¿A dónde va Jacinto Congo?

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RECURSOS PARA EL DOCENTE

va A dónde ¿

jAcinto congoo? Una historia para el Bicentenario

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¿Adónde va Jacinto Congo? Una historia para el Bicentenario es una obra colectiva, creada y diseñada en el Departamento Editorial de Ediciones Santillana, bajo la dirección de Herminia Mérega y Graciela Pérez de Lois, por el siguiente equipo:

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Coordinación y redacción: Diana González y Analía Segal Consultor histórico: Federico G. Scigliano Consultora literaria: Ruth Kaufman Edición: María Angélica Lamborghini Gerencia de gestión editorial: Mónica Pavicich

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Propósito del libro

Un poco de historia La Historia argentina, sobre todo la de la ciudad de Buenos Aires, suele negar su pasado y su presente negro y africano. Sin embargo, y a propósito del Bicentenario, resulta relevante instalar el debate acerca del aporte de la cultura africana en la construcción de la identidad nacional. El Puerto de Buenos Aires fue una de las principales entradas de esclavos a América. Entre 1700 y 1800, junto con las manufacturas europeas, por el puerto también ingresaban esclavos. Algunos eran vendidos en los mercados de la ciudad y se quedaban en Buenos Aires donde trabajaban como personal de servicio de las familias o como pequeños manufactureros, pero la gran mayoría era trasladada y vendida en otras regiones, como Tucumán, Córdoba, Mendoza, el Alto Perú (hoy Bolivia) o Chile. Se estima que la cantidad de personas traídas de África para ser esclavizadas en América fue de aproximadamente 100 millones. Cuando los compraban, les cambiaban el nombre siguiendo una fórmula más o menos precisa, que puede esquematizarse de la siguiente manera: Nombre de pila + (apellido) + etnia o casta + cond. social + amo Ejemplo: Ana María Cabanillas, zamba de casta Angola, esclava del Señor García Tamayo.

Aunque la mayoría de los negros eran esclavos, también había negros libres. Se podía comprar la libertad con dinero. El precio que pagaban era muy alto y no fueron muchos los que pudieron juntar la cantidad de dinero suficiente. También podía ocurrir que varones negros se casaran con mulatas libres o con indias y, entonces, sus hijos nacían libres porque la condición de esclavo se heredaba por vía materna.

Cada grupo de esclavos, según de qué lugar de África vinieran, tenía sus dialectos, sus creencias y sus costumbres. Pero la situación de esclavitud los hermanaba. Por eso, organizaron reuniones y otras formas de encuentro llamadas sociedades o naciones.

La presencia de negros esclavos en distintas regiones argentinas En tiempos coloniales, en las ciudades de Tucumán, Santiago del Estero, Córdoba y Catamarca, los negros llegaron a representar cerca de la mitad de la población. En Buenos Aires, recién hacia el final del período colonial, cuando la ciudad comenzó a crecer, la esclavitud fue mucho más importante. Los primeros negros esclavos que llegaron a la Patagonia, en 1779, con la expedición de Juan de la Piedra, fueron dieciséis. Doce fueron llevados a Río Negro, donde en Viedma se fundó el Fuerte y Población de Nuestra Señora del Carmen de Río Negro. En el libro de bautismos de la parroquia de Carmen de Patagones quedó asentado que este primer contingente lo integraban personas pertenecientes a las naciones Congo y Mina. En Santa Fe hay un dicho: “El que no es Congo es mocoví”, relativizando de este modo el comentario del escritor mexicano Carlos Fuentes según el cual los mexicanos descienden de los aztecas; los peruanos, de los incas, y los argentinos, de los barcos. En la ciudad de Santa Fe, el dicho expresa que prácticamente nadie está exento de tener una pertenencia étnica extraeuropea, sea de indígenas o de negros. En Resistencia, capital de la provincia del Chaco, vive un pequeño núcleo de población afro, básicamente proveniente de la vecina ciudad de Corrientes. En ambas ciudades se practica el culto a san Baltazar. En Chascomús, provincia de Buenos Aires, donde existió un barrio de negros llamado “Barrio del Tambor”, hay una capilla, que lleva el nombre de Capilla de los Negros. Actualmente, esta comunidad es pequeña. Estos son apenas unos pocos datos sobre la presencia afro en el país. Podrán ser enriquecidos y ampliados con la información que está disponible en diversos archivos, museos y demás fuentes que se encuentran en las diferentes jurisdicciones.

El libro, escena por escena En 1811 se desarrollan en la ciudad de Buenos Aires varios días de fiesta popular con motivo del primer aniversario de la instalación de la Primera Junta. Toda la ciudad, desde dos semanas antes se dedicó a preparar los festejos.

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En ocasión del Bicentenario, este libro se propone ofrecer un material historiográficamente actualizado y al mismo tiempo atractivo, para que lo lean y lo disfruten los niños, las familias y los docentes interesados en la historia. Se han seleccionado aspectos de la vida cotidiana durante la celebración del primer año de la Revolución de Mayo en Buenos Aires, que van a enriquecer la mirada de los chicos sobre ese pasado histórico, y seguramente provocarán también cierta sorpresa o extrañamiento. En este caso, además, la narración se construye alrededor de un protagonista negro, representativo de la alta proporción de negros en el Río de la Plata durante la Revolución de Mayo. Se considera que en ese tiempo uno de cada tres individuos era de origen africano.

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En principio, se calcularon cinco días de festejos, bebidas y confituras, música y bailes, porque el sentido de los festejos no fue solemne sino de algarabía. Dice Beruti, en sus Memorias curiosas: “en el cumpleaños de nuestra Junta estaba la gente fuera de sí y no pensaba en otra cosa sino en divertirse […]”. Según dicen, fue la primera vez que la ciudad lució tan iluminada para lo cual se destinaron millares de luminarias. La historia transcurre el 25 de mayo de 1811. El protagonista es el farolero, empleado público a cargo de la iluminación de la ciudad. La propuesta es “acompañar” al farolero en el recorrido que realizará ese día por distintos lugares de la ciudad para encender las velas habituales y las muchas otras que le encarga la Junta con motivo de la celebración. El recorrido arranca por la mañana en el Barrio del Tambor, donde viven muchos afroamericanos libertos. Allí, Jacinto Congo se cruza con sus vecinos que se preparan para sus actividades diarias. Se dirige luego al río, donde está su mujer, que es lavandera, junto con otras. Luego, atravesará el Mercado entre el vocerío de los vendedores, hasta llegar a la Pirámide de Mayo cuando los albañiles dan los últimos retoques al monumento que se inaugura ese mismo día, y dejará preparadas las luminarias. Presenciará luego el desfile de comparsas, los bailes en el Cabildo, y más tarde, comenzando el regreso a su casa, podrá ver los interiores de las casas en las que se desarrollan las tertulias.

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1. En el Barrio del tambor

En la ciudad de Buenos Aires, muchos negros libertos y diversas sociedades negras, o naciones, se instalaron cerca de la iglesia de Montserrat. El barrio de Monserrat también era conocido como Barrio del Tambor ya que este era el instrumento que más se oía tocar. La cuerda de tambores o juego de tamboriles se integraba con cuatro tipos de tambores. Cada uno cumplía funciones rítmicas diferentes, configurando entre todos la clave típica del candombe. Estas naciones también eran conocidas como “candombes” por los bailes que realizaban los domingos y feriados. Su principal objeto era recolectar fondos para liberar a los esclavos. En 1811, las comparsas de negros que tocaban tambores desfilaron por las calles de Buenos Aires para celebrar el primer año de la revolución.

¿Qué hacer con los chicos? Si bien se trata de niños pequeños, sería conveniente brindarles información acerca de la situación de esclavitud en la que se encontraban los afroamericanos. Comentarles brevemente que habían sido capturados en sus países africanos para traerlos a América y venderlos como esclavos. Relatarles también las vías por las cuales era posible, aunque difícil, conseguir la libertad.

Para conocer algunos aspectos de la cultura afro podrá traerse al trabajo con esta escena el juego de origen africano que se ofrece en la parte final de este cuadernillo. También podrán reconocer cuántas palabras que usamos cotidianamente son de origen africano. Asimismo, es una oportunidad para conocer más a fondo acerca de la música de candombe y las cuerdas de tambores, en qué circunstancias se la escucha o toca. Si se comparte con el/la docente de música, la propuesta puede tomar otro vuelo. Luego, podrán buscar en la iconografía de la época aquellas imágenes en las que haya afroamericanos. Los chicos pueden confeccionar una galería, recortando personajes de esas reproducciones, analizar cómo se visten, qué tipo de objetos llevan con ellos, si están caracterizados desde sus oficios, qué herramientas poseen. Podrá completarse la galería incluyendo otros personajes de la sociedad de la época, representativos de diferentes sectores sociales e imaginar diálogos entre ellos. El sector de dramatizaciones podrá enriquecerse con elementos propios de estos grupos sociales, y así se propiciará el juego. Si es posible, puede trabajarse con un plano antiguo de la ciudad de Buenos Aires e invitar a los niños a familiarizarse con él. El docente puede estimular a los alumnos a realizar observaciones cada vez más precisas, favorecer la identificación de calles, el río, el Fuerte. También se pueden realizar comparaciones con un plano actual de la ciudad para identificar semejanzas y diferencias. A medida que avancen en la lectura del libro podrán señalarse en el plano los diferentes lugares que recorre el protagonista.

2. Va hacia el río

La costa del Río de la Plata estaba formada por una ancha franja de piedras que asomaban con la bajante y en donde se formaban grandes ollas naturales que las lavanderas –todas negras– usaban para lavar la ropa. Las lavanderas llegaban de a cientos, en verano e invierno, ocupaban sus pozos y luego colgaban la ropa en tendederos provisorios o sobre el piso. Llevaban sobre la cabeza la batea de madera, una pava para el mate y la infaltable pipa o “cachimbo”. Fumar siempre fue una tradición también femenina entre los esclavos. Solían bailar formando círculos de entre ocho a diez personas. También cantaban, cada una según su nacionalidad.

¿Qué hacer con los chicos? Seguramente en la localidad donde los chicos viven, ciertas necesidades como el lavado de la ropa eran organizadas de acuerdo con las particularidades del lugar. Podrá indagarse con ellos quiénes se hacían cargo de este tipo de servicios en la época colonial y revolucionaria. Quizás es posible identificar en pinturas del período dónde se lavaba la ropa, quiénes lavaban, cómo lo hacían, de dónde

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3. Pasa por el mercado

La Plaza Mayor, llamada de la Victoria después de las invasiones inglesas, era un lugar emblemático de la ciudad. Estaba cerca del río, ubicada en la parte oeste de lo que hoy es la Plaza de Mayo, mientras que el sector este era otra plaza, separada de la primera por medio de la Recova. Esta segunda plaza era la de las Armas o del Mercado, y estaba delante del Fuerte. Este sector estaba empedrado. El mercado era un lugar de gran actividad en el que se ofrecía todo tipo de carnes como perdices y mulitas, patas de vaca cocida y aves, y el pescado que los pescadores sacaban con grandes redes del río. Las verduras y frutas se vendían en la actual esquina de Yrigoyen y Defensa. También se ofrecían huevos, chicha y tortas. Además de los puestos en el mercado, la ciudad contaba con una variada oferta de venta ambulante que ofrecía mercadería diversa por los barrios.

¿Qué hacer con los chicos? Al analizar la imagen del cuento y otras más que puedan conseguirse en libros o revistas, se puede hacer un listado de los productos que podían encontrarse en el mercado. En alguno de los rincones de la sala podría organizarse un mercado como en 1800 y jugar a comprar y vender como en tiempos de la revolución. Pueden conseguirse imágenes de las monedas de uso corriente en aquella época, fotocopiarlas ampliadas y recortarlas para jugar a efectuar transacciones de compra-venta. Analizar las monedas antiguas puede ser en sí misma una actividad que brinde información sobre la época. Todavía existen mercados en lugares abiertos y seguramente en otras localidades. A partir de lo que saben, o pueden conversar con los mayores, o de una visita que pudiera organizarse, será posible identificar otro tipo de mercaderías que circulan actualmente en ellos, el tipo de objetos que se ofrecen, y analizar cambios y continuidades en las formas de comprar y de vender.

4. Llega a la Plaza

La Pirámide se construyó a principios de 1811 para festejar el primer aniversario de la revolución. Estaba hecha

de adobe horneado y poseía trece metros de alto. Tenía un zócalo, un pedestal sencillo de cuatro ángulos entrantes y una cornisa que la circundaba. Estaba rodeada por una verja. La Pirámide fue formalmente inaugurada el 25 de mayo, aunque no estuvo totalmente terminada para ese día. Fue el eje de los festejos en los cuatro días que siguieron. Además de las luminarias, se colocaron alrededor las banderas de los Regimientos Patricios, Pardos y Morenos, Arribeños, Húsares y Granaderos. Las autoridades se ubicaron a los pies de la Pirámide, en una alfombra roja, y en ese lugar se desarrollaron las danzas y canciones que formaron parte de la fiesta.

¿Qué hacer con los chicos? En las localidades donde sea posible, puede ser interesante indagar cuáles son los monumentos construidos para evocar o conmemorar los acontecimientos de los tiempos revolucionarios y programar una visita. Asimismo puede ampliarse el conocimiento acerca de cómo eran las ciudades en esa época, cuáles eran sus construcciones emblemáticas, en qué lugares actuales del emplazamiento urbano se encuentran. También puede profundizarse acerca de los trabajos, los trabajadores, las técnicas, las herramientas y los materiales usados en las construcciones de antaño y comparar con la actualidad. De ser posible, puede invitarse a alguna persona con conocimientos sobre construcciones y organizar en la sala un taller de fabricación de ladrillos de adobe.

5. En el cabildo

En los festejos de 1811 se ofreció un gran baile en el Cabildo con orquesta completa de música, al que fueron invitadas muchas personas. Los días 24, 25 y 26 de mayo el cocinero Ramón Aignasse sirvió los refrescos durante el baile, que duró hasta las 2 de la mañana. El gobierno pagó 140 pesos y 7 reales a Ramón por 4 arrobas y media de dulce, 10 libras de bizcochos, 48 limetas de cerveza superior, 4 limetas de ron, otras 4 de ginebra y otras de caña. También 8 de licores, 3 de vino, 4 frascos de refrescos. María Márquez preparó moños de cintas. En las celebraciones de 1812 y 1813 se realizaron sorteos de dinero entre familias indigentes y se liberó a algunos esclavos. Y en las fiestas mayas de 1813 se quemaron dos enormes castillos de cartón, que simbolizaban el fin de la corona española.

¿Qué hacer con los chicos? En las localidades donde sea posible, puede resultar interesante efectuar una visita al Cabildo. Durante la salida, los chicos, provistos de materiales para dibujar, pueden registrar los aspectos o detalles que les resulten más significativos. Al volver a la sala se colocarán las producciones en las paredes para efectuar comparaciones

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se obtenía el agua. También puede ser interesante buscar información sobre la fabricación de jabón, cómo se hacía, quiénes lo fabricaban, qué herramientas utilizaban. Sería oportuno, además, compartir con los niños la canción de las lavanderas que se incluye al final de este cuadernillo. Analizar la forma particular en la que se pronuncian ciertas palabras puede habilitar la reflexión acerca de las dificultades que tenían los negros para pronunciar el español ya que sus idiomas de origen eran muy diferentes.

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entre ellas. Puede completarse la colección de dibujos infantiles con las representaciones históricas de esos mismos edificios. Por otra parte, se podrán buscar poemas o canciones de época cuyas letras refieran a la Revolución o sus festejos, para compartir con los niños. Aprender a bailar danzas como el minué, la contradanza o los cielitos, también puede resultar significativo. El rincón de dramatizaciones podrá enriquecerse con frasquitos y botellitas que simulen las bebidas ofrecidas durante el baile. Si los niños escriben, podrán colocar los nombres en cada una. También puede organizarse un taller de cocina regional y preparar dulces, bizcochos o pasteles para aprender las recetas típicas y degustar.

6. Anuncia la comparsa

Durante los festejos del primer aniversario de la Revolución desfilaron varias comparsas, que provenían de distintos barrios. Según describen las fuentes históricas, los motivos de las representaciones eran alusiones a las figuras de la libertad. A las 4 de la tarde del 25 de mayo, por ejemplo, la comparsa más espectacular representó la idea de que tanto españoles como americanos tenían la misma necesidad de libertad. Lo hicieron de tal modo que la mitad de las parejas representaba a los españoles con sus antiguos vestidos cortos a la romana, y la otra mitad, a los americanos ataviados como los indígenas. Uno de ellos llevaba grillos y cadenas, representando la opresión. Después empezó el baile, mientras exhibían carteles que decían: ¡Viva la excelentísima Junta! ¡Viva el excelentísimo Cabildo! ¡Viva la Patria! ¡Viva la unión!

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¿Qué hacer con los chicos? Seguramente, esta representación alegórica resultará muy extraña para los niños por su simbología compleja. Puede volverse sobre la idea de que en la representación se buscan formas de contar cómo se entiende, por ejemplo, la idea de libertad, y que las formas de representarla tienen que ver con el modo en el que se perciben los acontecimientos en distintos momentos. En los actos escolares de los que han participado los chicos suele representarse la idea de libertad, con formas muy diferentes de las comparsas que acompañan esta escena del libro. Pueden conversar sobre qué suele hacerse hoy en la escuela o en las calles para evocar los sucesos de 1810. La escena, tal como se ilustra en el libro, puede resultar inspiradora para organizar el acto del 25 de Mayo, introduciendo una perspectiva renovada a la representación más clásica.

7. Espía una tertulia

La elite acostumbraba realizar reuniones en sus casas casi todos los días. Las llamaban tertulias. Comenzaban al anochecer y duraban hasta tarde. Se hacían en la sala de

la casa y allí las personas cantaban, bailaban, jugaban a las cartas, escuchaban música. El arpa era uno de los instrumentos preferidos. Algunas familias muy ricas tenían su propia orquesta de músicos formada por negros esclavos. Solían tener una sala de ensayo para que practicaran. En las tertulias también se hablaba de política o de negocios. Además, eran una excelente oportunidad para que las familias arreglaran los noviazgos entre sus hijos. Era costumbre colocar en la sala sahumadores y braseros en los que se echaban sustancias aromáticas, como el incienso o el benjuí. En tiempos revolucionarios, las tertulias en casa de los patriotas eran el espacio en el que se compartían noticias acerca de la marcha de la guerra de independencia.

¿Qué hacer con los chicos? Una primera propuesta es buscar, en museos, en libros y en revistas, imágenes que representen tertulias. Esto servirá para analizar la reproducción histórica y la ilustración del libro y permitirá efectuar comparaciones como: ¿Quiénes están representados? ¿Qué están haciendo? ¿Cómo van vestidos? ¿Cómo es la vivienda? ¿Hay muebles y objetos? ¿Cuáles? Después, se podrá leerles a los chicos la descripción de cómo era una tertulia y también invitarlos a jugar a organizar una tertulia. ¿Qué hará falta conseguir? ¿Cómo nos tendremos que caracterizar? ¿Quiénes serán los dueños de casa y quiénes los invitados? ¿Habrá esclavos, quiénes serán, qué harán durante la tertulia? ¿Habrá música? ¿Cuál? La recreación de este tipo de celebraciones de la elite puede ser comparada con la de otros sectores sociales. Para ello se les dará información acerca de los festejos de los sectores populares, de los indígenas y de los negros. Por último, puede compararse con las formas que adquieren hoy las fiestas familiares.

8. De vuelta a casa

Durante los festejos de mayo de 1811 dicen las fuentes históricas que “desde el 24 a la tarde se hicieron iluminaciones generales en toda la ciudad por cuatro noches consecutivas; muchas salvas de artillería, repiques de campanas, fuegos artificiales, músicas, arcos triunfales, y otras infinitas diversiones, como de mojigangas, máscaras, danzas y bailes, con lo que estuvo la ciudad muy alegre, no habiéndose visto nunca en esta capital iluminación más cumplida, por la variedad de ella, y costo, pues ardían en muchas partes hachas de cera; en otras, vasos de colores, y en otras, faroles de vistosa construcción”. En los distintos barrios, las clases populares participaron de bailes, música, y el armado de arcos triunfales y anfiteatros, muchos con brillantes iluminaciones, desde los cuales se ofrecían obras para chicos y grandes. En retablos levantados en las calles se dieron obras cuyos temas aludían a los festejos revolucionarios.

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¿Qué hacer con los chicos? Puede rastrearse en publicaciones de la biblioteca, en archivos locales o iconografía cuándo y como aparecen escenas de festejos en los que participan los sectores populares. En qué lugares se realizan los festejos (calles, plazas, en las cercanías de edificios públicos importantes de la ciudad, o de las iglesias, o en los barrios). También se puede comparar con el presente. Por otra parte, en las últimas páginas del libro se incluye una obra de títeres para que la representen los adultos a los niños. Puede utilizarse como parte de los festejos escolares a propósito del Bicentenario. Los niños pueden colaborar vistiendo a los personajes con diferentes telas que reflejen los sectores sociales representados en la obra. También pueden dibujar los elementos necesarios para armar la escenografía.

Otros recursos La presencia de los negros en el Río de la Plata y en la ciudad de Buenos Aires puede rastrearse también en ele-

mentos de la cultura que están presentes hoy y en canciones y nanas que remitirán a los niños a juegos y canciones muy parecidos a los que seguramente conocen. Se podrá proponerles que reciten esas canciones, ya que no conocemos su melodía, y enfrentar el desafío de hacerlo en otro idioma, o de pronunciar cómo lo harían originalmente quienes las cantaban. Por otra parte, se incluye un conjunto de vocablos de origen afro, muchos de los cuales son corrientemente utilizados, aunque no se conozca su origen. Seguramente, su lectura dará oportunidad para acercar a los más pequeños a la idea del origen diverso de las palabras; también será posible, a partir de su lectura en voz alta, percibir su particular sonoridad. Y, además, en algunos casos, dar cuenta de la historia del uso de algunas palabras, que al principio se utilizan para designar algunas cosas y su uso va cambiando con el tiempo, como el origen de la palabra “cancha”, en contraposición con la del uso de la palabra “marote” que conserva su significado original.

Algunas canciones Canción de cuna

Canción para jugar Ala mió krodreira trinikan, Tika museta nimika manti, Lu ua sata nika mantin, Lu ua sata mantin lu.

Este canto infantil afroargentino se hacía para el siguiente juego: un grupo de niños se pasan una piedrita uno al otro, al tiempo de la canción, y queda eliminado el que le toca la piedra cuando se llega a la palabra “lu”, del final del canto.

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Bumbúm de la almohada, bumbúm del colchón, carne guisada, melón con jamón. Bumbún de la almohada, bumbún del colchón, la negra Mangacha y el negro Ramón, duérmase mi niña de mi corazón.

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Canción de lavanderas Flegá, leflegá la lopa, Flegá, leflegá la lopa y poné bastante jabón; po’que si no quela blanca, se va’enojá el platlón

Esta canción que podemos imaginar que cantaban las lavanderas mientras hacían su tarea, está escrita en bozal imitando la pronunciación del español que tenían los negros. Se reemplaza la r por la l ante la dificultad fónica de su pronunciación.

Canción para la lavandera Lava la ropa, mulata, pena y amor. Lavando y fregando con agua y jabón se alegran las penas de su corazón.

Palabras de origen africano Bombo: proviene del congoleño “bumba” que significa “percutir”.

Quilombo: término africano de origen bantú que significa “aldea”.

Cancha: sitio en que se efectuaban los camdombes.

Tacuara: instrumento musical de percusión.

Marote: viene de África occidental y significa cabeza.

Tamango: calzado rústico que se hacía de cuero crudo, con el pelo hacia adentro.

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Mate: instrumento musical. Es una especie de maraca. Milonga: significa originariamente “multitud de palabras”, “discusión acalorada”. Mondongo: es el nombre de un pueblo africano del Congo. Mucama: el término se aplicaba a las jóvenes esclavas que trabajaban como criadas de confianza en las casas de familia y eran amantes de los patrones.

Tambo: originariamente es el recinto donde los africanos se reunían, bailaban y cantaban. También este recinto recibía la denominación de “sitio”. Tata: viene del congoleño donde tiene la misma significación que en la Argentina. Tengue tengue: es un estribillo de las canciones que se entonaban en un juego infantil afroargentino denominado “La familia del tengue tengue”. Es muy utilizado por los cordobeses en el sentido de música de baile y el movimiento de los bailadores.

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Bibliografía Cirio, Norberto Pablo. En la lucha curtida del camino… Antología de literatura oral y escrita afroargentina, publicado por el INADI, 2007. Cuba Manrique, María del Carmen. “Antroponimia e identidad de los negros esclavos en el Perú”. En: Escritura y pensamiento, Año V, n.º 10 (2001), sisbib.unmsm.edu.pe. Di Meglio, Gabriel. ¡Viva el bajo pueblo! Sudamericana, Buenos Aires, 2008. Beruti, Juan Manuel. “Memorias curiosas”. En: Biblioteca de Mayo, Buenos Aires, Senado de la Nación, 1960. Ministerio de Educación. Colección Propuestas para el aula, Ciencias Sociales, Primer ciclo, AAVV, 2000. Schavelzon, Daniel. Buenos Aires negra. Arqueología histórica de una ciudad silenciada. Emecé Editores, 2003. Wilde, José. Buenos Aires desde 70 años atrás. Buenos Aires, Eudeba, 1960.

Claudia Fano

Corrección:

Paulina Sigaloff

Este libro no puede ser reproducido total ni parcialmente en ninguna forma, ni por ningún medio o procedimiento, sea reprográfico, fotocopia, microfilmación, mimeógrafo o cualquier otro sistema mecánico, fotoquímico, electrónico, informático, magnético, electroóptico, etcétera. Cualquier reproducción sin permiso de la editorial viola derechos reservados, es ilegal y constituye un delito. © 2010, EDICIONES SANTILLANA S.A. Av. L. N. Alem 720 (C1001AAP), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina. Queda hecho el depósito que dispone la Ley 11.723. Impreso en Argentina. Printed in Argentina. Primera edición: enero de 2010.

3255 © Santillana S.A. Prohibida su fotocopia. Ley 11.723

Jefa de arte:

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