Latinos en el Béisbol Capitulo 2

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No digan que los infantes de marina [de los Estados Unidos] trajeron el béisbol. ¡Oh, no, este juego lo traemos en la sangre! Los indios [caguana] jugaban béisbol [en Utuado, lugar donde se encontraba un centro ceremonial de juego y que hoy es un atractivo turístico] ... Sin duda, se conoció mejor cuando la Marina [de los Estados Unidos] vino a reclutar gente. Rubén Gómez, puertorriqueño, pítcher de los Gigantes de Nueva Yorkl a mediados de la década del 50. ¡El béisbol es la guerra! Ha seguido a la bandera hasta Filipinas, Puerto Rico y Cuba. Albert Spalding, 1910.2

Otro mito que oculta la verdad acerca del béisbol es la leyenda de Doubleday y Cooperstown. Según esta histo1

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John Krich: El béisbol: travels through the Pan American pastime, Nueva York, Atlantic Monthly Press, 1990, p. 191. Las fuentes principales utilizadas en este capítulo son Ken Burns y Geoffrey C. Ward: Baseball: an illustrated history, Nueva York, Knopf, 1994; Bob Carroll: Baseball between the lies: the hype hokum, and humbug of America’s favorite pastime Nueva York, Perigee, 1993 James D. Cockcroft: The Hispanic struggle for social justice, Nueva York, Franklin Watts, 1994; Tom Gilbert: ob. cit., Dan Gutman: Baseball Babylon, Nueva York, Penguin Books, 1992; Jacob Margolies: ob. cit., Harold Peterson: The man who invented baseball, Nueva York, Scribner, 1973; Paula J. Pettavino y Geralyn Pye: ob. cit., Benjamin G. Rader: Baseball: a history of America’s game, Urbana, University of Illinois Press, 1992; y Rob Ruck: ob. cit. Citado en Alan M. Klein: “Culture, politics, and baseball in the Dominican Republic”, Latin American Perspectives, 22:3, verano de 1995, pp. 113-114.


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ria, el béisbol fue fundado en 1839 por el general Abner Doubleday, en la población rural de Cooperstown, Nueva York, hoy sede del Salón de la Fama. La verdad es que “Abner Doubleday no inventó el béisbol; el béisbol inventó a Abner Doubleday”.3 Doubleday —que murió en 1893, no mucho después de crearse la leyenda— era un héroe de la guerra civil con muy poco o nulo interés por el béisbol. La razón principal para que se aceptara este cuento de hadas fue una combinación del nacionalismo y el racismo de la sociedad. Fue muy fácil ocultar la verdad porque los orígenes del béisbol eran difíciles de precisar. La leyenda Doubleday fue cocinada por los dueños millonarios de los equipos de béisbol a principios de siglo, cuando el exjugador de pelota de las grandes ligas, Albert Spalding, dueño del negocio más grande de artículos deportivos y uno de los primeros presidentes de la Liga Nacional, se reunió con otros dueños de equipos de béisbol igualmente ricos. Como querían apropiarse del juego solo para los blancos, decidieron nombrar una comisión para determinar su carácter “norteamericano” y terminar de una vez por todas con el dilema de los orígenes del béisbol. El asunto no era de ninguna manera trivial. Tenía mucho que ver con el expansionismo global de los Estados Unidos en la época, al igual que con “los latinos en el béisbol” y con la segregación. Los Estados Unidos se estaba deshaciendo de su pasado agrícola para convertirse en un gigante urbano e industrial, destinado, según el presidente Woodrow Wilson (1916), “a financiar al 3

Gutman: ob. cit., p. 331.


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mundo... y a gobernarlo” con “espíritu y mente” norteamericanos.4 ¡El presidente Wilson podría haber incluido “y bates de béisbol”! A los ojos de Spalding y sus amigos, el tema de los orígenes del béisbol incluía algunos asuntos espinosos del orgullo nacional y la “supremacía blanca”. Los Estados Unidos acababa de intervenir en Cuba, Puerto Rico y las Filipinas después de la guerra de 1898 contra España. No fue una coincidencia que 1898 fuera el año en que el último jugador afronorteamericano desapareciera del béisbol profesional de los Estados Unidos. Tres años más tarde, Luis Jud Castro, de origen colombiano, jugó parte de la temporada con los Atléticos de Filadelfia, y fue el último latino en las ligas mayores hasta el experimento de Cincinatti de 1911. Las tropas estadounidenses que ocuparon Cuba y otros países latinoamericanos a principios de siglo trajeron la noticia de que el béisbol tenía raíces profundas en el “sur de la frontera”. Muchas civilizaciones indígenas, como los indios siboneyes de Cuba y los indios caguana de Puerto Rico, habían jugado pelota mucho antes de que llegara Cristóbal Colón. Los nativos le llamaban al juego de los siboneyes “batos”, porque usaban un “bate” y una pelota. Spalding y sus amigos se enteraron de que varias civilizaciones indígenas de Centroamérica y de México también jugaban pelota y que posiblemente la trajeron a lo que hoy es el suroeste de los Estados Unidos muchos años antes de que las colonias inglesas se establecieran en PIymouth Rock. Los historiadores de los Estados Unidos ya habían rastreado que los orígenes del béisbol estaban en el juego 4

James D. Cockcroft: Latin America: history, politics, and U.S. policy, Chicago, Nelson Hall, 1995, p. 34.


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infantil británico llamado rounders, frase usada todavía en la prensa del béisbol durante la época de Spalding.5 Originalmente, las niñas, no los niños, jugaban rounders utilizando un palo y una pelota. Los británicos llevaron el rounders a Nueva Inglaterra, a Venezuela y a otras partes de América.6 A principios de siglo, Spalding y sus amigos millonarios consideraron el uso de la palabra rounders como un insulto gratuito a unos Estados Unidos de América independientes, que entonces ponían a punto sus músculos queriendo desafiar a la dominación europea del mundo. El juego debía ser definido de manera clara como un juego “blanco norteamericano”. Escoger como el antecesor del béisbol a Abner Doubleday, un general del Ejército de la Unión que ya era un héroe nacional (y no al rounders), parecía lo ideal para mantener la blancura y el origen “norteamericano” del béisbol. Y así, en 1947, la comisión especial designada entregó su historia, con una investigación torpe y completamente fabricada, acerca de la tesis Doubleday Cooperstown. El béisbol era ahora “verdaderamente” el “pasatiempo nacional” de los Estados Unidos. 5

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Se sospechó en algún momento que el juego inglés llamado cricket era uno de los padres del béisbol. Pero, en realidad, parece ser que el cricket es una modificación del siglo XIX del béisbol y no a la inversa. En la época de la Revolución norteamericana, una forma del rounders o tocan ball se jugaba en las colonias —y no lo jugaban solo las mujeres. Voces religiosas se levantaron con frecuencia en contra del juego. De hecho, una ley promulgada en 1797 en Fayetteville, Carolina del Norte, ¡prohibió a los afronorteamericanos jugar béisbol en domingo! Sin embargo, los esclavos del sur, los negros libres del norte, y gente prácticamente de todos lados, jugaban una u otra forma de béisbol.


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Cuando el real Abner Doubleday estaba en pleno crecimiento, en las décadas del 30 y del 40 del siglo XIX, el béisbol ya se había limitado a los hombres blancos, ya fueran niños o adultos. Los “caballeros” de la clase alta habían decidido inventar algunas reglas nuevas, como la de ser out con tres strikes o sacar a un jugador en las bases en vez de golpearlo con la pelota mientras corría de una base a otra. Estos caballeros decidieron reservarse el béisbol para ellos mismos, estableciendo “clubes” que se reunirían y jugarían en las tardes, cuando muy pocos obreros tendrían tiempo de jugar o de ver jugar. Los miembros de los clubes despreciaban a los obreros y los consideraban “un montón de sucios pendencieros”.7 El 19 de junio de 1846, se llevó a cabo en Hoboken, Nueva jersey, el primer partido de béisbol registrado bajo las reglas modernas. Doce años después, en 1858, los jugadores y promotores del béisbol lanzaron lo que se conoce como el “béisbol organizado”, y crearon la National Association of Baseboll Players (NABBP). Mediante acuerdos entre caballeros, restringieron la pertenencia a los clubes, que eran solo para los blancos, y crearon la barrera del color.8 7

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Un club como ese fue el club Knickerbocker de la ciudad de Nueva York, fundado en 1845. El nombre Knickerbocker, como se llamaba uno de los primeros colonizadores holandeses en los días de Peter Stuyvesant, representaba una demanda de estatus social. Más tarde, en 1867, el club de béisbol afronorteamericano Pythian, de Filadelfia, intentó unirse a la NABBP, formada solo por blancos. Los funcionarios de la NABBP contestaron que rechazaban a los Pythians para evitar “una división de sentimientos” y “cualquier situación que tuviera un trasfondo político” (Gilbert: ob. cit., p. 22). Esta referencia a los temas fuera del color de la piel era una típica táctica evasiva utilizada por los racistas “al estilo del norte”. Estos acababan de pelear en la guerra civil, supuestamente, para terminar con la esclavitud e introducir los derechos de


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Para 1859, el año en que la banda de rebeldes antiesclavistas de John Brown asaltó Harper’s Ferry, en Virginia occidental, cuarenta y nueve clubes habían firmado con la NABBP. El deporte se volvió muy popular entre los aficionados. En 1862, cerca de 40 000 personas vieron un partido el día de Navidad, que se llevó a cabo en Hilton Head, Carolina del Sur, cuando la región estuvo ocupada por el ejército de la Unión. El primer parque de béisbol se construyó en Brooklyn ese mismo año, y el costo de la entrada fue de diez centavos. Los ejecutivos de los equipos ya veían los signos de dólares. Aunque todavía se presentaba ante el público como un deporte amateur, el béisbol sufrió una profesionalización instantánea. Los equipos reclutaban a los jugadores estrellas mediante el pago de salarios o con sobornos. En 1868, la NABBP estableció un sistema que clasificó a los equipos. Los de “clase alta” fueron aquellos que hoy llamamos de ligas mayores. En 1871, la mayoría de los miembros dejó la NABBP y se unió a la recién creada National Association of Professional Baseball Players (la NA), la primera liga mayor del país. El béisbol profesional estadounidense había nacido. Pero no era exclusivo para blancos. De hecho, al principio mismo de la NA, un jugador latino de piel oscura ocupaba un puesto en el campo. Era el cubano Esteban Steve Bellán, que jugó de manera extraordinaria para los Troy Haymakers de Nueva York. Muchos racistas blancos temían que ahora que el juego ya no era amateur tuvieran que obedecer las enmiendas Catorce y Quince a la Constitución de los Estados Unidos, e incorporar “a cualquier hombre que pudiera igualdad. En 1869, durante un partido de béisbol anunciado como el primer partido racialmente “mixto”, los Pythians derrotaron a los City Items, de jugadores blancos.


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jugar el juego con destreza sin importar su «raza, color, o condición previa de servilismo».”9 Sin embargo, a pesar de la presencia de Bellán, los dirigentes del béisbol blanco se resistieron siempre a la integración racial de “su” deporte. A los ojos de la mayoría de los blancos, después de todo, Bellán ¡era “hispano”, no negro! Por esos años, los escándalos de las apuestas y las disputas por los contratos llevaron al colapso a esta primera liga mayor. La NA fue reemplazada por la Liga Nacional, gobernada por ricos capitalistas, tales como William Hulbert, de Chicago. Hulbert introdujo la cláusula de reserva que otorgó a los dueños el control administrativo de los contratos de los jugadores y eliminó la posibilidad de que los jugadores emigraran a otros equipos. ¡La cláusula de exclusividad duró cien años más! Los jugadores se mantenían bajo el yugo de los dueños y obtenían muy poco dinero. Hulbert también aumentó las tarifas de admisión. Entre 1882 y 1883 aparecieron dos ligas más en escena, primero la American Association y después la Union Association. La primera quería atraer a los aficionados de la clase trabajadora, cobrando menos de la mitad de la tarifa de admisión de la Liga Nacional de Hulbert. La Union Association dio a los jugadores un campo económico mejor al no incluir una cláusula de exclusividad. El ataque por sorpresa a las ligas Nacional y Americana hizo que perdieran algunos jugadores estrellas, pero —en 1883— la Union Association se quedó sin dinero y se hundió. Comenzando en 1884, la Liga Nacional de Hulbert y la American Association compitieron en postemporada en una serie de campeonato, precursora de la serie mundial. 9

Gilbert: ob. cit., p. 27. Muchos blancos sabían que los votos afronorteamericanos habían dado el margen de la victoria al presidente electo, el general Ulysses S. Grant, y que estos eran los días de la “Reconstrucción”, la posibilidad debida a una “pequeña apertura de oportunidades” para algunos negros al menos.


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La recuperación de la recesión económica de mediados de la década del 70 creó una gran demanda de jugadores de pelota. En consecuencia, se permitió jugar a algunos jugadores de piel oscura. Varios latinos de tez oscura y casi cincuenta y cinco afronorteamericanos cruzaron la barrera del color a finales de la década del 70 y principios de la del 80, y jugaron con los equipos de blancos, aunque a los afronorteamericanos (excepto a los hermanos Walker) se les limitó a jugar en las ligas menores. Los latinos surgieron como estrellas talentosas. El cubano-norteamericano Vicente Sandy Nava jugó para Baltimore y Providence a mediados de la década del 80 antes de que la barrera del color lo excluyera. Los miembros de los equipos, los aficionados y los periódicos atacaron verbalmente a los jugadores latinos y afronorteamericanos. Las guías oficiales del béisbol daban a los latinos, erróneamente, el calificativo de Spanish [españoles]. La palabra con la que se identificaba en las guías a los jugadores afronorteamericanos —coons* [negros]— era menos que humana.10 * Coon, en realidad racoon, o sea “mapache”, está aquí por el despectivo “negro”. [N. del T.]. 10 Los equipos contrataban mascotas afronorteamericanas para la diversión de los jugadores o “porque frotar las cabezas de los afronorteamericanos se consideraba de buena suerte” (Gilbert: ob. cit., p. 76). Cuando en 1887 la barrera del color volvió a levantarse otra vez firmemente, algunos jugadores latinos y afronorteamericanos comenzaron a jugar para las primeras dos ligas afronorteamericanas de béisbol, la Southern League of Colored Baseballists y la League of Colored Baseball Clubs (1886-1887). Ambas cerraron, aunque la segunda fue admitida por corto tiempo en las ligas menores de los blancos antes del colapso. Luego, el béisbol organizado volvió a cimentar la barrera del color en las ligas menores, aunque algunos equipos todavía contrataban a latinos y a afronorteamericanos de manera individual.


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Durante la década del 80, los dueños de los clubes impusieron un tope salarial de 2 500 dólares para todos los jugadores, lo cual los forzó a formar un sindicato, el Brotherhood of Professional Baseball Players, que llevó a cabo la corta revolución de la Liga de jugadores [Player’s League] en 1900. Los poderosos dueños de las ligas mayores rompieron rápidamente el sindicato de jugadores y devolvieron el control total del béisbol profesional a los dueños.11 Sin embargo, no siempre actuaron de acuerdo. Durante la guerra del béisbol de 1901-1902, los dueños opositores fundaron la Liga Americana y se robaron de la Liga Nacional algunas de sus estrellas principales. En 1903, las dos ligas acordaron una tregua y crearon la Comisión Nacional, con el fin de que gobernara el béisbol, la cual estaba formada por los presidentes de ambas ligas y un comisionado que se elegía anualmente. La serie mundial pronto se llevó a cabo de manera regular. Era un negocio de blancos de pureza de lirio. En asuntos de raza y de clase, el béisbol reflejaba a la sociedad. Una campaña masiva en contra de los florecientes sindicatos de trabajadores golpeó no solo a los jugadores sino a todos los obreros. En 1892, tropas armadas deshicieron el sindicato de trabajadores del acero en la sangrienta huelga de Homestead. La huelga de Pullman de 1894, del sindicato de ferrocarrileros, fue 11

En el béisbol, solo a unas cuantas superestrellas —un Cap Anson, Ty Cobb o Christy Mathewson— se les permitió ganar un salario decente. Los dueños llevaban el juego como si fueran señores feudales que miraban por encima del hombro a los siervos. De vez en vez, las cosas no iban muy bien para los dueños. Entre 1891 y 1892, una depresión económica causó el cierre de muchas ligas, incluida la American Association. Como no había necesidad de tantos jugadores, el número reducido de afronorteamericanos o de latinos que habían sido despedidos y jugaban con los equipos de ligas menores cayó a casi cero consolidando aún más la barrera del color.


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disuelta de manera similar. Después de eso, los obreros en general, incluidos los jugadores de béisbol, soportaron varias décadas de intimidación por parte de los dueños, así como salarios miserables. A medida que los Estados Unidos se industrializaba, unos veinte millones de inmigrantes de Europa del este y del sur llegaron a trabajar en fábricas, almacenes, minas y campos de cultivo recién creados a todo lo ancho del país. Cientos de miles de los nuevos inmigrantes venían de México. Un octavo de la población mexicana había emigrado a los Estados Unidos para 1930. Debido al racismo atrincherado, los inmigrantes mexicanos se enfrentaron a una bienvenida más hostil que cualquier otro grupo, con excepción de los japoneses y los chinos.12 Todos los nuevos inmigrantes fueron forzados a “norteamericanizarse”. Un destacado decano del área educativa de Stanford proclamó en 1909: “Nuestra tarea es romper estos grupos o colonias [de inmigrantes] para asimilar y amalgamar a esta gente como parte de nuestra raza americana, e implantar en sus hijos... la concepción anglosajona de rectitud, ley y orden, y nuestro gobierno popular”.13 12

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En 1886, a los chinos se les había negado de manera oficial la entrada, y para 1907 se les dijo también a los japoneses que permanecieran en casa. Los antepasados de los mexicanos habían trabajado y vivido aquí mucho antes de la llegada de los ingleses, pero sus tierras habían sido robadas por los agresivos colonizadores blancos que se desplazaron hacia el oeste durante los años precedentes a la guerra de 1846-1848 entre México y los Estados Unidos. En esta México cedió la mitad de su territorio, lo que hoy es el suroeste de los Estados Unidos, incluida California. Alfredo Castañeda et. al. (comps): Mexican Americans and educational chauge, Nueva York, Arno Press, 1974, pp. 24-25; Francesco Cordasco y Eugene Bucchioni, (comps.): The Puerto Rican community and its children on the mainland: a source book for teachers, social workers and other professionals, Metuchen, The Scarecrow Press, 1982, p. 265.


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Los blancos y los latinos, no obstante, no estaban incluidos en el impulso de “norteamericanización”. Anglosajón quería decir blanco, algo que la mayoría de ellos no podrían ser. Los dueños de los equipos y la prensa alentaron que se definiera lo norteamericano con mente estrecha y racista. La historia de Doubleday y Cooperstown se convirtió en una parte central de la campaña de “norteamericanización” para la supremacía de los blancos anglosajones. Los niños inmigrantes encontraban a menudo más interesante el béisbol que la escuela. Aunque el país construía escuelas públicas nuevas para “norteamericanizar” a los inmigrantes, en esa época no había programas de educación bilingüe. En consecuencia, incapaces de entender el inglés, la mayoría de los inmigrantes eran expulsados de la escuela al llegar al tercer grado. La mayoría de estos niños forzados a dejar las escuelas encontraron empleos en la economía en expansión, pues el trabajo infantil era muy común en esa época. Muchos otros ocuparon los predios baldíos, o, si podían pagar el precio de la entrada, pasaban el tiempo en los parques de béisbol. El béisbol se volvió muy popular entre los inmigrantes. Irlandeses de la segunda generación como John McGraw, mánager de los Gigantes de Nueva York, comenzaron a tener un fuerte impacto en el deporte, infundiéndole un estilo de juego rudo, ardiente y agresivo. La mayoría de los jugadores irlandeses —aunque dentro del espíritu del decano de Stanford, y de su hincapié en una América anglosajona—, dejaron de lado los prefijos O’ o Mc para parecer ingleses, es decir “estadounidenses”. Cuando la asistencia a los partidos de ligas mayores se duplicó a 6 000 por partido hacia 1930, el béisbol se volvió muy provechoso. Se construyeron enormes estadios de béisbol en la primera década de este siglo, incluido


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el Wringley Field de Chicago, el Fenway Park de Boston y el Tiger Stadium de Detroit, todos todavía en uso. La ideología de la supremacía de los blancos y la celebración del béisbol como exclusivamente estadounidense, encajó con la política exterior de los Estados Unidos en la época. Casi todos los años, desde 1898, el ejército y la marina, y los infantes de marina, fueron enviados a toda la cuenca del Caribe para proteger los intereses financieros en expansión de las compañías azucareras, bananeras, mineras y bancarias de los Estados Unidos. Aseguraron Panamá para la construcción del canal. Llegaron a Cuba, por segunda y tercera vez, en 1906 y en 1912. Cuando las hambrientas masas de México armaron su Revolución, las tropas estadounidenses fueron enviadas a Veracruz en 1914 y al norte de México en 1916. Llegaron a las costas de Nicaragua en 1909, a la República Dominicana y a Haití en 1916, y a varios países más de Centroamérica. La “diplomacia de las cañoneras” y la “diplomacia del dólar” estaban convirtiendo a las naciones en protectorados económicos de por vida. Igualmente América Latina pronto se volvió una bonanza económica para los dirigentes del béisbol estadounidense. Lo único en común que tenían los soldados que desembarcaron en las costas de América Latina con los pueblos que estaban invadiendo era el amor al béisbol. Casi en todos lados adonde iban eran desafiados por los trabajadores —de las plantaciones de plátano o de caña de azúcar o del petróleo y de los muelles— a jugar a la pelota. Con la esperanza de “norteamericanizar” a los obreros latinoamericanos, los propietarios de las compañías estadounidenses patrocinaron equipos locales de béisbol, lo que convirtió pronto a este deporte en una actividad pagada, profesional. La historia del béisbol al estilo moderno en América Latina se remonta al menos a 1866, cuando los trabaja-


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dores cubanos de los muelles jugaron un partido de béisbol contra los miembros de la tripulación de un barco estadounidense en la provincia de Matanzas. Por la misma época, un estudiante cubano, Nemesio Guillot, regresó de una escuela privada de los Estados Unidos con algo de equipo para jugar béisbol y enseñó a sus amigos a jugar. Para 1878, funcionaba una liga de béisbol profesional cubana. El principal promotor del béisbol cubano de los primeros años fue Emilio Sabourín, quien, junto con Steve Bellán, fue uno de los primeros jugadores destacados de la Isla. Sabourín había respaldado en contra de España —desde el punto de vista financiero— al revolucionario cubano José Martí, poeta y periodista de gran talento, conocido hoy como el apóstol de la independencia cubana. Los beisbolistas cubanos respaldaron a Martí y a sus rebeldes mambises, la mayoría de los cuales eran esclavos cimarrones y cortadores de caña de azúcar. Con el fin de obtener fondos para los libertadores, un equipo, el Club Cuba, organizó juegos de béisbol donde pasaban el sombrero a los espectadores. Los exiliados cubanos establecidos en Tampa y en otras ciudades recaudaban fondos adicionales en los partidos de béisbol. Como recordó un columnista de deportes cubano después: “Tantos de nuestros patriotas estaban asociados con los clubes de béisbol, que las autoridades de la colonia española prohibieron el juego, y algunos de los organizadores fueron arrestados y deportados a las prisiones de España”.14 En 1895, el año en que Martí murió en batalla, los españoles encerraron a Sabourín en un ca14

Pettavino y Pye: ob. cit., p. 60. Algunas veces, para provocar deliberadamente a las autoridades españolas, los cubanos se referían al béisbol como la pelota americana.


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labozo del fuerte español de El Castillo del Hacha, localizado en Marruecos, donde murió de neumonía dos años más tarde. A principios de 1897, los españoles fueron derrotados en el campo de batalla por los miembros de la guerrilla cubana. Cuando el Maine, barco de guerra estadounidense, estalló misteriosamente en 1898 en el puerto de La Habana, supuestamente seguro y fuertemente resguardado, los Estados Unidos tuvo el pretexto necesario para declararle la guerra a una España debilitada. El presidente William McKinley rechazó una oferta de último minuto de España de cesión de Cuba, y prefirió ir a la guerra. Durante los años anteriores a la guerra, los jugadores y promotores cubanos ayudaron a expandir el béisbol por las cuencas del Caribe, especialmente en Colombia, la República Dominicana, México, Nicaragua, Panamá, Puerto Rico y Venezuela. Los cubanos se dieron a conocer como los “apóstoles del béisbol”. En Puerto Rico, los estudiantes que habían ido a los Estados Unidos, así como los viajeros cubanos, introdujeron el béisbol moderno. Los trabajadores de la zafra puertorriqueños jugaban pelota durante los descansos y fuera de la temporada de corte de la caña. El 9 de enero de 1898 se llevó a cabo un partido entre el Borinquén (el nombre indio de Puerto Rico) y el famoso equipo cubano de Almendares. Dos veces se suspendió debido a la lluvia, pero el partido se completó finalmente el 30 de enero con la victoria de Borinquén por un marcador de 9 a 3. Tres años después, el New York Times informaba que “el béisbol se está poniendo de moda aquí [en Puerto Rico]”.15 En 1891, emigrantes cubanos habían armado los primeros clubes de béisbol en la República Dominica15

John S. Bowman y Joel Zoss: Diamonas in the rough: the untold history of baseball, Nueva York, Macmillan, 1989, p. 403.


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na. Los dominicanos hablan todavía hoy de cómo sus equipos Nuevo Club y Licey ganaron 17 de 20 juegos a los marineros de los barcos estadounidenses durante el verano de 1914. En esos años, el béisbol se estaba conociendo en América Latina como un juego “gringo”. Esto complació a un diplomático estadounidense radicado en la República Dominicana, que mandó un cable al secretario de Estado: “El juego nacional norteamericano del béisbol se está jugando y es apoyado aquí con gran entusiasmo. El efecto notable de esta salida para el espíritu animal de los hombres jóvenes es que están abandonando las plazas donde solían congregarse a hablar de la revolución y ahora acuden a los campos de pelota, donde se convierten en partidarios acérrimos, cada uno de su equipo... [El béisbol] es un sustituto real para las contiendas con rifles en las colinas”.16 El futuro presidente dominicano y renombrado escritor Juan Bosch, que era un muchacho durante la ocupación militar estadounidense de 1916, vio el doble carácter del papel del béisbol. “Este juego —dijo— manifestaba una forma del desacuerdo de la gente por la ocupación... Se veía al juego como una manera de vencer a los norteamericanos”.17 Uno de los más grandes jugadores del béisbol de todos los tiempos surgió en la República Dominicana: el extraordinario bateador Tetelo Vargas. Se le mantuvo fuera del béisbol estadounidense por la barrera del color. En treinta temporadas, Vargas ganó incontables honores, incluido el de ser seleccionado en varios partidos de 16

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Citado en Alan M. Klein: “Culture, politics, and baseball in the Dominican Republic”, Latin American Perspectives, 22:3, verano de 1995, p. 124. Ruck: ob. cit., p. 27.


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estrellas de las ligas negras. Cuando tenía casi cincuenta años, en 1953, ganó el título de bateo de su país. Con la influencia de los Estados Unidos en América Latina, llegó la discriminación racial al estilo estadounidense, y los dictadores títeres ayudaron a combatir las huelgas contra los intereses de negocios de los Estados Unidos. Los clubes sociales y atléticos exclusivos para los ricos de piel clara excluyeron a los negros, cuando dictadores como Rafael Trujillo en la República Dominicana, Gerardo Machado y Fulgencio Batista en Cuba y Somoza en Nicaragua mantuvieron a los obreros —y a los atletas-— a raya. En la República Dominicana, Trujillo impulsó el béisbol; como recuerda un veterano: “Sabía que era bueno para él que la gente viera el béisbol, porque entonces no ponía atención a la política. Los dictadores siempre hacen eso”.18 En realidad, como reconoció Bosch, el béisbol era un arma de dos filos. En Cuba, por ejemplo, quienes se oponían a los dictadores impuestos por los Estados Unidos, organizaron clubes estudiantiles y atléticos que reclamaban el fin de la tiranía, el racismo y la pobreza. Cuando a los trabajadores del azúcar se les prohibía hacer mítines políticos, “nos reuníamos durante los partidos de béisbol. Hacíamos un gran partido y al mismo tiempo teníamos nuestras reuniones de planeación”.19 En el mundo del béisbol latinoamericano, incluso aquellos que conocían el mito de Doubleday, no se creyeron la faramalla que implicaba. Los intentos de los Estados Unidos de imponer la segregación racial se hicieron imposibles en los campos de pelota latinoamericanos. De hecho, los jugadores afronorteamericanos encontraron un 18 19

Ibídem., p. 32. Trabajador cubano citado en Pettavino y Pye: ob. cit., p. 63.


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refugio en la cuenca del Caribe, lugar en el que se les daba la bienvenida como iguales y donde se les permitía mostrar sus talentos y ganarse la vida. Y, claro, los jugadores blancos comenzaron a viajar también a los “soleados trópicos” fuera de temporada para ganar algo de dinero o mantenerse en forma. Como ha observado el comentarista de béisbol estadounidense Howard Senzel: “Todos los inviernos, los jugadores de béisbol norteamericanos, blancos y negros, tenían la oportunidad de conocerse y jugar entre ellos y recomendarse entre sí, y se mezclaban de una manera que no se permitía en la vida norteamericana ordinaria”.20

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Howard Senzel: Baseball and the Cold War: being a soliloquy on the necessity of baseball, Nueva York, Harcourt Brace Jovanovich, 1977, p. 256.


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