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EL TIEMPO QUE PODAMOS.’ — STACY LAMB

Más de 200,000 edificios fueron destruidos, el equivalente a casi cinco Manhattans.

Cientos de miles sobrevivientes tomaron refugio donde pudieron: refugios gubernamentales, hoteles, centros comerciales, estadios, mezquitas y centros de comunidad. Muchos no tenían a donde ir y pasaban las gélidas noches afuera reunidos alrededor de fogatas.

“La gente no tenía acceso a sus necesidades más básicas: alimentos, agua y vivienda”, dice Ryan Grabill, director sénior de Convoy of Hope del Equipo de Servicios Internacionales de Desastres. “Se han distribuido más de 1 millón de comidas.”

Convoy of Hope trabajó con socios y contactos en toda la zona de impacto para enviar, adquirir y distribuir suministros de socorro. Ropa, carpas, bolsas de dormir, pañales y fórmula para bebés fueron distribuidas en comunidades de la región. Además del envío de recursos desde fuera de Turquía y Siria, Convoy adquirió recursos a nivel local: lentejas, guisantes, frijoles y bulgur (trigo integral sancochado), para suministrar socios locales y comedores populares que sirven a Entre las 10,000 estimadas réplicas en las semanas siguientes, varias fueron lo suficientemente grandes como para provocar más muertes. Los temblores repetidos sólo aumentaron el miedo y el trauma diario de los sobrevivientes. Los parques de la ciudad y los espacios abiertos se llenaron de personas que dormían en tiendas de campaña, demasiado aterrorizadas para quedarse en un edificio.

El Banco Mundial estimó que 1.25 millones de personas quedaron sin hogar dentro de las tres semanas posteriores al primer terremoto. A mediados de marzo, el gobierno turco había evacuado a casi 2 millones de personas del área de desastres a otras ciudades.

Las réplicas continuaron sacudiendo la zona de impacto en marzo, provocando el derrumbe de más edificios y manteniendo las tensiones altas. Muchas familias se congregaron en campamentos improvisados en condiciones extremadamente difíciles.

Convoy trabajó para proporcionar suministros de higiene y pañales. Con los productos de higiene que distribuye Convoy, las personas pueden mantener sus manos y su cuerpos limpios, cepillarse los dientes y cuidar su cabello. Esto disminuye la posibilidad de que la enfermedad se propague a través de comunidades vulnerables.

Stacy Lamb, vicepresidenta de Servicios de Desastre de Convoy, dice: “Convoy sigue comprometido a ayudar a tantas personas como podamos durante el tiempo que podamos”.

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