«Todos sabemos que una cosa es lo que la gente piensa que dice la ciencia y otra lo que la ciencia realmente dice. Sin embargo, con el affaire evolucionista se ha impuesto un nuevo dogma moderno, tanto entre la comunidad científica como entre el ciudadano de a pie, que automáticamente descalifica y excluye a todo aquel que se niega a comulgar con él.
El autor sostiene que la hipótesis evolucionista debe estudiarse en un plano estrictamente científico, con independencia de consideraciones religiosas o filosóficas que están fuera de lugar en el ámbito de las ciencias experimentales.».