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AUTORIDADES Presidente Dra. Gabriela V. Russo Vicepresidente 1° Dra. Patricia Sánchez Ruiz Vicepresidente 2° Dra. Miriam S. Roldán Secretario Dr. Julio R. Rotman Tesorero Dr. Oscar Fernández Prosecretario Dr. Alejandro C. Piazza Protesorero Dr. José L. Serpa
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Es una publicación del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Presidente Dra. Gabriela V. Russo
STAFF Director Editorial Dr. Julio ROTMAN
Producción Comercial Dr. Cristian CABRERA publicidad@consejo.org.ar / 5382-9444
Editor Responsable Dr. Gabriel VILCHES
Diseño y Diagramación Voz & Imagen
Coordinación General Dr. Carlos QUARRACINO
Impresión New Press
Registro Nacional de la Propiedad Intelectual en trámite ISSN 2250-4540 CPCECABA - Viamonte 1549 - CABA (1055) www.consejo.org.ar Queda permitida la reproducción total o parcial de esta publicación citando la fuente. El contenido de las notas y los comentarios de colaboradores no reflejan necesariamente el pensamiento y filosofía del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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ÍNDICE Introducción Gabriel Vilches
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Sostenibilidad de la vida: un desafío para el paradigma de mercado Cristina Carrasco Bengoa
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El género en el análisis macroeconómico Alma Espino
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Cuatro tesis económicas sobre los cuidados Corina Rodríguez Enríquez
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Presupuestos con Perspectiva de Género: qué son, qué objetivos persiguen y cuáles han sido los avances en Argentina María Eugenia David Du Mutel de Pierrepont
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El enfoque de género en las políticas públicas desde una mirada federal: lecciones aprendidas de las estrategias subnacionales durante la pandemia Florencia Caro Sachetti y Gala Díaz Langou
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Perspectiva de género en las empresas Gabriela Nelba Guerrero
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Brecha de género y nuevas tecnologías TICs Jaquelin Rocovich
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LAS AUTORAS Cristina Carrasco Bengoa Es economista feminista. Doctora en Economía por la Universidad de Barcelona y profesora jubilada de Teoría Económica de dicha Universidad. Se ha dedicado fundamentalmente a estudiar e investigar temas relacionados con el trabajo doméstico y de cuidados, la economía feminista y las estadísticas no androcéntricas, sobre los cuales tiene diversas publicaciones en forma de libros y artículos. Junto a su labor académica ha participado activamente en el movimiento feminista. Actualmente colabora con la Escuela Superior Campesina de Curaco de Vélez, Chiloé y forma parte del grupo Economía Feminista Emancipatoria de América Latina de CLACSO.
Alma Espino Es economista. Ha sido investigadora (1985-2013) y directora (2007-2009) del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración (FCEA) de la Universidad de la República (UdelaR). Desde 2011 hasta 2017 fue la responsable del curso “Economía y Género” de la Licenciatura en Economía de la FCEA-UdelaR. Actualmente es Docente Libre del Instituto de Economía de la FCEA. Ha trabajado como consultora de organismos gubernamentales y organizaciones internacionales (Banco Mundial, UNRISD, ONU Mujeres, BID, CEPAL, PNUD, UNCTAD, OIT y otros) en el país y la región. Sus principales campos de investigación son mercado laboral y género. Es autora y/o coautora de varios artículos en revistas arbitradas, documentos de trabajo y de varios capítulos de libros. Desde 1997 es la coordinadora del “Área de Desarrollo y Género” en el Centro Interdisciplinario de Estudios sobre el Desarrollo, Uruguay (CIEDUR). Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Investigadores-Uruguay y se desempeña como consultora de la División de Asuntos de Género de la CEPAL y de Eurosocial.
Corina Rodríguez Enríquez Corina Rodríguez Enríquez es economista egresada de la Universidad Nacional de Buenos Aires. Posee una maestría en Políticas Públicas (Institute of Social Studies, Países Bajos) y un doctorado en Ciencias Sociales (FLACSO, Sede Argentina). Se desempeña como investigadora independiente del Conicet en el Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (CIEPP). Es miembro del Comité Ejecutivo de Mujeres por un Desarrollo Alternativo para una Nueva Era (DAWN).
María Eugenia David Du Mutel de Pierrepont Es Licenciada en Economía de la Universidad Nacional de Córdoba y Magíster en Economía de la Universidad de Buenos Aires. En el ámbito público, se ha desempeñado como Auditora Interna Titular del Ministerio de Economía de la Nación y como Auditora Externa en la Gerencia de Control de la Cuenta de Inversión de la Auditoría General de la Nación. Desde 2018, es Directora de Estudios, Análisis y Evaluación de la Oficina de Presupuesto del Congreso de la Nación. Cuenta con antecedentes en investigación relacionados con las finanzas públicas, el presupuesto público y la transparencia gubernamental, habiendo publicado investigaciones sobre esos temas.
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Florencia Caro Sachetti Es Magister en Estudios del Desarrollo por la London School of Economics and Political Science y Licenciada en Economía por la Universidad Torcuato di Tella. Actualmente es Coordinadora del Programa de Protección Social de CIPPEC y Policy Leader Fellow del Instituto Universitario Europeo. Es co-autora de numerosas publicaciones sobre temas de empleo, género, infancia y protección social, incluyendo el libro ‘El género del trabajo’, declarado de interés por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires. Fue becaria de la Iniciativa Global Solutions para participar del programa Young Global Changers (2019).
Gala Díaz Langou Es Magíster en Políticas Públicas y Gerenciamiento del Desarrollo (Universidad de San Martín y Universidad de Georgetown), Posgraduada en Integración Internacional, Desarrollo y Políticas Públicas (FLACSO Argentina) y Licenciada en Estudios Internacionales (Universidad Torcuato Di Tella). Es la Directora Ejecutiva de CIPPEC, profesora en la Universidad Torcuato di Tella y Delegada por Argentina ante el W20. Previamente, fue Directora del Programa de Protección Social de CIPPEC y consultora de organismos internacionales, agencias de Naciones Unidas y gobiernos de América Latina. Ha trabajado en más de 50 publicaciones sobre políticas sociales en América Latina, incluyendo libros sobre primera infancia en Argentina (2015), equidad económica de género en el G20 (2018) y brechas laborales de género en Argentina (2019).
Gabriela Guerrero Es especialista en Ciencias Sociales y Humanidades por la Universidad Nacional de Quilmes, donde se desempeña como Profesora Asociada del Departamento de Economía y Administración. En investigación, dirige el Proyecto I+D ‘Economía del cuidado. Un análisis desde las políticas públicas y la Economía Social y Solidaria’, como parte del Programa de Investigación ‘Dimensiones y Alcances del Desarrollo Territorial’. Es autora de varios artículos publicados en revistas académicas y compiló, junto a Marcela Zangaro y Karina Ramacciotti, el libro ‘Los derroteros del cuidado’, del que también escribió uno de sus capítulos.
Jaquelin Rocovich Es Licenciada en Economía por la UBA, Magíster en Política Económica Internacional UB y Maestrando en Gestión de Servicios por la Universidad de Bologna (UNIBO). Ejerce docencia de Microeconomía y Economía en UBA, UNLZ y UB. Es Coordinadora de la Diplomatura de Gestión para INAP y dicta cursos sobre Desarrollo Productivo. Es Investigadora del Instituto de Modernización del Estado y Directora Administrativa del Hospital General de Niños Pedro Elizalde. Es especialista en Evaluación de Tecnologías Sanitarias. Es Consejera por los Licenciados en Economía del Consejo Profesional de Ciencias Económicas de la CABA y Tesorera del Grupo País.
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INTRODUCCIÓN Este es un número especial de Proyección Económica. En los últimos tiempos, cualquiera fuese la elección temática de la revista, siempre algún artículo intentaba mostrar una mirada de género sobre esa cuestión específica. Pero en este caso, fuimos más allá y dedicamos toda la publicación a presentar y debatir los contenidos de la economía feminista.
Gabriel Vilches Editor Responsable
No es casual que el ejemplar Nº18 de Proyección Económica, desarrollando los tópicos señalados en el párrafo anterior, aparezca pocos días después de que el Consejo ganara el Premio Nacional a la Calidad por la Gestión en Igualdad de Género, Diversidad y Cuidados del año 2021, otorgado por el Ministerio de Desarrollo Productivo de la Nación y la Fundación Premio Nacional a la Calidad. Lo hecho por nuestra revista no es más que el reflejo de la acción del Consejo desde la asunción de las actuales autoridades. Para ello, contamos, como siempre, con expertas ampliamente reconocidas en la materia quienes nos ayudarán a dar un paso más para que la difusión de los conceptos de la economía feminista crezca y se acelere definitivamente. A ellas, todo nuestro agradecimiento a su generosidad para contribuir con la presente publicación. Cristina Carrasco Bengoa cuestiona las bases sobre las cuales se edifica la economía tradicional. Afirma que esta solo incorpora en su análisis la producción y el trabajo de mercado, sin tener en cuenta diversos trabajos que se realizan en los hogares y que son llevados adelante, en su mayor parte, por mujeres. Así, para la autora, la economía feminista abarca todos los procesos, sean estos mercantiles o no, que son necesarios para sostener la vida y ello implica una perspectiva amplia que va más allá del paradigma de mercado. Carrasco Bengoa también cuestiona, desde una perspectiva metodológica, la utilización del individualismo como método analítico. Según la autora, esta idea de homo oeconomicus guarda relación con el modelo occidental de naturaleza humana, definido por personas codiciosas y egoístas. Se trata de un “individuo que prioriza la razón por sobre la emoción y el interés propio frente a relaciones afectivas y comunitarias. Individuo que aparece asociado a valores considerados propios del sector masculino de la población, como la agresividad, la autonomía, la absoluta libertad de actuar en el mercado a través de decisiones exclusivamente racionales, y para quien los cuidados son invisibles, ni los requiere ni los realiza”. Sin embargo, afirma la autora, esta metodología olvida otras conductas, asociadas al mantenimiento de la vida, que muestran la necesidad de mantener relaciones afectivas y emocionales y que quedan fuertemente vinculadas a la naturaleza femenina. Sin duda alguna, estas ideas interpelan todo el análisis macroeconómico y microeconómico convencional cuyos modelos deberán
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ser complementados (ya lo están siendo) incorporando nuevos supuestos de comportamiento. Alma Espino propone reflexionar sobre los vínculos entre la macroeconomía y las relaciones de género y de qué manera puede incorporarse la perspectiva de género en la modelización macroeconómica y en el diseño, implementación y evaluación de políticas. Sobre la base de esas cavilaciones, la autora reseña propuestas para “evitar que las interpretaciones analíticas macro y de economía política sean ciegas al género”. Uno de los primeros puntos que aborda Espino tiene estrecha vinculación con la primera cuestión planteada por la autora anterior. En palabras de Espino: “el funcionamiento de las economías y las políticas económicas ignoran y/o aprovechan las actividades no remuneradas mayoritariamente realizadas por las mujeres en los hogares y la comunidad, que contribuyen a la producción y reproducción de la fuerza de trabajo. Su costo, en términos económicos, permanece invisible, no se mide y no se considera ni para elaborar políticas ni para prever sus impactos”. De donde se deduce la necesidad de reformular la función de oferta de trabajo. Pero son muchos más los temas que Espino nos acerca para la reflexión, como los diferentes impactos del ajuste estructural sobre hombres y mujeres y la intensificación del trabajo reproductivo de las mujeres para compensarlos. En este marco, la autora subraya que la oferta de trabajo reproductivo de las mujeres no es infinitamente elástica, por lo que las familias no pueden compensar completamente la caída en el acceso a los bienes de mercado, resultante del ajuste, sin poner en riesgo la salud de las mujeres. Corina Rodríguez Enríquez profundiza en el concepto de “cuidados”. La autora comienza por acercarnos diversas definiciones que nos muestran, a lo largo del tiempo, cómo se ha ido enriqueciendo su definición. Desde la mera asistencia a personas que por edad o condición física o mental los requieren, pasando por las actividades necesarias para la reproducción cotidiana de la vida -que abarcan el trabajo doméstico-, hasta algunas nociones aún más amplias que incluyen la preservación del ambiente en que se vive, clave para sostener la vida. A partir de allí, Rodríguez Enríquez, presenta cuatro tesis económicas vinculadas a los cuidados. En la primera de ellas, especula acerca de distintas formas de valoración económica de los trabajos de cuidado y presenta una estimación que, para el caso argentino en el año 2013, representaba alrededor del 16% del PBI. La segunda tesis económica aborda la organización social de los 11
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cuidados, el rol que juegan los principales actores (los hogares, el Estado, el mercado y la comunidad) y su carácter injusto dado que las responsabilidades están desigualmente distribuidas entre géneros, dentro del hogar, y entre los mencionados actores. En su tercera tesis, la autora postula la necesidad de invertir en cuidados con el objeto de atenuar los efectos económicos de su injusta organización social y contribuir, además, a la recuperación económica al remover los impactos macro y micro de la subutilización de la fuerza de trabajo femenina. Finalmente, la cuarta tesis vincula las tres anteriores con otros desarrollos necesarios de la economía que deben marchar en una dirección similar a la evolución más justa de los cuidados. María Eugenia David Du Mutel de Pierrepont nos introduce en el concepto de Presupuesto con Perspectiva de Género (PPT). Según la autora, los PPT pueden definirse desde tres perspectivas: según el Enfoque (cuando buscan reducir brechas y garantizar el goce efectivo de derechos), según la Estrategia (existiendo consenso en que la perspectiva de género debe incluirse en todas las etapas del ciclo presupuestario) y según el Ámbito Presupuestario, incorporando la perspectiva de género tanto por el lado de los ingresos públicos como de los gastos para promover la equidad. La autora desarrolla todos estos temas y remarca los avances producidos en la Argentina. Pero también señala tres importantes caminos aún por recorrer. En primer lugar, la necesidad de incorporar la perspectiva de género desde el punto de vista de los ingresos y no solamente de los gastos. Se han producido grandes avances respecto a qué acciones deben ser impulsadas, mantenidas y monitoreadas desde la mirada de la ejecución del gasto presupuestario. Sin embargo, queda por avanzar y “profundizar los estudios sobre la manera en que el sistema tributario actual afecta los incentivos individuales”. En segundo lugar, sería necesario ir más allá en el proceso de evaluación. Esto es, incorporar indicadores de seguimiento y saber en qué medida se han cumplido los objetivos perseguidos. Y, en tercer lugar, sería importante una mayor interacción entre los actores vinculados al presupuesto. Particularmente, entre los responsables de la formulación presupuestaria y de aquellos que se encargan de la ejecución de las políticas públicas. Para Florencia Caro Sachetti y Gala Díaz Langou la experiencia de la pandemia del COVID 19 les permitió extraer conclusiones que debieran ser la base de las políticas de género propendiendo a su federalización. Las autoras observaron que, durante el período citado, 12
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los colectivos más afectados fueron los más vulnerables, entre ellos las mujeres. Sin embargo, observaron, también, que la acción institucional de los gobiernos provinciales tuvo un efecto moderador al abordar medidas sensibles de género a nivel jurisdiccional aplicadas a contextos muy diversos. La lección que sacan las autoras de este análisis es que resulta crucial que los gobiernos locales continúen reforzando la implementación de políticas de género en las jurisdicciones y, también, la coordinación a nivel federal entre distintos gobiernos subnacionales. Según Caro Sachetti y Díaz Langou “estas acciones pueden promover la difusión de buenas prácticas, fomentar el aprendizaje compartido entre provincias y fortalecer los resultados de las intervenciones. Así, pueden sentarse las bases para crear estrategias de gobierno sensibles al género que trasciendan la coyuntura actual y se sostengan a largo plazo”. El artículo de Gabriela Guerrero mira la respuesta de la economía a las acciones y políticas que incorporen la “mirada género”, que tiendan a asegurar la autonomía y derechos de las mujeres y a equilibrar el reparto de las tareas de cuidado entre los integrantes de las familias. Particularmente, en el primer punto, se centra en las acciones que es posible materializar en las empresas. La autora parte de estudios realizados en España que concluyen que esas acciones permiten “mejorar el clima laboral, aumentar el compromiso del personal con la empresa, predisponer al personal a participar en procesos de mejora continua y de calidad, aumentar la productividad y reducir el ausentismo”. Agrega que, en la Argentina, grandes empresas se encuentran implementando acciones de esta naturaleza. Guerrero propone, y desarrolla como metodología para implementar las acciones en las empresas, la elaboración de un Plan de Equidad dividido en etapas secuenciales de actividades y metas. Y remarca que el Plan de Equidad debería ser dinámico y reevaluado por las firmas con cierta periodicidad, siendo muy importante, en estas circunstancias, generar estadísticas internas que informen sobre los posibles cambios en variables como ausentismo, productividad y conflictividad. Por último, el trabajo de Jaquelin Rocovich explica cómo las nuevas tecnologías impactan en el mercado de trabajo cambiando las condiciones laborales y nos descubre las brechas de género que de ellas resultan, enumerando para ello los distintos tipos de diferencias que existen en el acceso, uso y apropiación de la tecnología. Y nos explica las causas de esas diferencias. 13
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Rocovich se pregunta si la transformación digital es una oportunidad o una amenaza para la igualdad de género en el mercado laboral. La autora observa que las mujeres eligen menos que los hombres las carreras relacionadas con la ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (CTIM) lo que hace que estén rezagadas en el uso de esas habilidades. Y se pregunta acerca de los factores que podrían explicar esa baja elección. Pero, además, una vez elegida por las mujeres alguna carrera dentro del campo de las ciencias mencionadas, Rocovich intenta estudiar el porqué de su posterior abandono. Introduce, para ello, el concepto de “tubería con fugas”, que explica “las filtraciones que se dan a lo largo de la vida de las mujeres que desembocan en su salida del campo de la ciencia”. Es importante para la autora, entonces, remover los factores que obstaculizan la participación femenina, su rendimiento y continuidad en la educación CTIM, y fortalecer los que la facilitan, para promover el interés y compromiso de niñas y mujeres en estas materias.
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Sostenibilidad de la vida: un desafío para el paradigma de mercado Cristina Carrasco Bengoa Economista feminista Profesora jubilada de la Universidad de Barcelona
SÍNTESIS Este texto aborda lo que ha sido -y continúa siendo- la construcción feminista de la economía. Se inicia presentando los debates que mantiene una serie de mujeres con los pensadores clásicos en los siglos XVIII y XIX; críticas que se continúan posteriormente, con la deconstrucción de conceptos, enfoques, metodologías y objetivos del pensamiento económico neoclásico. Finalmente, se ofrece una alternativa al pensamiento y sistema económico actualmente dominante, que integra nuevos conceptos y una mirada diferente de entender la realidad socio-económica, que persigue el objetivo de la sostenibilidad de la vida.
ÍNDICE 1. A modo de introducción 2. Orígenes y desarrollo de la llamada economía feminista 2.1. Los inicios: debates y críticas a los pensadores clásicos 2.2. Los resistentes y creativos años sesenta: la deconstrucción del concepto de trabajo 2.3. El “descubrimiento” de los cuidados 2.4. El individualismo metodológico y la crítica al homo oeconomicus 2.5. Economía feminista: varias y diversas 3. Críticas a la teoría y a las prácticas económicas dominantes. La construcción feminista de la economía Referencias bibliográficas relevantes y cómo se elaboró este texto
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1. A modo de introducción La economía, como disciplina, tradicionalmente se nos ha presentado como la única visión posible de la realidad socio económica y, sin embargo, es parcial y distorsionadora porque solo incorpora en su análisis la producción y trabajo de mercado, sin considerar que la humanidad ha vivido y continúa existiendo gracias a diversos trabajos, siendo el más relevante el que se realiza sin remuneración desde los hogares. Frente a esta mirada, la economía feminista entiende la economía como todos los procesos –mercantiles o no- que permiten sostener la vida. Lo cual implica una perspectiva amplia más allá del paradigma de mercado. El desarrollo de la economía feminista ha cambiado la perspectiva, flexibilizando y ampliando la mirada para incorporar la experiencia de las mujeres; lo que ha permitido reformular conceptos centrales del análisis económico –como la idea de trabajo-, desarrollar nuevos marcos analíticos y plantear objetivos centrados en el bienestar de las personas, 20
totalmente distintos a los de la economía dominante. Ahora bien, debo reconocer que el desarrollo de la economía feminista que presento aquí, ha adolecido, en su origen, de un problema análogo al que hemos criticado a la disciplina económica: considerarse como única mirada representativa de todas las mujeres, reproduciendo así relaciones de opresión/privilegio. Ha sido construida desde el norte global urbano, sin una crítica explícita a la mirada colonialista y ajena a las prácticas de producción y resistencias que tenían lugar en el sur global. Afortunadamente, la “ecología de saberes” -en palabras de Sousa Santos- está cada vez más desarrollada entre las mujeres de aquí y de allá para ir aprendiendo las unas de las otras. En consecuencia, aunque no puedo evitar mis orígenes urbanos, académicos del norte, hablaré sin ninguna pretensión de universalidad. En este artículo intento esbozar la influencia que ha tenido, en los últimos dos siglos, el pensamiento y la acción feminista en la construcción de lo que actualmente
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denominamos economía feminista. Veremos que en este desarrollo hay elementos fundacionales que tienen que ver con la crítica al androcentrismo de la economía oficial y sus limitaciones metodológicas. Aunque en las últimas décadas la economía feminista no se presenta como pensamiento monolítico, sino que en ella coexisten diversas corrientes con fronteras borrosas que dan cuenta de la diversidad de los feminismos. Es decir, así como “el feminismo” no es pensamiento único, la economía feminista tampoco lo es. Y digo, afortunadamente, pues en caso contrario hubiese perdido toda su creatividad y potencialidad teórica y política. Por último, conviene señalar que la economía feminista ha tenido prácticamente nula influencia en la economía oficial. Ha entrado a la academia por caminos paralelos, a través de algunas investigaciones, asignaturas optativas y/o cursos específicos de máster, pero sin lograr cambios —conceptuales, de enfoque, de marco teórico, de objetivo, etc.— en la economía dominante. Como se dice más adelante en el texto, esto es comprensible por el poder del que disfruta esta dis-
ciplina en la sociedad; de hecho, es el sostén teórico del sistema económico capitalista neoliberal actual. 2. Orígenes y desarrollo de la llamada economía feminista 2.1. Los inicios: debates y críticas a los pensadores clásicos En las facultades de economía habitualmente se enseña que la economía nació en 1776 con la publicación de la obra de Adam Smith: Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones y, por este motivo, al autor se le conoce como el padre de la economía. La obra de Adam Smith es el primer texto escrito de manera sistematizada sobre la disciplina, razón por la cual ha sido señalada como el inicio de la economía. Sin embargo, hace algo más de 25 siglos, los griegos ya hablaban de la oikonomia, que representaba la administración del hogar. El hogar precapitalista siempre fue el centro de producción y vida, así la oikonomia tenía un sentido que iba más allá del bienestar material, incluyendo aspectos éticos y morales. En consecuencia, 21
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si entendemos el concepto de economía tal como fue en sus orígenes griegos, esta siempre ha acompañado a la humanidad a lo largo de su historia. De acuerdo a cada periodo específico, además de la gestión del hogar, podía existir el trueque, algunos mercados locales, todo tipo de intercambio, etc. Algo semejante ha sucedido con la economía feminista. Los antecedentes más remotos que hemos podido recuperar datan de la misma época que la economía clásica, donde diversas mujeres o bien escriben, debatiendo a los grandes clásicos su objeto de estudio (el trabajo de mercado), la invisibilidad del trabajo doméstico, la defensa de los privilegios masculinos (desigualdad salarial, negación de la participación laboral de las mujeres salvo por estricta necesidad); o bien participan en acciones ciudadanas políticas o laborales exigiendo derechos económicos. Pero, nuevamente, al igual que en el caso de la economía oficial, la economía feminista no se inicia en el siglo XVIII. Hasta donde sabemos, las mujeres tradicionalmente se han responsabilizado de la gestión 22
del hogar y, particularmente, del cuidado de las personas, de la alimentación, de la naturaleza; sin negar que seguramente en determinadas culturas y comunidades los hombres participaban de algunas de estas tareas. Y este actuar conecta con lo que actualmente, desde la economía feminista, denominamos “sostenibilidad de la vida”, que implica una forma de estar en el mundo teniendo como eje, como objetivo central, no los mercados como hace la sociedad capitalista neoliberal, sino la vida, humana y no humana. En consecuencia, actualmente podemos decir que la economía feminista es teoría y acción política, que se ha ido construyendo a lo largo de la historia, en particular, a lo largo de la historia de las mujeres. Para situar las críticas de estas autoras a la economía clásica, no está de más recordar que durante este periodo de la industrialización va desapareciendo –al menos en las áreas urbanas- la casa medieval, cuna de producción y vida y se van imponiendo lenta y simultáneamente dos procesos relevantes: el modelo de familia conocido como hom-
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bre ganador de pan/mujer ama de casa1 y la separación física de los espacios donde tienen lugar el trabajo de mercado y el trabajo doméstico y de cuidados. Separación no neutral: el trabajo reconocido y valorado socialmente era y sigue siendo el trabajo de mercado2. Ahora bien, solo se puede entender como una enorme ceguera patriarcal que estos economistas -ilustrados, sensatos y estudiosos de la realidad social y de los procesos de reproducción y de acumulación- no tuvieran en cuenta en sus análisis el trabajo doméstico y de cuidados necesarios para la subsistencia de los trabajadores y sus familias. Considerando que, además de asumir el trabajo doméstico, una amplia mayoría de mujeres trabajaban, ya fuese en la agricultura, como pequeñas comerciantes, como trabajadoras eventuales, como niñeras o lavanderas o en aquellas fábricas de trabajo muy feminizado como el textil o las tabacaleras; solo un sesgo ideológico androcéntrico puede explicar que desde los inicios del pensamiento económico no se haya incorporado en el análisis más de la mi-
tad del trabajo que la humanidad en su conjunto estaba realizando para poder continuar su existencia. En definitiva, los pensadores clásicos contribuyeron a consolidar y legitimar una visión patriarcal de lo denominado “económico”, al naturalizar la división sexual del trabajo y considerar como único conflicto social el que tiene lugar en el marco de la producción capitalista, silenciando así una situación ajena a las leyes económicas que ellos mismos sostenían. Es en este contexto clásico que las ideas –o la ausencia de ideasde los economistas, en lo que se refiere al trabajo y situación de las mujeres, son debatidas por autoras (feministas) de la época, que simultáneamente son activas militantes de diversas causas feministas3. Con esta breve reseña no pretendo hacer justicia a las aportaciones de las pioneras, solo dar a conocer las primeras ideas que posteriormente darán origen a la teoría de la economía feminista más actual. Una parte importante de los debates de estas pioneras, tuvo
Este modelo nunca ha sido un modelo generalizado, aunque en el simbólico social siempre ha sido considerado como el modelo de referencia. 1
Como veremos más adelante, en determinados pueblos originarios esta valoración diferenciada no da lugar. 2
Aunque en aquella época estas mujeres no se autodenominaban feministas, hoy las reconocemos como tales por la fuerza de su pensamiento en plantear las críticas a favor de las mujeres en los trabajos y el sistema social. 3
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lugar en zonas urbanas -y no por casualidad- a mediados del siglo XIX, es decir, coincide en el tiempo con la llamada primera ola del feminismo anglosajón. El movimiento de mujeres de la época se centró básicamente en reivindicar los derechos de las mujeres: el derecho a la igualdad de mujeres y hombres ante las leyes, el derecho a voto, el derecho de propiedad y el derecho de libertad, entendido como libertad para la educación y el trabajo, libertad de pensamiento y libertad para tomar decisiones sobre la propia vida4. Y las autoras que escribieron respecto a lo que hoy llamaríamos economía feminista se centraron fundamentalmente en temas relacionados tanto con el derecho al empleo femenino como con el trabajo doméstico. En los escritos de estas precursoras pueden encontrarse los orígenes de lo que serán discusiones y planteamientos posteriores, muchos de ellos aún no resueltos social o políticamente.
Autoras destacadas de la época, entre otras, podemos nombrar a Julie Daubié (1871), Barbara Bodichon (1857) o Harriet Taylor (1851). 4
Aunque la conceptualización del término “patriarcado” es posterior, estas autoras ya están debatiendo sobre este poder masculino. 5
Nótese que esta diferencia salarial, no respondía (ni entonces ni, en gran medida, ahora) a ningún principio de los que sostiene la economía del trabajo oficial, como el de productividad, cualificación, responsabilidad, etc. 6
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las mujeres, Bodichon (1850), a mediados del siglo XIX, respondía —con extraordinaria sensatez— que las mujeres necesitan un empleo por las mismas razones que los hombres, sencillamente porque ellas y sus hijos/as deben alimentarse. De alguna manera, se estaba planteando algo que aún hoy en determinados sectores es difícil de reconocer: el derecho individual al empleo.
Al discutir el monopolio masculino sobre el empleo se estaba desafiando el poder patriarcal5 y la moral de la época, que establecía la dependencia económica de las mujeres en el padre o el marido. Aunque existía una doble moral fuertemente criticada por Bodichon (1857) y por Taylor (1851), ya que se aceptaba que las mujeres de clases bajas tuviesen un empleo porque, como era característico del empleo de la época, estaba muy mal remunerado; pero, se sostenía, que para el resto de las mujeres sería perjudicial trabajar a cambio de dinero y solo El derecho al empleo fue el que se debían hacerlo en casa o en actiplanteó con más fuerza, ya que se vidades caritativas. consideraba que sería la forma de conseguir la independencia de las La desigualdad salarial se veía mujeres y la igualdad en el inte- como otro efecto del patriarcarior del matrimonio. Se analiza- do. Los salarios masculinos, notaba la posición social y económi- blemente más elevados que los ca de las mujeres denunciando la femeninos (se calcula que las falta de opciones para ser perso- mujeres ganaban un 20% del sanas independientes. Frente a los lario masculino, considerándose requerimientos de autores clási- su ingreso un complemento6), cos cuestionando la demanda de los convertían en los principales
proveedores de dinero del hogar, lo cual reforzaba su estatus dominante en la familia. De aquí que Ada Heather-Bigg (1894) concluyera que los hombres no se oponen a que las mujeres trabajen, sino a que “ganen un salario”, es decir, lo que estaban protegiendo era el monopolio de ser los “ganadores de pan” y el poder que ello representa en el ámbito familiar. Que las mujeres de clase baja tuviesen un empleo no era preocupante porque las condiciones de empleo y nivel salarial no les permitían acceso a ningún poder familiar, social o económico. En esta problemática, Taylor (1851) desarrolla un análisis precursor de la naturaleza de la hegemonía de la ideología patriarcal y denuncia que dicha ideología sea utilizada para justificar la división del trabajo por sexo y para mantener a las mujeres en una posición de sumisión frente a los hombres. También en esa época surgió ya la problemática referida al trabajo doméstico. Sheppard —como pionera en el tema— aboga por el reconocimiento y la valoración de dicho trabajo. Los argumentos que maneja para insistir en la necesaria valoración del trabajo realizado en los hogares siguen siendo actualmente válidos. Reconoce el coste de oportunidad que representa en términos de renta el ser un ama de casa a tiempo completo; plantea
que el trabajo doméstico es también trabajo y debe entenderse como tal y que, precisamente, la realización de ese trabajo por las mujeres libera a los maridos y les permite acceder al mercado de trabajo. A principios del siglo XX, en los EEUU, se continúa el estudio del trabajo doméstico. La conocida escritora Charlotte Perkins Gilman (1898) reconoce el hogar como un centro de producción, de donde deduce que debiera ser objeto de estudio de la economía. Discutiendo que el trabajo del hogar perpetuaba los roles sociales de mujeres y hombres, concluía la necesidad de traspasar al mercado una serie de actividades realizadas en el hogar, con lo cual se reducirían costes domésticos y las mujeres dispondrían de mayor tiempo para dedicarse a trabajo de mercado. Después de esta pionera visión de Gilman, y siguiendo en los EEUU, Margaret Gilpin Reid publica en 1934 un libro titulado The Economics of Household Production7. La autora propone, por una parte, una definición de producción doméstica y, por otra, diversos métodos para otorgar un valor monetario al trabajo realizado en el hogar, discutiendo los problemas y ventajas de cada uno. Ambas, la propuesta conceptual y la propuesta de valoración,
Margaret Reid fue profesora en la Universidad de Chicago. Ahí discutió e inspiró los estudios de algunos de sus compañeros de facultad. En particular, los estudios sobre la distribución del tiempo en el interior de la familia del Nobel Gary Becker fueron una continuación de las conceptualizaciones realizadas por Reid. Sin embargo, Becker nunca hizo mención de la deuda intelectual que tenía con Reid; reconocimiento, en cambio, que sí hicieron los Nobel Friedman y Modigliani en relación a la teoría de la renta permanente y a la hipótesis del ciclo vital respectivamente. 7
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Reid las realiza tomando como referencia la producción de mercado. A pesar de que, actualmente, Reid sigue siendo un punto de referencia en los estudios, fundamentalmente institucionales, de valoración del trabajo doméstico y en el desa- rrollo de las cuentas satélite de la producción doméstica, sus propuestas han sido criticadas por una línea de economía feminista menos institucional, precisamente por sus referencias mercantiles. Se sostiene que el trabajo doméstico tiene características tales como su objetivo, sus aspectos subjetivos o los tiempos necesarios para realizarlo, que lo hacen muy diferente al trabajo de mercado ya que ni la productividad ni la eficiencia tienen sentido en el trabajo realizado desde los hogares. 2.2. Los resistentes y creativos años sesenta: la deconstrucción del concepto de trabajo
A modo de ejemplo, podemos nombrar a los Panteras Negras, el movimiento Hippie y el movimiento contra la guerra de Vietnam en los EEUU, Mayo del 68 en Francia, los movimientos revolucionarios en Abya Yala que dan lugar a la revolución cubana, el gobierno de la Unidad Popular en Chile, etc. 8
Aunque no es fácil asignar una datación a un proceso, podemos decir que estamos haciendo referencia a la época desde mediados del siglo XX hasta la década de los años ochenta aproximadamente. 9
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tos, que en general fueron acompañados de interesantes desarrollos teóricos. En relación a la economía feminista, y nuevamente no por casualidad, la época coincide con la llamada segunda ola del feminismo9, caracterizada por un gran impulso de la teoría feminista como pensamiento independiente e innovador, que queda reflejado en los debates y críticas desarrollados por las autoras de aquellos años. El feminismo –al igual que otros movimientos sociales- muestra una gran fuerza conceptual y política. Se visibiliza el androcentrismo en la ciencia conceptualizada como objetiva y neutra, lo cual fomenta la crítica a los fundamentos de las distintas disciplinas. Se desarrollan nuevos conceptos que serán fundamentales, necesarios y relevantes para el análisis feminista. El de patriarcado, que dará cuenta de la dominación masculina y, el de género, que explicará la construcción social de la llamada feminidad. Y se toma conciencia de que las relaciones de poder no solo tienen lugar en el espacio público sino también estructuran la familia y la sexualidad. De aquí el lema que sigue siendo válido y necesario, “lo personal es político”.
Durante la primera mitad del siglo XX, Europa se vio arrasada por diversos conflictos bélicos, lo cual seguramente fue una de las razones para que se ralentizara la creación de pensamiento en general y en economía feminista, en particular. Sin embargo, durante la década de los años sesenta, tanto los EEUU como Europa y Abya Yala vivieron el auge de diversos movimientos socia- Estas nuevas elaboraciones inles críticos al sistema económico fluirán en la deconstrucción de político del momento8. Movimien- conceptos fundamentales de
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la economía dominante, siendo, naturalmente, el primero de ellos y sobre el que se han escrito muchísimas páginas, el concepto de trabajo. Estas discusiones dieron origen al denominado “debate sobre el trabajo doméstico” que tuvo lugar fundamentalmente en países europeos y en los Estados Unidos. En él participan mujeres y hombres provenientes de tradiciones feministas y/o marxistas que discuten sobre distintos aspectos de la naturaleza del trabajo doméstico utilizando categorías marxianas. Las participantes de filiación feminista/ marxista caracterizaron el trabajo doméstico como productivo, creador de valor, constituyendo un modo de producción donde las mujeres serían la clase explotada; todo lo cual representó un fuerte desafío a las posiciones marxistas que respondieron con virulencia. Sin embargo, lo más relevante del debate fue mostrar la necesidad que tiene el capitalismo del trabajo realizado en los hogares, fundamentalmente, como participante en la reproducción de la fuerza de trabajo. Es decir, por primera vez se visibiliza la fuerte relación entre el trabajo doméstico, la reproducción de la fuerza de trabajo y el beneficio capitalista. Se llega a establecer que la supervivencia del sistema capitalista depende del trabajo sin remuneración que se realiza en los hogares, sin el cual el sistema no podría subsistir.
Además de la importancia de esta revelación analítica realizada desde una óptica económica y política, fue significativo que permitió observar el circuito del trabajo como uno solo, que no se trata de dos trabajos independientes en espacios separados. Más bien existen trabajos que tienen lugar bajo distintas relaciones de poder, pero todos son necesarios y participan de un proceso continuo imposible de separar. Las ideas anteriores se tradujeron como un “esquema producción-reproducción” que simbolizaría la existencia de dos trabajos, a saber, el productivo y el reproductivo10. También podemos observar que la consigna acuñada por el feminismo de “lo personal es político”, tuvo su manifestación en el debate. La ocultación del trabajo doméstico no se trataba de un simple “olvido” sino de la marginalización del conflicto. Lo que no se visibiliza no se discute en el terreno de lo político; así, las relaciones heteropatriarcales quedaban relegadas a un conflicto familiar a resolverse en el hogar. Actualmente, la economía feminista y el movimiento feminista han ido logrando –en mayor o menor medida- introducir en la agenda política el tema del trabajo doméstico y los cuidados realizados desde los hogares. En cualquier caso, seguramente
Denominación aún utilizada y con la cual estoy en desacuerdo; ya que sencillamente se mantiene el problema de concebir la sociedad de forma dicotómica. La actividad con definición y valoración propia continuaría siendo la producción mercantil y la otra, la re-producción, sólo podría existir en la medida que se reflejase en la anterior. La noción de “lo productivo” se continúa reservando así para el mercado. 10
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Mi referencia a los cuidados es muy somera, solo necesaria para situarlos en el contexto. Corina Rodríguez, experta en el tema, lo desarrolla ampliamente en este mismo número de la revista. 11
Se puede hablar de dos tipos de vulnerabilidad humana. La vulnerabilidad natural, como condición humana, que es a la que haré referencia en este texto, y la vulnerabilidad construida desde el poder, que hace referencia a vidas precarias, en situación de pobreza o exclusión, a las cuales se las considera responsables de su situación de “vulnerabilidad”, sin reconocer que dicha condición es resultado de las desigualdades creadas por los sectores sociales dominantes. 12
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el legado más importante de la polémica fueron las nuevas conceptualizaciones que permitieron nuevas vías de análisis abiertas, a saber: continuar con el estudio del papel del trabajo doméstico en la reproducción del sistema social; el trabajo doméstico –y no sólo el salario- como elemento determinante de las condiciones de vida; la necesidad de ampliar las fronteras de la disciplina económica más allá de la producción de mercado; la identificación de relaciones sociales de producción en el hogar distintas a las que tienen lugar en la producción de mercado; lo inapropiado de intentar aplicar de forma mecánica instrumentos conceptuales elaborados para el análisis de la producción mercantil a la producción doméstica; continuar el estudio del trabajo desarrollado desde el hogar pero no en referencia a un concepto preestablecido de trabajo asalariado masculino importado desde el mercado, sino un concepto que considerara la experiencia de las mujeres en la vida cotidiana y, en particular, en las actividades de cuidados. Reconocer el trabajo doméstico como el trabajo fundamental para que la vida continúe, llevó a ampliar el concepto incorporando la idea de cuidados, cuya asunción social se ha convertido actualmente en una de las demandas políticas más universales del feminismo.
2.3. El “descubrimiento” de los cuidados11 Solo para situar el tema y sin entrar en un desarrollo exhaustivo, señalaré tres dimensiones fundamentales que dan sentido a esta idea de cuidados. En primer lugar, los cuidados dan cuenta de nuestra vulnerabilidad12. Los cuidados son parte de nuestra condición humana. Son algo inherente a la vida, en particular, a la vida humana, aunque no solo. Nacemos y vivimos en cuerpos y psiquis frágiles y vulnerables que requieren cuidados a lo largo de todo el ciclo vital: cuidados del cuerpo, en la salud, afectivos, amorosos, psicológicos. Generalmente en los extremos de la vida –niñez y vejez- los cuidados son más intensos, lo cual no significa que no sean absolutamente necesarios en todas las edades y condiciones humanas. Los cuidados nos permiten crecer, socializarnos, adquirir un lenguaje, unos valores y una identidad y autoestima básicas. Desarrollo personal que tiene lugar a través de los bienes, servicios y cuidados tanto biofísicos como emocionales históricamente producidos fundamentalmente por mujeres en o desde los hogares. Una segunda dimensión tiene que ver con los cuidados como respuesta a nuestras dependencias. Ser dependiente es parte de
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la naturaleza humana, como el nacimiento y la muerte; no es una situación excepcional ni un resultado de decisiones o actuaciones individuales. Es una característica intrínseca a las personas que cambia a lo largo del ciclo vital; es un concepto polifacético que integra dependencias físicas, fisiológicas, emocionales, etc.; que nos afecta a todos y todas; y, por tanto, incompatible con nuestros mitos sobre la tan valorada independencia individual. En breve, somos interdependientes, lo cual implica aceptar que requerimos de los y las demás, que no existe la vida independiente, que la existencia en solitario es inviable. El tercer aspecto que da centralidad a los cuidados, tiene que ver con la perspectiva netamente económica, a saber, el trabajo de cuidados, además de sostener y reproducir la vida diaria y generacional, participa de manera relevante en la reproducción de la fuerza de trabajo absolutamente necesaria para la producción capitalista y la continuidad del sistema económico. Desde que nacemos hasta que estamos en condiciones de participar en la producción capitalista y, posteriormente, a lo largo de nuestra historia laboral, recibimos una enorme cantidad de cuidados tanto en tiempo como en energías, imposibles de sustituir –al menos en su totalidad- por bienes de mercado o servicios públicos. Como resul30
tado, las empresas capitalistas están pagando una fuerza de trabajo muy por debajo de sus costes, lo cual representa una parte importante de sus beneficios. La ocultación del nexo que existe entre el trabajo del hogar y la producción capitalista facilita el expolio del trabajo no asalariado por el capital. Finalmente, es necesario insistir en que las mujeres somos diversas, no iguales, y nuestra implicación con el trabajo doméstico y de cuidados puede ser muy diferente, tanto en cuanto a tiempo de dedicación como a condiciones de realización. El trabajo que hoy denominamos doméstico y de cuidados, tradicionalmente se ha dejado en manos de grupos de población que la sociedad considera inferiores: en una sociedad patriarcal, las mujeres; en una sociedad racista, las personas no blancas; en una sociedad clasista, las personas pobres, en una sociedad colonialista, las personas de pueblos originarios. Así, los grupos más afectados serían las mujeres pobres no blancas con ascendencia indígena. Respecto a ello, Martha Nussbaum ya advirtió “Sólo en sociedades donde los trabajos de cuidados no estén determinados por sexo, género, raza, o cualquier otra categoría social, entonces puede tener sentido el ideal de igualdad o justicia social”. Por tanto, no estamos hablan-
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do de un trabajo más, equivalente a otros, sino de un trabajo que determina el nivel de justicia social. De ahí que un buen indicador de bienestar y de humanidad sería la forma en que una sociedad cuida a su población. 2.4. El individualismo metodológico y la crítica al homo oeconomicus Una de las primeras críticas a la teoría económica neoclásica es de orden metodológico: la utilización del individualismo metodológico como método de análisis, manteniendo una mirada profundamente androcéntrica. Esto queda de manifiesto a través de su agente representativo, el llamado hombre económico (homo oeconomicus) que está en la base de los modelos económicos y que ha sido muy criticado por la economía feminista. Personaje que se asemeja a los “hongos de Hobbes”13: crece totalmente formado y con sus preferencias desarrolladas.
humana y la eco-dependencia de la naturaleza. Ahora bien, esta idea de homo oeconomicus no es ninguna tontería, responde a algo mucho más profundo, que guarda relación con la idea occidental de naturaleza humana, como personas codiciosas, egoístas y con una necesidad insaciable de bienes, poder y dinero. Donde aquellas personas que fuesen más bien cooperativas o solidarias, quedarían descalificadas por idealistas.
La civilización industrial se ha construido sobre esta idea perversa de naturaleza humana, lo cual -tal como estamos viendo actualmente- está poniendo en peligro la propia existencia de la sociedad. Sin embargo, desde la antropología nos enseñan que en otras culturas –que no han divorciado la idea de naturaleza de la de cultura- la noción de comportamiento humano es absolutamente el contrario al concepto de naturaleza humana occidental, y una actuación análoEs autónomo y egoísta y ma- ga a este último hubiese sido ximiza individualmente sujeto a motivo de exclusión de la comurestricciones externas. Es un suje- nidad o sociedad. to que siempre está sano, joven y activo en los mercados. No tiene La idea del homo oeconomicus niñez ni se hace viejo, no depende –y político- responde y legitima de nadie ni se hace responsable esta naturaleza humana egoísde nadie más que de sí mismo. No ta dando origen a un comportatiene relaciones afectivas, fami- miento predecible y gobernable. liares ni comunitarias, olvidando Una idea moderna de individuo así la necesaria interdependencia que prioriza la razón por sobre la
Esta “comparación”, utilizada por Nelson (1993) y otras autoras, está basada en la sugerencia de Thomas Hobbes de considerar a los hombres como “hongos” surgidos de la tierra, que llegan de repente a la madurez sin ningún tipo de interrelaciones entre ellos. 13
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emoción y el interés propio frente a relaciones afectivas y comunitarias. Individuo que aparece asociado a valores considerados propios del sector masculino de la población, como la agresividad, la autonomía, la absoluta libertad de actuar en el mercado a través de decisiones exclusivamente racionales, y para quien los cuidados son invisibles, ni los requiere ni los realiza. Más bien existe un desprecio y una desvalorización hacia las actividades que permiten el mantenimiento de la vida. En cambio, dicho personaje no posee rasgos asociados a la feminidad como ternura, pasividad, sentimiento, dependencia, necesidad humana del cuidado; quedando así en manos de las mujeres el mantener las relaciones afectivas y emocionales, que serían propias de una naturaleza humana totalmente opuesta a la idea occidental comentada anteriormente. División de roles, propio de una sociedad patriarcal, que se funda en un modelo de familia heterosexual y que penaliza cualquier otra forma de relación.
desarrollaran distintos feminismos. Así, en las últimas décadas, el feminismo no se presenta como pensamiento monolítico, sino más bien como una diversidad de tendencias. Los más relevantes feminismos serían, en mi opinión, el feminismo de la diferencia, feminismo de la igualdad, feminismo lesbiano, feminismo negro, feminismo decolonial. Así, de la misma manera que el feminismo se va desarrollando por distintas vías, también lo ha hecho lo que hoy llamamos economía feminista. Las décadas de los años ochenta y noventa son testigo del fuerte emerger de la economía feminista. Comienza una enorme elaboración teórica y aplicada que se caracteriza por una diversidad de contenido y un pluralismo conceptual y de enfoque. A lo largo del recorrido se ha ido estableciendo como un cuerpo maduro de pensamiento.
Pensamiento que es una mirada distinta, una perspectiva diferente de analizar la realidad socio económica. Las relaciones de poder y desigualdad -parti2.5. Economía feminista: varias y cularmente las que se dan entre diversas mujeres y hombres- adquieren una importancia central. A partir de los años ochenta, la potencia que mostraba el movi- La economía feminista pretende miento feminista, la variedad de comprender cómo se crean y retemas en debate y los diferentes crean estas desigualdades en el entornos y vidas de las mujeres, funcionamiento de la economía. hizo que de la matriz común se 32
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En consecuencia, se deconstruyen los paradigmas oficiales criticando los enfoques androcéntricos y discutiendo el poder patriarcal que se esconde tras la forma de desarrollar el conocimiento. La economía feminista no se entiende como una rama más de la economía –como puede ser la economía industrial o la economía pública- sino otra manera de entender el mundo y de construir un marco económico que permita ofrecer los mecanismos adecuados para dar respuesta a las necesidades de las personas, todas y diversas. Actualmente no existe una única concepción de lo que hoy se denomina economía feminista, aunque es difícil establecer clasificaciones y definiciones claras y específicas. La principal diferencia a nivel teórico se da entre “género y economía” y “economía feminista”. De manera muy resumida diré que género y economía se entiende como aquella línea de estudio que pretende cambios en el sentido de “igualar” hombres y mujeres pero sin realizar un cambio del sistema imperante, sin modificar el marco de la economía oficial. Se caracteriza por buscar la inclusión de las mujeres como sujeto y objeto de estudio en los discursos androcéntricos preexistentes sin cuestionarlos. Está más influenciada por el feminismo de la igualdad y el feminismo institucional.
Por su parte, la economía feminista es rupturista con el modelo existente. Desde ahí tiene otra mirada del mundo y, por tanto, otras propuestas. Propugna cambios mucho más profundos, un cuestionamiento de las bases mismas de los discursos androcéntricos, tanto en lo relativo a la epistemología, como a los conceptos y los métodos; discutiendo profundamente que la responsabilidad de sostener la vida esté feminizada, privatizada e invisibilizada. Puede decirse que esta corriente se encuentra en fase actual de crecimiento y atiende no sólo a las diferencias entre mujeres y hombres, sino a las distintas relaciones de poder (incluidas aquellas entre las propias mujeres). Es un pensamiento rupturista con el modelo existente que está en plena construcción. Es un espacio abierto, de diálogo en continua revisión. Es teoría pero íntimamente relacionada con una práctica o acción política. La economía feminista se define como antipatriarcal, anticapitalista, anticolonial y respetuosa de la naturaleza. Dentro de la diversidad actual de la economía feminista, además de las dos líneas teóricas mencionadas, existe una tercera línea interesante a considerar, denominada prácticas de economía feminista, que se ha desarrollado básicamente en América Latina. Se trata de agrupaciones de mujeres 33
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campesinas y/o indígenas que realizan prácticas muy ligadas al mundo rural, como agroecología, soberanía alimentaria, etc. Organizan y gestionan el trabajo, el consumo y la producción en formas cooperativas y/o comunitarias; desarrollan producción de alimentos necesarios y producidos con técnicas respetuosas con el medio ambiente. Es decir, consumo y producción muy de acuerdo a las necesidades de la vida cotidiana y a la idea de sostenibilidad de la vida.
Para mantener la denominación que realiza la economía feminista decolonial, en las próximas líneas hablaré de “economía feminista eurocéntrica” para referirme a lo que hasta ahora había denominado “economía feminista”. 14
No es fácil reducir a pocas palabras la idea de raza del sociólogo peruano fallecido en 2018. En breve diríamos que es una categoría mental nueva de la modernidad, que se establece desde la conquista de Abya Yala. Es la idea de que los/as no-europeos son un grupo biológico diferente, pero sobre todo de nivel inferior al de los europeos. De esta manera, las diferencias entre culturas quedan asociadas a las desigualdades biológicas y no serían resultado de relaciones de poder. Sobre esta idea fácilmente se construye un entramado cultural que conocemos como racismo. 15
Sin embargo, en los últimos tiempos la economía feminista cada vez se acerca más a los conocimientos situados; alejándose de verdades globales absolutas válidas en cualquier tiempo y lugar. Se observa y estudia desde un espacio y época específicos, se entra en diálogo con otras perspectivas heterodoxas estudiosas de la misma realidad, para ir delineando entre todas ellas una mirada más amplia y real. 16
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Finalmente, quisiera señalar la economía feminista decolonial, perspectiva crítica a lo que se ha denominado como economía feminista “eurocéntrica”14. Desarrolla sus ideas a partir del llamado feminismo decolonial -movimiento heredero del feminismo negro de los Estados Unidos- que ha surgido con fuerza, particularmente en América Latina. La economía feminista decolonial asume la crítica del feminismo decolonial a la universalidad del término mujer y a la idea de la existencia de patriarcados ancestrales en Abya Yala, análogos a los establecidos por los colonizadores. Así también, asume, por una parte, la perspectiva de la interseccionalidad entre distintas características tales como
raza, clase, procedencia geográfica y, por otra, la idea de raza desarrollada por Aníbal Quijano15. Y, desde ahí, plantea una serie de temáticas y posicionamientos críticos a la economía feminista eurocéntrica16. Tal vez la más destacada es la diferencia de perspectiva al tratar el trabajo doméstico y de cuidados. Sabemos que este es un tema fundamental para las mujeres blancas urbanas, en razón de la invisibilidad de este trabajo doméstico y su falta de valoración. En cambio, para las mujeres de pueblos originarios, no se plantearía como problema, en la medida que el trabajo de subsistencia gozaría de reconocimiento en su comunidad. Los cuidados y la mantención de las personas estarían muy ligados a los distintos trabajos que se desarrollan en dicha comunidad, por tanto, no permanecerían ocultos. Lo cual estaría significando que los valores masculinos del homo oeconomicus, propios de una sociedad heteropatriarcal europea, no corresponderían, al menos en toda su dimensión, a los correspondientes asumidos en comunidades originarias. Por otra parte, para dicha economía no tiene sentido la separación entre cultura y naturaleza, que han realizado nuestras
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sociedades capitalistas o la utilización de la naturaleza como si fuesen recursos infinitos a nuestra disposición. Temas muy relacionados con la defensa histórica del territorio, al ser este la base de sustentación.
distintas escuelas de pensamiento económico se han mantenido en los márgenes de la economía monetizada, caracterizándose así por un estrabismo productivista. Se centra exclusivamente en el estudio del mercado: producción para el mercado, consumo de 3. Críticas a la teoría y las prác- mercado y distribución a través ticas económicas dominantes. del mercado, excluyendo de sus La construcción feminista de la análisis los procesos de reproeconomía ducción social. En este último apartado, destaco lo que en mi opinión son las críticas más relevantes a la teoría y a las prácticas económicas dominantes. Haré referencia a dos ejes centrales de la economía oficial: su objeto de estudio y su objetivo. Y, tomando como referencia estas críticas, dibujaré la propuesta de la economía feminista; propuesta que recoge y conecta con las distintas ideas que se han ido desarrollando en las últimas décadas y que se han comentado –aunque, por razones de espacio, de manera un tanto somera- a lo largo de este texto. No es difícil observar que desde Adam Smith y hasta el presente, todos los estudios económicos, ya sean modelos teóricos o estudios de economía aplicada –salvo la economía ecológica- han tenido lugar dentro de las fronteras del mercado; es decir, las
Estas fronteras en que la economía se autodefine son muy estrechas, ya que ofrecen una falsa imagen del funcionamiento del sistema económico. Este es considerado “autónomo”, ocultando así que el sector mercantil descansa y se apoya en otros sectores o actividades que caen fuera de la órbita del mercado. Como resultado, la economía oficial ofrece una visión desfigurada y androcéntrica de la realidad, ya que esconde una parte importante de los procesos fundamentales para la reproducción social y humana: el trabajo realizado mayoritariamente por las mujeres desde los hogares cuyo objetivo es el cuidado directo e indirecto de las personas. Como sostuvimos en páginas anteriores, el trabajo doméstico y de cuidados es un elemento central en la reproducción de la fuerza de trabajo y, por ende, en la reproducción social. Sin embar35
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go, el sistema mercantil capitalis- ples situaciones, lo cual consta lo utiliza, lo expolia, pero no lo tituye otra fuente de beneficio reconoce. para el sistema. Para el capitalismo y sus defensores, la naturaleza De esta manera, tanto el siste- es un recurso que puede explotar ma económico como la economía sin límites, se entiende que está que lo fundamenta, se han man- al servicio de la (esta) economía. tenido desligados de lo social, No hay noción de que somos pareludiendo toda responsabilidad te de la naturaleza y evoluciosobre las condiciones de vida de namos con ella. Que somos en la población, como si estas se definitiva, ecodependientes. De moviesen por caminos paralelos hecho, no se acepta que vivimos a la economía. Solo así se puede en un planeta con límites finitos. afirmar, como se escucha a menu- Así, también se falsea el análido, que determinada economía sis económico, pues no se consiva bien porque el PIB (Producto dera –una idea bastante absurdaInterior Bruto) está aumentan- que todo lo que necesitamos para do, aunque en dicha economía subsistir o, yendo más allá, todo viva un porcentaje importante de lo que consumimos, proviene de población pobre y/o excluida. En bienes naturales: agua, alimentos lenguaje económico, las condi- de todo tipo, energías diversas, ciones de vida de las personas bosques, etc. son consideradas, de hecho, una “externalidad”. La separación mercantil y no mercantil guarda también relación En esta crítica a las falsas fron- con los tiempos que estructuran teras de la economía, la economía dichos espacios. Para la economía feminista tiene un punto de neoclásica el factor tiempo solo encuentro muy relevante con se ha considerado para discutir la economía ecológica (o con el los tiempos del mercado: jornaecofeminismo). Esta última tam- das laborales, productividades bién realiza una fuerte crítica a o eficiencias, dejando absolutala economía dominante por ex- mente marginados –al igual que cluir a la naturaleza de lo que el espacio que los contiene- los considera el ámbito económi- tiempos que tienen lugar en el co, y marginarla e invisibilizarla ámbito doméstico. Sin embargo, en el limbo de lo no-económico. hay que destacar que la organiPero no solo la margina, sino que zación y gestión de los tiempos la expolia, la degrada, la explo- está directamente relacionada ta, se la apropia, la contami- con el bienestar de las personas, na, etc. procesos que podemos con la mejor o peor calidad de observar diariamente en múlti- vida. Pero la economía discute y 36
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organiza solo los tiempos de producción y distribución mercantil, el cual se convierte en un tiempo “imperialista”, ya que el resto de los tiempos (trabajo no remunerado, ocio, relaciones personales, estudio, etc.) deben adaptarse a los tiempos de los empleos. La segunda crítica relevante, es la que se orienta hacia el objetivo planteado por la economía neoclásica: los mercados -suponiendo decisiones individuales- deben funcionar sin restricciones para conseguir, por una parte, crecimiento económico (sin considerar el expolio de la naturaleza) y, por otra, beneficio privado para los dueños del capital (sin considerar la explotación a la fuerza de trabajo y del trabajo no remunerado realizado desde los hogares). Crítica que deconstruye implícitamente los conceptos macroeconómicos como crecimiento, desarrollo, progreso, y que cuestiona las estadísticas económicas (PIB, categorías de empleo…), por hacer referencia solo a la producción y consumo de mercado y por su ceguera frente al impacto de género. La economía dominante no se plantea así, como objetivo, dar respuesta a las necesidades de las personas, sino a la acumulación en manos privadas, siendo el soporte teórico del neoliberalismo económico. Curiosamente, la teoría neoclásica se autodefine
como ciencia positiva, es decir, una ciencia neutra libre de juicios de valor; al contrario de la llamada ciencia normativa, que sí estaría guiada por juicios de valor. Desde el feminismo se ha debatido largamente tanto la separación entre ciencia positiva y ciencia normativa como la propia definición de ciencia. En el caso de la economía, más que conceptualizarla como ciencia, diríamos que estamos frente a una disciplina social que responde a intereses de clase, patriarcales y colonialistas. En definitiva, en el capitalismo, los procesos de producción, dependen también de dos factores que podríamos nombrar como externos a sus relaciones: por una parte, el trabajo doméstico y de cuidados y, por otro, la naturaleza. Procesos que nos permiten transparentar sin reservas que somos personas con una doble dependencia ineludible, la interdependencia y la ecodependencia. Sin embargo, en su afán de acumulación y crecimiento ilimitado, el capitalismo amenaza con desestabilizar ambos procesos que, paradójicamente, el capital requiere para su continuidad. Tenemos, entonces, por una parte, la contradicción endógena capital/trabajo y, por otra, las que podríamos denominar contradicciones exógenas: con el ámbito del cuidado y el de la naturaleza. Lo que, desde la economía femi37
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nista, en conjunto, denominamos la gran contradicción capital/ vida, la lógica del capital frente a la lógica de la vida. La contradicción capital/vida representa el funcionamiento del sistema actual; no es una propuesta, es la realidad que da cuenta del paradigma que vivimos. Frente a esta realidad, la economía feminista propone un paradigma alternativo: el análisis del papel del trabajo doméstico en la reproducción de la fuerza de trabajo, el “descubrimiento” del cuidado y la idea de reproducción social, le permitieron acuñar el concepto de sostenibilidad de la vida. Una nueva perspectiva de análisis que sitúa, por una parte, la reproducción social como aspecto fundamental del sistema socio-económico y, por otra, el 38
trabajo de cuidados como aspecto determinante de la reproducción social y de las condiciones de vida de la población; desplazando así el objetivo social y el eje analítico desde la obtención de beneficio al cuidado de la vida; desde los mercados a la sostenibilidad de la vida. Esta propuesta representa una ruptura con el paradigma económico vigente. El objetivo es ir hacia una vida digna, decente, buena para toda la población independientemente de sexo/género, raza, origen social, territorio o edad, manteniendo respeto por la naturaleza, donde adquiere especial relevancia la noción de cuidados. Dos paradigmas absolutamente opuestos e irreconciliables, lo que denominamos el conflicto irresoluble entre la lógica de la acumulación y la lógica de la vida. En
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definitiva, no se trata de una simple demanda o exigencia al interior del orden preexistente, sino que es la irrupción de lo indecible que pone en cuestión al propio sistema. Es un campo de ideas en permanente construcción, pero que requieren mantener algunos principios básicos ineludibles sin los cuales difícilmente se llegaría a los objetivos deseados. Principios totalmente relacionados con las ideas de interdependencia y de ecodependencia. Quisiera señalar algunos de estos principios que me parecen relevantes, donde el orden no refleja prioridades. Primero, se trataría de apostar por una noción de sostenibilidad de la vida, de vida digna o buen vivir, donde los sistemas
humanos estuviesen insertos en los sistemas naturales, respetando sus propios ciclos de reproducción, lo cual se traduciría en vivir “más despacio”. Un segundo principio, relacionado con el anterior, hace referencia al tipo de tecnología utilizada en la producción. En este sentido, habría que discutir a fondo el concepto de eficiencia considerando toda la cadena de producción, incluyendo el tipo de energía utilizada y el tipo de trabajo necesario. Así surgen las preguntas ¿qué deberíamos producir? ¿de qué manera deberíamos producir? ¿bajo qué relaciones? ¿cómo deberíamos organizar los distintos trabajos para dar respuesta a las necesidades? ¿cómo organizar los tiempos de trabajo, descanso, ocio, relaciones, cuidados?, para lo cual no se parte de 39
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cero, podemos aprender de las diversas experiencias realizadas desde las economías social y solidaria. En tercer lugar, cualquier análisis, política u acción debería hacerse siempre considerando todos los ámbitos en conjunto, a saber, el ámbito medio ambiental, el de cuidados, el de producción extra hogar y las relaciones que tienen lugar en ellos y entre ellos. Como cuarto principio básico, se deben considerar todos los ejes de desigualdad (clase, sexo/ género, raza, opción sexual,…) y a todos los, las, les habitantes del planeta, tanto las generaciones actuales como futuras. El quinto principio se refiere a que el conflicto con mayúscula capital-vida, debe ser leído siempre desde una perspectiva feminista. Es decir, incluyendo todos los aspectos que tienen que ver con una vida digna, no solo lo extra-doméstico que normalmente se considera, como aspectos sanitarios, educativos, pensiones, etc. Por supuesto que estos aspectos son muy importantes, pero no son los únicos, no se puede obviar el debate sobre las relaciones heteropatriarcales y la necesidad humana de los cuidados. No somos ingenuas, somos conscientes de la dificultad del ir tras el objetivo de sostenibilidad de la vida. La propuesta representa un cambio radical, y que implica reformas ecológicas profundas; cambios en la estructura de 40
la propiedad y de las empresas; transformaciones en el modelo de vida de la población en relación al consumismo, el endeudamiento y el uso del tiempo; medidas de austeridad razonables, al menos, para el sector de población de nivel económico elevado, y un cambio absoluto en el simbólico colectivo referido a las pautas heteropatriarcales de comportamiento. Ahora bien, a pesar que la propuesta de la economía feminista sea sensata y humana, es muy posible que desde otras perspectivas económicas se argumente que el crecimiento económico es necesario precisamente porque como consecuencia mejorarían las condiciones de vida de las personas. O, desde planteamientos apoyados en la teoría neoclásica –individualista- se podría sostener que cada uno con su trabajo, su inteligencia y sus recursos crea sus condiciones de vida, las cuales serían de responsabilidad individual y no social. Respetamos la diversidad de opiniones, aunque no podemos compartirlas porque no encontramos ahí respuestas al desastre social, ecológico y humanitario que nos amenaza fuertemente y cada vez más. Por lo cual, insistimos en los diálogos con otras economías heterodoxas: economía ecológica, marxista, social y solidaria, economía
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decolonial, etc. La sostenibilidad de la vida, por supuesto, no es un asunto exclusivo de la economía feminista; por tanto, es importante continuar discutiendo los puntos de encuentro con aquellas economías que compartimos un objetivo común y poder así construir una economía con mayúscula que represente un buen vivir para toda la población mundial.
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Referencias bibliográficas relevantes y cómo se elaboró este texto El presente texto se elaboró fundamentalmente en base a una serie de artículos sobre el tema que había escrito anteriormente, con la colaboración de algunos escritos de otras compañeras. Aunque, con la diferencia que se han incorporado, como es natural, algunos desarrollos más actuales de la economía feminista. Por esta razón, porque los artículos originales ya contienen la bibliografía relevante, me pareció más fértil y útil para las lectoras o lectores, referenciar y comentar aquí solamente los textos utilizados en la elaboración de este capítulo y no repetir toda la bibliografía que se puede consultar en dichos escritos. Además, la economía feminista, se ha ido construyendo por una red de autoras básicamente de España, Italia y Abya Yala, donde cada vez es más complicado determinar la autoría de una idea o concepto específico. De hecho, creo que es una perspectiva económica teórica-práctica-política elaborada a partir de debates y reflexiones comunes. Sirvan estas referencias, listadas por apartado, para profundizar sobre aspectos determinados del desarrollo de la economía feminista, imposible de tratar en un único artículo. 2.1. Los inicios: debates y críticas a los pensadores clásicos El texto básico para este apartado es “La economía feminista: una apuesta por otra economía” de Cristina Carrasco, corresponde a un capítulo del libro Estudios sobre género y economía, coordinado por María Jesús Vara que fue publicado en 2006 por la Editorial Akal. En él, se realizaba un recorrido histórico del desarrollo de la economía feminista, desde sus precursoras del siglo XIX hasta la fecha de publicación, hace ya 16 años. Es un artículo bastante completo en el sentido que intenta presentar los inicios de la economía feminista, el desarrollo de sus principales ideas y los ámbitos que ha estudiado. También puede ser útil el texto “La economía feminista: un recorrido a través del concepto de reproducción” de Cristina Carrasco, que fue publicado por la revista Economiaz, Revista Vasca de Economía, en su número 91 del primer semestre de 2017. Como el título lo predice, el artículo sigue el itinerario de los principales debates, desafíos y problemas que han desplazado conceptualmente a la economía feminista desde la discusión sobre el trabajo doméstico hasta la idea más reciente de sostenibilidad de la vida, teniendo como hilo conductor el concepto de reproducción. 2.2. Los resistentes y creativos años sesenta: la deconstrucción del concepto de trabajo, y 2.3. El descubrimiento de los cuidados El tema del trabajo y de los cuidados ha sido ampliamente tratado en la bibliografía. Como es de suponer, es difícil separar la bibliografía del trabajo doméstico y de los cuidados. Podemos señalar, primero, los textos ya referenciado de Cristina Carrasco 2006 y 2017. “El cuidado como eje vertebrador de una nueva economía” de Cristina Carrasco, fue publicado por la revista Cuadernos de relaciones laborales en el Volumen 29, número 2 de 2011. En este texto, se plantean las tres ideas que fundamentan la economía feminista: la ruptura teórica con la economía oficial ampliando las fronteras más allá del mercado, el “descubrimiento” de los cuidados y el desafío político proponiendo una ruptura con el modelo vigente. El objetivo era mostrar la potencialidad tanto teórica como política de la economía feminista y su capacidad para plantear un nuevo paradigma alternativo al que sostiene la economía dominante. El artículo “La economía feminista: ruptura teórica y propuesta política” de Cristina Carrasco, corresponde al segundo capítulo del libro Con voz propia: La economía feminista como apuesta teórica y política, coordinado por Cristina Carrasco y publicado por La oveja roja, Madrid en 2014. En este artículo se discuten tanto aspectos del concepto de trabajo como los fundamentos de la economía feminista.
El libro Subversión feminista de la economía. Apuntes para un debate sobre el conflicto capitalvida, de Amaia Pérez Orozco, fue publicado en 2014 por Traficantes de Sueños, Madrid. El libro es muy completo en los temas que desarrolla y en la forma y profundidad del análisis. Realiza una crítica profunda desde el feminismo a lo que son los objetivos económicos “habituales”, a saber, el crecimiento económico, la acumulación de capital y la explotación a través del trabajo asalariado, discutiendo que sea este el único trabajo considerado como tal. A su vez, valora, visibiliza y señala todos los trabajos, relaciones y materiales necesarios para que la vida continúe en condiciones de ser vivida. Es un libro extraordinario que contiene una parte importante del desarrollo de la economía feminista. 2.4. El individualismo metodológico y la crítica al homo oeconomicus Las referencias a estas críticas se pueden ver en los textos ya citados de Cristina Carrasco 2006 y Amaia Pérez Orozco 2014. También me parece pertinente el artículo “Del tiempo medido a los tiempos vividos”, escrito por Cristina Carrasco y Albert Recio; fue publicado en la Revista de Economía Crítica en el segundo semestre de 2014. En este artículo se analiza la mercantilización que se ha hecho del tiempo en las sociedades capitalistas; suponiéndolo cuantificable y transformable en dinero. Lo que naturalmente ha afectado fuertemente a los tiempos que caen fuera de la órbita mercantil, quedando su- bordinados y determinados por el tiempo de trabajo mercantil. Es un buen artículo para discutir el tema de los tiempos y sus características. Y considero fundamental el artículo “Economía feminista” de Amaia Pérez y Astrid Agenjo, publicado por Economistas sin Fronteras en 2017 en un libro titulado Hacia una economía más justa. Manual de corrientes económicas heterodoxas. Tal como el título lo expresa, se trataba de un manual cuyo objetivo era dar a conocer las distintas corrientes heterodoxas en economía. Hay una crítica a la economía neoclásica y una explicación clara sobre qué es la economía feminista. Muy recomendable para introducirse en la temática. 2.5 Economía feminista: varias y diversas Sobre este apartado se encuentran algunas notas en los distintos artículos referenciados. Respecto al feminismo decolonial hay bastante material escrito. Sin embargo, sobre economía feminista decolonial aun los textos son escasos. Aquí sugiero dos artículos de Natalia Quiroga. El primero escrito en conjunto con Diana Gómez, “¿Qué tiene que aportar una economía feminista decolonial a las otras economías?” fue publicado en América Latina en movimiento en 2013. El segundo artículo, “Economía feminista decolonial, aportes para la otra economía” fue publicado en Voces en el Fénix en febrero de 2019. En ambos artículos se reflexiona sobre algunos problemas que plantea la economía feminista en relación a la sociedad capitalista occidental, analizando si dichas problemáticas se ajustan también a la vida de las mujeres indígenas en sus sociedades comunitarias. 3.Críticas a la teoría y las prácticas económicas dominantes. La construcción feminista de la economía Las referencias a esta temática son múltiples. Lo cual era de esperar ya que trata del desplazamiento del paradigma de mercado por el paradigma de la sostenibilidad de la vida. La primera referencia a citar es el artículo “La sostenibilidad de la vida humana: ¿un asunto de mujeres?” de Cristina Carrasco fue publicado en la revista Mientras Tanto, en su número 82, en 2001. En él se discuten distintos aspectos del desarrollo que está teniendo la economía feminista, pero lo destacable para el tema que nos ocupa es que se acuña (creo que por primera vez) el término de sostenibilidad de la vida.
El artículo, “Mujeres, sostenibilidad y deuda social” fue publicado por la Revista de Educación, en su número extraordinario de 2009 que trataba de Educar para el desarrollo sostenible. En el texto se reflexiona sobre la idea de cuidados y de dependencia y sobre el concepto de sostenibilidad de la vida humana como proceso que requiere recursos materiales pero también contextos y relaciones de cuidado y afecto. El artículo “Apuntes para una vida sostenible” fue escrito en conjunto por Cristina Carrasco y Enric Tello, con el objetivo de unir ideas del feminismo y del ecologismo. Fue publicado en 2012 por el ICPS de Barcelona en el libro número 30 de la colección Ciutats i Persones. Se trataba de un inicio de reflexión conjunta, un camino de debate y acción absolutamente necesario. Para mostrar la insostenibilidad de nuestro sistema y debatir una posible sostenibilidad, se utilizó la imagen de una pirámide constituida por distintos eslabones, discutiendo el significado de cada uno y las relaciones entre ellos. El artículo “Sostenibilidad de la vida y ceguera patriarcal. Una reflexión necesaria” de Cristina Carrasco, fue publicado en 2016, en el número 1 del volumen 1 (número inaugural) de la revista Atlánticas. Revista Internacional de Estudios Feministas. El artículo tenía dos objetivos. Continuar la reflexión sobre la idea de sostenibilidad de la vida como concepto multidimensional, recuperando las ideas de reproducción y trabajo de cuidados, e insistir en la necesidad de diálogo con las perspectivas que comparten el objetivo de la centralidad de la vida. Finalmente, en el libro Economía feminista. Desafíos, propuestas, alianzas, editado por Cristina Carrasco y Carmen Díaz, Ed. Madreselva 2018, participa un conjunto de autoras dedicadas desde hace años al estudio y prácticas de la economía feminista, que escriben sobre temáticas específicas tales como, aspectos conceptuales, diálogos con otras economías cercanas, situaciones más características de América Latina. La diversidad enriquece el texto y es muy clarificador en relación a las temáticas tratadas actualmente por la economía feminista.
El género en el análisis 1 macroeconómico Alma Espino Investigadora y docente en el Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y Administración, UDELAR
Este texto está publicado en su primera versión en Las desigualdades de género y la ciencia económica. La perspectiva de la economía feminista (Libro) (2021). Universidad de la República-Comisión Sectorial de Enseñanza. 1
SÍNTESIS Los objetivos de este capítulo consisten en reflexionar acerca de las vinculaciones entre la macroeconomía y las relaciones de género y sobre la forma en que puede incorporarse la perspectiva de género en la modelización macroeconómica y en el diseño, implementación y evaluación de políticas. Con estos objetivos se reseñan algunas propuestas para evitar que las interpretaciones analíticas macro y de economía política sean ciegas al género. Se sugieren además algunos desarrollos empíricos que procuran estos objetivos.
ÍNDICE 1. Las políticas macroeconómicas y las desigualdades de género 2. Haciendo historia... 3. Ajuste estructural y resultados de estudios empíricos 4. Género y macroeconomía: análisis de sus interacciones 5. Los efectos diferenciados de las políticas económicas sobre hombres y mujeres: ejemplos y comentarios 6. ¿Es posible incorporar la perspectiva de género en los análisis macroeconómicos? 7. Diferentes abordajes para introducir la perspectiva de género en los modelos macroeconómicos 8. ¿La amistad, la reciprocidad son importantes para la economía? 9. ¿Cuáles son los efectos de las desigualdades de género sobre el crecimiento? 10. Reflexiones finales Referencias bibliográficas
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1. Introducción ¿Las políticas macroeconómicas pueden contribuir a disminuir o a aumentar las desigualdades de género? La economía feminista brinda una respuesta afirmativa a esta interrogante. En efecto, los estudios de género han mostrado que los efectos de las políticas macroeconómicas son sesgados desde una perspectiva de género. Pero, además, el avance de la investigación ha mostrado que las desigualdades de género tienen, a su vez, implicaciones para el funcionamiento macroeconómico. Las economistas feministas cuestionan la supuesta neutralidad de género de las políticas macroeconómicas, señalando en cambio que estas son ciegas al género. Se entiende por “no neutralidad”: “Las políticas macroeconómicas pueden producir y reproducir desigualdades porque afectan a hombres y a mujeres de manera diferente, dado que su posición en la sociedad es diferente”2.
76 Políticas públicas de género. Hacia un Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos. INMUJERES. http://archivo.mides.gub.uy/innovaportal/ file/19679/1/7_pub_catalanas.pdf 2
Glosario de Igualdad de Género. ONU Mujeres. https://unidaddegenerosgg.edomex.gob.mx/ sites/sgg.edomex.gob.mx/files/files/glosa rio%20de%20g%C3%A9nero.pdf 3
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El término Ceguera de género se “aplica cuando no se reconoce que a los hombres/niños y a las mujeres/niñas se les adjudican roles y responsabilidades en contextos y antecedentes sociales, culturales, económicos y políticos específicos. Los proyectos, pro-
gramas, políticas y actitudes que son ciegos al género no tienen en cuenta ni los roles ni las necesidades diferentes. Mantienen el statu quo y no ayudan a transformar la estructura desigual de las relaciones de género”3. Dado que hombres y mujeres no experimentan los mismos problemas y por tanto no requieren el mismo tipo de soluciones, el supuesto de la neutralidad y la ceguera de las políticas conllevan sesgos que pueden afectar negativamente a las mujeres y por tanto sostener o incluso ampliar las desigualdades de género. Estos sesgos surgen del desconocimiento de que el funcionamiento de la economía está influido por las relaciones de género y también influye sobre ellas. Las personas como agentes económicos actúan de acuerdo al contexto en el que viven (cultura, estrato socioeconómico, religión, costumbres, etc.) y a las oportunidades y restricciones que surgen de ese contexto, que también está determinado por las relaciones de género. Las normas de género, formales e informales, derivadas de las leyes, la cultura, la religión, las costumbres y valores de cada sociedad otorgan derechos y obli-
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gaciones desiguales para hombres y mujeres, marido y esposa, tanto respecto a la producción económica como a la reproducción social, entendiendo por esta última, el “… complejo proceso de tareas, trabajos y energías cuyo objetivo sería la reproducción biológica (considerando las distintas especies y su estructura ecológica) y la de la fuerza de trabajo, incluyendo las prácticas sociales y los trabajos de cuidados, la socialización y la satisfacción de las necesidades humanas, los procesos de relaciones sociales que tienen que ver con el mantenimiento de las comunidades, considerando servicios públicos de sanidad, educación y transferencias que redujeran el riesgo de vida” (Carrasco 2017:63). Como hemos visto, por ejemplo, las opciones de ingresar al mercado laboral o la decisión de cuántas horas destinarle al trabajo remunerado están muy determinadas por las responsabilidades domésticas y de cuidados, que son socialmente asignadas principalmente a las mujeres. Otra fuente de sesgos que acarrean perjuicios a las mujeres radica en que el funcionamiento de las economías y las políticas económicas ignoran y/o aprovechan las actividades no remuneradas mayoritariamente
realizadas por las mujeres en los hogares y la comunidad, que contribuyen a la producción y reproducción de la fuerza de trabajo. Su costo, en términos económicos, permanece invisible, no se mide y no se considera ni para elaborar políticas ni para prever sus impactos. 2. Haciendo historia… El análisis macroeconómico desde una perspectiva de género se inicia alrededor de los años ochenta. En esos años, debido a las dificultades con las balanzas de pago de los países en desarrollo, los organismos financieros internacionales los condicionaron a implementar políticas de ajuste estructural y de estabilización macroeconómica4. Básicamente, dichas políticas incluían medidas de austeridad de corto plazo, dirigidas a mantener la demanda agregada bajo control, para bajar la inflación y disminuir el déficit fiscal y de cuenta corriente; y en políticas de largo plazo, orientadas a liberalizar el comercio, desregular y privatizar las economías para disminuir el gasto público y la intervención del Estado. El objetivo general de este conjunto de medidas era mejorar la capacidad de respuesta del sistema de mercado eliminando rigideces y restricciones
Sobre los programas de estabilización y ajuste macroeconómicos, puede ampliarse en: http:// www.dicc.hegoa.ehu.es/listar/mostrar/151 4
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estructurales e institucionales. Se pretendía lograr una distribución más eficiente de los recursos económicos, tasas más elevadas de crecimiento económico, un incremento más rápido del ingreso y, en consecuencia, una disminución de la pobreza (Instituto de Investigación de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social [UNRISD], 2005). Se esperaba que la aplicación de estas reformas económicas beneficiara a mujeres y hombres, y que el incremento en el acceso femenino al empleo, a los ingresos laborales y a la educación pudiera generar mayor igualdad de condiciones entre los sexos. El análisis de los impactos de estas políticas desde una perspectiva de género puso de manifiesto la relación entre actividades productivas y reproductivas, demostrando:
En Marco (2001) se presenta una bibliografía comentada sobre varios temas, en particular sobre los cambios en las relaciones laborales y en las condiciones de trabajo surgidos a raíz de los programas de ajuste estructural y las transformaciones ocurridas como consecuencia de la internacionalización de los mercados y de su liberalización. https://repositorio.cepal.org/bitstream/ handle/11362/5892/1/S0110847_es.pdf 5
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• la importancia adquirida por las actividades generadoras de ingresos de las mujeres; • la intensificación del trabajo doméstico cuando el presupuesto familiar se reduce; • las dificultades con las que
se enfrentan las mujeres para acceder al mercado debido a sus responsabilidades familiares, y los efectos sobre el uso del tiempo de los recortes presupuestales y la privatización de los servicios sociales5. 3. Ajuste estructural y resultados de estudios empíricos Los resultados de los estudios empíricos contribuyeron a mostrar que estas políticas no propiciaron un entorno favorable para mejorar las condiciones de bienestar de las mujeres ni para superar prejuicios o reducir brechas de género respecto de aptitudes básicas, oportunidades y acceso a recursos (UNRISD, 2005). Se visualizó que los efectos de las políticas no son neutrales en términos de género. Es decir, hombres y mujeres son afectados por estas u otras políticas, pero de distinta manera, debido a los diferentes roles que desempeñan en la sociedad y la economía, a las desigualdades preexistentes en términos de capacidades y porque, en consecuencia, afrontan distintas limitaciones cuando responden a los cambios de políticas económi-
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cas. Varios estudios de caso concluyeron que las políticas de ajuste han tenido efectos adversos sobre los hogares pobres y las mujeres y que, para enfrentarlos, el trabajo reproductivo de las mujeres se vio intensificado (Elson, 1993).
portamiento social y de género y producen resultados que afectan la distribución de costos y beneficios entre clases sociales y entre hombres y mujeres.
La macroeconomía es la rama de la disciplina económica que analiza el comportamiento de Estos estudios también permi- una economía en términos de tieron advertir sobre un aspecto acciones y flujos agregados de no considerado hasta entonces: dinero y bienes y servicios. que la dirección causal entre la macroeconomía y las relaciones El análisis macroeconómico se de género podía moverse en ocupa de la interacción entre dos vías. Así, una línea de análi- mercados altamente agregados: sis, iniciada con el reconocimien- mercado de activos, mercado de to de los efectos no neutrales de bienes y servicios, mercado de las políticas macroeconómicas, trabajo, sector externo y gobierevolucionó para centrarse en los no. Desde la perspectiva macroefectos de retroalimentación que económica estos agregados parelas relaciones de género tenían cen comportarse de manera indesobre el funcionamiento macro- pendiente de las decisiones de económico. los individuos. Sin embargo, las personas tomamos decisiones en 4. Género y macroeconomía: contextos económicos, sociales y análisis de sus interacciones culturales específicos: absorbemos las señales de ese entorno Relacionar género y macroeco- y actuamos en consecuencia, lo nomía parte del supuesto de la que a su vez contribuye a transexistencia de interacciones entre formar ese entorno (Elson, 1998). el sistema económico y las rela- Las relaciones de género tienen ciones de género. Es decir, los un papel importante en la división mercados incluyen y reciben la del trabajo, el ingreso, la riqueza y influencia de las normas de com- los insumos productivos. En par53
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ticular, hombres y mujeres están localizados en sectores y actividades económicas diferentes, específicas de género, entre las que no se pueden desplazar hombres y mujeres con facilidad y en esa medida enfrentan incentivos y coacciones distintas. 5. Los efectos diferenciados de las políticas económicas sobre hombres y mujeres: ejemplos y comentarios Cuando se cambia la distribución de los recursos con el objetivo de aumentar la productividad, suelen transferirse los costos del mercado a los hogares y en ellos a las mujeres, quienes deben amortiguar esos impactos con mayor trabajo no remunerado. Por ejemplo, las reducciones en los servicios sociales públicos obligan a las mujeres a aumentar su participación en las tareas reproductivas (por ejemplo, cuidando a miembros enfermos de la familia que antes pudieron haber estado hospitalizados). Çağatay, Elson y Grown (1995) señalan que las reducciones de los gastos gubernamentales y del consumo privado, el aumento de los precios o la 54
caída de los ingresos de los individuos y los hogares son estrategias que conducen al ahorro forzoso. Sin embargo, para quienes dejan de tener acceso a los bienes y servicios del mercado, el sector doméstico es el último refugio y el trabajo no remunerado puede sustituir al mercado. Estas estrategias de ahorro forzoso pueden llevar a la destrucción de las capacidades humanas, según el esfuerzo que los hogares o el sector doméstico puedan realizar para aumentar la magnitud e intensidad del trabajo no remunerado. La subordinación de las mujeres facilita la producción de ahorro forzoso a través de trabajo doméstico forzoso. Pero la oferta del trabajo no remunerado de las mujeres no es infinitamente elástica. Los hogares no pueden compensar completamente la caída en el acceso a los bienes de mercado a los servicios que proveen las necesidades básicas de la vida sin poner en peligro la salud de las propias mujeres y, en general, las bases de la reproducción social. Por su parte, la mayor carga del trabajo reproductivo significa que
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las mujeres tienen menor capacidad de responder a los incentivos económicos, disminuye la redistribución de los recursos en algunos sectores y los objetivos de las políticas son menos efectivos. Pero, para continuar, retomemos el tema de la retroalimentación que las relaciones de género tienen sobre el funcionamiento macroeconómico. Los resultados obtenidos en los trabajos empíricos sobre el impacto de la igualdad de género en el crecimiento económico difieren según, por ejemplo, la medida de la igualdad (salarios o capacidades). Seguino (2000) analiza los determinantes del crecimiento económico para un conjunto de economías semiindustrializadas orientadas a la exportación en las cuales las mujeres representan la mayor parte del trabajo en el sector exportador. Encuentra que la desigualdad de género que contribuye a los salarios relativamente más bajos de las mujeres fue un estímulo para el crecimiento, a través del efecto sobre las exportaciones, durante 1975-1995. Parte del impacto de 56
la desigualdad salarial de género en el crecimiento se transmite a través de su efecto positivo en la inversión como porcentaje del PIB. Klasen y Lamanna (2009), mediante el uso de regresiones a través de países y paneles, investigan en qué medida las brechas de género en la educación y el empleo (mediante el uso de brechas de género en la participación de la fuerza laboral) reducen el crecimiento económico (1960-2000). Encuentran que las brechas de género en la educación y el empleo reducen considerablemente el crecimiento económico. Se ha visto que las desigualdades de género en términos educativos, a partir de las brechas desfavorables a las mujeres en economías orientadas a exportaciones intensivas en mano de obra femenina, pueden ser un obstáculo para elevar la competitividad. Así, se encuentra una alta correlación entre la educación de las mujeres y las exportaciones (Seguino, 2000).
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Berik, Rodgers y Seguino (2009) examinan las conexiones entre la desigualdad entre grupos y los resultados macroeconómicos, considerando varios canales a través de los cuales el género, el crecimiento y el desarrollo interactúan. El estudio presta importancia a la igualdad tanto de oportunidades como de resultados y parte de la idea de que las desigualdades basadas en el género, la raza, el origen étnico y la clase socavan la capacidad de proporcionar y expandir las capacidades. El estudio explora cómo la macroeconomía actúa como una estructura de restricción para lograr la igualdad de género y, a su vez, cómo las relaciones de género en áreas como la educación y las brechas salariales pueden tener impactos a nivel macro. Además, subrayan que la interacción entre la macroeconomía y las relaciones de género depende de la estructura de la economía, la naturaleza de la segregación laboral, la medida particular de la desigualdad de género y las relaciones internacionales de un país. Finalmente, esboza las políticas para promover la igualdad de género como un objeti-
vo intrínseco y un paso hacia la mejora del bienestar. 6. ¿Es posible incorporar la perspectiva de género en los análisis macroeconómicos? El abordaje de la relación entre políticas macroeconómicas y género ha sido y es uno de los grandes desafíos para el feminismo, en tanto resultan materias difíciles de relacionar en los modelos macroeconómicos tradicionales. Cağatay, Elson y Grown (1995) marcan tres afirmaciones que deberían actuar como puntos de partida para que los enfoques macroeconómicos tomen en cuenta el género: • Aunque las instituciones sociales no tengan, intrínsecamente, un contenido de género, sustentan y transmiten sesgos de género. Los “mercados libres”, en tanto instituciones construidas socialmente, también reflejan y refuerzan las desigualdades de género. • El costo de reproducción y mantenimiento de la fuerza de trabajo en una sociedad determinada sigue siendo invisible mientras la 57
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gama de la actividad económica no incluya el trabajo “reproductivo” (doméstico y de cuidados) no remunerado. Por tanto, el trabajo no remunerado necesita hacerse visible, y el significado económico de trabajo debe ser redefinido para incluir el trabajo reproductivo no remunerado. • Las relaciones de género desempeñan un papel importante en la división del trabajo, la distribución del trabajo, el ingreso, la riqueza y los insumos productivos, con importantes implicaciones macroeconómicas. Esto, también, implica que el comportamiento económico tiene contenido de género. 7. Diferentes abordajes para introducir la perspectiva de género en los modelos macroeconómicos Según Cağatay (2004) estos abordajes pueden resumirse en los siguientes: • Desagregación por sexo: Se incorpora en un modelo macro una variable desagregada por sexo de manera de visualizar la interrelación entre las desigual58
dades de género y los resultados del modelo. El objetivo es destacar las implicaciones de la diferencia de comportamiento entre hombres y mujeres; se intenta mostrar que si los modelos ignoran las diferencias de comportamiento según género, las políticas no producirán los resultados deseados. • Diferencias en los patrones de consumo según sexo: estas diferencias no responden a causas naturales, propias de cada uno de los sexos, sino que surgen de un patrón de vida caracterizado por desigualdades de género persistentes. Estudios de caso encuentran que las mujeres tienen un comportamiento asociado a gastar más en los hijos/ as y en las necesidades del hogar, mientras que el patrón de gastos de los hombres tiende a desviarse hacia los bienes relacionados con el ocio y bienes que son símbolos de estatus. De acuerdo a estos hallazgos, los gastos de las mujeres tenderían a fortalecer las capacidades que son directamente productivas, en tanto que los de los hombres tienden a canalizarse hacia usos “improductivos”. Si estos patrones de
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comportamiento efectivamente pudieran verificarse, sería posible establecer las implicaciones de largo plazo si se distribuye el ingreso hacia las mujeres. En la práctica, las políticas públicas han asumido estas diferencias de comportamiento, lo cual se hace visible en las políticas sociales orientadas a combatir la pobreza. Por ejemplo, las beneficiarias y administradoras de las transferencias monetarias condicionadas son en general las mujeres madres6. • Introducción de la dimensión de género en ciertas variables macroeconómicas. Se parte del supuesto que la forma en que funcionan los mercados de trabajo, de crédito y de bienes se fundamenta en el grado de desigualdad de género existente. De igual modo, la toma de decisiones en el hogar o en los sectores público y privado depende de aspectos específicos de las relaciones de género. Se puede emplear la tasa de ahorro, que tiene una clara dimensión de género, ya que si se considera la importancia relativa de los bienes no monetarizados en la canasta salarial, la distribución del ingreso según género, la tesis
de la “buena madre (patrones de consumo planteados más arriba), probablemente estas decisiones tendrán un impacto no solo en la composición de los gastos de consumo, sino también en la tasa global de ahorro. 8. ¿La amistad, la reciprocidad son importantes para la economía? ¿Es posible considerar lo doméstico como uno de los sectores económicos considerados tradicionalmente? ¿Y si incluyéramos las relaciones interpersonales, la amistad y la reciprocidad como un circuito al lado del comercial y del de ciudadanía? La respuesta afirmativa a estas interrogantes está dada por la propuesta de la economista Diane Elson (1999) que se desarrolla a continuación. El trabajo no remunerado y no mercantilizado que llevan adelante las familias y las comunidades produce fuerza de trabajo y activos no tangibles, como sentido de comportamiento ético, un sentido de ciudadanía, un sentido de lo que es comunicar, todo lo cual permite la formación y el mantenimien-
Sobre los impactos de las transferencias monetarias condicionadas en las desigualdades de género y el empoderamiento económico de las mujeres puede verse en: Duflo, E. (2012), Women Empowerment and Economic Development, Journal of Economic Literature, 50(4), 1051-1079, http:// dx.doi.org/10.1257/jel.50.4.1051 , y Rodríguez Enríquez, C. (2012), Políticas de atención a la pobreza y las desigualdades en América Latina: Una revisión crítica desde la economía feminista, pp. 390-437, en La economía feminista desde América Latina: Una hoja de ruta sobre los debates actuales en la región. Santo Domingo: ONU Mujeres. 6
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to de normas sociales. La fuerza de trabajo se incorpora a los mercados laborales y porta los activos no tangibles que permiten el funcionamiento de los mercados de la vida en sociedad. Picchio (2003) por su parte, plantea que las “energías humanas” se usan como mercancías en el proceso de acumulación de capital y el trabajo doméstico reproduce estas energías como parte integrante de las personas. Externamente a los hogares estas energías se dirigen de la reproducción de las personas, a la producción de mercancías, e internamente a los hogares, la producción de mercancías es el medio y la reproducción el fin. En este sentido, la producción y reproducción forman parte del mismo proceso continuo.
Dollar, D. y Gatti, R. (1999), Gender inequality, income, and growth: are good times good for women? Policy Research Report on Gender and Development. Working Paper Series, 1. Washington, D.C., Banco Mundial; Klasen, S. (2002), Low schooling for girls, slower growth for all? Cross-country evidence on the effect of gender inequality in education on economic development. World Bank Economic Review, 16(3), Washington, D.C., Banco Mundial. 7
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economía. Si esa transferencia de costos es demasiado grande, conducirá a un exceso de trabajo, especialmente para las mujeres, con repercusiones potencialmente adversas para la calidad de los servicios laborales y para la provisión de medios necesarios para la vida. La destrucción de las energías humanas y los valores de aprovisionamiento de la vida también pueden ser provocados por un trabajo remunerado insuficiente, ya que el desempleo y la pobreza tienen un efecto corrosivo sobre los seres humanos y las relaciones sociales. El deterioro de la calidad de los servicios laborales y de los valores de reciprocidad y satisfacción de las necesidades a su vez genera costos para los sectores público y privado, desde el trabajo en equiLas empresas y el Estado partici- po deficiente hasta la delincuenpan en la organización de la pro- cia. ducción, los hogares también lo hacen, forman parte del circuito 9. ¿Cuáles son los efectos de las de la economía, haciendo posible desigualdades de género sobre el funcionamiento de los demás el crecimiento? sectores. La privatización y los recortes en el gasto público, que Diversos análisis empíricos muessuponen aumentos en la eficiencia tran que la desigualdad de génedel uso de los recursos, pueden ro en términos educativos tiene sin embargo transferir los costos un efecto negativo sobre el crede los sectores público y privado cimiento ya que desacelera el (representados en términos mo- crecimiento a largo plazo, miennetarios en las cuentas públicas y tras que encuentran una relación privadas) al sector doméstico. En positiva entre la educación de las este último los costos se pagan mujeres y el crecimiento7. Estos con trabajo no remunerado que estudios parten de los supuesno aparece en las cuentas de la tos de la teoría del capital huma-
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Servicios y bienes mercantilizados
Valores comerciales
Servicios públicos Sector Doméstico
Sector Público Regulaciones
Agotamiento de capacidades humanas y valores de aprovisionamiento
Servicios públicos Sector Privado Regulaciones
Servicios laborales: capacidades físicas, técnicas y sociales
Fuente: Elson (1999).
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no respecto de que la inversión educativa incide en el crecimiento económico debido a que la educación (formal) incrementa la productividad. Vasconez (2017) plantea que este enfoque es cuestionable debido a que la productividad no es observable y los ingresos, así como la demanda de empleo, contienen sesgos de género que no tienen que ver con la dotación educativa. Si bien los análisis muestran que la desigualdad educativa puede ser perjudicial para el crecimiento (se pierde un potencial de mano de obra calificada), no necesariamente revelan que si las mujeres invierten en educación (o alcanzan un mayor nivel educativo) tendrán mayores ingresos y accederán a trabajos de mayor productividad. Otra vía de impacto de la desigualdad educativa respecto del crecimiento económico, analizada a través de estudios con datos transversales para varios países, está constituida por las externalidades que la educación de las mujeres genera a través de menores tasas de fecundidad, mortalidad infantil y educación de la generación futura, Cavalcanti 62
y Tavares (2008); la alta fecundidad también puede reducir la tasa de ahorro de largo plazo y la inversión en educación y salud. La desigualdad de género en el empleo ha sido estimada a partir de las brechas salariales y el crecimiento y se han obtenido diferentes resultados: • Las brechas en el empleo en presencia de salarios más bajos de las mujeres pueden reducir el crecimiento, porque se pierde la oportunidad de utilizar la mano de obra más barata como ventaja competitiva (Seguino, 2000). En este caso, la desigualdad salarial —y no la igualdad— es eficiente. Esto coincide con la evidencia de crecimiento de algunos países, entre ellos los latinoamericanos, que han experimentado periodos de crecimiento acompañados de desigualdad, reducción del salario real o desempleo (este es el caso, por ejemplo, de los países del área andina en los primeros años de la década de 2000). No obstante, no hay suficientes estudios empíricos que respalden esta argumentación.
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• Blecker y Seguino (2002) encuentran que mayores salarios pueden estimular el consumo agregado (asumiendo una mayor propensión al consumo de las trabajadoras que de los capitalistas) y producir un estímulo en la demanda agregada. Estos salarios, no obstante, también pueden generar incrementos en los precios de las exportaciones, en cuyo caso la demanda exportable decrece. Además, los salarios elevados reducen las ganancias en el sector, lo que puede resultar en un descenso de la inversión. Este efecto de demanda negativo (en exportaciones e inversión) es potencialmente mayor que el estímulo en consumo, en especial si las exportaciones son elásticas al precio (como sucede con los productos básicos). • Vasconez (2017) analiza la relación entre la feminización del mercado laboral —entendida como el incremento de la relación de participación laboral y las horas ofertadas de las mujeres en el mercado— y el crecimiento económico en cinco países de América Latina. En el trabajo se calculan funciones de oferta de
trabajo y se incluyen las horas ofertadas, las tasas de feminización y los salarios estimados en funciones dinámicas de crecimiento económico. Las conclusiones apuntan a que la feminización laboral tiene una relación positiva con el crecimiento, no así el incremento de las horas ofertadas. 10. Reflexiones finales El género se entiende cada vez más como una variable endógena que da forma a los procesos de mercado en términos de acceso y control sobre los recursos, la educación y los ingresos, y condiciona las opciones de las personas. Las relaciones de género tienen un papel importante en la división del trabajo, el ingreso, la riqueza y los insumos productivos. Las personas tomamos decisiones en contextos económicos específicos: absorbemos las señales de ese entorno y actuamos, lo que a su vez contribuye a transformarlo. Existe una conexión entre producción y reproducción que se 63
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devela a través de un análisis de las instituciones y de las relaciones sociales, entre ellas las de género. El análisis de género debería contribuir a entender cómo las relaciones de género imponen restricciones al comportamiento de los modelos macro y no solamente como método para evaluar resultados. Los efectos de las estrategias y medidas macro resultarán más favorables y acertados para las personas si se basan en una estimación lo más correcta posible de su situación y sus motivaciones, pero además las instituciones están impregnadas de relaciones de poder de género. Las políticas macroeconómicas, por lo general, tienen sesgos de género en sus efectos y las desigualdades de género tienen implicaciones macroeconómicas. Esto es, existe una causalidad explícita entre la desigualdad de género y los mercados y otras instituciones, pero también la desigualdad de género es un resultado. Es central incorporar la modelización de la economía reproductiva. El trabajo, como variable 64
agregada, no puede ser tratado como un factor de producción que no se produce. El trabajo es un factor “producido”, por lo tanto, requiere trabajo y bienes previos para existir. El costo de reproducción de la fuerza de trabajo no debe seguir siendo invisible en el funcionamiento de la economía. Esto nos brinda una oportunidad más de integrar la cuestión del género a la teoría macroeconómica. La igualdad de género debe considerarse dentro de los objetivos clásicos de la política macroeconómica de bajar la inflación, lograr equilibrios externos, reducir el desempleo, promover el crecimiento económico. Este último puede ser necesario, pero no suficiente para las transformaciones. Las desigualdades de género suponen una pérdida de recursos productivos para avanzar en el bienestar social. La economía feminista rechaza que el crecimiento económico resuelva automáticamente las desigualdades de género. Por tanto, las políticas deben estimular cambios culturales hacia actitudes y prácticas equitativas en combinación con el crecimiento económico.
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Cuatro tesis económicas sobre los cuidados Corina Rodríguez Enríquez Investigadora Independiente del Conicet en el Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (CIEPP)
SÍNTESIS El tema de los cuidados ha ido crecientemente permeando el análisis económico. En este artículo desarrollo cuatro tesis en torno a los cuidados. La primera sostiene que el trabajo de cuidado constituye un pilar del sistema económico y que, por ello, debe ser visibilizado, reconocido y eventualmente recompensado. La segunda tesis proclama que la organización social de los cuidados es un vector de reproducción de desigualdad socio-económica que debiera ser transformado si pretendemos vivir en una sociedad más justa. La tercera afirma que invertir en el sector de los cuidados puede ser económicamente eficiente y contribuir a la recuperación económica, pero que esto sucede en ciertas circunstancias y conlleva disputas específicas por los recursos. Y, finalmente, la cuarta y última tesis asevera que todo lo anterior será insuficiente si no abordamos el conflicto capital-vida, lo que implica construir desde la mirada de los cuidados un sistema económico y social diferente.
ÍNDICE 1. Introducción 2. Los cuidados sostienen al sistema económico 3. La organización social de los cuidados es un nudo básico de reproducción de desigualdad 4. Invertir en cuidados puede ser económicamente eficiente y contribuir a la recuperación económica 5. Las políticas de cuidado serán insuficientes si no abordamos el conflicto capital-vida
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I. Introducción La cuestión de los cuidados ha venido extendiendo su penetración en el análisis económico. De la mano de la perspectiva de la economía feminista, comenzó a circular en la agenda económica, activista y de política pública. En el presente artículo me propongo discutir cuatro tesis económicas sobre los cuidados, entendiendo por tales a afirmaciones que se busca sostener con la evidencia, el análisis y la reflexión. En el desarrollo de estas tesis expondré el estado del debate y recogeré lo que considero son los aspectos centrales que nos permiten avanzar una agenda progresista de los cuidados, que sitúa a las políticas públicas en el centro de un proceso de transformación pero que no se agota en ellas. Por el contrario, marca sus límites y la necesidad de ampliar la mirada. El artículo se organiza con cuatro secciones que desarrollan cada una de las tesis. Antes de comenzar con su desarrollo, una breve referencia al propio concepto de cuidados. En la literatu72
ra encontramos diferentes aproximaciones conceptuales. Las más restrictivas definen a los cuidados como las actividades de asistencia directa a personas que por su edad o condición física o mental lo requieren para las necesidades de la vida cotidiana. En esta perspectiva, el cuidado queda restringido a una actividad interpersonal vinculada a la noción de dependencia. Esta mirada, más prevaleciente en la literatura anglosajona, se fue ampliando y cobrando nuevos límites en el debate latinoamericano. Aquí la noción de cuidados refiere más ampliamente a aquellas actividades necesarias para la reproducción cotidiana de la vida, que involucra el cuidado directo de personas en condición de dependencia o no, y que abarca también al trabajo doméstico, imprescindible para que el cuidado interpersonal pueda suceder. Algunas nociones aún más amplias sugieren incluir también en el concepto al propio cuidado de la naturaleza, ya que consideran que la preservación del ambiente en que se vive es clave para sostener la vida.
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En el debate argentino hay consenso en reconocer al cuidado como una necesidad. Se comparte la idea de que los seres humanos somos vulnerables y tenemos necesidades de cuidado, de distinta característica e intensidad, a lo largo de la vida. Somos interdependientes y simultáneamente personas cuidadas y que cuidan.
La noción del cuidado como necesidad, como trabajo y como derecho es una plataforma potente para discutir las dimensiones económicas de los cuidados, que se resume en las próximas cuatro tesis. 2. Los cuidados sostienen al sistema económico
En los últimos años se han gestado a nivel internacional los paros internacionales de mujeres, coincidentes con la celebración del “día de la mujer” cada 8 de marzo. En este marco se utiliza la consigna “las mujeres movemos al mundo, hoy lo paramos”. Esta idea se sostiene en un argumento, que desde miradas feministas se viene impulsando hace décadas, que afirma que el trabajo de cuidados no remunerado está en la base del funcionamiento del Finalmente, también existe a- sistema económico. cuerdo en considerar al cuidado como un derecho, tanto a reci- Recuperando el debate histórico bir cuidados como a brindarlos, de los feminismos1, en particular como también a elegir los arre- el surgido en el diálogo entre feglos de cuidados que preferimos. minismos y marxismo, la economía La noción de derecho habilita la feminista argumenta que el traposibilidad de exigir que el mis- bajo de cuidados no remunerado mo se garantice, y ubica al Estado cumple un rol económico sistémicomo responsable de tal garantía. co fundamental: el de producir También se reconoce al cuidado como un trabajo. Es decir, como una actividad que requiere tiempo y esfuerzo físico y mental. Las actividades de cuidado se dan en el marco de relaciones interpersonales, muchas veces relaciones de familiaridad y afecto. Pero este carácter “amoroso” del cuidado, convive con la carga que representa en la vida de las personas que lo realizan.
Para un recorrido de estos debates históricos ver Gardiner (1997). 1
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fuerza de trabajo. Si no existiese la dotación enorme de trabajo de reproducción cotidiana de la vida que se da en el ámbito privado de los hogares, no habría fuerza de trabajo disponible para ser contratada por el capital y producir bienes y servicios con valor económico en el mercado. El trabajo doméstico y de cuidados no remunerados no solamente garantiza la existencia cotidiana de esta fuerza de trabajo, sino que además la exime (total o parcialmente) de asumir responsabilidades de cuidado con aquellas personas con las que convive. Además de producir y reproducir cotidianamente a la fuerza de trabajo presente, el trabajo de cuidados garantiza la supervivencia cotidiana de las personas que ya han transitado su vida en el espacio de la producción (la fuerza de trabajo pasada) y la que lo hará en tiempos próximos (la fuerza de trabajo futura).
Esta tesis es desarrollada por varias autoras y formalizada claramente por Picchio (2001). 2
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que esta fuerza de trabajo luego se incorpora en el valor económico de los bienes y servicios que produce, entonces podemos concluir que el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado tiene en sí mismo valor económico, porque contribuye a generarlo2. En base a esta idea, desde hace un tiempo se vienen promoviendo ejercicios de estimación de la contribución económica del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado, basados en valorizar monetariamente el tiempo que las personas destinamos al mismo. Como cualquier ejercicio de valorización, se requiere de la cantidad y de su “precio”. En este caso, las cantidades surgen de las encuestas de uso del tiempo, que indagan sobre el tiempo que las personas destinamos a las diferentes actividades. Considerando que se trata básicamente de tiempo de trabajo, el “precio” que se le asigna al mismo surge de la evidencia empírica, es decir de la remuneración al trabajo que ocurre en la realidad.
Si consideramos que la fuerza de trabajo tiene incorporada en Metodológicamente se suelen utisí misma este trabajo doméstico lizar dos alternativas. La primera y de cuidados no remunerado, y es considerar que el valor mone-
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tario del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado equivale a lo que nos costaría comprarlo. En este caso, el valor de referencia es el salario promedio de las actividades de cuidado remuneradas3. La segunda alternativa es considerar que el valor monetario del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado equivale a lo que dejamos de percibir en el mercado por destinar el tiempo a dichas tareas. En este segundo caso, el valor de referencia sería el ingreso laboral promedio de personas que se parecen en sus características (por ejemplo, sexo, edad, nivel educativo, lugar de residencia) a las personas que realizan el trabajo no remunerado.
culares surgido de la encuesta permanente de hogares (del cuarto trimestre de 2019), se estimó que este trabajo equivale monetariamente al 15,9% del PBI.
En Argentina, recientemente se ha realizado el primer ejercicio de estimación del valor monetario del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado4. Utilizando como fuente para la estimación de la cantidad de tiempo destinado a este trabajo el módulo de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado relevado por el INDEC en el año 2013, y como “precio” el ingreso promedio de las trabajadoras de casas parti-
Estos ejercicios de valorización monetaria no están exentos de debate. A favor de realizarlos se argumenta que los mismos permiten visibilizar a estas tareas históricamente invisibilizadas y dar una idea de magnitud de las mismas. Asimismo, se sostiene que poner esta discusión en términos monetarios y económicos, facilita el diálogo con actores que prefieren este registro narrativo (por ejemplo, los hacedores
Este resultado demostraría que el sector de los cuidados es el que realiza el principal aporte a la economía argentina, ya que su contribución supera a la de todos los otros sectores económicos. En efecto, mirando el aporte al PBI de los sectores que en ese mismo período realizaron la mayor contribución, la industria se ubica con el 13,2%, el comercio con el 13,0% y las actividades empresariales e inmobiliarias con el 9,9%, todas debajo del aporte que realizan los cuidados no remunerados.
Las estimaciones realizadas con esta metodología pueden ser generalistas, con lo cual el valor de referencia será el ingreso laboral promedio del conjunto de actividades remuneradas de cuidado o de un conjunto seleccionado de las mismas, o bien especializadas, con lo cual se les atribuirá a las horas de trabajo no remunerado destinadas a las diferentes actividades de cuidado, los ingresos laborales promedio de esas actividades especializadas. Por ejemplo, a las horas de trabajo no remunerado destinadas al trabajo doméstico, se las valorizará según el salario promedio de las trabajadoras de casas particulares; a las horas de trabajo destinadas al cuidado directo de niños y niñas, se las valorizará según el ingreso laboral promedio de las personas que trabajan como docentes en el nivel inicial y/o primario; a las horas destinadas al trabajo de cuidado de personas mayores, se las valorizará según el ingreso promedio de las cuidadoras domiciliarias remuneradas, y así sucesivamente. 3
DEIG (2020).
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de políticas públicas). Finalmente, se afirma que estas estimaciones permitirían corregir las cuentas nacionales (hoy limitadas a los espacios económicos mercantilizados) y dar una idea más precisa (de la que, por caso, provee el indicador de Producto Bruto Interno) del bienestar generado por una sociedad.
Aunque es evidente que sí lo conseguirían de manera indirecta al informar a las políticas públicas en el campo. 5
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En la vereda opuesta, hay quienes argumentan que estos ejercicios son trabajosos y costosos y que por sí mismos no conllevan a un mejoramiento en las condiciones materiales de vida de las mujeres o a una reducción en las brechas de desigualdad5. Asimismo, quienes miran estos ejercicios críticamente, sostienen que es imposible darle un valor económico al trabajo de cuidados no remunerados. Por caso, ¿cuál sería el valor monetario del amor de una madre o padre por su hijo o hija? Finalmente, desde esta mirada, se sostiene que estos ejercicios conllevan a pensar en los cuidados desde un registro mercantilizante, y en ese sentido erosionan la proposición (propia de la economía feminista) de la necesidad de descentrar a los mercados y poner en el
centro del análisis económico la sostenibilidad de la vida. El debate se centra en la estrategia porque, como señalábamos anteriormente, desde miradas de género y feministas el consenso es extenso en señalar que, en efecto, los cuidados están en la base del funcionamiento del sistema económico porque producen y reproducen fuerza de trabajo, porque garantizan el bienestar efectivo de las personas cada día y porque resuelven allí donde los mercados excluyen. En definitiva, porque garantizan la sostenibilidad de la vida. 3. La organización social de los cuidados es un nudo básico de reproducción de desigualdad El concepto de organización social de los cuidados (OSC) refiere a la manera en que la sociedad resuelve sus necesidades de cuidado a través de la interacción de cuatro actores: los hogares, el Estado, el mercado y la comunidad. Desde miradas feministas y a partir de la evidencia (que por ahora sigue siendo parcial y desinte-
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grada) se puede afirmar que en su forma actual la organización social de los cuidados es injusta y vector de reproducción de desigualdad. Es injusta porque las responsabilidades de cuidado están desigualmente distribuidas. Y lo están no sólo entre varones y mujeres (hablando en los términos binarios que por ahora nos permiten las estadísticas), sino también entre los actores del cuidado: hogares, Estado, mercado y comunidad.
que resultan insuficientes. • Asimismo, el Estado es proveedor de servicios de cuidado, pero también de manera acotada, concentrado en ciertas dimensiones del cuidado (por caso, provee mucho más a niños y niñas que a personas mayores o con discapacidad). La provisión de servicios de cuidado resulta insuficiente a las necesidades sociales.
• El mercado provee servicios de cuidado onerosos, que por lo misEn grandes líneas pueden mo son accesibles sólo a ciertos señalarse las siguientes carac- segmentos de la población. terísticas que califican a la organización social del cuidado como • Las empresas, como parte del injusta: mercado en la OSC, atienden de manera muy parcial e insuficiente • La mayor parte de las necesi- las necesidades de cuidado de dades de cuidado se siguen sus trabajadores y trabajadoras. resolviendo en el ámbito privado de los hogares y, dentro de éstos, • Las condiciones laborales de las a través del trabajo doméstico y ocupaciones del cuidado, si bien de cuidado no remunerado que diversas entre sí, presentan una las mujeres seguimos haciendo alta incidencia de precariedad, en mucha mayor proporción. informalidad y bajos salarios, particularmente en lo relativo a las • El Estado participa en el cuida- tareas remuneradas en casas pardo a través de regulaciones (por ticulares, y a la asistencia domiciejemplo, en materia de licencias o liaria para el cuidado de personas. en materia de aspectos del cuidado en las relaciones laborales) • La alta incidencia de población 77
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migrante, cuya condición legal, social y económica es de por sí muchas veces más desaventajada, incrementa la vulnerabilidad laboral en estas ocupaciones. • La organización comunitaria del cuidado es clave para garantizar la supervivencia cotidiana de los sectores populares. Las condiciones en que el cuidado se resuelve allí son también de gran precariedad y vulnerabilidad. Estos rasgos hablan con contundencia de la injusticia de la organización social de los cuidados. Pero además, funcionan como nudos de reproducción de desigualdad. Ilustraré este punto para el caso de Argentina con tres ejemplos.
A fines de 2021 el INDEC llevó adelante el relevamiento de la primera encuesta nacional de uso del tiempo. Se espera que los resultados de la misma estén disponibles a mediados de 2022. 6
Sobre las limitaciones metodológicas y operativas de este módulo, ver Rodríguez Enríquez (2015). 7
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El primero refiere al uso del tiempo en las actividades domésticas y de cuidado no remuneradas. En Argentina no tenemos aún una encuesta de uso del tiempo de cobertura nacional con información disponible6. El único dato que tenemos de nivel nacional es el que provee el módulo de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que se montó sobre la Encuesta Permanente de Hogares en el tercer trimestre del año 2013. Si bien es un instrumento limitado7 y realizado hace ya
bastante tiempo, nos da un primer pantallazo contundente de la distribución del uso del tiempo. La brecha de género se manifiesta con claridad. Como lo muestra la información agregada, mientras casi el 90% de las mujeres declaran realizar tareas domésticas y de cuidado no remuneradas, este porcentaje se reduce a menos del 60% en el caso de los hombres. Mientras las mujeres destinan en promedio 6,4 horas diarias al conjunto de estas tareas, los hombres destinan la mitad: 3,4 horas diarias en promedio. Estas diferencias van tomando matices específicos cuando desagregamos la información según edad, presencia o no de niños y niñas en el hogar, situación ocupacional de las personas adultas del hogar, tiempo de trabajo dedicado a actividades remuneradas, entre otras. Pero en la evidencia en la que quiero detenerme es en la que muestra lo que sucede cuando miramos los hogares según su posición socioeconómica. En la Tabla 1 se muestra el indicador de uso del tiempo (horas diarias promedio) desagregado para varones y mujeres según el quintil de ingreso per cápita del hogar al que pertenecen.
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La Tabla 1 nos muestra tres evidencias básicas. En primer lugar, la brecha de género en la dedicación de tiempo al trabajo no remunerado atraviesa los estratos socio-económicos. En segundo lugar, los hombres de los distintos estratos económicos destinan en promedio tiempos muy similares al trabajo no remunerado. En tercer lugar, la relación que existe entre posición económica y dedicación al trabajo de cuidado no remunerado se hace evidente para las mujeres. En efecto, mientras que las mujeres que viven en los hogares de menores ingresos dedican 8,1 horas diarias promedio al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado, las
mujeres que pertenecen al 20% de los hogares de mayores ingresos dedican 3. Esta situación probablemente se explica por tres factores: i) los hogares de menores ingresos son más numerosos y presentan mayores demandas de cuidado (por tener en promedio mayor cantidad de hijos e hijas), ii) la debilidad de la oferta de servicios públicos de cuidado hace muy difícil para las mujeres con menores ingresos derivar cuidado a instancias extra-domésticas, y iii) frente a lo anterior, la opción reside en la posibilidad de comprar cuidado, disponible para las mujeres que viven en hogares de mayores ingresos.
Tabla 1: Tiempo diario promedio destinado al trabajo doméstico y de cuidado, en horas. Total de aglomerados urbanos de Argentina, 2013.
Fuente: Elaboración propia basada en microdatos del módulo de TNR - EAHU. ** El número de observaciones es insuficiente para realizar la estimación. 79
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Es decir, la forma en que se organiza el cuidado está íntimamente relacionada con la estratificación económica, y ambas se retroalimentan. La OSC funciona en sí misma como mecanismos de reproducción de la desigualdad. El indicador utilizado es el de asistencia a establecimientos de educación inicial, tanto de gestión pública como de gestión privada. 8
Sigo aquí a Rodríguez Enríquez (2018).
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expuesto, refiere al acceso a servicios de cuidado. Para relacionarlo con el dato disponible de uso del tiempo, presentamos información también correspondiente al año 2013. La Tabla 2 nos muestra un indicador aproximado de acceso a servicios de cuidaEl segundo ejemplo en esta mis- do8, y nos permite observar dos ma línea, que de hecho resulta el aspectos fundamentales9. complemento del primer ejemplo
Tabla 2: Asistencia a establecimientos educativos, por edad y quintil de ingresos del hogar, en porcentaje. Total de aglomerados urbanos de Argentina, 2013.
Fuente: Elaboración propia sobre la base de datos de la EPH-INDEC. 80
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En primer lugar, la diferencia en el acceso a servicios de cuidados según la edad de los niños y niñas. En efecto, para el tramo de 0 a 2 años, la tasa de asistencia es en todos los casos inferior al 8%. La misma va subiendo con la edad, y allí comienza a ponerse en evidencia el segundo aspecto a señalar: la diferencia en el nivel de asistencia para los niños y niñas de 3, 4 y 5 años de edad, según el estrato económico de pertenencia.
mación, las diferencias en la tasa de asistencia por quintil de ingreso son marcadas. A los 4 años, mientras casi todos los niños y niñas (95,8%) que viven en hogares del 20% de mayores ingresos de la población asisten a establecimientos educativos, este porcentaje se reduce a menos de 65% para los niños y niñas que viven en los hogares pertenecientes al 20% de la población de menores ingresos. Para el grupo de 3 años la diferencia va del casi 48% para el quintil 5, al 25% para En el año 2013, en Argentina la el quintil 1. educación básica era obligatoria a partir de los 5 años10. Esta re- Esta evidencia pone de manigulación tiene un evidente impac- fiesto cómo ante la insuficiento en la tasa de asistencia. Como cia de los servicios públicos de puede verse, para los niños y niñas cuidado (de educación inicial en de 5 años, la tasa de asistencia este caso), la posibilidad de accees muy elevada, superior al 90% der a los mismos está mediada para todos los estratos económi- por el mercado y, por tanto, más cos. En cambio, en el grupo de 3 accesible cuanto mayor es el niy 4 años, de educación no obli- vel de ingreso de los hogares. En gatoria al momento de esta infor- Argentina, para los niños y niñas
A partir del año 2015, la obligatoriedad educativa se extendió a los 4 años de edad. 10
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que viven en hogares de menores ingresos existen opciones asistenciales compensatorias (Centros de Desarrollo Infantil, Centros de Primera Infancia), que extienden parcialmente la cobertura y pueden eventualmente resolver algunas necesidades de cuidado, pero que al tener justamente un carácter asistencial, con menor calidad en la prestación del servicio (por no tener una currícula educativa, y porque la formación de quienes asisten a los niños y niñas en estos establecimientos es menor), profundizan la fragmentación del sistema.
por maternidad, que es el beneficio de la protección social que permite a las mujeres que paren tomarse una licencia pero sosteniendo la percepción de sus ingresos laborales. Lo que sucede en Argentina es que depende cuál sea mi tipo de inserción laboral, será el tipo de licencia que me corresponda. Si soy, como la mayoría de las mujeres ocupadas, una persona asalariada registrada, me corresponde el beneficio tal como lo establece la ley de contrato de trabajo: 90 días. Vale decir que este umbral está por debajo del estándar que sugiere la OIT, pero además es más bajo que el que ofrecen la mayoría de las jurisdicciones públicas. En efecto, si soy una trabajadora asalariada registrada en el sector público, mi licencia puede extenderse desde los 90 hasta los 210 días, dependiendo que se trate de nivel nacional o provincial, y dentro de este último dependiendo de qué provincia se trate.
El tercer y último ejemplo que quería traer para dar cuenta de cómo las instituciones de cuidado pueden en la práctica contribuir a reproducir la desigualdad, refiere a las licencias laborales vinculadas con responsabilidades de cuidado. El argumento principal aquí es que en Argentina opera lo que podríamos llamar la lotería de los cuidados, donde el número ganador o perdedor está dado por el tipo de inserción ocupacional que se tenga. Ahora bien, si mi inserción ocupacional es más precaria, tamTomemos el caso de la licencia bién lo es mi acceso al benefi82
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cio de la licencia por maternidad remunerada. Por ejemplo, si soy una trabajadora independiente o por cuenta propia monotributista, directamente no tengo acceso a este beneficio. Lo que significa que, en el momento del nacimiento o adopción de un hijo o hija, donde las necesidades materiales se incrementan, mi ingreso puede reducirse a cero. O, alternativamente, los días de licencia serán los menos posibles. Todo lo cual no hace más que reproducir las condiciones de desigualdad de base.
4. Invertir en cuidados puede ser económicamente eficiente y contribuir a la recuperación económica La necesidad de políticas públicas como base para la transformación de la organización social de los cuidados, conlleva a la disputa por los recursos para llevarlas a cabo. Frente a la resistencia inicial que suelen presentar quienes manejan los presupuestos públicos se han venido desarrollando argumentos económicos a favor de las políticas de cuidado. La idea básica sostiene que implementar políticas de cuidado es necesariamente costoso en términos fiscales, pero que no implementarlas también tiene costos socio-económicos (que a su tiempo pueden transformarse también en costos fiscales).
Todo lo dicho aquí abona un argumento que venimos reiterando insistentemente. Si aspiramos a vivir en una sociedad más justa, necesitamos transformar en un sentido de mayor paridad e igualdad la organización social del cuidado. Y esto debería ser parte de no solamente de la agenda de las mujeres o de las feministas. Como desarrollamos en RodríDebiera ser una prioridad en cual- guez Enríquez (2013) existen dos quier agenda social por la justicia. dimensiones donde la injusta OSC y sus implicancias en términos de El rol de las políticas públicas para obstáculo para la participación de esta transformación puede ser las mujeres en el mercado laboral imprescindible. Sobre esto refle- tienen consecuencias económixionamos en la próxima sección. cas. Por un lado, la que se expre-
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sa en el nivel macro a través de la sub-utilización de la fuerza de trabajo de las mujeres, expresada en la menor tasa de actividad y el menor tiempo dedicado en promedio al trabajo remunerado, como consecuencia de las dificultades de conciliar la vida laboral con las responsabilidades de cuidado. Por otro lado, la que se expresa a nivel micro, en la pérdida de productividad derivada de los problemas de ausentismo, rotación y estrés en las condiciones laborales de las personas en el esfuerzo por conciliar ambos aspectos de la vida. La sub-utilización de fuerza de trabajo es problemática en varios sentidos. En primer lugar, porque la economía opera en un nivel sub-óptimo ya que no utiliza completamente los recursos con los 84
que cuenta (en este caso, fuerza de trabajo de las mujeres) y por lo tanto produce (y distribuye) menos de lo que podría. Esta situación se asocia con bajo ritmo de crecimiento económico de largo plazo. Esto es así porque la fuerza laboral es importante como factor productivo (y de costo) y como factor de demanda, ya que el mercado local es un locus importante para la colocación de la producción. La sub-ocupación de la fuerza laboral es considerada entonces un impedimento para dinamizar el crecimiento. Los bajos ingresos que percibe una parte importante de la población en auto-empleos u ocupaciones de baja productividad e ingresos, o los ingresos nulos provenientes del desempleo o de la inactividad no logran generar este circuito dinámico desde la demanda
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(donde la demanda favorecería Por lo tanto, la sub-utilización un incremento de la producción). estructural de la fuerza de trabajo profundiza las restricciones para En segundo lugar, la sub-uti- superar los problemas de pobrelización de fuerza de trabajo es za, que sigue siendo un proproblemática porque el empleo se blema severo en América Latiha constituido en las economías na. Remover los obstáculos para capitalistas en la principal fuen- una participación plena de las te de ingresos, de acceso a dere- mujeres en la vida laboral es indischos sociales y reconocimiento pensable para mejorar la calidad social del trabajo de las perso- material de vida de la población, nas. De esta forma, la existencia reducir la pobreza y la exclusión de fuerza de trabajo excedente socio-económica. en sus distintas manifestaciones (ocupaciones en actividades de Simultáneamente, la permanenbaja productividad, ocupaciones cia y extensión de situaciones involuntariamente a tiempo par- de pobreza en personas y hocial, el empleo asalariado no regis- gares redunda en costos indivitrado, el desempleo, la inactividad duales y sociales derivados de la involuntaria) implica además per- exclusión. Los costos individuales sonas que no acceden a un nivel recaen sobre las personas que se adecuado de ingreso, a las cober- alejan cada vez más de acceder turas sociales y al reconocimiento a empleos, desactualizando sus de la utilidad social de su trabajo. conocimientos y aprendizajes. 85
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Los costos sociales recaen en los Estados que deben asignar mayores proporciones de gasto social para asistir a la pobreza. El argumento económico central consiste en que las pautas culturales y la lógica económica (que distribuyen inequitativamente las responsabilidades domésticas, limitando la inserción de las mujeres en el empleo) así como los distintos mecanismos de segregación existentes en el mercado laboral derivan en una sub-utilización del factor productivo fuerza de trabajo de las mujeres. Esto implica una pérdida de productividad en el nivel macroeconómico, con consecuencias negativas en el desempeño de las unidades productivas y en la dinámica de crecimiento económico de los países.
Ver en esta línea ONU-Mujeres y Cepal (2020) y Cepal (2021). 11
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Estas consideraciones han ganado nuevo vigor en el actual contexto donde se discuten alternativas para acelerar la recuperación económica después de la crisis generada por la pandemia de Covid. Invertir en el sector de los cuidados en el actual contexto permitiría simultáneamente atender a las presiones a favor del crecimiento económico, pero también operar sobre los nudos
de reproducción de desigualdad que implicaron, entre otras cosas, el impacto diferencial que esta crisis tuvo en los distintos estratos económicos. Invertir en los cuidados permitiría recuperar la economía: creando empleos dado el carácter empleo-intensivo de estas actividades, generando ingresos que podrían recuperar los niveles de demanda, impulsando por tanto la actividad productiva y, a su tiempo, la recaudación impositiva derivada de esta recuperación. Pero a su vez, permitiría que esa recuperación no nos lleve al punto de partida inicial de esta crisis, sino a un horizonte transformando la sociedad en una más paritaria e igualitaria, que incluso podría por lo mismo enfrentar de mejor manera futuras crisis11. 5. Las políticas de cuidado serán insuficientes si no abordamos el conflicto capital-vida Lo anterior nos deposita en la última tesis económica que queríamos desarrollar. Como argumentamos en las secciones anteriores, avanzar políticas de cuidado puede ser el inicio de un proceso que comience a desarmar nudos básicos de reproducción
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de desigualdad. En efecto, redistribuir los tiempos de cuidado puede ampliar los proyectos de vida de las personas. Invertir en cuidados puede simultáneamente servir a garantizar el derecho al cuidado y dinamizar la economía. Políticas de cuidado que promuevan también transformaciones culturales pueden acelerar procesos que habiliten relaciones sociales más igualitarias.
comunidades de sus territorios.
Todo lo anterior, alineado con una concepción amplia de los cuidados, puede ir, en efecto, operando un cambio paradigmático que ubique en el centro de las preocupaciones a la sostenibilidad de la vida antes que al funcionamiento de los mercados.
Qué chances hay de propiciar inversiones en cuidado cuando advertimos la restauración del paradigma de la austeridad, ahora bajo la narrativa de la consolidación fiscal, que lo que propicia es la acumulación de recursos para el pago de la deuda.
Pero estos procesos encontrarán su límite si no nos proponemos simultáneamente abordar el conflicto central de nuestras sociedades: el que enfrenta la lógica de acumulación de capital con la lógica de la sostenibilidad de la vida.
En fin, ¿qué horizonte tiene una agenda de los cuidados que amplíe las posibilidades de poner en el centro la sostenibilidad de la vida, cuando imperan lógicas económicas ecocidas?
Por caso, cómo promover una mejor articulación entre las formas comunitarias de organizar el cuidado, si simultáneamente se promueve una estrategia de desarrollo que desplaza a las
Qué sentido tendría promover mecanismos para redistribuir los tiempos de cuidado, que liberen tiempo de las mujeres para que puedan entonces dedicarlo, por ejemplo, a participar en el mercado laboral y en actividades económicas, si simultáneamente impulsamos lógicas productivas que generan poco y mal empleo.
Enfrentar el conflicto capital-vida implica pensar una agenda de los cuidados que propicie la transformación no sólo de la organización social de los cuidados, sino de todo el sistema que ha venido ayudando a sostener.
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Referencias bibliográficas Cepal (2021). Hacia la sociedad del cuidado. Los aportes de la Agenda Regional de Género en el marco del desarrollo sostenible. Santiago: Cepal. ONU Mujeres y Cepal (2020). Cuidados en América Latina y el Caribe en tiempos de Covid 19. Hacia sistemas integrales para fortalecer la respuesta y la recuperación. Panamá: Onu-mujeres. Rodríguez Enríquez, C. (2013). “Organización social del cuidado y políticas de conciliación: una perspectiva económica”. En: L. Pautassi y C. Zibecchi (coords) Las fronteras del cuidado. Agenda, derechos e infraestructura. Buenos Aires: ELA - Biblos. Rodríguez Enríquez, C. (2018). “Economía del cuidado y desigualdad en América Latina: avances recientes y desafíos pendientes”. En: C. Carrasco Bengoa y C. Díaz Corral (eds) Economía feminista: desafíos, propuestas, alianzas. Buenos Aires: Madreselva Editorial. Rodríguez Enríquez, C. (2015). “El trabajo de cuidado no remunerado en Argentina. Un análisis desde la evidencia del módulo de Trabajo no Remunerado”. Buenos Aires: ELA-CIEPP-ADC. Serie de documentos de trabajo Políticas Públicas y Derecho al Cuidado Nro. 2. DEIG (2020). “Los cuidados: un sector económico estratégico”. Buenos Aires: Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía. Picchio, A. (2001). ”Un enfoque macroeconómico “ampliado” de las condiciones de vida”. Barcelona: Ediciones UB. Gardiner, J. (1997). Gender, Care and Economics. Londres: Mac Millan Press.
Presupuestos con Perspectiva de Género: qué son, qué objetivos persiguen y cuáles han sido los avances en Argentina María Eugenia David Du Mutel de Pierrepont Directora de Estudios, Análisis y Evaluación de la Oficina de Presupuesto del Congreso de la Nación (OPC)
SÍNTESIS Los Presupuestos con Perspectiva de Género (PPG) han adquirido con el paso del tiempo gran relevancia dentro de la agenda pública y gozan de una destacada aceptación por su contribución al cierre de brechas entre los géneros, las que aún están presentes en los diversos planos de la vida social y económica y alejan a las mujeres y personas de identidades diversas de la satisfacción plena de sus derechos. En los últimos años en Argentina ha habido importantes avances en la incorporación de la perspectiva de género en el Presupuesto Nacional. Actualmente se cuenta con un mayor número de políticas que incorporan el análisis por género en su formulación, utilizándose etiquetas para facilitar su visualización en el presupuesto. Sin embargo, aún queda camino por recorrer. Complementar el análisis presupuestario por el lado del gasto con el análisis por el lado de los recursos permitiría conocer los efectos que el sistema tributario presenta sobre los incentivos individuales y así actuar sobre ellos. Asimismo, avanzar en la realización de evaluaciones permitiría conocer cómo las asignaciones financieras contribuyeron a modificar los puntos de partida y/o la manera en que deben ser asignados los recursos para alcanzar los objetivos pretendidos.
ÍNDICE 1. Los presupuestos operan sobre una realidad desigual 2. Las políticas y su impacto 3. El PPG no es algo nuevo 4. ¿Qué es un PPG? 5. ¿Qué objetivos persigue un PPG? 6. Avances del PPG en Argentina 7. Líneas para avanzar hacia un PPG Referencias bibliográficas
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Oficina de Presupuesto del Congreso (2019a).
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1. Los presupuestos operan sobre OPC, advertimos que en el Secuna realidad desigual tor Público Nacional se observa una mayor representación masLos presupuestos públicos ope- culina en los tramos de ingresos ran sobre una realidad que pre- más altos. El salario promedio de senta múltiples desigualdades las mujeres fue inferior al de los entre los géneros. Esto es, se varones para todos los niveles de parte desde una realidad que es educación1. desigual y luego los presupuestos se ejecutan sobre esa realidad. • En la mayor exposición a siEstas diferencias se reflejan, por tuaciones de violencia: de aejemplo: cuerdo con los datos estadísticos que surgen del Informe A• En la participación en el merca- nual del Observatorio de Femido laboral y en condiciones más cidios de la Defensoría del Pueblo desfavorables para las mujeres: de la Nación, en el 2021, se regissegún datos de la Encuesta Per- traron 289 víctimas de femicidio. manente de Hogares publicada por el Instituto Nacional de • En la mayor carga de trabaEstadística y Censos (INDEC), al jo de actividades no remuneratercer trimestre de 2021, la tasa das: basándose en la información de actividad de las mujeres se provista por la Encuesta sobre ubicó 20 puntos porcentuales por Trabajo no Remunerado y Uso debajo a la de los varones (50,4% del Tiempo del INDEC, se puede vs. 69,0%) y alrededor de 4 de observar que las mujeres asumen cada 10 mujeres asalariadas se una proporción de tiempo mucho encuentran en la informalidad. mayor que los varones en la realización de tareas domésticas y • En el menor acceso a puestos actividades de cuidado. En parjerárquicos: en un estudio ela- ticular, ellas destinan a este tipo borado por la Dirección de Estu- de tareas (en promedio) el doble dios, Análisis y Evaluación de la de horas que los hombres. Más
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aún, una mujer con empleo destina casi 6 horas diarias al trabajo doméstico y cuidado de los miembros del hogar; mientras que un varón sin empleo, sólo 3 horas.
mulación las políticas públicas, las decisiones que se adopten, así como su correlato presupuestario (si es que lo tienen), no tendrán impacto en la reducción de las desigualdades o, de modo equivalente, replicarán las desigualEstas desigualdades suelen dades existentes. agudizarse en períodos como los que estamos transitando, ya que El presupuesto, entendido como mujeres y hombres padecen de un instrumento de gestión y de manera diferenciada los efectos información de las políticas públide las crisis económicas. Es decir, cas previstas para el corto y mecuando se dispara una crisis, in- diano plazo, se plantea como una cluso suponiendo igual impac- herramienta importante (aunto entre estos grupos (supuesto que no es la única), para avanzar para el que existe evidencia en en la promoción y protección de contrario)2, el número de mujeres los derechos de los grupos menen situación desventajosa será cionados. En tal sentido, los Premayor producto, como se sostuvo supuestos con Perspectiva de anteriormente, de la posición di- Género surgen como un enfoque ferenciada que ocupan hombres capaz de abordar la desigualdad y mujeres en la realidad económi- de géneros y así lograr el pleno ca y social. desarrollo tanto de las mujeres como de otros grupos vulneraEl hecho que los distintos gru- bles. pos de la población partan de condiciones de vida diferentes 2. Las políticas y su impacto y tengan posibilidades de desarrollo desiguales, implica que, si Como se comentó previamente, estas diferencias no son tenidas las políticas no son neutrales a las en cuenta al momento de la for- cuestiones de género. Más aún,
Elson D. (2010); Gálvez Muñoz, L. & Rodríguez Modroño, P.(2013). 2
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teniendo en cuenta la forma en que las políticas son diseñadas es posible identificar distintas situaciones:
3
Ministerio de Salud de la Nación (2013).
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siempre que éstas cumplan con los controles médicos correspondientes. Se comprobó que esta política tuvo marcados resultados en el acceso a los cuidados • Políticas que ya desde su sanitarios3. diseño incorporan la perspectiva de género (PG) y que tienen un En el segundo caso podría menmarcado impacto en el cierre de cionarse el debate que existe brechas. en torno a la consideración de la Asignación Universal por Hijo • Políticas que desde su diseño como política de género. Su claincorporan la PG y que no han sificación como política con perstenido el impacto buscado en el pectiva de género se debe a que cierre de brechas. este tipo de iniciativas, al priorizar a la mujer en el cobro de la • Políticas que sin incorporar la PG asignación, contribuye al desadesde su diseño, han contribui- rrollo de su autonomía económido enormemente con el cierre de ca. No obstante, se ha argumenbrechas. tado que las condicionalidades exigidas para la percepción de los • Políticas que no incorporan la beneficios vinculadas con la asisPG en su diseño y que replican tencia a la escuela y los controles la desigualdad existente, o en el de salud de los menores a cargo, extremo, la amplifican. recaen fundamentalmente sobre la mujer, lo que podría contribuir En el primer caso podrían enmar- a consolidarla en el rol de cuidacarse políticas como la Asig- dora. nación Universal por Embarazo, implementada en el ámbito de En el tercer caso, podría enla Administración Nacional de la cuadrarse la situación de la moSeguridad Social (ANSES). Esta ratoria previsional. Desde hace política consiste en el otorga- unos años, la Nación ha considemiento de una prestación men- rado las erogaciones en el marco sual para mujeres embarazadas, de la moratoria previsional como
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política que contiene perspectiva de género. Si bien al momento del diseño de la política no se pensó en el cierre de brechas, lo cierto es que de 3,4 millones de personas que accedieron a los beneficios de la previsión social a través de moratorias, 2,5 millones fueron mujeres, según datos de la Dirección de Programación Económica del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social (MTEySS). Esta situación guarda estrecha relación con la mayor informalidad laboral y/o la menor participación en el mercado laboral por parte de las mujeres y, por lo tanto, la menor cantidad de requisitos que cumplen ellas para acceder a los beneficios de la seguridad social.
so libre de impuestos. Es decir, se observó que las mujeres no se empleaban en trabajos de tiempo completo ya que, de hacerlo, los impuestos que pagarían harían que la decisión de trabajar fuera anti-económica. Con el tiempo esta política cambió y se introdujo una disminución de la tasa marginal impositiva al segundo ingreso del hogar (en general en manos de mujeres) y esto creó un incentivo en las trabajadoras a emplearse en trabajos de tiempo completo, contribuyendo no solo a incrementar la participación laboral de la mujer sino también a la reducción en la brecha salarial entre los géneros4.
En el cuarto caso, podría mencionarse la experiencia austríaca con el impuesto a las ganancias como ejemplo de una política que, al no considerar la realidad desigual, terminó replicándola. En ese país se demostró que la configuración impositiva restringía la participación de las mujeres en la fuerza laboral ya que la mayor parte de ellas buscaban empleos de tiempo parcial, donde el nivel de ingresos era menor al ingre-
Se podría pensar que los Presupuestos con Perspectiva de Género están, por decirlo de alguna manera, “de moda”, esto es, que gozan de destacada aceptación en un momento determinado de tiempo (que es este) pero que ya van a pasar. Sin embargo, pensar en esos términos no sería del todo correcto.
3. El PPG no es algo nuevo
En otro estudio que elaboramos en la Dirección de Estudios,
Quinn,S. (2016).
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Análisis y Evaluación repasamos los principales métodos que se han diseñado y utilizado para incluir la PG en el ciclo presupuestario5. Realizamos un recorrido a través de once países para recopilar evidencia sobre el desarrollo e implementación de este tipo de iniciativas a nivel internacional. En esta investigación advertimos que el primer presupuesto con estas características surgió en 1980 (esto es, hace más de 40 años), con la implementación por parte del gobierno federal y los gobiernos estaduales de Australia de una estrategia de transversalidad de género en distintas reparticiones de gobierno.
Oficina de Presupuesto del Congreso (2019b).
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En América Latina, las primeras iniciativas de PPG surgieron después del año 2000, observándose una amplia variedad de arreglos institucionales detrás de su implementación, que variaron de acuerdo con el contexto político y social de cada país.
En el caso de Bolivia, por ejemplo, las iniciativas PPG tuvieron lugar a nivel de los gobiernos locales, siendo el municipio de La Paz el primero en llevar a cabo un ejercicio de clasificación del gasto según su grado de vinculación con el objetivo de la igualdad de géneros. En Ecuador, la iniciativa de PPG surgió a nivel nacional con el liderazgo del Ministerio de Finanzas y la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo A partir de la Cuarta Conferen- y consistió principalmente en la cia Mundial sobre la Mujer, rea- creación de una Dirección NacioSeguidamente a la experiencia australiana, comenzaron a surgir y a cobrar fuerza un diverso grupo de iniciativas de presupuestos sensibles al género que marcaron el inicio de la incorporación del género como una categoría de análisis dentro del proceso presupuestario. Son los casos de Reino Unido, Canadá y de los países que integran la Commonwealth.
5
lizada en 1995 en Beijing, la idea de presupuestos con perspectiva de género cobra relevancia internacional. En esta conferencia, representantes de 189 países (entre ellos Argentina) se comprometieron a adecuar los presupuestos para asegurar la igualdad en el acceso a los recursos públicos entre los géneros.
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nal, dentro de la Subsecretaría de Política Fiscal, con el objetivo de incorporar el análisis de género en el proceso presupuestario y de crear una codificación especial para un mejor monitoreo y evaluación. En el caso de México, el impulso provino de la sociedad civil, subsecuentemente acompañada por el Parlamento Nacional. Bajo esta iniciativa se puso en marcha el monitoreo de los gastos del Presupuesto de la Federación en relación con los programas que contribuían a la igualdad de género.
Véase www.oecd.org/gov/budgeting/ gender-budgeting.htm, www.presupuestoy genero.net/ique-es-psg.html y www.eige.euro pa.eu. 6
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Plataforma Presupuesto y Género en América Latina y el Caribe (administrada por ONU Mujeres) y el Instituto Europeo por la Igualdad de Género (EIGE, por sus siglas en inglés), se han ensayado diferentes definiciones de PPG6. A partir de su análisis, es posible identificar tres dimensiones transversales a estas definiciones: Enfoque, Estrategia y Ámbito Presupuestario.
Respecto al Enfoque, los PPG deben buscar reducir brechas y garantizar el goce efectivo de derechos. En otras palabras, los Ya hacia mediados de la década presupuestos deben ser elaborapasada, el número de iniciativas dos bajo esta premisa. se había multiplicado a lo largo del mundo. Actualmente, se ha- En cuanto a la Estrategia para la llan presupuestos con perspecti- incorporación de la PG en el Preva de género tanto a nivel nacio- supuesto, hay consenso en que nal, estatal y local en numerosos la incorporación debe darse en países del mundo. Los mismos todas las fases del ciclo presucomprenden a una amplia va- puestario, desde la formulación riedad de instituciones, así como hasta la evaluación de impacto de también diferentes herramientas las intervenciones políticas; papara su implementación. sando por la programación, la ejecución del presupuesto y el con4. ¿Qué es un PPG? trol. Esto implica que la PG debe ir más allá de la formulación del Desde algunas organizaciones Presupuesto. internacionales, como OCDE,
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En este sentido, en general, las experiencias internacionales que muestran mayores progresos asignan gran importancia a la etapa de evaluación. Esto es, el foco de atención está puesto en si las asignaciones financieras contribuyeron o no al logro de los objetivos. Este cambio en el foco de la atención hacia los resultados, además de contribuir a mejorar la rendición de cuentas, brinda información respecto a la manera en que deben modificarse las asignaciones presupuestarias para alcanzar los objetivos pretendidos.
el Estado deja de percibir como resultado de la existencia de regímenes impositivos especiales. En Argentina no se han formalizado aún políticas en este sentido, pero se han formulado proyectos de ley que promueven este tipo de medidas (la exención del IVA a productos de higiene menstrual). 5. ¿Qué objetivos persigue un PPG?
Resulta interesante indagar sobre cuáles son los objetivos que persiguen los Presupuestos con Perspectiva de Género y qué estrategias se han empleado a niFinalmente, respecto al Ámbito vel internacional para el logro de presupuestario, un PPG supone cada objetivo. incorporar la perspectiva de género tanto por el lado de los La literatura reconoce mayoritaingresos públicos como de los riamente como objetivos de los gastos para promover la equidad. PPG a los siguientes tres7: Si bien para el caso de los recursos no se han formalizado meto- 1. Concientizar acerca de las cuesdologías de análisis como para el tiones de género. caso de los gastos, no se desco- 2. Comprometer a los gobiernos nocen los efectos que los siste- para trasladar sus compromisos mas tributarios tienen en materia de equidad de género dentro de de género. Aquí las estrategias sus presupuestos, y; suelen centrarse en los denomi- 3. Modificar los presupuestos y nados gastos tributarios, que son políticas para promover la equiaquellos recursos públicos que dad de género.
Downes, R., von Trapp L. & Scherie N. (2017); Sharp, R. (2003). 7
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Las experiencias internacionales muestran que se han diseñado numerosas estrategias para cumplimentar el objetivo de concientización, pero los esfuerzos han sido limitados en cuanto a alcanzar los objetivos 2 y 3. A continuación, se exponen cuáles han sido las estrategias que se han desarrollado a nivel internacional para avanzar en el logro de cada uno de los objetivos mencionados.
han sido relevantes las capacitaciones tendientes a concientizar a los responsables de las políticas sobre la importancia de incluir la perspectiva de género en la formulación e implementación de las mismas.
El segundo objetivo plantea comprometer a los gobiernos para trasladar sus promesas de equidad de género dentro de sus presupuestos y así poder identificar desde el diseño de las políticas aquellos gastos que se destinan Respecto del primer objetivo, en al logro de la equidad. general, se observa que, durante el período inicial de imple- Dentro de este objetivo, el formentación, las iniciativas de PPG talecimiento de los mecanisse han focalizado en estrate- mos de rendición de cuentas gias de concientización sobre las es un aspecto central dado que cuestiones de género en los pre- supone contrastar los comprosupuestos. misos asumidos por los gobiernos con la implementación real y Una estrategia en el marco de este efectiva de tales propuestas. De primer objetivo ha sido el desa- hecho, muchas iniciativas de PPG rrollo y uso de datos e indicadores han visto restringido su éxito en desagregados por género, lo que lograr los cambios presupuestaha permitido visibilizar la cuestión rios y políticos deseados porque del género en la agenda pública. no han podido diseñar mecanisAsimismo, en estas instancias, mos efectivos para hacer que los 102
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gobiernos sean verdaderamente responsables de las políticas de igualdad de género, así como de sus implicancias en términos de la asignación de recursos. Asegurar la rendición de cuentas implica cambios institucionales vinculados a aspectos como la responsabilidad institucional, accesibilidad y transparencia, y credibilidad8. En cuanto a la responsabilidad institucional, es necesario que los distintos actores que formen parte del proceso presupuestario (desde los agentes públicos que tienen a su cargo la confección de las planillas presupuestarias hasta aquellos que definen en última instancia los créditos a asignar) se encuentren comprometidos con el objetivo de la equidad de género y trabajen de manera coordinada es su búsqueda. Aquí, la asignación de funciones y la adecuación de los marcos normativos son claves en este proceso.
transparencia, se ha observado que los gobiernos se inclinan, en general, por transparentar aquello que posee una dimensión pequeña dentro del presupuesto, especialmente las asignaciones o gastos dirigidos a las mujeres, en comparación con el resto de los gastos que podrían tener un impacto significativo en cuestiones de género. En este sentido, monitorear la performance de diferentes categorías de gastos es una importante estrategia de rendición de cuentas. Para esto, se han empleado estrategias como el etiquetado de partidas presupuestarias o el uso de clasificadores y fascículos especiales.
Otra estrategia que se ha empleado es la desagregación por género de los indicadores de producción física que contiene el presupuesto (en la medida que esto sea posible). Como es sabido, los presupuestos suelen contar con metas físicas cuyas unidades de Respecto a la accesibilidad y medición son los beneficiarios y
Bakker, I. (2002).
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beneficiarias de los distintos programas presupuestarios. Contar con información de las personas asistidas, desagregadas por género, permite conocer, desde la confección de los programas, la población objetivo a la que se dirigen y luego poder evaluar su evolución, en relación con la asignación financiera. La última estrategia dentro de la accesibilidad y transparencia es la incorporación en el presupuesto de indicadores de resultado. Esta estrategia ha sido de significativa importancia para los PPG ya que estos indicadores proveen información sobre cuáles son los resultados que se pretenden alcanzar a partir de la intervención pública. Centrarse en los resultados más que en los productos (lo que conlleva un cambio en el foco de atención) ha permitido fortalecer el nexo entre los presupuestos y las políticas. Finalmente, asegurar la credibilidad requiere realizar evaluaciones sobre las implicancias presupuestarias y políticas de los compromisos asumidos. Las evaluaciones de impacto y de resultado han permitido determinar en 104
qué medida las acciones han contribuido a modificar la situación inicial. De aquí la importancia de la existencia de mecanismos de retroalimentación que permitan continuas revisiones de las políticas llevadas a cabo con el fin último de evaluar su efectividad. Mientras que en la actualidad muchos países cuentan con presupuestos que incluyen objetivos e indicadores, muy pocos informan sobre lo que se ha alcanzado en términos de esos objetivos e indicadores y esto se encuentra estrechamente vinculado con el tercer objetivo que refiere a modificar los presupuestos y políticas para promover la equidad de género. En este sentido, es tan importante el análisis de género en el proceso de toma de decisiones de política (con la consecuente incorporación de las políticas al presupuesto), como la evaluación de tales decisiones, ya que a partir de estas podrá informarse respecto a qué manera deben modificarse las asignaciones presupuestarias para alcanzar la equidad de género.
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Como resultado de las evalua- Gestión del Desempeño efectúa ciones efectuadas podrán surgir la evaluación anual ex post para acciones tendientes a: definir si se cumplieron los objetivos proyectados9. • Aumentar las asignaciones presupuestarias de determinados El Ministerio de Finanzas de programas. Austria planteó como objetivo promover una mejor distribu• Redistribuir las asignaciones ción del trabajo entre hombres presupuestarias. y mujeres a través del sistema impositivo. En línea con ello, una • Introducir cambios en los pro- de las medidas llevadas a cabo gramas que permitan mejorar la fue la modificación del impuesto calidad de los bienes y servicios a las ganancias, comentada con provistos por el Estado. anterioridad. En virtud de que el objetivo no podía ser alcanzado Resulta oportuno mencionar nue- en un sólo ejercicio presupuestavamente el ejemplo de Austria, rio, o por medio de la impledonde el objetivo de la igualdad mentación de una única medida, de género se concibió como un el mismo se mantuvo a través de elemento integral de la gestión sucesivos ejercicios en los cuales del presupuesto por resulta- se introdujeron nuevas medidas dos. En este país cada ministerio y/o se refinaron las existentes debe formular al menos un obje- según el resultado de las evaluativo dentro de su presupuesto ciones practicadas. (de los cinco establecidos como máximo) que incorpore la dimen- En función de lo desarrollado presión de género. Asimismo, deben viamente y de modo conclusivo, definirse medidas concretas para puede apreciarse que, si bien es alcanzar los resultados propues- posible vislumbrar la presencia tos y cada ministerio tiene que de una relación jerárquica entre definir indicadores apropiados estos tres objetivos (donde el que permitan evaluar el avance cumplimiento de cada uno reen el logro de resultados. Final- quiere del cumplimiento del mente, la Oficina Federal de anterior), cada uno es condición
Schratzenstaller, M.(2014).
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necesaria pero no suficiente para alcanzar la equidad de género. En efecto, se ha observado que los mayores progresos en términos de equidad se evidenciaron en países que han desarrollado instrumentos para cumplimentar los tres objetivos de manera conjunta.
La metodología consistió, entre otros aspectos, en la identificación de las erogaciones presupuestarias de la Administración Pública Nacional (APN) destinadas a reducir la brecha de género y se basó en el enfoque de autonomías de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), siendo estas 6. Avances del PPG en Argentina la autonomía económica, física, participación en la toma de deciA continuación, se realiza un siones, y su interrelación. breve repaso por los avances en materia de Presupuesto con Pers- En el mismo año 2018 la Oficina pectiva de Género impulsados Nacional de Presupuesto del Mipor el Poder Ejecutivo Nacional nisterio de Economía de la Nación en Argentina. (órgano rector del sistema presupuestario de acuerdo con la Ley En el año 2018, como parte del de Administración Financiera) Plan Nacional de Igualdad de propuso a los organismos públiOportunidades y Derechos 2018- cos que identifiquen las líneas 2020 (PIOD), se incorporó una presupuestarias con perspectiva iniciativa de inclusión de la pers- de género, en el marco de la elapectiva de género en el pre- boración del Presupuesto Naciosupuesto público nacional. El nal del ejercicio 2019. entonces Instituto Nacional de la Mujer (INAM) fue designa- Así fue como el Presupuesto do como organismo rector en la 2019 (específicamente el Mensaimplementación de este plan y je de Elevación que acompaña en conjunto con el Ministerio de al Proyecto de Ley de PresuEconomía propusieron una me- puesto) incorporó acápites que todología de estimación del gas- contenían una agregación (o un to con perspectiva de género. agrupamiento) de los programas presupuestarios que el Poder 106
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Ejecutivo consideró como contribuyentes a la reducción de las brechas de género. Asimismo, se incluyeron ese año en los Fascículos Presupuestarios por Jurisdicción o Entidad, las acciones vinculadas con las políticas de género, tanto en la descripción de la política presupuestaria de los organismos, como en la especificación de sus programas. A efectos de facilitar la visualización de la política de género en el Presupuesto Nacional se hizo uso de una herramienta de identificación y etiquetado de las diferentes categorías programáticas, incorporando la sigla “PPG” (Presupuesto con Perspectiva de Género) a los diversos programas y actividades y también a los indicadores asociados a esos programas. Estas herramientas introducidas en el 2019 se han mantenido durante los últimos años e incluso se han ido consolidando.
mentados por distintos organismos de la APN orientados, además del cierre de brechas de géneros, a otros grupos de la población como los niños, niñas y adolescentes y las personas con discapacidad. En esta dirección evolucionó el etiquetado de partidas presupuestarias, incorporando las etiquetas “NNA” (Niñas, Niños y Adolescentes) y la etiqueta “DIS” (por Discapacidad) para la visualización de las acciones asociadas a estas temáticas o áreas relevantes de la agenda pública. En esta misma línea, en el año 2022 el Poder Ejecutivo identificó las acciones vinculadas con la lucha contra el cambio climático y la promoción de un ambiente sostenible; las que fueron rotuladas con la inscripción “ACC” (Acciones de Cambio Climático). En particular, respecto de las políticas con perspectiva de género, se pasó de 26 acciones presupuestarias etiquetadas en 2019 a 61 en 2022. Este aumento en la cantidad de etiquetas respondió a distintas circunstancias:
De hecho, en el Presupuesto 2021 se incluyó un acápite titulado “Políticas Transversales”, donde • La decisión de etiquetar a un se expusieron de manera resu- programa que ya contaba con mida los planes y acciones imple- reflejo presupuestario, pero no
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con etiqueta. En este caso inter- relación con el gasto total de la viene la decisión política de qué Administración Nacional. En 2019, etiquetar y qué no año a año. las acciones etiquetadas representaban poco menos del 4% del • La apertura de nuevas líneas gasto total de la APN mientras presupuestarias de acciones que que este porcentaje se acerca al se vienen llevando a cabo pero 20% en el 2022. que aún no tienen reflejo presupuestario propio, sino que Por su parte, respecto a las metas están incluidas presupuestaria- físicas (bienes y servicios que mente junto con otras. En estos se prevén generar) y a los indicasos, una vez producida la cadores de resultados contenidesagregación, se coloca la eti- dos en el presupuesto, también queta. se observó un progreso, pasando de 45 a 79, entre 2019 y 2022. • La creación de nuevas políticas No obstante, y en contraste con que entrarán en vigencia recién la abundante información finanen el ejercicio que se presupuesta ciera disponible, la información y, por lo tanto, es posible conocer física es aún limitada y condiciona con antelación si a ese programa el tipo de análisis que puede efecle corresponde o no una etiqueta. tuarse (principalmente en lo que Este mayor etiquetado de par- respecta a indicadores de resultidas trajo aparejado una ma- tados. Ello, junto con su baja peryor cuantía en el gasto con pers- manencia en el tiempo, dificulta pectiva de género, ya que éste (en el extremo, imposibilita) evase compone por la sumatoria de luar si las asignaciones financieras los importes financieros de las han contribuido o no al cierre de acciones presupuestarias que brechas de género y la manera en se encuentran etiquetadas. En la que lo han hecho. consecuencia, el gasto que el Poder Ejecutivo considera con- 7. Líneas para avanzar hacia un tribuyente al cierre de brechas PPG de géneros ha crecido a lo largo de estos años, no solo en térmi- A partir del marco concepnos nominales sino también en tual expuesto es posible plantear 108
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diversas líneas para avanzar hacia de los ingresos públicos. Para ello un Presupuesto con Perspectiva resultaría importante profundizar de Género en Argentina. los estudios sobre la manera en que el sistema tributario actual Se ha mencionado que dentro de afecta los incentivos individuales. las estrategias para incrementar la responsabilidad institucional se Asimismo, sería muy provechorequiere una mayor coordinación so incorporar más indicadores entre los actores que formen de resultados en el Presupuesto parte del proceso presupuesta- y efectuarles el respectivo seguirio. Sobre este aspecto resultaría miento. Esto permitiría conomuy productiva la mayor inte- cer cuánto falta para alcanzar los racción entre los responsables del objetivos pretendidos y no sólo armado de los presupuestos y los las asignaciones financieras invoresponsables de la ejecución de lucradas en la consecución de las políticas públicas. En muchas estos objetivos. dependencias públicas, estas personas no tienen la coordinación Relacionado con esto último, necesaria e incluso pueden no se han observado importantes conocerse entre sí y esto dificulta avances en la etapa de formuel adecuado reflejo presupuesta- lación del presupuesto, pero falrio de las acciones orientadas a la ta camino por recorrer en la etareducción de brechas de género. pa de evaluación. Como se sostuviera previamente, es a partir En otro orden, se ha observa- de las evaluaciones que se puede do que el análisis por el lado de determinar en qué medida las los gastos ha ido avanzado en acciones han contribuido a modilos últimos años y se ha logra- ficar la situación inicial y, en base do cierto consenso respecto de a ello, asignar las partidas presuqué acciones con perspectiva de puestarias para alcanzar los objegénero deben ser mantenidas y tivos pretendidos. monitoreadas en su ejecución presupuestaria. Queda aún pen- En línea con esta necesidad de diente avanzar con el análisis del efectuar evaluaciones, surge la Presupuesto Nacional por el lado necesidad de contar con mayor 109
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disponibilidad de datos desagregados por género y que estas fuentes de información se mantengan en el tiempo. En la actualidad, es escaso (cada vez hay más, pero aún es escaso) el desarrollo de fuentes de información relevantes para el análisis por géneros. Esta escasez de información dificulta medir directamente fenómenos específicos quedando, por lo tanto, excluidos del proceso de formulación de política pública. Finalmente, el apoyo político a las iniciativas para incorporar la perspectiva de género en el Presupuesto Nacional es de fundamental importancia para el cierre de las brechas entre los géneros. Adicionalmente, la capacidad de los gobiernos de mejorar sus políticas y sus programas a través del tiempo y monitorear los resultados alcanzados en todos los organismos públicos, resulta esencial a los fines de una eficiente asignación de los recursos. De aquí, la ventaja de los presupuestos por programas orientados a resultados como enfoques eficientes a la hora de alcanzar la equidad de género. 110
Referencias bibliográficas Bakker, I. (2002). Fiscal Policy, Accountability and Voice. The Example of Gender Responsive Budget Initiatives. Defensoría del Pueblo de la Nación (2021). Informe Anual 2021 del Observatorio de Femicidios. Downes, R., von Trapp L. & Scherie N. (2017). Gender budgeting in OECD countries. OECD Journal on Budgeting. Volume 2016/3. Elson, D. (2010). Gender and the global economic crisis in developing countries: a framework for analysis. Gender & Development, 18(2), 201-212. Gálvez Muñoz, L.& Rodríguez Modroño, P. (2013). La desigualdad de género en las crisis económicas. Ministerio de Salud (2013). Análisis del proceso institucional de generación de una política social de impacto multisectorial: el Plan Nacer y la Asignación Universal por Hijo y por Embarazo. Estudio del abordaje secuencial de la integración de programas sociales y sus resultados en la población. Documento de divulgación de resultados. Oficina de Presupuesto del Congreso (2019a). Caracterización del empleo en el Sector Público Nacional No Financiero. Oficina de Presupuesto del Congreso (2019b). Inclusión de la Perspectiva de Género en los Presupuestos Públicos. Quinn, S. (2016). Europe: A Survey of Gender Budgetting Efforts. IMF. Schratzenstaller, M. (2014). The implementation of gender responsive budgeting in Austria as central element of a major budget reform. International Conference at the Vienna University of Economics and Business. Sharp, R. (2003). Budgeting for equity. Gender budget initiatives within a framework of performance oriented budgeting. United Nations Development Fund for Women (UNIFEM).
El enfoque de género en las políticas públicas desde una mirada federal: lecciones aprendidas de las estrategias subnacionales 1 durante la pandemia Florencia Caro Sachetti Coordinadora del Programa de Protección Social, CIPPEC Policy Leader Fellow, Instituto Universitario Europeo
Gala Díaz Langou Directora Ejecutiva, CIPPEC
Este artículo es una adaptación de Caro Sachetti, F. y Díaz Langou, G. (diciembre de 2020). El enfoque de género en la respuesta a la pandemia: un análisis de estrategias subnacionales para abordar la emergencia. Documento de Trabajo N°201. Buenos Aires: CIPPEC. 1
SÍNTESIS La crisis desatada por la pandemia de la COVID-19 tuvo un fuerte impacto socioeconómico sobre los hogares y visibilizó las profundas desigualdades en nuestro país. Una de las poblaciones más afectadas por los efectos de la pandemia y las medidas de aislamiento fueron las mujeres. Previo a la pandemia, las mujeres ya registraban una menor participación laboral y en peores condiciones que los varones; como así también una mayor carga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado. La pandemia acentuó estas brechas de género: la participación laboral femenina declinó al 45% y en dos tercios de los hogares que incrementaron su carga de trabajo doméstico las mujeres fueron sus responsables principales o exclusivas. Estos impactos no fueron equivalentes en todas las jurisdicciones de Argentina, producto de una incidencia variable del virus y de líneas de partida diferentes en torno a las brechas de género. Así, surgen desafíos diversos en el territorio que requieren acciones específicas y ajustadas a cada realidad. En este marco, se puso en evidencia la relevancia de pensar estrategias integrales de política pública sensibles al género en el plano subnacional que busquen promover la autonomía física, económica y decisional de las mujeres en su diversidad. Esto implica tanto adaptar las políticas públicas existentes desde una mirada de género como también identificar vacíos de política que requieran nuevas intervenciones. Este artículo resalta la relevancia de incorporar la perspectiva de género en las acciones de los gobiernos subnacionales, identifica buenas prácticas de la experiencia internacional durante la pandemia de COVID-19 y plantea algunas consideraciones para lograr una estrategia coordinada e integral para promover la recuperación económica desde una mirada de género.
ÍNDICE 1. Introducción 2. La perspectiva de género en las políticas públicas 3. El enfoque de género en el plano subnacional 4. El rol de los gobiernos provinciales en el abordaje coordinado e integral en respuesta a la crisis del COVID-19 4.1. Buenas prácticas en tiempos de pandemia 5. Lecciones aprendidas para la consecución de una estrategia integral de gobierno con perspectiva de género a nivel subnacional 5.1. La información como condición de factibilidad 5.2. El punto de inicio: la definición de la oferta programática 5.3. La integralidad del abordaje 5.3.1 Canal político-institucional 5.3.2 Canal técnico-conceptual 6. Reflexiones finales Referencias bibliográficas
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1. Introducción La crisis desatada por la pandemia de la COVID-19 tuvo un fuerte impacto socioeconómico sobre los hogares y visibilizó las profundas desigualdades en nuestro país. En un contexto macroeconómico desfavorable y ante una caída repentina en la actividad, las poblaciones más vulneradas registraron un declive en sus ingresos y en su bienestar, que se combinó con una gran incertidumbre por el futuro.
Población de 14 años o más.
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Una de las poblaciones más afectadas por los efectos de la pandemia y las medidas de aislamiento fueron las mujeres. Previo a la pandemia, su tasa de participación laboral era de 49,5%2, casi veinte puntos por debajo de la participación laboral masculina (INDEC, 2020). Además, ellas tenían mayores tasas de desocupación, subocupación e informalidad. En el tercer trimestre de 2020, su tasa de actividad declinó en mayor proporción que la masculina, alcanzando el 45,4% y ampliando la brecha de género (INDEC, 2020). Con la reacti-
vación de la actividad, su recuperación también fue más lenta, en especial para las mujeres con hijos/as (Caro Sachetti y Camisassa, 2021). La menor participación laboral femenina y las peores condiciones de trabajo que afrontaban antes de la crisis sanitaria ya definían una mayor vulnerabilidad de las mujeres ante shocks en la economía (Díaz Langou et al., 2019). Así, la caída en la actividad y las medidas de aislamiento impactaron también en su capacidad de generar ingresos y en su calidad de vida (Zamarro et al., 2020). Las brechas de género se acentuaron desde diversas ópticas. El aislamiento social y la suspensión de la actividad presencial evidenciaron el rol fundamental del cuidado en la vida diaria, un trabajo que tradicionalmente ha recaído sobre las mujeres. Las mujeres son mayoría en los sectores vinculados a la salud, lo cual les otorgó un papel crucial en la contención del brote (OECD, 2020). También son las mujeres quienes cuidan a sus familias y a sus comunidades, al encar-
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garse de las tareas cotidianas que hacen a su bienestar. Ante la suspensión de las clases y de otras actividades fuera del hogar, la carga del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado registró un incremento, lo cual tensionó aún más la conciliación con la necesidad de generar ingresos. En dos tercios de los hogares que incrementaron la dedicación a las tareas del hogar fueron las mujeres sus responsables principales o exclusivas (INDEC, 2020). Estas problemáticas se exacerbaron en los hogares de los sectores más vulnerados y en las familias monoparentales, usualmente lideradas por mujeres que crían solas. Los datos previos a la pandemia ya daban cuenta de esta feminización del cuidado. En Argentina, las mujeres dedicaban 6,4 horas diarias al trabajo no remunerado en sus hogares, en comparación a las 3,4 horas que dedicaban los varones (EAHU, 2013). Las brechas se ampliaban ante la presencia de niñas/os menores de seis años: las madres declaraban emplear 9,3 horas diarias
en tareas de cuidado, tres horas más que las mujeres sin hijas/os y cinco más que los varones con hijas/os (EAHU, 2013). Esto ocurría en un contexto de oferta escasa de servicios de apoyo al cuidado accesibles y de calidad, la cual se restringió aún más durante el Aislamiento y Distanciamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO y DSPO). A nivel subnacional, no obstante, las desigualdades de género no son homogéneas. Previo a la pandemia, la brecha en la participación laboral de varones y mujeres alcanzaba los 23 puntos porcentuales en la región Noreste, mientras que descendía a 9 p.p. en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) (Díaz Langou et al., 2019). En 2013, las mujeres de San Juan dedicaban en promedio 130% más tiempo diario al trabajo no remunerado que los varones, mientras que en Santa Fe la brecha era significativa, pero menor: 70% (EAHU, 2013). Si bien no se cuenta con datos oficiales más recientes en cuanto al cuidado, algunas encuestas realizadas en los últimos dos años 117
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sugieren que estas brechas per- Este artículo resalta la relevanduran (UNICEF, 2020). cia de incorporar la perspectiva de género en las acciones de los A las divergencias de género se gobiernos subnacionales, identisumaron las distintas medidas de fica buenas prácticas de la expeASPO y DSPO que implementa- riencia internacional durante la ron las jurisdicciones. Mientras pandemia de COVID-19 y planque regiones como el Área Metro- tea algunas consideraciones para politana de Buenos Aires (AMBA) lograr una estrategia coordinada mantuvieron una cuarentena más e integral para promover la recuestricta durante gran parte de peración económica desde una 2020, otras provincias avanza- mirada de género. ron y retrocedieron de fase según lo exigiera la situación sanitaria. 2. La perspectiva de género en Esta variedad creó desafíos diver- las políticas públicas sos en el territorio que requirieron acciones diferenciadas y específi- La sociedad actual concibe sus cas en torno a los efectos de la relaciones de poder en el marco pandemia, incluyendo las conse- de un sistema de creencias, conscuencias en términos de género. trucciones y representaciones En este marco, se puso en evi- socioculturales que asigna disdencia la relevancia de pensar tintos roles, significados y expecestrategias integrales de política tativas a las personas según su pública sensibles al género en el sexo y su género. De esta maneplano subnacional que busquen ra, varones, mujeres e identidades promover la autonomía física, no binarias encuentran distintos económica y decisional de las obstáculos y oportunidades en su mujeres en su diversidad. Esto trayectoria de vida. implica tanto adaptar las políticas públicas existentes desde una La perspectiva de género permirada de género como también mite analizar estas diferencias, identificar vacíos de política que al prestar particular atención a requieran nuevas intervenciones. las especificidades de cada co118
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lectivo. En el Estado, transversalizar la perspectiva de género puede definirse como los esfuerzos que se realizan de manera sistémica para que la elaboración y ejecución de políticas en todas las áreas de gobierno apunten a disminuir las brechas de género (True & Mintron, 2001). Esto permite contextualizar y adaptar las medidas que toman los Estados en vez de adoptar un enfoque genérico, incluso en campos usualmente considerados “neutrales” al género.
tos sobre la igualdad sustantiva de género (UNICEF, 2017). Este enfoque en las políticas públicas permite avanzar en la autonomía de las mujeres, definida según CEPAL como la capacidad y las condiciones habilitantes para una toma libre de decisiones sobre sus vidas. En este marco, se identifican tres autonomías (Observatorio de igualdad de género de América Latina y el Caribe, 2011):
Autonomía económica: la posibiLa transversalización de la mira- lidad de las mujeres de generar y da de género se convierte, así, hacer uso de recursos propios a en una herramienta de los Esta- través de su trabajo remunerado. dos para garantizar la igualdad de trato, de no discriminación y Autonomía física: la capacidad de oportunidades en la población para tomar decisiones libres e (UNICEF, 2017). Esta perspecti- informadas sobre la sexualidad va atañe a las políticas públicas y la reproducción y el derecho a en su diseño, su implementación vivir una vida libre de violencia. y en el monitoreo y la evaluación de sus resultados. De esta mane- Autonomía en la toma de decira, se promueve la igualdad de siones: la participación plena y condiciones en el acceso a recur- en igualdad de condiciones de las sos, la implementación de políti- mujeres en los distintos niveles de cas públicas que contemplen las los poderes del Estado. desigualdades preexistentes y el análisis de los resultados e impac- Las tres dimensiones de las 119
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autonomías y sus interrelaciones se vuelven críticas para garantizar los derechos de las mujeres, al manifestar la necesidad de generar espacios de toma de decisiones inclusivos, de garantizar la libertad y el respeto a los cuerpos y de promover su independencia económica.
ciones cuenta con áreas de género sectorializadas, generalmente en los ministerios de Desarrollo Social, de Desarrollo Humano o de Justicia, que dificultan el rol de rectoría temática. Solo dos de las 24 provincias cuentan con ministerios vinculados a temas de género y otras seis cuentan con Secretarías (dos son Secretarías 3. El enfoque de género en el de Estado) dependientes de la plano subnacional gobernación (Cuadro 1). Los gobiernos subnacionales tienen un rol fundamental para contemplar la mirada de género en su accionar en un país de naturaleza federal como Argentina. El anclaje de esta perspectiva en las políticas públicas de las jurisdicciones, ya sean provinciales, departamentales o municipales, es crucial para avanzar en un país más justo y equitativo. Previo al estallido de la pandemia, ya había múltiples ejemplos de iniciativas jurisdiccionales para incorporar esta mirada y avanzar en las tres autonomías. La proliferación de planes de igualdad de oportunidades y de áreas de género en los gobiernos provinciales podrían ser un avance en ese sentido. Sin embargo, su creación per se no es suficiente, ya que se requiere una fuerte articulación pública para garantizar la transversalización. En la actualidad, la mayoría de las 24 jurisdic120
En lo que respecta a los planes transversales de igualdad, dieron sus primeros pasos en el país en la década del 2000, a partir de su implementación en varios municipios de las distintas jurisdicciones y en la Ciudad de Buenos Aires. A nivel provincial, Santa Fe fue pionera en los últimos años, al implementar un Plan de Igualdad de Oportunidades (PIO) en el año 2014. El PIO comenzó en 2012 con un diagnóstico de situación y un relevamiento participativo y estableció ocho ejes de intervención para transversalizar el enfoque de género en la gestión: igualdad de género, salud integral y no discriminación, educación, relaciones no violentas y deconstrucción de estereotipos, trabajo y desarrollo de capacidades productivas, hábitat y espacio público, participación en ámbitos públicos y cultura (Gobierno de Santa Fe, 2013). Esta experiencia se destaca en que con-
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Cuadro 1: Áreas de género en las 24 provincias argentinas, jerarquía y dependencia institucional (marzo de 2021).
Fuente: Elaboración propia. 121
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tó con la creación de una Comisión Interministerial de Igualdad, con representantes de todas las áreas de gobierno, para el diseño, la implementación, el monitoreo y la evaluación de acciones para transversalizar el enfoque de género.
ro en las acciones del Estado. No obstante, su éxito para garantizar este objetivo depende de los mecanismos de articulación establecidos y de la coordinación virtuosa entre áreas y funciones. En este sentido, los espacios de interacción federales pueden contribuir a compartir lecciones aprendidas que contribuyan a tal fin. En los últimos años, el gobierno nacional llevó adelante ámbitos de articulación con las jurisdicciones, como la Mesa Federal de Políticas Económicas con Perspectiva de Género y los Parlamentos Federales de Cuidado. Estos espacios, si bien recientes en su implementación, tienen un gran potencial para facilitar el intercambio de ideas y de buenas prácticas para garantizar derechos.
En 2020, Chaco lanzó también un Plan de Igualdad de Géneros, que busca transversalizar la mirada de género desde un enfoque territorial, decolonial y antipatriarcal bajo la égida de una Unidad de Coordinación y Monitoreo de Políticas Públicas para la Igualdad que depende de la Vicegobernación. En este marco, se creó una mesa interministerial, con representación de todas las áreas y entes públicos, y un Consejo Provincial de Géneros y Disidencias, en el cual participa la sociedad civil y los movimien- La pandemia introdujo nuevos tos sociales, para definir colecti- desafíos y oportunidades para el vamente los ejes de intervención. progreso en el logro de objetivos de igualdad de género en las La creación de planes de igualdad jurisdicciones. La siguiente seccon un enfoque transversal es un ción resaltará algunas experiengran avance para incorporar la cias de gobiernos subnacionales perspectiva transversal de géne- alrededor del mundo, que idearon 122
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acciones que construían sobre 4.1 Buenas prácticas en tiempos sus esfuerzos vigentes en pos de de pandemia la equidad. Durante los últimos dos años, en 4. El rol de los gobiernos provin- Argentina y en el mundo, hubo ciales en el abordaje coordinado una miríada de experiencias sube integral en respuesta a la crisis nacionales que procuraron avanzar en incorporar la perspectidel COVID-19 va de género en su abordaje de Desde la irrupción de la COVID-19 la pandemia. Estas experienen Argentina en el mes de mar- cias pueden clasificarse en dos zo de 2020, las distintas juris- grandes grupos. Por un lado, dicciones provinciales y muni- las experiencias que impulsaron cipales transitaron situaciones políticas puntuales en respuesmuy diversas. En este marco, las ta a problemas identificados que directivas dictadas por el Esta- afectaban de sobremanera a las do nacional para hacer frente a la mujeres. Por otro lado, las expepandemia establecían lineamien- riencias que impulsaron un abortos sobre los cuales los gobier- daje más integral. Es importante nos provinciales podían definir el señalar que las políticas que se detalle de su estrategia sanitaria reseñan en esta sección no prey económica. Un esfuerzo seme- tenden constituir un relevamienjante no estuvo libre de obstácu- to taxativo de todas las expesubnacionales que los: en tiempos de emergencia, riencias puedan haber surgido en el maruna estrategia integral de reactivación desde la perspectiva de co de la pandemia. Asimismo, género exigía una fuerte articu- cabe resaltar que es limitada la lación horizontal y vertical entre evidencia sobre su impacto, por áreas. Superar estos obstáculos lo cual las medidas destacadas fue crucial para garantizar un plan buscan describir procesos y lineainclusivo conducente a una nueva mientos interesantes a la hora de brindar respuesta a los desafíos normalidad. 123
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Cuando una mujer llega al supermercado, puede contactar a la persona a cargo y esta le planteará dos opciones: 1) Si la mujer necesita poner a salvo su vida, el encargado llamará a la Policía del cuadrante para que la proteja y se active la Ruta de Atención. Se informará a la Secretaría de la Mujer para hacerle seguimiento al caso. 2) Si la mujer solo quiere información para saber cómo recibir atención de su caso, el encargado le brindará una información básica y tomará su nombre y teléfono para reportarlo a la Secretaría de la Mujer. Los profesionales de la secretaría, acudirán al instante y realizarán todas las diligencias necesarias posteriores. 3
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que la pandemia trae aparejados. bleciendo centros de atención y brindando gratuitamente orienDentro del primer conjunto de tación jurídica, psicológica y médiestrategias, se mencionan, a ca, a través de la Línea Mujeres modo de ejemplo, dos grandes por medio de una red de abogatipos: las iniciativas que busca- das con atención las 24 h. En la ron reducir la violencia de género misma sintonía, muchas jurisdicy las que buscaron garantizar la ciones garantizaron canales virprotección social de las mujeres tuales y telefónicos de asistencia y en el marco de la pandemia. denuncia. En la provincia de Chaco (Argentina), el gobierno lanzó En primer lugar, muchos go- una plataforma online que perbiernos subnacionales priorizaron mitía el ingreso de la demanda y acciones para abordar los pro- la evaluación del riesgo para preblemas de violencia de género venir situaciones de agravamienen el marco de la pandemia. Así, to en casos de violencia de génelas medidas para brindar asisten- ro. Algo similar se implementó en cia directa e integral en espacios Santa Fe, que autorizó la recepde contención fueron las más fre- ción electrónica (vía correo, mencuentes. En la región, la Munici- saje de texto, servicios de mensapalidad de Lima (Perú) inauguró jería o redes sociales) de denundos refugios para mujeres que cias por violencia de género. En sufren de violencia de género e el caso de Madrid (España), se impulsó talleres de contención estableció un servicio de mensadirigidos a las albergadas y sus jería instantánea que provee asishijas/os. En Bogotá (Colombia), tencia psicológica a víctimas de el programa “Espacios Seguros”3 violencia de género. Por último, generó una alianza con 630 tien- otras regiones optaron por amdas y supermercados para pre- pliar la vigencia de medidas y venir y atender casos de violen- garantizar la atención jurídica. cia intrafamiliar. Por su parte, el Tal es el caso de los estados de Municipio de la Ciudad de México Washington D.C. y Nueva York buscó garantizar la protección a en Estados Unidos, donde se mujeres, niñas y niños durante la extendieron automáticamente las contingencia por COVID-19 esta- órdenes de protección en casos
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de violencia doméstica durante los aislamientos obligatorios, y, en el estado de Massachusetts, donde los jueces estuvieron disponibles las 24 horas para procesar órdenes de restricción.
transferencias a espacios de primera infancia, con el fin de cubrir los gastos adicionales en los que tuvieron que incurrir para poder implementar los protocolos relacionados al COVID-19.
En segundo lugar, varias experiencias pusieron un foco en garantizar la protección social con perspectiva de género. Las transferencias de ingresos fueron el principal instrumento de acción en este sentido. En el estado de Uttar Pradesh (India), se transfirió en total 80 millones de dólares de manera directa a 27.500 trabajadores y trabajadoras que participan del programa “Mahatma Gandhi National Rural Employment Guarantee Act”, que busca garantizar el acceso al trabajo diseñado con perspectiva de género. En la capital de Uganda, la ciudad de Kampala, se logró la migración remota del programa urbano de transferencia directa de dinero “Girls Empowering Girls”; también se agregó un servicio de tutoría virtual para ayudar a la inscripción remota de nuevas participantes y garantizar la continuidad de las ya inscriptas. Por su parte, el Estado de Alberta, en Canadá, realizó
En el segundo conjunto de experiencias, compuesto por gobiernos subnacionales que impulsaron estrategias relativamente integrales, se destacan las de Hawái, el País Vasco, Montevideo, Barcelona y la Ciudad de Buenos Aires. En Hawái (Estados Unidos), la Comisión Estadual sobre el Estatus de la Mujer reunió a un grupo de trabajo (conformado por representantes de los sectores esenciales y por organizaciones de mujeres) para desarrollar principios y prácticas para implementar una respuesta al COVID-19 con perspectiva de género y feminista. Este grupo de trabajo culminó en la publicación de “Construyendo puentes, no caminando sobre espaldas: Un plan de recuperación económica feminista al COVID-19” (Hawai‘i State Commission on the Status of Women, 2020). Esta estrategia aborda cuatro grandes objetivos 125
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que son atravesados transversalmente por la perspectiva de género: lidiar con los desafíos que surgen de las restricciones presupuestarias; mitigar los impactos en la economía de la baja del turismo producto de la pandemia; invertir los fondos federales en respuesta a la crisis; y reformular y diversificar la economía para aumentar la resiliencia ante shocks futuros. Así, la experiencia hawaiana se destaca en su enfoque transversal de género y en la incorporación de mujeres en la toma de decisiones de política pública para la recuperación post COVID-19, lo que brinda una respuesta centrada en las necesidades de las personas.
temas económicos, fiscales, laborales y de protección social, a la vez que se consideraron políticas específicas de género, como se desprende de su informe (Instituto Vasco de la Mujer y Gobierno Vasco, 2020). El primer grupo contempló acciones vinculadas a la protección del personal sociosanitario (mayormente mujeres), la salud y seguridad de los/as trabajadores/as, la atención de poblaciones más vulnerables a la enfermedad, el apoyo a sectores económicos afectados por la crisis, la protección a trabajadores/ as de la economía informal, el seguimiento desagregado por género del impacto del COVID-19 y la representación equilibrada de géneros en la toma de decisiones. Las políticas específicas de género consideran la atención de mujeres víctimas de violencia, el abordaje de casos de discriminación por género, la atención de los hogares monoparentales, la conciliación trabajo-familia, el reconocimiento del trabajo de cuidado no remunerado y la promoción de una cultura más igualitaria.
En el País Vasco (España) se implementó una respuesta integral a la pandemia con perspectiva de género a partir de un diagnóstico sobre el impacto de la pandemia sobre las desigualdades entre varones y mujeres realizado por el Instituto Vasco de la Mujer. Esta respuesta integral, impulsada por el Gobierno del País Vasco, incluyó políticas orientadas a transversalizar el enfoque de género en la respues- En la ciudad de Montevideo (Uruta institucional al COVID-19 en guay), la estrategia de géne126
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ro implicó la implementación de diversas intervenciones específicas y transversales. Por el lado de las políticas específicas de género, se fortalecieron los servicios de atención contra la violencia de género en todas sus formas y se creó un fondo para asegurar la conectividad y garantizar los traslados necesarios de mujeres en situación de violencia. Además, se realizaron acciones de sensibilización sobre corresponsabilidad y cuidados. Respecto a la transversalización del enfoque de género, la Asesoría para la Igualdad de Género trabaja junto al resto de las áreas de la Intendencia de Montevideo para asegurar dicha mirada en las acciones de respuesta al COVID-19. En particular, la perspectiva de género se contempló en medidas tales como la entrega de canastas alimenticias priorizando a mujeres en situación de violencia, personas trans y trabajadoras sexuales, el apoyo a artistas y trabajadores/as de la cultura, los subsidios para alquiler, las políticas de empleo y las reorientaciones presupuestarias para dar respuesta a la emergencia, entre otros. Estas políticas están tam-
bién alineadas con las prioridades del Tercer Plan de Igualdad de Género, que se elaboró de manera participativa y cuyos ejes de acción son la participación igualitaria, la autonomía económica y corresponsabilidad del cuidado, la cultura organizacional sin discriminación, el espacio público inclusivo, la vida libre de violencia de género, el derecho a la salud y el cambio cultural (Intendencia de Montevideo, 2017). En Barcelona (España) se impulsó un plan de contingencia de género. A partir de la desagregación por género de los datos del impacto de la pandemia en la ciudad, se elaboró este plan para abordar algunos problemas identificados. La estrategia incluye intervenciones en torno a la economía, la violencia machista, salud, vivienda, derechos sociales, espacio público y movilidad, y comunidad, cultura y educación. El enfoque de estas acciones contempla el género en el cruce con la vulnerabilidad, la territorialidad y la interseccionalidad. Algunos ejemplos de políticas puntuales en el marco de la estrategia incluyen campañas contra las violencias, acciones de protección para trabajadoras domésticas y cuidado127
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ras, y subsidios para el alquiler. Se destaca la planificación con mirada de género del Ayuntamiento de Barcelona no solo en el abordaje de la emergencia, sino de cara a la nueva realidad postCOVID, concentrada en cuatro acciones: un Pacto de Ciudad, la implementación de la transversalización y acciones positivas, una estrategia contra la feminización de la pobreza y la coordinación de la respuesta económica con otras áreas4.
Solana Quesada, Directora de la Asesoría para la Igualdad de Género de la Intendencia de Montevideo, y Sonia Ruiz García, Directora de Género y Políticas del Tiempo en el Ajuntament de Barcelona, presentaron las acciones implementadas en sus ciudades en el webminar “COVID-19: El Desafío de las Ciudades con Lentes de Género”, organizado por PNUD América Latina y el Caribe. Disponible en: https://spark.adobe.com/page/Y1ugrz ZLyr37C/ 4
La información referida a la experiencia de CABA se obtiene a partir de entrevistas a funcionarias de la Secretaría General y las dependencias involucradas en la estrategia. 5
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Por último, en Argentina, cabe resaltar el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA, Argentina) que implementó una estrategia de puesta en marcha con perspectiva de género5. Previo al impacto de la pandemia, CABA ya implementaba una Estrategia Integral para la Igualdad de Género articulada en las tres autonomías impulsadas por CEPAL: autonomía física, autonomía económica y autonomía en la toma de decisiones. La estrategia de respuesta y reactivación económica en el marco de la crisis de COVID-19 construye sobre dicho plan y se estructura en tres ejes de inter-
vención desde un abordaje interseccional: empleabilidad, cuidados y protección social, más un cuarto grupo de políticas transversales. Cada eje plantea una serie de líneas de intervención que articulan políticas que se implementan desde distintos ministerios del Gobierno de la Ciudad, contemplando las problemáticas diferenciales que atañen a distintos grupos poblacionales. El proceso de formulación de la estrategia se destacó en la colaboración entre un área rectora y las dependencias sectoriales vinculadas, en consulta con la sociedad civil y organismos internacionales para asegurar su robustez, relevancia e integralidad. A partir de estas experiencias es posible destilar algunos aprendizajes que pueden llegar a informar estrategias futuras que otros gobiernos subnacionales pretendan impulsar. Esta información se vuelve relevante no solo para abordar la emergencia ocasionada por la pandemia, sino también para idear planes que perduren en la nueva realidad centrándose en las personas y sus necesidades específicas.
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5. Lecciones aprendidas para la en el corto y mediano plazo. consecución de una estrategia integral de gobierno con pers- 5.1 La información como condipectiva de género a nivel subna- ción de factibilidad cional Gran parte de las estrategias con El análisis de las diversas reali- perspectiva de género que surdades que atravesaron los terri- gieron para mitigar los impactos torios subnacionales en términos de la pandemia se iniciaron grasanitarios y de género puso en cias a contar con información manifiesto la necesidad de tran- detallada sobre sus impactos con sitar el camino hacia una nueva desagregación por género(s). La normalidad con un plan articula- crisis sanitaria puso en relevando que promueva la reactivación cia la necesidad de avanzar en económica desde una perspecti- la disponibilidad de relevamienva de género adaptándose a cada tos actuales y periódicos con contexto. Este enfoque resulta desagregación de género que pertinente más allá de la emer- excedan la lógica binaria mujergencia sanitaria, ya que su trans- varón. También se jerarquizó la versalización en las políticas de importancia de realizar periódicagobierno puede contribuir a cons- mente encuestas de uso del tiemtruir sociedades más inclusivas. po, que midan el trabajo no remunerado y de cuidados. A partir del diagnóstico y las experiencias relevadas duran- Contar con información actuate la crisis sanitaria, se identifi- lizada y pertinente, con can algunas lecciones aprendidas desagregación por género y con y recomendaciones para diseñar un detalle suficiente que permita una estrategia multidimensional, el análisis interseccional, es cruarticulada e integral que avance cial para desarrollar estrategias sobre la autonomía económica completas y efectivas en el alcande las mujeres en la pospandemia ce de la población más vulneradesde cada jurisdicción. El proce- da. De este modo, se realza la reso descripto apunta al abordaje levancia de contar con esa infor129
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mación y de efectivamente utilizarla en la toma de decisiones y en el monitoreo y evaluación de los impactos de las políticas. 5.2 El punto de inicio: la definición de la oferta programática A partir del análisis de las experiencias relevadas, se desprende que la identificación de los principales objetivos de la estrategia, en conjunto con la definición de sus ejes de intervención, deben ser los primeros pasos para delimitar el abanico de políticas a considerar. Esto permite dejar en claro el propósito de la estrategia y los temas que se abordan. Las estrategias que se centraron de forma integral en la promoción de la autonomía económica de las mujeres en el marco de la pospandemia incluyeron en los ejes de intervención cuestiones vinculadas al mercado laboral, el trabajo de cuidado, la educación, la violencia machista y la protección social desde un enfoque de género. Asimismo, algunas también consideraron la transversalización del enfoque de género en las acciones implementadas desde otras áreas de gobierno. 130
A partir de la identificación de los ejes de intervención, es necesario establecer los focos específicos de acción. Por ejemplo, algunas jurisdicciones incluyeron, en el eje de protección social, medidas para garantizar ingresos o la provisión de bienes y servicios básicos. Por su parte, el eje de mercado laboral incluyó acciones de capacitación, sostenimiento del empleo, apoyo económico al autoempleo y teletrabajo, entre otros. Respecto al cuidado, algunos de los focos fueron la corresponsabilidad y la provisión de tiempo, dinero y servicios para cuidar. Una vez especificados los focos de acción, los organismos gubernamentales a cargo de liderar la estrategia deben coordinar el análisis de la oferta programática existente dentro de estos focos temáticos. Este proceso implica contemplar tanto las políticas que incorporan el enfoque de género como aquellas que no lo hacen, pero podrían hacerlo para alinearse con los objetivos de la estrategia. Así, se identifican también las áreas relevantes como autoridad de aplicación de cada política y las necesidades de
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interacción entre sectores. A partir de este análisis, pueden quedar en evidencia posibles duplicaciones en la oferta programática, que exigen articulaciones entre las áreas intervinientes, y potenciales vacíos de política, que requieren la implementación de nuevas acciones. 5.3 La integralidad en el abordaje Para garantizar que las iniciativas identificadas conformen una estrategia articulada e integral, la literatura recomienda un abordaje bifaz que avance en dos sentidos: uno político-institucional y otro técnico-conceptual, utilizando las categorías propuestas por Repetto, Cunill Grau y Bronzo (2015) para una coordinación pro-integralidad. 5.3.1 Canal político-institucional Todas las estrategias que buscaron lograr un abordaje integral partieron de la voluntad política de las máximas autoridades para dotar de perspectiva de género la estrategia de reactivación económica y de respuesta a la emergencia. Luego, buscaron convertir dicho apoyo en efecti-
vidades conducentes para la articulación y el logro de los objetivos propuestos. Para este fin, en primer lugar, es preciso definir o empoderar a un órgano rector que posea solidez técnica y autoridad política para liderar la estrategia. Este órgano debe contar con una perspectiva de género en su accionar y, para dotarlo de representatividad, es aconsejable apuntar a una participación igualitaria de los distintos géneros en su conformación. En general, la dependencia de este órgano de un sector de coordinación general puede facilitar una mirada amplia de las acciones implementadas que no caiga en clivajes sectoriales. Así, se podría impulsar una articulación más eficiente en la implementación, el monitoreo y la evaluación de los programas. En cuanto a las funciones específicas de los órganos rectores, la literatura sugiere asignar las siguientes responsabilidades: • Coordinación de la implementación de la estrategia. El órgano rector debe establecer 131
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los mecanismos de coordinación y de articulación entre áreas, las áreas responsables de las acciones dentro de cada foco de la estrategia, y la periodicidad de las reuniones de seguimiento. La coordinación, en la mayoría de los casos, se enfoca únicamente en las cuestiones que la requieren, evitando la micro gestión y dejando la implementación efectiva de las medidas en manos de las áreas sectoriales.
• Articulación con la autoridad presupuestaria. El órgano rector debe velar por la inclusión de las partidas específicas en el presupuesto para financiar las iniciativas contempladas en la estrategia y hacer seguimiento de su ejecución. • Arbitraje en caso de conflicto de responsabilidades entre distintas áreas. La asignación de responsabilidades claras respecto a los ejes de intervención y los focos de acción debe ser una de las tareas del órgano rector. En caso de inconvenientes por alguna responsabilidad difusa, el organismo puede actuar para dirimir esas diferencias.
• Comunicación precisa sobre los objetivos, las metas, los ejes de intervención y los focos de acción de la estrategia. El órgano rector debe transmitir de manera clara y efectiva qué se quiere lograr y cómo para avanzar en los objetivos de la estrategia. Ante la ausencia o escasez de incentivos para la cooperación • Seguimiento de los objetivos y en estrategias integrales, los marlas metas. A partir de las prácti- cos institucionales formales e cas de monitoreo de las políticas informales tienen un papel clave públicas del gobierno jurisdiccio- en generar condiciones mínimas nal en cuestión, es necesario que para la articulación entre autoriel órgano rector construya un dades políticas y funcionarios/ esquema de seguimiento especí- as a cargo de la implementación fico sobre las acciones compren- de medidas (Repetto et al., 2015). didas en la estrategia. De esta De esta manera, el órgano recmanera, se lograría supervisar su tor deberá velar por el funcionaavance en conjunto hacia el cum- miento de dichos marcos para plimiento de los objetivos. promover el intercambio entre 132
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áreas y la coordinación de recursos tales como la información, el presupuesto y la organización de responsabilidades. 5.3.2 Canal técnico-conceptual La integralidad de las estrategias relevadas no radicó únicamente en la articulación entre áreas, sino también en la relevancia de la oferta programática para cubrir las necesidades y garantizar los derechos de las personas. De esta manera, combinando un canal político-institucional con otro técnico-conceptual, se logra privilegiar la perspectiva de las personas como sujetos de las políticas y fortalecer la coherencia y el impacto de la estrategia (Repetto et al., 2015).
de un sistema de monitoreo de la estrategia. Para ello, el órgano rector deberá solicitar a las áreas la definición de ciertos indicadores de producto y de resultados de las políticas. Con esta información, se pueden establecer metodologías para el relevamiento de datos y una periodicidad para su reporte y seguimiento. Así, se permite la evaluación periódica de la evolución, el impacto y la contribución a los objetivos por parte de las políticas implementadas. Tercero, es importante que cada área involucrada en las estrategias identifique puntos focales en dos ámbitos: por un lado, las autoridades políticas responsables de la toma de decisiones; y, por otro lado, las personas que lideran la gestión operativa y el seguimiento de las acciones implementadas en el marco de las políticas que conforman la estrategia. De este modo, se facilitará el seguimiento de las acciones implementadas.
Los pasos señalados para la definición de la oferta programática son un primer paso para diseñar estrategias enfocadas en la perspectiva del receptor. Esto permite asegurar que se cubran todas las cuestiones prioritarias y evitar superposiciones, fragmenta- 6. Reflexiones finales ciones y vacíos de políticas. La pandemia profundizó las En segundo lugar, resulta re- desigualdades en todo el munlevante la elaboración y el uso do y en diversos ámbitos. Uno de
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ellos fue el género: los impactos del virus no fueron neutrales en estos términos, con implicancias socioeconómicas disímiles para mujeres, varones y disidencias. Al interior de Argentina, las diferencias regionales antes, durante y después de la pandemia resaltan la necesidad de implementar medidas locales para abordar situaciones diversas. Para garantizar la robustez, la efectividad y la pertinencia de cualquier estrategia de política, se vuelve fundamental implementar medidas sensibles al género a nivel jurisdiccional, que se centren en las personas como sujetos de derechos y en sus necesidades específicas de manera interseccional. Este abordaje estratégico desde una perspectiva de género exige la desagregación de datos para obtener un diagnóstico preciso de las brechas entre mujeres y varones que guíe la toma de decisiones. Además, se vuelve vital mantener una fuerte articulación y coordinación entre áreas para transversalizar este enfoque. El relevamiento de experiencias locales de distintos países visibiliza contextos muy diversos en los cuales la perspectiva de género 134
se consideró una variable clave en la gestión de la pandemia. Cabe destacar especialmente aquellas jurisdicciones en las cuales el abordaje fue integral, transversalizando el enfoque en dependencias con responsabilidades variadas. Así, la crisis sanitaria se convirtió en una oportunidad para la articulación. En Argentina, la perspectiva de género ha comenzado a permear en las políticas públicas de muchas jurisdicciones, que han desarrollado planes integrales de igualdad o creado áreas transversales dedicadas al tema. En el escenario actual, es crucial que los gobiernos locales continúen avanzando en este sentido, reforzando tanto la implementación de políticas de género en las jurisdicciones como también la coordinación a nivel federal entre distintos gobiernos subnacionales. Estas acciones pueden promover la difusión de buenas prácticas, fomentarel aprendizaje compartido entre provincias y fortalecer los resultados de las intervenciones. Así, pueden sentarse las bases para crear estrategias de gobierno sensibles al género que trasciendan la coyuntura actual y se sostengan a largo plazo.
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Perspectiva de género en las empresas Gabriela Guerrero Profesora Asociada, Universidad Nacional de Quilmes
SÍNTESIS En este artículo se muestra el impacto que tiene sobre las mujeres la desigual distribución de las tareas reproductivas y de cuidado. Se explicitan las brechas de género que las afectan en su inserción laboral y se muestran algunas de las acciones gubernamentales que en este momento buscan superarlas. Finalmente, se ofrecen algunas alternativas para que las empresas privadas, comprometidas con la sociedad en la que desarrollan sus actividades, mejoren la situación de sus empleadas y el clima laboral en general. Y, considerando que los cambios sociales requieren adaptaciones organizacionales, estén alertas a las oportunidades que la atención adecuada a sus clientas les ofrezcan.
ÍNDICE 1. La división sexual del trabajo 2. El mercado de empleo 3. Políticas que incorporan alguna perspectiva de género 3.1. Políticas públicas que incorporan alguna perspectiva de género 3.2. Acciones que incorporan alguna perspectiva de género a nivel empresa 4. Incorporación de la perspectiva de género en las empresas 5. Conclusiones Referencias bibliográficas
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1. La división sexual del trabajo Desde la economía feminista se investiga el rol de las mujeres en la economía. Entre los aspectos originales de esta nueva mirada aparece la investigación sobre el funcionamiento de los hogares, en cuanto a la organización de los trabajos que conlleva el cuidado y la reproducción social que, en general, se encuentra a cargo de las mujeres.
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Desde que en el siglo XVIII la revolución industrial llevó el trabajo a las fábricas, en las que se concentró a quienes producen para el mercado, se separaron los ámbitos en los que tiene lugar la “producción” de aquellos otros ámbitos de “reproducción” de la vida humana y de la sociedad, que también requiere de trabajos: limpieza y mantenimiento del lugar que se habita, producción de alimentos para el autoconsumo, preparación de comidas, confección y mantenimiento cotidiano de prendas para la familia. Pero también es trabajo el cuidado de otras personas, en particular el de niños y niñas y el de personas enfermas o adultas mayores que no pueden valerse
por sí mismas. Y como, en general, todos y todas requerimos de cuidados y atención, aunque seamos independientes, es necesario, además, realizar trabajos que aseguren ese cuidado y esa atención. Estas tareas se pueden denominar “trabajo doméstico”, “trabajo reproductivo “o, también, “trabajo de cuidados”. Si bien estas designaciones enfatizan diferentes aspectos de estas labores, todas ellas se caracterizan por referirse a actividades realizadas fundamentalmente por mujeres, y permanecer invisibles incluso a los ojos de quienes las llevan a cabo, ya que muchas mujeres no son conscientes de la importancia de la labor que realizan cotidianamente y, a veces, en exclusividad, debido a la falta de reconocimiento social que ella tiene. Como, además, por estas tareas, cuando las realiza una persona de la familia no se percibe un salario, no son socialmente reconocidas como “trabajo”. El 81,6% de las mujeres mayores de 14 años se ocupa de realizar tareas domésticas. En cambio, menos de la mitad de los varones las hacen1. Esto implica que, si se suman tanto las jornadas de
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trabajo remuneradas como las no remuneradas que se efectúan en el hogar, las mujeres trabajan 7 horas más por semana que los varones .
las, en condiciones de trabajo muy precario y con mínimos (o casi inexistentes) derechos laborales.
Esta división sexual del trabajo se gesta desde la más temprana infancia, cuando a las niñas se les regala muñecas para cuidar y a los niños pelotas o autos para jugar. La socialización temprana influye en gran medida en la forma en que las mujeres se insertan en el mercado de empleo, ya que 4 de cada 10 mujeres ocupadas trabajan en el sector de servicio doméstico, la enseñanza o la salud3, es decir, se desempeñan en actividades asociadas a los Estas características en la orga- trabajos domésticos y de cuidanización del trabajo de cuidados dos. generan fuertes tensiones distributivas. Aquí se mencionaron las 2. El mercado de empleo de género, pero también hay tensión entre generaciones dentro La organización del trabajo de las familias, en las que abuelas doméstico y de cuidados también cuidan de nietos y nietas, o las incide en una menor participación hermanas mayores se ocupan de de las mujeres en el mercado de quienes son más pequeños/as o empleo. Sin embargo, esta parde los/as adultos/as mayores. Y ticipación femenina en el mercacuando estas tareas se proveen do laboral fue incrementándose en forma mercantil, la tensión es entre 1970 y 2000 por diversas de clase, ya que son mujeres de razones, entre las que se destamenores recursos o migrantes a can los cambios en las estructuquienes se contrata para hacer- ras familiares, las pautas de Esta manera ancestral de organizar el trabajo de cuidados, la llamada “división sexual del trabajo”, hace que a las mujeres les cueste constituirse como “trabajadores ideales”, lo que las margina laboralmente a empleos más inestables y con menores retribuciones que los de sus compañeros, o de tiempo parcial y con menores posibilidades de desarrollo de sus carreras.
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fecundidad y el nivel educativo alcanzado por las mujeres, aunque también influyeron los problemas económicos enfrentados por los hogares debido al aumento del desempleo y el deterioro de los salarios reales. Pero en los últimos 20 años, este proceso se estancó. Probablemente por la carga del trabajo doméstico y de cuidados, que pesa mucho más sobre las espaldas femeninas. Así es que, actualmente, sólo el 48,6 % de las mujeres mayores de 14 años, 20% menos que los varones, participan del mercado de trabajo4.
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Una vez en él, las trayectorias de varones y mujeres difieren. Las mujeres que deciden conseguir un empleo, enfrentan una tasa de desocupación 2% mayor que la de los varones. Asimismo, hay un 6% más de mujeres que de varones con empleos de menos de 35 horas semanales. Esto podría deberse a que ellas prefieren (o que no tienen otra alternativa que) trabajar de forma remunerada una cantidad menor de horas para poder hacerse cargo de las labores domésticas no pagadas. En este sentido, aproximadamente un 8% más de mujeres que
de varones tienen empleos que les permiten trabajar desde su vivienda, porcentaje que llega al 10% en los hogares con niños/as5. También se aprecia “segregación horizontal”, que implica la mayor contratación de mujeres para desarrollar actividades de cuidados mercantilizados (como los ya mencionados servicios de educación, de salud, personales o tareas domésticas), que replican el rol tradicional femenino. Claramente, esto no es sólo voluntad de quien ofrece el empleo, sino que también se ve reforzado por una mayor oferta de mujeres que de varones para cubrir esos puestos. Este fenómeno va acompañado de una “segregación vertical”, que se evidencia en que las mujeres se encuentran sub-representadas en cargos jerárquicos y directivos, aun en estas actividades consideradas como “típicamente femeninas” (con algunas excepciones, como la docencia en el nivel inicial y primario en Argentina). Esto sucede a pesar de que las mujeres tienen niveles de formación educativa similares o superiores que los varones. A esta situación se la denomina “techo de cristal”. En
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este sentido, el 9,3% de los varones ocupa puestos de dirección o jefatura, pero sólo el 5,3% de las mujeres lo logra6. Paralelamente, las mujeres encuentran más dificultades en desarrollar una carrera laboral, permanecen más tiempo que los varones en trabajos de baja remuneración y enfrentan menores perspectivas de movilidad, situación que se denomina “piso pegajoso”.
bien la legislación les ha reconocido muchos derechos, aún encuentran graves dificultades para ejercerlos, al punto de lograr vivir tan poco tiempo. Además de las desigualdades ya mencionadas, las mujeres y diversidades enfrentan, en todos los ámbitos de la vida, pero en particular en el laboral, violencias de género. La violencia y el acoso en el mundo del trabajo están tipificados en el Convenio Nº 190 de la Organización Internacional del Trabajo, que fuera ratificado en Argentina por la Ley Nº27.580 de 2020.
A estas inequidades se suma la brecha de ingresos entre varones y mujeres. En promedio, por cada $100 que gana un varón, una mujer gana $747. Esta “brecha de ingresos” aumenta cuanto menores son el nivel educativo y la ca- En este contexto de inequidades, lificación de la ocupación. se requieren acciones positivas y normativas antidiscriminatoEn esta primera aproximación a la rias para comenzar a superarsituación del mercado laboral no las. Algunas de ellas han estado es posible ampliar el panorama poniéndose en práctica en los para incluir a quienes no se reco- últimos años, y otras empiezan a nocen ni varones ni mujeres, debi- implementarse en estos tiempos. do a la falta de estadísticas. Es de En la próxima sección se enumeesperar que en los próximos años ran y comentan brevemente los se genere esa información. Pero alcances esperados. el escenario debe ser aún peor ya que, en este momento, se esti- 3. Políticas que incorporan alguma que la expectativa de vida de na perspectiva de género las personas trans y travestis en la Argentina sería de 35 años8. Si La participación de las mujeres en
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el mercado de trabajo remunerado (así como en actividades culturales, políticas o de recreación) está fuertemente condicionada por la dispar distribución del trabajo doméstico y de cuidados en los hogares que, como vimos en la sección anterior, recae principalmente sobre ellas. Para transformar esta situación, se proponen acciones y políticas que incorporen la “mirada género” para asegurar el bienestar, la seguridad, la autonomía y los derechos de las mujeres y diversidades. En particular, también para avanzar hacia un reparto equitativo de las tareas no remuneradas entre los distintos integrantes de la familia, y evitar así la sobrecarga de trabajo que enfrentan actualmente las mujeres.
Esta expresión refiere a la asignación de la responsabilidad de los cuidados a las familias, y dentro de ellas a las mujeres. En especial, a las madres. 9
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Entre ellas, las “políticas de conciliación” son regulaciones y programas impulsados desde las políticas públicas, tendientes a facilitar la combinación adecuada de la inserción laboral con la atención de las responsabilidades de cuidado y el disfrute del tiempo libre. Las acciones de conciliación son iniciativas similares, a nivel empresa, con alcance
restringido solo a sus empleados/ as. Si estas políticas y acciones se dirigieran solo a las trabajadoras, se estaría reforzando el rol de “cuidadora” que se les atribuye. Por este motivo deberían formar parte de una agenda de equidad de género que busque redistribuir la provisión de cuidados entre los hogares y la sociedad y la “corresponsabilidad” de hombres y mujeres en el cuidado, para así desprenderse de connotaciones familistas y maternalistas9. En los siguientes apartados se comentan las leyes que regulan las políticas que atienden los problemas específicos de las mujeres y las de conciliación. Asimismo, se incluyen leyes que se ocupan específicamente de la violencia contra las mujeres, que en décadas anteriores se consideraba como “violencia doméstica” o “intrafamiliar”, pero que en este siglo se comprendió que afecta en todos los ámbitos en los que las mujeres desarrollan sus actividades. Luego se mencionan algunas acciones en este mismo sentido que, a nivel de empresas locales, se están poniendo en práctica.
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3.1. Políticas públicas que incorpo- 20.744, artículo 158 inciso a) estaran alguna perspectiva de género blece que al padre le corresponden sólo dos días por nacimienUna de las principales políticas to. Si bien en algunos sectores públicas de conciliación entre la esta licencia es más prolongada, vida laboral y familiar consiste en en todos los convenios colectivos la provisión de servicios sociales se reconocen más días de licencia de cuidado. El Estado es irrem- a la madre, biológica o adoptiva. plazable como agente para la Este año se presentó al Congreso provisión de estos servicios, ya Nacional un proyecto para reforque es el único que puede garan- mar este artículo. En caso de ser tizar el acceso a todas las per- aprobado, las licencias para personas que los necesiten, tanto sonas no gestantes -sean varones menores de edad como adultas o no- pasarán a ser obligatorias y (enfermas o mayores). El incre- se extenderán progresivamente, a mento de la provisión pública de partir de 15 días. Los mismos plaservicios de cuidado tendría un zos correrán para las familias que impacto importante en la posibi- adopten. Por su parte, las persolidad de inserción laboral plena de nas gestantes seguirán teniendo las mujeres. Entre estos servicios, licencias más extensas porque las escuelas y jardines de infantes tienen un período previo de desson los más difundidos, aunque canso durante el embarazo. los que ofrecen jornada completa son más escasos. Si bien el objeti- La igualdad de género y la no disvo principal de estas instituciones criminación en Argentina tiene es la educación, es innegable que carácter constitucional, según lo padres y madres delegan en ellas que expresa el artículo 75, inciso el cuidado y la supervisión de sus 23. En el ámbito laboral, la legishijos/as durante muchas horas, lación nacional promulga el prinen las que pueden trabajar. cipio de no discriminación en el trabajo, y, en la Ley 20.744 de Las licencias por paternidad tam- Contrato de Trabajo (LCT) y en bién son políticas de este tipo. La sus modificatorias, se regulan Ley de Contrato de Trabajo (Ley las relaciones laborales. Allí se 145
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prohíbe cualquier clase de discriminación entre los trabajadores ya sea por motivo de sexo, raza, nacionalidad, religiosos, políticos, gremiales o de edad. Además en el artículo 8 de la Ley24.576/1995 se garantiza el derecho de los/as trabajadores/as a la promoción profesional y la formación en el trabajo en condiciones igualitarias de acceso y trato. Asimismo, existen decretos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social que regulan medidas en relación a la participación en programas de empleo y acceso a la formación profesional, por ejemplo el decreto 254/98 promociona el Plan de Igualdad de Oportunidades de Derechos, el cual se propone la igualdad entre mujeres y varones en el mundo laboral. También determina que los organismos de la Administración Pública Nacional deberán adoptar en sus respectivas jurisdicciones las medidas necesarias para dar cumplimiento a los objetivos de ese Plan10.
Sachetti et al, 2018.
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Sachetti et al, 2018.
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atender, de forma particular, los aspectos referentes a la no discriminación en relación al empleo, para así garantizar la efectiva igualdad de oportunidades y de trato de los/as trabajadores/as, por lo que creó la Coordinación Técnica de Igualdad de Oportunidades (CTIO) Laborales en el ámbito de la Secretaría de Trabajo11.
Una mención especial merecen las leyes de regulación que facilitan una mayor corresponsabilidad entre sectores en la resolución de las necesidades de cuidado y una mayor corresponsabilidad al interior de los hogares entre mujeres y varones. La ley 23.451(1986) adopta el Convenio 156 de OIT sobre igualdad de trato de trabajadoras/es con responsabilidades familiares. El convenio insta, en su artículo 3, a los Estados miembros a “incluir entre los objetivos de su política nacional el de permitir que las personas con responsabilidades familiares que desempeñen o deseen desempeñar un empleo ejerzan su derecho a hacerlo sin El Pacto Federal de Trabajo de ser objeto de discriminación y, en 1998 y ratificado por la ley 25.212 la medida de lo posible, sin con(1999) refiere a la necesidad de flicto entre sus responsabilidades
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familiares y profesionales”. Muy recientemente, en marzo de 2022, se reglamentó el artículo 179 de la LCT, obligando, en el plazo de un año, a los establecimientos de trabajo donde presten tareas más de 100 personas, a ofrecer espacios de cuidado para niños y niñas de entre 45 días y 3 años. Con respecto a la violencia y el acoso en el mundo del trabajo, como ya se mencionó, Argentina ratificó, con la Ley 27.580 (2020), el Convenio 190 (C 190) de la OIT. Allí se explicitan los ámbitos en los que puede ocurrir y se establecen líneas de acción para erradicarlos. Particularmente, a través de la prevención. Pero también prevé la implementación de protocolos internos en las empresas, para actuar ante un problema. En forma más general, la Ley 26.485 (2009) tipifica todas las violencias contra las mujeres. En su artículo 4, inciso d, considera violencia económica y patrimonial la percepción de un salario menor por igual tarea, dentro de un mismo lugar de trabajo. Además
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esta
que brinda el marco en el que se desarrollan las relaciones laborales, actualmente, el Ministerio de Desarrollo Productivo se encuentra implementando una serie de políticas públicas más específicas para “fortalecer la equidad de género en el mundo de la producción”12. Entre ellas hay ofertas de financiamiento para obras específicas para mejorar las condiciones de igualdad de género en las empresas, créditos para inversiones en los que se priorizan MiPyMEs lideradas o de propiedad de mujeres, reintegros por aplicar a capacitaciones en género, etc. Estas iniciativas pueden resultar útiles para las empresas que elijan sumarse para contribuir a la reducción de las brechas de género en el mercado laboral. 3.2. Acciones que incorporan alguna perspectiva de género a nivel empresa
Las empresas pueden lograr un mayor compromiso del personal con su empleo si se convierten en protagonistas de la conciliación entre las responsabilidades familiares y laborales. Para ello, se legislación, puede abordar el problema des-
Ministerio de Desarrollo Productivo, 2020. En esta publicación hay un detalle de todas las “iniciativas para el desarrollo productivo con enfoque de género”. 12
UNICEF, 2020.
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de diferentes ángulos13. Uno de ellos es el tiempo de trabajo. Se pueden flexibilizar los horarios de trabajo o modificar la duración de las licencias previstas en el marco normativo vigente. Estas acciones se deberán acordar con los/as trabajadores/as, según sus necesidades de cuidado y responsabilidades familiares. Y es importante que, si se implementan, se difundan como derecho y no como privilegio de unos/as pocos/as elegidos/as. Además, las empresas podrían ofrecer, en sus propias instalaciones, espacios para el cuidado de bebés y niños/as o espacios para la lactancia. Si el tamaño de la empresa lo imposibilita, se podría gestionar su implementación a través de las cámaras o asociaciones empresarias locales, según está previsto en la reglamentación del artículo 179 de la LCT antes mencionado. Otra posibilidad es asignar pagos específicos para resolver situaciones de cuidado. Por ejemplo, otorgando subsidios para contratar guarderías, o colonias de vacaciones, o a una persona cuidadora en el hogar. Se podría incluir en este aspecto el pago o reserva de vacante en escuelas cercanas al lugar de trabajo, por ejemplo. 148
Enfrentar la violencia y el acoso laboral hace a la salud psíquica y social de quienes trabajan. Como la violencia hacia las mujeres es un fenómeno de toda la sociedad, las empresas también están atravesadas por ella. Eso no significa que estas violencias lleguen a constituir un delito, como puede ser un abuso o la violencia física. Lo más probable es que tengan lugar violencias más naturalizadas, las que tienen ese arraigo y “permiso” social, como los “chistes”, las opiniones sobre el cuerpo de las mujeres, etc. que son también manifestaciones de violencias. En este sentido, la sensibilización sobre el tema es un aspecto muy importante y de fácil implementación en los ámbitos empresariales. Una estrategia viable es la realización de campañas alrededor de las violencias, que pueden apuntar a aquellas que suceden por fuera del ámbito laboral, pero que tienen repercusión en él. Es importante prestar atención a comportamientos violentos dentro de la empresa porque es su responsabilidad proteger a quienes se encuentren en esta situación. Entonces, se pueden elaborar protocolos que indiquen el procedimiento a seguir ante situaciones de violencias. Allí se establecerán mecanismos de sanción hacia quienes
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las ejerzan y de reparación para de las que planean sus parejas. quienes las reciben. Tenerlas en cuenta en las comunicaciones y publicidades podría Además de estas acciones, se llevar a incrementar las ventas. podrían establecer cupos para equilibrar la representatividad de Según estudios llevados a cabo en género en las distintas áreas de España, donde la implementación la empresa, o promover la parti- de acciones que buscan la equicipación de mujeres en planes de dad de género ya lleva más de carrera, para asegurar la igualdad una década, este proceso permite de oportunidades. En el próxi- mejorar el clima laboral, aumentar mo apartado se sugieren posibles el compromiso del personal con la caminos para incorporar la pers- empresa, predisponer al personal pectiva de género en el ámbito a participar en procesos de mejolaboral y productivo. ra continua y de calidad, aumentar la productividad y reducir el 4. Incorporación de la perspec- ausentismo, aprovechar las comtiva de género en las empresas14 petencias y los saberes del conjunto del personal y proyectarse El 45,4% de las personas ocupa- positivamente a la opinión públidas son mujeres, que, en general, ca y a los/as consumidores/as, alcanzan un mayor nivel educativo gracias a sus prácticas laborales que los varones15. Ellas enfrentan, de equidad de género16. Según la en el mundo laboral, las inequi- Organización de Estados Ameridades mencionadas en el primer canos17, las experiencias de incorapartado de este artículo. La au- poración de las mujeres a la actisencia de perspectiva de género vidad económica muestran que en las empresas, además de con- existe una correlación positiva tinuar reproduciendo un modelo entre el incremento de la activiinjusto con sus empleadas, puede dad productiva de las mujeres llevarlas a perder oportunidades y el crecimiento económico. En de negocio con sus clientas. Ellas Argentina, grandes empresas deciden entre un 70 y un 80% de como Acindar, AySA y Microsoft las compras de bienes y servicios se encuentran implementando de sus hogares y además, pueden este tipo de acciones18. tener un “poder de veto” sobre las compras que pretenden ha- El primer paso para implemencer sus hijos/as y sobre algunas tar políticas o acciones tendien-
El desarrollo de esta sección es el fruto del diálogo que ha tenido lugar en la Universidad de Quilmes, entre los equipos del Centro Universitario PyME y de la Mesa Transversal de Economía y Género, durante el ciclo lectivo 2021. 14
INDEC, 2022.
15
Albert López-Ibor, R. et al, 2010, p. 12.
16
OEA, 2011.
17
Ámbito Financiero, 12/8/2021.
18
149
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tes a garantizar la igualdad de oportunidades entre los géneros al interior de las empresas es el reconocimiento de las situaciones de desigualdad en su interior. Para esto, conviene realizar una primera autoevaluación institucional que permita detectar la existencia de posibles desequilibrios o inequidades entre los géneros que dificultan o imposibilitan una optimización de todos los recursos humanos en igualdad de condiciones. Parte de la información necesaria suele estar disponible en las oficinas de Recur-
sos Humanos, pero es necesario ordenarla, clasificando al personal según diferentes criterios: grupo de edad (segmentando, por ejemplo, cada 5 años), antigüedad en la empresa, antigüedad en el cargo, nivel educativo, área de trabajo, tipo de contratación, cantidad de horas semanales. Además, todas estas categorías deberán segregarse por género, por lo que resultará conveniente acomodar la información en forma de cuadro de doble entrada como el presentado en la Tabla 1.
Tabla 1: Ejemplo: Personas que integran la empresa según nivel educativo
150
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En este primer relevamiento también conviene revisar si existen criterios objetivos para evaluar a quienes se postulen para cubrir un puesto de trabajo, si la empresa implementa el uso de lenguaje no sexista en sus comunicaciones, tanto internas como externas, y si ofrece a su personal facilidades de algún tipo para hacerse cargo de las responsabilidades familiares (por ejemplo, las mencionadas entre acciones de conciliación, como la posibilidad de cambiar horarios de trabajo, o ampliar licencias, o apoyo económico para guarderías). Asimismo es importante detectar si en las instalaciones en las que se desempeña el personal se dispone de espacios sanitarios adecuados, o de vestuarios diferenciados (si hicieran falta).
que transversalice la perspectiva de género y valore la igualdad de oportunidades como un elemento de calidad: el Plan de Equidad.
Este diagnóstico provee información sobre el estado actual de la empresa en relación a la perspectiva de género. Es una especie de foto que permite analizar la situación y evaluar en qué hace falta intervenir y qué es necesario mejorar.
5- Monitoreo y evaluación de la aplicación del plan.
La siguiente etapa consiste en comprometerse en un plan de acción que tenga como uno de sus objetivos promover un cambio en la cultura de la empresa,
La elaboración e implementación de un Plan de Equidad supone un trabajo secuencial y de proceso en torno a una serie de etapas, tales como: 1- Compromiso institucional y acciones de puesta en marcha del proceso, 2- Diagnóstico o autodiagnóstico institucional, 3- Elaboración del Plan de Equidad propiamente dicho, 4- Aprobación e implementación del plan,
Es clave no solo promover que haya más mujeres y diversidades empleadas en la empresa, sino también construir espacios de trabajo igualitarios. Esto implica revisar las formas de organización actuales, adaptar la infraestructura en los casos necesarios, promover políticas comunicacionales internas y externas con perspectiva de género y finalmente 151
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crear una cultura empresarial que se traduzca en cambios reales. En el diseño del Plan de Equidad deberían involucrarse todos los sectores de la empresa, e incluso los sindicatos. Es recomendable que se responsabilice formalmente a un equipo de personas con representación equitativa, tanto de género como de sectores y niveles jerárquicos, que sea liderado y asumido de manera explícita por la dirección y comunicado a todas las áreas de la empresa. También se debería considerar la incorporación de personas que no se desempeñen en ella, idóneas en la temática, ya que pueden brindar interesantes aportes. En el Plan de Equidad se deberían detallar los objetivos que se proponen y las acciones que se llevarán a cabo para lograrlos, mencionando quién será responsable y el plazo del que dispone. Se pueden agrupar las acciones en diferentes ejes, por ejemplo:
mujeres en tanto empleadas pero también como clientas o proveedoras. • Capacitación: asegurar la equidad en el acceso a los cursos que la empresa brinde. Entre esos cursos se podrían incorporar los temas de equidad y de prevención de la violencia de género previstos en el C 190 de la OIT ya mencionado. • Selección de personal: eliminar prácticas de selección y de reclutamiento con contenido discriminatorio y la introducción de procedimientos escritos y documentados que permitan un acceso abierto a los cargos para quienes reúnan los requisitos. • Acceso a puestos jerárquicos: ofrecer condiciones de igualdad y equidad en las oportunidades dentro de la empresa.
• Infraestructura: adecuar la infraestructura de servicios y sanitaria a las necesidades de mujeres • Comunicación interna y exter- y diversidades. na: incorporar el uso de lenguaje no sexista. La modificación Algunas de estas acciones de la manera en que se escriben suponen una inversión para las las comunicaciones puede ser empresas, pero otras, como la un primer paso, muy sencillo y comunicación, no. Otras pueden económico, para reconocer a las implicar la readecuación de los 152
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procedimientos actuales o, sim- 5. Conclusiones plemente, tener en cuenta a las mujeres en las promociones, por La división sexual del trabajo ejemplo. subyace a las diferencias entre varones y mujeres en los ámbiEn esta construcción colectiva tos laborales. En este momendel plan se deberían prever tam- to, la responsabilidad de las tabién los obstáculos y las dificul- reas domésticas y de cuidado se tades que se enfrentarán, las atribuye a las mujeres. Por este resistencias que aparecerán y las motivo ellas disponen, en geneposibles respuestas ante ellas. ral, de menos horas para dediEstas propuestas implican cam- car a los trabajos remunerados, bios culturales profundos, por lo lo que a su vez incide en menoque es importante considerar de res salarios y menores posibiliantemano las posibles dificulta- dades de ascensos. Además, las des. Muchas de ellas podrían pre- mujeres y diversidades enfrentan venirse si se acompaña la imple- violencias de género en todos los mentación de los cambios con ámbitos en los que desarrollan capacitación apropiada. sus actividades. En particular en el trabajo pueden padecer violenEl Plan de Equidad también cia simbólica y acoso, que se nadebería ser dinámico y reeva- turalizan tanto que hasta podrían luarse con la periodicidad que pasar desapercibidos. la empresa considere conveniente. En esta etapa es impor- En este contexto, los reclamos tante generar estadísticas inter- por una mayor equidad avanzan nas que informen sobre los y consiguen nueva legislación en posibles cambios en variables reconocimiento de derechos. Se como ausentismo, productividad, han mencionado particularmente conflictividad. De esta manera algunos artículos de la LCT y el el Plan de Equidad se manten- C 190 de la OIT, que involucran dría actualizado y profundizaría directamente al sector privado, o reencauzaría, con el correr del por ejemplo en la implementación tiempo, las modificaciones pro- de lugares adecuados para el puestas, y, así, la organización cuidado o en la preparación de acompañaría los cambios sociales protocolos ante casos de violende los que somos protagonistas. cia o acoso. 153
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Ante esta realidad, las empresas tienen la oportunidad de adaptarse y ofrecer mejores condiciones laborales a sus empleados/ as y una atención actualizada a sus clientes/as y proveedores/as. En este artículo se ofreció una breve explicación de cómo comenzar a transitar un camino de mejoras. A partir de una autoevaluación que muestre la situación de partida, acordar, con todos los sectores de la empresa y asegurando representación igualitaria y amplia, un Plan de Equidad que explicite las acciones necesarias, las personas que serán responsables de llevarlas a cabo y los plazos para lograrlo. La evaluación periódica de los avances obtenidos y los obstáculos enfrentados permitirá mantener ese Plan de Equidad actualizado y avanzar en la construcción de nuevas relaciones más igualitarias y justas.
154
Referencias bibliográficas Albert López-Ibor, R.; Escot Mangas, L.; Fernández Cornejo, J. y Palomo Vadillo, M. (2010). Las políticas de conciliación de la vida familiar y laboral desde la perspectiva del empleador. Problemas y ventajas para la empresa. Madrid: Cuadernos de Trabajo de la Escuela Universitaria de Estadística; nº 02/2010. Ámbito Financiero, 12/8/2021, “Hay que aplicar la perspectiva de género en todo lo que hacemos”. Disponible en: https://www.ambito.com/negocios/genero/hay-que-aplicar-la-perspectiva-todo-lo-que-hace mos-n5249026. Consulta: abril de 2022. D´Alessandro, M., O’Donnell, V., Prieto, P. y Tundis, F. (2019). Las brechas de género en la Argentina. Estado de situación y desafíos. Ministerio de Economía, Secretaría de Política Económica, Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/las_brechas_de_genero_en_la_argentina_0. pdf Consulta: marzo de 2022. INADI (s/f). Guía de recursos y derechos para personas trans en contexto de pandemia COVID-19. INDEC (2022).Dosier estadístico 8 m. Disponible en: https://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/publicaciones/dosier_estadistico_8M_2022.pdf. Consulta: marzo de 2022. Maurizio, Roxana (2010). Enfoque de género en las instituciones laborales y las políticas del mercado de trabajo en América Latina. Santiago de Chile: CEPAL. Ministerio de Desarrollo Productivo (2020).Hacia una visión compartida sobre la perspectiva de género en las políticas de desarrollo productivo. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/hacia_una_vision_compartida_ genero_9.11.20.pdf. Consulta: marzo de 2022. OEA (2011) Avance de la igualdad de género en el marco del trabajo decente. Comisión interamericana de mujeres. Washington: OEA. Sachetti, F., Karczmarczyk, M. y Florito, J. (2018). Obstáculos y oportunidades para las mujeres en el mundo de las Pequeñas y Medianas Empresas (PyME). Buenos Aires:CIPPEC. UNICEF (2020). El derecho al cuidado: conciliación familiar y laboral en las empresas. Buenos Aires, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, Cuadernos para la Acción.
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Brecha de género y nuevas tecnologías TICs Jaquelin Rocovich Licenciada en Economía UBA Consejera titular en el CPCECABA “La historia de la informática y de las tecnologías de la información está plagada de mujeres muy importantes. Ada Lovelace, primera programadora, Grace Murray Hopper, pionera en la concepción y diseño de compiladores, Fran Allen, pionera en la optimización de compiladores. El hecho de que su importancia en la historia de los ordenadores haya sido tan silenciada, no deja de ser llamativo y significativo de una época. Estas mujeres desarrollaron las bases de la programación de los ordenadores: crearon la primera biblioteca de rutinas y aplicaciones de software, entre otros. Y en 1997, a pesar del esfuerzo por excluirlas de la historia, fueron incluidas en el Women in Technology International Hall of Fame” (Ruiz, M., 2010).
SÍNTESIS El presente artículo abordará cómo las nuevas tecnologías impactan en el mercado de trabajo cambiando las condiciones laborales y analizará, específicamente, las cuestiones de género y las brechas existentes.
ÍNDICE 1.
Asimetrías en el ámbito digital
2. Diferentes tipos de brechas 3. ¿Cuáles son las ventajas de los hombres en el acceso a la conectividad? 4. ¿Es la transformación digital una oportunidad o una amenaza para la igualdad de género en el mercado laboral? 5. Cómo nos encontramos en Argentina y Latinoamérica 6. ¿Cuáles son los factores que podrían explicar la baja elección de las carreras CTIM por parte de las mujeres? 7. ¿Qué se puede esperar del impacto de la pandemia en los mercados laborales del mundo? 8. Cambios en la economía 9. Teletrabajo en las mujeres en Argentina 10. TICs en Argentina y el rol de la mujer 11. Consideraciones finales Referencias bibliográficas
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1. Asimetrías en el ámbito digital son relevantes para personas de todas las edades) debido a la A lo largo de los años la tec- existencia de diferentes brechas. nología ha avanzado y fue trans- Existe una brecha tanto en los formando el mercado laboral. niveles más básicos de compeSumado a la aparición de la pan- tencias hasta en las habilidades demia y los cuidados necesarios más avanzadas, como programar para que no se propague el Covid y utilizar Big Data. 19, se digitalizaron muchos procesos y se incrementó en forma Los avances en las Tecnologías exponencial demostrando cuán de la Información y la Comuniimportante es el acceso a la tec- cación (TICs) dieron origen a la nología digital y la conectividad. Sociedad de la Información, entendida esta como una nueva En este sentido es importante estructura social construida en analizar qué sucede con la brecha torno a redes de información. de género. Para ello, primero hay que enumerar los distintos tipos La información es una fuente de de brechas que existen vincula- poder y, en este sentido, determidas no sólo al acceso a la tec- na que el acceso a la misma pronología, sino también al uso, apro- porcione nuevas oportunidades piación y generación de estas para el desarrollo de las personas, nuevas tecnologías. como así también genera mayores brechas sociales y económiEn el mundo, las mujeres tienen cas entre los individuos. menor probabilidad que los hombres de saber cómo usar un Existen numerosas ventajas que Smartphone, navegar por Inter- ofrecen las TICs, como mayor net, utilizar redes sociales y co- acceso a la información, reducnocer cómo guardar información ción de costos en el sector laboral en medios digitales (habilidades o mayor conectividad entre las requeridas tanto en la vida coti- personas. Sin embargo, la digitalidiana como en el trabajo y que zación no se está dando por igual 160
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en todo el mundo, por lo cual se vo, económico y social de las nuegenera un desequilibrio aún ma- vas tecnologías. yor. 2. Diferentes tipos de brechas La pandemia aceleró los procesos de teletrabajo, educación online y A fin de abordar esta problemátila conectividad, lo que nos ha ca es importante definir los difepermitido adaptarnos rápida- rentes tipos de brechas: mente a estas nuevas modalidades. Pero hay que tener en • Brecha de acceso: En esta sicuenta que la mitad de la tuación los individuos no tienen población mundial (alrededor de las posibilidades de acceder a la 3.600 millones de personas) no conectividad. Esta situación está tiene acceso a la red según datos relacionada con el desarrollo publicados por la UIT-ONU. económico, ya que requiere de inversiones en infraestructura Asimismo, la brecha digital a nivel muy costosas. mundial afecta más a las mujeres (42% de las mujeres pueden • Brecha de uso: En este caso los conectarse) que a los hombres individuos carecen de competen(52% de los hombres pueden cias digitales que impiden el uso conectarse) y esto se acrecienta de la tecnología, por regiones según el desarrollo económico de cada una. • Brecha de calidad de uso: Esta situación se da cuando los indiEs significativo destacar que no viduos poseen competencias disólo es importante el acceso a la gitales, acceden a la conectiviconectividad sino también la dad, pero no pueden utilizar todo alfabetización digital. Es decir, el su potencial debido a la falta de proceso de aprendizaje que per- conocimiento. mite que una persona adquiera competencias para entender y Para analizar la situación de cada aprovechar el potencial educati- uno de los países la UIT-ONU 161
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desarrolló un Índice de Acceso Digital (IAD) que mide la capacidad global de los ciudadanos para conectarse y utilizar las TICs y tiene en cuenta la calidad, infraestructura, conocimiento, accesibilidad y utilización.
tura, ya que los avances tecnológicos son fundamentales para encontrar soluciones sustentables, y la reducción de la brecha digital es fundamental para garantizar el acceso igualitario a la información y el conocimiento y promover la innoAsimismo, la ONU, en su agenda vación y el emprendimiento. 2030 sobre los objetivos de Desarrollo Sostenibles, destaca En este sentido, resulta fundatres objetivos relacionados a esta mental entender y analizar por problemática: qué existen diferencias en el acceso a las tecnologías de la infor* el objetivo Nro. 4, que fomenta mación en el mundo. la educación de calidad y la mejora de la educación en las mujeres. 3. ¿Cuáles son las ventajas de los hombres en el acceso a la conec* el objetivo Nro. 5 sobre la igual- tividad? dad de género, que busca terminar con la discriminación contra Las ventajas derivan, principallas mujeres y las niñas, “ya que mente, de las diferencias preexisempoderar a las mujeres y niñas tentes entre los géneros, por ende tiene un efecto multiplicador y se reflejan en el mundo digital y ayuda a promover el crecimiento tecnológico reproduciendo estas económico y el desarrollo”, y brechas. Es importante analizar los Gráficos 1 y 2 y ver qué sucede * el objetivo Nro. 9 sobre in- en cada uno de los países. dustria, innovación e infraestruc162
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Gráfico 2 Panel B: Acceso a Telefonía Móvil Gráfico 1 (En porcentaje)
Panel A: Acceso a Internet
(En porcentaje) Gráfico 1: Panel A: Acceso a Internet (en porcentaje) 64%
Guatemala México
Perú El Salvador
44%
Perú
Colombia
Panamá
Ecuador
Venezuela
52%
Ecuador
Rep.Dominicana
Jamaica
Brasil
73%
69%
64%
Chile
74% 70%
Uruguay
40%
Mujer
Ecuador Panamá
73%79% 83%
60%
83%
80%
79%
75%
69% 73% 79%
83%
82% 69% 81% 79%
Rep.Dominicana Venezuela
82%90%
81% 91%
Brasil Jamaica
83% 80% 90% 91%
Chile Brasil
83% 80% 91%
Argentina Chile
92% 83% 91%
91%
92%
Costa Rica Argentina
86% 83%92%
91%
Uruguay Costa Rica
91% 91% 92%
92%
91% 86%
83%
92%
80%
81%
Jamaica Rep.Dominicana
83%
60% 78% 80%
83%
Venezuela Ecuador
80%
75% 78%
Costa Rica
40%
75%81% 83%
91%
Argentina
Costa Rica
20%
Panamá Colombia
90% Hombre
73% 74%
0%
83% 83% 78%
82%
Chile
20%
ElColombia Salvador
79%
65% 63%
Brasil
0%
83% 73% 78%
81% Mujer
64% 71%
Jamaica
Uruguay
El Salvador Perú
79%
61% 59%
Rep. Dominicana
83%
75%
53% 58%
Venezuela
61% 73% 83% 66%
83%
60%
74%
Perú México
81%
51% 59%
Panamá
61% 64% 66%
83%
78%
49% 60%
Colombia
Argentina
73%
62%
47%
El Salvador
74%
México Guatemala
66%
38% 49%
México
Gráfico 2: Panel B: Acceso a Telefonía Móvil (En porcentaje) (en porcentaje) 64% Guatemala
74%
61%
35% 45%
Guatemala
Gráfico 2 Panel B: Acceso a Telefonía Móvil 2 (EnGráfico porcentaje) Panel B: Acceso a Telefonía Móvil
100%
100%
Hombre
Cálculos basados en la Encuesta Gallup 2017-2018 “The inclusive internet index” (eiu.com) Fuente: EIU (2019)
92%
86%
91%
92%
Uruguay 0%
20%
40%
60%
80%
91% 100%
0%
20%
40%
60%
80%
100%
Mujer
92%
Hombre
Cálculos basados en la Encuesta Gallup 2017-2018 “The inclusive Hombre internet index” (eiu.com) Mujer Fuente: EIU (2019) 163
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En el caso de Argentina, las mujeres tienen mayor porcentaje de uso que los hombres en el acceso a Internet y acceso al teléfono móvil. Sin embargo, lo que también hay que analizar es qué hacen con el acceso.
bién para la interacción con otras personas y con fines de productividad que faciliten las actividades cotidianas”.
Por su parte, los hombres lo utilizan para enviar correos, acceder a servicios financieros y buscar De acuerdo, a la encuesta para el información, entre otros usos. proyecto OLA Tics, diálogo regional sobre la sociedad de la En concordancia con todo lo información en Latinoamérica, expuesto, en el informe realizado llamada “After Access”, se obser- por el INDEC sobre el uso de tecva que el uso de la tecnología es nologías correspondiente al últidiferente: las mujeres utilizan la mo trimestre del 2021, muestra tecnología para comunicarse, que, en nuestro país, los hombres chatear, realizar. acceden en un 87,3% a Internet por el celular, y un 88,5% las Coincidiendo con el estudio rea- mujeres mostrando la mayor lizado por “Chicas en Tecnología” conectividad de las mujeres a y Motorola sobre cómo usan el través del celular para realizar teléfono celular las mujeres tareas de comunicación, según la argentinas, se observan datos Lámina 1. tales como que las principales actividades que realizan las mujeres con el celular son chatear con familia y familiares (90%), búsqueda de información (81,3%) y escuchar música (63,4%). Lo que demuestra este estudio es que “el uso del celular es parte de la vida diaria de las personas, no solo es un dispositivo que se utiliza con fines recreativos, sino tam164
Lámina 1
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Con relación al uso de Internet a través de las computadoras o PC se observa que los hombres acceden más que las mujeres a través de este dispositivo, 41,4% contra 40,5% las mujeres. Esto se aprecia en la Lámina 2, según el informe del INDEC Volumen 5 Nº 1, sobre Acceso y uso de las Tecnologías de la información y la comunicación, EPH Encuesta de Permanente de Hogares del cuarto trimestre de 2020.
uso de las habilidades vinculadas con estas áreas. Según el dosier estadístico en conmemoración del 111° Día Internacional de la Mujer sobre género, se observa que de cada 100 inscriptos en carreras relacionadas a ciencias aplicadas sólo 36 son mujeres, a diferencias de las carreras relacionadas al ámbito de la salud donde de cada 100 inscriptos 74,2 son mujeres, como se ve en el Gráfico 3. Gráfico 3: Mujeres inscriptas por tipo de carrera (en porcentaje)
Lámina 2 4. ¿Es la transformación digital una oportunidad o una amenaza para la igualdad de género en el mercado laboral? En este sentido es importante entender que las mujeres eligen menos carreras relacionadas con las CTIM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), y eso hace que estén rezagadas en el
Datos: Dosier estadístico en conmemoración del 111° Día Internacional de la Mujer. 8 de marzo de 2022 (indec.gob.ar) Fuente: INDEC, elaborado por la Direccion de Estadisticas Sectoriales a partir de datos del Departamento de Información Universitaria dependiente de la Secretaria de Politicas Universitarias. 165
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La pandemia originada por el Covid-19 ha revolucionado, también, la forma en la que las personas y las empresas utilizan las TICs y otras tecnologías digitales para trabajar e interactuar, y ha puesto de manifiesto la urgencia de promover el equilibrio de género en este sector.
166
trayectorias profesionales viables. Por otra parte, muchas de las mujeres que sí siguen este camino acaban abandonándolo en algún momento, ya sea siendo estudiantes o profesionales, en lo que ya se ha llamado el efecto de la «tubería con fugas».
Si bien las desigualdades se identificaron hace décadas, y se han realizado esfuerzos para abordarlas a lo largo de los años, de acuerdo con un estudio de la Comisión FEMM (Comisión de los Derechos de la Mujer y de la Igualdad de Género del Parlamento Europeo), persisten sesgos y desigualdades en los ámbitos CTIM y el sector digital (por ejemplo, tecnologías digitales, informática, tecnología de la información y la comunicación, inteligencia artificial, ciberseguridad).
El concepto tubería con fugas (“leaking pipeline” en inglés) sirve para entender el proceso que permite a las mujeres acceder, continuar y permanecer en el campo de la producción científica. Está, fundamentalmente, relacionado a las filtraciones que se dan a lo largo de la vida de las mujeres que desembocan en su salida del campo de la ciencia y que tiene como consecuencia una disminución creciente de las mujeres en el campo científico, particularmente, pero no exclusivamente, en el campo de las ingenierías y las matemáticas.
Asimismo, se identifican dos fenómenos importantes que contribuyen a esta situación. Uno es que, por diversas razones culturales, las niñas tienden a evitar estos ámbitos porque no los ven como
Las diferencias entre hombres y mujeres se hacen patentes bastante pronto y son notorias a lo largo de su vida. A edades comprendidas entre los 15 y los 16 años, el 73 % de los chicos afirma
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sentirse cómodo utilizando dispositivos electrónicos, frente a tan solo el 63 % de las chicas del mismo grupo de edad, según el estudio de la Comisión FEMM. Lo más llamativo es que solo el 3 % de las adolescentes expresan interés por seguir una carrera como profesionales de las TICs, congruentemente con lo mencionado anteriormente. La tubería con fugas se refiere a la situación en la que, cuanto más avanza una mujer en sus estudios académicos y en su profesión, mayor será la probabilidad de que abandone. La tubería con fugas se debe a una serie de condiciones, incluidos entornos de trabajo que no favorecen la vida familiar, falta de compañeras de trabajo y mentoras, y falta de reconocimiento profesional.
profesionales y, al tiempo, garantizar el aprendizaje digital permanente para las mujeres. 5. Cómo nos encontramos en Argentina y Latinoamérica En nuestra región, existen organizaciones sin fines de lucro que contribuyen a cerrar la brecha de género. Una es “Chicas en Tecnología (CET)”, con un alcance a varios países de Latinoamérica, que se propone ayudar a las mujeres en su incorporación en el mundo laboral de la tecnología y acompañarlas en el sector con un enfoque social, buscando cambiar el rol de la mujer de usuarias a creadoras.
Uno de los factores fundamentales para trabajar es la falta de modelos a seguir en los niveles educativos más altos, ya que no existen referentes de mujeres en estas áreas, y ello dificulta que las Por todo ello, es necesario fomen- mujeres más jóvenes puedan eletar la participación de las mujeres gir recorridos que no les resulten en puestos de trabajo técnicos y cercanos. de alto nivel, superando desde una etapa temprana las barreras En Perú, se fundó hace 8 años la educativas así como las barreras organización “Laboratoria”, que 167
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está focalizada en formar mujeres de bajos recursos como programadoras, para fortalecer la inserción de las mujeres dentro de la economía digital.
del Software (Cessi). Es precisamente esta industria del software donde se generan empleos de calidad y salarios elevados. Por ejemplo, durante el 2021 los salarios de esa industria se encontraban un 83,7% por encima de la media, según el INDEC en su informe sobre remuneraciones.
En Argentina, se encuentra la organización “El club de las chicas programadoras”, que tiene por objetivo incluir a chicas adolescentes en el mundo de la programación a través de charlas gratuitas que transmiten el entu- En línea con lo expuesto, si bien la siasmo y potencian las habili- economía digital tiene la potendades de las más jóvenes. cialidad de ser una fuerza motriz para el cambio estructural con Por otra parte, en Argentina se igualdad (CEPAL, 2013), es indismodificó la ley de Economía del pensable que las políticas en este Conocimiento (Ley Nro. 27.570, sector vayan acompañadas y se publicada en el Boletín Oficial el interrelacionen con otras inter7/10/2020) e incorporó la pers- venciones estatales dirigidas a pectiva de género con el objetivo superar las desigualdades sociade reducir las brechas existentes, les y económicas. en particular en la industria del software. Las mujeres solo ocu- 6. ¿Cuáles son los factores que pan el 30% de los empleos en esta podrían explicar la baja elección industria, según informe “Las de las carreras CTIM por parte de mujeres conquistan cada vez más las mujeres? espacios en la Industria IT” desarrollado por OPSSI (Observatorio En general, e acuerdo con lo Permanente de la In- dustria del expuesto por la CEPAL en su traSoftware y Servicios Informáticos bajo “La industria del Software y en Argentina) en 2020 para la los servicios Informáticos (un secCámara Argentina de la Industria tor de oportunidades para la 168
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autonomía económica de las estimulan, sino que pueden demujeres latinoamericanas)”, se sanimar a las que se sientan atraíidentifican los siguientes obstácu- das por este campo. los: Es importante destacar también • La tendencia a asociar lo tec- que los países en desarrollo están nológico con el “mundo masculi- atrasados en términos de difusión no”. Los estereotipos tradiciona- de la tecnología y de formación les, muchos aún vigentes, consi- de futuros trabajadores en las deran que, en general, las mujeres habilidades que éstas demandan. son sociales/sociables/emocio- Si esta situación perdurara en el nales; en cambio, a los varones se tiempo, podría agrandar la brecha los percibe como tecnológicos/ con respecto a los países desaracionales/empíricos y, por tanto, rrollados, como sucedió de hecho más afines a desempeñarse efi- en “revoluciones tecnológicas” cazmente en estas disciplinas. anteriores. • Se suele representar a las TICs como herramientas esencialmente técnicas, desvinculadas de los procesos socioculturales y políticos, “neutrales” en términos de valores y, por tanto, desligadas de las representaciones y patrones de género.
En este sentido, el Banco Mundial señala que 67% de los empleos de América Latina podrían ser automatizados. De allí radica el principal problema para la región que es el insuficiente desarrollo de la infraestructura digital -y, por lo tanto, de la denominada “inclusión digital”- lo que consti• Falta de incentivos desde la tuye un reto para la región, y familia y la escuela. De esta última específicamente para la disse destacan los contenidos cu- minución de las brechas. rriculares desactualizados o alejados de los intereses predomi- Según la Fundación Sadosky, en nantes en las mujeres y las acti- su informe “Y las mujeres… tudes manifiestas o sutiles de los ¿dónde están?”, el porcentaje de y las docentes, que no sólo no mujeres en las carreras de las 169
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ciencias de la computación ha sociedad y de la economía del disminuido considerablemente a conocimiento, no solo mirando la lo largo de los años. demanda insatisfecha de posiciones específicas dentro del En Argentina, es necesario crecer amplio espectro de las carreras en calidad y cantidad de los recur- CTIM o TICs. Veamos, en el Gráfisos necesarios para que el país co 4, la evolución en los últimos enfrente estas demandas de la 50 años: Gráfico 4: Mujeres en Carreras de Ciencias de la Computación y Lic. en Ciencias de la Computación UBA (en porcentaje)
Fuente: Y las mujeres… ¿dónde están? Fundación Sadosky
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Para desarrollar estos recursos y talentos no solo hace falta inversión, conectividad y buena regulación laboral, sino programas integrales más allá de los esfuerzos realizados desde el sector de las TICs. 7. ¿Qué se puede esperar del impacto de la pandemia en los mercados laborales del mundo? Principalmente, según J. Weller, sobresalen tres efectos: la destrucción de empleos, la transformación de tareas laborales (teletrabajo) y la creación de ocupaciones como consecuencia de la digitalización y desarrollo de las TICs. Asimismo, los cambios en los distintos ámbitos del trabajo que produjo la pandemia dejaron en evidencia, entre otras cosas, la disparidad en los procesos de incorporación tecnológica. Por ejemplo, durante la pandemia se duplicó, y en algunos casos hasta se triplicó, el porcentaje de empresas que utilizan tecnologías de la industria 4.0 según un informe de INTAL en 2020 y que
encuentran dificultades en el mercado laboral para satisfacer las demandas que implica; entre ellas, la deficiencia de habilidades blandas o falta de capacitación en tecnologías 4.0 del mercado laboral del país, consecuentemente con la formación profesional de los estudiantes argentinos. Ante este escenario, la educación y la formación actualizada de las personas se posicionan como factores decisivos de inclusión sociolaboral. No obstante, con el avance de la tecnología surgen también nuevos oficios y profesiones como, por ejemplo, el social media manager, community manager, operador de drones, creadores de contenidos audiovisuales, diseñadores de interfases de usuarios, analistas de datos, administradores de bases de datos, expertos en cyber seguridad, expertos en marketing online o desarrolladores de aplicaciones, que llevan también a repensar la vinculación entre las profesiones y oficios tradicionales y las nuevas necesidades del mercado en función de los avances tecnológicos. 171
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Es cierto también, que muchas de estas habilidades y conocimientos se adquieren trabajando, haciendo (learning by doing) mientras otras requieren estudios terciarios, especializaciones y/o posgrados. Ante esto el mercado de trabajo demanda mucho estas habilidades, conocimientos y expertise, lo cual genera altos niveles de salarios, como vimos con los datos de los salarios en esta área por arriba de la media. 8. Cambios en la economía También, debemos considerar los cambios que se producen en la economía, específicamente en la gig economía (economía de las changas o trabajo informal), con plataformas colaborativas como UBER, Airbnb, Pedidos Ya, entre otras. Estas situaciones al fragmentar 172
podrían precarizar el empleo, y las condiciones laborales, convirtiéndolo en inestable y cambiante. Sin embargo, otra mirada sobre estos nuevos roles y vínculos laborales es que los hacen más flexibles, de mayor libertad en el trabajo y contratación. 9. Teletrabajo en las mujeres en Argentina Según la metodología del INDEC, el trabajo en el domicilio o teletrabajo es aquel que se realiza en la vivienda de las personas trabajadoras o en otro local u oficina diferente al establecimiento del empleador, tal como el trabajo remoto. Esta modalidad genera una sobrecarga mayor para las mujeres que para los hombres (el porcentaje de aquellas duplica al de los varones como se ve en el Gráfico 5) y, principalmente, para las que tienen responsabilidades domésticas y de cuidado.
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Gráfico 5: Mujeres y varones que trabajan desde la vivienda (en porcentaje)
Datos: Dosier estadístico en conmemoración del 111° Día Internacional de la Mujer. 8 de marzo de 2022 (indec.gob.ar) Fuente: INDEC, marzo de 2022.
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10. TICs en Argentina y el rol de cias y la tecnología. la mujer Un dato relevante para consideArgentina, a pesar de los vaivenes rar es que del total de egresados macroeconómicos, tiene un cre- en el Sistema Universitario la cimiento real del uso de las TICs mayoría de las egresadas son que puede observarse a través mujeres, alcanzando el 61,2%. del aumento de dispositivos informáticos como PCs, celulares Afortunadamente la sociedad se y el acceso a los mismos, como perfila en esta dirección, en la así también en el desarrollo de mayor participación de las nuevas empresas basadas en las mujeres en el mundo laboral y de nuevas tecnologías, como Merca- sistemas en particular. En Argendo libre, Globant, Auth0, OLX, tina se observaron progresos sigentre otras. Sin embargo, el cuello nificativos en el grado de involude botella se produce en la ge- cramiento de las mujeres en el neración de recursos humanos mundo del trabajo y la particiespecializados en CITM. pación ciudadana. Aún quedan temas pendientes por resolver en Esta problemática se observa no pos de alinear los esfuerzos de la solo en la cuestión de género (del política pública y las oportunitotal de los egresados solo una de dades de empleo que se presencada tres son mujeres) sino tam- tan; esto se puede observar en el bién sobre el total: según los Gráfico 6, en el crecimiento condatos suministrados por el minis- tinuo, aunque lento, de la particiterio de Educación de la Nación pación de las mujeres en los carsolo el 23,2% de los inscriptos en gos de relevancia en las empresas las universidades del país son de de tecnología. las carreras relacionadas a la cien174
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Gráfico 6: Staff femenino por tamaño de empresa (en porcentaje)
Datos: Dosier estadístico en conmemoración del 111° Día Internacional de la Mujer. 8 de marzo de 2022 (indec.gob.ar) Fuente: INDEC, marzo de 2022.
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11. Consideraciones finales Hay que destacar que la transformación digital está cambiando el mundo del trabajo y generando nuevas oportunidades en carreras relacionadas al uso de la tecnología, ya sea en forma deliberada o por las circunstancias de la pandemia. Asimismo, no olvidemos que la baja proporción de mujeres en estas carreras sugiere una pérdida de oportunidades que debe ser revertida.
destrezas vinculadas a los desafíos actuales del mercado de trabajo. Esta debe ser la estrategia de nuestro país para el crecimiento y desarrollo de las generaciones futuras, a fin de cerrar las brechas con los países desarrollados como así también la brecha de género. Esto debe combinarse con una mayor participación laboral femenina y el cierre de brechas salariales, que dependerá en gran medida de las acciones de política emprendidas para abordar los problemas estructurales de la desigualdad de forma integral, y así garantizar trabajos dignos para hombres y mujeres.
Las diferencias de género en la participación en los estudios CTIM en detrimento de las mujeres ya se pueden apreciar en la educación media y se vuelve más visible en niveles educacionales más altos. También es imprescindible que las políticas educativas, de entreEs importante visibilizar la urgen- namiento laboral y primer empleo cia de abordar los factores que incluyan un componente específiobstaculizan o facilitan la partici- co relativo a la temática de génepación femenina, el rendimiento y ro. Para dar un paso a la igualdad la continuidad en la educación en de género y garantizar la inclusión CTIM para promover el interés y de las mujeres por su talento y el compromiso de niñas y mujeres aptitudes, es necesario la adopen estas materias. ción de medidas y políticas, como lo auspiciado por Naciones UniPara el crecimiento económico das en los objetivos de desarrollo del país, es transcendental que sustentable. las mujeres desarrollen las 176
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