Reflexiones sobre arquitectura ca81: Fundación Helga de Alvear, Cáceres

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Reflexiones sobre arquitectura

Fundación Helga de Alvear, Cáceres Rogelio Ruiz Fernández, dr. arquitecto

Helga de Alvear (Kirn, Alemania, 1936) es galerista y coleccionista de arte. Desde la Fundación Helga de Alvear gestiona el Museo de Arte Contemporáneo de Cáceres, y ha sido galardonada con las medallas de Extremadura (2007), al mérito en las Bellas Artes (2008) y la Internacional de las Artes de la Comunidad de Madrid (2020).

Fotografías Rogelio Ruiz www.fundacionhelgadealvear.es Referencias Molins, P. Mansilla+Tuñón Arquitectos, Ed. Electa, Milano, 2007. El Croquis, N. 161, Mansilla+Tuñón 1992-2012. DPA – 21. Arquitectura Viva, 148; Av Proyectos - 23, 24, 26, 39, 40. Pasajes de Arquitectura - 108, 115, 119. 2G – 47. Scalae, 2003. BEAU 2021. Ruiz Fernández, R. rutARQ de la Plata. Nuevos conquistadores del espacio. conarquitectura ed., Madrid, 2020.

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Cáceres La primera vez que mi padre nos llevó a Cáceres, la Plaza Mayor no estaba pavimentada de piedra, sino de tierra. Comimos en el Figón, que sigue allí impertérrito y en la carta se ofrecía lagarto (¡el reptil protegido!). Fue una sensación de intemporalidad muy grande, aún quedaba lejos lo que vendría: Patrimonio de la Humanidad. Pero entre aquellos pasos estrechos, donde la roca virgen salía a veces a recibir fachadas, desvestidos de luz en la noche, el sueño se mezclaba con los nombres de calles: de la Amargura, de la Gloria... Nada que ver aquella inmersión en el pasado con el Cáceres de hoy, Cáceres renovado que, sin embargo, mantiene en su casco histórico ese control de la luz eléctrica, los poquísimos contenedores pintados de color piedra, ni un cable, los letreros de los comercios testimoniales... Si paseas temprano o de madrugada, parece que te van a asaltar, a sorprender, con la irrupción de un caballero de las cruzadas... Sin embargo, lo que hoy te sorprende es, paseando, cómo una gran cuchara estirada cuelga de una fachada. Es la única pista que nos muestra que entrando en ese sitio, detrás, se alberga una de las colecciones más importantes de arte del s. XX, de su segunda mitad, acotaría, del continente.

La Arquitectura Ustedes saben que el equipo soberbio que formaban Luis Moreno Mansilla y Emilio Tuñón se vio truncado por la inesperada muerte de Luis. Tuñón ha continuado, sin ruptura, con la línea de diseño que partió de aquellos jóvenes que trabajaban con Moneo cuando este proyectaba la fundación Miró de Palma de Mallorca: el tratamiento de las carpinterías, el hormigón encofrado con pequeñas tablillas, la sobriedad compositiva... Su estudio es, especialmente en museos, una referencia más allá de nuestras fronteras. Es suyo el MUSAC de León, éxito de público y entre la profesión, que admiramos y disfrutamos ya desde hace más de quince años.

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Luego, el Arqueológico de Zamora, el Museo de Castellón, el de las Colecciones Reales, junto a la Almudena, ganado en buena lid contra primerísimas espadas y donde incorporan un elemento que se ha convertido en marca en los últimos trabajos, que es la formación con pilar-vacio-pilar de fachadas que dejan pasar la luz, pero a la vez se protegen de ella y generan, en las fachadas exteriores o interiores (como en el Hotel Atrio también en esta ciudad extremeña), muros formados por elementos blancos. De todo este esfuerzo, que tanto agradecemos, ha llegado el nuevo Museo de la Fundación Helga Alvear en Cáceres, que genera unos espacios que se van enlazando, que se abren al jardín, que se esconden en el viejo edificio... Una arquitectura que se sabe protagonista desde afuera en la zona exterior hacia la calle que baja, hacia las viviendas menos interesantes, pero que se calla hacia la calle del casco antiguo y enmudece asimismo cuando entras en las salas para dejar protagonismo a la obra albergada.

Helga de Alvear Y la obra albergada es la obra de Alvear. Helga de Alvear, que tiene, que se ha puesto, ese nombre que intriga, como John Dos Passos, como Quentin Tarantino, como Walter de María, como Toledo-Moctezuma..., que en sus palabras unen dos mundos, el suyo: la Helga alemana, y el que tomó de su marido cordobés: el arquitecto Jaime Alvear. Este mundo español, de tierra adentro, que también es suyo, y donde ha encofrado (metido en un cofre) su enorme e interesantísima colección.


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7 Marlon de Azambuja 2014 Espacio de acceso que se abre hacia el jardín de las esculturas Ai Weiwei

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Patio interior del Museo Fachada al jardín de las esculturas Richard Long Olafur Eliasson

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Fotografía de James Casebere Zhang Peili Katharina Grosse Juan Muñoz

Colección expuesta Si bien todo libro es de historia por el tiempo que lleva su edición, toda exposición, la más moderna, cuenta lo que ya hace tiempo sucedió en el estudio de un artista. Pero el arte fresco que vemos en su oasis extremeño es canto de alegría, búsqueda denodada de un mirar jocoso de la vida, como vemos siempre en la sonrisa de esta galerista lista. Clásicos del arte moderno como Lucio Fontana y sus rasgaduras, del land-art con un círculo de piedras de Richard Long (fig. 6) y otros ingleses como Anthony Caro. Alemanes como Baselitz o Joseph Beuys (por cierto, que este personaje encanta a Tuñón y lo solían representar en sus dibujos). Y otros de fama más reciente, como el danés Olafur Eliasson (fig. 7), que conocimos por el gran sol que iluminó la sala gigante de la Modern Tate de Londres (también le vi en el Museet de Estocolmo de Moneo) y aquí nos presenta un juego de espejos desconcertante, como lo es su obra que, por contar con un equipo de artistas a su servicio, es difícil de encontrar una guía única en sus propuestas.

(fig. 8) realiza una fotografía que nos lleva a la cubierta de la Casa de Barragán en

México, pero no la cita, sino que ¿nos la ofrece como composición suya? Llama la atención también Thomas Hirschhorn, con una sala-alegoría en la que va amontonando armas de madera pintadas, hachas, fusiles..., Power Tools, acopiando historias, haciéndote entrar en un desván donde los libros de filosofía también son Armas de Poder. Se da la circunstancia de que este autor fue uno de los elegidos también en su día en el MUSAC (2005) para la primera exposición, donde hizo asimismo una enorme alegoría de la guerra titulada United Nations. Obras de autores que desconocía, como Katherina Grosse y sus “huevos pintados” (fig. 10), que sacan tu sonrisa en cuanto los ves.

Más reconocible era Juan Muñoz (fig. 11), ¡aunque también ocupó la Tate de forma inesperada!, y parece un sine qua non, y tenemos aquí en Cáceres sus pequeños orientales sonrientes, lo mismo en la Fundación Pompidou en Málaga, en el Centro Galego de Arte Contemporánea de Santiago, en el Bellas Artes de Bilbao, en el de Oviedo, en la Barceloneta...

Y acabo por el principio, una de las primeras obras que vemos al entrar es una enorme lámpara destrozada contra el suelo, del chino Ai Weiwei, que nos hace mas pequeños. Jugó a algo parecido hace dos años en Venecia en el jardin del Palazzo Cavalli-Franchetti, junto al puente de la Academia donde situó una gran jaula dorada. En verdad, en estas obras se están revisando las propuestas urbanas de Oldenburg, pero, en este caso, revestidas de kitsch. Ocupa de tal manera esa primera sala que la famosa Victoria de Samotracia de Klein, Historia del Arte del siglo XX, puede pasarnos desapercibida ante la tremenda ocupación de Weiwei (fig. 3). Zhang Peili, tambien chino, nos ofrece unos televisores inquietantes (fig. 9). Pero, a pesar de la presencia anecdótica de autores de otros continentes, como Marlon de Azambuja (fig. 1), podemos calificar la colección como profundamente europea.

La fotografía entra para quedarse y así Günther Forg, que también admiramos por su obra plástica, nos ofrece una de sus fotos de arquitectura que le gustaban tanto. Lo mismo la alemana Candida Höffer, quien muestra una de sus imágenes de un espacio vacío que pronto, quizá, será ocupado. Nos sorprende que James Casebere

Espero que estas líneas sirvan para abrir el apetito (hay unas doscientas obras...), que sirvan para invitarles a viajar a Cáceres y, una vez dentro de la Fundación Helga de Alvear, viajar también al fondo de sus propias cabezas y de sus corazones. ¡Disfruten como niños!


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