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POR: RUBDHY STELLA VARGAS; MENTAL HEALTH COUNSELLOR STELLAVG8@HOTMAIL. COM

Con todo lo que está sucediendo con el coronavirus, mucha gente se ha sintonizado con el miedo y está entrando en pánico, ahora no tenemos otro tema de que hablar sino todo es de lo mismo.

Realmente los invito a no tener miedo ya que es una emoción que según algunos estudios es la que más consecuencias produce en nuestro organismo, como bloquearnos, paralizarnos, tener taquicardia, sudoración, estrés, ansiedad, perdida de sueño, y en muchas ocasiones no nos deja pensar con claridad.

También nos baja nuestro sistema inmune, es decir nos baja las defensas y de esta manera estamos más propensos a que cualquier enfermedad o virus nos ataque.

Por supuesto, hay que tomar precauciones necesarias, como todas las que nos han recomendado y también cuidar nuestra alimentación, que sea sana y también nuestra mente, es decir si sabemos que nos afecta o somos muy sensibles a las noticias, pues no hay que mirarlas, eso es cuidar nuestra salud mental.

Ahora miremos la parte positiva de toda esta situación y es que este virus nos está obligando a hacer un pare en nuestra vida, una pausa y estar quietos en casa, ya que la pasamos en la calle corriendo para un lado y otro.

Nos obliga a ser responsables de nosotros mismos es decir de cuidarnos y cuidar al otro, porque de nuestras acciones, depende la suerte de los demás, y del comportamiento de los demás depende lo que pasara con nosotros, porque todos estamos metidos en este virus.

Nos está obligando a valorar el reunirnos, el poder estar en familia en nuestras casas y compartir tiempo con nuestros seres queridos sean nuestros hijos, padres, hermanos, pareja, etc. Aprovechemos para conversar, para jugar, bailar, leer, ver una buena película, pintar, y todo esto en familia, saquemos a flote nuestra creatividad y disfrutemos al máximo este tiempo obligatorio. Y cuando pase toda esta situación lo más seguro es que vamos a valorar el poder tomarnos un café en la calle con un amigo(a), el poder abrazarnos, el poder tocarnos, o darnos un beso al saludarnos, el poder volver a ver a nuestra familia que no pudimos ver.

Encontré este párrafo, no sé quién es el autor pero se los comparto: “Todo sanara Tu cuerpo sanara. Tu corazón sanara. Tu mente también lo hará. Tú alma se reparara así misma y la felicidad volverá a tu vida, porque los tiempos malos vinieron a enseñarte algo, no a quedarse”.

Recuerda: NO TE SINTONICES EN EL MIEDO

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HABLANDO CLARO

LOS MENDIGOS POLITICOS Refregándose las manos en la miseria

POR: ANABELLE CHACON CASTRO

América Latina ha sido cuna de grandes escritores, cuenta entre ellos con seis ganadores del Premio Nobel de Literatura. Chile tiene la gloria de tener dos: Mistral y Neruda. El último, el peruano Vargas Llosa. Uno de estos grandes es Miguel Ángel Asturias (1899- 1974), escritor guatemalteco que se hizo con el ansiado reconocimiento en 1967 con su obra Señor Presidente.

En esta obra Asturias retrata la dictadura de Manuel Estrada Cadena, entre 1898 y 1920, durante 22 años que gobernó con crueldad Guatemala. Obvio, alguien que gobierna por tanto tiempo a la fuerza no puede ser bueno. El libro contiene un grupo de personajes que son los mendigos del Portal del Señor, llamados así porque ahí se refugian en las noches para dormir. Si bien la intención de Asturias fue la retratar en estos personajes el sufrimiento del pueblo frente al despotismo omnipresente del presidente, que nunca aparece en forma explícita en la obra, pero que su crueldad está en todos los momentos; y, cuyo representante es su lacayo favorito Miguel Cara de Ángel, descrito en algunos pasajes del libro como “bello y malo como Satán” y a quien su amo traiciona al final de la novela, mostrando que los poderosos no son ni leales ni agradecidos.

Si bien la novela de Asturias marcó el inicio del realismo mágico en la literatura latinoamericana, su libro sigue vigente en la realidad del subcontinente porque sigue viviendo bajo regímenes despóticos disfrazados de democráticos.

Pero estos mendigos, pueden describir ahora a la clase política latinoamericana. Asturias los describe “como verdaderas alimañas, escupiéndose, mordiéndose en arrebatos de rabia bestial”, incapaces de algún sentimiento noble, tal cual lo afirma Jenny Zelaya Matamoros, docente de la Universidad Pedagógica Nacional de Honduras: “Asturias muestra cómo la cruel deshumanización de los mendigos y su sufrimiento les convierten en seres insensibles” al dolor ajeno, tal cual son nuestros políticos.

Durante esta crisis, nuestros gobernantes han mostrado un surrealismo total, no solamente por la insensibilidad frente a la situación, sino que han hecho gala de su estupidez. Nicolás Maduro, obviamente el primero de ellos, con su escasa materia gris, ha declarado que el corona virus es “un arma biológica” de Estados Unidos contra China con la que pretende atacar a Venezuela, siendo fiel a su constante paranoia mostrada desde el “ataque cibernético” que dejaron sin luz a medio país. Claro que culpa nunca es de él.

El siguiente, Daniel Ortega, que no se queda atrás de su coideario Maduro, el 14 de marzo hizo una marcha que la denominó “Amor en tiempo de corona virus” para manifestar su rechazo a la pandemia, esperando como es lógico que la enfermedad se intimide ante la copiosa marcha y no llegue a

Nicaragua.

Bolsonaro, en Brasil, afirma que no hay de que alarmarse que se trata de una “gripecita” y que es culpa de la prensa porque es alarmista. Pero, sin lugar a dudas, quien se lleva la medalla de oro es Manuel López Obrador, el presidente de México, que insta a pueblo a usar estampas religiosas, mostrárselas al virus y decirle “detente”. Claro que para hacer esto ya tuvo el abal se su Secretario de Salud, Hugo López-Gatell, que calza perfecto con el personaje esbirro de Asturias, Miguel Cara de Ángel. Gatell afirmó que el presidente mexicano no va a ser contagiado porque tiene “la fuerza moral” que lo protege. López Obrador también añadió que la “honradez es el mejor escudo” contra el virus. Pues si esto no es así, México pronto se va a quedar completamente acefálico.

En Ecuador, para variar, la indolencia de estos mendigos políticos descritos por Asturias, se han hecho presente con negociados en el Seguro Social de miles de mascarillas que pretendían ser adquiridas al exorbitante precio de 12 usd cada una, cuando en el mercado se las comercializa a un precio de 3 usd. Al ser descubierto en las redes el negociado, el presidente “felicitó”, si, “felicitó” al director Paul Granda, por haber descubierto la estafa.

Lo cierto es que esta pandemia va a ser la época en que descubramos aún más la inmoralidad de la clase política, tal cual los mendigos asturianos, que no se conduelen ni siquiera entre ellos y que buscan la mejor forma de enriquecerse en tiempos de crisis, con el dolor humano. No muestran el menor escrúpulo. Si bien Asturias en su libro quiso retratar en los mendigos del portal el sufrimiento del pueblo, hoy se puede ver la dualidad de su simbolismo, tanto el gobernante como en el gobernado. El gobernante, que aprovecha su poder para hacer de la crisis una oportunidad para enriquecerse; y, el gobernado que por su ignorancia y pobreza no sabe como actuar y se dirige a su propia destrucción.

Estos dos grupos se unen en una relación simbiótica que no parece tener fin. La profesora Zelaya sentencia “los mendigos forman un grupo al que no se puede olvidar y mucho menos borrar de la faz de la tierra”. Los mendigos del portal, los pobres, morirán indeleblemente; mientras los mendigos políticos, que se creen inmunes, si sobreviven, se refregaran las manos en su propia miseria.