Proyecta y déjalo estar / Gradolí & Sanz Arquitectes
Enrique Sanz Neira, arquitectowww.gradolisanz.acontrapeu.com
Fotografías de Mariela ApollonioCarmel Gradolí y Arturo Sanz se han distinguido en los últimos años por realizar una arquitectura exenta de falso minimalismo, y siempre coherente con criterios medioambientales sostenibles. Es decir, más allá de estas expresiones algo gastadas, se han empeñado en hacer arquitectura con los materiales que tenían más a mano o los que produjeran menor huella de carbono, colocándolos de manera que se minimizaran los costes energéticos, de mantenimiento, y ya de paso, los de la misma construcción. Decisiones que, aunque pueden llevar a una arquitectura sin alma, en el caso de Gradolí&Sanz no se produce: en vez de falso minimalismo se obtiene la mayor expresividad posible.
Durante el curso 2021/2022 Arturo y Carmel han participado en las actividades del Foro cerámico Hispalyt. En su ciclo de “lecciones aprendidas” han contado en varias escuelas de arquitectura su experiencia en el proyecto y ejecución del colegio Montessori.
Primera pregunta, orígenes: ¿os conocéis desde vuestro paso por la ETSA Valencia? ¿Qué os llevó a trabajar juntos y cuáles fueron los primeros encargos, si queréis recordarlos?
Sí, coincidimos en la Escuela, después, al acabar la carrera y durante cuatro años, cada uno fue por su lado: Carmel montó un estudio propio junto con Tato Herrero y yo trabajé para otros arquitectos. Cuando decidí trabajar por mi cuenta me uní a ellos y montamos el estudio los tres, era el año 1992. En el año 1997 nos separamos de Tato Herrero. Desde entonces, Carmel y yo hemos trabajado juntos.
Defendéis que la construcción no tenga una “previsibilidad perfecta”. Que haya margen para el error o el envejecimiento de un paramento. Que un suelo cerámico no se pula para que vaya acumulando vida. Diría que, en general, se aprende a definir la arquitectura proyectando primero, construyendo después y aprendiendo de los errores, siempre; ¿habéis reducido la paleta de materiales a base de acierto-error?
Lo que está claro es que hemos abandonado el uso de materiales “nuevos y tecnológicos”, todos los que surgen de la industria del petróleo, del PVC y del aluminio para centrarnos en el uso de materiales naturales y tradicionales (el barro cocido, la madera, los mármoles) y en la reutilización de materiales de construcción.
Huimos de las promesas de materiales perfectos, que no envejecen, que no se manchan, que no se rayan y hacemos pedagogía de lo importante que es valorar la pátina del tiempo, los materiales naturales que aceptan con dignidad la huella del tiempo y permiten que las obras envejezcan bien.
Hay algo en la actitud que huye del excesivo control del resultado que se relaciona con dos aspectos del trabajo del arquitecto: uno es el proyecto y pensar con antelación en centímetros (en milímetros a veces). Otro, es el momento de la obra, y asumir que van a ir pasando cosas. En cuanto al proyecto, hay planos que ayudan a construir y otros que son menos útiles al constructor (pienso en las secciones del Montessori). Habladnos de cómo os enfrentáis al dibujo del proyecto y también a la dirección de obra.
El Colegio Imagine Montessori tiene una gran complejidad espacial por lo que ha sido necesario modelizarlo en 3D desde el primer momento. El proceso de diseño ha sido el siguiente: anteproyecto a mano, dibujar las plantas en CAD e inmediatamente modelizarlo, modificando y trabajando siempre en 3D, los alzados y secciones se han dibujado a posteriori y con poca utilidad práctica. Al constructor se le han proporcionado planos de replanteo de cada muro con las hiladas y el aparejo del ladrillo. Al estructurista de madera se le ha proporcionado el archivo en 3D de la de la estructura de madera.
Carmel Gradolí Martínez (Catarroja, Valencia, 1961) y Arturo Sanz Martínez (Montalbán, Teruel, 1963) son arquitectos por la ETSA de Valencia desde 1986 y 1988 respectivamente. Han desarrollado una abundante producción en común, complementando en la actividad profesional los intereses que han explorado durante su formación de postgrado o experiencia académica: Carmel es Máster en Técnicas de Intervención en el Patrimonio Arquitectónico por la UPV 1992 e inspector de Patrimonio en la Conselleria de Cultura, Educació i Ciència (1992-1994) y Arturo ha sido profesor en el Master en “Industrialización y Prefabricación” en el CEU San Pablo, cursos 2010 y 2011 y en el Diploma “Sostenibilidad y Ética Ecológica” de la UPV desde 2016, participando en iniciativas vecinales en el barrio de Benimaclet (Valencia) como impulsor de los Huertos Urbanos o coordinador de la Estrategia Integral Participativa “Benimaclet es Futur”.
Además, de forma paralela, en una profesión donde cada vez más se exige un diseño y control casi absoluto del edificio desde el proyecto, revindicamos que haya un pequeño resquicio de improvisación durante la obra, que haya decisiones formales que se puedan tomar en el sitio y en el momento oportuno.
Durante la explicación de la obra del colegio Montessori habéis hablado de los antecedentes, de los diferentes solares que se barajaron para la construcción, de las facilidades o imposiciones de la administración urbanística. Ha sido un proceso largo, de años. Además, es un proyecto que se ha partido en dos fases, con lo que lleváis un tiempo viendo a la propiedad, a los técnicos municipales y a los constructores. ¿Qué consejo podéis transmitir para proyectos de tan larga duración?
Un primer concepto es que cada lugar demanda una solución específica, en este caso hicimos un anteproyecto para unos terrenos y al cambiar la ubicación tuvimos que hacer borrón y cuenta nueva, mantuvimos el programa y el concepto orgánico del Colegio pero la respuesta formal fue completamente distinta.
Proyectar un edificio para ser ejecutado por fases, con incertidumbres urbanísticas y de plazos obliga a un trabajo extra de programación y de gestión administrativa. En este caso todo ha ido bien y ya estamos ejecutando las obras de la segunda fase del proyecto, de manera que pronto podremos ver el edifico acabado. Nos preocupaba que la segunda fase no se acometiera y que el edifico quedara inconcluso, como un intento valiente y potente, pero sin la coherencia necesaria.
Os interesa la arquitectura nórdica, habéis hablado en vuestras charlas de la junta gruesa en la Iglesia Islev (Roedovre, Dinamarca,1968-1969, Inger y Johannes Exner). ¿Qué os parece más interesante de su trabajo, como representantes de esa arquitectura: el uso del material o cómo se enfrentan a los diferentes encargos huyendo del estilo?
Sí, partimos de dos premisas básicas: una arquitectura ligada a la naturaleza y un diseño orgánico donde cada pieza adopte su forma ideal y se agrupe con las otras piezas. Estas dos características se dan en la arquitectura nórdica y por ello es nuestro principal referente. Además, nos interesa mucho el uso de los materiales asumiendo sus defectos e imperfecciones, no sólo asumiéndolos como un mal menor, sino sacando provecho de ellos y obteniendo resultados estéticos muy interesantes, y en eso los Exner son unos maestros.
Habéis utilizado mucho el ladrillo; como muro de carga, puesto visto de tabla, como celosía, como elemento fonoabsorbente, cortándolo para obtener una textura que vibra con la luz. También habéis calculado y construido bóvedas tabicadas, para resolver forjados, con una técnica tan sencilla como singular en nuestros días. ¿Qué pedís habitualmente a un material?
Como ya lo has expresado en tu pregunta lo que más nos interesa de un material es su versatilidad, su capacidad de ser colocado en todas las posiciones, en todos los aparejos, de ser cortado y manipulado.
La labor del arquitecto y del constructor creo que está cada vez más revisada (para bien) por numerosos controles de calidad. Como se nota que dedicáis mucho trabajo al proyecto y a la obra, ¿cómo habéis negociado en los últimos años con la aparición de oficinas de control técnico, Project manager, certificación…?
Como podemos, el control es cada vez mayor y el trabajo administrativo cada vez más grande. Hay que pelear mucho para que la parte de gestión no se coma toda la energía, que se mantenga el germen del trabajo proyectual y creativo.
Madera, ladrillo, adobe… Habéis hablado de lo bueno que es que cada cultura (cada región, no en el sentido administrativo del término) utilice los materiales que le son más propios. Aunque la madera en estructura o paramentos puede ser muy interesante, y la habéis utilizado en el colegio Montessori, es cierto que no tenemos un ecosistema aún bien organizado en España para su producción industrial. Hacéis un llamamiento a la investigación con adobe. ¿Habéis detectado alguna aportación reciente con esta tecnología? ¿Aconsejáis a los fabricantes de ladrillo que exploren en ese campo?
Creemos que hay que apoyar la investigación en la construcción con adobe, el paso del barro cocido al barro sin cocer como un escalón más en la búsqueda del mínimo consumo energético, la utilización de la tierra de excavación de la propia obra para la construcción de la misma. Eso es lo coherente con nuestro clima y nuestra cultura constructiva. Las universidades y los centros de investigación deberían estar trabajando en esto para proporcionar a los profesionales unas referencias básicas ahora inexistentes. ¿Quién sabe calcular un muro portante de adobe? ¿Cómo cumple un muro de adobe el Código Técnico?
Por último, una pregunta sobre jardinería y paisaje. En Montessori habéis integrado una cubierta vegetal que es una decisión muy interesante. También unas glicinias para que maticen la luz en la fachada a poniente. En vuestras reformas de viviendas más recientes, con mucha cerámica en suelos y paredes, los patios vibran de verde. ¿Especificáis vosotros el tratamiento vegetal en el proyecto u os aconsejan en este tema?
Para nosotros el verde es una parte fundamental de la propuesta. En el caso del Colegio Imagine, hemos incorporado el corredor verde del barranco de En Dolça al proyecto e incorporamos las plantas en el interior del edificio como un elemento más, con su crecimiento y su estacionalidad. Se trata, en definitiva, de diseñar los edificios como receptáculos donde convivan las personas, los animales y las plantas, como refugios de vida.
Es muy gratificante subir a la cubierta verde y ver la cantidad de flora e insectos que la habitan, que nos cuenten la cantidad de lagartijas, incluso alguna serpiente, que merodean por los jardines. Los corredores verdes no son una entelequia, son una realidad y hay que potenciarlos.