Declarada de Interés Social por la Legislatura - Cdad. Bs. As.
y a i r o m Me NZA A R E P S E
REVISTA BIMESTRAL - AÑO 18 - Nº 168 - SEPTIEMBRE / OCTUBRE 2018 - COSTO $60
qu
SUPLinta E E N EL CLMENTO TREGA UB D DEPO R E MI BARRTIVO IO
Octava entrega de la Colección “La Patria al hombro - Iglesia y Emergencia”. Carta del Santo Padre Francisco al Pueblo de Dios
Editorial
Sumario .1.
fl
Con los pies firmes en la esperanza, nuestros abuelos.
.2.
Hacia una ancianidad plena de sentido.
.4.
Haciendo lugar: cuando la parroquia se hace casa para nuestros abuelos.
.6.
Ser protagonistas de sus vidas: la clave de los abuelos
. 10 .
¿Qué significa ser hoy una persona mayor en la argentina?
13 .
Maestros de vida y testigos de la fe
. 15 .
Cuando el paso se hace lento y la sabiduría más honda: el sacerdocio de nuestros mayores .
. 18 .
La vida en camino es una Esperanza: todo ser humano es el rostro de Dios.
. 20 .
Hogar de Cristo: tejer familia crianza compartida
. 21 .
Ser abuelo, gotitas de ternura que… son como el sello familiar.
. 23 .
50 años caminando con los pobres abrazando la vida.
. 27 .
Fiestas patronales de Santa Ana y San Joaquín.
Esta edición va acompañada de la QUINTA entrega del Suplemento Deportivo EL CLUB DE MI BARRIO. y la OCTAVA entrega de La Patria al hombro
CON LOS PIES FIRMES
en la ESPERANZA, nuestros abuelos El corazón de los abuelos, libre de resentimientos pasados y de egoísmos presentes tiene un atractivo especial para los jóvenes que esperan en ellos un apoyo firme en su fe y sentido para su vida (…) cuanto me gustaría que la Iglesia pudiera superar la cultura del descarte, promoviendo el reencuentro gozoso y la acogida mutua de las distintas generaciones. Francisco - Audiencia general - 11 de marzo de 2015. Es un lunes de agosto y Andy me trae un mensaje, “padre mi abuela quiere confesarse, cuando puede venir”. Y como resistirse, doña Concepción tiene 99 años, cuando está cerca su cumpleaños, ella quiere volver a recibir la caricia de Dios. El año pasado lo hizo en guaraní, pero este año cerca de los 100 quiso que su nieta me tradujera, quería que yo entendiera todo lo que me decía. Y ahí entre mate, risas, complicidades de los tres y la gracia de Dios Doña Concepción se confesó. Eso sí, como hacen sus hijos, nietos y bisnietos antes de irme le pedí su bendición. Poco antes de empezar la misa entra Purificación, con su bastón de trípode, camina lento con sus 87 años, su hija al lado, cuidándola pero dejando que se mueva por su cuenta. Paraguaya ella, tuvo 12, pero “3 se me fueron padre”, 46 nietos, y “bisnietos, no se, perdí la cuenta”. Piedad profunda y sencilla, se arrodilla en la consagración, y tarda en levantarse. “Los mayores no van a la Iglesia porque tienen más tiempo, van porque tienen más necesidad de Dios, origen y último fin de nuestras vidas”. Saber envejecer es una tarea ineludible. Frente a una sociedad dominada por la cultura del descarte el desafío es valorar el don que traen nuestros adultos mayores, como testigos de la fe, como maestros de vida, como agentes de ternura. Francisco nos recuerda que a los abuelos se les ha confiado una gran tarea: transmitir la experiencia de la vida, la historia de una familia, de una comunidad, de un pueblo; compartir con sencillez una sabiduría, y la misma
fe. Semejante legado requiere que los abuelos nunca dejen de soñar y de estar abiertos a los nuevos tiempos. Tanta ternura, tanto amor que entregan, deben ser cuidados, bendecidos. Por eso, los abuelos no pueden quedar en “la periferia” de nuestros corazones. En lo personal, lo que más desea un abuelo es que lo abracen, que lo quieran, que le pregunten ¿cómo estás? Nuestros mayores ya han vivido gran parte de la vida y por haber pasado situaciones difíciles, se toman las cosas con humor y son sembradores de esperanza, por eso la importancia de escucharlos. En lo comunitario, es imprescindible quebrar esas vejeces dispares, que están estrechamente vinculadas a las desigualdades sociales y económicas. Como plantean los estudios del Observatorio social de la UCA todo lo que se escucha en los medios de la vejez activa y saludable es cumplible sólo para una pequeña parte que está en una buena posición económica. El resto, la gran mayoría de nuestros abuelos, para poder alcanzar estándares de una vejez activa y saludable necesitan de políticas públicas que las impulsen. En ese sentido, el informe de la UCA, propone hablar de vejeces, en lugar de vejez. Por eso, la cultura del descarte no es evangélica, como dice Francisco “¡Es feo ver a los ancianos descartados, es una cosa fea, es pecado!” El camino es lo que día a día se hace en muchas familias y en nuestras comunidades parroquiales, desde las villas de la zona sur, hasta los barrios de la zona norte, pasando por el mismo hogar sacerdotal: hacer lugar, ser familia que cobija, que mantiene vivo, que permite que los adultos sigan sembrando, que cuida y escucha a nuestros mayores. El papa Francisco, nos dice que los abuelos son la sabiduría de la familia y de un pueblo. Y un pueblo que no escucha (y cuida) a los abuelos es un pueblo que muere. (Encuentro Mundial de las Familias, Roma, 27/10/2013). Padre Adrián Bennardis
1
Mons. Alejandro Giorgi Vicario Episcopal para la Pastoral de Juventud. Ernesto Giobandosj Obispo Auxiliar de Buenos Aires
d a d i n a i c n a a n u a Haci o d i t n e s plena de
“Había una vez un anciano feliz, era reconocido, su voz se escuchaba con atención, sus consejos eran apreciados por los jóvenes, su mirada lo abarcaba todo, se sentía orgulloso por haber vivido y lo único que le interesaba era sembrar felicidad en aquellos que deberían continuar la historia de los hombres...” “Había una vez...” Sí, hablar hoy de la ancianidad es como evocar un cuento de tiempos idos. Lamentablemente hemos perdido el respeto por nuestros mayores, ya no están presentes en nuestros hogares, han sido excluidos y recluidos a una soledad “poblada de aullidos interiores”. El índice más alto de suicidios se da en los adultos mayores. Muchos de ellos se sienten abandonados, deprimidos, sin un rol significativo ni en su familia ni en la sociedad, sufren, quizá como ningún sector, el agobio de magras jubilaciones. La sociedad los excluye como material descartable, pertenecen a la clase pasiva, son una carga fiscal, de allí los proyectos de eutanasia: matemos a los viejos y construyamos una sociedad de jóvenes que produzcan y vivan consumiendo. Esta perversa utopía es un suicidio colectivo: si matamos a los viejos nos quedamos sin la memoria colectiva, y un pueblo que no tiene memoria acompañada de la sabiduría, simplemente sucumbe. Existe también un camino distinto: muchas familias cuidan a
2
sus mayores, los integran y los hacen sentir valiosos. Muchos mayores y ancianos saben cuál es su rol, conservan el buen humor, se ríen de sí mismos, opinan sin imponer sus ideas, evitan cargosear con sus achaques y olvidos. La presencia serena de los abuelos es un remanso de paz para las familias jóvenes, cuidar a los nietos (hoy más que antes por las dificultades laborales) es una escuela de ternura. La sonrisa de un anciano vale más que el oro y la plata que puedan dejar a sus herederos. En una reunión familiar la opinión de los mayores es valorada cuando es dicha con humildad, sin escándalos, mansamente. La diferencia entre el viejo “chocho” y el viejo sano no está en la enfermedad ni en los achaques, sino exclusivamente en cómo encaró su propio envejecimiento. Saber envejecer es una tarea ineludible, cuando no se lo plantea
de una manera responsable y creativa, se cae en la vejez peyorativa, a no asustarse entonces cuando los nietos no los visitan, cuando los hijos no llaman por teléfono, es que han claudicado en la tarea de saber vivir cada etapa de la vida. Lamentablemente existen muchos jóvenes que ya son viejos, han renunciado a vivir con dignidad, han renunciado a ganarse el pan con el sudor de la frente, han renunciado a encontrar un sentido trascendente de la vida, simplemente se han dejado estar, han visto pasar la vida sin sacarle su jugo más exquisito. En cambio, existen muchos viejos-jóvenes, viejos en años, pero jóvenes en espíritu, junto con el paso de los años se multiplican los proyectos, no se cansan de idear nuevas formas para mantenerse vivos en la mente, en el cuerpo y en el espíritu. Estos viejos-jóvenes son un tesoro. Y se parecen tanto a los niños... los extremos del ciclo vital se juntan, se asemejan. Hasta la piel es parecida. Finalmente, los viejos están más cerca de Dios. Aumenta en ellos el deseo de la oración y los frutos de esta dimensión espiritual son la sabiduría y la alegría interior. Los mayores no van a la Iglesia porque tienen más tiempo, van porque tienen más necesidad de Dios, origen y último fin de nuestras vidas. Sienten que la vida ha pasado, quizá con mu-
chos apuros y olvidos de cosas esenciales. Sienten que sólo en Dios descansa el alma. ¡Cuántos abuelos y abuelas son los catequistas de sus nietos! Hablan de Dios porque lo sienten en sus
entrañas como un misterio vivo. Hablan de Dios y rezan porque saben que el Encuentro está más próximo y la partida es más evidente. Tener las valijas preparadas para emprender el último
viaje, con una conciencia limpia, un corazón alivianado y unas manos abiertas para la última entrega. Los bebés nacen con los puñitos cerrados, morimos con las manos abiertas.
Enséñame, Señor, a retirarme a tiempo. De la vida no podemos jubilarnos. Pero de otras actividades sí, y hasta es conveniente, sano. En una sociedad donde la medida es el hacer y el tener, el ocio y el tiempo libre es mala conducta. Aprender a retirarme a tiempo es prudencia y sensatez. Hay muchos que no saben renunciar, dar un paso al costado. Siguen contando su dinero, acariciando su billetera, programando inversiones a veinte años... Y pensar que la vida pasa por otro lado, la verdadera vida, la sobreabundante vida. Pienso en tu vida, Señor Jesús, te fuiste en la plenitud de tu edad. Dijiste a tus Apóstoles: “Es necesario que yo me vaya”. También dijiste: “Si el grano no cae en tierra y muere, queda infecundo, pero si muere da mucho fruto”. Te retiraste y tu Iglesia creció. Te fuiste y descendió el Espíritu Santo para santificar el mundo. No estuviste apegado ni a las cosas, ni a la fama, ni a los milagros impresionantes que hiciste. Te sentiste peregrino y en verdad lo fuiste. Enséñame, Señor, a retirarme a tiempo. Que los demás no sientan el fastidio de
mis apegos desordenados. Otros serán más inteligentes que yo. Otros harán las cosas mejor que yo. Otros aportarán ideas nuevas que revolucionarán al mundo. Retirarme a tiempo es parte de la vida, pero no me retiro de la vida. Todavía tengo mucho por hacer, quizá lo que nunca hice. Aprenderé nuevas recetas de comidas. Visitaré museos para redescubrir la belleza de la creación. Estudiaré idiomas o computación. Haré más viajes, si tengo los medios, y si no caminaré un poco más, veré los techos de las casas, la forma de los árboles, escucharé de nuevo el canto de los pájaros. Tendré más tiempo para escuchar una sinfonía o mi canción preferida, leer tantos libros que quedaron para mañana. Aprovecharé para estar más con mis seres queridos, poniéndoles el oído para resarcir tantos apuros y justificaciones. Retirarme de las cosas que me ocasionaron tantos dolores de cabeza, no es renuncia, sino premio. Enséñame, Señor, a retirarme. Enséñame, Señor, a descubrir todo lo que me falta para ser feliz y hacer feliz a los demás. Amén. (Del libro “Oraciones para Personas Mayores”, Ernesto Giobandosj, San Benito, Buenos Aires, 2003).
arzbaires.c21tv.com.ar - canalorbe21.com - info@c21tv.com.ar Tel-fax : (011) 4342 4955/4395 - Av. Rivadavia 413 Piso 10° - Ciudad de Buenos Aires 3
Comisión de Niñez y Adolescencia
a l O D n gar cua
u L o d n e Haci
a s a c e c a h e s
a i S O u L E q U B o A r OS R T S par E U N RA PA
“Debemos despertar el sentido colectivo de gratitud, de aprecio, de hospitalidad que hagan sentir al adulto mayor parte viva de su comunidad” (AL 191, Papa Francisco) Las parroquias fueron dando respuesta pastoral a una realidad de la ciudad, a una necesidad. Acompañar a nuestros adultos mayores, hacerles lugar, reconocer su camino, escuchar su voz, tomar aquello que brindan. La ciudad de Buenos Aires tiene una población adulta mayor con el mismo peso relativo que la población menor de 17 años. Por eso, además de estar en la agenda pastoral, es preciso que estén en la agenda pública. Nos acercamos a tres experiencias parroquiales, que sabemos que son sólo algunas de las muchas que hay. Sentirse en familia, Parroquia Madre de Dios
El padre Martín Carroza es el párroco de Madre de Dios en el barrio de Lugano, quien nos re-
4
cibe esa tarde para conocer al grupo de abuelos de la parroquia. “Muchos de ellos son de la villa Cildáñez que está dentro del radio parroquial, donde hay una capilla de la época en que los oblatos misioneros estaban a cargo; y también vienen del barrio Copello, que es un barrio de complejos habitacionales, donde también hay una capilla muy pequeña”, nos cuenta Martín. El grupo es histórico y algunos de los voluntarios también hace mucho que vienen. Se reúnen todos los jueves después del mediodía, realizan actividades y comparten la merienda. Vienen del ANSES y de Desarrollo Social con propuestas y actividades pensadas para su edad. Es mixto, y en tantos años las personas se fueron renovando, pero muchos vienen desde hace muchos años, como Filomena, que es la más antigua de todas y trajo a muchos. Algunos ya partieron y otros dejaron de venir por cuestiones de salud o porque están muy grandes, pero en el grupo se acuerdan de todos. Cristina nos cuenta que “hace 10 años que vengo porque tuve un problema de salud muy serio y me decían que tenía que hacer algo porque no podía trabajar más. Una vecina me habla del grupo; yo solo venía a misa. Y vine y me gustó, y estoy comprometida, y si estoy con mi nietita, la traigo”. Titi, la coordinadora, hace
mucho tiempo que está: “Primero vine con mi papá y cuando él se enfermó yo seguí viniendo a ayudar y me quedé. Ya hace 11 años que estoy como coordinadora. Para Constancia el grupo es parte de la familia. “Yo en mi casa estoy entre cuatro paredes, acá compartís, hablás, lo más lindo es que llegue el jueves. Hace 15 años que vengo, fui abuela a los 35 años y hoy tengo 16 nietos”. Y de eso se trata, simplemente de compartir la vida y sentir la parroquia como tu familia. Encontrarse con amigos Parroquia Nuestra Señora de Caacupe
Una vez al mes en la parroquia Ntra. Sra. de Caacupé, en Caballito, se reúnen entre 25 y 30 abuelos y abuelas a compartir el “Té de la amistad”. Graciela Filizzola tiene 58 años y es la coordinadora. Ella trabajó muchos años en Centro de jubilados, y fue, junto con el padre Eusebio, quienes concretaron esta propuesta hace casi un año. Graciela nos cuenta la experiencia: “Nos juntamos el último viernes de cada mes y empezamos a reunirnos para que ellos tengan un lugar para estar, para charlar, hacer alguna actividad. Pensamos en algunas salidas a San Nicolás o Luján. Nos limita un poco que sea mensual y con el padre estamos viendo de disponer de algún
otro rinconcito para poder encontrarnos más seguido ya que los mismos abuelos nos lo piden. Muchos se sienten solos porque tienen la familia afuera y los ven poco o porque hijos y nietos no les llevan mucho el apunte, entonces valoran este lugar porque es donde se encuentran con otros y expresan lo que sienten, se sienten acompañados. Rosita por ejemplo nos contaba, el día que cumplía 93 años, que su nieto, que cumple los años el mismo día que ella, vive afuera y ella tiene toda la ilusión de un día poder ir a verlo.
También al Té de amistad vienen abuelos de un hogar de ancianos acompañados por una persona responsable que los trae; y estamos planeando ir nosotros a visitarlos porque allá hay otros abuelos que no pueden venir a la parroquia. Llevarles también a ellos un poco de compañía. Es lo que buscan, afecto, estar acompañados, que los escuchen. A mí me llena el alma a cada cosa que te cuentan”, nos dice
Graciela emocionada, “y es muy gratificante que sigan teniendo proyectos y sueños porque para eso no hay edad”. Tejidos de amor Parroquia Nuestra de Lourdes
Señora
En la Parroquia Ntra. Sra. de Lourdes en Belgrano se juntan semanalmente un grupo de mujeres adultas mayores a tejer ajuares de bebé para la Maternidad del Hospital Pirovano. El grupo es pequeño pero sigue firme con su tarea. “En un principio éramos de Liga de Madres de Familia, que en la parroquia empezó en 1962”, hace memoria Zulma. “Ayudábamos a muchos lugares”, agrega Cristina, “y aunque hace dos años la Liga se cerró, nosotras seguimos con esta tarea”. “Y siempre tejimos ajuares para la maternidad del Pirovano y lo seguimos haciendo hasta el día de hoy”, comenta Leticia, “...y al finalizar cada encuentro rezamos el rosario y compartimos un té”. En tiempos en lo que todo es inmediato, tejer ejercita la pa-
ciencia, y esa tarde que compartí con ellas cada puntada de las agujas se entrelaza con la charla sobre sus vidas, sobre los nietos, quien los tiene, sobre las mamás de la maternidad, donde siempre ven mucha necesidad y gratitud sincera con este gesto de amor que ellas hacen. Cuando tienen varios ajuares armados, organizan el día de visita a las mamás. “Se lo entregamos directamente a la mamá, sin intermediarios”, comenta Zulma, “y junto con el ajuar le damos un rosario y una estampita de la Virgen”. “Agradecen y reciben todo con mucha alegría”, afirma Leticia. Elsa, sentada al lado mío y sin levantar la vista del tejido me cuenta por lo bajo: “Es algo que una, yo por lo menos lo hago con cariño, ayudar en lo pequeño que uno puede, estoy siempre pendiente del tejido, de lo que me falta. Ya venía anteriormente mi mamá ahora vengo yo”. Y me cuentan que además de las que se juntan en la parroquia, otras señoras tejen en sus casas, y también suman sus manos para tejer algunas abuelas de un geriátrico. Y mientras ellas tejen, Pili -Peregrina es su nombre- se encarga esa tarde de preparar las cosas para el té, mientras la charla continúa y la manos laboriosas siguen incansablemente con su bella tarea.
5
Comisión de Niñez y Adolescencia
de su vidas: Ser protagonistas la clave de l os
abuelos
“Los abuelos deben salvar el planeta de la falta de esperanza” (Francisco, 28-09-2014). En las parroquias de los barrios más humildes los abuelos ocupan un lugar especial, allí donde los límites parroquiales se desdibujan y parroquia y barrio se entrelazan en una abrazo de familia profundo, tierno, lleno de esperanza… en ese abrazo también anidan nuestros mayores, nada más lejano hay aquí al olvido y al descarte. Ellos son protagonistas de sus vidas y nos cuentan emocionados sus sueños y proyectos.
porque hacía un año que funcionaba pero no había una estructura, venían a almorzar pero no tenían demasiadas actividades”, nos cuenta. Nos encon-
tramos esa mañana en la Parroquia Centro de jubilados Papa Francisco, Villa 1.11.14 Madre del Pueblo ‘Somos los abuelos de Madre del Pueblo’ y de ahí fuimos caminando a la capilla donde los Micaela Fama tiene 30 años y abuelos habían terminado de ales la coordinadora del Centro de morzar. Ese día se había suspendiJubilados Papa Francisco que fun- do la clase de tango, pero cuando ciona en la Capilla San Juan Bau- entramos todos estaban bailando tista en Bajo Flores. Esta capillita, y cantando. Afuera el día era gris como todas las capillas de las vi- y desapacible. Adentro nos recibió llas, tienen en su corazón activida- una fiesta. des de la parroquia, y así es como Y mientras preparaba el mate, pueden llegar a todo el barrio… en la pequeña cocina, Mica me Ella se toma dos colectivos fue contando algo de la vida de para llegar todos los días, de lunes este lugar… mientras de fondo sea viernes al Centro. Es bajita pero guía el coro animado de los abuetiene empuje, allí todos la quieren los cantando. como una hija y se hace respetar. “Al principio era para jubila“Empecé en el Centro en 2015, dos y pensionados, pero después
6
lo abrimos a otros abuelos que no tenían acceso a una jubilación, y si bien ellos son más que abuelos, porque ser abuelo es un rol pero no es toda la identidad de la persona, lo decimos con afecto y ellos lo adoptaron como una identidad propia y se definen así ‘somos los abuelos de Madre del Pueblo’, y tienen un espacio dentro de la parroquia reconocido. Cuando llegué fui escuchando sus inquietudes: qué les gustaba, qué sueños tenían para ir pensando propuestas. Ahora tienen folklore, teatro, tango, musicoterapia, manualidades y reciclado; y una vez por mes vienen a darnos una charla sobre los derechos y desafíos del adulto mayor. El teatro los ayuda a flexibilizar el pensamiento, a inventar historias. Y la actividad de tango, patrocinada por el GCBA, marcó un antes y un después”, recalca Micaela, “ellos esperan los jueves para traer sus zapatos, sus vestidos, los hombres vienen de traje. Llegaron a bailar en la usina del arte e ir a la final del mundial del tango donde hay propuestas más barriales, y el año pasado bailaron en la gran fiesta que se hizo en Madre del Pueblo”. En el centro hay anotados unos 35 abuelos y abuelas, pero son 20 los que vienen siempre, así que luego de conversar con Micaela un ratito, pasamos al salón de la capilla propiamente, que es donde comen y hacen las actividades, y
me presenté a todos. Algunos son muy tímidos y hablaron poquito, otros pueden estar toda la tarde contándome anécdotas. Cuentan como conocieron el lugar y empezaron a venir: “Yo fui de las primeras” comenta Ercilia: “Vivía encerraba en mi casa desde 2002 cuando matan a mi hijo, y eso fue lo que me encerró… y me trajo el padre Hernán. A la mayoría los conocía de vista pero nunca los había saludado. Y de a poco fui cambiando. El dolor de la muerte de mi hijo va a estar ahí, pero venir me alivia mucho, acá ya saben”. “Yo soy discapacitado de la vista”, dice Antonio, “solo distingo bultos… Enviudé hace tres años y no quería venir, me sentía una molestia. Pero acá las chicas con Micaela me llevan a todos lados, me divierto, las horas que paso acá soy feliz. Y ahora tengo a todas las abuelas que son compañeras mías”. Pipo afirma: “Aquí se respeta todo. A cada uno con su forma de ser y con su mundo, con sus defectos y virtudes. Y Micaela es un pequeño muro de contención para todos nosotros, así como cada uno de nosotros es un murito de contención para el otro. Porque lo que reina acá es eso: amistad, solidaridad, cariño, afecto”. Muchos empezaron a venir porque les decía alguna de las abuelas y abuelos que ya participaban, contándoles de qué se trataba. Rosa desde el primer día se sintió cómoda: “Porque te reciben con abrazos, y lo que más desea un abuelo es que lo abracen, que lo quieran, que estén pendientes, que les pregunten cómo estás. Yo vivo sola y eso es lindo, porque
acá tenemos amistades, es una familia”; a lo que María agrega: “Amo a las profesoras porque siempre traen propuestas nuevas. Amo a todos y a todas porque cada uno tiene luz a su manera y eso es lo importante. Yo soy muy inquieta y acá todos me brindan mucho cariño”. También me cuentan que hacen muchas actividades, en el Hogar de Cristo, donde están los pibes y pibas que intentan salir del consumo, presentaron la obra de teatro y fue muy enriquecedor porque los abuelos han vivido gran parte de la vida y también pasaron situaciones difíciles, y hoy se toman las cosas con hu-
confeccionando juegos que jugaban en su época y que después llevaron al jardín, jugaron juntos y se los dejaron. Y mientras la tarde pasa, me detallan historias, anécdotas de los viajes que han hecho juntos al mar, que para algunos fue la primera vez que iban a conocerlo, como Ercilia que estaba tan emocionada que le costaba mantenerse en pie; o cuando los agarró la lluvia y llegaron empapados al hotel… y se ríen… y recuerdan… y proyectan otras salidas… y esa tarde, sin proponérselo, me dan una hermosa lección… que no hay edad para disfrutar de las pequeñas cosas cotidianas y sencillas de cada día.
Teatro en la Villa 31 ‘Con los pies firmes en la esperanza’
mor y le dan esperanza también a los chicos. También han hecho intercambio con los chicos del Jardín Itatí, que es de la parroquia,
Nos encontramos a la mañana temprano con el Padre José, todos lo conocen por Pepe, en la terminal de ómnibus de Retiro y con él fuimos hasta la capillita Nuestra Señora del Rosario que, junto con la parroquia Cristo Obrero, son las históricas del barrio. Allí ya algunas mujeres y varones estaban compartiendo el desayuno
7
en la cocina alrededor de una mesa larga con lugar para más de 20 personas. “Éste, el ‘grupo grande de la vida’, me dice el padre Pepe, “está desde hace más de 20 años, cuando estaba el padre Enrique Evangelista, y muchos han pasado por él. También Pepe me cuenta del Hogar de abuelos, una casita que ha hecho el padre Guillermo Torres hace unos 10 años atrás para algunos abuelos que estaban solos y no tenían donde estar. Al principio fue mixto, pero después, por razones de convivencia, se hizo solo para varones, que son quienes quedan más solos. Y en estos años muchos fueron pasando por allí y algunos de ellos han venido o vienen al grupo de abuelos que funciona los jueves en la Capilla. “Siempre fueron poquitos, es una casita. Hoy hay cuatro abuelos: Santiago, Silvano, Salvador, que es el que viene más seguido al grupo, y Juan. Ellos son auto válidos, cada uno hace su vida, tienen alguna pensión. Y con los muchachos y muchachas del Hogar de Cristo comparten mucho del día y hay un vínculo natural porque está justo al lado y comparten el mismo patio”, comenta el Padre Pepe. Mientras iban llegando y esperábamos a Marco, el profesor de teatro, conversamos con algunos, y así es como Florencia, Luis, Jorge me van contando cosas de sus vidas, de cuando llegaron al barrio, de cuanto hace que vienen al grupo, del esfuerzo diario durante años por prosperar y estar un poquito mejor cada día. También la propuesta la acompañan otras tres mujeres que no son del barrio,
8
pero desde el principio son parte del grupo de teatro. Luego, pasamos a la capilla para emocionarnos por un ratito, reír y llorar juntos a partir del encuentro, donde la charla se mezcla con los diálogos de la obra que van recordando para mí, con la experiencia de esos dos años de trabajo y esa gran apuesta que tuvo hermosos frutos. “La obra no era solamente testimonial”, explica Marco, el profe y director, “sino que era sobre los sueños, un viaje imaginario atravesando Latinoamérica, en las que ellos volvían a sus pueblos, a sus lugares de origen antes de morir. Yo soy director de teatro y llegué a partir de la relación con Pepe y desde ahí, con el grupo del barrio y algunas mujeres de afuera que se sumaron entre todos, construimos esta obra, que fue seleccionada por el Festival de teatro más
importante que hay en Argentina. Y vino mucha gente a verla. Es una obra que transcurría en diferentes espacios del barrio, parte acá, parte en la parroquia Cristo Obrero”. Y mientras se escuchan afuera las máquinas trabajando en la canchita de fútbol, adentro nos transportamos a otro mundo. Y así me cuentan de la obra “La velocidad de la luz” llevada a escena por este grupo de mujeres y varones mayores de la villa 31 y lo que significa esta experiencia para ellos. Mary, una de las actrices principales, comparte su experiencia: “Del público he recibido muchos halagos, me han felicitado, otros se admiraban por mi trabajo. Yo estaba orgullosa de lo que hice y de lo que aprendí”. Ninguna de las mujeres había hecho teatro antes… y se preguntaban: “¿Quién nos va a venir a ver?” Nunca imaginaron que iba a tener tanta repercusión. El público se emocionaba me cuentan “porque todas las que actuábamos éramos mayores y abuelas”. Beatriz recuerda: “La obra es emotiva porque es una cosa que te toca, es muy fuerte, y si bien había mucha risa, veías a la gente con el pañuelito emocionada… Y yo pensaba ‘qué exagerados’, hasta que en una de las últimas funciones vino mi hijo y cuando lo miré estaba llorando a moco tendido”. “Pasa algo muy fuerte con la obra, había mucha alma, es una obra muy compartida con el público, donde lo importante no
era actuar perfecto…”, afirman todas. Y a través de la obra fueron aprendiendo como grupo y conocieron el teatro. Y ya están preparando una nueva obra que recién arranca. Mary nos cuenta la nueva propuesta: “Es un viaje mítico, imaginario donde todos llegamos convertidos en niños y niñas y cada uno llega en un animal. Todos llevan una piedra no saben por qué, como un llamado, y esas piedras van a ser sobre las cuales se va a empezar construir el barrio”. Marco comenta que la historia está pensada también para niños y niñas, para que puedan empezar a conocer la historia del barrio. Y en el medio van a contar
historias reales mezcladas con esa historia de fantasía. La nueva obra se llama “Los nacimientos”. También recuerdan a compañeros que fallecieron en este último tiempo y fueron parte de la obra: Anita, el Chavito. “De más de uno pude conocer sus vidas por medio de la actuación”, comenta el padre Pepe refriéndose al Chavito. Siempre terminan con una oración, y ese día no fue la excepción, y Pepe rezó junto a nosotros: “Sabemos por fe que la vida es un camino, que es un misterio grande y tenemos la certeza de que cada vida es única y lo seguirá siendo por toda la eternidad junto a Dios, que nuestros seres queridos se nos adelantan en ese cami-
no, pero que habrá re encuentro. Todo esto queremos pedírselo a Dios, que Él nos ayude a seguir caminando con los pies firmes en la esperanza”. Y después de la clase de teatro me quedé a compartir con ellos un sabroso y abundante almuerzo. Cuánto amor, y fortaleza hay en estas personas. Me encontré con un grupo que me recibió como si yo fuera desde siempre parte de esa comunidad. Cantaron para mí y cantamos juntos, actuaron, nos reímos, nos emocionamos y comimos. Compartimos un momento, penas, amor, alegrías y duelo, la vida misma. Me fui agradecida de la mañana que pasé en el barrio.
9
Enrique Amadasi - Doctor en Sociología (UCA) - Coordina el Barómetro de la Deuda Social con las Personas Mayores, en el marco de un convenio entre la UCA y la Fundación Navarro Viola.
¿QUÉ SIGNIFICA
ser hoy una persona mayor en la argentina? Imaginemos un señor o señora que hoy tiene 70 años. Nació en 1947. Ese año se hizo el cuarto censo de población que contó 16 millones de personas, el equivalente actual a toda la población de la provincia de Buenos Aires. Hoy somos 42/43 millones. Es decir que esa señora o señor que hoy tiene 70 años vio la población argentina multiplicarse por 2,5. Ese censo midió 1 millón de personas mayores -de 60 años y más-; hoy son 6 millones. Y algo que casi no había en 1947: había 200.000 mayores de 75 años. Hoy son casi 2 millones. O sea que nuestro señor o señora vio crecer la población argentina por 2,5, la de personas mayores por 6 y la de viejos-viejos -como se los llama cariñosamente en Gerontología- por 10. Por eso el interés en saber más sobre los problemas de las personas mayores. En el caso de nuestra arquidiócesis de Buenos Aires, los mayores son más que los niños, niñas y adolescentes. En no mucho tiempo más toda la Argentina tendrá esa composición demográfica, hacia allí estamos yendo con el aumento de la longevidad y la disminución de la natalidad, como en tantos otros lugares del mundo. Por eso la importancia de que las personas mayores estén en la agenda pública. Después de la crisis de 2001, la Conferencia Episcopal Argentina decidió que la UCA promoviera una línea de investigación que diera cuenta de la otra deuda que acompañaba la externa de la
10
que poco se hablaba: la interna. O dicho de otra manera: la deuda social con los propios argentinos. Así nació el “Observatorio de la Deuda Social Argentina” que desde entonces da cuenta de la evolución de las condiciones de vida de la población argentina, con énfasis en sus desigualdades. Tiempo después se abrió una línea de investigación sobre infancia y desde hace cuatro años se incorporó a esta familia de estudios la deuda social con las personas mayores. Desde sus iniEn el caso de nuestra
arquidiócesis de Buenos Aires, los mayores son
más que los niños, niñas
y adolescentes. Por eso
la importancia de que las
personas mayores estén en la agenda pública.
cios se contó con el apoyo de la Fundación Navarro Viola y desde hace un año se sumó el Grupo Supervielle. Lo primero que surge de nuestros estudios es que no hay una vejez sino vejeces. ¿Cuántas? Somos 6 millones de personas mayores, lo que permitiría decir que hay 6 millones de vejeces, pero a los fines de un estudio eso no nos sirve de mucho porque ya sabíamos que todos somos distintos. Lo que nuestros estudios nos permiten es decir que más que el sexo o más importante que el grupo de edad, lo que importa son los factores que expresan la desigualdad social. Por ponerlo en una frase: en un sinnúmero de indicadores se parecen más entre sí un sesentón y un ochentón del mismo estrato socioeconómico que un sesentón y otro sesentón de distintos estratos. Lo mismo con los setentones o los ochentones.
La pregunta es cómo se expresa esa desigualdad. En la Argentina hay dos grupos de personas mayores. Un enorme grupo que no hizo la secundaria, sea porque no terminó, sea porque no ingresó, sea porque no terminó la primaria. Se trata de la mayoría, pero recordemos que en ese
ren a la agenda pública. Nosotros elegimos cuatro: las condiciones económicas, el hábitat, la salud y el aspecto psicosocial. En cuanto a sus condiciones económicas, lo que estudiamos es cuáles son los recursos para satisfacer sus necesidades económicas, ya sea a través de sus haberes jubilatorios,
La desigualdad educativa muestra dos vejeces distintas, quienes pudieron estudiar y quienes no pudieron.
entonces no estudiaba el que quería sino el que podía. Luego, hay un sector mucho más pequeño que tiene su educación secundaria y más. Esta desigualdad educativa muestra dos vejeces distintas y, por supuesto, una es mejor que la otra. Ahora, esto hay que interpretarlo, porque uno puede decir que “como estudió trigonometría en el secundario hoy exhibe una vejez mejor”. No es así. No va por el lado de los contenidos. Se trata de quienes pudieron estudiar y quienes no pudieron. Esta es la desigualdad. Y esto nos abrió la ventana a los estratos socioeconómicos: medio alto, medio bajo, bajo y muy bajo. Los cuatro muestran cuatro vejeces distintas. Y de aquí surge un alerta importante. Todo esto que predicamos de la vejez activa y saludable es cumplible para aquella porción que está en una buena posición económica. El resto tiene dificultades para ese ideario, que es compartido no solo por la academia sino por los propios mayores que quisieran hacer las cosas pero no pueden, porque no hay en el medio políticas públicas o no gubernamentales que las impulsen. Los temas que se estudian son estructurales, para que se incorpo-
sus ahorros, las ayudas familiares o su propio trabajo. Nuestros estudios dicen que para los mayores es ésta la principal dificultad: uno de cada dos considera que sus necesidades económicas están poco o nada satisfechas. Es muchísimo. Lo curioso es que uno puede suponer que este dato contamina el resto de las condiciones de vida pero no es así. Hay otras esferas en las vidas de las personas mayores que se mueven independientemente de sus haberes jubilatorios. Respecto del hábitat, invertimos mucho en estudiar el derecho a la ciudad. El resultado es que cuando se compara la vivienda de los mayores con la de los no mayores son mejores. Al revés de lo que se espera, porque por el tiempo transcurrido pudieron consolidar mejores viviendas y además no hay hacinamiento porque en su mayoría viven solos o con sus parejas. Esta es una buena noticia. Lo que sí puede aparecer como problema es lo que ocurre para afuera: el barrio, los servicios de red domiciliaria, la proximidad a áreas inundables o áreas verdes o zonas contaminadas, si tiene cloacas, si usa o no garrafa, porque no es lo mismo para un joven que para un mayor, se sufre más. Este es otro mensaje: son necesa-
rias políticas públicas para el mejoramiento del territorio. Aunque no específicamente dirigidas a las personas mayores, es encomiable todo lo que se está haciendo en los últimos dos años en materia de cloacas; en el Conurbano Bonaerense 1 de cada 2 mayores no tenía cloacas. Una de las tantas deudas sociales. También hay que decir que las condiciones de hábitat de los mayores de nuestra arquidiócesis son claramente mejores que las del resto del país. Otro tema es el de la salud, un aspecto que suele estar cargado de prejuicios porque si bien es cierto que a más edad, más episodios de salud, es falso que “mayor” es igual a “enfermo”. De hecho el 23% de los mayores tiene su salud comprometida, pero la mayoría no. En esta tercera avenida, surgieron cosas tales como que la mayoría (71%) no hace ninguna actividad física. No hablamos de hacer pesas en el gimnasio, sino de una caminata una vez por semana. Si yo tuviera que decirle a alguien que solo puede hacer una cosa por las personas mayores, le diría “promover un programa de actividad física”, por todas las implicancias que tiene eso en la salud, en la psicología y en la sociabilidad. Otra cuestión que sur-
11
ge es que el 19% presenta cuadros de malestar psicológico, esto es, síntomas frecuentes de ansiedad y depresión. En cuanto a los aspectos psi-
12
cosociales, se trata de un capítulo frondoso, que nos permite medir en qué grado los mayores se sienten felices, en qué medida se sienten acompañados por sus familias, en qué medida se sienten valorados por la sociedad y si necesitan apoyos sociales, que nosotros dividimos en tres: el efectivo, que requiere de otro, un alguien que me abrace para mi cumpleaños o me invite a la mesa de Navidad; el informacional, que da cuenta de que a pesar que los mayores están muy informados por la televisión o la radio, no tienen con quien discutirla; y el instrumental, donde vemos muchos mayores que frente a un problema no tienen ningún tipo de cuidado en lo doméstico. En un país en el que nos consideramos amigueros y familieros un 40% de los mayores no tiene estos apoyos sociales. El cuadro se completa con que el 15% se siente solo, con
independencia de que vivan solos o acompañados, porque hay muchos que viven solos pero se sienten acompañados y otros que viviendo acompañados se sienten solos. A veces se nos pregunta por el grado de bienestar de nuestros mayores. Con el cuidado que hay que poner en la respuesta por lo de “no hay vejez, hay vejeces”, se podría decir que por lo magro de muchas jubilaciones en un país donde se llega a las edades avanzadas sin ahorros propios, uno podría suponer que la proporción de “poco o nada” felices es grande. No debiera haber ninguno que se considere infeliz en la Argentina, pero no son tantos como se podría esperar. La mayoría se declara “bastante o muy feliz” y esto demuestra que la felicidad no tiene correlato directo con el ingreso mensual, sino que está mediada por la familia, las redes sociales y un proyecto personal, cualquiera fuera el proyecto. Sí nos debería preocupar como sociedad que uno de cada cuatro mayores no tenga este proyecto personal que le permita trascender el día a día.
Comisión Arquidiocesana de Pastoral de Adultos Mayores
y
MAESTROS d
e vih daumanos
testdigeroecshodse la
Con mucha alegría hace unos años un grupo de varones y mujeres estamos animando la Comisión Arquidiocesana de Pastoral de Adultos Mayores de la Arquidiócesis de Buenos Aires, acompañando y generando espacios a aquellas personas que transitan esta etapa de la vida. ¿El porqué de una Comisión especial de Adultos Mayores?
Esta Pastoral en la Iglesia de Buenos Aires es producto de la reflexión de la Iglesia y la intuición de los Pastores, en particular del Card. Antonio Quarracino, que hace muchísimos años se abrió al Espíritu y generó este espacio a los mayores. Como reflexión de la Iglesia, hubo un antes y un después en la Pastoral de los Adultos Mayores a partir del Documento la Dignidad del Anciano y su Misión en la Iglesia y en el Mundo (1998) que sentó las bases para la Pastoral de los Adultos Mayores. En el Capítulo IV se hace mención de los deberes de la Iglesia de “anunciar a los ancianos la buena noticia de Jesús…” y ofrecerles la posibilidad de encontrarse con Cristo, ayudándoles a redescubrir su propio bautismo, para que a través de Cristo encuentren el sentido de sus presentes y un futuro lleno de esperanza. Y en el Capítulo V nos involucra, ya que es la co-
munidad eclesial toda, la que está llamada a responder a las expectativas de participación de los ancianos. El desafío es valorizar el “don” que ellos representan como testigos de la tradición de fe, maestros de vida y agentes de caridad. Al hablar de esta Pastoral, lo primero que hay que precisar es que está llamada a ser una pastoral “de” los Adultos Mayores y no una pastoral “para” los Adultos Mayores. Si nos quedamos en el “para” nuestros mayores son objetos a los que se debe atender o acompañar a fin de cubrir sus necesidades, si hacemos el salto cualitativo y reparamos en el “de”, los mayores son sujetos y protagonistas activos. El aquí y ahora de los Adultos Mayores
Como enseña el Papa Francisco estamos inmersos en una cultura del “descarte” o del “volquete”. Por lo cual la sociedad moderna ha optado por marginar a los Adultos Mayores. En la co-
fe
yuntura que nos toca vivir como país, los dos extremos de la vida, la vida por nacer y la ancianidad, son vistas por algunos no como un “don” sino tristemente se ven como una “enfermedad”. Muchas veces se olvida que envejecer es un proceso natural, no es un problema de las personas de edad, sino de todos nosotros, ya que todos envejecemos. Por el contrario, como cristianos sabemos que todos estamos llamados al banquete de la vida y que es importante reconocer la riqueza que conlleva esa etapa. “En la vejez seguirá dando frutos” (Sal 92, 15)
Siempre es y será un desafío para nosotros y para las nuevas generaciones descubrir maestros de la vida en los mayores: “¡Qué bien dice la sabiduría a los ancianos…! (Eclo 25, 7) Uno de los «carismas» que vienen con los años, según la Biblia, es la sabiduría, aunque no es algo automático. Como todo don de Dios, es algo que el mayor debe acoger y proponerse como meta, para alcanzar esa sabiduría del corazón que permite vivir una vida llena de sentido. Las personas mayores tienen una misión que cumplir, una ayuda que dar. Por lo cual, la vejez, es don que se renueva y que debe ser vivido cada día en la apertura a Dios y al prójimo.
13
Mirando hacia adelante
Como Comisión queremos que cada mayor pueda llenar de sentido el momento que le toca vivir, su enfermedad, el sufrimiento, incluso la muerte, para poder vivir con serenidad la situación en la que se encuentra. En todo momento buscamos generar espacios para compartir. Por eso a lo largo de estos años hemos hechos retiros, encuentros de Adultos Mayores por Vicarías, peregrinaciones, una de las más esperadas es la visita
a nuestra Madre en la Basílica de Luján, también es especial el encuentro con nuestro pastor el Card. Mario Poli. Siempre hay momentos para compartir y celebrar la vida.
14
Miembros de la Pastoral de Adultos Mayores
Hacia una pastoral del encuentro
ACANEPA, Marta; CICARRELLI, Graciela; FROJAN, Mirta Norma; FAMA, Julio; SABATINI, Marta; SOSA, Stella Maris; YAÑEZ, María Isabel; VIÑES de DIAZ, Ma. Susana; VIOLA de TEISAIRE, Susana Rosa; Pbro DIAZ, Hernán M.
Los mayores, pero en especial los que son abuelos, nos ayudan a percibir «la continuidad de las generaciones», con «el carisma de servir de puente». En muchos hogares, es un hecho que los que aseguran la transmisión de la fe son los abuelos. Cuántos niños y jóvenes reciben comprensión y amor en los ojos, palabras, caricias de sus mayores. Por eso, junto con la Vicaría Episcopal de Niños en la semana de la primavera, se hará un encuentro de niños y abuelos, el lema que nos convoca es “ABUELOS, MAESTROS DE VIDA Y TESTIGOS DE LA FE”, la finalidad es renovar ese abrazo que se necesita, que se da, que se
comparte entre los abuelos y los nietos. “Cada encuentro era un desafío. Pensar en una franja definida de la vida del Hombre que llega al envejecimiento: el debilitamiento de la autoestima, el miedo, la inseguridad del futuro. Enfrentarse a la cultura del ocio que deberá asumir, la conciencia de vulnerabilidad. Limitaciones asociados a una nueva situación social, “la soledad”. Surgió así pensar que el trabajo grupal sería un camino para nuevas formas de vinculaciones. Con el transcurso del tiempo comprobé que los adultos requieren una mayor participación en actividades propias del ámbito parroquial y social”. Testimonio de Mirta Frojan
Cynthia López
Cuando el paso se hace lento y la sabiduría más honda: el sacerdocio de nuestr os mayores Ubicado en el barrio de Flores, contiguo a la iglesia Reina de los Apóstoles funciona desde el año 1920 el Hogar Sacerdotal de Buenos Aires Mons. Mariano A. Espinosa, albergando a sacerdotes ancianos o enfermos y curas que al cumplir la edad de setenta y cinco años ceden su responsabilidad al frente de una parroquia, como ellos dicen: “Los jóvenes vienen detrás”, aunque como pude ver en los curas que entrevisté, sus servicios continúan, ya no al frente de una parroquia, pero sí tomando distintas formas de la que no se “jubilan” con el paso de los años. Llego por la mañana, allí me recibe Javier, de unos cuarenta y pico años, diácono permanente de la casa. Él se encarga de todo lo que tenga que ver con el hogar y los curas que viven allí, y al terminar el día vuelve a su casa con su familia. Destaca que su vocación coincide con su trabajo y eso es lo mejor que le puede pasar. Javier me conduce a una hermosa sala de estar, donde me aguardan los Padres Boris Turel, de 87 años, y Federico Wernicke, de 72, unas riquísimas masitas, café y mate. Más tarde, a la charla, se va a sumar el sacerdote Domingo Bresci, de 80 años. Y allí comienza la charla ¿Cómo acompañaron y acompañan el dolor, la enfermedad y la muerte? Federico: Con la cercanía, hay cosas que uno no tiene palabras para expresar, pero creo que estar cerca es lo importante. Llorar con el que llora, estar triste con
el que está triste. Compartir palabras, pero siempre depende de la fe que tenga la otra persona, no hay necesidad en ese momento de exponer un dogma sino más bien escuchar y que pueda descargar su pena, su tristeza, después laburará por dentro lo que dijo y lo que le dijiste. Pero creo que sobre todo con la cercanía y la presencia. Boris: Creo que siendo cura en serio de la parroquia donde uno esté, y siempre ofreciendo una palabra de consuelo y un hombro. Domingo: Tuve el don de aprender de Jesús el recibir y el escuchar más que nada. Acompañar, fortalecer. Creo que fue una de las cosas que me hizo ser sacerdote, esa sensibilidad ante el otro ante la dificultad. Incluso hoy me parece un testimonio fundamental, no tanto de lo que se dice sino de lo que uno hace. ¿Cómo se puede promover el buen trato hacia la gente mayor? Federico: Con cercanía, presencia, amabilidad dentro de las instituciones y en la calle es lo más difícil porque noto que a veces uno se puede acercar y otras veces eso es imposible. Cuando uno ofrece alternativas, salen muchos medios y ponen: “Hay tanta gente durmiendo en la calle”, habría que decirles también que podrían informar que hay tantos hogares que reciben esto y ofrecen esto y lo otro, proponiéndoles soluciones que dan las parroquias, como ser las comidas, donde bañarse, hogares. Domingo: Primero desde lo familiar, desde lo inmediato, que
a veces el trato con las personas mayores no está muy visible. Después, un poco desde mi lugar, pienso que también hay que facilitar estructuras sociales que permitan que las personas mayores puedan vivir mejor. Propio de mi mirada sobre algunas co-
sas, creo que este no es el mejor momento de atención a las personas mayores, están perdiendo derechos adquiridos, nosotros que vivimos de los remedios, pienso en que yo los puedo comprar. La atención sanitaria, la rebaja de sus haberes, entonces pienso que como sacerdote puedo acompañar esos pedidos y trabajar en esos reclamos, no basta el apoyo afectivo que uno le pueda dar, también necesitan recursos para vivir, pasando este momento que está muy embromado. Boris: Una de las cosas que intenté, si bien era otro tiempo,
15
pero trataba de estar junto a las instituciones del barrio, entonces no importaba el partido o la ideología, íbamos como barrio, todos juntos. Entonces el barrio estaba unido, y la gente colaboraba, incluso había un mayor respeto y solidaridad hacia la gente mayor. ¿Cual creen que sea la enseñanza que les ha dado el paso de los años? Domingo: Uno se siente más maduro, más sereno, con mayor discernimiento, viendo que las cosas no se dan tan inmediatamente como uno quisiera, se aprende a tener más paciencia, pero no resignación en mi caso. Trato de que todas las actividades que sigo realizando acompañar y empujar, que no
es la resignación, que siempre se busquen mejores escalas de vida, de mayor calidad de vida en la gente, sobre todo en los sectores más desprotegidos, más pobres. Mi experiencia me indicó que a veces uno pensaba que las cosas se iban a resolver más fácil y rápido, pero no; de todas formas hay que seguir adelante. Federico: Yo creo que los años, además del dolor de huesos, te dan experiencia de cosas que quizás con el ímpetu de la juventud uno quiso hacer todo rápido
16
o pasar por arriba, se tenía menos paciencia. Los años dan esa sabiduría de que las cosas hay que hacerlas más despacio, respetar los tiempos de los otros que no son los tiempos de uno, el saber escuchar. Tenemos que ser maestros de la escucha, y dar el consejo cuando es necesario. La pastoral de la oreja le decimos. Cuando no le podemos dar solución a otro, cada vez me convenzo más que el saber escuchar es un aspecto importante y, por lo general, en la juventud eso uno no lo tiene muy en cuenta, quiere que lo escuchen. Hablo de las generaciones nuevas; antes, los que somos de generaciones viejas, no éramos tan escuchados o quizás no escuchábamos tanto. Mismo en la relación sacerdoteiglesia. Recuerdo un problema serio que tuve en una parroquia donde vino Bergoglio -que todavía era obispo en la Vicaría Flores- y yo me largué a contarle la catarata del problema, y él me dijo: “Pará, ¿vos como estás?”, y eso me marcó para siempre. O sea, el problema es secundario, vos como estás primero. Yo creo que esa es una de las cosas que me ayudó a replantearme. Eso es una maduración que me han dado los años. Boris: La conversión que se ejercita en los otros y viene todos los días, hasta días después de muerto. Uno va creciendo en la providencia y la misericordia del señor. Entonces uno lo siente a Cristo como el amigo que está a nuestro lado, el que murió por nosotros, entonces seguir eso, a través de la oración y del evangelio y a través de la gente. San-
ta Teresita dice en una estampa: “Hay que tener una confianza ciega”, confiar en la misericordia del Señor, eso aprendí. ¿Qué importancia tiene la gratitud y la presencia de Dios en cada día de sus vidas? Boris: La gratitud nace desde el primer momento con la providencia. De chiquito tuve un hermanito que falleció a los seis meses, era el mayor y se llamaba Salvador. Yo también de muy pequeño, tuve la misma enfermedad que mi hermanito y el médico le dijo a mi mamá que no tenía salida. Pero al otro día me había sanado y cuando fui más grande creí que había sido algo providencial. Y si uno piensa, todo tiene su significado, todo tiene su implicancia. El ayer para mí es un hoy, por eso uno habla como si el otro supiera de lo que habla. El Señor está cada día más presente, lo fundamental en nuestra vida es la fe en Cristo. Fe y confianza en el Señor Jesús, el amigo, el maestro. Federico: La gratitud es fundamental, cada vez más me doy cuenta de que tengo que ser un agradecido a Dios por todas las cosas que nos da. Por las noches rezamos una oración que se llama “completas”, el argentino dice “reconozcamos nuestros pecados y pidamos perdón humildemente”, conozco una versión española que dice “reconozcamos los dones, agradezcamos los dones recibidos y pidamos perdón por nuestros pecados”. Pero empieza primero haciéndonos pensar qué lindo día pasé hoy, me dio la oportunidad de conocer esta persona, celebrar esta misa. Siempre estamos pensando en lo negativo y creo que tenemos que pensar en lo que Dios nos da, en los dones que nos da y agradeder que puedo estar acá y no tener problemas de salud,
que me cuidan y me miman. Por eso tengo que ser un agradecido. Solemos pensar ¿por qué a mí? cuando nos pasan cosas malas, pero cuando se trata de agradecer, uno no piensa ¿por qué a mí me pasa esto bueno?, porque en realidad no hice más mérito que otro para recibirlo. Domingo: Yo soy muy providencialista, tengo la comprobación de que Dios está presente en cada paso de mi vida, quizás en algún momento digo: “¿Por qué me pasa esto?”, y después cuando sucede lo que tiene que suceder, digo: “Bueno, es mejor que haya sucedido así como sucedió”, y ahí veo la mano de Dios. Soy muy agradecido. Ampliando el tema de tercera edad, hay mucha gente que sufre toda su vida, la circunstancia, las condiciones, gente que duerme en la calle, la desprotección y la reducción de derechos. Y ahí es cuando decís ¿por qué este tipo está en estas condiciones?, y uno se pregunta, y no cuestiono cómo Dios los abandona, no tengo la respuesta, como no la tengo del chiquito que se muere, la mamá de cuatros hijos que se muere, confío que todo está en la manos de Dios, pero hay cosas en la vida que no tienen remedio. Los jóvenes, los pibitos que delinquen
y se drogan, bueno andá a vivir como él y fíjate que hacés vos. En ese sentido me considero super agradecido, porque más allá de las dificultades y del dolor y de las muertes de familiares que
Javier que tan amorosamente me han recibido en su casa, me voy contenta, confiada, nutrida y agradecida. Destacar y llevarme de ellos ese aprendizaje constante de la escucha, como un poder
son golpes fuertes, agradezco a Dios que me los haya dado, que haya compartido con ellos, la familia que me dio. El ser sacerdote el compartir mi vida con muchos compañeros, estar viviendo acá. Siempre me sale esa sensación de decir gracias por lo que me estás dando en este momento. Sin dejar de reconocer y lamentar que “uno no puede ser feliz con mucha gente infeliz a su alrededor”, y eso me pasa. Luego de esta charla que tuve con los tres curas y el diácono
entender que otro pueda ver y sentir distinto, y acompañar sin juicio. Al parecer, cuando se va creciendo en edad, y esto dependerá también de la fe que tenga cada uno, se siente más la providencia de Dios, las diferencias, las pluralidades, porque Dios está en todos, está en los que sufren en los que aparentemente sufren y en aquellos que dicen tener todo bajo control. Dios nos cobija a todos en todas las realidades posibles y en aquellas no tan visibles.
@fmpanytrabajo FM 107.1 Radio Pan y Trabajo Av. Rivadavia 413 Piso 5 CP Tel: 54-11-4342-3237
17
Comisión de Niñez y Adolescencia
La vida en camino
es una
todo ser humano
ESPERANZA
es el rostro de
dios
Hogar del abrazo maternal: una respuesta concreta frente al drama del aborto “Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía. Antes de que tú nacieras, yo te consagré y te destiné a ser profeta de las naciones”. Jeremías, cap 1 ver 5. “Hoy se presenta el aborto como una posibilidad de salida frente a una situación angustiosa, difícil, complicada. Queremos mostrar que hay otras posibilidades”, dicen los curas de la Pastoral de las villas que ya vienen acompañando a mujeres que se encuen-
tran frente a embarazos de riesgo o inesperados. Y en ese compromiso con la Vida y con Toda Vida es que presentaron formalmente el Proyecto Hogar del Abrazo Maternal como propuesta concreta frente al drama del aborto. La cita para dar a conocer a los medios la iniciativa y formalizar de alguna manera este
18
trabajo silencioso, que ya viene haciendo la Iglesia desde hace años en las barriadas y villas de CABA y Gran Bs As, fue a mediados de julio en la Parroquia Cristo Obrero de la Villa 31. “Así como acompañamos a las familias desde las parroquias y a los pibes en los Hogares de Cristo, ahora queremos formalizar estos Centros de Día en las villas. Y son centros que van a recibir no sólo a las chicas de las villas, sino a todas aquellas que necesiten contención, sean o no de la villa”, expresa el Padre Pepe. “Hogar, porque queremos justamente eso, que sea una casa, donde se respire ese aroma a familia que da abrigo, que alimenta, que recibe, abraza y acompaña”. En el documento que presentaron los curas explican que en estos Hogares “las futuras mamás recibirán apoyo concreto y podrán estar durante el día para almorzar, merendar, descansar, recibir cariño y contención, alimentación, atención y control médico y sanitario, apoyo psicológico, orientación legal y social para ellas y sus bebés en etapa de primera infancia. Y estos Hogares también acompañarán con respeto y cariño a las mujeres que hayan atravesado el drama de un aborto”. Son las mismas mujeres quienes estarán al frente de los Hoga-
res del Abrazo Maternal, mujeres de los barrios, vecinas con experiencias personales, que tuvieron muchos hijos o superaron un aborto. Es la misma comunidad que se organiza para abrazar las chicas que se preguntan cómo seguir, qué hacer con sus vidas en situaciones de embarazos angustiantes que parecen no tener solución. Y también la propuesta contempla convocar a profesionales para que se sumen como enfermeros, médicos clínicos, obstetras, psicólogos y trabajadores sociales. Esa mañana, en la parroquia Cristo Obrero, estuvieron presentes, junto a los curas, muchas mujeres, algunas con sus hijos, porque son ellas las protagonistas, las mujeres de nuestros barrios, que como expresaba Damiana Godoy: “Estamos acá para decirle al mundo que SÍ amamos la vida, respetamos la vida y queremos cuidar la vida”. Damiana es de la parroquia San Roque González y compañeros mártires de Villa Palito en San Justo, donde está el padre Bachi, y es una de las muchas parroquias de los barrios en donde funcionará el Hogar del Abrazo Maternal. “En nuestro barrio tenemos cuatro hogares que se llaman providencialmente El Buen samaritano, Mama Antula, Padre Mugica y Cura Brochero -cuenta Damiana-. En ellos, chicos y chicas luchan por sus vidas. Y entre las chicas, muchas veces escuchamos y acompañamos a las que
padecen las heridas profundas de la violencia, de los abusos, de las drogas, y así vamos haciendo las cosas a favor de la vida en nuestra comunidad”. Además de Damiana, un grupo de mujeres compartieron sus experiencias concretas de solidaridad y apoyo que surge entre las mujeres de estos barrios populares que tanto conocen de la vida. Mariela Cisneros, de 48 años, pertenece a la parroquia Sagrado Corazón del barrio Don Orione en Lomas de Zamora. Ella destaca que “esta propuesta humana, es una propuesta de vida. No es una campaña contra la ley del aborto. Y va más allá de la religión, porque es un dar desde lo que tiene cada uno para dar. Quiero destacar dos palabras importantes: una es la INDIFERENCIA, que es el ‘no me importa lo que le sucede al otro’, pero esa indiferencia puede llegar a destruir una familia, un hogar, una comunidad, el mundo. La otra palabra importante es DAR. Cuando uno da se siente pleno. Jesús dio la vida por cada uno de nosotros. ¿Nosotros estamos dispuestos a dar la vida por quien la necesita? Empecemos a dar cosas pequeñas, un saludo, un abrazo, la presencia, la escucha. Todos tenemos en nuestro corazón algo bueno para darle al otro. Porque todos tenemos amor para dar, y desde el amor surge esta propuesta tan bella”.
Carolina Sánchez de la parroquia San Juan Bosco en Quilmes explica que es acompañante en el centro barrial del Hogar de Cristo y referente en el Centro de Mujeres de noche. Ella destaca la continuidad: “Este trabajo ya se viene haciendo en los barrios, quizá más silenciosamente, y ahora se hace público. En el Centro de mujeres de noche acompañamos a niñas, adolescentes, madres, futuras madres, y es maravilloso lo que logran con acompañamiento y apoyo terapéutico médico también, porque muchas de estas mujeres están en tal vulnerabilidad que descuidan su propia vida. Y somos mujeres reales, del barrio, mujeres que también la sufrimos, que a muchas de nosotras en algún momento nos tocó estar paradas en ese lado de la vereda, y que logramos superarnos gracias al acompañamiento. Seguimos apostando a apoyarnos y estamos totalmente seguras de que con herramientas se pueden cambiar incluso decisiones drásticas de mujeres que creían que no tenían futuro o que no podían brindarle un futuro a su futuro hijo, y muchas veces esto se puede revertir. Marcela Balverdi, catequista y enfermera de la capilla Jesús de Nazareth de Merlo-Moreno, contaba que por su profesión le tocó acompañar a mamás y a fa-
milias en la situación más agradable que puede vivir una persona, que es el nacimiento de un hijo pero también, estar cerca de personas y familias que han sufrido un aborto: “Sé del sufrimiento y del arrepentimiento que sienten. Necesitan contención, y sin hacer juicios de valor en los Hogares del Abrazo Maternal las vamos a acompañar, tanto a estas mujeres como también a los varones en tal situación”. Aparte de Mons. Gustavo Carrara, Obispo encargado de las Pastoral en las Villas, contamos con la presencia Mons. Eduardo García, Obispo de San Justo, que expresó: “Lo que vale son los gestos. Creemos en la vida, cuidamos la vida, desde el principio hasta el final, y la Iglesia acompaña, y no sólo desde la palabra, sino desde la acción concreta, hombro a hombro, codo a codo; vení con tu vida y caminemos juntos”. Gladys Ceballes, de 47 años de la parroquia San Juan Bosco y capilla Milagro de Villa La Cárcova, resume lo que pensamos: “La propuesta hoy se hace visible, pero nosotros desde muchos ámbitos ya venimos trabajando en esto desde siempre, porque creemos en la vida y sabemos que la vida en camino es una Esperanza”.
19
o t s i r c e d a r a g o a compartid
h ianz r c a i l i m a tejer f
A principios de agosto, en la sede de la Comisión de Niñez y Adolescencia del Arzobispado de Bs As, se realizó la “Jornada sobre niños y niñas” Región Buenos Aires, organizada por la Familia Grande del Hogar de Cristo donde asistieron más de 40 personas de distintos centro barriales. Ya el año pasado se llevó adelante la 1er Jornada con esta inquietud de “cómo acompaña el Hogar de Cristo “Sabemos que cuando los vínculos se cia las familias de origen. Gaa niños, niñas y adolescentes, briel remarcó la importancia cortan ese pibe a los 16 años está hijos e hijas de los jóvenes y de tener referentes y equipos adultos que se acercan a los fumando en el pasillo porque vivió técnicos con una mirada parcentros barriales en situación institucionalizado toda su vida” ticular en infancia, porque eso de vulnerabilidad social y/o “nos va a permitir interactuar de consumo. rrial de Retiro empezó a acom- con el Estado de manera tal que La idea de la Jornada fue po- pañar mucho a mamás, se inscri- podamos hacer las cosas como der pensar sobre aquellas ma- bió en el programa de la Ciudad las concebimos desde el Hogar de más y papás a los que les cuesta para ser familia acogedora y hoy Cristo sin intervenir por fuera de el vínculo y sostener la crianza está haciendo un acogimiento fa- la legalidad”, afirmó. de sus hijos/as y como desde el miliar de una bebé. “Las que me Luego Gabriela Salisio comparHogar de Cristo con su impronta ayudaron a poder vincularme con tió la experiencia que está empecomunitaria se piensan y se van la bebé fueron las mismas chicas zando con el proyecto Casa de Nivivenciando caminos posibles de que acompañamos en el Hogar, ños Guadalupe. El Hogar de Cristo crianza compartida. porque yo pensaba mucho en la empieza a pensar un Hogarcito Durante la mañana se com- mamá de esa bebé que volvió a diferente, que sea el descanso para partieron dos experiencia y el la calle y al consumo, y ellas me esa mamá, en esta imagen de crianencuadre legal: la primera fue decían ‘ahora tenés que pensar en za compartida, pero en el mientras la de familias cuidadoras, donde la bebé’. A veces nos dedicamos tanto, que el vínculo se pueda ir teFernanda Meritello compartió su tanto a los adultos que perdemos jiendo con esa mamá, con ese refetestimonio de cómo ha ido descu- de vista a los niños. Me pude po- rente barrial, con el equipo. briendo este camino, el encuadre ner en el lugar del niño”. Gabriel A partir de las experiencias legal estuvo a cargo de Gabriel enmarcó el tema dentro de las que se compartieron por la maLerner, quien es abogado y con políticas de infancia, donde “his- ñana, por la tarde se trabajó en trayectoria en temas de derechos tóricamente se separaba a los chi- grupos y se hizo una puesta en de Niños, Niñas y Adolescentes, cos de la familia y solía bastar la común desde esta mirada que dio un marco de construcción de pobreza como causa. Hoy con la tiene el Hogar de Cristo: acomlegalidad sobre esta posibilidad de ley de protección integral esa con- pañar, no juzgar y sostener. Y crianza; y la segunda la experien- cepción esta interpelada. Y sostu- desde ahí tejer estos caminos de cia de un Hogar de Niños del Ho- vo también que las intervenciones crianza que abren nuevas posibigar de Cristo. siempre tuvieron una perspectiva lidades y comparten el espíritu Fernanda desde el centro ba- muy clasista y discriminatoria ha- de la Familia Grande.
20
Comisión de Niñez y Adolescencia
, que… Ser abudeetlero nura
gotitas . r ia il m a f o l l e son como el s
“Las palabras de los abuelos tienen algo especial para los jóvenes. Y ellos lo saben. Las palabras que mi abuela me entregó por escrito el día de mi ordenación sacerdotal aún las llevo conmigo, siempre en el breviario, las leo a menudo y me hace bien”. Francisco -11 de marzo, 2015 Convertirse en abuelo produce una inmensa alegría que la contagian los propios niños con sus inocentes ocurrencias. Los abuelos siempre están atentos a transmitir los valores de la vida. Es tarea difícil, pero no imposible. La paciencia, la comprensión y ternura son actitudes fundamentales. A través del juego cuando los nietos son pequeños o de las charlas cuando van creciendo para compartir historias personales y experiencias de vida.
La villa de Rodrigo está pegadita a la Reserva Ecológica, en la Costanera Sur, frente al Museo de Calcos Ernesto de la Cárcova. Esta villa que tiene unos 20 años es pequeña en relación a otras de la ciudad. El padre Alejandro Seijo acompaña desde hace siete años la vida de las familias que allí viven, que son unas 1100 aproximadamente. Silvia, la secretaria de pastoral nos acompañó esa mañana hasta la Capillita, para encontrarnos con América y Luis que viven allí casi desde los inicios del barrio. Ambos son abuelos y por eso el motivo de encontrarnos y conocernos para que nos cuenten sus propias vivencias qué es para
ellos ser abuelos. América tiene 67 años y 4 nietos, la más grande de 19 años estudia en la facultad y como dice ella “la más grande me puede”.
En la casa de Luis que nos recibió y nos preparó un rico café, ella nos cuenta: “Los abuelos estamos para consentir, no para criar. Yo soy muy consentidora, con lo hijos estábamos con las reglas, las normas, porque los padres educan, y los abuelos disfrutamos a los nietos. A medida que van creciendo como que se van escapando de la mano de uno… hay que disfrutarlos. Yo soy muy creyente y a mis nietos me gusta inculcarles la parte moral y religiosa para que lo que uno siembra y aconseja se vaya quedando en ellos. Luis es de Perú pero hace 27 años que vive en Argentina, desde hace diez años sus hijas eligieron quedarse con él y Luis las crió y ahora ayuda también con los nietos.
“Soy muy familiero”, dice sonriendo, “y con los nietos ves las cosas que hacen día a día, que van creciendo, con sus locuras, sus ocurrencias, como el otro día que le pregunté a mi nieto pequeñito que comió en el jardín ‘puré de zapatilla’… ‘ese amarillo’, me dice. A veces te hacen renegar, pero yo gozo estar con ellos, y los papas los retan y uno le apaña las travesuras, aunque en algún momento hay que poner orden”. Ambos recuerdan a sus propios abuelos y cuan importantes también fueron para ellos. “Yo he sido uno de los nietos más querido por mis abuelos, tanto maternos como paternos y tengo muy lindo recuerdo de ellos, todos me han querido mucho. Hasta a mis bisabuelos he conocido”, recuerda Luis emocionado. América nos cuenta de su abuela: “Era muy rígida, yo no me llevaba bien. Recuerdo una Navidad con mis padres, cuando me había reconciliado con ella, y me decía llorando ‘cuántas cosas nos perdimos’, ‘usted se perdió, no yo’, y me dio tanto sentimiento que terminamos todos llorando ese día. Yo siempre me dije ‘yo no voy a ser así con mis nietos, voy a ser diferente”. Para los abuelos el pensar en sus nietos les produce una inmensa alegría porque rejuvenecen. Experimentan la gracia de sentir que la vida se multiplica, que crece y se de-
21
sarrolla, que se renueva. Jugar con los nietos, escucharlos, dedicarles el tiempo necesario para compartir recuerdos, anécdotas familiares, frases sencillas que quedaron grabadas en el alma y que impregnan de ternura la vida familiar. Volver a ser niños, pero con la sabiduría de un abuelo que hace posible comprender que lo más importante son los vínculos inundados de cariño y comprensión. Para Mónica, que vive en Lugano, ser abuelo es una bendición: “No se puede explicar lo que uno siente, la lluvia de gracia; que de un hijo, que es un retoño tuyo, salga otro retoño, es como increíble”. Mónica tiene nueve nietos de todas las edades, desde 18 el mayor hasta un año y medio el más pequeñito. Se acuerda de ellos y sonríe. Ser abuela le permitió descubrir “que la vida no tiene fin, que podés ser chico de nuevo, volver a jugar, tirarte al piso, si te da el cuerpo, que te vuelve a brotar del corazón toda esta cosa traviesa, de cómplice del otro. “Con los nietos compartís lo que sea. Sabés que podes poner la oreja y que te van a venir a preguntar cosas, hay que tener mucha capacidad de escucha, tener el tiempo para ellos.
Y compartís cosas que son tradición familiar, cosas sencillas y chiquitas… cosas que mi abuelo me contaba a mí, que viví con él, que mis viejos las hicieron conmigo, yo con mis hijos y ahora hago con mis nietos… frasecitas, gotitas de ternura que te quedan que son como el sello familiar. A mi abuelo lo disfruté mucho
‘miren el cielo que seguro pasan aves…,’ y medio que escuché a mi abuelo en mí. Esta cosa de compartir las cosas que uno ha vivido de niño y el gusto que te daba compartir ciertas cosas con los abuelos, inevitablemente te sale compartirlo con tus nietos”. Muchas personas son abuelas, de sus nietos propios, de nietos
pero poco tiempo. Creo que es él quien me contagió el gusto por las plantas, por la naturaleza, y eso lo compartí con mis hijos y dos de ellos son así… lo recuerdo sentado en un banquito mientras me decía: “Mirá el cielo y fijate cuantos pájaros que pasan” y yo, sin darme cuenta, repetí lo mismo, me acosté en el patio con dos de mis nietas y les dije
del corazón, de sobrinos, de ahijados… porque los niños son una inyección de vida, nos hacen rejuvenecer, revivir nuestra infancia y volver a encontrarnos con nuestro niño interior, pero con otra sabiduría, porque uno entiende a la vuelta de la vida lo primordial que son los vínculos y lo fundamental de unas manos que nos abracen con auténtico cariño.
Escuelita Categoría 2005 a 2012
22
Comisión de Niñez y Adolescencia
50 con
do n a n i m a c años a zando l
a r b a s e r b los po
Gloria a Dios que es el amor y en la tierra paz a los hombres que luchan por la justicia. Te alabamos, porque luchamos para que nuestros niños hambrientos coman.… Te damos gracias, porque hay hombres que dan su vida en la revolución. Te damos gracias, Señor, porque no sos un Dios espectador, sino un Dios hecho hombre que padece el padecimiento de los hombres. Padre Carlos Mugica - Texto de la Misa para el Tercer Mundo.
Héctor Botan 1929-2016
“Y con sumo gusto me gastaré y me desgastaré a mí mismo hasta agotarme por ustedes”, San Pablo. Una tarde de julio nos encontramos en la Parroquia Virgen de los Desamparados con Alicia Melieni, secretaria parroquial de dicha comunidad y quien fue amiga de Héctor Botán durante toda su vida. Alicia conoció a Héctor cuando ella era muy joven, a fines de los años ’60.
vida (3ra entrega)
En las dos primeras entregas Carlos Mugica, Rodolfo Ricciardelli, Daniel de Sierra y Jorge Vernazza.
“Yo tendría unos 17 años cuando Héctor vino a la parroquia Niño Jesús”, recuerda. “Él estaba en Luján Porteño y venía a celebrar la misa de 11. Y los jóvenes nos fuimos enganchando con sus homilías porque era tan claro, sobre todo en lo que era la justicia. Cuando terminaba la misa lo invitábamos a tomar un café y empezamos a conocerlo… se había ordenado en Roma y tenía una mentali-
dad diferente, él era una revelación para nosotros en su forma de ver las cosas como sacerdote. Al poco tiempo se instaló en la villa 20, en Lugano y allí hizo la capillita. Algunos de los jóvenes ayudamos a construirla. El tiempo que Héctor estuvo en la villa nosotros íbamos, dábamos catequesis, éramos padrinos de los nenes que se bautizaban. Recuerdo los sábados a la tarde, tempranito, que había una salita que era donde reuníamos a los chicos de catequesis y pintábamos, dibujábamos. En esa época es cuando las dos monjas
francesas son secuestradas, en la villa 20 Botán y ellas fueron fundamentales”. La dictadura avanza con toda su fuerza de muerte sobre la iglesia en Lugano, en agosto del ‘76 secuestran y desaparece el “Negrito” Martínez, catequista y militante peronista en la Villa 20. Luego vendrán por las monjas francesas, Alice Doman y Renee Duguet, secuestradas y desaparecidas entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977. La misma Alicia, que fue catequista en la capilla, decide alejarse cuando pusieron una bomba. Y continúa compartiendo su corazón: “Luego el padre Héctor va como Párroco a Niño Jesús. Él me casó allí en 1978. Desde los 18 años hasta los 32 que me casé de alguna manera siempre estuvimos en contacto. De ayudarlo en lo que se podía cuando estuvo en la villa y de invitarlo a casa como amigo después. Era un hombre muy cerebral. Le decías algo y maduraba lo que le decías, pero a
23
la vez era un hombre muy cálido. Tenía una facilidad para aproximarse a las personas y la gente lo quería mucho, sobre todo los más humildes con los que él decidió vivir. Sebastián Sury es párroco de Nuestra Señora del Carmen en Ciudad Oculta. Él hace 23 años que forma parte del equipo de los curas de las villas. Conoció al padre Vernazza, a Ricciardelli, a Narcisi. “Era otra etapa histórica distinta a la de ahora”, recuerda el padre Sebastián. “Botán fue de los primeros curas que fueron a vivir a las villas, fue parte de la época de Mugica”, rememora Sebastián, “y cuando le avisaron que iban a poner una bomba en la capilla en el barrio él se fue”. En el telar de Dios, la vida del padre Héctor se fue entretejiendo con la de varios futuros sacerdotes, pero cuando eran solo niños. El padre Gustavo Carrara, hoy obispo a cargo de la pastoral de las villas, tomó la primera comunión con Botán en la parroquia Niño Jesús. El padre Héctor también bautizó al padre Damián Reynoso y a su hermana, eran épocas en las que una mujer soltera no era bien vista e incluso eran rechazadas en algunas parroquias, y el padre Héctor abre las puertas de la iglesia. El padre Damián hoy también es parte del equipo de curas de las villas en Oculta. Y el padre Sebastian recalca: “Desde siempre el padre Héctor Botan estuvo un paso adelante en incluir las historias de los pobres”. Durante unos años, el padre Héctor estuvo en Neuquén junto a Mons. Heysane y cuando vuelve a mediados de los años ’90 va a vivir al Santuario de San Cayetano de Liniers, lugar histórico de la piedad popular y se in-
24
corpora nuevamente al equipo de curas villeros. “Ahí lo conocí”, recuerda Sebastián. “Y fue él quien propuso que el equipo volviera a hacer el retiro espiritual anual que hacía en Los Toldos el antiguo equipo”. Pero lo cierto es que los tiempos habían cambiando, las necesidades y realidades de las villas también. Nos recuerda el padre Sebastián “Hubo resistencias y se sintió muy herido por las peleas y se retiró del equipo. Siempre me dijo ‘ahí me quebré’, lo vivió como un dolor inmenso porque eran personas que él acompañaba y quería. Y era un hombre que había escuchado a todos, un hombre de verdadero consejo con una actitud de buscar el bien de todos. Al retirarse siguió con su tarea en el Santuario hasta que fue a vivir al Hogar Sacerdotal”. Antes de finalizar la entrevista, el padre Sebastian, nos da un semblante, que constituye la clave de la personalidad del padre Héctor: “Aunque tenía un carácter bravo y que lo había puesto de manifiesto en muchos momentos en la iglesia, en el trato personal era un gran consejero espiritual, un gran confesor, comprensivo y con una gran calidez humana. Siempre con mirada sobrenatural sobre todo, si bien con visión política de los pobres, siempre defendiendo a los pobres, pero siempre haciendo una referencia a Dios, a la vida espiritual; que eso el equipo de los curas de las villas siempre lo tuvo, la línea de la Teología del Pueblo. Para nosotros era uno de los grandes, históricos, hombre de consejo, que se había jugado por el Evangelio, por una Iglesia como él entendía que tenía que
ser, y siempre dispuesto a lo que Dios quisiera para su vida. Un gran hombre de Dios”. Jorge Goñi 1941-1982
“El justo alcanzó la perfección, realizando larga carrera en poco tiempo” (sabiduría 4:13) El Padre Jorge Goñi fue un evangelizador incansable. Desde su ordenación sacerdotal en el año 1969, actuaba en la villa de Colegiales. Se entregó con gran entusiasmo y dedicación a los pobres y logró levantar una espaciosa Capilla dedicada a Jesús Liberador. Pero esa villa figuraba en la lista de erradicación prioritaria, así que todos sus habitantes fueron expulsados a fines del año 1978. Con gran dolor, contempló la destrucción de la Capilla que acababa casi de inaugurar. Su inquebrantable decisión de seguir ejerciendo tareas sacerdotales entre los más pobres y humildes, lo movieron a ofrecerse a la diócesis de Quilmes donde fue recibido por el obispo, Mons. Jorge Novak, quien le confió una Vicaría recién creada en
Villa Mónica, Florencio Varela. La más extensa de la diócesis, poseía barriadas muy humildes. Allí trabajó decididamente durante tres años, atendiendo diversas capillas y fue también asesor de Caritas en la zona de Florencio Varela. Integró el equipo de sacerdotes villeros desde que era seminarista, y fue con su iniciativa y tenacidad, uno de sus más fervientes impulsores; incluso en los primeros tiempos de su nueva tarea pastoral, estando en Quilmes, continuaba participando de las reuniones a pesar de la distancia. En la madrugada del domingo
velos y que acababa de ser establecida como nueva sede parroquial. Jorge Vernazza, del Libro “Para comprender una vida con los pobres: los curas villeros”. El cariño que el padre Jorge se había ganado entre su gente se volcó en las calles esa mañana en que lo despidieron en la Parroquia de Itatí y luego en procesión hasta el cementerio. Él, que fue eficaz organizador de peregrinaciones, había organizado con su muerte la mejor de todas ellas. ) Periódico Local el Sol 15/1/1982 Carlos Bustos 1942- (desaparecido 1977) Pedro Lephaille 1925 (93 años)
¿Dónde se ha visto que un pastor abandone a su pueblo?
10 de enero de 1982, cuando regresaba a su parroquia, después de una fiesta de niños del Jardín, trayendo incluso a algunos consigo, el auto en que viajaba fue violentamente embestido por un coche que marchaba en sentido contrario y que, al patinar después de una curva, hizo un medio trompo e impactó con fuerza el ángulo del automóvil que el Padre Goñi conducía. Murió instantáneamente. Esa misma mañana debía celebrar su primera misa como Párroco –había sido nombrado una semana atrás– en el Templo de Ntra. Sra. de Itatí, que se construyó gracias a sus des-
Alrededor del año 71, los capuchinos tuvimos una asamblea trienal de evaluación y en ese capítulo estaba Pedro Lephaille, que tiene hoy 93 años y había sido profesor nuestro de filosofía, además es un hombre de mucha fuerza, de muchos sueños, con un alma muy misionera y él propuso que quería ir a vivir a una villa, relata el padre capuchino Luis Coscia, quien va a cumplir 85 años en septiembre y tiene 60 años de sacerdote. “Y ahí fue. Y después el padre Carlos Bustos, que era muy joven, y quería vivir radicalmente lo que había profesado y soñado. Cuando Pedro se instala en Ciudad Oculta pide acompañarlo. Allí ambos hacían trabajo de taxista, medio día cada uno, para sobrevivir. Carlos era muy agradable, sobre todo con los jóvenes, entraba fácilmente, tenía mucho humor, tocaba la guitarra, era muy servidor y muy coherente; Pedro, un hombre casi 20 años mayor, era un hombre más or-
denado, de otro temperamento y toleraba al hermano y a todos los jóvenes que se juntaban en esa casita chiquita. Pero eran los años ’70 y parte de esos jóvenes que Carlos acompañaba pasaron a la clandestinidad y seguramente algunos a la guerrilla. Cuando el consulta con su superior: “¿Qué hago frente a esto?”, la respuesta, que la supe de el mismo que se la dio, fue: “Mirá, Carlos, tenés dos caminos, evangélicamente sería lindo continuar con esos jóvenes como un testimonio presente de hermano entre ellos, y como un testigo de no violencia, dejarlos solos es peor todavía, pero para eso tenés que tener mucha lucidez y discernir ante Dios también porque las consecuencias también pueden ser distintas, te pueden llevar a cualquier error importante. Consultalo con tu conciencia y con Dios, si te decidís a eso yo también te voy a acompañar y te bendigo”. Y él decidió acompañarlos y desde entonces comenzó a aprender qué significa desconocer los números de teléfonos de todos, los nombres y apellidos, porque ya sabía que lo seguían, que estaban todos fichados. Lo cierto es que para Carlos en el ‘75 la cosa ya era muy seria, él quería que de alguna manera los sacerdotes diocesanos y religiosos tomáramos parte en todo eso que estaba pasando porque era el silencio más absoluto y la complicidad más absoluta. Cuando los superiores le dijeron que se fuera del país él dijo: “¿Cómo me voy a ir?” En ese momento él ya comenzó a ser mártir. Eligió quedarse. Fue detenido el viernes santo de 1977 cuando se dirigía a la misa de la Basílica de Pompeya. El padre Pedro siguió en el barrio hasta 1984 cuando se fue a
25
Quilmes y luego como misionero, primero a África, y después al Amazonas. No es Iglesia de Jesús la que no se juega y se compromete con la vida. Carlos tenía una radicalidad evangélica simple: “Para esto estoy y por esto tengo que jugarme”, y evidentemente, la vida de él fue mucho más corta porque no dudó en entregarla. Enrique (79 años)
Evangelista
1938
“No tenemos que bajar hacia los pobres, tenemos que saber subir con el pueblo” Enrique Evangelista está por cumplir los 80 años y hace 53 que es cura. Luego de estar en la parroquia santísima Cruz como párroco fue a ver a Ricciardelli y a Narcisi para hacer su tarea pastoral en una villa. Ya había tenido una primera experiencia cuando estaba en el seminario de superior y le pidieron si podía dar misa los sábados en Barracas, era justo cuando lo habían echado a Daniel de la Sierra. “A Barracas habré ido dos años aproximadamente, soy
malo con las fechas… y cuando fui a Bajo Flores Ricciardelli, con esa cara de inocente que ponía, me dice: “La villa de Retiro no tiene sacerdote”, y yo dije que sí, pero había que ir a cuerear ahí… Después del asesinato de Carlos Mugica quedó el padre Pichi Meisegeier, que vivía en la Villa de Retiro, junto al Puerto, en el Sector Saldías, y conocía muy bien el lugar, las familias, sus problemas, sus luchas. Pichi era jesuita y continuó su tarea pastoral en el barrio hasta 1980, cuando la capilla se cerró y él fue trasladado a otro destino. No se cómo se conservó. En la villa 31 en esos tiempos había una línea imaginaria que la dividía en tres y la atendían tres parroquias distintas. El párroco de San Martín de Tours, que tenía mucho cariño por Mugica, se tomó el trabajo de restaurar la capilla y de atenderla celebrando una misa cada tanto y allí funcionaba también una guardería. El párroco de Madre Admirable había hecho otra capilla en el barrio de Güemes que es más cercana a la terminal. Al inicio yo no tenía lugar
Familia - Adicciones - Parejas - Crisis Vitales Orientación del Desarrollo Personal
dtantucci@hotmail.com
26
Tel. 2057-6738 Cel.15-61332412
para vivir, vivía en el convento de Santa Catalina e iba y venía con una motito. Y debido a esta división recuerdo que fuimos a la villa con Mons. Aguer, que era el vicario, y empezamos a recorrerla partiendo desde la capilla de Mugica, y ahí se definieron los límites parroquiales y Cristo Obrero pasó a ser Cuasi parroquia. La guardería se trasladó a la capilla de Güemes y yo me instalé en la que fuera la casa de Mugica. Enrique recuerda de esos años, un día hacia fines del ‘95 cuando decidieron junto con los otros curas del equipo hacer una huelga de hambre para que el desalojo de las familias que vivían en la línea por donde debía construirse la autopista, en Retiro, no fuera violento. “Pasamos catorce días de enero sentados al sol en sillitas de playa... sólo faltaba el mar”, bromea Enrique. En el ‘99 llegó el padre Willy, Guillermo Torres, quien es hoy el párroco y con él estuvimos varios años juntos. Cuando me fui ya la droga era un tema que estaba presente. En esos años cambió la villa de lo que había sido antes… como diríamos... la opción preferencial por los pobres, y con una vida pobre entre los pobres. Hoy mucho del planteo pasa por prevenir que los chicos lleguen a la droga y es otro espíritu, otra manera de trabajar que la que tuvo el equipo en sus inicios.
Horario: Lu a Vi de 9 a 12.30hs y de 15 a 20hs - Sábado de 9 a 13hs Avellaneda 1499 Tel:4431-4312
Pbro Eduardo Lalo Lopardo Párroco de Santa Ana y San Joaquín.
s e l a n o r t a Fiestas p n í u q a o J n a S y a n A a t n a de S
blo La Fe de mi Pue
Santa Ana y San Joaquín, los padres de la Virgen María y abuelos de Jesús, son patronos de los abuelos. Ambos fueron personas de profunda fe y confianza en Dios; y alimentaron en su hija el amor hacia el Creador preparándola para su misión. Son los abuelos los depositarios y con frecuencia testimonio de los valores fundamentales de la vida.
zamos por los abuelos y, al final de la misa, los presentes reciben una bendición especial, el día de la fiesta de Santa Ana y San Joaquín, es propiamente el 26 del mes de Julio. Y es la ocasión, no sólo de celebrar a los abuelitos de Jesús, sino también dar gracias por nuestros propios abuelos. Y cuando hablamos de abuelos incluimos cariñosamente a todos
“¡Yo estoy contento de tener abuelos! ¡La abuela siempre me cuida, hasta cuando está enferma! Mis abuelos me llevan a pasear o a dormir a su casa! ¡Yo tengo una abuelita que no conocí pero me cuida desde el cielo! ¡El nono cocina cosas que me gustan! Tengo una abuela que vive lejos, pero hablamos seguido y en vacaciones siempre la veo. ¡Mi abuela no es maestra pero me ayuda a estudiar, me tiene paciencia y cuando me explica, la entiendo!” Frases como éstas son las que con mucha alegría contaban los chicos en los días de las fiestas Patronales. Si bien el 26 de cada mes re-
los ancianos, aunque no tengan nietos, valorando esta etapa de la vida, la sabiduría y madurez que les dan sus años. En el año 2013, con ocasión de cumplir 100 años, la parroquia Santa Ana incorporó en su nombre al abuelo, si bien su imagen ya se encontraba en el templo y pasó a llamarse Santa Ana y San Joaquín. Mons. Juan Carlos Ares, el obispo de la Vicaría Devoto, presidió el 26 de julio la Eucaristía en la cual, como hace ya varios
años, reciben el sacramento de la Unción de los enfermos no sólo los que tienen su salud debilitada sino también los adultos mayores. Después de la misa de ese día compartimos el Té de los abuelos. Un ágape provisto por la comunidad, en el cual los ancianos que participan se sienten reconfortados por la posibilidad de encontrarse con otros y comer algo rico, pero también porque son chicos jóvenes los que van sirviendo y atendiendo las mesas con todo lo que necesiten. Hace un par de años, al festejo del día 26 le sumamos una fiesta el sábado siguiente, que este año fue el 28 de julio. La Eucaristía estuvo presidida por nuestro arzobispo, el Cardenal Mario Poli, quien una vez más
nos invitó a ser profundamente agradecidos con aquellos a quienes les debemos tanto: por ellos tenemos vida, nos han cuidado y transmitido la fe y los valores que tenemos. El arzobispo, además de referirse a Ana y Joaquín, también mencionó a Emerenciana, una de las bisabuelas de Jesús.
27
Staff En la celebración pudimos escuchar el testimonio de abuelos de la comunidad que nos animaron a todos, pero especialmente a otros ancianos a vivir con alegría y serenidad esta etapa de la vida. Nada más lejos de vivirla como un simple esperar el final, aunque no se pueda negar que podría estar más cerca que en otro momento de la vida. Recibimos con el testimonio la invitación a aceptar la edad que se tiene, pero viviendo la ancianidad con la fuerza del Espíritu Santo, para que el posible final no angustie ni paralice, no acelere ni deprima. El acceder a la jubilación y dejar de trabajar como una ocasión para seguir trabajando, en el acompañamiento de la propia familia, especialmente de los nietos, pero también de amigos y vecinos que pueden estar más debilitados o necesitados, y el contar con tiempo para construir el Reino desde la vida comunitaria y el servicio en la Iglesia. Una etapa que a veces permite pasear y descansar más, pero también un tiempo fecundo para la oración frecuente y la caridad solidaria. Al finalizar la misa, como este año además del frío nos acompañó también la lluvia, lamentablemente no pudimos tener los festejos previstos en la calle para celebrar los 105 años de la parroquia, pero no nos perdimos la posibilidad de tener una hermosa fiesta en el patio cubierto del colegio parroquial. Compartimos locro, panchos, hamburguesas, bebidas, café y tortas. Disfrutamos y nos divertimos con música en vivo de diversos géneros, animación y baile, con murga incluida. Terminando con una rica y gran torta comparti-
28
da en comunidad. A estos días de fiesta le sumamos también los festejos en el Colegio parroquial, que lleva el nombre del yerno de los patronos: San José. Son días donde especialmente los chicos de nivel Primario e Inicial tienen la posibilidad de recibir como anfitriones a los abuelos y compartir una mañana con juegos y misa, música y oración, alegría y comida. Grandes y chicos, abuelos y nietos, disfrutan del encuentro por igual, homena-
jeando a los abuelos de Jesús y a los propios abuelitos. Hace unos años nuestro Papa Francisco dijo: “La sabiduría que tienen nuestros abuelos es la herencia que nosotros debemos recibir. Un pueblo que no custodia a los abuelos, un pueblo que no respeta a los abuelos no tiene futuro, porque no tiene memoria, ha perdido la memoria” (19-1113). Y el Documento de Aparecida (447) nos señala: “Niños y ancianos construyen el futuro de los pueblos, los niños, porque llevarán adelante la historia; los ancianos, porque transmiten la experiencia y la sabiduría de sus vidas”. Que Ana y Joaquín, que en su vida fueron personas piadosas y generosas, esposos fieles, padres y abuelos cariñosos, sigan cuidando de cada familia de nuestro pueblo.
. director . Adrián Pablo Bennardis . secretaria de redacción . Florencia Laje . colaboradores . Cynthia López Gustavo García Olga Ovejero Virginia Dib Dalma Villalba Virginia Oliveira Marisa Echarte Julio Bello . agradecemos la colaboración de . Enrique Giobando Martín Carroza José Lozzia Micaela Fama Graciela Filizzola Marco Canale Enrique Amadasi Eduardo Lalo Lopardo Alejandro Seijo Boris Turel Sebastián Sury Alicia Mieleni Nilda Boscaro Luis Coscia Enrique Evangelista Federico Wernicke Domingo Bresci América Huaman Luis Ventura Mónica Carpresi Hernán M. Díaz . propietario . Arzobispado de Bs. As. Venezuela 4145 - Capital Tel: 4982-4611 cadenya@pastoralfamiliar.org.ar www.pastoralfamiliar.org.ar En caso de reproducción total o parcial de las notas que aparecen en esta revista, citar la fuente. Registro de la propiedad Intelectual N° 5164821 Queda hecho el depósito que dicta la ley N°11.723. . ilustración de tapa . Crischu Hereñu . diseño gráfico . Florencia Laje . corrección . Ricardo Rubio . impresión . Gráfica Pittelli Chivilcoy -Prov. de Bs. As.
transformar la mirada y el
corazón
Comunicarnos busca ser espejo de tantas realidades injustas de las que son víctimas nuestros niños, niñas y adolescentes. Deseamos hacernos eco de la presencia de la Iglesia comprometida con transformar la mirada y el corazón, una Iglesia que es familia y abraza amorosamente a todos sus hijos.
$350
011-4982-4611
WhatsApp: 15-3574-6742 comunicarnos@pastoralfamiliar.org.ar
octava entrega - revista
La
Patriaal
hombro Iglesia y emergencia Carta del Santo Padre Francisco
Al pueblo de Dios
Vaticano, 20 de agosto de 2018
«Si un miembro sufre, todos sufren con él» (1 Co 12,26). Estas palabras de san Pablo resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas. Un crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia; en primer lugar, en las víctimas, pero también en sus familiares y en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes. Mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse. El do-
lor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad. 1. Si
un miembro sufre
Mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse.
En los últimos días se dio a conocer un informe donde se detalla lo vivido por al menos mil sobrevivientes, víctimas del abuso sexual, de poder y de conciencia en manos de sacerdotes durante aproximadamente setenta años. Si bien se pueda decir que la mayoría de los casos corresponden al pasado, sin embargo, con el correr del tiempo hemos conocido el dolor de muchas de las víctimas y constatamos que las heridas nunca desaparecen y nos obligan a condenar con fuerza estas atrocidades, así como a unir
esfuerzos para erradicar esta cultura de muerte; las heridas “nunca prescriben”. El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado. Pero su grito fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar o, incluso, que pretendieron resolverlo con decisiones que aumentaron la gravedad cayendo en la complicidad.
2
Clamor que el Señor escuchó demostrándonos, una vez más, de qué parte quiere estar. El cántico de María no se equivoca y sigue susurrándose a lo largo de la historia porque el Señor se acuerda de la promesa que hizo a nuestros padres: «Dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos» (Lc 1,51-53), y sentimos vergüenza cuando constatamos que nuestro estilo de vida ha desmentido y desmiente lo que recitamos con nuestra voz. Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños. Hago mías las palabras del entonces cardenal Ratzinger cuando, en el Via Crucis escrito para el Viernes Santo del 2005, se unió al grito de dolor de tantas víctimas y, clamando, decía: «¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta
autosuficiencia! [...] La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Kyrie, eleison – Señor, sálvanos (cf. Mt 8,25)» (Novena Estación). 2. Todos
sufren con él
Hoy nos vemos desafiados como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu. Si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta, hoy queremos que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierta en nuestro modo de hacer la historia presente y futura, en un ámbito donde los conflictos, las tensiones y especialmente las víctimas de todo tipo de abuso puedan encontrar una mano tendida que las proteja y rescate de su dolor.
La magnitud y gravedad de los acontecimientos exige asumir este hecho de manera global y comunitaria. Si bien es importante y necesario en todo camino de conversión tomar conocimiento de lo sucedido, esto en sí mismo no basta. Hoy nos vemos desafiados como Pueblo de Dios a asumir el dolor de nuestros hermanos vulnerados en su carne y en su espíritu. Si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta, hoy queremos que la solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierta en nuestro modo de hacer la historia presente y futura, en un ámbito donde los conflictos, las tensiones y especialmente las víctimas de todo tipo de abuso puedan encontrar una mano tendida que las proteja y rescate de su dolor (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 228). Tal solidaridad nos exige, a su vez, denunciar todo aquello que ponga en peligro la integridad de cualquier persona. Solidaridad que reclama luchar contra todo tipo de corrupción, especialmente la espiritual, «porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina
pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que “el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz (2 Co 11,14)”» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 165). La llamada de san Pablo a sufrir con el que sufre es el mejor antídoto contra cualquier intento de seguir reproduciendo entre nosotros las palabras de Caín: «¿Soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9). Soy consciente del esfuerzo y del trabajo que se realiza en distintas partes del mundo para garantizar y generar las mediaciones necesarias que den seguridad y protejan la integridad de niños y de adultos en estado de vulnerabilidad, así como de la implementación de la “tolerancia cero” y de los modos de rendir cuentas por parte de todos aquellos que realicen o encubran estos delitos. Nos hemos demorado en aplicar estas acciones y sanciones tan ne-
3
personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón de nuestra gente». [3] El clericalismo, favorecido sea por los propios sacerdotes como por los laicos, genera una escisión en el cuerpo eclesial que beneficia y ayuda a perpetuar muchos de los males que hoy denunciamos. Decir no al abuso, es decir enérgicamente no a cualquier forma de clericalismo.
cesarias, pero confío en que ayudarán a garantizar una mayor cultura del cuidado en el presente y en el futuro. Conjuntamente con esos esfuerzos, es necesario que cada uno de los bautizados se sienta involucrado en la transformación eclesial y social que tanto necesitamos. Tal transformación exige la conversión personal y comunitaria, y nos lleva a mirar en la misma dirección que el Señor mira. Así le gustaba decir a san Juan Pablo II: «Si verdaderamente hemos parti-
La llamada de san Pablo a sufrir con el que sufre es el mejor antídoto contra cualquier intento de seguir reproduciendo entre nosotros las palabras de Caín: «¿Soy yo el guardián de mi hermano?» (Gn 4,9). do de la contemplación de Cristo, tenemos que saberlo descubrir sobre todo en el rostro de aquellos con los que él mismo ha querido identificarse» (Carta ap. Novo millennio ineunte, 49). Aprender a mirar donde el Señor mira, a estar donde el Señor quiere que estemos, a convertir el corazón ante su presencia. Para esto ayudará la oración y la penitencia. Invito a todo el santo Pueblo fiel de Dios al ejercicio penitencial de la oración y el ayuno siguiendo el mandato del Señor, [1] que despierte nuestra conciencia, nuestra solidaridad y compromiso con una cultura del cuidado y el “nunca más” a todo tipo y forma de abuso. Es imposible imaginar una conversión del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios. Es más, cada vez que hemos intentado suplantar, acallar, ignorar, reducir a
pequeñas élites al Pueblo de Dios construimos comunidades, planes, acentuaciones teológicas, espiritualidades y estructuras sin raíces, sin memoria, sin rostro, sin cuerpo, en definitiva, sin vida [2]. Esto se manifiesta con claridad en una manera anómala de entender la autoridad en la Iglesia —tan común en muchas comunidades en las que se han dado las conductas de abuso sexual, de poder y de conciencia— como es el clericalismo, esa actitud que «no solo anula la
Siempre es bueno recordar que el Señor, «en la historia de la salvación, ha salvado a un pueblo. No existe identidad plena sin pertenencia a un pueblo. Nadie se salva solo, como individuo aislado, sino que Dios nos atrae tomando en cuenta la compleja trama de relaciones interpersonales que se establecen en la comunidad humana: Dios quiso entrar en una dinámica popular, en la dinámica de un pueblo» (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 6). Por tanto, la única manera que tenemos para responder a este mal que viene cobrando tantas vidas es vivirlo como una tarea que nos involucra y compete a todos como Pueblo de Dios. Esta conciencia de sentirnos parte de un pueblo y de una historia común hará posible que reconozcamos nuestros pecados y errores del pasado con una apertura penitencial capaz de dejarse renovar desde dentro. Todo lo que se realice para erradicar la cultura del abuso de nuestras comu-
Es imposible imaginar una conversión del accionar eclesial sin la participación activa de todos los integrantes del Pueblo de Dios. Es más, cada vez que hemos intentado suplantar, acallar, ignorar, reducir a pequeñas élites al Pueblo de Dios construimos comunidades, planes, acentuaciones teológicas, espiritualidades y estructuras sin raíces, sin memoria, sin rostro, sin cuerpo, en definitiva, sin vida.
4
nidades, sin una participación activa de todos los miembros de la Iglesia, no logrará generar las dinámicas necesarias para una sana y realista transformación. La dimensión penitencial de ayuno y oración nos ayudará como Pueblo de Dios a ponernos delante del Señor y de nuestros hermanos heridos, como pecadores que imploran el perdón y la gracia de la vergüenza y la conversión, y así elaborar acciones que generen dinamismos en sintonía con el Evangelio. Porque «cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual» (Exhort. ap. Evangelii gaudium, 11). Es imprescindible que como Iglesia podamos reconocer y condenar con dolor y vergüenza las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables. Pidamos perdón por los pecados propios y ajenos. La conciencia de pecado nos ayuda a reconocer los errores, los delitos y las heridas generadas en el pasado y nos permite abrirnos y comprometernos más con el presente en un camino de renovada conversión. Asimismo, la penitencia y la oración nos ayudará a sensibilizar nuestros ojos y nuestro corazón ante el sufrimiento ajeno y a vencer el afán de dominio y posesión que muchas veces se vuelve raíz de estos males. Que el ayuno y la oración despierten nuestros oídos ante el dolor silenciado en niños, jóvenes y minusválidos. Ayu-
La única manera que tenemos para responder a este mal que viene cobrando tantas vidas es vivirlo como una tarea que nos involucra y compete a todos como Pueblo de Dios. Esta conciencia de sentirnos parte de un pueblo y de una historia común hará posible que reconozcamos nuestros pecados y errores del pasado con una apertura penitencial capaz de dejarse renovar desde dentro. no que nos dé hambre y sed de justicia e impulse a caminar en la verdad apoyando todas las mediaciones judiciales que sean necesarias. Un ayuno que nos sacuda y nos lleve a comprometernos desde la verdad y la caridad con todos los hombres de buena voluntad y con la sociedad en general para luchar contra cualquier tipo de abuso sexual, de poder y de conciencia. De esta forma podremos transparentar la vocación a la que hemos sido llamados de ser «signo e instrumento de la unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Lumen gentium, 1). «Si un miembro sufre, todos sufren con él», nos decía san Pablo. Por medio de la actitud orante y penitencial podremos entrar en sintonía personal y comunitaria con esta exhortación para que crezca entre nosotros el don de la compasión, de la justicia, de la prevención y reparación. María supo estar al pie de la cruz de su Hijo. No lo hizo de cualquier manera, sino que estuvo firmemente de pie y a su lado. Con esta postura
manifiesta su modo de estar en la vida. Cuando experimentamos la desolación que nos produce estas llagas eclesiales, con María nos hará bien «instar más en la oración» (S. Ignacio de Loyola, Ejercicios Espirituales, 319), buscando crecer más en amor y fidelidad a la Iglesia. Ella, la primera discípula, nos enseña a todos los discípulos cómo hemos de detenernos ante el sufrimiento del inocente, sin evasiones ni pusilanimidad. Mirar a María es aprender a descubrir dónde y cómo tiene que estar el discípulo de Cristo. Que el Espíritu Santo nos dé la gracia de la conversión y la unción interior para poder expresar, ante estos crímenes de abuso, nuestra compunción y nuestra decisión de luchar con valentía. Francisco [1] «Esta clase de demonios solo se expulsa con la oración y el ayuno» (Mt 17,21). [2] Cf. Carta al Pueblo de Dios que peregrina en Chile (31 mayo 2018). [3] Carta al Cardenal Marc Ouellet, Presidente de la Pontificia Comisión para América Latina (19 marzo 2016).