Cada día la Humanidad pierde, sólo por la tala directa, unos dos millones de árboles. Esto viene a significar que cada año desaparece el equivalente a un árbol por cada habitante del planeta. Ante un panorama tan descorazonador, emociona la lectura de esta sencilla historia que Jean Giono escribió cuando, a mediados del pasado siglo, una editorial norteamericana le pidió que escribiese un relato breve acerca de un personaje real que fuese inolvidable. Giono escribió entonces “El hombre que plantaba árboles”, texto que donó ‘a todo el mundo’ tras ser rechazado por la editorial que le encargó la historia porque Elzéard Bouffier, el protagonista de la misma, no era un personaje real. Este es un relato lleno de sensibilidad que es un canto al desinterés y a la generosidad y que exalta el enorme valor que hay en un acto tan sencillo como es plantar un árbol: En una yerma comarca de Provenza, un hombre solitario planta centenares de miles de árboles y transforma en un paraíso lleno de vida lo que antes era una región inhóspita y casi deshabitada. Es la historia de Elzéard Bouffier, un personaje inolvidable por su desinterés, por su enorme generosidad y por dejar huella en la tierra sin anhelar recompensa alguna. Jean Giono, uno de los escritores franceses más importantes de este siglo (XX), creó el personaje de Bouffier para “hacer que la gente amara a los árboles, para ser más exacto, hacer que amen el plantar árboles”. En su obra alienta una comunión con el silencio mundo de las plantas, que purifica y renueva la tierra que nos rodea, nos reconforta y nos reconcilia.