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ViVE EN la HoJaraSCa

Según el periodista, en esa casa vive, en la actualidad, Miguel Durán Olaya, el padre de Miguel y creador de la dinastía musical a la que se refería Sierra Díaz. Para el director de la Orquesta Fuerza Uno, de Sahagún, Guillermo Montes Ramos, Miguel Durán Junior ya es una leyenda de la música de la costa Caribe, por su ingenio, por todo el patrimonio rítmico que le deja a la música de acordeón y a la música mestiza. Para él, Miguel fue una cantera de inspiración para alegrar los espacios de la vida y los escenarios en los cuales se interpreta su música. Considera Montes Ramos que la dinastía de los Durán le ha dado brillo y gloria a la música sabanera y son pioneros de ritmos donde se mezcla la alegría con la nostalgia campesinas.

Miguel-duran-Jr Foto. www.elpaisvallenato.comfallecio-en-sincelejo-el-cantante-y-acordeonero-miguel-duran-jr.

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Las paradojas de la vida

La canción más reciente de Miguel Durán Junior se la dedicó a la situación de salubridad que vive Colombia y a la humanidad entera. Precisamente este merengue, La Pandemia en donde, como autor, glosa una campaña para contribuir a detener la expansión del virus. La canción dice así

“Llegó a Colombia esta pandemia mala/que está afectando a todo el mundo entero/y ese viru… que nadie lo esperaba/ mete tu mano/ Dios mío salva tu pueblo/en cuarentena me quedo aquí en la casa/ y hay que cuidarnos le digo a mis amigos/Y en Dios bendito yo tengo la esperanza/ que pronto mande la cura pa´ este viru…/Y como van las cosas/ tenemo… que cuidarno…/ponerse tapaboca/Y lavarse bien la… mano…/Me quedo en casa/en plena cuarentena/porque yo quiero y aprecio la vida mía/por eso quiero que tomemo… conciencia/del gran peligro que vivimo… cada día/ Con ese viru… del Covid 19/hay más contagio por toda mi Colombia/vamo… a cuidarno… yo sé que sí se puede/todos unido… cantaremo… victoria/ Y si salgo a la calle/por eso yo me cuido/ que vaya pegase ese coronaviru…/” Miguel se fue para la corraleja celestial, el 3 de septiembre de 2020. En este mundo dejó su camisa rayá, dejó su pedacito de acordeón, dejó sus amores, su tierra, su Colombia; dejó a sus familiares y amigos que no olvidarán su legado, su alegría y el aporte que le hizo a la música del Caribe. Se fue uno de los grandes, pero también quedó la nobleza de su gloria artística. Seguiremos cantando sus canciones, porque como él, serán inolvidables. Que siga sus gozos como lo dice en A gozar la vida:

“Voy a gozar a gozar a gozá la vida Voy a gozar a gozar en este mundo parrandiando hoy con las mujeres más lindas ni nadie sabe cuándo se muere uno… Vamos a beber y a parrandiar Vamos a beber y a mujeriar Si mañana mueres no te llevas nada No te llevas ná, no te llevas ná No te llevas ná si mañana mueres…”

MARCOS FIDEL VEGA SEÑA.

Comunicador social, periodista y magister en

educación de la Universidad de Antioquia

IDENTIDAD Y PATRIMONIO GENERADORES DE PRÁCTICAS CULTURALES EN COLOMBIA

Por José Alonso Franco Londoño

El presente artículo es un aporte sobre el papel que tiene el arte en las comunidades como generadoras de identidades y al desarrollo cultural de los territorios. En tal sentido, se abordarán temas de interés investigativo que determinan las acciones de los individuos y los colectivos en las regiones de Colombia e influyen en las prácticas culturales de las comunidades. Enriquecer la discusión sobre temas como identidad, patrimonio, tradición, hibridación, riqueza…

es necesario en la medida que el arte en las comunidades, pueblos, ciudades o regiones son permeadas por entramados culturales extranjeros que cambian las costumbres, creencias, artes, hábitos… de quienes hacen prácticas culturales. En un mundo globalizante, procesos homogenizantes, estáticos y únicos son revaluados y revalorados; así mismo, aspectos como identidad, tradición y autóctono, que en muchas de las regiones del país sobreviven en comunidades donde históricamente han resistido a fenómenos de violencia o desplazamiento, se repiensan y se ponen en discusión sobre la importancia que tienen en sus culturas.

Resistencia Infantil. Graffitur Comuna 13 Foto. Revista Porro y Folclor

“La identidad de la cultura haría referencia a las características que se le podrían atribuir a una cultura determinada, mientras que la identidad cultural son las características que una persona o un colectivo se atribuye para sentirse partícipe de una cultura determinada... La identidad de la cultura es un concepto más propio del discurso político; es decir, el de determinados grupos hegemónicos que pretenden imponer al resto de la comunidad unos rasgos simbólicos y unas prácticas culturales como los propios de la cultura. Por eso se tiende a ver la identidad de la cultura como algo único. Por nuestra parte, consideramos que no es aceptable el concepto de identidad de la cultura porque puede cumplir la misma función que el concepto de raza. En realidad, se tendría que hablar más bien de identidad cultural entendida como la posibilidad de pertenecer a uno o varios grupos...” (Rodrigo Alsina, 1997: 9)

El arte como patrimonio de las comunidades

La tradición folclórica de Colombia sobrevive, se mantiene viva y perdura a través de los años gracias a los gestores, artistas, creadores, cultivadores, músicos y grupos que llevan a los escenarios la memoria y el acervo cultural de los pueblos ancestrales. A lo largo de la historia ellos han mantenido viva la música, la danza, el baile, las costumbres, la pintura, la oralidad… de negros, indígenas y españoles. En un recorrido por el país de norte a sur, de oriente a occidente, pasando por las llanuras, montañas, ríos, mares, playas… sobresale la riqueza cultural triétnica y las expresiones musicales, dancísticas y creativas… que hacen vibrar los cuerpos de las comunidades ancestrales. El patrimonio inmaterial y material que habita en las vidas del pueblo, hoy sobrevive gracias al ingenio, la creatividad, el empuje, la vitalidad y el compromiso de quienes cultivan la tradición y la proyectan en los diferentes territorios. El diálogo de culturas de origen ancestral que fluye por todo el territorio de Colombia es la muestra de la riqueza que nos identifica en el exterior como un país pluricultural. Las prácticas de origen ancestral, patrimonial y que constituyen la memoria de los pueblos, reconocimiento el que le da carácter activo a la identidad cultural (...)” (Bákula, 2000: 169) A partir del quehacer cultural de los creadores, artistas, gestores, músicos, bailarines… la cultura debe apuntar al desarrollo y construcción de identidades en los territorios desde lo diverso y lo pluricultural, sin homogenizar las expresiones de las comunidades. En tal sentido, la convivencia de múltiples prácticas culturales y artísticas está enfocada a mostrar cómo los pueblos en el país involucran el sentir, el pensar y la expresión de las personas. Los productos tangibles e intangibles de las comunidades enriquecen la cultura del territorio, pero también apuntan a su desarrollo e implican el mejoramiento de la calidad de vida. Por eso, no se pueden inscribir las prácticas culturales desde una sola visión y olvidar la historia de los pueblos ancestrales, que se hizo a partir de la diversidad.

se enriquecen en la medida que hacen parte de la cultura popular que identifica las formas de interpretación de la música, el baile, la danza, teatro, las artesanías… muchas de ellas de construcción triétnica que constituyen su identidad e historia cultural.

“La identidad cultural de un pueblo viene definida históricamente a través de múltiples aspectos en los que se plasma su cultura, como la lengua, instrumento de comunicación entre los miembros de una comunidad, las relaciones sociales, ritos y ceremonias propias, o los comportamientos colectivo; esto es, los sistemas de valores y creencias (...) Un rasgo propio de estos elementos de identidad cultural es su carácter inmaterial y anónimo, pues son producto de la colectividad” (González Varas, 2000: 43).

Grupo de Bullerengue de Turbo Antioquia Foto. Revista Porro y Folclor

Identidad cultural y desarrollo territorial

La identidad parte de la simbología de quienes tejen el arte y la cultura en la memoria de las comunidades, y desde allí les dan vida a las acciones creativas fundamentadas en la música, la danza, el baile y las costumbres. Por eso, lo estético no es sólo lo bello, es una construcción colectiva sujeta a valoraciones subjetivas que reconocen sus riquezas. Es por ello que la identidad parte de “que las personas o grupos de personas se reconocen históricamente en su propio entorno físico y social y es ese constante

“La identidad supone un reconocimiento y apropiación de la memoria histórica, del pasado. Un pasado que puede ser reconstruido o reinventado, pero que es conocido y apropiado por todos. El valorar, restaurar, proteger el patrimonio cultural es un indicador claro de la recuperación, reinvención y apropiación de una identidad cultural” (Molano, 2007: 84).

Los colectivos, gestores, grupos, creadores, artistas y organizaciones deben comprometerse a seguir por el camino de hacer posible que el arte continúe vivo en la memoria de los pueblos. Sus montajes, propuestas y creaciones recogen, difunden, promocionan, proyectan y comunican las apropiaciones de carácter histórico y patrimonial que apunten al desarrollo de los territorios y sobre todo, promuevan la diversidad desde lo humano y ambiental.

El arte como elemento de construcción colectiva

La existencia de grupos de danza, música, baile, teatro… y la colectivización de las manifestaciones culturales en los territorios como espacios de diálogo social y saberes, recogen la tradición y el desarrollo de los territorios. Su construcción, bien sea individual o colectiva, permite el fomento y el estímulo de las creaciones y propuestas de las comunidades. El acervo cultural que hay en las comunidades es un producto colectivo incluyente y que ha pasado la línea del tiempo para convertirse en patrimonio de los pueblos y hace parte de la memoria y la historia, pero sobre todo “… es la expresión de su origen, estilo de vida, desarrollo, transformación e incluso decadencia, en otras palabras, de su cultura, su memoria histórica” (Molano, 2007: 75) El arte como espacio de disfrute y creación no puede ser excluyente ni único, ni responde a ciertos estereotipos impuestos desde el poder político o religioso. Es más una postura crítica y revolucionaria que parte de transformar la realidad y construir nuevas hibridaciones culturales en los territorios. Por ello no se pueden hacer valoraciones subjetivas del arte, pues cada sujeto concibe su creación en el escenario desde el sentir, el pensar y su acción estética y simbólica, que muchas veces rompe con lo tradicional y lo homogenizante. Se requiere que los pueblos resignifiquen la cultura a partir de las formas de vivir de sus comunidades y potencien las prácticas de quienes hacen arte. A partir de entender que en los territorios conviven culturas diversas, y que son el producto o resultado de formas de vivir de las comunidades, se puede concebir que en Colombia la manera de construir tejido social es aceptar al otro como un sujeto diferente y generar espacios para el diálogo social.

“Por lo tanto, la cultura puede ser entendida como un entramado de significados e interpretaciones construidas socialmente para entender y tener una visión del mundo, pero que también son determinantes en la forma de actuar. Cada cosa que existe en nuestro entendimiento cuenta con un significado otorgado por los sujetos pertenecientes a una comunidad determinada. De esta manera, una acción dada podría contar con significados diferentes en lugares distintos y entre personas inmersas en contextos culturales distintos o, se podría decir, con telarañas de significados distintos...” (Valenzuela. 2012: 21).

El arte en un mundo globalizante

Mirar el arte desde los microterritorios, sin olvidar su origen ancestral, construido como historia de los pueblos, posibilita que el mundo entienda que la memoria de las comunidades constituye parte de su tradición y del patrimonio material e inmaterial. Muchas de las culturas que hoy sobreviven son el producto de la resistencia que hicieron los pueblos a la violencia y al desplazamiento. Es por ello que el arte no se puede ver como una práctica aislada y pura, sobre todo en un mundo globalizante, pues está afectada por culturas externas que inciden en el devenir de los pueblos y afecta los comportamientos de las comunidades. Es así como muchas culturas extranjeras constituyen parte de la vida y el devenir de territorios y se incorporan a sus prácticas culturales. En los territorios de Colombia sobreviven culturas de origen ancestral e híbridas. Son el resultado de la convivencia y la incorporación de tendencias extranjeras que conforman hoy la memoria de sus comunidades y se vuelven referentes. Por lo anterior, las culturas modernas son complejas, pues “…abarcan una amplia gama de formas de vida y culturas, las cuales se entrelazan o surgen una de otras” (Welsch, 199: 25), que finalmente adoptan y cambian la tendencia de vida de los pueblos. Por ultimo, el reto está en ver el arte como una manifestación individual o colectiva. Expresa el sentir de las comunidades en un contexto determinado y potencializa los elementos propios de un entorno social; valora las prácticas culturales, bien sean patrimoniales, ancestrales, simbólicas, identitarias y costumbres, que hacen parte de la memoria histórica de los pueblos. Sin embargo, la situación del mundo actual globalizante está cambiando las relaciones sociales y culturales de los pueblos y afecta la producción, comercialización y el consumo de las artes.

“En las nuevas generaciones las identidades se organizan menos en torno de los símbolos histórico-territoriales… Mientras en las grandes ciudades los centros históricos pierden peso, las poblaciones se diseminan: los jóvenes encuentran en ellas, en vez de núcleos organizadores, “márgenes para inventarse”. La identidad pasa a ser concebida como el “punto focal de un repertorio estallado de mini-roles más que como el núcleo de una hipotética interioridad” contenida y definida por la familia, el barrio, la ciudad, la nación o cualquiera de esos encuadres declinantes.” (García Canclini, 1995).

Referentes bibliográficos

• García Canclini, N. (1995). Consumidores y ciudadanos: conflictos multiculturales de la globalización. México: Grijalbo. • Molano L., Olga Lucía. Identidad cultural un concepto que evoluciona. Revista Ópera, núm. 7, mayo, 2007, pp. 69-84 Universidad

Externado de Colombia Bogotá, Colombia. • Piedra Sarría, Yoana Lázara Piedra Sarría, Moya

Padilla Nereyda y Martínez Pérez Yuvy. Aportes de Néstor García Canclini a la problemática de la identidad cultural. Revista: Caribeña de

Ciencias Sociales. Universidad de Cienfuegos,

Cuba. Julio de 2017. • Rodrigo Alsina, Miquel, Catalina Gayá Morlá y

M.Teresa Oller Guzmán. De la identidad cultural a las identidades culturales. Universidad

Autónoma de Barcelona. 1997. • Velenzuela Landaro Alejandro. Jóvenes yaquis e hibridación cultural. Universidad de Sonora.

México. Octubre de 2012.

JOSÉ ALONSO FRANCO L.

Docente investigador, director de la revista Porro y Folclor

La idea que puso a volar el agua en San José La Cima II

Más de 150 familias del barrio San José La Cima II, de la comuna Manrique, disfrutan hoy el segundo acueducto aéreo instalado en Colombia. Aquí, la historia de una solución innovadora.

EEn 55 años de vida en el barrio, Mónica García había logrado con sus vecinos muchos hitos en trabajo comunitario, pero nunca pensó ver agua potable correr por el aire. El lote pelado con unas cuantas casitas al que llegó con su gente a finales de los años 60 es hoy el sector donde funciona el piloto del primer acueducto aéreo del Valle de Aburrá. Se llama San José La Cima II, pertenece a la Comuna 3 (Manrique), y queda en el filo donde termina la ciudad y sigue la parte alta de la montaña. Hasta junio de este año usaron agua no potable que recolectaban de un acueducto comunitario:

“El acueducto ha cambiado la vida de la gente porque antes llegaba el agua muy sucia y pocas horas al día. La comunidad se quejaba mucho y constantemente había gente que se enfermaba del estómago o le daba sarpullidos”, cuenta García, presidenta de la Junta de Acción

Comunal y quien habita una de las 150 viviendas beneficiadas. A diferencia del resto de las redes que transportan el agua potable en la ciudad, que van por debajo de la tierra, en ese pequeño y escarpado sector del nororiente de Medellín las tuberías vuelan. A lo largo de 400 metros una serie de postes nuevos, que se instalaron para el proyecto, sostiene el tubo negro de dos pulgadas que se levanta para transportar el agua.

“Es un acueducto convencional, pero colgado de un poste. Fue la solución que encontramos para suplir la necesidad porque el sector tenía limitaciones geográficas, geotécnicas, topográficas y sociales. ¿Por qué más postes? pegarlo a los que sostienen las redes de energía —y de tv y telefonía— no era opción porque esos ya estaban muy cargados”, cuenta Juan Camilo Hurtado, profesional de Planeación de Aguas EPM y mentor del proyecto.

Acueducto aéreo

Dibujar un sueño

El boceto de la primera red aérea de acueducto y alcantarillado de Colombia, y quizás una de los únicas en el mundo, nació en una servilleta. El ingeniero Hurtado la rayó hace ya una década cuando se planteó una solución para llevar servicios públicos a una zona de Quibdó, donde todo eran palafitos, en la quebrada La Yesca. La idea estaba cruda y no cuajó: faltaba que le pusieran los pies en la tierra.

Años después, el borrador del acueducto aéreo volvió a salir a flote cuando se necesitaba una solución para llevar agua potable a tres barrios de Turbo, El Pescador 1, El Pescador 2 y El Progreso, que estaban construidos sobre una zona de manglar que hacía el terreno inestable e inviable para las redes tradicionales.

Así nació el proyecto en Urabá, con más de seis kilómetros de extensión, que se inauguró en 2019 luego de muchos aprendizajes. Esa iniciativa ya ha ganado varios premios internacionales por ser una solución sui géneris en servicios públicos domiciliarios.

Ahora el reto de EPM, y la esperanza de los habitantes en San José La Cima II, será romper otro paradigma: instalar en ese sector de la nororiental una red de alcantarillado elevado usando parte de la infraestructura disponible del acueducto. Un nuevo sueño que ya tiene bocetos y que hace parte del programa Conexiones por la vida.

Este medio es apoyado parcialmente con dineros públicos priorizados por habitantes de la Comuna 13 – San Javier, a través del Programa de Planeación del Desarrollo Local y Presupuesto Participativo de la Alcaldía de Medellín

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