más inteligente y capaz? ¿Es que los que aran allá nuestras tierras detrás de los bueyes y las mulas, deben estar a la altura de los que nos encontramos aquí, para que entonces tengamos derecho a regir nuestros destinos? Seguramente que ni los propios Estados Unidos, dentro de tan estrecho y original criterio, estarían tampoco preparados para gobernarse a si mismos. Pero hemos de echar a un lado todos estos argumentos, hijos del convencionalismo, cuando no de la pasión. Yo oí con religiosidad las declaraciones de vuestro simpático representante J. Cannon. y se las agradecí desde lo más profundo de mi corazón, porque ellas nos dan la oportunidad para rebatirlas. El nos hablaba sinceramente y expresaba aquellas ideas que le habían sido sugeridas a su llegada a Puerto Rico y que le fueron sugeridas en las dos ocasiones que él visitó anteriormente a nuestra isla. Yo tuve la confianza, que expresé la primera noche de nuestra sesión conjunta, de que él habría de recorrer nuestra Isla, de que él habría de encontrar en cada pueblo una sociedad culta y un conjunto de hombres preparados para dirigirlo en mayor proporción que 10 que él creyó que iba a encontrar y sus juicios habrían de ser rectificados. La diferencia está en que cuando Cannon vino la primera y la segunda vez fue dirigido y llevado por los elementos oficiales del gobierno, que estuvieron y están aún empeñados en ocultar lo que somos, lo que valemos y lo que podemos representar en nuestro pueblo. Y esta vez él, vuestro venerable representante, ha ido en su recorrida por la isla llevado en brazos del pueblo, ha podido sentir las palpitaciones de su corazón muy de cerca y beber en la fuente de sus propias ideas. Puerto Rico, señores, lo espera todo de vosotros. ¿La Independencia? ¿El Estado? ¿El Gobierno Propio? Vosotros se lo habéis preguntado ya al pueblo y ahora os lo va a decir por mi boca el Partido Unión de Puerto Rico. Naturalmente que la finali· dad de nuestro problema es que algún día podamos regir de un modo absoluto los destinos de nuestra patria. En un principio el partido que represento tuvo para tal finalidad dos soluciones: Estado o Independencia. Y tomó el acuerdo de solicitar antes un régimen que le permitiera el gobierno de sus asuntos locales y durante el cual pudiera demostrar su preparación para cualquiera de dichas dos finalidades. Un día vuestro Presidente Taft dijo desde las al53


turas de vuestro Capitolio a vuestro Congreso que nos otorgáseis la ciudadanía americana sin temor de que ello implicase el compromiso de la estadidad. Otro día vuestros estadistas Stimpson y Root declararon que Puerto Rico tenía que regirse por leyes especiales, pues que éramos un pueblo de distinta raza y de distinto pensamiento, que no podía unirse al pueble. americano y que debía ser gobernado bajo e] principio que tenía Ing]aterra estab]ecido en sus colonias. Otro día, ante una comisión de Puerto Rico, de ]a cual formaba parte el que tiene el honor de dirigiros la palabra, el Presidente de vuestro Comité de Asuntos Insulares dijo que no debíamos pensar en la Estadidad. Puerto Rico en· tonces se preparó para declarar una sola y única aspiración: su independencia, puesto que él no podía conformarse con permanecer bajo un régimen de gobierno colonial. Y ésta es la situación en que en· contráis a ]a Unión de Puerto Rico. No apuramos, sin embargo, nuestro problema; sabernos que tenéis necesidad de esta Is]a bendita para vuestros fines internacionales, porque ella es un punto estratégico a la entrada del Mar Caribe y en el camino del Canal de Panamá y nosotros estarnos obligados a -respetar esto y a convenir en esa alta necesidad, porque ella es justa, porque ella es necesaria y porque ella es conveniente para nosotros mismos. Nosotros estamos dispuestos a aceptar y a convenir en que, pues que sois los más fuertes, los que estáis mejor preparados, debéis tener ]a hege. manía del Hemisferio accidenta], y sabernos que tenemos que aceptar cualquier solución que favorezca esos altos y nobles propósitos que tienden a establecer y afianzar ]a seguridad de un gobierno libre en nuestra América, y sabernos también que tenemos que llegar con vosotros a una fórmula de gobierno que concilie ,todos esos grandes intereses, pero que nos permita marchar al porvenir abiertamente, sin prejuicios, esperando que Dios y ]a na· tura]eza resuelvan aquellas cuestiones que los hombres no pueden ni deben violentar. Dadnos ahora un gobierno en virtud del cual po· darnos regir todos nuestros intereses locales; con· cededle a nuestro pueblo ]a elección de su gobernador por el sufragio, y que todos los demás funcionarios ejecutivos sean elegidos o nombrados en Puerto Rico, según lo disponga nuestra Legis]atura; que todas las facultades legislativas para solucionar nuestros propios problemas nos sean otorgadas, de tal manera que si algún día llega a existir entre vosotros y nosotros un conflicto de intereses, poda· rnos hacer nuestras propias tarifas arancelarias, como 10 hace el Canadá respecto a ]a propia Ingla· terra. Y no existiendo así conflictos, ni fricciones, Puerto Rico se desenvolverá como él quiera, a su manera, y vosotros tendréis la facultad de intervenir, cuando queráis, por la acción de vuestro Con· S4

greso, en el momento en que creáis que nos hemos excedido de nuestras facultades. Esta es ]a única política posible entre vosotros y nosotros; política de amor, de atracción, de paz y libertad; aquella política que está de acuerdo con vuestros principios republicanos de gobierno, la que aprendimos de vuestros padres, los próceres arne· ricanos, ]a que aprenden día por día nuestros niños en las escuelas, aquella en virtud de la cual cada pueblo se gobierna de acuerdo con su voluntad y ejerce su propia determinación. Si esto hacéis, Puerto Rico caminará hacia un estado de felicidad tal que de seguro ni ustedes ni nosotros sabremos responder cuál será el pensamiento de este pueblo en el porvenir acerca de vosotros y cuáles las relaciones que deben mantenerse entre ambos pueblos. Ahora bien, si nos preguntáis qué queremos, no debemos contestaros otra cosa que lo que queremos es nuestra independencia, y si nos la ofrecéis ahora mismo, tendremos que contestaros que ahora mismo estamos dispuestos a aceptarla; porque es ese un sentimiento de dignidad latente en todo noble ciudadano que ama a su país y está orgulloso de ]a tierra en que ha nacido. Vosotros mismos no concebís al ciudadano que se niega a recibir la libertad que se le ofrece. Puerto Rico será o no independiente. pero en nuestro corazón estará vivo siempre el sentimiento de su independencia y pronto a salir de nuestros labios el grito que proclama el ideal mientras no sepamos cuál ha de ser al fin nuestro destino en el mundo. La Unión de Puerto Rico ha hecho siempre estas declaraciones terminantes. Ahora mismo, con motivo de vuestra visita a ]a Is]a, nuestro órgano La Democracia ha venido publicando artículos dirigidos a vosotros e in· sertando en sus columnas las declaraciones de nuestras asambleas políticas; las declaraciones y los discursos de nuestro gran "]eader" Luis Muñoz Rivera; las controversias que en determinadas oca· siones hemos tenido con nuestros adversarios; los discursos pronunciado~ por el actual Comisionado Residente en apoyo de nuestros ideales, todo un conjunto, por último, de datos y detalles que yo omito leeros en este momento para no cansar más vuestra atención. pero que os los entrego para que formen parte de esta exposición mía y queden en e] record de este "hearing". y vaya concluir. Los puertorriqueños no debemos jamás presentar a vosotros nuestro problema en una forma agresiva, en aquella forma que implique la idea de que no queremos saber de vosotros ni convivir con vosotros, porque no es ese el sentimiento de Puerto Rico. El sentimiento de Puerto Rico es todo lo contrario. Puerto Rico os quiere y os ama como a hermanos, y os agradece grandemente todos los beneficios recibidos hasta el presente qe vuestra liberalidad y de vuestra generosi-


dad y tiene puesta su fe y su confianza en vuestro pueblo; pero creo también que los americanos no deben expresar jamás ante nosotros idea alguna que implique su afán de predominio sobre la base de ser nuestros conquistadores y los representantes de un pueblo grande que se cree superior cuan· do le habla a un pueblo humilde y pequeño, porque eso hiere el sentimiento de nuestra dignidad y re· bela nuestra condición latina. El gobernador Yager, cuando llegó a Puerto Rico y saludó a nuestro pueblo, influenciado seguramente por los que aquí han pretendido siempre vejar. nos y deprimirnos, nos dijo enfáticamente hablando entonces con el gesto de un dominador que creyó tener delante un pueblo hostil: "En Puerto Rico no se arriará jamás la bandera americana." A tra· vés de aquellas palabras amenazadoras, vimos en nuestro pensamiento la escuadra y los poderosos ejércitos americanos detrás del gobernador, imponiendo la hermosa bandera que solamente debía llegar por el amor a los corazones libres. y cuando tuve una oportunidad le dije al gobernador: "¿No hubiera sido mejor que le hubierais dicho a nuestro pueblo: 'Yo tengo la seguridad de que la bandera americana no se arriará jamás en Puerto Rico, porque nosotros hemos de hacer lo posible porque no lo quieran ni lo permitan los puertorriqueños'?" Representante Answell: -¿Ha dicho usted que quiere la independencia ahora mismo? Barceló: -Yo no he solicitado a nombre del Partido Unionista la independencia inmediata. Representante Answell: -Pero, ¿la queréis, sin embargo, para algún día? Barceló: -Naturalmente. Representante Answell: -¿Para cuándo? Barceló: -El problema deberá decidirse después que los Estados Unidos den a Puerto Rico su gobierno propio, hagan el estudio de sus condicio· nes y de su situación económica, los medios de po· derla conjurar para el porvenir y todas las otras cuestiones que deben tenerse en cuenta. Representante Answell: -¿Pero ustedes aceptarían la independencia ahora si se la diéramos?

Barceló: -Yo dije que si a nosotros se nos ofre· ce la independencia inmediata, naturalmente que la tomaríamos en seguida, porque a eso no se debe nunca contestar negativamente. Representante Answell: -¿Queréis las asignaciones antes que os concedamos la independencia? Barceló: -El Partido Unionista no ha pedido asignaciones; ahora yo creo que los Estados Uni· dos, mientras disponen de nuestra vida internacional y aún de nuestra vida local, están obligados a protegernos. El problema de vuestra tarifa nos ca· loca en condiciones de tener necesidad de vosotros, porque somos pobres; pobres, porque no podemos regir nuestros impuestos, ni tenemos lo suficiente para desarrollarnos y desenvolvernos. Representante Answell: -¿Necesitáis nuestra ayuda, sin embargo? Barceló: -La necesitamos porque nuestras mayores fuentes de ingresos, que podrían derivarse de nuestras Aduanas, pertenecen a los Estados Unidos en virtud de su tarifa protectora, y faltándonos eso, naturalmente tenemos que pedirles auxilio; y aunque nos den la independencia, creo que los Estados Unidos siempre deberán ayudar a Puerto Rico. Puerto Rico pide la independencia bajo su protección y los Estados Unidos estarán obligados por su propio honor a defender y auxiliar al pueblo que se coloca bajo su amparo. Quiero decirles lo siguiente: las tarifas americanas aprovechan casi exclusi· vamente a los azucareros y a los tabaqueros. De este último producto, todo su beneficio se queda en los Estados Unidos, porque está en manos de una corporación que vive y gasta su dinero allí; en el azúcar pasa lo mismo, por lo menos en un 75 por ciento, de modo que el balance entre nuestras im· portaciones y nuestras exportaciones se va fuera de Puerto Rico. Representante Answell: -Pero yo quiero que usted me diga si prefiere las asignaciones a la inde· pendencia. Bareeló: -Pues bien; yo debo aceptar la responsabilidad que tengo ante el pueblo, en esta cuestión de dignidad. NO VENDEREMOS NUESTRA LIBERTAD A NINGUN PRECIO; LA QUEREMOS, AUNQUE NOS MURAMOS DE HAMBRE.

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Una noche con Barceló en Caguas * Por LUIS LLORÉNS TORRES

CUANDO NACIÓ EL PARTIDO LIBERAL CON AQUEL BRAVO

(La ovaClOn al prócer fue estruendosa y prolon.

programa independentista, tan comentado y aplaudido dentro y fuera de Puerto Rico, fui uno de los que más ayudaron a su organización, asistiendo a las asambleas en que se discutió el programa. Lo que ahora voy a narrar ocurrió en vísperas de elecciones, ya encendida la campaña de propaganda en todos los pueblos de la isla. Una noche, cerca de las diez, estando yo en la acera del Paramount con otros amigos, de repente un auto que se para a llamarme: -¡Don Luis, don Luis! Me acerco y era el senador García Ducós, don Juan, que iba de paseo acompañando a dos distin· guidas damas amigas suyas. Me invitaron y, ¿cómo no? Sin darnos cuenta, llegamos a Caguas, y allí bajamos a tomar algo en el café "La Mallorquina". Pero, al entrar, supimos que en aquel mismo momento, en el teatro principal de Caguas, se estaba celebrando un magno mitin de damas liberales. -Hay allí como dos mil mujeres -nos dijeron. -Corramos allá -exclamaron las dos damas amigas de don Juan. y dicho y hecho, a poco estábamos entrando en el mitin de mujeres ¡qué bellasl más grande que he visto en Puerto Rico. Al llegar nosotros, estaba hablando, ya cerrando el mitin, don Antonio Barceló, quien terminó más o menos con estas cálidas y elocuentes palabras: "Y a todas vosotras recomiendo que digáis, a los hombres liberales, que al besar a sus esposas y a sus hijas, sean besos inflamados del patriotismo con que debe ser besada la mujer puertorriqueña."

gada.) Subimos al- escenario. Abrazando a Barceló le dije: -Mi felicitación por el brillante párrafo y por esos estruendosos aplausos. A lo que rápidamente me replicó: -¿Por qué usted, ahora mismo, ante esa bella multitud de mujeres, nos les expresa en verso lo que yo les acabo de expresar en prosa? ¡Ea, una de esas décimas criollas! ... -Veré de complacerle y complacerme -le interrumpí-, pero haga que García Ducós, antes, ha· ble cinco o diez minutos, para darme tiempo... Cortándome la palabra, don Antonio le echó el brazo a García Ducós, y adelantándose con él al proscenio, exclamó: -Ahora este querido amigo y patriota va a saludar a las damas liberales de Caguas. Así fue: García Ducós, en inspirada salutación, que duró como diez minutos, exaltó el patriotismo y la belleza y virtudes de las damas allí reunidas. Apagados los aplausos al compañero, y a los gritos y llamadas del poético auditorio femenino, me puse de pie y dije la siguiente décima que me inspiraron las últimas palabras de la cálida arenga de don Antonio:

• Puerto Rico Ilustrado. numo 1.494, 29 de octubre de 1938. San

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)UiUI.

Esta noche, mi alma evoca la escena con una dama que dice que a nadie ama porque dice que es de roca. Yo le di un beso en la boca. y al claror tibio y sensual del lucero matinal, el beso fue tan fogoso, que ella dijo: ¡qué sabroso, qué beso más liberal!


Bibliografia Puertorriqueña 1967

ABAlJ, José Ramón: Puerto Rico en la Feria Exposición de Ponce en 1882. San Juan. Editorial Coqui, Ediciones Borinquen, 351 págs. Edición facsimilar de la obra publicada originalmente en 1885. Según Emilio M. Colón, editor, Abad dogra escribir uno de los más interesantes e instructivos libros sobre Puerto Rico, que nos recuerda muchas veces las más abarcadoras y útiles Memorias de don Pedro Tomás de Córdova, pero de más fácil y amena lectura, pese a sus múltiples estadisticas... Aurora de: En busca de esos niños en hilera. Santander, Publicaciones .La Isla de los Ra· tones.., 65 págs.

ALBORNOZ,

La obra de esta escritora boricul>española se describe como .una lirica búsqueda de la infancia perdida desde la asombrada y testificadora mirada del niño hacia el mundo, hacia las cosas». ALEGRtA, Ricardo E.: El Centro Ceremonial Indígena de Utuado. Instituto de Cultura Puertorriqueña, 12 págs. ALoNSO GARC1A, Amado: De mi almdtico rosal. Poemario. San Juan, 61 págs.; impreso por Tipografía Negrón, Río Piedras. En el poemario, con prólogo del autor y portada de Tony Maldonado. se destaca el tema de la patria. ARANAeSOTO, Salvador: Los médicos y el descubrimien· to del Mundo Nuevo y El homenaje al Dr. Chanca. San Juan, 94 págs. La primera parte incluye una conferencia dictada por el autor en la Casa de España, por iniciativa del Instituto de Cultura Hispánica, en 1959. La segunda reseña el homenaje que la clase médica de Puerto Rico rindió al Dr. Alvarez Chanca. primer médico que nos visitó, y que culminó con el descubrimiento de un monumento en mármol y bronce en 1966.

ARANA-SOTO, Salvador: La política exterior de Puerto Rico (El problema político de Puerto Rico). Tomado de la Revista de PoHtica Internacional de Madrid, números 89, enero-febrero, y 90, marzoabril de 1967; 100 págs. El autor parte de la premisa de que .no se ha escrito nada serio y sustancial» sobre el tema que le ocupa. Su tesis es que .el bienestar de nuestros habi· tantes, esto es, nuestra polftica interna. depende en grado sumo de esa relación exterior de nuestro pais que es el objeto principal de nuestra política exterior».

--: Papa Buyuyo (Ejercicio en picara jerga boricua) y La salvación por la poesía. Barcelona, Carabela. 21 págs. Dos trabajos en prosa. el primero. un relato polí. tico en primera persona; el segundo, de tema literario. ARce LuGO, Félix: Impresiones y reflejos (Poesías). Madrid, Pueyo. Artes Gráficas, 155 págs. Primer poemario del educador sangermeño, que le da el subtitulo de: .Poesias para el hogar y la escuela... ARCE DE V,(zQUEZ, Margot: La obra literaria de José de Diego. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 673 págs. Análisis sistemático de la prosa y poesía de De Diego. Dividida en cuatro partes: .Encuentro (La obra literaria)>>; .El prosista»; .EI poeta y su mundo..; .Poética y estilo». Hay una cronología y en un apéndice, una recopilación de critica literaria del prócer. ARRlvt, Francisco: Conciencia puertorriqueña del teatro contempordnco. 1937·1956. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 207 págs.

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El libro continúa la serie de trabajos alrededor del teatro puertorriqueño que el autor comenzó en Entrada por las raíces (1964), y continúa en Areyto Mayor y Dindmica puertorriqueña del teatro profe. sional (por publicarse). ARROYO, Anita: América en su literatura. San Juan, 'Editorial Universitaria, Ediciones La Torre, 60S páginas; introducción por Concha Mel¿ndez. Obra en que la autora parte del criterio de Pedro Henriquez Ureña: «La historia de la literatura hispa· noamericana debe escribirse alrededor de unos cuan· tos nombres centrales». La escritora -hija de padre puertorriqueño y madre cubana- está exilada hoy en Puerto Rico. BABtN, María Teresa: Jornadas literarias (Temas de Puerto Rico). Barc-elona. Edicione!; Rumbos. 351 páginas. Ensayos sobre temas de literatura puertorriqueña contemporánea. La autora lo dedica ca todos los que tienen fe en los valores de la cultura de nuestra pa· tria. y a los Que se afanan por enaltecerla».

--: Siluetas literarias (Xl Ensayos). Barcelona. Ediciones Rumbos. 175 págs. Ensayos sobre escritores del exterior, entre los que se encuentran Alfonso X el Sabio, Garcilaso, Sir Philip Sidney, Unamuno, Juan Ramón Jiméncz, García Larca y Alfonso Reyes. BUNKER, Harris F.: Política y educación en nuestro tiempo. Río Piedras, Puerto Rico, 18 págs. El folleto trata temas como la reforma educativa y la creación de un liderato educativo democrático. CABRERA. Francisco Manrique: Poemas de mi tierra tierra. Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Edi. torial Departamento de Instrucción, 44 págs.; ilustraciones por Iluminado Meléndez Díaz. Nueva edición del poemario publicado originalmente en 1936. Se elimina el poema tituJado«jAh, pulmón!» y se agrega uno nuevo: "Unjú-, que "por haberse extraviado entonces no pudo recogerse en la primera». CALDERóN CARRI6N, Emilio: Cantares. San Juan, 1m· prenta Soltero, 189 págs. Dos temas predominan en este poemario: la patria y el amor, siendo la décima uno de los modos es>

tróficos preferidos por el autor. CANALES, Nemesio R.: El héroe galopante.. Comedia en un acto y en prosa. Introducción por Emilio M. Colón; prólogo, José A. Buitrago; biografia, Antonio de Jesús. San Juan, Editorial Coquí, ECli· ciunes Borinquen, 61 págs. Esta nueva edición conserva el prólogo y el apén· dice biográfico de la original de 1935, editada por la Sociedad Literaria Gautier Benítez de la Escuela Superior de Caguas. 58

CANALES, Nemesio R.: El héroe galopante. Estado Li· bre Asociado de Puerto Rico, Editorial Departamento Instrucción Pública, 26 págs. Esta edición, para uso en las escuelas, trae una introducción por Venus Lidia Soto.

--: Paliques. San Juan, Editorial Caqui, Ediciones Borinquen, 253 págs.; introducción por Emilio M. Colón. cuarta edición. Colección de artículos que se publicaron originalmente en Ponce en 1915. En 1952 se publicaron dos ediciones, de la Universidad de Puerto Rico y la Fraternidad Phi Eta Mu. CARRERAS, Juan: Santiago Iglesias Pantln. Su vida, su obra y su pensamiento. San Juan, Editorial Club de Prensa, 261 págs.; prólogo por Luis Villa· ranga. Biografía del líder político socialista nacido en La Coruña, España, en 1872, y fallecido en diciembre de 1939. Cubre de 1896 (fecha en que lIeg() Iglesias a Puerto Rico) a 1940. CASANOVA PRATS, Teobaldo: Estudios estadisricos del crimen (con especial referencia a Puerto Rico). San Juan, Casanova, Inc., 867 págs. El estudio fue iniciado por el autor en 1945, y para terminarlo viajó por Europa y parte de Africa en busca de material. CASTBLLANOS, Juan de: Elegía a la muerte de Juan Ponce de León. Donde se cuenta la conquista de Boriquén. Estudio preliminar por María T. Babin; selección traducida al inglés por Muna Lee. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 113 pá· ginas.

--: Elegía de Varones Ilustres de Indias. - Ele· gía VI. Comentarios por María T. Babín; Puerto Rico, Departamento de Instrucción, 135 págs. Dos ediciones de la Elegía VI de Castellanos, el primer canto a Puerto Rico. La primera edición se publicó en España en 1589. CASTRO Ríos, Andrés: Muerte fundada. Colección Guajana, 44 págs. Primer libro publicado por un miembro del grupo Guajana. Castro Ríos figuró en la Antolog(a de jóve. nes poetas que el Instituto de Cultura Puertorriqueña publicó en 1965. - - Y RODR1GUEZ NIETZSCHE, Vicente: Estos poemas. San Juan, Colección Guajana, 21 págs.

Con esta plaquette inicia Guajana cuna serie de publicaciones populares en las que se darán a conocer poemas de temas y contenidos diversos».

Encajes de musarañas. Poe· sías. Madrid, Afrodisio Aguado, 255 págs.

CESTERO PADIllA, Rafael:

Primer poemario de este poeta puertorriqueño na· cido a principios de siglo. Cestero Padilla, inscrito dentro del modernismo, se ha distinguido por el culo tivo de la décima y el soneto.


COLL y TOSTE, Cayetano: Prehistoria de Puerto Rico. Bilbao, Editorial Vasco Americana, 261 págs., iluso trado. Nueva edición de la obra que fue premiada por la Sociedad Económica de Amigos del Pais en el Certamen del 8 de mayo de 1897. COLLAZO, Josefina: La flor de mi esperanza. Brooklyn, New York, Fancy Press. Editors, Inc., 78 págs. Libro sobre un viaje a Egipto, Grecia, Suiza e Ita· lia. La autora es una puertorriqueña residente en Nueva York. CORRETJER, Juan Antonio: Albizu Campos y los años treinta. Liga Puertorriqueña Socialista, 14 págs. El autor señala que .es necesario reabrir a exa· men el albizuismo en Puerto Ricollt. Ve como rasgo constante del pensamiento de Albizu el enfoque militar.

--: Mitologfa del Grito de Lares. Guaynabo, P. R., Colección Guajana; presentación por Isabel Gu· tiérrez del Arroyo. Obra destinada a conmemorar el centenario del Grito de Lares (1968). Conferencia leída en el Ateneo Puertorriqueño en septiembre de 1967.

--: Pausa para el amor. Guaynabo, P. R., 39 págs.

DEPARTAMENTO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA: Puerto Rico y su historia. Vol. lI/. El ciclo de agresiones extran. jeras y el contrabando. Siglos XVII·XVIII. Estado Li. bre Asociado de Puerto Rico, Editorial del Departamento de Instrucción, 262 págs. Tercero de una serie de cinco volúmenes de cróni. cas, ensayos, piezas literarias y otros documentos im. portantes para el entendimiento de nuestra historia, seleccionados e introducidos por Eugenio Fernández Méndez y Arturo Santana. DfAZ ALFARO, Abelardo: Mi isla soñada. Selección, prólogo e introducciones por Dalila Diaz Alfara de Sosa. Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Editorial Departamento de Instrucción Pública, 262 pá. ginas; ilustrado por María Rodríguez Señeriz. La obra es una selección de escritos que «revela fielmente el diario discurrir de la vida de un pueblo típico de nuestra isla -el pueblito de Hato el Ca· bro- y en un campo cuya vida está íntimamente ligada a éste: el barrio La Cuchilla•.

--: Terrazo (Selección). Prólogo por Mariano Pi· cón Salas. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, Serie Biblioteca Popular, 128 págs. Selección de cuentos y estampas -que el autor llama aguafuertes del terruño- sobre la vida en el campo puertorriqueño, y que se ha convertido en un clásico contemporáneo.

El autor dedica el poemario a cantar al amor de su esposa. Dedica el libro a dos poetisas puertorrique· ñas: Julia de Burgos (<<que me la quiso mucho lit), y Nimia Vicéns (<<que me la quiere tanto-).

DlAz MONTERO, Aníbal: Hablando con ellas. Barcelona, Ediciones Rumbos, 107 págs.; prólogo de Miguel Serrano Hernández.

DEL VALLE, Irma: Versos para ti. New York, H. M. Walker, 103 págs.; prólogo por Peter Bloch.

Tercera edición del libro de entrevistas con personajes típicos como .el último coquero de San Juan. y «el picapedrero de Vega Alta•.

La joven autora es una puertorriqueña residente en la ciudad de Nueva York. DEPARTAMENTO DB INSTRUCCIÓN PtlBLICA: Geografía de Puerto Rico, Puerto Rico, Editorial del Departa· mento de Instrucción, 121 págs., ilustrado. Obra destinada al Programa de Estudios Sociales. Edición revisada del libro Puerto Rico: Su ambiente geogrdfjco.

--: Cincuentenario del Senado de Puerto Rico. Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Editorial del Departamento de Instrucción, 13 págs. Folleto ilustrado que incluye el acta de la sesión inaugural de 1917 y de la sesión conmemorativa del año 1967.

--: Navidad en América. Vol. / y Navidad en Amé· rica. Vol. /l. Canciones de Navidad. Arreglos corales por Alfredo Romero; Antonio Salcedo Carpas, copista; Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Editorial del Departamento de Instrucción, 71 págs. y 49 págs. .Nos proponemos ofrecer a nuestros estudiantes la oportunidad de interpretar una bella colección de melodías con el sabor característico de su país de origen.. dice María Luisa MUDoz en el prólogo.

DIAZ ROM,{N, Haydée M.: Pedra C. Timothée Morales. Vida y obra educativa. Estado Libre Asociado de Puerto Rico. Editorial del Departamento de Instrucción, 59 págs. Estudio de la vida y obra del educador puerto· rriqueño (1864-1949). Disertación para el grado de Maestro en Educación en el Colegio de Pedagogia de la Universidad de Puerto Rico. DIEZ DH Juan, autor naldo

ANDINO, Juan: Horizontes y verdades. San 412 págs. Precedido de trabajos sobre el por: Josefa Cuadrado, Manuel Pareja, ReíPaniagua, Pedro Bernaola.

El libro induye ensayos de .crítica contemporánea-, entre ellos: Juan Ramón Jiménez, José Gordils, Lorenzo Coballes Gandía, Julio L. Vizcarrondo, Juan B. Huyke, Rosendo Matíenzo Cintrón. Pedro Albizu Campos. FERNÁNDEZ MáNDEZ, Eugenio: The Sources an Puerto Rican Culture History. A Critical Appraissal. San Juan, Ediciones El Cemí, 55 págs. El autor, al enumerar las fuentes sobre la historia de la cultura puertorriqueña, las divide en tres categorías: 1. Las fuentes documentales básicas; 2. Narraciones o crónicas escritas por europeos sobre la América Hispana colonial y que en alguna forma S9


Pu~rto

GONz,(LEZ TORRES, Rafael A.: Un hambre se ha puesto de pie. San Juan, Editorial Yaurel, 139 págs.; introducción por Mariana Robles de Cardona.

FERRER MAYaL, Bartolomé: Mardella. Barcelona, Edi· ciones Rumbos, 105 págs.; ilustraciones 'por Bar· tolomé Mayal.

La novela, según la prologuista, «tiene por objeto demostrar que el ser, una vez dado, persiste en su existencia y no se le puede eliminar•. El autor es profesor de la Universidad de Puerto Rico.

se relacionan con las Antillas y en cierta medida con Rico; 3. Fuentes escritas por puertorriqueños o extranjeros y que se refieren exclusivamente a la situación local.

Primer poemario del autor; los poemas están rela· cionados con el mar, que el autor relaciona a su vez con su señora madre; de ahí el título. FIGUEROA DB CIFREDO, Patria: Pachín Marin, Héroe y Poeta. San Juan, Instituto de Cultura Puertorri· queña, Serie Biblioteca Popular, 220 págs.; prólogo por Cesáreo Rosa-Nieves. Este estudio sobre el héroe y poeta puertorriqueño (1863-1897), está dividido en las siguientes partes: «Apuntes biográficos»; "El periodista»; ..El cuentista»; cEl héroe»; ddea general de su obra»; «Influencias y temas..; cEl estilo•. FIGUEROA RODRíGUEZ, Plácido: Aureas vespertinas. San Juan, Biblioteca de Autores Puertorriqueños, 100 páginas. d~

El legislador puertorriqueño ha recogido algunos sus versos, incluyendo muchas décimas criollas.

FONI'RfAs, Ernesto Juan: Apuntes sobre la daJl1.a puer· torriqueña. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, s. p. Ensayo leído en el Centro de Recreo de San Ger· mán el 22 de abril de 1967, en el festival en homenaje a la danza. FRAGOLA, Saverio Paolo: Estructura y finalidad de la legislación sobre menores en Puerto Rico. Río Pie· dras, Universidad de Puerto Rico, Facultad de Cien· cias Sociales, Centro de Investigaciones Sociales, Programa de Investigación y Adiestramiento en Cri· minología, 49 págs. El autor es profesor de la Universidad de Roma. En 1965 fue profesor visitante de la Escuela de Dere· cho de ·la Universidad Católica de Puerto Rico. GAUTIER BBNtTEZ, José: e introducción por Juan, Instituto de Biblioteca Popular,

Antología Poética. Recopilación Socorro Girón de Segura. San Cultura Puertorriqueña, Serie 208 pág.s.

Selección de los mejort:s poemas del primer poeta puertorriqueño del romanticismo. Gautier nació en el año 1851 y murió en San Juan en 1880. La señora Girón de Segura ha recopilado la obra completa del poeta. GONZ,{LEZ, Antonio J.: Economía política de Puerta Rica. San Juan, Editorial Cordillera. 168 págs. El autor parte de la afirmación de que elos estudios especializados en torno al desarrollo económico de Puerto Rico han fallado al encuadrar el proceso de desarrollo dentro del marco institucional·politico en que irremediablemente tiene que desenvolverse la economía puertorriqueña».

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GOODSELL, Charles T.: Administración de una revolu· ción (La reforma del Poder Ejecutivo en Puerto Rico bajo el Gobernador Tugwell, 1941.1946). Río Piedras, Editorial Universitaria, 261 págs.; traducción de Pedro Salazar, revisión de George Delacre; presentación de Car} J. Friedrich. Versión españflla de la obra Administration of a Revolution, publicada en 1965 por la Hatvard University Press. Guillermo: Sonetos indias. Ponce, P. R. 32 páginas; prólogo por Socorro Girón de Segura; ilustración de portada por López del Campo.

GUTl~RREZ,

Dice el autor que sus versos «nacieron por un acto de nostalgia, de melancolía por una raza esfumada a la que hoy en Puerto Rico no se le exalta como es debido». HERNÁNDEZ AQUINO. Luis: Cantas a Puerta Rica. Antología Siglos XIX y xx. San Juan. Instituto de Cultu· ra Puertorriqueña, 218 págs. Selección en la que figuran 46 poetas, de Santiago Vidarte (1827·1848) hasta Juan Sáez Burgos (1943). Se· gún el autor ..desde que nacieron nuestras letras, poco antes de mediado el siglo XIX, inician los poetas puer· torríqueños una tradición: la de concebir a la patria como un Edén, dotándola de cualidades paradisíacas•.

--: El Modernismo en Puerta Rico (Poesía y Prosa). San Juan, Universidad de Puerto Rico, Ediciones La Torre, 216 págs. Antología que incluye poetas que van desde José de Diego y Arístides Moll Boscana hasta Evaristo Ribera Chevremont y Luis Palés Matos, y prosistas desde Nemesio Canales y Luis Lloréns Torres hasta A. Collado Martell y A. Dliver Frau. INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA: Café. Introducción por Ricardo E. Alegría; ilustraciones de Caro los Marichal. San Juan, Serie Libros del Pueblo nú· mero S, 64 págs. Nueva edición de la antología titulada anteriormente: El tema del café en la literatura puertorriqueña, y que cuenta con la adición de cinco grabados sobre el tema del café en una hacienda puertorriqut:ña, por Ra· fael Tufiño. IRIZARRY, Edilberto: Poemas de mi resistencia. Ma· drid, 61 págs.; introducción por Marcelino Canino. Primer poemario del joven poeta puertorriqueño, publicado mientras estudiaba periodismo en Madrid.


JEStlS CASTRO, Tomás de: Monteagudo. San Juan, P. R., 24 págs. El autor dedica el cuaderno a la memoria del que fue Secretario del Instituto de Literatura Puertorri· queña. Monteagudo nació en 1890 y murió en 1966. JOGl.AR CACHO, Manuel: La canción que va contigo. San Juan. Editorial La Milagrosa, s. p.; ilustraciones por J. A. Torres Martinó. El poemario está dividido en tres partes: .La canción que va contigo•••Clara Lair. y «Anclas de Luz•. LEDESMA, Moisés: Ensayos y fdbulas. Nueva York, Edi· ciones del Ateneo Puertorriqueño de Nueva York, Colección Ateneo de Crítica y Ensayo, 85 págs.; prólogo de Diana Ramírez de Arellano. Entre los ensayos figuran: «Sobre los filósofos polí. ticos., cEl colonialismo., «Los sefardíes y la cultura hispánica•. El autor es Presidente de la Sección de Ciencias Políticas del Ateneo Puertorriqueño de Nueva York. LAcor. María Socorro: Freedom in Making Personal Decisions as Perceived by Puerto Rican Ninth-Grade Girls. San Juan. Commonwealth of Puerto Rico, Department of Education Press, 164 p. La autora realizó este estudio -sobre la libertad de hacer decisiones personales según la perciben las es· tudiantes puertorriqueñas de noveno grado- como requisito para el Doctorado en Educación, especializado en economía doméstica. LASTRA, Ivonne: Eva (Poemas). San Juan. P. R., 97 pá. ginas; prólogo por Vicente Géigel Palanca; portada de Carlos Marichal. Libro que contiene poemas en español e inglés. La autora, doctora en ciencias biológicas, residió quince años en Washington y ahora es profesora de la Univer· sidad de Puerto Rico. UZARO, José M.: Iniciación al estudio del conocimiento. San Juan. Universidad de Puerto Rico, Editorial Universitaria, 191 págs. El autor llama el libro un .bosquejo. sobre el estu· dio del conocimiento.•Es el fruto -dice- de varios años de enseñanza de esa disciplina que se llama 'epis. temoloRía' a estudiantes que estaban iniciándose en las complejidades del problema del conocimiento antes de abordar un estudio a fondo del mismo.• LI MARDO. Miguel: La rosa y la espina (Mensajes para cuando la vida duele y perfuman las espinas). Río Piedras, Editorial y Librería La Reforma, 216 pá· ginas; prólogo de Julia Carmen Marchand. Pláticas evangélicas. Dic!: la prologuista que el aular es cel pastor de almas que se identifica cabalmente con la vida y pasión terrenal y espiritual de su feli· gresía..... LITTLE, Elberl L.; WAbSwoRrH. Frank H., y MARRERO. José: Arboles comunes de Puerto Rico e Islas Virgenes. Puerto Rico, Editorial Universilaria. 827 páginas.

Publicación auspiciada por la Universidad de Puer· to Rico. el Colegio de Agricultura y Artes Mecánicas, la Estación Experimental Agrícola y el Servicio de Extensión Agrícola, en cooperación con el Instituto de Dasonomía Tropical, Servicio Forestal, Departa· mento de Agricultura Federal. Ilustrado con acuarelas por Frances Horne. LÓPEZ CRUZ, Francisco: La música folklórica de Puerto Rico. Prólogo de W. F. Starkie; dibujos de A. Martorell; portada de José Ruiz; diseño y adornos de Elaine Sherer; copista musical: A. Salcedo Carpas. Sharon, Conn., Troutman Press, 202 págs. Número 5 de la serie Puerto Rico, Realidad y Anhelo. Recopilación y estudio que incluye entre otros gé. neros: el seis, los bailes de bomba, la plena, la guaracha, el vals. la mazurka y polca, los cantos religiosos y el aguinaldo. LÓPEZ GONZÁLEZ. Salvador: Ensoñación taina. Puerlo Rico. s. p. L, s. p. El joven autor aguadillano r!:coge una colección de versos de tema indigena puertorriqueño. José: Ralos perdidos (versos). San Juan, Biblioteca de Autores Puertorriqueños, 84 páginas.

LóI'.I!Z DEL VALLE,

Primer libro del aulor, quien incluye poemas sobre los escritores José Antonio Dávila y el padre Rivera, entre otros. Luco TORO, Sifredo: Zahorí. Poemas. Prólogo de Miguel Meléndez Muñoz. Mayagüez. Imprenta y Litografía Torres, 42 págs. Según el prologuista, el poeta «luce su inspiración sencilla y tierna, confluente con su amor a nuestra tierra y su afecto integral a dos grandes patriotas: Be· tances y De Diego... lO. LLORI!NS, Washington: Anatomia de un gramat¡easlro. San Juan, P. R., s. p. L, 28 págs. El folleto arranca de una objeción que hizo don Juan Diez de Andino a una columna del autor publica. da en el periódico El Dia, y refuta conceptos del señor Díez de Andino. LLORl!NS TORRES, Luis: América. Estudios históricos y filológicos sobre Puerto Rico. San Juan, Editorial Cordillera, 264 págs. Carta·prólogo de Antonio Coro tón. Segunda edición de la obra publicada originalmente en 1898. Con ella la Editorial inicia la publicación de las Obras Completas de Lloréns Torres en volúme· nes individuales.

--: El Grito de Lares. Introducción por Carlos de Arce. San Juan. Editorial Cordillera, 154 págs. Drama histórico-poético, cuya primera edición se publica en 1916, con prólogo de Luis Muñoz Rivera.

--: Obras Completas (Tomo I - Poesía). San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 516 págs.: precedido de un estudio de la vida y obra del pocta. por Carmen Marrero.

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Este volumen incluye los cuatro libros de poesía publicados por Lloréns: Al pie de la Alhambra (1899); Sonetos Sinfónicos (1914); Voces de la Campana Mayor (1935) y Alturas de América (1940). MARRERO, Carmen: Tierra JI folklore. San Juan, Editorial Cordillera, 93 págs. Ilustraciones de Margarita de Mena; prólogo de Antonia Sáez.

MuÑoz IGARTtlA, Angel: Acordes diversos. Manatí, Editorial Ecos del Distrito, 79 págs. Nuevo poemario del autor de Versos de ayer y de hoy (1946); Por el sendero (1954) y Vibraciones (1960). NIEVES ApONTE, Miguel: La sociedad y la educación (Dos ensayos). Río Piedras, Editorial Universitaria, 84 páginas.

La obra consta de tres partes. La primera -Tierraincluye diez relatos sobre la tierra y la gente de Puer· to Rico; la segunda está dedicada al Folklore; la tercera es un poema en décimas sobre la noche de San Juan.

Segunda edición de la obra que contiene dos trabajos: eBases para las fundamentaciones sociales de la educación- y eFuqdamentaciones didácticas de los estudios sociales...

MARRERO NtlREZ, Julio: El hombre terrible del 87. Bar· celona, Ediciones Rumbos, 72 págs.

NIEVES FALCÓN, Luis: Inventario de investigaciones sobre el niño puertorriqueño. San Juan, Editorial De· partamento de Instrucción, 24 págs.

Obra basada en el personaje de Román Baldorioty de Castro, y su antagonista, el general Palacios, y que el autor llama eversión libre de un episodio histórico ... MATHEWS, Bárbara M.: An Ecological Guide to the Lit· toral Fauna and Flora of Puerto Rico. Common· wea1th of Puerto Rico, Department of Education Press,72 p. Esta guía ecológica de la flora y la fauna del litoral puertorriqueño se basa en una tesis para la Maes· trfa en Educación en la Universidad de Puerto Rico. La obra va destinada a las clases de biología de escue· la superior. MEl.tNOEZ, Julio: Literatura Vegabajeña (Apuntes para su historia) y Antología Poética. Vega Baja, Editorial Cibuco, 94 págs. El autor usa un triple criterio: autores que han na· cido y vivido en Vega Baja y cuya obra literaria ha florecido en el pueblo; autores de Vega Baja que han realizado su obra en otros pueblos y autores qne nacieron en otros pueblos, pero que han realizado su obra en ese pueblo. MONTEAGUOO, Joaquín: El hombre vertical. San Juan, Editorial Club de Prensa, 92 págs.; introducción por Francisco Lluch Mora. Poemario póstumo del autor a quien el prologuista ubica dentro de la trayectoria del modernismo puertorriqueño al postmodernismo y de ahí a la poesía de vanguardia. . MORA DE NOCHERA, María Teresa: Corazón herido. Bar· celona, Editorial Maucci, 63 págs.; Isla esmeralda. San Juan, Ediciones Ponce de León, 201 págs. Dos poemarios que se publican conjuntamente. La autora, nacida en 1897, se dedicó en Mayagüez a la práctica de la medicina, de la cual está retirada. MORALES, Angel Luis: Literatura Hispanoamericana (Epocas y Figuras). Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Editorial del Departamento de Instrucción, 2 tomos, 219 y 268 págs. Primera historia literaria hispanoamericana escrita por un puertorriqueño. El Tomo I cubre de la Litera· tura de la Conquista al Romanticismo; el Tomo n, de la Transición del Romanticismo al Modernismo hasta la Literatura Actual o Ultramodernismo.

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Discusión de los trabajos de índole sociológica, si· cológica, antropológica y pedagógica sobre el niño puertorriqueño. OLIVER FRAU, Antonio: Cuentos y leyendas del cafetal. San Juan, Editorial Coquí, Ediciones Borinquen, 193 págs., segunda edición. La primera edición se publicó en Yauco en 1938. Se publica en conjunción con la obra Antonio Oliver Frau: Vida y Obra, de Margarita Vázquez de Rivera.

ORDóÑEZ, Eduardo: Quijotismo puertorriqueño, México, 97 págs. El autor trae a la escena puertorriqueña tres pero sonajes clásicos españoles: el Quijote, Sancho y Se. gismundo, y expresa sus reflexiones sobre el ser puer. torriqueño. ORSINI LUIGGI, Sadi: El renacido. Barcelona, Ediciones Rumbos, 102 págs. Segundo poemario del joven autor, quien utiliza el neologismo-de enoemas.. para designar gran parte de sus composiciones. ORTEGA PAW. Nora Lit: Huida a la nostalgia. San Juan, Cooperativa Artes Gráficas Romualdo Real, 119 pá. ginas; prólogo de Washington Lloréns, ilustraciones de Norman Ortega Palés. Primer poemario de la joven poetisa, nieta de don Vicente Palés Anés y sobrina de 105 poetas Luis, Gustavo y Vicente Palés Matos. PAGÁN DE SOTO, Gladys: Alba y gracia (Poemas). Pórtico por Ester Feliciano Mendoza. Puerto Rico, Edit\l' ríal Departamento de Instrucción, 46 págs.; ilustrd' ciones de Rafael López del Campo. La prologuista describe asi la obra: .La voz de la madre alcanza a veces tono bíblico; otras, es mero jugueteo amoroso y otras, mensaje de puro corazón estremecido por la maternidad... PAGE, Homer: Puerto Rico: La revolución pacifica. Es· tado Libre Asociado de Puerto Rico, Departamento de Instrucción, 151 págs.; fotos del autor. Traducción de la obra Puerto Rico: The Quiet Revolution, publicada en 1963 por Viking Press.


PARTIDO NACIONALISTA DE PUERTO RICO: Lares - Proclamas del Nacionalismo. 1930-1935. Lares, Partido Nacionalista de Puerto Rico, Ediciones Año Pre-Centenario de la Proclamación de la República, 16 págs. Las proclamas vienen precedidas de un trabajo de Juan A. Corretjer: Un recuerdo y un punto de partida.

Incluyen desde Pajarera (1929) hasta Principio de canta (1965). RIVERA CORREA, R. R.: The Pariahs. New York, Carlton Press, A Geneva Book, 60 págs.

PASQUINUCI, Dante: The Heart is a Green Bough (Poems to tite Puerto Rico). s. p. i., 31 págs.

Obra de ficción en inglés basada en la vida del líder nacionalista Pedro Albizu Campos. El autor, abogado de profesión, ha publicado en español sus primeros tres libros.

El autor describe la obra como «una colección de nuevos poemas escritos durante el verano de 1966.., sobre temas de Puerto Rico. Es instructor de inglés en la School of Visual Arts, Nueva York.

RODRtGUEZ ESCUDERO, Néstor: El mar en la literatura puertorriqueiia y otros ensayos. Barcelona, Ediciones Rumbos, 239 págs.; prólogo de Josefina R. de A]varez.

PEDREIRA, Antonio S.: Antología de su obra. Editada por Clara López Bara1t; prólogo de Maria A. Barceló de Barasorda; Puerto Rico, Editorial del Departamento de Instrucción.

El ensayo principal del libro, sobre el mar en nuestra literatura, arranca del discurso de ingreso del autor en la Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico. Agrega otra serie de ensayos sobre escritores puertorriqueños.

Primera antología de la obra del estudioso puertorriqueño (1899-1939), primer director del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico. La prologuista es autora de una tesis inédita sobre Pedreira. PéREZ DE BUEso, Blanca: Leyendas indias del viento. Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Departamento Instrucción, 78 págs. Leyendas basadas en el indio de Borinquen, ilustradas por la autora.

ROSA-NIEVES, Cesáreo: La emoción divertida (Poemas para niños). Estado Libre Asociado de P. R., Editorial Departamento de Instrucción, 35 págs. Poemario de versos para niños, ilustrado en colores, para uso en las escuelas de Puerto Rico.

--: Plumas estelares en las letras de Puerto Rico (Tomo 1 - Siglo XIX). San Juan, Universidad de Puerto Rico, Ediciones La Torre, 632 págs.

POI':T FLORES, Rafael: Un puertorriqueño en España. Crónicas de viajes. San Juan, 163 págs.; prólogo de Salvador Tió; diseño y trabajo artístico de Carlos MarichaJ.

Estudios crítico-biográficos sobre los principales escritores puertorriqueños del siglo pasado, desde San· tiago Vidarte hasta Matías González Garcfa. El autor prepara el segundo tomo, que incluirá hasta nuestros días.

El autor se propone «revivir en el correr de la maquinilla los momentos en altos y bajorrelieves que quedaron grabados en su ánimo al recorrer 10s caminos y los caseríos y el inolvidable panorama que son las gentes y las cosas de la Madre Patria».

--: Voz folklórica de Puerto Rico. Sharon, Conn., Troutman Press, 128 págs. Número 6 de la serie Puerto Rico, Realidad y Anhelo; prólogo de William F. Starkie.

RAMfREZ DE ARELLANO DE NOLLA, OIga: Diario de la montaj'ia (1957-1960). San Juan, Ediciones Juan Ponce de León, 238 págs.; ilustraciones por la autora. Estampas y meditaciones de la poetisa desde su hogar en el Cerro Las Mesas de Mayagüez. La poetisa se vuelve en este libro a la prosa y se revela además como pintora en las ilustraciones. RAMOS HERN,(NDEZ, Manuel: El alma y después el rumbo (Poemas). Ouebradillas, P. R., 86 págs.; prólogo de Juan Diez de Andino. Segundo poemario del autor quebradilJano. Incluye temas bíblicos, familiares y, principalmente, autóctonos. RIBERA CHEVREMONT, Evaristo: Antología poética (19291965). Estado Libre Asociado de P. R., Editoria] De· partamento de Instrucción, 105 págs.; introducción, selección y notas por María T. Babfn y J. L. Rodríguez. Los editores señalan que han seleccionado «setenta y cinco poesfas que pertenecen a las obras reconocidas por su autor como merecedoras de consagrarse».

El libro, según su autor, «intenta explicar los prin· cipales géneros de ]a tradición oral del pueblo de Boriquén». Entre éstos figuran: la c02]a y la bomba, el romance y el corrillo, la décima, el aguinaldo y el villancico, los bailes y otros. ROSARIO RAMOS, Tomás: Ideas, personas y cosas. Libro de ensayos y anecdotario. Río Piedras, Editorial Puerto Rico Evangélico, 140 págs.; prólogo de J. F. Rodríguez. Ensayos de entronque evangélico, que el autor dedica al reverendo Abe]ardo M. Diaz Morales, director de Puerto Rica Evangélico, fallecido en 1950. S,(EZ, Antonia: Caminos del recuerda. San Juan, Instituto de Cultura Puertorriqueña, 228 págs.; prólogo de Concha Meléndez. Obra póstuma de la escritora fallecida en 1964. La autora evoca su infancia en Humacao, sus años de estudio en Rfo Piedras y Madrid, sus viajes. Dejó al morir publicadas las obras: La lectura, arte del len· guaje; Las artes del lenguaje en la escuela elemental; Las artes del lenguaje en la escuela secundaria,' El teatro en Puerto Rico. 63


SANCHEZ HIDALGO, Efraín: Psicología educativa. Quinta edición revisada. Río Piedras, Editorial Universita· ria, 578 págs.; prólogo de Alfredo Silva.

de San Germán e Instituto de Cultura Puertorriqueña, 59 págs.; prólogo de Aurelio Tió.

La primera edición es de 1954. El autor es ex Se. cretario de Instrucción Pública de Puerto Rico.

Trabajo premiado en certamen del Instituto Poli· técnico cuando el autor tenía 15 años. El material fue recopilado por el malogrado estudiante durante el año 1921.

SANTIAGO ROMERO, Basilio: Instrumentos negociables. Ley Uniforme de Instrumentos Negociables de Puer· to Rico y comentarios al Código Uniforme de Comercio de E. U. San Juan, Ediciones Ponce de León, 297 págs. Se publica además otro volumen de Su· plemento-Casos resumidos, de 266 págs. El autor es profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. SANTOS CHOCANO, José: Puerto Rico llrico. San Juan, Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico, Cua· derno número 2, 107 págs.; prólogo de 'Luis Lloréns Torres. Nueva edición de -la obra del poeta peruano publi. cada originalmente en San Juan en 1914. Se agregan juicios sobre Chocano y su visita a Puerto Rico por: Emilio S. Belaval, J. Valldejulli Rodríguez, A. Gómez Costa, Cesáreo Rosa·Nieves, César Borgia, Lloréns Torres, Luis Palés Matos, y el discurso de despedida de Chocano. SIGOENZA y GdNGORA, mirez. San Juan, ña, Serie Libros ilustraciones por

Carlos: Infortunios de Alonso Ra· Instituto de Cultura Puertorrique. para el Pueblo núm. 6; 48 págs.; Carlos Marichal.

--: Infortunios de Alonso Ramirez. Introducción, notas y recopilación bibliográfica de Alba Vallés Formasa. San Juan, Editorial Cordillera, 146 págs. de de za Se

Dos ediciones de la obra que narra las peripecias un náufrago puertorriqueño que arriba a las costas Yucatán, México, descritas por el mexicano Sigüen· y Góngora, quien las escuchó de labios del autor. publican originalmente en México en 1690.

SOTO, Venus Lidia: El arte de novelar en ..Garduña.. de Manuel Zeno Gandía. Estado Libre Asociado de P. R., Editorial Departamento de Instrucción, 112 páginas; prólogo de Margot Arce de Vázquez. Tesis sobre esta novela del autor de La charca, presentada a la Facultad de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico para el grado de Maestro en Artes. DE FIGUEROA, Juan Angel: Esencia del folklore puertorriqueño. San Germán, Centro Cultural

TIc) NAZARIO

TODD, Roberto H.: Génesis de la bandera puertorrique· ña. Betances. Henna. Arrillaga. Madrid, Ediciones Iberoamericanas, S. A., 222 págs.; segunda edición. El primer trabajo sustenta la tesis de que la ban· dera puertorriqueña fue ideada por don Manuel Besosa, refutando la tesis de don Antonio Vélez Alvarado de que él fue el diseñador original. TORRES ROSADO, Félix Juan: Ciudadela rendida (Versos). San Juan, Editorial Yaurel, 121 págs.; prólogo por Francisco Lluch Mora. El prologuista describe este libru -cuya primera parte está escrita en décimas- como .poesía barroca-. TORRES SANTIAGO, José Manuel: La paloma asesinada. San Juan, Colección Guajana, 153 págs.; portada de Carlos R. Rivera; contraportada y retrato del autor por José R. Alicea. Primer poemario del joven poeta, editor de la Revista Guajana, y quien figuró en la Antología de jóvenes poetas que el Instituto de Cultura Puertorriqueña publicó en 1965. TRIAS, Arturo: Aunque quise el silencio... Sharon, Conn., Troutman Press, 64 págs.; prólogo de Margot Arce de Vázquez. Con este libro del joven poeta universitario, la Edi· torial Troutman inicia la serie ..Nuevos Escritores de Puerto Rico... VIllARONDA, Guillermo: Don Pepe eoll Vidal: Jinete y sacerdote del periodismo. San Juan, Ediciones Coquí, s. p. Poema que el autor cubano residente en la Isla dedica al periodista puertorriqueño don José Coll Vida!' VIllAFUERTE, R. de: The Americanization of Manuel de Rosas. New York, Vantage Press, 154 págs.

La obra se describe como una autobiografía de un puertorriqueño que aspira a la estadidad para su país. R. de Villafuerte es el seudónimo del doctor R. Rodríguez Molina.



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LA CASA' ,DE HACIENDA GRANDE, por JasÓ' R. Oliver (poUmeros acrllicos). Colección Familia Alegría Pons.

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SEPARATA DE ARTE DEL NUMERO 39 REVISTA DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEaA Offset RVAlBOS - Prlnted in Spain


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