RE"VIST;A del INST TUTO de CULTURA PUER.'fOR1tIQUEÑA .ANTROPOLOG[.A HISTORI.A LITBR.A Tl/R.A .ARTES PLlfrnc.As TEATRO MOSIC.A .ARQUITBCIVR.A
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OCTUBRE - DICIEMBRE, 1970
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DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUEÑA JUNTA DE DIRECTORES Guillermo Silva, Presidente Enrique Lagtierre - Amelio Tió - Elías López Sobá Arturo Santana - Esteban Padilla Milton Rua
Director Ejecutivo: Ricardo E. Alegría Apartado 4184 AÑO XIII
SAN JUAN DE PUERTO RICO 1970 OCTUBRE-DICIEMBRE
Núm. 49
SUMARIO
La voz de violeta de Violeta López Suria por Anita Arroyo
1
Teatros del Borikén por Francisco Arriví .
7
Las palmas parecen flores por José Emilio González
10
Significación de los premios del Ateneo en sus festivales de Navidad por Concha Meléndez
11
El ataque británico a Puerto Rico de 1797 en ,la "Gaceta" de Guatemala por Luis González Vales .
1S
Luis Muñoz Rivera: Maestro de una cultura puertorriqueña de excelencia por Eugenio Fernández Méndez .
20
Modismos y refranes del habla popular en Vieques por Ricarda Carrillo Romero .
2S
Sor Anacaona por Amelia Agostini de Del Río
33
Génesis y desarrollo de la dramaturgia puertorriqueña hasta los umbrales de ola generación del treinta por Josefina Rivera de Alvarez .
36
Matienzo por Luis Lloréns Torres .
46
Himno al Idioma por Adelaida Lugo Guernelli .
48
Ensayo sobre Alejandro Petion por Ramón Emeterio Betances
49
Bibliografía Puertorriqueña 1970 (Segunda Parte).
58
PUBLICACION DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORRIQUE&A Director: Ricardo E. Alegría Ilustraciones de Carlos Marichal Fotografías de Jorge Diana Aparece trimestralmente Suscripción anual Precio del ejemplar
$2.50 $0.75
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DEPóSITO LEGAL: B.
3343 - 1959
IMPRESO EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE MANUEL PAREJA BARCELONA - PRINTED IN SPAIN - IMPRESO EN ESPAÑA
COLABORADORES
JOSÉ EMILIO GONZÁLEZ nació el 17 de febrero de 1918 en Gurabo, Puerto Rico. Cursó la enseñanza primaria en su pueblo natal y la secundaria en Caguas. Siguió estudios superiores especializados en filosofía y en ciencias sociales en las Universidades de Puerto Rico, Chicago, Columbia, California. Se recibió de maestro en artes en la Universidad de Bastan con la disertación "Hostos como filósofo". Fue redactor del diario La Prensa, en Nueva York e instructor de ciencias sociales en la Universidad de Puerto Rico, donde actualmente profesa en el Colegio de Estudios Generales, sección de Humanida· des. Desde joven ha cultivado la poesía en la que se manifiesta su honda preocupación por el destino de su patria. Ha publicado el libro Profecía de Puerto Rico (1954) y ensayos filosóficos literarios, entre los que se encuentran: Nuestra Patria: Ideales para la educación de Puerto Rico; Cervantes y la libertad; Criterios de la Universidad; Cántico mortal a Julia de Burgos (1956); Parábola del Canto (1960); Los poetas puertorriqueños en la década de~ Treinta (1. C. P., 1960); Josefina Romo Arregui en el arte de su palabra (1961).
CONCHA MELÉNDEZ. Ensayista y crítica literaria. Nació en Caguas. Doctora en Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de México. Durante muchos años fue catedrática de literatura hispanoamericana en la Universidad de Puerto Rico, cuyo Departamento de Estudios Hispánicos dirigió. Entre sus numerosas obras figuran Amado Nervo (1926), La novela indianista en Hispanoamérica (1933), Signos de Iberoamérica (1936), Asomante (1939), Entrada en el Perú (1941), La inquietud sosegada: estudio sobre la poética de Evaristo Rivera Chevremont (1946), Ficciones de Alfonso Reyes (1956), Figuración de Puerto Rico y otros ensayos (1958), El arte del cuento en Puerto Rico (1962), li· bro premiado por el Instituto de Literatura Puertorriqueña y José de Diego en mi memoria (1966). La doctora Meléndez es profesora emeritus de la Universidad de Puerto Rico, y en 1965 le fue otorgada ,la Medalla de Oro dd Instituto de Cultura Puertorriqueña. Esta institución, también ha publicado recientemente una edición de sus Obras Completas en tres volúmenes.
AMELIA AGOSTI I DE DEL Río nació en Yauca, Puerto Rico. Obtuvo el grado de Bachiller en Artes en Vassar College; se licenció en la Universidad de Columbia y se doctoró en la Universidad de Madrid. Su tesis versó sobre El teatro cómico de Cervantes y fue publicada en el Boletín de la Real Academia Española. Fue profesora de Barnard College, en el que dirigió el Departamento de Español hasta que se jubiló en 1962; ejerció también en Vassar College y en City College y algunos veranos en Middlebury, Columbia y la Universidad de Denver. En 1965 publicó sus libros en prosa Vi-
ñetas de Puerto Rico, Mitos para niños y el poemario A .la sombra del arce. En 1970 publica otro libro de poesía, Hasta que el sol se muera, y el libro de cuentos Puertorriqueños en Nueva York. Además ha publicado varias obras en colaboración, entre ellas la Antología de la literatura española que preparó conjuntamente con Angel del Río.
JOSEFINA RIVERA DE ALvAREZ. Nació en Mayagüez y cursó estudios en la Universidad de Puerto Rico. Obtuvo el grado de Maestra en Artes en ,la Universidad de Columbia y el de Doctora en Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid. Desde 1947 está adscrita al Recinto de Mayagüez de la Universidad de Puerto Rico, donde desempeña una cátedra de español. Es miembro de número de la Academia Puertorriqueña de la Historia. En 1955 publicó su Diccionario de Literatura Puertorriqueña, cuya nueva edición en dos tomos publicará el Instituto de Cultura Puertorriqueña. Acaba de aparecer el primer tomo de su Historia de la literatura
puertorriqueña.
RAMÓN EMETERIO BETANCES nació en Cabo Rojo el 8 de abril de 1827. A los 9 años de edad es enviado por su padre a París donde cursa su educación superior. En la Universidad de Tolosa obtiene dos bachilleratos, uno en Letras en 1846 y otro en Ciencias en 1848, como requisito para ingresar en la Escuela de Medicina de París de donde se gradúa en 1855. Por sus investigaciones científicas, el gobierno francés le premia con la Cruz de Caballero de la Legión de. Honor en 1887. Betances fue también fundador del Hospital San Antonio de Mayagüez. Patriota ilustre, forma en la legión de grandes próceres latinoamericanos del siglo XIX. Fue el más grande líder de la Independencia de Puerto Rico de dicho siglo. Antiesclavista, creó en 1885 fa Sociedad Abolicionista, organización secreta que se dedicó a luchar por -la libertad de los esclavos negros. Fue inspirador del Grito de Lares. Cultivó también las letras. Es autor de Les deux Indiens (1852) y del relato La Vierge de Borinquen y de un gran epistolario que revela numerosos aspectos de sus luchas libertarias. Murió en París el 16 de septiembre de 1898 luego de sufrir 31 años de destierro y de luchar incansablemente por la independencia de Puerto Rico y de las Antillas.
LUIS LLORÉNS TORRES nació en Juana Díaz el 14 de mayo de 1876. En su pueblo natal hizo sus primeros estudios. Luego se trasladó a España, donde ingresó en la Universidad de Barcelona y después en la de Granada. En esta última obtiene su título de abogado, primero, y el grado de Doctor en Filosofía y Letras, después. En 1901 regresa a Puerto Rico y se establece en Ponce, ciudad en la que monta su bufete. Luego lo traslada a San Juan. Se dedica al 'periodismo y a la política, pero sobresale sobre todo como poeta y escritor. Es autor de los siguientes poemarios: Al pie de la Alhambra (1899), Sonetos sinfónicos (1914), Voces de la Campana Mayor (1935) y Alturas de América (1940). Es autor además del libro de ensayos América (estudios históricos y filológicos) (1898) y del drama El Grito de Lares (1927). Recientemente el Instituto de Cultura Puertorriqueña ha honrado su memoria publicando en tres tomos sus obras completas.
AOELAIDA LuGO GUERNELLI. Se recibió de Maestra en Artes en la Universidad de Puerto Rico y de Doctora en Filosofía en la Universidad de Nueva ,York, donde en la aotualidad desempeña una cátedra. El Instituto de Cultura Puertorriqueña publicó la tesis que para optar a dicho grado presentara la Dootora Lugo Guernelli, y que versa sobre la obra de Eugenio María de Hostos.
LUIS GONZÁLEZ VALES nació el 11 de mavo de 1930 en Río Piedras. En 1952 se recibe de Bachiller en Artes con concentración en historia en la Universidad de Puerto Rico y en 1957 recibe el grado de Maestro en Artes en la Universidad de Columbia. Actualmente es catedrático asociado de la Univer~idad de Puerto Rico donde dicta un curso sobre América Latina y es Secretario del Consejo de Educación Superior. Se ha dedicado al estudio de la obra del Intendente Alejandro Ramírez. Próximamente publicará el libro Diario Económico de Puerto Rico, reproducción facsimilar del periódico que publicó aquí el Intendente Ramírez y otro sobre la obra de éste en Guatemala, Cuba y Puerto Rico.
EUGENIO FERNÁNDEZ MÉNDEZ nació en Cayey. Realizó estudios superiores en la Universidad de Puerto Rico y en la de Columbia. Durante varios años fue presidente de la Junta de Directores del Instituto de Cultura Puertorriqueña. Es autor de las siguientes obras: Salvador Brau y su tiempo (1950), Filiación y sentido de una Isla: Puerto Rico (1956), Crónicas de Puerto Rico (1957), Tras siglo (1958), La identidad y la cultura: críticas y valoraciones en torno a Puerto Rico (1959), Ensayos de antropología popular (1961), Conceptos
fundamentales de antropología física (1964), Historia de la cultura en Puerto Rico (1964), Las encomiendas y la esclavitud de los indios de Puerto Rico (1966), Antología de la poesía puertorriqueña (1968) e Historia cultural de Puerto Rico (1493-1968) (1970).
RICARDA CARRILLO ROMERO es natural de Vieques. Es graduada de la Universidad de Puerto Rico, donde obtu'Q'o su Bachillerato en Artes en 1944. En la Universidad, también obtuvo la Maestría y el Doctorado de Estudios Hispánicos en 1959 y 1967, -respectivamente. Es catedrática de español en la Facultad de Administración Comercial de la Universidad de Puerto Rico y ocupa el cargo de Decana Auxiliar de esa Facultad. Ha sido colaboradora de las revistas Educación y Ciencias Comercia~ les; y es coautora de los libros Comunica-
ción escrita y Psicología de la comunicación.
A ITA ARROYO. Doctora en Filosofía y Le· tras de la Universidad de La Habana, ha profesado cátedras de Historia de la Literatura Hispanoamericana en dicha Universidad y en la Nacional Autónoma de México. Tiene a su haber una larga labor en el periodismo de Cuba, donde ocupó el cargo de Presidenta del Lyceum de La Habana y fue secretaria de varios patronatos culturales y cívicos. Es autora de cuentos que figuran en antologías de cuentos hispanoamericanos y de los libros Razón y pasión de Sor Juana Inés de la Cruz y América en su literatura, editado por la Universidad de Puerto Rico, y Raín y Ala (sobre Jósé Martí).
FRANCISCO ARRIvf nació en San Juan. Dramaturgo, poeta, ensayista, director de escena, luminotécnico. Se recibió de Bachiller en artes especializado en Pedagogía de la Universidad de Puerto Rico. Becado por la Fundación Rockefeller estudió radio y teatro en la Universidad de Columbia. Fundador de la Sociedad Dramática "Tinglado Puertorriqueño" (1944) es autor de las piezas de teatro El diablo se humaniza (1940), Alumbramiento (1945), María Soledad (1947), Caso del muerto en vida (1951), Club de Solteros (1953), Bolero y plena (1956), Vejigantes (1958), Sirena (1959), Cóctel de Don Nadie (1964). De poesía ha publicado Isla y nada, Frontera, Ciclo de lo ausente, Escultor de la sombra. De ensayos, el libro titulado Entrada por las raíces, Conciencia Puertorriqueña del teatro contemporáneo y Areyto Mayor. Es Director de los Festivales de Teatro Puertorriqueño e Internacional de San Juan y Ponce.
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SEPARATA DE MUSICA DEL NUMERO 49 DE LA REVISTA DEL INSTITUTO DE CULTURA PUERTORR1QUE~A
Puerto Rico en su Poesía
La voz de "ioleta de \Tioleta López Suria Por ANITA ARROYO
Pórtico
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CICLOS VITAL Y PO~TICO DE VIOLETA LÓPEZ SURJA
se entrelazan y forman una misma corriente honda, mansa, reposada. Fertilizadas por el limo del dolor, enfermiza desde niña, las aguas del río. interior de su alma se deslizan lentas, teñidas de un tono elegíaco dulce y tierno. Poesía de evoca· ción y de remembranza en gran parte la suya, de nostálgico recordar el pasado aun cuando cante cosas presentes. Visto todo desde una distancia temporal y estética, su mundo de creación adquiere esa rara dimensión poética de la auténtica obra de arte. Siempre me ha interesado la buena poesía fe· menina, no sólo como obra de arte, sino como insuperable documento de aproximación al misterio del alma insondable de la mujer. Quizás por ello me asomé asombrada a la obra poética de Sor Juana Inés de la Cruz y no he dejado de girar en torno a su fascinante e indescifrado misterio. Aho· ra una pareja sensación de hallarme a gusto en su mundo poético, me ha invadido al intentar la in· mersión en las aguas poéticas de Violeta en pos de su enigma. Cuando en 1951 -con motivo del tricentenario del nacimiento de Sor Juana Inés de la Cruz- 'scrlbimos Razón y Pasión de Sor Juana Inés de la Cruz, decíamos: "¿Es que los hombres sospechan las complejidades verdaderamente laberínticas de la psiquis femenina? Más difícil que llegar a realizar viajes interplanetarios (hoy ya rea· lizados, añadimos ahora) le resultará al hombre penetrar, si algún día lo logra, en el mundo incon· quistado del alma de la mujer." Aunque la gran poesía no tiene sexo, es indudable que la sensibilidad femenina se disuelve en tonos peculiares en el arco iris iridiscente del reflejo poético. Los tonos femeninos son más delicados y tenues; el trazo, más sutil y laberíntico como si la mano que lo guiara, de mujer al fin, supiera: ensar· tar la palabra como ensarta la aguja y bordara con ella un minucioso tapiz de complicada urdimbre. Cualidades muy femeninas, como la valentía, el
espíritu de sacrificio. la dulzura y deÍicadeza laten en los versos muy femeninos de Violeta. fieles espejos del alma cariñosa y buena de este pueblo isleño.
"Voz de violeta" Voz humilde y húmeda, como la de la flor que lleva por justo nombre, pudo ser la novia ideal de García Larca, quien usó esa metáfora para descri· bir una voz amada. Poesía húmeda y tierna la de Violeta. El agua, como para Julia de Burgos, es primer y constante elemento purificador: "agua pilatos que nos libera".! Ambas, Julia y Violeta, son ninfas de los ríos puertorriqueños. Caminan des· calzas "con los pasos del agua".1 Es curioso y muy interesante de observar cómo el agua aparece rei· teradamente en la poesía de Violeta López Suria. Ya Julia había seguido el curso fluvial de su gran río, un río atormentado que es el símbolo de su Patria. Pero mientras el Río Grande de Loíza es único y tumultuoso, los ríos transparentes de Violeta, a cuya sombra florece cubierta de hojas, son múltiples y apacibles y sus aguas fluyen más lenta y sosegadamente. El de Julia es un río en juven. tud. de corto curso acelerado. El de Violeta, foro mado por sus varios afluentes, un río en madurez, de largo recorrido que desemboca lenta y majestuosamente en el mar, un mar también muy puer· torriqueño.
lA casa sosegada Desde su primer libro de versos y prosas Violeta se presenta en forma de "gotas": Gotas en mayo (1953) Y con su color característico. el que 1. «Oda sísmica~. poema prólogo. La piel pegada af alma. Puerto Rico. 1962. pág. 7. 2. ¡bid.
lleva por nombre: "Me sentirás en las lloviznas tímidas - que no besan la tierra - y en los silencios: - mensajeros de brumas que sueñan - parpadeos violetas." Así se identifica en su primera composición, "Sosiego". Vive la niña de grandes ojos claros sosegadamente en su casa solariega de la entonces mucho más sosegada ciudad, que va perdiendo aceleradamente aquel ritmo bucólico que añoran sus poetas. Allí en la casa so~egada, donde se confunden el silencio, el rumor de las olas y el susurrar de los altos pinos, aparecen el "Zaguán Mortero", que "huele a recuerdos", la casa grande de la infancia; allí aflora ya la preocupación social en su "Tijeritas de la lluvia" - que no saben - de las pobres criaturas - que a la calle - van desnudas". Allí "Las casitas del mangle" y otras pinceladas de color local, como "los coquíes" arrullando al Niño Manuel de su "Ber· ceuse". Sus "Anhelos" reflejan, desde el inicio de la ruta poética, la obsesiva preocupación por la muerte, ligada, como la vida, al agua orimipresente: "El día de mi entierro - quiero lloviznas. quiero violetas - y manos tibias - para mis versos.": Es la joven profundamente sentimental. El tema que sondeamos en especial. el de lo puertorriqueño, aparece específicamente cantado en "Tierra", con un acusado tnatiz de" preocupación por su destino: "Es Puerto Rico en su silencio leve matiz de crucifijo, - es la raíz que grita el alma - con sana y bíblica protesta: - ¡Tierra!" Este patriótico sentimiento estará siempre presen· te o latente en su poesía. El poema "Desgano" es un anticipo del tema de la Elegía a sí misma en su final patético: "Hace tiempo que he muerto y la vida me empieza..... También se inicia la contraposición de contrarios: muere y empieza, que ha de ser una de las características conceptuales de su quehacer poético. Encuentro un parentesco espiritual marcado entre la sensibilidad de Violeta yola del poeta colom· biano José Asunción Silva, ambos espíritus quintaesenciadamente suprasensibles. El colombiano, que se tiene por uno de los precursores del modernismo al apuntar una nueva sensibilidad, canta también a las cosas viejas, de tan evocador encano to poético. Es el tema de "Vejeces". Este amor por las cosas viejas, acumuladas y animadas de recuerdos, al estar ligadas durante largo tiempo a nuestras experiencias, va resultando cosa del pasa· do si se piensa en la tendencia creciente de una soCIedad superindustrializada como la que estudia Poffler en su libro Futu1"e Shock 3 -"best seller" actual-, que marcha a pasos gigantes hacia lo efímero y transitorio. Al no perdurar nada en una sociedad de consumo que destruye lo que usa, de 3. Alvin Torner. Future Schok, Random House, New York, 1970.
2
artículos desechables, las cosas materiales se ha· cen cada vez menos perdurables, más tornadizas y cambiantes. Hasta los edificios se conciben y proyectan en forma de módulos que se mueven y adaptan flexiblemente a constantes cambios cada vez más acelerados. Este fenómeno que Toffler llama de "efemerización", en que las cosas sirven y duran un día, destruye los vínculos de las mismas con los hombres y cambia totalmente estas relaciones. produciendo verdaderos problemas de readaptación psicológica... No podrán cantar entonces Jos poetas a las cosas viejas... Volviendo a Violeta y a José Asunción, las "gotas" de Violeta son siempre de rocío refrescante aunque destilen melancolía. Nunca llegan a amargarse, como las "Gotas Amargas" del autor de los "Nocturnos". El hogar que para éste se convirtió en infierno a la muerte de su padre y de su her· mana, sigue siendo para Violeta la casa sosegada. No ha perdido su dulce ritmo vital. Violeta ha su· perado siempre la tragedia. Su tristeza no es amar· ga, sino lozana siempre. No se suicida: revive en sus versos.
El dulce heridor del sueño
Lozana, aunque siempre triste, Violeta vence su sensibilidad enfermiza -sublima su "Status Asma· thicus n , nombre de una de sus composiciones- ~-, presentidora de la muerte, la desafía: ama y goza la vida en cuanto a limo fecundante de su poesía. Dijérase que vive sólo para perpetuar la vida en el verso. Para ella la vida es muerte y la poesía es vida. Así el hombre de carne y hueso, el amúdo -más que el amante- desaparece y se transforma en espíritu. Ella lo sublima. Apresa su imagen para siempre, lo hace suyo al cantarlo y de .este modo lo tiene cuando ya se ha ido. A la manera conceptista de Sor Juana, a Violeta le gusta jugar con los sentimientos contrarios, de cuyo choque surge, como chispa iluminadora, la vida contra· dictoria, siempre conflictiva, del espíritu. Esta oscilación polar entre opuestos -que ya han apunta· do"otros críticos, como Luis de Arrigoitia· y Juan Martínez Capó 5_ es el eje de la proyección poética amorosa, el trasfondo conceptual de la poetisa cuando canta el tema erótico. Su binomio predilecto es una ausencia·presencia. Es importante destacar lo distinta que es esta poesía amorosa de la mayoría de las poetisas his· panoamericanas, especialmente de la tríade uruguaya -María Eugenia Vaz Ferreira, Delmira" Agus4. Luis de Arrigoitia, La poesia amorosa de Violeta López. Suria. Amorosamente, Edit. Areyto, Madrid, 1961. 5. Juan' Martlnez Capó, Esquema temdtico de la poesia de Violeta López. Suria. Antologia poética, Edil. Universi· taria, Universidad de P. R., Puerto Rico, 1970.
· tini y "Juana de Ibarbourou- y de la argentina Alfonsina Storni. Por lo general, cantan el amor caro nal con apasionados acentos, a veces un tanto desaforados. Violeta, en cambio -violeta en todo-, canta ese sentimiento en tono menor. Lo hace a través de la ausencia y esta distancia, temporal y estética, imprime a sus acentos un tono espiritual mucho más hondo. Despoja al amor de su presen· cia-carne y lo transfigura en una ausencia-espíritu que es quizáS menos "real", pero indudablemente más perdurable en la otra "realic;lad", la del sueño, lo "real" trascendente. A veces llega a recordar por su finura, su lirismo personal concentrado y su preocupación metafísica a la norteamericana EmUy Dickinson. Es curioso observar que a este respecto la poetisa puertorriqueña está más cerca de su hermana nórdica que de sus hermanas surameri· canas. Versos húmedos de misterio, a través de la emoción afinada por la intuición, que horada lo desconocido, su visión femenina del mundo se disuelve en tonos eleg,íacos peculiares, de un tinte violeta, diríamos. En el arco iris poético de la autora de Elegía (1953), En un trigal de ausencia (1954) y Amorosamente (1961) el sentimiento amoroso al· canza las más tenues tonalidades y matices tan delicados, y a tan gran altura, que sus versos en realidad remedan el policromo arco que se abre a ve· ces sobre el firmamento. Considerado con razón como uno de los poemas cardinales de la autora, la Elegía desde la primera de las diez estancias es de melancólica añoranza. Canta con hondo acento a la niñez y adolescencia perdidas, perdidas y encontradas en esa ambi· valencia poética tan grata a la poetisa: "iQuién supiera las cosas para decirlas callando!" Obsérvese la dualidad contraria decir-callar. Y prosi· gue: "Corazón que te pierde, corazón que te aguar· da." El dolor, lejos de amargarla y tornarla escép. tica, la sensibiliza más. Y si como mujer no logra alcanzar el fruto de su amor, se lo fabrica su propia fantasía. Por algo Luis de Arrigoitia, al estudiar la poesía amorosa de Violeta, antepone estos significativos versos de Sor Juana: "...que aunque dejes burlado el lazo estrecho - que tu forma fantástica ceñía, - poco importa burlar brazos y pecho - si te labra prisión mi fantasía". Del mismo modo, la ausencia del hijo, que añora vehementemente, como Gabriela Mistral, se le convierte en más amor, si cabe todavía. La matero nidad frustrada, que es el tema de su Poema de la yerma virgen (1956), tampoco la amarga: Nada amarga a la dulce y angelical Violeta. Añora al hijo que no tuvo y al amante que dejó pasar para retenerlo. Se siente y sabe fecunda cuando crea y ello la compensa de todo lo demás. Se nos antoja espiritualmente una niña que ha crecido, como su homónima flor, bajo las hojas y el rocío., Nada
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el amor es en ella un ideal de la misma calidad que la belleza. Rompe con la trayectoria del amor carnal a que nos tienen acostumbradas, como decíamos, muchas de las poetisas de Nuestra América. La autora de Elegía logra el milagro de hacer de la ausencia, presencia. Por eso toca el misterio. Con escaso paisaje exterior, nos pinta su paisaje interior. Su lirismo es destilado y fino, como el buen vino añejado. Sin esa leve palpitación de lo extraño, de lo raro, del insólito instante indéfini· ble, no hay poesía. Los mejores poemas de Violeta tienen esa leve palpitación, ese aire encendido que convierte a la palabra en un -relámpago del más allá y al verso en una instantánea trayectoria de la eternidad. Aproximación a la eternidad es la poesía. El elemento agua, ya aludido, aparece en muo chas de estas composiciones amorosas: .. Labrador de amarguras, dulce heridor del sueño - ¿Quién quiso que así fuera? - Esta vena, esta voz por ti de agua... " "En el pálido río de mis dedos..... "Y yo te recogía, así como si fueras - una lluvia incompleta sin acentos..... Otras veces es ola el ver· so: ..Aquí en la quieta ola de mi verso - por ti una voz alucinada crece." El' amante crece sólo en el verso. Hace del amor, sentimiento huidizo, un tesoro para la eternidad. Está segura de que sólo la distancia temporal y poética 10 aumentan. Al plasmarlo en poesía, el amante se hace intemporal, preso dentro de la obra de arte, aunque se haya ido. La poetisa lo reconstruye, lo rehace a su imagen y semejanza, como ella hubiera querido que fuera. Y lo instala en el ámbito natural de la gran poesía, que es apresar para la eternidad la flu· yente y cambiante realidad de la vida, que es intuir y expresar y recrear, en un intento de develar el mis· terio, la unidad envolvente de todo lo creado. El goce dulce-amargo del recuerdo, la reminiscencia de sus vivencias permea la producción de la poetisa que es toda ella una larga elegía, como han podido observar los críticos q'ue se han ocupa· do hasta ahora de su obra. Por eso adopta una ac· titud triste: "Sí, una postura triste: - El olvido no existe. Goza de un siempre lento - que en su fluir descansa ..;.... para que entre acaso - eso que está en nosotros - que es el recuerdo." En realidad. y en última instancia, toda la poesía es recuerdo. El recuerdo es ese cauce grande, ancho y hondo, por donde corren las cambiantes aguas de nuestro ser espiritual. De ahí la persistencia de la imagen del río en los poetas desde que Heráclito lo utilizó como metáfora para expresar la eterna transitoried,ad de todas las cosas. De ahí que en este mismo poemario lo volvamos a encontrar: "Otra vez ha· cia el río - surge la vida suave - de sí, por encontrarse - ausente ya en la noche - su limpia oscuridad...... "Yo supe que habías caminado bus3
cando - tu haber sin encontrarlo. - Supe amorosamente - de tus golpes callado - sin dolor y sin queja. - Supe de ti - sin preguntarte." Aqul tenéis: en este saber sin preguntar, este saber in· tuido, está la sabiduría poética de la autora. No falta aquí también una poesía consagrada a la muerte: "suave camino oscuro". Contrasta con ella la muerte moral, verdadera muerte. Para Violeta sólo el que no existe, que es el que no siente. está muerto. Hay que hacerse poema, en la carne o en la letra, para salvarse. Aunque no todos puedan escribir poesía, todos podemos vivirla, gustar· la. "Deja hacerte poema - para salvarme": es la salvación por la poesía: En la composición "Las cosas en que estás" funde este sentimiento poético con el de Dios: "Mi amor quedó en las cosas, - en esta hoja, - en esta flor. Perfuma. - Toco su nombre, - su alma... Dios viene a las cosas suavemente, - nuevo de sí mismo - para hacer· las. Dios se renueva, - quiere que las cosas sean -~y l-aja hasta ellas."... Este Dios dinámico, que "baja sin acercarse - de lejos, muy lejos - quie· to, suavizado - fosforescente - de tránsito, amorosamente", que está lejano y cercano, ausente y presente, es un Dios creador, un Dios poético. A la poetisa le pasa como a la que la comenta: no pue· de concebir un Dios inmóvil, sentado estáticamen· te a la derecha de Dios Padre Todopoderoso. Am· bas concebimos un Dios viajero. En la poesía de Violeta se funden y confunden Dios y la Poesía. Otra colección de nuestra autora que conside· ramos uno de sus logros más acabados, Resurrec· ción de Eurídice, combina el sentido erótico y el patriótico en feliz recreación del mito de Orfeo y Eurídice aplicado a Puerto Rico. Eurídice es "Aguaviva". Aquí vuelve el agua. El agua siempre y más al cantar a la Isla. Mar, río y lluvia la deter· minan, la ciñen y fecundan. Violeta la canta en medio del silencio de que la han rodeado, isla dos veces: "Se ha negado el regazo a la canción, - despojada, insegura de cascabeles fatuos, - sin una ascensión febril que ofrecer por su lluvia, como si no quisiera - lloverse a sí misma."... El binomio perder·encontrar sigue siendo el ca· ñamazo donde borda la' poetisa con sutiles hilos de seda. Las cosas definidas por sus opuestos tienen una gran fuerza expresiva e integradora de la uni· dad que todo lo preside. En este libro se recogen muchos de los temas ya ensayados porque cada nueva colección es un nuevo capítulo de su autobiografía poética trenzada a la biografía sentimen· tal de su patria. Pero dan unidad a esta serie -y a toda su obra- la peculiar mundividencia de la autora, ese trascendente sentido de presencia·au· sencia, de cerca·lejos, de perdido-ganado o perdidoencontrado que nos parece la nota más constante y por ello quizás más definidora de la poesía de este ser medio trásfuga que a veces parece un fan· 4
tasma, a veces un hada o, menos aún, un soplo o un fulgor. El fulgor, en ocasiones, de una estrella.
Inquietud metafísica Preocupa a esta alma buena el problema de la salvación del hombre, tema hoy en gran crisis. Salvada ella, en el propio ejercicio de su arte·vida. Violeta quiere salvar a los demás. Desde su poe· maria Diluvio, siguiendo esa trayectoria acuática que le hemos señalado a su arte, siendo la voz de Dios cayendo en el agua. "Era una voz cayendo en un haz desbordado... " Visión metafísica. Aproxi. mación a Dios. En el deseo de organizar y expli. carse el "inordinado caos del mundo" hay un vago trasunto del Primero Sueño de Sor Juana, sah'ando las distancias.·La noche de la monja mexicana. la más profunda meditación nocturnal en la lírica filosófica en lengua castellana, se trueca en esta hermana suya tropical en el regreso de las aguas. tras el diluvio, a su cauce como un nuevo bautis· mo regenerador. El mismo juego conceptual, tan grato a ambas, puede comprobarse hacia .el final de estos versos: "La nada que has llenado - hacia un amor insuficiente - de imperfección alado que te sube la hostia - por llegar, por llegar, e;:n un hacerte - sin acabarse nunca ni creerte sal· vado... "
Pinos 'Y estrellas Dos poemarios de mi preferencia son Unas cuantas estrellas en mi cuarto (1957) y Hubo unos pinos claros (1961). La amorosa voz de Violeta al· canza en ellos exquisitos acentos. En el primero canta la fugacidad de las cosas: "Las cosas en que estoy y ya me dejan..." es el leit moti\' del con· junto. Apresada en su cuarto -a veces, triste cuar· to de enferma- se siente lluvia -de nuevo el agua que riega las violetas de su fantasía-: "Lluvia soy que no llueve". Lluvia sedienta la suya. Llu\'ia de ternura maternal que añora el fruto de su caro neo A veces es el mar el u peina de azules ,. su ventana mientras evoca al "dulce heridor pel sue· ño" -siempre es "heridor" el amado-- presente y ausente: "algo de ti, el recuerdo de lo que nunca ha sido". Se entrecruzan sentimientos de amor y de nostalgia, de vida y de muerte. Se siente la magia poética que exhalan los versos como hilillos de luz: "Esta magia descalza - peinándome de azul hasta la muerte," ... "Numeroso de nada - que me nutres el sueño." Presencia y ausencia y pre· sentimiento -presente, pasado y futuro a un tiem· po- en versos como los siguientes: "todos me di· cen que no estás porque nunca has venido"; "una rosa no está pero la siento"... "Autobiografía liri·
ca", llama con razón el profesor Arrigoitia 6 este poemario de recuerdos que cobran presencia casi física en el cuarto de Violeta. Añoranzas de la infancia - "¡Si me volviera niña - y me llegaras! lO; del amado, siempre ausente-presente; de la duízu· ra·río que le prodigaron sus padres: - "Me untaron de cariño"; - de la patria que no ve encenderse: "¿ Qué sabes de la estrella de mi tierra... ? ¿Dónde estará la estrella que he soñado? - ¿y mi tierra - se fue?"; de la muerte-vida "que rompía lás venas y era estrella": desfile de estrellas en el cielo poético de esta angelical muchacha que hace de la estrella el símbolo de todo lo amado y pero dido; de topo lo buscado y no encontrado. A la poetisa le basta su cuarto -como a Van Gogh su celda de loco- para pintar tantas estrellas como el artista holandés en su famoso cuadro La 'toche estrellada. Estrellas que son soles para ambos, soles que giran sobre los cipreses de ArIes, como los del pintor, o sobre los pinos de Isla Verde, como los de Violeta. A los pinos de la poetisa los sacu· de también un aire misterioso dulce-atormentado: "Hubo unos pinos largos - subidos de misterio, - bajo el légamo en savia - desplegaban sus dedos. - Ah las venas heridas, careadoras del viento - y el corazón ya hueco - de cuchillo hacia el suelo." Un sentimiento religioso panteísta se asocia a veces a estos pinos de la Isla Verde: "Dios vegetal, hecho de poros verdes, - se adormece en los pinos. - Dios se levanta antes que el sol - y nos da la sonrisa... " El cuaderno poético, que comienza con "Hubo unos pinos claros", tennina con dos letanías que repiten el ritornello dramático: "No había que cortarlos" y un "Corto final sin troncos y sin lágrimas". Si un tinte elegíaco identifica toda la poesía de Violeta, esta es la canción del dolor de los pinos tronchados. Los que amamos los pinos como ella, comprendemos su llanto sin lágrimas.
El mar nuestro . Este hermoso mar que nos rodea, "contemplado" por Salinas y por tantos poetas, encuentra eco también en el alma líquida de ternura de Violeta. Aunque su preferencia por las aguas dulces se ha hecho manifiesta -aljibe, pozo, río, lluvia-, las saladas son también tema de su verso, especialmente en Poemas de la Cáncora (1963). Esta peña así llamada, que contempla desde el litoral de su isla - "Del roquedal lejano me nació la mirada", - es símbolo de la vida y la esperanza que se hacen y deshacen. Todo en la poetisa es motivo de meditación. Por eso su poesía trasciende un meno 6. Anila Arroyo. Cantor de Puerto Rico. prólogo. Camu de mi tierra, Edit. Universitaria. Universidad de P. R.. 1971.
saje y a veces su significado es más hondo de lo que a simple vista parece. Detrás de la Cáncora. o anclado a ella, está Puerto Rico. La Patria está siempre en su poesía, explícita o implícitamente. Los elementos marinos y playeros -hicaco, palma, brújula- son pretextos para explayar sus íntimos sentimientos patrios. Así estos versos, por vía de ejemplo: "Isla de Puerto Rico... - su voz, divina ráfaga. - ¿Cuántos llantos nacían - dejados de horizonte? - Llanto de isla en calma. - no acabas de salir - y nos quemas la entraña." y este canto más dulce, surcado por las aguas que tanto ama: "Estás hecho de encuentros y de en· cuentro - porque las aguas que por ti se unieron - en tantos ríos y en los ríos sueños - montaña en llanto anclado, van sonriendo." Persiste la imagen de la isla sacrificada, que apuntó en sus primeros poemarios: "Abultado en· tre ratos, cercenado - el ardoroso paso de tu vida. - Tanta opaca verdad estremecida, - tanta enterrada luz en tu costado." La poetisa lleva tamo bién el costado herido...
Ultimos paemarios: desasimiento En las últimas colecciones publieadas por la poetisa, Me va la vida y Las nubes dejan sombras. no aparecen notas· nuevas. La preocupación por la salvación del hombre ya había aflorado antes -conjuntamente con su preocupación social, pa· tente en La piel pegada al alma, y en el epistolario lírico, que es la segunda, se repiten los mismos temas de la ya larga evolución poética de esta artis· ta, aunque sea todavía joven. Las gotas de su me· lancolía por las cosas idas son ahora más amargas. Confesamos que nos gustan más sus anteriores con· fesiones líricas. El sol de Violeta se ha petrificado. Ella misma 10 expresa: "Sol de violeta helado... " " ¿ Cómo pudiera oírme - si me arrancan del suelo... ?" Es la total desilusión del ideal patrio. Un espeso pesimismo, que nos vuelve a recordar al autor de "Gotas amargas", invade el ánimo de la poetisa. Sin embargo, no todo es sombra. Hay como una luz iridiscente detrás de la negrura: "Este desasimiento -me alumbra desde el fondo. - Es como si renunciara al canto - y encontrara poesía - en este poco apego - a todo lo que hago." En su evolución psíquica, la joven se ha despojado de sus sueños. Se ha desasido del ideal. Pero, quiéralo o no, las estrellas siguen brillando en su inte· rior y, sensible siempre a ellas -que son el bien y la belleza- advierte: "Martillazos de nubes me redimen." Su Dios no desaparece. Al contrario, se dilata: "Dios dilatado - que por vemos sin verlo - ha de apretamos, - unimos al oírlo." Es su Dios "ramificado". La contraposición de ideas y sentimientos, que 5
hemos ilustrado ya, continúa. En "Encuentro inesperado" aparece aquel "amado heridor del sueño'~ que es ahora "hombre undoso de sueño" - "poroso tu camino de cosas tan vividas, ........ ajado ante el recuerdo." Ya se le "ajan" los recuerdos a la poetisa. Y aquí la dicotomía de contrarios, tan grata a su rejuego mental: "Este oírte sin verte - le.ios de amor primero... " También, como señala Arrigoitia. el empleo del _pronombre demostrativo delante del verbo en infinitivo substantivado: "este oírte", es forma peculiar en la poetisa, quien bus· ca, a través del infinito -forma aislada del tiempo- la sensación de esa atmósfera de peren· nidad y de quintaesencia en su poesía. En estos últimos poemas de Violeta ya ha actuado la lejanía. Todo va quedando atrás y distante. Y la artista puede tocar y crear la síntesis de los contrarios que han abatido su corazón y que ahora destila. como siempre amor, libre del encono de la herida: "Ensimismada en mí para crearte - en soledad recojo tu vehemencia, - afinado el estruen· do al alejarte - me acerca más tu ser de transpa· rencia." Y nostálgicamente -nota persistente-, "Llegada en ti presiento la partida... " Del amado sólo conserva su voz - "si en tu voz me va la vida... " Y sobre el musgo del recuerdo nacen nue· vas flores al final del bello soneto: "Musgo para tu ser, musgo sombrío - esta ansiedad de ti que tanto emana -por alejarte, por nacerte mío... " Véis: lo aleja para acercarlo y hacerlo suyo. Mien· tras más lejos -como reza el refrán- más cerca... En el naufragio del alma de esta gran senti· mental, sólo la poesía ha sobrevivido. D~ "las nubes" de su último poemario, preferi. mas las que miran al cementerio. Culminan el sen· timiento omnipresente en ella de lo caduco y tran· sitorio, y nos trasmiten sensaciones de "una sed distinta sin estancia", de un como dolor-placer ante la "sedosa sombra"; sentimos una humedad de aguanieve, unos perfumes mezclados con rezos he· chos "párpado gasa" y unas extrañas voces "de alcanfor y lozanía", que nos cautivan. Esta mezcla y superposición de sensa~iones -cenestesia-, lograda -en feliz síntesis poética, nos trae ese ex· traño sabor agri.dulce que' nos recuerda el de los versos de Emily Dickinson. La norteamericana y la puertorriqueña, guardando las debidas distancias. tienen parecida sensibilidad. Su asombro y percepción de 10 desconocido son parecidos. ante el umbral del gran misterio. No falta en esta colección la voz patria: La carta desde Porta Coelí. En ella se 'yergue el canto y se hace más optimista en el vaticinio de lo que espera: "Habrá un reloj que marque - tu madrugada para juntar de palomas el aire. - Que este saludo. Patria - es de vida y aliento, de pie como que· rías, - directo. 6
La Patria: "los pueblos' se recogen en poemas... " Aunque hemos seguido el tema de Puerto Rico al espigar la obra poética de nuestra autora: queremos terminar con una breve síntesis sobre el mismo, ya que él const~tuye ]a finalidad de esta serie, Puerto Rico en su poesía. "Los héroes de mi tierra - se arman de poe· mas", expresa con verdad y belleza la poetisa en su Carta a un poeta canadiense. (De su' colección Las nubes dejan sombras, 1965). Y en otra ocasión dijimos que si con poesía hubiera podido inde· pendizarse este pueblo, independiente sería. La puertorriqtieñidad más acendrada hay que buscarla en la poesía de esta Is]a. Por eso nos apasiona el tema que vamos hilvanando en estos artículos. La literatura que han producido los hijos de esta tierra es un reiterado mensaje de afirmación nacional. La búsqueda, pues, del tema que sondeamos conduce a la expresión cabal de un modo de ser puertorriqueño, que es la libre afirmación moral de este noble pueblo, ávido de autenticidad. "Yo sé que no captamos tu credo en rajadura. - ¡Si pudieras beberte en una hoja de yautía - a Lloréns y a Palés que al dejarnos se acercan! ti. Dejar.acer. car, siempre el juego conceptual de los opuestos. "Poco puedo decirte, los pueblos no se dicen. los pueblos se recogen en poemas." Sin haber 'pretendido hacer un inventario de todas las poesías en que canta el tema patriótico. recordemos que ese sentimiento, además de di· luído en muchos versos nostálgicos, aparece de un modo expreso en dos poemas publicados en 1959 y 1967 en dos números de la revista Asomante:' el dedicado a Luis Palés Matos, "Era el poema quieto" y el que consagra a José de Diego, "Padrenuestro de Diego". Este último 10 incluyeron en su Antolo· gía de Lecturas Puertorriqueñas los doctores Margot Arce, Laura Gallego y Luis M. de Arrigoitia. Resumimos: Violeta es la más alta voz lirica femenina de la poesía puertorriqueña actual. Su poesía clara, sin rebuscados hermetismos, es espontánea y, fluyente como agua pura de manantial. Sin excesos, y sin dejar de ser moderna, expresa con fuerza sus vivencias y trasmite sus sentimientos y patrióticos anhelos. Sin buscar efectos exce· sivamente raros, es original. -Artesana del verso, deja fluir suavemente su vena poética. Ausentes totalmente de ramplona ñoñería, sus versos son. sin embargo, femeninos pero virilmente femeninos podríamos decir, esto es, fuertes y dulces a un . tiempo. Si, como dice Violeta, "los pueblos se recogen en poemas", con los suyos hay que contar desde ahora para escribir la historia de nuestro amado Puerto Rico.
Teatros del Borikén Caguana y el "Teatro" Ceremonial Indígena Por FRANCISCO
A RASIBO DESDE EL NORTE, AGÜEYBANA DESDE EL SUR,
Guarionex desde el Oeste y rumacao desde el Este debieron reunirse' en sus canchas entre ciclópeos cemíes vegetales y los estribos de la gigante sierra selvática del Borikén. Como ellos, relumbrantes las pieles broncíneas por el solapar la luna. destellantes los guanines para los guaraguaos o los múcaros, también debieron juntarse, entre las paralelas hileras de piedras determinantes de Jos cuadrángulos dedicados a los areytos, otros caciques de los mil y un valles abiertos hacia el mar como hojas de yagrumo: Naguabo y Canóvanas, disfrutadores de .múltiples ríos bajo la mirada entre nubes de Yukiyú y el acecho de los con· tumaces. .moradores de las Islas Caribes; Caguax y Gurabo, vecinos en el pródigo valle entre dos cordilleras competidoras por el Sol Naciente; Yauco', Coamo y Guayama, co-partícipes de la llanura semilunar a la vera de monumentales elevaciones enhiestas de picachos; Cayey y Orocovis, moradores de la penillanura labrada por el ~n río Toa en su descenso a las Inmensas Aguas pobladas de careyes; Jayuya y Otoao, de pechos henchidos por supremas cimas, dueños del gran cañón de piedra blanca cuajado de trinos en su espesura serpenteante hacia el horizonte verdeazul; Guaynabo y Bayamón que prestos traspasaran el faldeo de mangles de sus feraces cacicnzgos a contemplar de pie sobre raíces hundidas en babote la aparición en la Gran Bahía de monstruos abanderados; Ca· muy y Mobodomoca, que dispu~ieron, bajo la hosca muralla de mogotes hacia el Sol Poniente, de grandiosas e interminables cuevas donde esconder sus tribus a soñar con la reconquista de la fresca meseta al mar; Urayoán, el fascinado 'por las len· guas verdes del río Guaorabo y compl;llsiva liber· tad en las entrañas contra el dios blanco esclavizador, más desolador que Juracán.
ARRl\'f
Los españoles tardaron en descubrir el concen· tradero ceremonial de Caguana, oculto como estaba en el vórtice de una densa vegetación, parapetado su núcleo de canchas entre bohíos por espinosa cordillera de montes calizos al ~orte .y tupidas estri\>aciones de la Cordillera Mayor al Sur, tectónica escalera hacia los húmedos misterios de cumbres neblinosas 'cuajadas de rocíos. Estas, con el tiempo, habrían de llamarse Indiera ~lta e Indiera Fría, último reducto en el Borikén de taínos libres, quienes antes debieron acordar, incitados por caciques desobedientes y alucinados por bohiques ritualísticos, rebelarse contra los encadenadores demitificados por Urayoán en la persona del Capi· tán Salcedo. Ocurrió en el río Guaorabo. Un grupo de va· lientes, ordenados por el cacique con lar hacia el Sol Poniente, forzó al dominante español bajo las lenguas verdes del agua' quien luego de agónico forcejeo contra la voluntad emancipadora rindió el ánima para siempre. Lo velaron al igual que sus decesos y lo vieron guardar rígido silencio, abombarse. Comunicaron con pasión de llamarada la exhilarante nueva:
¡Los blancos mueren! ¡Los blancos mueren! ¡Los blancos mueren! Vinieron a celebrarlo a Caguana con candelas mágicas, iluminadoras de cuerpos desnudos. ebrios con fermentos de yuca, y de enigmáticos petroglífos inscritos en las piedras recordadoras. dis· puestas a lo largo de las canchas por primitivos arquitectos, dibujadas a punta de piedra dura por anónimos artistas, uno de los cuales. el de mayor imaginación creadora y mayor amor por su tribu, se aventuró en la figuración de un parto. Creyeron asentimiento el parpadeo de las estrellal¡ a medi-
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da que cr~ci~ron las fogatas y las voces corrieron a todas las direcciones del Borikén por ocultas ve· redas. Areytos los hubo en cada c;acicazgo, pero nin· guno como los de Caguana en los primeros años de la colonización española cuando parecen haber confluido las tribus de los cuatro puntos cardinales de la Isla a congraciar sus fuerzas, búsqueda de las energías de alma y las decisiones de espíritu. en el lugar valles arriba y corazón adentro de la Isla: lírica de yagrumos en la altura; columnada de palmas cacicales en las vertientes; potente de ceibas en las llanuras; prolífica de guaraguaos y pitirres sobre la espesura y de dajaos, guabinas, jaibas y camarones en los pozos escalonados; genital en los manglares aposentadores de centellean· tes sábalos y robalos y aristocráticas aves patilargas, reinas de los oscuros fangos y transparentes aires; infinita en los mares circundantes, proveedores en los rebordes de las playas de jueyes y de hicacos y en los rompientes de coral, a donde se atrevían las canoas talladas en ceibas costeras. de
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un milagro de langostas. carruchos, pulpos. !>ama~. pargos y chillas. No llamaron teatro a las canchas ceremoniales de Caguana, pero sí ~'uka~..eke de areyto, que tiene el mismo sentido de la palabra griega, y en él se fusionaron, a medida que apretaba la conquista hispánica, a propiciar la supervivencia con la in· vocación a su madre naturaleza y a combatir el exterminio con la unión de sus macanas, sus hachas y sus flechas. Antes de tomar mortal decisión escucharon el rumor del viento en las hojas. las yerbas y el agua, más atentos al agua fluyendo desde la Gran Montaña. Contestaron el croar de las ranas, el siseo de la culebra, el flauteo del caqui y el silbido del murciélago. Se sobrecogieron ante el macanazo fúlgido del rayo y el rugido atronador del cielo, pero esta vez 10 interpretaron mandato de la Gran Potencia. En ningún areyto tampoco se había soldado tan profundamente de voluntad con aquella emoción encendida por el brebaje brujamente generado de la yuca. Sentían el movimiento de los cuerpos
hacia adelante y hacia atrás impulsado por furia desbordante, mientras los pies insistían en violen· to macanear de las arenas y las manos en espasmódico estrangular de los aires. Ninguno, ninguno con aquel puño desde adentro y a través de la garganta, puño ígneo que se traducía en llameante grito más enfurecido que las quemantes culebras de las candelas mágicas. Con más arrebato· místico danzarían Mabodomoca, Guarionex, Urayoán y, éste, éste, el segun· do Agüeybana llegado del Gran Cacicazgo del Sur por veredas de la Gran Montaña donde urgentes voces de insondables cuevas le despertaron hasta el delirio el odio al hermano que cambió nombres con Juan Ponce de León, se dejó luego gobernar
por el pelirrojo armado de yelmo, coraza, espada y arcabuz, tan difícil de vencer, Y ¡maldito! enseñó a Borikén la sumisión. Ha debido el segundo Agüeybana poseido de fiebre total, blandir arco en la mano izquierda y hacha en la derecha mientras cada fibra de músculo, al golpe de conciencia de la percusión y ]a dentera de odio del güfcharo, se le transformaba en pitirre contra el guaraguao anidado en Caparra. El pecho se le habrá roto en relámpago con el grito repetido; cada vez más fulminante en los indígenas enrojecidos por el telúrico frenesí de] areyto: ¡GlIazdbara! ¡GlIazábara! ¡Guazdbara!
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Las palmas parecen flores Por
LAS PALMAS PARECEN FLORES.
Las flores parecen palmas. En mi tierra, donde crecen, todas las cosas se exaltan. El hombre es como un navío resbalando en la montaña. Su palabra es una copla al aire de la esperanza, Por las veredas del viento el sol pastoreando baja con un silbato de luces en medio de la garganta. Con grave filosofía, un buey contempla las aguas por donde pasando el tiempo deja brillantes camándulas. Mientras arriba, el sinsonte, alegremente trabaja, zurciendo redes de trinos para pescar alboradas. Una piedrecita corre como un niño hacia la charca donde hojitas van y vienen por una móvil calzada, Las palmas parecen flores. Las flores parecen palmas.. En mi tierra, donde crecen, todas las cosas se exaltan. En la ladera, el bohío es un. hongo de nostalgia. Aprieta savias de tierra entre sus labios de paja. Es la raíz de lo indígena. Es el ombligo del alma. Por donde sube una sed que nunca nunca se apaga. El batey es una mano que se extiende sosegada
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Jos~
EMILIO GONZÁLEZ
hacia un fraternal saludo . de los hombres y las patrias. y más abajo, el remiendo vegetal de alguna tala pinta con colores bravos la espalda de la montaña.
Por los llanos de la costa va subiendo una guitarra que toca con sal y espuma una oscura serenata. El mar viene como un mózo engalanado de' palmas, jaraneando las colinas, enamorando las abras. Viene el mozo cabalgando por las playas solitarias una exhalación de ol~s, una remota añoranza. Collares de caracoles lucen en su silla blanca. Junto a la cintura azul una pistola de nácar. ¡QDién pudiera en las lndieras ir desvelando fantasmas: el corazón de Yagüeca con el grito de Guaybana! ¡Quién pudiera en Guamljiho, bajo la arena mojada despertar al Cofres! de la borinqueña hazaña! ¡Yen Lares alzar las sombras desde la cima sagrada donde Manolo el Leñero nos hizo fundar la Patria! En un abrazo ceñir, campos, ciudades y casas, para hacer libre la tierra, nueva doncella del alba.
Significación de los premios del Ateneo en sus festivales de Navidad* Por CONe H A MELÉNDEZ
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UANDO MI BUEN AMIGO EL LIc. EUDIO RODRÍGUEZ Otero, presidente de este Ateneo, me pidió que escribiera unas páginas sobre la significación de los premios que vienen ~econociendo valores de arte aquí desde su fundación, no pude eludir compla. cerIo porque quise unirme a él y a todos los que con él trabajan, para mantener viva una de las raíces más profundas que nos sostienen como pue· blo hispanoamericano. Es decir, 'como pueblo que quiere aún pensar, sentir .y expresarse en español aunque las incidencias de nuestra historia nos hayan llevado a circunstancias que difieren de las que vive cada uno de los pueblos de nuestra América. Las cuarenta y siete personas reunidas en el Ayuntamiento de San Juan en 1876 encabezadas por don Francisco de Paula Acuña, don Alejandro Tapia y don Manuel de Elzaburu, asentaron el propósito de construir una sociedad "para el cultivo y estímulo de las letras y las artes". Este acto de alcances que no pudieron prever sus fundadores en toda su dramática gestión, hizo posible que se instalara el Ateneo Puertorriqueño dos meses después, en el mismo año 1876. En 1877 celebró su primer aniversario con un certamen de composición musical, pintura, ciencias naturales, ciencias físicas, matemáticas y literatura, concurrido en todos los extremos de la convocatoria. Encontnunos aquí un nombre que crecerá en el tiempo y permanece hoy: José Gautier Benítez, premiado con una mención honorífica. Alentado seguramente por esta mención, Gautier Benítez ob· tiene el primer premio de poesía por su Oda a Puerto Rico el año siguiente. Estos certámenes conme• Palabras pronunciadas en el Ateneo Puertorriqueño el 11 de diciembre de 1970, en el acto de entrega de los premios del certamen de su Festival de Navidad.
morativos de aniversarios de la institución conti· núan hasta el nonagésimo de 1966 y seguirán celt:brándose mientras exista. Otra ocasió~ para premiar poesías fueron los Juegos Florales con sabor romántico que entusiasmaron a nuestros poetas con la evocación de lejanos torneos provenzales. Se celebraron en el Ateneo en 1888, 1901, 1915, 1919. José S. Alegría los describe en una de sus crónicas como "ensueño' tal como lo entendieron .los que en la Provenza florida establecieron el culto de la gaya ciencia. Desper. taban ansias fervorosas... eran guiones en las tinieblas". Aquellos actos tenían un aire de solemnidad, con su reina proclamada por el poeta galardonado -según el estilo de entonees- con la flor natural. Tra· dicionalmente los temas eran Patria, Amor, Fe. En el primero de 1888 fueron premiados Salvador Brau, José de Diego y Manuel Padilla Dávila. De Diego tenía entonces veintidós años y escribió sobre el tema Patria. Era el más joven de los tres c~ncursan tes. En la nota número dos del libro Pomarrosas el poeta comentó este premio así: "La oda ¡Patria!, que escribí en mis tiempos de estudiante, fue honrada con un premio en los primeros Juegos Flórales celebrados por el Ateneo de San Juan, Puerto Rico. El Jurado se constituyó en Madrid bajo la presi. qencia de don Gaspar Núñez de Arce, siendo vocales el poeta Emilio Ferrari, mi conterráneo el brillante crítico don António Cortón y otros ilustres escritores hispanos. Mi oda concurrió al tema Patria, que ofrecía flor natural al poeta victorioso y éste fue el inspirado y erudito Salvador Brau, uno de los pocos supervivientes de aquella generación
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que levantó los primeros cimientos de la literatura puertorriqueña. Pero el Jurado declaró desierto el tema Amor y adjudicó a mis versos como premio extraordinario el destinado a dicho tema; quisieron los maestros indudablemente regocijar mi vocación poética, de gratitud que me acompañará toda la vida." Este debe ser el significado de los premios en todas partes. Es l~ que significarán en cuanto al efecto en el alma del premiado estímulo para buscar en sí mismo y manifestar visiblemente, el don de gracia y belle=?a con' que nació. Gratitud hacia los que esfuerzan en premiar ese don para que crezca y llegue a otros, con mensaje que enriquece a quien lo recibe comprendiéndolo. En 1915 los' Juegos' Florales tuvieron brillo ~n novedad aunque todavía se conservó el aire provenzal en la reina y su proclamación. El certamen atrajo a casi todos los poetas valiosos de entonces y cada uno escogió su tema. Además de la Flor Na· tural, hubo Pensamiento de Oro, Azucena de Plata y hasta abeja de Oro, para Evaristo Rivera Che· vremont, José de Jesús Esteves, José de Diego Padró v Antonio Nicolás Blanco. en el orden sucesivo de Íos premios. Evaristo Rivera Chevremont afianzó su lírica en El canto de la madrugada y José de Diego Padró se acompaña del exotismo de Herrera Reissig en El poema de la alcoba. En 1919 se retrocede a los temas de Amor, Fe, Patria y es Rivera Chevremont quien escribe el saneto a la reina.. Premiado en el tema Fe, aparece P. H. Hemández, que llegó a ser uno de nuestros liricos de más calidad, junto al retórico poeta Félix Matos Bernier. y ya no hubo más Juegos Florales. En 1924 se declararon desiertos los temas de siempre. y en cambio se premian pintores, dibujantes y fotógrafos. En todos estos años las artes plásticas habian concurrido a los certámenes, así como la música. las ciencias naturales, lo que entonces se llamaba ciencias morales, y las ciencias fisico-matemáticas. Nombres como el de Francisco Oller en la pintura y Agustín Stahl en las ciencias naturales, van acompañados en estos certámenes por otros menos no· tables. Pero todos avivan el nacimiento del gran río de arte que se aproxima. Hubo conmemoraciones especiales como la dl'l Centenario de la Colonización de Puerto Rico en 1894 y un Centenario Inter-antillano en 1930 en que se premiaron dos novelas dominicanas, y reciben premios obras de teatro: Juan POllee de León, por José Ramírez Santibáñez y Carlos N. Carreras; una comedia de costumbres antillanas de Madas González Garda. Tres autores puertorriqueños presentaron ensayos sociológicos sobre "la industria azucarera en la vida antillana". 12
Se convoca también un certamen en celebración del Día de la Raza en que recibe primer premio uno de los más talentosos cuentistas que tenemos aún: Emilio S. Belaval. En 1938 el certamen fUe de teatro; hubo un solo autor premiado: Manuel Méndez Ballester, por su drama El clamor de los surcos. En los certámenes de 1948 y 1949 hay augurios de crecimiento en la calidad ensayística. en el cuen· to y la poesía. El cuento empieza a escribirse con más atención a su estructura, con atención también a la cuentistica hispanoamericana y norteamericana. El ensayo adquiere líneas de coherencias y calidad en la prosa. Los premiados en 1948 fueron Ortega y Gasset y el Centauro, de Domingo Marrero, uno de los mejores ensayos entre los escritores en Puerto Rico, y un ensayo histórico de Lidio Cruz Monclava: Puerto Rico 'y el primer gobierno constitucional de España 1808-1914. En 1948 se premió el primer cuento verdaderamente antológico: Mi Padre, de Manuel del Toro. Los premios de 1949 participan la corriente rumorosa, ancha, llena de gozosa creación en todos los caminos del arte. que anima los Festivales de Navidad. En poesía, señala el 1949 el Canto a Puerto Rico de Francisco Matos PaoH, qden acentúa su proximidad en el tema y el amor a José Gauticr Benítez, con un ensayo premiado también: Jose Gautier Benítez. poeta del amor. Hice un análisis crítico del Canto a Puerto Rico en la introducción a la Antología poética de "Asomanre" publicada por este Ateneo. A mi ver, éste es el poema más hermoso de Matos PaoH. Cautiva la sintesis de la imagen vegetal con la ondulación persistente de las lomas, "arborescente marcha hacia el espacio", o la otra maravilla auditiva: "Ios ríos absolutos del coqui''. Hay que leer el poema en sus tres elogios: el de la bahia, el del Mar Caribe y el de la montaña para penetrar la síntesis final. Una {!f.'t1ti/. triunfal etemidtld de IIojas. lisas de mar lu!rido por Jos cielos.
El año 1949 tiene también, como anuncio de la irrupción que se avecina, el cuento de René Mar· qués El miedo. II
Los Festivales de Navidad En estos dos años, 1948-1949 comenzaba Nilita Vientós su larga gestión de ateneista, que se exten· dió hasta 1916. El primer Festival de Navidad se celebró en 1952, después de una preparación me· ditada y avizora, como campo florecido de una siembra hecha con la inteligencia y el corazón. En verdad fue una hazaña en el significado más exac·
to de esa palabra: hazaña, "hecho c5pecialmentl' ilustre y heroico". Tuda fue en apariencia, muy sen· cilla: al ser convocados, los artistas del color; de la luz, de la forma, respondieron. Junto a los pintores adiestrados con estudios y experiencia en Europa y los Estados Unidos, san· teros de nuestros barrios rurales, maestros en una tradición que llega a nosotros conmoviéndonos con su elemental maravilla. Junto a Rafael Tufiño, Lorenzo Homar, José R. Oliver y Félix Rodríguez, las tallas policromadas de Zoilo Cortés y Carlos Vázquez. Es curioso que en este primer Festival se convocaron sólo pintores y santeros. Acaso la animadora del certamen se dio cuenta del evidente valor de esas creaciones y la promesa que aseguraban de mayor expansión en otros artistas, estimulados por el interés y la aprobación que no tuvieron antes de manera tan manifiesta. El plan era extenso; abarcó además la composición musical. el grabado, la escultura, la cerámica, el dibujo y la literatura: cuento, novela, ensayo, teatro. Había que tocar mágicos resortes, mover las instituciones que podían ayudar, las empresas comerciales, que aportaran recursos para los premios. La licenciada Nilita Vientós Gastón me ha canta· do cómo logró interesar a Inés María Mendoza, en· tonces en La Fortaleza como esposa del gobernador y cómo hubo reuniones en palacio con ella, quien hizo aportaciones de ideas y consiguió otras de dinero para ayudar en lo que la Junta de Gobierno del Ateneo previó como una nueva edad de gozosa, productiva 'expresión de la inteligencia puertorriqueña. El segundo Festival repite el llamamiento a los pintores y premia óleos de Torres Martinó y Rodríguez Báez; un grabado de Carlos R. Rivera. También repite su convocatoria y premios a los Santeros. Pero enfoca ahora su interés en el cuento. Estos Festivales son estímulos a la juventud puertorriqueña en el arte de narrar en forma concentrada, con hábil uso de la lengua y de las técnicas viejas y nuevas. Pienso que ha sido en la pintura y el cuento donde los Festivales de Navidad lograron obra más rica y duradera. En el cuento, por ser más accesible para la comprensión y difusión, el éxito ha sido considerable. En el segundo Festival son premiados algunos de los que, con René Marqués, llenan el signo de excelencia que les hace valer en todas partes: Pedro Juan Soto, Edwin Figueroa, José Luis González. En Festivales posteriores siguen sumándose nuevos cuentistas o son premiados otra vez los consagrados. René Marqués continúa escribiendo cuentos ad· mirables como Tres vueltas de llave y un arcángel, El niño en el árbol, La Sala; Edwin Figueroa, Lolo Manco y Raíz amarga. Se añade otro cuentista que
aprovechó su experiencia en Corea en cuentos como Proce,..o en diciembre y entonces empezó a ser cono· cido con La última sombra y Sol negro: Emilio Diaz Valcárcel. Se une al fin otro cuentista que alcanza . rápidamente lugar entre los mejores: Luis Rafael Sánchez, logrando un primer premio por Tiene la nOc/le una raíz. Se suma algún nombre nuevo como Sergio Castro González o reaparece Pedro Juan Soto con Esa antigua fragancia, profunda entrada en la conciencia de Florem:e Chering en su tienda de flores artificiales y su secreto anhelo de poseer aunque fuera una natural. Hábil contraste entre la duo reza forjada con cemento y la vida natural que se destruye. Estos cuentos se publicaron en la revista Asomante, desde donde llegaban a todos los centros culturales del mundo. Fueron para mi deleite y tamo bién intenso estudio de selet:ción y análisis en mi libro El arte del cuento en Puerto Rico, que sin es· perarlo, vi que concurría como valoración sumaria de los cuentistas al Festival de 1962, recibiendo el premio gue el Club Cívico de Damas provee al Ateneo, para un libro escrito por una mujer. Gran importancia tienen las obras de teatro premiadas en los Festivales, entre las cuales encontramos las de René Marqúés, Pedro Juan Soto y José Rafael Sánchez. y en cuanto al ensayo, es de nuevo René Marqués quien escribe los dos ensayos más leídos aquí y fuera de aquí después de Insularismo de Pedreira; El puertorriqueño dócil y Pesimismo literario y optimismo político. La creación de novelas fue escasa, aunque hubo algunas del mismo Pedro Juan Soto, de César Andreu Iglesias y la única novela que ha escrito Marqués, La víspera del hombre. Es una bella síntesis de Puerto Rico en su historia, su leyenda, su geografía y su problemática social y política. Imposible dar en esta ocasión una visión completa de la riqueza artística de los Festivales de Navidad, que alentaron vocaciones en la composición musical en Jack Delano, Héctor Campos Parsi, Amaury Veray, Luis Antonio Ramírez. Imposible sintetizar la valiosa creación pictórica que sigue ere· ciendo en nombres como Tufiño, lrizarry, Augusto Marin. En esa creación participaron algunas artistas como MYrna Báez, OIga AIbizu y Carmen Sanz Dávila. En cuanto a otras pintoras, los Festivales las han animado sin duda a exponer sus obras en galerías puertorriqueñas y en los Estados Unidos. Nada he dicho de la poesía más reciente porque ella no nos ha faltado no antes, no después de estos certámenes. Premiados fueron en ellos, además de Matos PaoU, Francisco Arríví, Luis Hernández Aquino, Joglar Cacho y algunos del grupo joven de la revista Guajana.
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111 ¿ Cuál es, en suma, la significación de estos pre· ;mios, continuados sin interrupciÓn por el Ateneo después de Nilit~ Vientós y Piri Femández? Signifi. can que las convocatorias para los certámenes en· cienden el deseo de participación que es ya un movimiento síquico de altura. Que los premiados son fort.alecidos en su voca· ción e impulsados a mayor perfeccionamiento. Y todos los participantes, al expresarse como puertorriqueños o como extranjeros residentes aquí, si ese es el caso, han puesto en sus óleos, en sus grabados, en sus esculturas, en sus cuentos, poesías, novelas y ensayos, los problemas, los sentimientos, las cir· cunstancias que viven. Nos interesa sobre todo la creación artística puertorriqueña. Ella asegura nuestra permanencia vital. sentimental. histórica en lo que somos" en nuestro más hondo ser, en lo que no podemos cambiar sin destruimos. No conozco las obras enviadas a este Festival de 1970. Sólo he leído los título.s de las literarias.
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He visto que alguien estudió a Julia de Burgos; otro. la Realización telirica de Juan Rulfo. Es decir, preocupación por lo nuestro y por lo mexicano. por . un autor de ficciones, de originalidad y maestría casi únicas en hacer.de los mexicanos lo fantást-ico, sin que deje de ser mexicano. . He encontrado títulos de poesía tan raros como Las piedras de la aurora; en los cuentos, La maestra de segundo grado, Atrás, rifles de vidrio y Un caso 'Y César Vallejo. Sugieren preocupación por vidas y situaciones de hoy; el último evoca,el nombre de un poeta que vivió expresando el conflicto del mundo en su vida y en sus poemas peruanos y universales. .Todo me hace pensar que la significación de estos premios es inducir a la búsqueda de lo que somos; aprender lo que afirmó Jorge Mañach al asegurar ·que los puertorriqueños hemos recobrado el alma: .. Cuando parecía que vuestro pueblo andaba en trance de reducción por los modos ajenos, vues· tros poetas y prosistas salieron a decir. que el hacer y el tener son empresas en que los -hombres pueden limitarse impunemente, pero al ser mismo, no se puede renunciar sin falsearse."
El ataque británico a Puerto Rico de 1797 en )a «Gaceta» de Guatemala Por LUIS
CON
EL ATAQUE A LA ISLA DE PUERTO RIco, EFECTUADO por las fuerzas inglesas al mando de Sir Ralph Abercromby en abril de 1797, se cierra el ciclo de ataques británicos a Puerto Rico. Existen en nuestras fuentes bibliográficas un número de cartas, diarios y otro tipo de documentos que recogen los aspectos esenciales de esta acción militar. Consti· tuyen éstas las fuentes documentales que tradicionalment!? se han utilizado llor aquellos que han his· toriado en tomo a ese suceso. 'Uno de los primeros relatos conocidos sobre este acontecimiento se debe a Pierre Lédrú, quien lo incluyó en un libro publicado en París en 1810, en el que recoge las incidencias. de la expedición científica' del capitán Nicolás Baudin a las' islas. de Tenerife, Trinidad, San Tomás, Santa Cruz y Puerto Rico. Años más' tarde don Julio L. Vizca· rrondo publica, en una traducción al español, la parte de la obra referente a Puerto Rico, bajo el título de Viaje a la isla de Puerto Rico. En el capitulo V de la mencionada obra Ledrú hace una brevisima síntesis de la historia de Puerto Rico desde 1493 hasta 1765, y seguidamente ofrece una relación del sitio de San Juan por los ingleses. La relación de Ledrú tiene por propósito exaltar la participación en la defensa de San Juan de un grupo de franceses residentes en la Isla. Al refe· rirse a las fuentes utilizadas para su relato indica Ledrú que el mismo se basa en apuntes que le fueron suministrados por algunos de los oficiales franceses participantes.1 Pedro Tomás de Córdova en el tomo tercero de sus Memori(ls geográficas, históricas, económicas
1. Pierre Ledrú: Viaje a la isla de Puerto Rico. Tr. de Julio L. Vizcarrondo. 2.' edición. Ediciones del Instituto de Uteratura Puertorriqueña, San Juan, Puerto Rico, 1957, págs. 83-100.
GONZ.(LEZ VALES
y estadísticas de la Isla de Puerto Rico, publicadas en 1832, ofrece amplia información sobre el ataque británico en el capitulo XXII, tomo lll. Córdova analiza el gobierno del brigadier don Ramón de Castro y como parte del mismo da un detalle pormenorizado de los incidentes relacionados con el ataque. Aunque Córdova no indica las fuentes que utiliza, un análisis (je la obra de· muestra que se sirvió del Diario de las Disposi· ciones y Ordenes dadas por el brigadier don Ramón de Castro.2 En 1854 se publica en Puerto Rico la Biblioteca Histórica de Puerto Rico~ obra hija de los esfuerzos de don Alejandro Tapia y Rivera. Constituye la obra de Tapia una colección documental valiosisima para el estudio de nuestra historia de los siglos XV al XVIII. Entre los documentos del si· glo XVIII, Tapia incluye el "Diario y Documenta· ción del sitio que pusieron los ingleses a la ciudad de Puerto Rico en 1797". Se trata del diario del brigadier de Castro donde aparecen las órdenes y disposiciones dadas por éste para la defensa de la Isla.3 Don Cayetano eoIl y Toste en su monumental obra el Boletín Histórico de Puerto Rico nos ofrece una serie de documentos relativos al asedio bri· tánico, entre los cuales se incluye también el Diario de don Ramón de Castro, antes mencionado. Es significativo notar, sin embargo, que entre los 2. Pedro Tomás de Córdova: Memorias geográficas, históricas, económicas y estadfsticas de la Isla de Puerto Rico. 6 vals. Edición facsimilar. Instituto de Cultura Puer· torriqueña, San Juan, Puerto Rico. Tomo 111, págs. 65-122. 3. Ale~andro Tapia y Rivera: Biblioteca Histórica de Puerto RICO. 2.' edición. Publicaciones del Instituto de Li· teratura Puertorriqueña. San Juan, Puerto Rico, 1945, pá· ginas S60-597.
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escritos reproducidos aparecen varios de fuentes británicas incluyendo un extracto de las "Memorias del Teniente General Sir Ralph Abercromby, KB 1793-1801", publicado por su hijo.· Dejando de lado los relatos consignados en las historias generales de Puerto Rico, amerita hacer referencia a dos obras más recientes que arrojan luz sobre este incidente de nuestra historia. Me referiré en primer término a la obra de Enrique Tomás Blanco, Los tres ataques británicos a la ciudad de San Juan Bautista de Puerto Rico, pu· blicada en 1947. Esta pequeña obrita incluye un estudio de los tres ataques ingleses a Puerto Rico: el de Dicke en 1595; el de Clifford en 1598 y el que aquí nos ocupa. Mucho más reciente es el relato que sobre este mismo incidente hace en su obra, La guerra del Caribe en el siglo XVII J, el historiador español don Juan Manuel Zapatero.5 La obra de Zapatero se basa fundamentalmente en documentación existente en los' archivos espa· ñoles y ofrece en ella aspectos no conocidos de esa gloriosa gesta en la historia militar de España y Puerto Rico. Incluye como parte de la misma una serie de apéndices en los cuales aparecen transcripciones de las fuentes más importantes usadas por él. A los documentos ya conocidos agregaremos una versión publicada en la Gaceta de Guatemala, tomo r, número 31, folios 246 al 247. Se trata, claro está, de un relato muy breve. Es una crónica periodística basada en una carta recibida por un religioso de esa ciudad, de don Miguel Rodríguez Ft;liciano, prebendado de la iglesia de Puerto Rico y, en consecuencia, no tiene la envergadura de las obras citadas, pero no por eso carece de interés. El nombre del Padre Rodríguez Feliciano aparece mencionado entre los defensores ilustres de la plaza y, en consecuencia, es testigo presencial de los hechos por él relatados. Blanco, en la obra citada, consigna que el Padre Roddguez Feliciano estaba destinado al Hospital del Rey.6 Según el relato "La escuadra enemiga se avistó, el día 17 de abril, por la Boca de Cangrejos, y consistía de 64 buques".' La cifra dada por el Padre Rodrlguez no concuerda con el detalle pormenorizado que ofrece el brigadier don Ramón de Castro en su diario sobre el sitio. Refiriéndose a este aspecto señala de Castro: "La escuadra se 4. Cayetano CoU y Toste: BoletEn Histórico de Puerto Rico. 14 vals. San Juani' Puerto Rico 1914-27. (En particular verse los vals. 1, I , V, VII Y XII.) t 5. Juan Manuel Zapatero: La guerra del Caribe en el siglo XVIII. Instituto de Cultura Puertorriqueña, San Juan, Puerto Rico, 1964, págs. 410485. 6. Enrique T. Blanco: Los tres ataques lzritdnicos a la ciudad de San Juan Bautista de Puerto Rico. San Juan, 1947, pág. 117. 7. Gaceta de Guatemala. Tomo 1, número 31, folio 296.
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de PW!rIIJ RÍt'u. Pill/urt! ele CtllII "edll' componía de un navío uc tres puentes, dos de se· tenta y otros dos de cincuenta; dos fragatas, una de cuarenta y otra de treinta y seis; dos vergantines de diez y seis a diez y ocho cañones; cuatro corbetas como de diez y seis; diez y ocho goletas corsarias de parte de seis hasta doce cañones; una urca grande y otros buques menores, como de transporte, contándose el número de velas de toda la escuadra hasta sesenta."a Zapatero, en su obra ya citada, recoge un escrito del ingeniero en jefe de las reales obras de San Juan, don Felipe Ramírez, de fecha 4 de mayo y en el que señala que el número de barcos eran sesenta y ocho.9 Este dato se corrobora por el documento oficial enviado al rey por el gobernador de Puerto Rico.'o De acuerdo con el Padre Rodríguez "la escua· 8. Diario y documentación del sitio que pusieron los ingleses a la Ciudad de Puerto Rico en 1797. Alejandro Tapia: Biblioteca Histórica de Puerto Rico, San Juan. Puerto Rico. 1945, PáRS. 562, 568, Y Coll y Toste: Boletfn Histórico de Puerto Rico, San Juan, 1926. T. XIII, pág. 204. 9. Juan Manuel Zapatero: op. cit" pág. 419. 10. Ibid. Vea además las notas 360 y 366 de la meno cionada obra.
~ inglesa fondeó ese mismo día y al siguiente hizO su desembarco de U a 13 M. hombres asen· t~~ido su ~ en el propio paraje••u Nuevamente . .laS cifras· ñuestIo cronista no son correctas. ,~ se deba a UD deseo por acrecentar la significación de la hazaña realizada o simplemente a- q~ el relator ~ de experiencia militar y, en ~cia, sus cálculos son sólo aproximados. . c 'I,:a plaza se 'haDaba en pie de guerra y listos hacer frente a los invasores gracias a que -el . , gene~ '4e .la plaza. don Ramón de Castro, que , -cl~ C;l, roIJ].p~to de la guerra tenía hechos los apreStos ,n~os para un caso de esta naturaleza, .estaba -prevenid~ para seis meses de sitio, con gepte y armas suficientes en todos los puertos y puntos en que era necesaria la defensa: de modo que. el 17 por la mañana, en que se tocó la generala,.~ menos de una hora estaba cada hombre .en su desfino, las mechas encendidas y esperando ~ mODÍento de ~mper el fuego-.u -: Las ,"'3cciones militares que sucedieron al desem~ son resumidas por el Padre Rodríguez -en 'el extracto publicado por la Gaceta en estos
de
±ál a
t~~:
-El JDartes 18, empezó éste y duró 15 días consecutivos. en los cuales trabajaron los ingleses con tesón, despidiendo innumerables bom·bas .y balas. pero se les correspondía de nuestra parte con mucha más actividad y rectitud. IDatándoles . o hirimdoles desde el primer día mucha gente, con muy poca pérdida de los nuestros."n
Uno
de los puntos en donde se centralizó la ac-
c~ón ·enemiga fue el fuerte de San Gerónimo, que
jUnto- al fortín de San Antonio, defendía la entrada ; del caño del mismo nombre. -El fuerte de San Ge·rónüno·, nos dice Zapatero, -era un viejo castillo ávanzado. de gran valor estratégico por su posición ~ cl reducido acantilado que con la Puerta del Con~o fon:na la Boca o paso del Boquerón, entra~ da la bahía por el Este -Caño de San Antonio. Acababa de ser restaurado en virtud del informe del ingeniero' don Juan F. Mestre..14 Rodríguez Feliciano al informar sobre las acciones militares en esa área señala cómo fue repelido el ataque por las fuerzas inglesas.a esa plaza. Nos dice la eróniea periodística:
a
-Un navío y dos fragatas se acercaron a bao tir a San Gerónimo, pero luego reconocieron cañones .de a 24 y bala roxa, viraron de bordar sin poder sostener media hora de combate; y aunque por segunda y tercera vez intentaron U.
Ga.P~t4
de Gruaetnll14. lbúL
12. Ibld.
13. lbúL 14. ruan Mantu:l Zapatero: Opa cit. (Nota 379 en pá· gina 433.)
atacarlo, se retuvieron sin causarle el menor daño."15 Las fuerzas británicas, luego de quince días de asedio infructuoso y en los cuales sufrieron notables bajas, reembarcaron y se alejaron de nues~ costas. En su retirada dejaron los ingleses abandonados gran cantidad de material y equipo. Nuestro informante describe los incidentes de este modo: -Fmalmente, tanta prevención, valor y resistencia y oposición encontraron los enemigos en los hombres de guerra y vecinos de la plaza, que sin poder aventajar en qlÚDce días un poco de terreno después de haber perdido como 211 hombres sin contar los heridos que cada vez llevaban a bordo y abandonando amolo tenfan en tierra. de cañones. morteros. pólvora y comestibles, caballos, basta camas, además, cocina Y demás muebles del General. tuvieron que levar anclas y retirarse precipitadamente el -día 2 de mayo."" La noticia concluye con UD reconocimiento de la labor heroica del capitán general y gobernador. don
Ramón de Castro, y de don 19uaéio Mascar6, camandante del castillo de San Antonio, a 10 cual si· gue una breve referencia a las festividades efectuadas en celebración del triunfo. "Nuestro Gobernador", dice el Padre Rodrf· guez, "ha acreditado su pericia. valor y serenidad de espíritu en esta ocasión: a todo atendía, todo lo prevenía y en ningún puesto faltaba, nada para defenderse y ofender. También se ha distinguido don Ignacio Mascaró. Comandante del Castillo San Antonio en la gloriosa defensa que hizo de él y generalmente nuestros solda· dos se han hecho dignos de el mayor reconocimiento. El día 3 se cantó el Te Deum en la Santa Iglesia Catedral. y marchó el Gobernador al frente de toda la tropa, montando en el mismo caballo del General Inglés, entre vítores y vivas de todo el pueblo."17 Se trata, como hemos dicho, de UD relato breve de uno de los más gloriosos gestos de las armas de España y Puerto Rico. Es significativo él hecho de' que repercutiera en la prensa guatemalteca este acontecimiento de nuestra historia, pues ha de ser de allí de donde, años más tarde, nos ha de venir uno de los hombres más ilustres y que TDás impacto ha de tener en nuestra historia dU'-dUte la segunda década del siglo XIX, el intendente don Alejandro
Ramírez. Gaceta de Guatemala. Tomo 1, número 31, folios 246-247. Lunes, 4 de septiembre de 1797. Puerto Rico. 22 de mayo de 1797. "EI!7 ae abril anterior se avistó por la Boca de Cangrejos una escuadra enemiga, compuesta de 64 15. Gaceta de GUltlmuWz. IbúL
16. lbfd. 17. Ibld. Folios 246 y
2~.
17
CASTILLO DE
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CRISTOSA
PUERTA DEL ABANICO I PUERTA DE' SANTIAGO
. BALUARTE: CE SANTIAGO BALUARTE DE SU ·PEDRO
6 BAT.~ DE S~ FRANCISCO DE PAUtA It FUEZAs SU"fllES (G" ~'ONE:R 7 BALUARTE DE LA PA MA '~II} ID ID
8 PUERTA DE SAN GERONIMO 9 PUERTA Di ErAN ANTONIO ID BAT.~ Y POlVORIN Di MIRAFLORE8
18 BUQUES DE LA ESCUADRA IN(lLESA
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buques. Fondeó en el mismo día, y al siguiente, 18, hizo su desembarco de 12 a 13 M, hombres asentan· do su Real en el propio paraje. El General de la Plaza, don Ramón de Castro, que desde el rompimiento de la guerra tenía hechos los aprestos neo cesarios para un caso de esta naturaleza, estaba prevenido para seis meses de sitio, con gente y aro mas suficientes en todos los puestos y puntos en que era necesaria la defensa; de modo que el 17 por la mañana en que se tocó la generala, en menos de una hora estaba cada hombre en su destino, las mechas encendidas, y esperando el momento de romperse el fuego. El martes 18 empezó esto y duró quince 18
días consecutivos, en los cuales trabajaron los in· gleses con tesÉln, despidiendo innumerables bombas y bolas, pero se les correspondía de nuestra parte con mucha más actividad y rectitud, matándoles o hiriéndoles desde el primer día mucha gente, con muy poca pérdida de los nuestros. Un navío y dos fragatas se acercaron a batir a San Gerónimo, pero luego que reconocieron cañones de a 24 y bala roxa, viraron de bordo sin poder sostener media hora de combate; y aunque por segunda y tercera vez inten· taran atacarlo, se retiraron sin causarle el menor daño. Finalmente, tanta prevención, valor, resisten· cia y oposición encontraron los enemigos en los
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hombres de guerra y vecinos de la plaza, que sin poder aventajar en 15 días un paso de terreno, después de haber perdido como 211 hombres sin contar los heridos que cada día llevaban a bordo y abandGnando cuanto tenían en tierra, de cañones, morteros y pólvora, comestibles, caballos, hasta cama, adornos, cocina y demás inmuebles del General, tuvieron que levar anclas y retirarse precipitadamente el día 2 de mayo. Nuestro Gobernador ha acreditado en pericia, valor y serenidad de espíritu en esta ocasión: a todo atendía, todo lo prevenía yen ningún puesto faltaba nada para defenderse y ofender.
También se ha distinguido don Ignacio Mascaró, Comandante del Castillo de San Antonio, en la gl()o riosa defensa que hizo de él y generalmente nuestros soldados se han hecho dignos de el mayor reconocimiento. El día 3 se cantó el Te Deum en la Santa Iglesia Catedral y marchó el Gobernador al frente de toda la tropa, montado en el mismo caballo del General Inglés, entre 'los vítores y vivas de todo el pueblo." (Extracto de una carta de don Miguel Rodríguez Feliciano, prebendado de la santa iglesia de Puerto Rico, a un religioso de esta ciudad.)
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Luis Muñoz Rivera: Maestro de una cultura puertorriqueña de ex~elencial Por ECCEma FERNÁNDEZ MtNDEZ
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UIERO AGRADECER A LOS ORGANIZADORES DE ESTE
acto la honrosa invitación que me hacen, para evocar aquí en un día como hoy, el ejemplo cívico y humano de un hombre que tal vez como ningún otro encarna el legado espiritual y moral del pue· blo de Puerto Rico. Luis Muñoz Rivera, maestro de una cultura puertorriqueña de excelencia, era como líder político y como complexión espiritual y moral, un puertorriqueño de cuerpo entero. No tenía y nunca tuvo en su corazón lugar para el odio y otras pasiones bajas o vulgares, pero ari5t~ crata del espíritu, tampoco tuvo nunca en su mente o en su corazón lugar o cabida para la genuflexión dudosa o el oportunismo sin principios. La pasión de su vida fue servir lealmente a un pueblo que amaba entrañablemente. Y sus principios fueron los de un demócrata y un republicano que consciente de las fallas de todo régimen de gobierno popular, creyó que aun con sus errores o desaciertos, es preferible por sistema el gobierno de los más, a las engreídas veleidades y tiranías de los menos; fueran éstos monarcas, oligarcas o dictadores. Sabía por su experiencia y su conocimiento de los pueblos y la historia, que las grandes mayorías de un pueblo pueden equivocarse o deslumbrarse en un momento de amargura o en un momento de sopor cívico. Pero en la Democracia -y esta es su gran virtud- el pueblo que se equivoca puede enmendar sus yerros, puede desandar sus pasos en el camino del peligro, puede escoger un camino ennoblecedor y reivindicador de sus grandezas. 1. Discurso pronunciado en Barranquitas el 17 de julio de 1971. con rnotil'o de los actos del día de Luis Muñoz Rivera.
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El Pueblo de Puerto Rico, como una buena parte de este convulsionado Mundo Moderno ha peto dido en ocasiones el sentido profundo de los principios y de los genuinos valores. Pero nuestro pue. blo sabe -y esta es una de sus nobles virtudesque los valores eternos así como los principios ·m~ raJes que deben servir de guia y de faro de luz a· los pueblos que toman decisiones trascenden~les. siempre triunfan a la hora de las cuentaS final~s. si se defienden con verticalidad y dignidad. Puerto Rico, el noble pueblo de Puerto~ Rico•. que tanto amara Luis Muñoz Rivera, sabrá reSponder al legado histórico de libertad, responsabilidad y grandeza que le legara Luis Muñoz Rivera'. Ue-. gado el momento de encontrarse a sí mi~9' Y de dar cuenta de sí mismo ante los pueblos demdC11i' ticos del mundo, el pueblo de Puerto lUro sabrá ver en la continuidad histórica de su legado espi~ ritual el sentido final y más pleno de su U'ay~to ria de pueblo y de su voluntad política. La democracia en América -en ambas Améri.. cas- ha tenido grandes valedores, grandes maestros: hombres que soñaro~ con la grandeta de sus.· . pueblos, hombres que fueron celosos defensoresde la libertad de sus pueblos y de su granc;lezamaterial, moral y espiritual. Así, Tomás. Jeffersóñ y Abraham Lincoln entre otras grandes ~guras de los Estados Unidos; o Simón Bolívar. San. Mar:tín, Sarmiento, Martf -el gran Martí....... o Beni~o Juárez. en América Latina; y en Puert(,J -~i_co~ Eugenio María de Hostos o Luis Muñoz Rh.rera: entre otros grandes paladines que pusieron siem. pre el interés y el bienestar colectivo de sus pueblos por sobre su comodidad o su bienestar per· sonal.
Re/Fa/v de Mllño, Riwra,
..
a los treinta uñas
~
cultura humana, la grandeza y nobleza de pueblos, depende en buena medida de que ~ enseñanzas y las virtudes, cívicas y sociales, de esos hombres sean conocidas, estimadas y practicadas. Nada ennoblece más a un pueblo que t:1 ~~ocer la gloria. de quien gloria y' estimación merece. Camb se ha dicho, proverbialmente en la lengua castellana -honrar, honra", y esto es un prin"i;:ipiopedagógico-político de gran alcance en la vida, histórica y civilizada de las sociedades del lto~b~. ¿Cuántas juventudes no se sienten en-grandeqdas en sus ambiciones y en su deseo de liervir fiel y lealmente a sus pueblos, cuando ante ellos .se presenta un esclarecido grupo de hom·bres que en sus ejecutorias en el campo de la pplítica y la cultura dejaron estampada en la historia ~a aureola de grandeza humana? La eduació~): para la libertad, exige de nosotros, los hom1?~ de hoy, un profundo respeto por los valot:es y los valedores esforzados de los pueblos de América. lo~
Cuantas veces un pueblo confronta dificultades, angustias o perplejidades en su camino. el retorno a sus maestros le señalará con claridad el camino que hay que escoger, le ayudará a calibrar en su justa medida, con cordura y sabiduría. la realidad justa de la situación que confronta. Y armado con un conocimiento segÜro. con pie firme y voluntad ent~ra, sabrá atender a la solución de sus dilemas. La educación humana -para q1,1e sea fecunda y ~ngrandecedora- debe ser continuidad, porque el proceso de la civilización humana es un proceso de acumulacionec; SUcesivas y de sucesivos progresos. Es n,ecesario que los pueblos amantes de la libertad y amantes de la democracia ,escuchen y hagan conocer a las nuevas generacjones la voz y la ejemplaridad tle sus mentores. Hombres que no subordinaron a sus pueblos a la política, sino' que subordinaron la política al servicio de las necesidades materiales v morales de sus pueblos; hombres que dedica~n sus
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servicios a la búsqueda de la felicidad para todos los hombres. Volvamos, por eso, hoy, nuestra mente y nuestro espíritu, a las enseñanzas de Luis Muñoz Rivera y tendremos siempre aliento, claridad e inspiración para construir todos juntos un futuro luminoso al pueblo puertorriqueño, un futuro del cual todos podamos sentimos orgullosos y satisfechos en nuestra comunión de sentimientos, de espíritu y de esfuerzo. Luis Muñoz Rivera -excelso defensor de la personalidad del pueblo puertorriqueño- quería en Puerto Rico un pueblo con claro y profundo orgullo de ser un Pueblo, y no una muchedum· bre -o como dijera una vez don Luis Muñoz Marin-, "un reguerete d~ gente". Así en su autobiográfico poema Nulla est redemptio, nos pide:
«un pueblo viril, de alma de fuego, con el valor tenaz del espartano y la altivez indómita del griego... A esto añade:
Sumisa y desdichada muchedumbre que en servil ignorancia vive' y muere, por voluntad, por miedo, por costumbre se prosterna ante el brazo que la hiere. Pueblo que el triunfo a la humildad confía, ni libre ser ni respetado espere. Luis Muñoz Rivera, altivo y digno como puertorriqueño, sabía bien que el valor de un pue· blo por su altivez y dignidad se mide. Por eso dedicó su vida a forjar el alma del pueblo puertorriqueño y en su poesía nos deja su más vivo testamento. De esta vibrante poesía civil ha dicho nuestro otro gran poeta Luis Lloréns Torres, que era y sería la "Biblia" de nuestro pueblo: "Fragmentos de nuestra historia, rincones del alma de nuestro pueblo, luminarias de nuestro porvenir." Luis Muñoz Rivera, uno de los grandes maestros de la conciencia moral del pueblo puertorri· queño, fue además de un sabio estadista y políti. ca ejemplar, un periodista notable y un orador extraordinario. De él ha dicho el distinguido abogado añasqueño Rafael Arrillaga Urrutia: "Mu· ñoz Rivera era un tribuno a la manera de los profetas hebraicos... sus poesías son arengas; sus artículos, proclamas; sus ademanes, mandatos; sus gestos, conminaciones que sublevan' el alma colectiva." Porque Luis Muñoz Rivera, más que nin· gún hombre de su tiempo (con la posible excepción par del gran puertorriqueño Eugenio Maria de Hostos) fue-la voz y la conciencia ilustrada del pueblo de Puerto Rico.
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¿ Cuáles fueron las enseñanzas y cuáles fueron en su biografía las ejecutorias de Luis Muñoz Rivera, como guía y custodio de la personalidad y de la libertad del Pueblo de Puerto Rico? En esencia, Luis Muñoz Rivera enseñaba que el Pue· blo de Puerto Rico aprendería a ser feliz y a ser creador, cuando aprendiera a ser él mismo -con decisión y serenidad-, sin miedo y sin tumulto. Acerquémonos unos breves instantes a su Bio· grafía: Luis Muñoz Rivera nació en Barranquitas el 17 de julio de 1859, hijo de don Luis Muñoz Barrios y doña Monserrate Rivera. El espíritu y el carác· ter templado y ecuánime de este gran puertorriqueño se formaron en el amante hogar de sus padres. De su madre aprendió las primeras le· tras y de su padre el celo en el cumplimiento del deber. El ejemplo, y sobre todo el ejemplo dado por los progenitores -y he aquí una lección que frecuentemente se soslaya en nuestra sociedad modema- es una fuerza educativa de extraordi· nario alcance en la formación moral e hItelec· tual de los hijos. Aun cuando tuvo maestros que guiaron sus primeros pasos en el campo de la cultura (como Francisco Becerra, Felipe Negrón o Jorge Colombani), los verdaderos maestros de su madurez fueron los libros y la experiencia de la vida. A los 15 años ya había leído ese gran li· bro de la literatura universal de todos los tiempos que es la Biblia, o el gran clásico castellano de Cervantes El Quijote o el grandioso poema de los griegos que es La lUada. Estudiaba y enrio quecía su vocabulario en la consulta frecuente del Diccionario de la Real' Academia Espaiiola (todo él un curso de filosofía hmnanista) y los grandes clásicos de la literatura española desde Quevedo a Zorrilla, y los grandes autores de la literatura francesa desde Víctor Hugo, hasta La· martine, eran sus familiares confesionarios. Sin haber tenido una educación formal de nivel uni· versitario, hizo buena la frase de Carlyle: de que la verdadera Universidad son los libros, pues fue un lector voraz y conocía a fondo los autores la tinos y griegos, españoles y franceses, a estos últimos en su propia lengua, que conocía y tradu· cía con facilidad y corrección. Cuando obligado a los 51 años a enfrentarse al cambio de sobera· nía. tiene que conocer el inglés, se resuelve deci· didamente a conocer la historia norteamericana en sus propias fuentes y aprende la lengua de Washington para decirle a los norteamericanos cuáles eran los deseos y cuáles las aspiraciones del pueblo puertorriqueño, pueblo de Alma La· tina; si bien por los azares del destino vinculado políticamente a los Estados Unidos de Norte Amé· rica. Sus luchas bajo España en pro de la Autonomía Puertorriqueña son de conocimiento p rove 1+' 4
bial y anecdótico en Puerto Rico. Así conocemo~ todos los puertorriqueños su poesía Paréntesis" escrita en 1897, después de librar durante diez años las duras campañas del Autonomismo: lO
Tras diez años de luchas incesantes quiero vagar, como antes, junto a la margen del humilde rio que tantas veces ofreció a mis peltas la paz de sus arenas ." la quietud de su ribazo umbrio. Vuelo a buscar más anchos horhontes. la cuenca de tus montes me oprime como un cerco de granito; vuelo a encontrar más amplias perspecti,·as; tus ondas fugitivas no sacian ya mi sed de lo infinito. La vejez llega,' la existencia es corta. Si mi destino aborta ." torno a demandar calma :-' olvido, ¿reservarás en tus riberas pías el sitio que solías a la altivez estoica del vencido.' No caeré; mas si caigo, entre el estruendo rodaré bendiciendo la causa en que fundí mi vida entera; vuelta siempre la faz a mi pasado, y, como buen soldado, envuelto en un jirón de mi bandera. Sucesor de don Román Baldorioty de Castro en la dirección del Partido Autonomista, Luis Muñoz Rivera renunció a muchos de sus más caros deseos por lograr para Puerto Rico un destino político donde el gobierno propio por los puertorriqueños para los puertorriqueños era el objetivo primor. dial. Muchas veces fue perseguido y encarcelado por defender la libertad de Puerto Rico por medios que apelaban más al orden y a la razón que a la fuerza, y siempre el noble pueblo de Puerto Rico supo brindarle su apoyo abrumadoramente mayoritario en sus gestiones políticas. Como líder de su amado pueblo Luis Muñoz Rivera no creía en fór· mulas cerradas. Sí estaba convencido, sin embargo, de que la libertad -en los hombres y en los pueblos- es el más caro valor de la especie hu· mana y llama encarecidamente a defenderla con firmeza, tesón e inteligencia: IISin la cobarde sumisión del paria.
sin el brutal instinto de la fiera.» y como cree en la Democracia y su valor. al aleccionar a su pueblo le dice:
¿No habéis medido nunca nuestro poder inmenso? El día que os ocurra pensar en vuestro nlÍmero )' os levantéis unidos sin miedo :-' sin tumulto seréis, con el derecho ." el orden por escudos, los dueños de la Tierra. los árbitros del Mundo. Luis Muñoz Rivera tuvo instintivamente una cla· ra comprensión del valor e importancia fundamen· tal del factor cultural en la definición y autoconocimiento del hombre puertorriqueño. Profundo estudioso como era de la Historia de Puerto Rico, en su libro sobre el Grito de Lares de Luis Llorém Torres, nos dice: "En mi ruta, marchando a través de la no·che. trabajé, sufrí, medité. Medité mucho, penetré en los libros. Oí la honda repercusión de un choque continuo. jEra la Historia!" Y de la Historia sacó las enseñanzas de que la escuela y la prensa hacen al hombre ·libre en su espíritu, cuando la escuela y la prensa sirven a los intereses más nobles de una tradición o de un pueblo. Muñoz Rivera sabía claramente que en el pasa· do de un pueblo se encuentran ciertas enseñanzas cuyo conocimiento son necesarias y aleccionadoras al hombre. La cultura puertorriqueña tiene una larga Historia, y el conocimiento del pasado es una parte de nosotros mismos. Sabremos enfrentarnos mejor los hombres de hoya nuestro futuro. cuanto más profundamente conozcamos nuestro pasado. El hombre podrá escoger con mayor conocimiento de causa a donde va, cuanto más honda· mente conozca de dónde viene. Y muchas veces de su pasado deriva el hombre claves valiosas de su autoconocimiento. Nuestra herencia cultural -material, social o ideológica- es una herencia histórica. De ahí que el pueblo de Puerto Rico deba poner el más cuidadoso esmero en el estudio de su historia. Y en nuestra educación puertorriqueña daremos muestra de madurez y de hidalguía al reconocer el mérito de nuestro procerato histórico. de nuestros adalides y mentores. Otra valiosa enseñanza de Luis Muñoz Rivera nos la ofrece su cuidadoso estudio e interés por conocer la realidad cultural de Puerto Rico, antes de ofrecer remedios y proponer Il)edidas para la solución de ciertos determinados problemas: políticos y económicos, sociales o de otra índole. Como ha dicho de él su entrañable amigo don Rafael Hernández Usera: "Para lograr ser como la viva representación de su patria, Muñoz Rivera se pasó muchos años recorriendo los campos y pobla· ciones de Puerto Rico, estudiando el problema del
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consumo, de la propiedad, de los cultivos, de la -producción comercial e industrial; la organización del trabajo, las prácticas, los usos, y las costumbres populares. Conoció el suelo de su patria, su comercio, su industria, sus instituciones sanitarias y docentes, sus riquezas y sus necesidades.- Y~ do tomaba una determinación sobre algún punto decisivo de nuestra política pública, su con~imien 10 objetivo era su guía, su mejor deseo y -sq amor a Puerto Rico eran sus consejeros. Muñoz Rivera estaba consciente de :que es mejor el conocimiento que la ignorancia; la verdad que la mentira; el bien que el mal. y nos alecciona para que amemos en nuestra histo~ 10 que sea digno de amor: nuestra lengua. nuestra he· rencia y nuestra tradición cultural, donde se nos ofrecen algunos de los más heroicos ejemplos de abnegación, nobleza y desprendiIIiiento en el servicio de nuestra historia y nuestro progreso. Así podemos recordar aquí a modo de ejemplo el servicio prestado, en la historia de nuestra cultura y nuestra educación (a Alejandro Tapia y Rivera y José Julián Acosta) por aquel humilde .tabaquero puertorriqueño, que fuera Rafael Cordero, uno de los puntales de nuestra historia educativa y uno de los beneméritos benefactores de
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la cultura puertorriqueña. Y aSlDnsmo son aleccionadoras para los hombres de nu.esiro tiempo la biografía y la gestión histórica d~ Qtros cie nuestros próceres y hombres de letras como roSé .Gautier Benitez. Manuel Alonso, Cayetanó CoD, Y :roste, Salvador Brau. Hombres ejemplares que dieron a Puerto Rico 10 mejor de sus vidas fecundas por dejar a 'Puerto Rico una herencia cultural de la ~ pqdiése~os enorgullecemos. y ahí han quedado sus obras como parte de nuestra herencia y de nueStro patrimonió histórico. Como pueblo necesitamos afirmar, cQmo 10 hi· cieron aquellos nobles paladines una vigo~ culo tura para Puerto Rico, nutrida de la .savia histórica de la cultura española y de nuestio propio patrimt> Dio local y universal. Para esto serán necesarias más universidades, más escuelas. más b~liote' cas, más museos. más de aquellas cosas ·que en· grandecen y ennoblecen a los hombres y ·a Jos pueblos. Luis Muñoz Rivera. fue uno de nues~s más es~ c1arecidos mentores. Al honrarle hoy, todos ¡os puertorriqueños, cumplimos con un deber de lesa pa.tria• Muchas gracias.
Modismos y refranes·del habla popular en Vieques Por
Introducción
E
N LA CARACTERIZACIÓN DEL H AULA DE UNA REGIÓN
es imprescindible el estudio de los modismos y refranes. Como muy acertadamente dice Avelino Herrero Mayor "el modismo es al idioma lo que la sal al guiso: sazona, da sabor y añade regusto".! Más aún, en el modismo y el refrán, el pueblo recog~, a veces, su filosofía, su modo de plantearse los problemas vitales: Otras veces, es un trocito de historia lo que perpetúa en esta frase cargada c;ie significa· ción que es el modismo y el refrán. Y no se escapa de la corriente refranera ni el ciudadano común ni el hecho insignificante. ni la historia ni la ·in· frahistoria. Todo sirve de materia prima al pueblo cuando éste momentáneamente da salida a su instinto creador. Quisimos establecer la linea divisoria entre mo· dismo y refrán antes de adentramos en su estudio ~specífico. Según el Diccionario Larousse, el modismo es un modo de hablar propio de una lengua, como a ojos vistas por claramente o a la vista de todos. Sinónimo de modismo es idiotismo, que eti· mológicamente viene del latín idiotismus, esto es, lenguaje o estilo familiar.2 Lydia Cruz de Rivera en su tesis sobre Modismos puertorriqueños lo de· fine como" un modo de hablar propio y privativo de una lengua, o de un pueblo. que se aparta de cánones gramaticales y cuyo sentido no se puede determinar por las palabras que lo componen".3 En cam· bio, el refrán es un proverbio o dicho scmtencioso.-I 1. Ramón Caballero, Diccionario de modismos de la lell' ¡:ua castellana, p. 7. 2. Diccionario Larousse, p. 691. 3. Lydia Cruz de Rivera, Modismos puertorriqueños, Tesis inédita, p. 3. 4. Diccionario Larousse. p. 881.
RrCARDA CARRILLO ROMERO
Tanto los modismos como los refranes son expre· siones de contenido extractado, a veces pintorescas o metafóricas, en las que el pueblo compendia sus experiencias pasadas y la sabiduria adquirida a trae vés de ellas. Lydia Cruz de Rivera agrupa los modismos en tres: modismos vulgares. populares y cultos.s Además, tanto los modismos como los refranes pueden ser del español general, del hispanoamericano o del puertorriqueño.
I.
Expresiones populares conocidas en Puerto Rico y en otros lugares de habla hispana
Con este estudio quisimos probar la vigencia de 29 expresiones ~onocidas en el español general. en el hispanoamericano, en el habla de Puerto Rico o en la de Vieques. Al presentar los resultados de esta investigación. hemos ordenado los modismos alfa· béticamente a base del verbo-explicito o impUcito-en cada uno de ellos. CAER - No se le ha caído la tripa del ombligo y ... Lo usan 91.42% de los sujetos6 que entrevistamos. Este dicho se aplica principalmente a los que se quieren casar muy jóvenes. Una variante en el gru· po de cultura media es no se le ha caído el romero del ombligo y .... y en el grupo culto no se le ha caído la algucema del ombligo y... - Cayó como una guanábana.1 Lo oímos en el 94.28% de los casos. Se aplica al que se las echa 5. Lydia Cruz de Rivera, Op. cit., p. 5. 6. El número total de sujetos entrevistados fue de 35, repartidos en la forma que sigue: 10 sujetos de escasa cultura, 13 de cultura media y 12 cultos. 7. Lydia Cruz de Rivera, Op. Cit., p. 27. Explica este modismo como «dejarse engañar, sorprender•.
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T'I/I" 1'11 "/llIft'm, arle popttlar
y se cree mejor que nadie. Mientras más se sube -esto es, mientras más importante se cree- cuando cae, más grande es la caída. O sea, cae como una guanábana. En el Vocabulario puertorriqueilo se incluye caer como guanábana madura.~
CAMBIAR - Cambia el catre. Se 10 oímos al 97.14% de los sujetos. Esta expresión forma parte del vaca· bulario de Puerto Rico recogido por el doctor Rubén del Rosario.9 Tienen significados parecidos los dichos: vete con la música a otro lao,10 cambia el disco, tumba el disco y tumba eso. COGER - No me cojan de mingo. Lo usan 77.14% de los sujetos. Significa no me cojan de bobo, de instrumento fácil. Coger de mingo es modismo de uso general en el habla hispana. u - No me cojan1de mangó bajito. Su porciento de vigencia es 97.14%. Tiene el mismo significado que no me cojan de mingo.
- Cogía 'e cuello. Está vigente en el 97.14°'(1 d~ los sujetos que entrevistamos. En el Vocabulario puertorrique,io se define como regaño, amonesta· ción. l ! DAR - No da un tajo. Lo oímos en el 97.14% de los casos. Esta expresión significa no querer trabajar, holgazanear. Rubén del Rosario la incluye en su
Vocabulario
puertorriqueíio.l~
DECIR - No dijo ni ji. Está vigente en el 94.28°~ de los sujetos. Se usa cuando algo sucede tan de repente que no hay tiempo para decir ni siquiera la expresión más corta como ji, ay, jota. En el grupo de escasa cultura encontramos la variante ItO dijo ni ay, y en el grupo de cultura media 110 dijo ni
jota. H - Lo dice de las muelas pa fueraY Lo encontramos en el 85.71
-
° de
los casos.
A mi pliP1 y a la madama plan. Lo usan 80°'(1
d~
los sujetos. Significa a mí poco ml" importa. Esta 8. Rubén del Rosario. Vocabulario plIertorrique,'io. p. 37. 9. Ibid., p. 87. 10. Ramón Caballero. Op. cit., p. 699. Irse cun la música a otra part.:, esto es, abandonar el lugar en que no logramos nuestros deseos. o somos en algún sentido rechazados. 11. Diccionario Larot/sse, p. 686. Coger de mingo es tomar por primo. Hacer el primo es dejarse engañar fácilmente.
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12. Rubén del Rosario, Op. cit., p. 40. 13. Ibid., p. 47. 14. Ramón Caballero, Op. cit., p. 1027. Sin decir iuta. 15. Lydia Cruz de Ri\'era. Op. cit., p. 16. Señala como heredado de España ele los diellfl!s para aft/era.
expreslon tiene vigencia en Aguadilla. Engracia Cerezo de Ponce nos informa que es dicho de uso general en español. I6 Variante general del mismo en Vieques es a mi plin y a la madama dulce coco.
Domingo a corregir una situación. El dijo: ~Vuy si me dan soldados puertorriqueños porque esos pelean todo el día con una taza de café puya ~. una mascaúra." La reina no quiso porque no quería enseñarle milicia a los puertorriqueños.
ESTAR - Está como cucaracha en un corral de gallinas. Está vigente en 80% de los casos estudiados. En el Vocabulario puertorriqueño aparece está más asustao que una cucaracha en un baile de gallinas." Encontramos esta variante en el grupo culto. Ade· más, parece una cucaracha en un barril de harina y está más perdía que una cucaracha en una pelea e gallinas. - Está hecho leña. Está esleñau. Ambas formas están vigentes en el 100% de los casos. Significa tener el cuerpo adol<?rido. . - Está el muerto que hace orilla. Lo usan 85.71 % de los sujetos. Cuando los peces se están muriendo debido a causas' extrañas, buscan la orilla. Como generalmente son muchos, hacer orilla ha cogido el sentido de en cantidad. En el Vocabulario puertorriqueño se incluye estar que hace orilla con el sigo nificado de abundar"! - Estar con el agua al cuello. 19 Se encuentra en el habla del 94.28%. Su significado es ~stá muy comprometido, muy endeudado, etc. - Está como el carrito '1 gas. Se lo oímos al 94.28% de los sujetos. Significa estar pa'rriba )' pa'bajo sin poder descansar. Este modismo proba· blemente se remonta a la época en que el alumbrado de las calles dependía de faroles de gas. Para mantener éstos encendidos, se llevaba el gas, de un sitio a otro, en un carrito. - Está que corta a la pasá.20 Está vigente en 91.42% de los casos. Cuando una persona pide muo cho se dice que está que corta a la pasá. Variantes de este dicho en el grupo de cultura media son: está como navaja, está que corta de lejos.
- Se echó la soga al cuello.u La oímos en todos los casos. Se aplica al que se casa.
I
ECHAR - Se las echa de Martín Campos (o de Martinez Campos). El habla del 91.42% de los sujetos entrevistados incluye esta expresión. Una variante en el grupo de escasa cultura es se las echa de Martín Campos y es un miércoles en Culebra. Este dicho es despectivo para la isla vecina d, Culebra. Sobre Martínez Campos y el valor del soldado puertorriqueño circula en Vieques esta anécdota:
HABLAR - Habla por los codos. El 74.28% de lo!> sujetos usan esta expresión. Corroboramos en el Diccionario Larousse que es de uso general en español. Significa hablar mucho y rápidamente.2.1 - Habla por los colmillos. Sólo la oimos en el 22.85% de los casos. En Aguadilla tiene el sentido de se hace muy fino. 24 HACER - No te hagas pescaL/, frito. Su porciento de vigencia es 88.57%. El que se cree pescau frito se cree importante o se hace el desinteresado. Este modismo se incluye en el Vocabulario puertorriqueño, y se define como "hacerse el desenn:ndido, di· simular".2S Variantes de este dicho en el grupo d.: escasa cultura son no te hagas pescau frito siendo macarela vieja, no te hagas pescau frito que eres bacalau podría, y no te hagas pescau frito que eres bacalau. IR - Se fue a sembrar cocos. La encontramos en el habla del 91.42% de los informantes. Esta expresión 3e refiere al que muere. Una variante de uso general en Vieques es le fue a hacer compañia fI Antonio Milla. Antonio Milla vivió en Vieques y está enterrado en el cementerio local. En su tumba -que queda cerca de la entrada del cementeriohay un busto. Por esto, se piensa del camposanto como la morada, de Antonio Milla. La gente no re· cuerda quién fue Antonio Milla, pero sigue hablan· do de él en el modismo. Además, se oye en el grupo de escasa cultura la variante moderna enganchó los tenis. LIMPIAR - Le limpiaron el pico. Lo dicen todos los sujetos. Se aplica al que matan.
Martfnez Campos era un general español. Una vez la reina lo llamó para que fuera a Santo
MENEAR - Menear el rabo. La usaron el 82.85% de los informantes. Don Rubén del Rosario incluye este dicho en su Vocabulario puertorriqueño.2/¡ Menear el rabo es coquetearle la mujer al hombre.
16. Engracia Cer~o de Punce. ESllldio lil1güistico de Aglladilla, Tesis inédita, p. 234. 17. Rubén del Rosario. Op. cit., p. 91. 18. ¡bid., p. 51. 19. Lydia Cruz de Rivera, Op. cit .. p. 42. Da esle modis-
21. Narrada por el señor Jaime Puig, de Vieques. 22. Elercia Jorge de Pérez, Refranes y modismos de Sall' to Domingo y Puerto Rico, Tesis médita, p. 44. Da este dicho como de Hispanoamérica.
mo como de uso general en español. 20. ¡bid., p. 22, 25. Da estar que curta cumo lt:ner corai~. ira y estar debidamt:ntt: pr~parado; r Rubén del Rosario, Op. dt., p. SI. incluye estar que carla con el significado de estar enfadado; estar listo para hacer algo; saber mucho.
23. Diccionario Laruusse, p. 529. 24. Engracia Cerezo de Ponce, Op. cit., p. 242.
25. Rubén del Rosario, Op. cit.• p. 94. 26. ¡bid., p. 98.
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PEGAR - Yo pego a las seis. La oímos del 71.42% de los sujetos. Esta. frase significa empiezo a tra· bajar a las seis. .
CREER - Cree epz el Justo Juez y no corras. lO Se aplica a los creyentes muy confiados en el poder exclusivo de la oración.
REIR - Se ríe con las muelas de atrás. El total de casos en que está vigente es 97.14%. Al igual que 10 d'ice de las muelas pa fuera, significa sin ganas, hipócritamente, sarcásticamente.
DAR - Pa la leche que da la vaca aunque se ajorre. Se dice cuando se va una persona que en ninguna forma nos beneficia. Son variantes de este refrán pa la leche que da la vaca aunque se mame el becerro y pa la leche que la da cabra aunque se mame , el cabrito. -Dar de arroz y de masa31 o dar como a gato que caga en cocina quieren decir propinar muchos golpes al adversario. . - Dale Juana al canasto se usa cuando alguien insiste en una cosa hasta molestar. - Dar perlina, dar jabón,» o dar piola quieren decir adular.
SALVAR - No lo salva ni el médico c!tino.rr Oímos este modismo en todos los casos. Esta expresión significa: no tiene cura. Variante de la misma en el grupo de escasa cultura es no lo salva ni el doctor Guerrero, y en el grupo culto no lo salva ni el guaco. Guaco, nos dice el diccionario, es un ameri· canismo que se refiere a una planta medicinal.
(o
SER - Ser más fresco que una leclluga que una hoja de lechuga). Encontramos este modismo en el 97.14% de los sujetos. VIVIR - Vive del cuento.u Está vigente en todos los casos. Significa vivir sin trabajar, o sea, sin dar Uft tajo. Variante de uso general es vive del clliste.
DEFENDER - Me vaya defender o Fulano se de· fiende significa ir a comer. a apestillarse o a tener relaciones carnales. DEJAR - A pájaro muerto, la jaula abierta se aplica al hombre impotente.
JI. Modismos y refranes recogidos en la conversación
ENLIAR - Del que ha estado a punto de morir se dice por poco las enlía. lJ También no faltó ni UII tris... es faltó muy poco para morir, para perder, para conseguir algo. etc.
Las expresiones que siguen a continuación las recogimos en conversación con los sujetos, y luego, las comprobamos con otras personas en distintos niveles culturales. Las presentarnos en orden alfabético. a base de los verbos.
ENTORCHAR - Se le entorchó el rabo a la puerca. Se usa cuando un asunto sale mal, esto es se des· cuadra.
ALABAR - Alábate pollo que maliana te guisan. Se aplica al que "se las echa" sin pensar que a la vuelta de la esquina está la desgracia. CAMINAR - Camina del'tingo al tl1ngo. Quiere decir está de un lado a otro, sin paradero -fijo. Variante de éste es está como el 69, esto es, "pa' arriba y pa' abajo". Del ringo al tango aparece en el Vocabulario puertorriqueño.29 COGER - Coger las' amistades de enzote es cogerlas de furia o de apretón. - Coger a uno en el pecho es tratar de perjudicarlo. - Coger a uno como pez en nasa es cogerlo desl?revenido. 2í. Lydia Cruz de Rivera. Op cit. Da este dicho como de uso general en Puerto Rico. Además el significado de «no tener cura". quiere decir ,!,apuro o aprieto Que no tiene solución". 28. [bid., p. 29. Incluye vivir del cuento como modismo de uso general que significa vivir a expensas de otro. 29. Rub¿n del Rosario. Op. cit., p. 36.
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ESTAR - Estar más metía que '1 soco '1 medio. Significa estar bien "enamorao" o estar muy adeudado. - Estar más flojo que Abrojo es estar muy débil. tanto como el viejo perro Abrojo. El perro ya no existe pero queda el dicho popular. - Está tomau, está a mil, está ajumau, está alegre y está en órbita J4 son expresiones que se aplican al que sufre los efectos del alcohol. - Está ni mandd a hacer la cosa que nos sale bien. Secuela de esto es si se pone mejor se daíia. -Estar el mar.como un plato es estar en calma, bueno para la navegación. - Estar el mar como tm plato !tondo es estar bravo, borrascoso. 30. Lydia Cruz de Rivera, Op cit., p. 25. Da como de uso general en Puerto Rico: Cree en Dio~ y no corras. 31. Rubén del Rosario, Op. cit., p. 46. 32. Ramón Caballero. Op cit.• p. 433. Dar jabón, meta· fórica y familiarmente es elogiar, alabar, ponderar, agasajar a alguno. 33. Engracia Cerezo de Ponce, Op. cit•• p. 240. Da esta expresión en la lista de modismos netamente puertorrique. ños. 34. Rubén del Rosario. Op. cit., p. 91 Incluye estar mds ajumao que el trapo de la plancha.
- Estar bruja, estar pelau o estar floja 'e cartera son modi~mos que significan que no se tiene dinero. También se dice estar más pelau que la yegua 'e la compra. Rubén del Rosario anota brujería con el significado de escasez de dinero.3S - Estoy como agua pa chocolate o estoy que si me pican no broto sangre se usa cuando se tiene mucho coraje. HABER -:.. Ahí sí hay se aplica a una mujer guapa. -No hay promedio o no rinde promedio significa que no hay conveniencias. - Cuando no había pudriciones las moscas dvían se usa para hacerle ver a una persona que no e:i indispensable. - Haber menos perro, menos pulga se dice cuando alguien se va enojado y es persona que ha causado problemas. - Debajo de una ruin capa hay buen velo recoge la idea de que las apariencias engañan. HABLAR - Hablar: sin' contador y hablar por Wl tubo y siete llaves es hablar demasiado; Ilablar por semana es hablar por tumo. HACER - Hacer el mar paJiuelitos es formar olitas blancas que parecen pañuelos. Esto pasa cuando el mar está picau. -Hacerse el zorrocloco es hacerse oe la vista larga. En el Diccionario Larousse se define zorrocloco como hombre pesado en obrar pero que sabe buscar su utilidad y provecho.l'6 - Hacerse el muerto para que lo carguen 31 quiere decir hacerse el bobo para no tener responsabilidades. IR - A to trapo, a to 10 que da, a to meter, a to jendel, esmandau, a escape,Ja a to tren Son modismos que tienen el significado de ir con prisa, de hacer las cosas rápidamente y/o en exceso. Asimismo si se va muy de prisa, se va al trote. Y si es luchando contra lo imposible es contra viento y marea, a tumba y raja, a la cañona,19 o a pulmón. - Ir el muerto al hoyo y el vivo al retoyo 40 es expresión que recoge una actitud realista frente a la muerte. 35. [bid., p. 36. 36. Diccionario LarDusse, p. 1087. 37, Ramón Caballero, Op cíI., p. 669. Hacerse el muerIo es darse por desentendido. 38. ¡bid., p. 56. 39. Elercia Jor~e de Pérez. Op. cít., p .. 52. Da a la cañona como modismo general de Puerto RIco. 40. Pedro Henrfquez Ureña, El espa,iol el! Santo Do· mingo, p. 112. Se cita el muerto al 11oyo )' el vivo al bollo en Correas, en los Refranes o proverbios en castellano, del Comendador Hernán Núñez de Guzmán, siglo X\'I, y en El Quijote.
-No me va ni me viene41 significa a mí no m( importa. JERINGAR - No me jeringuen se dice para pedir que no molesten a uno, que no lo fastidien. LLEVAR - Llevar el carro delante de los -bueyes la persona que gasta más de lo que puede. También estira el pie más allá de donde alcanza la sábana/ 2 y gasta sin contador. Esta última expresión quiere decir, además gasta sin llevar cuenta. Estos tres dichos son ejemplo de cómo diferentes modismos p·opulares pueden expresar una misma actitud. MATAR - Patrj. e' yegua no mata caballo. La idea que recoge en esta .expresión es que el trato malo que se dan dos del mismo nivel no mata ni a uno ni a otro. METER - Se mete en cintura a alguien a quien se domina. Y se mete en camisa de once varas el que se mete en líos, en problemas serios.·) MIRAR - Se mira como gallina al grano de sal al que se le tiene antipatía. Y se siente desprecio por el que se mira por encima del hombro. MORIR - Nadie muere matacán es lo mismo que todo el mundo coge cuernos, porque el que no es . infiel de hecho 10 es de pensamiento. - Murió el ahijau se acabó el compadrgsto recoge la idea de que el parentesco por compa:drazgo termina cuando se muere el ahijado y el parentesco político cuando acaba el matrimonio. NACER - Con la idea de nacer tenemos los siguientes dichos: el que nace desgracia u con majarete se ahoga,' el que nace barrigón aunque lo fajen, esto es, el que tiene una falta no hay manera de quitársela;" el que nace pa pobre, llega a trapo y vuelve a guilincho. PASAR - Pasa el macho el hombre que no tiene buenas intenciones para la mujer que enamora. Este dicho también circula en Aguadilla y es de uso general en Puerto RicO.45 41. ¡bid., p. 102. Este refrán lo hay en Santo Domingo y se incluye en el Vocabulario de refranes y frases prover-
biales, del Maestro Gonzalo de Correa, siglo xvu. 42, Engracia Cerezo de Ponce, Op. cit., p. 242. Da este refrán en la lista de los que considera de creación local o tal \'e~ nuevas modalidades de la lengua general o hispanoamericana. 43. Élercia Jorge de Pérez, Op. cit., p. 38. Da este modismo como del español general. 44. Pedro Henríquez Ureña, Op. cit., p. 110. Este refrán aparece en la obra de José Hemández, Martin Fierro. 45, Engracia Cerezo de Ponce, Op. cit., p. 240.
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PICAR - La persona que pica )' muerde es muy peligrosa, y si es mujer es muy viva. Se oye tamo bién el que se pica es porque ají come. PONER - No poner ni con purina es ser tacaño. - Ponerse de lastre es marearse. PRENDER - A los desprevenidos, se les habla en términos como prende vela en casa de paja )' "e te a pasear. QUEDAR - Quedarse ramputoso es quedarse sin nada, quedarse con las ganas de conseguir álgo, perder en el juego de baraja. QUERER - Para designar las actitudes neutrales hay el dicho con lo regular no quiero cuenta por· que lo regular Dios lo vomita. RECIBIR - Recibir más palos que cangle en nasa. Cuando un cangle cae en la nasa, lo matan a palos. REGISTRAR - Para indicar que no se sabe nada de algo o que no se ha tenido que ver con un asunto y se está dispuesto a probarlo, se dice a mí que me registren. SANAR - Para consolar a los nenes cuando se dan un golpe, la frase es sana culita de rana o sana culito de rana. SER - Fulano era quincallero se usa para refe· rirse a un hombre que tiene hijos en distintos sitios, en mujeres distintas. - Ser un purgante, un castor o un pluto quiere decir ser antipático. - Ser como el miércoles es ser entrometido. - Ser un mantequilla es ser llorón. - Ser más cerrau que un tubo 'e radio es ser muy bruto. Igualmente ser más bruto que una puer· ta 'e golpe. - Ser más malo que una patá en los güevos es expresión tabú con sentido recto. - Se puede ser más feo que un bochorno, más feo que una mordía de un barraca, más feo que la palabra sobaco, más feo que una yegua ama· rrá en la farmacia, más feo que un burro embarcau, más feo que un remiendo en la espalda. - También se puede ser más bravo que los Guzmanes. El origen de este modismo, según nos informó un sujeto, se remonta a la historia de España. Se refiere al general que antes de entregar la plaza que defendía, tiró la espada para que ma· taran a su hijo, a quien los enemigos ten,.ian de rehén. - Asimismo se puede ser más viejo que'l tro-
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te '1 perro y más fino 'que '1 hilo 80',46 esto es, deli· cado, susceptible. - Una cosa es con guitarra ,. otra con gui· tarra y guiro es la expresión para indicar cómo un factor más en una situación hace que todo cambie. - Se puede ser más listo que un palgo depuente. El palgo es el único pez que se sale de la nasa. SERVIR - Al esnú toa ropa le sirve recoge la idea de que para el que está mal de situación cualquier cosa que se le dé es buena. SERVIRSE - Servirse sin revolcar la comida ~s servirse de un solo lado del caldero u olla, sin sopetear la comida de un lado a otro. TENER - Tener dos frentes es tener querida. - Tener la sangre de horchata es no perder la calma aun en las peores situaciones; no ser afee· tado por nada. - Tener puerca amarrá con el turista es aliarse en negocios con el de afuera. - También se puede tener más arrugas que una hamaca sin gente. - Tener la botica abierta y don Felipe en la puerta se refiere al hombre que olvida de abotonarse la bragueta. TRABAJAR - Cuando se trabaja se puede hacer sin tas misas sueltas, esto es, sin propinas, sin extras, o sin las uñas limpias, sin propinas o sin 10 que le pueda robar al patrono. Si es con las tilias limpias es trabajar sin robar o por el sueldo lim· pio porque en el trabajo se provee casa y comida. TRANCAR - Trancar el juego se aplica a las mujeres que deciden no tener más hijos por esterili· zación u otros medios contraceptivos. UNTAR - Del niño inquieto se dice que le untaron juey marino. VARAR - Si alguien se sorprende de algo que ::~ dice, se contesta de más lejos se han varau pil:tías continimás de Morropó.. VENDER - El individuo que vende a cualquiera y le hace pagar ·los 'cuartos es el que traiciona a una persona y luego, lt: hace creer lo contrario y caro gar con la culpa. VERSE - De una persona que apen...s se ve, que si viene es por por.o tiempo, se dice que se ve de puñalá 'e pícaro. El Larousse incluye no ser puña· lada de pícaro una cosa con el sentido de no correr prisa o ser urgente la realización de una cosa..f1 46. Lydia Cruz de Rivera, Op. cit., p. 22. Define este dicho como (a) finura e:'tagerada en el trato y (b) persona muy delgada. 47. Diccionario Larousse, p. 854.
III. Modismos creados a base de personas conocidas o de sucesos reales que el ptleblo recuerd!l
Anotamos, además, un grupo de dichos creados a base de características de ciertas personas o de hechos reales que todavía la gente recuerda. Veamos: Me lo dijo Guerrita quiere decir es mentira. Guerrita tenía fama de embustero.
Con Bardo al lau tiene el mismo significado que el modismo anterior. Bardo gozaba de la fama que Guerrita. CIlévere con Bardo al lau se aplica a una mentira bien grande. Chévere era un policía que inventaba las mentiras más grandes. De tiros y pistolas tenemos: Pega más tiros que Luis Navarro, como la pistola de Maestro Luis, más celoso que la pistola 'e Juan Yayo. Ni Pepe Lugo los casa mejor se aplica a las parejas bien armonizadas. Pepe Lugo era un administrador de la Eastern Sugar Compa)' que se encargaba de escoger las parejas de bueyes para que hicieran una buena yunta. Más triste que Gení en la punta '1 muelle es otro de los muchos dichos con más que se crean en Vieques. Ya anotamos más feo , más malo..., etc. Más seco que '1 90 se refiere a una sequía de 14 meses, según opinión general la más grande en la historia de la isla. Más malo que la bruja 'e McCall. Esto fue en el 1923. McCall era administrador de la Eastern y era tan malo que hizo historia. En Vieques se habla del mio de McCall. También se dice fuma más que McCall. Asimismo existe el hipocorístico McCall. Más hambre que Porrata en el Carenero. Porrata fue un maestro de escuela castigado, por motivos políticos, a ir a trabajar a Vieques. Se fue a vi\'ir al Carenero, parte desierta de la isla, y allí vi\'ía de lo poco que conseguía en el mar y en la tierra que era sumamente árida. Por supuesto que pasó muchas hambres. Más hambre que los que iban en el Cotorro. El Cotorro era un barco que salió para Santo Domingo y perdió el rumbo. El capitán se llamaba Pepe Torres. La situación fue tan desesperante que tuvieron que cortar el palo del barco y en la lona de la vela recoger un poquito de agua de, lluvia. Uno de los tripulantes murió y no echaron el cadáver al agua por si había necesidad de comérselo. Según la leyenda, llegaron a comerse el perro crudo. Se dice que la esposa difunta del marino Carmen Montañé de Luquillo, se le apareció en sueños y le dijo que hiciera rumbo a poniente, que ella
los iba a salvar por él, no porque los demás 10 merecieran. Llegaron a la· Providencia." Hoy han desaparecido Antonio Milla, Guerrita, Chévere, Luis Navarro, el Maestro Luis, Juan Yayo, Gení, McCall, Porrata y la tripulación del Cotorro, pero quedan los dichos populares.
Resumen En resumen, de los 29 modismos que comprobamos con todos los sujetos, 7 son del español general, uno del habla general de Hispanoamérica, 18 del habla puertorriqueña y 3 del viequense. Son del español general: a mí pUn, no dijo ni jota, está con el agua al cuello, no me cojan de mingo, habla por los codos, lo dice de las muelas para afuera, vive del cuento. Al habla general de Hispanoamérica pertenece echarse la soga al cuello. Y al dialecto puertorriqueño: no te hagas pescao frito, cayó como ulla guanábana, no Ida un tajo, habla por los colmillos, menear el rabo, 'Ilacer orilla, no lo salva ni el médico chino, cogía de cuello, se las echa de Martínez Campos, no se le Iza caído la tripa del ombligo J' •••, !e limpiaron el pico, está como cucaracha en un corral de gallina, cambia el catre, está hecho letra, más fresco que una lechuga, no me cojan de mangó bajito, se ríe con las muelas de atrás, está que corta. Y del dialecto viequense: se fue a sembrar cocos, pego a las seis, está como el carrito del gas. En la conversación recogimos 119 modismos y refranes. de los cuales 22 resultaron ser del habla general de Puerto Rico o del español general. Los demás parecen ser auténticamente viequenses. Además, anotamos doce expresiones que están directamente relacionadas con personas conocidas o con sucesos históricos. De éstas no hay duda que son exclusivamente del dialecto viequense. Vemos, pues, la riqueza de expresiones populares en el habla de Vieques. Desde luego, que solamente presentamos una muestra de los modismos españoles, hispanoamericanos y puertorriqueños en Viequeso Anotamos sólo algunas expresiones comunes en Puerto Rico y otros lugares de habla hispana, Las expresiones auténticamente viequenses surgieron al paso que cotejábamos las otras formas generales. En Vieques sorprende sobre todo, los muchos dichos creados a base de personas y sucesos reales. Estas expresiones son una prueba del buen humor y del sentido filosófico de este pueblo. Allí es muy fácil convertirse en materia para expresión popular. Una vez se crea un dicho popular, aunque' no le guste a la persona que se nombra en él, es imposible conseguir que la gente no 10 use. Y como 48. Esta historia la rt:cogimos de \'alios !'ujelos dd pueblo.
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todo el mundo se conoce, el dicho corre de boca en boca con una gran rapidez. Por esto, aq~llos cuyos nombres caen en refranes o modismos, termi· nan aceptándololi. Y aunque humilde, la expresión popular es un medio más de perdurar en la memoria de las gentes. Es, pues, una forma de existir.
Además, como hemos visto, la psicología y parte de ]a historia de la isla pueden trazarse en gran medida a través de sus dichos. Los modismos y refranes son, pues, microcosmos de lo que es Vieques y su gente -en ellos viven a un mismo tiempo nombres, rasgos de pueblo y hechos, históricos.
BIBI.IOGRAFIA 1. Caballero, Ramón, Diccionariu de modismos de la
lengua castellana. 2. Cerezo de Ponce, Engracia, Estudio lingüístico de Aguadilla, Tesis inédita, 1966. 3. Cruz de Rivera, Lydia, Modismos puertorrique,1os, Tesis inédita.
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4. Del Rosario, Rubén, Vocabulario puertorriqueno, Shanon, 1965. 5. Henríquez Ureña, Pedro, El espar101 en Santo Do-: mingo. Buenos Aires, 1940. 6. Jorge de Pérez, Elercia, Refranes ~'-modismos ell! Samo Domingo y Puerto Rico. Tesis inédita.
Cuento
Sor Anacaona Por AMELIA AGOSTINI DE DEL Río
E
N UN PLIEGUECITO DEL CEREBRO DE PANCHITA ESTA-
ba recóndito el recuerdo de unos espejos rococó cubiertos de gasas negras. Así manifestaba su madre -la viuda doña Francisca Miranda de Sandoval (doña Pancha, para abreviar)- el dolor por la muerte de su marido y de tres de sus hijas. Total, que como se le fueron. muriendo los cuatro no muy espaciados, los espejos apenas lucían sus lunas y biselados. Panchita recordaba, como si lo estuviera viendo, a su padre hecho un basilisco porque su mujer se negaba a darle unos huevos fritos. -Estás en plena convalecencia, Agustín. Con el tifus no se juega... y el médico dijo que... -Que se vaya el médico a hacer gárgaras. (Eufemismo que usa el autor porque don Agustín soltó una ristra de ajos y una palabrota que originalmente significó puños de encaje). Cuando tras exclamaciones soeces empezaron las blasfemias y quedaron como chupa de dómine las once mil vírgenes y los santos más venerados del santoral, doña Pancha se asustó. Una de las hijas que era el mismo padre con faldas -como él, coloradota y con un geniazo de mil diablos~ cortó por lo sano. -Te dar~ los huevos fritos, papá. Y reventarás por tozudo. -Mejor. Reventaré a gusto. Y al cuerno el sietemesino del médico y esta doña Panchividá pusilánime que no parece madre tuya. La verdad es que Agustina parecía un marimacho sin serlo. Don Agustín no se comió sino que devoró los huevos, fritos como le gustaban, con su arandelita dorada, y unas rebanadas de pan sobao que daba la hora. Cinco pares de ojos estaban colgados de aquel energúmeno que cerraba los ojos en su éxtasis y que reventó, ¡no habia de reventar! esa misma noche, a pesar de los esfuerzos del sietemesino.
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¡Llantos! Era natural. Se cubrieron los espejos. Era la costumbre cuando había un difunto. Agustina, la solterona ajamonada, la del geniazo, pescó, sin intentarlo, no mucho después, una tisis galopante y galopando abandonó el mundo. Panchita se la imaginaba a galope tendido como una amazona. Porque eso parecía Agustina, una amazona por lo buena moza y varonil. Aunque Panchita recordaba que esa palabra -amazona- significaba privada de mazo, o séase, de teta. Sólo que Agustina tenía las dos y exuberantes. Pero, bueno, lo importante era el luto. ¡Gasas para los espejos! Panchita recordó que sus otras dos hermanas se fueron, a ritmo menos acelerado, de la misma enfermedad, porque tanto se querían aquellas mujeres que no había separación de nada. Confundían la higiene con la falta de amor. Todas dormían en la misma alcoba, todas bebían de los mismos vasos. y así se fueron contagiando, transparentándose y consumiéndose. La gente del pueblo no daba abasto con tanto velorio y tanto entierro y tantos rosarios. Y aunque unos y otros constituían la tercera parte de la vida social, empezaron a murmurar. -Esto pasa de castaño oscuro . -Ya basta con tanta jeringa ("muerte", querían decir). Pero no bastó, ¡ca!, porque a doña Pancha se le antojó también irse, de pasión de ánimo según unos; del corazón, según otros. También protestaron a su modo los espejos cubiertos con gasas medio manoseadas. "A su modo", equivale a silenciosamente. Sólo Panchita se salvó de espichar. Porque aunque medio enclenque, tenía espíritu y malditas las ganas de diñarla. Se aventuró, pues, a cruzar los mares y poner s\1 tienda en Nueva York, abandonando microbios, lamentos, lutos, muebles y espejos en aquel pueblo puertorriqueño, soporífico, excelso calorífero entre las aldeas y ciudades de la costa. Se instaló en un piso alegre, moderno, soleado, con vistas al parque. Se plantaba Panchita a l,a ventana a respirar a pleno pulmón el aire que porque correteaba entre las copas de los árboles, le parecía aire puro. No hay como la ilusión. Y así, en lugar de consumirse, fue redondeándose la niña . Panchita (niña cincuentona) pues con el fresco se le desarrolló el apetito y adquirió el doña y un tetamen de padre y señor mío. Recordaba Panchita el anuncio de las pilulas orientales en el cual aparecía una moza de perfil con dos medias sandías que envidiaban las amas de cría. Y así fue envejeciendo doña Panchita la solterona, sola, sin animales que la acompañasen ni personas que la molestaran. De vez en cuando sentía morriña por el pueblo, pero cada vez se hacía ésta más tenue y fugaz pues la ocupaban las misas y el bingo. La alentaba en el juego su buena estrella y 34
en sus fervores -ahora un templo protestante- un pastor que se dio cuenta de la soledad de su feligresa. Sus amigas -de Panchita no del pastor de almas anglicanas- se fueron dando cuenta de la crisis religiosa, rayana en manía, por la que pasaba doña Panchita. El marido de una de esas amigas calificó esa crisis con un giro poco poético: :' es una cagarela mística". Y no iba desencaminado porque Panchita soltaba a chorros sus experiencias de ín· dale religioso lunática. Para colmo se trastornó con las prédicas de Billy Graham y se sintió apóstol del cristianismo llevando su manía catequizadora a querer convertir a cuanta judía hallaba a su paso. Y en Nueva York las topaba hasta en el puchero. Le gustaban sus amigas judías por ingeniosas, desprendidas y alegres, pero las traía fritas para que se convirtieran al cristianismo. -Panchita, por favor, que nos han perseguido tus dichosos cristianos durante siglos. -Panchita, déjanos en paz. -Panchita, ¿qué culpa vamos a tener nosotras de que unos judíos crucificaran a otro judío? -Panchita, atiende a tus peroles, que nosotras, con sinagoga o sin ella, te dejamos en tu protestantismo. -Panchita, mira que si tu madre levantase la cabeza se caía muerta de- nuevo al verte traicionando a la religión católica. -Panchita, no seas pelma, mujer, déjanos vivir. Doña Panchita rebatía con tartamudez unas veces, con fluidez otras, pero seguía en un mundo suyo, pendiente de sermones, bien en su templo, bien por radio o por televisión. j En qué rifirrafe, Santa Mónica, s~ convirtió aquella cabeza! Terminó por creerse perseguida. El piso, decía, estaba lleno de enanitos, que desde comisas y desde zócalos la vigilaban para transmitir por el tele· visor o por la radio sus actos y sus dichos... Acabó por bañarse en pijamas, a oscuras, porque aquellos peleles la observaban. Para ver la televisión se cubría hasta el cuello pues estaba segura de que todos los actores que participaban en los programas la veían en camisón. Al retirarse a dormir, cubría el televisor con una sábana. ¿Recuerdo inconsciente de los espejos cubiertos de gasas? A ella ·la perseguían por sanla. ¿Quiénes? Ellos. ¿Quiénes son ellos? Los enemigos de Cristo. Dios la castigaba. Vaya usted a saber por qué. Ellos le robaban el solomillo que dejaba deshelándose en la mesa de la cocina, le cambiaban las cosas, le trastornaban los papeles, querían matarla. Le entraban tales lloreras a la pobre Panchita que parecía que todas las calamidades del universo habían llovido sobre ella. -Hay que ser buenos -gimoteaba-o Hay que vivir el cristianismo. No debemos murmurar.
••.• ,., '·'1. .........
y estas prédicas -porque a Panchita los dedos se le convertían en púlpitos-, las llevaba a la práctica: daba a manos llenas, disculpaba a los pecadores porque el perdón era lo cristiano. "Yo he pecado mucho", decía. Sería con el pensamiento porque ni siquiera un pellizco perdido habían sufrido sus carnes. y entre tanto anhelo de pureza y caridad, ve doña Panchita la llegada de los astronautas a la luna. En ella veía la grandeza de Dios. Pero cata que de la noche a la mañana la doña empieza a dudar. ¿No serían broma los informes que oía por la radio y una comedia lo que los astronautas desempeñaban diz que en la luna? Terrenos tan áridos y desolados había visto ella en la costa sur de la isla. Todo era una farsa. Dios en su trono bien que miraba por su blanca luna y no iba a dejar que la hollaran plantas de varón. ¡La cándida luna! -y ésto lo sostendré, coñete -decía doña Panchita-, contra viento y marea. y en boca de aquella mujer, incapaz de pronun· ciar un feo vocablo, revivió el léxico de su señor padre, por 10 que le salieron sapos y culebrones con tal ímpetu y furia y vozarrón que hubo que pedir auxilio.
* * *
'P ,
Esa mujer que lleva sobre la cabeza una funda de almohada a modo de toca de monja es doña Panchita. Se imagina estar en un convento y que se llama Sor Anacaona. Y entre las oraciones, la lectura de la Biblia y los sermones que dirige a las otras internadas pasa el santo día, en una paz espiritual envidiable. De vez en cuando agarra un aza· dón imaginado, que mueve rítmicamente. -¿Cómo va el cultivo, Sor Panchita? -Bien, bien. Pero hay que desyerbar la huerta diariamente para que dé buenos frutos. No quiero que me ayude nadie porque no distinguen entre los yerbajos y las cebollas o las zanahorias. Son muy torpes las novicias y las señoras madres chochean; mucho francés, si, pero de la tierra no saben ni el abecé. y echaba a cantar con la música de "La princesa del dólar"; Soy la monjita del huerto
ta ra rd, ta ra rá, metida en este convento; si no cultivo la tierra, morirán de hambre las viejas... la ra rd, la ra rá. Una de las locas, también puertorriqueña, la ca· llaba con sólo decir: "Silencio, Sor Panchividá, que va a hablar BilIy Graham".
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Génesis y desarrollo de la dramaturgia puertorriqueña hasta los umbrales de la generación del treinta Por
E
JOSEFINA RIvERA DE
ALVAREZ
La primera obra dramática aquí realizada de que se tenga hoy noticias parece corresponder al año de 1811, cuando tal vez estimulado su desconocido autor por una serie de representaciones teatrales -piezas de Moreto, Belmonte Bermúdez, Ca· ñizares, González del Castillo, etc.- que una como pañía de cómicos que acababa de arribar a la Isla monta en un teatro provisional que se improvisa en cierto corralón de la calle del Sol, en San Juan, se escribe e imprime en esta ciudad una comedia
en verso, de la cual han llegado únicamente hasta el presente las páginas numeradas del 17 al 34 de un único ejemplar, habiéndose perdido el comienzo y el final.2 Del examen del trozo salvado del tiempo se infiere que la acción de la obra ocurre en Puerto Rico por los años finales del XVIII e iniciales del XIX, época cuando España está en guerra contra la Gran Bretaña. Su asunto se desenvuelve en tomo a los temas del adulterio y la bigamia: el personaje llamado Fulgencio, español, cuenta a Nasario (1a s con que se escribe consistentemente este nombre a través de la comedia, índice de se· seo, lleva a pensar que el autor pudo haber sido criollo), amigo suyo, y a Dorsan, servidor y antiguo esclavo (de donde se deduce que sea negro o mulato), el enredo de sus relaciones amorosas con dos mujeres, la esposa legítima, Adelaida, a quien parece haber dejado hace dos años en España para venir a la Isla (el estado de guerra con los ingleses impide que se hayan comunicado por carta duo rante el último año), y una segunda consorte, Casimira, a quien ha dado engañosamente en Puerto Rico nombre de esposa para luego de algunos me· ses, lleno de remordimientos, dejar abandonada. La trama de la obra, cuyo desenlace se encuentra entre las páginas perdidas, se complica con la llegada al país de Adelaida, quien desconociendo por completo la suerte y andanzas de su marido en la Isla, va precisamente a hospedarse en casa de Casimira, la segunda mujer de Fulgencio, sin que pueda ésta sospechar quién es verdaderamente su huésped.
1. Vénnse C. ROSA·NIEVES: -Notas para los orígenes de las representaciones dramáticas en Puerto Rico-, Asomante, San Juan. P. R., 1950, VI, núm. 1. pp. 63-77, Y E. J. PASARELL: Orlgenes y desarrollo de la afIción teatral en Puerto Rico. Con ilustraciones. [Rfo Piedras. P. R.], 1951, pp. 1·13.
2. Corresponde el mérito de este hallazgo bibliográfi. co, en 1941, al distinguido investigador de la actividad tea· tral en Puerto Rico, DON EMILIO J. PASARELL. Véase de este autor su obra citada previamente en la nota 1, pp. 13-25 v nota 14, 29·30. Se recoge en dicho libro, pp. 14-25. el ~ragmento descubiert.o de la aludida pieza dramática.
S
POSIBLEMENTE
LA
COMPOSICIÓN DRAMÁTICA
LA
última de las actividades literarias que presenta manifestaciones de comienzos en el proceso cronológico de nuestras letras. Aun cuando se tienen noticias históricas que revelan que desde antes de mediar el siglo XVII ya se hacían representado.nes públicas de comedias en el país, con motivo de la celebración de fiestas de la Iglesia y de juras y bodas reales -así, por ejemplo, en San Juan, en 1644, en ocasión del recibimiento que se tributa al nuevo obispo, fray Damián López de Haro, y también, poco más de un siglo después, en 1747, al festejarse la exaltación al trono del rey Fernando VI, y otra vez en la misma centuria, en 1789, cuando se ciñe Carlos IV la Corona de España ,_, no será hasta los inicios de la segunda década del siglo XIX cuando se da principio en Puerto Rico a la producción de piezas de teatro.
A. EpOCA, DE PREI"UDIOS
36
ANTERIOR A
1843.
Resulta ser esta pieza a todas luces hechura de autor novel, más atento a la complicación de la trama que a la verdadera caracterización de sus personajes. Son éstos seres de existencia más tea· tral que real, d~ esencia anímica poco compleja; entre ellos, sólo llama la atención, por ser depositario de rasgos espirituales más convincentes, el antiguo esclavo Dorsan, y aun éste carece de autenticidad por su decir, no diferenciado, en su condi· ción de servidor, del de los otros personajes. P~ siblemente han influido en el incipiente dramaturgo insular algunas lecturas del teatro áureo español, según dejan ver ciertas señales: la obra que realiza es fundamentalmente una comedia de en· redos, a la usanza de tantas piezas de aquella ép~ ca clásica; en el lenguaje perviven formas del habla ya desusadas por entonces, reminiscentes de antiguos empleos enraizados en los siglos dorados -"me hice reo", "vos", "morir he", "aquestos", "aquese", etc.-; por la métrica tal vez quisiera repetir el escritor isleño modos de hacer favorecidos por autores del Siglo de Oro: su verso dramático, de corto vuelo y limitado dominio técnico, se apoya en general en el octosílabo, agrupado en series indefinidas, a la manera del romance, pero a diferencia de éste, con la asonancia en los versos impares. Ya desde antes de iniciarse en el XIX la década de los años veinte, el desarrollo de la afición tea· tral en la Isla va creando un clima propicio a la producción de obras literarias del género dramático. En Ponce y en Caguas se construyen en 1817 sendos teatros provisionales a los fines de poder representar ciertas obras para celebrár el enlace matrimonial de Fernando VII con la infanta portuguesa Isabel María de Braganza, dirigiendo las fiestas de Caguas, según parece, el propio secreta· rio del Gobierno, don Pedro Tomás de Córdova. En la capital, si bien no habrá de lograrse todavía la fundación de un coliseo municipal, proyecto que viene favoreciendo desde 1822 el alcalde segundo don Juan Evangelista Zuazo, ya para 1823 existe en la ciudad un local provisional, el Teatro de Amigos del País, levantado por personas particulares, y el cual, según se indica en la Descripción o vivo cua· dro que da cuenta de las fiestas conmemorativas de la carta constitucional española en dicho año, prestó todos "los bastidores y enseres" para las representaciones al aire libre que tuvieron lugar en la plaza de la Constitución. Como animador y mentor del nutrido grupo de aficionados que da impulso al citado Teatro de Amigos del País pare· ce haber figurado -según Pasarell- el español don Celedonio Luis Nebot (l778-?), quien residió en San Juan entre los años de 1804 a 1825, llegando a ser mayordomo del Real Hospital Militar y partícipe en la dirección de una Sociedad de Amantes de la Ciencia. A su pluma, de acuerdo con noticia
que trae la Gaceta de Puerto Rico, se debe la publicación por entonces en la Isla de la tragedia Mucén o El triunfo del patriotismo (1823), obra hoy sólo conocida por su título, producto sin duda como deja ver éste, del ambiente patriótic~liberal que imperaba por aquellos tiempos en Puerto Rico al amparo del segundo período de gobierno por la Constitución. De autores al presente desconocidos, y acaso también escritos en el país al calor de los fervores políticos del momento, lo son dos dramas,
Los amantes constitucionales y El juramento de la Constitución, estrenados en San Juan. en los primeros días de enero de aquel año de 1823, como informa el periódico El Eco, "y pretexto en su representación para el canto de himnos patrióticos".J A fines del siguiente año de 1824, ya restaurado el régimen absolutista de los Borbones, se edita en San Juan, en la imprenta del Gobierno, la comedia en tres actos y en prosa titulada El triunfo del trono y lealtad puertorriqueña, por Pedro Tomás de Córdova (1785·1869), cuya salida a la luz estuvo motivada por el hecho de haberse interceptado, en el mes de septiembre de ese año, en Cabo Rojo, un ejemplar traído furtivamente al país de la obra Rafael 'Clel Riego o La España en cadenas, tragedia en cinco actos que publicara también en 1824, en Filadelfia (Estados Unidos), el cubano Félix Mejía. Córdova se propone con su comedia -según de· clara- combatir la naturale~a de "papel incendiario introducido maliciosamente en la Isla" que en los círculos oficiales se atribuía a la aludida pieza dramática cubana, y con "el mejor antídoto", "destruir con razones sólidas su estilo sofístico y la mala fe de su autor". La obra del secretario de G~ bierno, persona carente de verdadera vocación y habilidad para el hacer teatral, no pasa de ser, sin embargo, a la luz de su falta de espontaneidad creadora y auténtica elaboración dramática y su escaso valor artístico, más que otro cumplimiento de las obligaciones de dicho funcionario hacia el' régimen absolutista y colonial del cual era parte. Su trama, tejida en tomo a la caída del gobierno liberal de 1820-1823, con la restitución de los plenos poderes reales de Fernando VII y el repudio de la Consti· tución de 1812, quiere poner de manifiesto a toda costa la más completa y cerrada obediencia y lealtad de Puerto Rico al Gobierno central y a su re· pre~entante en nuestro suelo, el general De la Torre. Durante los años de 1824 y 1825 tiene lugar en la capital, y por 10 que parece, asimismo en algunos pueblos de la Isla, una temporada teatral a cargo de una compañía de artistas que había hecho 3. Véanse E. J. PASAREU.: op. cit., pp. 23-29, 31.-34, 46-51 Y nota 22, 127, 128; E. NIlUMANN GANDfA: Benefactores y hombres notables de Puerto Rico, Ponce, P. R., 1896, 1, p.394.
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venir de Cuba la Sociedad Dramático-Filarmónica de San Juan para presentarse en el Teatro de Amigos del País. Encabezaba esta compañía un actor y autor andaluz, Santiago Candamo (de fechas de vida desconocidas), quien vie~e a ser en el tiempo, como deja señalado Pasaren, una de las primeras personas que aquí escriben sainetes de sabor local. En Cuba debió de haber recogido Candamo la idea de elaborar este tipo de teatro festivo popular, si· guiendo sin duda el modelo que allf le trazaba Fran· cisco Covarrubias (1775·1850) con sus sainetes a la manera de los de don Ramón de la Cruz, adaptados a la vida y a la tipología cubanas. Alejandro Tapia y Rivera nos ha trasmitido el título de una de estas obras debidas "a la pluma o plumaje de Candamo", según dice, y en el cual se hace referencia a dos barrios populares de la parte norte de la capital que sirven de fondo a la acción" La fundación del tan anhelado Teatro Municipal de San Juan, al fin lograda en 1832, no parece haber estimulado de momento la capacidad de creación dramática de la juventud literaria isleña, pues no es hasta dos años después cuando sale de prensas la primera pieza teatral de autor puertorriqueño que ve la luz por estos tiempos, La arrogante Gu· llerón, reina de Nangdn (1834), "gran tragedia chi· na en. tres actos", según la califica su propio autor, José Simón Romero (1815·? m. después de 1875), escritor capitalino, quien habrá de figurar cinco años más tarde, como poeta de influjos neoclásicos, entre los jóvenes colaboradores del naciente Boletín Mercantil. La citada obra dramática de su pluma, hoy perdida, ·sólo se conoce por la mención y comentario que de ella hacen los bibliógrafos Géigel y Zenón y Morales Ferrer: "tiene el corte y entonación de la tragedia antigua, se halla escrita en verso libre, ofrece bastante incorrección y d~ saliño en el lenguaje y la acción es inverosímil". En época posterior a 1843 volverá Romero a presentarse ante el público con nuevas obras de tea· tro, lamentablemente también desconocidas al presente.5 B.
EL
TEATRO ROMÁNTICO
(1843·1910).
La nueva escuela romántica que triunfa en España hacia 1834 tiene sus primeras manifestaciones conocidas en Puerto Rico a partir de 1839, entre los poetas y prosistas que colaboran en el Ba4. Véanse E. J. PASAREU.: op. cit., pp. 54-61; J. J. RE.
Proceso histórico de las letras cubanas. Madrid, 1958, pp. 92·93; A. TAPIA y RIVI!RA: Mis memorias o Puerto Rico como lo encontré y como lo dejo. 2.· ed., San Juan, P. R., 1946, pp. 120-121. 5. Véanse J. G~ICEL y ZEN6N y A. MORALES FERRER: Si· bliografia puertorriqueña. Escrita en 1892-1894. Barcelona, 1934, p. 209; E. J. PASARELL: 0('. cit., p. 121; E. RIVERA RIVERA: La poesfa en Puerto RICo antes de 1843. San Juan MOS:
de- P. R., 1965, pp. 284-285.
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lelin Mercantil, fundado en San Juan en dicho último año, y de cuyo conjunto habrán de surgir los autores que publican el Aguinaldo puertorriqueño de 1843, colección antológica con la cual se afirma en definitiva el romanticismo en Puerto Rico. El teatro que se realiza en el país después de esa fecha refleja, como en el caso de la obra perteneciente a otros géneros literarios, las maneras de hacer patentes en las letras peninsulares. Así, mientras en algunos escritores seguirán teniendo expresión modos derivados de la dramaturgia española clásica y neoclásica, en otros, sin renunciar del todo a recursos escénicos ya en decadencia, harán eco mudanzas de procedimiento que responden a los nuevos tiempos románticos. En algunos otros drama· turgos, sobre todo por el último cuarto de la pa· sada centuria, resonarán atemperados módulos que parten del teatro postromántico o neorromántico que se apoya, ala Echegaray, en el decir detonante y efectista, de fuerte acento pasional dirigido a con~over profundamente al espectador. Los temas principales en nuestro teatro del
XIX
10 son el honor, los amores contrariados, robos,
piratas, aventuras. Los acontecimientos de la his· toria patria apenas resuenan en la obra de los dramaturgos insulares; en cambio, varios de ellos aprovechan sucesos y personajes tomados de la historia extranjera, por lo común forzado este escapismo por la avizora vigilancia de la censura guberna. mental, la cual permitía escribir con más libertad sobre asuntos relativos a otras épocas en otros países. Mucha de esta obra teatral se escribe en verso, a la manera clásica, pero también se cultivan mezclados, según la moda romántica, el verso y la prosa. De otro lado, se compone asimismo teatro expresado exclusivamente en prosa. Continuando el teatro de carácter festivo-popular que iniciara Candamo en San Juan por los años de 1824-1825, surgen aquí algunas manifestaciones dramáticas d'e' sello costumbrista isleño centrado en torno a lo campesino y expresadas en lengua j íbara, parcial o totalmente, lamentablemente limitadas en cantidad por comparación con el número de las obras pertenecientes a la alta escena romántica española. A pesar de la fiscalización oficial, sin embargo, se hace también en lengua culta algún teatro, de menor monta, de intenciones craicas respecto del acontecer político y del ambiente social de la Isla. Cuan.titativa y cualitativamente el teatro romántico reviste en Puerto Rico, durante el XIX y primeros tiempos del xx, menor importancia que la poesía. Fuera de figuras verdaderamente sobresalientes en el género que nos ocupa, como Alejandro Tapia y Rivera y quizás también Salvador Brau, los demás autores que integran la nómina de nues-
tras dramaturgos de la citada escuela presentan en su conjunto un valor muy secundario.' Autores y obras de género mayor de importancia histórica o artística. - Tres años después de haberse publicado el AguinakIo puertorriqueño de 1843, compone, quien, casada más adelante habrá de pasar a la historia de la literatura puertorriqueña con el nombre de Carmen Hemández de Araújo (1832-1877), el drama en cinco actos y en prosa titulado Los deudos rivales, no publicado hasta 1863 en un tomo de Obras dramdlicas de esta literata, pieza trágica de corte heleno, cuya acción se amo bienta en la Esparta de Licurgo. En el mismo volumen en el cual aparece figura también la come· dia en tres actos y en verso titulada Amor ide!ll, de fecha de composición desconocida, obra vinculada por las sutilezas y donaires del lenguaje a maneras de hacer de Calderón de la Barca, no obs· tante mostrar algunas desigualdades y descuidos en lo formal. De factura posterior es otro drama de igual autora, Hacer el bien al enemigo es el mayor castigo (1866), obra en la cual se supedita la hechura estética a consideraciones de orden ético.7 José Simón Romero, más arriba mencionado como el primer dramaturgo puertorriqueño, de nombre conocido por su tragedia La arrogante Gulle· rón, reina de Nangdn (1834), escribe en 1848 1Ii tragedia en cuatro actos y en verso titulada Sampiero Ba.>télica y otra pieza, en un acto y en prosa, El astránimo, según anuncio que aparece en la Gaceta de Puerto Rico. Se ignora si tales obras llegaron a ver la luz pública. Por otra parte, revela Pasarell que este dramaturgo escribió también para el teatro, en diversas épocas, varias otras piezas aparte de las tres ya mencionadas, como aquéllas igual· mente dadas hoy por perdidas, .. aunque llegaron a representarse, y a juzgar por los títulos -Matilde de Groomer. El últigo Agoenaba, La frenología, Los
novios sin camisa, El ensayo de una comedia entre aficionados- parecen de índole histórica unas y jocosa o satírica otras".. También en el año de 1848 se inicia como autor teatral Alejandro Tapia y Rivera (1826-1882), cuma bre del hacer dramático puertorriqueño del romano ticismo. Con mayores logros que en su poesía lírica cultivará este autor la dramaturgia, tanto en verso como en prosa. Acosado por la censura desde los -comienzos de su carrera literaria, tuvo que protegerse distanciando su obra a otras épocas y a otros climas. Busca principalmente en la historia los motivos de su inspiración, con marcada prefe· rencia por la temática del honor y de los amores contrariados. Comenta Mehéndez Pelayo, sin em6. V. 1listoria). 7. V. p. 152. 8. V.
A. SAEz: El teatro en Puerto Rico (Notas para Sil [Río Piedras, P. R.l, 1950, passim. J. GtlCEL y ZENÓN y A. MORALES FERRER: op. cit.,
E. J.
PASARELL:
op. cit., p. 121.
bargo, que enfrentado nuestro escritor teatral a la realidad histórica, rara vez llega a caracterizar con vigor a sus personajes o a hacerlos moverse con gallardía y libertad, cayendo más bien en la biografía dramática o en las abstracciones metafísi· cas que le hicieron perder de vista "el campo de batalla de la vida humana". Por otra parte, es preciso destacar en favor de Tapia el mérito que tiene la fecundidad de su quehacer de dramaturgo y la prestancia y dignificación que imparte el mismo al -teatro puertorriqueño de su tiempo, preparando el camino que habrían de recorrer los que vinieron después que él. El primero de sus dramas, "más para ser leídos que para ser representados", 10 fue Roberto D'Evreux, escrito en 1848, inspirado en los amores de la reina Isabel 1 de Inglaterra con el conde de Essex, y cuya publicación se le prohíbe porque "en América no debía permitirse la impresión ni re· presentación de obras en que como pasaba con la mía -dice el propio Tapia- se humanizase a los reyes". Modificada esta pieza, fue al fin representada en 1856, constituyendo su estreno la primera tentativa dramática de alguna importancia que se realizaba en la Isla. Más adelante estrenará o publicará otras obras: Bernardo de Palissy o El he· rofsmo del trabajo (1857); La cuarterona (1867), que escribe diez años antes, su único drama de sao bar criollo, de acción que se desarrolla en La Habana alrededor del problema del prejuicio racial; ,Camoens, en tomo a los amores del poeta lusitano de este nombre con doña Catalina de Ataide, pieza publicada originalmente en 1868 y corregida y refundida en 1876; Vasco Núñez de Balboa (1873); La parte del león (1880), en prosa, la obra de mayor teatralidad' entre todas las que escribió en este género. Además, inspirado en la novela de Hero y Leandro escribió el monólogo trágico titulado Hero (1869), en versos endecasílabos asonantados, con música del maestro Mateo Sabatés; y de tema in· digenista puertorriqueño, el libreto de la ópera Guarionex, estrenada en 1854, con música del maestro Felipe Gutiérrez. Con tales obras, no empece las limitaciones que puedan señalárseles, sienta el autor que nos ocupa las verdaderas bases de un teatro puertorriqueño, ya elevado, por su más noble calidad artística, sobre las inseguridades e incipiencia general de las manifestaciones que le precedieron históricamente.' Aparte de las realizaciones de Tapia y de Carmen Hemández de Araújo que se publican por los años sesenta del XIX, ,sólo María Bibiana Benítez (1783·1875), primera poetisa puertorriqueña de nomo bre conocido, da a conocer ya casi en edad octoge9. Véanse M. M!!NtNDEZ PI!LAYo: Historia de la paesta hispano-americana. Madrid, 1911, 1, pp. J40.347; M. GARdA DIAZ: Alejandro Tapia y Rivera. Su vida y su obra. San , Juan de P. R., 1964, pp. 128-148.
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naria, un drama que reviste verdadero interés en el recuento del teatro isleño, La Cruz del Morro (1862), en dos actos y en verso, de asunto histórico que se inspira en el ataque de los holandeses a San Juan de Puerto Rico en 1625, y de la heroica defensa de la ciudad que hacen los españoles y criollos, obra ésta acogida a maneras de hacer de la dramaturgia romántica, pero con episodios de capa y espada reminiscentes del teatro clásico español. En Arecibo surge como dramaturgo en la misma década del sesenta la figura secundaria de J. J. B. Balseiro y Zeno (1838-1895), autor de las piezas Misterios del corazón, laureada en 1865, y Amor, virtud y nobleza. lo Durante la década del setenta alcanza a destacarse con mayor relieve la labor teatral de Salvados Brau (1842-1912), feliz continuador de la obra dramática de Tapia y Rivera. Realizado su teatro todo en verso, encuadra de lleno el mismo dentro de la tradición romántica española. Su primera rea· lización, Héroe y mártir (1871), un tanto melodra· mática para el gusto moderno, tiene por asunto la rebelión de los comuneros de Castilla, con la muer· te de Padilla enlazada a un tema de amor; De la superficie al fondo (1874). es juguete cómico de intención moralizadora bajo la capa humorística; La vuella al hogar (1877), es un estudio dramático en el cual luchan el honor, el valor y el espíritu de sacrificio contra la ambi~ión y la intriga, situado dentro del marco de piratería y aventuras que existió antaño en el mar de las Antillas; Los horrores del triunfo (1887), en tres actos al igual que los trabajos precedentes, y la cual juzga Fernández Juncos como la mejor pieza del teatro de Brau, se apoya en el tema patriótico de las vísperas sicilia· nas. u Otros autores románticos que surgen durante esta misma década presentan menos valor artistica y dramático, revelando en general, salvo alguna excepción, poca habilidad para el desarrollo de la . trama, la caracterización de los personajes y aún en el empleo del lenguaje, ya en verso, ya en prosa: Eleilterio Derkes, Ramón Marín, Carmen Bozello de Huyke, Manuel María Sama, Felipe Janer y Soler, Antonio Prida y Diaz. La siguiente década de los años ochenta. aparte de contar con algunas obras que pertenecen a autores dramáticos ya mencionados, surgidos durante los dos decenios precedentes, presenta un buen número de piezas correspondientes a otros dramaturgos de nuevo cuño, entre los cuales se destaca Manuel María Corchado luarbe (1840-1884). El tea· tro de éste literato, en verso, pone de manifiesto los mismos propósitos éti~os y sociales que dieron 10. V. A. S.<Ez: op. cit., pp. 53, 123. 11. Véanse C. PERARANDA: Cartas puertorriqueñas...• Ma. drid, 1885, pp.. 66-67; M. FERN.(NDEZ JUNCOS: cJuicio litera·
rio del drama de Brau, Los horrores del triunfo., Revista Puertorriqueña, San Juan, P. R., 1887, 1, p. 148; A. S.<Ez: op. cit., pp. 23, 36, 41.
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aliento a su poesía lírica: María Antonieta (1880), cuadro dramático dedicado a ejemplarizar la abnegación e inmenso amor maternal de aquella reina de Francia; Desde la comedia al drama (1885), c<>media en tres actos, trata el tema del honor; El ca· pitdn Correa (s. f.), drama en un acto que glorifica el espíritu patriótico y heroico del militar arecibeño de dicho nombre. Otros autores menores de estos años lo son: Gabriel Ferrer. Hernández y Francisco Alvarez, ambos influidos por el español Echegaray; Manuel Martínez Rosselló, Francisco Gonzalo Marin, Carlos Peñaranda, literato español residente en la Isla, autor de El obrero de Maguncia (1882). drama en tres actos y en verso que se inspira en la vida de Guttenberg; Casiano Balbás, José Avellanet Balaguer, Abelardo Morales Ferrer, Luis A. Torregrosa, José Ramos Brans, Joaquín Masferrer Berríos, etcétera,12 La última década del XIX cuenta con menor número de comediógrafos que la inmediatamente anterior, y entre estos autores de fines del siglo se echan de menos obras que manifiesten méritos de verdatlero arte dramático. Desaparecido Tapia en 10& inicios de los años ochenta (su último drama, La parte 'del león. es de 1880) y retirado Brau de las tareas del dramaturgo, tras la representación de su mejor pieza, Los horrores del triunfo (1887), para dedicarse con más ahínco al quehacer historiográfico. se deja así notar ya, durante esta época de los noventa, una decadencia en cantidad y calidad en la producción teatral isleña, mengua que habrá de acentuarse aún más en el decenio siguiente, primero de la centuria actual. Entre las obras que se dan a conocer por estos años revisten algún interés títulos como El sueño de la cacica (1893), drama en un acto, de asunto indigenista b<>riquense, por el poeta y médico José de Jesús Domínguez, y El puente de San Antonio o El sitio de los ingleses (t897), por Ramón Ojeda López, drama en dos cuadros, en verso y prosa, escrito para con. ¡nemorar el primer centenario de la heroica defen· sa de San Juan de Puerto Rico frente al asedio británico de 1797. Otros trabajos en el género que nos ocupa. surgidos durante esta década, presentan menor interés; son obras, las más de ellas, ensayos primerizos o inmaduros, facturados dentro de nor· mas que siguen de cerca las realizaciones del teatro romántico.y neorromántico en España, firmadas por autores varios: Ricardo .del Toro Soler, Juan E. Comas Pagán, Emilio del Toro Cuebas, José Gon· zález Quiara, Manuel Alonso Pizarra, Eugenio Astol, Arturo Mas Miranda, José G. Torres, José Contreras Ramos. u Con el advenimiento del nuevo siglo, la musa dramática puertorriqueña de raíces románticas 12. V. A. SAEz: op. cit., pp. 23, 28-29, 34, 35, 37, 91-92, 124.
13. Ibid., pp. 23-24, 54, 127, 132. 136.
produce todavía algunas manifestaciones menores a lo largo de los tres primeros lustros de la centuria. Aparte de las obras que pertenecen cronológi· camente a estos tiempos, escritas por autores que se inician en el teatro durante las dos décadas pre· cedentes, suben la escena o se publican piezas de varios otros dramaturgos nuevos de estatura litera· ria menor: Rafael Matos Bemier, Francisco Cervoni Gely, Conrado Asenjo, José Yumet Méndez}4 La producción teatral festiva y satírica. - A partir de 1869, con el juguete cómico en un acto y en verso titulado Metamorfosis, por José Romero Mellado (¿acaso el mismo José Simón Romero, autor dramático antes aludido en este trabajo?), se da ininterrumpidamente en Puerto Rico hasta los primeros tiempos del presente siglo la manifestación de un teatro de humor a veces conjugado con la in· tención satírica, cultivado tanto por autores quienes también escriben para la alta eScena dramá· tica o se ocupan de ordinario en otros menesteres en las letras como por quienes se especializan en la literatura festiva y satírica. Al grupo de los primeros, cultivadores ocasionales del teatro festivo, pertenecen nombres como los de J. J. B. Balseiro y Zeno, Salvador Brau, Eleuterio Derkes, Felipe laner, Mario Braschi, Fernando de Onnaechea, Leonardo A. Ponce de León, Manuel Alonso Pizarra, Luis A. Torregrosa, Modesto Cordero Rodríguez, Francisco Cervoni Gely, Mariano Abril,. Rosendo Cordero, etc. Se consagran al cultivo de las letras' dramáticas festivas, de crítica política y social: Rafael E. Escalona, Francisco Irizarri, Eugenio Bonilla Cuebas, Guillermo V. Cintrón, Francisco López Sánchez. 1S El teatro costumbrista. - Asociadas en parte al subgénero teatral festivo y satírico, pero destacándose en ellas el enfoque de la realidad costumbrista islena, campesina o urbana, surgen' algunas reali· zaciones, después de mediado el XIX, en las esfe· ras literarias del país. En el caso de las que tienen por fondo ambientes de ruralía, se maneja 'la expresión hablada del jíbaro, o su imitación escénica, recurso este que también aparece empleado, con el evidente fin de realzar la nota de humor, en ciertas obras esporádicas de nuestro teatro festivo, como la "pieza jíbara bufo-catedrática" Amor a la Pompadour (1883), del antes citado escritor Ra· fael E. Escalona. Se inicia la dramaturgia de costumbres en la Isla con la comedia en dos actos y en prosa La juega de gallos o El negro bozal (1852), por Ra· món C. F. Caballero (1820-?), venezolano radio cado desde muy joven en Arecibo. Bajo el hilo de la trama central, ~n tanto ingenua, presenta esta comedia sendas estampas nativistas de lo jíbaro y
a
14. ¡bid., pp. 29, 55, 56, 62, 129, 132, 134, 136, 139. 15. Ibid., pp. 86, 127, 129, 135.
lo negroide, junto a unos cuadros inspirados en el modo de vida del hacendado puertorriqueño de antaño, y algunos atisbos de la vida social urbana de la época. Caballero hace su comedia siguiendo en espíritu la misma trayectoria que marcaron en España los dos grandes defensores y recreadores del teatro nacional de la segunda mitad del XVIII: Vicente García de la Huerta y Ramón de la Cruz. Del segundo en particular parece recoger el cultivo de la obra teatral corta, de liviana sustancia, así como la intención pintoresquista con que capta la manera propia de ser y actuar de personajes pero tenecientes a los diferentes niveles sociales de su tiempo, y la chispa festiva con que enciende las situaciones que crea. El aprovechamiento ~el tema específico del negro bozal le llega sin duda por influjo directo del teatro que hace en Cuba por la misma época el escritor Bartolomé José Crespo .. Creto Gangá". Por la senda que en el quehacer teatral isleño franquea Caballero habrá de transitar apenas tres décadas después el dramaturgo Ramón Méndez Quiñones (1847-1889), natural de Aguadilla, en cuya labor de creación escénica hallarán eco, como nota característica de la misma, las esencias de lo cam· pesino puertorriqueño, según se da esta realidad en el país hacia las décadas finales del XIX, enfoca· da principalmente desde los ángulos de 10 costum· brista y lo humorístico. Las piezas dramáticas que escribe Méndez Quiñones -Un jíbaro o Uu jíbaro como hay pocos (estrenada en 1878), La triquina (inédita), Los jíbaros progresistas o La Feria de Ponce y su segunda parte, La vuelta de la Feria (ambas publicadas en 1882), Un comisario de barrio (inédita), Un casamiento (inédita), Un bautizo (inédita), ¡Pobre Sinda! (drama inconcluso}- son de breve extensión, encuadradas dentro del molde del juguete- cómico (excepción hecha de su úlÍima obra, ¡Pobre Sinda!) y escritas en lenguaje campesino, y, según los usos teatrales de la época, en verso, con preferencia el octosílabo, muy a tono con la sustancia de raíz popular que alienta en tales obras. Tras el primer plano de la gracia y el pintoresquismo jíbaros'"f' de las evidentes intenciones de entretener por la vertiente de lo cómico visual y auditivo -ambientación de colorismo local, diá· lago humorístico salpicado de refranes y decires del acervo lingüístico de los campos de Puerto Rico, etc.- laten en estos trabajos, con auténtico sello y tono inconfundible, diversos rasgos de la psicología y sentimientos de nuestro campesinado. Por otra parte, al amparo de los tipos y situaciones que delinea, deja entrever el autor preocupaciones de orden moralizador. Por otro lado, en el drama en un acto, inconcluso, ¡Pobre Sinda!, aborda Méndez, en plan de exposición y análisis serios, el dolor de la vida del esclavo negro de antaño, tema éste ya manejado antes por Caballero, pero sin calar a toda 41
profundidad en su tratamiento./ 6 El teatro lírico. - El cultivo de la obra dramática musical tiene comienzos en Puerto Rico con la ópera Guarionex (1854), que se estrena en San Juan con libreto de Alejandro Tapia y Rivera (el mismo argumento de su leyenda La palma del cacique) y música del compositor puertorriqueño Felipe Gutiérrez. A partir de 1867 hace eco en Puerto Rico el nuevo auge que tiene la zarzuela en Madrid desde poco antes de mediar el XIX, y desde entonces, hasta las primeras dos décadas del presente siglo, dicho género lírico-dramático tendrá continuado cultivo -en el país. Se destacan en esta dase de trabajo los nomb:es respectivos de Jenaro de Aranzamendi (1829-1886), autor de unas cinco zarzuelas -El curandero de Bayamón (1872), Los dos huérfanos (1879), Los baños de Coamo (1879), Los premios (1882), El amor es ciego (1886~, algunas también con música suya, y de José Coll y Britapaja (18401904), quien comienza en 1872 una exitosa carrera de autor dramático-lírico que lo lleva a escribir una serie de libretos, algunos en catalán -realiza su labor en Barcelona-, para zarzuelas, cuadros de costumbres y caricaturas líricas, para muchos de los cuales compuso también la música. A través de las primeras dos décadas del presente siglo tiene todavía manifestación en el país, si bien ya con tendencia decadente, el género dramático-lírico de la zarzuela de intención festiva o satírica o de colorismo costumbrista. Son los literatos más persistentes e importantes por la citada vía de la composición teatral, durante esta época, dos destacados periodistas de la capital: José Pérez Losada (18791937) Y Luis Díaz-Caneja (1886-1923), autores en colaboración de varias obras de la citada (ndole: La Soled (1904), Sangre mora (1907), Los sobrinos del Tio Sam (1918), etcétera.
C. EL
TEATRO REALISTA Y NATURALISTA.
A lo largo de las tres primeras décadas del presente siglo xx, el cultivo dramático puertorriqueño habrá de encaminarse, con decreciente importancia en cantidad y calidad, por las sendas de un hacer realista (con enfoques naturalistas en algún dramaturgo aislado como Rafael Martínez Alvarez), cuyas raíces se nutrirán, de una parte, en la problemática de diversa índole -el enfrentamiento y la lucha de clases a la luz del surgimiento del obrerismo organizado, las cuestiones políticas, la evolución moderna de las instituciones sociales, el individuo en su relación con la sociedad, lo pedagógico, etc.- que se deja sentir en el ambiente isleño de los nuevos tiempos, y de otra, y con menor expresión cuantitativa, en el fondo del costumbrismo 16. [bid., pp. 69-75.
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regional, particulannente el campesino. El tema del obrero repercute en la dramaturgia de los tres primeros lustros del siglo, según se deja dicho antes, como resultado de las nuevas prédicas que hacia la misma época llevarán a la organización en uniones y sindicatos de las fuerzas laborales del país y producirán en consecuencia el comienzo de las luchas entre el obrerismo y el capital. Entre los autores teatrales que se hacen eco de tales circunstancias es el nombre más conocido el de José Limón de Arce (1877-1940), poeta román· tico y periodista arecibeño quien luchó intensar.lente en favor de los derechos del trabajador. Su obra titulada Redención, ensayo dramático en cuatro actos y en prosa, estrenada en Arecibo en 1904, en medio de un ambiente de fuerte oposición y crío tica, es teatro de propaganda que presenta la tesis de la unión obrera como medio de redimir a los trabajadores. El teatro relativo a los problemas del ser individual y de sus relaciones y actuaciones dentro del grupo social y al estado moral de esa misma sociedad tiene dos cultivadores de importancia durante las décadas segunda y tercera del siglo: José Pérez _Losada (1879-1937) y Rafael Martínez Alvarez (18821959), sin duda las dos figuras de más realce, por el número y valía de sus obras, en el éuadro de la moderna dramaturgia puertorriqueña anterior a los años treinta. Pérez Losada, escritor gaditano arraigado en nuestra Isla, donde desplegará una importante labor de periodista y literato, muestra particular interés en favor del cultivo dramático en Puerto Rico durante una época cuando el mismo mostraba indudables signos de decadencia en bulto y calidad. Aparte de sus libretos de zarzuelas previamente mencionados, escribe también este literato otras obras -dramas y comedias- de corte dictado principalmente por el ejemplo del realismo urbano de Benavente: ironía sutil, actitud críticosatírica frente a la sociedad burguesa, lenguaje antideclamatorio que se acomoda a la expresión nonnal media, cierto escepticismo, delicado lineamiento psicológico, algo de sentimentalismo. De otra parte, su voluntad de análisis social y de in· terpretación de la realidad se encauza por canales que vienen a coincidir con algunos rasgos vigentes en el gran drama moderno universal de los tiempos de entre siglos que ejecutan figuras como Ibsen y Maeterlinck. Alternan en el conjunto de la producción del escritor hispano-puertorriqueño reali· zaciones de teatro menor, por el estilo de La rabia (1912), "drama grand guignol en un acto", con altas comedias de trazo fino y elegante, salpicadas de discreto humor y de sátira velada, como La crisis del amor, pieza en tres actos, estrenada en 1912, pero no publicada hasta 1925, tenida como el mayor logro escénico de este autor -de asunto tejido en torno a la defensa de la institución del matrimo-
nio frente a acechanzas donjuanescas, contrasta además ciertas costumbres de la tradición familiar y social puertorriqueña con nuevas maneras de procedencia norteamericana-, y Los primeros fríos (1915), igualmente comedia en tres actos. Cultiva también Pérez Losada el juguete cómico, influido posiblemente por el teatro bufo cubano, con La
vida es dcida o Las industrias de la Prohibición (1925), en tres actos, obra que lleva al tablado per-
sonajes convencionales del vivir hispano-antillano: el gallego, el negrito, la mulata,l1 La obra dramática de Rafael Martfnez Alvarez, compuesta a la par de su trabajo como novelista enraizado en. el naturalismo y de poeta modernista, sigue de cerca, al igual que la de Péréz Losada, maneras de hacer que parten del teatro español del primer cuarto del xx, al estilo del realismo y costumbrismo burgués y urbano de Benavente, con alguna dosis de melodramatismo. La convulsiva (1917), drama en tres actos yen prosa, es pieza de índole político-moral en la cual los personajes son símbolos: Patria, Libertad, Patriotismo, Revolución, Riqueza, Paz, Dictadura, Libertinaje, Demagogia. En Don Cati y doña Doro (1925), comedia en prosa, basada en su novela Don Cati, la visión de la realidad que ofrece el aut9r muestra enfoques naturalistas, mientras en La madreselva enflorecia (1926) presenta un realismo de color c'ostumbrista y re· gional dentro del procedimiento de los Alvarez Quintero. Por otra parte, fuera de los limites de la producción realista y naturalista de este dramaturgo, figura su pieza titulada Tabaré (1919), en tres actos yen verso, realizada a tono con sentimientos y maneras ya dentro del modernismo.!" Otros dos autores de novelas naturalistas, José Elfas Levis (1871-1942) y Matias González García (1866-1938), escriben también p~ra el teatro, pero no sabemos hoy si las obras que produjeron en este género -lamentablemente nunca llevadas a prensas-- responden, al igual que sus narraciones, a la observación de la realidad al modo de Zola. Levis es autor de Un Itombre nuevo, pieza dramática que estrena en Sara Juan en 1907. A la pluma lJe González García se debe el drama Grito de angustia, galardonado en 1913 en certamen del Ateneo Puertorriqueño. Dos obras teatrales más de este mismo escritor que hoy sólo se conocen por sus títulos lo son: Amor que vence y Por mi tierra y por mi
dama. Durante los años veinte aparecen algunos autores nuevos, entre los cuales se dedica más sistemáticamente al hacer dramático un escritor que viene realizando obra literaria de alcances educativos desde el año de 1913, :Juan B. Huyke (1880-1961), cuya producción teatral, al igual que su labor de nove17. lbId., pp. 103·104, 1119·110. 18. Ibid., pp. 105, 115-116.
lista, está empeñada fundamentalmente en fines pedagógicos y de edificación ciudadana, integrada por una serie de piezas, por lo general breves -dra· mas y comedias en prosa, en dos y en tres actos, realizados con sencillez, sin el empaque y complicación del teatro mayor: Dolor (1925), El batey (1926), La sentimental (1926), Mañana de prueba (1927), Niños sin padres (1927), Las pequeñas causas (1928), Abuelo y nieta (1929), Día de Reyes (1929), Las dos épocas (pieza inédita)-, desarrolladas alrededor de problemas y motivos tomados principalmente del ambiente del hogar y de la escuela o del momento político-cultural del país, con la intercalación de algunas notas de costumbrismo isleño.!9 .Antonio CoIl Vidal (n. 1898), poeta y periodista, quien hacia los tiempos tempranos del veinte empieza a orientarse por los caminos de renovación literaria que abren las escuelas europeas de vanguardia, se inicia en el cultivo teatral con el juguete cómico Feminismo y prohibición (1921), alusivo a situaciones del momento sociopolítico cuando escribe. De mayores empeños artísticos lo es la comedia Un hombre de cuarenta años (1928), que se estrena en La Habana, obra de análisis psicológico más que de acción, encuadrada dentro de formas y perfiles inflidos por la dramaturgia europea de nuevas tendencias. El personaje femenino alrededor del cual se desarrolla la comedia representa, como en el teatro ibseniano, al tipo de mujer moderna que se rebela contra los convencionalismos moji. gatos que ha heredado del pasado la sociedad del presente.20 CH. EL TEATRO MODERNISTA.
Es la actividad dramática la menos importante en volumen entre las gestiones de creación literaria que se emprenden en el país al calor del modernismo, arraigado en definitiva en nuestro me· dio insular desde los años tempranos de la segunda década del presente siglo. Acusa este teatro modernista isleño, en general, inclinaciones remozadoras respecto de la dramaturgia de enfoques realistas y costumbristas de realización anterior, influida por modos predominantes en la escena española de los tiempos que precedieron a la primera guerra mundial, en particular de procedencia benaventina. Dentro del espíritu y tono que da impulso a la fac· tura literaria general de signo modernista en Puerto Rico, se hace eco la obra teatral de la cual nos ocuparemos más adelante, en sus manifestaciones prin~ipales, de sentimientos de afirmación cultural hispánica y criolla y de identificación fraternal his· 19. lbId., pp. 63-65, 76, 98. 20. Ibid., pp. 104.105.
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panoamericana. Asimismo se aprecian en el uso del lenguaje rasgos ya conocidos de sello renovador afín a la escuela dariana. Autores y obras principales. - El ingenio lírico de Luis Lloréns Torres (187tJ..1944) se declara tamo bién a través de la creación artística escénica. Se debe a su pluma por esta vía la pieza titulada El Grito de Lares, drama histórico-poético en tres ac· tos y en prosa, escrito en 1914, pero no publicado hasta 1927, cuando ve la luz precedido del prólogo que al momento de su composición redactara el poeta y patricio Luis Muñoz Rivera. De tónica fun· damentalmente romántica, enlaza esta obra con el reavivamiento de la conciencia patriótica puertorriqueña, enraizado en los desarrollos claves de rluestra esencia e historia de pueblo hispánico y americano, que promueve el modernismo en el país. Lloréns embellece su asunto, elaborado alrededor del grito separatista contra España que resuena en las alturas de Lares de 1868, con un lenguaje de rico brillo imaginístico, tanto en el verso como en la prosa, expresivo en su contenido de una visión idealista del hombre de la montaña que participó en aquella gesta. Pese a que en su afán poético el autor descuida a veces el rigor dramático --como ha observado Braschi-, perdura esta obra con re· levancia estética en la historia del teatro regional de Puerto RicO.ll Rafael Martínez AlvarCl: (1882·1959), visto antes como dramaturgo de enfoques realistas y naturalistas, escribe también, a tono con los sentimientos de afirmación fraternal americanista con que se manifiesta en su poesía de influjos darianos, la pieza titulada Tabaré (1919), en verso y en tres actos, dramatización del poema de igual título del uru· guayo Juan Zonilla de San Martín. - Nemesio R. Canales (1878.1923) deja en el campo del teatro la comedia titulada El héroe galopante, estrenada después de su muerte, en 1923, e inédita hasta doce años después. Se trata de una obra de crfticil social y ansias de renovación de ideas, en la cual el filósofo humorista que era este autor presen· ta en ridículo el concepto tradicional del héroe y opone a éste su personal representación del antihéroe, quien viene a ser proyección del propio temperamento de Canales, basada en todo 10 que es con· trario a la imagen heroica clásica en el teatro áureo español: el rebelde constante ante los principios y dogmas establecidos que refrenan en la sociedad la libertad de mente y de actuación del hombre. Ca· nales, quien como crítico de las letras había recha· zado con espíritu de revisionismo iconoclasta la dramaturgia de Jacinto Benavente, en los mismos años de mayor prestigio de dicho escritor español 21. V. W. BRASCHI: Apuntes para la historia del teatro puertorriqueño contempordneo [Monografía inédita]. Uni· versidad de Puerto Rico. Río Piedras, 1>. R., 1952, pp. 33-40.
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-en la serie de artículos bajo el titulo de "La leyenda benaventina", que publica en 1922 en la reviso ta Cuasimodo, vocero de cultura interamericana que sacara a la luz en la ciudad de Panamá y en Buenos Aires-, delatando sus trucos de fácil efectismo, el automatismo y defectuosa concepción general de sus personajes, la puerilidad y mal gusto de deter· minadas situaciones equívocas, se sitúa respec;to de la forja de El héroe galopante bajo el influjo d"e la comedia de ideas del irlandés George Bernard Shaw, con quien coincide como dramaturgo humorista: Aniví ha señalado como modelo especifico de aquella obra la de éste titulada Arms and the Man. 22 A la distancia temporal de casi una década res· pecto de la antes mencionada obra teatral de Canales aparece el drama en tres actos y en verso titulado Juo.n Ponce de León, el cual se estrena en Santurce en 1932, escrito en colaboración por el poeta, periodista y cuentista Carlos N. Carreras (1895-1959) y el abogado y también literato José Ramírez Santibáñez (1895.1950). Al igual que la obra de Lloréns Torres antes mencionada, pertenece esta otra pieza de teatro a la clasificación del drama poético de tema épico-histórico que tiene cultivo tan señalado en la Península entre escritores cuyo hacer literario se vincula a las corrientes del modernismo como Villaespesa y Marquina. De hálito romántico como El Grito de Lares, muestra tamo bién Juan Ponce de León su indudable hechura modernista criolla por el tratamiento temático de 10 hispánico que exalta los orígenes cristianos'de nues· tra sociedad isleña en fusión con lo indígena bori· quense.23 Escribieron asimismo en colaboración Ca· rreras y Ramírez Santibáñez el libreto de la zar· zuela titulada Alma criolla, con música del maes· tro Manuel Tizol, pieza ésta aún inédita. Autores y obras menores. - Desde antes de me· diar el decenio del diez hasta los finales de los años treinta aparecen en el panorama teatral de Puerto Rico diversas obras de importancia secundaria en las cuales se aprecian, por los temas, asuntos y len· guaje, hut.lllas del movimiento literario que nos ocu· pa. Varius de estas piezas pertenecen a las firmas de autores, de nombres destacados por lo general en el campo de la lírica, quienes realizan en el te· rreno del teatro obra de menor monta artística. Otras corresponden a escritores que apenas legan a la historia de la literatura puertorriqueña otro hacer aparte del que pertenece a estos menesteres de la creación artística. Por su índole van estas rea· lizaciones desde el teatro infantil, pasando por el 22. V. F. ARRIV1: cLa generación del treinta: el teatro-, Literatura puertorriqueña; 21 Conferencias. San Juan de Puerto Rico, 1960, pp. 382·383. 23. Véanse W. BRASCHI: cTreinta años de teatro en Puerto Rico-, Asomanle. San Juan. P. R., 1955, XI, núm. 1. p. 96: F. ARRIV1: op. cit., pp. 3llG-382.
monólogo, el drama de asuntos elevados -de breve o larga extensión-, la comedia ligera y el juguete cómico -de critica social o poUtica-, hasta el teatro lírico que se vierte en los moldes de la zarzuela, el sainete y la alegoría musicales, la revista, relativo también a veces a circunstancias del momento sociopolitico. Cabe mencionar en general entre los autores de estas obras a Lorenzana Bnmet, Cesáreo Rosa-Nieves y Marina L. Molina. Jorge Ad· suar. Luis Muñoz Marin y Bolívar Pagán. Antonio Nicolás Blanco. José S. Alegría. Francisco Negroni Mattei. Elpidio Pabón Tur. Cristóbal Real y Evaristo Ribera Chevremont, Alfredo Tamayo, Virgilio Dávila, Eusebio S. Prats. Ramón Maysonet, Mariano Pardo, Angel M. Torregrosa. etcétera. En síntesis: desde sus endebles comienzos en las épocas tempranas del siglo XIX hasta entroncar con la obra de la generación de es~ritores de los años treinta en la presente centuria. la labor de creación dramática puertorriqueña se desenvuelve
sucesivamente. a la sombra del teatro español pe· ninsular, bajo los signos literarios del romanticismo (con algunas retenciones y reminiscencias del neoclasicismo), el costumbrismo. el realismo y naturalismo. el modernismo. Durante ese período de alrededor de doce decenios, luego de los nombres de iniciadores como Celedonio Luis Nebot. Santiago Candamo, José Simón Romero, se perfilan figuras de quehacer maduro y sobresaliente como Alejandro Tapia y Rivera, Salvador Brau, Ramón Méndez Quiñones, José Pérez Losada, Rafael Martínez Alvarez, Luis Lloréns Torres, Nemesio R. Canales, etcétera. cuyas aportaciones al campo de la dramaturgia insular vienen a constituir la sólida base sobre la cual habrá de erigirse la magnífica obra renovadora que pone en marcha en este género la susodicha generación del treinta, de afirmación puertorriqueña y alientos universales a la par, con directrices emanantes en buena medida del gran teatro europeo y norteamericano de los tiempos posteriores a la primera guerra mundial.
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Páginas de nuestra Literatura
Matienzo Su inmortal creación de "Pancho Ibero" como tipo representativo de Hispano-América Por LUIS
LOS QUE PREsumimos de intelectuales, no sabemos de los vuelos de este inmenso cóndor. Le veíamos elevarse y sentíamos su aleteo en el espacio; mas no vislum· brábamos las cumbres que medía en su vuelo portentoso. He visto, en la cátedra y en la tribuna pública, a los más célebres catedráticos y oradores de España y de América. Y sin que la pasión me ciegue, declaro que quizá habré oído más florida TODAVíA LOS PUERTORRIQUEÑOS, AUN
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LLO~NS
TORRES
elocuencia y más acicalada expresión; pero mayor robustez en el pensamiento, más annonía en el discurso, más profundidad y nobleza en la concepción, más tenacidad en la propaganda y más bella figura apostólica, no pude verlas ni en Moret ni en Pi y Margall ni en el sudamericano Zorrilla de San Martín ni en otro de los grandes tribunos de nuestro idioma. Conozco también a algunos de los más célebres oradores de los Estados Unidos. Cuando Roosevelt nos pronunció su discurso de Ponce, yo presidía el Comité que designó a Porrata para con· testarle. A Laft le oí también en el banquete del Hotel Francés. Y en cuanto a Bryan, cuando en la recepción de los ponceños dejó oír aquella famosa oración de que protestaron después algunos periódicos, fui yo quien en el acto se levantó a contestar sus argumentos acerca de nuestra capacidad para gobernarnos. Ninguno, ninguno de estos oradores produjo en mi mente la sacudida intelectual con que me estremecía un solo discurso de Matienzo Cintrón. ¡Qué digo discurso! Matienzo era siempre él: lo mismo hablando en familia, o en la calle con un amigo, como en la más alta tribuna, era un continuo desbordamiento de ideas y un hilo inagotable del más refinado humorismo. El humorismo en efecto era su más temible arma de combatiente político. Tenía frases que marcaban al adversario como un sello de hierro candente. Sin embargo, u corazón no fue nunca arca de odios o rencores; a los mismos que sellaba, los olvidaba después o los perdonaba. Pero, en la tribuna, no era el Matienzo bondadoso y compasivo; entonces se daba todo al pueblo, y ante las multitudes, que siempre le oian ebrias de emoción, era un azote que relampagueaba contra todo vicio, traición y villanía. Nuestro país no ha producido ningún otro hombre que se le pueda comparar como pensador. Hos-
tos fue más laborioso, más fecundo, más sabio. Y Hostos fue también un filósofo de hondo pensamiento. Pero en este punto Matienzo le superaba. y los Acosta, Baldorioty, Betances, Brau y demás gloriosos hijos de este país, son figuras de segundo orden junto a Hostos y Matienzo. En política era el único guía de nuestro pueblo. Se adelantaba siempre a la época; era un vidente que leía en el porvenir y marcaba los rumbos. Cuando lanzaba un programa, y recorría en dos meses las setenta y dos poblaciones de la isla, pronunciando en ellas sendos discursos, y cuando regresaba ¡¡ su hogar, el país era suyo. Entonces los políticos adoptaban su programa y el triunfo era seguro. Así concibió e impuso la plataforma de la Unión de Puerto Rico. Así, también, hace dos años, lanzó el plan de la independencia de Puerto Rico. Esta idea patriótica fue combatida y hasta ridiculizada. Hoy ha ganado tanto terreno, que ya son muy cotltados los puertorriqueños que se atreven a combatirla; y aun a estos pocos (que no de corazón sino por ventajas políticas aparentan ser cont~rios a la independencia) se les nota que les da 'vergüenza el tener que pronunciarse en tal sentido. La muerte le vino a privar del goce de éste su último y más definitivo triunfo. En el futuro, Matienzo estará por encima de Puerto Rico y de las Antillas. Su labor más importante fue hispano-americana. Cuando tal obra se conozca en todo el continente, su sitio será entre los grandes próceres de América. Se podrían llenar muchos volúmenes con sus discursos defendiendo los ideales de la fraternidad iberoamericana. Ni Ugarte en sus viajes, ni Chocano en sus versos, ni Blanco Fombona en sus libros, han puesto más calor ni más ideas que este insigne puertorriqueño en pro de los grandes ideales de América.
El creó el tipo de "Pancho Ibero", representativo de la América Latina, como el "Tío Sam" lo es de la América sajona. Durante tres horas estuvo una noche en la tribuna del Ateneo forjando la grandiosa concepción de "Pancho Ibero". ¿Quién es .. Pancho Ibero"? He aquí un personaje que no es antillano, ni mejicano, ni argentino, ni chileno, etc.; pero que es a un tiempo todo eso: antillano, mejicano, chileno, venezolano, etc. Matienzo comprendía que no era posible lo que él predicaba -el amor entre los varios pueblos de América- sin un lazo de unión entre ellos. Tratándose de repúblicas independientes, no podía darles un himno común ni una bandera común a todas. Y creó y les dio el tipo de .. Pancho Ibero". . Ciertamente que cada pueblo de América tiene sus exclusivas peculiaridades, y así el cubano es sólo cubano y el argentino es sólo argentino; pero no es menos cierto que muchos caracteres físicos, intelectuales y morales son comunes a todos los pueblos hispano-americanos, reunid todos esos caracteres en un solo tipo, y tendréis entonces un tipo que será cubano al mismo tiempo que argentino o del Brasil, y cuando tengáis ese tipo, ¿qué otro nombre le daréis sino el de "Pancho Ibero"? Cuando los poetas de América canten a "Pancho Ibero", cuando los psicólogos 10 describan y cuando los pintores lo pinten, entonces América verá su tipo, el tipo de la raza, y habrá entonces un visible y palpa· ble lazo de amor que todos miraremos con orgullo. Si Matienzo no hubiese sido el pensador y el patriota, cuya muerte lloramos en esta isla, y si su única obra fue esa i~mortal concepción de "Pancho Ibero", tan magna creación bastarí~ por sí sola para granjearle en el porvenir el cariño y la admiración de América.
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Himno al Idioma Por. ADELAIDA
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ADRE Mío, TAN Mfo COMO TAN TIERNO
en tu afán de darte con ternura de sílabas por cierto, tan quieto, tan extraño en los lamentos, tan suavemente nuevo en los aciertos de espíritu y oído, en que el mar, las flores, las aves ... se hacen intraducibles por momentos, irreducibles a ese caos paulatino prestado de los órganos ajenos. Padre mío, no lengua que se alcance escriben tus emociones enlazadas, sino purezas de idioma, masculino y sediento, unicidades del mundo del misterio tan lleno, tan lleno d~ orquestas de sonidos, tan plural y tan vivo en su centro. Soliloquio. (Hoy tu esencia y cadencia, tu fascinante vaivén de sílabas-sirenas perturba mis oidos que te ven de soslayo, )' mi corazón, cristal tan rudo, se me parte en pedazos, en maniobras, en gimnasias de desvelos recién nacidos de su feto. Hoy la muda cadencia de este concierto de vocales disparatadas, nasalizadas por la prisa, el frío y el viento,
LUGO Gl'ER:-lELLI
me tallan brutales sufrimientos en los nervios, y me desquito soñando y, en ti despierto, buscándote en mi sangre, explicando mis poros por no morir en el tiempo y te encuentro, sí, pero en mi garganta crecen como en jardín de matemáticas, los ceros, porque retumban las semillas de tu sistema ya tan tierno, como silencio que se renueva a sí mismo diciéndose: "soy nutrimento muerto". Padre mío, Tú que estás en mis nervios, y me pueblas de verbos, y me sueñas temprano cuando velo en el tiempo, y me das cada día el pan nuestro que es cierto, vibra hoy en mi sangre, no como en un desierto, y en este hoy del cada día nuestro pon en mis días, sustancia y más activos elementos para que la palabra sea actividad y vuelo en donde suene siempre el olifante de marfil y sueño.
Ensayo sobre AlejandrQ Petion Por RAMÓN EMETERIO BETANCES
REPUBLICANOS DE CUBA y PUERTO RICO:
V ENGO A HABLAROS DE .. LA REINA DE LAS ANTILLAS" del siglo XVIII. Para entreteneros unos momentos, he escogido en su historia, la vida de un hombre poco conocido entre nosotros, aunque entre sus compatriotas haya merecido el glorioso nombre de "Padre de la Patria", "Padre de la República". Vuestros propios labios han nombrado ya a Haití o Baití, como la llamaban también los Indios, y... no creáis, no, que voy a pronunciar el nombre, -también glorioso-, de Toussaint L'Ouverture. Todos habéis leído el incomparable panegírico escrito, para inmortalizar el error, por el gran orador ame· ricano. Ya sabéis que a la necesidad del momento se sacrifica en él la realidad histórica; y, en verdad que, para sostener su tesis, no debió Wendell Phillips conceder tanto, ni tampoco lo necesitaba. Toussaint quedará sin disputa colocado en la historia, al lado de los Felipe de Macedonia, de los Luis XI, de los Richelieu, de los Cromwell, de los Napoleón 1, de los Bismarck; más al lado de Foción, de Hampden, de Henrique IV, -si no hubiera este último persa· naje tenido la desgracia de ser príncipe-, alIado de Washington, de Carnot, de Bolívar, de Lincoln, sólo merece un puesto preferente el Gran Ciudadano de Haití, el demócrata puro, el patriota inquebrantable: Alejandro Petion. Nació Petion en Port·au-Prince el 2 de Abril de 1770. Su madre era mulata y se llamaba Ursula. El blanco que murió sin haber dado a su hijo más que muestras de odio o de desprecio, no merece que la posteridad repita su nombre. Petion era hijo natural y fue bautizado por una provenzal, vecina suya que, como a todos los niños de su país, acostumbraba llamarle Pitchiun o Petiot, y de aquí Petion, sin que nuestro héroe adoptara, como se ha dicho,
ese nombre, por admiración hacia el célebre corregidor de París de 1790. Abandonado á si mismo en los primeros años de la niñez, cuando en las escuelas de Haití se apren· día apenas a leer, Petion se relacionó con algunos soldados, y desde entonces mostró su predilección por los ejercicios militares. A la edad de doce años ya era mejor artillero que estudiante, y cuando en 1782 se embarcaron. bajo las órdenes del conde de Estaing. para combatir en favor de los Estados Unidos, los mulatos y negros Rigaud, Beauvais, Lambert, Chavanne, Borgella, Villate y otros, Petion no pudo seguir a aquellos generosos campeones, por más que su corazón se exaltara al ruido de las armas y a los gritos de libertad. Notemos de paso, Señores, que la sangre africa· na, por esos descendientes de los hijos del desierto. vino, como la sangre latina, por los- franceses, a fecundar, en el suelo americano la libertad anglo· sajona, libertad que durante tantos años han negado los Estados Unidos y que niega aún España a aquella raza capaz de tantos sacrificios. Así mismo, en 1816, se derramará noblemente en los cam· pos de Méjico, de Venezuela y de Colombia. Es que mientras más oprimido ha sido, más sangre necesita verter un pueblo para conquistar la libertad. Cuba ante los puertorriqueños inmóviles y silenciosos está probando al mundo la verdad de este formidable, pero imprescindible principio: sólo con sangre se lava el hombre de, las ignominias de :a tiranía; sólo por los esfuerzos del heroísmo y del sacrificio. puede arrancarse de manos impías la independencia de la patria. A la edad de quince años, el padre de Petion no lo juzgó digno sino de ser herrero. Así se había juzgado en Ginebra que Rousseau no era propio sino para llevar la sotana. Petion se hizo platero.
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Raras veces y solamente a escondidas entraba en la casa paterna, a estrechar a su madre en sus brazos; y hasta la muerte de su padre no pudo reunirse con ella; pero entonces ya no le pertenecía: era soldado en Íos cazadores de la milicia. Estamos en 1789. En aquella época los hombres libres en Haití estaban divididos en cuatro clases: Le> Los empleados: realistas o blancos. 2.° Los europeos de clase inferior, partidarios de la revolución, -en Francia: rojos, llamados también petits blancs o pobans,l lo que en francés criollo significa gente de poca valía. 3.° Los hacendados y hombres ricos que, partidarios por cálculo de una tiranía independiente, veían con terror en el horizonte revolucionario, asomar la abolición de la esclavitud, y eran otras veces amigos de Inglaterra por interés, rojos o blancos, según su conveniencia. La base esencial de opinión era esta: eternidad del esclavo. 4.°
En fin, los hombres libres de color.
En esta extraña complicación de partidos se encuentra frecuentemente al realista contra el independiente, al republicano contra el realista, a todos contra los hombres libres y los esclavos de color o negros. La cuarta clase no supo romper con sus diversos enemigos sino después de grandes y repetidos desengaños. Desde el principio de la revolución francesa, Mr. de Mauduit, apoyado en los hombres de color, había dispersado la Asamblea Colonial dispuesta a entregar la colonia a los ingleses. 13ajo sus órdenes sir· viendo en las filas de los realistas franceses, Petion había recibido en Saint Marc el bautismo de sangr.e; pero muy pronto se apartó de ellos, al ver la inutilidad de la victoria para su clase. Al mismo tiempo había aparecido en París la simpática figura de Ogé reclamando en vano los derechos de su raza. Dignas de estudio son las sesiones de la Asamblea Francesa, sobre Santo Domingo. Son una edición anticipada de las discusiones de las Cortes Españolas sobre Cuba y Puerto Rico. Allí hubo representantes de los rojos y blancos intransigentes, como los hay en Madrid de los furiosos Voluntarios; hubo quien propusiera ]a asimilación de la colonia a la metrópoli, como el ministro Becerra; hubo quien reclamara el aplazamiento de las reformas, como el diputado Romero Robledo; hubo quien, como S. S. el republicano E. Castelar, dejara de hablar de Santo Domingo, por razones de patriotismo; hubo quien concediera derecho de ciudadanía a los nacidos de padres libres, suspendiendo para los demás, hasta un porvenir indefinido, como ha tratado el demócrata 1. Literalmente Frascos y por extensión: Pulperos.
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Prendergast de abolir la esclavitud en sesenta años, condenando a los ancianos a la miseria, y a los recién nacidos a muerte; hubo enviados dóciles, que se llamaban con orgullo radicales, como los blandos y maleables diputados 'de Puerto Rico; hubo colonos conservadores como hay conservadores negros; hubo quien hollara bajo sus pies los decretos de la Asamblea como los Voluntarios. El Tigre Valmaseda y el Ogro Sanz han jurado repeler ignominiosa. mente las órdenes del gobierno, si son más liberales que ellos; hubo defensores de la pena de muerte sin enjuiciamiento como los hay de los consejos de guerra; hubo· entonces como hoy, ¡oh republicanos de Cuba y Puerto Rico!, hubo las señales de los tiempos que anunciaban el vértigo de la tiranía y el nacimiento de un pueblo libre. Fácil era, 'sí, reconocerlas en las vacilaciones de los generales, en la indecisión de los gobernantes, en la debilidad de los comisionados que, pidiendo unas veces leyes restrictivas y otras instituciones liberales, obedecían todos al desiino manifiesto, que es el de lle· gar, por uno u otro camino, a la independencia de los pueblos. Pero entonces hubo lo que no ha habido hoy, una voz generosa. El alma de la Gironda, Brissot. al saber la muerte de Ogé, pudo exclamar: "¡El cri· men de Ogé es un deber sacrosanto!" -y lanzando a España el insulto merecido: "¡Er gobernador español de Santo Domingo que ha entregado a Ogé a sus infortunados compañeros, es un cobarde y miserable asesino que ha violado todas las leyes de la hospitalidad!" Perdónese su error a cualquiera que, en nuestros países, se haya dejado acrastrar por la pura ry brj· llante Gironda. o llevar tras la estoica. e incorruptible Montaña. Petion combatía aún por Francia; pero prevenía ya a sus amigos contra las seducciones de"los rojos, recordándoles que "todos, rojos y blancos, los habían engañado, todos los habían sacrificado". Su influencia crecía. ,Era capitán de artillería y desde entonces sobresalen en él inestimables prendas, que brillan en todo el curso de su vida. Su genio organiza ya un partido compuesto de todos los hom· bres de su raza sin distinción de matices; su modestia cede el primer puesto a los respetables Beauvais, mulato, y Lambert, negro; su habilidad guerrera se prueba en dos victorias sobre los realistas, en Ne· vette y en la hacienda Perrier; su generosidad se ejerce salvando a todos los vencidos que caen Pri. sioneros. Sus victorias allanaron para los de color su en· trada en Port·au-Prince, y los colonos obligados u capitular reconocieron "la asimilación política de los mulatos y de los negros libres con los blancos". Pero convenios hechos cón insurrectos no merecen ser observados; la Asamblea del Cap anuló el tratado de Port-au·Prince y durante las fiestas de
Santa Cecilia se verificó en esta ciudad ]a Saint Barthelemy de la gente de color. No pudo ]a noche velar bajo sus sombras todos los horrores de aquel asesinato en masa. En medio de la ciudad incen· diada, sobre los escombros de edificios que por todas partes ca(an devorados por las llamas, Petion con su acostumbrada impavidez, sostenía el furioso ataque de artillería dirigido por el genovés Praloto. La metralla de los fuertes barría los grupos indefensos que corriendo por las calles ensangrentadas, en vano a gritos imploraban a sus verdugos; los hom· bres eran cogidos y fusilados, los niños ahogados en el puerto, las mujeres perseguidas por los solda· dos en el frenesí de la codicia y de la concupiscencia; y tantos desgraciados huían perdiéndolo todo: fortuna, hogar, familia y hasta la libertad bienhechora que habían creído ya conquistada para siempre. Tal fue el espantoso trofeo de crueldad y de vergüenza elevado al amor del oro, a la codicia de los blancos. Petion sólo en aquella noche pavorosa pudo reprimir los furores del enemigo rechazado por él, hasta el momento en que no encontró ni piedras que lanzarle. Agotadas las municiones, abandonó aquel campo de destrucción, protegiendo, por el respeto que inspiró a sus. contrarios, la retirada de cuantos tuvieron la suerte de unirse a sus filas. El pueblo contemplando su serenidad y lleno de admiración por su brillante maniobra, le llamó P~ tion el Bueno. En esta situación alcanzamos el año viril de 1793. La aristocracia colonial había entregado a los ingleses Les Verrettes, Saint Marc, L'Archaye, La Petite Riviere, Le Mirebalais. Los españoles invadían la colonia por el este y el norte; y Toussaint en nombre de S. M. C. corría como una ráfaga sobre D'Emmery, Gros Morne y Gonaives, restableciendo en su marcha la esclavitud. Petion con los republicanos, al frente de la artillería, sometía a los aristócratas y defendía a Port·au·Prince contra los ingleses. Encerrado en el fuerte del Ilet, fue el último en abandonar la ciu· dad; y en un bote que con él llevó también su fortuna, logró desembarcar cerca de Léogane. De allí pasó a unirse en Jacmel con los comisarios de la Convención, obligó a la escuadra inglesa a levar t:l ancla en Lamentin, la rechazó de nuevo en Léogane, derrotó al mismo comandante Parker y estableció definitivamente por este hecho glorioso su reputación militar. Herido en un duelo, ni sueña en pedir algunos días de reposo, vuelve a edificar frente a Byzotón, a medio alcance de los cañones enemigos, el fuerte de la Montaña; y encargado de inquietar a los ingleses en Port-au·Prince, los ataca en La Coupe, los derrota, los persigue y los obliga a entregarle la capital de la colonia. Paso por alto las victorias de Nevette, de Grenier, de Fonny, la evacuación de Jeremie y otros mil hechos de armas. Ya Toussaint se había unido también a los re-
publicanos. ¡Historia singular y llena de peripecias, la del pueblo de Haití! Estudio lleno de atractivo el de aquellos hombres ilustres: Petion y Toussaint, Rigaud y Dessalines, Borgella, Lys, Beauvais, Pin· chinat y otros, que empiezan por entregarse al que les brinda una sonrisa; PeUon a los realistas que lo odian, Toussaint a los esclavistas españoles, para llegar, guiados por la solitaria estrella de los libres. a romper las cadenas de sus hermanos y a expulsar de su tierra la raza que, por tantos años violando en ella el sagrado del hogar y de la conciencia, ul· trajando los derechos más santos a la honra y a la vida, había profanado a cada instante y durante siglos, todas las leyes de la humana dignidad. Hom· bres nuevos cuyos corazones animados apenas por aspiraciones vagas no habían tal vez osado soñar sino en los dolores de la servidumbre y en la libertad de la muerte, se despiertan al rugir del torrente revolucionario. El torrente pasa por su lado; y todas sus tristezas se convierten en indomable valor y en impetuosas esperanzas; y ellos se lanzan en las ondas tumultosas; y la corriente furiosa los sacuqe y los arrastra, Jos postra y los anima, los une o los dispersa, los sumerge a veces y a veces los eleva hasta dejarlos colocados para siempre en la galería inmortal, sobre el pedestal eterno de los Libertadores de la Humanidad. La libertad general proclamada por la Convención el 16 Pluvioso del año 11 (4 Febrero 1795) había conquistado a Toussaint. Ell.o de Prarial el jefe negro comulgaba; y al verle decía el cándido mar· qués de Harmonas: "Si Dios bajase a la tierra, no podría habitar una alma más pura". Pocas horas después pasaba el negro a' cuchillo a sus aliados, proclamaba la abolición de la esclavitud en los puntos mismos donde antes la había restablecido y se sometía a Laveau. Toussaint y Petion se vieron por primera vez en Port·au-Prince. No dejó allí el negro de admirar el porte digno del entonces ayudante general de veintisiete años, mas en su frente serena, impasible, no pudo la mirada penetrante del africano descubrir una sola de sus aspiraciones, y en su sonrisa irónica a veces, y a veces melancólica, sólo pudo reconocer la incredulidad compasiva a las nobles tristezas que inspiran al hombre de bien las flaquezas de sus her· manos. L'Ouverture, a pesar de su odio por los de color, pensó sin duda entonces en arrastrar al ayudante general contra Rigaud, que hacía sombra en el Sur a su ambición inquieta, y excitaba los temores de su constante desconfianza. Ya él proyectaba reunir bajo su mando toda la Isla y reinar como Jefe Supremo, bajo la ilusoria soberanía de la Fran· cia. Rigaud por su parte se había identificado con los revolucionarios franceses, aunque su altivez y la violencia de su carácter hacían también sospechar en él un tirano. Su frente no podía inclinarse bajo la 51
mano férrea del primero de los negros. Los méritos de ambos para 'con la patria eran grandes, pero puede asegurarse que ni uno ni otro llegó a levan· tar su mirada hasta ver la posibilidad de la independencia. Petion asistía triste y silencioso al espectáculo representado por los principales actores del drama llamado "La Libertad Haitiana". Su fe, su confianza en las pasiones i~petuosas de Rigaud estaban muy lejos de ser ciegas; pero él pensaba como Rigaud sobre Toussaint; y, al ver asomar en su patria la guerra civil, su honradez lo llevó a abrazar la causa del que debía ser vencido, a combatir por la Justicia contra la Fortuna. En esta lucha de hermanos uno de los primeros encuentros tuvq lugar en Grand Goave. Como siem· pre en las contiendas civiles, los esfuerzos de una y otra parte fueron desesperados. Mientras Petion abrumaba las columnas enemigas bajo el fuego de su artillería, el griego Panayotti y Rigaud hacían prodigios de valor. Mas sólo Petion triunfaba; los demás cedían. En aquellos momentos recibe Rigaud un balazo en una mano. La noticia vuela entre sus tropas -"¡Nuestras banderas!" gritan los soldados "¡la retirada!"- Y Rigaud precipitándose al frente Be los suyos y agitando su mano envuelta en un pañuelo blanco: "¿Vuestras banderas?" exclama. .. ¡Helas aquí, vuestras banderas. Seguidlas!" y batió al enemigo. Otra vez se sentó sobre un cañón a esperar que se reunieran alrededór suyo -él era también la bandera-, todas sus tropas dispersas. Petion batió de nuevo a Dessalines en Belle Vue y en Grand Goave. Con el talento de su compañero y el valor de sus soldados, todo conspiraba a favor de Rigaud. Le faltó la Fortuna más poderosa que toda sabiduría; superior a las especulaciones más eleva· das y a las más exactas combinaciones del'-genio. Napoleón que trataba entonces de encadenarla a su carro lo juzgó así cuando al presentársele el jefe de los hombres de color: "No os ha faltado -le dijosino una cosa para tener razón: el triunfo." Solamente la defensa de Jacmel dirigida por Petion hizo vacilar un momento la suerte. Asediada por Tous· saint en persona, acometida cada día por sus generales Cristophe y Dessalines, la ciudad desprovista de víveres, se hallaba también bloqueada por los americanos, por los ingleses y por los emigrndos. El deber estaba donde se hallaba el peligro; y Petion pasando por entre los buques enemigos ·penetró en la plaza, contuvo a Dessalines, batió a Cristophe, burló durante dos meses enteros la astucia de Toussaint; y al salir en retirada, pasó por encima de sus enemigos, envuelto en los pliegues de la bandera, resuelto a salvarla o a sepultarse con ella. El sitio costó a Toussaint siete mil hombres; pero su triunfo quedó asegurado. Para celebrarlo, el Cromwell haitiano se prosternaba a la entrada de las iglesias, disponía él mismo las ceremonias reli52
giosas, subía al púlpito católico a dar gracias al "Ser Supremo", por haber favorecido la causa del "Justo"; y ·cuando al salir del templo, le presenta· ban algunos mulatos prisioneros: _" que sirvan de pasto a los peces", decía en voz baja; y en voz alta proclamaba amnistía general. Petion emigró. Su salida de Haití pobre y enfermo; su llegada a Cura<;ao; el ataque del fuerte de esta isla, dirigido por él y un comandante francés, contra el gobernador que favorecía a los Ingleses; su viaje a Francia; su apresamiento en el mar, por los cruceros; su prisión en los pontones de Partsmouth; su llegada a París, después de mil trabajos, son, en la historia de su vida, otros tantos episodios interesantes, que me es dado apenas enumerar. El se consagró hasta 1801 al estudio de las matemáticas aplicadas a la artillería. En aquel año la .. Exposi. ción d~ la Situación de la República, presentada por los· Cónsules a la Nación", declaraba formal· mente abolida para siempre la esclavitud. Esto ex· plica la vuelta de Petion, de Rigaud y de sus campa· ñeros c0!1 el ejército de Leclere. A la llegada del General Francés, .Toussaint cayó como caen los tiranos, abandonado por los suyos. Cristophe vendió a su Jefe, entregó todo el ejército haitiano, cien cañones y todas las municiones de guerra destinadas a sostener a L'Ouverture en el mando. Dessalines para hacer olvidar sus crueldades contra los blancos, desarmó a sus compañeros y presentó a Leclerc más de treinta mil fusiles. Petion que venía con los franceses, le hizo entender que moderase su celo. A pesar de las promesas de Leclerc, Toussaint había sido ya encarcelado en D'Ennery, Rigaud apre· sado en Port·au-Prince y ambos enviados al mortí· fero castillo de Joux. La esclavitud se había restablecido en la Guadalupe. Unos prisioneros escar dos de un buque obligado a entrar por avería~ en el Móle Sto Nicolas, esparcían la noticia entrl:' los haitianos y contaban la muerte del mulato D~lgres. se, inmortal como Ricaurte. En una noche de Oc· tubre de 1802 -sesenta y seis años menos tres días antes del grito de Yara-, Petion vio la Revolución, la contempló de frente y se entregó a ella, compren· diendo que él era el único jefe del partido haitiano, la única inteligencia capaz de darle la organización que conduce al triunfo. . Haití estaba desarmada. El ejército francés se componía de 17,103 hom· bres. Petion contaba con quinientos patriotas sola.. mente, pero animados todos por el irresistible he· roísmo que inspira el amor a la Libertad. Al hablarles de la independencia: "Vencedores -les dijoconquistamos los aplausos del mundo entero; venci· dos, ponemos entre nuestros opresores y nosotros una barrera insuperable: la Muerte." A la guerra
de la igualdad sucedía desde aquel momento, la guerra de la independencia. La primera noche sorprendió Petion a varios des· tacamentos franceses y los despachó a sus jefes. Al pasar por delante de los generales Hénin y Clauzell en 'Haut du Cap, pudiendo apoderarse de ellos, les saludó cortésmente, y les dio cita para el campo de batalla. Leclerc contestó a estos rasgos de magnanimidad mandando ahogar en el puerto del Cap a quinientos hombres de color que servían en su ejército. Los asesinatos cometidos por los franceses se perpetraban con una crueldad indigna de este pueblo, y no tendrían con .qué compararse en la historia, si no hubieran existido el Duque de Alba en los Países Bajos; y en América los Boves y Yañez, Val· maseda, Rodas y los Voluntarios de Cuba. Porque -lo afirmo, ciudadanos-, si algún amigo de la verdad puede indicarme un solo punto del mundo, donde haya habido un hombre más feroz y más cruel que el español, consiento -y esto es mil veces más horrible que la muerte-, en que mi país siga gimiendo eternamente en las garras del hambriento león de Castilla. No sabemos qué debe admirarse más en esta época de la vida de Petion; si su generosidad, su abo negación y su patriotismo o su infatigable habilidad y su constancia en dar a la Revolución una organi. zación capaz de resistir el choque de Francia. Algunos amigos de Rigaud habían acusado a Pe· tion de ambicionar el mando; los partidarios de Toussaint pretendían que él quería imponer la dominación de los hombres de color; y Dessalines' que lo reconocía superior a todos, le ofrecía el pri. mer puesto. Petion cedió el mando y lo entregó a un negro, reconociendo al mismo Dessalines como comandante general. La lucha se enardecía y era cada vez más implacable: Leclerc moría del vómito y el Cap estaba sitiado por los insurrectos. Los fosos de la plaza se llenaban de fusilados; en el puerto, alrededor de los buques, los cadáveres flotaban por centenares. Los perros de Rochambeau, mandados por cuatro españoles, saciaban su ferocidad en los cuerpos palo pitantes. Fuera del Cabo, en los puntos ocupados por los europeos, cada árbol era una horca. Por otra parte el territorio revolucionario estaba lleno de soberanos. En las montañas del norte, Caquimby, a la cabeza de los Tacós o Pájaros de monte, hostilizaba a quien se opusiera a su predominio; en L'Areahaye el violento Larose tenía pretensiones de supremacía absoluta; en Léogane el suspicaz y desconfiado Desrance, al frente de sus Congas Desnudos, creía ser el único independiente y supremo jefe. Petion resolvió aunar todas estas voluntades y lanzar todos estos esfuerzos contra un ~olo enemigo: el francés. Del Cabo a Jérémie hay que recorrer toda la isla de norte a sur. Petion no vaciló. Atravesando unas veces las filas enemigas,
corriendo otras, entre amigos igualmente temibles; solo aquí; allí rodeado de entusiastas patriotas; a la cabeza siempre de los que combatían contra los opresores; convenciendo a los engañados, arrastrando a los indecisos; cercado por la caballería francesa en la hacienda Pierroux; salvado, sólo, por su decisión, arrojándose en un canal, hasta llegar a los bosques, para encontrarse al frente de un ejército en La Coupe, que su presencia bastó a sublevar; despertando, levantando a cada paso, a los soldados de Rigaud dormidos en los campos del sur, desde el triunfo de Toussaint; rechazado por Larose; sospechado pOI: Desrance; ayudando a Lamarre contra el secretario de Rochambeau, el polaco Neterwood; pasando los ríos; salvando las montañas, recorriendo las llanuras; siempre y en todas partes igual a sí mismo por la s~renidad y la decisión, por la prudencia y el valor, por la abnegación y la humanidad, al fin de esa carrera que lo dejó rendido, hizo proclamar el 29 Nivoso del año X (19 enero 1803) a Dessalines General en Jefe del Ejército Indígena, y dio razón al General francés, que a su aparición, escribía: "un solo peligro pero positivo en el Oeste y el Sur: la presencia de Petion". Esta proclamación se hizo en L'Arcahaye, bajo el bombardeo de la escuadra francesa. Todos los sacos de su tropa no contenían dos cargas de cañón. Petion respondió al fuego enemigo con la pólvora sacada de las bombas apagadas por sus soldados y conservó la plaza. En ella recibió del general francés Lavallete proposiciones de paz, como las había recibido de Leclerc, al principio de la insurrección. Su contestación fUe la respuesta eterna de las revoluciones, en dos palabras: "Es tarde". -Todo haitiano estaba ya resuelto a exponer su vida, en el juego de la guerra, a cambio de la independencia. Rochambeau furioso respondió del Cabo, ofreciendo quinientas portuguesas (250 onzas) por la cabeza de Petion. Mas la hora del triunfo había sonado. De L'Ar· cahaye, la insurrección se había extendido a las llanuras de Port-au-Prince y destruido todas las ha· ciendas, refugio de los franceses. Les Cayes, Jacmel, Léogane, L'Anse ~ Veau se entregaron. Jérémie y Port·au-Prince capitularon, y el soberbio Rochambeau abandonó el Cabo el 29 de Noviembre de 1803. Doscientas treinta velas salieron de la rada, amena· zadas por las baterías haitianas. Un día de ese mismo año se había encontrado muerto a Toussaint tendido sobre un poco de paja infecta, en el húmedo calabozo de Joux, después de haberse visto privado hasta del café que bebía cuando era esclavo. Dicen que en sus últimos días, el prisionero negro no oyó sino una voz consoladora, la del mulato Rigaud, que gemía a su lado, en otro calabozo. Lección de la historia, digna de meditarse. -¡Ah sirva eternamente esta reconciliación de sím· bolo de paz entre todos los hijos de la inteligente, pero infortunada raza que el sabio Philarete Charles
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llama "la raza interesante de los criollos", que da vida a las Antillas y al golfo de Méjico. Y en verdad que es el único medio de resistir a la guerra que nos ha declarado Europa y hasta una parte de América, guerra de los siglos pasados, guerra de hoy y guerra de' siempre, a la cual sólo podremos sobrevivir por la unión más sincera y la más estrecha fraternidad. Napoleón no quiso distraerse de sus gigantescos caprichos para contemplar, al otro lado del Océano, su obra de despotismo, y no abrió los ojos, estremecido, sino en Santa Elena. Allí se despertó maldiciendo a los Colonos, que lo habían arrastrado con sus consejos y habían lanzado en el abismo a la Reina de las Antillas. Por fortuna, de la colonia de Santo Domingo perdida, el genio de Petion había sacado la República de Haití. Salvemos un intervalo de tres años, hasta la caída del ensangrentado imperio de Dessalines. Todos' los esfuerzos de Petion, Comandante del Departamento del Oeste, no tendieron en ese tiempo, sino a salvar las víctimas que tuvo la suerte de amparar bajo su protección. Dessalines que, por su intrepidez y su actividad había contribuido tanto a la independencia de su país, era incapaz de dirigir sus destinos. El administrador que no supo dar a la agricultura más estímulo que el palo, más impulso al comercio que el privilegio, más seguridad al ciudadano que su voluntad arbitraria, más garantía al pueblo que la ambición de reinar sin freno; el soldado que, deslumbrado por el poder, no pudo sino fundar un imperio ridículo, con un solo noble: el Emperador; el estadista que, para fomentar el cultivo del café y de la caña, hacía devorar por el fuego las maderas preciosas amontonadas ya en las playas para exportarse; el regenerador que asesinaba a sus compañeros de armas por una sospecha; el jefe que daba orden de castigar a balazos toda resistencia; el monarca en fin que anunciaba que, desde Mar· chand, en el norte, hasta Tiburón, en el sur, nadaría en la sangre y de todo el país haria un desierto donde no se oyera ni el canto del gallo; ese monstruo igual a los Colonos de entonces y a los Voluntarios de hoy, merecía bien que los patriotas le tendiesen el lazo en que cayó, y le preparasen en Pont Rouge la emboscada en que vino a perecer bajo las balas del general Gérin. Petion había sido el alma de la conspiración. Muerte de Dessalines y nacimiento de la libertad en Haití son, señores, dos términos idénticos; y si dice la historia que "muerto César, apareció Octa· vio", bueno es también ¡oh Republicanos! que ella recuerde el fin del emperador negro, y lo ofrezca cemo lección a los pueblos y como ejemplo a los tiranos. Obedeciendo siempre al más puro patriotismo, Petion decidió a los conspiradores a ofrecer el mando a Cristophe -Cristophe era comandante en jefe del ejército y se había creído siempre llamado a 54
reemplazar a Dessalines; mas no es improbable que éste hubiese pensado en Petion, a quien había ofrecido la mano de su hija, la princesa Celimene. Si así fue -olvidemos un instante la extensión de los imperios-, conste que Petion se colocó a la altura del hijo de César. Si no, no hay motivo para pensar que la muerte de un déspota, aunque se verifique en una emboscada, sea jamás una mancha o un perjuicio para la nación que de él se libra. Terminada la revolución que no había costado :al país ni derramamiento de sangre, ni pérdida alguna por interrupción en los trabajos, Cristophe fue llamado a ocupar el puesto de "Jefe Provisional del Gobierno Haitiano". "Os suplicamos -le escribía Petion- que seáis el depositario de nuestras leyes, a las cuales juramos obediencia, pues han de ser justas." El patriota conspirador no se había lanzado a derrocar al tirano, sin la previsora idea de sofocar la tiranía. Una Asamblea Constituyente fUe como· cada, y Petion nombrado "Presidente del Comité de Constitución". Cristophe desde entonces ambicionaba el poder absoluto y envió a Petion un emisario. -"El Pueblo quiere la libertad --contestó el presidente- y todos mis esfuerzos se consumirán en secundarlo... " y dirigiéndose a la Asamblea dijo: "El Pueblo, cuyas contribuciones forman las rentas del Estado, debe estar siempre enterado del uso que de ellas se hace." "La Libertad de imprenta es el pala· dión de las libertades públicas." Cristophe rugía de furor. "Ellos han cogido la pluma -decía- pero yo soy quien la corto." Y en Saint Mace reunió doce mil hombres, a cuya cabeza marchó contra Port-au-Prince. El Senado lo declaró fuera de la ley, confió a Petion la defensa de la República, y poco tiempo después lo elevó a la Presidencia. Quisiera poderos presentar, en todos sus detalles, esa vida tan bella consagrada entera al bien público. Mas debo limitarme a daros salamente una idea de lo que fue ese hombre admirable que, al llegar al poder, encontró la práctica tan fácil como la teoría, y venciendo dificultades, que no se han presentado a ningún otro gobernante, constituyó de una manera poderosa, eterna diría, si hubiese eternidad. Para los pueblos, la pequeña, pero vigorosa naciunalidad haitiana. MI'. Guizot señala tres épocas en la política europea: La política feudal o de la guerra. Uno de sus representantes más brillantes y más enérgicos es Carlos el Temerario. La política italiana o de la astucia, superior a la primera, pues sustituye la inteligencia a la fuerza, se halla personificada en Luis XI. En fin, la política moderna pone en lugar del egoísmo la justicia, y en lugar de la mentira b publicidad, si bien -bueno es notarlo-, no es siempre la publicidad lo contrario de la mentira. La historia, que se complace en revivir sus dramas san-
grientos con todas sus peripecias, nos presenta en Haití: -la política colonial cruelmente prolongada durante siglos, por los europeos, y continuada por los impíos Dessalines y Cristophe; la política hábil, pero tortuosa de 'Toussaint L'Ouverture; la política pura, humana, democrática, pacificadora, la que forma, por fortuna, tradición en Haití y cuyo glorioso representante es Petion. El capitán de artillería de 1794 que "esperaba, si algún día poseía siquiera un platanal, no dejar padecer de hambre a ninguno de los que le ayuda. ran a cultivarlo", es el mismo que, en la Presidencia, dirigiéndose a los Senadores, dice en 1810: "Em· pleemos todas nuestras facultades en procurar al pueblo la mayor suma de prosperidad y de felicidad posible. Tal es el deber del gobierno, tal la victoria más bella que nos es dado alcanzar. Apoyados en la confianza que por el desinterés y la bondad ins· piremos a todos los corazones, gozaremos, con el amor del pueblo, de la dulce serenidad de concien· cia, que es la recompensa más halagüeña para los hombres consagrados al bien de la patria." y no eran éstas, vanas palabras de un ministro. Tan celoso en el cumplimiento del deber como aquel cacique a quien preguntaban si poseía esclavos y contestaba: "uno solo conozco en mis dominios: yo"; estricto observador de los derechos del ciudadan9; ardiente en su fe por las doctrinas republicanas; reflexivo y dado a combinaciones profundas; prudente en decidir; pronto y hábil en asir la ocasión; valeroso y persistente en ejecutar; atento a todas las necesidades del pueblo; demócrata sincero en fin, su política franca como la fuerza, perseverante como la razón, paciente como la justicia, parece dominada constantemente por un sentimiento: la humanidad; basada en una convicción: la humaní· dad. Ningún enemigo podía tener Petion más cruel que Cristophe, esa especie de Marat negro y rey, sediento de sangre como el Suizo, pero sin su amor a la ciencia y su frenesí por la libertad. En las incursiones que intentaba contra el oeste todo era para Su Majestad Sanguinaria saqueo, incendio, muerte. En una ocasión los soldados de Petion es· " taban exasperados por las crueldades de Cristophe. No era posible evitar de parte de ellos las mismas ejecuciones, y Petion en la orden del día: "Nada de represalias -dijo- contra nuestros hermanos. Queda instituido un premio para cada soldado que presente un prisionero." Y salvó a centenares de sus enemigos. Los principios republicanos opuestos a las instituciones monárquicas, la justicia en lugar de la arbitrariedad, el derecho frente a la servidumbre, la libertad frente al trabajo forzoso promovieron en el ejército de tier~ y mar, y en los estados del que con orgullo y razón se titulaba hermano de Fernando VII, un desmembramiento, que se manifestó por
la deserción de varios de sus regimientos y de su escuadra, así como por la separación de todo el Mirebalais. Reducido en sus fuerz~ y en sus dominios, Cristophe renunció a presentar batallas a las tropas republicanas, que vencían a sus soldados por la propaganda; y Petion pudo evitar sacrificios de sangre, seguro de que la monarquía no duraría sino el tiempo que durara el monarca. Boyer. se· cretario y amigo del Presidente, recogió más tarde el fruto de sus trabajos, y pudo el país glorificarse de esta política sabia y conciliadora. Cristophe, a pesar del apoyo de los ingleses, fue vencido al fin, menos por las armas que por la habilidad, o mejor dicho, por la" humanidad de su adversario. Las pretensiones de algunos conspiradores fueron todas sofocadas por la prudencia del Presidente, sin que bastasen jamás a cansar su clemencia y su fortuna. La insurrección del africano Gomán lo fue por una medida digna de Roma republicana: la dis· tribución entre los patriotas de las tierras ocupa· das por el temido jefe rebelde. En el exterior, la libre exportación de víveres para las colonias inglesas abandonadas por su me· trópoli, durante la guerra con los Estados Unidos; la leal admisión de los buques franceses en los puertos de la República, bajo bandera neutral; las provisiones enviadas al general francés Dubarquier sitiado en Santo Domingo por los dominicanos, y bloqueado por los ingleses; las proposiciones hechas al mismo general de salir con sus tropas por el territorio de Haití; son todas medidas de elevada política humanitaria; y la última demuestra la ha· bilísima combinación que, de un golpe, salvaba a Francia sus soldados, a Santo Domingo su libertad y a Haití su independencia. y ¿ qué diré de su generosidad para con los hom· bres que habían combatido o combatían por romo per el yugo de los pueblos? -A Port·au·Prince vinie· ron a refugiarse miembros perseguidos de la Con· vención Francesa y encontraron protección. De allí salió el general español Mina con quinientos hombres, armas y municiones, a favorecer la independencia de Méjico. Allí acudió en fin el más grande de los hombres de la América del Sur, y tal vez de toda la América, el Libertador, digno amigo de Petion. En cambio de dos valiosas expediciones que salidas de Los Cayos llevaron a Colombia la independencia, una sola fue la exigencia de Petion: la abolición de la esclavitud. Bolívar cumplió su promesa, proclamándola en Margarita, en Carápano, en Ocu· mare; y antes de salir de Haití escribía, lleno de gratitud al Presidente: .. No sé si me será permitido dar testimonio de los sentimientos de mi corazón hacia V. E. y dejar a la posteridad un monumento irrevocable de vuestra filantropfa. No sé si he de nombraras autor de nuestra libertad... V. E. posee una facultad más valiosa que todos los imperios, 55
la de hacer el bien. Sólo el Presidente de Haití gobierna para el pueblo y manda a sus iguales... " y Petion con sublime modestia respondía: "Os suplico que no pronunciéis mi nombre. Sabéis que mi único deseo es el de ver libres a los pueblos que están gimiendo bajo el yugo de la esclavitud... " Tales son nuestros precursores ¡oh cubanos! ¿Puede creerse que estemos condenados a morir esclavos? Una sola nación parecía excluida de ese inmenso amor a la humanidad; y ¿sabéis cuál? España -la Esclavista; y ¿sabéis por qué? Francia trataba ya de la paz con Haití. "Los me· jores comisionados que pueden enviarnos -había contestado Petion- son los buques mercantes." El enviado, después de largas conferencias, se retiraba sorprendido "de la moderación, de la firmeza y de la ilustración de aquel magistrado digno de gober. nar a hombres libres". Y España se ocupaba en hacer de Cuba un nuevo infierno para los haitianos. Clarckson, Wilberforce, todos los filántropos in· gleses, amigos de Pet.ion, intervenían en favor de la República Negra. Y España se entretenía en fabri· car moneda falsa para Haití. El mismo Napoleón ya en Santa Elena, escribía estas palabras memorables: "Por 10 que a mí hace, yo hubiese a mi vuelta de la isla de Elba, reconocido la independencia de Santo Domingo. El sistema colonial que hasta hoy hemos seguido, ha concluido para nosotros, ha concluido para todo el continente europeo. Debemos abandonarlo y conformarnos en adelante con la libre navegación de los mares y la más completa libertad en el comercio universal." y España armaba negreros. Sus piratas desolaban las costas de la Grande Anse en persecución de los haitianos, e infestando los mares con sus correrías llevaban, como siempre, por las playas antillanas, el robo, la muerte, el incendio y más que todo funesta, la institución española, la esclavitud. España ha sido siempre digna de la raza famé· Iica de los Barbones. Después de la ruptura de las negociaciones, que· riendo deshacerse del ejército imperialista, como Napoleón se había deshecho del republicano, Lui~ XVIII pensó en absorber de nuevo a Haití. UIla sola proclama hay de Petion, que respire el furor de la batalla desesperada:
"¡Haitianos!" "La Francia reclama sus derechos sobre Santo Domingo; ningunos tiene sobre Haití. Preparad las . teas incendiarias, y que, al primer asomo d~ inva· sión, de las ciudades, de los pueblos, de las aldeas desaparezca hasta el último rastro de habitación; que las llanuras accesibles queden arrasadas; que los Europeos no hallen ni una choza capaz de pro-
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teger!os contra la inclemencia del tiempo, y no encuentren en esta tierra sino sangre, hierro y cenizas, bajo los ardores de nuestro clima vengador." Lenguaje natural al fin en boca del héroe que, después de haber combatido y vencido las mejores tropas del mundo, había formado al soldado criollo igual a ellas por su valor y su entereza, superior por su moderación y su bondad. La influencia de los filántropos ingleses no permitió que se verificase la expedición francesa, y Petion pudo consagrar toda su sabiduría y su cons· tancia a la organización de la República, hasta al· canzar la Constitución de la Nación, y, de las facciones que la despedazaban, formar en fin la Unidad Haitiana. Apenas me permite el tiempo daros un progra· ma reducido de su dificultosa y entendida adminis· tración. Reparar los males de la co~upción Colonial, por la reorganización de la familia, dar la instrucción del pueblo por base a la paz y a la prosperidad de la República, reemplazar la flagelación y los casti· gas a los agricultores, instituciones de Toussaint, de Dessalines y de Cristophe, después de los Colonos, por el trabajo libre, reformar el Código Militar, "cuya crueldad obligaba al juez a pronunciar contra su conciencia", establecer la unión entre negros puros y hombres de color, aconsejándola hasta en los momentos de su muerte y dando el ejemplo, durante su administración, al escoger por Secretario de Estado al eminente negro Telémaco, regula. rizar la administración de justicia, equipar una brillante escuadra, reducir el ejército, extinguir la deuda pública desde 1815, fundar el crédito de la Nación, preocuparse siendo dictador, de la seguridad individual y de la libertad de todos, fueron otros tantos trabajos que llevó a cabo Petion con rara perseverancia y habilidad insuperable; y que lo colocan bien dignamente al lado -yo no soy ame· ricano del Norte, y no puedo decir por encima-, del grande hombre que el poeta inglés llama: "el único, el primero, el último, el mejor, el Cincinato del Oeste". Sólo en un punto no fue dado a Petion vencer la pasión del pueblo, predominante aún hoy en su República: "Ningún blanco puede ser propietario en Haití." En compensación las razas proscritas fueron convidadas por él al banquete de la vida libre: "El hombre de raza india o africana es, de derecho, haitiano." Sin embargo, todo no estaba hecho. Con un pueblo que salia de la ignorancia completa y de la esclavitud degradante, que es el triunfo de los tiranos; pueblo cuyas costumbres se habían formado de odio y de ferocidad en medio de los furores de la revolución, y que en vista de la reacción que en él producía la frenética idea de la independencia individual, hacía temer el completo desmembra·
miento del país en cacicazgos impotentes, con ese pueblo era preciso constituir una sociedad fuerte, unida, democrática. Para él creó Petion la patria haitiana. El suelo era fértil, la raza vigorosa, más el uno recordaba a la otra todos sus dolores: el sudor de su frente, la sangre de sus venas, regados para procurar a la sensualidad del blanco, sin saciarla jamás, los goces nunca probados por el africano. Odio, pues, había jurado el hombre a la tierra, y era necesario reemplazar por el amor el odio, fe· cundar la tierra por el hombre y bendecir la unión de los dos elementos: El Pueblo-La Patria. El Pontífice supo elevarse a la altura de su mi· sión e infundió el amor y la fe en los corazones. Reservando en su mente el proyecto de una in. demnización a los Colonos, que sirvió de base al reconocimiento de la independencia de Haití por . Francia: -ese suelo es sagrado, dijo al pueblo, y te 10 habjan usurpado; en él establecerás a tu esposa y verás crecer a tus hijos; en él re· posan los restos de tus padres. Sus riquezas darán a tus hijos, a tu esposa y a ti, todos los goces del bienestar, con todos los beneficios de la libertad; pues esas riquezas, de hoy más, te pertenecen. La ley Agraria de Petion; la distribución de tie· rras así entre los más distinguidos como entre los más humildes soldados y fundadores de la independencia, fijó en Haití la República democrática, e hizo de una horda aún ensangrentada, y aturdida por el estruendo de tantas batallas, un pueblo de apacibles propietarios que todos ven en sus hogares la patria, su interés en el orden, en la libertad su gloria y su salvación en la nacionalidad. Petion fue -no Toussaint- quien hizo a Haití lo que es, y por eso llega el hombre de bien al apogeo de la gloria, que no pudo alcanzar el jefe negro. Petion es el Padre de la Patria, el Padre de la República. La veneración que se le tributa llega casi a la adoración. El amor a sus conciudadanos había enaltecido su genio bienhechor; su voluntad sobe· rana se confundía con la justicia; en todas sus obras brillaba intachable su virtud. Todo se sometía de grado a su influencia benéfica; y así fue como el distribuidor imparcial y desprendido de los ricos dominios Coloniales, y el árbitro supremo de los valiosos bienes consagrados a recompensar los servicios de los buenos, olvidado únicamente de sí mismo, llegó el 21 de Marzo de 1818, en la plena serenidad de su conciencia, al término de su carrera; y -como Arístides el Justo- murió pobre. Fue aquel día el día de luto para Haití. "Habéis perdido vuestro Washington", decía al haitiano el extranjero, y el pueblo gemía, en llanto inconsolable, ante los restos venerados del guerrero, del estadista, del patriota.
Permitaseme aquí una remlmscencia histórica: Un hombre hubo en la antigua Grecia que re· clamó para su memoria un honor singular. "Pocos instantes antes de morir -dice Plutarco al hablar de Pericles- los principales ciudadanos y sus más antiguos amigos estaban sentados alrededor de su lecho, hablando de sus méritos y de la grande autoridad que había ejercido." Honores, victorias, trofeos, monumentos imperecederos, genio dulce y esplendente, valor indomable, elocuencia invencible, probidad sin mancha, todo lo recordaban sus admiradores, cuando de repente los interrumpió el moribundo diciendo que extrañaba oírlos relatar sucesos en que la Fortuna podía reclamar una parte, y comunes a tantos generales, mientras olvidaban lo más grande, lo más bello de su vida: "Es -dijoque no he hecho vestir de luto a ningún ateniense." Bello recuerdo es éste sin duda, en los últimos momentos de un hombre que había alcanzado a lo más alto del poder humano; pero el mismo Pericles era quien reclamaba el título que había de hacerlo digno de la veneración de la posteridad. Petion el Bueno murió COfQO había vivido, sin acordarse de sí mismo; y sus conciudadanos han sido los que han inscrito sobre. su tumba estas palabras dignas de Pericles el Olímpico: .. No hizo derramar lágri· mas sino· al morir." y nosotros, ciudadanos, después de esas luchas. ;;embradas, como las nuestras, de dificultades que parecían insuperables y no más crueles que las nuestras, ¿qué tenemos que desear?; ¿qué debemos esperar? ¿Desear? Para nuestros enemigos... Seamos liberales como Peti9n; apliquemos el principio muy democrático: "que su maldad sea su castigo". ¿Podremos acaso pedir más contra ellos? .. mientras sigan siendo idénticos a sí mismos; mientras no se vea en medio de ellos ni una sombra de generosidad, mientras --oprobio de los pueblos y cargadas de las imprecaciones de la humanidad- ¡SUS mismas esposas se vean condenadas a no engendrar sino monstruos iguales a los negreros y a los volun: tarios de Cuba!. .. y ¿esperar? -¡Para nosotros ... ! ¡Seamos la generación del sacrificio, y firmes y constantes en nuestros propósitos, para nosotros esperemos solamente la lucha nefanda, incansable, los dolores sin tregua, el destierro, el martirio, la muerte! Mas para nuestros hijos; el hecho venturoso de su independencia indomable -legado nuestro-, la gloria inefable de no pertenecer al extranjero, de ser dueños de sí mismos, 10 que es la felicidad suprema, inclinados ante el solo imperio de la justicia y bajo el cielo dulcísin;lO de la patria libre e independiente.
1." Diciembre de 1870.
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Bibliografia Puertorriqueña 1970 (Segunda Parte)
AGOSTINI DE DEL Rlo, AmeJia: Puertorriqueños en Nueva York (Cuentos). New York. Colección Montaña. Editorial Mensaje, 111 págs. Colección de relatos sobre los boricuas en Nue\'a York. donde la autora expresa "mis nostalgias por la tierra donde aprendí a amar y a compadecer. nostalgias que hago sentir a algunos de los compatriotas" que aparecen en el libro. ALONSO GARetA, Amado: Motivos en az.ul (Poemario). - San Juan, Negrón, Impresor, 112 págs.; portada: Tony Maldonado. El poeta declara que "mis poemas. emanaciones de mi espíritu. están huérfanos de atrevidas metáforas modernistas. y sin el sello de los ateneístas... " ALVAREZ ROOIÚGUEZ. Agustín: Florecer de recuerdos. Vega Baja, P. R.• 54 págs.; prólogo: Pedro J. Brull. El autor. nacido en Vega Baja en 1891. cultiva la poesía romántica y el verso epigramático y festivo. El volumen contiene algunos "cuentos verídicos"_ ALVAREZ STEFANI. José: Cristo vive en mi Iglesia. Santurce. Impresos Gil. 40 págs. El autor, evangélico, señala en el prólogo que su propósito es apuntar "errores para que se corrijan y así honrar a Cristo que es tu Iglesia y la mía". ARANA-SOTO. Salvador: Luis Muñoz Rivera: Savia " sangre de Puerto Rico; Cuarta Parte: Murioz Rivera-José de Diego: La disidencia independentista. - San Juan. Puerto Rico. 164 págs. De esta obra de cuatro partes sobre Luis Muñoz Rivera, se ha publicado anteriormente otro volumen: Patria y pensamiento (1968). --: Las poesías del Doctor Cayetano Coll ). Toste. San Juan. Puerto Rico, 148 págs'.; ilustrado. Aparte de datos biográficos y bibliográficos. con· tiene trabajos sobre los poemas del médico arecibeño (incluyendo su traducción de El Rubaiyat de Ornar Khayyám); sobre el Arecibo literario y sobre el tema de los médicos y la medicina en la obra del escritor. --: Puerto Rico: Alma y paisaje. - San Juan. Puerto Rico. 86 págs. Contiene diversos trabajos centrados en la doble temática del alma y el paisaje de la Isla. )' un ensayo final sobre la hamaca.
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BAIZ DE GELPI, Eisa: Meet the Essav. - Universidad de Puerto Rico. University of P~erto Rico Press, 180 págs. Antología introductoria al estudio del ensayo en inglés, para estudiantes universitarios de habla hispana. BARRETO DE COLÓN, Heradina: Manual de Español Comercial. - (Lecturas y Ejercicios); Universidad de Puerto Rico, Editorial Universitaria. 268 págs. Antología de lecturas y sección de ejercicios para estudiantes de los cursos universitarios de psicología de la comunicación. BAYRÓN TORO, Fernando: Análisis electoral de Puerto Rico (División y revisión de los distritos). - San Juan, Editorial Caqui. Ediciones Borinquen, 120 páginas; introducción: Emilio M. Colón. El estudio es una tesis presentada para obtener la Maestría en Administración Pública en la Universi· dad de Puert" Rico. BIBLIOTECA REGIONAL DEL CARIBE: Bibliografía actual del Caribe (Current Caribbean Bibliography; Bibliographie Courante de la Caraibe). - Vol. 19, 1969. Compilada y editada por el personal de la - - . , Hato Rey, Puerto Rico. Corp. de Desarrollo Económico del Caribe, 1970, Pat:e 1: 155 págs.; Parte II: 104 págs.; introducción: María E. A. de Cardona. La obra tiene 1.626 asientos que corresponden a igual número de libros. folletos y artículos publicados durante el año 1969 en el Caribe o sobre países de la región. CARRERAS. Juan: Santiago Iglesias Pantin (Su vida, su obra, su pensamiento; Datos biográficos; Epoca: 1896 a 1940). - San Juan, Editorial Club de Prensa. 242 págs.; prólogo: Luis VilIaronga. Segunda edición de la obra, publicada originalmente en 1967, sobre la labor del líder del Partido Socialista Puertorriqueño. CASTRO, Paulino: El gobernador Ferré debe revisar su Itistoria de Puerto Rico. - San Juan, Editorial Betances, 20 págs. El autor refuta, desde el punto de vista nacionalista, aspectos del discurso del Gobernador a la Le· gislatura el 14 de enero de 1970.
CRUZ MONCLOVA, Lidio: Historia del aiio 1887. - Uni· versidad de Puerto Rico, Editorial Universitaria, 385 págs. Nueva edición de la obra que narra los sucesos del mando del gobernador Romualdo Palacio y la época de los "campantes" en Puerto Rico. CUEVAS, Clara: Cdrcel del tiempo. - San Juan, Edi· torial Cordillera, 106 págs.; prólogo: Abelardo Díaz Alfara. La autora de dos poemarios, colecciona su primer libro de relatos, que el prologuista describe como "cuentos esquemáticos, breves, apretados, que regis. tran sorprendentemente el tiempo agónico, vertiginoso, que nos tocó vivir". DELGADO CINTRÓN, Carmelo: La enseñanza del Derecho en Puerto Rico, 1790·1840. - Colegio de Abogados de Puerto Rico, Instituto de Historia del Derecho Puertorriqueño, separata Revista del Colegio de Abogados, págs. 389-411. Historia de la enseñanza del Derecho en la Isla desde que en 1790 el presbítero José M.' Ruiz Peña solicitó de España el establecimiento de una cátedra de Jurisprudencia.
--: El Ilustre Colegio de Abogados de Puerto RicoApuntes para su historia, 1840-1970. - Colegio de Abogados de Puerto Rico, Instituto de Historia del Derecho Puertorriqueño, 41 págs. Constituye, en tirada aparte, la sección introductoria del titulo que se reseña a continuación. --: Libro de Matrículas del Ilustre Colegio de Abogados de Puerto Rico. - Transcripción, introduc· ción, notas al alcalde, apéndices, índices y edIción de - - - - - . Colegio de Abogados de Puerto Rico, Instituto de Historia del Derecho Puertorriqueño, 156 págs. Subtítulo: Abogados Puertorriquoños de 1840 a 1910. Transcripción anotada del registro oficial del Colegio de Abogados, durante sus primeros setenta años, por uno de sus miembros. DEPARTAMENTO DE INSTRUCCiÓN PtlBUCA: Lecturas bdsi· cas sobre Historia de Puerto Rico. - Escuela Superior. Puerto Rico, Editorial del Departamento de Instrucción Pública, 514 págs. Colección de ensayos, selecciones y documentos para usarse como fuente de información en el curso de Historia de Puerto Rico que se ofrece en la escuela superior.
--: Programa de Español: Normas de puntuación y ortografía. - Puerto Rico, Departamento de Ins· trucción Pública, 24 págs.; prólogo: Carmen R. Díaz de Olano y Carmen Gómez Tejera. Se propone "ofrecer una fuente adicional de con· sulta sobre (ortografía y puntuación) para todo el personal docente y técnico de la escuela puertorri· queña". ESCAB!, Pedro C. (editor): Morovis: Vista parcial del folklore de Puerto Rico (Estudio etnográfico de la cultura popular de Puerto Rico). - Universidad de Puerto Rico, Centro de Investigaciones Sociales. Facultad de Ciencias Sociales, 381 págs.: prólogo: Ricardo E. Alegría; ilustraciones: Rafael Rivera Rosa.
Volumen inicial de un abarcador estudio sobre la cultura popular de Puerto Rico. La obra viene acompañada de un disco de 45 r.p.m., con cuatro canta:-es folklóricos de la región de Morovis. FERNÁNDEZ MJ!NDEZ, Eugenio: Las encomiendas ). la esclavitud de los indios de Puerto Rico, 1508-1550.San Juan, Ediciones El Cerní, 82 págs. Es una tercera edición, esta vez ilustrada, de la obra que salió originalmente en 1966. --: El significada hislórico del Grita de Lares. Río Piedras, Tipografía Porvenir, 1970, s.p. . Ensayo histórico sobre el Grito de Lares (18681. centrado en la figura del doctor Ramón Emeterio Betances. FONT, Cecilia R.: Cosas de la danza de Puerto Rico. Madrid, Artes Gráficas Ibarra, 30 págs. El autor fija su ensayo en la danza puertorrique· ña, apoyándose en la historia y en el testimonio de numerosos escritores. FORCEllEDO DE RODRíGUEZ, María E.: El Kindergarten como parte de la escuela elemental. - Edición revisada. Universidad de Puerto Rico, Editorial Uni· versitaria, 151 págs. La obra, destinada a los maestros puertorrique· ños, centra su interés en el jardín de la infancia" como primer puente entre el hogar y la escuela. M
FRANCO OPPENHEIMER, Félix: Del tiempo y su figura.Segunda edición; Río Piedras, Editorial Edil, Co· lección Poética Edil, 120 págs. Nueva edición del poemario publicado original. mente en 1956. El hombre y su angustia, de 1950, fue la primera obra del autor.
--: Estas cosas asE fueron. - Segunda edición. San Juan, Editorial Club de Prensa, 94 págs. Nueva edición del poemario publicado originalmente en 1966; esta vez trae prólogo y epílogo del escritor puertorriqueño residente hace años en Ve· nezuela: Dr. Clemente Pereda. GARES, Tomás R.: Frutos de una nueva cosec/la. Nueva York, Sociedad Puertorriqueña de Escritores, 140 págs.; prólogo: María Teresa Babin. Segundo libro del poeta puertorriqueño residente hace largos años en Nueva York, donde publicó Agridulce en 1969. GARRASTEGUI, Juan: La altura (Novela corta para ni· ños). - Buenos Aires, Imprenta López, 46 págs.: prólogo: Carmen Gómez Tejera. El autor, quien como supervisor de escuelas trae bajó en diversos pueblos, ha escrito, según la prologuista, una obra "llena de excitantes aventuras que sin duda interesarán a los muchachos preadolescen· tes y adolescentes". GONZÁLEZ, Ricardo Raúl (editor): Puerto Rico 110." (1956-1970) - Bayamón, Gual, 134 págs. Información sobre Puerto Rico, desde el descubri· miento hasta nuestros días, con ilustraciones. GONZÁLEZ PEÑA, Rafael: Honras póstumas a la memoria de un joven militar: Manuel R. Gonzále:. Maldonado. - San Juan, Puerto Rico, 238 págs.
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Libro recopilado por el padre de un joven militar puertorriqueño que murió en la guerra de Vie:nam en 1965. GONZÁLEZ PORTER, Carmen: Aventura en la Antártica. - Puerto Rico. Editorial Departamento de Instruc· ción Pública, 143 págs.; prólogo: Evelyn Cruz. La obra lleva el subtítulo: Narración de Viajes, para uso del programa de Estudios Sociales.
--: La vida en un Kraal africano. - Puerto Rico, Departamento de Instrucción Pública, 85 págs. Lecturas de viajes sobre Africa para los estudiantes de las escuelas públicas. --: La vida esquÍlllal en el .Artico. - Puerto Rico, Editorial Departamento de Instrucción Pública, 145 págs. . Otro libro de la serie: Narraciones de viajes, para uso del programa de Estudios Sociales. HERNÁNDEZ JIMtNEZ DE LEÓN, Carmen: Legislacióll bibliotecaria de -Puerto Rico. Sus implicaciones en la adquisición de materiales y en el desarrollo general del programa. Humacao, Sociedad de Bibliotecarios de Puerto Rico, 13 págs.; Cuadernos Bi· bliotecológicos, núm. 1. Estudio sobre las leyes que rigen el establecimiento v funcionamiento de bibliotecas en la Isla, con el cuál inicia la Sociedad de Bibliotecarios sus Cuader· nos Bibliotecológicos. HERN,<NDEZ VALES, Pedro: Die;: ensayos. - Utuado, Editorial UBEC, 67 págs. Preedición de los ensayos inéditos del autor, recopilados por su hijo, el doctor Pedro Hernández Para· liticci, director de la Editorial UBEC.
--: Eswdiantilla, a Una carrera sorprendel1le. Novela corta. Utuado, Editorial UBEC, 12 pags. Preedición de esta· obra inédita del médico utuadeño fallecido, publicada en el aniversario 50 de la Escuela Superior de Utuado. HOMENAJE A CARLOS MARICHAL. - Sexto Festival de Teatro Internacional. Durante la función inaugural de La Comedia Puertorriqueña, 4 de junio 1970; 12 págs. Se señala que "este libreto 10 suman a su recor· dación un grupo de amigos de Carlos Marichal", aro tista español que convivió en Puerto Rico de 1949 hasta su muerte en 1969. LEGORBURU, José: Ortografía del espaiiol (Libro del estudiante). - Río Piedras, Editorial Cultural, 93 páginas. El libro, destinado al estudiante de Puerto Rico, tiene un capítulo titulado: "Vocabulario típico puertorriqueño". . LÓPEZ·REY y ARROJO, Manuel: El tratamiento de los reclusas " los derec1ws IlLIl1lanos en Pc.erto Rico. San Juan, Comisión de Derechos Civiles, 220 págs. El criminólogo español también ha publicado bajo el patrocinio de la Comisión de Derechos Civiles su: "Estudio penal y criminológico del Proyecto del Código Penal de 1967 para Puerto Rico".
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LÓPEZ SURIA, Violeta: Antologia poética. - Universi. dad de Puerto Rico, Editorial Universitaria, 262 paginas; selección y prólogo: Juan Martinez Capó. Selección de la producción de. la poetisa puertorriqueña, de sus quince poemarios publicados de 1953 a 1965. además de poemas no recogidos en el libro. LLUCH TORRES, Myrna: Capullos (Poemas). - Mava. güez, Imprenta y Litografía Torres, 34 págs.; prólogo: Sigfredo Lugo Toro. La joven autora, natural de Cabo Rojo, reúne un escogido de sus versos en este primer poemario. MALDONADO. Rita M.: The Role of the Financial Sector in tlle Economic Developmem of Puerto Rico. Federal Deposits Insurance Corp., 152 págs. Estudio sobre el papel del sector financiero en el desarrollo económico de Puerto Rico, por una profesora de Finanzas del Recinto Universitario de Río Piedras. René: La carrera. - Río Piedras, Editorial Cultural, 172 págs.; prólogo: María Teresa Babin. Comedia en tres actos: El campo, El arrabal, La metrópolis. Es la séptima edición. MAROU~S,
--: Teatro (Tomo 1J. - Segunda edición; Río Pie· dras, Editorial Cultural, 325 págs. Incluye tres obras: "Los soles truncos", "Un niño azul para esa sombra" y "La muerte no entrará en palacio". La edición original es de 1959. --; Purificación en la Calle del Cristo (Cuento~ " Las soles truncos (Comedia trágica en dos actos).":' Río Piedras, Editorial Cultural, 84 págs. - - : Un niiio azul para esa sombra. Editorial Cultural, 119 págs.
Río Piedras,
--: La mueNe no entrará en palacio. - Río Picdras, Editorial Cultural, 147 págs. Las tres obras teatrales anteriores son ediciones individuales de las obras incluidas en "Teatro (Tomo 1)". --: La víspera del IlOmbre. - Segunda edición; Río Piedras, Editorial Cultural, 286 págs. Obtuvo el premio de novela del Ateneo Puertorri· queño en 1958 y el Premio de Novela Iberoamericano de la Fundación WilIiam Faulkner en 1962. Primera edición: 1959. MARTtNEZ, Luis: Contorno y dimorno en la poesía de Arturo Gómez Costa. - Madrid, Escelicer, 32 págs. Estudio que se incluyó en el libro "Las luces en éxtasi~", de Gómez Costa y se publica ahora aparte. MAnE SANTIAGO, Beatriz: Siembra para no decir adiós. - Puerto Rico, 34 págs.; estarcido. Colección de catorce poemas de amor; primera producción de la joven poetisa universitaria. MEDINA LUGo, Irma: De mi lira blanca. - Madrid, Graf. Almore, 86 págs.; poemas. La autora divide su poemario en cuatro secciones: Color, Naturaleza, Tesoro e Intimas.
MEDINA MAISONAVE, Alberto: Amor prohibido (Roman· ce). - Hato Rey, Editorial Nacional. 104 págs. El autor, que llama su poemario "Miniautobiografía", lo divide en cuatro partes: Notas al lector e introducción; Preliminares; Cuerpo y Epílogo. MELÉNDEZ, Concha: Personas y libros. - Vol. 12, Obras completas; San Juan, Editorial Cordillera, 210 pá. ginas. Notas críticas y ensayos divididos en tres secciones: Puerto Rico, España e Hispanoamérica. Figurará con otras obras en volumen colectivo del Instituto de Cultura PU,ertorriqueña.
--: El arte del cuento en Puerto Rico. - Segunda edición; Vol. 14, Obras completas; San Juan, Edi· torial Cordillera, 420 págs. Antología crítica del cuento desde la generación de 1930. Se incluye un nuevo cuentista -Luis Rafael Sánchez- que no Se incluyó en la edición de 1961. Figurará con otras obras en volumen colectivo del Instituto de Cultura Puertorriqueña. MÉNDEZ SANTOS, Carlos: Nuestra familia (Artículos periodísticos). - Ponce, Universidad Católica de Puerto Rico, Ciencias Sociales, Folleto núm. 4; 37 páginas. Contiene artículos sobre investigación social y la sociología de la familia, la familia de ayer y el ma·· trimonio. MORALES, Luis Manuel: El valor curativo de la espe· ralna. - San Juan, Editorial Cordillera, 40 págs. Discurso de instalación del doctor Morales en la Academia de Artes y Ciencias de Puerto Rico, el 23 de agosto de 1969, y la respuesta de monseñor Rafael Gravas. O'NEILL, Ana María: Etica para la era atómica. Traducción del inglés por Rita O'Neill. Universidad de Puerto Rico, Editorial Universitaria, 461 págs. La primera edición es de 1960. Traducción de la obra en inglés EtI,ics for the Atomic Age, que a la vez es una ampliación de The Intangible Frontier, con la cual la autora obtuvo único premio en certamen internacional de la Universidad de Northwestem. O'NEtLL, Arturo: Hallazgos del camino (Versos). San Juan, Cooperativa Artes Gráficas Romualdo Real. 115 págs. El autor señala que los poemas incluidos "son solamente parte, tal vez la mayor, de cuantos he escrito hasta el presente, a pesar de que los primeros los escribí cuando sólo contaba nueve años". ORTO LAZA, Cruz: Suelios de felicidad. Ponce, Imprenta Universitaria Inc., 24 págs. Colección de prosas breves, que el autor ponceño divide en dos partes. PACHECO, Antonio (Dr.): Desarrollo histórico >' legal de la Junta Examinadora de Optómetras de Puerro Rico (1898 a 1970). - Puerto Rico, Imprenta Moreno, 19 págs.; prólogo: Dr. Eugenio Femández Cerra. El autor, perteneciente a una familia de optóme. tras. señala que prepara un trabajo más abarcador
titulado: "Desarrollo Histórico y Legal de la Optometría en Puerto Rico". PALMA, Marigloria: Teatro infantil. - San Juan, Puer· to Rico, 212 págs. La conocida poetisa recoge nueve obras de teatro infantil, en prosa y verso. Publicó anteriormente: "Teatro para niños". Juan Augusto y Salvador: Bolívar en Vieques.Ateneo Puertorriqueño y Sociedad Bolivariana de Puerto Rico, 7 págs.; prólogo: Vicente Géigel Polanco. Ensayo histórico de 1930, publicado con motivo dI: la instalación de un busto del Libertador en la plaza de Vieques, el 23 de julio de 1970. FEREA,
PESQERA DE HERNÁNDEZ, Blanca, et al: Otros tiempos y otras tierras. - Puerto Rico, Editorial Departa· mento Instrucción Pública, 190 págs. Obra destinada a las escuelas, dividida en tres partes: Las viviendas de ayer y de hoy; El mundo está de fiesta, y Amigos de otras tierras. Coautoras: Gloria Virella de G~mán y Teresa Berrfos de Ortiz. PLAZA, Julio: Signspaces 1967-69. - Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagiíez, Facultad Artes y Ciencias, s.p. Reproducciones de obras del artista Julio Plaza, quien también diseñó el libro. La obra fue publicada por la Oficina de Infonnación y Publicaciones del Re· cinto. QUILES DE LA Luz, Lillian: Cómo usar la biblioteca ~' sus recursos. - San Juan, Sociedad de Biblioteca· rios de Puerto Rico, 14 págs. Cuadernos Bibliotecalógicos núm. 2. Incluye un estudio de los departamentos y salas de la Biblioteca General de la Universidad de Puerto Rico. QUINTANA, Héctor: Primer amor. - Mayagiíez, Puel'to Rico; s. pág.; s.p.i. El autor recoge veintiún poemas, donde "no estoy presentando solamente mi persona, sino las cosas de la naturaleza que podemos palpar lo mismo con las manos que con la vista o nuestro pensamiento". QUIÑONES DE PÉREZ, Josefina, et al: Máquinas de ofi. cina. - Universidad de Puerto Rico, Editorial Universitaria, 168 págs.; ilustrado. Manual sobre el funcionamiento de ·las principales máquinas de oficina. Son coautoras: Blanca L. CasIro de Badillo, Crucita Benítez de Avila, Rosa A. Vals de Tirado y Eva Segarra de Garcia. RIVERA DE ALVAREZ, Josefina: Diccionario de literatura puertorriqueña (Tomo I • Panorama histórico de la literatura puertorriqueña). - San Juan, Institu· to de Cultura Puertorriqueña, 577 págs. Este ~rimer tomo, que constituye una historia de la literatura puertorriqueña, es la introducción al diccionario en sí; que circulará en un segundo volu· men, revisado y aumentado y puesto al día hasta 1967. ROMANO, Dora M.: Cocine conmigo. - San Juan, Puerto Rico, 406 págs. La autora, quien trabajó durante años con el Departamento de Instrucción Pública de Puerto Rico,
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incluye recetas típicas de nuestra tierra, así como algunas de la cocina internacional". ROSARIO NATAL, Carmelo: El debate sobre el origen de la actual bandera puertorriqueña: VII análisis crítico. - Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, Biblioteca de Extramuros, Cuadernos de Historia núm. 2; 13 págs. El autor se inclina a aceptar la tesis de Robert H. Todd, en el sentido de que la idea de la bandera parte de Manuel Besosa. SABATER, Priscilla:Virones del alma. Poemas. - Hato Rey, Esmaco Printers, 55 págs.; prólogo: Tony Montesenn. Primer libro de la poetisa, que en la introducción expresa su deseo de "tratar de comunicar las más hondas emociones que me ha deparado la vida". SANTA-PINTER, J. J.: Coats 01 Arms of Puerto Rican Universities. - Neuchatel, sobretiro de Archivum Heraldicum, núms. 2·3, 1970. Historia y descripción de los escudos de armas de las universidades puertorriqueñas.
- - : El turismo en el Caribe (especialmente en Puerto Rico). - Madrid, s.p. Es una separata del ensayo aparecido en Estudios Turísticos, núm. 26. SIMPSON, George Eaton: Religious Cults 01 tlle Carib· bean: Trinidad, Jamaica and Haiti.. - Universidad de Puerto Rico, Instituto de Estudios del Caribe, 308 págs.; prólogo: Thomas Mathews. El autor, profesor de.Oberlin College, Ohio, incluye trabajos sobre los cultos religiosos de las islas de Trinidad, Jamaica y Haití, en el Caribe. SOLÓRZANO~
Carlos: Teatro breve hispanoamericano; selección, prólogo y notas por . Madrid, AguiJar, 358 págs. Entre las obras breves recogidas figura: "Cuento de hadas", del dramaturgo puertorriqueño Francisco Arriví. SOTO, Pedro Juan: Spiks. - Río Piedras, Editorial Cultural, nueva edición. ' Incluye siete cuentos que se desarrollan en Nueva York, con seis "miniaturas" intercaladas. El título se refiere "al calificativo denigratorio que reciben en Nueva York los inmigrantes puertorriqueños".
--: Temporada de duendes. - México, Editorial Diógenes, 234 págs.; novela. Ultima novela del joven escritor, que arranca, se· gún los editores, de "la irrupción de unos 'peliculeros' en cierta pequeña aldea de Puerto Rico". --: Usl1tail. - Segunda edición. Río Piedras, Editoril}l Cultural, 316 págs.
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Nueva edición de la novela que se publicó arginalmente en 1959 y que se desarrolla principalmente en el escenario de Vieques. TOLLINCHI, Esteban: Demonio, arte y conciencia: Doktor Faustus de Thomas Mann. - Montevideo, Arca; Colección Ensayo y Testimonio, 292 págs. Estudio de la novela del escritor alemán, en el cual, inclusive, el crítico puertorriqueño ha traducido algunos capitulas claves, comentándolos. TORO, Ramón Juan: Mi cofre de recuerdos. - San Juan, Ediciones Juan Ponce de León, 179 págs. Recoge el autor en este, su primer poemario, poemas de tema familiar, amor, histórico y humorístico. TORO SEPA, Sonia: La educación física como parte del currículo etl todos los niveles de enseñanza en Puerto Rico. - Puerto Rico, Editorial Departamento Instrucción Pública, 85 págs.; prólogo: Ra· fael Pont Flores. Estudio de la disciplina de la educación física en la escuela puertorriqueña por una profesora de la Universidad Católica de Puerto Rico. TORRES, César G.: Resolana (Antología poética). Nueva York, Colección Mensaje núm. 3D; 142 págs.; prólogo: Odón Betanzos Palacios. El autor, nacido en 1912 en San Sebastián, reside en Nueva York hace 35 años y ha publicado: "Flores entre páginas" (1932); "Abanico de fuego" (1944) y "Aromas de limón" (1947). VALLE, Irma del: Ensoñación (Versos de amor). San Juan· Nueva York. Plus Ultra Educational Publishers Inc., 143 págs. Segundo libro de la autora (residente en Nueva York), quien anteriormente publicó "Versos para ti", VARGAS P~REZ, Ramón: Un poeta sin versos y una an· gustia. - Nueva York, Colección Mensaje núm. 21, 39 págs.; prólogo: Odón Betanzos' Palacios. El autor, nacido en San Sebastián en 1941, publicó en 1960 un folleto poético: "Fuente turbia", y en 1962 el poemario "Despojos". VÁZQUEZ BOTE, Eduardo: Significado auténtico de la planificación democrática como elemento componente de la administración pública en el estado de derecho y el problema de su existencia en Puerto Rico. - Ponce, 1969·70; separata de la Revista de Derecho Puertorriqueño, págs. 619·738. Señala el autor que escribió el trabajo en 1968 "a titulo de contribución particular en el XX aniversa· rio de la Declaración Universal de los Derechos del Hombre". VIENT6s GASTóN, Nilita: Puerto Rico y la cultura de la pobreza. - Sobretiro de Cuadernos Americanos, núm. 1, enero-febrero 1970, págs. 32-45. Estudio de la obra "La Vida", de Osear Lewis, al aparecer la versión en español.
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