Miguel Watio “Camín a niundes”
Miguel Watio “Camín a niundes”
Del 18 de enero al 22 de febrero de 2020
Así que este era el lugar. Este era el Polo Norte pictórico y conceptual hacia
el que se dirigían todos esos caminantes que durante años han ido atra-
vesando los cuadros de Miguel Watio; el destino al que apuntaban incluso
cuando aparecían, a su pesar, desorientados o estancados en algún estado de contemplación o estupor, encerrados o absortos en sus pequeños re-
cintos pintados. Hacia aquí peregrinaban: un lugar sin más atributos que
la línea, el color y la composición, un lugar de pura plasticidad que sin em-
bargo también sigue siendo, más que nunca en Watio, lugar para el signi-
ficado, incluso para el símbolo.
En una convergencia que, vista en retrospectiva, se antoja casi inevitable,
es el territorio donde confluyen los dos vectores que desde siempre han
tensado la obra de Miguel Watio. Uno de ellos es la pasión por lo visual en sí mismo, construido siempre según los códigos de la iconografía popular
contemporánea o del diseño gráfico; pero también, detrás de esa estiliza-
ción tan reconocible e incluso amable, con un ojo y un oído siempre pues-
tos en el eco lejano de aquellas vanguardias que cifraron en las
austeridades y rigores de la geometría sus aspiraciones de esencialidad y
de pureza.
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La otra línea –que también procede de las vanguardias, pero esta vez de
la figuración surrealista– echa mano de la libertad ilimitada de la pintura
para invocar presencias y convierte el espacio pictórico en un ámbito de
confrontación: un escenario para forzar el contacto de lo dispar, el choque
de unas referencias cotidianas y familiares que, enfrentadas fuera de sus
contextos habituales, liberan la energía de la sorpresa, la ironía, el humor
suavemente subversivo o satírico y, en definitiva, la potencia simbólica que
late en cualquier objeto; sobre todo cuando es objeto dibujado o pintado.
El ser humano es el talismán que conecta y activa esta magia de contacto.
Basta con pintarlo en mitad de lugares donde no debería estar, donde no
se lo esperaba. Como un científico suelta sus ratones en los laberintos ex-
perimentales, Miguel Watio introduce una y otra vez a sus estilizados hombres y mujeres en universos pictóricos en los que cualquier alteración,
cualquier encuentro, cualquier situación son posibles. Y no hace falta que
suceda demasiado: un cambio de escala, la contigüidad de determinado
objeto, alguna pequeña disfunción. Por otra parte, salvo cuando echa
mano de iconos hiperindividualizados como los de la historia de la pintura
o la cultura pop, se trata de seres humanos representados de forma tan
impersonal como para ser cualquiera, incluidos nosotros mismos, y per-
mitir así una instantánea empatía. Adivinamos que lo que les sucede a
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estas figuras de Watio nos puede suceder a nosotros. Que seguramente,
en realidad, nos está sucediendo de un modo u otro.
Su nueva individual en Cornión lleva a su grado más extremo hasta el mo-
mento todo este juego. Sus figurantes se aproximan ahora a la escueta
economía gráfica de un ideograma: se han reducido a siluetas planas que,
como mucho, sujetan un paraguas o poseen como único rasgo la línea de
sombra que proyectan y se mueve con ellos. No caben más rasgos, no
caben más objetos. El idioma pictórico, del mismo modo, ha dejado atrás
la construcción en planos, las texturas, las gradaciones tonales o los rastros
de gestos y se ha reducido a lo mínimo: líneas rectas que cierran cuadra-
dos o rectángulos, colores planos y vivos, equilibradas construcciones ge-
ométricas y, en todo caso, algún mínimo recurso a la perspectiva en un
espacio de estricta bidimensionalidad. Nada más. Si se hace el pequeño
esfuerzo mental de suprimir las figuras, estos cuadros seguirían mante-
niendo plena soberanía plástica.
Sin embargo, no es ese su sentido. Ese mundo de formas exentas sin apa-
rente propensión al significado se convierte ahora en el contexto que
acoge a estas figuras exiliadas de su propio contexto, según el habitual proceder de Watio. La mera intrusión en él de los escuetos signos que ca-
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minan hace que salte entre las rectas, los ángulos y los planos silenciosos
el misterio del significado: basta con que asomen la cabeza o se cuelen
por cualquier parte estos muñequitos errantes que podrían venir también
de dar un melancólico garbeo por un paisaje de Pelayo Ortega o de navegar por alguno de los mares de Rodolfo Pico.
Así, cualquiera de los minúsculos okupas es ya perfectamente capaz de reclamar todo el protagonismo, de colonizar todo el espacio en torno a
ellos, de transfigurar la abstracta música de la geometría en un juego de
simbolismos que resuenan en los títulos de las composiciones, aunque no
necesitan en absoluto de esa apoyatura para ello. Las elegantes composi-
ciones de cuadrados, rectángulos y superficies de color –que por sí mismas serían eso: pura elegancia plástica– se dirigen hacia nosotros exigiendo in-
terpretación; y ya solo pueden interpretarse, de hecho, en relación con
estos viajeros y transeúntes: o dependen de ellos o les acontecen.
Ya no son simples formas: son fondo para una figura. Y son también, sobre todo, representación de pensamientos, ensoñaciones, tribulaciones, mie-
dos; son gráfica de estados, situaciones o procesos. Con los seres huma-
nos han entrado el tiempo y la tensión hacia el relato; el recinto plástico
se transforma en escenario, en viñeta de un posible retablo, en clima be-
nigno o amenazador, noche oscura o mediodía radiante, en el paisaje para
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un desastre inminente o una travesía ominosa o esperanzada. Pero, signi-
ficativamente, basta ese pequeño ángulo entre las dos piernas que indica
que esos signos humanos aún caminan para que el estatismo de la geo-
metría nunca consiga representar hogares, estaciones de término, cate-
drales o templos: nunca lugares en los que detener el paso y, por fin,
quedarse.
Lo cual significa, si bien se piensa, que a los peregrinos de Watio les queda
aún viaje; que este es un lugar, quizá más cercano a su destino, pero no el
lugar definitivo. Si es que lo hubiera. La fuerte veta melancólica, existen-
cialista, a su manera metafísica, de Miguel Watio ha encontrado –por
ahora– en su pintura más sencilla y desnuda, en estas despojadas geome-
trías, no el país adonde se dirigían todos sus andariegos, sino una nueva
etapa, quizá la más poética y sugerente, en su Camín a niundes, un camino
a ninguna parte (que es por supuesto el camino de cualquiera). Porque, naturalmente, el paisaje final, se pinte o no, siempre resulta ser un cuadro
monocromo de blancura o negrura inmaculadas, y ya sin rastro de presen-
cia humana. La representación más perfecta posible de ninguna parte.
Juan Carlos Gea Martí
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espacio
Vega de Ario
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No fun (2020) AcrĂlico-lienzo 89 x 116 cm
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Precipitación (2019) Acrílico-lienzo 35 x 27 cm
Camín a niundes (2019) Acrílico-lienzo 81 x 100 cm
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La mirada indiscreta (2019) AcrĂlico-lienzo 40 x 40 cm
Falsa seguridad (2019) AcrĂlico-lienzo 100 x 81 cm
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Equilibrio (2019) AcrĂlico-lienzo 70 x 70 cm
Cielo del sur (2019) AcrĂlico-lienzo 100 x 81 cm
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I'll be back someday (2019) Acrilico-lienzo 120 x 120 cm
Paseo colorido (2019) AcrĂlico-lienzo 70 x 70 cm
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Cae la noche (2019) AcrĂlico-lienzo 70 x 70 cm
A diez minutos del mar (2019) AcrĂlico-lienzo 120 x 120 cm
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El último paso (2019) Acrílico-lienzo 100 x 100 cm
I still remain blue (2019) AcrĂlico-lienzo 40 x 40 cm
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I still remain yellow (2019) AcrĂlico-lienzo 40 x 40 cm
I still remain red (2019) AcrĂlico-lienzo 40 x 40 cm
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Atrapado en la noche (2019) AcrĂlico-lienzo 50 x 50 cm
Waisting away (2019) AcrĂlico-lienzo 73 x 50 cm
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Ando perdido (2019) AcrĂlico-lienzo 70 x 70 cm
Un bohemio ya sin fe (2019) AcrĂlico-lienzo 100 x 100 cm
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Save me from your kindness (2019) AcrĂlico-lienzo 50 x 73 cm
Medianoche (2019) AcrĂlico-lienzo 35 x 27 cm
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Atardecer (2019) AcrĂlico-lienzo 35 x 27 cm
La mañana (2019) Acrílico-lienzo 35 x 27 cm
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El sueño de siempre (2019) Acrílico-lienzo 73 x 116 cm
A long way to the top (2019) AcrĂlico-lienzo 100 x 100 cm
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La noche abandonada (2019) AcrĂlico-lienzo 81 x 100 cm
Hacia su destino (2019) AcrĂlico-lienzo 73 x 60 cm
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Paisaje gris (2019) AcrĂlico-lienzo 50 x 65 cm
Cruce de caminos (2019) AcrĂlico-lienzo 120 x 40 cm
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All mirrors (2019) AcrĂlico-lienzo 100x100 cm
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Miguel Watio
Exposiciones
Pintor autodidacta nacido en Sevilla (1966) y residente en Gijón desde comienzos de 2004.
2004 Centro Asturiano de Oviedo. Colectiva en Galería Pablo´s. Gijón. 2005 Colectiva en Centro Asturiano de Oviedo. Colectiva en Palacio de Valdecarzana. Avilés. Sala de exposiciones "Arte DV". Gijón. 2006 Colectiva en Asociación de Vecinos FUMERU en el Centro Municipal de El Llano. Gijón. 2006 Centro Asturiano de Oviedo. La Casa de la Cultura de Pola de Siero. 2010 Colectiva itinerante del XLI Certamen Nacional de Luarca. Colectiva en la Galería Cornión. Gijón. 2011 Individual en la Galería Cornión, Gijón. Colectiva en la Galería Cornión. Gijón. 2012 Colectiva en la Galería Octógono de Avilés. Galería Murillo de Oviedo. Colectiva en la Galería Amaga de Avilés. Colectiva en la Galería Octógono de Avilés. 2013 Colectiva en la Galería Octógono de Avilés. Feria de Arte de Oviedo (Galería Cornión). 2014 Colectiva en la Galería Cornión. Gijón. Individual en la Galería Cornión. Gijón. Individual en Espacio de Arte Pentimento, Madrid.
Certámenes 2015 Individual en la Galería Octógono, Avilés. Colectiva en la Galería Angel Cantero de León. Colectiva en la Galería Amaga de Avilés. 2016 Colectiva en la Galería Octógono de Avilés. Colectiva en la Galería Cornión. Gijón. 2017 Individual en la Galería Cornión de Gijón. Colectiva en la Galería Octógono de Avilés. 2017 Colectiva en la Galería Amaga de Avilés. Individual en la Galería Cornión. Gijón. Feria de Arte de Oviedo (Galería Cornión). 2018 Individual en la Galería Ángel Cantero (León). Colectiva en la Galería Cornión. Gijón. 2019 Colectiva en la Galería Cornión. Gijón.
2005 Seleccionado en Certamen de Pintura Rápida organizado por la Galería Pablo’s de Gijón. 2010 Seleccionado en el XLI Certamen Nacional de Luarca. 2011 Seleccionado en el XIV Certamen de Pintura del Ayuntamiento de Villaviciosa. 2014 Seleccionado en el XVII Certamen de Pin tura del Ayuntamiento de Villaviciosa. 2017 Seleccionado en el XLVIII Certamen Nacional de Luarca. 2017 Seleccionado en el XX Certamen de Pintura del Ayuntamiento de Villaviciosa. 2018 Seleccionado en la XVI Bienal Casa Consuelo de Otur. Seleccionado en el XXIII Certamen de Pintura "Nicanor Piñole" de Sotrondio. Seleccionado en la XIV Bienal de Pintura de Noreña. Seleccionado en el XLIX Certamen Nacional de Luarca. 2019 Seleccionado en el L Certamen Nacional de Luarca. Seleccionado en el XXII Certamen de Pintura del Ayuntamiento de Villaviciosa. Seleccionado en el XV Certamen Nacional de Pintura "Casimiro Baragaña"
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Textos: Juan Carlos Gea Martín Fotografías: Miguel Watio Maquetación: Santamarina Diseñadores ©2020. Galería Cornión ©2020. Miguel Watio
La Merced, 45 - 33201 Gijón - Asturias + 34 985 34 25 07 galeria@cornion.com cornion.com