Origen
Historia de
En la Santa Misa celebramos la Eucaristía, por eso su origen se remonta a la escena de la Última Cena que Jesús compartió con Sus discípulos en el marco de la Pascua Judía antes de Su Muerte y Resurrección. En el Cenáculo, Jesús les dice: «...Éste es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» (Lucas 22:19). Así cada vez que se celebra el acto eucarístico estamos obedeciendo el mandato de Jesús. De hecho, en cada ofertorio celebramos el sacrificio de Jesús en la Cruz, pero de manera incruenta (sin emisión de sangre).
Terminología Cuando el idioma griego era aún utilizado entre los cristianos en Roma, se atribuía la palabra Eucharistía («Acción de Gracias») al ritual de la Cena. Aproximadamente en el siglo IV, surge el término latino Missa derivado de missio, que quiere decir «envío». De allí que «Misa» hace alusión a la despedida de los fieles al final de la celebración, como en la frase de clausura «Ite, missa est»: «Vayan, es la despedida», o bien, «La asamblea ha concluido».
Historia de la misa d
Desde que Jesús instituyó el rito se propagó a toda organización y forma. Así, En el siglo IV, conforme al Antioquena, Alejandrina, G a toda la región Occidenta Al principio la liturgia era c no modificó el rito sustanc Con el transcurso de los si unificar la celebración. Est En el siglo VII, San Gregorio más tarde tomó el nombre del Misal Romano que de adoptados en el Concilio d denomina Misa Tridentina. Con pequeñas reformas a Vaticano II. En 1962, el ento en donde presenta una nu ejemplo, el Padrenuestro e Sucediendo a Juan XXIII, el del misal, llamada «Nuevo nuevas plegarias eucarísti incorporar las oraciones q uso de las lenguas vernác En la actualidad, el rito pue (de Juan XXIII y Pablo VI). E (De los Sumos Pontífices)
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e la Misa
de rito romano
la Eucaristía, ésta no ha dejado de celebrarse. Impulsado por los apóstoles, as las comunidades cristianas que se suscitaban, y fue tomando cierta el rito fue medianamente uniforme en las regiones de Oriente y Occidente. origen de cada pueblo, se comienzan a distinguir cuatro tipos de liturgias: alicana y Romana. Paulatinamente, la liturgia romana comienza a extenderse l. celebrada en griego, pero más tarde comenzó a ser celebrada en latín. Esto cialmente, pero, por los rasgos de la lengua, tendió a sintetizarlo. glos, en Roma se comienza a delinear las partes del canon latino, buscando to se logra a través de distintas encíclicas papales y concilios locales. o Magno elaboró el formato base de la misa, denominado Ordo Misae, el cual de Misal de San Pío V. El Papa Pío V fue quien en 1570, publicó una edición bía ser usada en toda la Iglesia Occidental, cumpliendo así los acuerdos de Trento (1545-1563). Es por esto que a la Misa de rito romano también se la . a lo largo del tiempo, este misal se utilizó prácticamente hasta el Concilio onces Papa Juan XXIII -el Papa Bueno- da comienzo al Concilio Vaticano II, ueva forma de celebrar la liturgia, más cercana a los fieles, en donde, por es recitado por todos. l Papa Pablo VI continúa con el Concilio y publica en 1970, una nueva edición o Orden de la Misa» que incluía cambios sustanciales. Se introducen tres cas, las oraciones de larga duración son suprimidas, además, se vuelven a que habían caído en desuso, como la Oración de los Fieles, y se aprueba el ulas. ede ser celebrado de dos formas diferentes de acuerdo a estos dos misales En 2007, el Papa Benedicto XVI, en la carta apostólica Summorum Pontificum aclara: «un doble uso del mismo y único Rito».
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Todo lo que precede a la L Saludo, el Acto Penitenc tienen el carácter de introduc
Para comenzar, lo más recomendable es lle se da inicio a la celebración y se acompaña
Entra el sacerdote quién hace unos gestos adoración y reverencia. El beso al altar sign
La Misa comienza con la señal de la cruz. «E hacerla los fieles con fe y devoción, pues C
Seguidamente, el sacerdote puede saludar Padre y la comunión del Espíritu Santo est con tu espíritu».
El sacerdote invita a los fieles a reconocer realiza en un breve silencio. Luego el sacerd nuestros pecados y nos lleve a la vida etern
El pueblo responde: «Amén». Después del a el mismo acto penitencial. Por ser un canto c todos, tanto el pueblo como el coro.
«Gloria a Dios en el cielo y en tierra paz a l
nacimiento (Lucas 2:14). Después de com himno de estructura trinitaria y súplica Crist damos gracias Señor Dios, Rey celestial, Di gracias a Dios por Su Gloria. «Señor, Hijo ún como mediador, con la tradicional súplica te mundo, atiende nuestra súplica. Tú que está Señor, sólo Tu Altísimo, Jesucristo con el Cristo, y termina nuevamente en el Padre y
El sacerdote dice: «Oremos» e invita al pue conscientes de que están en la presencia de suele llamarse «colecta» y por la cual se ex
Por una antigua tradición de la Iglesia, la or con la conclusión trinitaria, de este modo: unidad del Espíritu Santo y es Dios por los s contigo en la unidad del Espíritu Santo y es unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los
El pueblo uniéndose a la súplica, con la acl
Liturgia de la Palabra, es decir: el Canto de Entrada, el cial, el «Señor ten piedad» con el Gloria y la Colecta, cción y preparación. Y se lo conoce como Ritos Iniciales.
egar con toda puntualidad, antes de que el sacerdote salga al altar. Con el Canto de Entrada a también la entrada del sacerdote y los ministros.
s: una genuflexión y un beso ante el altar. La inclinación del sacerdote es el primer acto de nifica el beso a la Iglesia.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Juntamente con el sacerdote deberán Cristo murió en la cruz por redimirnos.
r a los fieles con una de estas fórmulas: «La gracia de nuestro Señor Jesucristo, el amor del tén con vosotros», o bien diciendo: «El Señor esté con vosotros». El pueblo responderá: «Y
r sus pecados y al arrepentimiento para celebrar dignamente los sagrados misterios. Esto se dote concluye con la absolución: «Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone na».
acto penitencial, continua siempre el «Señor, ten piedad», a no ser que haya tenido lugar ya en con el que los fieles aclaman al Señor e imploran su misericordia, deben hacerlo ordinariamente
los hombres que ama el Señor»: Son palabras tomadas del canto de los ángeles la noche del menzar la celebración, purificados de nuestros pecados, comienza la glorificación con este tocéntrica. «Por tu inmensa gloria, te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te ios Padre todopoderoso»: La primera parte está dirigida a Dios Padre. Se bendice, glorifica, da nico Jesucristo, Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre»: La segunda parte mira a Cristo, rnaria, «Tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Tú que quitas el pecado del ás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros». «Porque sólo Tú eres Santo, sólo Tu Espíritu Santo, en la gloria de Dios Padre. Amén». Este himno comienza desde el Padre, por en el Espíritu Santo, lo que muestra el dinamismo trinitario de la liturgia.
blo a orar, y todos, juntamente con el sacerdote, guardan un momento de silencio para hacerse e Dios y puedan formular en su espíritu sus deseos. Entonces el sacerdote dice la oración que xpresa el carácter de la celebración.
ración colecta ordinariamente se dirige a Dios Padre, por Cristo en el Espíritu Santo y termina - Si se dirige al Padre: «Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la siglos de los siglos.» - Si se dirige al Padre, pero al final se menciona al Hijo: «Él, que vive y reina Dios por los siglos de los siglos.» - Si se dirige al Hijo: «Tú que vives y reinas con el Padre en la s siglos de los siglos.» amación «Amén» hace suya la oración. En la Misa siempre se dice una sola oración colecta.
Uno de los gestos penitenciales más clásicos es el de darse golpes de pecho. Así describe Jesús al publicano (Lc 18:914). El fariseo oraba de pie: «no soy como los demás»... En cambio el publicano no se atrevía ni a alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Oh Dios, ten compasión de mí, que soy un pecador». Y es también la actitud de la muchedumbre ante el gran acontecimiento de la muerte de Cristo: «...y todos los que habían acudido a aquel espectáculo, al ver lo que pasaba, se volvieron golpeándose el pecho...» (Lc 23:48). Cuando para el acto penitencial, al inicio de nuestra Eucaristía, elegimos la fórmula del «Yo confieso», utilizamos también nosotros el mismo gesto cuando al pronunciar las palabras: «por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa», nos golpeamos el pecho con la mano. Este gesto (golpearse el pecho) significa reconocer la propia culpa, manifestando que queremos cambiar. Si este gesto se hace sinceramente, expresa el dolor que sentimos y el compromiso de luchar contra el mal, por lo tanto tiene un lugar especial en el Sacramento de la Reconciliación.
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Liturgia de la
a Palabra
Habitualmente se leen fragmentos de cualquiera de los 46 Libros que componen el Antiguo Testamento. Estos se agrupan por categorías: -Pentateuco -Libros Históricos -Libros Poéticos o Sapienciales
1. Primera L Es un 2. cantoSalmo de alabanza, arrepentimiento o de petició a escritos del Libro de los Salm de otro3. libroSegunda de la Sagrada Esc el caso del Magníficat, extra Lucas.
Tiene gran importancia lit favorece la meditación Comúnmente la asamblea p medio de respuestas, aunqu de modo directo, es decir, s
-Libros Proféticos Durante el Tiempo Pascual, la Primera Lectura es tomada frecuentemente del Libro de los Hechos de los Apóstoles.
Es el libro litúrgico usado actualmente para proclamar las L clasificados según los ciclos de lecturas de la Liturgia (Ciclo A, B fiestas especiales. Contiene la Palabra de Dios tal como la Ig sus celebraciones sacramen
Lectura
de acción de gracias, de ón. Los textos corresponden mos o a algún canto extraído critura, como es por ejemplo ído del Evangelio según San
Lectura
túrgica y pastoral, ya que de la Palabra de Dios. participa de este Salmo por ue otras veces se proclama sin respuesta.
Se lee en días domingos y solemnidades. Corresponde a textos tomados de los 23 libros y cartas que forman parte de la Nueva Alianza.
¿Qué es el Leccionario?
Lecturas Bíblicas en la Misa. Se trata de varios volúmenes, B o C) , y según sean lecturas dominicales, de entre semana o lesia ha querido distribuirla a lo largo del año litúrgico para ntales y no sacramentales.
¿Por qué se lee el Antiguo Testamento en la L
Si bien Jesucristo selló con Su Sangre una Nueva Alianza, son t conforman sino una sola unidad. «Los cristianos veneran el Antig rechazado siempre vigorosamente la idea de prescindir del Ant caduco (marcionismo).» (CIC,123). « Aunque contienen elemen dan testimonio de toda la divina pedagogía del Amor Salvífico sabiduría salvadora acerca de la vida del hombre, encierran adm nuestra Salvación» (CIC, 122). El Antiguo Testamento es una pa Sus libros son divinamente inspirados y conservan un valor p (CIC,121).
¿Cómo debe ser realizado el servicio de leer
«Lo que más ayuda a una adecuada comunicación de la Palabr manera de leer de los lectores, que deben hacerlo en voz alta y c de ediciones aprobadas, según la índole de los diferentes idiomas las palabras, sino que las aclare.» (Ordo Lectionum Missae). La trate de una lectura, oración, monición, aclamación o canto.
¿Cómo debemos escuchar las Lecturas?
En primer lugar, sabiendo que no es una simple lectura de un li es Cristo Mismo. Al escuchar la Escritura, debemos tener prese se esclarecen mutuamente. El Catecismo de la Iglesia Católica Antiguo Testamento a la luz de Cristo muerto y resucitado. Esta le Testamento. Ella no debe hacer olvidar que el Antiguo Testame mismo reafirmó (cf. Mc 12,29-31). Por otra parte, el Nuevo Testa cristiana primitiva recurrirá constantemente a él (cf. 1 Co 5,6escondido en el Antiguo, mientras que el Antiguo se hace manif
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Liturgia de la Palabra?
tan importantes el Antiguo como el Nuevo Testamento, y no guo Testamento como verdadera Palabra de Dios. La Iglesia ha tiguo Testamento so pretexto de que el Nuevo lo habría hecho ntos imperfectos y pasajeros», los libros del Antiguo Testamento o de Dios: «Contienen enseñanzas sublimes sobre Dios y una mirables tesoros de oración, y en ellos se esconden el misterio de arte de la Sagrada Escritura de la que no se puede prescindir. permanente, porque la Antigua Alianza no ha sido revocada.
r las Lecturas?
ra de Dios a la asamblea por medio de las lecturas es la misma clara, y con conocimiento de lo que leen. Las lecturas, tomadas s, pueden cantarse, pero en tal forma, que el canto no oscurezca a voz debe responder a la índole del respectivo texto, según se
bro más, sino que se está proclamando la Palabra de Dios, que ente la unidad que hay entre ambos Testamentos, y que ambos a lo expresa de este modo: «Los cristianos, por tanto, leen el ectura tipológica manifiesta el contenido inagotable del Antiguo ento conserva su valor propio de revelación que nuestro Señor amento exige ser leído también a la luz del Antiguo. La catequesis -8; 10,1-11). Según un viejo adagio, el Nuevo Testamento está fiesto en el Nuevo ( )» (Nº 129).
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El canto d Misterio d «Gloria a T
Esta lectur una parte podemos c transmitir.
Está elegi Iglesia nos los mister Navidad, E Santa, Pas Ordinario,
1. Evan 2. Hom
En ella el celebrante nos explica la Palabra de Dios que hem instruyéndonos y exhortándonos a convertirnos y dar testim con nuestras vidas. Es un «puente» entre la Sagrada asamblea, mediante el cual el sacerdote aplica a la vida di de los fieles el contenido de los textos bíblicos.
La Homilía « tiene el cometido de favorecer una mejor c eficacia de la Palabra de Dios en la vida de los fieles. Por es ordenados han de « preparar la homilía con esmero, bas conocimiento adecuado de la Sagrada Escritura ». Han de ev genéricas o abstractas. En particular, pido a los ministros un que la homilía ponga la Palabra de Dios proclamada en est con la celebración sacramental y con la vida de la comunidad la Palabra de Dios sea realmente sustento y vigor de la Igle
(Exhortación apostólica Sacramentum Caritatis Be
del Aleluya nos dispone a escuchar la Proclamación del de Cristo. Al finalizar la lectura aclamamos diciendo: Ti, Señor Jesús».
ra, que se toma de alguno de los cuatro Evangelios, narra de la vida o las enseñanzas de Jesús. Aquí es donde conocerlo, Sus sentimientos, Su obra, y lo que nos quiere . Esta lectura la hace el sacerdote o el diácono.
da de acuerdo al Ciclo Litúrgico (tiempos en los que la s invita a reflexionar y a vivir de acuerdo con alguno de ios de la vida de Cristo. Comienza por el Adviento, luego Epifanía, Primer Tiempo Ordinario, Cuaresma, Semana scua, Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo Tiempo y termina con la Fiesta de Cristo Rey).
ngelio milía
mos escuchado; monio de Cristo Escritura y la aria y concreta
comprensión y so los ministros sándose en un vitarse homilías n esfuerzo para trecha relación d, de modo que esia ( )».
enedicto XVI)
CREO EN DIOS PADRE TODOPODEROSO, CREADOR DEL CIELO Y DE LA TIERRA. CREO EN JESUCRISTO SU ÚNICO HIJO NUESTRO SEÑOR, QUE FUE CONCEBIDO POR OBRA Y GRACIA DEL ESPÍRITU SANTO. NACIÓ DE SANTA MARÍA VIRGEN, PADECIÓ BAJO EL PODER DE PONCIO PILATO, FUE CRUCIFICADO, MUERTO Y SEPULTADO, DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS, AL TERCER DÍA RESUCITÓ DE ENTRE LOS MUERTOS,SUBIÓ A LOS CIELOS Y ESTÁ SENTADO A LA DERECHA DE DIOS PADRE, TODOPODEROSO. DESDE ALLÍ VA A VENIR A JUZGAR A VIVOS Y MUERTOS. CREO EN EL ESPÍRITU SANTO, LA SANTA IGLESIA CATÓLICA, LA COMUNIÓN DE LOS SANTOS, EL PERDÓN DE LOS PECADOS, LA RESURRECCIÓN DE LA CARNE Y LA VIDA ETERNA. AMÉN.
Se fe po Es fe pe po fe in un vi ha ot
Cred Fórm cristi Apóst
Cred Conci símbo Nuest no ob const frecue Recita Hijo y Iglesi
e le llama «PROFESIÓN DE FE» porque resume la e que profesan los cristianos. Se le llama «CREDO» or razón de que en él la primera palabra es «Creo». s la declaración de fe que recopila la doctrina de nuestra cristiana. Es una profesión de fe realizada en conjunto, ero es personal. Inicia con «creo», no con «creemos» orque, como dice el Catecismo de la Iglesia Católica, «la e es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la niciativa de Dios que se revela», sin embargo «la fe no es n acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede ivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se a dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de tro, debe transmitirla a otro.»
do de los Apóstoles ula de Fe que contiene las doctrinas fundamentales del anismo, es considerado el resumen fiel de la fe de los toles.
do de Nicea-Constantinopla: es fruto de los dos primeros ilios ecuménicos (325 y 381 d.C.). Sigue siendo todavía hoy el olo común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente. tra exposición de la fe seguirá el Credo de los Apóstoles, bstante, la exposición será completada con referencias tantes al Credo Niceno-Constantinopolitano, que con encia es más explícito y más detallado. ar con fe el Credo es entrar en comunión con Dios Padre, y Espíritu Santo, es también entrar en comunión con toda la a.
«En la oración universal, u oración de los fieles, el p responde en cierto modo a la Palabra de Dios recibida en l ejercitando el oficio de su sacerdocio bautismal, o súplicas a Dios por la salvación de todos. Conviene que oración se haga de ordinario en las Misas con participació pueblo, de tal manera que se hagan súplicas por la S Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren div necesidades y por todos los hombres y por la salvació todo el mundo.» (OGMR 69)
Con la oración universal, o de los fieles, culmina la Liturgia de l
Hay un orden preestablecido de intenciones (para las celebra a) Por las necesidades de la Iglesia. b) Por los que gobiernan y por la salvación del mundo. c) Por los que sufren por cualquier dificultad. d) Por la comunidad local.
Sin embargo, en alguna celebración particular, como la Con intenciones puede tener en cuenta más expresamente la ocas Respecto a quién dirige esta oración:
«Pertenece al sacerdote celebrante dirigir las preces [plegaria monición, en la que invita a los fieles a orar, y la termina con la o compuestas con sabia libertad y con pocas palabras y expresa o un cantor, o un lector, o bien, uno de los fieles laicos desde el pueblo, de pie, expresa su súplica, sea con una invocación co (OGMR 71)
«El pueblo hace suya esta Palabra Divina [las lecturas tomadas Palabra] por el silencio y por los cantos; se adhiere a ella por la la oración universal por las necesidades de toda la Iglesia y po
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ueblo la fe y, ofrece e esta ón del Santa ersas ón de
la Palabra para dar comienzo a la Liturgia Eucarística.
aciones ordinarias):
nfirmación, el Matrimonio o las Exequias, el orden de las sión particular. (OGMR 70)
as] desde la sede. Él mismo las introduce con una breve oración. Las intenciones que se proponen deben ser sobrias, ar la súplica de toda la comunidad. Las propone el diácono, ambón o desde otro lugar conveniente. [68] Por su parte, el omún después de cada intención, sea orando en silencio.»
s de la Sagrada Escritura, parte principal de la Liturgia de la profesión de fe; y nutrido por ella, expresa sus súplicas con or la salvación de todo el mundo.» (OGMR 55)
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Es un signo por el cual manifestamos nuestra f Es además un signo de victoria y de gozo pues com «nos gloriamos en la Cruz de Nuestro Señor» (Gá frente al pecho y desde el hombr
«En el Nombre del Padre, de
Hacer la señal de la Cruz es reconocer a Cristo com «( )la Cruz es la manifestación impactante del ac salvado al hombre y al mundo del pecado y de la m Por este motivo, el signo de la Cruz es el gesto fu signo de la Cruz es pronunciar un «sí» visible y públic en la humildad y debilidad de Su Amor es el Om inteligencia del mundo.» (SS Benedicto XVI Ángelus del Domingo, 11 septi
«El cristiano comienza su jornada, sus oraciones y s del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén . El e invoca la gracia del Señor que le permite actuar Cruz nos fortalece en las tentaciones y en las dific
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fe en Cristo, ya que Él nos redimió en la Cruz. mo cristianos y conforme lo dice la Palabra de Dios álatas 6:14), al señalarnos con la Cruz (desde la ro izquierdo al derecho) decimos
el Hijo y del Espíritu Santo».
mo nuestro Salvador. cto de amor infinito con el que el Hijo de Dios ha muerte. undamental de la oración del cristiano. Hacerse el co a quien murió por nosotros y resucitó, al Dios que mnipotente, más fuerte que toda la potencia y la
iembre 2005.)
sus acciones con la señal de la cruz, en el Nombre l bautizado consagra la jornada a la gloria de Dios en el Espíritu como hijo del Padre. La Señal de la cultades.» (CIC 2157)
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MÁS DE 30 AÑOS PREDI
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ICANDO EL EVANGELIO
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“La Eucaristía es el culto de toda la Iglesia,pero requiere igualmente el pleno compromiso de cada cristiano en la misión de la Iglesia; implica una llamada a ser pueblo santo de Dios, pero también a la santidad personal; se ha de celebrar con gran alegría y sencillez, pero también tan digna y reverentemente como sea posible; nos invita a arrepentirnos de nuestros pecados, pero también a perdonar a nuestros hermanos y hermanas; nos une en el Espíritu, pero también nos da el mandato del mismo Espíritu de llevar la Buena Nueva de la salvación a otros”.
La Eucaristía, «fuente y cima de toda la vida cristiana», es el Sacramento que contiene verdadera, real y substancialmente el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo. Mientras que los demás Sacramentos actúan cuando efectivamente se administran a los fieles, en la Eucaristía se realiza el Sacramento con la Consagración de la materia y no cesa jamás de serlo, aunque esté reservada en el Sagrario. Además, en los otros Sacramentos no se realiza ninguna mutación en sus materias (el Agua del Bautismo y el Óleo de la Confirmación nunca pierden su naturaleza de agua y óleo) en tanto que en la Eucaristía, por la Consagración del Pan y del Vino, se opera el cambio de toda la substancia del Pan en la substancia del Cuerpo de Cristo Nuestro Señor y de toda la substancia del Vino en la substancia de Su Sangre. La Iglesia Católica ha llamado justa y apropiadamente a este cambio «Transustanciación». Mediante la conversión del Pan y el Vino, Cristo -Su Cuerpo y Su Sangrese hace real y misteriosamente presente. El mandato del Señor, en la víspera de Su Pasión fue: «haced esto en memoria mía» (1 Corintios 11:24-25). Cumplimos pues este mandato del Señor celebrando el memorial de Su Sacrificio. La riqueza inagotable de este Sacramento se expresa mediante los distintos nombres que se le da: Eucaristía: porque es acción de gracias a Dios. Como creyentes damos gracias a Dios por los inmensos beneficios que nos concede y especialmente por la Gracia que nos otorga en este Sacramento. Banquete del Señor: por haberla instituido Jesucristo en el banquete de la Última Cena. Comunión: porque por este Sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de Su Cuerpo y de Su Sangre para formar un solo cuerpo. Se le llama también: Fracción del pan, Asamblea Eucarística, Memorial de la Pasión y la Resurrección del Señor, Santo Sacrificio, Sacrificio de Alabanza, Sacrificio Espiritual, Sacrificio Puro y Santo, Santísimo Sacramento. Institución de la Eucaristía: Jesús « habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.» (Juan 13:1). Para dejarles una prenda de este amor, no alejarse nunca de los suyos y hacerles partícipes de Su Pascua, instituyó la Eucaristía -en la Cena Pascual- como memorial de Su Muerte y Su Resurrección y ordenó a sus apóstoles celebrarlo hasta su retorno «constituyéndoles entonces sacerdotes del Nuevo Testamento» (Lucas 22:14-20).
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San Juan Crisóstomo declara: «No es el hombre quien hace que las
cosas ofrecidas se conviertan en Cuerpo y Sangre de Cristo, sino Cristo mismo que fue crucificado por nosotros. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia estas palabras, pero su eficacia y su gracia provienen de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Esta palabra transforma las cosas ofrecidas». En Juan 6:35 Cristo se designa a Sí Mismo como el Pan de Vida bajado del cielo y el Señor nos dirige una invitación urgente a recibirle en el Sacramento de la Eucaristía: «En verdad en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tendréis vida en vosotros» (Juan 6:53). Debemos prepararnos para este momento tan grande y santo de la siguiente manera: observando el ayuno prescrito por la Iglesia (una hora antes de comulgar excepto las personas ancianas o que padecen alguna enfermedad). Cuidando nuestra actitud corporal (gestos, vestimenta), la cual debe manifestar el respeto, la solemnidad y el gozo por esta celebración. Haciendo un examen de conciencia: San Pablo nos exhorta: «Quien coma el pan o beba el cáliz del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual, y coma entonces del pan y beba del cáliz. Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo» (1 Corintios 11:27-29).
Los frutos de la Comunión: -Acrecienta nuestra unión con Cristo: «Quien come mi Carne y bebe mi Sangre habita en mí y yo en él» (Juan 6:56) Nos separa del pecado; fortalece la caridad (que, en la vida cotidiana, tiende a debilitarse); -Nos preserva de futuros pecados mortales, fortalece la unidad con la Iglesia, entraña un compromiso en favor de los pobres. La Eucaristía es también anticipación de la gloria celestial. Cada vez que se celebra este misterio, «se realiza la obra de nuestra redención».Las Tres Personas Divinas viven su existencia amando y al recibir nosotros la Eucaristía, nos hacemos partícipes de esa misma vida de amor. Por eso el que comulga, a la vez de amar a Dios, no puede menos que amar a los hombres. Ante la grandeza de este Sacramento, el fiel sólo puede repetir humildemente y con fe ardiente las palabras del Centurión «Señor, no soy digno de
que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme» (Mateo 8:8).
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En la preparación de los dones se llevan al altar el pan y el vino con a En la Plegaria Eucarística se dan gracias a Dios por toda la obra de la Sal Por la fracción del pan y por la Comunión, los fieles, aunque sean muc y de un único cáliz la Sangre del Señor, del mismo modo como los Apó
agua, es decir, los mismos elementos que Cristo tom贸 en Sus manos. vaci贸n y las ofrendas se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo. chos, reciben de un 煤nico pan el Cuerpo, 贸stoles lo recibieron de las manos del mismo Cristo. -MISAL ROMANO, 72.
Es el momento en el que son llevados al altar el pan y el vino que luego serán consagrados. Además se reciben ofrendas materiales o dinero traídos por los fieles o recolectados en la iglesia, los cuales se colocan en un sitio apropiado pero fuera de la mesa eucarística. Acompaña la procesión en la que los fieles llevan los dones al altar, el canto del ofertorio, que debe extenderse por lo menos, hasta cuando los dones hayan sido depositados sobre el altar. El pan y el vino se ofrecen por separado; y junto a ellos, se ofrecen las penas, las alegrías, el trabajo y nuestros corazones anhelantes de ser transformados por el Pan de Vida.
Al ofrecer el vino, el sacerdote le agrega unas gotitas de agua y dice: «Que así como el agua se mezcla con el vino, participemos de la divinidad de Aquel que quiso compartir nuestra humanidad». Con esto, descubrimos nuestra participación en el Sacrificio de Cristo. Después de presentar las ofrendas, el sacerdote se inclina y dice en voz baja: «Acepta, Señor, nuestro corazón contrito y nuestro espíritu humilde; que éste sea hoy nuestro sacrificio y que sea agradable en tu presencia, Señor Dios Nuestro». Palabras que nos recuerdan el inmenso Amor y la Misericordia de Dios que se agrada de un corazón arrepentido: «Dios quiere el sacrificio de un espíritu contrito, un corazón contrito y humillado, oh Dios, no lo desprecias.» (Salmo 51:19). En este momento se puede incensar los dones como símbolo de que la oblación de la Iglesia y su oración suben como incienso hasta la presencia del Padre: «Que mi oración sea como incienso para Ti » (Salmo 141:2).
LAVABO: Luego el sacerdote lava sus manos. Este rito expresa el deseo de
purificación interior. Su nombre fue extraído del Salmo 26:6: «Lavo y purifico mis manos » que recitaba el sacerdote en voz baja mientras lo realizaba. Luego del Concilio Vaticano II, se estableció un versículo diferente, dicho también en voz baja por el sacerdote: « lávame a fondo de mi culpa, purifícame de mi pecado.» (Salmo 50:4). Culminando el Ofertorio y dando paso a la Plegaria Eucarística, el sacerdote dice: «Orad, hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre Todopoderoso». Y el pueblo responde: «El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de Su Nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia». De esta forma todos los fieles ofrecen, junto al celebrante, el sacrificio.
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1. PREFACIO : Es el comienzo de la Plegaria Eucarística. Es una acción de gracias en la cual, el sacerdote en nombre de todo el pueblo, glorifica a Dios y le da gracias por toda la Obra de la Salvación. Esta oración es una hermosa elevación de los corazones a Jesús. Es también alabanza, que junto a la gratitud, es justo y necesario dar al Señor por Su Amor y por todos los dones recibidos. Las partes del Prefacio: «-El Señor esté con vosotros -Y con tu espíritu -Levantemos el corazón -Lo tenemos levantado hacia el Señor -Demos gracias al Señor, nuestro Dios -Es justo y necesario». El sacerdote continúa retomando las últimas palabras del pueblo: «En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias, Padre Santo, siempre y en todo lugar ». Estas palabras varían de acuerdo al tiempo litúrgico, al día o las fiestas. El Prefacio culmina con el Santo: «Por eso, con los ángeles y los santos, proclamamos Tu Gloria, diciendo ». 2. SANTO Es la triple aclamación de la santidad de Dios en donde nos unimos al Cielo, al coro de los ángeles para alabar a nuestro Dios: Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo, llenos están el cielo y la tierra de Tu Gloria. ¡Hosanna en el cielo! ¡Bendito el que viene en Nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo! . Este cántico ha sido tomado de la Escritura: «vi al Señor sentado en su trono excelso y elevado Unos serafines se mantenían erguidos por encima de él Y se gritaban el uno al otro: Santo, santo, santo, Yahvé Sebaot: llena está toda la tierra de su gloria.» (Isaías 6:1-3). ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! (Mateo 21:9). Estas son las mismas palabras que el pueblo dijo a Jesús en su entrada a Jerusalén previo al Sacrificio en la Cruz. Con ellas damos la bienvenida a Cristo, le alabamos, porque se hace presente en el altar eucarístico. Esta triple aclamación la encontramos también en el Libro del Apocalipsis (ver 4:28): Vi que un trono estaba erigido en el cielo, y Uno sentado en el trono En medio del trono, y en torno al trono, cuatro Vivientes Los cuatro Vivientes tienen cada uno seis alas, están llenos de ojos todo alrededor y por dentro, y repiten sin descanso día y noche: Santo, Santo, Santo, Señor, Dios Todopoderoso, Aquel que era, que es y que va a venir .
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3. EPÍCLESIS Significa invocación . En este momento la Iglesia, implora la fuerza del Espíritu Santo para que los dones ofrecidos por los hombres sean consagrados, es decir, se conviertan en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, y para que la víctima inmaculada que se va a recibir en la Comunión sirva para la salvación de quienes van a participar en ella. (Misal Romano). Por el Espíritu Santo Jesús se hace presente en el altar. El sacerdote extiende sus manos y dice: Santo eres en verdad, Señor, fuente de toda santidad: por eso te pido que santifiques estos dones con la efusión de tu Espíritu, de manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo nuestro Señor . En cada Eucaristía se realiza la actualización real aunque incruenta del Sacrificio de Cristo.
4. NARRACIÓN DE LA INSTITUCIÓN Y CONSAGRACIÓN Es el punto culminante de la Plegaria Eucarística. Se pronuncian las Palabras de Jesús en la Última Cena para recordar y perpetuar aquello que Él mismo instituyó y ordenó realizar: Tomó luego pan, dio gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Éste es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío. De igual modo, después de cenar, tomó la copa, diciendo: Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros. (Lucas 22:19-20). La misa es realmente el Sacrificio del Calvario, que se hace sacramentalmente presente en el altar. Primero se consagra el pan y luego separadamente el vino. El milagro por el cual éstos se convierten en el Cuerpo y en la Sangre de Jesús se llama Transustanciación. Entonces, en la Hostia Consagrada y en el Cáliz se hace presente Cristo: Su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Es por eso que nos postramos de rodillas: para adorar a Jesús que está allí. Dice el apóstol Pablo: cada vez que comáis este pan y bebáis de este cáliz, anunciáis la muerte del Señor, hasta que venga. (1 Corintios 11:26). Es por eso que se culmina este momento con la aclamación: Anunciamos Tu Muerte, proclamamos Tu Resurrección, ¡ven Señor Jesús! .
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5. OBLACIÓN Y SEGUNDA EPÍCLESIS La Iglesia ofrece al Padre en el Espíritu Santo la Víctima Inmaculada de nuestra salvación. Junto a Él, todos nosotros (los fieles) ofrecemos a Dios nuestra vida, sacrificio que día a día se perfecciona por la mediación de Jesucristo. Os exhorto, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, a que os ofrezcáis...» (ver Romanos12:1). Nuestra vida entera (pensamientos, acciones, sentimientos, etc.) debe ser un sacrificio grato a Dios. Es nuestra responsabilidad vivir de un modo coherente con esta Oblación Eucarística, como verdadero Cuerpo de Cristo. Luego, se invoca nuevamente al Espíritu Santo (segunda Epíclesis). Pero esta vez ya no sobre los dones del Pan y el Vino, sino sobre los fieles que se ofrecen a Dios: «Te pedimos humildemente que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo». Es pedir la acción santificadora y transformadora del Espíritu Santo en nuestro corazón.
6. ANÁMNESIS O MEMORIAL Cumplimos el mandato de Jesús en la Cena Pascual, cuando dijo: haced esto memoria mía . Este es el Memorial de Cristo. No un simple recuerdo de algo que aconteció hace mucho tiempo, sino del Misterio Pascual de Cristo: Su Muerte y Su Resurrección. Nos dirigimos al Señor recordando el Sacrificio de Cristo. Esa es nuestra garantía para llegar a los brazos del Padre: por Cristo fuimos reconciliados con Dios y recibimos el perdón de los pecados.
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7. INTERCESIONES La Eucaristía se celebra en comunión con toda la Iglesia y la oblación se ofrece por Ella misma y por todos sus miembros, llamados a participar de la Redención y de la Salvación adquiridas por el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por eso se ofrece: por la Iglesia peregrina en el mundo, por el Papa, los obispos, los fieles difuntos y por cada uno de nosotros. Esto es vivir la Comunión de los Santos: la comunión entre las "personas santas" en Cristo que ha "muerto por todos", de modo que lo que cada uno hace o sufre en y por Cristo da fruto para todos. (CIC 961).
8. DOXOLOGÍA Finalmente, el sacerdote eleva el Cáliz y la patena con la Hostia Consagrada, y dice: «Por Cristo, con Él y en Él, a Ti Dios Padre Omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos . La asamblea responde: Amén . De esta forma culmina la Plegaria Eucarística: glorificando al Padre, por medio de Cristo, en el Espíritu Santo. Con estas palabras confesamos a Jesucristo como Único mediador entre Dios y los hombres (ver 1 Timoteo 2:5), el Camino hacia el Padre: Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. (Juan 14:6). Todo el hermoso culto que se da en la Santa Misa, se debe traducir en la vida cotidiana de cada uno, en el fruto concreto de testificar a Jesús, vivir en alabanza a Dios y dejarse conducir por el Santo Espíritu. Todo cuanto hagáis, de palabra y de obra, hacedlo todo en el Nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de Él. (Colosenses 3:17).
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El Cuerpo y la Sangre del Señor son recibidos como alimento espiritual por los fieles debidamente dispuestos. A esto tienden la fracción y los demás ritos preparatorios, con los que los fieles son conducidos a la Comunión. En la ORACIÓN DEL SEÑOR se pide el pan de cada día, que para los cristianos indica principalmente el pan eucarístico, y se implora la purificación de los pecados. El sacerdote hace la invitación a la oración y todos los fieles, junto con él, rezan el Padrenuestro. Sigue el RITO DE LA PAZ, con el que la Iglesia implora la paz y la unidad para sí misma y para toda la familia humana, y con el que los fieles se expresan la comunión eclesial y la mutua caridad, antes de la comunión sacramental. En la FRACCIÓN DEL PAN el sacerdote parte el pan eucarístico, con la ayuda, si es del caso, del diácono o de un concelebrante. El gesto de la fracción del Pan realizado por Cristo en la Última Cena, significa que los fieles siendo muchos, en la Comunión de un solo Pan de vida, que es Cristo muerto y resucitado para la salvación del mundo, forman un solo cuerpo (1Corintios 10,17). La fracción comienza después de haberse dado la paz y se lleva a cabo con la debida reverencia. El sacerdote parte el pan e introduce una parte de la Hostia en el Cáliz para significar la unidad del Cuerpo y de la Sangre del Señor en la Obra de la Redención, a saber, del Cuerpo de Cristo Jesús viviente y glorioso. La súplica Cordero de Dios se canta según la costumbre, o se dice en voz alta. La invocación acompaña la fracción del pan y se concluye con las palabras «danos la paz». En la COMUNIÓN el sacerdote muestra a los fieles el Pan Eucarístico sobre la patena o sobre el Cáliz y los invita al Banquete de Cristo. Mientras el sacerdote toma el Sacramento, se inicia el Canto de Comunión, que debe expresar la unión espiritual de quienes comulgan, manifestar el gozo del corazón. El canto se prolonga mientras se distribuye el Sacramento a los fieles. Terminada la distribución de la Comunión, si resulta oportuno, el sacerdote y los fieles oran en silencio. Para terminar la súplica del pueblo de Dios y también para concluir todo el rito de la Comunión, el sacerdote dice la oración después de la Comunión, en la que se suplican los frutos del misterio celebrado En la Misa se dice una sola oración después de la Comunión, que termina con conclusión breve, es decir: Si se dirige al Padre: Por Jesucristo, nuestro Señor. Si se dirige al Padre, pero al fin se menciona el Hijo: Que vive y reina por siglos de los siglos. Si se dirige al Hijo: Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. El pueblo hace suya la oración con la aclamación: Amén.
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Pertenecen al RITO DE CONCLUSIÓN:
Breves avisos , si fuere necesario. Terminada la oración después de la Comunión, si los hay, se hacen breves avisos al pueblo.
El saludo y la bendición del sacerdote . Después, el sacerdote, extiende las manos y saluda al pueblo, diciendo: »El Señor esté con ustedes», a lo que el pueblo responde: »Y con tu espíritu». Y el sacerdote, une de nuevo las manos, e inmediatamente pone la mano izquierda sobre el pecho y elevando la mano derecha, agrega: «La bendición de Dios Todopoderoso -y mientras traza el signo de la cruz sobre el pueblo, prosigue: Padre, Hijo, y Espíritu Santo, descienda sobre ustedes». Todos responden: Amén. En algunos días y ocasiones, según las rúbricas, esta bendición se enriquece y se expresa con la oración sobre el pueblo o con otra fórmula más solemne.
La despedida del pueblo , por parte del diácono o del sacerdote, para que cada uno regrese a su bien obrar, alabando y bendiciendo a Dios. Enseguida, después de la bendición, con las manos juntas, el sacerdote agrega: Pueden ir en paz, y todos responden: Demos gracias a Dios. El beso del altar por parte del sacerdote y del diácono y después la inclinación profunda al altar de parte del sacerdote, del diácono y de los demás ministros.
Entonces el sacerdote venera como de costumbre el altar con un beso y, hecha al altar inclinación profunda con los ministros laicos, se retira con ellos.
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Las hostias consagradas se reservan después de la Misa, principalmente con el objeto de que los fieles que no pueden estar presentes en la Misa, especialmente los enfermos y los de avanzada edad, puedan recibir luego la Comunión. Además, esta reserva permite también la práctica de tributar adoración a este gran Sacramento, con el culto de latría, que se debe a Dios. Según la estructura de cada iglesia el Santísimo Sacramento será reservado en un sagrario («Lugar sagrado», en latín), en la parte más noble de la Iglesia, más insigne, más destacada, más convenientemente adornada y también, por la tranquilidad del lugar, apropiado para la oración. El Sagrario debe ser inamovible, hecho de materia sólida no transparente (puede estar construido en madera, metal o mármol), dorado por dentro o tapizado con seda blanca, y con puerta que cierre con llave, de manera que se evite al máximo el peligro de profanación. La llave debe ser de oro o plata, o, si es de otro metal, debe estar plateada o dorada. El Sagrario viene a ser como el pequeño templo donde permanece noche y día Jesús Sacramentado. Estas normas y otras similares son manifestación del respeto y culto de adoración que se debe al Santísimo Sacramento reservado en el Sagrario, en el que «de un modo totalmente singular, está presente Cristo, todo e íntegro, Dios y hombre, sustancial y continuadamente» Ante el Sagrario en el que está reservada la Santísima Eucaristía ha de lucir constantemente una lámpara especial (puede ser de aceite, cera o eléctrica), con la que se indique y honre la presencia de Cristo. FUENTE: CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS CÓDIGO DE DERECHO CANÓNICO
Arrodillarnos es la posición en la que hincamos las rodillas reconociendo la superioridad absoluta de Dios. La genuflexión expresa humildad y adoración. Durante la Misa lo hacemos en reverencia y adoración al Señor, durante la consagración y luego de la comunión. La Biblia habla de este acto mostrándonos, en diversas oportunidades, que hasta el mismo Jesús lo practicaba: «y poniéndose de rodillas, oraba» (en el Huerto de los Olivos) Lucas 22:1. También lo practicaban los apóstoles unidos como comunidad: « acompañándonos todos, con sus mujeres e hijos, hasta fuera de la ciudad; y puestos de rodillas en la playa, oramos.» Hechos 21:5 Esteban, antes de morir « Y arrodillándose, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado» Hechos 7:60 San Pablo en Hechos 20:36,: «Dicho esto se puso de rodillas y oro con todos ellos» San Pedro al resucitar a Tabitá en Joppe: Pedro hizo salir a todos afuera, se puso de rodillas y comenzó a orar. Hechos 9:40 En la Misa, el sacerdote que preside la Eucaristía hace tres genuflexiones: después de la consagración del Pan, después de la del Vino, y antes de comulgar (si hay sagrario, hace también genuflexión al llegar al altar y al final de la celebración)
« todos se arrodillarán y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor.» (Filipenses 2:10-11)
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Así como para la edificación de las iglesias, también para todos los utensilios sagrados, la Iglesia admite el género artístico de cada región y acoge aquellas adaptaciones que están en armonía con la índole y las tradiciones de cada pueblo, con tal que de todo responda adecuadamente al uso para el cual se destina el sagrado ajuar. También en este campo debe buscarse cuidadosamente la noble simplicidad que se une excelentemente con el verdadero arte.
Entre los utensilios que se requiere para la celebración de la Misa, merecen especial honor los vasos sagrados y, entre éstos, el cáliz y la patena, en los que el vino y el pan se ofrecen, se consagran y se consumen. Deben estar hechos de un metal noble los sagrados vasos. Si son fabricados de metal que es oxidable o es menos noble que el oro, deben dorarse habitualmente por dentro. Los vasos sagrados pueden hacerse por completo también de otros materiales sólidos y, según la común estimación de cada región, nobles, como por ejemplo el ébano u otras maderas muy duras, siempre y cuando sean aptas para el uso sagrado. Deben preferirse siempre materiales que ni se quiebren fácilmente, ni se corrompan. Esto vale para todos los vasos destinados a recibir las hostias, como son la patena, el copón, el portaviático, el ostensorio y otros semejantes. En cuanto a los cálices y demás vasos que se destinan para recibir la Sangre del Señor, la copa debe ser hecha de tal material que no absorba los líquidos. El pie, en cambio, puede hacerse de otros materiales sólidos y dignos. En lo tocante a la forma de los vasos sagrados, corresponde al artista fabricarlos del modo que responda más a propósito a las costumbres de cada región, con tal de que cada vaso sea adecuado para el uso litúrgico a que se destina, y se distinga claramente de aquellos destinados para el uso cotidiano.
(Fuente: Instrucción General
Del Misal Romano, Capítulo VI)
Durante la celebración de la Santa Misa, el sacerdote que la preside y otros m sacerdote son: El AMITO: Lienzo rectangular de lino blanco que se coloca so ésta cubra también el cuello). Se sujeta por medio de cintas cruzadas a la cint «blanca». Es una larga túnica de lienzo blanco, que se utiliza, generalmen monaguillos y los diáconos. Tiene un sentido bautismal: simboliza la pureza de Simboliza la castidad. La ESTOLA: Es una banda larga y estrecha que llevan Generalmente es del mismo color que la casulla y simboliza la autoridad sac encima del alba y la estola, a modo de capa. Su origen se desprende del manto varía según la liturgia tenien
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ministros utilizan las vestimentas litúrgicas. Las más comunes que utiliza el obre los hombros y alrededor del cuello antes de ponerse el alba (a no ser que tura. Simboliza la defensa contra las tentaciones. El ALBA: Del latín «alba», nte, con cíngulo a la cintura. También, la utilizan otros ministros como los el alma lavada por el bautismo. El CÍNGULO: Cordón con que se ciñe el alba. n sobre el alba colgando del cuello y hacia el frente, y sostenida por el cíngulo. erdotal. La CASULLA: Del latín «casula», «casa pequeña» o tienda. Va por o romano llamado «penda». Simboliza el yugo de Cristo y la caridad y el color ndo un significado diferente.
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En cada tiempo litúrgico, el sacerdote se reviste con casulla de diferentes colores: Blanco significa alegría y pureza. Se utiliza en el tiempo de Navidad y de Pascua Verde significa esperanza. Se utiliza en el tiempo ordinario Morado significa luto y penitencia. Se usa en Adviento, Cuaresma y Semana Santa Rojo significa el fuego del Espíritu Santo y el martirio. Se utiliza en las fiestas de los santos mártires y en Pentecostés.
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-ANTES DE LA MISAEl Código de Derecho Canónico (n° 919) contiene las prescripciones sobre el ayuno para recibir la Santa Comunión Comunión: · Quien vaya a recibir la santísima Eucaristía, ha de abstenerse de tomar cualquier alimento y bebida al menos desde una hora antes de la Sagrada Comunión, a excepción sólo del agua y de las medicinas. · Las personas de edad avanzada o enfermas, y asimismo quienes las cuidan, pueden recibir la santísima Eucaristía aunque hayan tomado algo en la hora inmediatamente anterior. Esta es una preparación para recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo con el debido respeto respeto. Santo Tomás de Aquino enumera tres razones para esto: «Primera, por respeto a este sacramento, según dice San Agustín, para que entre en la boca del hombre antes que ésta se contamine con la comida o la bebida. Segunda, por su significado, dando a entender que Cristo, que es la realidad contenida en este sacramento, y su caridad deben fundamentarse en primer lugar en nuestros corazones, según aquello de Mt 6,33: Buscad ante todo el reino de Dios. Tercera, para evitar el peligro del vómito y de la embriaguez, cosas que a veces suceden por no comer los hombres con moderación, según la observación del Apóstol en 1 Cor 11,21: Mientras que uno pasa hambre, el otro se emborracha. Quedan exceptuados, sin embargo, de esta regla general los enfermos, a los que se ha de dar la comunión seguidamente, incluso después de la comida, cuando su vida corre peligro, para que no mueran sin la comunión, porque la necesidad no tiene leyes.»
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ICANDO EL EVANGELIO
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La Materia de la Santísima Eucaristía
Las hostias deben ser preparadas por personas que no sólo se distingan por su honestidad, sino que además sean expertas en la elaboración y dispongan de los instrumentos adecuados. El pan que se emplea en el Santo Sacrificio de la Eucaristía debe ser ázimo, de sólo trigo y hecho recientemente, para que no haya ningún peligro de que se corrompa. El vino que se utiliza en la celebración del Santo Sacrificio Eucarístico debe ser natural, del fruto de la vid, puro y sin corromper, sin mezcla de sustancias extrañas. En la misma celebración de la Misa se le debe mezclar un poco de agua. Debe tenerse cuidado de que el vino destinado a la Eucaristía se conserve en perfecto estado y no se avinagre.
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(Fuente: CO
(Fuente: CONGREGACIÓN PARA EL CULTO DIVINO Y LA DISCIPLINA DE LOS SACRAMENTOS)
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Comunión ¿En la boca o en la mano?
e, a partir de 1969, aunque manteniendo en vigor para toda la Iglesia radicional de distribuir la Comunión, acuerda a las Conferencias que lo pidan y con determinadas condiciones, la facultad de distribuir dejando la Hostia en la mano de los fieles. La Comunión en la mano star tanto como la Comunión recibida en la boca el respeto a la al de Cristo en la Eucaristía. Por esto se insiste acerca de la nobleza er en sí el gesto del comulgante. El gesto de tender las dos manos, una gnifica «hacer de la mano izquierda un trono para la mano derecha, sta debe recibir al Rey».
a recibido la Eucaristía en su mano, debe llevarla a la boca, antes de lugar. Se recomienda a todos, y en particular a los niños, la limpieza s, como signo de respeto hacia la Eucaristía. Cada persona tiene la elegir recibir la comunión en la mano o en la boca, recordando siempre espeto hacia la Eucaristía, independientemente de la forma de recibirla. de almas han de insistir no solamente sobre las disposiciones necesarias epción fructuosa de la Comunión que, en algunos casos exige el cramento de la Penitencia sino también sobre la actitud exterior de , bien considerado, ha de expresar la fe del cristiano en la Eucaristía.
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