EN SUEÑOS
Capítulo uno
La primera vez que soñé con él, estaba en casa, con mi abuela. Estaba agotada, esa noche se había celebrado la noche de San Juan, todo el pueblo había estado en la fiesta, los estudiantes quemaban los apuntes de todo el curso, bebían y comían al son de la música, y finalmente, saltaban por encima de las hogueras que había repartidas por las calles. Me dormí con una sensación extraña, como si fuera a ocurrir algo inesperado e irremediable; me preocupaba esa sensación; toda mi vida había sido demasiado intuitiva, algo de lo que mis abuelos se enorgullecían mucho pero que a mí no me gustaba en absoluto. Me resultaba incomodo e incluso me asustaba porque dentro de mí se instalaba una sensación de malestar durante horas o incluso días, hasta que sucedía algo como un acontecimiento importante o en el peor de los casos, la perdida de alguien cercano a la familia. Tumbada en la cama, mis ojos rodaron a las enormes ramas del viejo roble que casi podía tocar desde mi ventana; una sonrisa se dibujó en mi rostro recordando como de pequeña me daba miedo cuando hacía viento y proyectaba sus sombras con la luz de la luna, entonces mi abuela llegaba a mi habitación como sabiendo lo que pensaba y se sentaba en mi cama comenzando a cantar una nana preciosa y consiguiendo así, que me durmiera en pocos minutos. Siempre había vivido en esa casa situada en la parte alta de Elizondo, un pueblo situado en el Valle de Baztán, Navarra, casi a orillas del río con ese mismo nombre. El pueblo está rodeado de bosques espesos de hayas, robles y castaños, increíbles campos verdes y senderos que llevan a la profundidad de los bosques donde mi abuela y yo recogíamos flores y piedrecillas que luego pintábamos de colores y adornaban el jardín. Nuestra modesta casa con tejado a dos aguas de color verde botella y enorme jardín, estaba un poco retirada de todo, por eso, me encantaba. En el diciembre pasado, decidí que quería probar a vivir un tiempo en la ciudad. Una de las razones era porque mis dos mejores amigas se habían mudado, y con los chicos y chicas del pueblo no conectaba demasiado. Siempre había sentido que no cuadraba muy bien con los chicos del colegio y posteriormente del instituto, mis calificaciones altas y mi capacidad de aprender más rápido que los demás nunca había gustado mucho a mis