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El abstencionismo se fortalece

De la elección de la oposición dependerá el nivel de abstencionismo que arrojen las elecciones de 2024. Se creó, como sucede después de cada sexenio, una gran cauda de inconformes y un sector que se adhiere a las disposiciones e ideas del actual gobierno. De alguna manera, los candidatos del partido en el poder, bien que mal, seguirán algunos de los lineamientos actuales, unos más que otros, pero la oposición no sólo necesita una persona conocida sino con proyecto e ideas y hasta la fecha carece de ese personaje.

En los últimos años, lejos de abrirse el abanico de posibilidades ideológicas a través de los partidos se ha reducido. Unos con las mismas propuestas desde la oposición, donde tres partidos de historia muy diferentes, anteriormente hegemónicos, se unen para derrotar a Morena, y este partido, a su vez, reúne a su alrededor a otros dos. Así divide en dos partes la intención de voto. Reduciendo opciones y regresando a los tiempos en los que sólo había dos partidos, PAN y PRI, que fingían competir los primeros 70 años del siglo pasado.

El abstencionismo es la única parte de las elecciones que se ha mantenido en un mismo nivel desde que rompió récord en la elección de 1988 cuando compitió Carlos Salinas de Gortari, cuando la indiferencia hacia el voto movió más las reglas del juego electoral que cualquier posible derrota de la oposición.

De seguir con los prospectos que la oposición insiste en colocar en la contienda electoral el abstencionismo les dirá si fueron acertados en su elección, porque no basta con arrebatar espacios producto del voto ingenuo, sino de convencer, a una verdadera mayoría, sobre los beneficios sociales de sus candidatos designados.

Todavía no advierten que cualquier candidato que seleccione la derecha rebasará a los tres partidos. La debilidad política de la alianza quedará atrás, será un candidato que deberá caminar solo o sola, mientras los tres partidos que la impulsan se desmoronan no sólo por la incompatibilidad sino por la falta de militantes, con desbandadas graves que afectarán la campaña a la Presidencia y, al mismo tiempo, quitarán muchas máscaras. Las campañas estarán muy avanzadas como para que las partes en disputa por la Presidencia puedan cambiar de personaje. Por un lado, hay una ciudadanía que ya no como quiera se van con los engaños de los medios convencionales, poco más consciente de las triquiñuelas tradicionales de la política; por el otro, hay una ingenuidad que no han podido sacudirse en cuatro años y medio sobre la realidad del país.

Con un competidor sin partidos detrás, y un candidato del partido en el poder más o menos fuerte. El desencanto de los inconformes alimentará las filas del abstencionismo restando legitimidad y hegemonía al ganador, situación que a nadie conviene.

•Analista político @Josangasa

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