© De los textos: M.ª Jesús Lorente © De las ilustraciones: Antonio Lorente © Del texto «Freddie Mercury»: Miguel Vasserot La página de cómic que se reproduce en el retrato de Hugo Pratt de la página 79 corresponde a Mu: el misterio del continente perdido, edición española del libro Mû, la cité perdue, de Las aventuras de Corto Maltés. © Cong, S. A., 1988 Corto Maltese ® & Hugo Pratt ™ © Cong, S. A., Lausanne. Todos los derechos reservados | www.cong-pratt.com © De la edición española: Norma Editorial, 1993. © De esta edición: Grupo Editorial Luis Vives, 2018 Edelvives Talleres Gráficos. Certificado ISO 9001 Impreso en Zaragoza, España ISBN: 978-84-140-1217-8 Depósito legal: Z 495-2018 Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447).
EL ECO FANTASMA DE SUS VOCES
A mis abuelos: Amador, MarĂa y Francisca. Cuando me contaban esas historias, nunca sospecharon de quĂŠ forma volaba mi imaginaciĂłn. Gracias a Miguel Vasserot y Fran Reina, por vuestro apoyo constante e incondicional. Un agradecimiento profundo a Nacho, el primero en ponerle alas a la genialidad.
EL ECO FANTASMA DE SUS VOCES
Textos MARÍA JESÚS LORENTE Ilustraciones ANTONIO LORENTE
Este libro que tienes en tus manos nació de una inquietud compartida: ofrecer un retrato visual y literario de veinte celebridades de la cultura del siglo XX, en un intento de apropiarnos, aunque fuese momentáneamente, del talento singular de cada uno. Todos ellos fueron transgresores; todos, personas excepcionalmente adelantadas a su época; quien más quien menos sufrió las consecuencias de su extravagante forma de vida. Aun cuando cada uno fue único e irrepetible, sus figuras presentan numerosos puntos en común: profundos, excéntricos, altamente sensibles, luchadores incansables y, por encima de todo, unas extraordinarias mentes creativas. El planteamiento de Genios radica en vincular al personaje protagonista con la sensibilidad del observador, haciendo conocedor a este de un episodio biográfico o de un rasgo de la personalidad de aquel. Estos mínimos retratos, pues, no pretenden informar en detalle sobre sus vidas, sino provocar en el lector un impacto emocional, hacerlo testigo directo del carisma del genio, de su naturaleza afectiva, de su propensión a cierto estado mental. Sea a través de su propia voz, de la de alguien que los conoció bien o, simplemente, de la de un admirador que se aproxima a esa personalidad desde el presente, el libro pretende hacer resurgir el eco de sus voces y que el lector acceda a la intimidad de sus pensamientos. Un homenaje, en suma, humilde, aunque apasionado, a unos espíritus soberbios y esenciales que brillaron con luz propia. Los autores
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Manicomio de Montdevergues (Francia) La enfermera de turno vuelve de la habitación y cierra el pestillo. Diagnóstico de la interna: «Delirio sistemático de persecución basado principalmente en interpretaciones e imaginaciones falsas». En la bandeja metálica lleva varios mechones de cabello canoso que la paciente se ha arrancado. Los alaridos de las dementes desgarran las frías paredes conforme avanza por el pasillo. Desde lejos, se escucha a Camille gritar: «¡Pero mándelas, mándelas! ¡No entiendo que nadie me conteste!». Desconoce que su propia madre y hermano, que instaron su ingreso en 1913, prohibieron toda comunicación con el exterior, y así se cumplirá hasta la muerte de la escultora el 19 de octubre de 1943.
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No he hecho todo lo que he hecho para terminar mi vida engrosando el número de recluidos en un sanatorio, merecía algo más. Camille Claudel
Una vez sentada en la enfermería, la mujer deposita en la basura los restos de algodón impregnado con el desinfectante que usó para curar los arañazos y el pelo arrancado de raíz. Coloca la bandeja en su sitio. Se queda mirando el papel doblado y, como siempre, decide leerlo.
Mi querido… Sabes dónde estoy encerrada, pero no vienes a verme, nadie viene. Creo que todos supisteis de mi traslado desde el Sanatorio Ville-Évrard a esta pocilga llena de locas. No bastó con arrebatarme mi obra. Me queríais aquí, detrás de una reja, para que tenga más tiempo de arrepentirme del pecado de conocer al ser más perverso creado por Dios. Nos juramos amor eterno mientras esculpíamos. Pero fui una engañada más, al igual que el resto de las alumnas del taller. Recuerdo las veces que repetí la misma frase: «¿Por qué me abandonaste? ¿Por qué mentiste? ¿Por qué?». Necesito hablar con alguien; por favor, ven.
Esta vez, la enfermera no sabe si la carta va dirigida a su amante Rodin, fallecido hace muchos años sin que nadie se lo diga, o a su hermano Paul. Todos conocen su pasado. Mete el sobre dentro de una caja a rebosar que bajará al sótano. Le produce tristeza. No es como el resto de las internas, está en su sano juicio, pero nadie ha sabido comprender sus delirios. «Dios quiera que alguien pueda encontrar estas cartas dentro de unos años», piensa. Mientras baja las escaleras, desdobla algunas más al azar:
Me llamo Camille Claudel, artista. Eterna amante. Superé tu obra genial y sobreviví sola hasta que me arrastraron de mi pequeño apartamento, cuyas paredes sangraban por heridas de rabia. Así quiero ser recordada. Como la mujer que descubrió el poder de la vida frente a una piedra inerte y conoció a su peor enemigo.
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