Calabazas por George

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ASÍ SON LOS MIEMBROS

¡Calabazas, por George! Por George Denn

Y

o nunca había tenido aspiración alguna de escribir, y mucho menos cultivar calabazas pero, ya lo ven, aquí estoy haciendo ambas cosas.

Hace veinte años, yo luchaba por salir adelante en la granja de Minnesota donde nací y crecí. Las explotaciones familiares, tal y como yo las conocí, estaban cambiando rápidamente. Pero yo había sido agricultor toda mi vida y la verdad es que no tenía muchas ganas de dejar de serlo y de comenzar algo nuevo. Así que le pedí a Dios que, si era su voluntad, me podría ayudar a encontrar algo aquí mismo en Minnesota que me permitiera ganarme la vida y al mismo tiempo servirle. En esa época reconozco que también me encontraba luchando conmigo mismo. Aquel viaje me condujo a la Iglesia de Dios Universal el 17 de junio de 1995. Comencé un negocio cultivando y vendiendo heno bajo el lema, "¡Heno por George!” Entonces una idea comenzó a formarse. Si yo cortara algunos tallos de maíz y los atara en fardos, pensé que la gente los compraría para decoración de viviendas. Entonces compré una vieja agavilladora de maíz, una máquina que había sido usada a principios del siglo XX (1900) para cortar y atar los tallos de maíz en fardos. Pensé que si mi idea tenía éxito, entonces, de algún modo, tendría que producir masivamente los fardos, y esta máquina anticuada eran el único modo que tenía para hacerlo. Vendí nueve fardos de tallos de maíz el primer año por un importe de 45 dólares. Transcurridos un par de años, añadí balas de paja a los fardos de tallos de maíz y comprobé que transportándolos en mi viejo camión hasta la entrada de la granja, mis ventas aumentaban. Un día, por causalidad, estaba en la ciudad en un almacén de madera, cuando me encontré con un viejo amigo, Tony Foty. En el curso de nuestra conversación me enteré de que Tony estaba cultivando calabazas. Le dije a Tony que posiblemente me pondría en contacto con él el próximo otoño, porque pensé que las calabazas compaginarían bien con los fardos de paja y maíz. Cuando llamé a Tony el otoño siguiente, todo lo que le quedaba eran 41 calabazas. ¡Me las traje por $1 la pieza y las vendí por $2 cada una! ¡En dos días habían desaparecido todas! Tony y yo seguimos en contacto después de eso, y por la primavera Tony me dijo que su socio en el negocio de las calabazas le iba a abandonar. Le dije a Tony

www.comuniondegracia.org

Odisea Cristiana | Número 36

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