una Poética feminista disidente Éxtasis, perturbac ión e ironía
valeria flores
una Poética feminista disidente Éxtasis, perturbación e ironía
valeria flores
Título Una poética feminista disidente Éxtasis, perturbación e ironía Autora valeria flores
Imagen de portada: Reproducción de diseño para tela de Varvara Stepánova (1924) Dirección de arte, diseño y edición: PIXEL
POPOVA es un proyecto impulsado por facebook.com/pixeleditora pixeleditora@gmail.com www.pixeleditora.com.ar Diagonal 78 nº 506 e/ plaza Rocha y 6 La Plata - Argentina - Indoamérica Tel.: 221 - 4212946 Primera edición julio de 2017
Editora
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¿Quién habla hoy el feminismo? yo ¿quién es yo? una ficción enunciativa, un efecto de las tecnologías disciplinarias, de la tecnología del género, una primera persona singular que deviene contingentemente plural para articular un cuerpo, un deseo, una biografía, una identidad, un relato, como performance insistente por abrir un espacio, una cuña, una fisura, en la lengua de la ley heteronormativa, homonormativa, patriarcal, racista, capitalista. ¿Desde dónde hablo, hoy, el feminismo? Desde el éxtasis sexual, sensorial, epistémico, lingüístico, callejero, poético, tortillero, que produce la alegre conmoción por la vida, la renuncia a la victimología como sitio desde donde posicionarse, la apuesta a la celebración crítica de los placeres y redes de afectos, la discontinuidad en las narrativas monocordes de las experiencias corporales, la denuncia de los procesos de totalización identitaria y de los códigos de la normalidad, entre los que el género no es solo un lugar de emancipación sino una de las formas de la Ley que se inscribe en la carne con una sutil y manifiesta violencia para hacer cuerpos sexuados. ¿En qué lenguas se habla este feminismo? Múltiples, plurales, heterogéneas, pero fundamentalmente la de la ironía, del humor irreverente que interrumpe e invierte el sentido, la lengua del tono burlesco que conduce la mirada hacia la arbitrariedad de la norma para desmantelar su carácter opresivo, la de la palabra discordante que demuele la idolatría que cristaliza en canon ideas y voces que se vuelven hegemónicas, la que con procedimientos del reverso y del equívoco hace estallar el conjunto monolítico de prácticas políticas prefabricadas de antemano. Feminismos encarnados, situados, intrépidos, que perturban el orden político de los cuerpos al trastocar los lugares y su disposición que el régimen heterosexual asigna mediante identida-
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des prefijadas; que altera la política de la representación porque nos representamos a nosotras mismas, prescindiendo de ventrílocuas al confiar en nuestra propia voz, desertando de hablar “de” y “por” las otras; que produce saberes sobre sí sin dejarnos contener por la violencia de los términos que nos constituyen y nombran; que construye experiencia desde una praxis políticaestética-afectiva; que alerta sobre la clausura monológica y genital del sujeto del feminismo; que sus acciones no se centran exclusivamente en demandas al Estado y al régimen jurídico de las normas, sino que acusa intervención en el conjunto de los modos ritualizados de subjetivación, en ese tejido micrológico de prácticas corporales de gobierno de sí y de los otros y otras. Feminismos sostenidos en/con la risa, esa apertura peligrosa, explosión espasmódica, sonoridad perturbadora, filtración del cuerpo que puede resultar subversiva, hiriente. Expresión desembozada de una pulsión irrefrenable, la risa puede distender, confirmar o alterar el curso de un espacio, de una palabra, de un cuerpo. Como abundancia de la boca, remite a la sede del peligro y la inseguridad. Por eso tanta inversión en el proceso pedagógico de las convenciones para afiliarnos a una sensibilidad normalizada y atenuada, que sanciona socialmente la carcajada estentórea. La risa es parte del manejo de la boca, de la impudicia del cuerpo, el gesto exagerado de un orificio de pasaje. Un conjunto variado de tecnologías de domesticación del cuerpo concurren al control del esfínter parlante; y aquí estamos, para hacer de nuestra boca la abertura de una justa intempestividad que deshace los torniquetes morales y políticos: decir lo que se cree que no debe decirse, hacer lo que se cree que no debe hacerse. Abrazada a la ironía, la risa trabaja en las entrelíneas de los sentidos instituidos, ocupándose de la tensión inherente de mantener juntas cosas incompatibles. La ironía trata del humor y de la seriedad, que a fuerza de demoler ídolos potencia nuestra capacidad para distinguir el material de los mundos que vendrán. “Es también una estrategia retórica y un método político para el que yo pido más respeto dentro del feminismo socialista”1, exige Donna Haraway (1995: 253). [1] Haraway, Donna (1995) Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Ediciones Cátedra, Madrid.
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Feminismo travesti, trans, intersex, tortillero, pobre, cabeza, piquetero, migrante, joven, puta, indio. De cooperativas organizadas, de closets incendiados, de misoprostol democratizado, de potencias fugaces, de escrituras emergentes, de calles ocupadas, de fábricas tomadas, de coger desbaratado, de grafía inventada, de estéticas disonantes, de normalidades estalladas. Feminismos que batallan contra el dogma de la diferencia sexual, que comprenden el género como un programa operativo de educación corporal que prescribe lo que puede y no puede un cuerpo, buscando desnaturalizarlo para poder luchar contra sus inscripciones históricas. No sin contradicciones, desde estos feminismos construimos pragmáticas para desplegar y aumentar la potencia de vida en un marco de restricciones, para así inventar otras coordenadas de irradiaciones disidentes. Tal vez, más que de “nuevos” feminismos se trata de las líneas de fuga de un feminismo demasiado claustrofóbico y esencialista, líneas que pugnan por articular la desobediencia corporal como plataforma de acción política, mediante un entrar y salir de las políticas de los nombres. Del yo a la manada, no como agrupamiento de vaginas, sino como un devenir multiplicidad móvil que se disemina por contagio. Pasión política movilizada por aquello que Deleuze llamó “imperativo de aventura”, que sigue las preguntas o las declinaciones que parpadean en los acontecimientos, deponiendo cualquier regla o respuesta predeterminada y creando una ingeniería de lo imprevisto en función del soplo que acontece y guía2 (Salzano, 2009: 23). Esta manada feminista activa la capacidad para fabular por nuestra cuenta, pero no se preocupa solo de cambiar el contenido de la fabulación, sino también los códigos y las normas de escritura. Derrida comentaba que “las maneras de formular las cuestiones, de hablar, de dirigirse al otro, de hacer las frases, de entrecruzar referencias, la retórica o el gesto de escribir, han sido probablemente considerados todavía más temibles que el contenido mismo. Creo que cuando alguien propone un contenido «revolucionario», dentro del código corriente de la retórica, sin volver a poner en cuestión las normas institu[2] Matt Lee y Mark Fisher, Deleuze y la brujería. Selección, traducción y prólogo: Juan Salzano. Ed Las Cuarenta. Bs As, 2009
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cionales, la universidad o las instituciones en general, lo aceptan más fácilmente que cuando alguien cambia la escenificación o se pregunta acerca de la escena misma, de la organización de los protocolos, de los procedimientos, de las evaluaciones, de las jerarquías, etc.”3 Entonces, estos feminismos de artesanía hibrida afectivo-conceptual, punzantes en la incisión, eróticos en la intervención, descarriados en la imaginación, saben más por memoria propia y ajena, que el feminismo es un espacio rapsódico, de coexistencia tensa e interrogativa de muchas lenguas y cuerpos en una misma contienda política: construir las condiciones de posibilidad de la proposición “mi cuerpo es mío”.
[3] Jacques Derrida. “Una Filosofía Deconstructiva”. Zona Erógena. Nº 35. 1997. En http:// www.educ.ar
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valeria flores es escritora activista de la disidencia sexual tortillera feminista heterodoxa cuir masculina maestra prosexo vegana border de las instituciones. Vive en La Plata y escribe desde Neuquén. Fue integrante de fugitivas del desierto –lesbianas feministas (2004-2008), grupo de intervención política, estética y teórica de Neuquén. Formó parte del equipo que creó el Archivo digitalizado del activismo lésbico de Argentina, Potencia tortillera (2011-2015), una iniciativa autogestiva por afinidad política-afectiva. Se dedica a la escritura ensayística/poética y a la realización de performances como modos de intervención estético-políticapedagógica. Entre sus publicaciones se encuentran: “Notas lesbianas. Reflexiones desde la disidencia sexual” (2005); “Deslenguada. Desbordes de una proletaria del lenguaje” (2010); “interruqciones. Ensayos de poética activista” (2013); “Chonguitas. Masculinidades de niñas”, junto a fabi tron (2013); “desmontar la lengua del mandato, criar la lengua del desacato” (2014); “El sótano de San Telmo. Una barricada proletaria para el deseo lésbico en los ‘70” (2015); “¿dónde es aquí?” (2015), “Las trastornadas entrelíneas o tres tristes trolas” con Laura Gutiérrez (2015), “La sangre del pueblo (también) es lesbiana: la experiencia artístico-política de Lesbianas en la Resistencia (1995-1997)”, con Laura Gutiérrez (2015). Saber / Coger como experiencia política fue presentado en las X Jornadas Nacionales de Historia de las Mujeres y V Congreso Iberoamericano de Estudios de Género “Mujeres y Género: Poder y Política”. Mesa temática: Experiencia, cuerpo y política. Universidad Nacional de Luján, setiembre del 2010.