XVII ANUARIO DE INVESTIGACIÓN DE LA COMUNICACIÓN CONEICC

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ANUARIO DE INVESTIGACIÓN DE LA COMUNICACIÓN CONEICC XVII


Universidad Autónoma de Baja California Dr. Gabriel Estrella Valenzuela Rector Dr. Felipe Cuamea Velázquez Secretario general M.C. Judith Isabel Luna Serrano Vicerrectora Campus Ensenada Arq. Aarón Gerardo Bernal Rodríguez Vicerrector Campus Mexicali M.A. Alfonso Vega López Vicerrector Campus Tijuana Anuario Coneicc / Ángel Manuel Ortiz Marín, coord. -- Mexicali, Baja California : Universidad Autónoma de Baja California : Coneicc, 2009. 184 p. ; 21 cm. ISBN 978-607-7753-72-8 1.Medios de comunicación de masas. 2 Comunicación -- Aspectos sociales. I. Ortiz Marín, Ángel Manuel, Coord. II. Universidad Autónoma de Baja California. II. Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación (México). III.t. P87.25 A58 2009

© D.R. 2010 Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación Las características de esta publicación son propiedad del Consejo Nacional para la Enseñanza y la Investigación de las Ciencias de la Comunicación. Esta publicación fue auspiciada por la Universidad Autónoma de Baja California. Av. Álvaro Obregón y Julián Carrillo s/n. Col. Nueva. Mexicali, Baja California, México. www.uabc.mx

ISBN 978-607-7753-72-8


CONSEJO NACIONAL PARA LA ENSEÑANZA Y LA INVESTIGACIÓN DE LAS CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN

ANUARIO DE INVESTIGACIÓN DE LA COMUNICACIÓN CONEICC XVII Ángel Manuel Ortiz Marín COORDINADOR

Campus Lomas Verdes



DIRECTORIO INSTITUCIONAL CONSEJO NACIONAL PARA LA ENSEÑANZA Y LA INVESTIGACIÓN DE LAS CIENCIAS DE LA COMUNICACIÓN COMITÉ COORDINADOR 2009-2012 Presidencia María Concepción Lara Mireles Vicepresidencia Zoyla Hernández Blanco Secretaria de Actas Marisol Tello Rodríguez Tesorera Yulieth Delgado Sánchez Coordinación de Asuntos Académicos Mauricio Ortiz Roche Coordinación de Documentación Alma Gloria Reyes Perales Coordinación de Investigación Ángel Manuel Ortiz Marín Coordinación de Difusión Eva María Pérez Castrejón Vocalía Valle de México María de Lourdes López Gutiérrez Vocalía Golfo-Sureste Juan Carlos Pérez Durán Vocalía Noreste Karla A. Tijerina Sánchez


Vocalía Centro-Occidente Vanesa del Carmen Muriel Amezcua Vocalía Noroeste José Alberto Lugo Vélez Dirección Regional de México ante Felafacs Luis Miguel Bueno Sánchez


ANUARIO DE INVESTIGACIÓN DE LA COMUNICACIÓN CONEICC XVII

COORDINADOR Ángel Manuel Ortiz Marín Universidad Autónoma de Baja California

COORDINADORA EDITORIAL Rosa María Espinoza Universidad Autónoma de Baja California

ASISTENTES DE LA COORDINACIÓN Luz Carmina Ortiz Márquez Cristal Palencia Santana Universidad Autónoma de Baja California

CORRECCIÓN DE ESTILO Tomás Di Bella y Edith Meza Suárez Universidad Autónoma de Baja California

DISEÑO Juan Carlos Pérez Durán Jesús Antonio Rodríguez Rugerio Universidad del Altiplano, Tlaxcala

DISEÑO DE PORTADA Juan Carlos Pérez Durán Universidad de Altiplano, Tlaxcala



CONSEJO EDITORIAL XVII ANUARIO DE INVESTIGACIÓN DE LA COMUNICACIÓN CONEICC

Francisco de Jesús Aceves González Universidad de Guadalajara Juana María Alanís Ramírez Universidad Autónoma de Coahuila. Unidad Saltillo Alma Rosa Alva de la Selva Universidad Nacional Autónoma de México Claudia Benassini Félix Universidad Simón Bolívar Luis Alberto Bueno Sánchez Universidad de Colima Julieta Carabaza González Universidad Autónoma de Coahuila. Unidad Saltillo María de la Luz Casas Pérez Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Cuernavaca Vicente Castellanos Cerda Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Cuajimalpa María Martha Collingnon Golibar Instituto Tecnológico y de Estudios Superior de Occidente Inés Cornejo Portugal Universidad Iberoamericana, Campus Ciudad de México Javier Esteinou Madrid Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco


Raúl Fuentes Navarro Instituto Tecnológico y de Estudios Superior de Occidente Héctor Gómez Vargas Universidad Iberoamericana, Campus León Gustavo Adolfo León Duarte Universidad de Sonora Ruth Ildebranda López Landeros Universidad Loyola del Pacífico Laura López Rivera Universidad Intercontinental Lenin Martell Gámez Universidad Autónoma del Estado de México Francisco Javier Martínez Garza Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey Campus Monterrey Nina Alejandra Martínez Arellano Universidad Autónoma de Baja California, Campus Ensenada José Samuel Martínez López Universidad Iberoamericana, Campus Ciudad de México Elisa Margarita Mass Moreno Universidad Nacional Autónoma de México Hugo Edgardo Méndez Fierros Universidad Autónoma de Baja California, Campus Mexicali José Antonio Meyer Rodríguez Universidad Popular Autónoma del estado de Puebla Vanesa del Carmen Muriel Amescua Universidad Autónoma de Querétaro


María Rebeca Padilla de la Torre Universidad Autónoma de Aguascalientes Sofía Paláu Cardona Instituto Tecnológico y de Estudios Superior de Occidente Graciela Paz Alvarado Universidad Autónoma de Baja California, Campus Mexicali Marco Ramírez Espinoza Universidad Autónoma de Baja California, Campus Mexicali María Antonieta Rebeill Corella Universidad Anáhuac, México Norte Ma. Alejandra Rocha Silva Universidad de Colima Miguel Ángel Sánchez de Armas Universidad Popular Autónoma del estado de Puebla Clemente Sánchez Uribe Universidad Anáhuac, México Norte Beatríz Solís Leree Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco Janeth Valero Vilchis Universidad Autónoma del Estado de México



Tabla de contenido 17 /

25 /

INTRODUCCIÓN. Ángel Manuel Ortiz Marín REPRESENTACIONES PERIODÍSTICAS DE LA POBREZA EN LA PRENSA MEXICANA. ANÁLISIS DE CONTENIDO.

Martín Echeverría Victoria Universidad Anáhuac Mayab 43 /

EL MODELO DE COMUNICACIÓN DE LA REFORMA ELECTORAL MÉXICO. Javier Esteinou Madrid Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco

Y LA CONSTRUCCIÓN DE LA DEMOCRACIA EN

63 /

COMUNICACIÓN ESTRATÉGICA PARA LA EDUCACIÓN AMBIENTAL EN ENTORNOS LOCALES: ÁMBITO UNIVERSITARIO.

Andrea Estupiñán Villanueva; Hilda Gabriela Hernández Flores y Rosa Elba Domínguez Bolaños Benemérita Universidad Autónoma de Puebla 81 /

ARTE URBANO Y APROPIACIÓN SIMBÓLICA DEL ESPACIO: LA PRÁCTICA MEXICALI. Christian Alonso Fernández Huerta Universidad Autónoma de Baja California, Campus Mexicali

DE LAS PROPAS Y PEGAS EN

99 /

MEDIO SIGLO DEL ESTUDIO UNIVERSITARIO DE LA COMUNICACIÓN MÉXICO: EL RIESGO DEL INMEDIATISMO SUPERFICIAL Raúl Fuentes Navarro Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente

EN

117 / LO HISTÓRICO Y LO BIOGRÁFICO EN LO MEDIÁTICO JUVENIL (TRANSFORMACIONES EN LA CULTURA, FANS E INDIVIDUACIONES Héctor Gómez Vargas Universidad Iberoamericana, Campus León

JUVENILES)

133 / EL MODELO DE LA COMUNICACIÓN ARTÍSTICA. PRETEXTO PARA APUNTAR ALGUNOS CRITERIOS METODOLÓGICOS PARA EL ANÁLISIS DEL DISCURSO ESTÉTICO

Vivian Romeu Aldaya Universidad Autónoma de la Ciudad de México


RESÚMENES DE TESIS DE GANADORES DEL PREMIO NACIONAL CONEICC 2009 CATEGORÍA LICENCIATURA PRIMER LUGAR 155 / POLÍTICAS CULTURALES SOBRE CINE MEXICANO: LA CINEMATECA LUIS BUÑUEL Y SUS PÚBLICOS Laura Domínguez García Universidad Popular Autónoma del estado de Puebla SEGUNDO LUGAR 163 / ANTEPROYECTO DE LA REVISTA DE ARTE Y AMBIENTE EL TENTÁCULO. Adolfo Córdova Ortiz Universidad de las Américas Puebla TERCER LUGAR 169 / POLÍTICAS PÚBLICAS DE COMUNICACIÓN: CONCEPTUALIZACIÓN DE UN TÉRMINO INCOMPRENDIDO

Inge Roeniger Desatnik Universidad Nacional Autónoma de México CATEGORÍA MAESTRÍA PRIMER LUGAR 177 / EJERCICIO DE LA LIBERTAD DE PRENSA Y SUS LIMITACIONES EN ENTORNOS VIOLENTOS. EL CASO DE LOS PERIODISTAS DE CULIACÁN, SINALOA, MÉXICO Frida Viridiana Rodelo Amezcua Universidad de Guadalajara.


Introducción Ángel Manuel Ortiz Marín ○

Hay un libro que refiere una parábola en el cual hace referencia al “ángel de la historia” que al caminar voltea su cabeza para ver el pasado y sus consecuencias en la humanidad. El texto se llama Walter Benjamin: Aviso de incendio. Una lectura de las tesis “Sobre el concepto de historia”, y el autor es Michael Löwy, editado por Fondo de Cultura Económica (2003). Esta remembranza alude en buena medida la condición en que se inscribe la celebración del 50ª aniversario de la creación de la carrera de Ciencias de la Comunicación por la Universidad Iberoamericana y coincidentemente con la edición del Anuario de Investigación de la Comunicación Coneicc XVII 2010. Buen momento para volver la mirada al pasado y entender el presente de la comunicación, vista desde sus prácticas, como lo planteara Jesús Martín Barbero (1990), pero también sus retos y tareas por cumplir en un México que aún adolece de una humanización de la comunicación. De tal suerte que la obra que el lector tiene en sus manos, muestra los esfuerzos de los investigadores mexicanos por abordar, desde distintos referentes de la comunicación, los actuales problemas que enfrenta la sociedad mexicana. El periodismo, la cultura, la televisión, la comunicación organizacional, el arte y el discurso, son algunos de los temas tratados por los autores en esta edición, que como en anteriores ocasiones, sus trabajos fueron objeto de un proceso de riguroso dictamen por el consejo editorial formado por investigadores y académicos de diversas instituciones, tanto públicas como privadas. A estos textos se agregan cuatro más que provienen de la Convocatoria del Premio Nacional de Trabajos Recepcionales de 2009, que convocó el Coneicc, para tal efecto se incluyen las reseñas de las tesis que obtuvieron los tres primeros lugares en la categoría de licenciatura y la mejor tesis de maestría. El Anuario de la Investigación de la Comunicación XVII 2010 presenta, por orden alfabético de autores, el texto de Martín Echeverría Victoria de la Universidad Anáhuac Mayab, denominado: Representaciones periodísticas de la pobreza en la prensa mexicana. Análisis de contenido. En referencia a un tema crucial: La pobreza en México y su representación mediática a Introducción • 17


través del análisis de siete diarios de diferentes ciudades del país. Este tipo de ejercicios que utilizan el análisis de contenido, han sido frecuentemente aprovechados como técnicas de investigación para determinar las agendas de los medios, y al respecto existen opiniones encontradas sobre la utilidad de los mismos. Sin embargo, el trabajo de Echeverría, al involucrar investigadores de siete diversas universidades y crear una base de datos que abarcó cinco años de análisis de las notas principales de los diarios locales y un corpus de 1 033 unidades de estudio, le otorga la seriedad debida al trabajo y fortalece las afirmaciones que expone al final. Uno de los resultados que destaca, es que el tema de la pobreza es poco visible mediáticamente no sólo por su frecuencia, sino por la ubicación de la nota en el contexto de los diarios analizados y el tamaño de la misma. Este es un tema que el periodismo suele eludir su tratamiento, por ello mismo habría que indagar las causas mediante un trabajo cualitativo desde tal vez la sociología de la producción de los mensajes. El siguiente trabajo atiende un tema fundamental y coyuntural en el escenario de los medios de comunicación en México, este texto se denomina: El modelo de comunicación de la reforma electoral y la construcción de la democracia en México, y su autor es Javier Esteinou Madrid, de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco. Este trabajo refiere el controversial tema de la reforma electoral aprobada en 2007 por el Congreso de la Unión y sus implicaciones para la comunicación política, muy en particular en periodos de elecciones. El autor plantea las consecuencias de la modificación de nueve artículos de la Constitución política mexicana y de la aprobación de la reforma electoral por ambas cámaras legislativas al avanzar la potestad del Estado por encima de lo que Esteinou denomina los poderes fácticos mediáticos. El razonamiento final del texto es en torno a la importancia de recuperar el Estado el papel rector en materia política y perfeccionar los mecanismos de comunicación política que permitan mayor equidad informativa en las campañas políticas y, por ende, una mayor calidad de la democracia, que a su vez impida la ilegalidad electoral y la eliminación del recurso de la telepolítica como farandulización de las elecciones. La sociedad mexicana demanda procesos electorales transparentes y en los cuales prive una contienda competitiva que permita avanzar hacia una democracia participativa como lo requiere el México del siglo XXI. Uno de los problemas más preocupantes de la sociedad contemporánea es el cambio climático y sus consecuencias para las generaciones futuras. Por lo tanto, Andrea Estupiñán Villanueva; Hilda Gabriela Hernández Flores y Rosa Elba Domínguez Bolaños de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) proponen el texto: Comunicación estratégica

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para la educación ambiental en entornos locales: ámbito universitario. El trabajo refiere la participación de la BUAP en proyectos como la Universidad y Medio Ambiente (UMA), que permitan mejorar la calidad de vida y con ello, preservar la supervivencia de las especies incluyendo el género humano. La propuesta fue desarrollar un programa de comunicación estratégica que permita al proyecto UMA alcanzar sus objetivos. Para ello se aplicó una encuesta a la comunidad universitaria de la BUAP a efecto de diagnosticar la percepción de los mensajes de los medios masivos en relación con el tema ambiental. Los resultados evidencian las causas de la falta de interés de los universitarios de la BUAP por el medio ambiente, aunado a la necesidad de motivar a la comunidad universitaria a participar voluntariamente en el cuidado y clasificación de los residuos dentro del campus. Para ello la estrategia de comunicación debe ser un elemento que fortalezca las iniciativas del proyecto UMA. Tarea nada fácil, pues implica provocar una modificación de la conducta ya asumida por la generalidad de los universitarios en relación con la conservación del medio ambiente. Aún así, es urgente tomar medidas al respecto, pues el tiempo se acaba y la contaminación provocada por la acción humana continúa deteriorando la naturaleza inexorablemente, como serán las consecuencias futuras de lo ocurrido por el derrame de petróleo en el golfo de México. Suelen pasar desapercibidos a la mirada del habitante de las ciudades, pero de pronto, al detener la vista ante un muro o un anuncio aparece una nueva forma de graffiti, son las pegas y propas que se constituyen en opciones de expresión de la cultura juvenil urbana. Christian Alonso Fernández Huerta de la Universidad Autónoma de Baja California, campus Mexicali, a través de su texto: Arte urbano y apropiación simbólica del espacio: la práctica de las propas y pegas en Mexicali, aborda dicha realidad que se manifiesta en el espacio público urbano, en este caso las calles de la ciudad de Mexicali, Baja California. Para ello realizó una investigación cualitativa para analizar las prácticas, discursos y los productos emergentes de los jóvenes que ofrecen un nuevo referente simbólico de la cultura que poseen. Las pegas y las propas, explica el autor, son expresiones comunes del arte urbano para lo cual se utilizan plantillas, pintura en aerosol y calcomanías y carteles para expresión simbólica de los jóvenes. Esto ocurre, según Fernández, por la ausencia de espacios sociales, por lo que su trabajo de investigación se abocó a entrevistar pegadores y realizar un ejercicio de observación participante de las actividades de estos grupos juveniles. Los datos obtenidos es que los jóvenes practicantes de este nueva modalidad de graffiti no son delincuentes, sino estudiantes, algunos de carreras como psicología o comunicación y otros intentan ingresar a escuelas de arte o diseño, y un rasgo sobresaliente es que aspiran a que su arte les reporte

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beneficios económicos mediante el diseño publicitario. Como el propio autor reflexiona, esto último pareciera ser una contradicción, el utilizar esta forma de graffiti, deslindándose de aquélla que se expresa como vandalismo y pensar en su práctica como un arte que puede llegar a ser una imagen de marca comercial. No cabe duda que estas nuevas expresiones de la moderna cultura juvenil requieren una mayor atención a su estudio, desde referentes muldimensionales que permitan su cabal comprensión. A propósito de la ocasión y con la voz autorizada de quien ha vivido en parte este proceso y ha escrito varias obras al respecto, el doctor Raúl Fuentes Navarro del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente, aporta a la edición XVII del Anuario de Investigación de la Comunicación, el texto: Medio siglo del estudio universitario de la comunicación en México: El riesgo del inmediatismo superficial. Su trabajo refiere el camino de cinco décadas que la comunicación ha transitado para hacerse de un espacio dentro de las profesiones reconocidas oficialmente en las ciencias sociales. Desde ese 1960 en que la Universidad Iberoamericana propuso la licenciatura de ciencias de la comunicación a la fecha, dicha carrera no sólo fue la primera en México, sino también con esa denominación en América Latina. Fuentes en su texto conduce al lector a la evolución de la carrera de comunicación no sólo como práctica sino también como estudio de un campo que paulatinamente fue tomando su propio estatus científico. Asimismo, narra la institucionalización de la carrera mediante la formación en 1976 del Coneicc y las instituciones fundantes de este organización que agrupa a las más importantes escuelas, universidades y centros donde se imparte la licenciatura de comunicación en sus diferentes denominaciones y modalidades profesionales. El autor analiza la transformación ocurrida a la carrera a lo largo de esos cincuenta años, en los cuales cada etapa le ha imbuido, merced a las condiciones contextuales, su propia impronta. La lectura de este capítulo del Anuario no tiene desperdicio y es de estudio obligado para los nuevos y no tan nuevos comunicólogos y comunicadores para reconocer el surgimiento de la comunicación como formación disciplinar. Héctor Gómez Vargas de la Universidad Iberoamericana, campus León, nos ofrece el texto: Lo histórico y lo biográfico en lo mediático juvenil (transformaciones en la cultura, fans e individuaciones juveniles). Su texto refiere la experiencia biográfica de algunos jóvenes en la ciudad de León, Guanajuato, que se autodefinen como fans de algún producto mediático, con miras a acceder y entender parte de los procesos de transformación de los entornos urbanos, las culturas mediáticas, la configuración de las subjetividades juveniles. El estudio de las culturas juveniles está siendo recurrente desde diversos enfoques, por tal razón, Gómez plantea la utiliza-

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ción de dos vectores para la indagación del tema: Tiempo y espacio. Ambos son articulados para acceder a la comprensión de la complejidad de la expresión culturas juveniles y el consumo mediático en el espacio seleccionado. Otra alternativa de trabajo que usó el autor son las biografías mediáticas para explorar los contextos citadinos, las transiciones de edad y la experiencia acumulada de la cultura mediática, y Gómez finaliza su exploración de lo juvenil planteando que la evolución de los jóvenes en el proceso de mutar de la generación net a las actuales, requiere la continua exploración de los nuevos entornos sociales, culturales y mediáticos, en los que, un mayor número de jóvenes cibernautas se expresan, manifiestan y reproducen su mundo de vida simbólico. El Anuario cierra esta fase con el texto: El modelo de la comunicación artística. Pretexto para apuntar algunos criterios metodológicos para el análisis del discurso estético, de Vivian Romeu Aldaya de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. El propósito de la autora es aportar determinados criterios metodológicos para el análisis de los discursos estéticos, y para tal efecto se apoya en el modelo teórico de la semióloga Nicole Everaert. Uno de los aspectos sustanciales del trabajo es la diferencia que Romeu establece entre el discurso artístico y el estético y para esclarecer esta postura se apoya en el estudio de Everaert, que considera a la comunicación artística como un suceso a través del cual se infiltra la primeridad en la terceridad y que implica tanto a los ámbitos de producción o creación como a los de recepción y consumo del arte. La autora finaliza indicando que el proceso de comunicación entre obra y lector es un proceso especulativo, ordenado y argumentado que sólo es posible mediante el diálogo hermenéutico. Como se puede notar, añade Romeu, la interpretación así entendida no puede ser más que aproximativa, nunca conclusiva, nunca descodificativa. Finalmente y cumpliendo con uno de las objetivos más importantes del Consejo, la edición XVII del Anuario de Investigación de Comunicación Coneicc 2010, contribuye con la divulgación de la producción científica de los jóvenes investigadores de las ciencias de la comunicación. Estas son las tesis ganadoras del XXIII Premio Nacional de Trabajos Recepcionales Coneicc 2009. Por tal motivo, el Anuario se complace en publicar los resúmenes de los tres primeros lugares en la categoría de tesis de licenciatura y el mejor de la categoría de maestría, con el interés de estimular el esfuerzo, tanto de tesistas como de directores/as de tesis, en un trabajo cada vez menos alentado institucionalmente, pero siempre productivo para quienes lo cristalizan. En la categoría de licenciatura, el primer lugar lo obtuvo Laura Domínguez García de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, con la tesis: Políticas culturales sobre cine mexicano: La Cinema-

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teca Luis Buñuel y sus públicos, cuyo asesor de tesis fue el doctor José Antonio Meyer Rodríguez. El trabajo recepcional aborda la complejidad de la labor difusora de la Cinemateca Luis Buñuel, y para ello se analizó la programación de 2008 mediante la aplicación de entrevistas y encuestas para conocer, tanto la opinión de las autoridades que estuvieron al frente de dicha institución cultural como la percepción del público acerca de la oferta cinematográfica. El hallazgo que reporta la tesis, es la carencia de políticas culturales sobre la exhibición del cine mexicano en la Cinemateca Luis Buñuel de Puebla, que afecta el desarrollo de públicos y su conocimiento e interés sobre esta industria. En ese sentido, y de acuerdo con la investigación realizada, se destaca que el estudio del consumo cultural es importante para la elaboración de políticas culturales. El segundo lugar en la categoría de licenciatura, fue otorgado a la tesis: Anteproyecto de la Revista de Arte y Ambiente El Tentáculo, de Adolfo Córdova Ortiz de la Universidad de las Américas Puebla, dirigida por el doctor Ignacio Padilla Suárez. El texto refiere la propuesta de constituir una publicación denominada El Tentáculo, en la categoría denominada medios no convencionales; para ello, la investigación se dividió en dos partes. En la primera se delinea un panorama general de las formas de producción mediática dominantes y su contraparte. En la segunda parte, se ofrece un panorama editorial de revistas culturales y ambientales en México. El autor de la tesis ofrece ciertas recomendaciones generales dentro de las cuales destacan: La necesidad de fomentar la elaboración de textos críticos; prestar atención al auge del internet que permita vinculaciones entre lo impreso y lo digital, y muy particularmente, diseñar alternativas entretenidas, lúdicas, serias y educativas para animar la lectura. Menuda tarea para las publicaciones de este tipo. El tercer lugar en esta categoría, correspondió a Inge Roeniger Desatnik de la Universidad Nacional Autónoma de México, con la tesis: Políticas públicas de comunicación: Conceptualización de un término incomprendido, cuyo asesor de tesis fue el maestro Ricardo Magaña Figueroa. Tema relevante en estos tiempos en que se discuten, en diferentes foros, las políticas públicas relacionadas con la comunicación y la revisión de las legislaciones correspondientes. Un aspecto relevante de la tesis es la tarea de precisar la conceptualización del término para evitar confusiones o interpretaciones erróneas, muy en particular como lo refiere la autora, cuando la globalización y el desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación pareciera que son determinantes en la configuración de la comunicación. Destaca en la tesis una aseveración afortunada para el caso, pues plantea que hablar de políticas públicas de comunicación, en toda la extensión del término, implica rebasar el ámbito de la industria

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mediática, para debatir y vincularlo con la importancia del bienestar social y el desarrollo de la democracia desde una perspectiva más amplia mediante el acceso a la información y el uso de los medios tradicionales y las telecomunicaciones. En la categoría de tesis de maestría, el mejor trabajo fue: Ejercicio de la libertad de prensa y sus limitaciones en entornos violentos. El caso de los periodistas de Culiacán, Sinaloa, México, de Frida Viridiana Rodelo Amezcua, de la Universidad de Guadalajara y cuya directora de tesis fue la doctora María Elena Hernández Ramírez. El trabajo refiere uno de los aspectos más preocupantes del trabajo periodístico y de quienes lo ejercen. Las continuas amenazas al ejercicio de la libertad de prensa y con ello, a la integridad física de los periodistas, son referentes de un estado de inseguridad que conlleva diferentes tipos de coacciones para el periodismo. La complejidad de esta condición del diarismo en diferentes entidades, es expresada claramente en una de las dos preguntas de investigación que habla por sí sola: ¿Cómo es limitado el ejercicio de la libertad de prensa de los periodistas de Culiacán por la economía de la prensa, la relación prensa-poder y el papel del crimen organizado en la región? El trabajo de investigación ocupó la realización de diversas entrevistas semiestructuradas a periodistas de Culiacán, aunado a un monitoreo de los medios impresos de dicha ciudad. Sus conclusiones refieren dos aspectos significativos pero comprensibles: La autocensura por razones de la subsistencia financiera de las empresas dependientes de la publicidad y el cuidado del reportero en la construcción de la noticia, dada la falta de seguridad en el ambiente de violencia casi generalizado en todo el país. La edición XVII del Anuario de Investigación de Comunicación Coneicc 2010, siguiendo la política institucional del consejo, subraya el criterio que permea su labor: El de pluralidad y de respeto a las opiniones expresadas en los textos de los autores, que en este ejemplar muestran los diversos enfoques relacionados con la problemática que ocupa la comunicación, así como el constituirse en el espacio para la difusión de los trabajos de noveles investigadores cuyas tesis han merecido el reconocimiento del comité convocante del XXIV Premio Nacional del Trabajo Recepcional. De ahí que esta coordinación agradece a los autores cuyos trabajos están publicados en esta edición XVII del Anuario de Investigación de Comunicación Coneicc 2010, su valiosa contribución en un momento en que se festejan los 50 años de la creación de la carrera de ciencias de la comunicación. Mexicali, Baja California, octubre de 2010.

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BIBLIOGRAFÍA Löwy, Michael. (2003) Walter Benjamin: Aviso de incendio. Una lectura de las tesis Sobre el concepto de historia. Fondo de Cultura Económica. Martín Barbero, Jesús. (1990) De los medios a las prácticas, en La comunicación desde las prácticas sociales. Reflexiones en torno a la investigación de Martín Barbero, Jesús; Piccini, Mabel; García Canclini, Néstor & García Garza, Jesús Luis, Universidad Iberoamericana, Cuadernos de Comunicación y Prácticas Sociales núm. 1, México, pp. 9-16.


Representaciones periodísticas de la pobreza en la prensa mexicana. Análisis de contenido* Martín Echeverría Victoria** UNIVERSIDAD ANÁHUAC MAYAB ○

Resumen: Las representaciones periodísticas de la pobreza pueden tener un efecto en la forma en que los lectores conciben esta problemática y valoran a sus sujetos; de ahí la importancia de un conocimiento objetivo de las mismas. Este trabajo expone resultados de un análisis de contenido de 1 033 notas, provenientes de siete diarios de distintas entidades del país. Encontramos que tales representaciones son elaboradas con cierto profesionalismo, pero que colocan a los pobres en posiciones de dependencia del gobierno y las notas adolecen de superficialidad. Así, dichas representaciones son insuficientes para que los lectores conozcan y comprendan mejor dicha problemática. Palabras clave: Representaciones, prensa, pobreza, análisis de contenido, poder simbólico. Abstract: The representations of the poor in the press can have an effect in how readers think about poverty and the poor themselves; therefore, it is important to produce objective knowledge about them. This paper * El presente trabajo no hubiera sido posible sin la invaluable colaboración de los siguientes investigadores: Dr. Luis Gabriel Arango Pinto de la Universidad Simón Bolívar, Mtra. Alina García León, de la Universidad Regiomontana; Dra. Ada Gema Martínez Martínez, de la Universidad del Centro de México; Mtra. Beatriz Olivares Cruz de la Universidad Madero; Mtra. Mónica Savage Carmona, de la Universidad Intercontinental y Mtra. Lupita Trejo de la Universidad Vasco de Quiroga. Un agradecimiento también a los asistentes de investigación que trabajaron en este proyecto, y que por razones de espacio no podemos reconocer como se merecen. ** Comunicólogo. Maestro en comunicación por la Universidad Internacional de Andalucía, maestro en comunicación política por la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y candidato a doctor en Ciencias de la información por la Universidad de Sevilla. Profesor investigador de la Universidad Anáhuac Mayab. Sus líneas de investigación son los formatos audiovisuales de la comunicación política, y las representaciones mediáticas de los grupos vulnerables. echevemartin@yahoo.com.mx

Representaciones periodísticas de la pobreza en la prensa mexicana. • 25 Análisis de contenido


describes data from a content analysis of 1036 units, sampled from 7 papers edited in several regions across Mexico. We found that such representations are crafted with certain professionalism, but they put poor people as government dependent, and the news are superficial. In that way, such representations are not sufficient enough for the readers to know and understand poverty issues. Keywords: Representations, press, poverty, content analysis, symbolic power.

A pesar de ser considerada la decimotercera economía más grande del mundo, en México la pobreza es uno de los problemas con mayor presencia y profundidad. De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social de México, en el año 2006, 44.7 millones de mexicanos vivían en condiciones de pobreza de patrimonio, 42.6% del total de habitantes del país, y 14.4 millones de mexicanos se encontraban en situación de pobreza alimentaria, 13.8%. De estos, 5 millones se encuentran en zonas urbanas y 9.4 millones en zonas rurales. Según los índices de marginación, de 104 359 localidades en el país 26.2% se encuentra en niveles muy altos de marginalidad, y 45.3% se encuentra en niveles altos (Coneval, 2009). La pobreza tiene profundas raíces históricas relacionadas con las decisiones que las élites han tomado para conformar el modelo económico nacional (Valencia y Aguirre, 2001 en Gallardo & Osorio, 2001). Consciente de las consecuencias de las transformaciones económicas sucesivas, el Estado ha implementado diversos programas dirigidos a medir y luego a enfrentar el rezago social. Hasta ahora sus resultados, como se nota escuetamente en las cifras, no son alentadores. En México, la pobreza y los fenómenos de exclusión social relacionados con ella constituyen un problema antiguo. A pesar de que el bienestar es un compromiso constitucional y programático del régimen emanado de la Revolución de 1917, y de que todas las fuerzas políticas del país han coincidido en la necesidad de un sistema económico productivo capaz de proporcionar empleo, educación y salud a toda la población, no se ha podido construir un modelo económico estable capaz de atenuar la pobreza, extender la igualdad de oportunidades y generar un mínimo de bienestar para todos los habitantes. Las políticas asistencialistas y distributivas aplicadas por el Estado y por algunos actores sociales han tenido un éxito muy relativo en aliviar la pobreza, en tanto que las desigualdades generadoras de exclusión se han agravado (Gordon, 1997).

Al hablar de pobreza nos estamos refiriendo a un estado de carencia y de insatisfacción de necesidades básicas a tal grado que se traduce en una 26 • Martín Echeverría Victoria,


canasta básica insuficiente (pobreza alimentaria), privación de condiciones adecuadas de salud y educación (pobreza de capacidades) y carencias adicionales en vivienda, vestido y transporte (pobreza de patrimonio). (Coneval, 2009). De manera más amplia, la pobreza implica necesidades no satisfechas a un nivel psicosocial: Necesidades psicomorales —de autoestima, dignidad y autosuficiencia— y necesidades sociopolíticas (expresión pública, participación social, inclusión). (Leñero, 1995). De ahí que los pobres sean sujetos caracterizados por su vulnerabilidad: La fragilidad de sus condiciones de vida los hace proclives a situaciones de alto riesgo que implican un daño e imposibilitan el bienestar personal, tales como la prostitución, la drogadicción, la violencia, la delincuencia, la migración, entre otros. Fundamentalmente la pobreza es una condición de exclusiones (sociales, políticas y culturales) que deriva en una participación desigual en el ejercicio de la ciudadanía —lo que remite a lo indigno de esta condición. En consecuencia, la pobreza vulnera los derechos elementales de los sujetos porque los pone en situación potencial de abuso (de las autoridades, de otros estratos sociales, de las instituciones privadas o públicas, etcétera) lo que agudiza su severidad y ayuda a reproducirla. De la gravedad del problema —en extensión y profundidad— se desprende la expectativa legítima de que los medios de comunicación y, particularmente la prensa, lleven a sus páginas una de las principales preocupaciones del país y procuren el entendimiento, por parte de la sociedad, de sus particularidades. ¿Por qué nos importa cómo se comunica la pobreza en la prensa diaria? Por su profundidad, amplitud y complejidad, la pobreza constituye un fenómeno que es conocido por la sociedad primordialmente a través de representaciones: ya sea en forma de reportes estadísticos, informes sociológicos o antropológicos o reportes de prensa, las discusiones sobre la misma tienen como soporte y referente las representaciones sociales que determinadas instituciones —políticas, eclesiásticas, mediáticas— elaboran. En función de esta modalidad de cognición social y del control que las instituciones mediáticas ejercen sobre ella, la cobertura periodística de la pobreza tiene significativas repercusiones sociales; en primer lugar, porque las representaciones liberadas al espacio público alimentan las cogniciones, creencias y valoraciones que diversos grupos sociales sostienen sobre ese fenómeno, al grado de contribuir a la difusión, modulación o creación de los estereotipos dominantes de este grupo en la sociedad (Richardson, 2007). Y en segundo lugar es factible suponer que ciertas actitudes y pautas de acción —o inacción— que se manifiestan hacia dicho segmento social están influidas por esas cogniciones (Vasilachis, 2003). Así, una representación negativa de la

Representaciones periodísticas de la pobreza en la prensa mexicana. • 27 Análisis de contenido


pobreza puede, en el peor de los casos, reforzar las prácticas de exclusión existentes en la sociedad, al justificarlas —como en las representaciones asociadas al crimen o a la pasividad— y consolidar en consecuencia las prácticas asociadas al clasismo (Golding, 1999). En contraparte, las representaciones realistas y completas pueden ayudar a promover una conciencia social sobre la pobreza que parta de un principio de igualdad y desde ahí derive en otros valores de inclusión y de respeto a los modos de vida de los otros, así como incrementar nuestra capacidad de empatía y solidaridad hacia ese grupo (FSP, 2007). Lo que exponemos en este trabajo es, en síntesis, una descripción sistemática y objetiva de las representaciones de la pobreza en una parte representativa de la prensa mexicana, elaborada a partir de una exploración cuantitativa extensa en el tiempo y en el espacio territorial, realizado a través del método de análisis de contenido. La extensión territorial se consiguió con la inclusión de investigadores de distintos estados del país que recopilamos los datos correspondientes a rotativos locales. La extensión temporal se logró analizando información periodística publicada en los últimos cinco años; la determinación de un lustro nos parece adecuada para una retrospectiva de peso sobre este tema en un lapso histórico relativamente significativo, y proporciona una base sólida para hacer inferencias plausibles sobre las representaciones de la pobreza que posiblemente se hayan sedimentado en los lectores de estos medios, así como acerca del comportamiento de los emisores. De manera más detallada la realización del estudio se propuso, a su vez: 1) determinar la relevancia que el tema de la pobreza tiene para los medios impresos mediante la cuantificación de las notas que los periódicos destinan a la cobertura de acontecimientos relacionados a dicho tema y su topografía; 2) describir los atributos de representación de las personas en situación de pobreza; 3) describir los contextos sociales en medio de los cuales se representan los acontecimientos relacionados a la pobreza, los actores relacionados con la misma, así como su tipo y grado de relación con la problemática y; 4) identificar las prácticas periodísticas que se infieren en la cobertura de la pobreza. De manera complementaria evaluamos los datos de las notas en relación con la magnitud del fenómeno de la pobreza en México, en el sentido de si éstas permiten a los lectores un conocimiento adecuado del tema en su entorno nacional. Finalmente, pensamos que esta investigación puede ser el precedente de una herramienta de veeduría mediática destinada a la medición continua de los indicadores aquí propuestos, y de otros instrumentos aplicados a la indagación acerca de los diversos grupos vulnerables que están en una situación similar en la estructura social.

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PREMISAS TEÓRICAS En otro trabajo (Echeverría, 2007) exponemos de manera extensa las consideraciones teóricas que creemos adecuadas para abordar este tema, por lo que mencionamos brevemente las siguientes premisas: 1) El periodismo se concibe como un dispositivo de ejercicio de poder simbólico, que tiene la capacidad de difundir ampliamente representaciones objetivas a través de las cuales se define la realidad social. (Bourdieu, 2000; Couldry, 2000) Tales representaciones son eficaces porque constituyen un conocimiento externalizado que, mediado por el lenguaje, es interiorizado por los sujetos y validado a su vez como objetivo (P. Berger & Luckmann, 2005). El periodismo como modalidad de concentración de poder simbólico tiene la particularidad de estar conducido por agentes de capital que poseen los medios de producción de información, controlan el conocimiento colectivo, y participan de un orden social desigual, de concentración y distribución fuertemente inequitativa de la riqueza (Kendall, 2005; Martín Serrano, 1994). En consecuencia, están interesados en preservar dicho status quo modulando las formas en que éste se representa y atenuando la precariedad económica derivada del mismo (Murdock & Golding, 1982; Wayne, 2003). De ahí que la representación interesada del fenómeno de la pobreza sea una manifestación de la capacidad del poder simbólico, y sus agentes, para excluir a este segmento social de los discursos de los medios y por ende, de la participación y el reconocimiento social. 2). Más allá de estos problemas estructurales, los periodistas están acotados por constricciones económicas, organizacionales e ideológicas que condicionan la manera en que comunican la pobreza. Actúan bajo criterios de maximización de recursos, ante lo cual la “calidad” se ve reñida con la “contabilidad” de la empresa periodística (Golding & Murdock, 2000). Se desempeñan en una organización diseñada para dar cuenta, a una gran velocidad, de tipificaciones de acontecimientos (no sucesos espontáneos) para lo cual dependen de la estabilidad de fuentes que les provean de información preelaborada y adecuada a su ritmo de producción (Tuchman, 1983). Por último, pertenecen a una clase social con sus propios intereses y esquemas culturales identificados con los valores dominantes del sistema capitalista (Maigret, 2005) 3). En consecuencia, y de acuerdo con diversos autores, se manifiestan ciertas operaciones discursivas tendientes a representar a la pobreza como: a) un problema individual, voluntarioso, atribuible no al sistema que lo origina sino a la incapacidad del sujeto de adaptarse a él en virtud de cierto desajuste ante el orden social (Golding, 1999); b) un tema que

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emerge en la medida en que el acontecimiento pueda “espectaculizarse”, es decir, cuando los acontecimientos narrados puedan asumir valores de entretenimiento —como en las tragedias o desastres naturales— Sampedro & Codeiro, 2001) y; c) cuya visibilidad es dependiente de la voluntad de otros actores, tales como las élites políticas y económicas, de “ponerlo en escena” (Vasilachis, 2003). Todo esto lo coloca como un tema de cobertura, mínima, contingente —no está tematizado— y en consecuencia simplificado. 4). A propósito de las anteriores premisas, se han encontrado ciertos encuadres característicos que el periodismo elabora ante la pobreza: Victimización (negación de la capacidad de agencia de los sujetos en pobreza, lo que implica dependencia a otros grupos sociales), desindividualización (la pobreza se homogeneiza, sus contextos desaparecen), reduccionismo (se reduce a cifras y datos estadísticos) y desviación social (las regiones pobres como “zonas del mal”) son los más recurrentes (G. Berger, 2003; Gamson, Croteau, Hoynes & Sasson, 1992; Rey, 2004; Vasilachis, 2003). Las dos primeras premisas pudieran considerarse factores de explicación de la elección temática y el comportamiento de la prensa respecto a este tema. En el caso de las dos últimas, corroboramos en el terreno empírico en qué medida se confirman o, en dado caso, se matizan.

METODOLOGÍA Siete investigadores pertenecientes a universidades de los estados de Yucatán, Puebla, Michoacán, Monterrey, San Luis Potosí y el Distrito Federal, seleccionaron cada uno un periódico de referencia de su localidad para analizar. El corpus fue integrado mediante el método de muestreo estratificado denominado semana compuesta, que consiste en la construcción de “semanas tipo” que representan el contenido publicado en un determinado lapso por un medio impreso. La población de este estudio consistió en todos los ejemplares que un determinado periódico publicó en los cinco años previos (2008, 2007, 2006, 2005, 2004), mientras que la muestra fue conformada, de acuerdo con el método descrito, por los ejemplares contemplados en las 10 semanas construidas (considerando dos semanas por año). Por lo tanto, la muestra se integró de los 70 ejemplares que un determinado periódico publicó en 5 años previos, que representa confiablemente a todos los ejemplares publicados en ese periodo de tiempo. La unidad de estudio fue la nota —se excluyeron deliberadamente los géneros de opinión— y su identificación se hizo bajo tres criterios

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de selección: Cuando se reportaran temas específicos relacionados con la precariedad social, cuando se manifestaran sujetos caracterizados como pobres bajo determinados atributos y; cuando se informara de las actividades de organizaciones altruistas o asistencialistas de los grupos en pobreza. Entre los siete rotativos estudiados se integró un corpus de 1 033 unidades en total. Las notas fueron analizadas con un protocolo diseñado a partir de estudios precedentes (Fundación para la Superación de la Pobreza, 2007; Golding, 1999; Hernández, 2003; Kendall, 2005; Rey, 2004; Tablante, 2006; Vasilachis, 2003) y cuya aplicación pasó por tres pruebas simples de confiabilidad. Las variables utilizadas en este protocolo se aglutinan en cuatro secciones que corresponden a cada una las preguntas de investigación elaboradas en este trabajo. Una primera sección comprende la topografía y la magnitud de la cobertura de la pobreza; ahí se tomaron en cuenta las variables de sección de la nota, número de página, tamaño de la nota y tipo de nota —directamente o indirectamente asociada a la pobreza. Una segunda sección intenta conocer las características sociodemográficas de las personas en pobreza. Se implementaron para ello las variables de género, etapa de vida, ocupación, condiciones sociales especiales que merezcan una mayor cobertura —discapacidad, enfermedad o pertenencia a etnias—, el encuadre o concepción del fenómeno, así como la dimensión predominante de la pobreza, es decir, la carencia central a partir de la cual se narra el acontecimiento —carencias materiales, de salud o cultura, prácticas de exclusión, conflicto familiar o social y limitaciones en el desarrollo de capacidades— determinadas a partir de las mediciones oficiales de la pobreza (Coneval, 2009) y otros trabajos (Ortega Villa, 2007). La tercera sección mide los contextos sociales en los que se manifiesta la pobreza, lo que da pie a conocer qué acontecimientos e instituciones favorecen la cobertura del tema y qué tan dependiente es ésta a los mismos; aquí se incluyen las variables de tema —utilizando una categorización previa de 33 de ellos—, los ámbitos geográficos donde se representan y el grado de agencia de las personas en pobreza que participan en acciones que implican su superación. La sección final indaga acerca de las decisiones editoriales que los periodistas toman para cubrir el tema y representar al referente. Medimos la materialidad de la información en las notas —cifras, acontecimientos o discursos—, el género informativo, la modalidad proactiva o reactiva de cobertura —bajo ciertos indicadores— el tono de la nota, el número y tipo de fuentes consultadas para elaborarla, el uso de fotografías en la cobertura así como los referentes contenidos en ellos.

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HALLAZGOS Exponemos los resultados significativos del análisis a partir de las secciones expuestas anteriormente: a) Topografía y magnitud de la cobertura de la pobreza. Las notas relacionadas con el tema de la pobreza tienen una presencia discreta en los medios de estudio. Esto lo afirmamos basándonos en dos hallazgos: En primer lugar, en cuanto a la visibilidad del tema en las páginas de los periódicos (figura 1), puesto que la página promedio en donde se coloca la información es la 12, de visibilidad baja —aunque la desviación estándar de 11.4 implica que el tema se dispersa considerablemente más allá de este promedio. Incluso cuando dividimos las posiciones en cohortes de visibilidad, tenemos que sólo 9.2% de las notas tiene visibilidad plena, y 44.1% tiene visibilidad baja. Un segundo hallazgo es en cuanto al tamaño que ocupan las notas, que tiende a ser reducido: 45.4% de las mismas ocupan menos de un cuarto de plana de tamaño, 30.4% ocupa un cuarto de plana y el sólo 13.4% ocupa media plana. Desde el punto de vista de la topografía, el hecho de que la mayor parte de la información se encuentre en la sección local (46.9% de las notas, comparado con 26.9% de la sección nacional y sólo 10.2% internacional) implica que la información generada acerca del tema tiene rasgos de proximidad e inmediatez, lo que le permite al lector conocer en primera instancia la pobreza en su entorno y luego en espacios geográficos remotos. A pesar de esta adecuada posición, a final de cuentas nuestras cifras indican que la pobreza no está tematizada en los medios, es decir, no concita la atención y cobertura sostenidas de los periodistas: sólo 30.4% de las notas trataron específicamente del tema de la pobreza, mientras 69.6% restante trataron otros temas a los que la pobreza se asocia solamente. Tenemos, pues, una presencia discreta del tema de la pobreza, en términos cuantitativos de topografía, colocada y elaborada en gran medida en el espacio de lo local, que es más próximo, pero que cualitativamente tiene menos peso porque es enunciado de manera tangencial a otros temas. Dicha caracterización confirma lo expuesto en el cuerpo teórico en el sentido de que la cobertura de la pobreza es contingente, es decir, se activa principalmente al momento en que las élites lo evocan u otros temas lo hacen emerger, y que por lo tanto, su cobertura pudiera tener un carácter reactivo, no intencionado. Sin embargo no podemos afirmar que el tema merece una mínima cobertura por parte de la prensa: Si bien el fenómeno no está tematizado, es decir, no forma parte de la agenda de los rotativos porque es infrecuente que éstos le confieran visibilidad, existen frecuencias que implican cierta visibilidad

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intermitente: 9.2% de visibilidad plena de las notas o 13.4% de las mismas ocupando media plana significa que en momentos excepcionales, posiblemente relacionados con acciones de gobierno o acontecimientos trágicos, el tema se manifiesta con fuerza, lo que le impide desaparecer. b) La representación de las personas pobres. Las características demográficas cuantificadas permiten una lectura doble: Acerca de los rasgos específicos cuantificados y adicionalmente a su sola presencia o ausencia, que en ciertos casos es más significativa. Es el caso de las mediciones acerca del género de los sujetos representados, su etapa de vida o rol laboral. En dichas variables la mitad de la notas no tienen identificación (62.1% para género, 61% para etapa de vida y 73.3% para el rol laboral), la representación abstracta y generalizada (“los pobres”), predomina sobre la casuística. Esto se acentúa ante el hecho de que la caracterización de los sujetos, cuando sí se proporciona (como en el caso de los roles), está colocada en zonas de baja visibilidad: Los trabajadores manuales, por ejemplo, merecen 74 notas en páginas de baja visibilidad y sólo 15 en primera plana. Esto ocurre también al momento de expresar si la situación de pobreza se relaciona con factores individuales o sistémicos. En más de la mitad de las notas (58.6%) no se identifica ninguno de los dos encuadres, síntoma también de que los datos que expresan una mínima causalidad son infrecuentes. Más allá del significado de estas omisiones, el primer fenómeno implica que a nivel identitario el atributo de pobreza está jerárquicamente por encima de los otros atributos sociales, e implica de paso una cierta debilidad profesional por parte del periodismo al no construir una casuística más referenciada de los sujetos de los que informa, y no proporcionar los datos suficientes que le permitan al lector ubicar las afectaciones sensibles que los acontecimientos tienen en las personas. La no especificación del género del representado es un caso ejemplar. Puesto que la mujer es quien padece con mayor agudeza las consecuencias de la pobreza (Riquer, 2002), la atenuación de este hecho por parte de la prensa (16.7% de los representados son mujeres, 21.2% son hombres) impide que los lectores le den este importante matiz. Las frecuencias indican que los criterios de cobertura reproducen ciertas veces algunos estereotipos recurrentes acerca de la pobreza. No lo hacen en el caso de los indígenas o las personas con discapacidad porque estos segmentos sociales aparecen con muy poca frecuencia (13.8% y 1.6%, respectivamente), manifestando de paso que la exclusión simbólica a la que están sometidos es incluso más aguda que la de los sujetos en pobreza. Pero sí lo hacen en el caso de los roles laborales en donde predomina la presencia de campesinos (8.6%) y obreros (1.5%), desvinculando así a otras ocupaciones del impacto de la pobreza.

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Al condensar los roles laborales en tipologías de trabajo, sobresale que la mayor parte de las ocupaciones relacionadas con la pobreza son de tipo manual (49.5%), dedicadas a la producción de bienes. A los trabajadores de alguna forma de provisión de servicios (8.4%) o comercio (6.5%) —incluso en ocupaciones como el ambulantaje— se les identifica mucho menos con el fenómeno de la pobreza, puesto que su mención es infrecuente en los rotativos. Es manifiesta asimismo la simplificación del tratamiento de la pobreza a partir de las reducidas dimensiones con las que se describe. La concepción tradicional de la pobreza como un estado de carencia de satisfactores materiales (comida: 9.3%; techo: 12.1% y; otras carencias en general: 6.2%) se reproduce aquí; sumadas las variables que conforman una dimensión material del problema, tenemos que en 61.4% de las notas ésta es la principal caracterización, frente 12.7% de las notas en que se caracteriza como un problema de exclusión social, 9.3% asociado a la falta de desarrollo de capacidades, 8.1% como formas de conflicto familiar o social, o 7.7% como un tema relacionado con la vulnerabilidad en salud. Tal centralidad contribuye por su parte a invisibilizar o atenuar las múltiples consecuencias que el fenómeno tiene en los sujetos. Como agravante tenemos que dicha dimensión es la más visual y en ese sentido “espectacularizada”: 41.8% de las notas se acompaña con una fotografía de sujetos en pobreza. Como parte de una caracterización general y vaga de los sujetos pobres, se opta por darle a la pobreza una causalidad predominantemente sistémica (atribuible a la estructura, en 35.5% de las veces) y muy pocas veces individualista (relativa a la inadecuación, sobre todo moral, del individuo, en 5.9% de las notas). Independientemente de si este tratamiento es adecuado para evitar estigmatizaciones individuales o inadecuado por el potencial de victimización que pueda producir, los datos nos guían a suponer que más que una comprensión intencionalmente solidaria de la pobreza con sus sujetos, hay en cambio una visión poco subjetiva de la misma. Así, la tesis expuesta al principio de este trabajo acerca de la caracterización desindividualizada de la pobreza se verifica mediante este análisis: Las caracterizaciones y causalidades son generalizadoras y abstractas, el tratamiento de la pobreza sigue los patrones estereotípicos que acotan su comprensión cabal. c) Contextos y actores sociales relacionados con la cobertura de la pobreza. Por otro lado, los contextos en donde se manifiesta el tema de la pobreza están caracterizados por la presencia de élites gubernamentales (en 19.8% de las notas se tratan temas relacionados a la atención estatal de la pobreza) y el fenómeno de la migración (8.4%). Sin embargo, también figuran temas relacionados con afectaciones de los sujetos en pobreza, tales como problemas de vivienda (5.2%) y alimentación (5.1%). De

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manera sobresaliente en 5.3% de las notas los pobres son representados desempeñando acciones a favor de sus propias causas (de vivienda, derechos civiles o apoyos gubernamentales, entre otros). La preeminencia de temas relacionados con las élites gubernamentales, patentado en la frecuencia de notas (que duplica al tema que le sigue) y el tamaño de las mismas (18.4% de las notas con temas gubernamentales ocuparon una plana entera, frente 7.9% de las notas referentes a la migración), habla del grado de institucionalización del periodismo mexicano y del poder de dichas élites para influir en la agenda mediática y capturar temas como éste. También es, de forma cosustancial, un indicador de la dependencia del propio periodismo hacia estas entidades, particularmente en su calidad de fuentes (vid infra). Sin embargo, no podemos desconocer la atención prestada por los rotativos a las actividades de los propios pobres que, aunque en un porcentaje varias veces inferior al Estado, se constituye como una ventana de visibilidad de cierto valor. Por otra parte, en más de la mitad (55.7%) de las notas se entabla una relación entre un agente y los sujetos en pobreza, dirigida a superar sus precarias condiciones; ahora bien, en 35.7% de las notas las personas en pobreza fungen como receptores de la ayuda de dichos agentes, frente a 14% que actúan como gestores y 5.9% como co-gestores. Esta dependencia se concentra casi en su totalidad en la dimensión más visible de la pobreza, esto es, la carencia de recursos materiales (47.4% de las notas alude a dicha dimensión, en contraste con 12.5% que le sigue, que habla sobre problemas de salud), aunque en general en cualquier dimensión del fenómeno en el que participen determinadas élites sociales (particularmente gubernamentales), los sujetos en pobreza se representan como receptores de la ayuda de las mismas. Desde el punto de vista político tal caracterización implica que los pobres son sujetos pasivos a ser atendidos primordialmente en las afectaciones inmediatas y visibles de su condición, y que la responsabilidad del gobierno hacia la pobreza inicia (y posiblemente acabe) en la satisfacción prioritaria de dichas necesidades en detrimento de otras que también surgen como consecuencia de la precariedad. Así, estos contextos de emergencia manifiestan que, en efecto, la pobreza se cubre preferentemente por la prensa al escenificarse, es decir, en el contexto de una puesta en escena por parte de las élites mencionadas en virtud de sus intereses específicos. Tal móvil proporciona mayores elementos para sostener que los rotativos son reactivos a la hora de cubrir el tema de la pobreza. Al no tener fuentes institucionales que solventen los costos de cobertura, se produce un vacío de conocimiento de la pobreza por parte de los periodistas, más que un efecto de distorsión activa. De ahí que, llenando tal vacío, se reproducen selecciones y expresiones temáticas, contextuales o

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caracterológicas cercanas al sentido común de la clase media: El sujeto pobre promedio es un campesino u obrero con necesidades de comida, vestido y techo, afectado duramente por las condiciones económicas que lo oprimen, y dependiente del paternalismo del gobierno. No hay un énfasis particular en el género ni en la etapa de vida, porque el sentido común no penetra con tanto detalle en dichas especificidades. d) Prácticas periodísticas de cobertura de la pobreza. La jerarquía que un tema ocupa en el rango de intereses de los periodistas tiene una manifestación material —la nota— a través de la cual es posible inferirla. El análisis extensivo de esta materialidad nos permite afirmar que la cobertura del tema de la pobreza moviliza pocos recursos periodísticos: La información es superficial, generada de manera pasiva (por iniciativa de la fuente y no del periodista), el número de fuentes es limitado y se trata de fuentes cuya colaboración con la prensa es naturalmente estrecha, pues proveen de información de manera rutinaria y a bajo costo. En contraparte, el tono en general no es sensacionalista, la nota se elabora a partir de acontecimientos y no datos secundarios, y la información gráfica, tan susceptible a dramatizar el acontecimiento, se maneja con prudencia. La información es superficial porque la amplia mayoría de unidades de información se trata de notas breves (79.3%), en lugar del reportaje (9.9%) o la crónica (6.5%), géneros más apropiados para comprender mejor un tema de la complejidad de la pobreza. Es pasiva porque la medición acerca de la iniciativa de cobertura por parte del reportero es reducida (sólo 25.7% de las notas se elaboraron de manera proactiva). Aunado a ello, en una minoría de notas que tratan de la pobreza se consulta a más de una sola fuente al cubrirla (15.9% tiene dos fuentes, 10.3% tres fuentes y 4.4% cuatro fuentes; 56% de las notas se elabora con una sola fuente). El poder de las élites, particularmente del Estado, para fungir como fuente (lo es en 40.5% de las notas) y construir así el acontecimiento, presenta un agudo desequilibrio respecto a los sujetos en pobreza que son fuentes para los medios (en 22.1% de las notas desempeñan ese papel), aunque no tanto como en el caso de los expertos (11.4% de las notas) y la sociedad civil (10.6%). La prensa no recoge la experiencia de la pobreza en voz de sus propios sujetos, no recurre a actores que la puedan explicar con mayor profundidad (expertos) o interés (sociedad civil) y sí acude, en cambio, a las fuentes solícitas del Estado, con las que trabaja cotidianamente y que proveen información de bajo costo, prácticamente subsidiada, como insumo para la nota. Un tema al que se le dedican reportajes, en el que participan numerosas fuentes por unidad de información y que involucra el trabajo proactivo del periodista para salir a buscar fuentes de información distintas de las que

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tiene a la mano, es un tema que tiene prioridad en la agenda del medio, razón por la cual se le dedican todos esos recursos a su cobertura. Claramente el tema de la pobreza no figura en las prioridades de cobertura de los medios analizados. Pero a pesar de una jerarquía baja en los intereses de los rotativos, existen elementos para caracterizar una conducción responsable del tema (entendida como acorde a los lineamientos normativos del periodismo liberal): la mayoría de las notas tienen como materia prima al acontecimiento (54.4%), y no al discurso público (32.6%) o a las cifras sobre el fenómeno (13%). Esto sugiere un cierto grado de elaboración de la nota, además de que permite un conocimiento más sensible de la pobreza por parte del lector. Además prueba que no se manifiesta el reduccionismo económico del tema, como expusimos en el cuerpo teórico. La poca profundidad de las notas se comunica ciertamente con criterios neutrales de narrativización (79.7% de las notas), dejando de lado la dramatización (15.2%) y el sensacionalismo (3.3%) en el relato acerca de la pobreza. Una señal más de responsabilidad periodística es respecto a las decisiones en cuanto a información gráfica. El porcentaje de notas en donde se fotografía únicamente a personas en pobreza es relativamente reducido (34.1%) Los desastres naturales y las tragedias no merecen una cobertura fotográfica completa (en 40.9% de las notas acerca de estos acontecimientos se retratan los sujetos en pobreza involucrados); considerando la rentabilidad visual de los sujetos pobres en medio de desgracias o simplemente en la cotidianidad de su miseria, observamos frecuencias moderadas que sugieren que un criterio editorial de cierto nivel de profesionalismo ejerció un control sobre estos posibles excesos. En síntesis, la contingencia de la cobertura de la pobreza se manifiesta a la luz de estos indicadores, al permitir observar más de cerca el carácter reactivo con el que se produce la nota y en general la limitación de recursos dedicados a su cobertura, que implican así una forma de exclusión, ahora simbólica, de este grupo. Se presenta, no obstante, la aplicación de ciertos parámetros de profesionalismo periodístico en virtud del carácter “de referencia” de estos medios, que prescriben un tratamiento considerablemente neutral del tema. e) Evaluación de los datos respecto al referente. El asunto de si la cobertura está a la altura de la extensión y profundidad del referente, se sanciona en virtud del contraste entre dos agendas, la mediática y la social. En lo social, como afirmamos anteriormente mediante datos duros, la magnitud del fenómeno de la pobreza en México y la hondura de sus condiciones lo colocan naturalmente en la cima de los temas sociales prioritarios, aún cuando su vasta complejidad y lo remoto de su solución provoque distanciamientos esporádicos hacia el mismo por parte de la

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sociedad. La agenda mediática no tiene en cambio este matiz de urgencia o relevancia, porque la pobreza no está tematizada en sus páginas, ocupa mayoritariamente zonas de baja visibilidad, reducido tamaño y, sobre todo, la elaboración de la nota no es proactiva, tiene pocas fuentes y la caracterización de los sujetos pobres es abstracta: En pocas palabras, el medio no moviliza los recursos periodísticos que la relevancia social del tema merece. Sospechamos que de incluirse la pobreza con fuerza en la agenda gubernamental, y tomando en cuenta la relativa porosidad de los medios impresos a aquélla, el grado de relevancia sería distinto. Representaciones periodísticas de la pobreza en la prensa mexicana. Palabra finales. Desde un punto de vista macrosocial, atestiguamos el ejercicio del poder simbólico actuando en la atenuación de las representaciones públicas que revelan la desigualdad social de un determinado entorno. Tal atenuación opera con mayor fuerza en el caso de grupos desempoderados, como los sujetos en pobreza, que desprovistos de capital económico y cultural tienen acceso restringido o nulo al proceso de construcción de dichas representaciones. El fenómeno descrito tiene potenciales consecuencias en el entorno social. Para la clase media que consume los rotativos analizados, posiblemente en la realidad social conocida a través de los medios analizados, la pobreza no tiene una presencia constante, sus características específicas son unívocas cuando no vagas, y las élites sociales asisten con frecuencia a su rescate. No obstante, no se leen en los diarios explorados aspectos suficientes que produzcan un efecto de estigma hacia los sujetos en pobreza. Las características específicas de este dispositivo de poder simbólico, el periodismo, son claves para comprender este fenómeno: Por un lado, un sistema de mercado que ejerce fuertes constricciones a la elaboración de la nota; por otro, las rutinas periodísticas y organizacionales preocupadas por producir el acontecimiento con inmediatez y en las fuentes más asequibles. Finalmente la falta de familiarización y sensibilidad hacia el tema de parte de los productores de la noticia, los periodistas, individuos educados de clase media cuyo contacto con otros segmentos sociales está más orientado, por norma profesional, a las élites. Mención aparte merece el papel de una ideología que es transversal a estos sistemas y que favorece la reproducción del status quo de desigualdad económica y concentración de la riqueza. Así, la presencia de tales condicionamientos concebidos como fuerzas revela la contradicción entre lo que la sociedad espera de los medios desde el punto de vista normativo, y lo que los medios pueden otorgar en las condiciones en las que actúan. No obstante no todos los factores mencionados quedan de manifiesto en esta investigación y no queda claro cuál de ellos tiene más peso en la determinación final del producto. En

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última instancia el alcance de este trabajo es predominantemente de tipo exploratorio, más preocupado por describir el resultado textual de estas condiciones que la influencia concreta de las mismas. Sería conveniente la realización de estudios empíricos específicos de cada factor para saber cómo se construye el engranaje completo de las representaciones periodísticas de la pobreza. Se concluye, sin embargo, que a pesar de las fuerzas que generan las insuficientes representaciones que medimos, de suyo inconscientes para los productores de las mismas, la verticalidad normativa y ética de los medios de referencia estudiados alcanza a contener el efecto estructural, organizacional e ideológico que se cierne sobre el periodismo al hablar de este tema. El corpus medido y analizado no deja duda de la presencia de asimetrías sistemáticas de poder que disminuyen la importancia pública del tema de la pobreza y lo hacen dependiente a la presencia de las élites. Se constata asimismo que la prensa no cumple la expectativa de hacer que la sociedad se conozca más a sí misma y a sus problemas más acuciantes. Tenemos aquí elementos para suponer la contribución de estas representaciones al status quo. Pero no podemos dejar de lado que de manera contradictoria no tenemos datos que evidencien una explotación ramplona o siquiera sutil del tema y que los parámetros mínimos de seriedad profesional son constantes. La cotidiana contradicción entre lo que el periodismo quiere y puede ser, encuentra en este particular caso estudiado, un inestimable ejemplo. Lamentablemente, la prensa mexicana analizada encuentra también en el tratamiento de la pobreza una sinécdoque de sus limitaciones.

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Representaciones periodísticas de la pobreza en la prensa mexicana. • 41 Análisis de contenido



El modelo de comunicación de la reforma electoral y la construcción de la democracia en México Javier Esteinou Madrid* UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA, UNIDAD XOCHIMILCO ○

Resumen: Pese al reconocimiento de las virtudes alcanzadas en el ámbito de la comunicación política por la reforma electoral aprobada en el Congreso de la Unión en 2007, también es necesario examinar de manera crítica las limitaciones y consecuencias que produjo comunicativamente sobre la construcción de la democracia ciudadana en México. Esto debido a que la reforma también generó muchos fenómenos opuestos a la auténtica democracia sustantiva al no atender las necesidades fundamentales de comunicación de las comunidades nacionales que han sido demandadas durante muchas décadas. Palabras claves: Reforma electoral, comunicación política, Instituto Federal Electoral, cambio comunicativo, legislación electoral. Abstract: The electoral reform, passed by the 'Congreso de la Unión' (Congress of the Union) in 2007, acknowledged several virtues in terms of political communications. However, it is necessary to analyze the limitations and consequences that this Reform brought to the construction of democracy in terms of mass communication in Mexico. The Reform generated a series of phenomena opposed to authentic democracy, because it did not attend to the basic communicational needs that the national communities have demanded for several decades. Keywords: Electoral reform, political communication, Federal Electoral Institute, communicative change, electoral legislation.

* Investigador titular del Departamento de Educación y Comunicación de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, D.F, jesteinou@gmail.com

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I. LA APROBACIÓN DE LA REFORMA ELECTORAL DE 2007 EN EL CONGRESO DE LA UNIÓN Después de varias décadas en las que el Estado mexicano renunció a ejercer su responsabilidad rectora y equilibradora en el terreno de la comunicación colectiva, fue hasta el 7 de junio de 2007 que siguiendo el claro veredicto que planteó la Suprema Corte de Justicia de la Nación al anular la Ley Televisa, que el Poder Legislativo resucitó la herencia y riqueza constitucional altamente reivindicadora del proyecto de comunicación nacional que generó las bases para que se crearan otras transformaciones profundas en el modelo de difusión colectiva en el país. Fue hasta ese período histórico cuando el Congreso de la Unión reaccionó para rescatar su naturaleza de Estado nación y reconquistó su fuerza estructuradora como poder central sobre la colectividad en el ámbito comunicativo. Para ello, realizó la reforma electoral con la cual formuló nuevas reglas y fijó límites constitucionales precisos a la acción de los poderes comunicativos salvajes1 que anteriormente habían socavado la soberanía del Estado, especialmente en los períodos electorales, y se creó un nuevo horizonte para la edificación de un proceso de comunicación política diferente y de algunos otros aspectos del sistema de comunicación social en la república (Casar, 2009: 68 a 71). De esta manera, la segunda acción que realizó el poder republicano para rescatar al Estado nación comunicativo, posteriormente de la anulación de la Ley Televisa por la Suprema Corte de Justicia, se efectuó cuando, siguiendo los pronunciamientos previos que establecieron los ministros de la Corte sobre la esencia del proyecto de comunicación nacional, el Poder Legislativo modificó nueve artículos de la Constitución Política Mexicana y aprobó sorpresivamente la reforma electoral sin que la fuerza del tradicional poder mediático conservador la pudiera obstaculizar. Así, el 12 de septiembre de 2007 se aprobó la reforma electoral en el Senado de la República con 111 votos a favor y 11 en contra (Aprueban por unanimidad …, 2007), y el 14 de septiembre en la Cámara de Diputados con 361 votos a favor, 30 en contra y 2 abstenciones (Externan en San Lázaro …, 2007). Posteriormente, dicho nuevo acuerdo jurídico fue legitimado el 9 de octubre por 30 estados federados de la república mexicana que la valoraron como un importante avance para la democracia mexicana (Llevan a estados disputa …, 2007), excepto el 1

Los poderes salvajes son aquellas fuerzas sociales que han rebasado los mecanismos de control del Estado, y en consecuencia, no pueden ser acotadas por éste, presionando sustantivamente su desempeño.

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gobierno de Coahuila que la rechazó por considerar que atentaba contra la libertad de expresión (Advierte Moreira …., 2007). Con esta acción política el Poder Legislativo se liberó parcialmente de la fuerte influencia que durante varias décadas ejercieron los poderes fácticos mediáticos para manejar o manipular los procesos ideológicos de las elecciones en México y creó nuevas condiciones normativas para aparentemente realizar procesos electorales más diáfanos e imparciales (Ponce, 2009: 263 a 267; y Porras, 2009: 277 a 297). Es decir, esta iniciativa colocó límites constitucionales firmes a la fuerza de la mediocracia durante las fases de renovación de los poderes públicos en el país y les devolvió a los partidos políticos todo su poder ideológico para realizar libremente las campañas propagandísticas sin presiones mediáticas sobre éstos.

II. LAS REPERCUSIONES POLÍTICO SOCIALES DEL NUEVO MODELO DE COMUNICACIÓN POLÍTICA Mediante la aplicación del nuevo modelo de comunicación política derivado de la reforma electoral en México, se puso por primera vez a prueba en el país este prototipo de difusión generándose diversas consecuencias globales para la sociedad mexicana que deben ser examinadas para valorar sus avances y estancamientos democráticos. Así, por una parte, se produjeron efectos positivos y negativos para los procesos de gobernabilidad nacional; por otra, para los mecanismos de sucesión de las representatividades colectivas; y finalmente, por otra, para la estabilidad de la sociedad en general en el país. Con los avances positivos que conquistó la nueva reforma electoral, la mayoría de la opinión pública nacional, especialmente del ámbito político, aparentemente quedó satisfecha con la aplicación del contenido de la misma y justificó su creación y ejecución histórica. Dentro de esta tendencia, el consenso de los analistas críticos sobre la evaluación de la reforma, se inclinaron casi en su totalidad por sostener que la operación de la misma fue un gran logro, debido a que la mayoría de los diversos actores concurrentes la respetaron en un porcentaje importante, a que el Instituto Federal Electoral (IFE) actuó como órgano rector central del proceso, a que se detuvo parcialmente la fuerza de actuación manipuladora de los poderes fácticos mediáticos, y a que se realizaron elecciones pacíficas y legítimas que no fueron significativamente impugnadas por los partidos políticos o por la ciudadanía. Sin embargo, no obstante el reconocimiento de estos triunfos que manifestó la clase política y diversos sectores de intelectuales de oposición

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sobre las virtudes alcanzadas por la reforma electoral, esta acción de consentimiento prematuro impidió reflexionar de manera fríamente crítica sobre el objetivo y la modalidad con la cual los partidos políticos utilizaron el acceso a los medios de difusión masivos, vía los tiempos oficiales del Estado mexicano, para practicar su modelo de difusión electoral con el fin de vincularse con la población. En el mejor de los casos, el consenso crítico sobre la reforma reconoció en algunos momentos, diversos aspectos imperfectos de la misma que se tenían que pulir para contar con un nuevo modelo de comunicación política más avanzado, pero no cuestionó a fondo la esencia democrática, comunicativa y participativa de la misma. Por ello, es demasiado superficial y peligroso reconocer con tanta premura este “balance tan positivo” y aprobarla consensualmente para el futuro como el fundamento acertado para la “creación de un nuevo modelo avanzado de comunicación social” que deberá de aplicarse durante los futuros procesos electorales en el país, sin un examen más riguroso de la misma. Esto debido a que en términos de edificación de la democracia ciudadana en México, la reforma también produjo muchos fenómenos opuestos a la auténtica democracia sustantiva, que supuestamente era la finalidad que pretendía lograr, ya que la sociedad no aumentó su capacidad de comunicación política plural con los partidos, con el gobierno y con las comunidades; sino que este cambio electoral sólo fue un instrumento jurídico que benefició a la actual estructura de poder de la clase política en el gobierno que experimenta un proceso de descomposición institucional y no atendió la necesidad imperiosa de participación pública de las comunidades nacionales que la han demandado durante muchas décadas. Debido a esta situación, es necesario afirmar que no obstante los aspectos favorables que se conquistaron con la aplicación del modelo de comunicación política en las elecciones intermedias de 2009, de igual forma emergieron múltiples aspectos negativos que no fueron de naturaleza secundaria sino de relevancia central y que impactaron significativamente sobre el proceso democrático de la renovación de los poderes en México. Dentro de dichos aspectos figuraron, entre otras, los siguientes cinco niveles de funcionamiento de la comunidad nacional en diversas áreas de la acción social: 1. ¿Modelo de información o modelo de comunicación? Contrariamente al planteamiento central que sostuvo la filosofía de la reforma electoral en el sentido que con sus modificaciones jurídicas introduciría un nuevo modelo de comunicación política en México, es necesario subrayar que lo que realmente construyó con todo rigor esta iniciativa normativa fue un moderno prototipo de simple transmisión de

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información electoral de los partidos a los votantes y no de comunicación política en sentido estricto entre los diversos actores que participaron en el proceso. Ello debido a que lo que se incorporó fue únicamente un importante cambio en el proceso de difusión masiva de la información política electoral del emisor dominante tradicional, que era el poder mediático monopólico privado que en años anteriores se había apoderado y abusado de la dinámica electoral, por otro emisor igualmente dominante y monopólico que fueron los partidos políticos; pero no se agregó ningún elemento de interacción o apertura para generar una dinámica de comunicación o participación bilateral de los partidos entre sí mismos, de los partidos con la sociedad o de la sociedad con los partidos. Dentro de esta conceptualización es sumamente relevante diferenciar una y otra realidad pues es totalmente distinto edificar en México y en cualquier latitud del planeta una “democracia de información” donde sólo interviene de manera preponderante un polo emisor que difunde mensajes unilaterales a una mayoría de receptores para estructurar un sentido o saber colectivo coyuntural, aparentemente más abierto, sin la participación activa o contestataria del resto de la sociedad; a producir una “democracia comunicativa” que implica que el emisor dominante además de transmitir sus informaciones específicas a su público seleccionado, también recibe en el mismo momento una respuesta sustantiva de los receptores, o de la sociedad, o de los electores, para construir conjuntamente un proceso dinámico, plural, interactivo, polémico y diferenciado de elaboración de las significaciones o de la cultura política colectiva cotidiana. Dichas respuestas de los auditorios hacia los emisores pueden ser de indiferencia, de aceptación, de rechazo tajante o de elaboración de otros nuevos planteamientos diferentes a los emitidos. Para fines de gobernabilidad de un país, la diferencia existente entre procesos de “democracia informativa” y procesos de “democracia comunicativa” es crucial precisarla de manera cuidadosa, especialmente en la fase de cambio histórico por el que atraviesa nuestra nación, pues el fenómeno de desorden conceptual que se ha derivado de la “modernidad cultural” ha introducido profundas confusiones entre ambos procesos proponiendo que son iguales ambas realidades y desconociendo que cada una de éstos escenarios generan resultados de cambio social muy diferentes entre sí. La modalidad informativa opera fundamentalmente como una acción de administración unidimensional de los datos para que la sociedad o de una situación de cosas previamente establecido por un grupo gobernante que controla y administra los recursos de la emisión de las informaciones masivas, continúe conservando sus intereses ya consolidados. En cambio, el modelo comunicativo funciona como un

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proceso de constante reconstrucción plural de la conciencia social donde intervienen fluida y pluralmente de forma bilateral todos los sectores participantes del proceso para elaborar de manera conjunta la conciencia que requiere un grupo o comunidad para discutir abiertamente su realidad con el fin de existir con igualdad, equilibrio y justicia. El no despejar esta grave confusión que ha introducido la mal entendida “modernidad cultural” y la estructura de poder conservador para las cuales informar y comunicar son sinónimos, sería tan peligroso que equivaldría a confundir que la esencia de la democracia se agota con el mero ejercicio del voto ciudadano en las urnas cada 6 años y no en la creación de un sistema de pensamiento y actitudes diarias que hay que ejercerlas como forma de existencia constante en todos los ámbitos restantes de la vida social cotidiana. Por consiguiente, para estas concepciones tradicionales de la intervención social una vez ejercido el sufragio ciudadano, se termina la sustancia de la democracia. 2. El fortalecimiento de la partidocracia. Al permitir la reforma electoral que sólo los partidos políticos participaran en la elaboración y la difusión de los mensajes de los concursos electorales, se reforzó la estructura altamente partidocrática previamente existente en el país que dio origen a la hegemonía comunicacional de dichas instituciones sobre el resto de la sociedad. En este sentido, en aras de intentar crear con la reforma mayor equidad en las contiendas, se produjo en grado extremo una nueva estructura política unilateral al posibilitar que la sociedad mexicana pasara del sistema de gobernabilidad de la telecracia que anteriormente concentraba los procesos de la comunicación política en la república y no consideraba a los habitantes más que como meros sujetos votantes; a evolucionar a una nueva estructura partidocrática de naturaleza hermética donde ahora el monopolio de la comunicación política ya no la acaparan las empresas privadas, sino la aglutinan los partidos políticos, dejando nuevamente afuera a las comunidades, pues también las contemplan como simples sufragantes coyunturales. Así, el fenómeno político que se gestó en el país durante el año 2009 con la aplicación de la nueva reforma electoral fue el enfrentamiento histórico de dos grandes modelos dominantes de comunicación política que lucharon entre sí por posicionar socialmente un nuevo modelo líder de comunicación electoral que beneficiara prioritariamente a un sector hegemónico a costa del sacrificio del otro. Bajo esta forma, se dio la oposición entre el modelo de los monopolios mediáticos tradicionales y el modelo de los monopolios de los usuales partidos políticos convertidos en estructura partidocrática, donde ambos impidieron la intervención

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activa de los grupos de la sociedad civil en la dinámica de producción de la democracia nacional. De esta manera, con la reforma electoral pasamos de un monopolio mediático de la política en alianza con el partido dominante PRI en diversas coyunturas históricas anteriores; a un nuevo monopolio de la partidocracia que acaparó el proceso de la comunicación política y con ello concentró las dinámicas de representatividad masiva, sin darle opciones de mediación a la sociedad civil. A través de ello, se reforzó el suceso de la telepolítica discrecional como forma moderna de relación para que sólo la clase política gobernante se vinculara virtualmente con la población, y no se apoyó el de la verdadera política sustantiva en donde abiertamente participan de manera plural todos los sectores sociales para reflexionar y discutir los grandes conflictos de la agenda nacional. Bajo esta perspectiva, lejos de atacar el problema de la disparidad político social, la reforma electoral la empeoró, pues, por una parte, fue una ley creada para proteger de la presión de los monopolios de la información a los partidos políticos predominantes, en lugar de ensanchar la voz de los ciudadanos para intervenir en la discusión de sus grandes contradicciones de crecimiento; por otra, buscó la equidad entre partidos, pero al mismo tiempo aumentó la inequidad entre éstos y los ciudadanos, porque a pesar de que redujo el presupuesto de los partidos, aumentó sus prerrogativas como el financiamiento de más tiempo gratuito en medios; y finalmente, porque no sometió a los contendientes electorales al veredicto de los ciudadanos mediante la reelección legislativa. Con dicha instrumentación únicamente los partidos pudieron manifestar sus intereses y sus concepciones en las fases de contiendas, y esto con desigualdades institucionales, pues, por un lado, no todos los institutos políticos tuvieron los mismos espacios y porcentajes de uso de los canales de información; y por otro, no permitió que la sociedad civil también interviniera, vía las tecnologías de difusión, en la discusión abierta de las principales inquietudes de las comunidades nacionales. Así, paradójicamente, por ninguna de las dos vías dominantes de difusión establecidas se operó un modelo colectivo de comunicación ciudadana, que durante y posteriormente a la ejecución de las dinámicas electorales, representara los intereses básicos de los grupos sociales, cuando son éstas entidades sociales las que mantienen cotidianamente a ambos prototipos de comunicación social con sus aportaciones económicas a través del pago de sus diversos impuestos y compra de productos que se difunden en los espacios publicitarios de las industrias culturales. Así, la reforma de 2007 buscó más equidad pero con instrumentos equivocados, por lo que la eficacia de la norma fue muy limitada. Pero lo

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más grave de todo es que lo hizo a costa de sacrificar la libertad de expresión y la participación de una sociedad frustrada que quiere expresarse a través de los partidos y más allá de ellos en los medios de difusión masivos. Se trató de la primera reforma electoral regresiva de los derechos ciudadanos (Ugalde, 2009: 19). En resumen, con la reforma electoral simplemente se evolucionó de un sistema autoritario y abusivo de los monopolios de la difusión masiva que por décadas no dieron oportunidad para la participación de la sociedad en el espacio público mediático, a otro nuevo sistema monopólico burocrático de dominio de los partidos políticos que tampoco otorgó posibilidades de expresión política a las comunidades civiles, especialmente en las fases de contiendas electorales, y que consolidó mediáticamente los intereses particulares de la actual clase política en el poder. En este sentido, es necesario reconocer que desde el punto de vista de la apertura del sistema de comunicación colectivo hacia la participación de la sociedad en el espacio público mediático, no existió mayor diferencia de fondo entre el planteamiento abusivo y reaccionario que en el año 2005 incorporó vía el Poder Legislativo el sector monopólico privado de la radiodifusión y de las telecomunicaciones nacionales a través de la denominada Ley Televisa; y la propuesta que elaboró la clase política nacional en el Congreso de la Unión en el año 2007, a través de la reforma electoral, pues ninguno de las dos fuerzas del poder central, telecracia o partidocracia, se interesó en crear condiciones auténticas para la intervención mayoritaria de la sociedad civil en el ámbito de la vida nacional. En este sentido, si en el pasado la Ley Televisa pretendió apropiarse jurídicamente a su favor de todo el espectro radioeléctrico de la nación para realizar más negocios privilegiados de comunicación conquistando nuevas cuotas de poder ideológico político; en el presente, la reforma electoral igualmente facilitó que los partidos políticos se apropiaran monopólicamente de la dinámica y de los instrumentos de la comunicación política en las fases de sucesión de poderes para construir la opinión pública que la blindara, sin dar alternativas para que la sociedad civil participara en la edificación de ésta, sino sólo para crear más partidocracia a su favor. En conclusión, no existió mayor divergencia sustantiva en el hecho de que la sociedad quedara subordinada a los monopolios privados de la difusión masiva o a los monopolios de los partidos políticos, pues en ambos casos cada uno buscó unilateralmente su máxima ganancia político económica particular, olvidándose de las demandas fundamentales que manifestaban las comunidades nacionales que debían resolverse para poder sobrevivir.

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3. La restricción a la pluralidad política. Al autorizar el corazón de la reforma electoral que sólo los partidos políticos fueran los únicos actores calificados para hablar sobre política en las etapas de sucesión electoral y obstruir la expresión de cualquier otro sector de la sociedad civil organizada, se atentó fuertemente contra la garantía de libertad de expresión y del derecho a la información que les corresponde ejercer constitucionalmente a todos los ciudadanos. En la regulación de este proceso es importante destacar que la frontera existente entre la propaganda política y la libertad de expresión se presenta un límite muy delgado que complicó mucho la discusión y la reglamentación de esta realidad, pues cuando en su momento se reglamentó dicho ámbito se argumentó, por una parte, que si se limitaba la participación social se violaban las garantías individuales de los ciudadanos; y por otra, si no se hacía, se permitía que el reinado salvaje de los poderes fácticos comunicativos manipularan la realidad simbólica a favor de sus intereses. En este sentido, en aras de callar a los poderes fácticos mediáticos que en los anteriores procesos electorales cometieron muchos abusos, y para evitar que este fenómeno desigual se volviera a revertir contra la clase política, se sacrificó el principio y el derecho de libertad de expresión de toda la sociedad, en lugar de buscar otras alternativas regulatorias puntuales que sólo afectaran a los actores políticos arbitrarios a través de una reforma a la Ley Federal de Radio y Televisión. Con ello, se generaron nuevas inequidades políticas muy importantes que era lo que la reforma buscaba evitar (Ugalde, 2009: 17 a 18). Esta directriz restrictiva sobre la injerencia de la sociedad fue una situación sumamente preocupante para la formación de la democracia en México, pues los partidos crearon las circunstancias para constituir una estructura partidocrática o un régimen autoritario con los mismos partidos ya existentes y, en consecuencia, mediante dicha herramienta jurídica éstos se podrán reproducir indefinidamente en la estructura de poder actual al no contar con sectores críticos que se opusieran a ellos o formularan otras alternativas de representación popular, vía los medios de difusión colectivos. En lugar de permitir la clase política que el espacio público fuera abierto, plural, contestatario, crítico, y se enriqueciera con reglas transparentes que facilitaran la participación de todos los sectores civiles; lo que la reforma construyó fue un sistema jurídico que los reforzó como grupos en el poder frente a la crítica social y ante las nuevas participaciones ciudadanas, con lo cual se fortificó la impunidad y el abuso de estos sectores partidistas sobre la población. En este sentido, en una intención frustrada por evitar la inequidad en las campañas y pretender conservar un aparente equilibrio y un ficticio

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respeto de los derechos ciudadanos, el Estado partidocrático 2 sólo le permitió a la sociedad expresarse vía artículos periodísticos, pancartas, empleo de mantas, pintas en las bardas, manifestaciones callejeras, uso del ciberespacio, etcétera, para hacer valer su libertad de expresión, pero imposibilitó a los ciudadanos para que éstos pudieran comprar tiempo en radio y televisión con el fin de expresar sus intereses, demandas y críticas públicas ante los contendientes y los procesos institucionales adoptados. Con esta estrategia grotesca el Estado partidocrático justificó públicamente que no actuó autoritariamente ante los ciudadanos, pues no impedía la expresión de los habitantes, sino sólo regulaba su exposición en los grandes medios electrónicos. De esta forma, desde su origen, la elaboración de la reforma electoral estuvo mal planteada pues surgió fundamentalmente desde la lógica de la defensa de los intereses de los partidos frente al poder de los monopolios mediáticos y no desde la necesidad de crear una mejor cultura política a través de dar participación a la sociedad para que junto con los candidatos oficiales discutieran los grandes problemas de la agenda nacional. Por ello, dentro del reconocimiento democrático de los derechos ciudadanos básicos de la sociedad mexicana a principios del siglo XXI, particularmente en los momentos electorales, es necesario resaltar con gran énfasis que dicho proceso de liberación comunicativa no puede realizarse de manera inconsciente debido a los riesgos que esto podría conllevar con el actual funcionamiento de la estructura concentradora, vertical, autoritaria, discrecional etcétera, con la que cotidianamente operan los medios de información masivos en México desde hace décadas. De lo contrario, sería totalmente ingenuo y peligroso pensar que se pueden tener candidatos ciudadanos independientes por el sólo hecho de abrir mecánica e indiscriminadamente el acceso de la ciudadanía a los medios de información social, pues es obvio que para salvaguardar sus intereses los poderes fácticos mediáticos lucharán por imponer a sus aspirantes presentándolos como “ciudadanos independientes”. Con ello, podríamos constatar que, por un lado, serían las figuras del star system, los postulantes 2

El Estado partidocrático es aquella realidad rectora del poder nacional que se caracteriza por construir su gobernabilidad dándole sólo juego a los partidos políticos y no a los ciudadanos, pues considera que los partidos son las entidades que únicamente representan eficientemente a la población, y en consecuencia, no deben existir otras figuras de representatividad pública que no atraviesen por los partidos políticos. Es un Estado que pertenece a la fase de la democracia liberal que tuvo su auge en el siglo XX , con su respectiva erosión, fracaso, y deslegitimación de la política en todos los órdenes de gobierno; y no corresponde a la etapa de la democracia ciudadana que requiere nuevas formas de representación colectiva en el siglo XXI.

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“autónomos” con mayor éxito social, pues naturalmente dichas figuras quedarían representadas por los actores más populares, los cómicos más exitosos, los conductores con mayor carisma, los artistas más renombrados, las vedetes más atractivas, los representantes de la farándula más provocativa, etcétera, de los consorcios oligopólicos de la información masiva, y por otra, algunos sujetos simpatizantes incondicionales con los intereses de la comunicación oligopólica; y no los pretendientes que representaran orgánicamente a la sociedad civil marginada. Para esquivar tales riesgos de la apertura democrática a través de la comunicación política, ahora es necesario revalorar la esencia de la democracia mediante el reposicionamiento del ejercicio de los derechos ciudadanos globales, especialmente comunicativos, pero regulando puntualmente su participación representativa en los periodos electorales para evitar que se repitan los abusos que en el pasado cometieron los monopolios mediáticos para presionar a los partidos y a la sociedad en general. Así, el Estado ciudadano3 debe reconstruir los derechos de los habitantes a través de facilitar la libre interacción reglamentada de los individuos en el espacio público mediático y no sólo conceder todas las facilidades incondicionales para la acción unilateral de los partidos políticos o de las empresas de la comunicación oligopólicas en las etapas de renovación de poderes públicos. Esta acción compensatoria del lugar de los ciudadanos en el espacio público mediático es particularmente estratégica realizarla con urgencia cuando constatamos que en la actualidad los pobladores están excluidos en todos los marcos legales de la radiodifusión mexicana para participar en los espacios de expresión del sistema de comunicación nacional. En este sentido, en el debate actual sobre cómo construir la democracia en el México moderno del siglo XXI, es sumamente importante subrayar que por ningún motivo se debe pensar cándidamente que para construir la nueva pluralidad política en México hay que regresar a otorgar espacio, tiempo, recursos y estrategias comunicativas a los poderes fácticos mediáticos, pues eso sería volver a producir un enorme retroceso histórico ante los logros ya avanzados políticamente; pero tampoco se puede pensar que la construcción de la democracia se dará entregándoles un gigantesco poder de difusión electoral al conjunto de los actuales partidos políticos, ya que en los hechos éstos han demostrado que tampoco representan a la 3

El Estado ciudadano es aquella entidad rectora de poder legitimado a nivel nacional que gobierna para atender las necesidades de desarrollo global de la mayoría de los habitantes que gobierna, y no sólo se dedica a solucionar los grandes intereses que permiten la reproducción de los grupos en el poder.

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sociedad, sino que sólo luchan por robustecer sus intereses particulares de fracciones en el poder. 4. El uso del modelo de la “aguja hipodérmica” y la ausencia de comunicación partidista con la sociedad. Como nunca antes en toda la historia de la ideologización partidista en México, en las elecciones intermedias de 2009, los partidos políticos contaron con la mayor infraestructura de información y de apoyos logísticos de toda la historia de la comunicación política nacional para difundir sus mensajes proselitistas en el país. Así, gracias a la avalancha de tiempos oficiales que les otorgó la reforma electoral, sin considerar la propaganda subterránea que ilícitamente también utilizaron dichas instituciones a lo largo del proceso electoral, los partidos políticos transmitieron a la población más de 33 000 000 millones de spots entre campañas y pre campañas electorales. Sin embargo, pese a todos estos apoyos informativos, las organizaciones políticas demostraron una enorme pobreza, irresponsabilidad, superficialidad, incapacidad, desvirtuamiento y banalidad en su proceso de comunicación para vincularse con la población, pues contando con todos los recursos que les otorgó el Estado, no crearon nuevas relaciones comunicativas, discusiones partidistas, riqueza de ideas, apertura a la ciudadanía, alternativas de solución de fondo a las grandes contradicciones del crecimiento nacional, etcétera; sino que fundamentalmente apostaron por el uso de los efectos de la mercadotecnia político electoral para legitimarse institucionalmente y captar simpatizantes. De esta forma, acríticamente los partidos políticos utilizaron el modelo de información de la aguja hipodérmica4 que se caracterizó por difundir un océano de más de 33 000 000 de spots propagandísticos, suponiendo que por el hecho de la simple transmisión de los mismos estaban cumpliendo con su “vocación política electoral” y la población los asimilaría automáticamente sin resistencia, comportándose funcionalmente de forma positiva con base en ellos. Así, el Estado y la clase política mexicana optaron por la elección del modelo de difusión mecanicista y unilateral de la aguja hipodérmica que plantea que a más mensajes transmitidos, se logra proporcionalmente la

4

La teoría comunicativa de la aguja hipodérmica formula que los mensajes de los medios de difusión colectivos son asimilados mecánicamente por los auditorios, poniendo poca o nula resistencia para ser aceptados. De esta forma, dicha concepción expone que todo mensaje transmitido masivamente tiene su correspondiente aceptación automática positiva en los públicos.

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misma cantidad de comportamientos sociales favorables o en sintonía con los contenidos mensajes difundidos. 5. La vinculación política con la comunidad a través del modelo de la televisión comercial. Durante diversas contiendas electorales, los partidos políticos mexicanos han criticado severamente el modelo de operación de la televisión comercial y la aplicación de los sistemas de propaganda del marketing político estadounidense por ser mecanismos artificiales e inadecuados para transmitir las campañas proselitistas de dichas instituciones políticas en México. Sin embargo, una vez que los partidos contaron con el acceso libre y abundantísimo a los espacios oficiales de difusión en las elecciones intermedias de 2009, vía el aprovechamiento de los tiempos de Estado que les proporcionó la reforma electoral de 2007; paradójicamente, en ese momento dejaron de ser críticos a dicho esquema privado mercantil y adoptaron sumisamente el modelo de difusión de la publicidad comercial privada de los grandes monopolios mediáticos y de la escuela del marketing político anglosajón para comunicarse con la sociedad mexicana y del cuál dijeron sistemáticamente que pretendían huir institucionalmente. Así, en el proceso de instrumentación del modelo de información de la aguja hipodérmica, los partidos le dieron primacía al uso del submodelo de comunicación de la televisión comercial con sus respectivos recursos del espectáculo, la escenografía, la actuación dramática, lo light, y el show, en pocas palabras, se impulsó el modelo de la comunicación casino (Esteinou, 2009) para promover su imagen, remplazando la difusión de ideas y propuestas racionales para enfrentar los grandes desafíos nacionales urgentes que debían de resolverse (Promete desnudos…, 2010). De esta forma, pese a contar con un marco normativo muy favorable que les otorgó la reforma electoral para desplegar una gran capacidad comunicativa e instrumentar una nueva concepción avanzada de la comunicación política, los partidos demostraron, una vez más, su penuria ideológica y su extravío social, y construyeron la conciencia política de los ciudadanos retomando la práctica mercadológica comercial para la venta de productos como la estrategia central para generar su línea de vinculación masiva con los electores. En este sentido, el modelo de comunicación política de los partidos se estructuró a partir de las reglas de la publicidad mercantil que se basó en utilizar un slogan y un producto que promocionar. O bien, difundir historias cortas relatadas por campeones olímpicos, actores de televisión, futbolistas, empresarios, luchadores, etc. Es decir, los partidos políticos utilizaron todos

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aquellos elementos de identidad que ya existían en la memoria del elector, pues los veían todos los días y se les aparecían en todos los horarios (Toussaint, 2009: 70).

Dentro del gran arsenal de recursos de identidad persuasiva con que se podía realizar el proceso de comunicación política moderna, pasmosamente en un alto porcentaje, los partidos decidieron incorporar preferentemente a actores televisivos del espectáculo para representar su imagen, y no a los propios miembros de sus agrupaciones institucionales que realizaban la gestión política cotidiana; y los pocos actores políticos que figuraron en las pantallas y diales, lo hicieron adoptando las mismas reglas dramáticas de los animadores de la televisión comercial. Así, al incluir a trabajadores del espectáculo, ya fueran como propagandistas o ya fueran como candidatos, en última instancia, los partidos políticos comprobaron que lo que les interesaba era ganar votos y elecciones a costa de lo que fuera. Para ello, hicieron a un lado a sus militantes de muchos años e incorporaron a personas famosas del mundo de la farándula, del espectáculo y del deporte, sin importar que no estuvieran capacitados para ejercer un cargo de elección popular, ni mucho menos para elaborar leyes en el Congreso (Toussaint, 2009: 70). De esta manera, los partidos no pretendieron convencer a los votantes con la discusión de planteamientos ideológicos de fondo, que era lo que demandaba la severa crisis global de la nación en todos sus ámbitos de desarrollo, sino que únicamente utilizaron los abrumadores recursos virtuales para ligar la imagen de sus instituciones políticas con el glamour de los iconos de figuras públicas reconocidas ampliamente. Así, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), contrató a Lilia Aragón, Karla Marqueda, (profesionales de Televisa Monterrey) y Omar Fierro y Mariana Ochoa (actores de televisión) (De los reflectores…, 2009). El Partido Acción Nacional (PAN) vinculó su representación con Carlos Hermosillo (ex futbolista), Fernando Plata (campeón clavadista internacional), el Místico (luchador de la Arena México) y con Irídia Salazar (campeona olímpica en taekwando) (recurre el PAN…, 2009) para promocionar su imagen. El Partido Verde Ecologista de México (PVEM) alquiló a Raúl Araiza (actor de la telenovela Gancho al Corazón de Televisa) y Maite Perroni (actriz del Canal de las Estrellas) (Usar artistas…., 2009). El Partido Social Demócrata (PS) se relacionó con La Chiva (actriz de Televisa), Tere Vale (conductora de televisión y radio) y Juan Antonio Méndez Parra (ex dueño de Rocktitlán y bajista del grupo Kerigma) (Apuntalan spots…, 2009). El Partido de la Revolución Democrática (PRD) se presentó con Ana Guevara (vencedora olímpica en maratón) y con la “Niña Mariana” (protagonista infantil de

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nueva creación) (Toussaint, 2009). El Partido del Trabajo (PT) fue caracterizado por Claudia Pichardo, mejor conocida como La Bombón Grupera (cantante) (De los reflectores…, 2009), etcétera. En cuanto a la estrategia de los contenidos de los mensajes políticos en los medios abiertos, el PAN centró la sustancia de sus mensajes ideológicos en la lucha contra el narcotráfico, no obstante que era una lucha gubernamental fracasada. El PRI basó sus propuestas en exaltar y recobrar su antigua experiencia para gobernar el país. El PRD fundamentó su táctica proselitista en una publicidad personalista alrededor de Jesús Ortega, presidente del partido, demandando una nueva credibilidad hueca para recolocar socialmente al organismo político. El PVEM, contrariamente a su plataforma de principios humanistas, paradójicamente, centró su campaña en la promoción de la pena de muerte a secuestradores, otorgar vales para medicinas, facilitar bonos para clases de inglés y computación (Reciclan propuestas …, 2009). La alianza Convergencia y el Partido del Trabajo cimentaron narcisistamente su campaña de propuestas en la figura mesiánica de López Obrador que expuso tesis vagas y mínimas sobre el rescate de la nación (Toussaint, 2009: 70), etcétera. Así, desde el punto de vista de la construcción de la gobernabilidad, podemos decir que en la proporción en que los partidos políticos necesitaron acudir al uso de los recursos persuasivos del espectáculo, de la farándula, del vodevil y del star system para convencer a los votantes y obtener su apoyo; en esa misma proporción demostraron su fragilidad, vacío, quiebre y fracaso que experimentan como órganos públicos de representación popular y de dirección nacional, pues dependieron del glamour y del maquillaje publicitario para alcanzar con éxito sus objetivos, y no de la fuerza de sus ideas y propuestas de gobierno innovadoras para cautivar e inducir a los electores. Con ello, los partidos demostraron que la política fue concebida como una mercancía informativa más que había que venderse urgentemente para conquistar adeptos, y no como un proceso de sensibilización y reflexión para lograr la vinculación cercana de la clase política con la población para atender sus requerimientos fundamentales de sobreviviencia. En suma, lo que se presenció con la instrumentación de dicho modelo de comunicación política fue el burdo blindaje virtual de los partidos políticos para intentar resolver mediante la mercadotecnia comunicativa de los canales electrónicos de difusión masiva y otras infraestructuras informativas, la profunda crisis de legitimidad y representatividad que experimentaron éstos ante los ciudadanos, y no mediante un serio y responsable trabajo de acercamiento con la ciudadanía para atender sus necesidades fundamentales de sobrevivencia (Revueltas, 2009:219 a

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233). En plena fase de modernidad y en el total vértice de la mayor crisis de desarrollo que se ha experimentado en los últimos setenta años en México, se constató, una vez más, la severa distancia y ruptura existente entre política y realidad elemental de los habitantes de la nación, lo cual nuevamente, a largo plazo, intensificará la crisis de la política en México.

III. ¿QUÉ HACER? Ante esta atmósfera de inestabilidad del sistema electoral y de la estructura de gobernabilidad nacional, es necesario que el Estado mexicano perfeccione los mecanismos de comunicación política para contar con procesos electorales más democráticos que permitan que la sociedad quede mejor representada por los partidos políticos y los ciudadanos mejor informados con el fin de elegir las mejores opciones que los representen. Para ello, se requiere realizar una nueva reforma electoral que remedie jurídicamente con nuevas propuestas normativas complementarias más precisas los vacíos legales que dejaron las leyes electorales en el ámbito de la comunicación política, para evitar que surja la ilegalidad electoral, y con ello, la anarquía social. En este sentido, antes de recurrir, una vez más, al recurso de la telepolítica espectacular fragmentada, y al spot como su herramienta fundamental de convencimiento y movilización social en las fases electorales, es necesario rescatar la verdadera esencia de la política que es la participación de las comunidades en los asuntos de la polis; es decir, se requiere recurrir al análisis, la polémica, la confrontación y la transformación de la realidad social. Por ello, frente al clima de saturación o intoxicación de la atención de la población en los períodos electorales por el exceso de información política difundida por los medios de información colectivos, ahora más que nunca es necesario que la propaganda política de los partidos y del gobierno se elabore con el mayor nivel de profesionalismo y competitividad comunicativa para evitar que los auditorios rechacen los enormes torrentes abrumadores de mensajes políticos que recibieron en dichas coyunturas de sucesión de poderes. De no trabajar los partidos políticos en un sentido altamente profesional, el acceso a los medios por parte de éstos será prácticamente inútil, pues no se acercarán a la población con sus mensajes y terminarán cavando su propia tumba en las etapas de lucha por el cambio de poderes, pues la población aborrecerá crecientemente a la telepolítica vacía, gris, burocrática, lejana, aburrida, inoportuna,

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demagoga, y saturante que es la practica ideológica con la que ha funcionado la clase política en el pasado para intentar conectarse con los diversos grupos sociales e intentar conseguir su voto. Con la realización de estas acciones y otras más que colaboren a perfeccionar los procesos electorales, la sociedad civil y la academia contribuirán a aportar elementos que permitan tener elecciones más limpias que ofrezcan armonía y paz social que les permitan evitar que la crisis sistémica de la sociedad mexicana se geste con mayor fuerza en las próximas décadas del siglo XXI.

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Revueltas, Andrea (2009). Antecedentes históricos de la crisis política actual, en: El Estado mexicano. Historia, estructura y actualidad de una forma política en transformación, Gerardo Ávalos Tenorio, (Coordinador), Colección Teoría y Análisis, División de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Xochimilco, México, D.F, marzo. Toussaint, Florance (2009). La política como espectáculo, Revista Proceso, núm. 1703, Semanario de Información y Análisis, México, D. F., 21 de junio. Ugalde, Luis Carlos (2009). La reforma regresiva, en: Revista Nexos, núm. 380, Ciudades tomadas, México, D.F, agosto.

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Promete desnudo por votos, (2010), Periódico Reforma, México, D.F, 4 de febrero. Reciclan propuestas en el Partido Verde, (2009), Periódico Reforma, México, D.F, 8 de junio. Recurre el PAN a deportistas (2009), Periódico Reforma, México, D.F, 2 de mayo.

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Comunicación estratégica para la educación ambiental en entornos locales: Ámbito universitario Andrea Estupiñán Villanueva,* Hilda Gabriela Hernández Flores,** y Rosa Elba Domínguez Bolaños*** BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA ○

Resumen: El cambio climático y los diversos desastres naturales que acontecen en el planeta dan cuenta de la inconsciencia con la que hemos actuado en el pasado. En este sentido, la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla asume su compromiso y trabaja arduamente para revertir en la medida de lo posible esta situación. Dentro de este capítulo se muestra el trabajo multidisciplinar y colegiado de un grupo de investigadores que con sus propuestas aportan soluciones a los problemas relacionados con el medio ambiente, siendo la comunicación elemento indispensable para la generación de una cultura socialmente responsable al interior de la comunidad universitaria. Palabras clave: Comunicación, medio ambiente, desarrollo sostenible, educomunicación, responsabilidad social. Abstract:Climate change and various natural disasters that befall our planet realize the unconsciousness with which we have acted in the past. In this sense, the Autonomous University of Puebla takes its commitment and work hard to reverse as far as possible the situation. Throughout this chapter shows the work of a multidisciplinary and collegial group of researchers that their proposals offer solutions to problems related to the environment, communication being the essential element for the generation of a socially responsible culture within the university community.

* Andrea Estupiñán Villanueva-maestría en comunicación y diseño gráfico. Investigadora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. anesvi02@hotmail.com ** Hilda Gabriela Hernández Flores- Maestría en marketing y negocios internacionales. Investigadora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. gaby_hf@yahoo.com.mx *** Rosa Elba Domínguez Bolaños-maestría en educación superior. Investigadora de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla- roshelb@hotmail.com

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Keywords: Communication, environment, sustainable development, educommunication, social responsibility.

NACE UNA PROPUESTA DE VIDA El siglo XXI marca la fase de la ocupación por el medio ambiente, de evaluar los logros de los mensajes mediáticos y gubernamentales en este sentido, así como el impacto en la mente de los individuos, pues las cifras en deforestación, pérdida de mantos freáticos, deshielo de los polos, y temas similares, se han convertido en el encabezado de todo medio noticioso. La Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), no se mantiene al margen y decide participar en el desarrollo de productos dirigidos al cuidado ambiental, a una mejor calidad de vida; es decir, a preservar la supervivencia de las especies dentro de un mismo ambiente, situaciones que nos atañen a todos para el mejoramiento de la calidad de vida. El término calidad de vida no está directamente relacionado con ingreso económico ni reconocimiento social; calidad de vida debe ser entendido como toda aquella acción que aporta un beneficio al diario vivir de un grupo de individuos, que por ser de naturaleza social, deben mantenerse en la preocupación de conservar en condiciones benéficas el medio ambiente en el que nos desarrollamos. Determinar y diagnosticar la mejor manera de entender el daño ambiental a una población conformada por individuos heterogéneos en todos sentidos, exige no sólo atención en general, sino la especialización de aquellos que sean capaces de generar mensajes en distintos medios tales como escritos, gráficos, sonoros y audiovisuales con el objetivo común de respetar la vida. La BUAP genera el compromiso con su entorno creando el megaproyecto Universidad y Medio Ambiente ( UMA ), mismo que busca generar estrategias para el beneficio ambiental, donde el trabajo interdisciplinario se conforma por especialistas de diversas áreas para dar lugar a una propuesta integral. A nivel institucional, UMA nace bajo la necesidad de cumplir satisfactoriamente con los requerimientos solicitados por el modelo académico-educativo MINERVA (MUM), el cual, busca consolidarse a través de la vinculación social de la institución, y la participación efectiva en el desarrollo regional. La estrategia de comunicación que se diseñó para el proyecto UMA es congruente ante la función social de una universidad pública, que se orienta a través de una formación integral y humanista.

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…transmitir y aplicar el conocimiento crítico e innovador, que permita al mismo tiempo un cambio en las actitudes de la comunidad de la BUAP “Quienes estudien y trabajen en la BUAP tienen el compromiso de cuidar el equilibrio ecológico del medio ambiente no sólo haciendo propuestas, sino también respetando los ciclos naturales de vida y sensibilizando a la sociedad sobre estas problemáticas”. (BUAP, 2007:42).

Con la presencia de UMA , se refrenda el compromiso de la BUAP con la formación de una comunidad universitaria integrada a la sociedad, generando así conocimientos que impacten asertivamente su desarrollo. Por ello, es relevante la puesta en marcha de una estrategia ecológica participativa, informativa y orientadora, que mejore el ambiente. “Quienes estudian y trabajan en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla tienen el compromiso de cuidar el equilibrio ecológico del medio ambiente no sólo haciendo propuestas, sino también respetando los ciclos naturales de vida y sensibilizando a la sociedad sobre estas problemáticas”. (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, 2007:42). El proceso de sensibilización supone la comprensión de una necesidad, y el reconocimiento de un problema, para lo que se propone una solución. En un contexto meramente universitario, se unen la educación y la comunicación para dar forma a un proceso denominado educomunicación, que debe ser considerado como un paradigma o “estilo de ver”, de percibir, de conocer y pensar. La educomunicación pretende la formación de una educación basada en una nueva ética de responsabilidad y respeto al otro por lo diverso, procurando una mejor calidad. Germán Parra (2003) sitúa a la educomunicación, como el camino para construir procesos simbólicos que conducen a la consolidación de formas culturales auténticas y libres donde hay mayor espacio para la participación, la interacción y construcción simbólica de sus pueblos y de su gente. La educomunicación propicia la creación de ecosistemas comunicativos de calidad, promueve una pedagogía de ambiente, e impulsa la formación sociopolítica, tan necesaria para la construcción del sistema mundial más justo y solidario. El megaproyecto UMA cuenta con el perfil de la sustentabilidad basado en estrategias que soporte la educomunicación traducidas en productos empáticos que persuadan a la comunidad universitaria hacia un fin común en beneficio del medio ambiente, y de su calidad de vida. Todo esto siguiendo el hilo conductor del construccionismo social llamado interaccionismo simbólico donde se construyen significados creativos e interrelaciones compartidas en los mensajes de la campaña de comunicación social, tareas primordiales para los alcances de UMA.

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LA DEFINICIÓN DE TAREAS Y ALCANCES DEL MEGAPROYECTO UMA El megaproyecto UMA requiere de la presentación formal ante la comunidad universitaria para transcender a un conjunto de interacciones benéficas para el ambiente, por lo que se genera el trabajo de comunicación estratégica para la difusión y promoción de la imagen, así como de los trabajos generados en él. El megaproyecto se diseñó para presentarse dentro del campus de Ciudad Universitaria (CU) de la BUAP y poder contribuir en beneficio del cuidado del medio ambiente, a través de la producción de una campaña de comunicación social que permita el posicionamiento de UMA en los universitarios. A través de la propuesta de comunicación social se generaron los mensajes gráficos y audiovisuales con base en los resultados referidos de la percepción visual manifestada por los universitarios en un diagnóstico previo, fundamentando así el enlace entre el receptor y el medio ambiente a través de los productos identificados con la marca UMA. De esta forma, los diferentes mensajes que acompañen esta imagen serán recibidos de manera satisfactoria y efectiva creando empatía con el estudiante, académico y administrativo de esta universidad. El objetivo fue diseñar una estrategia de comunicación social dirigida a la comunidad universitaria de la BUAP, para el posicionamiento del proyecto UMA con la finalidad de alcanzar la identidad en la mente del receptor, a tal grado que sea persuadido por los contenidos de una campaña de publicidad con fines sociales que integre todos los elementos necesarios. Para alcanzar este objetivo, fueron necesarias algunas tareas específicas enlistadas a continuación: 1. Diagnosticar la percepción de mensajes en medios masivos por parte de la comunidad universitaria dentro del campus de CU. 2. Crear la comunicación visual y la identidad institucional del proyecto UMA en aplicaciones gráficas como logotipo, imagotipo y sus diferentes presentaciones y variantes. 3. Crear y diseñar estrategias de comunicación en diferentes medios de comunicación. La justificación de la viabilidad e inversión en recursos materiales, económicos y humanos, está por demás en una situación sustentada por el derecho a la vida. Todo aquel proyecto que tenga como línea de investigación el beneficio para la humanidad debiera ser justificación suficiente para cualquier esfuerzo. La tarea colegiada entre diferentes instancias sociales, políticas y económicas, es un trabajo permanente que bien explica una derrama económica considerable, cuando el resultado será cualitativo y cuantitativo.

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EN BUSCA DE LOS ELEMENTOS COMUNICACIONALES PARA LA DIFUSIÓN

La manera en que se identificaron los tipos de percepción de los códigos antes referidos en los universitarios, fue a través de instrumentos de medición cuantitativos y cualitativos, dando lugar a un sondeo de la percepción de mensajes mediáticos de la comunidad universitaria dentro del campus de CU, que arrojó la información necesaria para el diseño de imagen institucional de UMA y su aplicación en diferentes piezas gráficas masivas e institucionales, así como la guionización de piezas de radio y audiovisuales para el lanzamiento del megaproyecto, tomando en cuenta las recomendaciones de Paoli (2004) al mencionar que en un proceso de comunicación se necesita tener algún tipo de experiencias similares evocables en común “cuando dos sujetos están juntos y oyen cantar un gallo, los dos pueden evocar su imagen, aunque uno hable zapoteca y el otro inglés” (Paoli, 2004: 56). La propuesta de una campaña de publicidad con causa social debía conformarse por una serie de mensajes comprendido por un sistema identificable por una población específica, ya que se espera tener impacto favorable en toda la comunidad universitaria. Considerar a la comunicación como una relación real cuyos términos pueden ser “Dios y las criaturas” o “las criaturas entre sí”. En esa relación comunicativa hay dos elementos esenciales, uno de “nexo o conexión” y otro de “donación o entrega”. Es lo que indican las expresiones “comunicar a” y “comunicar con” implícitas en el concepto de comunicación, asegurando que “no se puede comunicar a alguien si no hay comunidad entre los términos de la relación” (Galdón, 2001: 74).

James Lull (1997) define a la comunicación como un término que puede entenderse como la transmisión de información a través del tiempo y el espacio, y como la construcción de sentido mediante el intercambio de formas simbólicas. Abraham Nosnik (1995) por su parte, asegura que la comunicación es una manera de establecer contacto con los demás por medio de ideas, hechos, pensamientos y conductas, buscando una reacción al comunicado que se ha enviado, para cerrar así el círculo.

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ANÁLISIS DE DATOS: PERFIL DE LA COMUNIDAD UNIVERSITARIA DEL CAMPUS (CU) BUAP Durante una semana fueron aplicados los 650 cuestionarios arrojados para la muestra en toda ciudad universitaria obteniendo los siguientes resultados. La comunidad universitaria BUAP es un grupo social que se caracteriza por su asistencia al turno matutino o vespertino, tomando en cuenta que muchos de ellos comparten horario en los dos turnos pasando entre tres y nueve horas dentro de la universidad ya sea por motivos de estudio, trabajo o convivencia. Durante estos horarios, la comunidad visita frecuentemente espacios como: Las aulas de clase y cafeterías, lugares donde equilibran tanto horas de estudio, como de convivencia social, sin dejar de lado que a su vez, están obligados a pasar por distintos lugares como: Paradas de autobús y estacionamientos. Ellos dentro del campus y en sus ratos libres, consumen diferentes productos envasados en plástico, unicel, tetra pack, o cartón, así como también consumen productos en pet, lata, envolturas plásticas. Los factores que obligan a los universitarios a tirar basura fuera de los botes diseñados para tal acción, tienen que ver con la falta de botes disponibles y su lejanía, además existe una frecuente saturación de basura en los contenedores y falta de señalamientos que indiquen donde están ubicados. Aseguran que el motivo que los lleva a tirar basura, es por la falta de mensajes que les recuerde e informe de no hacerlo para contribuir de mejor manera. Esto se manifiesta al mostrar la existencia de diversos diseños de contenedores para basura, lo cual crea en la comunidad universitaria gran confusión al no ubicar uniformidad en el mensaje. Entre otros puntos, la comunidad universitaria cree que la ausencia de una cultura de clasificación de residuos “orgánicos e inorgánicos” se debe principalmente a la ausencia de conocimiento de los significados de estas palabras, que muchas veces son aplicadas pensando que son entendidas rápidamente por los usuarios. Es por ello necesaria la implementación de anuncios que indiquen su diferencia, información que en la mayoría de las ocasiones es muy difícil recordar. Es importante referir, que otra de las cosas que influyen, tienen que ver con la lejanía y la falta de disponibilidad de estos contenedores, comparada con la de otros de uso general. Aunque aseguran estar consientes de la importancia que tiene clasificar los residuos según su tipo. Es trascendental señalar que esta comunidad universitaria pudo contestar correctamente la diferencia entre los residuos orgánicos e inorgánicos, gracias a la presencia de elementos visuales que facilitaron el proceso.

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Los alumnos, aún teniendo gran cantidad de contenedores para clasificar, siguen introduciendo sus residuos erróneamente, debido a que muchos de los botes carecen de señalética y otros, que ya están aplicados, no logran transmitir la intención del mensaje debido a su grado de complejidad en el diseño, siendo poco entendible a simple vista, sin olvidar los que se encuentran en mal estado. Los universitarios pertenecientes al campus de CU, considera que la falta de continuidad en los proyectos ha generado en gran medida la falta de interés para mantener una cultura de cuidado ambiental dentro de la universidad, apoyado de la falta de formalidad en las actividades, demostrando poca credibilidad, que si es sumada a la falta de información, aparece con más evidencia. Por ello, se encuentran muy de acuerdo con la idea de la implementación de un código de ética para el establecimiento de políticas ambientales, además de orientación ecológica a través de cursos realizados por expertos en el tema. Los alumnos y profesores prefieren las campañas que trabajan bajo perfiles informativos y dinámicos, sin dejar de lado los detalles participativos y con ambientes divertidos, en las que buscan encontrar elementos masivos y promocionales que den vida a la campaña, siempre acompañados de talleres y conferencias, que brinden una información más detallada sobre el tema y problemática. Dentro de este rubro, la comunidad coincide que los medios impresos y visuales corresponden a uno de los vehículos de información más utilizados para informarse o enterarse de determinada noticia, entre los que destacan: espectaculares, pendones, carteles o posters. A su vez, recuerdan la mayoría de las campañas ambientales, que impactaron no sólo por su sencillez en la información, sino también en las actividades que realizan bajo un seguimiento constante en el cual los resultados son evidentes. Asimismo, la comunidad apoya la idea del cuidado especial y mantenimiento para las áreas verdes y jardines no sólo de CU, sino de todas las áreas con las que cuenta la BUAP. Además de estar concientes que la presencia de colillas de cigarro perjudica gravemente cualquier área abierta. “No tirar basura”, corresponde a una de las actividades principales con la cual, la comunidad universitaria dice cumplir con el cuidado del medio ambiente. Tomando en cuenta como principales actividades de acción crear áreas de esparcimiento, contenedores clasificados, y reforestación de árboles.

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UBICACIÓN DE PROBLEMÁTICAS DE IMPACTO AMBIENTAL EN EL CONTEXTO DE (CU) BUAP Se puede decir que la BUAP en el ámbito comunicacional, cuenta con exceso en diseños de contenedores, muchos de ellos con alguna clasificación en especial, sin uniformidad en diseño visual y coherencia en los mensajes a enviar. La señalética puesta en cada contenedor, se encuentra en mal estado y la elección cromática es desafortunada. En CU, los estancamientos de agua pueden generar focos de infección, además de que los grandes contenedores, donde finalmente se deposita la basura, se encuentran destapados y en contacto directo con el ambiente. La cantidad de contenedores ecológicos sobre el campus, presenta el problema de que se ubican en sitios alejados, provocando que el universitario busque depositar los residuos de la manera más fácil y rápido. En cuanto a medios de difusión, en CU hay gran demanda de medios impresos que se distribuyen a lo largo de todo el campus. La prensa y revista BUAP no se actualiza constantemente en las estanterías, lo que genera un problema en cuanto a la periodicidad de la revista. El campus de CU cuenta con un herbario y jardín botánico que dan respuesta a una de las responsabilidades ambientales que tanto ha cuidado la institución, sin embargo, al mismo tiempo alberga un gran número de vehículos que contaminan constantemente; a su vez, existen una gran cantidad de equipos de cómputo conectados a la energía eléctrica, los cuales son necesarios para impartir las clases, acompañados de pantallas eléctricas, focos, lámparas, bocinas, grabadoras y reproductores de cd, copiadoras, scanners, y otros aparatos, los que durante casi 20 horas consumen electricidad. Referente a la realización de actividades y eventos en pro de la ecología, no se cuenta con alguna campaña que informe y oriente acerca de la importancia del cuidado ambiental.

COMUNICACIÓN ESTRATÉGICA PARA EL IMPACTO AMBIENTAL La campaña de publicidad con causa social que se propone es resultado del conjunto de investigaciones cualitativas y cuantitativas, cimentadas en la revisión teórica en el tema y las experiencias de campañas previas que le ofrecen a UMA , sustento y confiabilidad como propuesta de comunicación estratégica. Debido a la finalidad del proyecto, se propuso una campaña de difusión de tipo social, tomando en cuenta la clasificación entre campañas políticas, campañas comerciales y campañas de acción social, donde las dos primeras

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basadas en la comercialización de bienes y servicios, mientras que la tercera es dedicada a la búsqueda de estabilidad o modificación de ideas relacionadas con pautas de conducta y hábitos personales con el fin de obtener un beneficio, tipo de conclusión que se busca para la creación de esta estrategia de comunicación. Según Jean Jacques Lambin (2003), una estrategia debe apegarse incluso a un ámbito militar, la estrategia de comunicación social que transmite, publica, difunde o promociona ideas alejadas del ámbito comercial, donde el único objetivo es fungir bajo una actitud de utilidad; además debe tener la posibilidad de evaluar las habilidades requeridas y las limitaciones, debe conseguir una ventaja en fuerza, debe evitar la dispersión en los esfuerzos, garantizar la coordinación y coherencia de estos, debe ser flexible ante los imprevistos, y evitar el desperdicio de recurso. La estrategia de comunicación colectiva, por ende, actúa como acelerador artificial de cambio, tal como lo describen: “…una tecnología de gestión del cambio social que incluye el diseño, la puesta en práctica, y el control de programas orientados a aumentar la aceptabilidad de una idea o práctica social, en uno o más grupos de adoptantes objetivo” (Kotler y Roberto, 1989, p.29). Por lo tanto, la elección de acciones se centra en una estrategia que debe plantarse en una campaña de difusión. En letras de Socorro Fonseca (2002), la campaña debe alcanzar un conjunto de objetivos y resolver algún problema crucial; una campaña es un sistema de comunicación que coordina una serie de esfuerzos encaminados a obtener un resultado. Dentro de los objetivos primordiales de trabajo que se propone para la campaña UMA se encuentran: 1) influir en los universitarios; 2) contar un principio, un desarrollo y un final; 3) ser omnipresente; 4) funcionar con base en estrategias de comunicación persuasiva; 5) profesionales y equipos de trabajo en diversas áreas estarán a su cargo; 6) utilizará medios de comunicación; 7) recursos económicos y/o patrocinios; 8) los públicos se analizarán profesionalmente y motivados a participar; 9) ser gradual, por lo que exigirá tiempo y esfuerzo.

UMA: LA IDENTIFICACIÓN

Como en toda campaña, existe un orden, tiempo y forma que debe ser respetado para que los resultados se obtengan satisfactoriamente, y lo importante después de decidir qué tipo de campaña usar, es ubicar la estructura para su desarrollo, la forma en que se dividirá cada una de sus fases para lograr alcanzar todos los resultados.

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La campaña de publicidad con causa social UMA, se basa en el modelo en cinco etapas: 1) identificación; 2) legitimación; 3) participación; 4) penetración y; 5) distribución. De acuerdo con los objetivos de investigación previamente vistos, esta campaña cumplirá con la tarea de cubrir la primera etapa de difusión del megaproyecto Universidad y Medio Ambiente, donde se pretende lograr la identificación de UMA por la comunidad universitaria. Por ello, la primera etapa trabaja con el propósito de lograr que los integrantes de la comunidad inicien una actividad de identificación y reconocimiento a través de la percepción del logotipo, símbolos e imágenes empáticas reflejadas en lemas aplicados a diversos productos promocionales como uniformes, camisetas, gorras, banderas, papelería congruentes con la idea y objetivo a alcanzar. Para iniciar con la identificación de la comunidad universitaria con UMA, es necesario ubicar la definición del mensaje, donde en primera instancia se expone el nombre UMA, un conjunto de siglas (elegido previamente ya por las autoridades correspondientes) que como Ries y Trout, (2005) sugieren, cuentan con una ventaja fonética y visual logrando quedar inmerso en la memoria de los integrantes de la comunidad. Con respecto a su significado, UMA, corresponde a la forma de relacionar y ligar la responsabilidad ambiental que la universidad tiene con el cuidado y mantenimiento del mismo. Ries y Trout (2005) comentan que el simple hecho de lograr ser el primero, te regala la ventaja de aparecer más fácilmente en la mente del receptor y de que un segundo pierda la oportunidad de ser recordado. UMA cuenta con esa ventaja, puesto que corresponde a la primera campaña integral de cuidado ambiental existente en la universidad. Los integrantes de la comunidad universitaria, buscan claridad y facilidad en los mensajes, ante lo que UMA, con un nombre fácil de mencionar, de recordar, de visualizar y corto, es fácil de memorizar. La identidad UMA, fue creada en función de la institucionalidad que por varios años ha manejado la BUAP, respetando los lineamientos de un diseño sobrio, limpio, y siempre cercano a la comunidad universitaria. Después de elegir un nombre es necesaria la aplicación de los elementos de la comunicación visual, que complementen la fase del nombre y su lanzamiento, ya que uno de los objetivos que tiene, es la conciliación progresiva de formas, colores, tipografía y espacios, con la personalidad de la empresa encontrándose directamente relacionada con lo que se conoce como identidad y diferencia corporativa. Un mensaje construido con la intención de hacer conciencia sobre una conducta puede ser más eficaz cuando se aplican elementos que son reconocibles para el receptor. Esto es, usar símbolos que le signifiquen

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experiencias o situaciones fácilmente reconocibles. Blumer (1982) define esto como el interaccionismo simbólico, un enfoque teórico que se refiere al estudio de la vida de los grupos humanos y del comportamiento del hombre. Este enfoque puede explicarse de la siguiente manera. El ser humano actúa con respecto a las situaciones o cosas de acuerdo con lo que significan para él, lo que emana de situaciones y convenciones sociales a través de una interacción con los demás. Lo más importante es la interpretación personal que el receptor le da a la información recibida manipulándola incluso para darle significados en un proceso que el propio Blumer (1982) menciona como autointeracción. La tipografía elegida para UMA, es de diseño original basada en un sólo trazo por tipo, es decir, por letra: Un trazo sencillo, sin patines, con fuste grueso e interespaciado simple para lograr una fácil compresión. Esto la hace de simple lectura, e impide las ligaduras entre las letras lo que podría generar confusión, es de fácil escritura, y reconocible ante cualquier nivel académico del receptor, puesto que no debe olvidarse que la intención de UMA a largo plazo, es impactar a nivel social. Este logo cuenta con un elemento simbólico dinámico, el primer tipo, o la primera letra, cuenta con una estructura diferente a las demás, ya que tiene como objetivo una doble función, servir como imagotipo, elemento que dentro del logo puede ser utilizado como unitario para reforzar la identificación de la campaña, y como función fonética al sonar como la letra alfabética “u” lo requiere en el nombre UMA, con lo que se retoma lo que Abelardo Rodríguez (2002) comenta al referirse a que un tratamiento tipográfico, con un diseño específico de la razón social de una empresa o institución alcanza una personalidad diferente y propia. Figura 1. Logotipo UMA.

Fuente: Elaboración propia.

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El logotipo tiene una vertiente dentro sí mismo que sirve para facilitar el proceso de identificación en una campaña, por ende, el imagotipo corresponde a un conjunto de signos que al unirse producen un símbolo, o representación gráfica: UMA, este logo se puede apreciar en la figura 1. “El símbolo, al igual que el logotipo, ejerce una función identificadora, el logotipo presenta directamente al nombre en forma escrita, el símbolo ejerce una función más compleja y sutil, ya que presenta la noción más abstracta de la misma marca” (Costa, 1993, p.87).

LEMA INSTITUCIONAL Y SLOGAN DE CAMPAÑA La identidad de toda campaña, además del refuerzo visual, va acompañada de un refuerzo fonético pero no sólo visto en el nombre, sino también en el lema y slogan que acompañarán su posicionamiento. Por ello, para esta campaña, fueron creadas un conjunto de frases que pretenden complementar la identidad de UMA y lograr así, el impacto esperado. Con el fin de continuar con la unidad en la campaña y reforzar el impacto de la estrategia de comunicación, el lema institucional “UMA, solución con rumbo”, deberá ser aplicado durante todas las etapas junto con los correspondientes slogans de campaña. El slogan de la campaña de lanzamiento, “UMA, somos todos”, busca involucrar y crear una primera inclusión a la comunidad universitaria hacia temas de interés colectivo como lo es el cuidado ambiental del campus de CU bajo una frase de dos palabras que logre fácilmente persuadirlos. CUADRO 1. Frases de la campaña UMA. Frases UMA Lema institucional

“ UMA, solución con rumbo”

Slogan de campaña de lanzamiento

“UMA, somos todos” “Limpiar es un acto inteligente” “Ahorrar es un acto inteligente” "Clasificar es un acto inteligente”

Frases de campaña para la difusión

“Reforestar es un acto inteligente” “Ayudar es un acto inteligente” “Cuidar es un acto inteligente” “Respetar es un acto inteligente”

Fuente: Elaboración propia.

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Como menciona Mariano R. Castellblanque (2001), uno de los objetivos primordiales en la comunicación persuasiva es el tratar de convencer al receptor de algo, y en el caso de UMA, hacerles entender que la tarea del cuidado ambiental no es responsabilidad de una persona o grupo, sino de todos. El slogan resume el mensaje publicitario con las menos palabras posibles con el fin de que el emisor recuerde y memorice su significado, alcanzando así el posicionamiento esperado por el investigador o responsable. De acuerdo con ese mismo autor y Enrique Ortega (1999), los medios de comunicación convencionales son los conocidos como above the line, y corresponden a los medios que se caracterizan por opacar tradicionalmente la mayor parte de las inversiones de los anunciantes: la prensa, la radio, la televisión, el cine y el medio exterior. Por otro lado, los medios de comunicación no convencionales below the line, forman un conjunto más amplio y heterogéneo de medios publicitarios que con el paso de los años, han ido acaparando la atención como resultado de las mayores inversiones de las que han sido objeto. Con esta premisa, en el caso UMA, ambos tipos de medios son útiles para la difusión. La prensa en forma primordial por su permanencia y viabilidad de ubicación en las instalaciones de ciudad universitaria, sin embargo, el internet también es un medio con gran penetración debido al alcance que logra entre la comunidad estudiantil y académica ya que la mayor parte del día está cerca a un medio de este tipo durante la semana. Para esta campaña en la etapa de difusión del lanzamiento del proyecto UMA, es muy importante considerar la selección de medios necesaria para lograr servir como vehículo que lleve consigo el mensaje, llegando sin mayor problema a la meta o destino determinado. Por ello, el siguiente paso dentro de la estrategia es la selección de los medios de comunicación, una elección que sin duda corresponde a uno de los elementos fundamentales a tomar en cuenta para el lanzamiento de la campaña, ya que de éstos dependerá en gran medida la aceptación o rechazo del mensaje recibido de parte de los estrategas. La investigación hecha arrojó que los medios impresos son los preferidos por la comunidad universitaria. Existen diferentes medios impresos que circulan en el campus de CU de la BUAP, las cuales se encuentran ya bajo el gusto de la comunidad universitaria, tales como “Chidobuap” y Estudiantes”. Los medios impresos gratuitos tienen una ventaja enfrente a los demás medios gracias a su fácil acceso, son permanentes y se pueden transportar. Para esta estrategia es fundamental llegar rápidamente al público sin mayor inconveniente y, por ello, el medio visual corresponde a una de las

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opciones más efectivas, de ahí que, las acciones que se proponen para la aplicación de la estrategia de medios impresos se resumen en: 1. Los pendones estarán en los pasillos de los edificios de cada facultad a la vista de los integrantes de la comunidad universitaria. 2. Los carteles se encontrarán en todas y cada una de las pizarras generales de las facultades y pasillos. 3. Se utilizarán todas las vallas y espectaculares existentes en las facultades del campus universitario para la puesta de los impresos. 4. La señalética de separación de residuos (ver figura 2), vendrá incluida en todos los contenedores de basura, pasillos, aulas y auditorios del campus universitario.

Figura 2. Propuesta gráfica para contenedores de basura.

Fuente: Elaboración propia.

El internet sin duda resultó un excelente medio de comunicación entre la comunidad universitaria, por lo que se incluyó como una de las estrategias de difusión del proyecto más eficiente debido a la empatía y acceso constante a la web, por lo que se diseñó el portal a partir de los elementos arrojados en el diagnóstico, ubicándola en la dirección www.universidadymedioambiente.buap.mx La página web asegura mantener la atención del cibernauta, esto se refiere a que se logrará captar la concentración de la mente sobre los estímulos visuales, tipográficos y de contenido, preparando así al universitario para la percepción de la misma. Para ganar la atención Costa (1993) nombra varios estímulos que pueden funcionar para acompañar al mensaje: El tamaño, el color, la intensidad, el contraste, el emplazamiento, el ruido/la

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música, el movimiento, el aislamiento y la novedad. Este medio de comunicación está a disposición de toda la comunidad universitaria para la actualización de información, de ofertas académicas sobre el tema ambiental, y de piezas gráficas para su ilustración. Una de las formas para poder expresar mensajes es por medio de la comunicación audiovisual; Jesús Bermejo (2005) explica a la comunicación audiovisual como todo intercambio de mensajes entre personas a través de un sistema tecnológico sonoro y/o visual. La cual se diferencia de la comunicación cara a cara porque existe siempre una mediación tecnológica. La naturaleza de la televisión la define como un medio audiovisual que transmite mensajes a las audiencias heterogéneas y dispersas. Esta universalización se debe a que el receptor no necesita saber leer o tener un determinado grado de lectura. La televisión cuenta con el poder de transmitir de forma instantánea la información, dramatizar o trivializar los hechos dando importancia al tiempo televisivo como un valor intrínseco, sin olvidar también, que logra implicar a la audiencia de manera total, ya que está pendiente de ellas en casi todos los sentidos. Dentro de las actividades pensadas para este medio se propone la creación de spots televisivos con una duración de 20 segundos, la inserción de los spots en la página de internet UMA, y la inserción de los spots en BUAP TV. La radio es un medio con ventajas como ser compañía, física y emocional del receptor, sólo requiere de atención de un sentido, el auditivo; es un vehículo persuasivo, además de ofrecer inmediatez y sensación de proximidad. El amplio lenguaje de la radio puede compensar en ocasiones la carencia visual, y a través de los efectos sonoros, la música, las voces diferentes, los ruidos y trucajes, distorsiones y otras combinaciones, consigue impacto en la comunicación publicitaria. Aunque la BUAP internamente en el campus no cuenta con un sistema de circuito cerrado de audio, tiene la estación 96.6 FM por donde transmite diferentes programas a través de Radio BUAP, y donde se propone insertar spots informativos con el sello de la marca UMA. Abrir mayor cantidad de programas de servicio social, prácticas profesionales, becas, investigaciones de tesis, maestría y doctorado ayudará a ganar mayor fuerza de trabajo e interés en alumnos, profesores e investigadores sobre la importancia de trabajar en pro del cuidado ambiental. Otra propuesta es incluir en el calendario escolar fechas en conmemoración del medio ambiente y su cuidado, como por ejemplo “la semana verde”, días en los que se realicen diferentes actividades en beneficio de la ecología, donde se invite a conferencias de expertos en el tema.

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Aprovechar los espacios que ya están en CU, como hacer visitas guiadas al herbario y jardín botánico de la BUAP a alumnos de prepa y licenciatura, para invitarlos a una Expo Ambiente donde participen con videos, spots de tv y radio, carteles y diversos talleres. Es necesario realizar un estudio minucioso sobre el nivel de contaminación en Ciudad Universitaria y sus calles aledañas, y planear así, talleres informativos sobre separación de residuos y aprovechamiento de recursos, para que con base en esa capacitación las estrategias de comunicación alcancen los objetivos.

PANORAMA UMA La BUAP además de apostarle a lo académico le apuesta a la mejora de la calidad en su ambiente cotidiano, futuro de los seres humanos con el respeto, el control y el cuidado de los recursos naturales. Sin duda, UMA espera lograr dentro de esta primera fase, que los integrantes pertenecientes a la comunidad universitaria inicien una mejora de su calidad de vida, abarcando desde las aulas de clase hasta los lugares de trabajo, contribuyendo de manera activa y rápida en la clasificación de residuos, al reconocer el megaproyecto a través de esta campaña. El estudio de investigación realizado arrojó datos sobre las causas que originan la falta de interés de los integrantes de la comunidad universitaria sobre su preocupación por el ambiente, por ello, a través de este trabajo fueron diseñadas diferentes estrategias que difunden las causas que sigue UMA, estrategias que se deben ajustar con la aparición de nuevas conductas y necesidades. Cabe señalar la emergencia por destinar presupuesto a cuestiones ambientales dentro de Ciudad Universitaria de la BUAP, con lo que el compromiso de UMA será motivar a la comunidad a participar voluntariamente en el cuidado y clasificación de residuos dentro del campus, evitando que se conviertan en individuos que dañen su entorno. La estrategia de comunicación UMA deberá trabajar muy de cerca con el apoyo de cada una de las instancias pertenecientes a la comunidad, bajo un ambiente de efectivos canales de comunicación internos y externos. Se debe resaltar que si se omite la importancia de un departamento de comunicación y logística que monitoree el avance de la campaña, el proceso de desarrollo y evolución de la misma quedará estancando por la falta de seguimiento y continuidad del proyecto.

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FUENTES REFERENCIALES Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. (2007) Modelo Universitario Minerva (Documento de Integración). Puebla, México: BUAP Bermejo, J. (2005) Narrativa audiovisual: Investigación y aplicaciones. Madrid: Ediciones Pirámide. Blumer, H. (1982). El interaccionismo simbólico: Perspectiva y método. Barcelona: Edit. Hara. Costa, J. (1993) Reinventar la publicidad: Reflexiones desde las ciencias sociales. Madrid: Editorial Fundesco. Fonseca, Socorro. (2002). Diseño de campañas persuasivas. México: Prentice Hall. Galdón, G. (2001). Introducción a la información. España: Ariel Comunicación. Kotler, P. & Roberto, E. (1993). Mercadotecnia social. México: Editorial Diana. Lambin, J. J. (2003). Marketing estratégico. España: ESIC. Lull, J. (1997). Medios de comunicación, cultura - aproximación global. Buenos Aires: Amorrortu Editores. Nosnik, A. (1995). Comunicación corporativa. México: Trillas. Ortega, E. (1999). La comunicación publicitaria. Madrid: Pirámide. Paoli, J. (2004). Comunicación e información, perspectiva teórica, México: Trillas. Parra, G. (2003). Bases epistemológicas de la educomunicación. Quito, Ecuador: Abya Yala. R. Castellblanque, M. (2001). Estructura de la actividad publicitaria, de la publicidad de la a a la z, España: Paidos. Ries, Al & Trout, J. (2005). Posicionamiento: La batalla por su mente. México: Mc Graw Hill. Rodríguez, A. (2002). Solo para estrategas, México: Editorial Trillas.

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Arte urbano y apropiación simbólica del espacio: La práctica de las propas y pegas en Mexicali Christian Alonso Fernández Huerta* UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA ○

Resumen: El fenómeno de las pegas y propas, práctica entre jóvenes de Mexicali, Baja California, a pesar de ser parte del graffiti, advierte características que la diferencian de otras prácticas gráficas. Partiendo del análisis de los conceptos: juventud, gráfica y espacio, es posible interpretar este fenómeno, como una práctica de transformación y apropiación simbólica del espacio público. A partir de entrevistas y de observación participante se describen y se analizan las prácticas, los discursos y los productos de este grupo de jóvenes, los cuales, nos permiten (re)pensar la ciudad al intentar dotar de sentido a las formas simbólicas que nos presenta. Palabras Clave: Juventud, Graffiti, Espacio público urbano, apropiación simbólica, identidad. Abstract: The pegas and propas phenomenon, spite of being part of the graffiti movement, notices characteristics that differentiate it from other graphical practices. Starting off the analysis of the concepts: youth, graphic and space, it´s possible to interpret this phenomenon, as a practice of transformation and symbolic appropriation of the public space. Using interviews and participant observation as a research strategy it´s possible to described and analyzed the practices, the discourse and the products of this group of young people, who, allow us to (re)think the city when trying to make sense of the symbolic forms that it presents to us.

* Christian Alonso Fernández Huerta es maestro en estudios socioculturales por la Universidad Autónoma de Baja California. Actualmente labora en el Centro de Investigaciones Culturales-Museo de la UABC. Correo electrónico: christian@uabc.edu.mx

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Keywords: Youth, graffiti, urban public space, symbolic appropriation, identity.

I. MIRAR A LA CALLE PARA COMPRENDER LO JUVENIL El graffiti es parte del escenario urbano, se encuentra en todas las ciudades en forma de letras y figuras que parecen difíciles de descifrar, pero sin embargo están ahí, comunicando. Curiosamente hay tanta familiaridad con estas expresiones, que algunas veces pasan desapercibidas, no así para muchos investigadores en las ciencias sociales. A pesar de ello, el fenómeno del graffiti, en particular el que se desarrolla en el contexto fronterizo en el que vivimos, brindaría interesante material de análisis. No sólo por la práctica en sí, sino por ser vehículo de expresión de un grupo particular de jóvenes. Fue así como se fijó la mirada en el fenómeno de las pegas, práctica entre jóvenes de Mexicali que a pesar de ser parte del fenómeno graffitero, advierte características propias que la hacen diferente de otras prácticas gráficas. ¿Cuáles eran estas diferencias? Era un buen punto de partida para la investigación. Al hacer las primeras indagaciones sobre el “estado del arte”, fue manifiesto que el fenómeno de las pegas, aunque ha recibido atención por algunos grupos e instituciones en la región, no se ha analizado con profundidad. Cuando se ha abordado ha sido estudiado como parte de otros fenómenos como el graffiti o las pandillas, pero no existen estudios acerca de las características de la producción, empleo e interpretación de estas formas simbólicas particulares, que son valoradas y evaluadas constantemente por aquellos que las producen y reciben en la ciudad de Mexicali. Mucho más ahora que este fenómeno está tomando cierta notoriedad al convertirse en parte de la agenda pública, por distintas razones, como son el volumen de publicaciones acerca del tema, el reflejo en los medios de comunicación, los programas institucionales diseñados para combatir estas prácticas, las zonas transgredidas por este fenómeno, entre otros factores. Por lo tanto este trabajo puede significar un aporte para los estudios sobre la cultura y la comunicación en Mexicali, porque produce conocimiento sobre procesos y discursos juveniles específicos de la región. Sus categorías son por separado pertinentes e interesantes: la ciudad, la gráfica1 y los jóvenes; trabajarlas de manera integrada generará un trabajo 1

Por gráfica se refiere a la elaboración de todo tipo de elementos visuales, utilizando técnicas como el dibujo, la pintura y el grabado, particularmente aquél que se realiza en la calle y de manera “ilegal”.

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de resultados de gran importancia para entender los procesos discursivos y de reconfiguración identitaria en esta ciudad fronteriza. Si bien es cierto que existe toda una corriente de estudios sobre lo urbano, además de una cantidad considerable de estudios sobre la juventud y sus prácticas, no se tiene conocimiento de alguno que aborde específicamente la problemática descrita y que articule todos los elementos presentes en el tema de investigación. Existen publicaciones como la de Rossana Reguillo, En la calle otra vez (1995), o la de José Manuel Valenzuela, Vida de barro duro (1997) que sirven de guía para aproximarse a los procesos juveniles en barrios de Guadalajara y Tijuana respectivamente, y a la identidad de estos grupos que es mediada por sus prácticas. Otros textos importantes, ya sea por su temática similar o su aporte como modelo metodológico para el análisis de la producción de materiales gráficos de la calle son Social semiotics de Robert Hodge y Gunther Krees (1998); La construcción simbólica de la ciudad de Rosanna Reguillo Cruz (2005) y Graffiteros de Morelia de Margarita Vázquez (2003). Textos como estos son la base para comprender las distintas aristas del fenómeno a estudiar y buscar a profundidad la problemática social inscrita en estas prácticas, sin embargo ninguno trata particularmente del fenómeno de las pegas y propas.2 También es importante mencionar otros trabajos como el catálogo de la exposición Muros códigos restringidos (2005) coordinado por Paola Ovalle, que es un importante precedente en el estudio de la práctica del graffiti en la ciudad de Mexicali. Trabajos como el de Ovalle, y otros que han estudiado el graffiti en esta ciudad fronteriza, fueron fundamentales, pues brindaron elementos sobre los cuales construir esta investigación, pues permitieron establecer elementos diferenciadores entre estos productos gráficos particulares y otras formas simbólicas producidas por jóvenes en la ciudad. Después de una primera aproximación al fenómeno y entrevistas exploratorias con jóvenes pegadores, se planteó el problema de investigación: Ante una serie de elementos como la ausencia de espacios sociales,3 el descontento hacia las instituciones y la falta de expectativas 2 Pegas y propas es el término con el que se conoce en la frontera norte de México al stencil art y al wheatpaste art, corrientes del street art o arte callejero, que utiliza plantillas, pintura en aerosol, calcomanías y posters como medios de expresión, distinguiéndose de otras prácticas gráficas en la calle como el graffiti. 3 Esta ausencia de espacios sociales pudiera ser consecuencia de la reconfiguración de los espacios físicos en las ciudades, los cuales parecen estar diseñados para evitar la sana convivencia. Vías rápidas que impiden disfrutar y explorar el paisaje, complejos habitacionales que fomentan la territorialización, escasez de plazas públicas y zócalos,

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a largo plazo, algunos jóvenes recurren a prácticas gráficas en la calle como estrategia de enunciación, a través de la cual objetivan algunos elementos constitutivos de sus visiones del mundo y les permite dotar de sentido el espacio público urbano, al mismo tiempo que se construye una idea de apropiación y transformación de este espacio. A partir de la revisión del “estado del arte” y de la construcción del marco teórico, se brindó una posible interpretación a este fenómeno particular: Las prácticas de producción de ciertas formas simbólicas como las pegas o propas, objetivan parcial o totalmente las visiones del mundo de algunos grupos de jóvenes, además de dotar de sentido al espacio público urbano en el cual interactúan diariamente con otros actores sociales. A través de estas formas simbólicas los jóvenes se enuncian respecto del futuro incierto que se les ofrece y ejercen su capacidad de agencia en el ámbito cultural y de productores de significaciones en sus prácticas. Este ejercicio de exploración y observación, tiene como objetivo identificar y registrar las formas simbólicas, el contexto de su producción y a los productores que conforman el objeto de estudio. A partir de este registro y ubicación de las formas simbólicas en la ciudad de Mexicali, se realizó un trabajo de hermenéutica para identificar el sentido que los jóvenes otorgan a estas formas simbólicas. Con este fin se utilizaron técnicas como la entrevista no estructurada, la cual permitió al entrevistador, sensibilizarse respecto a las preguntas que constituyen problemas importantes y con sentido para el entrevistado (Schwartz-Jacobs, 1984, p.63). También se utilizó la observación participante como complemento a la entrevista, lo cual permitió comparar las premisas con la realidad propuesta por los actores principales de este fenómeno social. La metodología, el planteamiento y la premisa, son elementos dialécticos. Estos elementos están presentes, en mayor o menor medida, a veces de manera evidente otras no, dentro de todo el cuerpo de este trabajo de investigación. Sin embargo para fines prácticos y de orden, la investigación siguió este curso: Una primera exploración del “estado de arte” en torno a tres conceptos fundamentales, al mismo tiempo que se sentaron las bases del marco teórico. Estos tres conceptos son: juventud, gráfica y espacio, conceptos que son abordados desde una perspectiva particular, la del fenómeno de las propas y pegas en Mexicali. puntos de reunión que han sido relegados y sustituidos por los centros comerciales o malls. Todo esto ha provocado que algunos jóvenes busquen otras vías de expresión y nuevas formas de sociabilidad, como lo expresa Michel Mafessoli (1990).

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A la luz de algunas contribuciones a la teoría social y a la teoría y análisis de la cultura, las aportaciones de Anthony Giddens, Pierre Bourdieu y John B.Thompson, principalmente, fue posible repensar este fenómeno particular, como una práctica de transformación y apropiación simbólica del espacio público. Con la finalidad de sustentar estas ideas y contrastarlas con evidencias empíricas, se diseñaron estrategias que permitieron adquirir e interpretar los datos necesarios. Y ya que este trabajo parte de que lo “real” y lo “verdadero” se construye (Berger, 1968) a través de la experiencia cotidiana, la única manera de acceder a esta “realidad” es por medio de la interpretación. (Geertz, 1992). De esto deviene que todas las decisiones metodológicas estén encaminadas a lograr adentrarse en los procesos por los cuales estos jóvenes experimentan la realidad, o al menos una parte de su realidad, aquella que tiene que ver con la producción de sentido a través de estas formas simbólicas (pegas o propas) en el espacio público urbano.

II. LA PRÁCTICA COMO ELEMENTO QUE DOTA DE SENTIDO A LO JUVENIL

Antes de describir las prácticas y los productos de este grupo de jóvenes de Mexicali, es importante señalar la importancia de la práctica4 como elemento que dota de sentido a lo juvenil. A través de la práctica es que los jóvenes se construyen como grupo de referencia y se diferencian del “otro”. Su hacer los distingue e identifica como grupo en el escenario social. A través de ciertas prácticas, los jóvenes participan en el tiempo y el espacio del contexto social, a la vez que formulan una dimensión de su identidad social. Un claro ejemplo es el fenómeno graffitero, el cual: […]se inserta de manera importante como parte de la crisis de las identidades sociales. Son jóvenes que reconstruyen viejos referentes de identidad y los ponen a funcionar en un nuevo contexto. De esta manera participan en la disputa cotidiana que establece la construcción sociocultural de los espacios. (Valenzuela,1997, p.98).

4

Las prácticas son las formas en que los individuos, en este caso los jóvenes, hacen determinadas cosas. Estas prácticas son hechos y/o acciones que se repiten y que están dotadas de significados.

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Esta construcción sociocultural de espacios a través de expresiones que son producto de las prácticas juveniles, está presente desde los inicios del fenómeno del graffiti cuando grupos u organizaciones políticas, utilizaban las paredes para plasmar sus demandas. Después fueron las pandillas, las que recurrieron a las pintas para marcar cierto territorio e identificarse como grupo. Autores como Valenzuela (1997: 54) identifican este uso del graffiti consecuencia de la redimensión de la juventud como concepto y realidad a partir de la segunda posguerra. Actualmente la práctica del graffiti ha tomado diversos significados y sentidos, no sólo es utilizado como marca de identidad de grupo o como vehículo para dar a conocer una opinión o postura frente a un tema. De ahí que aparezcan una serie de estudios que abordan el graffiti como una práctica que no sólo afirma el sentimiento de pertenencia entre los jóvenes de la colonia del Fresno en Guadalajara (Reguillo,1995), sino que también sirve como expresión de la individualidad mediante la realización de los taggs o placazos. Los cuales, a su vez, marcan y dejan el rastro del movimiento de los sujetos jóvenes en el territorio urbano, como es el caso de algunos jóvenes de clase media en Mexicali. (Ovalle,1995) Los taggs o placazos5 son modos particulares en los que los grupos de jóvenes denominan el graffiti. En la frontera, para aquellos más apegados al sentido y la estética del graffiti estadounidense, se refieren al tagg o sign. En estudios realizados en las ciudades como Guadalajara y el Distrito Federal, especialmente en la práctica del graffiti asociada a las bandas en los años ochenta, se habla de placazos. Paola Ovalle (2005) y Rossana Reguillo (1995), han explorado la práctica del tagg, y del placazo, respectivamente, como medios de expresión de lo juvenil consecuencia de la falta de espacios, tanto físicos como sociales, para los jóvenes en la ciudad. Un ejemplo de cómo se relaciona el graffiti con la búsqueda de espacios, tanto físicos como sociales, lo podemos encontrar en el trabajo de Rayport (1995). Aquí la autora nos presenta la práctica del tusovka, que consiste en reuniones informales que realizan algunos jóvenes rusos con intereses afines. Estos jóvenes se agrupan en distintos lugares de la ciudad para platicar y fraternizar, utilizando el graffiti para comunicarse entre sí e inscribir la identidad del grupo en los distintos lugares en que se reúnen, los cuales pueden ser desde una plaza pública hasta una 5 Los taggs o placazos son “firmas” o “etiquetas” que utiliza una persona o grupos de personas para identificarse y/o marcar su tránsito por un espacio. Cada grupo tiene su “firma”, usualmente son las siglas o la abreviatura del nombre de su grupo y cada miembro del grupo, también tiene su “firma”, por lo general es un apodo o seudónimo.

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bodega abandonada. Estos grupos y sus prácticas son parte de lo que Rayport (1995) denomina espacios culturales no oficiales, que se distinguen de las instituciones culturales ideologizadas, como el caso de la iglesia o la escuela. Estos grupos de jóvenes, aunque informales, tienen una organización y estructura, tienen códigos particulares y, lo más importante, prácticas que los identifican como miembros de este grupo. La tusovka no sólo es el propósito del grupo sino el medio para construir una identidad, al mismo tiempo que les permite expresar sus narrativas y compartir sus experiencias, aspectos que desde su perspectiva no tienen cabida en los espacios institucionales. Otros trabajos como Vida de barro duro de José Manuel Valenzuela (1997) exploran esta relación entre espacios y prácticas, pues para el autor “detrás de este fenómeno [el graffiti] subyace la ausencia de espacios de expresión para los jóvenes en los cuales ellos participen de manera amplia y libre, sin censuras moralistas”. (p.98). La práctica del graffiti parece ser una opción a las formas tradicionales de expresión, y una forma de objetivar las subjetividades de algunos jóvenes que piensan en la posibilidad de la ciudad como espacio para la enunciación de sus discursos, que, aunque ciertamente, muchos de estos son crípticos, maneja un código propio con reglas particulares y sólo pueden ser comprendidos dentro de la lógica del grupo de productores de estas expresiones; al ser colocados en la vía pública, éstas también están dirigidas a aquéllos que no manejan esos códigos, y por lo mismo, también representan y significan para éstos. Por lo anterior habría que diferenciar la práctica del graffiti entre: 1) Pandillas que operan en barrios de ciudades medias en México y colonias chicanas en los EEUU cuyo fin es la delimitación de su territorio (Reguillo,1995; Valenzuela,1997). 2) Grupos de jóvenes en las principales ciudades de Estados Unidos, que producen un tipo de graffiti con una fuerte carga de sátira política y social. (Rafferty,1991). A pesar de estas diferencias, el hecho de realizar graffiti constituye un acto simbólico que irrumpe el status quo, las reglas y las normas sociales, pues lo que está en juego es la inclusión del grupo de jóvenes que realiza estas prácticas en el escenario urbano, la posibilidad de expresión, el poder de enunciación y el uso del espacio.

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III. ESPACIO PÚBLICO URBANO COMO ESCENARIO DE LAS PRÁCTICAS GRÁFICAS De Certeau (1996) hace una clara distinción entre espacios y lugares. Los lugares son configuraciones estables, un orden en el que se distribuyen los elementos. Así, cada elemento tiene su “sitio propio”, por lo tanto, es imposible que dos elementos estén en el mismo lugar. Pero al hablar de espacio, se toman en cuenta “los vectores de dirección, las cantidades de velocidad y la variable de tiempo. El espacio es un entrecruzamiento de movilidades […] En suma, el espacio es un lugar practicado”. (p.129). Esto quiere decir que lo que hacemos en estos lugares, los usos que les damos, el tipo de relaciones que establecemos dentro de ellos, son elementos que definen los espacios. Una manera de definirlos a partir de estos usos, es lo que se refiere a lo público y lo privado, lo cual se construye a partir de una constante negociación entre los actores sociales y entre los actores y las instituciones. Espacio público, espacio urbano, espacio social, espacio cívico, son categorías que denominan, en términos generales, el espacio público urbano. Con esto, Alison Brown (2006) se refiere a los espacios físicos y las relaciones sociales que determinan el uso de ese espacio dentro del ámbito público de las ciudades. El espacio público urbano incluye las plazas, los caminos, las calles, pero también los lotes baldíos, lugares en desuso, las zonas en las periferias, etcétera. Lo interesante de esta noción es que la distinción no se basa en la propiedad del espacio, pues aunque sea propiedad privada, si está abandonada se puede considerar como espacio público urbano, siempre y cuando se utilice este espacio como un recurso de la comunidad. Los usos que se le den a este espacio público urbano, son tan diversos como los proyectos de los distintos grupos que conviven en él. En el caso de los jóvenes, es común que utilicen este espacio como lugares de reunión o escenario para sus prácticas, una de estas prácticas asociada al ámbito de lo juvenil es el graffiti. La generación de productos gráficos y su puesta en escena en el espacio público urbano han sido abordadas en algunos estudios de lo juvenil (Reguillo, 1995; Valenzuela, 1997; Vásquez, 2003). Sin embargo, pocos estudios han abordado la práctica en sí o los usos que algunos grupos de jóvenes le dan a estas prácticas gráficas, especialmente el graffiti, dentro del espacio público urbano. Los estilos tan variados del actual graffiti hacen difícil definirlo. El graffiti aparece en los sesenta como marca colectiva. Ahora puede ser cualquier cosa, un poster, una pintura o un juguete de plástico pegado

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a la pared. En su interpretación más sencilla y tradicional, graffiti se refiere a un estilo de escritura originada en Nueva York a finales de los años sesenta, generalmente relacionada con el movimiento del hip hop, o en la mayoría de los casos con el fenómeno de las pandillas. Para distinguir este graffiti “clásico” de otras expresiones, se utilizan otros términos para describir las obras gráficas que se producen en la calle, como street art, término que aparece en la década de los ochenta para describir cualquier tipo de arte en el entorno urbano que no esté dentro del estilo “clásico” predominante. (Manco, 2004). Una de las expresiones del graffiti que remite a nuevos usos de los espacios públicos, es el llamado guerrilla art. Este tipo de expresión es una corriente del street art, término con el que se denomina al arte creado y expuesto en el espacio público. (Sommer, 1975). El street art se clasifica dependiendo por su ubicación, el material utilizado, los productores, las intenciones que persiguen, etcétera. Este último punto, el de la intención, es lo que distingue al street art de las prácticas gráficas que realizan las pandillas para delimitar su territorio y adscripción grupal (Rafferty, 1991). Del guerilla art se desprenden técnicas como lo son el stencil art, el sticker art y el wheatpaste o poster art, que en México se les conoce generalmente como esténcil y pegas.6 Estas expresiones se caracterizan por el uso de la ciudad como soporte con el objetivo de alterar este espacio con la presencia de materiales gráficos y de provocar “algo” en el espectador, esté o no familiarizado con los códigos de este tipo de expresión gráfica.

IV. PROPAS, PEGAS Y PEGADORES A la par del surgimiento de estas prácticas culturales y con el avance de las tecnologías de información y comunicación en las últimas décadas del siglo pasado, se ha consolidado una poderosa industria del tiempo libre en la que la circulación de las imágenes se ha convertido en el 6

El esténcil es una técnica en donde se utiliza papel o cartón para crear una imagen o texto que es de fácil reproducción y a partir de este diseño se realiza una plantilla para poder transferirla a cualquier superficie con el uso de pintura. La pega se caracteriza porque el dibujo o mensaje es plasmado en una calcomanía o en un poster que generalmente es pegado en lugares visibles y de mucho tránsito. Estas pegas pueden promover una agenda política, social, ser parte de un movimiento artístico o simplemente ser medios de expresión para algunos. Esta técnica es muy popular entre los adolescentes por su fácil uso y reproducción. En Mexicali, a estas técnicas y otras similares se conocen comúnmente como propas o pegas.

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lenguaje principal. Los medios masivos de comunicación junto con la extensa red de publicidad que envuelve a las ciudades, conforman este circuito de imágenes con que se interactúa cotidianamente. Las nuevas generaciones son inminentemente visuales, su mundo se construye alrededor de la imagen, la marca, el icono, el símbolo. Los jóvenes comprenden y valoran el poder de la imagen, y esto lo han incorporado en su vida diaria, desde la manera en que se representan hasta la forma en que construyen su discurso. Por supuesto que los medios masivos, a través de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, han sabido capitalizar este “culto” a la imagen.7 La publicidad se ha convertido en parte importante de la producción cultural. Su presencia cotidiana a través de los medios ha colonizado los espacios públicos y privados, consolidándola como uno de los medios más efectivos para la circulación de discursos y la producción social de sentido (Margulis,1998). Ante esta invasión publicitaria en la vida cotidiana, surge un movimiento denominado propaganda absurda, el cual utiliza técnicas del guerrilla art como el esténcil y la pega, para tomar objetos de la vía pública como postes, señalamientos, paredes de edificios, y otros que son intervenidos con estas formas simbólicas crípticas que llaman la atención del transeúnte, mismo que no siempre puede comprender el significado de la intervención. Esténciles y pegas podrían ser en este sentido una respuesta que pondría de manifiesto el descontento de ciertos grupos de jóvenes ante el bombardeo de imágenes al que son sometidos en la sociedad de consumo. Este movimiento comenzó a principios de la década de los noventa por un joven estudiante de la Rhode Island School of Design llamado Shepard Fairey, quien inició una campaña de pegas con la imagen de un luchador llamado André the Giant y la leyenda “André the Giant has posse”, que podría traducirse como “André el Gigante tiene una pandilla de seguidores”, esto después evolucionaría en la campaña Obey (obedece), la cual, inspirada en la frase de Marshall Mcluhan “el medio es el mensaje”, busca parodiar la propaganda política y corporativa. Esta propaganda absurda se ha esparcido por el mundo y tomado distintos matices, aunque conservando las características principales

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Autores como Mario Margulis (1998) hablan del “avance de la cultura de la imagen” como parte del contexto cultural juvenil, mientras que Roland Barthes (1986) se refiere a la “civilización de la imagen”, que si bien es un elemento primordial en la época actual, la escritura y la palabra siguen siendo elementos consistentes en la estructura de la información.

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del fenómeno, como que es realizado por jóvenes generalmente en la clandestinidad y con un carácter subversivo, utilizando como soporte la ciudad, interviniendo en el ámbito de lo cotidiano.8 Intervenir en lo cotidiano implica, para algunos artistas de la gráfica urbana, algo que va más allá de una reacción a la publicidad que incita al consumismo o la mera necesidad de plasmar una marca personal en su entorno, es la misión de reclamar los espacios públicos (Manco, 2004:11). El escenario por excelencia para los artistas gráficos es el espacio público urbano. Este escenario ofrece un espacio pluridimensional en el que coexisten identidades y proyectos diferenciados, en el que aparece una gran red de comunicación que interpela a los diversos actores sociales (Reguillo,1991:76). En el caso de Mexicali, el fenómeno de las pegas y propas tiene características similares al guerrilla art y a la propaganda absurda. Esta actividad se ha popularizado entre los jóvenes y muchos de ellos empiezan a utilizar estas técnicas como medio de expresión con características locales. Aunque no se conoce con exactitud cómo los jóvenes de esta ciudad tienen su primer contacto con la práctica de las propas y pegas, una de las intenciones de la presente investigación es corroborar si la condición fronteriza de Mexicali es un factor que permite la observación y aprendizaje directo de prácticas culturales existentes de uno u otro lado de la frontera, como el caso de este tipo de expresiones gráficas. En este proceso también cabe la posibilidad del contacto virtual que ofrecen las nuevas tecnologías de información y comunicación, especialmente el internet, para compartir mensajes y experiencias. Estos elementos están inscritos en el proceso de mundialización,9 que se caracteriza por la apropiación cultural. Al hablar de apropiación cultural se hace referencia a la incorporación de elementos culturales provenientes de otros contextos, que al apropiarse se transforman y adquieren nuevos y diversos sentidos (Valenzuela,1997: 73). Por esta razón, el fenómeno de las propas y pegas, aunque comparte características con el graffiti y otro tipo de prácticas de producción de materiales gráficos en las calles, sus objetivos y fines, parecen ser diferentes. La relevancia de este estudio radica precisamente en identificar qué es lo que motiva a los jóvenes pegadores y properos en Mexicali a salir a las calles y dejar en el espacio público esta marca. De ahí la necesidad de analizar estas prácticas y productos, a través de la mirada de sus productores. 8

Consultar la página web de Shepard Fairley, http://www.obeygiant.com, donde explica el objetivo de este “experimento fenomenológico” en su manifiesto. 9 Por mundialización se entienden los efectos del proceso de globalización en la cultura.

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Las características de esta práctica juvenil y los proyectos de este grupo de productores de propas y pegas nos ayudarán a comprender la relación entre jóvenes, gráfica y espacio, en el caso de la ciudad de Mexicali. Antes de hablar de esta práctica es necesario describir a quienes la realizan: los jóvenes pegadores (véase cuadro 1). La mayoría son jóvenes entre los 16 y 23 años, generalmente de clase media o media alta, habitantes de la zona urbana de Mexicali. La mayoría son estudiantes de nivel medio superior o superior. Algunos combinan los estudios con trabajos de medio tiempo, pero la gran mayoría dependen económicamente de sus padres. Estos jóvenes han crecido en la frontera, por lo tanto, están expuestos a la cultura de Estados Unidos, entienden y hablan su idioma, visitan el país vecino frecuentemente y consumen sus productos culturales. Son jóvenes con acceso, conocimiento y manejo de las nuevas tecnologías. Estas CUADRO 1 Características del sujeto y la práctica. Dentro de lo social • No hay una organización definida, pero existen redes de comunicación y cooperación, códigos y reglas que estructuran sus prácticas. • No hay una adscripción territorial como grupo, pero sí hay una construcción personal del territorio. • Hay una negociación de lo legal y lo ilegal de la práctica. • Aunque puede tener una composición transclasista, generalmente los productores son de clase media y media-alta. • Son jóvenes con acceso, conocimiento, y manejo de las nuevas tecnologías. • Su capacidad de agencia les permite operar dentro, fuera y al margen de las instituciones. Fuente: Elaboración propia.

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Dentro de lo cultural • Existe una conciencia de grupo, aunque no es tan evidente como con otros grupos juveniles. • Sus acciones siempre van encaminadas sobre el terreno de lo simbólico. • Se expresa su identidad a través de diversas narrativas (estéticas, plásticas, musicales, etcétera). • Hay una búsqueda de reconocimiento dentro y fuera del grupo, pautada por elementos como la creatividad, la trasgresión, el riesgo, etcétera. • La producción del icono o imagen es individual pero la práctica es generalmente colectiva.


herramientas tecnológicas son utilizadas para la producción de las pegas (software de dibujo y edición de imágenes) y para la creación de redes locales, nacionales e internacionales de pegadores (internet). Aunque no hay un proyecto colectivo sí existe una conciencia de grupo, es decir, se asumen como parte de algo mucho más grande, el movimiento del street art o el de propaganda absurda. Aunque es posible que el pegador actué solo, ya que la producción de la imagen o el icono es algo individual, casi íntimo, es común que varios jóvenes se reúnan para salir a pegar en la ciudad. A diferencia de otras prácticas gráficas realizadas en la calle, las pegas o propas no marcan territorios, sino momentos y espacios específicos, los cuales se vinculan con el joven a través de una apropiación simbólica basada en un ejercicio de “memoria”. Estas pegas sirven como marcadores del tránsito de este grupo de jóvenes en la ciudad. Al transitar por los espacios donde se ha realizado la pega, o al observar el registro fotográfico o videográfico del proceso de realización de la pega y de las condiciones en que fue realizada, el pegador recuerda y “re-significa” el espacio, haciéndolo suyo. Bajo la lógica del pegador, el espacio me pertenece, no sólo porque tiene mi marca, sino porque tiene un significado particular y distintivo. Se crea un vínculo que cumple la función de detonador de los procesos nemotécnicos, a la vez que refuerza el proceso de significación de la pega, al convertirse en evidencia de su presencia en el ámbito público. Algo importante a resaltar es que este proceso de apropiación es conscientemente simbólico, y muchas veces efímero, debido al constante cambio de la fisonomía de la ciudad. Estas prácticas gráficas también funcionan como vehículos de comunicación. A través de las pegas o propas los jóvenes pueden referirse a su entorno y condiciones, pueden articular mensajes contra los procesos institucionales y pueden expresarse respecto de su persona y la de los demás. A través de estas expresiones en la ciudad, los jóvenes no sólo introducen su pensamiento y concepción del mundo, sino que les permiten interactuar, en un nivel simbólico, con otros actores sociales, que posiblemente en otras condiciones no lo harían. La aceptación o rechazo, la valoración y juicio de estas prácticas gráficas por parte de otros actores sociales y las instituciones, sirven de retroalimentación para el pegador. Son los medios de comunicación y la postura de las instituciones ante estas prácticas el termómetro de este intercambio simbólico. Si bien el graffiti se puede definir como mensajes o conjuntos de mensajes que se identifican por un carácter marginal, anónimo, espontáneo

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y generalmente ilegal. En el caso de las pegas o propas, un tipo particular de graffiti, éstas no comparten todas las características. Aunque marginal e ilegal por naturaleza, existen espacios y momentos en los cuales pierde estas características, por ejemplo en museos y exposiciones auspiciadas por instituciones educativas y gubernamentales. En el caso del elemento de espontaneidad, este es relativo, aunque algunas veces existe un impulso por hacer la pega, impulso que es, por supuesto, espontáneo, también hay un trabajo de planeación y organización para la producción y realización de la pega. Al igual que la espontaneidad, el anonimato es relativo, pues la búsqueda por la aceptación y el reconocimiento de otros pegadores, invita a estos jóvenes a buscar cierto protagonismo, incluso en ámbitos institucionales (galerías, exposiciones, festivales, etcétera). Esta búsqueda de reconocimiento se apoya en la creación de redes virtuales a través de internet, redes que operan apoyándose de portales como Hi-5, My Space y You Tube, sitios que permiten no sólo intercambiar mensajes, sino experiencias respecto de la práctica de las pegas y propas. Internet es un elemento importante dentro de la dinámica de las pegas, pues permite entrar a otra esfera de lo público. Los trabajos de los jóvenes pegadores no sólo son vistos en la calle por los habitantes de Mexicali. También existe la posibilidad de que cualquier ciudadano del mundo con acceso a internet pueda ver y significar estas pegas. Esto resulta atractivo para el pegador y abre, literalmente, un mundo de posibilidades de intercambio simbólico con otros individuos. Todos los elementos anteriores nos presentan a un joven con capacidad de incidir en su entorno, través de una práctica y unos códigos alternativos a las vías institucionales. Y a pesar de no estar de acuerdo con algunas de estas instituciones, comprenden la necesidad de mantener una relación, si bien algunas veces marginal, al fin y al cabo una relación dentro de la lógica de los procesos institucionales. Para estos jóvenes, esta práctica funciona como un paréntesis en su vida institucional (escuela, trabajo, familia, iglesia, etcétera), sin embargo, al estar formados dentro de estas instituciones muchos de ellos tienen aspiraciones a seguir estos patrones estructurales, ejemplo: tener una educación, formar una familia, tener un trabajo. Todos los informantes estudian, estudiaron o van a estudiar una licenciatura, pues reconocen la importancia de que su conocimiento sea validado por una institución, ya que la educación formal es una manera de integrarse a la sociedad productiva, sin embargo, hay una negociación al buscar estudiar carreras que les permitan continuar explorando estas expresiones realizadas a partir

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de la práctica de las pegas o propas. Algunos de estos jóvenes buscan estudiar una licenciatura en artes o en diseño gráfico, otros estudian psicología o ciencias de la comunicación, integrando elementos de estas disciplinas a sus trabajos en la calle, pensándolos o incluso justificándolos a partir de éstas. Algunos pegadores buscan integrar la práctica no sólo al ámbito educativo sino también al laboral, pensando en ella como un medio para obtener un beneficio económico. Jóvenes pegadores quienes comercializan sus diseños en camisetas, utilizando las pegas o propas como estrategia publicitaria. Este tipo de contradicciones son comunes en los pegadores. ¿Es posible que utilicen esta práctica como estrategia para posicionar una imagen como una marca, cuando busca, aparentemente, combatir el exceso de publicidad en las calles? ¿Es posible que estos jóvenes que piden espacios para expresarse, estigmaticen a los grafitteros y a las pandillas por hacer aparentemente lo mismo? Esto es posible ya que a pesar del descontento con las instituciones, estos jóvenes fueron formados dentro de estas instituciones, reproduciendo sus patrones y reglas, pero también utilizando sus recursos para generar sus propios espacios y poder tener estas expectativas y aspiraciones que se mencionaban anteriormente. Si bien no están de acuerdo con la sociedad consumo, deciden utilizar algunos referentes y re significarlos para su beneficio, ejemplo: la creación de una “marca” y su posicionamiento en el circuito de imágenes de la ciudad. Aunque se reconocen como pegadores, incidiendo en el espacio público urbano con ciertas prácticas gráficas, no se asumen como graffiteros, no en el sentido que lo entiende la autoridad y las instituciones. Por esto reproducen el discurso oficial en contra de este “vandalismo”, como una manera de diferenciarse de éstos otros grupos de jóvenes. Esto nos lleva al siguiente punto, la autorreferencia. En mi opinión la ubicación geográfica de Mexicali ha sido un elemento primordial en la historia cultural de la ciudad y sus habitantes. El ser frontera ha permitido, a algunos jóvenes, tener referentes muy particulares. El contexto de frontera, no como línea que separa sino lugar donde se confluye, en este caso dos países, ha generado en algunos jóvenes una identificación con el territorio cultural más que un espacio geográfico determinado. Esto ha permitido crear una identidad juvenil fronteriza particular, la cual se expresa a través de distintas narrativas. Estos jóvenes en particular han decido hacerlo a través de las pegas y propas. El consumo de los productos mediáticos de nuestro vecino del norte, la moda, la música y ciertos elementos discursivos se repiten y son

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constantes entre estos jóvenes, sin embargo, es la práctica gráfica en la calle lo que los agrupa y cohesiona. Una función importante de pegas y propas, es la posibilidad de autorreferirse a partir de la práctica. Es decir, sólo aquel que realiza pegas puede nombrarse pegador, ayudando a construir una dimensión de su identidad juvenil. Aunque existen diferentes maneras de ser joven y de vivir la juventud, y si bien la sociedad contemporánea permite múltiples dimensiones de la identidad, hay elementos que ayudan a definir esta faceta del joven como pegador, entre ellos, la práctica misma, el uso de ciertos códigos y el intercambio simbólico con sus pares e individuos ajenos a la práctica mediante la puesta en escena de estas expresiones gráficas en la calle. Para los pegadores, el hacer pegas, representa un estilo de vida. Una posibilidad de cambio. Una manera de ser diferente a los demás. Al realizar estas prácticas gráficas los jóvenes salen de lo que ellos llaman “rutina”, que no es más que el seguimiento de las pautas institucionales. Las pegas les permiten cambiar la manera en que actúan en su entorno y se relacionan con los demás. El salir a la calle y exponerse al encuentro de otros, cara a cara o a través de sus imágenes, es un reto. No sólo por la naturaleza ilegal de la práctica sino porque, según su perspectiva, buscan mejorar la ciudad utilizando un medio que la mayoría de la población considera contaminación visual o vandalismo. Esto los lleva a la búsqueda de la constante mejora, pegas más grandes, en lugares más vistosos, con diseños más elaborados. Es una competencia, pero no contra otros pegadores o grafitteros, sino consigo mismo. Independientemente si es de manera legal o ilegal, dentro o fuera de estos espacios institucionales, se busca crear algo nuevo, distinto, que haga voltear al transeúnte que pasa por el espacio que utilizó el pegador. Estas condiciones nos llevan a replantear la noción del joven contemporáneo como un individuo pasivo ante la sociedad, y refiere la posibilidad del joven pegador mexicalense como un actor social con agencia, capaz de incidir en el ámbito de lo público, en un diálogo constante entre la búsqueda de oportunidades estructurales y un fin personal de búsqueda a sí mismo. Las exposiciones y festivales de arte urbano realizados en Mexicali durante el proceso de esta investigación, nos hablan de la capacidad de agencia de estos jóvenes para poder entrar y salir de estos marcos institucionales según les convenga o beneficie. Su capacidad de negociación con las autoridades u otros actores sociales para la realización de esta práctica de forma legal en determinados momentos y lugares dentro del espacio público urbano. Otro ejemplo es la incorporación de estas prácticas a los espacios educativos, en forma de

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cursos y talleres, a partir de la gestión de estos jóvenes que buscan introducir las pegas y propas a los procesos de educación institucional. Aunque no podemos hablar de la redención del joven contemporáneo como un actor social políticamente activo, sí es posible diferenciar a este grupo de jóvenes de otros por sus formas de organización y acción. Los pegadores no sólo incorporan sus procesos de identificación surgidos de reglas, códigos y maneras de expresarse particulares del grupo, sino que han sabido construir sus propias redes a partir de sus propios medios trascendiendo el escenario local (las pegas en Mexicali) para insertarse en una dinámica sociocultural a nivel global (el movimiento del arte en la calle, la propaganda absurda, las culturas juveniles, etcétera). Como se puede constatar, tanto desde la perspectiva cultural como desde la perspectiva de los estudios comunicativos, estas prácticas realizadas por este grupo particular de jóvenes y otros grupos con características similares, demandan una agenda de investigación que permita entender cómo se articulan estos procesos de construcción de espacios liderados por jóvenes.

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Medio siglo del estudio universitario de la comunicación en México: El riesgo del inmediatismo superficial Raúl Fuentes Navarro* INSTITUTO TECNOLÓGICO DE ESTUDIOS SUPERIORES DE OCCIDENTE ○

Resumen: En ocasión del cincuentenario del estudio académico de la comunicación en México, se recuperan algunos rasgos fundamentales de las trayectorias de la institucionalización de este campo académico en el país, en cuanto carrera profesional y en cuanto especialidad científica. La interpretación de sus condiciones de desarrollo se hace confluir con una propuesta de reflexión sobre el riesgo del “inmediatismo superficial” que hipotéticamente caracteriza crecientemente tanto a las prácticas sociales de referencia como a las perspectivas académicas para la enseñanza y la investigación de la comunicación. Palabras clave: Ciencias de la comunicación, México, universidad, campo académico, proyecto social. Abstract: Commemorating five decades of Communication Scholarship in Mexico, some of its fundamental traits are considered from the perspective of its institutionalization processes, both as a professional training program and as a scientific specialty. The interpretation displayed on the conditions of this field's development is oriented to a reflexive proposal on the risk named "superficial immediatism", an hypothetical explanation for a condition facing both communication social practices and academic perspectives for their study. Keywords: Communication studies, Mexico, university, academic field, social project.

* Raúl Fuentes Navarro, doctor en ciencias sociales. Profesor-investigador del Departamento de Estudios Socioculturales y coordinador del doctorado en estudios científico-sociales del ITESO. Dirección electrónica: raul@iteso.mx

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CINCO DÉCADAS DE INSTITUCIONALIZACIÓN ACADÉMICA La Universidad Iberoamericana, en la ciudad de México, creó en 1960 la primera licenciatura en ciencias de la comunicación del país y de América Latina. Fundada sobre todo en principios humanísticos y filosóficos por el jesuita José Sánchez Villaseñor, esta carrera se propuso la formación de profesionales capaces de influir sobre la cultura contemporánea mediante la intervención en los entonces novedosos “medios de comunicación”.1 La diferencia con las pre-existentes escuelas de periodismo estaba claramente marcada, si bien en las décadas posteriores ambos proyectos (el de la formación universitaria de periodistas y el de comunicadores) confluyeron y se confundieron. A la profesionalización de los periodistas le faltaba densidad intelectual, principal razón para su inserción en las universidades (González Casanova, 1965), mientras que la formación de comunicadores tenía entre sus carencias originales la definición de un perfil profesional asociado a un mercado de trabajo. A diferencia de otros países, donde los estudios de periodismo estuvieron fuertemente asociados a los intereses y acción política de gremios profesionales, en México ni las empresas ni los sindicatos del sector han tenido nunca una intervención determinante y directa en la fundación de escuelas de periodismo o comunicación. En alguna medida por esa característica, el proceso de alcance latinoamericano, impulsado por la UNESCO, la OEA y otros organismos internacionales a través de Ciespal en los años sesenta, para convertir a las escuelas de periodismo en escuelas de comunicación o de “ciencias de la información”2 (Esteinou, 1984). Tuvo en México un efecto particular, sobre todo cuando se sumaron a este organismo las Universidades Nacional y Veracruzana a mediados de los años setenta. 1

Sobre la vida y pensamiento de José Sánchez Villaseñor, su hermano Luis, también sacerdote jesuita, redactó unas Notas biográficas, publicadas por el ITESO y la UIA (Sánchez Villaseñor, 1997). Sobre el proyecto fundacional de la carrera en la UIA, algunos de los primeros alumnos han publicado reflexiones muy ilustrativas (Naime, 1990; Prieto, 2008). 2 La disputa por la denominación “comunicación” o “información”, además de una constante en el plano conceptual, ha sido también muy intensa en términos políticos y pragmáticos, con diferencias contextuales muy importantes, según el país y la época. En España, en los años setenta, prevaleció el nombre “Ciencias de la Información”; en Francia, “Ciencias de la Información y la Comunicación”; en América Latina, con la significativa excepción mexicana, acabó por imponerse el término “Comunicación Social”, de origen eclesiástico. Pero el original “Ciencias de la Comunicación” debió ser sustituido en la Universidad Iberoamericana por “Ciencias y Técnicas de la Información” debido a la objeción de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, pues la carrera no concernía ni a las telecomunicaciones ni a las carreteras.

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Pero como lo atestigua la constitución del Coneicc en 1976, hasta esa época la formación universitaria de comunicadores en México fue un proyecto desarrollado por instituciones privadas, como el ITESO, la Universidad Anáhuac o la Universidad de Monterrey, que establecieron versiones humanísticas de la carrera más o menos cercanas a la de la Iberoamericana. La creación de la Universidad Autónoma Metropolitana en 1974, con una licenciatura en ciencias de la comunicación en su Unidad Xochimilco, fue determinante para el establecimiento de la carrera en las universidades públicas. En esa coyuntura, cuando el discurso del Estado mexicano comenzó a reconocer la importancia de los “medios masivos” y se crearon centros de investigación en diversas dependencias federales, se puede situar la emergencia de un tercer modelo para la formación universitaria en comunicación, diferente de los precedentes, centrados en la profesionalización de periodistas y en la formación de intelectuales que (re)orientaran la acción de los medios. Por primera vez, la carrera de comunicación se concibió como una especialidad de las ciencias sociales, con la formación en investigación (“crítica”) como núcleo central (Solís y De la Peza, 1988). El término “comunicólogo” comenzó a emplearse en este contexto, para distinguir a sus practicantes de los comunicadores y de los periodistas. La hipótesis de los tres “modelos” o proyectos fundacionales para la formación universitaria en comunicación,3 ha servido para analizar las diversas maneras en que se ha buscado articular en el currículum los saberes recortados históricamente como pertinentes en función de diversos perfiles y determinaciones socioprofesionales. Pero también ha permitido reconocer cómo cada uno de estos modelos ha configurado de distintas maneras el núcleo operante de la “comunicación” como disciplina académica, sin que ninguno de ellos haya logrado la consistencia suficiente para legitimarse, ni profesional ni universitariamente. De hecho, los análisis realizados a lo largo de dos décadas apuntan a que los planes de estudio responden más a una yuxtaposición cada vez más confusa de elementos de los tres modelos, con énfasis diversos según las instituciones, pero sin una articulación claramente definida ni cognoscitiva ni socioprofesionalmente (Fuentes, 2005). Esa, que sería la manifestación central de la “desarticulación múltiple” que caracteriza al campo académico de la comunicación, además de referirse a la formación de profesionales, tiene también que ver con la investigación en la medida en que su práctica ha estado subordinada a la docencia.4 3

La primera formulación de la hipótesis de los tres “modelos fundacionales” del estudio de la comunicación, fue publicada en Fuentes (1990). A partir de entonces, se ha incorporado y refinado en múltiples publicaciones. 4 Tres consecuencias de esa “desarticulación múltiple” son, “primera, que la investigación ha recorrido ciertos trayectos que casi nunca se han intersectado con los caminados por

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Dos implicaciones importantes de esta hipótesis tienen que ver, por una parte, con la dificultad de identificar, en las últimas tres décadas, alguna otra propuesta fuerte de formación universitaria de profesionales de la comunicación, sino múltiples y diversos intentos de conjugar los mismos elementos, aunque cambien algunos nombres de “autores de cabecera” en los planes de estudio, en medio de un crecimiento exponencial de la oferta de programas de licenciatura.5 Por otra parte, la pérdida de los ingredientes “utópicos” que caracterizaron a la carrera de comunicación en sus primeros veinticinco años, factor de alta relevancia en el desarrollo de la investigación, y la transformación de los propios objetos de estudio (Fuentes, 1999). Más allá del riesgo de reduccionismo que impone el recurso a la formulación de tipos ideales o modelos heurísticos, puede identificarse en términos generales de dónde provienen y hacia dónde apuntan los proyectos de formación en comunicación: Unos hacia las disciplinas profesionales, hacia la transformación práctica de los oficios; otros, hacia las humanidades y la conformación crítica y creativa de cosmovisiones intelectuales integradas; otros más, hacia las ciencias sociales y su afán de comprensión de las realidades históricas para intervenir sobre ellas y modificarlas. Los tres modelos tienen en común, desde esta perspectiva, un impulso fuerte de transformación de la sociedad por medio de la comu-

la docencia, y por ende, tanto el conocimiento producido como el proceso de su producción difícilmente se han integrado en la formación de los comunicadores universitarios. Segunda, que el conocimiento-teórico y especialmente el metodológicodesarrollado dentro y fuera de América Latina, no ha sido suficientemente confrontado en la práctica social por los profesionales de la comunicación, ni las profesiones han sido capaces de confrontarse con el conocimiento académico, sobre todo con el más estrictamente crítico. Ambas relaciones deberían cruzar el espacio de las escuelas de comunicación y no parecen hacerlo. En su lugar, si acaso, circulan las descalificaciones mutuas y las pugnas ideológicas, reforzando la escisión ‘teoría-práctica’. Tercera, que la búsqueda de legitimación académica de la comunicación como disciplina autónoma, aislándola institucional y operacionalmente de las ciencias sociales (y de las naturales, y de las artes y de todo lo demás), ha llevado al efecto contrario: a la pérdida del impulso en la consolidación de su especificidad disciplinaria y al reforzamiento de la tendencia a reducir el estudio universitario de la comunicación a la reproducción de ciertos oficios profesionales relativamente establecidos” (Fuentes, 1995: 66). 5 En 1985 preocupaba la “proliferación” de programas de comunicación en México (aunque también en muchos otros países), pues se contaban alrededor de 50 instituciones públicas y privadas donde se impartían estos estudios. En 2006-2007, según el catálogo de la ANUIES , había 454 licenciaturas en el área de ciencias de la comunicación (http://www.anuies.mx). Pero en 2009, según un levantamiento realizado por el Coneicc, el número supera el millar de programas (Felafacs, 2009).

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nicación, una propuesta de cambio basada en el pensamiento crítico y el rechazo de las prácticas predominantes en los medios y en otras instituciones sociales. Se puede llamar “utópicos” a esos ingredientes centrales de inconformismo y creatividad porque surgen del reconocimiento de que aunque esas prácticas comunicativas “alternativas” no tienen lugar, o lo tienen sólo marginalmente en la sociedad, los profesionales universitarios de la comunicación se responsabilizarían de extenderlas, implantarlas o mediarlas, es decir, de hacerlas no sólo posibles sino necesarias. Pero es evidente que, por múltiples razones, la utopía universitaria de la comunicación se desprestigió y su impulso de cambio se diluyó. Si cada uno de los modelos fundacionales propuso y comenzó a concretar un proyecto universitario con identidad y sentido propios, los tres con profundos y extensos ingredientes utópicos, su evolución y yuxtaposición tendió a diluir, desde los años ochenta, la viabilidad y vigencia de la licenciatura en comunicación como proyecto académico innovador, para derivar más bien en un lugar común, en una inercia, sujeta cada vez más, exclusivamente, a las “leyes del mercado” de la educación superior: demanda y oferta de un título, más que de un proyecto, de un estereotipo ambiguo, más que de una opción vital, para miles y miles de estudiantes, y a la concurrencia de la mayor parte de las instituciones de educación superior a este boyante mercado, dominado por una demanda bastante nutrida y acrítica, sin atender la elaboración de un proyecto académico apropiado, lo que por otra parte ha sucedido también con muchas otras carreras profesionales en el país. Otra perspectiva de análisis, que puede ser complementaria, tiene que ver con los cambios socioculturales de los entornos, tanto los académicos y universitarios como los de más amplia escala. La “crisis” de los años ochenta, que incluyó el terremoto de septiembre de 1985 y muchas otras tragedias y situaciones de cambio en el entorno nacional, acabó con las condiciones en las que habían nacido y se habían desarrollado los proyectos académicos originales del estudio universitario de la comunicación. Comenzaron a pesar determinantemente otros factores: El de los números desatados de estudiantes y escuelas, al mismo tiempo que se estancaba la inversión pública en la educación superior y la demanda se empezaba a canalizar a instituciones comerciales; el de la rearticulación política de las empresas mediáticas; el de la aceleración y convergencia de “nuevas tecnologías”; el de la incertidumbre sobre el futuro y la integración del país a un nuevo orden mundial, en el que las oposiciones fundamentales entre Este y Oeste cambiaron por oposiciones más silenciosas y opresivas: entre Norte y Sur, entre ricos y pobres.

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En los ámbitos académicos dedicados al estudio de la comunicación, el escenario cambió radicalmente, debido a éstos y otros factores. Desde la perspectiva de este análisis, puede enfatizarse que, en las últimas dos décadas y media, cambiaron prácticamente todos los referentes sociales, culturales, laborales, tecnológicos, políticos, económicos, estéticos y éticos pertinentes al estudio de la comunicación. Y sobre todo, si es que alguna vez pudieron considerarse estables, desde entonces estos referentes se volvieron aceleradamente móviles, y con evidentes articulaciones entre ellos, de manera que unos cambios de condiciones generan otros muchos, en otras dimensiones. El estudio de la comunicación se volvió, al mismo tiempo, mucho más importante que antes, y mucho más difícil de sustentar, en México y en muchos otros lugares del mundo (Fuentes, 2008a: 172-173). En este contexto pueden situarse las condiciones de desarrollo de otras dos estructuras académicas para el estudio de la comunicación: Los programas de posgrado y los núcleos de investigación, cuyo estado actual puede considerarse como de “estancamiento concentrado” (Fuentes, 2009).6

TRES DÉCADAS DE ESTRUCTURACIÓN CIENTÍFICA El proceso de constitución del campo de la investigación académica de la comunicación en México comenzó a mediados de los años setenta,7 cuando se insertó en algunas escuelas la actividad de investigación para impulsar el proyecto utópico sobre el que se fundó la carrera y que identificaba a la comunicación como un factor importante para la transformación social, y se abrieron los primeros programas de maestría, todo esto en la zona metropolitana de la Ciudad de México. Si bien los esfuerzos originales se orientaron por modelos de la investigación empírica estadounidense, la mayor parte de la producción se enmarcó más bien en la tradición “crítica” latinoamericana y europea. No obstante, desde mediados de los años ochenta, la investigación y los posgrados dieron indicios de la prevalencia de otros patrones de desarrollo, sobre los cuales el campo académico alcanzó algún grado de consolidación, relativamente independiente del crecimiento de las licenciaturas. 6

Pues la producción académica ha dejado de crecer en la última década y, a pesar de la proliferación de instituciones participantes en todo el país, más de dos terceras partes de esa producción se siguen originando en seis universidades, las mismas que veinte años atrás. 7 Aclarando que se trata de la investigación académica (universitaria), pues hay antecedentes de actividades de investigación (no universitaria) en México al menos desde los años cuarenta, como ha documentado, entre otros, José Luis Ortiz Garza (2008).

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Esta reestructuración se ha explicado (Fuentes, 1998) por la incorporación de un tipo de investigadores que, formados inicialmente en el horizonte utópico de la carrera de comunicación en los años setenta, buscaron reintegrar el rigor científico y el anclaje empírico con el sentido crítico y el compromiso social en proyectos de investigación institucional e intelectualmente independientes de la docencia en licenciatura, y por tanto no comprometidas con la “disciplina de la comunicación” como se había venido entendiendo,8 sino con abordajes diversos pero más amplios, dentro de las ciencias sociales y de la cultura. Sobre estas bases, durante la segunda mitad de los ochenta se crearon nuevos centros de investigación en algunas universidades, especialmente las de Colima, Guadalajara y la Iberoamericana, donde encontraron apoyo investigadores formados en doctorados en ciencias sociales del país o el extranjero, con perfiles reconocibles por las instancias oficiales de impulso a la investigación científica (como el Sistema Nacional de Investigadores, creado en 1984), y con vocación para una nueva vinculación docente, orientada más hacia el posgrado que hacia las licenciaturas. El cambio en las políticas oficiales para la educación superior y la investigación científica, algunos impulsos de descentralización, y la incorporación de nuevas perspectivas para el estudio de la comunicación, con un énfasis notable sobre el desarrollo metodológico y teórico crítico y el sustento empírico de las formulaciones en marcos de ciencia social, coincidieron así en los últimos años del siglo XX como factores de consolidación del campo académico, que pareció haber estabilizado temporalmente la lucha por las “posiciones” de liderazgo en un modelo de colaboración e intercambio interinstitucional y entre un grupo reducido de individuos, de búsqueda de la legitimación colectiva ante diversos sectores de la investigación en ciencias sociales, para remontar el ámbito más inmediato de la “triple marginalidad” que había caracterizado a la investigación de la comunicación,9 aunque también de un incremento en la desarticulación con la formación de profesionistas (Fuentes y Sánchez, 1992; Fuentes, 1995). 8

Durante prácticamente toda su historia, los estudios de comunicación se han debatido, en todas partes del mundo, entre su origen y fundamentos multidisciplinarios y la necesidad de una identidad institucional que los haga reconocibles como una disciplina (Craig, 2008). Sin abordar por ahora esa polémica, es necesario subrayar que la tendencia hacia la “disciplinarización” en el sentido institucional ha sido la predominante en el nivel de las licenciaturas, y la tendencia hacia la “inter-o post-disciplinarización” la que ha prevalecido en la investigación y los programas de posgrado (Fuentes, 2005: 3538), como una manifestación más de la “desarticulación múltiple”. 9 Se hace referencia aquí al debate autorreflexivo sobre el futuro del campo académico de la comunicación en México, específicamente desde su estructuración institucional,

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Pero al mismo tiempo, esta “estabilización” de la lucha por las posiciones en el campo tuvo que ver también con el deterioro de las condiciones institucionales y la pugna al interior de los establecimientos universitarios, por los espacios y recursos requeridos para el desarrollo académico. En este sentido, la investigación y la formación en posgrado han debido sostener una lucha contra la “burocratización”, la “racionalización” y la priorización de una docencia instrumentalista en la mayor parte de las universidades. La consolidación académica del campo de la comunicación ha estado condicionada, de esta manera, por la propia “modernización” neo-liberal y los reajustes presupuestales de las universidades ante las “nuevas” crisis económicas del país. El estudio de Fuentes (1998) sobre la constitución del campo de la investigación académica de la comunicación en México, concluía con el planteamiento de una “doble disyuntiva” de reestructuración a mediados de los años noventa. La primera disyuntiva se basaba en el creciente alejamiento de la investigación con respecto al “sub-campo educativo” de los programas de licenciatura en el que tuvo sus orígenes, “y que probablemente (en su escala más general) no tenga ya a una ‘reestructuración’ como alternativa a la ‘inercia conformista’ (socioculturalmente determinada) en que parece estar atrapado” (Fuentes, 1998: 347). Esa es la primera disyuntiva que se presenta en los años noventa para el campo: cambiar o desaparecer como campo académico productivo. La segunda disyuntiva supone el cambio y el enfrentamiento de las nuevas condiciones anotadas [las tendencias hacia la fragmentación o hacia la síntesis], mediante la profesionalización avanzada, para buscar la legitimación a través de la extensión de la imaginación utópica o a través de la recuperación del pragmatismo, “apuestas” por el futuro que se plantean [los sujetos] como mutuamente excluyentes… (Fuentes, 1998: 348).

En el contexto de ese análisis, terminado a fines de 1995, alcanzaban a definirse las opciones que parecían más claras para los propios investigadores, pero aún no se podían prever las condiciones que,

en los términos de una fórmula acuñada veinte años atrás por Fuentes y Sánchez (1989), que ha sido extensamente retomada y citada por otros investigadores. Se trata de la caracterización de esta actividad como sujeta a una “triple marginalidad”. Decíamos entonces, y hay que sostener todavía hoy, que “la investigación de la comunicación es marginal dentro de las ciencias sociales, éstas dentro de la investigación científica en general, y ésta última a su vez entre las prioridades del desarrollo nacional” (Fuentes y Sánchez, 1989: 12).

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simbólicamente a partir del año 2000, habrían de modificar algunas tendencias: La disyuntiva entre la extensión de la imaginación utópica y la recuperación del pragmatismo formula una “tensión” que comienza a experimentarse (y a explicitarse) entre algunos de los investigadores académicos mexicanos de la comunicación, como una urgencia estratégica, del nivel de la “supervivencia” profesional (Fuentes, 1998: 358).

En la década más reciente, sin duda, han mantenido su vigencia las principales condiciones estructurales que se postularon como determinantes del desarrollo de la investigación académica de la comunicación entre las décadas de los setenta y de los noventa,10 aunque algunas de ellas se han agravado. Conservando a la agencia estructuradora de los sujetos (investigadores de la comunicación) como clave hipotética de un “proyecto institucionalizador relativamente compartido” articulado mediante la internalización de esas condiciones y la externalización de sus prácticas (Fuentes, 1998: 50), la “segunda disyuntiva” postulada a mediados de los años noventa, entre “la extensión de la imaginación utópica y la recuperación del pragmatismo”, requiere de nuevos procesos de contextualización para poder ser sostenida más de una década después, pues “linealmente”, habría tantas evidencias sobre la prevalencia de uno de los “polos” como sobre la del otro. Quizá no se trate ya de una “disyuntiva” (“situación de alguien cuando tiene forzosamente que elegir entre dos soluciones, ambas malas”), sino de un “dilema” (“razonamiento formado por una premisa con dos términos contrapuestos que, supuestos alternativamente verdaderos, conducen a la misma conclusión”), según los significados literales de ambos términos (Moliner, 1992).

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El estudio referido elaboró tres dimensiones como contextos relevantes de la estructuración del campo: la cognoscitiva, la sociocultural y la institucional. En la primera se incluyeron “factores y procesos de cambio que han afectado la producción, reproducción y circulación del conocimiento sobre la comunicación y las estructuras y fenómenos socioculturales en términos más amplios, así como el sentido de las actividades y sistemas académicos, científicos, universitarios, tanto desde el ‘exterior’ como al ‘interior’ del campo académico de la comunicación”. En la dimensión sociocultural se consideraron a su vez “factores y procesos de cambio ocurridos en esas actividades y sistemas en relación con las estructuras (nacionales e internacionales) culturales, políticas y económicas, sujetas a transformaciones de amplio alcance en los años recientes”. Finalmente, “la dimensión institucional refiere concreta y específicamente a los cambios en que confluyen los factores ‘cognoscitivos’ y los ‘socioculturales’ tanto al interior del sistema nacional de educación superior como en las relaciones universidad-sociedad” (Fuentes, 1998: 48).

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Habría que considerar, en las dimensiones cognoscitiva y sociocultural, entre otros factores, la creciente relevancia que en todo el mundo se ha concedido al objeto genérico “comunicación”, asociado a grandes transformaciones económicas, políticas, tecnológicas, legales y culturales, a la “globalización” y al desarrollo de las redes telemáticas como internet, así como a la concentración mundial de las industrias mediáticas y los procesos de convergencia hipermediática, que han multiplicado muy rápidamente las “demandas” sociales hacia los “expertos”, que han visto ampliamente rebasado su margen de respuesta. En México, concomitantemente, los procesos políticos asociados con el “cambio de régimen” o la alternancia partidaria en la presidencia de la república a partir del año 2000, han generado cambios discursivos y estructurales en todos los órdenes, incluyendo la comunicación, difíciles de evaluar, pero poco consistentes en todo caso con la imagen “democratizadora” que se podía tener de ellos antes del año 2000 (De León, 2009). Podría sostenerse incluso que la creciente atención a los sistemas y procesos “de comunicación” en los debates públicos y de interés general, ha implicado un simultáneo desdibujamiento conceptual e ideológico en los marcos desde los cuales los agentes sociales especializados en la operación, y en la investigación científica, de la multidimensional operación social de los medios de difusión masiva intervienen en ella.11 La “instrumentalización” reduccionista de la comunicación ha permeado también, sin duda y sin que debiera causar sorpresa, a las universidades. En la dimensión institucional, contexto de las estrategias para enfrentar los cambios en los entornos sociocultural y cognoscitivo, pueden también percibirse tensiones recientes, además de la doble disyuntiva o “dilema”: la investigación académica de la comunicación se ha fortalecido en la última década, y ha dado muestras de renovación generacional, casi imperceptibles hasta mediados de los noventa. Pero en relación con el expansivo crecimiento de la oferta de programas de licenciatura en comunicación, impulsado sobre todo por instituciones de dudosa solidez académica, se ha mantenido en un estado precario de desarrollo, equivalente en varios de sus indicadores al de la década anterior, como el correspondiente a los programas de posgrado acreditados, e incluso inferior, como el número de centros de investigación activos o de revistas académicas. Han aumentado tanto la fragmentación temática y metodológica de la investigación (Vega, coord., 2009), como algunas propuestas divergentes para la reestructuración del campo (Rizo, 2008), además de

11

Escenario en el que los debates asociados a la llamada Ley Televisa (Esteinou y Alva de la Selva, coords. 2009), podrían reinterpretarse.

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algunos esfuerzos institucionales por “refundar” sobre bases renovadas la carrera de comunicación.12 Como se afirmaba arriba, hay múltiples indicios de que tanto la extensión de la imaginación utópica como la recuperación del pragmatismo mantienen su vigencia, aunque quizá predominen los de la segunda. Una síntesis actual podría reconocer que generar conocimiento socialmente útil y pertinente es una tarea que acepta múltiples interpretaciones y prácticas: algunas privilegian el conocimiento de aplicabilidad inmediata; otras la profundización del análisis en marcos socio-históricos de escala mayor. En el campo académico mexicano esta tensión, que no se puede resolver sólo discursiva o autoritariamente, puede ser una clave central de debate y de acuerdo colectivo, intra y extraacadémicos, para evaluar y reorientar las acciones de un grupo profesional que, como la mayor parte de los científicos en México, no está satisfecho con la estructura institucional en la que trabaja ni con los resultados hasta ahora obtenidos (Paláu, 2009). Pero la mayor parte de los indicadores de la producción académica no parecen apuntar hacia una convergencia como esa: Más bien refuerzan la idea de la persistencia de la “triple marginalidad”.

EL RIESGO DEL INMEDIATISMO SUPERFICIAL El “mapa” de la enseñanza de la comunicación (y el periodismo) en América Latina (y el Caribe) elaborado y publicado por la Federación Latinoamericana de Facultades de Comunicación Social (Felafacs) con apoyo de la UNESCO a finales de 2009, es una muestra elocuente de algunas características que diferencian a la primera década del siglo XXI de épocas anteriores (décadas de los ochenta y noventa, sobre todo), en cuanto a las condiciones de la institucionalización y las orientaciones predominantes de este campo en la región, pero también en referencia a la considerable reducción en la capacidad analítica y reflexiva al respecto, en comparación con estudios anteriores.13 La “calidad de la enseñanza” se califica como 12

Esfuerzos institucionales entre los que pueden señalarse como ejemplos los de la Universidad de Guadalajara, la UAM Cuajimalpa y la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. 13 Es especialmente lamentable el nivel de la información y el análisis del capítulo dedicado a Brasil, pero hay una notable divergencia en los enfoques y la capacidad de contextualización entre las diversas escalas regionales (donde se formaron equipos de investigación para cada una) y el plano general del “mapa”. Quizá el problema básico sea la falta de colaboración de las propias universidades, pues “los porcentajes de

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“heterogénea”, como lo es también la “oferta laboral para egresados de comunicación y periodismo”, lo cual pudiera indicar (si así se orientara el análisis, al menos de la escasa información disponible), rasgos de fragmentación, también con respecto a estos rubros. Pero el nivel analítico del informe queda probablemente más claramente representado en el párrafo que resume los “obstáculos de las instituciones de enseñanza”: Los obstáculos que enfrentan las instituciones de enseñanza de comunicación y periodismo son diversos, responden directamente [a] las condiciones socioeconómicas de cada región, a las culturas propias de sus instituciones y al nivel de formalización de los sistemas de acreditación o a su inexistencia. A su vez, la emergencia de las NTIC incorpora nuevos retos en varios niveles: primero, el acceso de los centros de formación a equipos y tecnología de punta, muchas veces onerosos para las instituciones; segundo, la actualización permanente de los docentes en el manejo de hardware y software, como complemento didáctico y como materia de formación académica (Felafacs, 2009: 17).

Hay un problema fundamental, difícil de superar, cuando el estudio (que no es sino un “mapa”), concibe en términos tan limitados como lo hace, las tres “consideraciones” que menciona en el “balance” como claves para “leer los datos obtenidos”, aun reconociendo que “es de suma importancia analizar la situación de la enseñanza del periodismo y la comunicación en el contexto de las sociedades latinoamericanas contemporáneas” (Felafacs, 2009: 21). La primera consideración es “el estatuto epistemológico de la comunicación, los sistemas organizativos universitarios y el mercado laboral”, que menciona el problema de la disciplinarización, pero directa y únicamente relacionado con el hecho de que los “egresados deberán competir —muchas veces en desventaja— con profesionales de carreras afines más valoradas socialmente”, situación que difícilmente puede analizarse como un problema epistemológico. La segunda consideración es “la sociedad de la información y la brecha digital”, relacionada única y directamente con las adecuaciones de las instituciones de enseñanza, como si esta esfera tuviera sólo implicaciones didácticas. Y la tercera consideración alude a “la globalización y los vínculos universidad-empresa”, reduciendo el tema a la “especialización” profesional para su ajuste a las demandas del mercado de trabajo (Felafacs,

respuesta a la encuesta utilizada en este trabajo de investigación fue bastante variable, con cifras que oscilan [sic] entre el 7% de centros de enseñanza muestreados en la región México, al 30% en la región Cono Sur” (Felafacs, 2009: 11).

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2009: 21-23). Una “propuesta” que se desprende de estas “consideraciones”, contempla cuatro orientaciones para la formación de los estudiantes de pregrado: La técnica, la académica, la artística y la profesional. El razonamiento que la resume es tan deplorable como sus fundamentos: La tendencia mayoritaria parece concentrarse en las áreas profesionales y técnicas; es decir, aquellas que forman comunicadores competentes en el manejo de tecnologías y saberes aplicativos. La perspectiva académica ha ido perdiendo preeminencia desde los años noventa, debido a las exigencias del mercado y a la fascinación de éste por el dominio de técnicas y herramientas en desmedro de una perspectiva crítica. Sin embargo, la formación artística (en los campos del diseño y de la producción audiovisual), si bien minoritarias [sic], ha tenido presencia social y reconocimiento público, incluso a nivel internacional (Felafacs, 2009: 23).

En el horizonte de la “heterogeneidad” latinoamericana, el capítulo dedicado a México en el informe, titulado significativamente “fragmentación de la oferta educativa”, explicita con claridad el procedimiento seguido para recabar la información, así como sus objetivos: analizar las tendencias actuales de la formación en comunicación, los mecanismos que se han desarrollado para incrementar su calidad y controlar su desordenada expansión; y aportar reflexiones y recomendaciones encaminadas a la elaboración de políticas públicas que velen por su mejor desarrollo más acorde a las necesidades de los futuros licenciados (Rebeil, 2009: 69).

Los resultados de la etapa cuantitativa del estudio son absolutamente alarmantes, independientemente de la sintaxis con que se resumen: “el panorama mexicano de universo de instituciones educativas que enseñan o que tiene[n] programa de comunicación en la República Mexicana suma 1 006; sustancialmente más del doble de programas que se tienen registrados en la ANUIES para el año lectivo 2006-2007” (Rebeil, 2009: 70). La mayor parte del informe, sin embargo, está orientado por un análisis detallado (aunque muy desigual) de los factores que se consideran fundamentales, entre los que se destacan los laborales y los de la acreditación de los programas, con marcados sesgos e insuficientes análisis académicos y sociales: “La proliferación desmedida y sin control de las escuelas de comunicación marca una oferta de bajos estándares y que produce, en cantidad y en calidad, egresados que no pueden ser absorbidos por el mercado laboral” (Rebeil, 2009: 82).

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Gran parte de las afirmaciones contenidas en el informe tendrían que ser discutidas, especialmente por los supuestos (demográficos, por ejemplo) en los que se basan, y por sus implicaciones eventuales para “la elaboración de políticas públicas”. No obstante, uno de los sesgos más preocupantes, probablemente proveniente del diseño latinoamericano del estudio, permea todo el capítulo mexicano: La búsqueda, como recurso prácticamente único, de mecanismos de control (internos a las universidades, pero sobre todo externos) a las instituciones, como los procesos de acreditación,14 tema que ha concentrado la atención del Coneicc durante la última década, y que más que un enfoque académico, es un recurso administrativo. En función de la grave y endémica carencia de diagnósticos sistemáticos sobre las articulaciones entre la oferta académica y el desarrollo socioprofesional de la “comunicación”, y de las crecientes dificultades teóricas y prácticas para generar un marco analítico mucho más pertinente y compartido, puede concluirse esta rápida revisión del estado del campo académico de la comunicación en el inicio de la sexta década de su historia institucional en México con una hipótesis, resumida en la frase incluida en el título y propuesta nuevamente a discusión (Fuentes, 2008b): “el riesgo del inmediatismo superficial”. Tal hipótesis está relacionada con la incapacidad, cada vez más extendida en nuestro entorno, para hacer referencia a un horizonte temporal relativamente alejado del presente inmediato, sea hacia el futuro o hacia el pasado, incapacidad que no es fácilmente separable de la capacidad reflexiva misma. Quizá esta sea la victoria más contundente, —la venganza, podría decirse— del objeto de estudio de las “ciencias de la comunicación”, la comunicación contemporánea, sobre la constitución de los sujetos especializados en su comprensión, mediante la formación universitaria. Si el estudio universitario de la comunicación se entiende como “la producción social de sentido sobre la producción social de sentido” (Fuentes, 2004), y se historiza el análisis de su desarrollo, puede reconocerse que las mediaciones históricas, tecnológicas, sociopolíticas, culturales, económicas… que determinan a los “medios” y sus audiencias, que adelgazan la densidad del mundo de la vida y aceleran el ritmo de las transformaciones superficiales para ocultar la permanencia de las estructuras fundamentales (en las esferas públicas y privadas), que demandan una atención total a un presente efímero y hacen de la “conciencia histórica” cada vez más una hazaña o una impertinencia, al 14

Planteamiento que el propio estudio demuestra que ha sido inviable e ineficaz: De los 1 006 programas identificados, sólo 68 han sido acreditados, 6.75% de los existentes (Rebeil, 2009: 78).

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mismo tiempo que nos privan del impulso utópico hacia “adelante”, nos limitan el reconocimiento de lo que queda “atrás”. Así, los discursos y las prácticas que expresaron y pusieron en marcha los procesos de fundación de la carrera de comunicación, y su desarrollo institucional y social a lo largo de varias décadas y en múltiples localidades, pueden revisarse para descubrir cómo se han procesado y cuáles son los saldos de las incontables ocasiones en las que se han reciclado los mismos elementos en relaciones, a veces nuevas, a veces repetidas, con las múltiples “novedades” que continuamente se exige incorporar en los proyectos académicos y sociales del estudio de la comunicación. Pero estas revisiones escasean. La condición inmediatista y superficial predomina: muchas veces, el tiempo parece no haber pasado, pues las preguntas centrales, y lo que es peor, las respuestas esenciales, aparentemente son las mismas. El “riesgo” fundamental tiene su origen en que la reducción de la comunicación a sus manifestaciones instrumentales, en la práctica, contribuye más al predominio de mediaciones sociales autoritarias que democráticas, y que se enraizan como cultura. Asumir estas reducciones de la comunicación desde la academia, también por supuesto sujeta a fuertes impulsos instrumentalizadores, es un desafío que tendría que ser más seria y prioritariamente analizado y debatido en los ambientes universitarios. Las “fuerzas del mercado”, el “pensamiento único” y la ética asociada a su vigencia, no son exclusivas de algún sector dominante en lo económico, sino que permean también al Estado y a la sociedad civil, a la política y a la cultura, a la ciencia y a la educación. Aunque este riesgo no es nuevo, tendría que atenderse más críticamente como un constitutivo central de la comunicación y de su estudio.

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Lo histórico y lo biográfico en lo mediático juvenil (transformaciones en la cultura, fans e individuaciones juveniles) Héctor Gómez Vargas* UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA, CAMPUS LEÓN ○

Resumen: Este documento es una síntesis de la experiencia biográfica de algunos jóvenes en la ciudad de León, Guanajuato, que se autodefinen como fans de algún producto mediático, con miras a acceder y entender parte de los procesos de transformación de los entornos urbanos, las culturas mediáticas, la configuración de las subjetividades juveniles. Se asume que estas exploraciones son los antecedentes de lo que se ha venido denominando como los “nativos digitales”, pero igualmente, de una generación que comienza a moverse por dinámicas “no locales” dentro de una cultura situada como la local. Palabras clave: consumos mediáticos juveniles, jóvenes, fans, biografías mediáticas, ciudad. Abstract: The present paper is a synthesis of the biographical experience of some youngsters of the city of Leon, Guanajuato, who define themselves as fans of some mediatic product, aiming to access and understand a part of the urban enviroment transformations, mediatic cultures and the configuration of juvenile subjectivity. It is assumed that these explorations are the background of what has been denominated "digital natives", but likewise, of a generation that has begun to move on "non local" dynamics within a situated culture like the local one. Keywords: youth media consumption, young, fans, mediatic biographies, city. * Doctor en ciencias sociales por la Universidad de Colima. Académico de tiempo completo de la Universidad Iberoamericana Campus León. Correo electrónico: hector.gomez@leon.uia.mx

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I. HACIA LOS MUNDOS JUVENILES El antecedente inmediato para estudiar a los jóvenes y las culturas mediáticas fue un proyecto de investigación que se centraba en las culturas locales de México, sus transformaciones a partir de la globalización y el papel desempeñado por los medios de comunicación, en particular el cine.1 Al dirigir la mirada hacia la ciudad, se encontró que su articulación con los jóvenes y los medios de comunicación permiten entender algunas de sus transformaciones y las dinámicas de estructuración que han venido formando parte de la vida social cotidiana de sus habitantes (Bourdin, 2007). A partir de ello se tomó la decisión de trabajar el vínculo de los jóvenes con las culturas mediáticas a través del proyecto “Gente joven, mundos mediáticos y ambientes culturales”, articulando tres líneas de investigación: La ciudad y experiencias cotidianas de los jóvenes; los entretenimientos juveniles, biografías y mundos mediáticos juveniles. Con el proyecto se apostó a trabajar con los nuevos ambientes culturales (Morley, 1998) que se viven en la ciudad para explorar parte de las transformaciones culturales que se están dando, la manera cómo se constituyen y relacionan los sujetos, las lógicas de percepción y de movilidad espacial (Harvey 1993), la conformación de sus subjetividades (Dubet y Martucelli, 1998; Sibilia, 2008). Partiendo de una perspectiva sociocultural (Giménez, 2007), y tomando en consideración algunos de los estudios de los consumos mediáticos juveniles (Livingstone, 2003; Buckingham, 2005; Urresti, 2008), así como de la convergencia de medios de comunicación (Jenkins, 2009) una serie de supuestos han orientado tanto los objetivos de la indagación como las decisiones sobre los procedimientos metodológicos y técnicos para el trabajo de campo. Algunos de ellos son: Primero. Universos mediáticos juveniles. La dinámica de la cultura mediática ha modificado los sistemas de medios de comunicación tradicionales por la presencia de los medios de información y de comunicación digitales, interactivos y móviles (Alberich y Roig, 2005; Igarza, 2008), por lo cual se puede observar su presencia a nivel ecológico en lo social, la ampliación de sus ofertas mediáticas, y que en gran parte se han desarrollado teniendo como objetivo integrarse a la vida de la gente joven (Buckingham, 2008).

1

Gómez Vargas, Héctor (2004). Todas las mañanas del mundo. Transformaciones en la cultura local y medios de comunicación. La experiencia de las mujeres con el cine en la ciudad de León, Guanajuato (1955-1975). Tesis de doctorado, Universidad de Colima, México.

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Segundo. Mundos sociales. El mundo social en que viven los jóvenes también se ha modificado. Esto se puede ver por lo menos en dos niveles: los espacios por los que se mueven de manera prioritaria en su vida cotidiana; los campos culturales en los cuales se desarrolla la vida social colectiva (Rey, 2008). Ambos entornos se vinculan con otros dos procesos que se viven en la ciudad: Los procesos de descentramiento, desespacialización, desarraigo, como parte de las nuevas formas de habitar la ciudad (Martín Barbero, 2008); los procesos de individuación que afectan las narrativas biográficas de sus habitantes (Sennett, 2006). Tercero. Los jóvenes, mundos sociales. Un punto de partida para acceder a las realidades de los jóvenes es la travesía por distintas fases en la adolescencia (Bonfadelli, 1993). Pero la vida del joven no sólo es una etapa, sino una trayectoria por algunos mundos sociales y mediáticos (Guzmán Gómez y Saucedo Ramos, 2007), por los procedimientos de conformación de las subjetividades de los jóvenes (Beck y BeckGernsheim, 2008), y por los procesos de identificación con lo colectivo y lo simbólico (Maffesoli, 2007). Cuarto. Los jóvenes, universos mediáticos. Con la introducción de la computadora, el internet, y los distintos soportes digitales e interactivos, las formas de concebir y estudiar la recepción y el consumo de medios se han alterado. La conformación ecológica de los medios se mueve por nuevas dinámicas debido a la convergencia tecnológica, con lo cual se accede a ellos por vías y procedimientos transmediales (Burgués y Green, 2009). Ante ello, una propuesta de investigación es la que realiza Silvia Livingstone (2002) quien opta por abordarlo por los ambientes, los entornos y los contextos que se generan a partir del vínculo de los sujetos con los medios, los nuevos y los tradicionales (Gil y Vallllovera, 2006; Morduchowicz, 2008). El proyecto de investigación se ha venido realizando siguiendo una lógica abierta de acercamientos que facilite, desde diferentes ángulos, integrar varias dimensiones de las realidades juveniles, su vínculo con lo mediático, recurriendo a diversas metodologías y técnicas de recolección de información (encuesta, etnografía, entrevista a profundidad, historia de vida, análisis textual, historiografía, revisión bibliográfica y hemerográfica). Lo que se presenta a continuación es una síntesis de un primer acercamiento con algunas biografías de jóvenes y trabajos etnográficos en sus entornos familiares. Ambos permitieron observar varios elementos y contextos de algunas realidades juveniles en la ciudad de León. A lo largo de este trabajo de indagación fuimos comprendiendo que la revisión histórica y biográfica nos colocaba en el umbral para entender dos procesos: Los entornos desde los cuales la ciudad, como una cultura local

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y situada históricamente en el tiempo y en el espacio, algunos de los rasgos de la cultura no local que dinamizan procesos transculturales,2 así como los contextos y ambientes culturales a partir de los cuales comienzan a moverse y a constituir un tipo de subjetividad las nuevas generaciones de jóvenes, aquellos que se les ha venido denominando con distintos nombres, como “nativos digitales”, “generación net”, “generación next”, y otros más.

II. LO HISTÓRICO JUVENIL La emergencia de las culturas juveniles es un fenómeno cultural porque marca una serie de diferenciaciones que se materializa en el espacio, que puede ser representado con la metáfora de Georg Simmel (2001) del puente y la puerta, es decir, una articulación variable en el tiempo para la organización de la vida social en lo espacial. Por su parte, el elemento temporal actúa mediante dos vectores: Aquel que se mueve a través de lo histórico y permite recuperar las trayectorias de los jóvenes en la ciudad hasta que llega a un punto donde el presente parece abrirse y dividirse continuamente; pero también aquel que se desarrolla a través por una configuración de información en cada momento, el instante, donde el tiempo y el espacio se unifican y proceden mediante pautas constructivas.3 Mediante el primer vector del tiempo es posible entender que las culturas juveniles son una construcción social e histórica, y la sucesión en el tiempo se puede observar en la manera cómo se ha transformado su contexto social y simbólico, la producción de subjetividades concretas y variables, que se manifiestan en algunos rasgos como las generaciones, los estilos de vida, la cotidianeidad, que permiten ubicar la trayectoria por la cual se va desplegando un orden sociocultural con una tendencia a la diversidad y a la multiplicidad. Desde el segundo vector, las cosas cambian porque ya no es únicamente entender a los jóvenes en un contexto, sino cómo se configura un ambiente 2

Para una revisión de lo transcultural y los jóvenes, se recomienda la ponencia de Matt Hills, Transcultural otaku: Japanese representations of fandoms and representation of Japan in anime/manga fan cultures, presentada en el Simposuim Media and transition 2: Globalization and convergente, en el MIT del 10 al 12 de mayo de 2002. Consultado el 3 de diciembre de 2009. Bajado de: web.mit.edu/cms/Events/mit2/ abstracts/MattHillspaper.pdf 3 Para una revisión de lo temporal en lo social, sus diferentes configuraciones, se recomienda revisar Elías, 1982; Maffesoli, 2007; Sibilia, 2008.

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que se desarrolla por procesos de estructuración a través de continuas reorganizaciones en lo biográfico, como parte del proceso de individuación de los jóvenes a partir de la experiencia con lo mediático, que se manifiesta por la conformación de una narrativa que se configura como un conocimiento distribuido en un tiempo histórico-cultural, la ontogenia generacional y los procesos varios de microgénesis (Cole y Engeström, 2001). Para entrar al primer vector del tiempo es necesario considerar la relación de la ciudad y de los jóvenes en el tiempo y en el espacio, las variaciones que ha tenido a lo largo de la historia. Una forma de acercarse a estos procesos es a partir de señalar los tipos de ciudad que se han gestado. Se propone el siguiente acercamiento: CUADRO 1 Fases y tendencias en la ciudad de León, Gto. E TAPA:

TIPO CIUDAD:

TENDENCIA CIUDAD:

Hasta 1930 1930-1960 1940-1980 1980-1990

Histórica Industrial Mediada Internacional

Ontológica Funcional Funcional Relacional

1990-en adelante

Multicultural

Relacional

E SPACIO : Centro y alrededores Centro y periferia Centro y periferias Renovación del centro, expansión y diversificación de las periferias. Regionalización de la ciudad por territorios. Conexión de las periferias.

Fuente: Elaboración propia a partir de: García Canclini, 1997; Gergen, 1997; Reguillo y Godoy, 2005; Giddens, 1995; Debray, 1994.

Al tener en cuenta esos entornos y fases temporales, es posible observar algunas de las variaciones que se han dado en los entornos urbanos y que tienen incidencias importantes en cuanto a la conformación de los jóvenes en la ciudad, principalmente a partir de un segundo momento, que inicia en la década de los cincuenta del siglo XX, cuando la mancha y la infraestructura urbana se alteran, se expanden y, por tanto, la vida cotidiana, las prácticas culturales, los procesos de conformación de subjetividades.4 4

En este punto, nos inspiramos en libros como los de Richard Sennett (2007) y Raymond Williams (2001).

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Si bien hay antecedentes importantes que provienen desde finales del siglo XIX, los jóvenes adquieren un primer rasgo de empoderamiento juvenil al tornarse socialmente visibles y diferentes al resto de la población: la importancia y la necesidad de su autodefinición y autolegitimación como joven, y esto en sí mismo produjo una división en las estructuras sociales y en las configuraciones simbólico colectivas de la ciudad, porque trazaban nuevas líneas en los procesos de individuación a las formas tradicionales como se había realizado anteriormente. Una breve representación de lo anterior se puede encontrar en el siguiente cuadro: CUADRO 2 Los jóvenes en la ciudad de León a lo largo del siglo XX DÉCADA

JÓVENES

MEDIOS :

50

Rebelde sin causa

60

Pandilleros, hippies

Radio, cine, televisión, discos de vinil. Televisión vía satélite, radio, cine, discos de acetato. Televisión, radio, cine, cassettes, CDs, videojuegos. Televisión por cable y sistema de paga, video, internet, celulares, videojuegos. Internet, MP3, videojuegos, comunicación móvil

70-80

90

2000

Chavos banda, chavos disco Punks, skatos, cholos, metaleros, ravers, góticos, fans, etc. Emos, otakus, reggetoneros, cosplay, bloggers

VISUAL: Cine Televisión

Televisión

Video, imagen digital

Video digital, anime

Fuente: Elaboración propia a partir de: García Canclini, 1997; Gergen, 1997; Reguillo y Godoy, 2005; Giddens, 1995; Debray, 1994.

A los vectores del tiempo, corresponden espacialidades que se van abriendo y diversificando, que hacen emerger a una nuevas experiencias temporales, entre ellas, un crecimiento de dinámicas translocales (Reguillo y Godoy, 2005), una sociabilidad que se desenvuelve a partir de pautas generacionales, de agrupamientos colectivos que habitan los espacios urbanos y los mundos mediáticos, a la manera de suburbios, territorios temporalizados por aquello a lo que se accede, vincula y simboliza (Morley, 2008). La presencia de los jóvenes en la ciudad fueron una primera tendencia unitaria que se prolongó hasta parte de la década de los ochenta, en 122 • Héctor Gómez Vargas


cuanto que la presencia de los rebeldes sin causa, los hippies y los chavos banda, manifestaban un intento por afirmar su individualidad y autonomía grupal a través de una serie de elementos de corte clasista, una confrontación en lo ideológico, en momentos donde lo comunicativo estaba predominantemente centrado en lo visual de la televisión, así como la importancia que tenían para ellos la industria musical, a través de la radio y los discos de vinil. Pero a partir de la década de los noventa los contextos fueron otros. Ya no era una condición juvenil unitaria, sino múltiple, fragmentada, cambiante. Si bien siguió presente la tendencia de la búsqueda de una individuación y autonomía colectiva de corte clasista e ideológica en muchos casos, igualmente comenzó la tendencia de hacerlo por vía de los procesos de individuación juvenil, es decir, ser joven a través de la autoafirmación por pertenencia a un estilo de vida, donde el cuerpo, el entorno y las interacciones sociales fueron dispositivos comunicativos de cosmovisiones, deseos, afiliaciones, sensibilidades (Maffesoli, 2004). Los referentes y ámbitos comunicativos igualmente se expandieron y diversificaron, la imagen digital e interactiva se instaló como la predominante, la presencia de pantallas varias (televisión de aire, de paga y restringida, consolas de videojuegos, computadoras, celulares, agendas electrónicas, etcétera), por las cuales se amplió su experiencia con los mundos mediáticos, una ecología de medios de comunicación muy diferente a cuando únicamente se hacía a través de la televisión, el cine o la industria musical.5

III. LO BIOGRÁFICO Y LO MEDIÁTICO Una forma de acceder a la manera cómo los jóvenes comenzaron a entrar a los mundos mediáticos fue a través de lo que se denominó “biografías mediáticas”, con lo cual se pretendía explorar los contextos de la ciudad, el tránsito de la infancia a la adolescencia, que fueron pautando cierto tipo de entrada y de experiencia con la cultura mediática. Un elemento que facilitó trabajar con el material biográfico fue el fenómeno de los fans que se estaba comenzando a manifestar en la ciudad, porque se consideró que a partir de las biografías mediáticas de jóvenes que se asumían fans de algún producto de la cultura mediática (Star Wars, Harry Potter, El Señor de los Anillos, etcétera), era posible acercase a la 5

Para tener una imagen del desarrollo de los medios de comunicación y su paso a lo digital e interactivo, se recomienda el libro de Diego Levis (2009), y el libro coordinado por Mario Carlón y Carlos Scolari (2009).

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relación que han tenido con el consumo de medios, el conocimiento que han desarrollado sobre los universos mediáticos, a lo largo de su proceso de individuación como joven (Hills, 2002; Brooker, 2002). En varios casos, ser consciente de que se es fanático de un producto mediático representa un acto de afirmación de sí mismo y un proceso de diferenciación de su vida y de su entorno, un evento que será importante en la constitución de su subjetividad (Jenkins, 2009a). Se puede vivir como un momento que “marca” o como un proceso en el cual se va introduciendo hasta que se ve inmerso en él. En ambos casos, es el resultado de varios procesos y contextos que se van tejiendo, e implica una serie de relaciones con diferentes grupos sociales, con quienes siente compatibilidad en los mismos intereses, comparten experiencias y referentes simbólicos diversos, que se constituyen en una estructura sensible con la que se identifican, se reconocen y se vinculan. Un elemento importante es el entorno desde el cual los fanáticos vivieron sus vidas y comenzaron a generar un tipo de historia y experiencia con la cultura mediática. Todos los jóvenes con quienes se trabajó nacieron en la década de los ochenta y ese fue parte de los contextos en los cuales nacieron y crecieron. En ello hubo tres procesos básicos e interrelacionados: • Los procesos de transformación que se vivían en el país y que se manifestaban en las alteraciones del metabolismo, de las dinámicas y equipamientos para el consumo en muchas ciudades en México. Momentos en los que el país se abría a un nuevo tipo de economía, la internacionalización de los mercados, la ampliación de la industria de la cultura, la introducción en los hogares de nuevas tecnologías de información y de comunicación, así como de nuevos soportes de reproducción en distintos formatos de productos y bienes simbólicos mediáticos. • Los procesos de transformación de la vida familiar y el equipamiento tecnológico en el hogar. Esto conlleva tanto el proceso por el cual las familias y sus dinámicas se fueron modificando durante la infancia de los fanáticos, así como la capacidad y actitud de la familia por equipar el hogar con tecnología de información y de comunicación en las casas, y bajo esos entornos cambiantes, los hijos crecieron con determinada ecología de medios (televisión abierta, equipos de sonido, videocassetera). • Los tránsitos de la infancia a la adolescencia y su vínculo con la cultura mediática a través del equipamiento tecnológico en el hogar. En la mayoría de los casos que se trabajó, la televisión abierta era el principal vínculo de los niños con lo mediático, aquél que provenía por la programación infantil, principalmente las caricaturas y las películas, que se complementaba en las casas donde se tenía videocassetera. Esto se modifico cuando se accedió a televisión de paga y se introdujo en la casa el DVD: además de la ampliación

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de la oferta televisiva, se procedió a un tipo de televidencia distinto, pues los niños comenzaron a observar otro tipo de productos, a seleccionar aquello que les interesaba más, a coleccionar películas, series de televisión. La mayoría de los jóvenes entrevistados reconocieron que su afición a un mundo mediático es recordado como un momento en el cual muchas cosas en su vida, o en su forma de ver al mundo, cambió. Un fan lo sintetizó al expresar que fue una “experiencia que marca” en la adolescencia. Esto no significa que antes no habían tenido contacto con productos mediáticos, al contrario, en la mayoría de los casos crecieron inmersos en ellos a través de la televisión, el cine, las revistas, pero era aquello que los padres les proveían o facilitaban. Más adelante, cuando tuvieron la capacidad de elegir lo que querían ver y hacer, marcó una serie de distinciones y alejamientos con los miembros de su familia: Los gustos fueron pautas de diferenciación por donde su individualidad iba ganando autonomía. Una primera manifestación del interés por esos mundos mediáticos fue el coleccionismo, que no sólo serían las marcas de su interés y sus procesos de identificación, igualmente de una trayectoria personal a lo largo del tiempo dentro de esos mundos.6 El coleccionismo puede ser visto como una estrategia del mercado para mantenerlos cautivos dentro de un sistema de objetos simbólicos (Baudrillard, 2007), pero desde la perspectiva de la vida de los fans, como fans, es un recurso permanente para expandir un vínculo emocional con algo que ha sido importante en la conformación de su subjetividad, y retornar a momentos fundacionales de su vida emocional que los liga a algo o a alguien, que los religa a una experiencia individual (Jenkins, 2009a; 2008; Maffesoli, 2001). En algunos casos, la experiencia coincide con el paso de la infancia a la adolescencia, y eso implicó realizar una especie de diferenciación con lo que se vivía en la niñez en relación con lo que llegaron a vivir como adolescentes porque, por un lado, los contextos y los mundos de la infancia cambiaron, y por otro lado, porque su actitud con lo mediático se dinamizó de manera particular: No sólo porque hubo cambios en los contenidos de los productos mediáticos, sino igualmente por un crecimiento en la exposición a otros productos a través de dispositivos tecnológicos, como una práctica ampliada para acceder a sus aficiones de acuerdo con sus gustos y aficiones particulares. Esto significa que el niño o el adolescente cobró cierta autonomía para gestionar con los padres la adquisición de un soporte tecnológico para entrar en esos mundos (videojuegos, computadora, DVD), y para adquirir 6

Para una revisión de la importancia del coleccionismo, recomendamos el libro de Giorgio Agamben (2006), particularmente el capítulo, “Freud o el objeto ausente”.

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los objetos de la colección (libros, muñecos, ropa, etcétera), pero también porque en algunos casos ellos mismos pudieron adquirirlos con sus propios recursos. En ambos casos, se fue conformando la distancia, entre otras, de los cambios en las narraciones, las estéticas, los géneros, que se vivían en “familia” a los que comenzaron a disfrutar por sí mismos y a compartir con los amigos. Para algunos aficionados de Star Wars, la estética y el realismo de las imágenes los trasladó para entrar a otro mundo de lo posible. Para los de Harry Potter, saber de que hay otros mundos más allá de los muggles fue algo similar, al igual que el mundo de los elfos, los orcos, los urukai, los enanos, de El Señor de los Anillos. En los tres casos, era un mundo por explorar, pues los creadores habían fundado un mundo nuevo, con algunas historias oficiales, pero dejaba de lado muchas cosas por descubrir. En términos de los fans de Star Wars, era ser parte de la creación de los “universos expandidos”. Como lo dijo una fanática de Star Wars, lo importante no era la historia en sí misma, sino el fondo, lo que está más profundo y sostiene a la historia, lo que abre como posibilidad y que el fanático tiene que descubrir. En ese punto no sólo fue entender que se había pasado de una etapa a otra, sino que debía comenzar una nueva forma de ser, y es por ello que otro elemento importante de los momentos que los marcaron, es que propició una actitud diferente ante lo mediático. Una joven fanática expresó que haber entrado a los libros y a las películas de Harry Potter y de El Señor de los Anillos, la habían llevado a ser una “espectadora activa” porque, a partir de entonces, se abocó a conocer tanto lo que había en los libros, como a estudiar literatura y apreciación de cine. Un joven fanático de El Señor de los Anillos sintetizó su experiencia diciendo que a partir de haber leído los libros, a la par que veía las películas, le había llevado a entender su vida, su mundo y lo que sucede con la gente, que desde ese momento su relación con el cine era un “cine por socialización”. En muchos casos, la entrada a esos mundos los llevó a otro proceso nuevo: La ampliación de sus redes sociales con diversas comunidades de fanáticos con quienes se encontraban a través de lo virtual (Messenger), en espacios urbanos particulares (la escuela, cafeterías, casas de alguno de ellos, el cine, lugares en la ciudad para comprar películas, animé, jugar rol o cartas de combate), o en eventos especiales como los congresos de fanáticos de Star Wars, del cómic y del animé, de otakus, y otro más. Pero entrar en esos mundos no sólo fue el paso de la infancia a la adolescencia, sino que hubo otros factores, y para ello es necesario entender algunos entornos de la transición.

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Sus primeros contactos con lo mediático fue a través del cine, la televisión o los videos, los cuales eran parte de las rutinas familiares o de la convivencia con amigos, siendo las caricaturas y los productos infantiles (películas de Walt Disney, caricaturas de Hanna-Barbera, Warner Brothers) los que más les atraía. Otro elemento presente eran las revistas y los discos de música que les compraban porque era para niños. En algunos casos, tuvieron las primeras consolas de videojuego de Atari. Un punto en el cual se percibe los antecedentes de algunas transiciones es el gusto por determinadas series que veían en la televisión, en particular He Man, Thundercats, Candy-Candy, Los Caballeros del Zodiaco, que veían en la televisión abierta, o por la renta de videocasetes. Para sus padres, eran caricaturas, como una variación del Pájaro Loco, Don Gato y su pandilla, Los Picapiedra, que habían visto en su adolescencia, pero para los hijos era entrar a un mundo que los marcó. Las circunstancias cambiaron con la adolescencia. La casa se convirtió en un mundo dual: Por un lado, fue abandonada para ir con los amigos o acudir a hacer algún tipo de ejercicio o deporte, pero por el otro lado fue el epicentro del contacto y de convivencia con los amigos, o de la ampliación de su mundo personal, por su relación con los mundos mediáticos a través de varias innovaciones en el hogar: La introducción de la televisión de paga y de las consolas de videojuegos, la sustitución de la videocassetera por el DVD, la llegada de la computadora y el acceso a internet, a partir de lo cual comenzaron a buscar información, bajar música, videos, documentos, y a estar en permanente contacto con amigos, desconocidos y comunidades “por afición”. Esto se reflejó en dos cosas: El cambio en el tipo de programas de televisión y de caricaturas que comenzaron a ver. El paso de las caricaturas estadounidenses de los setenta a las producciones japonesas del animé, y de series de televisión que sentían como más cercanas a ellos. En la mayoría de los casos señalan que el “factor” de Los Simpson fue determinante en sus gustos y en el tránsito hacia otro tipo de series televisivas, así como el hecho, de quienes la vieron, la serie de anime, Evangelión. Como se dijo anteriormente, la vivencia de los fans de algunos productos mediáticos dan cuenta de un entorno y de algunos procesos que implican alteraciones más amplias: Las transformaciones en la ciudad, del tipo de equipamiento urbano como ofertas culturales para el desarrollo de un tipo de experiencia y de vida social; alteraciones en las instituciones básicas como la familia, la escuela, la diversión, las maneras de estar juntos; la llegada y modificación de una diversidad de ofertas mediáticas y espaciales para la presencia de los jóvenes, dentro de las cuales no sólo se favorece la constitución de una cotidianeidad vinculada con estilos de vida particulares.

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IV. CONCLUSIONES La presencia generalizada de las tecnologías de información y de comunicación en las ciudades del país se remite a un poco más de dos décadas, lo cual quiere decir en términos de la historia un lapso de tiempo muy corto. La cuestión es que su presencia no se ha dado dentro de una temporalidad de continuidad lineal, sino más bien dentro de un ritmo de corte fractálico, es decir, una continua onda de trayectorias cíclicas, rizomáticas de progresión orgánica que contiene su propia temporalidad y se abre a una serie de continuidades y discontinuidades. Es por ello que en unas cuantas décadas su presencia se ha generalizado y se ha ido constituyendo en parte de la vida social y cotidiana, en la manera como se construye socialmente la realidad (Vizer, 2003). La cultura mediática ha dejado de ser un producto y una mediación de la modernidad y de la posmodernidad, para ser un elemento que constituye la experiencia posmoderna o hipermoderna (Lipovetsky y Serroy, 2009: 28). El consumo de cultura permite entender los nuevos entornos urbanos y las culturas juveniles son una forma de acceder a lo que se está moviendo y se está impulsando hacia distintos órdenes en la ciudad, y marca la ruptura y transición mediológica que se ha venido gestando y está en proceso (Alonso, 2006). Dentro de los estudios de las culturas juveniles, de los nuevos medios de comunicación, de las ciberculturas, se ha venido expresando que muchos de los jóvenes en la actualidad, aquellos que nacieron a partir de la década de los noventa, son la primera generación que crecieron dentro de una ecología de medios digitales e interactivos, y a esos jóvenes se les concibe como la generación net, la generación Messenger, los “nativos digitales”, pero a la llegada de esta nueva generación se le ha de considerar que lo hace dentro de una cultura situada en el tiempo y en el espacio, donde se ha configurado una constelación de generaciones previas, los pioneros en el acceder a los espacios y universos simbólicos de una cultura local no situada, quienes crecieron en una zona de transformaciones varias, las cuales nos dan algunas pistas de las tendencias desde donde los “nativos digitales” comienzan a moverse. Es por ello que parte de lo que ha investigado se ubica en la antesala para explorar estos nuevos entornos sociales, culturales y mediáticos, porque ha permitido estudiar tanto a la ciudad como a una generación de jóvenes que son los antecedentes inmediatos a los nativos digitales que se están haciendo visibles y presentes en diversos entornos de la ciudad.

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El modelo de la comunicación artística. Pretexto para apuntar algunos criterios metodológicos para el análisis del discurso estético Vivian Romeu Aldaya* UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE LA CIUDAD DE MÉXICO ○

Resumen: Este trabajo pretende reflexionar sobre algunos criterios metodológicos para el análisis de los discursos estéticos, a través de la revisión del modelo teórico de la comunicación artística propuesto por la semióloga belga Nicole Everaert. Propondremos la conceptualización del discurso estético a partir de sus diferencias con respecto al discurso artístico, lo cual nos posibilitará, previa revisión crítica del modelo de la comunicación artística de Everaert, la explicación y desarrollo de los criterios metodológicos que creemos necesarios para abordar analíticamente el discurso estético del que se nutre la obra de arte. Palabras clave: discurso estético, comunicación artística, Everaert, naturaleza estética, Peirce Abstract: This work is intended to reflect some methodological criteria for aesthetic, discourses based on the revision of the theoretical model of artistic communication proposed by the belgian semiologist Nicole Everaert. We will also propose the conceptualization of the aesthetic discourse of its differences from the artistic one, which allow us, after critical review of artistic communication Everaert´s model, explain and develop methodological criteria that we consider necessary to address analytically the aesthetic discourse, that nourishes the work of art. Keywords: aesthetic discourse, artistic communication, Everaert, aesthetic nature, Peirce * Vivian Romeu Aldaya: Doctora en comunicación por la Universidad de La Habana, Cuba. Profesora-investigadora de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. mynameisarielversion2@yahoo.com.mx

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CONSIDERACIONES PRELIMINARES Este trabajo pretende reflexionar sobre algunos criterios metodológicos para el análisis de los discursos estéticos, a través de la revisión del modelo teórico de la comunicación artística propuesto por la semióloga belga Nicole Everaert. La razón de esta elección se debe a dos aspectos fundamentales; el primero: Que el modelo de la comunicación artística propuesto por Everaert, si bien no se plantea desarrollar criterios metodológicos para abordar la obra de arte, sí da cuenta de los procesos de producción y recepción en torno a lo que la autora ha denominado comunicación artística, y en ese sentido sugiere una brecha de reflexión que orienta la discusión sobre la naturaleza de estos procesos y la relación que guardan los mismos respecto al análisis del discurso tanto artístico como estético. El segundo aspecto, estrechamente relacionado con esto último, se refiere a la necesidad de enriquecer la discusión sobre el análisis del discurso literario, por mucho tiempo coto del enfoque formalista sobre el discurso, a partir de algunas reflexiones en torno a la naturaleza de la obra de arte que, en este caso, constituye también el objeto de la comunicación y el discurso. Para llevar a cabo lo anterior, primero expondremos brevemente la relación que existe entre lo comunicativo y lo discursivo, haciendo énfasis en un concepto de discurso que soslaye su materialidad lingüística, para luego poder explicar la manera en que entendemos el discurso estético y las diferencias que esto supone con respecto al discurso artístico. Posteriormente, describiremos y revisaremos críticamente el modelo de la comunicación artística de Everaert, señalando con claridad aquellos aspectos que nos resultan clave para desarrollar nuestra crítica; y por último, nos enfocaremos en la explicación y desarrollo de los criterios metodológicos que creemos necesarios para abordar analíticamente el discurso estético, en el entendido de que éste es al mismo tiempo discurso simbólico y estrategia de comunicación.

ENTRE LO COMUNICATIVO Y LO DISCURSIVO: EL DISCURSO ESTÉTICO

Las relaciones entre discurso y comunicación resultan desde cierta perspectiva, evidentes. Tal y como afirma Karam (2007), la tendencia enunciativa de los estudios del discurso, liderada por Benveniste y Jakobson, al considerar al discurso como parte de un modelo de comunicación, lo define como la manera en que el sujeto de la enunciación

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organiza su lenguaje en función del destinatario de esa comunicación y bajo condiciones específicas de temporalidad y espacialidad.1 Sin embargo, aunque esto pueda ser cierto, en el proceso de inscripción del sujeto enunciador en el discurso influyen, como bien advierte Pecheux (1978) y otros teóricos del enfoque materialista del discurso, las condiciones estructurales y coyunturales que configuran el panorama histórico, social y cultural desde donde se emite el discurso. Las marcas ideológicas son, en ese sentido, huellas de la materialidad misma del discurso, y no libre y arbitraria elección del sujeto emitente; por ello, y sin soslayar las reglas y lógicas organizativas internas del discurso, la relación entre lo discursivo y lo comunicativo atraviesa necesariamente por una relación que configura al discurso tanto en el sentido de acontecimiento (prácticas) como en el sentido inmanente (fenómeno). Es este enfoque sincrético el que permite dar cuenta de lo que sucede con el discurso del arte. El discurso del arte, también llamado discurso literario, ha sido abordado analíticamente por el enfoque formalista que entiende a la obra de arte como enunciado, o sea, como unidad discursiva autónoma, o lo que es lo mismo: como unidad discursiva que refiere el marco interpretativo al interior del texto mismo. Esto soslaya, erróneamente en nuestra opinión, el vínculo del enunciado con las huellas de su proceso de enunciación ya que el acto de enunciación del cual se desprende la concepción y expresión del discurso está siempre en estrecha relación con el ámbito de la recepción y lectura del mismo. El discurso poético, en tanto discurso, es instancia histórico-social de construcción y representación de una realidad necesariamente intercambiada, compartida, negociada y disputada a través de los eventos del habla por los participantes de una interacción. Por ello, consideramos que el discurso poético posee una estructura narrativa y organizativa del sentido que más allá de lo ficcional construye una instancia de relación con el lector que es justamente lo que lo define como discurso poético a partir de sus especificidades estéticas que —debemos aclarar—no necesariamente constituyen especificidades artísticas.

1

De esa manera, este enfoque expresa el vínculo entre discurso y comunicación a partir de una función enunciativa, donde el enunciador se halla en el origen del significado del discurso.

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DIFERENCIAS ENTRE EL DISCURSO ARTÍSTICO Y EL DISCURSO ESTÉTICO

El discurso poético puede ser parte o no del discurso artístico ya que entendemos al discurso artístico como aquel que se gesta como producto y práctica de un quehacer concreto (el artístico) al interior del campo determinado, en este caso el campo artístico; en tanto, el discurso poético posee una naturaleza estética que se halla vinculada a la manera en que dicho discurso convoca su relación con el lector. A esta especificidad le llamaremos “estética”,2 y será definida, en primera instancia, por la naturaleza del texto mismo. Julieta Haidar plantea que el discurso es tanto enunciado como práctica (Haidar, 1998), es decir, se trata tanto de materialidades como de acciones, de ahí que el discurso del arte devenga al mismo tiempo discurso estético y práctica discursiva. Como práctica discursiva, el discurso puede ser tanto artístico como poético, ya que se corresponde con la práctica como acontecimiento para hacer arte3 así como con el modo específico en que hay que gestar una producción para que sea una producción artística y no cualquier otro tipo de producción simbólica. En cambio, como discurso estético solamente, dicho discurso se corresponde en primera instancia con su inmanencia, es decir, con el conjunto de reglas internas4 que otorgan especificidad estética al mismo y con el modo mediante el cual desde dicha inmanencia el texto interpela al lector. Sin embargo, a pesar de esta separación metodológica-práctica-artística y producción artística, no pueden concebirse de manera excluyente. La producción artística, al ser en sí misma la producción específica de un campo también específico, da por resultado, en la observancia y aplicación rigurosa de sus reglas, productos estéticos. Es decir, la práctica ejercida por los artistas, en tanto agentes del campo artístico es tanto acción configurante como entramado configurativo; en el primer caso la acción configurante es acción que construye —en tanto produce—

2

Lo estético se separa de lo artístico ya que lo artístico se define por su vínculo campal, es decir, refiere a la producción de un campo. Para mayor información consultar Bourdieu, Pierre (1995). Las reglas del arte: Génesis y estructura del campo literario. Barcelona: Anagrama. 3 Dicha práctica está vinculada tanto a sus productores y a los procesos y factores condicionantes de la producción, como a sus consumidores y/o usuarios y a sus procesos de recepción, consumo y lectura. 4 Dichas reglas no deben estar vinculadas a las prácticas discursivas del arte, sino solamente a la configuración inmanente del texto, como si el texto estético fuese per se un texto “estéticamente” autónomo.

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significación (no se trata de acontecimientos sin más, sino acontecimientos que devienen “modos” de hacer y de intervenir en las realidades sociales, históricas y culturales que se configuran a su vez en mallas socioculturales de referencia de y para la creación); en el segundo caso, el entramado configurativo constituye, literalmente, significación, y en ese sentido, reglas y matrices codiciales que la sustentan.

EL MODELO DE LA COMUNICACIÓN ARTÍSTICA SEGÚN EVERAERT El modelo de la comunicación artística propuesto por la semióloga belga Nicole Everaert parte de considerar a la comunicación artística como un suceso a través del cual se infiltra la primeridad en la terceridad y que implica tanto a los ámbitos de producción o creación como a los ámbitos de recepción y consumo del arte (Everaert, 2001). Este modelo está poderosamente anclado por una parte en las categorías peircianas de primeridad, segundidad y terceridad, y por la otra en el concepto de simbolismo dado por Cassirer. Para la autora, lo simbólico se construye en lo real, por medio de la interpretación, lo que en términos peircianos estaría dado por la terceridad. La terceridad es para Peirce (1987) las reglas o leyes que por medio del hábito o la experiencia habituada fundan lo real a partir de la concurrencia de hechos que ponen en práctica esa misma ley o regla. En resumen, como bien lo manifiesta la autora, la terceridad es la categoría de la cultura, de la representación, del lenguaje, de los hábitos, las convenciones, en una palabra… de lo simbólico. Por su parte Kant, otro de los teóricos que sustenta la construcción del modelo de la comunicación artística, considera que lo real es el resultado de aquello que puede ser concebible o bien a través de los conceptos5 o bien mediante la intuición. Everaert parte de esta distinción kantiana para proponer que lo real es lo dado a través de conceptos (para Peirce esto sería la terceridad) y lo posible lo dado por la intuición (para Peirce sería la primeridad). Es así como la autora estructura su categoría de simbolismo.6

5

Para Kant, un concepto es la posibilidad de un objeto. Esta estructuración presenta matices diferenciales con respecto a lo que plantearon tanto Kant como Peirce. Kant no especificó realmente cómo se construía lo real a partir de conceptos y mucho menos relacionó esto con lo simbólico. Para Peirce, por su parte lo real está dado de dos maneras: Lo real particular (segundidad) y lo real generalizado (la terceridad: la representación, el hábito, la convención). 6

El modelo de la comunicación artística. Pretexto para apuntar algunos • 137 criterios metodológicos para el análisis del discurso estético


LAS CATEGORÍAS PEIRCIANAS Y SU RELACIÓN CON LA COMUNICACIÓN ARTÍSTICA

Para Peirce, la primeridad es la categoría de lo posible, de la concepción del ser en la totalidad, de la cualidad sin encarnación, es decir, de una impresión general de un gesto antes de que se trate de una gestualidad específica; la segundidad, en cambio, es un existente singular que contiene a la primeridad; es el gesto de un saludo específico; y la terceridad es la instancia de mediación que se forma a partir de la segundidad pues la ley o norma que constituye la terceridad se constituye a partir de la recurrencia de los fenómenos de la segundidad. La terceridad es general y abstracta, lo que equivale a decir que vale para todos los casos que cumplan con la regla. En el caso del gesto, la terceridad es tanto aquella regla que permite representar el gesto como la que permite reconocerlo. Basada en esta clasificación, para Everaert la obra de arte, al ser un existente singular es segundidad, por lo que es el resultado, al menos en principio, de la primeridad (lo posible, la idea) en tanto toda segundidad la contiene. Según la autora, el artista durante el proceso de creación entra en contacto con la primeridad al entrar en contacto con lo posible. Pero como ella misma afirma, lo posible es “indistinción, caos, locura”, de manera tal que el artista, para regular tal caos, debe “infiltrar” su idea en la terceridad, es decir, en el orden de lo simbólico. Así, según Everaert, se produce la obra de arte. El proceso de infiltración define el proceso de creación mismo porque gesta un conocimiento nuevo que es la obra (Everaert, 2001). Cuando el artista se encuentra en contacto con lo posible, la única posibilidad que tiene de formular lo posible, o lo que es lo mismo, de concretar su idea en obra, es dándole forma a la idea a través del simbolismo existente para lo cual debe necesariamente descomponerlo, subvertirlo. En este proceso de descomposición del simbolismo existente, continúa la autora, el artista modifica las leyes y reglas del simbolismo anterior para así poder “inscribir” su idea en un nuevo simbolismo. Sin embargo, como se notará, dicho simbolismo no puede ser nuevo en su totalidad, sino que nace de la descomposición del simbolismo pre-existente. 7 Así entendido, definimos al proceso de creación como aquel donde lo posible (en tanto Idea prístina de la obra) se infiltra en lo simbólico (se traduce a lenguaje) y construye una obra que es el resultado (existente, segundidad) del proceso de 7

Negar que el nuevo simbolismo nace de un simbolismo pre-existente es cancelar la posibilidad misma de que el proceso de infiltración de la primeridad en la terceridad pueda llevarse a cabo.

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elaboración de un “nuevo” simbolismo. ¿Qué pasa, a partir de entonces con el proceso de recepción? En palabras de la autora Situado ante la realidad de la obra, el receptor que la descodifica (y éste no puede ser cualquier transeúnte sin iniciación: una descodificación requiere siempre de un esfuerzo de atención, de curiosidad, de simpatía, así como un dominio de los códigos preexistentes), en el momento en que la descodifica (y ese momento es fugaz… los efectos de una obra de arte no son permanentes); el receptor, por lo tanto, que descodifica la obra, es conducido por el simbolismo de la obra hacia lo posible que se encuentra integrado en ella. Para alcanzar lo posible virtualmente presente en el objeto -obra de artees necesario seguir la pista trazada por el simbolismo (es necesario descodificar). (Everaert, 2001)

Como se puede notar, para Everaert el proceso de infiltración es lo que permite la “puesta en común” de los mapas de la obra, pero dichos mapas no se despliegan a partir de una red simbólica conocida del todo, sino que en la medida en que la idea se traduce a lenguaje, lo posible va adquiriendo estatus simbólico, significante, lo que a su vez posibilita la potencial aprehensión de dicho simbolismo por parte del receptor a través de la descodificación. El papel del artista en este proceso es dejar plasmadas las pistas que deberá descubrir el receptor para llevar a cabo su proceso de descodificación. Sólo así, en opinión de la autora, en la “reactivación del movimiento originario”, el receptor es conducido por el simbolismo de la obra hacia lo posible integrado en ella.

EL MODELO DE LA COMUNICACIÓN ARTÍSTICA. UN RESUMEN Los principales conceptos manejados por Everaert son: el concepto de infiltración que es el proceso por medio del cual el artista “ajusta” su idea al lenguaje simbólico pre-existente para conformar la obra de arte; el concepto de red simbólica o mapa simbólico que refiere al entramado simbólico configurado a partir del resultado del proceso de infiltración de la primeridad en la terceridad, que es donde se halla constituido el significado de la obra; y el concepto de descodificación que refiere al acto en que el receptor restituye los sentidos simbólicos de la obra, comprendiendo así los significados imbricados en ella. Estos conceptos permiten formular los postulados teóricometodológicos que el modelo de la comunicación artística supone, a saber: 1) que hay reglas por las cuales el arte comunica; 2) que la obra de

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arte en tanto segundidad, es el resultado de un proceso de infiltración de la primeridad en la terceridad; 3) que toda obra de arte posee una red simbólica que organiza y orienta su sentido a manera de “pistas”; 4) que para que se efectúe la comunicación artística, el artista debe ofrecer al lector dichas pistas para que éste las siga y restituya el sentido original que el artista le imprimió; 5) que hay comunicación artística cuando el lector es capaz de reactivar el movimiento originario del proceso de infiltración, pues es así como el receptor se coloca en la posición del artista y comprende lo que la obra dice; y por último 6) que el lector no sólo tiene que ser activo, sino que debe también poseer competencias para descodificar la obra.

ACIERTOS Y DESACIERTOS DEL MODELO DE LA COMUNICACIÓN ARTÍSTICA DE EVERAERT Con el objetivo de posicionar claramente el lugar de nuestra crítica, haremos énfasis en lo que consideramos acertado, que es: 1) el énfasis que hace el modelo en el proceso de creación artística como un proceso individual y social al mismo tiempo; 2) el hecho que el modelo sugiera la posibilidad de que el mensaje artístico es opaco, lo que supone la preocupación del artista de ser entendido por el público —de ahí el énfasis que hace en la colocación de las pistas por parte del autor—; 3) el hecho que no considere a los procesos de recepción como procesos que legitiman cualquier tipo de lectura; 4) que considere la comunicación artística como parte de un proceso semiótico, es decir, de un proceso de interpretación de la realidad; y 5) que entienda la experiencia del arte (ya sea en términos de creación como de lectura) como parte de una experiencia o contacto con la primeridad. Los desaciertos que encontramos son: 1) el hecho de que tratar al arte como objeto de la comunicación, soslaya la necesidad de describir y explicar su naturaleza; 2) que al concebir el proceso de creación artística como un proceso individual y social no tenga en cuenta que se trata también de una práctica discursiva; 3) que se enfoque en el acto comunicativo y no en el proceso, lo que lleva a entender la comunicación artístico como un acto de descodificación y a desechar una perspectiva procesual de la comunicación, es decir, de intercambio más que de transmisión de información.

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CRÍTICA AL PAPEL DE LA COMUNICACIÓN EN EL MODELO DE LA COMUNICACIÓN ARTÍSTICA

El modelo de la comunicación artística propuesto por Everaert maneja dos instancias en relación: emisor (artista) y receptor (público). La obra (mensaje) es para la autora el lugar de confluencia, y no tiene más función que vehicular la instancia emisora con la receptora a través de las “pistas” que el artista debe dejar colocadas en ella, lo que apunta a que estas pistas constituyan, en principio, su comunicabilidad. Este enfoque de lo comunicativo centra su atención en las “pistas” de la obra como conjunto de información relevante, por lo que consideramos que la codificación del mensaje de la obra resulta crucial en la construcción de la misma (de hecho, es un esquema de codificación concreto lo que permite al artista producir una obra original). La obra, entonces, no sólo adquiere centralidad en la comunicación artística, sino que encarna lo propiamente comunicativo. Es decir, como para Everaert (2001) toda experiencia artística implica la doble necesidad de dominar un simbolismo y dejarlo romperse luego para permitir la intrusión de las fuerzas de la primeridad, la comunicación artística, como ella misma señala, en tanto experiencia artística (contacto con lo posible), se da sólo en función de la obra, pues es la obra objeto y lugar del resultado de ese contacto con la primeridad. En ese sentido, para la autora no existe comunicación artística si el contacto del artista con la primeridad no logra ser captado por el receptor, pues es a través de dicha captación que el receptor puede a su vez estar en contacto con la primeridad contenida en la obra. En realidad, la obra es una instancia de mediación entre los sujetos que intervienen en la comunicación artística, de manera que tanto artista como público entran en contacto mutuamente a través de ella mediante la localización y comprensión del receptor, de las pistas colocadas por el emisor. Como se puede notar, Everaert concibe a la comunicación como un acto de comprensión súbita —fugaz, le llama— en el que el receptor a través del simbolismo nuevo que constituye la obra, es conducido hacia la primeridad. Ello indica que para Everaert la comunicación artística es un suceso, es decir, un algo que ocurre en un tiempo y un espacio concreto8 en el que la obra resume el contacto del artista con la primeridad, aunque no reproduce 8

Según Everaert, esta “ocurrencia” no tiene que darse necesariamente en la presencia conjunta entre el artista y el público, ni mucho menos en presencia o contacto conjunto entre público y obra.

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el momento de ese contacto. Así entendida, la obra es el resultado de un proceso que se obvia a sí mismo en tanto constituye su resumen. Cuando el público entra en contacto con la obra, justamente entra en contacto con el resumen del proceso de infiltración, no con el proceso mismo. Debido a esto es que para la autora la comunicación artística ocurre por separado (una parte implica al artista y otra al público) y nunca involucra simultáneamente a ambos elementos en el proceso comunicativo. En sí mismo, este proceso no niega la comunicación, pero sí transforma su sentido porque supone la comunicación que lleva a cabo el artista en la creación es un proceso de intercambio de información de él con su imaginación, y a la vez supone la comunicación del receptor como un acto de descubrimiento de los resultados de la comunicación del artista. Aunque la actividad descodificativa del receptor resulte crucial para llevar a cabo la comunicación artística, ésta no podría tener lugar si no hubiera existido antes la comunicación por parte del artista que es la que da lugar a la obra. Como se puede notar, no tiene sentido que la comunicación artística sólo pueda darse a través de un acto de descubrimiento por parte del receptor del nuevo simbolismo contenido en la obra, pues en primer lugar, colocaría al receptor como único “hablante” del cual depende la comunicación; y en segundo lugar, circunscribiría el papel de este receptor sólo al descubrimiento de la nueva red simbólica que estructura a la obra, y no, por ejemplo, al intercambio y apropiación de significados en tanto actividad interpretativa básica de cualquier proceso comunicativo. Para nosotros, la comunicación no sólo es información, sino práctica, acontecimiento, devenir; presupone interacción pues sólo por medio de ella es posible poner en relación dos instancias que definen no sólo su lugar en la interacción, sino también su lugar en el orden social (en el caso de la comunicación artística, estos posicionamientos se vinculan tanto a las propias reglas del campo artístico como a las reglas del público como miembros circunstanciales de un grupo concreto). Es por eso que el receptor con sus experiencias y sentidos, sus percepciones, saberes y competencias no puede ser nunca entendido como alguien que tiene que soslayar todo lo que es y lo que vive para ponerse en el lugar del artista y poder así reactivar el proceso de infiltración que condujo a éste a producir la obra ante la cual, sin duda, experimenta sensaciones y construye conocimientos propios, pero sobre la que no tiene, en términos de la comunicación, según Everaert, más opción que la de descubrir la experiencia del artista, dejando de lado la trayectoria por la que se configura la suya propia. El intercambio de significados entre el artista y su público, según esta concepción de la autora, no existe. Sólo se define una concepción lineal y casi informacional de la comunicación

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que soslaya el hecho de que en la interacción comunicativa entran a jugar un sinfín de factores que hacen que los significaciones derivadas de los procesos de recepción de la obra sean gestados al interior de la interacción misma, es decir, en la situación comunicativa resultado del contacto entre obra y público. En nuestra opinión, Everaert se soporta en una estructura del proceso comunicativo que niega el discurso, en tanto niega la posibilidad de interacción; al concebir la obra de arte como un mensaje, cerrado, dicho, inflexible (del que no se puede extraer más que la experiencia de su autor), la autora cancela la posibilidad misma de la interpretación. En tal sentido, nos interesa cuestionar lo siguiente: ¿si se cancela la posibilidad de la interpretación, no se anula también el sentido mismo de la comunicación? Todo discurso cumple una función sociocomunicativa, es decir, todo discurso tiene en cuenta las condiciones histórico-sociales de su producción como las de su reconocimiento y consumo (Verón, 1988; Pecheux, 1978), y la obra de arte puede ser considerada un enunciado que, como dijera Vignaux (1986), debe estar determinado por el Otro (receptor, artista). Ello conduce, sin dudas, a aceptar el hecho de que producir arte es producir significado social a través del discurso, en tanto el arte también es producto de un hacer concreto (Bourdieu, 1995), el de los actores y agentes que forman parte del campo artístico. Ese significado que como bien Everaert advierte también se encuentra en la obra, es soslayado totalmente por la autora como si los significados de la obra misma no estuvieran vinculados de algún modo por ellos. También resulta insuficiente la idea de la autora de que las “pistas” que deja el artista constituyen la esencia comunicativa de la obra en tanto su función es hacer legible lo dicho, ya que si bien se trata de una idea correcta, aparece enfocada hacia el entendimiento y no hacia la interpretación.9

CRÍTICA A LA ACTIVIDAD DEL ARTISTA EN EL ACTO DE CREACIÓN

En este apartado nos enfocaremos en uno de los aspectos más relevantes y mejores logrados, en nuestra opinión, del modelo de Everaert; por ello, el contenido de nuestra crítica estará enfocado en señalar la ausencia de la 9

Sostenemos una noción de interpretación que se aleja de las posturas del concepto fiskeano de democracia semiótica y las consecuencias que ello acarrea, y también se distancia de las nociones de interpretación arbitraria y aberrante, en tanto nuestra postura se halla asociada a lo planteado por Umberto Eco (1995) al respecto. Estas consideraciones han sido tratadas ampliamente en otros trabajos de la autora.

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interpretación, en tanto comunicación, en los procesos que la autora define como “infiltración”, y que constituyen la esencia del acto creativo que es, a su vez, en sus palabras, el acto que el receptor tiene que reactivar para hacer posible la comunicación artística. Everaert parte de que la creación del arte surge, en principio, del contacto del artista con la primeridad, y de la posterior subversión por parte de éste del simbolismo existente.10 Cuando en la creación el artista entra en contacto con la primeridad (totalidad, indistinción), la conformación de la obra en sí misma es, según Everaert, el resultado de la tensión entre las fuerzas de lo posible (la primeridad) y las de lo real pre-interpretado (el orden simbólico), de manera que el artista al subvertir el orden simbólico existente crea un orden nuevo. Sin embargo, como para subvertir el orden existente, el artista debe conocerlo y dominarlo primero, en realidad la creación de un nuevo orden simbólico mediante la obra adquiere, como bien plantea Everaert carácter de formulación. En ese sentido, coincidimos con la autora en que la formulación es actividad creativa; interpretación, no reproducción, en la que el artista al dar formular la idea (que es lo mismo que decir, al traducir la idea a lenguaje), la hace comunicable.11 Teniendo en cuenta lo anterior, y siguiendo el razonamiento de Everaert sobre la aplicación de la categoría primeridad al acto de creación del arte, hemos de considerar que si lo posible encarnado en un signo de primeridad es aquello que es indistinto en la totalidad, es decir, es una cualidad en su estado bruto de cualidad (sin ser la cualidad de algo concreto), la irrupción

10

“Toda tentativa […] de concebir de otra manera lo real, implica una actividad de desconstrucción y reconstrucción de códigos. Esta actividad caracteriza no solamente el uso poético, sino toda la creación artística…” Everaert (2001). 11 Lo anterior resulta parcialmente coincidente con los planteamientos que desde la estética italiana del siglo XX hace Luigi Pareyson, quien advierte que el acto creativo es acción formante que se lleva a cabo a través de la actividad interpretativa del artista. Dicha interpretación el esteta la concibe como condición necesaria para informar la materia, es decir, para dar forma a la materia. De esa manera, el artista cuando crea, es decir, cuando le da forma a la materia, la interviene porque la materia para Pareyson es del orden de lo preexistente. Es de destacar que para Pareyson, la actividad artística es, ante todo, actividad de intervención de la materia, en la que el artista no sólo FORMA arte, sino que se forma a sí mismo. Por ello, para este autor, la comunicabilidad del arte no está en conformar una obra que se entienda sino en hacer del proceso de creación un proceso de análisis, discusión y reflexión con uno mismo. Ello nos conduce a aceptar, junto con Pareyson, por un lado, la idea de la interpretación como ejercicio autorreflexivo para el artista, y por el otro, la idea de que en el proceso creativo, el hecho de dar forma a la materia, es justamente lo que la hace comunicable. Para mayor información consultar: Eco, Umberto (1990) La definición del arte. México: Martínez y Rocca.

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de lo posible en el acto de creación debe ser definido o bien como inspiración o bien como intuición de algo que aún no es, pues en tanto posible sólo es y puede ser en su posibilidad misma. En ese sentido, la idea del arte y la idea misma de la obra para el artista antes de ser concretada en la obra, es posibilidad. Por ello, siguiendo a Everaert, subvertir el simbolismo existente para crear un nuevo simbolismo precisaría que el artista sepa y domine dicho simbolismo (dentro del cual la materia no es mero componente, sino expresión y contenido del mismo) y ello implicaría a su vez la necesidad de que el artista no sólo se dejara conducir por las fuerzas de lo posible, sino que realizara, como señala Pareyson (citado en Eco, 1990), una intervención a la materia para poder así “ajustar” (Everaert le llama “infiltrar”) su idea prístina, que en tanto posible es total e indistinta, en la red simbólica preexistente.12 Tal intervención no sólo daría forma la materia, sino que mostraría, en palabras de Pareysson, un modo de “formar”, es decir, un modo concreto de interpretar la realidad material y simbólica existente que es lo que conduciría a con-formar la obra de arte. Dicha interpretación se entiende entonces como actividad en la que el artista “prueba” y “evalúa” una y otra vez, a lo largo de toda su experiencia como creador, los diferentes ajustes y encajamientos a los que somete su idea, en tanto posibilidad, en los moldes y materialidades existentes, lo que, como se notará, supone el intercambio de sentidos entre los significados potenciales que maneja el artista a través de la indistinción de su idea, y los significados de las materialidades existentes. En dicho intercambio el artista conserva siempre la posibilidad de elegir cómo dar forma a su idea pues la obra es una mezcla en la que lo ideado como posibilidad ha quedado plasmado parcialmente, es decir, ha quedado “encajado”, “ajustado” en la materialidad existente pero a partir de un nuevo orden simbólico. En ese sentido, concluimos que todo acto de formulación o infiltración es además de acto creativo, actividad interpretativa mediante la cual el artista intercambia y ajusta información significante en función de la materialidad de la obra. Como se puede observar, dicha actividad es desde ya actividad comunicativa.13 12

Ahora bien, si una obra de arte, como bien dice Everaert, es el resultado del proceso de infiltración de la primeridad (idea, lo posible) en la terceridad (red simbólica, lo real), dicho proceso, como ya hemos comentado, tiene necesariamente que estar plagado de ajustes y modificaciones de la idea original. De hecho, la coincidencia entre la idea prístina (primeridad) y la manera en que ha quedado plasmada la obra (segundidad) dependería de la habilidad del artista para subvertir y dominar el simbolismo existente, es decir, para poder ajustar su idea con la red simbólica existente en que debe traducirla, lo cual vimos con anterioridad que en la práctica es bastante improbable. 13 Everaert al considerar que el autor —consciente de que su idea sólo puede expresarse mediante el lenguaje inscrito en la red simbólica común—, tiene que colocar en su

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CRÍTICA A LA NATURALEZA DE LA OBRA DE ARTE Uno de los puntos más débiles del modelo de Everaert es justamente el que se refiere a la naturaleza de la obra de arte. La semióloga sostiene que la obra de arte es segundidad, o sea, un existente singular o fenómeno que es el resultado del proceso de infiltración de la primeridad en la terceridad durante el acto de creación; plantea también que la obra de arte contiene, a la manera de mapas simbólicas, las huellas de la infiltración (“pistas”). No queda claro, sin embargo, si el artista debe ser consciente al dejar o construir estas pistas que luego el receptor utilizará para reactivar el movimiento que les dio origen, es decir, el movimiento o la fuerza del acto de creación. La autora también señala que la obra de arte posee una mezcla de primeridad y terceridad, aunque no acota las proporciones, y de ello se logra entender que la obra —en tanto constituye la instancia donde las fuerzas de la primeridad irrumpen subvirtiendo el viejo simbolismo, pero al mismo tiempo rigidizándose en el simbolismo nuevo— es más terceridad que primeridad, y eso justamente es lo que permite a la obra de arte ser segundidad, y además poseer “pistas” o elementos comunicables. En consecuencia, Everaert considera que la obra básicamente se define por las pistas que deja (o construye) el artista durante la creación; sin embargo más allá de sus significados o significantes, la naturaleza de las pistas no es abordada. Tres relevantes autores, uno desde la filosofía, el otro desde la semiótica y el otro desde la fenomenología, ofrecen concepciones interesantes sobre la naturaleza de la obra de arte. Se trata de Paul Ricoeur, Umberto Eco y Wolfgang Iser, respectivamente.14 Ricoeur, por ejemplo, señala que la obra de arte se organiza a través de estructuras metafóricas, es decir, de estructuras que al generar tensión entre los significados que apresa, impone la necesidad de crear nuevos significados. Dichas estructuras pueden ser entendidas como huellas del proceso de creación que posteriormente serán vistas como pistas por un lector determinado, sin importar que el autor las haya construido o sencillamente no haya tenido en cuenta su presencia. Lo cierto es que Ricoeur no habla de pistas como tal, pero sí de enunciados en tensión (enunciados

obra “pistas” sobre ese mismo proceso de infiltración afirma también, sin decirlo, que dicho proceso resulta clave en términos de comunicación, en tanto la actividad creativa es actividad del lenguaje. 14 Estos autores si bien operan desde posturas básicamente pragmáticas, sus planteamientos dejan ver un esencialismo moderado con el cual comulgamos.

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metafóricos) que obligan al lector a crear nuevos significados, demandando la participación del lector. En otra cuerda teórica, el semiólogo Umberto Eco (1992, 1995) insiste en la existencia de una naturaleza del texto, es decir, en una naturaleza intencional de operatividad textual que él denominó intentio operis, y que da autonomía al texto en el entendido de que su naturaleza no guarda relación con la intención del autor y mucho menos con la intención de lector. Eco asegura que la naturaleza textual contiene la esencia del texto, es decir, lo que dice y la manera en que lo hace, sin que en ello intervengan la intentio autoris ni la intentio lectoris, de ahí que podamos afirmar que la naturaleza textual se halla vinculada estrechamente a la estructura textual, que es la estructura que organiza el texto en sí y sus sentidos. Siguiendo a Eco, entonces, una obra de arte, como cualquier texto, posee una naturaleza textual que le ofrece, en principio, ser lo que es: obra de arte. A propósito de lo anterior, Iser (1987, 1997) también señala que los textos estéticos poseen indeterminaciones, o lo que es lo mismo: vacíos de información, mismos que refieren la información nula o incompleta que presenta un texto estético, y gracias a la cual el lector se ve compelido a participar, completando los vacíos y restituyendo la lógica lineal del pensamiento interpretativo que se ve interrumpida justamente por las rupturas que dichos vacíos provocan durante el proceso de lectura. Ello resulta sumamente importante a Iser debido a que el autor sostiene que la participación del lector en el proceso de completamiento hace que el texto se convierta en obra de arte, pero como se puede observar, no se trata —como en Everaert— de reactivar el movimiento originario que dio por resultado la obra para revelar las “pistas” de la misma, sino de completar las indeterminaciones, o sea, de determinar lo indeterminado. Para Iser, podemos decir, la obra de arte tiene una naturaleza propia, la de poseer indeterminaciones. En ese sentido, concluimos que es la indeterminación el elemento que sustenta la comunicación en tanto permite, por una parte la participación del lector, y por la otra, una interpretación continua, inconclusa, ilimitada (Peirce, 1987). Todo lo anterior visibiliza los puntos convergentes entre Iser, Eco y Ricoeur en tanto los conceptos de “indeterminación”, “naturaleza textual” y “metáfora”, sin ser equivalentes, refieren una misma realidad que hemos llamado en los inicios de este trabajo “estética”. Ella se valida desde el punto de vista metodológico mediante lo que Jakobson (1984) refiere como función estética del lenguaje que es aquella función que hace recaer el peso de la comunicación en el mensaje, y concretamente en las relaciones que establecen los elementos de un mensaje al

El modelo de la comunicación artística. Pretexto para apuntar algunos • 147 criterios metodológicos para el análisis del discurso estético


interior del mismo, que no son otra cosa que la manifestación de sus propiedades autorreferentes.15

CRÍTICA AL ACTO DE DESCODIFICACIÓN COMO ACTIVIDAD RECEPTORA E INTERPRETATIVA

Para Everaert, la descodificación es la esencia de la comunicación artística. Si el lector no descodifica no hay comunicación puesto que, según esta autora, el papel del receptor en el proceso de la comunicación artística es reactivar el movimiento originario de la creación a través del descubrimiento de las pistas del autor que son las huellas del mismo. Sin embargo, más allá de nuestra divergencia con esta concepción informacional de la comunicación, el proceso de descodificación al interior del modelo de la comunicación artística presenta dificultades de tipo teórico y metodológico, pues se sostiene sobre la idea de que el receptor no solamente deberá poseer las competencias y habilidades para descubrir dichas pistas, sino que deberá poseer aquellas competencias y habilidades que justamente son necesarias para descubrir las pistas y comprender el nuevo simbolismo. En resumen, Everaert propone que el receptor de la comunicación artística se equipare con el lector ideal o lector modelo de Eco (1995) que en nada se relaciona con el lector real. El propio Eco señala en Lector in Fabula que los lectores modelos se clasifican en dos: Lector ingenuo y lector ingenioso; ambas figuras se oponen una a la otra, pero no excluyen su existencia dentro de un lector histórico-concreto ya que ambas, también, aparecen vinculadas a la circunstancia de los procesos de lectura donde estos lectores ontológicamente se definen. Sin embargo, aunque las lecturas críticas o ingeniosas puedan estar antecedidas por lecturas ingenuas, el lector ingenioso deviene en un momento específico de la lectura, activo y crítico, es decir, participativo, reflexivo y artífice responsable en la construcción de su propia interpretación. En ese sentido, un lector modelo crítico o ingenioso, no puede jugar un rol descodificador sino más bien interpretativo, en aras de la construcción de conocimiento nuevo. A partir de lo anterior, concluimos que el acto de descodificar no puede basarse en la reactivación del proceso originario de la creación, sino en el 15

La función estética del lenguaje, metodológicamente hablando, implica la búsqueda y localización de los significados al interior del mensaje, es decir, en su organización estructural. Esto tiene su equivalente en la intentio operis (Eco), en los vacíos de información (Iser) y en la metáfora (Ricoeur).

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establecimiento de un diálogo con la obra. En todo caso, el lector real, marcado y condicionado por sus propias contaminaciones, descodificaría la obra de arte para descubrir su naturaleza textual, pero nunca las huellas del proceso de infiltración que le dio origen pues es la naturaleza estética de la obra la que lo obligaría a participar en la generación de nuevos significados, demandando de él una participación activa, o en términos de Iser, de completamiento (Iser, 1997).

APUNTES PARA UNA PROPUESTA METODOLÓGICA PARA EL ANÁLISIS DEL DISCURSO ESTÉTICO A partir de los señalamientos críticos realizados anteriormente al modelo de comunicación artística, podemos concluir que al basar la acción comunicativa en la acción descodificativa, la autora soslaya otros factores al interior del proceso como son: el papel activo y participativo del lector. Esta concepción resulta insuficiente ya que la decodificación está dada sólo para lectores ideales. Descodificar, dice Everaert, es reactivar el movimiento originario de la infiltración que dio por resultado la obra de arte, por ello al descodificar el receptor se enfrenta a la primeridad porque comprende la red simbólica nueva contenida en la obra “revelando” así la naturaleza textual de la obra. En términos de Eco (1992, 1995), con quien coincidimos, esto resulta imposible para un lector no ideal toda vez que el lector posee a prioris interpretativos (ilusiones, en términos de Iser, 1987, 1997) que impiden que esta revelación se lleve a cabo sin tropiezos. Un lector ideal, dice Eco, es el lector que lee el texto “en la forma en que en cierto sentido se creó para ser leído” (Eco, 1995: 11). Así queda claro entonces que el lector ideal no estaría inmerso en una situación comunicativa, sino mas bien en una situación cognitiva de tipo inductivo a través de la cual recibe (u obtiene) información, pero como ya hemos mencionado, comunicar es “poner en común” para la interacción. Si sólo se obtiene información no hay interacción. En este caso, el intercambio de información se realiza entre obra y lector, pero sólo puede existir si ambos están dispuestos a compartirla. Por otra parte, sólo hay intercambio si hay diálogo, lo que implica que por parte del lector, el establecimiento del diálogo depende de su deseo, esfuerzo y competencia por generarlo; por parte de la obra, en cambio, la posibilidad de diálogo sólo puede ser gestada si hay presencia de elementos de indeterminación, vacíos o metáfora. Si bien consideramos que en el arte siempre hay indeterminación y metáfora, en tanto segundidad, el arte se realiza como singularidad de un simbolismo preexistente, por lo que el

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contacto del receptor con la primeridad que Everaert pretende se ve “mediado” por él. Soslayarlo, como indica el proceso de comunicación artística pensado por la autora precisa no sólo de un lector ideal, sino de un muy hábil productor de pistas. Sin embargo, ni uno ni otro constituyen figuras reales ni en la práctica comunicativa ni en la artística. Es por ello que proponemos el proceso de comunicación entre obra y lector como proceso especulativo, ordenado y argumentado que sólo es posible mediante el diálogo hermenéutico. Como se puede notar, la interpretación así entendida no puede ser más que aproximativa, nunca conclusiva, nunca descodificativa.

FUENTES REFERENCIALES Bourdieu, P. (1995). Las reglas del arte: Génesis y estructura del campo literario. Barcelona: Anagrama. Eco, U. (1987). Lector in fabula. Barcelona: Lumen. (1990). La definición del arte. México: Martínez y Rocca. (1992). Los límites de la interpretación. Barcelona: Lumen. (1995). Interpretación y sobreinterpretación. London: Cambridge University Press. Everaert-Desmendt, N. (2000). La comunicación artística: Subversión de las reglas y nuevo conocimiento, Leer a Magritte. Cuenca: Ediciones de la Universidad de La Mancha, Castilla, pp. 75-90. (2001). La comunicación artística: Una interpretación peirciana, Revista electrónica Signos en Rotación, año III, núm. 181. Artículo disponible en línea en: http://www.unav.es/gep/Articulos/ SRotacion2.html (recuperado el 10 marzo de 2009) Haiddar, J. (1998). Análisis del discurso. En Galindo, Jesús (coord.) Técnicas de investigación en sociedad, cultura y comunicación. México: Conaculta, Addison Wesley Logman, pp. 117-164. Iser, W. (1987). El acto de leer. Madrid: Taurus. (1997). El proceso de lectura: Un enfoque fenomenológico. En Mayoral, José Antonio, Estética de la recepción. Madrid: Arcos, pp. 215-243. Jakobson, R. (1984). Ensayos de lingüística general. Barcelona: Ariel. Karam, T. (2007). Notas introductorias para el estudio y la investigación del discurso. En Revista Comunicologí@: indicios y conjeturas, Publicación electrónica del Departamento de Comunicación de la Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, Primera época, No. 7, primavera 2007. Articulo también disponible en: http://revistacomunicologia.org/

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index.php?option=com_content&task=view&id=169&Itemid=89 (recuperado el 21 de octubre de 2009) Pecheux, M. (1978). Hacia el análisis automático del discurso. Madrid: Gredos. Peirce, Ch. S. (1987). Obra lógico-semiótica. Sellected writtings. Madrid: Taurus. Veron, E. (1998). La semiosis social. Fragmentos para una teoría de la discursividad. Barcelona: Plaza edición. Vignaux, G. (1986). La argumentación. Ensayo de lógica discursiva. Buenos Aires: Hachettes.

El modelo de la comunicación artística. Pretexto para apuntar algunos • 151 criterios metodológicos para el análisis del discurso estético



RESÚMENES DE TESIS DE GANADORES DEL XXIII PREMIO NACIONAL DE TESIS RECEPCIONALES CONEICC 2009



CATEGORÍA LICENCIATURA: PRIMER LUGAR

Políticas culturales sobre el cine mexicano: La cinemateca Luis Buñuel y sus públicos Laura Domínguez García* Director de tesis: Dr. José Antonio Meyer Rodríguez UNIVERSIDAD DE LAS AMÉRICAS PUEBLA ○

INTRODUCCIÓN Desde su llegada a México en 1896, el cine ha sido considerado como un producto estrictamente comercial, degradando su valor cultural e impacto en el desarrollo social. A través de los años, la cinematografía en nuestro país ha estado siempre a la deriva producto de los constantes cambios administrativos y de rumbo que han provocado una inestabilidad casi constante. Sin embargo, a pesar de las condiciones imperantes, en la actualidad existen intentos por contribuir a un nuevo momento de calidad y proyección de la industria fílmica nacional. Asimismo, se extiende el reclamo para que el Estado defina una política pública de mayor dinamismo y fomento en beneficio de este importante soporte del sector cultural. Ante la necesidad de demostrar que gran parte de la problemática en que se envuelve la actividad cinematográfica del país está relacionada directamente con la deficiencia en las políticas culturales, se realizó la presente investigación con el objetivo de analizar y valorar la importancia de éstas en apoyo a la cinematografía nacional, particularmente en el caso de la Cinemateca Luis Buñuel de la Casa de Cultura de Puebla.

* Licenciada en ciencias de la comunicación por la Universidad de Las Américas Puebla. Interesada en el estudio de la industria cinematográfica en México y su problemática, ha avanzado hacia el estudio de públicos como fundamento de políticas públicas que impulsen la exhibición sobre el cine mexicano de calidad en los circuitos culturales del país. Ganadora del primer lugar en el Premio Coneicc de Tesis Recepcionales de Licenciatura y participante en el Taller para jóvenes investigadores realizado por el Coneicc en 2009. Actualmente colabora en la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas A.C.

Políticas culturales sobre el cine mexicano: • 155 La cinemateca Luis Buñuel y sus públicos


CINEMATECA LUIS BUÑUEL El sujeto particular de análisis de esta investigación se encuentra en uno de los espacios más importantes de la actividad cultural en Puebla, conocido como Casa de Cultura, un lugar de encuentro de diversas manifestaciones artísticas y culturales y un referente en la vida social de la ciudad. En cuanto al cine, la Cinemateca Luis Buñuel es un sitio de amplia participación y contexto adecuado para evaluar las políticas culturales que tienen una relación directa con el impulso a la exhibición del cine mexicano. Este centro cinematográfico inicia sus actividades como cine-club en 1974, dentro de las instalaciones de la Sala Luis Cabrera. En su inicio se propuso exhibir cine no presente en las salas comerciales, considerado como de arte o de otras industrias nacionales no vistas de manera regular en Puebla. Para ello se establecieron acuerdos para obtener material de exhibición con algunas embajadas, el Instituto Francés de América Latina, la Cineteca Nacional y la Filmoteca de la UNAM. Durante esos años las semanas culturales tuvieron una gran respuesta por parte del público, llegando a ser una de las Casas de Cultura con mayor reconocimiento y actividad en todo el país. El cineclub se convirtió en Cinemateca en 1975 con el propósito de conservar películas, exhibirlas y hacer investigación sobre la producción cinematográfica incipiente en Puebla. Desde su inicio se tuvo como objetivo recobrar la filmografía local, crear un archivo nacional con los mejores títulos y formar un archivo internacional. Cuando el acervo se acrecentó, surgieron tareas de preservación y resguardo, creándose una infraestructura muy considerable a nivel material y humano. Además, se propuso establecer un vínculo más académico con el público al crearse talleres de apreciación cinematográfica, cursos y conferencias con personalidades involucradas directamente con el quehacer cinematográfico. La constancia en esas actividades consiguió la creación de públicos con mayor capacidad de análisis, quienes se convirtieron en asiduos a los ciclos de la Cinemateca. El trabajo realizado a lo largo de 35 años, ha hecho de ella un espacio importante en la exhibición de ciclos de cine, por ello se consideró importante indagar sobre las políticas imperantes actualmente en materia de exhibición de películas mexicanas y los esfuerzos por la formación de los públicos que asisten regularmente a esta sala. En ese sentido, se analizó el número de ciclos exhibidos al año y, de ellos, los correspondientes a cine mexicano. Asimismo, identificó el nivel de asistencia y valoró el interés del público hacia esos ciclos. Investigaron también las acciones realizadas para elevar la asistencia a los ciclos de menor demanda en comparación con las de mayor aceptación. De igual manera, se indagó sobre las actividades

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encaminadas a la formación de públicos de cine, en particular de cine mexicano, donde el espectador pueda conocer más sobre la historia de los géneros y los aspectos sobre la producción y otros aspectos de interés.

EL CAMINO RECORRIDO Para alcanzar el objetivo planteado, se diseñó una metodología precisa y rigurosa que permitiera analizar la programación de la Cinemateca Luis Buñuel durante 2008. Antes de ello, se entrevistó a quienes han estado al frente de la institución para conocer sus decisiones y aportaciones durante las diferentes gestiones. De igual forma, se investigó la asistencia a esta sala y aplicaron encuestas para conocer las percepciones del público sobre la programación e identificar sus gustos y aproximaciones sobre los ciclos de cine mexicano. Con ello se obtuvo un panorama general de la oferta total de películas, el contexto en que se encuentra la exhibición de cine mexicano en este recinto y los niveles de preferencia del público más asiduo, como un referente de las políticas culturales aplicadas en esta entidad. El segundo instrumento de investigación se diseño con base en la escala de Likert, que “consiste en un conjunto de ítems presentados en forma de afirmaciones o juicios ante los cuales se pide la reacción de los sujetos en tres, cinco o siete categorías” (Hernández Sampieri, 2004:374). Se trabajó con una muestra de 50 personas, la cual es significativamente representativa del universo de asistentes regulares y convalida la intervención para conocer más sobre el objeto de estudio. Las encuestas fueron aplicadas en la Cinemateca Luis Buñuel de Puebla durante el mes de diciembre de 2008, cuando se exhibieron una serie de documentales mexicanos y extranjeros cuyo ciclo recibió el nombre de Pepena Fest. Este fue considerado como el centro de análisis de este trabajo. Las encuestas se aplicaron durante las funciones de tres días de diciembre en los horarios de mayor afluencia a la sala.

HALLAZGOS Según las entrevistas y encuestas realizadas, la Cinemateca Luis Buñuel debe orientar sus actividades de acuerdo con las líneas de trabajo que establece el Plan de Desarrollo Cultural del Estado de Puebla dentro del periodo 2005-2011. Estas funcionan para las distintas direcciones de la Secretaría de Cultura donde, desde 2005, la Cinemateca Luis Buñuel se conduce bajo los lineamientos del Departamento de Medios Audio-

Políticas culturales sobre el cine mexicano: • 157 La cinemateca Luis Buñuel y sus públicos


visuales. No obstante, en la práctica la Cinemateca Luis Buñuel desarrolla su actividad más a partir de la experiencia y conocimiento del titular en turno que a partir de una política de exhibición que aproveche el importante acervo que resguarda la Cinemateca. Actualmente se trabajan ciclos de cine anteriores a 2006 y ciclos especiales con películas de estreno. Por lo general estos ciclos se organizan con el apoyo de la Cineteca Nacional, la Filmoteca de la UNAM, el Imcine y embajadas. Cada mes hay un ciclo de cine diferente, en tres funciones por día, de jueves a domingo. En cuanto a la exhibición de ciclos, se promueve el cine mexicano, las producciones de realizadores independientes poblanos y el cine de arte. Sobre cine mexicano, que es el que más interesa para fines de este trabajo, al año se exhiben uno o dos ciclos. Como exhibiciones sobresalientes durante el año pueden mencionarse la Muestra Internacional de Cine y el Foro Internacional de la Cineteca. A diferencia de años anteriores, los ciclos programados ya llegan estructurados desde la Cineteca Nacional o el Imcine, por lo que la función del jefe del Departamento de Medios Audiovisuales es lograr que estos se exhiban. Esto manifiesta menor independencia en cuanto a la definición de objetivos y decisiones por parte de las instituciones reguladoras de la actividad cinematográfica a nivel nacional. A diferencia de la década de los setenta y ochenta, los medios de difusión en la Cinemateca han cambiado notablemente. Actualmente la difusión de los ciclos se realiza a través de radio, prensa, televisión, internet y correo electrónico. Realizan 4 mil programas de mano que se distribuyen en instituciones académicas, de gobierno y espacios sociales. No obstante, el presupuesto otorgado para otras actividades que traten de satisfacer las necesidades de la población en materia cinematográfica es casi siempre insuficiente. En el caso específico de la formación de públicos, es claro que las actividades son mínimas en comparación con administraciones anteriores.

OFERTA DE PELÍCULAS Y ASISTENCIA EN LA CINEMATECA LUIS BUÑUEL La Cinemateca Luis Buñuel considera dentro de su amplia oferta la exhibición el cine mexicano y los cortometrajes, es decir, sólo películas experimentales, dejando un breve espacio a largometrajes y documentales. Aunque el número de producciones es elevado, en su mayoría son cortometrajes realizados por estudiantes de escuelas de cine en México y un gran número de realizadores poblanos. Aunado a esto, aunque existe un ciclo de cine mexicano fijo durante todo el año, hay otro movible que

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parece hacerse sólo por llenar un espacio. En cuanto a la asistencia a estos ciclos, se observa una diferencia notable porque el interés del público disminuye en comparación con el cine de otros países. Acercar al público al producto nacional, elevar el interés por observar su realidad y el contexto en el que vive es una tarea que debería atender en este caso la Cinemateca Luis Buñuel. Si se habla de poca rentabilidad en las películas mexicanas en salas comerciales, esta sala debería ser una alternativa que podría atraer mayormente al cinéfilo de Puebla al cine mexicano.

LA ENCUESTA COMO SEGUNDO INSTRUMENTO DE ESTUDIO La difusión de los ciclos y actividades organizadas por la Cinemateca Luis Buñuel supondría haber aumentado su impacto. Sin embargo, el público encuestado con asistencia habitual no tiene una inclinación hacia el cine mexicano. Cuando se programa cine nacional la asistencia disminuye considerablemente, no existe gran interés por ver lo que la Cinemateca ofrece e, incluso, no lo demanda. Es evidente que existe un público constante en la Cinemateca Luis Buñuel, pero es conveniente estudiarlo más detenidamente y entender el por qué de sus intereses para incrementar la aceptación hacia el cine mexicano. En ese sentido, el estudio realizado manifiesta que la Cinemateca Luis Buñuel debe estudiar más y mejor a sus públicos. La información obtenida de este instrumento da como resultado que el interés y conocimiento del cine mexicano por parte del público de todas las edades es mínimo y también existe un rechazo casi total. Los talleres, cursos y conferencias siguen siendo esporádicos a diferencia de años anteriores, lo que dificulta posicionar las nuevas producciones del cine mexicano en el gusto e interés del público. El estudio demuestra que no existe una estrategia establecida para elevar la presencia del público en las fechas decembrinas y que simplemente se acepta la cifra y espera el inicio de año para que la asistencia aumente. De igual forma, se destaca que la Cinemateca Luis Buñuel carece de políticas concretas para su actividad y en función de las necesidades específicas de sus públicos.

A MANERA DE CONCLUSIÓN La creación de espacios alternativos —como lo mencionan algunos especialistas— puede ser una excelente opción para acrecentar la demanda por el cine mexicano. Tomando en cuenta esta idea, el objeto de estudio de

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este trabajo —política de exhibición de cine mexicano por parte de la Cinemateca Luis Buñuel de Puebla— muestra las palpables y constantes deficiencias que existen actualmente en las instituciones culturales de mayor presencia y tradición. Después de aplicar los instrumentos de estudio se deduce que la percepción de sus públicos sobre el cine mexicano es poco satisfactoria, debido a un interés y conocimiento mínimo que incide directamente en la asistencia a los ciclos comparados con los de cine extranjero. En general, se mostró un interés mínimo por el cine mexicano. Desde la inclinación por ver este tipo de cine y el conocimiento de su historia, hasta el interés por conocer un poco más sobre él. Esta es una muestra clara de que el público ha perdido el interés por el cine que se hace en nuestro país. La mala fama de algún tiempo y las consideraciones sobre la baja calidad, influyen para que el público se muestre poco interesado y hasta indiferente ante el cine mexicano. Aunque en sus inicios la Cinemateca daba especial atención a la formación de públicos, estableciendo talleres de crítica cinematográfica que en su momento reflejaron efectos positivos, como el lleno constante de la sala, hoy se llevan a cabo esporádicamente. Esto es un reflejo de que no existe interés por coadyuvar a la formación de un cinéfilo más crítico y analítico. Ello se destaca por la no existencia de una política de formación de públicos establecida. Referente a la exhibición de ciclos, es claro que no existe una política de exhibición definida. Un ciclo es inestable y la mayoría de los trabajos presentados son cortometrajes, lo que no tiene una razón específica. En el estudio se obtuvieron comentarios y observaciones por parte del público, con lo que se determina como deficiente y reducido el espacio de la sala de exhibición y la incomodidad de las butacas, por lo que sería necesario conocer éste y otro tipo de comentarios del público cinéfilo. En general, la Cinemateca Luis Buñuel basa su actividad en las líneas de trabajo creadas por la Secretaría de Cultura. Sin embargo, éstas no constituyen una política cultural definida para el funcionamiento de esta sala y mucho menos en relación con el cine mexicano en temas estratégicos como formación de públicos, exhibición periódica y medios de difusión. Por tanto, se identifica una ineficiente labor por parte de quienes están al frente de este espacio, con poco conocimiento de la materia y nulo interés por implementar políticas en apoyo al cine mexicano y el involucramiento del público con sus producciones a partir de los esfuerzos de los nuevos realizadores. En ese sentido, de acuerdo con la investigación realizada, se destaca que el estudio del consumo cultural es importante para la elaboración de políticas culturales. En tal forma, deben tomarse siempre en cuenta para la toma de decisiones. Por lo anterior, se puede concluir que la falta de políticas culturales sobre la exhibición del cine mexicano

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en la Cinemateca Luis Buñuel de Puebla afecta el desarrollo de públicos y su conocimiento e interés sobre esta industria. Siendo la Cinemateca un espacio donde se concentra el público cinéfilo interesado en propuestas diferentes a las comerciales, no sólo para entretenerse sino también para cuestionarlas y encontrarse con ellas, apremian modificaciones en relación con las necesidades del público. En tal forma, demandan cada vez mejores políticas públicas de cobertura nacional y regional que permitan elevar la calidad de la creación artística.

Políticas culturales sobre el cine mexicano: • 161 La cinemateca Luis Buñuel y sus públicos



CATEGORÍA LICENCIATURA: SEGUNDO LUGAR

Anteproyecto de la Revista de Arte y Ambiente El Tentáculo Adolfo Córdova Ortiz* Director de tesis: Dr. Ignacio Padilla Suárez UNIVERSIDAD DE LAS AMÉRICAS PUEBLA

La propuesta de esta revista está concebida principalmente desde la perspectiva de los denominados “medios no convencionales”, y pretende ofrecer una visión integradora del arte y el medio ambiente apelando a la toma de conciencia, a la conservación y al escape lúdico y gozoso. La investigación se divide en dos partes. En la primera, se delinea un panorama general de las formas de producción mediática dominantes y su contraparte. A partir de un análisis de las características de las industrias culturales, sopesado con enfoques más contemporáneos, se abordan los motivos por los cuales los medios no convencionales están cobrando fuerza, y constituyéndose como una opción más libre, inclusiva, respetuosa y profesional de emitir mensajes. También se incluyen los riesgos de la contracultura, materia prima de algunos medios no convencionales, para evidenciar las fallas en las que pueden incurrir este tipo de medios, y denotar la importancia de fomentar la autocrítica al interior de éstos. En la segunda parte, se ofrece un panorama editorial de revistas culturales y ambientales en México, se analiza el rol de internet frente a la

* Adolfo Córdova es un periodista ambiental coeditor y fundador de la revista ambiental Verde, del periódico Reforma, y colaborador para otros suplementos especiales y revistas de ese medio. Se licenció con honores de la carrera en ciencias de la comunicación de la Universidad de las Américas Puebla. Ha recibido becas para participar y cubrir congresos ambientales al interior de México y en países como Canadá, Estados Unidos, Puerto Rico, Argentina, Bélgica, Corea del Sur e Indonesia.

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gráfica impresa, se recogen diversas opiniones sobre la lectura en México y se puntualiza por qué la prensa, en particular las revistas, tienen mucha afinidad con los medios no convencionales, y pueden ser una vía idónea para constituir una publicación como la que propongo.

MEDIOS NO CONVENCIONALES (PRIMERA PARTE DE LA TESIS) Resulta fundamental, cuando se habla de industrias culturales, considerar que la reproductibilidad técnica también permitió una primera democratización en el acceso a los medios. La industria cultural, como el mercado en general, tiene muchas fallas, pero eso no quiere decir que sea deficiente. Hizo falta sí, que se desmenuzaran sus efectos para evidenciar la falta de un equilibrio en los flujos informativos, y proponer alternativas, pero la cultura de masas y la producción en serie tiene un sitio porque es igualmente necesaria. Es cierto que los públicos no son una masa indiferenciada, y que aunque en general no muestren derroches de participación, sí existen manifestaciones de organización y acción a partir de las discusiones que animan los medios, pero igualmente es válido observar que la proliferación de estilos de vida homogéneos, subrayados también por los medios, conllevan a desigualdades sociales y desgastes ambientales. El intercambio informativo poco balanceado, la producción de contenidos repetitivos, la exclusión de temáticas “incómodas”, los filtros en la generación de mensajes, son algunos de los vicios que se pueden abordar de los medios convencionales. Muchos son los matices en medio pero no se puede negar que desarrollar una contraparte a estos modos de operación es obligatorio. Hay que resaltar las enormes posibilidades de los medios no convencionales para diversificar las formas, atender las necesidades expresivas de una comunidad, reafirmar identidades, devolver la voz y la visibilidad a las temáticas tantas veces negadas, ignoradas o tomadas como triviales. Pero también hay que tomar en cuenta que la noción de medios no convencionales es tan amplia que no deberían emitirse juicios deterministas al respecto. Los medios no convencionales no son completamente ajenos a los mismos mecanismos de difusión que utilizan los medios convencionales, y viceversa. Finalmente ambas posturas mediáticas representan la voz de un interés. Los medios no convencionales también forman parte de una industria. Lo que sucede es que el interés del medio convencional corresponde más con la línea de pensamiento aceptada, acordada y adoptada según los intereses económicos y políticos de un orden del mundo más o menos dominante. Y

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el medio no convencional, difunde información que cuestiona ese orden, o no, y que simplemente da a conocer identidades y expresiones del ser humano que no figuran en los medios, sin que necesariamente haga algún tipo de denuncia política. Por otra parte, cuando los medios no convencionales cuestionan ese “orden”, como vimos con la crítica a la contracultura, pueden caer en muchos vicios y en lugar de generar cambios sociales reales, sólo aparentan ser “alternativos”, sin generar ni proponer soluciones viables. De ahí que haya que contener el descrédito general que hacen muchos abanderados no convencionales de los medios convencionales, y enfrentar el entusiasmo con el que defienden la alternatividad, muchas veces más empírico que teórico, con los vicios en los que también pueden incidir. El problema se da cuando la contracultura se apodera del medio, con una cerrazón ideológica que impide el diálogo, la autocrítica, el análisis, y la inclusión. La mayoría de los teóricos no convencionales que analicé sí guardan sus reservas diciendo que el terreno todavía es muy amplio, pero tampoco aventuran mucho en las implicaciones totales que pueden derivar de sus movimientos. Para los rebeldes contraculturales la culpa de todo la tiene “el sistema”, y por eso hay que erradicarlo. Afirmar esto no sólo es peligroso, también es fácil. Una articulación de voluntades y denuncias se puede hacer dentro del sistema que conocemos, no al margen. Nuestros sistemas económico y político tiene muchas fallas y en la medida en que abordemos las problemáticas con seriedad y voluntad de diálogo, se podrán encontrar los mecanismos para mejorarlos. Debo apuntar que entre convencional y no convencional hay muchos híbridos. Existen casos de medios con formas de operar “no convencionales” e intenciones que apuntan a convenciones extremas (nazismo, evangelismo), y otros que con una estructura convencional introducen temáticas poco difundidas. La importancia de no encasillarse en una definición de los medios y una postura ideológica, tiene que ver con la capacidad de desarrollar productos verdaderamente auténticos, congruentes, innovadores, creativos y persuasivos. Porque más allá de cualidades y debilidades de los medios, lo primordial es enfocarse en los proyectos, en el tipo de contenidos que se quieren ofrecer, repensar las formas y plantearse retos creativos.

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PANORAMA EDITORAL EN MÉXICO (SEGUNDA PARTE DE LA TESIS) La prensa de revistas resulta idónea para explorar y desarrollar las características de los medios no convencionales, ya que por ser una forma del periodismo, cumple una función, al menos idealmente, de vigilancia del gobierno y de otras tantas formas de autoridad. Una buena parte de los medios no convencionales también cumplen esta función. Combinar lo que en términos éticos y profesionales se espera del periodismo, con otros principios no convencionales, como la independencia y la autogestión, puede dar como resultado proyectos integrales de comunicación que sean un verdadero referente informativo para la sociedad. Además pueden constituir espacios para el debate y la participación, distintos de los formatos donde el público es un espectador pasivo que mira con aceptación las posturas de periodistas de renombre y ve limitada su exposición a expresiones culturales más diversas. En una época donde partidos políticos y empresas discuten en privado lo que debería ser un debate público; y donde televisoras y diarios nacionales forman parte de corporativos transnacionales más preocupados por expandir sus dominios económicos y favorecer a quienes faciliten esta expansión, que en ofrecer enfoques críticos de la realidad y caminos posibles de la democracia; recuperar la responsabilidad social de la prensa resulta una tarea que los medios no convencionales deben enfrentar. Lo están haciendo. El panorama editorial y cultural en México no es tan desolador como se cree. Sí existen opciones, sí hay productos mediáticos intermedios y agrupaciones que arman sitios en internet, boletines y revistas para exponer puntos de vista más diversos y más críticos. Es necesario conocer el mercado editorial, informarse de la producción de libros y revistas y de los hábitos de consumo cultural, para evitar reducir las opiniones y las posibilidades de esta industria al típico “en México no se lee”. Esa postura es una salida fácil ante el reto de conocer a los públicos, segmentarlos y generar productos editoriales más creativos. En la actualidad, que el internet supone una fuente de distracción e información cada vez más popular, mostrar los valores agregados que da la experiencia física de la lectura de revistas y libros, puede ser una de las opciones para generar más lectores, aunque al final se trate más de colaborar e integrar las distintas plataformas para conseguir objetivos comunes, que de competir entre sí por las audiencias. El horizonte de revistas de arte y cultura es amplio y las formas de operar también. No es tan variada, sin embargo, la oferta de revistas ambientalistas, lo que constituye un punto a mi favor en un contexto que

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se dice cada vez más sensible de las problemáticas ambientales pero que avanza lento en la implementación de las medidas necesarias para revertirlas. Este auge de la temática ambiental y esa escasez de revistas que atiendan el tema, podrían favorecer las posibilidades de encontrar apoyos y patrocinios para El Tentáculo. Además, no encontré registros de revistas que vinculen lo ambiental con lo artístico. La convergencia entre arte y ambiente quiere decir que no estamos separados de la naturaleza ni del arte, que a todos nos toca y nos afectan estas áreas. Estoy seguro que una revista así tiene un lugar. Acercar al público al arte y a la naturaleza y mostrar los puntos de coincidencia para generar una reflexión o un goce a partir de la creación, la imaginación, el consumo responsable, el cuerpo, la literatura, el paisaje, la justicia, la danza, el olvido, el deseo, la belleza, la espera, la paciencia, el viaje, el humor, el juego. Conseguir articular un punto medio para la base ideológica de la revista fue necesario para la propia concepción de esta tesis. La revista que planteo no es el lugar común de los medios no convencionales, pero su ánimo sí está comprendido por los teóricos de estos medios. No se trata de ser perseguidores políticos, pero sí constituir un espacio para vincular y dar voz a proyectos sociales, ambientales, artísticos, y para escaparse, para distraerse, para gozar del arte en su versión más lúdica. El Tentáculo quiere explorar sus capacidades intertextuales. Pretende ampliar la concepción que se tiene de las revistas, para mostrar que existen más allá del papel impreso y de las letras, y tomar otras formas y otros caminos. Que los lectores lleven la oferta de El Tentáculo a otros planos, que cambie su manera de entender y vivir su realidad más cercana. Hacer evidente lo que se puede contar, narrar, y por supuesto leer, en diferentes formas, explorar en los géneros periodísticos y literarios, y desde diferentes lugares, variar los tonos y las posturas. Que la revista como medio de comunicación transmita contenidos alternos, producto de una colaboración interdisciplinaria. El Tentáculo quiere tocar al lector con ideas que le revelen mundos distintos, que lo coloquen en otra realidad, y generen un punto de encuentro más allá de la publicación.

RECOMENDACIONES GENERALES 1. Asumir posiciones ideológicas intermedias. Ponderar aciertos y debilidades de las experiencias no convencionales para evitar caer en el negocio de la contracultura. No es que los argumentos de la contracultura carezcan de relevancia, el problema es la cerrazón con la que los tratan sus defensores.

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2. Fomentar la elaboración de textos críticos. 3. Fomentar una toma de conciencia, una introspección y autocrítica al interior de los medios no convencionales y de los movimientos sociales. 4. Voluntad para investigar cuál es la mejor manera de lograr que nuestro producto informativo llegue a su público, lo involucre y constituya una verdadera alternativa en el panorama editorial. 5. Atender el auge de internet desarrollando vinculaciones entre el producto impreso y las ventajas multimedia en la red. 6. Diseñar opciones entretenidas, lúdicas, serias y educativas para animar la lectura. 7. Creer en el camino independiente. La autogestión puede ser la clave para el desarrollo congruente y exitoso de un proyecto personal o grupal. 8. Conformar redes para el intercambio de experiencias editoriales con otras revistas. Ahora que miro hacia atrás el camino recorrido para la realización de esta tesis, me cae el peso de las doscientas ochenta y tantas hojas y una sensación urgente por liberarme de ellas, dejarlas reposar e imaginar el reencuentro más adelante. Un reencuentro que espero no sea individual y que le dé sentido a estas páginas más allá del que tiene como requisito académico. Que la tesis sea el referente desde el cual siga actualizándome, cuestionándome y encontrando la manera de cristalizar el proyecto. El reto del lanzamiento es grande pero también mi voluntad. Decía Chopin que la certidumbre es engañosa, y que sólo vacilar es duradero. No sé qué siga exactamente después de este ciclo y de esta investigación. El Tentáculo apenas puede aferrarse a una idea, y aunque queden dudas, es un punto de partida: El primer paso en un viaje de mil millas.

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CATEGORÍA LICENCIATURA: TERCER LUGAR

Políticas públicas de comunicación: Conceptualización de un término incomprendido Inge Roeniger Desatnik* Director de tesis: Ricardo Magaña Figueroa UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

Los medios de comunicación, y particularmente las nuevas tecnologías de comunicación, han contribuido a cambiar el paradigma comunicacional a nivel mundial debido a sus consecuencias en los ámbitos políticos, sociales y económicos. Sin duda alguna, los constantes desarrollos tecnológicos en materia mediática, aunados al contexto que plantea la globalización promueven la necesaria formulación e implementación de las políticas públicas pertinentes. En el caso de México, si bien existen debates sobre la legislación de medios como la televisión o las telecomunicaciones, es posible constatar que las políticas públicas de comunicación no están formuladas de manera explícita y de manera aún más grave, que el término para referirse a las mismas no se utiliza adecuadamente por no existir un consenso en torno a su significado. El propósito de este ensayo, es, en ese sentido, ofrecer una conceptualización sobre las políticas públicas de comunicación, así como algunas reflexiones sobre las problemáticas que deben abordar.

* Licenciada en ciencias de la comunicación con especialidad en comunicación política por la Facultad de Ciencias Politicas y Sociales de la Universidad Nacional Autonóma de Mexico. Maestrante en políticas públicas por Willy Brandt School of Public Policy de Erfurt Universitat en Alemania. Correo electrónico: inge.roeniger@gmail.com

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¿POR QUÉ HACER UNA CONCEPTUALIZACIÓN DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DE COMUNICACIÓN? Las políticas públicas de comunicación se vuelven un tema cada vez más recurrente en un contexto en el que la globalización y las nuevas tecnologías de comunicación definen la construcción y desarrollo de una sociedad de la información a nivel mundial. A pesar de ello, existen diversas confusiones en torno al manejo del concepto, tanto en el ámbito académico, como profesional y gubernamental, lo que impide la comprensión del mismo y genera, por ende, su incorrecta aplicación. Por otro lado, aunque la comunicación, la información y las nuevas tecnologías comienzan a ser cuestiones importantes en la agenda pública, aún no son abordadas directamente como temas primordiales de las principales organizaciones no gubernamentales del país. Esto se debe a que la discusión en torno a estos temas parece estar más centrada en la posibilidad de recibir informaciones, estar conectado a internet o tener teléfonos celulares. Esta época exige la constante intercomunicación entre países dentro de la dinámica que la globalización propone en los ámbitos político, económico y social, por lo que los debates deberían estar orientados en discutir sobre la urgente necesidad de generar políticas públicas que permitan facilitar y promover la capacidad de los ciudadanos para producir y difundir información, así como para comunicarse por medios tradicionales o a través de nuevas tecnologías, para ser no únicamente consumidores, sino verdaderos usuarios y productores de información. Sin embargo, dicho tipo de discusiones no pueden generarse sin antes existir un consenso, así como un empleo serio de la expresión políticas públicas de comunicación.

OBJETIVO Y APROXIMACIÓN METODOLÓGICA Al seguir la lógica de los párrafos anteriores, el objetivo fundamental de este ensayo es definir de manera concreta el término políticas públicas de comunicación, porque sólo teniendo una conceptualización precisa al respecto pueden hacerse análisis o indagaciones sobre la necesidad y repercusión de las mismas para nuestro país y para el mundo en general. Para plantear una definición sobre las políticas públicas de comunicación, se separó la frase en los términos que la componen, para de esta manera entender a qué hace referencia cada uno de los vocablos. Así, este ensayo explica de manera profunda en sus primeros tres apartados qué es

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una política y cómo se distingue de la Política; qué es lo público y cuál es su relación con el espacio público, la Política y las políticas; en qué consisten las políticas públicas y cómo se relacionan con los términos antes referidos; para finalmente, en un cuarto apartado, conceptualizar las políticas públicas de comunicación y describir su ámbito de acción.

¿QUÉ SON LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DE COMUNICACIÓN? Antes de definir a las políticas públicas de comunicación, conviene retomar las concepciones que se utilizaron en el texto sobre política pública y comunicación, pues ambas engloban la interrelación existente entre las políticas, la Política, lo público, el espacio público y la comunicación. Una política pública es un criterio que especifica la dirección que deberán seguir la serie de acciones que pondrá en práctica un gobierno para resolver problemáticas de índole público. Los criterios que estructuran a toda política pública se obtienen de decisiones fundamentales sobre su forma y contenido a partir de un proceso o ciclo que consta de cuatro etapas: Iniciación, formulación, implantación y evaluación. Estas políticas deben entenderse como públicas porque requieren ser “diseñadas por (los sectores sociales que) han de participar en su ejecución, transparentes en el momento de implementarse, y nítidamente responsables de los recursos empleados por el gobierno, pero también por la sociedad”1, pero más aún por su campo de acción que se relaciona con las necesidades sociales que impactan a un gran número de ciudadanos, mismas que deben ser atendidas a través de soluciones orientadas al bien común. En ese sentido, toda política pública debe basarse en un proyecto de nación con visión de largo plazo y no utilizarse como respuesta paliativa y emergente a una crisis.2 1

Mauricio Merino, De una disciplina sin objeto de estudio, a un objeto de estudio sin disciplina. Administración y políticas públicas desde una perspectiva nacional, en José Luis Méndez (comp.). 2 En este sentido, Arturo Arcos hace una crítica importante sobre la manera en la cual se formulan e implantan las políticas públicas cuando señala que no es extraño apreciar cómo nuestras políticas públicas toman a la legislación y al Plan Nacional de Desarrollo (proyecto que debe dar unidad a las propuestas de gobierno) como base formal y discursiva. Las líneas de congruencia comienzan a diluirse cuando surgen proyectos emergentes que valen en función del momento coyuntural y no por una visión integral de gobierno. (...) (Nos percatamos entonces) que la política se improvisa al momento en que se responde. Cfr. Arturo Arcos, Límite de las políticas públicas: Formalidad tecnocrática, modelos importados y proyecto nacional, en Juan de Dios Pineda, (comp.), Enfoques de políticas públicas y gobernabilidad, p. 78 y 79.

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La comunicación es un instrumento esencial para la organización de la sociedad pues “pone en común (…) los valores que permiten a los diferentes actores entenderse en el seno de la sociedad (…)”3 para de esta forma establecer las decisiones políticas fundamentales, legitimar el poder al hacer que las medidas que toma el gobierno sean entendidas, consensuadas y asumidas, y más aún, contribuir al desarrollo democrático de la sociedad al generar la posibilidad de compartir información de manera oportuna y completa entre los distintos grupos sociales y el gobierno, haciendo transparentes y accesibles todas aquellas cuestiones que son de interés público a través de los medios de comunicación, mismos que actúan como los canales por los cuales la sociedad puede informarse y participar en los asuntos de interés general. Si partimos de la base de que los recursos empleados para intercomunicar a una nación al interior y al exterior de la misma son un asunto de interés público y que, en general, la comunicación es en sí misma una actividad social, una política pública de comunicación puede definirse como un lineamiento que permite orientar las acciones que llevará a cabo el gobierno respecto de la problemática de interés público en materia comunicacional.

REFLEXIONES Y CONCLUSIONES SOBRE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS DE COMUNICACIÓN

El papel del gobierno es paradigmático en la organización y desarrollo de medios de comunicación tradicionales como cine, radio, televisión o prensa, así como en el caso de las telecomunicaciones y las nuevas tecnologías de la información. Tiene un rol determinante en la configuración de reglamentaciones y restricciones para cada uno de los mercados que se generan con estos medios, pero también para garantizar el cumplimiento de los derechos en materia de información y comunicación. El caso específico de las políticas públicas de comunicación en México es especialmente abundante en cuanto a ejemplos4 que no responden 3

Jean Marie Cotteret, La comunicación política. Gobernantes y gobernados, p. 4. Es pertinente señalar que se puede detectar cuáles son los lineamientos o directrices que establece una política a partir del análisis de los ejes rectores o principios básicos que rigen una ley, un código o un reglamento. Retomar las opiniones y las acciones de los defensores y los oponentes de una determinada postura o conducta, también es una manera de esclarecer las políticas. Por esta razón, se eligió analizar el caso de la Ley Federal de Radio y Televisión, mismo que resulta polémico por las discusiones que existen en torno a la reglamentación de los espectros y contenidos de esos dos medios (Cfr. Juan Enrique 4

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precisamente a las necesidades que en materia de comunicación e información tiene el país. Los lineamientos de dichas políticas se han orientado a promover el desarrollo de los medios mediante leyes y reglamentaciones sectoriales que han beneficiado sólo a algunos propietarios de los mismos, sin propiciar una competencia equitativa y con ello, afectando los contenidos transmitidos a través de los mismos, así como limitando la participación de los distintos segmentos de la población mediante dichos canales. Este fenómeno provoca que la legislación y las políticas públicas en torno al tema comunicacional sean poco claras, incompletas, discriminatorias y con una visión a corto plazo, pues sólo benefician a los concesionarios de los medios más poderosos y no contribuyen a promover la participación ciudadana. En ese sentido, el sistema de comunicación mexicano privilegia una visión mercantil que impide a la sociedad civil poseer medios propios y participar libremente en los canales de comunicación establecidos. La información, de igual forma, es considerada una mercancía antes que un bien común. Por lo tanto, es posible afirmar que aunque sí contamos con políticas públicas de comunicación, éstas son implícitas, debido a la inexistencia de un documento que las clarifique, lo que dificulta aún más la labor de generar o reformar, en favor del interés público, leyes, reglamentos, planes o programas que tengan relación con los temas comunicacionales. Hablar de políticas públicas de comunicación, en toda la extensión del término, implica rebasar el ámbito de la industria mediática, para debatir y vincularlo con la importancia del bienestar social y el desarrollo de la democracia desde una perspectiva más amplia mediante el acceso a la información y el uso de los medios tradicionales y las telecomunicaciones. Siguiendo esta lógica, algunas de las problemáticas5 que dichas políticas deben considerar son las siguientes:

Huerta, Políticas públicas en la industria televisiva mexicana: Un análisis desde la perspectiva de género en Revista Global Media Journal. Recurso disponible en http:// gmje.mty.itesm.mx/huerta.html ). Hasta la fecha no se han logrado crear acuerdos que cuenten con el apoyo público, toda vez que continúan los dimes y diretes por los privilegios que se le otorgan al sector industrial que tiene mayor control sobre la propiedad de los medios de comunicación. Si esto es así con la radio y la televisión, todo parecería indicar que las políticas que seguirían las reglamentaciones para otros medios como el cine, la prensa y las telecomunicaciones siguen y seguirán un camino similar.

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a) Políticas públicas concernientes al funcionamiento del sistema comunicacional 1. Combatir la unidireccionalidad de la comunicación, promoviendo un sistema de comunicación en el que las corrientes informativas circulen de manera pluridireccional. 2. Generar los mecanismos adecuados para promover un equilibrio entre la información de origen nacional y extranjero, evitando la alineación informativa provocada por los grandes consorcios trasnacionales. 3. Fomentar estructuras, prácticas y gestiones ante los medios que propicien la socialización de la información. 4. Garantizar a la población el acceso a la infraestructura relativa a medios tradicionales y telecomunicaciones. 5. Garantizar a la población el acceso a bienes y servicios culturales y propiciar su “alfabetización tecnológica” con la finalidad de que puedan apropiarse y hacer uso de los medios y la información. b) Políticas públicas relativas a la concesión de medios de comunicación: 1. Evitar que la propiedad de los medios se monopolice. 2. Establecer los mecanismos adecuados para que la concentración y adjudicación de medios sea justa, equitativa y accesible, sin prejuicios económicos, ideológicos o políticos de ningún tipo. c) Políticas públicas relacionadas con el acceso a la información y la participación ciudadana 1. Asegurar la transparencia y el acceso a la información. 2. Garantizar el cumplimiento del derecho a la información, así como de la libertad de prensa. 3. Fomentar que los ciudadanos y los diversos sectores sociales se informen y participen en distintos espacios cuya pluralidad en los medios sirva como canales de información y expresión. d) Políticas públicas orientadas a regular los contenidos 1. Pugnar por la diversidad y pluralismo en los contenidos mediáticos. 2. Verificar que los contenidos incluyan una justa representación de las minorías, haciendo visible tanto a la población como al gobierno sus demandas, necesidades y opiniones. 3. Garantizar la producción nacional y regional de contenidos mediáticos, promoviendo la conservación y el desarrollo de la cultura nacional. 4. Apostar por la profesionalización tanto de los contenidos como de los comunicadores, con la finalidad de ofrecer información objetiva, veraz y oportuna, así como para establecer un equilibrio entre los contenidos

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informativos, educativos, de entretenimiento y publicitarios que se transmiten por los medios. Si bien al tener una definición común sobre las políticas públicas de comunicación y sus problemáticas es posible comprender con claridad el término y comunicarlo adecuadamente, es requisito indispensable considerar ir un paso más allá de la conceptualización. Es prioritario definir políticas públicas de comunicación para nuestro país porque estas no deben permanecer por más tiempo implícitas, ni utilizarse en los discursos de manera ligera, malinterpretada y relacionada con el supuesto interés por satisfacer las necesidades comunicacionales de la población. En ese sentido, es fundamental que las políticas públicas de comunicación en México consideren a los medios de comunicación como un importante vehículo para fomentar la conciencia ciudadana, estableciendo para ello directrices que permitan a la población hacer uso de estos últimos, así como de la información obtenida a partir de los mismos, para con ello, satisfacer sus necesidades de información, educación y entretenimiento, ejercer su derecho a la libre expresión y facilitar su participación en la toma de decisiones políticas que afecten el interés público.

FUENTES REFERENCIALES Casas, María de la Luz. (2006). Políticas de comunicación, un tema pendiente en la agenda, en Global Media Journal. Volumen 3, número 5, disponible en http://gmje.mty.itesm.mx/luz.htm (2006). Políticas públicas de comunicación en América del Norte. México: Noriega Editores. Cotteret, Jean Marie. (1977). La comunicación política. Gobernantes y gobernados. Argentina: El Ateneo. Esteinou Madrid, Javier (2004). El rescate del Informe McBride y la construcción de un nuevo orden mundial de la información en Revista Razón y Palabra. Junio – Julio, disponible en http:// www.cem.itesm.mx/dacs/publicaciones/logos/anteriores/n39/ jesteinou.html Gómez, Gustavo. (2003). Políticas públicas de comunicación: El ausente imprescindible. Uruguay: Fundación Friedrich Ebert. Huerta, Juan Enrique. (2006). Políticas públicas en la industria televisiva mexicana: Un análisis desde la perspectiva de género, en Revista Global Media Journal. Volumen 3, número 5. Recurso disponible en http://gmje.mty.itesm.mx/huerta.html

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Jaua Milano, Elías José. (2000). El integrismo tecnoliberal: Un reto para las políticas públicas de comunicación, en Anuario ININCO (Investigaciones de la Comunicación) núm. 9. Venezuela: Universidad Central de Venezuela, disponible en http://www.ucv.ve/ftproot/anuarioininco/ininco9/contart6.htm Méndez, José Luis. (2000). Lecturas básicas de administración y políticas públicas. México: El Colegio de México. MacBride, Sean. (1993). Un solo mundo. Voces múltiples. Comunicación e información en nuestro tiempo, México: Fondo de Cultura Económica. Murciano, Marcial. (2006). Las políticas de comunicación y la construcción del Estado democrático, en Sala de prensa. Web para profesionales de la comunicación iberoamericanos, año VIII , volumen 3. Disponible en http://www.saladeprensa.org/art670.htm Pineda, Juan de Dios (comp.). (1999). Enfoques de políticas públicas y gobernabilidad. México: Colegio Nacional de Ciencias Políticas y Administración Pública.

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CATEGORÍA MAESTRÍA: PRIMER LUGAR (RESEÑA DE TESIS)

Ejercicio de la libertad de prensa y sus limitaciones en entornos violentos. El caso de los periodistas de Culiacán, Sinaloa, México1 Frida Viridiana Rodelo Amezcua2 Directora: Dra. María Elena Hernández Ramírez UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA ○

Diversos fenómenos de limitación del ejercicio de la libertad de prensa en México motivaron realizar la investigación: Ejercicio de la libertad de prensa y sus limitaciones en entornos violentos. El caso de los periodistas de Culiacán, Sinaloa, México. En particular, al comenzar la investigación en 2006, resultaba especialmente notable como forma de limitación de este derecho la violencia contra periodistas en la ciudad de Culiacán, Sinaloa, denunciada por la propia prensa y por organismos civiles. En segundo lugar, algunos reportes sobre libertad de prensa señalaban que permanecían otras causas de limitación del ejercicio periodístico, como las concernientes a las presiones políticas y las presiones económicas. En ese sentido, planteé las preguntas de investigación: ¿Cómo es el ejercicio de la libertad de prensa de los periodistas de la prensa escrita de Culiacán? y ¿Cómo es limitado el ejercicio de la libertad de prensa de los periodistas de Culiacán por la economía de la prensa, la relación prensa-poder y el papel del crimen organizado en la región? La libertad de prensa es un derecho individual y colectivo al mismo tiempo. La interpretación de cómo se puede ejercer la libertad de prensa 1

La tesis se puede descargar de la base de datos CC-DOC: http://ccdoc.iteso.mx/ acervo/cat.aspx?cmn=browse&id=5453. 2 Frida Rodelo Amezcua es maestra en ciencias sociales por la Universidad de Guadalajara y licenciada en comunicación por la Universidad de Occidente. Ha publicado en la revista arbitrada Comunicación y Sociedad. Actualmente colabora con el International Center For Journalists (ICFJ)-Timor Leste. Correo electrónico: viri.rodelo@gmail.com.

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está íntimamente relacionada con el tipo de régimen político imperante. El régimen político es mediador del ejercicio periodístico en un espectro que va desde la regulación, control y dominio de la prensa hasta la desrregulación con autorregulación o libertad total. Sin embargo, diversos académicos han propuesto, más que un ejercicio completamente “libre” y desrregulado, un ejercicio periodístico con responsabilidad social (Siebert et al., 1963). Al relacionar los tipos de regímenes políticos con los tipos de ejercicio de la libertad de prensa, resulta apropiado considerar a algunos países como democracias débiles o en tránsito. Para Flores (2005: 4, 16), en los Estados débiles hay una diferencia entre las normas institucionales formales y las normas institucionalizadas por las prácticas sociales así como una falta de diferenciación entre intereses públicos y privados. Waisbord (2002: 93) encuentra el fenómeno de debilidad del Estado en la incapacidad de monopolizar el uso de la fuerza y en la impunidad de los responsables de los ataques contra periodistas. Además, en este tipo de regímenes el gobierno tiene influencia sobre los medios debido a razones de índole política o económica, aunque no haya coerción abierta contra los periodistas. El tipo de censura violenta es un tema de preocupación en las naciones con regímenes autoritarios y en las democracias débiles, como es el caso de los países latinoamericanos, en donde, según Waisbord (2002: 93-94), la violencia contra periodistas no parece separada de la violencia en general. En cuanto al caso mexicano, podemos definir dos etapas del ejercicio de la libertad de prensa de los periodistas. Sobre la primera de ellas, los autores describen el tipo de ejercicio periodístico que se realizaba en la etapa posrevolucionaria mexicana, denominándole de “subordinación de los medios al poder público” a través de medidas jurídicas, políticas y económicas (Carreño, 2000). Por otra parte, varios autores identifican el inicio de un periodo de “apertura” o de “mayor” libertad de prensa entre 1960 y 1990, con la publicación de revistas y periódicos como Siempre!, Excélsior antes de 1976, Proceso, La Jornada y, ya en los noventa, El Norte, Reforma y Siglo 21. Hacia 1995, Trejo hizo notar, sin embargo, las paradojas que seguían existiendo en el periodismo mexicano y que pueden considerarse factores de limitación del ejercicio de la libertad de prensa: Escasez de lectores, manipulación de cifras sobre circulación, discrecionalidad oficial en el otorgamiento de publicidad y presiones políticas y económicas. Diferentes investigaciones y reportes realizados sobre periodismo en las regiones de México, aportan pruebas de que los problemas mencionados por Trejo (1995) siguen afectando el ejercicio periodístico, por lo menos en el “interior” del país.

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Aunado a lo anterior, la Fundación Manuel Buendía, interesada en el tema de la violencia contra periodistas, comenzó a emitir desde 1988 informes anuales sobre la situación de la libertad de prensa en el país. Un informe de este organismo no gubernamental (Martínez Omar et al., 1994) refiere que la cantidad de periodistas asesinados en México ascendió durante cada sexenio, desde el periodo de Luis Echeverría (1970-1976: 6 periodistas victimados) hasta el de Carlos Salinas (1988-1994: 46 periodistas victimados). Article 19 et al. (2008: 7) refieren que durante el sexenio de Vicente Fox (2000-2006) 16 periodistas fueron asesinados. A las cifras de homicidios hay que añadir los casos de agresiones físicas, amenazas y otras formas de intimidación a los periodistas, los cuales han aumentado en Sinaloa y en otras partes de la república después de verse acrecentados la actividad del crimen organizado y los operativos de militarización de la seguridad pública después de 2006. Entonces propuse abordar el problema de investigación a partir de tres ejes hipotéticos de limitaciones de la libertad de prensa: La economía de la prensa, la relación prensa-poder y el entorno de violencia. Debido a su importancia, me enfoqué en el desarrollo o análisis de dos de estos ejes: El de la relación prensa-poder como factor de limitación económico y político y el del entorno de la violencia. Con entrevistas semiestructuradas, reuní testimonios de periodistas de Culiacán sobre los ejes “relación prensa-poder” y “entorno de violencia”. El monitoreo y la recolección de notas de los medios impresos de Culiacán permitieron ampliar y contextualizar la información contenida en los testimonios. La hipótesis de la investigación fue que el ejercicio de la libertad de prensa de los periodistas de Culiacán se encontraba limitado por las características económicas de las empresas periodísticas, la relación prensapoder y el entorno de violencia y crimen organizado en la región. El poder del gobierno y del narcotráfico y la confusión entre ambos crea un ambiente que limita la libertad de prensa de los periodistas por causa del miedo y la dependencia económica de los medios en el gobierno del estado. Respecto a la relación prensa-poder en Culiacán, encontré que los antecedentes de ésta se encuentran ligados a los del resto de las regiones del país: Como rasgo importante, los periódicos solían estar coludidos de alguna u otra forma con los participantes del sistema político durante el régimen autoritario posrevolucionario. En el caso de Culiacán, el periódico principal era parte de la cadena de medios pro gobiernista Organización Editorial Mexicana. Asimismo, era aceptable que los periodistas intercalaran en sus currículos su actividad periodística con cargos públicos, partidistas o de elección popular. Sin embargo, a partir de la llegada de

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otros periódicos locales en la década de 1970, periodistas de estas nuevas empresas sostienen que hubo una noción menos oficialista sobre lo que es el periodismo. Durante el periodo estudiado, que correspondió al lapso entre 2006 y 2008, observé diversas actitudes de los periodistas diferentes a las del tipo de relación prensa-poder autoritaria. Los periodistas consideran actualmente reprobable, por ejemplo, combinar ejercicio periodístico con cargos públicos así como aceptar sobornos; las autoridades estatales desaparecieron el Premio Estatal de Periodismo de forma similar a lo que ocurrió a nivel nacional y un grupo importante de periodistas exigió una reforma a la Ley de Acceso a la Información Pública del Estado de Sinaloa que frenara la práctica de reservar indiscriminadamente la información pública incómoda para las autoridades estatales. Los datos correspondientes al eje “entorno de violencia” revelaron los peligros del ejercicio periodístico en Culiacán. Desde la década de 1970, debido a las actividades del crimen organizado, Culiacán se ganó la reputación de ser una ciudad sumamente violenta. Fenómenos relacionados con el crimen organizado acontecen en la región: Inseguridad, impunidad, corrupción, lavado de dinero y violaciones de los derechos humanos. Lo anterior da como resultado que los periodistas busquen protegerse con prácticas de periodismo precavido. Los resultados del análisis de los datos pudieron abstraerse para conformar un modelo de práctica del periodismo basado en la autocensura de los periodistas por dos problemáticas principales: Uno, la subsistencia económica de la empresa periodística: Las empresas periodísticas dependen económicamente de la publicidad gubernamental y de ciertas prácticas de clientelismo; y, dos, la falta de seguridad: Los periodistas deben reportar y fotografiar los hechos cotidianos con precaución debido al ambiente de violencia.

BIBLIOGRAFÍA Article 19 et al. (2008). Libertad de prensa en México: La sombra de la impunidad y la violencia, Misión internacional de documentación sobre ataques en contra de periodistas y medios de comunicación, México. Carreño, J. (2000). Cien años de subordinación / Un modelo histórico de la relación entre prensa y poder en México en el siglo XXI, en Sala de Prensa, número 16, febrero, año III, vol. 2, sitio web: www.saladeprensa.org/art102.htm.

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Flores, C. A. (2005). El Estado en crisis: Crimen organizado y política. Desafíos para la consolidación democrática, tesis de doctorado, UNAM, México, página web: www.funcionpublica.gob.mx/unam/2005/ ganadores/1_estadoencrisis.pdf, consultada el 31 de agosto de 2008. Martínez, O. R.; J. A. Barrera; F. N. Perafán & V. T. Martínez (1994). Análisis de los casos 1988-1994, Fundación Manuel Buendía-Unidad de Libertad de Expresión, México, sitio web: www.mexicanadecomunicacion.com. mx/Tables/fmb/libexp/ac8894.htm, consultado el 1 de octubre de 2008. Siebert, F. S., T. Peterson & W. Schramm (1963), Four theories of the press, Illini Books, University of Illinois Press, Urbana. Trejo, R. (1995). Prensa y gobierno: Las relaciones perversas, en Comunicación y Sociedad, Universidad de Guadalajara-Departamento de Estudios de Comunicación Social, núm. 25-26, septiembreabril, Guadalajara, pp. 35-55. Waisbord, S. (2002). Antipress violence and the crisis of the state, en Harvard International Journal of Press/Politics, vol. 7 (3), pp. 90-109.

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