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BoletĂn Informativo del Centro Regional del Salesiano Coadjutor
Ministros defraternidad
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manGasde camIsa Boletín Informativo del Centro Regional del Salesiano Coadjutor
Enero-Febrero 2016| 001 Contáctenos: Email: crescosdb@gmail.com Tel: +502-24745961/24745953 Guatemala
editorial P. Miguel Aguilar sdb.
“Y todos ustedes son hermanos” Hemos podido tener ya en nuestras manos el nuevo documento sobre “La Identidad y Misión del Religioso Hermano” que ha sacado la Congregación para la Vida Consagrada con fecha del 15 de agosto del 2015. Un documento que tiene cuarenta puntos (consta de cuarenta páginas) y está dividido en tres grandes partes: 1. Los Religiosos hermanos en la IglesiaComunión; 2. La identidad del Religioso hermano y 3. Ser hermanos hoy: un relato de Gracia. Todo esto precedido de una Introducción. El número dos, el más largo, está a su vez dividido en tres partes: I. El Misterio: la fraternidad,
el don que recibimos; II. La Comunión: la fraternidad, el don que compartimos; III La Misión: la fraternidad, el don que entregamos. Este documento llega a nuestras manos casi al final de año dedicado a la vida consagrada. Y se vuelve un estímulo y un desafío para nuestra reflexión, pero sobretodo una oportunidad para seguir creciendo en el Don que hemos recibido como vocación para ser y hacer de acuerdo a nuestra identidad. Espero que todos podamos leerlo, estudiarlo, meditarlo, orarlo, reflexionarlo y compartirlo.
La comunidad CRE 2016
CO
¡Hay equipo! Estos somos los hermanos que compartiremos este año en el Centro Regional del Salesiano Coadjutor
Fila de arriba de izq a der: Hno. Juan Carlos Echavarría, P. Eduardo Castro, Hno. Dernival Ricardo Martins, Hno. Manoel Messias Da Silva, Hno. Javier Abregú, P. Miguel Aguilar, Hno. Sergio Paredes, Hno. Fabio Rojas. Fila de abajo de izq. a der: Hno. Jesús Olarte, Hno. Pablo Carrizo, Hno. Emeterio Machaca, Hno. Gabriel Osorio, Hno. César Cerqueda, Hno. Cristóbal Cáceres.
Venimos de todas partes...
MĂŠxico El salvador
CRE CO Brasil
Colombia
Bolivia
Paraguay Argentina
Conociendo a los hermanos del CRE CO Hno. Gabriel Osorio (Argentina) ¡Buenas, buenas! Me llamo Gabriel, soy Salesiano Hermano Coadjutor y nací en Argentina. Quiero contarte cómo de a poco Dios me fue abriendo un camino totalmente inesperado para mí. Se trata de la historia de la relación entre Él y yo. De más está decir que desde mi primer aliento Dios me acompañó. Pero esta historia que quiero contarte comienza cuando tomé conciencia por primera vez de su presencia en mi vida y descubrí, con la ayuda de muchos amigos que me regaló, de cuánto me quería. Tenía 16 años. A partir de ese momento comencé a vivir una serie de experiencias que me demostraron lo feliz que era entre los jóvenes con los que compartía cuando Dios estaba presente entre nuestras actividades implícita o explícitamente. ¡Recién me estaba enterando de que Dios estaba Vivo! Mi vida cobró un sentido tremendo. Los salesianos acompañaron este proceso y me ayudaron a entender lo que se podía y a admirar en silencio lo que no. El testimonio de alguno de ellos, en especial de dos sacerdotes, fue muy significativo para mí. Yo también quería hacer lo que ellos hacían y vivir tan feliz como ellos me demostraban... Pero, obviamente, me asustaba enfrentarme a una idea tan nueva para mí. Hacerme cura salesiano nunca había estado entre mis planes, para nada. Esta posibilidad me atraía por un lado porque podía dedicar mi vida a los jóvenes y a ese Dios con el que me hacía cada vez más amigo. Pero por otro me hacía mucho ruido porque, para serte sincero, no me sentía con pasta de cura... sentía que esa parte del binomio no me correspondía. Cuando cumplí 17 me dije: “Bueno, es así loco. Las dos cosas vienen juntas, ser salesiano y ser cura. Así que si querés ser salesiano consagrado metele para adelante no más”. Entré a la congregación en febrero del 2008. Era muy poco lo que en un año y medio había podido conocer de la Iglesia y de la congregación, pero esa pequeña ignorancia digamos que me sirvió muchísimo. ¡Veía todo con ojos del que ve por primera vez! Todo era novedad... La comunidad que Dios me dio ese año fue muy buena. En ella había dos personas que fueron (y son hasta hoy) muy importantes. Se trataba de dos hermanos coadjutores, una especie de salesiano consagrado que, para mí sorpresa, ¡no eran curas! Viviendo con ellos pude evacuar muchas dudas de qué era ser hermano coadjutor, de qué y cómo lo hacían. Lo que más me llamó la atención fue su sencillez de vida, su cercanía sin vueltas con la gente y con nosotros y su capacidad de estar en las cosas de Dios y sentir su presencia en lo de todos los días. Eso hacía que vivieran con una corazón tan alegre que trasparentaba a Dios. ¡Eureka! Era la respuesta a mis inquietudes. Al año siguiente, finalizando el noviciado, elegí ser hermano coadjutor convencido de que era mi lugar. Y este Dios del que te cuento, ese Dios que quiere ver a sus hijos felices, me ha ido demostrando hasta el día de hoy que ese modo de vivir es para mí. Soy feliz siendo salesiano, soy feliz siendo hermano coadjutor, soy feliz trabajando con los jóvenes y para ellos par a par con mis hermanos salesianos sacerdotes. Y mi corazón inquieto sigue latiendo con fuerza por Dios, el Dios amigo, el Dios de Jesús del que te hablaba al inicio y del que espero hablar hasta mi último día. ¡Ánimo! Abrite a su presencia y confiá. Del resto se encarga Él.
Ministros de Fraternidad Por: Hno. Pablo Gabriel Carrizo
Este artículo busca iluminar sobre la dimensión fraterna que poseemos y vivimos los Salesianos Coadjutores ¿Qué significa que seamos HERMANOS? ¿Qué implicancias tiene esto en la pastoral y la vida comunitaria? Para profundizar en el conocimiento de nuestra identidad como salesianos hermanos presentamos aquí un sencillo aporte. Quienes son cercanos a las obras salesianas en cualquier parte del mundo, saben que en las comunidades de los salesianos vivimos tanto sacerdotes como coadjutores. En algunos lugares, tanto a los sacerdotes como a los coadjutores se les llama comúnmente “hermanos”, pero en la mayoría de los ámbitos salesianos el término de “hermano” se utiliza para referirse especialmente a los coadjutores. Es muy común escuchar hablar de los “hermanos coadjutores”. En mi experiencia, en casi toda américa se llama a los coadjutores de “hermanos” o “irmão” (en Brasil). Pero, ¿Por qué está relacionada la figura del hermano con el coadjutor? ¿Por qué los coadjutores somos hermanos? Entonces, a modo de dar algunas palabras acerca de esto que es tan propio de los salesianos hermanos, voy a tratar de realizar un acercamiento a esta cuestión con el fin de favorecer otro ámbito de comprensión y reflexión de la identidad del hermano a partir de este aspecto particular. ¿De dónde surge el término de hermano? ¿A dónde se remonta el uso de este término en el ámbito cristiano? “Hermano es el nombre que tradicionalmente se ha dado al religioso laico en la Iglesia desde los comienzos de la vida consagrada. No le pertenece en exclusivo, ciertamente, pero sí le representa de un modo
significativo en la comunidad eclesial en la que es memoria profética de Jesús-Hermano, quien declaró a sus seguidores: «Y todos vosotros sois hermanos.» (Mt 23,8).” En las primeras comunidades cristianas ya vemos cómo se llaman entre ellos hermanos. Solo en los hechos de los apóstoles encontramos, según las traducciones, alrededor de cincuenta veces el término de hermano. Esta forma de llamarse los unos a los otros era muy común porque con ella se designa una relación de fraternidad, de comunión, de comunidad. “El nombre de hermano/hermana subraya la dignidad común y la igualdad fundamental de todos los creyentes, hijos en el mismo Padre celestial (cf. Mt 5, 45), llamados a formar una fraternidad universal en Cristo, el primogénito de muchos hermanos (cf. Rom 8, 29)”. La fraternidad, don que recibimos, don que compartimos. Teológicamente, ¿Cómo podemos entender o profundizar sobre la fraternidad? Bien sabemos que todos los cristianos somos hijos del mismo Padre por el bautismo. Esta relación filial con el Padre es la que genera también la relación fraterna con todos los bautizados. Entonces, la historia de la fraternidad empieza en la
paternidad. El origen consiste precisamente en recibir del Padre, por la creación, una condición de hijos. La fraternidad necesita de la paternidad, ya que la fraternidad tiene su origen en el Padre que ama. Pero, justamente, más que por el simple hecho de ser hijos por el bautismo, es por el amor que el Padre nos tiene de donde surge este don de la fraternidad. ¿Qué hay en el origen de la vocación del hermano, sino la experiencia del amor de Dios? “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (1 Jn 4, 16). El bautismo nos hace ser hijos de Dios Padre, pero el amor que Él nos tiene, la experiencia de encuentro profundo con Él en su amor y en su misericordia, es la que nos hace sentirnos verdaderamente hijos de Él. Este “hemos creído en él”, que afirma Juan es su carta, (que surge de la experiencia del encuentro con el amor de Dios) es lo que nos hermana como comunidad de creyentes. Los que hemos experimentado el amor de Dios hemos recibido el don de la fe, todos de igual manera, y esto es lo que nos llama a formar la fraternidad universal en Cristo. El amor de Dios me hace hijo, pero también hace hijo a mi prójimo y a todo que el que ha hecho experiencia de su amor. De ahí surge esta realidad de verdadera fraternidad que existe entre todos los que “hemos creído en él”, “los que hemos experimentado de su amor”. “Nadie ama si antes no es amado”. La fraternidad, don que entregamos. Esta experiencia del amor de Dios es experiencia de un don que se recibe gratuitamente del Padre a partir del encuentro íntimo con Él. Cuando este don es percibido como tal, el mandamiento de “amarás a tu prójimo como a ti mismo” deja de ser mandamiento y se trasforma en respuesta necesaria al don del amor. Por eso decimos que la vocación del hermano no es solo ser destinatario del amor de Dios, sino también testigo y mediador de ese mismo don. “Las relaciones de filiación se transforman así, simultáneamente, en relaciones de fraternidad. Por ello, decir “hermano” es tanto como decir “mediador del amor de Dios”, mediador del Amor del Hijo que llevó su amor hasta el
extremo.” Lo increíble y atractivo que tiene esta forma de entender la fraternidad como mediadora es que esta se realiza necesariamente desde una realidad netamente horizontal, ya que el amor de Dios se muestra a todos de la misma forma y en la misma proporción. No todos tenemos la misma experiencia de encuentro con el amor de Dios, pero este amor sí se da de igual forma a todos. Es por eso que, el creyente, al realizar la función de mediación del amor de Dios, lo hace como un hermano, de igual a igual, que lo único que busca es que el hermano (prójimo) haga su experiencia de amor profundo con Dios. Esto lo vemos muy claramente en el texto de la parábola del buen samaritano (Lc10, 25-37). El samaritano acude al auxilio de su prójimo en una relación de fraternidad completamente horizontal. De hecho, quienes lo podrían haber ayudado desde un nivel superior o de mayor autoridad (el sacerdote y el levita) no lo hacen y siguen de largo su camino. ¿Será el ejercicio de la autoridad, cuando se encuentra viciado, el que cierra los ojos de los hombres e imposibilita la proximidad a la necesidad de los hermanos? Por eso, la horizontalidad de las relaciones fraternas posibilita y hasta favorece la cercanía, el encuentro con el prójimo, el auxilio y la liberación de los más vulnerados. Con esto no quiero decir que los que ejercen un puesto de autoridad estén imposibilitados para realizar su labor como un servicio (verdadero sentido de la autoridad), sino que quienes logran vivir la horizontalidad en las relaciones, logran ser verdaderamente cercanos a los más necesitados y, por lo tanto, ser hombre se real fraternidad. Fraternidad, don de todo creyente. ¿Quiénes estamos llamados a vivir el don de la fraternidad? Las características de fraternidad aquí presentadas le son propias a toda la vida religiosa, y más aún, a todo creyente. La fraternidad es propia del cristiano en general. El mandamiento del amor fraterno: “ámense los unos a los otros como yo los he amado” es para todos, no solo para algunos. Las Constituciones y Reglamentos de los salesianos de Don Bosco hacen referencia a esto cuando habla de la vida de los salesianos en
comunidades fraternas. Nos dice el artículo 50: Dios nos llama a vivir en comunidad dándonos hermanos a quienes amar. La caridad fraterna, la misión apostólica y la práctica de los consejos evangélicos son los vínculos que forjan nuestra unidad y robustecen continuamente nuestra comunión. El artículo 51 agrega: La comunidad salesiana se caracteriza por el espíritu de familia, que anima todos los momentos de la vida… En clima de amistad fraterna, nos comunicamos alegrías y penas, y compartimos corresponsablemente experiencias y proyectos apostólicos. Así vemos que la fraternidad no es vivida únicamente por el salesiano hermano, sino que debe ser vivida en conjunto desde ambas formas vocacionales de nuestra congregación. La vida fraterna es común a todos los religiosos, no solo a los hermanos. Ser Ministros de Fraternidad. Entonces: ¿por qué hablamos de salesiano hermano o de hermano religioso, si la característica de la fraternidad no le es propia específicamente al hermano sino que le es común a todo el pueblo creyente en Dios? Para responder a esta pregunta podemos valernos de la siguiente expresión que, puede surgir de una analogía, pero expresa la relación existente entre la fraternidad y la vida religiosa laical. Todos los cristianos poseemos la función sacerdotal por el bautismo, pero los presbíteros la ejercen ministerialmente. Del mismo modo, todos los cristianos estamos llamados a vivir los valores de la fraternidad, pero los religiosos hermanos los vivimos “carismáticaministerialmente” como una misión que nos es propia y específica, ya que estamos llamados a ser hermanos entre los hermanos, custodios de la fraternidad entre todos los cristianos. Digo “carismáticamente” porque es don que nos viene del Padre, por el Espíritu Santo. Digo
“ministerialmente” porque no puede darse a los demás sino como un servicio, como verdaderos servidores. Los valores de la fraternidad le son común a todos los creyentes, a todos los laicos, pero, dentro de la vida religiosa, los religiosos hermanos estamos llamados a encarnarlos de una forma particular ya que somos nosotros los que vivimos los valores de la laicidad, y por ende, de la fraternidad. Así, “la fraternidad de los religiosos hermanos es un estímulo para toda la Iglesia, porque hace presente el valor evangélico de las relaciones fraternas, horizontales, frente a la tentación de dominar, de la búsqueda del primer puesto, del ejercicio de la autoridad como poder: «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Ni llaméis a nadie padre vuestro en la tierra; porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni os dejéis llamar preceptores, porque uno solo es vuestro preceptor: Cristo. » (Mt 23, 8-10)” Desde esta horizontalidad el religioso hermano busca ser verdadero mediador del amor de Dios, no como alguien que “dirige” al prójimo hacia una experiencia divina, sino como alguien que “acompaña” el proceso personal de encuentro con Dios del hermano que tiene al lado. El hermano salesiano, posee una profunda cercanía con el prójimo que, al vivir los valores de la laicidad y de la fraternidad, le hacen ser un igual, un par, liberándolo así de toda posibilidad de superioridad. El que vive verdaderamente la fraternidad sabe vivir con los demás, para los demás, sin correr el riesgo de colocarse sobre los otros. Así, los hermanos religiosos estamos llamados a ser verdaderos expertos, maestros y “ministros” de fraternidad.
Una espiritualidad para los nuevos tiempos Todo empezó con una pregunta. ¿Podrán asistir mañana a la conferencia del benedictino Simón Pedro Arnold? Fue la cuestión con la que una profesora de clases quiso ofrecer a los hermanos del CRESCO una relectura aproximada a la situación de la espiritualidad en los contextos del siglo XXI. La conferencia se llevó a cabo en las instalaciones de la Universidad Rafael Landívar de la capital chapina. Marcaba el reloj las dieciséis horas cuando el moderador del evento llamó la atención a los asistentes que, entre interés y curiosidad, aceptaron la cita que les permitiría escuchar y platicar con el monje, hijo de san Benito. Disertó con espíritu sereno, con la seguridad que se adquiere con los años y con un tono de voz que transmitía deferencia y gratitud hacia los asistentes. Vestido de medio hábito benedictino, negro como de costumbre, desde la silla central empezó a compartir algunos frutos de su esfuerzo por dar a la espiritualidad cristiana nuevos resortes interiores que le hagan más vigente y fecunda. Así se expresó.
El reto fundamental de la cultura de hoy es la fe. Ser creyentes en una cultura de nuevos paradigmas viene a ser un desafío. Es la primera vez en la historia en la que ser agnóstico y ateo es situación ‘normal’, y por el contrario, ser creyente es una decisión, ya no una herencia del seno materno sino una opción contracorriente. Pero, si lo urgente en la Iglesia y la cultura es volver a la fe es importante hacerlo desde la mística, entendida como acontecimiento. Para nosotros los cristianos el gran acontecimiento es Jesús. Este acontecer del Misterio va más allá de lo entendible. La experiencia mística entendida como un choque imprevisto e inesperado de lo divino con lo humano genera cambios, voltea lo establecido y da giro a los elementos naturalizados de la vida. La crisis que vivimos hoy es un cambio de paradigmas en cuanto a la fe. Ya la fe no es lo que fue, por eso, para vivir la fe desde la convicción se necesita revalorar el acontecer místico. 1.
Diferentes dimensiones de la experiencia religiosa
Partiendo de la definición de religiosidad, esta se entiende como la capacidad antropológica, más o
menos fuerte, de conectarse con el misterio, lo divino o lo simbólico. En ese sentido hay culturas más propensas a la religiosidad, y que tienen especial capacidad de conectarse con lo invisible para, a partir de allí, elaborar un diálogo simbólico. Por otra parte, religión es la representación cultural de dicha capacidad religiosa. Por ejemplo, en mitos, ritos o normas. De cierta manera, la religión es una creación de las culturas para representar el misterio. También se puede comprender la religión como un sistema de poder que maneja dichas representaciones. La experiencia mística puede darse al interno de un sistema religioso. La fe es una experiencia mística, es lo que queda cuando no queda nada de nuestras creencias. Podría decirse que los discípulos de Jesús no eran creyentes hasta la muerte del Maestro, cuando la fe puso en crisis sus creencias. Es su muerte, como crisis de sus creencias, la que inaugura la fe, puesto que ahí se dio una fuerte experiencia mística. La fe como caminar… fe que entra por los pies. La fe es el sentimiento perturbador del encuentro con Dios que pone en camino. La fe es experiencia de intercambio sobre el acontecimiento místico. La fe se
transmite y comparte después de haberse experimentado. También, la fe es convicción y reflexión que no se logra hacer sin haber tenido el choque-terremoto con la persona de Jesús; sin haber caminado en su palabra; sin haber intercambiado con su corazón. En este sentido, la teología tiene como finalidad dar cuenta inteligentemente de la experiencia mística. Por tal motivo, no debería haber teología sin mística porque cuando se prescinde de ella entonces los teólogos dejan de ser creyentes. La fe es lo que queda cuando no queda nada después del terremoto del encuentro y acontecer de Dios en la propia vida 2.
Las profecías del siglo XIX han sido desmentidas. Hacia un paradigma postreligional
Las profecías del siglo XIX y XX defendidas por Feuerbach, Nietzsche, Marx y Freud fueron absolutamente necesarias sin importar que se hayan equivocado. Pero, ¿por qué fueron necesarias? Ellas nos permitieron lo que la cruz realizó con los discípulos, renunciar al mundo de las creencias para volver a la fe como superación más allá de toda creencia. El debate sobre las religiones es muy antiguo, data en la cultura occidental del renacimiento. El conflicto entre reivindicación científica, ciencia y religión inicia en dicho período. Son debates antiguos hoy llamados modernos. La cultura moderna puso a la religión como antagonista de la modernidad. Hoy parece que la religión está desaparecida del escenario posmoderno. Sin
embargo, estamos en el momento histórico más religioso, donde las religiones intervienen de manera más exponencial en el acontecer cultural y político. O sea, los nuevos paradigmas se despiden de las categorías religiosas y, sin embargo, el escenario cultura, económico y político está ‘plagado’ de lo religioso. Así, pues, lo religioso se ha vuelto la reivindicación principal de oposición a la hegemonía occidental, por ejemplo, el Islam. Ahora bien, ¿cómo es posible que en una cultura areligiosa cohabite con una hegemonía de lo religioso en el discurso de oposición? Es sin duda, un momento paradójico donde lo religioso es bandera de lucha y denuncia de abusos del sistema occidental. En este contexto encuadra perfectamente el concepto de postreligionalidad. Es decir, no es que la religión está desaparecida sino que ha cambiado de rol y de función en la sociedad. Dicho en otras palabras, ya la religión no sirve para explicar la realidad y menos para manejar el escenario mundial. Predicar sobre la realidad hoy es trabajo de los científicos o los políticos. No obstante, la religión sigue expresando la urgencia de crear sentido en una realidad que ha perdido el sentido. Entonces, ¿cuál es el lugar de la religión? Es propiciar espacios donde se elabore un sentido más allá de lo aparentemente absurdo y desesperante de la sociedad. La religión es lugar de construcción de sentido, es decir, donde se realice la mística. Puesto que sólo se construye sentido en el encuentro sorprendente y perturbador que convierte y transforma con Jesús. Y ello sólo se logra en la libertad de llevar el testimonio de la experiencia mística que invita, es el vengan a ver que se aleja de todo proselitismo. Y si se dice, vengan a ver… ¿qué encontrarán las personas? Seguramente, ritualidades, dogmas, cánones. Tal vez no verán gente feliz por Jesucristo. Lo único que queda en estos tiempos es volver a la mística que contagia y convence a otros cristianos más allá de toda creencia. No se pueden vender creencias que ni nosotros mismos podemos tragar. De esta forma, Cristo sí es actual. 3.
Jesús y la religión
Lo fascinante en Jesús es que no se deja recuperar ni atrapar por nadie. Fue el problema con sus adversarios y con sus propios discípulos. La actitud de Jesús con la religión fue constantemente paradójica. Por una parte, sobretodo en el tercer Evangelio, se ve a Jesús que sale de una familia hiperpiadosa, cumplidora de todas las normas
religiosas. Vivía como un judío ferviente que va a la sinagoga. Sin embargo, en su misión se presenta como trasgresor de la ley; lo hace para cambiarle el sentido religioso, que conduce a la opresión, para ponerla en función de la mística. En este sentido, Jesús es un laico anticlerical que denuncia en la religión todo lo que encierra y trae muerte. Ante la cerrazón, él actuó con libertad. En consecuencia, el Evangelio es una crítica radical de la religión como sistema de poder. En el discurso de la montaña, cada vez que repite: se les dijo… hace un señalamiento a la religión. Yo les digo lo contrario… hay siempre apertura más allá de los límites del sistema religioso. El Reino que anuncia Jesús está más allá de lo religioso. De hecho, Jesús no fue areligioso sino postreligioso. 4.
El Cristianismo primitivo no es una religión sino un humanismo místico
Entre tanto, la Iglesia es una propuesta de humanismo, a ejemplo de la primera comunidad cristiana. Se puede decir que Jesús no creó ningún culto, prueba de ello es que lo cultual no estaba en sus planes, lo único que dijo con carácter formal, y aún hoy se conserva, es el Padre nuestro, a pesar de su brevedad. Sólo elaboró una oración, lo demás es humanidad. El cristianismo, así visto, es la apuesta, laboratorio y ensayo de nueva humanidad donde existe igualdad entre hombres y mujeres sin importar la variedad de clases sociales. Es el intento de un humanismo creyente que integra las diferentes dimensiones de la humanidad entera. 5.
La experiencia religiosa hoy
En consecuencia, esta clave de lectura nos ubica a Francisco como el primer Papa postreligional, puesto que no ha dedicado sus energías en consolidar el poder de la Iglesia sobre la sociedad. Ha evitado todo rol de poder, más bien sigue renunciando a la recuperación del prestigio político de la Iglesia y a su ilusión de la cristiandad para optar
por el Evangelio y en él a Jesús que con su testimonio humano nos anima a anteponer todo por el amor. Es la ‘nueva forma’ de establecer relaciones que dan sentido y significado. La Iglesia debe trabajar para proponer esta alternativa mística, es decir, no luchar para mantener espacios sino crear espacios evangélicos donde sea posible vivir experiencias místicas, con coherencia y oración. Francisco aspira evangelizar el sistema (Iglesia). Es el primer Papa humano después de Pedro, es testigo de una humanidad nueva a lo Jesús. Con su discurso sin creencias y con el debido respeto a otras culturas y credos sigue ganando espacios a un modo de vida inspirado en Jesús. Basta que la Iglesia deje de vender creencias y más bien se dedique a reactivar el ardor del corazón, es decir, la experiencia propia de Jesucristo en espacios que den sentido alrededor del hijo de Dios.
:P
enRED
Descalzo sobre la tierra roja
Descalzo sobre la tierra roja es un film de “tv movie” de 2 capítulos sobre la historia del misionero español Pedro Casaldáliga, conocido como el obispo de los pobres, la voz de los indios, los sin tierra y los más pobres de Brasil. La historia muestra la elección definitiva que realiza este obispo por la lucha y defensa de las necesidades e injusticias de los más pobres de la región. Este film se convierte en vista obligatoria para todos aquellos que elijen verdaderamente la pobreza como estilo de vida. Temas y valores que profundiza: Lucha a favor de los abandonados, solidaridad, radicalidad de vida, teología de la liberación, desigualdad social, opción preferencial por los pobres.
Mira el film ON LINE en: http://www.rtve.es/alacarta/videos/descalzo-sobre-la-tierra-roja
Cresco sdb
fotonoticias de familia Festejos de Don Bosco
Convivencia con los hermanos de las casas de formaci贸n
Renovaci贸n de los votos del hno. Ricardo
Paseo comunitario
fotonoticias de familia CRESCO campeón de la copa Don Bosco!
Cumpleaños del P. Eduardo
Paseo comunitario de inicio de año al Puerto San José
Cumpleaños de Pablo
El que vive verdaderamente la fraternidad sabe vivir con los demรกs, para los demรกs, sin correr el riesgo de colocarse sobre los otros.