Conocimiento Interior
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CONTENIDO 4
SABIDURÍA
12 MÁS ALLÁ DE LOS SENTIDOS LA VISIÓN INTERIOR TAO TE CHING
28 BOTTICELLI EL DESARROLLO DEL ALMA
48 MAAT LA ARMONÍA UNIVERSAL
64 EL CONOCIMIENTO DE UNO MISMO KRISHNAMURTI
74 UN CUENTO DE RUMI EL LORO
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Un necio consciente de su necedad es por tal razón un hombre sabio, pero el necio que se considera sabio es verdaderamente merecedor de tal calificativo�
(Dhammapada)
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DELFOS
Ηasta Sócrates llegó la noticia de que el oráculo de Delfos, a través de su pitonisa, le había señalado a él, un humilde filósofo que impartía sus enseñanzas en el ágora de Atenas, como el más sabio de entre los hombres. Sócrates se sorprendió. Él conocía a ciudadanos atenienses con fama de ser auténticos sabios, y se preguntó a sí mismo: ¿Qué quiere decir el dios ? ¿Qué sentido ocultan estas palabras? Sabía bien que no albergaba semejante sabiduría e indudablemente el gran dios Apolo, el señor de la Luz, debía saberlo mejor que él.
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El oráculo de Delfos jamás había dado un mensaje erróneo, pero la interpretación que los hombres hacían de su mensaje no siempre era la acertada. Sócrates procuraba encontrar en su interior la respuesta a aquel enigma que le afectaba directamente. ¿Qué sentido tiene declararme a mí el más sabio de los hombres? Para desentrañar el misterio se propuso hacer una prueba. Tratando de encontrar argumentos para rebatir al oráculo y demostrarle que existían hombres más sabios que él, se dirigió en primer lugar a la casa de un afamado político que pasaba por ser uno de los más sabios de la ciudad de Atenas. Conversó largo rato con él y llegó a la conclusión de que todo el mundo le creía sabio y que él mismo se tenía por tal, sin embargo, en realidad no lo era. Después de este descubrimiento Sócrates se esforzó por hacerle ver que de ninguna manera era lo que él creía ser, lo que le valió la enemistad del político y de sus amigos. Después de este suceso Sócrates reflexionó y se dio cuenta de que él era más sabio que ese hombre, no porque supiera más, ya que el nivel de conocimiento de ambos era mediocre, pero entre los dos había una gran diferencia: el político creía saber, aunque no sabía nada y Sócrates, aún no sabiendo nada, creía no saber. Por esta razón llegó a la conclusión de que era un poco más sabio que aquél hombre, ninguno de los dos sabía, pero por lo menos, él no vivía auto engañado creyendo saber lo que no sabía. De ahí, Sócrates fue a casa de otro que se tenía por más sabio que el anterior obteniendo el mismo resultado. Así fue de puerta en puerta conversando con poetas, artistas, hombres de fama y prestigio, con todos aquellos que gozaban de una buena reputación en los distintos campos de la sociedad y el fruto que sacó de sus indagaciones fue que todos aquellos que pasaban por ser los más sabios, en realidad no lo eran en absoluto, sino que vivían en la ignorancia de su propio desconocimiento. Algunos de ellos eran muy hábiles en su arte, pero muy ignorantes de sí mismos. Entonces comprendió el mensaje del orácu-
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lo: la sabiduría no consiste en saber mucho acerca de algo, sino en ser consciente de la propia ignorancia. Este episodio de la vida de Sócrates, el gran filósofo del siglo V a.C., viene recogido en la obra de su discípulo, Platón, titulada “Apología de Sócrates” que consiste en el discurso de Sócrates en su propia defensa ante los jueces que le condenarían a muerte. Sócrates dedicó su vida a ayudar a otros a que descubrieran su propia ignorancia y colocarse así un peldaño más alto en la escala de la sabiduría. Recorría las calles de Atenas hablando e interrogando a los jóvenes y haciéndoles llegar al conocimiento por sí mismos, no a través de lo que aprendían, sino por medio de lo que descubrían en su interior. Nunca cobró por sus enseñanzas y, se dice, que no aceptaba regalos. Vivía de forma bastante austera con una pequeña renta que tenía. Se dejaba llevar por una voz interior que llamaba “daimon” que le avisaba cuando iba a actuar de forma equivocada. Sócrates no dejó nada escrito, no escribía. Su enseñanza era oral, espontánea y adaptada a cada momento, persona y situación. Lo que sabemos de él mismo y de su enseñanza nos ha sido legado por sus contemporáneos y discípulos, principalmente por Platón. La base de la enseñanza socrática es válida en nuestra época; constituye uno de esos escasos ejemplos en la historia de la humanidad que trascienden la temporalidad porque conectan con lo eterno. El más preciado tesoro es conocerse a sí mismo, descubrir la auténtica identidad que duerme en el interior de cada ser humano y abandonar creencias, prejuicios y conceptos que nos hacen creer ser lo que no somos. Este descubrimiento es personal. No se aprende ni se adquiere aplicando técnicas, sino mediante el desarrollo de la capacidad de introspección que conduce al auto-descubrimiento. Cada persona viene a este mundo con esa capacidad y la posibilidad de desarrollarla. Según el Taoísmo, la energía del Tao, de donde todo procede, se en-
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cuentra en cada criatura. La acomodación de cada ser vivo al Tao lo llaman “Te” o virtud. Esta energía interna, que puede ser descubierta y vivida, lleva en sí misma la sabiduría del retorno al Tao y el desarrollo de todas sus capacidades. En Occidente, Platón mantuvo que “conocer” no es adquirir un nuevo conocimiento, sino recordar aquello que profundamente ya somos y ya sabemos pero que duerme oculto en nuestro interior. Se estaba refiriendo al conocimiento del alma que ésta olvidó cuando quedó limitada por el cuerpo físico. A esto lo llamó “reminiscencia” (en griego “anamnisis”). Su maestro, Sócrates, hablaba de dos tipos de conocimiento: el de los sentidos y el del alma. El primero limitado y defectuoso, construido en base a las impresiones y datos que los sentidos físicos nos proporcionan y que son procesados por el cerebro para construir "la realidad". El segundo, ilimitado y profundo, no sometido a los sentidos ni a la lógica, trasciende el conocimiento intelectual ampliando y enriqueciendo nuestro mundo; es el campo de acción de la intuición. Este tipo de conocimiento florece y se desarrolla cuando nos liberamos de los límites sensuales, fundamentalmente durante los estados meditativos y las experiencias surgidas de la activación del principio consciente. Por su parte en Oriente, el budismo mantuvo y mantiene que cada persona ya es en esencia un buda y es absurdo buscar llegar a ser lo que ya se es. La realización personal consiste en rescatar la propia naturaleza búdica. Esta “realidad esencial” o mente búdica permite afrontar todo tipo de situaciones de un modo espontáneo y eficaz. Estos son solamente ejemplos de una concepción que es universal y viene a decirnos que no hay nada que aprender que no esté dentro de nosotros. En palabras de Confucio: “Lo que quiere, el sabio lo busca en sí mismo; el ignorante en los demás”. Esta es la razón por la cual todas las tradiciones espirituales animan a la introspección y han transmitido técnicas para el conocimiento de sí mismo como medio para alcanzar la sabiduría.
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Si nos planteáramos en qué medida el individuo, cada uno de nosotros, buscamos dentro lo que nos falta, o pensamos que nos falta, la conclusión sería decepcionante. La realidad es que la inmensa mayoría de los seres humanos tenemos la certeza de que nuestras carencias solamente pueden ser satisfechas mediante cambios externos. Y esperamos ansiosamente que eso que llamamos “mundo exterior” nos dé la solución a nuestros problemas materiales, profesionales, familiares, sociales e incluso emocionales. Este es el grave error del hombre moderno. Le falta confianza en su propio poder. De tanto repetirnos que la felicidad es el resultado de la acumulación de bienes de consumo; a fuerza de insistirnos en que el progreso de todo tipo se basa en el constante esfuerzo por conseguir lo que no tenemos, hemos llegado a creer que lo que vivimos no depende de lo que somos y que, al contrario, lo que cada uno es depende de sus condiciones de vida. Nos hemos olvidado por completo de que todo lo que nos rodea es solamente un reflejo de nuestro mundo interno. La consecuencia es que se nos hemos dejado arrebatar el poder de manejar nuestra vida y la malgastamos derrochando cantidad ingente de energía en objetivos banales mientras la sensación de insatisfacción se afianza y se fortalece. Hemos renunciado al poder de transformación que mora en nuestro interior. No confiamos en él. Preferimos creer que la plenitud y la felicidad son solamente esos fugaces instantes de placer o alegría que nos proporcionan los logros materiales. De poco ha servido que las profundas enseñanzas espirituales de todas las épocas nos repitan el mismo mensaje que un día se encontraba grabado en el santuario de Delfos: "Conócete a tí mismo". ¿Por qué ese conocimiento resulta tan importante? ¿Por qué se ha convertido en la base del desarrollo espiritual? La respuesta es porque nos otorga un papel protagonista en la transformación del mundo. Somos en general muy poco conscientes de este poder. Vivimos aferrados a la creencia de que la mayoría de lo que nos rodea nos viene impuesto, no depende de nosotros, no tenemos
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acceso a los instrumentos que permitirían modificarlo. Quizás haya llegado el momento de cambiar radicalmente el modelo del mundo en el que creemos: La seguridad ficticia de que nosotros y lo que nos rodea es algo diferente y separado, que nada o casi nada depende de nosotros, sino que nos es impuesto por poderes ajenos e inalcanzables y que sufrir o ser feliz es solamente cuestión de mala o buena suerte. Este cambio no es automático, requiere la aplicación de la sabiduría que nace del propio autoconocimiento. Este saber propio conduce a una visión del mundo muy diferente a la habitual. Se deja de criticar y rechazar aquello que nos causa disgusto, inquietud o sufrimiento y se empieza a reconocer que se trata solamente de un espejo en el que nos miramos. Cuando la mirada se dirige hacia el mundo interior para encontrar dentro lo que vivimos fuera, se opera la auténtica transformación del mundo porque se comprende el auténtico camino del cambio. Así el individuo se coloca en una posición que le permite transformar todo lo existente dejando atrás las limitaciones impuestas por un sistema de creencias caduco y petrificado. Se empieza a corroborar el hecho de que solamente encontraremos en la vida aquello que llevamos dentro y que en nosotros está la capacidad de transformarlo. Lo que buscamos fuera de nosotros mismos, lo tenemos oculto en nuestro interior. Ahí debe buscarse porque ahí se encuentra la fuente de la sabiduría, en la toma de conciencia de nuestra propia ignorancia.
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El Tao es la vía para encontrar y practicar un modo de vida más pleno y libre. La enseñanza del Tao Te Ching es común con todas las enseñanzas dirigidas al ser humano y que han sido transmitidas por las tradiciones espirituales durante la historia de la humanidad. Sin embargo, la formulación del Tao Te Ching tiene algo especialmente valioso: es directa, inmediata, sin adornos ni dialéctica innecesaria. También es muy exigente porque la comprensión de su mensaje ha de hacerse desde una profundidad de conciencia que no es el estado habitual y cotidiano en que el ser humano medio se encuentra. Exige la conexión con el “espacio interior” donde no hay aparentemente nada, retirarnos del mundo sensorial y empezar a captar otra realidad por medio de una facultad que ha sido llamada “visión interior”. Es un espacio “fuera del espacio” de donde todo procede y que no siendo nada lo contiene todo. Una dimensión sin forma ni color que no puede ser captada por los sentidos físicos pero que durante más de 2.000 años ha sido fuente de inspiración para artistas, innovadores y buscadores espirituales. “Al mirarlo no lo vemos pues es invisible. Al escucharlo no lo oímos, pues es inaudible. Al palparlo no lo sentimos, pues es impalpable. Estas tres cualidades –invisible, inaudible, impalpablejuntas forman el Uno.
En el Uno lo superior no deslumbra, lo inferior no es oscuro. Lo insondable es un flujo permanente que no admite nombre. Siempre retorna al no ser.
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Es la forma sin forma, la imagen de lo inmaterial, inaccesible para la imaginación. Al mirarlo de frente, no vemos su rostro, al seguirlo, no vemos su espalda . Si para dominar la existencia de hoy te adhieres al Tao de los antiguos, podrás conocer el remoto origen. Es el hilo ininterrumpido del Tao.” (Cap. 14 Tao Te Ching)
En Wen-tzu se transmite la misma enseñanza: “Lao Tse dijo: La sustancia del Camino es no ser: no puedes ver su forma cuando la miras, no puedes oír su sonido cuando la escuchas. A esto se llama lo misterioso desconocido. Lo”"misterioso desconocido” es una manera de hablar acerca del Camino, no es el Camino en sí mismo” (Wen-tzu). Para tratar de transmitir como podemos enlazar con este mundo profundo, Chuang Tse nos habla del “ayuno del corazón” (hsin chai) un término con el que designa la purificación del corazón que posibilita experimentar el Tao: “Unifica tu voluntad. No escuches más con los oídos, sino con el corazón. No escuches más con el corazón, sino con el chi. Pues la audición tiene su limitación en los oídos; el corazón (entendido como conciencia) está limitado por su acomodación (a determinados objetos externos); pero el chi capta por el Va-
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cío. Y el Tao reside en el vacío. Este vacío se alcanza por la abstinencia del corazón” La sabiduría del Tao nos dice que hay otra forma de conocer, más profunda, más consciente, más silenciosa, que la habitual. Mientras “nuestro mundo” venga delimitado por la experiencia sensorial y se reduzca a los datos que nos proporcionan los cinco sentidos físicos; mientras los límites de nuestra realidad sean los creados y mantenidos por una mente repleta de conceptos, ideas y creencias pero sin contacto alguno con lo esencial; mientras consideremos que “conocer” es adquirir “más conocimiento” para almacenar y elaborar en la memoria muerta, que sólo sabe de datos y no de experiencias; mientras esta sea la base de nuestra forma de vivir, nos mantendremos en estados de conciencia incipientes. Sin embargo, existe otro conocimiento que no es conocimiento, sino sabiduría, pertenece a la dimensión vertical y alcanza una comprensión más elevada porque conduce a “lo que es”. No nos llevará a “saber todo acerca de algo”, sino a penetrar en la profundidad para contactar con lo que está más allá de las formas, los sentidos y la mente cotidiana. Esta es la sabiduría del Tao a la que se accede mediante el control de los sentidos y la superación de los límites de la conciencia condicionada por una estrecha forma de captar la realidad, y, en consecuencia, de construirla. Lo importante es la visión interior. Legendarios maestros son recordados como invidentes, aludiendo a que la auténtica capacidad de ver no reside en nuestros ojos físicos. Por el contrario, los sentidos físicos pueden llegar a “nublar la visión”. Los capítulos 12 y 35 del Tao Te Ching recogen el tema de cómo los sentidos físicos pueden ser obstáculos y límites en la vía hacia el despertar debido al efecto pernicioso que produce la identificación con el mundo sensorial. Para ser más exactos habría que decir que el obstáculo no reside en los sentidos, si-
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no más bien en ser arrastrados por sus percepciones hasta el punto de perder la conciencia del momento presente en toda su profundidad. “Los cinco colores nublan la visión. Las cinco notas aturden el oído. Los cinco sabores arruinan el paladar. La prisa y la ambición arrebatan el corazón. Los objetos preciosos perturban la conducta” (Cap. 12 Tao Te Ching)
“Si eres fiel a la esencia original el mundo acudirá a ti en busca de paz y serenidad. “Música y buena comida, hacen que el caminante se detenga. Pero el verdadero Tao es insípido, no tiene sabor. Se mira, y no se puede ver. Se escucha, y no se puede oír. Se utiliza, y no se puede agotar”. (Cap. 35 Tao Te Ching)
Hay un mundo subyacente a la realidad de los sentidos y el Tao Te Ching nos insta a buscarlo y encontrarlo, a ir más allá de la superficie y las apariencias para hallar la esencia original. Uno de los principales obstáculos que hallaremos
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en este intento de expandir la conciencia y alimentar el alma es la constante identificación con “lo físico”, con los sentidos y con las imposiciones del ego que nos llevan a ser dominados por los deseos. El Tao no preconiza el no mirar a nuestro alrededor, no admirar y sentir la belleza de una flor, la melodía de una música, o el delicioso sabor de un alimento. No consiste en volverse sordo, ciego e insensible. De lo que realmente se trata es de no dejarse aprisionar por este tipo de impresiones, de no identificarse con ellas, de sentirlas y captarlas sabiendo que sólo son una ínfima parte de la gran realidad; siendo conscientes de que esos otros mundos están en nuestro interior y no podemos acceder a ellos a través de las impresiones proporcionadas por los sentidos físicos. Sabiendo que para entrar en la esfera más allá del color y del sabor se requiere de la mirada interior, de la profundización en uno mismo hasta llegar a un estado meditativo caracterizado por el silencio. En definitiva, es un vivir el mundo físico desde la profundidad de la conciencia. Esta forma de comprensión no rechaza los sentidos y las impresiones que nos aportan, ello sería un error porque también en las “formas” está el Tao. La forma de comunicación comprensiva es la integración, mediante la toma de conciencia de esos mundos que también se expresan a través del físico. Es conveniente reflexionar sobre el hecho de que la gama de vibraciones ópticas, acústicas, táctiles etc. es un mínimo fragmento de lo real. Los sentidos, como órganos físicos, son útiles en la dimensión física, en el mundo tridimensional; si se quiere penetrar en lo que está más allá de lo físico pierden toda su utilidad y se convierten en obstáculos. Conocemos muy bien que no sólo vivimos en lo “material” y que poseemos un mundo de energías tan real como lo que llamamos físico. Esperanzas, inquietudes, sospechas, simpatía, incertidumbre, ansiedad, amor, comprensión, alegría, etc., nada de ello es captado a través de los sentidos físicos; sentimientos y emociones son energías que flotan y se sumergen en un ámbito al que los sentidos físicos tienen negado el acceso;
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no se pesan, ni se miden, no tienen color ni sabor, no se localizan en el espacio. Cuando deseamos expresar este tipo de estados energéticos en el nivel “material”, inevitablemente, tenemos que utilizar el lenguaje simbólico. Los símbolos son el puente entre lo que percibimos como exterior y nuestro mundo interno que abarca un sinfín de peldaños, desde lo psicológico unido fielmente a lo corporal hasta lo espiritual que participa de las esferas de luz pura. Hemos aprendido a utilizar, por ejemplo, medios audiovisuales para generar emociones o a buscar impresiones que consideramos bellas y agradables para generar estados más deseables. Pero el símbolo no es la emoción que produce o induce. El símbolo no es la realidad a la que se refiere. Ésta se encuentra en los mundos sutiles e inmateriales. Si anhelamos llegar a captar la inmensidad sin límites, aquellas dimensiones donde lo material es generado, tenemos que abstraernos de los sentidos y potenciar la capacidad de penetración de la conciencia para vivir de forma íntegra “desde adentro” captando lo no aparente. Esta forma de vivir supone transitar el camino contenido en el antiguo compendio de sabiduría taoísta conocido como “I Ching” que conduce desde el hombre terrenal al hombre superior como escalón intermedio para, desde él, acceder al hombre celestial. En este aprendizaje no sólo se debe superar los sentidos, sino también la mente dual. Hay que recorrer la denominada “vía del medio”, trascender los opuestos, elevarse por encima del juicio constante que encierra afirmación o negación, de la crítica y la clasificación, y, en definitiva, por medio del desapego colocarnos por encima de todo aquello que consideramos falsamente “importante”. Desde la vía del medio, el ser humano, usando la terminología del I Ching, tiene un pie en la tierra y otro en el cielo. Su visión interna se ha potenciado porque es capaz de percibir la realidad oculta en las apariencias. Ya no es un sujeto perdido en el bosque de la vida porque conoce el sentido oculto de lo
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que vive y de lo que es. Su visión interior se ha despertado y está colocado en la condición adecuada que le permite encarnar al hombre celeste, aquel que es uno con el Tao. En el capítulo 25 del Tao Te Ching vienen recogidas las leyes que rigen los distintos niveles del universo: “El Tao es grande. El Cielo es grande. La Tierra es grande. El monarca (el hombre) también es grande. Hay cuatro grandes cosas en el universo y el hombre es una de ellas. El hombre sigue las leyes de la tierra. La tierra sigue las leyes del cielo. El cielo sigue las leyes del Tao. El Tao sigue a su propia naturaleza”
Así se plasma la armonía universal. Estos son los cuatro grandes principios que rigen el orden cósmico. Cuando alguno de estos principios se vulnera aparecen los conflictos y las contradicciones. El Tao Te Ching recoge de este modo conciso y directo la realidad de que el ser humano es un reflejo del Tao, y las leyes que nos rigen en “lo humano” son un reflejo de las leyes cósmicas. El inicio del camino hacia la espiritualidad es el hombre terrestre, aquél que vive y actúa en los límites de la personalidad puramente humana y que generalmente lo hace de forma inconsciente porque desconoce la causa de lo que vive y el “para qué” de su vida. Es en este ámbito de la vida cotidiana donde
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pueden empezar a aplicarse los principios y valores del Tao. Se comienza a vislumbrar y a tomar conciencia de que existe una energía que todo lo nutre y que constituye nuestro cuerpo físico, teje nuestras emociones y da vida a los pensamientos. Se manifiesta tanto en el ser humano como en todo lo que le rodea. Este aprendizaje, por sí mismo, conlleva una transformación profunda en la forma de vivir y en la concepción del universo. Cuando la existencia se desarrolla entre el apego constante a objetos, materiales o inmateriales, y el miedo a perderlos, la energía vital, llamada “chi” en la tradición taoísta, que de forma natural fluye y se expande, se ve obstruida, obstaculizada y desperdiciada, y la unión con el Tao se torna imposible. El capítulo 56 del Tao Te Ching nos dice:
“El que sabe no habla, el que no sabe habla. Conserva tu boca cerrada, Cuida tus sentidos (puertas), atenúa los contrastes, simplifica tus problemas, suaviza tus formas. Hazte humilde como el polvo. En eso consiste la misteriosa unión con el Tao. El que ha llegado a este estado, no hace diferencias entre próximos y extraños, entre suerte y desdicha entre honor y humillación.
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Ésta por tanto, es la suprema nobleza del hombre”.
Y en el capítulo 5: “Hablar nos deja vacíos, más vale conservar lo esencial”
El “chi”, también transcrito como “tsi” o “Qi”, representa un concepto importantísimo en el taoísmo; es la energía primordial cósmica que penetra y anima a todos los seres. El chi fluye en el cosmos y en el individuo como fuerza del Tao. Quien aspire a despertar la conciencia deberá aprender a conocer esta energía, a vigorizarla y a conservarla manteniéndose en un estado de integridad, sin obstaculizar su flujo natural. Según el taoísmo, la dispersión energética tiene lugar a través de la identificación con las impresiones sensoriales y del mal uso de la energía física, mental, emocional y sexual. La falta de control consciente de los pensamientos es una de las vías más importantes de escape energético. El Tao Te Ching insiste en evitar intervenir en el flujo natural de la energía, nutrirla y no desperdiciarla. La aspiración es llegar a vivir la vida en un estado de perfecta interiorización, con una atención consciente que capta, sin ser arrastrada por las percepciones ni los pensamientos. Es lo que el texto llama el “cuidado de los sentidos” auténticas ventanas a través de las cuales recibimos las impresiones. Quien permite que las percepciones le lleven al olvido de sí mismo se vuelve ciego y sordo para el Tao y todo lo que es y lo que vive empieza a girar alrededor de objetos e ilusiones; su mente está disgregada; pensamientos, palabras y acciones se suceden en una cadena de inconsciencia. Toma lo aparente por real y aún más, cree firmemente que sólo lo aparente es real.
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En los versos transcritos anteriormente, Lao Tse describe un modo de vida que conduce a la concentración y aumento de la energía vital mediante el aquietamiento interior y la atención centrada y en el que dedica una importancia muy especial a la palabra. Si investigamos cualquier mitología, cultura o tradición espiritual, encontraremos que el verbo, el sonido, la palabra, encarna y genera la fuerza creadora. Lao Tse considera al verbo una de las vías de fuga energética que hay que cuidar especialmente a la vez que el aspirante a sabio se mantiene centrado en el propio núcleo evitando la disgregación interna “en múltiples actividades”. Según el Tao Te Ching, el Tao existe tanto en la región no perceptible como en el mundo de las formas y fenómenos, es decir, en lo manifestado. Ambos estados tienen un origen común pero solamente una conciencia libre de las ataduras a lo fenoménico, a las formas y a las apariencias puede contemplar la esencia oculta de todo lo existente. “La permanente ausencia de deseos permite contemplar el gran misterio. La constante presencia de deseos permite contemplar sus manifestaciones. Ambos estados tienen un origen común y con nombres diferentes aluden a una misma realidad. El infinito insondable es la puerta de todos los misterios” (Cap.1 Tao Te Ching)
Él Tao fluye a través de nuestro cuerpo físico, se entrelaza con pensamientos y sentimientos, toma forma y color; pero a la vez también es lo inmanifestado e invisible, fuente de la que brotan todas las formas. En ese estado donde resi-
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de el gran misterio se encuentra nuestro origen y el presupuesto para poder acceder a él es la ausencia de deseo. En cuanto el deseo surge en nuestra psique, el mundo de las formas se torna “real”; el deseo y el apego con todas sus consecuencias limitadoras es lo que impide la conexión con el Tao eterno y sólo mediante la activación del potencial de nuestra conciencia podremos vislumbrar lo que se oculta detrás. En el capítulo 52 del Tao Te Ching se vuelve a insistir sobre el mismo tema recalcando cual es el modo de vivir que conduce a la Luz: “Quien cierra la boca y guarda sus sentidos nunca se debilitará. Quien abre la boca y multiplica sus actividades no podrá salvarse. Ser lúcido es ver lo ínfimo. Conservarse pequeño es mantenerse fuerte. Usa la luz para retornar a tu interior. Esto te mantendrá a salvo. Eso se llama Tao”.
A continuación, este mismo fragmento del capítulo 52 según la traducción de J.L. Preciado: “Si bloqueas las aberturas, y cierras las puertas, llegarás sin debilitarte al final de la vida.
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Si franqueas las aberturas, y multiplicas tus ocupaciones, llegarás al final de la vida sin salvación posible. Ver lo pequeño se llama clarividencia, conservarse débil se llama fortaleza. Usa la luz, para retornar a la claridad original. Así evitarás las desgracias, esto se llama seguir lo permanente”.
Cuando Lao Tse se refiere a que las múltiples ocupaciones y actividades impiden vivir en unión con el Tao, está señalando hacia las turbulencias que en forma de preocupaciones, proyectos, problemas, pensamientos y sentimientos egoicos enturbian la visión interior. La enseñanza taoísta propicia el vivir “hacia dentro” e impulsa a huir de la complicación y de los contenidos densos generando una “simplicidad espontánea”. La forma de entender el mundo que proponen estos versos está basada en el “wu wei” o “no actuar” y en el conocimiento intuitivo como camino de integración con el Tao. El taoísmo mantiene con firmeza la creencia de que el intelecto humano, debido a sus limitaciones, no puede comprender el Tao. Chuang Tzu, la otra gran figura del taoísmo junto con Lao Tse, afirmaba que “el razonamiento no hará hombres sabios”. Su obra está repleta de pasajes que reflejan el menosprecio taoísta hacia el razonamiento y la argumentación: “A un perro no se le considera bueno porque ladre bien; a un hombre no se le considera sabio porque hable hábilmente. La disputa es una prueba de que no se ve con claridad”. El mundo de los sentidos es el campo apropiado para el deseo, el apego y la falsa imagen de nosotros mismos. El Tao Te Ching es una llamada a la reflexión
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sobre quienes somos realmente, qué es lo fundamental en la vida y lo inútil de la ambición. “El renombre o la persona, ¿qué es más importante? La persona o las posesiones, ¿qué vale más? Ganar o perder, ¿qué es peor? Quien se apega a las cosas, siembra su desdicha. Quien las acumula, sufrirá grandes pérdidas. Quien se contenta con lo que tiene, no conoce el desengaño, Quien sabe refrenarse, evita el peligro y puede vivir eternamente” (Cap. 44 Tao Te Ching)
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EXTRAテ好O DEL LIBRO "TAO TE CHING, EL PODER INTERIOR http://libros-para-conocerse.webnode.es
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Una de las vías que puede conducirnos a niveles más profundos de comprensión y transformación de nosotros mismos es el Arte. La búsqueda de la belleza en todas sus manifestaciones ofrece un significado que escapa al intelecto y, a través de la inspiración del artista, nos puede poner en contacto con “realidades” no perceptibles en el rígido y limitado mundo de tres dimensiones y trasladarnos a esferas interiores desconocidas. En concreto, el arte pictórico es un pilar fundamental en el desarrollo espiritual del ser humano; encierra, en ocasiones de forma simbólica, arquetipos que estimulan a la conciencia para manifestarse transmitiendo un conocimiento superior, despiertan nuestra capacidad de intuir y nos ponen en contacto con facultades y valores álmicos. La captación y comprensión del mensaje psicológico y espiritual que transmiten muchas de las obras maestras, de sus claves y símbolos, nos abre nuevas perspectivas. De este modo, cada pintura llega a convertirse en una senda de enriquecimiento interior, una obra de arte que cobra vida dentro de nosotros y es capaz de transmitirnos una enseñanza para el conocimiento y desarrollo humano, psicológico y espiritual.
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Alessandro di Mariano di Vanni Filipepi fue el nombre real de Alessandro Botticelli, uno de los artistas del Renacimiento italiano más reconocidos. Nació en Florencia, en 1445 y en esa ciudad desarrolló la mayor parte de su obra. Algunos de sus cuadros superan lo meramente pictórico para transmitir contenidos filosóficos y una riqueza simbólica extraordinaria. Impregnado de las ideas neoplatónicas de trascendencia y espiritualidad que imperaban en el entorno renacentista, entró en relación con los Médici, una de las familias más poderosas y cultas del renacimiento italiano. La trilogía mitológica que veremos a continuación está constituida por tres obras: "El Nacimiento de Venus", "Alegoría de la Primavera" y "Palas y el Centauro". Fueron realizadas por Botticelli entre 1482 y 1499 para la familia Médicis. Actualmente se encuentran en el Museo de los Oficios en Florencia. La serie de cuadros mitológicos de Botticelli constituyen la base de su fama actual. Se cree que fue precisamente un miembro de los Médici, Pier Francesco de Médicis, primo de Lorenzo el Magnífico, quien le encargó “la alegoría de La Primavera”. Rea-
lizado a gran tamaño (sus figuras tienen casi el tamaño natural), este cuadro estaba colocado en el dormitorio de Pier Francesco junto a otro cuadro del mismo autor, “Atenea y el Centauro”. Este tríptico de pinturas representa las metamorfosis del alma según la filosofía platónica y neoplatónica. Muestran la senda que el alma humana transita desde su encarnación en el mundo material hasta su realización suprema. Pero además del aspecto filosófico, también tiene otro significado atemporal y universal: muestran el nacimiento del almaconciencia y su desarrollo en el ser humano. Si se aspira a un desarrollo espiritual, la luz interior como representación de la energía suprema del Amor, debe nacer, desarrollarse, florecer y alcanzar los más altos niveles espirituales y todo ello en nuestro mundo psíquico, en nuestro espacio interior. Esta es una visión enriquecedora. Cuando miramos uno de estos cuadros en un estado de lucidez interna, comprendemos que no estamos viendo algo ajeno a nosotros, sino que estamos entrando en contacto con nuestro propio espacio interior; ahí nace Venus de la espuma del mar, ahí florece la primavera y
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danzan las tres gracias, ahí se encuentra la diosa Atenea / Minerva con todo su potencial de sabiduría y amor. Los elementos de los cuadros cobran vida y se convierten en partes de uno mismo, en energías activas y multicolores que conforman un mundo de maravillas Para penetrar en el misterio del Arte es necesario un requisito: la contemplación activa que relaciona lo que los ojos físicos "ven" con lo que la mirada interior capta. Entonces la distancia entre la obra de arte y nuestro mundo interior desa parece. Ya no soy "yo que mira el cuadro", sino que yo soy el cuadro. La pintura cobra vida interna, se comunica y nos inspira dejándonos al descubierto su más profundo significado.
La visión que abordaremos contiene una profunda enseñanza magistralmente transmitida por Botticelli. Una enseñanza que, como las mismas energías que plasma, se ubica fuera del tiempo
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EL NACIMIENTO DE VENUS LA ENCARNACIÓN DEL ALMA
Este cuadro, mundialmente famoso, es una alegoría del nacimiento del alma humana, de su ingreso en el mundo material y también del nacimiento del principio espiritual en el ser humano. Aparece circundada por los 4 elementos de la naturaleza: agua, tierra, fuego y aire. La energía álmica se identifica con el Amor cuya personificación es la diosa Afrodita (Venus para los romanos).
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MITOLOGÍA : LA HIJA DEL CIELO
del Cielo como resultado de la fecundación de las aguas. El mito y el cuadro nos están revelando el origen divino del alma humana; en su aspecto de bellísima diosa nace desnuda y frágil, desciende del mundo espiritual (Urano) para tomar forma material o, en su versión interna, para morar en nuestra tierra interior. Venus-Alma encierra la semilla divina que va a materializarse y con ella toda la fuerza y riqueza del Amor y sus manifestaciones: belleza, sensibilidad, armonía y paz.
Según la mitología griega, Venus nació de la espuma del mar que se formó alrededor del sexo caído a las aguas del dios Urano, cuando fue castrado por su hijo Cronos. Su nombre griego, Afrodita, procede etimológicamente de la palabra "espuma" ("afros") y significaría "la que surge de la espuma" Urano es el dios del cielo y su energía constituye una de las dos fuerzas espirituales por las que todo fue creado. Dice la mitología griega que en el principio fue el Caos y de esta masa informe se fueron diferenciando dos energías opuestas y complementarias: Urano (el Cielo) y Gea (la Tierra). Si entendemos cada dios como personificación de una energía concreta, Urano y Gea corresponderían energéticamente a los dos principios primigenios taoístas que proceden del Tao y se les reconoce con los nombres de Yang y Yin y de los que proceden "las mil y una cosas", es decir, todo lo existente. También de la unión de Urano y Gea proceden las sucesivas generaciones de dioses con una excepción: Venus. Esta diosa, personificación de la energía del Amor, nace directamente
LA PINTURA
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Conocimiento Interior
Botticelli representa a Venus en el centro mismo del lienzo, sobre una concha que flota por encima del agua. A su derecha, dos dioses de los vientos, Zéfiro y Aura, la empujan hacia la orilla mientras que una de las Horas, la Primavera, tiene en sus manos una prenda decorada con flores, desplegada y presta para cubrirla. Las flores sobre su vestido significan que esta Hora es la diosa de la primavera. Las Horas eran divinidades muy antiguas asociadas a las fuerzas de la naturaleza y, en concreto, a las cuatro estaciones. Especial importancia tenían "el Otoño" y "la Primavera" como representación de las dos fuerzas complementarias y cíclicas: una que hace estallar la naturaleza en una explosión de vida (la Primavera acompaña a Perséfone en su regreso anual del inframundo) y la otra, cuya energía hace decrecer todo lo existente dirigiéndolo hacia el retraimiento, la pasividad y el decrecimiento. Desde la más remota antigüedad, los atributos de la primavera (flores, aroma, color, belleza y dulzura entre otros) fueron atribuidos a Venus.
tológicos que relacionan el nacimiento de esta flor con el de la diosa. La rosa simboliza el desarrollo espiritual, la belleza y el amor, fue considerada como la flor sagrada en la antiguedad tanto en Grecia y Egipto, como entre los celtas y germanos. En el cuadro se representa a Venus que ha nacido de la espuma del mar sobre una concha a su llegada a tierra. (Según el mito la isla que por primera vez pisó la diosa fue Chipre o Citera, según las distintas versiones). Siguiendo una "lectura" de la pintura de izquierda a derecha encontraremos en primer lugar a dos deidades relacionadas con el aire y que aparecen unidas exhalando con su soplo la fuerza que empuja a Venus hacia la tierra. Son Céfiro y Aura. Céfiro es la representación del espíritu, el pneuma, que sopla sobre las aguas primordiales. Su aliento es el aliento divino que preside la encarnación del alma y procede de las dos fuerzas creadoras, femenino y masculino. La concha que transporta a la diosa simboliza la cualidad creadora de las aguas de la vida, la fertilidad. La escena representa el nacimiento del alma humana, que aparece en el mundo circundada por los cuatro elementos: El aire, el agua y la tierra
Volviendo a la pintura podemos observar que del cielo caen suavemente algunas rosas. Hay varios relatos mi-
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Conocimiento Interior
dividen la pintura en tres partes, mientras que la suave luz que baña la escena representa el fuego. El cuadro refleja la condición humana en su triple forma: espíritu (Céfiro), alma (Venus) y cuerpo (la hora de la primavera). Venus, como símbolo del alma humana, es el eje central.
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LA PRIMAVERA Conocimiento Interior
EL ALTO IDEAL DEL AMOR
Este cuadro es el camino terrestre del alma hacia lo divino. Representa su llegada al jardín del mundo y la vía de perfeccionamiento desde el amor sensible o material al amor puro o espiritual. El jardín donde tiene lugar esta extraña escena representa un espacio sagrado, un lugar protegido, una di-
mensión iniciática distinta a la realidad cotidiana. El jardín simboliza la paz y la primavera eternas. Es el jardín del Amor cuyo protector es Mercurio, al que vemos a la izquierda del cuadro. En su conjunto está representando la encarnación de Venus/Amor en la materia.
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Conocimiento Interior
Como dato curioso y que prueba el profundo conocimiento botánico de Botticelli, en este cuadro han sido identificadas alrededor de 500 tipos diferentes de plantas, 190 de los cuales son flores.
ras aparecen unidas entre sí lo que nos indica una continuidad, un proceso; también podemos verlo como una realidad total, fuera del tiempo, en la cual cada una de las figuras contiene las otras dos. Se pueden observar los distintos niveles de la naturaleza. Por una parte lo “manifestado”, Flora, cubierta de flores y repartiéndolas en la tierra. La parte etérica, que sería Cloris, la ninfa, aquello que no podemos percibir con los sentidos físicos pero que constituye la causa de la existencia de lo visible. Y, por último, Céfiro, la fuerza que empuja hacia la manifestación. Estos 3 niveles de la realidad los representa magistralmente Botticelli a través de sus tres figuras: Céfiro, de un color indefinido, con tonalidades cercanas a los laureles, da la sensación de no tener existencia física, sino más bien encontrarse en un plano unido a los espíritus de la naturaleza. Cloris, la ninfa etérea, estadio intermedio entre lo material y lo inmaterial; y, finalmente, Flora, la materialización sensorial. Botticelli ha conseguido plasmar la llegada de la Primavera no solamente en el plano físico, sino también en sus planos internos, en sus distintos niveles energéticos, ratificando así que el auténtico artista es aquel capaz de plasmar lo inmaterial, lo etéreo y es-
En la parte derecha está representada la entrada de la primavera. Céfiro, dios de los vientos, empuja a la ninfa Cloris para que “entre” en el cuadro, la cual se materializará en Flora. Expertos afirman que el pintor se inspiró en la obra llamada “Fasti”, de Ovidio, un calendario romano de festividades. En él, el poeta relata la llegada de la Primavera como una transformación de la ninfa Cloris en Flora, diosa de las flores. Este grupo de 3 figuras ha sido interpretado como diferentes “fases” o momentos temporales. Las tres figu-
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piritual, en el plano sensible. Las obras de arte se convierten entonces para quien las contempla en un puente que une realidades energéticamente sutiles con realidades materiales. La materialización del proceso se concreta en una figura bellísima: Flora, representante de la Belleza terrestre, aquella que siembra y embellece el mundo, que lo inunda con sus frutos y flores. Flora es en definitiva ese aspecto de la divinidad femenina que los antiguos conocían como la "Madre Vida".
se realiza a través de la mediación de la más sublime de las energías: el Amor. Aparece en el centro de un bosque de naranjos de forma semicircular. Sobre ella su hijo, Amor, disparando sus flechas. La postura y el movimiento de las figuras del cuadro, siguen las “líneas” de los árboles lo que crea una intrínseca armonía y unidad de las figuras humanas y la naturaleza, ambos elementos forman un todo inseparable, uno es parte del otro. Las figuras erguidas se relacionan con los naranjos, las curvadas en la parte derecha del cuadro, con los laureles.
El eje central de esta maravillosa obra es Venus, el Amor espiritual, la energía del Amor que domina todos los planos y se concretiza según las necesidades y el nivel de consciencia de cada uno. Según Platón la comunión entre dioses y mortales
Cupido es el hijo de la Venus Celestial. En la obra titulada “De Amore” Ficino, filósofo renacentista italiano, contemporáneo de Botticelli y que ejerció una gran influencia con sus ideas neoplatónicas en el
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pensamiento y en el arte de su época, escribe: "como el alma es la madre del amor, Venus es idéntica al alma, y Amor es la energía del alma". En la mística del Renacimiento, Eros/Cupido es el instrumento que ayuda a recorrer los peldaños que separan a lo divino de lo humano. Con su flecha, Cupido inspirará al amor, despertará la voluntad adormecida del alma y la lanzará hacia su búsqueda consciente. Cupido no tiene ojos para ver lo material porque es una energía que se sitúa más allá de la materia visible y del intelecto. Para conocer la naturaleza divina del alma inmortal escondida en lo más profundo de sí mismo, hay que desarrollar la visión interior, que los artistas del Renacimiento, al igual que los clásicos griegos, simbolizaban por la ceguera física. Es la conversión de la mirada, preconizada por el Corpus Hermeticum. Esta visión interior está representada por Cupido, cuyos ojos están vendados.
Las Tres Gracias representan aspectos espirituales del Amor, símbolo de armonía, fertilidad y alegría, eran compañeras de Venus. Se ha dicho que
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“la unidad de Venus se despliega en la Trinidad de las Gracias”. Las tres Gracias representan, según esto, los tres tiempos y las tres caras del amor ” En la clave neoplatónica simbólica, este tríptico se presenta como: Castidad-Voluptuosidad-Belleza. Según la mitología griega sus nombres eran Aglaya (Belleza), Eufrosine (Alegría) y Talia (Floreciente). Cada una de ellas es un aspecto lumínico : Luz que ilumina el corazón, Luz que ilumina el entendimiento y la Belleza del mundo. En la pintura de Botticelli, al igual que en otras muchas obras de arte, ejecutan una danza circular y aparecen sutilmente unidas entre sí, como si constituyeran una unidad.
pientes formando una especie de ocho. Botticelli sustituye las serpientes por dragones alados. Hermes /
Mercurio, la divinidad griega conocida con el nombre de Hermes, "el de pies alados" en lenguaje de Homero, cierra el cuadro por la izquierda blandiendo su símbolo universal, el caduceo en la mano derecha como símbolo de la paz y de la concordia. El caduceo de Mercurio es un símbolo de gran importancia para el hermetismo y la Alquimia. Símbolo de la medicina y de los poderes curativos en la antigua Grecia, ha inspirado el actual emblema de la profesión farmacéutica. Está formado por una vara alrededor de la cual se enroscan dos ser-
Mercurio es la divinidad-puente entre mundos. En mitología era el mensajero de los dioses, el encargado de llevar la voluntad divina al mundo de los hombres e incluso al inframundo, la región de los muertos. También era el "psicopombos" o conductor de almas,
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su función en este caso era guiar al alma desencarnada a través de las tortuosas sendas del Más Allá. En nuestro cuadro, Mercurio es el protector del jardín de Venus donde reina la paz. El guardián del jardín. Él cierra la pintura a la izquierda. Su característica de guardián y protector del recinto viene marcada por la presencia de una espada en su cadera izquierda. Su mano, blandiendo el caduceo y su mirada se dirigen al cielo, lo que se interpreta como unión con el más allá, ejerciendo así su papel de intermediario entre los hombres y los dioses, De este modo Mercurio se convierte en un elemento clave en toda la secuencia que permite el nacimiento de la sabiduría y representa la inteligencia que guía la personalidad humana. Esta divinidad también es conocida como el “mistagogo”, aquél que permite penetrar en los conocimientos secretos o herméticos, el guía del espíritu. Botticelli le pinta dando la espalda al cuadro, guiando hacia otra realidad inmaterial que tiene relación con el retorno del alma al Cielo, su hogar espiritual. Su dirección y movimiento parecen apuntar hacia fuera del cuadro, quizás hacia el cuadro de Palas que originalmente se encontraba a la derecha de la Primavera. Si
fuera así, la dirección del movimiento del cuadro culminaría en la diosa Atenea, integrante de la pintura que examinaremos a continuación. Ambos cuadros hacen referencia al proceso interno de sublimación de la energía del Amor. Antes de abandonar "La alegoría de la Primavera", podemos contemplar el cuadro en su conjunto y percibiremos que las figuras parecen flotar sobre la tierra sin contacto directo con la superficie, lo que nos reafirma en la idea ya expresada de que no se trata de una "escena real" que se desarrolla en "un mundo real", sino más bien de una dimensión interior, mítica y espiritual. En síntesis, la pintura simboliza el camino del alma hacia lo divino: su llegada al jardín del mundo y su vía de perfeccionamiento desde el amor sensible hacia el amor puro, que conduce a la contemplación de las verdades eternas.
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PALAS Y EL CENTAURO Conocimiento Interior
LA PERFECCIÓN ÁLMICA
Este cuadro fue encontrado en la misma habitación en que se hallaba "La Primavera", sobre una puerta, en la “ciudad palacio” de Lorenzo de Pierfrancesco.
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LA PINTURA muestra a Atenea, también llamada Palas Atenea, diosa de la sabiduría, de pie, al lado de un centauro. Uno de los atributos de esta diosa es la lanza que ha sido reinterpretada por Botticelli como un hacha. Nació de la cabeza de su padre, Zeus, armada para la guerra, con lanza y escudo. Paradójicamente es también la diosa de la paz. El olivo es el árbol sagrado de la diosa Atenea. Ella lo regaló a la humanidad como símbolo de paz y a cambio consiguió ser la protectora y benefactora de una ciudad mítica que desde entonces y hasta la fecha lleva su nombre: Atenas. En la pintura aparecen ramas de olivo sobre su cabeza, cuerpo y brazos, mientras que su vestido aparece ornamentado por el emblema de los Medici. Atenea o Minerva en la mitología romana tiene la función en la pintura de Botticelli de guardar un recinto sagrado, al igual que Mercurio / Hermes en "La Alegoría de la Primavera". En este caso, el recinto es una condición interior a la que se llega como punto máximo de sublimación del Amor: la pureza o castidad entendida como una energía de altísima vibración donde reina el Amor puro, sin ser mancillado por el deseo o apetencia terrenal. El centauro, ser mitológico
mitad hombre y mitad caballo, es la representación del hombre común que aún no ha refinado su naturaleza instintiva-animal, sus deseos y pasiones. Representa la voluptuosidad, la concupiscencia y ha penetrado en un espacio que le está prohibido. Por ello es expulsado por la diosa que le toma del cabello. Ambas figuras representan asimismo el combate interior que tiene lugar en cada ser humano entre dos naturalezas: la divina y la humana. El alma como mediadora entre el cielo y la tierra participa de ambas.
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Esta pintura es el colofón del tríptico. El alma-Amor ha nacido, se ha encarnado, ha tomado forma material y ha recorrido su itinerario en el jardín del mundo hacia la felicidad espiritual designada por Mercurio; la energía del Amor se ha sublimado hasta llegar al reino armónico de Atenea donde se entrelaza con la sabiduría y alcanza la perfección.
una pareja de dioses del viento unida, abrazada, soplando juntos para conducir al alma hacia su nacimiento y materialización. Este cuadro se “lee” de izquierda a derecha. Termina con la diosa que representa la Primavera y solícita, tiende su manto a Venus. Alegoría de la Primavera: El desarrollo del Alma-Amor y sus distintos aspectos. Se lee de derecha a izquierda y es la continuación del relato que empezó con "El nacimiento de Venus". La última figura es Mercurio, divinidad de la inteligencia que conduce a la sabiduría. En el cuadro la energía del Amor va tomando diferentes formas : como belleza y fertilidad terrestre, como Amor celestial, las tres gracias, y por último Mercurio, que representa la sublimación del amor. Palas y el Centauro: El recinto de castidad y pureza ya ha sido creado. Atenea, la representación del Amor evolucionado que conlleva la sabiduría interior ya ha sido creada. Es el complemento de Hermes / Mercurio y aparece en el cuadro en el papel de guardiana.
VISIÓN GENERAL DE LOS TRES CUADROS Cada uno de los cuadros anteriormente citados desarrolla una etapa en el desarrollo del alma: Nacimiento de Venus: El nacimiento del Alma de las aguas. La obra se refiere tanto al nacimiento del alma humana en el mundo material como al nacimiento interno. La energía constitutiva del alma es el Amor y por ello aparece bajo la forma de Afrodita Venus la diosa del Amor y la Belleza. A nivel alquímico, el alma toma forma en el interior del ser humano que ha hecho fértiles las aguas de vida y ha trabajado con el hálito o "aliento interno". Por ello, el artista representa
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Maat, como orden c贸smico, se manifestaba en la naturaleza mediante la regularidad de los fen贸menos y ciclos; en la sociedad mediante la justicia, y en la vida del hombre a trav茅s de la verdad. 49
Conocimiento Interior
Maat, hija de Ra, el dios primige-
vimos, no sólo opera Maat, sino
nio del antiguo Egipto, era la divi-
también su principio o energía
nidad que encarnaba el orden, la
opuesta, llamada por los antiguos
justicia y la armonía del mundo.
egipcios Isfet, que representa el
Los egipcios pensaban que era
desorden, el caos y la destrucción.
Maat quien se encargaba de man-
Por ello, la armonía y el orden
tener el orden del cosmos que
cósmico deben ser continuamente
había sido establecido en el mo-
restablecidos. Esta era la misión
mento de la creación, en el princi-
específica del Faraón que era con-
pio de los tiempos. Gracias a ella,
siderado como un canal entre las
la armonía y el orden se mantení-
energías divinas y su pueblo. De él
an día tras día en todas las dimen-
dependía que "el mundo" se man-
siones cósmicas, desde el universo
tuviera en orden y fuera fértil y
hasta el mundo interior de cada
amable con los habitantes de Egip-
ser humano. Ella permitía que ca-
to.
da amanecer, el sol volviera a sur-
Para los egipcios, la renovación de
gir de las tinieblas habiendo triun-
los ciclos de la naturaleza no era
fado cada noche sobre las fuerzas
automática; era el resultado de
del caos. El cosmos manifiesto re-
una lucha constante en la que las
flejaba en su conjunto ese orden
fuerzas del orden debían derrotar
interno. Estrellas, planetas, y esta-
a las fuerzas del mal y del caos, de
ciones, ríos, plantas y animales,
la misma manera en que Horus
todo estaba en su origen en armo-
había derrotado a Seth en los
nía con Maat. Pero en el mundo dual, sometido a los ciclos temporales, en el cual vi-
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Conocimiento Interior
tiempos mitológicos. La conservación de este equilibrio era la finalidad primordial de la religión; lo demás era secundario. El mito de la lucha de Osiris y Seth era un arquetipo que se aplicaba a distintos aspectos: orden político y social, vida y supervivencia, y, en el aspecto psicológico o interno, constituía la vía de desarrollo espiritual del hombre. Los dos hermanos, Osiris y Seth son los protagonistas del mito más importante para los antiguos egipcios y cuyo núcleo estaba constituido por la muerte de Osiris a manos de Seth, la búsqueda por su esposa Isis de su cuerpo despedazado por su asesino. Ella consigue reconstruirlo y engendrar a un hijo, Horus que tomaría el lugar de Osiris en el mundo de los vivos, mientras este pasaba a reinar en el más allá. Estas eran las dos energías primordiales: Osiris-Horus y Seth, el principio de dualidad manifestado incluso a través del
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Conocimiento Interior
mismo paisaje en el cual la tierra
para los antiguos egipcios cuya vi-
fértil del delta del Nilo estaba re-
da dependía de que la energía be-
gida por el dios benefactor Horus,
nefactora venciera.
el hijo de Osiris e Isis, aquél que
La Inundación llegaba con la vic-
vivifica y fertiliza, "el dios bueno".
toria de Horus. En los meses pre-
La zona caliente, árida y desértica
cedentes a la inundación las aguas
de Egipto era el lugar de Seth, la
del Nilo adquirían su nivel más ba-
fuerza maligna del caos y la des-
jo, pero con el llanto de Isis por la
trucción. En la mitología Horus es
muerte de su esposo Osiris, las
identificado con las ideas de or-
aguas comienzan a subir. Osiris es
den y armonía, era el protector de
resucitado y puede fecundarla y
la vida, mientras que Seth era el
engendrar así a Horus. Del mismo
destructor de vida, la esterilidad,
modo, la tierra es fecundada y las
representación del desorden y el
aguas del Nilo inundan el valle.
caos.
Horus ha vencido a Seth. La vida está asegurada y la tierra del bajo
La lucha entre estos dos principios
Egipto pasa a estar bajo la protec-
daba lugar a las estaciones y a los
ción de Horus.
ciclos de la vida regidos por las
Cuando las aguas se retiran con la
crecidas periódicas del Nilo. Du-
bajada del Nilo, dejarán tras de sí
rante la estación de sequía o defi-
un terreno fértil impregnado de
ciencia, Osiris, padre de Horus que
vida. Es la llamada estación de
había sido asesinado por Seth, es-
"reaparición" o "emergencia", du-
taba muerto, perdido, era la época
rante la cual se producía la retira-
de la lucha entablada por Horus
da de las aguas emergiendo la tie-
para vengar la muerte de su padre
rra fertilizada y preparada para el
contra Seth. La época más difícil
cultivo. Era la resurrección del al-
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Conocimiento Interior
ma de Osiris. Durante esta estación Horus gobierna en oposición a Seth. Una vez la cosecha ha terminado el desierto vuelve a ganar fuerza, se entra en la "Deficiencia", momento de intenso conflicto, Osiris es asesinado y Seth amenaza con usurpar el legítimo dercho de Horus al trono. Así comienza nuevamente el
Maat era concebida bajo tres as-
ciclo cósmico.
pectos básicos: orden cósmico, una
El paisaje y sus transformaciones
diosa , y una energía
eran el reflejo en el plano físico de
Maat como orden cósmico era una
las realidades metafísicas. De esta
parte integral del universo, un as-
forma, el mundo mítico se vivía en
pecto inseparable e imprescindible
el plano material y temporal.
del mismo que hacía posible la
Existía una vinculación estrecha
constante renovación de la vida
entre Maat y Horus. Su triunfo so-
divina; es por ello que sin Maat
bre Seth era realmente el triunfo
nada podría haber existido. Esta
de Maat. El orden natural del
fuerza invisible se originó en el
mundo quedaba restablecido
momento de creación para luego
nuevamente. El orden, que había
ser constantemente restaurada por
sido perturbado por Seth, debía
el faraón, se la asociaba siempre
ser repuesto para que Maat
con esa "primera vez" y al rey se le
imperase. Por esta razón, el faraón
relacionaba con el demiurgo, en su
viviente era considerado como viva
lucha contra las injusticias y el mal
encarnación del mismo Horus.
(Isfet), oponente y enemigo de
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Conocimiento Interior
Maat, en una cotidiana repetición
los Sarcófagos [v.80] estas pala-
de la contienda primaria entre
bras de labios de Atum:
caos y cosmos. El Faraón aseguraba que el orden cósmico se resta-
Tefnut es mi hija viviente;
bleciera.
Ella residirá con su hermano Shu.
Como diosa se la representaba
Vida (Ankh) es su nombre;
sentada, con las rodillas dobladas
Maat es su nombre.
como corresponde a una divinidad, y portando una gran pluma
Durante el Reino Medio se decía
de avestruz sobre la cabeza. Estaba
que la diosa se encontraba junto a
estrechamente asociada a la ver-
las narices de Atum, palabras que
dad y la justicia, por eso en las re-
identificaban a Maat con el aire
presentaciones del juicio del Más
que respiraba el dios, lo cual acen-
Allá, aparece la pluma de la diosa
tuaba la convicción de que ni si-
sobre uno de los platillos de la ba-
quiera el creador podría vivir sin
lanza, en contrapeso con el cora-
este principio. En la Dinastía
zón del difunto
XVIII se la llamó hija de Ra, y es-
En la Teología Heliopolitana, Maat
taba asociada a la alegría y entre-
se identificaba con Tefnut, quién
tenimiento del dios; también era
formaba junto a Shu la primer pa-
ella la que acompañaba al dios-sol
reja creada y por esta razón se en-
en su recorrido por el inframundo.
contraba sustentando el orden
Maat era además el alimento de
cósmico. Sin Maat no hubiese
dioses y hombres, quienes vivos o
habido creación, porque sin orden
muertos la necesitaban para poder
no se hubiera salido del caos. Al
subsistir. De su importancia como
respecto leemos en los Textos de
sostén de los mismos, nos da testimonio una inscripción de la reina
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Conocimiento Interior
Hatshetsupt, en que ésta afirma-
dad, la justicia y la integridad mo-
ba:
ral.
"...le he hecho la ofrenda de Maat
Armonía
que él ama (Amón) pues sé que de ella vive. Ella es también mi pan y
Considerada tradicionalmente por
yo me alimento de su rocío"
los egiptólogos como verdad y justicia, aparece como la noción bási-
La ofrenda de Maat era uno de los
ca de la reflexión egipcia. Maat era
ritos más importantes del culto re-
la medida en todos los aspectos de
ligioso, y consistía en la presenta-
la creación, tanto en el plano cós-
ción - por parte del rey a los dioses
mico como en el social y humano.
- de una figurilla de la diosa por-
Era una forma de pensar, que en-
tando la pluma que la identificaba.
globaba nociones tan diversas co-
Se creía que ésta había bajado a la
mo verdad, autenticidad, justicia,
tierra luego de la creación, aban-
derecho y orden entendido como
donando los cielos para acompa-
armonía universal.
ñar a los hombres e iluminarlos, y que durante la ejecución de estos
Aspecto Psicológico
ritos retornaba junto a los dioses
Maat no pertenece simplemente al
celestiales, cerrando así el círculo.
reino metafísico, está también pre-
Por último, encontramos a Maat
sente en la dimensión moral y psi-
como energía o principio univer-
cológica de las decisiones y accio-
sal, reuniendo en sí todos los ele-
nes humanas, ya que el ser huma-
mentos de la armonía cósmica, tal
no debía reflejar el universo.
y como había sido establecida por
En la medida en que Maat ejercie-
el creador en un comienzo: la ver-
ra su influencia en el ser humano
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Conocimiento Interior
individual, así también en la so-
be hablar y cuando hay que guar-
ciedad reinaría la justicia y en el
dar silencio.
cosmos la armonía. El Antiguo
En el interior de la psique humana
Egipto nos ha transmitido una se-
había que cultivar y generar la
rie de máximas y preceptos que
energía de Maat. Los antiguos
forman parte de su literatura y han
egipcios eran exhortados constan-
llegado hasta nosotros en papiros,
temente a "hacer Maat" y a "hablar
inscripciones y otros medios. Es la
Maat". Al hacerlo se acercaban
llamada "literatura sapiencial". Es-
más a lo divino, el principio real en
tas máximas eran utilizadas como
ellos, y de ese modo transcendían
base de la educación y colaboraban
lo meramente humano y contin-
a cultivar un modo de ser y vivir
gente. Si el hombre ansiaba la per-
"conforme a Maat", tendían a
fección, ésta significaba estar en
crear un comportamiento interno
armonía con ese orden inquebran-
y externo basado en la reflexión y
table. Una forma de vida adecuada
en el auto-control de los impulsos
aseguraba un veredicto favorable
para que la vida discurriera de
en la "psicostasia" o juicio del alma
forma ordenada y armónica. En-
que tenía lugar en el Dwuat o
señan cómo vivir de forma equili-
mundo del más allá una vez des-
brada, cómo relacionarse con uno
encarnada. En este proceso el al-
mismo y también con su familia y
ma comparecía ante las altas je-
con la sociedad. Estas máximas
rarquías divinas y era pesada en la
enseñan el valor de la amistad, la
balanza de la justicia universal. El
generosidad y el amor, los efectos
resultado dependía de que en el
perniciosos del orgullo, la soberbia
mundo de las formas el individuo
y la avaricia, cuando y cómo se de-
se hubiera comportado o no con arreglo a Maat tanto en sus actos
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Conocimiento Interior
externos como en sus palabras y
bras era eminentemente exitoso.
en su pensamiento.
Los altos oficiales se tildaban a sí
Consideraban que el carácter de
mismos de "silenciosos", pero no
un hombre podía llevarlo por mal
con espíritu de cristiana humildad,
camino y ser su perdición. Así
sino con sabiduría egipcia.
pues, en la llamada "Literatura
En cambio los seres impulsivos
Sapiencial" se distingue dos tipos
ponían en peligro sus éxitos, por-
de personalidad: el individuo
que con la violencia de sus pasio-
apasionado y el auto-disciplinado.
nes podían destruir la armonía del
El primero era locuaz, codicioso,
orden cósmico. El triunfador do-
altanero y arbitrario; el hombre si-
minaba sus impulsos y sentimien-
lencioso en cambio era paciente,
tos, el silencio era signo de supe-
modesto, calmo, y fundamental-
rioridad, porque este hombre tenía
mente dueño de sí mismo en todas
el poder de dominarse a sí mismo.
las circunstancias.
Este ser prudente debía evitar en
El ideal de la educación egipcia era
toda ocasión ser llevado por sus
el cultivo del arte de escuchar, esta
pasiones, y obviamente, no debía
era su más preciada virtud. Se ad-
provocarlas. El sabio se alejaba de
miraba al hombre que sabía hacer-
los extremos, se distanciaba del
lo, al que era atento, dócil, que se
orgullo y vanidad y se refugiaba en
inclinaba ante el sabio y aceptaba
los méritos espirituales. El orgullo
sus consejos. Toda la civilización
descolocaba al hombre dentro de
egipcia y la vida social se basaban
la sociedad, el orgulloso perdía el
en esta capacidad de saber escu-
respeto de los demás, se rebajaba
char. Puede decirse que la sabidu-
ante la comunidad, mientras el si-
ría egipcia consistía en el silencio.
lencioso se engrandecía. A conti-
Por eso el hombre de pocas pala-
nuación, un texto recogido en
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Conocimiento Interior
"Instrucciones de Amenemope" y
miento divino. Guardaba relación
que expresa claramente como acti-
con el hecho de no haber destruido
tud adecuada el autodominio y la
la armonía cósmica de Maat.
reflexión: "No discutas con un hombre que
Justicia
se acalora hablando, ni le provoques con tus palabras. Toma tiem-
La justicia terrena también se re-
po ante el adversario, inclínate an-
gía por Maat. Aunque no había un
te un agresor, duerme [sobre un
código legal escrito, existía una
asunto] antes de hablar. Un hura-
norma implícita basada en el bien
cán que explota como el fuego en
común, la que a su vez era la me-
la paja, así es el impulsivo en su
dida para juzgar la conducta
hora. Retírate ante él, déjalo solo:
humana; las leyes se dictaban a fin
el dios sabe cómo responderle"
de mantener el orden cósmico y
Los egipcios consideraban que las
social y no en base a un compen-
sanciones por orgullo u otras faltas
dio legalista teórico. Sólo había
corrían por cuenta de los dioses,
una regla básica a la que individuo
pero creían que la retribución di-
y sociedad debían ajustarse: "Haz
vina no llegaba mediante una in-
Maat, habla Maat"
tervención directa de la divinidad,
El faraón, como hijo, heredero y
sino indirectamente, a través del
encarnación de los dioses, era
mantenimiento de Maat, el orden
quién dictaba las leyes, las que
establecido.
emanaban de él a través de decre-
La experiencia profunda de la sa-
tos que emitía como único legisla-
tisfacción del deber cumplido, no
dor y que conformaban el Derecho
se encontraba relacionada con el
Público, el que se improvisaba de
acatamiento a ningún manda-
acuerdo a las circunstancias. Su
58
Conocimiento Interior
principal objetivo era el predomi-
menos de intentarlo. La necesidad
nio del orden sobre el caos. Tam-
de cuidar que primara la rectitud
bién se conservaban antiguas tra-
en los asuntos humanos, era lo que
diciones que eran transmitidas
tornaba tan importante el rol del
oralmente de generación en gene-
faraón, cuya misión principal era
ración.
hacer que se conservara el orden
En opinión de John Wilson, la ra-
cósmico, motivo por el que se lo
zón por la que en Egipto no hubo
llamaban "el buen dios". Lo que lo
un código legal escrito hasta los
tornaba "bueno", era el ser el ins-
períodos persa y griego, fue por-
trumento a través del cual se im-
que siendo el faraón la personifi-
plementaba en el mundo la eterna
cación de Maat, o sea la materiali-
bondad y belleza de Maat, y la
zación de todo orden y rectitud y él
bondad del rey no era otra que la
mismo un dios encarnado, era ab-
bondad y el poder del dios crea-
solutamente innecesaria una legis-
dor. De sus deseos de cumplir con
lación escrita. Por el contrario, tal
estas buenas intenciones dejaron
cosa hubiera sido una especie de
pruebas en sus tumbas:
blasfemia para el rey-dios, hubiera
"He provisto de pan al que tenía
sido pretender reemplazar a un ser
hambre, de agua al que tenía sed,
vivo y activo por un inerte conjun-
de ropa al que estaba desnudo, de
to de reglamentos.
una barca al que no la poseía" o "
Maat también velaba por los des-
Yo introduje Maat en este país en
protegidos y trataba de lograr el
el que no la había".
equilibrio entre pobreza y riqueza,
Estas afirmaciones no estaban de
mientras que el faraón era el res-
más, porque en realidad no todos
ponsable ante la comunidad de
los gobernantes observaron estas
cumplir con estos deberes, o al
normas; hay documentos de la
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Conocimiento Interior
época ramesida que muestran has-
"El necio, que no quiere escuchar,
ta qué punto había llegado la co-
no puede realizar nada.
rrupción administrativa y, según
Considera el saber
bien observa el experto Hornung
como la ignorancia
"el Nuevo Imperio como anterior-
y las cosas provechosas
mente el Reino Medio, finalmente
como las nocivas".
se desmoronó a causa de la insufi-
(Máximas de Ptahhotep [v.17,5])
ciencia de Maat". Se suponía que el reinado de Maat
El ignorante y el malvado se iden-
se lograría con la participación de
tificaban, ya que el primero al no
todos, no solamente con el cuidado
conocer Maat, no la podía practi-
de la comunidad por parte del rey,
car.
sino también con el actuar de cada individuo desde su lugar, con con-
El campesino elocuente
vencimiento de la necesidad de no alterar esta armonía.
La obra del Reino Medio llamada "El campesino elocuente", puede
Conocimiento de Maat
ser considerada, en opinión de Jan Assmann, un verdadero tratado
La Literatura Sapiencial se basaba
sobre Maat. Consiste en la historia
en la suposición de que toda virtud
de un campesino del oasis, repre-
implicaba conocimiento, que la
sentante del estrato social más ba-
buena conducta podía ser enseña-
jo y proveniente de las zonas más
da, y que ésta a su vez, estaba ba-
periféricas del reino, que es asal-
sada en el discernimiento de los
tado y despojado de sus pocas per-
más sabios>
tenencias cuando va camino a la ciudad para vender sus productos.
60
Conocimiento Interior
Entonces este hombre se dirige al
ni día de fiesta para el codicioso".
intendente de la zona en demanda
La inercia, la insensibilidad y la
de justicia, pero es tan maravillosa
avidez serían entonces las tres fal-
su elocuencia, que el funcionario
tas contra Maat desde el punto de
pide autorización al Rey para dila-
vista social, que Jan Assmann ex-
tar el caso y así tener oportunidad
amina concienzudamente y de cu-
de disfrutar de sus palabras.
yo análisis trataremos de extractar
La propuesta es aceptada por el
los aspectos más importantes.
monarca, a condición de que que-
La pereza consiste en el no-hacer
de asegurada la subsistencia del
cuando se debe hacer, es el pecado
demandante, y esta situación da
de omisión.
lugar a unas apelaciones en las que
El segundo verso afirma "ni amigo
el campesino hace unas profundas
para el que es sordo a Maat". Así
e interesantes reflexiones acerca
como la pereza se relaciona con la
del Bien y del Mal. El mayordomo
acción, la sordera corresponde al
del rey representa el papel de opo-
escuchar, a la esfera del lenguaje.
nente de Maat; su adversario le
El sordo se desentiende de los de-
atribuye principios, móviles, ac-
más, Estas dos categorías, la ac-
ciones y abstenciones que repre-
ción y la palabra, se refieren a los
sentan lo contrario al comporta-
dos principales componentes de
miento que de él se esperaría. En
Maat: Justicia y Verdad. La Justi-
total son nueve las quejas de este
cia es Maat que se hace al actuar,
hombre, que se resumen en los si-
la Verdad es Maat que se dice al
guientes versos:
comunicar.
"No hay ayer para el perezoso,
Y esta incapacidad es insensibili-
ni amigo para el que
dad, puesto que al no escuchar a
es sordo a Maat,
los demás se excluye a sí mismo de
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Conocimiento Interior
la posibilidad de hacer algo por
mente con el egoísmo, con todo lo
ellos. Nadie hace nada por él, y él a
opuesto a los principios de inte-
su vez no hace nada por nadie. La
gración social inherentes a Maat.
palabra es lo que une al hombre y a la comunidad. Pero las palabras
Ptahhotep [v.19] nos dice:
pueden unir o desunir, construir o destruir; la palabra vivificante es
"Si deseas ser de comportamiento
Maat, que no solo es verdadera si-
perfecto,
no que construye la armonía so-
apártate de todo mal.
cial.
Guárdate del pecado de avaricia.
En el tercer verso leemos que "no
Es una enfermedad terrible
hay día de fiesta para el codicioso".
y sin cura.
Después de analizar el actuar y el
Para ella no hay tratamiento.
hablar-escuchar, el autor examina
Enzarza a padres, madres
ahora el interior del hombre, su
y hermanos.
voluntad y su mentalidad. El cele-
Separa a la esposa del marido.
brar una fiesta alegra el corazón,
Es un compuesto
pero implica gastos, y lo que es
de todos los males.
peor, gastos improductivos que
Una combinación
son inaceptables para el avaro. Por
de todo lo odioso".
eso la avidez se relaciona directa-
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Conocimiento Interior
PTAHHOTEP
PSICOSTASIA EL JUICIO DEL ALMA 63
Conocimiento Interior
Jiddu Krishnamurti
"No vemos las cosas como son, sino como somos"
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Conocimiento Interior
Jiddu Krishnamurti nació el 11 de mayo de 1895 en Madanapalle, (India). A partir de 1929 se desvinculó totalmente y por propia voluntad de la Sociedad Teosófica que le había adoptado y considerado como el "Instructor del Mundo". Desde entonces y hasta su muerte en 1986, dedicó su vida a difundir las bases de una enseñanza propia, eminentemente práctica y desvinculada de toda institución u organización religiosa. Debido a su contribución al desarrollo espiritual del individuo es mundialmente considerado como uno de los grandes pensadores de todos los tiempos.
mundo es vuestra relación con otro. El mundo no es algo que existe aparte de vosotros y de mí; el mundo, la sociedad, es la relación que establecemos o procuramos establecer entre unos y otros.
Los problemas del mundo son tan colosales, tan complejos, que para comprenderlos y resolverlos hay que abordarlos de un modo muy sencillo y directo; y la sencillez y visión directa no dependen de las circunstancias exteriores ni de nuestros prejuicios y estados de ánimo individuales.
De suerte que vosotros y yo somos el problema, no el mundo; porque el mundo es la proyección de nosotros mismos, y para comprender al mundo tenemos que comprendernos a nosotros mismos. El mundo no está separado de nosotros; somos el mundo, y nuestros problemas son los problemas del mundo.
Como ya lo he señalado, la solución no ha de encontrarse mediante conferencias o proyectos, ni substituyendo a los viejos dirigentes por otros nuevos, y lo demás. Es evidente que la solución está en el creador del problema, en el creador de la maldad, del odio y de la enorme falta de comprensión que existe entre los seres humanos. El causante de estos daños, el creador de estos problemas, es el individuo, vosotros y yo, no el mundo, como creemos. El
Esto no suele repetirse con demasiada frecuencia, porque somos de mentalidad tan indolente que no creemos de nuestra incumbencia los problemas del mundo; creemos que deben
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Conocimiento Interior
ser resueltos por las Naciones Unidas o reemplazando los viejos dirigentes por otros nuevos. Es una mentalidad bien torpe la que piensa de ese modo; porque nosotros somos responsables de la horrible miseria y confusión que hay en el mundo, de la guerra que nos amenaza. Para transformar el mundo debemos empezar por nosotros mismos; y lo importante al empezar por nosotros es la intención.
y lucha; y por pequeño que sea nuestro mundo, si podemos transformar nuestras relaciones dentro de ese pequeño mundo, ello será como una onda que se extiende constantemente hacia afuera. Creo que es importante ver eso, o sea que el mundo es nuestra interrelación, por estrecha que sea; y si ahí podemos producir una transformación -no superficial sino radical-, entonces empezaremos activamente a transformar el mundo.
La intención tiene que consistir en comprendernos a nosotros mismos, y en no dejar para otros el transformarse o producir un cambio modificado mediante la revolución, de izquierda o de derecha. Es, pues, importante comprender que ésta es nuestra responsabilidad, la vuestra y la mía; porque, por pequeño que sea el mundo en que vivimos, si podemos transformarnos, si podemos hacer surgir un punto de vista radicalmente diferente en nuestra existencia diaria, entonces, tal vez, afectaremos al mundo en general, a las extensas relaciones de unos con otros.
La verdadera revolución no es conforme a una norma determinada, de izquierda o de derecha, sino una revolución de valores, una revolución que lleva de los valores sensoriales a los que no son sensoriales ni creados por influencias ambientales. Para encontrar esos verdaderos valores que traerán una revolución radical, una transformación o regeneración, es esencial que uno se comprenda a sí mismo. El conocimiento de uno mismo es el principio de la sabiduría, y por lo tanto el comienzo de la transformación o regeneración. Para comprenderse uno mismo, tiene que existir la intención de comprender; y ahí es donde se presenta nuestra dificultad.
Como lo he dicho, pues, vamos a tratar de descubrir el proceso de la comprensión de nosotros mismos, que no es un proceso de aislamiento. No es el retiro del mundo, porque aislados no podéis vivir. Ser es estar relacionado, y el vivir en el aislamiento es cosa inexistente. Es la falta de verdadera convivencia lo que causa conflictos, miseria
Porque, si bien la mayoría de nosotros estamos descontentos, deseamos producir un cambio súbito, y nuestro descontento se canaliza hacia el mero
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Conocimiento Interior
logro de cierto resultado; estando descontentos, o buscamos otro empleo o simplemente sucumbimos ante el medio ambiente. De suerte que el descontento, en vez de encendernos, de inducirnos a poner en tela de juicio la vida y todo el proceso de la existencia, se ve canalizado, con lo cual nos volvemos mediocres y perdemos la energía y el empuje necesarios para descubrir todo el significado de la existencia. Por consiguiente, es importante descubrir esas cosas por nosotros mismos, pues el conocimiento de uno mismo no puede dárnoslo nadie ni habrá de hallarse en libro alguno. Tenemos que descubrir, y para descubrir tiene que haber intención, búsqueda, investigación. Mientras esa intención de descubrir, de inquirir hondamente, sea débil o no exista, la mera aserción, o un deseo casual de investigar acerca de uno mismo, tiene muy escasa significación.
ideal y por lo tanto ficticio, irreal; y sólo lo que es puede ser transformado, no aquello que deseáis ser. El conocerse uno mismo como uno es, requiere extraordinaria vigilancia de la mente; porque lo que es sufre constante transformación, cambio, y, para seguirlo velozmente, la mente no debe estar atada a ningún dogma ni creencia en particular, a ninguna norma de acción. Si queréis seguir algo, de nada sirve estar atado. Para conoceros a vosotros mismos, tiene que existir la vigilancia, la actitud alerta de la mente, en la que se está libre de toda creencia, de toda idealización, porque las creencias e ideales no hacen más que daros un color, pervirtiendo la verdadera percepción.
La transformación del mundo se efectúa, pues, por la transformación de uno mismo; porque el “yo” es producto y parte del proceso total de la existencia humana. Para transformarse, el conocimiento de uno mismo es esencial; porque sin conocer lo que sois, no hay base para el verdadero pensar, y sin conoceros a vosotros mismos no puede haber transformación.
Si queréis saber lo que sois, no podéis imaginar o creer en algo que no sois. Si soy codicioso, envidioso violento, el mero hecho de tener un ideal de “no violencia”, de “no codicia”, es de escaso valor. Pero el saber que uno es codicioso o violento, el saberlo y comprenderlo, requiere extraordinaria percepción, ¿no es así? Exige honestidad, claridad de pensamiento. Mientras que perseguir un ideal alejado de lo que es, resulta una escapatoria, os impide descubrir y obrar directamente sobre lo que sois.
Uno debe conocerse tal cual es, no tal como desea ser, lo cual es un mero
De suerte que la comprensión de lo que sois: feos o hermosos, perversos,
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Conocimiento Interior
dañinos o lo que fuere; el comprender sin deformación lo que sois, es el comienzo de la virtud. La virtud es esencial porque ella brinda libertad. Sólo en la virtud podéis descubrir, podéis vivir, no en el cultivo de la virtud, que sólo trae respetabilidad, no comprensión ni libertad.
a ser virtuoso, ¿puede jamás conocer la virtud? El hombre que no es moral no podrá nunca ser libre, y por lo tanto no podrá nunca descubrir lo que es la realidad. La realidad sólo puede encontrarse comprendiendo lo que es; y para comprender lo que es, tiene que haber libertad, hay que estar libre del miedo a lo que es.
Hay una diferencia entre ser virtuoso y hacerse virtuoso. El ser virtuoso proviene de la comprensión de lo que sois, mientras el hacerse virtuoso es aplazamiento, encubrimiento de lo que es con lo que desearíais ser. Al haceros virtuosos, evitáis obrar directamente sobre lo que sois. Este proceso de eludir lo que es mediante el cultivo del ideal, es considerado virtuoso; pero si lo observáis de cerca y directamente, veréis que no es nada de eso. Consiste simplemente en dejar para después el enfrentarse con lo que es.
Para comprender ese proceso, es preciso que haya intención de conocer lo que es, de seguir todo pensamiento, sentimiento y acción; y el comprender lo que es, es en extremo difícil porque lo que es jamás está inmóvil, estático; siempre está en movimiento. Lo que es, es lo que vosotros sois, no lo que os gustaría ser.
La virtud no es llegar a ser lo que uno no es; la virtud es la comprensión de lo que es y por lo tanto el estar libre de lo que es. Y la virtud resulta indispensable en una sociedad que se desintegra rápidamente.
No es el ideal, porque el ideal es ficticio; es en realidad lo que vosotros hacéis, pensáis y sentís de instante en instante. Lo que es, es lo real; y para comprender lo real se requiere alerta percepción, una mente muy vigilante y veraz. Pero si empezamos por condenar lo que es, si empezamos por censurarlo o resistirlo, no comprenderemos su movimiento.
Para crear un mundo nuevo una nueva estructura alejada de la antigua, tiene que haber libertad para descubrir; y para ser libre tiene que haber virtud, pues sin virtud no hay libertad. El hombre inmoral que lucha por llegar
Si quiero comprender a alguien, no puedo condenarlo; tengo que observarlo, que estudiarlo. Tengo que amar la cosa misma que estudio. Si queréis comprender a un niño, debéis amarlo, no condenarlo. Debéis jugar con él, ob-
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Conocimiento Interior
servar sus movimientos, su idiosincrasia, sus modos de conducirse; pero si no hacéis más que condenarlo, resistirlo o censurarlo, no hay comprensión del niño.
de instante en instante; y si sólo acumulamos conocimiento del “yo”, es ese conocimiento lo que impide una comprensión más amplia. El conocimiento y la experiencia acumulados, en efecto, llegan a ser el centro a través del cual el pensamiento enfoca y desarrolla su existencia.
De un modo análogo, para comprender lo que es, hay que observar lo que uno piensa, siente y hace de instante en instante. Eso es lo efectivo. Ninguna otra acción, ningún ideal o acción ideológica, es lo existente; es un mero anhelo, un deseo ficticio de ser otra cosa que lo que uno es.
El mundo no es diferente de nosotros y nuestras actividades, porque lo que nosotros somos es lo que crea los problemas del mundo; y la dificultad, en lo que atañe a la mayoría de nosotros, está en que, en vez de conocernos directamente, buscamos un sistema, un método, un medio operativo para resolver los múltiples problemas humanos.
Para comprender lo que es se requiere un estado de la mente en el que no haya identificación ni condenación, lo cual significa una mente que esté alerta y sin embargo pasiva. En ese estado nos encontramos cuando deseamos realmente comprender algo; cuando hay intensidad en el interés, ese estado mental se produce. Cuando uno está interesado en comprender lo que es, el estado real de la mente no necesitamos forzarla, disciplinarla ni controlarla; antes bien, hay entonces vigilancia pasiva y alerta. Este estado de alerta percepción surge cuando hay interés, intención de comprender.
Ahora bien: ¿existe un medio, un sistema, para conocerse a sí mismo? Cualquier persona sagaz, cualquier filósofo, puede inventar un sistema, un método; pero, a buen seguro, el seguir un sistema sólo producirá un resultado creado por ese sistema, ¿no es así? Si yo sigo determinado método para conocerme a mí mismo, tendré el resultado que dicho sistema necesita; mas ese resultado no será evidentemente la comprensión de mí mismo. Es decir, siguiendo un método, un sistema, un medio para conocerme a mí mismo, ajusto mi pensamiento, mis actividades, a una norma; pero el seguir una norma no es comprensión de uno mismo.
La comprensión fundamental de uno mismo no llega mediante el conocimiento o la acumulación de experiencias, lo cual es mero cultivo de la memoria. La comprensión de uno mismo es
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Conocimiento Interior
uno mismo. Por su propia naturaleza, la autoridad impide la plena conciencia de uno mismo, y por lo tanto destruye finalmente la libertad; y sólo en la libertad cabe la “creatividad”. La “creatividad” sólo puede existir a través del conocimiento de uno mismo.
No hay, pues, método alguno para el conocimiento de uno mismo. Buscar un método implica invariablemente el deseo de alcanzar algún resultado, y eso es lo que todos queremos. Seguimos a la autoridad -si no la de una persona, la de un sistema, una ideología- porque queremos un resultado que sea satisfactorio, que nos dé seguridad.
La mayoría de nosotros no somos “creativos”; somos máquinas de repetición, simples discos de fonógrafo que reproducen una y otra vez ciertas canciones de la experiencia, ciertas conclusiones y recuerdos, propios o ajenos. Semejante repetición no es existencia “creativa”, pero es lo que queremos. Como queremos estar seguros en nuestro fuero íntimo, constantemente buscamos métodos y medios para esa seguridad. Con ello creamos autoridad, el culto de otro ser, lo que destruye la comprensión, esa espontánea serenidad de la mente en la cual tan sólo puede existir un estado de “creatividad”.
En realidad no queremos comprendernos a nosotros mismos, nuestros impulsos y reacciones, todo el proceso de nuestro pensar, lo consciente así como lo inconsciente; quisiéramos más bien seguir un sistema que nos asegure un resultado Mas el seguir un sistema es invariablemente el resultado de nuestro deseo de seguridad, de certeza; y es evidente que el resultado no es la comprensión de uno mismo. Cuando seguimos un método, debemos tener autoridades -el instructor, el “guía espiritual”, el salvador, el maestro- que nos garanticen lo que deseamos; y, por cierto, ese no es el camino hacia el conocimiento de uno mismo.
Nuestra dificultad, ciertamente, estriba en que la mayoría de nosotros hemos perdido ese sentido de “creatividad”. Ser “creativos” no significa que hayamos de pintar cuadros o escribir poemas, y hacernos famosos. Eso no es “creatividad”; es simplemente capacidad para expresar una idea que el público aplaude o desdeña. Capacidad y “creatividad” no deben ser confundidas. La capacidad no es la “creatividad”; ésta es un estado del ser entera-
La autoridad impide el conocimiento de uno mismo, ¿no es así? Bajo el amparo de una autoridad, de un guía, podréis tener temporariamente un sentido de seguridad, de bienestar; pero esa no es la comprensión del proceso total de
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mente diferente, ¿no es así? Es un estado en el que el “yo” está ausente, en el que la mente ya no es foco de nuestras experiencias, ambiciones, empeños y deseos.
aceptando autoridades, supersticiones y gratas teorías; y de ese modo nuestra mente se hastía, se agota y se insensibiliza. Una mente tal no puede estar en estado de “creatividad”. Ese estado de “creatividad” adviene tan sólo cuando el “yo” -que es el proceso de reconocimiento y acumulación- deja de ser; porque, después de todo, la conciencia del “yo”, del “mí mismo”, es el centro de reconocimiento, y el reconocimiento es simplemente el proceso de acumulación de experiencias.
La “creatividad” no es un estado continuo; es nuevo de instante en instante; es un movimiento en el que no existe el “yo” y lo “mío”, en el que el pensamiento no está enfocado en torno a ninguna experiencia, ambición, realización, propósito o móvil particular. Sólo cuando no hay “yo” puede haber “creatividad”, ese estado del ser que es el único en que puede manifestarse la realidad, el creador de todas las cosas. Mas ese estado no puede ser concebido ni imaginado, no puede ser formulado ni copiado, no puede alcanzarse por ningún sistema, por ningún método, por ninguna filosofía, por ninguna disciplina. Por lo contrario, él surge tan sólo por la comprensión del proceso total de uno mismo.
Pero a todos nos asusta no ser nada, porque todos queremos ser algo. El hombre pequeño quiere ser hombre grande, el hombre sin virtud quiere ser virtuoso, el débil y oscuro ansía poder, posición y autoridad. Esa es la incesante actividad de la mente. Una mente tal no puede estar serena, y por ello jamás podrá comprender el estado de “creatividad”. Para transformar el mundo que nos rodea, con su miseria, guerras, desempleo, hambre, divisiones de clase y absoluta confusión, tiene que haber una transformación en nosotros mismos. La revolución debe empezar dentro de uno mismo, pero no de acuerdo a ninguna creencia o ideología, porque la revolución basada en una idea, o en la adaptación a un modelo determinado, no es en modo alguno, evidentemente, una revolución.
La comprensión de uno mismo no es un resultado, una culminación; consiste en verse de instante en instante en el espejo de la convivencia, en ver la propia relación con los bienes, las cosas, las personas y las ideas. Pero hallamos difícil estar alertas, ser sensibles, y preferimos embotar nuestra mente siguiendo un método,
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Para producir una revolución fundamental en uno mismo, hay que comprender todo el proceso del propio pensar y sentir en la vida de relación. Esa es la única solución de todos nuestros problemas, no el tener más disciplinas, más creencias más ideologías y más instructores. Si podemos comprendernos a nosotros mismos tal como somos de instante en instante, sin el proceso de acumulación, veremos cómo adviene una tranquilidad que no es producto de la mente, una tranquilidad que no es imaginada ni cultivada; y sólo en ese estado de quietud, de serenidad, puede haber “creatividad”. J. Krishnamurti
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A continuación un relato de Yalal ad-Din Muhammad Rumi, (1207-1273), poeta, místico y sabio de la tradición sufí, conocido más ampliamente como Rumi. Este cuento es breve en cuanto a extensión pero profundo en su contenido. Nos transmite un mensaje universal: Lo que normalmente vemos en el llamado "mundo exterior" son nuestras propias limitaciones.
EL LORO Un tendero poseía un loro cuya voz era agradable y su lenguaje divertido. No sólo guardaba la tienda, sino que también distraía a la clientela con su parloteo. Pues hablaba como un ser humano y sabía cantar... como un loro. Un día, el tendero lo dejó en la tienda y se fue a su casa. De pronto, el gato del tendero divisó un ratón y se lanzó bruscamente a perseguirlo. El loro se asustó tanto que perdió la razón. Se puso a volar por todos lados y acabó por derribar una botella de aceite de rosas. A su vuelta, el tendero, advirtiendo el desorden que reinaba en su tienda y viendo la botella rota, fue presa de gran cólera. Comprendiendo que su loro era la causa de todo aquello, le asestó unos buenos golpes en la
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cabeza, haciéndole perder numerosas plumas. A consecuencia de este incidente, el loro dejó bruscamente de hablar. El tendero quedó entonces muy apenado. Se arrancó el pelo y la barba. Ofreció limosnas a los pobres para que su loro recobrase la palabra. Sus lágrimas no dejaron de correr durante tres días y tres noches. Se lamentaba diciendo: "Una nube ha venido a oscurecer el sol de mi subsistencia." Al tercer día, entró en la tienda un hombre calvo cuyo cráneo relucía como una escudilla. El loro, al verlo, exclamó: "¡Oh, pobre desdichado! ¡Pobre cabeza herida! ¿De dónde te viene esa calvicie? ¡Pareces triste, como si hubieras derribado una botella de aceite de rosas!" Y toda la clientela estalló en carcajadas. Dos cañas se alimentan de la misma agua, pero una. de ellas es caña de azúcar y la otra está vacía. Dos insectos se alimentan de la misma flor, pero uno de ellos produce miel y el otro veneno. Los que no reconocen a los hombres de Dios dicen: "Son hombres como nosotros: comen y duermen igual que nosotros." Pero el agua dulce y el agua amarga, aunque tengan la misma apariencia, son muy diferentes para quien las ha probado.
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