COLUMNA
VERDE
las Empresas B y los nuevos lemas del Perú ¿Cómo justifica escribir en SoHo alguien que se considera profeminista? No lo hace, pero tampoco invisibiliza la decisión. Confía en que alguien que leerá estas líneas hará que valga la pena. El último fin de semana lo pasé limpiando varias playas de la capital. No estuve solo, pues más de cuatro mil personas limpiaron ríos, playas y lagunas en la costa, sierra y selva del Perú como parte la campaña ciudadana HAZla por tu playa. Confieso que al ver las fotos de niños y niñas a bordo de sus kayaks en la laguna Piuray en Cusco y las de esas 386 personas que hicieron lo propio en México se me erizaron los pelos de la nuca. Hace tres años, cuando entre L.O.O.P y Conservamos por Naturaleza decidimos crear HAZla por tu playa, lo hicimos basados en la confianza. Confiar, ese acto que linda con lo revolucionario en estos tiempos, es lo único capaz de traer de vuelta la esperanza. Con cada edición de HAZla por tu playa ha aumentado el número de voluntarios y las toneladas de basura recogidas. Este año fueron más de 34 toneladas, el equivalente a lo reunido en el 2013 y 2014. ¿Debería alegrarnos que se haya recogido más basura? No. El problema se acentúa y solo hay nueve rellenos sanitarios en todo el Perú. Eso quiere decir que en menos de 1% de los distritos existe un lugar adecuado para disponer los residuos. Tampoco existe cultura de reciclaje ni de hacer compost. Como resultado, la mayoría de residuos terminan mezclados en botaderos, en el mar, o a merced del viento. En pleno siglo XXI toda la basura de Chachapoyas, por ejemplo, se va al río. En el libro Cradle to Cradle (De la cuna a la cuna. Rediseñando la forma en que hacemos las cosas), los autores —el químico Michael Braungart y el arquitecto William McDonough— plantean que estamos ante un problema de diseño. Nos proponen imaginarnos un mundo en el que no existe el concepto de basura. Todo se reutiliza, todo se diseña pensando en los siguientes usos de cada producto. En esta visión no caben los productos desechables y de un solo uso. El nocivo tecnopor estaría prohibido. Haríamos más compost y sembraríamos más cultivos cerca de donde vivimos. El 50% de la comida producida en el mundo no iría a los tachos, mientras millones pasan hambre. Nuestros ríos cargarían agua de la cual podríamos beber, usaríamos más energías renovables y contaminaríamos menos. Invertiríamos en la infraestructura necesaria para lo que se denomina la Tercera Revolución Industrial y aplicaríamos en más espacios los principios de la permacultura.
Por Bruno Monteferri
Formaríamos, en resumen, sociedades con mayor resiliencia (capacidad de las comunidades y ecosistemas de absorber perturbaciones sin alterar significativamente sus características) y una ciudadanía madura y consciente. Si ese presente y esa realidad es deseable, ¿por qué optar por la prórroga, por qué no empezar ahora a inspirar con el ejemplo? LA TRANSICIÓN NECESARIA Rob Hopkins, fundador de The Transition Network y autor de The Power of Just Doing Stuff, es uno de los que promueve aprender y reinventar nuestro presente, un reto a la vez. Cansado de enfocar su energía en quejas y críticas, decidió convertir su propia localidad, Totnes, en Inglaterra, en el lugar en el que siempre quiso vivir. Y, al hacerlo, se dio cuenta de que se crearon espacios auténticos para dar rienda suelta a la creatividad y para la interacción social positiva. Resolviendo problemas en comunidad, la gente es más feliz. Ese mismo impulso es el que motivó HAZla por tu playa. HAZla tiene como lema “Deja los lugares por donde pasas mejor de lo que estaban”. Hace unos años, un equipo liderado por Baltazar Caravedo realizó encuestas descentralizadas preguntando cuáles eran los lemas que caracterizaban a los peruanos. ¨Roba pero hace obra¨, ¨Hecha la ley, hecha la trampa¨ y ¨El que puede, puede¨, fueron las principales respuestas. Los incas se retuercen en sus tumbas pensando en que hace solo unos siglos los lemas que resonaban en estas tierras eran ¨No seas ocioso¨, ¨No robes¨, ¨No mientas¨. Si viviéramos la vida sabiéndonos de paso y tratando de dejar cada persona y lugar que conocemos mejor de cómo lo encontramos, la realidad sería distinta. Frente a los retos y oportunidades actuales, un nuevo tipo de empresas empieza a emerger con fuerza. Se llaman empresas B y en lugar de estar basadas en el lucro, surgen para ayudar a solucionar un problema de la sociedad usando un modelo de negocio. Son empresas que apuestan por lo local y lo resiliente, reconociendo que operan en un mundo globalizado. Son empresas que internalizan los costos e impactos de cada producto, en lugar de internalizar solo las ganancias y hacer que los costos ambientales los asuma el colectivo. Son las empresas del presente, son las empresas del futuro. Una vez más, confío.
La Organización Mundial de la Salud indicó que una de cada ocho muertes en el mundo se PRODUJO POR La exposición a la contaminación atmosférica. 22 SoHo
Edición 39 | 2015
www.soho.com.PE