Cuando no nos ven | Fotolibro (2015)

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Por las tardes, jugábamos a la pelota en la cancha cerca del río. Atrás del arco que daba a la ruta, estaba el ranchito de don Espíndola. La pelota retumbaba en la puerta y en la ventanita del costado. Tres días estuvo muerto en su casa, dicen que estaba hinchado ya


...accidentalmente a veces metía la mano en el manojo de pájaros muertos, algunos calentitos, otros duros y fríos; todos como sacos llenos de vidrios quebrados. Los pájaros muertos, cuando están amontonados, huelen raro


A veces me tiraba en la gramilla a descubrir formas en la nubes. Las hormigas me picaban la espalda, aún así permanecía inmóvil. Luego de un rato iba a caminar por el monte. Llevaba conmigo un extraño y confortable calor; después de todo eran solo hormigas


...una certera patada me destroza la pierna, caigo, no puedo levantarme, lloro; los vecinos miran, nadie se acerca. Me levanto y voy a mi casa como puedo; me acuesto, creo que me da fiebre, me duermo


...dos pozos con techo de ramas funcionaban como trincheras. En las paredes, en compartimentos secretos, un arsenal de extra単os armamentos de madera


...cuando no me golpeaban en la cabeza escuchaba sus burlas: dále, levantáte maricón! El olor a lápices mezclado con transpiración y pasto, el guardapolvo manchado, la martingala cortada, mi viejo estaría muy enojado


Siesta, plan perfecto: vaciar los matafuegos y huir del lugar. Olvidamos borrar nuestras huellas


...una paloma canta. Martín pasa la soga por una rama y llama al perro, viejo, cansado, creo que algo sospecha, aun así va. Tira de la cuerda. El perro cuelga. Se mueve frenéticamente. Sol, siesta, silencio, la paloma canta


Hugo practica sus tiros con ametralladora contra los perros podridos que flotan en el río. A sus espaldas una alta pared blanca; pájaros a toda velocidad estallan contra ella en un sonido seco y quedan regados en el césped, dando espasmódicos saltos de muerte


Una bola latente de arĂĄcnidos flota sobre hilos de seda. Cerca, varias chicharras y algunos pĂĄjaros yacen atrapados, livianos, vacĂ­os


JugĂĄbamos a flotar; a veces me dejaba arrastrar por la corriente, sumergido e inmĂłvil, sin respirar, hasta que me dolĂ­a el pecho. E imaginaba seguir flotando, para siempre



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