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EDITORIAL La UNAM, secuestrada

LAUNAM SECUESTRADA

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La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la mayor casa de estudios del país, es fuente de enriquecimiento de una camarilla que la controla desde hace décadas. A pesar de la precariedad que se observa en aulas e inmobiliario de las escuelas, facultades y colegios, un grupo de al menos 85 burócratas tienen percepciones que van de los 90 mil a los 186 mil pesos. Es decir, ganan cual secretarios o, incluso, jefes de Estado.

La lista es encabezada por el propio Enrique Graue, quien se embolsa 18 7 mil 560 pesos por trabajar como rector. el coordinador de la Investigación Científica, William Henry Lee Alardín; la coordinadora de Humanidades, Guadalupe Valencia García; el coordinador de Difusión Cultural, Jorge Luis Volpi Escalante; la coordinadora para igualdad de género, Diana Tamara Martínez Ruiz; la tesorera Guadalupe Mateos Ortiz, y el contralor Juan Enrique Azuara Olascoaga.

Además, el titular de la Dirección General de Comunicación Social, Néstor Enrique Martínez Cristo, percibe cada mes 13 7 mil 669 pesos. Es egresado de la escuela Carlos Septién García, algo que busca ocultar

"Magnánimo", regresa 22 mil 300 pesos cada quincena, según informa la propia Universidad. Pero, ni de lejos, es el único entre quienes perciben suel-

Es tiempo de que los grupos de poder rindan cuentas y devuelvan a la sociedad mexicana su máxima casa de estudios; la transformación del país pasa por ahí

en sus currículos por no haber estudiado en la Universidad.

Hay otros casos con percepciones por encima de los 100 mil

dos superiores al del titular del Poder Ejecutivo. El secretario general, Leonardo Lomelí Vanegas, y el secretario administrativo, Luis Álvarez Icaza Longoria, hermano del senador Emilio Álvarez Icaza, reciben de la UNAM, cada mes, 1 79 mil 598 pesos.

Otros ocho funcionarios obtuvieron de la Universidad, cada mes, 178 mil 598 pesos. Son los casos de quien fuera secretario de Desarrollo Institucional, Alberto Ken Oyama N akagawa, quien dejó el cargo y fue designado como nuevo integrante de la Junta de Gobierno; el secretario de Prevención, Atención y Seguridad Universitaria, Raúl Arcenio Aguilar Tamayo; el abogado general, Alfredo Sánchez Castañeda; pesos, sin que las responsabilidades sean de nivel de coordinación o secretaría. Uno de los casos es el de María Teresa Medina-Mora Icaza, directora de la Facultad de Psicología. Hermana de quien fuera procurador general de la República durante el sexenio de Felipe Calderón, Eduardo Medina-Mora, obtiene de la UNAM 139 mil 4 7 pesos. Es egresada de la licenciatura en piscología por la Universidad Iberoamericana. En esa institución obtuvo una maestría en la misma disciplina. Ya en la UNAM obtuvo un doctorado en psicología social.

No son los únicos caso de quienes son funcionarios de la Universidad sin tener a ésta como su alma máter. Llegan a ocupar puestos de dirección con altos sueldos como acuerdos entre

grupos políticos, incluso, extrauniversitarios. Otro caso es el de Germán Fajardo Dolci quien recibió de la UNAM cada mes 129 mil 301 pesos en su calidad de director de la Facultad de Medicina. Estudió su licenciatura en la Facultad Mexicana de Medicina de la Universidad La Salle y su especialidad en el Consejo Mexicano de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello, en asociación con la propia Universidad La Salle.

Digna de mencionarse es la situación de Luis Raúl González Pérez, nombrado director del Programa Universitario de Derechos Humanos cuando se quedó sin trabajo luego de su desastroso paso en la Presidencia de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos durante el sexenio pasado. Ya se había desempeñado como abogado general de la UNAM de 2008 a 2014, así que es un viejo conocido de las oligarquías universitarias que lo reconocen como suyo.

Se trata sólo de algunos ejemplos de los despilfarros que ocurren en la UNAM desde hace décadas y que contrastan con la precariedad, explotación y vulnerabilidad laboral que padecen alrededor de los 30 mil académicos que sostienen la labor sustantiva de la Universidad: la educación.

Los grupos que mantienen secuestrada a la mayor casa de estudios del país impiden no sólo un ejercicio más justo y transparente de los recursos: mantienen un control político antidemocrático que ya causa estragos en la educación y en las otras funciones de la Universidad: la investigación y la difusión de la ciencia y la cultura.

La transformación del país pasa por la transformación de la UNAM. Es momento de que estos grupos de interés que se enriquecen con el presupuesto universitario sin rendir cuentas a nadie devuelvan a la sociedad su Universidad Nacional Autónoma de México.

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