Parashat Vayera

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Shabbat 4 Noviembre 2017 15. Kheshvan 5778

SECCIÓN 1

Resumen de la Parashá [Vayeirá] Génesis 18:1-22:24 DI-S se revela a sí mismo a Avraham tres días después de la circuncisión del primer judío a la edad de 99 años; pero Avraham se retira rápidamente del encuentro para preparar una comida para tres invitados que aparecen en el calor del desierto. Uno de los tres, que son ángeles disfrazados de hombres, anuncia que, exactamente en un año, la infértil Sara dará a luz a un hijo. Sara se ríe. Avraham suplica a Di-s para salvar la perversa ciudad de Sdom. Dos de los tres ángeles disfrazados arriban a la ciudad perdida, donde el sobrino de Avraham, Lot, les extiende su hospitalidad y los protege de las malvadas intenciones de la multitud. Los dos huéspedes revelan que vinieron a destruir el lugar y para salvar a Lot y su familia. La esposa de Lot se convierte en una estatua de sal cuando transgrede el mandato de no mirar hacia atrás a la ciudad en fuego mientras se escapan. Mientras se refugiaban en una caverna, las dos hijas de Lot (creyendo que ellas y su padre eran los únicos vivos en todo el mundo) embriagan a su padre, se acuestan con él y quedan embarazadas. Los dos hijos nacidos de este incidente son los padres de las naciones de Amón y Mob. Avraham se muda a Grar, donde el rey Filisteo Avimelej toma a Sara, que es presentada como la hermana de Avraham, a su palacio. En un sueño, Di-s advierte a Avimelej que morirá a menos que devuelva la mujer a su marido. Avraham explica que temía ser asesinado por la hermosa Sara. Di-s recuerda Su promesa a Sara y le da, junto con Avraham, un hijo, que es llamado Itzjak ("se reirá"). Itzjak es circuncidado a los ocho días; Avraham tiene 100 años y Sara 90 en el momento del nacimiento. Hagar e Ishmael son echados de la casa de Avraham y deambulan por el desierto; Di-s oye el llanto del muchacho agonizante y le salva la vida mostrándole a su madre un pozo de agua. Avimelej hace un pacto con Avraham en Beer Sheva, donde Avraham le entrega siete ovejas como símbolo del pacto. Di-s prueba la devoción de Avraham mandándole a sacrificar a su hijo Itzjak en el Monte Moria (el Monte del Templo) en Jerusalén. Itzjak es atado y colocado en el altar, y Avraham levanta el cuchillo para degollar a su hijo. Una voz del cielo lo llama a detenerse; un carnero, atrapado en los arbustos por sus cuernos, es ofrecido en lugar de Itzjak. Avraham recibe la noticia del nacimiento de una hija a su sobrino Betuel. _____________________ Fuente: http://es.chabad.org/library/article_cdo/aid/514193/jewish/Resumen-de-la-Parash.htm

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SECCIÓN 2

ENFOQUE ADVENTISTA [Gén. 18] A TRAVÉS de la narración del capítulo 18, adviértase que al paso que Moisés siempre se refiere al visitante divino de Abrahán como "Jehová", Abrahán siempre se dirige a él como "Señor", Adonai. Tres varones que estaban junto a él. Así comienza el relato de la sexta aparición del Señor a Abrahán. Algunos expositores han pensado que los tres "varones" fueron las tres personas de la Deidad. Esto parece injustificable puesto que se alude a dos de los tres como a ángeles (Gén. 19: 1, 15; Heb. 13: 2) y como a hombres (Gén. 19: 10, 12, 16). Por lo tanto, lo más adecuado es ver en los tres "varones" al Señor y a dos ángeles. Cuando los vio. Abrahán no se había dado cuenta todavía de la identidad de ellos. Tan sólo vio a tres forasteros cansados de viajar que buscaban reposo y alimento. Corrió a su encuentro con verdadera cortesía oriental para ofrecerles las comodidades de su casa, inclinándose ante ellos en armonía con la costumbre del Oriente. Esta forma de saludar de ninguna manera indica que Abrahán reconoció a Jehová como uno de los tres. Hizo lo mismo en la presencia de sus vecinos heteos (cap. 23: 7, 12). De la misma forma, Jacob se inclinó ante Esaú (cap. 33: 3), José ante su padre (cap. 48: 12), Salomón ante su madre (1 Rey. 2: 19), y los hijos de los profetas delante de Eliseo (2 Rey. 2: 15). Con típico encanto y hospitalidad orientales, Abrahán invitó a los forasteros a quedar el tiempo suficiente para recuperar sus fuerzas. Indudablemente Abrahán fue uno de esos que, "sin saberlo, hospedaron ángeles" (Heb. 13: 2). Este caso muestra que Abrahán habitualmente era hospitalario con los forasteros. Aunque esas personas al principio le eran enteramente desconocidas, su saludo fue tan respetuoso como si un mensajero hubiera llegado de antemano para anunciarle la identidad de ellos y su intención de visitarlo. Los que están dispuestos a mostrar bondad hacia los extraños y viajeros, inesperadamente pueden ser favorecidos con la presencia de huéspedes que tienen potestad para impartir bendiciones especiales (Luc. 24:29). ¿Dónde está Sara? Abrahán estuvo con ellos y los atendió mientras comían (vers. 8). Habiendo comido, preguntaron por Sara. Una pregunta tal estaba absolutamente en contra de la cortesía oriental; los extranjeros no debían saber el nombre de una esposa ni usarlo. Su conocimiento del nombre de ella probablemente le sugirió a Abrahán que sus huéspedes eran más que hombres y su pregunta implicaba que su visita tenía que ver con Sara. La conversación siguiente aclaró su identidad y,

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gracias a la promesa que fue repetida entonces, Abrahán reconoció con certeza a Aquel que se le había aparecido cinco veces antes. Esta fue la primera ocasión en la cual Sara personalmente fue testigo de una de las manifestaciones divinas concedidas a su esposo. Abrahán ya sabía y creía (Rom. 4: 19, 20). Por estos hechos y por lo registrado en Gén. 18: 9-15, parece que esta visita tenía el propósito de preparar a Sara para la vicisitud suprema de su vida: el nacimiento de su primero y único hijo. Sara estaba detrás de las cortinas de la tienda, tal como ha sido la costumbre de las mujeres árabes desde los tiempos antiguos. Se les prohibía tratar libremente con hombres aun siendo huéspedes, especialmente si eran forasteros. Pero a pesar de eso, cuando se interesan mucho en la conversación, ahora como entonces las mujeres beduinas por regla general se encuentran cerca de la abertura de la tienda, aunque sin ser vistas. Si bien ellas mismas no pueden ser vistas, generalmente oyen cada palabra dicha por los visitantes y los observan de cerca. La mención de su nombre debe haber sorprendido tanto a Sara como a Abrahán. Con qué intensa fascinación y embelesada atención debe haber escuchado el anuncio de que iba a tener un hijo. Al igual que Abrahán en las revelaciones previas, Sara no podría creer ahora que la promesa formulada jamás pudiera convertirse en realidad. Había oído su reiteración durante 25 años, pero para ella los días se habían prolongado más allá de toda posibilidad de cumplimiento, y una tras otra cada una de las visiones de Abrahán aparentemente habían fracasado. Como resultado de la revelación previa (cap. 17), la duda de Abrahán se había convertido en fe, y en esta ocasión no hay ninguna evidencia de duda de su parte, según lo señala Pablo categóricamente (Rom. 4: 19, 20). En ocasión de las revelaciones divinas previas, Abrahán se había reído. Ahora se rió Sara, probablemente expresando amargura por su suerte e incredulidad de que las circunstancias cambiaran alguna vez. Mediante una risa medio sarcástica y medio anhelante, dio expresión al pensamiento: "¡Esto es demasiado bueno para ser verdad!" (Ver Eze. 12: 22-28). ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? El velo del anonimato fue entonces totalmente puesto a un lado, y el que hablaba se identificó indubitablemente como el Señor. Es interesante notar que aunque esta aparición divina quizá tenía más aplicación para el beneficio de Sara que para el de Abrahán, puesto que él ya conocía y creía, el Señor no se dirigió directamente a Sara antes de que ella le hubiera hablado primero. En vez de hablar a Sara, le preguntó a Abrahán si había alguna cosa demasiado difícil para el Señor. Dios habló así principalmente para corregirla incredulidad de Sara y para fortalecer su fe. Donde fallan la sabiduría y la fuerza humanas y donde la naturaleza, debilitada, no tiene capacidad para actuar, allí Dios todavía tiene amplias posibilidades y hace que las cosas sucedan de acuerdo con los consejos de su propia voluntad divina. En realidad, con frecuencia permite que las circunstancias lleguen a una dificultad insuperable de modo que resalte la impotencia humana en marcado contraste con la omnipotencia divina.

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Sara negó. La negativa de Sara muestra que su risa y observaciones del vers. 12 apenas fueron audibles, y ni siquiera podía pensar que hubieran sido oídas. Entonces ella habló directamente a los forasteros, ya fuera quedando detrás de las cortinas de la tienda o saliendo al aire libre. Fue inducida a negar, temerosa de ofender a los huéspedes y de que se conocieran sus sentimientos secretos. Al darse cuenta de que había sido descubierta, se produjo un momento de confusión del cual procuró escapar por la vía de la falsedad. Te has reído. En una manera directa que recuerda la forma en que se había dirigido a los primeros culpables en el Edén, Dios solemne e inequívocamente declaró que la negativa de ella era falsa. El silencio siguiente de Sara es una evidencia de que reconoció su falta, al paso que el haber concebido más tarde a Isaac implica arrepentimiento y perdón. Habiendo descansado y recobrado las fuerzas, los tres visitantes celestiales estuvieron listos para continuar su viaje. De acuerdo con una antigua costumbre de amistad continuada a través de los tiempos del NT (Rom. 15: 24; 1 Cor. 16: 11; Hch. 20: 38; 3 Juan 6), Abrahán acompañó a sus huéspedes durante una corta distancia. Una nación grande y fuerte. Refiriéndose a la primera promesa que le hubiera hecho a Abrahán (cap. 12: 2), Dios explica por qué es adecuado y propio informarle en cuanto al juicio que estaba por caer sobre las ciudades de la llanura. Teóricamente, por lo menos, toda la tierra pertenecía a Abrahán. Si Dios, participante principal del pacto, tenía el propósito de proceder, afectando a una parte de ella, Abrahán, como socio menor que había demostrado ser digno de confianza, debía ser informado. En realidad era esencial que Abrahán comprendiera y aprobara lo que iba a suceder, puesto que estaban implicados Lot y su familia, algunos de cuyos miembros, como resultado, pronto perderían la vida. Podía confiarse en Abrahán. No traicionaría a Dios. ¡Feliz elogio para el anciano patriarca! El leal desempeño de su tarea divinamente señalada requería que compartiera el conocimiento de los propósitos de Dios. La posteridad de Abrahán también debía comprender, a fin de que no compartiera el destino de Sodoma y Gomorra. Iba a ser el deber de Abrahán transmitir a las generaciones futuras lo que sabía de los procedimientos de Dios con la raza humana. El clamor contra Sodoma y Gomorra.

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Esto se refiere a la enorme impiedad que prevalecía en las ciudades de la llanura (cap. 13: 13). Se había llegado al límite de la paciencia y tolerancia de Dios. Aunque la conducta de los habitantes de la llanura por mucho tiempo había sido mala, Dios les dio un período de gracia durante el cual él no había quedado sin testigos. La piadosa vida de Lot les daba un ejemplo de cómo deban vivir, pero esto no había ejercido influencia sobre ellos (2 Ped. 2: 7, 8). Su trato previo con Abrahán los había puesto en contacto con el Dios verdadero (Gén. 14: 22). Pero todo fue en vano. Su impiedad era muy grave -literalmente "muy pesada"- y demandaba el castigo del cielo. El mundo de nuestros días casi ha llegado a la misma profundidad de mal (Luc. 17: 28-32; 2JT 63). Dios tuvo en cuenta el concepto humano de la justicia divina haciendo que Abrahán viera con claridad que la decisión de destruir a Sodoma no era arbitraria, sino que estaba basada en la necesidad. Por lo tanto, no existe discrepancia entre el anuncio de Dios de su intento de investigar personalmente lo que sucedía en Sodoma, y la seguridad del juicio que ya estaba implicado en el vers. 17. Abrahán no sólo quedó preocupado por la suerte de Lot, sino que también experimentó un profundo sentimiento de compasión hacia los habitantes de Sodoma, con muchos de los cuales había tenido un trato personal en ocasión del rescate de ellos de manos de los reyes de la Mesopotamia. El propósito de Abrahán no era simplemente la preservación de cualquier piadoso remanente que podría encontrarse dentro de las ciudades condenadas, sino que se extendiera un período de gracia para toda la población. Sólo Dios es el Juez de todos los hombres. Dirigiéndose con tales palabras a Dios, Abrahán mostró que reconocía como Ser Supremo a Aquel ante quien estaba. Ahora recurrió, no a la gracia y al perdón de Dios, sino a su absoluta equidad justiciera. Dios aceptó la condición propuesta por Abrahán no como un acto de justicia sino de misericordia. La justicia requería la preservación de los justos, pero sólo la misericordia podía librar a los impíos. __________________

Fuente: CBA. T. 1. Cap. 18.

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SECCIÓN 3

COMENTARIO FINAL Emulando a los Patriarcas de la antigüedad TODO el que realmente ama a Di-s amará también a su prójimo y si es necesario se sacrificará para fomentar el bienestar ajeno. No podemos impedir que los hombres pequen contra Di-s, pero podemos interceder por ellos y suplicar con ellos. A Di-s le agrada una intercesión tal porque refleja su propio gran corazón de amor. ¡Cuánto consigue con frecuencia la vigorosa oración de un justo! Cuando Abrahán se acercó a Di-s con amor y fe, intercediendo humildemente por los pecadores, Di-s se le acercó en misericordia concediendo bondadosamente cada pedido. Esto mismo aguarda hoy a los que siguen en las pisadas del Padre de los fieles.

Facilitador. JOSÉ G. BARITTO L. Comunidad Judía Adventista Caracas - Venezuela

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