INTRODUCCIÓN A LA ZOOFILIA
Un ensayo de
CUCHARITA
CORTOS Y PEREZOSOS
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Introducción a la zoofilia © De la obra: Javier de Pedro Buesa © Cubierta: Javier de Pedro Buesa © Cortos y Perezosos http://www.cortosyperezosos.com Todos los derechos reservados
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Índice 0.0 Preliminares
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1.0 Pequeños 1.1 Mosca 1.2 Abeja 1.3 Procesionaria 1.4 Gusano de seda 1.5 Caracol 1.6 Limaco 1.7 Rana
18 19 22 26 32 37 42 47
2.0 Medianos 2.1 Calamar 2.2 Pulpo 2.3 Pez 2.4 Pingüino 2.5 Tortuga 2.6 Oveja 2.7 Canguro 2.8 Perro 2.9 Buitre 2.10 Cerdo 2.11 Ser humano 2.12 Culebra
52 54 58 64 69 74 80 85 90 95 100 105 110
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3.0 Grandes 3.1 Le贸n 3.2 Verde y con antenas 3.3 Ciervo 3.4 Toro y vaca 3.5 Burro 3.6 Oso 3.7 Elefante 3.8 Ballena
116 118 122 126 130 135 140 144 150
4.0 Necrozoofilia 4.1 Dinosaurio 4.2 Rat贸n Mickey 4.3 Pavo
157 161 165 169
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0.0 Preliminares Nadie en su sano juicio leería un libro como este, de modo que no me creo en la obligación de pedir perdón a quien pueda herir la sensibilidad. Si a alguien, de entrada, le ha ofendido el título, sería estúpido disculparse en las páginas interiores, motivo por el cual tampoco lo voy a hacer. La idea surge más por una necesidad que por un arrebato de inspiración. Nació durante la Segunda Vienal de Benecia (o uvebersa), evento que se encarga de coordinar a todas las empresas y usuarios del sector. Allí, un grupo de buenos amigos con aficiones comunes, entre las que, créanme, no se encontraba la escritura (si bien es verdad que todos somos grandes amantes de la lectura), decidimos llevar a cabo el proyecto uniendo nuestros, modestia aparte, dilatados conocimientos. Dicho lo cual, me dispongo a realizar algo que, francamente, creo que debería haberse escrito antes. Porque, en la desmedida oferta editorial, resulta cuando menos extraño que los amantes de la zoofilia no tengamos un libro de referencia 5
y consulta, tanto para aquellos que desean iniciarse como para los ya iniciados que deseen profundizar más en su afición con el fin de conseguir una relación más satisfactoria y placentera para ambos. Existen, sin lugar a dudas, algunos títulos en los que se aborda el tema, pero siempre de una forma encubierta. Finas pinceladas que pasan desapercibidas para la mayoría, debido a una represión (del autor o de la época) que impedía la llana sinceridad. Sirvan como ejemplo Platero y yo, libro de culto durante generaciones de amantes de los animales, o El perro de los Baskerville, ambos bajo el común denominador de las figuras literarias, casi siempre alegorías. Por no hablar de los dedicados de modo expreso a los más pequeños, como Tintín y Milú, y Las aventuras de los cinco. Tan solo en el genial La bella y la bestia se expone el asunto que nos concierne con algo de valentía y, por qué no decirlo, con la sempiterna desigualdad o especismo. Tampoco, y por poco, Honoré de Balzac termina de rematar la faena en su preciosa historia de amor platónico Una pasión en el desierto. Por eso, cansados de tanto enmascaramiento y agravio, decidimos salir a la luz y creamos este modesto 6
catálogo de animales, visto, como no podría ser de otra manera, bajo la perspectiva del zoófilo. No pretendemos ser originales, pues somos conscientes de que a lo largo de la historia es probable que diversos autores hayan tratado el tema. Entre este mundillo (que esperamos, gracias a la difusión de este ensayo, deje de ser tal para convertirse en práctica común y respetada) se rumorea acerca de la existencia de un tratado similar creado por Noé. Según se cree, este andaba trabajando en el proyecto cuando le sorprendió el bíblico diluvio. Ni corto ni perezoso, y sabedor de las interminables noches que tendría que pasar a bordo, decidió montar en la nave a todos los animales objeto de sus experimentos. No se conoce a ciencia cierta la existencia de tal manuscrito que, según revelan todos los indicios, pudo acabar siendo pasto de las aguas. Debido al gran y límpido amor, sin parangón en el mundo de la ciencia, que Darwin profesó hacia todos y cada uno de los distintos tipos de animales, unido a su poca pereza en anotar y escribir teorías, por descabelladas o farragosas que fueran, le erigen también como obligado candidato 7
a la creación de un estudio zoofílico anterior. Tampoco tenemos constancia de su existencia. Sí que le reprochamos con firmeza desde este texto su falta de valentía. Pudo habérnoslo puesto mucho más fácil a los siguientes si hubiera reconocido sin reservas su orientación sexual en alguna de sus infumables obras, en lugar de defenderse rizando rizos y yéndose por los becerros de Úbeda intentando justificar lo injustificable. No pasa nada por ser distinto. He ahí lo bonito. El milagro de la naturaleza que nosotros celebramos y gozamos. Ante todo, queremos dejar claro que, al contrario que el pávido Darwin, no somos expertos en animales. De modo que el orden establecido no corresponde a razones biológicas de ningún tipo. Hemos creído más conveniente optar por un orden puramente mendeleviano y realizar el estudio basándonos en el tamaño creciente de estos (factor de gran importancia, según nuestro parecer), si bien, cuando lo juzguemos oportuno, haremos divisiones por familias, todo según conveniencias proentendimiento. De forma que dividiremos esta enciclopedia o prontuario, como hubiese hecho Balzac, en tres grandes grupos: pequeños, medianos 8
y grandes. También hemos estimado que sería fundamental, aunque no se realizase un estudio exhaustivo, dedicar un breve cuarto capítulo a la necrozoofilia, muy en auge en nuestros días debido a las costumbres contemporáneas. Esta división en tres apartados pretende asimismo facilitar la labor al personal docente, procurando que coincidan los capítulos con las tres evaluaciones en las que se suelen dividir los cursos académicos, y reservar de comodín el cuarto capítulo para ser impartido o no en función del desarrollo del curso. Para nosotros debería ser una asignatura troncal, pero entendemos que los primeros años pueda empezar como optativa. Recordad que el bestialismo es un escalón más en el amor a los animales, y no debe ser motivo de ocultación, vergüenza o complejo de culpabilidad. El animal querido ha de ser tratado con amor, dignidad, respeto..., en fin, con los mismos valores que han de cumplirse en cualquier tipo de relación entre iguales. Conviene, por tanto, deshacerse del rancio antropocentrismo y dejar de creer en la superioridad humana frente al resto de especies. 9
No entendemos el porqué de la cínica alarma social ante este tipo de prácticas. Parece ser que, sin embargo, matar a un animal, descuartizarlo en millones de pequeñas partes y hacer con ellas unas vomitivas albóndigas es de lo más normal. Las personas que no aman a los animales y son capaces de cometer tales atrocidades con ellos, no entienden que se les pueda querer hasta el punto de amarlos. Como es lógico, un bestialista sería prácticamente incapaz de procurar cualquier mal a casi ninguna especie. Conviene recalcar que no es lo mismo bestialista que bestia, ya que gran cantidad de ignorantes tienden a confundir estas dos formas de actuar, por similitud en la raíz o lexema de las palabras que designan tales actitudes. El zoófilo no bestializa por necesidad o vicio. Lo hace por amor. Conviene, por eso, alejarse de las habladurías rurales de tiempos atrás, en las que se asociaba el sexo con animales a determinados grupos de personas con graves carencias sentimentales, cognitivas, de integración... Con sospechosa frecuencia, este tipo de falsos mitos solía terminar con la muerte del animal a causa de la introducción de 10
diversos aperos de labranza por alguno de sus orificios cuando el violador caía en la impotencia y frustración al observar que el animal no era capaz de percibir el entusiasmo sexual puesto por el individuo, y mucho menos de responder a este. No cabe duda de que, en algún momento, tan lamentables hechos se pudieron producir. Pero no con la asiduidad y cercanía que siempre ha imprimido la leyenda, hasta el punto de que todo el mundo tenía algún vecino, conocido o familiar que obraba con esta tachable conducta. Seamos rigurosos, claros, sensatos y dejémonos de cuentos infantiles peyorativos que en nada contribuyen a la expansión de tan noble hábito. Otra puntualización necesaria es que no diferenciaremos el sexo en los animales, de manera que, por ejemplo, en el capítulo «Medianos», que hace referencia a los cánidos, se hablará del perro y no de la perra, al usar por comodidad costumbrista el masculino generalizador, sin tener en cuenta sus posibles disimilitudes, pues damos por supuesto que el sagaz lector es consciente de ellas. El enfoque será, por tanto, «macho humano tapa agujero de distinta especie». El aforismo «agujero con pelo, pa jodelo», queda parco en contenido, 11
por lo que nos resulta estrictamente necesario actualizarlo como «agujero con escama, pluma o pelo, pa jodelo». Desde aquí instamos a alguna de los cientos de miles de millones de mujeres zoófilas, que sabemos que existen, a que cree un estudio similar, desde el punto de vista femenino. Nosotros hemos creído más honesto dejarlo en manos de alguien que lo conozca con propiedad, y no dejarnos sumergir en eróticas suposiciones. No queremos fomentar con este tratado la promiscuidad, la lujuria o el vicio. Rogamos por ello, encarecidamente, que no continúe con esta lectura aquel malintencionado que crea que va a encontrar en estas páginas el más mínimo resquicio de lascivia. Tampoco el enfoque pretende ser erótico. A pesar de lo fácil que sería caer en el romanticismo sensual propio de otras épocas en las que, bajo distintos métodos literarios (el más común era dotar a un componente de la pareja de la condición de príncipe, y al otro, la de vasallo, cuando no de sapo para señalar la diferencia existente entre animales y humanos), se reflejaba la dificultad de llevar a buen puerto una relación de este tipo. Con la importante 12
carga romántica y erótica que produce la imposibilidad. Esperamos estar a la altura de tamaño compromiso social, en el que de forma tan grata y altruista hemos decidido embarcarnos, así como ser lo más respetuosos posible con todas las culturas, grupos y sectas que conforman nuestra sociedad, tanto humana como animal.
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