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Desterrada | Francisca Caporali

DESTERRADA

| Francisca Caporali

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Jahir Jorquera nació en María Elena, que se define con orgullo como la última ciudad salitrera del mundo; mientras que Simone Cortezão es una artista mineira, al igual que yo. Llevamos en nuestras identidades la actividad económica que marca la historia del estado donde nacimos, Minas Gerais, Brasil.

El contexto de las actividades extractivas, así como las contradicciones que imponen en la vida de quienes habitan regiones que dependen económicamente de ellas, es tan fuerte que se mezcla con la cultura e identidad.

Esta muestra es el resultado del desplazamiento de estos dos artistas. Simone viajó de Brasil a Chile en enero del 2020 y Jahir tomó la ruta opuesta en marzo del mismo año. Sus viajes fueron el resultado de una cooperación entre JA.CA - Centro de Arte y Tecnología y la Corporación SACO, orientada a que ambos construyeran reflexiones sobre los territorios de Jardim Canadá y Antofagasta. El intercambio pretendía reflexionar sobre el fracaso de un contexto marcado por el colapso del modelo de explotación y su impacto en poblaciones que viven en constante estado de alerta.

En sus viajes los artistas buscaron, más que cuestionar la actividad minera, comprender cómo sus experiencias y vivencias se relacionan con un paisaje tan diferente y a la vez reconocible.

Los paisajes hermanos de estos dos lugares del sur del mundo se construyeron sobre las fotografías de Simone, ventanas que acercan Minas a Antofagasta, y donde difícilmente se distingue uno de otro. Los dípticos sugieren el impacto de siglos de despojo de tierras, y nos ofrecen trazos de cómo las instalaciones de la industria extractivista y, por tanto, la vida, se vuelven efímeras ruinas sin historia en ambos puntos. Simone buscó rastros del pasado para comprender cómo fueron algunos de los momentos vividos, creando un pequeño álbum fotográfico donde una secuencia de fotos llena algunos de los espacios reclamados por el polvo del desierto.

Durante su estadía en Jardim Canadá, Jahir se propuso desenterrar recuerdos familiares y referencias de su propia historia de vida en la cultura brasileña. Nombrado en honor a uno de los jugadores famosos de los ochenta, Jairzinho, el artista llega a Brasil en un momento en que su nombre adquiere nuevas dimensiones para su población. “É melhor JAIR se acostumando!” (“¡Será mejor que te acostumbres a JAIR!”) fue una de las frases que marcó el convulso proceso electoral en que resultó elegido Jair Messias Bolsonaro como presidente de Brasil. Con la elección del nombre, el padre del artista chileno esperaba reflejar la

destreza deportiva y la virilidad del homenajeado en su hijo, aspectos de la cultura patriarcal que marcan nuestras identidades nacionales.

El viaje de Jahir se vio interrumpido abruptamente por la propagación del virus, así como a Simone y a mí nos impidió regresar a Chile para participar del montaje de esta exposición. En este contexto pandémico, entendemos que se vuelve más urgente repensar la forma en que nos relacionamos con la tierra, con los territorios y con el impacto de todo lo que, en la contemporaneidad, se mueve velozmente por el mundo: capital, materia, personas y virus.

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