Las catedrales del vino, por Josep Llorens (Catedrático ETSAB-UPC)

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Las Catedrales del Vino

Josep Llorens. Catedrático Dpto. construcción, Etsab, UPC

RESUMEN / Las “Catedrales del Vino” son edificios proyectados a principios del siglo XX, en el sur de Cataluña, con objeto de alojar las bodegas de las cooperativas agrarias, que carecían de los recursos necesarios para construir con acero u hormigón. Las desarrolló el arquitecto Cèsar Martinell (1888-1973) a partir de la albañilería tradicional y de las realizaciones de los arquitectos modernistas contemporáneos, como A. Gaudí, Ll. Domènech o J. Puig. Aprovechó las posibilidades constructivas y arquitectónicas de la fábrica de ladrillo, utilizándola, no solamente en muros y pilares, sino también para sustituir las jácenas, viguetas, forjados y cubiertas, dando lugar a un tipo de edificio en que el sistema constructivo deviene la forma arquitectónica y satisface los requerimientos técnicos y funcionales.

Algunos de los recursos utilizados por Cèsar Martinell siguen vigentes para la construcción económica y sostenible donde la mano de obra y los recursos locales están más disponibles que la energía y los productos de importación.

INTRODUCCIÓN / La elección y tratamiento de los materiales son dos factores básicos que configuran el lenguaje arquitectónico. Su relación ha variado mucho a lo largo de la historia, destacando especialmente el ladrillo porque ha sido objeto de aplicaciones diversas. Aunque se ha tratado a menudo como sucedáneo de la piedra (figura 1), las aplicaciones más interesantes son las que han aprovechado sus características para configurar el espacio arquitectónico (figura 2)

A principios del siglo XX, el arquitecto Cèsar Martinell desarrolló en Cataluña la construcción de edificios agrarios basándose exclusivamente en la utilización intensiva del ladrillo, con lo que generó un tipo arquitectónico singular. Partiendo de la albañilería tradicional, consiguió responder a las necesidades de las cooperativas de agricultores poco dotadas de recursos, sacando el máximo provecho al material más económico disponible. Lo colocó en muros, pilares, arcos y cubiertas, es decir, en la totalidad del edificio, de manera que se aprovecharan completamente las secciones resistentes haciéndolas trabajar principalmente a la compresión, sin tracciones ni flexiones significativas. No recurrió al armado, que tanto afecta a largo plazo a la durabilidad, y simplificó considerablemente la ejecución prescindiendo de cimbras y puntales. Se trata del perfeccionamiento progresivo de un tipo constructivo a través de medio centenar de experiencias similares y sucesivas realizadas en un corto período de tiempo, que abarca aproximadamente de 1917 a 1923 y que se localiza preferentemente en el área de la Cataluña meridional. Este perfeccionamiento progresivo conlleva un cambio de modelo al pasar del edificio lineal delimitado por los muros y la cubierta a dos aguas al espacio unificado o gran salón característico de la arquitectura gótica civil mediterránea. En esta evolución se pueden distinguir cuatro fases que van desde la nave convencional de muros y armaduras de cubierta hasta el conjunto de naves construidas únicamente con ladrillo en las que acaban apareciendo algunos elementos decorativos. Los ejemplares más destacados de este nuevo tipo de edificio han sido apodados “Catedrales del vino” por la monumentalidad del espacio interior.

ANTECEDENTES Y CONTEXTO / La Mancomunitat y el Cooperativismo / Los factores que propiciaron el desarrollo de las construcciones agrarias de Cèsar Martinell fueron las necesidades de la agricultura y la política de desarrollo económico y cultural emprendida por la Mancomunitat de Cataluña, un organismo político que se constituyó en 1914, gracias al Decreto de Mancomunidades Provinciales de 1913, y perduró hasta 1925, al ser disuelta por la Dictadura del General Primo de Rivera.

La situación de la agricultura catalana a principios del S XX era precaria y arcaica. Los cultivos de vid, que constituían una parte considerable de la producción agrícola total, se habían visto muy afectados por la plaga de filoxera de 1877 a 1900. Aunque los recursos disponibles eran escasos, era necesario desarrollar y modernizar los cultivos.

Uno de los instrumentos que lo permitieron fue el movimiento cooperativo basado en el pequeño ahorro y la supresión de los intermediarios que se inició en Barberà de la Conca en 1894 (Fuguet, 1984). Estas cooperativas, que se extendieron rápidamente, recibieron la ayuda de la Mancomunitat en forma de asistencia técnica para la racionalización de los procedimientos constructivos y de industrialización de los productos agrícolas. El técnico designado para la construcción de las instalaciones se hacía cargo, no solamente de los aspectos constructivos, sino que también atendía a las necesidades de iluminación, ventilación, almacenamiento, transporte, manipulación, silos, depósitos y cubas con objeto de mejorar la eficiencia, la productividad, la salubridad, las condiciones laborales y la calidad. Por ello Cèsar Martinell proyectaba los edificios e intervenía en la organización del proceso industrial y la racionalización de sus elementos, incluyendo el diseño de los depósitos y sistemas de aislamiento, de las circulaciones, la aireación de las cubas y las condiciones de fermentación.

EL MODERNISMO / A principios del siglo XX, convivían en Barcelona, junto con los restos de la arquitectura historicista, el modernismo y el noucentisme liderados por Ll. Domènech (1849-1923), A. Gaudí (1852-1926) y J. Puig (1867-1956) a los que se pueden añadir, por su influencia, a J. Rubió (1871-1952) y F. Berenguer (1866-1914) . El Modernismo se basó en la construcción tradicional de ladrillo cerámico, que desarrolló para configurar la arquitectura, completándola con las prestaciones que ofrece el hierro para proporcionar equilibrio y estabilidad, tal como lo describió J. Martorell (Martorell, 1910) en “Estructuras de ladrillo y hierro atirantado en la arquitectura catalana moderna”.

Durante la segunda mitad del siglo XX se manifestó un interés creciente por la arquitectura del Modernismo con A. Gaudí a la cabeza, que tuvo su punto álgido en 1992. También se valoró la arquitectura relacionada con este período y, en particular, las obras de colaboradores y discípulos de A. Gaudí como J. M. Jujol (1879-1949) y C. Martinell (1888-1973). En este contexto se difundió la denominación de “Catedrales del Vino” para las bodegas realizadas por este último, que se atribuye al poeta y dramaturgo Angel Guimerà (1845-1924).

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1 Palacio de Torino de ladrillo simulando las formas renacentistas de piedra.

2 A. Gaudí, 1909: Escuelas de la Sagrada Familia, Barcelona.

CÈSAR MARTINELL BRUNET 1888-1973 / Cèsar Martinell Brunet nació en Valls (Tarragona) en 1888 y murió en Barcelona en 1973. Se trasladó a Barcelona en 1906 cuando el Modernismo estaba en plena efervescencia. El “Palau de la Música” (Ll. Doménech) se había empezado un año antes y la “Pedrera” (A. Gaudí) se acababa de empezar. Se formó con figuras representativas de la cultura del momento en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, de la que obtuvo el título de arquitecto en 1916 y formó parte del grupo de arquitectos que rodeaban a A. Gaudí y trabajó con J. Rubió, otro de los arquitectos del modernismo catalán (Lacuesta & Llorens, 1998). Además de arquitecto, fue investigador, historiador, divulgador, profesor y secretario de la Escuela de Artes y Oficios de Barcelona, fundador de los “Amics de l’Art Vell”, de “Amics de Gaudí”, del “Centro de Estudios Gaudinistas” y del “Institut d’Estudis Vallencs” así como Decano del Colegio de Arquitectos. Se preocupó por todas las manifestaciones de la vida cultural y artística y escribió muchas monografías y artículos. Destacan sus publicaciones dedicadas a la historia de la arquitectura medieval y barroca de Cataluña y a la personalidad y la obra de A. Gaudí (Martinell, 1975).

Proyectó edificios de uso público y residencias privadas y restauró iglesias, campanarios y retablos, pero la producción que más le caracteriza es el medio centenar de edificios agrícolas que construyó entre 1918 y 1925, situados casi todos en las comarcas meridionales de Cataluña, para los que las circunstancias locales dieron lugar a la recuperación de la construcción tradicional en pleno período de desarrollo del acero y del hormigón. Partiendo de la nave industrial convencional del siglo XIX, esta recuperación se plasmó en la formulación de un tipo arquitectónico singular.

PRIMERA ETAPA: LA NAVE DE CERCHAS. / La nave que se construyó para la primera bodega de la “Societat” de Barberà de la Conca en 1903 adoptó el modelo establecido por la edificación pre-industrial, de recinto lineal formado por dos muros de carga paralelos apilastrados sobre los que se apoyan unas cerchas de madera o acero. Los socios de esta cooperativa eran aparceros y pequeños propietarios con pocos medios económicos, por lo que resultó un simple almacén de sencillez externa absoluta (figura 3)

C. Martinell también utilizó este modelo en Cornudella 1919 (figura 4), pero en Falset 1919 adoptó la planta basilical de nave central elevada para iluminar y ventilar sobresaliendo de los cuerpos laterales (figura 5), y en Llorenç del Penedès 1920 asoció dos naves de este tipo (figura 6).

SEGUNDA ETAPA: LOS ARCOS TABICADOS EQUILIBRADOS SUSTITUYEN A LAS CERCHAS. / La escasez de madera y acero derivada de la primera guerra mundial y la penuria de recursos de las cooperativas promotoras empujaron hacia la sustitución de las armaduras de la cubierta, las vigas y los dinteles por arcos equilibrados de ladrillo, como ya utilizaba A. Gaudí, maestro de C. Martinell.

El arco equilibrado es el que sigue el polígono funicular de las cargas, por lo que tiene todos sus tramos trabajando a la compresión. Como las cargas no están uniformemente distribuidas a lo largo del arco ni en proyección horizontal dan lugar a una parábola/catenaria que se diseña parabólica porque es más fácil de trazar (figuras 7). Se calcula utilizando la estática gráfica en dos dimensiones o la maqueta a escala para el estudio tridimensional.

Además, las hiladas sucesivas de ladrillos que forman estos arcos están colocadas de plano con respecto a su intradós, ahorrando así la necesidad de cimbras y apuntalamientos estructurales que encarecen considerablemente la construcción (figura 8). La primera hilada se hace con rasillas recibidas con yeso o cemento de fraguado rápido y, si el arco es de gran luz, se dobla o triplica con otras hiladas recibidas a bofetón sobre la anterior con mortero de cemento. Estas dos o tres primeras hiladas constituyen la cimbra de las siguientes de ladrillo macizo, que, para optimizar la sección, pueden disminuir a medida que aumenta la altura y disminuye la carga (Figura 9)

En cuanto al número de hiladas, R. Guastavino (1842) observó la necesidad de que fueran varias, puesto que una sola hilada obliga a los ladrillos a actuar como dovelas de acuerdo con el sistema gravitatorio por superposición basado en el rozamiento proporcionado por el peso y la rugosidad. En cambio, a partir de la segunda hilada, el conjunto se beneficia de la cohesión que proporcionan el mortero y la discontinuidad de las juntas (fig.10). Las piezas no se pueden separar a diferencia de lo que ocurre la albañilería “mecánica” o seca, de elementos superpuestos por gravedad.

La relación entre la flecha y la luz determina la inclinación del arranque y el valor de la componente horizontal de la reacción (fig.11). Conviene que el arranque del arco sea lo más vertical posible, para que no interfiera con el uso, y que la componente horizontal de la reacción sea lo menor posible, para disminuir el empuje sobre la cimentación. Por ello C. Martinell fue aumentando esta relación pasando de valores inferiores a la unidad en Rocafort de Queralt 1918 con f/ℓ = 0,85 a superarla en Sant Guim 1920 con f/ℓ = 1,15.

El cambio de cerchas de madera o acero por arcos parabólicos de ladrillo no supuso solamente un cambio constructivo y de material. Supuso una modificación del comportamiento estructural y de la configuración arquitectónica, es decir, dio lugar a un nuevo tipo arquitectónico que acabaría basándose exclusivamente en el ladrillo.

El comportamiento estructural del arco parabólico se adecua muy bien a la fábrica, porque se aproxima mucho a la directriz cuando las cargas son gravitatorias y están uniformemente repartidas. Las trasmite a compresión siguiendo su trazado y no necesita ni sobrecargar los riñones o la clave, ni enjutas, tirantes o contrafuertes para equilibrarlo. El ahorro conseguido es múltiple: el del material en sí, el del proceso constructivo, el de la forma de trabajar y el de la sección optimizada por el trazado funicular de la directriz. Desde el punto de vista arquitectónico, la utilización de arcos en lugar de armaduras de cubierta ya había engendrado, durante la Edad Media, el gótico civil mediterráneo. Lo caracteriza el arco que arranca apilastrado desde los muros de carga laterales y se prolonga hasta las pendientes de la cubierta formando una boca de escenario que pauta el espacio interior. Suprime la verticalidad de las jambas y elimina las impostas. La percepción se dinamiza ya que no se encuentra con el aplomo de las aristas verticales ni se detiene en la junta que se forma bajo el arranque del arco sobre el pilar. La cubierta queda relegada a un segundo plano de la visión, que se encuentra primero con el intradós de los arcos, y la delimitación superior del espacio adquiere profundidad. Fue una solución muy utilizada en naves, salones, lonjas, hospitales, refectorios y dormitorios colectivos,

El arco parabólico es fácil de trazar.

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Gravedad y cohesión de acuerdo con R. Guastavino, 1892.

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Relación entre la flecha y la luz.

3 La primera bodega cooperativa de Cataluña construida para la “Sociedad Agrícola” en Barberà de la Conca en 1903.

4 Cornudella de Montsant, 1919 es/2014/06/cornudella-de-montsant-celler.htmlhttp://vptmod.blogspot.com.

5 C. Martinell, 1919: Bodega del Sindicato Agrícola de Falset. Plan ta basilical cubierta con cerchas de madera (AHUAD).

6 Naves pareadas de Sant Llorenç del Penedès, 1920 (R. Lacuesta, 2009).

8 C. Martinell, 1918: Arco de la bodega del Sindicato Agrícola de Rocafort de Queralt en construcción. Las primeras hiladas soportan las siguientes. Una guía ligera substituye a la cimbra (C. Martinell, 1975).

9 C. Martinell, 1918: El número de hiladas disminuye en la bodega del Sindicato de Agrícola de Rocafirt de Queralt.

12 Salón del Palacio Real del Tinell, Barcelona, 1359-1362.

13 C. Martinell, 1919-1920: Enjutas caladas del Sindicato de Coo peración Agraria de Gandesa.

14 J. Puig, 1904: “Celler Gran” de las bodegas Codorniu, Sant Sa durní d’Anoia.

15 J. Puig, 1904: Pabellón de Recepción de las bodegas Codorniu, Sant Sadurní d’Anoia.

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como el del monasterio de Poblet o el Salón del Tinell del Palacio Real de Barcelona (Figura 12). Además, Cèsar Martinell aligera las enjutas calándolas, con lo que obtiene de nuevo efectos estructurales, al disminuir el peso propio y conseguir que la carga se reparta casi uniformemente sobre el arco, y arquitectónicos, aumentando la diafanidad y transparencia del espacio interior (Figura 13).

Cavas Codorniu, 1904 / Las cavas Codorniu de Sant Sadurní d’Anoia fueron proyectadas por J. Puig i Cadafalch (1867-1956). Forman un grupo de edificaciones entre las que se incluyen la antigua Sala de Expediciones, actualmente Pabellón de Recepción, y el “Celler Gran”.

El “Celler Gran” (Figura 14) está cubierto con arcos torales de medio punto construidos con 6 hiladas de ladrillo macizo colocado de plano sobre la primera hilada de rasilla y bóvedas tabicadas. En el Pabellón de Recepción (Figura 15) en cambio, los arcos parabólicos equilibrados dan forma a todo el edificio y se expresan tanto al interior como al exterior. Además, la cubierta es de bóvedas tabicadas entre arcos y lunetos laterales, que delimitan las fachadas rematadas con pináculos de piedra. Este edificio es especialmente relevante porque introdujo en este tipo de edificio algunas de las características básicas que conformarán las Catedrales del Vino, como son la sustitución de las cerchas por arcos equilibrados de ladrillo y de la cubierta a dos aguas

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de armaduras, correas y tablero por bóvedas tabicadas. Tiene el precedente de los pabellones de la finca Güell de A. Gaudí, 1884-1887.

La bodega cooperativa de l’Espluga de Francolí, 1913 / La sociedad cooperativa de l’Espluga de Francolí, fundada en 1902, fue una de las más antiguas de Catalunya. La idea de su edificio se suele atribuir al arquitecto Ll. Domènech (1850 – 1923). El proyecto y la dirección fueron realizados por su hijo P. Doménech (1881 - 1962). En esta bodega, no solamente se sustituyen las armaduras de la cubierta por arcos diafragmáticos de ladrillo con las enjutas caladas, sino que se adosan longitudinalmente las naves de 44 x 12 m sin división interior. De este modo, a la diafanidad del espacio favorecida por la altura de los arcos, las enjutas caladas y la profundidad del techo, hay que añadir la visión transversal (figura 16). El espacio interior se ensancha al perder el eje longitudinal y se convierte en una sala muy grande. Los pilares interiores neutralizan la linealidad, tal como sucedía en las naves góticas de las atarazanas, representativas de la isotropía del espacio interior unificado característico del gótico meridional (A. Cirici, 1974, figura 17). En la fachada se abren los ventanales de iluminación separados por pilastras y cerrados con vidrios de color. Están inscritos en grandes arcos ojivales de ladrillo visto que la monumentalizan (figura 18). El poeta y dramaturgo Àngel Guimerà (1845 – 1924) quedó impresionado al visitar esta bodega en 1921 y la apodó “catedral del vino”, denominación que se ha extendido al resto de bodegas monumentales edificadas durante este período.

Sindicato agrícola de Rocafort de Queralt, 1918 / La bodega del sindicato agrícola de Rocafort de Queralt es el primer edificio agrícola de C. Martinell, donde sentó las bases de la mayor parte de sus edificios agrícolas, que son: las naves de arcos equilibrados y las fachadas monumentales resueltas con tres órdenes, la base de mampostería con las aberturas de ventilación, el paramento superior liso y los grandes ventanales de ladrillo para asegurar una buena iluminación (figuras 10 y 19). Sustituye las cerchas por arcos construidos con rasilla en las primeras hiladas, que hacen de cimbra de las restantes, de ladrillos puestos a tizón. Los arcos parabólicos de 11 m de luz y 9,40 m de altura arrancan desde el suelo, con lo que el material que se hubiese utilizado para los pilares se invierte en los mismos arcos.

Como son funiculares están equilibrados, no requieren el macizado de las enjutas, que se sustituyeron por ligeros pilares. En el interior, pautado por los arcos parabólicos, se consiguen las perspectivas y espacios diáfanos que caracterizan a las construcciones agrarias de Cèsar Martinell.

Las pequeñas aberturas a ras de suelo son para permitir la salida del ácido carbónico. Separa los depósitos subterráneos colocados en serie mediante espacios huecos para aislarlos y evitar la transmisión de temperatura entre ellos. Ventila estos espacios mediante tubos cerámicos que facilitan la circulación del aire. El depósito de agua construido posteriormente es cilíndrico y está sostenido por tres pilares. La transición de la planta triangular a la circular está resuelta con paraboloides hiperbólicos de ladrillo (figura 20)

TERCERA ETAPA: LAS BÓVEDAS TABICADAS SUSTITUYEN A LAS VIGUETAS. / Un paso más en la sustitución de la madera y el acero por el ladrillo se produjo con el cambio de las viguetas, correas y tablero de cubierta por bóvedas tabicadas de ladrillo, que formaban parte de la tradición local.

La bóveda tabicada es la ampliación 3D del arco equilibrado (figura 21). Se construye superponiendo dos o más capas de rasilla o ladrillo macizo puestos de plano o tabla con respecto al intradós. No requiere cimbra porque le basta con una guía y resulta mucho más delgada y ligera que las bóvedas convencionales de rosca o aparejadas (figuras 22 a 25)

Las usaron los romanos para encofrar las bóvedas de hormigón, reduciendo considerablemente el volumen de madera de las cimbras y simplificando su confección. Su utilización se generalizó en el levante español a partir del siglo XIV, se extendió a otras regiones y quedó arraigada en la tradición.

Los tratados de construcción que la mencionan la valoran especialmente por sus escasos peso, altura y empuje, su sencillez constructiva y resistencia al fuego, que le han dado renombre internacional. Floreció especialmente durante la revolución industrial y perduró hasta la desaparición del albañil, acaecida durante la segunda mitad el siglo XX.

La bóveda tabicada avanza dos pasos más hacia la optimización de la forma y su relación con la cantidad de material. Por una parte, aunque no se desvía mucho del trazado funicular, admite esfuerzos de lámina y no requiere que la resultante de las cargas en cada sección pase exactamente por el tercio central. Le basta el relleno parcial de senos o los tabiquillos transversales para rigidizar los arranques, como predicaba J. Torras en la Escuela de Maestros de Obras de Barcelona (Planella, 1860).

Además, la bóveda tabicada aprovecha la resistencia de la sección transversal de toda la superficie que es activa (sustentante), ya que la plementería pasa a ser estructural. Admite esfuerzos de lámina y no está exenta de empujes. Se basa en la curvatura, la calidad del material, del mortero y la discontinuidad de las juntas, con las que se obtiene un conjunto continuo monolítico durante la construcción y en servicio, si no se agrieta (figura 26). Por lo tanto, las capas de ladrillo y mortero con las juntas encontradas completadas con el relleno de senos y los tabiquillos transversales o lengüetas resisten suficiente tracción, flexión y cortante como para permitir que la forma se aleje razonablemente de la curva funicular y se puedan soportar cargas asimétricas (figuras 27 y 28).

La bóveda tabicada no necesita cimbra porque le basta una plantilla de madera, la guía de un cordel o el sentimiento del albañil ya que la primera hoja, que se forma con rasillas recibidas con pasta de yeso o de cemento de fraguado rápido, se aguanta en vilo y soporta los doblados cruzados o en espina de pez (fig.29). No es necesario generar la forma por duplicado (el encofrado y la bóveda) con el consiguiente ahorro de mano de obra y de material (fig.30)

La bóveda tabicada no es la única que no requiere cimbra. Comparte esta característica con el aparejo bizantino oblicuo que no necesita mortero de fraguado rápido porque los planos de junta continua se inclinan 60º o más. Se utilizó en el antiguo Egipto (Ramesseum, Tebas, S XII aC) y se sigue utilizando en la actualidad (figura 31) Desde el punto de vista

21 Bóveda tabicada (G. R. Collins, 1968).

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16 Ll. & P. Domènech, 1913: naves adosadas de la bodega cooperativa de l’Espluga de Francolí.

17 Reales Atarazanas de Barcelona iniciadas en el S XIII. Las naves adosadas sin compartimentación interior unifican el espacio.

18 Ll. & P. Domènech, 1913: fachada monumentalizada de la bodega cooperativa de l’Espluga de Francolí.

19 C. Martinell, 1918: Fachada de la bodega del Sindicato Agrícola de Rocafort de Queralt.

20 C. Martinell, 1918: Depósito de agua de la bodega del Sindicato Agrícola de Rocafort de Queralt.

22 Trazando la directriz de la bóveda. (Taller de la ETSAB, 2012).

23 Primera hilada sin cimbra. Se coloca con yeso para que fragüe rápidamente. (Taller de la ETSAB, 2012).

24 Primer tramo de la primera hilada. (Taller de la ETSAB, 2012).

25 La primera hilada. (Taller de la ETSAB, 2012).

26 Juntas encontradas (F. Cassinello, 1969).

27 Lengüetas y nervios o costillas A, B, C, D (L. Moya, 1947).

28 D: costilla de refuerzo. E: tabiquillos para recibir el pavimento (L. Moya, 1947).

29 Guías de madera y cuerdas para marcar la curvatura (L. Moya, 1947).

30 Cimbra (F. D. K. Ching, 1995).

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31 Las bóvedas de ladrillo recostado de Alfonso Ramírez Ponce, 2012.

32 Rafael Guatavino patentó la bóveda a la catalana en los Estados Unidos aprovechando su incombustibilidad.

33 El mercado de Queensborough. R. Guastavino, Nueva York, 1909.

34, 35 y 36 El Sindicato de Cooperación Agrícola de Gandesa está construido

con ladrillo solamente. Sus bóvedas están a diferentes alturas. Los depósi tos de agua rematan la fachada.

37, 38, 39, 40, y 41 C. Martinell, 1920: Alzado lateral, sección longitu dinal, planta, almacén e interior del almacén del para cereales de Sant Guim de Freixenet del Sindicato Agrícola de Cervera (AHUAD).

arquitectónico, la utilización de bóvedas tabicadas en lugar de viguetas y tablero de cubierta, culmina la unidad espacial obtenida por la identificación de la forma con la estructura determinada por el sistema constructivo, de manera que la construcción, no solamente garantiza la edificabilidad, sino que genera la forma y configura la arquitectura.

Cuando Cèsar Martinell empleó las bóvedas tabicadas para construir las catedrales del vino, ya se había manifestado su eficacia en el gran número de aplicaciones realizadas, tanto en las cubiertas como en los forjados y las escaleras de la arquitectura doméstica, monumental e industrial. El espabilado Rafael Guastavino (1842-1908) las patentó (figura 32) y explotó completándolas con armaduras, zunchos, prestaciones acústicas y ornamentación. Sin embargo, no desarrolló propiamente la arquitectura de la bóveda tabicada de acuerdo con sus características específicas, ya que la usó como sucedáneo barato o incombustible de las bóvedas de piedra, rosca de ladrillo o simuladas de la arquitectura historicista norteamericana (figura 33). En cambio, tanto Cèsar Martinell como A. Gaudí, Ll. Doménech, J. Puig, Ll. Muncunill, J. M .Jujol y tantos otros, no solamente la emplearon para aprovechar sus ventajas constructivas, sino que desarrollaron la arquitectura a que puede dar lugar su aprovechamiento formal y técnico de acuerdo con sus características específicas, llevándola a su máxima expresividad.

Sindicato de Cooperación Agraria de Gandesa, 1919-1920 / El edificio del Sindicato de Cooperación Agraria de Gandesa es la catedral del vino más representativa, aunque no fuese la que dio lugar a esta denominación. Completa la formulación del tipo de edificio basado en el ladrillo, culminando el proceso de sustitución de cerchas por arcos y de viguetas por bóvedas (figura 34). Introduce las bóvedas tabicadas de tres gruesos de ladrillo como sistema de cubierta de las naves sobre arcos parabólicos tabicados de sección cuadrada. Las bóvedas están a diferentes alturas para dejar aberturas de luz y reducir su longitud, con objeto de evitar el exceso de dilatación térmica que hubiera podido agrietarlas (figura 35). Cubren naves totalmente cerámicas porque han desaparecido la madera y la flexión. Los depósitos de agua rematan la fachada y se elevan por encima de la cubierta como símbolos de identificación (figura 36)

Almacén para cereales de Sant Guim para el Sindicato Agrícola de Cervera, 1920 / Para el almacén de cereales de Sant Guim, C. Martinell también adoptó el sistema constructivo basado totalmente en el ladrillo. Se trata de una recinto de 35,40 x 20 m más una crujía con dos plantas destinadas a oficina, vivienda del encargado y sanitarios (figuras 37 a 39). Los muros exteriores son de mampostería ordinaria revocada. La estructura es de arcos equilibrados parabólicos construidos a rosca repartidos en triple nave de 5,50 + 7,50 + 5,50 m de luz. Tienen las enjutas caladas de pilaretes de 14 x 29 cm que sostienen la cubierta de bóvedas tabicadas a distinta altura, como en Gandesa, para dejar aberturas de luz y ventilación, así como para reducir su longitud (figuras 40 y 41).

Cooperativa viti-vinícola de Sant Cugat, 1921 / La bodega cooperativa de Sant Cugat del Vallès fue construida gracias al esfuerzo de los viticultores para mejorar el rendimiento de su producción. Por falta de financiación, solamente se construyó la nave para la recepción y tratamiento inicial de la uva, el muelle de descarga, las tolvas, las prensas y los lagares (figura 42). Consta de una nave de planta rectangular y un porche aporticado sin muro divisorio. La cubierta es de bóvedas tabicadas a distinta altura, que se apoyan sobre arcos equilibrados (figuras 43 a 45)

CUARTA ETAPA: EL MANIERISMO DECORATIVO. / Con la substitución de las cerchas por arcos parabólicos y de las viguetas por bóvedas tabicadas, Cèsar Martinell consiguió la valoración plástica de la estructura por ella misma, sin necesidad de complementos decorativos, o sea la autonomía de la estructura con respecto a la ornamentación. Sin embargo, en algunas de sus obras, adoptó otras soluciones decorativas, como la ramificación de los pilares interiores del Sindicato Agrícola de Barberà de la Conca, los ladrillos aplantillados del Sindicato Agrícola de Pinell del Brai o los arcos por tranquil de la Sociedad Anónima Lechera Industrial de Puigcerdà. 40

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42 Cooperativa Vinícola de Sant Cugat del Vallès, 1921.

43 Arcos y bóvedas de la Cooperativa Vinícola de Sant Cugat del Vallès, 1921.

44 C. Martinell, 1921: Sección transversal de la cooperativa vitivinícola de Sant Cugat del Vallès (AHUAD).

45 La Cooperativa Vinícola de Sant Cugat del Vallès quedó inacabada dejando a la vista la sección longitudinal como fachada lateral.

46 y 47 C. Martinell, 1920-1921: Gran ventanal y sección longitudinal del Sindicato Agrícola de Barberà de la Conca, (gentileza de Laura Díaz Álvarez, Archivo del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña, UPC).

48 y 49 C. Martinell, 1918-1922: Espacio interior y losetas vidriadas decorativas del Sindicato Agrícola de Pinell de Brai.

50 y 51 C. Martinell, 1943-45: Sección transversal y arcos por tranquil de la Cooperativa Agropecuaria Sali, Puigcerdà (AHUAD).

Sindicato Agrícola de Barberà de la Conca, 1920-1921 / La bodega de Barberà repite el esquema basilical de nave central elevada. Está cubierta con armaduras de madera, por lo que no está caracterizada por los arcos y las bóvedas. No carece sin embargo de expresividad que le proporcionan el gran ventanal exterior de obra vista y los pilares interiores (figuras 46 y 47). El gran ventanal exterior de obra vista es uno de los recursos más utilizados por C. Martinell para iluminar la bodega y monumentalizar el edificio sin necesidad de acudir a materiales o formas ajenos al sistema constructivo. Se integra en la composición habitual de las fachadas ordenada en tres franjas. La inferior es el zócalo de mampostería que enmarca el acceso y las ventanas inferiores de ventilación, la intermedia es lisa e incluye los grandes ventanales y la superior es el remate de la cubierta que en este caso se limita a la cornisa sobresaliente, pero que se completa, en otras bodegas, con almenas, pilastras, pináculos o contrafuertes. Los pilares interiores son cruciformes y se bifurcan en la parte superior. Forman una serie alterna de dos arcos equilibrados de rosca a sardinel con las enjutas ramificadas a modo de árboles de separación de las naves laterales. De este modo, se aligera la estructura, se incrementa la diafanidad y se unifica el espacio interior. Destacan especialmente en este caso los depósitos subterráneos, porque están separados por cámaras aislantes ventiladas, cuyos muros de contención son bóvedas tabicadas verticales de ladrillo macizo de 4 cm de espesor.

Sindiato agrícola de Pinell de Brai, 1918-1922 / El Sindicato Agrícola de Pinell de Brai es contemporáneo al de Gandesa pero no está cubierto con bóvedas. Se proyectó con armaduras de madera apoyadas sobre muros y pilares de ladrillo. Sin embargo, los cooperativistas, al ver los arcos parabólicos espectaculares que se estaban construyendo en Gandesa, pidieron que también se utilizaran en su edificación. Por este motivo se cambió el proyecto sustituyendo los elementos sustentantes de la cubierta por arcos diafragmáticos a rosca de ladrillos aplantillados para aumentar su “categoría artística” según el autor, que no gozaron, sin embrago de la ventaja de las primeras hiladas colocadas de plano (figura 48). Además, a la fachada, compuesta como tantas otras en base a tres franjas (zócalo de mampostería, paramento liso con grandes ventanales y remate de la cubierta) se le añadió un friso decorativo de losetas vidriadas ilustradas por el pintor Xavier Noguès (1873-1940) que representa las operaciones de recolección y elaboración del aceite y del vino (figura 49). Es decir, para darle la “vistosidad” requerida al edificio, no se consideró suficiente que quedara caracterizado por el sistema constructivo. Se le añadieron elementos decorativos relacionados con la construcción local, procurando que las texturas empleadas respondieran a materiales autóctonos.

Cooperativa Agropecuaria Sali, Puigcerdà, 1943-1945 / Para la fábrica de leche condensada construida en Puigcerdà en 1934, se construyó una ampliación de 15 x 42 m destinada a quesería. Es una planta basilical que tiene pilares en forma de cruz griega sobre los que descansa la nave central, cubierta con arcos tabicados equilibrados de 5 hiladas, y las naves laterales, con arcos equilibrados por tranquil (figuras 50). Se completaba con un altillo intermedio de bóvedas tabicadas apoyadas sobre vigas de hormigón, que ha desaparecido. Los paramentos están enlucidos con excepción de los capiteles cruciformes y de las hiladas de los arcos que resaltan considerablemente como elementos decorativos (Figura 51). De este modo se neutraliza el carácter unificador del espacio que se había conseguido en las obras anteriores mediante el tratamiento homogéneo de los paramentos y la estructura.

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52 Mapungubwe Interpretation Centre, 2009.

53 La cimbra y los puntales se reducen a las guías de madera que indican la curvatura. Mapungubwe Interpretation Centre, 2009.

54 La vivienda urbana sostenible (SUDU, 2010)

55 Bóveda tabicada y lengüetas del forjado intermedio. Vivienda urba na sostenible (SUDU, 2010).

56 El prototipo del Instituto de Tecnología de la Arquitectura de Zurich construido en el Centro de Arte Contemporáneo Fabra y Coats de Bar celona, 2013.

57 Construcción sobre cimbra de la primera hilada del prototipo del Instituto de Tecnología de la Arquitectura de Zurich.

LA SITUACIÓN ACTUAL / La construcción de “Catedrales del vino” se prolongó hasta los años 30, con alguna actuación puntual posterior. El modelo no resistió el incremento de coste de la mano de obra, la desaparición de los albañiles ni el despilfarro energético que comportó el siglo XX. Sin embargo, los principios enunciados para la optimización del material y el aligeramiento siguen vigentes cuando hay necesidad de construir con pocos recursos, ahorrando energía, recurriendo a los materiales autóctonos y la mano de obra local. Es el caso, entre otros muchos del “Mapungubwe Interpretation Centre” (http://www.worldbuildingsdirectory.com/project.cfm?id=1634) y de la “Sustainable Urban Dwelling Unit” (Hebel, 2010). El Mapungubwe Interpretation Centre del Mapungubwe National Park en Zimbabwe es un proyecto del arquitecto Peter Rich inspirado por el paisaje circundante del que se extrajeron los materiales para su construcción (Figuras 52 y 53). Se utilizaron bóvedas tabicadas de ladrillos de tierra estabilizada manufacturados por mano de obra local que estaba desempleada. Aprendieron el oficio que después aplicaron a la construcción de sus viviendas. La “Sustainable Urban Dwelling Unit” es una vivienda experimental económica sostenible realizada conjuntamente por el “Ethiopian Institute of Architecture” y el “Federal Institute of Technology in Switzerland” con el objetivo de reducir el consumo energético, las emisiones de CO2 y la producción de residuos. El forjado intermedio y la cubierta están construidos con bóvedas que se apoyan sobre muros de tapial (la primer planta) y bloques de marga (la cubierta). Las bóvedas son tabicadas, de tobas secadas al sol y estabilizadas con un 8% de cemento. El resultado supera desde todos los puntos de vista a la chapa corrugada que se ha venido utilizando durante las últimas décadas que, además, no se puede reparar. Tanto es así que cada vez son más los habitantes que sustituyen sus cubiertas de chapa por la bóveda tabicada revestida de mortero impermeable natural (figuras 54 y 55)

Por lo tanto, ante la necesidad de construir con recursos escasos, sigue vigente la eficacia de utilizar los materiales aprovechando sus características, tanto para configurar el edificio, como para satisfacer los requisitos técnicos, funcionales y mejorar las prestaciones medioambientales de la construcción convencional. Con posterioridad, en el Instituto de Tecnología de la Arquitectura de Zurich, se han utilizado métodos numéricos a la obtención de la forma de las bóvedas tabicadas. El resultado obtenido se aleja de la solución tradicional porque han conseguido incrementar las posibilidades formales a costa de introducir la cimbra (figuras 56 y 57)

CONCLUSIONES / Si el material de construcción se aplica de acuerdo con sus características, puede llegar a configurar la arquitectura adecuando el sistema constructivo con el principio estructural y la forma arquitectónica. Es el caso de las bodegas y edificios agrarios de Cèsar Martinell, llamados “Catedrales del vino” por la monumentalidad del espacio interior. Lo consiguió al utilizar el ladrillo apurando todas sus posibilidades, tanto las constructivas como las estructurales, formales y decorativas. Este uso intensivo vino obligado por la carencia de otros materiales de construcción derivada de la Primera Guerra Mundial, así como de la escasez de recursos de las cooperativas agrarias a las que iban destinadas.

El ladrillo es un material disponible y económico. Requiere pocos medios auxiliares y puede reducir considerablemente la cantidad de material necesaria para construir un edificio con la condición de que se le trate de acuerdo con sus características y se le saque el máximo provecho a sus propiedades resistentes. Cèsar Martinell lo adoptó intensivamente en la edificación agrícola. Desarrolló la arquitectura de la compresión a partir de los modelos históricos, tradicionales y contemporáneos que tendían a aligerar el peso e identificar el recorrido de las cargas. Lo consiguió sustituyendo las cerchas por arcos y las viguetas por bóvedas tabicadas, con lo que optimizó los recursos y configuró un tipo característico muy vinculado al material, el uso, la época y la región. Cumplió el ideal de la sinceridad constructiva aplicada al edificio funcional, no exento de monumentalidad. Manifiestó el equilibrio entre simplificación constructiva, el tratamiento del material, la economía de medios, la forma estructural, la expresión arquitectónica y la funcionalidad sin renunciar al carácter representativo de unos edificios promovidos por las modestas organizaciones sindicales y la política agraria del gobierno local.

Las “Catedrales del vino” no se construyen actualmente debido al incremento del coste de la mano de obra y la escasez de albañiles. Sin embargo, los principios en que se basaron siguen vigentes en otras áreas geográficas que los aplican a la construcción sostenible basada en materiales autóctonos y mano de obra local propulsadas por la escasez y la necesidad.

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