Luz de Dios o sea vive bien quien ora bien

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Rdo. P. ANTONIO

HERNANDEZ C. M.F.

LUZ DE DIOS O SEA

VIVE BIEN

QUIEN ORA BIEN

ICOITOllll'IAL.

CLARET

SANTIAGO DE CHILE 10 DE JULIO 11•0



LUZ DE DIOS O SEA

VIVE BIEN QUIEN ORA BIEN




ACTO DE AMOR No me mue ve , mi Dios, para quererte El cielo que me tienes p rometi do ; Ni me mueve el infierno tan temido Para dejar por es o de ofenderte. Tú me mue ves , Sefíor; muéveme el verte Clavado en esa cruz y escarnecido; Muéveme, el ver tu cue r po tan herido; Muévenme tus afrenta s y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor, en tal manera,

Que aunque no h ubi era cielo yo te amara, Y aunque n o hubiera infierno te temiera. No me tienes que dar porque te qu iera

Ya q ue , si cuanto es pero no esperara, Lo mis mo que te qui ero te quisiera. (1)

(1) E ste hermoaí1imo soneto lo atribuyen algunos a San Franciaco Javier, otros a S a nta Teresa de Jesús, y n o falta quien diga que es de San Ignacio de Loyola . Tanto fué el a m or de Dios que tu v i er on estos ilustres santos espa ñolea , que en au eap! r ítu en caj a , a las mil maravillas, el contenido de estos verao1. Pero creemos más fu nd ada la o p i ní6n del emi· nenle polígrafo Marcelino Menéndez Pe l ay o que lo atribuye a un Rel igios o deaconocido, cuyo nombre quizá no se l legu e a d e1cub r i r j�m�s. ( H etero • doxo1 españolee.)



DICO EGO OPERA MB,6 REGIN.IE

Dedico y consagro todas mis obras a1 Coraeón de JJ!aría.

Es propiedad del autor.

Queda hecho el depósito que marca la Ley.



LUZ DE DIOS O SEA

VIVE BIEN QUIEN ORA BIEN «Recte no1Jit vi1Jere qui recte novit orare» (S. Augustintts}

R. f.

ANTONIO HERNANDEZ

l'\IS!ONERO HIJO DEL INMACULADO CORAZON DE l'\ARIA

f'RIM.ERA

EDICION

EDITORIAL Santiago de Chile:

CLARET

Diez de Julio, 1140

AÑO 1940 IMf'.

LIGURIA


Obras del mismo Autor Ternuras y grandezas de madre. Discmsos de la Santísima V i r ge n y a l g u nos más de circunstancias pu b l i cad o s por la Edit o ria l Claret. Santiago de C h il e . Casilla; 2989.

Hacia la eternidad.

( Agotada ) .

Sermones morales de misión, p u bl i cados en Bar­ celo na (Espa1i.a ) en la Librería Católica Iuternacio·

nal de Luis Gilí.

( Bar cel o n a .

De paso por nuestro siglo.

Córcega, 415).

( Agotada ) .

Conferencias apologético-morales, dadas a Madrid por «Üoculsa». Madrid. { A p artad o

Incienso

luz en

8013).

a la virtud.

Hermosa colección de veintisiete panegíricos, algu­ nos, de santos recientemente canoniz..i.dos. En ellos brillan la do c t r i n a la n o vedad y la u n c i ón. Los encontrará V d. en «Coculsa,, Madrid ( Apartado ,

8013).

la santidad para t od o s . Clara de la tura, de la

(Agotada)·

e x po s ic ión de los p rinc i p ios fundamentales vida espiritual, de d u c id os de la santa Escri­ de la sagr ada Teol o gía , de los autores clás ico s mística, y de la vida de los santos .

Salió el sembrador a sembrar. Curso completo de HOMILIAS pu blicado en la a creditad a revista de ciencias eclesiásticas «ILUS­ TRACION DEL CLERO» durante el aflo l!J40 Madrid. Espafia. ( A part a d o ¡ 8013).



AL LECTOR

El mundo marcha hacia una descomposici6n desastrosa. Esto se nota con sólo abrir los ojos.

moral

La inmoralidad se ha infiltrado en las almas a la ma· nera de veneno matando en ellas la vida sobrenatural de la gracia .

Las convulsiones horrorosas que el mundo ha experi· m en tado en estos últimos tiempos; el pavoroso estado de cosas que man ti e ne a las naciones en pie de guerra; las ambiciones humanas, nunca satisfechas, que desunen cada día más hondamente a las familias; el desplazam iento de Jesucristo de las esferas gubernamentales de los pueb los ; la relajación espantosa de la moral privada y pú blica ; todo esto, que tan a fondo afecta a la estabilidad de las naciones y al bienestar de los individuos ; no tiene más que una causa; el olvido de Dios por parte de su criatura. • . .

. . .

Un profeta, divinamen te inspirado, lo dijo hace ya muchos siglos: «La t ierra está desolada porque son muy pocos los qu e se dedican al c umplimiento sa grado de la oración. «Desolatione desolata est omnis terra quia

nullus est qui recogitet corde. »

(Jerem., T2 11.)

La historia se repite. Hoy sufrimos la m ism a desola· ción espiritual y social a que alude, por labios del profeta, la santa Escritura y podemos asegurar que, también ahora, la causa de dicha desolación es el olvido de Dios y de su santas leyes. Los hombres no se dedican a la oración ni en la mínima de sus exigencias, quiero decir, ni en aquello que con st ituye un deber grave para todo cristiano.


XVI

Al Lector

Los Romanos Pontífices que han gobernado a la Igle­ sia en estos últimos tiempos , reconocen, en sapientísimos documentos, la inmoralidad ambiente, y exhortan al mundo entero a volver a Dios, Creador, Conservador, Redentor, y Santificadcr, siguiendo sus enseñanzas, que son «camino, verdad y vida » para las almas. El mundo debe volver a Dios por el mismo camino por el que se ha apartado de El: por la oración . La oración lleva, como de la mano, a la frecuencia de sacramentos; a las costumbres que aseguran la paz exte· rior e interior de las almas; y a los principios sociales basados en el santo Evangelio, que son cimien to inconmo­ vible del edificio humano. «Luz de D i os » , o sea, «Vive bien quien ora bien» es el título de la presente obra. Sus páginas responden al postulado más urge nte de los tiempos modernos. Nos ha tocado vivir en época feroz de transición históri ca, y. por lo tanto, de ruina, en parle, y, en parle, de reedificación social. La lectura atenta de este libro hace labor recons­ tructiva en las almas. «Luz de Dios» es para todos. No se tratan aquí cuestiones que afecten a un sólo sector de personas. La oración ... ; el precepto de la oración ... ; las clases de oración ... ; los bienes que reporta qu i en la practica ... ; el modo de orar ... ; cosas son a las que venimos todos obligados y de cuyo cumplimiento depende, como se prueba hasta la evi­ dencia en este libro, nuestro progreso e n s a ntidad y, con­ siguientemente, la salvación eterna de nuestras almas . «Luz de Dios» está escrito con premeditada sencil lez tanto en la forma literaria como en el fondo. A través de este prisma debe ser j uzgado y sentenciado el libro. Cual­ quiera otra posición que el observador tomare sería arbi­ trar ia , y, por lo tanto, falsa; no respondería a la realidad objetiva de estas páginas.


XVII

Al Lector

«Luz de Dios)) se presenta co n raz onamiento s ó lido apoyado en test im on ios de la divina Escritura, Santos Pa­ dres, teó l o g o s de más crédito, místicos de fama universal· mente reco noci da , y en las prácticas de la I glesia por J e­ sucristo, Señor nuestro, fundada .

Cada capítulo de esta obra es un es tud io 'completo de la materia que trata expuesta con clar idad me r id i a na . «Luz de Dios» es, además, libro ameno por estar sal· picado de anécdotas entre sacadas de la vida de los santos, y de a gudas observaciones de orden psicológico d e impar· tan cia trascendente respecto a nuestra rápida transformación en varones perfectos según la nueva ley de gracia.

Y, por último, «Luz de Dios » no pierde nunca de vista los divinos preceptos sobre la oración, n i aquellas palabras del sapi e nt ísim o San Agustín: «Vive bien quien ora bien.» Por lo cual creemos que es imp osible leer estas p § ginas sin aficionarse a la oración: afición que juzgamos de necesidad apremiante en los ti e m pos de apostasía gene ­ ral por los que va atravesando el mundo. ¡Qyiera Dios bendecimos .. ,! ya que sólo por El y por las almas, rescatadas en la cruz donde murió Jesucris­ to, nos he mo s impuest o el trabaj o de escribir y p ubl ica r las lecciones espirituales sobre la oración que pongo, que­ r ido lector, en tus manos. ANTONIO HERNANDEZ. C. M. F.

San E n r i que de Bucalemu. (Rep. Chile.) Festivid ad de Todos los Santos, de

1939.



RESUMEN DEL LIBRO Págs. 1.-De la Oracl6n. Sumarlo: l. cQiié es el aanto. . . ? Deade los tiempos apostólicos, 11. Responde a una exigencia de nuestro sér. Explanación de la de6nición. ¡Sólo Dios basta . . . ! Ill. Orar y r'5· pirar. Vaciar el alma en Dios. IV. Tela limpia delante de un gran pintor. "El Misionero monstruo". V. Una reflexión a fondo. VI. Testimonio de la divina Escritura. 11.-0racl6n y Salvacl6n. Sumario: l. Problema trascendental. Ni acepción "ni excepción de personas. 11. {Quienes se salvan? B ondad sobrenatural. IU. De6niciones de la gracia. IV. Necesidad de la gracia. Dios no la niega a nadie. V. La perseverancia. VI. Oración y salvación. VII. Oración y observancia de las leyes. VIII. Oración y práctica de virtudes. IX. Oraci6n y perseverancia 6nal.

l '1

111.-0racl6n y Santidad. Sumarlo: l. Sed perf�ctos como vues· tro Padre celestial. 11. La santidad del hombre. 111. Vida sobre· natural. IV. La voluntad divina. V. En la oración se ejercitan las virtudes. VI. Vida interior y meditaci6n. VII. PreJencia de Dios; pecado; y virtudes. VIII. Contemplación y virtudes re6nadas. IX. Oración y virtudes heroicas. X. Oración y comunicación de la gracia. XI. Oración y unión consumada.

3S

IV.-Dentro de los Cuatro Pines. Sumarlo: l. Visión de San Juan. Templo es la tierra. 11. El pecador no agrada a Dios. lnjer• témoslo en Jesucristo. lll. Oración afectiva. IV. Oración operativa. V. El fin más perfecto. VI. El número de los i ngratos es in6nito. VII. Todo lo debemos a Dios. VIII. Llo rar los pecados. IX. Si­ tuaciones psicológicas desastrosas. X. Misericordia y propósito de la enmienda. XI. Desprendimiento uhrahumano. Pidan lo que quieran. Viviente incensario.

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V.-Cualldades de la Oracl6n de Stipllca. Sumarlo: l. V anas objeciones. 11. No neguemos ni la posibilidad, ni la conveniencia, ni la necesidad. 111. Pureza de alma. IV. Aco¡ie la oración de los humildes. V. Confianza sin limites. VI. Recogimiento y aten· ción, VII. Perseveremos. VIII. Abierta generosidad. . . .

'] 1

Vl.-De los tiempos en que hay que Orar. Sumario: l. Prin· cipios básicos. Precepto. cPorqué . . . ? No hace milagros sin nece· sidad. 11. Siempre. Oigamos a los moralistas. 111. Visión grá6ca. ¡Un carricillo . . . I IV. Orar en las tentaciones. V. El Beato Ciare!. VI. Cuando se ha caído en pecado. VII. En el sufrimiento. V111. El Señor está en ella. IX. A Vos iremos.

91


XX

Resumen del L i bro Págs.

VII. -HI Poder admirable de la Oración. Sumario: l. El sorda mudo. 11. .:En quién r a d ica el pod er de la oración ... ? 111. D i os quiere oirnos. IV. .:Qué p i e ns a la Iglesi a del poder de la orn ció n... ? V Los he ch o s. prueba s in réplica... VI. Normas prudencialea de Dios ... VII. Porqu e somos malos. VIII. Pedimos c osas malas. IX. Cualidades de la oración ... X. Dios se inclina ante la or ac i ó n.

1 09

bienes de IR Orac·�n. Sumarlo: l. San Agustín supo luchar. 11. Limp iarse de e•ta fiebre. En el t erreno de lo relativo. 111. Fenó meno innegable. IV. Debemos conocer a D ios . V. Pri ­ mero el estudio. Se gundo la o ra c i ó n . VI. Podemos o blig ar a Dios... ? VII. Manantial de f ortalna. VIII. J es ucr i s• o a la viola. IX. Ras­ milladuras de la cu lpa. X. Se trata de David. XI. Resumen. . . . 129

VIII. Al¡:u�os

IX.-Apostol•do de IR Onción. Sumario: l. La c ar id a d médula del árbol del a pos tolado . .:Qué se necesita para ser ap ósto l? 11. So­ mos apósto les. ti S. O. S. 111. El apostolado, ley de solidaridad cristiana. VI. Asombroso poder apo s tó li co de la oración. F orz ar , no: i ncl i nar , sí. Villafranca d el Panadé1. J esucristo la emplea. D os he­ chos del Antigu o Testamento. La Iglesia •igue a su funda dor. Luzca de tal modo vuestra vida. V Centuplicando loa ap óstolu de ora 149 ción S e ingeniaba de mil modos X.-Tres por Uno o sea más Oración que i1 ccion. Sumario: l. Dos c osas iguales a una tercera La humanidad debe 1er como un t emp lo. 11. Lo q ue hace e l apóstol por D i os : por sí mismo: por el p rój i mo. 111. Ofic io divinfsimo. O apó s to l e s o apó1tatas. IV, Formas de apost olado . Mucha fu er z a y poco fruto. <.Porqué? V. A lm a del apostolado. <.Quién es mejor ap óstol... ? VI. Verdades bá sicas sobre 169 la vida interior.... Xl.-Nuestr:1 oración y los atributos Oivinos. Sumario: l. El "Te Deum" 11. Dios Creador. Pensa r en dos cosas 111. La Pro­ videncia d i v i na. Lo que e n te n die ron los santOI IV. La criatura pue­ de apartarse del Crea d c r . V. Dios Redentor, VI. Alimento nu tri ­ tivo. Crucificados con Cristo. Gema Galgani VII. .:Quién es el Espí­ ritu Santo . . . ? ¡Si con ocie ses el Don de D i oa .. .I VIII. Santa Mar· 189 garita de Cortona. IX. Yo os a la b o , oh Sei'ior. Xll.-La oración en el santo Hvan11elio. Sumarlo: 1 En el An­ t i guo y el N u evo Testamento. 11 Detalles. La ca sa de D i os, casa de Oració n. 111. Si a lgu no de voso tros tuviere un amigo. IV. ¡Tener un a migo ... 1 V. No hay que destruir la naturaleza. VI. La Magdalena . VII. La Ca nane a . Lección para todos. Vlll Faris eo y publ icano . • . • 209 IX. Vinum non h a be nt . . .


XXI

Resumen del Libro

Págs. Xlll.-La oración en Gehtsemanl. Sumorio: l. Brochazos de fuerte

colorido 11 La cinta que cruza ante sus ojos. 111. El alma está triste. No se opone a la virtud representar a Dios nuestras penas. IV. Las almas de poca fe dudan. V. El mundo no consuela. Esto loca a Dios. Es falso consuelo. VI. Los sufrimientos pueden hacernos san­ tos. VII. He a-:¡uf una palabra pru:lentísima. VIII. Analizando una 229 frase. IX. Ejemplo. Palacio de Frangipani .

y Contempl11ci60. :Sumario: l. Son pocos los que perseveran. 11. La meditación ha existido �iempre. Pero en for­ ma metodizada desde el siglo XV. 1 1 1. La meditación diaria aleja de la culpa: ind�ce a la virtud; prepara para la unión con Dios. IV. De­ finición y distinción. Tres métodos. V. Preparación remota. Cuerpo de la meditación. VI. Término de la meditación VII. Leyendo el punto. Paz inter¡or. Conduela en las distracciones. En las sequ edades. VU. Contemplación adquirida. IX. Análisis de la misma. X. Es lícito aspirar a ella. Normas que hay que tener presentes. 247

XtV.-Meditaclón

la presencia de Dios. Sumarlo: l. Nociones sobre la vida espiritual. Los tres peldaños 1 1. Dios mira al alma. Buen Pastor. 11 1. Bienes que reporta el alma de la mira:la divina. VI Debemos mirar a Dios. Motivos. V. En qué consiste. Mirada natural; sobre­ natural; afectiva; con advertencia de que Dios nos mira. VI. Por vi� de fe. De representación sensible De recogimiento interior, VII. ln-:licaciones prácticas. 267

XV.-Oe

XVI -El Santísimo Rosario. Sumario: l. La devocicin a la San· tísima Virgen. 11. {Qué •.s devoción . . . � Quienes ion devotos� 111. El rezo cotidiano del Rosario, señal cierta de predestinación. IV. Efi­ cacia santificadora del Rosario. Cumple con los cuatro fines de la oración. Gracias del orden de la santi.:lad, Sé-:¡uito de virtudes. V. Meditando los misterios VI. Mina de indulgencias. VII. No es juguete de nifios. Siglo XIII. Siglo XVI. Siglo XIX. . . . 285 XVll.-La santa Misa oración Excelsa. Sumarlo: l. El sacrificio del calvario. El precepto. Quien cumple con él. 11. Qué es la mi­ sa. Valor, "Ex opere operalo." "Ex opere opcronlls." 111. Efectos espirituales de la santa misa IV. Oración excelsa. Adoración afec­ tiva; y efectiva. V. Tributo de acción de gracias. VI. Arrepentimiento y expiación. Vil. Oración de súpli a. VIII. Intención recta; modestia

cristiana; recogimiento interior; meditar en la pasión; pdiciones; comunión. IX. Mártires de Cartago. . . . 303

XVlll.-Comunlón y Santidad. Sumario: l. Imagen de Dios des­ dibujada. La comunión restaura la perfección perdida. 11. Jesu cristo vino a darnos la vida sobrenatural. Su pureza. Dobo ds cor nooum.


Reaumen ·del Libro

XXII Pá111.

Santidad negativa. 111. Comunicación de gracia div ina. "Yo aoy la vid y vosotros los sarmientos". Efecto propio de cote sacramento. IV. Actividad de la gracia. Humildad; castidad; abnegación. V. For· ma apóstoles; por ejemplo, Santa Catalina de Siena y el Beato P. Claret. VI. Almas mi1ticas. Gema Galgani, Margarita María de Alacoque, María Magdalena de Pazzis. Vil. Di.posiciones neces aria•; y convenientes. Estas multiplican la disposición para la gracia. Pre­ sencia de Dios, Orar ántes; durante; y después de comulgar. Vi323 sitas al Santhimo.



CAJ>l'l'ULO I DE LA ORACION

"Oportet Conviene

jamas.

semper

orare et

orar siemJlre

non

deficere"

(Luc., 18. 1.) y no defallecer

SUMARIO I:-¿Qué es el Santo...� Desde /os tiempos apostó­

licos.-//. Uespo11de a una exigencia de n11estro ser. Explanación de la definición: Sólo Dios bnsta . .. ! III. Orar y respirar. Vaciar el alma en Dios.­ IV. Tela limpia dela11te de un gran pintor. El " lJfis ionero monstruo".- V. Una reflexión a fondo. VI. Testimonio "de la divina Escritura.

I, Podría definirse la vida de cada sant o diciendo que es nna convt-rsación co n t í n ua con Dios, nuestro Sefior. La santidad es, ante todo, amor. Sin la caridad no po d em o s unirnos a Dios, <le quien dice San J uan, que es caridad, '(I. .Toan., 4, 16.) y a quien los ángeles ala­ ban, €'ternamente, con aquel: "Santo, santo, santo"

(Apoc., 4. 8.)

. . .

El amor gusta de la presencia del a m a d o para dar­ se y entregal'se a él. Vemos esto a cada paso. Los que bien se qu i ere n se visitan mucho; se comunican, mu­ tu amente, las ideas; se piden c onsej o antes de obrar, se ay udan; tratan, cuando es muy i n ten s o el amor, de formar, algo así, como una sola persona.


2

Luz de ])ios

El sa nt o arna a Di o s sobre todas las cosas. Si no lo amase de este modo dejaría de ser santo, porque no cmnp1iría con el prim ero y mayor de los man da mie ntos , .. amar al Se1ior con todo el corazón: con todo ­

el

ser.» (Deu., 6. :";.)

Digám osl o con certeza; el sa n t o , dej áu d ose arras­ t ra r de esa fuerza i nte r i or , que do mi n a al que en v er dad ama; desea, ardientemente, darse a Dios, comu­ nicars e con El; estar co m o pe ndiente de sus divinos labios para no perderle ni u n a palabra, ni una expre­ sión. El santo recoge todo lo que J e sucr i s to , Hijo de Dios, dice, como enseíianza que nece si t a para cor regi r su vida conformáadola, según la fra gi l i d a d humana, al su p rem o Modelo de los santos, Jesús, Re de n tor de nuestras almas. los tie mpos a postólicos hasta hoy, nos muest ra a todos los san­ tos l leg a n d o a la cu mb re de la santidad en el t rato contínuo con Dios, Nues tro SAñor. E s t o es o rar . De hech o,

desde

la hagiografía cristian a

Efectivamente; los doce pr imer os discípu los de Jesús fueron escogidos, en su m ayo r parte, de entre la gente h u m il de , ruda, i liter at a . Pero ellos hablan co n el divino Maestro; el divino M aes tro también habla con el los ; éstos se a ficion a n a Jesús , a sus cosa s ; se a si m il an su modo d e pensar y ob rar; le cobren un a m or intenso , en tanto grado, quEi uno tras otro, si e s ce pt uamo s a Judas f!l trai dor , van llegando al he­ roísmo en la v i r tud, hasta la prueb a máxima de lo heróico, el martirio. Todos rindieron sus vidas por Cristo, menos Judas, con fortaleza que pasma, des ­ pués de haber comunicado a muc h os , en predicación larga y fati g o sa , lo que ap ren d i ero n en el trato de c ada día c o n el Maestro afable e iufalible d e las almas.

Lo mismo p asó a la fiel con fi den te del Corazón deifico, santa M a r g a rita María de A la co q u e . Amaba mucho la oración. Catorce horas continuas, dicen sus


Oe la OracicSn historiadores, estuvo un jueves Snnto delante del taber­ náculo, fija, como estatua dP, mármol, ilnminadn, no tanto por la luz de los cirios que se quemaban en el Monumento, cuanto por esn otrn, de lns gracias actua­ les, que el Santificador de las almas, oculto tras los ve­ los de la Hostia consagrada, arrojaba sobre el espíritu de Margarita hast.'l convertirlo en serafín humano. Lo mismo hay que afirmar de Santa Micaela del Santísimo 8acramento, la cual repetía, retozándolc el gozo por la cara, que no cambiaría una sola hora de ad o ración ante el sagrario por todos los placeres del mundo. Y esas largas y fervorosas horas de oración, la hicierou santa de marca extraordinaria en cuestio­ nes de caridad para con el prójimo.

Lo mismo, eu fin, atestiguan todos los santos, si exceptuamos los que se convirtieron momentos ánte., de ser martirizados; porque todos necesitaron de las luces del cielo para acertar en la práctica de las vir­ tudes sobrenaturales, y de la mano de Dios para se­ guir, camino arriba, hasta la cumbre de la s a ntidad . Y, no h ay duda, que esas luceE! y refuerzos, en nin­ guna parte pueden encontrarse, fuera de los sacra­ mentos, mejor que en la oración continua. *

*

*

11. La oración. .. !! ¡Qué acto tan sublime... !! Y por otra parte ¡qué natural...! Responde a una exi­ gencia de nuestro mismo modo de ser. Criado3 por Dios; sostenidos por El; redimidos por Jesucristo; santificados por el Espíritu Santo; debilita­ rla la voluntad por el primer pecado; obscurecida la inteligencia; inclinados al mal desde los albores de la razón; rodeados de peligros y dificultades en cada mo­ mento ... ; nada más justo que reconocer nuestra de-


4

Luz de Dios

pendencia total y absoluta de Dios y estirar nuestra mano, como verdaderos mendigos, pidil\ndole la cari­ dad de sus divinos auxilios para el desenvolvimiento de nuestra Yida lo mismo en el orden natural que en el sobrenatural. Pues eso, y oración.

nada más que eso es, en rigor,

la

Una elevación de nuestra n.lma a Dios, recono­ ciendo su grandeza v nuestra pequei'íez, para pedir a su hondv.d inliuita las gracias materiales o espirituales, propias o agenas, que necesitamos a fin de ser santos y salvarnos. Explanemos un poco esta definición.

Digo elevación del alma a Dios. Todos tenemos alma. Substancialmente es la mis­ ma en tocios, aunqne accidentalmente no lo sea por el mayor a menor número de cualidades secundarias que el Todopoderoso concede a cada una; como más vi ve­ za de imaginación, más fuerza comprensiva en la inte­ ligencia, más energía en la voluntad ... El alma humana no puede prescindir, jamás, de Dios. Lo necesita para todo. De aquí que la posibili­ dad de la oración es de todas las razas, ct.:alesq uiera que sea su índole o condición intelectual o social. Na­ die tiene la exclusiva; ni el sabio, ni el santo, ni el hombre de gobierno, ni el que negocia; nadie; absolu­ tamente nadie . Cada uno, según ;;u capacidad mental e ilustración; según el modo que le sugiera su nece­ sidad; debe orar. Todo ser racional puede y debe pen­ sar en Dios, alabándolo, reconociendo su grandeza; amándolo, dando testimonio de su bondad; y glorifi­ cándolo . , en la imitación de sus excelencias, .en la for­ ma e¡ ne es posible a una frágil criatura.

¡Oh, Dios rníu, si algún día yo hubiera de olvi­ daros culpablemente, dá11dome a las cosas humanas


De la Oración

5

con prescindencia de esta obligación sagrada de elevar siem pre mi pensamiento hacia Vos, bien mío, amor mío, luz 1le mi vida, de q uien lo espero todo ... ; qu i ero , y nsí os lo p id o desde nhors, que mi mente se seque, mi lengua se inmovilice, mi sér en tero deje de exis­ tir ... ! ¡ Para Vos todo lo que soy y puedo. Siu Vos nada ambiciono. Dije que en la o r n ción hay p e tición de gracias. Aunque no tuviéramos una invitación tan cari ­ l1osa como ésta, de Jesucristo, Seflor Nuestro, en el Evangelio; «Pedid y Recibiréis» (,Joahs lfj. 24); ¡es tan­ ta nuestra miseria física y moral...! por un lado; y por otro, el gobierno divino en el mundo es tan miseri­ cordioso ... ! que nuestro primer recurso, en cualquiera vicisitud de la vida, debiera ser siempre la oración. Sólo aquél que, e11 todo, se basta a sí mismo, puede prescindir de pedir a Dios el remedio de sus males. Pero, fuera de mismo en todo ... ?

Dios,

¿,quién podrá bastarse a sí

Alimentar el pemamiento de una suficiencia abso­ luta, sería prender en el corazón la llama de la s ober bia, a cuyos resplandores foeron vi sto s caer sobre el género humano toda clase de castigos. "Dios humilla, siempre, a los soberbios" (l. Petrii., 55.) Somos mendigos, verdaderns men,ligos, p·_ies de i10sotros mismos no tenemos nada, fuera de nuestros repugnantes pecados. Necesitamos en cada momento estirar el brazo , p11rn pedir a Dios los bi,eues de natu­ raleza y gracia. Si El, en su bondad infinita, no fuera tan pródigo eon nosotros, a estas horas ha hría mos muer­ to, muchas veces, a Ja vida de la grncia y de la gloria. Habríamos muerto de hambre, porque si no es Dios quien recoge nuestras peticiones, cunlquier o tro es incapa z de llena r plenamente nuestras necesidades.


6

Luz de Dios

¡ S ólo Dios basta ... ! decía, llena de amor, la será­ fica Santa •rer esa de J es ú s, despu és de haber proba do cuán bueno e& el Sefior, en el horno de ora c i ó n fervo­ rosísima de la r gos afi os .

¡Sólo Dios basta . . . ! ¡Oh a l mas que sentís ansias devorador�s de amflr y de ser amadas! O tro amor que n o sea el di v i n o, ni os durará para siempre, ni llenará el vacío que notá i s dentro del pe c ho. ¡Sólo Dios basta... ! ¡Oh, espí r itus frívolos que, con inquietud p u ni ble, buscáis en todo la satisfacción personal, como si el supremo de nuestros ideales fuera o la comodidad o e l placer de los sentidos. No; uo hay dicha comparable con la que goza el alma que se da totalmente a Dios por la oracion.

¡Sólo Dioi> basta ... ! ¡Oh!, vo so tros que váis regando el camino de la vida con lá g r imas de h o n<l as y fre­ cuentes desilusiones. No pidáis paño para enjugarlas, ni a las diversiones, ni al d i n e ro, ni a h amistad humana. Llenáos, más bien, de Dios; sed almas de mucha oración, y es a abundancia de vida s ob re na tural, os hará dulce lo amargo, aleg r e lo triste. Como a San Pablo, el cual d.eH p ué s de haber sufrido lo indecible exclamaba: "Superabundo gaudio in omni trilmlatione nostra" (JI. Corp., 7.4.), no sé que hace r con tanta alegría como tengo en el alma.

*

*

*

III. Alguien ha d i ch o que la orac1011 es para la vida so b rena tu ral de las almas lo que la respi rac ión para Ja vida mater i a l de los cuerpos.

Lt> res pira ción p ulmon a r , por ejemplo, es de nece­ sidad absoluta par& el d es a rrol lo , y aun p a ra la misma vitla de nuestro organismo físico.


7

De la Oración

La oración eslo para el completo desenvolvimiento moral del espíritu. ·

Una respiración pulmonar defectuosa engendra sa­ lud débil, enclenque; propensa a toda clase de enfer­ medades; quizá a la tisis; dolencia incurable cuando avanza más allá de los primeros grados.

La falta de omción produce en ·el alma efectos muy parecidos. El eximio teólogo y moralista Suu Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia, teniendo en cuenta que la oración es uno de los medios más comunes por donde Nuestro Sefior concede a las almas las gracias actuales o lrnbituales, imprescindibles para persev2rar en el amor de Dios, que ha de santificarnos y salvarnos, dice, que el que ora se salva y el que no ora se pone en peligro inminente de condenación eterna. Por lo cual, orar mucho es tener garnntía segura

1le fortaleza de espíritu en el bien obrar; y orar poco,

o-nunca, o mal, es ponerse en la balanza de esas crueles

alternativas de una vida que se va desarrollando, ora en gracia, ora eu pecado. Y digo yo: ¿quién asegura a esta clase de almas, que al inclinarse la balanza hacia el pecado grave 110 las sorprenderá la muerte . ? Son muchas las muertes repentinas. El caso 110 es ímpro­ . .

ba ble. La prudencia aconseja la oración.

Orar es respirar. En la respiración pulmonar existen dos movimientos distintos; ambos de estricta necesidad: uno de inspiración y otro de expiración.

En fuerza del primero, los pulmones se llenan del oxígeno de la atmósfera, 8in el cual no se formaría b!en la sangre. En virtud del segundo, se expele de los pulmones el anhídrido carbónico cuya retención, en ellos, sería mortal veneno. Inspirar bien; expirar bien. Esta dohle función es de vital importancia en el desarrollo de nue8tra vida física.


8.

Luz de

Dios

Cualquiera de las dos que falte, o funcione mal, engen­ dra desequilibrio; male st ar; peligro serio para la vida. Traslademos el hecho al orden espiri tua l. Por vía de s e me j anza , en la o raci ón, lo mismo que en la respiración, debe existir doble movimiento: de inspiración u n o , y de expiración, otro.

Expiramos, �n

la oración, cuando vaciamos en el seno de la b o nd a d y poder diviuos todas las miserias del alma. El pecado, las tentaciones, los d esa li e n t os, la in c onst an ci a , las penas, la p o breza , las persecuciones, las enfermedades .. . ; en fin, tanta contrnriedad como encuentra la grncia santificante en ' nosotros para cristaliiar en h e r m o s a s virtudes.

Estas cosas hay que decir al Sefior en la oración

con e n tera confianza. Como un herido descubre al ciru­

j ano la l lag a, como una hija cuenta a su madre las penas, �o o un mendigo habla del h a m br e al rico; como un ciego alarga su mano al guía. En una palabra; hay que vaciar el alma entera en Dios.

m

¡Vaciar el alma entera en Dios ... !

¡Qué bien entendieron los santos esta doctrina .. . ! ¡Cómo hicieron del Sagrario, morada augusta de Jesucristo Señor Nuestro, oficina de amparo para todo y para siempre ... ! Cuando a San Juan Bosco faltaban los dineros para alimentar a los nifios de sus famosos Oratorios; cuando las mismas autoridades civiles querían estorbar su obra, aplicando vara de hierro a su caridad admi­ rable; cuando teniéndole por loco urdieron ingeniosa treta para encerrarle en un rnar.icomio; cuando hasta la autoridad ecl es iás t i ca le fué hostil...; él se vaciaba en el Señor, al orar con oración h u m il de y confiada; contaba todas sus a f licc i o n es al buen Jesús, y nunca , que sepamos, le fué mal en e lla ... ; al contrario, su


De la Oración

9

larga vida es tejido asombrorn de milagros, ejecutados en su favor, po1· la divina Prnvidcncia. Es que a ese primer movimiento de la oracióu, en el que manifestamos m1eslras miserias y necesid:1des, sigue el segundo, en el cual Nuestro Sefior concede al que ora las gracias que pide y aun las que no pide, pero que le son necesarias para obrar santamente en todo. ¡Q.ue consoladora es esta doctrina ! Ya la proba­ remos más largamente en otro lugar, cuando hablemos de la eficacia san tificadora de la oración. . . .

No; no ganaremos nun ca en generosidad a Aquel Seúor que Ee entregó totalmente al hombre en la cum­ bre del Calvario y en la hoguera del sagrario. Por un cuarto de hora, por unos instantes, repartidos el día, que lo recordemos, aunque no sea mas que para decirle con sinceridad: "Señor, te amo con toda 111i alma"; El deja caer, en los que así proceden, tal cúmulo de luces sobrenaturales; comun ícales tanta fuer­ za moral para corregir defectos y practicar virtudes, que es, poco menos que i m pos ib le no llegar por este medio a una santidad distinguida. en

,

*

idea.

IV.

*

<·

Citaré dos ejemplos en confirmación de esta

Recuerdo haber leído en la vida de la extática Santa Margarita María de Alacoque, que, cuando aún era novicia, se presentó a su maestra haciéndole una pregunta por es-te estilo; ¿,Q.ué lrnré yo para ser santa ? ...

La respuesta fué sapieutísima. Hermana, la dije­ ron, dedíquese a la oración y en ella póngase delante de Jesucristo, como limpia tela delante de un gran


10

Luz de Dios

pin tor, para que el Maestro divino trace en su alma los raE>gos <le la s&.ntidad verdadera. Así lo hizo; y lo que luego pasó nos lo dice Ja Iglesia al coronar de gloria, eubiendo a los altares, a Margarita María. Se dió ella a la oración hasta llegar al éxtasis. En la oración el Cornzón divino la hablaba; la repren· día sus defectos: la hacía sus confidencias¡ y la amaes· traba en el arte dificilísimo de practicar virtudes. Salió discípula aventajadísima. Dios quiso al

beato Fray Diego José de Cádiz, de su siglo, como lo llamaban sus contemporáneos. Pero había que formarlo y soste· nerlo. Nuestro Sefior dió a entendE:r a el de Cádiz, por medio de unas visiones, donde encontraría el secreto mágico para ambas cosas.

«llfisionero JJ!onstrno»

Dejo la palabra al mismo egregio capuchino para que él nos diga lo que vió y lo que entendió en lo que el Señor le mostraba. «Una inafiaua, dice, estando en la oración de la comu11idad, empezó el sueño y se propuso al entcn· dimieuto el conocimiento de una espada envainada, pero sin puño, en manos de uno que ni veía. ni en· tendía, y al pronto se halló el entendimiento mismo ilustrado c on este conocimiento: «Así es la predica­ ción sin la oración.» Eutendí (sin percibir cosa por especies ni por los aentidos) la reprensión y doctrina que en ello se me daba, que cierto fué y es abundan· tísimo, aunque no sé explicarla. Eutiendo significar aquella espada la gracia de la predicación, que sin mérito se me ha dado; y que así como una espada es difícil desenvainarla y del todo casi imposible mane­ jarla, si no tiene pufio por donde asirse, así no podría yo, faltáudome la oración o la aplicación a ella, usar debidamente de la gracia que se me ha dado para los


De la Oración fines que Ud. sahe; y soy tal ¡que aun No sé cómo Dios me sufre.»

11 me duermo!

Otra vez, des pu Ps de oída la Santa Misa y per· mauecer to da la mm1ana en oración, se le dió la mis­ ma enseñanza, pero en esta forma sen si b le que relata el gran apóstol . «Estando allí (en el coro) y ocurriéndoseme la t:Xtraordinaria mocióu de las gen te s y su bullirioso concurso, se me vino a la memoria; «Quid ex i s t i s in desertum viclere» (¿qué salistéis a ver en el desierto?). Respuesta: « Arundinem vento agitatam » (uua calia agitada por los vientos). Y se me lijó en la imagina­ cióu, que estando yo muy en mis sentidos, a biertos los ojos y mirando lo que había en la iglesia y aún pen s a n do otra� cosas diferentes, como un campo en que había innumerables hombres muy ate n t o s y solí· citos a mirar un carrizo endeble )' muy delgado y se­ co, (1ue ni era cafia gruesa, el cual est a ba en continuo movi1,1iento a una y otra parte, inclinándose y l legan · do casi al suelo en cada inclinación. Me persu a d í que aquel pensamiento era propísimo para mí y me ad mi · raba que tanto sin número de almas estuviesen embele· sarlas en mirar un eanizo tan sin sustaucia. Quedóse esto así, pero clejome unos deseos tan vehementes de oración, que separarme de ella me era muy sensible, aunque no me inquietaba. «(\'ida del Beato por el :M. R. P. Sebastián de Ubrique, Tomo l. Cap. XV»). Que el Beato Fray Diego José de Cádiz fuese hombre de oración lo proclama a voz en gri to su vida entera llena de austeridad, de in fatiga ble celo por las almas, y maravilloso dón de milagros. El humo es indicio de que hay fuego. Del f u ego de la oración salían, en él, a quel l as llamaradas -tle amor divino, que, muchas veces, no pudieron quedar o c ultas y fué visto rodeado de resplandores al andar


12

Luz

de Dios

por los cam i n os o arro j a r fuego por al boca en el acto de la pred icació n . N o h ay d u d a : cuando las a l m a s s e d a n a l Sefior por la p ráctica fi rm e , sin al te r n a ti v a s , de nna or ac i ó n fervorosa , Dios se d a a las al m as en for m a t a n ínti­ m a que term i na hacién d olas ran d es santas.

g

Repita m os la fra se para grabarla b i e n en la m e ­ m o ri a ; vaci e m os el a l m a en Dios para q u e Dios se vacie e n nuestras a l m a s .

*

*

*

V . ¡ Oh ! tú , cualqui era q u e s e a s el q u e va s le­ y e n d o estas pági n a s , esc u ch a : ¿ E res h o m b re de n e goc i os?, ¿te d e d icas a l a pol í tica ? , ¿ a m a s la cien c i a . . . ? ¿te s u ges t i o n a el A rte , la I n d u stri a , el Comerci o . . . ? ¿ F,re s m u j er d e m u n d o . . . ? ¿Te arra stra la va nid ad . . . ? ¿Vives p a ra l u c i r . . . ? ¿ Q u e m a s incie n so a l p ri rn H p os t o r d e tu bel l e z a . . . ? Di m e; ¿h a s ta cuá n d o te a m orosos . . ?

p od rá n d u ra r

tu s éxitos

Lo más hasta el sepulcro, ¿ n o es cierto? Pero . . . ¿y d es pués . . . ? Por q ue ten e mos al m a i n ­ m o r t al . . . ¿y d espués . . . ? Porq u e es u n a verdad d ogmá­ tica que Dios no n os h a cri ado n i para ser g ra n d es sabios, n i esta d i stas asom brosos, ni p o l í ti co s temibles, ni conqui stad ores de g l o ri a m u n d a n a ; ni gozadores s e n s u a l e s d e la vid a. Di me; ¿ n o es v erd ad q u e se enga ií a mi serabl e ­ m e n te q u i e n mira la ·axis ten c i a hu mana a t ravés d e e s e prisma egoísta, s e n s u a l , ambicioso, q u e , ad e m ás d e s e r mot i v o d e co n ti n u a s i n q u i etu d es m i e n tras vivi m os en el m u n d o , a la hora d e la muerte coloca ante la vi s-


De la Oración

lj

ta un terrible i nter rogante parecido a éste : ¿Me salva­ ré o me con de n ar é? . . . Dios nos ha creado e xcl u siva m e n te p ara El ; para s u servicio; pa ra su a mor. 'fodo l o d e m ás en que n o s o c upe mos · e n l a vida d e be m os relacion arlo con e s t e a m o r integral , q u e Dios , p o r q u e tie n e p l e n o d e recho a e l l o , nos exi g e . L a sal vació n eterna el e n u estras a l mas está vincu­ lada al modo d e sei· v i r y a mar a Dios que haya mos te n i do en el mundo. E s te es el fi n su pre m o d e nues­ tra existe n ci a . Tod o , al l a d o d e e::ito , es s e c u n d a rio; balad1; s i n i m p ortan c i a . N o creo que nadie se a tre va a negar la g ravedad con que nos ob l i g a la co n s e cu ­ ción de este fi u últi m o de n uestras al m o s . Si al guien l o n i ega es porq u e ignora, c u l pa b l e m e nte, el p ri m e ro y pri ncipa l de los m an d a m i e n tos d i v i n o s . S i e.ado esto así, c o m o c i e r ta m ente lo e s , p e n s e m os que q u ie n está o b l i gado a u n fi n , lo e stá igual m e n te , y con la m i s m a g ravedad, a l o s m e dios n e c e s a rios a la c on sec u ció n de d i c h o fi n . L :i Igl esia s a n ta e n s u li turgia; los San tos Pa d res en sus escritos; los p re d icad ores en s u s e x h o r tacio n e s ; n o s h ablan d e l a ne cesidad d e l a ora ción como m edio d el que N u e s tro Sefior se sirve p a ra l a co m u n ica· ción d e sus g racias o a u x i l ios d i v i n os, si n l o s cuales la sal vación eterna serí a i mposib l e .

_ Entonces, la o ración es un d e b e r d el h o m bre; co m o t>S un d eb e r la consecución d e s u últi m o fi n ; c o m o l o e s , así m i s m o , l a vi rtud d e l a rel igion , e n la que va i n c l u í da la oraci ó n . D escuidarl a , s ería po n e r e n i n m i n en te p e l i gro l a s a n t i f i cació n y sal vación etern a de nuestras almas. ' Esto n o l o p o d e m os hacer; l u ego d e b e m os ora r frec u enteme nte . Más a ú n ; n u estra aspirac i ó n ha d e ser, l lega r a con segui r , s i n d e j a r nues tro trabaj o e x -


14

Luz de ])ios

terno, el hábito con tinuo de la pres e n ci a de Dios. Esto será oLj eto d e u n estudio a parte .

*

*

*

V I . Ahora remachemos las ideas precedentes con algunos testi monios de Ja d i v i u a Escri tu ra . Y, e n primer tér m i no, que brille a11te uosot rns l a figura adorable d e l d i v i no Maestro . Su vida entera e s u n acto de u n i ó n con Dios, pues en Jesu cristo n o había m ás que una sola Pel'sona y , siendo d i vi na , e ra insepa­ ra ble de l as o tras dos de la Beatísi ma 'rri nidad

Esto a un lado, en el Evangelio aparece orando siem pre. Trei nta aflos de vida ocu lta , e m plead os e n el trabajo, en l a o ración y en la obedienci a , antes d e salir a predicar. Cuarenta rl fa s de ayuno y oración como p reparación próxi ma a la e vangelización de las al mas. ¡ Uuántas veces el ex positor sagrado nos dice, que, al real i zar un m ilagro, antes alzaba sus grandes hermosos ojos al cielo i m plora ndo el fa vor del Padre Celestial, aquel favo r omnipote11te r¡ue El teu ía ta m bién en ple­ nitud absol uta . ! Le prendi eron sus enem igos mi entras oraba en Getse m a n í. Mu rió eu la cruz encomendando su propia al ma a la b enignidad infinita de Dios Nues­ tro S eñor. .

.

Y como si Ja lección viva d6 s u ej e m plo no bas­ tara a i luminar n u estra to rpeza; lo dice, clara y textual­ mente, a sus dis cípulos de entonces , y en ellos a todos los q u e han d e salva rse: " Vi"gilad y orad p ara que n o

caigáis Pn la tentación" (S11 11 M a r c os 1 4 . HS.); "Pedid y rec i birhsj llama d y se os a b r irú" (Lu c. 1 1 , .'J )j " Hay cierta clase de demonios que no puede i:enccrsc mas que con la oración y el ayuno" (JJlarc . 9. 28. )j " Cualquier cosa q11e pidiéreis a mi Padre en mi nom bre la consi-


De Ía Óraci6n gufréis" ( San .Titan , 1 6. n o desfallecer" (San Lue.,

13.) Conviene 18. 1 .).

15 orar

siempre

.11

Y a s í , p or e s te e s t i l o , co mo b u e n pad re q u e q u i e re sie m p re lo mejor para s u s hijos, va recomenda n d o , a través de s u vida e n te ra, d e pala b ra y con el e j e m pl o , l a n ecesidad d e acercarse cont i nu a m en te a Dios por m e d i o de la o ra ción . ¡ O h ! M ae s t r o d i v i n o, gracias, i n fi n i tu s grn c i a s o s t r i b u ta m i a l m a re bos a nd o gratitud p o r haberme criado con e s te s é r capaz d e conoceros y a maros , y a u n de vi v i r co n sta n t e m e n te en v u estra presenci a , ri n d i é n d oos el t ri b u to de m i adoración y a m or. E n s e íla d m e a ora r bien para hace r m e d i g n o de v uestras m i s e ri cord i a s e n l a ti e rra y d e vueb tm ca ri d a d i nfi nita en e l c i e l o .

AllI E N .



C A PITULO II. O R ACION Y SALVA CION « Oum oraberis dicetis adveniat regnmn tititm » . . .

(MATH., li. 1 0 )

Decid al orar . . . venga a no� tu reúw . S UM A R IO: l. Problema t ra scende11 t a / . Ni acepción ni excep· ción de per� o n as.- IT. ¿Quienes se salvan . . . � Bon · dad sobren a t u ra /.-Ill. D efi n i c i ones de la gracia. I V. Nece.sidad de la g racia. Dios no la n iega a n adie. V. La perseverancia .- VI. Oración y sa lvac ión .­ VII. Ora c i ó n y obser v ancia de las leyes. - Vlll. Or a ­ ción y p ráctica de .v irt11des . - TX . Oración y pers e· · v erancia fina l .

I. El probl ema m á s d el i c a d o y trascendental d e n u estra v i d a es el d e s a lv a r el al ma. En él nos j u ga m os el to d o por el to d o « Del lado del cual cayere el árbol al se1· cortado por el le11 ado r, así permanecerá e ter­ namente» , dice la divina E'·Cl'i tura. (Eccli., 1 1 . 3 . ) Esta a fi rm aci ó n tiene a p la s t a n t e realidad , lo mismo en el reino de la nat u raleza que en el de la gracia . ­

.

'l'o ma en t u s manos, l ecto r querido , u n hacha; d esc a rga con ella u n o , dos o más golpes sobre el tron­ co d e robusto árbol , y ve rás co1n o este, al fin, cede.

¿Se i n clina a la d e r ec h a . . ?, ¿a la izqu i e rd a . ? No t e p r eocu pes m á s d e él. Tendido qu ed a rá para siem.

.

·


18

Luz de b:os

pre. El á rbol es i n ca pa z de moverse Está co r t a d o , v e n ci d o , m u e r to .

p or sí m i s m o .

El mundo, y e n el m u n do cad a g e n e r a c i ó n h u ­ m a n a , e s a m a n e ra d e i n m enso bo s q u e . Cada hom bre e s como un árbol ; cad a árbol como uua vida . El d u efí o , y a la vez l eñad or de e s tas v i d a s , e s Dios. To ma Dios e n -su m a n o l a guadaña d e l a m u e r ­ te y la e s g r i m e a die stra y sini estra c u an d o q u i e r e y como q u i ere , p orque es a m o total y a b solu to de l a e x i ste ncia d el h o m bre.

¿Te to ca e l golpe fi nal . . . ? Cae1·á, e n ton c e s , tu vida s e g ad a por l a poderosa mano d e Dios. T u a l ma, que n o muere cuando e l cuerpo mue re , pues g o z a d e i n m or tal i d ad , ¿cayó a la derecha . . . ?, ¿a l a izquie rda_. . . ? Es decir, ¿ s e s a l v ó . . . ?; ¿se con denó . . . ? E n ti e n d e q u e ment e .

en

esa

posición

q u e d a rá

eterna·

J u i ci o j usto, desapasionad o , i n tegral , precede a la s e n tencia; e s t a es i na p e l a b l e ; la dic ta la s abiduría y justicia de Dios, en el cual no c ab e ni p asi ó n , ni ma· l e v ol e n c i a , n i so b or n o , ni c a p ri c h o . N o d a más que lo que el alma merece . Pero su d e c i s i ó n pri m era, infini­ tamente sabia y j u s ta , no a d m i t e cambi o . O eterna­ m en t e a la d e rec h a o e t er n a m e nte a l a i zq u i er d a ; o e n e l cielo o en el i n fi e r n o . No lo . olvides. E l tiempo v u e la y e l olvido n o d eti ene la r ueda d e l o s a ñ o s que gira v e r t i gi n o s am e n ­ te a rr ast r a n do , en pos de. s í , a todo!! los hombres. A tí e n tre e ll os . A tí, se a s lo que s e a s, s a b i o , i gnora n t e , r i co , po­ bre, robusto, deb í ! , pod e roso, hu mi l d e , p r e s t ig i o s o , pr esi d ar i o , h ombre de negocios , de g ob i e r n o , d e ejér­ cit o , peri odista, empresario , agricultor, o fi ci nista , sacer­ d ote , s e g l a r .. . s an to , p e ca dor . . .


Oración

y

Salvación

19

PB ra la m u erte no h ay n i acepció n n i excepción de p e1�o n a s; n i tiempo n i lugar; no a v i sa; n o p repara . De g o l p e ; d e d í a o de n oche; cuan d o se ti e n e eutre m a n o s el n egoci o más i n te1·esa n te; cu a n d o se s u ena en cosas gran d es ; c u a n d o i l u m i nan los oj os los p ri m e ro s re sp la n d o r e s d e porve n i r d e g l o ria ; cu a n d o caen coro­ nas de p11 z sobre las si enes; e n l a p r i m a v e ra o en el o toiio d e la vida . . . , l a m u erte d a a todos tre m endas sorpresas. Es lad ró n q u e ro ba de i m p ro v i so, el m a y o r d e todos los b i e n es h u m anos; la vid a. Es fu erza qu e ro m pe t od os los vín culos, e l de la a m i s tad , el d el d i · n e ro , e l d e l a sangre. E s palan ca q u e r e m u e v e las m ás h ondas ra íces q u e el h o m b re e ch a en este m u n d o . E s saeta, qu e , a l h end i r e l ti empo y e l e s pac i o , con · d u ce a la s a l m a s a la etern i d a d , Es hach a co n la c u a l el d i v i n o l eñador corta , en d e fi n i ti va, el á r b o l d e l a existencia d el h o m b re , en esta ti erra d e t rab aj o y d u elo , cay e n d o en el p la n o i n fi n i to y et e rno d e l o t ro

mundo.

É sto

es

de

f�,

re a l , l o ve m os cada d í a . Nacen hom bres se e m pu jan m u ­ tua m e n te hacia el sepulcro .

u n o s y m u er e n o tros. Los

¡Tremenda c a t á s t r o f e . . . ! Podemos co m p ro b arl a con n uestros oj os; p a l pa r l a con n u estras m a n os. Pero al m i smo t i e m p o j í¡ue m i sterio ta n i n sonda­ ble . . . ! E l al m a cae a l a ete rn i d a d c u and o se separa d el cuerpo.

¿Ca e a l a d er e c h a . . . ? ¿a la izqu i e rda? . . . ¿se sal va . . . ? ¿se c o nd e n a . . . ? *

*

*

No es fácil respo n d e r a estas preg untas con II. res p u e s ta que d isipe total m e n te c u al q u i e r a duda . . . La i nc ó g n i ta queda a la v i sta . Siempre ha sido, y con ti-


2()

Luz de Dios

n u a r á si é n dolo h a sta la c o n s u m a c i ó n d e los sigl o s , gran pro bl e m a pn ra el h o m b re -el ú n ico y ve r d a de ­ ro pro b l e m u - el de su salvació n . ¿Qu i é n se s a l va . . . ?

Todos debiéramos rnl varnos, p u e s fui m os c r e a dos y s e r v i r a Dios y, e s t o m e d i an t e , s a l varn o s .

para a ma r

Pero, de he c h o , muchos no se salva rán , s e gú n fra s e d el mis m o E va n gelio. « Jluclws s o n los llamados

y pocos

los escogidos » . (San Math 20.16'. ,).

E l c at e c i s m o d e l a doct r i n a cristia u n a s.eg u ra que se s a l v a e l que es bueno. Tal a ti r m ac i ó 1 1 d i m a na de e s te d o g m a católico: « D ios premia a los � uenos y c a.�­

liga

a

los malos » .

S i e n d o b u e u o s nos sal v a m o s .

¡ Si endo b u enos . . . ! l l e a q u í la llave d e l ci el o . E n l a gl o ria 1 1 0 puede haber más q u e a l m as bue nas . Pero b u enas c o n la mis m a bondad d e Dios , porque el

cielo es p r e m i o a la ca r i d ad q u e el hombre tuvo aquí e n el mundo. Debe

n a t u ra l no

s e r bondad sobrenat u ral . La s i m p le m e n t e c o n fie r e n i n g ú n d e r e c h o a la r e c o m p e n s a

e t erna del ci e l o .

E s s obren atural m e nte b u e n o q u i en v i v e y m u ere

cu g ra cia de Dio s . No l o es quien quebra n ta, en ma·

teria g 1·ave y h a b i t u al m e n t e c u a l q u i e ra d e los l\Ianda­ mie n t o s de l a Ley divina o d e la Santa Igle s i a .

Si este q u e b ra n t a m i e n t o f u e s e d e l i b ern d o y p e r­ m a n ente, a u n q u e n o se t ra ta s e m á � q ne d e u n a sola l ey y las d e m ás s e cum p lies en m u y b i e n , no h a bría

boudad s obrena t u r a l i nt e g ral .

La muerte, en tal estado, s ería de fun estísi m a s consecu e nci a s p a ra el al m a . Es ta no ten d ría s u fi c i e n t e 111 0 n eda p ar a comprar el ci e l o . O s e cumplen todas las


Oración y Salvación

21

leyes m a n d adas por Dios y l a Sa n ta Igl e sia, o , de lo con trario, e l trnn sg resor r e n u n C' i a a su sal vación ete rna . Di g o esto, p a ra i l u m i na r la c e g u e ra d e m u c h a s a l m as, l a s cuales c r e e n , e q u i v ocada m e n t e , p o d e r sal vars e con sola b o n d a d na tural . Ti enen buen carácte r, n o riñe n ; no ro m p e n en a rrebatos d e i ra , no h a c e n mal a l prój i m o ; no roba n ; son , así lo <l i ce n , " b uen os caba­ lleros", "damas cumplidas" . y de a h í no pasa n . . .

Esto será c arta de prese n tación social; p e ro d e ningún modo moneda i n te g ra l para com prar el cielo . P u e s con frecu encia- casi uos atre v e ría m os a u ni ver­ sal faa r el p rincipi o- estos que tan to alardean de bon­ dad n a tu ra l , ti e n e n , en lo sobre n a tu ral , i n n m n e i·ab l e s fallas. Flaquean en cu e s ti o n es d e c as tida d , pieda d , re­ cepción de sacramento8; q u e b ranta n , si n e m pa c h o , l os ay u nos y a bsti n e n cias m andados; aborreci e n d o , a d emás, las prác ticas d e m o rtificación cristian a . La bondad natural n o san ti fi c a ; n o c on d u c e a l a glori a . Sólo s e sal va n los bu enos; y son buenos los que viveu y mueren e u g racia de Dios. *

*

*

111. De aquí la i m portan c i a q u e tie n e la d i v i n a g racia para la so bre natu rali zación d e nuest ras o bras. _ D e m o s , para mayor a c i e rto en nuestros j uicios, l a definición de l a m i sma y la de a l gunas d e sus p rinci­ pa l es d i visiones. Es , la g ra c i a , el e m e u to q u e j u ega pa pel princi pa­ lísi m o en nu estra. vida . No podemos m e n ospreciarla. A d e m á s , las pág i n a s de este l i bro est á n salpicadas d e alusiones sobre l a acción qu e la g racia desarrolla e n l a s almas . Sería error i m perd onable seguir addante sin ten e r i de as claras y preci sas sobre ella,


22

Luz de Dios

Los t eól o go s suelen d efinir la gracia d iciendo que es: " fTn d o n sobrena tural concedido gra t uitamen te por Dio.e: a la criatura humana, y q u e pertenece, de alg tm modo, a la vida eterna." (Elem. .Theol. dog m . tom. 2 . introrl . P. Scho ttp ) .

La gracia, po r razón d e l fi n , se divide en : "gratum que hace gratos; y se order:.a principa l m ente a la sal ud espi ritual del que la posee; y en ".q ratis d a t a " , dada gratis; que se ordena en pri m e r térm ino a la santifi cación d e los d e m ás . v. gr.; e l dón de milagros. Por razón de sí misma es "in creada " y " c reada ' ' , s i e n d o l a p r i m e r a el ntismo Dio s e n cuanto s e convier­ te en dóu y se comunica a las criatu ras; y la segun da es un dón distinto d e Dios y cread o, po r ej emplo: l a gracia actual y santifi mmte. En cuan to al objeto, se s ub di v id e e n a ctual y h a b i t ual.: aquella se c o n cre t a a l a acción d e Dios obrando a l a ma nera d e a u x i l i o , si empre en orden a la sal va­ ción d e l hom bre ; (Suarez Theol . , tom. 7, li br. 3 . cap . 1.). , y esta es la que Dios infu nde por m o d o de hábito o cualidad , fij a y p er m a n e nt e , a trueque de santificar al al ma y de hacerla j usta, y por esta razón también se llama "sant�ficante", o ''.j ustificante "; a esta gracia van a n e x as l as v i rtu des infusas y l os d o n es d el Espíritu Santo. ( Suárez. Theol . , tom. 8, libr. fj . cap. 1 1.) La gracia santificante o habitual t o m a nombre d e "pr 1'.mera", c uando d el p ecad o r hace un j usto; y el d e "segunda " , c u a nd o j ustifica o perfecciona m ás al que ya es justo. La gracia "a ctual" ilustra al en te n d i m i e n to e i n s­ pira la voluntad ; sana la naturaleza enferma robuste­ ciéndola, y la eleva al ord en sobrenatural; p r e vi e n e , ayuda o coopera con la voluntad a obrar. Y , por fi n , la gracia puede s er "suficien te o "eficaz" , conforme alcance, o no, el libre con s e nti m ie n to del

fa ciem/ ' ,

hombre.


23

Oración y Salvación

I V . Ten i e n d o a la v i s ta tales i n d icacion e s d ecimos q u e la g ra c i a es necesa ria : (AJ para todo a c to so brena­ tural; (b) para el princip io de la fe: (e) para gu ardar toda lr:y n a t u ral: (d) y p a ra ven cer las tentaciones g rai•es. Lo pri mero , a saber, <1ue para que l a s a l m as lle­ ven a cabo actos sob renaturales s e necesi ta l a gracia a c t u a l d e i l u st ra ci ó n e i n spirn ci ó u ; es com prensible, pues el f i n y los m edios g u a rd n n si empre la d e b i d a proporción d e natura l e z a . U n fi n sobren a tu ra l s e a d ­ q u i e r e por m e d i os s o brenatural es N u estra santi ficaci ó n orden s o b renatura l .

y

sal vación

pertenecen

al

Los' actos d e n u e s tra persona s o n d e orden n a tu ral . I u capaces, por lo m i s m o , de d a r lo q u e no t i en e n . Luego , la sobren a t u ra l i z a ción ha d e v c 1 1 i m os d e a fu er a , es d ec i r , c o n l a parti c i pa c i ó n d e la g ra ci a act ua l d e i l u s t ración e i n s pi ración . A sí l o d efi n i eron l o s concilios Arausicano JI (cténon 7) y Triden tino (Ses . , fi cán. 2, 3), con tra los Pel agianos . Lo s eg u n do , esto e s , que es i n d i spensable la m i s ­ p a r a la vocación o pri n c i p i o d e la fe , es ta n ci erto que, para n e garl o , ten d ría m os q u e b orra r del Evan gelio e s tas palab ra s : " Nadie 1mede ven fr a mi si el Padre q u e me eni:ió n o lo trajrn" . (.loan. , fi, 4 4 . ) m a g raci a

A h ora bi e n : p ) Pad re n os l l e va por l a fo. E n e s ta vi r tu d d es c a n s a el e d i fi ci o d e n n cstra sal va ción . Sin ella es imposiblr agrada r a D ios, ensrfüt San Pablo . ( Hebre . , 1 1 . G . ) Es u n d ón d e l c i elo 1¡ue se i n funde a l a s a l m a s en el sa cra m ento del Ba utismo. Dón, en verd a d , g ra n d e . L o tercero , o s e a , q u e s e necesi ta l a g rnciu para c u m plir toda l a ley n a tn ra l , apa rece c l a ro si to m a m os en cuenta dos cosas : pri m era, qu e h ay preceptos d e suyo d uros y d ifíci l es d e c u m pli i ; y , segundo, q u e n u e� tra , naturaleza ha . venido a m e n os en s u s en ergías


24

Luz de Dios

m o rales a consecuen c i a del pri m e r pecado. "Infeliz lle mí, exclamaba San Pablo , ¿qu ién me librará de P.s te cuerp o d e mu erte ? " L a gracia d e Dios, p o r .Jesucristo. . . .

(Rom . , 7. 24.}

Y , por ú l t i m o , se n ecesi ta la g ra cia para vencer las te n taciones graves . Estas existe n . Si no tuvié ra m o s el testimonio d e la propia experiencia, com e n taríamos al d e talle aquel pri ncipio u n i v ersal d el santo a póstol : ' 'La carne lucha contra el espíritu, y el esp íritu contra la ca.rne" . ( Gal., 5. 1 7.} Tal l u cha d e b i l ita, enorm e m ente, las resistenci a s del alma y s i la gracia no las r epara de continuo s e p i e r de n por completo. Conve1 1 i mos e n q u e la grac i a es u n dón gratu i to . Dios lo concede l i berri m a m e n te a l fl s a l m a s . No l o co n s i g u e t o d o e l q u e q u i ere o se esfuerza p a ra e l lo sino a q u é l de q u i en N u estro Seíior se com padece. "lg i tur, non volen tis ne1Jue currentis, sed m i,, sel'en tis est Dei " . (Rom . , 9. 1 G . ) Dios d esti n a a todos a la posesi ó n d e l a g l oria , d ice el Papa A l ej a n d r o VIII al co n d e n ar la propos i ­ ció n contrar i a . La cau s a d o m ortal .

única

d e reprobac i ó n eterna es el p eca.

Los teólogos a fi r m a n q u e en la justifica ción se i nfunde e n el a l m a un p rincipi o p e r m a n e n t e de vida sobre n atu ral , que s e l l a m a g racia sant i fi cante, por el cual se perd o n a n en el hombre los pec ad o s ; se renu eva est e i n te r i o r m e n t e ; se hace partici pa nte de la natura· l eza d i v i n a ; 1t migo e hijo a d opt ivo de Dios y h ered e ro del c i elo . (lleb1·. , 3. U.) Más

aú n : en l a

j u sti fi cación se

infunden en

el

alma l a s virtudes s o b renaturales y d o n es d e l Espíritu San t o . ¡llué a d m i rable donación . . . ! N u es t ra persona

reLosa pnrticular g rat i t u d , cuando pien sa q u e la 'fl'i­ nidnd beatísi ma se comu nica con tanta prodigalidad a


25

01·ación y S alvación

l a s a l m as , s e gú n testi m o n i o auté n ti co del A pó sto l de l as . G en tes: « Oh a r it a s Dei <lifusa es t in cordi lms no � tri.,. por Esp iritum San c l l t rn q u i datus es t n ohis. ( Rom. , 5. :i.). L a caridad d i v i n a , dice , se d i f u n d e en n u e stros co ra­ zones por el Espí ri tu San to que s e n o s ha d ado . » *

*

*

V . E n consonancia, es s o b renatural m e n te bue n o quien v i v e en g racia d e Dios. P r i m e ra condición p a ra sal varse . El catecismo exige al go m ás. La p e r se v e ran cia hasta l a m u erte en tal estad o . H ay que v i v i r y m o r i r s i e n d o sobre n a t u ralme n t e b ue n o s La corona d e l a glo­ ria n o se d a mas q u e a los q u e l uchan con valor h a sta el fi n . « (Ju i leg í t ime corta verúi t husq1w ad/inem . -(2 Th imont .:d.:i) . .

Pero . . . si a l g o hay d i fíci l , en el c a m i no d e l b ie n , e s l a persevera n c i a .

Esta es u n d ón d i v i n o una nueva graci a q u e d e ­ bemos o bt e n er a fuerza d e súplicas y sacrificios. ,

A fi rman los t e ól og o s que l a p ers e v e ran c i a es u n dón d iv i n o d i s t i n to d e l a g racia com ú n . D e d u ct:n esta co n s e c u e n cia de algunos testimo n ios de la san ta Esc ri­

t u ra .

Desd e l u ego s e l e e e n J e re m ías esta frase cl arísi « i nfund iré, dice Dios, t e m o r , en s u s co r a z on es para que no se ap arte n d e mí. « Timorem meum dabo in c o rde eorum 1tt non rccedan t a me» . (Prof. e, 32.) T e mor que San A g ustín i n t e rp reta en el se n tido d e persevera n cia . , e Talis et tan tu.q erit tim or, meus, quem c láb o in corde eornm, ut mihi p erse veran ter adlurderea n t . (De don . , pcrse. cap. 2 . ) . Será ta l e l t e m o r q u e i n fu n diré ­

ma:

.

,

e n s u s al m a s , que esta s p erse v e ra rán si e mp re a m i lad o .


26

Luz de Dios

Tal te m o 1· es v e rd adera sabiduría c risti a n a . Difi­ ci l m en te p e rs e vera en el bien (i n i e n n o teme a �iQs .

La perseverancia recle m a tres propiedades: l .ª npartarse del m a l ; 2 . ª obrar el bien; y 3 . 8 l legar hasta la mu erte en tal estado. C ualq u i e ra que p i ense un p9co en la d eb ilidad espiritua l d el hombre, y e n la g uerra sin cuartel, que el m u nd o , el d e m onio y la carn e han j u rado a las al mas . . . ; conve n d rá , con el Conc i l i o de Trento , que sin una g racia peculiar d el cielo no se puede perm a ­ n ecer l argo ti e m po s i n ofender a Dios con . p ecado grnve. (Ses. ú' can . 23.) El m i s m o Concilio llama a la p e rsev e rancia « dón grand e » . JJ!agnum donum » . (Ses. 6. can l fl . ) E s a s í . E l la e s u n b e n eficio d i v i n o ; : .m a u xi l i o q u e D i os com u n ica a l h o m bre para q u e m u era en g racia y , esto m edia n te , logre la gloria. E s ta es el bien m ayor; el dón excel so; la g ra cia d e las g racias; sin ella, to o s ería p e n a , desven t u ra , m u erte, co n d e °'ación eterna .

g

*

*

*

V I . 'l'e n e m o s , p u e s , en l i m pio, que s e salva n , los que viven y m u e r� n siendo sobr enatura l m e n te buenos . E s t u d i e mos ahora e l p a p el que j u ega l a ora ción p a ra consegu i r q u e v i va m o s y m u ra m os en dicha b o n ­ d a d . Observa n d o , d e paso , cuán a certa d o a n d u v o San A g u stín cuando dijo que « vive bien q u i e n ora bien » , La oració n , sob re todo la que nos u n e s ob ren a t u ­ ral m e n te c o n Dios por la ca ridad perfecta es , e n cie rto modo, com o fin de nue stra v i da , porq u e su n a tural ezn i n trínseca coincide con lo substa&ci1.l d e la biena ven­ t u ranza eterna d e la glo r i a .


Oración

y

Sal vación

27

Qui e n n i egue q u e f u i mos creados po r D i o s y p a ra D i o s , está fuera de lo.s d ogmas de la Igl esi a . Qu i e n bu squ e s u feli c i d ad co m pl e ta y p e r m a n e n · t e en algo d e e s t e m u nd o , no e n D i o s , e s ciego si n g u ía q u e caerá, con certeza, en e l peor d e los barran ­ cos ; en el de su propia �o n d e nación. Dios se nos da, · acá, por la gracia san tificante; al lá, e n la gloria, l o vere m o s , d i ce San Pab l o , «facÍ<' ad jaciem: sicuti est; cara a ca ra; como es » . (l. Cor. , 13.

2.)

La g racia n o s hace parti ci pantes del Sér d e Dios. E l sér d e Dios consi ste e n con o ce rse y a m arse a sí m i s m o s i n i nterm e d i o . La graci a es u na prepa r a c i ó n pa rn la gloria. Y como l o prepa rado es consecu e n cia d e la preparación ; e n tre la g racia d i v i na y la glori a d e l c i elo e x i ste corre­ l a ci ó n perfe cta d e n at u raleza. Lu ego la felicidad d e l hom bre e n la g l o r i a co nsisti rá e n u n i rse i n d isoluble­ m e nte con Dios, por la con te m plación y a m o r i n me­ d i a to s . A h ora b i e n : j u ntemos en una s o l a las d e fi ni cio-· nes q u e l os san tos han d a d o d e la oraci ó n , y n acerá , d e e l la , l o q u e queríamos d e m ostrar, a sa b e r , q u e, la o ración e s a l a m a n e ra d e fin d e nuestra vida , y qu e l l e n a n d o b i e n e s t e fi n , asegura mos la sa l vaci ón d e l alma. « O ra r e s u n i rnos co n D i o s ; eleva rnos a El por l a s po t e n cias d e nuestra al m a ; es e n ta blar conversación y com e rcio espiritual co n el A l t ís i m o ; es p ensa r en E l ; desea rle; adora rl e ; a m a rl e ; p ed i rle dones; d a rl e graci as; haciendo esto m ental o vocal m E nte . » Co mpárese cada u no d e estos actos con los q u e h a r á e l santo en la gloria , y d íga senos, l u ego, si l a oración no es u n m e d i o exctl e n tísi m o para asagurar la sal vaci ó n eterna d e l a l m a .


28

Luz

de Dios

Orar e s lle n a r la ra zó n s u p r e m a de n u e s tra exis­ -te n cia e n este mundo; es d i spon e r s e para la gloria d el ci c lo; es servir y a mar a Dios tal cua l se D O S pid e .

gsta últi m a frase e s d e vital i m porta n c i a , t a nto si s e la co n s i d era en sí misma - p u e s al s e rvi cio y a m o r d i v i n o está vi n culada nuestra salvaci ó n ete rna­ com o si se a tien d e a l a a y u d a eficacís i m a que la ora­ ción pr e st a para �l fi el cum plimiento de l os mand atos d i vinos . D e s m e nucemos esta razó n . *

*

*

Y I I . Es d o g m a i n con cuso d e l cristia nismo q u e el p e cad o m o rtal excl u ye d el ci elo. N a d i e pued e com pa­ recer co n esta m a n c h a en la g l oria. El p E- ca d or es, d e' suyo, e n e m i g o d e Dios, m i e n tra s u o s e arrepi enta y e n miende d e la culpa g rav e . Es rebelde a l a o b e d i e n ­ c i a , s i n r é p l i ca , c o n que l a criatura h a d e ejecutar l a v olu ntad del C reador. El pecado es d e finido. « Un deseo, un d i ch o o un hecho en con tra d e la ley ete r n a d e Dios » . La l e y , d i r é mejor, las l eyes son el pu ente que une la ti erra con el c i e l o ; la creatura con el C read or; el red i m i d o con el Redento r ; e l s a n ti ficad o con el San­ tificador. Roto el p u e ute, n o se lle g a , j amás , al cielo . Digo leyes y no s i m pl e m e n te l e y , porque todas nos o b l i gan por i gual, y la obs ervancia i nte gral de las m i s mas es la ú nica gara n tía q u e ten emos d e que agra­ d a m o s a Dios y vamos p or b u e n camino ha cia la bie­ n av entura n za eterna d e la glo r i a .

Declaremos, sin e m bargo, q u e hay leyes m uy d u ­ r a s y d i fí ci le s d e cu m pli r . La dificultad n o n a c e d e la na turaleza i ntrínsica d e la ley. Esta es creada por Dios


Oración y Salvaci6n

29

y D i os es s i e m pre Pad re m i s e ri co rd i o s o , y sapi en t ís i ­ m o . N i u n o ni otro atribu to p e rm i t e n a Dios a fl i g i rnos más d e l o j usto. La ca usa de esa d i fi c u l tad radica, ex­ cl u s i va m e nte , e n nosotros . E l p e c ad o d e o r i g e n y l o s p eca dos perso nales ,. o s e a , los c o m e t i d os d e s p n é s d e l legar a l uso d e ra�Óll , h a n d e b i l i ta d o n u e stras e n e r ­ g í a s morales , creando, e n n ues t ro s e r , c o m o c n a s e ­ g u n d a n a t u ra l e z a q u e l n c h a s i n cesar con t ra l a s m a­ nife s taciones de v i d a d i v i n a que n os acom paiían . San Pa blo reconoce tal e s t a d o de cos a s . Habla e n s u s cartas del « ho m b r e v i e j o y del h o m b re n u evo » (Eplte., 1 . 22.). ; rle « có m o la oarn e m i l i ta contra e l e s p í ri tu y e l e s pí r i i u con tra l a ca rn e » ( U al., 5 . 1 7.) y exh ort a a s u s d is c í p u los, a revesti rse d el « h o m b re n u e ­ vo � , e s d ecir, d e e s o q u e l o s m ae s t ros d e la v i d a espi­ r i t u a l l l a man s e r d e g raci a , o s e a , Dios c om u n i cado a l h ? 1:i bre. A rgu m e n te m os s i n p e r d e r de vista estos p ri n ­ c1p10s. D i go que s i n el c u m p l i m i e nto de todas las l e y e s no h a y sal v3ción posi bl e . A h ora b i e n : el Concilio d e Trento l lega a deci r , en la Sesión sexta , cánon und é ci m o , q u e la oraci ón es t a n necesaria co m o la g uarda d e los preceptos. ¿Por qué .

. .

?

Porque esa repugnancia q u e seu timos a cu m pl i r cie rtas leyes divi uas, h a c e q u e s e a , m o ral m e nt e i m po ­ s i bl e observarlas s i e m p re y e n t o d o l ugar y tie m p o s i n u n a g ra ci a par t i c u l ar y actual d e D i os , la c u a l El conc e c l e sólo a los q u e la p i d e n e n ora ción h u m il d e ,

y perseve rante .

San A g ustín es e x p l íci t o a este propósito : « Dios , dice, no m a nda i m pos i b l e s ; pero al m a n d a rnos algo q u i e re que hagamos lo q u e pode mos y q u e pidamos lo qne no pode m os . »


30

L uz de

Dios

¿Quién podrá, e n ton ces, excusarse raci onalm ente d e orar para o b te n e r las gracias n e ce s a r i a s a f i n de pod e r c u m pli r bien l os p r e c e p t o s d i vi n o s . . . ?

Ora r n o es d i fíci l . Ta m poco lo es que Dios n os oi ga , pues q u i e n d i j o « pe d i d y reci bi réis » ¿ n e g a rú a las a l m a s las graci a s h a b i t u a l es o a ctuales que e l las piden para n o i n fligir i n j u ri a a l g u n a a la v o l u n ta d d i v i na . . . ? S egún est o , l a oración es n e c e sa r i a p a ra sal v a rse por s e 1· m a n a n tial i n exhausto d e e n e rg í a s espi ri tu al e s pa ra no peca r. *

VIII. Eslo , así a y u d a n a pra c t i ca r pon e m o s , no solo a grados d e gl o ri a en

*

*

m i s m o , d e a ux i l i os e x ci ta n t es qu e vi rtud e s , co n las cuales nos dis­ la salvación e t erna , s i n o a mayores el ciel o . .

Las v i rtudes son l a floración d e la g ra ci a . C o m o l a l l a m a se alza d e l fuego, así las v i rt u d e s nacen d e l a graci a . Jesucristo d ej ó abi erta e n e l m u ndo la fuen te d e d ond e m a n a ; s o n l o s siete sacra m e n tos d e la Igl esi a . Cad a sa cramento com u n i ca a q u i e n lo reci be e l a uxilio que l e e s p ro p i o y que respo n d e a l obj e to para el que fué i n s t i tu í d o . A veces s e j u nta n , a esta g raci a sa c ra ­ m ental , otra s d e o r d e n a c t u a l o t r a n si t o ri o . Pe1 o la oraci ó n es p a n a cea uni v ersal de g r acia s exci tan tes e i m pulsivas. Estas i l umi nan la i n teli gencia haciendo que vea c on v e n i en t e a l a perfección sobre n a tural , y m ueven la vol u n tad para q u e , n o obstante la repugn a nci a q u e en ello si enta, ponga l o s a ctos vi rtuosos intrínsecos al cu m p li m i e n to de los d eberes de estado que cada persona tie n e , o a qu e l l os o t ros, de libre el ecci ón , que m a rcan el paso en l a marcha progresi v a de la sa n ti d ad .

lo

m ás


y $ a 1 v ac1on O rac1on . , .,

31

La gracia c o m u n i cada en l os sacramentos perma­ nece en el al m a a la m a n e ra d e h á bi to . Las q u e se n o s otorga n p o r l a o ración son chis­ pazos de luz de Dios, secretos y rápi dos i m pulsos . del Espí ritu Santo, con los c uales se pe r fi l a n e n las :i l m a s l o s d etalles d e la i magen p erfectísi m a d e Jesu cristo .

E l catecismo, h abland o d e la O ra ció n , d i c e : que inspi ra gusto por las cosas c e l estiales y d i v i n ai; . Ber c a u sa d e gusto por u n a cosa , es un gran m é ri to . E l gu sto y el a m o r s o n c o m pañeros i nse p arabl es. Qu i e n a m a , vence toda d i ficulta d , hasta q ue logra e l obj eto amado. Por l o cual la oración q u e i n s p i ra tal gusto i m pulsa a la práctica d e las v i r tudes, a m i gas queridí· simas d e la caridad . A d e más, la p e r fección sob renatu ral despega al co­ razón d e l o t e rre n o , c rea n d o , en él, a rdentísi m o a m o r d e D i o s . E s te a m or es sól i d o fund a m e n to d e cuan to hay q u e construir para llegar a lo m ás e m pi nado d e l a glo ria . La o ración obra tal es mara villas. Orar es pensar �n Dios, a m a r l e y adorarle; re parar con l ágri m a s l a s ofensas q u e los h om b res l e i n fieren ; y tratar d e a g ra­ darle en tod o , lo c ual sobrenaturaliza al h o m b re .

L a orac i ó n acaba t ra n sform ando rápi d a m e n te en santo a quien orn. Por m u cha que sea l a resistencia que opo n g an a d i clrn transfo r m ación l a educación o el carácter, el trato frec u ente con su d i v i n a Maj estad q u i eb ra esas resistencias . No h ay m ad era q u e resista la acción d el fuego . Fuego es la o r ac ión q u e todo l o abrasa y con vierte e n d i vi n o . A m arga es l a nuez cuan d o la n u e z es v e r d e ; p ero c o c i d a en agua azu carada se torn a , pron to, c o m o al m í ba r . A margo e s e l pecad or m i e n tras pe rmanece e n la c u l pa ;


32

Luz de Dios

pero, si se da a la orac10n , l u ego se convierte en u n santo d e m a r ca heróica, d u l císi m o c o n l a d u l ce d u m bre del Señor . Es com ú n creencia la e fi cacia asombrosa de la oración e n la práctica d e las v i rtud e s . N o i n s isto e n esta idea, y paso a i n d icar otra razón d e i mp o rta n ci a s u m a . *

*

*

I X . La perseve ran cia fi n al está fu erte m ente vincu­ lada a la orad ó n . E sta ven taj a es d e i m ponderable m é r i to . Ya que, como cantó el poeta:

"La ciencia más consumada Es que el hombre bien acabe Porque al fin de la jornada Qu ien sabe salvarse, sabe, Y el que n ó, no sabe nada". L a a rgum entación que apoya m i p enaam i ento es sólida , robusta, co m pren sil.ll e. Pues : 1 .0 Así se d espre n d e d e l modo de h ablar d e l Di vino Maestro c u a n d o i n c u l c a , en e l santo Evan­ gel i o , la prá ctica de la o ració n . ¡ Con qué i n s i ste n cia manda orar . ! ¡ C u ánto i n terés en s u s pal a b ras . . ! ¡ Có m o trata d e i n fu n d i r con.fianza t ¡ Nos l o pro m e te todo ! ¡ A s egura q u e lo conseg u i re m os s i l o p e d i mos en s u n o m bre ! E n cierra, c o m o en sín tesis m a r a vi l l osa, n u es­ tms necesidades en e l « Padre N u es tro » y n os. exho rta a rezarl o con frecuen cia . .

.

.

. . .

. . .

. . .

.

2.0

E s te es el con ven c i m i e nto de los Sa n t os Pa­ d l'e s y teól ogos más d istinguidos de la Igl esia cató l ica. E ¡;cribió San A gu stí n : « Cree m os que n o h ay quien co n s iga la salva ción si Dios n o l e l l a m a ; q u e n ad i e o bra su s a l u d sin a u x i l i o divino; y que éste es i m po­ sible m e recerlo s i n la oración » . ( fle Ecles. I>ogm. c. 26. )


Oración y Salvación

33

« Dios co n cede , afi rma e n otro l u gar, ci erta s cosa s , s i n la oración ; por eje m plo, el com i e n zo de l a fe; p ero lo d e m ás , sob re todo l o que se refiere a la p ers eve­ ra n cia, no l o otorga sino a l a oración » (De dono perse­ ve1·a11tiw wp., U i .). San A l fonso .María el e Ligo rio consa g ra al estudio de la oración pági nas bellísimas ponderando su nece­ s idad para salva rse. S u o b rita s o b re esta materia es, como todo lo suyo, de s ol i d ez i nd iscuti bl e y d e b i era fi g u ra r e n toda biblioteca ascé tica. Suarez, el exi m i o teólog o j e s uita, d i s curre d e este modo: « D i os concede, sin q u e s e lo s o l ici t� n , g racia s e xtraorcl i n a riti s q u e no son de absoluta. n ecesidad p a ra sal varse , pero desde e l momento e n que s e p u e d e orar, no da , s i n qne s e l e pida n , lo q u e es indispel l ­ sable para l a r n l u d � te rna . » (De orat. L . l. c . 1 8. n . 7.) Dios n o n e cesita d e la or11cióu de los h o m b res , hablando en térm i n os a bsol utos , para concederles e l d ó n de l a pers e v e rancia . Pero su Prov i d en c i a amoro­ sísima quiso que así fuera, es d ecir, v i n c u ló tal- gra ­ c i a a la ora ción y , a l o q ue a nosotros se n o s alcan z a , esto, por d os motivos : p r i m ero, porq u e es n o r m a suya serv irse de las causas segundas para la ejecución de s u s fin es . E l h ombre d e b e cooperar a su prop i a s a l ­ vación orando. Y , l u e � o , p o r q u e las vi rtudes q u e a c o m ­ p a ñ a n a la oracióu h acen a l h o m b re d i g u o , si n ó de j us ticia, a lo meaos d e congruencia, d e que e l Sefior l e otorgue l a perseverancia fi n al .

3 . 0 La experie ncia es l ecci ón viva. Tanto en los l i b ros del A n tiguo y Nuevo Testam euto, com o e n la Histori a d e l a Iglesia, a b u n da n ej e m pl os tre mendos, e n los cuales aparecen personajes l l enos, en u n pri n ­ cipio, d e _ obras bue nas, y, despu é s , cua n do aba ndona­ ron la oración, fueron el e scándalo de su época y aú n de m u chas época s poate r i ores .


34

Luz de Dios

A sí Sal o m ó n , q u e e m pezó bien y murió i d óla tra ; J u das, que d e a p ó st o l de Jesús p a s ó a s e r apóstata y s uic i d a ; Lute r o , q u e , de religioso a g usti n i an o l le n o de fervor y obse r va n c i a , vino a s e r hombre ambicioso y s o b e r bi o , e n e m igo j u rado del Papa y de la d o c t r i n a d e la I g l e s i a . ·

En cambio, l o s m il lo n E:- s d e santos q u e p u e bla n l a g lo ri a , deben tunta dich a a la persevera n cia e n e l b i e n o bra r . Y s i l e s p reg u n tamos qué l o s sostuvo fi r­ mes en medio de sus d ificul tade s , nos dirán que la o r a ci ó n d i a ri a . Se salva n los q u e p er s eve r a n h asta el fi n , y per­ q u e oran sin cesar. Por lo cual a to d o s vie n e b i e u a q u e l c o n s e j o que l ee m o s en el libro del 8clesiasté s : , , N o po n g áis e s torb os a la oración » . Non impedi1iri0' ora re semper » (Eccte. , 18. 22. ).

s e v er1m los


CA P l'l' lJ LO 1 1 1 . O R ACION Y SANTIDAD

«In meditatione

mea

r..rn rdescet ign is » (Ps. 3 8 . 4.)

En la meditcwión a viva el fuego.

s('

S UMA RIO:

!.- Se d per fectos c o m o vues tro Pa dre celes tia l. ll.-La san tidad d e l hombre. lll.- \!ida sobre n a · t llral. l v. - La voluntad divin a . l'. - Rn l a Ol'aCiÓ l l se eje rcitan l a s virt udes. \![, - \!ida i n t e r i o r y m ed itación. VII. - Presencia de Dios; pecado; y virtudes. Vlll.-Conte f1'!pla ció11 y virtlldes refi na · das. IX. - O ración q v i r t u des heróic a s . X . - Ora · ción fJ. comunicacion de la g ra c ia . XI. - Oración y unión consumada.

I. Leemos e n el sa n to Evangelio, q u e Jesucristo, S e ño r n u es t ro , i m puso a s u s A póstoles , y en el l o s a t o d os l os ho m b re s , el prece p to d e la p P rfecc i ó n sobre­ n a t u ra h . « Sed perfectos , l es 1H j o , c o m o v u estro Padre Celesti a l e s p erfecto» .

(.JJiat. ú48.)

Esta ley d o te n d er a l a santidad no pued e que­ dar al arbitl'io de los s e n t i mi en to s ind i v i d uales . Ti e n e caracter d e fin últi m o . P o r l o t a n t o , dicha ten d r ncia d ebe ser uni v er s al y gra vem ente ob l i ga to ria .

Además: con s i s tiend o la santidad s u b s tancial , como d i re m os luego, · e n el a m o r d e Dios . . . ; y te n iendo, co -


Luz de Dios mo ten e m o s , p re c e p to grave de a m a r l e con to d a s n ues­ t ra s f u e rzas, s o b r e todas las c o s a s , s e g ú n reza el p r i ­ m er m an d a m i e nto d i vi n o . . . ; d ej a r d e b uscar l a sa u ti­ dad e r¡ u i v n l d ría a i n fri n g i r l a más grave de n u es tra s obli gacione s , con lo cual d a ríamo:> g ol pe d e muerte n n ue s t ra s a l v a c i ó n etern a .

Y como l a o rn ción , segú n si e n te l a Igles i a , m a d re y m aestra de l a verdad , y con la Igl e si a l a p ráctica u n i fo r m e d e todos l os santos , es va l i os ísi m a a yu d a p a ra l og r a r rá p i d a y s egu ra m ente l a s a n ti d a d , por ser fuente q u e m a na , con abund a n ci a , gracias d ivinas; t ra­ lare m os de la i n fl u e n ci a que la oración pue d a tener en ordcu a s a n t i ficarnos. *

*

*

I r. La c riatura racional procede d e Dios por c r e ac 1 0 n . l� n esto l a d i v i n a Escri tura es clarís i m a . « D i o s , d i ce, creó a l h o m b re a s u i mágen y s e m e j a n za . »

(.Ten. 1 . 1 7.).

N a d r. existe i nd ep e n d i e n te m ente d el a m or n D i o s . E l crea por M mor; p u e s 1 1 0 n ecesita d e n a d a n i d e nad i e . P e r o l a s o b ras d el O m ni potente que terminan fue­ ra d e El, no p u e d en sostenerse s i u ese acto i n fini ta­ mente pode roso d el amor c r eador.

Tod a criatu ra se · ord e n a a Dios; Dios pued e no crear; pero s u p u es to el a ctt' creador, es de n ecesi d ad que el A mo r O mnipotente e n d e rece hacia a Dios todas l a s cosas. Es l a l ey d e fi n a l i dad ú l ti m a ; que e x i s te s i e m p r e ; y q u e co m p rend e a los s e res a n i m ados e i n a­ n i mad os . Ley n ecesa ri o ; fun d a m en tal ; ra i z y norma d e l a s d emás leyes hu m a n as , p u es estas s o n bi;.enas o m a h s según que se con fo r m en , o n o , a a q u ell a ; l ey compe n d i o d e l as d e l u n i verso, ya qu.e . cua n to exi ste. lo ha cread o el Seií o r para su g l o r i a . (Prov. , 16.14.).


Oración y Santidad

37

E l h o m bre,

a d ifer e n cia d e ! o s se res i na n i m a d os ti�ndti l i b r e m ente a s u últi m o fi n . La l i b e r tad es principio de m é r i to pa ra é l . La coacción, violencia o fuerza no d e be n exi s t i r para e l ser r a c i o ­ n a l . E l con v e n c i m i e nto y la li bertad son l a m a n i vela que poue e n m ovi m iento la v o l u n ta d humana h a c i a Dios .

e i rraciona l e s .

Busca r l i b r e m e n te , c o n i 1 1 te r é s , e s t e últ i m o fi n ; e n d e rezar hacia él todos los pasos d e la v i d 11 ; no o m i ­ ti r s a c ri fi ci o a l g u no e n s u conse c u c i ó n . . . ; es i n i c i a r l a obra funda m en ta l d el h o m bre s o b r e l a tierra ; es d a r l os p ri m e ros pasos h a c i a l a santi d l\ d . Sin embargo , e s ta t e n d e n cia, si lia de h a c e rn o s sa n tmi, e n el s e i1 t i d o e s t r i c to d e l a pala bra , t i e n e que se r elevada al o r d e n s o brenatural por la p a rtici pac i ó n d e l a g racia s a n t i fi ca n t e . S i n e s t a par tici pació n , n o q u e d a mos sobre n a tura l m ente ord e n a d o s a Dios .

La prim era de n u e s tras n ecesi d a d e s e s la de al can­ z a r la filiación d i vi n a ; o , e n términos corri e n t e s , v i v i r e n g rac i a d e Dio s . Note m os q u e e s te i n o d o d e v i v i r nos h a c e partí­ cipes de la s a n tidad personal de D i o s . El E s p íri t u Sa nto ha b i ta e n nosotros c ua n d o e s t a m os en g ra c i a ; s e nos d a por los mé ritos d e J e s u cri s t o , q uedand o·, a s í , a u na d os v i t a l m e n t e c o n Jestís , c u y o e s píritu es , go­ z a n d o p o r e l l o el sér y la act i v i clad con n atu rales a los hijos d e Dios. ,

Dios v i ve , entonces e n nosotros ; n os toca ; y al toca rnos qu e d a m os h echo sa n to s ; m ora das v i va s de la san tidad personal d el A l tísimo; sa ntos por parti cip a ción . Hasta aquí la s a n ticl ad sobrenatura l i n i c i a l .

*

*

*


38

Luz de Dios

I I I . La v i d a p i d e acci ó n , y cada v i d a se act u a en conform i dad a l o s el e m entos consti t u tiv.os de su s e r . La v i d a sob rena tu ral s e actua santa m e n t e , es d e ci r , san tificand o . Para el l o , es con d ici ó n i mpresci n d ible ; pri m e ro , te n e r esu vida ; y , s e g u n d o , q u e n u e s t ros a ctos e s t é n a n i m ados por la m is m a. Lo p ri m ero e s e v i d e n te a todas luces, si se toma

en cuenta q u e no hay efecto sin causa .

.J a m ás te n d rá el a l m a humana vida so b renatu ra l s i n l a g raci a santi ficante . Esta es co m o l a s a v i a que abso rve e l árbol . Este sin aquel l a , s e m u e re . El alma en pecad o está m u e r ta a la vida sobrenatu ral . El sar­ m iento a partado de l a cepa n o d a fruto, lee m os e n ei santo E v a n g e l i o . (.Joan l!í. 4.). La cepa es C risto m h o m b r e el s a rm i e n to . La savia q u e lo v i vific a , la g ra­ cia. Cristo es la p l e n i t u d d e la graci a . Q u i e n viva se­ parado de J� l , por la c u l pa , no participará de esa abu ndan cia d e savia sobrenatural. • Si n mí no podé i s nad a » . (-loan . , l :i , 5.) Pero a u n suponi e n d o q u e se v i v e en gracia, e l al m a debe c u i d a r mucho de no poner actos i n com pa­ tibles c o n tal estado o q u e e s torben l a a cción d e c i d ida de e s a fuerza sobrenatural . Llena este requ i sito , en su expTesión m ín i m a , qui e n s e aj usta en todo a los dictados d e la razón. La g ra c i a v i n cu l a el ser h u mano a l divi n o . El ser com u n i ca su propia n a tu r a l e z a a lo s a ctos que d e é l proceden . Qui e n vi ve en g raci a t i e n e u n s é r san to. Esta san ti d a d es la q u e c01� u nica a todas s u s obras el alma que vive en g raci a , con tal d e que dichas obras sea n natural m ente recta s .

En este caso , el s e r y l os a ctos d e tal s e r d el al m a , s e amoldan y se adecuan a l a m i s m a s a n tidad d e Dios . Es la seg u nda condi c i ó n de la

vida sobrena tu ral .


Oración y Santidad IV.

39

Demos otro paso de a v a n c e .

\' e m os en los á rboles q u e d e s u s r a m a s penden m n c hos frutos. De e l los u nos son agrnces; otros están casi m a <l u ros; a l g u nos, e stando e n pe rfec ta sazón son e x quisi tos. Es l a l ey del per feccio n a m i ento progre sivo. A s í t a m b i é n , en e l orden d e l a santi d a d . Desde e l p ri m e r g ra d o d e g racia d i v i n a que se c o n c e d e al reci é n b a u ti za d o , hasta el ú l ti m o q u e p u e d e gozar e l al m a en e l q u e d i ce c o n San Pablo : « \'ivo y o , o m á s b i e n , ya no s o y y o q u i e n v i ve s i n o 1 1 u e C r isto vi v e e n mi» . ( Gala.t. , 2 . 20 . ) , h a y verdadero o r d e n progresi­ v o en la a d q u i sición <l e l a sa nti d a d . E l g rado m ayor o m e n o r d e esta, d e pe n d e d e la mayor o menor pen etra c i ón d e la v i d a d e Dios en el a l m a ; porq u e santidad y vida d i v i n a son u n a m isma c osa . C u a n do e l Seüor l l ena , abs o r b e , c o n stituye el ú n i co p ri n cipio, m ed i o , y fi n d e c u a n to el alm a e j e­ c u t a . . . ; entonces ésta v i v e en p l e n i t u d de s a u t i d ad . D e a q u í l a necesidad d e hacer e n todo l a vol u n tad d e Dio:- . ¡ L a vol u ntad d i v i n a . . . ! ! He ahí el m ó d u l o , la n o r­ de toda sa ntidad . Las m a n i festa c i o n es d e a m o r d i ­ vino q u e e l a l ma haga será n m e n ti rosas m i e n tra s n o s e s o m e ta n , i n cond i ci o n a l m ente , a la vol u n tad d e l A l ­ tísi mo. Es más s a n to quien mejor c u m plo l a vol u nt a d d e ma

Dios .

Son leyes d e l Sefi or: e l Decá l o g o , l o s M a n d a m i e n ­ t o s d e la Igles i a ; y l os d eb e res d t: l propi o esta d o . S o n m a n i festaciones d e la vol u ntad d i v i n a , l a s i n s p i ra c i ones de l a gracia . Q u i e n de u n a m a 1 1 e ra h a b i t u a l se n co m oda e n todo

ul q uerer d i vino , anda por sen d e ros de p ro g re siva s a n ti d a d . E l v e h í c u l o que h a d e con d u ci m o s a la cús­ pide de la perfecc i ó n es el a j u ste tra vol untad a l a s l e y e s d i v i n a s .

h e r m é ti co d e nues­


40

Luz de Dios

Así lo a fi rma, categóricam ente, el Maestro sobe­ rano. « Y o , d ice, h ago siem pre lo que a gr a d a a m i Padre Celesti nl » . (.loan, 8.29.) . Y el Padre Celestial , a su v e z , da testi monio de q u e su h ijo le agrada sobre toda ponderación: « Este, exclama, es mi Hijo muy a m a d o , en quien tengo todas mis complacen cias . » « (lJiath . , 3.1 7.) *

*

*

V . Dicho esto, pasemos a estudiar la ayuda va­ liosísi ma que la oración presta al que de v e ras quiere ser santo. D esde luego oració n , todas las

s e ejerci tan habi tu a l m en te , virtudes teologales y morales .

en

la

Si h acemos al Señor oración d e s ú plica . . . r,por qué pedim os sino porque nos a l i enta la fe, n os sostie­ ne l a confianza , y nos i m p u lsa el amor a Dios . . . ? Si d e nuestro peclw brotan deseos d e ad orar al Crea d or . . . ¿qué puede ad ora rse cua ndo no h a y ni fé, ni es p ei anza, ni amor en el Sér a quien se adora . ?. Si oramos, dando gracias al Al tísi m o , por los bi e­ n e s q u e n os concede, i n d u d ab l e m ente q u e agradece­

mos porque creemos y esperam os en E l amando a tanto n os favorece.

quien

Si gemüños d elante del crucifijo con lágri mas d e arrepenti m ie u to . . . ¿ a qu é es e dolor y propósito de en­ m i e n d a , si ni sentimos el a mor que Dios n os t i e n e ni nosotros l e amamos . . . ? Las vi rtudes d e fe y espe ra n za son u n a quim era cuando ni [ie cree ni se espera en la gracia d i vina , que p rem i a a los buenos y castiga a los malos .

Estas virtudes son de tal i m portan cia que, sm ellas, es imposi ble agra dar a Dios. De la fe, lo afrrm a


Oración

y

Santidad

41

text u a l m en te el A posto! : "Sine fide imposibile est placere Deo " . ( llebr. 1 1 . fJ"J . Por eso N u es t ro S e fior n o espe ra a q u e n o s otros las m e r e z c a m o s : l as i n fu n d e , en el al m a , por e l ba u ti s m o .

. De a q u í q u e l a oració11 , e n l a c u a l tanto s e ej e rcitan l a s v i r t u d es teol ogal e s , sen u n m e d i o exce l e n tí­ s i m o para crecer en s a n ti d a d . Sin ellas todo e d i ficio espiri tual se derru mba. *

*

VI. Si para m o s m i e n tes en la o rnción de m ed i ­ · ta c i ó n , apa r e ce r á , i g u a l m e n te c l a ra , la ay u d a q u e este ej ercicio otorga a la s anti ficación p e rsonal . V i ve v i d a i n teri o r q u i e n p r e s ta a te n c i ó n a la a cción de la g racia sa n tificante en e l a l m a . Se opo n en a esta atención la d isi pación el e p o t e n c i a s y s e n t i d o s ; l a s v i ole n t a s s ac u d i d as d � l a s pasi o n e s m a l d om i n a d a !! ; y las como d i d a d e s d e u n s e n sualismo i n m ort i fi cado.

La g raci a e s a l a m a n e ra de semilla sobrenatural , con ge r m e n de v i d a d i vi n a , a rroj ada en la tierra d e n u e s t ro corazón , p a ra q u e brot e , flore z ca y fru ctifique, d á n d on o s l a sn ntidad c u m plid a . P e ro si en e s t a ti erra h ay m a l e za s , E> ofoca n , e l la s , i n u ti li zándola, la s e m i l l a d e l os cielos .

Son m a l e z a s lo que dije a n tes: el d e s en f re n o d e potenci a s y senti dos; q u e rer, sin a taj o d e n i n g u n a espe­ c i e , v er, oi r , h ablar, g u st a r , goz a r , pal parlo tod o ; p e r ­ m i ti r a la i m aginación d i vagar, si n v i gi l a n c i a , d e a c á para al lá; c o m e r , d ormir, h olgnzanear, i;in to mar e n cu e n ta q u e h ay u n a v i d a s u p e rior; s er mise rabl e j u gu e te d e l as pasion e s d e a m o r o d e o d io . E s tas m a l ezas sofocan tod o g e rmen d e san tid a d E:. n el alma. Hará al h o m bre u n s e r v i c i o d e i n calcu l a b l e valor q u i e n l e ay u d e a d esbrozar d e la tierra d e su corazón d i chos estorbos .


42

Luz de Dios

A hora bien : los g ra n d e s maestl'Os de la vida con­ t e m pl a t i v a enseña n , u n a n i m e m en te, a l h ablar de la m e ­ d i tació n , q u e, para ll ega r a lo más pe rfecto en l a m is m a , n o h a y más re m e d i o q u e d o m i n ar, con b razo i n fl exible los s e n ti d os exteri o res, las potenci a s i n t e rn a s , los d eseos i n m o d erad o s del cora zón , d e cla ra ndo gue r ra sin cua r­ tel a cualq u i e ra pasión q u e tob e la paz del e s píri t u . Q u i en san tidad .

esto h ace e s , s i n

d ud a , fi el alia do d e la

La meditación ay uda a la santifi cación .

·

T a m b i é n el ej ercicio de l a p resencia d e Dios. *

VII.

*

*

Di sti ngamos, en l a s a n ti d a d , dos fa ses.

' La p r i m e ra excluy e , total m e n te , la culpa . No s o n h e rmi mables p eca d o y g raci a . Se re p el en a m bos como el calor y el frí o . La segunda es su p erab unda ncia d e g racia y , p o r lo m is m o , d e virtudes. U n a y otra f a s e v i v en u n idas.

La p re s e n cia d e D ios exige a t e n ci ó n casi co n s ta n te pa ra v tr al A l tísi m o en tod o, d i rigien d o , a El , n u estros trabajos y sacrificios s a n tificándolos de esta form a . En este ej erci c i o se l l e va a D i os en e l alma, como v isible, sen sible, tan g i ble; el cora zón lo elige d u eño y Señor a bsol uto d el mismo. Esta elección es indicio se­ gurn d e que e l h o m b re odia tod a culp a . La presencia del ser a quien mucho se honra a vi va el fuego d el amor, y este esfu m a las posi b i l idades d e la ofen sa . Somos a sí. A ma m os lo conocido cu ando lo cono­ cido es, de suyo , amable. Lo b u eno es digno d e ser amado; y l a bondad s u bstancial at rae i rresisti blemen te al a mor.


Oración

y

Santidad

43

A rrastrada la cri a tu r a h u m a n a , por la presencia d i v i n a , nl amor de Dios, este mn o r hnce e n e l n l m a d e q u i e n a ma l o q u e l e e s propi o, a saber: CJ U C sen gen e­ rosa con el A l tísi mo ri nd i é n d ose con prontitu d a su voluntad , a su ley, a sus i n spi ra c i o n es í n t i m as , con l o cual tal a l ma re ci be s i n c es & r n u e v as g rn c i as y fa v o res, y se s i e n te i m pulsad a poi· el l a s a practicar v i rtu d es . Co m o esto e s vi v i r san t a m ente, n a d i E! pod rá negar,

con ra zón , q u e e l ej ercicio de la presencia d i vina, que es u n a especie de orn ción , i n fl u y a en la santi ficació n d e las al mas. *

*

*

V I II . Lo m ismo d ebemos afirm a r , y con m ás fuerza, d e l o q u e l l a m a n oración de con t e m placi ó u . Esta se acompa ñ a de virtudes verdad eramen te refinad a s . Dicen los m í s ticos q u e el a l m a c u an d o es c o n d u ­ cid a a este trato ta u í n ti m o c o n la excelsa Maj estad , goza d e un conoti m i e n to c l a ríe i m o d e Dios y sus atri ­ butos; co n o c e , el h o m bre, a fon d o , s u pro p i a pequeliez y mis eria; se d a c u e n ta cabal d e lo d el e z n a ble y m ez ­ q u i n o q u e es todo l o d el m u nd o . A com p a ña a est e con o ci m i e n to tota l d esa si m i e n to d e perso n a s y cosa s ; sujeción c o m pl e t a d el a m o r pro p i o ; y r e m oción rti p i d n d e l a s aficiones q u e estOl'ba n l a u n ión d i v i n a . L a c l aridad d esl u m bra d o ra d e tnl conoci m i en t o , en gend ra a m or d esbo rd a d o hacia D i o s N u estro Sefíor , y celo incontenible p o r la r nl v a c i ó n d e l a s a l m a s. A lo c u al se au n a sorpre n d en t e .a pego a la c r u z , p e n i t e n c i a , observnncin regular, reti ro , ren d i d a obed i en cia , y g ran d o m i n i o d e s e n ti d o s . Virtu d es tod a s qn e h a c en al al m a ag ra d abilísima a los oj os d el S e l'í o r , y pod e rosa pma lograr d el A l tísi m o , con s u s ruegos, gracio s extraor d i ­ n a r i a s pa ra l os h o m bres. Si este ra m i l l ete d e virtu d es n o es san tid ad ; n o sé, en to nce s , qué lo sea.


44

Luz de

IX.

Dios

M i re m os la o ración ba j o o t ro asp ecto.

Las v i r tud e s t i e n e n obj eto próxi mo y r e m oto. Este es el m i s m o D i os . Por E l n o s i m pollfnn os l os s a c rificios d e la v i rt u d . El p róxi m o consi d e rad o .

es

el

a cto

de

v i rt u d

en

mismo

El obj eto p róximo d e la vi rtud es d u ro p a ra nues­ t ra naturaleza to ca d a del v i ru s d e l a s tres concu piscen­ ci a s , avari cia , soberbi a , y l u j u r i a . M i rado el acto de virt u d , a s í , d e f r e n t e , no ti e n e , de s u y o si m patía . C u ra r a un apestad o , c o rt a r, d e gol p e , u n a rr e ba t o de cól e ra ; d a r u na l i m o s n a a n u e s t ro m a y o r e n e m i g o ; g u a r rl a r pro f u n d o s i le n ci o cuando n os ca l u mnian· ben­ d ec i r a q u i e n nos h u m i l l a ; s e rv i r a los que nos inju­ ria n ; s e r p i a d osos n o obsta n te l a sequedad i n teri or q u e n os agrieta e l es p íritu; son cosas pe n os a s a toda l u z . Mas pongamos en j uego el a mor a Dios

con

esa

p o ten c i a e n o r m e de e n e r gía s m o ra l es que arra stra . . . y ,

n o d i r é q u e d e sapa rezcan total m e n te l a s d i ficu ltades; e s o n o ; pero h ab r á n d i s m i n u i d o muc h í s i m o , porque, en ge n e ral , el a mo r hace g u s toso el sacri fi ci o ; ¡ c uanto más el a m or a Dios . . . !

P a s m a la l ectu ra d e los ej e m plos de v i rtud h e róica q u e rea l i z aron l o s s a n t o s , g uiados tan s ó l o por e l a mo r a D ios. E n l a p e n i tenci a , cari d a d , a bnegaci ó n , a postolado, despren d i m i e n to, h u m i ld ad , ma rti ri o . . . , fuero n , s enci­ l l a m ente, a d m i rabl es . En es t o s casos . . . ¿có m o m a n i fiesta el al m a su a m or y corazón a E l ; in­ vocándole y r ecti fi c a n d o en ca d a i nstante l a intención d e s u s obras para q u e la vanidad , el a m o r p ropio, y los ene m i go s del hom bre, no tenga n , a ser p osible, en ellas, n i u n a b rizna d e pa rticipación. a D i o s . . . ? Diri gi en d o p e n s am i e n t o


45

Óraci6n y Santidad

......... ....� .. �����

'fa ] m a n i festa ci ó n d e a m o r a Dios es oraci ó n el e la m e j o r ley, pues l os s a n tos In d e fi ne n : "Elevat·io men t is in JJe111n" , e l e vación del a l m a a Dios. Luego u n a p rá ctica qu e a s í aviva , e n el pecho h u ma n o , e l a m o r a Dios, causa e ste d e que nos s e a más fácil l a practica d e virtudes, es , s i n d u d a , ay uda poderosís i m a para adqui r i r l o santi d a d . *

X.

*

*

Dem os u na r a z ó n m á s .

Por la habitaciún h a bit u a l d e Di o s en el a l m a s e l l e g a a l a s: mtidad fi r m e y estab l e . No h a y otro m e d i o . L a santificación perte ne ce al o r d e n sobrenatu a l , y s e a dqui e re p o r medios sob r e n a tu ra l e s . ·

E s t o e s ta n cierto , q u e San Pablo afirma q u e , si u ay uda d i v i n a ni el n o m bre de J e sú s pod e m o s pronun­ ci a r con m é ri to d e gloria e te r n a . La I g l esia t a m b i é n lo ,

e nsena c u a ndo e n el Co n ci l i o d e Tre nto reconoce la nece sidad i mperiosa d e la gracia pa ra la j u s ti fi cación de l a s a l m a s . Pero, s obre tod o, t e n e mos la s e n t e ncia rotu nda de J e s u cristo, Señor nu estro, e n el Santo E van­ gelio. « Como el sa r m i e n to , dice, separado d e l a cepa no da f r u to así vosotros s ep a r ados de mí no podéis nada ,, (Joan. , l fi . /i.). ,

Pongamos e l may or i n fe rés humano p osible; deje­ mos q u e la vol u n tad del hombre forcej e e cua n to q u i e­ ra; pe rmitamos a las al m a s j u ntar a las propias, e n e r ­ g í a s e x t rañas q u e n o sean d e l ciel o , a fi n d e triu nfa r en este n o bil ísi m o e m p e ñ o p or s a ntificarse . . . ; tod o será i n úti l . Jamás cau sas h u m a n a s p rod ucirán e fectos d i v i­ nos. La santi d a d , e n el h o m b r e , es u n e fecto di v i n o y humano a la vez .

En cambi o , Dios, Nu estro Seüor, ¡ qu é fácil m e n te lo con s i g u e . ! Con sólo toca r n u estro corazón , éste . .


46

Luz de Dios

g i ra vel o z m e n t e h ac i a d o n d e el Al tís i mo q u i ere. La i n sesi b i l i d ad d es a p a rece; l a d ureza se d erri te como c e ra a l fu ego; el ego ísmo se tru eca en generoso arran q u e ; y l a apatía d el e s p ír i t u e n fervorosa l a b o r s i n trng u a . Dios nos toca; m :ís a ú n , nos co m pe u e trn con s n m i s m a vida c u a n d o esta m o s en gracia; y si a esto añad i m os e l viv i r para l a gracia sien d o n u'e s tro m ay o r a n hel o d esa r ro l l a rl a , n o p e rd i endo n i u n a <l e s u s l u c e s , ui u n a suge r e n cia d i vi n a , n i u n a chispi ta d el i n c e n d i o d e a m o r q u e J e s ti s traj o al m u n d o , para l o c u a l n o s a b n ega mos y m o rti fi c a m o s . . . ; ento n ces , no es n u estra vol u n ta d l a q u e i m pera en n u est1 os a c to s , s i n o l a d e Di o s nues tro S e fio r . A h ora b i e n ; l os Sacra m e n tos s o n l a oficinn oficial el e l a c o m u u i ca c i ó u de la g racia san ti fi c a n te . Dios se d i f u nd e p o r el l a en nuestras al m as . Esto es i n n egab l e . P e r o tam b i é n e s c i e r to q u e m uch ísimas gracias sa1 1 ti ­ fic a d o ras y actuales e s tá n c o m o v i n c uladas a la o ra­ ció n . Por lo cual , g mu·dada la d ebida reserva, pod e m o s a fi r m a r d e e l l a l o q u e d e los Sacra m e n tos . Di o s s e d i f u n d e , por l a o rnci ó n , en n u estras al m a s . No e s l íc i to reci bi r e n cad a i ns tan te l os Sacra m e n ­ tos . P e r o s í q ue p o d e m os Yivi r o rando a cad a h o ra . Y cuan d o el espí ri tu d e o ración s e ad n e 1ia d e n o so­ tros, d e modo que el pensamiento s e ele va a Dios, c o m o si El no s l l a u as e por co m pleto; ¡qué F u pera ­ b u u d an ci a d e a u x i l i o s s o b r e n a tu rales a f l u y e n e n ton ces al al m a , crea n d o en ell a cons tantem en te fo rmas nue­ vas y prec i sas de v i r tu d e s , s o h renatu rali zán dola ! . . .

En este caso , l o s t i e m p o s y l ugares, las o c u paci o ­ n es y o fi ci o s , cual esquiera q u e el l os sean , s e convi er­ ten e n t e m p l o s d o r: d e e l al m a h ab l a con Dio s , sin q u e n a d a n i n a d i e p u e d a d i s t ra e rl a d e l a o c u pació n i n te­ ri o r que la abso rve, p o r q u e es fuerza de cari d ad d i v i ­ n a l a q u e l a empuja hacia ad en tro .


Óradón y Santidad Que n i n g u n o presente tra b a j o por ser santo.

excusa

47 para

o m i ti r este

E u la Iglesia o en la calle, en el t al l er o en el mostrador, solo o en co m pa fi ía , en todas p a rte s p o de ­ mos orar, e l e v a nd o el pen samie nto, s i n ser n otados, hacia Dios, en p rueba de a m or, y esta op e r a c i ón tan sencilla y al m i s m o t i e m po al a l can ce de todos , es m i na inagota b l e de grac i a s que santi fic:rn . *

XI.

*

U lti m a a d v e rt e n ci a y t e r mi n o .

D ije en la p r i m e ra pa rte de este ca pítulo que la s a n tidad substancial e n el ho mbre co nsiste en e l a m o r a Dios . E l amor es dádi va, entrega, con sagración , fusión de dos voluntades en una.

como

Cuando la n u es tra l l eg u e a con fu n d i r s e con l a divina d e t a l m o d o que q u e ra m o s s ó l o l o que ella quiere, y no movamos n i pié n i mano, como de c i m o s de o rd i n ario, s i n saber q u e lo que hac e m os está c o n ­ forme en t o d o con el b en e plác i to d e l Señor . . . ; ento n c es habr e mos amado a D i o s tal co m o es n uestro deber. Las p a l a b ra s son, m uchas veces , m e n t i ro s a s ; los afe c to s s e n sibles no march an, e n i n n u m erables o c a s i o ­ nes, de acu e rdo con la raz ó n ; l as m ú l ti p l es m a n i festa­ c i o n e s d e la p i eda d n o es r aro que anden del bra zo con d efectos de la l engua o refinamientos d e c o m o d idades . Pero las ob ras de un a m o r puro y s ac ri fi ca d o , son i udicio ci e r t o d e q u e el alma s e ha dado a Dios ínte­ g ra y t o t a l m e n t e , y que n o t i e n e más vol u ntad q u e la divina. Vive , e n t o n c es , en verdad era pl e n i tu d d e sa n ­ tidad porque la l l e n a el a m o r a Dios. S uelen l l a m a r l os grandes místicos al g rado más pe rfe c t o de e s t e a m o r ,


48

Luz

de Dios

« u n i ón su bstan cial con Dios » , o , « m atri m o u i o es p i r i ­ t u a l .. . E n e s t e m u n d o n o ha \• n ada sem ejante a é l . De a q u í , a la gl ori a d e l c i e l o . u

P u e s b i en; de g rado en grado de oraci ón p u e d t· u l l e gar l a s al m a s a l m á s pe rf e c t o d e t o d o s , este s e con­ fu n d e con la san ti d a d q u e puede lograr e n este m un d o . T a l g rado d e o ra c i ó n s e llama, o « u n i ó n c o n s u ­ mada » , o « u n i ó n t ra n s form a n tt: » , o « d e i fi ca ci ó n » , porque en él el alma q u eda t o t a l m e n t e . u n i d a a Dios y t ra ns­ formada de modo que sus senti m i en tos y o bra s so n a

lo d i vi no .

S a n J u an d e la C r u z d efi ne, m a g i stral mente, este graclo d e oraci ó n : ·« E l m a tri m o n i o espi ritua l , d i ce , es u na tran sfo r m ación t o t a l en el A ma d o , e n q u e se e n ­ treg a n a m bas parte H , p o r total po s esi ó n d e l a u n a a l a otra , c o n c i e rta co n s u m ac i ó n de a mor, e n que está el a l m a hecha d i vi n a y D io s por participaci ón , c u a n to se puerl e e n e sta v i d a » . (Cántico r:spiritual, can. 22, decla­

raciím).


CA PITULO I V .

DENTRO D E LOS C U ATRO F I N ES « JJ!isserieordias Domini in mternum eantabo » .

(Ps.

88.

2.)

« Cantaré eternamen te las misericordias del Sei1or» S UMA RIO.

I. Visión de San Juan. Te mp lo es la tierra. II. El p e c a do r no agrada a Dios. lllje r t é moslo en Jesucri s t o . III.-Oración a fectiva . I V.- Oru ción operativa. V. - El número de los ingra tos es infi· nito. VII.-Todo lo debe m o s a Dios. VIII. - Llo· rar l o s pecados. IX.� Situaciones p sicológicas dt sastrosas. X. - Misericordia y pr op ó s i t o de la e n m ie n da . X I. - Despren dim ien to ultra h u m ano. Pida n lo que quieran. Vivien te incensario.

I. San Juan miraba al c i e l o . Dios ab rió , euton· ces, las puertas de la g l o r i a, y el A guila d e Pa t m o s mmtempló a l o s que en ella m o r a b a n postrad os ante Maj es tad divina. Sintió, a d e m á s , las no tns de h i m n o a t ro n a d o r ento· nado por multitud sin número, la cual, como arreba­ tada en éx ta s i s . decía : « sa n to , san to , santo es el Seiíor Dios omni potente . . . digno de toda gloria, honor y vi r· tud » . ( Apo c . , cap . 4. , vers. . , 8 y 1 1) . E l cielo es templo gigan te . En él Dios atrae hacia sí todas las miradas. El fuego d e s u amor incendia los e s pí r i tus . La g ra nd eza de sn m a je s ta d deslumbra


50

Luz de Dios

es pacios in finitos.

C u anto en la

gloria existe adora a

D i os . Allí Ja oración d e adoración es perfecta . Es tan an t i g u a como l a creación a n g élica.

Templo es, tambié n, la tie rra . Eslo, g ra n d i o s o , este m u nd o materi al que tanto e m b elesa n uestros sen· ti dos. Ideado por la sabi d u ría d i vi na; ejecutado p or la omni potencia del Cread or; gobernad o por la p r u d en· cia d el Altísi mo . : . ; en él nada fal ta . Dios e s tá en cada parte . T o d as las cosas son su a l ta r. E l hombre , creado por el To dopod eroso para s e r r e y d el mund o , ha d e adorar y a l a b a r a Dios e n la tie rra , c om o en el cie l o sus moradores . Nada ni n a d i e pued e ser adorado fuera de Dios. La adoración es debi d a sólo al Ser Suprem o ; quien tiene to d a p erf ec ci ó n s i n m ezcla d e c u l pa; q uien go z a d e tal excel er.cia substancial que, en s u comparación tod o es d eficiente; y quien creó, conserva y ri ge a] m u ndo u nivers o .

L a o racióc d e adoración del al ma humana.

y a l a ba n z a es un d eber

Jesucristo , Hijo de Dios , venido a este m u n d o para red i m i r y salvar a l o s h om bres , lo d eclaró cate· góri ca m ente cuando , al ser tentado de vanagloria, en el d esi erto , por el d emonio : rechazó la s u ge r e nc i a infernal con estos términos: « A dorarás a tu Seiior y a

El sólo servirás » .

( Ma l. 4.10).

Sus palab ras tienl:n valor de precepto u n i v e rsal ; nos co m prende a t o d o s ; e s confi rmación del pri mer mandamiento d e la ley divi n a : Amar a Dios sobre to·

das las cosas: y con toda el

con

todo

el corazón, con toda la mente,

alma. (Deut., 6.5.)


51

Dentro de los Cuatro fines II.

La o raci ó n d e ad oración exige amor y s e r vi c i o .

A mor, p o r la bondad y e x celencia d e l S e r a q u ien se adora . Servicio, por el dominio ple n o e in tegral q u e Dios tie n e d e su criatura. Esta defin ición nos c o n f u n d e y av ergüe n z a . ¡ So­ m os pecadores !! N u estra al ma viene a la vida s a l pi ­ cada con el barro d e la culpH . M á s a ú n : l i m i a por e l a g u a b a u t i s m a l , l as malas incl i n acion es, q u e el pri m e r pecado deja en ella, la e m pu j a u c o n stantem e n te a l o m a l o y v u e l v e a mancharse con faltas g raves p c rso­ n alísimas. . . .

p

A sí no puede agradar a Dios. Qui zá humille rrea el barro d e la exc l a m ar: Señor, te ad ora c ión es c o m o guado con sordi n a .

su cabeza m i e ntras el cornzón cho­ c u lpa ; quizá a b ra s u s labios para a m o y te adoro ; pero el c e o de s u el d e i ns tru m ento m ú si c o a m orti ­

L a adoración d e u n a a l m a en p ecado n o t i e n e so n o ridad; n o l l ega hasta Dios; se p i e r d e a muy p ocos pasos d e d i stan cia. Pero el Scfior i n siste; exige que su criatu ra, la que el ha formado y e m i q u e cido con tan t a s gracias, el h o mbre, le ri nda adora ción m e ri toria de vida eterna.

El pecador no agrad a a Dios . El alma n o p u e d e sali r por s í sola d e l a c u l pa , El Señor sí q u e pue d e sacarla; y la ha sacado i n j e r ­ tándola en Jesu c risto. Jesu cristo está clavado en cru z . Tiene sus manos , pies, cabeza y pec h o rasgad o s . E l Crucifijo es e l árbol de vida sobrenatural plan ­ tado por el A ltísi mo en el mundo.


52

Luz de Dios

E l pecador n o agra d a a D i os porque c 11 r e c e de v i d a lnj c rt é m o slo en e l trouco d e la Cruz; a p r ox i m e m os, j u ntemos, i n cru s te m os esta ra m a i n fe c u n ­ d a , e l pecador, e n l a s l l a g a s d e Cristo; h a ga mos q ue pr e n d n el i n j e rto; fo1 m e mos un Só l o á rbol con el Red en­ tor y e l red i m id o .

sobre n a t u rn l .

S e l o g ra e l i n j e rto p o r el ba u t is m o ; y se robustece por los d e más s a c ramentos.

M e rced a esta i n j e rc i ó n en Jes u c risto , las a l mas bau­ tiza d a s forma n u n solo cu erpo m ístico con El; y las q u e , ade más d e b a u ti zad a s , e st á n e n gra cia , b e b e n a raudales la vida sobreuatmal . Son l o q u e es J e s u cristo; pa rti ci pan de s u s m é ri to s ; s e p u di c a u de día e n d ía ; y q u ed a n di­ v i ni z '.1. d a s . H i jos, nosotros, d e Dios p o r e s ta r i ncorporados a C ri sto, s o m o s m i rados c o n i nd eci ble tern ura por e l O m n i ­ pote n t e . E s a e s l a oca s i ó n d e qu e m a r en e l i ncensario del corazón el i n ci e n so de l a adoración , d i ci e n d o : ¡ Se ñ o r , te al a b a m os ! ¡ SeI1or t e adoramos . . . ! ; ¡ S efior. te be n d eci­ m o s ! . . . « La udamus te! ¡A do m m us te! ¡Brnedfrinms te! »

(Gloria de la Santa MisaJ

Con dición necesa r i a de to da a d oraci ó n ; para ser so­ b rena t u ra l m e n te m eritori a , es la unión con Jesucristo , por m e d i o d e la g ra c i a . La ad o ra ci ó n i d e a l s e1íu a q uella en la cual ofrendá­ s e m os , a D i os , su p ropio Hijo Je s u c riis to . N u e s t ras ma­ nos tendrá n , s i e m p re , al guna m an cha ; las d e Cristo, nu nea. N u es tro corazón ocul tará, e n sus rinco n e s , nlgu n a brizna d e egoí s m o ; e l de Cristo i mpo s i b l e . Cristo es oído, indefecti b l e m en te , por l estia l . *

*

el Pad re Ce­

*

I I I . La adoración es verda d e ro acto Dios. El a m o r es afectivo y operativo .

de a m or a


Dentro de los Cuatro Fi nes

5J

D e aquí que l a adora c i ón p rod uzca, en l os que a Dios a d o ra n , estos d o s e n l ud a bles efectos . P r i m e ro , acre­ ci e n ta e l a m o r <l i v i n o ; y s eg u n d o , i m p u l s a al alma a hacer, en tod o , l o q u e el S m1or le p i d e> . L a ad ora ción d ebe s e r afec tiva y dect i v a .

En l a a fe c tiva, c o m o l o i n d i ca l a palabra , e l a l m a d errocha s us a fectos e n cauzá n d ol o s h a cia D ios d e l m od o m á s s u ti l , t i e rn o y d e l i cado que i m n g i n a r pode­ mos. Hay en ella, verdad e ros d e sbord a m ie n tos d e a m or; pero d e a m o r pu rísim o . c o m o e l q u e d is f r u tan, los ángeles en el ciel o . No sie m p re la adoración a fe c tiva rom p e e n locu­ cio n es exte rn as m ás o m e n os s ensibl e s . :M u c h a s veces e l f e rv o r d e l a ad o ra c i ó n se m e te e n l o m á s reuónd ito del a l m a . Y como c u an d o ap retam os una a scua d e fuego c o n l a m a n o , el fu ego abrasa l a m a n o ; a s í , la a d oración u fecti \Ta que s e c o r r e hacia lo m ás í n ti m o d el s e r h u mano, d e j a , a éste, a rd i e n d o e n l l a m a s d e 11 m o r d i vino. Lea , quien guste, los « Diálogo s » d e S11 n ta Ca tali­ n a d e Siena; l a s « Re velaci o n es d e santa Gertrudis » ; l as o b ras d e la S eráfica Santa Terestt d e Jesús; l a co­ rres p o n d en c i a d e Gema Gal gani ; los escritos d e S a n ta Teresita del N ! ño Jesú s ; o l os de aquella otra Cann e­ l i ta d e D i jón , sor Isabel de la Tri n i dad . . . ; ¡ y v erá si tengo, o n ó , razón e n lo q u e d i go ! . . .

Fuero n al mas que gozaron d e l a oraci ó n d e ad o­ ració n afectiva. S u 1en guaj e rezuma tern ísi mo afecto; sus frase s n o son h ij a s de m u e l l e s e n s i bl erfa ; n a ce u d e u n a m o r fuert e , con v e n ci d o , d i s p u e s to a todo, i n c l uso a la m u e rt e. Muchas de s u s pág i nas ocuparía n l u gar de h o n o r , con e n o r m e ven1 ajn , en los d e vo c i o­ narios de pied ad , por lo m a cizo de su doctri na, por l o delica do de s u s pensamientos, y p o r la u n cióu q u e las mueve.


Luz de Dios

54 IV.

Sin e 111b a rg o , la

parte

m á s p e rfe c t a ,

de la

oración d e a d o raci ó n , no e s , p recisamente, la a fecti v a , s i n o la operat i v a . B u e n o es amar a D i o s ; pero, si n d u da , que es m u ­ c h ísi m o mej o r p roba r ese a m o r c o n o b ras.

A m amos r e a l m e n te a D i o s cuan d o le servi mos. Este amol' es prueba de s an t i d a d . M i enten las p a l a b ras , co n frec u en c i a . Las o b ras , n o .

¡ Servir a D i o s . . . 1 ¡ S u b lim e ideal . . . ! Tal servici o , llevado h a sta u n a fid elidad h e róica, es b el l í s i m o coro­ n a m i e n t o de la o ración de adoració n . Las almas a m a n tes d e l Señor n o b u scan e n e l a m o r el qui etis m o ; qu i e r e n activi d a d ; serv i c i o . Se doblega su v ol u n t ad , cu este l o q u e costa re, c u a n d o i n terior o exte­ riorm e n te s u e n a la voz d i vi n a i n si n u an d o actos d e v i rtu d .

Mod elos pe r fe ctísi m os d e lo q u e di g o fueron J e sús y Ma ría . La o raci ón d e Jes ucristo , por raz ó n d e l a unión h i postática de su H u m anidad con la d i v i n idad; l a de Ma ría , p o r la s u perabundancia d e gra ci a s a n t i l i c ó su alma e n cant a d o ra .

d i v i n a que

Jesucristo, en c u a n t o h o m bre , adoró al Pad re Ce­ l esti a l . Al ad o rarle lo amó co n amor i n fi n ito . Este amor l o tra d u j o e n obras.

El Pad re q u ería la red ención d e los hombres, y J es u c ri s t o la reali zó. Bel é n , Egipto , Nazaret, Gehtse m a n í , el Pre to ri o , e l Calvario . . . cosas d u ras fu e ron p ara Jesús; cáliz a m ar g o; coron a d e agudas y p u n zan tes espi n a s .

Sin e m bar g o, Cristo s e ab raza c o n t o d o ; bebe, h a s t a lo ú l ti m o , el c á li z ; no se q u e d a i n m o v i l en el éxtasis de sn a m or; sale de sí; a b andona su propia volu ntad ;

y obalece hasta la muerte y muerte de

Cruz; (Phil. , 2. 8)

es que a m a al P a d r e con a m or v e rdad e ro , es d e ci r , con amor d e obras.


Dentro de los Cuatro Fines

55

Era, Maríl!- Sa ntí si m a, Virgen d e d i eciséis p r i m a ­ ve ras . Ya e n t o n c e s la s ed de glo r i fi car a Dios d e v oraba su espíri tu. Fué d e visita donde su prima San ta Isa b e l , y , n o pudiendo contener el a m o r divino ·q u e represaba en s u pec h o , s o l tó la cata ra ta d e s u s a fectos en el cántico d e l l\fo g n í fi cat. « Revien ta mi almo , dice, por engrandece1· a Dios, si posible fuera. » « lliagn�fieat a n im a mea /Jominum » (Luc. J . 4a.).

¡ Qué afectuosidad

Que r u b i n es , al Sefior.

más

tan d e lica da . . . ! Cre o q u e los en la gloria, no ad o r a r á n de igual modo

Sin embar g o , M a ría, en su a m or de obras va m u cho lejos que lo que m arca la línea de sus a fectos .

Habla el Arciíngel y m an i fi es t a , zarena , la v olun t a d d e l A l tísi m o .

a

la Virgen Na­

Cae , d e rodilla s , María y exclam a : « Ji'ia t » , hágase,­ s oy su s i erva; su esclava; d i sp onga de m í ; aq u í me t i e n e . ¿Qué lé

pide

Di o s . . . ?

¡ Que sea v i rge n y m a d r e . . . ! Mad re d e l Red e ntor . . . ! Que disponga a su Hijo d ivino para los travesafios d e l a Cruz. ¡ E st o e s horribl e m ente madre . . . !

duro

para el co ra z ón de una

Pero María contesta: Fiat; hága s e .

E n l a C r u z d e l Calvario h a b rá d o s m árti r e s : e l l a M a d re . El fi a t e s t á pronu nciad o y se cu m plirá.

Hij o y

El Gólgota es c u a d ro d e ad o r aci ó n en e l cual se pinta, a l a s mil maravillas, los dos actos d e l a m o r a Dios, el afe cti v o y el operativo. Deber nu estro e s ad orar a Dios e l c orazón y las obras.

v e r dad; con

eu espíritu y en


56

Luz de Dios

V. De lo& cu atro fi n e� de la oració.n , el de la ado­ ración es el m ás perfecto . Podemos o ra r para adorar; d a r g racias; i m p l o r ar perd ó n ; y p ed i r d o n e s .

En el p ri m er ca so el al ma s e fij a sólo en Dios ; s e o l v i d a tota l m e n te de sí m i s m a ; se e x tasía a n te la belleza, « s i e m p re a n t i g u a y siempre n u e v a » del Cread or; quiere d esaparecer; ser fu ndida en la voluntad d ivina. Tal es n otas m a rcan la i n d iscutible superioridad de este fin, co � pa rad o con los d e m á s . D o y graci as p orque he recibido a l g o ; i m ploro m i ­ serico rd ia porque he pecad o ; p ido porque n ecesi to . . . En estos tres fines la persona qu.e o ra se antepo n e a tod o . No h a y en e l l a aquel d es p re n d i m i e n to q u e reco­ m en d aba San Pablo al d ecir: « Estoy muerto y mi vida se eb'conde en D i o s , por Jesucristo. » (Colo . .'l. 3.). De todos modos, lejos d e m í reprobar n i n g u no d e l o s fi n es d e l a o rac i ó n . No d e b o colocar a l h o mbre en un pl a n o d e s antidad que n o le perten ece . No somos ángeles. Ten e m os cuerpo. S e n ti m os nece s i d a d e s . El alm a h u m n n a no es i m pecabl e . « El que pretende tenerse por angel degenera en bestia » , d ijo Pa scal .

A nte todo, perma nezcamos en la v e rdad . Para muchos, la oración no es má& que s imple, p e ro i n si stente , petición d e beneficio s . N o es así. Para otros, en ca m b i o , la o ración , o es afectiva, o no es oraci ó n . E s t o tampoco. Sería c a e r en el error d e l o s quie­ tista s . Cuando la Iglesia condenó a Moli nos , con d e n ó el q u i e tis m o . La adoración es un d eber grave q u e pesa sobre nuestra conciencia.


Dentro

de los Cuatro Fines

57

Eslo también l a gmtitu d . L�lla nos fuerza a le­ yantar el corazón a Dios en seüal d e sincero recono­ cimiento por los fa vores recibidos de su bondad . ·

La oración d e a cción de gracias agrada al Altísimo; no así la i ngra titud. *

*

*

VI. Desgraciadam ente el n úmero d e los i n g rátos es muy crecido. · Jesucri sto , Sefior nuP,stro, nos hace caer en la cuenta d e este fenómen o inconcebible.

Pnsaba El por cam i n o público. Sintió a lo lejos el gri to: « .JP-siis. hijo de Da vicl, compad1:cefe de noso tros» . :Miró y vió diez leprosos que , manos en alto , le pedfo n los san a s e de s u doleucia . Jesús s e compadeció d e ellos sanánd olos. ¡Gran favor recibieron l os leprosos . ! ¡ Hay que ver lo que es la l epra . . ! ¡ La más asquerosa de las enfermedades ! . .

.

. . .

Sanaron l os leprosos regociján dos e, en extremo,

por la sal u d recibida.

De los diez, uno volvió donde el Salvador a mani­ fes tarle gra titud . .Jesús preguntó, e n tonce s , por los otros nueve. 'l'al pregunta es adverten cia e n la qu e se n os dice que fueron ingra tos al beneficio d i v i n o . De d i e z favorecidos, sólo u n o cumplió c o n el d eber de gratitud . ¡De diez, uno . . ! ¡ Sólo uno . . ! .

.

La

proporción aterra . . .


58

Luz de Dios

Es que la gratitud es m u y rara en este suel o . El co razón de los hombres prop ende al egois m o F i n ge qu e t od o favor le es d e bi d o . Está pronto para recon ocer derech o s ; pero olvida rapida men te los d eberes, sobre todo los d e grat i t u d . Es m á s fácil l a oración en e l dol or q u e en l a ale­ gría . Esta , al s er d esbordada , d i sipa el espíritu ; lo aproxi m a a la t i erra; lo apa rta de A q uél de quien pro­ ceden todos los bie n es; lo estrech a; lo empequeñece. *

*

*

VI. Bien m i radas las cosas , para con Dios es vil i n j u s ticia.

n ues tra i ngratitu d

¿Qué te n e m o s que n o lo h ayamos reci bido de su b o n d acl m i sericord iosísi m a . . ? ¿Qué m ás pudo hacer e l Tod opoderoso por el h o mbre q u e no lo h i ci e ra . ? .

. .

La e n u m e ración de los benefici os o torgados por el Seíior o la criatura h u mana sobrepas a los límites de d e n u estra m e m oria. De l a gen erosi d ad d i vi n a procede cuanto en el h o m b re hay, tanto en el orden de la na tu rale z a como en el d e la gracia .

El Cread or vierte el ser, gota a gota , en nosotros y nos li bra, e n cada i ns ta nt e , de l a m u er t e . La creación es m i l agro estupéndo que Dios renu eva, sin cesar, al m ant ener l a vida de los hombres . Vivimos de mila gro . Nuestro cuer po es u n a m aravilla de arte. Sól o la sab i d u ría i n fi nita d e Dios ha p o d i d o en cerrar en espacio tan pequ�ñ i t o , ta ntas l eyes y tan perfecta m ente bien combinad a s . El h o m bre es u n m u ndo en m i n iatura. ¡ La salud ! ¡ Q u é p a labra tan ¡ cuánto esfuerzo supone ! . . .

. . .

cor ta . ! .

.

Pero . . .


Dentro de los Cuatro Fines

.S9

Pregu n tad a ese ·m i l l o na ri o , a quien i m p l aca bl e cáncer corroe l a s e n tra 1i a s , lo q u e '\' al e la s a l u d . La s a ­ l u d , os d i rá , vale ta n to como la v i d a. Son nad a , a s u lado, los millones . A Di oa d ebemos la sal u d . El es q u ien da c u e r d a a l e n gra n aj e d e J u m is m a . A sólo E l p erten e c e el do ­ m i n i o so b r e la v i d a y la m u e r te . . 1<:1 hom bre es u s u ­ fru ct uario de es te d ó n tan exce l e nt e. Ver, oi r, o l e r , gustar y to ca r s o n disti n tas pe rcep­ ciones d e n u es tro s sen tid o s c o rpora l es . A trofie m o s nue s t ro s sen ti d o s e x ter n o s y el c u erpo h u m ano q u e d a r á co nvertido en m o n t ó n de ca rn e qu e i n s p i ra profu n d a l ástima, pues ca rece de ex p res i o ne s

p a ra tod o .

¿, V i s te l e c to r q n e ri d o , a l g ú n asilo d e ci ego s o sor­ do-m u d os . . . ? ¡ Qm! e s pect á c u l o tan l a m e n ta b le ! ¿ n o es c i e rt o . . . ? Parte e l al m a . S i tú go zas d e l o s s e n ti do s , p i e ns a e n el benefi­ cio de que d i s f r u ta s y s é ag r ad eci d o con D io s a q u i en lo d e b e s . La i m aginación

es c o m o

ci nema tógrafo

i nterior.

La memoria , com o preserva tivo c o n tr a l a a c c.:ión demo l edo ra d el tie m p o . Los años h o r ra n el recuerdo d e l a s perso n as y d e las cos a s . La i n te l i gencia n o s hace s up e ri o res a l u n i ve rs o . Aunque este nos ma tara, dice Pascal, ser í a m os más que 6l; pues m oriríam os sab iendo q u e nos m a ta; m ien­ traB que a nos aplastar ía sin sa ber que n os aplasta ba » .

(Pens. f.ect. VrN. 3:17.)

S i n e m bar go , el uso de l a i n teligencia p u ed e pe r ­ d ers e . Se pie rd e m u chas vece s . Si a l g o h a y p en o s o e n e l mun d o , es contemplar e s o s grupos de recl uídos e n


60

Luz de Dios

las casa s de sal u d . Obses i on a d o s tales enfe r m os por una i d ea, no co mprenden su d e m enci a. Q u ien conoce los ben efici os d e l o al to v no v uel· ve sus oj os a r rasados en lágri m as h a ci a D.i os por la g ratitud d e que l e es d e u dor, ti e n e el c orazón atrofia­ do; es deslea l ; i 1 1 g r a t o .

Entremos más a fondo en nosotros mi smos. Lo q ue lleva m os d icho es pálida som bra al lado d e lo qu e podemos a fi rm a r s o b r e la vida d e Dios en e l alma. No alma .

m e arrepi ento

de la

frase. Dios

vive en el

C o m p a rti m os la vida v eg eta tiYa con las plantas, la s ensi tiva oon l os animales; la i n telecti va nos es propia. Pero sobre toda s está la vida es p i r i tu al ísima de Dios q ue se nos com unica j unto con la gracia santifi cante.

Y i v i r en gracia es tener a sombrosa grand eza. No la com pren d e re m o s , jam ás, en este m u n d o . Sólo la barrunta m os a la l u z de l o q u e d icen las san tas E s ­ c r i t u ra s . D i c e San P e d r o : « Nos h a ce m os participes, (p or la �racia), de la naturaleza divina » . (2 Petr. 1 . 4 . ) Repi te S a n P a b l o como s e i s v e c e s : ... El cristiano en gracia es templo del Espíri t u San to » . (Rom. , VIII. 9 . .11. ) ( Cor. III. 1 6.;1 7; JI Cor. , VI. 1 0.; /l. Tim. , I. 14 . ) . E s c r i b e Sa n Juan: « Se nos llama, y e n de Dios» (l. Joan. , 3. 4.).

mos, hijos

realidad so­

Afirma el A póstol d e lq s G e n tes que: « Somos c o ­ de n uestro Hermano mayor Jesu cristo: ( Rom. , VIII. 16. 1 7. ) .

herederos


Dentro de los Cuatro Fines

Gl

« Que con la j usti­ in/miden las virtudes teolog ales. »

E n sefia e l C o n ci l i o d e 'rr ento:

jicación se

nos

I u fo r m a d a el a l m a por el prin cipio s o b r e n a t ma l d e la g ra ci a , s u s o b ra s , m e n o s l a s peca m i n osas, s o n ele vadas al ord en m eritor io. Los sacra m e n tos fue ron e � table c i clos por Jesu cris­ to a la m a n era d e fuentes ne gracia d i v i n a , s i e m pre manantes, d o n d e l a s a l ma s pu e d e n b e b e r, h a s ta q u e ­ dar l l enas, l a vida s o b renatural . Pes emos b i e n la m a g n i t ud d e e s te b e n e fic i o . ¿C ua n d o lo h e m o s m e r ecido r ¡Qué digo m e r e ­ c e r . . . ! ! ¡ C u á n tas veces, c o n n u estros repetidos pecad os, n os h e mos hecho i nd i g n o s d e é l , y , n o obstante , el S e fi o r , perdornmdo s i e m p r e , vol v i ó a co nced e m os s u v i d a c o n n ue vas com u n i ca cio n es d e g racia . . . .

N o s d i ó g racia sacr a m e n ta l y, a d e m á s , actual. Y éstas, en t a n cre c i d o n úm e r o , q u e s on verdad ero d i ­ l u v i o . Q u e d a m os e n é l , s u m ergi d os . N o e s fácil contar las are nas d e l m a r . Muc h o m e­ nos d e ci r , u n o a uno, los b e n c: fi cios que e l h o m bre recibe d e l o A l to. San ta 'l'eresita esta m p ó e n sus escri tos una frase que exp resa , exa cta m e n t e , la u n i versal i d a d d e los fa vo­ res que Dios nos otorga. » e n mi, e:x:clarna todo r's gracia . » En r ea l i d a d , ' e n n osotros todo es gracia, d ó n gratuito d e l A l tísi m o .

esto

es,

Creaci ó n , R e ve l a ció n , E n ca rn a ció n , H e d e nción , E u ­ car i s t í a , Com unión . . . d og m a s s o n f u n d a m e n tal e s d e nuestra fe . Mas todos s e red u c e n a u n o : « A mor infinito

de Dio.� al hom bre » .

¡Dios n os a m a . ! Y ¿n o m e rece r á tal amor e s e « ¡ Mu chas graci a s ! i> qu e repeti m o s , tan tas v e ce s , e n e l trato con l o s h o m b r es . . . ? . .


62

Luz de Dios

En l a m onogrn fía de Ca rlos X , rey de F rancia , La G o rcé , su a u to r, escri b e e s ia frase : « Di c e n que lo s

p u e b l os f e l i ces n o t i e n e n h istori a . N o e s v e rdad . Ti e n e n u na : l a d e s u i n g ratitud a a q u e l l os q u e los h i c i e rn n fel i ce s ,. . ( P á g . 1 1 D).

D i o s q u i e r e hacernos felices. N os c r e ó p o ru eso. S u pod e r , a s e r v icio de s u m iseri cord i a , obró, con este fi n , estupe ndos m i l a gro s . Se ría m o n st r u oso q u e s e nos pudi e ra echar e n c a ra la frase de La Gorcé: « In gratos para con Dios » .

¡ A h ! ¿Ing rati tud . . . ? ¡Ja m ás . ! ¡ JJcned icamus Domino in imn·i tempore! B en d i gamos al Sefior e n todo t i e m po ; e n l a m a fi a n a y en l a n och e ; e n l a bona n za y e n l a t e m pestad ; e n el n aci m i ento y e n la mul:rte; e n el é x i to y en el f ra caso . ¡Semper Deo gra tias . . . ! D e m os g raci as a Dios por toc1 o , e n todo i n s ta n t e . Sa l ga de nuestro pech o , h u m ilde, a q u el v e rsículo d el A p ó sto l : ;. <Jw; tengo !JO q u e no lo haya reci bido? (l. Cor, , 4. 7 . ). Y , l u e g o , j u nte m o s , a éste, el d e l Sal m i sta Rey : ;, (¡lué �freceré a D ios por cu a n t o me ha co11 cedido . . . ? « To mm·r� el cáliz de salud e invocaré su santo n o m bre » . (Ps . , C. C Vl. 12). « Yo no .•·é, Seiior, d e c ía Bourdalo u , llora n d o , si Tü estás con tento de mi.: pero yo, ¡ a h! yo estoy »zUJJ contento de Tí . »

A pesar d e to d o , n o tl ej a d e surgir, ante n ue stra vista ese m alévolo espectro d e l p ecad o. Somos pecado­ re s ! Y el peca d o , po r q u e o fend e a Dios, n o s i m pone e l sacratísi m o d eb e r d e l a oraci ón de a rre p e n timi e n to. *

*

*


Dentro de los Cuatro fin es

63

V I I I . Dios m i ra con h u m os oj os al que llora s u s pecados; y , para go�ar d e la m i rada dulcísi m a d e Dios, d e b emos ll orarlos. El pecad o e s rebel i ó n ; ofensa ; i n g rnti tud; atropel l o ; i nj usticia; deicidio ; homicidio, h u rto; e n g rana j e d e tem­ porales desgracias : y conden ación e te rn a . Cada u n a d e estas palabras coloca sob re el pecn d o u n a i g n o mi n i a . Y, ¡ claro! que e s a ignominia pesa sobre el pecador . ·

Va por la cal le m endigando un pobre. Este n o t i e n e n ada; l o s vestidos se l e ca en a pedazos; t i ri ta d e frío; lo d evora el h a m bre. El i n d igente golpea en la puerta del rico. Se abre la pu erta; a pa rece u n g ran sefior; el m e n d i go le al arga la mano suplicante; el rico se compadece de él; l o viste; lo alimenta; y . le d a d i n ero , mucho d i nero, para q u e c o n é l se gan e h o n radamente l a vida. . .

Media hora más ta rd e lla man , d e n u evo , a la puerta d e l rico . A pa rece en el l a el g ran bienhechor; fre n te al bienhechor el favorecido; éste, con los d i n eros qu e an tes reci b i e ra , ha co m p rado u n a pistol a ; la t rae cargada; vie n e a m ata r a q u ien tanto d ebe; mueve el gati l l o ; y . . el rico cae al s u e lo, desplomado. .

¡No hay palabras s u fi ci e n te m e n te d u ras para recri­ minar l a acción de tal mendigo . . . ¡ Es un cri m i n al . . . ! Ta m bién n osotros somos cri m i na l e s como e l del caso.

m e n d i gos;

m e n d i gos

Cuanto ten e m os a Dios lo debem os . E l Sefíor se h a mostrado i nfi n i ta m ente gen eroso con el h o m b re . Este. en ca m bio , se re beln contra las leyes d el A l tísi m o ; blasfema con tra l a bo n dad d e los cielos; o l vida los be­ n eficios de la. Encarnación v Red e n ción ; mal gasta los m éri tos del divino Cruc ificado; peca; y, al pecar, en


64

Luz de Dios

cuanto de él d e p e n d e , da m u erte i g n o m 1 mosa a Jesu­ cristo , s u g e neroso bienhechor, com o ensefia San Pa blo. Esta m o n s t ruosidad uos a v e rg ü e n za y h u m i l l a ; e s u na real i d M C] pu n i bl e ; peca m os con s c i e n te m eu t e . 'l'a n to más puuible cuanto m ás fn voreci d os y m ás i n capaces d e m ed i r la g r a v e d ad de l a ofensa a Dios h echa por el pe cad o . N u estra i n tel igen cia , peq u e ii ís i m a , n o aba r­ c ará , j a m á s , l a digni d a d y gra n d eza i n fi n i ta d el Señor, a quien o fe n d e m os peca n d o . *

*

*

I X . Por otra parte el peca d o cre a , en el pecador, situaciones psicológicas d es a s trosa s . A v eces end u rece la co n ci e n ci a . Tal estado; s i n o desaparece a tiempo, equi­ vale a una condenación seg u ra . Dios s e aparta d e quien ab u s a d e l a gra ci a . A d e m á s , la cul p a p u e d e llevar al c u l p a b l e a l a d es e s p e ra ci ó n q u e n ada r e m ed i a . La d esespera ción es catast rófi ca . Fre n te · al p ecad o

no h a y m ás q u e u n a sol ución b e n e fi c i o s a , para las al mas:

acogers e a la oración de lágri m a s ; es d e c i r, i m plorar la m i seri cordia sin l í m i tes del S e ii o r , y n o volver, j a m ás , a l a culpa. Pedro y J u d as son a pó s tol es d e Jesucristo . Am­ bos pecan g ra v e m e n te . U n o niega y otro vtind e al Sobera n o Maestro . Los d o s , ape n as h a n pecad o , sienten tre m e n d o re­ mord i m i e n t o d e conci e n cia . Pero . el camino q ue éste y a q u é l s i g u e n e s diam etral m e n te opuesto. .

.

Ped ro está e n el a trio el e l a casa de C a i fás . Je1;ús sal e d e la a u d i encia . Ped ro m i ra al Maes tro y el Maes­ tro mira a Pedro.


Dentro de los Cuatro Fines

65

No pronu ncian ni una sola palabra . No i mporta . Los ojos de Pedro, arrasados en lágrimas , oran . Su oración es oración de ili m itada confia n z a

de en

p e nit e n ci a. Su mirada eslo el Maestro .

Los ojos <l i vinos d e Jesús s e clavan , c o n arreba­ tadora dulzura, en Pedro. Su mirada es de perdón . Pedro , por triunfado d e la

su oración de arropentimiento, ha culpa y lo veremos rigiendo, como cabeza, a la Iglesia de Cris to, y dar su vida , en mar­ tirio de Cruz, por el Maestro. ¡Judas . ! ¡Ah! Judas se condena. ¿por q u é . . '? ¿Es horror al p e c ad o . . . ? Sí, lo tuvo . Pr:ecisa­ mente ese horror fué l o que se l e con virtió en terror; y el terror en d e s e s pera ci ón; y la de s espe ra ci ó n en mue rte temporal y eterna. . .

.

que no tuvo

Lo que n o tu vo fu é oraci ón de lágrimas. No c r e y ó en el amor d e l Maestro. Y l a incredulidad , j u nto con la desconfia n z a , re to r c i e r o n la cuerda de la d eses­ p e r a ció n q u e l o condujo a colg a r s e de un árbol has ta

­

reventar.

Entre un santo y u n pecador n o hay más un hilito d e d iferie ncia: la co n fi anza e n Dios.

que

Nosotros creemos, fi rme m e n te , e n la mis ericord ia divida. Confiamos e n s u bondad, manifestada de mil modos . Y n os colgamos, 1 1 0 del árbol d e la d esespe­ ración ; sino del cuello m i s e ricordio sísimo del Redentor. *

*

*

X. Pero ente ndemos q u e , en este caso, la con · fianza en la misoricordia de los cielos no excluye, de ningún m odo, antes lo s u pone, el propósito d e l a e n m i enda. No hay perdón de culpa sin d olor d e haber


Luz de Dios

66

pecado; y mal puede protestar a rrepentimie nto de ofen­ sa quien n o d esea apa r ta rse de e l l a . S i n e m bargo, una tristísi m a expe ri encia nos a cusa d e rei n cidentes e n l a culpa. ¿Qué e s esto . . . ? ¿Es que no h e m o s ten ido dolor d e l o s pecados . . . ? ¿Es q u e fué s u pe rfi cial nues tro propó­ si to d e e n mi e n da . . . ? S u pongo q u e no nos faltaron tan hermosas dispo­ siciones. Las h emos procu rado y puesto e n práctica .

Así y todo n uestras caídas en culpa se ha n repe­ tido u na y m u chas veces. ¿Es q u e no a m a m o s a rrecemos el p r. c a d o . . . ?

Dios . . . ? ¿Es que

no a bo­

Reco rrlemos u n a página t e o l ó gi ca q u e tra n quiliza­ rá nu estra conciencia.

Los hombres estam os e m pa r e n tados con e l barro. Fo rmados d e u na m e zcla de lodo y es píri tu , r e z u m a­ mos el lodo de orig e n . V e n i mos d e ¡, q u i ciados desd e la cuna d e nue stros p ri m e ros pa dre s . Para e n d e rezar n u estra v id a a parec i ó en el m u nd o

J e su cr is to .

¿La enderezó e n todo . . . ? ¡ En todo . . . !

E n todo , n o; en lo que El quiso . Tres cla s e s de dones disfr utaron n u estros p ri m e ­ ros padres en el p a raíso : naturales (cu erpo y a l ma) ; sobren atu rales ( la parti ci pa ci ó n , gratu i ta , y nu n ca oi d a , de l a m i s m a v i d a d e Dios) ; y preternatu rales fla fa. cultad de n o padecer, de no m o r i r , y de n o senti r la rebelión d e las potencias inferiores contra las superio­ res, d e los sentidos co ntra el espíritu.


Dentro de los Cuatro Fines

67

E l Redentor m u e re en la C ru z . Su m u erte , d e Vll.­ l o r i n fi n i to , es a c o g ida co n ojos beni g n os por el Pad re Celes t i a l . ¿Se nos d e vol v i ó , e n tonces, el e s tado q u e tu­ vie ran Adán y Eva antes d e pecar.? ¿Total itari a m ente . ? ¡ A h ! Eso, no . D i os n o q u i s o . Queda m os si n los b i e n e s preternatura l e s . T e n e m o s que pad ecer; d e bemos mori r; senti r e m os la re belión t re m en ­ da d e la c a r n e con tra el es p í ri tu , d e las potenci a s i n fe ­ riores con tra las s u peri ores . . .

Por eso, nuestra posición e n el m u nd o es la d e sol d ad os e n el cam p o d e bata l l n . Desd e q u e clarea la razón en e l alma, h a s ta q u e e l c u e rpo cae, e n e l se­ pulcro, toda p re v i sión será poca para lograr e l tri u n fo permanente de la gracia . Ni una resolución fi r m e ; ni u oa a bsol ución sacra­ m e n tal, nos t ra n sfo r m a rá en sera fi n es i m peca b l e s . Si e m ­ pre sere mos hu man os, suj etos, p o r lo tanto, a l os vio­ len tos combates d e la concu p i scencia. T e n dremos h e ridas abi e rtas en la lucha. B i en naci d o está, e n tonces, e n el corazón , el dolor por h a b e r pecado; bien colocad a e n e l pecho , cual j o y a de s i n par bel l e za, la co n fi a n za en l a bondad d i vina; bien cread a , como exqu isi to pe rfu m e para n u estros labios, la o raci ón de arrepe n ti m i e n to; y bi e n sosteni d a , c o n t ri b u to fi e l de a m o r a A qu é l a q u i en d e be m os l o que somos, l a fortaleza p n ra n o pecar. Lleva m o s , n o obsta n t e , a d entro, u n monstruo que a m enaza s i e mpre : el h o m b re a n i mal. La ú n i ca m a n e ra d e acorralarlo sería poni é n d olo frente a fre n te del A n gel de G u a rda. Este nos enseíi aría a v i g i la r y o r a r . Y el d i v i n o Maest ro da, e n el santo Evangelio, s e g u ri d ades d e tri u n fo a los qu e v i gi l a n y ' o ra n . « Vig ila te et orate u t non in tretis i11 tentationem » . (Marc. 1 4 . 38).


Luz de Dios La o ra c i ó n cielo.

es

v e n e ro i n agotable de a u x ili os d e l

De o q n í , e l c u a rto fi11 d e la ora ció n : ped i r a Di o s c u anto n e cesi te m o s p a ra el d e s a rro l l o d e la vid a, mirada e sta e n c u a l q u i e ra d e sus aspectos.

*

*

*

XI. A lg u n o s san tos, d ej á n d ose lleva r de los ím­ pe t us d e u n a m o r veh e m e n tísi m o a Di o s , o d e u n d e s­ prend i m i e n to u ltra h u m a n o , m i ra n con recelo a los q u e se p rn ocu pan d e l a o rnción d e petició n .

Dijo S a n Franci sco d e S a l e s : « Se m e hace insufnUe oír h a l1la r siempre de mrritos » . ( Citado por Paber en « Todo por Jc6·us» . De la .A cción de Ora cias, pá rrafo I V. , al principio) . .. A lg u n o s no couciben la piedad más q u e como u n e j erci cio d e ganaucias. No e stá m a l ; pero e s o n o es la pe rfe cc i ó n » . (El m ismo). s� nta Teresa sen tía i m p a ci e n c i a de q u e a las p o r­ terías d e l o s co n ve ntos v i n i e s e n tantos a p e d i r para

tener é x i to

eu

negocios t e m p o ra les.

Casian o escribe: »El fundador de la etern idad q11ilre no se implore n ada efí m e r o de El, n ada vil, nada temporal. Por eso ú�flijirú a sit ma.q nz}icencia y a su munificencia la m ds gmve injuria uq11el q uP, desatendiendo las peticiones rela tivas a las c os as que duran siempre, prefiera ped ir CO.\'as transitorias y efímeras, !J por l a bajeza de su plegaria más b ien ofenderá a su .Juez que no logrará h a cérsr:lo prop icio » . ( Casia no, Colocaciones. De oratione). que

No p o d e m o s con v enir con el m odo de pensar d e ta n ve n e ra bl e solitario. Exige mucho a l a fragilidad humana .


Dentro de los Cuatro Fines

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Es verdad: de l os cuatro fi n es d e la oraci ón , éste es el m enos perfe c to . Pero la sú p l i ca siem pr>) es u n honor para A q u é l a q u i e n s e s u plica . Basta q u e Dios nos vea pos trad os a n t e E l , para q u e ya se sienta c on tento, a u n q ue lo q u e p i d a m os sean bagatelas. Por otra parte, el m i smo Jesu c ri sto n o s e n se ñ a , letra p or l e tra, a reza r el « Padre nuc�tro » y , e n él, p edi m os cosas espi ri t u al es y m at e r i a l e s .

El « Pa d re n u estro » n o es u n a o ración esei i ta ni para sólo místicos ni pa ra súlo a scE- ln s . Es o raci ó n q ue d e b e rezar el que ha s i d o c rnad o p n rn e l rei n o de l o s c i e l o s , y a e s a patri a d e felicidad co m pl e t a n o hay n i u n a sola persona q u e n o h ay a s i d o d e s ti n a d a . « Hasta ah ora, dijo rl So bera no 1llu cstr o , no pedido nada; pedid y rec ibiréis » . (.foan, lú'. JU).

halJéis

No p o n e Jesús l í m i t e n i exij e m é tod o para supl i ca r . No l o pri mero, porque el p o d e r d i v i n o e s inagotable.

No l o segundo, porque l a oraciór.i se acomoda modo de ser d e cada u n o . P i d a n todos l o q ue q u i era n y h ¡iga n l o q u e les n azc·a.

en

al

el modo

Este gusta d etal l a r sus dificul tades o n ecesidu d e s . O b ra bi en . A sí d e s c a rg a s u corazón vaciando su a m a r­ g u ra. Decid a Dios, aconsejaba el san to Cura de A rs , como u n nifio a s u madre: « Da m e u n pedazo d e )Jan; alárga me la man o,· a b rásam e » . ( Coll . Le8 Sain ts. pág. 1 79). A q u el con fía en la clari v i d e n cia d i vi n a que nada ign ora . No e x po n e n i n g u n a d e sus n eces i dades. De s u s l a b i os n o sale más q u e esta fra s e : « ¡ Seii or, ten ed piedad de m i . . . ! JJlisserere mei, Domine.


Luz de

70

¡ Q.ué buena p eti ci ón

. . .

Dios

!

El de más al l á , tiene fe ciega en el a m o r q u e D i o s n o s m an i fi esta , y só l o i n te n ta , a l p ed i r, d espe rta r ese

a m or .

A sí lo h i zo la V i rgen I n m a culad a cuando d i j o a Jesús en las bodas de C a n a a : « No tienen vino » . « Vinmn

non liabent » .

¡ M a g nífica m a n e ra de ro g a r

•. .

!

En fi n , a b ra su p e cho cada u n o , y d e j e corrrer los s enti m i entos co m o fluyan de s u a l m a ; p u es D i o s , que e s com p rensi v o , gu s t a más de lo e s p o n t á n e o y si n ce r o q u e ele l o e s tu d i a do y pm1tizo. No s i g o e s tu d i an d o la oraci ó n d e p e ti ci ó n p o rq ue en otro lugar de este m i s m o li bro l a trnto l a rga mente. Sea nues tro p e cho co m o v i v i e n t e i n censari o , do nde q ue m e m o s , si n cesar, el i n c i enso d e ora ci ó n fe rvo rosísim a , para l o grar d e D i o s , a l mis m o ti e m po que l e rend i m os el h o m e n aj e d e n u es tr as adora ci o n es y a cció n d e g ra ci as p o r el i n c o n t a h l e n ú m ero d e b e n e fi ci os q u e nos h a oto rgad o , p e rdón d e n u e s tr a s cul p a s y g ra cia e fi caz en n ue s t r o s trabajos m aterial e s o e s p i ri tual e s . ¡ Qu e l as al aba n z a s d i vi nas r e s u e n e n si emp re e n nuestros labi os . . . !

Así sea.


CAPITULO V C U A L I D A DES D E L A O R A C ION D E S U P L I C A « Petitis et n o n accipitis eo quod male petatis» (Jaco b ., 4. 13.), « Pedís y no recibís.,, porque pedís mal. »

S UMA RIO:

l.

l' a n as obje cion e s . II.- No n e guemos ni la po­ $ ibilida d , ni la conven iencia, ni la necesidad. III. -Pureza de alma. I V.-A coge la oración hum ilde. V. - Confia n za sin. lí m i t e s . VI.-Re · cogim ie n to y a tención. VI l .- Perseve1·emos. VIII. - A. bierta generos idad .

l. La orac1on ha sido, desd e a ntiguo, combatida . Los ateos , m a terialista s , y fatal i s ta s , son encarn izados e n emigos d e la m i s m a . Su e n e mistad e s ta n fu riosa­ m ente apasion a d a , que s e vuelve c on tra ellos y nos ahorra el trabajo de refutarl o s . O tros s a l e n a l a pal estra arguyend o con sofis mas especiosos que alucinan a muchos, per j udicándoles. Se i m pone d esen m ascarar s u erro r, aunque sea rápida­ m ente , pues la obligación d e orar no e s s ecund aria para l a s al mas ; es cu estión de vida o m uerte. Dice n : l a o ración se endereza a m anifestar a Dios una necesidad que El y a con o ce de antemano. Luego

es i n ú til .


72

Luz de Dios

No seré yo quien niegue el conoci m i e nto claro, p reciso, u n iversa l , q ue el S efior tien e rl e las necesida­ d e s d e l os h o m bres. S u sabi duría a b a rca ta n to como s u o m n i pote n ci a . Pero l a oraci ó n es algo más q u e un si mple d es pli egue de nt0cesidadfs en l a presencia di vi­ na. Es , implíci tamente, un r econoci m ie n to de nuestra i m potencia a bsol uta, tanto en el o rd en natural co m o e n el sob renatu ral. S i el Sefioi· n o nos da su santa y gen erosa m a n o , e s t a m os perdidos. Este recon oci m i ento engra ndece a Dios y humilla a l ho m b r e . Es j usto con­ fesarlo. Eso es la oració n ; un t ri buto de justicia ren­ dido al Cread o r , duefio y Señor d e cuanto existe . « Cuan­

do oramos, dice San Ag usthl, somo.'! mendigos de D ios » . « Quando ora m us, mend·ici Dei .s-1m111.s-. » Es preciso ren­ d i rse ante la l\lajestad del S e fi o r. El, sin nosotros, lo pued e todo. Nosotros, si n:El , no so mos nad a .

Dicen: las d i sp osi c i o n e s divinas, l o m i s m o q u e sus juicios, son inmutables. Tal inm utabilidad nace de la esencia con s ti túti va de Dios." Dios es un S ér absol uto. E n El no hay nada relati vo. Luego la oración, que se encamina a hacer cambiar los d esignios etern os e inmutables d e Dios, es i núti l; exige al go i rrealizable; hi e re la modalidad su bstancial d e Dios . B ueno es reconocer las perfecciones mara villosas C read or. El h o m bre se abisma en ella s; se pierde el pi élago i n finito de sus bellezas. Pero d ed uci r de su inmutabili dad que nuestras súpli cas se evaporan e n el vacío , es co m o c u l pa r . a l sol de la luz que i rradia p o r q u e da así ocasión a que n u estras pupilas, para ver, r ecoj an algo d e lo que él ti ene en plenitud. del en

L a oraci ón no ca mbia las d i s p osiciones eternas de Dios; lo que hace es conseg u i r a q u e l l o que, desde toda la e ternidad , El quería conceder a tales oraciones . San­ to Tomás de A q uino habla de este modo: "Nuestras súplicas no se ordenan a ca mbiar las disposiciones di­ vinas, sino a obten e r con nues tras preces lo que Dios


Cualidades de la Oración de S úplica

73

ha v i n cu lado a e l l a s . « Oratio nost r a non o rdinatur ad innmta tio11es divinm disp o t ition is, sed ut ob ti11 ea t 1 1 r nos­ tris preci bus quod Deus disposuit » . (Su mm . Thr�. , (/wr.st LXXX, A rt . II ad ,'lfC1tmll1 1 m ) . Dice n : Dios es g e n e rosísi m o . Sien d o m á s con for­ m e a la pe rfección de l a ge n e rosi d a d d a r án tes que le pidan , la o rn cióu rle sú p l ica es, en cierto m9do, u n a ofensa i nferida a la p c r fect í s i m a gen erosi d a d d i v i n a , c u y a i n fi n ita v i r t u d reconocen l o s d el o s d e l o s ciel os. Dios n os col m a d e s us b i e n e s . N i l a c re a c i ón , ui l a Re dención , ui la j u stifica ción , son fru to d e n u estra s pl ega rias. O b edecen a la cari d a d e terna q u e Dios nos ti e n e . ¡ C u ánt a s perfecciones , tota l m e n te gra tuitas , conce­ de el Señor a s u s criatu ras . . . !! No po d e m os e xigi r le , ni en el ord e n de la natu­ raleza ni e n e l d e l a graci a , cosa algu n a de j u st i c i a . Lo q u e te n e m os , a su amor lo d ebemos .

Y es tau g r a n d e s u c a r i d a d , q u e m a n d a l a ora­ ci ó n , vi n culan d o a ella i nn u m era bl es gracias, pura q u e , al o r a r , n os ejercitemos en lus v i rtu d es de fe , espe­ ranza , c a rid ad , pacie n cia , h u m i l d ad . . . y d e e s ta mane­ ra n os san tifi q u e mos rá p i d am e n te . Por l o c '!l a l , l e j os d e s e r n u e stras súpl icas inj uria p a ra e l S e ñ o r , son , más bien, ejecución d e u n d e b er d e gratitud a q u i en tan ­ t o n o s a m a , que en tod o pone ocasión p a r a ace rcarnos a El. Sa n Juan Crisósto m o exhortaba a su a u d i torio a consid erar cmí n gra n d i c h a es y cu á n prov echosa l a oraci ón e n la q u e pedi m os a D i os , o a J e s u c r i s t o , cu anto q u e ra m o s . « Considera qua n ta est tibt'. c o n cess a felicitas, q 11a1 1 ta gloria a trib u l a , orationí bus fa b ul a ri cum Deo, cum Ohristo mi'.sce r e colloquia, quod vel is, quod desi deras, postulare » . ( Ghrisos,, Hom . XXX in Gen . ) .


74

Luz de Dios

Por eso toda obj ec i ó n pre se n t ad a e n con tra de la o ración de s ú pl ic a , es un a tentad o a la f e l ic idad p er­ s o n a l ; p u e s esta d e p e n d e d el c u m plim i e n t o de n u es­ t ros d e b eres , para lo cual necesitamos las graci as, fa­ v o r es , e n e i·gía s y a u xi l i os habituales o a c tua le s , que e l Seiior, en s u i n a gotab l e bon dad, concede a n uest ra s p le g a ri as . *

*

*

II. No n eg u e m os n i la p o s i b i l ida d n i la con ve· n ie n c i a , ni la n e ce sid a d de esta clase de oraciones .

La razón, la p r á ct i c a de los s a n to s , la l iturg i a de l a Ig l es i a , e l sa n to E v angelio, apoyan y defiende n , a cada paso, la oración de s ú pl i c a. El A n ge l de las Escu elas C a t ó li c as razona con cla­ ridad m e r i d ian a so b re este a s u n to . S u argumentación es rob usta . Ensefla que la P ro vi d e n c i a dis p o n e , no sólo _l os sucesos que h a n d e venir, sino tam b i én las c a u sas d � l o s m i s m o s y aún e l orden d e d i c h a s c a us a s . Entre el las se e n c u e ntran l os actos h umanos.

Es t os i nfluy e n en los acontecimientos d e la v i d a , y es t án pr e vi s t os y ordenados por Di os desde t o d a la e ternidad como t:lem entos de su g o bi e r n o . Son causa d etermi nante d e m u chos sucesos. Si esto e s así, como lo es, en u n plano n atural y s ocia l . . . ¿por q u é no ha de serlo i g u a l m e n t e en el d e l o s es p íritus . . . 'r La oraci ó n de súplica es un acto hu m a n o , y como tal v i ve en e l m u n do d e las real idades pr evis ta s y orde­

nadas por Dios . Por lo t a nto, el Sefíor t ie n e d eter m i­ n a do co n c ed e rn o s t al e s gra c ia s si se las pedimos. ¿Lo


Cualidades de la Oración de Súplica

75

hacem os . . . ?; las c ou se g u i mos . ¿, No l o h ace mos . . . ?; u o s

q uedam os si n e l l a s .

lico.

Esta e s , e n resú m e u , J a a 1· g u m e n tación d e l A u gé­ ( Vide Sunwn The . Q1wMt . , LX XX. art. ll. )

De los m il l o n e s de santos cau o ni za d os p o r la I g l e ­ sia y d e la tu rb a i n co n ta b l e q u e a s i s te al b :rn q u e t e d e

l a Gloria, no hay ni u n o solo q u e n o h a y a p ractica d o la oración de ruegos. Para el los fué, tal o ra ci ó n , co m o el pan d e cada día . M u ch os l a e n s e ñ aro n con m a e s t rí a i ns u perabl e , A p ó s to le s , a fo n d o , d ij e ro n de la m i s m a ve rdaderas maravillas. No es p osi bl e a cu m ular testi m o ­ n i o s concretos e n u n estu d i o b r e v e c o m � el q u e veni­ m o s h a ci e n d o . Baste decir q u e d e DioS" lo e ¡¡ pe ra b a n todo , y que s al:ía u , d e s u s lab i o s , co m o c a s c a d a d e n o ta s a nn ó n i c n s e m pu j a da s por u n a co11 fi a n za i l i m i ta­ d a e n la mediaci ó n d e Jesucri s to . En e s to n o b i ciero 11 m ás q u e s e gu i r la prác tica d e la I gl esi a . ¿(� u é o t ra cosa es el culto d e n ue stros t e m ­ p l o s , c o n la maj e st a d l i tú r gica , si n o m ezcla c o m pacta rle alaban zas , ad o ra ci o n es , r e pa ra c i o n e s y r u egos al Se­ ño r podero sísi m o e i n fi ni t a m e nte m i sericord ioso . . . ?

Dia ria m e n t e , e n miles y m i l e s d e a l tar e s distri b u i ­ d o s p or todo el m u ud o , c e l é b rase la Sa n ta M i sa ; ora­ ci ó n oficia l , tie r na , llena d e reali dad e s , d o nde se i n vo c a a Jesu cristo y El se <l i g u a baj a r a la H o s t i a consa­ g rad a para vivi r ce rca d e los h o m bres y a t e n d e r, desde e sa pri si ón d e a m o r e s , a n uestras súplicas La Iglesia vive día y n oche cerca del Tabernáculo c l a m a n d o , como del Salvador lo a f irma e l A p ósto l , con g e midos i nenarrabl e s , po r la santifica ció u y sa lv ac i ó n d e l as ai mas.

E n el A n t i g uo '!'esta m e n to h o r m i g u e a , en c a d a una de sus p ági u as , la o r a ci ó n d e p e t i ci ó u , brotando de los l a b i o s de los P r o f e tas y d el P ueb lo del Se ñor, e n m a sa , himnos de g r atit ud , profu n d a me nte s en ti d os , para q u e


76

Luz de

Dios

sus cla m ores fueran oidos, por el S t' íior, y re m ed i a dos con p rofusión <l e m i lagros. Y, e n fi n, cerre m o s la boca a l os d etra ctores de este g é n e ro d e oraci ó n , con las palabras d e l V erbo d e D i o s h e c h o h om b re , Jesucri sto, e l cual no puede s e r , e n lo q u e e n s c fi a , n i m á s ca tegóri co u i m á s preci s o . « Pedid, dice, JI recil>iréis » . ( llfa th . 7. 7.) . ahom no hab1�is pedido 1utda » . (Joan., 16. 24.).

• Hasta

A l aba, púb l i ca m e n te , l a fe d e los q u e piden . Re­ c o rd emos, si 1 1 0 , a l os d i e z l e pros os que grita ba n : » ¡ Sm1 or, tened piedad de noso tros! » (Lur. 1 7. 13.). A l centurión , q ue d ecía : (< Seiior, no .r;:o!f digno de que entréis en mi c a 5 a , mas decid u n a pala b rn y mi m1ferm o será san o » . ( llfat/i . , 8. 8.). A l a ca nau e a , q ue excla n rn b a : « SC1ior, com­ pwlcceos de mi p o �·q 1 1 e mi hija es atormentada de los demo­ nios. » (Jl!n fh. , J :j .:12.). Para t o d o s h u b o m isericordia e n recom pensa d e s u s oraci ones l l e n as d e f e y confianza . .

Pero , princi pal m e n te , tenemos en el E vangelio aq ue -

1 1 11 lección m agistral d e Jesús a s u s apóstoles: « Cuando ora reis, les rnseli ó, habei.<1 de decir: Padre nuestro que est ás <'11 los cielos

. .

" (Math.,

fl.

9.).

El « Pa d re nuestro » no es más que una oración de súplica desde l a p ri m e ra pala b ra h a sta la úl ti m a . Pedi­ mos l a glori fi cación d el n o m b re de Dios; que nos venga s u sa n to r ei n o ; q u e , tan to e n el c i elo como en la ti erra , se c u m pla su v o l u n tad ad orabi l í si m a ; que nos dé e l pan d e ca d a d ía ; q u e n o s p erdon e l o s pecados; q u e no nos d e j e ca e r e n la t e n taci ó n ; y q u e nos l i bre d e todo mal. E s , el « Pa dre nue., tro » . u n clam o r d e l alm a en el que v i b ra n las c u erdas mas s e n si bles d e n u estros sen­ t i m ientos pulsndas por c u a n tas necesi d n d e s de cu erpo y espíri tu pued en acuciamos .

O i aci ó n d e súplica co mpuesta por e l m i s m o Jf'su­ cristo, y esto basta para reconocer su pe rfecci ón abso1 u ta y q u e es posi b l e , con v e n i e n te y n ecesari a .


Cualidades de la Oración de Súplica

71

La s flores p i d e n a l sol , con l e n g u a j e m u d o , p e ro a pre m i a n te , que i rrad i e s o b r e e l l as su l u z y Galor. N e ­ cesita n , . para vi vi r , d e s u b e n é fi ca i n fl u e n c i a . L a l u z matiza s u colorido; e l c a l o r s u perfu m e . S i n s o l , l a flo r a p enas si es flo r . S u e n c a n to d esnpare c e .

Del m i s m o modo; las c ri a t uras h u m a n as s o m o s a la manera de las flores. Hemos d e a b r i r nos y perfec­ cionarnos en e l t i e m p o para fructi fi c a r en l a etern i da d. Pero . . . s i u l a l u z y e l calor d e l a g r a c i a ¿qué s o m o s en e l orden sobrenatu ral . . ? El s o l d e l a d i v i ni d a d , i rrad i a n d o sobre las a l ma s por l a com u n i ca c i ó n d e l a g racia s n n ti fica n t e , h a ce ge r m i n a r e n e l l a s todas h 1 s v i r tu d e s . E s t a s son c o m o e l color, m u tizacl o , d e l a sa n t i ­ d a d , y el perf u m e , d e Cri s t o , q n e es p a r c e n e 1 1 to rn o s uy o l a s a l m as verda d e ra m e n te p e rfecta s . .

Cual l a flo r s e a b re a l s o l de la n u t u rnleza e n l a al borada d e l d í a ; a s í n u estras a l m as h a n d e a b r i r s e a l sol d e l a g ra c i a p o r l a oración d e ruegos, d esd e q u e e m pieza a aclara r e n ellas l a l u z d e l a razón .

Que n o pueda echárs e 1 1 os en cara a q u e l r e p roch e del ev& n gel i o : « Hasta ah o ra no ltabNs pedido nada,, . (JJiath. , J .'i . 2 1 . ) . H a y que ped i r m u cho. El pod e r d i vino es i n a go­ t a b l e . S u vol u 1 1 tad , i n fi u i ta m e u te m i s e r icord i os a . Q u i e r e dar; y dar a manos l l e na s . E s to es p ropio d e s u S é r esen cial m e n te amante. Pero d esea q u e l e pi d a m os po­ ni é n d onos en con tacto próx i m o y perma n e n te con E l , p o r la o ración . « Sine interm isioue orate» . (1 ThP1» , fi . 1 7) . Eso s í ; seamos p r u d e n tes . Pidamos bie n . Jesucristo r e p ren d e a los A póstoles p o r q u e no sa b e n p e d i r . Si s u s peti c i o nes n o s u r ten efecto , es porq u e pid e n m a l :

« Peti tis e t 4 . 1 3 .} .

(Jacob.,

non

accip i t is

eo

q u o d m ale

¿No será ésta la causa d e q u e veces nuestras peticiones?

peta t is » .

se fru stren ta ntas


78

Luz de Dios

III. Toda p e t i ci ó n h echa a l Dios d e la p u re z a , debe n a c e r ele u n a al m a p u ra, por la i n oc e n c i a , o p uri­ ficada por la penite ncia.

El Seíior aborrec e , d e m uerte , l a c u l p a . P e c ado y gra ci a no pueden m arc h ar d el brazo. Co m o la luz y las t i n i e b l a s , e l cal or y el f rí o , e l a m o r y el odio, se repelen; así , D i os y e l pecado j amás conviven e n el corazón del hom bre. O la g r a c i a o la cul pa; pero n o las d os al m i sm o t i e m po . A hora b i e n ; la oració n de sú p lica es una con v e r ­ c o n fianza q u e el alma t i e n e con D i o s . Si e l a l m a vive h a bitual m e n te e n pec a d o , d i cho hábito la i n d i s po n e para h abl a r a m i s tosam ente con el Sefior. P u es aunque es c e r t í s i m o q u e E l n o a borre c e al p ec a ­ dor s i n o al p eca d o ; si n e m bargo, c ua n d o el al ma e s peca d ora porque c o n frecuencia peca m or t a l m en te , o p orqu e n o se e m peila en sacud i r de sí l os p e c ado s v e ­ n i a l es más o menos deli berados que l a mancha n ; si e n estas co n d i c i o n e s pi d e al Señor a l g u n a gracia; e s a ora­ ción ap ar e ce a los ojos d i v i n o s en for m a i n d ebida; va puesta, la p e ti ci ó n , e n b and ej a sucia, repugnante a la l i m pi eza d e Dios , que es la más p ura y d el i cad a que puede existi r , p o r s e r substa n cial.

sación de

S u c ed e , entre n osotros, q u e al p resentarnos a l g u i e n e n p l a to i n m u n d o , é s t a nos repugn a por la condición del p lato , y la r € c hazamos a p e sar d e la fi n u ra y e xq u i s i tez de l os m a n j a re s .

la c o m i d a m ás exq u i sita

Lo m i s m o hace el Sef10r, aparta de sí toda p eti ­ c i ó n que vien e ofrecida en pl a to , es decir, en corazón suci o d e p eca d o . :Nos con sta que es así, pues dijo a s u pu e b l o p r evari cador: « No me ofrezcáis más sa crifi­ c ios,· v u estro in cienso es parn mi mut a bominación; en vano estenderéis vuestros brazos y multiplicaréis vuP.stras oracio n es; yo no las esc u c haré » (Isai . » 1 .13. )

Y, al revés, la p ureza es v í n cu l o ele amistad di v i n a . D i os no se en trega más que a l as al m as puras.


Cualidades de la Oraci6n de Súplica

79

La h u m a n i dad de C risto gozó el mayor grado de amistad que puede tenerse con Dios . Pero f u é porque la unión hipostática le co m u n i c ó pu reza di vina . La Virgen Santísi m a es lu vo tan e.B t rechameu te v i nculad a a la a dor a b l e T ri n idad , porc1uc la p rer rogn ­ tiva , única , de ser Mad re de Dios la h i z o i m j)ecable. �an Juan B a u ti s t a fué el glorioso prec u r so r d e q u i e n venía a redi mi r a todos. Pe rn , en e l p r i m e r e n c u e n t ro qu e tuvo con C risto, a ú n ántes d e n a c e r , c u and o l a Mad r e d e Jesús visi tó a su p ri m a , ya e l Scfio r lo co n fi rm ó en gracia. D e e n tre los Apóstoles, n i n gu n o gozó co n el Maestro Sobera n o a m i s ta d m ás í n t i m a q u e J ua n , el qup re c l i n ó su c a b e z a e n el pech o a dolorido d e J esú s en l a n och e de l a C en a . Pero a cl v i r ta mo'! q u e Juan era v ir g e n y vi rg e n perma n eció s u larga vida de no­ venta y siete a fi os.

Y , fi na l m ent e , cuando Dios, en s u deseo d e u nión con el h o m b re , l l a m a a las a l m a s a g ra d os excepcio­ nales de espiritual p er fecc ió n , pri m e ro , las pmi fica d e todo p e c a do y afecto d e c u l p a y , l u ego, l a s abrasa en el fuego de su s a n to a m or. La pureza es condición sin l a cual Dios n o se en tre­ ga a l os homb res . De aquí q u e la ora ció n , que nace de u n cor azó n puro por l a carencia d e cul pa gra v e ; puro p orq ue d ecla · ra g u e rra sin cu a rtel a los p eca d os venial es; y puro p orq u e l o blanqu ea la luz s u a v e y h e r m os a de la divina g raci a ; e s , digo, oración agradabil ísi m a a D i f, s n uestro Sefior. Y n o cabe l a m enor d u d a que u n a pe ti­ ción q u e a g ra d a e s , si e m p re, fa vorab l e m ente acogida. La pu r e z a es f u e rte; can ta v i ctoria e n l a o ra ción de súpl i cu ; Nuestro Señor se r i n d e a el l a de b uen g ra d o .


80

Luz de Dios

IV. Ta m bié n , y pnr las l a oración de los h u m i l d es .

m i s mas

ra zones, acoge

Leyen d o l o s l i b ros d e ascética y mística , nos topa­ m os , frecuentem en t e, con esta o parecida afirmació n ; qu e para s e r las a l m a s g ratas a Dios, h a n d e recorrer los mismos ca minos que El a r. d u v o para llegar a no­ sotro s . ¿Cuáles fu eron éstos . . ? .

A n te todo de profundas h u m illacion e s .

El h e c h o de la Encarnación d el m isterio de a n o n a ri ación que j a m ás pero q u e m arca el g rado máxi mo; la que puede alca n z a r l a hu manidad, exclu s i v a de Dios nu es tro S e ñ o r .

Verbo di vino es com prenderemos; úl ti ma perfección que es p ropia y

E l seno d e María, Bel é n , Na zaret, el C enáculo, e l C a l v a r i o , tea tros fueron de la h u mildad asombrosa d e J e sucri s to . Es la virtud q u e irradia , al ex terior de su persona, como reflej o d e su alma h u mildísi lll a , y la que sostuvo estupefacta la a d miración d e los Escri ba s y F a riseos, h i pócritas y en vidiosos. Pero J esús h u m illado, abatid o , tri tura d o por el dolor

y l a i ngra ti t u d de los h o m bres , ora , en el Cal vario, por nosotro s : « Padre, dice, perdónalos porque no saben lo que

hacen » . (Luc. ,

23.

34,).

Y esa oraci ó n , que sil l e de la s i m a honda y pro­ f u n da d e las h u m i l l a ci o n es d e Cristo, es escuch a d a por el Pad re , y los hom b res son perdo n a d os, reco bra ndo la g racia perd ida por la culpa primera . Di cen los S a n tos que l a humildad e s e l á n fora con la q u e Dios mide las gracias que otorga a las almas. S i el á n fo ra es gran d e , el espíritu s e repleta de Dios . Si es chica, ¡qué pocas g racias recibe . ! Y si se quiebra con el c a n to de ] a soberbia, la gra cia se evapora a ntes de e ntrar en ella. . .


éualidades de la Óración de Súplica

81

El A n fo ra d e l Cora zón d e María fué d e ca p ac id ad i n m e n sa, la más g ra n de , s i e x c e p t u a mo s la d e la H u ma­ n i d ad d e C ri s to , po r qu e d es p ués d e l a h u m ildad i nfi­ n i ta de Jesús ninguna p u e d e co m pararse con l a q u e acompaíió a la Madre d e Dio s q u e se l l amaba «sierva»

y

«esc/.ava» .

Pero yo os pido que escuchéis la voz d e los santos Pa d res , d e la trad ición d e la I gl e s ia , de los R o m a nos Pontífi des, y esa voz , que n o engaña porque l a in s pi ra el Espíritu Sa n to, afi rma q u e la Vi rgen es la Omni­ pot e n c ia Suplica n te « Onm ipo ten tia Suplex » , Dios no s e o pon e a s u s oraci o n e H . ¡ Bendita h u m ild a d que o b r a tales pr od igi os . . . ! I l u m i l d fsi m a e s la M a d re de D i o s ; pero , por su h u m i ldad , la hizo el Seíior g rn n <l e sobre tod a ponde­ ració n , pues d omina en el m i s m o ci e l o . ¡ Qué l e c c i ón tan a d m i rabl e me n te b i e n d ad a contra la sobe r b i a de l o s hom b r e s ! Los s.ohe r b i os s on r e pe l i d os de Dios; en c a m bi o , los h u m i l d e s , atraí d o s por El y e sc u c ha dos beni g namente. *

*

*

V . Digamos m á s . H e m o s de acu d i r a Di os en n u estras n ecesidad e s , con i l i m it ad a c onfi an za . ¿ Po r qué . . . ? Es obj e to d e nuestras sú plicas cuanto n e ce s i tam os e n el o rd e n mate rial o es p i ritual. T i e n e el Se íi o r u n a y o t r a c o s a en tal ab u n d a n cia que tod o lo qu e existe e s suyo; d u eño es, tam bié n , d e l a vida y d e la muerte; y la g racia s an t i fi ca n te , mana n tia l , e n el h o m b re , de lo sobre na t u ra l , a E i perte n ece e n ab s olu t o , p u es no es o tr a cosa, tal g racia, que una partic i pación del m i s m o Dios en l a cria t u ra h u m an a .


82

Luz de Dios

Jesucristo d ij o : « Venid a mí c u an tos sen tís el peso de la vida, que yo os alivianl » (Math., 1 1 . 28.). ¡ Quié n n o siente el p eso d e la vida todos . !

. . .

1 ¡ Es mal el e

. .

Itesulta, socorrernos.

e n tonces,

q u e el

Sefior quiere y pu ed e

P u ed e . ¿Quién se atreverá a pon e rl o en d u da ? La omni­ p oten c i a l e pertenece; es atributo excl u si v a m en te suyo; s ólo n o p u ed e aquello que es irracional; disparatado ; q ue repugna intrín secam ente. . . .

Quiere: A fi rm a m o s q u e q u i e n qu iere l o m ás q u i ere l o m en o s . Dios q u i s o lo m á s , p u es dió s u Hijo divino a la muerte por nues tro rescate. « Asi amó Dios al mu ndo , d i ce San Juan, que le entregó a su Hijo » . {Joan. , 3. 1 6.) . « n o le

perdonó » (Rom. , 8. /12.} « r¡u iso que muriese por salvar­ nos» {Tit. 8 . 6.) . « Prop ter n ostrarn salutem de,scenrlit de coelis» , (Símbolo ) .

Quien d e este m o d o n o s a m a y ll eva consigo ta nto poder . . . ¿no h a de inspirarnos con fianza . ? A n te un c u adro como este, re pleto de misericordia . . . ¿perm an eceremos, aún, retraídos ? .

.

. . .

Lo único q ue pud iera avergonza rnos, en la presen­

cia d ivina, s e ría el recuerdo d e nuestros pecados. Real­

m ente, con ellos h e m o s o fe n d i d o a la Maj estad de Dios y debieramos l lorar con lágri m as d e san gre n u estras culpa¡:: pasadas o presen tes .

Pero . . . ¡ se muestra Jesucristo en el Santo E van gel io tan com pasivo con los p ecad ores . 1 Abso l v i ó s i n difi­ cultad a la m uj er adúlt1�ra. T a m hién, a l a l\la g d alena. Dió el Paraíso a Di m a s cuando éste se l o pidió, arre­ pe n tido de sus crím e n es, en e l Calvari o . Y traz ó ll los . .


Cualidades de la Óraci6n de Súplica A póstol es, como nor m a de conducta , si e te v e c e s , s i n o se te n ta v e c e s siete » .

83

«perdona r , n o

Por o t r a pa rte, n o e s propio d e Dios, in fi n i ta me nte p er f e c to , d ej ar a las e v e n t ualidad e s de n ecio acaso las o bras de sus ma n os .

C uida de ellas tan a m orosa m e n te h oy como el día e n que v i e ron la l u z p rime ra . Da d e comer a l a s a ves , que n i s iem b ra n n i guar­ dan en g ra n eros , ¿y no alim entará a la criatura hu­ mana . . . ? Rech a c e m os , como inj uriosa p a r a el Seiior, la i d e a de que El uo se cuida d e nosotros . E s n u estro Creador, Rede ntor y Santi ficad or; nos nos d e fi end e y p rotege ; es n uestra Providenci a . ama como Padre ;

Esto basta para que n uestras súplicas salgan del c o r a z ó n al i m pu l so d e u n a confianza ilimitada .

*

*

*

VI. Pero c ui d e mos , al orar, de e star recogidos y a te ntos . La atención es parte de lo que pod ría m os llamar urbanidad sobrenat u ral . Te ruego, que rid o lector, que me acom pafies. Va· mos, i m aginari a m e n t e , d e v i s i ta d on d e la p r im e ra auto­ ridad de la R e p ú b lica . E l palacio oste n t a gran l ujo. M u e b l e s , cuad ros , a l fombra s , tapices . . . todo es elega n­ tísimo. Estamos en el salón d e r e c epc i on e s . Se abre una pu erta ; e n tra el Pre s id e n te , cam biamos los pri m e ros salu· d os; y se entabla l a con v e rsación . El objeto d e la visita ea soli c i tar de su p od er un a gra ci a d eter m inada .


Luz de b:os Per o a cacla m o m e n to yo , q u e, m i e n tras el Presi­ rlentc habla, m i ro y e stu d i o l os objetos de l u j o a l l í e x i s t e n tes, t e l l a m o a tí Ja a t e n c i ó n d i ciéndote: est e c u a d ro es d e tal autor; a q u e l d e tal otro; el m u ebl e el e l a d e recha d e tal esti l o ; la l á m pa ra c en t r a l d e t al s i g l o ; la al fo m b r a d e tal fábri ca . . . ; y cada c l áusula d e l a con ve rsación g e u e r&.l e s i n t e rr u m pi d a por al guna indi­ cación de e s la natural eza . Social mente mi c o n d u c t a , en este caso , es una fal ta g ra v e de u rbanid a d ; u n d es a c a t o a la primera a u t o r i d ad d e uG pueblo. Con e s t a d esate n c i ó n m e indis­ pongo para c ons e g uir la gracia q u e solicito. La g ra vedad de J a fal ta se mide por l a d ignidad d e la persona of e n d i d a. A hora b i e n : la oración es co m o u n a v i si ta q u e h acemo s al S e ñ o r En ella l e adora mos, alabamos, d esa­ g ra b i a m os y p t- d i mos graci a s . La oración vocal o men­ .

tal es u n a c o n v ersac ió n con el 'fod opod eros o .

La dign i d a d d e Dios es s u pe r excel sa El l en g uaj e h u m a n o n o tiene términos para e x p r e s a rl a Todos l os verbos que i n d i q u e n m a j estad , pod e r sab i d u ría , gran­ d eza, sa n t i d ad . . . d e ben c o n j u ga rse d ehm te d e l A l tísi m o aplicand oselos e n g ra d o i n fi nito. .

.

,

A nte

la

dignidad

d ivina,

toda ot ra

d ignidad es

pálida sombra. «Los c iel o � de los cielos, d ic e el salmis ta Rey, cantan la ¡;loria del Se1i o r; y el firmamento anuncia el poder de su brazo . » (Ps , 18.2. ) . Los serafines, e n la gloria, c u b re n sus rostros en sefíal de resprto; y los demo­ nios e n el infierno se extremecen de espanto. (Philíp., 2.10.) A n te u n a d ig n i d a d d e este o r d e n , la i m aginación , .

m e moria, en t e n d i m i e n t o y v ol u n t a d d e bieran estar como a b so r t o s ; sin d istraerse; sin d i va gar a u n a y otra pa r te ; si po s i b l e fuera, con la nctitu d extá tica d e los á n geles en el ciel o .

Lo s san tos a l orar, p en et rad o s de fe arrebatadora. estaban fi j os, como estatuas. Los o j os los tenían b aj os

.


Cualidades de la Oración de Súplica

85

lo s m o nos m od e s ta m ente cruzndas o n te el p e c h o , los pi e s q u i e t o s y j u n to s , el c u e rpo u n tu l'll l . S u c o m p os ­ t u ra i nd i ca b a h u m i ldad , reconoci m i e n t o , gratitud, d olor de los p e c a d o s . . .

Lo co ntro r i o , es ofender la Mojeslad d e Dios, q ui e n ora m os . O fensa ci µe n o s ci e r ra 1 11 s puerta s a co m u n i ca c i ó n d e las g rn c i a s celestiales.

a la

Es t r i ste q u e los grandes pe rson ajes d e la t i e r ra nos i n f u n d a n ta n to respeto; y q u e el Sefio1· d e los Se­

i10res, en

cu.11 a

p resen cia nos movemos y somos,

San Pa lilo, (A ct.,

1 7.

28.) ¡a penas

rn m o

dice

si n o s i m p resio n e . . . !

¡ P ractica mos la o ra c i ó n y fre c u e n c i n de sac rmne n ­ r u t i n a ri a m en te , si n a c t u a ci ó n , si n espíritu so b r e n a ­ tura l , com o q u i e n ej ecuta u n n obra c u o l qu i e ra ! . . .

tos

Dicha d esatención e s , a

veces , i n d i c i o

l i d a d , i m presi o n is m o , e i n consta n c i a . mendo en e m i go de In o ración . *

que

VII.

ayuda

:¡:

de

vol ubi­

Y esta es tre ­

*

En todas las cosas , la perseverancia. es fuerza a l t ri u n fo d efi n i ti vo . -

« La bor omnia vincit» , d i j e ron los latinos . El trá­ lo v e n c e t od o . El s a nto E v a n g e l i o l o afirma aún mñs clar11 mente : « Se salN el que p ersevei-a hasfo el .�n » .

bajo

(llfath., 1 0. 22.)

Como proba m o s e n otro l u g a r d e e s t a obra , la graci a d e la p erseverancia final va u n i d a a la o ro c i ó n . De a q u í la u r ge n tísi m a n ecesi d ad d e no cla u d i ca r ni u n m oment o e n nuestras oro ci ones. S i estn claud icación fuese estable ¡ c u án ta ruina amontonaría sobre el al ma . . . ! Esto, hablando de la

o raci ón en té r m i n os

generales.


86

Luz de Dios

Tratando de la o ración de súpli ca , hemos de afir­ mar lo m i s m o . El Se :fí o r q u i e re q u e l e pidamos. J e su c r is t o nos exh orta a ello con t é r m i n o s apremiantes: « Cualquier

cosa , dice, que pidiéreis a mi Padre, en consegu iréis » (.Toan . , 16. 28.)

mi nombre, la

Exhortación u n iversal porque no e x cl uy e a n ad a ni a n a d i e ; y , a la vez, i m p re c i s a en cuanto a la dura­ ción d e l a súplica; i m precisión que en los d es i g n i os del Altísimo e s , i n dudab l e m e nte , ra zón para mantener al alma pegada al a l tar, donde ruega, hasta logra r lo que pid e . L a p al abr a del Soberano Maestro e s i n falible. Se nos concederá c u an to pidiéremos a l Padre e n su nom· b r e; su puesta a q u e l l a con dició n substancial n cua nto se pide, a saber, s i c o n v i e n e a la sal vación eterna del al m a . Esto e s c ier to. L o q u e i gn oram o s es s i se n o s d i s ­ pensará l a g ra ci a supli cada hoy o mafía n a ; l a pri m era vez que alcemos los o j o s al cielo o deEpués d e una l a rga s erie de s ú pl i c a s y s a cri fi ci o s . El n úm e ro de veces que h em o s de pedir un m is m o favor está co n ta d o por la Sabid u ría inmutable de Di os. N o s o tro s i gno ra m o s ese n ú m e ro . Pe ro se ría dolo­ roso que, por n o l l en a rl o , q u eda s e 11uestri1 petición sin efecto .

L a incon stancia nos p e rj u di ca e n todo o rden de cosas. S i l a mujer Cananea , del Eva n ge li o , no hu b i e ra perseverado en s u ruego, su hija n o habría sanado. Si las o ra c i on e s y lágri m as d e San ta M ó n i ca n o se pro­ longaran p or más de veinte afí.os, quizá l a Iglesia no podría contar a Sa n Agustín e nt r e s u & hi j os predi l ectos. La c o nfi a n za e n el Sefios, la hu mil dad y paciencia, el vencimiento p r opio, son virtudes q u e ejercita q u i e n persevera en la oración. Vestida con ellas, agrada a Dios


Cualidades

de la Oración de Súplica

e l alma, d obl ega n d o , que l e pi d e .

así ,

87

l a vol un tad d i v i n a h a c i a l o

S e di ce que lo q u e mucho cuesta m u cho vale y es racional apreciar con interés lo que m ás val e . Los d o n es d e Dios son d e val o r i n ca l culab l e . Este val o r puede p a s a r como d esapercib i d o c u a n d o lu s gra­ cias d i vi n as se n o s co n ce d e n grat u i ta m e n t e . Pero cua n d o l lega n a nosotro s , d espués d e h abe r v e r t i d o p o r el las muchas l á g ri mas y o ra cion e s , nos d a mos cuenta d e lo que son, conse r v á n dolas con c u i dado . Esta es la tácti c a d e l S efi o r con l u s al m a s : q uiere que a precien l o que El l es da. D i fi ere l a concesi ó n de lo que l e p i d e n a fin <le q u e , e j e rci t a d as e n sacri fici o , m i ren c o n o j os interesados el d ó n divi n o . N o m i d a m os co n n ú m e ros m at em áti co s la d u ración d e n u est ras s ú pl i ca s . Si n e m b a rgo, a g rn pa n d o n uestras necesi d ades en estas tres catego rías : b i e u e s tem poral e s ; ten taci o n e s ; y pe n i tencia fi n a l ; d ec i m os q u e , e s t o ú l ti m o h a y q u e pedirl o diariamente, pues si n o s sal v a m os l o hemos sal vado t o d o ; y , s i n o s cond enamos , l o h emos perdido todo. E n el ti e m po puede haber enmienda de l a vida; en la ete rnidad , no. Clamemos e n las tenta ci o n es al cielo, h asta que cesen l a s malignas sugerencias; aunqu e , h abiendo en esas l u ch a s tanta o portunidad d e merecer p a ra l a glori a , y d e robust ecer e n el a l m a las v i rtudes, m uy bien p rocedería qui en p i d i e ra , no que d e s apareciesen l a s t e n ta cio nes, si no que n o l e faitasen l os dones , d e l o alto , p a ra tri unfar e n l a s misma s .

Y p o r úl t i mo , en l a petición d e bi e n es te m p ora l es espérese su consecución un tie m po prude n cial , esto es, h asta q u e d i recta o i nd i re cta m e nte por sel1 a l es h u m a n a s o d i v i nas, po r h e c h o s extE:rnos o secretas i n sp i ra ci o n es d e Dios, se vea cl ara la vol u n tad d el A ltísi m o . A d vir­ tiendo, para nuestro consuel o , que l a oración no es


88

Luz de Dios

perdida j am ás, pues si no se consigue lo que ex p resa­ mente se pide, el S efior deja caer, entonces, en el cora­ zón s u plica n t e g racias de g ran prov echo a c tual pa ra el mismo. *

*

*

VIII. Y terminemos record a n d o que la o ra ción es i n stru m e n to d e s a n tificación h u m a n a . Como tal lo emplea el Señor, apro vechan do l os momentos en q u e el a l m a rueg a , para sugerirle d eseos d e mas san tidad e i n spirarle actos concretos de abn egació n . En este sentido l a o ración es como tal l er en el cual el Espíri­ tu Santo i m p ri me en las almás la form a de lo sobre­ natural. S i endo esto a sí , como la experiencia lo acred ita y los santos lo d emuestra n ; y, por otra pa rte, respetan­ do Nuestro Señor la libertad h u m a n a h asta el extremo de n o forza r a nadie para que s ea virtuoso . . . se s i g u e q u e e l alma d ebe i r a la oración d e s ú plica con abier­ ta generosidad de espíritu; quiero d ecir, di spuesta a seg u i r ep todo y por todo las i nspi racion es so brenatu ­ rales con las que el Señor la favorezca en ella. Esta gen erosidad a cuanto el Señor pid a , es segu­ ram ente d e gran valor para obtener del cielo cuanto se qui era. No es posible ganar al A l tísi mo en n obl eza. Por u n tantico que nosotros le con cedamos, El entrega , a manos llenas, cuanto se le pide. Ni un solo s a n to deja ría d e poner su firma al pie d e esta proposició n . Es u n i versal ; se cumple e n todos. Comprendo que esta prontitu d de vol untad exig e a l a s a l mas dolorosos ren u n ciam i e n tos, d u ra s morti fi · cacionefl, permanentes sacrificios . . . pero l o s recl a m a el Sefior a cambio de lo que nosotros le pedimos. Y como El busca, en to d o , nuestra mayor santi fi cación, debe-


Cualidades de l a

Oración de Súplica

89

m o s a c e p t a rlos a ci ega s , p u es , pa ra n ue s t ra d i ch a , n o hay o t ro ca m i n o n i mái;, ¡;; e g u ro n i m ás b r e v e q u e e l qu e el d e d o d iv i n o n o s trü ce.

De a q u í , que, d e sp u é s de h a b e r r o g a d o a l n o s c o nceda lo q u e p ed i m o s , i m i ta n d o a la m á s de to d a s l a s cri a tu ras, la V i rg e n l\la ría , n uestra s i ci ó n d e alma h a d e s e r la que ella t u v o al

Rece anrilla no mú1i, fi:at, m ili i secumdum

ci e l o , s a n ta dispo­ d ecir:

Verlmm f l1 1oni,, He a q u í la esclava drl Ser w1·; há!Jase en m í se­ gún tu pala bra 1J . (L11r . , 1 . .'18. ) . ..

Naci e n d o n u e s t ras s ú p l i ca s d e u n c o ra zó n p uro y h u m i l d e ; inspi rá n d olas u n a co n fi a n za i l i m i t a d a en D i o s ; gua r d a ndo a l o ra r el reco g i m i e n to q u e pi d e la exce­ l e n c i a d i v i n a ; per¡;everando e n l a e ü pl i c a ; y , fi n al m e n ­ t e , siendo gen e rosos a la gracia . . . ; n o s e n o s p o d rá ech a r en ca ra el r e proc h e de J e s u cristo a sus apósto­ l es : « Petitis et non accipitis, e n q uod m alr petati.�· · ; pedís

y

no recibís po1·que pedís mal. (.Jacob., 4.13.).

A s í sea.



CA PITULO Vl.

DE LOS T I E M P O S EN QUE HAY QUE O R A R a Sine ii1 termüsione

o rate »

( l. Th es. 5. 17.)

Ora d incesantemen te

-

..

P r i ncipios básicos. Precep to . ¿ Porq11 é No hace m i la g r o s sin necesidad. l/. - S i e m p -e. Oig a · mos a los m ora listas. ll/. - Visión gráfica . ! Un c arricillo ! I V.- Ora1· en las t en taciones. V. - EI Beato Cla ret. V/. - C11a 11do .fe lw caicio en peca do. l'l/. -En el s11frimie11to. Vll/.- � EI Se 1ior está en ella . • IX..-A l'os ir e mos

S U.U A R IO. / .

...

.

I. Preg u n temos antes a la Teología Moral y l u e ­ g o expliqu é m o n os , como D i o 8 n o d é a e n t en d e r , s o b re es ta i m portantísima materia de l os tiem pos en q ue hay q u e o rar. S ac a r e m o s afuera n u e s t ra i m presión interi o r , causada por la lectura del Evangelio y m ed itación d e l a v i d a d e l os santos.

¿Qué piensan

los

moralistas

sobre

la

oración . . . ?

A l l á van unos cuan tos pri n ci pios b ásicos .

La o ra c i ó n , d icen , es, para los adultos , necesari a , con necesidad d e p recepto; y según e l gobi erno actual de Dios e n el m undo, n ecesaria, ta m b i én , con necesi­ d ad de med io ( Thesaunis Confessarii. Busquet. García B.

num .

":.!54),


92

Luz de Dios

Si n d url a q u e los m o r a l istn s h a b l a n rle l a 1 1 e cesi­ dad de la o ra c i ó n ta n s el' i a m e n te po rq 1 1 e han c ru zado por su m e m o r i a l a s a f ir m a c i o n es cat e g ó r i c a s del D i vi­ u o Maestro, m a n i festadas por San M a r c os , Sa n Lucas y Sa n Juan; son és t as: « Vig ilad !I

orad pam no

m la tentación; la ca rn e es tlel1il; (San llfa rcos 11 .. '18.) « Lc8 l1 a U a b a en pará bolas ?J lt'S decia: Go 1wie11e o ra r siemp re y no de.�/'allerer nimca "' (San L u cas IB.ii . ) " ]fusta aho ra no lt a bf: is pedido 11ada en m i u o m b n,_; pedid ?/ rec i b i ri�is y v u es tr o yozo será colm ado. (Sa n ,lu a n l li. 2.J.)

p o rque d espíritu

cael'

es tá p r o n to , pero

E l pr ec ep t o es ta u cla r o, uni versal y preci s o , que 110 n ecesita p r u eba s . La u rg e n c i a d e l m a n d ato ex p l i c a lo i m p resci nd i bl e que es la o r a c i ó n . Si así no fu e ra , no t e n d r í a razón d e ser esa i u s i s t � n c i a p e r m a n e n t e d e .Jesucristo e n a p n r e c e r s i em p re o ra n d o , a n te sus a p ó s · toles; ni h u b i era r e c a lc a d o , de mil m o d o s , que e s p re­ ciso ora r ; ni h abría t r a z a d o por sí m i s m o esa fórm ula de o raci ó n e n e l Pa d r e X uestro q n e d e b e r e za r el i n d i · v i d u o d e cualquiera raza para co n seguir d e D i o s su r e i n o , e s d eci r, el re i n o de la caridad p a ra m e recer el d e la gloria. Quiso vi ncular, a la oraci óu , ta n t as y tales g r a c i as ,· que fuesen s u fi ci e n t e s a d a rnos la p ers e ­ vera ncia en cu m pl i r los mandam i entos d iv i n o s y l o s deberes adheri dos al e s tado q u e cada u n o ti ene. E sto es m á s g ra v e d e lo que a p ri m e r a v i s ta a p a rece. Colo­ qu e m o s , en l a balanza de n u e s tra s reflex i ones , esta afi r m a c i ó n : « Según l as n o r m a s d e l g o b i e rn o a c t u al de D i o s en el m u n d o , la o r a c i ó n es n e ce s a ri a , con nece­ s i dad de m e d i o , para santificarse y salvarse . >

Las p al a b ra s .: n e ces a r i a , co n n ecesi dad d e med i o )) d en o t a n , que l a oración es e l p u e n t e que nos u ne con el cielo. Roto el puente, no h a y modo de a l ca n z a r la g l o ria ete m a . E l p u en te s e r o m p e cuando el hombre no 01 a , p u e s ca e r á e n p e c ad o . •


De los tiempos en que hay que Órar

93

Si al g u ien m e p r e g u nta, el por qué de estn nece­

sidad, digo, que porq u e usí el Sl' Ii o r lo q ui ere . T i e n e todo d e recho a t razar, n s u s criatu ra s , n ormas d e con­ d n eta , y a esca n ci a r en el cora z ó n hu m an o , las gracias sob renaturales , por los cauces que a E l más l e ag rad a ren . Sin el pan material no s e mantiene la v i d a d el cuerpo. Sin la g racia santi fi ca n te , el al m a huma na n o vive s o b r e n a t u ra l m en te . La o raci ó n , en l o s a d u l tos , es u 11a pr epa ración para la g racia s a ntificante. Descu i d a r a q u el la es p r i v a r s e d e esta . E n to n ces crea m os , fi r m e-. m e nte, que sin la o ración sólo u n mila gro podda sal varnos . Pero Dios no hace m i l a g ros s i n neces i d a d . El cu mple todas las leyes cua n d o n o h ay m o ti vo que aco n ­ sej e l o contrario.

Y El quiere qué también n osotros las cu m plamos . Si algu no, para vi v i r la v i da co rpora l , d e j a culpa­ b l e m e n te , d e co m e r , como Dios manda; que no espere un m i la g ro . Se m o r i rá i n e m i s i bl e m ente. Y s i a l g u no para san ti ficarse y �ulvurse descu i d a la o ración , q u e e s el medio o rdinario, j u n to con los sacra m e ntos , escogido por la D i v i n a Provid encia , p a ra co m u n i ea r a las a l m a s , l os fru tos d e l a Red enci ó n ; q u c tampoco espere u n mi­ lagro . Será i m pos i b l e q u e s e salve. Dios qui ere hacernos santos; pero nos exige el dul­ cís i m o , para n osotros , t ri buto d e la oraci ó n , y d ebe m os orar. Lo con tra r i o s e ría verberar el a i re pidiendo pro­ digios que, ya de a n te m a n o sabe mos n o se nos han de conced e r . ¡ O h Señor, e n q u i e n ra d i ca la p erfección substan­ cial de la mise ri co rd i a 1 Co 1 1 fi eso, en v uestra d i viua presencia , q u e esta doctrina m e a terra . p u es i; é , porque V os mis m o m e lo h abéis e n s e l1 a d o , q u e sólo s e salvan ..

aquellos que Y,

por otra

perseveran hasta el fin. ( San Mateo parte, teólogos

de

1 0.

22) .

autoridad indiscutible,


94

Luz de Dios

como Suárez, afirm a n que la persevera cia final está inseparableme n te unida a la oraci ó n . ¡ Cuántas al mas h a y que no quieren entender esta doctrina . . . ! Piensan en todo menos en Dios, ma n a n tial inexhausto d e felicidad ve rdadera. Las p reocupa la v a ni d a d , el placer; las en loq uece la amb ición d e m und o , d e g randeza ; las enerva el sopor d e u n a comodidad culpable; l as d istrae e l ir y veni r d e una frivolidad i ndolente; trabnjan, j uega n , habla n , ríe n , se d ivierten . N o p i e n sa n , casi nunca, en la dep end en cia absolu ta que tienen de Dios; no se preocupan d e los intereses de ultratu m b a , intereses eternos que han de ventilar en la vida del tiempo; para ese t i p o de al mas, desgra­ ciadamente tan comú n , Dios es u n Ser abstracto, sin relación alguna con ellas, ni temporal ni eterno. N o es así. La vida de esta s almas camina fuera d e su órbita. La catástrofe mural en e l las es segura. A este desquiciamiento d e los es píritus aludía aquel pro­ feta que d i j o : " Deso latio11e drsolata est o mni.s terrrt q u ia nullus est qui recogitet corde » . (.Jerem . , 12. 11). Manto d e fú nebre d esolación cubre la tierra porque eu ella falta la oración , El problema queda en pié. ?Estas almas se salva· rán o se condenarán . . . ?

M isterio insondab l e d e l a Sabidu ría Infinita del Sel1or. Si n embargo, nos consta, positivament e , que la o ración es llave d el cielo, pues se n os h a impuesto pre cepto d e orar para sal varnos. :1:

*

*

H. Pero ¿cuando? ¿en qué momento hay que orar . . . ? Siem pre; sin interru pción . La d i vina Escri tu ra , y en sus página s el Espíritu Santo , verdad su bsta n cial que la informa, no duda; r espo nd e en términos abso-


De los tiempos

en q u e

hay que Orat

95

lutos; térmi uos a bsolutos que los moralistas aclaran especificándolos. Dice así San Pablo, escribi endo a. Jos Tesalonicen­ ses: « Sine intermissionc orate» .(l. Thes . , 5. 1 7). Orad incesantemente. ¿Que ha i ntentado deci r el Apóstol en esta frase tan breve y universal . . . ? ¿Será preciso para cumpli rla, consagra rse a l a oración de lal manera , que uo pense­ mos ni ninemos, en ca da momento de la vida, otra cosa que a Nuestro Seiior, y t:lsto con atención actual, d e suerte que E l y sólo El absorba las actividades integrales de nuestra persona . . . ? ¡ Ojalá así pudiéramos h ac e rlo . . . ! Ese era el deseo vehementísimo de los Santos. Logrado, equi valdría a conseguir, anticipada mente, la felicidad d e la gloria eterna. Mas esto no es posi ble, según la consti tución, o modo de ser, que Dios ha dado a la criatura h u m an a . Nuestras facultades n o pueden hacer d o s cosas , d e u n mismo ordeu, a l a vez. Por eje m plo: d i s c u rrir sobre uno de los atributos d i vi n os y resolver un probl e m a de matemáticas. Esto no e s posible. Las dos operaciones si multáneas se estorban mutuamente. Por otra parte, el trabaj o de manos o de inteligencia, al que estamos t a u estrictamente obligados en pena d e nuestrn culpa pri m era; «in sudore vultu.�. ttti vesceris panem» ( Gen., 3. 1 9); nos llama, y tenemos que con· testarle trabajando en una ú otra forma. Entonces, ¿cuándo hay que orar . . . ? Oigamos

a

los morali stas. No perdamos palabra .

El precepto de la oración, dicen, nos obliga a orar en los mismos tiem pos en que h ay que hacer actos de fe, eRperanza y caridad. Mas claro, al l lega r al uso de la razón; al m o 1 i r; muchas veces en el c u rso de la vida; en momeutos de teutación, que d e otro modo no


96

Luz de Dio$

pued e ser ven c i d a ; c u a n d o se ha ten i d o la desgra c i a d e pecar m o r ta l m e n t e p a r a s a l i r d e ese estad o ; )' , por ú l t i m o , c u a n d o nos a fl i g e a l g u n a cal a m i da d pri vada o pú b l i c a . ( 'J'hessau rus Co11fcs.1·arii, 1 1 1 t m . 2!í4 . 11.).

Y c o m o l os pel i g ros físicos y m ora l e s s o n t a n tos d u a r n t e el día y l a noch e , pues nuest ros en e m i gos no d ue r m e n j a m as, y b uscan c o m o h eri rn os, y a u n m a ­ tarnos, h a ci é n d on o s cae r . en culpa g rave, (J. Petri., :jJ /. 9.); es c o n v e n ien t í s i r n o acos t u m b ra m os a o ra r e n I n m mi a n a y en l a noche, c o m o l o hacen l a s perso n a s t e m erosas d e D ios , p a r a que el a m p aro d i vino nos s i ga a t odas partes.

A. la l u z q u e irra d i a esta si m pl e y escueta en u ­ m eraci ón d e t i e m pos y ci re:unsta n c i a s e n q u e h a y q u e o r a r ; l l ega m t•s al p l e n o co n venc i m i en to , de q u e , fuera d e l o s Sacramentos, en los c ua les Nuestro Señor s e com u n ica t a n l a r g a m e n te a l a s al mas, en nada d e l m u n do encont raremos u n p u n t o d e a p oyo más firme pa ra n o ceder e n el cu m pl i m i e n t o d e n ues tros d e b eres , co m o e n la pra c tica fiel y fer vorosa de la oraci ó n . Des m e n u ce m os un poquito esta s afirmaciones d e lo s m o ra l i s t a s . E s tud i é m os l as e n l a s vidas de l os San­ tos. Las teorías p u es ta s en práctica acred i ta n su efi­ cacia. La p ráctica con éxito perman entemente feli z , i n d ica la v e r d a d d e l a teoría q u e l a s sustenta. En este caso, el p recepto d e la ora c i ó n ; la adaptación d e 1 os Santos al m i s m o ; y el éxito m á s rotundo en l o q u e toca a su p e rsonal s a n tifica ción; s on cos a s que marchan í n ti m a m en t e u n i d a s . Allá "ª • p o r vía ilustrati va, una v i s i ó n grá fi c a , en la r.ua l , l a b o n d a d ele D i os mos tró cuán n ecesa ria es, s i e m pre, la oració n . Se co m un i có así, ·el Señor, al iJ1com­ p á ra b l e após t ol a n d a l u z , Bea t o fray Di ego Jos é de f!ád i z . *

*

*


De los tiempos en que hay que Órar

97

III. Ef1tab a este en el coro d e la Igles i a re zando la s H o ras M e n ores d el Oficio d i vino. S e l e a pa r ec i ó , e n tone.es , J esucri sto caminan d o , pen osamente, con u n a e n o r m e c ruz a cu es tas , Cuando l l egó do n d e el B eato, la fatiga e ra extre m a . Se ca ín a tierra . Pero exten dió e l b razo, y, a poy á n dose en la c a be z a del santo capu­ chino, e v i tó la caída. Sin d nda q u e e sta v1s10n alude a l a acc i ó n , ta n n u tr i d n m e n t e a pos tó l i ca , del m i s i o n ero m á s fam oso q u e t u v o Espal1a e n el S i g l o X V I I I . Pero , a lo q u e íbamos, y c o p i o , a l p i é d e la letra , l a s pal a b r as del m i s mo Fray Diego, tal como ::i parecen en su carta de 2 7 de 1\ bril d e 1 7 80, al q u e ri d ísi m o Pad re de s u a l m a , e l religioso Míni m o F ra n ci s co Javier González . « Volví m e aqu el m i s m o d í a , d i ce , acabado e l coro, a la o ración , y una y o tra es pecie e s taban fijas en m i m emori a . A l a t a rd e p rediqu é con a l gú n fe r v or y opo r · tunidad; en l a s vís p e r as de aquella mis m a ta r d e , q u e ca n té con los religiosos, creo fué e l ocu rri rse o t r a vez la especie del ca rrici llo a g i t a d o d e t o d os los v i en tos; p e ro ahora lo pensaba recto e i n movible, a beneficio de u n al a mb re d e oro con q u e lo t en ía n ::itado d e s d e el cielo , y d o n d e i m a g i n a b a había u n a com o v e n t an a d e la fi g u r a y ta m aíio d e l s o l ; pero d e i n m en sa m ayor c l a ri d a d . Los efectos de tod o han sido u n os d e s e os tan a rd i e n tes d e o ra c i ó n , que algu nos rato s me p a rec e , Pad re de mi al ma , que soy i n s a ci a b le de e l l a (El Di­

rector pelfecto y el Dirig ido 8anto) .

¡U n carricillo . . . ; a g i ta d o de todos los vientos . . . ; sostenido por u n al a m b r e de oro . . . ; ten d i d o desde el c i e l o . . . ; donde h abía u n a como v e n t a n a más l u m in osa que el sol . . . !

!Qué g ráfica es la. v i s i ó n . . ! ¡ Q ué m aravillosame n ­ te expresivo es t o d o e s to . . . ! ¡ Q u é lección t a n cla ra ! . . .


98

Luz de D�os

¡ Quedó Fray Diego h a m b rean d o más , m u cha más ora­ ción ! A n oso tros h u biera sucedido lo m is m o . . . .

Carricillo e s t odo h o mbre q u e pisa es te m u n d o , es de cir, cosa flaca , d e l gada , quebradi z a ; cosa, q u f: , p o r s í m i s m a , a p e n as si p u e d e sosteners e . \' i e n to., h u racanados s o n l a s múltiples i n citacio­ nes al m a l , que, doquiera, encuentra n las a l m a s , p ro ­ ven i entes d e l m u n d o , del d e m onio, o d e la carne. E l combate que ha y q u e refiir con las i n d ó m itas pasiones del p ro pi o corazón e s re cio , tenaz, sin t reg u a .

E l trato con Dios, p o r medio de la oración fre­ cu e n t e , h u m i l d e y con fiad a , es fila mento fi rm ísi m o d e o ro que c u e l g a d e l c i e l o y sost i e n e al carrici llo, q u e e s el h o m u re , para q u e no ca iga , n i des m a y e e n la dura brega por con s e g u i r la g l oria. Y, fi n a l m en t e , l u z d e Dios, m á s, i n m e n sa mente m á s b ri llante que la d e l so l , son las g ra cias a ctu ales con las que Nuestro Sefior ilumina a las al mas ense­ ñá ndolas a pra cti ca r vi rtudes solidisimas . La p u e rta a n cha por donde entra a raudales esta luz, en l os espí­ ritus, es la ora ción . ¡Pobres ca rricillos h u m anos . . ! ¡ Cu á ntos son l o s q u e se q u i ebran . ! ¡ Qué l á stima tan g rande q u e p er­ m a n e zcan a b a n dona d os en el barro de la cul pa porq u e no los l evanta el filamento de o ro de la o ración diari a ! .

. .

¡ Qu i é n pudiera amarrar el m u n do e n te ro con esta c u e r d a de la o ración ! La oración es l a 1 uz m ás s egu­ ra para sortear los i n n u m erables p el i g ros q u e rode a n a l a s a l m a s e n la lucha p o r la virtu d . . . .

Cali fico d e innum erables estos peligros y n o exa­ gero. La experi e n ci a me defiende. Sin e mbargo, p i e m o q u e f á c i l m e nt e p u e d e n agruparse en t res categorías u n i v e rsales. Son éstas: Estad o d e ten ta c i ó n ; de peca­ do; y de ca la midad pri vada o pública. En las tres hay que orar m u ch o .


De los tiempos en que hay IV.

que

Órar

99

T r i u n f a r e mo s d e l a tentación , o rando .

Lo ha dicho el So berano Maestro . « Vigilad y orad, para que no caig á is en la tenta c ión» (S. Marc. ; 1 4 . , 8 8 . )

Las tentaciones s o n p a t r i m o n io común de todo e l human o . Obedecen a las su ges t i o n es de lo q u e , ordi nariamente, l l a m a m o s e n e m i gos d el al m a . Dice gén e ro

Sa n tiago Apó.s tol : « Cadli uno

es

ten tado , a tra ído y h ala­

ga do 11or la propia concup iscen cia » . (.Tac. 1.

D i c e S a n .J u a n : c< En b ulaciones (.To an 16.,8.'1.)

14.)

el mundo tendréis grande ,·

t ri­

Dice S a n Pab l o « No e s nuestra pelea contra la car­ ne !/ la sangre, sino c o n tra . . . los go bernadores de las t inie­ blas del m u ndo, esto Có', c o n t ra el demonio » . (Ephe.,·. , G. ,12.) El mu'n do, el d e m o n i o y la c a rn e . A q u í fue rza ene m i ga; la que empuja torcidamente paRiones; la q ue se e m p eü a en condenarnos.

e s tá la

n uestra

Y q u e no d i g a nadie q ue é l n o s u fre t e n tac i o nes . Las q u i s o soportar el San to de los S a n to s , .J esucristo, ¿y va 111os a es t a r l i b r e s nosotro s , q u e lleva m o s , aden­ tro, e l «fome.� p eccati » , es decir, u na fuerza que nos

arras tra , siempre, a lo malo . . . ?

Cada uno es t e s tigo p er s onal de e l l a s , y en una fo r m a o en otra , t o d o s n o s ve mo s aj etr e ado s por e l maligno es p íritu. Su camp o de o p e ra cion e s son los peca.­ dos ca pitales; s o b er b i a , aval'icia, luj uria , ira , g ul a , eLvi­ dia, pereza; los defectos c o n tra rio s a las vir t ude s t e o l o ga l es: fe, esperanza cari dad; lo mismo q ue l a s faltas de p r u d e nc i a , j usti c i a , for ta leza y templan za. ­

La guerra s e entabla al l l e g a r al uso de razón y n o cesa hasta la m u e rte, p u e s , a h í , e n l a agonía , e l d e m oni o ataca a l a s a l m as , muchas veces , c on <ludas y d e sc o n fi a n z a s es pantosas , con el m a li g n o i n tento de ar r oj a r l as a l i n fi er n o .


i óó

Luz de Dios

No p od e m os eludir el combate. En él n o s va J a o l a m uerte d e l al ma. H a y q u e tri u n far a t o d a cost1 1 . Pero es difícil que ve n z a el q u e no acu d a a la o r ació n . vida

Oigamos a S a n A l f on s o María d e Li g o r i o : » E l pri mer m e d i o , dice, para vencer l a tentaci ón es la ora­ ción ; el s e g un d o , la oración; el tercero, la oración; y s i mil veces me p r eg u n t á r ei s , si e m p re os daría la mis ma

respuesta» . (Ln Monja Santa Cap. XIID . *

V.

Una

*

*

p r ueba .

Q uiero tomarla d e la vida admirab le del Siervo de Dios Beato A nt o n i o Ma ría Cl aret, cuyo paso por el m u ndo e s tá marcado con la e s t e l a luminosísima del a posto l a d o . ¡ Y qué a p o s t ol a d o . . . ! A l m a gra nde, (si a lm a s grandes ha ten i d o la Iglesia de Dios en el correr <l e l os s i g lo s . . . ! l o aba rcaba tod o, si bien, h izo, d e la pa­ labra e sc ri t a y hablada, e l arma fu ndam e ntal d e su mi­ s i ó n e van gelizad ora. Creo que, haber pr e d ic a d o durante su vida más d e v e i n t i c i n co m i l sermones , y e s c ri t o ciento c u are n ta y c ua t ro ob ra s d i fe r e n t e s ; alcanza ndo el número de ejem­ plares de las m uchas e d wiones q u e de las m i s m as se han t i r a d o, l a cifra abrumad ora d e once millones . . . ; son i n d ic i o s d e u n amor a Dios y al p r ój i m o , en verdad,

extraord inarios.

Di go, pues, q u e d esde n iíio amó y c u l tivó, e n tal fo r m a , la o ra c i ó n y p r á c ti c a s d e p i e d a d , que la p r e s e n ­ cia d e Dios l e e ra casi contín u a ; y e n los ú l ti m os años de su vida, Jesucri sto l o h i z o s a g rar i o v i v i e nte d e la Eucaristía , por l a c o n s H v a c i ó n incorrupta, eu s u pecho, de l as es peci e s sacra mental es , d e una com unión a otra.


De los tiem pos en q u e

hay

q ue

Orar

101

P e r o c ua n d o j o v e n p a s ó por l a pr u eb a d e te n ta · c i o n es co11 t ra la ca stid a d . Estud iaba A n to n io el seg a n d o a ií o d e Fil osofía . Los s u periores d el S e m i n a rio le o bligaron a gu a r d a r c a m a ; p o r q u e le veía n m uy p os tr a d o a ca u sa de u n r e cio cata rro q u e podía c o m p r o m e t e r s u complexión , e nto n ces d elicada. A n to n io o b ed e ci ó . M uy pronto el d e m o n io d ej ó s e r t i r su torpísi m a p re se n cia con rec u e rd o s i m p e rti n e ntes, suscitan d o , e n e n s u fanta sí a , i m á g e n e s obscenas.

¡Pobre cora z ó n d e n u estro joven . . . 1 La tempe st ad de i m pureza arreciaba por m o m e n to s. Esgri m i ó , A n to n i o , l a s a rmas, que e n estos ca so s , a co n i:: e jan los m a e s t ro s de la vida e s p i ri tu a l . Trataba d e d i straerse; hacía , sobre sí m i s m o , la sefial de la cr u z; i n v ocaba al S e fi o r , a la S m a . V i rg e n , al A n g e l d e l a G u a rd a , a l os Santos d e su may o r d e voci ó n ; m u l t i pl i ­ ca ba , sin ce s a r , la s j a cu l a t o r i as y l o s a ctos d e amor

divi n o .

Y, d e i m proviso, se le aparece la Rein a d e l a P u ­ re z a , c o n u n a corona e n la mano y un n i fio a sus pies, d i c i éndol e ; « A n to n io , e s ta corona será tuya s i v e n ci eres » . Ven ció Antonio y la coro n a fué suya . Por muchos a se nt i r te n tacio n es con tra la santa v irtu d .

a fios no vol vió

V enció e l f u t u ro apóstol d el siglo XIX , p e r o ven · il l a oraci ó n .

ció a co g ién d ose

La p al abra de Jesucri sto se cumpl e s i e m pre ; « Vi·

gilad y o rad, para que

XI V-38), Más

aun .

no

caigáis

en

tenta ción » . ( Marc. ,


Luz

1 02

de Dios

VI. Cuando se ha t e n i d o la i n m ensa d e sgracia d e caer e n pecado, l a oració n e s d e may o r u rge1Jcia ; po rque , d e esos barros, la ú n i ca man o q u e p u e d e s aca m o s es l a mano m i s e ricord i o s í s i m a d e l Sefior. A E l o fe n d e m o s al pecar, es i n negabl e ; p e r o h a m an i festa do d e m i l m a n e ras, que no q11ie1·e la m uei·te del pecador, sino que

se con v ierta

JI

vú;a.

(Eeech . ,

33. 11).

¡ A h ! , b e n d i ga m o s s u ca ridad i n fi nita, p u es , ofe n ­ d i d o y tod o, nos a m a , y n o s u fre, s u c o ra zón , v e r n o s perd i d o s para s i e m pre . P o r e s o n o s i n v i ta a l l a mar a las p u e rt as d e su pecho, a m a n tísi m o , p i d iendo la l i mos ­ na d e su s a n ta graci a . « Pulsate et aperieturj vetite, et

dabi tu r

vobis>> . (S. JJiarc. ,

1 1 .27.)

H i z o .Je s u c ri s to m á s , p o r con q u i starse a las almas perd i d a s por l a culpa. Ma n i f e stó a su sierva Santa Margari ta de Corto u a que la d e s confianza d e obte n er p e r d ón , e n l o s p e c a dore s , l e e ra m á s mol esta que el m i s m o pecado. Esto a r m o n iza con a q u e l l a s e n te n cia de l o s Lib ros Santo s : «Desde el día e n que el pecador a ban­

donare su

8.12.)

pecado, ya no me recordaré más de él. » (Heb. ,

¿Qué i n te n ta ,

el bondadosísi m o

.Jesús, c on e s tas

d e cl a raciones tan cargadas d e ternura . . . ?

I n citar a la o ración ; atraer, hacia s í , a las alm a s ; a n i m ar, e n e l l a s , la confia n z a ; borrar d e l m undo J a des esperación; en u na palabra, e m p u j a r . a los pecado­ res, a re c u rri r a su cJem e n ci a , c u ando han tenido la desg r aci a de pecar. ¿Qu errá decir esto, q u e la oración , a u n q u e sea ferv o ros í m a , puede, por sí sola, perdon a r l o s p e ca d os d e los hombres . . . ? ¡ Ah ! , esto n o . La d octrina de la Santa Iglesia , en tal m ateria, e s clara; precisa; dogmáti ca . Los pecados morta l e s , e n se fi a , se borran del ahna, p o r m e d io de l a confe sión sacram ental , a no ser q u e ,


De los tiempos en que hay que Orar

1 03

e n p el i g ro de m ue rte , no se te n g a a m a n o , un sace r­ dote , pu e s e ntonces ba sta ría , para q u ed a r a bs uel t o , de los m i s mo s , l a co n t r i ción perfecta : tam bién se p e rd o ­ n a n po r el b a u t i s m o d e a gu a o sa n g re . P e ro por l a oració n podemos c o n s e g u i r , d e N u e s ­ tro Sefl.or, l a s d i s posi ciones para u n a bue n a con fe s ión : com o conoci m i e nto d e l pecado, d o l o r d e h a ber p e cad o , p r o pó s i to d e e n m i e n d a ; d e term i n a c i ó n d e i r a con fe ­ sars e ; y ta n ta s otra s g rncias a ctu a le s o e xcitante s , d i s ­ ti n ta s de l a g ra ci a h a bi t u al , p e r o que s o n cam i n o rec · tísi m o pa ra con s e g u i rl a . En m uc h os c a r n s , la con v ersi ó n d e l p e c a d o r , a la g r ac i a , se debe a la oración propia o agena. Cas i m e a t r e v e ría a u n i v e rsa l i za r . Recu erdo, con h o n d a e m oción d e l alm a , a q uella escena h o rri b le m e nte trá g i ca del Cal v a r i o . E n ella a p a r e ­ ce Di mas lo g ran do, e n u n mo m e n to, la g l o ri o , por l a orac i ó n . Jesucri sto, está aj u s ticiado e n medio d e d o s gra n ­ d e s pe cadore s . Uno abre su n e g r a b o ca para blasfe m a r . ¡ D e s g r a ­ cia do . . ! J u n ta u n o a o t ro pecado. Se o b sti n a en la

c u l p a . M u e re como réprobo.

O tro m i ra a Cristo co m o a Dios; cre e en El; o ra cou reconoci m i e nto h u m i l d e de sus p ecados; se arre­ pi e n te d e e l l os ; clama i n d u l g e n cia; pide u n l ugar e n el Cielo . . . ; y . . . rl d i v i n o m o ri bu n d o , que d e s e a sal­ v a rn o s a tod o s , oye s u o ració n ; pe r d on a sus pe ca do s ; l e a b s u el v e ; y le p ro m ete, para ese m i s m o día , u n p u e s to e n l a g l ori a . « Hoy (.� farás conmigo e n el paraí­ so » . Ho die m ec u m eris in paradis o » ( l./uc . , 28.48.). ·

Este cuad ro , que conte m p l a rá e l m u ndo, siglo tra s s i g l o , es prue ba i rr e fu t a b l e d e l o que p u ed e l a ora ­ ción e n ord e n a l a p ropia c o n v e r s i ó n . ¡ C u á n t a fue rza


Luz de Dios

1 04

moral s e obt i e n e e n la o r a c i ón . . . ! ¡ Có m o , clamando a l cielo, se ro m p e n , con facilidad pasmo s a , lazos de p eca­ do, q u e p a r ecían i rrom p i bles. Dios e s tá con el .que

Di os.

amia

A h ora b i e n . NI

ora ,

y

el q u e

ora está con

« Quien me sigue, dice .Jewcris to, no (San .Juan . , 8. 12.).

tin ieblas» .

E l p ec a d o t i e n d e , sobre el alma pec a do ra , m a n to d e negra obscu rid a d . La l u z y las t i n i eblas no puede n vivi r j u n tas . E n el mero h echo d e buscar el p e c a d o r , a J esucristo, por la o raci ó n , ya s e a cerca a El y co­ m i e n z n a ser i l u rn i u a d o con luz d e D i o H ; porq u e el q u e cla m a , o ra n d o , si g u e al Sefior, y los q u e le sig u en , esto e s certís i m o , n o andarán e n ti ni eblas; e s d e c i r , uo pod rán perm anecer, m ucho t i e m p o , en pecad o . Esta d o ctrina es de c o n s u e l o indeci b l e p a ra todos, pues ra ro es que a l g u n o pa se, el c ha rc o de este m u n d o , si n ser salpi cad o con el ba rro de la c u l pa. La p ri m era o p e ra ci ó n q u e h ay que hacer, para li m pi a r e s tas salpi­ cad u ras, es o ra r al Señor. 1 Be n d i ta o r a c i ón que a sí i nd u c e a puri fi ca r y h e r m osear n u e s t ra s al m as . ! T o d a v í a , su acción bienh echora se extiende a más. Nos cons u e l a e n las pena s y a m a rg u r a s de la vida.

*

*

*

La e x i s tencia d el d o l o r es re a l i d ad que o pri­ VII. Los sufri m i entos se su ceden u nos a otros com o los e n ga n ches d e c ad e n a sin fi n . Van brota n d o a u n o y otro l a d o de n u es tro cam i n o como verba mala . El sufri­ m i e n to n os pu nza; nos m ortifica; e"ii v enena n u e stra feli­ ci d ad .

me.

E l dolor e s l ey d ivi na; d u ra ley ; p e ro ley .


De los tiem p os en que hay que Orar

1 05

Ley u n iversal de l a q ue n o se h a exce p t u ad o n a d ü • ; ni la h u nrn n idad de Jes ucri sto, pues su Pasión y M u e rte le col ocan e n pri m e ra l í u éa entre los que h a n s u fri d o . Es rey d e los márti res. Los sufri m i entos s on , a veces , colectivo s , como cuan d o afligen a toda u n a fam i l i a , pueblo, n a ci ón , la guerra , el h a m bre, la peste. La s m ás de las veces los dolores son i n d ividuales . Se ceban en el cuerpo o e n el espíritu . En el cu e rp o por l a e n ferm edad . E n el es píri tu por u n s i n n ú m e ro d e am arguras q u e cada u u o tie n e q u e d evora r . Lo posi t i v o es q u e todos sufri m o s , y qu e si n o lleva mos e l s ufri m ie n to p o r m o t i vo s sobrenatu rale s , puede s e rnos oca s i ó n d e pecado p o r la desespe ración a q u � , frecu entemente, cond uce .

E l d o l o r tiene c a rácter e x p ía.torio; y c o m o tod o s t e n e m os q u e ex piar tanto r e a t o d e culpa , d e b i é r a m os alegrar nos d e sufri r . E s t o , n o o b s ta n te, p o d e m o s recurr i r a Nuestro S e ñ o r , e n los s u fr i m ie ntos, o para q u e nos l i bre de ellos, o p ara que nos ay u d e a s o porta rlos varo n i l y sa nta­ mente . Sin q u e l a oraci ó n , e n e s tas circunstanci a s , se oponga al r e n d i m i e n to abs o l uto d e n u e stra v o l u n tad a la d i v i n a . N o ; n o se oponía a la voluntad d e su Pa dre aquella oraci ó n de Jesucristo en el H u e r to d e Getse­ manf: « Padre, si es posiblr, qiie pase de mi este cáliz» . (S. Math . , 23. 39) . Sólo le pedía ay u d a T� I debe s er la rectitud d e i n tenci ón en nuestras oraciones. A n te todo busq u e m o s , en ellas, lo que s ea de m a y o r gloria d i vina. Después, m a nifest e m o s , con füi ­ d a m ente, nue stros sufri m i e n tos al Señor, en l a seguri­ d ad d e ser oídos .

Digo seguridad , porque la miserico rdia de Dios es tan co mprensiva , q u e , f S i m posible, d eje, en sus pena s , a l alma que debidamente recurre a El.


1 06

Luz de Dios

V I I I . Me explicaré con un hech o . No he po· dido leerlo n u n ca sin e m o c i o n a r m e . Lo re l a t a n los histori a d o res d e Sa n ta l\f icaela d e l S a n tís i m o Sacra­ m en to . Voy a t ranscri b i r l o . Es u na m a g n ífi ca le cción d i c tada a n u estras a l m a s , p e q uefí i ta s y d esco n fi ad a s . F u eron au m e n ta n d o , d i c e l a s a u ta F u n d a d o r a d e l a s R e l i g iosas A d o ra t r i ce s , l n s ca l u m nias hasta e l extre­ m o de d a r c u enta a los Prel11 d o s . a l p u n to de q u e un d ín se presentó e n el co legio el sefím· Curn Párroco q u e venía furioso y m e d i j o estaba deci di d o a quitar e l R e s ervado de l a C a pi l l a , q u e el Sefí o r 1 1 0 p o d ía q u e­ d a rse allí, y s e ex presó en estos térm i n o s : « Sí , S e fio rn , v e n go p o r q u e Ud . l l e va esa v i d a t a n rel a j a d a y l a capi l l a e s t á i n d e ce n te y s i n e l d eco ro q u e e l Señor re q u i ere, no p u e d e q u e d a rs e el Sa n tísi m o en e s ta ca p i ­ l l a , y v e n go a l l e v a r m e e l C o p ó n a l a parro q u i a. d e ocu l to p o r n o l l a m a r la aten ció n : es to es u n d e s o rd e n : ¿,s abe Ud . l a d o c t r i n a . . . ? y m e exam i n ó m u y d e ten i ­ d a m e n t e y co m o e n to u c f s s e l a e n s e íi a ba a los colegia l es , feli z m e n t e la sabía a l d e d i l l o , com o s e s u e l e d ec i r, y c o nti n u ó haci é n d o m e m u c h a s preg u n tas m uy alterado_, q u e yo t e m b l a n d o me d efe n d í a . Co m o m e toca b a a l o q u e m á s a m o en e l m u n d o , et Santísi m o , m i p a s i ó n d o m i n a n te , l o l l a n i a h a y o e n tonces , y h oy p u edo deci r e s m i d el i ri o , y m i locura , p u es p o r E l lo sufro todo , y con gozo gra n d e d e mi a l m a ; me d e fen dí con u n a f u e rza y elocu encia a g e n a d e m í y q u e y o reco n o z co el m i s m o Sefior m e i n spi ró , pues le d i j e : ¡ Señor cura , s i e l S e n o r s a l e , y o voy t rn s E l , pues nada m e h a ría d ej a r l a o b ra po r m ucho q u e me h a ga n sufr i r, pero sin El u o e s ta ré u i u n a h o ra . . ! ¿Quiere Ud . , seiior cura, hace r u n a p rueba ? Pues venga Ud . a la capi­ lla , q u e au n qu e está pobre es m u y b o n i ta l i m p i a y e l Se ii o r e s tá e n e l l a m u y conte n to ; pre g ú n teselo Ud . , s í sefior, y v e rá U d . co m o s i e n t e q u � 11 0 s e q u i e re i r » . Efecti v a m ente , fu i mos a la ca pilla , se a r ro d i l l ó e n e l a ltar , y est u v o m ed i a h o r a co m o d e m á r mol , orando , .

. . .

,


De los tiempos

en q u e

hay

que

Orar

1 07

y yo d e trás de é l pidiendo al Seií o r n o se fu e ra como pide en las krandes tribulaciones, con todo el a m o r d e m i a l m a p o r E l . Se l e v a n t ó el s e fi o r cu ra i l e s l i ec h o e n l l a n to y m e d i j o c o n g ra n cari ii.o y m a rca d a e m o­ ción: « El SefJor, en e fe c to no q u i ere s a l i r de P s ta easa y d esd e hoy e s Ud . el cu ra pá rroco d e esta casa y m a n d e Ud . lo q u e q u iera q u e yo l e d i ré al s e ñ o r A rzo­ b i s p o que e l S e íi o r n o ha q u e r i d o que yo m e l o l l t v a s e , que l o tie n e Ud . p r e s o : s i ga Ud . h i j a rufa, s i g a Vd . su obra y Dios l a be n d i ga ,, . As í ter m i n ó e s ta en trev i s ta , conti n ú a l a s a n ta l\Iurh e S 11 cra m ento, a l p r i nci pio tan penosa , y d e s p u és ta n conso l ad ora , p u es el S e fl o r n o m e qu iso dej ar » . ¡ T ri u n fa m os , Señor, triu n fa mos! l e d ecía y o loca d e gozo. ¡ G u árcl a m e tú , Seíior, q u P. y o te gua rdaré a ti a cos ta d e mi vida, pues no ten go yo se

,

.

corazón d o n d e quepan tus fa vores. (En todas las V i d a s de la Sau ta .

Sa ca m os eu l i m p i o que M i caela s u f r i ó cal u m n i a s ; q u e, segú n parece, l a a u to ridad eclesi á s t i ca d i ó créd i to a e l l as ; q u e es ta s cal u m nias la h i rieron en lo m ás d e l i­ cado de su s ér; q u e prete n d i eron qu ita r el S a n tís i m o de su ca s a ; q u e la s a n ta , l ej os de e n tregarse a la q u e ­ j a , crítica , o m u r m u ración , a p el ó a la oración con i n sisten cia ; y por fi n , q u e N u e s t ro Sefwr, q u e j a m á s a bandon a a los q u e e n E l c o n fía n , escucha s u s ru egos y se queda con e l l a para s i e m pre .

Esto es d el i ca d o ; muy t i e rn o . Los h o m b r e s se a l za n contra l a santa ; y l a santa contra l o s hom-bres ; pero ella s a ntamente, es d ecir, p o n i e n d o al m i s m o Di os , a quien acu d e en oración fervorosa, por i ntermed iario en e l liti g i o ; por consolador en s u pena . Y Jest1 s Sa cra­ m e n ta d o fal la a fa vor d e su fi e l ad oradora, haciendo re b osar d e gozo a la q ue, a l p ri nci pi o , s e e s t re m e cí a d e m i edo, p e n sa n d o q u e le p u d i erán arrebatar d e su casa al A m or d e sus a m o r es .

Es l a h i s toria de siempre. El q u e ora pal pa , en sí m i s m o , la r e a l i da d de a qu ellas p a l a b ra s amorosísi-


1 08

Luz

de Dios

mas, del Red en tor de l a s al mas: « V e n i d a mi todos los q u e s e n tís e l peso d e la vida, q ue y o os a l i v i a r é »

(S. JJfath. , 1 1 .28.)

*

*

*

l X . Pues, a V o s i remos, ¡ Oh ! J esús m a n s o y h u · m i l d e , ma nantial i n exha usto d e tern u ra , y Pad re i n fi 1 1 i ta m e n te co m p ren si v o d e n uestras pen a s . S o i s , S e fi o r , « Camino, Verdad, y Vida » (S Juan. , 14 G.), Qucrcmot1 a n <l a r por vuestro cam i n o a pesa r de te n e r l a s as pereza s de u 11 ca l v a ri o . « Si alguno quiere ven ir en pos rle rn i , diF<?téis, niéguese a si misrno, torne s u crnz, y ,� ígrnn e » . (S. JJlath . , lG.24.) . .

D eseamos nutri rnos con e l pan d i vino <l e v u � stra s i l ustraciones. E l las son v e rdad s i n e r ror; l u z . s i n ti nie­ blus; segu rida<l sin d ud a s . Ten e m os h a m b re d e la ver­ d a d e t e rn a . Ll en a d nos, Señor, d e ella.

Y , fi nal m e nte, a mamos más la v i d a d e la g racia , que e s , ¡ O h ! J esús, vuestra v i d a co m u n i cada a la s almas, que todas las ri quezas del m u n d o . Si nos la dnis, Señor, os prometemos c u i d a rla y au m en tarla, mul­ ti p l i ca n d o las obras b u e n as q u e recale n taremos e n el fu ego sagra d o d e la oraci ón . Sólo \Tos, ¡ O h :Maestro d i v i n o , tenéis pa l a bra s d e vida eterna. E n tonces, hablad, que pron tos esta m o s a escu c h a ros » . Loquere, Domine, quia audit servus tuus » .

(l. Reg . , B.9.)

Os escuch are m os en la o ra ción que hemos d e prac­ ticar día y n oche, en la a legría y e n la triste za , en e l éxito y e n e l fracaso , para qu e , s i endo vu estros por e l recuerdo y la gracia e n el m u n d o , Vos, ¡ o h ¡ Jesús, alegria ete r n a d e los b i e n aventurados , seái s nuestro e n el otro m u n d o , por la par ticipación s e m pi terna de la glori a , Asi sea .


CA PI'l'ULO V I I .

PO D E R A DM I R A B L E D E L A O R A CION « Benedíctus Deus qui non amovit orationetn mea m » .

(Ps.

6'5.

20).

Be1 1 d ito sea el Se1ior q u e h a rechaza do mi oración. S UMA RIO.

no

/.-El s<Jrdo mudo. II.-¿En quién radica el poder de la orac ión? 111. - D ios quiere oirnos. l V. -- ¿Qué p i e n s a la Ig lesia sobre el pod e r de la oración . . . 'l V.-Los hech os, prueba sin ré pl ic a . VI. - Norm as prude11ciales de Dio s. l'II. - Porque somos m a los. l'III.-Pedimos cosa s ma las. IX. - C u a lidades de la oració11 . X. - D ios se illcli11a ante la oración.

I. Traj eron a la presencia d e J e s u c ri s to un s ordo ­ m u d o . Este s u fría, d e s d e la i n fa n ci a , ti rán i ca pose s i ó n diaból i ca. Era , fís i ca y mora l m eu te , víctima d e l a s f u · r i a s · d el d e mo n i o . Cuando el ma l i g n o lo atormen taba , dejábalo m e d i o m u erto,

El pad re del muchacho e n fermo p i d i ó a .Jesucristo que sa n a s e a su h ij o . Jesucri sto res pon d i o l e : dJimf', t-ienes fé . . . ?» « Se1ior, c reo, pero au mentad mi fé. »

Junto con sanar al s ordo m u do , el Maestro d i v i n o d i ó , a t o d o s l o s ci rcu sta n te s , y cu e l l o s a l a s a l m as d e todos los s i g l o s , u n a gra n l e cción .


1 1ó

Luz de Dios Dij o : « Todas las cosas (Ma rc. 9. 22] .

Héla a q u í .

r¡11c

cree » .

son

posibles al

L a fe tie n e pod e r aso m b roso. N o pon gamos en d uda la afirmación d e Jesucristo . Mantengamos fi r m e I!

uestra fe .

La oración es acto d e fe. Si oramos a Dios e s porque c r e e m o s e n s u existe ncia y e n sus atributos. N'o se co nci be la o ración sin la fe. Esta y a quella son i n se­ parabl e s . Alma de fe es al m a de o rac i ó n , y vicev ersa. A pl i q u e m o s ,

enton ces,

a la oración l a afi rmación

<l i vi n a . Todas l a s cosa s s on posibles al que c r ee, d i ce Jesú s . Y n o s o t r o s deducti vam en te, a fi r m a m o s que el q u e o ra todo lo p u e d e porque tiene fe. ,

La

oraci ó n ,

hablando

a

nuestra manera,

suelta,

según convie n e , la o m n i p otencia d i v i n a ; usa, en todo m o m en to, de la Miser icordia del Señor ; y abre , en pro­ \'echo u n i versal, la co m pu e r ta de l cauce d e l as g racias santificadoras para in undar con ellas el m u ndo de l as al mas .

*

*

*

¿En q men rad i ca el poder de la oración? ¿En II. Dios, a q uieu ora m o s, o en la criatu ra que ora? La ·cri atura h u m an a es pobre y n u n ca l a O m n i­ potencia e st u v o en l a pobreza. A u n s u poniendo que el hombre tenga el conj u 1 1 to de cuali dades mas com pleto y maravilloso que i m aginarse pu eda , siem pre s u poder moral y social es li mitadísimo; está muy lej os d e ser, tal p o d e r universal . ,

Ni s i qu i e r a g o z a d e este privilegio el acto mis m o de la oració n , a u n q u e ten ga l a p erfecció n de q u e habla­ remus h a cia e l fin de este capítulo.


Poder admirable de ia Óraci6n

í11

Los actos h u ma nos s i e m pre son h u m a n o s , q u i ero decir, nacidos d e u n a causa c o n ti ngen te y fi n i t a , y, por l o ta nto, li mitadísi ma . El poder d e l a oració n n o reco­ noce l í m i te. Además, la con cesión d e In gra c i a sol i d ta d n por la o rn ci ó n depen d e d e la v o l u n ta d l i b é rri m a d e Dios, a quien o ra m os , el c u a l , en su i n d ep e n d encia a bsoluta, no pue d e s e r coacta d o a conceder n ec esa ria m en te esto o aquel l o , porq u e el hom b re lo supl i q u e en o ración fervorosa . La ora c i ó n es escuchada por g ra c i a C u a n to p o r v í a d e oración se n o s concede es u n d ó n . E l dón n o va unido a m éri to de j u s ti c i a . Si es d ó n , e s l o porque gratuitamente es con cedi d o . A s í m i s m o , l a palabrn d i v i na es a bsol utam ente efi­ caz; hace, sin más t rá m i te q u e ser pron u n ciada, l o que sign i fi ca .

En Dios todas s us fa c ultades y a tri b u tos g u a rdan u n i ó n s u b s t a n ci al y por eso s u querer es su o brar, y su palab ra s u qu erer. La c rea c i ó n de c u a nto existe se realizó d e este modo: Dios d i j o : H á gase y f u é h e c h o . N o s consta d e e l lo por el sagrad o li bro d el G énesi s .

En el hombre n o p u e d e ser a s í . Su palabra n o es ne cesari a m e n te e fi c a z . No ha ce lo que s i g n i fica. Está suj eta a erro r , a e n g a ñ o , a mil y una i lusione s . Y ¡ cl a ro . . . ! q u e e n fund ·un e n to ta n movedi zo n o pued e a se n ta rse e l p odei· d e n u es tra s ora c i ones , q u e e s u n i versal y fi j o . Tal p oder ra d i ca , sola y excl u s i va­ m e n te , en el tér m i n o de la oraci ón, q u e es el m i s m o Dios a q u i e n ped i m os . E n l a ora c i ó n , a u n q u e sea orac1on de s ú plica s , adoramos , i m plícita m e nte, y reconocemos a Di os t a l c u a l la razón y la f e l o exigen . Ahora bien: Dios es o m r. i p o te n te . La o m nipoten­ cia le comp i te como exigencia fo rzos11 d e s u perfección


1 li

Luz de Dio&

e n t i tativa, qu e es i n fi n i ta . Sól o n o p u e d e ejecu ta r el T o d o p o d e roso a q u e l l o q u e , en su m i s m a e s e n oi a , es i m po s i b l e ; co m o , por e j e m pl o , q u e u n a cosa e x i s ta y no e x i sta a l a v e z . Pero esto no d i s m i n uye el p o d e r d i v i no . T o d o lo con trari o , l o robustece, p u e s lo con fi r m a en s u raci ona b i l i d a d s u b s tancia l . De o r d i n a ri o , si d ej a m o s a u n l ad o cierta desacre­ d i tad a escu ela fi l osófica, l a de los ateos y materi alista s , ya aban donada por c u an to s piensan en s e r i o , sobre estas cuesti o n es , la o m n i p o te n c ia absol u ta d e Dios no es p u est a sobre el tapete ele l a d ud a . Pero sí q u e hay muchos que formulan este i n te rroga n te m o v i en d o 111. cabeza en s e n ti d o n e gat i v o . . . Dios, dicen , es om nipo­ t e n te ¿pero p o n d r á su o m n i pote n ci a a s e r v i c i o d e nues­ tras s ú p l i cas . . ? ,

.

*

III.

*

*

C on t estamos res u elta m e n te q u e sí.

Dios q u i ere o i rn os . Y esta fi n eza d i v i na d ebi era u rg i r n u e s t ra vo l u nt a d a fin de t(• m a r , c o m o a s u nto d e vi tal i m p ortancia en el d e sarro l lo de nuestra vida i n tegral , la oraci ó n . ,

Desde l ue go é sta es precepto d i vino y p recepto g ra v e que pesa sobre l a c on ciencia d e todo sér ra ci o n al . S i e s to e s a s í , co1no l o es , ¿,será posible q u e D i o s , j u s tís i m o bo n d a d osísi m o y serio, se r í a d el h o m b r e i m po n i éndol e un a l ey con promesa d e r esp o n d e r a las e x i g e n cias de l a m i s m a ; y, l uego , fal l e n o qu e r i e n d o despa dr n r fa v o ra b l em e n te las s ú pli cas d el que o ra . ? ,

. .

Rech a c e m o s d e plano tal

N" u e s t ro Señor .

i d ea ; e s

i n j u ri o s a para

Dios q u i e re o i rn o s . S u vol u n tad e n esta m at e ri a e s clarís i m a . Nos u rge a p e d i r . « Pedid y recibiréis» (11/at., 7.7.) . Da cierta . .


Poder admirable de la ÓracicSn

1 13

i n fabilidad a la or a ci ó n . « En verdad os dig o que rual­ que pidiéreis al Pa dre, en mi nombre, la conseg u iréis (Matlt. , 1 8. 1 9 . ) . P r o m es a u n i versa l ; no e x cep t ú a n a d a ; a b a rca ti e mp o y e te r n i d a d ; po d e m o s ped i r para n os o tr o s y u u e s trn s p rój i m os a con d i c i ó n , s i e m p r e , de que fa p etición s e a h o n e st a y encuad re d e n t ro d e la pri m era d e n u estra s o b l i g a c i o n e s , la dt: amar y servi r a D i o s s o b r e tod as l a s cosa s .

quier cosa

Difícil mente h a b rá m a teria más r e ca l cad a e n el Sl\ n to E v a n gelio q u e l a d e l a o ra ci ó n . Precept os, co n ­ sejos, h e ch o s , co m pa ra ci ones, p a rá bol a s . . . ; cuanto pue­ de i m p r e s i o n a r l os s e n t i d o s y m o v e r l a v o l u n ta d hu­ m a n a , e m p l e a el d i vi n o l\f oestro para i mp u ls a r n o s a orar . Los a póstol e s , t e st i g o s d e esta d ecisión d e Jesu­ c ri s t o , s i gu e n , en sus e n sefia n zas orales y e s cri t a s , l a mis m a táctica d e l Red entor.

Y l a I g l es i a , d e p os i t a r i a de la d octri na del que es tod a la verd ad, no quiere otra cosa que i nd u ci r n os a la o ración continua.

Y d i go yo : ¿a q u é semej a n te d e s p l i e gu e de elo­ c uencia si Dios no qui s i e ra escu char n u estra s ora ci o ­

n e.s . . . ? ¿No sería es t o i n d i gn a p a n t o m i m a d e quien v i n o al m u n d o a sal v a r a tod o s . . . ? (ltla th . , 1 8 . 1 1 . ) .

¡ Ah ! n o ; no es _ posi b l e . Di os q u i e r e o i r nuestras oraciones. Y porque nos consta d e s u buena vol u n tad , y d e que su qu e r e r es o m n i p o t e nt e; a fi rmamos, sin t i t u beos de n i n g ú n género, que e l p o d e r de la o ra ció n

es impon d erabl e .

·

J esucri sto, Hijo d e Dios, tiene empeñada s u p a l a ­ bra . El d i j o : « Cualqu ier cosa que picliéreis al Padre en mi no mbre la conseguin!is » . (Jiat., 1 8. 1 9 J .

La pal a b ra i:l el D i v i n o Red e n tor e s i na m o vi b l e . El cielo y la tierra pasarán , pero mis pala bras no p asarán» .

(JJiath.,

24 .

35. ) .


1 14

Luz de D�os

Jesucristo n i s e engafia n i p u e d e e n gañar. E s la persoui fi caci ó n d e la verdad y d e la b on d a d S u verd ad no es com o la nu estra . La s u y a es s u bsta n cial, i m par­ ticipad a , etern a . Ln n u es tra es partici pada y s u s c e p tib l e de cual q u ie r engaüo. .

Ln v erd a d m a te m á ti ca , q ue t i ene en sí ta n ta fuerza p roba to ri a , es menos seg u ra que la v e rd a d d i v i n a . Por eso, cada a fi rmación del M a e s tr o Soberano es u n pri n ­ ci p i o i n co n cus o ; n o se discute. E l d ice qu e oirá n u es­ tras plegari a s . Luego es cierto que l a s oye . Podemos s a l i r fiadores, con nuestra p r o p i a v i da, en pr u eb a d e q u e la o ra c i ó n d e l o s ho m b res e s escuchada por e l Todo poderoso; pues verdad y fi d eli d ad s o n , e n J e su c r is to u 1 1 a m i s m a cosa . ­

,

A lo c u a l h e m os de añad i r su m i s e ricordi a , q ue , p o r e m a n a r d e la bon d a d i n t rí n s e c a d e su sér, no tiene límite. ¡ Qu é p E r f ecta es la bon d ad divina . . . ! Para e l la n o

h ay n i t i e m po ni espa cio . V i en e manifestándose d es i e l a eternidad . N o co n o ce a c ep c i ó n d e person as. Todos los pu e b l os l e son i g u ales . E ll a mira a las al m a s pres · c i n d i e n d o del color de l a carne que las en v uelve . Desea s u fe l i ci d a d temporal y eterna . Es, asímismo, esencial mente compasi v a . No quiere el m al de nadie. Y a u n cuando para re m ediar el q u e e l h o m b re con fuerzas pro pias n o p u e d e s ubsanar, se imponga, la b o n d ad d e Dios en su infi n i ta mi sericor­ d i a , la E n c a rn ac ió n y R e d en c i ó n con el i n menso aluvión de hu m i ll a cio nes y to r m en t os q u e l as acompafian ; Jesu­ cristo , que es el que ha d e s u frir, va gustoso al ca m po de a b n ega c i ó n pa s m osa . Quien d u d e de la m a g n i t u d de la b rmdad d i vi n a , que p o n ga en la balanza d e sus con s i dera ci o n es lo q u e s i g n i fi ca haber D i os e n tregado a s u p ro pio Hij o a l a muerte , en precio de n u estro rescate . Esta es la pr u eb a


Poder admirable de la Óraci6n

1 15

fi n al d e l a mor que nos ti e n e . No puede i r m á s lejos . « Propio .<:uo Filio non vepercit, se d pro nobis omnibu.<: tradidit illttm» . (Rom. 8. 32) . De d o n d e p o d e m os d ed u cir, p a ra nuestro alivio , q u e la misericord ia del A l tísimo está p u e s ta a la o r d e n d e nuestrí}S or a ci o n e s , p u es quien hace l o más h ace l o menos . Qu ien se d i ó e n l a fo r m a generosa y a m plia en q u e sólo El p u d o d a rse , no ha d e u egar los bi enes de menor cuantía que s o l i c i ta m o s en n u estras oraciones. Resu m i e n d o cuanto l l evo expu esto, digo: que l a o ración tie n e valor i m p o n d er a b l e p orque s e a p oya e n e l poder d e Dios; c ¡ u e este poder está d e nu estra parte porque así lo ha p ro met i d o el S e fi o r , y El c um pl e , s i e m p r e , su palabra; q u e la v e ra c i d a d y la bo n d a d d i ­ v i n a s n o s e stimu l a n a pedir, seg u ros d e obtener lo pe­ d i d o , p o r qu e sabemos el amor i n fi n i t o que D i o s nos tien e , pues e l amor es gene roso . ·

*

*

*

IV. Veamos, ahora, cómo pi e nsa l a s a n t a Ig l e s i a sobre el poder d e la o ració n . Desde luego a d ela n t a m o s que no p u e d o opi n a r d e d is t i n to mod o q u e su excelso fu nd a d o r , Jesucristo, Sefior n u estro. Sosti ene, fi rmemente, que con l a oración se l og r an tod os los b i e n es , ·

Si para con fi r m a r lo q ue d igo hu biera de p oner aquí sentencias d e l os Romanos Pontífi ces o d e los santos Pa d r e s . . . , no l o p od r í a h acer; p ues en los veinte siglos qu e nos s e p a ran d el mom ento histórico en el que la Iglesia v i no a l a vida, en el Calvari o , fl uyendo del cos­ tad o abierto d e Jesucristo . . . ; l a oració n , s u n e c es i d a d , i m p o r ta n ci a y p o d e r . . . ha s id o la can tinela p ermanente d e l a s enseñanzas d e la E s p o s a de Cristo .


t l6

Luz de Dios

Esta pone d iariamente en labios d e m i l es d e sacer­ dotes , a l ofrece r e l Santo Sacrificio d e la Misa, oracio­ nes ternísi mas i mpetra n d o d el A ltísim o gracias de perdón para los pecado res; luces para c recer en santi d ad los j ustos; auxilios pa ra soportar santamente sus d olo res los e n fermos; clemencia en las calam idades públ icas para cada uno; y pronto ali v io para las almns del pur­ gatorio. La santa Misa es la o ración m á s p erfecta que se pro n u ncia en la tierra. La V ícti m a en él la inmolad a l e d a valor i n fi n ito. Su poder, a n te D i o s , e s i rresistible. La Iglesia lo reconoce así. Por eso, s u recurso e n las penas y a l egrías , e n las persecuciones y en los éxitos, es cele b ra r "fervorosam ente la Santa M i s a . A d e más, l o s santos Sacra mentos, cuya a d m inistra­ ción y t u tela s e le h a confiado, fueron inst i tu idos por Jesu cri sto para i nyectar eu las al mas la vida d ivina m e d i a nte l a g racia . Los sacram entos co ns tan de materia y fo rma. La m ateria es, en sí, e m blema del au xilio espiritual que cada sacramento oto rga . La forma son las pal a b ras q u e acom pañan a l a apl icación d e l a materia e n e l suj eto que reci be el sacnu n ento. La fo rma, tam bién de i n stitución d i vi n a , es ver­ dad era o raci ó n , pero oración de sorprend ente pode r. Siem pre que se aplica a la m a teria del sacramento, si el sujeto q u e ha de recibirlo está bien preparado, pro­ d uce, en él, con toda certeza, u n efecto sobrenatura l que l o h ace s e r partícipe d e la misma natu raleza d ivj ­ na med i a n te la g racia santificante q u e se l e comu nica. Esto e s adm irabi l ísi m o . L a Iglesia da pl eno c rédito a l poder de esas ora ­ cio n e s , las fó rm u las sacra men tales, i n stituidas pa ra obte­ ner, en las a l m a s , las m ara v illas d e lo so brenatu ral .


Poder admirable de la Oración

1 17

La Igl esi a q u i ere que todos los hombres sean bau ­ tizados; y q ue reci ban , segú n deber, los sacra men tos.

Su i d eal es a g rupar, si posi ble f u e ra , a tod as las almas e n to rno d e l a l tar f o r m a n d o u na sola unidad; y esta u n i d a d , nutrida con la frecuen cia d e sa cra m en ­ tos , hacer q u e v i va en el mundo como los s an to s e n e l ci elo , a m ando a Dios, e nsal zándol e , rev e r e nciá n d o le y glorificándole. Esto es orar. La Iglesia cree, firmem ente, en el poder e x tra o r ­ l a oraci ó n . Defiende, con p e rmanen te es­ fuerzo, una de las v e rd a d e s más co nsola d ora s de su cre d o : la i n tercesión de los santos .

di nario de

Anatema tiza a a q u ell o s q ue la ponen e n d ud a ; y exhorta, de con tinuo, a sus hijos a i n vocar con ora­ ciones fervorosas , e n sus cal a m idadee o su fri m i entos, el poder de los bienaventurados de l a glori a .

L a intercesión de l o s san tos se funda en e l arma poderosísi ma de la oración .

El mismo

verbo » i nterceden

lo está

indicand o .

I n terceder quiere d e ci r su plicar a no m b re d e otro . . . ; hacer f u e rz a para que se le conceda una gracia . . . ; i uterpone r la a m i stad para conseguir, en su pro vecho,

u n b eneficio; . . . lograr, por ruegos, que no se castigu e a u n culpable. Habland o l engua j e claro , i n t erc ede r , en esta for m a , es orar, suplicar, pedi r en oración c o n fi a d a y ami st o s a .

Los santos de Ja gloria so n el medio d e qu e no s servimos para poner en j uego la omnipotencia d i vina. Nosotro s, oran d o , inclinamos a nuestro favor la voluntad de los sa n to s ; y ellos, a s u vez, te mbién oran­ do mu even, el poder de Dios a obra r , en remedio d e nuestras necesidades , gra ndes y estupendos milagros.


1 18

Luz de Dios

Si no es p osi bl e l la m a r a e s to pod er o m n i po t e n te de la o ra c i ó n , no sé, e n to n c es cómo se d e fi n i rá n l e s cosas . ,

*

*

*

V . P e r o vengamos a las real i d ad e s . Los hechos son p ru e b a sin r ép l i c a Los m i lag ros s on argumento fi rm e d el pod e r asombroso de la o ración . .

Milagros ha habido, e n g'ra n c a n ti d a d en t o d os Se han re ali zado, m u ch a s v e c e s solici tail os a Nuestro Sf: ñor en o r a c i ó n h u m i l d e , por i n t e rm e d i o de los santo s . ,

los si g l o s

.

,

Declaremos q u e e l m i lag ro es obra e n te ram e n te divina. El hombre no pu e d e con fuerzas propias, h a c e r milagro s . ,

l<�s tos son de tres ca tegorías : m i la gro s contra la natura leza, co m o l ogr a r q ue el f u eg o no queme; m i l a gros s o br e la n a turaleza , com o la resu rrección de u n m u e r to ; y milagros presci ndiendo d e l a s l e yes de l a n a t u ra l e za co m o la curaci ó n i n s ta n tá nea d e u n a h e ri d a . ­

,

E l m i l ag ro e s obra gran d i osa; es m a n i f est a c ió n cla ra d e la m is e ri cor d i a d i vina; es p r u eba d e q u e a l pode r d e D i o s n a d a n i nadie lo p ue d e r e s i s ti r .

S i n e mb a r g o atribuimos m i l a g ros a l o s santos. La i gl es i a los recla m a d e aq uellos de sus h i j o s q u e l l ega ro n al h eroís m o en las v i r t u d es y h a n d e ser eleva­ dos al honor d e los al tares . ,

­

Los san tos hicieron m i l a gros. Nos c on s t a Sus m i ­ la g ros s o n v e r d a d e r os L a Igles ia l o s h a exa m inado m i n u ciosa m en te; los ha aprobado; n o se pueden n egar; los hay e n ta n c re c i d o n ú mero que a bru m a n .

.

.

Pero el santo, e n cuanto h o m bre, no puede obrar ni uu s ó l o m i lll g r o A sí y tod o la I glesia atrfüuy e, a los sa ntos , m ilagros . .


Poder admirable de la Oración

1 19

E n tonces , ¿qué i ntervención t i enen estos en la real i­ za ción d e aquellos . . ? .

La i n tervención de la o raci ó n ; y n a d a m ás. Orac i ó n e fi ca z p o r !>alir d e u n cora zón s a n tificudo , O rac ió n q u o m u l tipl i ca l os m i l a gros s i e m pre y e n tod a s partes. Hec h o q u e n o s o b l i g a a procl a m ar, a gri t o s , la o m n i potenci a de la ora c i ó n .

A poco tie m po d e l a can o n i za c i ó 1 1 d e Sa n Fra n ­ cisco Javier pasearo n l o s E:spaiioles po r tod a Espmía l a rel i q uia p recios í s i m a d e l cuerpo del gra n m i s i o nero na varro. :Mál aga y las pro v i n c i as i i m i trofes gem í a n bajo l a e n cada hogar.

i n fl uenci a d e l c ó l e r a . La peste h acía estragos

El c uad ro d e a q u e l l o s días era h o rri pi l a n te . Cru zaron l a s gen tes po r esos p u e b l os m a i a g u e fi os con el cuerpo del i ncomparabl e a po s to} d e l a s I n d i a s , e n oración d e súplica y procesi ón d e ruegos. Y la ora ­ c i ó n fué oíd a; y la s ú plica s o convirtió en bálsamo d e s a l ud cesan d o , repen tinmnen te, el cólera . A s í lo cuentan l a s Lecciones d el O fic i o d i v i n o d e l sa nto: Cuando e n n u estro corazó n quemamos e l i n cienso d e la oraci ón , e l h u m o d e este i nc i e n so l lega b a s ta el A l tísi m o , y Di os hace que ·esas nubes , por El b e u d e cidai;¡ , ro m pa n en l l u v i a copios í s i m a de auxi l i os d i vi n os para nu estras n eces i d a d es fís i ca s , i n telectuale s , mora l e s , pri vadas, p ú b l i cas , d e carácter rel i gi oso o ci vil. ·

No hay tierra que no fecunde esta l l u v i a ; no hay flor q u e no perfu m e este s o l . La pal a b ra d e l Maestro soberano se c u m ple inde­ fecti blem ente . en

El d i j o: « Cua lquier cosa que p idiéreis a l Padre mi nombre la conseguiréis » , (Joan. 14. 18).


1 20

Luz de Dios

Esta promesa es la palanca q u e rHmue v e el pod er d i v i n o. La pala n ca se pon e en m o v i m i en to por l a ora­ ción . Qu ien ora está co m pleta m ente cierto de conseg u i r d el Pa d re Celestial l o que q u i era. ¿,Completam ente cier to . � ? Ya te a d iv i no la répl i c a , lector qu erido. Se pi n ta en t u s labios. Pero 1 1 0 p i e n s a s b i e n c u a n do n i eg a s la efi cacia u ni versal d e l a oración . S i g u e e n la le ctu ra d e este capítu l o y acompá ñ a m e e n e l bre v ísi m o razo­ na m i e n to que voy a hace r .

*

*

*

V I . Digo que el Señor cumple siempre su pro­ mesa; si bi en reconozco q u e m u chas veces no conse­ g u i m os l o que del cielo n o m i n a l m en te solicitamos con nuestras oracion e s . L a pro m esa d i vina es i n d u b i table. E s o s í , que Dios c u a ndo pro m ete , como prometi ó en la ci rcu n s t a n c i a q u e n o s preocu pa, e n fo rma u n i versa l : « C u al q u i er cosa • ; y asegura : « i a conseg u i ré i s » . . ; no excl u y e , de ningún m o d o , l as normas prudenci ales de su con d u cta i rreprochable . .

La prudencia ri g e y -gobi e rna los a ctos d i vinos, como d ebe regi r y gobern a r los n uestros. Las acci ones más santas, o bj etivamente consideradas, si se ej � c u ta n con i m prud e n cia, re sultan d efectuosas. De aquí que n u estra s peticiones, a ntes de ser des­ pachadas, pas a n por el t a m i z de la sabi d u ría y pru· d encia div:inas. Dios m i ra a l que pide y lo que pide; confronta lo qu e el supli ca n te es , y lo que d ebe ser; . relaciona lo ped ido con el b i e n m ayor qu e convien e al que pide; y


Poder aamirable de la Oración

121

l u e g o d es p a cha , o n o , la s ú plica , s egú n lo más o rde n ado a la p e 1 fecci ón e s piritual d e la person a q u e ru eg a . A la l u z d e este pri ncipio , n u estras p eticion e s nom,i n al e s pu e d e n sal i r f a l l i d a s , no porq u e Di os se ni eg u e , d e s u y o , a co n ced e r la s , sino porque n osotros las presentamos e n tal forma que el d es p a ch o d e l a s m i s m as heri ría l a s n o r m a s perfectísi m as d e l a pru d e n ­ cia d el A l tísi mo, y aún el � u ch o amor que n os p ro f es a . De d o n d e se d espre n d e q u e l o s r esp on s a bl e s d e l fracaso d e nues tras ornciones s o m o s n osotros p o r a lg u u o de estos tres ca pítu l os : o p o r q u e pedi m o s si e nd o m al o s ; o p o rq u e solicita m os cosas m a l a s ; o porque roga mos in d e bida me n te . *

VI I .

*

Pedi mos si e n do m a los .

Somos m o ral m e n te malos cua n d o m e n oapreciu m o s l a - gracia. Esta p u e d e ser m en o s pr ecia d a d e Cl isti n tas m a n e ras; a ) A b razá n dose, d el i beradam ente, a la c u l pa , o s ea ,

viviendo en p ecad o mortal. Es el m a yo r d es p reci o q u e

podemos h a c e r a la a m i stad d i v i n a . El ho m bre , e n _cu anto q u e es p e ca dor , se declara enemigo abi erto del A l tísi m o .

b ) Muchas veces se c o n te m po r i za c o n el pecad o venia l . Tal pecado no quieb ra d e l todo la a m i s tad con e l S eñor ; p ero la d e b i l i ta. C u a n do en este n o hay e n ­ m i e n d a , Dios cierra su mano a las c o m u n i ca c io n es d e su i n a g o tabl e gen erosid ad ; pues s e r echa za n . Mons ­ tru os a i n gratitud q u e hace a l o s h o m b r es m a l o s . c ) Y , fi n a l m en t e , l o s ti bi os. Recordemos a q u el trem endo afo r i s m o del A poca l ip & i s. c Porque eres tibio te vomitará. mi boca • . (Apoc. ,'J 1 G.).


1 22

L1 1z de Dios

gn cad a u n a d e estas tre:s c a t e g or ías d e s g ra c i a i n n u merables almas a grupadas.

h ay, por

,

Est a s a l m a s p u e s tas e n o r a c i ó n d e s ú p l ica , no con­ si gu e n lo que piden . ,

Es j u s t o que así suced a. Nos o t ro s q ue n o alca n ­ zare m os , n u n ca , la recti tud i n fi nita d e Dios , p roced e ­ mos d e igual m o d o con n u e stros e n e m igos; no d a m os curso a l os fa vores que nos p i d e n ,

.

Ped ro n e c e s i t a co n s eg u i r u n e m pl e o fiscal de la pri m era a u torid a d d e la Re pú blica . P e ro a n tes d e pre­ s e n t arse al p r i m e r m a n d a ta ri o e m p re n d e , contra él, per­ s i s t e nte y ca l u m ni osa ca m p a ñ a de pre n s a Se suceden en los p e ri ó d i co s uno a otro , los a r t í c u lo s d i fa m a torios. Así d u ra n t e un m e s . .

,

L a v i d a pri v a d a y pública d e l Presi d e n te d e l a H e p ú b li ca r¡ n eda h ech a giroues c o n l o s p u n t o s d e l a pl u m a d e Ped ro. To d o s lrn bla n m a l d e l p r i m e r m a n ­ d a ta r i o de l a n a ció n . El P re s i d e n te l o sabe to do; e stá mo l e s to por las i � j u r i as de Ped ro ; n o s u fre , en q u it:tud , tales calum­ mas.

Sin e mbargo, p u e s t o fi s ca l .

P e d r o sol icita

d e él

la graci a :

un

El Presi d e nte m i ra la s o l i c i t u d ; l e e l a fi rma ; r e c o n oce en e l l a al o f e n s o r ; y de sus labios sale , leída l a s ú p l i c a un no re d o n d o y son oro. ­

,

Así s uele suce d e r: hacemos fa v o re s a los a migos; u o a los e n e m i gos .

E l p e c a d o r , como tal , renueva, dice San Pablo , la m u e r t e d e Jesús. El pe ca d o r es e n e m i go d el S eñor. p a s ión y

Mala disp osic ión e s esta e n e m i stad para c o n se g u i r

f a vo r e s d e l c i e l o

.


Poder admirable de la Oración

1 23

Pedimos siendo malos. Ta mbién soli citamos, a veces, cosas malas. *

*

*

V I II. Hay cosas i n trínseca m ente malas . So n a q u e­ l l as que i m plican, to sí m i s m as, el quebra n ta m i e n to de alguna ley a la que esta m os gra ve m ente o b l igados.

No pu edo supon e r que n i n g u n a persona con scien ­ te d e sus actos se a treva a ped i r a Dios auxil i o s espe­ cia l es para roba r o m ata r a otro. El robo y el homi­ cidio son actos intri n s e ca m e n te malos.

La oración , en este caso , sería horrible injuria con tra la Maj esta d , tres veces santa, d el Sefior. Hay cosas muy buenas, d e suyo , que para e E ta o n q uella person a p u e d en ser malas por razones i n d i vi­ d u a l ísimas. ¿Quién se a trevera a d eci r que la salud o las riq uezas ofe n d en a D ios? ·

Está u n a pe rsona postrad a , en cam a, l a 1·gos m eses; la· tísis l a ti ene aprisionada; sufre lo i n d eci b l e . Esta en ferma es m a d rn de tres o cuatro hij os a quienes debe alimen tar con el tra bajo de " sus manos. Es muy pob re, los negocios le salen mal.

Su al ma se triza d e d olor porque v e a sus h ij os cada d ía más d ébiles p o r fal ta de alim entación; y ; además, n o pued e ed ucarlos, p ues n o ti ene d in eros. Ella pid e . riquezas .

a Dios,

en oración

fervo rosa ,

sal ud y

Dios parece esta r sord o a sus peticio n es . La en fe r­ ma sigue pobre y enferma .

¿Po r qué esta cond u cta del Sefior

. . .

?


Luz de Dios

1 24

No ol v i d e m o s n u n ca l o q u e voy a d ecir; esta ob­ servación tra n q u i l iza m u c h o a las a l m a s . D ios l o s a b e tod o : lo p a sa d o , l o p r e sen t e , y l o por­ veni r . N os c 0 m pre n d e a fondo. Conoce lo q u e d a m os de nosotros mi s m o s , puestos en o ca s i ó n de p e ca d o . D i o s q u i e r e, en p r i m e r l ugar, y s o b re todas las co s as , la s tt l va c i ó n d e l a s al mas. Esta es e l bien m ayor pa ra el hom bre . En s u co m pa r a ci ón , los bi e n es d e este m u n d o so n co m o e l h u m o q u e el v i e n t o d is i p a . D i os s a b e q u e la p e r s o n a enferma y p o b r e , a que a l u d i mo s , s<: sa l v a rá conti n ua n d o po b r e y enferma, y q u e se c o n d e n ará san a y ri ca .

Ell a p i d e d i nero y fuerzas físi ca s . Pid e cosas en sí mism as m uy buenas, pero m al a s en relaci ón a su sal­

vación eter na.

Dios niega, entonces, l a p eti c i ón . ¿Es que Dios no a m a a esta persona . . . ? ¡ Y a l o creo q u e la a m a . . . ! P r ec i s am en t e porque la a m a l e n i ega lo que l e p i d e.

Y si n o, d ecid m e : A n ton i o es u n n i ñ o d e p ocos años; j u e g a c o n u n c uc h i l l o p u n t i a gud o y d e fi l o muy co r ta n t e . La m a d r e d e A n to n i o lo mira; prevee que el nifio p u e d e h e r i rse ; y l e gri ta con i m paci encia: A n tonio, deja el cuchi l l o . . .

El niño no hace caso . . .

La madre v u e l v e a gri ta r ; cuchillo . . . ! Pero A n tonio sig u e el arma peligrosa.

A n tonio, ¡ q u e d ej es el

j u gan d o , temerariamente,

con

La m ad re , enton ces, se acerca a Antonio y le quita , c o n violenci a , el cuchillo.


De los tiempos eil que hay que Órar

1 2)

A ntonio gri ta, rabia, p at al e a , l l o ra, se ti ra al s u elo , sufre . Ln ma d re s u f re con é l . Pero s e n ti rí a , i n m ensa­ mente mas, q u e se cor tase u n d e d o . Y p o r a m o r al �ijo prefi ere el m al m enor, a saber, que grite y llore.

Así p ro ce d e el Sefior: como buena m ad re . A ma bien a sus hijos. D a s i e m p r e lo qu e más con viene. Y c o m o nu estra ignorancia es tanta qu e , sin saber, ped i m os c o s a s, p ara n osotros, malas, au nque con a p arien cia s d e bu e n a s . . . ; Dios, q u e n o s a m a con a m or i n fi n i to y sabe lo q u e más nos c onvi e n e , n i e g a lo q u o le ped i m os , p e ro , en c a m b i o , ¡ cuántas y q u é efi caces gra ci a s actu a les d ej a c a e r , e n tonces , sobre nuestro e s p í r i tu , a fi n d e q u e , pu eda hacer frente, c o n m é r i to sobrer.atu ral, a la s difi­ c u l t arl e s de la v i d a y se sa lve. N u es t r a s o ra ci o n es s a l e n fal l i d as , cosas m al as .

porque p e d i rn o s

Ta m bién se frustran porque pedi rn os m a l .

*

*

*

IX . La c u a l i d a d e s de la orac10n de súpl i ca están largame:nte - exp lic a d as en otro capítulo d e e s ta obra . Las enu m ero aqu í p e ro no i n sisto en l a s mismas. Son: (a ) san t i d ad o pureza de vid a ; (b) humilda d s i n cer a ; (e) confianza i li m i ta d a ; (d) r�cogi miento intúno y e x t erno ; (e) p e rs e ve ra n c i a p r u d e n t e ; (f) y gen erosi­ dad de espíri tu . Los componentes del ag u a q u e b e b em o s s on el oxígeno y e l h i d ró g e n o . Entran estos ele m en tos a com­ poner el a gu a e n p r o p o rción fija. C u a ndo esta falla, el agua s e d es co m p o n e y ya no e s buena p ara ser bebida. Del mismo m o d o , las c ua l i d a d e s q ue enu m ero mar­ can l a p e l'fe c c i ó n d e n ue s tr a s oraci o nes. C u al q u i er a d e


Luz de Dios

1 26

ellas q u e fa l t e , vi cia la o ra ción ; v i c i o q u e fru stra l a s i u te n cio u es q ue en e l l a p u si m os . ¡ Qu é lá sti m a ta n gra n d e q u e nos condu zcamos de.. tnl for m a , al orar, q u e sea m o s n oso tros m i s m os esto rbo· al pod e r de Dios, e l cual qui ere, en su bondad i n ago­ table, fa vorecernos eu todo . . . ! ¡Qué gra ci a s n o conse­ g u i ríamos sie u do b u e n os , pi d i e n d o cosas buenas, y g u a rd a n d o , en l a s o raciones, l a s vi rtudes arriba i n di­ cadas . . . ! *

*

*

X . « La o ración es la ún ica fuerza ante la cual se inc l i n a Dios » , di}o Tertuliano ( De orat. , c. 29) . « Pueden más los brazos t:n alto que las b ayo m t as » , repetía Boslmet. « Las grandes victorias del cristianismo se han alcan­ zado en las celdas de los ermita1io.� » , es cri b ió un asceta. ( Meschler S. J. «Pentecostés » , cap . de ora .) «La o r a ci ó n de Esteban es l a que convirtió a Pablo » , afirma . San Agustín. (Serm. de S. Stph.)

El que ora es como e l peregrino . d e l Salmo que m arch a « Can tando por l a vía de l os precep t os » . (Ps.,

118. 54.) .

E l que no o r a siente, e n sí mís mo, a q uella d eso­ laci ó n espantosa prevista e n las divinas Escritura s . « Desolatione desola ta est omnis terra quia nullus est qui re c ogit e t corde » . (Jerem, 12. 1 / .).

El al m a , s i n

oración es como

sin rocío; nada prod uce.

la ti erra sin s o l y

La oraci ó n nos sacia de Dios y todas las cosas.

en

El

tenemos


De tos tiempos en que hay que órar

i i7

¡ De s g rac i ado aqu e l q u e n o si eute la necesidad de recurri r al S e ñ o r . . . ! Marchará e n l a v i d a sol o ; y d e l solo dice el Espí r i tu Sa n to q u e l o pasará m al, porque, si ca e , no trn drá q u ien lo IPvanle » . (Eccli. , 4 . 10.)

Por lo co n t rario, l a com pañía de Dios, que l l eva que ora, es fo r ta l e z a para n o caer, o si vino a tierrn el alma, por imprevisión o d e b i l i d ad , pronto se levan­ ta a poyán dose en la mano de s u ama n te y fiel com­ el

pan ero . La

oración tiene poder admirable.

« Bendito sea Dios, repetía el piadoso rey Dcwid, que ha rechazado mi oración, ni apartarlo de mí su m iseri­ co rdia» . (Ps. , 6'ií .20) .

no

¡ Que n o s o t ros pod a m os d eci r ,

siempre, l o m i s m o . A s í sea.



C A PIT U L O V I I I

A LG U N O S B I E N ES D E LA O RA C I ON <c 11Iiserere nze·i et n:audi o ra tiouem meam » , (Ps. I V 2.) Compadeceos de m i y e.scttchad m i o mción . S UMA RIO:

!.-San A. g11stin s11po l uc h a r. ll. -Limpia rse de esta fiebre. En e l terre no de lo relativo. l ll.­ Fenómeno Íl!negable. I V. -Debemos conocer a Dio.� . V.-Primero el estudio. Segundo la oración. Vl.-é Podemos obligar a Dios . . . ? Vll.-.Uanantial de fortaleza. VIII. Jesucristo a la vista . IX. ­ Rasm illaduras de la culpa. X.-Se trata de David. Xl.-Resúmen.

l. San A gustín ha sido, sin di s p u ta , uno <l e l o s h o m bres más sabios de la santa I g l e s i n ; v e rdade ro p res­ tigio d e la hu manidad . La p oli cr o m í a de sus o bras, lo m i s m o que su n ú m e r o , lo atesti g u a n . Supo luchar. a

Pri m e ro hubo de vencer l a p ob re z a y e n d o de u n a o tra p a r t e d e s e m pefí ando cátedras.

Después su frió el d e s e nca n t o d e s us errore� filo ­ sóficos y teológicos. Salió de e ll o s a fu erza de i nvesti­ gación y discmso p e rs o n al . E utró d e lle n o , muy p r o u t o , en el ca m po d e l o v erdade r o , asi n tie n d o a los prin c i ­ p ios católicos, pue s to s , n a t u ralm e n te , en el siglo cuarto, que es el suyo.


1 30

Luz de Dios

Y , p o r fi n , s ostu v o esa otra l u cha, la más u n i ­ versal y la m á s trem enda d e t od as ; la lucha d el cora­ zón. U n i v ersal , porq u e , e n mayor o m e n o r esca l a , tod os la s u fr i m o s . Y tre m e nd a , p o r q u e h e m os d e atacamor:1 a n o s otros m i s m os para d o m i nar l os m o v i m i e n to s desordenados d e las pnsiones y rec ha z ar l a s e x i g e n ci as c u l pa ble H d e la carne. Esto es d u ro ; c r u el . San A g u s tín , al cabo de c a to r ce años d e co nti n u o forcej eo consigo m i s m o , t ri u nfa ; y s u tri u n fo es d efi­ n i ti v o ; hasta la m u erte. N o s o n d earé el fo n d o de sus luchas. N o es e s e m i i n tento . Voy a o t r a cosa ; a reco n oce r , co m o lo h an r e c o n o c i do m u chos, q u e el v u e l co del pe c a d o a la g ra­ cia, que dió el santo af rica no , fu é d e b id o , en gran p a rt e , a las oraciones de u na m ad re san ta , la i m p on d erab l e San ta M ón i ca , la c u al no se can s ó de llorar y gemir ante Dios p i di end o , en o ra c i ó n fe rvorosa, l a con versión d e su hij o .

­

Y A g u s tín , en t r egad o y a d el tod o a la vi rtu d , ta mbién e ncu e n tr a en lo oración el secreto de la per­ severa n ci a hasta el f i n . U n a a n écdota , y ella será l a m ejor q u e d i go .

prueba de l o

· Era el 28 d e Ago sto d el afio 430. El hijo de Santa Mó nica tenía v i v i das c erca d e o c h e n ta p r i m a v eras . E l c elo por la gloria de Dios y sal v a ci ó n de las almas lo i nflamaba . Regía , como obi s p o , los d e s tinos de la dió­ c esi s d e Hipon a . De repente, la horda sa lva j e d e los vánd a l o s , paga­ n os o arri anos, d ej o s e c aer sobr e la d iócesis d e A gus­ tín, destrozan d o , matand o , p ulveri z á n dolo todo.

El santo obispo n o r esistió go lpe tan r ec i o . Cayó en cama con fiebre abrasado ra. Le pr o h i b ier o n hablar , l e er , recib i r vi si tas .


Algunos bienes de la Oración

131

Obedece; p ero no puede menos d e pensar en Dios, e n s u s gra n d ezas, e n sus atri b u tos, en s u s m isericor­ d ia s . Y co m o todas esta s m a r a v i l las a pa r ecen , canta · d a s , e n l os salmos rl e David , m a n d a e l santo q u e l e escriban , c o n g r uesos caractere s , l o s s a l m o s , e u perga­ m i n os y que estos l os cla ven en la pared , a su vista, para leer y r e l ee r , m e n ta l m ente, los vers ículos escritos . A gustí n , m oribundo, no o l v i d a que en la pe reg ri­ nación por este m u n d o hay que 1·esolver el problem a d e la e ternidad, y que e s t e n o lo res u e l v e b i e n el q u e no o r a bien .

Y ahí están sus oj os, ya ma rchi tos por los mios, re p asando, lo que s u cora z ó n , jamás envej eci d o , a m a

con el f uego d e u n p e cho africa n o cristia n i z ado.

La o ra ción l o co n virtió d el pecad o a la graci a . La oración lo m a n tu vo en la práctica de v i rtud es h e róicas. La oración l o acom pañó hasta la frontera de l a ete r­ n i d a d . La o ra c i ó n lo llevó , co m o d e l a mano , al ciel o .

*

*

*

II . Como Agustín , también nosot ros debemos e n carar, e n este m u n d o , el gran probl e m a de la eter­ nidad . La felicidad o la d esg racia de u l t ratu m ba se resuel v e en el ti empo. Estn reso lucióu e s personalísi ma. Nadie puede suplirnos en ella . Cada u n a d e nuestras acciones, sea, o no, de ca rá cte r neta m ente religioso, d ice relación , directa o i n d i recta, con e l a s u n to d e la salvación d el a l m a .

El que seamos m á s o m e n os s a b i o s , es cosa d e poca monta. Ten er p u fiado g rand e o c h i co d e d i n e ro s e s n egocio accidenta l . S e r , o n o , a plaudidos por los hom­ bres, e s l i gera m ú sica que, a l o su m o , acom pa fí a hasta el sepulcro. Des l u mbra r por t-1 dominio perfecto de un


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Luz de Dios

a rte e s c o n q u is ta r tierra i n fecu u d a . Y v i v i r pa ra goza r es e q ui v oc a r el c a m i no d e lu dicha . Esta e n u m eración i n dica la fieb re moral que con­ s u m e a l a mü x i m a pa r te de· los h o m br e s . Basta a b ri r l o s oj o s , m i ra r en torno u u estro , y l a pru eba apa 1·ece c o n fi r m a d a con la realidad a p la stant e d e l o s h ec h os . ¡Hay q u e l i m p i a rse de e sta fiebre! ¡ Urge aplica r el re m e d i o , pues en el r e i n o d e los cielos no e n tra g e nte e u fe r m a d e l a l ma . . . ! Sanar de estos males es con d i ci ó n pre via para gozar d e la v e r dad e ra d i ch a . Qu e re m os s a uar. Pe ro hay q u e q uere r e fi c a z m ente.

E n n ues tro s actos h ay si e m p re respon sab i l i1lad pe rs o na l ís i ma. N u estras acci ones son nu es t ras , porq u e s o m os l i bres e n p o n e rl a s o deja rlas d e pon e r . Somos l i bres, au nque no con l i b e rtad absol u ta , s i n o re lati va, c u a ndo se trata d e nue stro ú l ti m o fi n . N o goza m os d e l i be rtad absol uta, porque l a perso n a cue rpo y al m a a Dios como s u ­ pued e r e n u n cia r l i b ertad absol u ta respecto d e l a inclina ción o tend encia ú lti ma de l os actos de su v i d a . El d erec h o y e l d e be r son correlat i ­ v o s . Don d e existe nn d e recho , existe, tam b i é n , u n d e be r . Este d e re ch o d i v i n o es i n a l i e na b l e . Luego e l deber que corr e s p ond e a e s t e d e recho, e s fij o , i n d estructi bl e .

hm1r nna, es d e c i r, e s te co m pu es t o de q u e l l a m a m os h o m b r e , es tá ordenado premo y ú l ti m o fi n . Y co m o Dios n o a este d e r e ch o, el h o m b re no goza d e

Esto , m i rando l a s cosas en absoluto. Es distinto con templ ándolas @ el terreno d e l o relativo. La u n ión d efi n i ti va c o n n u e s tro ú l ti m o fin h e m os de conq uista rla, m e r i to r i a m en t e . La feli cidad completa y e t e rna q ue gozará el alma u n i d a a su último fi n , n o e s dón g ra t u ito , e s r eco m p ens a d e j u sticia. (JI. Tim . 4 . 8) . Si es reco m p e n sa d e j u s t i c ia , h a debido


A -'lgunos bienes de la_O_r_a_ c_ i ó_n

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preceder el mérito . Y como no hay mérito en dond� se obra d e t e rm i n a n te m c n tc , esto es, si n libertad , ded u ci­ mos, q n e e n e l terreno práctico, somos libres en tende r hacia nuestro últi m o fin o d ejar d e tender a él, para tener mérito o dem érito en n uestras acci ones . De aquí, el pecad o o l a virtud . Estas nccion es son la s que d ebemos ordenar. Dios

ha tra z a do el ord e n . Vivi mos ord e nadamente cuando ajustamos la v i d a , e n todo y por tod o , a los Manda­ mientos d e l a ley de Dios y a les Preceptos u e la Sa nta I g l esia.

Cuando nuestra vida se deslizn sobre los J'Í e les te n d idos por la ley di vina y e clesiástica , te n e m os la m ayor certeza posible en este mundo <1 e que a la hora de la mue rte Dios, justísi mo y a m antísimo, nos recibirá en su santa gloria. Porque la caridad l-!Obrena tmal es cond i ción nece­ saria pu ra obtener méritos dig nos de gloria ete rn a . Y n os constn , positiva mente, que, cu mpliendo las leyes uivinas, se nos comunica la caridad de Dios. *

III. V i v e en Dios y eclesiásticas.

*

:::-

el que observa las leyes divi nas

¡ Qué prnnto se dice esta frase ! Pero seamos sinceros con nosotros m i smos. Este m odo de vivir, que aplaudi mos co n toda el alma, nos cuesta; e s di fícil; en mom entos de d esaliento, qui siéra mos que no existi esen dichas l eyes; miramos, a veces, con much o miedo l a vol u ntad d e Dios . ¿Po r q u é este desacuerdo entre nuestras i d ens y los hechos d e nuestra >ida? . . . . .

El fenómeno ee innegabl e. De lo contrario todos llegaríamos , rapidam ente, a la sa ntidad . Y , por <1esgra-


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Luz de Dios

cia, las a l m a s san tas , verd a d e ra m e n te s a n t u s , esas, q u e rara vez claudican , s o n muy p ocas . L a l u c h a e s fuerte. La i g n ora n c i a , la c o ba r d í a , e l d esaliento . H e ahí l os e n e m i gos. E n e m igos p a r a todos y en cual q u i e r con d i ción o esta d o en que se encu e n ­ tre el al ma. La i g n o rancia es e n e m iga d e la santidad , porque esta es a m or, y nosotros e s ta m os cons titu idos rl e tal modo, que para a m a r necesitamos conocer pri m ero el obj eto q u e ha el e ser a m a d o . De aq u í, q u e , cuando una perso n a o cosa es ese n cial m e n t e amable, co m o l o es Dios n u es t ro Señor, se la a m a rá, de or<l i J J ario, mucho, si es m u y con oci d a ; poco, si es p oco co n oci da; y nad a , s i s e l a i gn o ra total m e n t e . L a cobardía es en e m iga d e l a santidad , porq u e esta se riega con s a n g re d e m a rti rios perr nna l ísi mos; q u i ero d ec i r , con actos contín uos de a b n egaci ó n y v enci miento propio, lo cual hace que nos pare zca mos al m od e l o de trn l o s los santos , el d i v i n o cruci ficado d el Cal va r i o . L o s cobard e s , que n o s i r v en para estos m a rti rios d e sí m i s m o s , están excl u (d o s d e l perfecto . a m o r de Dios.

Y, final m ente, el d e sal iento es ene migo d e l a san­ tidad, p orq u a e s ta es nn hábito; algo así co m o una segund a n a t u ral eza pega d a , fusionada con l a nuestra. Los hábi tos , esas costu mbres arraigadísi mas e n el alma, no son fruto de actos aislados, s i no d e a ctos repeti d ós hoy, m añana, pa sado m a ñana, y E i empre . . . Los d esa­ l e n tados corren el riesgo de a ba n d o n ar estos a ctos; de hecho, d ejan d e ponerlos m u chas veces . Si lo que ga· n a ron ayer l o pierden hoy, no logran la estabilidad; el hábi to; l a segunda naturaleza; l a santi dad . La i gn oran cia se com b a te con la sab i d uría; la co­ bardía con Ja fortaleza; el d e saliento co n l a con fian za . En may or o m enor escala todos n ecesi t a mos m á s conoci miento d e Dios; m á s fortal eza cri stiana; más con­ fian za sobre natu ra l .


Algunos bienes

de la Oración

1 35

Quien a r ra i g u e , en n u e s tr a al m a , e stas v i r tudes, nos hace u n bien d e i u calc ll l a b l e val or, p orque nos d a s eguridades d e salvaci ó n e te rn a d espués d e habernos san tificad o . ¡ La oración . . . ! E lla es e l l i bro q u e nos d e scubre las m aravi l l a s d i vi nas; la pi edra i m a n tada d o n d e l a s a l mas ad quieren i n c r e í bl e fo!'tal eza m oral ; el regazo m aterno donde se r espi ra atmósfera de confianza

absol u ta .

Reflexi on emos al g o sobre cada u no d e estos puntos. *

IV.

c o noc e r

*

*

Y , en p ri m e r l u g a l', s obre Ja n e cesi d a d d e y l a s vel'dades d e l a r el i g i ó n .

a D i os

Si tomamos e n c u e n ta J o que e n sefian los m ora­ l i stas acerca de lo que d eb e m os cre e r y el modo como h e mos d e c r e er l o ; s e verá, claramente:, la i mporta n ci a q u e ti e n e l a i nstru cci ón r e l igi os a . « Es c i e rto que d o s cosas s e han d e saber y creer con n e c e s i d ad d e m edio: la exist e n ci a d e Dios: y que Dios p r e m i a a los b u en os y castiga a l o s m al o s . E s p rn ba b l e q u e se r e q u i e r e con n ecesidad d e m ed i o la f é explí c i ta e u l o s m i s terios d e l a Santísima 'f r i ni d <:1 d y E n ­ ca rnaci ó n . A sí m i s m o , con necei; idad d e prece pto d e be­ m os s a b e r y c r ee r : el Credo, los M a n d a m i e n tos d e Di o s y de Ja Iglesia, los SB c rn m an to s y el Pad r e Nues tro »

( Conf Thesa u ru s Confessa rii, Busquet- Garcia.).

Esta es la cie n cia m ínima; l a indi spen s a bl e ; Ja que n o puede faltar ni a l n i fi o 4ue l l ega al uso d e la razón . Es como u n a i ni ci ación de connci m i en tos acerca de Dios y s u s m i s teri os . E n tre es t os cono ci m i e n tos r u d i m entn rios y l os que ti e n e un profu n d o teólogo o u na de esa s a l m as q ue


Luz de Dios

1 36

viven en l o s espl e n d ores de la m ás a l t a m ística, h a y d ista n ci a l a rg u ísi m a . Esta d i s t anc i a d e b e m o s p rocun1 r a n d a r tod o s , si n n egli genci a s culpables, a m e d i d a d � n ue s t ra capaci dad .

Te m a m o s l a i gn o r a n ci a d e las cos a s re l i gi os a s . No rechacem os, j a más, el conoci miento de Di o s y sus m is­ t er i o s . Oigamos esta form idable s en t e n c i a d el E s pí r i tu S a n to : ce Porque rechazas/,e la ciencia, yo le rechazaré tam b ién, dice el Sefior » . ( O se . 4. ú'). Q . u e ella nos sirva

de

estím u l o al estud i o de las cosas espiri tu alel'l .

E s te co n oci m i e n to es u n deber si s e co n si d era q u e, d e n u estras obl i ga c i o n e s la más gra ve, ( o b l i ga ci ó n gra­ vísi ma), es la de a m a r a Dios. Pero, si

n o es co n o c i d o ¿ c ó mo s e rá a m a d o . . . ?

Hay qu e conocerle en sí m i s m o , en sus atributos, e n las form a s como se nos com u n i c a . Nad i e ha de i gn o ra r los cami nos po r donde se l l eg a a Dios; las ma­ n e ras d e consegu i r la graci a s a n t i fi ca n te; los m e d i o s d e c o n s er v a r l a y a u m e n t a rl a . Las p rá c ti ca s q u e nos i m pone l a rel i gi ó n , lo m i s m o que los t i e m pos en que ob l ig a n ; las v i rtu d es sobrena tu raleR y el m o d o d e cu l ti v a rla s ; e n u n a p a la br a , cómo vi ve Dios e n noso t r o s y có mo n u e s · tras o bras h a n d e ir i m p regnadas d e Dios; son cono­ ci m i entos n e cesa ri o s a n u e s t r a s a n ti fi ca c i ón y s a l v a ci ó n , y d e be m os sabe rlos a fon d o ; si r. ti tubeos.

La i g n ora n cia de D i os y d e su santa graCJa con­ d uce a l m en ospre ci o d e l a sa ntid a d . ¡ Y ta n to s ignora n tes d e e s ta ciencia d i v i n a que andan por esos m u n d os . . . !

A m i g o s de l a va n i d a d o de los i n tereses materia­ l es, subord i na n tod o a e sto; y m i ra n l os conoci m i entos substanciales al a l m a con m e n os p re c i o i rrita n t e . ¡Quién p u d iera a rra s tr a r a t o d a s las personas haci a el foco d e la v e r d ad e ra luz , q u e e s el Verbo d e Dios


Algunos bienes de la Oración

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h echo h o m bre por :i m o r al h om b re, ven i d o al m u n d o co m o Maestro ú n i c o y u u i v e rsa l , d e ta l :nocl o , q u e , q n ien rechaza s u s d o g m a s n o ti e n e sal vación posi b le . . . ! *

*

*

V . Dos c a m i n o s h a y para l l egar a este con oci m ien to de Dios . Pri m e ro, el estu d i o ; s e g un d o , la o ra c i ó n . A m bos s o n buenos; p e ro , e n el segu n d o el al m a s e s i e n te m á s s egu ra . E l conoci m i e n to q u e s e l e com u ­ n i ca por vía d e o ra c i ó n e s m á s efi c a z para hacerla s a n ta . Esto n o quiere decir q u e d ej e m os e l estu d i o a u n l ad o . D e n i n guna m a n e ra . U n cu rso el e reli gión , l levaclo a :fon d o , es muy n ecesario. Una s e ri e d e lecci o n e s s obre l a vida ascéti ca y m ís ti c a abri ría , : i las a l m a s , h ori zon teE nuevos l l enos d e l uz , pon i é n dolas a snlvo de m u cho� e rrores y a p reciaci oues i l u s11 s s o b re l a vi d a es µ i ri tu a l . L a lect u ra d i aria d e l cate c i s m o , tra tad os d e reli gión , h e chos de los s a n to s , y , pri n c i pa l m en t e , de la Sagrada F:scri t u r a , sobre tod o el Nuevo Testam ento, pond ría a n u estro a l cance innumerables i d eas sobre la v irtn<l . Cuanto hagamos p ara sacu d i r del al m a la i g nora n c i a o descon oci m i en to d e Dios , e stá bien h echo. Porque, si en tod a s l a s cosas , la fa l ta d e ciencia es un pel i g r o fo rmidable, en l as vías del espíritu , e n q u e n o s j u ga­ mos n a d a m enos q u e la gloria eterna d el ciel o , sería a l go cata s t rófi co. Eso ;;,í, e n tre el conoci m i e n to a d quirido y el que Dios i n funde en las a l mas, hay d ife ren ci a m a rcadís i m a . E l adqu irido es frío; d e s u y o n o san ti fica. ¡ C u ántos fil ósofos y teólogos e m i n e n tísi m os deja ron que d esea r en s u c on d u c ta m o ra l . . . !

Los conoci m i en tos qu e Dios i n fu n d e e n l a s al m a s , l l evan s iem pre fuerza i m p u l si va ha cia l a vi rtud . A sí apa rece , de hecho, en m u ch í si m o s s a n tos .


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Luz de

Dios

Los conoci m i e n tos adquirinos acerca d e Dios, s o n efica ces , e n ord e n a santifi c a rnos , cuando van acom· p a n ad os de r ecti tud d e i ntención , qui ero d ecir, cua n · do se e s t u d i n c o n e s t a id ea d e que n os s i rva l a c i e n cia para a ma r m ás a D i o s . No es el conoci m i e nto, e n rnzón d e tu l , el q u e san tifica . Los d e m onios, e n el i n fi e rno, conoc e n , con ci e n ci a extraord inari n , a Dios , y , s i n em bargo, es tán con d enados . L a eficacia santi ficad ora d e n u estros co n o ci m i e n tos d e D i os e s tá e n la i ntención d el que estu d ia, i n t e n ción q ue el S e ñ or pre m i a dan d o n ue v a s g raci as sobren atu ral es , q u e m u e v e n l a v ol u n tad a pon e r e n prácti ca lo que el e n te n d i m i e n to l e dicta q u e es b u e n o .

En el conoci m i e n to i n fu so , no cabe engafio. Tiene como ori gen al m i s m o Dios qne l o i n fu n d e . Dios ni se e n gaña n i pue d e enga ñ a rn o s . E n e l co noci m i e n to ad quirido se d a. a ve ces e l error. La i nteli g e n cia h u m a n a no goza d el d ó n d e 11:1 i nfali b i li d a d ; po d e m os e q u i vocarn os . El co noci m i e n to a d q uiri d o ti e n e l i m i tació n . El J í . m i t e e s la ca paci d a d com pren siva d el q u e estud i a .

N o es así e n l a cie n cia i n fusa, p u e s D i o s que l a co m u nica p u e d e a m p l i a r , hasta d o n d e quiera, la capa · cid ad recepto ra de n uestra intelige n cia. Se v e , e n to n c e s , por estas rá p i d as i n d i caci o n e s , c u á n t o e x c e d e la c i e n cia i n fusa a l a a d q u irid a , y cómo esta es muy secund ari a , al lado de aquel l a , e n e l e j er­ ci c i o de n u estra santi ficaci ó n .

Nos i n teresa t e n e r ci e n c i a infusa. *

VI.

Pe r o ,

la co u ceda

. .

?

¿pod remos

*

*

obl igar a Dií)s

a que nos


1 39

Algunos bienes de la Oración

------�

¡ A h ! eso n o . De n u estra pa rte 110 existe n i n gú n d e r e ch o E l da estos co noc i m ientos a q u i e n q u i e r e y com o q u i e re . Es l i b é r ri m o en con ced e r l o s . No pod e m os o bra r, de tal m a n e ra , q u e e sas o b rll s e xijan de condig n o , c o m o reco m p e n sa d e j u stici a , l a ci e n c i a i n f u s a . .

Pero nos consta , por el testi m o n i o verídico d e la h ag i o g n: fía cr i s t i a n a , que las al m a s que m á s han abun ­

dado en con oci m i e n tos in fu sos sobre la v i d a e s p i ri tua l h a n sido a l m a s de m uch ísi m a o ra ción, presenci a el e D i o s c o n tf o u a , de a bs t r a cc ió n , c a s i totu l , d e l a vida d e mu n · do y de sentidos. Lu ego pod e m os su p o n e r que, au n q u e l i b c rri ma­ mente , si n e m b a rg o Dios ha e s co g i d o esa oportunidad d e la o ra c i ó n para i l u m i n a r e n m u chos ca sos , a las a l m as con los respl a n d o re s de u n a c i e n e:i a si n g u l a r . ,

,

Pare cen concordar c o n e s t a idea a q u ell o s testi m o ­ n i o s de los Li b ros Santos. D i c e Davirl : « A cercaos a El y seréis iluminados )) (Ps. /J3· G.) La o ra c i ó n 1,1 o s ace rca a D i o s dice e l profe ta Oseas: « La llevaré a la f.oledarl y allí hablaré et su corazón» (Osee. , 2. 14J. E u t ra m o s en soledad c u a n do ora m o s . ,

E sta p r ofus a comuni cación d e e s p i ri t u a l s a b i d u rí a a las a l m a s de f r e cue n t e o ra ción, es tan c i er ta que se me vi e n en a l o s p u n tos d e la p l u m a dos nom bres, e n tre m u chos, l o s cual es son p r ueb a i rre f u table de lo que digo. Me re fi e ro n S a n t a Catalina de Siena y a Sa n ta Teresa d e J e sú s . ,

,

Ambas d e j a ron e n s u s escri tos escuela teoló gico­ mística i rrefutable, y ningu n a de las dos asistió a clase s , ni l e y ó l i bros d o n d e se dictasen le ccion es sobre e stas m aterias e s p i ri tu alísi mas.

De San ta Cal i n a se d i ce que tenía, e n las ci e n cia s humanas, e s c a s ísi m a i nstrucción . Pero entra en oraci ón , de muy n i fia ; casi vive pa ra la o ra c i ón ; llega, en o ra ­ ción , a l o s éx tasis . a l o m á s ín ti m o y subido d e l trato .

.


Luz

1 40

de Dios

divino . . . ; y e n l a o ración l e co m u n i ca Dios aqu ella s a b i d u ría q u e l a h i zo el o r á c u l o de s u s i g l o . Es cono­ cid a e n el m u n d o de l a m í s tica con e l g l o rioso dictado de l a «Doctora del Amor» . Lo p ropio hny que afi r m a r d el S era fín t r a ns v er ­ b e r a d o d el Carmel o. A l g o m á s su po d e las ci e n c i as d e l a ti e r r a que la firií s i m a m ística i tal i a n a ; pero m uy poco m á s . Y , s i u e m b a rgo, ¡ q u é m uj e r ta n e n len dida en cosas de v i d a es p iritual . . . ! E n s u s ob ra s , ¡qué preci sión d e co1 1 ceptoi; . . . ! ¡ Có m o d es m e n u z a los es lados místicos del espí ritu . . . ! ¡No h a y , en sus escrito s , n i una p a l a b ra perd i d a . . . l ll oy, cu a n l o s quieren h a blar con acier to en e sta s m aterias , a cu 1 l e n a beber el agua c r i s ­ talin a d e l os escritos d e l a í n cl i ta C a r m elita A v u l e n s e , a q u i e n todos l l a m a n l a Doctora m í s t i c a p o r excel encia . Frn n ca m en te , no po d e m o s explicar este fen ó m eno,

s i n o es a c epta n d o que l a s a b i d u ría de Dios se d e rra­ m a b a . co n pro fusión, en e l l a s , cu a n d o trataban , con s u d ! v i na nfaj estad, e n l a ora ció n . ¡ Esto es a d m i ra b l e . . . ! ! ! Reconozca m o s , e n t on c e s , e l bien i n m e n s o q u e po ­ d c1'n os reportar de consagrarnos a la vida de oraci ó n . Esta es m a n a n t ial inagota b l e d e conoci mientos d i v inos . *

VII.

*

*

Eslo, a s í m i s m o , d e fortaleza cristi ana.

San Pa b l o sentías e at u rd i d o en la l u cha con tra las pa s i o n es de la ca r n e . En ese aturdim iento aci erta n o ra r de e s te m o d o: ¡ Quién me librará de este cuerpo de m1terte! A lo cual se l e con testó: Tienes bastante con mi gracia " ; Sz{fici t tibi gratia mea o:. {JI, Co r. XII. 9.) La oracióu l o p us o a s a l v o . E l l a l e hizo heroica m en t e val eros o .

Entre las a l ma s fuertes q u e ha a l i m entado l a gra­ ci a , f i g u ra , sin dis p uta , la de e s te apóstol.


Al gunos bienes de ia Óración

¡4¡

Sufrió d e m i l modos . Cuen ta él con sen ci l l ez de n i ño , sus p r op i a s p e n a l i d ad e s . H el a s a quí:

« Y ya que much o s , d i ce , se gl orían se gún la ca rn e : y o t a m b i é n me glo riaré . Po rque d e buena g a n a s u frís a l os n ecios siendo voso tros sabios. P o rq u e s u frís a l o s q u e os p o n e n e n s ervi d u m b r e , a l os q u e os d ev o ra n , a l o s q u e d e v oso t ros to m an , a l o s q u e se en sal zan , a l o s que os hieren en la cara . . . ,, . « So n ministros de Cristo, (hablo como m e n os sabi o ) , yo más: en may o re s t rabaj o s , en c á rc e l e s más, en a zotes sin medid a , e n r i esgos d e m u erte m u cha s Vl' Ces. D e los j u d íos h e reci bido c i n co cua rentenas d e a z otes m e n o s uno. Tres v e ces fu i a zotado c o n varas, u na a pe d re a d o , tres pa decí n aufra g i os , u na n o c h e y un dfa e s t u v e e n l o profu n d o d e l mür. En ca m in o s m u chas v e c es , e n peligro s de ríos , en pel ig r os d e lad ro n e s , e n p e l i gros d.e mi naci ó n , en peligros de los gen ti les , pe l i gros en l a c i udad , p el igr o s en e l desie rto , p e l ig ros e n e l m a r , pe­ l i gros d e falsos h e r m a n o s . g n tra ba j o y fa tiga , e n m u ­ chas vigi lias, e n h a m bre y sP d , e n m u d10s ayu n o s , e n frío y d e s n u d e z . (JI Cor. , Cap. 1 1}. Y a raiz d e esta l a rga l i s ta de sufri m i e n tos, confi esa que fué e l evado e n éxtasis h a s t a e l tercer c i e l o . Co mo d e n ota n d o q u e , la fuerza di vina que l e sos t e n í a e ra l a g ra c i a sobren a tu ra l c o m u n i cada a s u espí ritu en la oració n . Detal l e m os . u n p oco·. Lo substa n ci al d e l a v i rtud de l a fortal eza cons i ste en s u frir las tri bulaciones de l a vida con ánimo rn ve:1cibl e , y en real i z ar gran des cosas sin d e s mayo , por l a gloria d ivina y s a l va c i ó n d e l a s al ma s. Es in dicio d e espíritu fue rte po n e r pecho d escu­ bierto a los peligros y m i ra r s i n m iedo a l a m u e 1 te por la fe o por cual qui e ra v i r t u d . Es fuerte q u i é n se porta de ta l manera en l o prós­ pero y ad v e r s o que ni l o p r i m e ro le en g ríe ni lo se-


1 42

Luz de Dios

gundo J e aba te , s i n o que e n todo guarda s e r e n i dad de ánimo. Es fuerte quien l ucha co n t ra l as t e n tacion es <l el d e m o n i o con e s p í ri tu sostenido rechazá ndol o s p ro n t a y sere n a m ente, venciéndose con abn egación continua . Es fuerte qui e n , puesta Ja confi a n z a en Dios, s e l a n za a p racticar gra n d es obras d e celo por l a salvación de las a l m 11 s , aun cuando, a los ojos de los ho m b res, parezca u despropósitos .

Y e s , final m e n te , fuerte quien se m a n ti e n e sereno y e n paz i n te rior, s i n o m itir su trabaj o , a pesa r de las cal u m n ias, i m co m prenaione s y persecución de sus ene­ m i gos.

Si ahora pretendiera matizar con ej empl os cada una de estas n o tas de fortaleza, te ndría q u e vaciar ínte­ g ra m e n t e , aquí, el l\fortirologio cristi ano con los mil lones y m i l l o n e s d e santos que la Igl esia h a canonizado. Todos fueron fue rtes , pues si n fo rtal eza n o hay h e roís m o posible , y c a d a s a n to es uu h é roe. O tie n e el h eroí s m o d e l m m-t i r i o d e c u e r p o , martirio r e a l p o r la fe ; o e s e o tro h e roísmo d e l m artirio, tam bién real , pero oculto , del a l m a , cuyo le m a e s : « Po tius mori quam fedari» , antes m ori r que pecar. No es ese mi in tento . Sólo quiero ind icar que Ja v i rtud de la forta l e z a s e sostie n e y a u m e n ta c u a nd o el a l m a se ded ica a l a oración . E m pl e e m o s , como i n s trum e n to d e prue ba, argu m e nto espe c u l ati vo sino el práctico. *

*

n o el

*

VIII. Pon gam os dela n te de n u estros oj os a Jesu­ c risto . Su ideal es gl orificar a l Pad r e . (Joan., 8. 14). En e l m u n d o n o busca o t r a c o s a que la sal vación de las


Al gunos bienes de la Óraci6n (Jo an . , fo rtalt>za . . . 1

al m a s .

1 0. JO) Y

1 43

pa ra e s to , ¡ qué d erroch e d e

Aso mbra q u e , s i e n d o D ios, pase p0r l a s h u m i l l a ­ cion es d e Belé n , y por a q u e l las otras, cruelísi mns, sufri­ das e n las casas d e A mí. , 011 i fú s , H e ro d e s y Pil:i t os . Fué horri ble el a l u v i ó n de i n s u l tos, i m properios, a fre n tas y d o l o res físi c 1 1 s y m o rales que se p reci pi tó s o b r e E l en las h oras d e su Pasi ó n san tísi m a . N o reg i s t r a r á n los si glos prueba más h eróica d e fo r t a le z a m o ral que la m u e r t e en cruz d e Jesucristo. Como este a cto d e virtud n o hay ninguno. Co l o q u e m o s todos d etrás de él. Sin e mbargo, hubo un m o m ento, en el c u a l el Sal­ vador se s i n ti ó a c o b a rd a d o ; l l e n o de t risteza y angus­ tia; el p a n o ra m a d e l Ualva rio le aterra; llegó a e x c l a m a r : •< Si es posi b l e q u e pase d e m í e s te cáli z » . (Luc. , 20. 42) . Ap e s a r de todo se sacr i fi ca por n o sotro s . Cab e, e n to n c e s , pregun tar: ¿ D ó n d e f o r ti fi c ó su e s ­ píritu p a ra l l ega r d e cidido a la Cruz . . . ?

A esto respt•nde el sa n to E vangel io c o n tán do n o s escena del H u e r t o d e G e thsem a n í . ¡En la ora ción! ¡ Ah . . . ! sí, e n l a oración. Des p u és d e o r a r a l Pad re, s e l evan ta valiente, fi r m e , decidido; llama a los a pósto l es

la

y les dice: « Vamos » . ¿Adónde . . . ? A

morir en cruz . . .

¡ Qué cierto es a q u ello que a firmó u n p ro feta: « In

meditationc mea exardescet ignis» (Ps. 38. 4.).

¡Exardescere . . . !

es de cir, avi var l a lla m a , e n f e r vo ­ e n a rd e c e r , fortalecer . . . Todo e s t o hace la oración en el a l m a , por lo c u a l esta no p u e d e pr esci n d ir de a q u e ll a . La oración f r e c u e n t e c r ea a l m a s h e ró i c a s .

rizar, e n tu s i a s m a r ,

*

*

*

. IX. Esto no obsta n te, la e xp er i e n c i a e n sefi.a q u e , debi endo l uchar, en esta tierra, c o n e n e migos t a n for­ midables co m o e l m u n d o , el d e m o n i o y la carn e , uo


1 44

Luz de Dios

una sino m uchas veces el al m a s u fre l a s ras m i l l a d u ­ ras d e l a cul pa . Cosa d igna d e l l o rarse c o n lágri m as de Ha ngre, pues el pec a do , por s e r ofensa d e Dios, nos hace sus e n e m i gos , e x cl u yé n d o nos , además, cuando es c u lpa g ra v e , del rei n o d e los c i el o s .

D es a l i en ta a m u c h os e s ta d ebil i d ad . El n o tri u n ­ fa r e n tod o y s i e m p re l os a rroja en b r a z o s d e e n e r · vante d esal i e n t o . Cuando el d e s a l i ento es h a b i tual e n el al m a , s e con v i erte, n u es t ra v i d a , en la m á s tre m e n ­ d a d e rrota . No d ebe ser a s í . La o b r a e n tera <le la R e d en c i ó n d ivina p ro testa d e n ues tro s desalientos. La m i sericordia de Dios se c i ern e constantemente, sobre n ues trns cabe · z as. La g ra cia n ecesaria para sal v a rs e n o se ni ega j a m ás a n a d i e m i en t rn s él no la r echace . Tal proposición es rl e fé . Eso si, d e b e m os llorar los p ecados a par de m uerte; p rop o n i e u rl o a l m is m o ti e m po l a en m i e n d a . Pero el h a b e r pecado no es motivo pa ra entregarse a es té ri l desaliento. ¡ C u i d ad o con Ja so berbi a . . . ! !

Lo s almas d e o ració n no i n curri rá n ; d e ordi nari o , en tal e r r o r . Saben sacu d i r fuerte m e n te esta poli lla del espír i tu , recordando , a menudo, los m o ti vo s q u e , para c o n fi a r en D i o s , tenemos tod o s . ¡ S on tan tos . . . ! ! ! P ued e afi r marse que n o d a mos u n p aso e n la vi d a sin s e r sostenidos p o r l a bondad d i v i n a .

Nos ama e l Se11 or desde la eternidad. (Jerem., 81 ./J.) .Kos ha creado en el tiempo; nos conserva; y « n os llena de sus bienes » . (L11c. , . 1 . 53.). D io s nos ha red i m i d o con la i>ang re d e su Hijo. (Sí m bolo).

preciosísima

Ha ci é n donos nacer d e pad res cri s tiano s , fuímos bauti zad o s , y .con e l bautismo somos capaces de l a gl o­ ria eterna .


Algunos bienes de la Oración

1 45

Por la misericordia divina r e� i bi m os el sac ra m en­ to de la C o n fi r ma c i ó n y, gracias a la forta l eza q u e el c o n fi e re , de c u ántos m a les n os h e m os l ibra do e n todo tiempo ! ,

. . .

No no s ha c o n d en a d o el S e fi o r , c o m o pod ía ha­ b e r l o h echo, al c om ete r nosotros el p r i m e r pec a d o g rave , s i n o q u e n o s e sp e ró a p e n i t e n ci a , y , u n a v e z arrepen­ ti d os , nos absol vió, generosamente, d e nues tras r e p et i d a s m i se rias y d l:bilidades. ­

N os n u t re , con pl é t o r a de vida sobrenatural , en el sacram ento de l a Eucaristía .

Y , fi n ai m ente, n os p repara para la pa r t i da del tie m po a ia etern i d a d puri fi ca n d o más y más el a l m a c o n la Extra m a u n ción y e l sa n to Viát i c o . ,

E n tre la fecha d e l bauti zo person a l y la hora d e l a m u erte , el Espíri tu S a n to que h abita e n el al m a , cuando esta v i v e en g raci a , ¡ c u á n ta s , q u é repeti d a s , y qué d e l i c a das su g e rencias al b i en le hace.

¡ C u an t o bueno tenemos a D ios l o debe m os . . . !! So­ mos o vejas de su aprisco; siervos suyos ; a m i gos; he­ r ed eros d e sµ g lo ri a . . . ! Dios ha a c um u la do tanta b on d ad en tor no de las al mas q u e estas, a p o c o que a bran l os oj os, ten d rán qu e rec o n o c e r l a .

La bon dad n o aterra; a l cou trar i o , i n spi r a con fi an­ la c on fi a n z a es, sin duda , esti mulante e n é r g i c o para nues t ra vol un ta d za. Y

.

La r eacció n , c on t ra el desal i ento es seg u rísi ma cuando l a s a l m a s se consag ran a la or a c i ó n E n el l a s e ve c l a r a l a b o nd ad d e Dios. ,

.

D i c e n muchos, y en e s t o estoy con e l l o s , que s i el d iscíp u l o t raido r , J u d as , a l sentir los prim eros r e m o r ­ dimi entos d e c o n c i e n c i a por el crimen de l a venta d e l ,


1 46

Luz de D�os

Maestro d i ,· i n o , h uhi era orado , j a m ás el desaliento l e co m o l e c o n d u j o , a l a d e s espera ción y a l s u ici d i o , s e habría arrepentido y v u e l t o a la vida d e l a gra ci a .

cond ujera ,

Esta ú l ti m a p r o p o s i c i ó n e s ta n c i er t a , q u e n o re­ s i s to a la te n taci ó n d e estam p ar, a q u í , una esce n a rel a ­ tad a por la Santa Escritura , que e s , en s í misma, pru eba cl a ra y d ec i s i v a de lo que a fil' m o . E l he c h o v a l e p o r u n ra z o n a m i e n to : *

*

*

X . Se trata d e David, el p a st o r ci l l o q u e l l egó a o c u par el t rn n o d e Is rael ; el Re y p rofeta ; el h o m b re q u e, e n fra s e bíbl ica , tenía su c o ra z ó n cort a d o a l a m e d i d a cl el cora zón de D i o s ; l a p e rs o n a d e m a n s e d u m b re sin i g u a l . ­

D av i d d e j ó s e l l evar d e la v i d a d e s e n t i d o s ; aban­ donó el re co g i m i e n to e x t eri o r ; p er d i ó l a p re s e n cia de D i o s; y una mi ra d a i m pr u d e n te le ro bó la gra c i a . « Oculus meMs depredabit anim a m mi:am » . ( Tren·, .'J . 51). David fué p e ca d o r . Manch ó su a l m a con doble cri m e n . Cayó e n a d u l te r i o y ti ñó s u pers o u a con l a san gre de un h o m i ci d i o . Es cu l p a bl e .

Nata n , el p ro fet a , habla al Rey David en n o m b re de D i o s ; y cuan d o a q u el d i c e a este q u e u n h o m br e ri c o r o ba , para ba n q u e t ea r , la única o v ej a q u e u n p o b re ti ene para comer; Da v i d se a íra , de tal mod o , q u e j ur a v e n g a r esa i n j m i a h ec h a p o r el ri c o al p o b re . A p ro v e c h a , e n tonces, N atán la o c a s i ó n y l a n z a contra D a v i d e s ta tremenda frase: « tn e re s el cri m i nal » . • tu es ille vi"r» . (JI. Reg . , 12. 7 ) . Un rayo d e l u z d el cielo i l u m i na l a conci encia d el R ey. Reconoce el pecad o en o r m e que ha co m et i d o . Lo


Algunos bienes de la Oraci6n

1 47

siente en lo más ínti mo d e su corazón porque con él ha ofend ido a Dios. Pero no se d eja llevar de la tris­ teza; el abatimiento no le domina; sacud e el d esaliento apel ando a l a fe , a la humildad , al ctolor , a la oración. De sus labios cae esta frase hermosísima que es la fórmula d e una oración con fiada y h u mi lde: «Bo11um mihi quia ltumiliasti me ut discam jw; tificationes tuas» . (Ps. 118. 71) . ¡Qué bien , Sef10r, que me hayáis h u m i­ l l ado, pa ra que apren da a cumplir vuestra santa ley l E l cielo perdonó al Rey culpable. ¡La oración sal vó a Dav i d . ! La oración le puso en marcha hacia una san tidad definitiva . La oración le soe tu vo en las muchas penas que tuvo que su frir. L a oración l e h izo santo. .

.

Más aún; David se convierte en maestro i n co m pa· rabie d e oración. El quiso, y reunió materiales para ello, edificar a l Señor e l te m pl o m ás s u n tuoso que h aya existid o jamás eu la tierra. El enseña a rezar a Israel en la forma más veríd i c a , poética y sen timental de todos los pro­ fetll s. El ha dado el tono, al mun do entero, para can­ tar himncis de alabanza y amor a Dios en sus atributos, si ngularmente en s u misericordia. El compuso ciento cincuenta salmos en los c u ales vibra la gratitud de una al ma, no sólo porque la libraron d e la culpa, si n o porque , no obstante sus extra víos, aún se l e comunica la gracia, d e modo q u e pueda ser santa.

David pecador encuentra l a a m i s tad d ivina y una confianza il imitada e n el Señor, merced a esta oración h u m il d ísima: « ¡ Qué bien, Dios mío, que me hayáis humillado para que aprenda a cumplir vuestras san tas leyes ! » *

*

*


1 48

Luz de Dios

XL Tene mos. p ues, en limpio, q u e , en la o ración l a s al m as son i l u stradas; se fortalecen p ara r e fíir las l u chas d e la virtud; y se e s fu m a e n e l las el d e sali ento . Estos son b i e n e s de i n cal cu lable val o r. Debemos, entonces, aficionarnos e n t a l fo rma a la or a c i ón que n o p o d a m o s vi v i r sin e l l a .

Yo a l za r é, oh S e fi or , mi corazón al c i el o para colo·

c a r m e a l a s o m b ra d e v u estra divina b o n dad , m i e n t ras

per e g r i n o por este mundo cubierto d e tinieblas, e rrores

y m e n t ira s .

Di ré m u cha s veces c o n vue stro fiel sie r vo Job: « Esperaré en Vos aun que me ma téis» . (Jo b . , 13. 15).

M � d e sl u m bra v u e stra sabi d u rí a ; m e s obre c oge v ue s t ra fortal eza ; m e a t r a e , i rresisti ble mente, vuestra m i s e ric o r d i a . La e n o rmi dad y e l nú m ero de mis pe c a do s m e ate rr a . S i n e mbargo, p ienso en V o s , c u y a bond ad n o tiene l í m i te s , y a l cont� m plaros e n la C r u z , c o n los brazos abierto3, m e arrojo a ellos e x c l a m a n d o co n el s a n to p rofeta Da v i d : « Compadeceos, oh Seiíor, de mí y despach ad, benignamente, mis ora ciones y süplicas • . Así sea.


CAPITULO IX A PO ST O L A D O DE LA O R A C I ON

« Zelus d o mu s ture comedit me »

1 Ps. 68.10.)

lile ha devorado el celo de tu casa S UMA RIO: /.-La ca ridad m édula del a rbol apostólico , ¿ Qué se necesita p a ra ser aposto[ ? 1/.-Somos após­ toles. El S. O. S. ///.-El apostolado ley de soli· daridad crist ia11a. / \'.-A so m broso poder apostó· lico de la oración. Forzar, n o; inclinar, si. Vi· lla fra11ca del Pa nadés. Jesucristo la e mplea. Dos hechos del A n tiguo Testa m e n to. La Ig lesia si[Jue a su Fu ndador. Lu:ca de tal modo vuestra v1da. V.- Cen tuplicando los apóstoles de o ra ción . Se ingeniaba de mil m odos.

l. El celo por la sal vación de las almas nace de la caridad . Si esta virtud no i n forma e l trabaj o del ' a p osto!, su a cción es n nla. Dios es el p ri m e r A p o s tol si es que al C re a d o r po· d emos aplicar la palabra .

El n m a a las al mas d esde la eternid a d ; por ellas obra estupendos m i l a gros ; a el la s entrega lo que más ama con el fi n d e ' sal varla s , a s u pro p i o Hij o , Jesu· cristo.

El a rma que esgri me en esta l u cha d e conquista de volun tades es s i e m p re l a carid ad . Jes ucristo vi n o al m u ndo a s a l v a r lo que había pere· Su obra es fr uto de una vol u n tad

cido. (lJlath., 18. J 1 .)


Luz de Dios

1 50

libé rri m a . Se entregó a la muerte, instrum ento e l eg i d o para Ja re d e n ci ó n , porque quiso. (Isais, 63. 7 J . Y esa m u e r te , d u ra c.:m1 l 1 1 i 1 1 gu n a , en c u y o s b razos se a rr oj a porq ue q u i ere, es cl a ra m a n i fef tac ión d e s u c ar i d a d i n fi n i t.a, y p r ueba , a la v e z , d e que s i n esta vi rtud qo se logra nada e n el t e rr e n o a postólico. El aposto], o e s u rgido por l a caridad , como Sa n :í. 14.), o trabaja en vano .

Pa b l o , (2 Co r. ,

La caridad es la médula d el árbol apostól ico .

1\hora bie n : e l a m o r de Dio s , fra g ua d o m f o se te m · pl a n l os v e rdad eros apóstol es, no es p a t r i m o n i o d e n i n g u u n clase soci a l ; p re n d e en el pecho de tod a c ria­ t u ra h u m a n a c ualesqu i e ra q u e s ea s u con d i ción o raza. Donde hay, aunque no s e a m a s que u u exi guo y d i m in uto rescoldo d e a m m d i v i n o , a l l í p u e d e y debe levan tarse la l l a ma d e. apostolado c a tólico i n t e nsí s i mo . Tod o a p osto l es un n u e vo « C ri sto» recorrien d o l os pu eblos d e l a t i er r a , d e vorado p o r aqu e l l a se d d e a l m a s qu e acu c i ó al R ed en to r en l a Cruz.

Para sentir esta sed n o es preciso s e r n i hombre, ni m uj e r , u i s ac e rd o t e , n i s e g l a r , n i r e n t i st a , ni tra­ b a j ad o r , ni obispo de la s a n ta Iglesia, ni a posto ] pro­ f e s i o n al . Basta ten er alma y es cuchar en el fo n d o d e ella, j u n to con e l pregón d el p r e c e p t o del a mo r a Di o s q u e o b l i g a g rav e m e nte, ese otro d e l amor a l prój i m o d e la m i s m a man era o b l i g a tor i o : « Amarás a l prójimo

como a tí mismo » (]}1at., 19. 8.) .

Y p ara r e c o rre r , pa so a paso, el glob o del m u n d o busca ndo p e c a d or e s que conve rti r a la g racia, no es n e ce s a r i o vestir sotana; osten tar en el pecho crucifij o ; llevar el Santo E v a n ge l i o en la m a n o ; y lanza rse, a la manera d e San Pa bl o o F r ancisco Javier, a pred i ca r y bau ti zar, cu u n o , otro, y m u c h os pu e b l o s .


Apostolado de la Oración

151

En el rincón d e u n a Igl e s i a , e n el

mostrad o r d e u n ca rtu j o , en tre l o s pa· peles d e un Ba nco, e n el l e cho d el dolor, en la m e d i· ta c i ó n conte m p lativa, e n 1 3 o r a c ió n oral . . . ; el al ma h u · m a n a p u ed e y d ebe a b r a z a r el m a pa d e l m u n d o , y , cuan d o l o tenga e n t r e s u s d edos, e l evar u n a y much a s ve ces al d ía su m e n te a Dios, pi d i e n d o , c o n i n s i sten· cia , siu ca nsancio , la salvación de todas las al m a s . u n co m e r c i o , e n la c e l d a d e

N o h a ga a cepción d e personas; r u e g u e por tod a s las al m a s ; p o r l a d e los pe c a d o r es y la d e los j u stos; por l as q u e tiene cerca y las q u e están l ej os ; por la d e los a m i g o s y la de l o s en e m i gos; po r tod a s , pu es a todas alca n za el benefi c i o d e la Red e n ción que, oran· d o, se i m pl o ra . La oración tra spasa, fácil m e n te , ma res y mota ñas y nos coloca al Indo d e m i l l on es d e hermanos n u e stros

q u e recl a m a n con apremio l a carid ad de n u estro a po s · tad o.

Sal v a r al mas ba u tizando, c o n fe s a n d o , p red i cand o, c:: n seíiando, orga n i zando y diri gi� ndo piadosas asoci ado· n es ú organ i s m o s de beneficencia , es labor para m u y pocos. Tal tra b a j o respond e a u n a vocación e s p e cífi c a a la q u e Dios l l a m a sólo a u n grupo pequefi í s i m o d e persona s . Pt-ro la caridad para con e l prój i m o n o es vocación exclusiva de tal o c u a l pe rsona, es " d eber g ra ve que pesa s o b re la conciencia d e to d os . To d os sabe mos o rar; y c o m o l a o ración e s i nstru mento a d m i ra b l e de a pos· t o l a d o , de a q u í q u e nad i e p u e d a l í cita y d ecoro s a m e nte excusarse d e ser a pó s to l ; pues n a d i e , sin ren u n ciar pri­ mero a su s a l v ación , p u e d e e x i m i rs e del m as g rande d e los m andamientos d i vinos : e l de l a Caridad . *

*

*


1 52

Luz de II.

¡ Somos a póstoles . . . !

Dios

Es decir, semrra<lores de la bondad d e Dios en las nl mas. Somos apóstoles . . . ! Nu estro oficio es el d e un sal· vad o 1· de al mas q u e se arroja a nado en el mar tem­ pestuoso del mu ndo de los espíritu s pa ra l ibrar a muchos del n a u fra gi o de la culpa. ¡ Somos apóstol es . . . ! N n estra misión es encender, en l a antorcha de la santi d a d de Dio s , l a lám pa ra de nuestras accio nes y, l e v a n t a d a en a l to , pasea rla por tod a s pa rtes para que sus resplandoras di 8ipen las oscu · ridades de la c u l pa en las almas. ¡ Somos a postoles . . . ! y d e b e mos cifrar l a mayor d e n u estras dichas e n orar a Dios . e n tal forma, que no quede sobre el mu ndo n i u n solo corazón sin ser sazo· nado con la sal de la divina gracia. Ten emos todos l os h o m bres i d e n ti da d de origen y n a tu ra l eza, pues todos fuimos creados por Dios de u n mismo modo . ( Gen . , 2 . 7). Nos alienta l a esperanza de la consecución d e u n mis m o fi n ú l ti m o , ra zón suprema d e nuestro ser: la felicidad de l a gloria eterna. Debemos recorrer, cual es· quiera que sea nuestra nación o raza, un mismo camino de moralida d : el trazado por e l fiel c u m pl i m i e n to de las l eyes naturales y positivas. No podemos recobrar, capri­ ch f1 s a m e n te , la gracia perdi da por la cuipa , sino que cada individuo ha de someterse, con gen erosidad, a la acción fructí fe ra de los sacr11 mentos ins ti tuido s por Nuestro Señor Jesucristo. Forma la humanidad caravana inm ensa que, no teniendo ciudad fija en este s u elo busca, ansiosa· mente, o tra que séa eterna, si n las mudanzas de las cosas de este m u n d o ; justa , sin los abu sos atrabilia rios de las criatu ras; y capaz de hacernos felices en pleni· turl d e naturaleza sin que esta apetezca cosa al guna fuera de lo que ya disfru ta.


Apostolado de

la Oración

1 53

Pero . . . m i rn m os en n u e stro d e rredor y . . . i 'l U é pena . . ! ¡ c u á n t o s v i v e n e n e l paga n i s m o ! Son m uc h o s e n e l A sia, Ja pón , A frica , Oceanía . . . "¡ Van p o r mal cam i n o . ! ¡ Se perd e rán ! .

. . .

¿Qué n os dicta en este caso la h•y de sol i d a ridad hu m a n a ? . . .

En la m ari n a m u n d i a l h a y un signo u niv<;rsa l m e n te recon ocido com o grito de p e tición d e a uxi l i o : «S. O, S. » I n i cial es d e la fra se ingl e sa q u e quiere decir « Salvadnos» .

« Salved

our

souls• .

¿Que ·un b u que está en p e l i gro d e nau fragar . . ? Lan za por rn d i o el consa b i d o S. O . S . y es d e b e r d e sol i­ d a ridad i n ternacional que l o s buque cercanos al lugar d el si n i e s tro v u el e n , al captar la onda que pide socorro, e n auxilio d e los que n a ufraga n . .

Para e l que ora n o hay d ista n cias. Dios e s tá e n todas pa rtes y por El nos acerca m os al m u n d o en tero y a cada parte del mund o . ¡ C u ántos m illones d e al mas e n el m o m ento e n q u e t u s ojos, q u e rido lector, repasa n esta s l í n e a s , nau fraga n en su sal vación ! Material m ente están muy lejos de tí, p e ro en espí­ ritu ¡qué cerca ! La n za n , e n todo mom e n to , e l consabido S . O. S. , sal vad n os. Fa l t a rías a la sol i da ridad h u m a n a si pud i endo da r­ les la m a n o , roga n d o a Dios por e l los, no lo hiciero s . o te p i d e n sacri ficios personal es . T e exigen sólo ora­ ci one s .

*

*

*

III. Pero es, a d e más, el ap ostol a d o ley d e solid a ­ ridad cristi a n a . N uestra u n ión personal c o n Cristo nos empuja a ser a p óstoles, por lo m enos d e ora ció n .


1 54

Luz de Dios

En n uestro cuerpo físico tienen, los distintos miem­ b ros que l o i n tegra n , tal unión, entre s í , que el bien o mal d e uno faci lmente se comu nica a l os otros. Una herida d e r e g ul a r proporció n en un bre zo, en la cabe­ za, e n un pie , en órgn n os i n ternos, produce, con fre­ cuenC'ia , fi e br e , es d ecir, pos tra todo el cuerpo.

Cuando esto sucede es tal la solidaridad de nues ­ tros órganos que provocan i n m e d iatam ente cierta serie d e re-acciones provech osísimas a la parte enferma, hasta

que esta sana. ¿Por qué en el orden espiritual los cri stia n o s n o h em os d e provocar ta mbién estas reacci o n e s i n i n t e rru m ­ pidas h asta lograr la con versión del mundo entero . . . ? For m a m o s , los ba u ti zad os, un solo cu erpo espiri· tual con Cri sto. Cristo está todo en todos y en cada uno d e los cristianos. Los cristi a n o s es t a m os todos en cada uno por la misma vida de que somos partícipes y por la d i f u s i ó n y compenetración admirable de la caridad . Ci mento mis afi rma ciones en la d i vina Escritura .

Digo que C risto está todo e n todos y e n c a d a u n o los bauti zados, Pocas verdades h a y tan claras como es ta. � so is, dice San Pablo , el cuerpo de Cris to, y sois sus miemfJros cada uno a su modo » (J. Cor., 12. 27.). « A q u el que se une al Smior es un mismo espíritu con El » . (l. Cor , 5. 1 8.) « No sois e;rtraiios . . . . estáis e{lifi­ ca dos sobre el fundamen to de los Apóstoles y Profetas cu­ ya p iedra a nf?ular es Cristo » . « So bre El se eleva todo el edificio ordenado para formar un templo santo en el Señor » {Ephes. 2.21 .) . El m i s m o J esucristo lo a fi r m a en aquella compa­ ración tan precisa: « Y o soy, dice, la cepa y v osotros los sarmientos » (Joan . , 15. 5.). Todos los miembros de un mismo cuerpo ti en en una misma vida. Todas l as piedras de un mismo edide


Apostolado de la Oración

1 55

ficio es tán u n idas por u n a m i s m a arga m as a . To d o s los sa r m i e n to s d e u n a m i s m a ce pa s e n u t r t- n d e una m i s ­ m a sa via. Cristo n u tre a todos los c r i s tianos con s u v i d11 ; los uno con la fe ; y los es trecha con la cari d a d . Cri s to v i v e en nosotros y n oso tros e n Cristo, pero de la m a n e ra que e nseña S a n Pablo: « m u ertos » ; (JI. Tim., 2. 1 1 . ) ; «sepultados » , ( R o m . , G. 4 . ); «resuci tados » , (Eph. , 2. 6.); « vivificados» , (ll, Tim . , 2. 1 1 .); ·y « reinando

con El

en

el cielo »

(JI. Tim,,

2.

1�.).

E l C ri sto í n t e gro , a l cual el Pad re m i ra co n i n fi­ n i ta complacenci a , es el Cri sto d e ca rn e y sau g re for­ mad o en las en t ra fi a s de S a n ta M a ría V i rgen , y, a la vez, el Cristo místico nacido en l a Cru z del G ólgota e n quien s o m os injerta d os por el ba utismo. Tod os los crist i a n os form a m os , con el Redentor, un solo C ri s to. Y al v ac i a rn o s en ts te m o l d e qu e d a­ mos todos co n stitu y e n do u n a sola m a s a , co m o cuando se fu n d e n en un reci p i e n te m uchos p e d a z o s d e cera d i s ti n tos ; co m o cuando se muelen bajo u n a mis ma p i e d ra m uchos granos d e tri g o ; como cuan d o caen e n u n mismo v a s o muchas gotu s d e agua. Tal unión i m pri m e ca rácter. E s cualidad i n t r í n seca del sacra m e n to del Bau tis m o q u e nos u n e sobrenatu­ rahn ente a Cristo. El cristi a n o es cristiano ha sta e n el infierno .

El ca rácte r s a c ra m ental del b a u tis mo es im borra­ ble; pero e s to n o q u i ta que por e l pecado m orta l actu a l el hombre bautizado, mie mbro místico d e Cristo, quede sobrenat u ral m e n te m uerto. ¡ C uan tos m i e m b ros mue rtos hay en el Cuerpo m ís­ tico d e Jesu cristo . _ . ! ! ¡ Qué h orro r ! ! ¿Quien pod rá co nta r las al mas que v i v e n opri m i das por l a c u l pa . ? . .

Pero a u n qu e n o h u bi e ra más que u n a s o l a , por l ey de solidaridad cris tian a , d e biéra m os provocar con-


Luz

1 56

de Dios

ti nuas reacciones sobren atu ral es hasta que ese m i e m ­ b ro d e n uestro C u e r p o m ístico recob rase su estad o sobre n atu ral normal, es d ecir, pasase d e l pecad o a la graci a . N osotro s, de n osotros m i s m o s , n o p od e m os i n yec­ tar e n l as almas l a vida d ivi na. Esto toca a Dios. Si n e m b a rgo, ten e m o s el ar m a de la oración, que es eficacísi m a para mover l a vol u n tad d el A l tísimo a sal var a n uestros h e rmanos p u estos , por l a culpa en que viven, en peligro d e cond e n aci ó n e te rn a . *

*

*

I V . Con venzá monos d el poder broso d e l a o ració n .

apostólico

aso m ­

Para ello d aré algu nas razones. a) El ú n i co sal vador de los hombres, por d ere­ cho pro p i o , es Jesucristo; vícti m a sagra d a que aplaca sa tisfactori a m ente l a j usticia d i vi n a ofe n d i d a por la culpa humana. La o raci ó n , las o b ras, cua n d o proceden de Dios h u m anad o ti enen v1tlor i n finito y son mirad a s c o n o j o s d e b e n e vo l e n ci a por el Pad re Celestial . El fruto d e la Red enci ó n a l ca n z a a tod os . .Jesucristo r ed i m e según lo que es , tota l i ta r i a m ente, a saber, como Dios y c o m o Ho m b re . Se s i r v e d e la Hu manidad . i ns­ tru m enta l mente , sacrificán d ola en l a C rn z; y de l a divi · nid ad , comunicand o a sus sufri m ientos val or in fi nito.

Pero, además, porqu e El así l o ha querid o; sin q u e p reced a m érito al guno de nuestra parte ; nos ha asoci a d o n su propio Ser m í sti co , en el momen to d e ser bantizad o s . ·

Viviendo e n gracia estam os u n i d o s a E l .

Ahora bien ; cuando Je�Ücri s to ruega a l Pad re por las al mas, ruega como lo q ue es; quiere d ecir, como


Apostolado de la Óración Dios y com o H o m b re ; c u erpo místico.

con

su

cu erpo real

1 57 y con s u

Y c uan d o nosot ros , es t a n d o en gracia , ped i m os la con versión d e los peca d ore s , p e d 1 1n os , ta m b i én , com o l o que s o m o s ; com o ho m bres y com o mie mb ros vi v o s d e l C u er p o m í st i co d e J es ucr i sto .

Y si la Tri nidad bea tís i m a acoge , co m p l a c i d a , l a s oraciones que p or l a s a l m a s alza el R edentor, p o r lo q ue El es; del m i s m o m od o escuchar á , b e n é vola m e n t e , las n uestra s por l o q u e s o m o s , quie ro d eci r, por l a u ni ó n m ística que ten emos c o n C ri sto Según esto, calcule ¡ q u ié n pued a ! el va l o r a p ostó l i c o d e la oraci ón y l a t run eu d a res p onsab i l i dad q u e pesa sobre el cri s ti a no c u a ndo d escuida este d e ber sa ntís i m o d e cari dad , p u es con é l pu e d e salvar, o d ej a r q u e se con­ denen , i n n u m era bl es al m a s .

b) Quien n i egu e la v ol u ntad salvífi ca del S efior, rnsp ecto d e todos los h o m bres , e s tá fuera d e la fe ca tó ­ lica; e s herej e . S i n em bargo , Dios no fuerza a nad i e en orden a l a s alvac ió n etern a ; se sal v a el que q ui ere y ta m bién s e con d e n a e l q u e qui ere. Se s a l v a el que quiere, porque es d e fe que el cielo no n i ega a nadie la s g ra c i as nec e sa ria s , s i n o que prodiga, a manos llenas, esas y ot ra s i nn u m erables d e s u p erero ­ g a ci ón a tod a s las al mas . Se salva el q u e qu i ere, porque la graci a divina sola n o red i m e; s e neces it a el co ncu rso de l a vol untad d el hom bre , y es te es l i bre en ce d er , o n o , a las exi­ genci as rl e la grac i a . Por otra parte. ten i e n d o todos l o s hombres , com o te nem os , u n mi s m o or i gen d i v i n o ; u n os m is m os e l e ­ mentos co n11ti t utivos d e n a tural ez a ; el m i s mo fin úl t i m o ;


Luz de Dios

1 58

y los m i s m os med ios para consegui rlos . . . ; no es extra fí o l o q u e afirman a l g u n os au tores , que l a salvación d e l a l m a e s obra i nd i vi d ual; pero, en cie rto m od o , eslo, ta m b i é n , colecti va. Col ecti va p o r e s ta solida ridad cristiana u n i v e rsal de que gozamos. El conj u n to d e l a h u ma n idad ti e n e s u o ficio e n l a s a n t i fi caci ó n d e ca d a u n o . Dios q u i ere s a l va r a cad a hombre m e d i a nte la colabora ción de otro s . Cola b o ra ción d e to d os e n la sal vación d e cada u n o ; y d e cada uno e n la d e tod oR.

He aquí el gra n mi sterio d el apostolado. moH forzar vol u n tades . ?

¿Podre­

. .

Forzar, n o; i nclinar, sí. Y para i nclinarlas tenemos el m e d i o ind i ! c u ti bl e de la o ración. Se salva el q u e o ra : y podem os salvar a a q u el l os por q u i enes oramos. S a n Pablo lo d i ce , clara m ente, escribie n d o a 'fito . « Ante todo t e exh orto a dirigir a D ios suplicaciones é

i n tercesiones p o r to dos los hom bres; e8to es bueno .11 ag ra­ da ble a Dios Nuestrfl Salvador, que quiere que todos los h o m bres se salven y lleguen todos al conocimiento de la

i:erda d » .

(1'. IL

1.

6').

De h echo , volu ntad es emped e r n i d as, que pare cían confi rmadas e n pecado, cayeron a los pies del Redentor, l l o rand o , por las o raciones de a l gú n santo .

V i l l a fra n ca d el Panad és es un puebleci llo d e Cata­ luña. En él hay cuatro cri m i n ales cond enad os a m uerte. Resi s te n co n p e rti n a cia los sacre m en tos . Han rech azado al clero d e la ciudad . Prov i d e n cial mente ll ega allí un m i sionero d e intensa vi d a i n terior, el Beato A ntonio M aría Claret. Le pro­ ponen visitar a los reos. Accede; pero va, primero, donde J usús Sacramentado.


í 59

Apostolado de ia Oraci6n

Una hora esto v o d e l a n te del Sflgra rio, y e n la p ri m era entre vista con los cr iminales, dos se confesaron E l d ía e n que los l levaro n a la ej ecu ción , el Bcalo Claret i ba junto a los cuatro sen tencia rl os a m u e r t e rezando el sa n tísimo rosario y pid iendo la couvc rsión d e a q u e l l o s i m pe n i te n tes. Y, al llagar al lugar del s u ­ plicio, cedieron , con fesá ndose . La o ra ció n del hom bre i n t e r i o r tuvo más rficac i a l a palabra . La oración d o bl e ga aú n las vol untades más d uras.

que

e) J e suc r i s to e m pleó la oración como apostólico remoto y próximo.

instrumento

De los treinta y t res afi os q ue vivió e n esta tierra ,

vino p ara salvarnos, (Sí m bolo), al a p os tola d ú d e la o r a c i ó n y práctica pendas virtudes.

a

donde

treinta d e d i có o cu l t a de estu­

Y a en ple n o misterio e vangeli zador ocu p aba las noches e n orar. « Pcrnoctans in orntionc» . (Lite. , 6. 12). U n a d e las recom endacio nes q u e con m ás i nsis­ teucia h i z o a l os a pósto l es . fué la d e la o ració n . « S i ne intermissione ornte » ( 1 Th d. ;; 7.) ,

En el

t ra

terreno

d e los

hechos , Jesucristo se m u es­

al m u ndo co m o A posto) de oración .

«El c/cmon io, dijo un día el Maestro soberano a pedido cri b aras como trigo e n la era; pero yo he rogado al Padre z;oi- vosotros a fin de q u e

los discípu los, ha

no

desfallezca vuestra

No

desfal l eció la

fe. » (Lite. ,

fe

en

ellos,

22 . /J l.) a

excepción

de

Ju das.

« Yo rogm·é al Padre para que o s mande el Es­ píri tu Paráclito, espíritu de Verdad. Cu a n d o El vin iere os enseiiará toda verdad » . (Joan., 1 6. 73.).

Existió, p o r d i cha n u € stra, el d í a de Pentecostés, como fruto d el apostolado d e oración del divino Mae8tro.


Luz de Dios

t 6ú

Ya en l a Cru z , c u a n do tocaba a su fin la misión r€ den tora q u e se l e había co n fi a d o , .J esucristo n o o l v i ­ d a e l a p osto l a do d e o raci ó n , al za s u s gra n d e s h ermo ­ sos oj os al c i c l o y reza : « Padre, perdim alos p orq ue no

sa ben lo que har-en» . (Luc. 23 .

.14.).

F u i m os pe rdo n ado s pürq u e así lo pedía l a sacro­

s anta

Vícti ma.

Y , por ú l t i mo , p ro met e a l os s u y o s estar con el l os h asta l a co n su m ac i ó n de l o s siglos. Lo prometido l o c u m pl e , d esde el S ag r ar i o , en o rac i ó n fer v oroso. No s asiste J es u c risto d e manera i n v i ­ si b l e , pero real , e fecti va, a tra v é s de l os v e l o s euca­ rísticos. J es ú s Sacra m en tado n o h a d e j a d o de ser nues­ tro P on tífi ce m á x i m o q u e ruega m i n uto a m i n u to por la sal v a ción d e l m u ndo. « Semp er . vivens ad ín lorpo­ landum pro nohis » (Jlebre 7. 25). Y a n o ser por sus oracion es, v e r d a d e ras s ú plicas r e d e n to ra s d e a l m a s , ya l os h o m bres h a b r í a m o s sido a n i q u i l ados por l a j u s t i cia d e D i o s , p u es n o otra cosa m e recen n u estra s i n i q u i ­ d ades.

d) La e fi c a ci a apostólica de l a 0 1· a c 1 o n apa rec e, ta m b i é n , clarísi m a co mo ray o de l u z , en l as p á g i n a s del A n t i gu o Testa m en to . Cito sólo dos casos de i nen e rra b l e ternura. En ellos s e Y e a l mismo Dios r e g a t e a n d o co n l os h o m b re s a l o s q u e q u i ere cast i gar, porque s u s p ec a d o s lo m e­ rece n ; pero , a l fi n , d e t ie ne su brazo , vencido por l a oración i ns i s te n t e y ca ri ta t i va d e q u i en pid e . Moisés está' h a b l a n d o , con e l S e fi or, e n l a a l t a c u m b r e de la m o n t a ñ a . La con versación del ca n d i l l o, con el A l tísi m o , es l a r g a .

El Puebl o, qu e e s t á en el llano, te m e . . . Fabri ca, entonces, un becerro de oro y . . . ¡p r ev a ri ca c o n h or r en d o p ec a do de idolatría . . !


Apostolado de la

Oración

161

Se co m p r e n d e l a a ctitud del Se ñ o r . Este se d i ri j e i n d i c á n d ol e el ca stigo. « (.juiero, l e d i c e , e:r.ter­ este pueblo ingrato » .

Moisés mi1w,r a a

Dios está d ec i d i d o a ha c e rlo . Así l o pi d e su j u s ti ­ c i a . A q ue l m e d i o millón de israelitas debe morir en ca s ti g o de su c u l p a . Pero Moisés a pel a a la orac i ó n . Re p r e s e nta a Dio s , que es D i os de Isaa c . . . de A b raha m . . . d e Ja co b . . . ; es d ecir, Dios d e misericordia . . . ; que qué dirán los Egip­ cios . . . : q u e c ó m o se c u m p l i r á n sus p rom esas . Dios call a . . .

Moisés d esciende al l la n o . . . ; recmn m a al p u e b l o su p e c a d o . . . ; rompe las t a b las d e l a Ley . . . ; vuel v e a la m o n ta ñ a . . . ; i nsiste en la oraci ó n . . . ; y, en a rranque

d e ca r i dad subl i m e , po n e a Dios e s te d i l em a : «O per­ do n á is al p u eblo p revaricador, o, si no, b o rra d m e a m i del libro d e la vida . . . ( Exodo. 32). ¡ Qué hermoso apostolado d e o rac i ón . . . ! ! Dio s se conmu eve a n te él. Su m i s e r ic o r d i a y su j u sti c i a luchan e ntre sí. ¿Castigo . . . ? ¿Perdono . . . ?

D éja m e , dice el Sefíor a Moisés. No me ruegues. Cesa d e orar. Dame p erm i s o para h erir. Si c o n ti n ú a s tu s i nstancias n o puedo m ostrar m i severid ad. « Dimite me; ut irascatur furor meus, contra eos» (E:rodo. 82-1 0-1 .'i.} . Moisés no cesa y Dios s e a r r e pi e n t e del m al había d i ch o q u e haría a su puebl o .

que

L a oraci ón ha triu nfad o .

So d o m a y Go m orra abo m i n ables . E n u n a de ellas

y d os hij a s .

son,

por sus pecados, c iudad e s

se e n cuentra Lot

con su muj er

Lot es sobri no del Pa triarca Abra h a m .


1 62

Luz

de Dios

Dios ama extraordinariamente a Abraham porque es justo . Y Abraham ama, con ternura , a Lot porq u e e s su sobrino. Dios man ifiesta a Abraha m q ue hará descender fuego del cielo p a ra red ucir a ceuizas a aquellas ciu­ dades nefandas. Tal afi rmación hiere el corazón d e Abraham por el amor que tiene a Lot. A braham sondea la liberación del sobrino en esta form a : « Sefior, dice, sois l a justicia. ¿ Por ven tura destrui­ réis a l ju8to con el imp í o ? L ejos de Vos tal cosa. ¿ Y si en la ciudad hu b iera cincuenta justos, no perdonaríais, por ellos, a todos sus moradores . ? . . .

. .

Dios hace como que se retira, porque la oración de Abraham le conmueve. Al fin, contesta diciendo:

los perdonarla.

¿ Y si sólo hub iera cuarenta y cinco

. . .

?

Abraham en s u oración fué bajando hasta diez. El Sefíor contesta: los perdonaría también.

Abraham quería, a eso ordenaba su oración , librar, ante todo, a su sobriuo Lot. Dios hizo el cómputo, y este u o dió, en aqu ellas ciudades abominables, los diez j ustos requeridos. El fuego e m pieza, entouces, a descender sobre ellos en forma trá gicn . Pero, antes, Dios manda a su Angel para q u e a la fuerza saque de allí a Lot, su muj e r y sus hijas . ( Gen. , 19. 29).

La oración había triunfado una vez más. Estos regateos ind ican la fue rza enorme que tiP u e la oración en l a p resencia divina y cómo el apostolado de súp licas


Apostolado de lá Oraci6n

1 63

---

es b a tería ele la rgo alcance cuyos dispa ros penetra n e n e l c i elo y h a ce n que el m i sm o D i o s s e ponga a servi­ c i o rl e l os h o m bres, y e¡ n e los h o m b re s , por este m ed io , pu e d n n sa l v a r a i n n u m era b l e s a l m a s .

e) L a Iglesia Cu tólic a , h eredera del espír i tu y d e l a s obras d e Jesucristo, su F u n d a d o r , j u u ta ·a l M po s to tac:lo d e acción el d e la oración . ¿Qué otra cosa es, e n p a rte , s i n o plegaria fervo­ rosísi ma por la con vers i ó n del mundo la c e l eb ración d i a ri a de la Sa n ta Misa y el rew del O ficio Divi n o p o r m i l l a res d e sacerdotes cató l i cos espa rci d os acá y a l l á e u l a s u perficie d e l a t i e rra . . . ? ¿ H ay , por v e n t u r a , cos a algu na m á s re c o m e n d ad a por los Ito m a u os Pon tífi ces '} U e la oracióu . . . ?

Y a q ue l los varon es a q u i e nes el celo por l a s n l ma s h i zo m ultiplica rse fabulosa m e n te ¿ n o recon o c i eron q u e sob re l a a c c i ó n e s t a b a l a o ra c i ón , obli gándoles, tal prin­ c i pi o , a i d e a r f u n daciones d e órdenes reli giosas d e mu­ j eres cuya p ri nci pal fi n a lidad fu ese la o ra c i ú n c o n t e m ­ p la ti va , para clamar, d esde el rincón d e u n a ce l d a s olita ria por el t ri u n fo espi ri t u a l de los qu e , d e s d e e l púlpi to , la Un iversidad , l a prensa . . . p r e d i can el E v a n ge li o . . . ? ¡ A h í están , aprobad a s y b e n de c i da s por la Iglesia, las Bened i c t i na s , C11 p u c h i n a s , Car m elita s , Dom í n i ca s , Fra n c i s canas, Oblata s , Sacra m en t i n a s . . . y otras m u c h a s cuya o ra ción conte m pl a ti va e s profunda m e n te apostólica. S u apostolado no e s e l d e l a c a m pa n a que su e n a en la alta to rre; es e l m i s m o a postola d o s o r d o y silen­ cioso de A q u e l , que por s al va mos a todos , después d e d a r s u vida e n la C r u z , per m a n ee:e e n la o b s c u r i d a d d e l Sag ra rio s i r v i e n d o d e rn éJ u l a a l á r b o l a p os tólic o . ¡ Y qué fec u n d i d a d al�n as contempla t i v a s . . . !

tan

a s o m b rosa

tienen

e s ta s

Una n ifia de trece a ií os ve e n esta m pa la i m agen · del C rucifijo . Este le abrasa el pecho en ansias d e


1 64

Luz de Dios

con ve rti r , pn ra D i o s , el m u n d o entero. Y . . . , ¡ cosa ra ra ! de co n s e g u i r l o , Fe e n cie rra eu peq u e fi a celda ca r ­ m elita. . . .

a fin

A l o s ve i n ti trés a fí o s d e e d ad , m u ere. U n poco d e tie m p o m á s , m u y poco, y el Papa P í o X I q u e l a cano­ n iza , d e cl a r a , r, l a fa z d e l m u n d o , q u e , el paso· por la t i e rra tl e e s ta p e q u eñ a ca rm elita , h a sido « H u racán d e gloria � . Real m e n te eso f u é la v i d a d e San ta 'l'eresita del Niño Jesús. No p e re g r i n ó apostó l i cam e n te co mo Francis­ co Javier; pero sinti ó , como él, s e d d e a l m as y se l a n z ó a b u s c a rl a s ¿,En d ó n d e ? E n tod a s partes . . . en e l A aia , A fr i ca, Uhiua, Japó n , A m é rica, E u ropa . . . pues Dios está e n todo l u gar y ella las b u s ca ba e u Dios, u n i é nd o s e , a E l , e u oración fe r vo rosísi m a . . . .

. . .

Y e s t n u e fi ca z s u aposto l a d o , p o r esta o raeión , q u e D i o s da a 'l'ere � i t a a l m as y al m a s . . . en tanto grado que, c u a n d o el P a pa q uiere clasifica r ese m o v i miento a postólico d e la C a r m e l ita d e Li s i e u x , n o e n cuen tra mas q u e esta f rase q u e lo d i ce todo: « Hu racán de gloria » .

f) Las al m a s tl e oraci ón p r e d ica n l a santidad sin d arse cuenta. Ellas n o sien ten e l e fecto e s pi ritual q u e su r e co gi m i en to ex terior de s e n t i d o s pro duce e n l os q u e tien en. ce rca. Pero su m o d e s ti a exhala c i erta i rra­ d i ación de Dios que o bliga , a q u ien los trata , a elevar sus p e n sam i e n to s hacia l o etern o . E s te m o d o d e ser vale m á s que m i l s e r m o n e s . En é l s e c u m p l e aquel d e r no que e s mandato d e l d i y i no Maestro. « Luzca de tal modo vues t ra vida a n te el ]Jrójimo que este no p ueda me­ nos de rilabar al Padre Cdestia l » . ( .JJ1a th . , 5. 1 6.) Y, así, cuen t &. n de la extática tran s v e r b e rada San ­ ta Cata l i na d e S i e 1 1a q u e con sola su prese n ci a se i m po­ nía, con a s ce n d i e n te m oral i rresistible, a la corte car­ d e nalicia d e su t i e m p o . Más que la palabra d e la ín clita d o minica lo q u e i n fl u ía , en to m o" s u y o , e ra la a n g e l i ­ c a l modest ia d e s u perso n a , fruto d e su o ración extáti c a .


Apostolado

1 65

de la Oración

Monseñor Laflech é , O b ispo de C a n a d á , hablando d el B e a to Claret, va r i :i s v eces ci ta d o e n esta o b ra , dice: « Yo n o lo traté; pero l o vi. Y no s é cómo definir l a i m p r e s i ó n q u e m e hizo. Si e m pr e q u e , d u rante el Con­ cilio Va tica n o , lo e n c o n traba por l as cal les de Ro m a , me sen tía t en ta do a h a c<Jr la g e n u flexión d el a nte de él, como d ela n te d e l ta bernáculo. Se compr e nde . El s a n to A rzobispo de C u b a goza ­ ba de la co n s er v a c i ó n d e las e s p e c i e s s a cra m entales i n corruptas de u n a c o m u n i ó n a otra . E ra sagrario vi­ vi e n te . Y esta g r a ci a le h a cía est3 1· en ora ci ó n perpe· t u a . I r rad i a b a al Sa n tísimo Sacra m ento. D e t o d o e l m u n d o f u e r o n p e r e g ri u aciones a ver al S a n t o C u ra de Ars. La person a d e e s te no ten ía a t r a cti vo s de n a tu raleza. Sus cuulidndes i n t el e cti v a s t a m p o c o e ran sobresal i e n t e s . Pero a t ra ía c o n t a l f as c i ­ nadora sCJbrenatu ral simpa tía , q u e esta lo hizo, si n q u e él pisara fuera d e s u p a r roq uia, a p ós to l mara villoso d e s u siglo. O b ra es esta, sin d uda, d e l i n q u e b rantable

l'spíri tu d e o ración que l o domina b a .

Es q ue l as a l m a s d e vida o c u l t a e n Dios son como violeta s . A u n q u e e s tas p e q u e ñ i tas flores vi v a u a rrastra d a s p o r e l s u e l o y c u b i ertas d e hoja s , s i e m pre hacen acto de pr e s e n c i a , y , cierto , m u y a gradab l e , por e l p e r fu m e e x q u i s i t o q u e e s p a rcen en s u derredor . las

No i m µorta q u e el alma huya del

mundo

exter­

no. Escon dida en esa celda s o b r e n a tu ral de la oración; su vid a , aunque i g n o rada de los h o m b rn s , será pro v e · chosís i m a a todos. Tendrá el fruto del apos t o l a d o de la o ra ción .

*

V. Es, pu e s , de o r a ci ó n .

*

:!:

necesar io centuplicar

los apó s t ol e s

Y o cre o , d ecía D o noso Co rtés, q n e lo s q u e oran h acen más por el m undo q u e los q u e pelea n ; y que


Luz de Dios

1 66

si el m u n d o va de m al en peor es porque h ay más batalh1s que ora c i o n es . » ( Obras. To m. JI. pag. 124.). San F r a n c i sco .Ja v i e r escri b ía a San Ignaci o , que

l a o r a c i ó n d e E u ropa era la q u e c 01we rtín a l Asia. Yo, excla m a b a , bautizo a q u í , pero la g racia se obtie n e en Roma y Coi m bra.

Que ri e n d o , o sin q m rer, som os apóstoles de la bondad o d e l a m a l d a d . Nu estra s o b r a s son vocero d e a posto l ad o . El l a s dicen lo q u e e s cad a u no . D e a qu í q u e n ad i e pued a suhst 1·� erse a l a postol a d o .

N o ca b e l a n e u t ralid a d . r�s ta es y a fuerza q u e i nd u ce al m a l , pues r¡ u ien q u e branta un p r ecepto da m a l ej e m plo, y el m al ej e m pl o a r rastra al mal. Exi ste precepto d e a postola d o . Está c o m p rendido, i m pl ícita mente , e n el m a n d a to d e la ca ridad para con Dios y para c o n el prój i m o . El p rec epto es u n i versa l . No h ay excepci ón qu e valga. Cada p ers o n a es un e n vi a d o d e Dios en bene· ficio d e sus h e r m a n os .

S i el p recepto d i ma n a d el Altísi m o ; y repugna m e · tafís icam ente q u e el Seíior m a n d e i m pos i bles; n ad i e puede a l e g ar i n co m pete n c i a para satisfacerlo . Cam b i a , en cada u n o, el m o d o d e apostolizar. No todos pued en ej ercita rse e n aposto lado a c tivo . Conveni d o . Pero esto n o q u i e re d ecir que el pre· cepto d el a postolado no o b l ig u e a ta l es p e rso nas. Orar sabe m os tod o s . Y la oración es a r m a formid a­ ble q u e pued e esgri m i r cual qui era . Quien o m ite el a pos­ tolado de la oraci ó n , no sé c ó m o se defe n d erá en el t ri ­ b u n a l d i vino; pues s u falta d � caridad salta a l a vista . Pers ona he c o n o cido d e acti vid ad social continua, obsta n t e , trab!l.jar ma ravi l l osa m ente bien en apostolado ca tólico por medio d e la oración .

y , no


Se i ngeniaba de m i l m o d o s . Al subir al tranvía , contaba la s p e rsonas, y, l uego, decía pa r a s u s ad entros: (,C u á n tas estará u e n p ecad o . . . ? N o l o s é . Y r e z a ha tan­ t o s Pad r e N u e s tros como p e rsonas tenía d e l a n te , pi­ diendo para todas el don de la d i v i na g ra ci a .

C a d a d o min g o saca ba el

a p r o x i m a d o de d e o i r M isa . Y l a s comuniones

có m p u to

las personas que culpablemente d ejan

¡ Cuántos pecan p o r e ste ca pítul o ! d e en tre sema na, lo m i s m o que l a s Misas que oía, y rosa rios que rezaba, colocábal os e n w a u os d e D i o s para que El, por e s ta s súplicas, movi e ra e s os corazon es al

c u m pli mie n to de uu deber tan g r a v e

.

Cuando sabía que un mori bundo r e cb a z.ab a los úl ti mos s a cra m e n t os, se ponfo , e n s e g u i d a , en gu a r d i a Su g ua r d i a consi stía en ap retar con más f u e r za q u e n u n ca el c r u c ifij o e nt r e lo s d e d o s y cruzar c a l l e s y p la za s , e n trar a l o s c om e rc i o s y sal i r, re z a n d o , e n todas p a rte s, c o n d i si m u lo , a la Pa sión d e l S e ií o r para q u e esa al m a a pro vech ase, a n t e s de m o r i r , l a Sangre p r e .

­

ciosísi ma del Redentor.

Esta pe rsona supo e n te nd e r el pre c ep t o de la ca­ ri d a d . Seguramente que a la hora d e l a muerte se s enti r á feli z viendo que ha t r a b a j a d o por Dios y por s u s h e r m a nos. Para ella la c o ro na de la e tc. rnidad s e rá i m p on de r a b l e .

Procu remos q u e ta mbién lo s e a p ara nosotros.

Así

-�

sea .



CAPI'l'U L O X .

TRES POR

UNO

o sea

M AS O R A C I O N

QUE A C C I O N

« Neque q u i plantat . . . neque qui rig a t . . sed, qui incrementum dat, Dms. » (l. Cor., 3. 1.) «Ni el que planta, ni el que riega . sino quien le da incremento, Dios. » .

.

S UIII A R!O:

.

[. -Dos cosas u n id as a una tercera qu e d a 11 m1 i­ d a s en tre sí. L a humanidad d e be ser co m o mz templo. II Lo que hace e l apóstol po r Dios; por sí m ismo; por el prójimo III. - Oficio divinísinw. O apóstoles o apósta tas. I V . - Fo r m a de ap osto ­ lado . M11cha fuerza y poco fruto. ¿ Po rqu é ? V. A lma del A postola d o. ¿Quién es m ej o r apósto l . . . '? VI. Verdades básicas sobre la vida interior. .-

I. Do s c os a s unidas da s entre sí.

a una tercera

quedan um­

Todo hombre, en el m er o h echo d e ser bautizado, se une a J es uc ri s t o por la vida d ivina q u e este sacra­ m ento de regen eración espiritual iny ecta en el al m a

human a .

Luego todas las almas legi timamente bauti i.adas se unen e n t re sí por Jesucristo. Forman u n i d ad e s pi ­ ritual; son m iembros de un mismo cuerpo místico; su c a b eza es_ Cristo .


Luz de Dios

1 70

La d i s tancia que

sepa ra a los h o m b res d e d i sti n ­

ta ra za; l a mayor o m e u o r cul t u ra que los i lustra; la pobreza o riqueza que l o s d i sti ngue . . . ; d i ferencias so n

a cci d e n tales que ni pon en ni quitan en la uni ó n , por la g ra cia, d e las a l m a s en tre sí.

La pri m e ra pa rte d e es ta unióu, a s a b e r , la de cada alma con Jesucri sto, la afir1na en forma tan pre· c i sa San Pablo, e n sus carta s , que no d ej a lugar a duda. « He m os

s ido , d ice,

injertados en Cris t o » (Rom., 6.5.).

C r i s to es el o l i vo en el cual d e b e m o s s e r i n g erta­ dos p a ra p a r tici par de la rica s a vi a de la raí z, a fin

<l e s e r , segú n f rase si n tra d ucci ó n

e n n u estra lengua ,

comp mi eros de la ruiz y v a r t icipantes de la médu la que n u tre al olivo (Rom., 11 . 17.) Co ncuerda el g ra n A póstol , casi al pié de la letra , con el Maestro Sobera n o . Es cl a r a , en el santo E v a n ­ g e l i o , la comparaci ó n de la cepa y los sa rm ientos. Si estos no perma nece n u n i d o s a a q u el l a se secan y n o d a n fruto. « Del mismo m o d o , vo.'!o tros, sin mí, dice Je ­ s íis, n o podé is nada • . (Juan . , l:'í. 5 .) . D ios n o e s egoi sta; no guarda p a ra S í sólo s u p ro ­

p i a v i d a ; q u i ere co m u n i carla; a esto o bed ece la crea ­ ción, red e nción y satificación d e los h o m bres . « Vine, excla ma .Jesüs, a traer el fu eg o, esto es, la caridad, y n o deseo sÍJlo que arda . » (Luc. , 12. 4 9.).

No es m e n os cierta la segunda parte d e esta u n ió n , la d e las a l m as ba utizadas formando u n solo cuerpo espiri tua l . Valga p o r tod o razon am i e n to u n párrafo d e l Evan ­ gelio de San Jua n . « Pa d re santo , d i ce, c o n ser v a d e n vuestro nombre los que m e ha béi s d a d o , p a r a qu e sean uno co m o n osotros. N o os ruego p o r ellos solos, s i n o también a


Tres por uno . . .

1 71

por l o s que c re e rá n en m í por su pal abro ; p a ra q u e t od os sean u n o , como Vos, Pad re m ío , e s tá i s e u m í y y o e n Vos; p a ra q ue e l l o s t a m b i é n senn u n o P-11 n o so t ros , y c r e a e l m u n d o q u e me has e n v i a d o ; la glo r i a qu e m e has d ad o , )' O se l a h e d a d o , a fi n d e q ue sean u n o , como n o s o t r o s s o m os u n o ; yo en e l l o s y V o s e n m í , pa ra q u e s e a n co n s u mados e n u n o • . (Juan., Cap, , X VII, 11 . 26.).

S e g ú n e s t o , l a h u m a n i d a d d e b e s e r c o m o u n te m ­ plo. J e su c ri s to es l a C l a ve q u e l o sos tien e . Cri s to es l l a m ad o en l a santa Esc1·i t u ra , «p ietlra angula r. » (Rph. ,

2.20.).

La razón d e

ser d e este t e m plo

d e cad a cris tiano un s a n to; Dios habite » ( Eph., JI.).

« m orada

es l a de for m a r espiritual donde

La fue rza q u e inicia y m an t i e n e la u n i ón entre s í de las diferentes p i e d rns d e l e �p i ri t u a l e d i f i c i o es l a ca ridad d i v i na , o sea , la gracia conferi d a a l o s h o m ­ b r e s por los s a c r a m e n tos.

Nadi e es libre e n pertenece r, o

no, a e s te mnra­ sal va rse h uy que vi v i r e n co m un i c a ci ón con Jesucri sto p or l a gracia. S e inici a esta u nión p o r el b a u t i s m o y se ro b u s t e ce p o r los d e m á s sa cra men tos. El p ec a d o la rompe .

villoso t e m pl o

e s p iri tual . Para

Tal e s p r i n c i p i o s , r i g u rosa m ente c i e r t os , y , d e s u y o ta n c onsol a d o re s , pues h a b lan d e n u e s tr a el e va ci ó n s o b ren a tu r a l y ran g o d e d i oses por pa rti ci paci ó n ; (2 Petr . , 1 . 4 . ) , son moti vo de p e n osísimo d ol o r para las almas s an t a s .

Una estadísti ca fiel de lo que es el . m u n d o actual , rl'ligiosam e n te c o n s i d erado, s o b r e c o g e d e espan to . Son muchas m á s las al m a s que vi ven f u e ra d el te m p l o c atólic o q u e l a s que lo i nte g ra n . ¡ Cuántas p erson as son c o m o p i e d ra s desm oro nadas por la cu l pa .. !


Luz de Dios

1 72

D e la p o b l a c i ón mundial s ó lo un v e i n t e por cien­ to es catól ica, ap os t ól i c a y ro m a n a . E l och t: n ta por c i e n to resta n te , o t i e n e u n a re l i g i ó n falsa, i n s u fi ci e n te , p o r tan to , para la sal vación, o e s t o t a l m e n t e paga na. Y aún d el v e i n te por ciento católico ¡cuánta p o bl ac i ó n voluntaria y c u l p a b l e m ente pagana o por la indife1·encia r e l i g ios a que la d o m i n a o por la m u l t i t u d de vicios que la corrom pe. A la luz d e estas escu etas i nd i caciones m u n d o d e I H s a l m a s en ba nca rrota .

Tal espectáculo desga rra n e mos fe .

el pe cho

se

de los

ve el

que te­

Pe r m a n ecer inacti vos, c r u za dos los brazo s , y d e j a l' q u e las almas u n idas a las m u es t ra s por el bau tism o , o q u e d e b i e ra n estarl o , s e pierdan porque no tienen quien l e s d é la m a n o , es inaud ita crueldad; vil traición a los i d eales red e n t o res de n u es tra fe . i m p e ri os a

De a q u í la n eces i d a d apostol a d o católico. *

II.

apóstol

*

de trabaj ar en

*

T o d a alma, d i s c í p ul a de d e Jesucristo.

la c r u z,

debe

ser

Quien se mu e v e e n a p osto l a d o católico glorifica a Dios; m erece para sí mismo; y favorece al p ró j i m o .

a)

G l o r i fi ca

a Dios.

X o en el s e n ti d o de aumentar l a i nt ern a d i v i n a glori a . E s to es i mposible. Pero s í en el d e contribui r a la ex p ansión d e su g l o r i a e x te rn a .

Las obras de arte s o n , con frecuencia, ajadas o por la malicia de l os ho m b res o por la acción d emo­ l e d o ra de l os tiem pos. E xtinguida la obra del artista ,


Tres

1 73

por uno . . .

su gl oria desapa rece a n te l a s g e n erac i om s futu ras ; p o r lo m e n o s en l o q u e tenía d e o b j e t i v a . Q u i e n pon ga e m peño en con s ervar d ic h a s o b ra s d e a rte , l i e n z o s , e s tat uas . . . oont r i b u y e , s i n d u d a , a m a 1 1 te 1 1 e r l a gl o r i a ex terna d el a r t i sta . E l h o m bre es obra d e Dios . L a s a n ta E scri tma d i ce, qu e el A l tísi m o h i zo al hom b re a su i m a gen y se m ej a u za . (Gen., 1 . 27). Im a g e n , d e s u y o , h e r m os a , p e r fecta. Dios i o d o lo h a ce b i e n . E l pecado a j a , l as alma s .

d e s pedaza l a i ma g e n

d e Dios e n

Trabaj n r p a ra q u e la i m agen de Dios no sea des­ pedazada, d e este modo, e s glo r i fi ca r a l A l tísi m o . D i o s v i v e e n l a s almas n o s ó l o a la m a n era d e i ma ge n ; e s , tambi é n , su v e rdadera v i d a sob ren atu ra l . Esta s e co m u nica y d ifunde por m e d i o d e l a g raci a s a n tificante, q u e es una partici pr.ción cl e l S e r de Dios e n nosotro s , p u d i e n d o tal parti c i pación crecer i n d e fi ­ n i d a m ente s egú n la v olu ntad d iv i n a . La g raci s es ca usa d e s a n ti d a d . La s a n t i d a d gl o­ r i fica a Dios; y tanto más cu a n to más a b u nd a n te m e n · te se d i f u n d e en las criatu ras . Ahora bien : n u estro apostolHdo puede i n fl u i r , a u n ­ q u e n o sea m á s q u e i nstru m ental m e n te , d e tal m o d o e n el p rój i m o q u e e s t e s e decida a corre s po n d er con más fidelidad a las com u n icaciones d i v i na s y, así, s e r m á s santo. Luego es i n d udable que el a póstol glori fi ca a Dios n uestro Sefior. b) 'frabaj a , a d e m ás, e n beneficio propio. D e las obras d e m i s e ri cordia corpora l e '3 afirma la V e rdad eterna que ni un vaso d e a g u a , dado a u n sed i e n to por amor a Dios , q u edará s i n re c o m p e n s a .

(llfarc., 9. 4.).


¡ 74

Luz de Dios

El a postolado católico entra ií a , como cosa subs­ tancial , hacer el bien, por Dios, tan to en el ord en ma­ terial com o espi ritual . Esta fi n a l idad lo especifica . No es una sim ple fraternidad humana en la q ue los hom­ L res se prestan mutua ayuda ; tam poco lo q u e lla man altru i s m o o fi lan tropía; palabras frías que 1 1 0 llegan al cora zón; que se quedan en un terreno ci vil; que, a lo m ás , remedia n , mo m entaneam ente , una situación económica . El apostolado católico busca, primordialm ente, a lgo e terno; la glorificación d e Dios en la sal vación de l a s almas. A este fin, altísimo y noble, consagra el apóstol todos sus sacrificios; por é l ej ecuta acciones heroicas que por ninguna otra causa del mundo l j ecutaría.

Y Dios, fiel cu m plidor de �u palab ra, gua rda para el apóstol g racias y premios inefables en este y en el otro m u n d o . « Yo mismo, aseg ura el Etern o, seré su recom­ pensa » . ( Uen . , 15. 1}.

Trabajar en apostolado católico es acumular amor d e Dios e n el al ma. Este amor no pasa con la muerte . La glroia del cielo es recompensa a la caridad. Tanto por tanto. Lu ego el aposto} t rabaja en provecho propio. e)

Además, fa vorece al prójimo. U n a persona cae en pozo profundísi mo. No tiene medios personales para evitar la m uerte. Si alguien pone a su alcance la esca lera necesa ria para evitarla, indudahl(: mente q ue le hace un bie11 de va lor i ncalcu· la ble, p u es la vida es el don mayor entre los natura les. Hay quien vive e n el paganismo; no conoce el Evangelio; para él no existe e l be neficio d e la Reden· ción. Está en peligro d e: m uerte eterna . Esta es un mal horrible. Nada es comparable con el i nfierno.


Tres por

unó . .

¡75

Pe ro si e l a postol b a u t i z a a e s e pa ga n o poni é n d olo en camiuo d e salvaci ó n ; cal c u l e , quien p u ed a , el b e n e­ ficio inmenso q u e le hace . ! . .

S u fre el enfermo c r u el doleuci a . No es t�\ m u erto; p e ro no p u e d e desarrollar act i vidad algu n a . Un Doctor lo visita ; ati n a c o n l a e n fc r m enad ; receta; y l os re m edios d e v u e l v e n al enfermo la sal n i perdida. Quien e s sanado recob ra u n bien . El i nd i fe re n te m e nte m u e r to a la el E van gel i o ; pero s o b re n aturalmente; pre n d e sin acció n .

e n cue stiones reli g i os a s no e s tá t ota l­ vida sobrenatural . Tiene fe; res p eta . de ahí 1 1 0 pasa No es esto v i v i r faltan l a s o b ras; l a v i dn no se com­ .

Q u e gol pé e el apostol e s a i n d i fe rencia hasta pon er e n m a rcha fer vo rosa d e piedad al alma tibia , y l a h almi s a l v ado . Luchan m u chos , d enodad a m e n t e , por conseguir gran pe rfe cci ón en un arte. Po n e n a se rvicio de s u febriciente deseo intelige n cia , i m a gi nación, s e n t idos . . . ; cuan to. son y val e n . Pero . . . traba j an solos y l ogran poco Que esté a s u lado u n maestro ens eñándoles, prac­ ticanúm t e , los secretos del arte , y pronto , de a p rendi c e s , llegarán a pe rfectos ej ecutantes. Del mismo modo, hay al m as a mantís i mas de Dios que se consu m en e n d es e os d e s a n tida d . Tra b aj a n , d ía a día, en el asunto q u e absorbe s u aten c ió n ; p e ro l a s d i ficul tad es las a b ru m an , y l a s dudas e i n c e rtid u m bres las detienen en s u veloz ca rrera . Que se pon ga a su l ad o u n san to, sabio y prudente aposto) ay u d á n n o l a s , y p ro n to esas a l m as z a 1 1 j a rá 1 1 d i fi ­ cultad es , resol v e rá n d ud a s , y l l egarán ra pida m e nte a sa n tidad e x i m i a .


1 16

Luz de Dios

III. Ser a pós tol es ten er en el m u ndo u n oficio d i v i uísi m o . Todos los cri s ti a n o s llevamos en el alma esta vocaci ó n . E l a pos t o l ad o nos con v i erte en verda­ d e ro s Cristos . San P a b l o a fi rm a que somos « Coadjutores de Dios> . (l. Cor. , 8 . .9). gs deci r, a y u d a , a u x i l i o , m ed i o d el c u a l E l q u i e r e u s a r p a r a l a s d v a c i ó n d e l a s almas . C a d a

c ri s ti a n o es instru m e n t o d e sal vación eterna p ara m n ­ c h o s . D i go c a u s a i n s t ru m e n tal s e c n n cl a ria. L a s a l va c i ón d e las al m as es s i e mpr e o bra d i vi n a . En e st e terre no n u estra l a b o r , en cu a n to q u e es n u es tra, n o vale n ad a . Pe ro D i o s q u i ere servirse d e ella. Somos e n manos d el A l tís i m o a l g o m u y s u p e r i o r a nosotros m i smos. e Coa d · j u t or cs d e Dios » . Dice más e l C o n v e rt id o d el camino d e Dama s co . Aseg u ra q u e s o m o s s u plementos d e C risto. rs. Supple-

11wnlum

Chrisli»

(Col., I 24).

F u e rte e s l a fra s e , p e ro cierta. Fuerte, pues pa rece i nd i car como si la Pasión d e J e s u cristo no h ubiera bastado a san ti fi carno s , siendo así e¡ u e , u o u n m u nd o , infinitos m u n d os habrían vu elto d e la m u er t e a la vida con u n a sola gota d e sangre d i vina.

Quiere ensefiar el san to A postol , cuando esto dice, q u e como n u es tra sal vaci ó n es c o n s e c u e n c i a de l a coo­ peraci ón p res tada a la d i v i n a g racia, esta co op e ra c i ó n que d epend e d e n ues tra libérri m a vol u n t a d es lo q u e , según e l orden est a b l e ci d o p o r Dios , falta a la acci ón red e n tora d e Jesucris to. Por lo tanto, ce d i e n d o a l a g raci a , s o m o s verdad eros s u pl e m e n tos d e Cristo.

E s to , en un se n ti d o . E n o tro, si g n i fi c a esa especie c o m o d e s o l i daridad es piritual q u e l o s bauti zados for­ m a m o s con e l Reden tor, e n vi rtud d e la cual cada acto m e ritori o o c u l pa b l e q u e p r o c e d e de c u a l q u i er c r is ti a n o a p r o v e ch a o pe rj u d ica a tod a la cr i s t i a n d a d ; pues no


Tres por unó . . .

1 77

ha.y que olvidar que , e m p al mados con Cristo , es t a m o s u n i d os por El a t od os n ue s tr o s h er m a n o s ,

He a q u í la ra z ón pode rosísi m a q ne nos obliga a trabaj a r . O som os apóstolt)s d e l E v a n g e l i o cri stia no o a pó s t a t a s . La s i m p l e n eut r a l i d ad ya e s u n a b a n d ono del c a m p o ; u na t rn i ció n ; un m a l qu� no d eb e e x i s ti r; p u es el Red en to r d i c e q u e quien no está con El estü contra El. (JJ1ath. , 72. 30} . El v erd a d e ro Salvador d e l m u n d o e s Jesu cristo . lo co n t r a r i o i n curre en h e r e j í a . Pero Jesu­ c ri sto i n t egral ; Jes u c 1·isto Dios y hom bre; J e s u cristo fí si co y rea l ; m ís t i c o y e s p iri tu al .

Quien a fir m e

El , c o m o c a b eza d e l c u erpo místico, l l e v a , en el a po s tolado de salva r a l m a s la parte emineute, es d e c ir , la princi pal ; m erec e d e c o n d i g n o , d e e s t ri ct a j usti cia , la. s a n ti fi ca c i ó n de los h om b r e s . Nosotros, m i e m b ros de e s e c u e r p o m ístico, l l e va ­ e n la r e d e u c i ó n h u m ana, u n pu es t o secundari o ; s o m o s sah·a d o re s e n s e n tid o v e r d a d er o , real ; n u estra fu n ción es mti.s efe c t i va d e lo q u e or d i n ari a. ­ m en te se cree.

m os, p e ro

No m erecemos , l a s a l v a c i ó n a j e n a , d e j usticia ; mas sí por c i erta con g rue n c i a . Perte n e c e a la j u st i c i a d e D i o s d a r , a cada i n d i vi­ duo, las g rn c ias n ecesa r i a s pa ra l lega r al ci e l o . Deb e m o s hacer que estos medios sean eficaces. :No ba sta que en sí mi smos p u e d a n s a l var la s a l m a s . Es p r e ci s o q u e , d e hec h o , las saken .

Esta efica cia va u n i d a a l a s graci a s su p e rn bu u d a u ­ t e s , a la s q n e D i o s en s u miseri c o rdia i n fi nita c o n ce d e a los h o m b r e s para h ac e r l e s más fáci l y s e g u r o el cam i n o del ciel o . L a Providencia ha d i s p u es t o que estas g ra c i a s p u e d a n s e r o b tenidas p o r m u t u a a yu d a d e lo s qu e for·


L•JZ de Dios

1 78

·

m a m os el C u e rp o M ístico de .Jesucrit> lo . Cau a c u n l e s r n l id a r i o d e to d os y tod os d e ca u a u no . ,

E n l a zados c o n n u e s tros s e m ej a n tes por u n a v i d a comú n e n C r i s to , p od e m os d a rl e!" la m a n o , c a ri flosa­ m e ntc, pa ra sal vn r l os d e l ab i s m o . S n sal vación o con­ denación q u i z á d Ppenda d e n u e s t ro apostol a d o . Pe nsa !nos poco en esta res ponsabi l i dad f o nn i d a b l e

q u e pesa sob re n u e s t ra c o n ci e n cia.

N u e stra s n ccio11 es , b u e n a s o m a ln s , j a m á s se pie r­ d e n e n e l vaCÍ•J. A l a m a n era q u e el s o n i d o , tra s m i t i rl o por n pa rato d e Ra d i o , t rn s pa s a , en oud n s c i rc u l a r e s , e s p a ti o s i u m e n sos , y p u e d e n s e r perci b i d os a l l á l ej u s , m u y l e j o s , p o r q u ien m e u o s p e ns a m o s ; así, ta m bi é n , n u estra s a c c i o n e s i n cor p ora d n s a Cri s to , por l a gracia, p u ede 1 1 u b ra r heneficiosam e u te a i u cal cula bl·� d i s tancia e n a q n o l l a al m n , l a que no conoce m o s , p e ro c u y a sal­ vaci ó n s e u o s ha e n com e n d ad o e n este p rece p to: « A m aos l os u n os a los o t ros » .

¡ Qu é ad m i ra b l e . ! Cada p e r s o n a e s parti cul i l l a i m p e r c e pt i ble e n l a i u m en s i d a ci d e l o s s eres creados! ¡ Qu é po d rá esta pa r ti c u l i l l a . ! . .

.

.

¡ Vaya si puede ! Es o p e ra ri o d el R � i n o de Dios. S u s palabra s , accio n e s , sacri fi c i os , plegari as . . . son i n s ­ t r u m entos d e i n c a l c u l a b l e va l o r e n l a eco n o m ía d i vi n a d e l a sal vación de l a s al m a s . . . .

Con frecu e n ci a a d m i ra m os o b r a s estupendas de i ngeniería . . . puentes, m á q ui n a s , e d i fi ci o s Sin d u d a q u e el i n g e n i e ro m e rece c a l u r o s os a p l a u sos p o r l a d i­ rección de la o b ra . Pe ro es d e j u sti c i a reconocer l a efi­ cacia d e a q u e l o a q u e l l o s o b reros q u o t ra e n y l l e v a n e l material para l a co n s t r u c c i ém ; que a p l i c a n l a ma teria a la obra; q u e ato rn i l l a n p e rnos; q u e e l e van a l os ai res i nm e n sas m o l e s . In gen i ero y o b re ro se co m p l eta n .

.

Dios, en su a m o rosa p ro v i d en c i a , lo q u i ere a sí . E l , p o r sí m i s m o , s i n co n c u rso h u m a n o de ninguna especi e ,


tres por

uno . . .

1 79

p ued e santi fi car y sa l v a r m i l m undos. Pero d i spuso la s cosas de otro m o d o . E s a particuli l l a m i nús cula , i m perceptible , i n servi ­ ble . . . el apóstol h u m a n o . . . ; unido por la g ra c i a a Cristo, ti e n e el mismo poder d e C ri s to , a qui e n , e n e l s e n t i d o que a n tes <l i j e co m plet a ; y su acción d e p a lab ra u o bra, de oración o sacri ficio, t ra s pasa to d a fron tera y s e hace u ni v e rsal , como u n i v ersal es la redención del d i vino Salva dor. Pequefía e s la go t11 de agua. Cae sobre la dura pie d ra, y e l sol y e l a i re la ava pora n . P ero que ca i ga en p i l a bauti s m a l y, m e z clad a con el agua con sagrada , tendrá la e fi caci a asom brosa d el sacra mento regen era­ dor del bau ti s m o .

A la manera d e g o t a s pequeñísimas d e a g u a son n uestros acto s . Como h u ma n o s , s e e v aporan apenas n a c i ­ d o s . Mas incorporados a Cristo s o n , en e l o r d el). s obre ­ natural , d e i n fi ni ta eficac i a . Dios n o s exi g e , e n f u erza d el mayor m an d a m i e n ­ t o d e su l e y s a n tísi m a , e l d e l a caridad, e s ta s gotas d e agua d e n u es t ro t ra bajo a postóli C;O , y de b e m os dárselas . *

*

*

IV . El ap os tol ado católico es u u ac to h u mano puesto a s e r v i cio d e una causa d i vi n a ; a sa b er , la glo ­ ri ficaci ón de Dios en la salvación de las al m a s . L o s a c t os h u m an os s o n i n ternos y externos; d e d o n d e el a postolado rev i s t e , t am bi é n , e s t a s dos formas: i n terna y extern a . A m bas existi e ro n , e x i s te n y existi rán hasta l a c on ­ s u m a ci ó n de los siglos Las practi có J es u c ri sto . Vino al m u n d o pn ra redi­ mi rnos. Bu scó sie m p rn J a g l o r i a del Padre .

(.Juan., 8.fJO.).


1 80

Luz de Dios

Consagró t r es aífos a la predica ci ó n oral . Y t e r m i n ó su v i d a c o n la e x p re s i ó n áti ca d e l apostol a d o; m u ri e n ­ d o e n c ru z p o r l a doct r i n a q u e e vang e l i zaba. La Igl esia a p ost o l i za tA.m b i éu . Debe e n s eñar . .Je­ s u c r i s to d ij o a los A póstole s : « Do cete omnes gen tes » (JJiath . , 28. /9.). Dt-bc sa n ti ficar. E s a es su m i sión . Bap­ tiza11 tes cos in nómiue Pa tris et Filii et .&pirit u San. c t i . . . » E l l a cu m p le su co m p ro m iso en traba da escala d es­ c e n d e nte. Del Papa a l os Obi spos ; d e estos al clero; y d el clero a los segla res d e todo e l m u n d o . S e a d a p t a a todos l o s ti e m pos; socorre tod a s l a s n eces i d a d es; u til i z a todos los m e d i os ; no o m i te sucri fi ­ ci o; a g ota s u i n teligenci a ; y sella su a cción con la s a n ­ g r e d e m i l l a re8 d e m á rti res.

E ·1 es tos ú l ti m os t i e m pos el ap os tol a d o s egl a r to m a i ncre m e n to , laud a b l e , m erced a l a orga n i zaci ón i m pu e s ­ t a por el Sa n t o Pad re Pío X I, lla m ad a « A cción Ca tó­ l i ca » . Esta d ebe ex i s t i r hasta en la p a rroq u i a m ás li m i tada y p o b re d e l m u u d o . L a s obras d e a p o s tol a rl o s e m u l t i p l i ca n m á s y m á s c a d a d ía. V e m os , por d oq u i e r , cateci s m o s p a ra n i fios y ad ultos, co n g regaci on es, cofradías, reu n i on e s , e j erci­ ci os espi ri t u a l e s para hom bres y jóven e s , sefiorns y s eñori tas; apostol ado d e o ra c i ó n , ca ridad , d olor; l i ga s d e d escan so d o m i n i ca l , pa t ro n a to s , círculos p a ra o b r e ­ ros y estu d i an tes catól i cos; s i n d i catos , asociaciones de soco rro s m u tuos; a p os tol a d o d e pre nsa .. . , y mil m ás i m p osi bl e de re d u c i r a cifra .

A lo cual h a y q u e añad il' l a flora ci ó n cad a vez más n u trida, d e Ord e n e s e I n s titu tos religiosos a p ro­ bados por la S a n ta Iglesia q u e realizan en toda forma i m a gi n a b l e el m a n d ato categórico del d i v i n o M a es t ro : « Os envío a predicar el Evang elio a todo el mundo »

(JJ.Iar. , 16. 15.).


Tres

181

por uno . . .

El d espliegue:de fuerza apostólic3 , po, es asom broso.

l' ll

n u e st rn

tiem­

Sin e m b a r go , el sesul tado no responde al trabaj o realizado. Vei n te siglos de evangelización arrojan u n porcentaje m u y bajo d e catól icos e n la población mundial . . . ; ¡ u n vei nte por ciento . . . ! ¡Es muy poco . . . ! ¿Por qu é . . ? Tengamos ideas claras. Dije que el apostolado puede ser i nterno y externo. Es condición i m p rescindible, de ordinario, com o probaré d ei:;pués, q u e todo apostolado externo d erive d el i n terno; que sea como uu rehalsam iento d e la vida interior d el apóstol , estrecha e indisolublemente u n i d o a Jesucristo por e l c u l ti vo i n tensí� i m o d e la santi d ad personal . De lo contrario, el trabajo apostólico, en mu­ chas ocasiones, será perjudicial al m i sm o a póstol y si em pre inúti l sobrenatural mente considerado. Dios quiere santificar al mundo, es innegable; pero exige santos para hacer santos. Digo, y pruebo, que el al ma d e todo apostolado d ebe ser la vida i n terior, la unión i ndisoluble con Je­

sucristo, el trato frecuentísimo con El por medio de los sacra mentos y culti vo ferviente de la oración . *

*

*

V . Santo Tomás dice en su Opúsculo sobre la perfeción d e la vid a espiritual : « que s e n ecesita mayor vi rtud para perfeccionar a los d emás que para perfec­ cionarse uno a sí mism o » .

Lógico . Tod a causa eticieute es su perior a su efec­ cuanto este sea más u n i versal , más vi rtuali dad s e supone en Ja causa que lo prod uce. to;


1 82

Luz

de D ios

San B e rn a r do excl n m a : « Si soi � .-: abios procu ra d

ser nuís b ien depósi t os que can ales » .

( Serm .

1 8 i n Can t . )

El consejo n o p u e d e se r ni m á s p reci so n i m ás p recios o . C u a u d o l l e g a u n m o m e n to en el q u e deja el agua de c o rr e r p o r e l ca n a l , este se seca. E l d e pósi t o por lo contra ri o, se l l e n a él p ri m e ro y com u n ica , d es ­ p u é s , d e lo q u e rebalsa, y, a s í , d a n d o , n o se vacia j a m ás . E l n postol si n v i d a i n terior es ca n a l q u e pro n to se v a cia , sufri e n d o en sí m i s m o l a trein enda a ri d e z d e u n ca m po s i n a gu a . El a pó s tol santo e s el h o m bre l l e n o d e D i o s , q u e , c u a n to más com u n i ca a C r i s to , m á s vita­ lidad l e q ue cl a , p u es ta l tra b a j o es para é l causa d e nue vos m é r i tos . ·

San Pabl o p u lJ l i caba , a la faz d el m u n d o e n tero , que n o a postol i zaba « con p a la bras de sabidurí a huma­ na 'I> , (l. Cor. , 2. 4.) « qu e predicaba a .Jesucristo y a .Tesucristo crnc�pcadn » , L Cor. , 1 . :d/3 ) «que no quería"sa ber sino a Cr i s t o » (l. Co r . , 2. 2'), » qu e el ap ós t o l sin vida in t eri o r es como quien a zo t a el aire « , (I Cor. , .9 , 26. ) « que la voz de quien así procede se p ierde en el va cío r;ual son ido de campana que rethie» , (l. Cor., 18. 1 . ) Suya t.: s , ta m bi é n , e s t n f ra s e : « Pro Ch risto lega tio· ne, fungimur11 (JI. Cor. , 5. 20.) So mos e m isa rios de Je­ s u cri s to . » T a n conve n cid o estaba d e qu e todo J o q u e era a la g racia d e Dios lo d ebía , q u e co n fesó h u m i l d e m ente q u e si a l gún tri u n fo había cosech a d o pa ra s í o pa ra los d e m á s , todo e ra f r u to de lo A l to . « (ira tia Dei smn id qu od sum . » Soy l o que soy por la g racia de Di os . (l. Cor. , 15. 10.) ·

El m is m o .Jesu cristo d e c l a ra q u e su eva n gelización viene d e Aquel q u e l o envió. ( Joahn . , 1 4 . 24). « Mi doc­ trina , di c e , n o es mía sino de Aquél que me envió .

Y para q u e los A póstoles y discípulos pre s e n te s y futuros vieran hasta donde d ebían fomentar l a u nión


Tres por vno . . .

1 83

con El por el c u l ti vo i n t e n s o de In v i da i u tf:rior, les i n t i m a : « Co m o mi Pa d re me e n v ió , :isí y o o s e n v ío , a v osotros )) . E n sc ií a u c l o , c o n e s to, q U f' , en ord e n a l a sal va c i ó n d e l a s it l m as, E l t o d o lo l i nce e n u n ión d el Pa d re , y q u e el los debian prnce(l e r ti c idé u tico m o d o , en unión con E l .

Dios e s I n v i t l a . E l l a d a a todos l os seres. Pa rti ­ c u l a r m e n te se ha reservado l a com u n i cación d e la vida sobre n a tu ra l . L a e 1 1 ca r n a c i ó 1 1 , y R L d e n c i ó n , con sti t u y e n a Jesu­ cristo fuen te y fuente ú n ica d e esta vida d i v i n a . L a Igl e s ia y e l h o m b re apo s tó lico n o s o n l a vid a . 8ol o la esparc(Jn p o r n i ed i o d e l o s sacra m e n tos ( 1 ue a d m i ni strau , l a oración y p r e d i caci ó n .

Dios 1 1 0 h a ce n a d a s i n o por su H i j o , a se g u ra San .J u a n : « Omn ia per Jpsum facta s1111 t et sine lpso j(1 ct111n cs t nihil » (.Toan I). Est o es ri g n rnsa m e n tc e i crto t a n to e n el orden de la n a t u ra l e z a c o m o en el de la gra ci a . Dios p a rt i ci p a a los h o m b re s s u p ropia v i d a , con­ v i rti é n d ol o s en h i j os s u y o s , por Jesu cri sto (I Ju an. , 1 . 3.) J e sucristo e s l a v i d a ; trnla l a v i d a s o b renatura l ; y só l o E l gu a r da la h egemonía de ella .

El i\ póstol n o e s pro p i etari o d e l a Y ida s o b rena­ tural q ue re part e . E s s i m p l e m e n te ca nal por il ond e .Jesucristo la d i fund e . S e p a r e m os e l ca n al d e rec i b i e n d o ta l pa r t i e i paci<'in , nadie d a lo q u e n o t i e n e .

la fuen te , y e l canal, n o 110

p od rá repa rti rl a ; porque

Pero a c o pl e m os e l ca nal a la fuente i nfi n i ta d e l o sob renatura l ; e n s a n ch e mos s u s ca u ces; por é l s e c o m u ­ n i cará a r a u d a l e s la v id a d e D i o s a los hom bres; � e d esbord ará Jes m : ri sto p o r medio d e ese a pó :i to l s a u t o , o b r a n d o e n el m u n d o, las maravi l l a s de la convers ión


1 84

Luz de Dios

de los pecad ores a !a g rn cia y del creci m i e n t o j u stos eu la j u stificaci ó n .

de

los

X o eje rce 1 n ej o r y m á s efi c11 z aposto l a d o q u i e n p o n e e n j u ego m á s b ri l l a n tes cua l i d a d es d e l ord en natu ra l .

l a sal u d , l a habil i d n d polí­ el pod e r d e per­ s u asión , el sa b e r orga n i z a r , la voz, la e l ocu encia , el d o m i n i o d e ! n s m 1m 1 s , e l d i nero, l a i 1 1 fl u e n cia social . . . ; tod o <> s to y c u a 1 1 t:1s cualidades q u e rá i s j u n ta r en u n a s o l a p e rs o na o e n m i le s , s i n v i d a i n t e ri o r , � s deci r , s i n l a u n i ó n , p o r l .l g ra c i a , d e l al m a a postó l i ca co n Jesu­ cristo; el e s u y o n o vale nada; es h oj a ra sca seca q u e deja fríos los cora z o n e s h u mano s . A l o m á s excitará pa saj e ra ad m i ra ci ó �1 e n el prójimo, pero d e n i n gú n modo pro­ d u ci rá en él a q uella r e m oción í n t i m a d el e :: p fr i tu q u e o b l i ga a d e s a t a r l a zos q u 6 p a recían irro m p i b l es y a d ej a r h á b i tos q u e co n s ti t u ía n u n a s e g u n d a n a t u ra l eza. L a ci e n c i a , e l t a l e n to ,

t i c a , la s i m pn tfa , el dón d e g e n tt:>s,

E l al m a es l i b re . S u l i b ertad s e i n cl i n a del lado del cora zón . En el cora zón mand a Dios con las i nfluen­ cias d ul ce m e n te a vasa liad oras d e l a graci a . En e s t e s e n t i d o a fi r m a l a s anta Escritu ra , q u e : « Di os t i € li e e n s u m a n o l o s cora zones y l o s v u elve a d o n d e q u i b re » . (Porv., 21 . 1) . Segú n e s ta & fi r m a ci ó n , resulta q u e qu i e n s e una a

Dios más estreeh a m e n t e , será , s i n d u d a , co n c u alida­

d e s o s i n ellas -- e s to poco i m p orta-i nstru m e n to más eficaz en la obra d e la r e d e n ción h u mana.

" �º es raro, dice el A ba d Chauta rd , e n s u li bro de oro « El a l m a d e todo apostolad o» , el q u e u na a cti­ v i d ao febril to m e e l lugar de la acción d i v i n a ; el que l a g r aci a sea d esaten d i d a y el o rg u l l o del hom bre pre­ t e n d a des tronar a Jesús; y el qu e la v i d a sobre n a tural , el p o cl e l' d e I n oraci ó n , y la econ o m fo d e la Red e n ción s ean relegad os, al menos en la prácti ca , a l a categoría


Tres

por

uno . . .

1 85

d e abstracciones . Es un caso este, d igo, bastante fre­ c u en te, s e gú n se cl os p r e n cl e d e l estud i o de las a l m a s en este s i g l o de natu ra l i s m o , e n el q u e el h o m bre j u zga por las a p a r i e n ci a s y t r a b aj a c o m o s i el res u l ta c l o de una o b r a de c e l o d e pend i era , principal m en te, de su i n g e n iosa o r � a n i z ación » . ( « El alma de todo apostolado » ,

parte 1.a Gap . JI.)

Los q u e así pi e n s a n ya

están juzgados,

s e n te n c i a dos

y condenados por la santa I g l esia e n d o c u m e n tos p ú ­ b l i c o s . L o s Pa pas h a n l a n z a d o al m m Hlo Enc íclica s condenando el « Na t u ra l i s m o » y el « A m e rican i s m o » .

A m bos e rrores pr�i p i cia n la presci n d en c i a d e D i os y J e s uc r i s to en e l Go b ierno d e 111 s a l m a s .

Tal p res c i n d e ncia e s u n a a b e r ración . A l g u i e n l a h a calificad o d e h e re j ía contra ia c a ridad. E s c i e r to . Pro testamos d e l espíritu superficial, lige ro, exterior, d e pura Cl• m e d ia , que aco m pa ñ a a m u chos de los que t rabajan en la obra d i vinísima d e la sa ntificación y sal vación d e l a s a l m a s , y - l es roga m os, a l m i s m o ti e m ­ po, q u e procuren revestirse c o n los o rn a m entos d e una s i n c e r a esp i r i t u al i d ad hasta i r rad i a r a Jesu cristo en t odo, sin excl u i r los ac tos más i n d iferen tes d e s u e x i s ­ tencia . Para esto han de tene1· i d eas fijas y p re c i sas sobre tod o aq uello que constituye la verd adera vida in terior. Presento aquí, para medi táción , algunas verdades básicas . *

*

*

V I . a) Jesu c ri s to es causa m eritoria, ej empliir, fi nal, y c o m o Verbo, en u nión con l as otras �los Per­ sonas d e la Trinidad b ea tís i m a , causa eficie n te y prin­ cipal de la graci a santificante en n u e s tr a s a l ma s . Por


1 86

Luz de Dios

lo to n to , vi v i r v i d a s o b re n a tu ra l se rá pa rtici pa r de Ja m i s m a v i d a d e J e s u c ri sto por l o s v i rtu des teologales: fi'e, E s p e ra 1 1 z a y C a r i d ad . b) Esta v i d a d e Jes n c ri s to , por l a g ra c i a , e n e l n l m n , no m a t a el l i b re a l bclddo del hombre, lo gobierna u ti l i za n d o s u cesos, perso1rn s y COSH S , c o m o m e d i os de acreceuta r d i cha pa rti cipac i ó n d e l todo d i v i na .

e) La v i d a <le C r i s to n a c e e n el al ma por e l bau­ tisn10, s e pe rfccc i o n n por la Confil"m a c i ó n , se recobra po r l a p t n i t e n ci a , y se n utre por la E uca ri s tía. D e a c¡ u í que s�a poco m e n o � q u e i m po s i b l e la v i d a i n t e r i o r i n te n sa s i u l a p r á c tica de l a c o n fesión frec uente y c o m un ión d i n ri a o c a s i d i a r i a . d) C u a u <1 o el n l m a no po n e o bstác u l o , .Je s u cristo se co n s ti t u y e en e l l a , a u n q u e i n s e n s i b l e m e n te , en pri n­ c i p i o d e n ct i \· i d a d s u p e rior. A s í lo reconocía S u n Publo: · � o soy y o , exc l a m a b a , q u i e n v i v o , siuo q u e . Cristo v i v e e n m í » . (Gal., 2 . 20.) Es eQ tonce s cuu n cl o el alma l o e j e cu t a todo c o n El , e n E l , p o r EJ , y , en lo posibl e , como El . e) Ll a m n mos vida i n t e ri o r a J a a c t i v i d a d q u e el al m a d e s p l iega pa ra co n fo r m a rs e , hasta e n lo m ás m í · n i m o , a n u estro S e ñ o r .J esu c r i s to y a cuanto El e n s eña e n s u d i vi n o Eva n geli o .

Hay do s m o v i m i e n t o s e n e l l a : u n o d e a d v e rsión a las cria tur a s , s i e m pre, se e n t i e n d e , que estorben i r a D i o s ; y otro d e acercamiento al A ltísi m o p o r cada n u e v a parti cipación d e g r a c i a que obten e mos. a

f) Iutegra la vida i nt e r i o r una fe v i v a d e la pre· s e ncia de DioE en ei a l m a que todo lo alu mbra s o b r e · natural m e n t e . g) Ca d a acto d e p resencia q u e Jesús h a c e en e l a l m a , p o r l a nue va gracia que en el la i n fund e , m a rca paso a s c e n d e n t e en l a san tidad.


Tres

por

uno . . .

1 87

h)

El creci mi ento y estabilidad en la u rnon con d i sm i n uy e e n el a l m a el fó m i te de l a s con ­ cu p i scencias, y h a c e más fáci l la p ráctica d e las vi rtude s .

Jesucristo ,

i ) Nota t íp i c a d e u n a v i d a in teri or intensa es I n pron t i t u d con q n e el alma s e ri n d e a los secretos i m p u l ­ sos d el E spí r i t u Santo. J) Y; por últi m o , échnse d e ver e l g ra d o d e vida i n terior que una alma ti e n e , e n l a obedien cia que p ra c­ tica . Si r e n u n c i a a su voluu tad , será s a n ta . Y sa n tí<:>i m n , si a l mori r pueden grabar e n s u tu m ba a quel l o q n e San Pablo dijo d e l i n efahle .M u estro: « Se hizo obedi e u t e hasta la m uerte el e Cr u z » . (Phili . , 2 . 8.) lle a quí trazado, a g ra n de s rasgos , e l h o m bre d e v i da interior. flólo él puede sali r a l ca m po d e l a posto­ lado s eguro de Ja vi ctori a . Ll eva, en sí , e l a m or d i vi n o q u e u n m i n i steri o ta n sa n to re cl a ma , a saber: a T res por u 11 0 , o s e a , más oraci ó11 que acción » . A sí sea .



U A P l'l' U LO X I . N U BSTRA O RACION Y L O S AT R I BUTOS D I V I N O S In te, D o m in e, sp eravi

non confun<lar in rrtern um En y

(c Del 1'e Deum •)

Vos conffo , ¡ Oh! Seiior, c r n �funclido .

jamás seré

El « Te De11 m � . ll. - D ios Creado r . Pensar e n d o s cosas. III.-La Providencia divina. Lo q u e e n te n die ro n los san t o s. l v. -La Cl"ia t u r a puede apartarse de l Creado1-. V. - Dios Ue d e n t v r . VI. A limento n u t r i t i vo Crucifi c a d o s con Cl"isto. Gema Gal q ani. VII. - Q u ie n es el Esp f r i t u Santo. , � i c o · noc1 eses e l don d e Dios . . . ; VIII. Sa11ta Ma cgarita de Cortoua. IX..- Yo os a l a b o ¡Oli , Se1ior . . . 1

S U.i!A. R IO: /.

l. El « Te Deum » es or a c 1 o n precios1s11n a . La Iglesia e n to n a este h i m no , e n d ías d e gran sol e m n idad l i túrgica , e n acción d e g racias, al Tod opod eroso , por l os beneficios recibidos de su b011 d ad i u fi n i ta . Resonó p o r v e z p r i m era e n la c a ted ra l d e M i l á n , 1· ezado a c o ro p o r S a n A m brosio y S a n A g u stín , d e s­ p u és que este p u rificó d e l pecad o , total m e n t e , su a l m a en l a s a g u a s regeneni d o ras d e l Bautism o .

En esa o ración v i b r a n los s e n t i m i e n tos m á s h o n ­ d os d e l corazón , agitados por grati tu cl s i n l í m i te s . Des­ d e el d olor por l o s pecados c o m e t i d os, hasta el celo


1 90

Luz de Dios

v 1 v1s1 m o d e practicar vi rtud e s ; desdo el reco n oc i m i e n to d e l p od e r s o b e ra n o d e Dios , l w s ta la con fia n za m á s a b s o l uta e n s u d i v i na m i sericord i a ; d es d e el aso m b ro por la s a n ti d ad s u b s tancial d e la Tri n idad beatísi ma h a s ta l a con fes i ó n s i n cera d e n u es tra peque fi e z y m i seria .

En esa pl e g a ria se gl o ri fi ca e i n voca a Dios C rea ­ d or, Red entor y Santificad or; a Dios Sa p i e n t ís i m o , Po d e ros í s i m o y M i sericordiosís i m o . Y s e cierra con esta e x cl a m a ci ó n n a c i d a de lo más v i vo del a l m a : « E n Vos confío, ¡ O h ! Sefior, y j a m á s seré confu n d i d o » . Oreo q u e , exce p m a d a l a o ración d e l Padre N u e s ­ t ro , p l ega r i a com p u e s ta po r el m i s m o J es u c ri s to e n p c r o o n a ; p o c a s o quizá n i nguna o r a c i ó n exista q u e p u e d a p o n e rse a l lado d e l h i m n o A m b rosian o . E s p e rfecto e n l a form a y en e l fon d o . Es o ración caba l . A s í d e b e mos ora r. H e m os de ahondar, en lo que e s d a b l e , a la peque1iez d e la h u m a n a i n te l i g e n ci u , en las p erfecciones i n fi ­ n i tas d e D i o s , estud i a n d o s u s i n efables a t ri b u tos , para reconocerlos i n co n d iciona l m e n te y o do ra l'los con a m or e n traña b l e . Y , l uego , a la m a nera de i n d u stri osas a b e­ j a s q u e l i ban d e la flo r el n éc t a r p a ra elabora r co n é l l a m i el; n o s ot ro s , p o r l a ndoración d e l a s g randezas i n en a rrables del S é r d i v i n o , y por las s ú p l i cas que, n acida s d e n uestro pecho enfervori zado, l l eguen al m i s mo Dios , obtener la más g ra n d e de todas l a s gra ­ cia s , la s a n t i fi caci ó n pers o n al y la perseveran cia hasta la muerte en el a m o r de c aridad que ha salvarnos. E n este capítulo vere1nr'S l n a cción d e Dios en n uestra s almas co m o Crea d or, Reti en t o r, y Sa n t i fi ca ­ d o r . C o n s e c ue n cia d e l a m editación d e estas m a rav i ­ l losas p e r fecciones d i vi n a s , q ue s ó l o a Dios c o m piten , y cuyas i ufl u e ncias nosotros n eces i tamos, con n ecesi d a d i m presci n d i ble, para el desarrollo de n uestra vida n atu­ ral y sobre n atura l , ha de ser estud iar el m o d o de afi-


191

Nuestra Óraci6n . . .

cio n a rnos a la o ra c ión para a p ro vechar, por esta prác­ ti ca, has ta la más m í n i m a <l e lu s g ra c i a s q u e el S e ií o r qui e ra c o n c e d e rn o s .

*

*

*

II . Y, en p ri m e r térm i n o , Dios es n u estro C rea­ lo q u e e q u i vale a d e ci r , n u estro P u d r e ; n u estra Provid encia; n u est1·0 T u tor; n u estro Def e n s o r ; n u estro A m pa ro en el o r d e n mate ri a l y e ¡; ¡ i i ri t ua l . « l•� n E l v i ­ v i mos, n o s movemos y s e m os » , d i ce San Pa b l o . (Ac . . 1 7. 28.) d o r,

fru to e s p on tá n e o de la m a te ri a . N i volu n ta d d e n u estr : s p a d re s a u n q u e <l e e l los q u i e ra s e r v i rse Di os , i 1 1 stru 1 11 e 1 1 ta l 1 1 1 e 11 te , p a ra com u n i carnos el s é r h u m a n o q u e te n e m o s . V e n i m os a la v i d a por c reaci ón . ( 1 ) No

somos

s i q u i e r a d e la l i bre

,

A sí consta pos i ti va r rn· n te , por i n n u merabl es t e s t i ­ Ci taré sólo u n o : « 1Jio8 creó al hombre a su imagen y semejanza» . (Gen . , l. :d7.) moni os d e la Sa n to Escri t u ra .

Esta ra zón e s t á d e a c u e r d o con la Ce . I' o d o s s i excep­ t u a mos u n p eq u e ñ o g r u po <l e m a teria l i s t u s y e v o l u c i o ­ ni stas q u e n o h a y q u e t o m a r e n cu enta , pues se c o n ­ t ra d i ce n a c a d a paso e n sus d o c t r i n a s e 1 1 se íi a n rl o , a d e más, absu rdos i n co n c e b i b l es , tod o s , d i go ,': e x i g e n , p a ra c réa r , pod er i n fi n i to . '

( 1 ) Para mayor claridad y comprensión d e lo q u e decimos ténga nse en cuent a estas cuatro proposiciones: ( a) creación i n med i a t a por Dios del a l m a d e Adán y forma c i ó n inmediata por Dios d el cuerpo de Adán: ( b) c r ea ció n i n 111 e d iat a y direct a p o r Dios de todas las a lmas h u m a n as sin instr u mento a l gu n o : (e) infusión d e l as a l m as por Dios en los cuerpos pre­ puados por los p a dres c o n el c o nc u r s o divino: ( d} conse r v ac ió n d i v i n a d i ­ recta e n el m anlen i miento del sér llsico. Tal e s la doctrina d e los teólo�os católicos. Con e•tas pr oposic iones a la vi1t a , se ve la luerza que damos a la !rase arriba transcrita.


1 92

Luz de Dios

El p o d e r i n fi n ito t i e n e que rad i ca r , forzosa m ente , n i ng ú n efecto ha d e ser s u p e r i or a s u causa. en u n sé r, de suyo i n fi n i to, pues

Sé r i n fi n i t o n o puede hab e r más q ue uno. La d unl i clad o pl u ra l i d ad de e l l os r e p u g 1rn i n trí 1 1 s e ca m e nte ; i m p l ica l a d estrucción d e tod os; l a n e g aci ó n d e s e res i n fi n i tos.

Existe un sólo Sér i n fi 1 1íto; c on p od e r i n fi n i to ; co n facultad l ibre para crea r d e l a nada todo cua n to ven n u estros s en t i d o s . Este Sér e s Dios; a t r i buye al Pad re .

y

e n Dios el p od e r

c r e a d o r se

Somos h ij os d e l Padre Celestial y n u es t r a filiación obedece a u n acto crea d or d e Dios. Es d o g m a f u n d a m e n tal d e n u estras creencias, nos l l e va, co m o de la m a n o a pen sar en dos cosa s.

Primera: Dios C r e a d o r exige, con d ere ch o p len o , q u e v i va m os , s i e m p r e , a m a rra d os al ped e s ta l d e su i n fin i t a g randeza. E s t o n o p u e d e m e n os d e e x i g i rl o . Lo re cl� m a , así, su prop i o modo d e ser. Nada ni n ad i e nos s e p a r ar á d e El en c ua n to que es nu estra ca u s a cread o r a . N i el i n fi e r n o , cou su fu ego y llamas eternas , fund i rá el lazo q u e , e n este senti d o , n os u n e al Crea­ d or. S i e mpr e p 12 n d e r e mos d e E l co mo el efecto d e su ca m a . San t o s o p e cad o r es , e s t a d e p e n d e nc i a es i rrom­ pib le. Segunda:

No s e r e mos a n i q u i l ad o s , es decir, n o jamás, a l a n a d a d e d o n d e salimos. E sto tend ría que hacerlo el m i s m o D i os , y, fra n c a m e n te , no e s sapi e u tísi mo el que n E'cesita h ace r y d e shacer sus o b ra s . Nos co1 1 s t a el e la S a b i d u r í a i n fi n i ta del Señor. Entonces, permaneceremos e n nuestro sé r. ¿Por n o s o tr os mismos . . . '? N o . La p e r m an e n c i a ele los seres us continuada cre a c i ón , y s ó l o Dios p u e d e crear. Por vol v e r e m os ,


1 9. l

Nuestra Oración . . .

lo tanto , El carga , por q u e 'lu iere, con el sosteni m i en to de nuestro sér. La Pro v i d e n c i a del Padre C e l estial existe. ¡Qué consol adora es esta doctrina ! Com o n iños p equeiíitos q u e nada saben y n ada pued e n , c uyas v i d a s p e l i g r a n e n cada i nstante y s e acogen a la bon dad y poder de los brnzos paternos; a s í n osotros d e bería m o s m i rar siem pre al c i e l o l'eco n ociendo esa paterni dad di­ vi n a , suave y poderosa a l a v e z , rezando e l « Padre Nuestro » con e s p íri tu de fe y co n fianza pal'a obtener, en todo. los efectos d e los cu idados p rovident<:s del Creador. . . .

La Providencia del Padre Cele s tial s e extien d e a todo cuanto ha creado. S u gobierno con siste en dar a cada sér los m edios de vida nec esarios segú n sus pro­ pios elementos constitutivos. *

*

*

III. A pliquemos esta d e fi n ición al hombre. Este es u n c o m pu esto de cuerpo y a l m a . A Dios Creador toca a l i m e ntar esta alma y este c u erpo . Lo necesario no s e lo h a d e n egar. ( 1 ) El al m a , s u bsta ncia e s p i ri tual , se a l i m enta d e l a gracia sobrenatural . Dios ha provisto, con l u j o de gene­ rosidad, de este alim ento, con la realizac ión de l o s m isterios: E n carnación del V erbo d i v i no; Redención ( 1 ) Notemos la dilerencia que hay entre vida del alma natural por la conservación divina natural; vida del alma sobrenatural por la conserva­ ció n divi o a directa sobrenatural mediante la gracia santificante; y v ida del cuerpo natura l por la conservación divina directa corporal. La providencia de Dios se extiende, aun q u e de distinto modo, a todo. En este c a pítulo aparece, cómo lavorece Dios de m anera singularísima a aquellos que más espíritu de oración t uvieron y la necesid a d de dar nos más a la práctica de la oración y meditación de los atributos divinos.


1 94 h u m a n a , m u ri r udo Cristo en la C ruz; y sa n ti ficaci ó n d e los h o m bres , c o u la ve u i d a del Espíri tu Santo e l d í a d e Prn te costés . D e l o s fru t o� copiosísi mos de este ali m e n to d e las a l m a s , 1 1 os o c u paremos en o tro l u ga r d e este m i s m o capí tulo . El cu e rp o , s u b sta n ci a m ateri a l , comiendo m a njares m ateriales.

sosti eue

su

sér

M i re m o s el m u n d o ; contem ple m os e n él esa m u l ­ tiplicidad aso m b rosa d e m a n j a res a comodados a tod a s las razas . Este a l i men to lo p rod uce el poder d e D i o s dan do fec u u d idad a J a ti e rra y sostenieudo las s e m i ­ l l a s . Si la pro v i rl e u c i a d i vi n a n o c u idara d e n o s otros perecería mos de h a m b re. Pero se preocupa de S U B h i j os y éstos no m o ri rá n exteuuados por no tener q u é co m er. Co n trasta esta afi rm a c i ó n con lo que vemos a diario e u las calles y p l a z a s públicas. Hay q u i en pi d e l i m osna p o rq u e ti e u e h a m b re. L a pobreza e s u u h echo . N o l o p o n gamos e n duda. Si u e m b argo , ¡ c u id ado con culpar d e e so a l a Pro­ v i d e n cia d i v i n a . ! Dios no lo q u i so así. F u é e l m i s m o h o m bre qui e n , a l p e c a r po r pri m era v e z en e l Paraíso, se h i zo reo d e l hambre, y e l dolor; de l a e ufermedad y la muerte. . .

A p esar de todo, i usist i m o s en q u e la bondad de n u estro Padre Cel estial uo p e rmitirá que nos fa l te lo n ecesario para sustentar l a vicia d el cu erpo. Pero a con­ dición de que b u squem os, ante todo y sobre tod o , l a gracia sobreuatu ral y uo d escñi d emos el rec urso a Dios p or l a práctica d e l a oraci ó n . Esto es, con tal de q u e n os esforcemos e n m a n te n e r el sér d e g ra c i a o santi­ dad personal . Lo s t érmi nos d e Jesu cristo, a este propós i to , son categóri cos; en e llos h a co m prometido su palabra d ivi ­ na ; l a palabra de Dios no falla j a m ás. D i ce así : « Bus­ cad primero el reíno de n ios y su justicia, y todo lo demás se os dará por aiiadidura » (S. Luc., 12.31).


Nuestra Óración . . .

1 9S

Por reino d e Dios d e be entenderse la san t i fi cación personal; y la afiadi d u ra que se nos promete son los bienes m ate riales necesarios al sosteni m i ento de la vida . ¡ Qu é hien entendie ro n los santos esta promesa evangéli ca . . . ! No perdían, j a más, la pa z del al m a por d i neros más o d i n e ros m e n o s . . . ! Con vencidos d e la n ecesid ad d e d a r pa n y e d u cación a los pobres, e m pren· d ieron o b ras en v erda d atre v i d a s , qu izá tem erarias si se conte m pla u con ojos h u m a n os, pues, para sostener· las, n o co n ta b a n con rentas fijas d e n i n g u n a clas e . La fe firme; la co nfianza sin vacilaciones e n la prom esa divi na, s e convertían para ellos en d i n ero con ta n t e y sonante en las circ u sta ucias de mayor a premio.

Valga, como prueba sin réplica, d e lo que a firmo , la vid a , por tantos aspectos admirable, d e l Beato Coto­ l e ngo , fa m osísimo sacerdote l l eno de ra rid a d que man· tuvo estupefacta, por la rgos afios, a l a ci u d a d de Tu rfn y a Italia e ntera, con su h ospital para pobres.

¡ Qué m a ra villa . . . ! No tenía di nero y no le faltaba nad a ; pa gaba p u n tua l m en te sus cu e ntas, cada día más crecidas, sin saber d e d o n d e le venía e l din ero . A u · m e ntaban sus pobres, sus enferm os; eran m i l es los q ue debía soste n e r y cuidar; j a m ás n egó asilo a p o b re algu· no; n u n ca pensó en si tenía o n o tenía d i n e ro; su casa, de beneficencia c rist i a n a , l l e gó a s e r u n a gran c i u d ad . ¿flóm o pudo sostenerla . . . ? Oigamos. D i os , Padre pro v i d e n tísi m o , no nos aban· d onará n u nca si nosotros uo aba ndona m os a E l pri m e· ro. E s to es de fe . El Beato Cotolengo no se 1:1 pa r t ó d e Dio s . E s o ja m ás . Co n E l v i vía , no s ó l o po r ·el estado de g raci a, s i no por su acend rado espíritu d e o ra ci ó n . S i n Dioa no q u ería n a r l a . Con D ios ace ptaba to do: grandes p e nas; e n o rmes sacri fi cios. ¡ E n o r m es s a c r i fi cios, y g randes penas hubo de soporta r por a m o r a Dios . . . ! P e ro , en reco m p e n sa d e los m i s mos, la Pro v i d e ncia d i vi n a le l l e naba de ali m e n tos pa ra los pobres.


1 96

Luz ele Dios

E l secreto de esta partici pación tan copiosa en el repa rte de l a g e n e ro si d ad de los c i elos está en v i v i r sie m p re u n i dos a D i o s p o r la gracia y o ración . d or

¿ Pero es que la c riatu ra puede apartarse del Crea­ . .

?

*

IV.

*

*

Esp liq uémonos.

Como efecto de l a Causa Primera , el ho m b re es i n s e pa ra b l e d e l C reador.

que

es Dios,

Esta causa Primera es, a l mi s m o ti empo, fin últi ­ m o de todo lo exi s tente.

La p erfecci ó n substancial del Cre a d o r es de tal n atu raleza que recl a m a para sí la gl oria de c u a ntas cosas o s e res ha c read o . « Universa propter semetipsum operatus est Domimts » (Prov., 1 6 . 4). Es d e c i r , q u e todo el m o vi m i ento d e nuestra vida debe, en su pre ma fi nal idad , g l o ri fi car a Dios. Recorde­ mos que el más i m po rta n te d e los manda m i en tos d i v i ­ nos es 11 m a r a Dios so bre todas l a s cosas; que el segundo e s pareci do al pri m e ro , amar al prój i m o como a n oso­ tros m i s m os por amor a D i os , y que toda l a ley se e n ci e rra en estos dos extre m os . Esto s i g n ifica qu e n u e e t ras ideas, pensamientos, palabras, d eseos y obras no d eben aparta rs e, j a más , d e la vol u n tad d i v i n a , la cual se nos hace pa te nte e n l a l e y . L o s seres incon scien tes c u m plen, en tod o m o m e n ­ to , la vol untad d e Dios . N" o tienen libertad para hacer o dejar d e hacer. Ll enan la últi ma de sus fi n alidades, pero sin méri to. El h o m b re es libre. P u e d e obedecer o d eja r d e obedecer a l a s l ey es d i vi n a s . Si o bedece v i v e , entonces, u nido a Dios con el vínculo sagrado d e l o que los teó-


Nuestra Oración . . .

1 97

logos l l a m an gracia san ti fi cante. Si quebranta los m a n ­ d a tos d i v i n o s , ro m pe este )mm h ermosísi m o d e cuya i n tegrida d d epen d e l a salvación eterna de le s almas.

El peca d o no es otra cosa que el ro m pimiento d e es te l a z o que nos une al Creador, c o m o fi n últi m o d e n u es tra vid a . E s el m a l m a yor q u e pued e sobreve n i m os . E l m a l l o ¡.;rovocó e l h o m bre e n s u m i s m a cuna de n a ci m e n to . El mal v i n o . El peca d o se a poderó d el género h u m a n o . Este n o podía , n e n i ngún m o d o , reco n ­ ci l iarse po t· sí m i s m o , con esfuerzo p e r s o n a l , c o n e l Cread or. Pero el a m or de Dios a su criatu ra es tan hond o , q n e a u n , e n e l caso <l e q u e ella s e a pa rte d e E l , pe­ ca n d o , insiste en busca rl a y u n i rse n u ev a m e n te a ella , to m a nrl o , e n to n ce s , el ca rácter m i s eri cord i osísi m o de Redentor. *

V.

*

*

¡ D i os Red entor . . . !

¡Qué secretos tiene la c a ri d a d d i v i n a . . ! No l os habría mos a d i v i n a d o j a m ás . . . ! e=, Có m o i ba a sospech ar el h o m bre que el m i s m o D i os , a qu i en él ofen d e pecan d o , sería su s a l vación . . . ! E s t li cari d ad es t a n opuesta a l os ego i s m os d el corazón h u m a n o que si no la h u biéra m os g u stado no la habríamos creíd o . L a f e n o s ensefia q u e Jesu cl'isto n os h a red i m i d o d e l a culpa. La experi e n ci a pred ica q ue la m edit.ación frecuente en los m i s terios d e l a Pasión de .Jesús es excel e n te med i o para ad elantar en perfecció n i nterior. ¿ Para qué v i no el R ed en tor al m u ud o . . . ?-Pa ra hace rnos santo s .


Luz de Dios

1 98

¿Pa ra qué estamos en el m u n d o . . . ?-Para ser santos. ¿Có m o nos s a n t i ficam os . . . ? - Con la g racia d i vina.

¿Qui é n n os m ereció la gr a c i a . . . ? - J e�ucri sto en la Cruz . Efectiva m en te: en el s í m b ol o apostól ico rezamos q u e la s e g u n d a Persona d e l a S a n tí s i m a Tri n i d a d se h i z o h o 1 1 1 brc pn ra sa n ti fi c 1H n o s y snl vurnos. « Propter

n ostra m salutem descendit de ere/is» .

Su e n ca rn al'ión e n el seno vi rgi n a l d e Ma ría m a rca la l ínea m á x i m a de l a s a b n egacio n e s . La ocu l taci ó n d e su vi<l a po r trei n t a 'añ i is es p o r te 1 1 to de o bt d i e n c i a y r e n u n c ia m ie n to pro pio . Lo s t res a ñ os d e i r y ve n i r e n trn b a j o perma n e n te d e eva ngdiz11ción e s fi l i g ra n a d e sabiduría, paciencia y ca ri d a d . Su m uel'te e n t:-1 Cal va­ rio, la o b l ación m á s g r a ta a los o j os d e l E te rno Pa d r e .

Su pe1 m n n e n cia en la E u caristía , el misterio más s ensible y d elicado q u e i ma gi n a r s e p u e d e . Estas v i r tud e s soo el instrum e n to d e q u e se sirve

el Hijo d e D i os pa ra saC'ar a los h o m b res de l os ba­ r ri a l e s del p e ca d o . 'l'enía c a pa cid a d s u fi ci cn tísi m a para h a cerlo .

En J es u c ri s to , nue stro Red en to r , hay d os n a tu ra ­ l eza s , u n a h u m a na y o t r a d i v i n a . J e su c r i s to es Dios y h o m b re al mismo ti e m p o . Ll eva sobre sí el peso en or­ me d e todos l os p ecado s de la h u m a n i d ad . E l , en sí mis m o , es i m pe<'..a hle; pero se h a revestido de l a for m a d e s ie rvo y p e ca d o r para lim piar a l h o m b re d el p ecado. ¿Po d rá l i m p i a rl o . . . ? Es se n te n c i a com ú n q u e la s a cc i on e s se atri buyen , no a l a natu ra l t:'za, s i n o a la p e r s o n a . El v a l o r d e aq ue­ llas está l i g a d o a l o que a l ca n ce esta . La p ers on a h u m a n a p u ed e muy poco; sus fuerzaa están m uy limi­ tadas; sus actos tienen m u cha mezcla d e impu reza;


por e s to, a los ojos d i vi1H 1 s , n o vnleu casi n a d a e n orden a la j usti ficnción; s i s e con si d e r a n solos, sin la ca ri d ad , son n u lo � . ,

Pero las acci o u e s d e u n a persoua d i v i na ti enen valor i n fi n i to ; son s u fi ci e n tes p a ra a placar l H i ra de Dios; pueden l i m p i ar, total m e nte, d e c u l p a , a las al m a s .

Es

nu estro ca so.

Je s u cristo, Red e n to r , 110 ti e n e más que una sola perso n a . Esta es d i v i n a . Sus actos consti tuy en la mina i n a gotable d e la red e n ci ó n h u m au a .

Oiga m os c o n gusto s u s

propias pala b r a s .

Veni

(.Toan , , ]()

vitam habean t et ab11ndanti11s ha bea n t »

id

.1 0) . Vi ne a d a r l e s la v i d a y a d á rs e l ll en abunda n c i a . Su predi ca ci ó n , sus v i a j e s , s u s milagros, sus h u m i l l a cion es , su dolor, su m u erte todo, a b s olu ta m e n t e tod o , n o tenia otra· f ürn lidad q u e esa , darnos la v i d a sobren a­ tu ral por la com m 1 i cación d e la gra cia q u e El nos esta­ ba mereci endo. .

. . .

El Pad re Eterno acepta la oblación d e s u H i j o , hech o h o m bre po r n o s otros , y q u e d a m o s , a sí, e n ca mi­ n o d e sal vaci ón etern a . ¡ B e n d i ta sea, p o r siglos s i n fi n , la ca ridad d i v i n a . . . ! Si n e l l a ¡ q u é h a bría sido d e n osotros . ! Con ell a , ya l o sabemos, somos ca pa ces de la s a n ti d a d y la gl ori a . De­ bemos, en tonces , a plicarnos el fruto copiosísi m o d e la Red ención . .

.

.

.

Para esto t e n e m os dos ca m i n o s : la fre c u e n cia de s a c ra m e u tos , pues el los s o n l a o fi ci n a oficial d o n d e s e r epnrte la graci a d e l a Redenc i ó n ; y I n m e d i ta c i ó n así­ d ua d e l o s m i s te ri os ti erní s i m o s de la vi d a , pasión y muerte d e nuestro adora ble Reden tor. No es m i áni rno h a b l a r , a h ora , de l a eficacia s a n ­ tifica d o ra d e los Sacrameutos. Sólo i n teu to i n d u ci r a las a l m a s a q u e m e d i ten m ás eu la pa s i ó n y m uerte de Jesucri sto .


Luz de Dios

200

VI. La g racia sacramen tal es a li m e n to n u t r i tivo de n u estras a l m a s . Espiritual m e n te viv i m os d e e l l a . El q u e n o se ace ren a los sacra m e n tos, e s , en e l o rd en es p i ritua l , verd a d e ro ca dáver. La 1 1 i ed i tación d el d ra m a d el cnlvn r i o , es fuente de g ra ci a s i m pu l s i vas; de l uces cl el cielo q u e nos mu estran a ctos con cretos d e v i rt u d ; d e m o vi m i entos secretos del cora zón q u e i n cli nan a ren u n ci a m i en tos d olorosos d e gran m é ri t o sobre n atu ral; l a pasión y m u e rt e d e Je­ sucristo ha sido, sie m p re . escutla d e virtud es hero i cas para toda clase d e a l mas . Por o t r a p a r te, la contem placi ó n d el Cr u c i fi j o i n s ­ p i r a d olor d e ) 0 3 p ropios peca dos; d eseos d e peniten­ cia expia toria; h a m b re d e u n i ó n con Dios por la par­ tici pación de la graci a . A

la v e z m u eve a confianza.

Se expl ica q u e tenga m o s m i e 1 l o y no nos atreva­ m os ui n d esplegar los la bios para pe d i r perdón d e n uestra s cul pas, a un D i os q u e l l eva e n la m a n o el cet ro de l a j u s ti c i a , el cual s e c o l o c a fre n te a fren te de n osotros, que somos po bres g usani llos de l a tierra, para j u zgarn o s . S u a c ti t u d nos aterra . d os n os aplasta .

La vista d e n u estros peca­

No es así cuando m i ramos la figura d el Salvad or. S u cuerpo h e rido d e arriba a abaj o i rrad ia a m or. •Sus brazos abiertos n o s con v i d a n tiernamente a la unión más ínti m a ; su pecho r a s g a d o y su corHZón s a n grante dan gara n tía ci erta d e p e r d ó n , mi entras d etestemos el pecad o. La sal vación etern a l a juzgua m os segura, p u es nos co n sta q u e la fianza que por ella se ofrece, (el mis m o J esucristo) , es d e sumo agrado al Padre Ce­ l estial. Este cuad ro a n ima; espolea en las luchas d e cada día,

la voluntad ;

sostien e


Nuestra Oraci6n . . .

20 1

Se nota en la s pe rsonas a fi cionados a m e d itar en l a Pnsión de n ue s t ro Se fi o r , e xt r a ordi u a ri a d e l i cadeza d e c on c i e n ci a ; amor h e ro i c o a l a d i v i n a g r a ci a ; hor ro r al pe ca d o ; con fr e c u e n c i a gozan d el d ó n de o ra ció n extática ; l l e ga n a s e n ti r p l acer en l a s h u m i l lac i o n es y padeci mi e ntos; y en ocasiones, Jesucristo l as a s oci a a su obra redento ra haci é n d ol a s p a r t i c i pa r , en s u c u e r po y e s p í r i t u de los d ol o res y penas que El s op o r tó en ,

la Cru z .

Cu a n d o d i g o esto , mi a l ma s e g o z a r e c o r d a n d o i a s ma r a villas s o b renatura l es c rc a d ll s p or P-1 Red e n to r e n aqut.>llus v e rd a d eros « cruc(ficados con Cristo » : la i m pon ­ derable Santa Cata l i n a de S i P n a , el S e ra fi n el e A l be rn i a S a n F r a n c is c o el extá t i to m i si onero San Pablo de la Cruz, l a pe n i te n te de Corto n a San ta M a r g a rita, y m u · chas m á s cuy as vidas fueron m i tad d ra m a h o rri b l e y m it a d idilio ina nerrabl e . ,

Vi vían

a

pa si on a do s de la Cru z .

V a l g a por t o d o s los angelica l Gema G a l gani.

ej e m plos l a

v i rgen Lu ca n a ,

Es ca s i de n ues t ro s mismos días , pu es murió el a ño 1 903. P u e d e decirse que a u n s e p er c i b e el i n c ie n so q u e m a d o en s u a l tar cuando el s ob e ran o Poutífice Pío XI l a beatifi có el 14: de Mayo d e 1 9 33.

­

S u vida es p r u eba c l a r a d e lo g u e p u ed e , e n ord e 1 1 a l a santificació n p e rs o na l , la m e d í t a ci ó n asidua e n los misterios d e la R e de n ció n .

Ha figurado en la s re vistas il u s t ra d as del mund o ent ero un l i enzo q u e r e p r es e n ta a Ge m a . Es copia d el que se expuso en la gl o r i a de Be rn i n i el día d e s u beatificaci ó n .

c r u c i fi co d e t a m a ñ o natura l . El s u mano d erecha ; deja cae r e l b ra zo ; y d o bl a el cue rpo para a b ra z a r a G ema. Esta , H e l o aquí. Un Crucificado desclava


202

Luz

de Dios

arrebatada por el éxtasis que la domin a , se alza sobre el n i v el d el suelo u 1 1os cuantos pal mos y fijos l os ojos en Jesucristo, lo abraza con tal tern ura que con mueve hasta a rra n car lágri mas. En l a parte inferior d el l i enzo, un ángel contem pla, arrodillado, el éxtasis de la can­ dorosa virgen Pasionista, sosteniencl o, e n la mano, un manojo de a zucenas. En la parte su perior del cuadro, otros dos á n geles ostenta n, uno la corona de espinas, otro el escudo de la Congrega ción fundada por San Pablo de la Cruz. E n esa escen a , que h a pla smado el artista, todo habla d e dolor, peuas, s u fri m i e n tos, expir,cióu , i n ocen­ cia , d erroch e d e a mor, es decir, se v e retra tada la i m a ge n de una santidad fi na , exquisita, d e l icada, de mucha abnegación.

A sí fué Gema d ura n te los veinticuatro afios que vivió en este m u u d o . Discí pula aprovech ada d e la Re­ d e n ción l l e vó en sus manos, pies y costado, las heridas de Jesús clavado en Cruz, y aun experimentó en su cabeza el mismo dolor que Cristo en la suya al ser corone.do d e espinas. La m edita ción constante en la Pasión del divino Mártir, santificó, rápida m ente, a esta j oven a d m i rable. La Redención es a b u n dante en frutos d e vida sobre­ n atu ral. « Copiosa apud eum redentio» . En Jesucristo se consumó el drama del Cal vario. Del sacro monte, m ojado con sangre di vina , a rranca el ca udaloso río de gracia que purifica de culpa las almas. Del Cen áculo sal ió l a llamarada d e fuego, símbolo de la Comu nicaci0n d el E�píritu Santo, que ha d e per­ fecciona r, con sus l uces y gracias excita n tes, la obra d e la santificación h u m a n a .

E ntremos, ima g i nariamente, en este recinto divina.

de

luz


Nuestra Oración . . .

203

¿Quién e s el Espíritu Santo . . . ? ¿Qu é i n fluen­ en n osotros . . . ? El Espíri tu Santo es la tercera Persoua d e la b ea­ t í s i m a Tri nidad .

cia

VII.

tiene

En Dios hay tres Personas y una sola deidad . El Padre posee l a n a t uraleza divina sin ser engen d rad o. A l conocerse a sí mismo prod uce u na i m a ge n viva , perfectísim a , substa ncial, a la que comunica su propia n a tura l eza d i vina, Esta i m a gPn es el Hijo de Dios, segunda Pe rsona de la augusta Tri n idad, ig ual , en todo, a l a primera. El Parl re y el Hi.io se conocen mutuam ente: el fruto d e este con oci m i e n to i 1 1 fi n i to es el Espíri tu Sa n to . P o r lo mismo, l a Te rcera Persoua de la augusta Tri­ uidad es co mo un rebalsam i e n to de n rnor d i vi n o . La Persona d el Pa d re es la Perrnna d e l Pod er; la del Hijo eslo d e la Justicia; la del Espíri tu Santo, del Amor. Ahora bié n : siend o , e n Dios, amor y santidad tér­ minos convertibles; la tercera Pen ona d i v i na es la expresió n , l a m a 1 1 ifestación d e Ja s a n tidad substancial; e s la san tidad de Dios. Ad mira mos ea el Padre Ja gra n d eza, m aj estad , d e tocio p r i nci pio. F.n el Hijo J a hermosura, sa biduría, justicia. En el Espfri tu Santo la bondad , d u l z u ra , gozo, paz, san tidad. i n d e p e u d encia absol uta

« El Espíritu San to es , dice llfe.�chler, e l términ o suprem o de la actividad divina cuya fel i cid a d a� ota porque n o hay o tr a cua rta p e r s o n a en la divin idad � . (Pen tecostés, cap. III.) « Es, según San Be rn a r d o , paz inalterable y r ep o s o de la San t ísima Trini:dad, porque n o necesit a m ás para su perfección • . (S. Bcr. Serm . , 8. in Ca n t ic . n. 2.) � Es, com o p ie n s a San Á.R ustín, el que une a l Padre ?I al Hijo ent re si, y al mismo tiempo a n os o t r o s con ellos » . ( De Tr i11 it a t e, 1 . 7. c. 6.)


204

·

Luz de Dios

A sí es el F. s p í r i t u S a n to , tra zad o a g randes ras­ gos , en el s e n o de la di vi 1 1 idad. En n o sotros es el « Dón de D i os» co m u n icad o a los h o m b re s . « Conviene, dijo el M a estro sobera n o , que

yo me va.1¡a para que venga a voso tros el Espíritu Para­ clit o » . (.Jua11 . , 1 (,', 7.) « Cuando él viniere os enseñará toda verdad» . (.Juan., 14. 2(,'.) El Espí ri tu Sa n to vi n o e l d ía de Pentecostés. El Dón d e D i os s e nos co m u n i ca al s e r b 11 u tizad os. Los teólogos e n s e ñ a n q ue el g P rm e n <le l os don es d e l a Te rcera Pers o n a d e l a Sn n tísi m a Tri n idad se i nf u u de e n e l a lma d e l ba u t i zado a l reci bi r e l bautis m o . E l Espíri tu S a n to , q u e � s u n d ó n , es , a l m i s m o tie m po, e l o ri g e n y f u e n t e d e los d o n es m á s preciosos que Dios concede a !ns criat u ras. El dé 1 1 1 es man i festación de amor. El amor activo y pe rfecto qui ere m a n i festa rse <l á n<l ose, co m u n icándose. E n tonces, si el Espíri t u San to es el Dón de Dios; y el dón es pre n d a de a m o r ; l o que s e nos comunica con el d ó n de Dios en el a 1 m•r d i v i n o . ¿ Y n o e n sP ña n l o s g ra n <l es maestro s d e la teol ogía q u e lo su b ta n cial de la s a n tidad está en el a m or d e Dios . ? Luego al co m u n i cá rsenos e l Dón d e Dios s e n os d a la santidad de D i os . . .

Mida, a h o ra , q u i e n pueda, l a m a gnitud de e s ta g racia. El Espí r i tu Sa nto, v i v i e n d o en e l a l m a , es l a ú l ti m a pincelada; la pin celada d e l u z ; El tono más brillante en el cuad ro d e l a santi fi cación personal . E s l a propia s a n tidád d e D i o s comu n i cad a a l hombre. ¡ Esto es s u b l i m e . . . ! E l m i s m o Jesucri sto , aludi en­ do a t<sta i n u nd a ción d e graci a s d i vinas por l a habi ta­ ción del Es píri tu San to en las almas, excl a m ó en aque­ l la e n t revista q u e tu vo con la Sama r i ta n a en el h i stó ­ rico pozo de Jaco b : c ¡ Ah¡ si conocieses el Dón de Dios . ! . .


Nuestra Óraci6n . . .

205

(Juan., 4.

1 0) . ¡ Jesucri sto , s a bi duría i n finita del Padre , c:omo admirándose d e l a s bonda d es del Espíri tu San to . . . ! !Qué más p o d e m o s d ecir . . . ! ¡ Si conociése mos e l Dón de D i os . . . ! E s t o e s , la n ecesidad abso l u ta , así co m o s u e n a , a b soluta, que tiene n uestra alma del Es p íri t u S an t o ; d e sus dones y gra­ cias; de sus ilustraciones y s e creto s i n1 puls o s . . . No sabe­ mos cóm o ni cua n rl o pe ne tra en n u estro i n ter i o r ; p ero i l u m i n a con c l a ri d ades m e ridianas, d e tul modo, q u e a s u s respla n d o r e s n o s e s fáci l c o n o c e r lo q u e d eb e m os hacer o e v i t ar ; lo que a g r ada , o n o , al Sel1o r ; lo q u e es más p e r f t> ct o o l o q u e nos a parta ría d e e s a co m u ­ n i cación íntima c o n el D ado r d e t o d os los bien e s . ¡ S i conoci é s emos el Dó 1 1 d e D i o s . . . ! L o s sa n tos l o con ociero n y amaron con frenesí. lT na vez g u s tado, ya n ada del mundo p u d o i lusionarlos ; ni las ri q uezas, ni l o s h on o re s , ni las d i gn i dad e s , n i los p l a c e r e s . Nad a , n ad a . Dejaron todo p a ra que n o l es es t orba se cosa alguna gozar del Dón d i v i no que i n d uce a la virtud .

Y los g ra n d e s p e cad o res . . . ; l os q u e a b usaron t a n ­ tas v e c e s de la g ra c i a ; l o s q u e m i ra ron la v i rtud con tan to m e n o!lprecio . . . ; n osotros, p u e s to dos s o m o s o h e m o s s id o pecadores . . . ¿ p o d r e m o s gozar e l Dón d e D i o s . . . ? En otros términos ¿po d r e m o s ll eg a r a una elevada san­ t i d ad . . . ? Res pondamos ca tegor i cam ente. De nos otros d e pen­

de. ¿Por qué . . . ?

Dice In d i vi n a E sc r i tu ra q u e el Espíritu San to habla a las almas cuando estas se re t i ra n a la sol e d a d

( Ose. , 2. 14).

Vi v e en s o l e d a d , q u i e r o d eci r , a pa r ta d o rl e la a l b o ­ rotada acti v i d a d d e l t n u n rl o , el que se cnni;ugrn n l a oraci ó n , p u e s para orar b i e n h a y q u e m o r t i fi ca r pote n ­ c i a s y sen tido s , abstenerse de espectá culos i m p r es i o -


206

Luz de Dios

nantes , hu i r de la c o nv ers a c i ó n excesiva con los pró­ j i m os . y al ej a rse, lo más pos i b l e , de esta ti erra de d i s i pa c i ón .

.

.

En es ta sol edad de la o ración, el E s p í r i t u Santo se co m u n i ca e x t raord i n a riam e n te a las almas.

No i m p o rta que h ay a n sido p ec ad or a s El les ins­ .

p i ra rá ejercicios pe n i tenci a l es q u e las p u rifiq uen d e sus m a nchas; las fo rti fi c a rá pa ra que ro m pa n las cad enas d e los malos hábi to� ; y las fec u u <lará a fi n d e q ue den

fruto d e vir tudes .

Veámoslo p rácti camente. *

*

*

VIII. Me acuerdo d e Sa nta M a r ga rit a de Cor ton a , é m ul a d e la Ma g d a l e n a e n el p ecado y p enitencia, Se l e p er d o n ó mucho porque amó m ucho.

A los d i eciséi s a fí os era cu l p a bl e N u eve años duró s u vida to r p e , sensua l , o p u esta a l as l eyes d i v i nas y d e ofensa co n s tan te de Dios. H a sta que el a se s i n at o del j o ven con q u i e n vi vía en mala a m i stad la hizo i m posi b l e . .

P e r o ; a l o que í b a m o s . Pe r p e t ra do el a s e s i n a t o q u e l a p r i v ó d e su a ma nte; la g ra c i a d e D i o s c a e sobre s u alma; ésta s e r i n d e i n condiciona l m e n te a los m o v i m ien­ to s del Espíritu Santo y s e po n e en ma rc h a hacia una santi d ad que culmi na e n los g ra dos rega l adísi mos d e l a m ística . Pri mero

sintió

h orro r

a l pecado.

Se

a partó, e n

s eg u i d a d e l a s o casio n e s p e l i g r os a s . V o l vi ó a l a v i d a p o b re y d e m e n os p r e c io I n gre só en l a O r d e n Tercera Fran ciscana . Y, p o r fin, se a b ra z ó , hasta la m u erte, con el e s p í ri t u de oración y penite n cia qu e le valió el sobre­ ,

.

n o m bre de Pen itente.


Nuestra Óraci6n . . .

20'1

Cada una de e s t..'l s ebl p a s d e s u v id 11 1 va s a1 p i c 11 d a con g racias s i n g ulares d e l s� n 1 t 1 ficador d e la s u 1 m ns. M ar­ g a rita las a co g e y le si rven d e a c icate p o d e ro s í s i mo para n u t- vos a c to s de v i rtu d .

Si n ti ó l uch a s i nteriores pu rificándose su es pír i t u .

tre m e n d a s . C o n e l l as

iba

Seiior, exclamó un dfo , Vos que t a n to habé is su­ fri do po r mí, ¿ m e per d o n a ré i s . . . ?

Sintió, enton ces , ]a voz d e u n c r u c i fi co q n e l e con­ testab a : « Qué d e s e a s d e mí, p obre pe c a do r a . . . ?» Ella dijo: « no busco n i q ui ero más q ue a Vos » . « Deseo, re pli ca el Sal vad or, q u e el ej empl o d e tu conversión pre d iqu e la con fianza a los qu e d es es p era n . ¡ Q ui ero q u e s e p a n qu e s i em p re esto y d i sp uesto a a bri r mis brn zos a cualquier· hijo p ród i go , con tal q ue se a s in c ero ! »

Marga rita vivía para la co m u n i ó n d e ca da mafla­ na. Pero el recuerd o de sus pa sad o s �x travios era, par a ella , s u pl ic io de Tán talo. I ba a com u 1 ga r arrastrándos e . Mereció, e n to n ces , e sc u c ha r d e la b ios d i v i nos esta a fi rm ación . .. La frec u t- n te co m u n i ó n m e es ta n a g ra­ d able , l e di jo J esús, que por h abértela mandado tu confe sor lo bend ec i r é y c on c e d eré graci as espec i alísi ­ mas. T ra nq u i l í zate . No te m a s . » De la s locuciones d i vi n a s p asó a los éxtasis, y, en ellos , s e le h i cieron sensibles tod os l o s h o rri b les t or ­ mentos d e la Pasión d e l Redentor . .

Moría, d es p i d i én d o se d e los q u e la rodeaba n , con la sonrisa en los la bi os y d i c i e n d o : « La s al va ci ó n no es d i fícil: ba s ta con amar» . La t ray e cto r i a s a n t i fi ca n te d e e s ta al m a , es ob ra pri m oros a d e l E s p í ri t u Sa n to , y, al m i s mo ti em p o , p rueba clarísima d e lo que i n te n tába mos d i lu c i d ar , a saber:


208

Luz de Dio�

q ue los m ás gran rl es peca d ores , si s e ded i can a la pe­ n i te nc i a y or a ción , p ued en esca l a r l a c u m b re de sant i d ad exi m i a . L a p e n i ten ci a re p a ra l a cul pa . L a o ración il u m i n a . L a v i d a aus tera purifica p o t e n ci as y s entidos. El t ra to frecuente con D i o s , e l e v a .

L a abstracci ón d el m u nd o d i spone a r e c i bi r el Dón divino.

Y e l Espíri t u S a n to sa n t i fi ca , a l m a s d e orac i ón . *

*

rapidam ente, a l a s

*

IX. Yo os al abo ¡oh , Sefío r! d esde el fondo de m i n a d a y os glorifi co a pe s a r d e mi ig n o ra nc ia y m i ­ seria . Reconozco el Pod er i n fini to d el P a d r e , q ue me h a c re a d o , y d e s ca n so en su Pro videncia a mo rosís i m a . B e s o , l l eno d e g rati t u d , las l l a gas d e D i o s Hi j o , q u e m e h a red i m ido m u rie n rl o por m í en l a Cruz, y me aco j o a su ca ridad eterna para o b ten er el perdón de mis p e ca d o s . A m o , c o n tod a s las fuerzas d e m i sér, a l Espíri tu Santo , que m e ha s a n t i fi c ado y que vela cada uno d e l o s i n s ta n tes d e m i exi stencia, llenándolos c o n sus l uces

sobrenaturales.

D eseo que ca d a l a ti d o de m i cora zón s e a el e c o de estas pal a b ras : C r eo en D i o s Padre ; e s p ero en Dios H i j o ; Amo a Dios E s p í r i tu S a n t o . « En Vos, ¡oh, Señor! he p u esto tuda m i c on fi a n z a y j a m ás s eré confundido . » Así sea.


CA PITULO XII.

L A O R A C I O N EN E L S A N T O E V A NG E L I O « Sic ergo v o s orabitis: Pa tm· n oster

qui es in ccelis» .

« A sí debéis orar: Padre nuestro que

(S Ma th.,

estás en

6.

9.J

los cielos » » .

S Ulll A RIO: l . - Ell e l A n tiguo y Nue vo Te stamento. ll.- De talles. La casa de Dio s , casa de oración . lll. - S i alguno de vosotl'os tllviere u n amigo. I V.- ¡ Te n e r u n a m igo . . ! V. - No h a y q u e destru ir la naturaleza. VI.-La lllag da lena. Vll. - La Ca1Za n e a . Leccióll para todos· VIII. - Far iseo y p11b lica n o . IX. 4 Vin u m n on habe n t.>

.

I. El título d e e s te capítulo i nd i ca lo q u e i n te n ­ tam o s deci r . De pro pósito excl u i m os al Antiguo Tes tamento. Si lo to m á ra m os en cu enta nos h aríamos i nterminables en l a narraci ó n , p ues desde Adán hasta la venida de Jes ucristo al m u nd o , no o bstante l a corru pci ón m oral de m uchas gen e raci o n e s , se co m u n i ca b a Dios al h o m ­ b r e clara y disti ntamente, y e l h o m bre estaba, t a m bién, habituado a p e d i r a Dios l u z y fortal e z a e n cuanto e m prendía. Recuérd ese el trato , casi fari1iliar, con el Todopo­ d e roso , d e los Patriarcas , Profetas , Jueces y Reyes d el Pueblo d e Israel .


2 1 ()

Luz de D�os

E l l os tenían la idea , como así es en verdad , q u e , s i n l a ay u d a d i vi n a , n a d a l es podría sal i r bi e n . Y por m ed i o d e ese recu rs o , al S1:ñor, busca ban , i n ce s a n t e ­ m en te , para ca da po r m e n o r d e In vid a , a u xil ios sob re­ n at u ra l e s .

Si n esta e l e v a c i ó n del al m a a Dios l l a m a m o s o ra­ el A n tiguo Testa m ento es co m o tem plo en el cual se o ra sin cesar.

ción,

Lu mif'mO

p asa e n el N ue v o

Testa m e nto, p ri n ci­

p al m e u te en el Sau to E v a u gelio. Los E v a ngeli stas na­ rra n l a v i d a d e Jesucristo; a n o ta n , con d isti n ción, ca d a

u n a d e s u s enseñ a n zas; r e ca l c a n , con m arcado i n terés, los h echos q u e el d i v i n o Maestro e j e cu t ó ; y , c o m pa ­ ra n d o , a h o ra, n osotros u nas co n otras esas pág i n a s b e llísi m a s; n ot a m os que la a t mósfera respi rad a p o r e l R e d e n to r Esta ba a ro m atizada c o n el o l o r su a v ísi m o d e l a o r a c i ó n ; q u e su s e u sefia nzas g i raban en torno d e la o ra c i ó n ; qne sus m i l ag ro s los reali zaba d e spu é s d e o rar; y que su pr e p a ra c i ó n para las l u chas de la vida era pas a r l a n o c h e en oración « Pcrnoetans in oratione1> .

(S. hnc. ,

fi.

12).

Deta l l e m os , p a r a esta idea g eneral .

p ers u a d i rn os

*

*

más h o n d a m en te ,

*

II. El misterio de la E n carnación d el Verbo divi n o fué anu nciado a la Virgen :Ma ría en l o s m o m i: n tos e n qu e se encontraba ora n d o . Al n a ce r J e s u c ri s t o en B el én , l os A n g e l e s , Pasto­ res y Rey es l\1agos se a p r es u ra ro n a ad orarlo. La Ado­ ración es p a rt e de la . o ración . Los treinta afíos d e v i d a ocu lta qu e el d i vi no Ma e st r o pasó en Naza ret , fueron d e i ncubación, para


La Oración en el Santo Evangelio

21 1

su vida pública, en el horno d e l tra to i ni nterrumpid o con su Et er n o Pad r e . E s t o es orar. C u a re n ta d í a s , s e g u i dos , y cu a r e n ta noches consa­ g ra Jesú s a l a oración y a l ay uno, en el d esierto, a n tes de lanzarse a predi�a r po r los p u eblos d e la J u ­ d e a y Samari a . (8 ,llarc. , 1 . 35). C ua n d o las m u l ti t ud es ) e seg u ía n y a n te e l l as rea li­ zaba Cristo a l g ú n mi l a gro, a l z a b a , p ri m ero, s u s g ran d e s y h ermosos oj os al cielo, en p ru e ba de oración. (S. Juan.,

11. 41 .)

Cua n d o le traían l o s enfermos, d ej a ba, el bonda­ d o s í s i m o Jesú s , que e l l os , sus pad res o al l e gados l e pidiesen la sal u d , para e n s efiarles a orar. Y cu a n d o E l se adela n taba a concedérsela, les m a n d a ba , l ue g o, i r al

templo a d a r 1 7. 14.)

gracias

a Dios en se n tid a

oración. (S. Luc. ,

Al s on a r la hora d e la. Pas i ó n , se va el Red e n tor, (los E vangeli sta s h acen caer e n la c u enta que co m o de costu m b re), (S. Luc. , 22 . . W.) al h u e rt o de Getse m a n í , para ora r . Y en la ora ción le toma la tra ición de Ju das , y es maniatado por s u s e n e m i gos . En la cu mbre del Gólgota, desde que la sold adesca v i l y b u rlona, qui t a a Jesús la tú n i ca d e j á n do l e d es n u d o h a sta q u e e s t e expira; su a l m a vi ve t ot a l m e n te e n Dios, s u Pad re, d e l o q u e es g a l l a r d a prueba stl 'fe s ta m en to , quiero d e ci r, sus siete p a la b ras ; oración fe rvorosísima d e u n S a l v ad or mori bun d o . La i ns t it u ción de la di vina E u cari stía fué p rece­ d i d a d e a q u el l u mi n o s í s i mo a lz a r d e ojos d e Cristo, n ota el E va n g e l i o , (S. 111at. 26. 27.); pru eba cierta d e que ora b a al Pad re . La v e n ida d el Es p í ri tu Santo sobre los A p ós tol e s el día de Pen teco stés, ta m bién fué a p r es u r ad a por las orac i ones d e la San tísi ma Virge n .


L•Jz de Dios Las m ás clara s revelaci o n es de la d i v i n idad d el Mesía s , E e obtuvieron en m o m e n to s d e s u b l i m e orac i ó n extática . R e c u é r d e s e l a t ra n sfi g u ración d e l T a bo r y el bauti z o d e J esú s por el Pro feta P recu rsor e n las ribe­ ra s d el Jord á n . E n a m ba s o ca s i o n e s s e oyó l a voz m i s ­ teriosa q u e d ecfa : « Este e s mi H�jo muy amado en quien tengo mis complacen cias; o ídle » . (S. J.l fa t. B. 1 7) Y, e n fi n , corno no es m i i ntent o t 1·a er a l a m e ­ m oria c a d a u n o d e los p a sos del E v a n gelio e n q u e s e reco m i en d a la o rnci ó n , t e r m i n ar é l a l ista c o m e n z a d a con un hecho f ra n c o y va l iente de la v i d a d e Jesucristo. E ste , así en públ ico co m o e n p ri vad o , e ra mod e l o i n fi n ita m e n te p e r fe c t o d e m a n s e d u m bre y fi n o s moda­ les, U n a v e z a p a rece, e n el Sa nto E va n g e l i o , enérgico y c o m o a irado. Toma en la mano unos lá t i g o s y a rroja d el te mplo, con a m e n a zas, a l os qu e e n él trafi can . ¿Por q u é .

. .

?

La razón q u e el Salvador d i v i n o d ij o Jesucri sto, es c o n vertido en cueva

da i n d i ca la i m portancia que para tie n e la o ració n . Po r q u e mi casa, casa de oración y voso tros la habéis de ladrones. (S. Luc., 1 9. 4.6.)

¡ La c a s a d e Dios es c a s a de o ración . .

.

!

¡Qué f ra s e ta n lu m i n o s a . . . ! P e rm íta s e m e u na bre­ vísim a reflexión sobre ella. Casa de Dios es todo a q u ello e n donde Dios vi v e . En n osotros v i v e el Sefior por esen cia, presencia y potencia , porqu e n o s ha c r eado , nos m a n ti e n e en la vida, y cu a u to hacemos lo presencian s u s d i vi n os ojos. Pero, además, p or l a g ra c i a santificante q u e se nos co n ­ fi e re e n e l Bauti s m o , n u estra a l m a q u eda con v ertida en verdad e ro t e m p l o del Espíritu SaD to, d i ce Sa n Pa­ blo . « Nescitis qu ia te m plu m Dei estis « . (l. Cor . , 3. 1 6.) ¡ Somos casa d e Dios . !; y no de c u a lq u i e r a ma­ nera, si n o porqu e el Espíritu Santo hab ita en nosotros, . .


La Oración en el Sa nto Evangelio

213

Esta dignidad y grandeza a b r u m a nues tra pequeilez, escog i d n , por la l\I u j estad div i na, por morada d e sus complacenc i a s. Pero ¿so mos, en r ealidad , m orada del Altísimo . . ? ¿So mos casa d e oración . . ? Si t u v i fra m os el hábito de Ja oración encuad ra ría perfectam ente en nosotros la a f irmación d i vi n a ; sería m os te m pl os vivos del Dios vivo. Mas n o es así , muchas vece s , porq u e la vida d e sen­ tidos nos domina; las ocupaci o n es m ateri a l es nos absor­ ben la m e n te y el cora zó n ; b u sca mos co n m ás avidez el pan d e este nuestro cuerpo que, d espués de tod o , ha d e caer e n co rrom pido sepulcro , que e l del u lma cuyo sér no ha de morir j a m ás . .

.

¡ Vergonzosa cla u d i cación c¡ u e nos d e g ra d a de la excelsa grandeza d e tem plos d e Dios ! ¡Tor p e con d u cta q u e nos cie rra la puerta a m i l es y m i l es d.c . gracias d e tocio ord e n , pri n ci pal m ente sobrP n a t u ra l es , q u e ta n to n e cesitamos para vi vir como venladcroY hijos de Dios y herederos de su reino. (Rom., 8 1 7. ) .

.

Jes u cristo, :Maestro y Red e ntor de i a s a l m a s está contra es te n u estro modo de sér, y en el Santo Evan­ gelio despliega , magistral m e n t e , s u s ensefí a n z n s en Ja form a m ás clara, insinuante , y precisa, porq ue qui ere que s ea m os a l m as de m ucha oración . Escuchémosle. *

*

*

III. « Díjoles tam bién : Si alg u no de vosotros tu ­ vi ere u n !\migo y fu es e a estar con él a m e d i a noche, y a deci rl e : a m i go présta me tres . p a n e s , porq u e otro amigo mío acaba de l l e gar de viaje a m i cas a y no tengo n ada que d arle; aunq u e aquél desde a d en tro res pond a : no me m olestes, Ja puerta está ya cerra da y m i s c r i a dos están , com o y o , a costados, uo puedo leva n-


214

Luz de Dios

tarme a d á rtelos; si el ot ro p o r fía en lla m a r y más l l a m a r , yo os aseg u ro que, a u n q u e n o s e l e v a nta re a d árs e l os po r razón d e s u a m i s ta d , a l o m e nos p o r l i ­ bra rse d e s u i m pe r t i n e n ci a s e le van t a rá a l fi n , y l e d ará cua n to h u b i e re m e nester. A sí os d i go yo: Ped i d y se os d a rá; b u s ca d y h al l aré i s ; l l a m a d y se os a b ri rá. Porq ue todo a qu e l que pi d e , r e c i b e ; y q u i en busca , h al l a ; y al q ue l l a m a , se le a b r e . Si e n tre v !:í s o t ros u n h i j o pide pa n a s u padre ¿aca s o l e d a rá u n a pie d ra ? O si p i d e u n pez ¿l e dará en l u ga r de u n pez u na s i erpe . . . ? O s i p i d e u n h u e vo ¿ p o r v e n tu ra le d a rá 'u n esco r p i ó n . . . ? Pues si vosotros s i e n d o m alos, co m o s o i s , s a b é i s d a r cos a s b u e na s a v u e � t ros hij os: ¿,cu á u to m ás \"ues tro Pad r e , q u e está e n l os ci e l o s , dará el es píritu b u e n o a los que s e lo p i d an . . . ? (S. Luc., cap. 1 1 .) T e conj uro, ¡ oh lector querido! a q u e b u s q u es u n a m a n e ra m á s i n s i n u a n t e , más precisa , más c l a ra , m á s lu m i n osa , m ás tierna, y m ás m i se ri cordi osa, que esta, p a ra i n s pi ra r e n las a l mas a m or, d e d i cación y perse· verancia al ora r. ·

¡ Qu é m odos tan fi n os guarda J e s u c risio pa ra i m pulsar a la orac ión . . . ! ¡ Qué convi n ce n tes . . . ! ¡ Có m o sabe i nspirar confianza . . . ! ¡Qué b i e n despej a horizontes de luz a las a l mas que exti e n d e n sus m a n os en las t i n i e ­ blas . . . ! ¡ Có m o o f rece e l pa n de s u d i vi n a g ra cia a los espíri tus h a m b ri e n tos . . . ! ¡ Con cuán ta fue rza los e m p u ­ j a para que s e d e j e n ca ti r, siem pre, en l o s b ra zos d e la Provid e n cia , m i s e ricordiosís i m a , d e l Tod opode roso . . . !

*

*

*

IV. ¡ Ca d a u na de s u s fras es ! e n cie rra un m u ndo d e s i g n i fi ca d os . . . ! Por ejemplo, esta , al parecer tan co · rrie nte y or dinaria•

c¡Si alguno de vosotros tiene un amigo . . . !»


La Oración en el

Santo Evangelio

215

¡T en e r u n a m i go ! . . . ¡ To d o s b u s ca m os u n a m i go . . . ! No faltitba u H í s . . ! ¡ Co m o s i fuera fáci l a l c o ra zó u h u­ m a n o v i v i r s i n a m i s tad . ! l� n la a m i s tad d e s c a n samo s ; n o s alegra m os ; r e v i v i m os . E s c o m o l e y n a t u ra l . N u e s t ra s fa c u ltades ti e n d en u re d u ci rs e a l acto . En eso c o n s i s t e su p erfecci ón . La i n t el i gen cia a e u ten­ <ler; l a vol u n t a d a a m a r. _

N c c es i t a m os c o m u n i ca r n o s u n o s c o n o t ros para a m a m o s . De a q u í l a a m i s tad ; e l a m i go e s , alter ego, o t r o yo a q u i e n c o n ta m o s t o d o ; e n cuyo c o ra zó u , q u e j u z g a m o s d e o r o , v a c i a m o s n u e s tro c o ra zó n d e b a rr o c o n todas sus m i s e r i a s ; d e quien e s pe r a m os obt!m e r u n a gota d e b á l s a m o p a ra resta ft a r l a s h eridas d e n u estro d o l o r ; a qu i e n ped i m o s u n rn y i to de l u z p a r n i l u '.'Il i n a r n u e s t ros pa s o s ; en e l c u al nos recosta m e s en b u s c a d e fi m1 e z a p a ra no c a e r a t i e r ra e n n uestra s va c i l a ci o n e s . S i n a m i go s e n o s h a ce muy d i f í c i l s eres so c i a l e s .

vi vir.

S o rn e s

P e r o . . . e irn amigo, a s í1 con e s a l u m i n o s i d a d ; co n e s e a m o r i n fini to h acia nos o t ro s ; c o n esa d u l z u r a a rre­ batad o ra ; con esa c o m p r e n s i ó n d e n u estras pe n a s ; co n e � a p r o 1 1 ti tud d e v o l u n t a d para c u n n to n ecesi ta m os . . . ¡ Ah ! un a m i g o c o n e s t e perfil tan p erfe ct o . . . fuera d e Vos, J e s ú s d el a l m a , eu lo h u m a n o 1 1 0 s e e n c u e u t ra; ni u n o e n tre mil; ni uno e n tr e d i ez m i l . No; l os hom­ bre s , a pesa r d e s u bueua v o l u u t a d , tienen m uch a s f a l l as ; traici o n a n m ucha s ve c e s .

Vos s e réis , S e ñ o r , n u estro A m i g o po r e l e cci ó n v o ­ l u n ta r i a d e u ue stras al m a s . A Vos i r e m os d e d ía y d e n o che; en l a a l egría y en la triste z a ; en la s e q u edad y en e l fe r v o J ; en la t e n t a ción y en l a s v i rtu d e s ; pi d i e n ­ do para rec i bi r; b u s c a n d o pa ra h a l lar; go l peau d o p ara que s e nos ahran las pue rtas de v u estr o C o r a z ó n amau­ t í s i m o , y p o r e l l a s partici pemos, e n g r a n d e , d e las


216

Luz de

r i q u ezas g racia .

i n e fables de

Dios t er n u ra

vuestra

y

de

vuestra

No nos e q u i v o c am os . Nos lo h a b é i s e n s e n a d o y a p r e n d id o . E s t a m os ci e r tos, co m p l et a m e n t e ci ertos, que nos d a r é i s lo q u e os p i d a m o s . L l e n a d .n o s , ¡oh bondadosí m o J esús! d e l e & p í r i tu b u e n o q u e nos p ro­ metísteis e n e l Evangelio, es d ec i r , d e ese a l go s o b ren a­ tu ral q ue arra n ca d e la caridad d i vi n a y se d e s e n v u e l v e en l a s a l m as, sa n ti fi c á n d o l a s a m e d i d a q u e tratan fam i ­ liarm e n te e n o raci ón c o n t fn u a con Vos, R e d en t or g en e· roso y D a d o r de todos l o s bienes.

l o h e m os

Si l a o ración es canal por d o n d e comun i cáis a v u e stros a m i gos las gr a c i a s que sa n t i fi c an ; sere m os al mas d e m ucha o ración , pues d e s e a m o s , cuan to es po­ sible a human a criatura, s u b i r a l to , m u y al to en la santi dad . *

V.

*

*

Para esto, con v e n zámonos, de u n a v e z por tod as,

que n o e s p r e c i s o d e s truir la naturaleza. Me explicaré.

Lo que a firm amos d e l a gra c i a d i vina, que n o arrui n a n ues tro sér si n o que lo perfecciona; q u e n o lo mata s i no q u e lo vivifica; que no p resci n d e d e l a s cualidades i n d i v i d ual es sino q u e l as g o b i e rn a para san­ t ifi ca r a la persona; p ode m os , también , a s eg u ra r lo d e la. oración . Para orar no hay q u e t en e r n a t u ra l e za e sp e c i a l ; tal o c u al carácter; estas o a q u e l h i s i n c l i n aci o n es . Siendo lo qu e somos, pode mos y d ebemos orar. Lo único que se n q ui e re e s que s e p a mos g ober n a r nuestro sér; n uestras cual i d ades¡ e ncau zándolas hacia Dios.


La Oración en el S anto Evangelio

217

La o raci ó n es e l e v a c i ó n del a l m a m n n i f esta n d o a Nu es t r o Seño r acata m i e n to , reveren cia , a doració n , a m o r ; pi d i é ndole , a d e m á s , los :m x i l i os n at urules o sobren a tu ­ r a l e s n ece sario s para el d e sa r rol lo d e nu estra vi d a i n tegral . Hay, p o r lo m i s m o , en e l l a , m a n i fe s tación d e senti m i entos. Estos, e n cu a n t o a s u exteri ori zación , siguen la m o d a l i d a d del caráct e r . Suele d eci rse q u e ge n i o y figura h asta la s e p u l t u r a , d enota n d o la i n fl u e n ­ cia unive rsal q u e el caráct e r e j e rc e en las personas y en c ada u n a d e sus obra s , d e cu a l q u ie r orden q u e sea n , privadas o pú bl icas, religiosas o soci a l e s . El m o d o d e m a n i f e sta r los s e n t i m i entos se m u l ti­ pl i ca t a n t o c o m o personas exi stentes. Casi n o ha y dos que l o s exteri o ricen de igual m a n e ra . En u n a m i s m a fam i l i a e n l a q u e todos s u s m i e m b ros l l e v a n id én t i c a sangre, dado el ca so el e tener q u e saca r a f u e r a los s e n ti m i e ntos m á s íntimos, sacudidos por d e s g raci a co · lectiva , la m u e r te , por eje m pl o , d el padre o d e l a ma d r e ; tod os los d e l a ca sa senti rá n i u t e n s am e n t e l a d esgracia; p ero n o to d o s d a rán l a s m i s m a s pru ebas exteriores d e su pena i n t e rior . Estas suelen correr pa ra­ l e l a m e nte a l carácter de cada u n o . H a y quienes, al s u frir, no acie r tan a pron u n c i a r pal ab m ; h a y , q u i e n es rom p e n e n l á g r i m a s , grito s , car­ cajad as, abrazos; h a y , q u i e n e s s e n otan a p l ast a rl o s a l e x p er i m e n t a r u n a emoción f u erte; y , por l o contrari o , h a y q u ienes , e n este caso, se d esdoblan e n m i l acti v i ­ d ades cr e y é n d o se capaces d e c u alqu i e r h e roís m o . To d os se n ti m o s y t od os , a n u e s tra m a n era , sa bemos manifesta r lo s s e n t i m i e n t o s p ro fu n qo s del co razón . Será u na simple ai i mda, u n a p a l a b ra , u n a s o nr i sa , u n ges to , u na lágri m a , u n t ra b a j o . . . ¡ q u é se yó . . . ! , c u alquier s i g no , pero ese signo es fiel expresión d e lo q u e esta ­ mos s i n t i e n d o en lo más recó n d i to d e n u est rn sér.


218

Luz de Dios

P tH s esto, q u e P S de todos, a u n d e los n mo s ; pa ra lo cual n o se n t:>ci· s i ta n i n g mrn s a b i d u ría , si n o l l eva r e n el cu erpo a l m n h u m a na que lo i n fo r m e , ba sta y sob ra p a ra q u e todos sea m os c a p aces el e la o ració n . Hablo e n l � r m i n o s ta n pr eci s o s para sacu d i r l a e s pa l d a p erezosa el e m u ch a s p e rso1 1 a s , l a s cuales se da n , fáci l m ente, po r cxcu su <las d e o ra r , p o r l o q u e ellas l l a man pob reza de c u a l i d a d es i n tel ectu ales. A cad a i n s i ­ n u a c ió n q u e se l es h a c e para q u e oren , co ntestan u n ¡ n o sé ! o u n ¡ n o p u e d o ! q u e tra d u cido a u n l e n ­ guaje m á s veríd i co s i g n i fica ¡ 1 1 0 qu iero . ! . . .

. .

. . .

. .

¡ l\I a l ca m i n o pa ra s al v a rs e Tod os rl e b l' m os orar. No i m porta q u e la ora c 10 n ¡;alga de l os labios a n u estra m a n era, es deci r, como .s en t i m os. Ci ertos fo r m u l i s m os, q u e ens l'ña n los l i b ro s , au n q u e b u e n os e n s í , e n oca s i o n es es m á s lo q ue a m a­ rrn n q u e lo q u e ayu<i a n . Si n ta mos h o n d a m e n te de Dios; q u em m os con e fi cacia, s a n 1.i fic11 rn os ; y en cuanto a la m a n i festa c i ó n externa d e n u es t ro s s e n t i m i entos a l ora r , gocemos d e s a n ta i n d e p end e n ci a E l Espíri t u d e D i o s g u sta d e l i b e r ta d . « Ubi SpirUus Dei ibi libertas» , ,

.

(II. Cor . ,

3.

17.)

E s ta d octri n a q u e estoy i n si n u a n d o es d e m a s i a d o i m portn n te para que l a d e j e m os usí, sin añadir u n a p r u e ba m ás. Fi j e m o s u n a pro posició n . Sea esta : N uestra o ración pu ed e ser ag ra dahl e a Dios, c u a l esqui era sea nu es t ro carácter y el m odo de manifestar n u estrns s e n t i m i en tos n at u ra l es .

Probemos esta tésis con algunos ej em plos d el Santo Evangelio. Son b el lí s i m os ; verdad era m e n te cl ási cos en en

el g é ne ro de ora c i ó n . *

*

*


La Oración en el Santo Evan gelio

219

VI. Y, en p ri m e r tér m i n o , c i t e m os u 1 1 0 e n donde el alma ora , fervo rosísi ma m cn te , sin p r o n u nc i a r pa l a ­ bra, y c o n s i g u e l o que quiere.

Mágdalo e s u n a pcqu cüa ciudad . E n el l a , y e n casa e l ega n te , vive u n a mujer q u e tien e mala fa m a . E s ri ca; he rmosa ; li bre ; l e gu sta amar y ser amada . Es exquisitam e n te s e n si b l e al c a r i ü o . Ha oíd o h a b l í\r d e Jesu c r i s to ; de su elocu encia ; il e s u h e rmos u ra ; de s u s m i lagros. Qu i e re conocerl e .

Jesu cri s tli está e n ese p u eblo Jesucristo habla e n pú bli c o ; esa m uj er l o oye; y . . . ,qu e d a co m o extasiada ; el corazó n l e ha dado u n v u e l co . Desea tratar al d i v i n o Profeta más d e c erca ; s e ­ g u i rl e , porque y a l o a m a . . . y ¡ parn s i e m p r e . . . !

S i m ó n , hom b r e prin ci p a l d el pueblo , da u n bnn­ quete A él h a s i d o i n v i ta d o el Sobe ra n o Maestro . En el ban q u ete h ay m u ch o s Escri b a s y Fariseos . De i mproviso , si n se r i n vi tada, l lega h asta al lí la mujer aq u e l la d e m a la fa m a . La sorpres a de todos e s i n m u ta .

gra n d e . Jesucristo n o se

¿Qué quiere esa m u j e r . . . ?

Ora r . Ruge en su corazón t e m pes t a d for m idable d e d o l or y amor. D e d olor, porque h a p e cad o m u cho . De amor, porque d e t e sta sus pasados extravíos. Y para n o su frir naufra gio e t ern o se r ef u g i a en el pu erto d e

la oraci ón .

Se arroja a las pl a n t a s de .J esús y llora y gime y besa los pies d e Cri>'to y los u n g e con áloe y mi rra ; y s i en te en el fondo de su s é r corriente de a m o r di vin o que la a b rasa.

Su oración es p e r fe c ta , a u n que de ui una sola palabra.

ha salido

sus l a b ios no


220

Luz de Dios

¡ Qu é i m p ortan las pa l a b r a s ! La m e n ta d e los s e n t i m i e n tos d el a l m a .

JJiir a , Simón, d i j o e n tonces el

oración se a l i ­

d i v i n o M a es t r o ,

a

ésta se le ha perdonado mucho porq1te ha amado miwho. (S. Luc., 7 . 47.)

La Magd a l e n a t ri u n fó el e sí misma y co n s i guió el amor d e Dios, p orq u e tu vo val o r sufi ci e n t e para h i n ­ cal'se a n te J e s ú s y ora r silen ciosam e n te con l á g ri m a s e n l o s oj os.

¡ A h ! si n o sotros, ¡ grandes p e c a d or e s . . . ! e n s i l e n c i o , a h o gados r e co n o ce r el n ú m e ro , l i d a d es a l a g ra c i 'l . . . !

que t a m bién somos p e c a d o res . . . or:'tsE:mos como María Magdalena, p o i' l a v e h e m e ncia del d ol or , al ca s i i nfi u i to , d e n u e st ra s i n fide­

La abso l u ci ó u d e n u estra s c u l pas es la p r im er a n ecesi d a d q u e te n e m o s para e n t r a r e n la g l o r i a . La o ra c i ón pued e hacernos d i g n o s <l e u n a confesión sacra­ mental p e r fectísi m a . Sólo s e r e q u i e re n d olor y a m o r . A m or a D i o s , p o r q u e s o m o s s u s h i j o s ; d o l o r , p or qu e n u e stras o íe n s a s , a l S .! ñ o r , son m o n s t ru o s a i ngra ti tu d . Ll orar y a m a r sn b emos tod o s . Lo q u e no sa ben m u ­ ch os, porque no se pre o c u p a n d el p r e ce p t o d e la ora­ ción , e s r ecoger s u s l á g r i m a s pa ra l a var, con ella s , su propia al m a , y reconcen tra r t od o s u a m o r en el pecho para, con él, amar a Dios . So n cosas que s e apre n d e n en la esc u e l a d e la ora ción. Tod os p o d e m o s orar con el ti po de oración de María Magdalena . *

*

*

VII. O t ro ca s o . N u estro Sefior premia la fe y h u m i ldad d e su s criaturas. No me sa l g o d el s a n t o E vangelio, y digo qu e Je­ sucri sto .i ba r e tirándose con los A póstoles, ca m i n o de


La Óra c i&n en ei Santo E:van g elio

22 1

T i ro y S i d ón, cuan do l e salió a l encuentro una m u j e r cananea, la cual , s i n p re á m bulos de n i n g u n a n a t u ra ­ leza, pero con fe y h umildad a d m i ra bles; fue rte; en

a l ta voz pa ra s e r escuchad a de todos; l a n z a e l gr i to de su oración fe rvorosa : « Sei1oi", díce, compaclecéos de mi,

porque mi

l:í.

22).

, ¿Qué

No

hija es atormen tada

hará e l

divino

del demon io » . (S. JJlath. ,

Maestro . . . ?

resp onde palabra.

La m u j e r sigue g r i t a n d o . h u m i l d ad informan su oración .

Tiene fe.

La fe y la

Parece que los Apóstol es se m ol estaron al oir los g ritos de esa p o b r e madre , pues d ij eron a Jesús: « Des­ páchala, po rque grita » (S. J.llat. 15. 23.) A lo c ual e l R ed e n to r da u n a re s p u e s t a capaz d e h e l a r e l corazón m ás fervoroso. « Xo he sido enviado, exclama, sino a las oveias de Israel que habfon pere cido » . (S. JIIa t. 15. 24.)

Las pa l a bras d e J e s ú s i m pli c a n fra nco re c h a z o . cana n ea d e b i ó darse por a l u d i d a , p u es ella n o era de Is r a e l . ¿Qué hace e n t o n c e s . . . ? Se h u m i l l a h a s ta l o más p r o fu n d o ; lo m i ra c o n ojos c a rg a d os de c o n fi a n z a ; y l e d i c e : « Seiior, ayudadme» (S. Ma t., 15. 26.)

La

Sigue la prueba y el Sal vad o r l e c on t es ta : « No' es bueno dar el pan de los hijos a los perros» . (S. 1llat. ,

1 5. 26")

¡ Qué r e s pu e s ta . . . ! ¡ Cuánta d u rez a hay en e ll a . . ! No d i c e el Sa n to E van gelio el efecto que causó en la pi a do sa m uj e r suplicante . Si fué m alo, d ebió v e n c e r s e mucho, por que l o que d ijo a con tinua ció n , s ó l o una fe a tod a prueba , una c o n fi a n z a c i ega , sosteni d a por a m o r sin l í m i tes y h u m i ld ad rayana en heroico m e n os ­ p re c io p r o p io, pudo i n s p i r á rs c l a . Real m e n te , d ijo, Sefior, es a s í . Pero n o m e n ega­ réis que ta m bién l os c ach o r ros comen las m i ga j as caída s al su e l o de la m esa de sus amos« . (S. Mat . , 1 6 . 27.)


Luz de Dios

222

¿Qué se podrá ne gar a una al ma que pide en esta forma ? . . .

Nada. Y así, .J e s u cristo, cuyo l e nguaj e no había s i d o m ás q u e u n a prnelia, la m i ra con a rrebatad ora bondad y le dice : " <Jrande es tu fe, ¡oh! mujer; hágase como

t1í quieres » . (S. JJ'fat., 1;;. 28.)

Lecto r q u e r i d o , a h o n d a u n poco e n el significado posibl e d e lns a c t i tudes y pn l a b ra s de los person a j es q u e j u egan e n el escenario de este h echo rigurosa­ m ente histórico. A quí hay lección para tod os . ¿Quién n o se h a j u z ­ gado a sí m i s m o , en m á s d e u n a oca s i ó n , m � n o s apre­ c i ado, a b a n d o n ado , positi vam e n te rechazado e n las oraciones que h a d i rigido al Sefior . . ? .

De e s to s aban d onos , a bandonos,

digo, pero nada

más que a pa re n tes, saben h a rto l a s a l mas san tas. Son

p ru ebas d i v i n as; purificaci ones a que Dios som ete a las a l mas que mucho a m a . Se h ace el i ndife rente con e l l a s , para a c u c i a r sus d es eos d e m a y o r perfe cci ó n ; cierra sus oíd os, a pesar de q u e l a s está oyendo m uy bien , p a ra q u e perseveren en la p l egaria ; retarda l os efectos de la oración para ej ercit11 rlas en la pa ci e n cia; n ubla el cielo azul de sus espera n zas para d esprenderlas d e to do y d e todos; hace q u e se sientan s olas, total m ente s olas, para q u e suspi ren con mayores ansias por la unión de gracia con el m ismo Dios . Esos apare n te s a b a n d on�s o recha zos de n u estras oraciones, son táctica d i vi na para p roba rnos y sacarnos de la p r u e b a m u cho m a s sa n tos. P u es Dios, qu e a bo­ rrece el p e ca d o , ama entra ñab l e m ente al pecador; y h a biendo dicho q u e bajó a l m u n d o a com u n ica r a b u n ­ d a n te m en te la v i d a d i v i na a las a l m as, no p u e d e m e n o s de i n u n d ar c o n e l l a a las q u e se la piden en oración de fe y hu m i l d a d .


La Oración en el Santo Evan gelio Eso sí; el

arroj a , j a m á s ,

223

p a n de su santo amor y gracia no lo a los perros.

Son perros, los q u e desprecia n su cari d ad , los que miran c o n i n d i ferencia los méri tos de Cristo en su Pa­ si ó n 'santís i m a ; los que n u n ca ven con cariño ni el tribunal sagra do de la con fesión sacram13nta l , ni la sublime mesa eucadstica, aleján dose, año tras año, de a m bas cosas; son, finalmente, perros los que vi ven de asien to en el p e c ad o m ortal y n e q u i e r e n sali r de é l . Estos, porq ue lo rech a za n , n o ti enen d erecho al pa n sabrosísi mo d el amor de Dios. « E l pan d e los h ijos no se da a los perros » . Pero el Padre Celestial sí q u e nutre, hasta dej a r ahitos, a s u s h i j o s fieles. es decir, a los q u e buscan l a gracia y tratan d e corresponder a ell:t ; a l o s que se esmeran e n practicar vi rtudes no c o n ten tán d ose con huir de la cul pa; a los q u e lo aman de todo corazón en el cumpli m i e n to de la l ey y trabaja n , con ah i n co , porque todos sus semejantes hagan l o mismo. A estos tal es, Nuestro Señor l lena boca y bolsil los con el pan sabrosísi mo de la ss nta carid11 d . Y aun aum en ta e n el los el h a m bre de Dios, d e ta l mocfo, qu e b us ca n y rebuscan las migajas que caen, al suelo, de la mesa divi na, pa ra que no s e d esperdicie nada. Y, así, sus almas, repletas d e dones sobrenatura les , c a m i n a n a paso largo por la ascética y mística cristianas, co­ rres p ondiendo, c o n fidelidad que asom bra, a los movi­ mi entos ínti mos de lus gracias excitantes.

¡Esto es en can tador; b ellísi m o ! No olvidemos a la mujer cana n ea . Esa o rnció n fnm ca , d ecidid n ; de fe firme; de con fianza s i n vaci l aciones, y , so b re toci o , d e h u m � ldad sincerísi m a ; e s la q ue a nosotros m á s nos conviene. . . .

Oración con ribetes de a l ta n ería o soberbia , es mala oración. L a soberbia es el peor de los m ales del


224

Luz de Dio�

e s píri tu . Dios se m u e stra i mplacabl e so b e rb i o s . Los rech aza s i e mp re; nos m o m e n to , h u mildad d e corazón .

al casti gar a los exige, e n todo

Es esta una verdad perfecülmente d efi nida en el Sa n to g va n gelio. Es c lara c o m o rayo de l uz; diáfana c o m o el crisol . *

*

*

\' I I I . Habla el soberano Maestro por pará b olas . Los p rotago n i stas , de esta, son un Fariseo y u n Pu­

blican o .

E l pri m ero es hombre pagado d e sí mis mo; cree que su sangre e s la m ás li mpia; piensa q u e e n sus accion e s no hay ni som bra d e i m perfección; se com­ para con los d e m ás y se e n c u e ntra m ejor q u e ei.los; los q u e le rodean son d etrac tores, adúl teros, ladrones, malos ci udada n o s . . . ¡qué s é yo cuantas cosas más . . . ! Pero . . . ¡ él . . . ! ¡ é l . . . ! é l , n o ; é l , n o ; é l , en s u c ri terio, es pe l' fe c to caba llero; hombre c u m p l i d o ; i n tachable. Va al templo a orar, y su oración rezuma pre­ s u nción y vana e sti ma de sí pro pio. Se pone en el l ugar más v i si b l e ; mu estra sus títulos; d es pre c ia a los c i rc u n stantes; p o d ría d e ci rs e que s u persona es la mis­ ma presunción y s o b erbia.

La oraci ón de este hombre es i n cali fi cabl e . N o en form a tan descarad a, pero sí con senti­ m i e ntos de ínti m a com placencia ; como quien exi g e y ño c o m o quien ru ega; a n dan po r ahí m uchas a l mas qu e s e acerc a n a la ora c i ó n , n o a recon ocer en Dios a u n Seííor absol uto s i no m á s bien a un deudor de fa. vores ; n o a h u m i l l a rse sino a panegirizarse. ¡ Cosa i nau d i ta . . . ! ; pero c i erta.


La ÓracicSn en el Santo Evan gelio

225

Abran l o s oídos y e scuch en, estos m e n tores d e la s ober bia , la s an c i ó n que l es da .f e suc ri s to . «Los que se ensalzan, dice, serán h umillados » . (S. Luc. , 18. 14.} La H i s to r ia co m p r u eba q u e estas h u m i l laciones son tre m e n d a s . A l ej a n d e Dio s; pero . nlej a n a m onto­ n a n d o leña p a ra el i n fierno. El sob erbio s e n ti rá sobre s í m is m o el peso d el poder d i vi n o que lo a p lnsta .

El hu m i l d e , no; el h u m i l d e es m i rado con ternu­ i n efa ble p o i· Nues tro Señor; está segurn d e las gra ­ ci a s d i v i n a s .

ra

Al revés d el Fariseo, el Publicano, que está en el templo , s e reconoce i n f e rior a todos; nadie, d i ce , hay p eo r q ue é l ; ni se atreve a su b i r al p resbiterio; ni a d esp egar los oj os del s u e l o . Gi m e y l lorn porque ha pecad o . S u oración es l a d e u na al m a profu ndísi ma­ m e n t e h u m i l d e . « Propi tius es to mihi pecca tori . . . » Seiíor, tened p i ed a d d e m í q n e soy pecador. (S. Luc. , 18. 13.)

¡ (:tu é frase tan llena d e h u m i l d a d . . . ! ¡ C uá n t a s al mas en el' correr de l os s ig l os l a han repeti d o , y ha sido para ellos v e n e ro i n a gotable el e gracias d i vin a s . . . ! Por ahí d e b i é ra m o s e m pezar s i e m p re n u es tra o ra ­ ci ón; reco n oci en do n uestra nada ; llorn n d o amar g amente n u estros pecad os; l ia m breando h u m i llaciones por vía de expiaci ó n ; ocultá ndonos a todo y en tod o ; retirán­ donos d e cu a n t o es vida m u e l l e ; m u n d ana . Este fué el cam ino recorrido por las al ma3 d e or a ·

ción más ínti ma y fervorosa.

La hum i l d ad no p erj u d i ca a nadie. nos hunde a todos.

La soberbia

Oiga m os el . a pólogo <l e la pa rá bola: son p a l a b ra s d e Jesucristo: « E1t verdad os dig o, que el publicano vol­ vió o .m casa justificado; porque el que se humilla será

ens a lzad o y el 18. 14.)

que se

ensalza será humillado » . ( S. L1w.,


226

Luz de

D�os

IX.. F i n a l m e n te ; c e r r e m o s , co n b roche de oro, este estud i o , pon i e n d o d e l a n te de n u estros ojos u n m o ­ delo ad m i ra b l e d e oración . La plega r i a b rota d e l a l m a m ás san ta que ha t e n i d o el m u n d o fue ra d e la h u m a n i d a d d e C ri sto .

J esús y i\ I a rfo , su Mad r e , h a n sido c o n v i d ados a unas bod a s . A m bos h a n a s i s ti d o porque el Red e n tor quiere s a n ti ficar, con su pre s e n c i a , e l m a tri mo n io, d á n­ d o l e c a ráder de s a c ra m e n to .

E n ple n o ba n q u ete s e c o n c l u y ó el v i n o . La Y i rgeu San t ís i m a se d i ó cuenta d e ello. María es M a d r e d e M i s e r i c o rd i a . A d v i rtam o s q u e J e s u c ri s to ningún m i la g ro en pú blico.

no

h a uía h echo aún

y le dice : «JJiira, Hijo, Vimmi non ha ben b . (Juan. , 2. 3.)

Ma ría s e a c e rca a Jesús

no tienen vino »

«

O racióu q u e b rota de c ora z<Í ll s a n to es s i e m pre oída. E l d e la V i rgen Mad re d e Dios es purís i m o . J a más t u v o mancha a l g u n a d e c u l p a .

Sin e m ba rg o , J e s ús l e contesta : e ¿ <Jué y a m í en eso . . ? » (Juan . , 2. 4.)

11 0s

va

a

.

Pero , a pesar d e tod o , l as ti 1 1 � j a s vacías fueron lleoas de ague ; y el agua se convirtió en vino al con­ j u ro o m n i pote nte d e J e s u cri s to , q u e se i n c l i n ó , con d ul ­ zu ra , a los ruegos a m oro sí s i m os d e l al m a exce p cional m e n­ te santa d e su Madre I n m aculada. ¡ Lo de s i e m pre; la oración d e los santos es d e eficacia asombrosa . !

una

. .

S<"a mos santos; oración.

y

pa ra serlo,

d ediq u é m onos a la

E l m u n do no tiene el vino gene roso d e l a caridad divi n a . Sin la caridad niuguua de sus obras lo nutre


La Óración en el Santo E:.van gelio

227

con l a v id a d e C risto, y , p o r l o ta nto, está m u e rto e n e l o r d e n sobrena t u ra l . En la tie r ra se n e cesita n m uchas al m as s a n tas q u e , a i m i ta ción d e la Vi rge n María , cla m e n de con­ tin uo a Nuestl'O S e il o r Jesucristo . « Vinmn non habenb (Juan . , 2. 3.) No tie n e n el vino d e l a m or de Dios. se

¡Si e n e l m u n d o h u biera m u chas almas d e o ración, s a l vado !

ha bría

. . .

A la l u z q u e i rr a d i a la hagiografía cristia n a se ve , cla ra m e n te , que los santos l l ega ron al m áxi m u m d e a m o r d e D i o s t r a tand o con E l , m o m ent o a mo­ m e n t o e n l a o r ación . Y c ua n to más la caridad sobre­ ' natu ral s e difu ndía e n sus corazon e s , más deseos e x p e ­ rim e n taban de co n sagrarse a l a o ra ció n . ,

,

Caridad d i v i n a y e s pír it u mano con cariño .

de o raci ó n , se d a n la

Alcemos nuestros o j os suplicantes a l ci elo y pida­ mos a l M a e s t ro S obe ra n o , como los A pósto l e s , q u e n o s e n señe a ora r . Su M a g i s t e r i o t i e n e f u erza e fi c a z . « Do­ mine, doce nos orare� . (Luc. , 11 . 1) A s í sea.



CA PI'l' ULO XIII. LA ORACION

EN G E H TSEMA NI

Pater, si vis, transfer ralicem is t u m a me: verun tamen n on mea volu n tas sed t u a Jia f.,, . (Sa11 L 11cas X V.

42.)

Padre, si es posible, qur ¡Jrlse de mí este cáliz: pero IJ U e no se haga mi volun tad sino la vuestra . S UMA RIO: 1.- Broch a :: os de fu e r te colorido. II. - L a ci11 ta que cru:a a u te su s ojos. Ill. - Mi a lm a está t r iste. No se opo ne a la virtud represe11tar a Dios n ues· tra.f p e n a s . I V. - La s a lmas de poca fe dud a n . V. Bl m 11 1 1 do 110 consu e l a . Esto toca a Dios. Es [a l· so consuelo. V/. -Los sufrim ie n tos puede11 h a cer· nos s a n tos. Vl l.- 1/e a qu í zwa l 'a l a b ra p r u de n tí ­ s i m a . V/ll.- A n a l izando u n a frase. IX. .-Ejemplo. Palacio de Fra n g ip a n i .

Demos, parn com e n zar, unos cua n to s b r och a ­ co l o ri d o que s i r v a n , como d e fo n d o , en el escenario en q u e se desarrol la la ora ci ó n m á s per· fecta que jamás haya presen c i a d o el m un d o . Ell a e s , para n u e s t ra s almas , l e cción m a gnífica . ws

I

de fuerte

La e j e cu t a el M a estro d fl los m a es t r os , m e j o r d i ­ c h o , el ú n i co Maes tro, Jesucri sto , Sef! or nuestro . Ti ene por t e m a l a oración e n e l d olor.

S u corazón d estila amargura .

sabi d u ría.

Sus

labios

vierten


230

Luz

de Dios

Es l a vÍ8pera de aquel fa moso V i e rn es S a n to , cuya existe n cia fué d ecret a d a e n l a etern i d ad y d e cuyos b e n e fi ci os podrán gozar tod a s las a l m a s . E n t ra d a l a noch e , e l Red e n to r s e reti r a , co m o d e costu m bre, al h u erto d e l o s olivos, en Geh tse m a n í . La noch e se prese nta h o rri ble m e n te n eg ra ; pero más q u e por la obscuridad material, ror el apare n te a b a n d ono en q u e d ej a rá el Pa d re a l H i j o ama n tísi m o .

A u n l a d o , tres d e l o s d i scíp u l o s d e Cristo, l o s q u e daba n m u estras d e más fi d elidad y val or, e s tán e n ti e rra , cargados sus oj os d e s u e fl o y d o r m i d o s . A l o l e j o s se d i visa al traidor J u d a s . S e d u ci d o por el d emon i o ; i nfiel a l a g raci a ; y llevando, e n el bolsi l l o , el precio d e l a v e n ta d el d i vino Maestro , (tre i n ta m i s e rables m o n e d as), . se a p ro x i m a a J esús para tealizar sus i ni cuos planes. El silenci o d e l h u e rto e s i m p o n ente . Muda; s i n en el estallido del relámpago; si n el ron­ co retu m b a r d e l ºtrueno; s i n la lluvia torrenc i a l que l a aco m paña; s e d e s e n cadena, e n Gehts emaní l a torm en­ t a . 'for m e n ta form i d a ble de amor y dolor. Cae con fu­ r i a i n d e scri pti b le sob re e l alma d e Jesucristo . Este yace con e l ros tro pegado a tierra. P u e s , ¿ q u é suced e

. . .

?

Sencilla m e n te , q u e en el reloj de la d i vina Pro­ v i d encia ha sonad o la hora d e la supre m a expiació n , y el v e l o d e los m isterios e m pieza a rasga rse para q ue contempl emos, en toda su d o lo ro s a real i dad , a la Víc­ tima sacrosanta que ha de re d i m i m os y salvarnos. .

Para Jesucri s to es tre m e n da m ente doloroso el ca ­ m i n o d e l Ca lvario. En G ehtsema n í e m pieza la tra g e d i a . *

*

*


La

Oración en Gehtsemaní

23 1

II. La ci nta, q u e e n este m o m e n t o histórico cruza delan te de l os oj os de Jesús , lleva e s c ri t o el pasad·o , pres e n te y fu t u r o .

Pa ra el Red e n to r no hay t i e m po. Todo e s tá p re­ sente . Este c o n oc i m i e n t o q u e tiene d e l a s per s o n a s y c os as le atorm enta; le opri m e , le po n e en a gonía. Ve la M a j e s ta d infi nita ·de Dios ultra j acfa po r e l vil pe c a d o d e es t e s é r l l a m ad o h o mb r e , al cu a l , el Om­ nipote n t e , en su b o n d a d , h a cubierto d e b e nefici o s .

Divisa, c e r r ad a para l a criatura h u m a n a , la puerta de los c i elos. C o n oce la n e c e s i d a d d e u n a re p a racióu condigna.

Pal pa l a i m p o te n c i a absol u ta d el h o m b re para r e n d i r­ l a , p u e s , s i endo el p e c a d o o fe nsa infi n ita , recl a m a repara­ c i óü d el m i s m o o r d e n , v l os a ctos hu m a n o s son l i ni to s . Por l o tan to i n su ficiente s . Se l e hace s en s i bl e la v ol u n tad d el Pa dre que la exige a tod o tra n c e .

Reco noce Jesu c r i s to s u ofreci m i e n to p e rs onal p a ra re n d i r d icha repa ración . C o n te m pl a com o , no o bst a n t e su m u e r t e , muchísima s almas, en el i n fi e rn o .

caerán ,

Salta n a su s ojos los p e c a d os i nd ivi d u a l e s y c ole c ­ t i v os cometidos en t o d o s los s i glos .

Le h ie re el corll z ó n la g u e r ra d e los h e r e j e s con ­ tra l os dogmas d el Eva ngelio; y l a s a ña de l os pod e­ res pú bl ic os con tra la santa Iglesia . Le pun za n , d e a n te m a n o , l o s torm entos fí¡: i co s que, poco más tard e , te n d rá que s ufri r, y e n d o y vini e n d o , c o n esca r n i o p a r a E l , d e u n o a otro tribu n a l , d o n d e se l e h a d e a bofetear, c u b ri r d e llagas c o n los a zotes, coronar de espinas y crucifica r e n tre malhechores.


Luz de Dios

232 .

Y, en fi n , l e atormenta la v i sta de ese al u v i ó n form ida b l e , co m o no ha e x i s t i d o ni e x i sti rá j a más o tro , que avanzaba h acia E l con f u ria y ra p i d e z i n c reíbles p a ra cubrirle de a frentas y ba l d on es . Com pre n d e t od o esto con perfección i n fi ni ta . La vi vez� con q u e la i m a g i [! a c i ó n le pi n ta l o qü e está por v e n i r, l e t riza el s é r e n te r o d e d o l o r . Se pone triste ; ti e n e m i ed o ; se co n s i d era total m e nte sol o; aba n d onado de D i os y de l o s h o m bres; l e a cu c in n la pena, el dolor, la a m a rgu ra del al m a , e l tedio; le sa c u d e l l con mocio­ nes fortísi m a s d e c u er p o y e s p í ri tu h a s t a el ext re m o d e s u d a r sangre, con la cual moja sus Vl'stidos y r i e g a l a t i e rra .

La afl i c ci ó n es h o rrorosa , d esesperan te. P e ro e l soberano M a es t r o ¿q u é hace . . . ? Dotado .Jesu cri sto d e san tidad substancial, ob r a santísi m a n t e . N i c ritica, n i m u r m u r a , ni rabi a , ni se d ese spe ra , n i , m u cho m e nos, blasfema. Ni si q u ie ra b u sca l e n i ti v o a su dolor en las cri a tu ras . Con sti t u í d o , .Jesús, M a estro único de l a s a l m a s , d i cta en es ta o casión u n a en seña nza vita l . Nunca d e ­ biera pe r d e rl a d e vi sta el h o m b r e . O i gámosla . A b r e sus l a b i os y pronunci a , sin r esenti m i e n tos co n t ra n ad i e , esta oración q u e d i rige el cie l o : « Mi alma

está triste hasta la muerte» . *

III.

*

(1J1arc., 14 U..) .

*

¡ Mi a l ma e s tá tri ste . . . !

(,Quién no p u e d e exclamar d e i g u a l m od o m u ch a s v e c e s en la vida . . . ? E l d o l o r es universal . El pe c a d o d e nuestros p r i m e ro s p a d r es l o introd ujo en el m undo.

Ese peca d o

man cha a

toda criat�ra

human a . Esta,


La 01·ación en Gehtsemaní

233

cual qu i e r a q u e sea , pecadora o i:: a n ta , s a b i a o ignora n te , rica o p o b re . . . e n tra e n e l m u n do con l a m a rca d e l q u e va a s u fri r . E l p eca d o es la c a u sa del d o l o r . Por l o mismo, n a d i e , absol u t a m e n te n a d i e , s e l i bra d e él . H a brá p e r s o nas m ás o m e u os seni:: i bles al su fri m i e n to fí si co o m o ra l ; p e ro e l Srfio r ha dispu e s to qne tod a s s u fra n ; p orq u e , según los d e s i g n i os d e s u a d o rable pro v i d en cia , el s u fr i m i e n to d C' b e ser v i r d e e x pi a ción a l a c u l p a . Y como tod o s é r raci o n a l e stá dC'sti n a d o a l ci elo, y e n el ci e l o no ca be n a d a m a n c h a e l o ; d e a q u í l a necesi d a d d e esos b a fi os d e dolor pa ra p u ri ficar m á s y m á s a las a l m as d i sponién dola s , a sí, p a ra l a gloria etern a . Esta l ey s e acen t ú a c a u n d o l a s person a s s o n pre­ d esti n adu s por Dios a grados muy 11 l tos d e santid n d . En t-ste caso e l s u fri m i e n to p u ri fi ca tori o a d q u i e re u n a i n te n s idad tal , q u e s ó l o p u e d e s e r m edida p o r q u i en lo expe ri m enta.

Los s a n tos, con santi da d e x t raordi n a ri a , media o í n fi m a, ma rcha n , si e m pr e , por el ca m i n o d e la p e rfec­ ción sobrenat u ral , abru z a d os a l a mo r de Dios y al sufri­ m i e n to cristi a n o . Parece ser l ey d i vi n a q u e se defien d a n el u n o al otro. C u a ndo h ay e n e l a l m a m ucha ca ridad s e a m b i ­ cio n a el su fri m i e n to. Y cuando éste a b u nda , y se s u fre por Di os, la caridad se ac reci e n ta en for m a extra ordi­ . n a ria. Todos boga mos e n e l m ar del dolor. Las a gu a s de este mar al zan , a veces, tempesta d es horrorosa s . Cu a n ­ d o s e h i n c h e l a ola y c & e , a plomo, sobre e l p e c h o h u m ano; ¡ Dios mío , y cóm o l o o p r i m e ! . . .

E n tonces n os encontra mos- en si tu a ción pa recida a l a de Jesucristo e n G eh tse m a n í . Pasa mos por una agonía e n la q u e mori mos si n mori r . Notamos o b s cura soled a d . E x te n d e m os en ella J a mano e n busca d e u n


Luz de Dais

234

:umgo y. a pesa r de la multitud que nos rodea , no h n y nadie. No nos al u m b ra ni u n rayo de esperau za. Nues­ tro espíritu se opri tue . Cre e m o s que todo está perdido. Sentimos cerca uu ¡no sé qué . ! q ue nos ciega y tor­ tu ra ; u u fautasm a que nos a susta . Nos a pla sta la pena, el terl io, el fasti d i o , el d esali e u to. N u es t ro s é r se des­ ga rra. E l d esconcierto e s gen e ra l . .

.

¡ Desgraciado a q uel q u e , e n m e d i o d e sus dolores, no acierta ll. prou u nciar, eu el m i s m o tono de J e s u ­ cristo, esta s palu brns q u e son l a i n i ci a ción d e u u a ora ­ c i ó n p e rfectísi m a l . . . ¡ Mi alma est á triste ! . . .

No se opone a l a virtu d v e rdad era representar a Dios, en la o racióu , las penas de n uestra vida . A este n u estro cora z ó n , fu sti gado con fre c u e n ci a por tan tos sufr i m i e n to s , n o debemos eu cerrarlo t a n ad entro d e sí mismo que viva como en u n ca l l e j ón sin sa lida . Tenemos derecho a decla rar nuestro dolor.

Pero nuestra declara ción que sea como la de J e · si n queja con tra n ad i e ; si n murmu ración ; siu derra m a r gotas de a cíbar q u e indiquen m al deseo o rese n ti m i e nto a l g u n o . Ha de ser si m pl e manifestación r e � i g u n d a d e nu estra pena; algo a sí com o a rrojarse, con füi d a m e n te , en los brazos amorosísi mos d e la divina Provid e n cia ; como q u i e n d e nota couformidad abso l u ta d e su voluntad con la divina. ¡ Mi a l m a está triste . !

sús:

. .

*

I V.

Las

*

*

al mas d e poca fe dudan, vacilan.

A quellas que la perdiero n l l e ga n , d esesperante d e d olor, h a sta el suicidio. Los más tratan

d e a t u rd i r s e ;

en

paroxismo h orror!

¡Qué

d i straerse; olvidar.

Esta co n d u cta es poco cristiana. Hay, en ella, m ucha cobardía m c ra l . Todo discípulo de J e s ú s deb.e


235

La Orac ión en Gehtsemaní

d i s tingu i rse e n la \' i rtud d e la fo rta l e z a. Y s 1 no la ti e u o h a d e ped i rla lrn sta d eci r, con reco noci 1 11 i e 1 1 to , l o d e Sa n Pa b l o : � Todo lo 1medo en Aquel que es m i fortaleea,, (Ph ilip . , 4 . 1 3) . N i a t u rd i m i e n t o , ni d i s tracció n , n i o l v i d o . Sin d uda q u e e l olvido es b u e n pa fio d e l ágrimas m i ra nd o e l d ol o r d e tej a s abaj o . Pero n o es b u e n o m i ­ rando e l sufr i m i e nto c o n ojos s obreu a t u rales . Dios q u i s o i m p o n e r el d ol o r y la m u erte para r¡ u e a m b a s cosa s sirviesen al · h o m b re d e c a s t i go po r e l pe­ cado y d e m e d i c i n a p reve n tiva con t ra l a cu l pa . Lo p r eventivo ha de ponerse a n tes d e que acontezca a q u e l l o c o n t ra lo cual previ e n e . .E n el p l a n d i vi n o l os s u f ri m i entos d eben s e r v i r a las al m a s pa ra des p rend er­ las d e l o l i mmm o h a ciéndolas m i ra r todo so b re n a tu ­ ra l me n te . Como el pel i g ro d e olvi d a r , e n e l terreno d e l a s obra s , n u estro fi n ú l ti m o , e s con s ta n te , y e l su fri ­ m i e n to nos recuerd a q u e veni mos d e Dios y qu e a Dios d e b e m o s i r; por eso p roced e m a l quien tie1 1 e por norma d e su vida olvidar, tota l m e n te , e l sufri m i e n t o . Del m i s m o modo , l a s d i stra cc i on es n ada rem ed i :m . Son como c o r t i na q u e ocul ta u u m a l m ayor qu e e l q u e s e quiere evad i r . Ha y pers o n a s , m u ch í s i mas per­ sonas. que pa s a n con fi ebre de d i s tra cció n . Na d a l es preocupa con fijez a . A cada m o m e n to n ecesi ta n nue­ vas i m presiones. El j u ego , el tea t ro, la música , la v i ­ s i ta, el p a s e o , el c o m e r c i o , l a tertu l i a , l a l ectura d e rev istas , d i a r i o s . ¡un movi m ie n to si n fi n . ! .

.

. .

A ta l es personas podríamos pregu ntar si por esos ca m i nos evita rán la enfermedad y la m u erte; o si aca­ so, a q uellos s u f ri m ie n to s q u e toca n d i re cta m ente al a l m a , res petará n sus f rívolos pasa t i e m pos. Si esceptua m os los espi1 rci mi entos de e s p íritu que se toman como m ed i c i n a m o ra l para d i si paI" te n ta cio­ nes que ponen en peligro d e pecad o ; ese otro espa rcí -


236

Luz de Dios

m i e n to que raya e n l o co i r y veni r en busca d e im ­ p re sion es cad a v e z m á s fu e rte s , cae e n sensua l i s m o m a l d i s im ul a d o , y , j a má s , e l vi cio dió t r a n q u i l i d ad d e conci e n ci a . Ta mpoco a l e g ra el aturd i miento, Este a ctúa sob r e noso tros q u i tá n d o n os el s e n ti d o r e a l d e l os h echos; n o s i n s e n si bilizu ; n o s huce m enos racionales al ob r a r .

dan

L a p az d e l a l m a nace d e a la in odali d ad d e. s u sér.

El a l m a

ha sido

causas q u e

creada 'por

s e a como­

Dios p ara

e l cielo.

Lu ra z ó n y l a fe d i vinas son l a l u z d e s u cam i n o .

E n e s e modo de obra r s e m i- i n co n s ci e n te d e l o s que se a tu r d e n a sí m i s m o s , hay p é r d i d a m u y l a m e n ­ ta ble d e es píri tu d e fe . Hasta e s to l l e g a n o p o r l a a varicia de d i n e r o q u e l o s fa nza a u n t rabaj o feb r i l ; o p o r e l h a m bre d e honores q u e l o s i n fatú a; o p o r el exceso d e p l ac e r q u e l os e m b ota física y m o ra l m e n te . N i a t ur d i m i e n t o , ui d i s tr a c ci ó n , n i o l v i d o . Desvié­ m o n os d e l ca mino d e e s tas a l ma s . Por é l no i ríamos a buen térmi n o . P a r a m i ti gar. en p a rte, n uestras p e n a s , y p a r a d a r a n u e s t rm � s u fri m ie n tos m é r i to s o b r e n a t u ra l , ac u d a m os , c o m o Jesucristo , a l a o r a ci ón . En e l l a es tá n n uestro c o n s u e lo y fo r t a l e z a . *

*

*

V. E n el e s pí ri tu m u n d ano no encontraremos, j a m ás , la fortal e z a n eces a r i a para s u fr i r, con m é rito s o b r e n a t u ral , n u e s tras d esdic h a s . E n e l a m or o en el con sejo d e l a s p erson a s que n os rod e a n , q u i z á algu n a s veces el Sefí or q u i era s e r vi rse de este m ed i o para consolamos y sos t e nern os en l a s


La Óración en Cehtsemant

231

luchas c o n e l d olor. Pero e l apoyo d e l a s c riaturas es d ébi l , 9 u e b radizo; n o tie n e e s t a bil i d ad ; d ura poco. Cuando Jes u c ri sto , Señor n u estro, a zot a d o , e n G e htse m a n í , por e l s u fri m i e n to m oral i m placa b l e , b u s�ó, en los A pó s to l es , l en i ti v o a s u d o l o r ; los m iró y lo s encon tró d o r m id o s . (,Qué p u e d e espe rarse d e u n a p e r­ son a q u e está d o rmida . . . '? 'fal es nues tra s i tuació n. El m u nd o d u e r m e pro­ fundo s u e ñ o d e m a r m o ta en las c u e s tio n e s que a fecta n , d i recta m e n te , a l a mayor s a nt i ficación d e nuestras a l m as .

Esta es santuario i n ta n gible. En ella no p e n e t ra , efica z m ente , más q u e la d i vina g racia. Las criaturas son i n stru m e n tos se<'undarios, d e l os cuale s se s i rve D i o s , cuando q u i e re , para santificarnos. Las a m arguras i nter i o l" e s , las p e n a s hondas que tort u ra n , la d e s olacicí n , e l d es a m pa ro ; sou senti m i e ntos q u e tocan, d ir e c ta m e n te , ai a l m a .

Pe r te n e c e a Nuestro S e ñ o r , q u i e n ha d e s an t i fi car­ no s , rep art i r es tos s u fri m i e ntos a m e d i d a d e su vo l u ntad , pa ra hacernos santos. El los au m e n ta o dis m i n u y e , s e g ú n e l o rd en d e s u pro v i d enc i a sapientísi m a y a m o ­ rosís i m a .

Nues tro papel e n e s tos casos e s tá e n re ci bir l o q u e Dios quiera d a r n os; a ce p t ando , con a m o r y c o n fi a m ; a , l a vol u n tad d i v i n a .

U n a cos a t e n e mos enteram e nte cie rta; q u e j a m á s e l s ufri miento s e rá s u p e ri o r a n u e s t ra s f u e r zas . Díc e s e que « Dios apri e ta, p e r o q u e no a hoga > E l a d a g i o e ncuadra, pe rfectam e n te , e n las n ocio nes que tene mos d e la j u s t i cia y b o ndad d i v i n as .

El Sefior no exige ni m ás ni m enos que lo q u e podemos dar. Pid e, siem pre , en p ro p or c i ó n a las g r a -


í38

Luz de Dioé

cias qne oto rg11 y a las que pi e n s a co m u n i car a ca d a p a ra q u e a l c a n ce I n m eta 1 l e santidad q ue d u a u te mu n o ti e n e señalada po r el dedo d e l a a d ora ble Pro v i d e ncia.

u no

S i esto es así, como c i erta m e nte lo es, y, adE:más, los s u fri m i e n to s , bien l l e v a d o s , p u r i fi ca n al alma p r e pa rá n d o l a , po r es to , a u nión más íntima con el ú n ico San ti fi cad o r , e l E s p ír i tu Santo; n ues tra conducta de b e s er: por u n lado de aba ndono to ta l a l o q u e D i o s q u ie ra d e nosotros, salud o en fe rm edad , b uena o m ala fama, s a ti sfacc i o n es o d e s a g ra d o s , a p recio o m e n os p r e · c i o d e h , s c r i a turas, éxi to o fra caso e n n u e s t ras e mpre­ sas . . . ; y, po.r otro, d e h u í d a rápidn y d esconfia n za abso­ luta d e cua n to da un co n s uelo falso o p ropi n a m edios i nadecuados a n u es t ro fi n s upre m o . Es falso co n s uelo lo que propende a s u p ri m i r, e n ah sol uto , el sufri m i en to , porque es l ey d i vina q u e todos s uframos en este mundo.

Es falso consuelo a q uello q ue i n tente d esvi ar el sobrena tu ra l q ue el m i s m o Dios ha trazad o a n u estras amarguras.

ca u ce

Es falso c ons u e l o el p ri n ci p i o s e n tad o y sostenido, en la práctica , por mu chos , d e acumula r, en la v i da , el mayor número posible de co modidades, r eh u y e n do toda mortificación . No en con t rare mos l a paz y ale g ría, alma, por estos ca m i nos fa l s o s .

d urables , d el

C uando volvemos, hacia el m u n d o y s us locas teo­ rías, u u es tros o j os a rra s a dos en l ág r i m as en b u s ca de u n co n s uelo, nos pasa lo que a Jesús en Gehtsemaní, ¡ el m u ndo d uerme . . . 1 El m u ndo, q u i ero decir los q u e si g uen las m áxi­ mas' o p u es tas al Santo E v a n gelio, son ciegos n o aprecian el valor d e la d ivina gra cia ; d eseo-


L a O. rac 1on .,

en

e e h. tsema ni'

239

nocen el mérito d e l a virtu d ; s e ríen d el ven c i m i e n to p e rs o n a l; jnzgnn todo a través de prisma carn a l . Está n d o rmi d o s , ¡ quizá m u e r t o s ! para la s a n t i d a d . De e l l os n o hay que e s p e ra r nada en este teneno. *

VI.

El

ca mrno

a

*

s egu 1 1·

*

es otro.

Los p l a c er es son al i v i o m o m e n tán e o . Ellos n o p onen n i n g ú n m é ri to so b r en a t u r n l a n ues t r a s o b r a s . Los su frimientos pued en hacernos s a n t os . Hemos d e a s pi ra r a n o perder n i u n s o l o á to m o d e m ér i to d e nues tras p e n a s .

¡ Quizá! con ellas, a d e m ás d e red i m i m os , s u puesta la gracia, s e a m o s red e n to res d e much ísim:1 s a l m a s . El apostolado d el d olor es d e e f i c a c i a aso m bros a . p o r e l M a e s t r o d i vi n o . E s t e en G c h tsem a n í La noche es tétrica E l sufri m i e n t o m o ra l l e o p r i m e . Ac e1· q uém onos a J esús . Jesú s h abla . P e r o ¿qué ha bla? L a ruta

se encuentra

está t;·íl z a d a

t!. Padre, dice, Pa d re rnio, si es posi ble que pase de mí este cáliz, pero r¡ue no se haga mi voluntad sino fo vuestra . . . » Bendito sea J esús , n u e s t ro Pontífice M áxi m o (Hebre . , 4 . 14.) q u e q u iso pasar por los s u fri m i entos d e n u es tra vid a . « Tentatus per omnia» Hebre . , 4 . 1.5.) p u ra e n se­ fia r n o s a proceder santam ente. S a b e m o s , con certezn, que nuestros sufrimientos son permitidos o m a n<lados por Dios.

Nos consta, así mismo, que la Provi dencia rlisp o n e todo a n ues tru m ayor sa n t i fi caci ó n ; porq u e el Sefior 11 0 puede con tradecirse. El nos dió, corn o fi n d e la v i d a ,


240

Luz de Dio!;

santificarnos pa ra s a l va rno s . y no es posi b l e q ue n m ­ guuo d e los s u ce s o s que n os rod ea n , prósp ero s o ad­ versos, permi tidos u o rd e n a d os por Dios, s ea con tra l a sa n ti d ad perso n a l .

Por o tra p a rte, es c a s i ahsol u ta nu estra i g n ora cia a ce rca de lo que más n os c o 1wiene , para d i ch o s u pr e m o fi n , en e l m o m e nto a ctual en q u e v i v i m o s . ¡ Cu á n te. s veces l o qu e j u zgábamos b u e n o e ra m al o y i o q u e , a ojos vista s , e ra contrario resu l tó providencial por e l fr u to copiosís i m o que d e e l lo reporta m o s p a ra el a l m a ! D i o s t i e n e en s u m a n o l a balan za d el d o l o r . P u e d e i n c l i nar nrncho o poco , hacia n o s o t ro s , el pl a t i l l o d e l s u fr i miento. P e r o a l d i stri b u i r l a s p e n a s o e n ferme d a ­ d e H d e c u e r po o a l m a , n o o l v i d a , j a m ás , que es Pa dre, Red ent or y Santi ficador; recu e rda l o q u e ha d i c h o , d e mil9 mod o s , con l a s palabras y las o b ras , que n os a m a con a m o r i nfi n i to .

D e aquí se ded uce q u e n oso tro s d e b e ría m os estar e n tal d i sposición d e á n i m o que s o p o rt á se m o s , a pié firme, c u a n t os s ufri m i e ntos la pro videncia a mo rosísi m a d e Dios q u i s i e r a m a n d a rnos, o p a r a expi a r c u l pa s pa­ s a d a s o para pu ri fi ca r m ás y m á s n u estro cora z ó n de todo a fe cto terreno Pero si nos sentimos incapaces d e .soportar el dolor; s i no sabemos có m o e n ca u zarlo santa m e n te ; si tem e m o s que nos sea hasta u n pel i g ro pa ra la salvación ete rn a . . . , entonce s d e b emos orar co n fe ciega y co n fi a n z a ilimitada en el fa v o r d i v i n o . Y s i , a p e s a r de to d o , conti n ú a n n u es­ tras d u d as y temores . . . ; repi ta m o s la m i s m a oración d e l Sobera n o Maestro, que, s i El la dij o , s a n ta y b u ena h a d e s er: « Padre, Padre mío, si es posible, que pase

de mi este cá liz » .

*

*

*


La Oración en Gehtsemaní

24 1

¡ S i es p osible . . . ! He a q u í u n a p ala bra p ru d e n tísi m a .

VII.

Es. pn ra la oración , l o que eu a r q u i tectura la cl a ve pa ra el a rco. Sin esta el a rco se vie n e a tie rra . Sin a qu ella se d es ­ va n e ce la oración. Toda o raci ó u ha de ser con d i cio n a l . ¡ S i es posi ble . . . ! Me ex p l i c o . El s u fr i m i e n to es, en m n n o s de Di os, i n s tru m e n to s a n ti fi cador. La imagen q n e ha d e fo r m a r es la d e Jesucristo, m o d e l o d e todos l o s santos. Para el ca$O, el s u f ri m i e nto es co m o lmril y m a rtillo. A rn bos son m o v idos po r la d i v i n a vo l u nta d .

E l esc u l tor q u e t i e n e d e l a n t e d e sí u n b l o q u e d e márm ol d e j a c a e r sobre é l cu a n to s mart i l l azos q u i er e , m á s o m e n o s fu erte s , segú n s u i n te l i ge n cia y vo l u n ­ tad l e d i c t e n e u c o n fo rmidad a l a i magen q u e q u i ere labra r. Los gol pes a rra n can al má rmol ped azos y más pedazos. E l m á r m ol es u na pi e d ra cris ta l i zada . La pie­ d ra no ti e n e ni vo l u u ta d ni sensi b i l i dad . P u ede el a r ti sta hacer d e e l l a lo que q u i e r a , i u cl u so pul verizarl a , sin q u e e x h a l e e l m e n o r q u ej i d o . E l m ñ r m o l e s ciego, sord o , mudo, i u sensi ble , muerto. E s i n capaz d e qu ejarse.

E l ho mbre Ho es un p e d a zo d e má r m o l . Físi ca y moral m e n te p u e d e sentir. Y tales p u ed e n ser estas p e rce pciones de su s e n s i b i lidad, qu e s u fra horribl eme n te en e l cuerpo y en el al ma como con1'ecuencia de las mis mas. La divina Pro v i d e n cia q ue rige y gobierna al mundo, p u es ta frente al h o m bre, d e j a caer sobre él , co m o el escultor sobre el m á rm o l , uno y otro g o l pe de ma rti l l o ; es d eci r, le afli ge co n e l d ol o r. E s t o s g o l p e s son más o m e n o s fuertes, h o u dos, d u raderos, vehe­ m e ntes, eficaces, segú n los planes d i vinos. El h o m b re l os recibe segú n su El es física y mora l m e u te se n si b l e.

p ropia naturaleza . No puede menos


242

Luz de Dios

de se n ti r. En e sto no es l i b re . Perc i b e , en real idad , e l dolor.

M á s a ú n . S i s ob re s u d e s n u d a m a n o cae u n ca r­ bón e 11 c c 1 1 <l i t ! o , rdi ra , i ns t i n ti va m ente l a mauo para 1 1 0 qum n a rs c . Xo c rPo cpi e 1 1 i 1 1 gt1 n m o ra l ista c o n d e n e , n cu r t a ce r rad a , c s tn acci ó n d e u p a rtn r la m a n o . Es insti n t i v a , n a t u ra l , j u s ta. Está de poi' !n e d i o l a l ey de la propia consel'vación . En e l orden m oral hay s u fr i m i e n tos q u e co n s u men i n mensa m e n te m á s q u e en el ord e n corporal el fuego. Co l o ca d a u n a p e rso n a e n este p l a no, ta m bi é n rechaza, co m o por i n s t i n t o , e l dolor.

¿Por q u é . '? Porq u e el h o m b re no fué c reado p a ra s u f r i r . El s u f ri m i ento es posti z o e n la natu raleza huma ­ ua. T i e n e r a z ó n d e pe n a y castigo; castigo y p e n a c reados por Dios para s a n ti fi ca r al hom b re desp u és de su pecad o . 'l'odo cas tigo n o es adverso. D e aqu í q u e rechace mos el d olor. . .

Po r eso, c u a n d o el alma sufre, afi nra el estado d e i nocencia ; l a paz y dulz ura i nteri ores q ue gozaban a ntes �e pecar nuestros p r i m e ros Pa d re!!; el do m i nio total de i n s ti n tos e i ncli n aciones , que ellos tuv i e ro n ; su dicha exenta d e d olor. Qui e n , h u milde m ente, como Jes ucrist o, mani fiesta , al Etern o Padre, el s u fri m ie n to q u e l e ago bia, obra bien; procede conforme a l os principios de na turaleza y g racia . Hace como el que reti ra del fu ego l a mano, porque se quema. La o raci ó n : Dios mio, si es posible, que JJase de m·i este cáliz » , no es queja plena d e a m a rg u ra; n i repro ­

che contra la a cción a morosís i m a el e l a d i vina Pro­ videncia; es l a manift!stacióu de un sen ti mi ento es pon­ táneo , natural; una s ú plica tierna, co n fiada ; u n alargar la m a n o haci a q u i e n todo l o p u ed e , como, en día de naufra gio, el náu frago ti e n d e sus b razos hacia la tabla


La Óración en Gehtsemanf

243

que ha d e s a l va rle , buscando la fuerza n e cesaria para triun far. Es la pa r te cond i c i o n a l que debe i1· e s trec h a ­ m e n t e u n i d a a c u a l q u i e ra ora c i ó n q u e b rote el e n ues­ tros l a bios. • Padre m i o , ¡Si es posible . . ! pero que no

se

haga mi volun tad

sin o la vuestra . *

*

.

. .

»

*

YIII ¡Qué frase ! ¡ C a d a palabra es mina de ense­ fianzas . . . ! Pri m e rn i ml i ca que es lic i to , y a ú n con v e n i en te , por la con fi a n za d e h i j o a padre q u e ha d e existir e n t re D i os y n o s o trns, m a n i festar al Señor esas re pug· nancias i n teri ores . Y, luego, e n s e D a l o m ás p erfecto: la co n fo r m idad i n tegral de n u e s t ra vol u n tad con la d e Dios . • . . .

Dispos i ción ad m i rable q u e , siendo u n d e b e r, n o h a d e fal tar e n n i n g ú n pecho h u m ano.

Es base fundamental d e la vida cristiana llenar, en cada d etalle, la vol u n taci d e Dios. Sin este requisito n o h a y s a n ti d ad pos ible. L a s a n tidad ha d e buscarse s obre todos los b i e n es c reados . Muchas veces la vol u n tad d i v i na se m a n i fi es t.t co mo en penu mbras. Esta falta de nitidez n os p ertur­ ba, i n q uie ta, pone rece l osos, perplejos, tímidos , angus­ tiados . O tras , aparece, a n u e s tros ojos, co n toda claridad; p e r o exigiendo sacri ficios para l o s cuales estamos sin fuerzas y , e ntonces, el espíritu s e acon goja, se repl ie­ ga, se e n coge, como que no s e at rev e a poner e n j u e ­ go s us pro p i a s e n ergía s , p u e s d a por c i e rto el fracaso. E n eslna oca sio n e s , ¡qué bien su e n a e n los oídos di­ vi nos la oración : u Se1i.or, que no se h ag a m i volun tas sino

la vuestra ! » .


244

Luz de Dios

En ella n o s ren u n ci a m os a nos otros m i s m o s , arro­ t o t a l m e n t e , en los b razos a m o rosísi m os de Di o s , q u i e n no m a n d a j a más cosas i m p o s i b l e s , y c uan d o e x i g e sacri fi ci o s h e ro i cos , da s i e m p r e , por a d e l a 1 1 ta d o , tal co n j u nto de g r a c i a s hab i t u a l es y a c t u a l e s , que tod o se hace l l e v a d e r o y g u s to s o .

jándonos,

Es norma s u y a , como Pa d r e que a m a a sus h ijos con amor i n fi n i to, ·con ced e rl e s , a g ra n e l , g racias s o b r e ­ naturales. En este s upu e s to, los santos, a imitación de Jes u­ c r i s to , cua n d o s e v e nía n a p retados por d u d a s y d ifi c u l ta ­ d e s , pon ía n pecho fi r m e al d ol or; c e r r a b a n l u s o j os a t o d a con s i d era ci ó n h u m an a ; l e v a n t a b a n el corazón al cielo; r e n u n c i a b a n a su p ropio quere r ; y decía n : « Pad re mío, que no s e ha g a m i vol untad sino l a v u es tra » . E ste re n u ncia mienio, que es prueba evidente d e a m o r d i v i no, e s , a la v e z , causa d e q u e el Todopode­ roso c o m u n i q ue , a los q u e así r en u ci a n a su p ro pi a vo­ l u n tad , e n e rgías i nsos p echables que l o s h acen capa ces de practicar vi rtudes a s o m b rosas. P o n g o por e j e m p l o d e lo que d igo a la H mna n i­ d a d s ac r a t ísi m a d e Jes ucristo, S e fl o r nu estro .

*

*

*

IX. Jesús e n t ra en oración a q u e l l a noche fam osa, en la que q u i s o d e j a r s e pre n d e r d e sus e n e m igos . E n e l l a le a cosa e l sufri m i en to, e n tal fo r m a , q u e l l ega a tr:mspi­ ra r s a n g r e . Pero re n u n ci a a su v o l u n t tt d v u c i á n d o l a , í u te­ gra , en la d e l Pad re de los ci elos. « Que no se haga mi

voluntad sino la vuestra» .

Dij o esto, y s e levantó decidido. ¿A q u é . . . ? A b eber el cál i z . Esa e ra la v o l u n t ad d el Pa d r e .


245

La Oración en Gehtsemaní

Mira a los n póstol es que l e acom pnñaron ; los n ota do r m i d o s ; y , d e s pe r tá n d o l o s d a l P s esta ord e n : «Surgite, eamus » , « l e vautáos, v a m o s » , (Math. , 26. 46. ) ,

¿A do n de . . . ? A sufrir todo aquello que antes le ate­

rrorizaba,

Un ángel, en nombre d e Dios, le había recon for­ tado. Este fué el fru to d el ren u n cia m e nto de su propia vol untad , y d e s u confianza e n la d ivina.

¡ Y cuánta sere n i dad g u a r d a e n los s u frimientos . . . ! ¡ C u á n ta e n tereza d e áni m o t i e n e en cad a circu nsta ncia de su pasion ! ¡ Q n é p r u d encia d e m ues tra al ha blar y a l cal l a r . . . 1 No ced e ; uo vaci la ; no cla u d i ca ; l l e g a , con l a C r u z a cueiotas, h asta e l Calvario; y cuando ya su frió c u a n to tenía que suf ri r i n c l i n a su cabeza d i c ie n d o : « Consumatum est» , he obed e cido hasta el fi n . ¡ Fruto, sabrosísimo , de s u or a c i ó n . . ! ,

Desde e n tonces hasta ahora , los más preclaros he­ roís mos d e l o s s a n to s h a n naci d o d e esa frase; ¿ (Jne n o se haga mi voluntad súio la vuestra > .

« Era el año 1 53 8 . E n el aban d o nado palacio d Ei los Fra n g i pa n i , d e Roma, y ace en fe rmo S i m ó n Rod rí­ gu e z . F ra n c i s co Javier, su fiel enfer m e ro , se ha echado a u n lado sobre una e stera, e n el suelo, para d e scan· sar un poco . S i m ó n sigue cal e n tu riento y se pone a co nte m p la r a su h e r m a n o e n rel i gi ó n , q u e reposa j u nto a él , y a pensar en s u s g ra n d es v i rtndes; cuando ve d e repente q u e el d or m i d o se m u e v e co n v i ol en cia y da g ri to s como q u i e n l u ch a co n tra a l g ú n ene m i g o Tan recia fué la pelea, q u e com enzó a e ch a r gran c a n t i d ad d e sa n gre por b oca y n a rice s . Es q u e d e fen d ía , a u n e n suefios, la cas tidad sacerd o tal , y e n esta n o b l e lucha, d n r m ido y tod o , salió victorioso » . (Sa n Fra n c isco Javier, após tol de Orien te, por Schurhammer). .

¡ Mo m e n tos subli m e s d e h e roísm o s a ce r d o ta l ; calla­ das proezas , sólo visi bles a los oj os d i v i n os, pero gran·

.


246

Luz

de Dios

des s o b re tod a po n d e ra c i ó n 1 O b e d e c e n a un t o tal re n un ci a m e n to p r o p i o S i g uen la c o n s ig n a del d i v i n o Maestw. 11:Qne n o s e h aga m i vol u n tad s i n o l a vuestra :o . . . .

.

C ru z aron los afios. J a v i e r h a b a u t i z a d o m i les y mi les de i nfi d es ; m ás de un m i ll ó n . Aún es j o v e n . S ó l o cue n ta 46 a b ri l es S u m i ra d a se t i e n d e ansi osa p o r el vastísi m o i m perio d e la C h i n a . A m bi cion a , J a v i e r , conq ui sta rlo pa ra Cristo . Pero dehiliclad m o rtal l o t i e n e pos t ra d o e n Sa n ch ó n , y s i e n t e có m o , por m o m entos , se l e va acerca n d o la m u erte. ¡ D i os m ío , e s p e ra u n poco ; tod a v í a no; rléjame v i v i r parn ese m u n d o i n m e n so d e i n fi e l e s que te n g o a l a v i st a ; compad écete d e e s as a l m a s . . . ! A s í d e cía . .

,

El Cornz6n de Ja v i er s i en te la m i s m a eed de Cristo sal v a r al m u n d o eutero . Esa es su generosa; abnegada; d e apóstol i n ­ can s a b l e .

en l a Cru z. Qu iere vol u n ta d ; v o l u nta d

P e r o . . . ; n o p u d o s e r ! D i o s q u e ría otra cos a . T u v o que e u c e r r a r Francisco, s u s g ra n d es y va stos . pla nes en el c í r c ul o l u m i n oso de esta o ra ci ó n : 4 Qu e no se h aga mi voluntad si n o l a v uestra » . l�l supre m o de sus h eroí s m os , la mu erte en plena j u ve n tud , está sefiala d o c o n el m ás a b n e g a d o re n u n ciami ento; r en u n cia r a bau­ tiza r millones d e al mas, porqu e el Sefior así l o q u i ere. . . .

,

Es la l ección m aravillosa que dictó Jesús, a tod a s l a s a l m a s , a l o r a r en Geh tsem aní d el modo m á s per­ fecto que s e haya o rad o e n el m u n d o . « Padre, s i es p o s i bl e que pase de mí este cál i z ; p e ro que no se h a ga mi voluntad s i n o la vu estra . » Así sea. ,


C A P IT U LO X I V . M l! D ITA C I O N Y C O N T E M P L A C I O N »

Nisi q11orl le:r

tua

mf'rlitatio m ea

jorfe períi.�-,q em in humiliiafe A rn

est .

. .

m ea » .

(Ps .

1 18,92.)

m editar en tu leJ¡; h u biera JJerc c ido mi'. per¡11e11 ez,

no

S UMA RIO: I.�So11 pocos los que perse veran, Il. - l, a medi ta· ció 11 I z a eJ:istido sie mpre. Pero e11 /o m ia m e todi· : a d a d e s de e l si{llo X V. 1 n - i.t1 111 c dilució11 dia ria a l eja de la c11 /p11; i n rl11ce a la u i l"t11d; prepara para la 11nió11 cou Dios. I V. - De/i11ició11 y distinció n . Tre s mé todos. l'.-Prepa 1'ació11 remo / u . l'l.- C11C I'· po de la m e d i t a ción. rII. - Té r m 1 11 a <ie la m e di· tación. rlll. - l. e y e n d o el p u n t o . P a z interior. Co11d11cta e n / n s distraccion es. En las s e q ue dades. IX. - Co11 tm1p l a c i ó 11 a d q u i r i da . .\'. . - A n á l isis de la m i s m a . X l. - Es lícito a spira r a e lla. No r m a s que hay que t e 1 1 e!' presentes.

I. Fmy V . Ose n <l � O . P. en un artículo publi ­ cado en « Vida Sob1·e n a t u ra l » cna<l e rn i l l o corrrs p o n ­ d i e nte a l mes rl e A g o s to d e 1 9 3 3 , h a b l a s n b i n m e n te sobre el p o rqué b ay ta n p ocos sa ntos y termina s u e s tu d i o c o n u u a n ota que v o y a t ra sl a d a r í n teg ra . a tít u l o de exord i o , e n este C<• p í t u l o , p o r la i m po r tan cia qu e en sí m i s m a tie n (' . «Do todo l o d i cho se desp1·e u d C' , exclama el sabio Di m in i co, que la d isposició n fu 1 1 d a rn e 1 1 ta l pa ra la sa n ­ tidad co nsiste en u n a d e termi nacióu m uy d c tf.'nuinada ,


248

Luz de Dios

que d i ría sn n tn Te resa , no sol o d e h ac>e r de n u estrn parte cuanto s e a n e cesari o p a ro a l can z a rl a , s i n o de s u ­ fri r c u a n tas p ru e b a s D i o s n os e u v í e para este m i s m o fi n ; e n dej a rl e co m p l e ta l i bertad d e a c c i ó n para q u e h a ga d e nosotros l o q u e q u i e ra , c o m o sobe ra n o d u e fio y Seiío r, con ti a n d o ci ega m en t e e n su bondad y sa b i ­ d u ría y e n q u e su m i s m a acción l l e v a n e c e s a ri a m e n te consigo la v i rtud y fuerza e l i ca c ís i m a pa ra s oporta r su s efectos puri fica d o res. Mas pina q u e esa d e ter m i n a ción p rod u zca s u s e f e c t o s es u e c es a r i o soste n erla y r e n o v arla c on s ta n te m e n te p a ra qu e c rezca y se p e rfe c cimw y se l i aga establ e y p e r m n n ente, d e tal m od o q u e e l l a s e a e l al m a , po r deci r l o a s í , d e tod a n u e s t ra v i d a e s p i r i tu a l . Qu i e re e s t o d eci r, q u e a q u í m ás aú n q u e e n o t ras e s fe ra s de la a ct i v i d a d h u m a n a , es n e ce ­ sari1t l a p erse v e ra n c i a , s i n l a c u n l nada s e alcan za. » ­

­

Esta a f ir m ac i ón se apoy a en el t est i m on io i rrecu­ s a b l e del d i v i n o M a e s tro el cu a l d i ce, s i n rod eos de n i n g u na e s p e c i e , que solo se sal va n a q u ellos qu e per­ severan lu sta el ri n . « r¿u i persevera vo-it hu sque in ,

finem hic salvus eri t

. . .

>

(JJfath,,

/ O.

22).

El P. Osende hab l a d e l a n ec e s i d a d d e la perse ­ vera n cia para la san ti dad i n t e gral '} U e pi d e l a subs­ tan c i al y acci d e ntal ; y el texto e van gél i co d e l a perse­ vera n ci a p a ra l a sal vaci ón que solo exige l a san tidad s ubsta n c i al o c a r e n c i a de pecado m ortal a l a hora de la m u e rte. D e todos m odos, s i el q u e 1 1 0 pers evera hasta el fin eu l a g i aci a d i vi n a morirá en pe c ado y se co ndenará, según el santo E vange l i o , de d on d e se des­ p r e n d e l a necesi dad absol u ta de la p e rs e veran c i a en este caso; c uanto más n e cesari a se hace l a pers e v e r a ncia en t ra t á n d ose d e l a a d q u i s i c i ó n de l a santi dad i n tegra l q u e ofrece más d i fi c u l tades por rnz ó n d e l mayor esfuerzo q u e h a y q u e h a c e r p a r a la vi rtud pos i t i v a q u e para l a si m · p l e m e n t e negativa . C r e e m o s q u e si el texto e v a n gé l i co habla de l a n ecesidad d e la pe rsevera n cia para la santi­ d ad s u bstanci a l , siu mayor esfuerzo se puede a p l i car l a


Meditación

y

Contemplación

249

a f ir m a c i ón d i v i n a a l a n e c P s i d 11 d que tf:'n e m o s de l a p e r­ s e v t> rnncia para la sa n ti chuJ i n tPgra l . Es ta es m á � q u e aq u el l a y ofre c e m ás d i fi c u l tnd f:' s . Por l o tanto, si e s t an red u c i d o el n ú m e ro d e l os qu e llegati a la s a n t i d a d es porque es rPd u cicJ ísi m o el n u m ero d e los que p e rs e v e ra n e n e l h i e n ob rar o e n e l cu l tivo i n t e u so d e l as v i r t u d e s sobre naturales. A h ora bie n , l a perse vera n cia, según e l eximio teólogo Suáre z , e s tá vi n cu lada a l a o raci ó n . E l l a es c anal por d on d e Dios d ej a c a e r, e n las almas s i n mí.­ m ero ni m e d i d a , s u s g raeias actu a l f:'s . Y ya es s a b i d o q u e Psta s s o n l a s q u e u os m a n t i e n e n y e m p u j an e n los ca mi 11os d e la perf .. cció n e s p i ri tu a l . E l san to profe ta Da vid l o reconoce y m an i fi esta d e mil m od os e n el Sal terio. E l s a l m o 1 1 8 está sem­ brad o d e e stos o parecid os s e n t.i m i P n tos: c A no medi­

tar en

tu ley;

!!ª

hubiera perecido en mi pequeiiez. »

Los san tos practicaro n l a m e d ita c ión asid u a m e n te con v e n ci d os d e lo m i s m o , es d eci r, de q u e no pod rían persev e rar en la p rácti ca posi ti v a d e virtud e s sin l os auxilios qu e Dios dispen s a a los que se d an a la m e ­ d itación .

Po r e s ta s razo n e s n o puedo m enos de e x p o n e r e n e s t e li bro l as n oc i o n es f u n d a m e n tales sobre l a m e d i ta ­

c i ó n y c o n t e m plación pa ra a y u d a r a l a s a l m a s , con l as i n d icacion es q u e a q u í haga m os, a sa n t i ii c a r se y a p e r­ s e v e ra r e n la san tidad a l c a n zada.

*

*

*

II. La m e d i tación ha existido si empre; es tan a n ti ­ g u a como el gé n e ro h ú m a n o ; no cu la forma m e to d i ­ z a d a q u e n osotros conocem os, pero sí e n c u a n to a lo s u b s tan cia l .


250

Luz

de Dios

E n el A n ti gu o Test11 111 e n to , el Espíri t u San to nos presenta a los Patri a rca s y Profetas absortos e n el trato y comu n i ca c i ó n di vi n a ; algu nos de ellos en verdadera conte m p l ac i <i n ex tát i c a . Abra ha m , Moi sés, El ías, E l í se o , .Jo b , Davi d . . . testi gos son de n u estra s a fi r m aci o n e s . IJo s i s rael itas e n contra b a n en los li b ros d e l o s Profetas, en los S a l m os, y e n los Sapi e n ci a l es m ed i taciones ad m i ­ ra bles para d a r p a s to a su pi edad .

E n el :N u e vo Testa m e n to el m i s m o Jesu c risto pre p n ra el c a m i n o a l as a l m ns co 1 1 te m pl ati vas al i n si sti r e n q u e h a y q u e a d o rar a Dios en espíri tu y en verdad ; a l pasa r l n s n o c h es e n o ra c i ó n ; al m ed i t a r en el H u erto de los Oli Yos la noch e trágica d e su p rendi m i ento.

YR e n m a rcha el c r i stia n is m o , e sta m o d ali dad de l a orac i ó n , q u e lla m a m o s m e d i ta c i ó n , t o m a c u e r po, y los s a n tos Pll fl res l a practica n y recomi enda n . C& si a n o , Sa n .J u a n C l í m a c o , Sa n Bernard o , la escu ela d e Sa n V íctor, Santo Tomás . . y o tro s a u to res e mpiezan a del i ­ n ea r l a fo r m a d t> fi n i ti vH d e la m ed i ta c i ó n y con tem plació n . .

La fo r m a m etod i zada q u e nosotros conocemos data d e l s i g l o XI. Ju a n �Iau lrn rn u s en el Roset u m , los B e­ n erl i ct i n os d e l m i s m o s i g l o , San Ig n a c i o en los Ej erci­ c i os Espi ri tu a l es , San Fran ci sct> d e Sales, l a i n c o m pa­ r a b l e Santa Te resa de Jesús, Sim Juan d e la Cruz , y en el s i glo XVII la esc u el a fran cesa . . todos d a n ya m étodos ncabudos para i nd u ci r a las almas a la m e d i ­ taci ó n y contem placi o u . Hoy , m erced al esfu e rzo de profu n d os teólogos y a los escri tos rl e las a l m a s co n tem p l a ti vas de más alto rel i eve en el m u n d o es p i ri tual , la meditaci ó n y contem ­ plac i ó n , t a n t o adq ui ri d a c o m o i nfusa , s o n pt-rfectam e n te c o n oc i da s . Pero en estas c osas lo que i n t eresa no es tanto el conoci mi ento especu lati vo como el prácti co. Los d e m o­ nios en el i n fi e rn o ti e n en conoci m i entos cla ros d e


Meditaci6n y Contemplación

25 1

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m u chos m i sterios y verrl a d e s rel i g i osas y, s i n e m bargo , están cond enados. La prácti ca de l a s verdades y pre­ ce ptos d i v i n os es la que hace sa n tu s a las a l m a s . *

*

*

I I I . La med i tación d i aria es u n m e d i o efica cís i m o para adela 1 1 r n r e n p e r fecci ó n . L a s ni z o n e s q u e u os i n­ d u c e n a u n a a fi rmación t a n ca tegó rica son e v i d e n tes co m o la l u z d el sol y l a s voy a i n d i ca r , e n ca s i l l á n d o­ l a s en tres a partad os : a l e j a d e la cul pa; i m p u l s a a la vi rtud ; prepara para la u n ión co u Dios, A l ej a de la cul pa. S a n tidnd y cul pa grave son cosas i n com pati b l e s . Las m i s m a s cu l pa s v e n i a l t> s son un es torbo a l a acción d e l a g racia e n !ns a l m a s . C mm to más l i m pi o e s té e l espíri t u de pecado m á s dispu esto s e h a l l ará a In acci ó n d i vi n a s o b r e el m i s m o en orden al cre ci m i en t o en las vi rtu d e s . Si cos , es lo q u e raros . . .

exceptu a m os cie rtos pecados l la m a d os d i.aból i ­ d eci r, q u e se c o m e t e n a c i e n c i a y co n c i e n ci a d e s e hace y p o r odio d i recto a Dio s , peca d o s m u y ; gen e ra l m en te s e cae e n la culpa o p o r i rre­ flexión o por d e bili d a d .

Medicina m ás eficaz c o n t r a l a i r re fl e xi ó n q u e l a m e d i taci ón parece n o pode r d a r s e ; porq u e m e d i tación es todo l o contr a r i o d e i r rPflexi ó n . y si a esto a ñ adi­ m os l o s asu n tos p ro pios de la m e d i ta ción r el i giosa q u e son o los atri butos d i vi n os , o l a s v erdades ete rn a s , o las vi rtudes c r i s tian a s , o l o s m i sterios de la v i da do Jesucri s to o l a V i r g e n San tís i m a . . . ; cose s tod a s a pro p ó ­ sito p a r a engend rar el t e m o r y el amo r d e Dios . . . ; s e compre n d e rá faci l me n t e q ue l a meditación a l e j a d e l a culpa. Es, además, antídoto co n tra la d ebi l idad m o rbosa d e n u estra natu ral eza « Con la mcditaáón, enseñ aba el


252

Luz de Dios

sn u to A h a d ele C l a ra v a l , reconocemos los peli_qros que no.'? rodea n; y co n la meditacióu no..,• evadimos de ellos. » Y en ot ro 1 1 1 g1t ;· d i ce : « L a m editación ensnia lo que nos falta; !! esto q ne n os falta la o ración lo obtiene. » (Serm. I de S. A ndn1a, n. 1 0. ) Pero sobre todos l o s tes t i m o n i os te n e m os el el e Jesu cri sto, S e ñ o r n u estro , el c u a l d i c e a s u s A póstol es: « ViJ? ila d y orad para qtte no caigáis en la tentación » . (Mal. 26. 41 .)

La meditación i n d uce a l a pr ác t i c a p os i t i va de vi rtu d e s . A sí l o asegura San J u a n C risósto m o e n el l i b ro pri m e ro d e s u o b ra « De orand() Deu m » . «A todos

es m rm ifi,,sta, escribe la imposibliidad q ue hay de a bra· ,?rt rse con la virtud y de seg u i r con ella el curso de esta vida sin el a 1u:ilio y la fuerza de la oración » . Y en otro l11ga r: « r¿u ien trata fam iliarmente con D ios, ha de � a lfr a la fuerza una alma superior » . (Loco citato) .

Pa ra a d e l a n t a r en vi rtud se n ec esi ta de l a g r a c i a . Esta es l a p o ten ci a sin l a c u a l , e n el o rd en s obre n a ­ tu ra l , n o pod emos absol u ta m ente nada. Ahora b i e n : l a m e d i tación es manan t i a l i n agotable

d e graci a s a c tu al e s d e l orden d e la santidad. S e g ú n San A gustí n , es lla ve del cielo; segú n San A m b r osio , escudo del alma; s � g ír n San Juan C ri sósto m o , arma po­ derosísima; se�ú n San Buenaventura azo te del diablo; segú n Sa 1 1 to To m á s de A q u i no, armadura, del solda do espiritu al. El ánge l ele l a s E scu el as lo dice claramente e n la Suma 'l'eológi ca : « Es el medio esco_qido por D ios pam q iie a lc a n ce m os la v irt ud » . (2, 2, q, 83, A . 2et 1 5). Y , p o r ú l ti m o, l a m e d i tación prepara pa ra la u n i ó n c o n D i os h asta q u e d a r tran sformados en E l . Po rqu e e s una conversaci ó n , q u e d e d í a en d ía se t o r n a más ínti· ti ma, más a m orosa, y se alarga h a c i é n d ol a conti nuar el ella e n tero aún e n medio de las o cu paci o n es. Y así como el h i e rro e n la fra gua s� e n c i e n d e , se abla n d a , y to ma l a s c u a l i d a des del fuego; a s í e l a l ma, d a d a a l a medi tación d e las cosas divinas, aca b a s i e n d o d el todo


Meditación y Contemplaci6n d i v i n a su pu esta la g r a c i a s o b renatu ra l , q u e e s la q u e debe i n fo r m a r todo el o r d e n d e l a sn n tidad . :M i a l m a s e a brasa e n el a m o r d e Dios a l m e d i ta r , s o l ía repe t i r el s a n t o p rofe ta Davi d . « In med-it a tione mea exa rdescet

ignis» . (Ps., 38) .

*

IV.

*

*

¿ Qué e s , p u e s , la m edi tación . . . '�

Meditac i ó n es u n ej e rc i c i o de l a s potencias i n te ­ r i ores del al m a , por e l cual se c o n s i d e ra a l g u n a ver­ dad d e l a rel i g i ó n , m ed i a n te e l d i s c u rs o del e n te n d i ­ m i e n to, para q u e s e m u e va l a vo lu n tad a piadosos afec tos y se ad o p ten resol uciones de m e j o r vida c r i s tiana. En los lib ros d e pi edad e n contra m o s , a vec e s , c o nf u n didas e s t a s t r e s pala bras : o rac i ó n , m ed i ta c i ó n , y contem plació n . En l a s t r e s hay al go d e co m ú n , q u e s u e l e s e r la materi a ; p e ro en real i d a d s e d istin g u e n perfectam e nte . Oración es toda el eva c i ó n de la m ente a Dios para adorarle o darl e g ra c i a s , o pe d i rl e pe r d ó n de los pecados, o solici tar d e su di vi na bondad algú n

o

beneficio.

Meditación es lo qu e án te s he m o s defin i d o a d v i r­ t i e n d o q ue en ella al parte d i s c u rs i v a es s u b s ta n c i al , si b i e n , como d espués diremos , q u i e n m ed i ta no d e b e q u e d arse en l a s i m pl e e s pec n l a e: i ón s i n o baj a r al terre­ no d e los a fect o s y propósi tos . Conte m p l aeión a d q u i rida (só l o el e el l a h a bl a m o s es u n e j e rc i ci o del e 1 1 te 1 1 d i m i P n to e n q u t:i por c ie r t a i n tui c ió n , s i n d i scu rso , ad m i ra s e d e u n a v e rd<td revel a d a , H compa fi á u d o l e uno o va rio s aft ctos d e la vol u n tad que s e dirigen i ntensam e n te a Dios , e n q ui e n d escansa el a l m a c o m o en s u cen t ro .

aqní)


Luz de o:os La d i s t i n ci ó n es esta : e n la o ra ci ó n , de suyo, se p r e sc i n d e de l a s c o n s i d erac i o n e s ; e n l a m e d i ta c i ó n el e n t endi m i e n to d i scu rre; en l a conte m pl a ci ó n el a cto d el c n te nd i m i e u to es i n t u i t i v o . La m a teria e n las t res p u ed e s e r l a m i s m a y de ordinari o l o e s . De l a d e fi n i c i ó n , q u e acaba m os d e da r d e la m e­ d i tació n , se d e s prende que los a ct o s que la i n tegra n s o n : A ctos de r el i g i ó n q u e hacemos en h o n o r de D i o s , .Jes u cr i sto , la Yirg t n , los s a n t o s ; reflexiones a ce r ca d e D i o s y n u es t ra total d ependencia del mismo p a r a con­ v e n cernos d e l a n e c e s i d a d d e p ractica r las v i rtudes so­ brena t u ra l e s ; estud i o atento de n os o t ro s m is m o s para v e r eu qué p u n t o n o s h a l l a m o s respecto d e v i rtu d e s ; a fectos y 8ú p l i c a s e n cen d iaa s ; ; y p r o p ó s i t o s p a ra p e r ­ fecci o n a r l a vida e n u n s e n t i d o del todo sobrenatural.

Los m étodos e m p l e a d o s con éxito por l as almas, l os p o d e m o s r ed u c i r a t res : C a r m e l it an o ; Ign a c i a n o ; y S ul p i c i a n o . Los n o m b res i nd i can la pr o c e d e nc i a .

El pri m e ro d i vi d e la o raci ó n en siete pa rtes; pre­ paració n , lecci ó n , rn ed i ta ei ó n , contem plación , a cción de g ra c i a s , pet i ci ó n y epílogo. E l segundo rl3d u ce l a o raci ó n a t res p a r t e s ge n e · rales: p r P pa ra ci ó n c u e rpo d e l a m e d i taci ó n , y co n c l u s i ó n . La p re pa r a c i ó n abarca l o s p re l u d i o s , y el ped i r gracias p a ra h a cer bi e n l a m ed i t a ci ó n ; el c u e rpo d e l a m ed i ­ taci ó u i n cl u y e e l ej e r c i c i o d e las tres p ote n c i a s ; y la co n c l u s i ó n , l a r e ca pi t u l a ci ó u o epílogo, l os afectos y e l

e x a m e n d e l e j e rci cio de o ra ci ó n q u e ¡icaba de hace rs e .

B I t e r c ero e s m á s d et a l l ista . C o m p r e n d e , c o m o el n n t e r i o r , tres gra n d es pa rtes; prel udios, c u e r p o de l a o ra ci ó n , y c o n d u s i ó n . Los pre l ud i os i m p l i can po n e rse e n la p re s en ci a d e D i o s , h a cer a ctos d e contrici ón e i m p l o rar la ayuda clel ci e l o ; e l c u e rpo de la ora c i ó n exige ad o ra c ió n , c o m u n i ó n y c o op e r ación; y la co n cl u ­ sión abarca acción de graci a s , d olor por l a s fal_tas co-


Meditación

y

Contempiación

metidas en la ora�ión , d eseo e x p r e so de q u e Dios be nd i ga todos nuestros a ctos , selección d e los p e n s a ­ _ m i entos habidos e n ln o ra ci ó n , pa ra recorda dos e n t r e d ía , y , por tí l t i m o , ponrr todo e n m a n os d e la santí­ si m a Vi rgen rezand o el « Su b tu u m praesidimn» . . . Pod ría mos e x p l i car c a d a u n o d e estos d etalles; pero , por una parte, son tan claros que con solo e nun­ ciarlos se compre n , y, por o tra , es preci so que las almas se den cuenta q ue todas estas i n d i caciones 1 w son más q u e med ios a los c u a l e s no d e b e m os esta r tan a m a­ rrados que nos rob e n l a li bertad de acc i ó n cuuudo de otra manera se saca pro vecho d e la medi taci ón. *

*

*

V . Si n e m b a rgo, j uzgo de n ecesi d a d deci r algo acerca d e la preparación r e m o ta ; d e l a cto mismo d e la meditación ; y d e las co n clusiones o propósitos. La prepa ración r e m ota consiste e n el cuidado h a ­ bitual d e evitar peca d os y d e v i v i r c o n recog i miento d e s e n ti d os e n tre día, a lo q u e pod ría mos 11 f ü1 d i r que, su puesto que l a med itación es un ej e rcicio discursivo sobre los atri buto;; d i vinos, verdad es y m i s terios de n uest ra sacrosanta r e l i gión, vi rtudes y acci ón d e la g racia sobre las a l m as . . . el que med i ta d e b e p ro c u rar l os conoci mientos n ecesarios para e sta s m ed i taci o n es.

No ignoramos que cuando Dios l l a m a a una al m a a la oración d e m ed i tación , mucho más s i e s a la con­ templación, l e d a i d eas, conoci m i e n tos, en gen e ral , ci erta ci encia i n fu sa q u e le s u mi m stre m a teria de m e­ di tación en todo m o m e n to . P e ro el a l m a no d e be espe­ rar e n u n 1m · d i o del todo 'g ra tuito, como es la ci enci a i n fusa, la cu al Dios da a q u i e n q u i ere y co m o q u i ere ; si n o que ha d e procu rar instruirse lo m ás a fon d o que pued a en c uestiones íle moral y dogma para amlar co n más seg u ridad d o ctrinal en lo q ue m ed i ta y l e c para tener


256

Luz de Dios

abun dancia de pen sa m i e n tos y no encontrarse en el c ue r p o de la m e d i taci ó n sin saber qué h a cer, abu r ri d a , fasti d i ad a y con g a n a s d e aba n donar cuanto antes l o q u e es tá haci e n d o .

Claro q u e , c o m o d i r é d e s p u é s , la parte pri nci pal e n la m e d i t a c i ó n no l a t i e ne e l d i s c u rso s i no l a v ol u n ­ tad ; pero n o hay q u e olvidar ::¡ u e e l e n te n d i m i e n t o , y p or consi g u ie nte las i d ea s , flS la pu e rta de la vo l u ntad . De lo desco n oc i d o nada a m am o s . cNihil volitum quim p re cognitum .,, dijeron los Ia ti n o il . A d e más, tom a ndo e n c u e n ta a q u ello q u e d i ce n l a s d i v i nas Escri tu ras q u e « la m uerte del alma en tra m u ­ ch as veces

por l a

ventana d e los sentidos » ;

(.Jerm. 9.21 )

q u e l a s i m p re s i o n e s q u e por los s e n tidos s g reci ben perdura n tenaz m e n te; q u e c u a n to más d e m os a l a vida exte rio r m e n os n os q u eda para la i n te ri or . . . todo aquel q u e desee l l e va r vida d e oraci ó n n o d eb e , en modo alguno, abusar d e la vida d e los s entidos sino usarlos sólo para lo n ecesar i o .

Quere r verlo tod o , o í r l o tod o , g u starlo todo, co me r m u cho, d o r m i r m u c h o , rega l urs e mucho y t e n er u n a b u e n a m e d i tación d i a r i a , l i bre d e i m perti nencias de l a i m a g i n a ci ó n . y l l e n a d e fe rvores, es cosa, h u ma n a m en ­ te h ablando, i m poE i b l e . Qu i z á e s t e desen freno d e s e n tidos s e a la cau sa por la cuul hay tan pocas p ersonas q u e g u s te n , com o es d ebido, d e l a m ed i ta ción d i a r i a y, por lo m i s m o , que l a d es e e n v i v am e n t e . Van a m ed i tar, pero e n la m e d i ­ tación n o se les ocu rre nada ; s u m e n te se l es va mu y l ej o s ; y con la m e nte e l c o razó n . De ord i n ario, l a c r n s a d e e s to e s l a v i d a poco r e co g i da d e pote ncias y s e n t i ­ d o s q u e o b s er v a n e n tre d íá. E s to sobre la p re paraci ó n remota . *

*

*


Meditación y Contempiaci6n

251

V I . E n e l c u e r p o de la meditación han de j ugar las fa c u l ta de s del al m a , m em o r i a , en te n d i m i en to y vo­ l u n ta d . La memoria r e c o rd a nd o y p ro po n i e n d o la m a ­ teria de l a m ed itac i ó n , n o p e r m i ti én d o l e d i vagar d e u n a a o t ra parte co m o u n a loca. 'l' o c a a l e n t en d i m i e n to discurri r sobre la v e r d ad propuesta; convencerse a ·

fo n d o sobre el l a ; p o n d era r los m o ti v os que ha n d e i n d ucirnos a a borrecer e l v i ci o y a a mar l a v i r t u d ; pesar las c i rc u n s ta n cias q u e r o de a n el hecho histórico

e n q u e se m edita; las p a l a b ras de los p er s o n a j e s q u e i ntervie nen ; lo s e f e c to s s e g u i d o s . . . Y t o d o e s to c o n l a m i ra p u es ta e n l a vol u n ta d , es d ecir, e n m o v e r l a u a f e c t o s , d eseos, s ú p l i ca s , resol uciones, p rop ó s i t o s , en m i e n ­ da d e la vi d a , práctica de vi rtu d e s . Teniendo la meditaci ó n , como fi n p r e d o m i n ante , no la s i m pl e conte m plación es p eculati va de una verdad cri stiana. si no la a d a p ta ci ó n de n u es t r a s a cciones a lo que pid e u na vida p e r f e c t a y santa; el fruto p r i n c i ­ p a l d e toda meditación d e be s e r e ste : c o r re g i r d e f ec t o s y p e rf e c ci o n a r v i r t u d es . No perda m os n u n <'a el e vista es ta finalidad de la m e d i t 11 ci ó n ; pues por n o hu bHla te n i d o pres e n te m u c h a s a l m a s , al c a b o d e a nos en q u e se h a n ej e r c i t a d o e n m e d i tar, se e n c u e n t r a n ta n vacías el e vi r t u de s y tan

llenas de defectos como

al

pri ncipio.

i m a g i n a ci ó n ni a l e n t e nd i mi e n t o h ay p r e p on d e rancia q u e l a q u e t i e n e n . Son m ed i os para l l ega r a l a voluntad . Y es ta, u n a v e z convencida , n o d e b e q u e d a r s e irresoluta; tampoco en la s i m pl e fruición d e la d e voción se n s i b l e ; mucho m e ­ n os en cie rto e m b oba m i e n to q u e a n a d a c o n d u ce . Si n o q u e h a d e ej erci tarse e n actos d e a mor d e D i os , d e la vi rtud, d e o d i o a l vi c i o . Ha d e i n cu bar, s i e s que n os es lícito hablar el e este :n o d o , tod o el d ía e n es os momen tos de la m ed i taci ó n , es d e ci r , q u e d e be lla m a r a c ue n t a s a todos l o s actos q u e p ro bab l e m e n te realice;

Ni

a

la

que dar mayor

·


258

Luz de Dios

las circ u n stn n cias fa vorables o d e s favo rables para la vi rtud en q u e p u ed e ser que se e n c u e n tre e n e l t ra ba­ j o . . . ; los p e l i g ros c i e r tos o d u d osos; las s i m patías q u e d o m i n a n ; l a s pasiones q u e d e l a l m a se e n s e:tlorea n ; las virtudes q u e d e s e a conseguir; e n u n a pal a b ra , p r e ­ v e e r e l d ía y , d e a n t e m a n o , tra zar u n a n o r m a d e c o n ­ d u cta del t o d o aj ustada a la v i d a sobre natural '.q u e s u e stado l e e x i g e o q u e q u izá, una m oción particular d e l Espíri tu d i v i n o , l e recl a m a . . . Tod o esto proc u r e , q u ie n m ed i ta , aco m pafl arlo de actos d e 11 m or a Dios; menospre cio d e si m i s m o ; peti­ ción d e g ra c i a s ; y d eseos d e re p aración por los p eca · d os p ropios y aj en os . . . ; y v e rá c o m o , i n s e n si bl e m e n te , casi s i n d a rse c u e n ta , a d ela nta e n la m e d i tación y e n los frutos q u e d e ella s e re porta n . P ues e l m i s m o a m o r d i vi n o q u e la m e d i tación e n ci ende e n la volu ntad J a· i m p ul sará a tom a r resol uciones y a for m a r p ro pós i tos i n q uebrantables en orden a la más rápida san t i fi cación personal. *

*

*

VII. Te r m i n a la m e d i tación co n u n brevísimo exa m e n d e l a con d ucta que se ha observado en l a misma y con la fo rmación d e u n pequeño ra millete de pensa m i e n tos d e aquell o q u e más ha i m presionado e n la m e d i ta ci ó n pa ra traerlo a l a m e moria e n tre día a la m a n era d e j a culatori a o pres e n cia de l a h o ra d e com u ni­ cación d i vi n a q u e se h a teni d o e n l a m añana. Esto es d e gran i m p orta n cia p a ra que la m e d i tación n o sea u n acto ai sla d o del día si n r e l a c i ó n con el resto del mism o , si n o como u n marco d e vida sobrenatu ral d e n tro d el cual nos m o v a mos y obre m o s consta n t1:: m e n t e . *

*

*


Meditación

y

Contemplación

259

VIII. A pesar d e estas n o r m as t a n cl a ras y pr e ci s a s n o e s posi b l e q u e s i e m p r e s e rea l i c e la m e d i tación s i n t ropiezos, c o n fa ci li d a d , nadan do en consolaci ones, a rd i e ndo en d eseos san tos y e n fe r v <o> res d i v i no s . La e x p e ri e nci a nos ac r e di t a a t o d o s todo l o contrari o . No es cosa fácil pe r m a n ec e r en l a med i ta ci ó n sin d i strac­ ciones de mil g é n eros, sin d i fi cul tades de toda índole , no o b s ta n t e el e m p e ñ o que , para hacerla b i e n , ponga mos. ,

,

Por eso v a m os a e s t u d i a r y a dar n ormas para que esa s d i fi c u l ta d es n o fruste u l os res u l t a do s sa n ti fi ­ cadores d e una m ed i tación b i e n hecha. Gener&l rnente se h a c e l a med i tació n l e ye n do p r i ­ m ero los puntos doctri nales o ascéticos en a l g ú n l i b ro . Sobre esto d e b e m os ad v e rtir; p r i m e r o , que n o e s de n eces i d ad a bsol u ta la lectura , sobre to do para aquellos q u e tie n e n s u fi c i e n t e v e rsaci ón en la ma teria que m e­ d i tan : s e g u n d o , que la l e o tu r a es 1 1 1 1 m ed i o y q u e e n donde se e n cuentre i nspi ra ci ó n o i mpulso d e la gracia al lí d e b e el alma detenerse, s a ca n d o el j ugo espi ri t ual , como o rd i n a r i a m e n te d ec i m os, a lo que la ha m o vido i n teriormente: te rcero , que en l u s l i b ros d e m e d i ta c i ó n , n o debemos b u scar se n t i m e n ta l i smos sino doctrina sól i ­ d a d e d o n d e p o d er e x t ra er v i rt u d e s m a ci z a s y robu stas .

da

Seg ú n el s a n t o profeta D n v i d en

la paz »

(Ps. , 6'5}. ,

,

« Dios

jijá

su

mora­

La paz i n t e r i m· es d e n ec e s ida d para la m e d i tació n . M uchas veces n o te n e m o s paz con nosotros mismos y esta es la causa d e que no podamos hacer bien la me­ di tación . Perde mos la paz d i ce San Bernardo: p or la c u l pa que re m uerd e , el sent i d o q u e codicia, el c u i d ad o q ue p u n za y el tropel d e va n os p e n sa m i e n t os que t u ruan l a fa ntasía. E n e stos casos solía dar este co n sej o e l gran San Fe l i pe N e ri : « A n d a , :t'íate d e D i os y n o d is c u r ras » .


Luz de Dios

260

Pero, a u n q u e no hay q u e d i s c u rri r , no por eso h e m o s d e tra n s i g i r, s i u o d ecl a ra r gue rra a m u e r te a l o q ue c o m pn· n d a m os q u e nos r o b a la p a z i n te r i o r .

La s d i s tracciones c o r t a n d e ra i z l a m ed i taci ón . Son el ca lm l l o de b:.üal l a d e los q u e c m p i e ztlll a m e d i tar. Las fuentes d e las d ist r ac ci o n e s s u e l e u s e r : o l a viv e z a d e l a i maginaci ó n , o fa fa l ta d e re cogi m i e n to e n t re d i a , o el e x ceso d e o cupa c i o n es y preocupaciones , o l a s tentaci o n e s d el d emonio.

Quien pasa el tie m po d e st ina d o a la m e d i tación venc i e n d o d i s tracci o n e s , hace i u d ud n b l e m e n te una o ra­ c i ó n agrad a b l e a Dios. S i n e m b¡_¡ rgo, es p r e f e r ib l e cor­ tarlas e n la ra í z , secar la fuente de las m i s mas p a ra lo c u a l a y u d a en gra n m an e ra: to m a r en el acto d e la m edi taci ón u n a posición q u e no s ea ni m uy cómoda ni m uy i n có m od a , porq u e lo p r i m e ro i nduct! a la som­ nole n cia , y l o segundo, i n q uieta y roba l a tra n q u i l i d ad ; mortificarse de u n a manera sensible d e vez en c u a n do c o m o po n i é n d ose d e p i é o d e rodi 1las o d á n dose a l gú n p e l l izco en los brazos; no t ra baj a r en e l día c o n a b u s o s i n o prud encia l m e nte; guard a r p r es e n cia d e Dios, l o m á s intensam e n t e que sea posi b l e , e n las ocupaci ones d i a­ rias; s er metó d i cos y ordenados p ara tod o ; h u i r d el noticierismo que i n d uce a u n a v ida d e puras i m presio­ n es; y por l o que r e s p ec ta a l a s te n t a c i o n es estar s e g u ­ ros de que j a más s e r e m os a tormentados por e l d e m onio s ob r e lo que n u e st r a s fu erzas alcancen . ,

N o pocas veces, e n l a m e d ita ci ó n , el a l m a s e en­ c u e nt ra seca como u n pal o , s i n afectos, sin id ea s , sin e nt usi a s m o Co rre entonces, la perso n a q u e m e d i ta , el p elig ro de abandonar l a prá ctica piadosa que a n tes m ira b a co m o a l go i m p r e s cin d i b l e y n ec es ari o d e toda neces i d a d . .

Las sequedad e s p ro \· i e n e n d e fal ta d e l u z y de consuelo i n terior. Lus ca usa s que las moti van son m u y complejas. Indico algunas: carencias de id eas o d e ins-


Meditación y Contemplación

26 1

t r u cción rel igi osa , t i b i e z a , i n d i s posici ó n cor pora l , mal uso d e los c on su e l os d i v i n os , D i o s q u e pru e b a al a l m a

Los rem e <l i os f recu e n te y s a n a ; h u m i l l a rs e d e m i l con formi dad con

sa l ta n a l a v i s t a . Lec t u ra espi ri tual m u ch a d e l i cadeza y p u reza d e a l m a ; m o n o s ; fom c n t n r l a resi g n a ci ó n y l a la vol u n tad d i v i na ; n o a b ati rse n i

cercena r u u m i n u to s i q u i e ra n i t i e m po d e s t i n a d o u l a ora c i ó n ; e s p e ra r e n pa c i e n c i a con vencidos d e q u e d e be­ r n o s s e r v i r a Dios p o r D i os y n o por sus c o n s o l a c i o n e s . Ba s ta q u e rer a m a r a D i o s para a m a rl e ya . E l m á s per­ fecto a c to d e a mo r a D i os es el de con fo rm n r tota l m ente n u estra vo ' u n t a d con la s u y a . ¡ Qué b i en s u e n an e n e s t a s oca s i o n es a q u el l a s p a l a b ra s d e l s a n to E vn n ge l i o d i c h a s a p ro pós i to d e l a s sequ e d a d es 1 1 0rro rosa s q u e a t m m e n ta ro11 a l Red e n tor d e l o s l w m b rt'S en Geh tse­ m n n í : « Fa c tus in at: rm ia proZ.i :J.:ius orába t » . C u a n d o es ta ba a go n i z a n d o o ra ba la rga m e n te . (Luc. 22. 12. ) « No n m e a volu ntas ji a t . . . » Q u e n o s e haga m i voluutud s in o la v u e s tra . . . ( Loco citato .) *

a

*

*

I X . La m e d i tn c i ó n d ia r i a l l eva , como d e la mano, la con t e m p l n ción adtjuirida. Iu t encional m e n te

d eci m os

adqu irida p a ra d i s tin ­

g u i rl a d e la i n f usa . En es tos ú l t i m os ti e m pos &e h a d i scu tido a p asi o n a d a m e n te s o b re l a pos i b i l i d a d , o n o po�i biliclad, rl e adqu i r i r , por e s fu e r z o pe rson a l , l a con ­ tem plac i ó u .

Este l i brn n o es d e co n t rn versi a . Pero n u e stro m o­ d es to s e n t i r e s d e q u e ex i s t e lo q u e m u chos l l a m a n c o 1 1 t e m p l n c i ón a d q u i ri d a p e r fe c t at rn.'.' n te d i s t i u ta d e esa o t ra q u e c o 1 1 oce 1 1 1 os 1�on el 1 1 o m b re de i n fmm . Ya i n d i­ caré desp u é s , a u n q u e s ea de paso, l a s n o t a s que d i fe­ ren cian a una de la otra .


262

Luz de Dois

Colocada l a cuestión en el terreno s i m plem ente especulativo parece tem era rio el n egar la posi bilidad de adqui rir la conte m p l aci ón . Pues, los actos repetidos, en­ gend ran l a faci l idad j u ntam ente eon los háb itos; y l os hábi tos hacen que las operaciones de las facultades s u p e riores se real icen en fo rma ra pid ísima y com o intui­ tiva que es lo que se requi ere para llegar a la con­ tem plación ad q u i ri d a . M i rada la cuestión en el terreno práctico, son tan tos de tanto peso los autores q u e defienden la posibil idwl ; q ue la contem plación ad q u i r i d a nos parece certísima. Cita ré solo algunos.

y

« El pr imer m o do d e con templa r, proviene de la h u m an a industria » , (De co11 templ. l. !í , e , 2.) dice Ri­ carclo de San Víctor. Sa n to Tomás a segura que « el hombre lle_q a prof¡resii:amente por medio de m u chos actos a la in t u ición de la verdad p u ra . » (Sum . , 2. 2. q. 180 a. 3.} Sa nta Teresa habla frecuen temen tl· de un•i c o n templa­ ción r¡11e se hall a a n u estro al canee. ( Ca m i n o de pmjec­ ciún , c. 2c· Vi da e 12.) BenPdicto XI V lo d a por su­ puesto . (De Ser v . , Dei Beatificatí one, L. 3. c . 26, n. 7. ) San .Juan d e la Cruz en sus obras lo deja tra sluci r. Y

hasta los san tos Padres y Doctores , siguiendo las divi­ nas Escrituras, exhortan , como cosa natural y a nues­ tro alcance, a la contemplación por la práctica de la meditación frecuente . .. Por o tra parte, si bien se o bserva, dice el Padre Pou l a i n , la psicología de toda medita ción profu nda, se echará de ver facilmen te que ella conduce al descubri­ mien to de u n a verdad, en cuya con templación se detiene el en ten dimien t o , admirado, al instan te de h allarla, y aun­ que esta contemplació n sea tra nsitoria, s i mucho se repitie­ ra se constitu iría en h a bi tu al y tendríamos el es t a do con­ templatfr o . » ( Des graces d' oraison, p. I, c. 2. 2.)

Se da, la contemplación adquirida. No es fácil des­ cubrir el momento del tránsi to de la meditación a la


Meditaci6n y Contemplación

263

contem p l ació n , porque el cambio n o es repe n ti n o s i n o grad ual , u o e s p e r m a n e u te, so bre tod o a l pri n ci pi o , s i n o c o n a l t e rn a t i vas; p ero , seg ú n Sa n J u a n d e la Cru z , huy señales fij as, las cuales , cua n d o existen , d escubren al al m a l l a m a d a por D i os a la conte m p l a ci ó n . Son estas : i m posi b i l i d a d o n o table d i fi cu l tad d el a l m a en el pro­ ced i miento d i scurs i v o ; d i sgusto y d esvío a l p e n sa r e n asun tos pa rti cula res , y m á s s i s o n d e e n t reten i m i ento ; d escanso y provecho con estar p e n s a n d o a sol a s , puesta su atención a m o rosa en D i o s . Esta ú l ti m a cuali d � d o d i s posic i ó n e s l a q u e d i s­ ti n g u e In c o n te m plación n d q u i ri d a d e la i n fu sa . La co n te m pl a c i ón a d qu i ri d a es como térm i n o y con s u m a ­ ci ó n d e l estado a scéti co d e l a l m a y , por l o tanto, I n conte m p l ación l l eva e n s í la qui etud d e l q u e ha tri u n ­ fa d o , l a paz, e l g ozo. E n ca m b i o , l a conte m plación i u fu sa e s com i e n zo de una n ueva v i d a , de l a v i d a m ísti c a , de a q u í q u e , e l go zo d e la conte m placi ó n es con a n sia d e supera ci ó n en el am or, y e sa ansia , d ol o ­ rosa y gozosa a u n m i s m o tiem p o , ti e n e m uc h o d e p u ri fi ca torio para e l a l m a d i spon i é n d o l a , así, a grados m ás altos de o raci ó n . A d verti m ci s c o n S a n ta Te resa q ue e s 1wlig roso dtdi­ ca rse a la c o n templación cu ando Di o.,· a e ll a no llam a . ( Vida e. 12.) Pero n o dPJamos de reco n o cer, co n Sa n .litan de la Cruz, q u e es malo no ]J o nerse en contemplación wando en realidad u n o siente el llamamiento divino a la m isma. ( S u liúla, Prólogo lib. 2, c. 13.) La con te m plación d i sta m u cho de ser ocios i d a d , i n d ol e n ci a , qu i e tismo d e l a s fa cultad e s superi o r e s . Todo l o con tra ri o, es a cti vi dad i n tensa d e d ichas potencias sobre s u obj eto que es D i os m is m o . Pero es p reciso tener n o rm a s y pri nci pios a seg u i r en este esta d o del al m a para n o d e generar en s e u ti m e n ta l i sm os , i lusi o n e s , o boberías que h acen rid ícula y perniciosa l a m e ­ d i taci ó n . *

*

*


264

Luz de Dios

X. Vea m o s e l ohj eto d e l a contem p l a c i ó n ad q u i ­ r i d a , r ns proced i m i entos, su fi n , e l sujeto , l o s g ra d os . . . : todo b r e v í si rn a m e n te p u e s nuestra i n te n c i ó n es solo d e ap u u ta r i d e a s . El obj e to d e l a con t e m p l ac ión s o n la s pe rfec c i on e s d i vi n a s y t o ci o l o q u e res pecta a l a H u m a n i d a d s a g r n da de .Jesucri sto , co m o lo d i c e Santa Teresa , a ú n refi ri é n ­ d ose a l a conte m pl a ción e x r ra o rd i 1 1 a ria . ( Vida c. 22. Lo son l a s pe rfec c i o n e s de D i o s re f l ej ad a s e n las c r i a ­ t u ra s. T o d o l o q u e pu e d e ser m a te ria d e m ed i ta c i ó n ascéti ca. c Lo que la meditación busca, la contempla ción lo h alla "' d ij o Ri cardo d e San Y í c t o r . ( De claustro animue.) L o s p ro ce d i m i e n tos s o n rl os: d i sti n to e i n d i sti n to s rgú n q u e v e rse sob re u n miste r i o , a t ri bu to o b E: n efici o d i v i no e n p a r t i c u l a r y c o n d e ta l l es ; o b i e n se re fi e ra a la d i v i n i d ad o a l os atri b u tos divi n os, e o n si d e ra cl o s d e u n m od o s ll p e r i o r y e n confn ,.o. A fi rm a n d o toda p e r­ fección e n D i o s o n egando toda i m p e l' fe c c i ón e n El . El fi n a q u e a s p i ra la c o n t e m placi6n a d q u i rida es c l a u n i ó n a c t i va » con D i os por e l r e fu e r zo de l a s v i r t u d e s fe , e sp e r a n z a , y cari d a d . L a p ri m era c o n forma nuestro enten d i m i e n to c o n e l d i v i n o; la te rcera, une n u e stra vol u n tad con la bon d ad divina; y l a seg u nda, nuestros d e s eo s y aspira c i o n e s con el b e n e p l ác i to di vino.

L o s efectos n o p u e d e n s e r m á s p rove cho sos para el al m a contem plativa . M ayor i l u s tr a c i ó n sobre las ver­ d ad e s de l a fe y arr ai go e n la m i s m a ; el a l m a conoce más i n ti m a m e u t e sus d efe ctos, su nada , l a s resolucio­ n es q u e d eb e a d o p t a r , y l a necesidad que tiene d e l a gra cia; e n cu entra p a z y co n fi a n z a en Dios e n m o d o p r ofu ndísimo; s i e n t e vivísi m am e nt e el d e s e o d e entregarse a D i o s ; quiere, con fi r m eza, el c u m pl i m ie n t o d e sus d e · b e r e s y cua nto conoce ser g rato a Dios. A d vi rtamos que l a c o ns o l a c i ó n d i vi n a no es con · secuencia necesaria de la contem p lació n .


Meditación y

Contemplación

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El suj e to d e l a co n te m pla ci ó n h a d e reu n i r estas c u a l i d a d es : ca pacidarl n a t u r a l y s o u re n a t ural ; d o m i n i o d e pa s i o u es y t e r re na l e s a fectos ; sos i ego y pu reza d e espíri tu ; h a b e rse ej ercitado, con pro vecho, por l argo t i e m po, en la m e d i t ación , prác:ti ca de jaculatorias, y prese n ci a de Dios . Grad os, propia m e n te dich o , n o existen en la con ­ tem plación adqu i ri d :i ; p e ro sí, c i ertas m o cl a l i 1 l a d e s d i s ­ ti ntas q u e pod ría m os d escu brir: e n la « nrn ción de s i m p l e m i rada » q u e c o n s i s t e en estarse el a l m a con u n a v i sta i u te ri or y a m or osa , fija e n Dios o e n Je a u c r i s to , pro­ rru mpiendo e n a fectos ; e n l a « ornci ó n d e re cog i mien t o >> q u e co n s i s te e n a d e n t ra r s e el a l m a e n s í m i s m a a sol a s con D i os . ¿ No sabéis, dcc ia San Pablo, qnc sois templos del Espíritu San to . . . ( 1 Cor , 8 . Irr ) a m á nd o l e i n ten· s a rn e n te , e n es te estado d e u n i ó n ; en la « o ración d e qu i et u d ,, , a s í lla mada por l a paz y s o s i e g o del a l m a y p ri n ci pa l m e n te la volu n tad q u e está co m o e n su cen­ tro de sc a n s a n <l o e n D i os , s u B i e n s u m o ; y , final m e n te , e n l a « 0ra('ióu de u n i ón » que con siste e n s e n ti rs e e l a l ­ ma t:rn u ni d a al Espír i tu d i v i n o q u e éste , e n n osotros y por nosotros , cl a m a a l Pad re con g e m i dos i n e n arra­ bles . *

*

*

XI. Si m e p re g u n tase n s i es l íci to a s p i r a r a esta oración d e con t e m plación . . . , contesta ría redondamente q u e sí. A u n q u e reco n oce rn o s que n o tod as las a l m as podrán ser con te m plativas; pues por u n a parte , la con · t e m pl a c i ó n es neto esencia l m en te i 1 1 telectual y no a to­ dos a ca b id o en su e r te un e n tend i m i e n to s u fi ci e n te m en te a pto p a ra e l l a , au n q u e s ean v i rt u osos; por otra , la c on te m pl a ci ó n n o s e merece d e c o n d i g n o , s i n o d e con· gruo; y por otra , tam poco es d e n ece s i d n d absol u t a para l a sa n ti fi ca ción .


266

Luz

de Dios

Si n e m bargo , a veces e xi � te la co ntem plación en al m as d e esca s l si r n a c u l t u ra y rapaci d a d i n telectu a l , y q uizá por no poder a b arca 1· m uc h a s ideas s i n o u n a sola . y esta c o n fuerza , se d á en e l l a s fác i l m ente l a contem placi ó n . De todos modos , q u i e n s e e n tregue a la con te m ­ plación t e n ga prese n te estas i nd i caci o n e s : com i en ce s i e m pre con la med itaci ó n discursiva ; l l e v e preparada s algunas i d e a s d e estas q u e m u e v e n a afectos; no s u ­ pri m a los afectos , p r o pósitos y sú p l i ca s , si puede; n o fu e rce o v i o l e nte el e s p í ri t u b u scando refl ex i o n es; con­ té ntese co n m 1 a m i rada a m orosa a Dios o a las cosas d i vinas; ceda a los afecto!' d e a m o r , alaba n za , gra ti tud , arre p e n ti m i e n to . . . ; c u a n d o cesa la vena d e la c o n tem­ plació n , vuel va a la m e d i ta ción ; al te rm i n a r la con te m ­ pl n c i ó n saque alg u n as r e sol u ci o n e s p rácticas l o m á s d etal ladas q u e l e s e a pos i b l e . G n a a l m a co ntem plativa da m a s gl ori a a Dios q u e m i l es d e l a s q ue se c o n t e n ta n con l l e v a r una vida s i m pl e m en te e n g racia d i v i n a . Procu re m os ser a l m as d e m ucha o ración y habre­ mos asegur a mos la p e rseverancia e n el bi en o b r a r y con ello la santi ficación y salvación eterna . A s í sea .


CA PIT U LO X V .

DE LA PRESENCIA DE DIOS «Am bula comm Deo et esto perfcctus » .

(Gens. , 1 7 . 1 .)

«

!!

S UMA RIO:

A11 dri serás

la presencia de lJios petfecto .,, . ..

en

[.-Nociones so bre la v ida espiritual. Los i r e s peldaños. ll. - Dios mira el a lm a . Buen pas tor. [[[.-Bienes q11e reporta a l alma de la m irada divina. l V. - Debemos m ira r a Dios. Motivos. V. - En qué consiste. Mirada n a tu ra l; sobrena tu·

ra l. afectiva co n a dve rte ncia de que Dios nos m ira. VI. Por via de fe. De repre.� en tación sen· sible. De recogim iento in terior. Vll.-lndicacio· nes J•rácticas. -

I. D i os es Ja vid a. En E l , l a esenci a y l a exis­ tencia son u n a m i s m a cosa. La v i d a d i vina n un ca se acaba; es eter n a . Dios se conoce y a m a necesariam ente. S n v i d a es esto : cono cerse y a marse a sí mismo sin i n te r m ed i o . Dios g u sta d e com u n i car a l a s criatu ras las d i sti n ­ tas m a nifestaciones o propied a d es de su vida . C uanto existe es u n vestigi o d e la vi d a d i vi na . Nosotros, cread os p o r D i o s , l l e vamos, m etida en e l s ér, la v i d a d e quien n o s creó.


268

Luz de Dios La n uestra es \" i d a o rgá u i ca , racional y sobre n a­

t u ra l .

P rop.i a m e 1 1 te h a bl a 1 1 d o , sól o d eb i é ra m o s l la m a r v i d a aquella q u e n u n ca te r m i n a ; p o r q u e é s t a es la q u e m ü s se a se m ej a a l pri n ci pi o d e d o n d e p r o ce d e toda

a

vida p a rt i ci pad a .

De l a s t re s v i d as q u e consti tuy en el s é r h u m a n o , orgá n ica, raci o n al y sohre n a tura l , e s ta ú l ti m a e s Ja q u e c•x i g e, co n m ás p ro pi e d a d , el n o m bre d e vida. P o r q u e l a co n st i t u y e la g ra c i a , y Ja g racia, según Sa n to To m á s , es «R ermen de yloria » , y según San Pa b l o , << vidrL eterna

Quien

en

.Jesucristo » . (Rom . ,

6.

28.)

j u s to e n e l s e n ti d o q u e a l a pa l a · bra j us ticiu , a saber: s a n t i dad , s n p e ru bu n d anc ia d e gra d a y v i rtud es; vida m á s q u e h u m a n a , sobre h u m a n a ; y aún más que a n gél i ca , d i v i na . v i v e e s ta v i d a

es

la d i v i n a E sc r i tu ra y S a n tos Pad res a s i g n a n

D e s d e el m o 1q e n to e n q u e som os j u � ti fi cad os por l a p r i m e r a g r a c i a que s e nos con fi ere en el santo bau­ t i s m o , e l a 1 1 h e l o m ás vivo y p e r s ev e r a n te d e n u estras a l m as d ebiera ser, pon er e n j u eg o cuan tos m ed i os tie­ nen a mano para sobre n a t u raliza rse por c o m p l e t o . N u estra suprema fel i c i d a d consiste en ord en a r , por lo menos r e m ota m e nte , c a d a a c to de l a vida a Dios; pero si lo h a c e m os p r ó x i m a y a c tu a l m e n te , l l e n a m os , a satisfa cci ó n , lo q u e el S e ñ or nos p i d e .

E l h o m bre vive, e n t o n c es , no s ó l o p a s i va si n o acti rn m e n te v i d a es p i ri tu a l , t r a z a n d o en cada i n stan te n u e vo s y m ás fi r m e s creci m i e n tos en e l a m or d e D ios . V i d a e s p i r i tu a l n o es otra c o s a q ue t r a t a r de v i v i r c o n f o r m e a l a s n o r m a s e v a n gé l i cas; ren u n cian d o a los p l a c e r e s del s r n ti d o ; ha ci éndose cua n ta violencia e ea

ne ce s a ri a p a ra con fo r m a rse a Jesu cri s to , m od t- l o d i v i n o , s i n c uyos ra s g os e spi ri t u a l es nad i e p u ede entrar en la


De Ía: presencia de bios

269

gloria; p ro c u ran d o esto, e n tal forma, que el al m a , de claridad e n c l a r i d a d , l o g r e u n i rse , pa ra s i e m pre , con J e s u c r ia to , y, en lo que es d a b l e , a hu mana c ri a t u r n , fo r m e c o n El un sólo t!spí r i tu . La pl e n i tu d d e l a vida espi ri tu a l n o e s otra cosa q u e esta u nión con J e s ucristo. Deseo v e h e m e n tísi m o de las al m a s b i e n n acidas, pa ra cuya reali zación b uecaron a J e sús e n e l c u m ­ pli m ie n to de la l e y ; huy e rn n d t' l pe ca d o ; comba t i e­ ron hasta el ú l ti m o resabio d e c u l p a ; tratu ron de crecer e n gra c i a ; se esforza ron por a r raigar l a ca r i d a d e n el e sp í r i t u ; e h icieron c u a n to p u d ie r o n por a l c a n z a r la m e d i d a d e l « Varón perfecto» de q u e h a bl a San Pabl o .

(Ephes., 4. 13.)

Tres peld años hay, perfecta m e n te d e fi n idos, e n esta escal era a sce n d e n te : e l d e l os n i fíos; e l de l o s p ro­ ficiente s ; y e l de los a d u ltos . Están , en el pri m e r o . l a s a l m a s que, gusta n d o d e la gracia, a pe n as s i co n ocen y apre c i a n l os dones d e Dios; v i v i fi cadas p o r e l d i v i n o Espíri tu , v i v en segü.n é l , pero d e u n modo h u ma n o, carna l , 11 0 s i e n t e n l a s cosa s de Dios. Las violenci A s q u e han d e hacerse para segu i r l os pr i nc i p i os d e l a f e s o n e n o r m e s . Tienen p er ma­ n e n tes alternativas; l a s estancan apegos t e r r en o s . E stán , en el s e g u n do , las a l m as i lu m i nadns y fuer­ tes . La percepción d e l a gra cia , en éstas, e s m á s níti d a . M ás s e g u ra , l u forta l e za d e su vol un tad . L a s a l t e m a­ t ivas espi ritua l e s van desapa r e cien d o rá p i d a m e n t e . Y , al a rd e r e n d e seos de m á s a l t a pe rfecció n , s u g e n e r o ­ sidad , p a r a con D i o s, se a c e n t ú a d e grado e n g ra d o . " E stán , e n ei tercero , las al m a s q u e n o to m a n e n c u e n t a parti n ada l a pa rte h u m a n a . Ti e n e u d e l a u te d e l o s oj os co m o u n c r i st1-1. I i l u 1 1 1 i n a d u c o n l u z d e D i os y c u a n t o ve n lo v e n so l> re n a t u ra l m · · n t e . S n vol u n ta d es a m a n !) ra d e bla nd a cera e n l a cual el Esp í ri tu S a n to


2 10

Luz de Dios

i m pri m e , con fa ci l i d ad , la for m a de tod as las vi rtud e s . Goza n , en este d esti e rro , d e u n a felicidad q ue es c o m o e l p ri n c i p i o de l a glo r i a etern a .

Dios quiere q u e t od o s l l e g ue m os al e stad o d e per­ fección sobre n a tural. A nad ie esce ptúa e l m a n d ato ca­ tegórico de Jesucristo: « S ed pe rfe ctos como v u estro Padre C e l e s tial es perfe cto .. (Malh., 5 . 48.) Se alcanza la unión divi n a , supuesta l a gracia: d eseándola v i va m e nte ; l eyen d o y h a b l a n d o sobre cosas e s p i ri tuales; 3 s i s t i e nd o a p l á t i c as y s e r m o n e s ; fo m e n ­ t a n d o la a m i stad c o n perso n a s e s pi r i tuales; s o m e t i é n ­ d ose a lo s d i ctados de un b u e n d i rector; s i e n d o m uy d e votos d e la Vi rge n Sa ntísima; exa m i n a n d o la co n ­ c i e n cia varias veces e n e l día ; frecue n ta n d o los sacra­ m e n tos; m o r tifican d o l os s e n t i dos; v i g i l a n d o e l co ra z ó n ; siguiendo ciega m e nte l o s i m pul sos d e l Esp íri tu Santo; o ra n d o m ucho; y guard a n d o p res e n ci a d e Dios co n ti n u a . Cada uno d e e s to s m e d i os es d e i m po r ta n cia v i tal para m a n te n e r al alma en ate n to y fer voroso a m o r a Dios. No podemos estud i a r todos de gol p e . Ta m poco caben e n u n solo capítulo breve, como son lo s de este libro. Me fija ré ah ora en e l ú l ti m o , d e s en t rañá n d o l e lo m ás m i n uci osam e n te q ue me sea posi bl e , por la escep· cional i m porta ncia q ue t i e n e com o instrumento sa n ti­ tificador de las al m a s .

*

*

*

II. La p resen c i a de Dios p u e d e s e r con s i d e ra d a d e d o s m a n era s : d e Dios a l a criatura v d e ésta a · Di 1 1s. La c r i a t u ra está prese n te a Di•Js; y Dios p u e d e estarlo ta m b i é n a la criatura . Dios l a m i ra y e l l a n su vez , lo mira. La mira d a d i vina e s n ecesaria; la del h o m b r e , li bre.


De la presencia de D�os

ii t

Nada gannría mos con m i ra r a Dios, 8i El n o n m m iras e . Y , ¿de q u é nos s e r v i ría la m i rada d el A l t ísi· mo si no corres p ondiése mos a ella . . . ? Dios nos mira . Este es el pri m er a specto d e lo q u e l la m a m os pre· sencia d e Dios. Su m i rada a las a l m a s es i n n Pg a b l e , L a ponen en d uda , n o de corazón sino de pala bra, l o s q u e t i e n e n i n terés e n qu e D ios n o exi sta . Les estorba que cuide d e ellos y to me nota de las torpezas a que los ami stran sus desord e n a d a s pa si o n es . Los pecad ores se avien en mal co u esta visi ó n d ivina . Por lo con tra· rio, las a l m as p u ra s se gozan en la mism a . L a m i rada d e D i o s sobre cada a l m a e s eterna . No hay tie m po para E l . D esde la eternidad vivi m o s en la m ente d i v i n a . S u m i rada es, a d e m á s , i ndi visibl e . N o necesita partir la vida de las al m as en años, m eses días y horas. Ve, d e gol pe, tod11s las accio n es y respon sabi l idades que cada una tiene; no d iscu rre; no compara; siempre está en acto si mpl icísi m o . La m i rada d e D i os, enseña Santo To más, « Es e l cen tro d e u n a ci rcu n fe rencia, p u n to fi j o e i n m ó v i l , presen te a c u a l q u i er m o vi m i en to d e la pe riforia » . (Sum., Oont. aent, l. I. c . 66) . « E l Señor acecha a l as a l m as por la v e n tana d e los ci elos; j a m ás l a s p i erde de vista » , l eemos en e l Can tar de l o s Cantares � ( Oan t., 2 . 9). ¿Caminas . . . ? , dice Sa n A gustín , Te ve. ¿Bri lla el sol . . ? Te ve. ¿Es d e n oche ? Te ve. ¿ E n tras en la h a b i ta c i ó n ? Te ve. ¡Te m e al que c u i da de verte 1 . . .

. . .

. . .

Dios nos ve en su m is m a ese ncia. E n ella tienen todas l a s criatu ras u na conosci bilidad , qu e nosotros no pode mos apreciar, e n virtud d e l a cual Dios compren·


27i

Luz de Dio�

de y su percomprende toda la crención , co m o a s e g u ra n l os teólogos.

A si m pl e v i st a no s e ven los m i llares de m i cro­ b i o s q u e h a y en el a g u a q u e b e b e m os A pl i ca m os u n m i c rosco p i o al va s o q u e c o n t i e n e e l 11 gua y , n i v e r l o s a l l f nadando, senti r nos re p u g n a n cia; a s c o ; n o l a b t b e m o s . .

C u a ndo D i o !'! v e , e n el p ecndor, e l pecad o c o n esa p e r c e p c i ó n t a n c o m pleta , f üw , m i n uciosu , n í t i d a , u n i ­ v e rsa l . . . ; sie nte a v ersión a la c u lpa y ta m b i é n al c u l ­ p a b l e c u a n d o é;;te s e obsti n a e n s u m a l p ro ced er. « D ios \Te los ca m i n os d e los l1 0 m bres y ti e n e c o n ­ t a d o s sus pa sos » . (Jo b . , 34. 21 .) « Preg u n ta al j u s to y al i m pío. » (Ps. 1 0. f.i . ) Fija s u s o j os sobre los j u stos y su rostro observa a los que obrn n m a l para exti rpa r su m emoria d e la tierra » (Ps. 33. 1 6 ) A pesar de todo, la mi ra d a de D i o s es a m orosfsi­ ma. « A ma d e sd e la ete rn idad a sus criaturas » (Jerem.

81 . 3).

Se co m pl a ce en ser re p resen ta rl o en fi g u ra de B u e n Pa stor. Lea , q u i e n g u ste l o s capítulos 40 y 47 d e Isu ía s, e l 30 d e E z e q u i e l y m ed i te , pa u s a da m e n te , el Sa l te­ rio d e Dav i d , y verá hasta d ó n d e l l e g a l a m i rada a m o ­ rosísi m a d e Dios a l os h o m b r es . ,

E l m i s m o .Jesucri sto d ice, de s í , q u e e s e l Buen P a s to r ; q u e c o n o c e a su s o v ej a s; que l es da abundantes p a stos; que en trega la vida por cllu s . « C o m o el Pad re m e conoce, excla m a , así y o co nozco a l Padre; y doy mi vida por m i s o vej a s » (.Tuau., 10. 15.) S u p e r i o r a la del P a s t o r es l a m i rada a m o rosíma del p u d r e ; y , la de la m a d r e , a l a d e l pa d re. ,

Pad re y m a d re a u n m i s m o t i e m p o se m uestra el Señor respecto de l a s a l mas, pero con sol i citud amo­ rosa elevada a lo infinito .


De la presencia de Dios

2 73

« Tú eres, oh S eiior, n u estro Pad re, n u estro Re­ d entor» , canta el Profeta Isaías (6/i. 1 6) . « Como una m ad re acaricia a s u hij o , así os acariciaré y o a voso­ tros » (Isa fifí. 13.) « Si puede d a rse una m ujer q u e s e olvide d e s u h i j o ; yo, afi rm a e l Creador, jamás p odr é olvidarme de ti » . (Isai., 49. 15). *

*

*

III. Tal es , descri ta a g ra n des rasgos , la presen­ cia d e Dios en el a l m a. ¿Quién será capaz de e n u m e rar los b i enes que el h o m u re re p orta d e la m i ra d a di vina . . . ? N ada nos debe Dios de j u stici a . Cuanto nos da es dón gratuito de su a m o r i nc o m p arable.

Esto

Su mirada va carga da de conoci miento y ju sti c ia . aterra; s u j eta l o s m a l os pasos de los hom bres.

Pero l os ojos d e Dios también reflejan amor y generosidad s i n l í m ites . Y es t o mueve a confian z a ; alienta; em p uj a a l a prácti ca d e vi rtud es ; prend e en el co r az ó n fu ego d e carid ad . D e aquí que l a p resencia d i v ina engend re e n e l al m a d o s s en t i m i e n to s f u n d a m e n tales: u no d e te m o r; y otro d e a m or a Dios . A m b o s d e gran p ro v ech o en el . ej ercic i o d e la santificación p ropia. El te m or aleja del peca do. No pecar, por te m or a que Dios c a s ti gue , es bue n o . A u nq u e , s i n duda, es mejor no ser mal o s por m i ed o de causar p ena a quien tanto n os a m a: Dios.

E n el p ri m er caso n os m i ra m os a n osotros mis­ mos i n teresad a m ente. E n el se g u n d o , el al m a p res ­ cinde de sí , fijándose sólo en la bondad del ofendido. S ea u na ú otra la clase d e temor que l a presen ­ ci a d e Dios leva n te en el corazón h u m ano , el caso es


2i4

Luz de Dios

que ese tl.' m o r , o s e rvil o fi l ia l , es causa de que el peca d o r s e aleje cada d f o m ás d e l p eca d o y esto, fran­ c a m ente, d a ventaja ap re c i a b le tln l a sa n t i fi cac i ó n p e r ­ s on a l . L a d a m u c h o m á s e fi ca z e l amor d i v i no .

m a m o r es pala n ca q u e p o n e en movi m i en to l a vol u n tad d e l o s h ombres. Los m lÍs � ra n d es sacrifi cios s e han h ec h o s i e m pre por mnor. En el o rd en sobre­ natu ra l el amor a D i os ha creado estupen dos h eroís­ mos . Por lo cua l , p e n s a r fre c u e n te m e n te en q u e e l Se ­ ü o r 1 1 os m i r a con a m o r , es m o t i v o paru corre s p o n d e r­ le con la m i s m a m o n e d a , r i n d i e n d o , s i n con d i c i o n es , i m es t ra vol u n ta d a la s u y a , p a ra que h a ga d e e l l a l o q u e q uiera ; p u es n o h ay v e rd a d ero a m o r al l í e n donde <l e d os v ol u n ta d es n o se h ace u n a sola. *

IV.

*

*

Dios nos m i ra .

Ta m b i é n , nosotro s , d e b e m os m i ra r a D i o s. ¡ Q u i én pu d i era lograr q u e , a q u í en el m u n d o , esta m i rada f u e s e fi j a , am o!'os a , ren d i d a , p er m a n en t e , con t i n u a . . . E s to eq u i val d da 11. a nticipar el estado d e b i e n a ven tura nza eterna que tend remos e n la glori a , p u es en el cielo los san tos n o harán otra cosa que m i ra r a Dios ca ra a cara , s i n intermedio, como cs. «Sicu ti est• . (l. Cor. , 13. 1 2 . ) Lla m a n l os santos a esta m i ra d a i n terior, « Ej erci ­ cio d e p resenci a d e D i os » y le con ceden s u m a i m por­ tancia e n e l c reci m i ento espi rit ? a l .

La t i e n e . Y para co n v e n cernos d e l a m i s m a , basta p o n e r en l a ba l 11 n ?.a de n u estra .s co u s i d e raci o n es los s i g u i e ntes m o ti vos que a p u n t o .

a) L a recomi enda el m i s m o D i os e n l as sa n tas Escri tu ras. « Camina, d i ce , d elante de m í y serás per-


De la presencia de Úios

fecto » (Gen., 27. 1.)

los días d e t u

215

e

« T n a D i o s en tu mente todos 4 . 6.)

vida » ( Tob.,

pe

c

b) Lograr u n a r s e n i a d e Dios co n ti n ua fué el i d e a l d e l os santos d e todos los ti e m p os anteri01·es o p o s t ri o r e s a la ven i d a d e Jesucri sto al m u n do . " Y o c o n te m p l aba s i m p re a l Señ.or dentro de mí» , can tó el Sal m i sta (Ps. 15.) « V i ve e l St>ñ.o r , Dios de Is rael , e n c u y a p r s n c i a estoy » , anotamos e n e l li bro de los Reye s . ( IIL Reg . l. )

e

e

e e

·

En el N u evo Testam e n to abunda tanto esta prác­

t

que, p u e s o a c i ta r nombres tendría que en u m e­ a t o d os l o s sa ntos cano n i zad o s , pues t o d o s si n tie­ ron h a m b re d e la p r e se nci a de Dios. tica,

rar

c) Es, además, arma eficacísi m a para v e n c er las ase c h anzas del m u n d o , d e m o ni o y ca rne, ya que, como d i c e San J e r ó n i m o : " l a pr s e n c i a d e D i os es incom­ pa i b l con el p c a d o » (Super Ezcch . , 1. a. c . , 22.)

t e

e

e

d ) Es pre para ción próxi ma y remota para la m e ­ ditación y conte mplación por el recogi m i ento d e s e n t i d o s ext e r i o re s y pote n c i a s i n t e ri o r e s que tan extraordina· r ia m e nt e fo m enta.

e) Es po l e a , de conti n uo , los deseos de mayor p rfec i ó n , lo cual, segú n promesa d ivi n a , es i n d i i o de que ha d e lograrse . « Bien aventurados , dijo el Sal­ vador, lm1 que han h a m b re y sed d e j u sticia p orque ellos serán har tos • .

e

c

c

f) La pres eqcia de Dios m o l dea el corazón en u n a r e ctitu d sobrenatu ral asombrosa.

e

g) E le v a el m érito d n u e s tras obras por i n si g ­ n i fi c a n tes que e l l a s s e an , como afirma el Venerable Palafox: « Los d e s e os h a e n d e l o s pec a d o re s , buenos; d e l os buenoe , e rf ctos ; y de l o s er e ctos , san tos i .

p

e

c

p f

(Pal., Varón de _Deseos, Introducción.)


Luz de Dios

276

h) Y, por úl t i m o , según San Franeisco de Sales, este ej ercicio s u ple a tod as l as prácti ca � d e d evoció n • . ( « Vida devota » part. 2 . cap, 1/1.) Ventaja gra n d e , sobre tod o , si se ati e n d e a q u e , m u chas veces, obl igaci ones pere n tn rias u os esto r b a n u s 11 r d e otros m e d ios d e s a n­ ti ficaei ó u , c u a n d o q u izá mas falta nos h a c � n . L a i m portancia d e la presencia d e Dios salta a la vi sta . *

*

*

V. El P. Naval da de l a m i s m a u n a d e fi n i ción clara y preci s a , e n su obra » Ascética y M í stica » .

Consi ste, el ej ercici o d e l a presencia d e Dios, dice, « e n actos frecuen tes d el e u t e n di miento y la voluntad , por los cuales se consid era el al ma com o h a bi tu a l mente eu la prese n ci a d e Dios y le a m a y d esea. Se d i sti n g u e d e la m ed i tnci ón y co1lt P m plación e n la breved a d con q u e tales ac tos se reali z a n , pud i endo ser i n s tantáneos» . (Naval, A scética y Mística No . 70. ) A m p l i fi quemos algo la d efin i ción anal i zá ndola e n todas sus partes. Tomemos en cu enta q u e podemos pon ernos en presen ci a de D i os , de cuatro modos: con m i rada natu· ral ; sobrenatu ral especulativa; sobrenatu ral afectivo­ práctica ; y con a d v e r tenci a , a ctual, d e que Dios ta m ­ b i é n nos m i ra . a)

C o n m i rada natu ral .

Todos los seres h an de recon ocer a Di os como C reador. No solo esto . Debeu teu der a El por ser su úl ti m o fi n ,

E l ho m b re n o e s t á exceptu a d o d e esta l e y u n i ­ versa l . « Debe a n d ar p o r el ca mino q u e e l Sefi or l e h a tra zad o > . (Jerem., 31 . 33.)


De la presencia de Dios

277

S e cae quien no mira donde pi�a. Dios es ca mino y fi n d el hombre . Si éste, cual­ qui era que sea, católico o no ca tólico, i n d i ferente o fervoroso , no m ira a Dios con m ira d a n aturn l , esto es, reconociéndole como principi o y fin de todo lo creado, se perderá sin remedio. Esta m i rada es i lllrnta en tod a criatura ; brota de una incli nacióu q u<: es l ey d u l ce y soberana, i m puesta por el mismo Creador, Sin embargo, por no nacer de la graci a sa n tifi" cau te no ti eue fuerza santi ficadora. b)

Con mi rada sobren atural .

Esta ya es de u n orden di sti nto ; está u bicada en plan o s u perior; muestra a Dios más de cerca ; -descubre en i n t i m idad las perfecci o n es d i vi nas; supone el estado de gracia; ti ene por objeto a Dios Padre, A migo y Es­ poi;o; el término de esta mi rada es la posesión plena de Dios e n una felicidad sin fin. Esta mira da co rre el peligro de qued arse en un terreno si m plemen te especulativo. No es i m posible que la idea representati va de Di os termiue en el enten­ di m i ento , y q ue este, siu bajar al terreno d e los afec­ tos , estudie ul Sér divi no, y sus pe rfecciones , q ue son i n fiui tas, suscitando, estas, a d m i ra ción a som brosa en quien las contem pla, pero sin ir más lejos. Esto , practicamente, es raro . Porq ue tal represen­ tación especulativa suele ir acompafiada, en personas piadosas al menos, de actos de las vi rtudes teologales y morales , y es i m probable que esta s vi rtu des no exc:i ten en la vol u ntad afectos y propósitos saludables . E l Ej erci cio de la presencia d e Dios, como i n stru­ men to s1rntificudor d e las almas, es u l go más. e)

Sobrena tural a fectivo-práctico.


Luz de Dios

278

No r e p r o b a m o s que el e n te nd i m i en to d esca nse en Dios c o n t e m pl a n d o sus i n fi n i tas perfecc i o n e s . « Más p (') rq u e las co s n s secretas de Dios m e j o r se alca n z a n , <l i c e el P . La pu e n te , a m a n d o q u e d i sc u r r i e n d o , no h as de pone r t a n to c n i dado en e stos discu rso s , c u a n t o e n s e n t i r la di v i n n pre s e n c ia en actos fe r vo ro s o s d e l a vol u n ta d » . ( fi u í a . tr. I c . G. No �.) .

S ca ra m el l i e n s efi a l o m i s m o . « No e s el Eje rci cio de l a p r ese n c i a de Dios o t ra cosa , dice , q u e u n p rn ­ smn i e n to o m e m o r i a d e Dios c o n q u e e n todos los l u gares y e n tod 11 s n u e st ra s ocu pu c i o n e s le m i ra rnos pre i;; e n te, y nos vol v e m os a El con n u e s t ro s afec tos » .

El P . R o d rí g u e z e s c r i b e : « Este Ej e rc i ci o con s i s te , pri n ci pH l m e u te , e n l os a c t o s de l a V l •l u u t a d » . (E,jer. Part. , I. Tra . a. cap . 2 . ) « De e s ta m an e ra , repite e l c lá s ico P. G r a n a d a , q u e d a harto el e ntend i m i e n to y ay u n a y s e ca la vol u n ta d , q u e es q u e d a r s e to d o el h o m b r e Vl\<'ÍO y <>a s i sin fruto » . (Adiciones al Memorial. 2 . a par. , c . 2.)

l\1 ás val e a m ar u n p o c o

sobre El .

a

D i o s q u e e s p ec u l .i r m u cho

La e s p e cu l a c i ó n es un m ed i o para llegar al a m or. Y cuan to más i n tenso s e a e l amor q u e l a p r e s e n cia d i vi n a p re n d a en las a l m a s , tan to m ás eficaz s e rá en o r d e n a si mtificarlas.

A d v i r tiendo, 1 1 0 o b st a n te , quE> ob raría b i e n , q u i e n . al tener a s u d i v i n a M 11 j e sta d presente , e xci tas e en la v o l u n ta d u o sólo a ctos d e amor sino ta mbién d e ado­

ració n , h u m ildad, arrep e n ti miento de p e c a d o s , p ropósi­ tos d e e n m i e n d a , p r o m e sas d e m ayor fidelidad, peticióu d e g ra ci as . . .

Porq u e de e ste E j e r c ici o podemos d e c i r l o que a fi r­ m a m o s de l a o ración : que se aco m o d a a la m o d a l i d a d del cnrá c t e r d e cada p e rsona; m á s a u n ; a l estado psico­ lógico actual d e quien lo practi ca .


De la presencia de Dios

279

Lo ese n ci a l en este E j erc icio d e l a P resencia d e D i os e s q u e mu eva l a vol u n ta d al a m o r i n te 1 1 s i v o d e l A l tísi m o p o r la p ráctica de vi rtu d e s . Pa ra lo c u a l ay u d a , en g ra n manera, la ú l t i m a etapa d e este m e d i o santi­ ficador. d) Sobrenatural afect i vo-práctico, pero cun a d v e r­ tencia a ctual d e que Dios nos m i ra . Se d a el c a s o d e a m arse d os perso nas i g norando a m b a s el a m or m u tuo qu e s e profesa n .

Es e s te u n a m or oculto; sin d e mostrac i o n e s exte­ riores; poco be nefici oso; sin a m i sta d en el sen ti d o estricto d e la palabra; s i n gozo cu el amor d e l a m a d o . O tras veces las d o s p artes conocen el a m o r en q u e a rd e n . El gozo, en e s t e caso , es d u pl i c a d o . L a s a tisfac­ ción de sentirse a m a d o es muy pla c en t er a . El

E l a l m a , c u a n d o m ll' a a Dios, puede a d vertir s i mira, o uó.

la

Nuestra m i rad a a Dios es s i e m pre provechosísima, porqu e repri m e los m ov i m i entos d e sordena d o s de las pa� i o nes; i m p ulsa a los m ás variados actos d e las vir­ t u d e s ; y cont r i buye a m ás ínti m a u n i ó n con e l Al tísi mo. Pero, n o hay duda q u e si el a l m a se da c u e n ta d e que Dios v u elve h a cia ella sus ama ntes ojos, esa m i rada d i v i n a , l l ená n d ola d e d u l c e d u m bre , la fortale­ c e rá , d i sponiéndola a l o s m á s hermosos y fre cu entes

h eroísmos.

entie n d e el lengua­ arrancan d e los ojos castís i m os d e l Sefior, tienen pod er mágico pa ra pren­ d er e n los corazones incen dios de sa n tidad .

Poco sa be d e amor quien no je d e las m i radas. Y cuando estas

¡ C u ánto pod ría n d e c i r, a este propósi to , las a l m as conte m p lativas . . . ! Al senti r, sobre si m i s m as, los o j os divinos, recrud ecía , en tod o su sér, el ham bre de amor,


280

Luz

de Dios

porq ue el a m o r l o es tod o e n la v i d a d el espíri tu , ya q ue « Dios es caridad» (I Juan. , 4. 8). E�ta h i z o que l os santos mirasen com o basur a las cosas d el m u n d o a tru eque d e n o p e r d e r l a amistad de los ci elo s . (Eph., /J. 8.) Así enten d e m o s el Ej e rc icio de l a P re s e n cia el e D i os . No e s p ráctica i n accesi b l e . Po r lo contra rio , es tá al al ca u ce de tod os , aún de los más i l i t e ra to s . D e h e­ cho m u ch a s a l m a s d e cortís i m a il m traci ón a l ca n z a ro n , e n l a mis m a, con t i n u i <i a d en vid i a b l e . Yivían como a bs­ traíd a � d e la ti e rra, sin que e s to l e s fuera e s t or b o al cu m p l i m i en t o d e sus oblig11cion e s. A sí , e n t r e m i l , Sa n ­ ta Cata l i n a d e S i e n a y el extático S a n P a scu a l Bailón .

El c a so es c o n se g ui r el de Dios .

secreto d e est a Presen cia

El m o d o es pe rsona lísimo. Se ada pta a c a d a per­ sona . Ca si no pode m o s dar regl a s gen eral es . Pero ya q u e a l g u n o s a scetas i n d i can m étod os , los e x po n d re m o s aquí d e j a n d o a l a s almas en l iberta d abso l u ta para que o b r e n d el m o d o más e fi ca z y pro­ v echoso. *

*

*

VI. Me a te n g o , on esto , a lo que d i ce Santa Te­ resa de J esús en los capítulos 26 y 2 8 d el « Camino d e Perfección • .

a) A l gunos

p ro ceden por vía de fé .

Esta virtud nos ensefl.a que Dios vive en todos los seres por esencia , pr e s e n ci a y po t en cia ; q u e sus ojos ven h a s ta l o más m í nimo de n u e s t ra s o b ras; que n a d a Eiscapa a la acció n d e su Provid encia; que Dio s dicta las l e y e s de 1 1 u estro go b i ern o ; que El p e r m i t e, por d e s ign i o s inescrutables, nuestras d e rr ot as 10 orales; que


De la presencia

de Dios

28 1

tolera m u chos males por i n ten c i one s q u e sólo El con o­ ce, pero q u e , a lo la rgo . u os son provech o s a s ; e n fi n , q u e en Dios vivimos, nos mo vemos y somos)) . (A ct . ,

1 7. 28.)

Q u i e n t i e n e si e m p r e fi j os e n la m e nte tale s f u n ­ d a m e 1 1 tos d e n uestra fe, a u n q u e no se i m a g i n e a N u es­ t ro S t" ño r e n form a c o n c reta , ya v e a Dios e n e s p í ri tu y a n d a en su d i vi n a p res e n c i a .

Y s i a esto a fi a d e e l con v e n c i m i e n to de q ue E l l a m i ra , a m o rosa m e n te , c o m o Pad re que n o aba n d ona a su hijo; co m o Red e n to r q u e n o o l vi d a a su redi m i d o ; com o Sa utifica d o r q ue s e e m peiia e n for m a r d e cad a al m a u n rnn to . . . ; e u tonces, e s te m u d o d e p rocurar l a prt� sencia divi n a s e r á provech osísi m o , y , a l a vez , fac ti ble.

b)

sible.

Otros p r oced e n po r vía d e representaci ó n

se n ­

T a l m é todo e s propio d e p e r s o n a s e n quienes l a i ma g i n ació n ti e 1 1 e gra n p r e d o m i n i o . M i r a n a Jesu cri s to e n al g u n a s d e las escP.n a s más c u l m i n a n tes d e su v i d a , estud i a 1 1 d o la virtud q u e e n

el l as m á s b ri l l a para i mi ta r l a . Reci én n aci do e n B e l é n ; niño adol escen te en Na z a r e t; p red i cad o r i nfa tiga b l e en Judea y Samaría; m uerto e n el C al v a ri o ; e n cerrado e n l o s estrechos l ímites d e la Hostia consagrada.

Tratan d e l l e var a su lado a Jesucristo, e n cual­ qui era d e estas i m'áge n e s , para q u e les sirva d e Maestro de v i r t u d e s sob r enatu ral es.

Este procedi m i e n to se d a la m e no con el d e aque· llas a l m as que no pi e r d e n j a m ás d e vista a Jesuc ri sto en las j o rn a da s d e la v i d a e spi r i tu a l , y, a l en con�rarse e n ocasio n e s s i m ilares a l as del Sa n tísi m o Nazare n o , se p regu n ta n : ¿Cómo o b raría el Salvador e n mi l ug a r . . . ? Esta p regu n ta repetida c e n te n ares de veces en e l curso d e l d h t , h a c e q u e e l al m a viva p e r m a n en t e m en te


282

Luz de Dios

e n la P r esen cia de Dios, y q u e este ej e rcicio s ea para ella e s c u e l a ad m i ra b l e d t sa n ti da d . V i e n e siendo, es ta p re g u n ta , c o m o l a p eti ci ó n d e l o s A p ó s t o l e s : « Se nor , e n s é ii a n os a o ra n (Luc., 1 . 12.)

e) Y p o r últi m o , otros p roceden p o r v í a de reco­ g i m i e n to i nteri o r . ¡ Excel en te m é t�do . . . ! Es como tener e n e l cen t ro d el a l m a l a l l a m a de amor a Dios q u e todo lo i nflama; como l l evar en el m i s m o cora z ó n u n m o to r sobrenatural q u e todo lo pone en m o v i m i ento hacia D i os; como p e rci b i r e n el fon d o d el sér l a l u z y el calor d el Sol de j u s t i c i a , Cristo J e sús . q u e tod o lo san t i fi ca ; e s , en u na p al a b ra , c o n s t ru i r d e u t r o de n o so tros �n ismos como u n a c e l d a y proc u ru r que, e n e l l a , n o v i va n a d i e f u e ra de D i o s y el alma.

En este caso, la tal cel d i l l a viene siendo i gl e s i a y ca m po de traba j o ; s i r v e para recreación y conte m pla­ ción ; s e con vi erte en casa y cal l e; en l u g a r de con ver­ s a c i ó n con Dios y c o n los h o m b res . La efiC'a cia d e este m é todo es segura. Practicá n d o l o , s e l l ega p r o n to a l a con vi ven ci a d e Jesús en el al rna que tanto p o n d e r ó San Pahlo al d ec i r : e V i vo yo, o m á s b i en , ya u o soy yo q ui en vi vo , s i n o que Cristo v i v e e n m i » . ( Gal., 2. 20.) A es t o s m étod os pu e d e añad i r, c a d a cual , aq u ellos q u e l a e x p e ri e n c i a l e com p rueba ser más a propósito para a cord a r s e frecuentem ente de Dios, fom entando el amor i ntegral que le d ebemos . Más porq u e la cosa es d e t a nta i m portanci a, ter­ m i naré e s te est u d io haciendo a l g u n as i n d icacion es prác­ ti ca s que ayu d e n a l a m ayor a c tuación p o s ib l e en este medio de san t i ficac i ó n h u m a na *

*

*


283

De la presencia de Dios

VII . a) Y, e n pri m e r l ugar, d i go q u e el fin p ri n ­ ci pal d e esta p rá c ti ca es a u m�nta r e l a mor d e Di os en el a l m a . L a p a rt e i m a g i n a ti v a o d i s c u rs i v a es u n s i m pl e m e d i o . El a l m a n o d e be q u e d a r s e en e l l a Ha d e p a s a r siem pre a la afecti vá , ej e rcitándose m ucho en p ropó­ s i to s d e e n m i e n d a . d e' v i d a y práctica de v i r tu d e s . S a n tz Teresa e n seña q u e a p rov ech a espiri t ual m en t e no el q u e p i e n sa m u c h o s i n o e l q n e a ma m u c lt o . ( «Li bro de las .

fundaciones » , cap . ,

5 . n.

2.)

b) Fij a r e n la m e rl itnción de la m a ñ ana el n ú ­ m e ro d e v e c e s q u e el alma ha d e acordn rsc d e Dios , e n t ro d ía , a u m en t a n do prog resiva m en t e dich o n ú m ero a medida que s e crece en la· o b s e r v a n cia d e i m i s m o . e) Te n e r ti e m pos fijos pa ra e l ev a r e l co ra zón al cielo. Po r ejem p l o , e n todo ca m bi o de ocupaci ó n ; a l d a r e l r el o j l a h o ra : a l entrar o s a l i r d e casa; a l salu­ d a r o d esped i r a c u al q u i e r p e rsona. d) E l egir u n a jacul a t o ria , l a que nos h a b l e d e D i o s c o n m á s afecto y elocu e n ci a , y re p e tirla frecu en­ t ísi m a mente a la manera d e há b i to .. e) T e n e r , s i e m p re , a la vi sta , a l g u na i m a g e n d e N u es t ro Señor q u e exci te n u e s tros s e n ti d os p a ra q u e estos m u e van e l cora zó n .

f) .

Escu c l 1 a r e l l e n gu a j e m u d o

de

l a . n a t u raleza

y, como enseña San Pa blo, a l z a r el vuelo de nuestra s

consideraciones,

s u b i e n d o d e lo materi a l a l o espiri tual, d e l o visible a l o i n visi b l e , d e l o terreno a lo celesti a l . E n esto f u é cons u m a d o maest ro S a n Fra n ci sco d e Asís. Ja más se le fué d e los l a bios esta jacu latori a : « Dios mío y t od a s las cosas » .

g) Tomar , como materia de exa m e n este Ejercicio de la Pres e n cia d e Dios .

parti cu l a r ,


284

Luz de Dois

h) En la co n fesión de c a d a s e m a n a , h ace r , de este punto, cu a 11 d o en él s e ha fal ta d o , m o t i v o d e especial d olor y e n m i e n d a .

i) Y , final m ente; c o n prefere ncia a cualquier otro m e d i o , ped i r a l Seflo r tod os l os días, a l com u l gar, n o s couceda el d ó 1 1 d e s u d i v i n a presencia, pues si E l n o s l o d a , co m o se lo d i ó a tti n tos s a n tos, n u estra santifi­ caci ó n será ra p i d í s i m a . Así l o i ndican estas pala b ra s d e los l i bro s sagrados: « Ambula cor1lm Deo et esto per­ fectus» . (( A n d a en la p resen ria d e Dios y seras per­ fecto >) . Así e ea.


C A PITU LO XVI .

E L S A N TISI M O R O S A R I O

« Qui elucidant me; ·

vitam aeternam habebun t »

(Eccli., 24, 31)

Los que me glorifican; obtendrán la vida eterna. S UMA RIO: I.�La de voción a l a San tísima Vi r qen m o r a l­ me 11te 11 ecesa ria . . . II. -¿Qué es dev ocio11 . . . ? ¿gQuie­ nes so n devotos . ? III.-El rezo co tidia n o del santísimo Rosa rio señ a l cierta dr. pre desti11acio11. I V. � Eficacia sa n t ifi.cadora de l Rosario. r:umple con los i:un tro fines de la orac i ó n . Gracias del orde n de la santidad. S é q u ito de virtudes V. Meditando los m isterios. VI. - M in a úe ind u lge11cia s. Vlll -No e s jugnete de n iños. Sig lo X.lll; Sig lo X. VI; Sig lo XIX.

l. La d evoción a la Sa ntísima Vi rgen es consi­ derada como prueba i nequívoca de predesti n ació n . A s í lo afirman los s a n tos y a s í lo sosti e n e l a santa Iglesia. A la Sa'n tísima Vi rgen a pli ca la Li t u rgia a q u ellas

palabras d e los Lib ros Santos: « Los q u e me glori fi ca n obte n d rán la v i d a e te r n a . » Por vida e t e rn a entien d e n

algu nos l a gloria; otros la gracia . Pa ra n u e s t ro caso e s lo m i s m o , porque la g l o ria se c o n si g n e por l a grncia . Y, 11 d e m ás l a gr,. c 1 11 s i e u d o u n a p a rtici p11 ci ó 1 1 d e l modo d e ser d e Dios en nosotros, y D i o s 1 a p l e u i tud de l a vid a ; s i María consigue a sus d e v otos l a gracia, con ella les o torga la vida. .


286

Luz de Dios

Que la d e voción a la Santísi ma Virgen sea m o­ ra! m e n t e n ecesa r i a p a ra la santificación y salvación d e l a s a l mas p a rece cosa i n d udable s i to ma m os e n c u e n ­ ta lns m i n i s te rios y gracias q u e el Tod opoderoso l 1 a confiado y d i s pe n sa d o a l a R e i n a d e c i t los y ti e r ra . D i os n o co n c e d e e n va n o las g racia!! y cual i da d es a s u s criatu ra s . No h ace uada i n ú t i l . D i s ti n g u i m o s e n tre m ora l m e n te n ecesa rio y a bso­ l u tam e n te necesario p a ra la salvación eterna. Lo p ri ­ m e ro es aquello s i n lo c u a l hay salva ci ó n posi bl e a l g u nas veces; pero de o rd i u ario n o la hay . Y lo se­ gundo, a q u e l l o s i n l o cual nunca h ay salvación .

Es i n d i s c u tible q u e Dios p u e d e , y de h echo m u­ cha s veces lo hace, sa lvar a las al mas a u n que e s tas n o tengan d e voción e x p líci ta a la San'tís ima Virge n . Pero El h a e stabl e c i d o , co m o nor m a d e s u m o d o d e prnced e r , sa l var a aque llas q u e a m an a s u Madre au n qu e no la a m e n m ás que re mota m e n t e . Sólo e n este s e u t i d o d eci m os q u e la <l e voción a la San tís i m a V i r­ g e n es m o ral m e n te n ecesaria p a ra n u e stra sal vació n . En l u s a n t a Igl esi a e s t a c r e e n cia e s u n i ve rsal . D e p o n e r m e a c i ta r testi m o n i os 1 1 0 acaba ría n u n ca ; p e r o s í 1 ¡u i e rn esta 1 11 pa r u nos cua n tos n o m b res d e lll!l \' Or esce p­ ción. San A g u s t í u , San Efré n , Sa u Cirilo de J erusalén , S a n G e r m á n de C o n s ta u t i u o pla, San .J uan Da m a s ceno, San A n s e l m o , Sa n Bernardo, San Benardino d e S e n a , Santo Tomás, San B u e n av e n t u ra . . E n parti c u l a r e l ex i m i o Doctor S u á r e z d ice 'l u e : « en sentir de la Iglesia .

la in tercesión de la Virgen nos es más útil y necesaria que la de todos los san tos y que, por lo tanto, debemos invocarla más que a todos ellos. » El f u n d a m e u to teo l ó g i co en q u e se apoyan, para estas afi rmaci o n es ta n r otu n d a s , e s la r e a l idad e n ca n ­ tad o ra d e la m a te rn idad d i vina d e la Virgen d e la q u e d e p e n d e y a l a que va tan ínti mamente ligada s u m a ­ tern idad e� piri tual respecto d el g é n e r o h u mano. Madre


f:.l Santo Rosario

287

de los h ombres y no tener i nterés por santificarlo, y sa l varlos es cosa i m posi ble; no se aviene con el con cep­ to en q u e los h o m b res tenem os a las m ad res . . Y si su i nterés se m u estra por todos, claro que se m ostra r á , tanto más e vidente , por aquel los q u e l e s o n m á s d e v otos . A d e más, la m e d i a ción u n i v ersa l d e María es u n a v e rd ad p róxi m a a s e r dechl ra d a dog m a d e fe . L a V i r ­ gen san tísi ma es coorred e n tora c o n C r i s t o . A hora bien ,

la rede n ción com p r e n d e . no sólo la m u e r te d e l Reden ­ tor si n o ta m bi é n la a p l i caci ó n de sus m é ri tos , es decir, l a d ispen sación d e sus g racias. De l o cu u l s e d e d u c e que l a coo r r e d ención d e Ma ría n o se c o n c r e t a a o fn . c e r a Jes ús, su H i jo d i vi n o , e n l a C r u z , s i n o a d i s p e ns a r esas gracias de r e d e n ci ó n e n t re s u s h ij os a la m ed i d a de su ge n e rosidad s i n l í m i tes y d e n u estras n eces i d a­ des s i n medida. « Tal es la vo luntad de Dios, exclama

el Pontífice Pio IX en S t t Encíclica e Ubi primum » , ron­ cedernos, cua n to ha de con cederno8, por manos de .llfa ría. E n tre nosotros s u ced e , a pesar d e n u estra i m pe r ­ f e cción , q u e no po d e m os m e n os d e m a n i festa rnos a g ra­ d eci d os a los que nos dan a l g u n a prueba de rari ñ o o confia n z a . Y la Vi r gen San tísi m a que, t a n to a b u n d a eu toda c l a se d e g ra ci a s y p erfeccio u f:' s ¿<l c>j a rá de a m a r , con a m o r d e pr eferenci a , a a q u e l los q u e l e s o n sus d ev o t o s . . . ? No es posi b l e . La de v o ci ó n a la Sa ntísi m a Virgen es prueba i n eq uí voca d e pred esti nación. *

*

*

I I . D ec i m o s devoci ó n ; pe ro en la d e v oc i ó n h ay sus más y sus m enos. ¿ Q u é clase de 1 l e voción se r e qui e ­ re para gozar d e esas tern u ra s de l a San tísi m a Vir­ gen . . . ? Para may o r d a r i dad en el a ::m n t o , d e m os algu na s d e fi n icion e s . Y d e s d e l uego , pa ra S a n to 'l'omás, d e v o · ci ó u es s i n ón i m o d e o b l a c i ó n d e sí m i s m o a la d i v i n a


288

Luz. de Dios

Maj e s tad para

82. Sum . ,

s ome te r s e a ella por Titeo.)

c o m p leto . ( c2, 2

q,

Según el ex i m i o Suárez, se h a toma d o la d e voción po r " « C i e r t a p e c u li ar pl ' op e n s ión d el á n i mo a Dios y a l a s cosas di vinas. »

Esta p ro p en si ó n p u ede s er su bstan cial y acciden­ ta l . La pri m e ra e s tá e n l a p ron t i tu d de la voluntad para to d o lo q ue se refiere al divino servicio, la cual p ron ti tu d pue d e sub s is tir co n c ie r ta s r e p u g n a n c ia s n a ­ t u rales y a p e s a r d e las tentac i o n es c o n que n o s m o ­ l es ta e l d e m o n io. Esta p ro n titud está s i e m p r e e n nues­ t ra mano con el a u x i l i o d e la g ra cia d i vin a . La devoci ón accidental p roviene de cie r ta suavi­ y e s p i ri t u al conten to que h a c e al a l m a pronta para bien o b rar.

dad

n o hay que confun d irl a con las d evo­ c i e rto s ac tos pi a d os o s que s e l i m i t a n a d e t � r m i n a d as materias, co m o e l r ez o de alg u n a s ora­ c i o n es , el uso d e em b l e m a s , la mayor com p l a c e nc ia. en vene ra r t al o cual advocación .

La d ev oción ciones. Estas son

A la luz, p ues, d e e s t a s i n d i ca c i o n es p u e d e lla ­ marse d evoto de la San tísi ma V i rge n quien a ell a se consa gra por entero o, h a b l a n d o C O !l may o r pro piedad , a Di o s por e l la ; el que se ofrece a su se rvic io y está

siem pre p ro n t o a hace r su vol u n tad ; el que s i e n te sin­ g u l ar g u sto e n o b s e q u i a rl a ; y , por último, el que fo ­ m ent a , por s u a m or , al gu n a s devoc i ones parti culares. Por l o tanto , c u ando dec i m os que l a d evoción a S an t í s i ma Vi r ge n es m ora l m ente n e c esaria para sal­ varse, t o ma m os la d evoc i ó n e n el sentido m ás a m plio d e la pal a b ra ; e s deei r, a l g u n a d e voció n , por i m pe r ­ fecta q u e sea.

la

Cuan do d ecimos qu e es sefial d � p r ede s t in a ción , la d e voción s u bs t an c i al , sobre tod o de l a

hablamos d e


E:l Santo Rosario

289

c o m p l e ta c o n sa g racióu y d e a l g u n a s d e v ocio n es p a r t i ­ cu l are s a In q ue In San tís i m a V i rgen ha v i n c u l a d o s i n g ula r pro tecci ó n , segú u n os c o n sta por reve l acion e s m á s o m e no s a p ro ba d a s p o r l a Iglesi a . Declarn m os , desde l u e go , q u e n o es verdad era devoción l a d e v o c i ó n p r e s u n tu osa , e n t en d i endo por tal la de a q uel los que se val en de la fa l sa co n ti a n zfl e n l a San tísi ma V i rgen para pecar m ás l i l> rem e n te . Ll e ­ v a n e l e sca p ulario d e l C á nn e n y se entre g a n a tod o v i ci o crey endo q u e e l escap u l a r i o l o s sal v a r á en e l

ú l ti m o tra n c e .

Esta abe rració n está con d enada p o r todos los a u to­ res que h ablan d e l a m ateria e spiritual que nos preo c u p a . E n particu l a r e l R ea to Luis María ( } ri g n on d e l\font­ fort se m u estra tre m e n d a m e n te duro con ellos. « Nadu hay tan co n d e n a b l e e n la cristia n d a d . d i c e , como esta presunción diabólica ; porque ¿puede d e ci rse co n v e r d a d q u e s e ama y q u e se honra a l a S a n tís i m a Virgen c u a n d o c o n los pecad os se pun z a , h i e r e , c r u c i fica y u l t raj a desvergon za d a m e n te a Jesucristo , su ú n i co H i j o . . . ? S i M a ría se i m p u sie ra la l ey _ d e sal var por sí m is m a a e s ta s u e r t e d e ge u t e s , a u to r i zaría el cri m e n , ay u d a ría a crncifi car, a u l traj a r a su d i v i n o H ij o . ¿Quién jamás osaría p e n sarlo . . . ? Y o creo q u e a b u s a r así de l a d e voción a la Santísi m a V i r gt- n es comete r un h o r r i b l e sacri l egio , q u e después d e l a c o m u n ió H i n d i g n a , es el más g ran d e y el menos perd onabl e ,. . ( Verdadera devoción). San A l fo n s o d e J.,igorio e n su obra i n m o r tal d e a: Las g l o ri a s d e María » , abunda en los m i s m os conceptos. ( f;lor. , c . 8. par. I.) Desca r te m os l a d e voción presu ntuosa; pero acepte­

mos s i n r eti c e n c i a q u e a l g u n a s devociones a la S a n tí­ si m a Virgen p o r e s p e c i a l p ro m esa d e l a m a d re d e D i os y d e l o s h o m b res l l e va n , e n sí, e ste e x c e p ci on a l p r i v i ­ leg i o : los q u e p ractica n esa s <l e v oci o n e s se s a l va n . E n tre e l l a a s e cue n tan : l a devoción <l el Cárm e 1 1 ; a l a s tres A vo Marías; el

al E sca pu l a r io glorificar a la


290

Luz de Dios

Santís i m a V i rgen ; s a n to Rosario.

el consagrarse a Ella;

el

rezo

del

Sólo este ú l timo n o s i n teresa e n el estudio que ve n i m os h a cie n d o y para p on d e ra r la e fi caci a a s o m ­ b ro s a q u e tiene en ord e n a 11 uestra san tifi cac i ón y salvaci ó n , h e m o & coloca d o , co m o fachada, tod o lo que antecede. *

*

*

III. Efecti v a m e n te, el r e zo coti d i a n o d e l santo Rosario es s e ií al cierta d e predestinación . Lo q u e afi r m a m os no ti e n e u n a d e claración d e la Sa n tí s i m a V i rgen tan clara co 1 1 1 0 el s a n to Esca p ulario del Cár men y la devoción de las t res A ve María s ; pero hay a su favor tanth s m a n i festaci o n es q ue es i m posi­ ble d ud a r rle ello.

Desde l uego el Rosario se l o e ns efió la Santísi m a

Vi rg e n a Santo D o m i n go d e G u z m á n para q u e lo r e z a s e y lo h i c i e ra reza r a fi n d e l ograr la con v e rs i ó n d e los h e r ej es A lvigenses. Santo Do m i n g o fué, j u n to c o n San F ra n co , el gra n a p óst o l d el siglo XIII. En si ete a fi os , con s ól o seguir el c�n sejo d e la S im tís i m a V i rg r n s obre

el H osario, convi rtió tresci entos m i l herej es .

El mundo e nte r o sabe lo que es L o u r d es Desde que se a p a r e c i ó en la G ru ta la V i rg e n Santí s i m a n o h a n cesado l a s per e g ri n ac ion es venidas d e to d o el globo te r r áq u eo . ¿Qué ha preten d i d o la R e i n a d e la g l o ri a con estas m an i fes taci ones . . ? Converti r a los pecadores con el r ezo d e l sa n tí s i m o Rosa rio. A sí se lo m a n i f t> s tó a Beru a rd i ta Sou h i rn u s . RPc e m o s el Rosa rio, l e d ij o , para conve rtir a los pecit dores. .

.

El B eato A n to n i o Mo rfa C l aret fué en el sigl o XIX lo que S a n to D o m i n g•) de Guzmán en el siglo


El Santo Rosario

29 1

XIII; un H o m bre todo de D i os a r reba tado en celo por la s a lv a c ió u de las a l m as . Mien tras o ra ba, fe r v i e n te , a n t e u n a i m agen d e n u e s tra sefiora , m e re c i ó q u e la Heina del c i elo , apa re ciéndosele en co mpa fí. ía d e S a n to Domingo y . S a n ta Cata l i n a , con d u l císi m a m i r ada le dij ese : « Anton i o , co n tinií.a predicando el Rosario, que en él está librada la salvación de tu p a tria » . A p re tado e n s u vej e z San A l fo n s o María de Li­ gorio por l o s escrú p ulos, una de las c o s a s q u e m �is le t u rbab a n era si había re z a d o b i e n el Rosa rio, discu­ tie ndo con s us fam i l i ares sobre si habían d ej a d o a l g u n a p a rte de é l . Hasta q u e u n a v e z le pregunta ron que po rq u é tanto e m p e fi o e n e sto ; a lo q ue re s po nd i ó el s a n to : « es que vosotros n o sa bé is que d e es ta d e voción depende mi salvación e te r n a • . E n la v i d a d e l P. B e rn ar d o F ra ncisco de Hoyos l e e mos e stas consola d o ra s pa l a b rn s : · El día en qu e se c e l e b r a bn la s ol e m n e fies ta de N u e s t ra Señora, que este uño de 1 7 90 fué e l p ri m ero de O c t u b re , honró la d u l ce m a d re a su hijo con u n fe rvor y no ticia de m u c h o consu elo para los d e votos d e l Rosado. A p a reci ól e l a cele s tial Rei na a d o r n ad a con u n o d e rica y b r i l l a n te p ed r e r ía : acom pafiába n l a el gran Pat 1·i a rca San to Do­ m i n go y n u e s t ro Pa d re San Ignaci o . M i ró a su si e rvo la Sa n t í s i m a Vi rge n , y le d e c l a r ó q u e e r a n p re d e s ti nados todos cua n to s rezasen el santo Rosario a n u est ra Señ ora co n verdadera d e voci ó n : m á s n o aq u el l o s que sólo le rezan _con l a boca , y con el corazón están muy lejos de l o q ue h a c e n y d e l a R e i n a del cielo. Hasta a h o r a n i n g u n o se ha co n d e n a d o , le d i j o , ni se c o n d e­ nará e n adelan te, q u e h aya s ido v erd a d e r o d e v oto de m i Rosari o » . ( Uria rte., P. 2 , c. 7.)

­

A d v i r tam os para l a tra n q ui l idad d e much os q u e el a f e c t o y d e v o c i ó n d e q u e a qu í se t ra t a no e s l a d u l z u ra s e n s i b l e , n i la a te n ción m a terial s i q u ie ra , sin o la b u e n a vo l u u ta rl de o b se q u i a r a la S a n tísi m a V i rg e n .


292

Luz de Dios

La fa m osa CO ll V • rsióü <l el g e n e ra l R i e g o y de otros i m p í o s . a la h o ra d e lu m u e r te , que eu m ed i o d e s u c r i m i n a l v i d a couscrvuron la p i a d osa costu m b re d e rez n r t'l sa n to Rosa r i o , n os con fi r m a m ás y m á s e n la c re e u c i a rl P q ue . si esta rl P v o ci ó 1 1 Ps d e g ra n P�pera n ­ za pa rn los peca d o r e s ¿e u a n to m ü s lu s e rú p a ra l o s j ustos . . . ?

Y, por ú l ti m o , el i n mortal P o n tífi c e León X I I I t e n í a u n co n v e ü c i m i e u to t a u í n ti m o d e que la s a l v a c i ó n d e l m u n d o h a b rí a de V Pn i r por el rezo d e l s a n tíi,:i m o Ros a ri o que, d u ra n te su p o n ti fi ca d o , c u a u to t u v o q u e d eci r a l o r b e , co m o V i c a r i o d e Jesucristo , lo d i j o e n q u i n c e E ncí­ c li c a s sobre el s a n t í s i m o Ros a r i o .

*

*

*

1 \' . Es qu e esta pl e g ar i a tiene e n o r m e eficacia santificadora. Es u n a oración p er f e c t a a l a cual ha vin­ c u l a d o l a Santísi m a Virgen la con cesión d e i u numera­ b l e s g r a c i a s del o rd e n d e la s a n t i d a d d e l a s q u e ella p o s e e eu c a li d a d d e tes o r e r a y dispensa d o ra u n i v ersal . A sí l o m a n i f e s t ó la R eina de l os cielos al Beato A l a n o . « E l Rosa r i o , le d i j o , será escudo de p rotecci ón a los que piadosamente l o recen , librándolos de los pecados, h a c i e n do ge r m i n a r en ello s l a s virtu d es , sus­ t i t u y en d o en sus corazones el a m o r de D i o s a l a m o r d e l m u n d o ; l o s verdad eros devotos d e mi Ro sa rio no m o r i rá n sin l o s auxil ios d e la Igl e s i a , n i perecerán eterna mente, á n te s gozarán en el cielo d e una g lo r ia es p e c i al , y s i h a n d e s e r d e s p u és d e s u m uerte puri­ ficados e n el purgatorio, y o l o s l i braré pronto d e aque­ llas pe n a s . » Y l u e g o aña d e: « Todo cu anto se pida por el Rosario se alcanzará pron tamente; los que lo recen serán hij os mios muy a m ad os y hermanos de rni Unigé­ nito Jesüs tenien do en tsta devoción una se11al manifiesta de su predestinación a la gloria. »


El

Santo Rosario

293

R ez a n d o e l santo Rosa r i o l l egó a una s n ntidad r m i n e n te a q u e l l e go d e In Compañ ía d e Jesús San A l o n so Ro d ríg u e z . C o n e s t a m i s m a d e voci ó n s e con so­ l a ro n y santi fi ca ron 8nn Carlos Ilorro m e o , Sn n Fran ­ cisco d e Sales, el B eato Claret y m i l más, q u e es i m ­ p o s i b l e red u ci r a n ú m ero.

E l Ros a r i o e s m ental a la v e z .

o rnci ó n m i xta ; es

oraci ón vo cal y

C o m o v e r d a d e r a o r a c i ó n , c u m pl e c o n l o s cuatro fi n e s que le s o n propios; a dora; da g raci a s ; p i d e p e r­ d ó n ; y su pl ica favores dd c i e l o . Y el q u e lo r r za s e h ace partíci p e d e los ben eficios d e l a o raci ó n , a s a b e r m e rece; i m pe tra ; l o g ra e l p e rd ó n ; y e s consol a d o .

A d e m ás , po r e l rew d e l s a n tísi m o Rosa rio se con­ s i g u e n g r a ci : 1 s d el orden d e la s a n ti d a d , no a In m a­ IH' rn de s a cram e n to , po rq u e no l o l' S , pero s i e x t rasa­ c ru m e n ta l m e n t e , pues a Dios n a d i e p u e d e a m a r ra r las manos �ia ra co nce d e r l a s cua n d o s u l\facl re d i v i n a se l a s p i d e e n fu vo1· d e s u s d e votos, y, cierta m e n t e , E l l a s e l a s s u pl i ca cuando nosotros s e l a s roga mos u n a y m u ­ ehas v e c e s con l as o raci o n e s d e q u e está com puesto e l s a n tí si mo Rosari o.

La gracia s anti fi ca n te e�, e n fra s e el e Santo Tom á s , u n a parti cipación el e la d i v i n a n a t u ra l e za e n n osotros ; Participatio divin ac n a tu rac in n obis. Por lo tan t o , con la gracia v e n i m os a ser algo de lo que e s el m i s m o Di os . H i j o s d e In l u z ; h i j os d e san tos ; h i j o s d e D i o s ; h H e d e ros de su glor i a . Nues tra finca naturule:: za se s i e n te 9 e gol pe l e va n ta d a a u n a al t u ra i n co m p arabl e ; r n robus tece para e vi ta r el m al y o b rar e l b i e n ; es paci e n te en el tra ba j o ; g ra n d e e n m ed i o de las p e q u e 11eces d e l m u n d o ; h u m i ld e e n tre el oleaje d e la sober­ b i a ; c a s ta e n tre el c i e n o d e l a corrn pci ón . Esta g raci a , con el séq u i to i n co m pa r a b l e de vi rtu­ des q u e l a a co m pa fl a n , a fl u y e , a n n r stra n l m n , por Je s u c ri s to , a u t o r <l e todo b i e n ; p ero S l' le ha co m u n i-


294

L11z

de Dios

M a ría pa ra que ella d é a l os j ustos a u m e n to de Sa n tid a d ; a los peca d o res e l p e r d ó n ; a los t ristes el c o n s u e l o; a l os t e n tados, forta l e z 11 ; y, para d ecirlo de una vez por tod a s , a todos , am p a ro y p rote cción , e s pera n za cie rta d e s a l va c i ó n , pues nos b.r i nda co n el fruto de s u vie n t r e , J e s u c ri s to , ca m i n o, v e rd a d y v i d a , p a ra e l gé n e ro h u m a n o . L a g racia d e q u e e s t á l l e n a M u ría bas ta, d i c e Sa n to To m á s , pa ra s a n tificarnos a todos . .

ca d o a

Esa g r a c i a es l a q u e l e ped i m os c u a n d o, e n e l Ros n r i o com p l E- to, l e d eci m os cie n to ci n cu e n ta veces: « D i o s te s a l v e M a ría l l e n a eres de g raci a » ; y, 1 uego, l e record a m os , otras ta 1 1 ta s v ece s , q u e es M a d re de Dios y M ad r e n u e s tra p a ra q u e « ru e g u e po r n osotros pecad ores a h o ra y en la hora de n u e s tra m u e r te » .

D e s u c a r i ñ o y solicit u d d e l\fod re pende n u estra s u e r t e y fel icidad e ter n a ; y a n t e s fa lta rá e l ci e l o y la t ierra q u e d e j e Ella de a m p ara r y sa l va r a los q u e , c o n it fecto d e h ij o s , rezan e l san tísi m o Rosario. *

*

*

Por otra parte , e l sn n t í si mo Rosario no es u n a se r e z a m ecáui m e n te . Segú n e l s a n t o Pontífice León XIII e l rezo d e esa s oraciones q u e l o i n teg ra n , Pad re n u e s t r o , A v e Ma ría y G l o r i a , d e b e ir a co m pa fi a d o de la m e d i tació n de l os misterios a d o rables de la vida, pasión y m u er t e d e Jesucri sto , Señor n u e s tr o , y d e su Mad re Inmaculada .

V

o r a c 1 0 n si m p l e m e n te v ocal q u e

Esta m e d i tac i ó n i n culca y a rrai ga e n el al m a l os d og m as p ri n cipales de la fe cristian a , lo c u a l n o es peq u eña v en ta j a en el orden d e n u e s tra persona l san­ tifi cn ción ; p o rq u e, co m o dice San Pab l o , sin l a fe es i m posi ble agradar a D i os . P u e s es n e c e s a ri o que q u i e n se l l ega a Dios , crea .q u e hay Dios y q u e es r e m u n e­ rador d e l os q u e le b u s can . (Hebr., JI, 6.)


295

El Santo Rosario

Sobre la fe d escans!I la esperanza y la ca ridad ; y con e l las tod a esa mara v i l losa tra ma d e virtudes de la perfecc i ó n cristi n n a . E l santísi m o Rosario e s u n a m e d i ta c i ó n perfecta para el que lo reza en su d e bida fo rma . Y esa m ed i­ tació n nos l l e va al conoci m i e n to de Dios Padre, que nos entregó a su Hijo divi no; d e Dios Hijo, qu e se enca rnó , nació, v i v i ó , y m u ri ó por n osotro s , resu citó y subió a los cielos, d e sd e don d e nos mandó a l Es píri tu Santo para n u es tra sa n ti ficación ; de D ios Espíri t u Santo , q u e d i fu n d e en n u estros corazones la carid ad , el gozo, y l a facilidad para to das las v i rtu d es.

E s a m e,J itación nos da a conocer m ejor a María I n maculad a , Tem p l o de la Sa n tísi m a T r i n i d a d , por q u i eu el Pad re , el Hij o , y el Es píritu Santo vienen a nosotros s a n tificán d o n os con s u gracia . Penetra m os e n

e l a l m a d e María a l con te m plar en l o s m i sterios gozo­ sos y g lori o s os ; co m o nos damos perfecta cuenta d e lo

que fuero n u u estros pecados cuando vemos , en los misterios d olorosos , a Jesús, Hijo de Dios y espl endor d e la gloria , conderrndo a m uerte, azotado, cbronado de espinas, llevando s o b r e sus h o m bros el madero de la cr u z , y m u ri e n d o , e n agon ía d esgarradora , sobre la cu mbre del calvario.

La medi tación de estos mi sterios , aso m b rosos , coloca d elante de n ues tros ojos un cu adro m a g n ífi co de h u mil­ dad , p a ciencia, a b n egación, pobreza , sacri fici o, conformi­ d ad con l a volu ntad d e Dios, m a rt i rio y d e cu a n tas vir­ tudes imaginar podemo'S y mayor falta han de hacer­ nos en el cu rso de nuestra vida . De modo, que esa con­ te m p lación es , para el alma, lección v i va y al i c i e n te p od erosísimo a fin de conti n u a r en la práctica de las v i rtu d es propias de s u estado y en la d e tod as a quella s , s i n las cuales, n o pod rfa alcanzar l a sal vación eterna . E l buen ej e m plo em puja , a rra stra a la virtu d . . . .

E l c a m i n o q u e recorre e l alma en l a m e d itación de los m isterios d el Rosario está tod o , a lo ancho y a


296

Luz de Dios

l o l a r g o , teñ. i d o con la snngre de Jesú s y las l á g ri mas de M aría . L á g ri m a s y s a n g re q u e s o n un testi m o n i o fo rtís i m o d e l a m or q u e J e s u c r i s t o y s u M a d re n o s h a n tenido. Y ¿s erá pos i b l e con s i d e ra r a te n ta m ente u n tes­ t i m o n i o de esa n a turaleza sin que s e i n fla m e el a l m a e n el a m or d e D i os . . . ? He a q u í p o r q u é el Hosario t i e n e ta n ta e ti c aci a pa ra r e n o v a r l a s cos t u m bres cristi a nas hac i e n d o q u e fiorezca tod a o li ra b u e n a e n los cora z o n e s h u m a nos . E l Rosa r i o no s o l o a v i va le fe; e1 1cie1 1 d e ta m bié n la carid a d . Del conoci m i e n to d e Dios n os l l e v a hasta amarle con toda el a l m a , con todas las f u e r z as , con todo el sér.

La s a n ti d a d es amor. EJ r e z o a tento , m e d i t a d o , fervoroso d e l Ro sar io que nos c o n d u c e al amor de Dios , n os p o n e en poses i ó n de la santid a d . Ahora v e m os , co n m a y o r cla ridad , p o r q u é l a d evoción d e l rezo d e l s a n tísimo R o sa r io e s s i g no d e pre d es ti n ació n . *

*

*

VI. Pero, a d em ás , el Ro s a ri o es m i n a r iq u 1 s nn a de i n d u l ge n ci a s c on las cuales n u estra al m a se p u rifi c a disponiéndose a n u e v as g racias y a l l egar m ás rápida­ m e n te a la p r ese n cia d e Dio s , en este m u n d o , por la c a r i d a d adquirida, y , en el otrn, p or la caridad consu ­ mada. Qu e la pure za .d e l a l m a s ea necesa ria para a ce r carnos a D i os, es cosa evidente a tod as l u ce s . La Di­ vina Es c r i t u r a l o i n d ica con esta s palabra s : « Nihil inq11 inatum in eam incurrit » (Sap. , 7. 2 5 .) N"ada man­ chado p u e d e com p a re cer en l a p r e s e n cia divina. Nuestra a l m a s e puri fica, en p a r t e , por l a absolu­ ción s acramenta l . Digo en par te, porqut! en el tribunal


El Santo Rosario

297

d e la p e n i t e n cia no se n o s penl ona m á s que l a cu] pa y la p e n a eterna corres p o 1 1 d i e n te n la c u l p a ; nos re t i ­ ra m o s d e l c o n fesionario l i m pia rl e peca d o el u l l l l a ; p e ro d e e l l a n o hu d esapa recido tot a l m e u te , sino en parte , el reato t e m poral de la c u l p a , el cual , si no n o s pri \'n d e la a m i s tad de Dios, tam poco nos d e j a e n tr a r e n l a g loria para verl e y gozarle cara a cara , com o E l es . Pum h a c e r desa parecer e s te esto rbo no tenemos más m ed ios q u e l a pe n i tencia , l a s o b ra s b u e na ,, , o J a ¡;: p e n a s d e l pu rga to ri o ; y , e n s u p l e ncia v e n tu j osa d e estos m edios, las incl u l g e n ci a s . E n te n d e m os p o r i n d u l ge n ci a el p e r rl ó n q u e , a n t e Dios , conce<l e l a Iglesia de la p e n a t e m poral d eb i d a a n u estros pecad o s , ya p e rd o n a d os e n c u a n to a I n. c u l pa cu la co n fesión sacra m en tal ; re m i s i ó n q u e se c o n c ed e , a l o s v i vos a m o d o d e abso l u ci ó n y a l o s m u e rtos d e

s u fra g i o , en virtu rl rl e los m é ri tos co u t rr.ídos por Jesu ­ c r i s to , Seiior n u estro , de la vi rg e n I n m a c u l a d a , y d e l os san tos . Qu e la Igl e s i a t e n g a t a l protesta d , es de fe con tra L u tero . Co n sta por la sa n ta Escri i ura (Jlla th., 16, 1 9 . ) y está d e fi n i d o p o r e l conci l i o Tri d e n ti n o , ( Ses. , 25,

Dec., de

ifü!Hl.)

A hora b i e n ; l o s Roma n o s P o n t ífices h a n acu m u ­ l ad o ta n ta s i u d u l g e n c i a s pa rci a l es y p l e n a ri a s e n e l s a n tísi m o Rosa r i o , q u E' s u e n u m e ra ci ó n s e h a ce impo­ s i b l e en u n e s t u d i o ta n bre v e c o m o el q u e v e n i m o s p o n i e n d o a n t e l a c o n s i d e ra c i ó n d e l mn a b l e l ecto r . Pero n os clara una idea, a u n qu e i n com pleta , e l c á l c u l o s e n ­ cillísi m o q u e ofre cem os . Cada cuenta d el Ros a r i o c r ucífero t i e n e con c e d idos q u i nientos días d e i n d u l g e n c i a . Rez a n d o un Hosario com pleto s e ría n , s e te n ta y ci u co m i l d ía s d e i nc l u l ge n ­ cia . Reza ndo u n Ros a Fio co 1 1 1 p l e to cada d ía; a l fi n d e u n u no ¿qu i e n p o<l rá e n u m e ra r l o s m i l lo n e s d e d í a s


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Luz de

Dios

de i n d u l ge n ci a q u e se h a n g a n a d o con e s te m e d io ta n s e n c i l l o y aseq u i bl e a to d a clase d e p e r s o n a s . . . ? Pen san d o e n e s tas co sa s , n o acerta mos a co mpre n ­ d e r q u e h aya q u i e n d ej e d e rezar e l san tísi m o Rosa­ do d i u ri a m c n tc . Sa n I g n a ci o de Loyola s o l í a d ecir '] U e l a s i n d u l ge n r i a s s o n pied ru s p r e c:io s a s e n ord en a l a s a l v a c i ó n e te rn a d e n n e i; t ra s a l m a s . Si e n d o esto así, n o h ay co r o n a tan e s m a l tada co m o e l s a n tísi m o Ro­ sa rio .

A ú u m e n os l l e g a m o s a c o m p r e n d e r q u e m u c h o s tengan esta prácti • ·a c r i s ti a n ísi m a co m o cosa rl e m uj e ­ res y q u e la d es r l eli e n si n mi r1 r n1 i e 11 to a l a i n j u ri a q u e con e l l o hacen a l a Sa n t í s i m a V i rge n . l<�I Rosa r i o n o e s cosa d e rnl a s m u j eres. O zanán , d i s ti n gui d o d e l a '.>ociedad f ra nce s a , a to r m e n ta d o po r la d u d a re l i g i osa , pen e tra u n día e n la Basílica d e n u es tra Señora d e Pa ri s . A va n za por u n a de las naves l a te ral es , y s e d e ti e n e an te e l al tar d e l a vi rg e n . Está a l l í a r rod i l lado u n a n cia n o q u e r e p a sa las c u e n tas d e s u Ro s a ri o : e r a A m p e re , e l p r i m e r s abio d e Franci a .

joven

de

A n te u n ej e m p l o d e e sta n a t u r a l e z a , aver g on zarse reza r el san to Rosari o , es, sencilla m en te , una co­

ba rdía.

*

*

*

YII. O t ro s tienen el Ro sar i o como j u gu ete d e n i ño s . Pero c u a n d o u n o piensa q u e h o m bre s co mo A l berto Magno, Tomás d e Aqui n o , R 11 i m u n d o d e Pe­ l'iafo rt, Bossuet, Ca rl o s Borro m e o , V icente d e P a u l , A m pe re , Donoso C o r t é s , A n to n i o Claret . . . j u z g a ba n , co m o los m o m e n tos m á s feli ces y g r an d e s d e su vida , a q u e l l os en q u e r e pa s a b a n las c u en ta s d el Rosari o repi t ie n d o el A ve M a ría u n a , d o s , t re s , ci e n to ci ncuen­ ta veces cad a día y con frecu e n ci a s m u ch a s más . . . se


El Santo Rosario

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akgra en el al ma y p i d e a Dios que m ultipliq u e, i n d e­ fi n ida 111e n tEl , esta clase d e n i ños para bien d e la h u ­

manidad .

No; el sa n tfl:=i m o Rosari o com puesto d e u n Pad re n u estro, diez A v e Ma rías y nn gloria Patri e n cada d ecena ; fo rmando c11 d a cinco d ecenas una parte d e l m i s m o ; m i entras se m ed ita en cada parte e n l o s mis­ terios gozosos , d olorosos , o gloriosos como lo ensefían l os l i bros d e piedad más en uso d e los fieles . . . ; no es j u gu ete d e n ifi os como b u r l o n a y d especti vamente d i ce n l os escépt i cos; e s a r m a form i dabl e con la q ue la Igle­ s ia ha can ta d o vi cto1 ia en los momentos más a n gm1tiosos d e su histo d u ; b ri l l a n te cual 11i nguna. Dese mpolve m o s , ra pid ísi nr n m eu te , sólo tres pági­

nas; las más cla rn s ; las m ás l u mi n osa s . La voz d e l

Pa pa se estre ll aba con tra la roca d e la perti nacia d e los h erejes. L a h erejía dom i naba e l m ediodía d e Fnm­ cia, el no rte d e Italia y a m en a zaba a poner en conflagra­ ción toda Europa. Pero, de repente, la situación cambia. L a Virgen san tísim a habla a Do m i n go de Guzman diciéndole : « Predica mi Rosario y convertirá!! a los pecadores y d estruirás las heregía s » . Domingo obed ece. Resuenan por doquier las d ecenas d el Rosario . . . ; y lo que n o pudi eron l o s apol ogistas más fam mios, n i las vi ctorias de los Cruzados, ni las excom u n ion es de Roma; lo pud o esta pleg aria enseí'íada por la misma m a d r e de Dios a los ho mbres. La p a z fué u n he cho con solador. E n el siglo XVI los h ijos d e Mahoma j u raron enseñorea rse d e Europa ; convertir a Roma en una n ueva Biza u cio; s uplantar el Evan gelio por el Corán; y pisotear e l sepulcro d e San Ped ro y San Pnblo con los pies d e sus cabal los . El peligro era formidable por los árabes que tenían un poder extenso y terr i ble. La cristia n dad crujió de espa n to. Europa entera se acogió al regazo m aternal de María . La v oz de San Pío V,


Luz de Dios

300

q u e ex h orta bn a reznr el s a n tísi m o rosari o , fué escu ­ c l rn cl a p o r l o s c r i s t i a n os y d e u n a a otra p a rte se d ej a b a u o í r l o s um r m u l l o s d e o ra ci o u e s , q u e , e n v u e l ta s en p a r tes de Ros a ri o , s u bí a n a l a gl o r i a en demanda d e p r o t ec­ ción y auxilio. El est a m p i d o d el ca tión se oyó en l a a rmada tu rca lte te m b l a ro u l a s aguas de L e p a n to . Dou J u an de A ustri a , e m p u ñ a n d o l a ba n d era q u e l e h abía r e g a l a d o el Pn pa e 1 1 la cual esta ba hordada la i m age n d el C r u c i f i co; dijo:

• A ven ce1· h em o s venido o a morir si Dios l o quiere » . Los s o l d a d os c ay e ron d e rod i l la s y re p i t i e ro n : « A vencer hemos venido o a morfr si Dios lo qui ere» .

E n tre t a n to , la c ri s ti a 1 1 d a d rezaba el s a n tísi m o Hos a r i o . E l P a p a San P í o V l o reza ba c o n lo s b razos a b i ertos y l a l\Iad re de Dios a pla�tó e n Le pa n to el p od e r de la m ed i a l u u a s e p u lta n d o e n el mar el form i­ dable pe ligro q u e c o rría la i n d e p e n d e n ci a d e E u rop a y, s o bre t o d o , la m o ra l de las al mas. Bl R osa ri o ha bía t ri u fa d o , una vez más, en el

mundo.

Y , p o r ú l ti m o, e l racionali s m o h i zo e s t ra gos e n e l s i g l o X I X . N os o tro s los pa l p am o s aú n , y l o s l a m e n ta ­ mos e n lo h ond0 d e n u e s tro s é r . L a s convu l s i on es socia­ l e s de e s to s ú l t i m os a iios son u na consecuen cia d el d e spl a za m i e n to d e Dios que las d octri nas raci o n a l ista s s e m b r a ro n p o r cl o q u i e r . Don d e n o hay D i o s , n o pued e h aber res peto a l a l ey ; s i n l e y n o hay o rd e n ; y e l d esorden · ¿q u é p u e d e e n ge n d ra r sino catást rofe y r u i n a en t o d o s los órde n e s de la v i d a . . ?

Pe ro a h í está l a Ma d re d e D i o s a.pareciéudos<', como a rc o i ri s en m ed i o d e la te m pesta d , d i ci e n d o n i m u n d o e n Lourdes: « Yo soy l a In m a c 11lada Con cep c ión; rezad el Rosario; ro (:ad por lo.'f pecadores � . Y el l a m i s m a l o reza c o u Beru a rd i w S b o u i ro u s p ara d a rn o s ej e m p l o


E:.l Santo Rosario

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y e n s e ñ a m o s el re m ed i o q u e d eb e m o s a pl ic a r nl d e s ­

b o rd a m i e n to d e l a s tres c o u c u pisct' u ci a q u e estra n g u l a n al m u u d o : soberbia, a va ri c i a y l uj u ri a.

La d e voci ó n al san tís i m o Rosa r i o no es j u g u e t e d e n i ños: es e l a r m a fo r m i d a ble q u P n os ha d a d o 1 1 u e 1-1 t ra �fad re , l a sob .. ra n a E m pe rn t ri z de ciclos y ti ena, pa ra q u e nos san t i fi 'l u c m o s , apla sta n d o a n ue 1:; tros e n e m i gos v i si b l es e i u visi b l e s .

El Beato Luis Mn ría G r i g n o n d e M o n fort, q u e tan fon d o tenía e s tu d i a d a s lll s vías d el espíri tu; que co n o ­ c í a , como poco s , l a s t c rn u rus i n d eci bles d e l C o razó n d e la Ma d r e d e Di os y d e los h o m bres; q u r. palpó h a sta d ón d e l l ega el pod e r de i u tercesióu de la Rei n a de l os cielos; solía can tar estos v e rsos: a

Oh cuan sal ud able aviso, cuan e xcelen te secreto , pa ra ll egar

a

p e r fecto

es el R o sari o re z a r : q u ie u lo re ce cad a día, v i v i rá p e r fecta m e n t e ,

subi rá s e g u ra m e n te A LA PATRIA C E LESTIAL. A sí s e a .



CAPIT ULO X V II. LA S A N T A M I S A : O R A C I O N E X C E L S A

« Inmola Deo sacrificium laudis»

{Ps·, 49, 14.)

Ofrece al Sefíor sacrificio de alabanzas.

S W1J. RIO: 1.-El sacrificio del calvario. El precepto . Q uién Cll '11ple con él. ll. - Qu é es la m isa. Va lor • ex· opere opera toi> opera n tis. lll, E/ectos espi r itua les de la san ta misa. I V. -Oració11 excels a . A doración a fectiva. y efectiva. V.� Trib11 to de acción de gra­ cias VI. :... A rrepen tim ien to y e:rpiación . VII. - Ora · ció11 de súplica. VIII. Inte11c ió11 recta; m o de s t ia c ,.istiana recogim iento in terior: meditar e11 la pasión; pe ticion es; co111 11 n i ó 11 . IX . - Mártires d e Cartago .

I. Los sac rifi c io s co m ie n z n n co n la h u m a n i d a d : A be! , N o é , A b raha m , Salo m ó n , . . l o s p u eblos anti guos y m o d er n o s ofrecen sacrificios a la d i vi n i da d . T a l sa­ cri fi cio es reconocimiento d e l a suprema excelencia d e Di os ; y a c to p o r e l c u a l se i n tenta ap l a c a r la i ra d e l .

ci el o .

Pero l lega un m o m e n to en que, c o m o d i ce Sa n Pabl o , la sa ngre de los a n i m n l e s ya no es grata al A l t í s i m o y , h e aquí, que s u H i j o s e ofrece e n v icti m a p ropi cia toria p o r l o s h 0 1u l> res . La salvación h u m a n a a rr a n ca del calva rio . En el altar de la c r u z es inmolado J es u cristo; su sacri fi ci o es


304

Luz de Dios

p

a ce to a los ojos d i vi n os; sus m é ri tos son i n fi n i tos; su ;; a u gre u l ci r n za & roci 11 r a tod a s las al m a s ; e stas se s a l ­ v a n porq u e t> n l a p ri m era m isa , q u e e n e l m u n do s e eeleb ra , e l ofncu te y la vícti m a Jes u c ri sto . Sefior n ues­ t ro , ru ega p o r e l l : 1 i;i ; m u ere por e l las; y el Pa rl re se d a por s11 ti sft>cho. /\. t rn vés d e l o s si g l os e l sacri fi c i o s e rc p t-' ti rá , m d t> ti u i d a m e u te , e n l o s a l tares d e n u estros t e m plos.

m i n te rés d e n u e s tra sal vación y la estu peµda g ra n d eza d e l sa n to sac rificio d e l a m i s a debiera i nd u ­ c i rnos a no d e j a r d e oi r n i u n a sola d e las q u e s e ce­ l ebran , estand o a n u e stro a l ca n ce. Desgra ciad a m e n te pasa todo lo con trari o . Se h a n e cesitado d e u n p recepto, y prece pto g ra ve , p a ra que l o s cri s tianos n o echen a l olvi d o e l sacrificio d e la cru z .

Efe cti vam e nt e : tod os los fieles, l l egados a l uso d e

l a ra zón , una vez sacri fi ci o g u a rd a r , i mpida.

están o b l igados, baj o pena d e peca d o m o rtal , cu m pl i d os l os s i e te años, a asi sti r al sa nto d e l a m i sa l os D o m i n gos y d ías fei?ti vos d e a n o ser q u e a l gu u a causa raci o n a l se l o

E s te p rece pto es d e l a Igl 0si a ; n o es d i rectamente d el Decá l ogo; si b i e n pod rfa mos consi d e ra rl o como i n ­ cl u í d o e n el p ri m �r mandamiento d e l a ley d e Dios. Pero ¿por ventura no ti ene derecho la Igl esi a a pon e r l ey e s a s u s h i j o s . . '! .

S a n A g ustín d i c e q ue no podemos ten e r a Dios por Pad re si u te n e r a l a Igl esia por Mad re ; l o cu a l s i g n i fica q u o d e bemos a l a i g l esia l a m ism a ren d i d a obe d i encia que a D i os d e q ui e n d i mana la a utoridad q ue e l l a ti e n e y a quien representa e n e ste m un d o . La Igl es i a puede i m pon e r l e y e s p o r q u e e s soci e ­ d ad pel'fecta , i n d ependie nte d e toda otra soci e d a d , co n s ú bd i tos y fi n propi o .


La Santa Misa ; Oración f.xcelsa

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f_,os p 0 d e re s q u e le con fi ri ó Jes u cri s to están co n ­ te n idos en esta s pal a b ras: « (Ju ien a vo.<: o tro.�· oye a Mi me oye; quien a vosotros desp recia a llli me desprecia . » (Luc., 10, 1 .) « Si 11 0 oye a l a if¡lesia tenlo como tm gen til o publicano. » (lliath. , 18, 17.) L a a u toridad de la Iglesia se refiere a lo q u e d e ­ b e m os creer y p rn c ticar. Po r l o ta n to , s u autori rlad s e extie nde a d e fi n i r d o g m as y a di ctar l e y e s . Y, con esto, cae a tie rra lo que, n ecia mente, dicen a lgunos como excusa pa ra dejar de oír misa . Y o gu ard o l a s l eyes del Decálogo . . . las d e la Iglesia . . . a l l á l a s muj eres . . .

Entendamos q u e quien d esobedece a la Iglesia está fuera de la Igl e s i a . De consi g u i ente, todos te n e m o s o b l i gación grave de oir m i s a en tera todos l o s Do m i n go s y fiestas el e g u ardar . D i go e n tera, porq ue ha de ser oída desd e que e l sace rdote h ace l a seüa l d e l a c r u z hasta q u e te r m i n a de leer e l últ i m o e van g e l i o . Qui en oye m i sa ha d e esta r c o r pora lmente presente; a d vi rtiendo que esta p rese nci a h a d e ser moral y conti­ nua. Mora l , o sea, que el que s e halla prese n te a la misa pue da, con verda d , co ntarse e n el n ú m e r o d e los que a sisten y ofr ecen e l sa c ri tic i o . Co n t i n ua, es deci r, que d ure d esde el pri ncipio hasta el fi n .

Y , por ú l ti mo, pa ra oí r vál ida mente la m i s a s e re quiere atención, p o r l o m enos extern a ; i n t e r n a , aun q u e n o s e a más q u e el d eseo d e oir misa ; n o h a y mandada , e n rigor, n i n gu n a oración voca l . 'l' al e s , sintéticamente co nsiderado, e l prece pto gn1 ve de oí r misa los Do m ingos y días fe stivos. Es lástima que los cr i s ti a n o s 110 ap re c i en en lo q ue val e , el augusto sacri ficio de la m isa y que l o d ejen a u n l a do con tanta frecuencia. ¡No saben lo q u e pier­ den ! A d e m ás d e que, cuando l o dejan sin causa ra­ ,

. . .

cional , pecan g ravemente .


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Luz de Dios

El A rch i d u q u e J1'ra n ci sco Femando, P rí n ci pe d e A u st ri a , f u é bárba ra m e n te asesi n a d o e l año 1 9 1 4. Era b u e n c ristia n o . Suyo es este nisgo. Se d i r i g í a a Berl ín para ser pa d r i n o d e ba u ti s m o d e l c u a rto hijo ri el PrJ n ­ c i pe h e redero d e A l e 1r n m i a . 8al i ó d e V i e n a el Sáb ado. Dol>íu l l e g a r a Berl í n el Dom i n go ha cia las 1 1 d e la m a ñ a n a_ T e l eg m fi ó al E m pera d o r G u i l l e rmo rogándole q u e n o s e le d is p e n sas e n i 1 1 gún reci b i m i e nto o fi cial en la es tación , porq ue la ú l ti m a misa s e ce l e b ra ba a las 1 1 . 30 y a penas si t e n d ría ti e m po de oirla íntegramen te. C u m p l i e ro n con s u vol u n ta d , y d e la esta ción l o l l e v a ron e n a u to m ó v i l a l a igles i a de Sun ta Ed u vi g i s , d o n d e d i ó c u m pl i m i e n to a este m a n d u to d e la san ta J glesia , respecto d e la m isa de los d ías fefltivos. E s to es e d i fi c a n tísim o y, a l mismo tie mpo, una recri m i 1 w ción para ta n tos q u e , s i n m otivo d e n i n g una natu ra l eza, d ejan J a san ta m i sa sin t e mor y s i n e s c r ú pulo . *

*

*

II. ¿Es q u e no s a h e n lo q u e e.3 l a s a n t a m isa . ? ¿ Le han to mado el peso a lo que vale el s a n to su crificio de la misa . ? ¿ N o s e d a n c u e n ta d e q u e es la oración m ás eficaz de cuau tas se p u ed e n hace r e n e is te m u ndo ? . El sacrificio de la cru z es acto de caridad i n fi u i ta d e Dios hacia los h o m bres q u e , d e por sí, j a m á s habrían podido sal i r del atol ladero d e l a cu l pa en q u e s e encon ­ traba n apel m a zad os. La h u manidad lo d e b e todo a a q u el fam oso V iernes Santo en q u e el Hij o d e D i os fué sa crificad o , cual vícti m a e x p i a to ri a , p o r r e d i m i r a los h o m b res y el sacrificio fu é aceptado por el Tod o­ poderos o . . .

.

.

. . .

E s o es la s im ta m i s ii ; el m i s m o s >i cr i fi c i o 1l e l a cru z . U n a m i s m a es la Hostia i 1 1 m o l a cl a , Jesús, y u n o m i s m o e l ofe r e n t e , Jesús, el c ua l o bra por el m i n isteri o d e s u s sac erd o t e s .


La Santa Misa; Oración Excelsa

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SHcri fi cio real y repre s e n ta ti vo al m i s m o tiempo. El sacrificio d e la cruz ti t n e valor absol u to d e r ed e n ­ ción ; e n la m i s a se a p l i ca a l a s a l m a s e s ta m i s m a re­ dención . El sacrificio d e J a c r u z fné c o n d e r ra m a m ie n to d e s a n gre y mu erte ; el d e los al ta res cristia nos es s i n d e rram a m i e n to d e sa n g re y s i n m ue r te . E n l a m i sa la i n m olaci ó n es m ística; ó b rn s e por v i rtud dt' lus ralabrus de l a consagración . La i n m o l ación de l a c rn z se repe­ tirá m ís tica m e n te e n la m i sa n o h a b i e n d o más d i fe re n cia , entre u n a y ot.ra i mn o l a ci ó n , q u e el modo d e rea liza rla : « Sola oferendi ra tione « , c o m o e n s efia el Conci l i o d e 'rr en to. Por eso decía ora tori a m ente el gran Mo nsa bré: « q ue la misa e s u n Dios que adora , u n Dios q u e d a gracias, u n Dios q u e aplaca, u n D i o s que i m plora. » De a q u í s u valor s i n medida . Objeti vamente co n ­ s i d erado no h a y q uien p u e d a m e d i rlo; e s i n fi n i to.

Disti n g a mos con los te<'ilogos e n tre el valor « ex opere operato » y «ex opere operan tis » . El primero es el q u e tiene u n a obra por si m i s m a , i n d e pendie ntem e n­ te d e la san t i d a d del q u e la ejecuta . E l segu n d o el de l a misma o b ra , h a L i d a e n c u e n ta dicha santi dad. La san ta m i sa ti ene valor i n fi 1 1ito • ex opere opera to ,, cansa d e Jesucri sto, q u e es el q u e ofrece y el ofre ­ c i d o , y p uede producir tod a clase d e efectos sal uda­ bles y extender su i n fl u e n c i a a todos los hom bres sin e sce p ción . a

Este valor i n fi n i to m á s q u e la O b l a ci ó n d e Jesús e n el altar, n a ce d e su i n m o l a ci ó n en el Cal vari o. En l a m i s u , J e s ú s no ad q u i e re n u e v os m é ri tos n i ofrece n u e va s satisfo c e i o n e s ; no hace n 1 á s que n p licur los mé­ r i tos ya a<lq u i ri<los y lus satisfacci o n e s ofreci das sobre la cru z . Pero ¡,qui én p o d rá dudar d e su valor infinito . '� Como e n .Jesú s sólo h ay u na p ersona, y esta d i v i n a , a ..


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Luz de Dios

la c u a l s e a tr i b u y e n las n cc i o n es , e l valor d e estn s , es d i v i n o , es d e ci r , i 1 1 fi 1 1 i to . Sa cerd o te y Hostia al m i s m o t i e m p o, u l cel (· b ra r el a c to s u 11 r e m o d e l c u l to d i v i n o , q u e es el s a n t o sa c r i fi ci o de la m i sa , J e s u cr i s t o gl1> r i ­ f i c a a s u Pn d rc , <'o n u u n e to de va l o r i 1 1 fi 1 1 i to . . . E sto e s i n n egi üil e . Se fu n d a t.- l l 111 n a tu ra l eza i u t rí u st ca d e .J esucri sto, S e ñ o r n uestro . J u n te m os e u u n a i n m e n s a C'a t e d rn l 11 tod os l os m i l l o n es el e fi e l e s , sacerdotes, o b i s pos, religi osos, . . . q u e e x i s te n e n la tie rra , a tod a s l a s a l m a s del purgatorio y a t o d o s l o s m i l l o n e s d e á n j! eles y sa n tos dei c i e l o . S u p o n ga m os q u e toda esta i n m e u sa m u l titud , c o n la Santís i m a V i rgen a l fre n te , se p ost r a u e n p r o f u n d a adora ció n a n te Dios y c o n el m ay o r fe r v u r d e q u e son capa c es le pid e u , a n uestro fa vor, u u a g rn c i a d e t e r m i­ uacl a . Este a cto d a ría i n m e u sa glo ria a Dios; ten d r ín un valor i n a pr ecia b l e . Si n e m b a rg o , a n te el va l o r d e u n a st�la m isa, e s o sería pá l i d a so m b ra . Es q u e n o ha y co m pa rn ci ó n p os i b l e e n t re Jesu cri sto y l o s sa ntos; eu I R m i sa i n tercede el Redentor y e s to ba sta pa ra d a m os c u e n ta exacta d e lo q ue pu ede en n u estro fa vor el s a n to sacrificio de la m i sa. De h e ch o , el valor, i"nte n s i va y Pxtensi va m e n te i n fi n i to , de la S a n ta misa , puede li"m i tarse; o por la vol u n tad p os i t i v a d e Cri sto qu e l i bre m en te d isp o n e d e él; o por la aceptación d e Dios, q ue ta m bi é u e s l i b re ; o p o r las d i s p o s i c i o n e s p e rso n a l ísi m a s d e l q u e cel e b ra la sa n ta m i sa o cl e l que la oye . . .

La natura leza h u m a na es li mitada; n o pu e d e reci ­ b i r m á s q u e u n fru to l i mita d o : S u ca p a c i d a d ta m b i é n es l i m i tad a p o r ra z ó n d e la mayor o m e n o r s a n t i d a d de q u e está r e v e st i d a la persona .

A la l u z , p ues , de estos p r i ncipios, q ue a c abo e n u m e ra r , p od e m os d e d u c i r q u e : l a a p l i ca ci ó n d e fr utos d e l a s a n ta misa d e p e n d e d e I n vo l u n ta d d e sucri sto q u e l o s d i s t r i b u y e l i m i tadam Pnte segú u

de los Je­ su


La

Santa Misa; Oración Excelsa

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b ond a d y m i seri c o rrl ia ; d e la a ceptación d e l Pad re ; y de las d i spos i cio n e s d el suj eto que h a de reci bir l a g r.tcia . La Igl esi a , en su m orl o rl e p ro c ed e r, con f i r m a estos p ri n ci pi o s ya q u e , para obten er u n a m i s m a gra · cia o alca n za r u n m i s m o efecto 1 l e i m petraci ó n o ex­ piaci ó n , m u l ti p l i ca las m i sa s , tanto por los vivos co m o p o r l o s difu n to s , a pesa r d el co n v enci m i en to pleno 1ue ti e n e de que una s o l a m isa bastaría, en rigor, p o r razón de su valor i nfi n i to. ,

De donde saca m os , en consecu encia p ráctica, que, s i es bueno oir muchas m i sa s , n o d e b e m os ol vi d a r qu e a ellas hay que ir carga d o s d e buenas y santas d i spo­ s i c i o n e s p a ra n o fru s ta r l o s sal u tíferos efectos que e n nosotros h a d e producir e s t e san tí s i m o sacri fi cio . Ya d i r�, después, c u ales han de ser estas d i sposi ciones. A h o ra q u i ero i n d i car algunos de los bienes que e l alma reporta d e l a san ta misa.

­

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III. No ef,l fáci l r e d u c i r a n ú m e ro los efectos es p i­ r i tualeE del sa crificio de l a sánta m i s a . Los aba rca tod os . Con siderada en ord en a n oso tros l a san ta m i sa t i e n e como fi n san t i fi ca rnos y sal varnos. Es, po r l o m i s m o , man antial d e gracias d e t o d o o rd e n ; m ateriales, es p i ri ­ tuales, i n d i v i d uales, col ecti vas . . .

E l l a nos alcanza todas las gracias por ser sacri ficio expi ato rio que suplica y repara . G racias a esta s u b l i m e y p re c i osa O blación !lstá en n uestra m a n o sol ici tar todos l o s dones; p o r su v a l o r i n fi n i to los pode­ m os o b tener tod os ; y s i e n d o su satisfacción e obre abun­ dante pod e mos borrar todas n u e stra s fa l tas y paga r todas n uestras deudas.

i m p e t r a t o ri o y


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Luz de Dios

E n la s a n ta m i " a n o solo e s oferente el sacerdote, e slo, así m i s m o , e l que l a ayuda y tod os l os fi e l e s q u e u la m i s m a a si s te n . Lo d i ce cl a r a m e n te esta o ra c i ó n d el c e l e b ra nte: « Ora d, herm a n os, para q u e mi sa cr ifi ci o , q u e es también vues tro, sea agrada Ue a Dios Padre Omn ipoten te.. . ·

De d o n d e d e d u ci m os qu e , d a d o lo q u e es en sí misma c o n si d e rad a la sa n ta m i s n , el que usiste a el l a e n e s ta d o d e g r 11 ci11 , u n i é1 1 cl o s e í 1 1 ti m a m e n te a l s a c rificio d el Sal vad o r, a d q u i e re m a y o re s 1 1 1 é l' i t1 1 s pa ra la e t e rn i ­ d a d que si e m prend i e ra , p o r a m o r d e D i t 1 s , l a m á.s d i ­ f i ci l peregrin11 ci ó n , o ej t> c u t.a ra el t ra bajo m á s p e n oso, o s u f ri e r a las a u s te ri d a d es más rigurosas , o s e el e;va ra a In c o n te m plación m ü s s u bl i m e . N o ol v i d e m os q u e ob­ j e ti va m e n te l a s a n t a m i c a tie n e valo r i n fi n i to. Por o tra pa rte; por la sa n ta m i sa repa ram cs las t ri s tes consecuencias q ue e l pecado d ej a en el alma, y nos l l e n n rn o s d e g racias d el ord en d e la santidad ; o s ea , s a u ti rf a rl posi ti va (a b u n d a n c i a d e g ra c i a y virtudes) y s a n tidad n ega tiva (car e n ci a d e cu l pa). A sí s e d e s p r e n d e d e los e fectos m a ravil losos que l o s t e ólogos a s i g nan al s a nto sacri fi ci o de la m i sa. Voy a resu m i r a l g u nos en g racia de la breved ad. La s i m pl e e n u m erac i ó u es ya testi m on i o con v i n c e n te de cómo s a n ­ tifica la misa a l o s qu e la oy en d evota m en te . Ex pía n u e stros pecados; b o r r a n u estras fal tas ve­ n i ales; perdona los pecad o s com P.ti d os por falta d e re­ flexi ó n o i n vo l u n taria m e n te o l v i d ados a l ti e m po de co n fesarnos ; es la obra p e n i te n d a l m á s m e ri to ria p a ra la remi sión d el reato de la c u l p a ; cada gota d e sangre euca rística n os a trae l a s m isericordias di vi n as ; l a s s a n ta s l l a gas d e .Jesucri sto i nterce d e n en n u estro fa v o r : au m e n ta el caudal de g racias san ti ficantes y actu ales; y alivia a las benditas almas d el p u rgatorio. Esto últi m o es pret e n d i d o n egarl o ,

certísi m o . En va no al g u n os han Nos consta positi v a m en t e q u e ,


La Santa Misa; Oración Excelsa

31 1

m i t· n t r a s la c ri a t u ra Pstá en esta <l o d e m erecer, p u e d e p a rtici pa r d e l os m é r i tos de la pas i ón y m u erte d e Jes u ­ c risto, St>ñor n u e s t r o . En E: I i n fi t> ruo n o h a y ca p a c i d a d . d e m é rito ; ta m poco e n e l cielo. E n a mb o s sitios la ca­ r re ra d e la vida está. y a consu m a d a para e l h o m bre . No así en este m u n d o ; co m o ta m poco en el pu rglt to ri o . E s t e es l u ga r d e t-xpi ación ; p o r c o n s i g u i e n t e , d e tránsito. ¿ E n to n ces , q u é. d u da cabe que l o s méri to s de l a rede n c ión d i v i n a de Jesús p u eden llega r ha sta ese l u g a r de penas . . . ? La Ig l e s i a no lo d ud a y no sólo p er m i te la a pl i ­ cació n d e m i s as e n su fr� gio d el p u rg a t o r i o , s i n o q u e las aco n s eja co n s u m o agra d o . Los s 11. n t o s ab u n d a n en este m is m o con venci m i ento . Y, así , S a n B er n ard o asP g u ra q u e « la santa misa es el mayor bien que puede ofrPcerse al Sefior por las á n imas a .fin de li brarlas, cuanto rm tes, de las pena '> del purg a torio y condzicfrlas a la g l o ria » . Sa n G r e go ri o dice q u e : « Ningún sacrificio hay e n

el mundo por el cual las almas de los d ifun tos se li bren con mayor presteza de las pe n as del p urgatorio como por el

santo sacrificio de la misa. »

Y e n otro lugar el m is m o santo asegu ra qu e : « La pena d e los vi vos y d e l os m u er to s q u e da s u s p e n dida m ientras la misa se cele bra p o r e l l o s . " E n los m i s m os c o ncepto s abu nda San Berna rdino d e Sena y , con él, t o d a la rica trad i ción d e l a Ig l esia ; pues esta es doctri n a u n ive rsa l . Pregu n ta ron , e s t a n d o pa ra m ori r, al B e a to A vila , g ran m a es tro en la s c o s a s d el espí ritu , q u é d esea b a pa ra d e s p u és d e m u erto y c o ntest ó : « misas, misas , m is a s . . . » Real m ente, la santa misa es la o f r enda más grata y lo más p reci o so que enci erra la ti erra y el cielo, Ella nos p re para pa ra

a los o j os de la T r i n ida d beatísi m a


312

Luz de Dios

l a m u erte ; a rrai ga e n el a l m a l a con füm z a en l a m i se­ ricord i a d i v i n a ; n os ac o m p a fí a h 1c. sta el tri b u na l d e Dios; y nos p u r i fi ca .d e m o d o que pod a m os co m p a recer a n te el A l tísi m o d i g n o s d e la glori a . Pod ría m os e n c errar, co m o e n cla v e , l o s b i en es q u e <l e i a san ta m i sa r e porta n u estra a l m a d i c i e n d o : Que l rn bi e u d o sido c r e a d o s por Dios pi ua s e r v i r l e , el l a es l a ú l t i m a ex p r t- s i ó n d e l c u l to d i vi n o ; q u e esta n d o o bl i ­ ga<loi;i a d 1J r g raci a s a l S !.-' li o r p o r t a n tos b en e fi cios c o m o h emos r eci b id o d e s u s m u 1 1 o s , E: l l a es el m ás perfecto s a c ri fi cio d e a cción d e gracias ; q u e d e b i e n d o ca n tar i 1 1 ce s a n t e m e1 1 te h i m no de ala banza a l A l tísi m o , e lla es el s a c ri fi ci o m á s a d e c u a d o pa ra ese f i n ; q u e e s ta n d o obl i g a rl os a re p a ra r t a n tos peca d o s , e l l a e s e l m ás c o m ­ p l e to s a cri fi c i o d e expiaci ó n ; q u e v i é n donos e n con tí1 1 Uos p e l i g ros d e vol ver al peca d o , e l l a Es el ll? ás e fi ­ c a z sacrifi c i o d e p ro p i c i a ci ó n ; q u e rodeán d o n o s el m u n ­ d o , d em o n i o y ca rn e p a ra apa r t a r n o s d e D i os y c o n ­ d e n a rnos, e l l a es arca d e sa l vaci ó n tem poral y eter n a ; que h a b i endo d e p u r i fi c a r el reato d e n u estra s culpas por l a rgo tie l ll p o e 1 1 el pu r ga to r i o , ella es s a n g re d e C r i s t o , Cordero d e D i o s , q u e b o r ra tod a m ancha.

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*

I V . A l a l u z , p u es , d e las r e fl ex i o n e s q u e prece­ den so ve clara m en te con cuánto aci erto ap l i camos a la s a n ta m i s a el ca l i fi cativo d e « Oración e:ccelsa» . Lo es en el s e n t i d o más r i g u r o s o de la p a l a b ra , porque en l a s a n ta m i sa s e cu m pl e n l os c u a tro fi nes de to d a o raci ó n d el m odo m ás perfecto y acab a d o . E fecti v a m e n te : ora r es e l evar el a l m a a D i os pa ra a d o ra rl e; d a r l e grncias; i m p l o r a r p erd ón ; y ped i rl e c u a n ­ t o s d o n es d el orden d e l a natura leza o d e la gracia ne­ cesita m o s .


La Santa Misa ; Oración Excelsa

313

E n l a a d o ra ci ó n d a m os a D i os el c u l t o q u e l e es d e b i d o por la s u p re m a exce l e n cia que le es p ropia. Tul a d o r a c i ó n p u e d e ser a fe c t i va o efecti va. E n la p ri m e r a , el al m a r o m pe e n mil excl a m acio· jaculatori as a c u a l más ferv orosa y tie r n a ca n ta ndo l o s atri bu tos d i v i u os . La vida d e l os s a u t o s a bunda , a r s t e propósito, en cosa s tan del i ca d a s y fi n a s q u e si q u i ­ s i é ra m o s c i t a r l a s n os h a ríamos i n terminll b l es.

nes y

En l a seg u n d a , hay algo d e m ás val or. B u e n o e s d ecla rn r q n e a mamos a Dios. T a l d ecla ra c i ó n es d e j usti ­ cia. Pero es , si n d u d a , más per f e c to acom paií a r esa s d ecla raciones con obras , y , si p reciso fu ere, con obras cos tosas. Nu estra n a t u ra l eza c o r r o m p i rl a por el p e c a d o , ¡,q tH; o b ra s pod ría o fr ec e r a la d i v i n a l\1 u jestad d i g n a s d e su grandeza . . . ? ¡Hay una d i stancia tan g rn n d e de D i os a la cri atura . . . ! ¡ A l peca r s e ha r e b a j a d o tanto el h o m b re . . . ! ¡ E n tre el p e c a d o y la gracia n o p u e d e h a ber a m istad . . . ! A ú n rt' c o b ra d a p o r el p e ca d or l a g ra c i a , la c u l pa d ej a , e n qu i e n la t u v o , ta l es r e l iq u i a s q u e las o b r a s , p o r é l p ra cticadas, � i e m pre 1 H l olecen d e i m perfecci ón . No h ay q ue darl e vueltas, n u estra a doración j a m ús a Dios en grado i nfin i t o , aun q u e , sal ga del co­ razón d e la Rei na d e l a gl o r i a , l a i n m aculada Virgen María, cora zón adornado co n toda virtud y ex c e l en c i a .

s ati sfará

Pero, d esde q u e el Verbo de D i os se h i zo h o m b re , e n n u estro m inúsculo p l a n eta q uien p u ed e rendir n i A l t í s i m o u n a adoración i n fi n i ta m e n te perfecta y d ig n a del Tod o pod e roso.

hay

E l V e rbo se a n on a d a al h a cer�e h o m br e ; se r eb a j a a lo más ínfi m o ; p e r o n o dej a d e ser D i o s . P or lo ta n to , sus a cciones tienen valor i n fi n i to . Cu a u to o frezca a l A l tí­ si m o i rá r e v e � tid o d e ese valo r . S u v i d a en t e r a es obla­ c i ó n al Pad re s e g ú n esta h e r m osa co 1 1 fesión q ue d e s í m i s m o h ace .J esu cristo : « Yo h ago siempre lo que agi-ada


314 a

Luz de D ios

mi Padre e le:,, t ial. • Ego quae plar·ita sunt Ei facio (.loan . , 8. 2.'J ) E::i l o si 1 1 g u l a r m e 1 1 te, e l i- a 1 ·ri fi c i o

SP.mper.

d e l a c r u z ; su m u erte h o rrorosa po r la s u l v u ción d e l os h o m b res.

El sa c ri fi ci o d e l a c r u z , d e l q u e es re prese n ta ción e x a cta l a t a 1 1 ta m i s a , es o r11 ció 1 1 perfectís i m a de a d ora­ e:ion ta n to a fecti va como efectiva con valor i n fi nito. La 1 1 1 i sa ti e 1 1 e esta m i s m a c u a l i d a d . Tit-ne u n val or i n t r í n s e ­ co i n ti n i to . Ahora hif'n, cua n d o n o s otros o í m os l a sa n ta m i sa a d or11 111os a D i o s , p e ro l o hacemos e n Jesu cri sto; de d o n d e 11 u P s t rn a d o ra ci ó n se re v i s te de un ca ráct e r espe­ c i a l y pc rft"< ' lÍ::i i m o; el q u e l e com u n i ca esa unión con U ri sto e n la q u e adora m os a D i o s al o i r la s a u t a m i sa. En e l l a h o nr a m o s al S e ñ o r d i g n a m ente, pu esto que le presen t a m os u n h o m e n a j e d i v i n o: J e s u c r i s to es q u ien s e i n m o l a e n el n l ti1 r ofreci e n d o a la Tri n idad b ea tísi m a e l tri buto d e ad oración que s ólo es debido a D i o s .

*

*

*

V . A demá s , la santa m i s a es ren dido tributo de acción de g ra cias al Tod opod eroso y esto J a consti tuye la m ej or ornci ó u que n oso tro s podem os ofrecer a Dios por los i n n u m erab l e s b eneficios q u e hemos recibido de s u divi na bondad. N u estra vida es red tupida de vapores celestiales . Podrí a m os a grupa rlos en tres grandes categoría s : Crea ­ c i ó n ; Eucaru a ci ó n ; Divi n i za ci ó n . ¿Qu ién podrá red ucir a cifra los beneficios que, e n cad a u na d e estas tres o p e ra c i o n es del Señor sobre nosotros , ha reci bido nues­ tra persona . ? Basta d e c i r que cuanto so m os a Dios lo d ebemos; advirtiendo que, entre los dones que d el Señor h e m os reci b i d o , l r n y al g u n o s de tal índole, co mo los p erteneci entes a l a g ra cia santificante, que nos apro.


La Santa Misa; Oración Excelsa

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xima u ta u to a Dios q n e n o s l 111 ce n v i v i r s u m is m a v i d a d i vina. P ue s b i e n ; esto recl a m a i m pe riosa m e n te t o d a la � r a ti tu d d e n u es t ri1 s al rm r s. Pero n u e s t ra g ra t i t u d ¡ e s tan pequeñita . . . ! A u n q u e n o l e restemos nada ¡ e s ta n poca cosa . . . !

La g m ti tu<l n o s l l e va a rl e vol ver b i e n por h i e n . Y ¿q u é b i e n e s pod re m os o frec•e r al St> ñ o r por l n s i n u u u ­ m e ra bl e s q u e te n e m o s reci b i d os d e s u s d i v i n a s m a n o s . . . '? No hay otro q u e e x chu r nr r con I n s a n ta Igl PRia ; Calicem salu tu ris accipiam et nomen Domini in1 ·ocabo» . O i r la sa n ta m i sa . U n i rn os a J es u c ri s to ; a co m p1• ií a r l e e n l a su b l i m e Oblación q u e d e sí m i s m o h a c e en el a l tar; y e n treg a r n o s , así u n id os al Red e n tor, en prenda d e gratitud al A l tí si m o que nos h a fa vorecido sin l í m i te «

n i med i da .

L a sa n ta m isa es l a m ej or orac i ó n d e acción de g racias que pod e m o s d i rigi r a Dios. *

*

*

V I . E sl o , as í m i s m o , <le a rre p e n ti m i e n to y expia­ ci ó n d e n uestros pecados. La s a n t a misa, com o sacri fi ci o exp i a t ori o , no p er­ dona d i rect a m e n te l os p e c a d o s m o rtal e s ; pero sí, d e m od o i nd i recto y m ed iato a l a p l a ca r l a e:ólera d e Dios y d esa r m a r su j u stici11 ; , con l o c u a l a trae sobre los peca­ d ores l a s m i rndas del A m o r m isel'i cordioso; apa rta l os castigos que el pecado m e rece; y obti e n e d i r e etamente d e D i o 8 , en v i rtud de l os m é ri tos d e l Red e n tor v l a i n terce sión actual d e Jesús, g r a e: i a s n u m e rosísi m � s y e fi caces q u e l l e va n a los pecadores a la con v e ni i ó n , a l arre p e n ti m ien to ; a p e d i r p e r d ó n , sinccram e n i e , d e tod a s sus culpas.


316

Luz de Más a ú n , l a s a n ta m i s a

,

Dios por s u v i rt u d s a ti s factori 11 ,

p erd ona i n m ed i a t a m e n t e- 1 11 s p en a s tem po rales , ya e n e s ta v i d a , ya e n l a otra , s u p u es to e l perd ó n d e l p ecad o Este e s su f r u to p r i n ci pa l : a p l i c a r a · l as a l m a s el p r e c i o de l a red en c i ó n , o sea, l a s s a ti s facC : o u es o f reci d a s y los m é ri tos co n q u i s ta d os por J e s u cr i s to . Y s i n o p e rdo n a s i e m p re toda la p e n a te m po ra l n o es po r fal ta de efi­ cacia , s i n o p or q u e esta re m i sión d ep e n d e d e la m e d i d a s e ií n l a d a por Di o s y d e l fervo r d e n u estra d evoción a l oi r la s a n ta m i sa . Si IJi e n , p a ra go za r d e este fruto , e s d e n e c es i d a d el es tad o <l e graci a . .

,

N o ol v i d e m os q u e c u a n d o Jesu cristo e s taba p e n ­ d iente en la c r u z c e l e b r a n d o el p r i m er s a cr i fi cio , h u bo u n p ecad or, cri m i n a l d e ofici o , q u e le pid i ó pe r d ó n de :,, n s c rí m e n es y q u e le co n t e s tó : « Horlie mecum eris in p a m rl iso » . « HO!J estarás conmigo en el Paraíso» . (Luc. , :!S.

43.)

Es la res pu esta q u e D ios n os d a a nosotros cua n d o , a terrados por l a e n o r m i dad d e n u e s t ros peca d os. l e p e d i m os por Jes u c r i s to , en l a s a n t a m i s a , q u e n os pe rdo n e No hay i n termediario más eficaz , pa ra ser a bs u el to s , q u e Jes u c ri s to, S e fi o r n u estro, y a El a p e l a m o s cu a n d o o i mos la s a n ta m i s a . Es i m posi b l e q u e el Pad re d e j e de atender a su H i j o di v i no cuando l e pid e desde la cr u z , i n stru m en to de red en c i ó n hu mana, q u e ,

.

­

n o s perdone.

*

*

*

VII.

Y, p o r últi m o , l a santa m i s a es efic a cís i m a oraci ó n de s ú pl i ca. ¡Ya lo c r e o ! J e s u c ri s t o m i s m o , e l Ho m b re D i os es el q u e o ra en e l la Lo hace ofreciendo al Padre su p ro p ia sa n g re, sus m éri tos i n fi n i tos; mo s t r á ndol e s u s llagas. ¡ Q u é oración m ás vi tal . . . ! ¡Qué súp l i ca m ás i n s t a n t e p a ra con m over el c o r a z ó n de Di os . . . ! . . .

.

­


La Santa Misa; Oración Excelsa

3 17

La s an t a m i sa, en cu a n to sacri fici o i m petra tori o , n os p u e d e a l c1111zar t o d o s l o s b i en es y l i b ra rn os d e tod os l os m a l es; los b i e n es e s p i rituales d e m an e ra a b s o l u ta ; l os n a turale s , de al m a o c u e r p o , co n d i c i o n a l m e n t e . L a co1 1 v t> rs i ó n , l a f u e r z a para v e n c t> r l a s ten ta ci o n e s , l a energía pa ra c u rn p i i r ccn n uestrns d i b e r e s d e esta d o , l a paci r ncia pa ra s o p orta r l a s p r u e b a s d e l a v i d a , las l u ­ c e s d e Di u s , l os d o n es d el Es píri tu Sa n to , l a s graci a s q u e h a n de con d u ci rn os a n uestra sa l va ción y m a y o r . santificació n . E l b i e n estar y la p a z d e las fam i l ia s ; l a sal u d , e l é x i to e n l o s n egocios; d etener l a guerra , los terre m o · t o s ; co n seguir l l u v i a o se r e n id a d ; e v i t a 1· pestes o e n fe r· medades . . . 'fodo e n caj a en el molde de esta o r aci ó n d e la sa n ta m i s a y co n eficacia t a l q u e s u p e ra fl la d e t o d a o tra devoci ó n a ú n la más exc e l e n te y reco m e n d ada por l a m i s ma Iglesia ; porq u e los m é ri tos d e Jesucristo, q ue o b ran en la s a n ta m i s a , d a n a la i n te rcesió n fuerza i n · co m para b l e m e n te m á s g ra n d e , seguridad r n ás ci e r ta . y esperanza más fi rme d e ser e scuchada . De aquí q u e n o d u d e m os en decir que la santa misa es la o raci ó n m ás eficaz q u e puede y debe practica r e l ct·i stian o . ¡ Lásti m a g ra n d e q u e u n a verdad como é s ta l a te ngan ol v i d a d a los h o m b res ! ¡ De cu_fo tos ln a l e s S ) v e rían l i b res si oyesen más m i sas ! ¡ C uá ntas g mcias conse g u i rían de D i os s i fues e n m ás d e votos del san to sacri ficio de n uestros al tares . ! . . .

. . .

. .

'f

*

*

VIII. Pero la santa m isa hay q u e o í rla s a n ta m en­ te p a ra re portar los fru tos d e san t i ficación q u e d e l a misma esperamos.


318

Luz de Dios

D ij e , al p r i n ci p i o , que la sa n ta misa tie n e valor i n fi n i to a ca u s a d e Jesús qu e e s , e n e ste sacri ficio, o fe re n te y victi m a a las vez. Esto « ex opere operato » , q u e d i cen l o s teó l ogos.

« Ex opere opPrantis » , es d P c i r, s e g ú n la sa n ti d ad d el q u e e j c c u r a la o b ra , e l v a l o r c1 nn b i a e n p roporc i ó n a la sa n ti d a d d e l q u e l a practi ca . Y , a s í , u n sa c e r d ote s a n to r e p o rta may o r fruto de l a cel e b ración de la sa n ta m i sa q u e otro q u e n o lo sea ta nto. Un s i m pl e cr i s t i a ­ n o per f e ct o en el c u m pl i m i e n to d e s u s d e b eres sal e con m ás grac i a d e la s a n ta misa que oye , d e l ey ord i ­ naria, q u e a q u e l q u e n o a m a a Dios en la observan­ cia d e sus man d a tos.

De d on d e d e d u c i m os co m o consec u e n ci a que, pa ra q u e la s a n ta m i sa q u e o í m os nos sea de mayor e fi ca­ <'ia s a n ti fi cad ora; h e m o s d e a fi a d i r a l a s c o n d i ciones i m prescin d i bl e s del precepto a rri ba a pu n tad a s , o tras d e c onv e n iencia , puestas e n práctica por los santos con e norme v e n taj a . Desd e l u ego la intención d e l q u e o y e l a santa misa ha el e s e r re ctísi m a , excl u y e n d o todo m o ti vo h u m a n o q u e d es n a t u ra l i ce o b r a t a u s a n ta como e s ta. Y, a l' Í , l a c u ri osi d a d y l a v1 rni cl ad s i e m pre d i cen m a l en e l tem­ p l o , p e ro , sobre to d o , cua n d o esta rn os en l a san ta m isa. N o es l ug a r la Igl esia para luci r traj es, co m o ta m poco l o es de cita para l a s am i s tad e s , y , m ucho m e n o s , d e reu n i ó n social d on d e todo s e c o m en t a o s e cri tica .

En la misa hay que g u a rd a r , estricta mente, l a s n o r m a s cltt d a s p o r l a A u to r i d a d Eclesi ástica sobre In m o d e s t i a <Ti s ti m w . E n tod o l u g a r l a m u j e r ca tó l i ca ha d e st· r ej t" m pl n r <' n s u modo de V fo'sti r . Tod a p rovoca­ ción al pec·a c l o e s i 1 1 1 n u ra l y . por l o m i s m o , pu n i b l e . ¡ C u á n to m á s c u a n d o e s a pro v o caci ó n s e hace en el te m pl o y en m o m en tos tan sa g r a d o s como a quel los e n q u e s e está ce l e l)l'a n d o el santo sacrifici o d e l a m i s a . . . !


La Santa Misa; Óración Excelsa

319

La ac t i t u d d e l que oye la sa n ta m i sa h a d e ser r e co g id a , m od esta , m o rti íicn d a , co m o q u i en c o n c u r r e , d e h e c h o , al s a c ri fi c i o , i m presion a n te cual n i n g u n o , d e l a · c r uci fi x i ó n d e J e s u c ri sto en l a c rn z . Las mi rada s l i bres; l as

con versaciones

i n n ecesarias;

l a s posiciones

de cuerpo d em a s ia d o c ó m o d a s o rel a j a d a s ; en fi n , todo aq u el l o que i m p l ique d es p reocupaci ó n d e l o q u e se está ha c i e n d o en el a l t a r ; d estcrr é m oslo d e n o sotro s co m o i wl e co r oso a l l u ga r y a l sa n to s a c r i fici o d e n ue s ­ tros a l tares.

S i e n d o l a s a n ta m i sa

re presen tación

al v i vo d e l

d ra m a d� l a P a sio n s a n tís i m a d el R ed e n to r d e los h o m b res , el p en sa 1 � i en t o del q u e oye m i s a d ebe esta r clavado e n el cal vario repasa n d o con l a m e m oria tod as y cada u na d e las escenas , horri ble m e n te t rá gic a s , con l as que e l S al va do r dió s u vida por n osotro s . Y co m o h ay q u i en no sa b e o n o p u e d e m e d i ta r , éste , para n o p erde r su tie mpo, re c e e l rosa rio p en s a n d o e n lo s m i s ­ t e rios dolorosos d e l a vi d a d e J es ú s , con lo c u a l , a l m i s m o t i e m po , q ue agra d a al S e ñ o r , honra a l a Vi r g e n

Santísima.

La hor a d e l a s p e ti c i on es y s ú p l i ca s , l o m i s m o q u e d e l a adora c i ó n , repa ra c i ó n , y a c c i ó n d e gracias, es c u a n d o e l sacndote co 1 1 s:1 g ra l a H ost ia y, l u ego, l a alza pa ra q u c los nsi stl- 1 1 tt·S la veneren y a d ore1 1 . M o m e n to de e s p ec i a l recog i m i e n to y d e i m porta ncia su m a, p u e s e n fu erza d e l a s p a labras d e la c o n sa g ra ­ c i ó n se v e ri fi c a la tra n substan ciación d el p a n y d e l v i n o y q u e d a , e n e l altar, s ob re l os c or p o rn l es , el m i s m o J e s ú s r e al y verdad e ra m e n t e c o m o está e n los c ie l o s .

Y, p or últi m o, cuando el s ac e rd o t e celehra n tc co m u l g a se consu m a l a i 1 1 1 1 1 o l a i · i ó n t1 1ta l d e In víct i m a d i v i n a . E n es a o po rtu n i d a rl , e n l os p i i n 1 1 ros ti t' m pos del c r i stia n i s m o , In 1 · o m u 1 1 i da d e r i H ti a n u com11 lg11 h:-i j u u to c o n el s ac e rd o t e . ¿,Porq ué 1 1 0 h a cerlo ta m b i é n n os o t ro s cuando n o s co n s ta, por u n l a d o , d e la n e c e s i d a d a bso­ luta que ten emos del pan d i v i n o , y, por o tro , d e l a


320

Luz de Dios

vol u n ta d d e l a Iglesia que consta n t e m ente nos exhorta

a e l lo . . . ?

La m ej o r costu m b re 11ue pue d e ten e r un cr i s t i a no , sea h o m b re o mnjer, es la de com ulgar en la s a n tn m i s a , oy é w l o l a d i a ria m e n te , 11 1 1 i i> 11 1 l o sus i n te n cio n es H l as d e l s a cP rdote, y ofreci e n d o sus ruegos y sú pl ica s, e u el sa nto sa c r i fi cio . po r su p ro p i a sa n ti fi cación y la d e todas l a s a l m as. *

*

*

IX. 'l'er m i n o relatando un h echo edi ficán tís i m o d e los pri m e ros tie m pos d e la Igl esi a . L a esce n a s e d e11arrol l a e n Carta go.

Corre e l a fi o

303 d e l a e ra cristi a n a . E l p roco n s u l A nol i n o tiene a n te sí t rei n ta y c u a t ro h o m b re s y d i ecisiete m u j e res. Los h a n a cusado d e haber oíd o m i sa . No l o n i e ga n ; h a n oíd o m i sa ,

Los con d en an a s e r d estrozad os p o r l o s d i e n tes d e l a s fi era s .

M i e n t ra s a to r m e n t a n a u no d e l os márti re s , otro, l l a m ad o Tel i c a , d ice e n a l ta voz: ¿Porqué lo atorm enta n a él solo ? To d os h e m os oído m i sa . Al que así gritaba lo asesi naron in m ed iata mente. . . .

¿(.�u i é n te llevó a m i sa? pregúntó el j u ez a la m árti r \'ictoria . . .

Nadie; fuí porque soy c1·i stiana y a Jesucristo .

Estás l oca . Soy cri stian a . M u rió m á r tir .

debo obedecer


La Santa Misa; Oraci6n Excelsa

32 1

¿E res tú qui e n h a r e u n i d o a e sta m u l titud . . . ? pre­ g u n ta ro n al sace rdote Sa tu r n i n o . . .

Los he reunid o por ord e n de D i os p a r a ou m isa ; yo m is m o he ce l e b r ado la s a n ta mi s a .

A Sa n S a t u r n i n o lo· descuarti z a ro n . N o t e p r e gu n to s i has oído misa.

eres cristi a n o ;

te

p re gu n to s i

¡ I n s ensata pregun ta . . . ! d i j o Felix . ¡ Como s i al guien p u die r a ser cristiano sin oir la santa m isa . . . !

Murió Felix h orriblemente a p a l e ad o . ¿Qui é n eres tú . . . ? pre gu n tó el j uez a E m e rico . Soy el j e fe de l a asam blea pue s los h e co n vidado p a ra c e l ebrar e n m i casa los divi no s ofici os . ¿P o r q u é co n t raviniste m i s órd enes . . ? Porq u e soy cri s tiano y l os cri s t i an os no p o d e rn os santa m isa.

vivi r sin la

,,.¡No podemos vivir sin la santa misa . . . /,. Estos cincuen ta y u n cristianos m á r ti re s , po r qu e n o po d ía n v i v i r sin l a s a n t a m isa , son formidable recri­ m i n ación p a r a tan tos cristia n o s d e n u es tros día s , q u o no q u i e re n ni oir h a bl a r de l a san ta misa.

El día en qu e e l mundo vu e l v a , d e nuevo, s u s oj os hacia esta o ración e x c e l s a d e l a s a n t a m is a , s e h abrá sa l v a d o . Entre t a n to qu e no lo h aga, su fr i rá h orribles co n v u l E ion e s d e mu e r te . . . Seamos nosotros d e a q u e l lo s que: ¡no pueden vivir

sin la santa misa . . . !

Así sea.



C A PITUJ.JO X V III,

C O M U N I O N Y S 1\ N TI D A D « Omni ct bona venerunt mih t'. z¡arilf•r c u m illa. » (Sap . 7. 1 1.) Todos los b ien es me han venido juntamente con ell11 .

S UMA RIO: / .- Im a g e n de D io s de s dibuj a da . La comu11 io11 re s t a u ra la perfe cción pe r d ida . ll. - Je s 11cristo vino a darnos la vida sobre n atura l. S 1 1 p11 r e : a .

Dabo eis cor nov u m . ·Sa n t idad 11eg ativ11. I l l- . C o m u n icación d e gracia d i v i n a. « Yo s o y / 1.1 ido y vo.� o tros l o s sa r m i e n to s . & Efe c t o propio a P. e s t e s a c ra m e n to . I V.- .4. ct i v i d a d de la g r a c ia . l/11111il· dad , castida d . abne g a c ió n . f?o r m a após t o le s p o r eje mplo, ll a nta C a t u l in a de S i e n a y e l B ea to P. C l aret. Vl.-A lmas m í s ticas: G e m a G n lgan i, Mar­ ga ri ta María d e A la c o q11e, litaría Magda le n a de Pa :zi s. Vll. - Di sp o si c ion e s n e ce s a riaJ; conve · n i e n tes. Es t a s m u l t iplica n las dispo siciones pa ra n u e v a s gra c ia s . Presencia de Dios. Orar an tes; d u ra n t e ; y desp11 és de comulgar. Visitas al S a n ­ t ís i m o .

El hombre es imagen y s e m ejanza d e Dios . u n a i m agen y s e m ejanza, no d i ré des truíd a , mas s i d es d i b uj ada por n u estros pri m eros p a d r e s al cometer el pecado q u e l l a m amos ori g i n a l . l.

Pero es

De a q u í , q ue n u estra m i si ó n e n e l m u n d o � en l a de re p a rar ruinas y restabkcer, en c u a n to nos s e a p osi ­ �le, los rasgos fisonó m i cos mora l es d e n ue s t ra pri m e ra imagen .


324

Luz de Dios

Cosa en verd a d d i f í , ·i l , porc¡ ue para h o m l n·c solo e s i m pote n te . N t!cesita un haci é n d osele v i s i bl e , l e h a b l e al cora zón al m i s m o ti e m po, l o s d e rro te ros a seg u i r a s u ve rdad e ra so b re n atu ra l b e l l e z a ,

e s ta obra el modelo q u e , y l e sefia l e , fi n de l o g ra r

Y , a d e m á s , c o m o la sa n ti d a d es el resultado d e a ccion es h u m a n as sobre n at u ra l izada s , y l o sobre natural e l h om b re es i n capaz d e pro d u ci r l o por sí mismo; n ece­ sita del con curso d e l a d i v i n a gracia para l ograr la supre m a de sus fi n al idades en este m u n d o que es l a i mi tación de Jesucristo, sin la cual , n i p u e d e ser santo n i l ograr e l cielo. Lo u n o y lo otro se lo ha <l a d o Dios e n la santa E u caristía, pues el q u e comulga, parti c i pa u b é rrima­ m ente <l e la gracia sar, t i fi ca n te ; v e con l os oj os d e la fe al �Iod e l o perfectísim o de toda v i rtu d ; lo toca; más aú n , lo co m e ; se i d en tifica con El , como el que com e pan , a l d i geri rlo l o t rasfo r m a en s u pro pi o s é r ; si bien en la c o m u nión e u caríst ica pasa al revés, ya que noso­ tros q u eda m os conve rtidos en Cristo por partici pación segú n a q u e l l o d el d i v i n o Maestro « El que co me mi car­

ne y bebe m i sang re está en 1lti y yo estoy en

G. 57). Por

él. > (Juan

eso, para e l que com ulga frecuentemente, la Eucaristía es escuela magnífica d e santid ad . Por otm parte , al com ulgar debemos eje rci ta rn os e n la ora ción; a n tes de recibir el sacra m e n to, como pre paración a u n acto que nos envidian los mis mos án geles; en el m o m ento de com u l gar, por el H u esped d i vi n o que se digna veni r a v i si ta r n os a q ui e n s e ría i m pro pi o no di rigi rle la palabra; y d e s pués d e comul ­ gar, porq u e u n a gracia como esta exige d e n u f"stra alma la m ás profunda grntitud y debemos m a m festár­ sela al S e ñ or de algún m o d o . L a sagrada com u n i ó n , ( q u e ¡ Ojal a ! fuese para no· sotros d iaria, ya que e n t re los actos que puede reali·


Comunión

y

Santidad

325

z a r el h o m b re e n e s t e m undo e s , si n el u d a , e l q u e m á s : i g ra d a a s u d i v i n a l\faj 1•st a d ;) t>s u u a o ra c i ó n exce lsa y uu m a n a n t i a l d e g racias i n sos pec hables .

Por l o m i s m o, d eja ría m os i n co m p l e to el e st u d i o , que v e n i m os h a ci� n d o , si n o d ij ése m os algo s i q u i era , rl e lo m uc h o q u e se p D d ría escr i b i r, sobre el m á s gran­ d e n u es tros sacra i m n tos, la E u c a ristía. Voy a fi j a r me e n s u acci ó n s a n t i fic ad o r a e n l a s a l m as , toma 1 1 <l o e n c u enta co m o fom e n ta : a) l a ca rencia de c u l pa ; b) la E1 u p e r tt b u 1 1 d a 1 1 cia d e g r n c i a ; e) l a prác­ tica d e v i rt u d e s ; d) e l c e l o y l a mística e n las a l im1 s q u e más se h a n d i s t i 1 1 g u i d o pnr s u a m or a l S a n tísi m o Sacra­ m ento; e) añad i e n d o , a l fi n , al go s o b re el m od o d e p r e ­ p a rarnos pa ra c o m u l g a r ; d a r gracias por u n f a v o r tan · gr a n d e co m o este ; y l a co n v e n i e nc i a d e visitar fre cu e n ­ t e m e a te a J esús sacra m e n ta d o .

*

*

*

U. La santidad n o s a prox i m a a Dio s ; pero cada pa so d e apl'O x i m a ci ó n a su d i vina Maj estad exige u n a n ue v a p ur i fica c i ón e n n uestrns a l m a s . En la p r e i; e n c i a d i vi n a no p u e d e h a b e r n a d a m a n ch a d o . J esucristo, Seiío r uuestro, f] U e vino al m u n d o a d ar n os e s a v i da s o b r e n a t u ral q u e había m os pe rdido por la culpa, e m pieza su m i s i ó n most r á n d osenos i m pecabl e . C o m o H ij o d el Ete r n o , v i v e e n e l seno de l a d i vi­ n i d a d . En Dios n o puede h ab e r c u lpa ; la sa n ti d a d es s u m i s m o sér . C o m o H i j o d e l o s h o m brea, to m ó ca r n e , po r obra d el Espí ritu S a n to , en las en tra ñ a s v i rg i nales d e María, e n l a cual , según d 0 g m a d e n u e stras cre encias, no hubo n i pecado origi n a l , ni pecado m o r ta l , v e n i a 1 , o i m per-


326

Luz de Dios

fccción alguna actual , e n ate nción d i vi n a .

a

su

Matern i dad

C!omo R edentor, se hace anun cia r a los homb res por u n p rofeta s a n ti fi cado antes d e n acido , San Jua n B a u ti sta ; y e n la n oche d e la Cena recl i n a su adolori d a cab eza , p o r la traición d e Ju das , sobre d p ech o virgen d e l A póstol y E van gel ista San J ua n .

S u apa ric i ó n e n e l m u n d o es c o m o de

e

Cordero

de Dios que borra los JJecados dtl mundo » . (Juan., I. 29.)

S u a pa rición i n d i ca s u mis i ó n . Viene a darnos esa p u r e z a d e a l m a q u e El tiene en perfecci ón a bsoluta y que n osotros d eLemos ad quirir segú n nuestras d é bi l es f u e rza s . Jes u cri s to cu m p l e su m i s i ó n d e s d e la c r u z c l o n d c m u c r e y desde el Sagrario donde ha querid o q u e c l a rs e h a s ta l a consu m ación d e los siglos para con ­ t i n u a r , a trnsé s de los velos eucarísticos, esa m isma m i sión d e s a n ti fi car n u estras almas , puri fi cándol as de la c u l pa ; purifi cación d el tod o Hecesaria, ya que, s i n c l l n , j a m ás pod emos acercarnos a l Señor. Efecti va m e nte;

"Cn

la com u n i ó n se realiza aquello

d el p rofeta Ezeq u i e l : « Dabo eis cor novum > . (36, 26. ) Les d aré u n cora z ó n n u evo; nu evo por la l i m pieza de c u l pa . P u es la romu nión, s u p on e en el q u e comulga, estado d e g raci a ; y si n o lo t u v i e r e , es tanta la eficacia san t i fi cadora de este sacram ento , que k•s teólogos le

asi g n a n los s igu ientes efectos d e u na san t i d a d negati va ad mirable, con los cuales el a l m a quedaría purificadí­ s i m a , s i e m pre que comulgas e d e una m anera d ebida.

l a comu nión pue de, accid ental mente, perd onar los p ecados mortales; cierta m e nte y , d e su y o, los peca d os Yeniales, según a fi rmaci ón categóri ca d el Concilio d e Tre n to e n l a sesi ón X I II. Y como quien p u ede l o más, puede lo m enos, al comul gar, el Pa n d i vino q ue reci­ b i m os borra d el alma sus i m per fecciones . Y s i e n d o tan ta l a c a ridnd q u e se comu n ica al q u e d e una ma­ nera menos i nd i g n a co m ulga, hasta las malas i ncl i na·


Comunión y Santidad

��������-

327

cio u e s v n n poco a poco d P s a pa n c i e u d o <l f'l cornzó n del que reci be u Jesús s u e rn m entado e 1 1 d <:: b i d a fo rma. ( 1 ) V e n ta j a s d e u n v u l o r espiritual ina preci a b l e , pues al m a s va n pu rificá n dose de sus cu l · p a s , s e d i s p on e n m e j or pa ra l a u n i ó n c o n Di os p o r l a caridad p e rf ect a . n m edida q u e las

Esto te n fo n p resen t e l o s s a n t o s y, po r eso, a m aban l a co m u n i ó n con v e rdad ero e n t u s i a rn o , buscá n d ol a con h r rnís m os i n so s p e ch a b l e s , pues s i n e l l a nu pod ía n vivir. Todo l e s pa recía i n s í p 1 rlo �i n o l o co nd i m e 1 1 tn b a n con e l pa n divino de l a co m u n ió n d e la m a fiana . *

*

*

111. A d e m á s , cuan do com ulga m o s se nos con fi ere l a gr a ci a en fo rma verdaderamente sorprendente y con tan to acopio que las a l m a s que m ás c0mulgan no es raro q ue las vea m os p racticando la sa n tidad p os i ti v a con fer v o r c o n tinuo , l i bres de las cr u e l e s alternativa s que afii g en a quienes rara vez se a ce rc a n a esta fu ente i n e x h a u ta d e g raei a s d i v i n a s . E n l a com u n ió n en co n tr a m o s raudales d e gra cia. La gracia s a n tificante di c e n l os te ólo gos qu1;: es una ( 1 ) Adverti mos para evitar torcidas interpretaciones que pud ieran i nducir a la formaci6n de co nciencias err6neas, q ue es sentencia te o l6 g ica < longe c:omunísima• ap o y ada por Santo Tomás, Sa11 Belarmino, S a n Al· lonso María de Ligorio y S uárez, q u e los que c omul g an en estado de pecado mortal , só l o • accidenta lmente • reciben la primera gracia con las sigu ientes condiciones: a) Si co m u l gan de buena fe sin acordarse del pecado mortal cometido. h) Si t ie n e n atrici6n implícita sobrenatural del pecado o p e ca dos mortales cometido•. ( 'Pesch . Pr4!/e Dogmaeica!., Vol. VI. n u m .

8 0 0 , EJ1. 4 a/,) Por lo demás, es teol6gicamente cierto, !=ºn certeza abaolutamente, que si después de comulgar se aco r -l a re el que estaba en pecado mortal d el peca do olvidado, tione ob l ig a c ió n grave de confesarse ante1 de vo lver a comulgar.


328

Luz de Dios

partici pación d el sé r de Dios en no sotros . Jes ucri s to es Dios . No pe rd a n1 os de v i s ta ni es ta verd ad de n u estro c red o n i a qu ella d efi nici ó n de la gracia . Sa n to Tom á s d iscu rre a s í . C n a n d o dos f uerza s se encu e ntran o pa ra i d en t i fi ca rs e o destruirse m u t u a m e n te , l a experien c i a n os d e m uestra q u e la m a yor s u byuga a la m e no r , i n u t i l izá ndola c o m p l e ta m ente. Pues bi e n ; l a co m u ni ó n es obra d e a m o r ; e n ella nos e n c o n tra m os con Je s u c ri s to , Señor n ue s tro . En el a m o r d e Dios a l l 1 0 m b re y e n e l d e éste a Dios, ta m ­ h i ¡\ n s e d a n esas d o s fu e r z a s q u e ti e n d en a l a pose­ s i ó n del o b j e to a m ado cou la pote n ci a del resp ecti vo a m o r . �la s co m o el amor del h o m bre a m trn d o a Dios es fi n i to , y el a m o r d e éste a m a n d o a A quel es infi­ nito; la fuerza d e l amor d i v i n o subyuga a l a m o r h u ­ mano h ac i e n do q u e e l a l m a que co m u lga v i v a la m i s­ ma v i d a d i vina, pud i e n d o e xcla mar con San Pa b l o : « Vivo yo, o más bien , ya n o soy yo q u ien vivo, sino que Cristo es quien vive en mi . .. (Gal. 2. 20. ) No puede ser d e otro modo . Cua ndo la s a v i a d e la cepa ci rcula por e l s a r m i e n to , est e s e cubre d e ver­ dor, flo res y fr u tos . Jesu cri sto d i j o : « Yo soy l a vid y vosotros los sar­ mien tos . . . ; sin mí no podéis nada. » (Juan., 15. 5.) Cierto; sin El n ad a . Per o con El todo. He a q u í la razón d e n u estros éxitos en el ord en sobren a tural: p os eer a Jesucristo; gozar d e s u m i s m a vida; abrasar­ se en las lla m a s de su m i s m o a mor, Esto es l o que se realiza por la pa rti cipación d e la gracia san tifica nte que ad q u i e re e l que comulga. 4'El q u e com e d e este Pan y bebe de este vino , a fir ma el Red entor, e s tá en . Mí y yo en é l . » (Ju an . 6 , 57.)

Del mismo modo que los p e d a z o s de cera se fun­ den en el fuego, fo r m a n d o u n a única m a teria, d ice San C i ri l o de A l ejandría, así, por la participaci ón del


Comunión y Santidad

�������-

cuerpo y s a n g re d e J e s u tr i s t o , el h o m bre y n e n u u a m i s m &. v i d a .

329 D i o s tie­

N egar q u e e n la co m n 1 1 i ó 1 1 s e nos c o n c ed e l a gracia santi ficante eq u i va l d ría a p o n e r e n d u d a que e l Sa n t í ­ si m o Sac ra m e n to e s , e n rea l id a d , u n o d e l o s si e te s a ­ c ra m e n to s d e l a N u e va L e y i u s ti t u ídos por J ' " s u c r i s to , Se ñ or n uest r o , p re c i s :un e u te para eso; pu ra d e rra m a r s u gracia 'l i v i n a sobre l a s a l m a s .

Cnda sa r r mn e n to ti e n e s u fi n propio. g1 ba u t i s m o l i m p i a l a cu l pa d e o r i g e 1 1 ; l a co1 1 fi r m a c i ó 1 1 d a val o r pa ra con t'esa r a J e s u cr i !' to ; l a E u ca ri s t ía a fi rnw el A n gé­ lico, h a ce, e n o rd t• n a la v i d a e s p i l"itua 1, el m i s 1 1 1 0 efec­ to, q u e e n l a vida m a t e ri a l , p ro d u c e u el rn 11 1 1 j n r y la b eb i d a : s ustenta ; d esa rrol l a ; res ta u ra y d ele i t a . (Su m . , Theo. , 3 . q . 79. a . I. ) N o es , esta p eq u eñ a ga ri r n tía pa ra l a vida es pm · tua l . A r roj a da el a l m a en la m i s m a fueu te d e I n g ra­ cia , q u e es Jes u c ri sto; com pe n etrada d e su m i s m a v i d a , r eco g e las en sefian zas d e l Ma estro Soberano ; la s estre­ cha c o ntra su p ech o , y trata de o b r a r lo m i s m o q u e el Señ or a q u i e n t i e n e e n s u pose s i ó n , para t r a n s for­ m a rse según los rasgos sob r e n a tu rales d e l a i m á g e n i n fi n i ta m e n te p erfecta d e C ri sto. Qui ere ser sa n ta . ¿Santa como l o s hom bres . . . ?

No. ¿Santa co m o los á n g e l es . . . ?

T a m po co . ¿Santa como Dios . . . ? Sí; santa como Dios .

La gracia q u e se le ha i n fu n d i d o la d o m i n a ; las d i fi c u l ta d es d i s m i n uy e n ; S l-' s i e n t e c omo en vuelta en


330

Luz de Dois

ad m ós fe ra d e sobre n a t u r al i s m o, y l e es fár i l .excl a mar c o m o el A póstol d e l a s GPn tes: « Lo puedo todo en A quel que

es mi fortaleza. » (Philip., *

*

4.

13.)

*

I V . Rea l m e n te l a gra cia no p e r m anece j a m ás i nacti va cua n d o n o8otros eorrespond e m os a la m i s m a . Su a cción s e e n cam i n a a fo r m a r s a n tos, crea n d o e n e l los l a s m á s sólidas vi rtu d es sobre u a t u ral e s . P o r eso l a s a l m as que c o m u l g a n frecu e n te m e n te, con más razó n si l o hacen d i a ri ::. m e n te, se ven adorn a d a a de m i l a ctos vi rtuosísi m os s o b re n a t u ral m ente considerados. No pod ré h ab l a r d e todas las v i rtudes q u e l a co­ munión frecu e n t e c rea e n quien c o m u l ga; p e ro , por l o m en o s i 1 1 1l i ca ré l a s q u e son m á s f u n d a m entales en el d esen volvi m i e n to de l a vida esp iri tual . N u estro corazón p rope n d e al o rg u l l o . La soberbia es n u e st ro m a y o r ti rn n o. Este ven e n o nos a marga la vida. En toda cu lpa h ay s ie m p re un p ri n c i pi o d e so­ b e rbia . Q u i si éra mos para n u estro «YO,. el d o m i n i o p repote n te d e l a i n tel i g e n cia , del co ra zó n , d e l a belle­ z a , d e l m a n d o . Nos a b ru m a el s e r posp u estos o d es · p r � ciados. Hie rve e n i ra s n u estro pe cho c u a n d o a l g u i en tizna la fa m a d e n u estro buen nom bre. Esto en c u anto a la soberbia d e l espíri t u . La sobe rb i a d e l a c a r n e n o s e revela con menor í m pe t u . M u chas veces e s hija d e la a n t e rior. Las con· secuencias a que reduce a los que s e d ejan dominar d e la m i s m a son fa ta l es tanto para e l cuerp o co mo para el a l m a . L a h u mildad lo ruismo q u e J a casti d a d son u n a ne ces i d a d i m periosa d e l e spíri tu . Si n h u m i l d ad y s i n casti d a d e s i m posi b l e l l egar h asta Dios, El soberbio, no;


33 1

Comunión y Santidad

· �������

p or q u e es resi sti d o por el A ltísi m o según a f irm ación preci sa d el santo Evangelio. !<J I s e n s ual , ta m poco; p or­ que e n l a presencia d e l Scfíor no p ue d e comparece r nada manchado. A h o ra b i e n ; una real i d a d constante nos ens efin q u e, lejos del sagra rio , una y otra virtud son difici l í­ s i m a s d e ad q u i ri r , por no d ecir i m posi bl e . Pensad en esto lo que q u erá i s . Lo c i e rto es que c u a n d o el A póstol San Pa blo sen tía arder su cuerpo con l o s A rd ores d e l a torpe concu p iscencia y re c u rrió a l Señri r e n d c m aml a de auxilio m ereció esc u c h a r estas palabra s : « S1tfi cit tibi

gra tia mea • . (JI Cor. , 1 2 . 9.) Con rni gra cia te basta .

Siendo e sto así ¿en dond e mejor q u e en el sa gra­ rio, d o n d e m o ra el A u tor d e l a graci a , pod remos encon­ trar re m ed i o con tra los feos v i cios ? De aquí q u e el egregio m o rali s ta San Al fon so María d e Li gorio y PI Beato Pad re Cla ret r ecom endas e n , con e n ca reci d a in s i s ­ tencia, el com ulga r d i a ri a m e n te para b orra r d el a l m a estas m al a s costu m bres s e n s u a l es . . . .

Y si e l o rgullo d e la i n tel igenci a n o .s e combate más que con senti m i en tos de h u m i l d a d profu n d a , ¡ n o s é y o e n d o n d e f:ncontr11 remos u n a h u m i l lación s e m e ­ j a n te a la d e Jesucri sto, Señ or n u estro, en la E u caris tía , p u e s , de su estndo sacra m en ta l pod em os d ecir, propor­ ciona l m e n te , lo mis m o que de s u e ncarn ación , que a l q u e d a rs e sacra m entado s e a n o n a d ó . « Se mrdipsum e.r,úi­ anivit . . » (Pltil., 2. 7.) A pren d e d de m í , d i j o a sus d i s­ cípulos, a ser m a n sos y hu m i l d es d e cora zón . » Esa m a n sed u m b re y h u m i l d ad las ha perpetua d o a l a s o m ­ b r a d e l o s velos e u carfa1ticos. La co m u n i ón frecu ente ha hecho más a l m a s h u mi ldes, que la m u lt i p l i ci d a d de castigos que sobre el m u ndo han l l o v i d o . .

. .

P o r otra parte , l a s a n t i d a d s u pone u n e s píritu d e sacrificio e n o r m e . Y q u i zá u n a d e l a s vi rtudes qu e más cuesb:1 a n u estra frá g i l n a turaleza sea l a de a b nega rse, n egá ndose a e.í misma.


332

Luz de

Dios

Es q n t> 1 1 0 f u i m os neail os p a ra e l d o l o r; 1 1 1 e 1 q u i e ra parn l a h u m i l l a c i ó n . N u e, tro p r i m e r t sta d o e ra d e gozo; u u e s t ra p r i n w ra co n d i ei ó 1 1 l a 1 l e rey e s . Po r eso, e l tra­

baj o, la pe n i te n c i a , la a l rn egaci ó u , las r ech a z a m o s .

S i n e m ba rgo, D i os l o q u i e re . D e s p u é s d e l peC11 d o I n esca l e ra d e l a s a nti d a d hay q u e construi rla co n asti­ l l a s d t- c r u z . g) d i v i n o Maestro l o h i zo así. Nos r ed i m i ó en el cal vari o ; p e r p e tuó s u s a c ri fi c i o en la sa n t a m i s a ; l o r e n u e va "d i a r i a m e n te e n m i l lares d e a l ta re s e n tod o el m u u d o ; p o r lo q u e s u s a b n e gaciones s1 1 n i n e 1 1 arra­ b i t>s . A l o c u a l a ñ a d e : « Si alymio r¡ 1dere ven ir en pos dl JJI?, que 8" n Í P.f/ Zte a s í. mis m o; q u e tome s u cruz; y que me siga » . ( Ma th . , 6. 24.) T a l e s l a l ey ; d u ra l e y si s e qui ere ; pero d e n e­ cesi d a d a bsol u t a . Eso s í , q u e es i n ú ti l q u e n o s canse­ mos en b u sc a r al mas S(·gui d o ras de esta l e y lejos de l a c o m u n i ó n frec u ente. Los h é ro es del sacr i fi cio nace n . al pié d e los a l ta r es y se manti e n e n con el Pan Euca­ rístico . Así lo h i z o aq u e l la a l m a que cantaba:

« Vivo sin vivir e n mi Y tan alta vida espero r¿ue muero porque "º muero » . Fálte m e t o d o , d ecía la Doctora M í st i c a , que no m e fa l téi s V o e , D i os mío, y eso m e b a st a .

En la E u caristía, d i j o Pío IX, pa ra a hogar to d as mis p e na s .

e n c u e n t ro d u l zura

Y el Pad re H e r m a n , el i l u s tre co n v e rti d o , con ai res d e co n vi c c ió n p r o f u nd a , exclamaba: yo he bus­ cad o l a d i cha en t o d a s parte s ; e n los ari stocráti cos sa l o n e s y en l o s p a r q u e s olorosos; eu los l agos <le S u i z a y e n l a s más populosas m e t rópolis; e n e l s e n o d e l h oga r y en el co razón m i s m o d e la a m is t a d ; y única­ m ente la hallé a l pié de los altares, en el f o n d o d e l Ta bemácu ! o .


Comuni6n

y

Santidad

33.3

Es que l a base de n u estra fel icidad se encuentra en el d u m i u i o de las p11siones d e l cora zó n , so b re to d o , d e a q u e l las q u e so u fue u te y raíz d e l n s d e m ás; c o m o el org u l l o , h1. a varicia y e l s e n su a l i s m o . Y las \'i rtu d e s co u tra rias a estos vicios l a s p ra c ti ca d e m o d o tan c l aro el San tísimo Prisi o n e ro de n u es tros a l ta re s, que es i m ­ posi ble ace rca rse con f r e c u e n c i a a c o m u lg a r si n q u e al a l m a q u e co m u lga se l e p e g u e n f u e r te m e n t e y j u nto con e l l a s , l a paz d el co razón q u e es la fu e n te de la fe l i cid a d verdadera .

*

*

*

P e ro ad vi rtamos q u e l a felicidad q u e l a Hostia consagrada co m u nica a las al mas que com u l gan no es u na fel i ci d ad egoísta . Eso no. E s l a fe licidad d el a pós­ tol que se goza e n prodigar la vida so b renatu ra l a s u s s e mej antes. Como l a flor se abre a l ray ar l os b esos d e l a l u z , así e l cora z ón gar, se abre para reci bir el ab ra z o tó l i ca del que por to dos m u ri ó en

el alba para reci bi r h u m an o , a l comul­ d e la c11 rid a d apo s­ la Cruz.

E m b ri agad o co n l a d u l ce d u m bre d e e s t e v i n o euca­ rísti co , e l h o m brt>, d i ri gi é u d o s e a D i o s , l e d i ce : « ,;. qué os daré ¡oh Se¡i,or! por esta merced que me habéis hecho ? » (Ps., 115. 12.) Y , allá en e l fondo d e s n sér, sien te u u a voz l l ena d e au tori dad q u e le c o n testa : « Dame tu corazón hijo mío » . (Prov., �8. 26.) Se ñ o r , a q u í está. . . .

Y Dios tom a ese c o ra z ó n y l e a rranca la h i e rba i n g rata del egoís m o , cuau d o le d i ce « A maos los unos a los o tros como yo os he amado . » (Juan 1:"> . 12) Este precepto, q u e e s co mo l a s í n tes i s d e l a s ma­ ra v i l las euca rísticas, r e s u e n a e n l as al mas e n a m o radas d e Jesús Sacra m e n tad o y l a s con v i e rte en verdad eros portentos de a cción evangeli zadora .


334

Luz de Dios

No vayáis a negarme qne el Sagrari o es escu ela de apóstol es; p orque yo pod ría abrum aros con l a narra­ C' i ó n de las v i das de i n n u m erables al m a e apostó l i cas formadas al cal or d e la comunión de cada día. Pero d e e n tre todas quiero d estaca r dos, q ue a m i j uicio son ad mira bilísi mas: San ta C atal inn d e Siena y el Beato A ntonio María C l a ret. �.... La pri m e ra con s u pal a b ra y con sus escritos l l egó

a iutt u i r en l a misma marcha d e l a vida de l os Pa pas.

¡ Y q u é d ecisión en sus predicaciones . . ! .

El segu n d o , m i s io n e r o , arzobispo, confesor de reyes, escri tor, fundador de congrega ciones religiosas, d i rector exi m i o de al mas p redilectas . . . llena el siglo X IX con la voz i m p e riosa d e su a p osto l a d o y con el perf u m e d e sus heróicas virtudes. Pues b i e n ; Santa Cata l i n a d e S i e na era una al m a t a u e u ca rística q u e pue d e d eci rse s i n rod eos q u e fu é la regalon�1 de Jesús Sacramen tad o . Pasó u n a c uares­ m a si n mas al i m e n to corpora l qu e l a Hostia de la m a f\ana. Conocía m i lag rosa m e n te las pa rtículas co nsa­ g radas y l a s no c o n sa � rad a s . C u a n d o n o pod ía co m u l ­ ga r , m i ra b a a l a H o s tia y esto l a s aciaba p o r co m ­ pleto . A l co m ul g a r s e n tía en su paladar e l gusto d e la Sangre d i v i n a . Veía e n l a s manos del sacerd ote que le ad m i ni straba la com u n ió n , u n a hoguera d e fuego . Muchas veces al i r a comulgar la Hostia saltaba d el copón o de l os d ed os sacerdotal es a s u l e ngua.

Y del Beato Claret, n o digo más que u n sol o hecho perfe ct a m e n t e c o m probado y que l o pone al frente d e todas las a l m as e u carísti cas . D u rante n u e ve años seguí· d o s las e s p e cies sacra m e n tal es p e r m a n ecieron incorrup tas en s u pec h o de u n a co m u n ió n a otra. A h or a , d e c i d m e si tengo o no tengo ra z ó n al a fi r­ mar que el Sagrario es el mejor taller para formar esos apóstoles que hoy necesita el mundo.


335

Comuni6n y Santidad

La pal abra d e San Pabl o , c o m o pal a b ra i n sp i rada la sa b i d u ría eterna si em pre s e rá c i e rta: No es, afirma, ni el que planta ni el, que riega el que hate fru c­ t ificar a los árboles, sino A quel que les dé incremen t o , es decir Dios. (1 . Cor., 3. 7.)

por

N o ; n o es la pala b ra h u mana l a que con vi e rte a los pecadores; es l a gracia d i v i n a . Y c o m o l a gracia e s una partici pación d e Dios e n nosotros , aquel es más a p óstol q u e m á s parti c i p a d e Di os. Y ¿quifo pa rtici pa más d e Dios que las a l m as que com u lgan todos l os días con fervor? *

*

*

VI. Y , por ú l t i m o , en l o s crecimien tos de la s a n­ tidad se l lega a un estado q u e sale totalmente de l o com ú n . S e l l a m a estado m í stico . E n é l l a s al m a s go zan d e D i o s e n fo r m a i u e fabl e . Las hace s u s c o n fi d t> ntes . Trata con ellas e n u na i n ti­ midad q u e las e m b r i a g a de p l a ce r Se les s ensi uiliza por m e dio d e locuciones i n teriores i nc o n f u n d i bl es , les revela s u s m i ste r i os l a s asocia a s u s penas por l o s p e c a d o s d e l m u n d o , la s regala c o n visiones y éxtasis que las dejan en d u l ce d u m bre d e es píri t u i n e narrabl e . E n fi n , que s i e n este m u n do f u é ramos c a paces d e l a gl oria d e l c i e l o , i n d u d able m e n te l a gozaría n estas a l m as que en el ejercicio de l a s virtudes h a n l l egado a s e r tota l m ente de D i o s . .

,

P e r o ella s , quizá como n ad i e , son he chura de l a eficacia san tificadora d e l a divina Eucari stía.

Va m os a v e r l o en estas tre s n o m b ra d ía m u ndial.

que

han

gozado d e

La extática Gema Ga l ga n i , q u e e s d e n u es tro tie m po; la fi e l c o n fid e n t e d e l Sagrado C o rn z ó n , :\fo rga­ ri ta María de A lacoq11 e ; y l a i n com p a ra b l e S a 1 1 ta Ma ría Ma gdal en a de Pazzis.


336

Luz de Dios

La ú l ti m a lloraba i n con sola ble cua n d o ten ía que perd e r u n a sola co m u 1 1 i ó 1 1 , 1 1 1 m i s m o que c u a n d o l a perdínn otras rel i g i os a s . Prefería l a m ue rte au tes q u e d ejar d e c o m u l g a r . C m.ud o e r a pequefí. i t a , l o s d í a s q u e co m u l g a d a s u m a d re , l e gol p e a ba el pecho y s e p o n í a a escucl1 1 u p a ra v e r s i le r e s p o n d í a J e sús. Lla m a. loca de a m o r a .Jesús Sacra m e n tado Y a p re1 1 d i e 1 1 rl o e n esa e s cm l a , s u d e s eo m á s a rd i e nte e r a : « Pa d ecer y n o morir > . Vi sitaba a Jesús Sacra m en ta d o tr e i n ta y tres veces al d í a . S olía d e ci r q ue una sola comunión bastaría para hacernos santos . Santa Margari ta María de A l acoque dij o , q ue cami­ n a ría sobre el fu ego para ir a c o m u l g a r . Estu vo u n jueves Santo ca torce h o ras se g u i d a s , i n móvil como u n a estatua, d el ante d e l S a n tís i m o Sac ra m e n to. Jesús l e re p r e n d í a s u s fa l ta s , d e s d e el Ta bernácul o . Llegó a d eci r l e , e l fi n o A m a d o r d e los h o m b r e s , q u e , a u n q u e n o h u b i era s i d o m á s q u e por e l l a , habría i n s ti t u í d o l a d i vina Eu ca r i s tía .

Y la a n g e l i cal G e m a Galgani a fi rm ó q ue se redu­ ciría a cen i za s s i e s t u vi e ra j u n to a Jesús 0 1 1 c ua rt o d e hora; q u e d e l l a d o d e l cora zón s e ntía u n fuego a b ra ­ s a d o r a l co m u lg a r ; y q u e el d eseo d e l a c o m unión n o l a d e j a b a d or m i r . A n t e estas manifestaci o n es vehementísi mas d e amor a Jesús Sacra m entado, se co m p rend e , fácil mente , el d esborda m i e n to de g racias habi tuales y a c t ua l e s q u e e l Pri s i on e ro de la E u ca ris tía deja ría correr p o r sus almas ha sta converti r l a s e n s er a fi n e s hu m a n o s h ec h o s puro fu ego d e amor d i v i n o y con ello ejem p lares cum p lidí­ si mo:; eu tod a clase d e vi rtu d es . *

*

*


Comunión

y

Santidad

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VII. Los efectos santificadores d e l a co m u n ión frecuente son i n negable s . No los ponga mos en tela de j uicio. Ad virtamos, sin e m bargo, que estos se i ntensi ­ fican a medida q ue las disposi ciones del que com ulga se pe rfeccionan. Estas disposiciones son : o d e ne cesidad absoluta , co m o el estado de gracia; el ay uno natural desde las doce d e la noche hasta el m o m e n to de la co m u nión; y el distinguir e l pan e u carísti co del pan natural: o d e mayo r conve nie n cia, c o m o la santidad d e vida, la rec­ titud de i n tenci ó n , y la ma yor actuación en los m o m e n ­ tos d e comulgar . . . Quien se atreviere a comulgar con certeza d e que está en culpa grave, n o reci biría la vida si n o la m u e l'te , como lo e n seña San Pablo. (I Oor., II. 29.) Y, por lo con trario, qu i e n fuere a comulgar con u n a preparaei ón pe rfecta , acre c e n taría los frutos d e la comunió n . Los teólogos unanim e m e n te dicen q u e l a gra cia s e concede de dos modos a l o s q u e s e ace rcan a com u J . gal' : « ex opere operato » y «eX opere operan tis » . L a p ri· mera es la que s e d a a todo el que comu lga con las disposiciones i m presci ndibles. La segunda, la que s e concede e n conform idad con l as disposiciones actuales del que com ulga, que varía n tanto como individuos, y a ú n en estos no siem pre son las mismas. pues e stán suj etas a mil causas que las hacen cambiar m ucho . A quellas a l m a s e n las cual es predom i n a el espíritu de oració n llevan , sobre las que no lo tie n e n , u n a ven­ taj a enorme en esto de estar dispuestas para reci b i r gracias superabundantes al tie m po d e com ulgar; porq ue ese espíritu de oraci ón les da una preparación perso nal para la com u n i ó n mucho más inte n sa, m ás actuada, d e mayor recog i mento, quizá de m ay o r pureza d e inte n ­ c i ó n q u e la q u e pudieran tener aquellas q u e pasan e l d í a s i n acorda rE. e de que h a n d e re ci bir e u sus almas


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luz de Dios

a .Jesús sacrame ntado, y , así , cuando l o h a cen , se las v e menos co u tra i d a s a l o que .está n huciendo y menos atentas a ese ac to sobre n at u ral d e las co m u n i cac io n e s d e g racias d i vinas. D e a q u í , que, n o es ra ro e n con tra r en los grandes maes tros d e l a vida espi r i t u a l 1·ec0 1n e n dado, con i nsis· teu cia, este es píri tu d e oración a l a s al mas d e comunión d i a ria; precisa m e n t e pa ra ha cer que esta sea más pro­ vechosa a l a s que la pra cti can , pues se ha n otado ci erta l ey de reversi ó n , e s d ecir, que quien comulga d iaria­ m e n te p rope n d e , con éx i to , a la vida i n te r i o r i n t e u s i ­ fi c a n dola much ísimo, y viceversa , q u i e n l l t: va una vida i n terior bien c u l t i vaJa desea , co m o ciervo sed i e n to , saciar s u s e d d e D i o s en l as corr i entes sobren atura l es 1l e la d i vi u a l� u ca ristfa. Por lo tanto, ya que l a oración , o por mejor decir, el espí ritu de o ración es una bellísi m a disposici ón pa ra i ncre m entar la gracia en los momentos d e comulgar, sería m uy oportuno fijar n uestra a tención · en estos p u ntos que paso a i n dicar. Presencia d e Dios d u rante el d ía , p ero u n i d a al recuerdo d e Ja co m u n i ó n de l a m a fí a n a ; p r e p a raci ó n i n m ed i ata ; col oquios c o n el d i vi ­ no h u esped ; acción de gracias p o r una vi si ta tan be­ n efici osa para el a lma; y visitas a Jes ú s sacramentado e n tre d í a .

E n capítulo aparte de este l i bro expusimos larga­ mente las ventaj as de la presencia de Dios e n , las al mas pa ra santificarlas y có m o d e be llevarse este ejer­ cicio. Record e m o s que quien a n d a en la presencia d e D i o s , l o teme y lo a ma. E l temor d e Dios al ej a de la culpa. Es por lo mismo, u n excel ente m ed i o d e puri­ fi ca c i ó n para nues tras al mas. El amor i nduce a hacer g rn n des cosas por e l obj eto amado. Lue g o la p re s e n cia d e Dios es btJneficiosa a los d us ele m entos de la sa n­ tid ad : care u c i a de c ul p a y a u m ento - de g raci a y vi r­ tudes.


Comunión

y

Santidad

339

Siendo esto así , como i n d u d ab l e m e n te l o es, i m a ­ gín ese, q u i e n pued a , l a d i s p o s i c i ó n ad m i ra b l e q u e este ej e rcicio c rea e n las a l m a s e11 orden a la co m u n ió n d e ca d a d ía y a las grnci a s gratis d ad H s q u e por l a mism a a fl u y e n a a quel q u e co m ul g a d i spues t o d e esta m a n e r a .

Y s i a ese r e cuerd o g e n é rico d e D i o s se u m ese e l de Jesús sacra m entad o , esto sería como m i el s obre hojue las. El a c to de co m u l g 11 r n o h a d e ser j a m ás u n acto preci p i tad o , i r r e fl e x i v o Por lo contra rio, d e b i e ra p r e ­ cede rle , para m a y o r p ro v echo una m e d i a hora d e m e ­ d i tación ate u t a : sobre la g racia i n c o m p a ra b l e q ue e l Red e n to r h ace a l a l m a v i n i e n d o a e l l a e n la for m a en que v i e n e; sobre los e j e m pl o s d e vi rtudes que en l a Eucaristía n os d a J esús; sobre el m o d o d e tra slad arlos a n u e s t r a a l m a ; y sobre la con d ucta que e n tre día h e mos d e observal' para no d esd eci r de lo real izado en la mañana. .

,

Torp eza inaudita serí a pasar d i stra í d os e n los m o ­ m e n tos en q ue e l d i vino Pri sionero e s t á e n nuestra s almas de una ma n e r a tau r ea l y e fectiva , an te s d e que se corrom pan l a s es pecies sacra m e n ta les baj o l a s c u a l e s se nos ha e n t r ega d o Esa es la ocas i ó n d e fu n ­ d i rnos c o 11 El, d e d a r n o s a El , d e p e d i r cuanta gracia d el ord e n de la sa n ti d a d n ecesi ta n n u estras a l m a s , p u e s u n a oración d e más unión e i n ti m id ad n o es fácil que l a p od a m o s enco n trar, por vías o r d i n a ri a s y comu­ nes, e n este m u n d o . .

Y que la a cc i ó n d e graci as n o falte nu n ca ; q u e ella s ea u n a oración fervorosísi m a l l e n a d e f e , c onfia n za y cari dad ; a lgo así como u n a e n trega total de n u es­ t r a persona en lo que e s , p ue d e y v ale p a ra q ue Qui e n t anto n o s h a d a d o al dársenos e n la E ucari s t í a encue n ­ tre, e n e sa donación que h acemos d e n oso tros m i s m o s , al g u na recompensa a l o s a m o r e s q u e n os h a tenid o . ­

,


Luz de Dios

340

Y, po r últi mo, cuando a m a m os uo a cer tam o s a separar n u estros pensamientos d el objeto a mad o; q u i ­ siéramos ten erlo si e m pre present e; verlo; c o n v ersa r; comun1 carnos en t o do instante con él . A esto o b edece la prá c t i c a de las almas eu carísti­ cas d e visitar al Santísi m o Sacra m ento. N o es si m pl e visita de cortesía ; e s visita d e a mor d e la mejor ley, q u e den ota en quien las fom enta una gratitud i n men­ sa al Redentor por el dón i n esti mable d e l a Eucari stía . ,

Teni endo a la vi sta estas i ncom parables ven taj a s de la com u n i ón diaria n o s senti m o s , i m pul sad o s a re­ peti r con toda la g rat i tud d e q u e es capaz n u estro pobre corazón aquello que por vez pri mera dijo un sa n to: «La eternidad n o es b ast a n te pa ra a g radecer a J es ucristo el haberse queri do q uedar con nosotros e n e l Sa n tísi m o Sacram ento d e nuestros alta res. • Real­

mente, todos los liienes se nos han daclo por medio de ¡,,, sagrada comunión. A iií sea .


IN DICE DE MATERIAS

Pág. De la oración . . . . . .

1

O ración y salvación

17

O ración

y sa ntidad . . . . .

35

Dentro d e los cuatro fines . . . .

...

49

Cualidades de la oración d e s ú pl i c a .

71

De los tiempos en que hay que orar

91

...

109

Pod er ad mirable d e la oraci ó n A ) g uno" bienes d e la o rac i ó n . Apostolado de la oració n . . .

... .

...

1 29

1 4U

Tres por uno, o sea , más or a ción que acci ó n . . .

l 69

N uestra oración y l o s a tr i b u to s divino3. .

1 89

La oración en el santo Evangelio

209

...

229

conte m pl ación . . .

247

La oración en Gehtse m an f . . Meditación

y

...

267

.. . .. . . . .

285

La santa Misa , o ración excelsa

303

Co mu n i ó n y santidad . . . . . . .. . . . .

323

De l a presencia d e D i os . . .

El S an tí s i m o Rosario


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