REFLEXIONES CUARESMALES 2014

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Sínodo Diocesano de Aguascalientes

LA ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN EN LA IGLESIA-COMUNIÓN

Objetivo General: Promover en los fieles cristianos de la Diócesis de Aguascalientes una auténtica espiritualidad de comunión para integrarse a la preparación, celebración y puesta en práctica del III Sínodo Diocesano.

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PRESENTACIÓN: Dado que nos encontramos en este proceso de preparación para la realización del III SÍNODO en nuestra Diócesis de Aguascalientes y este ciclo 2013 – 2014 de nuestro caminar pastoral, ha sido declarado “año del Sínodo y de la Misión”, se ha decidido que los temas para las reflexiones cuaresmales se elaboraran siguiendo ese enfoque. Por ello, el hilo conductor de los temas será: LA ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN EN LA IGLESIACOMUNIÓN. Ofrecemos pues estos subsidios para los temas, con los que queremos ofrecer pautas para el trabajo en los encuentros llamados “ejercicios cuaresmales”. Los elementos propuestos se pueden manejar con libertad, pero sí pedimos que se mantenga la temática propuesta y, a la vez, rogamos encarecidamente que en los momentos de oración, tanto al inicio, como al final de los encuentros de cada día, tengamos un momento significativo de oración por nuestros trabajos sinodales. Para ello se ofrece un apéndice que contiene algunas propuestas de oración por el Sínodo, quedando la iniciativa de integrar otras que surjan de la espontaneidad y creatividad de quienes tienen la tarea de coordinar la conducción de dichos encuentros de reflexiones cuaresmales. Aprovecho la oportunidad para recordar a ustedes, hermanos Sacerdotes, hermanas Religiosas, hermanos Religiosos y Laicos, que necesitamos intensificar la oración por nuestro III Sínodo Diocesano. Que la oración no sea solamente en los momentos de encuentro para los “ejercicios cuaresmales”, sino que dispongamos más espacios de oración con esta intención, en las parroquias, en las comunidades de vida religiosa, en las familias y otros encuentros en grupos de apostolado. Oremos por nuestro Sínodo. Pbro. Manuel de Jesús Romero Gálvez Comisionado de Espiritualidad del III Sínodo Diocesano 3


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SIGLAS: DA = Documento de Aparecida EG = Evangelii Gaudium; El Gozo del Evangelio (Papa Francisco) PF = Porta Fidei; La puerta de la fe (Papa Benedicto XVI) NMI = Novo Millennio Ineunte; Al comienzo del nuevo milenio (Papa Juan Pablo II) SD = Documento de Santo Domingo CEM = Conferencia del Episcopado Mexicano VC = Vita Consecrata; La Vida Consagrada (Papa Juan Pablo II) EV = Evangelium Vitae; El Evangelio de la Vida (Papa Juan Pablo II) PT = Pacem in Terris; Sobre la paz (Papa Juan XXIII) PP = Populorum Progressio; El progreso de los pueblos (Papa Pablo VI)

COLABORACIÓN: En los temas: 1. Hna. Ma. de Jesús Pérez Enríquez. 2. Pbro. Lic. Benjamín Andrade Ortiz. 3. Hno. Luis Lovato, fsf. 4. Pbro. Lic. Manuel de J. Romero Gálvez. 5. Sra. Atala Alba. Complementación a los temas: Diác. Miguel de Jesús Saldívar Martínez. Coordinación: Pbro. Lic. Manuel de Jesús Romero Gálvez.

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ÍNDICE:

Pág.

PRESENTACIÓN..................................................................

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SIGLAS y COLABORACIÓN.............................................

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ÍNDICE..................................................................................

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TEMA 1: La dignidad humana y la vocación a la santidad...................

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TEMA 2: La conversión personal y pastoral.........................................

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TEMA 3: Del encuentro con Jesucristo a la solidaridad con todos -corresponsabilidad y participación-...................................... 17 TEMA 4: La espiritualidad de comunión y la cruz gozosa de la salvación........................................................................ 22 TEMA 5: Todos anunciamos el gozo del evangelio, testimonio y misión................................................................ 30 APÉNDICE............................................................................ 35

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TEMA 1: LA DIGNIDAD HUMANA Y LA VOCACIÓN A LA SANTIDAD Hna. Ma. de Jesús Pérez Enriquez, APG

Objetivo: Redescubrir el llamado que Dios hace al hombre de vivir en comunión con Él para fortalecer la respuesta del cristiano iluminando los ambientes donde puede y debe tener expresión la vivencia de la comunión. ● ORACIÓN (Oremos por nuestro SÍNODO y supliquemos un espíritu sinodal...; elegir del APÉNDICE) ● HECHO DE VIDA: Tal vez muchos de ustedes conozcan el libro “Alicia en el país de las maravillas”. En él aparece una niña aburrida que, escapando de su tedio, llega a un país donde le suceden las cosas más increíbles. En una de las escenas, Alicia se encuentra con una gran oruga que habla y fuma, echando grandes bocanadas de humo. Cuando Alicia se le acerca, la oruga la mira y le pregunta: “Y tú, ¿quién eres?”. La niña le contesta rápidamente: “Soy Alicia, vivo en el jardín de arriba y…”. Pero la oruga la interrumpe y le dice: “Eso ya lo sé, pero te estoy preguntando quién eres tú realmente”. Alicia le contesta: “Ya te lo he dicho, me llamo Alicia y vivo en el jardín de arriba y llegué aquí porque…”. La oruga la vuelve a interrumpir: “No te pegunté cómo te llamas, ni dónde vives, ni por qué llegaste aquí… Te pregunté quién eres tú, ¡por dentro!”. La pobre de Alicia no supo qué contestarle y por eso cambió de tema preguntándole por el conejo blanco. Así como Alicia, existen miles de personas en el mundo que pasan por la vida sin enterarse 6


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de quiénes son en realidad y a qué grandezas están llamados. Nacen, comen, crecen, hacen cosas, trabajan, se casan, tienen hijos y, de pronto, un día se mueren sin haberse cuestionado jamás acerca de su verdadera identidad y su definitiva vocación. ¿Quién soy? ¿Qué hago aquí? ¿A dónde me encamino? ● ILUMINACIÓN Dios nos crea a imagen y semejanza suya (Gn. 1, 26-27); Desde el momento de la concepción tenemos esta naturaleza. No se incluye nada después. Únicamente se desarrolla. Por compartir todos esta misma naturaleza, poseemos la misma dignidad, sin importar sexo, edad, cultura, nacionalidad o nivel social. Todos somos hermanos. Para los filósofos humanistas, el ser humano es considerado el centro de la naturaleza, un microcosmos en el macrocosmos. El hombre es la única creatura a la que Dios ha amado por sí misma. (Compendio Doctrina Social de la Iglesia 358). Dios nos ha creado porque nos ama. Quiere que seamos felices eternamente junto a Él. Vivir con Dios es lo único que nos hará plenamente felices. A la vez que nos ama nos da la capacidad y la tarea de amar como Él porque, “Dios es amor” (Jn 1 4,8). En esto es por lo que más reproducimos la imagen de Dios, en el amor. La persona está abierta a Dios y a su proyecto salvador para la humanidad, ya que el reconocimiento de Dios no se opone, en ninguna manera a la dignidad del hombre, sino que, por el contrario, la fundamenta y la favorece. Para Jacques Maritain el hombre es un ser abierto a las relaciones con los demás hombres y con Dios, un ser capaz de amar, un ser capaz de poseerse y de darse. Sostiene que sólo el cristianismo tiene la fuerza verdadera para crear una auténtica y plena comunión de personas. Todos los hombres poseen la dignidad de ser hijos de Dios y la dignidad de ser libres, Por lo tanto, son responsables de sus actos, a 7


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veces eligen una opción equivocada. Dios quiere que la humanidad sea feliz, pero hay ocasiones en que los seres humanos rechazan el amor de Dios y obran al margen de sus mandatos. De este modo hacen un mal uso de su libertad. La llamada a la santidad es universal, pero Jesús sabe muy bien a quién llama: “no viene el médico a curar a los que ya están sanos, sino a los enfermos” (Mt 9, 12); y él ha venido a llamar a los pecadores, porque los justos no necesitan de su llamada (Mt 18, 11). La santidad es la meta de todos los bautizados. No hay santidad de diferentes categorías dependiendo del estado de vida que uno asuma. La santidad que se nos pide vivir a cada uno de nosotros es la misma, aunque lo tengamos que hacer por caminos diversos. “Fluye de ahí la clara consecuencia que todos los fieles, de cualquier estado o condición, están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (LG 40). Es una invitación que Cristo hizo a todos sus seguidores, sin excepción: “sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48). “La tendencia a la perfección no es privilegio de algunos, sino compromiso de todos los miembros de la Iglesia” (Juan Pablo II; 24/11/1993). Por lo tanto los cristianos no somos los inmaculados, ni los impecables una vez recibido el don del Bautismo. Somos personas en las que el pecado original ha dejado una profunda huella, como en el alma de todos. Y ese “fomes peccati” (la inclinación al mal) nos impide actuar con perfección sobrenatural siempre y en todo. La vida cristiana se transforma así en una lucha contra nosotros mismos y contra nuestro pecado. La santidad nos lleva a ir reproduciendo la Imagen de Cristo. Sólo es posible alcanzar la conducta cristiana propuesta por Jesucristo a sus discípulos con ayuda de la gracia. Todo esto supone la imitación de la persona de Jesucristo hasta identificarnos con El. El cristiano ha de imitar el modo de pensar, de querer y de sentir que tuvo Jesucristo. Es también compartir su destino “donde yo esté estará 8


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también el que me sirve” (Jn 12, 26). En efecto, por el Bautismo, el cristiano se hace otro Cristo y participa de la vida misma de Jesús. Debemos estar injertados en Cristo Jesús (Rm 6,5). El bautizado se convierte en Cristo y está llamado a actuar como tal y a dar frutos de santidad. (Ga 2,20). Para poder vestirnos y revestirnos de Cristo, no podemos prescindir de la oración y de los sacramentos, por los que Cristo comunica al cristiano la gracia, es decir la acción santificante del Espíritu Santo. Al pie de la cruz Jesús nos regala a su Madre para que viva en nuestra casa. María nos ayuda a mantener vivas las actitudes de atención, servicio, de entrega y de gratuidad que deben de distinguir a los discípulos de sus Hijo. Crea comunión y educa en un estilo de vida compartida y solidaria, en fraternidad, en atención y acogida del otro, especialmente si es pobre o necesitado. (DA 272). Así es como el cristiano vive con la esperanza puesta en la vida futura que le ha sido prometida por Jesucristo, en la que gozará eternamente del amor y de la felicidad de Dios. ● COMPROMISO ● ORACIÓN (oramos por el SÍNODO; elegir del APÉNDICE)

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TEMA 2: LA CONVERSIÓN PERSONAL Y PASTORAL P. Benjamín Andrade Ortiz

Objetivo: Descubrir y asumir que la conversión es el movimiento personal y comunitario para poner a Cristo como centro del cosmos y de la historia en el anhelo apostólico de anunciarlo al mundo. ● ORACIÓN (Oremos por nuestro SÍNODO y supliquemos un espíritu sinodal...; elegir del APÉNDICE) ● HECHO DE VIDA: En nuestra diócesis de Aguascalientes nos encontramos en el proceso de preparación del Tercer Sínodo Diocesano, y la pregunta es ¿para qué? Y responderemos que lo hacemos para dar respuesta como Iglesia que peregrina en Aguascalientes a la sed de Dios que experimenta cada hombre y mujer en nuestra tierra y en nuestro tiempo. Conforme pasa el tiempo se hace evidente que ha aumentado la «desertificación» espiritual. Se ha difundido el vacío. Pero precisamente a partir de la experiencia de este desierto, de este vacío, es como podemos descubrir nuevamente la alegría de creer, su importancia vital para nosotros hombres y mujeres. En el desierto se vuelve a descubrir el valor de lo que es esencial para vivir. Son muchos los signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida. Esta realidad nos mueve a revisarnos seriamente haciendo los cambios necesarios para que se reavive personal y comunitariamente en nuestra Iglesia de Aguascalientes aquella tensión positiva, aquel anhelo de volver a anunciar a Cristo a nuestros hermanos. De manera que si no sintonizamos con este movimiento del Espíritu Santo que nos impulsa a la realización del III Sínodo diocesano, no podre10


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mos presentar la fe de modo eficaz, no encontraremos las personas de fe que nos indiquen el camino hacia la Tierra prometida y de esta forma mantengan viva la esperanza. En consecuencia tenemos que propiciar un tiempo y estado de CONVERSIÓN, pues la fe vivida abre el corazón a la Gracia de Dios que libera del pesimismo. Ya que «quienes se dejan salvar por Jesús son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría» (EG 1). ● ILUMINACIÓN Lectura de Mc 1,9.12-15 Por entonces vino Jesús de Nazaret de Galilea y se hizo bautizar por Juan en el Jordán. Inmediatamente el Espíritu lo sacó al desierto, donde pasó cuarenta días, sometido a prueba por Satanás. Vivía con las fieras y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la buena noticia de Dios. Decía: se ha cumplido el plazo y está cerca el reinado de Dios: arrepiéntanse y crean la buena noticia. Palabra del Señor. a) Llamado a la conversión: La renovación del hombre ha sido obra de Jesucristo, Él ha dado a todo hombre y a toda mujer la posibilidad de llegar a ser hijo de Dios, por lo que el tiempo se ha cumplido, ha llegado la hora del reinado de Dios, y el hombre se vincula íntimamente al Reino cuando acepta a Jesucristo. El cristiano cree en Dios por medio de Jesucristo, que ha revelado su rostro. Él es el cumplimiento de las Escrituras y su intérprete definitivo. Asimismo, la Iglesia es el instrumento principal y necesario de esta obra de Cristo, porque está unida a Él como el cuerpo a la cabeza. De modo que la renovación de la Iglesia pasa a través del testimonio ofrecido por la vida de los creyentes que han aceptado el Reino, que se han arrepentido y han creído en el Amor y en las obras del amor de Cristo. 11


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Por tanto, lo que nuestra Iglesia de Aguascalientes necesita de manera especial es el testimonio creíble de los que, iluminados en la mente y en el corazón por la Palabra del Señor, son capaces de abrir el corazón y la mente de muchos al deseo de Dios y de la vida verdadera, esa que no tiene fin (cf. PF n. 19). b) La conversión personal: Para que como cristianos demos respuesta adecuada al llamado que Cristo nos hace: Arrepiéntanse y crean en la buena noticia (Mc 1,15), es preciso pasar a la “disponibilidad”, que toca la interioridad de los pastores, de los agentes de pastoral y de la comunidad creyente. Sólo el Espíritu de Dios sabe lo que hay en el espíritu del hombre. El cambio exigido en la mentalidad, los criterios de juicio, las actitudes, los hábitos, los valores, las relaciones y las opciones o preferencias que subyacen siempre en todo agente de pastoral bien puede llamarse “cambio de personalidad pastoral”. Aquí el concepto bíblico de “conversión” nos ilumina providencialmente; no es un simple “sentimiento religioso”, sino un volverse dentro de uno mismo, escuchar su propio corazón y, al mismo tiempo, descubrir allí la voz del Padre que llama y espera la vuelta, el regreso del hijo pródigo. Se trata, pues, de un viraje profundo de la nous (mente, alma) humana, que se siente atraída y llamada a acortar distancia, a dejarlo todo y volver a la casa paterna y experimentar a la Iglesia “como una madre que sale al encuentro, una casa acogedora, una escuela permanente de comunión misionera” (DA 370), donde particularmente los pobres se sientan “como en su casa” (NMI 50; cf. DA 188). Como signo de esta “disponibilidad” se nos presenta la Virgen María, quien al entrar Dios en su vida, ella acepta incorporar su ser de mujer-madre a los planes de Dios y al modo de Dios. A nivel personal: ¿Soy disponible al plan de Dios sobre mi persona? ¿Colaboro con mi ser hombre o mujer al plan de Dios y a su modo? c) No se puede seguir a Jesús en solitario: Ser cristiano es poner a Cristo, el Hijo de Dios, en el centro de nuestra vida. Pero seguir a Jesús en la fe es caminar con Él en la co12


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munión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a la tentación de ir “por su cuenta” o de vivir la fe según la mentalidad individualista, que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o de acabar siguiendo una imagen falsa de Él. Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de apoyo para la de otros (cf. Benedicto XVI, Madrid, 21.08.2011). “ir por nuestra cuenta” es la gran tentación que todos tenemos a la hora de vivir la fe. Queremos seguir a Cristo, pero a nuestro modo. Queremos vivir la fe, pero cuidando de que no cuestione ciertos aspectos de nuestro modo de ser que no estamos dispuestos a cambiar; que no toque ciertas aficiones desordenadas que no queremos dejar; que no nos mueva el piso. Y sobre todo queremos vivir la fe como “adultos en la fe”, autónomos, autosuficientes, “libres”, que no necesitan de otros para nutrir su espíritu, fortalecerse en las pruebas, consultar el camino a seguir, interpretar los acontecimientos, comprender la Palabra de Dios, recibir luz, fuerza y ánimo; nos creemos buenos jueces en nuestra propia causa y nos fiamos de nuestro juicio. De esta manera corremos el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, pues tener fe es apoyarte en la fe de tus hermanos. d) La conversión pastoral: Muchas son las cosas que hacemos y programamos en la Iglesia, pero si falta la comunión, como expresión del amor de Dios (ágape), todo sería inútil. “Comprendí que la Iglesia tenía un corazón y que este corazón ardía de amor…, que comprendía todas las vocaciones, que el Amor era todo”, decía Santa Teresa de Lisieux en cita del Papa Juan Pablo II (NMI 42). Aparecida lo resume diciendo que “la Iglesia atrae cuando vive en comunión” y así se hace misionera (DA 163). Es por ello que necesitamos “la conversión pastoral” que “toca todo y a todos: en la conciencia y en la praxis personal y comunitaria, en las relaciones de igualdad y de autoridad; con estructuras y dinamismos que hagan presente cada vez con más claridad 13


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a la Iglesia, en cuanto signo eficaz, sacramento universal de salvación”, como ya nos indicaba el documento de Santo Domingo (SD 30). Pero, nos advierte el Papa, “sin este camino espiritual” o espiritualidad de comunión, “todos los instrumentos externos se convertirían en medios sin alma, máscaras de comunión” (Cf. NMI 43). La conversión pastoral será siempre gracia de atracción de Jesús, el Buen Pastor. e) La reforma de la Iglesia está vinculada al redescubrimiento de la fe en la Eucaristía: En la Eucaristía la conversión del pan y del vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo y la conversión de nosotros en Cristo mediante la “comunión espiritual”, constituyen el fundamento teológico y sacramental del reclamo de nuestra conversión eclesial y pastoral. Cristo nos convierte en Él para que nosotros nos convirtamos a Él. Si “la Iglesia vive de la eucaristía”, la fuente y el origen de toda renovación eclesial y de toda conversión pastoral es la santa eucaristía: “Cada gran reforma de la Iglesia está vinculada al redescubrimiento de la fe en la Eucaristía” (DA 252); debe, por tanto, implementarse “la pastoral del domingo”, el día de la Eucaristía. Sin ella no es posible la renovación de la Iglesia, ni la espiritualidad de comunión, ni la conversión pastoral. Debe ser, por tanto, justamente conocida, apreciada y vivida en sus distintas expresiones, sobre todo en la misa dominical. f) La conversión pastoral en la diócesis: La conversión pastoral se apoya y se alimenta de la espiritualidad de comunión o comunión eclesial y de la comunión eucarística. Son su fuente y sustento. La verdadera conversión pastoral se sitúa en la diócesis, a quien Aparecida llama “lugar privilegiado de la comunión” (n. 164) y, por tanto, de la conversión pastoral, pues, “reunida y alimentada por la Palabra y la Eucaristía, la Iglesia católica existe y se manifiesta en la Iglesia particular, en comunión con el Obispo de Roma” (DA 165), pues la diócesis “es totalmente Iglesia, pero no 14


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es toda la Iglesia. Es la realización concreta de la Iglesia Universal, en un determinado lugar y tiempo” (DA 166). En efecto, “la maduración en el seguimiento de Jesús y la pasión por anunciarlo requieren que la Iglesia particular se renueve en su vida y ardor misionero… es el primer ámbito de la comunión y misión. Ella debe impulsar y conducir una acción pastoral orgánica renovada y vigorosa, de manera que la variedad de carismas, ministerios, servicios y organizaciones se orienten en un mismo proyecto misionero para comunicar vida en su propio territorio. Este proyecto, que surge de un camino de variada participación, hace posible la pastoral orgánica, capaz de dar respuesta a los nuevos desafíos. Porque un proyecto solo es eficiente si cada comunidad cristiana, cada parroquia, cada comunidad educativa, cada comunidad de vida consagrada, cada asociación o movimiento y cada comunidad se insertan activamente en la pastoral orgánica de la diócesis” (DA 169). Queda en claro que la Iglesia particular es el primer y principal sujeto de la conversión pastoral en cuanto en ella y sólo en ella se puede vivir en plenitud la espiritualidad de comunión. Por eso concluye Aparecida: “Cada uno está llamado a evangelizar de un modo armónico e integrado en el proyecto pastoral de la diócesis”. g) Nuestro compromiso al llamado urgente del Papa Francisco: «Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad» (EG 27). ¿Estoy consciente de que no estoy solo? ¿Me doy cuenta que los miembros de la Iglesia somos eslabones de la gran cadena de los creyentes? ¿Cómo comunidad nos ayudamos recíprocamente a ser 15


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ejemplos los unos para los otros? ¿En nuestros proyectos parroquiales nos dejamos orientar por el tercer Plan diocesano de pastoral? ¿Estamos “disponibles” a dejarnos renovar asumiendo el próximo III Sínodo diocesano? ● COMPROMISO ● ORACIÓN (oramos por el SÍNODO; elegir del APÉNDICE)

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TEMA 3: DEL ENCUENTRO CON JESUCRISTO A LA SOLIDARIDAD CON TODOS – CORRESPONSABILIDAD Y PARTICIPACIÓN – Hno Luis Lovato, fsf

Objetivo: Reconocer que todo fiel cristiano necesita tener un encuentro íntimo con Jesucristo para transmitir a los demás la alegre experiencia de ese encuentro y cumplir con la propia misión en la obra común de la Salvación. ● ORACIÓN (Oremos por nuestro SÍNODO y supliquemos un espíritu sinodal...; elegir del APÉNDICE) ● HECHO DE VIDA: Los dos hombres que vieron a Dios (Cuento). En una aldea de la Polinesia vivían dos hombres que siempre se peleaban entre ellos. Un día los ancianos le dijeron a uno de ellos que subiera al monte para ver a Dios. El hombre se subió al monte. Allá lo esperaba Dios, que tenía la cara de su enemigo. Lo que Dios le dijo, nadie lo sabe; pero cuando regresó ya no era el hombre de antes. Sin embargo las peleas continuaban pues el otro buscaba continuamente pretextos. Así que los ancianos le dijeron también al otro que subiese al monte. Él lo hizo, y descubrió que Dios tenía la cara de su enemigo. Desde cuando bajó, terminaron todas las peleas. ● ILUMINACIÓN 1- EN EL ANTIGUO TESTAMENTO En al AT nos encontramos a menudo con personas que hacen experiencia de Dios: con Él se encuentran cara a cara, lo escuchan y le hablan directamente y, finalmente, se vuelven enviados por Él: 17


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- Abraham recibe el cometido de irse de donde había nacido para dar inicio a un pueblo nuevo y en un nuevo lugar, y así actúa - Moisés se descalza a la presencia de Dios en una zarza ardiendo, escucha a este Dios y, aunque a regañadientes, acata con las indicaciones recibidas de este ser trascendente que le va a cambiar la vida - Sobre todo los profetas son los que se caracterizan por esta experiencia con Dios, que los llama, los aparta, los instruye y los envía para que sean sus portavoces para con el pueblo o con el rey 2- EL ENCUENTRO CON JESUS O CON SU PADRE DIOS El Evangelio resulta salpicado por personas que se encuentran con Jesucristo. Vamos a ver algunos casos para sacar analogías entre ellos: - Los 12 apóstoles son llamados por Jesús (Mt 10): dejan todo, se vuelven sus discípulos (la comunidad del discipulado) y sus enviados (Mt 10; 28, 20-21). - Zaqueo (Lc 19, 1-10) es publicano, es decir pecador público; su curiosidad lo lleva a buscar a Jesús, que lo convierte: esta conversión será comunión con Dios y con los demás, además de solidaridad con los pobres. - La samaritana (Jn 4,1-42) está insatisfecha de su vida, pero Jesús le proporciona un agua que le quita toda sed, y ella se vuelve misionera de Cristo: “Vengan a ver… ¿No será el Mesías?” - También el encuentro con el “Dios de Jesucristo” cambia a las personas: Dios irrumpe en la vida tranquila y rutinaria de María y de José y les cambia todos sus planes: ellos entran en el nuevo proyecto de Dios, se adhieren y su vida y ejemplo los harán colaboradores de Dios en la historia de la salvación y solidarios con la humanidad. - En cuanto a Pedro, Juan y Santiago, allá sobre el Tabor encuentran al Dios Trino (la nube es morada del Espíritu Santo): es una experiencia mística que los marca y quieren quedarse allá arriba, pero el mismo Jesús los invita a bajar, es decir a volver al trabajo de difusión del Reino. 18


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- Podríamos nombrar a muchos otros casos, como Juan Bautista, la Magdalena, la adúltera, Nicodemo, inclusive el buen ladrón o el centurión en el momento de la muerte de Jesús… Todos tienen en común el encuentro con Dios: todos reciben una sacudida, un cuestionamiento: todos cambian y se vuelven misioneros y solidarios con los demás. 3-

EL MAGISTERIO Vamos a recordar brevemente dos documentos.

a) DEL ENCUENTRO CON JESUCRISTO A LA SOLIDARIDAD CON TODOS. Es una carta pastoral de la CEM, del año 2000. El subtítulo ya lo dice todo: “el encuentro con Jesucristo, camino de conversión, comunión, solidaridad y misión en México en el umbral del tercer milenio”. Lo que nos quieren transmitir nuestros pastores es que Cristo está entre nosotros, en la historia y en la Iglesia (de México) y que solo encontrándolo hallaremos un camino permanente para obrar nuestra conversión, para afianzar la comunión eclesial y propiciar la solidaridad y la misión en todos los bautizados, para contribuir a la transformación de nuestra Nación, emprendiendo decididamente los caminos de la justicia y de la paz en un clima de reconciliación. b) APARECIDA (2007) El documento de los obispos latinoamericanos y del Caribe acuña una expresión que se vuelve estribillo a lo largo de todo texto: todo creyente debe considerarse “discípulo misionero”. Es decir que no podemos ser solo discípulos, sino que este privilegio se transforma en misión: no puedo callar lo que he vivido y aprendido de Dios. Es la alegría de ser discípulos misioneros para anunciar el Evangelio de Jesucristo (c. 3). Se indica el itinerario formativo: ser discípulos (c. 6) y que nuestra misión está al servicio de la comunión (c. 5), de la vida plena (c. 7), de la promoción de la dignidad humana (c. 8), de la persona y la familia (c.9) y de nuestro pueblo y su cultura (c. 10). 19


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4- EL COMETIDO: CORRESPONSABILIDAD, PARTICIPACION Y COMUNION Cuando San Agustín afirmaba “El Dios que te ha creado sin ti no te va a salvar sin ti” estaba llamándonos la atención sobre nuestra responsabilidad: no podemos alcanzar nuestra salvación y santidad (tareas asumidas desde el bautismo) sin nuestro esfuerzo, aun cuando sabemos que es Dios que nos salva. Por otra parte, cada don de Dios (la vida, la fe, la salud, la libertad…) se transforma en tarea humana que debemos asumir para defender, salvar y reforzar el don. Es también nuestra forma de participar en el proyecto de Dios, asumir el compromiso de ser testigos del Reino y de la resurrección de Cristo. En todo eso, la dinámica resulta clara, pues Biblia y Magisterio nos lo recuerdan: al decidirme ser discípulo, asumo que me dejo plasmar, moldear y educar por Dios, para ser luego portador de lo adquirido. El lema de los Dominicos nos ilumina: “Contemplata, aliis tradere” (lo que he contemplado, lo llevo a los demás). De aquí mi tarea de conocer a Dios (¡contemplarlo!) pues nadie puede transmitir lo que no posee. - Este Dios, ¿lo experimento vivo en mi vida? ¿Cómo va mi oración, como forma privilegiada para estar con Él y reforzar mi fe? En los acontecimientos diarios, ¿es Cristo con sus valores el que determina mis elecciones, comportamientos y actitudes? - ¿Soy misionero de lo que experimento? Sobre todo, ¿sé que mi ejemplo de vida influencia a los demás? ¿Soy consciente de mi responsabilidad de enseñar a los demás el rostro de amor y de perdón de Dios? Finalmente, hay que recordar que participación y comunión van de la mano: no puedo ser discípulo de Cristo, que nos ha enseñado la fraternidad, sin ser hermano de los demás: no puedo estar con Dios (=ser discípulo) y no amar a todos sus hijos. Y cuando, como misionero, llevo a Dios a mi alrededor, estoy proclamando que el 20


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proyecto de Dios es el de hacer de toda la humanidad una única familia, con una única ley, la del amor. Y la Iglesia es esta parte de humanidad que ha empezado, a pesar de sus limitaciones, este camino de fraternidad. Así que, ¿somos conscientes de ser Iglesia? ¿Trabajamos en la Iglesia y para la Iglesia? En el número 74 de Vita Consecrata se afirma: “Se ha de hacer todo en comunión y en diálogo con las otras instancias eclesiales”: ¿me reconozco, o soy un francotirador, una isla perdida y separada? CONCLUSIÓN: Sintetizando en una frase lo antes dicho, resulta que “cuando una persona se encuentra con Dios, cambia y el cambio lo lleva a la conversión y a ser misionera de este Dios, corresponsable de su trabajo para que venga Su Reino, y constructor de fraternidad y comunión”. ¿Lo tengo claro y es proyecto de mi vivencia diaria? ● COMPROMISO ● ORACIÓN (oramos por el SÍNODO; elegir del APÉNDICE)

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TEMA 4: LA ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN Y LA CRUZ GOZOSA DE LA SALVACIÓN P. Manuel de Jesús Romero Gálvez

Objetivo: Reconocer que como sociedad, tenemos motivos de unidad, pues nos une un mismo origen y un mismo destino, pero como cristianos, esos motivos son mayores, ya que nos une el amor y la misma cruz de Cristo: esa es nuestra vocación. ● ORACIÓN (Oremos por nuestro SÍNODO y supliquemos un espíritu sinodal...; elegir del APÉNDICE) ● HECHO DE VIDA: “No es bueno que el hombre esté solo” (Gn 2, 18). Hace algún tiempo, en un colegio de las Hermanas Maestras Católicas, se celebraba un retiro con un grupo de primaria, de los llamados encuentros con Cristo. Una de las dinámicas consistía en que la mamá de cada participante le llevaría su comida, pero prepararía el alimento preferido de su hijo. Llegó el momento de la comida, pero había que ponerla en común. Uno de los chicos se resistió a participar de su comida con todos, pues ¿cómo iba a permitir que su alimento preferido, preparado por su mamá, lo disfrutaran otros si mamá lo había preparado pensando en él? Lo bueno era que la dinámica daba opción a que alguien, si no quería participar, no pusiera su alimento en común, pero tampoco podía tomar del alimento de los otros y la condición era que quien tomaba esa opción tendría que irse solo a un lugar apartado y allá comer su alimento sin nada de compañía. Este chico prefirió irse solo a comer su lonche. Al final del día les pidieron que pusieran por escrito y hablaran de una experiencia que les haya llegado profundamente en ese día de retiro, luego tenían que pasar a leerla. Cuando pasó a leer este niño que decidió no tener su alimento en común expresó 22


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que para él lo más triste y lo más feo del día era el haber tenido que comer él solo; mientras todo mundo reía y disfrutaba de compañía, él tenía que permanecer aislado y solo. Este incidente siempre me ha hecho pensar en la necesidad que tenemos de comunión, pero ésta, aunque es un don de Dios también nosotros tenemos la tarea y el compromiso de construirla y hacerla. ● ILUMINACIÓN DOCTRINAL Dice el título asignado al tema de hoy: La espiritualidad de comunión y la cruz gozosa de la salvación. Vamos pues, a una reflexión sobre ello. Primero meditaremos en el hecho de que estamos llamados por Dios a la comunión con Él y con nuestros hermanos y, segundo, que también nos une la cruz de Cristo. Nuestra vocación cristiana contiene estos dos aspectos. 1. Una “espiritualidad de la comunión”, ¿qué significa? “Significa ante todo una mirada del corazón,... capacidad de sentir al hermano de fe en la unidad profunda del Cuerpo místico y, por lo tanto, como “uno que me pertenece”, para saber compartir sus alegrías y sufrimientos, para intuir sus deseos y atender a sus necesidades… Espiritualidad de la comunión es también capacidad de ver ante todo lo que hay de positivo en el otro, para acogerlo y valorarlo como regalo de Dios, un “don para mí”... Espiritualidad de la comunión es saber “dar espacio” al hermano, llevando mutuamente la carga de los otros (cfr. Ga 6, 2) y rechazando las tentaciones egoístas que continuamente nos asechan y engendran competitividad, ganas de hacer carrera, desconfianza y envidias... (Juan Pablo II, NMI 43). Cada hombre es “guarda de su hermano” (Gn 4, 9). Dios confía el hombre al hombre. (cfr. EV 19). Al pertenecer uno al otro asumimos una responsabilidad por el otro y no nos desentendemos de su destino, como lo hizo cínicamente Caín (“Yo de mi hermano, no sé”).

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Por eso “todos se preocupan los unos de los otros” (1 Cor 12, 25). Nadie sobra ni estorba. A nadie se le excluye. Todos importan. A todos se les integra. «La sociedad humana..., tiene que ser considerada, ante todo, como una realidad de orden principalmente espiritual: que impulse a los hombres a comunicarse entre sí los más diversos conocimientos;... a disfrutar en común del justo placer de la belleza en todas sus manifestaciones; a sentirse inclinados continuamente a compartir con los demás lo mejor de sí mismos; a asimilar con afán, en provecho propio, los bienes espirituales del prójimo». (Juan XXIII; PT 36). Podríamos pensar que los motivos para la comunión tienen que ser específicamente cristianos, sin embargo, como dice aquí el Papa Pablo VI que “la sociedad humana… tiene que ser considerada, ante todo, como una realidad de orden principalmente espiritual que impulse a los hombres a comunicarse entre sí”. Antes de pensar en la unidad que resulta de nuestra vinculación a Cristo y de nuestra fe en Dios, a todos los seres humanos que participamos de esta historia nos une un mismo origen y un mismo destino. Ese ya es un motivo profundo de unidad y de compromiso por la unidad. El desafío de la comunión: la observación de la realidad y de la situación actual y una reflexión sobre ella nos llevan a hacer un diagnóstico y a caer en la cuenta de que la comunión es un desafío. Vivimos en un tiempo sin amor, de “desamor”, decía el P. Kentenich, pionero de la doctrina social de la Iglesia. Conviven, simultáneamente, mucha soledad, aislamiento, y una “Profunda necesidad de encuentro interpersonal” (como reacción a una sociedad anónima y masificadora. Juan Pablo II, Carta Sacerdotes 2001, Nº 13). “Los tiempos actuales son tiempos en que todo se ha disuelto, en que todos los lazos interiores se han roto”. “El mundo está enfermo. Su mal está... en la falta de fraternidad...”, advertía el Papa Paulo VI, en PP. El Proyecto de Dios es comunión: Sin embargo, el sueño de Dios sigue siendo el mismo que él tenía desde el principio: “no es bueno 24


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que el hombre esté solo”, Dios quiere comunidad. “Que todos sean uno”, decía Jesús, su sueño era la comunión. Dice San Pablo en 1 Cor 12, 12 ss: Hermanos: Así como el cuerpo es uno, pero tiene muchos miembros, y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Todos nosotros, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu… Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es miembro de él. Se nos ha dado a beber de un mismo Espíritu, entonces ¿cómo no anhelar la comunión? El mandamiento del amor como presupuesto para la comunión: “El motivo más profundo para amarnos unos a otros es la vida divina que hay en nosotros; no la simpatía puramente natural... Por eso nos debería resultar fácil amarnos unos a otros”, porque amamos en el prójimo al hijo de Dios. La ley fundamental de la perfección humana y, por lo tanto, la transformación del mundo, es el mandamiento del amor, como nos enseña Jesús en el evangelio. Amor es el vínculo de la perfección (cfr. Col 3,14), pues no hay nada más perfecto que el amor, nos dirá san Pablo (cfr. 1 Cor 13). Amor al prójimo, amor fraterno. Está motivado por el imperativo de Jesús: ¡ámense unos a otros! (Jn 13, 31-35; cfr. Jn 15, 12-17) y por la doctrina práctica de San Pablo. Amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios (1 Jn 4, 7). Nos dice, también, en cuanto a caridad fraterna, “ámense entrañablemente unos a otros”. En cuanto a la mutua estima, “tengan por más dignos a los demás” (Rom 12, 10). El Mandamiento Nuevo viene, sin embargo del Antiguo Testamento: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. (Lev 19, 18). ¿Qué es lo novedoso entonces? El estilo y la modalidad de Jesús: “como” Jesús. “Este es el mandamiento mío: que se amen unos a otros como yo los he amado”(Jn 5,12) Y, ¿cómo nos ama Jesús? Como el Padre me ama, así los amo yo a ustedes… Y también: “que habiendo amado a los suyos... los amó hasta el extremo” (Jn 13,1) y ese extremo es la cruz, nos amó hasta la muerte de cruz. 25


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2. Nos congrega y nos une la Cruz. Dice San Juan que en el proceso que le hicieron a Jesús ante el Sanedrín sucedió lo siguiente: « uno de ellos, llamado Caifás, que era sumo sacerdote aquel año, les dijo: “Ustedes no saben nada. No comprenden que conviene que un solo hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca”. Sin embargo, esto no lo dijo por sí mismo, sino que, siendo sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la nación, y no sólo por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos…» (Jn 11, 49 - 52). Dios se empeña en congregar…«La congregación» que Dios quiere tiene un precio, y lo ha pagado… ha entregado al Hijo, y el Hijo se ha entregado para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos… La cruz no es fin, sino medio ( del Padre Fernando Torre, msps.) Aquel día Alejandro no quiso levantarse temprano. Según él, se sentía un poco mal. “Lo que tiene es flojera”, pensaba yo para mis adentros. Al mediodía, cuando regresé a la casa, me enteré que lo que yo suponía que era flojera, en realidad era apendicitis. A las cuatro de la tarde, lo internaron para operarlo. Con su bisturí, el cirujano abrió el abdomen y le extrajo el inflamado apéndice. A los pocos días, Alejandro recobró la salud. ¡Bendita mano y bendita destreza del cirujano! ¡Bendito bisturí, que causa dolor, pero da vida! Este acontecimiento, como por contraste, me hace recordar otro que me tocó presenciar: íbamos caminando por la plaza de Valle de Bravo, cuando vimos que un hombre, con las manos en el estómago, lentamente y tambaleándose, se acercaba hacia nosotros. Dio unos cuantos pasos y rodó por el suelo. Nos acercamos a él. Estaba agonizando. Le habían dado varias puñaladas en el estómago. Después de un rato… murió. Pienso en la mano y en el puñal que le causaron la muerte. Prefiero callar. Todos sufrimos. Sí, absolutamente todos. Nadie se escapa de esta epidemia. No existe vacuna contra este virus. Ya Job se quejaba di26


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ciendo que “el hombre tiene una vida breve y repleta de sufrimientos” (Jb 14,1). Y, sin embargo, nadie desea sufrir. El sufrimiento, en sí mismo, es absurdo. Deseamos, a toda costa, eliminar el sufrimiento de nosotros y de los demás. Pero todo es inútil. El hombre, cuanto menos está dispuesto a sufrir, más sufre. Es ésta una de las grandes paradojas de la vida del hombre. Y rechazamos el dolor, porque sufrir, ciertamente, es desagradable. Pero, dado que el sufrimiento es, desde el pecado, una ley universal sin excepciones, es necesario que cada uno le encuentre un sentido al dolor, a su propio dolor. Magistralmente, el Vaticano II nos ha dicho que “por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte” (GS 22). Fuera de Cristo, el sufrimiento es absurdo; pues al no desembocar en nada, se transforma en fin. A la luz de la muerte y resurrección de Cristo, a la luz del Espíritu Santo, el sufrimiento tiene un sentido: es un medio para conseguir un fin mayor. La última estación del Viacrucis, en realidad, no es la 14ª: “Jesús es colocado en el sepulcro”, sino la 15ª: “Y al tercer día, resucitó”. Un sufrimiento en el que Cristo está ausente se convierte en fin y, por tanto, carece de sentido para el que lo sufre. Es como el sufrimiento de aquel hombre de Valle de Bravo, del que antes hablé, que había recibido varias puñaladas en el estómago. Es una herida que no tiene respuesta a la pregunta para qué. El sufrimiento, a la luz de la Pascua de Cristo se hace luminoso, tiene un sentido para el que lo sufre. Esto no le quita nada de su crudeza y repugnancia al dolor; Jesús no vino a suprimir el dolor, sino a darle un sentido. Es como la herida que amorosa y delicadamente hace el cirujano con el bisturí en el abdomen del enfermo para extraerle la parte infectada, y así puede el enfermo recobrar nuevamente la salud. Para aceptar que se me hiciera una herida así nomás porque sí, necesitaría estar loco. Pero, si estuviera enfermo y el medio necesario para recobrar la salud fuese una operación, con gusto la aceptaría. Y no es que buscara el dolor, sino que pretendería conseguir la salud. “Era necesario que el Cristo padeciera eso y así entrara en su gloria” 27


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(Lc 24,26). Aceptar o buscar el sufrimiento por sí mismo, sin un para qué, jamás; eso sería masoquismo. Pero ¡bendito el sufrimiento!, si, a ejemplo de Cristo y movidos por el Espíritu Santo, hacemos del sufrimiento un medio para realizar en nosotros el designio amoroso del Padre. Las causas de nuestros sufrimientos son muy variadas: enfermedades, accidentes, hambre, temores, fracasos, humillaciones, desajustes de personalidad, desórdenes psíquicos, soledad, angustia, no aceptación de lo que soy —mi historia, mis padres, mis experiencias, mi cuerpo, mis defectos, mis limitaciones, etc.—, penas morales, envidias, celos, calumnias, el ser rechazado por los demás, odios, desempleo, injusticias, guerra, la lucha por ser mejor, el temor a perder lo que tengo, la conciencia de mis pecados, mi tibieza, mis vicios… la muerte. Si vemos nuestra cruz a la luz de la cruz de Cristo, de su muerte y resurrección, adquiere un sentido. Y si la vivimos, bajo la acción del Espíritu Santo, como Cristo y con Él, se transforma en medio salvífico, pues nos purifica, nos une a Cristo, nos transforma en Él; por medio de ella colaboramos con Cristo en la obra de la salvación, y glorificamos al Padre Celestial. Nuestros sufrimientos son la cruz que cada día tenemos que tomar para seguir a Jesús. Cruz en la que tenemos que clavarnos y morir, para que, desde esta tierra, la vida de Jesús se manifieste en nosotros, y en la vida verdadera y definitiva gocemos plenamente del Señor. Todos sufrimos. Sufrir no es una invitación que podamos aceptar o rechazar. Pero sí tenemos oportunidad de elegir cómo sufrir; podemos escoger la actitud con la cual vivir el sufrimiento. La única actitud cristiana ante el sufrimiento es, bajo la acción del Espíritu Santo, aceptarlo como Cristo lo aceptó, vivirlo como Él lo vivió, y ofrecerlo como Él lo ofreció. De nosotros depende darle o no un sentido a nuestro sufrimiento; darle una respuesta a la pregunta: ¿para qué este sufrimiento? La única respuesta válida es la que Jesús dio: para glorificar al Padre, realizando en el mundo su plan de 28


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amor, que es salvar al hombre, ser amigo de él, y transformarlo en Cristo, por la acción del Espíritu Santo. La cruz no es fin, es medio. A la luz del Espíritu Santo, la cruz de cada día es el medio que, por amor, el Padre misericordioso nos regala para transformarnos en Cristo, su Hijo. ● COMPROMISO ● ORACIÓN (oramos por el SÍNODO; elegir del APÉNDICE)

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TEMA 5: TODOS ANUNCIAMOS EL GOZO DEL EVANGELIO, TESTIMONIO Y MISIÓN Sra. Atala Alba

Objetivo: Renovar el compromiso personal y comunitario en la ardua tarea de la Nueva Evangelización de tal manera que resurja en los cristianos el gozo de transmitir la esperanza del Evangelio. ● ORACIÓN (Oremos por nuestro SÍNODO y supliquemos un espíritu sinodal...; elegir del APÉNDICE) ● HECHO DE VIDA: «Un día, estando en clases, la profesora nos preguntó qué religión teníamos. La mayoría levantó la mano cuando dijo: “¿Quiénes son católicos?” Con excepción de uno que otro que dijo ser ateo, otro que dijo: “yo no creo en esas cosas”, y alguno más que, era de otra religión. Sin embargo, yo me quedé pensativo al ver que, a pesar de que varios dijimos ser católicos, no todos nos comportábamos de la misma forma. Uno de mis compañeros, católico, siempre ha sido muy responsable, “relajiento” tal vez, pero nunca le ha faltado al respeto a los profesores, tiene novia y se ve que se llevan bastante bien, al menos ella parece muy contenta. Es bromista pero no “se pasa”, como que tiene bien claros los límites del bien y del mal. Cada domingo lo veo en misa y de vez en cuando confesándose. En cambio, otro compañero, que también dijo ser católico, pero, ¡qué extraño!, no lo he visto en misa más que en los 15 años de mi prima y en la boda de su hermana; constantemente le recogen “acordeones” y siempre culpa de todo a los demás. Es de los que anda atrás de todas las niñas, pues nadie niega que sea guapo, pero con ninguna se compromete. Además, en varias ocasiones he visto a sus papás en el colegio por problemas con respecto a la conducta de él. 30


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¿Qué pasa? ¿Por qué nos comportamos tan diferentes si los tres somos católicos? Si vivimos bajo la misma fe, mandamientos, normas y demás, ¿por qué vivimos tan diferentes? No digo que deberíamos ser iguales, pues hay muchas diferencias de carácter y circunstancias de vida. ● ILUMINACIÓN: “La Alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior y del asilamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría”. (EG 1). El Papa Francisco nos invita a todos los cristianos, en cualquier lugar y situación en que nos encontremos a renovar nuestro encuentro personal con Jesucristo o por lo menos a dejarnos encontrar con Él para descubrir así que Él siempre nos espera con los brazos abiertos. La alegría de evangelizar: “El amor de Cristo nos apremia” 2Co 5,14 Cuando tenemos una experiencia auténtica de verdad o de belleza, cuando realmente nos hemos encontrado con Jesucristo, sentimos la necesidad de compartir con los demás esa Buena Noticia, y al compartirla se acrecienta, mientras que se debilita cuando la dejamos para nosotros solos. Quien ha recibido la alegría de Cristo a de transmitirla con gozo, no podemos ir por la vida con “cara de funeral” si hemos descubierto un tesoro inagotable, que llena nuestra vida. Si somos conscientes de que “Él nos amó primero y que es Dios quien hace crecer. Esta convicción nos permite conservar la alegría en medio de una tarea tan exigente y desafiante que toma nuestra vida por entero. Nos pide todo, pero al mismo tiempo nos da todo” (EG 12). La alegría del Evangelio es una alegría misionera: “A donde quiera que yo te envíe irás” Jr. 1,7 Cada cristiano y cada comunidad han de descubrir qué es lo que el Señor le pide, cuál es la realidad a la que está llamado a llevar 31


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el Evangelio, en este mundo nuestro lleno de tristeza individualista. Esta llamada implica siempre un salir de sí mismo, caminar y sembrar. Tenemos la “misión de anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todos, no podemos excluir a nadie. Hay que adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos” (EG 23-24). Todo el pueblo de Dios anuncia el Evangelio. “Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos”. Mt 28,19. La evangelización es una tarea de la Iglesia, entendida como un pueblo que peregrina hacia Dios. Y es importante saber que la primera palabra, la iniciativa verdadera viene de Dios por eso debemos implorar siempre su gracia para poder ser verdaderos discípulos y misioneros. Dios nos llama a todos los bautizados a que seamos mensajeros suyos en este mundo nuestro tan necesitado de esperanza. No necesitamos ser expertos conocedores de la Sagrada Escritura, o agentes calificados en dogmas. Hay que confiar en la acción del Espíritu Santo en cada uno de nosotros que “otorga a los cristianos una cierta connaturalidad con las realidades divinas y una sabiduría que les permite captarlas intuitivamente, aunque no tengan el instrumental adecuado para expresarlas con precisión.” (EG 119) El único requisito es el encuentro con el amor de Dios. Si nuestro corazón “sabe que no es lo mismo la vida sin Él; entonces, eso que has descubierto, eso que te ayuda a vivir y que te da una esperanza, es lo que necesitas comunicar a los demás” (EG 121). Diferentes acciones evangelizadoras Piedad popular: Cada pueblo traduce el don de Dios según su cultura y lo hace vida según sus propias características y a la vez lo enriquece con nuevas expresiones. En este contexto es donde toma importancia la piedad popular, “refleja una sed de Dios que solamente los pobres y sencillos pue32


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den conocer y que hace capaz de generosidad y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe” (EG 123) Por ser fruto del Evangelio no podemos menospreciarla, ya que es obra del Espíritu Santo por lo que estamos llamados a alentarla y fortalecerla. Persona a persona: Ser discípulo es tener la disposición de llevar a otros el amor de Jesús, de forma espontánea e informal a todos los que me rodean. Con amor y respeto mediante un diálogo personal, en el que compartamos con humildad y sencillez y con la conciencia de que siempre es un mensaje que nos supera, el amor personal que Dios nos tiene, que se hizo hombre y se entregó por nosotros y está vivo ofreciendo su salvación y su amistad. Habrá ocasiones en que pueda hacerse de una manera más directa pero otras bastará con testimonio personal, un gesto, una plática entre amigos. No pretender que sean fórmulas aprendidas, de manera exacta y precisa. Carismas al servicio de la comunidad evangelizadora: El Espíritu Santo está siempre presente en su Iglesia enriqueciéndola con distintos carismas para el bien de todos. “En la comunión es donde un carisma se vuelve auténtica y misteriosamente fecundo” (EG 130) Cultura, pensamiento y educación: Sin duda uno de los retos más grandes y urgentes es el encuentro entre la fe y la razón, para que la ciencia sea un apoyo en lugar de un enemigo de la evangelización. En este contexto es dónde las Universidades y las escuelas católicas adquieren su sentido e importancia: “intentar conjugar la tarea educativa con el anuncio explícito del Evangelio” (EG 134). Dimensión social de la Evangelización: “Lo que hicieron por uno de estos hermanos míos más pequeños, lo hicieron a mí”. Mt 25,40 “Así como la Iglesia es misionera por naturaleza, también brota ineludiblemente de esa naturaleza la caridad efectiva con el prójimo, 33


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la compasión que comprende, asiste y promueve” (EG 179) La propuesta del Evangelio no se queda en nivel personal, la propuesta es edificar el Reino de Dios. Su mandato de caridad debe abarcar toda la existencia, a todas las personas, las realidades, los pueblos. Nada de lo humano nos puede resultar extraño. “Una auténtica fe – que nunca es cómoda e individualista – siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra” (EG 183). ● COMPROMISO ● ORACIÓN (oramos por el SÍNODO; elegir del APÉNDICE)

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APÉNDICE: ORACIONES PARA EL MOMENTO DE ORACIÓN AL INICIO Y AL FINAL DEL ENCUENTRO ORACIONES POR NUESTRO III SÍNODO DIOCESANO. 1. Oración por el Sínodo Padre nuestro, en quien vivimos, nos movemos y existimos, permite que celebremos nuestro III Sínodo Diocesano únicamente buscando hacer en todo tu santa voluntad. Señor Jesucristo, Buen Pastor, vida de nuestro pueblo, haz que al celebrar III Sínodo Diocesano recibamos por medio de él la riqueza de tu Palabra, para que escuchándola, viviéndola y anunciándola continuemos tu plan de salvación en la liberación integral de todos los hombres y las mujeres de nuestra diócesis de Aguascalientes. Espíritu Santo, dulce huésped del alma, infunde en nosotros la fuerza de tus dones para que iluminados por tu luz y fortalecidos con tu presencia, caminemos juntos hacia el ideal de nuestra Diócesis, en los caminos de la nueva evangelización. Amén. 2. Preces por el III Tercer Sínodo Diocesano (ESQUEMA 1) PRESIDENTE: Hermanos, oremos al Padre, que nos ha dado en su Espíritu, el Guía que conduce suavemente nuestro corazón, para que observemos con sinceridad y gozo el Evangelio de Jesucristo, pidiendo la gracia de preparar y celebrar nuestro III Sínodo Diocesano. R. Te lo pedimos por Cristo el Señor.

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- Padre, que tu Espíritu, alma de nuestras comunidades y fuente de la unidad de la Iglesia, asista a nuestro Obispo José María, ilumine nuestra inteligencia en el empeño de discernir y descubrir tu voluntad, durante nuestro Sínodo Diocesano, para esta hora dramática de nuestra historia. R. Te lo pedimos por Cristo el Señor. - Padre que tu Espíritu, llene los corazones de tus fieles de esta diócesis de Aguascalientes ya que en Él se opera la verdadera conversión, la fe gozosa y el fuego apostólico de los discípulos de Jesús. R. Te lo pedimos por Cristo el Señor. - Padre Santo, tú nos has dado al Espíritu Santo, para que fuera nuestro Abogado y Consolador, fortalece en Él nuestra voluntad para que caminemos juntos, esforzada, firme y humildemente, por configurar nuestra respuesta diocesana a los problemas de nuestro ambiente y a los desafíos de nuestro tiempo. R. Te lo pedimos por Cristo el Señor. - Tú que nos has dado tu Espíritu, para ser huésped de nuestras personas, equilibra nuestra emotividad para que juntos asumamos el propósito de no refugiarnos en pretextos y de desenmascarar nuestros defectos personales y los vicios que afectan nuestro trabajo pastoral. R. Te lo pedimos por Cristo el Señor. - Padre, que así como María estuvo en Pentecostés, unida a la Iglesia Primitiva, y ha acompañado bajo el misterio de su Asunción a nuestra Iglesia de Aguascalientes pidiendo la venida del Espíritu, nos acompañe también ahora en la preparación y celebración de nuestro Tercer Sínodo Diocesano. 36


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PRESIDENTE: Padre Santo, con el fuego de tu Espíritu, pones en pie a tu Iglesia en medio de las plazas y suscitas testigos de Jesús el Señor, en medio de tu pueblo, así pues, Señor, renueva, enciende y alegra las entrañas del mundo, para que así sea glorificado tu nombre y los pueblos alcancen la salvación. Por Cristo Nuestro Señor. (ESQUEMA 2) PRESIDENTE: Pidamos, hermanos, al Padre celestial, que con amor rige los destinos de su Iglesia, que escuche nuestra oración y que derrame su Santo Espíritu en la preparación de nuestro III Sínodo Diocesano. R. Padre bueno, escúchanos. - Por nuestro Santo Padre el Papa Francisco, para que el Señor lo ilumine y sostenga en todo momento en su servicio de magisterio y de caridad en comunión con todos los demás Obispos. Oremos. R. Padre bueno, escúchanos. Por Nuestro Obispo José María, para que el Señor se digne visitarlo con su gracia, iluminarlo con su Espíritu y revestirlo de su fuerza, para que así continúe guiado a esta Iglesia Particular por caminos de justicia y de paz. Oremos. R. Padre bueno, escúchanos. - Por los sacerdotes, religiosos y religiosas de nuestra diócesis, que siempre se esfuercen por servir al Señor con fervor y vivir según la perfección evangélica, para que así, en comunión con nuestro Obispo, sigan extendiendo el Reino de Dios en el mundo en este momento histórico que estamos viviendo. Oremos. R. Padre bueno, escúchanos.

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- Para que en nuestra Diócesis todos los bautizados vivamos y crezcamos en la comunión fraterna, y podamos de esta forma ser testigos creíbles de la caridad evangélica. Oremos. R. Padre bueno, escúchanos. - Para que nuestras comunidades parroquiales, reunidas en torno al altar, sean conscientes de su misión en la Iglesia, especialmente en este III Sínodo Diocesano, y puedan así, con su testimonio, atraer a otros hermanos hacia la comunidad eclesial. Oremos. R. Padre bueno, escúchanos. PRESIDENTE: Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza: escucha benignamente las oraciones que hacemos en la preparación de nuestro III Sínodo Diocesano y concédenos con abundancia cuanto te hemos pedido con fe. Por Jesucristo Nuestro Señor. 3. Oración por el tercer sínodo diocesano Espíritu Santo: Tú que has sido enviado a la humanidad para ser nuestro Abogado y Consolador; para ser el huésped de nuestras personas, el alma de nuestras comunidades cristianas y la fuente de nuestra unidad eclesial; para enseñarnos interiormente todo lo de Jesús y de su Reino. Tú que nos conduces suavemente, desde dentro de nuestro corazón, para que observemos con sinceridad y gozo la Ley de la Nueva Alianza. Tú que mueves a verdadera conversión e infundes la fe gozosa y el fuego apostólico en los discípulos de Jesús, siempre pecadores y cobardes: ¡ven! ¡Ven Espíritu Santo! Llena los corazones de todos los fieles cristianos católicos que componemos esta Iglesia Particular de Aguascalientes. Te pedimos que estés presente y activo en nuestros trabajos, encaminados a preparar y celebrar nuestro Tercer Sínodo Diocesano. Asiste a nuestro Obispo José María. Ilumina nuestra inteligencia, para que caminemos juntos en el empeño de discernir 38


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y descubrir la Voluntad de Dios en esta hora dramática de nuestra historia. Fortalece nuestra voluntad, para que caminemos juntos en el esfuerzo firme y humilde por configurar nuestra respuesta diocesana institucional a los problemas de nuestro ambiente y a los desafíos de nuestro tiempo. Equilibra nuestra emotividad, para que caminemos juntos en el propósito de no refugiarnos en pretextos y de desenmascarar nuestros defectos personales y los vicios que afectan nuestro trabajo pastoral. ¡Ven ahora sobre todos nosotros, oh Espíritu Santo! Tú eres fuego que purifica renueva, enciende y alegra las entrañas del mundo. Tú eres la fuerza que pone en pie a la Iglesia en medio de las plazas y levanta testigos en el pueblo para hablar con palabras como espadas. Sin tu inspiración divina los hombres nada podemos y el pecado nos domina. Lava nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos y cura nuestras heridas. Doblega nuestra soberbia, calienta nuestra frialdad, endereza nuestras sendas. Concede a aquellos que ponen en ti su fe y su confianza tus siete sagrados dones. Amén. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo… Nuestra Señora de la Asunción, de Aguascalientes. Ruega por nosotros. 4. Oración por nuestra diócesis de Aguascalientes Padre Santo, que atiendes con solicitud a los que acuden a Ti con fe, te encomendamos el Proceso y nuestros trabajos encaminados hacia el III Sínodo Diocesano. Manda la luz de tu divino Espíritu, para que sepamos leer la realidad de nuestra Iglesia y promover la vivencia del Evangelio. Jesús, Buen Pastor, quédate en nuestras comunidades cristianas; impulsa en nosotros el ardor pastoral, para que nuestro caminar diocesano se dirija hacia la realización de tu plan salvífico, a ejemplo de María, nuestra Señora de la Asunción y de nuestros santos Mártires mexicanos. Amén. 39


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5. Oración dialogada. MONICIÓN: A pesar de tantas malas noticias que nos llegan por la televisión, la radio o los periódicos, hay una gran noticia que cambia el sentido de todas las demás: ¡JESÚS HA RESUCITADO Y VIVE PARA SIEMPRE ENTRE NOSOTROS! Ahora, nosotros, conscientes del significado profundo que tiene la convocatoria de un Sínodo y las exigencias pastorales que implica, nos reunimos aquí en el nombre Jesús, Jesús Eucaristía, porque estamos convencidos de que su Misterio ilumina nuestros deseos, valores y proyectos expresados en esta llamada a la celebración del III Sínodo diocesano de esta Iglesia de Aguascalientes. LECTOR (L): Tú que has hecho camino con nosotros; Tú que conoces nuestras dudas, temores y desánimos: TODOS (T): ¡QUÉDATE CON NOSOTROS! L: Tú que nos explicas la Escritura y haces arder nuestro corazón: T: ¡QUÉDATE CON NOSOTROS! L: Tú que no nos dejas al declinar el día; Tú que partes para nosotros el pan: T: ¡QUÉDATE CON NOSOTROS! L: Tú que nos devuelves el ánimo y haces renacer en nosotros el gozo: T: ¡QUÉDATE CON NOSOTROS! L: Tú que nos invitas a echar las redes y a atrevernos a remar mar adentro: T: ¡QUÉDATE CON NOSOTROS! ORACIÓN: (solista): Venimos a ti, Señor, desde nuestra búsqueda, nuestra ignorancia, nuestras dudas. Acéptalas, Señor, junto con aquello que de bueno nosotros te podamos ofrecer. Queremos seguirte. Queremos responder al llamado que nos haces en esta hora singular de nuestra historia como comunidad viva, como iglesia. Sabemos que estás empeñado en que te encontremos. Danos valentía para remar mar adentro. Ayúdanos a responder con generosidad a tu llamada. Atiéndenos, Señor. 40


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CORO 1: Señor Jesús, Tú caminas a nuestro lado. Nos respetas. No nos forzas… sólo esperas que te invitemos a pasar. Queremos decirte hoy como los dos de Emaús: “¡Quédate con nosotros!” Jesús, te necesitamos. Necesitamos tu amistad, tu consuelo y compañía, tu fuerza y tu valentía, tu ternura y tu bondad. Jesús, ¡QUÉDATE CON NOSOTROS! CORO 2: Señor, Tú nos ha prometido tu presencia permanente: “Yo estoy con ustedes, todos los días hasta el fin del mundo”. Lo has dicho y lo has cumplido. Queremos dejar que Tú nos acompañes y nos sostengas en nuestro caminar como Iglesia, en este proceso sinodal, ¡asístenos, Señor! TODOS: Nos volvemos a ti Padre y te decimos: Tú nos recuerdas día tras día que eres un Dios abierto a todos, que tu amor no tiene fronteras. Tú eres la estrella que brilla en la noche para todos aquellos que quieren seguirte; para todos aquellos que te buscan. A los que ya te seguimos por el camino de la fe, no nos dejes caer en la tentación de seguir otras estrellas que no sea la tuya y de apagar la Luz que has manifestado en tu Hijo Jesús, el Señor resucitado. ¡Nos gustaría ser regalo para los otros, como Jesús! Por eso te damos gracias por tus dones: por la vida y por el mundo, por la fe y por la Iglesia, por Jesús tu Hijo, nuestro Hermano, presente hoy realmente entre nosotros… como ayer… y como lo estará mañana. ¡Qué magnífico regalo nos has ofrecido en tu Hijo Jesús! Gracias, amén! 6. Oración de súplica. Señor, Tú nos has dado inteligencia para conocer, para descubrir, para imaginar… ¡AYÚDANOS A REMAR MAR ADENTRO! Tú nos das voluntad para esforzarnos, voluntad para hacer que nuestros deseos correspondan a tus deseos: ¡AYÚDANOS A REMAR MAR ADENTRO! 41


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Tú nos das un corazón para amar, hermanos con quienes compartir, cualidades para servir. ¡AYÚDANOS A REMAR MAR ADENTRO! Tú nos das la vida para que la entreguemos: ¡AYÚDANOS A REMAR MAR ADENTRO! Tú nos das tu Palabra para que la escuchemos y para que la anunciemos; tu Cuerpo para fortalecernos, tu Amistad para cultivarla: ¡AYÚDANOS A REMAR MAR ADENTRO! Tú nos das la creación para mejorarla, las horas de cada día para transformarla según tu proyecto: ¡AYÚDANOS A REMAR MAR ADENTRO! Señor, somos don tuyo, don por entero; queremos darnos gratis y del todo: ¡HAZNOS DON TUYO PARA TODOS! Y por eso decimos al Padre como tú nos enseñaste: Padre Nuestro…

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SĂ­nodo Diocesano de Aguascalientes

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