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Luis Fega

Ecos del Silencio



Luis Fega

Ecos del Silencio

Del 20 de enero al 18 de febrero de 2017



Sobre el significado en el arte Luis Fega

Para acabar con la tradición centenaria basada en la mímesis los pintores cubistas, a comienzos del siglo XX, cerraron la ventana renacentista a través de la cual los artistas europeos observaban el mundo. Todo cambió a partir de ese momento. La mirada hacia el exterior (narrativa) tornó en mirada introspectiva (casi siempre formalista) y las transformaciones formales, que se sucedieron durante varias décadas, convirtieron al pasado siglo en el más creativo de la historia de la humanidad. En los años cincuenta, mientras tenía lugar la segunda gran oleada transformadora, el crítico de arte norteamericano Clement Greemberg consideraba el contenido en el arte como un estorbo y su círculo de artistas, los expresionistas abstractos norteamericanos, creían que la búsqueda de significado era un obstáculo, un signo de atraso que debían evitar. Para este grupo de pintores, herederos del cubismo y la escritura automática de los surrealistas, la significación estuvo al margen de sus esquemas de trabajo; se atuvieron solamente a cuestiones relacionadas con la forma y, con tales planteamientos, fueron capaces de crear obras de arte del más alto nivel. Paradójicamente, en la actualidad, gran parte del arte se ha vuelto literario. Las vanguardias, que tan insistentemente rechazaron la narración, hoy se deben al uso de la palabra, hasta tal punto que son incapaces de subsistir sin el apoyo de una narración justificativa. –5–


Desde que las obras de arte ya no tienen que parecerlo el trabajo creativo precisa del apoyo teórico, para discernir la obra de arte de aquella que no lo es. En consecuencia, el eje de la discusión se desplazó hacia ámbitos teórico-conceptuales, en detrimento de los razonamientos formalistas. La interpretación y la búsqueda de significado son ahora una constante en el mundo de la creación y estos requerimientos se aplican, incluso, al arte abstracto, lo cual no deja de ser un contrasentido. Antes o después, todo significante acaba significando; incluso el propio deseo de no querer significar ya es de por sí significativo. No es imprescindible, por tanto, un ahondamiento en lo teórico; el arte no se nutre de certezas. Es importante dar cabida a lo inesperado, a lo no sabido. Limitarse a la aplicación de una serie de reglas aprendidas de antemano acartona la obra y la aparta de la verdad. Atenerse a ilustrar conceptos previamente desarrollados produce efectos similares. El arte no debe ser el regazo acogedor de lo inteligible, esa no es su función, al contrario; su razón de ser consiste en adentrarse en territorios desconocidos. Debería más bien tratar de «neutralizar y separar las representaciones que los conceptos nos dan del mundo, para encontrar la realidad de una forma bruta e indisociada», dice Baudrillard. En una época en la que todo debe ser explicado no estaría de más crear espacios de misterio, espacios de silencio; el silencio es una característica de la pintura. Leonardo da Vinci la consideraba «poesía muda»; pero la sociedad –6–


actual no quiere participar de ese silencio reparador, necesita el ruido y la velocidad, cualidades opuestas a las que se requieren para que sea posible la contemplación. Separar el contenido de la forma no es posible; la expresividad de las obras está en su dicción y lo que el pintor quiere decir está en el modo de decirlo, o lo que es lo mismo, en su manera de pintar. La forma de expresarse significa más que lo que se pretende narrar (en el caso de que existan intenciones narrativas); emite un mensaje con más fuerza que la pretendida narración. Lo determinante no está en lo narrativo, en la literatura de la pintura; esto, a fin de cuentas, en caso de existir, solamente es un pretexto para crear la obra. Opina Susan Sontang en su ensayo Contra la interpretación que no se trata de percibir en una obra de arte la mayor cantidad posible de contenido, y menos aún en exprimir de la obra de arte un contenido mayor que el ya existente. Se trata de «reducir el contenido para poder ver en detalle el objeto». Así pues, no está de más insistir en que la pintura posee un lenguaje con un código y con un alfabeto particular y, como tal, posee la capacidad de comunicar, de transmitir emociones; que siendo la pintura un lenguaje, la mejor comunicación se produce desde sí misma. Ella es quien mejor nos dice. Por ello, cuando para explicarla recurrimos a otro lenguaje, al de la palabra hablada o escrita, con frecuencia decimos generalidades, damos rodeos y convertimos finalmente el cuadro en mera palabrería, transformamos la pintura en literatura. Pero desde ahí nunca podremos adentrarnos en el corazón de la obra. –7–


Sobre la insistencia en la muerte de la pintura En los tiempos actuales, muchos integrantes del mundo de las artes visuales parecen haberse puesto de acuerdo para considerar la práctica de la pintura como una labor carente de sentido en plena era tecnológica. Es cierto que tal planteamiento no resulta novedoso, ha sido realizado en varias ocasiones y en diferentes épocas de nuestra historia, bien como afirmación circunstancial carente de interés o bien expresado como tesis reflexiva. Cuatrocientos años antes de nuestra era, el filósofo griego Platón ya consideraba la pintura como una actividad de rango inferior. Para él, los pintores actúan de modo similar al que mueve un espejo de un lado para otro, reflejando en la superficie del cristal multitud de objetos que no son más que apariencias. Para Platón los pintores eran simples copistas, imitadores; les atribuía el filósofo griego una categoría inferior a los artesanos, pues si estos creaban objetos que reproducían la idea de las cosas, los pintores se limitaban a realizar copias de las ya a su vez copias de las ideas. Mucho tiempo después, hacia el año 1820, creía el filósofo alemán Hegel que había llegado el final de la etapa histórica del arte. Hegel pensaba “que las energías de la historia habían coincidido durante un determinado periodo de tiempo con las energías del arte, pero que ahora la historia y el arte habían tomado direcciones diferentes” 1. Hegel proclamaba el fin del arte, porque pensaba que el arte, como manifestación sensible de la idea, estaba destinado a ser “suplantado por la potencia del concepto (...). El arte muere porque no se ha adecuado a lo absoluto que querría expresar2. Para Hegel, el arte ya no podía decir nada que no pudiera ser pensado. Es lógico suponer que el filósofo alemán era incapaz de imaginar un arte muy diferente al que hasta entonces él había conocido. –8–


Casi cien años después tuvo lugar una auténtica revolución en el mundo de la creación. El cubismo abrió las puertas a un nuevo modo de entender la pintura. Los pintores cubistas acabaron con la perspectiva renacentista, técnica que había contribuido en gran medida al desarrollo de la pintura mimética, potenciaron el componente mental del arte, pintando además de lo que veían lo que sabían de lo que veían, y por mediación del collage introdujeron la realidad física por primera vez en sus obras. Nunca más el arte volvería a ser el mismo. Los nuevos planteamientos produjeron una efervescencia y una vitalidad creativa sorprendente durante la mayor parte del siglo XX. En tiempos recientes, Arthur Coleman Danto, en su libro “Después del fin del arte”, publicado en 1997, escribe sobre el final de los dos grandes relatos que se han dado en la historia del arte, el de la mimesis encarnado por el historiador y biógrafo del siglo XV Vasari, fundado en la reproducción de lo real, y el de la abstracción, encarnado por J. Pollock y basado en el formalismo. Según el mismo autor, es Andy Warhol quien permite dar el paso del arte moderno al arte contemporáneo con su obra titulada “Brillo Boxes”, presentada en 1964. El arte que se produce a partir de este momento es el que Danto ha dado en llamar “el arte después del fin del arte”. Para Danto en el arte post histórico todo está permitido, ningún arte es más verdadero o más falso que otro. Si concebimos el arte como representación es posible plantear una historia progresiva de la pintura. En tal caso, podríamos admitir el fin del modelo basado en la reproducción; en cambio, si lo concebimos como expresión no tiene ningún sentido cuestionarse el fin de la pintura. Tal como señala Danto, “El concepto de expresión no permite establecer una secuencia evolutiva como lo permitía el concepto de representación –9–


mimética. No lo permite porque no existe una tecnología mediadora de la expresión”. Mientras que en nuestro país durante las últimas décadas se manifestaban con frecuencia sentimientos agoreros que hablaban de la muerte de la pintura, muchos artistas se ingeniaron para liberarla tanto de los límites del bastidor como del muro, ampliando el concepto de la misma y desarrollando lo que se ha dado en llamar pintura expandida. Por poner solo un ejemplo, las intervenciones espaciales de la norteamericana Jessica Stockholder son un claro ejemplo de ello. En sus obras se percibe la mirada de una pintora, y ella misma se considera como tal, aunque en su trabajo los volúmenes y las intervenciones en el espacio son lo primero que salta a la vista. Así pues, tanto el modo de entender la pintura como el de practicarla no han dejado de evolucionar. A los que nos gusta la pintura también nos gusta, y mucho, enfrentarnos a la realizada simplemente con los medios tradicionales, lo cual no supone conformismo. Sabemos que debemos abrir nuevas vías y alejarnos de los lugares comunes aunque ello suponga gran esfuerzo, pero de eso se trata. Solo se adquieren conocimientos y se fortalecen las ideas cuando nos enfrentamos a la resistencia de lo ya consolidado, cuando abandonamos posicionamientos cómodos. Admiro a los que siguen trabajando simplemente con el color y con el dibujo en busca de formas novedosas y de un mundo original. Admiro a los pintores imaginativos que nos ofrecen un mundo propio, a los que tienen la capacidad de emocionarnos, a los que se dejan la piel en el trabajo y a los muy exigentes con su obra. – 10 –


¿Quién tiene la certeza de que ya no se pueden realizar nuevas aportaciones pintando? Una afirmación de este tipo supone admitir aplicando las mismas premisas que también está acabada la literatura y ¿por qué no la música? Las transformaciones que experimentó la sociedad a finales del siglo XIX y comienzos del XX hicieron posible el surgimiento de un arte nuevo, diferente a lo que se había hecho hasta entonces. En la actualidad experimentamos cambios tecnológicos, sociales, económicos e ideológicos que están transformando nuestra identidad y nuestra forma de entender el mundo. Es seguro que dentro de no muchos años, nuestra forma de entender el universo y el mundo que habitamos será muy distinta de la actual y por supuesto esto traerá consigo cambios sustanciales, tanto en las formas del arte en general como de la pintura en particular. Así pues, quien quiera pintar que pinte, que se esfuerce al máximo, que no se conforme con sus logros y que se olvide de estériles y agoreras sentencias. A fin de cuentas lo peor que puede hacer una persona creativa es trabajar al dictado de lo que se lleva, seguir las modas.

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Arthur Danto. “El fin del arte”. Massimo Recalcati. “Cuatro notas sobre clínica psicoanalítica, ciencia y arte”. – 11 –


Alisco, 2017 Acrílico/lienzo. 160x220 cm – 12 –


– 13 –


Pántico, 2016 Acrílico/lienzo. 100x100 cm – 14 –


Posilón, 2017 Acrílico/lienzo. 100x100 cm – 15 –


Maitán, 2017 Acrílico/lienzo. 150x220 cm – 16 –


– 17 –


Samazán, 2016 Acrílico/lienzo. 50x61 cm – 18 –


Somago, 2016 Acrílico/lienzo. 50x61 cm – 19 –


Mince, 2016 Acrílico/lienzo. 50x65 cm – 20 –


Ufaco, 2016 Acrílico/lienzo. 50x73 cm – 21 –


Malca, 2017 Acrílico/lienzo. 120x160 cm – 22 –


– 23 –


Táscora, 2016 Acrílico/lienzo. 100x100 cm – 24 –


Tincal, 2016 Acrílico/lienzo. 81x100 cm – 25 –


Nivula, 2017 Acrílico/lienzo. 114x146 cm – 26 –


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Torco, 2017 Acrílico/lienzo. 150x150 cm – 28 –


Tisco, 2017 Acrílico/lienzo. 150x150 cm – 29 –


Alume, 2017 Acrílico/lienzo. 60x120 cm – 30 –


Mestu, 2017 Acrílico/lienzo. 60x120 cm – 31 –


Lucoso, 2016 Acrílico/lienzo. 81x100 cm – 32 –


Zunco, 2016 Acrílico/lienzo. 81x100 cm – 33 –


CORNIÓN. Galería de Arte C/ La Merced, 45 33201 Gijón - Asturias Tel./Fax + 34 985 34 25 07 E-mail: galeria@cornion.com www.cornion.com

©2017. Galería Cornión ©2017. Luis Fega Edición digital: Galería Cornión Fotografías: Luis Fega Maquetación: Asturlet, S.L.




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