Suplemento

Page 1

Tomado de El libro de la selva, de Rudyard Kipling, ilustrado por Amanda Mijangos y Armando Fonseca, Ediciones Castillo.

Número 14, 4 de enero de 2019

VIERNES CULTURAL

INSTRUCCIONES

PARA SOÑAR ¿NO SABEN LOS REYES MAGOS QUÉ REGALAR A LOS NIÑOS Y NIÑAS ESTE DOMINGO? PRESENTAMOS UNA SELECCIÓN DE LIBROS INFANTILES Y JUVENILES QUE ABRIRÁN NUEVAS FRONTERAS DE IMAGINACIÓN Y DELEITE A LECTORES DE TODAS LAS EDADES. PAGS. 20-23

›DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN A LA MÚSICA. El gran tenor Javier Camarena pide una forma nueva de enseñanza musical.. PÁGS. 18-19

›KADISH POR AMOS OZ. El renombrado autor israelí falleció a finales de diciembre. ¿Qué legó a la literatura este gigante de las letras hebreas?. PÁGS. 16-17


VIERNES CULTURAL

AMOS OZ. REUTERS

EL VIAJE DE

LA LITERATURA

18. ContraRéplica. Viernes 4 de enero de 2019

JOVANY HURTADO GARCÍA

Poco antes de terminar, el 2018 se llevó a una de las figuras mayores de las letras contemporáneos: Amos Oz. Eterno candidato al Premio Nobel, galardón que merecía sobradamente, Oz fue no sólo un novelista que supo universalizar la experiencia israelí, sino también un aguerrido activista por la paz en Medio Oriente.

N

o hay literatura mexicana, israelí, francesa, colombiana, inglesa. La tradición es amplia, por ello la clasificación no puede reducirse a una nacionalidad. Es más preciso referirnos a la literatura latinoamericana, asiática, europea. Pero aun así se cae en la imprecisión de querer reducir la imaginación a un término. Podemos hablar de la universalidad de la misma. Literatura Universal, no el apartado que vemos

en las librerías y que no contempla ni a lo latinoamericano ni mexicano, como si no fueran universales. Es una clasificación errónea. La universalidad de las obras se alcanza por la capacidad utilizada del lenguaje; por la descripción de las sociedades de sus espacios y tiempos; y la capacidad de hacer real lo ficticio y ficticio lo real. La literatura nos entrega otras culturas y en ese momento las hace nuestras. Dejan de ser desconocidas y aisladas y

forman parte de nuestras realidades. Son nuestras porque son la tradición y la continuación de la misma. Tradición que con los tiempos y los descubrimientos es cada vez más compartida. En una entrevista que dio para la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Amos Oz mencionó: “Leer literatura es una forma de viajar”. Y eso es lo que él a través de su obra permitió. El reconocimiento de un conflicto político-religioso. Lo descubrió, lo presentó y lo entregó a una sociedad que no había acabado de entender que eran los judíos “errantes”. Cuáles eran los odios y las fobias que escalaban en forma de violencia fanática, no solo era el exterminio sino la brutalidad. En su novela Amor tardío (1970), Oz describe: “no hay desacuerdo de que, de generación en generación, el odio hacia los judíos ha sido utilizado como punto de apoyo por los tiranos, a los que el mismísimo diablo parece haber incitado a mover con un dedo la bola del mundo”. Es cierto que Oz no pretendió generar una literatura con sesgo político, pero comprendió el problema en el que él


VIERNES CULTURAL Viernes 4 de enero de 2019. ContraRéplica. 19

PARA CONOCER A AMOS OZ ¿Dónde y cuándo nació? En Jerusalén, el 4 de mayo de 1939 ¿Cuál fue su lengua literaria? Hebreo ¿Qué premios recibió? El Premio de la Paz, la Legión de Honor de

estaba. Logró entenderlo al no asumir una postura y aislarse del fanatismo. Él, mejor que ningún historiador, describió a su sociedad; como un pintor dibujó los pequeños detalles y los presentó. No es desconocido que Amos Oz fue siempre candidato a recibir el Premio Nobel de Literatura, y junto con otros grandes escritores (Borges, Cortázar, Fuentes, Tolstói, Joyce, entre otros) no alcanzaron tal distinción pero su obra si logró la universalidad. Venció al tiempo y las fronteras. Hoy Oz ha hecho que su literatura sea “errante”. Que vaya de país en país. De Universidad en Universidad, estudiada y debatida, ganando lectores y nuevas visiones. Cada lector reescribe lo que el autor lee, creando en su imaginación una realidad. Que ya le pertenece. Oz nos entregó algo que Occidente no quería mirar como suyo. Nos hizo copartícipes de ese territorio y esa historia, desafiando los cánones y las fronteras. Fue un avanzado de su literatura porque logró insertarla en la tradición. Cuando un autor muere, su obra cobra mayor vitalidad. Rejuvenece todos los días. Nos cuestiona y nos pregunta. Y en esas interrogantes surge la necesidad de saber. Saber cómo lograba crear su narrativa; en el caso de Oz, lo fue en medio de una agenda trepidante en busca de la paz con el movimiento israelí Paz Ahora (Shalom Ajshav) y sus artículos periodísticos. Y se puede empezar preguntando: ¿Cuál era su método de creación y de división del trabajo para lograr tener tan abundante obra? En sus palabras: “La mañana la dedico a mi obra literaria, luego hago una siesta y por la tarde me toca batallar por la paz. Escribo a mano con lapiceros diferentes, una azul, otra negra, según sea una novela o un artículo contra el gobierno. Nunca las mezclo”. Y es necesario precisar que a pesar de que su obra retoma la problemática, no son panfletos. Son grandes trazos de un artista sobre el conflicto. En esa tesitura su obra está a la altura de Guerra y paz, que describe la invasión napoleónica a Rusia y narra a la sociedad mediante un gran mosaico.

Francia, el Premio Israel, el Premio Goethe, en Príncipe de Asturias, el Franz Kafka, etcétera. ¿Por dónde empiezo a leerlo? Sin lugar a dudas, su obra maestra es Una historia de amor y oscuridad (2002) ¿Es cierto que también escribió para jóvenes?

Otra de las preguntas que se hacen es: ¿qué libro es el idóneo para empezar? Y hay dos probables aproximaciones: la primera azarosa, tomar el que se encuentre y sumergirse en él; la segunda leer las recomendaciones que son más apegadas a los gustos literarios de quien recomienda. Entonces: ¿por dónde empezar la obra de Amos Oz? Hay un libro amplio. Que recorre al tiempo y las generaciones. Acompañado de la ruptura de las fronteras, ruptura que sólo se puede lograr con la imaginación. Una historia de amor y oscuridad (2002). En este libro Oz recurre a la ficción para novelar su autobiografía y nos presenta su infancia y adolescencia mezclada con dos líneas: por un lado la realidad sociopolítica e histórica; y por el otro la propia realidad de su estirpe. Sus novela es también un retrato de sus padres, en ello se inscribe dentro de los grandes textos que dan razón de la relación con los progenitores. En su novela está presente su universo narrativo. No por ello es repetitiva. No lo es porque está la exploración más profunda de su memoria. Desafía a la memoria que nos engaña. Podemos creer que recordamos todo, pero no recordamos los pensamientos bloqueados. ¿Reaparece lo que se creía olvidado? Se nos presenta sin darnos cuenta. Nos desafía y de pronto al estar escribiendo: sale. Brilla como un faro en la oscuridad. Entonces no recordamos que tan real era. Se aproxima a la ficción. Quizá por ello toda autobiografía es ficción. No se describe lo cotidiano; a veces lo que era insignificante se mira de otra manera, como una llamada telefónica o la utilización de una palabra: “mi padre, por su parte, se enfadaba cada vez que yo usaba la palabra ‘engañar’, una palabra completamente inocente […] al cabo de los años supe que antes de nacer yo, en los años treinta, ‘engañar’ significaba dejar a una mujer embarazada”. Oz nos presenta los pequeños retratos de una vida diría, inscrita a una cultura lejana de Occidente. Lo describe y crea el mapa que hace posible entender su pensamiento, su historia, sus conflictos, su olvido, su lejanía.

Sí: De repente en lo profundo del bosque, La bicicleta de Sunji y Una pantera en el sótano están publicados por el FCE Y de sus ensayos, ¿qué leo? La historia comienza y Contra el fanatismo

Recupera la memoria partiendo de la suya propia para desde la microhistoria rescatar la macrohistoria. Nos hace partícipes de su letra; somos reescritores de su memoria al leerlo. Y él lo pretendía. Él era el escritor del siglo XX. Comprometido con su sociedad y su tiempo. Era de los últimos que quedaban con ese grado de inteligencia y dinamismo. Su compromiso no era con un político o partido, era mayor: con la PAZ, con mayúsculas, para entender la necesidad que de ella tienen las sociedades que la han anhelado tanto. Su compromiso no debilitó su literatura ni su literatura su compromiso social. Como los grandes pensadores humanistas trabajó para dividirlas, para complementar su acción con su pensamiento. Su partida para nosotros es el símil de perdida la voz de Carlos Fuentes u Octavio Paz. Voces críticas. Plumas profundas. La lucha por la paz y el reconocimiento del territorio de dos Estados, como él proponía, Israel y Palestina. Pero su ausencia no es total. Su obra deja pensamiento e ideas para varias décadas. Quizá hasta que la paz se alcance. Paz postergada por siglos y que tristemente se ve lejana. Leer sus palabras es iniciar el diálogo con su obra. Habrá quienes continúen su lucha de paz, otros lo leerán por primera vez o regresarán a su prosa de rasgos poéticos, por su ritmo y claridad. Por la precisión de las palabras. Por la descripción de la condición humana que en determinadas circunstancias reviven las pasiones ocultadas de la humanidad. Describió a su sociedad, desenterrándola del olvido de la historia y legó imaginación y lenguaje a la tradición: “pero tampoco en el hospital quiso obedecerles y, a pesar de que intentaron por todos los medios perturbar su placentero sueño, ella no hizo caso a nadie, tampoco del especialista del que había aprendido que la mente es el peor enemigo del cuerpo, y no se despertó por la mañana, tampoco cuando clareó el día…”.


VIERNES CULTURAL

20. ContraRéplica. Viernes 4 de enero de 2019

Javier Camarena Cortesía Universal Music

“SOMOS SERES

MUSICALES” ALEXANDER HALL

Javier Camarena asegura que se necesita un cambio de mentalidad en la manera como se ve la cultura. En entrevista, el tenor plantea que la enseñanza de la música no se agote en la enseñanza de la flautita dulce, pues la música sigue siendo una herramienta poderosa para mover voluntades.

“Y

o no soy quién para hablar de cuestiones administrativas ni de cómo organizar un presupuesto, pero desde mi humilde punto de vista, hay algunas prioridades que no están lo suficientemente claras”, afirma en entrevista el tenor mexicano Javier Camarena (Xalapa, 1976), luego de escuchar las primeras noticias sobre el insuficiente presupuesto destinado a la cultura para 2019 y el debate que propició entre artistas, diputados y la secretaria de Cultura Alejandra Frausto. “Sí podría decir que la educación, la cultura y su promoción en todas sus expresiones y en todos sus géneros debería ser algo que conforme las prioridades de enriquecimiento de un pueblo”, expresa el tenor mexicano más importante de nuestro tiempo que, en 2019 volverá al Metropolitan Opera House de Nueva York y el Royal Opera House de Londres,

dos de los teatros de ópera más prestigiados.

▶ “Quizá no es cuestión de

revisar la organización del presupuesto –reconoce el cantante lírico que se convirtió el primer tenor que ha bisado en dos producciones consecutivas, en los últimos 70 años del MET de Nueva York–, sino de la mentalidad que se tiene respecto a esa parte tan importante en la educación integral de un individuo, lo que repercute en nuestra sociedad y en nuestro comportamiento”.

Pese a todo, Camarena no es un artista que politice fácilmente sus declaracio-

nes o que busque la notoriedad por sus opiniones. Es un tenor que hace sólo 14 años nació como promesa del canto, luego de ganar el primer premio del Concurso Nacional de Canto Carlo Morelli, donde también despuntaron otros cantantes líricos que hoy son una referencia, como María Katzarava, Rebeca Olvera y José Adán Pérez. Es un cantante de cuna sencilla que The New York Times ha definido como “El príncipe de los tenores” y que en algunos teatros ha sido señalado como uno de los herederos de Luciano Pavarotti (19352007), luego de sus presentaciones exitosas en el MET Opera y con una carrera que busca un lugar en el firmamento de la ópera, sin olvidar el recuerdo de aquel niño que salía de su casa, en la colonia Electricistas, en Xalapa, para plantarse al borde de un acantilado y lanzar unos gritos tan agudos que enchinaban la piel de los vecinos. Javi (como le dicen sus amigos) es un habitual feisbukero que


VIERNES CULTURAL Viernes 4 de enero de 2019. ContraRéplica. 21

lo mismo habla sobre los compositores mexicanos que más le gustan, como Agustín Lara, María Grever, José Pablo Moncayo, que sobre los artistas plásticos que le atraen, desde Gustav Klimt hasta Diego Rivera, y hasta de los tacos de pastor, lengua, suadero, bistec y chorizo con papas que más extraña durante sus largas giras por Europa. Él es Javier Camarena, el cantante mexicano más importante de nuestro tiempo, “el tenor de las óperas imposibles” que, en junio de 2018, debutó como Edgardo en la ópera Lucia di Lammermoor, en el Teatro Real de Madrid; y que en abril pasado brindó dos galas a beneficio, en el Palacio de Bellas Artes, para rehabilitar el Centro de Salud de la comunidad de Asunción Ixtaltepec, Oaxaca.

FALTA CONMOVER

Durante la charla también se le pregunta a Camarena sobre la educación musical. El motivo es la mención que hizo el secretario de Educación Pública Esteban Moctezuma sobre el incluir la enseñanza musical en las escuelas. Dicho anuncio lo hizo el funcionario durante una rueda de prensa el pasado 12 de diciembre, en Palacio Nacional, donde aseguró que se establecerá “la obligatoriedad de incluir en los planes de estudio la promoción de valores, el civismo, la historia, la cultura, el arte (en especial la música), el deporte escolar, el respeto al medio ambiente, entre otros. A eso es a lo que llamamos educación integral”. Camarena afirma que si algo le gustaría ver como parte de una formación musical en niños de educación básica, es algo que él mismo vivió cuando tenía seis años: conciertos didácticos, planeados para niños de su edad, donde acudían a presenciar los conciertos con la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX).

“También me gustaría ver programas que integren la realización de una ópera en el Palacio de Bellas Artes, donde grupos escolares de distintos niveles acudan, quizá a partir de programas que incluyan a preparatorias, en donde los jóvenes se den cuenta de lo que implica un trabajo dentro de una ópera, de las posibilidades laborales que existen en el mundo de la ópera”. Porque una ópera, apunta, incluye gente que se dedica a la tramoya, al ensamblaje de escenarios y a la iluminación, tiene todos esos técnicos, la parte que corresponde al vestuario y obviamente los músicos y cantantes. Porque hablamos de cientos de personas que están involucradas para ver la punta del iceberg sobre el escenario. ¿Qué opina sobre esa idea de que la música sea una asignatura obligatoria a lo largo de la educación básica?, se le cuestiona. “Que haya esta iniciativa suena muy bien, la verdad, pero lo importante es que sea una educación musical consistente, y no solamente una embarradita, como a mí me tocó en la secundaria con la materia de inglés”. ¿Qué sería lo óptimo para un programa de educación musical exitoso? “Si se va a hacer un programa, me gustaría que fueran pedagogos musicales los que impartieran las clases, es decir, que sea algo realmente consciente y que no sólo se trate de aprender a tocar la flautita dulce y que se enseñe a soplar y mover los deditos, sino que haya una educación orientada hacia una apreciación estética de la música en general… Porque esa es la parte de la que se adolece un poquito más en nuestro país”. Y añade: “Para un mexicano promedio la música sólo sirve para bailar y divertirse, para acompañarse en diferentes momentos de su vida. Sin embargo, falta esa parte que nos conmueve y nos permite apreciar la mú-

sica como un arte… es de la que más se adolece. Esto es lo que a mí me gustaría dentro de una idea de educación no sólo musical, sino artística e integral”.

UN SER MUSICAL

Para el cantante que hace un par de meses lanzó la grabación de su disco Contrabandista (Decca Classics), con arias de G. Rossini como “Si! Ritrovarla io giuro” de La Cenicienta y “Cessa di più resistere” de Il Barbiere di Siviglia, “la educación musical es importante porque si alguien tan malo como Adolf Hitler pudo conmoverse con la música clásica, imagina lo que sucedería con alguien que tiene mejores metas en la vida”. Y pese a que el telón del exilio y la guerra han atravesado distintas épocas del ser humano, la música sigue siendo una herramienta muy poderosa, para mover voluntades. “La música ha estado ahí, desde las cavernas; somos seres musicales porque tenemos un oído y desde la concepción convivimos con una pulsación que nace en los latidos de nuestro corazón que siempre latirán a un ritmo determinado”. Así tenemos pulsaciones eléctricas en nuestro cuerpo y todo nuestro ser es musical, afirma: “Y aunque habrá maneras distintas de canalizar la música, ya sea clásica o popular, siempre existirá música para todos… no basta quedarnos con la música que nos invita a ir a un bar y estar con los amigos para cantar alguna canción de José Alfredo Jiménez. “No podemos abandonar la posibilidad de escuchar, con la misma fascinación, una obra de Rossini, Bellini o Donizetti para averiguar qué es lo que nos tienen que decir a cada uno de nosotros. No olvidemos que cada cabeza es un mundo”, concluye.

Javier Camarena y Lisette Oropesa en el Teatro Real de Madrid, en Lucia di Lammermoor. Cortesía Spinto.


VIERNES CULTURAL

22. ContraRéplica. Viernes 4 de enero de 2019

CARTA A LOS REYES MAGOS LUIS TÉLLEZ-TEJEDA

Es hora de que Melchor, Gaspar y Baltasar elijan el regalo para los pequeños y pequeñas. Hemos invitado a un especialista en literatura infantil y juvenil para que presente a los reyes de Oriente un panorama de libros que serán la puerta de entrada al disfrute de la lectura para los niños y niñas.

P

ara que niñas y niños sean lectores los adultos deben procurar ambientes en los que el libro y la lectura sean parte de la cotidianidad. No basta con los libros destinados a los quehaceres escolares, muchas veces impuestos por el colegio; niñas y niños irán construyendo una imagen del libro como un objeto con múltiples posibilidades, sólo en la medida que se propicie que descubran dichas cualidades. Fiestas de cumpleaños, el día del niño, Navidad y el día de Reyes son momentos en los que se puede transmitir el valor que tienen los libros más allá de la escuela y más allá de la necesidad de extraer una lección de ellos; si se les identifica con la diversión y como elementos de una conversación emotiva entre la familia, se convierten en recuerdos y objetos entrañables, que niños y niñas querrán compartir y a los que volverán con alegría, de manera habitual. Entre mayor sea la variedad de títulos, formatos, géneros, historias y temas que ofrezcan los ejemplares que dejemos al alcance de los niños, más posibilidades habrá de que se sumerjan en los infinitos mundos que los libros develan. Hay que ser cuidadosos en la selección bibliográfica para que, en efecto, contribuyamos a la ampliación de los referentes culturales y de conocimiento de niños y niñas, dotándolos con ejemplares que los diviertan y no se agoten en una sola lectura. Para auxiliar a quienes tienen la tarea de llenar de regalos los zapatos infantiles este domingo 6 de enero, se ofrece aquí una lista breve con algunos de los más significativos títulos publicados durante 2018 que sin duda harán reír, pensar, hablar, jugar y hasta escribir a los agasajados. Los libros están ordenados de forma progresiva según la experiencia lectora a la que apelan, desde aquellos que pueden disfrutarse sin siquiera saber descifrar el abecedario –siempre con la compañía curiosa y atenta de un adulto–, hasta novelas que invitan a una lectura en solitario, sin dejar de lado libros que provocan una lectura compartida.

5 MOSCAS Y UNA TROMPETA

A

partir de que un grupo de moscas encuentra una trompeta, se desata una serie de situaciones absurdas pues los insectos se empecinan en encontrar el uso más adecuado para aquel extraño objeto. Un inesperado giro al final del libro convoca a los lectores a continuar la historia hasta donde su imaginación pueda llegar. Las ilustraciones contribuyen en gran medida a la comicidad de la obra, además de brindarle pistas a aquellos niños que aún no saben leer.

LA CAJA

Escribe: Daniel Monedero Ilustra: Inés de Antuñano Edita: CIDCLI

Escribe: Ingrid Chabbert Ilustra: Raúl Guridi Edita: Leetra

T

odo es normal en el pueblo, la familia y la casa donde vive el protagonista de esta historia, todo, hasta que aparece una caja en medio de la plaza principal. Nadie sabe cómo llegó allí, y nadie sabe para qué sirve. La normalidad de la vida se ve totalmente modificada ante este hecho, pues ahora todos están ocupados en buscar la utilidad de “la caja”. El detalle de las ilustraciones invita a los lectores pequeños a observar a su alrededor.

TANGRAM GATO

E

l tangram es un juego visual que consiste en formar distintas siluetas utilizando como base siete figuras geométricas. Dicho juego es el pretexto para contar la historia que un niño comienza a imaginar y a trazar con las figuras para salvar al primer animal que crea: un travieso gato que se mete en problemas y que, con la ayuda del niño, debe resolver. El libro llevará a toda la familia a buscar el juego chino para construir sus propias siluetas y divertirse por horas.

Escribe: Maranke Rink Ilustra: Martin van der Linden Edita: Ekaré


VIERNES CULTURAL Viernes 4 de enero de 2019. ContraRéplica. 23

AMOR

AL ATARDECER

D

¿Q

ué hacen las mascotas mientras sus dueños salen de casa? Este libro intenta responder a la pregunta. A partir de imágenes, se narra en dos perspectivas: por un lado, el paseo en bicicleta que hace la dueña de un gato a través de una interesante metrópoli y, por otro, las aventuras y travesuras del felino en casa. La ausencia de texto anima a que sean los lectores quienes vayan nombrando lo que aparece página tras página y narren la historia con sus propias palabras.

Escribe e ilustra: Hsin-yu Sun Edita: La Cifra

entro de la escasa oferta de poesía dirigida a niños y niñas, destaca este moderno romance escrito a partir de las 16 combinaciones de las letras que forman la palabra “amor”. El poema que se despliega por todas las páginas del libro narra una historia romántica, con sus dificultades y peripecias, pero sobre todo resuena en el oído del lector, le invita a seguir el ritmo de las palabas y dejarse envolver por el sonido de las frases. Las ilustraciones evocan las míticas tierras de Oriente Medio con sutileza.

NO SOMOS ANGELITOS

L

Escribe e ilustra: Gusti Edita: Océano Travesía

os primeros años de vida de un niño que nació con un cromosoma de más son contados con desparpajo y humor para desmitificar la imagen que se tiene de los niños con síndrome de Down. Las contradicciones que se establecen entre el texto y la ilustración sugieren una ironía que los lectores disfrutan ante el absurdo que se genera. Además de la historia, un texto explica sin idealizaciones qué es el síndrome de Down, contribuyendo a entender la importancia del respeto y la diversidad.

EL LIBRO DE LA FANTASÍA

E

ste volumen reúne varios de los libros de cuentos que escribió el pedagogo Gianni Rodari. Historias breves, pero sustanciosas y divertidas, causarán sorpresa y sensación; se trata de una obra ideal para quienes acaban de aprender a leer, y también para compartir en voz alta en algún momento del día, además de que los cuentos alcanzan para ser leídos durante un año. Rodari explora, a través de la vida cotidiana, los más recónditos caminos de la imaginación para entregar anécdotas dispatadas.

Escribe: Jorge Luján Ilustra: Alejandra Acosta Edita: Textofilia

EL LIBRO DE LA SELVA

L Escribe: Gianni Rodari Edita: Blackie Books

LA COCINA ENCANTADA DE LOS CUENTOS DE HADAS

os siete relatos que integran el libro original se reúnen en este volumen destinado a compartir la lectura en familia. Las aventuras de los personajes que aparecen en las distintas historias se envuelven en selvas paradisiacas a las que hay que conquistar. Un libro clásico que se renueva con las ilustraciones de dos jóvenes mexicanos que dan una muy particular visión a las historias, acompañando con sobriedad la lectura.

C

enicienta, Caperucita Roja, Barba Azul, el patito feo… todos estos personajes provienen de cuentos de hadas en los que la alimentación aparece como un elemento importante. La autora, además de contar los cuentos, propone una serie de recetas inspiradas en ellos; así, dos placeres de la vida se unen en un libro que despierta a los cinco sentidos e impulsa a reunirse en torno a la mesa para preparar los platillos mientras se cuenta un cuento.

Escribe e ilustra: Katia Canton Edita: El Naranjo

Escribe: Rudyard Kipling Ilustra: Amanda Mijangos y Armando Fonseca Edita: Castillo


VIERNES CULTURAL

24. ContraRéplica. Viernes 4 de enero de 2019

COMO CARACOL

J

ulieta, la protagonista de esta novela, no entiende qué pasó entre su abuela y su madre que se han distanciado desde hace tiempo. Un día decide buscar a la abuela para comprender su propio pasado. Al hallarla, descubre que la abuela padece una enfermedad que le borra la memoria; esto hace que Julieta de un giro a su vida, para acompañar a su abuela, pero sobre todo, para comprenderse a sí misma.

HORAS DE OCIO

PARA NIÑOS Y NO TAN NIÑOS ARMANDO VEGA-GIL

Escribe: Alaíde Ventura Medina Edita: SM

MEXICOLAND

E

n un futuro existirá un parque de diversiones representativo de México, la comida, la música, los juegos, los pasajes de su historia: Mexicoland. Tras las rejas de este sitio, el país habrá colapsado y sólo un grupo de personas habrá fundado una nueva nación en la que el delito y la corrupción no tendrán cabida. Llena de ironía y de humor ácido, esta novela retrata en una distopía futurista los problemas actuales de nuestro país.

Escribe: Jaime Alfonso Sandoval Edita: Montena

El título del libro de Luis García Montero no puede ser más preciso y puntual, dardo alegre que viaja rumbo al centro de la palabra vuelta tiro al blanco, sí... aunque no del todo.

A

claremos el punto antes de que haya una hecatombe de malos entendidos: en efecto —y causa—, las de este libro prodigio son Lecciones de poesía para niños y niñas inquietos; mas, en el ejercicio de lectura y estudio al que nos invita esta cátedra, si un adulto la escanea en voz alta junto a su hijo antes de ir a la cama, si la declama a sus alumnos en pleno bullicio del salón de clases, o la hijas de la tendera y la doña afanadora en una biblioteca pública en la cual se ha ofrecido como cuentacuentos voluntario, el señor o la señora, el maestro o la maestra, quienes seguramente —más bien inseguramente— se creen medianamente entendidos en el tema, las lecciones de poesía del texto de García Montero también serán para ellos. Este es un libro para niños y no tan niños, como invita el pícaro eslogan de un grupo de rock infantil. Más aún, estas clases particulares de poesía íntima y cotidiana también habrían de ser abrazadas por poetas en activo, por muy laureados y atormentados autodidactas que sean: muchos (¿todos?) bardos y poetisas, sin duda, quedarán sorprendidos y hondamente cuestionados por la progresiva revelación de Luis García, sonriente profesor de Literatura


VIERNES CULTURAL Viernes 4 de enero de 2019. ContraRéplica. 25

Luis García Montero. Círculo de Poesía Española en la Universidad de Granada, esa ciudad alambriana que canta en su acequias con la humedad herencia de los árabes, que revienta de llanto y fiesta en los cantes flamencos. ¡Olé! El libro de Luis nos revela aún más su sentido y congruencia si, de entrada, lo situamos en su contexto temporal, pues el poeta es un representante luminoso y melancólico de ese movimiento que, buscando su materia y antimateria en lo cercano, en lo íntimo profundo, despertó en la dolida España de la posguerra hacia la década de los sesenta: la “poesía de la experiencia”, esa que en altavoz y cantos silenciosos apuestan, no por entender, sino por sentir la poesía misma. Así, Luis es empujado a escribir versos de este calibre: Bajo la luz quemada, tienen frío los ojos con que buscas estas horas de octubre y su jardín manchado de ginebra. Sí, los ojos y su quehacer exaltados al máximo. Rebuscar, reconocer, descubrir lo desapercibido, incluso lo invisible, de lo que nos rodea. Por ello, esta invitación de Luis para los niños y niñas inquietas que anhelan escribir y leer poesía: “Lo más importante para cualquier artista es aprender a mirar. La poesía siempre nace de una mirada, porque los versos, las metáforas, los adjetivos precisos, las palabras mágicas, los juegos y los cambios de sentido

son una forma especial de ver el mundo”. No tenemos que hacer versos en diminutivo sobre animalitos que beben lechita de un platito en su casita para ir a dormir luego a su camita. No, dice Luis, a los niños no hay que tratarlos como tontos, porque no lo son. Tampoco hay que machacarles con que todo es bonito, lindo, perfecto, armonioso y bello: un poeta infantil así termina por empalagarnos al grado de hacernos salir corriendo al lavamanos para enjuagarnos la boca de tanta azúcar y mermelada. Los poetas que ven todo chiquito, que perciben todo lindo, es porque en realidad no saben ver, porque no escudriñan el mundo y sus máscaras, sus cambios de atuendo y humor. Y vaya que este consejo deberían asumirlo también muchísimos cantantes infantiles que pueblan sus letras de animalitos sosos y diminutivos. ¿Por qué no fijarnos, con nuestra curiosidad avivada por la poesía, por la voz de las cosas y los seres, en los ojos de papá, por ejemplo, cuando nos lleva a la escuela en su carro, tarde como siempre, ojos que bullen al rojo vivo? ¿Están así porque se fue de fiesta, porque el insomnio lo atormenta con el recuerdo puntual de que aún no paga la hipoteca de la casa, porque necesita ir al médico? Rojo como el semáforo que aprovechan esos mismos hombres de trajes tristes, que

les quedan grandes o les quedan chicos, siempre los mismos trajes con las mismas corbatas, que corren a la estación de metrobús porque avistan uno que columbra al fondo de la calle y no quieren perderlo, chapoteando los charcos de agua prieta y sucia que se acumuló, como una piscina liliputense de insomnio, durante la noche, ¿eso habrá sido lo que mantuvo despierto toda la noche a papá, el tiqui tiqui de la lluvia en su ventana de papá soltero? Y, claro, cuando papá tiene los ojos así, es mejor no darle pretextos para que reviente en gritos y regañizas, hoy que amaneció nublado y frío, así que hay que obedecer, no hacer bromas, sólo mirar las hojas rojizas que son alfombra despedazada en las aceras, tropas de otros niños que van apurados a alguna escuela de la que nunca tendrás noticia. Ver es la llave maestra. Y ya que aprendimos a mirar ese mundo minucioso y repetitivo, habrá que buscar nombres para cada una de las cosas avistadas, buscar parecidos entre ellas y disfrazarlas, volverlas imágenes fragmentadas de un rompecabezas, todo en un juego. Así, aquella otra mañana en la que los ojos de papá, por suerte, estaban blancos como la escarcha que cubre el pasto de los camellones, esos que conducen a la escuela, al ver el césped cubierto de pequeñas gotas de agua helada, podemos referirnos a ella como los cristales del invierno sobre la tierra y las flores... Sí, señoras y señores, niñas y niñitas, hemos llegado al reino de las metáforas. Pero no se vaya a creer que la metáfora es sólo una adivinanza, un modo ingenioso de renombrar los objetos y sujetos, sino que “nos explican el estado de ánimo con que miramos al mundo”. Los que miran son nuestros ojos, las ventanas de nuestra alma que ora puede estar deprimida, ora feliz. Así, para explicar el estado de nuestra alma, cuando estamos felices podríamos decir las lágrimas del invierno sobre la tierra y las flores. Si alegres: el azúcar del invierno sobre la tierra y las flores. ¿Cariñosos? El algodón del invierno sobre la tierra y las flores. ¿Que estamos pacíficos? La paloma del invierno sobre la tierra y las flores. Y si de plano nos sentimos apocalípticos: el plástico del invierno sobre la tierra y las flores. Luis García Montero, a continuación, con ejemplos deslumbrantes y finos, botones de la poesía de la experiencia, nos abre las puertas para entender la metonimia y la prosopopeya, el paso del tiempo y la palabra como una imagen en sí misma, para al final invitarnos a escudriñar con la mirada y la emoción los poemas y sus formas, para construir nuestras propias e íntimas conclusiones, para alistarnos a leer y escribir poesía, dedicado a aquellos que son niños y no tan niños... inquietos.


VIERNES CULTURAL

26. ContraRéplica. Viernes 4 de enero de 2019

HORAS DE OCIO

LEJOS DEL RUIDO ALEJANDRO BADILLO

A menudo se olvida que el ensayo es un género proteico. Teniendo como antecedentes los aforismos, los diarios, las máximas y las crónicas antiguas, el ensayo adquiere su formato moderno con Michel de Montaigne.

E

. B. White, autor ligado de forma indisoluble a la revista The New Yorker, siguió el camino inaugurado por el escritor francés para dar forma a varias decenas de ensayos que han soportado bien el paso del tiempo y aún dialogan con el lector actual. E. B. White, en el prólogo que abre su recopilación, afirma una condición necesaria para el escritor de ensayos: tener una mirada particular sobre el mundo y querer compartirla. Por esta razón, lo primero que nos dice el autor es la necesidad de probar la realidad, improvisar pensamientos sobre ella e, incluso, darle largos rodeos. El buen ensayista no es alguien que goza con exhibir los pormenores de su existencia a pesar de que, en los tiempos actuales, se venda al escritor como una figura mediática. Al contrario: debe ser alguien que pase desapercibido entre la multitud para conservar su anonimato, sólo así podrá reflexionar en calma sobre el mundo que lo rodea. Por supuesto, hay un precio que pagar y lo advierte el autor norteamericano: “el ensayista, a diferencia del novelista, el poeta y el dramaturgo, debe conformarse con el papel autoimpuesto de ciudadano de segunda”. Así, lejos del ruido, inmerso en sucesos en apariencia insignificantes, acaso inasibles para la mayoría, el ensayo puede nacer. Además de Montaigne hay otra gran influencia en E. B. White: Henry David Thoreau. El autor de Walden y Desobediencia civil exploró sus principales ideas a partir de su vida en el bosque, renunciando durante poco más de dos años al contacto con la civilización y sus valores. E. B. White construyó su lugar ideal, su utopía, en los bosques de Maine. Desde una cabaña exploró la naturaleza salvaje y la humana. Al igual que Thoreau, él pone en entredicho la fe en el progreso, en la tecnología y en la expansión que vivió Estados Unidos en el siglo XX. Ambos usan el ensayo como una especie de bitácora personal: Thoreau nos habla de sus progresos en el cultivo de sus alimentos y del cambio en las estaciones; E. B. White describe sus animales de granja y cómo los grandes intereses

comerciales comienzan a cercar los bosques de Maine. No hay, en absoluto, una idealización superficial de lo natural, la búsqueda inútil del buen salvaje, sino una rebelión silenciosa, consciente del poder que tienen las palabras para influir en la sociedad. Ensayos (Capitán Swing, 2018, en traducción de Martin Schifino) está dividido en diferentes capítulos: “La granja”, “El planeta”, “La ciudad”, “Florida”, “Recuerdos”, “Diversiones y obsesiones” y “Libros, hombres y textos”. El autor entiende que la sencillez en el estilo no debe estar en conflicto con la profundidad de lo que se dice. Es un poco como el ejercicio lúdico de la mirada: en lugar de concentrarse en un solo punto

va de un lugar a otro, abarcando diferentes territorios y tratando de unirlos a través de la experiencia. En su ensayo “El árbol de los mapaches” encontramos una larga descripción de una familia de esos animales que usó un árbol cercano a su cabaña como hogar temporal. E.B. White es capaz de elaborar toda una poética de la fidelidad, del asombro y la persistencia, a través de las costumbres de sus vecinos salvajes. En uno de sus ensayos más lúcidos, “El mundo del mañana”, publicado en 1939, aprovecha su visita a la Exposición Universal de Nueva York para advertirnos de los peligros del progreso cuando se deja atrás el pensamiento. En lugar de discusión hay elecciones de consumo; el espectáculo de una llamada de larga distancia evita que pensemos en el mensaje que se transmite. En otros ensayos, como “Carta desde el Este” y “Caída de hollín y lluvia radioactiva”, publicados en 1975 y 1956, respectivamente, critica la guerra armamentista que surgió a raíz de la Guerra Fría y los efectos secundarios de la energía nuclear. E. B. White escribe como quien camina por placer, sin más agenda que la curiosidad y la empatía. Como Thoreau, Robert Walser, y tantos otros, hizo del devaneo un arte que nos acerca a lo verdaderamente humano. Una vez acabada la lectura de los Ensayos es inquietante pensar que, en el actual debate de las ideas, ya no hay interlocutores de la calidad de E. B. White. En un mundo en el que el periodismo de opinión se ha volcado en textos de caducidad casi inmediata, menores a una cuartilla, libres de cualquier voluntad de estilo y con una seria carencia de argumentos, los ensayos reunidos son una muestra de que la literatura es una forma de sentir la vida y no un disfraz que sirve para un propósito efímero. El ensayo literario que propone E. B. White no es un acto de exhibicionismo sino una especie de autoficción que se entrelaza con la memoria y con la búsqueda de la verdad.


VIERNES CULTURAL Viernes 4 de enero de 2019. ContraRéplica. 27

Luis Felipe Pérez. Foto de Viviana Da Mota

DESDE

LA HERIDA

ALEJANDRO RAMÍREZ

Q

uiero decir: su literatura tiene la capacidad de reconstrucción. La voz que recupera nuestro pasado es muy familiar al eco de nuestras nostalgias habituales. Uno constantemente está reparando la imagen de sí mismo, a pesar de que se recuerde con crudeza cómo ocurrieron los sucesos de nuestra vida o, por lo menos, cómo nos pareció que ocurrieron en su momento. “Me seduce la idea de aquél que fui y que no dejé de ser nunca a pesar de demeritarme en un treintón […]. Yo fui un chico cursi, o lo imaginé. Escribo desde la pérdida, un islote en reconstrucción donde apilo todo lo que se va, todo lo que es pasar. La conclusión que recojo es que ese chiquillo ya no quiere irse sin haber podido decir lo que quería. Sueña con dejar el cantinfleo”, dice en Yo fui un chico cursi (El Viajero Inmóvil, 2018). Reparar el pasado es auxiliarse de la imaginación para resignificar esa experiencia que acomodamos con esmero en la gaveta de nuestra memoria. Nos mentimos un poco y adecuamos los recuerdos con figuraciones para que podamos protagonizar, ahora sí, en el relato, nuestra propia narrativa por primera vez. Esta es una de las ideas recurrentes en Yo fui un chico cursi: como lectores, nunca terminamos de decidir si la experiencia contada es tan cercana que podemos creer en su autenticidad o si es tan familiar que parece imposible para la voz narrativa haberla vivido con tales matices literarios. De entrada, Yo fui un chico cursi es un libro riesgoso (¿o arriesgado?). Luis Felipe Pérez trabaja en un género literario que se mueve entre el relato breve de ficción, la narrativa autobiográfica y el ensayo literario. Lo que algunos críticos (como G. Douglas Atkins) llaman “ensayo familiar” (familiar essay) es la definición más apro-

Hay un problema con la literatura de Luis Felipe Pérez Sánchez (Irapuato, 1982): su literatura me cuenta cosas muy mías, acontecimientos archiconocidos y, afortunadamente, sepultados. No obstante, releerse en ciertas obras se torna en perverso ejercicio de autoexploración. piada que encuentro para caracterizar los textos de este libro: es una variante narrativa de ensayo que, de manera informal, reflexiona sobre temas y acontecimientos cotidianos, todo desde un punto de vista extremadamente personal, impredecible y subjetivo. Es un producto literario de vivencias y reflexiones en el cual no sabemos cuánto hay de franqueza y cuánto de artificio. En ese sentido, me parece que el conjunto de textos de Yo fui un chico cursi configura una manera de decir, una voz de la memoria y de las obsesiones, de manías y gustos personales, que ensaya sobre la experiencia, literaturizada a base de una narrativa generosa, que ejerce una prosa dispersa, desligada, y además manifiesta un placer escabroso en las digresiones. La voz narrativa en los relatos y ensayos de Yo fui un chico cursi toma posiciones múltiples. Navega del “yo” al “ellos dicen”, o al “se dice” y esto permite modular la certidumbre de lo contado: los supuestos completan la imagen de un acontecimiento referido. Luis Felipe Pérez comunica episodios de juventud con un vocabulario muy cercano, muy familiar, sin pretensiones de erudito. Es amable pero no oculta su control de las situaciones y su conocimiento del final. Quizá de allí proviene el éxito de sus textos en los lectores jóvenes y acentúa, a su vez, la expresión de una melancolía adolescente en la que no todo tiempo pasado fue mejor, pero igualmente se atesora con cariño y provoca la nostalgia. Aunque se trata de un libro sobre

juventudes, más que la búsqueda y construcción de una identidad, es la reafirmación de la identidad después de las ilusiones, mismas que siempre estarán a pesar de nosotros mismos. En la vida cotidiana, la mayoría olvidamos en qué momento de la travesía nuestro norte se ha perdido y cómo llegamos al lugar donde estamos ahora. Hacer literatura es una manera de rescatar del olvido esas variadas peripecias, los vuelcos del trayecto y las salidas en falso; convertir las experiencias en lenguaje literario. Dicho recuento de los daños implica un redescubrimiento del lenguaje con el que vivimos y nos contamos lo vivido, por eso la insistencia, como dice Luis Felipe Pérez, de “escribir desde la herida”, la herida de la memoria. ¿Y en dónde ciframos el valor de compartir nuestra memoria del mundo? En que la literatura empieza de y vuelve al hecho de vivir. Allí es donde impacta la vena emocional de Yo fui un chico cursi, allí donde puede decirle a los jóvenes y no tan jóvenes que todos hemos sufrido, que la vergüenza más el gozo son parte del crecimiento y que siempre estamos aprendiendo a disfrutar del viaje. Así, este libro no se trata de crear mundos sino de plasmar, comunicar, todo el mundo que el autor lleva dentro. Considero que las mejores obras de Luis Felipe Pérez Sánchez están por llegar. El germen, los motivos y las obsesiones, ya están presentes en Yo fui un chico cursi.


VIERNES CULTURAL

28. ContraRéplica. Viernes 4 de enero de 2019

Piezas sueltas

ANTES DE QUE DESAPAREZCA

M

JULIETA GARCÍA GONZÁLEZ

e resulta difícil explicar lo que siento cuando desaparece una construcción hermosa. Es como si me lastimaran el cuerpo, como si lo que se rompió al demolerla se rompiera también en mí. Me cuesta trabajo describirlo porque no sé bien a qué se debe la sensación de pérdida: ¿a que se fue algo que me gustaba?, ¿a que las cosas desaparecen sin más?, ¿a que yo y todo lo que algún día me fue valioso se irá para siempre? Esto es a la vez más y menos dramático de lo que debería. Porque las personas poblamos el planeta apenas un rato y ya está; al mismo tiempo, podemos dejar algo a nuestro paso. Cuando lo que dejamos tiene peso humano, si hubo planeación, entrega y talento, se considera un legado que pertenece a los que estamos y a los que vendrán. Así que una casa hermosa que desaparece se lleva consigo también eso.

DESAPARICIONES

Camino sobre la calle de Francisco Sosa, en el centro de Coyoacán, y me detengo frente a los números 105 y 107. Sus viejos portones han cambiado, les ha cambiado el rostro. Hace no mucho estos edificios fueron conventos. Aquí vivieron las monjas eucarísticas franciscanas. Durante años se celebraron bautizos en sus patios y las décadas hicieron de los vecinos de Coyoacán unos adictos a sus confecciones: tamalitos pequeños y regordetes, olorosos a manteca dulce; polvorones cuya forma revelaba palmas de manos anónimas; buñuelos de viento para las Navidades. Aunque las construcciones no siempre albergaron monjas o niños ingresando a las convenciones católicas, el barrio siempre tuvo vocación religiosa. Eran las afueras de la ciudad, donde Cortés tuvo su primera vivienda. Los ricos decidieron instalar sus casas de asueto en San Ángel y las órdenes religiosas se establecieron entre los ríos coyoacanenses. Dice Ricardo Legorreta en Dime por dónde andas y te diré qué ver (Ana Terán, AE, 2012): “Frente a la cara lateral del Altillo, en la pequeña capilla de San Antonio de Padua, principia la ruta de Francisco Sosa, una de las calles más hermosas de la ciudad, con una escala amable, humana y que […] constituye en sí un paseo natural […], resulta un verdadero deleite recorrerla…” Pues veamos por cuánto tiempo más.

La edificación está listada como “monumento histórico” en un lugar decretado “Zona de monumentos históricos de la delegación Coyoacán”. Una parte de la construcción venía de la colonia, otra se terminó de fraguar en el XIX. Dentro, habrá 17 casas, todas con el mismo estilo: un Legorreta aspiracional, en el mejor de los casos. Serán trabajo de Antonio Farré, un joven y ambicioso arquitecto. Patios y arcadas, adobes construidos a mano con el limo de los ríos cercanos, herederos de la historia, desaparecieron ya. Las casas serán casi idénticas entre sí o no serán. Tendrán remaches de acero inoxidable, ángulos rectos, vidrio plano y espacio para que los autos se sientan a gusto. Romperán con lo que fue ese espacio en su origen y con las aspiraciones que tuvieron arquitectos como Legorreta y, antes que él, Luis Barragán.

VOCACIONES

En Caleidoscopio (Lumen, 2017), Brian Nissen habla del contraste entre Nueva York y París: “Me sorprendió la insípida arquitectura de los exclusivos edificios de Park Avenue y Fifth Avenue […]. En París […] había podido visitar muchos edificios con grandes y espléndidas fachadas, las cuales dotaban a las calles de armonía arquitectónica… Esto me pareció ilustrativo […] de los Estados Unidos, donde el ámbito público es menos considerado y atendido que el privado, en contraste con Europa, donde las necesidades y beneficios públicos

son vistos como requisitos esenciales para la vida y el bienestar de la ciudad.” Lo que hay en las ciudades mexicanas no pasa por el “bienestar de la ciudad” sino de particulares. Es una suerte de molino al que entra todo lo que alguna vez se construyó. Hace poco, en el Jardín Botánico Benjamin Francis Johnston, en Los Mochis, al ver los restos de su casona pensé en nuestra facilidad para hacer pasta y polvo lo que fue historia. Esa casa se terminó en 1903 y fue demolida en 1966. Hace nada, las casitas de sus trabajadores, muchas del XIX, desaparecieron. La casa de Johnston es un terregal junto a las plantas; las casitas son comercios de concreto y aluminio ahumado. Así, se fueron cuadras enteras en el centro de Guadalajara para dar paso a avenidas; Chihuahua tiene dos o tres edificios notables frente a bloques insulsos de concreto; nada queda en La Paz de los edificios de piedra rosada y adobes de arena marina que la conformaron en un principio; Veracruz se desentendió de su pasado criollo y africano, de brujas y diablos, liquidando de una vez por todas las casas palaciegas que los vieron convertirse en mexicanos. Ni pienso que en el pasado todo fue excelente ni que las cosas no puedan mejorar. Pero me desasosiega el afán mexicano de pasar al reciclaje lo que bien podría hacer nuestra vida más placentera como ciudadanos. Imagino que el arquitecto Farré, quienes lo contrataron y apuraron a que se hicieran migajas los restos históricos, y los que comprarán casas como ésas, son personas que van de viaje a París y a Brujas, que consideran bellísimo el centro de Buenos Aires, gozan caminando por el Barri Gòtic barcelonés, se sorprenden de la hermosura húmeda de Venecia y la calidad peatonal de Lisboa. Los imagino anhelando que esas ciudades y esos barrios tan bonitos estuvieran más cerca, sin poder ver cómo sus decisiones destruyen el patrimonio de todos y le dan al traste al legado. Es posible que eso sea lo que me duele cuando paso frente a una casa, una calle, una colonia que alguna vez fue hermosa y donde se respiró el aire del pasado: la incapacidad que tenemos, como un colectivo, de vernos reflejados ahí —y de entendernos abrazando ese pasado.

DIRECTORIO Viernes Cultural, suplemento de Contra Réplica

•Director general:

Rubén Cortés •Editor: Geney Beltrán Félix •Consejo editorial: Francisco González Crussí, Enrique Florescano, Elsa Cross, Silvia Molina, Eduardo Langagne, Carmen Boullosa, Tedi López Mills.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.