Catalogo en la quietud javier victorero

Page 1



1



JAVIER VICTORERO

En la quietud

Del 20 de marzo al 18 de mayo de 2014

Sala Am贸s Salvador. Logro帽o


Consejero de Educación, Cultura y Turismo del Gobierno de La Rioja Gonzalo Capellán de Miguel

Director General de Cultura del Gobierno de La Rioja José Luis Pérez Pastor

Alcaldesa de Logroño Concepción Gamarra RuizClavijo

Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Logroño Pilar Montes Lasheras

EXPOSICIÓN Coordinación Maite Echeverría

CATÁLOGO Textos Juan Manuel Bonet Enrique Andrés Ruiz

Montaje Servicios Técnicos del Ayuntamiento de Logroño Félix Pérez Vidarte Transporte Mayoral-Ortiz, S.L. Seguros AON Gil y Carvajal, S.A.

Coordinador General Francisco Gestal Tofé Coordinador Regional Gabriel Santos Ruiz Administración Maite Echeverría Cámara

Fotografías Javier Victorero Diseño Javier Victorero

Impresión Ochoa Impresores

Maquetación Javier Victorero Asturlet

ISBN: 978-84-89583-57-3 Depósito legal: LR-22-2014

CULTURAL RIOJA Avda. De la Paz, 11 - 26071 Logroño - Telf. 941 208 688 - Fax 941 277 080 culturalrioja@logro-o.org - www.culturalrioja.org CULTURAL RIOJA es un programa de difusión cultural patrocinado por

AGRADECIMIENTOS Parlamento de La Rioja | Galería Cornión | Pedro Rodríguez Bernardo | Estela Fernández Toral | Inma de Miguel Díaz | Óscar Fernández Rebollar. Y a todas aquellas personas a las que también quiero especialmente y que me han ayudado tanto en la realización de esta exposición, como en mi vida diaria. Ellas saben quiénes son…


ÍNDICE

7

Fiat lux JOSÉ LUIS PÉREZ PASTOR

9

Carta de París JUAN MANUEL BONET

13

Un origami para Victorero ENRIQUE ANDRÉS RUIZ

17

Catálogo de obras

89

Apuntes biográficos

5


6


FIAT LUX José Luis Pérez Pastor Director General de Cultura Gobierno de La Rioja

Mientras escribo estas líneas tengo delante un cuadro de la serie “Maitines” de Javier Victorero, y he buscado en él las palabras que a continuación quieren presentar la inigualable oportunidad de tener una monográfica de este autor en nuestra querida sala Amós Salvador, dentro del programa Cultural Rioja. En el cuadro que tengo delante, el autor explora el azul y, en un desarrollo que a mí se me antoja una línea temporal, hace que -de izquierda a derecha y adoptando la diagonal como forma básica- el color vaya desplegando vibraciones y tonalidades, como desperezándose, como elevándose sobre sí mismo al hilo de la oración que evoca y, con ello, como elevando al espectador que se ha acercado a acompañar los melismas cromáticos de ese lienzo. Las etiquetas que nos sirven de referencia en el discurso de la Historia del Arte nos remiten inmediatamente a la abstracción geométrica, y quienes han escrito antes sobre Victorero mencionan sabiamente nombres como Rothko o Palazuelo, con los que Javier ha crecido. Pero una vez ubicado en líneas generales este pintor, en él se percibe una voz clara y unos ecos fecundos que ha sabido cultivar a lo largo de numerosas exposiciones, tanto individuales como colectivas, y de lo que dan muestra los numerosos premios que han reconocido su labor. En Javier Victorero la geometría se hace trascendente, va más allá de sí misma, configura espacios y hace que los colores sean auténtica luz modulada, soportes de un significado que atañe al espíritu humano, el único capaz de establecer un pacto comunicativo en el ámbito de lo abstracto. Toda esa experiencia que ofrecen sus cuadros, todo ese proceso, nace de la quietud que titula la muestra, que no ha de entenderse como estatismo, sino como reflexión, como paz o como “línea clara” de un pensamiento plástico y de una delicada sensibilidad que cataliza su pasión por la pintura en la contención. Javier Victorero ha trabajado ad hoc su muestra “En la quietud” para la sala Amós Salvador y que, con esta obra colgada, quedará teñida de esa “lírica de intensa espiritualidad” con que el desaparecido crítico Dámaso Santos Amestoy caracterizó al autor que hoy nos visita.

7



CARTA DE PARÍS Juan Manuel Bonet

Un frágil pero intenso hilo que me une a España, esta pintura contenida, silenciosa, meditativa, y sin embargo llena de emoción y de vida, que llevo siguiendo hace años (desde cuando su autor ocupaba un mínimo apartamento-estudio en el Madrid de Ópera). Pintura que le debo al siempre recordado Dámaso Santos Amestoy, y cuyos desarrollos últimos me emocionan, ahora que me llega, a Passy, un CD-rom conteniendo un conjunto de reproducciones en jpg de cuadros, bastante de los cuales son nuevos para mí. Esta vez no he podido ir a Gijón a verlos en directo, atado que estoy a esta cárcel dorada que es París. Mas el envío de estas imágenes electrónicas, aunque no sustituye la morosa contemplación en directo, me transmite el sentimiento de esta pintura, me lleva hacia la playa gijonesa, hacia el mar abierto, hacia el olor a salitre, hacia el barrio de La Arena donde está el estudio-celda, de época incierta, de Victorero, que tantas veces en el pasado interrogó el Cantábrico (un deporte asturiano), y que en su producción reciente tiene un ciclo de título nuevamente acuático, Agua y ceniza. Ejercicio de viaje mental el mío: hacia España, hacia ese estudio y su entorno, hacia el tierno y emocionante ciclo canino de la Casa para Nano, hacia Logroño que es hoy el otro polo de la vida de Victorero, hacia Suso y su cantiga riojana, evocado en dos cuadros bellísimos, hacia Alberite y Japonés en Alberite, hacia las graves Vanitas –la perfección sin adjetivos de Vanitas XV (2011)–, hacia los sutiles Bodegones españoles –ciclo más dilatado ya que ninguno de los de su autor–, hacia otros cuadros (por ejemplo: A tu encuentro, I, II, y III, de 2012) que son cartas de amor sobre papel pautado. Pintura que tiene Bodegón español I. 50 x 61 cm | Óleo/lienzo | 2003

9


Estructura luminosa I. 27 x 35 cm | Acrílico/lienzo | 2012

como siempre meridianamente clara su condición de pintura. Pintura esencial. Pintura concentrada como lo han sido la de Paul Klee, la del silencioso Luis Fernández –faro absoluto para su paisano– o la de Pablo Palazuelo. Pintura ascética, enraizada en un sentimiento de lo sublime, aunque hace ya mucho que no hay en ella ya ecos explícitamente rothkianos, ni en general Escuela de Nueva York (Joan Mitchell, pongamos por caso), que los hubo en tiempos en que el pintor se planteaba las cosas en clave más “impresionista abstracta”. Pintura meditativa. Pintura que de repente dice un Cielo de caolín, qué delicadeza extrema, evocación de la porcelana, y título que a bote pronto me hace pensar en Vermeer, y de ahí salto a Vermeer tal como lo construye el brasileño Murilo Mendes en un pequeño gran poema. Patio y cauce: casi un título veintisietista o ultraísta, tipo Surco y estela, de Juan Gutiérrez Gili. Celeste: un cuadro que se deshace en el aire. Cielo de juguete, I y II, o la infancia siempre recomenzada. Briznas: una palabra que siempre me ha gustado, como me ha gustado siempre militar por un arte de briznas, de pavesas... Retorno a Tipasa, con Albert Camus. Pintura la de Javier Victorero radiante como pocas, que se expande sobre la pared, y que se expande además en nuestra memoria. Pintura delgada y cristalina, diamantina, y soy consciente de que me repito, pero ese, diamantino, es el adjetivo que vuelve a surgir sin esfuerzo. Rojos encendidos esplendentes que dan cuerpo a algunas de las Casas para Nano o a ese otro ciclo precioso del Corazón de repuesto, rosas, azules nocturnos, amarillos que cantan, como canta aquel gallo poundiano y cidiano en Medinaceli, o como “detrás del amarillo canta el pájaro” del verso del compartido Caneja, compartido porque lo admiramos profundamente pintor y glosador y otros de sus glosadores y algún otro amigo común como el querido Juan Manuel Fernández Pera, mientras en cambio lo desprecian aquellos que desprecian cuanto ignoran. Pintura en ojivales góticas, ya sin niebla. Pintura en diagonal. Pintura de Maitines. Pintura luminosa, “refugio para la luz” según feliz definición, en reciente página de El Comercio, del amigo Ángel-Antonio Rodríguez, y más luz todavía, en unas recientes Estructuras luminosas.

10


Pintura que en general invita a reflexionar sobre el tema “de lo espiritual en el arte”, así como también sobre esa parte nada desdeñable de la modernidad que se mira en el espejo del Medioevo, “la grande clarté du Moyen Âge” que decía Gustave Cohen en el Nueva York del exilio, algo patente en Victor Hugo, en Gaspard de la nuit, en Apollinaire, en Ernst Barlach y su ángel que vuela, en Max Elskamp y en el Remy de Gourmont de L’Ymagier, en las catedrales Dadá de Paul Joostens y en la catedral bauhausiana de Lyonel Feininger, en el Retablo de Falla, incluso en André Breton o Brassaï, fascinados, aquí en París, por la Tour Saint-Jacques, como también aquí Julio Cortázar por François Villon, y por Cluny y su Dame à la Licorne… Casa para Nano VII. 30 x 25 cm | Óleo y acrílico/lienzo | 2011 Pero tras la digresión, vuelvo a Victorero: más pintor y más ascéticamente español que nunca, y como siempre comprobar, en el momento mismo de escribir, la dificultad de traducir a palabras arte tan sutil. Pura pintura, y a la vez la poesía rondando, por las estanterías, por la memoria del morador de la casa junto al Cantábrico, incluso por un título suyo como Lectura de la tarde. Y la música, naturalmente, un cierto musicalismo, que modernamente, sobre todo de Kandinsky en adelante, la música a menudo ha caminado paralela a la pintura. Una verdadera pena, por último, no ver los cuadros, ni en el estudio, ni pronto desplegándose en el amplio espacio de la Sala Amós Salvador, donde tan bien se ve la buena pintura (y donde la mala, se hunde).

11



UN ORIGAMI PARA VICTORERO Enrique Andrés Ruiz

Una tarde de invierno del año 2005 el pintor asturiano –de Oviedo– Javier Victorero inauguraba su primera exposición madrileña en una galería del barrio de las Cortes que ya no existe y que se llamaba Depósito 14. Recuerdo que era una galería pequeña, como una especie de habitación o tienda compuesta de lo que las agencias inmobiliarias llamarían un único “ambiente”, que daba a la calle a través de las cristaleras de un ventanal tan amplio como el muro, de tal manera que sobre ese lado transparente venía a formarse lo que sería, por decirlo así, el escaparate. Así que recuerdo, visto desde afuera, el fulgor de la luz en ese espacio cerrado con la estanqueidad de un acuario y también la noche del otro lado del cristal, oscura, húmeda, desde la que podían verse las figuras de los amigos y sus saludos, sus risas, sus charlas, reducidas ahora a la articulación de unos gestos mudos, como encerrados (aunque extrañamente móviles) en el prisma luminoso de una geoda.

No debía de ser, realmente, la primera exposición de Victorero en Madrid; alguna otra vez ya había probado suerte, siendo muy joven, años atrás; pero por lo que cuenta a la verdadera presentación capitalina del pintor ya hecho y derecho que Victorero por entonces había alcanzado a ser, creo que podemos seguir diciéndolo así sin marrar demasiado.

Jardín para Botticelli I. 146 x 146 cm | Óleo/lienzo | 2003

13


Lo que importaba aquella tarde —lo sigo recordando bien— era de hecho el encuentro de los amigos en torno a las pinturas de un pintor nuevo, ya formado, ya decidido (según me lo había anunciado a mí, como otras muchas veces, con la casi infalibilidad de su buen ojo, nuestro querido y común Dámaso Santos Amestoy). Un pintor, pues, ya encaminado por un muy particular sendero de la pintura que, sin embargo y aun siendo el suyo camino solitario, se veía enseguida que se trataba de una vereda muy poblada de voces y de ecos. Las voces y los ecos que se concitan desde aquel entonces sobre la pintura de Javier Victorero vinieron a hacer como un poco de borrón sobre una cierta manera anterior de pintar en la que se notaban bien algunas tributaciones para con la tradición abstracta expresionista, sobre todo aquella post minimalista en la que las famosas gestualidades románticas, más o menos exacerbadas, de la pintura heroica norteamericana ya habían desaparecido, a cambio de grandes superficies calmosas y solemnes como, qué sé yo, las de Ad Reinhardt o aquellas en las que el río de la propia pintura anegaba con patetismo unos espacios siempre anchurosos, siempre de gravedad dramática, en los que la huella de la mano había desaparecido. Y en ese timbre, creo yo, había pintado hasta entonces Victorero sus pinturas, al menos las que recuerdo haber visto de tiempos anteriores al momento de aquella exposición madrileña. Pero, ya digo, no es que en aquel momento todo cambiase en su pintura de repente y de un modo, digamos, marcionita, con un antes y un después sin comunicación posible. Lo que se abrió paso entonces fue justamente la decisión de la que hablábamos, la concreción, la opción, la personal limitación de un pintor que buscaba su tecla singular, tocar en su palo, y que parecía al fin haber encontrado el camino. Sin embargo, es al emprender esta orientación ya muy definida cuando paradójicamente aparecieron los ecos y las voces que desde entonces acompañan a Victorero en su rumbo y que no suelen faltar en los comentarios de los amigos que se han ocupado de sus pinturas. Digo «paradójicamente» porque un entendimiento espontáneo y algo ingenuo suele dar por hecho que el camino propio de un artista –lo que antes se llamaba su «estilo»– es lo mismo que lo que en la obra de ese artista se hace notar como intransferible, irreductible, personal, como si eso «propio», en fin, fuese verdaderamente una especie de propiedad privada inatacable, trasunto, además, de algún atanor del alma, que a la fuerza habrá de ser idéntica a sí misma e incomparable con cualquier otra ajena. Por el contrario, las almas se parecen; la identidad individual es ciertamente una construcción narrativa; la continuidad de esa identidad en el tiempo es cosa muy difícil de mantener , por no entrar en más honduras. Que así sea, nos invita, por lo demás, a dedicar algunos ocios al malabarismo de las asociaciones y las genealogías, que en materia de arte dan para tanto juego de interés y tanto gusto, y en las que a fin de cuentas consiste la mismísima Historia del arte (como cualquier otra historia) y su a veces febril ansiedad por hilvanar argumentos que tengan razonable sentido causal, en los que puedan quedar ahilados los nombres de los artistas y sus maneras de hacer las cosas en el relato del tiempo.

14


El primero que indicó los ecos cuyas voces hacía suyas la nueva pintura de Victorero fue, con su acierto de siempre, Juan Manuel Bonet, persuadiéndonos a trazar esos juegos y tramas en los que estas pinturas se insertaban en la familiaridad con otras. En concreto y que yo recuerde ahora, con las de un cierto Luis Fernández (por mi parte evoco algunos vasos, algunas rosas, algunos cráneos mondos tallados a base de planos con el particular recogimiento de este pintor), o las de un frío Celeste I. 65 x 81 cm | Óleo/lienzo | 2006 Palazuelo de amplias planchas de color recorridas por largos bordeados cuyos chaflanes habían sido suave y matemáticamente matizados en terminaciones curvas. (Decir ahora, de todas formas, que el eco de Luis Fernández aún se deja oír desde las primeras y más o menos tenebristas Vanitas, de 2008, o desde algunos llanos Horizontes, de 2009, o desde una reciente y concentradamente hermosa Casa para Nano, de 2011, sigue siendo tan correcto, en mi opinión, como sacar a colación a Pablo Palazuelo a cuento de un cierto Florecer nocturno de 2010 o un Agua y ceniza, de 2012. Pero, para mí, sería ya igualmente posible evocar a otros artistas, quizá menos placeados, quizá más escondidos, menos evidentes en la cita: por ejemplo un Jacinto Salvadó de laberintos poligonales o –por el lado lírico y por el de su evanescente, difusa gradación de tonalidades– puede que nos viniese a la memoria un Fernando Lerín que hubiera sufrido un versionado cristalográfico, o como si por un momento –se me ocurre también– pudiésemos ver bajo especie geométrica la pintura de otra pintora de la estirpe de Lerín aunque de la generación de Victorero, como Nuria Vidal, que en ese mismo momento hubiera entrado en conversación, no sé, con Dan Flavin… Y así de entretenido y ameno resulta, en todo caso, el juego que decíamos de las asociaciones libres o de familias, sobre todo cuando el de las narraciones causales y progresivas, el formalista, el de la sucesión unidireccional de los estilos, fue hace tanto tiempo derogado.) Javier Victorero halló, pues, la veta de su metal característico cuando desprendiéndose por completo de los restos de labilidad expresionista (aunque sin ceder al olvido de la gravedad y la solemnidad de los abstractos) y de alguna querencia hacia Paul Klee (de quien tampoco me parece que haya olvidado nunca los faroles cuadriláteros luminosos rodeados de azules y noctámbulos ajedrezados), hizo descansar una morosa aplicación de la pintura y sus velados, pulida y artesanalmente decantada en sedosas tonalidades, sobre espacios comúnmente facetados a manera de

15


los que con sombras y luces gradientes describen, sobre una superficie plana, los cuerpos en desarrollo de los prismas. De ahí que uno de los primeros elementos con los que iba a ser en el futuro (y hasta hoy) levantada su manera de hacer, fuera la geometría, la distribución de esa transición graduada de la gama de color sobre una especie de diagramas muchas veces descriptivos, en su representación plana, de algún cuerpo geométrico en desarrollo sobre el que el ángulo de posición hubiera puesto en resalte las caras o lados en diferente saturación luminosa. Y fueron así aparecieron pinturas, y han seguido apareciendo durante todos estos años, de una fineza y pulimento tan especiales que parecen contribuir a la fundación de un silencio; un silencio hecho de fulgencias agudas como filos, duras como cristales, que irradian ardientes desde una profundidad se diría que nocturna o desde el horizonte de un amanecer, mas siempre desde alguna lejanía, abisal, densa, aunque de vez en cuando —por ejemplo ocurre en las series tituladas Jardín celeste o Huerto y jardín o Jardín para Boticelli— el momento de la pintura parezca haber retenido y condensado entre sus facetas la más alta, la álgida de esas reverberaciones de luminiscencia cegadora. Pero es también así como una pintura cuya planitud abstracta de vocación parecía abocarla al formalismo purista de las dos dimensiones, se vuelve contra ese origen y acaba impugnando y desmintiendo todo lo que de apofático, puramente vacío, mudo y negador se espera tantas veces de lo que es tildado de abstracto. Y esto de los desmentidos y las impugnaciones tiene, a mi juicio, un especial interés a cuento de la pintura de Victorero. Recuerdo haber hablado de ello –¡tantas veces!– con nuestro recordado Santos Amestoy; él lo escribió a propósito de nuestro pintor y yo tengo ahora la ocasión de hacerlo, así que en parte redundaré sobre lo que ya dejó él dicho. A Dámaso le gustaba imaginar (con alguna ayuda de Harold Rosenberg) que la pintura abstracta constituía ya, en las postrimerías de toda vanguardia, una tradición alejada del propósito crítico o subversivo con el que –siempre teórica o historiográficamente, o sea, exclusivamente en la letra de los manuales, todo hay que decirlo– fuera fundada por el espíritu de la militancia vanguardista sobre el pie forzado de poner en fuga, destruir o derogar el régimen entero de la mímesis o, siquiera, el de la referencia a lo real para el que la pintura debía disponerse a desempeñar la función ancilar del signo. Pero como esto, o sea, el descubrimiento y divulgación retroactivo y teórico del propósito subversivo, no inspiró tanto que se diga la práctica real de la pintura abstracta, es natural que esa praxis venciera sobre aquel telos y que, así fuera la que fuera la intención del pintor, sus pinturas –como decía Jean Hyppolite– acabaran convirtiéndose en pintura antes que en ninguna otra cosa. Y como las cadenas argumentales, la traza de historias, constituyen aquella más inveterada e inextirpable condición de nuestro lenguaje, resulta enseguida muy comprensible que la vieja tradición, por muy derogada y derruida que hubiera resultado tiempo atrás, se pueda hacer suceder de otra «tradición de lo nuevo» (como decía Rosenberg y recordaba Dámaso) en la que han quedado retenidas aquellas notas de calidad que siendo propias del viejo oficio de pintor, se ve que se constituyen además como elementos resistentes a los significados críticos, aunque en gran medida se declaren independientes de los viejos objetivos de la representación.

16


Maitines VI. 40 x 80 cm | Óleo/lienzo | 2009

Pero también hay aquí otra impugnación de lo que pudiera darse por previsto, que atañe propiamente a la geometría. Y se manifiesta cuando esta, en vez de negar o purgar o reducir el mundo, como parecía que era su vocación de partida (y como dicen los manuales que de hecho lo fue en tiempos de la militancia y los manifiestos absolutos), puede en realidad volver a pronunciarlo, a decirlo en su más patente y material versión, por muy pulida o mineral o plana o sintética que esta sea, en cuanto haga para nosotros simple evocación, como ocurre en el caso de las pinturas de Javier Victorero, por ejemplo de una cristalografía de hallazgo accidental, o de una refracción lumínica de planos rectilíneos (pero naturales), o de la descomposición del rayo de luz al choque con el vivo de una lasca, o del encuentro con una figura translúcida de caolín o yeso, o con otra oscuramente acerada, de pirita… O, pongo por caso, de un origami. Vemos una Vanitas, de 2008, o un Celeste, de 2007, o un Cielo de juguete, de 2012, y además de la evocación del diamante, de la luz astillada o de los planos inclinados de un fotograma expresionista, no sería nada extraño que nos acordáramos entonces del flexus o plegado de la hoja de papel según ha seguido, en la práctica paciente de esta afición, los pasos pautados y sucesivos cuyo propósito final consiste en haber reunido, luego de un desarrollo en complejidad creciente, las superficies aplanadas sobre el inicial pliego único, de tal manera y con tal habilidad que resultan al cabo presentados como lados o caras de un cuerpo completo de bulto redondo. Así pues, la papiroflexia o arte, en definitiva, de las figuritas de papel. Recuerdo figuritas de papel, explícitas, en hermosas y puristas naturalezas de Chema Peralta. Vemos las pinturas de Victorero y despierta al instante el recuerdo de una de esas figuritas, ahora simplemente evocada o aludida, cuya volumetría hubiese sido

17


proyectada como imagen sobre una extensión de lienzo en la que, no obstante, permanecieran aún las facetas del cuerpo sólido diferenciadas según la parcelación que se ha hecho corresponder con la transición progresiva de la gama de color y de luz y de la que acaso nos fuera únicamente dado a ver un fragmento, un rincón o codo o esquina ampliados en escala hasta abstraerlos de su constitución en la realidad. O, como decíamos antes, de un “momento” de la figura y de la pintura, para decirlo en acuse de la temporalidad quieras que no implicada en la representación, a través de un desarrollo sucesivo, de lo que en su constitución real viene a ser un volumen plantado de una vez por todas. Reflejos del atardecer sobre los muros cortina de las angulosas torres acristaladas; fosforescencias boreales como las que dejan los faros encendidos de los automóviles cuando la luz del primer crepúsculo ya se ha impuesto en la claridad de la mañana; estelas de luz como las que despiertan en la memoria visual tras la lectura de ciertas frases de las novelas de James Salter… Pero todo esto, a fin de cuentas, lo que quiere decir es nuestra indeclinable propensión a la transformación de lo nuevo –su domesticación– como variante de lo ya conocido; que no hacemos, por tanto, sino un ejercicio de re-conocimiento o repetición cuando asociamos a una realidad inédita una imagen para nosotros familiarmente domada y editada —precisamente como imagen—. Y es eso, en fin, lo que producimos cuando producimos (es decir, cuando no creamos) lo real a través de su imagen, o sea, cuando nos vemos invitados a naturalizar, esto es, a considerar transparentemente —por no decir ingenuamente— como naturaleza aquello que un artificio nos ofrece ahora sin desmentir de ningún modo su artificialidad y, desde luego, de modo muy distinto al habitual en la tradición mimética que aspiraba a la transparencia de la representación. Sea como sea, el hecho es este, el de nuestra indesarraigable tendencia a la asociación naturalista. Y, sí, esta es la propensión contraria a aquella de la que hablaba Hyppolite –la conversión de la pintura en pintura—, puesto que ahora se trata más bien de la por lo visto también endémica inclinación figural (que hace muchos años ya observaba Ross Bleckner) y que parece sufrir toda abstracción incluso desde su propio propósito nihilistamente reductivo. Pero también quiere esto decir otra cosa, que atañe ahora al último de los desmentidos llevados a cabo por la pintura de Victorero. Y es que toda vez que el formalismo había cimentado su relato sobre una trama argumental orientada hacia esa reducción abstracta en la que el mundo natural habría de ser abolido en consonancia con el alcance de una realidad más pura, más justa o más libre, por fin a-referencial, bidimensional, obediente únicamente a la planitud del objeto que hacía de soporte (desvinculada ya, en suma, de la oprobiosa naturaleza que hipotecaba al arte con la precedencia obligatoria de un significado y, por tanto, del tráfico de signos al que en esa hipoteca se obligaba), lo exigido en consecuencia con dicha narración, por lo demás vigente en la historia del arte hasta los años setenta, es que la pintura no se levantara jamás de ese único plano de la reducción al silencio o, como quien dice, que no sacara los pies del tiesto. Y lo que quiero decir es la comparecencia aquí de una pintura abstracta que por el contrario se nos presenta dispuesta a cantar, o sea, a decir, a hablar de cosas de la vida y del mundo rompiendo la mudez de la superficie y en flagrante desobediencia para con el fatalismo bidimensional y su condena al aplastamiento de la imagen sobre el plano del soporte.

18


El plegado de las mil grullas —Senbazuru Orikata—, de 1797, parece que es el nombre de un manual donde se recogen las más antiguas instrucciones impresas que se conocen para el ejercicio de ese viejísimo arte oriental. La base-pájaro, la base-pez, la base-bomba de agua, son algunos de los pliegues fundamentales sobre los que luego es posible desplegar la inmensa variedad de figuras; de ellos, que así pues hacen como de matriz, pueden salir luego el colibrí, la oreja de conejo, la libélula Veo las pinturas de Javier Victorero, serias, profundas, concisas, autolimitadas, pero me gusta pensar en la infinita variedad de determinaciones finales que, como de un nido o de una juventud, pueden salir de su nódulo comprimido: la variedad de grullas –las Mil grullas, que decía Kawabata–, de diamantes, de rayos de sol roto, de filos destellantes al fulgor de una luna de vidrio, de castillos de hielo, de cuarzo, de alabastro translúcido como el de los camarines que filtran sobre su interior el sol de puesta o la luz cantábrica de algún amanecer…

19


«Ciertas mañanas, a la vuelta de una esquina, cae un delicioso rocío sobre el corazón y luego se evapora. Pero el frescor permanece y es siempre ese frescor el que exige el corazón.» ALBERT CAMÚS. El verano: Retorno a Tipasa (1953)

20


CATÁLOGO DE OBRAS


Cantiga de Suso II 65 x 81 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2013

22


23


Cantiga de Suso IV 180 x 180 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2013

24


25


Bodegón español VIII 150 x 180 cm | Óleo/lienzo | 2010

26


27


Bodegón español VII 65 x 81 cm | Óleo/lienzo | 2010

28


Florecer nocturno I 81 x 65 cm | Ă“leo/lienzo | 2010-2012

29


Vanitas IV 130 x 81 cm | Ă“leo/lienzo | 2008

30


Vanitas II 80 x 60 cm | Ă“leo/tabla | 2008-2012

31


Bodegón español IX 40 x 40 cm | Óleo/lienzo | 2011

32


33


Bodegón español VI 100 x 100 cm | Óleo/lienzo | 2008

34


35


Cielo de juguete I 100 x 50 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2012

36


37


Celeste XIX 180 x 150 cm | Ă“leo/lienzo | 2007

38


39


Cielo de juguete II 43 x 38 cm | Ă“leo/lienzo | 2012

40


41


Cielo de caolín 100 x 100 cm | Óleo/lienzo | 2011

42


43


A tu encuentro I 41 x 33 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2012

44


45


Lectura de la tarde 41 x 33 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

46


47


Retorno a Tipasa II 150 x 190 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2013

48


49


Patio y cauce 33 x 41 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2013

50


51


A tu encuentro II 33 x 46 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2012

52


53


A tu encuentro III 195 x 114 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2013

54


55


Ausencias de otoĂąo 100 x 100 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2013

56


57


JaponĂŠs en Alberite 40 x 40 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2013

58


59


Casa para Nano IX 50 x 70 cm | Ă“leo y acrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

60


Casa para Nano II 40 x 40 cm | Ă“leo y acrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

61


Casa para Nano V 30 x 25 cm | Ă“leo/lienzo | 2011

62


Casa para Nano VI 30 x 25 cm | Ă“leo/lienzo | 2011

63


Coraz贸n de repuesto II 40 x 40 cm | Acr铆lico con pigmentos/lienzo | 2012

64


Corazón de repuesto III 46 x 38 cm | Óleo/lienzo | 2012

65


Casa para Nano XI 180 x 180 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2013

66


67


Casa para Nano X 100 x 100 cm | Ă“leo/lienzo | 2012

68


69


Casa para Nano VIII 180 x 150 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

70


71


Vanitas XV 35 x 27 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

72


Vanitas XIV 41 x 33 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

73


Vanitas XIII 190 x 150 cm | Ă“leo/lienzo | 2011

74


75


Agua y ceniza III 81 x 65 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2012

76


77


Agua y ceniza II 40 x 40 cm | Ă“leo y acrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

78


Agua y ceniza I 40 x 40 cm | Ă“leo y acrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

79


Brizna III

Brizna IV

102 x 34 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

102 x 34 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

80


Brizna I

Brizna II

102 x 34 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

102 x 34 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2011

81


Estructura luminosa III 50 x 70 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2012

82


Estructura luminosa II 102 x 34 cm | AcrĂ­lico con pigmentos/lienzo | 2012

83


Aún aquí I 195 x 114 cm | Óleo y acrílico con pigmentos/lienzo | 2011

84


85


Aún aquí II 195 x 114 cm | Óleo y acrílico con pigmentos/lienzo | 2011

86


87



RESEÑA BIOGRÁFICA


90


Javier Victorero Oviedo, 1967 EXPOSICIONES INDIVIDUALES 1998 – Galería Sargadelos. Madrid (*) 1999 – Casa de Cultura de La Caridad. El Franco, Asturias 2000 – Mar adentro. Centro de Cultura Antiguo Instituto. Gijón (*) – Galería Altamira. Gijón 2001 – Fundación Municipal de Cultura de Piedras Blancas. Castrillón, Asturias 2004 – Galería Altamira. Gijon (*) 2005 – Galería Depósito 14. Madrid (*) 2007 – Celeste. Galería Cornión. Gijón (*) 2009 – Luz Negra. Sala Robayera. Miengo. Cantabria (*) 2010 – Tránsito. Galería Cornión. Gijón (*) 2012 – Santiago Serrano+Javier Victorero. Galería Cornión. Gijón (*) 2014 – En la quietud. Sala Amós Salvador. Logroño, La Rioja (*) EXPOSICIONES COLECTIVAS Y CERTÁMENES 1998 – Galería Dasto. Sobre papel. Oviedo 1999 – I Feria de Arte Contemporáneo Arte-Sevilla/99. Galería Dasto. Sevilla (*) – XXX Certamen Nacional de Arte de Luarca. Centros Culturales CajAstur (*) – X Bienal de Pintura La Carbonera. Casa de Cultura de Sama (*) 2000 – Galería Altamira. Gijón – I Bienal de la Buena Pintura de la Mar. Sala Las Colonias. Salinas – I Certamen de Dibujo Daniel Martínez Pedrayes. Galería Amaga. Avilés – XIV Certamen de Pintura Nicanor Piñole. Casa de la Juventud S.M.R.A. Asturias 2001 – Galería Espacio Líquido. Gijón – XXXII Certamen Nacional de Arte de Luarca. Centros Culturales CajAstur (*) – IV Certamen de Pintura Ayuntamiento de Villaviciosa. Casa de Cultura de Villaviciosa – II Certamen de Dibujo Daniel Martínez Pedrayes. Galería Amaga. Avilés – XI Bienal de Pintura La Carbonera. Casa de Cultura de Sama (*) – Galería Altamira. Gijón 2002 – Spanish Contemporary Expression. Albuquerque Museum. Nuevo Méjico (EE.UU.) – XV Certamen de Pintura Nicanor Piñole. Casa de la Juventud S.M.R.A. Asturias – XXXIII Certamen Nacional de Arte de Luarca. Centros Culturales CajAstur (*) – V Certamen de Pintura Ayuntamiento de Villaviciosa. Casa de Cultura de Villaviciosa – III Certamen de Dibujo Daniel Martínez Pedrayes. Galería Amaga. Avilés – La Mirada en el Agua. Museo Barjola. Gijón – II Premio de Pintura de la Junta General del Principado de Asturias. Palacio de la Junta General del Principado. Oviedo (*) 2003 – Botella ao Mar. Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela, y en el Museo del Mar de Vigo (*) – IX Certamen Nacional La Gastronomía en la Pintura. Otur, Luarca – VI Certamen de Pintura de Villaviciosa. Casa de Cultura de Villaviciosa – XII Bienal de Pintura de La Carbonera. Casa de Cultura de Sama (*) 2004 – Homenaxe al Texu de la Collá. Sala Cajastur Monte de Piedad. Gijón – VII Certamen de Pintura de Villaviciosa. Casa de Cultura de Villaviciosa

91


– XXXV Certamen Nacional de Arte de Luarca. Centros Culturales CajAstur (*) – IV Premio de Pintura de la Junta General del Principado de Asturias. Palacio de la Junta General del Principado. Oviedo (*) 2005 – Galería Gema Llamazares. Pintores Asturianos 1940-1970. Gijón – III Premio Internacional de Pintura FLC. CAMCO. Oviedo (*) – Art.Fair 05. EXPOXXI. Colonia. Galería Depósito 14. Alemania (*) – 72 Salón de Otoño de Madrid. Casa de Vacas. Madrid (*) – XIII Bienal de Pintura de La Carbonera. Casa de Cultura de Sama (*) – VII Premios Ángel de Pintura. Palacio Municipal de Congresos. Madrid (*) 2006 – Expresión delicada. Galería Cornión. Gijón – Últimas salidas. Galería Octógono. Avilés (*) – Premio Nacional de Pintura Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos del Principado de Asturias. COAATPA. 75 Aniversario. Sala Monte de Piedad. Gijón. Edificio histórico de la Universidad de Oviedo (*) – VIII Premios Ángel de Pintura. Casa Góngora. Córdoba (*) 2007 – Arte en democracia. Asamblea de Extremadura. Mérida (*) – IV Premio Internacional de Pintura FLC. CAMCO. Oviedo – Colección de Arte de La Carbonera. Casa de Cultura de Sama. CAMCO. Oviedo – Galería Cornión. Gijón 2008 – Art Madrid 08. Stand Galería Cornión – XI Certamen Bienal Unicaja de Artes Plásticas. Málaga (*) – Galería Texu. Oviedo 2009 – VI Certamen de Pintura Parlamento de La Rioja (*) – En la Pintura. Galería Teresa Taxes. La Coruña (*) – Norte. Sala de Exposiciones del Banco Herrero. Oviedo (*) – 31 Premio Internacional de Pintura de Caja Extremadura. Plasencia (*) 2010 – Artistas de Cornión en pequeño formato. Galería Cornión. Gijón 2011 – VII Certamen Nacional de Pintura Parlamento de La Rioja. Logroño (*) – Arte contemporáneo asturiano en los fondos del Museo de Bellas Artes de Asturias (artistas nacidos en las décadas de 1960, 70 y 80). Museo Barjola. Gijón (*) – Colectiva de estío. Galería Cornión. Gijón – I Feria Arte Oviedo. Galería Cornión (con Luis Fega, Pablo Maojo y Pelayo Ortega) (*) – Obra Abierta 2011: Premio Internacional de Artes Plásticas Caja de Extremadura (*) 2012 – II Feria Arte Oviedo. Galería Cornión (*) 2013 – III Feria Arte Oviedo. Galería Cornión (*) – Galería Cornión. Colectiva de Navidad (*) Catálogo PREMIOS 2000 – I Bienal de la Buena Pintura de la Mar. Segundo Premio 2002 – V Certamen de Pintura Ayuntamiento de Villaviciosa. Mención de Honor – III Certamen de Dibujo Daniel Martínez Pedrayes 2004 – IV Premio de Pintura de la Junta General del Principado de Asturias – VII Certamen de Pintura de Villaviciosa. Premio CajAstur 2005 – XIII Bienal de Pintura de La Carbonera 2006 – VIII Premios Ángel de Pintura. Mención de Honor y adquisición de la obra 2008 – XI Bienal Unicaja de Artes Plásticas 2011 – VII Certamen Nacional de Pintura Parlamento de La Rioja. Medalla de honor y adquisición de obra

92


OBRA EN MUSEOS Y COLECCIONES – Museo de Bellas Artes de Asturias – Junta General del Principado de Asturias – Parlamento de La Rioja – Consejería de Cultura del Gobierno de La Rioja – Colección Premios Ángel de Pintura – Colección Robayera. Ayuntamiento de Miengo – Colección Unicaja de Arte Contemporáneo. Málaga – Colección CajAstur – Pinacoteca Municipal de Langreo – Sociedad Cultural La Carbonera – Rotary Club. Avilés – Cofradía de la Buena Mesa de la Mar. Salinas – Unión de Comerciantes de Gijón BIBLIOGRAFÍA BALBONA, Guillermo: – Javier Victorero suma su “luz negra” a la Sala Robayera. Santander. El Diario Montañés. 27-V-2009 BARNATÁN, Marcos Ricardo: – Pintura con sabor asturiano. Diario El Mundo, Madrid. 2-X-2005 BARÓN, Javier: – Presentación al catálogo del Premio de Pintura del Colegio Oficial de Aparejadores y Arquitectos Técnicos del Principado de Asturias. COAATPA. 75 Aniversario. 2006 BARROSO VILLAR, Julia: – Series temáticas de Javier Victorero. Madrid: Catálogo Galería Sargadelos. 1998 – Arte actual en Asturias. Un patrimonio en curso. Ediciones Trea. Gijón. 2005 BONET, Juan Manuel: – Imagen primera de Javier Victorero. Madrid: Catálogo Galería Depósito 14. 2005 – Caneja, sus contemporáneos, sus amigos, su estela. Edición Fundación Díaz-Caneja. 2006 – España S. XXI: Literatura y Bellas Artes (Tomo V). Capítulo XV: Las artes plásticas entre dos milenios (1975-2009). Biblioteca Nueva (pág. 508). 2009 – Fragmentos ante un silencio. Catálogo Galería Cornión. Oct. 2010 – Notas sobre el premio Parlamento de La Rioja o El pulso de la pintura hoy. En “Codal”. Revista de Creación Literaria y Artística/Segunda época/Número 6/2013. Logroño. “Instituto de Estudios Riojanos” (págs. 179-202). 2013 – Carta de París. Catálogo exposición En la quietud. Sala Amós Salvador. Logroño. 2014 FEAS, Luis: – Javier Victorero, de puertas adentro. Diario La Voz de Asturias. 28-III-2004 – Javier Victorero, la música del silencio. Diario La Voz de Asturias. 4-XI-2005 – Diamante en bruto. Diario La Voz de Asturias. 23-II-2007 – Luz negra. Diario La Voz de Asturias. 27-VI-2009 – Encontrar el norte. Catálogo exposición Sala Banco Herrero. Oviedo. 2009 GONZÁLEZ OVIES, Aurelio: – Carta para Javier. Madrid: Catálogo Galería Sargadelos. 1998 GEA, Juan Carlos: – Victorero, de puertas abiertas. Diario La Nueva España. 13-3-2004 – Cinco modos de pintar poesía. Diario La Nueva España. 15-03-2006 – Un oratorio pintado. Blog “Materia Parva”. 14-10-2010 MÁRQUES, Mercedes S.: – La obra ganadora es una gran lección de pintura. Diario La Nueva España. 4-XII-2004 – Me sirvo del color para expresar emociones poéticas (entrevista). Diario La Nueva España. 3-XII-2004 MARTÍN, Jaime Luis: – La esencialidad de Javier Victorero. Piedras Blancas: Casa de Cultura. 2001 (Pliego de Plástica 126) – Últimas salidas. Avilés. Catálogo Galería Octógono. Marzo 2006 – Ir y venir de lo pictórico. Diario La Nueva España. 8-03-2006 – Banquete Pictórico. Diario La Nueva España. 14-03-2006 PALACIO, Alfonso: – Hacia el interior de las cosas. Catálogo Galería Altamira. 2004 PAREDES, Tomás: – Sutil Victorero. Barcelona. La Vanguardia. 31-10-2010 PENAS, Ánxeles: – En la pintura. La Coruña. El Ideal Gallego. 27-V-2009 PÉREZ PASTOR, José Luis: – Fiat lux. Catálogo exposición En la quietud. Sala Amós Salvador. Logroño. 2014

93


RODRÍGUEZ, Ángel Antonio: – Serenidad e ilusión. Diario El Comercio. 31-VIII-2000 – Pintar la música. Diario El Comercio. 31-V-2001 – Cien años de pintura en Asturias. El color del Siglo XX. Ediciones Trea (pág. 301). 2002 – No concibo pintar sin poesía ni música (entrevista). Diario El Comercio. 5-II-2004 – Pintar hoy es una rebelión constante (entrevista). Diario El Comercio. 4-XII-2004 – Expresión delicada. Diario El Comercio. 18-03-2006 – Calidades. ABC D las Artes y las Letras. Madrid Nº 739. 1-IV-2006 – De lo bien hecho. Catálogo COAATPA 75 Aniversario. 2006 – No es un color. Catálogo Galería Cornión. Enero 2006. Gijón – Mi camino es en el fondo solitario (entrevista). Diario El Comercio. 27-I-2007 – En Clave Interior. ABC D las Artes y las Letras. Madrid Nº 785. 17 al 23-II-2007 – De luces, hallazgos y tensiones norteñas. “Culturas” del Diario El Comercio. 6-VI-2009 – Crónicas del silencio. “Culturas” del Diario El Comercio. 2-X-2010 – Lección de pintura. “Culturas” del Diario El Comercio. 10-III-2012 – Silencios esenciales. “Culturas” del Diario El Comercio. 10-III-2012 – La pintura posible. Catálogo Galería Cornión. Marzo-Abril 2012 ROZAS, Mercedes: – Transformación de la abstracción. La Voz de Galicia. 18-VI-2009 RUIZ, Enrique Andrés: – Norte y Nácar. ABC D las Artes y las Letras. Nº 716, Madrid. 22-X-2005 – En Mañanitas de Adviento. ABC D las Artes y las letras. Nº 828. Madrid. 15-XII-2007 – Un origami para Victorero. Catálogo exposición Sala Amós Salvador. Logroño. 2014 SAINZ, Irene: – La pintura en el límite de la visibilidad. Santander. Diario El Mundo. 29-V-2009 SALA, Avelino: – Jardines secretos. Gijón. Revista Sublime. Abril-Mayo 2004 SAMANIEGO, José Antonio: – Azules de Javier Victorero. La Nueva España. 10-II-2007 SANTOS AMESTOY, Dámaso: – Catálogo XIII Bienal de La Carbonera. Sama de Langreo. 2005 – En la Pintura. Catálogo exposición Galería Teresa Taxes. La Coruña. 2009 – Luz Negra. Catálogo exposición Sala Robayera. Miengo. Cantabria. 2009 SUÁREZ, Gonzalo: – De Turner a las Pinturas Rupestres, o viceversa: Poema Acróstico. Madrid: Catálogo. Galería Sargadelos. Madrid. 1998 SUÁREZ, Rubén: – El minimalismo lírico de Victorero. La Nueva España. 31-V-2001 – En diálogo con el espacio y el color. La Nueva España. 6-II-2004 – Pintores de la expresion delicada. La Nueva España. 31-III-2006 – Un acercamiento a las obras seleccionadas. Catálogo COAATPA 75 Aniversario. 2006 – La celestial geometría. La Nueva España. 10-II-2007 – Por lo visto. Escritos sobre Arte (II). Ediciones Nobel (págs. 275 a 277). 2007 – Geometrías libres o místicas. La Nueva España. 14-X-2010 – Encuentro de geometrías, disciplina de la emoción. La Nueva España. 15-III-2012 VICTORERO, Javier: – Mar adentro. Catálogo Centro de Cultura Antiguo Instituto. Gijón. 2000

94






Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.