Te quise Te quise en la madrugada, desde el coche de mi padre, desde la clase C como una diosa de Cresta e imperdibles Te quise luego, más cerca, con itinerantes cambios de peinado Te quise saludándote en la zona, cuando yo volvía y tú empezabas la noche Te quise en la vida es sueño, por primera vez te quise Te quise psicoanalizándonos y psicoanalizando a nuestros compañeros, sentados en el banco del hall de instituto Te quise en infinitas conversaciones de cine, rock y religiones incas y totémicas, Pesadilla antes de navidad, solos los dos en el piso de arriba de la tetería. Te quise en el umbral de tu puerta, marchándote y volviendo la cara, subiendo las escaleras. Te quise al día siguiente en mi casa, en mi cama, con un beso raro, explosión de magia e incredulidad Te quise saltando la valla del parque, para tumbarnos en el césped, para fumarnos frente al estanque con musgo del museo Te quise con esa orgía de pelo, tuyo y mío, que intentábamos apartar de nuestras caras para besarnos. Te quise a orillas del rio Salzach en alguna parte de Salzburgo y en la base de las juventudes socialistas austriacas rodeados de cientos de rubios, rubias y botellas de vino caro. Te quise en tu habitación antes que vinieran tus padres Te quise en Facebook, Tuenti, Twitter Te quise metiéndonos mano en el portal de nadie Te quise fumando en Los Manchegos y te quise sentados en el parque Te quise en cientos de fotografías entre mis sábanas y en espejos ardientes, chorreantes Te quise riendo llorando de fiesta todo el día comiendo follando… Te quise dulce y con sabor a tabaco Te quise susurrando frases de poetas y apagando las velas del pudor
Te quise bebiéndote como licor suave Te quise enredado entre tus piernas sin poder escapar, al borde de mi cama Te quise gritando en un poblado neandertal y explicándome genética en el bar del aeropuerto Te quise estrella del atardecer, Bolsón Cerrado Te quise en el olor de tu sexo entre mis dedos Te quise sobre un ciervo, desnuda, con cientos de trenzas y rastas, rodeada de animales en un prado florecido Te quise en una casita a diez mil kilómetros de la ciudad, en una habitación, en un armario Te quise saludándote a lo lejos, esperando en tu portal Te quise en literas empapadas de sudor, rodeados de personas que creíamos que dormían Te quise haciendo marionetas de cartón con cientos de niños a nuestro cargo Te quise con sábanas -qué bueno- y sin sábanas -da igual-. Te quise cuando me hablaban de ti con los pies metidos en el agua, bromeando sobre cómo te había conseguido Te quise en batallas de gallos y de compras por la avenida Judengasse Te quise defendiendo tu teoría atómica frente a escépticos y déspotas científicos Te quise cuando no entendías nada y te reías Te quise brutalmente sincero Te quise, y cuando lo dije no mentía y te quiero ahora, sentado en un rincón de la mañana, ebrio de visiones transitorias de un pasado que tengo a flor de piel. Ciego, mudo, sordo, solitario pescador de tus recuerdos.