Entre Huancayo y Abancay, III Tomo

Page 1

1


© HISTORIAS Y ANÉCDOTAS DE HUMOR POLICIAL TOMO III ‘Entre Huancayo y Abancay’ (2017) © Ismael Augusto Sulca Velásquez Coronel PNP (r) © Copyright - Ismael Augusto Sulca Velásquez Ediciones ‘LUCERO’ Domicilio legal: Calle Ayacucho 618 La Perla, Callao Teléfono: Celular - 989178250 Correo-e: tribunal_cuarta_sala@hotmail.com Edición Virtual: Mayo del 2017 Carátula: 1 Cadetes de la Escuela de Oficiales GC 2 Acuarela de bandera roja en Abancay

Se permite copia parcial del contenido sólo con fines educativos, de comentario y de difusión indicándose datos del autor y de la obra.

2


HISTORIAS Y ANÉCDOTAS DE HUMOR POLICIAL

Entre Huancayo y Abancay

Ismael Sulca Velásquez Coronel PNP (r)

LIMA - PERÚ 2017

3


“Aunque Analquer, en verdad, no se había reído y, antes bien, se mostraba estupefacto ante aquel espectáculo (servicio en misa de difuntos). Mas Juncio seguía riendo… Los niños contagiados, por fin, de la alegría candorosa y radiante de Juncio, acabaron también por reír, sin saber porqué” César Vallejo En el cuento ‘Los dos soras’

4


Dedicatoria: A los prolijos seres de antaĂąo que imbuidos de los mĂĄs finos recuerdos andan contando en los cementerios lo perplejo que les fue la vida y lo poco del tiempo que les va quedando.

5


6


INTRODUCCIÓN ‘Entre Huancayo y Abancay’ Referirse al impacto que nos causa un determinado hecho que después se convierte en una anécdota es tan singular que empieza con algo paradójico y que al ser evaluada con los supuestos y consecuencias que pudiera originar, nos obliga primero una sonrisa y después algunas carcajadas cuando nos permite contarlos entre amigos. Una anécdota de carácter policial empieza como cuando un profesor de la asignatura de Criminología solía decir que los medios de comunicación hacían mal uso de los términos al referirse a los delincuentes, o autores de crímenes, a quienes se les menciona regularmente como que “estaban al margen de la ley”. Pues el profesor indicaba que era todo lo contrario, que ‘ellos’(los delincuentes) estaban ‘dentro’ de la ley, (incurso) la que tipificaba y sancionaba los hechos criminales, como lo es el Código Penal y otras normas. Pasaron varios días para que pudiéramos entender esta aseveración de uno de los policías de antaño procedente de la Policía de Investigaciones del Perú, que a su vez era memorioso investigador y docente, el Coronel PIP Florencio Aranzabal Molina. Todo aquel que se precie de ser un buen policía en sus años mozos habrá tomado conocimiento de lo que sucedía en su entorno, como aquellos pasajes en que se escucharon decir: “Comandante Baca, le busca la Teniente Becerra” ; o aquel otro muy parecido “Coronel Alpaca lo ha venido a buscar el Mayor Vicuña”; y ésta voz gutural: “Coronel Guardia… en el teléfono está el Guardia Coronel”; o la costumbre (ya casi olvidada) en el que el Guardia Vigilante de Puertas (en todo local policial), según el Reglamento del Cuerpo, tenía la obligación de anunciar “¡Cabo!... ¡Jefe del Cuerpo!”… (lo cual era sólo para el grado de Mayor para arriba en la institución policial), para que

7


la Guardia de Prevención le presentara el saludo correspondiente; y en aquella oportunidad cuando se trató de ‘un Guardia’ pero visiblemente obeso, el vigilante, socarronamente decía: “¡Cabo!... ‘Cuerpo de Jefe’” y no el consabido ‘Jefe del Cuerpo’ como estaba establecido. (Esto sucedía regularmente en el portón de la emblemática 34Comandancia ‘Las Águilas’, Unidad de Asalto y Control de Motines, del que formé parte). Otro pasaje similar fue cuando un supuesto Jefe le dijo al recién llegado: “Cárgueme la máquina” y el subordinado casi de inmediato se puso la máquina de escribir Remington, tipo planillera, en el hombro dispuesto para salir en comisión y ayudar en el traslado a su jefe. (En el argot policial decir “cárgueme la máquina” era referirse a que el subordinado tenía que preparar la máquina de escribir con papel bond y papel carbón para obtener de ella cinco copias iguales, con el fin de obtener una manifestación, actas, informes o atestados, y estar listo para tipearlo). Se sabe de un conocido ‘Jefe’ que por las rutas de Apurímac se había dedicado a la vida alcohólica a quien le habían puesto la ‘chapa’ de ‘Chofer de volvo’, porque “tiraba ‘caña’ que daba miedo” (se refiere a la versatilidad de chofer manejando un camión Volvo por las rutas de Ayacucho a Abancay y a la ingesta del ‘cañazo’, licor de la caña de azúcar) Las anécdotas se anteponen a las historias, y una de las que puedo recordar es cuando iniciaba mis primeras labores en la Unidad de Salvataje allá por el año 1976, es que había un Guardia a quien todos, de la Sección a mi mando, le llamaban ‘muñeca’, no por afeminado sino por la característica de su hablar. Este noble provinciano de ojos claros procedente de los lares de Apurímac, de quien se decía que en cierta ocasión había salvado la vida de una bañista extranjera en la playa de Conchán(frente a la refinería del mismo nombre), y que al trasladarla a la orilla del mar, quedó prendado tanto de su

8


belleza como de sus ojos azules color cielo, y como agradecimiento de su eficiente labor la dama le había dicho que “le pidiera lo que quisiera”, a lo que el Guardia, con todo su dejo provinciano le dijo “Sólo quiero que me des una mirada con tus ojos,…‘moñica’”. Y desde ahí se quedó con el apelativo, ‘chapa’, sobrenombre, o mote de ‘muñeca’. (Veáse anécdota especial ‘La muñeca del Salvavidas’) Es de entenderse que una anécdota es un relato que narra un incidente interesante o entretenido, una narración breve de un suceso curioso, como el que le sucedió a un amigo y subordinado con el grado de Capitán, allá en la hermosa ciudad de Huaraz, en que el médico le había prescrito no consumir carnes rojas ni bebidas alcohólicas por la incipiente enfermedad de gota que padecía. Y de vez en cuando me permitía gastarle alguna broma diciéndole: “Cómo sería de grande y peligroso la ‘gota’ que lo aquejaba que en vez de llamar al médico, había que llamar al gasfitero” (un viejito al que le decíamos ‘Thunder’ por los Thundercats o felinos cósmicos, ya que tenía un mechón blanco en la parte frontal de su cabellera al estilo de Tigro). En esta tercera entrega ‘Entre Huancayo y Abancay’ (2017) he escogido, las anécdotas narradas en su mayoría en primera persona, (las dos anteriores ‘De la Escuela a la Justicia Divina’ (2010) y ‘De Salvavidas a Mecánicos’ (2011) fueron escritas en tercera persona) y son aquellas que pasaron por mi mente con infinitos recuerdos de episodios nostálgicos, jocosos y a veces contradictorios con la profesión y los afanes propios de cada uno de los participantes. Pero lo que en realidad trata este libro es de mantener en el recuerdo las vivencias, los lugares, los personajes, las situaciones y las peripecias que de alguna manera nos hicieron actuar, reflexionar y sonreír un poco, en las vicisitudes que tuve que pasar en la carrera policial. Para aquellos que estos recuerdos no fuera, de alguna manera favorables, les pido su comprensión a tener en cuenta la suerte que hemos tenido en conocernos y de trabajar juntos en

9


la gloriosa Benemérita Guardia Civil del Perú, crisol de voluntades en el que se amalgaman los férreos destinos que se unen en estas páginas. Los vuelvo a invitar a seguir descubriendo el mundo real y casi desconocido de las ocurrencias que les pasan a los policías en sus particularidades formas de ver las cosas. El Autor.

10


C1

AQUÍ LA ALTURA LOS MATA

(Cadetes de la Escuela de Oficiales GC de paseo en Huancayo 1973)

Esta anécdota la hube de escribir de alguna manera para rememorar un paseo de Cadetes de la Guardia Civil del Perú en un verano de 1973, pero la he modificado al tener conocimiento del sensible fallecimiento de mi entrañable amigo Arturo Vicente Vildósola Cuba acaecido en el 2012 allá en las lejanas tierras de Junín, por sus dotes de gran anfitrión y conversador en los menesteres que se le presentaran, y un modo especial de evocar sus recuerdos. Los integrantes de la Promoción 1976 “Tnte. GC. José Valencia Jáuregui” apenas habían concluido el 1er. año de estudios en 1972 y para sus vacaciones veraniegas todos y cada uno de ellos hicieron planes orquestadas en conjunto como para pasarla bien y olvidarse un poco de los trajines propios de la Escuela.

Por ahí tuve la oportunidad de saber a instancia de Arturo Vildósola Cuba (a quien en la foto se le ve tocando el órgano) una invitación suya para conocer su tierra, la incontrastable ciudad de Huancayo, al cual ya habían aceptado algunos de los compañeros y se aprestaban a formar caravanas de Cadetes

11


‘Sinchis’ a una tierra muy apropiada como para hacer turismo de aventura y soltura e independencia propios de la juventud pletórica de fe como ‘embriones’ de policías de aquellos tiempos. En lo que a mí respecta me puse de acuerdo de inmediato con mi amigo - y hermano- Armando Teófilo Del Hierro Villalva, ‘el Negro Del Hierro’ para viajar a Junín, aprovechando de los pasajes en tren que me ofrecía mi padre don Leopoldo Sulca Zea, por ser trabajador del Ferrocarril Central del Perú. Y de un momento a otro ya estuvimos encaramados en los vagones especiales para los empleados halados por una locomotora, ya no por el tradicional tren a vapor, sino por unas más modernas y a petróleo diesel de color anaranjado, en un viaje que ya conocía, en donde poco a poco el paisaje de la capital va cambiando a matices andinos en el que la flor de retama era lo más visto en todo el valle del río Mantaro.

Sentados y teniendo una especie de mesitas en donde se nos atendía con los alimentos del almuerzo, sentíamos los rigores de la altura o ‘soroche’ en donde de a poco los oídos se nos iban tapando y la sensación del movimiento del tren con el sonido característico de los espacios entre las rieles, nos acostumbraban el cuerpo en un ritmo de balanceo con un recordado ‘tatáaa…tatáaa, tatáaa…tatáaa’ y así hasta que llegados a Huancayo, incluso cuando bajamos y dábamos los

12


primeros pasos seguíamos con aquella sensación de sonido y movimiento. Apenas habíamos tocado tierra huancaína salió a nuestro encuentro, en plan de recibimiento, nuestro querido amigo Arturo Vildósola, quien nos saludó apenas bajábamos, cuando de improviso nos dimos cuenta de un detalle de por sí muy curioso que, a poca distancia de donde nos encontrábamos, estaba presente un ejemplar, esos ‘que de lejos parecen y de cerca son’, lo que motivó que le preguntáramos a nuestro anfitrión: “¿Cómo Arturo? ¿Aquí también hay?” –nos referíamos al ‘mariconcito’ que le señalamos con la vista- Al darse cuenta de ello nos contestó: “¡No! Promoción aquí no hay de esos… Habrá llegado en el tren” –y volvió a recalcar- “Aquí, a esos, la altura los mata”. Con esta respuesta quedé perplejo por unos instantes en querer asimilar que la altura no era propicio para que se desarrolle tamaña conducta a personas destinadas con esta aura, pero muy después comprobamos que a más altura había un pueblito en Santiago León de Chongos, y con mayor arraigo en Cerro de Pasco, con un letrero peculiar que decía “No seremos machos, pero somos muchos” que demostraban lo contrario. Y así continuamos el camino rumbo a un hotelito que encontramos en la calle Real, agotados por el frio y el ‘soroche’. Apenas instalados Arturo nos recomendó que si en la noche sentíamos más frío con toda confianza podíamos solicitar los servicios de una o dos ‘cholitas’ como para estar bien abrigados y eso era cortesía de la casa, y quedamos para vernos a la mañana siguiente. Nos ilusionamos demasiado, jamás íbamos a pensar que las famosas ‘cholitas’ no eran más que recipientes (botellas) de agua caliente que nos pondríamos a los pies como para pasar la noche, no sin antes haber sido visitados por el cuartelero de turno hurgando entre nuestras pertenencias, cuando estábamos cansados y éramos presas del sueño del viajero.

13


Teniendo al buen Arturo Vicente como anfitrión, guía de nuestro paseo en los Andes donde la Muliza y el Huaylas sonaban en todas la esquinas, fuimos conociendo el Perú profundo. Supimos después que Arturo también había invitado a otro grupo de la Promoción entre ellos Augusto Germán Cabero Ascencio, Jorge Roberto Zumaeta Howes (quien se cortó el brazo con un vidrio al tratar de abrir la puerta de la casa de Carlos Santiago Madrid Carvo), Santiago Amadeo Nario Aliaga con quienes se irían a cazar al nevado del Huaytapallana, distante a 32 km de Huancayo, en donde lo único que pescaron fue un resfrío maldito que los obligaba a ingerir cantidades de ‘yonque’ o ‘cañazo’ para matar el frío.

Cadetes Santiago Nario Aliaga, Arturo Vicente Vildósola Cuba, Jorge Roberto Zumaeta Howes y Augusto Germán Cabero Ascencio en los nevados del Huaytapallana

Del buen Arturo Vicente habíamos conocido que le gustaba montar caballo del cual hacía plena demostración como jinete de a pocos, que incluso nos retaba a los que procedíamos de Lima, lo que motivó que comentáramos ¿Cómo si en la Escuela en las horas de marchas de campaña se quejaba que sufría de la columna? A lo que uno de sus conocidos dijo: “Esos son cuentos para Servat –el Capitán de Compañía- y sus ‘chacales’”.

14


Plaza Constitución en Huancayo

Durante el tiempo que estuvimos en el paseo nos enteramos que Arturo Vicente había sido estudiante de la Facultad de Ingeniería de Minas al cual había abandonado para ser policía, por el cual se conocía que en momentos de exabruptos se le encontraba buscando, recolectando piedras, y en otras ocasiones piedras fosilizadas como una costumbre muy arraigada, que después servirían como para mostrarlos en un museo particular, por lo que era conocido como ‘El Coleccionista’ de piedras.

Criadero de trucha en ‘El Ingenio’

En la semana que duró el paseo fuimos a conocer el fundo de ‘El Ingenio’ a 30 kilómetros al Noreste de Huancayo, conocido también como ‘Valle Azul’ donde se venía incentivando la

15


crianza de truchas y lugar obligado para el turismo local, y por último departimos, al mismo estilo huanca, del baile del Santiago en un coliseo cerrado muy cerca de la calle Real, con banda típica y abundante licor, hasta que nos agarró la madrugada, y descansar un poco para tomar el tren de regreso. Ese fue un gran paseo del que recuerdo por iniciativa de mi amigo Arturo Vicente Vildósola Cuba, a quien todos conocíamos como ‘Sandokán’, del que también teníamos la certeza que fue el creador del emblema ‘Sinchi’ que todos los cadetes de la promoción llevábamos en el hombro de nuestras casacas Mac Gregor así como todas nuestras actividades por los pasos dados en la Escuela de Oficiales de la Guardia Civil.

16


C2

DÍA DE LA SENSUALIDAD

(En la Comisaría de Lince, Lima 1975)

El año 1975 tiene una gran connotación para todos los policías del Perú, porque el 5 de Febrero se llevó a cabo una paralización de labores y de resguardo policial que originó un gran saqueo general por las calles de Lima y que puso en jaque al gobierno militar de ese entonces. Mi incipiente formación académica no me permitieron ver la trascendencia de aquella acción ya que por esas épocas yo cursaba el cuarto (y último) año de formación y recuerdo que a todos los cadetes de la Guardia Civil nos comunicaron que debíamos de constituirnos a nuestra Escuela en La Campiña, Chorrillos debido al Estado de Emergencia que se vivía, y durante la semana de la revuelta patrullamos las calles con nuestros fusiles M-31 conformando un sistema de seguridad por las calles de la ciudad.

Pero esta anécdota no se trata de la remembranza de esa fecha si no que precisamente a partir del mes de Setiembre de ese año en adelante, según el currículo de estudio, se llevaba a cabo las Prácticas Profesionales para graduarse como

17


Alférez, el cual consistía en ser ‘destacado’ o designado a una Comisaría (el más próximo a su domicilio) para que en ‘vivo y en directo’ se tomara conocimiento las vivencias propias y las funciones

que

debía

de

cumplir

el

nuevo

oficial,

y

posteriormente preparar un Informe del desarrollo del mismo. Como mi domicilio estaba fijado en el Distrito de Lince fui designado a esta Comisaría ubicado en el Jr. Bernardo Alcedo 865,

juntamente

Martínez

con

Salazar,

otros

Savo

compañeros

Macan

Papa,

como

Armando

formando

grupos

separados, y guiados por los Alfereces GC Carlos Bermúdez Fernández, Rosendo Cisterna Peña, Carlos Jesús Claudio Eyzaguirre Rivera y Raúl Bayona Martínez, quienes fungieron de

Monitores

y

nos

tomaron

como

aprendices,

conduciéndonos por lo que ya habían aprendido durante su año como Oficial. Yo ‘sólo tenía ojos’ para aprender de ellos, tanto en sus actividades personales así como en la situación de Disponible, Retén, Servicio y de Franco, en los que estaban repartidos los horarios de la vida policial. Y así en esas circunstancias que también me enteré de una historia

cursi

pero

tenebrosa

respecto

a

la

‘visita’

o

acercamiento de una ‘dama’ bien proporcionada a la que llamaban ‘La medio sueldo’, que podría ser comparada con la viuda negra, pero ésta no llegaba matar al marido, sino en cambio –dicen- que tenía la habilidad y la astucia de engatusar y seducir, a los oficiales de reciente egreso, llegando a procrear con ellos, cuando menos un hijo, por el cual los demandaba

judicialmente

por

alimentos

y

le

sacaba

limpiamente medio sueldo a cada uno de ellos, y así ya tenía tres hijos de diferentes oficiales, con los que tenía suficiente para mantenerse. Me previnieron que su modalidad era visitar

18


las Comisarías de Lima, centrar su objetivo, para luego buscar la manera de acercarse, y la forma preferida era tener un choque por alcance al vehículo de su presunta víctima, el cual era ya el inicio para que prosperara un contacto, algunas lamentaciones, intercambio de datos, las disculpas del caso, y tratar de arreglar el problema, para incluir un romance bien maquinado del cual obtendría el provecho pecuniario. Era tanto el miedo o la sospecha que, al acercamiento de cualquier dama, señorita o ‘hembrita’ con pretensiones amorosas, era rápidamente desechada por el temor a perder un medio sueldo, que aún las prácticas de cadetes no nos podíamos dar el lujo de no tenerlo en cuenta. La Comisaría era comandada por Mayor GC Germán Champín Puccio, pero de quien más recuerdo era de un Capitán a quien todos conocían ‘cariñosamente’ como ‘El Capitán Basura’. Otro de los hechos más llamativos de mi incipiente vida policial fue el de conocer en persona a la bella Miluska Vondrak Steel, natural de Sullana, quien fuera Mis Perú en 1964, la que había tenido un percance en su domicilio de la avenida Arequipa, y yo acompañé al Alférez que se hizo cargo de la constatación y sus procedimientos. Ese día había conocido la belleza de una mujer a través de sus ojos grandes y hermosos, y la sensualidad que desplegaba, lo que serían, tal vez, los parámetros de mi aún

encubierta poesía. Ese día, en ese

momento, conocí y entendí a tener la idea que ‘la belleza… es un átomo de felicidad’. Casi a las tres semanas de haberse iniciado las prácticas en la que compartíamos los turnos del servicio así como las demás comisiones, el famoso ‘Capitán Basura’, encontrándose en la situación de ‘Permanencia’ en el local de la Comisaría (o sea le

19


tocaba pernoctar y estar a cargo de los servicios y las responsabilidades), ordenó que a determinada hora los grupos de retén y disponibles hiciéramos ‘batidas’ pero esta vez especialmente con las meretrices que pululaban por la Av. Arequipa, el Hotel Yerovi, Parque del cine Alhambra, San Eugenio, corredor de la Av. Hipólito Unanue entre el edificio ‘El Dorado’ pasando por el Tip Top, inmediaciones del otrora cine Country hasta llegar al Cine Ambassador y otros recovecos como el Jr. Belisario Flores, y que se trajera la mayor cantidad posible de féminas de vidas libertinas. Siendo ya las dos de la madruga el operativo estaba llegando a su término por lo que el calabozo estaba atiborrado y cada grupo de servicio se vanagloriaba de haber traído las mujeres más atractivas y sensuales, que yo, hasta esa fecha, podía haber conocido, pero con un léxico procaz exagerado y reclamando en conjunto por su momentánea detención. Claro que entre ellas había caído, hasta ese momento un raro espécimen (travesti), que era la parte burlesca y de asombro de los novatos aprendices de policía, como para tenerlo en cuenta y no confundirse en algún momento de su vida. Era algo así como una pesca de una ‘carachama’ o bagre entre tantas ‘doncellas’. Al término del operativo se le dio cuenta al ‘Capitán Basura’ con el resumen de lo obtenido con el Parte respectivo, estando entre ellas dos ‘requisitoriadas’ (tenían requisitoria judicial) por lo que quedaron a buen recaudo. El Capitán, que había estado pendiente de estas operaciones procedió a bajar de su dormitorio y dirigirse a los calabozos y en una manía de efectuar

la

respectiva

‘calificación’

iba

ojeando

y

seleccionando a las más atractivas y proporcionadas. Y

20


cuando ya todas habían sido chequeadas, se dirigió en un tono coloquial, diciendo: “Saben muy bien le fecha de hoy día… ¿Noooo?” A lo que todas respondieron: “¡Claro! ¡Hoy es 20 de Setiembre!” Y el Capitán les recalcó: “Por ser hoy su día, los he mandado a traer para saludarlas y expresarles mi felicitación personal”… “Tengan en cuenta que la Guardia Civil, a través de mi

persona,

sacrificadas

rinde

homenaje

especial

a

personas

tan

como ustedes”… “Y por esta vez saldrán y no

serán detenidas ni sometidas a los exámenes de rigor”. Por lo que recibió una gran ovación de las presentes. El ‘Capitán Basura’ dispuso la libertad inmediata de las ‘mariposas de la noche’, quienes abandonaban el local policial entre abrazos y saludos en conmemoración de celebrar su día. Aquella amanecida supe muchas cosas que serían parte de mi vida policial: El cumplimiento del servicio ‘sin dudas ni murmuraciones’; el despliegue policiaco de los Disponibles y de

los

Retén;

la

plena

autoridad

de

un

Capitán;

el

descubrimiento del conjunto visual de mujeres de la ‘vida alegre’; el reconocer la diferencia entre prostitutas y travestis; el conocimiento que alguien se acordaba el Día de las Prostitutas (20 de Setiembre); y la sapiencia de un ‘Capitán Basura’, que en el fragor de todos estos acontecimientos se había apartado a dos de ellas, las más lindas y extravagantes, para tenerlas de compañía y libar algunas copas en un apartado, en las horas que aún le faltaba para amanecer y que, de alguna manera, le hicieran olvidar el porqué los demás colegas lo conocían ‘cariñosamente’ como ‘El Capitán Basura’.

21


22


C3

LA MUÑECA DEL SALVAVIDAS

(52 Comandancia de Salvataje - II Región GC Lima 1976)

En el desempeño de las funciones policiales pocos hechos marcan el derrotero de lo que es el servicio policial así como la vivencia que cada uno guarda en lo más íntimo de sus recuerdos y que significa un tesoro al evocarlo, porque trae a la memoria el aprecio y el cariño entre las personas que supieron cultivarlo. Durante el año de 1976, en mi primer año de Alférez de la Benemérita Guardia Civil del Perú, conocí la idiosincrasia del salvavidas, dignos representantes de la emblemática 52 Comandancia de Salvataje, cuya inicial Base se encontraba situada en el local de la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús en Barranco, cedido por el entrañable Padre Ricardo Wiesse Thordike. Uno de los hechos que me llamó poderosamente la atención fue saber que a uno de los salvavidas de origen andino pero blanquiñoso y ojos claros, y que prestaba servicio en la Playa de Naplo, en Pucusana, lo llamaban con el apelativo de ‘Muñeca’, al cual tendría la oportunidad de conocer en la misma playa cuando me habían asignado controlar las playas de la zona sur desde Punta Hermosa, Punta Negra, San Bartolo, Santa María, Naplo y Pucusana a 58 Km. de Lima por la Panamericana Sur. Cuando conocí al Guardia que todos mencionaban como ‘Muñeca’ creí que se trataría por alguna razón de amaneramiento o femineidad, pero cuán grande sería mi sorpresa de saber que no era así. El Guardia Ignacio Cirilo Cavero Gonzales, más conocido como ‘Muñeca’, era sencillo, humilde, respetuoso y muy disciplinado, de rasgos muy

23


varoniles de origen andino y con su peculiar estilo al hablar propio representante del hombre de las serranías. Las veces que me correspondía controlar aquellas zonas en muchas oportunidades teníamos que compartir el almuerzo que nos facilitaban las municipalidades en los restaurantes del lugar previo acuerdos y convenios, y me hizo conocer mejor al Guardia Cavero, que empezamos a cultivar una amistad muy sincera que se expresaba en el respeto mutuo, tal vez por mis orígenes similares y al de mis antepasados; pero en ningún momento se me ocurrió preguntar o saber sobre el origen de aquel sobrenombre o ‘chapa’, que se quedó en segundo plano, hasta el término de la temporada veraniega.

Y para cuando nos habíamos mudado al temporal recinto en los interiores de la II Región de la Guardia Civil en Lima, en la avenida España, para cumplir otra de las funciones relacionadas al control de multitudes en temporada de invierno, y la mayoría de salvavidas se recogían de diversos confines, en cierto día, cuando se desarrollaba los partidos de fulbito, se notaba gran algarabía y bullicio entre los participantes de los equipos y sus respectivas ‘barras’, entre los que podía reconocer al ‘Mono’ José Orlando Reátegui Galindo, a Sánchez Sánchez ‘El Nene’, también a Pedro Butrón Díaz, al Cabo Henry Horna Gómez, a Constantino Pacheco Quispe ‘Matafrijoles’, Alvaro Augusto Gaudry De la Cruz, y a Juan López Ranilla.

24


Entre el jolgorio y las manifestaciones expresivas que impulsaba el fulbito pude escuchar la ‘chapa’ de mi amigo Cavero Gonzales, cuando le decían “¡Vamos Muñeca!”…, “¡Pásala Muñeca!”…, “¡Patea Muñeca!”… -eran las expresiones para indicarle las jugadas que debía de hacer- por lo que decidí preguntarle al Suboficial Genaro Campos Linares ‘Campitos’ o ‘Chinchorro’ quien supo entregarme la siguiente historia: Resulta que en cierta oportunidad cuando el Guardia Cavero se encontraba de servicio en la Playa de Conchán (de mar abierto y olas peligrosas) notó que una ola había tomado por sorpresa a una bañista y la había ‘revolcado’, con peligro de ser víctima de ahogamiento, por lo que fue rescatada por Cavero Gonzales, quien al recostarla en la arena y colocarla en posición -propio de un rescate- le brindó los cuidados para su recuperación, notando que la dama era una joven muy hermosa, de cabellera rubia, y, sobretodo, de unos bellísimos ojos color celeste, del cual quedó prendado cuando los vio.

Al haberse recuperado la joven salvada dijo llamarse Sharon Helsing de 22 años de edad, norteamericana integrante del equipo de sóftbol (softball, también llamado "bola blanda") que participaba en un campeonato internacional, a la que tuvo que aplicarle la técnica de la respiración ‘boca a boca’ y ella le confesó que, en su vida, era la primera vez que le habían dado

25


un beso en la boca y en esas circunstancias, y lo que más le halagaba era que había sido un Baywatch, (Guardián de la Bahía o Vigilante de Playa al mismo estilo de David Hasselhoff) y que precisamente había ocurrido en el Perú. Y con un aliento casi extenuado sólo atinó en agradecerle al salvavidas y le consultó si podía ofrecerle alguna recompensa o un premio por su destacada labor. Ante esta proposición, y al notar lo bella que era la joven -y sabiendo que al Guardia Civil le estaba prohibido aceptar recompensas por sus acciones- el Guardia Cavero, en su versión castellana de decir las cosas, y con una galantería propio de los superhéroes, inesperadamente atinó a pronunciar lo siguiente: “Sólo quiero que me mires… con tus ojos… ‘Moñica’”. Y desde ahí sus compañeros de playa, se encargaron de difundir esta singular ocurrencia, la misma que también fue publicada en un medio periodístico de aquella época. Y desde ahí todos empezaron a llamarlo cariñosamente ‘Muñeca’, aunque algunos le decían ‘Caverito’, ‘Caverucha’ o simplemente ‘Cholo Cavero’. De alguna manera me vinieron a los recuerdos el saber que mi amigo Cavero Gonzales había nacido en 1937 en el pueblito de Huancarama, (donde las papas queman) muy cerca a Abancay, Apurímac, y que luego de servir en el ejército como voluntario postuló a la policía (Guardia Civil) en donde luego de prestar servicios en la 1ra. Comisaría de la 25 Comandancia GC pasó destacado a la Compañía de Salvataje, siendo uno de sus fundadores en el año 1964. Solía decir que algunos le apodaban ‘Beckenbauer’, y otros le decían ‘Rompe muñecas’, por lo duro que era para el juego, y en cierta oportunidad le dislocó la muñeca a otro jugador. De ahí que le temían y cada vez que Cavero iba al encuentro cuerpo a cuerpo solían decir: “¡Cuidado con la muñeca!... “¡Cuidado con la muñeca!”. El

26


mismo Cavero cuando jugaba los partidos de fulbito hacía unas suertes de zig-zageo, finta con la pelota y el cuerpo, saltando en son de burla y gritando a la vez “Ehhhhhaa, Ehhhhhhaa, Ehhhhhaaa”, tratando de hacer quedar en ridículo al oponente, con los ‘quites’ de un toreo futbolístico. Quien lo paraba batiendo era su amigo Fernández Prado, a quien él le decía “Yo soy tu padre y tú eres mi hijo, porque yo he trabajado también en Catacaos” -la tierra del supuesto hijo-. Aún recordaba que tenía como compañeros al Guardia Miguel Rengifo Saavedra y Remberto Panduro Saboya, y su Jefe de Playa era el Sargento Eusebio Pino Ugarte. Recuerdo muy bien que una las sentencias que más usaba Caverito era cuando decía: “Los que son, son; y los que no son,

no son”

En 1980 durante el adiestramiento de Supervivencia en la Playa El Silencio un grupo de salvavidas posan para la recordación: Gerónimo Beltrán Isidro, José Almeyda Albornoz, Francisco Acosta Medina, Francisco Dávila Soplín, el recordado Ignacio Cavero Gonzales más conocido como 'Muñeca', y Miguel Bendezú Chávez 'El Chocado'.

El ‘Compadrito’ de José Almeyda Albornoz hacía hincapié que cuando Cavero Gonzales jugaba fulbito tenía la manía de expresar lo siguiente: “Tira con ‘curvo’, tira con ‘curvo’ pe’ ‘Chepleco’(*)…”, cuando él quería que le pasaran la pelota pero

27


sorteando al adversario, para que el balón hiciera una curva y llegara a sus pies. Aunque era fogoso en correr el fulbito no había sido inventado para él. Asimismo, otro salvavidas de la nueva hornada, Hugo Barinotto Castro, recuerda al ‘Cholo Cavero’ cuando cada vez que quería que le pasaran la pelota decía: “Auminta… auminta… auminta…” y decía que era uno de los que pertenecía al equipo de los ‘Laulicos’. De igual modo, Almeyda Albornoz refiere, que cada vez que salían de Comisión al interior del país, los amigos le hacían barra en conjunto: “Ahorita va llover…ahorita va llover…” para Cavero Gonzales les cantara, y él accedía entonando respondiendo: “¡Vayan guardando sus herramientas… que la lluvia los va mojar!”… (Coro con palmas) “Ahorita va llover… ahorita va llover”… Y Cavero respondía: “Más vale que sea ahorita… más tarde no se va poder...” (Coro) “Ahorita va llover… ahorita va llover”… Y Cavero empezaba a improvisar: “Más vale que lleven su cancha… que el ‘rancho’ no lo van a ver”… (Coro) “Ahorita va llover… ahorita va llover”… “Ahí viene Sánchez Sánchez ‘El Nene’… bailando con su mujer”… (Coro) “Ahorita va llover… ahorita va llover”… “Ojalá que cuando lleguemos… el Jefe se porte bien”… (Coro) “Ahorita va llover… ahorita va llover”… “Cuidado con Arroyo Avalos… la timba lo va perder”… (Coro) “Ahorita va llover… ahorita va llover”… “Amarra tu perro cholita… no me vaya a morder”… (Coro) “Ahorita va llover… ahorita va llover”… “Si nos encuentra cantando… el ‘Supercholo’ nos va a joder”… (Coro) “Ahorita va llover… ahorita va llover”… Y así el ‘Cholo’ Cavero, entre las risas de sus compañeros procedía a escabullirse y sentarse entre la algarabía que sus rimas habían producido entre todos sus compañeros.

28


Personal de la Unidad de Salvataje embarcados a cumplir una Comisión del Servicio

De mi amigo Ignacio Cirilo Cavero Gonzales se puede decir muchas cosas pero él me confió alguna vez que se sentía orgulloso de haber trabajado en todas las playas de Lima y Callao y acostumbraba decir “Yo he dado dos vueltas por todas las playas”. También recuerda que después de 25 años de servicios en la gloriosa Unidad de Salvataje tiene un registro personal, en una libreta privada, de 648 rescates en todo su historial (de lo que resulta un promedio de 25 rescates por temporada), de los cuales guarda inolvidables recuerdos. Y ahora, en la última etapa de su vida, todavía se puede decir que se encuentra desempeñando su labor de ‘salvavidas’, en este caso de ‘almas’ o ‘espíritus’, ya que pertenece a una congregación evangélica en la que con cada acto suyo va llevando ‘la palabra de Jehová’. (*) Chepleco: Término usado por Cavero para referirse a una persona pequeña, insignificante, enana, para realizar grandes hazañas.

29


Ignacio Cirilo Cavero Gonzales, Paulino Hernández Huamán, Jorge Rodríguez Burgos, Alipio Antonio Arroyo Cruzado, Wilfredo Torres Del Aguila, Pablo Gárate Portocarrero, Román Quino Ortega y Napoleón Pérez Jesús

30


C4

SOLICITUD DE CAMBIO

(En la Dirección de Personal de la Guardia Civil 1977)

Por costumbre y tradición, y así también estaba normado en la antigua Guardia Civil del Perú, cada Oficial en cierto mes del año tenía que llenar un formulario o solicitud de Cambio de Colocación, indicando antigüedad en el grado, motivo por el cual quería ser cambiado, (era obligatorio salir fuera de Lima para acumular puntaje tanto al tercer año de Alférez como en los otros grados después de dos años de permanencia en el mismo lugar, y así en forma viceversa para retornar de provincias). Esta bendita ‘solicitud de marras’ (como lo dirían los antiguos Guardia Civiles, en nada ayudaba o beneficiaba a la mayoría de los policías, si no que servía para que algunos se aprovechen y se valgan de conocidas recomendaciones para llegar a los puestos más ventajosos o no ir a los lugares que nadie quería llegar, sea por la altura, lejanía, lo inhóspito, o peripecias que tenía que sortear. Ya en los meses de Diciembre, Enero y Febrero que todos los oficiales nos encontrábamos dispuestos a controlarnos en el Departamento de Control de la DIPER-GC ubicado en uno de los extremos del Ministerio del Interior (lo que hoy queda frente a la canchita de fulbito) para dirigirnos a nuestros nuevos destinos, en cierta oportunidad me encontré con un Alférez de mi Promoción, quien al parecer no estaba conforme con su cambio de colocación y tenía todas las intenciones de efectuar un reclamo, ya que no se había respetado su pedido hecho en su solicitud respectiva.

31


Por pura curiosidad acompañé al contrariado oficial para saber cómo era que se reclamaba en estos casos, y al llegar a conversar con el oficial que había sido casi el responsable de su cambio, le indicó: -

¿Ud. no ha pedido el lugar al que ha sido designado? ¡No, Mi Comandante! –respondió enfáticamente el Alférez-

Y el Comandante, hurgando entre los archivos de su Legajo Personal, le mostró al Alférez su solicitud de Cambio donde figuraba su pedido. Y donde decía bien claramente; Primera Opción: HUANCAVELICA (hecho de puño y letra) -

Yo, Mi Comandante, había pedido ICA, porque tengo familiares por ahí. Lo siento mucho Alférez -respondió el Comandante- Aquí dice bien claramente HUANCAVELICA. Y Ud. se va para allá. He terminado.

A modo de consolarlo seguí acompañando al Alférez en donde pudimos aclarar que ‘alguien’ interesado en el Puesto que él había solicitado había tenido la osadía de modificar su solicitud y haber agregado HUANCAVEL a la palabra ICA que él mismo había llenado de su puño y letra. -

¡Me ha hicieron! No volverá a suceder en la próxima –dijo en voz entrecortada- “No hay mal que por bien no venga”. Vamos Promoción, te invito un trago –concluyó en aceptar su destino-

Y nos fuimos a disipar penas en un restaurante de la Av. Petit Thouars en San Isidro.

32


C5

EL GUARDIA CHEF

(Comisaría del Balneario de San Bartolo 55-CGC Lurín 1977)

Durante el año de 1977 pasé a prestar servicios en la Comisaría de San Bartolo de la 55ava. Comandancia de la Guardia Civil con sede en Lurín, en el que durante la temporada de playa el servicio era compensado por la asistencia de bañistas y la algarabía de los residentes que retornaban para pasar el verano, y en los meses de invierno, eran los más fríos y aletargados por ser muy distante de Lima y además de recargada labor para la policía por cuanto en este lapso los ‘cacos’ hacían de las suyas en el robo de las viviendas que no tenían vigilancia, y las denuncias recién se producían en el verano, cuando retornaban a sus propiedades.

La

antigua

Comisaría,

ubicada

en

una

esquina,

estaba

comandada por el Capitán GC Raúl Olivas Ortega, en el que compartíamos roles con el Teniente Oscar Mansilla Cóndor y con el también entonces Alférez GC Juan Carlos Rodríguez Albi, él, prendado de las veraniegas adolescentes y, yo, bajo los influjos musicales de Bread con canciones como ‘Make It

With You’; ‘Baby, I'm a want you’; ‘If’; ‘Aubrey’; ‘Diary’; y ‘El año del gato’ de Al Stewart.

33


Uno de los Grupos de Servicio del Personal policial estaba conformado por efectivos que radicaban en Lima y otro grupo por los residentes en San Bartolo, entre ellos el Guardia Martín Carlos Valer Pagaza (natural de Cachora-Abancay) quien tenía una bodega camino al Club de Curayacu. En el Grupo que venía de Lima, a cumplir con su servicio, se encontraba el Cabo Espezúa y un Guardia con un abdomen pronunciado. Ambos se me quedaron perennizados en este relato por la sencilla razón que el Guardia indicado se había percatado que su Cabo en horas de la noche salía diciendo que iba a tomar sus alimentos (cenar), pero no era así, sólo aparentaba dar unas vueltas por el mercado y algunas calles y retornaba sin probar bocado alguno, lo que motivó que el Guardia Feliciano Castro, en un acto generoso, fungiera de chef, preparando arroz blanco y frituras o sudados, con pescado

que

los

amigos

pescadores

solían

obsequiar,

asentados con café y pan, y para este último con los aportes voluntarios que hacíamos cada uno para participar de la cena. Todo esto con gran algarabía y beneplácito del Cabo, quien llamaba con mucho cariño ‘Castrito’ al Guardia chef, al mismo tiempo que se frotaba la palma de las manos. Algunas veces, en son de broma, el guardia ‘pretendía’ en declararse en huelga, y le decía, “O no cocino, Mi Cabo” cuando éste pretendía enviarlo de comisión a la jefatura de Comandancia en Lurín. Incluso, me consta, que el Cabo en algunas oportunidades cuando el Guardia se encontraba indispuesto por los síntomas de la gota, del cual padecía, se ofrecía tomar su turno de vigilancia en horas de la madrugada, con tal que el Guardia chef cumpliera efectivamente en preparar el ‘rancho’ en horas de la noche.

34


C6

CON EL MISMÍSIMO DIRECTOR

(Comisaría del Balneario de San Bartolo 55-CGC Lurín 1977)

Otro de los motivos de los recuerdos en San Bartolo fue tener un imprevisto e inusitado encuentro con el entonces Director General de la Guardia Civil (periodo 1975 – 1979), Teniente General Gastón Zapata De la Flor, por hechos inauditos que se sucedieron como para tenerlo en el recuerdo. (El aludido General fue también Director de la Escuela de Oficiales en el periodo 1971 – 1972,

precisamente éste último año cuando

nos internábamos en la Escuela, y se le oía decir que para el cadete y siendo la primera promoción en la Campiña, todo debería ser “de lo mejor…”, y tenía por costumbre terminar sus frases con el slogan “ni hablar…” para referirse que no había objeciones y que todo estaba sacramentado) Resulta que el Comité Cívico de Cooperación con la Comisaría de San Bartolo, con la aprobación del Comando, había acordado realizar una actividad para recaudar fondos y cumplir su misión. Era un día Sábado, y se había organizado un baile show con orquesta, con la venta de comida, gaseosas y cervezas, además de las tarjetas vendidas con anterioridad, en el que todo el personal policial debía participar, desde la organización, distribución y venta, con la seguridad y hasta el recojo de los equipos utilizados, llevándose a cabo sin ninguna novedad,

concluyendo

la

actividad

a

las

06.30

horas

aproximadamente, en el que por encontrarme de servicio tuve que retornar a la Comisaría, después de rendir cuenta de las ventas y montos recaudados, para poder descansar de la noche agitada por la que había pasado.

35


Cuando ya había conciliado el sueño y dormía para recuperar las fuerzas y estar apto para continuar con mi turno en el servicio del día domingo, y de seguro que me encontraba en el proceso REM (movimientos oculares rápidos MOR; en inglés,

rapid

eye

movement

REM

sleep),

o

como

decimos

coloquialmente ‘en los brazos de Morfeo’, entre mis sueños llegaba a escuchar voces altisonantes que provenían del pasadizo de la Comisaría, que me hacían imaginar que se trataría de algún borrachito, de esos que nunca faltan en las Comisarías, cuando de pronto se escuchó que alguien había empujado la puerta del dormitorio donde me encontraba, y yo me aprestaba a reprochar al autor del mismo, cuando al levantar la mirada pude observar al mismísimo General Gastón Zapata

De

la

Flor,

en

persona,

con

ropa

deportiva

característica y gorro de tenis, todo en color celeste (excepto las medias y las zapatillas que eran blancas), y con raqueta en la mano a la altura de las caderas, parado en el umbral, por lo que más rápido que un rayo, me puse en pie y lo saludé verbalmente poniéndome en posición de atención (como se me había enseñado disciplinadamente) listo para escuchar su órdenes. - ¿Ud. es el Alférez de Servicio? –dijo inquisitivamente- ¡Así es, Mi General! –respondí con la mirada al frente- ¿Y durmiendo a estas horas? –lo dijo mirando mi pijama también de color celeste- Es que anoche tuvimos una…. –no me dejó concluir la explicación- ¡Que se me presenten el Comisario, y el Jefe de Unidad, juntamente con Ud.! –indicó- procediendo a retirarse.

36


Mi primera intención era saber qué efectivo policial había permitido que este hecho ocurriera en esta forma y no me habían alertado sobre el particular, cuando constaté que estaba

el

Guardia

característica

que

Silva, lo

muy

dejaba

joven a

él,

luces

pero

que

con

era

una

posible

comprenderlo. - ¡Cómo se le ocurre no haberme avisado para recibir y atender al mismísimo Director General de la Guardia Civil del Perú! ¿Es que Ud. no conoce al Director? –le increpéA lo que el Guardia muy taimadamente, al estilo piurano, me contestó: - ¡No, Mi Alférez!. ¿El Director General?... La verdad, pensé que era uno de esos ‘pitucazos’ que frecuentan por este balneario y creí que era su amigo personal. ¿No vio cómo estaba vestido? –supo decir de una manera casi infantilAl indagar, comprobé que eran como las 09.45 horas, y el motivo de la presencia del General en la Comisaría, supe que había sido porque en la playa del Club Curayacu (exclusivo de la GC), el mar había varado gran cantidad de basura y desperdicios

que

estaban

flotando

por

su

ribera.

Supuestamente para que la policía indagara sobre quiénes habían sido los autores de este hecho. De inmediato me comuniqué por teléfono con mi Comisario, Capitán Raúl Olivas Ortega, y él después con el Comandante GC José Espejo Gutarra, quien era el 1er. Jefe de la Unidad, quienes

al

cabo

de

cuarentaicinco

minutos

se

hicieron

presente en la Comisaría muy preocupados por los hechos que podrían

haber

ocurrido

y

a

los

que

se

les

explicó

detalladamente los motivos y la forma del encuentro que había

37


tenido con el General, y las causas que dieron lugar a los acontecimientos indicados. El Comandante Espejo, viejo policía ducho, y fanático del fulbito a quien todos conocían cariñosamente como don “Peta”, y al que cada vez que le dábamos pases de pelota para que lo convirtiera en gol, señalaba a la barra para que con palmas con las manos le gritaran: “Peta”, “Peta”, “Peta”. Pero esta vez reunidos en el Despacho del Comisario, nos dijo: -

No se preocupen, yo mismo hablaré con el General y le explicaré

de

la

actividad

del Comité

Cívico.

Ustedes

comuníquense con la Municipalidad para que vean con relación a la basura. Y dicho y hecho, no tuvimos la oportunidad de presentarnos ante el Director, en conjunto, como lo había ordenado. Me enteré en esos momentos que don ‘Peta’ era compadre espiritual de don Gastón Zapata De la Flor, y de seguro le había explicado

muy

convenientemente

las

circunstancias

que

dieron motivo a que un Alférez estuviera durmiendo, con pijama y todo, en horas de su Servicio.

Después de 34 años en el que ocurrió la anécdota el Sr. Tnte. Gral.(r) Don Gastón Zapata De la Flor sigue tal igual como aquella vez en que me pareció verlo cuando era el Director de la Guardia Civil del Perú

38


C7

ASÍ CUALQUIERA ENTIENDE

(57 Comandancia GC Forestal de Huancayo 1978)

Aunque yo no tuve la oportunidad de trabajar en la ‘Incontrastable’ ciudad de Huancayo, pero sí la conozco por un viaje que hice cuando todavía era un Cadete de la Benemérita Guardia Civil del Perú, sintiendo las vivencias de ser ‘Huanca’ gracias a mi amigo y Promoción Arturo Vicente Vildósola Cuba, disfrutando del baile del ‘Santiago’, allá por el verano de 1973. Lo que a continuación les voy a contar, se refiere a lo que me dijeron, o alguna vez supe oír de lo que se decía de mi querido amigo y Promoción Jorge A. Puente De la Vega Tolentino, más conocido como ‘El Chombe’ (que quiere decir mezcla de carismático, compañero fiel y un ‘pata’ buena gente), quien tenía la picardía y el anticipo de ‘adivinar’ la cosas, por su experiencia provinciana –por ser Huancaíno- y los golpes que le había dado su naciente vida policial, yugo de amarre entre la antigua y la nueva Escuela de Oficiales. Eso hacía de él un producto genuino, maquillado para afrontar los más grandes problemas que se le pudieran presentar. Pues cuentan que cuando ‘El Chombe’ pasó cambiado a trabajar a la 57 Comandancia de la Policía Forestal en la ciudad de Huancayo, Departamento de Junín, allá, por el año de 1978, cuando era su tercer año de Alférez, y se encontraba imbuido en una nueva función como el de combatir el tráfico de madera y la caza furtiva de vicuñas, el tráfico de animales provenientes de la selva central peruana, una mañana de esas en que nadie entiende, recibió una orden superior para representar al Jefe de la Forestal, para que asista a una Charla informativa, correctamente uniformado, el que se llevaría a cabo en una de las Oficinas Agropecuarias, y así poder actualizarse de los procedimientos establecidos por el Sector, ya que por ese entonces la Policía Forestal, de reciente

39


creación, tenía mucha vinculación, y hasta recibía presupuesto designado por el Ministerio de Agricultura, ya casi a postrimerías del Gobierno Militar de las Fuerzas Armadas.

Dicen que muy a pesar de su gusto, el buen ‘Chombe’ asistió como le habían ordenado, en donde se pudo percatar una asistencia masiva de personal policial así como de funcionarios y técnicos del Ministerio de Agricultura, entre quienes pudo ver y también mantener una cercanía con una funcionaria muy guapa, con quien, aprovechando de los trabajos e intercambio de información de los temas tratados, poco a poco entablaron cierta amistad que en los días siguientes, llegaron a ser algo más que amigos, con todo el romance y el idilio, que suele producir el ambiente provinciano. Y así, cuentan que entre el ‘Chombe’ y la enigmática dama de Huancayo surgió un amor que se fue incrementando con los días, y hubo en cierta oportunidad cuando los deseos se vuelven más poderosos que los mismos preceptos prohibitivos, y más aún cuando se ve transportado por algunas copas de licor, esa tarde ‘El Chombe’ quería sentir una vez más el ardiente fuego que a ambos los consumía, y luego de llamarla por teléfono, la reina de sus encantos le informó que no podía salir por tener que atender a ‘una tía’ que necesitaba de su presencia y era casi imposible que pudieran verse en aquel día.

40


Y así, recuerdan, amigos.

que el buen Jorge siguió libando con sus

Y habiendo tenido en cuenta que ya habían transcurrido un tiempo más que prudencial como para atender a ‘su tía’, y que el fuego ardiente que en esos momentos sentía lo empujaba en hacer lo que todo enamorado haría, mi amigo ‘El Chombe’ decidió en constituirse al domicilio de su amada para tenerla en sus brazos y así poder comérsela a besos. El licor estaba perdiendo sus efectos, la calle se hacía más distante ante una amenazante lluvia, pero cuando llegó al lugar de su destino, la sorpresa fue algo más que grande, al poder reconocer que estacionado por las cercanías del lugar se encontraba la camioneta de ‘Don Máximo’(el máximo de los máximos), un Alto Jefe Policial, el más Superior de todos (para no tener que mencionar el nombre), lo que motivó que ‘El Chombe’ se agazapara entre las paredes para poder observar con sus propios ojos lo que pudiera acontecer. Y después vio que ese ‘Alto Jefe’ y su ‘querida amada’ se despedían con acaramelados besos y juegos propios de amantes empedernidos, lo que le paralizó todo el cuerpo y le impidió reaccionar, no obstante que llevaba su arma de reglamento entrecruzado al cinto, una Smith Wesson Calibre 38 cañón largo. No podía ser lo que había visto. No era ‘la tía’ el motivo de su despecho. Pero algo se le iluminó en el cerebro, como cuando se prende ‘un Foco’ de 200 watios, y vio muy claramente a su eventual rival, y para no cometer alguna desgracia, muy acertadamente lo dejó para otro día.

41


Tan pronto cuanto pudo trató de comunicarse con la que era su amada y concertaron en verse en una plazuela muy cercana, rodeada de flores olorosas y de cantoras aves. Con los infiernos por dentro, mi amigo ‘El Chombe’ sabía lo que había visto y lo que había ocurrido, que no habría motivo para ser sorprendido de nuevo, y con qué justificación le saldría ahora su amada. Al ser encarada que no había sido ‘la tía’ el motivo por el que no se habían visto el día anterior, y con la descripción de todas las pruebas en contrario, antes que el ‘Chombe’ terminara de hablar, ella, le repetía y le decía: “Calma, Calma, despacio…” Y para cuando el supuesto ofendido le hizo la pregunta de rigor: “¿Me estás sacando la vuelta?”. Cual ágil felina, con mezcla de astuta zorra, al verse descubierta, ella le contestó: “Te dije que te calmaras, para que me entiendas mejor”… Y luego le descargó “El que está ‘sacando la vuelta’, eres tú”… “Porque, para tu información, yo ya tengo dos años(de amores) con ese Alto Jefe Superior con quien me viste ayer, y contigo sólo son unas cuantas semanas”… “Piensa bien” –concluyó tajantemente la cuestionada mujer-

42


‘El Chombe’ no lo podía creer. Le habían dado un golpe de ‘jab’ y dos de ‘upper cut’, de derecha y de izquierda simultáneamente que lo dejaron anonadado, y con la ayuda de unas caricias que ‘su aún dama’ le daba en su rostro, como rayos de alguna luz se iluminó, se fue convenciendo que era él quien estaba ‘sacando la vuelta’ a ‘Don Máximo’, su Alto Jefe Superior. Y comprendiendo que ‘la sapiencia es superior a la inteligencia’ –muy por dentro- se decidió en terminar aquella relación, no sin antes en proponer y cumplir una buena faena, allá donde ‘el buen ganado’ se rinde y los eternos amantes suelen triunfar. Pero en su cerebro, tenía la idea del ‘Foco’, que le hacía oír una voz interna, y al mismo tiempo se decía: “Ahhh bueno, así cualquiera entiende”, dedicándose convenientemente a sus labores de buen policía forestal.

43


44


C8

SOPA DE RANAS

(Jefatura de Línea de Ocongate, Cuzco 1978)

Mientras que por los años 90 en Lima se hacía conocido la degustación de preparados con ingredientes de la famosa rana, tanto en jugos, extractos, y algunos elíxires denominados afrodisiacos, ya en los años 70 yo había probado lo que era las ancas de la rana de la región del Mantaro, en viaje a Huancayo (1973), y muy en especial el caldo, o mejor dicho, sopa de ranas que probé en el Distrito de Ocongate en el año de 1978. Así también, cuando se oye pronunciar el término “¿No será una sopa de ranas?” se refiere a conocer un hecho que por su contenido es difícil, ya que nunca se ha probado, ni se sabe de los componentes del mismo. Cuando me desempeñaba como Jefe de Línea de la Guardia Civil en Ocongate, Departamento de Cuzco, después de pasar por dos pensiones con recuerdos gratos entre ellos de la familia Ormachea, con la señora Ubaldina Gutierrez,

y de la

familia

Durand

de

Felipe

Oré

y

su

esposa

Concepción

Rodríguez, llegué a calar en la pensión de la familia de Grimaldo Jiménez Ochoa, donde hicimos amistad con un reducido número de profesores y enfermeras del lugar. La casa de mi amigo Grimaldo me hacía recordar a mi infancia, cuando recordaba la casa de mi tío Juan de Dios Zea Sulca, allá en Concepción, Ayacucho, sobre todo cuando mi amigo transitaba y guardaba las indumentarias y la montura de su caballo, por los sonidos que hacía las herraduras del caballo con el piso empedrado, y los olores propios que se emanaban.

45


Al poco tiempo de haber entrado en confianza con la señora Rosa Vergara (esposa de Grimaldo) y su hijita Noemí, pude tomar los alimentos al estilo de los que estaba acostumbrado pero ya con la sazón y preparación del lugar, que en cierta ocasión se tocó el tema que si había consumido alguna vez un caldo de rana, y ante la negación de mi respuesta, mi amigo Grimaldo propuso que si yo le conseguía las ranas su esposa podía preparar una exquisita sopa del cual no me olvidaría y tendría que recordarlo por muchos años, ya que decía tenía muchos poderes para lo físico como para lo espiritual.

No tanto por hacerle caso al que me ofrecía la pensión, si no por los detalles de la facilidad que me dio para obtenerlos, con tan solo encargar a los paisanos que acudían a la Comisaría, que por una pequeña gracia pronto me colmaron en un recipiente

tipo florero con

una

cantidad

aproximada

de

cuarenta ranas vivas, que luego de eviscerarlos fueron a parar a la pensión apara la preparación de la enigmática sopa de ranas.

46


A la hora de tomar mis alimentos en el almuerzo me esperaba una mesa especialmente preparada con mantel de mantas indígenas, los cubiertos bien puestos y con panes calientes y olorosos, en el que mi amigo Grimaldo hacía alarde por la ocasión y más parecía que se aprestaban a ver mis reacciones y que si era valiente para consumir dicho preparado. Lo cual me incomodó un poco y me hizo dudar de haber aceptado dicho acontecimiento, ya que entre los comensales estaba presente un profesor y una maestra, que se mostraban estupefactos de saber que yo había mandado a preparar dicha sopa. Seguramente al notar mi desconcierto y mi poca aceptación para consumir lo preparado, mi amigo Grimaldo ordenó a su mujer que le sirviera a él la sopa que había hecho de las misma olla en el que pude ver las ranas, y procedió a sentarse frente a mí, como estímulo, y empezó a consumir el enigmático alimento del que todos estaban atentos. Para cuando lo tuve decidido, dispuse que la señora Rosa me sirviera, el tan comentado, sopa de ranas. Porque en verdad era una sopa con fideos tallarín delgado, papas, verduras, en el que las ranas suplían a la carne de res o de pollo. Tenía un color característico, era como un caldo blanco, en donde las ancas de las ranas se podían ver nítidamente. Cuando ya veía que mi amigo Grimaldo se disponía a ordenar su segundo plato de ranas, con mucho esfuerzo y valentía tomé uno de los panes, que todavía estaba tibio, y me los llevé a la boca tratando que ocuparan gran espacio, para que al primer síntoma negativo de mi estómago, no se me viera escupiendo sino retirando panes remojados. Al sentir el sabor

47


de la sopa bajo las atentas miradas de los presentes, sobretodo de la niña Noemí, no sentí nada especial, y a las siguientes bocanadas comprobé que era una sopa común y corriente, y empecé a degustarlo como parte del almuerzo del día, con el comentario favorable de los comensales, quienes también pidieron probar dicha sopa. Fueron unos breves minutos en los que uno se pone a pensar que si su mejor amigo está comiendo algo en particular también debe ser bueno para poder consumirlo. Para cuando ya terminaba el plato, pedí repetición, pero tratando de secarme la sudoración, y podía ver muy nítidamente el corretear de los cuyes ‘cututus’ por debajo de la cocina donde tenía sus guaridas.

Después del especial almuerzo pudimos conversar sobre lo benéfico que parecía ser el uso y consumo de las ranas por aquel lugar. Se decía que era bueno para soportar las alturas y el intenso frío. También de que era bueno para los pulmones, y sobre todo para los males de la mente, en el que tan sólo con colocarse las ranas recién destripadas en cada una de las sienes, curaba los dolores de cabeza, cefaleas, o locuras

48


incipientes. Por sobre todo enfáticamente mi amigo Grimaldo vaticinaba que la sopa de ranas era un potente reconstituyente varonil y que me haría desempeñar eficientemente en todos los ruedos que se me presentaran. No podría decir que si era el efecto de la sopa de ranas, así como del consumo de la infusión de la hierba ‘ripa ripa’, o por la versión publicitaria a que me hizo mi amigo Grimaldo Jiménez, pero lo cierto era que sí puedo aseverar que algunas profesoras y enfermeras del lugar tenían cierto privilegio en concederme sus afectos durante mi estancia en el inolvidable Ocongate.

49


50


C9

SALVAVIDAS EN LOS ANGELES

(52 CGC de Salvataje Lima – EEUU Los Ángeles 1978)

El haber laborado en la gloriosa 52 Comandancia de Salvataje de la Benemérita Guardia Civil del Perú tanto en mi primer año de Alférez en 1976, como de Teniente en 1981 hasta mediados de 1982, cuando por circunstancias del destino aún no tenía un local fijo y rondaba entre el local parroquial cedido por el padre Ricardo Wiesse Thorndike en Barranco, con el uso de la piscina del Gálvez Chipoco, en verano, así como en los meses de invierno en los locales de la 24 Comandancia ‘El Potao’, en el Rímac, y en la última oportunidad en el interior de la II Región GC de Lima, la que posteriormente sería ocupada por la 30 Comandancia de Tránsito, ya con salida a la avenida Bolivia, me dio la oportunidad de conocer a gran número de salvavidas, confraternizar, convivir con ellos, comandarlos en algunas circunstancias del servicio de salvataje así como en el control de disturbios, y ganarme el respeto como Oficial joven que era, por lo que guardo muy gratos recuerdos de amistad, fraternidad, compañerismo, crítica sana, acendrada disciplina entre los salvavidas que conocí en esos entonces. Los encuentros de la alegría, la disipación, la ‘mofa’ y el ‘chascarro’ eran propios de una unidad acuartelada en donde el guardia Carlos Gonzales Álvarez ‘Blackamán’, el peludo de Francisco Guillermo Rivera Rodríguez ‘Cheché’(cuya frase predilecta era “Pendejerete el cojudete” (Traduccción: ‘Pendejo era el que parecía un cojudo’), el bigotón de Alvarado Zumaeta, ‘Los compadritos’ José Almeyda Albornoz, Miguel Bendezú Chávez y Francisco Acosta Medina, Antonio Arroyo Sandoval, Pablo Gárate Portocarrero, Shapiama al Cuadrado, el chato César Elera Rodríguez, así como mi amigo que le decían ‘Muñeca’ (Ignacio Cavero Gonzales) y no por problemas de femineidad si no por dicción en un momento de satisfacción en el rescate de una dama de ojos hermosos; todo eso le daba

51


una fisonomía de ‘gran hermandad’ en este peculiar estilo del servicio policial.

Generación de Salvavidas guiados y disciplinados por Genaro Campos Linares ‘Campitos’ o ‘El tío bigotes’ y Gerardo Contreras Quispe ‘El Supercholo’ (Foto de Raúl Ríos Cárdenas el último sentado a la derecha)

Y para cuando habían partidos de fulbito se veían las figuras de Edgard Benavente Alfaro ‘La Vicky’, Solio Chávez Dueñas ‘El Tumi’, del viejo Hernán Hidalgo Uriol ‘Licuy Licuy’ (de quien aún tengo de regalo su Reglamento Interno de la Guardia Civil DT-3-013 D.S.de 11 de Agosto de 1964 del Ministerio de Gobierno y Policía) y su hermano Orlando Hidalgo Uriol, Eusebio Pino Ugarte, el chato Freddy Renteros Pineda, el ‘Huachano de Puno’ Primitivo Bravo Tito, Hernán ‘Procopio’ Cahuana Marquina, en donde la voz de Álvaro Augusto Gaudry De la Cruz se escuchaba “¡Que suene el cuero!”… “¡Que suene el cuero!” (Cuando el sonido característico de la pelota hacía oír el encuentro de dos piernas en plena acción de disputarla). Estos episodios y la oportunidad de haber sido Oficial de Rancho, con el eterno chef ‘El chueco’ Luís Díaz Farfán, el ‘negro’ o ‘Cangrejo’ Hipólito Aguirre Gonzales y otros, me enseñaron a conocer personas de diferentes lugares y procedencias, altos y bajos, de renombres y humildes, entre

52


costeños, negros, morenos, blancos y serranos, ‘colorados’ y selváticos, que dejaban sus huellas y su forma de ser, y que en ese pequeño fortín, llamado ‘Salvataje’, se resumía lo que podía ser el Perú, que después tendría la oportunidad de conocer.

Cuando tengo noticias o veo fotografías de mis antiguos compañeros salvavidas, no me queda más que remontarme a esos años mozos en que mi juventud estaba ‘pletórico de fe’ de ser un verdadero Guardia Civil al servicio de la sociedad, y al evocar esta anécdota -que me la contaba en reiteradas veces el mismo Vicente Jiménez Huayra, de quien yo era su Oficial de Sección- decía que en cierta ocasión en el mes de Octubre de 1978 tuvieron la oportunidad de ser seleccionados y así viajar a Los Ángeles, Estados Unidos de Norteamérica, para participar en lo que se denominaba Intercambio Cultural Perú – USA en el campo de Salvamento Acuático en un Curso que duraría un mes aproximadamente y gracias a la invitación de la Asociación Mundial de Salvataje, quien financió los viáticos y la estadía, así como el entusiasmo del Ing. Alfonso Flores Nohessel, Presidente del Comité de Cooperación con la Unidad de Salvataje.

53


Tercer grupo de Salvavidas que en 1983 viajaron a Honolulu Hawai: Walter Díaz Cueto, Mauro Manuel Ormeño Espinoza, Vicente Jiménez Huayra, Alván Bendezú, Sixto Santini Curotto y Augusto Morales Lazo.

En esta segunda oportunidad que viajaba una delegación de salvavidas al extranjero (el primero fue cuatro años antes un 27 de Diciembre de 1974 al Estado de Guanabara -fue un Estado que existió desde 1960 hasta 1975, en el territorio del actual Municipio de Río de Janeiro, Brasil-) con el Alférez Jorge Vásquez Avilés, Manuel Gonzales Díaz y Luís Dorival Barsallo, a seguir un Curso de Manejo de Embarcaciones Náuticas en el Cuerpo Marítimo de Salvamento en Río de Janeiro) habían sido seleccionados los Guardia Civiles Arturo Güimac Bonifaz, Justo Huaquipaco Monroy, Vicente Jiménez Huayra, al mando del Sargento Augusto Morales Lazo más conocido como ‘Jawaryou’(*), viajando con sus indumentarias y equipo de salvamento así como luciendo el majestuoso uniforme verde olivo número 05, con polaca, camisa blanca, corbata, gorra (kepí) hacia un destino en el que le dijeron que ‘ya todo estaba arreglado’ y que al menos sólo necesitaban hablar un poquito

54


de inglés, del cual Morales Lazo fungía de ser el interprete del grupo.

No, no son Guarda Costas. Son salvavidas de la Guardia Civil (GC) Primera fila sentados: Carlos Ascue Gutiérrez, Arturo Güimac Bonifaz, Chapiama Shapiama, Aguilar Bernal Ruíz. Segunda fila: Gálvez Gálvez Coks, Briceño Echevarría, Roque Ruíz Allende, Constantino Pacheco Quispe ‘Matafrijoles’, N.I. Tercera fila en pie: Andrés Carrasco Garay, Amadeo Navarrete Flores, N.I., Marino Bustillos, y Danny Espinoza Anicama (Foto de Amadeo Navarrete Flores)

El que está sentado en la parte central es Justo Huaquipaco Monroy (Foto de Julio Torres Zavaleta)

55


El Curso consistía en técnicas de respiración en el agua, uso de la boya ‘torpedo’, primeros auxilios en el agua (CPR en inglés), además de competencias en la playa de Huntington Beach, en los que fueron sometidos a rudas pruebas como la del ‘hombre de hierro’, considerada la más exigente, que consistía en nadar en el mar una distancia en forma de cuadrado de 300 metros por lado, para luego regresar y realizar una carrera en plena arena, completando la distancia de 500 metros. En pleno vuelo de ida lo que más le preocupaba al grupo era eso de que no dominaban el inglés, al menos ni lo más básico, que Jiménez Huayra recuerda que se pusieron nerviosos en el avión al no saber qué le depararía en tierras del tío Sam, y contaba que cuando aterrizó el avión de Aerolíneas Argentinas que los condujo de Lima a Los Ángeles, del Estado de California, USA los integrantes de la comitiva a duras penas lograron bajar y atenerse a lo que se les podía presentar, cuando a poca distancia de la salida del aeropuerto fueron rodeados por un grupo de damitas finamente ataviadas que empezaron a cantar y danzar haciendo sonar sus panderetas, lo que al parecer sería el comité de recibimiento, haciéndoles entrega a cada uno de ellos de un libro, que a la postre se trataba del “Bhagavad Gita” del grupo de los Hare Krishna, por el cual tuvieron que pagar diez dólares de sus viáticos. Seguidamente, después de ese acontecimiento, los viajeros lograron divisar a un ‘gringo’ de un metro ochenta y cinco de estatura espléndidamente uniformado, con orlas llamativas en las hombreras, al que creyeron que sería su ‘par’, su colega, policía de aquel lugar, el mismo que había tenido mucho interés en llamar su atención y enviar un mensaje de

56


acercamiento y que se encontraba a proximidad de un vehículo tipo minibús de lujo.

Ante todo esto los Guardias Civiles peruanos recién llegados se hicieron señales y trataban de entender que esta vez sí se suponía que era de la Comitiva de Recepción que les habían dicho, motivo por el cual siendo el más antiguo, el Sargento Augusto Morales Lazo, y de quien se decía que ‘masticaba un poco el inglés’ les ordenó aproximarse en conjunto para llegar a ubicarse a dos pasos frente al ‘gringo’ uniformado y a esa distancia

-a

la

voz

del

Sargento-

procedieron

muy

reglamentariamente a efectuar el saludo policial característico al unísono, haciendo sonar con mayor detalle los tacos de sus zapatos corfan ‘made in GC’ con el fin de impresionar a su posible anfitrión, y -según lo contado por Jiménez Huayra- se le escuchó decir al Sargento Morales algo así como: “Hellow, Mister… Good morning… Jawar you?... We are, polismen of Perú…” Ante tamaña demostración de porte militar, disciplina y haber hecho conocer que eran peruanos, el ‘gringo’ también le devolvió el saludo, le extendió la mano y se dieron un abrazo

57


de recibimiento, escuchándole sólo decir “Okay, okay”… Here, here”… siendo invitados gestualmente todos a abordar el minibús con todas sus pertenencias. Para cuando ya se encontraban perfectamente ubicados y más tranquilos en el vehículo, luego de llenar algunos formularios de estilo antes de su salida el ‘gringo’ espléndidamente uniformado llamó por una radio portátil, y ante las miradas atónitas de los recién llegados procedió a tomar el control del vehículo, precisos momentos en el que aparecieron los que serían representantes policiales (con diferente uniforme al del chofer) que abordaron y les dieron la bienvenida a los policías peruanos, y les explicaron a duras penas lo que serían el itinerario y la ruta a seguir. No pasó demasiado tiempo para que los peruanos se miraran entre ellos e hicieran comentarios perplejos al respecto como el de haberse ‘cuadrado’ policial y conjuntamente ante un chofer de vehículo de transportes, y no ante un verdadero policía como lo habían supuesto. Este hecho fue lo que más se comentaba en la delegación de salvavidas de la 52 Comandancia cuando retornaron al Perú, pero lo hacían entre carcajadas manifiestas, que llegaban hasta el delirio, de la forma cómo se habían comportado ante un simple chofer de minibús. Como diría el gran cómico argentino Pepe Biondi: ‘¡Patapúfete! MI hijo’ (*) Augusto Morales Lazo refiere, a una consulta antes de escribirse esta anécdota, que la ‘chapa’ de ‘Jawar you’ se la pusieron porque se había ganado notoriedad de su dominio en el inglés ya había aprendió a decir: “How are you, my friend?” constantemente, lo que en buen acento centroamericano sonaba algo así como: “Cómo estás, mi amigo”

58


La fama que se había ganado le valió para viajar como ‘traductor’ a las delegaciones de salvavidas que viajaron en 1978 a Los Angeles, y en 1983 a Honolulu, Hawai en los Estados Unidos de Norteamérica. De ese primer viaje se había obtenido gran experiencia en salvamento acuático que fue enseñado a las demás generaciones de salvavidas, y además porque se había agenciado en obtener las Bases del Campeonato Norteamericano que consistía en veintiún pruebas por equipos, pero como todo estaba en perfecto inglés, el Comandante GC Diómedes Vargas Barboza, Jefe de la 52 Comandancia, le dio el inmenso encargo de que lo tradujera al castellano para beneficio de la Unidad ‘Los Delfines’ (lo que le tomó unos seis meses por supuesto) y al iniciarse la temporada veraniega le encargó, juntamente con el ‘negro’ Gonzales Díaz para que organizaran y llevaran a cabo Las Olimpiadas de la Unidad de Salvataje, y se preseleccionara al Equipo que los representaría en Honolulu, Hawai, en el que Morales Lazo viajaría como Delegado, Entrenador, Guía viajero, Sargento Jefe de Grupo, y por supuesto como ‘traductor’ cuasi oficial por la fama que se había ganado como el gran ‘Jawar you’

59


60


C10

‘CARAMELITO’ BALDEÓN

(11ava. Comandancia de la Guardia Civil del Perú, Cuzco 1979)

Como en la vida no todo lo que aparenta tiene a ser tal como es, a veces uno logra descubrir lo que muchos no pueden ver, si es que se hace con un buen corazón, una sana intención y respeto hacia el ser humano a quien se quiere halagar. Recuerdo y perennizo esta anécdota en homenaje a una persona que conocí y del cual aprendí lo que posteriormente leería en los libros de auto superación como ‘El Cielo es el límite’ y ‘Tus zonas erróneas’ de Wayne W. Dyer, muy sobretodo cuando en éste último se hacía comparación ante un grupo de alcohólicos y del gusano primero en agua y luego en alcohol puro donde sucumbió y murió rápidamente y que al serles consultado sobre la conclusión más resaltante, una voz del fondo dijo “A mí lo que me parece es que, si uno bebe alcohol

no tendrá nunca gusanos"

Cuando venía prestando servicios policiales como Jefe (accidental o interino) del Primer Sector de la Guardia Civil con sede en San Jerónimo, Cuzco, casi a mediados del año 1979,

61


tuve conocimiento por intermedio de mi Jefe de Comandancia, el Comandante Pedro Santillán Rodríguez (Promoción 54’) que se había dispuesto mi cambio de colocación a la Jefatura de Línea de Paucartambo, a cuatro horas de viaje en camión del lugar donde me encontraba, y supuestamente era por ‘convenir al servicio’, extendiéndoseme la orden y el memorándum de estilo firmado por el Sr. General Juan Francisco Valdivia Fuentes, Jefe de la IV-Región, para preparar el relevo respectivo. Lo que me enteré después era que el trasfondo del cambio obedecía a que el Teniente GC Percy Baldeón Díaz había tenido un ‘problemita’ con la Alcaldesa de Paucartambo, y además, -conjeturaban por ahí- que por ser un Oficial más antiguo que yo, le correspondía ejercer el mando en la Jefatura de Sector de San Jerónimo, ya que así lo establecía el Reglamento Interno, el Reglamento del Cuerpo, y el poco conocido Reglamento en Guarnición, de ese entonces. General Juan Francisco Valdivia Fuentes

Fue así que conocí la tierra natal de Serapio Calderón Chirinos (abogado y político que ocupó la Presidencia del Perú durante un breve periodo en 1904, luego del fallecimiento del presidente Manuel Candamo); las festividades de la ‘Mamacha Carmen’; los amaneceres de ‘Tres Cruces’; el histórico Puente de piedra y calicanto ordenado por el Rey Carlos III; el haber saboreado los lonches, panecillos, mantequilla casera de doña Mercedes Yábar; así como el de haber sorteado los avatares de Feliciano Yábar problemático personaje que ponía en jaque a las autoridades del lugar; fue ahí también que vi muy claramente a un personaje de la comunidad ancestral de los Q’eros, con su indumentaria indígena pero con un porte y tamaño extraño, seguramente mezcla de algún español, con ojos claros y cabellos y barba rizada, pero parco y huidizo, que me hizo recordar una foto de Martín Chambi Jiménez (fotógrafo

62


indígena nacido en Coaza, Provincia de Carabaya, al norte del Lago Titicaca)

El gigante de Paruro. Cuzco, Perú, 1929. © Foto de Martín Chambi.

Fue en esas circunstancias que llegué a conocer personalmente al Teniente Baldeón que al querer describir su fisonomía tal vez no sea tan preciso ni real pero solo diré que me parecía muy particular su rostro ‘casi arrugado’ a pesar de su juventud, y no muy parecido para los rigores y estándares de aquella época. Pero cuando llegué a conocerlo mejor y cuando se expresaba muy cordial y amigablemente, comprendí el porqué las damas más suntuosas le favorecían al igual como si fuera el mismísimo Hercule-Savinien más conocido como Cyrano de Bergerac, poeta, dramaturgo y pensador francés, de quien se dice que debido a su fealdad y su prominente nariz no se exponía frontalmente, y a veces recitaba los mejores versos de amor haciéndose pasar por el enamorado, cautivando a la amada que recordaba muy profundamente el significado de aquellos versos. Se dice que Cyrano solía decir: "Un hombre

honesto no es ni francés, ni alemán, ni español, es Ciudadano del Mundo, y su patria está en todas partes ".

63


Algo parecido era mi amigo el Teniente Percy Baldeón Díaz, no sé porqué pero por alguna razón su fisonomía me recordaba a la ‘cabeza clava’ de la cultura Chavín que yo había visto y leído en mis libros de historia. Pero lo colosal no estaba en saber cómo era mi amigo Baldeón sino en conocer su predisposición y del porqué se le conocía como ‘Caramelito’ Baldeón. Pues he de confesar que además de locuaz e intuitivo mi amigo Baldeón tenía un tic o una manía que pocos podrían describirlo tan detalladamente. Pues resulta que mi estimado Percy tenía un detalle al comportarse ante las situaciones que le complacían o le demandaban una gran satisfacción, que le pude observar en varias oportunidades. Al mejor estilo del coronel John Hannibal Smith, caracterizado por George Peppard de la serie ‘Los Magníficos’ (emitida entre el 23 de enero de 1983 y 8 de marzo de 1987), cuando expresaba su conocida frase: “Me encanta cuando un plan se realiza”, el teniente Baldeón tenía lo suyo y bien patentizado que era de la siguiente forma. Al saber, al tener conocimiento que algo bueno le iba a ocurrir, o mejor dicho entre los oficiales nos confiábamos cuando nos había salido ‘un plan’, una conquista, el encuentro con algo grandemente deseado, procedía de inmediato a frotarse las manos delante de su rostro y casi con el cuerpo medio contraído como hablándole a las palmas entreabiertas de sus manos exclamaba: “¡Me salió!...¡Me salió!...¡Me salió!”... y a poco de meditar procedía a cogerse de los cachetes o carrillos de su cara entre sus dedos pulgares e índices, con los dedos haciendo puño, sacudiéndolos efusivamente y exclamando vivazmente “Caramelito!” “¡Caramelito!”… “¡Caramelito!”… Algo así como dándose aliento interior por lo que había logrado o conseguido, dando una sonrisa pícara imaginando lo que le vendría después.

“¡Provecho ‘Caramelito’!” … Era la forma de felicitarlo por ese logro y la expresión de su desbordante alegría.

64


C11

AVISA A LOS COMPAÑEROS

(11-Comandancia de la Guardia Civil Cuzco, 1979)

Corrían los días y los meses del año 1979, en el que la Promoción ‘Tnte. GC. José Valencia Jáuregui’, a la que me honro en pertenecer, habíamos ascendido al grado de Teniente, llevándose a cabo una humilde ceremonia en el Casino GC de Huayllar, en San Jerónimo, así como también nos aprestábamos a esperar los Cambios Generales para dicho año. Aún se sentían en cada reunión juvenil las estridentes y melodiosas acordes de las voces de los Bee Gees con su ‘Saturday Night Fever’, ‘How Deep Is Your Love’ (Cuan Profundo es tu amor), así como los bailes en las discotecas como el ‘Muky’ emulando los movimientos de John Travolta; de las emocionadas jornadas con el Grupo ABBA; suspirando con ‘Mandy’ de Barry Manilow, y otros grandes temas.

Todos los Oficiales de los grados menores hasta Tenientes, teníamos por costumbre reunirnos cada fin de mes, con el fin de asistir a las Charlas Programadas, Coordinar Acciones Operativas y de Administración de las Jefaturas de Líneas, y muy por sobretodo el de cobrar los sueldos de nuestro

65


personal así como de los Puestos Policiales a nuestro cargo, para luego llevarles y entregarles a cada uno de ellos, previa relación firmada, motivo por el cual estábamos autorizados en viajar al Cuzco(*), sede de la 11 Comandancia, así como otras también de la Forestal. Coincidiendo con nuestra estadía en la ciudad del Cuzco, la mayoría de los Oficiales, entre Tenientes y Alfereces, (entre los que no me encontraba yo) recibieron una Orden Telefónica transmitida por el Alfz. GC Jorge Alfredo Araujo Pinto quien trabajaba en la Jefatura de Ordenes de la Región, para que, los supuestamente escogidos, se presentaran a la sede Regional de la Avenida El Sol, en donde se les darían indicaciones del motivo de la misma. Y así lo hicieron. Entre los que se puede mencionar la presencia de los Alfereces José Salízar Gamboa, Hubert Mérida Enríquez, Oscar Villafuerte Tupayachi (lo conocían como ‘El Venado’, era veloz), y los Tenientes GC Alexe Máximo Vicuña Ormeño (de la 53 CGC- USE), Carlos Alberto De Azambuja, Pepe Urruchi Corzo, Oscar Uvaldo Da Giau Vásquez, Lucio Samuel Infantas Ochoa (Jefe de Línea de Urcos), Luís Rengifo Herrera, Abel Horacio Gonzales Laguna, Juan Julio Jaramillo Alva(de la ORI), Alfredo Salvador Pizarro Ortiz(de la USE), Nelson Edison Pérez Ruibal Rodríguez, Hercilio Sánchez Pineda (Comisaría Tahuantinsuyo), Percy Baldeón Díaz(Jefe de Línea de Paucartambo). Otros que también fueron considerados los Tenientes Mario Félix Luna Morante y Pedro Genaro Blas Bezada, pero que ellos circunstancialmente habían venido desde la Comandancia de Apurímac, Abancay, y muchos otros que

66


ya no es posible recordar. Y todos fueron llevados a los salones amplios de un Hotel Sol de Oro cercano, donde estaban alojados los productores de cine que habían llegado de Lima, días antes. Con algunos de ellos parecía que se había cometido una equivocación o que por factores de amiguismo o de expectativas de lo que pudiera ocurrir, fueron designados para participar de una especie de selección por los productores con participación de los Comandantes Pedro Santillán Rodríguez (Jefe de la 11-CGC), Sergio Frisancho Perea(Jefe de EEMM), Carlos Montoro Fernández (Jefe de la 58-CGC-Forestal), don Ciro Emilio Zamalloa Cáceres, Capitán Guido Walter Yabarrena Farfán, Gino Olórtegui Peñaherrera(Jefe del 1er. Sector de San Jerónimo), Luís Alfredo Mari Limache, Luis García García. Se comentó que no le avisaran para nada al Capitán Pedreschi, para que no pusiera nervioso a los Oficiales Subalternos(así se les llamaba de Alférez a Capitán). Los Oficiales más jóvenes fueron reunidos en un grupo aparte y fueron desfilando uno a uno ante la Producción, en una especie de ‘pasarella’ de ida y vuelta, mostrando cada uno sus atributos potenciales, en lo que hoy se conoce como ‘Casting’, pero no así en aquellas épocas, en los que se escuchaba decir “Ud. por acá” “pase Ud. para allá”, “Por aquí por favor” “Siga en esa dirección” y entre los que quedaron seleccionados estaban los que tenían los ojos claros, porte marcial y ‘blanquiñosos’ de cara, quedando como finalistas el Teniente Carlos Alberto De Azambuja Cáceda, Jefe de la Unidad de Radio Patulla, y el Teniente GC Oscar Uvaldo Da Giau Vásquez, de la Sección de Turismo Regional. Para determinar al que sería el escogido los productores les hicieron pasar por una especie de prueba de cámaras con determinadas poses especial apropiados para el cine en el que se pudo observar que Oscar Da Giau era el más apropiado y

67


‘finito’, por su contextura armoniosa, ya que el aguerrido De Azambuja, más conocido como ‘Churrín Churray’ era un poco ‘tosquito’ para las cámaras por ser más grueso y musculoso en las caderas, de seguro como producto de sus prácticas futbolísticas muy conocidas. Se llegó a saber que ‘Churrín Churray’ supo decir después, entre bambalinas, que “de seguro ‘Osquitar’ había sido escogido por ser ahijado y preferido del General Rubén del Carmen Romero Sánchez, Jefe de Región”. Una vez concluido con este certamen los organizadores reunieron a los restantes y depurados y les dieron las gracias por estar ahí, así como les hizo entrega al Oficial Superior que los había llevado (Mayor GC Carlos Tejada Guerra de la ORI, más conocido como ‘Agustín Lara’), quien les manifestó que era para escoger al Guardia Civil que protagonizaría algunas escenas en una película que se iba a filmar en la ciudad del Cuzco en los días venideros. Y antes de despedir al grupo participantes les dijo sarcásticamente: “Bien señores, Gracias por participar, y si gustan va haber otra selección, pero esta vez para filmar el ‘Show de Los Muppets’ (de la popular serie de la Rana René y la Srta. Piggy, el Oso Figueredo y Ciriaco)… Así que los que gustan… Ya los estaremos llamando”… “Pueden retirarse”… Lo que causó tremendas carcajadas entre los asistentes. No está demás indicar que igual procedimiento fue para escoger a un Sargento Segundo de bigotes, a quien más se le conocía como ‘Waca huacra’ que apareció en la película, y a quien le disparan unos asaltantes. En donde el patrullero Nº 1002, que también aparece, fue reparado por el propio Alférez Jorge Alfredo Araujo Pinto y entregado a Radio Patrulla.

68


Fue así que se seleccionó al personal GC que participaría en algunas secuencias de la película peruana de acción, drama policial, robos y atracos, de Cinematográfica Horizonte y el de mayor logro en ese entonces titulada ‘Abisa a los compañeros’ y que fuera estrenada en el año 1980, Dirigida por Felipe Degregori y en los actuarían Orlando Sacha, Gustavo Mac Lennan, Félix Álvarez, Pedro del Carpio, Óscar Vega, Víctor Prada, William D. Herrera, Miguel Herrera M., Ramón Zarzar, Julio Vega, Ivar Tello, Jorge Rodríguez Paz, Delba Robles, Julio Moreno 'El Intocable' y Hugo Soriano, además de los Guardias Civiles en el que no aparecen sus créditos.

Orlando Sacha

Sólo con el fin de informar y aclarar lo que al parecer fuera considerada una aberración gramatical como el de escribir ‘Abisa a los compañeros’ con ‘b’ labial, cuando del verbo avisar se escribe con ‘v’ dentilabial, he aquí una pequeña descripción del basamento y la coyuntura del uso de este ‘abisa’.

‘Abisa a los compañeros’ es la primera película político policial de la industria cinematográfica peruana. El guión fue escrito por el mismo Guillermo Thorndike en base a su propia novela titulada ‘Abisa a los compañeros, pronto’ y que a su vez fue elegido del título del poema "Pedro Rojas" de nuestro vate universal Cesar Abraham Vallejo Mendoza, en el que cuenta la particularidad que se tenía del obrero ‘Rojas’ de cambiar la "v"

69


por la "b" (Como es costumbre también en la pronunciación de nuestra serranía) La película en sí relata los hechos acontecidos en el gran asalto al Banco de Crédito del Perú efectuado por dos guerrilleros argentinos y uno español para reunir fondos para apoyar la sublevación campesina del valle de la Convención (Cuzco), en 1962. Alguna vez Silvio Rendón escribió que en 1962 el ‘Che Pereyra’ había incursionado en el Perú quien comentaba sobre la influencia argentina en la "banda roja" de 1962, el grupo trotskista que seguía una estrategia insurreccional. Lo que sigue es su versión.

La llegada de Pereyra acelera los preparativos de las “expropiaciones”. La operación es el asalto al Banco Popular, justamente propiedad de la familia del presidente Manuel Prado. Los objetivos del asalto son en parte económicos, pero también políticos…internos. Quieren demostrar capacidad y autosuficiencia ante sus homólogos argentinos. El grupo se llama brigada “Túpac Amaru”. Tienen diversos ejemplos de la relación entre “expropiaciones” y acción política. Se abocan a estudiar los movimientos en la sucursal del Banco Popular de Magdalena, pero tienen que interrumpir sus preparativos por los disturbios del 23 de noviembre de 1961. Un estudiante secundario es muerto ante el congreso. Otro estudiante lleva el cadáver ante el local de El Comercio. La cosa es grave. Este segundo estudiante luego se incorporaría al grupo y participaría en un segundo asalto al Banco Popular.

70


Por estos disturbios el Che Pereyra es arrestado y expulsado del Perú. Volvería días después por Desaguadero y participaría del primer asalto al Banco Popular. El asalto es el 15 de diciembre de 1961. Los asaltantes cantan previamente la “Canción del guerrillero” (la misma que sería cantada veinte años después por Sendero Luminoso) para luego gritar “¡Nadie se mueva! ¡Es un asalto!”. Conminan a los empleados del banco a que vacíen la caja. Se llevan el dinero y poco tiempo lo transportan hacia la Panamericana Sur. El asalto es un éxito, pero no se llevan mucho dinero, por lo cual los problemas económicos les seguirían persiguiendo. El grupo conseguiría algo de apoyo económico desde la Argentina, pero tampoco es suficiente. Se plantean desencadenar una insurrección en el Perú antes de las elecciones de junio de 1962. Necesitan el dinero para financiar las actividades de Hugo Blanco en La Convención y Lares. Es entonces que se fijan como objetivo el asalto al Banco de Crédito de Miraflores, en Avenida Larco. Dan el golpe el 15 de abril de 1962 y esta vez se llevan una cantidad de dinero sustancial. Sólo que ocurre una coincidencia: uno de los clientes el banco reconoce a uno de los asaltantes, un estudiante de la UNI. A partir de esa pista la PIP comienza a detener a los asaltantes, quienes deciden fugar hacia el Cuzco. Parte de esta historia es contada en el libro de Guillermo Thorndike ‘Abisa a los compañeros’ y en la película del mismo nombre. En el Cuzco el grupo es detenido por otra coincidencia: justo un patrullero intercepta al auto en que viajaban. Se produce un tiroteo y el grupo es detenido. El Che Pereyra es torturado en Sacsayhuaman. Posteriormente el local de la PIP donde estaban detenidos los asaltantes es rodeado por centenares de colegiales que dan vivas a Tamayo, el estudiante de la UNI identificado, ya muy conocido en el país.

71


- “Figúrate: hay un montón de chicuelas que piden entrar

para alcanzarle frutas y caramelos a su ídolo: Tamayo!” “- Hay que sacarlas a balazos!”, – gritó desde un rincón un viejo calvo, que era el más asustado. - “Sí – asintió uno en tono escéptico – , pero mañana baja la indiada al mitin de la Plaza de Armas, ¿Quiere acaso que nos hagan picadillo?” Cuenta Añi Castillo, p. 110-11. Dos camiones con refuerzos del ejército llegan para apoyar, y tranquilizar, a la PIP. El grupo es finalmente llevado del Cuzco a Lima, al Frontón, en avión de la FAP. Miles de personas van al aeropuerto a despedir al grupo con el puño alzado y frazadas rojas agitadas a manera de banderas. Ante eso el comisario que los llevaba exclama “Les dan una despedida de héroes a estos berracos” (sic). El resto del grupo finalmente sucumbiría por la represión policial, pero también por las divisiones internas y por las acusaciones sobre el destino del dinero, que nunca sería recuperado ni utilizado en acción política-subversiva alguna. El depositario del dinero es un miembro del grupo que es acusado de ser un infiltrado en la organización. Para el juez que los juzga todos los del grupo son unos gangters, no políticos. Los llama la “banda roja”. Los asaltos a bancos se cometieron con alevosía, fueron planeados y ejecutados a mano armada y carentes de motivo político alguno. “Los cabecillas eran elementos peligrosos, gangsters internacionales que aprovechando el momento político formaron una banda roja y asaltaron bancos para beneficio propio; el desenlace de su plan era ganar las fronteras y huir con el botín”. Es decir, la motivación política es una tapadera para un delito común. Décadas después este tipo de acciones seguirían siendo consideradas como delito común.

72


Daniel ‘Che’ Pereyra asumiría la responsabilidad por las “expropiaciones”: “Doctor, yo me hago responsable único de las expropiaciones”. Sería condenado a siete años de prisión. Guillermo Thorndike y Angel Avendaño concluyen ‘Abisa a los compañeros pronto’ con la imagen del presidente Manuel Prado mirando al Che Pereyra en el Frontón a través de un largavistas: El Che nunca supo que en ese momento el señor presidente y su sobrino, cuyo banco había expropiado a poco de llegar al Perú, lo estudiaban turnándose con el largavistas como si se tratara de una visión inusitada: un hombre blanco, de ojos azules y semblante sereno en esa inmundicia habitada por indios, zambos y mestizos degenerados. A diferencia del atardecer, cuando los barcos de pesca pasan frente a la isla de regreso al hogar, a esta hora la prisión resulta soportable y el Che piensa en el fracaso de la organización, en la inevitable soledad de Hugo Blanco, en aquellos cinco millones de campesinos esclavizados, puestos en cepos, triturados, saqueados, embrutecidos, asesinados por los gamonales y el gobierno. Creo que es el Che Pereyra, dijo el ministro de gobierno afinando su ojo de batracio a la profundidad del telescopio, claro, es él. El hombre más rico del país volvió a inspeccionar al absorto preso que parecía fuera de lugar. También el señor presidente pidió los anteojos. El Che lo recordó entonces confinado en el buque gris, y observó a esos pequeños seres casi blancos sentados en popa. Antes de que el Che sonriera con esa sonrisa que tanto disgustó al señor presidente, ambos pensaron lo mismo: Así acaban, pues. El Che Pereyra regresaría a la Argentina y no volvería más al Perú.

73


El Che Pereyra (de pie) y el grupo siendo juzgados en Lima. Tomada de Añí Castillo, Gonzalo, (1967) El secreto de las guerrillas, Lima: Ediciones Más Allá.

Y para entender mejor el verdadero ‘Abisa a los compañeros’ a continuación se detalla el poema que dio origen a la historia que se ha hecho referencia. III PEDRO ROJAS Solía escribir con su dedo grande en el aire: «¡Viban los compañeros! Pedro Rojas», de Miranda de Ebro, padre y hombre, marido y hombre, ferroviario y hombre, padre y más hombre, Pedro y sus dos muertes. Papel de viento, lo han matado: ¡pasa! Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa! ¡Abisa a todos compañeros pronto! Palo en el que han colgado su madero, lo han matado; ¡lo han matado al pie de su dedo grande! ¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas! ¡Viban los compañeros

74


a la cabecera de su aire escrito! ¡Viban con esta b del buitre en las entrañas de Pedro y de Rojas, del héroe y del mártir! Registrándole, muerto, sorprendiéronle en su cuerpo un gran cuerpo, para el alma del mundo, y en la chaqueta una cuchara muerta. . Pedro también solía comer entre las criaturas de su carne, asear, pintar la mesa y vivir dulcemente en representación de todo el mundo. Y esta cuchara anduvo en su chaqueta, despierto o bien cuando dormía, siempre, cuchara muerta viva, ella y sus símbolos. ¡Abisa a todos compañeros pronto! ¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre! Lo han matado, obligándole a morir a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aquél que nació muy niñín, mirando al cielo, y que luego creció, se puso rojo y luchó con sus células, sus nos, sus todavías, sus hambres, sus pedazos. Lo han matado suavemente entre el cabello de su mujer, la Juana Vásquez, a la hora del fuego, al año del balazo y cuando andaba cerca ya de todo. Pedro Rojas, así, después de muerto, se levantó, besó su catafalco ensangrentado, lloró por España . y volvió a escribir con el dedo en el aire:

75


«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas». Su cadáver estaba lleno de mundo.

7 Nov 1937 César Vallejo (*) Cuzco, con ‘zeta’. Lo escribo así porque en aquellos años de 1979 era la costumbre de mencionarlo de esa manera.

76


C12

TODO POR UNA APUESTA

(Jefatura de Sector de San Jerónimo, Cuzco, 1979)

Eran los años en que la ‘Fiebre del Sábado por la Noche’ de los Bee Gees todavía seguía haciendo su furor en todas las discotecas del Cuzco Imperial, en especial de una que se llamaba ‘El Muquis’, a la vueltita de la Plaza de Armas, en contraparte con lo folklórico de la Peña Bar ‘Hatuchay’, pero que en otra distancia se confundía con los olores de ‘rejillas’, ‘molletes’, ‘hurones’ y ‘chutas’ especiales (Sonq’o Sapacha’ -de Gran Corazón-) del afamado Oropesa. En el Distrito de San Jerónimo, de la Provincia de Cuzco(*), distante a 10 Km. del Cuzco, siendo el año de 1979, donde por ese entonces me desempeñaba como Teniente GC Jefe Accidental de la Jefatura del 1er. Sector de San Jerónimo todo se desarrollaba en ‘tranquila calma’ entre la degustación de los ‘chicharrones de Saylla’ por la mañana, y el control de la Garita casi todo el día.

Ya habían transcurrido los apacibles cantos de los grillo, el olor de los eucaliptos se hacían más que intensos, la luz de la Luna era poco más que perceptible e invitaba tal vez a escribir alguna que otra poesía, y habiendo dispuesto todo lo necesario

77


para cubrir un mejor servicio de control, de los Guardia Civiles de turno, en el relevo de la hora ‘Nona’ (‘Prima’ era de 19.00 a 01.00 y ‘Nona’ de 01.00 a 07.00 horas), me disponía a dormir, siempre con mi fusil a mi costado, mi Smith Wesson 38’ de cañón largo, en mi cabecera, como medida de seguridad personal, al que ya me estaba acostumbrando. No habría transcurrido apenas tres cuartos de hora cuando de pronto entre mis sueños llegué a escuchar las voces de “¡Incendio! ¡Incendio!” que el Vigilante de Servicio lograba gritar como alerta general. Mientras me iba vistiendo, entre mí me decía “Las armas primero”, luego “La Clave ‘Dante’, “los documentos más importantes”, logrando ponerme a duras penas el uniforme de faena con borceguís y todo, para luego escuchar que el incendio “Era a la altura del grifo” distante a pocos metros. Para cuando salí al exterior de mi habitación noté la presencia de todo el personal tanto de la 11ava. Comandancia, que yo comandaba, así como de la 59Comandancia de la Policía Forestal (que compartía las mismas instalaciones) se encontraban en estado de alerta, siendo informado, por el servicio, que el incendio se estaba llevando a cabo en un pequeño Grifo (surtidor de gasolina) que se ubicaba precisamente a unos treinta metros a la izquierda del local policial, también al borde de la carretera. Ya habían llamado a los bomberos, pero todavía no llegaban, y todos los Guardia Civiles, en conjunto, nos abocamos a combatir el fuego, que todavía no había comprometido el surtidor o bomba, pero que sí se había prendido en el contorno de una especie de cilindro en el que se depositaba el agua para uso de los transportistas. Temerosos que el fuego llegara al surtidor, acometimos con maña y pundonor para mitigar la lengua de candela, para llegar a dominarla y extinguirla, no sin antes escuchar de unos parroquianos que los posibles autores del amago de incendio podrían haber sido dos ‘borrachitos’ que estaban alejándose a cien metros del lugar.

78


Antes que el fuego hubiera sido extinguido los efectivos policiales ya habían ejecutado mis órdenes, en ‘capturar’ y ‘remitir’ a los dos ‘borrachos’ que habían sido delatados. Mas luego de apagar el siniestro, procedimos con el inicio de los procedimientos policiales, identificación de los autores, y reunir la pruebas y tener una buena investigación policial.

Al principio parecía que habíamos cometido una equivocación con la ‘detención’ de los dos ‘borrachitos’ que ante las primeras interrogaciones manifestaban no saber nada de los que se les estaba preguntando. Más parecían estar ‘perdidos en el espacio’ a consecuencia de los tragos, que tener la intensión de incendiar un grifo. Pero al cabo de media hora de seguir detenidos, en espera de una denuncia formal del propietario del negocio, entre ambos se originó una discusión casi lastimera en el que uno de ellos le reclamaba diciendo: “Ya ves, ¡Hip! Te gané la apuesta, ¡Hip! Y ahora no lo quieres reconocer”. Y el otro quería acallarlo, llegando a darle de golpes para que no siguiera hablando. Aquello despertó las sospechas que teníamos y procedimos a interrogarlos por separado, empezando por el que fuera agredido, y decía haber ganado la apuesta. “Bueno, ahora ya sabemos de qué se trata. Sólo quiero que nos digas, el motivo y las circunstancias” Fueron las palabras que

79


le dije casi de compromiso, genéricamente, al estilo que ‘ya lo sabíamos todo’ y en un tono amigable, porque se trataba de unos beodos consuetudinarios y de origen humilde. Y empezó diciendo “Yo tenía razón, mi Jefe” ‘Hip! “Le gané la apuesta… y no lo quiere reconocer” ‘Hip!... “¿En qué consistió la apuesta?” -Le dije, como para darle la razón- “Yo le dije que era gasolina y él decía que no” –respondió aseverativamente- Ahora sólo faltaba saber cómo fue que lo hicieron. Pues resulta que ambos ‘borrachitos’ se encontraban transitando como a treinta metros del grifo, rumbo con dirección a sus domicilios, cuando dice que uno de ellos (el agredido) se percató que en el camino, al borde de la carretera, había un charco de agua que tenía un color muy raro y brilloso, y que resaltaba, brillaba la luz de la luna, y que exclamó “Oye compar’e… ¿Ves lo que yo estoy viendo?”…. “Qué” –le respondió el otro- “Es gasolina” –sentenció-… “Nada que ver. Estás viendo visiones. Es agua” –respondió el amigoY así estuvieron entre ambos divagando si era gasolina o agua como el otro retrucaba. Y para despejar aquella duda no tuvieron mejor idea que hacer lo siguiente: El que decía que era gasolina tomó un palillo de fósforo marca ‘Llama’ y como para probar lo que decía lo prendió y lo arrojó al charco multicolor. No prendió. “Ya ves, ya ves, es agua” –dijo el otro como alegrándose en ganarle la apuesta- Nuevamente, tomó otro palito de fósforo y lo arrojó, y ¡Nada! “Te voy ganando dos a cero” –insistió su compañero- Y como dándose por vencido y tomando un tercer palito prendido, dice que se dijo: “Creo que tienes razón, es agua” y lo arrojó al charco con un ademán de abandonar lo que estaban haciendo y continuar su camino. Y cuál no sería la sorpresa para ambos al notar que en aquel charco ‘luminoso y brilloso’ se prendió una bola de fuego que fue ascendiendo por un hilo del surco que había dado origen

80


del charco, y que llegó precisamente al borde del cilindro que empezó a arder, y ante aquello ambos procedieron a escapar del lugar, hasta que fueron capturados por la policía. Fue así como pasó, y al no haberse registrado daños de mayor consideración, ni se presentó denuncia alguna al respecto, los ‘borrachitos’ aludidos fueron puestos en libertad, previa requisa de la caja de fósforos que habían utilizado en aquella apuesta, y después de pasarle la resaca de los tragos que habían tomado.

(*) Cuzco, con ‘zeta’. Lo escribo así porque en aquellos años de 1979 era la costumbre de mencionarlo de esa manera.

81


82


C13

EL SAPO DE ORO

(Jefatura de Línea de Paucartambo, Cuzco 1979)

Esta anécdota sucedió en el nostálgico Pueblo de la Provincia de Paucartambo, departamento de Cuzco a mediados de año, después de los festejos ceremoniales con motivo de la festividad de la Vírgen del Carmen (Mamacha Carmen) del 16 de Julio, y ya cuando me encontraba degustando de los exquisitos lonches en la casa de la señora Mercedes Yábar, en el que tomar un café con leche, con rosquitas o panecilllos con su mantequilla hecha en casa por ella misma era uno de los placeres que más recuerdo y más aún contemplar a cada instante el majestuoso Puente Carlos III, enteramente hecho de piedra y calicanto, por donde pasaban pesada carga de camiones con madera de los bosques del Qosñipata.

Después de haberme tomado una semana de descanso vacacional, y al retornar a Paucartambo escuché versiones de los pobladores que a cercanía del lugar allá por una determinada casa hacienda a cinco kilómetros aproximadamente, agricultores habían encontrado un supuesto ‘tapado inca’ que incluía reliquias y tesoros, y entre ellos sobresalía un sapo de oro macizo, y demás elucubraciones

83


propios de los lugareños y como dando a entender que la policía debería de tomar cartas en el asunto. Ante tales aseveraciones consulté con el personal a mi mando si conocían algo sobre este particular, no sabiendo al respecto, por lo que muy pronto dispuse que el Sargento y tres Guardias se constituyeran al lugar indicado para indagar y averiguar sobre lo ocurrido y las versiones de la gente, retornando en horas de la noche. Informado sobre la acción policial se obtuvo la veracidad de los datos pero no conforme corrían las voces que ya habían trascendido, llegando a publicarse en un diario local del Cuzco, noticias sobre el hallazgo del tesoro inca y del ‘sapo de oro’, por lo que casi de inmediato recibí una orden de mis superiores para que informara al respecto.

De todas las versiones obtenidas sólo se pudo comprobar que un agricultor cultivando su parcela había encontrado una piedra cuya característica guardaba relación al parecer con un sapo, y en ningún momento guardaba un parecido a lo que pudiera ser de oro macizo, motivo por el cual se informó a mis superiores y a los medios de prensa, sobre el hallazgo y contenido de lo encontrado.

84


Por tratarse de un objeto que al parecer tenía los rasgos de un trabajo en piedra que representaba un batracio(sapo), otros decían que podía ser un extraterrestre, y cuyo uso podía yo imaginar que era como un mortero para moler especias o ajíes para la alimentación diaria, al día siguiente transporté y entregué personalmente al Instituto Nacional de Cultura del Cuzco, para su custodia y estudio del comentado sapo de piedra encontrado por aquellos lugares. De la provincia de Paucartambo se puede decir que en cierta oportunidad conocí al original y verdadero ‘Comunero de los Andes’(Rómulo Meza Povis), cantante de música folklórica, y con él nos pusimos a cantar en una de esas amanecidas, y que en uno de sus cantos solía decir así: “Con mis amigos en

Paucartambo / ‘hasta las patas’ me había ‘chupado’ / Con mis ‘huayquichas’ en Paucartambo / hasta las últimas me había ‘huasqueado’ // Cerveza diciendo / chichita diciendo / hasta las ‘cayhuas’ me había mareado // Cerveza diciendo / chichita diciendo / hasta las ‘huevas’ me había quedado”…

85


86


C14

DANZANDO CON EL SOL

(Jefatura de Línea de Paucartambo, Cuzco 1979, Lima 2012) “Kaychu kaychu Santo templo (Bis) Mayraqpipa Mamay Carmen(Bis) /

Q’oya ccascapaq / llamero ccascapaq… // He visitado Paucartambo / hermosa tierra, tierra bendita (Bis) / Quiero dejarte en este canto / un pedacito de mi cariño (Bis) // Qonchu patatan seqayurani / qawaykimanta qawayunaypaq (Bis) / Qenqo mayupi uñuykitapas / uqyarurani qepakunaypaq (Bis)… // Cerro 3 cruces del oriente / tu sol brillante me ha bendecido(Bis) / rumipatapi tusuricuspa / allpaykita muchayrurani (Bis) –Fuga- ¡Paucartambo! ¡Paucartambo! Ahí te dejo mi recuerdo / kutimunaycaman(Bis).

Con estas hermosas letras compuesta por Jorge Núñez Del Prado Ismodes en la canción ‘Recuerdos de Paucartambo’ cantada genialmente por el Trío ‘Los Campesinos’ que se repite año en año cuando uno ha tenido la oportunidad de haber visitado aquel recóndito lugar de ensueños, de cantos y sobre todo de danzas multicolores que unen al hombre con la tierra, y que perennizan su concepción de la fe y la eternidad de sus costumbres.

“A la mañana siguiente, asomaba el lucero del alba y tras él, la aurora de rosados dedos comenzaba a teñir del color del azafrán la Tierra…” (Descripción de un amanecer en los funerales de Patroclo muy amigo de Aquiles, en ‘La Ilíada’ de Homero) “La ebullición de las nubes nos hace creer que el Sol danza en el amanecer”

87


Cuando era Teniente de la Guardia Civil del Perú, no sólo he visitado si no que he trabajado como Jefe de Línea de la Provincia de Paucartambo en el Cuzco, en el segundo semestre del año 1979 y guardo como uno de los hermosos recuerdos esta canción, así como las vivencias que tuve por esos lares donde precisamente se plasmaba y conjugaba la canción descrita tanto en español como en quechua. Y es en esta última que se marca el significado de lo que se representa en las fiestas que se lleva a cabo del 15 al 18 del mes de Julio.

Puente Carlos III de piedra y calicanto en Paucartambo. Era el único medio transitable para los camiones que extraían la madera del valle de K’osñipata hasta que se construyó un puente de acero desde el cual se ha tomado esta vista.

Quien haya visitado Paucartambo de seguro que no se ha perdido en conocer la majestuosidad que representa el mirador ‘Cerro Tres Cruces del Oriente’ y quien haya recibido a los rayos solares de ese modo, de seguro que se llevará una bendición cósmica, una irradiación única que marcará en el devenir de su vida, y como se dice en la canción “al pie de la piedra / quiero bailar // el polvo de tu tierra quiero besar”(rumipatapi tusuricuspa / allpaykita muchayrurani), es un símbolo de alegría pero a la vez de una devoción única ante imágenes de fe cristiana y la enraizada costumbre inca. El ser parte de una amanecida en el cerro ‘Tres Cruces del Oriente’, para ‘ver danzar el sol’, es un rito o una ceremonia sin

88


muchos respingos turísticos, sólo hay que levantarse a la una o dos de la madrugada (dependiendo del vehículo con el que se cuente para el traslado) y en grupo viajar para unirse a otros grupos que van llegando al lugar, en donde sometidos a la inclemencia de la oscuridad, el clima, la altura y el frío, obliga a abrigarse y tomar el famoso ‘calientito’, ‘té piteao’ o licor de caña directo a las entrañas. Y será, tal vez, por eso que bajo sus efectos se puede ver la amanecida y se crea ver ‘la danza del sol’, que al asomarse entre la ebullición de las nubes despliega un fenómeno natural como lo dijera uno de sus visitantes: “En el horizonte empiezan

a desplazarse las nubes lentamente y se van mezclando con la humedad y la luz que va formando algo así como un prisma en tres etapas....una tras otra....lo ves tan cerca que piensas que el sol vibra, salta y se te viene encima, es algo indescriptible.” En esos momentos los visitantes se olvidan del frio, el cansancio, todo. O tal vez sea sólo los efectos de haber presenciado un fenómeno astral llamado ‘el máximo solar’ cuando, cada once años, se producen descargas o tormentas solares que hacen ver como si el sol danzara. Y si en esas circunstancias se está acompañado por una dama, es obligado en darle un beso de amor teniendo al sol como testigo y ‘bailando para ellos’. Desde ‘Tres cruces’ se puede observar la puerta de entrada a la Reserva Nacional del Manú que comprende territorios del Cuzco y de Madre de Dios. Por aquellos años se vivían los últimos instantes del Gobierno Militar presidido por Francisco Morales Bermúdez(1975-1980) y las autoridades no eran por elección popular, y la nueva Constitución Política había sido Promulgada mediante una Asamblea Constituyente Presidida por Víctor Raúl Haya de la Torre, a los doce días del mes de julio de mil novecientos setenta y nueve, pero poco se conocía al respecto, cuando los diarios de la capital y de la región llegaban un día después, si es que la carretera no tenía inconvenientes.

89


Tuve la suerte de presenciar las Fiestas en honor a la Virgen Del Carmen, en donde mis casi únicos amigos era el personal policial tanto del servicio básico como de la forestal, y por ser nuevo en la localidad, sólo participé en los que mi presencia protocolar como autoridad policial juntamente con el SubPrefecto y la Alcaldesa de ese entonces. Y en eso que pasaban por el estrado oficial las delegaciones de danzantes como los Maqt'as, Danzaq, Chunchachas, Chukchu K'achampa, Majeños, Panaderos, Qhapaq Negros, Qhapaq Ch'unchos, Qhapaq Qollas, Qoyachas, los Saqras, los Doctorcitos, el abogado narigón, la Waca Waca y los Negrillos, entre ellos había uno que me llamaba la atención por su peculiar estilo y, tal vez, por su forma de mirar, ladeando la cabeza de un lado para el otro, como para que yo pusiera mayor atención en él, sin poder percatarme, ni por asomo, qué era lo que me pretendía mostrar en aquel baile en conjunto y por demás rítmico. Al día siguiente, con posterioridad a las fiestas y luego de la calma de los servicios policiales prestados, el Guardia Civil Carlos Escalante, quien también había bailado en el mismo grupo ‘Contra Danza’, en una de esas noches de brindis y término del evento, me confió lo que para él era un secreto. En su grupo de danza también había participado el recientemente ascendido Teniente GC Nelson Edison Pérez Ruibal Rodríguez como danzante, y que le había manifestado que no me dijera nada al respecto, ya que éramos de la misma Promoción 1976, y tal vez - supuse yo- porque se encontraba en situación de ‘Contra’ (como llamábamos cuando el personal policial se ausentaba de su lugar de trabajo sin conocimiento de sus superiores, ya que no se había controlado en la Jefatura de Línea) o quizá, por la vergüenza que pudiera sentir de ser parte de esos bailes folklóricos no tan acentuados ni reconocidos por esos tiempos, por lo que no atiné en efectuar indagación alguna, pensando que cuando nos encontráramos en el Cuzco hablaríamos al respecto.

90


Desde ese año no tuvimos la ocasión de encontrarnos con mi Promoción Nelson Edison Pérez Ruibal Rodríguez para hablar sobre este tema. Y habiendo pasado más de treintaitrés años de aquel episodio, nos volvimos a encontrar en Lima, en que, al mismo estilo del ‘Valor de la Verdad’, me confirmó que bailó en el grupo de ‘Contra Danza’, por espacio de 32 años en honor a la virgen Del Carmen, iniciándolo en el año 1978 y su última aparición fue, cuando aún estaba en actividad como Jefe de la Inspectoría Regional del Cuzco con el grado de Coronel PNP. Remarcó que a esta danza se ingresa por recomendación del Caporal quien dirige al grupo, en acuerdo con sus dos capitanes o jefe de fila, ya que los danzarines sólo son varones, previa demostración de devoción por alguna gracia recibida. Sus componentes son de diferentes estratos sociales, los hay desde campesinos, estudiantes, ingenieros, políticos y hasta policías. Era verdad que él era el danzante que me miraba con mucha fijeza en aquel año de 1979, pero que debido a la máscara y a la indumentaria que llevaba no pude reconocerlo en esos momentos de algarabía y destreza de su parte, y de sorpresa y fascinación de la mía, por las danzas multicolores y los sonidos característicos de aquellas comparsas.

La Contra Danza es un baile folklórico de salón, y le hace lisonja a la Colonia, pues su vestimenta, con máscara, chullo, azulejos y espejuelos finamente colocados en cada traje, con camisa blanca, chaqueta y corbata, un pantalón corto de pana,

91


medias de color carne y zapatos con taco de gamuza con unos rozones y sonajera, son mostrados en un el baile coreográfico de 15 pasos y con una hora y media de duración. Se adorna con pañolones de diferentes colores, la comanda un ‘macho’ o ‘narizón’, con dos filas de 24 danzantes apostados a casa lado. Su música acompasada resuena entre mandolina, guitarra, bombo, tambor, quena, violín, acordeón, platillo y arpa. Cuando ingresa un nuevo danzante se le bautiza con chicotazos entre rezos y todo un ritual en armonía con la fiesta. Después del bullicio de las fiestas de Julio, Paucartambo volvía a ser una villa apacible, soleada, con los aromas de eucaliptos y los cantos de los pájaros, en donde se podían escuchar los pasos en sus empedradas calles, el discurrir del río bajo el puente Carlos III, que sólo se veía interrumpida por la aproximación de algún camión cargado de madera del valle de K’osñipata, a la vez que portaba las noticias policiales en la ‘correspondencia’ o los sobres ‘made in GC’ procedentes de los cinco Puestos GC que tenía bajo mi control.

En todos los rincones de las calles se llegan a escuchar las guturales voces varoniles cantando a todo pulmón ¡Paucartambo! ¡Paucartambo! ¡Ahí te dejo mi recuerdo! / ¡kutimunaycaman! Pero lo que muchos visitantes no saben es que el 16 de Julio se celebra la fiesta de la bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, por las advocaciones que, los profetas Elías y Eliseo, establecieron en el Monte Carmelo en Palestina. Y por otra parte, cuando la virgen María se le apareció a un carmelita inglés, San Simón Stock ante sus ruegos para que los protegiese de los musulmanes, aquella se le apareció revestida con el hábito carmelita llevando en sus brazos al niño Jesús. De igual manera un 3 de febrero de 1985, la imagen verada, fue coronada pontificalmente por Juan Pablo II en la Fortaleza de Sacsayhuamán, en el Cuzco.

92


Fiesta de la Virgen del Carmen (Paucartambo)

(*) Cuzco, con ‘zeta’. Lo escribo así porque en aquellos años de 1979 era la costumbre de mencionarlo de esa manera.

93


94


C15

EL JUGADOR ESTRELLA

(44 Comandancia GC, Comisaría de Quillabamba 1980)

Cuando en el año 1979 me desempañaba como Teniente GC Jefe de Línea de Paucartambo en el Cusco, no tenía ni la más remota idea de que mi cambio para el año 1980 saliera para la enigmática y calurosa ciudad de Quillabamba en la Provincia de La Convenión del Departamento de Cusco. Pues así fue sin que haya ‘movido’ o me haya valido de influencia alguna, pues tenía que cumplir los requisitos básicos que por ese entonces se manejaba en la Benemérita Guardia Civil del Perú, y de paso conocer la zona de ceja de selva del Cusco, y camino del majestuoso Machu Picchu.

Plaza de Armas de Quillabamba

Con la orden incorporación superior en mis manos tuve que embarcarme en la estación del tren (único medio conocido y seguro) para llegar a mi destino, en donde por recomendación de unos verdaderos amigos, me aconsejaron viajar a medio día para disfrutar del paisaje y la tranquilidad y así llegar en horas de la noche, cuando el calor ya no me haría estragos en el cuerpo. Y así lo hice, llegando como a las 22.00 horas a la estación de Pavayoc, y entre el tumulto de la llegada y los pasajeros, tomé un taxi que me llevó a un hospedaje que daba

95


frente a la Plaza de Armas, en donde se podía distinguir frondosos árboles de mango, del cual habría de probar tiempo después, muy próximo al local policial de la 44 Comandancia GC y sede de la Comisaría de Quillabamba, en el cual trabajaría por ese año. Al día siguiente cuando desperté y tomaba conocimiento del clima reinante, me sobresalté demasiado al sentir un sopor o un calor no acostumbrado, que me causó un gran impacto, al respirar el aire caliente, que la dueña del establecimiento donde estaba hospedado me recomendó no hacer movimientos bruscos ni movilizarme demasiado rápido, para ir acomodando mi temperatura al del ambiente, y en acto seguido me invitó un mate de coca ‘caliente’ para calmar mi susto inicial, ante la copiosa sudoración que empezaba a mostrar. Ya vestido con mi clásico uniforme tropical en el cual se empezaba a mostrar los signo de sudoración a eso de las diez de la mañana me presenté a mis superiores, empezando por el Comandante GC Leoncio Fritz Cáceres Ballón -de quien tenía referencias que era una buena persona, correcta y respetuosaquien dispuso mi incorporación a la Comisaría de Quillabamba. Luego me presenté al Mayor Raúl Valenzuela Niño de Guzmán, Segundo Jefe de la Unidad –con quien, en ese año, haríamos popular la expresión ¡El Papá Ruca!, como una exaltación levantando los brazos con ‘taco’ y todo, cuando se lograba la jugada del triunfo (algo así como una ‘Minga’, parecido a un ¡Gol!), cuando jugábamos billas en el casino- Posteriormente me presenté al Capitán José Portocarrero Castro, quien sería mi Comisario en Jefe, y de paso a los demás Oficiales como el Teniente José Linares Zavala –más antiguo que yo y casado con una quillabambina de apellido Mendoza- y los Alfereces que se me presentaron fueron Jesús Arturo Villanueva Del Castillo, Guillermo Federico Gálvez Mellán, Jorge Ruiz Rojas, y el Alférez GC Manuel Fernández Díaz (quien después se casaría

96


con Roxana Camacho Castro, de Quillabamba), quienes recién se habían incorporado a la Comandancia.

Adelante el Guardia Surco, Alfereces GC Villanueva, Gálvez y Ruiz. Puerta izquierda Capitán GC Portocarrero y puerta derecha Tnte. GC Sulca

Posteriormente conocí y le di mis respetos al Capitán GC César Montoya Pineda, quien recientemente se había hecho cargo de la Jefatura de Sector de Pavayoc, al mismo que bautizamos (secretamente) como ‘El Shimuko’. Ya que constantemente se le oía decir que había desayunado un ‘shimuko’. Shimuko por allá, Shimuko por acá. Pues se refería a un tipo de serpiente que hay en la zona que al consumirla en una especie de ‘sudado’ proporcionaba una vitalidad en la salud y la piel, así como un vigor sexual muy apreciado, del que ‘alabardeaba’(se jactaba) con mucha frecuencia. En otras oportunidades decía que sólo había disfrutado de un ‘zúngaro’ (pez-gato, de la familia del bagre). Por supuesto que en base a la tradición policial me dieron veinticuatro horas para instalarme en la Comisaría, que quedaba en el mismo frontis de la Plaza de Armas de Quillabamba, llevando mis pertenencias y equipajes al segundo piso del local, en

97


donde al día siguiente me haría cargo de la Sección Denuncias y también como Oficial de Servicios y Permanencia, hasta que lleguen los demás cambiados. La amistad que cultivamos entre el Comisario y los demás oficiales fueron más que significativas por la modalidad del trabajo, por la cercanía de la misma, y por la actitud del comporta-miento en provincia así como por el calor mismo de la zona. Y así fueron pasando los días y los meses entre escuchar las canciones de José Luís Rodríguez ‘El Puma’, caminatas entre la Comisaría, la pensión en el restaurante ‘Astral’ de la familia Herrera Bornaz, de los tragos en el Hostal ‘Don Carlos’, las conversaciones en el bazar-librería con Miriam Mendoza Elorrieta y alguna que otra Kermesse o Ferias en la población en donde el plato especial y muy pedido eran los ‘cancachos’(asados) de ‘Viscachas’ traídas de la zona de Vilcabamba; y así también como las visitas obligadas a los descansos de la ‘playa’ del río Sambaray, en momentos de alegría, disipación y un poco de alcohol. Que cuando se enteraban que llevabas la espalda con picaduras de mosquitos o zancudos, de inmediato te decían tus amigos “seguro que te has ido al Sambaray”. Ya casi para el segundo semestre del año cuando el servicio marchaba como ‘viento en popa’ las reuniones y los encuentros con la familia del Comandante Cáceres Ballón, entre sus hijas Débora Juliana y Greta Margot, así como con sus hijos Leoncio Fritz, y Jorge Luís ‘Coco’, y también de las amistades mayores, se fueron haciendo más que cercanos y del cual empecé a participar con mayor regularidad, en el que se me invitó a ser parte del Grupo del Juego de naipes, especialmente conocido

98


como ‘La Canasta’ o ‘Telefunken’, en el que su esposa, doña Graciela ‘Chela’ Zoila Zegarra Rivera de Cáceres, era la más entusiasta y deseosa que yo asistiera con mayor regularidad los días jueves a las ocho de la noche, por supuestamente los días que estaba libre en el servicio o tenía que cambiar de turno. Como yo no era ducho en esta clase de juegos ni tenía la más mínima noción, ya que desde muy temprano en mi vida policial no le tenía un buen concepto a los juegos de azar, que incluso los perseguía en mis servicios de calle, tanto en Lima como provincias, pero por tratarse de un alto Jefe y la condescendencia con el que se me trataba le hice un poco el esfuerzo, en donde los participantes me enseñaban con gran dilección, para lo cual sólo se apostaba un mínimo de céntimos de sol por cada juego, en el que quedaba un ‘fondo’ o ‘pozo’ para el ganador que tenga mayor puntaje, y que al final del mismo yo resultaba perdiendo entre unos diez y quince soles por noches de aprendizaje. “Ya me tocará

ganar, cuando aprenda bien” –me decía yo mismo para darme valor ante las pérdidas constantes. Y así todos los jueves los reuníamos, y se entablaba más amistad entre los asistentes, entre los que puedo recordar estaban, el Comandante Leoncio Cáceres Ballón, su esposa, el Capitán de la Sanidad Policial Humberto Mendoza Pinedo, su esposa Julieta Oliart Pinto, el señor Mario Lira y su esposa doña Lula, don Rafael Aragonés y su esposa doña Paula, así como doña ‘Chepita’ Aragonés y otros amigos. Como dice el dicho ‘mal en el juego, pero con suerte en el amor’ yo seguía en mis clases de aprendizaje en el ‘Juego de la

99


Canasta y el Telefunken’ en el que a veces se me permitía ganar algunos puntos mas no el monto del ‘pozo’. A lo sumo en el deporte sólo practicaba el fulbito del cual el equipo que organicé salió subcampeón en ese año, ante jugadores de la talla del mismo Alférez Manuel Fernández Díaz, Luís Laguna Ramírez, el arquero Gómez Segura, Mendoza Zeta, del ‘Pato’ aunque después supe que era ‘Papo’- o ‘Papi’ Flores(chalaco que sí la movía fantásticamente) y de mi amigo Luís Espejo Lívano, aunque más ‘bullanguero’ y atizador de fuego cuando decía “que suene el cuero, que suene el cuero” para arengar a los jugadores que pateen la pelota a la misma vez, con un sonido particular, de disputa en el juego. Hasta que me llegó un dato -un trascendido- en el que me iban a cambiar temporalmente a la Jefatura de Línea de Pucyura, ya que el titular, Alférez GC Jorge Ruiz Rojas, había solicitado vacaciones y un permiso especial para dirigirse a Lima con el fin de realizar gestiones personales juntamente con su esposa Silvia García Hinsbi, con quien había venido de Vilcabamba. Al principio no tomé en cuenta esta designación ya que yo era Teniente y la plaza era para un Alférez, pero como en el reglamento decía que se podía designar a un Teniente, lo dejé a criterio del Comandante en Jefe, puesto que habían otros Alfereces que podían cubrir dicho requerimiento. Por aquellos días había participado muy encomiablemente en el llenado del techo de material noble de uno de los lados de la Comandancia, pero como tal vez no había ‘cargado tanta lata’, de seguro que me habían ‘tirado dedo’ y me ‘premiaban’ con

100


destino a Pucyura en el distrito de Vilcabamba, provincia de La Convención. “A cazar vizcachas” –se decía cuando lo destacaban a ese lugarAl principio no lo podía creer pero al ver la Orden, mediante Memorandum firmado por el 1er. Jefe, no tuve más remedio que aceptar y cumplir con el superior, y ya me alistaba y relevaba con el Teniente José Linares Zavala, y cuando tuve la oportunidad de despedirme de la esposa del Comandante, se enteró de aquel cambio, y presurosa como era, y mostrando un asombro más significativo que el mío, se constituyó a la oficina de despacho del Comandante, en donde pude observar y hasta oír el siguiente diálogo: “¡Leoncio! ¿Es verdad que van a cambiar al Teniente Sulca a Pucyura?” A lo que mi Jefe asintió y trató de justificar dicha decisión. Y a modo de asentimiento y pregunta a la vez la señora le indicó: “Pero Leoncio… Leoncio ¡No te has dado cuenta que el Teniente Sulca es nuestro ‘jugador estrella’... ¿Y quién lo va a reemplazar los jueves?” –le insistió- “Ya veré lo que hago” –fue la respuesta de mi estimado Jefe. Y la señora ‘Chela’ salió de la oficina como una tromba, seguida de una ráfaga de viento con unos ojos saltones, más que de costumbre -casi diría yo enfurecida y echando chispas- pero yo ya me encontraba en el segundo piso sin atinar en nada, para que no se diga después que había pretendido ‘tirar pecho’ para no ir a la Línea de Pucyura. A las horas siguientes y luego de la cena de costumbre de aquel día, recibí una contraorden de parte del Furriel del Comandante en el que se me informaba que la Orden primaria quedaba sin efecto, y que por el momento se había dispuesto que el Sargento más antiguo se

101


hiciera cargo de la Línea, en ausencia del Alférez GC Jorge Ruiz Rojas. (Fotos: Personal GC llenando techo del segundo ambiente) Más calmado, con el nuevo Memorandum entre mis manos, ya estando en el dormitorio que compartíamos con el Alférez Guillermo Federico Gálvez Mellán, tendido sobre la cama y con las manos entrecruzadas bajo la nuca, mirando el techo en el cual se encontraban algunos zancudos, pensaba para mí mismo y quizá pude expresar en voz alta, algo así como: “Ahhhh…Lo que son las cosas, mi estimado Guillermo”... “Lo

que resulta el no saber jugar a las cartas y perder unos cuantos soles, cada noche de los días jueves”… “Pues eso, me libró de un viaje al lejano Pucyura, y de paso me dejó a disposición del amor en Quillabamba”. Y el Alférez Gálvez, como contagiado con lo que yo le refería, también mirando al techo, en la misma posición que yo, a modo de consuelo, sólo atinó a decirme: “No se preocupe, Mi Teniente, ‘Todo pasa por algo’” –y luego pronunció las mágicas palabras que por esos tiempos se nos había hecho casi costumbre ante las cosas que no nos podíamos explicar: “Así pasa, cuando sucede, Mi Teniente”. Y nos pusimos a dormir para soñar con lo que vendría después. Pues sí, tenía pensado seguir conociendo mejor a una amiga arequipeña llamada Cecilia, ya que su compañera del SESIGRA, llamada Marcia se entendía con mi amigo, el Alférez Gálvez, para lo cual salíamos en ‘pareja de correrías’ pero en la misma ciudad, sin llegar a disfrutar de las idílicas estancias por el río Sambaray. Además, también sólo puedo decir que, por esas épocas, por efecto del licor en una de esas ‘noches’, de pasiones escondidas

102


fue que me llamaron ‘El Saboreado’, aquel que quiso probar cómo era el sabor del licor de almendras en los labios de una dama, pero en cambio recibí de otros cómplices, una dosis de amor del que tengo el más bello de los recuerdos. Pero esa… esa es otra historia.

103


104


C16

SUPUESTO REEMPLAZANTE

(Ocurrido en el Centro Comercial Risso, Lince 1981)

Esta anécdota la cuento tal como ocurrió allá por el año 1981, en circunstancias que hacía mis compras en el antiguo local de la Tienda Monterrey (lo que hoy en un Casino), en el Centro Comercial Risso de Lince, muy junto al conocido y añorado Restaurante ‘Marcantonio’, donde se degustaba sabrosos bifes, lonches, jugos surtidos y momentos de encuentros al son de las melodías de piano con temas como ‘El Golpe’ y melodiosos tangos que ablandaban el corazón. Por esas cosas del destino me encontraba parado en la entrada de la extinguida Tienda Monterrey viendo los anuncios publicitarios esperando a un familiar que hacía compras en el interior cuando, con el rabillo del ojo, pude observar que una persona

se

cautelosamente

me hacia

acercaba mi

muy costado

izquierdo, por lo que le di a entender el paso obligatorio y siga de frente. Pero al ver que se detenía casi junto a mí, le dirigí la mirada y pudo observar que se trataba de mi amigo y promoción de la Escuela de Guardias y de la Escuela de Oficiales, Roque Alejandro Guanilo Costilla, quien muy disimuladamente entabló conversación conmigo, ya que por esas épocas, y el hecho de estar ambos de civil, nos hacía presumir que estábamos en acciones propias de inteligencia, al cual no debíamos de delatar.

105


-

-

¡Promoción!… –me dijo muy bajito y casi al oído- ¿Qué estás haciendo por aquí? Estoy esperando a un familiar. Ahhh… -soltó una exhalación de calma y satisfacciónPensé que te habían contratado como seguridad y ya me habían reemplazado a mí. Porque esta ‘chambita’ yo me lo he conseguido. ¡No! ¡No! ¡No! No te preocupes promoción –reiteré lo indicado- Yo sólo estoy de paso. Ufff. El susto que has dado…‘Chamba es Chamba’ compar’e. Sólo que llegué un poquito tarde y creí que ya me habían reemplazado.

Y así después de un breve diálogo se hizo cargo de su servicio en el lugar. Y nos despedimos con un abrazo promocional.

(Por aquellos tiempos el ahora denominado ‘servicio individualizado’ que realiza la mayoría del personal policial era tan extraño que era un logro casi personal y de escatimada confianza el poder obtenerlo, y era severamente cuestionado por el Comando Policial. Este tipo de servicio en

Chimbote

lo

conocen

como

la

famosa

‘Charanga’,

en

bailes,

Conciertos, ferias y festivales como en la Semana de San Pedrito, al 29 de Junio de cada año.

106


C17

UN DÍA CON EL PRESIDENTE

(52ava.Comandancia de Salvataje 1981)

Realizar la noble y sacrificada labor de ser un salvavidas conlleva a tener posibles accidentes o acciones muy peligrosas si no se está bien entrenado para este cometido. Aún a pesar de tener el ‘título’ de salvavidas si no se ha seguido un certamen de reentrenamiento y estar en forma es mejor no exponerse a sufrir sus graves consecuencias. Incluso la acción de salvamento en mar abierto es uno de las pocas maneras de acercarse a la víctima ‘por detrás’. Pero ¿Cómo se hace esto? -se estarán diciendo- Pues la técnica de rescate en el agua obliga que al aproximarse, al que se está ahogando, cuando ya se está a metro y medio de distancia el salvavidas debe zambullirse, tomar al rescatado por las piernas y al llegar a la altura de las caderas, debe hacerlo girar de tal manera que lo sujete por la espalda para asirlo y juntamente tratar de salir a tomar un segundo aire profundo. Todo depende cómo se comporte el que quiere ser salvado. Si hace caso a su salvador se comportará y ayudará en el rescate, pero si está presa del pánico, hay que tener mucho cuidado, pues si no se aplica estos consejos, víctima y salvavidas pueden sufrir ahogamiento. Si tan sólo se supiera que el salvavidas lo único que hará es mantenerlo a flote para que pueda respirar, además de alcanzarle la ‘boya salvadora’, y de ahí todo depende de la distancia a tierra así como de las corrientes marinas y las olas furiosas de los que hay que tener cuidado o esperar ayuda. Después de haber dado un pequeño consejo les voy a contar la anécdota que tuve como salvavidas bisoño con el entonces presidente de la República arquitecto Fernando Belaunde Terry, en un verano de 1981.

107


Cuando venía cumpliendo mis labores de Oficial de Control de Playas por las zonas de ‘Agua Dulce’, Barranco y Chorrillos, incluido ‘La Herradura’, al reportarme a mi Unidad, recibí la orden de presentarme, al día siguiente a las 08.00 horas, en Palacio de Gobierno para cumplir determinada misión y acompañar al Presidente de la República en su recorrido exclusivo que tenía para mantenerse en forma, cual era la práctica de la natación. Y es que don Fernando Belaunde tenía la sana costumbre del ejercicio de nadar largos trechos en determinadas playas del litoral.

Al recibir la orden no me indicaron mayores detalles por cuanto me dijeron que en el Puesto Comando de Palacio y los respectivos Edecanes me indicarían al respecto. En la información que pude recabar era para acompañar al Presidente en su desplazamiento en el agua y fungir como salvavidas en caso necesario. De hecho me presenté al día siguiente a la hora indicada. Casi ya como a medio día y el hambre empezaba a forjar se recibió la comunicación de que debíamos estar listos para salir con el Presidente Belaunde. Para lo cual se me indicó que abordara el auto de escolta y seguridad con los implementos necesarios, el buzo y las indumentarias características del

108


salvavidas (buzo y gorro azul, polo celeste, trusa negra, zapatillas blancas y sayonara, así como la boya amarilla tipo torpedo con agarraderas y cuerda). Cuando me vieron que llevaba la boya, personal de seguridad me miraron algo extrañados y casi sorprendidos (después me enteré que los otros salvavidas no los llevaban) por lo que opté en dejarlo en el vehículo. En pleno desplazamiento nos enteramos que el Presidente había escogido ir al Callao (dicen que solía ir al Regatas, Naplo en Pucusana o Santa Rosa para estos menesteres) y con la ayuda de su escolta llegamos en un santiamén, recorriendo lugares que para mí me eran tremendamente conocidos y familiares. Había escogido ir a la Escuela Naval en La Punta en donde fue recibido por personal de la Marina, que ya sabían sus peripecias, y procedió a encaminarse al espigón, para seguramente salir por la ribera de mi querido y recordado Cantolao. Como yo fungía de ser su salvavidas en esos momentos tuve que adelantarme a sus pasos y adivinar que haría su travesía, pero lo que me tenía muy preocupado era cómo llevar mi ropa que ya bahía puesto en un maletín y estaba sólo en trusa, y antes que el Presidente se lanzara escogí al Edecán, que era de la Marina, para que me hiciera el favor de transportar mis pertenencias hacia la playa, lo cual le pareció inusual y hasta un poco atrevido, pero creo que comprendía las circunstancias. (Con el tiempo pude comparar este episodio como que un teniente alcance a un Comandante o Capitán de Fragata un maletín para que se lo lleve hacia la otra orilla, o tal vez no era la costumbre).

109


En la corta distancia del espigón a la playa acompañé a don Fernando Belaunde Terry, en donde nadamos juntos a dos brazadas de distancia paralelamente, él al estilo libre (crol) y pausado, y yo al estilo de nadador de costado haciendo uso de la fuerza de las piernas, siempre observando el objetivo para no perderlo de vista en ningún momento. A mis seis años de servicio policial fue lo más próximo que estuve custodiando la seguridad de un Presidente de la República, que tuve que contarle a toda mi familia y mis amigos de entonces, y tenía que empezar diciendo: “A que no saben con quién estuve hoy día…” (y empezaba a contar esta historia). Recorrido el trayecto en la playa, casi de inmediato retornamos al vehículo de seguridad, y enrumbamos a Palacio de Gobierno. Pero en mí, aparte de la sensación de haber estado al servicio de un Presidente, aún me quedaba la dicha de haber estado en esta situación justamente en la playa donde aprendí a nadar, que era pedregosa pero con un fondo de arena que tiene la playa Cantolao, muy próximo a la unidad naval del lugar, en donde el agua es fría y cristalina, con oleajes de poca peligrosidad. No en vano había estudiado en la Gran Unidad Escolar “Dos de Mayo” en Chucuito, y conocía

110


perfectamente la diferencia (antigua) y el de Cantolao.

entre

la

Playa

‘La

Arenilla’

Pensé que lo acontecido se iba a repetir en otra oportunidad, pero no, la exclusividad del servicio lo tenía otro teniente más antiguo, con mayor experiencia y que estaba buscando hacer mayores méritos para poder ascender. Ese fue la única ocasión que fui salvavidas de un Presidente por un día.

Comentario adicional de mi amigo Wilson Cabrejos Torres al tener conocimiento de esta anécdota:

“Este

servicio

tiene

su

historia,

pues

lo

realizaban

exclusivamente los alfereces de la Marina de Guerra, pero por circunstancias amicales con el hijo del Presidente, (de quien sin querer y sin saber que era hijo del presidente), hecho que no lo... sabia, solo cuando concurrí a palacio, luego de 5 años de amistad pues le enseñaba a bucear, con la finalidad que aprenda y no espante a los ‘pescados’ en Naplo. Llegó la orden a la Comandancia con nombre propio y pensaban que había un problema y me acompañó un Mayor, hasta la puerta donde me esperaba Rafo Belaunde, quien me

111


presento a su papá y ya imaginas el zapateo del marino Almirante, pues argumentaba que ese servicio era de ellos, pero sabiendo que los alfereces eran Campeones Sudamericanos Militares de natación, propuso una competencia, los alfereces dijeron cien por estilo libre, pecho, espalda y ‘side strock’, yo argumenté que debería ser 1km por estilo, indicando que tal si el Presidente se ahoga a 1 o más kilómetros, ellos se rieron, contando con su preparación y en forma educada, me dijeron que no querían dejarme mal, la competencia fue en la Escuela Naval, con presencia de los almirantes y el director de la escuela, te comento (Ismael) que al término de la competencia el segundo llegó a cerca de 600 metros, la competencia de largo aliento, exige un severo control de Ritmo, Respiración, Desliz, Alto nivel de Psicomotricidad Acuática, ellos no sabían estos detalles, astutamente les exigí en el Libre y perdieron el ritmo, el resto queda en la historia no contada”…

112


C18

POR FALTA DE COMPAÑERISMO (Versión oída en el año 1982)

Esta

anécdota

pendenciero

y

la

pude

hasta

escuchar

catalogado

cuando

‘relajado’

un

locuaz,

Capitán

PNP,

procedente de la Guardia Civil contaba a un grupo de oficiales entre

los

que

me

encontraba

yo-

sobre

sus

vivencias

relacionadas con un General GC, emblemático jefe policial conocido por su rectitud e intransigencia, y que había sido el ‘terror’ en sus buenos años en la Escuela de Oficiales de la avenida Los Incas (Sebastián Lorente), en los Barrios Altos, Lima, así como durante su desempeño como Inspector Policial. De este general se sabía que era procedente de Cuzco, y tenía una característica fonética que lo hacía pronunciar con dificultad el idioma castellano, pero a la vez era docente de la asignatura de Criminalística, incluso había llegado a publicar un libro sobre esta materia. Fue Inspector General de la GC y se conoce que fue el único Inspector que en la Historia del Perú publicó su informe denominado "Carta a la GC" en el que se ponía al descubierto que se había recibido una institución ahogada en vergüenza y en espantosa corrupción, por aquellas épocas. Al grupo de oficiales reunidos en aquella ocasión, el Capitán ‘Ochoa’ contaba que cuando él era Alférez le tocó prestar servicios en la Comisaría del Aeropuerto Internacional ‘Jorge Chávez’ en el Callao, y que cuando estaba durmiendo, siendo las 06.30 horas, oyó voces de la Guardia de Prevención que había llegado el Inspector General de la GC por lo que de inmediato se levantó, se aseó y preparó sus pertenencias y

113


cama para pasar la ‘revista de policía’ como se estilaba por aquellas épocas, cuando notó que uno de sus compañeros que era tremendamente ‘relajado’ (descuidado, sin interés en el servicio) poco o nada hacía para pasar una buena revista. Poco antes de saber que el Inspector llegaba al dormitorio de los oficiales, el Alférez ‘dormilón’ raudamente se levantó extendió la colcha de su cama y se introdujo en uno de los baños, dejando al Alférez ‘Ochoa’ al pie de su cama en posición de firmes y correctamente uniformado, quien ya ante la presencia del Inspector, supo decir: “Alférez ‘Jacinto Ochoa Mendívil’

–nombre

supuesto-

pasa

revista

sin

novedad”,

saludando policialmente. Casi de inmediato el General supo decir: “Cómo sin novedad. Cómo sin novedad. Esto y esto” –como haciendo ver alguna observación o falta que constataba- En eso cuenta que el general arrojó una moneda en la cama de su compañero ausente y ésta ‘no rebotó’ -como debía de rebotar cuando estaba

bien

tendida

y

extendida

por

su

propietario-

ordenándole al Capitán Comisario: “Póngale ocho días de arresto por una mala revista policial”. Ante este hecho el Alférez ‘Ochoa’ indicó: “Disculpe Ud. Mi General, esa no es mi cama, sino esta” –señalando con un movimiento de cabeza casi imperceptible- y cuando ya el inspector recogía su moneda sintió que la cama aun estaba tibia y descubriendo la colcha pudo ver entre las sábanas blancas algunos residuos del ‘vello púbico’ (pendejos), por lo que volvió a decir: “Y póngale Ocho Días más, por falta de compañerismo” y se retiró del lugar.

114


Todo este episodio

fue hablado

en un castellano

poco

entendible para un limeño ‘mazamorrero’, por el cual el general era muy conocido como ‘El pisquisa’, ya que en sus clases de criminalística ahondaba preponderancia y repetía hasta el cansancio sobre las tareas que debía cumplir un ‘pesquisa’, como un verdadero ‘sabueso’ tanto en recolectar información encubierta como en la investigación de los hechos criminosos. Una característica similar, en materia de docencia, lo tenía otro General también de la GC quien tenía la manía de fumar mediante una boquilla especial y hacía caer la colilla en un cenicero portátil y personal con unos toques con el dedo meñique, y sobre todo el de repetir incansablemente el término ‘y patatín y patatán’ cada vez que quería dar a conocer que al conocerse un principio lo demás tenía que ser como ya estaba establecido en los procedimientos. El capitán ‘Ochoa’ hacía referencias de lo discutible que era la disciplina por aquellos tiempos, entre las carcajadas de todos los presentes. “Eso no es nada…” dijo alguien por ahí, y comenzó

a

mentar

y

contar

de

otros

generales

más

sancionadores y hasta abusivo que el de esta historia, entre ellos uno que llamaban “El Perro”, de otro “El hermano malvado”, de quienes habían sido víctimas en su infortunio.

115


116


C19

CASCO, VARA Y BOLSA

(Unidad de Servicios Especiales Lima y 9na. CGC-Ayacucho, 1982)

La situación en el Servicio Policial estaba determinada por parámetros en los que se juntaban las condiciones propias del efectivo así como el cúmulo de acciones en su desempeño y que habían sido observadas por el Superior para ubicar al servidor justo en el real puesto de debiera corresponderle. Durante el año 1981 tuve la oportunidad de conocer y de compartir labores con el de igual grado, pero más antiguo, Teniente

GC

Franklin

Vicente

García

Zapata,

en

los

quehaceres de las funciones en la 34 Comandancia ‘Las Águilas’, Unidad Especial dedicada exclusivamente al Control de Multitudes así como el Resguardo y Seguridad en las sedes de las Embajadas extranjeras en el Perú, donde el servicio tipo ‘acuartelado’ (72 X 24 horas: Retén, Disponible, Servicio y Franco) discurrían entre sonidos de la corneta, voces de “Rancho”, “A formar”, juegos de billar, y sobre todo el característico y único “Casco, vara y bolsa” para llamar a la Compañía

de

Servicio

y

hacer

frente

ante

cualquier

eventualidad, a veces con el apoyo de la 42 Comandancia también de asalto. En los interiores de la entonces 34 Comandancia GC. USE ‘Las Aguilas’ el Tnte. Franklin García Zapata, el Mayor Gilberto Torres Pajares, Jefe de Servicios, Tnte. Ismael Sulca Velásquez, Tnte. Luís Sarmiento Canales.

117


Al Teniente Franklin Vicente García Zapata, quien usaba deferentemente el término de ‘Chocherita’ para hablar con las personas, se le tenía cierta consideración y respeto por su antigüedad en el grado y por ende en el servicio, (En más de las veces cumplía labores de Oficial de Rancho, al igual que el Teniente Víctor Bonilla Lozada, otro más antiguo que aquel) porque demostraba cierta forma en el caminar que al parecer había sufrido alguna lesión en el tendón de Aquiles, algunos decían por una lesión sufrida jugando fulbito cuando trabajó en la mina Toquepala, en Tacna, pero eso no le impedía cumplir a cabalidad las órdenes propias del servicio USE. Casi al terminar al año se le oía decir que ya estaba cansado de

tanto

trajinar

en

el

servicio

llevando

consigo

sus

aditamentos como el casco, la vara y la bolsa italiana (morral de cuero con sus dos granadas lacrimógenas) y que iba a valerse de algún favor para irse a trabajar a unidades menos fatigosas, logrando su objetivo para el año 1982 donde salió cambiado a la Región de Ayacucho donde funcionaba la 9na. y la novísima 77ava. Comandancia GC Unidad Antisubversiva. Sentados en la Guardia de Prevención de la famosa 34 Comandancia de la BGCP(véase la pizarra un 29 de Julio de 1982) los Tenientes Luís Alberto Sarmiento Canales, Ismael Sulca Velásquez, Francisco Herrera Navarro, Eduardo Pacheco Mazza

118


En uno de esos días de la Semana Santa de Ayacucho en 1982 y

cuando

me

encontraba

transitando

por las calles

de

Huamanga, capital de Ayacucho, grande sería mi sorpresa encontrar parado en una esquina al mando de un grupo de control de disturbios al Teniente Franklin García Zapata, igual de uniformado con el característico ‘Casco, vara y bolsa’, a quien saludé muy amigablemente, y sorprendido por sus atuendos le pregunté: -¿Qué pasó? Chocherita, ¿No era que ya no quería saber nada con el ‘casco, vara y bolsa’? A lo que risueñamente me respondió: “Nada, ‘Chocherita’… Lo que pasa que de esto no me puedo librar… El Comandante apenas vio que procedía de la 34 Comandancia, me dijo: “Ud. tiene experiencia para estas lides, así que vaya a lo suyo”.. Y aquí me tienes, hermano…con ‘Casco, vara y bolsa’. Previo

diálogo,

nos

despedimos

risueñamente,

de

las

circunstancias por el que pasaba el Teniente García Zapata y el estigma que se había forjado como para cargar tan llamativos atuendos.

119


Plaza de Armas de Ayacucho en donde en una de sus esquinas nos encontramos con el Tnte. GC. Franklin GarcĂ­a Zapata.

120


C20

FUGA Y RECAPTURA DE NATIVO

(Jefatura de Línea de Nauta, 1er. Sector Iquitos, Loreto 1983)

Durante todo el año de 1983 presté servicios policiales primero en la Comisaría de Morona Cocha, donde tuve como recuerdo el relevo de una ‘motochata’ y posteriormente a mitad de año me asignaron a la Jefatura de Línea de Nauta, de la Provincia de Loreto. El Distrito de Nauta está asentada sobre la margen izquierda del río Marañón, flanqueada por dos pequeños ríos el Gasparito y el Zaragoza, sobre terrenos no inundables, formados por colinas bajas, con alturas entre los 116 y 125 msnm, a una buena distancia de 98 km. de Iquitos en viaje por río en bote o lancha, surcando por el río Amazonas para llegar a la confluencia de los ríos Marañón y el Ucayali. Regularmente el viaje se realizaba de noche y se llegaba casi al amanecer o en horas de la mañana, entre carga y pasajeros lugareños.

Personal de la Jefatura de Línea de Nauta en 1983 en la entonces Plaza de Armas de la ciudad

121


De lo primero que me llamaba la atención de Nauta era el saber y poder conocer, que por historia y geografía había sabido en el colegio, el mismo lugar en que los ríos Marañón y el Ucayali formarían el gran río Amazonas, a todos los pasajeros nos despertaban para ver este espectáculo. Y otro hecho de los que más puedo recordar es de la pensión donde tomaba mis alimentos, en el que una señora de avanzada edad(Jenoveba Anahuiri), me enseñó a comer diariamente carne de monte y sabe Dios qué más, en donde el menú de sopas y guisos fluctuaba entre carnes de boas, lagartos, monos y tortugas (motelo de patas amarillas, taricayas, cupisos) -en que la primera vez le dije que me lo diera sin la respectiva piel- así como ceviches de paiche y frituras de gamitanas, doncellas y preparado de ‘boquichicos’ a la sazón ‘nautina’, y en donde el filete de ‘ronsoco’, venado y de ‘majás’ eran los platos especiales, muy aparte del caldo de gallina regional y el guiso de carnes de las menudencias aromatizadas con yerbas de la región. Otro de los episodios que me ocurrieron en Nauta fue el haber escuchado y sentido el silbido del famoso ‘tunche’, cuando en cierta oportunidad, en horas de la noche, me había alejado un poco al monte con una damita para flirtear y conocernos mejor, llevándomela en una moto, y cuando estábamos pronto a empezar en nuestro coloquio, por detrás en la oscuridad del monte sentimos un silbido raro y extraño, que se repetía, y de inmediato se nos erizó el pelo de todo el cuerpo, que en cuanto a mí, como si me hubieran paralizado y que sentía temor en volver la mirada para saber de la situación, en donde menos mal que portaba mi revólver Smith Wesson calibre 38, cañón largo, que me dio valor para tomar la moto, arrancarla y salir presurosos de aquel lugar enigmático. Cualquiera diría que se trataba de algún pájaro nocturno, pero esos silbidos jamás los había escuchado en otras ocasiones similares. Aquel lugar quedaba entre el pueblo y la ruta para el cuartel del ejército. Eso acabó mi truncado idilio con cierta damita nautina.

122


Pero lo que en realidad de lo que se trata esta anécdota es que al llegar al Pueblo y proceder a efectuar el relevo reglamentario con mi antecesor, se había producido una novedad por la situación de inoperatividad de un motor de lancha asignado a la Jefatura de Línea, del cual se le dio cuenta al entonces Capitán GC Eduardo Pérez Rocha, Jefe del 1er. Sector en Iquitos, por el cual todavía yo no firmaba los Estados de Relevo, que duraron por lo menos dos días en efectuarse. En esos trances, también pude notar que había una persona civil que se encontraba en una situación de ‘detenido o depositado’ a disposición del juzgado del lugar. La Comisaría no era un penal, pero como no había otro lugar más aparente para estos fines, el Juez había dispuesto ‘que se le tenga a buen recaudo’ por la autoridad policial, que representaba la Guardia Civil del Perú, en ese entonces. Hasta ahí no había nada de extraño ni de irregular, pero lo que me llamaba la atención era que a primeras horas el personal de servicio de día, acompañaba al civil ‘depositado’ para que transportara en baldes o recipientes aguas del mismo río Marañón hasta los contenedores de la Comisaría para poder asearse o usarlos en los servicios higiénicos. Dicen que eso era lo cotidiano y hasta permitido, y muy sobre todo cuando jugaban fulbito con participación del ‘supuesto detenido’ y él mismo se bañaba en el río al traer el ‘líquido elemento’. Efectuado el relevo, sin las formalidades consabidas, y ya retirado el Oficial saliente rumbo a Iquitos, se les hizo hincapié a todo el personal sobre el cuidado que se debía tener con el ‘detenido’ en custodia, en donde llegué a saber que así estaba casi por más de un mes, por lo que se había familiarizado y a veces se le daba más soltura que resguardo, que hacía temer una posible evasión, en el que el personal solía responder con la consabida frase de Martínez Morosini: ¡No pasa nada, Mi Teniente!

123


Y como dice el refrán ‘la confianza mató al gato’, el supuesto ‘detenido’ no regresó una mañana de aquellas en el que se fue a traer agua del río, ni apareció todo el día, por lo que fue novedad del servicio de día, y del cual me enteré rápidamente, y empecé a tomar nota, de fecha, horarios, registros, relevos y otros para determinar las responsabilidades del caso. En lo que sí estuve de acuerdo, era en no dar cuenta al Juez por escrito, pero le confié verbalmente lo acontecido y supo decir que su caso no era tan grave y que ya iba a resolver al respecto, y logró darnos mayores datos de los motivos de su detención y juzgamiento, asimismo confiarnos que nos daba un prudente plazo para su ubicación y recaptura. Todos los policías de la Jefatura de Línea (Policial Básico) así como el personal del Puesto de la Policía Forestal, que ocupaba el mismo local, se pusieron en guardia para obtener información y montar ‘un operativo’ para recapturar al evadido, de quien se sabía que era de una tribu Cocama-Amahuaca, y que tenía familiares entre Nauta y Requena, por lo que se indagó por esos lugares, contando circunstancialmente con el apoyo de una lancha proporcionada por funcionarios de CORDE-LORETO (algo así como Corporación de Desarrollo de Loreto), Ministerio de Agricultura que habían llegado a Nauta a efectuar unos trabajos por varios días, en donde el Guardia Fernando

Orrego

Calle

era

conocido

y

amigo

de

los

acompañantes.

124


Funcionarios del Ministerio de Agricultura que proporcionaron la lancha con motor fuera de borda utilizada para la recaptura del evadido.

Al tercer día de búsqueda con internamiento en el monte y búsqueda sigilosa entre los habitantes de aquellos lugares, cuentan los captores que pudieron reconocer, entre todos ellos muy parecidos, al presunto evadido, que bien podría ser un auténtico descendiente del mismo Manuel Pacaya fundador del primer asentamiento de Nauta, que se había ocultado sumergiéndose en una ‘cocha’ y embadurnado de barro al que los policías también se aventaron para poder capturarlo, logrando conducirlo nuevamente hacia Nauta, solicitando conocer su situación y que la autoridad judicial determinara lo conveniente, con la excusa que la Comisaría y la función policial de ese entonces, no estaba comprendido la reclusión de reos, presos, detenidos en calidad de custodia.

125


Personal policial que participó en la recaptura del evadido quien está en la parte inferior entre el Guardia Orrego y otro que lo señala.

Como la acción de la recaptura del evadido originó que todo el personal participara yo mismo logré tomar las fotografías de estilo para perennizar, el esfuerzo mancomunado desplegado por los policías de Nauta que llegué a conocer y comandar en esas circunstancias. Ahora me cuentan que al Distrito de Nauta, que yo conocí, se llega también por tierra en dos horas de viaje por una moderna carretera con bellos paisajes selváticos, y por río, a la usanza antigua para conocer el donde el Marañón y el Ucayali se juntan para formar el gran Amazonas. Ya los sonidos del ‘tunche maligno’ se hacen cada vez más esporádico. Aquel sonido que evitó que tal vez yo dejara algún recuerdo de amor en la frondosa memoria de mi recordada Nauta.

126


C21

QUÉ TALES CAMBIOS

(V Región de Iquitos, Jefatura de Línea de Petrópolis, 1984)

Los llamados ‘Cambios de Colocación’, que anualmente se hacían en la Benemérita Guardia Civil del Perú, eran un procedimiento habitual al que todos estábamos acostumbrados. Recuerdo que era normal que el primer año de Alférez se prestara servicios en una Comisaría o Dependencias de Lima, y para el segundo año, era obligado salir a provincias sea en costa, sierra o selva, lugares en donde hasta el grado de teniente rotábamos de un lugar a otro o te ‘hacían pasear’ por sitios que los incas ni los españoles pudieron llegar, lo que te hacía conocer ‘la realidad peruana’ tal y como lo describiera José Carlos Mariátegui en su obra ‘ Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana’. Y eso era bueno para la vida profesional del oficial de policía, conocer la idiosincrasia de la gente, compenetrarse tanto que muchas veces se formaba familia por esos lares, lo que también era beneficioso para esa localidad por la nueva sangre que se aportaba a través de un benemérito e ilustrado policía. Después de producirse los cambios y la publicación de los mismos en la Orden General del Instituto, se producían también las ‘reasignaciones’ o los famosos ‘reajustes’(nuevos cambios después de la anterior); otros los llamaban ‘las lloronas’ porque generaban unos desconciertos tan grandes como el de ratificar en el cargo a uno que ya debía ser relevado (por exceso de permanencia) o sacar a otros que debían cumplir determinada función, pero que debido a ‘padrinazgos’ y recomendaciones, lograban quedarse en lugares expectantes o de deseada comodidad y perjudicar a otros que no tenían este padrinazgo, ‘vara’ o recomendación alguna.

127


Y por cierto, una vez producido los cambios, los ‘reajustes’ se lograban hacer por ‘criterios’ de cada Comando Regional o de Comandancia, otros movimientos de cambio interno, teniéndose en cuenta entre otros por ‘la antigüedad’ en el grado, el ‘sistema de rotación’ de cada oficial por vacaciones o ‘mancadas’ de otros, en donde el estado civil se tomaba muy en cuenta, los ‘solteros’ eran propensos a ser más rotados, y por último, la familiaridad o amistad con el Jefe de Región o de Unidad, era clave para obtener los mejores puestos, pero que al final se le estampaba la famosa frase: “Por convenir al servicio”. Había otro ‘criterio’ que era el más usado soterradamente: el ser considerado, el lugar, como ‘zona de castigo’, por lo muy alejado e inhóspito, por las precariedades y falta de servicios esenciales, que lo hacían poco deseado estar por esos lugares. El personaje de esta historia es el Teniente GC Raúl Gilberto Cuadros Silva quien pertenece a la Promoción “Gral. Arturo Zapata Vélez”, conocida internamente como ‘Los Centuriones’. Se sabe que cuando ingresó a la Escuela de Oficiales en 1974, uno de sus Subtécnicos (Cadete de tercer año, ‘Los Sinchis’) solía decirle a manera de una orden burlona: “Cuadros…Silva” y él obedientemente se ponía a silbar. Fue su Capitán de Compañía, Jorge Ramella Burgos, y los Jefes de Sección los Tenientes La Torre Meneses ‘El Atorao’, Montesinos Loayza (quien no ascendía de teniente y solía decir “Claro como yo no

128


estoy ligado ni con la derecha ni con la izquierda, no tengo quien me jale”, Villar Cuadros (más conocido como ‘Currutá, Currutá que bueno que está), Mendoza Balarezo, ‘El Soldado’, entre otros. Egresó como Oficial el 30 de Agosto de 1977 (Promoción Acelerada). Ya en el orden amical y jocoso su promoción era conocida como ‘Los Picapiedras’, dicen algunos porque se anteponía a otra promoción denominada ‘Los Sandías’ (pura pepa, eran pepones y simpáticos) y otros refieren que el apelativo se debió a la "enorme presencia" que tenía su brigadier en el primer año, y que ha perdurado en el tiempo. Se sabía también que ellos estaban conformados por un 50% de procedencia civil y otro 50% de procedencia de la Escuela de Guardias, de los cuales tres de ellos llegaron a ostentar el grado de General.

Nave de la Marina de Guerra del Perú en su ronda de Acción Cívica y patrullando la frontera.

El Teniente Raúl Cuadros seguía el dictado familiar de ser Guardia Civil por tradición ya que su padre, don Fortunato Cuadros Salas, era Sargento 1° GC siendo bien respetado por el personal, quien luego pasó al retiro en la Comisaría de Miraflores, era recordado porque tenía unos bigotes al puro estilo del pintor español Salvador Dalí, y por lo tanto, el nobel

129


oficial, tenía ‘madera’ y estaba bien preparado y aleccionado para cumplir misión que se le pudiera encomendar en cualquier parte del territorio de la República. Fue así que con uno de esos ‘buenos criterios’ allá por el año 1983 -cuando estaba en su furor la canción "Mi niña veneno" (Menina veneno) del inglés Ritchie- por orden del Jefe de Región General GC Juan Ibáñez Burga (con el asesoramiento del Comandante GC. Erwin Reategui Frank, Jefe de Personal de Oficiales de Iquitos) se dispuso el cambio interno por ‘Rotación’ de Oficiales en el que el Teniente Cuadros Silva, pasó de la 62ava. Comandancia USE( Unidad de Servicios Especiales - Control de Multitudes) en Iquitos a la Jefatura de Línea de Puerto Alegría (Caserío de Puerto Alegría) perteneciente a la 19ava. Comandancia del Servicio Policial Básico, algo así como una Comisaría rural y sede administrativa de los Puestos Policiales en frontera. La localidad Puerto Alegría pertenecía al Distrito de Yavarí (cuya capital es Amelia) Provincia de Mariscal Ramón Castilla (se encuentra a una distancia de 325 km de la ciudad de Iquitos) en el Departamento de Loreto, zona de frontera con Colombia y Brasil, y se encuentra a orillas del río Amazonas, al cual se llega por medio de transporte fluvial durante cuatro días de viaje o en vuelo especial de hidroaviones preparados para acuatizar en el río. Y para inicios del segundo semestre en el mes de Junio del mismo año se produjo la segunda ‘Rotación’ de Oficiales pero esta vez para que el Teniente Cuadros se hiciera cargo de la Jefatura de Línea de Petrópolis de la 19-CGC (Servicio Policial Básico) la que estaba ubicada kilómetros más abajo pero en la rivera del río Yavarí, un afluente del Amazonas que señala los límites con Brasil, cumpliendo esta disposición hasta fines de año con la esperanza que para los Cambios Generales del año 1984 ya lo hicieran regresar a la ciudad de Iquitos o a Lima.

130


Teniente Cuadros Silva con su personal en la Jefatura de Línea de Puerto Alegría en tiempos de sequía.

Para llegar a Petrópolis lo más rápido posible se aprovechaba el uso de los hidroaviones de la FAP o navegar por el río Amazonas por cuatro días, y otra forma era viajar en avión a la localidad de Tabatinga en Brasil y de ahí en deslizador a la Jefatura de Línea indicada. Y a inicios del año 1984 en el que me desempeñé como Capitán Jefe del 2do. Sector Policial Básico de Caballo Cocha, tuve la oportunidad de conocer gran parte de la frontera, recorrer sus ríos y afluentes, inspeccionar los Puestos Policiales, y es en una de esas circunstancias que me encontraba allá en el Caserío de Petrópolis, en donde ya se estaba efectuando los relevos de los cambios generales para oficiales( ideado y estructurado por Comisión Especial en Lima), y precisamente cuando estaba en el local que ocupaba la Jefatura de Línea, sentado en lo que era el Despacho del Oficial en Jefe (Policial Básico), se me presentó el Teniente Raúl Cuadros, quien, ofreciéndome sus saludos, daba cuenta de que ya se había hecho cargo de su nuevo destino.

131


Y cuando le consulté para dónde había salido su cambio (se suponía que ya debía salir o emigrar a una ciudad), con el rostro un poco desencajado –hasta desanimado diría yo- me mostró con un simple acto lo que significaba su cambio efectuado por el Alto Comando. Dirigiéndose a la mesa de su ex Despacho (como Jefe de Línea Policial Básico), dio unos seis pasos de distancia, transpuso el pasadizo y ocupó el Despacho de su nuevo destino que era como Jefe de Línea de la Policía Forestal de Petrópolis, lo que en buen castellano se entendía como “Cambio de Colocación: De la 19ava.

Comandancia GC cambiado a la 59ava. Comandancia GC Jefatura de Línea Forestal de Petrólis”.

Precarias instalaciones similares a los locales policiales de esta historia.

Y lo colosal de este cambio, y por el que todo el personal policial se sorprendía y se sonreía de ello, es que se podía observar que ambas Jefaturas estaban ubicadas en el mismo local policial en el Caserío de Petrópolis. Esto conllevaba a que no se le reconociera derecho alguno como el pago de pasajes, viáticos por traslado alguno, con el agravante que se quedaría un año más en el mismo lugar pero en diferente cargo, no obstante que el cambio era de Unidad a otra, con funciones diferentes.

132


Muy pocas veces, en mi vida policial, había tenido la oportunidad de presenciar un cambio como el que he narrado, y cómo en forma práctica se me demostró el traslado que se podía efectuar con un Oficial de Policía, o tal vez lo mucho o lo poco que conocían en Lima para efectuar semejantes atrocidades. Y digo ‘cambio’ cuando en el fondo no había cambiado nada para el Teniente Raúl Cuadros Silva, del cual me despedí con una sonrisa -tal vez de sarcasmo- pero en el fondo con un sentimiento de conmiseración, por haber sido testigo de este singular caso, pero me levantaba el ánimo de saber lo que me depararía mi nueva responsabilidad en esta enmarañada jurisdicción, ya que ostentaba un nuevo grado (ascendí ese año). En el argot y el dicho popular se suele decir “Saltar de la olla a la sartén” cuando pasas de lugar a otro peor, del cual mucho ha de recordar el Teniente Cuadros, quien se quedó una temporada más por esos lugares, ya que para el año 1985 fue cambiado a la Región de Tarapoto.

El personaje de esta anécdota tiempo después, ya gozando de un merecido descanso al término de su etapa policial, habiendo culminado con éxito con el grado de Coronel PNP.

133


134


C22

EN EL CENTRO DEL AMAZONAS

(V Región de la Guardia Civil, Iquitos 1984)

El haber prestado servicios policiales en la zona de frontera durante el año de 1984, como Jefe del Segundo Sector GC de Caballo Cocha, capital de la Provincia de Mariscal Ramón Castilla, del Departamento de Loreto, me permitió conocer la realidad, las vivencias y la cultura de los habitantes así como la sacrificada labor que cumplían los policías que por ese entonces pertenecían a la Gloriosa Benemérita Guardia Civil del Perú. Recuerdo muy bien que la población más notoria de la zona era de la etnia de ‘Los Yaguas’ y ‘Los Ticunas’, además de otras comunidades nativas asentadas en el río Putumayo y en el río Yahuas (pertenecientes a los grupos étnicos Quichua, Bora, Ticuna, Huitoto y Yagua) las mismas que con sus prácticas y costumbres tradicionales ancestrales aprovechaban los recursos naturales de manera sostenible, pero ya en Caballo Cocha se podía percibir el mestizaje criollo proveniente de diversas zonas del país entre los que resaltaban los cajamarquinos entre ellos mi amigo Felipe, y su compadre dueño del villar de la esquina, y algunos policías.

Patrullando los límites de frontera entre Perú y Colombia

135


Era por costumbre que las migraciones temporales por turismo,

negocios, salud y otros, entre los vecinos países de Perú, Colombia y Brasil, eran autorizados por el Gobernador Político, y a falta de éste (que era por lo regular) el Jefe de la Policía local, que en este caso era el cargo que desempeñaba como Capitán recién ascendido, estaba autorizado para expedir la papeleta o ‘salvoconducto’ de los ciudadanos que querían conocer y visitar las ciudades de Leticia, Puerto Nariño en Colombia así como el de Tabatinga y Benjamín Constant en el Brasil, que se daban en esporádicos casos muy especiales.

Característica forma de viajar por los ríos en la frontera.

Lo real y lo común era que los habitantes netos de las zonas ribereñas limítrofes, en especial entre el Perú y Colombia, en los que se podía contar a ciudadanos nativos y mestizos, éstos se desplazaban, de un lugar a otro, de acuerdo a las temporadas de las subidas y de las bajadas de los ríos en donde habitaban. En temporadas de sequía o ‘bajíos’ ocupaban zonas o territorios colombianos y en tiempos de aniego o crecida de las aguas ocupaban zonas peruanas. Este hecho tan peculiar y característico había dado lugar, por necesidad y costumbre, que aquellos ciudadanos tuvieran dos documentos de identidad, la famosa libreta electoral de tres cuerpos, otorgada por el Registro Electoral del Perú, y otra denominada Cédula de Identidad otorgada por las autoridades colombianas,

136


por lo que hacía vislumbrar la manera ‘vivaz’ adoptada para sobrevivir ante los embates de la naturaleza, así como aprovechar las bondades de los servicios públicos de salud y educación así como la ayuda humanitaria que cada país brindan a personas pertenecientes a tribus, etnias, o población en general en estado de vulnerabilidad. En uno de esos viajes que hacía por el río Amazonas en una de las embarcaciones propias conversábamos con los lugareños y en una de esos momentos de ingenio para ‘sorprender’ o ‘hacer caer’ en sospecha sobre esa peculiaridad en cuanto a los tipos de identificación que se utilizaban, consulté de una manera informal, hasta graciosa, (para ver a dónde indicaba su corazoncito) cómo se identificaban ante las autoridades y circunstancias que se pudieran dar, y me respondió de la siguiente manera: “Cuando nosotros estamos en suelo peruano nos identificamos con la Libreta Electoral, y ahí somos peruanos. Cuando estamos en suelo colombiano, nos identificamos con la Cédula de Identidad, y ahí somos colombianos, y hasta hablamos como ‘colochos’, eso es así” Y queriendo seguir con la pregunta para hacer notar esta peculiar forma de vida. Traté

de

poner

en

evidencia

a

ese

ciudadano, y le dije: ¿Qué pasaría, si hipotéticamente, estuviesen en los límites de Perú y Colombia, en el mismo centro del río amazonas, y sean intervenidos simultáneamente por autoridades de esos países?

¿Con

qué

documento

se

identificarían? A lo que el interlocutor pensándolo detenidamente, respondió: “En ese caso no nos identificamos con documento alguno. Y

137


sólo

decimos

que

somos

‘Cholombianos’,

nativos

sin

documento de identidad o en trámite por regularizar”. Lo que nos produjo una sonora carcajada por la respuesta ingeniosa de quien yo creía un indígena como los tantos que llegué a conocer, departir, y formar una cultura nacional (al menos en mi caso del Perú).

138


C23

DESAPARICIONES MISTERIOSAS

(Jefatura de 2do. Sector de Caballo Cocha, Loreto 1984)

Trabajar en líneas de frontera obligaba al entonces Guardia Civil a estar imbuido de una clara misión y una mística ancestral en el que los dones que se había forjado, bien valían la pena en ser demostrados, como cuando cada domingo a las diez horas en punto se estaba listo y preparado para llevar a cabo la magna ceremonia de amor a la Patria, mediante el izamiento de la Bandera Nacional en el mástil de lo que era la Plaza de Armas de la Provincia de Mariscal Ramón Castilla en el Departamento de Loreto (creada el 18 de octubre de 1979) a una distancia de 325 km de la ciudad de Iquitos con las asistencia de todas las autoridades, gremios y reparticiones estatales, conocido policialmente como sede del Segundo Sector de Caballo Cocha, y a 50 kilómetros, por vía fluvial, de La ciudades de Leticia, en Colombia) y Tabatinga, en Brasil.

Por ese entonces era un capitán recién ascendido de la Benemérita Guardia Civil del Perú y venía cumpliendo la misión y las funciones de Comisario de la localidad, y como Jefe de

139


Sector Administrativo de la Provincia en su conjunto, y muy sobretodo como funcionario encargado de otorgar las credenciales migratorias tanto de entrada como de salida del territorio, por lo que era necesario estar muy alerta a cualquier resquebrajamiento. Tenía la experiencia de haber laborado anteriormente en la Comisaría de Morona Chocha, en Iquitos, así como en la Jefatura de Línea de Nauta, dentro de la Región de Loreto, por tanto la idiosincrasia de los pobladores de la región ya me era familiar.

Por lo que yo recuerdo, Caballo Cocha estaba ubicada en la margen izquierda del lago del mismo nombre (ingresando), y cuya desembocadura, de más de 3 km, fluye hacia el gran río Amazonas en su margen derecha, cuyos habitantes para no hacerse bolas decían que era un ‘caño’ por el cual se ingresaba, siempre y cuando la voluntad del nivel del río así lo permitía. Y por ese entonces fungía de Alcalde el señor Max Alberto Rodríguez Pinedo (1984-1986; 1990-1992) de las filas de Acción Popular, con don Fernando Belaunde Terry como Presidente de la República. Pese a los años transcurridos en el que la violencia se hacía más notoria en otros lugares como la sierra del Perú, en el que las ‘desapariciones’ era de corriente transcurrir como en el

140


sonado caso de Uchuraccay, provincia de Huanta en Ayacucho en el que la contienda entre subversivos y lugareños había llevado al exterminio de sus dirigentes, y en el que un 26 de enero de 1983, unos cuarenta comuneros asesinaron a ocho periodistas peruanos de diversos periódicos nacionales, que habían llegado a investigar una masacre cometida por la organización terrorista Sendero Luminoso en un municipio vecino, obligando a nombrarse una Comisión investigadora convocada dos semanas después del suceso y presidida por el escritor Mario Vargas Llosa. En el Pueblo de Caballo Cocha aún se mantenía el orden y sobre todo el patriotismo nacional, con buenas relaciones entre su policía y los pobladores, por lo que las fuentes de inteligencia apuntaban por otros lares. Y después de haber transcurrido gran parte del año se notaba un raro ambiente de silencio y misterio entre sus habitantes, en el que los que se consideraban ‘mis amigos’ querían decir algo pero no podían, y los otros evitaban todo contacto conmigo, por lo que me propuse indagar al respecto, primero que por los efectivos policiales, que dijeron no saber nada, y luego por entre la población. En una de esas incursiones coloquiales, que obligaban a departir momentos de trago con cerveza, para conversar y tratar de obtener alguno indicio que motivara la acción policial se pudo oír de ‘desapariciones de alumnos del colegio secundario’, comentados muy discretamente por un profesor, pero que aconsejó guardar en secreto la información, para no tener problemas o represalias. Lo paradójico de la información obtenida y comentada, era que ningún padre de familia había denunciado o hecho conocer al respecto, para poder actuar oportunamente. El hecho que algún alumno no haya ido al colegio por unos días, no era para preocuparse, podía ser por motivos de salud, y más cuando

141


nadie se atrevía a denunciar al respecto, por lo que se fijó indagar directamente por el centro educativo. Quizá más debido a la presencia policial por el entorno, preguntado y averiguando algo al respecto, días después el director del colegio, muy discretamente para no verse comprometido o señalado como ‘soplón’ de la policía, discurrió un dato muy en particular que unos alumnos de secundaria había dejado de asistir a sus clases, lo que otros llamaban que habían ‘desaparecido’ sin que sus padres ‘tomaran cartas al respecto’, y ahí radicaba el misterio y la preocupación policial. Pues si varios alumnos del colegio habían ‘desaparecido’ del lugar y los padres no denunciaban nada sobre este particular, ‘algo raro’ estaba pasando. O es que se estaban formando cuadros de insurgentes o Escuelas Populares como un avance de las hordas terroristas, por lo que dispuse se intensificara las indagaciones, y ya exigir al director la relación de los alumnos que supuestamente habían ‘desaparecido’.

Ante el persistente embate policial, después de varios días, se presentó a la Comisaría un timorato padre de familia muy preocupado por la situación de sus hijos que supuestamente habían ‘desaparecido’, pero que para él no era más que un engaño de una supuesta ‘chamba’ en talar árboles en el ‘monte’ por lo que se les pagaría muy bien, pero en cambio

142


recibieron como pago billetes verdes que no conocía, y al cambiarlos a moneda nacional les daban en bajo precio, y eso lo hacían con todos los alumnos que habían aceptado dicha labor. De la supuesta ‘desaparición’ de personas, pasando por el ausentismo escolar, luego la formación de cuadros subversivos, así como el tráfico de moneda, y el mutismo sobre esta situación, alertó la imaginación policial. Talar árboles, ¿Para qué? El representante del Ministerio de Agricultura de la zona no sabía ni decía nada al respecto, pero se sabía que era ‘monte a dentro’, de difícil acceso, por lo que se presumía que el único acceso era por un ‘caño’ afluente del lago de Caballo Cocha. Después de una tarea infructuosa en recopilar información y obtener indicios sobre el meollo de aquel misterio, se supo superficialmente que las ‘desapariciones’ de los alumnos habían sido para talar árboles y la vegetación para la construcción de un aeropuerto clandestino con fines del narcotráfico. Como es usual en el sistema policial se procedió a formular las Notas de Información de Inteligencia, de carácter confidencial, dando cuenta a los escalones superiores sobre los detalles obtenidos, y que debido a la escasez de los medios, se esperarían disposiciones superiores y los refuerzos respectivos, recibiéndose órdenes de mantenerse en contacto y a la espera de operaciones de mayor magnitud con ayuda de la DEA. Para estas comunicaciones se usaban lo estipulado en la famosa Clave ‘Dante’, para evitar las infidencias o fugas de información. Y que posteriormente dieran lugar a las Operaciones Antidrogas ‘Cóndor I, II y III’ en la Provincia de Mariscal Ramón Castilla, Caballo Cocha.

143


144


C24

QUE SUSTO, UN ATRACO

(Jurisdicción de la Comisaría de La Perla, Callao 1987)

En uno de esos días apacibles en que uno le dedica a la familia me

encontraba

departiendo

un

almuerzo

familiar

en

el

restaurante “Ah Gusto” del Jr. Ramón Castilla en La Perla Alta, Callao, al que había concurrido a probar por primera vez los tan nombrados ‘Lenguado relleno’ y ‘los caracoles a la piedra’ entre sudados, pulpa de cangrejo y langostinos y demás deleites de pescado y comida marina por la fama que gozaba este recinto porteño, no obstante ser conocido como un ‘huarique’ de buen comer. El decenio de los años 80’ no habían sido tranquilos y las manifestaciones

subversivas

se

hacían

cada

vez

más

evidentes por lo que tenía la sana costumbre de ubicarme en los lugares de fácil visión, alcance de resguardo, y pronta evasión para los casos que se pudieran presentar, y ya en el año 1987 ostentaba el grado de capitán de la Guardia Civil del Perú.

José Barsallo Burga Ministro del Interior

145


Cuando ya había iniciado a degustar los platos escogidos y siempre alerta a cualquier circunstancia, de pronto noté que dos vehículos (camionetas negras) se aproximaron a gran velocidad hacia el local y al poco tiempo entraron dos hombres con terno y anteojos oscuros y empezaron a hurgar por el ambiente, por lo que yo ya estaba listo a reaccionar de inmediato con mi arma de reglamento(Pistola Beretta Cal. 9mm), si se trababa de algún asalto o atentado criminal como el terrorismo muy en boga en esos momentos. El ojo avizor que se me había agudizado por aquellas épocas me contuvo a observar minuciosamente y cuando entraron dos hombres más, al que los primeros indicaron una ligera aceptación, descarté que pudiera ser algo siniestro, cuando pude ver nítidamente que hacía su ingreso un personaje al que se le daba un resguardo y seguridad muy peculiar. A duras penas hacía su ingreso don José Barsallo Burga, ayudándose al parecer de unas muletas o bastones de apoyo, y que a esa fecha era el Ministro del Interior en funciones para ocupar un lugar preferencial en los interiores. Por lo raudo de los acontecimiento y la sorpresiva presencia de los agentes de seguridad de un Ministro de Estado, y que al ser confundidos con elementos extraños, me hicieron sudar más que el ‘sudado’ que había pedido y que había empezado en comer, y luego de las explicaciones y con la seguridad que compartía por esos momentos di rienda suelta a saborear los platos que había escogido, pero con un sabor a susto de un posible

atraco

que

tuve

que

bajarlo

con

unas

cuantas

cervezas, y las consabidas explicaciones a mis acompañantes.

146


El autor, y su hermano José Antonio Sulca Velásquez, franqueando al Sr. Augusto Kague Castillo, propietario gerente del restaurante “Ah-Gusto”

147


148


C25

ALMUERZO EN LA FACTORÍA

(Oficina de Relaciones Públicas de la DSPG, Lima 1988)

El haber laborado en la Oficina de Relaciones Públicas e Información de la Dirección Superior de la Policía General (DSPG) en los años 1988 – 1989), posteriormente denominado ORPI, seguidamente por DINFO, y en la actualidad como DIRCIMA (Dirección de Comunicación e Imagen de la PNP) me dio la oportunidad de conocer su misión así como cumplir las diversas funciones mediante los Departamentos o Divisiones de Asuntos Especiales, Prensa y Publicaciones, Ceremonial y Protocolo, Servicios Musicales (Banda de Música, Orquesta Sinfónica y Grupos Musicales), patrimonio Histórico, e Imprenta, con el único fin de proponer y cumplir las políticas y estrategias en aspectos de Relaciones Públicas para mejorar la imagen y garantizar una eficaz comunicación interna y externa, así como el manejo del Portal de Transparencia de la Pagina Web del Instituto.

Organizando una de las ceremonias en la explanada del Ministerio del Interior

Las diferentes funciones que se desarrollaban me permitieron acumular experiencias en sus diversas facetas como el de aprender de verdaderos maestros (Luís Ramos Delgado) y preparar los Discursos de Orden del Director, así como de los Directores que lo solicitaban, en fechas conmemorativas del Calendario Cívico Policial; también en la formulación de los Discursos Fúnebres con ocasión de los sepelios del personal

149


caídos en actos del servicio; participar, y a veces, conducir las diversas ceremonias en el que el Jefe de Departamento no podía estar; coordinar la presentación y asistencia de la Banda de Música; así como el de preparar los resúmenes para la publicación mensual de la Revista Policial. El Jefe de la Oficina era el Coronel José Cortez Guevara, secundado por los Comandantes Ángel Pinto Y Rodríguez y José Rodríguez Vílchez, los Mayores Guillermo Rosas León, Walter Ezquivel Zúñiga, Juan Zúñiga Alvarado, Luís Vizcarra Girón, los Capitanes Jaime Level Mejía, Julio Aramayo Pérez Albela, Eduardo Chávez Caballero, Manuel López Torres, los periodistas Víctor Manuel Girón Copa y Gustavo Tello Bashi, Alejando Arellano Policarpio (Sociólogo) y César Carrillo Santa Cruz, y entre todos y cada uno de ellos descansaba la responsabilidad de la Imagen Institucional, de mi añorada Guardia Civil y posterior Policía General, Fuerzas Policiales y connotada Policía Nacional del Perú. Las oportunidades en el servicio que se venía cumpliendo nos hacían conocer personas, personajes, lugares de distintas categorías, facetas en los medios de comunicación así como representantes y autoridades diversas, que nos hacía enaltecer en halagos por ser los ‘profesionales de las ceremonias’ y los ‘directores de orquesta’ en cada una de nuestras presentaciones, con incipiente ‘domino de escena’ para saber ofrecer los saludos, ubicar a los participantes, como a los Altos Mandos policiales, y ‘asesorarlos’ de algún modo para que le ceremonia se luzca conforme a lo establecido en los

150


cánones de la circunstancia.

etiqueta

social

y

el

protocolo

de

cada

Pero como dicen los dichos populares: ‘En todas partes se cuecen habas’; ‘En casa de herrero, cuchillo de palo’ o este último ‘Al mejor cazador, se le va la paloma’, cualquiera de ellos podía encajar en esta ocasión, cuando en cierta oportunidad el Coronel en Jefe había dispuesto una reunión de camaradería entre todos los integrantes de la Oficina para confraternizar y mantener lazos de amistad, y momentos de regocijo para mitigar la ardua tarea, mediante un Almuerzo, en un lugar que quedaba en la Av. Tomás Marsano, pasando por el restaurante ‘Los Morochucos’ en Santiago de Surco – Lima, cuya dirección y numeración se nos dio a cada uno personalmente, y dándonos como referencia que lo conocían como ‘La Factoría’.

Como era una invitación del mismo Coronel en Jefe, los Oficiales, el personal, y yo (que en esos momentos era Capitán) lo tomamos como una ‘orden’ y además porque se decía que ahí preparaban la mejor comida que ni el mismo Gastón conocía hasta ese entonces, y que tal vez sería un nuevo establecimiento con un nombre muy original como ‘La

151


Factoría’, similar al que yo conocía de los hermanos Fidel y Pedro Peves Coronado, en la Calle Los Negocios 371, Surquillo, con sus incipientes años de sus reconocidas ‘cilindradas de Pedrito’ en donde ya se decía que ‘la carne llamaba al pecado’, cuando yo llevaba mi Volkswagen para su mantenimiento o reparación. Para el día y hora fijados supe ir con un grupo de los amigos, pero no dábamos con el supuesto restaurante ‘La Factoría’, al cotejar la dirección indicada notamos un portón común y corriente que me sorprendió en sobremanera, y al tocar el timbre salió el ‘organizador’ del evento y nos dio la bienvenida, comprobando que ya habían varios de los amigos asistentes. Y de lo que no salíamos de nuestro asombro, algo por el que sentíamos que ‘se nos había caído el cielo’, era que efectivamente ¡Era un taller de reparación de vehículos!, una factoría modesta, algo así como una ‘cochera’ precaria en donde se había acondicionado las mesas y las sillas para que se lleve a cabo el almuerzo. De pronto, un poco ofuscado, tuve la idea de abandonar el lugar, porque consideraba que no era apropiado para personas catalogadas como ‘profesionales de las relaciones públicas’ que representaban a una gran institución, estar en un lugar poco menos que deseable, pero como de por medio estaba la ‘orden’ de nuestro Jefe y las ganas de departir con unas cervezas bien heladitas, hicimos de ‘tripas, corazón’, con la esperanza de degustar una buena comida, que entre tragos y olores a thinner, masilla y guaipe del planchado y pintura, ‘se dejó comer’. Lo que también se dejo extrañar fue la presencia de los Jefes máximos y otros integrantes como Adán Chang Paján, Iris Gonzales de Solís, Ruth Pérez Vega, Lastenia Vásquez Rodríguez, Elsa Caycho García, Faride Cruz Teves, Tatiana Napurí Accillo, Hena Valdivia Gutiérrez, María Luisa Mariaca Dávila, Carmen Osambela Hurwitz y Dalila Pineda Ames, de

152


seguro por la primera impresión que les habría causado el portón de aquella famosa fachada conocida como ‘La Factoría’. Si algo de bueno tuvo aquel almuerzo, en la tan mentada ‘factoría’, es que nos divertimos de lo lindo entre amigos y conocidos, libando a ‘discresión’ y yo, con mucho tino, porque tenía que conducir. Bailamos, los que pudimos, con la única dama que quedó como asistente, con Rita, que con sus juveniles años y sinuosa figura nos alegró la tarde. Infame sería mentirles y no contarles la verdad que todos mirábamos a Rita como si fuera la única princesa en el universo. De lo demás no me acuerdo, y de eso no hablan los caballeros. La noche vino a buscarnos y los profesionales de las ceremonias, el protocolo y la prensa nos retiramos tan disimuladamente como también llegamos. De aquella tarde puedo recordar lo maravillosa que se sentiría nuestra querida amiga Rita Venus, al tener a tantos ‘admiradores’ que querían bailar con ella, que al compás de los sones musicales de Los Titanes de Colombia, aún resuenan las melodías de ‘Sobredosis de amor’, ‘Por retenerte’ y en especial de ‘Compárame’. Porque de aquella comparación es que nace esta historia sobre el inaudito almuerzo en aquella factoría.

153


Esta foto puede observar las circunstancias en la que se llevó a cabo el famoso almuerzo en un lugar denominado ‘La Factoría’ (Lado izquierdo: Luís Flores Cavero, Víctor Manuel Girón Copa, Ismael Sulca Velásquez, Rita García Palomino, al fondo aparece la cabeza de Gustavo Mori Ramírez, y de frente Ignacio Cané Pardo. Lado derecho: Fernando Arredondo Francia, Manuel López Torres, César De la Fuente Sifuentes ‘Bigote de Califa’, Guillermo Arce Puerta, y Walter Esquivel Zúñiga.

154


C26

FUNCIONA COMPADRE, FUNCIONA

(Oficina de RRPP DSPG -Ex Guardia Civil- 1988)

El saber compartir ciertas aptitudes nos llevan a intercambiar algunas experiencias que con el tiempo se vuelven recuerdos gratos y emotivos, por lo que en alguna oportunidad hemos sido congratulados y felicitados grandemente. En circunstancias que como Capitán venía laborando en la Oficina de Relaciones Públicas de la Dirección Superior de la Policía General (Ex Guardia Civil) en 1988, ubicada en el Hall del segundo piso de la sede del Ministerio del Interior, en la Av. Canaval y Moreyra San Isidro, Lima, tuve la suerte de compartir tareas con un compañero de promoción al que conocíamos cariñosamente como “Tico Tico” por sus grandes cualidades con la guitarra, al igual de Eduardo Chávez Caballero y Julio Ricardo Aramayo Pérez Albela y la voz de Carlos Moscoso Carrera, quienes se reunían cada semana para fomentar la música criolla. En cierta oportunidad cuando el también Capitán Jorge Escalante Yábar, “Tico Tico”, quien se había enterado de mis cualidades en la poesía, estaba tratando de flirtear o enamorar quien

a

una

laboraba

Ministerial,

y

preciosa

en se

el le

mujer

Despacho notaba

emprendedor y persistente, pero no sabía cómo abordarla en temas amatorios sin caer en la sospecha de ser rechazado por la simpática fémina.

155


Después de cavilar por varios días, una mañana lo veo portando uno de mis libros de poesía, la misma que trataba sobre

temas

de

amor el

cual

venía

ojeando

con

gran

acuciosidad, por lo que me llamó la atención y estuve pendiente de ello sigilosamente. Después de verlo tipear, a máquina de escribir, en una hoja algún poema que del libro copiaba,

se

me

acercó

donde

yo

estaba

sentado

y

mostrándome la hoja escrita, me dijo algo así como: - Querido Ismael, de hoy depende la suerte mía en el amor. Esta hoja llevará mi firma pero adentro está tu poema de amor. Ojalá que me sirva, y me acepte la ‘hembrita’ que estoy correteando. Y dicho esto lo dobló en tres partes y lo introdujo en un sobre blanco para oficio y fue a encontrarse con su supuesta Dulcinea en un cafetín colindante bien concurrido del segundo piso. Después de haber transcurrido unos cuarentaicinco minutos el ingenioso ‘Tico Tico’, casi al borde de la euforia, regresó a la oficina donde me encontraba, y lleno de emoción me abrazó, casi en calidad de felicitación, y dijo: “¡Funciona compadre, funciona!”…”Gracias Ismaelito por haber sido partícipe que ella me acepte” Ante tanta expresión de felicidad sólo atiné a pedirle que me contara cómo lo había hecho. Supe que la supuesta asediada lo tenía pendiente casi por tres semanas, hasta que se le ocurrió tomar prestado un poema de mi libro al cual le agregó algunos detalles con nombre propio como si fuera él mismo quien se había inspirado, y sin decir más le entregó a ella diciéndole: “Toma esto es lo que siento por ti”, después de

156


haber degustado un suculento desayuno entre empanadas y café expreso. Al seguir la lectura del poema la chica, dice, empezó a ruborizarse y a sonreír como toda mujer sonríe ante lo inevitable, y después de leerlo le preguntó: “¿Esto lo has hecho tú?”. A lo que con bastante miedo y desparpajo supo decir: “¡Sí, me inspirado en ti”. Al minuto casi con lágrimas en los ojos la amada se le acercó y le dio un beso en la boca, como respuesta afirmativa de sus deseos amatorios. - “La poesía funciona, compadre, funciona” –Venía repitiendo en breves espacios levantando los brazos en signos de victoria y que los buenos tiempos estarían por llegar-

157


158


C27

EMBANDERAMIENTO POPULAR

(En la ruta de pueblos próximo a Abancay, 1992)

Cuando me propuse escribir estas anécdotas en cierta ocasión le informé de mi propósito a mi dilecto amigo el Coronel Médico PNP Modesto Yupanqui Altuna, con quien departimos y recordamos de todas las peripecias que nos había sucedido en la bendita tierra de Abancay allá por el año de 1992. El doctor Yupanqui me relató lo sucedido un año antes, en 1991, cuando un Comandante PNP, procedente de la ex Policía de Investigaciones del Perú (PIP) se encontraba de viaje de Cuzco hacia Apurímac, para incorporarse a su nueva Unidad de destino en Abancay, en cuyo trayecto, y mucho antes de viajar se había enterado que gran parte de esa zona geográfica se encontraba en situación de Emergencia por las acciones terroristas, y se le había recomendado tener mucho cuidado en su desplazamiento, así como cuando llegara a los pueblos muy próximos a Abancay, porque se habían producidos ataques subversivos a los vehículos y en especial a los ‘coaster’(léase Cúster) que hacían la ruta Cuzco-Abancay.

Grabado en el que se grafica cómo estaba la población con las banderas rojas

159


Por versión del mismo Comandante de la ex PIP, se enteró que cuando éste iba a llegar a la localidad de Curahuasi, capital mundial del anís, vio en el trayecto del camino algunos lugares en donde se podía distinguir muy claramente señuelos o cañas bravas con una bandera roja en sus extremos lo que lo puso muy nervioso al saber que se estaba aproximando a zonas dominadas por las hordas subversivas. Y que incluso cuando llegaba al pueblo notó que había más banderas rojas, lo que le supuso “un embanderamiento popular en el pueblo”, motivo por el cual determinó no bajarse del vehículo ni siquiera para tomar sus alimentos, quedándose en su asiento y fingir que le había chocado la altura se había quedado dormido, pero con el arma

lista

y

dispuesta

para

hacer

frente

a

cualquier

eventualidad.

En su recorrido hacia Abancay confirmó que en algunos tramos se veían las banderas rojas colgados de los galpones de las viviendas de adobe. Y sólo cuando llegó a la ciudad de su destino recobró la valentía, y al consultar con algunos de sus subordinados que habían acudido a recibirlo, pudo manifestar los percances por lo que había pasado y la cantidad de

160


‘banderas rojas’ que había visto en el camino y luego informarse sobre su gran confusión, al conocer que las aludidas

‘banderas’

‘chichódromos’ en

sólo los

que

se

trataba

de

tradicionalmente

‘chicherías’ se

vende

o o

expende la riquísima ‘chicha de jora’ al estilo de Apurímac.

NOTA: (En las casas a lo largo de los caminos andinos, si se encuentra coronada con una bandera blanca, la casa ofrece chicha. Si además muestra un ají, se ofrecen platos de la casa. Si se encuentra coronada con una bandera roja, además de la chicha y los platos se puede oír música del lugar. En la región Cuzco, las chicherías se identifican con una bandera verde o roja; verde cuando lo que se expende es la tradicional chicha de maíz y roja cuando además se ofrece la ‘frutillada’ (especie de bebida alcohólica hecha a base de frutillas). Actualmente, la chicha en el Perú se utiliza también como ingrediente en algunos platos peruanos)

161


162


INDICE ‘Entre Huancayo y Abancay’ (2017) Tomo III C1 Aquí la altura los mata (De paseo en Huancayo, 1973) C2 Día de la sensualidad (Lince 1975) C3 La muñeca del salvavidas (Salvataje 1976) C4 Solicitud de cambio (1977) C5 El Guardia Chef (San Bartolo 1977) C6 Con el mismísimo Director (San Bartolo 1977) C7 Así cualquiera entiende (Huancayo, 1978) C8 Sopa de ranas (Ocongate 1978) C9 Salvavidas en Los Ángeles (1978) C10 ‘Caramelito’ Baldeón (Cuzco, 1979) C11 Avisa a los compañeros (11-CGC Cuzco, 1979) C12 Todo por una apuesta (San Jerónimo, Cuzco, 1979) C13 El sapo de oro (Paucartambo, 1979) C14 Danzando con el sol (Paucartambo, Cuzco 1979) C15 El Jugador estrella (Quillabamba 1980) C16 Supuesto reemplazante (Lince, 1981) C17 Un día con el Presidente (La Punta,1981) C18 Por falta de compañerismo (Callao, 1982) C19 Casco, vara y bolsa (Ayacucho, 1982) C20 Fuga y recaptura de nativo (Nauta, 1983) C21 Qué tales cambios (Petrópolis, 1984) C22 En el centro del Amazonas (Loreto, 1984) C23 Desapariciones misteriosas (Caballo Cocha, 1984) C24 Qué susto, un atraco (La Perla, 1987) C25 Almuerzo en La Factoría (Lima, 1988) C26 Funciona compadre, funciona (Lima, 1988) C27 Embanderamiento Popular (Apurímac, 1992)

163


PERSONAJES NOMBRADOS EN ESTA EDICIÓN: Florencio Aranzabal Molina. Arturo Vicente Vildósola Cuba Armando Teófilo Del Hierro Villalva Leopoldo Sulca Zea Augusto Germán Cabero Ascencio Jorge Roberto Zumaeta Howes Carlos Santiago Madrid Carvo Santiago Nario Aliaga Armando Martínez Salazar Savo Macan Papa Carlos Bermúdez Fernández Rosendo Cisterna Peña Carlos Jesús Claudio Eyzaguirre Rivera Raúl Bayona Martínez Germán Champín Puccio El Capitán ‘Basura’ Miluska Vondrak Steel Padre Ricardo Wiesse Thordike Ignacio Cirilo Cavero Gonzales ‘Muñeca’ José Orlando Reátegui Galindo ‘Mono’ Sánchez Sánchez ‘El Nene’ Pedro Butrón Díaz Henry Horna Gómez Constantino Pacheco Quispe ‘Matafrijoles’ Alvaro Augusto Gaudry De la Cruz Juan López Ranilla Genaro Campos Linares ‘Campitos’ o ‘Chinchorro’ Sharon Helsing Fernández Prado Miguel Rengifo Saavedra Remberto Panduro Saboya Eusebio Pino Ugarte

164


Gerónimo Beltrán Isidro José Almeyda Albornoz Francisco Acosta Medina Francisco Dávila Soplín Miguel Bendezú Chávez 'El Chocado' Hugo Barinotto Castro Antonio Arroyo Avalos Paulino Hernández Huamán Jorge Rodríguez Burgos Alipio Antonio Arroyo Cruzado Wilfredo Torres Del Aguila Pablo Gárate Portocarrero Román Quino Ortega Napoleón Pérez Jesús Raúl Olivas Ortega Oscar Mansilla Cóndor Juan Carlos Rodríguez Albi Martín Carlos Valer Pagaza Cabo Espezúa Feliciano Castro Gastón Zapata De la Flor Guardia Silva Raúl Olivas Ortega José Espejo Gutarra ‘Don Peta’ Familia Ormachea Ubaldina Gutierrez Felipe Oré Concepción Durand Rodríguez Grimaldo Jiménez Ochoa Juan de Dios Zea Sulca Rosa Vergara (esposa de Grimaldo) Noemí Jiménez Vergara Carlos Gonzales Álvarez ‘Blackamán’ Francisco Guillermo Rivera Rodríguez ‘Cheché’ Alvarado Zumaeta José Almeyda Albornoz

165


Miguel Bendezú Chávez Francisco Acosta Medina Antonio Arroyo Sandoval Pablo Gárate Portocarrero César Elera Rodríguez Ignacio Cavero Gonzales Edgard Benavente Alfaro ‘La Vicky’ Solio Chávez Dueñas ‘El Tumi’ Hernán Hidalgo Uriol ‘Licuy Licuy’ Orlando Hidalgo Uriol Freddy Renteros Pineda Primitivo Bravo Tito ‘Huachano de Puno’ Hernán ‘Procopio’ Cahuana Marquina Luís Díaz Farfán ‘El chueco’ Hipólito Aguirre Gonzales el ‘negro’ o ‘Cangrejo’ Vicente Jiménez Huayra Alfonso Flores Nohessel Walter Díaz Cueto Mauro Manuel Ormeño Espinoza Alván Bendezú Sixto Santini Curotto Augusto Morales Lazo. Alférez Jorge Vásquez Avilés Manuel Gonzales Díaz Luís Dorival Barsallo Arturo Güimac Bonifaz Justo Huaquipaco Monroy Augusto Morales Lazo ‘Jawaryou’ Carlos Ascue Gutiérrez Arturo Güimac Bonifaz Chapiama Shapiama Aguilar Bernal Ruíz Gálvez Gálvez Coks Briceño Echevarría Roque Ruíz Allende Constantino Pacheco Quispe ‘Matafrijoles’

166


Andrés Carrasco Garay Amadeo Navarrete Flore Marino Bustillos Danny Espinoza Anicama Diómedes Vargas Barboza Pedro Santillán Rodríguez Juan Francisco Valdivia Fuentes Percy Baldeón Díaz Serapio Calderón Chirinos Mercedes Yábar Feliciano Yábar Martín Chambi Jiménez Hercule-Savinien más conocido como Cyrano de Bergerac John Hannibal Smith Alfredo Araujo Pinto José Salízar Gamboa Hubert Mérida Enríquez Oscar Villafuerte Tupayachi Alexe Máximo Vicuña Ormeño Carlos Alberto De Azambuja Cáceda Pepe Urruchi Corzo Oscar Uvaldo Da Giau Vásquez Lucio Samuel Infantas Ochoa Luís Rengifo Herrera Abel Horacio Gonzales Laguna Juan Julio Jaramillo Alva Alfredo Salvador Pizarro Ortiz Nelson Edison Pérez Ruibal Rodríguez Hercilio Sánchez Pineda Percy Baldeón Díaz Mario Félix Luna Morante Pedro Genaro Blas Bezada Pedro Santillán Rodríguez Sergio Frisancho Perea Carlos Montoro Fernández Ciro Emilio Zamalloa Cáceres

167


Guido Walter Yabarrena Farfán Gino Olórtegui Peñaherrera Luís Alfredo Mari Limache Luis García García Capitán Pedreschi Carlos Tejada Guerra Felipe Degregori Orlando Sacha Gustavo Mac Lennan Félix Álvarez Pedro del Carpio Óscar Vega Víctor Prada William D. Herrera Miguel Herrera M. Ramón Zarzar Julio Vega Ivar Tello Jorge Rodríguez Paz Delba Robles Julio Moreno Hugo Soriano César Abraham Vallejo Mendoza Mercedes Yábar Rómulo Meza Povis ‘Comunero de los Andes’ Jorge Núñez Del Prado Ismodes Carlos Escalante Nelson Edison Pérez Ruibal Rodríguez Roque Alejandro Guanilo Costilla Fernando Belaunde Terry Wilson Cabrejos Torres

Rafo Belaunde Alférez ‘Jacinto Ochoa Mendívil’ Capitán ‘Ochoa’ Franklin Vicente García Zapata Gilberto Torres Pajares Luís Alberto Sarmiento Canales

168


Francisco Herrera Navarro Eduardo Pacheco Mazza Víctor Bonilla Lozada Jenoveba Anahuiri Eduardo Pérez Rocha Martínez Morosini Fernando Orrego Calle Manuel Pacaya Raúl Gilberto Cuadros Silva Jorge Ramella Burgos La Torre Meneses ‘El Atorao’ Montesinos Loayza Mendoza Balarezo, ‘El Soldado’ Fortunato Cuadros Salas Juan Ibáñez Burga Erwin Reategui Frank José Barsallo Burga José Antonio Sulca Velásquez Augusto Kague Castillo Luís Ramos Delgado José Cortez Guevara Ángel Pinto Y Rodríguez José Rodríguez Vílchez Guillermo Rosas León Walter Ezquivel Zúñiga Juan Zúñiga Alvarado Luís Vizcarra Girón Jaime Level Mejía Julio Aramayo Pérez Albela Eduardo Chávez Caballero Manuel López Torres Víctor Manuel Girón Copa Gustavo Tello Bashi Alejando Arellano Policarpio (Sociólogo) César Carrillo Santa Cruz Fidel Peves Coronado

169


Pedro Peves Coronado Adán Chang Paján Iris Gonzales de Solís Ruth Pérez Vega Lastenia Vásquez Rodríguez Elsa Caycho García Faride Cruz Teves Tatiana Napurí Accillo Hena Valdivia Gutiérrez María Luisa Mariaca Dávila Carmen Osambela Hurwitz Dalila Pineda Ames Luís Flores Cavero Víctor Manuel Girón Copa Rita Venus García Palomino Gustavo Mori Ramírez Ignacio Cané Pardo Fernando Arredondo Francia Manuel López Torres César De la Fuente Sifuentes ‘Bigote de Califa’ Guillermo Arce Puerta Walter Esquivel Zúñiga Eduardo Chávez Caballero Julio Ricardo Aramayo Pérez Albela Carlos Moscoso Carrera Jorge Escalante Yábar “Tico Tico” Modesto Yupanqui Altuna Luís Torres Mora Melvyn León Angeles Mauricio Quiroga Camacho Arturo Montañez Alviz Fernando Sánchez Palomino ‘Piolín’

170


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.