CRUCES Y CAUCES: Entre la conciencia del placer y el arte

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CORRIENTE CIENTIMENTAL

CRUCES Y CAUCES ENTRE LA CONCIENCIA DEL PLACER Y EL ARTE

DIBUJINES ORGÁSMICOS


01 CORRIENTE CIENTIMENTAL

ÍNDICE

02 ORGASMO FEMENINO 15 ORGASMO EN EL PARTO 25 PLACER EN OTRXS CUERPXS 29 AGRADECIMIENTOS 30 BIBLOGRAFÍA

Corriente Cientimental está integrada por: Carmen López, María del Carmen Mendoza Chávez, Emilia Solís, Tulia Berdejo, Victoria karmin, Solandra, Ishel Fernández y Ximena González Grandón


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ORGASMO FEMENINO ¿Qué se siente estar en una experiencia orgásmica? El tema que nos convoca es un tanto inefable en su caracterización. Históricamente han sido las eminencias médicas quienes lo han catalogado y explicado, al procurar responder ¿cómo funciona el placer en la mujer y de qué se trata ese pico sensorial transitorio que inicia con una vasta presencia de contracciones involuntarias diseminadas por su cartografía corporal? Nos referimos al orgasmo femenino, experiencia que ha estado manoseada, silenciada e incluso, que ha acarreado significados políticos en el marco patriarcal de dominaciones y subordinaciones. Para acercarnos a una descripción menos esencialista de cuerpos normados, nos valemos del rol de la experiencia orgásmica en primera persona, de fundamentos científicos (no patologizantes) y artísticos, y de representaciones visuales que aspiran a escapar de la descripción hegemónica del interior sensible y reproductivo de los cuerpos femeninos; y más bien invitar a relecturas, apropiaciones y resignificaciones. Adelantamos que no se ofrece una interpretación única, sino acaso un planteamiento que aspira a ser fecundo, en abonar a una reflexión en torno al diálogo con nuestro cuerpo. Comprender estos exquisitos fenómenos se vuelve una invitación a conocer paisajes sintientes, a mapear de maneras alternativas los placeres diseminados en nuestros cuerpos, así como las maneras coordinadas en las que podemos interactuar con nuestros propios ritmos o con los de la alteridad. Nos interesa mostrar la posibilidad de subvertir cartografías impuestas, sumergirnos en el auto-conocimiento corporal de bienestar, pensado como un acto comunicativo colectivo y solidario, para intentar responder ¿cómo podemos sentir y vivir de la mejor manera posible?


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¿Qué es un orgasmo? Una definición contemporánea del orgasmo lo describe como un fenómeno sistémico –neuropsicológico, fisiológico, circulatorio, neuromuscular–, que acontece en cuerpos vivos provocando variopintos comportamientos. Consiste en una experiencia liberadora, un estado alterado de conciencia, transitorio y rebosante de una sensación de intenso placer –con un apogeo de aproximadamente 20 segundos–, que genera congestión sanguínea y contracciones involuntarias y rítmicas de la vágina, útero, ano, musculatura pélvica; y que deviene posteriormente en una sensación de bienestar y satisfacción. Concordamos en cuanto a que el orgasmo es parte de un estado de conciencia particular, conformado por un sinfín de elementos, como la atención, la coordinación de los distintos ritmos corporales, la percepción temporal, la predisposición y expectativa, los afectos, los apegos y las confianzas. Y nos apetece enfatizar la importancia que hoy tiene escuchar las voces de nuestro cuerpo, perspectivas corporeizadas y fenomenológicas nos cobijan para interceder por un mayor auto-conocimiento corporal, a través de entrenamientos conscientes y autonómicos que favorezcan mayores regulaciones, y que podrían encaminarnos a reinventarnos y vivir entre tiempos expandidos y sentires placenteros. Para describir esta asombrosa vivencia, se han identificado un ciclo neurofisiológico que ocurre en 5 fases, estados orgánicos que acontecen en el tiempo y que se sienten de cierta manera.


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DESEO SEXUAL

EXITACIÓN

Un comienzo lleno de fantasías e imaginerías, de un despertar corporal lleno de percepciones multisensoriales, deseos, afectos, caricias o pensamientos que dan forma a la voluntad del gozo. Se trata de un sentir de relajación, de estar presente en un lugar seguro, de un estado de conciencia de bienestar donde el sistema límbico tiene un rol importante al facilitar que los procesos no controlados conscientemente se vayan activando. Así, se fomenta que la oxitocina comience a correr por la sangre. Tiihonen en 1994 propuso que durante esta fase, también es necesaria una modulación cognitiva a cargo de la corteza prefrontal que permite o impide el flujo de la excitación y la progresión del orgasmo. De alguna manera, sin la luz verde de la consciencia, es prácticamente imposible alcanzar sentires genuinamente placenteros.

En esta fase, la “plataforma orgásmica” se va cediendo el terreno al sistema nervioso autónomo (SNA) de la red neural pélvica regulando el balance neuromuscular entre el tono adrenérgico y el tono no adrenérgico no colinérgico. El control consciente cada vez está más diluido, por la sangre corren aminas, oxitocina y opioides, el corazón late más aprisa, la respiración se acelera y algún jadeo o suspiro puede escaparse. Los cambios en el sistema nervioso central producen vasodilatación y aumento del flujo sanguíneo en la región genital. Debido al mayor riego sanguíneo el cuerpo entero está más sensible al tacto y ruboroso, se ponen erectos los pezones, se dilatan las pupilas, y se congestionan los tejidos eréctiles de la mujer, hay tumescencia de los labios menores y del clítoris ensanchándolo, el llenado de sangre del tejido esponjoso en la vagina propicia que se alargue y se estreche su tercio exterior, así como su lubricación (un trasudado que proviene del aumento en la presión de los vasos por el flujo de sangre y por el incremento en la secreción de moco producido por el útero y cérvix); se abre el introito, el útero se eleva. La experiencia temporal de esta fase puede ser desde pocos minutos a varias horas.


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MESETA Donde todos estos cambios físicos se intensifican y se mantienen en la experiencia temporal, la tumefacción de los labios y retracción del clítoris es evidente, hay secreción de las glándulas de Bartholin y congestión del tercio inferior de la vagina que produce reducción del tamaño del introito. (orificio de entrada de la vagina)

ORGASMO Súbitamente, se dan contracciones musculares involuntarias en la vagina, el útero, en el esfínter anal y en toda la zona perineal. Por toda la estimulación sensorial, los estímulos activan los sistemas nerviosos de la médula espinal y se produce liberación central y periférica de neurotransmisores (poniendo en marcha zonas cerebrales y corporales de placer). La oxitocina se libera en grandes cantidades, de hecho parece ser que la cuantía de su abundancia determina la intensidad de las sensaciones. Se libera la tensión acumulada en las fases anteriores, sobreviene una relajación masiva de la tensión muscular. A nivel de la conciencia, hay inhibición de la corteza orbitofrontal lateral, por lo que el razón y el control se difuminan, el juicio puede suspenderse y se posibilita

entrar en un particular estado de trance, en una petite mort (hay estudios de ondas cerebrales de algunas mujeres que durante el orgasmo intenso se asemejan a las de una persona en profunda meditación). La duración de esta fase se plantea entre 3 a 20 segundos, sin embargo, como veremos más adelante, parecen haber posibilidades aprendidas que lo expandan mucho más.

RESOLUCIÓN Gradualmente disminuye la tensión sexual. Hay una disminución de la congestión sanguínea, se va perdiendo la tumescencia del clítoris y de los labios menores, el cuerpo suda, descienden las frecuencias, la prolactina se secreta y fluye por los vasos sanguíneos. En términos gruesos, todo va volviendo a la normalidad y se percibe un sentir de bienestar y satisfacción. En el caso de las mujeres con habilidades multiorgásmicas, entrenadas en prácticas tántricas o con mayor conocimiento corporal, se pueden retornar a la fase de meseta y encadenar varios orgasmos o aumentar la duración o intensidad de los mismos. Las mujeres que no experimentan la fase orgásmica pueden percibir sentires de frustración o de otras emociones menos prosociales.


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Estas fases se describen de manera lineal y un tanto mecánicas, pero obviamente los orgasmos son experiencias subjetivas, tan diversas como nosotras y nuestras vulvas, son manifestaciones de la relación entre nuestro cuerpo, el conocimiento de nuestro gozo, el estado mental y emocional, tanto si se trata de encuentros sexuales individuales, compartidos, imaginados o soñados. Algunas de estas narraciones fisiológicas no consideran del todo la influencia de factores que son constitutivos para vivir y disfrutar estos sentires, cuya naturaleza apunta más hacia la cultura, el ambiente, la agencia o la emoción interactiva, que complejizan y enriquecen el fenómeno y su vivencialidad. Vale la pena aclarar que no se está abogando por univocidades, en estas objetivaciones y heteronormatividades queda poco lugar para una sexualidad no coitocentrista, para un placer autogestivo y solidario o que no jerarquice prácticas sexuales con elementos penetrantes. Existe una amplia disparidad en los datos respecto a las mujeres que no experimentan orgasmos, entre un 20 y un 60%, aunque esto puede generar confusión al ser cifras que pueden provenir de la forma en la que seguimos “entendiendo” el placer femenino reificado, también es cierto que es común que las mujeres se acerquen al sexólogo por esa carencia vivencial. Nosotras creemos que si des-objetivamos estas experiencias, podemos generar un espacio deliberativo que deje de esconder la dimensión combativa y política de los cuerpos sintientes, posibilitando reinvenciones y la generación de un conocimiento lo más neutral posible. Otorguemos más lugar a la experiencia orgásmica y gozosa de cada mujer sin necesidad de seguir vías previamente trazadas o impostadas: ¡Escuchemos nuestros cuerpos en sus misteriosos lenguajes!

Testimonio “Estoy contenta, estoy fantaseando y proclive a sentir mi cuerpo. Comienzo a sentir el deseo en mis pezones, quiero tocarlos. Siento calor, la temperatura aumenta en flujos irregulares por distintos recovecos. La intensidad del sentir corporal y la humedad también. Quiero tocar mi clitoris lentamente. Al mismo tiempo rozo mis pezones. Se me entrecorta la respiración, o bien no puedo emitir ningún sonido, o bien reprimo un grito porque me acuerdo de las finas paredes de mi apartamento. De pronto, mi cuerpo se pone rígido y, con un orgasmo especialmente fuerte, me hormiguea la cara y las piernas dejan de funcionar. Todo mi cuerpo se pone rígido, los dedos de los pies se doblan, mis dedos se agarran a cualquier cosa que esté a mano y me estremezco. En general, no puedo moverme. Es como una acumulación, casi insoportable, de tensión y de casi demasiado placer hasta que siento que todo mi cuerpo está luchando y retorciéndose por algún tipo de liberación. Y, de repente, es como si algo se liberara y sintiera un cosquilleo por todo el cuerpo y una especie de zumbido eléctrico. Luego me siento tranquila y relajada, feliz”. (Susana G, 2020)


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¿Qué sucede neuronal-corporalmente durante un orgasmo? El orgasmo puede partir y terminar desde distintas vías, puedes comenzar ensoñando, imaginando y dirigiendo la conciencia a un estado de relajación proclive para el deseo de uno mismo o de lxs otrxs, lo que va liberando dopamina de manera anticipada activando el “circuito cerebral del placer”. También con juegos preliminares, caricias, masajes, besos, pensamientos amorosos, de apego y confianza, estimulación de zonas erógenas, que activan la secreción de oxitocina. O incluso, al experimentar unas ricas caricias en la vulva, en el glande del clítoris, en el introito, la vagina, o el cuello uterino, que activa las vías neuronales de la zona y manda señales al cerebro y al SNA comenzando los bucle de retroalimentación continua entre los sistemas desperdigados por el cuerpo y nuestros sistemas nerviosos. Así, la experiencia orgásmica no solo ocurre por la excitación de los órganos genitales externos, la vía más documentada y coitocéntrica (un ejemplo de esto es el llamado reflejo de Ferguson, la liberación de oxitocina a través de la estimulación vagino-cervical presente en todos los mamíferos), sino que hay caminos inusitados para desencadenar estos procesos sensuales. Como hemos mencionado, la proclividad del sentir está relacionada con la estimulación de los nervios somáticos-sensoriales, liberación de neurotransmisores que relajan el músculo liso en clítoris, labios menores y vagina. Pero también ocurren otros fenómenos, el sistema nervioso y mental participa, el área preóptica medial del hipotálamo y estructuras límbicas del hipocampo se activan, así como las señales que se transmiten de manera periférica por vías del SNA (simpático y parasimpático). Dado que el orgasmo es una experiencia consciente, es posible sentirlo sin necesidad de un estímulo físico, tan solo al soñarlo o fabularlo. Sin embargo, incluso en esos casos, tuvo que existir en algún momento de la historia de cada mujer sintiente, el envío de impulsos nerviosos entre la médula espinal y el cerebro no existirían los orgasmos. La experiencia del orgasmo depende de la intercomunicación recíproca entre, al menos, las redes neuronales del cerebro y las redes de los genitales pélvicos. Los nervios con más protagonismo en esa transferencia provienen de dos divisiones del Sistema Nervioso Periférico (el que se reparte por todo nuestro cuerpo), el sistema nervioso somático y el sistema nervioso visceral.


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NERVIO PUDENDO Del sistema nervioso somático, se origina de las últimas partes de la médula espinal, el plexo sacro, sus fibras producen inervación sensitiva –como la sensación de placer, dolor, respuestas reflejas–, motora y parasimpática. Inerva el esfínter externo anal, la piel del conducto anal, los músculos del periné superficial y profundo, además de labios mayores y menores, esfínter uretral externo y el , glándulas vestibulares y el tercio externo de la vagina; y el clítoris (el destacado “nervio dorsal del clítoris”). Por ello, proporciona la principal inervación somatomotora a los músculos de la respuesta orgásmica.

NERVIOS HIPOGÁSTRICOS

NERVIO VAGO

del sistema nervioso visceral, provienen del plexo solar que tienen fibras parasimpáticas (nervios erectores de Ekardt) y forman el llamado plexo pélvico. Si nos asomamos por dentro de la vagina podríamos observar las vinculantes anastomosis que corren a lo largo de 2/3 partes de sus paredes. Las ramas de este plexo inervan el recto, los ovarios y trompas, el útero y 2/3 partes superiores de la vagina.

este interesante nervio que vaga por gran parte de nuestro cuerpo, con un importante rol parasimpático, parece tener un papel en las sensaciones genitales e incluso en el orgasmo a través del núcleo bulbar del tracto solitario, un relevo sensorial que actúa como vía de transmisión del cuello uterino, parte de la vagina y de otras zonas erógenas. Esta respuesta es más notoria en mujeres que han padecido de lesiones medulares completas (por encima del nivel torácico), es decir que no tienen pudendo.

Curiosamente, las arquetípicas hormonas femeninas progesterona y estrógeno, están un tanto relegadas en la literatura científica orgásmica, sin embargo es importante subrayar que en la visión más sistémica y relacional del la experiencia orgásmica que interpelamos, es crucial considerar el entorno interior femenino donde corren los vasos sanguíneos y los nervios y las células, y las bacterias, virus y protozoarios que habitan nuestros espacios más íntimos. Y en ese contexto es importante saber que al parecer tener cantidades fisiológicas de estrógenos es uno de los espacios de posibilidad para que ocurran las fases descritas. Una reducción en plasma de estradiol (menos de 50 pg/ mL): disminuye el deseo, la activación sexual, las experiencias orgásmicas y los sentires placenteros.


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Placer expandido ¿Qué tan autogestivas somos de ese peculiar y satisfactorio estado de conciencia? ¿El auto-conocimiento de nuestro gozo como vía para el bienestar y el auto-cuidado? Para comprender mejor la experiencia de placer es importante combinar los testimonios con evidencias, propiciar diálogos entre la primera y la tercera persona. ¿tenemos todas las mismas cartografías del placer? Cuando se trata de dar lugar al descubrimiento, los cuerpos se mueven con toda su sensualidad y gritan para para hacerse de un espacio y un tiempo, se reivindican y roban la voz de Félix Guattari: “Ya no podemos soportar que se nos robe nuestra boca, nuestro ano, nuestro sexo, nuestros nervios, nuestros intestinos, nuestras arterias… Ya no podemos permitir que se hagan de nuestras mucosas, de nuestra piel, de todas nuestras superficies sensibles, de las zonas ocupadas, controladas, reglamentadas, prohibidas”. En un sentido que queremos resaltar en esta investigación, la variedad de sentires en el centro y las fronteras de la experiencia placentera, está muy relacionado con una mayor auto-conciencia y comunicación corporal. Según los conocimientos antiguos de técnicas tántricas y taoístas, así como recientes investigaciones respecto al status orgasmus o la “Respuesta Sexual Expandida” (¡de hasta 15 minutos!), los comportamientos sexuales, la conciencia orgásmica y el placer orgásmico pueden potenciarse y prolongarse como resultado de un aprendizaje. De hecho, muchas mujeres pueden desarrollar estas habilidades mediante entrenamientos de conciencia corporal, auto-exploraciones en el reconocimiento de nuestras identidades corporales y técnicas tántricas, entre muchas otras. Armagan (2012) pormenorizó algunas características de las mujeres que han desarrollado este tipo de estados alterados de conciencia: tienen mayor conciencia corporal, disfrutan plenamente su sexualidad no únicamente a partir del coito o la estimulación clitoriana, si no de muchas otras zonas, reportan “orgasmos cerebrales” simplemente fantaseando, tienen una libido elevada y una tasa alta de masturbación, y narran mucha mayor disposición a sentir gozo y liberarse siendo auto-gestivas, activando fantasías y siendo más creativas e innovadoras en los encuentros sexuales. “Durante mis orgasmos me alejo de todo lo que me rodea, es una despersonalización total. Sólo me siento yo, incluso me olvido de mí misma. Sólo permanecen mi voz y mis gritos. En los orgasmos de estado, que son los que mejor me satisfacen, el placer aumenta gradualmente, estoy totalmente aislado de mi entorno.


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Sólo oigo la voz animal que sale de mi garganta, mis cortos gemidos se convierten en increíbles gritos. Lo siento en el estómago, primero un cosquilleo, luego se suceden las contracciones. Es un estado de conciencia totalmente alterado. Mi visión se oscurece; veo destellos de colores o de luz” (K. 2017)

El cuerpo como un organismo vivo Sentir placer es algo más que percibir un estímulo agradable, es un concepto fenoménico propio de la experiencia viva, subjetiva, personal y cultural, una impresión que se siente de una manera específica. Así, estar auto-consciente implica percatarse del entorno propio a través de impresiones sensoriales que se sienten de cierta manera: dolores, placeres, temperaturas, texturas, y que se reflexionan y resignifican desde ámbitos dispares. El placer sensorial y la eroticidad están altamente impulsados por expectativas aprendidas y socioculturales.

Circuito cerebral del placer Es importante, sin caer en jerarquizaciones o reduccionismos, conocer un poco acerca del placer y sus bases neurobiológicas. Cuando se escanea el cerebro de mujeres experimentando el placer –no únicamente orgásmico, puede ser al comerse un pastel de cacao chiapaneco–, las zonas del “sistema de recompensa” se activan, específicamente vías de la aclamada dopamina, asociadas a atención focalizada y sentires ectásicos, eufóricos, motivados o deseosos. Entre ellas, el área tegmental ventral (ATV), ínsula medial, corteza cingulada anterior (ACC), hipocampo, el núcleo accumbens (NAC), núcleo caudado y el hipotálamo. Hay dos cosas que decir al respecto: la primera, que la participación de este circuito da más peso a las afirmaciones respecto a la importancia de la atracción, el apego, apapacho, la generación de espacios de confianza como parte de las experiencias del placer femenino. Generar entornos de masturbación o de interacción donde estemos relajadas, atentas al presente, a escuchar nuestros mapas de sensaciones, reflejos y respuestas, e ir activando todos esos cócteles de neurotransmisores viajando por nuestra sangre y nuestros nervios, así como a contracción voluntaria de nuestros músculos en coordinación con frecuencias respiratorias o cardiacas. La segunda, que el aprendizaje de la regulación emocional y motivacional, como el entrenamiento explícito de la conciencia y control de sentires satisfactorios, no solamente se asocia con segregación de neurotransmisores como la dopamina o la adrenalina que son más cercanas a la


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respuesta de recompensa inmediata, sino con rutas neuroquímicas que modulan el comportamiento social humano a largo plazo. La primera ruta involucra neuropéptidos prosociales, como la oxitocina y la vasopresina, que intervienen en conductas como el apego, la empatía y la generosidad, mientras que la segunda, involucra a la serotonina que delimita los comportamientos antisociales. ¿Será que tomarse más en serio el entrenamiento de una conciencia corporeizada podría llevarnos a sexualidades más placenteras y empáticas? No nos interesa caer en la discusión de si el orgasmo es únicamente causado por los órganos eréctiles femeninos, en particular por el clítoris, y dejar fuera la teoría freudiana del orgasmo vaginal, relegando a la vagina a su función reproductiva. Para nosotras, aunque apreciamos las virtudes clitorianas, se trata de una experiencia donde influyen muchos y variados sistemas mentales, conscientes, fisiológicos, ambientales y relacionales. No obstante, es sin duda el clítoris –un órgano “descubierto” en occidente por el anatomista italiano Mateo Colombo en el siglo XVI, y arribando a los libros de texto gracias a los trabajos de Hellen O’Connell, el Informe Hite y las investigaciones de Masters y Johnson durante los años 60’s-, un elemento fundamental de la fisiología del orgasmo femenino.

El famoso Clítoris En el clítoris parece haber más de 8,000 terminaciones nerviosas, y se ha defendido que su función única es el placer sexual. Se cuenta que fue el anatomista renacentista Mateo Colombo de los primeros en describirlo y nombrarlo con esa intención: “amor veneris”. Quizás por ello ha sido fruto de desasosiegos y teorías muy especulativas, como la relación que Wilhelm Reich propuso con el orgón como principal forma de liberación de energía reprimida. El cuerpo del clítoris consta de dos cuerpos cavernosos, que se llenan y se vuelven turbios con la excitación sexual. Es parte del aparato eréctil femenino junto con los bulbovestibulares, quienes provocan las contracciones orgásmicas rítmicas ‘’vaginales’’ que se observan cada 0.8 segundos por los músculos bulbocavernosos). El sistema de cavernas comienzan con las raíces (la cara oculta del clítoris cubierta cubiertas por los músculos isquiocavernosos), que se unen por debajo y por delante de la sínfisis del pubis, constituyen el cuerpo del clítoris y terminan en el glande. de la sangre en la raíz hacia los cuerpos cavernosos del clítoris y la compresión de las venas profundas lo que


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Es la contracción de los músculos isquiocavernosos durante la excitación femenina la que provoca un aumento de la sangre en la raíz hacia los cuerpos cavernosos del clítoris y la compresión de las venas profundas lo que propicia la erección del clítoris. Con los ejercicios de Kegel – entrenamiento del control voluntario de los músculos perineales como al detener el chorro urinario–, y muchos otros entrenamientos musculoesqueléticos como la danza del vientre o el yoga, se ha demostrado que puede regularse y disfrutarse más de las experiencias sexuales. Hay que tomar en cuenta, que los músculos isquiocavernosos y los músculos bulbocavernosos son mixtos –esto quiere decir que son histológicamente estriados y funcionalmente mixtos–, lo que da lugar a pensar más seriamente en su disciplinado entrenamiento, así como considerar el famoso refrán: “músculo que no se usa, se atrofia”. Vale la pena hacer una precisión, la regulación de las experiencias de gozo –que incluyen al clítoris, la vulva y a muchos otros órganos–, están relacionadas con la regulación y el control de procesos conscientes y no tan conscientes. Muchos de estos órganos se componen de músculos lisos que no podemos controlar a voluntad como los bíceps de nuestros brazos (músculo estriado), pero al estar inervados por el sistema nervioso autónomo podemos aprender a regularlos de manera más sistémica. Es decir, a partir de controlar la respiración o algunos movimientos o posturas, podemos propiciar la secreción de hormonas o de neurotransmisores que recorren nuestra sangre, reconociendo nuestras ansiedades, bienestares y goces en correlación.

¿Fábulas experienciales? Eyaculación femenina o Squirting En la investigación placentera de los cuerpos y conciencias femeninas abundan las controversias, una en particular es la “eyaculación femenina”. Durante la fase de excitación sexual o de orgasmo, algunas mujeres (entre el 10 y el 40%) experimentan la emisión involuntaria de cantidades variables de líquido que varían desde 0,3 mL hasta más de 150 mL. Para algunos, la naturaleza de esa emisión de fluido es esencialmente la emisión involuntaria de orina durante la actividad sexual o una mera hiperlubricación vaginal; mientras que para otros, es producida por las glándulas de Bartolino o por las glándulas de Skene.


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Punto G Y las controversias ontológicas continúan, ¿Existe el Punto G? Hay quienes defienden a capa y espada su existencia, resaltando que no puede reducirse simplemente al tejido glandular periuretral (glándulas de Skene), ni que tampoco la extrema sensibilidad de esa zona pueda deberse únicamente a una amplificación como respuesta al los movimientos de vaivén que la contactan con el cuerpo cavernoso del clítoris. Los que más convencen, como Krantz (1959) y Hilliges et al. (1995), proponen la idea de una área específica de sensibilidad, una unidad neurovascular con extensa inervación ubicada en una amplia zona de la pared vaginal anterior, que estaría implicada en el orgasmo vaginal y podría desempeñar un rol analgésico relacionado con la liberación de endorfinas durante el parto (Whipple y Komisaruk, 1988).

Mas allá de los genitales: Zonas erógenas distribuidas agencialmente por el cuerpo, la posibilidad de otras cartografías. Sabemos en carne propia que la estimulación táctil de ciertas partes del cuerpo provoca respuestas eróticas intensas. El tacto es un poderoso medio para provocar experiencias sexuales, tanto las caricias afectuosas de la pareja como la autoestimulación. Las zonas erógenas se han planteado como paradójicas, porque producen sensaciones sensuales a partir de superficies corporales alejadas de los genitales. El famoso neurocientífico Ramachandran, sugirió una intrigante explicación para la distribución de las zonas erógenas: que estas sensaciones surgen como consecuencia de su adyacencia a los genitales en el mapa somatotópico de la corteza somatosensorial primaria, como ocurre con los pies. No obstante, son cada vez más estudios los que sugieren que esta propuesta no se sustenta. Las zonas erógenas son partes del cuerpo que convocan sensaciones sexuales cuando se tocan o estimulan. Pueden ser genitales o extragenitales. Se plantea que el 95,3% de mujeres abogan por zonas erógenas extragenitales.


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En orden descendente, las zonas más potentes fueron los pechos, los labios, el cuello, las orejas y las nalgas. El 12% de los participantes declararon tener un orgasmo debido a la estimulación de las zonas extragenitales. Una hipótesis que ha comenzado a ganar terreno es la que además de pensar de manera espacial y localizacionista, parece ser que el modo de tocar contribuye a la sensación placentera y erótica. Se trataría del sistema táctil C o afectivo (sistema especializado para el tacto dinámico con intervención de fibras nerviosas periféricas de conducción lenta y no mielinizada presente en la piel vellosa). Es un sistema que se activa específicamente con una temperatura particular, que suele corresponder al contacto interpersonal piel con piel, un rango específico de velocidad óptima de estimulación (1-10 cm/s). Curiosamente, aquí se considera la participación de la ínsula (órgano cerebral implicado en la percepción de los propios procesos neurofisiológicos o interocepción), y no tanto de la corteza somatosensorial Las experiencias sexuales femeninas se presentan como una vía de goce para acercarnos a nosotras mismas, para aprender a ser más conscientes de nuestro cuerpo y de los portentos sintientes que por él se despliegan. A través de la regulación, control y descontrol de procesos fisiológicos periféricos y centrales, así como emocionales y motivacionales dentro de contextos socioculturales. La subjetividad no implica una sola verdad o una única respuesta, solo cada una de nosotras podrá comprender y expandir su placer a voluntad, sentirnos para conocernos, para auto-cuidarnos y cuidar de los otrxs en cada recoveco re-descubierto.


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ORGASMO EN EL PARTO ¿Es posible experimentar un orgasmo en el momento de parir? Para comprender los procesos conscientes, perspectivas sensoriomotoras y somáticas cada vez más influyentes, han desafiado ideas canónicas al plantear que la auto-conciencia se logra a partir del entrenamiento de habilidades corporales. Es decir, que la variedad de estos estados puede entrenarse gracias a una historia de interacciones y reconocimientos en prácticas socioculturales. Por ejemplo, las mujeres pueden aprender, a lo largo de su vida, a sentir experiencias placenteras durante el parto. A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX no era inusual que los médicos o naturalistas europeos discutieran acerca de esos extraños órganos diseminados en los cuerpos femeninos, y que generarán cartografías dicotómicas de dolor o de placer a partir de ellas. En ese entonces, las mujeres de América, África y Europa eran objetos de estudio y no personas capaces de interpelar esos mapas vacíos de experiencias. El parto como algo absolutamente fisiológico y que acontece sin dolor no era más que una posibilidad tribal. En estas infografías, queremos proponer y justificar con base en razones testimoniales, artísticas y científicas que el dolor durante el parto no se vive de manera universal, ni se ha experimentado en todos los tiempos. Más bien, parece ser parte de construcciones socioculturales que se han apropiado de los sentires del cuerpo, dejando fuera la subjetividad y la posibilidad de apropiación y resignificación. De hecho, existen testimonios e investigaciones en distintos meridianos que dan cuenta del parto como algo absolutamente fisiológico e indoloro, así como del conocimiento perdido y su rescate a través del entrenamiento de estados de conciencia más placenteros acompañando estos procesos.


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Posturas encuerpadas Algunos historiadores cuentan que la posición ginecológica o litotómica en la que se colocan los cuerpos femeninos para parir, fue una imposición del Rey Luis XIV de Francia, quien quería asegurarse de ver a su esposa y amantes al traer a sus hijos al mundo, para que él pudiera gozar de la mejor vista estando sentado de frente. Lamentablemente, en esta posición, la mujer vuelve a ser un objeto para el Rey y para el médico a cargo, dónde ella no se encuentra cómoda, se dificulta la expulsión del feto y ambos cuerpos parecen no vivirlo de la mejor manera. Cuando se considera a otras voces y a otras experiencias, culturas menos etnocéntricas y más vivenciales han identificado posturas que pueden ser mucho más benéficas para el cuerpo de cada mujer y para el cuerpo de cada feto. Las prácticas de parteras o del denominado parto humanizado, indoloro o incluso el psicoprofiláctico llevan mucho tiempo presentes, y deberían volverse cada vez más comunes. Este saber práctico es la vía para seguir explorando y reconociendo posibilidades de experiencias ya no solo indoloras, si no placenteras.

Conciencia del placer El útero es un órgano con un metabolismo activo y cíclico, cada mes se esponja y se vacía, y cuando comparte espacio con otro ser crece de una manera sorprendente. Según la doctrina hinduista se trata un centro vital de energía, de renovación y de placer, que puede abrirse o bloquearse dependiendo el diálogo que tengamos con nuestro cuerpo. Aprender y enseñar prácticas de sentir consciente y atento, para comunicarnos mejor con nuestro cuerpo haciendo inteligibles sus mensajes, para conectar con las necesidades de nuestro útero, vulva, vágina o pelvis. Percibir sus sentires, sus movimientos, sus placeres, sus menstruaciones, sus respiraciones. Entrenar hábitos corporales para experimentar estados de conciencia que activan procesos hormonales y de neurotransmisores específicos, que nos llevan a relajaciones o contracciones más voluntarias. Así como aprender a entrenar nuestros sistemas musculares, cómo apretar, como contraer, como soltar, cómo sentir, y transmitir estos conocimientos de generación en generación. Una oportunidad de generar más conocimientos en cuanto a algo tan común como parir, una educación sexual que no solo se remita a evitar embarazos si no al auto-conocimiento y al auto-cuidado responsable y comunitario.


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Prácticas auto-conscientes, físicas, emocionales, que van desde el fortalecimiento del piso pélvico, con balanceos, círculos y estiramientos acompasados con ciclos respiratorios (Ejercicios de Kegel, Postura de “la hamaca”, postura en cuclillas o malasana, posición de media rueda, postura del arco o dhanurasana, postura del bebé feliz, postura de la Diosa o konasana, baile del vientre, posturas de yoga); hasta la toma de control sobre el sistema nervioso autónomo que es el encargado de los movimientos del útero, lo que implica la indagación en técnicas de auto-conciencia, meditación y lo que se ha denominado respiración ovárica. Así, paulatinamente, podemos alcanzar dicho ideal si cambiamos las prácticas epistémicas, si legitimamos la construcción un espacio íntimo y consciente de máxima libertad corporal, una utopía realizable de féminas autónomas, cuyos cuerpos no estén gobernados por el capricho, la circunstancia o por las imposiciones del contexto, más bien por acciones que atienden a su voluntad, que son resultado de procesos de autoconciencia, interocepción (percepción de nuestro cuerpo interno, de nuestras vísceras) y cambio interno, de regulación emocional, y de un mayor desarrollo de experiencias serenas para vivir y convivir.

Testimonios Se trata de entrevistas que se realizaron a mujeres que experimentaron placer y orgasmos durante sus partos. Las preguntas estaban enfocadas en la descripción de sus experiencias vividas. Fue el relato de estas vivencias en primera persona una inspiración para fabular un mundo de personas más conscientes de sus sentires y sus placeres, y además, para buscar fundamento científico y social al respecto. A continuación, se colocan algunos extractos de las entrevistas realizadas en varias sesiones durante el 2020. Maria Lucia Taylor “Mi madre tuvo seis hijos, en el penúltimo fue introducida a un curso que se llamaba “Parto sin dolor” y fue para ella maravilloso comparado a los partos anteriores, cuando me embaracé ella me insistió mucho en llevar el curso” “Los ejercicios [del curso] son principalmente respiratorios, enfocados a manejar el dolor en las contracciones pero nunca se citó el placer, a mi núnca me dijeron que podía sentir un orgasmo, eso fue descubierto por mí.” “No hay que tener miedo al dolor del parto, porque se puede controlar (...) el dolor no existe si tu sabes bloquearlo”


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“Es en el alumbramiento que se siente el placer, es un momento único, placentero y excitante. una experiencia que guardé toda la vida y cada vez que me acuerdo disfruto”. “El orgasmo es un gozo momentáneo, guárdate ese momento exitoso maravilloso en tu cajita de cosas maravillosas.” “quién estaba un poco sorprendido fue el ginecólogo, su cara era de sorpresa y también de ¡qué bueno que estás disfrutando!” “Desde mi primer parto ya hubo placer que yo comparo semejante al de un orgasmo, el segundo parto fue muy rápido —sin dolor— y el tercero fue en casa, colectivo, donde todos los participantes conmemoramos” “Yo creo que el parto no es lo que pintan la mayoría de las personas (...) durante siglos la humanidad parió sin la necesidad de una asistencia”

Leticia Gallegos “Tengo tres hijos, y desde el primero me preparé, no me preparé para un parto con placer, yo no sabía que existían los partos con placer. Pero sí sabía que podías dar a luz de manera natural y que no tenía que ser con dolor, lo que llaman parto psicoprofilactico” “En ese entonces yo tenía la creencia de que se tiene que parir con dolor, esa era una creencia en mi familia. según mi madre se hacía “a valor mexicano”. “En mi primer parto le pedí a mi esposo que me ayudara a apoyarme en posición de tarahumara , porque así los bebés bajan más rápido. Fue muy lindo porque él me sostenía, yo sabía que estaba siendo sostenida entonces toda mi energía la podía concentrar en expulsar al bebé. Les puedo decir que poder dar a luz en cuclillas, no genera dolor. Fue una cosa muy impresionante. Inmediatamente lo pude amamantar, no me dolía nada, yo disfruté desde el primer momento a mi bebé y eso hace que se genere un vínculo increíble” “Para mi segundo parto había llevado terapia y aprendido más técnicas corporales y además llevé a escondidas una alberquita inflable al hospital . La instale en el baño, pasé ahí la labor de parto, muy relajada, muy rico, yo no sentía prácticamente las contracciones. Cuando me llevaron a la sala de parto mi segundo hijo nació de un pujo, fue para mi muy hermoso, yo lo besaba y lo agradecía. Imagino que en el futuro los protocolos para dar a luz incluirán alberquitas donde las mujeres estarán relajadas, con la pancita flotando.” “A las mujeres embarazadas que yo les he compartido esto, han tenido partos muy bonitos, y me enorgullece generar esto” “Mi tercer parto fue lo yo deseaba, en una clínica donde el médico estaba para acompañarme a mi ritmo, donde se respetó mi decisión: “mi cuerpo sabe y mi bebé sabe lo que vamos a hacer”


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y puse en práctica todo lo que había aprendido para manejar adecuadamente las contracciones: relajación, respiración, imágenes visuales, y así fui permitiendo que se fuera abriendo el canal.” “Sí creo que un parto natural, que en principio sea sin dolor, y de manera óptima sea con placer cambia la vida de las mujeres y los bebés al momento de dar a luz y creo que cambiaría la vida en sociedad, porque estaríamos formando el carácter desde el nacimiento, en el que hay que luchar, pero a la vez hacerlo con serenidad, generar ese tipo de conexiones desde el nacimiento para conectar con el propio proceso de la vida, es prepararse para la muerte (...) Creo que así podríamos contribuir a una sociedad, en todos sentidos, más sana emocional y físicamente.” hoy entiendo lo que significa la co-creación con el universo, o según la creencia de cada quien, es de verdad participar en la creación , en donde la mujer es capaz de dar vida, esto que solamente las mujeres podemos hacer. (...) El dolor es una interpretación, una intensidad de sensaciones en donde el cuerpo se prepara para tener al bebe “

¿Cómo es posible experimentar un orgasmo al momento de parir? “Cuando nace mi hijo recuerdo perfecto la sensación intensísima de un mega orgasmo, que yo hasta dije “no puedo creer lo que estoy sintiendo”, grité de placer, no fue grito de dolor, ni para pujar, fue grito de placer, y mi hijo nació tranquilo, no tuvo la necesidad de llorar.” (Anónimo, 2020)

Estamos más habituadas a asociar el parto con el dolor. De manera formal e informal se nos enseña a sentir dolor, a tener consciencia de un útero lacerante e involuntario. Wilhem Reich, el famoso médico e inventor que tantas contribuciones hizo a la sexología de mediados del siglo pasado, lo planteó de esta manera: “Durante siglos, la mayoría de los úteros han sido espásticos, y por eso los nacimientos han sido dolorosos”. Actualmente se ha conceptualizado como castración somática, a la desconexión del útero con el estado de conciencia que deriva úteros espásticos, es decir, de úteros que han perdido la capacidad de movimiento, elasticidad y flexibilidad. Órganos femeninos acorazados que, como cualquier otro músculo que no se trabaje o que se reconozcan sus procesos autonómicos, acaba por debilitarse y no poderse controlar. ¿Podemos revertir esa condición? ¿Podemos dar lugar a la interpelación del cuerpo, a partir de ejercitación y conciencia?


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Pelvis y músculos entrenados La pelvis se divide en dos: pelvis mayor (parte superior de la cavidad) donde se encuentran las vísceras abdominales (hígado, bazo, estómago, intestino delgado y grueso). Y la pelvis menor (parte inferior) que contiene los órganos uro ginecológicos: recto, vejiga, uretra, útero, vagina y genitales externos. En la pelvis menor, se sitúa la excavación pélvica (canal del parto que presenta variaciones en cada mujer): todas las estructuras que debe atravesar el bebé en su paso hacia el mundo exterior. Este canal no es completamente vertical, ni rectilíneo, más bien tiene forma de túnel curvo, orientado de forma oblicua que el feto debe ir sorteando mientras rota y se enfila hacia el mundo exterior. ¿Podríamos cooperar para su salida si controlamos mejor esos músculos? Esto es uno de los elementos que complejizan el parto, el poco control, que se tiene sobre todo este sistema musculoesquelético.

Piso o suelo pélvico fortalecido Se trata de un entramado músculo-ligamentoso, que se compone de dos capas de músculos, ubicados en la parte interna de la pelvis y divididos en: una capa superficial y otra más profunda. La parte más superficial (el llamado periné) son músculos alargados y fibrosos que se insertan en el estrecho inferior: Bulbo-cavernoso, Isquiocavernoso, Transverso superficial, Esfínter estriado del Ano. En la parte media se encuentran: Esfínter estriado de la uretra, Transversos Profundos del periné y en la parte más profunda (músculos más gruesos del diafragma pélvico) están el Isquicoccígeo y el elevador del ano, músculos que son atravesados y recubiertos por los esfínteres uretral y anal. Estas estructuras poseen varias funciones conocidas desde hace muchos lustros (por ejemplo: control de la micción y la defecación, estabilidad lumbopélvica o movimientos durante las relaciones sexuales) en los cuales algunos conocimientos vivenciales de las mujeres y sus cuerpos han podido colarse. Sin embargo, para que la utopía de partos placenteros sea viable, es necesario tomarse mucho más en serio a todos los músculos voluntarios e involuntarios que son parte de este suelo pélvico:


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mujeres autónomas y auto-conscientes –corporalmente hablando–, que entrenan de manera atenta y constante todo este entramado y pueden ir generando vías de gozo y placer. No hay que olvidar que durante las fases del parto, toda la pelvis se moviliza para que la dupla cuerpo de feto en movimiento y madre de feto en movimiento encuentren la posición óptima. ¿Qué sería de nuestros cuerpos femeninos si desde los primeros patrones de crianza o instrucción escolar se nos enseñara a conocerlos, controlarlos a voluntad, atenderlos sin patologizarlos? ¿A percibir de manera enriquecida nuestra interocepción y aprender a dirigirla hacia un comportamiento deseado? ¿Podríamos incluso controlar y comprender la dismenorrea o dolores que acompañan a la menstruación? Y para que las fases del parto evolucionen de una buena forma, es necesario que la pelvis se pueda movilizar sin restricciones, que el feto rote adecuadamente y que no exista ninguna complicación. Los profesionales de la salud han investigado y prosiguen su búsqueda para delimitar las variables que rodean al parto, para averiguar cuáles lo facilitan y cuáles no.

Úteros en vías de goce Se trata de un órgano de tejido muscular fuerte, elástico y flexible, que de 7 cm de longitud puede llegar a medir hasta 32 cm en un embarazo a término. La inervación del útero proviene principalmente del plexo uterovaginal que se extiende hasta las vísceras pelvianas desde el plexo hipogástrico inferior. Fibras simpáticas, parasimpáticos y aferentes viscerales componen este plexo. El sistema neuromuscular del útero tiene tres capas de fibras musculares: las longitudinales, las circulares y las intermedias. Las fibras intermedias forman la capa de vasos sanguíneos que suministran oxígeno y retiran los desechos y que rodean en forma de ochos y espirales la pared media del útero. Las fibras longitudinales están inervadas por el sistema vagal que es parte del sistema nervioso parasimpático (son los que permiten abrir y soltar). Si aprendiéramos a regular mejor nuestros procesos autonómicos, a entrenar nuestra conciencia en el reconocimiento


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del bienestar sistémico –conociendo patrones respiratorios específicos, posturas o relaciones con entornos particulares–, podríamos fomentar la activación de estas fibras estimulando la secreción de algunas hormonas y generar estados de relajación, o de placer mismo. Las fibras circulares, son las que al contraerse suelen cerrar, están inervadas por el sistema nervioso simpático, y por lo tanto activan estados de estrés y de alerta. Al parecer, este es el sistema que suele activarse más comúnmente durante el parto, generando esos comportamientos dolorosos tan comunes en las narrativas femeninas.

Entender el parto cómo un acto sexual En presencia de mujeres que presentan testimonios de gozo durante el parto, las explicaciones exclusivamente álgicas con las que solemos aproximarnos a estas experiencias se confiesan mezquinas. Si el cuerpo se configura en el espacio de la autoconciencia y la voluntad de sentir, podemos entender el parto como un acto sexual. Es sabido que toda sexualidad sucede mejor en relajación, con confianza plena en el entorno propio, y si es el caso, compartido, sin estar pensando en situaciones ajenas a ese momento presente – lo que podría activar las respuestas estresantes del sistema simpático o a la neocortex y distraernos–, lo que propicia la activación total del tono vagal y del sistema nervioso parasimpático. Fueron varios los investigadores que desde hace casi un siglo, promulgaron que la fisiología natural del parto pareciera tender más hacia el placer y que al dolor. Conocer el funcionamiento de la oxitocina ayudó a dar más peso a estas aseveraciones. Porque esta hormona neurotransmisora que vaga por la sangre de la mujer gestante, realiza acciones determinantes: activa los receptores uterinos (y los que están repartidos en las zonas erógenas del cuerpo), para poner en marcha el sistema neuro-endocrino-muscular del parto (lo que incluye la activación del reflejo muscular, y a las mal llamadas contracciones «porque se trata de un movimiento de contracción-distensión de fibras que se encogen y se distienden»); y, además, está ligada directamente con el goce orgásmico. De hecho, la acción fisiológica de la oxitocina llega literalmente hasta los huesos: relaja a la pelvis ósea, la articulación sacroilíaca y a la sínfisis del pubis.


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Así una red de placer puede activarse –si la conciencia está entrenada y dispuesta a vivirlo y si esas zonas no se han atrofiado por falta de uso y reconocimiento–, entre los senos, el útero, la vagina y las cartografías sintientes personales, para sentir cómo se desencadena una estimulación placentera que recorre el tiempo. El obstetra británico Grantly Dick-Read sugirió que la experiencia (consciente) del miedo que se despierta en las mujeres determina el círculo vicioso –”miedo ~ tensión ~ dolor”–. De acuerdo con sus ideas, es esta experiencia miedosa actuando sobre el sistema neurovegetativo la que determina una tensión anormal en la zona inferior del útero, agravando la vivencia desgarradora en el curso del trabajo del parto. En sus palabras: “Unos músculos longitudinales y otros circulares que funcionan como un par sincronizado. Los circulares son los que cierran (el cérvix) y los longitudinales los que empujan para hacer descender el feto. Cuando esto sucede, el sistema nervioso simpático que inerva las fibras circulares tiene que desactivarse para que estas fibras aflojen la tensión y no ofrezcan resistencia al movimiento de las longitudinales, que están inervadas al parasimpático.” Actualmente hay cada vez más líneas de investigación y de exploración en estos temas, por ejemplo, se ha corroborado la idea de que la fisiología motora del útero durante el trabajo de parto es automática. No obstante, este automatismo fácilmente sufre la influencia de una hiperactividad del sistema nervioso autónomo. Es decir, que la angustia y el dolor actuando sobre las glándulas suprarrenales y el sistema nervioso simpático generan una mayor cantidad de noradrenalina que llega al torrente sanguíneo que irriga al útero, que eso es lo que altera su contractilidad normal, provocando incoordinación de las fibras musculares y posibilitando, incluso, la fibrilación uterina. Todo este proceso sistémico agrava la experiencia dolorosa y prolonga el trabajo del parto afectando, incluso, a la dilatación del cérvix. Por ello, técnicas que preparan a la mujer gestante para evitar que el sistema simpático domine la situación enmascarando los posibles efectos del parasimpático, a partir de coordinación muscular-respiratoria, posturas corporales cómodas, estados conscientes de relajación, apertura, de “soltar”, pueden favorecer la atmósfera sanguínea automatismo uterino y aceleran la evolución del trabajo del parto. En este sentido, incluso la hipnosis ha tenido unos cuantos revivals al respecto.


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Así, si logramos poner los andamios de una construcción sociocultural en la cual el “trabajo de parto” puede tornarse en un “acto de placer sexual femenino”, podemos apelar a investigaciones que arguyen que el temblor del útero puede ser el comienzo de una excitación sexual y que si se llega a la experiencia orgásmica durante el acto, las vibraciones extremas detectables en el clítoris, la vagina, el cérvix favorecen la expulsión del feto y bloquean los receptores del dolor. En este orden de ideas, es cada vez más común se convide a la estimulación de los pezones en la experiencia del parto (o durante el alumbramiento con el mismo recién nacido amamantando por primera vez), para ayudar a la contracción automatizada del útero y a la plataforma placentera que puede emerger. Al reconocer la vivencia de “dar a luz” como una manifestación de la subjetividad en el momento presente, se está tomando en serio que se trata de procesos conscientes peculiares, en los cuáles uno se prepara, toma la decisión voluntaria de entrenarse, de conocerse, de estar dispuesta y saber cómo generar un entorno sistémico propio que sea proclive a sentires placenteros. En este sentido, los sexólogos españoles Juan Merelo Barberá y Ramón Serrano nos previenen de seguir pautas de socialización infantil enfocadas en la inhibición sistemática de las pulsiones sexuales y del conocimiento corporal. ¡Todo lo contrario! Fomentemos patrones de comportamiento política y éticamente correctos que ayuden al establecimiento de conexiones neuromusculares con procesos conscientes, que cada vez haya más mujeres que reivindiquen la unidad psicosomática entre la conciencia y el útero, que puedan liberarse de los imperativos del sentir. Esta investigación es una invitación a la toma de conciencia del momento de parir, de sus cuerpos, de sus habilidades mamíferas e instintivas, de reconectarnos con nuestros cuerpos y colonizar nuestros sentires. Explorar y encontrar placeres aún ocultos, aquellos cuya fisiología natural nos invita a explorarlos y nombrarlos en nuestros universos corporales de significado.


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PLACER EN OTRXS CUERPXS Aquí escribimos entre lo posible, intentamos desplegar mundos, galaxias desde los márgenes y los intersticios, espacios donde no se secuestren a los imaginarios. Proponemos habitar transiciones y legitimar a esos cuerpos sintientes que a veces han sido situados fuera de la norma. Reconocer otras formas de sentir, de gozar, de compartir, observar la riqueza que emana de la materialidad corporal indefinible. En este trabajo transdisciplinario e interseccional queremos invitar a la reflexión respecto a una característica propia de la vida, la experiencia de la transición constante. Subir a bordo a un diálogo de gozos y placeres, la propuesta de una cosmogonía de la que quizás no saldrá ileso, pero que, esperamos, logre generar cuestionamientos y la oportunidad de generar un cosmos con variopintas gravedades. La emergencia de lugares abiertos, solidarios, donde sea posible algo fundamentalmente distinto de lo que hasta ahora se nos había permitido imaginar o soñar.


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La cuestión de la ontología intersexual: ¿Qué es ser intersexual? Una compleja constitución de cómo las epistemologías médicas y científicas contemporáneas han interpretado y diagnosticado las condiciones intersexuales; de cómo los activistas intersexuales han impugnado y resignificado esas definiciones; de cómo nos cuestionamos todxs, o deberíamos, sobre la comprensión de los cuerpos patológicos o trastornados, la corporalidad sexuada y los métodos tecnocientíficos de normalización somática; y de cómo las personas intersexuales que existen en la realidad compartida han luchado y teorizado formas de estar y sentir en el mundo. La intersexualidad nombra a una variedad de situaciones corporales, anatomías diversas donde las características sexuales (genitales, niveles hormonales, patrones cromosómicos) no se ajustan a la norma típica de lo masculino o lo femenino. A veces ocurre al nacer en este mundo heteronormado, personas que tienen formas genitales típicamente femeninas, pero con testículos internos. O cuando llegan a la pubertad y manifiestan cambios corporales inesperados. Siempre en contraste con el poder de la norma, de las prácticas discursivas de los endosexuales. En la cultura medicalizada en la que nos encontramos, se ha categorizado de distintas maneras: hermafroditismo, afecciones de discrepancia genital, trastornos del desarrollo sexual. Pero, el valor de estos taxones se vuelve un tanto escandaloso cuando se identifica que 1 de cada 150 personas nace intersexual, entonces, ¿no será una variación natural entre los seres humanos? ¿Cuál es el fin de estas categorías de corrección? ¿Reposa sobre ellas el sentido mismo de la identidad de seres sintientes? En ocasiones, cuando llegan al mundo estas personas con una sexualidad inexpresada, el cuerpo se normaliza siguiendo protocolos de medicalización específicos. La “ambigüedad sexual”, se convierte en una “asignación sexual” y todxs pueden ser bienvenidxs al criterio binario. Además de ser un síntoma explícito de la incompatibilidad entre la complejidad de lxs cuerpxs vivxs con el régimen político hegemónico de las apariencias, la modificación quirúrgica temprana no suelen permitir el desarrollo de una sexualidad placentera. Por un lado por el riesgo de que los órganos relacionados con el gozo puedan llegar a ser removidos o quedar con poca sensibilidad a causa de la fibrosis.


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Y por otro, los coloca en un estado de conciencia de insatisfacción por la búsqueda del placer colonizado perdido. ¿Se trata de una sociedad inflexible, que etiqueta a las personas en una categoría fija y radical, sin tomar en cuenta sus sentimientos, deseos o subjetividades? El ser caracterizado como “anormal” no abona a la generación de una mejor convivencia entre las comunidades humanas, el seguir estigmatizando “lo distinto” propicia la no aceptación, construir con base en la diversidad nos dirige más naturalmente hacia un bienestar colectivo y solidario.

Disforia de género Esta manera de forzar la mudanza de una categoría a otra, la “genderización” que sostiene la hegemonía del sexo binario, de la que habla Butler (1990). También ocurre en la noción de “disforia de género”, una clasificación desde un problema que es susceptible de ser solucionado terapéuticamente. Solo hay que asomarse al famoso “Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales” de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría en su 5ta edición –el DSM-5 por sus siglas en inglés–, donde se diferencía entre la disforia de género en niños, y entre adolescentes y adultos. Ahí quedan establecidos los criterios para poder diagnosticar este “trastorno de salud mental”, cuando se manifiesten algunos de ellos (6 en niños, 2 en adultos) por más de 6 meses de duración. Concordamos en cuanto a qué se trata de una experiencia en la discordancia entre la apariencia sexual, y el sentimiento personal de ser hombre o mujer. Una incongruencia entre lo que se asigna y lo que se experimenta, entre lo que se expresa y lo que se siente. Se trata de un sentir, de una experiencia que se manifiesta por todo el cuerpo, quien lo vive lo describe como un sentimiento constante, un deseo y una convicción persistente de adoptar el rol social del sexo biológico opuesto: un constante conflicto de identidad sexual. “No creo que ser gay y ser intersexual estén directamente relacionados. Mi conciencia de la disonancia entre mi identidad de género interna y mi cuerpo físico llegó mucho antes de mi conciencia de la orientación sexual.”

¿Es posible desmantelar la disforia de género a través del autoconocimiento y la regulación solidaria de los afectos?


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Identidades diversas, nuevos mapas de experiencias placenteras ¿Podemos desear a un género utópico? Al poner en duda algunas de nuestras distinciones taxonómicas y clasificatorias más básicas: lo masculino y lo femenino, lo patológico y lo sano, lo normal y lo anormal, lo biológico y lo tecnológico. Podemos contemplar algo distinto a la sexualidad masculina y femenina, cuestionar el esquema de género binario y describir la identidad y el erotismo de formas nuevas. La humanidad es diversa, escapa constantemente a la “normalidad”, los intersexuales son parte de esta diversidad y sus experiencias placenteras no tendrían por qué resultar inaccesibles o incomprensibles al resto de la sociedad. Identidad no como biológica sino como una proyección sociocultural que depende del resto de los seres agregados a un sistema gremial, que a veces marcan las formas teorizadas de cómo estar en el mundo y de cómo sentir. Pero que permite considerar la performatividad del deseo y evitar el descuido del erotismo. En este sentido, Victor Turner (1980) plantea la posibilidad del tránsito cultural y comportamental de las personas a partir de la pérdida de identidad y la adquisición de una nueva a través de ritos basados en la desagregación, liminalidad y agregación. La entrada de las personas a nuevos espacios conscientes, corporales y sociales en los que adquieren compromisos, responsabilidades y derechos, que van aunados a un nuevo modo de ser, de sentir y a una nueva forma de identificación y de referencia por sus congéneres. Son estas experiencias y acciones sociales las que pueden irrumpir en las narrativas personales y transformar de manera determinante sus percepciones, cartografias del sentir, sus biografías, siendo así, que los humanos construyen su biografía sentimental de manera participativa, a partir del acceso diferencial a formas de reconocimiento social y contextual que se explican como fenómenos colectivos de transición identitaria. Hacer identidades comunitarias, participar en la creación de otras conciencias y otras narrativas personales y colectivas. Una suerte de corporalidades queer: cuerpos que no se ajustan a las concepciones cis-céntricas, sexualmente dimórficas y que rechazan a la normalidad somática en pos de un cuidado en interrelación. Donde la experiencia erótica del yo es necesaria para el deseo de género dirigido por el otro, donde ambos están unidos y se informan mutuamente


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El placer en cuerpos no binarixs: la emergencia de una sexualidad intersexual La forma tradicional de ver el placer sexual ha sido inadecuada para captar las experiencias de las personas intersexuales. Las verdades sobre la sexualidad intersexual creadas por la academia y la ciencia biomédica, son incorporadas y confirmadas en los cuerpos, esculpidas y remodeladas por el entorno cultural. Por ejemplo, se menciona a la autoandrofilia o autoginefilia (excitación sexual ante el pensamiento o la imagen de uno mismo), como explicaciones legítimas. ¿Cómo liberarse de los confines del esquema de género binario? Personas queer expresan su deseo de liberarse de los confines de las normas y expectativas de género para explorar guiones y cartografías propias. Se comienza a dibujar una sexualidad que va más allá del género, que desmonta el mito del orgasmo como única vía para experimentar placer. Que se toma en serio los distintos estados sensibles y sensuales de la conciencia, y da la oportunidad para aprender a remapear al cuerpo, para reconocer y experimentar nuevos modos de existir, y de sentir el placer sexual. ¿Será posible trascender la heteronorma binaria desde el desarrollo de una conciencia corporal, de una auto-exploración performativa que recoloniza las experiencias corporales? “Tengo un género queer y una orientación sexual queer... Me atraen las personas que se encuentran en la misma región de la galaxia de género que yo, independientemente de que se les haya asignado F o M al nacer. Su expresión de género me importa. Me gusta cualquier tipo de genitalidad y géneros asignados al nacer. Cuantas más personas inter o trans he conocido, más cómoda me siento conmigo misma, menos binaria se ha vuelto mi perspectiva. El sistema de género binario no funciona para mí. Es una galaxia de género” Estas nuevas ontologías corporales, galaxias de sentires o cartografías anatómicas del placer, que nacen de las experiencias oníricas, del espacio consciente de las fantasías y el erotismo. Lo que pueden contribuir a crear una imagen corporal erotizada que va más allá de los discursos normativos de los cuerpos sexuales y orgásmicos.


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“Me siento mucho más cómodx si mis fantasías incluyen imágenes de mi cuerpo tal y como es. Me siento mucho más cómodx estando en un lugar liminal, trans-específico en mis fantasías” (Iván) .

Al reivindicar la experiencia sexual y erótica de esos otrxs cuerpxs, se defiende una mayor visibilidad de esa experiencia liminal única e intersubjetiva. Lo que va aunado a un nuevo modo de ser, de fluir y a una nueva forma de identificación y referencia por sus congéneres. Se reconfigura el sentir, se remapea lo que se considera habitable y placentero logrando escapar del encierro de las categorías, donde la persona intersexual tenga la posibilidad de una infinidad de vías de placer.

Más preguntas y menos respuestas No pretendemos caer en un chovinismo epistémico que presuma que nuestra apertura plantea todas las respuestas, más bien recordar que tenemos que abrir el diálogo sin caer en reificaciones o en categorizaciones que contribuyan a las dicotomías. Si aplicamos el principio epistémico de la caridad, sabiendo escuchar y comprender las vivencias, afectos compartidos y temores de todos los involucrados, se posibilita despatologizar las variabilidades intersexuales y desdibujar estereotipos para validar la emergencia de esos otros universos. Se vuelve crucial ser parte de las luchas políticas y éticas para reinventar experiencias, rutas disciplinarias y campos semánticos informales que den lugar al estremecimiento del deseo, al goce de los cuerpos, a nuevos universos de placer; y poder responder así a esta nueva ciudadanía sintiente, al reconocer las múltiples formas de existir.


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AGRADECIMIENTOS Estamos muy agradecidas de todos los diálogos e ideas que emergieron durante charlas y entrevistas con diversos colegas, amigxs, conocidxs y desconocidxs, las propuestas surgen de esas reflexiones colectivas. En particular, gracias por los placenteros testimonios de Leticia y de Lucia Taylor, así como las enriquecedoras conversaciones con Siobhan Guerrero Mc Manus. Corriente Cientimental Festival El Aleph 2021 “Fisiologías abiertas: Las fronteras de la medicina desde el trabajo de las artivistas”

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