Entrevista a b720, Fermín Vázquez Arquitectos / BCN + MAD

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Entrevista

BCN+MAD / b720, Fermín Vázquez Arquitectos Enrique Sanz Neira, arquitecto

b720.com/es

b720, Fermín Vázquez Arquitectos (fundado por Ana Bassat y Fermín Vázquez en 1997) es un equipo de profesionales que tiene actualmente dos sedes, en Madrid y Barcelona. Por el número y envergadura de los proyectos en los que están trabajando en este momento, se podría decir que es uno de los estudios que representan la mejor arquitectura española del primer cuarto del siglo XXI, y que seguirán resolviendo problemas a muchas escalas durante los próximos años.

Ana: Trabajar juntos es la consecuencia natural de nuestra condición de pareja y al hecho de que lo llevamos bien. No son raros los matrimonios que trabajan juntos, pero no a todo el mundo le funciona. La estructura del estudio es una decisión más deliberada en el sentido de que desde el principio, cuando éramos sólo nosotros dos, ya imaginábamos nuestro estudio como una organización. Una organización capaz de generar arquitectura interesante y de proporcionar fiabilidad a quien nos hiciera un encargo. Todo muy influido por las experiencias de trabajo de Fermín en estudios anglosajones. Admirábamos su profesionalidad con independencia de la calidad de la arquitectura producida y nos estimulaba la idea de elevar el listón en ambos frentes No puedo estar más de acuerdo en una idea sobre la que he oído hablar a Fermín recientemente: la calidad del entorno urbano no es bueno. Hemos construido mucho, muy deprisa y no hemos sabido hacerlo bien... Quizá en occidente la velocidad está empezando a reducirse, pero en oriente habrá muchas grúas en los próximos años. El urbanismo es la herramienta fundamental para controlar el crecimiento, creo que debe anticiparse a la arquitectura. Habéis tenido experiencias de proyecto en este sentido (Azca, Porto Alegre, Brasilia, Parque Poble Nou), donde encontrar la escala urbana es la clave; recientemente, habéis ganado (por unanimidad, enhorabuena) el concurso para la ampliación y reforma de la estación de Chamartín, que es un buen trozo de ciudad a mejorar. ¿Cómo os enfrentáis con las diferentes escalas, teniendo en cuenta (lo he leído) que también os queréis enfocar en justo lo opuesto (mobiliario)? Fermín: Creo que sigue siendo verdad que al arquitecto le interesan todas las escalas. Lo que ocurre es que no es fácil acceder a proyectos de gran envergadura sin tener tú mismo el tamaño y capacidad suficiente. Nosotros no queremos hacer proyectos grandes para ser grandes, nos interesa ser grandes porque nos permite proyectar grandes proyectos. Los grandes proyectos tienen más impacto y eso nos interesa, pero también es verdad, y suelo notar cierto escepticismo cuando digo esto, que nos involucramos intelectual y emocionalmente de la misma forma con todos los proyectos, con independencia de su escala. Se da también la paradoja de que los proyectos muy pequeños, el diseño de objetos, por ejemplo, son, como los muy grandes, particularmente exigentes; y, como arquitectos que somos, despiertan inevitablemente nuestro entusiasmo…

Fotografía: Rafael Vargas

Prefacio, poco original, con la cuestión del nombre. Está explicado en la presentación de vuestra web, que 720 es la codificación que adjudica el Sistema Internacional de materias a la Arquitectura. Y, leo entre líneas (lo digo yo –no es una pregunta–) que está claro que “b” es de buena. Así con minúscula, quitando trascendencia y sin pretender colgaros falsa modestia. Quería empezar por el principio; Ana y Fermín, ¿cómo recordáis vuestra formación? ¿Os motivó especialmente algún profesor y teníais algún referente profesional en vuestras etapas como estudiantes? Fermín: Sí, probablemente el verbo apasionado de Oiza influyó en mi vocación de arquitecto, que me llegó mucho después de empezar una carrera que elegí más bien por eliminación. Ana: Yo, al contrario que Fermín, tenía muy claro que quería ser arquitecta. Las clases de paisajismo de Elías Torres fueron especialmente inspiradoras y me enseñaron a proyectar con libertad. ¿Qué os llevó a trabajar juntos y cuando decidisteis la estructura de estudio que queríais formar?

Vuestro trabajo desarrollará los próximos años obras muy relevantes en Barcelona y Madrid. Corrígeme si me equivoco, pero me parece que no hay muchos estudios de arquitectura que puedan presumir de haber hecho obras tan interesantes en las dos capitales más importantes de España, donde parece que hay tradicionalmente un cierto coto localista y un lenguaje arquitectónico algo marcado. ¿Cómo veis esta situación, que os permite jugar en primera división en BCN y MAD? Ana: Sí, es una singularidad que llevamos como algo natural. Somos arquitectos locales, de forma genuina y rigurosa, en ambas ciudades. El que Fermín sea madrileño y yo barcelonesa tiene mucho que ver con eso. También un fuerte sentido de doble pertenencia que creo que nos permite conocer mejor y amar más a ambas ciudades. La arquitectura puede viajar y los arquitectos trabajar lejos de sus estudios (nosotros mismos hemos trabajado fuera con éxito) pero hay muchos componentes críticos de la tarea de los arquitectos que sólo se pueden hacer bien localmente. Nosotros colaboramos con compañeros locales cuando trabajamos fuera y no es casualidad que nos llamen para trabajar juntos muchos colegas internacionales cuando tienen un proyecto aquí. Creo que en la trayectoria de los buenos arquitectos se percibe un posicionamiento más que un estilo, aunque siempre hay invariantes que podrían interpretarse (erróneamente) como tal. Me parece que si hay algo que define vuestro trabajo es un gran rigor en la geometría de las fachadas, que proviene posiblemente de buscar materiales adecuados y experimentados pero que aporten al proyecto y que se ajusten adecuadamente a unas plantas-estructura muy sencillas. Además, se ve que, a lo largo de los años, desde el primer al último proyecto, no habéis perdido la emoción que debe acompañar a la decisión de construir. ¿Os paráis a pensar en los proyectos pasados para mejorar algo en los futuros?


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Imagen: b720

Fotografía: Christian Richters

Fermín: Inevitablemente la experiencia del pasado influye en tus decisiones presentes. Cabe suponer que no siempre de una forma consciente. Si algo ha funcionado bien no debería haber razón para no repetirlo y, sin embargo, la realidad es que hay en el estudio una cierta tendencia a no repetir demasiado ninguna fórmula. La principal razón es la muy sincera voluntad de mejorar y que los proyectos nunca son iguales, por muy parecidos que parezcan; como mínimo el tiempo o el lugar, y normalmente ambos, no pueden coincidir y eso son sólo dos de las muchas variables de cada proyecto. También, y creo que es muy bueno, vivimos los proyectos como un servicio profesional fiable pero también como una oportunidad de descubrir algo interesante. Una búsqueda permanente que en ningún caso es caprichosa y que nos obliga a intentar ser mejores. Hoy la capacidad técnica nos permite dar forma a muchas ideas. Yo creo que aprovecharla es bueno siempre que esté del lado de la arquitectura y no sólo de la forma... Fidias seguro que tuvo que echar mano de algún invento para proyectar una Atenea de 12 metros de altura. ¿Cómo os manejáis en el estudio, mientras desarrolláis el proyecto, para decidir las apuestas que tienden a convertirse en más arriesgadas? ¿Qué argumentos utilizáis con los promotores, por ejemplo? Fermín: Efectivamente, la cuestión fundamental es el riesgo. Disipar el riesgo es una parte importante de nuestro trabajo. Nuestra obra no puede calificarse de convencional y cuando uno se aparta de lo habitual tiene que asegurarse de que es una buena idea. Es, por cierto, extremadamente satisfactorio tener la confianza de que lo que estás

proponiendo merece la pena. La percepción del riesgo es, por cierto, con frecuencia engañosa. No hay más que mirar a nuestro alrededor para constatar cuántos promotores toman con ligereza el riesgo de un mal proyecto. Incluso para hacer algo corriente merece la pena pensar antes de hacer… Cuando has hablado de las dificultades para realizar el trabajo del arquitecto, y de lo complicado que es alcanzar la perfección, has empezado hablando de que lo primero es “interpretar al cliente”. Eso pasará a todas las escalas, sea una vivienda unifamiliar o un aeropuerto. ¿Qué creéis mejor para proteger al proyecto, empatía o desapego? Fermín: Sin duda hay que saber ponerse en el lugar del cliente y de todos los afectados por el proyecto. También es necesario tomar la distancia necesaria para sopesar las decisiones, especialmente las que te surgen de la intuición. Entender los objetivos del cliente es imprescindible para hacer buena arquitectura. Creo que, si no se hace así, el resultado o no es arquitectura o no es buena. Hay que decir que esos objetivos son siempre muchos y de distinta naturaleza y alcance, desde lo más estratégico a lo más instrumental. No siempre se explicitan lo suficiente y suele ser la causa de muchos proyectos fallidos. Involucrar a los arquitectos en los programas de sus proyectos es siempre una buena inversión. Participáis en concursos, abiertos y por invitación. ¿Cuál no habéis ganado, pero os habría gustado ver construido?


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A la izquierda, Estación Alta Velocidad de La Sagrera y Ciudad de la Justicia en Barcelona, y en esta página, nueva estación de Chamartín y Edificio Polaris en Madrid

Imagen: Bucharest Studio

Fotografía: Imagen Subliminal

Fermín: ¡Hay tantos! Hay, por supuesto, muchas excepciones, pero cuando veo el resultado construido de algún concurso que hemos perdido no puedo evitar creer que nuestra propuesta habría quedado mejor… Lo que tiene, lo reconozco, algo de injusto, de ingenuo y de arrogante. Tres pecados frecuentes entre arquitectos, en los que intento diaria y activamente no incurrir. Me duelen mucho más los ganados y no construidos, que son bastantes también. Fermín, para compactar tu agenda has tenido una actividad académica que te ha llevado a dar clases de proyectos en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona, en la École d’Architecture et de Paysage de Bordeaux y, en la actualidad, en la Universidad Europea de Madrid. ¿Cómo ves las nuevas generaciones de estudiantes de arquitectura? Fermín: Mi actividad académica ha sido y es muy satisfactoria, pero relativamente discontinua y dispersa. Se puede decir que mi vocación docente es sincera pero limitada (el otro día Alberto Campo me lo reprochaba cariñosamente), de modo que quizá no sea el mejor para opinar de la evolución de los estudiantes de arquitectura. Me da la impresión, sin embargo, de que los estudiantes de arquitectura son tan parecidos o diferentes a sus antecesores como lo son los de derecho o veterinaria… La sociedad entera ha evolucionado. Si hay algo que señalar a su favor es la voluntad de hacerse arquitecto pese a cada vez más dura expectativa laboral. Los contenidos y las

herramientas sí que han cambiado bastante. No siempre para bien, pero aquí ya está hablando el veterano… La composición organizativa de vuestro estudio ha ido cambiando con el tiempo, y habéis incorporado a algunos colaboradores como socios. Creo que esto habla de una conciencia empresarial que tampoco es muy habitual en estas latitudes. ¿Cómo veis b720 dentro de unos años? Ana: El modelo de organización de b720 busca expresamente dos objetivos poco frecuentes entre los estudios de arquitectura: perdurar en el tiempo, más allá de la vida profesional de sus fundadores y, aún más infrecuente por difícil, que los principios de calidad y de rigor no sólo no decaigan, sino que eleven su nivel de cumplimiento. Tenemos una enorme confianza en que la calidad de arquitectura que b720 producirá cuando los actuales jóvenes miembros del estudio empiecen a jubilarse, será la mejor de su historia. Fermín: Es, por cierto, extremadamente satisfactorio tener la confianza de que lo que estás proponiendo merece la pena. La percepción del riesgo es, con frecuencia, engañosa. No hay más que mirar a nuestro alrededor para constatar cuántos promotores toman con ligereza el riesgo de un mal proyecto. Incluso para hacer algo corriente merece la pena pensar antes de hacer...


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