COSTA RICA Y EL FMI EN EL 2020 ALGUNAS CONSIDERACIONES RELEVANTES SETIEMBRE, 2020
Hoy en día es válido hacerse la siguiente pregunta: ¿Por qué necesitamos un programa con el FMI? ¿Qué pasa si no lo hacemos? Debemos observar que la memoria del mercado internacional no es tan corta. Las calificadoras de riesgo les recuerdan a los mercados de dónde venimos. Fuimos grado de inversión, ahora estamos solo una letra arriba del tripe C (CCC). Los inversionistas aún tienen en la memoria haber fallado varios intentos de realizar un ajuste fiscal y por eso fue por lo que el país decidió de salirse del mercado internacional por 5 años. La última reforma fiscal fue la de diciembre 2018 y, en parte por eso, Costa Rica decidió retomar el financiamiento externo en noviembre 2019 con $1.500 millones.
asdfasdfas Teníamos el camino listo, pero apareció de la nada la crisis sanitaria y todo cambió. Ahora, lo que se había planeado con antelación no es suficiente y debemos realizar un adicional ajuste fiscal ya que las perspectivas de crecimiento no son muy positivas y afectan la recaudación fiscal y la sostenibilidad de la deuda pública. Para poder salir adelante, requerimos de alguien independiente que certifique la conveniencia del plan fiscal y monitoree su implementación. Necesitamos volver a ganar la confianza de los mercados internacionales. Requerimos volver a un rating crediticio de grado de inversión. Todo ello para colocar emisiones internacionales en el 2021, 2022 y tal vez 2023. Los fondos del FMI y del mercado local no son suficientes. En estos momentos, debemos cubrir la menor recaudación de impuestos por moratorias por cierres de la economía por la crisis sanitaria, y no hay espacio para tomar mayor deuda ya que se vuelve insostenible; no podemos mantener el proceso de endeudamiento cuando la razón deuda pública con el PIB va a estar en un 88% en el 2025. El mercado internacional lo sabe y por cada emisión nueva nos van a pedir un mayor premio por riesgo lo que se traduciría en un proceso explosivo. A mayor oferta de bonos, el precio cae, es decir, los cupones suben. Además, no hay mucho campo tampoco en el mercado local. Entonces, no queda más que disminuir el déficit fiscal. Se estima que el déficit fiscal va a cerrar en este 2020 en un 9.3% del PIB y quizá un 10%. ¿Cuánto de eso es por pandemia y cuánto es normal? A grandes rasgos, un 4% puede ser explicado por la pandemia y un 6% por la dinámica normal que traíamos en el déficit fiscal. Debemos bajarlo un 6% del PIB. El Gobierno debe eliminar el apalancamiento y para eso cuenta con las siguientes opciones: 1. 2. 3.
Aumentar crecimiento del PIB: mayor recaudación y menor razón deuda respecto al PIB. Vender activos estatales: lo que genera un efecto riqueza al reducir stock de deuda. Combinar ajustes en ingresos y gastos: mayores impuestos y/o menores gastos
Ahora, aumentar los impuestos reduce el crecimiento económico. El reverso es cierto también: curva de Laffer. Está comprobado empíricamente, pero hay que creérselo ciegamente para que se dé. Menores gastos también reducen el crecimiento económico y aumenta el costo social. Entonces hay que tomar decisiones duras porque de lo contrario nos vamos a ver obligados a renegociar
cupones de la deuda interna actual. Acordémonos que el 45% del presupuesto 2021 está destinado a cubrir el servicio de la deuda (intereses). Este es el riesgo más grande que tenemos si no hacemos nada. Hoy día tenemos una propuesta del Gobierno y me atrevería a decir una contrapropuesta también recientemente anunciada por el exministro de Hacienda Rodrigo Chávez. Una propuesta final podría contar con insumos de ambas partes. El Gobierno propone contener el gasto por 4 años mientras sube impuestos temporalmente también por 4 años, unos progresivos (renta a utilidades y salarios) y otros regresivos (propiedades y transacciones financieras). Las ventas de activos estatales no son significativas ya que solo contemplan a BICSA y a FANAL. La contrapropuesta propone ir 50/50 entre aumentos de impuestos y reducciones de gastos. No complicarse con impuestos: subir el IVA temporalmente y devolvérselo a la población más vulnerable. Eso sí, el Gobierno debe reducir salarios o reducir empleados y entre más rápido mayor es el efecto sobre el déficit fiscal y sobre el stock de deuda pública. Según los últimos datos de Hacienda, se requerían alrededor de $500 millones mensuales de solo deuda local incremental. Solo hace sentido vender activos estatales si pagamos vencimientos de deuda de manera significativa por lo que habría que vender un banco estatal, la telefonía celular del ICE y abrir el capital del INS, operaciones con un valor considerable y que reduzcan significativamente los vencimientos de la deuda de los próximos años, que rondan en solo 3 años casi $9.500 millones de dólares. Muy probablemente se acordará algo intermedio entre estas dos propuestas, pero va a tomar tiempo implementarlo por lo que hay que monitorearlo ya que, como bien lo mencionó una casa de corretaje externa: estamos sujetos a caer en una fatiga fiscal por lo largo del periodo del ajuste, más aún que hay cambio de gobierno en el 2022. Costa Rica inicia un proceso de negociación interno que va a tomar un par de meses. Uno podría pensar en una propuesta más balanceada en la que los sacrificios de los distintos grupos de presión sean similares. Indudablemente, hay que incentivar la inversión ya que, solo creciendo, vamos a salir adelante. Al principio mencionamos que pasaría si no buscamos un paquete con el FMI. No es condición suficiente buscarlo ya que perfectamente el país podría internamente decidir qué ajuste va a realizar y lo hace de una sola vez o, por lo menos, toma las acciones necesarias para retomar la credibilidad internacional del país, es decir, para que las calificadoras de riesgo inicien un proceso de revisión con miras a subir la calificación internacional. Una vez comprobado, las nuevas calificaciones podemos acudir a los mercados internacionales más que todo para buscar deuda más barata que la local. El tema es que la experiencia de la última década no está a nuestro favor ya que no logramos ponernos de acuerdo en ajustes significativos en las finanzas públicas del país.
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