Palabras Canciller Miguel Vargas Presentación Memorias 2016-2018

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Muy buenas tardes

Su Excelencia Reverendísima Monseñor Ghaleb Bader, Nuncio apostólico de su Santidad el Papa Francisco y Decano del Cuerpo Diplomático acreditado en el país;

Excelentísimos Señores Embajadores, Jefes de Misiones Diplomáticas y Representantes de Organismos Internacionales aquí presentes,

Embajadora Angelita García de Vargas, mi esposa, y mis hijos que hoy me acompañan;

Honorables Señores Viceministros de Relaciones Exteriores, Embajadores, Directores y demás Funcionarios de este Ministerio;

Honorables funcionarios de las diferentes instituciones del estado que nos acompañan;

Honorable Señor Enrique de Marchena, Decano del Cuerpo Consular y demás Miembros;

Distinguidos Invitados Especiales;


Distinguidos Miembros de la Prensa;

Señoras y Señores;

Me siento altamente complacido de que hayan aceptado mi invitación para compartir con nosotros la puesta en circulación de las Memorias del Ministerio de Relaciones Exteriores, correspondientes al periodo agosto 2016 - agosto 2018.

Ha sido un período de logros trascendentales, entre ellos la elección para un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y el establecimiento de relaciones diplomáticas con la República Popular China. Hechos que constituyen hitos en la diplomacia dominicana.

Estos y otros objetivos son hoy una realidad gracias a las decisiones oportunas del presidente Danilo Medina, ejecutadas con presteza por este Ministerio de Relaciones Exteriores, bajo mi dirección desde el principio mismo de la presente administración.

Hemos hecho hincapié en una política exterior activa, dinámica, tomando en cuenta la realidad dominicana y el entorno internacional, haciendo el uso más eficiente de los recursos a nuestro alcance.

Tanto las relaciones bilaterales como las multilaterales han adquirido una importancia y complejidad sin precedentes. Han surgido nuevas situaciones y la ausencia de los factores ideológicos no ha traído consigo, una disminución de las tensiones y retos.

Aunque regionales, algunos conflictos han repercutido en todo el mundo y demostrado que la globalización comporta también consecuencias indeseadas.

El cambio climático ha puesto de relieve la vulnerabilidad de algunas áreas geográficas, caso del Caribe al cual pertenecemos.

El Caribe y los pequeños estados insulares del Pacífico, figuramos entre los que menos contribuimos al calentamiento global y a la contaminación. Sin embargo, nuestras economías, nuestras sociedades e


incluso la integridad física de nuestras geografías y nuestra gente, corren serios riesgos por el cambio climático.

No tenemos que ir muy lejos para reforzar con hechos lo que acabo de afirmar. El año pasado, por ejemplo, el desarrollo de varias islas del Caribe, e incluso la de Puerto Rico, parte de los Estados Unidos, retrocedió años por la ferocidad nunca ante vista de fenómenos naturales.

A Dominica, uno de los territorios más afectados, le tomará un largo tiempo recuperar lo que perdió en horas.

Hay guerras en las que no intervienen soldados ni armas letales, pero que sin embargo pueden causar daños incalculables y arruinar economías. Me refiero a los enfrentamientos comerciales y al debilitamiento de instituciones como la Organización Mundial del Comercio.

De repente, uno de los pilares de la economía internacional, el libre comercio e intercambio de mercancías y servicios, ha perdido efectividad.

Por otro lado, el crimen transnacional, el tráfico de substancias prohibidas y de armas, además de las amenazas a la seguridad que supone la nueva fase de terrorismo que se vive en el mundo, nos plantean situaciones difíciles de enfrentar.

No producimos drogas, tampoco exportamos terrorismo ni somos un paraíso fiscal, para citar algunos de los causales que intervienen en las relaciones internacionales de nuestros tiempos.

No obstante, nos hemos visto obligados a modificar nuestro andamiaje legal y adoptar medidas preventivas en aeropuertos y puertos, además de invertir millones de dólares en combatir el narcotráfico y formar especialistas y agentes a fin de enfrentar estos nuevos flagelos.

Como país democrático y abierto, estamos sometidos al escrutinio de otros países que reclaman la universalidad de los derechos humanos y la democracia representativa.

Mientras otras naciones se cierran a la inmigración e incurren en acciones reprochables contra los indocumentados, la República Dominicana, un país de renta media, cuenta con una población de extranjeros que presiona de manera alarmante algunos de nuestros servicios públicos.


No realizamos deportaciones masivas, sino que hemos gastado miles de millones de pesos en regularizar el estatus migratorio de miles de inmigrantes y en asegurar el respeto de sus derechos.

Hoy en día, cada país cuenta, sin importar que sea una ciudad-estado, una isla perdida en el océano o un gigante territorial.

No hay conflictos lejanos y las razones de la geopolítica son por momentos tan cambiantes como el precio de algunas materias primas, inflado o desinflado por especuladores o fuerzas mayores.

Por otro lado, hay actores no estatales que han asumido un papel protagónico y que de una forma u otra tratan de influenciar la política exterior.

Me refiero a la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales (oenegés). En algunos casos, estas últimas han reemplazado a las agencias públicas en acciones de cooperación y desarrollo.

Es este mundo de instituciones que, como las Naciones Unidas, necesitan de reformas urgentes; de amenazas como el cambio climático y la insolidaridad creciente, pero al mismo tiempo más interconectado e interdependiente que nunca, el que demanda una política exterior cada vez más asertiva.

Y, a qué países en vías de desarrollo como la República Dominicana deban esforzarse al máximo para tomar las decisiones más oportunas y en consonancia con el interés nacional.

Claro está, sin obviar, la adhesión estricta al derecho internacional y al diálogo como la vía más idónea para resolver los conflictos.

El interés en la preservación de la paz, aseguramos nosotros, debe ser militante.

El Ministerio de Relaciones Exteriores, afortunadamente cuenta con recursos humanos de alta calificación profesional.


Cuánto hemos logrado se debe también al trabajo en equipo, a la dedicación de nuestros viceministros y de otros funcionarios esforzados, responsables y conscientes de que trabajan en la primera línea de defensa de la República Dominicana.

En todos ellos he encontrado colaboradores eficientes y comprometidos.

A ellos mi reconocimiento y las gracias más efusivas.

Igualmente, el cuerpo diplomático y consular acreditado en el país se desempeña con mucha profesionalidad, respetando nuestra soberanía y cultura.

A todos ustedes también les doy las gracias y les pido que continúen colaborando con nosotros con el mismo dinamismo y entusiasmo.

Quiero reconocer y agradecer también a las organizaciones empresariales por el respaldo que nos han dado a lo largo de nuestra gestión.

También dar las gracias a los miembros de la prensa que siempre nos han brindado su apoyo.

Y de manera especial agradecer a mi familia y sobre todo a Dios por siempre estar conmigo. *** Finalmente, como es bien sabido, una imagen vale más que mil palabras.

Por eso queremos compartir con ustedes esta entrega audiovisual que recoge la mayoría de los trabajos que hemos realizado en estos dos años, bajo la orientación del presidente Danilo Medina.

Muchas gracias.


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