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Condición

No obstante, sin ignorar la mutua relación y coexistencia de estos elementos, territorialidad, soberanía y legitimidad serán analizadas separadamente con fines explicativos. En primer lugar, y teniendo en cuenta la matriz territorial del Estado, se debatirá en torno al problema de la soberanía estatal y la configuración del Estado como un actor no trascendente –no superior a los demás nodos de poder– dadas su condición de condensador de fuerzas globales y locales contingentes, y la existencia de flujos que lo trascienden en todas sus dimensiones. Todo esto con el propósito más general de definir la condición del Estado en el nuevo entorno político global. Posteriormente, se analizará la racionalidad novedosa que adquiere el Estado dada su condición, y se enfatizará en la forma de Estado liberal democrática de mercado, como consecuencia de dicha racionalidad. Finalmente, se introducirá la tercera categoría que se quiere abordar: la legitimidad. En ese segmento se subrayará que, en el marco del desorden global, la racionalidad que adquiere el Estado constituye la causa de su crisis de legitimidad debido al rostro autoritario y unidimensional que lo caracteriza, a las consecuencias colaterales negativas que generan sus acciones y decisiones, y a la aparición de nuevas fuentes y nodos de poder legítimo. De esta manera, desde tres categorías esenciales –territorialidad, soberanía y legitimidad– serán analizados tres elementos clave del Estado contemporáneo: su condición en el marco del desorden global, su racionalidad y su crisis de legitimidad.

Condición

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106 Las características multidimensionales y multiescalares que posee la globalización generan efectos directos sobre la condición que asume el Estado en términos de su soberanía. Dichos efectos se acentúan de forma considerable dado el desorden mundial que rodea al Estado. Los aspectos multidimensionales (económicos, políticos, culturales, jurídicos, sociales y ambientales) que contiene la globalización generan numerosos flujos que limitan la acción autónoma del Estado y, a su vez, aumentan su imposibilidad para controlar al interior de sus fronteras la oleada de elementos exógenos provenientes del entorno desordenado. Así mismo,

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