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Tecnología y prevención: las tendencias que redefinirán los seguros en 2023

Salud, movilidad, riesgos climáticos y ciberseguridad marcarán la estrategia de adaptación de las compañías de seguros. Inclusión de servicios de salud mental y telemedicina en las pólizas, seguros a la carta para una nueva movilidad, apps e inteligencia artificial para evaluar y reducir los riesgos del cambio climático, y refuerzo de la seguridad cibernética son los principales desafíos de las aseguradoras.

La inestabilidad como nueva normalidad. Es el mantra que resuena en los despachos de consultoras y grandes corporaciones, y que ilustra la situación de cambio constante. Ciudadanos y empresas han tenido que adaptarse en los últimos tres años para afrontar los desafíos generados por la pandemia, la guerra en Ucrania y sus consecuencias energéticas y económicas, y el cambio climático. Y la clave para conseguirlo ha sido la transformación tecnológica y cultural. Esta transformación también ha llegado a los seguros, que apuestan por aprovechar las nuevas oportunidades surgidas de esta coyuntura. Amoldarse con agilidad y ofrecer a los clientes nuevas fórmulas de protección serán la clave.

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De estos escenarios nacen las tendencias que marcarán el mundo de los seguros en 2023 y que apuntan hacia las áreas de salud, movilidad, riesgos climáticos y ciberseguridad. Ganan relevancia la prevención, los seguros a medida y el uso de tecnologías de nueva generación —como big data, inteligencia artificial (IA) y el Internet de las cosas (IoT)— en toda la cadena de valor.

Salud: innovación y nuevas coberturas

Los estudios apuntan a una ampliación y mejora en las coberturas, que poco a poco van integrando en su oferta la salud mental, la telemedicina, y nuevas tecnologías y dispositivos enfocados a agilizar el diagnóstico y el seguimiento de los pacientes.

Cada vez existe mayor conciencia acerca de los riesgos que los problemas de salud mental implican, tanto para el bienestar de las personas como para la estabilidad de las organizaciones, lo que ha hecho que en el último año el porcentaje de las aseguradoras que incluyen servicios orientados a este ámbito haya subido un 10 %, según apunta la consultora Mercer Marsh Benefits (MMB) en el Informe de la encuesta global de aseguradoras. MMB Health Trends 2023. Sin embargo, un 16% de las compañías de seguros no ofrece ningún tipo de cobertura de este tipo.

La mayoría (un 61 %) incluye un máximo de diez sesiones anuales de asesoramiento psicológico y/o psiquiátrico. Mientras que las que ofrecen asesoramiento ilimitado se reducen a un 16 %. El tratamiento hospitalario está disponible en un 53 % de las compañías, y un 40 % también presta asesoramiento virtual por videochat para el seguimiento de la ansiedad o la tristeza.

Este último caso ejemplifica otra gran tendencia en el ámbito de la salud, la telemedicina. Servicios como la teleconferencia con el médico, que irrumpieron con la pandemia, se han convertido en los dos últimos ejercicios en uno de los servicios más demandados. Según datos de MMB, el 77 % de los clientes que usó este tipo de atención en 2020 quiere seguir haciéndolo. Por eso, hoy el 72 % de las aseguradoras incluye la telemedicina para la salud general.

Savia, la plataforma de salud digital de MAPFRE, ha seguido reforzando el cuidado emocional de las personas tras el lanzamiento de la videoconsulta de psicología. Ahora también ofrece al paciente la posibilidad de segmentar su búsqueda por tipo de trastorno con el objetivo de lograr un cuidado más personalizado y específico de su salud emocional.

Por otra parte, dispone de un modelo de wellbeing corporativo que responde a la necesidad de las empresas de cuidar su principal capital, sus empleados y que actúa sobre otros dos pilares: el de la salud nutricional y el de la salud física.

También son cada vez más las que han innovado para reducir costes y brindar a los clientes una mejor experiencia a través de nuevas herramientas digitales. Así, una de cada cuatro aseguradoras ya ofrece aplicaciones para sugerir diagnósticos en condiciones médicas simples y wearables para que los pacientes puedan autogestionar su bienestar.

Movilidad: pólizas a la carta para un nuevo transporte

La aparición de nuevas formas de transporte más sostenibles y conectadas, como los vehículos de movilidad personal (VMP), el carsharing, los sistemas de ayuda a la conducción o el mobility as a service, que combina tendencias de movilidad compartida con el transporte público, han dado lugar a un nuevo panorama asegurador, con fórmulas para garantizar una protección más flexible, inmediata y personalizada.

Recientemente, la Dirección General de Tráfico (DGT) española anunció que pronto “se exigirá un seguro obligatorio para patinetes eléctricos”. El aumento de incidentes y la expansión del uso de estos vehículos ha levantado la voz de alerta. Hasta hace poco, muchos seguros del hogar incluían cobertura a ciclistas y ya hay aseguradoras que disponen de pólizas de responsabilidad civil para propietarios y/o usuarios de patinetes, segways, hoverboards, bicicletas y monociclos, los vehículos más usados.

Por otro lado, el auge de la economía gig, impulsada por plataformas como Uber o Deliveroo, ha generado un nuevo tipo de empleado autónomo, con más riesgos y menos protección en el trabajo. Esta circunstancia presenta una clara oportunidad de negocio para las aseguradoras, centradas ahora en ofrecer pólizas adaptadas a las necesidades de estos trabajadores.

También gana importancia la innovación tecnológica. Como ha señalado Andrew Rose, presidente de OnStar Insurance, a la revista de la consultora McKinsey, “los vehículos del futuro requieren seguros del futuro”. Gracias a tecnologías como el Internet de las cosas (IoT) y a través de una simple app, las aseguradoras pueden obtener datos en tiempo real del comportamiento de los conductores al volante y premiar en sus pólizas a aquellos que guarden hábitos seguros de conducción. De este modo, las pólizas se personalizan en función de la conducción, pero también del uso del automóvil: paga más quien más lo usa.

Las aplicaciones también pueden ayudar a evaluar con precisión los accidentes y ofrecer un mayor valor a sus clientes. Ya instaladas en algunas flotas empresariales, son especialmente beneficiosas para aquellas organizaciones dedicadas al negocio de la movilidad y el transporte.

Riesgos climáticos: tecnología para prevenir, analizar y monitorizar

Los riesgos climáticos están adquiriendo una relevancia muy significativa. Tal y como advierte el reciente informe de la ONU Cambio climático 2021: la base de la ciencia física, las situaciones climáticas extremas y los desastres naturales afectarán, cada vez en mayor medida, al planeta. Éstas inevitablemente comportarán pérdidas humanas, pero también numerosos daños para las propiedades y los negocios. Por eso las aseguradoras ya han comenzado a desarrollar nuevas soluciones, que se sirven de las últimas tecnologías, para predecir catástrofes, prevenir riesgos, evaluar daños o tramitar siniestros.

Gracias a un nuevo ecosistema digital, que integra sistemas de predicción basados en sensores, inteligencia artificial (IA) e IoT, las aseguradoras pueden prever desastres naturales basándose en datos en tiempo real, y no en información histórica y patrones climáticos que ya no existen. Esto facilita la prevención de riesgos o el cálculo de pérdidas que estos eventos pueden generar.

La monitorización de catástrofes también se está modernizando mediante drones y otras tecnologías robóticas de imagen y vídeo, que facilitan el proceso de inspección de catástrofes o la visualización de inundaciones. Los datos que ofrecen, procesados mediante IA, permiten agilizar la respuesta en situaciones de crisis y la evaluación de los riesgos.

Y, si descendemos al nivel usuario, ya son muchas las compañías que ofrecen apps para avisar a sus clientes de riesgos meteorológicos mediante tecnología de geolocalización, big data e IA. Estas aplicaciones contribuyen, además, a impulsar comportamientos más seguros y sostenibles entre los clientes.

Ciberseguridad: de riesgo tecnológico a riesgo para el negocio

Otra tendencia que emerge con fuerza, a tenor del aumento en los ciberataques a empresas, es la ciberseguridad, o cómo defender los ordenadores, los servidores y otros dispositivos de ataques maliciosos. Por este motivo se prevé que esta industria crezca a un ritmo anual del 10% hasta 2025, según GlobalData.

Tal y como afirma el experto en seguros Michael Jackowski en la revista Forbes, “la ciberseguridad ya no es un riesgo tecnológico, sino un riesgo para los negocios”. Por eso las aseguradoras están centrando sus esfuerzos en proteger a las empresas mediante tecnologías y nuevos productos que permitan prevenir y gestionar las amenazas.

La inversión en tecnologías como blockchain o inteligencia artificial, que facilitan la detección de fallos y el refuerzo de los sistemas de protección cibernética, va en aumento. Lo mismo ocurre con las alianzas con empresas de ciberseguridad que puedan aportar herramientas útiles a la hora de analizar posibles riesgos. Y los costes que ahorran no son baladí. Según IBM, las compañías que emplean IA para detectar ciberataques y responder a las violaciones de datos ahorran una media de tres millones de dólares, frente a las que no lo hacen.

Más allá de las tecnologías utilizadas, las aseguradoras también están innovando en la creación de soluciones adaptadas al nuevo contexto laboral y los nuevos delitos cibernéticos. Con más dispositivos conectados a las redes y un mayor número de personas trabajando desde casa, los problemas de dejar la puerta abierta a un ciberataque se multiplican. Por eso, se están creando productos y herramientas que puedan proteger la información de las compañías en situaciones de teletrabajo o trabajo híbrido, y concienciar a los trabajadores acerca de la necesidad de ser cuidadosos. Estos van desde la cobertura por ciberataque hasta la protección por errores humanos, la suplantación de identidad corporativa o la extorsión cibernética.

Este último caso ha causado numerosos quebraderos de cabeza tanto a empresas como aseguradoras en los últimos años, por lo que ya existen nuevos servicios que cubren los delitos de ransomware o robo de datos.

Fuente: mapfre.com g

El efecto mariposa en la economía actual

Por estos días resulta más cotidiano leer artículos que hacen referencia a la necesidad de pensar con enfoque global al momento de tomar decisiones a nivel gobiernos, empresas, organizaciones de la sociedad civil o en cualquier institución. Paradójicamente, crecimos escuchando términos como "aldea global" o "mundo interconectado" al hablar de la famosa globalización y, en cierta forma, todo ello vinculado con el efecto mariposa como materialización del caos: "El batir de las alas de una mariposa puede provocar un huracán en otra parte del mundo". Pequeñas acciones capaces de generar grandes cambios, positivos o no.

Sumada a alguna que otra "ficción" sobre pandemias o ataques externos también globalizados que azotarían al mundo, aunque las escenas solo se representaran siempre en los mismos territorios. Pero tal vez estemos ante la fase de praxis de todas esas teorías en un desorden mundial en el que cualquier evento o acción en una localidad debe ser pensado con enfoque global. Ni los conflictos bélicos ni la pobreza ni el cambio climático se reservan a una población, zona, región, país o grupo, ya que todo está imbricado.

Un ejemplo muy práctico: en Argentina podemos dar cátedra sobre inflación, pero no podemos desconocer que nuestra inflación también está acualmente impactada por una inflación cuasi "pandémica" a nivel mundial, como consecuencia de los sucesos socioeconómicos acaecidos por el Covid, por las diferentes decisiones de cada país tomadas para recuperar las economías nacionales y por una guerra limitada a un territorio específico que repercute en todos los rincones del planeta.

Se prevé que la inflación mundial disminuirá a un 6,6% en 2023 y a un 4,3% en 2024. En Estados Unidos, la inflación volvió a desacerarse al 6,5% en enero, pero en 2022 acumuló la segunda cifra más alta en cuatro décadas. Por su parte, la inflación en Europa cerró el 2022 en un 9,2%.

Lo cierto es que en esa escala global, el 2022 registró algunos hitos: la población mundial alcanzó los 8.000 millones y la economía global superó los USD100 billones. Este último punto, con un incremento de la concentración de la riqueza: Estados Unidos, China, Japón, Alemania y la India, en conjunto, representan más de la mitad del Producto Bruto Interno (PBI) mundial. India reemplazó este año al Reino Unido como una de las cinco principales economías. Y si se suman otros cinco países (conformando los diez principales) representan el 66% de la economía mundial, mientras que los veinticinco países principales conforman el 84% del PBI mundial.

Creció la población, crecieron otros eventos como la inflación, creció la economía. ¿Crecer es condición suficiente para hablar de sostenibilidad?

Según el Informe Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de 2022 realizado por

Naciones Unidas, las diferentes crisis desplegadas fundamentalmente por el advenimiento del Covid, los efectos del cambio climático y los conflictos geopolíticos comprometieron severamente la agenda prevista para el 2030, impactando en la mayoría de los ODS referidos a aspectos como pobreza, alimentación, salud, educación, ambiente, paz y seguridad.

Pero el informe no solo habla de impactos negativos sino también de la generación de retrocesos (descrecimiento) a años de los progresos alcanzados en la erradicación de la pobreza y el hambre, así como también al acceso a una salud integral, a una educación de calidad y los servicios básicos.

Con respecto a la disminución de la pobreza, se contrarrestaron nada más y nada menos que cuatro años de avances y 93 millones de personas ingresaron en la pobreza extrema durante 2020, mientras que el cálculo de 2022 podría sumar entre 75 y 95 millones de personas. La pobreza en el mundo es un tema increíblemente complejo y las cifras precisas suelen ser difíciles de determinar. De acuerdo con el Banco Mundial, el 10% de la población mundial (o unos 700 millones de personas) se encontraban en la pobreza extrema antes de la pandemia, lo que significa que vivían con USD1,90 al día o menos. Se estimó que el número total de personas que vivían en la pobreza moderada (con USD3,20 al día o menos) era de 1.300 millones.

Los retrocesos en el crecimiento causados por la pandemia, la guerra y los elevados precios de los alimentos y de los combustibles exacerbaron el endeudamiento y ahora la deuda total de las economías en desarrollo registra el nivel más alto de los últimos cincuenta años. En la actualidad, cerca del 60% de los países más pobres enfrenta un sobreendeudamiento.

En cuanto a la salud, se interrumpieron los servicios esenciales provocando un descenso de la cobertura de inmunización "por primera vez en una década", según aseveró el documento, además de un incremento de las muertes por tuberculosis y por paludismo.

El informe dedicó párrafo aparte para confirmar que vivimos el mayor número de conflictos violentos experimentados desde 1946, finalizando la Segunda Guerra Mundial. A esto se suma que una cuarta parte de la humanidad reside actualmente en países atravesados por conflictos. En mayo de 2022, casi 100 millones de personas habían sido desplazadas de manera forzosa de sus hogares. Y precisamente en esta semana ocurrió una tragedia frente a la costa de Italia, en donde sesenta personas perdieron la vida como consecuencia del naufragio de un barco de migrantes.

Ya entrando marzo, mes que invita a la reflexión en términos de equidad de género, también el ODS 5 experimentará retrocesos respecto de los avances que se habían alcanzado en muchas áreas sobre temáticas, como el tiempo dedicado a los cuidados no remunerados y al trabajo doméstico, la toma de decisiones en materia de salud sexual y reproductiva, el acceso a empleos formales, de toma de decisión y no estereotipados, los presupuestos con perspectiva de género y la inclusión financiera de las mujeres en el mundo.

Por último, el cambio climático también está presente tanto con la vuelta al carbón de los países europeos para suplantar el gas, un 2022 como el quinto año más cálido desde que se tiene registro, el incremento de las especies en extinción, la destrucción de los bosques y la pérdida de biodiversidad. Sin dejar de mencionar el incremento histórico de la población y el consumo voraz que nos hace agotar la capacidad del planeta a mitad de año.

Volviendo al inicio del artículo, cada uno de estos escenarios no son particulares nacionales ni locales sino globales, pero se gestionan como si no lo fueran. Son problemas de todos, y por lo tanto no son de nadie. La endogamia nacional no comulga con la cooperación internacional y las respuestas o las resoluciones tal vez no las pueda dar el capitalismo. Vale traer a colación la propuesta elevada por la economista Mariana Mazzucato en su libro Misión Economía para tratar cada ODS como si fuera la misión de viajar a la Luna y no una carrera individual de crecimientos y de retrocesos. Es decir, "la misión a la Luna como modelo de misiones terrestres", que implica inexorablemente nuevas relaciones entre los gobiernos, las empresas y la sociedad civil, pasando de un modelo en el cual la economía trabaje en favor de los objetivos de la sociedad a otro en el que la sociedad trabaje en favor de la economía. h

Belén Gómez es Doctora. en Ciencias Económicas; Magister en Economía Solidaria e Innovación Social por la Universidad de Salamanca y el BID; Economista especializada en Sustentabilidad por la Universidad de Oxford. Integrante de Paridad en la Macro.

Fuente: baenegocios.com

Después de superarse retrasos en la región, la agenda fintech de América latina abre oportunidades para atender demanda insatisfecha, tanto de servicios financieros como de segmentos de la sociedad que aún permanecen excluidos.

En el año 2017 comenzaba a surgir en toda la región la palabra fintech: una conjunción abreviada en inglés de los términos "finanzas" y "tecnología". Hoy lo sabemos muy bien: se refiere a aquellas compañías (fintech) que mejoran o automatizan servicios y procesos financieros a usuarios u otras empresas a través de la tecnología.

Con los años, el crecimiento del sector logró desmitificar por completo esa idea de que solo se trataba de una tendencia. El mundo de las finanzas digitales sigue avanzando, incluso, a pesar de la crisis mundial y regional, que este año trajo como consecuencia el desfinanciamiento de la industria y la falta de liquidez. Superados estos obstáculos, el sector fintech se sigue consolidando en América latina para crecer y aumentar su impacto, y se posiciona como una industria más madura y afianzada.

Su llegada, sin duda, provocó una transformación positiva en el universo financiero. Incluso generó que la banca tradicional se viera obligada a digitalizar procesos y a optimizar servicios, requisitos fundamentales para satisfacer la experiencia de un usuario cada vez más exigente e inmediato. Por supuesto, la pandemia también tuvo un profundo impacto en este proceso de impulsar definitivamente la adopción y consolidación de nuevas tecnologías.

Según datos que se desprenden del informe "Fintech en América Latina y el Caribe: un ecosistema consolidado para la recuperación", elaborado por Finnovista, Banco Interamericano de Desarrollo y BID Invest, hacia el final de 2021 se identificaron un total de 2482 empresas fintech en América latina. Es decir, más del doble de las contabilizadas en 2018, cuando se registraron 1.166, y el 22,6% de las 11.000 que existen a nivel mundial.

Dinamismo y expansión

Esto pone en evidencia el dinamismo y la expansión que ha venido experimentando la industria en la región. Es así que las oportunidades que existen para atender la demanda insatisfecha, tanto de servicios financieros como de segmentos de la sociedad que aún permanecen excluidos.

Sabemos que América latina ha tenido problemas para ingresar a la economía digital, ya que aún el efectivo predomina en las transacciones. Alrededor del 70 % de la población de la región está sub bancarizada o directamente no está bancarizada, de acuerdo con el informe Impacto de las 'fintech' en la educación financiera, realizado por Mercado Pago y Trendsity.

Por ejemplo, en Callao, combinamos tecnología disruptiva y estrategias comerciales para reformar la industria financiera en América latina. Con un único propósito: democratizar el acceso a los servicios financieros, un objetivo que ha impulsado a la industria desde siempre.

Creemos que estamos ayudando a corregir las disparidades económicas significativas a través de la construcción de servicios financieros. Buscamos desarrollar la "pata" fintech de la banca tradicional o de cualquier compañía que quiera ofrecer productos financieros embebidos en su propuesta general de valor.

Agenda urgente

Uno de los grandes temas de la agenda para este 2023, junto a las regulaciones, las finanzas embebidas y el open banking, será definir el futuro de las cripto. Estamos frente a la reconversión cripto porque esta primera etapa especulativa nos mostró el costado más frágil de la industria.

Ahora es momento de ver cómo sigue su desarrollo para encontrar otros drivers y casos de uso que robustezcan la herramienta y resuelvan problemas reales de los usuarios.

Más diversidad

Por supuesto, también debemos hacer foco en cómo aportamos diversidad en una industria en la que solo el 30 % del personal que trabaja en una fintech son mujeres, según el Banco de Desarrollo de América Latina. Si bien tenemos muchos retos por delante, debemos aprovechar este momento de apertura que atraviesan las fintech y generar un ambiente propicio para que más mujeres y diversidades se sumen.

Todavía queda mucho por construir en las finanzas tradicionales, no solo con los productos de finanzas abiertas o descentralizadas, si no también con modernizar los sistemas legacy que dificultan la adopción de las innovaciones a la infraestructura de pagos y las inversiones. Sabemos que estamos en un mercado que se encuentra en plena expansión y que tiene mucho espacio para nuevos desarrollos.

Pero no podemos avanzar a destiempo, necesitamos tener el foco puesto en poner a América latina a la par de otras regiones más avanzadas financieramente.

Por: Hanna Schiuma Chief Growth Officer de Callao Fuente: cronista.com

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