Maestros para el futuro ca81: Barcelona, Bohígas y el elogio del ladrillo

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Reflexiones CA 81 MpF sobre Arquitectura

Maestros parasobre el futuro Reflexiones arquitectura

Barcelona, Bohígas Chipperfield, espacio y el elogio del ladrillo

y tiempo

Rogelio Ruiz Fernández, dr. arquitecto

Rogelio Ruiz Fernández, dr. arquitecto

Texto

Oriol Bohígas ha representado un papel esencial en Barcelona. Esta ciudad ha sido el tablero de juego desde donde se ha trasladado su arquitectura y su forma de entender el urbanismo, al resto del mundo. 20/12/1925-1/12/2021

Fotografías / Oriol Bohígas, galardonado con la medalla de oro de la Generalitat de Catalunya / 2 y 3. F. Català-Roca. © Fondo F. Català-Roca - Arxiu Històric del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya / 1, 4 y 5. Rogelio Ruiz / 6. Duccio Malagamba www.mbmarquitectes.cat Referencias

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Benevolo, Leonardo, Historia de la Arquitectura Moderna, 5ª Versión Ampliada, Gustavo Gili, Barcelona1982. Frampton, Kenneth, Martorell, Bohigas, Mackay, 30 años de arquitectura 1954-1984, Xarait Ediciones, Madrid, 1985. Bohigas, Oriol, Once arquitectos, La Gaya Ciencia, Barcelona, 1976. Bohigas, Puigdomènech, Acebillo, Galofré, Recuerdos de Barcelona, Plans i Projectes per a Barcelona 1981-1982, Ajuntament de Barcelona, 1983. Montaner, Josep Mª, “Martorell-Bohigas-Mackay”, Arquitectura, últimas tendencias, SALVAT, Barcelona, 1987. VV. AA. PROJEKTÜBERSICHT, Internationale Bauausstellung, Berlín, 1987.

Las ciudades, algunas veces, tienen la suerte de contar para su formación con personas que unen el poder político con la arquitectura. Hoy tratamos aquí el idilio de Bohigas, que acaba de dejarnos, con su ciudad. Juntamos la extensa cultura, el profesor que enseña y escribe, el arquitecto que urbaniza y construye, el hombre de convicciones políticas..., y todo ello lo salpicamos con una personalidad arrolladora, nunca afectada. El resultado es Oriol Bohigas. Su libro, Once arquitectos, fue de los primeros de nuestra disciplina que leí, y me enseñó que nuestro arte puede aflorar de formas muy distintas en tiempos y personalidades diferentes. Solo le vi en vivo en una conferencia, en Valencia, en los ochenta, donde todos los demás profesores hablaban del entorno, de la situación del edificio, él empezó con una boutade. Dijo que nunca iba a los solares, “que todos son iguales, con esas plantas moradas que solo salen en esos sitios”, arrancándonos así una carcajada… Era, pues, sabedor, quien domina la prensa, de que una buena frase resume un congreso. Si revisamos su obra, junto a sus socios Martorell y Mackay (MBM)1, vemos que no es así, ni mucho menos, pero, con esta entrada, banalizaba o quitaba importancia a la figura que sabíamos y sabía que era, y conectábamos más con él. Otra frase que le gustaba repetir era “monumentalizar la periferia” (un concepto, por cierto, el de las ciudades satélites de Ebezener Howard, muy utilizado en Inglaterra de donde era su socio David Mackay). Tengo aquí en mi biblioteca el magnífico libro Recuerdos de Barcelona, Plans i Projectes per a Barcelona 1981-1982, que me sirvió de guía y peregrinación las muchas veces que viví la ciudad, y que recoge los proyectos de su etapa como Delegat de Serveis d´Urbanisme del Ayuntamiento de Barcelona (1980-1984) y es la plasmación de aquella generosidad de repartir las obras entre los mejores arquitectos de su ciudad (y alguno de fuera como Peña Ganchegi y su Parque de l´Espanya Industrial) realizar, más que grandes actuaciones (aunque algunas lo son, como el Escorxador), pequeñas intervenciones por toda la urbe que generasen

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1 Viviendas en La Bonanova 1970-1973, MBM 2 Manzana urbana Pallars 1955-1959, Bohígas y Martorell 3 Viviendas La Salut 1969-1979, MBM 4-5 Disseny Hub 2001-2013, MBM 6 Edificio Roger de Llùria en la Universitat Pompeu Fabra 1995-2001, MBM


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lo que consiguió que fuera: una real “ciudad de los prodigios”. De algún modo, y sabemos la gran relación con la arquitectura italiana que siempre tuvieron2, se busca además lo que Gustavo Giovannoni llamaba diredamento, un esponjamiento de la ciudad a base de una mayor cualificación de determinados espacios, pequeñas placitas, edificaciones, resolviendo medianeras… Pero estamos en Barcelona, y el arte se respira, y muchas de estas actuaciones fueron rematadas con obras importantes de Miró, de López Hernández, aquella “A” de Brossa, o de Chillida en la Creuta del Coll, que fue obra de su propio estudio… O el Mariscal informal y sus langostas, rematando el Moll de la Fusta (que ordenó Solá-Morales): BAR/CEL/ONA... Esta primera etapa, para mí, fue la mejor. El impulso siguió después con otras corporaciones que con frases pregnantes enganchaban a la ciudadanía con estas revoluciones urbanísticas: Barcelona més que mai o “Barcelona ponte guapa”, o cuando Barcelona sale al mar en la Barceloneta buscando la playa que no sabía que tenía... Luego, hay una segunda fase en la que Bohigas es concejal de cultura del Ayuntamiento de Barcelona (1991-1994) con Maragall y con Barcelona 92, la Ciudad Olímpica, y en este período construyen allí todas las estrellas mundiales: Isozaki, Calatrava, Foster, Meier y Bofill3, Siza, Moneo el Auditori y la Illa con Solá-Morales, S.O.M. una torre (lo que no había conseguido el Plan Macià) y, al lado, el peix de Gehry, más tarde Rogers la Plaza de toros, Toyo Ito, Nouvel, Perrault 22@..., y el propio Miralles que se había convertido también en una estrella4. Luego, con el Forum, Herzog y de Meuron, Ábalos&Herreros y acabamos con la Z de Zaera.

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Como arquitecto, su estudio MBM, con sede en la Plaça Reial, construyó muchísima obra, muchas viviendas, sobrias casi siempre, pero con detalles especiales que las hacían singulares (La Meridiana, La Salut, Martí l´Humá, La Maquinista, Mollet, las del Paseo de la Bonanova; mucho mas tarde otras en Berlín en el marco de IBA 87). Prácticamente todas en ladrillo, que era el material del estudio y al que el propio Bohigas dedicó un artículo Elogi del totxo (1960) (“Elogio del ladrillo”), en la línea de otros escritos de la época como el recordado No son genios lo que necesitamos ahora (1961) de Coderch, en una situación autárquica en la que la tecnología venía de afuera y se buscaba, más bien se tenía que buscar, una vinculación con la sobriedad y el rigor del ladrillo. Me gusta llamar a esta época “MBM en Blanco y Negro”. En la edificación en el campo de la enseñanza destaca la Escuela Thau (1974) que es preciosa y ejerció gran influencia, con forjados de cubetas recuperables, contrastando las curvas del anfiteatro con la ortogonalidad de las aulas. Además, proyectaron la Escuela Catalunya. También en la docencia, y ya en lo que podemos llamar el “MBM en color”, la premiada Universitat Pompeu Fabra en Barcelona, con un alegre patio central en el Edificio Roger de Llúria, que es como una calle. Un edificio en la Expo de Sevilla que parece un acueducto, con una estructura curiosa, viviendas unifamiliares con personalidad como la de Serrats, la Martí... Lo más reciente del estudio que lleva su “B”, es la Comisaria de l´Eixample, en la plaza de España, frente a la Fira, que hace unas semanas estuve viendo para analizar como resolvía la fachada con paneles fotovoltaicos... o el Disseny Hub (ya bautizada y, por tanto, incorporada a la ciudadanía, con el nombre de la “Grapadora”), que es la sede de los premios FAD que tantas veces recibieron5.

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En fin, supongo que, en cierta manera, con él se muere una época de Barcelona que toda España, todo el mundo, vivimos, admiramos, quisimos y disfrutamos muchísimo. ¡Bon viatge mestre i moltes gràcies!

MBM fue fundado por Bohigas y Josep Martorell en 1951 y luego, en 1963, se unió el inglés David Mackay. En el 1992 se incorporó como socio Albert Puigdomènech y, en 2000, Oriol Capdevilla y Francesc Gual. 2 Aparecen en la versión española de la Historia de la Arquitectura Moderna de Benevolo con la Manzana Pallars, con la de la Meridiana y con la Escuela Thau. Proyectaron además la Estación de Parma... 3 Bofill parecía que venía del extranjero, aunque era, como Bohigas, parte de esa gauche divine de toda la vida… 4 La ciudad seguía siendo la ciudad, pero se perdía ya la de “Nada” de Carmen Laforet, la de “Las últimas tardes con Teresa” De Marsé y la Ciutat Vella era abandonada por los personajes a lo “Makinavaja” y los baretos que entrabas por la cocina o la barra, poco a poco desaparecieron para ver llegar tiendas internacionales que estaban abiertas todo el día... No solo los arquitectos eran internacionales. Vicente Guallart, que vivía en la propia Ciudad Antigua, me comentaba (en Oviedo) que no tenía frigorífico, cuando quería algo fresco bajaba a una de esas tiendas asiáticas siempre abiertas; y Jordi Rogent me contaba (en Gijón) el día que se levantó y quiso ir al Teleférico y se dio cuenta de que ya no se podía, ya no era suyo por la enorme cola de turistas... Barcelona se había comido a Barcelona. También el París de Haussmann se comió al viejo París de Baudelaire. Gentrificación... 5 El estudio MBM sí que era, en realidad, él mismo, un Disseny Hub, ya que arquitectos excelentes como Gabriel Mora, Enric Steggmann, Antonio Ubach o Miquel Espinet se forjaron en él, como nos recuerda Josep Maria Montaner. 1


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