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EPiCENtro dE la tradiCiÓN CUltUral dE loS MoNtES dE MarÍa

Por ello, actualmente, además del aval de la comunidad porrera de Medellín2 y de distinguidos cultores, maestros e investigadores de la danza y específicamente del porro marcado, quienes coinciden en su totalidad en la importancia que tiene en los procesos de identidad local y están de acuerdo con su patrimonialización e ingreso a la LRPCI de la ciudad3, quisiera proponer un análisis más específico de esta normativa que refiere: 1. Los Campos de alcance de la LRPCI y 2. Los Criterios de valoración para incluir manifestaciones culturales en esta lista local. Lo primero que se debe dejar claramente establecido es que, en relación con los 14 Campos de alcance de la LRPCI4, el porro marcado tiene “Correspondencia” y hace parte de tres campos: Las artes, los actos festivos y lúdicos, y el PCI asociado a la vida cotidiana. Como Arte, acto festivo y lúdico, este baile popular se concibe como una manifestación cultural inmaterial de la ciudad de Medellín presente en la vida cotidiana de los habitantes como una opción del uso del tiempo libre y sana convivencia, que representa una tradición y expresión viva que se transmite en familia, sociedad y en escenarios culturales. Además,

y estético de las prácticas culturales de los territorios (Chaves, Montenegro y Zambrano (2014), citado por Suaza, 2018).

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2 En este camino de patrimonialización es esencial que la práctica propuesta sea significativa para la sociedad involucrada (docentes, profesores, bailarines, bailadores, gestores culturales, academias y escuelas de baile, discotecas, sitios de práctica y ciudadanos, entre otros actores sociales) y que se lleve a cabo “un proceso de apropiación social de sus elementos, componentes y características culturales, que deben gestarse en la vida cotidiana para ser asumidos luego por el Estado y los organismos gubernamentales, para que, de esa manera, ingrese a fases de preservación, difusión y circulación en los contextos educativos, sociales y culturales del territorio, garantizando su posicionamiento como patrimonio cultural” (Suaza, 2018, pp. 82 y 83)

3 Es importante anotar que actualmente Medellín no tiene Lista Representativa de Patrimonio Cultural Inmaterial (LRPCI). El porro marcado sería la primera manifestación cultural de la Lista Local.

4 La LRPCI se podrá integrar con manifestaciones que correspondan a uno o varios de los siguientes 14 campos: 1. Lenguas, lenguajes y tradición oral, 2. Sistemas normativos y formas de organización social tradicionales, 3. Conocimiento tradicional sobre la naturaleza y el universo, 4. Medicina tradicional, 5. Producción tradicional y propia, 6. Técnicas y tradiciones asociadas a la fabricación de objetos artesanales, 7. Artes, 8. Actos festivos y lúdicos, 9. Eventos religiosos tradicionales de carácter colectivo, 10. Conocimientos y técnicas tradicionales asociadas al hábitat, 11.Cultura culinaria, 12. PCI asociado a los espacios culturales, 13. Juegos y deportes tradicionales, y 14. PCI asociado a los eventos de la vida cotidiana (Mincultura, Decreto 2358 del 26 de diciembre de 2019, pp.41 y 42). se recrea constantemente como arte para espectáculo, presente en eventos artísticos de carácter público y privado, en los que se hace gala de sus estilos paseado y marcado interpretado por las mejores compañías artísticas y bailarines locales.

Adicionalmente, desde hace casi 30 años está presente en el Festival del Porro que organiza la Corporación Festival del Porro con un impacto de ciudad destacable que incluso, actualmente trasciende a esferas nacionales e internacionales. De la misma manera, es el foco de intervención hace más de 15 años en el Festival de la Terminal del Sur y otros similares en la comuna 4 (Aranjuez) y 14 (El Poblado). Todas estas intervenciones socioculturales que se llevan a cabo en diversos entornos, son significativas y estimulan la cohesión entre la colectividad de la ciudad de Medellín como grupo social creador de esta práctica, generándose un proceso de apropiación social de sus componentes y características donde la memoria histórica, los simbolismos, los lugares y cultores de este baile popular, pueden ser identificados y reconocidos.

Lo anterior, permite concluir el asunto de la “Correspondencia” del porro marcado con los Campos de alcance del PCI, afirmando que hace parte del PCI asociado a los eventos de la vida cotidiana; esto es, son más de sesenta años en que este baile hace parte de la cultura de la ciudad como referente y manifestación representativa de la comunidad local, portadora de su historia, identidad y memoria cultural. Esto se evidencia, a partir de su vinculación en prácticas sociales como encuentros familiares y/o comunitarios, un bautizo, una primera comunión, un matrimonio, festejos familiares como el día de la madre y del padre, pero también, en un bingo comunitario, el bazar de las iglesias o eventos culturales de ciudad, como la Feria de Flores, las fiestas navideñas, las Porro vías y los festivales, espacios sociales de transmisión del baile, pero también de valores como la cooperación, la solidaridad y el compartir sencillo, sin tapujos, pero lleno de sinceridad, alegría y espontaneidad, características de los habitantes de Medellín. En relación con los demás criterios de valoración que expone el Decreto 2358 de 2019, se puede analizar lo siguiente:

Al respecto de la “Significación” de la manifestación, además de la visibilización y posicionamiento que tiene en las 16 comunas y los 5 corregimientos de la ciudad y otros territorios del departamento, generando sinergia cultural con componentes de identidad, memoria e historia, se ha expandido e incursionado en procesos de formación en donde los habitantes de Medellín se motivan por aprender, fortalecer y dinamizar sus técnicas que se reconstruyen desde sus estructuras motrices y desde su musicalidad en escuelas, academias, cajas de compensación y centros culturales. Ello, además de los procesos de investigación que se llevan a cabo en la Universidad de Antioquia, el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid y la Universidad EAFIT, donde el porro marcado está presente en los planes de estudio de carreras como Licenciatura en Danza y en Educación Física, además de posgrados como Maestrías en Gestión Cultural y en Artes, que adicionan un valor esencial que refiere la recuperación de la tradición histórica, cultural y patrimonial de este baile popular y de la ciudad en donde se gestó.

Este hecho, además de su difusión a partir de procesos de tradición familiar donde los abuelos de hoy (personas de 70 a 90 años), legaron sus conocimientos a hijos y nietos (personas entre 15 y 60 años, aproximadamente), quienes son los encargados en el siglo XXI de continuar con la divulgación y transmisión de la manifestación, sustentan otro criterio de valor relacionado con su “Naturaleza e identidad colectiva”. Adicionalmente, se debe mencionar el componente que refiere la musicalidad que acompaña este baile popular; hermosas y bien logradas composiciones musicales de porros, cumbias y gaitas en formato orquesta, ritmos que prevalecen en el desarrollo del baile y que

Banda-Paniagüa. Foto. Sebastián

Pedro Laza y sus Pelayeros httpm.aldia.cocooltura

a pesar de la transformación derivada de la industrialización musical que viene sucediendo actualmente, se siguen conservando y transformando a partir de la investigación y creación musical.

Al respecto, es necesario mencionar agrupaciones y orquestas de la ciudad que se esfuerzan por conservar la cultura musical de porros, cumbias y gaitas y el valor patrimonial. Una de ellas es la Banda Paniagua, toda una tradición cultural desde 1826 y que aún permanece a partir de la tradición familiar de apropiación del legado musical costeño, como símbolo y orgullo de La Loma, vereda del corregimiento de San Cristóbal. Otra agrupación de gran trayectoria en el nuevo siglo es Frenesí Orquesta, fundada en el año 2000 y con una destacada lucha en pro del folclor colombiano, plasmado en dos trabajos de porros, gaitas y cumbias, “Mi Pasión Colombia” (año 2007) y “Así Es Colombia” (año 2009).

Una tercera orquesta que interpreta música tropical colombiana al estilo clásico, con una puesta en escena fresca y divertida, son Los Cumbia Stars dirigida por Juan Pablo Acosta, quien además de recrear la música clásica de maestros como Lucho Bermúdez y Edmundo Arias, entre otros, se esfuerza por generar nuevas composiciones como En Medellín sí se baila el porro”, obra que hace homenaje a la manifestación que se referencia en este texto. Es necesario que la comunidad de Medellín y el departamento, no sólo conozcan y reconozcan esta importante historia musical, sino que las grandes compañías y empresas discográficas, apoyen estas iniciativas contemporáneas que, sin perder el sabor original, ofrecen un nuevo halo de esperanza para que este importante legado musical se conserve, permanezca y se reconstruya a partir del tradicional sabor y esencia caribeña, pero con aires de innovación y creatividad que hoy brindan los nuevos jóvenes compositores y creadores de la música tropical colombiana.

Continuando con los Criterios de valoración para incluir manifestaciones culturales en la LRPCI, se debe mencionar que al respecto de la “Vigencia”, aunque como bien se ha mencionado, el porro marcado permanece actual y activo como práctica tradicional y expresión cultural representante de la comunidad de Medellín; de otro lado, se encuentra en riesgo de desaparición y amenazado por la cantidad de bailes foráneos que llegan a la ciudad, derivados de procesos de marketing cultural y avances tecnológicos. Por ello, es menester y compromiso de la comunidad portadora, la empresa privada y los entes del gobierno local y departamental, generar ecosistemas culturales que propendan por su permanencia y conocimiento por parte de niños, jóvenes y familias de la ciudad, porque será esta comunidad, la encargada de conservar y continuar la tradición de impartir sus raíces históricas, musicales y dancísticas.

En este camino de apropiación por las nuevas generaciones, vale la pena destacar otro criterio “La Equidad”, donde se puede afirmar que cualquier ciudadano de la capital antioqueña, niño, joven, adulto y adulto mayor puede acceder a dicha manifestación desde el ambiente consuetudinario de su casa, calle, barrio y comuna, hasta el espacio alegre, divertido, tranquilo y cómodo de la fiesta sociocultural; incluso, también en un ambiente pedagógico, académico y didáctico, que se suma a la práctica justa y equitativa de la manifestación. En cualquiera de estos ámbitos, se proveen diversas opciones y posibilidades, desde aportes técnicos con matices cadenciosos y suaves (porro paseado) apropiados para las personas mayores, hasta opciones atrevidas, exigentes y creativas (porro marcado) para la población infantil, juvenil y adulta. Llegando al último criterio de valoración expuesto en el Decreto 2358 del 26 de diciembre de 2019, se hace mención a la “Responsabilidad” que genera la práctica, donde se puede afirmar que incentiva la promoción de la salud personal, familiar y colectiva, pues ofrece beneficiosos a nivel del desarrollo humano, toda vez que estimula todas las esferas de la psicomotricidad al activar procesos cognitivos y de aprestamiento motriz con gran impulso creativo; esto sucede a partir de la ejecución de pasos, figuras, vueltas y ensambles de movimientos, que activan una serie de mecanismos corporales y mentales, que invitan al ejecutante a involucrarse en un proceso de conciencia y análisis de movimiento. Sumado a lo anterior, su práctica involucra otras esferas del desarrollo humano como las dimensiones afectiva y social, ya que es un baile de pareja que se lleva a cabo en entornos de integración sociocultural con altos componentes de alegría y disfrute. De esta manera, tener la oportunidad de vivir y sentir la manifestación, permite cohesión, unión, compartir y todo ello, bajo el emblema del bienestar.

Otro componente relacionado con la “Responsabilidad”, es la posibilidad de que niños y jóvenes puedan acceder a un desarrollo integral y holístico, toda vez que su práctica beneficia la adquisición de habilidades motrices y musicales, el fortalecimiento de capacidades físicas como el equilibrio, la coordinación, la espacialidad y la percepción musical, entre otras. Sumado a ello, se favorece la estimulación del pensamiento cognitivo y creativo, lo que genera a la postre, la gestación de procesos de identificación con la manifestación, cohesión social y resiliencia, que, vinculados a la valoración de la cultura citadina, genera en esta comunidad, la obtención de conocimientos

patrimoniales y procesos de identidad a nivel personal, social y cultural. Tocante con las poblaciones adulta y adulta mayor, la práctica del porro marcado, genera procesos de integración y cohesión social, mientras se recrea el movimiento danzado que ofrece salud al involucrar las habilidades básicas y específicas relacionadas con el caminar, el girar y voltear, unidas a las capacidades perceptivas y motrices como la coordinación, el ritmo, la espacialidad y el equilibrio, cualidades que están implícitas en la ejecución de este estilo de baile favoreciendo su adiestramiento, mientras se fortalece y propicia la actividad física, tan necesaria para esta población. Queda pues apreciados lectores, establecido un análisis general de esta práctica cultural a la luz de la normativa concerniente con el PCI para que sean ustedes, como comunidad, los que sugieran la ruta que debemos seguir en pro del reconocimiento de este baile popular que nos ha acompañado en el proceso de desarrollo de la ciudad.

Referencias bibliográficas

• Franco, A. (2010). ¡Que viva el porro! Historia, desarrollo y actualidad del porro en Medellín.

Medellín: Edita Diseños y Letras. • Ministerio de Cultura (2019). Decreto 2358 del 26 de diciembre de 2019. Recuperado de: file:///C:/Users/Usuario/Documents/

LA%20DECLARATORIA%20PATRIMONIAL%20

PORRO%20MARCADO/DECRETO%202358%20 %20DEL%2026%20DICIEMBRE%20DE%20 2019. • Suaza, M. (2.018). Estrategias de apropiación del oorro marcado para su visibilización y reconocimiento como práctica cultural de

Medellín. (trabajo de posgrado). Universidad de Antioquia. Medellín, Antioquia.

MYRIAM SUAZA COLORADO

Coordinadora académica Profesionalización en danza

Facultad de Artes Universidad de Antioquia

Banda-Paniagüa. Foto. Sebastián

MUJER, MEMORIA SONORA

Por Alba Vergara Franco

Colombia es un territorio tachado por lo innombrable, por aquello que duele y que nos consume, por lo eterno. La violencia ha sido su apellido y esto hace que me cuestione el “re-existir” como un acto en conjunto de los que habitamos el país… más bien pienso que la sociedad colombiana apenas está en el existir. Existir como individuos reales, existir como comunidad, existir en lo complejo del dolor y en la simplicidad de la alegría, existir. Los artistas musicales han sentido tal paroxismo emocional por sus labores y por su gente, que han obsequiado sus vidas a la transformación del país. Construyeron una cultura de la resistencia casi implacable, y digo casi, porque al pasar de los años poco a poco se han ido destejiendo las memorias, y sin estas memorias la cultura de la resistencia erigida por los diferentes artistas, comienza a trastabillar. Cuando hablo de memoria, me refiero a la cantidad de artistas colombianos que han sido la base que ha sostenido la música colombiana por largos años, pero que el devenir de los días los ha relevado a los rincones del olvido en la actual sociedad colombiana.

Etelvina Maldonado Foto. https://www.eluniversal.com.co/suplementos/dominical

La música popular colombiana ha sido bandera de resistencia a los incontables hechos de violencia vividos en todo el territorio, así como también ha sido una forma para narrar el conflicto armado desde hace muchos años; convirtiéndose así en un símbolo de memoria e identidad, puesto que se hace por ciudadanos de a pie que han padecido de manera directa la pugna por el poder, la tierra y los recursos. En esta agónica travesía que enfrentan los colombianos, nos topamos con un tema que ha sido un punto ciego en las discusiones para la resolución del conflicto y la implementación de los tratados de paz en el país: la violencia de género.

La sumisión de la mujer en un entorno machista como el colombiano, que trae altos índices de violencia contra ella, hace posible su instrumentalización frente a la sociedad. En los últimos años, como efecto de una lucha de carácter internacional sobre la equidad de género, se ha logrado manipular en nuestro país dicha perspectiva, que propende por beneficiar a la mujer, en diferentes instancias, verbigracia la política (en la mayoría de las administraciones municipales y la mayoría de nuestro gabinete presidencial son mujeres, el tema de la mujer aparece reiterativamente en los titulares noticiosos, etc.), en el consumo –comercialización de la imagen de la mujer– (publicidad de maquillaje, detergentes, prendas de vestir) y en el feminismo radical (generalización de la feminidad y de las luchas por la equidad de género, segregación de la masculinidad). Entonces me pregunto, ¿exponer la memoria de la participación de la mujer en la música popular colombiana, en una época donde la información no se encuentra en lontananza, sino al alcance de todos, con grandes mutaciones tecnológicas (redes sociales) y sobre todo en una ciudad innovadora como la que habitamos, ayudaría a preservar la música popular colombiana y al desarrollo de esta?

El sistema hegemónico y patriarcal, sumándole nuestro increíble desdén selectivo a lo que no represente las bases del sistema machista, hacen que el estudio, investigación y análisis de la historia de nuestras músicas siga teniendo incontables vacíos bibliográficos. Las políticas clasistas de nuestra sociedad, procuran anular la transformación del arte, una transformación que se ha visto reflejada en el trabajo de Alba Fernanda Triana que se ha enfocado en explorar la música desde los espacios interactivos, desarrolla su discurso musical por medio de lo visual y el tacto, nombrada en ocasiones como “escultora de sonido”. Alba Fernanda, compositora colombiana, ha recibido varios reconocimientos por sus aportes a la música y la trasformación de la misma, como, por ejemplo, el de Civitella Ranieri Fellowship (mundial), y fue ganadora de premios en Colombia como el Concurso Nacional de Composición–Instituto Distrital de Cultura y Turismo, el Concurso Nacional de Música Electroacústica, el Concurso Nacional Otto de Greiff y el premio a Mejor Exposición de la Alianza Francesa. Recibió comisiones y subvenciones del Cuarteto Kronos, ArtCenter/South Florida, American Composers Forum (EUA), Coincidencia/ ProHelvetia (Suiza), L’Institut international de musique électroacoustique de Bourges (Francia). Por otro lado, la historia musical colombiana ha dejado una interpretación de las chirimías como un espacio clave para pensar en la construcción de la masculinidad, primando el consumo de alcohol y la resistencia física como factores relevantes para demostrar la hombría. Sin embargo, en los últimos años vemos surgir agrupaciones femeninas en Quibdó como Golpe Femenino y Herencia Feminista que se abren paso entre el sesgo asumido socialmente sobre las chirimías, que, como lo dice Nancy Elena Martínez, integrante de Golpe Femenino, son mujeres que quieren que “el mundo vea lo berracas que son las mujeres del Pacífico, las negras, que tenemos la posibilidad de mostrar nuestras raíces a través de la música”. La agrupación Golpe Femenino ha sido ganadora, dos veces, a mejor música del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez.

Como lo mencionaba anteriormente, la música popular colombiana narra la lucha constante de la gente del campo, el conflicto armado y el control de los cultivos para los narcóticos, que ante ello vemos al bullerengue como práctica colectiva de resistencia ante la pérdida de la identidad cultural afro, tejiendo las historias de la memoria colectiva en la música y en el baile, como canto popular. Una de esas luchas también es la que va contra la opresión de la mujer y cómo a través de la opresión nace la resistencia. “Hasta que mi mamá se aburrió y dijo: ‘bueno mija, a ti lo que te va a gustar es lavar y planchar, esta es la ciencia tuya’. De ahí no pasé (…) toda mi vida he sido feliz lavando y planchando” y mientras planchaba y lavaba, Etelvina Maldonado no dejaba de cantar. Su voz fuerte, conmovedora, cargada de pensamientos, fluía por el viento, llevando historias a los oídos de quienes andaban los alrededores. A pesar del aforismo de su madre, Etelvina aprendió los ritmos tradicionales por parte de su progenitora y Santos Valencia, una mujer líder de un grupo de bullerengue en Arboletes, cultivando así su futuro como una de las intérpretes más emblemáticas del ritmo originario del Caribe colombiano.

Fueron muchas las músicas colombianas que antes de tener algún reconocimiento, nacieron con un rol subyugado por un estado ultra conservador y excluyente. Si bien la historia local del género las ha condenado al olvido parcial o completo, su legado musical, venturosamente, se ha logrado colar en muchos apartados de la historia, en cierta medida, gracias a los trabajos de género que se han implementado para rescatar la memoria de aquellas mujeres y su aporte a la música popular colombiana.

Reconociendo el variopinto trabajo de las mujeres colombianas en el ámbito de la música popular de nuestro país, como el de Totó La Momposina, Maruja Hinestroza Eraso, Martina Balseiro, Eulalia González, Petrona Martínez, Dilia Rosa Cassiani Mosquera, Eloa Garcés, Eustiquia Amaranto, Sabina Escudero, Jaqueline Nova y otras más; inspira a otras mujeres a hacer carrera en la música, tomando como ejemplo a las mujeres comunes y corrientes, las campesinas, las negras, las que lavan y planchan, sus pares, sus iguales, les da a reconocer que sí es posible y que ellas no están solas, que no solo el reguetón abre puertas y hace historia en los anales de la música colombiana. Que

Canto a la vida

Foto. Organización de víctimas Agrupación Golpe Femenino Foto. http://quibdoemprende.gov.co/a3-portfolio/golpefemenino

Eustiquia Amaranto. Grupo Brisas de Uraba Foto. Revista Porro y Folclor.jpg pueden crear música rompiendo los estereotipos y que serán recompensadas por su trabajo y esfuerzo. Como se puede ver en la vida de Etelvina, reconocerse en otras mujeres la ayudó a aceptarse en la música y encajar en ella. Porque somos como piezas de un rompecabezas, cuando no tomamos conciencia de nuestro entorno porque no nos sentimos identificados, es difícil encajar en él, sentimos que no hacemos parte del TODO; pero si identificamos esos semejantes y nos reconocemos en ellos, ahí comenzamos a hacer parte de la sociedad y somos capaces de cumplir una función que nos hace reafirmarnos, nos hace sentir que pertenecemos, que por fin encajamos. Considero que abrir espacios para tejer memorias sobre el papel de la mujer en la música popular colombiana, que renovaría los caminos para transformar, de una manera muy positiva, la industria de la música colombiana a nivel nacional e internacional y beneficiaría, no solo a las mujeres sino también a los hombres, en el crecimiento laboral de la producción musical.

ALBA VERGARA FRANCO

Investigadora sobre proceso de las mujeres en la Comuna 13

¿Qué son y por qué todavía cobran los diferidos covid?

Este beneficio al que accedieron algunos usuarios de EPM se activó en 2020 de acuerdo con los lineamientos del Gobierno Nacional. Le explicamos cómo funciona y las opciones para saldar la deuda.

Se acerca el cierre de 2021 y muchos usuarios de servicios públicos de EPM aún se preguntan la razón por la que, en su factura, mes a mes, aún hay un cobro pequeño que se nombra como diferidos covid. Haga el ejercicio de mirar en retrospectiva y pensar por un momento en los meses de marzo y abril de 2020. En ese entonces en los titulares de los noticieros se veían palabras nuevas para muchos como pandemia, coronavirus y cuarentena. Los municipios cerraron fronteras y las imágenes de parques y calles desoladas se volvieron constantes. La vida entró por varias semanas en una especie de pausa que provocó una crisis social y económica que aún deja secuelas. Muchos ciudadanos perdieron su empleo y con ello la capacidad de responder con obligaciones como el pago de los servicios públicos. En medio de ese momento tan complejo, el Gobierno Nacional firmó el decreto 517 de 2020, que cambiaba algunas disposiciones en materia de servicios públicos en el marco de una declaratoria de Estado de Emergencia Económica, Social y Ecológica. Los diferidos covid es la posibilidad que dio el Gobierno a los usuarios que no pudieran pagar alguna factura entre marzo y julio de 2020 para que el saldo se difiriera entre 24 y 36 meses (según el estrato socio económico) para comenzar a pagar en agosto de ese mismo año. La aplicación de este beneficio fue automática y sin misterios, pero la explicación de los detalles requiere mucha atención y una pizca de paciencia. Elkin Merino Espinosa, profesional de la Unidad de Educación al Cliente de EPM, cuenta que “en el país ninguna empresa de servicios públicos puede entregar subsidios ni condonar deudas. Los subsidios los entrega la Nación o los municipios”. Esos beneficios cambiaban según el estrato socioeconómico del hogar o de si era un cliente comercial Así, la deuda de los estratos 1 y 2 fue diferida a 35 meses con cero porciento de interés. La de los estratos 3 y 4 a 24 meses con un interés equivalente al IPC. Y en el caso de los estratos 5 y 6 y las instalaciones comerciales la deuda fue diferida a 24 meses con un interés del 0,71% mes vencido. Es decir que, si usted por alguna razón no pudo pagar alguna factura de servicios públicos entre marzo y julio de 2020, ajusta ya cerca de 14 meses pagando esa deuda por cuotas. El profesional de EPM explicó además que si un usuario se encuentra en la capacidad de saldar de una vez por todas esa deuda para que así no se le cobre cada mes el diferido, puede hacerlo de dos maneras: una es a través de la página web de EPM dando clic en el enlace Transacciones y la otra es acercándose a una oficina de atención al cliente. En ambas deberá tener a la mano el número de contrato.

Este medio es apoyado parcialmente con dineros públicos priorizados por habitantes de la Comuna 13 – San Javier, a través del Programa de Planeación del Desarrollo Local y Presupuesto Participativo de la Alcaldía de Medellín

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