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Mujeres célebres

MUJERES VALENCIANAS CÉLEBRE res

MANUELA BALLESTER VILASECA PINTORA Y GRAFISTA DE VANGUARDIA ( } Vivir a la sombra del pintor Josep Renau n o f u e i m p e d i m e n t o para que Manuela Ballester, pintora e ilustradora, desple - g a r a s u p a r t i c u l a r e i n s ó l i t o t a l e n t o , ú n i c a m e n t e f r e n a d o por la llegada de la Guerra Civil y la necesidad del exilio.

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anuela Ballester nació en Valencia en 1908 dentro de una familia de artistas. Su padre era Antonio Ballester Aparicio, escultor y profesor de la mítica Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, allí donde se formarían artistas de la talla de Ignacio Pinazo.

Con solo 14 años Manuela se matriculó en esta escuela en la disciplina de pintura -mientras que su hermano Tonico se especializó, como el padre, en escultura-. Ella fue una de las primeras mujeres en lograrlo. Tras ganar un premio de retrato se costeó un viaje a Madrid para conocer de cerca las pinturas de sus grandes maestros: Goya, El Greco y, sobre todo, Velázquez. Después de este viaje que cambiaría su concepción del arte, Manuela optaría por adherirse al realismo. Sin embargo, en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos, Manuela se unió al grupo liderado por el pintor Josep Renau, conocida como la Generación Valenciana de los Treinta. Se trataba de un grupo de estudiantes alternativos, rebeldes y amantes de las vanguardias artístico-sociales. Allí se enamorará de Josep Renau que se convertirá en su marido y padre de sus seis hijos. Pero antes de que esto sucediera, Manolita -como así la conocían- ya publicaba en periódicos e M

ilustraba portadas de libro, siendo conocida por la prensa de la época como una «joven pintora valenciana que da el primer paso firme en su carrera artística». Con el noviazgo de Manuela Ballester y Renau se proclamaba la Segunda República. Comenzaría en

tonces una efervescencia cultural, política y social protagonizada por mujeres. Manuela se afiliará como su novio al partido comunista y, un año después, en 1932 contraen matrimonio. Fue el mismo año en el que la artista participa en la Manifestación de Arte Novecentista organizada por el crítico de arte Manuel Abril en el Ateneo Mercantil de Valencia.

Tras la derrota del bando republicano muchos artistas e intelectuales afectos a la República tuvieron que marcharse al exilio. Este fue el caso del matrimonio formado por Ballester y Renau. Manuela huyó con su hija Julieta y su hijo Ruy. Le acompañaba su madre Rosa y sus hermanas Rosa y Josefina -con las que ya en México instaladas fundaría un taller de grabado llamado Las Ballester. Contaba Manuela que en esta huida vivieron todo tipo de penalidades: se quedaron sin alimentos y se perdieron. Renau pudo reunirse con su familia en Toulouse de Llenguadoc. El 6 de mayo de 1939 salieron de Francia en el barco Vendamm y llegaron a Nueva York once días más tarde. Finalmente llegaron a México por la ciudad de Laredo. Allí comenzaría su segunda gran etapa vital. Manuela Ballester definiría de manera precisa su país de acogida en su artículo “México, colores, contraste y costumbres”, incluido en el libro Mujeres del mundo entero (1961). Manuela, antes de su exilio a México, mostró su interés por la indumentaria, en dos de sus grandes vertientes, la moda contemporánea y el traje tradicional. Al no poder continuar con su proyecto de estudio sobre el traje español y valenciano, aprovechó el material que tenía a disposición en México y se centró en un proyecto de publicación sobre el traje popular mexicano. En su país de acogida Manuela daría clases de pintura y alfabetizará a las criadas indígenas. Allí realizó conjuntamente con Josep Renau paneles decorativos en el Hotel Lincoln de México y en el Hotel Casino de la Selva en Cuernavaca.También consiguió el Primer Premio en el Concurso Nacional de Carteles para el Primer Centenario de los sellos de México.

Durante su estancia en México participaría en la Exposición colectiva en el Círculo de Bellas Artes de México (1954), en la Primera Exposición Conjunta de Artistas Españoles (1956) y en la de Artistas Valencianos en la Casa Regional Valenciana de México (1959). Justo este año, 1959, supondrá el último punto de inflexión en la vida de Manuela, cuando se marcha a Berlín, siguiendo los pasos de su marido y abandonando a uno de sus hijos.

Los años en Berlín fueron tristes. No sólo porque no dominaba la lengua y había dejado atrás a familia y amigos para seguir a su marido, que había decidido seguir su trayectoria teórica y práctica de fotomontajes, conferencias y murales al aire libro. Manuela se convirtió en ama de casa y las cosas en el matrimonio comenzaron a ir mal, pues ambos tenían inquietudes artísticas. En 1962 se separaron pero Manuela siempre siguió amando a Renau que fallecería 20 años más tarde en esa misma ciudad. La esposa de Renau fue enterrada junto a su marido doce años más tarde, en 1994, en Alemania. Renau, por su parte, legó todas sus pertenencias a la que había sido su mujer y madre de sus hijos. En el documental “El llanto airado”, una de sus hijas recuerda cómo Renau -ya separado de Manuela- le hablaba con nostalgia y amor de las bellas manos que tenía su madre. Unas manos, por cierto, que sirvieron de modelo para muchas de sus pinturas. m

Chelo Plaza

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