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INGENIERAS EMPRENDEDORAS
CARLOTA PI AMORÓS Cofundadora y Presidenta Ejecutiva de Holaluz “Si se aplicaran las cuotas en las escuelas se favorecería el acceso de mujeres a la Ingeniería”
Cuando empezó a estudiar Ingeniería Industrial en 1994, Carlota Pi no sabía todavía que acabaría trabajando en el sector eléctrico y fundando una compañía centrada en la energía verde, como es el caso de Holaluz. Nacida en Barcelona en 1976, actualmente ostenta el cargo de presidenta ejecutiva en esa misma empresa, que empezó su andadura en el año 2011. En la Universidad Politécnica de Cataluña, donde se graduó, también estudió el máster en Métodos Matemáticos Aplicados a los Mercados Financieros, completando su formación en 2009, cuando superó con éxito su MBA.
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¿Cómo surgió la idea de fundar la compañía?
Oriol Vila, Ferrán Nogué y yo, que somos los tres fundadores de Holaluz, nos conocimos estudiando el MBA en IESE, una escuela de negocios de Barcelona. Ahí aprendimos del profesor Antonio Segarra que una compañía bien gestionada, que es capaz de encontrar su camino hacia la rentabilidad, puede y debe convertirse en una herramienta para hacer del mundo un lugar mejor.
Eso para nosotros fue una revelación porque pensábamos que esa tarea estaba encomendada a los Gobiernos o a las ONG, así que el hecho de que una compañía tenga que tener un propósito realmente trascendente y transformador del mundo nos pareció una idea muy espectacular.
Recién graduados, estábamos los tres en un bar pensando qué podíamos hacer para que el mundo fuera un lugar mejor y salimos de allí con la idea de fundar Holaluz.
Holaluz es una empresa relativamente joven. ¿Qué balance haría de su desarrollo?
Estoy muy orgullosa de lo que hemos conseguido en Holaluz en estos 9 años y nerviosa por lo que nos queda por delante. Ahora tenemos bien asentados los códigos postales de España, superamos ampliamente los 200.000 clientes, crecemos a un ritmo de más de 400 nuevos cada día y, desde hace un año, estamos liderando en el sector doméstico, es decir, dirigiéndonos exclusivamente a clientes particulares y pequeñas empresas.
Además, también estamos liderando, dentro de este sector doméstico, la instalación de placas solares fotovoltaicas para que la gente produzca su propia electricidad y convierta su tejado en un generador de energía renovable.
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¿Por qué la Ingeniería Industrial presentan una tasa de mujeres estudiantes notablemente inferior a la de hombres?
Contrariamente a lo que muchas veces se ha dicho, no es porque a las mujeres no nos interese la tecnología, ya que la ciencia y la tecnología nos interesan exactamente en la misma proporción que a los hombres. Yo soy fan de las cuotas, porque si en las escuelas de Ingeniería y facultades similares se aplicaran, se empezaría a generar un sesgo positivo en ese sistema, cambiando el contexto y produciendo un llamamiento natural para que entren más chicas. Este ejemplo ya se ha seguido en las mejores escuelas de negocio del mundo, como la Universidad de Harvard, la de Stanford o el London School of Economics.
Pasado un tiempo desde la aplicación de estas cuotas nos pasará como a los daneses, que ya no necesitan esas medidas porque, a base de introducir ese sesgo positivo, el sistema ha adquirido la forma de garantizar la igualdad. Otro sistema sería a través de becas, descontando, por ejemplo, un porcentaje de la matrícula a las mujeres.
¿Diría que el papel de la mujer está bien representado en la Ingeniería Industrial?
No. Ni en la Ingeniería Industrial ni en la sociedad en general. Sin embargo, en Holaluz, al presentar un ecosistema de trabajo diferente, tenemos un 50% de mujeres en todos los equipos y en todos los niveles. En el equipo de tecnología tuvimos que introducir cuotas porque no teníamos suficientes chicas.
Desde Holaluz se defiende el uso de la energía verde. ¿Se está avanzando en esa línea?
Absolutamente. De hecho, es algo que nosotros llevamos explicando los últimos 9 años, ahora con éxito, porque la alineación en la energía verde ya es algo mainstream en el mundo. Hace tiempo, conceptos como el reciclaje o la economía circular eran defendidos por una minoría. Ahora tenemos marcas de ropa que producen de una forma 100% orgánica y reciclan algodón, es decir, todo el mundo está metido ya en esto.
Con la irrupción de la crisis sanitaria y económica provocada a causa del coronavirus, este proceso se ha acelerado a pasos agigantados. La conciencia con la que estamos viviendo todo esto es la de hacer actos diarios que nos alineen a nuestros valores y la manera que queremos vivir. Esta nueva normalidad nos brinda una oportunidad de oro para construir una nueva realidad que nos guste y nos encaje más porque no íbamos bien como humanidad.
¿Qué medidas adoptaría para el aumento de estas energías?
A nivel político o regulatorio no tomaría ninguna porque, desde que se consiguió eliminar el absurdo impuesto al sol en 2018, no existe ninguna otra traba regulatoria para que la gente se conecte a la energía verde o instale placas solares en sus tejados. Si como consumidor haces esto y tienes claro a qué visión del mundo te quieres sumar, las transformaciones van ocurriendo.
No es que tenga que venir un Gobierno a decir lo que hay que hacer, sino que cada vez más el poder está en las decisiones que toma la gente. Yo lo que haría es concienciar a la gente de que la energía verde no es más cara y que gracias a la tecnología esto es posible. Cuanta más gente lo conozca mayor será la libertad para elegir a qué visión del mundo quieren contribuir.
¿Cómo ve el futuro de Holaluz?
Hicimos una salida a bolsa el 29 de noviembre de 2019 y una ampliación de capital de 40 millones. Con ese dinero estamos en predisposición de ejecutar un plan de negocio que nos lleve a conseguir a finales de 2023 un millón de clientes domésticos y haber transformado 50.000 tejados en generadores de electricidad.
De izquierda a derecha: Oriol Vila, Ferrán Nogué y Carlota Pi, fundadores de Holaluz