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Hasta en las mejores familias
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familias E N L o
Hablar sobre abuso sexual en la infancia no es algo sencillo ni fácil. Compartir, sensibilizar y abrir el tema, sin ser amarillistas o crear pánico en nuestras comunidades, es complejo. Sin embargo, es un compromiso y una responsabilidad, y más hoy que existe una mayor conciencia colectiva sobre la importancia de defender los derechos de la infancia y de rechazar la violencia en las relaciones interpersonal.
na de las may ores dificultades para afrontar el tema está en la necesidad de desmentir una serie de juicios y prejuicios.
Uno de ellos es que el abuso sexual es un hecho “excepcional”. Éste es uno de los mayores obstáculos para poder mirar la realidad, el pensar que se trata de un hecho infrecuente. Sin embargo, las cifras estadísticas en todos los estudios serios realizados a nivel mundial, muestran que la incidencia es realmente mayor de lo que suponemos.
Otro prejuicio es que éste es un problema de niveles socioeconómicos bajos. Lamentablemente, el abuso sexual ocurre en todos los sectores y en todas las clases sociales. La dificultad consiste en el diagnóstico y la intervención en familias de clase media y alta.
También hay quien diría que los niños son “muy fantasiosos”. Este prejuicio es nocivo porque lo fundamental para proteger a los niños es creerles. Si una persona escucha el secreto de un niño y no le cree, no le responde o no interviene, el niño permanecerá callado por muchos años, aumentando el daño. Las consecuencias de esto podrán afectar varios ámbitos de su bienestar y su vida.
También existe la creencia errónea de que son los niños y las niñas quienes provocan a los adultos. Pero la realidad es que los niños nunca son responsables del acto y del abuso, y nunca son culpables.
Luego hay quien piensa que el abuso sexual es un problema que debe resolverse en familia. Pero el abuso sexual infantil es una de las formas más severas de maltrato infantil, y pueden pasar meses o años antes de que se devele el secreto. En todo caso, la mejor solución es la intervención profesional.
Uno de las creencias que también prevalecen es que “los hombres no son de fierro”. Es bien sabido que los hombres que cometen actos violentos presentan muchas dificultades para admitir su responsabilidad. Pero lo más grave no es que éstos nieguen su rol en el abuso que perpetran, sino que afirmaciones como que “el hombre no es de fierro” fomentan que la sociedad justifique el maltrato.
Finalmente, podemos mencionar el prejuicio que dice que “el abuso no produce daños en los niños”. Falso. Las repercusiones a corto y largo plazo se ven reflejadas en todo tipo de trastornos y dificultades.
Una vez que rompemos con estos prejuicios y reconocemos que el abuso existe, entonces podemos plantearnos la pregunta de qué hacer. He aquí algunas ideas:
En primer lugar, es necesario crear comunidades más seguras con un adecuado nivel de información sobre el tema. Debemos brindar capacitación a la gente que trabaja y está en contacto con niños, especialmente en las escuelas. Debemos aprender a hablar con nuestros hijos, y en especial a escucharlos y mirarlos. Se requiere sensibilizarnos para que las sospechas y los indicadores dejen de enmascararse.
Esto es lo que estamos haciendo en Kol Vekoaj, una asociación civil de la Comunidad Judía de México creada para prevenir y atender el abuso sexual infantil.
Estas acciones son la base de los programas de prevención que impartimos en todos los colegios de la red judeo-mexicana, donde el objetivo es que las instituciones tengan mayores elementos para convertirse en espacios más seguros, y para que los adultos alrededor del niño tengan más información sobre cómo detectar focos rojos. Así, padres, maestros, personal administrativo, y personal de intendencia tienen más herramientas para mirar, comunicar y escuchar a los niños, y más conocimiento sobre cómo proceder en caso de que algo esté pasando.
Otra de las cosas que buscamos en Kol Vekoaj es darles voz y recursos a los niños. Voz para hablar cuando sienten que algo no está bien, herramientas de seguridad personal cuando se encuentran en una situación de riesgo, y habilidades para identificar a su adulto de confianza, con quien pueden acudir para pedir ayuda, para contarles aquello que les hace sentir bien, y también aquello que les hace sentir mal.
Lo ideal es que seamos los padres y los maestros estos adultos de confianza. Debemos trabajar en procurar un vínculo seguro. Estar presentes y ser cercanos. Darnos el tiempo para mirar a nuestros hijos y alumnos, y escucharlos. Y debemos creer y validar lo que nos dicen (incluyendo sus sentimientos), para así responderles de manera incondicional.
En definitiva, abrirnos y aceptar la realidad del abuso sexual permite lograr muchas cosas, pero aun queda mucho por hacer. Éste es un campo en el que no podemos andar con posturas tibias o ambiguas. Y no podemos perder de vista que los únicos que por el momento no tienen voz propia, son las víctimas.
Creemos que se necesita de toda una comunidad para prevenir el abuso. Pero tristemente, también se necesita de toda una comunidad para permitirlo.
La autora es fundadora y Presidenta de Kol Vekoaj.
Citas e información:
55 6520 8501
kolvkoaj@gmail.com
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